Socorro Flores Pando
Title
Socorro Flores Pando
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Socorro Flores Pando was born in Delicias, Chihuahua, México in 1942; while his father worked in the fields he helped as a water boy; in 1960, he learned of the bracero program and went to Chihuahua, Chihuahua to enroll; he worked in the fields of Texas.
Summary of Interview: When Mr. Flores began the hiring process in Chihuahua, Chihuahua, México, he was asked for a Mexican military ID and a recommendation letter; he came to the United States as a bracero when he was only eighteen years old; upon entering the United States, he was sent to El Paso, Texas, and then to Rio Vista, a processing center in Socorro, Texas, for a physical examination; while there, he signed a job contract and was sent to the ranch where he would work; he worked in Fort Stockton, Texas, for seven months watering the fields; his weekly salary was $116.00.
Summary of Interview: When Mr. Flores began the hiring process in Chihuahua, Chihuahua, México, he was asked for a Mexican military ID and a recommendation letter; he came to the United States as a bracero when he was only eighteen years old; upon entering the United States, he was sent to El Paso, Texas, and then to Rio Vista, a processing center in Socorro, Texas, for a physical examination; while there, he signed a job contract and was sent to the ranch where he would work; he worked in Fort Stockton, Texas, for seven months watering the fields; his weekly salary was $116.00.
Creator
Parra-Mantilla, Myrna
Flores Pando, Socorro
Date
2003-06-13
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Socorro Flores Pando
creator (Spanish)
Flores Pando, Socorro
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Digital, WAV, MP3
Duration
26:28
Bit Rate/Frequency
24K
96bit
96bit
Transcription
Nombre del entrevistado: Francisco García Carrillo
Fecha de la entrevista: 9 de mayo de 2003
Nombre del entrevistador: Myrna Parra Mantilla
El día de hoy es 9 de mayo de 2003, en la ciudad de Cuauhtémoc, Chihuahua. Entrevistando al señor Francisco García Carrillo, para el Departamento de Historia Oral, en la Universidad de Texas en El Paso, Myrna Parra Mantilla.
MP: Buenas tardes señor García.
FG: Buenas tardes.
MP: Para empezar la entrevista quisiera que me dijera, ¿dónde y cuándo nació?
FG: Era el 1934, el 1933 en Cusihuiriachi, Chihuahua.
MP: Quisiera que me platicara algo de su niñez. Sus papás, sus hermanos, ¿fue a la escuela?
FG: Pues fui a la escuela muy poco y pues, tengo algunos hermanos y mi papá y mi mamá sí ya fallecieron, y varios de los hermanos también.
MP: ¿A qué se dedicaba su papá?
FG: Pues más bien era vaquero y agricultor, a las dos cosas. Pero más bien se dedicaba al, cosas de caballo, de ganado.
MP: Y, ¿era ganado propio o trabajaba para otra gente?
FG: Tuvo él ganado propio, pero después trabajaba para otras gentes, para un señor don José Fernández, que era español, era ganadero.
MP: Y usted de niño dice que fue a la escuela, ¿verdad?, ¿hasta qué grado?
FG: No, muy poco, hasta tercer año.
MP: Y, ¿a qué edad empezó a trabajar usted?
FG: Bueno, pues en aquella época se trabajaba desde muy chico, como de los siete, ocho años para adelante, muy chiquito.
MP: Muy chiquito.
FG: Pues cosas del campo que necesitaba uno trabajar, pos así era la vida.
MP: ¿Con su papá?
FG: Sí, con mi papá. Con mi papá y luego sembrábamos y atendíamos la labor. Y, pues ahí aprendí algo de campo, como decir arriero, cortar leña. En fin, todas esas cosas.
MP: ¿Cómo se dio cuenta del Programa Bracero?
FG: Pues en ese tiempo estaba por toda la república, se sabía en toda la república. Y había reconcentración aquí en Chihuahua y iba uno y se anotaba, iba uno y sacaba un número y ahí quedaba el nombre ya. Después, hablaban de la cantidad julana por ejemplo, del veinte a treinta mil que iban a entrar. Entonces se acercaba esa, esa cantidad a una parte que le decían El Trocadero, en Chihuahua. Y ahí había oficinas del Gobierno Americano y del Gobierno Mexicano. Había de las dos autoridades ahí también y oficina, y ahí lo contrataban a uno y en, para ir a El Paso, y en El Paso le hacían toda clase de exámenes y si salía bien, pues de ahí lo contrataban para llevarlo a otros estados, a la parte que le tocara uno, que quisiera ir uno. En todo Estados Unidos era, llevaban braceros para todo Estados Unidos, para todos los estados.
MP: ¿Qué le hizo tomar esa decisión de irse como bracero?, ¿qué lo motivó a irse?
FG: Pues mire, había pasado muchos peligros yo en… Porque también fui minero, de unos catorce, dieciséis años, dieciocho, algo así, trabajaba en las minas y ahí había mucho peligro. Entonces aquí había menos, se ganaba uno menos dinero que por allá y allá pagaban mejor. Iba uno una temporada y ya después ya, se venía uno con permiso o venía uno a, ya con el contrato ya cumplido.
MP: ¿Qué edad tenía cuando se fue la primera vez?
FG: Bueno, cuando me fui la primera vez de bracero, no recuerdo la edad, pero como dieciocho años. Sí, tengo papeles.
MP: ¿Sí tiene papeles?
FG: Sí, ya son puras copias porque los otros, los he mandado ahí donde dicen que van a… ¿Quiere que los traiga para que vea las copias?
MP: Sí, no, ahorita que terminemos la entrevista si quiere.
FG: Ah, bien.
MP: ¿Qué le dijeron sus papás cuando tomó la decisión de irse como bracero?
FG: Pues no, me decían que me cuidara mucho. Que por ahí iba uno a tierras extrañas y pudiera haber peligro, nada más.
MP: Y, ¿se fue solo o alguno de sus hermanos fue o algún amigo?
FG: Pues iban, iban amigos así. Una vez me fui con… Bueno, de aquí de la casa me iba solo y ahí en la contratación, ahí se hacía uno de amigos y si le gustaba a uno sus amigos, con esos se iba de ahí para allá. ¿Quiere que se los nombre?
MP: No, está bien. Ya estando en Chihuahua bueno, ustedes viajaron de Cusi[huiriachi] a Chihuahua ¿verdad?
FG: Sí.
MP: O, ¿están ya aquí en Cuauhtémoc?
FG: De primero sí, de Cusi[huiriachi] a Chihuahua. Y después las otras contrataciones estuvieron, de aquí me iba a Chihuahua. Porque primero vivíamos en Cusi[huiriachi] y después vivíamos aquí. Y después vivíamos en Chihuahua, también.
MP: Tengo entendido que ahí en El Trocadero, depende del número que usted tenía, pasaba mucho tiempo que hasta meses, semanas.
FG: Sí, era una reconcentración muy grande, yo creo que había como unos doscientos mil reconcentrados de toda la república.
MP: Ah, bastantes.
FG: Venían del sur muchos de, de muchos estados de por allá. Y casi la mayor parte de la gente que querían los gringos era Chihuahua, Durango y Coahuila, de Zacatecas para acá. Porque aquellas gentes había muchos que no sabían el español.
MP: Y, ¿por eso no los querían mucho? Porque no podían entenderse muy bien.
FG: Y no estaban impuestos a estos, a estos trabajos de aquí de… Por ejemplo Texas, algodón todo eso.
MP: ¿Cuánto tiempo pasó ahí en Chihuahua en El Trocadero para que lo echaran ya en el camión o en el tren rumbo a…
FG: Mire, yo ahí tenía familiares en la casa, entonces iba a darme una vuelta. Vamos a decir que este día entraron cinco mil, entonces que para otro día se terminaban los diez o doce mil que pidieron. Entonces tenía uno que durar un día o dos ahí, o tres. Bueno, así me tocó a mí, a otros les tocaba ocho o quince días o más. Y así estaba la…
MP: Y ya cuando le tom… ¿dijeron su nombre?
FG: Le hablaban a uno por micrófono y por ejemplo, se reconcentraba ahí la cantidad de cuatro, cinco mil personas, ahí todos hechos fila. Y entonces ya le hablaban a uno por número y después le estaban hablando por el nombre, ahí mismo. Y ahí lo estaban investigando a ver si era apto para los trabajos que ellos necesitaban allá.
MP: ¿Cómo investigando?, ¿qué clases de preguntas le hacían?
FG: Por ejemplo en una vez, la segunda, el segundo, tercera vez que fui yo, dijo un americano… Entramos primero con los mexicanos a donde estaban los federales, ¿verdad? Investigaciones de papeles, y luego de ahí se iba uno a otras mesas donde estaban los americanos y se formaban ahí cuarenta o cincuenta. Entonces el americano hacía preguntas y dijo: “Muchachos”, dijo, “queremos pura gente para Texas, ¿han piscado algodón?”. Pues todos dijeron que sí y la mayor parte era gente del sur. Y entonces dijo el gabacho, dijo: “Pues yo voy a, vamos a piscar algodón”, dijo “a ver cuántos saben piscar algodón”. Porque contaban mentiras allá al entrar. Y entonces dijo: “Vamos a piscar algodón”. Y se puso a piscar como si fueran manzanas acá arriba y yo me puse a piscar algodón acá abajo y entonces ya me dijo: “Hazte para allá”, dijo. Y les dijo a los demás: “¿Qué tamaño de algodón han piscado ustedes?”. “No, pues grande”. Quiere decir que no conocían ni las matas, porque las matas pues póngale un medio metro, un metro, algo así. Y ellos estaban piscando como si estuviera en árboles.
Esa fue una de las cosas que pasó ahí.
MP: Y ahí, ¿les pedían alguna, algún papeleo o alguna identificación?, ¿qué les pedían ahí?
FG: Pues pedían la cartilla y una carta de recomendación del presidente, de la autoridad que hubiera en su pueblo, o comisario o algo así por el estilo. Y había recomendaciones de los presidentes, yo ahí tengo una, por ahí esta guardada. Que le daban a uno la carta que, que era agricultor o algo así por el estilo y que estaba apto para trabajar. Esos papeles le servían a uno.
MP: Eso era por parte del lado mexicano, ¿verdad?
