Herminio Martínez
Title
Herminio Martínez
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Herminio Martínez was born in Totatiche, Jalisco, México; he had about fourteen or fifteen siblings, but only ten, five women and five men, are living; although he was not formally educated for very long, he learned to read and write as an adult; in 1962, he enlisted in the bracero program, and he worked in Texas; in 1980, he married, and he and his wife had two sons.
Summary of Interview: Mr. Martínez recalls learning about the bracero program through the television; in 1962, he decided to enlist in the program; his father borrowed five hundred pesos to help him on the condition that he would in turn pay fifty dollars; Herminio describes going through a processing center in Chihuahua, México, where there were many people; he then went to Ciudad Juárez, Chihuahua, México, where there were so many people that they all slept on the floor; from there, the men were transported by bus to a reception center where they were medically examined, which included blood samples, x-rays, and being fumigated; when they were stripped, they were laughed at and taunted; as a bracero, he worked in Lubbock and Plainview, Texas, picking cucumbers; he explains that he had to stay hunched over all day from 6:00 AM until 12:00 PM, at which point he was given a half hour lunch before returning to work again until 5:00 PM; in essence, he worked hunched over for ten hours a day without any breaks; he also mentions that the braceros were referred to by number, not by name; during his free time he would play poker or go to the movie theater, which was only a few blocks away; the foremen treated the men very badly by yelling at them and threatening to return them to México if they did not work hard enough; in addition, he recalls the day President Kennedy was assassinated; years later, in 1980, he married, and he and his wife had two sons.
Summary of Interview: Mr. Martínez recalls learning about the bracero program through the television; in 1962, he decided to enlist in the program; his father borrowed five hundred pesos to help him on the condition that he would in turn pay fifty dollars; Herminio describes going through a processing center in Chihuahua, México, where there were many people; he then went to Ciudad Juárez, Chihuahua, México, where there were so many people that they all slept on the floor; from there, the men were transported by bus to a reception center where they were medically examined, which included blood samples, x-rays, and being fumigated; when they were stripped, they were laughed at and taunted; as a bracero, he worked in Lubbock and Plainview, Texas, picking cucumbers; he explains that he had to stay hunched over all day from 6:00 AM until 12:00 PM, at which point he was given a half hour lunch before returning to work again until 5:00 PM; in essence, he worked hunched over for ten hours a day without any breaks; he also mentions that the braceros were referred to by number, not by name; during his free time he would play poker or go to the movie theater, which was only a few blocks away; the foremen treated the men very badly by yelling at them and threatening to return them to México if they did not work hard enough; in addition, he recalls the day President Kennedy was assassinated; years later, in 1980, he married, and he and his wife had two sons.
Creator
Pelayo, Monica
Martínez, Herminio
Date
2006-05-26
Subject
bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Herminio Martínez
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
35:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Herminio Martínez
Fecha de la entrevista: 26 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Mónica Pelayo
This is an interview with Herminio Martínez in San Bernardino, California on May 26th, 2006. The interviewer is Mónica Pelayo, this is part of the Bracero Oral History Project.
MP: Bueno, vamos a comenzar. (risas)
HM: Comenzar de tre… De nuevo.
MP: De nuevo. Y, a ver, comience con… Desde el principio, desde que nació.
HM: ¡Uh! Pues, pues, mire yo, yo soy originario de Totatiche, Jalisco. Sí, mi padre se llamaba Salvador Martínez y mi mamá Benita Carreón. Fuemos una familia numerosa. Fuimos, quizás como unos catorce o quince y… Pero de estos ya nomás quedamos diez. Semos cinco hombres y cinco mujeres y unos por un lado y otros por otro, (risas) y ahí estamos todos regados.
MP: Todos regados por todo el mundo.
HM: Sí, pos, todos casados, ey.
MP: Ah, qué bien. Y, de escuela, ¿qué tuvo de escuela? ¿No tuvo?
HM: Pues mire, yo tuve muy poca escuela. Yo nomás estudié el primer año. (risas)
MP: Ey. Entonces, ¿sabe escribir y leer?
HM: Pos sé escribir y leer un poco porque yo le eché ganas.
MP: Ey. ¿Después de la escuela?
HM: Sí, después de la escuela.
MP: Ah, qué bien. Y, ¿cómo se enteró usted del Programa Bracero?
HM: No, ¿del Programa Bracero? No, pos por medio de la televisión. En la televisión me di cuenta yo de eso, dije: “¡Ah, caray!”. Dije: “Pos, que, ¿qué andan con esto?”. Y entonces, ya traté de… (risas)
MP: ¡Qué bien!
