Miguel Ortega Álvarez
Title
Miguel Ortega Álvarez
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Miguel Ortega was born in Miacatlán, Morelos, México; his father worked in sugar cane fields; at the age of twelve, he joined his father in the fields; he was in the bracero program from 1957 to 1964; he worked in Arizona packing lettuce and in California cutting celery.
Summary of Interview: Mr. Ortega recalls his childhood in Miacatlán, Morelos, México; he states that when he was twelve years old, he began working with his father in sugar cane fields; additionally, he remembers that he moved to Empalme, Sonora, México in 1957 to secure a bracero contract; he relates the help he received there while waiting to enlist in the program, and the process he encountered at the contracting center; furthermore, he remembers his trip to the United States-México border, and how he was treated at the processing center in El Centro, California; he details how the fumigation process was carried out, and how their paper work was created; moreover, he recounts working in Arizona and California packing lettuce and cutting celery; he discusses what his daily workload was like, and the physical difficulties the work entailed; to conclude, he reflects on what his life would have been like had he stayed in the U.S. after the program was done.
Summary of Interview: Mr. Ortega recalls his childhood in Miacatlán, Morelos, México; he states that when he was twelve years old, he began working with his father in sugar cane fields; additionally, he remembers that he moved to Empalme, Sonora, México in 1957 to secure a bracero contract; he relates the help he received there while waiting to enlist in the program, and the process he encountered at the contracting center; furthermore, he remembers his trip to the United States-México border, and how he was treated at the processing center in El Centro, California; he details how the fumigation process was carried out, and how their paper work was created; moreover, he recounts working in Arizona and California packing lettuce and cutting celery; he discusses what his daily workload was like, and the physical difficulties the work entailed; to conclude, he reflects on what his life would have been like had he stayed in the U.S. after the program was done.
Creator
Domínguez, Violeta
Ortega Álvarez, Miguel
Date
2003-08-05
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Miguel Ortega Álvarez
creator (Spanish)
Domínguez, Violeta
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
1:55:13
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Miguel Ortega Álvarez
Fecha de la entrevista: 5 de agosto de 2003
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez
El día de hoy es 5 de agosto del 2003. Y ésta es una entrevista con el señor…
MO: Miguel Ortega Álvarez.
VD: Don Miguel, quiero preguntarle primero, ¿qué edad tiene usted?
MO: Tengo sesenta y ocho años.
VD: ¿Dónde nació usted, don Miguel?
MO: Aquí en Miacatlán.
VD: Es de aquí de Miacatlán. ¿Sus papás de dónde eran?
MO: Mi jefe era de Palpan.
VD: De Palpan, de aquí cerquita.
MO: Sí.
VD: Y, ¿su mamá?
MO: Y mi mamá era de Tlajotla.
VD: ¿De dónde?
MO: Tlajotla.
VD: ¿Tlajotla? ¿En dónde es Tlajotla?
MO: A un lado de Palpan, así para allá.
VD: Y, ¿a qué se dedicaban sus papás, señor Miguel?
MO: Pues mi jefe trabajaba en el ingenio de aquí de Miacatlán, en ese ingenio que fue antes, sí. Y mi jefa en el hogar.
VD: En la casa. Y, ¿qué le tocaba a su papá ahí en el ingenio?
MO: Pues trabajaba en construcción. Era albañil.
VD: Era albañil del ingenio.
MO: Que se trataba de que fuera a hacer cualquier cosa, cualquier trabajo, él lo desempeñaba, lo iba a hacer, sí.
VD: ¿Siempre trabajó ahí?
MO: Siempre trabajó ahí.
VD: Y, ¿tenía tierras él, además?
MO: Pues tenía dos, dos tierras.
VD: Y, ¿las sembraba?
MO: Las sembraba de caña.
VD: ¿Para el mismo ingenio?
MO: Para el mismo ingenio, sí.
VD: Y su mamá, me dice que ella estaba en la casa.
MO: En la casa, sí.
VD: Y, ¿se acuerda usted de qué edad, pues de chiquito, lo mandaron a la escuela?
MO: Sí, me acuerdo que me tocó venir a la escuela aquí al centro. Onde está el Palacio [de Gobierno], ahí era, ahí daban clases abajo. Ey, en el piso de abajo, en el primer piso.
VD: Ándele.
MO: Sí, ahí nos daban clases.
VD: ¿Su papá lo mandó para la…?
MO: Pa la escuela.
VD: ¿Para la escuela?
MO: Sí, sí.
VD: Y, ¿recuerda cuánto tiempo estuvo yendo a la escuela?
MO: Pues poquito porque, hasta segundo año.
VD: Hasta segundo año.
MO: Hasta segundo año, ey.
VD: Y después de ahí, ¿por qué ya no fue?
MO: Ya no fui porque pues me dedicaba después al campo. A ayudarle pues, por ejemplo a regar las cañas, a que le daba a raspadillas y a limpiarlas y eso.
VD: ¿Qué son las raspadillas?
MO: Raspadillas es limpiar con pala la hierba que sale, ¿no?, en el surco. Y a regar sus cañas, a cuidárselas, sí.
VD: ¿Desde qué edad se empezó usted a ir al campo para allá?
MO: Pues ya fui como a los doce años.
VD: ¿A los doce años fue la primera vez que se empezó a is al campo?
MO: A los doce, sí. Sí, ya me empezaba ya. O sea que sembró mi jefe de temporal. Y ya empecé a trabajar, a llevarle los tacos de medio día y me quedaba ahí a ayudarles a sembrar. Y ya fui aprendiendo.
VD: Y su mamá que estaba en su casa, ¿hacía alguna otra cosa para ayudarse?, ¿vendía algo?
MO: No.
VD: ¿No?
MO: Nada más al quehacer de la casa, del hogar.
VD: ¿Cuántos hermano tuvo?
MO: Fuimos ocho, nada más que tres murieron chicos. Murieron chicos, se puede decir de un año, de dos años o de tres años murieron.
VD: ¿Se acuerda de qué murieron, don Miguel?
MO: No, no me acuerdo, no me acuerdo. Y quedamos cinco. Fuimos ocho hombres en la familia.
VD: Puros hombres quedaron.
MO: Puros hombres, sí.
VD: ¿Usted es de los más grandes?
MO: No, todavía hay otro más grande. Si yo tengo sesenta y ocho, él tendrá setenta ahorita.
VD: O sea que usted es el segundo.
MO: Y hay otros más chicos todavía. Uno está en Tijuana viviendo. Y otro está aquí en Acatlipa, pero ése se va a Canadá.
VD: ¿Usted es el único que se quedó aquí en Miacatlán?
MO: Sí, y con otro, con el otro hermano que es mayor. Tiene setenta años.
VD: Hay dos.
MO: Dos nomás aquí, sí.
VD: Y me decía entonces que nomás fue a la escuela dos años. ¿Ya no fue porque no le gustó o por qué?
MO: No, ya no, no se podía ir. Porque ahora sí que, pues como les ayudaba yo al campo, me desatendía de los estudios y me atrasaba yo pues mucho. Repetía yo años, bueno, todas esas cosas, sí. Y ya hasta segundo año, sí, ya cursé el segundo año y ya no fui. Y ya de ahí me puse a trabajar en el campo, sí.
VD: Y desde esa vez que usted empezó a trabajar allá en las cañas del ingenio, ¿en qué siguió trabajando después?
MO: Después en lo que había, vamos a suponer en cortar arroz. Antes plantaban arroz, plantar arroz, caña.
VD: ¿Todo eso aprendió aquí?
MO: Todo eso aprendí, sí. Y cortando también.
VD: Que dicen que el arroz de por aquí de Morelos es muy bueno, ¿no?
MO: Es muy pesado.
VD: Ah, ¿sí?
MO: Sí, lo mismo las cañas, también dan buena azúcar. Porque tienen buena sacarosa las cañas, sí, en el cultivo. Son buenas las tierras, sí. No, no, la agua, o sea que la sacarosa es muy buena porque sale dulce la miel, sí.
VD: Y entonces usted se puso a trabajar, ¿siguió trabajando en el campo?
MO: Seguí trabajando hasta…
VD: ¿En las tierras de su papá o trabajaba aquí?
MO: En diferentes lugares, diferentes lugares a donde había trabajo, sí.
VD: Y, ¿se acuerda cómo le pagaban?
MO: Pues antes pagaban a $8 pesos el día, la jornada. Sí, muy poquito, ¿verdad?
VD: Y, ¿para qué le alcanzaban $8 pesos?
MO: No pues, y también rendía el, vamos a suponer el dinero, ¿no? Porque anteriormente era más barato, sí.
VD: ¿Qué se compraba con $8 pesos, se acuerda?
MO: Se compraba uno una camisa, sí, valía poquito, sí.
VD: Y, ¿con ese dinero le ayudaba usted a sus papás o era para usted?
MO: Sí. Bueno, ya cuando mis jefes fallecieron, ya era para mí, para pagar mi alimentación.
VD: ¿Qué edad tenía usted cuando sus papás murieron?
MO: Pues tenía yo, pues mi jefe, mi jefa murió primero, mi jefa. Mi jefa murió el [19]86, [19]86. Estaba yendo a Canadá. Y mi jefe murió el [19]97.
VD: Ah, o sea, no tienen mucho.
MO: No tiene mucho, no tiene mucho que murieron.
VD: Ándele.
MO: Sí, yo fui a Canadá y este, y hasta el [19]95, que fue la última vez que yo fui.
VD: Que estuvo por allá. Ándele. Y regresándonos un poquito, usted estaba entonces trabajando el campo. ¿Cómo fue que se enteró que había contratación de braceros?
MO: Pues la primera vez me fui con unos amigos, amigos míos que ya habían ido a Estados Unidos. Y me invitaron a ir para allá, porque decían que había contrataciones en Empalme, sí.
VD: Y, ¿qué le contaban sus amigos de cómo era allá?
MO: Y sí me decían: “No, allá hay mucho trabajo”. Ahí pues ya va uno con trabajo. Ya para pasar pal otro lado, ya va uno con el trabajo, ¿no?, ya seguro. Y me animé de ir por allá y no me pude contratar, sino que me vine. Y después como a los dos meses que le digo al mayor, a mi hermano Teofilo, le digo: “¿Sabes qué?, tengo ganas de irme, pero yo solo, sin ningún compañero”.
VD: Y, ¿por qué se quería ir solo, don Miguel?
MO: Solito porque ya conocía el camino, ya conocía yo el camino por dónde se iba uno y cómo llegaba uno allá. Y tenía la esperanza de que pues, algún día pasaría yo para el otro lado. Sí, entonces me fui solo.
VD: Después de esa primera, a ver, déjeme preguntarle, la primera vez que usted se fue, ¿estaba soltero?
MO: Soltero, sí.
VD: ¿Qué edad tenía?
MO: Veintiún años.
VD: Y se acuerda usted de esa vez que se fue con sus amigos, ¿ya había usted salido antes de aquí de Miacatlán?
MO: No, era…
VD: ¿Ésa fue la primera vez?
MO: Era la primera vez. (risas)
VD: Y, ¿cómo le pareció ese viaje?
MO: Híjole, me pareció bonito porque iba yo conociendo lugares, sí.
VD: ¿En qué se fue para allá?
MO: Nos fuimos en un autobús de México.
VD: ¿Se fue de aquí a México?
MO: A México. Y ya ahí agarramos el autobús hasta el Empalme. Sí, y allá estuvimos como, estuve como dos o tres meses. Pero vi que no, que no…
VD: ¿Dos o tres meses en Empalme?
MO: En Empalme.
VD: Y, ¿cómo sobrevivía?, platíqueme don Miguel.
MO: Pues iba uno a trabajar a los campos de ahí de Guaymas, sí. Porque son campos este, algodoneros y campos también que siembran jitomate.
(entrevista interrumpida)
MO: Hay compañías americanas ahí y compañías japonés. Allá fumigan el, el…
VD: Sientese aquí.
MO: El jitomate con este, avionetas.
VD: Ah, sí.
MO: Sí.
VD: Eso le tocó ver allá.
MO: Sí.
VD: ¿Es la primera vez que lo vio por allá?
MO: Haz de cuenta que estás en Estados Unidos, porque son unos surcos, están bien derechitos y bien grandes que están, como de una milla, sí. Sí, y ahí íbamos a trabajar, vamos a suponer los sábados. Hasta el viernes había contrataciones y ya el sábado íbamos para allá.
VD: Y, ¿les pagaban ahí cada día?
MO: Nos pagaban ahí el día. Porque ya el domingo ya no trabajaba, ey.
VD: O sea que trabajaba usted en sábado.
MO: En sábado.
VD: Y, ¿le alcanzaba con eso para sobrevivir?
MO: Pues, en las tardes nos íbamos a hacer, pues vamos a suponer, cuando había algodón, pues nos íbamos a piscar el algodón. Ése lo pagaban por libra, por este por kilos. Sí, íbamos y pues querían gente. Iban carros de carga a traer gente allí a las contrataciones.
VD: Ahí donde estaban en las contrataciones.
MO: Sí, íbamos y ya nos alivianábamos.
VD: ¿Con eso se mantuvo mientras andaba por allá?
MO: Sí, así es.
VD: Y, ¿dónde vivía mientras estaba allá, don Miguel?
MO: Pues pagábamos ahí en Empalme, ahí hay casas de alquiler. Pagaba uno $1 peso por acostarse en el suelo con unos cartoncitos que le daban a uno. Pagaba uno $1 peso.
VD: ¿Un peso la noche le cobraban?
MO: La noche.
VD: Oiga, y ahí donde usted estuvo, ¿no le tocó que había chinches?
MO: No.
VD: ¿No?
MO: No, no había.
VD: ¿No se llenó de chinches?, ¿no le tocó?
MO: No, no me tocó.
VD: ¿Estaba limpio?
MO: Estaba limpio. Era una señora que alquilaba una casita que tenía, viejita. Y ahí se quedaban varios muchachos.
VD: Se quedaban en el suelo.
MO: En el suelo. Ponía un cartoncito o dos para dormir.
VD: Y, ¿qué comía, don Miguel?
MO: Pues comíamos lo que podíamos por ahí, había hartos restaurantes cerquita de la contratación. Había unos, vamos a suponer, arroz con frijoles, le cobraban a uno peso.
VD: ¿También un peso?
MO: Un peso, $1.50, sí, ya con el refresco, ¿no? Ya pagaba uno $2.50, sí.
VD: Y así estuvo allá dos o tres meses, me dijo.
MO: Dos o tres meses, sí. Pero vi que no era pues negocio de contratarse, pues me vine.
VD: Y cuando se fue para allá, ¿llevaba usted dinero ahorrado para el viaje?
MO: Con $400 pesos me fui.
VD: ¿De dónde los sacó?
MO: Costaba, costaba muy poquito el pasaje, sí. Esos me los dio mi papá. Dice: “Vete”.
VD: Y, ¿qué le dijo? Cuando usted se fue, ¿platicó con sus papás de que se quería ir para allá?
MO: Sí.
VD: Y, ¿qué le dijeron, don Miguel?
MO: Pues buena suerte y que ojalá que te contrates, sí.
VD: ¿Tenían algún temor ellos de que se fuera usted de bracero?
MO: No, pues se mortificaban, sí. Antes los jefes se mortificaban mucho. Más que pues era la primera vez que salía yo, sí.
VD: ¿Usted tenía algún pariente o amigo allá en Estados Unidos que se hubiera ido antes?
MO: No, no tenía yo a ninguno.
VD: ¿No?
MO: No.
VD: Y de aquí del pueblo de Miacatlán, ¿se iba la gente antes?
MO: Sí, se iba. Inclusive salían de las listas del sindicato, los que trabajaban aquí en el ingenio.
VD: Los del ingenio.
MO: Se contrataban, sí.
VD: Y antes de los braceros, ¿se escuchaba que la gente se fuera al norte?
MO: Pues el [19]42, cuando empezaron a ir los primeros, pero…
VD: Esos fueron los primeros y, ¿antes de los braceros esos?
MO: No había.
VD: O sea que esos fueron los primeros en salir de aquí.
MO: Sí, porque había guerra quién sabe dónde, en Corea o no sé a dónde.
VD: La Segunda Guerra Mundial.
MO: Que había guerra. Y salieron pues, don Arcadio Tamayo fue y algunas otras personas, sí.
VD: De los primeros que se fueron.
MO: Sí, Cibiaco Zamora. Y algunos más que fueron.
2do: Pero cuando juites la primera vez.
MO: Todavía no me pregunta, todavía no me pregunta.
VD: Usted se fue para allá entonces, (tos), ay perdón, ¿en qué año?
MO: Fue el [19]57.
VD: ¿[Mil novecientos] cincuenta y siete fue el primer año que, cuando estuvo en Empalme tres meses?
MO: No. Ah sí, en el mismo sí, fue en el mismo año, sí. Después regresé y regresé para allá a los dos meses.
VD: Ah, o sea que se estuvo aquí dos meses.
MO: Sí, regresé para allá y ya me fui solo.
VD: Y, ¿por qué se animó a irse otra vez, don Miguel?
MO: Porque tenía yo la seguridad de que sí me iba yo a contratar.
VD: ¿Qué le hacía pensarlo, si en dos meses no se había podido contratar?
MO: Entonces, llegué solito allá al Empalme. Y bueno, me fui a trabajar a los campos. Y ya de ahí, pues pensé venirme a Ciudad Obregón a conseguir más trabajo por ahí, ¿no?
VD: ¿También en el tomate o en el algodón?
MO: No, ahí ya fue, o sea que las tierras apenas taban barbechadas, todavía algunos no sembraban su semilla de algodón y otros ya las habían sembrado. Y llegué yo ahí como a las cinco o seis de la tarde y no había almorzado ni comido y ya vi una casita hasta allá adentro y me pasé pa dentro. Y ya le grité al señor, ¿no?, le grité, le grité de afuera. Le digo: “Señora, señor, ¿no tiene comida que me venda?”. Fíjese y estaba la ciudad muy grande, Ciudad Obregón es una ciudad grande. “No”, dice, “no tengo”. Había una ventanita muy chiquita, que por ahí se asomó la señora y me dijo que no había. Le digo: “Regáleme un jarro de agua”. “Cómo no, ahorita”. Y ya salió con una jarra de ésas de cristal que había antes que floreadas. Ya salió y me dio un vaso de agua. Y dice, yo creo que me vio en el semblante que no, que venía con harta hambre, ¿no?, con mucha hambre. Y ya me dijo, dice: “¿De ónde viene?”. “Vengo de Empalme”. “¿No se pudo contratar?”. Le digo: “No”, le digo, “no, ando pues en la persecución de ver si hay trabajo por aquí”. Dice: “Uh, muchacho”, dice, “aquí no hay ahorita trabajo. Algunos apenas están disqueando [discando] sus terrenos para sembrar el algodón. Y otros ya lo sembraron pero ya tienen sus trabajadores ya de planta”. Y le digo: “¿A poco no tiene comida, señora?”. Dice: “Sí, sí tengo”, dice, “no hay tortillas”, dice, “ahorita las estoy”, me dijo ella que estaba amasando la milpa, me dijo, “estoy amasando la milpa, si quiere”, dice, “esperarse tantito”. Le digo: “Sí, cómo no, sí me espero”. Pero no se dilató ni cinco minutos. Cuando ya me traía un plato con frijoles y carne machaca y un vaso de leche y un pedazo de panela, queso, ¿no? Y ya comí, pero una comida bien buena. Hasta sudé, sí de veras. Y ya le dije yo a ella cuando terminé, le digo: “¿Cuánto le debo?”. Me dice: “No es nada”, dice, “lo que me ha de dar”, dice, “que le sirva pa más adelante”. “Sí”, le digo, “entonces aprovechando de su confianza, quiero que me dé permiso de dormir en este llanito”. “Sí, cómo no”.
VD: ¿Allá afuera en la tierra?
MO: En la tierra, a un lado de la casa, había huisachera ahí de espinos. Yo llevaba de aquí una sabanita, sábana. Pues en la noche era un hervidero de zancudos. No dormí en toda la noche espantándome los zancudos, sí. Y al otro día le digo: “Le voy a dejar mi bolsa”. Había anteriormente unas bolsas de ixtle y de lazo. Y le digo: “Se la dejo, voy aquí a la ciudad a ver si hallo trabajo”. Y sí me fui. Ya regresé como a las once, pero no encontré trabajo. Yo les andaba preguntando a los albañiles que me dieran trabajo de peón, ¿no?, de albañil y no, no me dieron. Ya regresé como a las once, y ya dice: “Ándale muchacho, te estoy esperando pa que desayunemos”, me dijo ella, ¿no? Y ya me dio de almorzar. Almorcé pero yo veía yo un pradito ahí que estaba todo emboscado que tenía harta bramilla. Estaba pues sucio, ¿no? Le digo: “Présteme un azadón para limpiarle aquí su pradito”. “Sí, cómo no”. Ya se lo dejé bien limpiecito. Le digo: “Ahora, présteme un machete”. Dice: “¿Qué será machete, qué será machete?”, me decía ella. Entonces no sabía qué era un machete. “¿Será una guaparra?”, me dijo ella, un machete largo, ¿no? Ya me lo dio y ya le fui a juntar leña. Pues ahí hay bastante leña. En un ratito le puse un montonazo de leña, un cerrote de leña. Y estaba contenta. Dice: “Ándale, ya vente a comer otra vez”. Ya me dio de comer. Y al otro día me salí bien temprano. Le digo “Aquí le dejo otra vez la bolsa, luego regreso”. Ya me salí.