FG: Pos sí, sí, no, es que ahí lo revisaban a uno todos los papeles, de aquí que llevaba de su municipio. Y allá entraba, hasta Río Vista, en Río Vista se concentraba todo lo que iban llevando de aquí de la república para allá. Y ahí había médicos, había, pues todo para examinarlo a uno. Y ahí le daban a uno comida y, pues ahí, una camita de esas de campaña para que durmiera, mientras se contrataba. Y ahí escogía uno el estado que quisiera, el lado que, al estado que quisiera ir. Que venía un americano que pedía, por decir algo, cien gentes, o cincuenta gentes. Entonces decían: “Tantos para San Luis, Misuri o tantos para Texas”. O para equis, equis estados, Nuevo México, lo que fuera. Y entonces ya esos entraban ya después de estar examinados de todo, le sacaban a uno sangre y todo eso. Y que salió bien en todos los exámenes, entonces ya, ya entraba en la lista de los que, de los que pedía aquel americano, se formaba y ahí le contrataban, le ponían el sello para qué estado iba. Entonces ya el americano se hacía cargo de uno, se lo llevaba en tráilers, en camiones, en aviones, lo que fuera.
MP: ¿En qué estados estuvo usted?
FG: Yo estuve, de contratado estuve nada más aquí en Texas y en Nuevo México.
MP: ¿En el puro algodón?
FG: Puro algodón. Sí, puro algodón. Pues ahí cuando había algodón regaba, este, piscaba uno y cuando se trataba de sembrarlo, de regarlo. Pues cosas así por el estilo, lo que es de un rancho.
MP: Volviendo un poquillo al El Trocadero en Chihuahua, ¿es cierto que les hacían una prueba con las manos haber si tenían…?
FG: Pues sí. Sí, sí las hacían haber si teníamos callos. Pos por ejemplo yo me mantenía a veces… En esos tiempos trabaja en las minas y como ahí se trata de barrenar y, con esta mano agarra uno la barra y con esta le da al marro, nosotros teníamos unos callotes, toda la mano echa callo.
MP: O sea que fácil pasó usted esa prueba.
FG: No, fácil, el tocante a lo de las manos fácil. Era muy duro el, la palma de la mano era mucho muy dura.
MP: Sí. Y luego, ya que los llevaban de Chihuahua a El Paso, ¿en qué se fueron, en qué los llevaron?
FG: Pos a mí me tocó ir en el tren, en tren de carga. A veces llegaba uno todo revolcado porque a veces habían descargado los trenes de carbón o de metal y así iba ahí uno, entre los vagones sucios. Llevaban, pos doce o trece mil en un solo viaje, en un solo tren. Nomás que era el tren relargo, muy grande.
MP: Y, ¿tenían alguna parada o era un sólo viaje?
FG: Se paraba en Villa Ahumada, me acuerdo que ahí comíamos asaderos en Villa Ahumada. (risas) Y de ahí hasta, hasta Juárez. Entonces en Juárez se bajaba uno del tren y se iba a pie hasta el río, hasta el Río Bravo. Y ahí en el Río Bravo, ahí entraba uno a pie, llegaba a las, a unas oficinas que había ahí, al otro lado ahí le daban el pase, ¿verdad? Pasábamos hechos fila y entonces pasaba uno por emigración ahí y nomás va pasando y va pasando y así, nomás le veían a uno los papeles así. Y luego estaban unos camiones afuera, lo estaban esperando a uno para llevarlo al El Troca[dero], al Río Vista. Y ya, en Río Vista ya le echaban a uno un, pos un polvo como un desinfectante, por aquello de que llevara uno animales o algo, pos cosas por el estilo. Y luego ya de allí entraba, pos me parece que a los baños y luego lo seguían, lo seguían examinando a uno, de todo. Y luego después ya que salía uno ahí de los primeros que lo examinaban y todo eso, pos ya, ya podía ir uno a pedir comida. Había muchos, así como especie de restaurantes afuera y ahí le daban a uno comida. Su bote de leche y su plato de, pos frijoles con huevo o algo por el estilo, avena o en fin.
MP: Y ahí en Río Vista, no tenía problemas, bueno, porque imagino que, decía que los transportaban en trenes de carga. Entonces ustedes respiraban todo ese carbón y todo eso, ¿ya llegando allá no tenía problemas por los rayos x de los pulmones?
FG: Ah, no, pos lo metían a uno rayos X. Y no, no había problema. Por ejemplo este, había personas que iban mareadas. Que, que iban muy miniados, ¿ve? Los chavos que durábamos ahí cuatro o cinco meses no nos hacían nada las minas. Señores miniados viejos. Y entonces les aconsejábamos ahí los que sabíamos, que tomaran mucha leche antes de entrar a rayos X y así se les hacía un trinche a los gabachos para aquellos hombres que trabajaran el par de meses o algo, que se alivianaran, tomando leche. Y con eso no sale mala la persona, ¿me entiende?, en rayos X. En aquel tiempo, pues, con las puras jugarretas que hacía uno, pos andaba uno con necesidad.
MP: Entonces cuando llegaban a Río Vista, no los pasaban luego luego a todos esos exámenes médicos, ¿podían estar ahí un tiempecito, hasta que les llegara su turno de entrar ahí?
FG: No, no, iba entrando y iba llegando, iba la fila de braceros, ¿verdad?, formados de uno detrás de otro. Y ahí están a, ¡zas y zas y zas!, y este, pues muchos médicos, de todo, de todo lo examinaban a uno de cabo a rabo, de todo. Y había un médico para cada cosa ahí o dos o tres para cada cosa y en seguidita estaba otro y otro y otro y así. Y luego llegaba a uno a rayos X y ahí este, lo paraban a uno en el, una planchuela, como si fuera una báscula y luego le ponían algo aquí así, de la misma máquina y ahí le ponían a uno las manos aquí volteadas y ahí le decían: “Respire, no respire”. O algo por el estilo, ¿verdad? Y pues de ahí ya pasaba a otros exámenes, que ya no me acuerdo ni cuántos, pero sí. De todo lo examinaban a uno, la sangre y todo.
MP: ¿Si alguien salía mal en uno de esos exámenes?
FG: De ahí se devolvía. Le daban un tíquete para que se viniera en el camión para su tierra.
MP: Ah, ¿o sea que de todas maneras ellos pagaban el viaje de regreso?
FG: Sí, ahí sí. Ahí sí, ahí sí se lo pagaban a uno si llegaba a salir mal o algo. Ya después cuando agarraba uno dinero, que ya esta uno trabajando y que ya se iba a venir, si quería llegaba ahí, a que le cancelara el contrato y le dieran el boleto para venirse. Y si no, pues se venía así sin cancelar el contrato y sin boleto, tenía uno mismo que pagar.
MP: Y dice que ahí en Río Vista ya llegaban los rancheros, ¿no?, o los mayordomos.
FG: Sí, no, no, llegaban los rancheros, los… Es decir, mire, llegaban del estado de, vamos a suponer de Kansas. Que llegara uno y pidiera mil o dos mil. Pos que tantos van para Kansas. Entonces aquél, aquél era como un representante americano y lleva tantos para Kansas. Entonces allá, había otra, otro depósito de gente, haga de cuenta el Río Vista y llegaba de allá de donde estaba la reconcentración y llegaba toda aquella gente. Entonces ahí llegaban los patrones de los ranchos: “¡Quiero tantos!, que quiero diez, que quiero doce”. Y se los llevaban. No sé si me explique bien.
MP: Sí, sí. Yo pensaba más bien que la concentración mayor era ahí en Río Vista.
FG: Ahí era.
MP: Y que de ahí los llevaban ya derecho a los ranchos.
FG: No, no, no, es que es mucho. Era mucha la cantidad, si en aquel tiempo se contrataban hasta doscientos cincuenta mil, trescientos mil braceros por año. Entonces estaba repartido en Reynosa, Tamaulipas y estaba en, aquí en Juárez, en El Paso y en Sonora creo también había. No recuerdo en qué parte, creo en Tijuana también. Todas esas partes había braceros, había reconcentración. Y entonces unos llegaban… la mayor parte era, llegaba aquí a Chihuahua, de todo los, de todas las partes donde había braceros, así era.
MP: Y ya usted cuando la primera vez que se fue, ya que llegó al lugar a donde iba a trabajar al rancho, ¿sí fue más o menos como usted se había imaginado que iba a ser o le dieron ganas mejor de devolverse?
FG: No, pues no, no tenía no tenía ni, ni idea cómo iba a ser, pero sí me habían platicado, me habían platicado más o menos cómo era el algodón, pero no tenía yo idea cómo iba a estar, hasta que llegamos allá. Entonces llegamos y llegamos al… Por ejemplo había una reconcentración en Pecos, por decir algo, yo estaba, llegué a Pecos. Entonces llegó el patrón y dijo: “Necesito tantos”. Y ya un ranchero, ¿verdad? Ya era con el que íbamos a trabajar. Y luego, pues ya nos contrató ahí y luego ya ahí dejamos datos y todos también. Entonces de ahí nos lleva a la tienda y cada quien agarra sus canastas o carritos como estos que hay en los supermercados, ¿verdad? Y luego se llenan de comida, cada quien saca su mandado, su comida. Entonces esa comida la teníamos que pagar nosotros el día, el día que nos tocara el pago, pero ya llevábamos comida ya para una semana por decir algo. Y el sábado, nos descontaban de la raya. La raya venía en sobres, ya venía descontado lo que uno debía en la tienda. Y ya nos llegaba el total de lo, de lo que alcanzaba uno. Y así estaba, así cada ocho días lo llevaban a uno al pueblo.
MP: ¿Sí era lo único que les descontaban o tenían más descuentos que les, de su cheque? O sea…
FG: ¿Del cheque? Mire, no recuerdo yo muy bien si nos descontaban del cheque. Pero tenía yo muchos papeles, me parece que había una cifra, no estoy seguro. Me parece que había una cifra y había un cuento también en aquel tiempo de que al Gobierno Mexicano le llegaba una cantidad por cada bracero. De eso sí, de eso sí me acuerdo yo que, que sí decía en el contrato algo así.
MP: ¿Usted tuvo chanza de saber qué era el contrato, qué cláusulas estaban en el contrato?
FG: Nos daban un contrato como un montón de hojas como periódico, grapadas así. Y ahí lo leía uno lo que venía en español y lo que venía en inglés. Y según las cláusulas que fueran.
MP: Y por ejemplo al momento de firmar el contrato, si usted tenía alguna pregunta o algo, ¿sí había gente ahí que los ayudara?