HM: Sí, ya le digo. Y me acuerdo yo que en 1962, pos yo quería venir a Estados Unidos, yo quería, yo quería dólares. (risas)
MP: Como el de los demás.
HM: Fueron dolores de cintura (risas) los que… (risas) Y ya le dije a mi papá, le dije: “Pos, oye [p]apá, pos yo quiero ir a Estados Unidos”. Dijo: “Pos quiero, pos hay contrataciones y este, y este otro, que me quiero apuntar”. “Sí, pos bueno, quieres ir”. Dijo: “Pos te voy a conseguir dinero, pues, pa que te vayas”. Y me acuerdo que me consiguió $500 pesos mexicanos de aquel tiempo y me acuerdo que la persona que me los prestó, con la condición que le tenían que regresar $50 dólares. (risas) Sí, pos, si eran $1,000, eran $100 dólares, ¿vedá?
MP: Ey.
HM: Sí. Pero como eran $50 dólares, entonces, eran ciencuen[ta]… Digo, $500 pesos.
MP: Quinientos pesos.
HM: Ey. Y pos me vine, me vine y pasé por Chihuahua. Ahí nos contratamos en Chihuahua. Los lugares ahí de contra… Había muchísima gente, mucha gente. Y luego ya de ahí nos levantaron, venimos a Ciudad Juárez. Me acuerdo que llegamos en la tarde, nos quedamos en la calle. Todo el gentío, todos allí acostados por toda la calle, en el piso allí.
MP: ¿No les dieron en dónde quedarse?
HM: No, no, pos, ¿pa qué? (risas) Plena calle, hasta que amaneció otro día. Y otro día hicimos línea y pasamos la línea y ya nos levantaron en camión allí y fuimos a dar hasta al lugar allí de contrataciones, ya aquí en Estados Unidos, pues, ya de este lado, ya. Ahí hicimos línea. Pasábamos de un salón a otro. Salíamos de uno y entrábamos a otro. Salimos de uno y entrábamos a otro. En un lugar nos examinaban el corazón, en otro lado nos examinaban la sangre y otro lado que rayos X. Sucesivamente, así íbamos pasando, ¿vedá?
MP: Sí.
HM: De un doctor a otro y de un doctor a otro. Y me acuerdo que nos desnudaron, como Dios nos echó al mundo, allí peloncitos, allí. (risas) Siempre yo miraba que era casi una burla, yo veía que se burlaban di uno. (risas)
MP: ¿Lo sentían?
HM: Pos, ¿cómo no? Yo sentía que era una burla que hacían con uno. Todavía antes de empezar allí, nos daban una fumigada. Y pos… y luego ya de allí, ya después que ya, que salió bien de salud, que no tuvo problemas de salud pos ya dijo: “Tú ya la hiciste”, le daban su papel de contratado, ya lo levantaba un camión, ya unos salían pa un rumbo, salían pa otro, de allí y ahí me tocó en un pueblito por ahí a un lado de Lubbock, Texas. Y entre Lubbock y Plainview está ese pueblito que ahí me tocó a mí. Y me tocó andar en el pepino, en la pisca de pepino, muy duro. Cinco… Me acuerdo que desde las siete de la mañana nos caíamos al trabajo, nos doblábamos y: “No se enderece”, y: “No se enderece”, y: “dóblese”, y: “Dóblese”. Hasta mediodía, a las doce y media hora pa lonchar. Y después [después] de esa media hora, dóblate de vuelta y hasta las cinco de la tarde. Trabajábanos a veces las ocho o diez horas. Pero era muy duro, que no había breaks. No había breaks en ese tiempo.
MP: Y cómo, ¿cómo sabían quién era usted? O, ¿cómo?
HM: Oh, pos mire, allí en el campo, no le hablaban a uno por su nombre, sino que cada quien tenía un número y le hablaban por su número. Nunca oía que le hablaran por su nombre allí, no, número tanto, número tanto, y número tanto. Llegaba un patrón y ponte lista a ver a quién le hablan. “Número tanto, número tanto y número tanto, aquí está afuera el patrón”. Y ya ahí estaba uno con una libreta chequeando: “A ver tú, ¿qué número eres? Tú, ¿qué número eres? Y, órale, ahí, vete con ése”.
MP: Y, ¿cuál número era usted?
HM: Yo fui el 191. (risas) Lo tengo presente. (risas)
MP: Y, ¿lo tenía, 191 lo tenía en todos lados?