VD: ¿Qué llevaba en su bolsa, don?
MO: Pues mi ropita, una mudita, dos de ropa que llevaba yo y mi sabanita, sí, para cambiarme de ropa. Ya agarré el camino como rumbo pal sur, para México. Ya, ya como a los cinco kilómetros me metí a los campos a pedir trabajo, pero no encontré. De ahí de Ciudad Obregón para el sur, caminé dieciocho kilómetros. Andando por aquí y por ahí en los campos porque los campos están muy lejos, están a dos kilómetros de retirado.
VD: ¿Todos son algodoneros?
MO: Algodoneros. Son terratenientes, ahí tienen mucho terreno. Por eso las, los campos están a los dos kilómetros, sí. Y yo caminé dieciocho kilómetros, dieciséis de carretera, pero andaba yo en los campos mirando, ¿no? Y ya otros dos de terracería, hasta donde llegué, un ranchito que estaba ahí. Estaba un señor ya viejito, estaba ahí en el patio. Y le digo: “¿No está el patrón?”. Dice: “No, por ahí está la patrona recogiendo unos blanquillos”. Tenía rancho de gallinas, ¿no? Y ya llegó la señora y que me dice, que me dice: “¿Qué deseaba?”. Le digo: “Fíjese que ando en la persecución de trabajo, pero no encuentro, ¿no estará, no está el patrón?”. Dice: “No está”. Le digo: “¿Pa dónde se fue?”. Dice: “Fue pal lado del yate”, dijo ella, ¿no? Digo: “¿Como a qué horas llega?”. Dice: “No, no tiene hora, en partes llega a las diez, en partes llega a las once, en partes a las nueve”. “Oh, caray”, le digo, “entonces este, pues voy a esperarlo a ver a qué horas llega”. “Ah bueno” dice, “si va a esperarle, ahorita le voy a preparar una taza de café”. Acostumbran mucho el café por allá en el norte. Entonces me dijo, dice: “Si quiere, si se va a quedar, agarre unos costales”. Había como dos pacas de costales. “Para que se acomode por ahí a ver a dónde”. “Sí”, ya los agarré y ya me acomodé en un ladito de su casa, pal lado de la gotera, ¿no?, a no estorbar. Pero yo no podía dormir de lo cansado que estaba yo, todo el día, hasta como a las cinco o seis de la tarde.
VD: Anduvo buscando.
MO: Anduve buscando sin comer y sin almorzar y sin cenar, nomás con la tacita de café que me dio la señora, sí. Y ya como a las diez llegó.
VD: El patrón.
MO: El patrón dice: “Oyes”, dice, “¿quién está ahí en la goterita de la casa, en la esquina?”. Dice: “Ay, Martín”, le dijo ella, ¿no?, dice, “ay, Martín”, dice, “es un muchacho que llegó ahora en la tarde”, dice, “pues quiere trabajar pero yo le dije que tenías, que no sabía yo si ocuparías otro peón”, ¿no? Pues tenía seis peones trabajando. Y ahí ya tenía algodoncito por acá así chiquito. Dice: “Yo diría que le dieras chamba, dale trabajo”. Dice: “Pero, ¿cómo le voy a dar si ya nomás hoy van a trabajar los peones?”. Era un miércoles. Ya esa semana era la semana mayor, de la Semana Santa. Dice: “Ya mañana jueves nos vamos ir al mar. Por allá este, vamos a estar y regresaremos hasta el domingo. Si quiere el lunes trabajar, pues le doy hasta el lunes”. Entonces al decir que el lunes, yo nomás me incliné a los costales, ¿no?, unos costales que me puse de almohada. Ya me incliné y ya me dormí. Pero temprano ya me levanté y ya esperé a que se levantara. Ya le dije yo a él que quería trabajar. Y sí, me dijo que sí, pero que hasta el lunes. Le digo: “Entonces me vengo el domingo, para estar ya listo”. “Sí”. Ya que me regreso. “Bueno, entonces hasta el lunes, hasta el domingo nos vemos”. Dice: “Está bien”. Y ya caminé dos kilómetros para agarrar la carretera y pues para Ciudad Obregón. Pero antes de llegar, faltaban como unos veinticinco metros cuando pasaba una camioneta y se paró. Que le corro y ya le dije yo a él, me dijo él, dice: “¿Pa dónde va?”. Le digo: “Pa Ciudad Obregón”. “Súbete”. Y ya me dio el ride para allá. Y ya llegué allá con la señora, y estaba retepreocupada. Ya se iba a ir a buscarme a la cárcel, ahí en Ciudad Obregón, por si a lo mejor me encerraron en la cárcel y no puedo salir. Y ya, no, le digo, ya le platiqué, le digo: “Mire, tal lugar y tal lugar pues, que ya conseguí chamba, trabajo, nomás que me dan hasta el lunes, pero estos días”. Dice: “No te preocupes”, dice, “aquí aunque sea frijoles no nos van a hacer falta. Aquí estate. No tienes por qué ir a buscar chamba, a cansarte para allá”. Fíjate, no tenía ni un niño y conmigo se encariñó la señora y el señor.
VD: ¿Era un matrimonio?
MO: Era un matrimonio, sí. El señor trabajaba en un barril de madera y una carretita que tenía y con un caballito pues llevando agua a las colonias a donde no había y ahí vendía de su agüita. El bote lo daba a $5 pesos.
VD: ¿Usted fue con él alguna vez?
MO: No, me dijo él.
VD: Le contaba.
MO: Sí. Sí, así es. Y ya en esos días, pues le ayudaba ahí a la señora a limpiar ahí su patiecito y acomedirme pues. Y ya el domingo temprano se apuró. Como a las once me dio de comer y estaba llorando. Dice: “Ya te vas”, dice, “pero ni modo”, dice, “ya te vas, quiero que comas y te voy a llevar ahí a Las Cortinas”, me dijo ella. Así se llamaba el lugar a donde pasaban los carros que iban para allá. “A Las Cortinas te voy a llevar para que te vayas”. Sí, ya comí y ya me llevó. Y ya le dijo al chofer dónde me tenía que bajar. “En la 16 lo bajas”, le dijo ella. Sí, y ya llegué ahí al rancho. Ya poquito, como a la una llegaron ahí, porque llevan a su gente a comprar la provisión para toda la semana. Y ya me acomedí ya a bajarles lo que traían, ¿no?, de refrescos y sus provisiones que traiban. Y ya me quedé ese día. Y allá más tarde que le digo a la señora, le digo: “Ya, pues mañana voy a empezar a trabajar, ¿me puede conseguir a dónde me asistan toda la semana?, porque yo aquí no conozco”. “Sí, cómo no”. Ya por la pared, son casas que son tejidas con palos y enjarrados con lodo, sí. Ya por ahí estaba un agujerito. Y le dice a la señora: “¿Le puedes dar de comer a este muchacho?”. “Sí, de una vez que se venga a comer”. Y ya había comido y le digo: “No, ahorita todavía no, es muy temprano, acabo de comer”. Sí, y ya ahí me asistió toda la semana. Pero el primer día que yo empecé a trabajar, o sea el lunes, dejé que los muchachos empezaran a trabajar y para ver cómo le hacían, ¿no?, con el azadón y eso. Y ya hasta el último le entré yo a trabajar.
VD: ¿En el algodón?
MO: En la plantita estaba así, pero era algodón. Ése iba a crecer y iba a dar algodón. Entonces el señor se paró así y todos entraron, pues ellos ya sabían como, ¿no? Y yo me fijé cómo le hacían. Y sí, los dejé que se avanzaran como unos diez metros y ya le entré yo. Y lueguito que me los alcancé y ya nos fuimos trabajando. Nomás meneó la cabeza el patrón y se fue. Ya cuando salimos a medio día a comer, ya ahí la señora me dio de comer. Pero por ahí por León, Guanajuato las mujeres no saben hacer frijoles. Pues los frijoles, pues en pura agua y nos les echaban, vamos a suponer, aquí se acostumbra que le echan su aceite, ¿no?, pa que se sazone el frijol y reviente. Y allá no, estaban los frijoles así con pura sal y así. Y me dieron mi plato, ¡nombre, híjole no!, como que no me gusta y un puño de chiles así, serranos y un puño de sal. Y a morderlos y a comer ahí, nomás le hacía así al agua, pues eso era pura agua. Y ya empecé a comer, pero como una tortilla, cuando mucho me comería, porque son, hacen tortillas de harina. Y ya salí, según yo a afilar mi azadón y a estar por ahí. “Y, ¿a poco ya acabó de comer?”. Le digo: “Ya, no, no tengo mucha hambre”. Y ya me fui caminando. Cuando me hacen: “Pss, pss, pss”, ya voltié a ver. Y me hace la patrona: “Ven”. Ya que me mete pa su casa, dice: “Cómete lo que está ahí en el plato”. Ya que: “Pero si ya comí”. “No es cierto, yo ya me fijé que no comiste nada”. (risas) Ya que me acerco a la mesa y sí, pues era diferente la comida, tortillas de maíz, sus frijolitos en bollo bien machacaditos y su pedazote de queso y carne en machaca. Acostumbran mucho la machaca por allá por el norte. Y ya comí bien a gusto. Y dice la señora que me daba de comer: “Ay, me da pena con el muchacho”, dice, “veo pues que no come a gusto”. Pues, ¿qué voy a comer a gusto si los frijoles no están ni cocidos?
2do: Los frijoles aguados.
MO: ¿Verdad?, aguados. Y parados pues, todavía no estaban ni cocidos. Entonces pues, pa no alargar la cosa, yo trabajé ocho meses ahí, como ocho meses. Menos, han de haber sido menos porque lo vi crecer. Y lo vi que dio su algodón. Y lo vi que lo terminamos de piscar. Han de haber sido como seis o siete meses, por ahí. Entonces en septiembre, me acuerdo que me dio la carta. Fuimos a la Alianza Algodonera, y ahí les extendían las cartas que, de las tareas que ellos sembraban de algodón, ¿no?, cada diez hectáreas, un bracero.
VD: De las tierras que trabajaban ahí para algodón.
MO: Pa algodón, sí. Entonces, pero unos días antes me dice el patrón, porque yo aquí seguí con la misma rutina, ¿no? Pos tenía su troque él y temprano me levantaba. Y por ejemplo en la noche decía: “Yo voy mañana a traer tres cajas de refrescos de Misión, Pepsi y Lulú, voy a traer tres y tres, ¿no?”. Y yo en la noche de eso, pues se me pegaba. Y un tambo para traer diésel. Temprano se lo subía yo, le subía las cajas que él decía y le subía el cofre del carro y le echaba yo al radiador agua. Le limpiaba el parabrisa y el espejo y bueno, taba, tenerlo ya todo listo. Ya cuando se levantaba, ya todo estaba arriba y empezaba a buscar. “Bueno, ¿dónde están las cajas?”. “Ya están allá arriba, don Martín”. “Y, ¿el vidón?”. “Pues ya está todo allá arriba”, le iba a subir el cofre. “No, ya tiene agua el radiador, ya todo”. Pero él de todos modos vio, ¿no? Y vio que todo estaba bien. “Ya bueno, gracias”. Luego la señora tostaba café y había veces que no tenía leña rajada para tostar su café. Le rajaba yo leña, le ponía sus altores de leña rajada. Y ya ella hacía su, tostaba su café, pues. Porque acostumbran mucho el café por allá, sí. Y así fue entonces.
VD: Ahí es donde estuvo ocho meses.
MO: Sí.
VD: Y, ¿le habían ya dicho que si se quedaba se ganaba su carta para entrar como bracero?
MO: Él me dijo, dice: “Miguel”, dice, “tú tienes tu carta ganada”, dice. “Es más, no quiero que te vayas para el norte, porque sé que por allá sufren mucho. Quédate como hijo de familia conmigo, yo te visto, yo te caso, yo te llevo al médico si te enfermas y te doy dinero pa que gastes”.
VD: Y, ¿usted por qué no se quedó, don Miguel?
MO: Híjole, tonto que soy, de veras. Le ponía la bandeja ya puesta en la mesa y no la quise agarrar. Pues tenía como trescientas hectáreas. Dice: “Mira, si te quedas, te voy a sembrar diez hectáreas de maíz, cultivadas, sembradas y fertilizadas. Y te busco a dónde lo lleves ya tu maíz a vender. Y llegándose la temporada del algodón, te siembro otras diez hectáreas de algodón para que vayas también subiendo. Quédate como hijo de familia”.
VD: Y no quiso.
MO: Este, no quise. Yo quería conocer Estados Unidos. Le digo: “Mire, mejor después porque yo quiero conocer Estados Unidos”.
VD: Y, ¿él qué le decía, que no se fuera, que allá se sufría mucho?
MO: Hasta, hasta lloró un poco, se le vieron las lágrimas pues. Y: “Ni modo”, dice. Le digo: “Yo voy y ya regreso”. Pero yo no me hacía regresar. O sea que yo le decía eso pues para que no sintiera feo. Pero yo pues prácticamente pues no quería regresar porque hace un calor extremoso. Son los calores extremosos ahí y mucho mosquito. Dicen allá en Estados Unidos mosquito, (risas) sí, mucho. Y entonces este, pues le decía yo que regresando. Entonces fue en septiembre, pero pues pasé pal otro lado, me contraté.
VD: Con su carta que ya llevaba.
MO: Con mi carta que ya llevaba. Dilaté creo dos días en Empalme, dos.
VD: Y, ¿se acuerda cómo era, señor Miguel? Usted estaba ahí con su carta y luego, ¿lo llamaban o cómo era?
MO: O sea que con mi carta, o sea que hacían la lista de todos los que iban en el troque. Pues serían más de cien o cincuenta cuando mucho, ¿no?, los que iban y ya. Pero todos los que iban en troque, ya el chofer llevaba la lista. O sea que había un encabezado de todos los que íbamos. Había un encabezado que llevaba la lista de todos los que íbamos ahí en el troque. Pero nosotros llevábamos la carta ya aquí en la bolsa, entonces nos presentamos a la contratación. Era a las nueve. Ponían las bocinas y ya empezaban a llamar a la gente. Como a los tres días que oímos el nombre Miguel Ortega y todos, ya que nos metemos, ya que pasamos pues pal otro lado, ya.
VD: ¿Ahí fue donde le tocó firmar su contrato?
MO: No, lo firmé, lo firmé porque me fui, me tocó ir libre. Y lo firmé en El Centro, California.
VD: Y cuando le tocó cruzar la frontera, don Miguel, ¿le tocó la fumigación?
MO: Sí. ¡Újule!, todo esto le decían a uno que se bajara uno el pantalón. Y lo fumigaban pues todo todo, porque decían que hasta llevaba uno piojos, yo creo, ¿no? Y este, y la bolsita donde llevaba mi ropa, le echaban parecía que, pues no sé, hasta sacudía uno la ropa y le caiba pues como puños de fumigante. Aquí salía uno bien blanco, sí.
VD: Y, ¿así los pasaban a todos?
MO: Así los pasaban a todos. Luego allá en, en El Centro California le ponían un garrote aquí, un palo aquí. Estaba acá así cuando le tomaban a uno la…
VD: Para tomarles la foto.
MO: La foto.
VD: ¿Por qué les ponían ese palo, don Miguel?
MO: Pues yo creo pa que no se moviera uno. (risas)
VD: Y, ¿así salió en su mica?
MO: Así salí.
2do: Con el palo.
MO: Así con el palo. Si hubiera tiempo, yo te mostraba la mica y verías cómo estaba. Todavía estoy ahí todo flaco y ahí todo desvelado. (risas) Porque sale uno de Empalme como a las tres de la tarde y llega uno hasta el otro día allá a Mexicali.
VD: Todos sin dormir bien.
MO: Sin dormir bien, ahí las bancas así como de todo, de palo. Sí y va el tren y va uno bien aporreado, ¿verdá? Sí, llega uno bien aporreado. Y luego pues llega uno allá, a El Centro, California y ahí me tocó. Bueno, pasé, o sea que cuando le ponen a uno un garrote así, ya quiere decir que ya pasa uno. Porque cuando llega uno al comedor, quiere decir que ya pues estuvo bien uno de la sangre, de…
VD: De todos sus exámenes.
MO: De todo.
VD: Oiga, don Miguel, y cuando les tocaba la fumigación y eso, ¿cómo se sentía usted? ¿Ya le habían contado a usted que le iba a tocar eso o fue sorpresa?
MO: Pues fue sorpresa, porque no sabía yo. Apenas era la primera vez que iba yo para allá, sí.
VD: Y, ¿cómo se sintió cuando le dijeron que le iban a poner una…?
MO: Pues era una nube pues de polvo que se hacía en el cuartito. Pues esos traiban sus éstas.
VD: Unas máscaras.
MO: Máscaras aquí, pa proteger, no oler después, no absorber el polvo, y sus lentes aquí. No, lo agarraban a uno como animal ahí, de veras. Y luego la ésa, yo creo que hay veces que la cargaban así, le echaban harto y escupía bastante polvo, sí. No y de veras. Y toda la ropa, de pies a cabeza, por fuera y por dentro lo fumigaban a uno. Y pues ellos cuando vienen aquí, ¿verdad que vienen muy contentos los gringos?
VD: Muy bienvenidos.
MO: Bien bienvenidos y bien recibidos, ¿vedá? Y uno cuando va uno para allá, lo maltratan a uno feo, de veras que sí.
VD: Y, ¿qué decían los otros ahí esa vez?, ¿se acuerda?, sus compañeros que les tocaba fumigarse.
MO: Pues cuando salí de adentro que salí como ratón fumigado, los vi que se sacudían la ropa y se sacudían todos los huaraches. Y ya te, nosotros no estábamos con… “No, es que me echó reteharto”. Y se sacudían pues y yo también salía yo así. Y ¡híjole!, ya pasamos ésta, falta la otra. Pues allá es donde, en El Centro, California es cuando lo ven a uno. Si está uno bien de la sangre o…
VD: Que les hacen una revisión médica.
MO: Sí, sí, digo, que tiene algún riñón dañado o algo. Sí, no.
VD: Allá también, ¿en esa revisión era cuando los ponían en fila a todos sin ropa?
MO: Sí, le quitan a uno la ropa ahí, sí.
VD: Eso fue en El Centro.
MO: No.
VD: Acá en…
MO: En Caléxico. Cuando lo fumigan a uno ya no le hacen a uno eso. Pero pues se pone uno a gatas para que le vean a uno el trasero, pa ver si no lleva almorranas o otra cosa.
VD: Y, ¿si llevaba?
MO: Pues ya no pasaba uno, (risas) sí, de veras que sí. Aquí estaba, haga de cuenta aquí le enseñaba yo y usted mirando ahí cerquitas.
VD: ¿Eran médicos?
MO: Médicos.
VD: O, ¿enfermeras?
MO: Médicos.
VD: Doctores.
MO: Doctores, sí.
VD: Y, ¿cómo se sentía, don Miguel, cuando lo ponían a hacer eso?
MO: Se siente uno humillado, pues. Una humillación que nunca pues, pues eso, se siente uno apenado, ¿no?, bien apenado. Digo eso, nunca enseña uno eso, le digo. Y luego ahí de buenas a primeras está uno ahí enseñando todo, de veras. Luego aquí en los testículos le subían uno los dedos hasta arriba, que le llegaban hasta acá. Y dolía mucho.
VD: ¿No lo lastimaron?
MO: Dolía mucho y tenías que aguantarte. Porque si decías: “Ay”. Y no, y: “A ver qué tiene”. Y le hacían a uno más cosas y va pa juera y órale. Sí, de veras que lo humillaban a uno harto. Y ya pasé para allá. Fui al comedor. Comí, porque pues acá en Empalme pues no comía uno mucho. Allá sí me despaché con la cuchara grande. Sí, ya comí y ya firmé contrato ya cuando salí. Y me tocó estar en San Joaquín, California, en Stockton.
VD: Esa vez, su primer contrato, me dijo.
MO: En su primer contrato.
VD: Y esa vez, usted cuando firmó su contrato, don Miguel, ¿sabía leer y escribir?
MO: Sí.
VD: ¿Sí?
MO: Sí.
VD: ¿Leyó usted su contrato?
MO: Pues estaba en inglés, ¿cómo lo leía yo? Taba todo en inglés. Nomás que, lo único que decía que San Joaquín, California. “San Joaquín, ustedes van a San Joaquín, California, allá van a llegar a la Asociación de Stockton”. Entonces allá llegué y me contrató un tal, el patrón se llamaba Francisco Gallardo. Era un hombre gordo y bien canoso. Pero sembraba de todo, sembraba jitomate, sembraba chile, chícharo. Y bueno, a mí me tocó piscar jitomate, cortarlo pues, jitomate verde, rayado pues, con un arito que nos dieron para que lo midiéramos. Si pasaba, no estaba bueno. Tenía que estar justamente al arito que era. Y ahí trabajé, había comedor. Ahí nos daban de comer, hacían tortillas.