FG: Había intérpretes, sí había intérpretes. Sí, pos uno lo que quería era trabajar y ya sabía uno más o menos lo que, cómo estaba el contrato con las personas que ya habían ido, que le platicaban a uno, sí. Y ahí este, le leía uno y ahí sabía uno a qué tenía derecho. Tenía derecho a que lo curaran los médicos o pos cosas por el estilo.
MP: Entonces usted… O sea, porque mucha gente nada más firmaba el contrato, pero sin darse cuenta de lo que estaba firmando, ¿entonces usted sí se dio…?
FG: Pues yo creo que, yo creo que más o menos así lo hacíamos todos. Pero ahí teníamos representantes luego y le decía uno lo que, lo que contenía, el representante mexicano. Y qué era lo que contenía de su contrato y lleva cláusula y estas otras,, tienen derecho a esto y a esto y a esto. Y, pues eran muy legales, los gabachos eran muy legales. Todo tendrán, pero sí son muy legales. No, no le hacen a uno, una chuecura no se la hacen, tocante ya a papeles así no, no se le hacen. ¿No ve que también a ellos los amuelan? Sí, la ley es muy dura para ellos.
MP: Y por ejemplo, ¿ustedes tenían, no sé, un lugar o alguien, alguna persona, con la cual ustedes se podían ir a quejar, si algo no andaba bien?
FG: Pues sí se trataba de alguna cosa así grande, por decir algo, iba uno al Consulado Mexicano. Aquí en El Paso había un, estaba en aquel tiempo, ora verá, un señor Chávez. Creo que José Chávez, no recuerdo el nombre, pero era Chávez. Y este, y era del Consulado Mexicano. Si alguna cosa se le ponía a
uno mal, iba y se quejaba, había que ir allá a El Paso con él o hacerle llegar algún aviso o algo. Y eso son los que atendían las, ellos mandan gente a que atiendan aquello, aquella queja. O ellos mismos, ellos mismos la atienden. Y son duros, ahí me toco ver ahí, con un señor, pues era americano y llegó portándose mal y no, inmediatamente lo asilenciaron ahí mismo luego luego. Tenía un montón de araqueta(?), de araquetas(?) ahí, algunos chavalos.
MP: Y por ejemplo, a ese señor, bueno, pero no tenía nada que ver con los rancheros este señor, ¿no? O, ¿era ranchero?
FG: No, pues alguna queja de algún ranchero. Por alguna queja de algún trabajador, y me tocó que el señor ése era ranchero. No recuerdo a qué fuimos nosotros ahí, a algo fuimos también. Y el señor llegó muy bravo ahí y no, luego luego lo asilenciaron. “Y se asilencia”, le dijo, “o lo mando encerrar”. No, pues luego luego, como una orden como si hubiera sido de una autoridad de allá. Y él era, era el cónsul, era mexicano. Estaba el Consulado y es donde, es la autoridad que hay allá. Eso me tocó ver a mí.
MP: Y por ejemplo este ranchero que llegó portándose mal, ¿a él lo pudieran sancionar de alguna manera, negándole braceros?
FG: Creo que sí, pues en alguna forma porque sí era, porque sí era una queja de… tenía que responder por ellos, alguna cosa. Y si se portó mal y no cumplió con los derechos del contrato, entonces sí podían sancionarlo a él. Así estaba más o menos la cosa. Ya no me acuerdo muy bien porque ya hace muchos años, pero más o menos así.
MP: Ahora cuénteme de la primera vez que estuvo en el rancho. Su trabajo, un día. Descríbame, ¿cómo fue un trabajo normal de usted allá? ¿Qué hacía desde la mañana, el lonche…?
FG: Bueno, mire, hay una, hay dos formas. Una de ellas, el primer año no, no ganaba casi nada porque no sabía piscar. En el segundo año ya me fijé bien cómo le hacían los demás, entonces ya me fui yendo para arriba poquito todos los días hasta que pisqué más que el mejor. Aunque me esté mal en decirlo, pero sí había gente de aquí de La Laguna eran los mejores piscadores, de aquí de Torreón y pues llegué a ganarles. (risas) Y de ahí para adelante ya, pues me llegó como una bendición. Ya ganaba buen dinero, todos los días, todos los días. Pero es muy duro, es que todo el día anda uno agachado y luego con el costal arrastrando. Aquí nomás va echándole usted aquí y lejos, así como unos ocho pies, diez.
MP: ¿De largo el costal?
FG: El costal sí, más o menos este ancho, se lo amarra uno aquí así y luego aquí tiene la boca, ahí le va echando. Y ahí le va aprensando, se va llenando el costal hasta que lo llena.
MP: Y luego si se le llegaba a romper el costal o algo así, el algodón que había piscado, ¿qué?
FG: No, no, si va uno despacito, sí, muy despacito va, ¡zas, zas, zas! A mueve y mueve las manos y agachado y échele y échele al costal. No, no se rompe, es muy duro la lona.
MP: ¿Eran de lona?
FG: Son de lona, sí.
MP: Y se ponía muy pesado, ¿no? Me imagino, de por sí la lona es pesada.
FG: Pero de cien libras ciento diez, algo así, ciento veinte pues, ahí le calculaba uno. Que no podía muy bien costal unas cincuenta, setenta libras y pesaba. Pero para no perder tiempo, lo llenaba uno y así no perder tiempo en ir a pesarlo, así es.
MP: Y, ¿luego tenían ahí un ratito para el lonche, algún tiempo o tenía que ser todo seguido?
FG: Pues el tiempo se lo daba uno mismo, porque eso es a contrato. A $2.05 nos pagaban las cien libras y el pima, me parece que a $3.50 o $4, pero el algodón, el jap(?) a $2.05.
MP: ¿Son diferentes tipos de algodón?
FG: Sí, sí son diferentes.
MP: ¿Cuál es la diferencia de uno y otro?
FG: Creo el jap(?) me parece que le dicen, el que, algodón chapo. Es el que más rendimiento da. Y el pima, ése crece muy alto y es muy trabajoso para piscarse. Se pica uno todos los ojos ahí. Y luego, pero es el mejor clase, eso es muy bueno, lo quieren para telas muy finas, creo. Según, según nos decían a nosotros, pues.
MP: Usted me decía que llegó a ser mayordomo.
FG: Pues me dejaba encargado ahí el señor cuando él se venía aquí a pasear.
MP: ¿Por qué?, ¿por qué lo subió de puesto a mayordomo?, ¿por qué cree?
FG: Pues porque no éramos muchos ahí, éramos tres, cuatro. Y hubo, estuvimos ahí unos tres que nos quedamos. Por ejemplo se cumplia el contrato y entonces nos quedamos, nos renovó el contrato para que siguiéramos todo el año y por conocido, algo así. Eso fue allá en Texas, también estuve acá en, aquí en Las Cruces, en Roswell también estuve, en Monahans, Texas. Ya a esas partes fue donde fui yo contratado nada más.
MP: ¿Cuánto tiempo estuvo de bracero?, ¿cuántos años duró de bracero?
FG: Pues fui como unas cuatro veces de bracero.
MP: Cuatro veces, no son cuatro años, ¿no?
FG: No, no, el contrato era por tres meses y luego renovaba uno y luego le renovaban el contrato por todo el año, así. Me parece que era dieciocho meses lo que alcanzaba un contrato, así renovándolo. Y los que iban por allá a otros estados según el, según el trabajo que fuera, unos se iban al elote a todas esas cosas, esos llevaban contratos de cuarenta días, de cuarenta y cinco días, algo así.
MP: Y, ¿cada cuándo venía a visitar a su familia?
FG: Venía, ahora verá, cuando me renovaron el contrato como a los cuatro meses. Y vine y me estuve unos días y luego me fui. Y pues yo creo que unos tres, cuatro meses más también, así. Pues como no estaba yo casado, venía a ver a mi papá, a mi mamá.
MP: Y luego, ¿se casó andando usted de bracero?
FG: Sí, cuando vine de bracero.
MP: Y, ¿usted nunca pensó en quedarse allá en Estados Unidos?
FG: No me gustaba.
MP: ¿No le gustaba?
FG: No, no me gustaba, para quedarme no. Para quedarme no me gustaba, me gustaba aquí más México, sí.
MP: ¿Su patrón nunca le ofreció que…?
FG: Sí, el señor este Fierro, del que estábamos hablando ahorita, ése me ofrecía que él me ayudaba. Porque ese señor después andaba hasta en La Migración él. Después de que ya me vine yo, dejó el rancho y él andaba en La Migración. Allá hasta le producimos, le hicimos producir un rancho que no, nunca producía nada, porque tenía mucho tequezquite.
MP: ¿Yerba?
FG: Tequezquite es una cosa que da la tierra. Eso que, con que se ponen los dientes amarillos, por el agua, ¿verdad? Y eso tiene tequezquite y eso pudre los los dientes así, pues así al algodón no lo deja producir. Y por una carretera que le dicen la 17, a siete millas de Pecos, ahí estaba un rancho que nadie lo quería y él lo agarró. Le dijimos: “Agárrelo y nosotros se lo hacemos producir”. Y le hicimos unos bordos por las tierras y todos los coleos, los sobrantes del agua de los otros ranchos, los metíamos ahí. Pues era un sólo mar y luego le abríamos ahí una compuertita para que saliera, le movíamos con las palas para que saliera el tequezquite. Y se puso muy bueno el algodón ahí. Le fue muy bien, sí.
MP: Y cuénteme, ¿ustedes no, nunca tuvieron problemas en cuanto, con La Migración de que estuviera ahí mucho tiempo dándoles vueltas, checándolos o algo?
FG: No, ahí no, no teníamos Migración en el rancho, no. Y si venía, pues nada más lo saludaban a uno, preguntaban que si no había mojados, algo así, nomás.
MP: Y, ¿nunca tuvieron mojados ahí trabajando con ustedes?
FG: Pues una vez que se vino el patrón yo ocupé un muchacho que me hacía falta ahí, me dijo: “Pues si, si necesitas gente”, dijo, “vas a El Trocadero”. Y llegó ese muchacho, llegó de mojado ahí y dijo: “Ayúdenme ahí”, dijo, “con unos tres, cuatro días, ando muy amolado de trabajo, de dinero, no traigo”. Y trabajó ahí como una semana o dos y llegó La Migración, luego luego se dio cuenta yo creo La Migración, llegaron por él. No luego luego, nomás vio La Migración y él mismo se vino, ni para qué correr.