HM: En todos lados lo tenía ese número.
MP: Ey.
HM: Sí, ya le digo en todos lados. La cama, la cama era la cama 191. Y en los surcos que uno trabajaba en el fil [field]…
MP: Oh, ¿también en eso?
HM: También los tenían numerados a cada quien. Ahí [el] que salía primero, tenía que agarrar el que le pertenecía.
MP: ¡Ah! (risas)
HM: Surcos de a milla de largos. (risas) No nos salíamos. En el día llegábamos a un pedacito, a otro día a otro pedazo y otro día otro. Salíamos, dábamos vuelta. Pero, pero, teníamos que… Nuestro surco. Cada quien tenía su surco. El mismo surco tenía que hacer todo el tiempo.
MP: Y, qué, ¿cómo se llama?
HM: Tenía una estaquilla allí con un papel, (risas) con su número ahí.
MP: Y, ¿cómo se llama? Y, ¿qué hacían para divertirse?
HM: Pos por allí, jugar baraja, sábados irnos al cine, entre sábado en la noche. Pos era lo único por allí.
MP: Y, ¿cómo se iban al cine?
HM: Caminando, ahí taba cerquitas.
MP: ¿Estaba cerquitas?
HM: Sí.
MP: Como, ¿a cuánto estaba de ahí que vivían?
HM: Unos cuatro o cinco bloques, taba allí.
MP: Entonces es, ¿vivían en el pueblo?
HM: Sí, era pueblito allí.
MP: Era ya, ya era pueblo.
HM: Sí, era pueblito, sí.
MP: Ya. ¡Ah, qué bien!
HM: Y entonces nos íbamos caminando. Me acuerdo que esos campos estaban junto a unos traques, y nomás atravesábamos los traques y agarrábamos ahí las calles y ya llegaba, había un centro allí que había tienditas, había todo. Iba uno comprar lo que uno quería allí. (risas)
MP: Ah, qué bien.
HM: Cuando se trataba de ropa o algo que uno quería.
MP: Y, ¿qué hacía? ¿Cómo se llama? Los mayordomos, ¿cómo los trataban?
HM: Pos mire, los mayordomos eran muy duros con nosotros, ¡eran unos perros! ¡Capataces!, se podría decir, nomás faltaba que nos golpearan. (risas)
MP: Que, ¿qué? ¿Cómo? ¿Qué les decían? O, ¿qué?
HM: No, no, y pos… Si lo miraban a uno que se enderezaba tantito: “Oye, oye, pos, dóblate. Y: “Oye, pos, ¿qué no vinistes a trabajar?”. Así nos trataban. “Y, dóblese y si no quieres trabajar, ya sabes, que te regresas pa México”.
MP: Y, ¿de dónde eran sus mayordomos?
HM: Pos, texanos.
MP: ¿Eran texanos?
HM: Eran texanos, sí.
MP: ¿Eran texanos?
HM: Sí, sí.
MP: De, ¿de qué descendencia?
HM: De mexicana, descendencia mexicana.
MP: Descendencia…
HM: Sí, pos hablaban español y todo ahí.
MP: Y, ¿solamente mayordomos mexicanos, de descendencia mexicana le tocó a usted?
HM: Sí, porque hablaban español y uno, pos pa hacerse uno entender, tenían que ser mayordomos que hablaran español, mexicanos, texanos, ¿ve?
MP: Y, ¿a usted nunca le tocó platicar con otra persona que no era mexicana o de descendencia mexicana?
HM: Pos no, casi no. Bueno, había muchos personas que son nacidos y criados, pues, en Estados Unidos que hablaban español en aquel tiempo. Pos texanos. En Texas se, se habla mucho el español.
MP: Y, ¿cómo se llama? Y, ¿entre los mexicanos habían personas indígenas?
HM: No, no había.
MP: ¿No?
HM: No, no había allí.
MP: No.
HM: No había indígenas.
MP: Y, ¿cómo se llama? Y, ¿ustedes se apun… todavía hablaba con su familia? Como, ¿cómo? Digo, ¿les mandaban cartas, le mandaba dinero?
HM: No, pos pura correspondencia, pura carta. Pos en ese tiempo no, no, había eso del teléfono. Sí, pura correspon[dencia]… Que: “Te llegó carta”, o que: “Escríbeles”, o eso.
MP: Y, ¿cuánto tiempo? Como, ¿cuánto tiempo les tomaba para mandarse cartas y todo eso?