VD: ¿Cuánto tiempo le tocó ahí?
MO: Ahí me tocó cuarenta y cinco días.
VD: Un contrato de cuarenta y cinco días.
MO: Sí.
VD: Y dice que tenía su comedor. Y, ¿cómo estaba la comida que les daban?
MO: Pues sabrosa, pues la sentía mejor que acá, los frijoles boludos, ¿no? (risas)
VD: Allá le sabía mejor la comida.
MO: Pues sí, mejor. Pues sí, allí le daban a uno, vamos a suponer, ya están diez de a dos blanquillos y los parten así como elotes grandes, de a pasitos de a, de a pasitos de a dos, de a dos. Si querías más, volvías a regresar.
VD: ¿Sí le daban más?
MO: “Deme otros dos”, sí.
VD: Y, ¿dónde vivía?, ¿dónde se dormía?
MO: En las barracas que había para que durmiera la gente.
VD: Y, ¿se acuerda cómo era? ¿Estaba usted cómodo ahí?
MO: De madera y camitas para una sola persona, partes de dos, ¿no?, uno abajo y el otro arriba, sí. Y así eran dos cobijitas, sí.
VD: Y, ¿cómo era cuando estaban ahí? ¿Como cuántos dormirían ahí en la barraca, don Miguel?
MO: Pos en una barraca, vamos a suponer, pues unos, ¿qué serían?, unos doce.
VD: En cada barraca.
MO: Como veinticuatro, veinticuatro gentes, si eran doce camas con dobles, pues eran veinticuatro.
VD: Y, ¿cómo era la vida ahí?, ¿se acuerda? ¿Cómo era con los otros compañeros?
MO: No, pues vamos a suponer, bueno ahí era tranquilo, eran tranquilo. Donde yo estaba, era tranquilo, pues se dormía bien.
VD: ¿Sí?
MO: Sí.
VD: ¿No tuvo alguna vez alguna dificultad con los compañeros?
MO: No pues no, ninguna dificultad porque todos eran amigos. Con oaxacas que iban de por acá, son bien amistosos esos de Oaxaca, ahí.
VD: ¿Desde acá de Oaxaca iban?
MO: Sí. Sí iban, sí. Y ahí bueno, ahí estuve bien y nunca tuve problemas. Nos llevaron al cine ahí al pueblito que se llamaba, ¿qué? Este, no me acuerdo ahorita cómo se llamaba.
VD: ¿Quién los llevaba al cine?
MO: El mayordomo.
VD: Y, ¿su mayordomo le hablaba en español?
MO: En español.
VD: ¿De dónde era el mayordomo?
MO: Pues sería de por acá, de por acá de, vamos a suponer, de la frontera, ¿cómo se llama?, de Nogales, de por ahí, de por ahí de esas partes. Ya esos ya tenían papeles y los ponían de mayordomo. Pero eran duros. Eran, allá se trabajaba pues bien duro. Pues este, tenían en la lechuga, en los desahijes de lechuga tenía uno que dejar una matita, así de lejos, una, una, una. Si dejabas dos, te regresaban. “Vénganse, arranque ésta, nomás una deje”. No y salía uno, hacía uno de cuenta que volvía uno a, como las mujeres cuando se alivian del niño. Así de a todo esto dolía bien, aquí estas partes de aquí. Se dejaba uno caer.
VD: ¿Aquí atrás de la pierna?
MO: Sí, aquí esto de aquí. Si se paraba, si se sentaba uno en la mesa para ir a comer en el comedor, se dejaba uno caer. Porque no, el cuerpo no lo, la pierna no lo resistía al cuerpo. Se dejaba uno caer. Lo mismo si iba uno al baño, se dejaba uno caer, no, no tan fácil.
VD: No podía, no es fácil.
MO: Que se sentara uno acá así. No, se dejaba uno caer. Hasta que ya se imponía el cuerpo y las piernas, ya caminaba uno bien.
VD: Y, ¿como cuánto tiempo le tardaba en acostumbrarse?
MO: Quince días, quince días.
VD: ¿Desde que llegó le tocó la lechuga?
MO: Hasta calentura le agarraba a uno y escalofrío.
VD: ¿Se puso malo usted?
MO: Sí, sí. La noche estoy con la cobija que híjole, creo que está haciendo frio. “No”, dice, “tienes escalofrío, canijo”. No, de veras son duros los trabajos, duros, duros. Bueno, cuando empieza uno a trabajar, los trabajos se le hacen duros porque no los conoce y aunque lo haya hecho aquí. Pero allá es diferente, sí.
VD: ¿Qué era lo que se le hacía más pesado? O, ¿qué era lo que era más diferente ahí?
MO: Pues para mí, todos los trabajos. Vamos a suponer cortando jitomate, pues era, si lo cortaba, vamos a suponer, ahí el jitomate verde lo cortábamos por horas. Pero si ya íbamos al jitomate rojo, ya era a contrato las cajas que hiciera, sí. Así es que andaba uno a las carreras, así rápido, sí. Le pagaban a uno a $0.14 centavos la caja.
VD: La caja.
MO: Sí, sí, pero así.
VD: ¿Llegó a ir a la lechuga? ¿Fue su primer trabajo?
MO: No, el primer trabajo fue allá en San Joaquín, ¿no te digo que el jitomate?
VD: Ah, y, ¿qué le tocó por ahí?, ¿jitomate?
MO: El jitomate verde.
VD: Sus cuarenta y cinco días fueron jitomate.
MO: Cuarenta y cinco días.
VD: Y cuando terminó ese contrato, ¿se salió?
MO: Ya salí para acá para México.
VD: Y esa vez, ¿cómo le pareció?, pues si era la primera vez que estaba en Estados Unidos, don Miguel, ¿cómo le pareció?
MO: O sea que, yo regresé, yo, yo a Estados Unidos lo vi muy limpio. Es muy limpio. Ahí vamos a suponer, si vas a la marqueta y vas a comprar, pues hay espejos así por donde quiera te andan mirando, te andan vigilando, que no vayas a robarte cualquier cosa, ¿no?, creo yo, ¿no?, creo yo. Que te ven hasta la distancia de aquí a la esquina, unos veinticinco metros, treinta y vas dando vueltas. Vas buscando. Pues como yo, o sea que esa vez que yo, que había comedor, no me tocó ir a hacer esas cosas. Pero en otros lugares, a donde no había comedor, se iban a comprar, sí. Pero me gustó porque pues fui a conocer. Fueron experiencias que agarré, o sea que agarré por allá. Porque aquí es más diferente que allá, ¿verdá? Aquí es otra cosa y allá es más bonito porque todo está limpio. Yo, me gustó desde cuando íbamos en el autobús para allá para San Joaquín, California.
VD: ¿Qué iba viendo? ¿Cómo le parecía?
MO: Los campos bonitos, las huertas que se, ahí pasábamos de naranja, de limón. Y huertas de, vamos a suponer ahí en madera, en manteca. Hay huertas de uva. Veía las huertas. Y dice: “Y, ¿cómo no me toca aquí en estas huertas pa comer uvas?”. (risas) Sí y allá me gustó porque también, pues ya te digo, pues todos mis compañeros fueron muy buenas gentes, sí. Había comedor y había tienda de ropa ahí.
VD: ¿Ahí mismo en el campo?
MO: En el huerto que tenía el señor, sí. Tenía hasta billar ahí.
VD: Y, ¿pagaban por el billar?
MO: Sí, se pagaba. Vamos a suponer, en ese entonces no me gustaba, ahora sí me gusta jugar un poquito, ¿no? Pero antes, yo creo que unos $0.05 centavos, sí.
VD: Y entonces, esa vez terminó su contrato en California, se salió. ¿Se regresó hasta acá a Morelos?
MO: No, ya no regresé.
VD: Se quedó ahí.
MO: Me quedé a piscar algodón.
VD: Y, ¿dónde le tocó?
MO: Me tocó piscar algodón en Guaymas.
VD: ¿Para que le dieran otra carta?
MO: Otra carta, sí.
VD: Y, ¿cuántos kilos les pedían para que…?
MO: Una tonelada. Bueno, antes no pedían kilos, sino que trabajaba uno dos semanas.
VD: Ah, bueno.
MO: Y vámonos otra vez para allá. O sea que el mismo año entré el [19]57. Entré en diciembre y me tocó en Caléxico, en el campo seis de ahí cerquitas de Caléxico. Con la compañía Farmer, ahí en la lechuga, ahí ya fue lechuga, sí. Se fueron enero, febrero, marzo, como tres meses, como tres meses. Se acabó la lechuga, la lechuga se acabó el 9 de marzo y ahí nos tuvieron en el campo. Y nos entregaron a la Asociación de Coachella el 10. Ahí dormimos en esa Asociación, ahí dormimos. Y un señor de Cuautla me decía, porque en la tarde salió un representante de la Asociación y dijo, dice: “¿Saben qué?”, dice, “necesito treinta personas pero que sean empacadores, que no sean cortadores. Porque yo quiero empacadores, se van a ir a Phoenix, Arizona. Van a ir a cortar, a empacar lechuga”. Me decía uno de Cuautla, se llamaba Rafael, me decía: “Vamos, yo te enseño a empacar”. “Pero ya lo oíste, ya oíste al representante que quiere puros empacadores seleccionados. No quiere, este, aprendices. Me enseñarás en surco, no sé, una caja o dos, pero ya más, ya no”, le digo, “no, me espero”. “Entonces vas a salir pa México”. “Pos no le hace, yo me espero”. Y sí al otro día, 11, porque el 10 nos quedamos pa amanecer 11. Ya salió el representante, dice: “Todas esas personas que no se contrataron ayer, en una fila aquí por donde está el cerco. Hagan una fila”. Ya hicimos una fila. Y ya cuando entré a las oficinas pa que me sellaran mi contrato, me lo dieron por terminado.
2do: De que terminó.
MO: “¿Quieres seguir trabajando?”. “Sí, pos a eso vine, a trabajar”. “Se va a ir a Salinas. Le vamos a dar un contrato del 11 de marzo al 11 de septiembre. El 11 de septiembre se le termina su contrato. Pero se va a Salinas a la lechuga”. Uy, iba yo recontento, sí.
VD: Llegó para allá. ¿En qué se los llevaban?, ¿en camiones?
MO: En autobuses, sí. Llegamos allá y este, pues fue de toda la noche. Al otro día, ya nos fueron a recoger como a las diez. Y sí, me tocó cerquita de un campo que está de Salinas hacia allá. Pa donde el sol se mete, está un campo de Gobierno. Está un cerro ahí. Y por ahí me tocó ir a cortar lechuga.
VD: Y, ¿todos los meses le tocó lechuga?
MO: Lechuga, ahí ya me aprendí a empacar. Ahí aprendí a empacar lechuga, sí. Sí, así es.
VD: ¿Ahí también vivía en barraca?
MO: En barracas.
VD: Y, ¿también tenía comedor?, o, ¿se cocinaba?
MO: Allí no había, pues este, ahora sí que camas de dos. Ahí era de una, de una nada más. Eran como unas seis o siete barracas, sí, sí.
VD: ¿Tenía su comedor ahí también?
MO: Había comedor, sí, había comedor, ahí sí había comedor. Allá siembran la lechuga, vamos a suponer, y cuando se termina el field de que le cortó uno toda la lechuga, lo disquean [discan]. Y vuelven a sembrar más lechugas.
VD: ¿Ahí mismo?
MO: Ahí mismo.
VD: Y, ¿a qué hora trabajaba usted?, ¿cuántos días a la semana?
MO: Todos los días, hasta los sábados. De lunes a sábado.
VD: De lunes a sábado. Y, ¿como cuántas horas trabajaban?
MO: Diez horas. Nueve horas, diez, once, doce, a peso la hora, a $1 peso una hora.
VD: Y cuando acababa su jornada que regresaba en las tardes, ¿qué hacía?
MO: Me bañaba yo, y pa estar pues este, ya descansadito, ¿no? Ya se bañaba uno y ya se recuperaba uno. Y se iba uno al comedor a cenar, sí.
VD: Y después, ¿ya se quedaba dormido o salía?
MO: Oíamos radio, porque antes no nos ponían televisión, puro radiecito pues. De los que ya se compraban radios, oíamos la música.
VD: Y, ¿qué oían?, ¿no se acuerda?
MO: Pos había un programa en español.
VD: ¿De una estación?
MO: De una estación.
VD: Y, ¿de qué era el programa, de música?
MO: De música pues, mexicana, así es.
VD: Y en su día libre, don Miguel, ¿qué hacía, el domingo?
MO: El domingo pues ir al cerro por allá a ver qué había por ahí. Había muchas de éstas que nos encontramos a veces este, colmenas de ésas que se entierran en el suelo. Sí había colmenas.
VD: Y, ¿se iban un grupo de los mismos braceros?
MO: Unos dos, tres y ya. Y nos pasábamos el día por ahí.
VD: Y a los pueblitos, ¿no iban?
MO: No pues había veces que íbamos a Salinas porque había un cine que pasaban películas en español.
VD: Y, ¿también se iba al cine?
MO: Nos llevaban a muchos en una flechita.
VD: ¿Se acuerda qué películas vio por allá?
MO: Pues allá vi la de El Lobo Solitario. Sí, una que filmaron aquí en la laguna esta. Se llamó El Lobo Solitario, ey. Sí, muy bonita. Y películas pues de José Alfredo Jiménez y de Miguel Aceves Mejía y películas, pues rancheras, ¿no?
VD: Cuando veía las películas y oía la música, ¿cómo se sentía que estaba por allá, don Miguel?
MO: Pues se sentía uno mexicano. Sí, se sentía uno mexicano.
2do: Y no triste pa venirse.
MO: Sí, se sentía uno mexicano pues, sí, así es. Se siente uno alegre. Ay, ¡híjole!, se acuerda uno de acá de sus seres queridos, ¿no?, sí.
VD: Y, ¿qué era lo que más extrañaba cuando estaba por allá?
MO: Pues extrañaba yo pues, vamos a suponer, el mole poblano, el mole mexicano, pues este, cosas picosas, ¿no? Porque allá no acostumbran lo picoso, puro dulce. Dicen allá, dicen: “Es, hot, hot el pepper, pepper”, ¿no?, el chile. Y que, hot quiere decir que les picaba mucho, ¿no?, ¿verdad? Y extrañaba yo, vamos a suponer, las cosas picosas de por acá, sí, así es.
VD: Y de como era la vida allá, a como era acá, ¿qué era lo que extrañaba de acá?
MO: Pues, pues aquí extrañaba yo, vamos a suponer, que no era yo libre vaya, allá.
VD: ¿Cómo que no era libre, don?, platíqueme cómo se sentía.
MO: Vamos a suponer allá, si te vas así muy lejos tienes que pedir permiso. Porque ahí…
VD: ¿A quién se lo pedían, al mayordomo?
MO: Al patrón, porque el patrón es el responsable de las personas que él tiene a su responsabilidad. Y si te vas lejos y te llega a pasar algo, él tiene que ver eso. Lo perjudica uno, sí, eso sí.
VD: Y, ¿eso cómo le hacía sentirse, que el patrón era responsable?
MO: Pues seguro, ¿no?, seguro. Estaba uno seguro pues, en ese sentido.
VD: De que el patrón, si le pasaba algo, él era el responsable.
MO: Él era el responsable sí, en ese sentido sí son muy delicados allá, sí.
VD: Y entonces, me decía que acá, que allá no se sentía tan libre.
MO: No se sentía uno libre porque lo cuidan a uno como si fuera uno señorita. Ahí lo cuidan a uno bien, ¿no? Sí, ahí está uno bien cuidado, sí, de veras. Lo mismo cuando lo llevan a uno al cine. Pues pásenle todos y nos van contando, a ver si no se les extravió uno, sí, de veras. Eso sí, eso sí, por ese lado, pues está uno seguro por allá, sí. Sí, así es, sí. Y ya, ya de Salinas, ya se terminó, ése el [19]58, [19]57, [19]58, [19]59 no fui porque pues ahora sí que no fui ese año. Pero de todos modos no vine para acá. Me estuve ahí en Empalme, por ahí estuve.
VD: Y, ¿también trabajó en el algodón?
MO: Ah, sí. Fui al algodón a la costa de Hermosillo. Pero ya no pasé. Sino que pasé, o sea que ese año, el [19]59 fue cuando en Estados Unidos los locales que entraban de las fronteras, querían un aumento de, en su jornada de sueldo, ¿no?, querían un aumento. Entonces en las contrataciones de Empalme, se cerraron las contrataciones. Dice: “No va a haber contrataciones porque no se ponen de acuerdo los patrones con los locales, o sea que quieren un aumento y por eso no va a haber este, contrataciones ahorita”. Eso fue el [19]59. El [19]60, o sea que ya casi pa finalizar el año, me dice un amigo de por acá de, de aquí de Miacatlán, estaba en Mexicali. Conoció a dos personas de Culiacán. Y me dice: “Vamos a Culiacán, mira, ya se cerraron las contrataciones, vamos”. Le digo: “Pero si en eso se abren las contrataciones, yo voy a andar por allá contigo y no tenemos dinero para pos transportarnos hasta allá”. Dice: “Ahí nos vamos pidiendo ride, pero la cosa es que vamos, pues”.
VD: ¿Para qué quería ir para allá? ¿Qué había en Sinaloa?
MO: Pues jitomate, trabajo de jitomate. Le digo: “Pero híjole, pues como que se me hace muy lejos y para regresarme, pos ámonos”. Salimos un lunes, como el caballo blanco que salió de Guadalajara pal norte, ¿no?, nosotros para allá. Salimos como a las siete de la mañana, llegamos a Culiacán el miércoles como a la seis de la tarde. Nos fuimos tres días con las noches y caminándole en la carretera.
VD: ¿Todo eso aventó?, ¿todo ese pedazo se lo llevó?
MO: Sí, caminando y rides como de aquí, vamos a suponer, como unos tres, cuatro kilómetros, cinco.
VD: Y lo demás a pie.
MO: A pie, a pie. Nos estorbaba la ropa que llevábamos puesta. Híjole, se siente duro caminar. Nos alimentábamos con las huertas que había por ahí de jitomate, unos dos, tres jitomates. Y ámonos comiéndole y camínale. Sí, sufrí harto. Y vamos a suponer, llegamos allá el día último de diciembre en la noche para amanecer día primero de enero. Una lluvia que se vino de llueve y llueve de día y noche, día y noche, día y noche, estuvimos ocho días ahí en la casa de sus compañeros de aquel amigo, amigos de él. Le digo: “Mira, yo ya no puedo estar aquí, yo ya me da mucha pena estar aquí pues este, ora sí que con tanta molestia aquí con los familias estas. Yo pues, al domingo yo me voy para la costa esta de por ahí de, es jitomatera ahí en Culiacán también”, le digo, “yo me voy”. Me dice: “Pues yo me voy contigo también va, pues venimos juntos”, dice, “vámonos”. Y sí, nos dio de comer la señora y ya nos fuimos. Hasta nos dio pal pasaje. Y ya nos fuimos, sí, terminamos por allá. Y ya nos quedamos por allá en una enramada de jitomate, una enramada que estaba ahí. Ya nos quedamos y al otro día llega un troque ahí con gente. Y me conoce un muchacho que lo había yo visto en la costa de Hermosillo, en el algodón, y me ve y: “Quihúbole, ¿qué estás haciendo?, súbete”. “Y ahí voy pa arriba”, le digo. “Que súbete”. “Pues, ¿a dónde vamos?”, le digo. “Tú no preguntes a dónde vamos, tú súbete”. Y sí, nos llevaron a trabajar.
VD: ¿Ahí mismo en el jitomate?
MO: En el jitomate, jitomate verde, apenas estaba en planta. A mí me tocó enterrar estaca, este, varas, varas con…
VD: ¿Para que se suba la guía?
MO: Pa que se suba la guía. Y él le tocó plantar postes así de gruesos, palos así de gruesos. Con un tubo por acá así, con una agarradera y tapado de aquí arriba de una boca. Y la otra boca descubierta para meterlo en el palo y enterrarlo a golpes.
VD: Ándele.
MO: Le dicen el niño.
VD: Ah.
MO: Dice: “A ti te va a tocar cargar el niño”. Le dijeron a aquella persona. Como estaba altote y negro, parecía de esos jamaiquinos, ¿no? Y ya trabajó ahí. Pero estuvimos pues sin cenar y sin almorzar. Ya le dijimos al mayordomo. Le dije yo, le digo: “Consíganos a donde nos den de comer”. “Sí, cómo no”. Ya que nos vamos ahí a una ramadita que estaba ahí, ya nos dio de comer la señora. Pero le atoramos duro a los frijoles. Pedimos dos veces plato de frijoles y comimos. Y sí, ahí estuvimos toda la semana. Nos cobró la señora $30 pesos por la asistencia.
VD: ¿Por la comida y por vivir ahí?