MP: Y a usted, ¿no le dijeron algo? Porque pues usted estaba a cargo del rancho.
FG: No, la cosa era de que dijo el de La Migración: “Tienen que pagarle”. Y entonces ya le dije yo que fuera ahí a la tienda, que fuéramos allá a la tienda y ahí le pagaba Benito el de la tienda. Ése era muy amigo del patrón, mientas que el patrón venía. Y cuando vino el patrón le dije, nomás se reía. Era muy buena gente y dijo: “¿Por qué no fuiste allá?”. “No”, le dije, “se me hizo muy trabajoso prender tractor ir a buscar dos, tres hombres, ahí que hicieran, que hacían falta”. No, no me dijo nada, fue todo. Se ocupó ahí pos por unos cuantos días el muchacho.
MP: ¿En sus días libres qué hacía? Cuénteme, ¿qué hacían para distraerse un poquito de todo ese trabajo que tenía que hacer?
FG: Mire, el domingo, el sábado a medio día le parábamos al trabajo y nos íbamos a traer mandado. Y pues ya llegábamos por allá en la noche, algo así. Y el domingo nos dedicábamos a bañarnos, lavarnos y lavar la ropa. Y si había modo, si acabábamos temprano, podíamos ir al cine. Pero el mayordomo nos llevaba al cine y ya cuando se acababan las películas él mismo nos traía.
MP: O sea que iban a las películas, ¿qué clase de películas veían allá?
FG: Pues por ejemplo en ese tiempo había muchas de Luis Aguilar, de Jorge Negrete, Pedro Infante.
MP: Ah, ¿veían películas mexicanas?
FG: Sí, mexicanas, íbamos a los cines donde había películas mexicanas. Sí, no tenía caso ir a donde no le entendía uno.
MP: Y, ¿cuánto pagaban por entrar al cine?
FG: Ahora sí que no me acuerdo oiga, no lo recuerdo. ¿Qué sería? Pues yo creo unos $0.75 centavos. No, no me acuerdo, $0.75, un dólar por ahí, más o menos.
MP: Pues sí estaba caro, ¿no?
FG: Pues, sí, se puede decir que estaba caro. Pues no, siempre no, no era tanto oiga, pues $0.75 centavos fácil los ganaba uno en un ratito ahí en el algodón.
MP: Y para las fechas, por ejemplo de Navidad, 15 de septiembre, ¿los festejaban allá o pasaban así como cualquier día?
FG: Pues allá, ahí en la noche por ejemplo comprábamos muchos pollos o gallinas. Y traía uno ahí que tomar cervezas o algo. Wine, un vino que le decían wine, que una vez me dijo un viejito, yo no sabía, casi ni lo conocía. Tomábamos nosotros pura cerveza y se llevó el papá uno de los compañeros para allá, le mandó decir que se fuera. Y luego el sábado o el domingo, el sábado, nos fuimos al pueblo y él se compró una garrafita así de wine. Y cuando llegamos al rancho me dijo: “¡Ándele! Éste no hace nada”, dijo, “no emborracha”, dijo, “tómeselo”. Pues agarré un vaso y me lo tomé yo casi como agua y luego me sirvió otro, luego luego, no a los tres vasos: “Párele ahí”. Ya me emborraché con ese wine. Sí, no, no, y pues no yo nunca me emborrachaba y esa vez, me emborraché ahí con ese wine, no, ya no quise volverlo a tomar. (risas)
MP: O sea, y entonces más o menos en promedio, ¿siempre fueron pocos los braceros que estuvieron trabajando junto con usted?
FG: ¿En los ranchos?
MP: Sí señor.
FG: Pues había veces que habíamos como cuarenta. Nosotros no le tirábamos a llegar a donde hubiera muchos, muchos braceros. Porque había ranchos que tenían cuatrocientos o quinientos, era un desgarriate tremendo. Y donde habían poco se la pasaba uno mejor, hasta la llevaba uno bien con todos. Y donde había muchos, pues era pleito, como era… La gente nomás se emborracha y se hace pleitista, y no me gustaba agarrar… Cuando pedían así poquitos el patrón que pedía poquitos con ése nos íbamos.
MP: Y, ¿no se veía mucho la diferencia, de las personas que eran de un estado y otro?
FG: Sí, cómo no.
MP: ¿En qué?, ¿cómo se diferenciaban o qué era?
FG: Pues nomás al verlo, nomás al hablar conoce usted a la gente de aquí del estado de Chihuahua. Y ya otros estados así ya tienen otro tonito de hablar, otro modo de expresarse y todo. Y los del sur pues, y luego de Oaxaca, todo eso, pues a mí muchas veces me tocó irme con ellos aquí, guiándolos, de aquí de Chihuahua para allá. Y les servía como de guía, porque no sabían casi ni español y pos nomás estuve con ellos así en todas esas partes donde se contrataran y todo eso, hasta llegar a Pecos. Ahí los dejé, no, dije: “¡Que Dios los bendiga!”. Ya me voy yo con los de Chihuahua.
MP: Y, ¿el vestir era diferente o era normal?
FG: ¿El vestido?
MP: Ajá.
FG: Pues lo que llevaban ellos, pos llevaban hasta calzón blanco o algo así. Y eran, pues era otro modo de ser de ellos. Sí, y había unos que, pues llevaban mucho dinero. Y no, pos no podían comprar en, así en las partes donde se paraba el tráiler, había tiendas y luego me decían a mí que pues que ellos no podían, no, no podían comprar ahí, que les trajera yo qué comer de ahí. Pos ya les iba y les compraba galletas o papitas o…
MP: Y, ¿por qué no podían comprar?
FG: Pues según ellos porque, se les afiguraba que ahí les iban a decir que hablaban inglés o algo.
MP: Y, ¿usted cómo se comunicaba con los rancheros y con la gente, en inglés?
FG: No, no, en español. Sí entendí, en el tiempo que estuve allá, logré entender mucho el inglés pero no lo podía hablar. Pero sí, sí lo entendía allá, ya cualquier cosa que hablaban ya les entendía. Y ya le digo, esos braceros les compraba algo así en, en las paradas del, donde se paraba el tráiler. Pues galletas o cosas así por el estilo o sodas o algo por el estilo. Pero ahí ya, ya no quería yo, pues estaban muy latoso, todo el tiempo tenía que andar con ellos. Ya eran muchos, pues eran un montón de gente de esa. “No”, dije, “ahí que se consigan a otro que les ayude”. (risas)
MP: Cuénteme acerca de cuando usted tenía que renovar contratos y todo esto, ¿era otra vez todo el proceso?
FG: No, renovar el contrato no. Renovar, si se quedaba uno a renovar el contrato, hasta el patrón le llevaba el contrato a La Migración. Por ejemplo, ahí en Pecos, llevaba él todos los papeles de uno, de ahí ya van los nombres y todo y entonces ya llega él y ahí se lo sellan. Es la renovación de contrato. Y ahí dice por tantos días, por tanto tiempo, por tres meses o, según el tiempo que fuera.
MP: Y, ¿ustedes tenían la oportunidad de decir: “No, mejor ya no me lo renueve, mejor me voy con otro ranchero”, o algo?
FG: No, para eso, si se quería ir con otro ranchero, pues necesitaba poner de acuerdo a los dos rancheros, al patrón y al otro. Porque había unos que sí le decían a uno: “Vente conmigo a trabajar. Yo acá te doy más prestaciones”. O en fin, más modo de sacar más dinero. Y cuando era muy bueno el trabajador, pues se lo quitaban al ranchero y pues se quedaba medio enojado. Pero, sí le
daba chanza a uno de que se fuera. Y al tiempo que ya iba a entregar el trabajador, entonces tenía que avisarle a aquel ranchero: “Ya lo voy a entregar, si quieres ve por él allá a La Migración”. Y así era, así eran los arreglos.
MP: Pero usted nunca tuvo problemas, ¿verdad?, con los rancheros, siempre estuvo bien, a gusto.
FG: Bueno.
MP: Pues, por lo menos conforme, ¿no?
FG: No, con los patrones que me contrataron no, no tuve yo. Sino que había uno, que nos prestó el patrón porque no había trabajo en los meses que nos renovó él y nos prestó con unos amigos de él. Y había uno que estaba muy loco ahí en, un gabacho con quien nos prestó, creo que era de los que habían ido a la guerra. Y este, sí, con ése sí se enojaba uno, nomás que se enojaba él también con uno. Y ya al ratito ya venía muy contento y lo abrazaba a uno y esto y lo otro. Pero estaba medio loco, estaba medio destrampado y con ése sí me llegué a enojar. Pero no, hasta le eché un día en la agua porque iba yo a tomar agua así en el canal y luego me iba a poner el pie aquí y lo estaba viendo así de abajo y le agarré el pie y cayó al agua él y luego me decía que lo sacara. “¡No!”, le digo, “me zambutes al agua”, le decía yo. Y luego ya que agarré la pala y se la dí, y lo saqué. “Oye”, dice, “y pos, ¿por qué no me das la mano?”. “¡No!”, le dije, estaba agarrado así y estaba muy hondo ahí, muy hondo. Pero no, ése se enojaba con uno y al ratito se contentaba. Era muy vago era lo que tenía. Estaba medio loco, nada más eso. Y la llevaba hasta bien con él, porque ya después iba y nos veía hasta allá, nos fuimos ya con el patrón cuando tenía trabajo, iba hasta allá con nosotros a comer chile bravo y pues estaba criado también con los mexicanos, era de aquí del valle de El Paso, deste, Rey se llamaba. Y estaba criado, todos los días se pasaba al Valle de Juárez, ahí con los mexicanos, ahí estaba criado. Nomás que había ido a la guerra y yo creo que allá, pues sabrá Dios, se volvió loco, quién sabe qué pasaría por allá.
MP: Y, ¿usted nunca se dio cuenta de alguien que tuvo así un accidente muy fuerte, que lo tuvieron que hospitalizar o algún bracero que haya muerto o algo?, ¿qué pasaba cuando tenían, algo así, un incidente tan grave como algo así?
FG: Pues no, de eso no, de eso no me di cuenta. De eso que andar en la bracereada, no. He visto otras cosas pero acá. Porque trabajé yo mucho aquí en Ponderosa en Celulosa, todo eso. Acá he visto muchos accidentes por acá, pero de aquello no no, no me tocó ver. Pues de vez en cuando oye uno decir que se mataron,
que iban, así como se observa luego, por la carretera y que se mataron o algo así, pero conocidos no.