HM: No, pos, una carta se tardaba, yo creo que casi el mes para que llegara, sí. Usted ponía, ponía una carta, la ponía en el correo hasta que llegaba acá y que la regresaban, ¿se imagina? Se llevaba uno tiempo pa saber alguna noticia de acá de con nosotros.
MP: Y, ¿cómo se llama?
HM: Si les mandaba uno dinero, pos uno les giraba uno en el correo también money order.
MP: En money order.
HM: Sí.
MP: Y, ¿siempre tenía suficiente para mandar?
HM: Pos casi no, no (risas) juntaba uno dinero. Era mentira que juntaba uno dinero.
MP: ¿Apenas podía hacer para sí mismo?
HM: Sí. No, pos mire, si le pagaban a uno muy poquito, pero eso libre de todo, ¿verdad? Sí, porque allí le descontaban a uno la comida. Les... No, no pagaba uno dormitorio, no pagaba uno nada, ¿verdad? Entonces, sí lo poquito que le pagaban a uno, eso era libre. Entonces ya podía uno disponer de él pa lo que fuera, no le hace que se quedara sin cinco, sí. Pero pos yo me acuerdo que en la quincena, pos a veces agarraba unos $30 dólares. (risas)
MP: ¡Ay, Dios mío! Y, ¿cómo se llama?
HM: Pos, ¿se imagina usted? En ese tiempo, pos ganando uno a $0.70 centavos la hora, ¿usted cree que fuera a sobrar dinero? Ganar $7 pesos en las…
MP: Sí.
HM: En las diez horas, $7 dólares.
MP: Siete dólares.
HM: Sí, en diez horas. Entonces, pos si eran ocho horas, ya no ganaba uno los $7 dólares, sí. Ora, de esos le descontaban a uno pa la comida, le descontaba uno sabe cuantas cosas. Era muy poco ya lo que recibía uno.
MP: Y, ¿cómo se llama? ¿Qué hizo después de su contrato?
HM: No, pos mire, del modo que agarraba uno esa miquita, era que… Hasta, hasta que vencía el contrato, que se regresaba uno por, pues que se vencía. Entonces esa miquita se la daban a uno en El Paso ya de regreso.
MP: Entonces, ya…
HM: Pos me acuerdo yo que una vez que andaba trabajando en el fil, me acuerdo que hasta andaba yo solo, el hombre me llevó a mí solo a trabajar y este, y me acuerdo, lo tengo tan presente, fue el día que mataron al presidente Kennedy, que fue el día 2 de noviembre de 1962 y llegó el patrón muy trist[e], así muy, muy cabizbajo, ¿vedá? Bueno, pos sabe qué traerá. Ya me dijo él, dijo, dijo: “Acaban de matar al presidente”. “¿Cuál presidente?”. Yo pensé que al de ahí del pueblito, yo pensaba que había como acá con nosotros. Dijo: “El presidente de aquí de Estados Unidos”, dijo, “el de todo”, dijo. Entonces yo mismo le dije, dije: “¿A Kennedy?”. Dijo: “Sí”, dijo, “lo acaban de matar aquí en Dallas”. Y ya no quiso trabajar el hombre, dijo: “Vámonos pa la casa”. Dijo: “Vamos pa llevarte al campo”. (risas)
MP: Entonces, ¿usted pudo experenciar eso?
HM: Sí, me tocó esa.
MP: ¡Ah! Y, ¿cómo se llama? Y, ¿cómo le fue de las mujeres? ¿Cómo?
HM: No, pos, ¿cuáles mujeres? No había. (risas) No, no había nada, nada. No había nada de eso. (risas)
MP: ¿No tuvo esposa usted durante ese tiempo?
HM: No, en ese tiempo estaba yo soltero.
MP: ¿Estaba soltero?
HM: Sí, taba muchachillo. (risas)
MP: Y, ¿por qué no andaba con las muchachas? No, ¿no lo querían?
HM: No, pos mire, es que sí había muchachas, pero a uno no lo querían porque era uno bracero y las dejaba uno de un día para otro.
MP: ¡Uh!
HM: O si no las quería uno dejar, de todos modos lo echaban a uno para afuera y pos, si ellas a mí me decían: “¿Pos, a qué le tiramos? Pa que nos dejes”. (risas)
MP: ¿Ya sabían?
HM: Sí, sí.
MP: Ya sabían.
HM: No, ya las, los papases las aconsejaban.
MP: ¡Ah!
HM: Sí, pos: “¿Qué andan haciendo con ellos?”. Dijo: “Pos, si se van y ahí las dejan”.
MP: ¡Ah! Entonces, ¿usted se casó? No, ¿no se ha casado?