MO: Y dormir ahí, ey. Ya el sábado, el domingo le dije a aquél, le digo: “De plano, usted quédese, creo yo que te voy a dejar porque yo estoy con la tentación de la contratación”. “Entonces, ¿te vas?”. “Pues sí”. Ya lo dejé ahí. “Te quedas pero ya con chamba segura, vale, yo todavía voy a navegar”. Y ya me fui a Culiacán y ya me fui para allá para Empalme. Ya encontré un compañero que estaba ahí y se estaba bañando. “¿Qué pasó? ¿A dónde te juites?, ya compañero con... Éramos tres. “El otro compañero ya se fue, ya a su contratación, te estuvieron hablando y por irte para allá, fijate, ya perdistes tu contratación”. Entonces ya me quedé y él se fue a la contratación. Ese día se contrató y se fue. Y yo…
VD: Y, ¿usted se quedó allá?
MO: Yo me quedé desde enero, febrero, hasta marzo me contraté.
VD: Y mientras, ¿en qué trabajó, don?
MO: Pues ahí estaba una señora que me daba de comer y le iba yo a pagar hasta que ya me contratara. Le iba yo a mandar de allá del otro lado. Me daba de comer, sí.
VD: ¿Esos tres meses no trabajó?
MO: No trabajé, no trabajé.
VD: Y, ¿qué hacía mientras?, ¿estaba ahí esperando la contratación?
MO: Pues la contratación se termina a la una. Ya de la una, andar por ahí en el centro en Empalme, mirando. Los compañeros platicando con ellos ahí.
VD: Y, ¿qué decían?, ¿cómo era la vida de los que estaban ahí que querían pasar para allá?
MO: No, pos algunos, pos se hacían hasta locos de que no, pues encontraban la contratación. Algunos se tiraban a la vía del tren a que los atropellara el tren. No, no, era un desbarajuste ahí con la gente, sí, de veras. Algunos se metían a los restaurantes a lavar platos para la comida, pa que les dieran ahí de comer, sí. Esa vez me contraté y me fui a trabajar a San Joaquín, California.
VD: ¿Otra vez le tocó ahí?
MO: Sí, sí me tocó cerquita de Tracy, de San Joaquín, en un campo que había espárrago. Tres meses de corte de espárrago. Y se terminó el espárrago y nos llevaban a la Asociación de ahí de campo de Gobierno. Y ahí me recontraté para el jitomate, otros tres meses, fueron seis meses ahí, sí.
VD: ¿Ahí mismo en San Joaquín?
MO: En San Joaquín, sí. Sí pero, a San Joaquín fui como unas, fue una, dos, como cuatro veces, sí.
VD: ¿Hasta qué año siguió yendo?
MO: Hasta el [19]64.
VD: Hasta el último.
MO: Sí, nos contratamos. Ahí sí me fui en una lista de aquí del sindicato de trabajadores del ingenio. El sindicato está en México. Y sí me, me mandaron la lista y ahí me tocó irme. Por cierto me tocó porque una persona, un amigo de mi hermano no se iba y me fui en su lugar.
VD: ¿También trabajador de aquí del ingenio?
MO: Del ingenio.
VD: O sea que de esa vez que se quedó mucho tiempo por allá, ¿hasta cuándo regresó otra vez para acá para Morelos?
MO: Regresé hasta el [19]59, el [19]60 regresé.
VD: Hasta el [19]60 vino para acá.
MO: Sí.
VD: Después de no haber estado aquí, cuatro años, tres.
MO: Tres años.
VD: Tres años.
MO: Ey.
VD: Y, ¿cómo lo recibieron por acá?
MO: Pues contentos, porque se puede decir que era yo el hijo pródigo, ¿no? Y llegaba yo y: “¡Ay!, ¿cómo estás? Pensamos ya que estabas muerto”.
VD: ¿No les había escrito en ese tiempo?
MO: Sí les escribía yo pues, pero antes era difícil que les llegaran las cartas.
2do: No llegaban.
MO: Sí.
2do: Todavía no lo conocía. Estaba joven todavía.
MO: A ella la conocí en el [19]64, ¿vedá?
2do: Sí.
MO: Ey. Así es que fui el [19]64, el [19]50 y el [19]60, el [19]61, hasta el [19]64. Fui siete, siete años.
VD: O sea que vino para acá y luego ya estando aquí, se quiso volver a ir.
MO: Fui, entonces me llevé a mi hermano y nos fuimos a piscar algodón. O sea que me llevé así sin ninguna esperanza de contratarse. Nos fuimos a contratar hasta allá porque nos tocó ir con el representante de la Asociación de la costa de Hermosillo. Y llegamos allá con el patrón que le digo que me quería como hijo de familia. Llegamos allá. Le llevamos unos chicos de por acá, fruta de por acá, ¿no? Y llegaron bien maduras, porque, ¡útale!, allá es caliente, Llegaron bien maduras. Y ya llegamos en septiembre. O sea que yo llegué ahí y me regresé otra vez con él.
VD: Luego luego.
MO: Luego luego.
VD: Y, ¿qué le decían sus papás de que se iba a llevar a su hermano?
MO: Pues contentos porque decían: “No, pues con éste que ya conoce, no vas a sufrir, van a ir a la segura. Le digo: “Pues si tienes ganas”. Porque él me decía, dice: “Mira, yo he ido a La Ciudadela y no me he podido contratar y tantas ganas”.
VD: Ah, él ya quería irse.
MO: “Yo quiero ir”, y esto, que el otro. “Bueno, ándale pues”. Estuve quince días aquí.
VD: Oh, bien poquito.
MO: Bien poquito. Y pal 16, el 15 de septiembre ya estaba yo en Ciudad Obregón, allá con los patrones que te digo. Y sí, se contrató él. Nos contratamos porque don Martín nos dijo que ya no había, no había, ese año no hubo cartas pa los muchachos que se contrataran. Entonces yo le dije: “Yo me voy a Empalme”. Y en el camino le dije a mi hermano: “Mira, si entra un troque a los campos de la contratación, pues ahí nos vamos a ir a trabajar, yo le pregunto que qué intenciones trae de llevar gente o no. Y si dice que va a llevar gente, pues ahí nos vamos. A ver si no nos llevan a destierro por allá. Y nos vayan a aventar en un voladero por allá. Pues sí, nos vamos, el chiste es que nos vamos”. “Pues yo vengo contigo y tú sabes si me llevas por buen camino o me llevas al destierro por allá, no sé”. Y ya, pues llegamos allá y que veo al carro que entra, un carro. Le digo: “Espérame aquí, yo voy a ver”. Ya que voy y que le digo: “Buenas tardes”. “Buenas tardes”. “Este, lo vi que entró pues al campo aquí de la contratación, ¿con qué fin?”. Dice: “Con el fin de llevar gente”. “¿A dónde?”. “A la costa de Hermosillo”. “¿Con derecho a la carta?”. “No sé, el patrón me mandó y yo voy a llevarle gente. Y no sé con referencias no sé de qué, qué garantías tenga él para ustedes que le van a ayudar a trabajar”. “No, pues vámonos”. Llegamos allá como a la una de la mañana a la costa de Hermosillo. Ya trabajamos ahí y pues nos dieron un saco para piscar algodón dos semanas, sí. Pero nos dimos cuenta que era el representante hasta después. Porque en esas dos semanas no ganamos mucho. Y nos venimos a Empalme. Y entonces nos encontramos una persona de aquí de Miacatlán que ya tenía como unos tres o cuatro meses allá y no se podía contratar. Y que en ese troque lleno que mandó el patrón, ya había otras personas que ya tenían ocho días que habían llegado. Y les faltaban ocho días para cumplir y venirse. Entonces nosotros llegamos a Empalme y nos encontramos una persona. Dice: “No”, dice, “no puedo contratar. Ustedes sigan a la mejor. No, yo estoy trabajando en una desenlitradora(??) que van a hacer aquí en Guaymas. ¿Quieren ir a trabajar?”. Le digo a mi hermano: “¿Nos vamos a trabajar?, ¿qué dices?”. Dice: “Pues yo no sé, tú lo que digas”. “Pues a lo mejor no es cierto que nos contraten, vámonos”. “¿Cuánto estás ganando?”. “Veintiuno, ochenta”. “Pos vámonos”. Ya trabajamos ahí en esa fábrica que estaban construyendo apenas, la estaban levantando. Entonces trabajamos ocho días y a los ocho días, el domingo, que le digo: “Pues ahí andamos cerquitas del mar y me acordé de la contratación”, le digo, “aquellos vamos a verlos a ver si ya se contrataron los demás compañeros”. Y que nos vamos por acá por la estación, por donde espera uno el tren y que encontramos a tres que ya iban con sus cosas. “¿Qué pasó muchachos? Áchale, les estuvieron hablando y ustedes no se presentaron a la contratación para contratarse”. “¿A poco ya se contrataron?”. “Ya, mira con las cosas que vamos. Ya vamos allá a la estación para agarrar el tren para Mexicali”. Y en eso estábamos cuando veo a tres personas de los que se habían quedado ocho días allá. Que los veo, que les hablo, les digo: “¿Qué pasó compañeros?”. “Es buena la carta que traen ustedes”. “¿Por qué?”. “Porque es el representante de la Asociación de la costa de Hermosillo”. “¡Híjole!, y, ¿qué pasó?, ¿los demás dónde están?”. “Se quedaron porque mañana”, era domingo, “mañana lunes les va a hacer la lista el patrón para que se la traigan para venirse a contratar”. “¿En qué parte se quedaron?, ¿no sabes?”. “Se quedaron en una casa de huéspedes que le nombran El Charrito”. Le digo a mi hermano: “Yo me voy, yo me voy ya que mi lista ya pasó. Yo me voy ahorita”. “¿Te vas solo?”. “Pues sí, va pues”. “Vámonos, yo me voy para allá”. Ya llegué como a las…
VD: Y, ¿su hermano?
MO: Se quedó en Empalme. Se quedó en Empalme con la persona que te digo que nos llevó a trabajar ahí a Guaymas. Y ya nos fuimos, me fui yo solo, ya me quedé en un hotelito por ahí. Y al otro día temprano que me levanto y de casualidad hallé luego luego la casa esa de huéspedes, ya que le pregunto a la señora: “¿Aquí se quedaron unos muchachos ayer?”. “Sí, pásele”. Ya que paso y que les hablo. Le digo: “¿Saben qué?, vengo a que me incorporen pues en la lista que les va a hacer el patrón al rato”. “Sí, me dijo que a las diez, él me dijo”, dice, “a las diez”, dice, “nos vamos, va a recibir las cartas que nos dio y ya sobre esas cartas nos va a hacer la lista”. Y sí y que les doy los papeles que me había dado el patrón. O sea que los comprobantes, y: “Ah, sí, sí son buenos”, ya que los únicos, los demás que tenía y ya se fue. Al rato dice: “Ya es hora, ya me voy”. Y que le hace la lista y ese mismo día regresamos a Empalme. Yo llegué a Empalme y buscaba a mi hermano. Y no lo pude encontrar ese día y me fui pa allá para Guaymas donde nos quedamos pues a dormir y no llegó en toda la noche. Y ya al otro día, ya me venía yo, ya me iba yo a agarrar el camión para irme pa Empalme, de la contratación, cuando lo veo que ahí iba. Le digo: “Ándele, te ando buscando. Ándale, ya traigo la carta, ya estamos en la lista”.
VD: ¿También a su hermano lo había anotado?
MO: Sí, a los dos. Me llevé su carta de él y la mía. Y ya nos fuimos a Empalme, sí.
VD: Y, ¿de ahí se contrataron los dos?
MO: Los dos nos contratamos.
VD: ¿Les tocó juntos?
MO: No, a él le tocó acá en Phoenix, Arizona.
VD: ¿Algodón también?
MO: No, lechuga.
VD: Ah.
MO: Y a mí me tocó en Santa Ana, California.
VD: ¿Qué le tocó esa vez ahí en Santa Ana?
MO: A cortar celery.
VD: Ah.
MO: Corté celery con unos japoneses. Pero qué trabajosos son esos japoneses. Comiendo y haciendo algo con una mano. Sí, son buenos.
VD: ¿Otros trabajadores de ahí japoneses?
MO: Era japonés, el patrón era japonés. Eran unos japoneses. Tenían trabajadores ahí, como unos seis, sí. Y ahí trabajé.
VD: ¿Cuánto tiempo le tocó esa vez?
MO: Esa vez me tocó seis meses, seis meses.
VD: Y, ¿todo ahí en el mismo campo?
MO: Sí.
VD: ¿Con esos mismo patrones?
MO: Con los mismos.
VD: Y, ¿dónde vivía cuando estaba con esos patrones?
MO: Ahí tenía una casita, igual como para seis, siete personas, sí.
VD: Y ahí sí se cocinaba usted.
MO: Ahí me cocinaba yo. El primer día que me dan un vale, un cheque para ir al lonche, pues yo me llené mi carrito de lo que yo más o menos, ¿no?, quería yo comer. Pero ya para guisar, no sabía yo qué guisar. Andaba yo pa allá y andaba yo pa acá y, ¿qué guiso?, y que esto y que el otro, y que ya nos íbamos a ir a trabajar. Y dicen los demás, dicen: “Tú nomás andas dando de vueltas, no, no sabes qué guisar y ya nos vamos a ir. Ándale, cómete lo que hicimos”. Y me dieron de comer. Y sí, ya nos fuimos a trabajar.
VD: Y las otras veces, ¿cómo se hacía de comer usted? ¿Allá aprendió, don Miguel?
MO: Ahí aprendí más o menos a hacer algo, sí. O sea que cortamos el celery. Empezamos a las, de que no cortamos celery, cortamos coliflor. Tenían coliflor también. El celery es de frío.
VD: Y, ¿la coliflor?
MO: También, ¿no? Soporta el frío.
VD: Ah.
MO: Sí.
VD: Entonces tenía siempre trabajo, como sea.
MO: Sí, sí, así trabajé con él. Y ya vamos a suponer, el último año en el [19]50, el [19]63 me tocó contratarme en Ciudad Juárez, Chihuahua. Allí ya fue en Chihuahua.
VD: ¿Ahí fue su contratación?
MO: Sí.
VD: ¿Cómo llegó para allá?
MO: Contratado.
VD: Ah, gracias señora.
MO: Fue una lista del sindicato, que le digo que esa persona…
VD: Ah, o sea que entonces se vino usted para acá, y, ¿se metió al ingenio?
MO: No.
VD: Ah.
MO: Una persona que no se iba y me fui en lugar de él.
VD: Uno que era trabajador del ingenio.
MO: Ahí me fui en lugar de él y me tocó estar en Wyoming.
VD: ¿Hasta allá lo mandaron?
MO: Allí le dicen el campo de la contratación, el Río Vista.
VD: Y, ¿qué le tocó por allá?
MO: Este, desahijar betabel.
VD: Ándele. ¿Ésa fue la única vez que le tocó el betabel?
MO: El betabel sí, desahije de betabel. Pero ¡híjole!, duro es el desahije.
VD: ¿Cómo se le hizo ese trabajo?
MO: Porque dan así de lejos, más o menos uno tras de otro. Híjole, una vez, pues íbamos empezando como teníamos, como unas dos semanas o tres, no sé. Y una nubecita que apenas se veía así en el cielo, azul, y llegó el patrón pero si, con su camioneta y había un canalón ahí, una acequia, le dicen por allá, ¿no? Y ya nos hablaba: “Come on, come on”. En bueno, digo: “No sé inglés, ¿qué nos estará diciendo? Que nos apuremos, yo creo”. Y: “Come on”. Y vio que no le hacíamos caso, se metió al field y nos fue a jalar. “Come on, come on, go, go al troque, troca”. Y nos fuimos pues corriendo y caminando, correría un tanto como unos cincuenta metros cuando mucho. Y cae el granizal y se metió en un subterráneo donde tenía pues otro señor pastura pa sus vacas, ¿sí? Pero subió, este, tanto el granizo. Y que vemos pal field donde estábamos desahijando.
VD: Blanco.
MO: Blanco, blanco. Dice, le digo a aquél: “Ya nos va a llevar para México pues, nos va a mandar. Aquí ya se terminó esto”. Y mientras al otro día, ya nos consiguió a dónde ir a trabajar en el, ¿cómo se llama?, rábano.
VD: ¿Por ahí cerca?, ¿por ahí mismo?
MO: Por ahí cerca onde no pegó pues el hielo, el granizo, sí ahí.
VD: ¿Trabajó en el rábano?
MO: Ahí trabajamos como una semana hasta que se repuso, hasta que se derritió el hielo, el granizo. Trabajamos una semana.
VD: Y después se regresaron a California.
MO: Y hay otra verdura pues, no sé cómo le llamen. Una que le echan a los pepinos, que los enfrascan. Que están los pepinillos por acá así. Que los hierven, no sé. Hay una, otra hierbita que los hierven. Y ya se hacen como en conserva, no sé cómo será. Sí, trabajamos ahí y ya después regresamos otra vez al desahije, sí.
VD: ¿Como cuántos eran esa vez en el desahije?
MO: Éramos seis.
VD: ¿Seis nada más?
MO: No, cinco. Porque me acuerdo que tenía tres camas, una individual y las otras matrimoniales.
VD: Y, ¿se quedaban juntos unos?
MO: Pues sí, una cama matrimonial dormían dos personas. Dicen: “Vamos a poner una tabla en medio pa que no se molesten ni uno ni otro”.
VD: Y, ¿les puso una tabla?
MO: No, nomás les dijo.
VD: Ah.
MO: Nomás les dijo. Y había otros dos que eran primos, se quedaron en una cama ellos dos. Yo me quedé en una camita individual ahí solito. Y dice una vez, aquél este, Manuel, un amigo que iba con nosotros se llama Manuel, dice: “Voy a echarme un baño”. A los ocho días, o sea que el sábado. No no nos bañábamos todos los días porque hacía un frío de la fregada.
VD: ¿Cada cuándo se bañaban?
MO: Cada ocho días.
VD: Ándele.
MO: Sí, pero dice: “Voy a hervir el agua porque está bien fría. Voy a hervirla”. Y la hirvió. Ya que estaba caliente dice, porque el señor ese no tenía baño. Así no, un rodetito(??) que tenía ahí, ahí nos bañamos. Y este, dice: “Voy a sacarla pa allá pa fuera y voy a regresar porque voy a traer el jabón y la toalla”. Pues ya cuando regresó pa allá, que ya se iba a bañar, ya estaba bien fría el agua, bien fría y ya no se pudo bañar. Y yo sí me soportaba yo el agua fría porque la saca uno así con este, palancas así, donde está la tubería enterrada y sale el agua pero bien fría. Y así me bañaba yo, con agua fría.
VD: Y ese muchacho no aguantó.
MO: No aguantaba. El patrón nos dijo un día, dice: “Vamos a ir a misa, los voy a llevar a church”, decía él, “a la iglesia, a misa, sí”. Que me baño con agua bien fría, fría, fría. Y así me fui, bañadito.
VD: Y, ¿a qué iglesia los llevó?
MO: A una iglesia americana. Por allá no hay gente que hable español, puro inglés, sí.
VD: Y, ¿estaba en inglés la misa?
MO: La misa en inglés. Les digo a aquellos: “Nomás persígnense y récense un Padre Nuestro”, ¿vedá? Pues porque no sabemos lo que están diciendo, sí. Y ya este…
VD: ¿Todos fueron a la misa?
MO: Todos fuimos. Éramos cinco ahí, cinco personas.
VD: ¿Ésa fue la única vez que fueron a la iglesia por allá?
MO: Pos no, por acá en otro lado, sí íbamos a misa también.
VD: ¿En California?
MO: En California.
VD: Y, ¿allá sí había en español?
MO: Y había personas que iban, que eran devotos de la Virgen de Guadalupe. Y hacían reuniones ahí en el campo, sí.
VD: ¿A ustedes los iban a ver ahí al campo?
MO: Nos iban a ver, sí nos iban a ver ahí al campo.
VD: ¿Les daban pláticas o qué hacían?
MO: Pláticas de Jesús y eso. Te llevaban una imagen de Guadalupe.
VD: Y, ¿era de gente de allá?
MO: Gente de allá, de por ahí.
VD: Y, ¿hablaban español?
MO: Hablaban español, sí así, como tú que eres americana, ¿no?
VD: No, de acá.
MO: ¿Eres de acá?
VD: Sí.
MO: ¿De dónde eres?
VD: Del D.F. [Distrito Federal].
MO: Ah, ¿eres del D.F.?
VD: Sí, del D.F.
MO: Con razón te vio aquella vez aquel Rodolfo y te habló.
VD: Sí, sí, no del, del…
MO: Yo pensaba que eras de por allá.
VD: No, de acá de…
MO: ¿Pero si estás en Boston?
VD: En Texas, sí.
MO: En Texas.
VD: En Texas.
MO: En Boston.
VD: En Austin.
MO: Austin.
VD: En la capital sí, sí. No, pero yo soy de acá.
MO: Aquí estaba un señor, un americano que era de allá de Austin.
VD: ¿En dónde?, ¿aquí en Miacatlán?
MO: En Miacatlán.
VD: Ah.
MO: No me acuerdo cómo se llamaba ese muchacho, era americano, hablaba bien el español. “Que soy de Austin yo”.
VD: Oh mire, pos sí, de allá. De allá estoy, allá vivo.
MO: Sí, ¿qué posibilidades hay de lo que estamos gestionando pues, de que nos regresen nuestro dinero?