MP: No sé si tenga algún comentario final que me quiera hacer, alguna experiencia, algún anécdota.
FG: Pues no, ahorita, me he hecho hasta muy desmemoriado, oiga. No, no recuerdo de nada, ¿qué le podría contar? No, ahí contaba uno muchos cuentos pero eran muy colorados, ni modo de contarle uno de esos. Sí, no, este no, no recuerdo ahorita de nada.
MP: Bueno, pues muchísimas gracias por el tiempo y pos por aceptar la entrevista. Muchas gracias.
FG: Pues, muchas gracias a usted que se fijó en mí. (risas)
MP: No, okay, gracias.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 9 de mayo de 2003
Nombre del entrevistador: Myrna Parra Mantilla
El día de hoy es 9 de mayo de 2003, en la ciudad de Cuauhtémoc, Chihuahua. Entrevistando al señor Francisco García Carrillo, para el Departamento de Historia Oral, en la Universidad de Texas en El Paso, Myrna Parra Mantilla.
MP: Buenas tardes señor García.
FG: Buenas tardes.
MP: Para empezar la entrevista quisiera que me dijera, ¿dónde y cuándo nació?
FG: Era el 1934, el 1933 en Cusihuiriachi, Chihuahua.
MP: Quisiera que me platicara algo de su niñez. Sus papás, sus hermanos, ¿fue a la escuela?
FG: Pues fui a la escuela muy poco y pues, tengo algunos hermanos y mi papá y mi mamá sí ya fallecieron, y varios de los hermanos también.
MP: ¿A qué se dedicaba su papá?
FG: Pues más bien era vaquero y agricultor, a las dos cosas. Pero más bien se dedicaba al, cosas de caballo, de ganado.
MP: Y, ¿era ganado propio o trabajaba para otra gente?
FG: Tuvo él ganado propio, pero después trabajaba para otras gentes, para un señor don José Fernández, que era español, era ganadero.
MP: Y usted de niño dice que fue a la escuela, ¿verdad?, ¿hasta qué grado?
FG: No, muy poco, hasta tercer año.
MP: Y, ¿a qué edad empezó a trabajar usted?
FG: Bueno, pues en aquella época se trabajaba desde muy chico, como de los siete, ocho años para adelante, muy chiquito.
MP: Muy chiquito.
FG: Pues cosas del campo que necesitaba uno trabajar, pos así era la vida.
MP: ¿Con su papá?
FG: Sí, con mi papá. Con mi papá y luego sembrábamos y atendíamos la labor. Y, pues ahí aprendí algo de campo, como decir arriero, cortar leña. En fin, todas esas cosas.
MP: ¿Cómo se dio cuenta del Programa Bracero?
FG: Pues en ese tiempo estaba por toda la república, se sabía en toda la república. Y había reconcentración aquí en Chihuahua y iba uno y se anotaba, iba uno y sacaba un número y ahí quedaba el nombre ya. Después, hablaban de la cantidad julana por ejemplo, del veinte a treinta mil que iban a entrar. Entonces se acercaba esa, esa cantidad a una parte que le decían El Trocadero, en Chihuahua. Y ahí había oficinas del Gobierno Americano y del Gobierno Mexicano. Había de las dos autoridades ahí también y oficina, y ahí lo contrataban a uno y en, para ir a El Paso, y en El Paso le hacían toda clase de exámenes y si salía bien, pues de ahí lo contrataban para llevarlo a otros estados, a la parte que le tocara uno, que quisiera ir uno. En todo Estados Unidos era, llevaban braceros para todo Estados Unidos, para todos los estados.
MP: ¿Qué le hizo tomar esa decisión de irse como bracero?, ¿qué lo motivó a irse?
FG: Pues mire, había pasado muchos peligros yo en… Porque también fui minero, de unos catorce, dieciséis años, dieciocho, algo así, trabajaba en las minas y ahí había mucho peligro. Entonces aquí había menos, se ganaba uno menos dinero que por allá y allá pagaban mejor. Iba uno una temporada y ya después ya, se venía uno con permiso o venía uno a, ya con el contrato ya cumplido.
MP: ¿Qué edad tenía cuando se fue la primera vez?
FG: Bueno, cuando me fui la primera vez de bracero, no recuerdo la edad, pero como dieciocho años. Sí, tengo papeles.
MP: ¿Sí tiene papeles?
FG: Sí, ya son puras copias porque los otros, los he mandado ahí donde dicen que van a… ¿Quiere que los traiga para que vea las copias?
MP: Sí, no, ahorita que terminemos la entrevista si quiere.
FG: Ah, bien.
MP: ¿Qué le dijeron sus papás cuando tomó la decisión de irse como bracero?
FG: Pues no, me decían que me cuidara mucho. Que por ahí iba uno a tierras extrañas y pudiera haber peligro, nada más.
MP: Y, ¿se fue solo o alguno de sus hermanos fue o algún amigo?
FG: Pues iban, iban amigos así. Una vez me fui con… Bueno, de aquí de la casa me iba solo y ahí en la contratación, ahí se hacía uno de amigos y si le gustaba a uno sus amigos, con esos se iba de ahí para allá. ¿Quiere que se los nombre?
MP: No, está bien. Ya estando en Chihuahua bueno, ustedes viajaron de Cusi[huiriachi] a Chihuahua ¿verdad?
FG: Sí.
MP: O, ¿están ya aquí en Cuauhtémoc?
FG: De primero sí, de Cusi[huiriachi] a Chihuahua. Y después las otras contrataciones estuvieron, de aquí me iba a Chihuahua. Porque primero vivíamos en Cusi[huiriachi] y después vivíamos aquí. Y después vivíamos en Chihuahua, también.
MP: Tengo entendido que ahí en El Trocadero, depende del número que usted tenía, pasaba mucho tiempo que hasta meses, semanas.
FG: Sí, era una reconcentración muy grande, yo creo que había como unos doscientos mil reconcentrados de toda la república.
MP: Ah, bastantes.
FG: Venían del sur muchos de, de muchos estados de por allá. Y casi la mayor parte de la gente que querían los gringos era Chihuahua, Durango y Coahuila, de Zacatecas para acá. Porque aquellas gentes había muchos que no sabían el español.
MP: Y, ¿por eso no los querían mucho? Porque no podían entenderse muy bien.
FG: Y no estaban impuestos a estos, a estos trabajos de aquí de… Por ejemplo Texas, algodón todo eso.
MP: ¿Cuánto tiempo pasó ahí en Chihuahua en El Trocadero para que lo echaran ya en el camión o en el tren rumbo a…
FG: Mire, yo ahí tenía familiares en la casa, entonces iba a darme una vuelta. Vamos a decir que este día entraron cinco mil, entonces que para otro día se terminaban los diez o doce mil que pidieron. Entonces tenía uno que durar un día o dos ahí, o tres. Bueno, así me tocó a mí, a otros les tocaba ocho o quince días o más. Y así estaba la…
MP: Y ya cuando le tom… ¿dijeron su nombre?
FG: Le hablaban a uno por micrófono y por ejemplo, se reconcentraba ahí la cantidad de cuatro, cinco mil personas, ahí todos hechos fila. Y entonces ya le hablaban a uno por número y después le estaban hablando por el nombre, ahí mismo. Y ahí lo estaban investigando a ver si era apto para los trabajos que ellos necesitaban allá.
MP: ¿Cómo investigando?, ¿qué clases de preguntas le hacían?
FG: Por ejemplo en una vez, la segunda, el segundo, tercera vez que fui yo, dijo un americano… Entramos primero con los mexicanos a donde estaban los federales, ¿verdad? Investigaciones de papeles, y luego de ahí se iba uno a otras mesas donde estaban los americanos y se formaban ahí cuarenta o cincuenta. Entonces el americano hacía preguntas y dijo: “Muchachos”, dijo, “queremos pura gente para Texas, ¿han piscado algodón?”. Pues todos dijeron que sí y la mayor parte era gente del sur. Y entonces dijo el gabacho, dijo: “Pues yo voy a, vamos a piscar algodón”, dijo “a ver cuántos saben piscar algodón”. Porque contaban mentiras allá al entrar. Y entonces dijo: “Vamos a piscar algodón”. Y se puso a piscar como si fueran manzanas acá arriba y yo me puse a piscar algodón acá abajo y entonces ya me dijo: “Hazte para allá”, dijo. Y les dijo a los demás: “¿Qué tamaño de algodón han piscado ustedes?”. “No, pues grande”. Quiere decir que no conocían ni las matas, porque las matas pues póngale un medio metro, un metro, algo así. Y ellos estaban piscando como si estuviera en árboles.
Esa fue una de las cosas que pasó ahí.
MP: Y ahí, ¿les pedían alguna, algún papeleo o alguna identificación?, ¿qué les pedían ahí?
FG: Pues pedían la cartilla y una carta de recomendación del presidente, de la autoridad que hubiera en su pueblo, o comisario o algo así por el estilo. Y había recomendaciones de los presidentes, yo ahí tengo una, por ahí esta guardada. Que le daban a uno la carta que, que era agricultor o algo así por el estilo y que estaba apto para trabajar. Esos papeles le servían a uno.
MP: Eso era por parte del lado mexicano, ¿verdad?
FG: Pos sí, sí, no, es que ahí lo revisaban a uno todos los papeles, de aquí que llevaba de su municipio. Y allá entraba, hasta Río Vista, en Río Vista se concentraba todo lo que iban llevando de aquí de la república para allá. Y ahí había médicos, había, pues todo para examinarlo a uno. Y ahí le daban a uno comida y, pues ahí, una camita de esas de campaña para que durmiera, mientras se contrataba. Y ahí escogía uno el estado que quisiera, el lado que, al estado que quisiera ir. Que venía un americano que pedía, por decir algo, cien gentes, o cincuenta gentes. Entonces decían: “Tantos para San Luis, Misuri o tantos para Texas”. O para equis, equis estados, Nuevo México, lo que fuera. Y entonces ya esos entraban ya después de estar examinados de todo, le sacaban a uno sangre y todo eso. Y que salió bien en todos los exámenes, entonces ya, ya entraba en la lista de los que, de los que pedía aquel americano, se formaba y ahí le contrataban, le ponían el sello para qué estado iba. Entonces ya el americano se hacía cargo de uno, se lo llevaba en tráilers, en camiones, en aviones, lo que fuera.
MP: ¿En qué estados estuvo usted?