HM: Pos, sí me casé dispués, ya después.
MP: Después.
HM: Yo me casé ya muy grande. Ya iba a tener cuarenta años, treinta y nueve años me casé yo.
MP: ¡Ah, qué bien! Pero o sea, está bien.
HM: Yo digo, me casé el [19]80. Me casé y me vine pa Estados Unidos con todo y mi señora. Aquí tuvimos dos, dos muchachos, así fue. Por cierto, uno de ellos, pues, es mecánico y el otro todavía estudia, por ahí está estudiando.
MP: ¿En qué estudia?
HM: Pos lo cree que no sé, es muy reservado. ¡No me da razón de nada! (risas) Ni lo que gana, trabaja en el correo, en ese UPS, ahí ta trabajando. Nunca me dice lo que le pagan. Nunca me dice lo que gana. Cuando hace sus taxes: “Oye, ¿te regresaron?”. “Pos muy poquito”. “Y, ¿cuánto te regresaron?”. “Nada”. (risas) Pero nunca me da razón.
MP: A veces tiene que ser reservado.
HM: Es muy reservado, muy reservado.
MP: Ey.
HM: Ese muchacho.
MP: Ey. Bueno, muchísimas gracias.
HM: Pos…
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 26 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Mónica Pelayo
This is an interview with Herminio Martínez in San Bernardino, California on May 26th, 2006. The interviewer is Mónica Pelayo, this is part of the Bracero Oral History Project.
MP: Bueno, vamos a comenzar. (risas)
HM: Comenzar de tre… De nuevo.
MP: De nuevo. Y, a ver, comience con… Desde el principio, desde que nació.
HM: ¡Uh! Pues, pues, mire yo, yo soy originario de Totatiche, Jalisco. Sí, mi padre se llamaba Salvador Martínez y mi mamá Benita Carreón. Fuemos una familia numerosa. Fuimos, quizás como unos catorce o quince y… Pero de estos ya nomás quedamos diez. Semos cinco hombres y cinco mujeres y unos por un lado y otros por otro, (risas) y ahí estamos todos regados.
MP: Todos regados por todo el mundo.
HM: Sí, pos, todos casados, ey.
MP: Ah, qué bien. Y, de escuela, ¿qué tuvo de escuela? ¿No tuvo?
HM: Pues mire, yo tuve muy poca escuela. Yo nomás estudié el primer año. (risas)
MP: Ey. Entonces, ¿sabe escribir y leer?
HM: Pos sé escribir y leer un poco porque yo le eché ganas.
MP: Ey. ¿Después de la escuela?
HM: Sí, después de la escuela.
MP: Ah, qué bien. Y, ¿cómo se enteró usted del Programa Bracero?
HM: No, ¿del Programa Bracero? No, pos por medio de la televisión. En la televisión me di cuenta yo de eso, dije: “¡Ah, caray!”. Dije: “Pos, que, ¿qué andan con esto?”. Y entonces, ya traté de… (risas)
MP: ¡Qué bien!
HM: Sí, ya le digo. Y me acuerdo yo que en 1962, pos yo quería venir a Estados Unidos, yo quería, yo quería dólares. (risas)
MP: Como el de los demás.
HM: Fueron dolores de cintura (risas) los que… (risas) Y ya le dije a mi papá, le dije: “Pos, oye [p]apá, pos yo quiero ir a Estados Unidos”. Dijo: “Pos quiero, pos hay contrataciones y este, y este otro, que me quiero apuntar”. “Sí, pos bueno, quieres ir”. Dijo: “Pos te voy a conseguir dinero, pues, pa que te vayas”. Y me acuerdo que me consiguió $500 pesos mexicanos de aquel tiempo y me acuerdo que la persona que me los prestó, con la condición que le tenían que regresar $50 dólares. (risas) Sí, pos, si eran $1,000, eran $100 dólares, ¿vedá?
MP: Ey.
HM: Sí. Pero como eran $50 dólares, entonces, eran ciencuen[ta]… Digo, $500 pesos.
MP: Quinientos pesos.
HM: Ey. Y pos me vine, me vine y pasé por Chihuahua. Ahí nos contratamos en Chihuahua. Los lugares ahí de contra… Había muchísima gente, mucha gente. Y luego ya de ahí nos levantaron, venimos a Ciudad Juárez. Me acuerdo que llegamos en la tarde, nos quedamos en la calle. Todo el gentío, todos allí acostados por toda la calle, en el piso allí.
MP: ¿No les dieron en dónde quedarse?