VD: Ah, si quiere platicamos ahorita de esto. Nada más déjeme acabamos esto y ahorita platicamos del otro asunto, de lo del fondo de ahorro.
MO: Sí.
VD: Déjeme nada más preguntarle, la última vez que estuvo allá fue en el [19]64, ¿verdad?
MO: En el [19]64, sí.
VD: Ésa fue.
MO: O sea que en el [19]64 entramos. Nos tocó en Arizona. Willcox, Arizona nos tocó en un campo grande ahí.
VD: ¿De qué era el campo?
MO: Era como campo de contratación, o sea que donde llegaba la gente, había de tres compañías ahí. Había la Northon, la Calzona, y la Royal. A mí me tocó trabajar en la compañía Royal, trabajar ahí.
VD: Y, ¿qué se hacía en esa compañía?
MO: El desahije, el desahije.
VD: ¿De betabel también?
MO: De lechuga.
VD: Ah, lechuga.
MO: Desahije de lechuga, sí. Ahí estuvimos setenta y cinco de aquí de Miacatlán.
VD: ¿Se fueron todos juntos?
MO: Todos juntos nos fuimos.
VD: Y, ¿les tocó juntos?
MO: No, bueno, nos tocó juntos estando en el mismo campo. Pero unos estaban trabajando con una compañía, otros con otra, sí. Ahí nos tocó desahijar. Y este, el primer día ahí en ese lugar de Willcox, Arizona, pues hace un aire como a las diez de la mañana. Un aire que chifla, (silbido) chifla y las puertas de las barracas se abren y se azotan y las ventanas. Y está un cerrito así para allá, como a, pues se ve cerca, ¿qué serán?, unos cien kilómetros, cinco millas. Y está frío, tiene hielo. Y ese día, pues no nos calentábamos ni trabajando, teníamos harto frío. Y es arenosa la tierra, se levantaba la arena, la tierra, el polvo. Híjole, ese día sí la pasamos muy mal porque, pues mucho frío, sí.
VD: ¿Tenían estufas adentro de sus barracas para calentarse?
MO: No, no, nada, nada. Qué chistoso. Empezaba a las diez y a las diez de la noche se acababa el airecito.
VD: ¿Todo el día?
MO: Todo el día, doce horas de aire y con frío, sí. Ahí trabajamos, vamos a suponer que fue en marzo, abril, mayo, junio, en julio se terminó. Pero nos llevaron. Era empacador ahí, empacador de lechuga. Porque lo había hecho el [19]58 en Salinas.
VD: Ya sabía.
MO: Ya sabía yo. Pero cuando dijo Lorenzana, aquel Jesús, dijo que los que habíamos, o sea que se terminó la lechuga ahí, el desahije de lechuga. Y nos llevaron al Águila, de donde está Phoenix, más adelante para allá. Ahí está un campo también que le nombran el Águila. Pero los trabajadores son de la misma compañía Royal. Y ahí nos llevaron a muchos y ya al otro día que dice Lorenzana, dice: “¿Quiénes son empacadores de los que llegaron anoche?”. Pero yo lo había hecho el [19]58 en Salinas. Dije: “Pues yo”. Que levanto la mano y ya que dice: “Agarre su, su burra”, dijo él, “baje su burra del troque y parquéela”
VD: ¿Cuál burra? ¿Qué era la burra?
MO: Burra es una como carretillita que tiene una escuadra de ángulo, donde cabe la asiento de la caja donde se empaca la lechuga, sí. Son cajas, vamos a suponer, así de altas y por acá así de cuadradas, ¿no?, de diámetro. Donde caben las veinticuatro lechugas.
VD: ¿Por caja le metía veinticuatro?
MO: Doce abajo y doce arriba. Pero como no me había fijado que el día antes habían regado el field ese, estaba recién regadito. Híjole, que le entramos pues. Pero, ¿por qué voy a decir que lo hice bien? Parecía yo nuevo, peor que nuevo porque las cajas se me abrían de las esquinas. Y ya hasta que me enseñó Lorenzana. Que dice: “Mira, así se empaca. Sí vételo, ve acomodándolos bien”. Y ya fui agarrando el empaque, sí. Pero ese día fue muy duro porque, porque yo me acuerdo porque me agarró escalofrío y calentura. Fue el 10.
VD: ¿Por qué se enfermó?
MO: Fue el 10 de mayo por tan duro el trabajo. Dolía todo esto de aquí.
VD: Como los riñones.
MO: Los riñones, tanto de ir empujando la burra. Las llantas se enlodaban, se enzoquetaban y ya no corría pues la llanta. Sino que la iba uno empujando a puros empujones, sí. Y ese día, sí terminé mi día bien maltratado de mi cuerpo.
VD: En la noche.
MO: Sí.
VD: Y, ¿cómo se sentía?, ¿en ese momento qué pensaba de estar de bracero?
MO: Pos, pues renegando pues por lo mismo de la lodacera que había, del zoquetal que había en los surcos. Pero pues decía yo: “No, esto es de un día o dos. Ya después va a ser diferente”. Porque no todos los días son iguales. No son iguales por esta razón, porque vas agarrando mañas de cómo hacerlo mejor, ¿no?, sí. Y de esa manera se va uno pues haciendo las cosas más rápido, sí. Y me decía uno de Zacatecas, dice: “Pues mira, este empaque es el más difícil porque este empaque debe de ir la hoja bien restiradita y sin arrugas y sin quebradas, sin zafadas de tronco. Debe de ir un empaque limpio y bien empacadito pa que el que va con la grampa, no sufra. Ponga su grampa y rápido la doble y la grape y ya está”. Le digo: “Sí pues”, le digo, “esto no es, ya lo hice pero ahorita de momento pues no le agarro la onda”. Dice: “Pero vas a ver cómo para mañana vas a estar mejor”.
VD: Otra vez agarra práctica.
MO: Sí, sí. Y así fue como, como ya después, cuando se terminó la lechuga, hubo selección de gente. Y la gente que era empacadora, los seleccionaron para ir a Wisconsin. O sea que yo fui a Wisconsin con la misma compañía que me llevó a Wisconsin.
VD: ¿Cuánto tiempo estuvo por allá?
MO: Como tres meses, sí.
VD: ¿Empacando lechuga también?
MO: Lechuga. Allá en Wisconsin, en los fields, son playas, como playas muy vaporosas pues, como que pisas y te sumes. Como sientes que te sumes. Decía Jesús, el Lorenzana que te acabo de decir.
VD: ¿Era su mayordomo?
MO: Era el mayordomo. Dice: “Miren, los que saben fumar, no tiren el cigarro que se, que esté ardiendo, que esté el tizoncito, ¿no? No lo tiren. Apáguenlo porque la tierra se va a quemar”. Sí porque estaba, tenía pues, como son playas, tenía pues mucho, ¿cómo te dijera yo?, mucha lama, lamita finita. Y todos esos palitos se iban ardiendo. Como tierra muy podrida, ¿no? Sí, y eso nos recomendaba.
VD: Que no echaran su cigarro ahí.
MO: Que no echaran el cigarro encendido porque se quemaba la tierra.
VD: Y, ¿allá también vivió solo en una casita?
MO: No, estuvimos así la gente que íbamos en unas barraquitas.
VD: En barracas.
MO: En barracas, sí. Éramos como, ¿cómo te dijera yo?, éramos como sesenta.
VD: ¿Todos eran braceros?
MO: Braceros.
VD: Y, ¿ahí fue donde terminó su contrato, don Miguel, el último que tuvo?
MO: El último, sí. Ése fue el último en el [19]64.
VD: Y, ¿qué le dijeron esa vez que se terminó su contrato?
MO: Pues que ya era el último año, que ya las contrataciones se iban a terminar.
VD: Y, ¿les dijeron por qué?
MO: Pues nos dijeron que porque, pues ahora sí que el Gobierno de México ya no quería que fuera gente contratada. Sí, que habían firmado un contrato y que ya se vencía y que ya se iba a terminar. Y bueno, entonces ni modo. Ya éste fue el último.
VD: Y, ¿desde allá de Wisconsin se vino para acá, para Morelos?
MO: Sí, de allá nos mandaron. O sea los que se vinieron, se vinieron así en camión hasta la frontera.
VD: Y, ¿usted no se vino?
MO: Sí.
VD: Ah.
MO: Me vine.
VD: Estaba, y se llegó a la frontera también.
MO: No, o sea, salimos por ciudad. No, entramos por El Centro, California y salimos por El Centro, California. Sí, ya me acordé, por ahí salimos, por Mexicali.
VD: Y, ¿qué se trajo usted de allá? ¿Compró cosas para traer?
MO: Ropa, creo traje, ¿verdá, Elena? Entonces ya me había casado con ella.
VD: Ah y ya cuando se fue la última vez, ¿ya estaba casado?
MO: Ya estaba yo casado.
VD: O sea, ¿en qué año se casó, don Miguel?
MO: [Mil novecientos] sesenta y cuatro.
VD: Ah, y se fue luego de casado, se fue para allá.
MO: Sí, como a los pocos tiempo, ¿vedá?
2do: Sí.
MO: Sí.
VD: Y, ¿qué le…?
2do: Poco nada más.
VD: Poquito tiempo se fue.
2do: Sí.
VD: En lo que estuvo allá.
2do: Y ropa hasta me la escogió y me la…
MO: O sea que me fui a Arizona, a Willcox, Arizona, ¿no le digo? Y de ahí ya la misma compañía me contrató, recontrató para ir a Wisconsin. Por ahí, ése fue el último año.
VD: Y ya después de ahí se regresó para acá.
MO: Ya, ya me regresé, sí, así es.
VD: Oiga, usted que estuvo muchos años por allá, que se pasó mucho tiempo, ¿cómo le parecía la vida allá en el norte comparada con la vida aquí?
MO: Bueno pues, yo pienso que la vida de allá era favorable. Porque ahora sí que a donde había comedor nos quitaban cada semana, o cada semana lo que había que… Ya cuando nos daban nuestros chequecitos ya iba recortado el lonche, pero ya recibíamos el cheque, pues ya limpio. Y se nos hacía fácil por allá porque aquí pues siempre los trabajos eran más escasos, sí. Y el dólar de allá, en aquel tiempo valía $12.50, ¿verdad?, $12.50 valía. Cuando aquí se ganaba, vamos a suponer, $15 pesos.
VD: ¿En el día?
MO: En el día. Allá por dos horas eran $25 pesos y aquí por todo el día de trabajo eran $15 pesos, con la jornada de ocho horas. Y allá con dos horas de trabajo, ya rebasaba de los $15 pesos, ¿verdad? Y se trabajaban diez horas, sí, así es. Y se alivianaba uno mejor.
VD: Y en el resto de la vida, de cómo era estando allá, por ejemplo, cuando ustedes iban a los pueblos o a comprar o algo, ¿cómo los trataba la gente de allá?
MO: Pues, ahora sí que nos veían pues, pero ni uno, nos hablaban pero nosotros no les entendíamos lo que nos decían. Nomás le preguntaba uno al patrón: “¿Qué es lo que dicen?”. “No, pues dicen que si, si gustan en que le ayuden en algo, ¿qué es lo que desean?, ¿qué es lo que quieren?”. Híjole, es tan difícil estar por allá porque no conoce uno el inglés. Pero ya cuando ya lo empieza uno a conocer un poquito, pues ya cuando menos se entiende uno algo, ¿verdá?, sí, sí.
VD: Y alguna vez, don Miguel, ¿le tocó a usted algún incidente de discriminación allá?
MO: Nunca, nunca me tocó, vamos a suponer que algún autobús chocara o que, o que ya se emborrachó el chofer y que nos regresara pues en malas condiciones, ¿no? No, siempre estuvo correcto.
VD: Y cuando iban a los lugares o eso, que no les dejaran entrar o que les dijeran que los mexicanos no podían pasar.
MO: Pues en los parques ya ve que ahí siempre pues va cualquier gente a este, a un parque a recrearse un poco, ¿verdad?, a jugar ahí, a platicar y eso. Se le hace a uno el día bien chiquito.
VD: ¿Allá se iba usted para pasar sus ratos libres?
MO: Sí.
VD: ¿A los parques?
MO: Sí.
VD: Oiga, don Miguel y entonces después del [19]64 que usted se regresó, no, ¿en algún momento pensó en quedarse por allá a vivir?
MO: Pues siempre me decían, dicen: “Quédese, quédate”. Los amigos, ¿no?, que ya tenían papeles, me decían: “Debes de quedarte, está fácil para quedarse por acá ahorita. La Migración no está chequeando los lugares ni nada de eso”. Le digo: “Pero yo busco mucho a mi gente, a mi familia”. Me gustaría quedarme pero se me hacía pues también estar tanto tiempo por allá, se me hacía muy difícil. Pero sí, para trabajar un tiempo favorable, sí pues lo pasaba yo contento, sí. A pesar de que había veces que los trabajos no los había uno hecho pero le enseñaban a uno.
VD: Y, ¿alguna vez le pasó o pensó usted en llevarse a su familia para allá?, por ejemplo.
MO: Pues nunca pensé llevarla porque digo: “Aquí se necesita pues ser un profesionista para, pues para desempeñar un empleo”, ¿no? Por ejemplo, vamos a suponer, que fuera yo albañil, que le tuviera yo pues aprecio a una carrera de ésas de albañil. Pos me dedicaría yo allá, pues a construir casas. Y si no, a las compañías pues haciendo carreteras. Pues que ganan un poquito más, ¿verdá? Pues se me hacía difícil porque ahora sí que no conocía yo gente, familia de por acá que me hiciera esa invitación de irme por allá con todo y familia.
VD: ¿Usted cree que si hubiera tenido allá alguna familia o algo, a lo mejor lo hubiera pensado?
MO: A la mejor sí, a la mejor sí lo hubiera pensado, llevármela. Porque allá es otra vida mejor.
VD: ¿Le hubiera gustado que sus hijos crecieran allá?
MO: Sí, sí me hubiera gustado. Porque pues allá la vida es otra. Es otro el vivir por allá, sí. ¿A poco no?
VD: ¿Le parece que es mejor que aquí?
MO: Bueno, pues aquí vamos a suponer, el que tiene una profesión pos se siente a gusto porque siempre tiene trabajo. Y el que es jornalero pos no, porque pues hay veces que los trabajos se escasean, sí. Pero el que tiene una profesión, yo pienso que sí.
VD: Y ahora que se acuerda, don Miguel, después de todos estos años que pasaron, cuando usted piensa en sus años de bracero, ¿cómo se siente?, ¿qué recuerdo le queda?
MO: Pues dicía yo: “Pues aprendí mucho, porque cuando mis nietos crezcan, para platicarles cómo es la vida por acá. Pa platicarles cómo son los trabajos, cómo se va uno desarrollando en los trabajos. (sonido del micrófono) Mira, ya se cayó.
VD: No, espérese. Entonces pensaba así en sus nietos.
MO: En los nietos, en mis hijos.
VD: Y de sus hijos, ¿alguno está por allá?
MO: Sí. Mi hijo se llama Miguel también. Él apellida Miguel Ortega Valle. Valle por su mamá. Él está en Washington.
VD: ¿En Washington? ¿En la manzana, o dónde le toca, o está en las…?
MO: Él le tocó en las yardas.
VD: No está en el campo.
MO: No, está en las yardas.
VD: ¿Tiene mucho allá?
MO: Se fue desde febrero. Y va a venir, pues se fue por nueve meses.
VD: Y, ¿se fue contratado o se fue sin papeles?
MO: No, contratado. Se contrató aquí en Cholula, Puebla.
VD: Ah, y se los llevan contratados también.
MO: Contratados, sí.
VD: ¿Es la primera vez que se va?
MO: No, ya lleva como tres años yendo, sí, sí, no.
VD: Y él es el único que va.
MO: Porque la vez pasada, el año antepasado se fue a contratar aquí a Guanajuato.
VD: Y, ¿también al mismo trabajo?
MO: Al mismo trabajo.
VD: Ah.
MO: Y esa compañía de Guanajuato y la de Cholula es la misma. Decía: “Tú te vas a ir a Cholula porque te agarra cerca”, sí. Sí y esta vez fuimos a Cholula, allá a la compañía esta de Cholula, ahí pagó su pasaporte. Y fue al banco a pagar su visa.
VD: Y allá se contrató.
MO: Se contrató, sí.
VD: ¿Él es el único, entonces?
MO: Es el único.
VD: Ah.
MO: Sí, tengo una hija pero ésa trabaja en el Congreso del Estado.
VD: ¿Aquí?
MO: Sí.
VD: Él fue el único que decidió irse para allá.
MO: Ahí en Cuernavaca.
VD: Ándele.
MO: Mi hijo ya se casó. Vive ahí en aquella casita.
VD: Aquí cerquita.
MO: Sí, aquí en el mismo lote.
VD: Aquí luego luego.
MO: Sí, ahí en el mismo lotecito.
VD: Ándele.
MO: Ahí le hice su casita.
VD: ¿Esos son sus tres hijos que tiene?
MO: Dos.
VD: ¿Dos nomás?
MO: Dos. Es mi hijo y mi muchacha, mi hija.
VD: Su hijo el que se va, ¿es el que vive aquí con usted? Ándele, ándele.
MO: Y mi hija vive más abajo. Se llama Carmelita, María del Carmen.
VD: Ah, pues ya.
MO: Ortega Valle.
VD: Los tiene aquí cerquita.
MO: Sí, cerquita.
VD: Don Miguel, muchísimas gracias por todos sus recuerdos que me compartió del tiempo de bracero.
MO: Sí, son recuerdos que nunca se van a olvidar porque los vivió uno por allá.
VD: No, claro, claro que sí.
MO: Sí.
VD: Muchas gracias por compartirlos.
MO: Sí, mucha gente que fue a trabajar allá, pues hay gente que se quedó pues a trabajar y a vivir allá. Esos son los que ya, pues ya tienen sus hijos, ya crecieron y ya son ciudadanos americanos, sí.
VD: Y otros se regresaron.
MO: Otros se regresaron.
VD: Como usted.
MO: Como yo, sí. Pero si me hubiera quedado, pues tuviera yo otra vida mejor, a lo mejor.
VD: ¿Piensa?
MO: Pienso yo que sí, porque hubiera progresado. Por ejemplo si me quedo aquí en Sonora, pos fuera yo ya un terrateniente, tuviera yo dinero. Tuviera yo otra manera de vivir mejor, sí. Sí, así es. Tú, ¿cómo te llamas dices?
VD: Violeta Domínguez, déjeme pararle.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 5 de agosto de 2003
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez
El día de hoy es 5 de agosto del 2003. Y ésta es una entrevista con el señor…
MO: Miguel Ortega Álvarez.
VD: Don Miguel, quiero preguntarle primero, ¿qué edad tiene usted?
MO: Tengo sesenta y ocho años.
VD: ¿Dónde nació usted, don Miguel?
MO: Aquí en Miacatlán.
VD: Es de aquí de Miacatlán. ¿Sus papás de dónde eran?
MO: Mi jefe era de Palpan.
VD: De Palpan, de aquí cerquita.
MO: Sí.
VD: Y, ¿su mamá?
MO: Y mi mamá era de Tlajotla.
VD: ¿De dónde?
MO: Tlajotla.
VD: ¿Tlajotla? ¿En dónde es Tlajotla?
MO: A un lado de Palpan, así para allá.
VD: Y, ¿a qué se dedicaban sus papás, señor Miguel?
MO: Pues mi jefe trabajaba en el ingenio de aquí de Miacatlán, en ese ingenio que fue antes, sí. Y mi jefa en el hogar.
VD: En la casa. Y, ¿qué le tocaba a su papá ahí en el ingenio?
MO: Pues trabajaba en construcción. Era albañil.
VD: Era albañil del ingenio.
MO: Que se trataba de que fuera a hacer cualquier cosa, cualquier trabajo, él lo desempeñaba, lo iba a hacer, sí.
VD: ¿Siempre trabajó ahí?
MO: Siempre trabajó ahí.
VD: Y, ¿tenía tierras él, además?
MO: Pues tenía dos, dos tierras.
VD: Y, ¿las sembraba?
MO: Las sembraba de caña.
VD: ¿Para el mismo ingenio?
MO: Para el mismo ingenio, sí.
VD: Y su mamá, me dice que ella estaba en la casa.
MO: En la casa, sí.
VD: Y, ¿se acuerda usted de qué edad, pues de chiquito, lo mandaron a la escuela?
MO: Sí, me acuerdo que me tocó venir a la escuela aquí al centro. Onde está el Palacio [de Gobierno], ahí era, ahí daban clases abajo. Ey, en el piso de abajo, en el primer piso.
VD: Ándele.
MO: Sí, ahí nos daban clases.
VD: ¿Su papá lo mandó para la…?
MO: Pa la escuela.
VD: ¿Para la escuela?
MO: Sí, sí.
VD: Y, ¿recuerda cuánto tiempo estuvo yendo a la escuela?
MO: Pues poquito porque, hasta segundo año.
VD: Hasta segundo año.
MO: Hasta segundo año, ey.
VD: Y después de ahí, ¿por qué ya no fue?