FG: Yo estuve, de contratado estuve nada más aquí en Texas y en Nuevo México.
MP: ¿En el puro algodón?
FG: Puro algodón. Sí, puro algodón. Pues ahí cuando había algodón regaba, este, piscaba uno y cuando se trataba de sembrarlo, de regarlo. Pues cosas así por el estilo, lo que es de un rancho.
MP: Volviendo un poquillo al El Trocadero en Chihuahua, ¿es cierto que les hacían una prueba con las manos haber si tenían…?
FG: Pues sí. Sí, sí las hacían haber si teníamos callos. Pos por ejemplo yo me mantenía a veces… En esos tiempos trabaja en las minas y como ahí se trata de barrenar y, con esta mano agarra uno la barra y con esta le da al marro, nosotros teníamos unos callotes, toda la mano echa callo.
MP: O sea que fácil pasó usted esa prueba.
FG: No, fácil, el tocante a lo de las manos fácil. Era muy duro el, la palma de la mano era mucho muy dura.
MP: Sí. Y luego, ya que los llevaban de Chihuahua a El Paso, ¿en qué se fueron, en qué los llevaron?
FG: Pos a mí me tocó ir en el tren, en tren de carga. A veces llegaba uno todo revolcado porque a veces habían descargado los trenes de carbón o de metal y así iba ahí uno, entre los vagones sucios. Llevaban, pos doce o trece mil en un solo viaje, en un solo tren. Nomás que era el tren relargo, muy grande.
MP: Y, ¿tenían alguna parada o era un sólo viaje?
FG: Se paraba en Villa Ahumada, me acuerdo que ahí comíamos asaderos en Villa Ahumada. (risas) Y de ahí hasta, hasta Juárez. Entonces en Juárez se bajaba uno del tren y se iba a pie hasta el río, hasta el Río Bravo. Y ahí en el Río Bravo, ahí entraba uno a pie, llegaba a las, a unas oficinas que había ahí, al otro lado ahí le daban el pase, ¿verdad? Pasábamos hechos fila y entonces pasaba uno por emigración ahí y nomás va pasando y va pasando y así, nomás le veían a uno los papeles así. Y luego estaban unos camiones afuera, lo estaban esperando a uno para llevarlo al El Troca[dero], al Río Vista. Y ya, en Río Vista ya le echaban a uno un, pos un polvo como un desinfectante, por aquello de que llevara uno animales o algo, pos cosas por el estilo. Y luego ya de allí entraba, pos me parece que a los baños y luego lo seguían, lo seguían examinando a uno, de todo. Y luego después ya que salía uno ahí de los primeros que lo examinaban y todo eso, pos ya, ya podía ir uno a pedir comida. Había muchos, así como especie de restaurantes afuera y ahí le daban a uno comida. Su bote de leche y su plato de, pos frijoles con huevo o algo por el estilo, avena o en fin.
MP: Y ahí en Río Vista, no tenía problemas, bueno, porque imagino que, decía que los transportaban en trenes de carga. Entonces ustedes respiraban todo ese carbón y todo eso, ¿ya llegando allá no tenía problemas por los rayos x de los pulmones?
FG: Ah, no, pos lo metían a uno rayos X. Y no, no había problema. Por ejemplo este, había personas que iban mareadas. Que, que iban muy miniados, ¿ve? Los chavos que durábamos ahí cuatro o cinco meses no nos hacían nada las minas. Señores miniados viejos. Y entonces les aconsejábamos ahí los que sabíamos, que tomaran mucha leche antes de entrar a rayos X y así se les hacía un trinche a los gabachos para aquellos hombres que trabajaran el par de meses o algo, que se alivianaran, tomando leche. Y con eso no sale mala la persona, ¿me entiende?, en rayos X. En aquel tiempo, pues, con las puras jugarretas que hacía uno, pos andaba uno con necesidad.
MP: Entonces cuando llegaban a Río Vista, no los pasaban luego luego a todos esos exámenes médicos, ¿podían estar ahí un tiempecito, hasta que les llegara su turno de entrar ahí?
FG: No, no, iba entrando y iba llegando, iba la fila de braceros, ¿verdad?, formados de uno detrás de otro. Y ahí están a, ¡zas y zas y zas!, y este, pues muchos médicos, de todo, de todo lo examinaban a uno de cabo a rabo, de todo. Y había un médico para cada cosa ahí o dos o tres para cada cosa y en seguidita estaba otro y otro y otro y así. Y luego llegaba a uno a rayos X y ahí este, lo paraban a uno en el, una planchuela, como si fuera una báscula y luego le ponían algo aquí así, de la misma máquina y ahí le ponían a uno las manos aquí volteadas y ahí le decían: “Respire, no respire”. O algo por el estilo, ¿verdad? Y pues de ahí ya pasaba a otros exámenes, que ya no me acuerdo ni cuántos, pero sí. De todo lo examinaban a uno, la sangre y todo.
MP: ¿Si alguien salía mal en uno de esos exámenes?
FG: De ahí se devolvía. Le daban un tíquete para que se viniera en el camión para su tierra.
MP: Ah, ¿o sea que de todas maneras ellos pagaban el viaje de regreso?
FG: Sí, ahí sí. Ahí sí, ahí sí se lo pagaban a uno si llegaba a salir mal o algo. Ya después cuando agarraba uno dinero, que ya esta uno trabajando y que ya se iba a venir, si quería llegaba ahí, a que le cancelara el contrato y le dieran el boleto para venirse. Y si no, pues se venía así sin cancelar el contrato y sin boleto, tenía uno mismo que pagar.
MP: Y dice que ahí en Río Vista ya llegaban los rancheros, ¿no?, o los mayordomos.
FG: Sí, no, no, llegaban los rancheros, los… Es decir, mire, llegaban del estado de, vamos a suponer de Kansas. Que llegara uno y pidiera mil o dos mil. Pos que tantos van para Kansas. Entonces aquél, aquél era como un representante americano y lleva tantos para Kansas. Entonces allá, había otra, otro depósito de gente, haga de cuenta el Río Vista y llegaba de allá de donde estaba la reconcentración y llegaba toda aquella gente. Entonces ahí llegaban los patrones de los ranchos: “¡Quiero tantos!, que quiero diez, que quiero doce”. Y se los llevaban. No sé si me explique bien.
MP: Sí, sí. Yo pensaba más bien que la concentración mayor era ahí en Río Vista.
FG: Ahí era.
MP: Y que de ahí los llevaban ya derecho a los ranchos.
FG: No, no, no, es que es mucho. Era mucha la cantidad, si en aquel tiempo se contrataban hasta doscientos cincuenta mil, trescientos mil braceros por año. Entonces estaba repartido en Reynosa, Tamaulipas y estaba en, aquí en Juárez, en El Paso y en Sonora creo también había. No recuerdo en qué parte, creo en Tijuana también. Todas esas partes había braceros, había reconcentración. Y entonces unos llegaban… la mayor parte era, llegaba aquí a Chihuahua, de todo los, de todas las partes donde había braceros, así era.
MP: Y ya usted cuando la primera vez que se fue, ya que llegó al lugar a donde iba a trabajar al rancho, ¿sí fue más o menos como usted se había imaginado que iba a ser o le dieron ganas mejor de devolverse?
FG: No, pues no, no tenía no tenía ni, ni idea cómo iba a ser, pero sí me habían platicado, me habían platicado más o menos cómo era el algodón, pero no tenía yo idea cómo iba a estar, hasta que llegamos allá. Entonces llegamos y llegamos al… Por ejemplo había una reconcentración en Pecos, por decir algo, yo estaba, llegué a Pecos. Entonces llegó el patrón y dijo: “Necesito tantos”. Y ya un ranchero, ¿verdad? Ya era con el que íbamos a trabajar. Y luego, pues ya nos contrató ahí y luego ya ahí dejamos datos y todos también. Entonces de ahí nos lleva a la tienda y cada quien agarra sus canastas o carritos como estos que hay en los supermercados, ¿verdad? Y luego se llenan de comida, cada quien saca su mandado, su comida. Entonces esa comida la teníamos que pagar nosotros el día, el día que nos tocara el pago, pero ya llevábamos comida ya para una semana por decir algo. Y el sábado, nos descontaban de la raya. La raya venía en sobres, ya venía descontado lo que uno debía en la tienda. Y ya nos llegaba el total de lo, de lo que alcanzaba uno. Y así estaba, así cada ocho días lo llevaban a uno al pueblo.
MP: ¿Sí era lo único que les descontaban o tenían más descuentos que les, de su cheque? O sea…
FG: ¿Del cheque? Mire, no recuerdo yo muy bien si nos descontaban del cheque. Pero tenía yo muchos papeles, me parece que había una cifra, no estoy seguro. Me parece que había una cifra y había un cuento también en aquel tiempo de que al Gobierno Mexicano le llegaba una cantidad por cada bracero. De eso sí, de eso sí me acuerdo yo que, que sí decía en el contrato algo así.
MP: ¿Usted tuvo chanza de saber qué era el contrato, qué cláusulas estaban en el contrato?
FG: Nos daban un contrato como un montón de hojas como periódico, grapadas así. Y ahí lo leía uno lo que venía en español y lo que venía en inglés. Y según las cláusulas que fueran.
MP: Y por ejemplo al momento de firmar el contrato, si usted tenía alguna pregunta o algo, ¿sí había gente ahí que los ayudara?
FG: Había intérpretes, sí había intérpretes. Sí, pos uno lo que quería era trabajar y ya sabía uno más o menos lo que, cómo estaba el contrato con las personas que ya habían ido, que le platicaban a uno, sí. Y ahí este, le leía uno y ahí sabía uno a qué tenía derecho. Tenía derecho a que lo curaran los médicos o pos cosas por el estilo.
MP: Entonces usted… O sea, porque mucha gente nada más firmaba el contrato, pero sin darse cuenta de lo que estaba firmando, ¿entonces usted sí se dio…?
FG: Pues yo creo que, yo creo que más o menos así lo hacíamos todos. Pero ahí teníamos representantes luego y le decía uno lo que, lo que contenía, el representante mexicano. Y qué era lo que contenía de su contrato y lleva cláusula y estas otras,, tienen derecho a esto y a esto y a esto. Y, pues eran muy legales, los gabachos eran muy legales. Todo tendrán, pero sí son muy legales. No, no le hacen a uno, una chuecura no se la hacen, tocante ya a papeles así no, no se le hacen. ¿No ve que también a ellos los amuelan? Sí, la ley es muy dura para ellos.