HM: No, no, pos, ¿pa qué? (risas) Plena calle, hasta que amaneció otro día. Y otro día hicimos línea y pasamos la línea y ya nos levantaron en camión allí y fuimos a dar hasta al lugar allí de contrataciones, ya aquí en Estados Unidos, pues, ya de este lado, ya. Ahí hicimos línea. Pasábamos de un salón a otro. Salíamos de uno y entrábamos a otro. Salimos de uno y entrábamos a otro. En un lugar nos examinaban el corazón, en otro lado nos examinaban la sangre y otro lado que rayos X. Sucesivamente, así íbamos pasando, ¿vedá?
MP: Sí.
HM: De un doctor a otro y de un doctor a otro. Y me acuerdo que nos desnudaron, como Dios nos echó al mundo, allí peloncitos, allí. (risas) Siempre yo miraba que era casi una burla, yo veía que se burlaban di uno. (risas)
MP: ¿Lo sentían?
HM: Pos, ¿cómo no? Yo sentía que era una burla que hacían con uno. Todavía antes de empezar allí, nos daban una fumigada. Y pos… y luego ya de allí, ya después que ya, que salió bien de salud, que no tuvo problemas de salud pos ya dijo: “Tú ya la hiciste”, le daban su papel de contratado, ya lo levantaba un camión, ya unos salían pa un rumbo, salían pa otro, de allí y ahí me tocó en un pueblito por ahí a un lado de Lubbock, Texas. Y entre Lubbock y Plainview está ese pueblito que ahí me tocó a mí. Y me tocó andar en el pepino, en la pisca de pepino, muy duro. Cinco… Me acuerdo que desde las siete de la mañana nos caíamos al trabajo, nos doblábamos y: “No se enderece”, y: “No se enderece”, y: “dóblese”, y: “Dóblese”. Hasta mediodía, a las doce y media hora pa lonchar. Y después [después] de esa media hora, dóblate de vuelta y hasta las cinco de la tarde. Trabajábanos a veces las ocho o diez horas. Pero era muy duro, que no había breaks. No había breaks en ese tiempo.
MP: Y cómo, ¿cómo sabían quién era usted? O, ¿cómo?
HM: Oh, pos mire, allí en el campo, no le hablaban a uno por su nombre, sino que cada quien tenía un número y le hablaban por su número. Nunca oía que le hablaran por su nombre allí, no, número tanto, número tanto, y número tanto. Llegaba un patrón y ponte lista a ver a quién le hablan. “Número tanto, número tanto y número tanto, aquí está afuera el patrón”. Y ya ahí estaba uno con una libreta chequeando: “A ver tú, ¿qué número eres? Tú, ¿qué número eres? Y, órale, ahí, vete con ése”.
MP: Y, ¿cuál número era usted?
HM: Yo fui el 191. (risas) Lo tengo presente. (risas)
MP: Y, ¿lo tenía, 191 lo tenía en todos lados?
HM: En todos lados lo tenía ese número.
MP: Ey.
HM: Sí, ya le digo en todos lados. La cama, la cama era la cama 191. Y en los surcos que uno trabajaba en el fil [field]…
MP: Oh, ¿también en eso?
HM: También los tenían numerados a cada quien. Ahí [el] que salía primero, tenía que agarrar el que le pertenecía.
MP: ¡Ah! (risas)
HM: Surcos de a milla de largos. (risas) No nos salíamos. En el día llegábamos a un pedacito, a otro día a otro pedazo y otro día otro. Salíamos, dábamos vuelta. Pero, pero, teníamos que… Nuestro surco. Cada quien tenía su surco. El mismo surco tenía que hacer todo el tiempo.
MP: Y, qué, ¿cómo se llama?
HM: Tenía una estaquilla allí con un papel, (risas) con su número ahí.
MP: Y, ¿cómo se llama? Y, ¿qué hacían para divertirse?
HM: Pos por allí, jugar baraja, sábados irnos al cine, entre sábado en la noche. Pos era lo único por allí.
MP: Y, ¿cómo se iban al cine?
HM: Caminando, ahí taba cerquitas.
MP: ¿Estaba cerquitas?
HM: Sí.
MP: Como, ¿a cuánto estaba de ahí que vivían?
HM: Unos cuatro o cinco bloques, taba allí.
MP: Entonces es, ¿vivían en el pueblo?
HM: Sí, era pueblito allí.
MP: Era ya, ya era pueblo.
HM: Sí, era pueblito, sí.
MP: Ya. ¡Ah, qué bien!