MO: Ya no fui porque pues me dedicaba después al campo. A ayudarle pues, por ejemplo a regar las cañas, a que le daba a raspadillas y a limpiarlas y eso.
VD: ¿Qué son las raspadillas?
MO: Raspadillas es limpiar con pala la hierba que sale, ¿no?, en el surco. Y a regar sus cañas, a cuidárselas, sí.
VD: ¿Desde qué edad se empezó usted a ir al campo para allá?
MO: Pues ya fui como a los doce años.
VD: ¿A los doce años fue la primera vez que se empezó a is al campo?
MO: A los doce, sí. Sí, ya me empezaba ya. O sea que sembró mi jefe de temporal. Y ya empecé a trabajar, a llevarle los tacos de medio día y me quedaba ahí a ayudarles a sembrar. Y ya fui aprendiendo.
VD: Y su mamá que estaba en su casa, ¿hacía alguna otra cosa para ayudarse?, ¿vendía algo?
MO: No.
VD: ¿No?
MO: Nada más al quehacer de la casa, del hogar.
VD: ¿Cuántos hermano tuvo?
MO: Fuimos ocho, nada más que tres murieron chicos. Murieron chicos, se puede decir de un año, de dos años o de tres años murieron.
VD: ¿Se acuerda de qué murieron, don Miguel?
MO: No, no me acuerdo, no me acuerdo. Y quedamos cinco. Fuimos ocho hombres en la familia.
VD: Puros hombres quedaron.
MO: Puros hombres, sí.
VD: ¿Usted es de los más grandes?
MO: No, todavía hay otro más grande. Si yo tengo sesenta y ocho, él tendrá setenta ahorita.
VD: O sea que usted es el segundo.
MO: Y hay otros más chicos todavía. Uno está en Tijuana viviendo. Y otro está aquí en Acatlipa, pero ése se va a Canadá.
VD: ¿Usted es el único que se quedó aquí en Miacatlán?
MO: Sí, y con otro, con el otro hermano que es mayor. Tiene setenta años.
VD: Hay dos.
MO: Dos nomás aquí, sí.
VD: Y me decía entonces que nomás fue a la escuela dos años. ¿Ya no fue porque no le gustó o por qué?
MO: No, ya no, no se podía ir. Porque ahora sí que, pues como les ayudaba yo al campo, me desatendía de los estudios y me atrasaba yo pues mucho. Repetía yo años, bueno, todas esas cosas, sí. Y ya hasta segundo año, sí, ya cursé el segundo año y ya no fui. Y ya de ahí me puse a trabajar en el campo, sí.
VD: Y desde esa vez que usted empezó a trabajar allá en las cañas del ingenio, ¿en qué siguió trabajando después?
MO: Después en lo que había, vamos a suponer en cortar arroz. Antes plantaban arroz, plantar arroz, caña.
VD: ¿Todo eso aprendió aquí?
MO: Todo eso aprendí, sí. Y cortando también.
VD: Que dicen que el arroz de por aquí de Morelos es muy bueno, ¿no?
MO: Es muy pesado.
VD: Ah, ¿sí?
MO: Sí, lo mismo las cañas, también dan buena azúcar. Porque tienen buena sacarosa las cañas, sí, en el cultivo. Son buenas las tierras, sí. No, no, la agua, o sea que la sacarosa es muy buena porque sale dulce la miel, sí.
VD: Y entonces usted se puso a trabajar, ¿siguió trabajando en el campo?
MO: Seguí trabajando hasta…
VD: ¿En las tierras de su papá o trabajaba aquí?
MO: En diferentes lugares, diferentes lugares a donde había trabajo, sí.
VD: Y, ¿se acuerda cómo le pagaban?
MO: Pues antes pagaban a $8 pesos el día, la jornada. Sí, muy poquito, ¿verdad?
VD: Y, ¿para qué le alcanzaban $8 pesos?
MO: No pues, y también rendía el, vamos a suponer el dinero, ¿no? Porque anteriormente era más barato, sí.
VD: ¿Qué se compraba con $8 pesos, se acuerda?
MO: Se compraba uno una camisa, sí, valía poquito, sí.
VD: Y, ¿con ese dinero le ayudaba usted a sus papás o era para usted?
MO: Sí. Bueno, ya cuando mis jefes fallecieron, ya era para mí, para pagar mi alimentación.
VD: ¿Qué edad tenía usted cuando sus papás murieron?
MO: Pues tenía yo, pues mi jefe, mi jefa murió primero, mi jefa. Mi jefa murió el [19]86, [19]86. Estaba yendo a Canadá. Y mi jefe murió el [19]97.
VD: Ah, o sea, no tienen mucho.
MO: No tiene mucho, no tiene mucho que murieron.
VD: Ándele.
MO: Sí, yo fui a Canadá y este, y hasta el [19]95, que fue la última vez que yo fui.
VD: Que estuvo por allá. Ándele. Y regresándonos un poquito, usted estaba entonces trabajando el campo. ¿Cómo fue que se enteró que había contratación de braceros?
MO: Pues la primera vez me fui con unos amigos, amigos míos que ya habían ido a Estados Unidos. Y me invitaron a ir para allá, porque decían que había contrataciones en Empalme, sí.
VD: Y, ¿qué le contaban sus amigos de cómo era allá?
MO: Y sí me decían: “No, allá hay mucho trabajo”. Ahí pues ya va uno con trabajo. Ya para pasar pal otro lado, ya va uno con el trabajo, ¿no?, ya seguro. Y me animé de ir por allá y no me pude contratar, sino que me vine. Y después como a los dos meses que le digo al mayor, a mi hermano Teofilo, le digo: “¿Sabes qué?, tengo ganas de irme, pero yo solo, sin ningún compañero”.
VD: Y, ¿por qué se quería ir solo, don Miguel?
MO: Solito porque ya conocía el camino, ya conocía yo el camino por dónde se iba uno y cómo llegaba uno allá. Y tenía la esperanza de que pues, algún día pasaría yo para el otro lado. Sí, entonces me fui solo.
VD: Después de esa primera, a ver, déjeme preguntarle, la primera vez que usted se fue, ¿estaba soltero?
MO: Soltero, sí.
VD: ¿Qué edad tenía?
MO: Veintiún años.
VD: Y se acuerda usted de esa vez que se fue con sus amigos, ¿ya había usted salido antes de aquí de Miacatlán?
MO: No, era…
VD: ¿Ésa fue la primera vez?
MO: Era la primera vez. (risas)
VD: Y, ¿cómo le pareció ese viaje?
MO: Híjole, me pareció bonito porque iba yo conociendo lugares, sí.
VD: ¿En qué se fue para allá?
MO: Nos fuimos en un autobús de México.
VD: ¿Se fue de aquí a México?
MO: A México. Y ya ahí agarramos el autobús hasta el Empalme. Sí, y allá estuvimos como, estuve como dos o tres meses. Pero vi que no, que no…
VD: ¿Dos o tres meses en Empalme?
MO: En Empalme.
VD: Y, ¿cómo sobrevivía?, platíqueme don Miguel.
MO: Pues iba uno a trabajar a los campos de ahí de Guaymas, sí. Porque son campos este, algodoneros y campos también que siembran jitomate.
(entrevista interrumpida)
MO: Hay compañías americanas ahí y compañías japonés. Allá fumigan el, el…
VD: Sientese aquí.
MO: El jitomate con este, avionetas.
VD: Ah, sí.
MO: Sí.
VD: Eso le tocó ver allá.
MO: Sí.
VD: ¿Es la primera vez que lo vio por allá?
MO: Haz de cuenta que estás en Estados Unidos, porque son unos surcos, están bien derechitos y bien grandes que están, como de una milla, sí. Sí, y ahí íbamos a trabajar, vamos a suponer los sábados. Hasta el viernes había contrataciones y ya el sábado íbamos para allá.
VD: Y, ¿les pagaban ahí cada día?
MO: Nos pagaban ahí el día. Porque ya el domingo ya no trabajaba, ey.
VD: O sea que trabajaba usted en sábado.
MO: En sábado.
VD: Y, ¿le alcanzaba con eso para sobrevivir?
MO: Pues, en las tardes nos íbamos a hacer, pues vamos a suponer, cuando había algodón, pues nos íbamos a piscar el algodón. Ése lo pagaban por libra, por este por kilos. Sí, íbamos y pues querían gente. Iban carros de carga a traer gente allí a las contrataciones.
VD: Ahí donde estaban en las contrataciones.
MO: Sí, íbamos y ya nos alivianábamos.
VD: ¿Con eso se mantuvo mientras andaba por allá?
MO: Sí, así es.
VD: Y, ¿dónde vivía mientras estaba allá, don Miguel?
MO: Pues pagábamos ahí en Empalme, ahí hay casas de alquiler. Pagaba uno $1 peso por acostarse en el suelo con unos cartoncitos que le daban a uno. Pagaba uno $1 peso.
VD: ¿Un peso la noche le cobraban?
MO: La noche.
VD: Oiga, y ahí donde usted estuvo, ¿no le tocó que había chinches?
MO: No.
VD: ¿No?
MO: No, no había.
VD: ¿No se llenó de chinches?, ¿no le tocó?
MO: No, no me tocó.
VD: ¿Estaba limpio?
MO: Estaba limpio. Era una señora que alquilaba una casita que tenía, viejita. Y ahí se quedaban varios muchachos.
VD: Se quedaban en el suelo.
MO: En el suelo. Ponía un cartoncito o dos para dormir.
VD: Y, ¿qué comía, don Miguel?
MO: Pues comíamos lo que podíamos por ahí, había hartos restaurantes cerquita de la contratación. Había unos, vamos a suponer, arroz con frijoles, le cobraban a uno peso.
VD: ¿También un peso?
MO: Un peso, $1.50, sí, ya con el refresco, ¿no? Ya pagaba uno $2.50, sí.
VD: Y así estuvo allá dos o tres meses, me dijo.
MO: Dos o tres meses, sí. Pero vi que no era pues negocio de contratarse, pues me vine.
VD: Y cuando se fue para allá, ¿llevaba usted dinero ahorrado para el viaje?
MO: Con $400 pesos me fui.
VD: ¿De dónde los sacó?
MO: Costaba, costaba muy poquito el pasaje, sí. Esos me los dio mi papá. Dice: “Vete”.
VD: Y, ¿qué le dijo? Cuando usted se fue, ¿platicó con sus papás de que se quería ir para allá?
MO: Sí.
VD: Y, ¿qué le dijeron, don Miguel?
MO: Pues buena suerte y que ojalá que te contrates, sí.
VD: ¿Tenían algún temor ellos de que se fuera usted de bracero?
MO: No, pues se mortificaban, sí. Antes los jefes se mortificaban mucho. Más que pues era la primera vez que salía yo, sí.
VD: ¿Usted tenía algún pariente o amigo allá en Estados Unidos que se hubiera ido antes?
MO: No, no tenía yo a ninguno.
VD: ¿No?
MO: No.
VD: Y de aquí del pueblo de Miacatlán, ¿se iba la gente antes?
MO: Sí, se iba. Inclusive salían de las listas del sindicato, los que trabajaban aquí en el ingenio.
VD: Los del ingenio.
MO: Se contrataban, sí.
VD: Y antes de los braceros, ¿se escuchaba que la gente se fuera al norte?
MO: Pues el [19]42, cuando empezaron a ir los primeros, pero…
VD: Esos fueron los primeros y, ¿antes de los braceros esos?
MO: No había.
VD: O sea que esos fueron los primeros en salir de aquí.
MO: Sí, porque había guerra quién sabe dónde, en Corea o no sé a dónde.
VD: La Segunda Guerra Mundial.
MO: Que había guerra. Y salieron pues, don Arcadio Tamayo fue y algunas otras personas, sí.
VD: De los primeros que se fueron.
MO: Sí, Cibiaco Zamora. Y algunos más que fueron.
2do: Pero cuando juites la primera vez.
MO: Todavía no me pregunta, todavía no me pregunta.
VD: Usted se fue para allá entonces, (tos), ay perdón, ¿en qué año?
MO: Fue el [19]57.
VD: ¿[Mil novecientos] cincuenta y siete fue el primer año que, cuando estuvo en Empalme tres meses?
MO: No. Ah sí, en el mismo sí, fue en el mismo año, sí. Después regresé y regresé para allá a los dos meses.
VD: Ah, o sea que se estuvo aquí dos meses.
MO: Sí, regresé para allá y ya me fui solo.
VD: Y, ¿por qué se animó a irse otra vez, don Miguel?
MO: Porque tenía yo la seguridad de que sí me iba yo a contratar.
VD: ¿Qué le hacía pensarlo, si en dos meses no se había podido contratar?
MO: Entonces, llegué solito allá al Empalme. Y bueno, me fui a trabajar a los campos. Y ya de ahí, pues pensé venirme a Ciudad Obregón a conseguir más trabajo por ahí, ¿no?
VD: ¿También en el tomate o en el algodón?
MO: No, ahí ya fue, o sea que las tierras apenas taban barbechadas, todavía algunos no sembraban su semilla de algodón y otros ya las habían sembrado. Y llegué yo ahí como a las cinco o seis de la tarde y no había almorzado ni comido y ya vi una casita hasta allá adentro y me pasé pa dentro. Y ya le grité al señor, ¿no?, le grité, le grité de afuera. Le digo: “Señora, señor, ¿no tiene comida que me venda?”. Fíjese y estaba la ciudad muy grande, Ciudad Obregón es una ciudad grande. “No”, dice, “no tengo”. Había una ventanita muy chiquita, que por ahí se asomó la señora y me dijo que no había. Le digo: “Regáleme un jarro de agua”. “Cómo no, ahorita”. Y ya salió con una jarra de ésas de cristal que había antes que floreadas. Ya salió y me dio un vaso de agua. Y dice, yo creo que me vio en el semblante que no, que venía con harta hambre, ¿no?, con mucha hambre. Y ya me dijo, dice: “¿De ónde viene?”. “Vengo de Empalme”. “¿No se pudo contratar?”. Le digo: “No”, le digo, “no, ando pues en la persecución de ver si hay trabajo por aquí”. Dice: “Uh, muchacho”, dice, “aquí no hay ahorita trabajo. Algunos apenas están disqueando [discando] sus terrenos para sembrar el algodón. Y otros ya lo sembraron pero ya tienen sus trabajadores ya de planta”. Y le digo: “¿A poco no tiene comida, señora?”. Dice: “Sí, sí tengo”, dice, “no hay tortillas”, dice, “ahorita las estoy”, me dijo ella que estaba amasando la milpa, me dijo, “estoy amasando la milpa, si quiere”, dice, “esperarse tantito”. Le digo: “Sí, cómo no, sí me espero”. Pero no se dilató ni cinco minutos. Cuando ya me traía un plato con frijoles y carne machaca y un vaso de leche y un pedazo de panela, queso, ¿no? Y ya comí, pero una comida bien buena. Hasta sudé, sí de veras. Y ya le dije yo a ella cuando terminé, le digo: “¿Cuánto le debo?”. Me dice: “No es nada”, dice, “lo que me ha de dar”, dice, “que le sirva pa más adelante”. “Sí”, le digo, “entonces aprovechando de su confianza, quiero que me dé permiso de dormir en este llanito”. “Sí, cómo no”.
VD: ¿Allá afuera en la tierra?
MO: En la tierra, a un lado de la casa, había huisachera ahí de espinos. Yo llevaba de aquí una sabanita, sábana. Pues en la noche era un hervidero de zancudos. No dormí en toda la noche espantándome los zancudos, sí. Y al otro día le digo: “Le voy a dejar mi bolsa”. Había anteriormente unas bolsas de ixtle y de lazo. Y le digo: “Se la dejo, voy aquí a la ciudad a ver si hallo trabajo”. Y sí me fui. Ya regresé como a las once, pero no encontré trabajo. Yo les andaba preguntando a los albañiles que me dieran trabajo de peón, ¿no?, de albañil y no, no me dieron. Ya regresé como a las once, y ya dice: “Ándale muchacho, te estoy esperando pa que desayunemos”, me dijo ella, ¿no? Y ya me dio de almorzar. Almorcé pero yo veía yo un pradito ahí que estaba todo emboscado que tenía harta bramilla. Estaba pues sucio, ¿no? Le digo: “Présteme un azadón para limpiarle aquí su pradito”. “Sí, cómo no”. Ya se lo dejé bien limpiecito. Le digo: “Ahora, présteme un machete”. Dice: “¿Qué será machete, qué será machete?”, me decía ella. Entonces no sabía qué era un machete. “¿Será una guaparra?”, me dijo ella, un machete largo, ¿no? Ya me lo dio y ya le fui a juntar leña. Pues ahí hay bastante leña. En un ratito le puse un montonazo de leña, un cerrote de leña. Y estaba contenta. Dice: “Ándale, ya vente a comer otra vez”. Ya me dio de comer. Y al otro día me salí bien temprano. Le digo “Aquí le dejo otra vez la bolsa, luego regreso”. Ya me salí.
VD: ¿Qué llevaba en su bolsa, don?
MO: Pues mi ropita, una mudita, dos de ropa que llevaba yo y mi sabanita, sí, para cambiarme de ropa. Ya agarré el camino como rumbo pal sur, para México. Ya, ya como a los cinco kilómetros me metí a los campos a pedir trabajo, pero no encontré. De ahí de Ciudad Obregón para el sur, caminé dieciocho kilómetros. Andando por aquí y por ahí en los campos porque los campos están muy lejos, están a dos kilómetros de retirado.
VD: ¿Todos son algodoneros?
MO: Algodoneros. Son terratenientes, ahí tienen mucho terreno. Por eso las, los campos están a los dos kilómetros, sí. Y yo caminé dieciocho kilómetros, dieciséis de carretera, pero andaba yo en los campos mirando, ¿no? Y ya otros dos de terracería, hasta donde llegué, un ranchito que estaba ahí. Estaba un señor ya viejito, estaba ahí en el patio. Y le digo: “¿No está el patrón?”. Dice: “No, por ahí está la patrona recogiendo unos blanquillos”. Tenía rancho de gallinas, ¿no? Y ya llegó la señora y que me dice, que me dice: “¿Qué deseaba?”. Le digo: “Fíjese que ando en la persecución de trabajo, pero no encuentro, ¿no estará, no está el patrón?”. Dice: “No está”. Le digo: “¿Pa dónde se fue?”. Dice: “Fue pal lado del yate”, dijo ella, ¿no? Digo: “¿Como a qué horas llega?”. Dice: “No, no tiene hora, en partes llega a las diez, en partes llega a las once, en partes a las nueve”. “Oh, caray”, le digo, “entonces este, pues voy a esperarlo a ver a qué horas llega”. “Ah bueno” dice, “si va a esperarle, ahorita le voy a preparar una taza de café”. Acostumbran mucho el café por allá en el norte. Entonces me dijo, dice: “Si quiere, si se va a quedar, agarre unos costales”. Había como dos pacas de costales. “Para que se acomode por ahí a ver a dónde”. “Sí”, ya los agarré y ya me acomodé en un ladito de su casa, pal lado de la gotera, ¿no?, a no estorbar. Pero yo no podía dormir de lo cansado que estaba yo, todo el día, hasta como a las cinco o seis de la tarde.
VD: Anduvo buscando.
MO: Anduve buscando sin comer y sin almorzar y sin cenar, nomás con la tacita de café que me dio la señora, sí. Y ya como a las diez llegó.
VD: El patrón.
MO: El patrón dice: “Oyes”, dice, “¿quién está ahí en la goterita de la casa, en la esquina?”. Dice: “Ay, Martín”, le dijo ella, ¿no?, dice, “ay, Martín”, dice, “es un muchacho que llegó ahora en la tarde”, dice, “pues quiere trabajar pero yo le dije que tenías, que no sabía yo si ocuparías otro peón”, ¿no? Pues tenía seis peones trabajando. Y ahí ya tenía algodoncito por acá así chiquito. Dice: “Yo diría que le dieras chamba, dale trabajo”. Dice: “Pero, ¿cómo le voy a dar si ya nomás hoy van a trabajar los peones?”. Era un miércoles. Ya esa semana era la semana mayor, de la Semana Santa. Dice: “Ya mañana jueves nos vamos ir al mar. Por allá este, vamos a estar y regresaremos hasta el domingo. Si quiere el lunes trabajar, pues le doy hasta el lunes”. Entonces al decir que el lunes, yo nomás me incliné a los costales, ¿no?, unos costales que me puse de almohada. Ya me incliné y ya me dormí. Pero temprano ya me levanté y ya esperé a que se levantara. Ya le dije yo a él que quería trabajar. Y sí, me dijo que sí, pero que hasta el lunes. Le digo: “Entonces me vengo el domingo, para estar ya listo”. “Sí”. Ya que me regreso. “Bueno, entonces hasta el lunes, hasta el domingo nos vemos”. Dice: “Está bien”. Y ya caminé dos kilómetros para agarrar la carretera y pues para Ciudad Obregón. Pero antes de llegar, faltaban como unos veinticinco metros cuando pasaba una camioneta y se paró. Que le corro y ya le dije yo a él, me dijo él, dice: “¿Pa dónde va?”. Le digo: “Pa Ciudad Obregón”. “Súbete”. Y ya me dio el ride para allá. Y ya llegué allá con la señora, y estaba retepreocupada. Ya se iba a ir a buscarme a la cárcel, ahí en Ciudad Obregón, por si a lo mejor me encerraron en la cárcel y no puedo salir. Y ya, no, le digo, ya le platiqué, le digo: “Mire, tal lugar y tal lugar pues, que ya conseguí chamba, trabajo, nomás que me dan hasta el lunes, pero estos días”. Dice: “No te preocupes”, dice, “aquí aunque sea frijoles no nos van a hacer falta. Aquí estate. No tienes por qué ir a buscar chamba, a cansarte para allá”. Fíjate, no tenía ni un niño y conmigo se encariñó la señora y el señor.