MP: Y por ejemplo, ¿ustedes tenían, no sé, un lugar o alguien, alguna persona, con la cual ustedes se podían ir a quejar, si algo no andaba bien?
FG: Pues sí se trataba de alguna cosa así grande, por decir algo, iba uno al Consulado Mexicano. Aquí en El Paso había un, estaba en aquel tiempo, ora verá, un señor Chávez. Creo que José Chávez, no recuerdo el nombre, pero era Chávez. Y este, y era del Consulado Mexicano. Si alguna cosa se le ponía a
uno mal, iba y se quejaba, había que ir allá a El Paso con él o hacerle llegar algún aviso o algo. Y eso son los que atendían las, ellos mandan gente a que atiendan aquello, aquella queja. O ellos mismos, ellos mismos la atienden. Y son duros, ahí me toco ver ahí, con un señor, pues era americano y llegó portándose mal y no, inmediatamente lo asilenciaron ahí mismo luego luego. Tenía un montón de araqueta(?), de araquetas(?) ahí, algunos chavalos.
MP: Y por ejemplo, a ese señor, bueno, pero no tenía nada que ver con los rancheros este señor, ¿no? O, ¿era ranchero?
FG: No, pues alguna queja de algún ranchero. Por alguna queja de algún trabajador, y me tocó que el señor ése era ranchero. No recuerdo a qué fuimos nosotros ahí, a algo fuimos también. Y el señor llegó muy bravo ahí y no, luego luego lo asilenciaron. “Y se asilencia”, le dijo, “o lo mando encerrar”. No, pues luego luego, como una orden como si hubiera sido de una autoridad de allá. Y él era, era el cónsul, era mexicano. Estaba el Consulado y es donde, es la autoridad que hay allá. Eso me tocó ver a mí.
MP: Y por ejemplo este ranchero que llegó portándose mal, ¿a él lo pudieran sancionar de alguna manera, negándole braceros?
FG: Creo que sí, pues en alguna forma porque sí era, porque sí era una queja de… tenía que responder por ellos, alguna cosa. Y si se portó mal y no cumplió con los derechos del contrato, entonces sí podían sancionarlo a él. Así estaba más o menos la cosa. Ya no me acuerdo muy bien porque ya hace muchos años, pero más o menos así.
MP: Ahora cuénteme de la primera vez que estuvo en el rancho. Su trabajo, un día. Descríbame, ¿cómo fue un trabajo normal de usted allá? ¿Qué hacía desde la mañana, el lonche…?
FG: Bueno, mire, hay una, hay dos formas. Una de ellas, el primer año no, no ganaba casi nada porque no sabía piscar. En el segundo año ya me fijé bien cómo le hacían los demás, entonces ya me fui yendo para arriba poquito todos los días hasta que pisqué más que el mejor. Aunque me esté mal en decirlo, pero sí había gente de aquí de La Laguna eran los mejores piscadores, de aquí de Torreón y pues llegué a ganarles. (risas) Y de ahí para adelante ya, pues me llegó como una bendición. Ya ganaba buen dinero, todos los días, todos los días. Pero es muy duro, es que todo el día anda uno agachado y luego con el costal arrastrando. Aquí nomás va echándole usted aquí y lejos, así como unos ocho pies, diez.
MP: ¿De largo el costal?
FG: El costal sí, más o menos este ancho, se lo amarra uno aquí así y luego aquí tiene la boca, ahí le va echando. Y ahí le va aprensando, se va llenando el costal hasta que lo llena.
MP: Y luego si se le llegaba a romper el costal o algo así, el algodón que había piscado, ¿qué?
FG: No, no, si va uno despacito, sí, muy despacito va, ¡zas, zas, zas! A mueve y mueve las manos y agachado y échele y échele al costal. No, no se rompe, es muy duro la lona.
MP: ¿Eran de lona?
FG: Son de lona, sí.
MP: Y se ponía muy pesado, ¿no? Me imagino, de por sí la lona es pesada.
FG: Pero de cien libras ciento diez, algo así, ciento veinte pues, ahí le calculaba uno. Que no podía muy bien costal unas cincuenta, setenta libras y pesaba. Pero para no perder tiempo, lo llenaba uno y así no perder tiempo en ir a pesarlo, así es.
MP: Y, ¿luego tenían ahí un ratito para el lonche, algún tiempo o tenía que ser todo seguido?
FG: Pues el tiempo se lo daba uno mismo, porque eso es a contrato. A $2.05 nos pagaban las cien libras y el pima, me parece que a $3.50 o $4, pero el algodón, el jap(?) a $2.05.
MP: ¿Son diferentes tipos de algodón?
FG: Sí, sí son diferentes.
MP: ¿Cuál es la diferencia de uno y otro?
FG: Creo el jap(?) me parece que le dicen, el que, algodón chapo. Es el que más rendimiento da. Y el pima, ése crece muy alto y es muy trabajoso para piscarse. Se pica uno todos los ojos ahí. Y luego, pero es el mejor clase, eso es muy bueno, lo quieren para telas muy finas, creo. Según, según nos decían a nosotros, pues.
MP: Usted me decía que llegó a ser mayordomo.
FG: Pues me dejaba encargado ahí el señor cuando él se venía aquí a pasear.
MP: ¿Por qué?, ¿por qué lo subió de puesto a mayordomo?, ¿por qué cree?
FG: Pues porque no éramos muchos ahí, éramos tres, cuatro. Y hubo, estuvimos ahí unos tres que nos quedamos. Por ejemplo se cumplia el contrato y entonces nos quedamos, nos renovó el contrato para que siguiéramos todo el año y por conocido, algo así. Eso fue allá en Texas, también estuve acá en, aquí en Las Cruces, en Roswell también estuve, en Monahans, Texas. Ya a esas partes fue donde fui yo contratado nada más.
MP: ¿Cuánto tiempo estuvo de bracero?, ¿cuántos años duró de bracero?
FG: Pues fui como unas cuatro veces de bracero.
MP: Cuatro veces, no son cuatro años, ¿no?
FG: No, no, el contrato era por tres meses y luego renovaba uno y luego le renovaban el contrato por todo el año, así. Me parece que era dieciocho meses lo que alcanzaba un contrato, así renovándolo. Y los que iban por allá a otros estados según el, según el trabajo que fuera, unos se iban al elote a todas esas cosas, esos llevaban contratos de cuarenta días, de cuarenta y cinco días, algo así.
MP: Y, ¿cada cuándo venía a visitar a su familia?
FG: Venía, ahora verá, cuando me renovaron el contrato como a los cuatro meses. Y vine y me estuve unos días y luego me fui. Y pues yo creo que unos tres, cuatro meses más también, así. Pues como no estaba yo casado, venía a ver a mi papá, a mi mamá.
MP: Y luego, ¿se casó andando usted de bracero?
FG: Sí, cuando vine de bracero.
MP: Y, ¿usted nunca pensó en quedarse allá en Estados Unidos?
FG: No me gustaba.
MP: ¿No le gustaba?
FG: No, no me gustaba, para quedarme no. Para quedarme no me gustaba, me gustaba aquí más México, sí.
MP: ¿Su patrón nunca le ofreció que…?
FG: Sí, el señor este Fierro, del que estábamos hablando ahorita, ése me ofrecía que él me ayudaba. Porque ese señor después andaba hasta en La Migración él. Después de que ya me vine yo, dejó el rancho y él andaba en La Migración. Allá hasta le producimos, le hicimos producir un rancho que no, nunca producía nada, porque tenía mucho tequezquite.
MP: ¿Yerba?
FG: Tequezquite es una cosa que da la tierra. Eso que, con que se ponen los dientes amarillos, por el agua, ¿verdad? Y eso tiene tequezquite y eso pudre los los dientes así, pues así al algodón no lo deja producir. Y por una carretera que le dicen la 17, a siete millas de Pecos, ahí estaba un rancho que nadie lo quería y él lo agarró. Le dijimos: “Agárrelo y nosotros se lo hacemos producir”. Y le hicimos unos bordos por las tierras y todos los coleos, los sobrantes del agua de los otros ranchos, los metíamos ahí. Pues era un sólo mar y luego le abríamos ahí una compuertita para que saliera, le movíamos con las palas para que saliera el tequezquite. Y se puso muy bueno el algodón ahí. Le fue muy bien, sí.
MP: Y cuénteme, ¿ustedes no, nunca tuvieron problemas en cuanto, con La Migración de que estuviera ahí mucho tiempo dándoles vueltas, checándolos o algo?
FG: No, ahí no, no teníamos Migración en el rancho, no. Y si venía, pues nada más lo saludaban a uno, preguntaban que si no había mojados, algo así, nomás.
MP: Y, ¿nunca tuvieron mojados ahí trabajando con ustedes?
FG: Pues una vez que se vino el patrón yo ocupé un muchacho que me hacía falta ahí, me dijo: “Pues si, si necesitas gente”, dijo, “vas a El Trocadero”. Y llegó ese muchacho, llegó de mojado ahí y dijo: “Ayúdenme ahí”, dijo, “con unos tres, cuatro días, ando muy amolado de trabajo, de dinero, no traigo”. Y trabajó ahí como una semana o dos y llegó La Migración, luego luego se dio cuenta yo creo La Migración, llegaron por él. No luego luego, nomás vio La Migración y él mismo se vino, ni para qué correr.
MP: Y a usted, ¿no le dijeron algo? Porque pues usted estaba a cargo del rancho.
FG: No, la cosa era de que dijo el de La Migración: “Tienen que pagarle”. Y entonces ya le dije yo que fuera ahí a la tienda, que fuéramos allá a la tienda y ahí le pagaba Benito el de la tienda. Ése era muy amigo del patrón, mientas que el patrón venía. Y cuando vino el patrón le dije, nomás se reía. Era muy buena gente y dijo: “¿Por qué no fuiste allá?”. “No”, le dije, “se me hizo muy trabajoso prender tractor ir a buscar dos, tres hombres, ahí que hicieran, que hacían falta”. No, no me dijo nada, fue todo. Se ocupó ahí pos por unos cuantos días el muchacho.
MP: ¿En sus días libres qué hacía? Cuénteme, ¿qué hacían para distraerse un poquito de todo ese trabajo que tenía que hacer?