HM: Y entonces nos íbamos caminando. Me acuerdo que esos campos estaban junto a unos traques, y nomás atravesábamos los traques y agarrábamos ahí las calles y ya llegaba, había un centro allí que había tienditas, había todo. Iba uno comprar lo que uno quería allí. (risas)
MP: Ah, qué bien.
HM: Cuando se trataba de ropa o algo que uno quería.
MP: Y, ¿qué hacía? ¿Cómo se llama? Los mayordomos, ¿cómo los trataban?
HM: Pos mire, los mayordomos eran muy duros con nosotros, ¡eran unos perros! ¡Capataces!, se podría decir, nomás faltaba que nos golpearan. (risas)
MP: Que, ¿qué? ¿Cómo? ¿Qué les decían? O, ¿qué?
HM: No, no, y pos… Si lo miraban a uno que se enderezaba tantito: “Oye, oye, pos, dóblate. Y: “Oye, pos, ¿qué no vinistes a trabajar?”. Así nos trataban. “Y, dóblese y si no quieres trabajar, ya sabes, que te regresas pa México”.
MP: Y, ¿de dónde eran sus mayordomos?
HM: Pos, texanos.
MP: ¿Eran texanos?
HM: Eran texanos, sí.
MP: ¿Eran texanos?
HM: Sí, sí.
MP: De, ¿de qué descendencia?
HM: De mexicana, descendencia mexicana.
MP: Descendencia…
HM: Sí, pos hablaban español y todo ahí.
MP: Y, ¿solamente mayordomos mexicanos, de descendencia mexicana le tocó a usted?
HM: Sí, porque hablaban español y uno, pos pa hacerse uno entender, tenían que ser mayordomos que hablaran español, mexicanos, texanos, ¿ve?
MP: Y, ¿a usted nunca le tocó platicar con otra persona que no era mexicana o de descendencia mexicana?
HM: Pos no, casi no. Bueno, había muchos personas que son nacidos y criados, pues, en Estados Unidos que hablaban español en aquel tiempo. Pos texanos. En Texas se, se habla mucho el español.
MP: Y, ¿cómo se llama? Y, ¿entre los mexicanos habían personas indígenas?
HM: No, no había.
MP: ¿No?
HM: No, no había allí.
MP: No.
HM: No había indígenas.
MP: Y, ¿cómo se llama? Y, ¿ustedes se apun… todavía hablaba con su familia? Como, ¿cómo? Digo, ¿les mandaban cartas, le mandaba dinero?
HM: No, pos pura correspondencia, pura carta. Pos en ese tiempo no, no, había eso del teléfono. Sí, pura correspon[dencia]… Que: “Te llegó carta”, o que: “Escríbeles”, o eso.
MP: Y, ¿cuánto tiempo? Como, ¿cuánto tiempo les tomaba para mandarse cartas y todo eso?
HM: No, pos, una carta se tardaba, yo creo que casi el mes para que llegara, sí. Usted ponía, ponía una carta, la ponía en el correo hasta que llegaba acá y que la regresaban, ¿se imagina? Se llevaba uno tiempo pa saber alguna noticia de acá de con nosotros.
MP: Y, ¿cómo se llama?
HM: Si les mandaba uno dinero, pos uno les giraba uno en el correo también money order.
MP: En money order.
HM: Sí.
MP: Y, ¿siempre tenía suficiente para mandar?
HM: Pos casi no, no (risas) juntaba uno dinero. Era mentira que juntaba uno dinero.
MP: ¿Apenas podía hacer para sí mismo?
HM: Sí. No, pos mire, si le pagaban a uno muy poquito, pero eso libre de todo, ¿verdad? Sí, porque allí le descontaban a uno la comida. Les... No, no pagaba uno dormitorio, no pagaba uno nada, ¿verdad? Entonces, sí lo poquito que le pagaban a uno, eso era libre. Entonces ya podía uno disponer de él pa lo que fuera, no le hace que se quedara sin cinco, sí. Pero pos yo me acuerdo que en la quincena, pos a veces agarraba unos $30 dólares. (risas)
MP: ¡Ay, Dios mío! Y, ¿cómo se llama?
HM: Pos, ¿se imagina usted? En ese tiempo, pos ganando uno a $0.70 centavos la hora, ¿usted cree que fuera a sobrar dinero? Ganar $7 pesos en las…
MP: Sí.
HM: En las diez horas, $7 dólares.
MP: Siete dólares.