VD: ¿Era un matrimonio?
MO: Era un matrimonio, sí. El señor trabajaba en un barril de madera y una carretita que tenía y con un caballito pues llevando agua a las colonias a donde no había y ahí vendía de su agüita. El bote lo daba a $5 pesos.
VD: ¿Usted fue con él alguna vez?
MO: No, me dijo él.
VD: Le contaba.
MO: Sí. Sí, así es. Y ya en esos días, pues le ayudaba ahí a la señora a limpiar ahí su patiecito y acomedirme pues. Y ya el domingo temprano se apuró. Como a las once me dio de comer y estaba llorando. Dice: “Ya te vas”, dice, “pero ni modo”, dice, “ya te vas, quiero que comas y te voy a llevar ahí a Las Cortinas”, me dijo ella. Así se llamaba el lugar a donde pasaban los carros que iban para allá. “A Las Cortinas te voy a llevar para que te vayas”. Sí, ya comí y ya me llevó. Y ya le dijo al chofer dónde me tenía que bajar. “En la 16 lo bajas”, le dijo ella. Sí, y ya llegué ahí al rancho. Ya poquito, como a la una llegaron ahí, porque llevan a su gente a comprar la provisión para toda la semana. Y ya me acomedí ya a bajarles lo que traían, ¿no?, de refrescos y sus provisiones que traiban. Y ya me quedé ese día. Y allá más tarde que le digo a la señora, le digo: “Ya, pues mañana voy a empezar a trabajar, ¿me puede conseguir a dónde me asistan toda la semana?, porque yo aquí no conozco”. “Sí, cómo no”. Ya por la pared, son casas que son tejidas con palos y enjarrados con lodo, sí. Ya por ahí estaba un agujerito. Y le dice a la señora: “¿Le puedes dar de comer a este muchacho?”. “Sí, de una vez que se venga a comer”. Y ya había comido y le digo: “No, ahorita todavía no, es muy temprano, acabo de comer”. Sí, y ya ahí me asistió toda la semana. Pero el primer día que yo empecé a trabajar, o sea el lunes, dejé que los muchachos empezaran a trabajar y para ver cómo le hacían, ¿no?, con el azadón y eso. Y ya hasta el último le entré yo a trabajar.
VD: ¿En el algodón?
MO: En la plantita estaba así, pero era algodón. Ése iba a crecer y iba a dar algodón. Entonces el señor se paró así y todos entraron, pues ellos ya sabían como, ¿no? Y yo me fijé cómo le hacían. Y sí, los dejé que se avanzaran como unos diez metros y ya le entré yo. Y lueguito que me los alcancé y ya nos fuimos trabajando. Nomás meneó la cabeza el patrón y se fue. Ya cuando salimos a medio día a comer, ya ahí la señora me dio de comer. Pero por ahí por León, Guanajuato las mujeres no saben hacer frijoles. Pues los frijoles, pues en pura agua y nos les echaban, vamos a suponer, aquí se acostumbra que le echan su aceite, ¿no?, pa que se sazone el frijol y reviente. Y allá no, estaban los frijoles así con pura sal y así. Y me dieron mi plato, ¡nombre, híjole no!, como que no me gusta y un puño de chiles así, serranos y un puño de sal. Y a morderlos y a comer ahí, nomás le hacía así al agua, pues eso era pura agua. Y ya empecé a comer, pero como una tortilla, cuando mucho me comería, porque son, hacen tortillas de harina. Y ya salí, según yo a afilar mi azadón y a estar por ahí. “Y, ¿a poco ya acabó de comer?”. Le digo: “Ya, no, no tengo mucha hambre”. Y ya me fui caminando. Cuando me hacen: “Pss, pss, pss”, ya voltié a ver. Y me hace la patrona: “Ven”. Ya que me mete pa su casa, dice: “Cómete lo que está ahí en el plato”. Ya que: “Pero si ya comí”. “No es cierto, yo ya me fijé que no comiste nada”. (risas) Ya que me acerco a la mesa y sí, pues era diferente la comida, tortillas de maíz, sus frijolitos en bollo bien machacaditos y su pedazote de queso y carne en machaca. Acostumbran mucho la machaca por allá por el norte. Y ya comí bien a gusto. Y dice la señora que me daba de comer: “Ay, me da pena con el muchacho”, dice, “veo pues que no come a gusto”. Pues, ¿qué voy a comer a gusto si los frijoles no están ni cocidos?
2do: Los frijoles aguados.
MO: ¿Verdad?, aguados. Y parados pues, todavía no estaban ni cocidos. Entonces pues, pa no alargar la cosa, yo trabajé ocho meses ahí, como ocho meses. Menos, han de haber sido menos porque lo vi crecer. Y lo vi que dio su algodón. Y lo vi que lo terminamos de piscar. Han de haber sido como seis o siete meses, por ahí. Entonces en septiembre, me acuerdo que me dio la carta. Fuimos a la Alianza Algodonera, y ahí les extendían las cartas que, de las tareas que ellos sembraban de algodón, ¿no?, cada diez hectáreas, un bracero.
VD: De las tierras que trabajaban ahí para algodón.
MO: Pa algodón, sí. Entonces, pero unos días antes me dice el patrón, porque yo aquí seguí con la misma rutina, ¿no? Pos tenía su troque él y temprano me levantaba. Y por ejemplo en la noche decía: “Yo voy mañana a traer tres cajas de refrescos de Misión, Pepsi y Lulú, voy a traer tres y tres, ¿no?”. Y yo en la noche de eso, pues se me pegaba. Y un tambo para traer diésel. Temprano se lo subía yo, le subía las cajas que él decía y le subía el cofre del carro y le echaba yo al radiador agua. Le limpiaba el parabrisa y el espejo y bueno, taba, tenerlo ya todo listo. Ya cuando se levantaba, ya todo estaba arriba y empezaba a buscar. “Bueno, ¿dónde están las cajas?”. “Ya están allá arriba, don Martín”. “Y, ¿el vidón?”. “Pues ya está todo allá arriba”, le iba a subir el cofre. “No, ya tiene agua el radiador, ya todo”. Pero él de todos modos vio, ¿no? Y vio que todo estaba bien. “Ya bueno, gracias”. Luego la señora tostaba café y había veces que no tenía leña rajada para tostar su café. Le rajaba yo leña, le ponía sus altores de leña rajada. Y ya ella hacía su, tostaba su café, pues. Porque acostumbran mucho el café por allá, sí. Y así fue entonces.
VD: Ahí es donde estuvo ocho meses.
MO: Sí.
VD: Y, ¿le habían ya dicho que si se quedaba se ganaba su carta para entrar como bracero?
MO: Él me dijo, dice: “Miguel”, dice, “tú tienes tu carta ganada”, dice. “Es más, no quiero que te vayas para el norte, porque sé que por allá sufren mucho. Quédate como hijo de familia conmigo, yo te visto, yo te caso, yo te llevo al médico si te enfermas y te doy dinero pa que gastes”.
VD: Y, ¿usted por qué no se quedó, don Miguel?
MO: Híjole, tonto que soy, de veras. Le ponía la bandeja ya puesta en la mesa y no la quise agarrar. Pues tenía como trescientas hectáreas. Dice: “Mira, si te quedas, te voy a sembrar diez hectáreas de maíz, cultivadas, sembradas y fertilizadas. Y te busco a dónde lo lleves ya tu maíz a vender. Y llegándose la temporada del algodón, te siembro otras diez hectáreas de algodón para que vayas también subiendo. Quédate como hijo de familia”.
VD: Y no quiso.
MO: Este, no quise. Yo quería conocer Estados Unidos. Le digo: “Mire, mejor después porque yo quiero conocer Estados Unidos”.
VD: Y, ¿él qué le decía, que no se fuera, que allá se sufría mucho?
MO: Hasta, hasta lloró un poco, se le vieron las lágrimas pues. Y: “Ni modo”, dice. Le digo: “Yo voy y ya regreso”. Pero yo no me hacía regresar. O sea que yo le decía eso pues para que no sintiera feo. Pero yo pues prácticamente pues no quería regresar porque hace un calor extremoso. Son los calores extremosos ahí y mucho mosquito. Dicen allá en Estados Unidos mosquito, (risas) sí, mucho. Y entonces este, pues le decía yo que regresando. Entonces fue en septiembre, pero pues pasé pal otro lado, me contraté.
VD: Con su carta que ya llevaba.
MO: Con mi carta que ya llevaba. Dilaté creo dos días en Empalme, dos.
VD: Y, ¿se acuerda cómo era, señor Miguel? Usted estaba ahí con su carta y luego, ¿lo llamaban o cómo era?
MO: O sea que con mi carta, o sea que hacían la lista de todos los que iban en el troque. Pues serían más de cien o cincuenta cuando mucho, ¿no?, los que iban y ya. Pero todos los que iban en troque, ya el chofer llevaba la lista. O sea que había un encabezado de todos los que íbamos. Había un encabezado que llevaba la lista de todos los que íbamos ahí en el troque. Pero nosotros llevábamos la carta ya aquí en la bolsa, entonces nos presentamos a la contratación. Era a las nueve. Ponían las bocinas y ya empezaban a llamar a la gente. Como a los tres días que oímos el nombre Miguel Ortega y todos, ya que nos metemos, ya que pasamos pues pal otro lado, ya.
VD: ¿Ahí fue donde le tocó firmar su contrato?
MO: No, lo firmé, lo firmé porque me fui, me tocó ir libre. Y lo firmé en El Centro, California.
VD: Y cuando le tocó cruzar la frontera, don Miguel, ¿le tocó la fumigación?
MO: Sí. ¡Újule!, todo esto le decían a uno que se bajara uno el pantalón. Y lo fumigaban pues todo todo, porque decían que hasta llevaba uno piojos, yo creo, ¿no? Y este, y la bolsita donde llevaba mi ropa, le echaban parecía que, pues no sé, hasta sacudía uno la ropa y le caiba pues como puños de fumigante. Aquí salía uno bien blanco, sí.
VD: Y, ¿así los pasaban a todos?
MO: Así los pasaban a todos. Luego allá en, en El Centro California le ponían un garrote aquí, un palo aquí. Estaba acá así cuando le tomaban a uno la…
VD: Para tomarles la foto.
MO: La foto.
VD: ¿Por qué les ponían ese palo, don Miguel?
MO: Pues yo creo pa que no se moviera uno. (risas)
VD: Y, ¿así salió en su mica?
MO: Así salí.
2do: Con el palo.
MO: Así con el palo. Si hubiera tiempo, yo te mostraba la mica y verías cómo estaba. Todavía estoy ahí todo flaco y ahí todo desvelado. (risas) Porque sale uno de Empalme como a las tres de la tarde y llega uno hasta el otro día allá a Mexicali.
VD: Todos sin dormir bien.
MO: Sin dormir bien, ahí las bancas así como de todo, de palo. Sí y va el tren y va uno bien aporreado, ¿verdá? Sí, llega uno bien aporreado. Y luego pues llega uno allá, a El Centro, California y ahí me tocó. Bueno, pasé, o sea que cuando le ponen a uno un garrote así, ya quiere decir que ya pasa uno. Porque cuando llega uno al comedor, quiere decir que ya pues estuvo bien uno de la sangre, de…
VD: De todos sus exámenes.
MO: De todo.
VD: Oiga, don Miguel, y cuando les tocaba la fumigación y eso, ¿cómo se sentía usted? ¿Ya le habían contado a usted que le iba a tocar eso o fue sorpresa?
MO: Pues fue sorpresa, porque no sabía yo. Apenas era la primera vez que iba yo para allá, sí.
VD: Y, ¿cómo se sintió cuando le dijeron que le iban a poner una…?
MO: Pues era una nube pues de polvo que se hacía en el cuartito. Pues esos traiban sus éstas.
VD: Unas máscaras.
MO: Máscaras aquí, pa proteger, no oler después, no absorber el polvo, y sus lentes aquí. No, lo agarraban a uno como animal ahí, de veras. Y luego la ésa, yo creo que hay veces que la cargaban así, le echaban harto y escupía bastante polvo, sí. No y de veras. Y toda la ropa, de pies a cabeza, por fuera y por dentro lo fumigaban a uno. Y pues ellos cuando vienen aquí, ¿verdad que vienen muy contentos los gringos?
VD: Muy bienvenidos.
MO: Bien bienvenidos y bien recibidos, ¿vedá? Y uno cuando va uno para allá, lo maltratan a uno feo, de veras que sí.
VD: Y, ¿qué decían los otros ahí esa vez?, ¿se acuerda?, sus compañeros que les tocaba fumigarse.
MO: Pues cuando salí de adentro que salí como ratón fumigado, los vi que se sacudían la ropa y se sacudían todos los huaraches. Y ya te, nosotros no estábamos con… “No, es que me echó reteharto”. Y se sacudían pues y yo también salía yo así. Y ¡híjole!, ya pasamos ésta, falta la otra. Pues allá es donde, en El Centro, California es cuando lo ven a uno. Si está uno bien de la sangre o…
VD: Que les hacen una revisión médica.
MO: Sí, sí, digo, que tiene algún riñón dañado o algo. Sí, no.
VD: Allá también, ¿en esa revisión era cuando los ponían en fila a todos sin ropa?
MO: Sí, le quitan a uno la ropa ahí, sí.
VD: Eso fue en El Centro.
MO: No.
VD: Acá en…
MO: En Caléxico. Cuando lo fumigan a uno ya no le hacen a uno eso. Pero pues se pone uno a gatas para que le vean a uno el trasero, pa ver si no lleva almorranas o otra cosa.
VD: Y, ¿si llevaba?
MO: Pues ya no pasaba uno, (risas) sí, de veras que sí. Aquí estaba, haga de cuenta aquí le enseñaba yo y usted mirando ahí cerquitas.
VD: ¿Eran médicos?
MO: Médicos.
VD: O, ¿enfermeras?
MO: Médicos.
VD: Doctores.
MO: Doctores, sí.
VD: Y, ¿cómo se sentía, don Miguel, cuando lo ponían a hacer eso?
MO: Se siente uno humillado, pues. Una humillación que nunca pues, pues eso, se siente uno apenado, ¿no?, bien apenado. Digo eso, nunca enseña uno eso, le digo. Y luego ahí de buenas a primeras está uno ahí enseñando todo, de veras. Luego aquí en los testículos le subían uno los dedos hasta arriba, que le llegaban hasta acá. Y dolía mucho.
VD: ¿No lo lastimaron?
MO: Dolía mucho y tenías que aguantarte. Porque si decías: “Ay”. Y no, y: “A ver qué tiene”. Y le hacían a uno más cosas y va pa juera y órale. Sí, de veras que lo humillaban a uno harto. Y ya pasé para allá. Fui al comedor. Comí, porque pues acá en Empalme pues no comía uno mucho. Allá sí me despaché con la cuchara grande. Sí, ya comí y ya firmé contrato ya cuando salí. Y me tocó estar en San Joaquín, California, en Stockton.
VD: Esa vez, su primer contrato, me dijo.
MO: En su primer contrato.
VD: Y esa vez, usted cuando firmó su contrato, don Miguel, ¿sabía leer y escribir?
MO: Sí.
VD: ¿Sí?
MO: Sí.
VD: ¿Leyó usted su contrato?
MO: Pues estaba en inglés, ¿cómo lo leía yo? Taba todo en inglés. Nomás que, lo único que decía que San Joaquín, California. “San Joaquín, ustedes van a San Joaquín, California, allá van a llegar a la Asociación de Stockton”. Entonces allá llegué y me contrató un tal, el patrón se llamaba Francisco Gallardo. Era un hombre gordo y bien canoso. Pero sembraba de todo, sembraba jitomate, sembraba chile, chícharo. Y bueno, a mí me tocó piscar jitomate, cortarlo pues, jitomate verde, rayado pues, con un arito que nos dieron para que lo midiéramos. Si pasaba, no estaba bueno. Tenía que estar justamente al arito que era. Y ahí trabajé, había comedor. Ahí nos daban de comer, hacían tortillas.
VD: ¿Cuánto tiempo le tocó ahí?
MO: Ahí me tocó cuarenta y cinco días.
VD: Un contrato de cuarenta y cinco días.
MO: Sí.
VD: Y dice que tenía su comedor. Y, ¿cómo estaba la comida que les daban?
MO: Pues sabrosa, pues la sentía mejor que acá, los frijoles boludos, ¿no? (risas)
VD: Allá le sabía mejor la comida.
MO: Pues sí, mejor. Pues sí, allí le daban a uno, vamos a suponer, ya están diez de a dos blanquillos y los parten así como elotes grandes, de a pasitos de a, de a pasitos de a dos, de a dos. Si querías más, volvías a regresar.
VD: ¿Sí le daban más?
MO: “Deme otros dos”, sí.
VD: Y, ¿dónde vivía?, ¿dónde se dormía?
MO: En las barracas que había para que durmiera la gente.
VD: Y, ¿se acuerda cómo era? ¿Estaba usted cómodo ahí?
MO: De madera y camitas para una sola persona, partes de dos, ¿no?, uno abajo y el otro arriba, sí. Y así eran dos cobijitas, sí.
VD: Y, ¿cómo era cuando estaban ahí? ¿Como cuántos dormirían ahí en la barraca, don Miguel?
MO: Pos en una barraca, vamos a suponer, pues unos, ¿qué serían?, unos doce.
VD: En cada barraca.
MO: Como veinticuatro, veinticuatro gentes, si eran doce camas con dobles, pues eran veinticuatro.
VD: Y, ¿cómo era la vida ahí?, ¿se acuerda? ¿Cómo era con los otros compañeros?
MO: No, pues vamos a suponer, bueno ahí era tranquilo, eran tranquilo. Donde yo estaba, era tranquilo, pues se dormía bien.
VD: ¿Sí?
MO: Sí.
VD: ¿No tuvo alguna vez alguna dificultad con los compañeros?
MO: No pues no, ninguna dificultad porque todos eran amigos. Con oaxacas que iban de por acá, son bien amistosos esos de Oaxaca, ahí.
VD: ¿Desde acá de Oaxaca iban?
MO: Sí. Sí iban, sí. Y ahí bueno, ahí estuve bien y nunca tuve problemas. Nos llevaron al cine ahí al pueblito que se llamaba, ¿qué? Este, no me acuerdo ahorita cómo se llamaba.
VD: ¿Quién los llevaba al cine?
MO: El mayordomo.
VD: Y, ¿su mayordomo le hablaba en español?
MO: En español.
VD: ¿De dónde era el mayordomo?
MO: Pues sería de por acá, de por acá de, vamos a suponer, de la frontera, ¿cómo se llama?, de Nogales, de por ahí, de por ahí de esas partes. Ya esos ya tenían papeles y los ponían de mayordomo. Pero eran duros. Eran, allá se trabajaba pues bien duro. Pues este, tenían en la lechuga, en los desahijes de lechuga tenía uno que dejar una matita, así de lejos, una, una, una. Si dejabas dos, te regresaban. “Vénganse, arranque ésta, nomás una deje”. No y salía uno, hacía uno de cuenta que volvía uno a, como las mujeres cuando se alivian del niño. Así de a todo esto dolía bien, aquí estas partes de aquí. Se dejaba uno caer.
VD: ¿Aquí atrás de la pierna?
MO: Sí, aquí esto de aquí. Si se paraba, si se sentaba uno en la mesa para ir a comer en el comedor, se dejaba uno caer. Porque no, el cuerpo no lo, la pierna no lo resistía al cuerpo. Se dejaba uno caer. Lo mismo si iba uno al baño, se dejaba uno caer, no, no tan fácil.
VD: No podía, no es fácil.
MO: Que se sentara uno acá así. No, se dejaba uno caer. Hasta que ya se imponía el cuerpo y las piernas, ya caminaba uno bien.
VD: Y, ¿como cuánto tiempo le tardaba en acostumbrarse?
MO: Quince días, quince días.
VD: ¿Desde que llegó le tocó la lechuga?
MO: Hasta calentura le agarraba a uno y escalofrío.
VD: ¿Se puso malo usted?
MO: Sí, sí. La noche estoy con la cobija que híjole, creo que está haciendo frio. “No”, dice, “tienes escalofrío, canijo”. No, de veras son duros los trabajos, duros, duros. Bueno, cuando empieza uno a trabajar, los trabajos se le hacen duros porque no los conoce y aunque lo haya hecho aquí. Pero allá es diferente, sí.
VD: ¿Qué era lo que se le hacía más pesado? O, ¿qué era lo que era más diferente ahí?