FG: Mire, el domingo, el sábado a medio día le parábamos al trabajo y nos íbamos a traer mandado. Y pues ya llegábamos por allá en la noche, algo así. Y el domingo nos dedicábamos a bañarnos, lavarnos y lavar la ropa. Y si había modo, si acabábamos temprano, podíamos ir al cine. Pero el mayordomo nos llevaba al cine y ya cuando se acababan las películas él mismo nos traía.
MP: O sea que iban a las películas, ¿qué clase de películas veían allá?
FG: Pues por ejemplo en ese tiempo había muchas de Luis Aguilar, de Jorge Negrete, Pedro Infante.
MP: Ah, ¿veían películas mexicanas?
FG: Sí, mexicanas, íbamos a los cines donde había películas mexicanas. Sí, no tenía caso ir a donde no le entendía uno.
MP: Y, ¿cuánto pagaban por entrar al cine?
FG: Ahora sí que no me acuerdo oiga, no lo recuerdo. ¿Qué sería? Pues yo creo unos $0.75 centavos. No, no me acuerdo, $0.75, un dólar por ahí, más o menos.
MP: Pues sí estaba caro, ¿no?
FG: Pues, sí, se puede decir que estaba caro. Pues no, siempre no, no era tanto oiga, pues $0.75 centavos fácil los ganaba uno en un ratito ahí en el algodón.
MP: Y para las fechas, por ejemplo de Navidad, 15 de septiembre, ¿los festejaban allá o pasaban así como cualquier día?
FG: Pues allá, ahí en la noche por ejemplo comprábamos muchos pollos o gallinas. Y traía uno ahí que tomar cervezas o algo. Wine, un vino que le decían wine, que una vez me dijo un viejito, yo no sabía, casi ni lo conocía. Tomábamos nosotros pura cerveza y se llevó el papá uno de los compañeros para allá, le mandó decir que se fuera. Y luego el sábado o el domingo, el sábado, nos fuimos al pueblo y él se compró una garrafita así de wine. Y cuando llegamos al rancho me dijo: “¡Ándele! Éste no hace nada”, dijo, “no emborracha”, dijo, “tómeselo”. Pues agarré un vaso y me lo tomé yo casi como agua y luego me sirvió otro, luego luego, no a los tres vasos: “Párele ahí”. Ya me emborraché con ese wine. Sí, no, no, y pues no yo nunca me emborrachaba y esa vez, me emborraché ahí con ese wine, no, ya no quise volverlo a tomar. (risas)
MP: O sea, y entonces más o menos en promedio, ¿siempre fueron pocos los braceros que estuvieron trabajando junto con usted?
FG: ¿En los ranchos?
MP: Sí señor.
FG: Pues había veces que habíamos como cuarenta. Nosotros no le tirábamos a llegar a donde hubiera muchos, muchos braceros. Porque había ranchos que tenían cuatrocientos o quinientos, era un desgarriate tremendo. Y donde habían poco se la pasaba uno mejor, hasta la llevaba uno bien con todos. Y donde había muchos, pues era pleito, como era… La gente nomás se emborracha y se hace pleitista, y no me gustaba agarrar… Cuando pedían así poquitos el patrón que pedía poquitos con ése nos íbamos.
MP: Y, ¿no se veía mucho la diferencia, de las personas que eran de un estado y otro?
FG: Sí, cómo no.
MP: ¿En qué?, ¿cómo se diferenciaban o qué era?
FG: Pues nomás al verlo, nomás al hablar conoce usted a la gente de aquí del estado de Chihuahua. Y ya otros estados así ya tienen otro tonito de hablar, otro modo de expresarse y todo. Y los del sur pues, y luego de Oaxaca, todo eso, pues a mí muchas veces me tocó irme con ellos aquí, guiándolos, de aquí de Chihuahua para allá. Y les servía como de guía, porque no sabían casi ni español y pos nomás estuve con ellos así en todas esas partes donde se contrataran y todo eso, hasta llegar a Pecos. Ahí los dejé, no, dije: “¡Que Dios los bendiga!”. Ya me voy yo con los de Chihuahua.
MP: Y, ¿el vestir era diferente o era normal?
FG: ¿El vestido?
MP: Ajá.
FG: Pues lo que llevaban ellos, pos llevaban hasta calzón blanco o algo así. Y eran, pues era otro modo de ser de ellos. Sí, y había unos que, pues llevaban mucho dinero. Y no, pos no podían comprar en, así en las partes donde se paraba el tráiler, había tiendas y luego me decían a mí que pues que ellos no podían, no, no podían comprar ahí, que les trajera yo qué comer de ahí. Pos ya les iba y les compraba galletas o papitas o…
MP: Y, ¿por qué no podían comprar?
FG: Pues según ellos porque, se les afiguraba que ahí les iban a decir que hablaban inglés o algo.
MP: Y, ¿usted cómo se comunicaba con los rancheros y con la gente, en inglés?
FG: No, no, en español. Sí entendí, en el tiempo que estuve allá, logré entender mucho el inglés pero no lo podía hablar. Pero sí, sí lo entendía allá, ya cualquier cosa que hablaban ya les entendía. Y ya le digo, esos braceros les compraba algo así en, en las paradas del, donde se paraba el tráiler. Pues galletas o cosas así por el estilo o sodas o algo por el estilo. Pero ahí ya, ya no quería yo, pues estaban muy latoso, todo el tiempo tenía que andar con ellos. Ya eran muchos, pues eran un montón de gente de esa. “No”, dije, “ahí que se consigan a otro que les ayude”. (risas)
MP: Cuénteme acerca de cuando usted tenía que renovar contratos y todo esto, ¿era otra vez todo el proceso?
FG: No, renovar el contrato no. Renovar, si se quedaba uno a renovar el contrato, hasta el patrón le llevaba el contrato a La Migración. Por ejemplo, ahí en Pecos, llevaba él todos los papeles de uno, de ahí ya van los nombres y todo y entonces ya llega él y ahí se lo sellan. Es la renovación de contrato. Y ahí dice por tantos días, por tanto tiempo, por tres meses o, según el tiempo que fuera.
MP: Y, ¿ustedes tenían la oportunidad de decir: “No, mejor ya no me lo renueve, mejor me voy con otro ranchero”, o algo?
FG: No, para eso, si se quería ir con otro ranchero, pues necesitaba poner de acuerdo a los dos rancheros, al patrón y al otro. Porque había unos que sí le decían a uno: “Vente conmigo a trabajar. Yo acá te doy más prestaciones”. O en fin, más modo de sacar más dinero. Y cuando era muy bueno el trabajador, pues se lo quitaban al ranchero y pues se quedaba medio enojado. Pero, sí le
daba chanza a uno de que se fuera. Y al tiempo que ya iba a entregar el trabajador, entonces tenía que avisarle a aquel ranchero: “Ya lo voy a entregar, si quieres ve por él allá a La Migración”. Y así era, así eran los arreglos.
MP: Pero usted nunca tuvo problemas, ¿verdad?, con los rancheros, siempre estuvo bien, a gusto.
FG: Bueno.
MP: Pues, por lo menos conforme, ¿no?
FG: No, con los patrones que me contrataron no, no tuve yo. Sino que había uno, que nos prestó el patrón porque no había trabajo en los meses que nos renovó él y nos prestó con unos amigos de él. Y había uno que estaba muy loco ahí en, un gabacho con quien nos prestó, creo que era de los que habían ido a la guerra. Y este, sí, con ése sí se enojaba uno, nomás que se enojaba él también con uno. Y ya al ratito ya venía muy contento y lo abrazaba a uno y esto y lo otro. Pero estaba medio loco, estaba medio destrampado y con ése sí me llegué a enojar. Pero no, hasta le eché un día en la agua porque iba yo a tomar agua así en el canal y luego me iba a poner el pie aquí y lo estaba viendo así de abajo y le agarré el pie y cayó al agua él y luego me decía que lo sacara. “¡No!”, le digo, “me zambutes al agua”, le decía yo. Y luego ya que agarré la pala y se la dí, y lo saqué. “Oye”, dice, “y pos, ¿por qué no me das la mano?”. “¡No!”, le dije, estaba agarrado así y estaba muy hondo ahí, muy hondo. Pero no, ése se enojaba con uno y al ratito se contentaba. Era muy vago era lo que tenía. Estaba medio loco, nada más eso. Y la llevaba hasta bien con él, porque ya después iba y nos veía hasta allá, nos fuimos ya con el patrón cuando tenía trabajo, iba hasta allá con nosotros a comer chile bravo y pues estaba criado también con los mexicanos, era de aquí del valle de El Paso, deste, Rey se llamaba. Y estaba criado, todos los días se pasaba al Valle de Juárez, ahí con los mexicanos, ahí estaba criado. Nomás que había ido a la guerra y yo creo que allá, pues sabrá Dios, se volvió loco, quién sabe qué pasaría por allá.
MP: Y, ¿usted nunca se dio cuenta de alguien que tuvo así un accidente muy fuerte, que lo tuvieron que hospitalizar o algún bracero que haya muerto o algo?, ¿qué pasaba cuando tenían, algo así, un incidente tan grave como algo así?
FG: Pues no, de eso no, de eso no me di cuenta. De eso que andar en la bracereada, no. He visto otras cosas pero acá. Porque trabajé yo mucho aquí en Ponderosa en Celulosa, todo eso. Acá he visto muchos accidentes por acá, pero de aquello no no, no me tocó ver. Pues de vez en cuando oye uno decir que se mataron,
que iban, así como se observa luego, por la carretera y que se mataron o algo así, pero conocidos no.
MP: No sé si tenga algún comentario final que me quiera hacer, alguna experiencia, algún anécdota.
FG: Pues no, ahorita, me he hecho hasta muy desmemoriado, oiga. No, no recuerdo de nada, ¿qué le podría contar? No, ahí contaba uno muchos cuentos pero eran muy colorados, ni modo de contarle uno de esos. Sí, no, este no, no recuerdo ahorita de nada.
MP: Bueno, pues muchísimas gracias por el tiempo y pos por aceptar la entrevista. Muchas gracias.
FG: Pues, muchas gracias a usted que se fijó en mí. (risas)
MP: No, okay, gracias.
Fin de la entrevista
Interviewer
Parra-Mantilla, Myrna
Interviewee
Flores Pando, Socorro
Location
Meoqui, Chihuahua, México
File Name Identifier
Flores_Pando_CHIH010
Citation
Parra-Mantilla, Myrna and Flores Pando, Socorro, “Socorro Flores Pando,” Bracero History Archive, accessed November 15, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/31.