HM: Sí, en diez horas. Entonces, pos si eran ocho horas, ya no ganaba uno los $7 dólares, sí. Ora, de esos le descontaban a uno pa la comida, le descontaba uno sabe cuantas cosas. Era muy poco ya lo que recibía uno.
MP: Y, ¿cómo se llama? ¿Qué hizo después de su contrato?
HM: No, pos mire, del modo que agarraba uno esa miquita, era que… Hasta, hasta que vencía el contrato, que se regresaba uno por, pues que se vencía. Entonces esa miquita se la daban a uno en El Paso ya de regreso.
MP: Entonces, ya…
HM: Pos me acuerdo yo que una vez que andaba trabajando en el fil, me acuerdo que hasta andaba yo solo, el hombre me llevó a mí solo a trabajar y este, y me acuerdo, lo tengo tan presente, fue el día que mataron al presidente Kennedy, que fue el día 2 de noviembre de 1962 y llegó el patrón muy trist[e], así muy, muy cabizbajo, ¿vedá? Bueno, pos sabe qué traerá. Ya me dijo él, dijo, dijo: “Acaban de matar al presidente”. “¿Cuál presidente?”. Yo pensé que al de ahí del pueblito, yo pensaba que había como acá con nosotros. Dijo: “El presidente de aquí de Estados Unidos”, dijo, “el de todo”, dijo. Entonces yo mismo le dije, dije: “¿A Kennedy?”. Dijo: “Sí”, dijo, “lo acaban de matar aquí en Dallas”. Y ya no quiso trabajar el hombre, dijo: “Vámonos pa la casa”. Dijo: “Vamos pa llevarte al campo”. (risas)
MP: Entonces, ¿usted pudo experenciar eso?
HM: Sí, me tocó esa.
MP: ¡Ah! Y, ¿cómo se llama? Y, ¿cómo le fue de las mujeres? ¿Cómo?
HM: No, pos, ¿cuáles mujeres? No había. (risas) No, no había nada, nada. No había nada de eso. (risas)
MP: ¿No tuvo esposa usted durante ese tiempo?
HM: No, en ese tiempo estaba yo soltero.
MP: ¿Estaba soltero?
HM: Sí, taba muchachillo. (risas)
MP: Y, ¿por qué no andaba con las muchachas? No, ¿no lo querían?
HM: No, pos mire, es que sí había muchachas, pero a uno no lo querían porque era uno bracero y las dejaba uno de un día para otro.
MP: ¡Uh!
HM: O si no las quería uno dejar, de todos modos lo echaban a uno para afuera y pos, si ellas a mí me decían: “¿Pos, a qué le tiramos? Pa que nos dejes”. (risas)
MP: ¿Ya sabían?
HM: Sí, sí.
MP: Ya sabían.
HM: No, ya las, los papases las aconsejaban.
MP: ¡Ah!
HM: Sí, pos: “¿Qué andan haciendo con ellos?”. Dijo: “Pos, si se van y ahí las dejan”.
MP: ¡Ah! Entonces, ¿usted se casó? No, ¿no se ha casado?
HM: Pos, sí me casé dispués, ya después.
MP: Después.
HM: Yo me casé ya muy grande. Ya iba a tener cuarenta años, treinta y nueve años me casé yo.
MP: ¡Ah, qué bien! Pero o sea, está bien.
HM: Yo digo, me casé el [19]80. Me casé y me vine pa Estados Unidos con todo y mi señora. Aquí tuvimos dos, dos muchachos, así fue. Por cierto, uno de ellos, pues, es mecánico y el otro todavía estudia, por ahí está estudiando.
MP: ¿En qué estudia?
HM: Pos lo cree que no sé, es muy reservado. ¡No me da razón de nada! (risas) Ni lo que gana, trabaja en el correo, en ese UPS, ahí ta trabajando. Nunca me dice lo que le pagan. Nunca me dice lo que gana. Cuando hace sus taxes: “Oye, ¿te regresaron?”. “Pos muy poquito”. “Y, ¿cuánto te regresaron?”. “Nada”. (risas) Pero nunca me da razón.
MP: A veces tiene que ser reservado.
HM: Es muy reservado, muy reservado.
MP: Ey.
HM: Ese muchacho.
MP: Ey. Bueno, muchísimas gracias.
HM: Pos…
Fin de la entrevista
Interviewer
Pelayo, Monica
Interviewee
Martínez, Herminio
Location
San Bernardino, CA
File Name Identifier
Martinez_SANB013
Citation
Pelayo, Monica and Martínez, Herminio, “Herminio Martínez,” Bracero History Archive, accessed November 23, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/385.