MO: Pues para mí, todos los trabajos. Vamos a suponer cortando jitomate, pues era, si lo cortaba, vamos a suponer, ahí el jitomate verde lo cortábamos por horas. Pero si ya íbamos al jitomate rojo, ya era a contrato las cajas que hiciera, sí. Así es que andaba uno a las carreras, así rápido, sí. Le pagaban a uno a $0.14 centavos la caja.
VD: La caja.
MO: Sí, sí, pero así.
VD: ¿Llegó a ir a la lechuga? ¿Fue su primer trabajo?
MO: No, el primer trabajo fue allá en San Joaquín, ¿no te digo que el jitomate?
VD: Ah, y, ¿qué le tocó por ahí?, ¿jitomate?
MO: El jitomate verde.
VD: Sus cuarenta y cinco días fueron jitomate.
MO: Cuarenta y cinco días.
VD: Y cuando terminó ese contrato, ¿se salió?
MO: Ya salí para acá para México.
VD: Y esa vez, ¿cómo le pareció?, pues si era la primera vez que estaba en Estados Unidos, don Miguel, ¿cómo le pareció?
MO: O sea que, yo regresé, yo, yo a Estados Unidos lo vi muy limpio. Es muy limpio. Ahí vamos a suponer, si vas a la marqueta y vas a comprar, pues hay espejos así por donde quiera te andan mirando, te andan vigilando, que no vayas a robarte cualquier cosa, ¿no?, creo yo, ¿no?, creo yo. Que te ven hasta la distancia de aquí a la esquina, unos veinticinco metros, treinta y vas dando vueltas. Vas buscando. Pues como yo, o sea que esa vez que yo, que había comedor, no me tocó ir a hacer esas cosas. Pero en otros lugares, a donde no había comedor, se iban a comprar, sí. Pero me gustó porque pues fui a conocer. Fueron experiencias que agarré, o sea que agarré por allá. Porque aquí es más diferente que allá, ¿verdá? Aquí es otra cosa y allá es más bonito porque todo está limpio. Yo, me gustó desde cuando íbamos en el autobús para allá para San Joaquín, California.
VD: ¿Qué iba viendo? ¿Cómo le parecía?
MO: Los campos bonitos, las huertas que se, ahí pasábamos de naranja, de limón. Y huertas de, vamos a suponer ahí en madera, en manteca. Hay huertas de uva. Veía las huertas. Y dice: “Y, ¿cómo no me toca aquí en estas huertas pa comer uvas?”. (risas) Sí y allá me gustó porque también, pues ya te digo, pues todos mis compañeros fueron muy buenas gentes, sí. Había comedor y había tienda de ropa ahí.
VD: ¿Ahí mismo en el campo?
MO: En el huerto que tenía el señor, sí. Tenía hasta billar ahí.
VD: Y, ¿pagaban por el billar?
MO: Sí, se pagaba. Vamos a suponer, en ese entonces no me gustaba, ahora sí me gusta jugar un poquito, ¿no? Pero antes, yo creo que unos $0.05 centavos, sí.
VD: Y entonces, esa vez terminó su contrato en California, se salió. ¿Se regresó hasta acá a Morelos?
MO: No, ya no regresé.
VD: Se quedó ahí.
MO: Me quedé a piscar algodón.
VD: Y, ¿dónde le tocó?
MO: Me tocó piscar algodón en Guaymas.
VD: ¿Para que le dieran otra carta?
MO: Otra carta, sí.
VD: Y, ¿cuántos kilos les pedían para que…?
MO: Una tonelada. Bueno, antes no pedían kilos, sino que trabajaba uno dos semanas.
VD: Ah, bueno.
MO: Y vámonos otra vez para allá. O sea que el mismo año entré el [19]57. Entré en diciembre y me tocó en Caléxico, en el campo seis de ahí cerquitas de Caléxico. Con la compañía Farmer, ahí en la lechuga, ahí ya fue lechuga, sí. Se fueron enero, febrero, marzo, como tres meses, como tres meses. Se acabó la lechuga, la lechuga se acabó el 9 de marzo y ahí nos tuvieron en el campo. Y nos entregaron a la Asociación de Coachella el 10. Ahí dormimos en esa Asociación, ahí dormimos. Y un señor de Cuautla me decía, porque en la tarde salió un representante de la Asociación y dijo, dice: “¿Saben qué?”, dice, “necesito treinta personas pero que sean empacadores, que no sean cortadores. Porque yo quiero empacadores, se van a ir a Phoenix, Arizona. Van a ir a cortar, a empacar lechuga”. Me decía uno de Cuautla, se llamaba Rafael, me decía: “Vamos, yo te enseño a empacar”. “Pero ya lo oíste, ya oíste al representante que quiere puros empacadores seleccionados. No quiere, este, aprendices. Me enseñarás en surco, no sé, una caja o dos, pero ya más, ya no”, le digo, “no, me espero”. “Entonces vas a salir pa México”. “Pos no le hace, yo me espero”. Y sí al otro día, 11, porque el 10 nos quedamos pa amanecer 11. Ya salió el representante, dice: “Todas esas personas que no se contrataron ayer, en una fila aquí por donde está el cerco. Hagan una fila”. Ya hicimos una fila. Y ya cuando entré a las oficinas pa que me sellaran mi contrato, me lo dieron por terminado.
2do: De que terminó.
MO: “¿Quieres seguir trabajando?”. “Sí, pos a eso vine, a trabajar”. “Se va a ir a Salinas. Le vamos a dar un contrato del 11 de marzo al 11 de septiembre. El 11 de septiembre se le termina su contrato. Pero se va a Salinas a la lechuga”. Uy, iba yo recontento, sí.
VD: Llegó para allá. ¿En qué se los llevaban?, ¿en camiones?
MO: En autobuses, sí. Llegamos allá y este, pues fue de toda la noche. Al otro día, ya nos fueron a recoger como a las diez. Y sí, me tocó cerquita de un campo que está de Salinas hacia allá. Pa donde el sol se mete, está un campo de Gobierno. Está un cerro ahí. Y por ahí me tocó ir a cortar lechuga.
VD: Y, ¿todos los meses le tocó lechuga?
MO: Lechuga, ahí ya me aprendí a empacar. Ahí aprendí a empacar lechuga, sí. Sí, así es.
VD: ¿Ahí también vivía en barraca?
MO: En barracas.
VD: Y, ¿también tenía comedor?, o, ¿se cocinaba?
MO: Allí no había, pues este, ahora sí que camas de dos. Ahí era de una, de una nada más. Eran como unas seis o siete barracas, sí, sí.
VD: ¿Tenía su comedor ahí también?
MO: Había comedor, sí, había comedor, ahí sí había comedor. Allá siembran la lechuga, vamos a suponer, y cuando se termina el field de que le cortó uno toda la lechuga, lo disquean [discan]. Y vuelven a sembrar más lechugas.
VD: ¿Ahí mismo?
MO: Ahí mismo.
VD: Y, ¿a qué hora trabajaba usted?, ¿cuántos días a la semana?
MO: Todos los días, hasta los sábados. De lunes a sábado.
VD: De lunes a sábado. Y, ¿como cuántas horas trabajaban?
MO: Diez horas. Nueve horas, diez, once, doce, a peso la hora, a $1 peso una hora.
VD: Y cuando acababa su jornada que regresaba en las tardes, ¿qué hacía?
MO: Me bañaba yo, y pa estar pues este, ya descansadito, ¿no? Ya se bañaba uno y ya se recuperaba uno. Y se iba uno al comedor a cenar, sí.
VD: Y después, ¿ya se quedaba dormido o salía?
MO: Oíamos radio, porque antes no nos ponían televisión, puro radiecito pues. De los que ya se compraban radios, oíamos la música.
VD: Y, ¿qué oían?, ¿no se acuerda?
MO: Pos había un programa en español.
VD: ¿De una estación?
MO: De una estación.
VD: Y, ¿de qué era el programa, de música?
MO: De música pues, mexicana, así es.
VD: Y en su día libre, don Miguel, ¿qué hacía, el domingo?
MO: El domingo pues ir al cerro por allá a ver qué había por ahí. Había muchas de éstas que nos encontramos a veces este, colmenas de ésas que se entierran en el suelo. Sí había colmenas.
VD: Y, ¿se iban un grupo de los mismos braceros?
MO: Unos dos, tres y ya. Y nos pasábamos el día por ahí.
VD: Y a los pueblitos, ¿no iban?
MO: No pues había veces que íbamos a Salinas porque había un cine que pasaban películas en español.
VD: Y, ¿también se iba al cine?
MO: Nos llevaban a muchos en una flechita.
VD: ¿Se acuerda qué películas vio por allá?
MO: Pues allá vi la de El Lobo Solitario. Sí, una que filmaron aquí en la laguna esta. Se llamó El Lobo Solitario, ey. Sí, muy bonita. Y películas pues de José Alfredo Jiménez y de Miguel Aceves Mejía y películas, pues rancheras, ¿no?
VD: Cuando veía las películas y oía la música, ¿cómo se sentía que estaba por allá, don Miguel?
MO: Pues se sentía uno mexicano. Sí, se sentía uno mexicano.
2do: Y no triste pa venirse.
MO: Sí, se sentía uno mexicano pues, sí, así es. Se siente uno alegre. Ay, ¡híjole!, se acuerda uno de acá de sus seres queridos, ¿no?, sí.
VD: Y, ¿qué era lo que más extrañaba cuando estaba por allá?
MO: Pues extrañaba yo pues, vamos a suponer, el mole poblano, el mole mexicano, pues este, cosas picosas, ¿no? Porque allá no acostumbran lo picoso, puro dulce. Dicen allá, dicen: “Es, hot, hot el pepper, pepper”, ¿no?, el chile. Y que, hot quiere decir que les picaba mucho, ¿no?, ¿verdad? Y extrañaba yo, vamos a suponer, las cosas picosas de por acá, sí, así es.
VD: Y de como era la vida allá, a como era acá, ¿qué era lo que extrañaba de acá?
MO: Pues, pues aquí extrañaba yo, vamos a suponer, que no era yo libre vaya, allá.
VD: ¿Cómo que no era libre, don?, platíqueme cómo se sentía.
MO: Vamos a suponer allá, si te vas así muy lejos tienes que pedir permiso. Porque ahí…
VD: ¿A quién se lo pedían, al mayordomo?
MO: Al patrón, porque el patrón es el responsable de las personas que él tiene a su responsabilidad. Y si te vas lejos y te llega a pasar algo, él tiene que ver eso. Lo perjudica uno, sí, eso sí.
VD: Y, ¿eso cómo le hacía sentirse, que el patrón era responsable?
MO: Pues seguro, ¿no?, seguro. Estaba uno seguro pues, en ese sentido.
VD: De que el patrón, si le pasaba algo, él era el responsable.
MO: Él era el responsable sí, en ese sentido sí son muy delicados allá, sí.
VD: Y entonces, me decía que acá, que allá no se sentía tan libre.
MO: No se sentía uno libre porque lo cuidan a uno como si fuera uno señorita. Ahí lo cuidan a uno bien, ¿no? Sí, ahí está uno bien cuidado, sí, de veras. Lo mismo cuando lo llevan a uno al cine. Pues pásenle todos y nos van contando, a ver si no se les extravió uno, sí, de veras. Eso sí, eso sí, por ese lado, pues está uno seguro por allá, sí. Sí, así es, sí. Y ya, ya de Salinas, ya se terminó, ése el [19]58, [19]57, [19]58, [19]59 no fui porque pues ahora sí que no fui ese año. Pero de todos modos no vine para acá. Me estuve ahí en Empalme, por ahí estuve.
VD: Y, ¿también trabajó en el algodón?
MO: Ah, sí. Fui al algodón a la costa de Hermosillo. Pero ya no pasé. Sino que pasé, o sea que ese año, el [19]59 fue cuando en Estados Unidos los locales que entraban de las fronteras, querían un aumento de, en su jornada de sueldo, ¿no?, querían un aumento. Entonces en las contrataciones de Empalme, se cerraron las contrataciones. Dice: “No va a haber contrataciones porque no se ponen de acuerdo los patrones con los locales, o sea que quieren un aumento y por eso no va a haber este, contrataciones ahorita”. Eso fue el [19]59. El [19]60, o sea que ya casi pa finalizar el año, me dice un amigo de por acá de, de aquí de Miacatlán, estaba en Mexicali. Conoció a dos personas de Culiacán. Y me dice: “Vamos a Culiacán, mira, ya se cerraron las contrataciones, vamos”. Le digo: “Pero si en eso se abren las contrataciones, yo voy a andar por allá contigo y no tenemos dinero para pos transportarnos hasta allá”. Dice: “Ahí nos vamos pidiendo ride, pero la cosa es que vamos, pues”.
VD: ¿Para qué quería ir para allá? ¿Qué había en Sinaloa?
MO: Pues jitomate, trabajo de jitomate. Le digo: “Pero híjole, pues como que se me hace muy lejos y para regresarme, pos ámonos”. Salimos un lunes, como el caballo blanco que salió de Guadalajara pal norte, ¿no?, nosotros para allá. Salimos como a las siete de la mañana, llegamos a Culiacán el miércoles como a la seis de la tarde. Nos fuimos tres días con las noches y caminándole en la carretera.
VD: ¿Todo eso aventó?, ¿todo ese pedazo se lo llevó?
MO: Sí, caminando y rides como de aquí, vamos a suponer, como unos tres, cuatro kilómetros, cinco.
VD: Y lo demás a pie.
MO: A pie, a pie. Nos estorbaba la ropa que llevábamos puesta. Híjole, se siente duro caminar. Nos alimentábamos con las huertas que había por ahí de jitomate, unos dos, tres jitomates. Y ámonos comiéndole y camínale. Sí, sufrí harto. Y vamos a suponer, llegamos allá el día último de diciembre en la noche para amanecer día primero de enero. Una lluvia que se vino de llueve y llueve de día y noche, día y noche, día y noche, estuvimos ocho días ahí en la casa de sus compañeros de aquel amigo, amigos de él. Le digo: “Mira, yo ya no puedo estar aquí, yo ya me da mucha pena estar aquí pues este, ora sí que con tanta molestia aquí con los familias estas. Yo pues, al domingo yo me voy para la costa esta de por ahí de, es jitomatera ahí en Culiacán también”, le digo, “yo me voy”. Me dice: “Pues yo me voy contigo también va, pues venimos juntos”, dice, “vámonos”. Y sí, nos dio de comer la señora y ya nos fuimos. Hasta nos dio pal pasaje. Y ya nos fuimos, sí, terminamos por allá. Y ya nos quedamos por allá en una enramada de jitomate, una enramada que estaba ahí. Ya nos quedamos y al otro día llega un troque ahí con gente. Y me conoce un muchacho que lo había yo visto en la costa de Hermosillo, en el algodón, y me ve y: “Quihúbole, ¿qué estás haciendo?, súbete”. “Y ahí voy pa arriba”, le digo. “Que súbete”. “Pues, ¿a dónde vamos?”, le digo. “Tú no preguntes a dónde vamos, tú súbete”. Y sí, nos llevaron a trabajar.
VD: ¿Ahí mismo en el jitomate?
MO: En el jitomate, jitomate verde, apenas estaba en planta. A mí me tocó enterrar estaca, este, varas, varas con…
VD: ¿Para que se suba la guía?
MO: Pa que se suba la guía. Y él le tocó plantar postes así de gruesos, palos así de gruesos. Con un tubo por acá así, con una agarradera y tapado de aquí arriba de una boca. Y la otra boca descubierta para meterlo en el palo y enterrarlo a golpes.
VD: Ándele.
MO: Le dicen el niño.
VD: Ah.
MO: Dice: “A ti te va a tocar cargar el niño”. Le dijeron a aquella persona. Como estaba altote y negro, parecía de esos jamaiquinos, ¿no? Y ya trabajó ahí. Pero estuvimos pues sin cenar y sin almorzar. Ya le dijimos al mayordomo. Le dije yo, le digo: “Consíganos a donde nos den de comer”. “Sí, cómo no”. Ya que nos vamos ahí a una ramadita que estaba ahí, ya nos dio de comer la señora. Pero le atoramos duro a los frijoles. Pedimos dos veces plato de frijoles y comimos. Y sí, ahí estuvimos toda la semana. Nos cobró la señora $30 pesos por la asistencia.
VD: ¿Por la comida y por vivir ahí?
MO: Y dormir ahí, ey. Ya el sábado, el domingo le dije a aquél, le digo: “De plano, usted quédese, creo yo que te voy a dejar porque yo estoy con la tentación de la contratación”. “Entonces, ¿te vas?”. “Pues sí”. Ya lo dejé ahí. “Te quedas pero ya con chamba segura, vale, yo todavía voy a navegar”. Y ya me fui a Culiacán y ya me fui para allá para Empalme. Ya encontré un compañero que estaba ahí y se estaba bañando. “¿Qué pasó? ¿A dónde te juites?, ya compañero con... Éramos tres. “El otro compañero ya se fue, ya a su contratación, te estuvieron hablando y por irte para allá, fijate, ya perdistes tu contratación”. Entonces ya me quedé y él se fue a la contratación. Ese día se contrató y se fue. Y yo…
VD: Y, ¿usted se quedó allá?
MO: Yo me quedé desde enero, febrero, hasta marzo me contraté.
VD: Y mientras, ¿en qué trabajó, don?
MO: Pues ahí estaba una señora que me daba de comer y le iba yo a pagar hasta que ya me contratara. Le iba yo a mandar de allá del otro lado. Me daba de comer, sí.
VD: ¿Esos tres meses no trabajó?
MO: No trabajé, no trabajé.
VD: Y, ¿qué hacía mientras?, ¿estaba ahí esperando la contratación?
MO: Pues la contratación se termina a la una. Ya de la una, andar por ahí en el centro en Empalme, mirando. Los compañeros platicando con ellos ahí.
VD: Y, ¿qué decían?, ¿cómo era la vida de los que estaban ahí que querían pasar para allá?
MO: No, pos algunos, pos se hacían hasta locos de que no, pues encontraban la contratación. Algunos se tiraban a la vía del tren a que los atropellara el tren. No, no, era un desbarajuste ahí con la gente, sí, de veras. Algunos se metían a los restaurantes a lavar platos para la comida, pa que les dieran ahí de comer, sí. Esa vez me contraté y me fui a trabajar a San Joaquín, California.
VD: ¿Otra vez le tocó ahí?
MO: Sí, sí me tocó cerquita de Tracy, de San Joaquín, en un campo que había espárrago. Tres meses de corte de espárrago. Y se terminó el espárrago y nos llevaban a la Asociación de ahí de campo de Gobierno. Y ahí me recontraté para el jitomate, otros tres meses, fueron seis meses ahí, sí.
VD: ¿Ahí mismo en San Joaquín?
MO: En San Joaquín, sí. Sí pero, a San Joaquín fui como unas, fue una, dos, como cuatro veces, sí.
VD: ¿Hasta qué año siguió yendo?
MO: Hasta el [19]64.
VD: Hasta el último.
MO: Sí, nos contratamos. Ahí sí me fui en una lista de aquí del sindicato de trabajadores del ingenio. El sindicato está en México. Y sí me, me mandaron la lista y ahí me tocó irme. Por cierto me tocó porque una persona, un amigo de mi hermano no se iba y me fui en su lugar.
VD: ¿También trabajador de aquí del ingenio?
MO: Del ingenio.
VD: O sea que de esa vez que se quedó mucho tiempo por allá, ¿hasta cuándo regresó otra vez para acá para Morelos?
MO: Regresé hasta el [19]59, el [19]60 regresé.
VD: Hasta el [19]60 vino para acá.
MO: Sí.
VD: Después de no haber estado aquí, cuatro años, tres.
MO: Tres años.
VD: Tres años.
MO: Ey.
VD: Y, ¿cómo lo recibieron por acá?
MO: Pues contentos, porque se puede decir que era yo el hijo pródigo, ¿no? Y llegaba yo y: “¡Ay!, ¿cómo estás? Pensamos ya que estabas muerto”.
VD: ¿No les había escrito en ese tiempo?
MO: Sí les escribía yo pues, pero antes era difícil que les llegaran las cartas.
2do: No llegaban.
MO: Sí.
2do: Todavía no lo conocía. Estaba joven todavía.
MO: A ella la conocí en el [19]64, ¿vedá?
2do: Sí.
MO: Ey. Así es que fui el [19]64, el [19]50 y el [19]60, el [19]61, hasta el [19]64. Fui siete, siete años.
VD: O sea que vino para acá y luego ya estando aquí, se quiso volver a ir.
MO: Fui, entonces me llevé a mi hermano y nos fuimos a piscar algodón. O sea que me llevé así sin ninguna esperanza de contratarse. Nos fuimos a contratar hasta allá porque nos tocó ir con el representante de la Asociación de la costa de Hermosillo. Y llegamos allá con el patrón que le digo que me quería como hijo de familia. Llegamos allá. Le llevamos unos chicos de por acá, fruta de por acá, ¿no? Y llegaron bien maduras, porque, ¡útale!, allá es caliente, Llegaron bien maduras. Y ya llegamos en septiembre. O sea que yo llegué ahí y me regresé otra vez con él.
VD: Luego luego.
MO: Luego luego.
VD: Y, ¿qué le decían sus papás de que se iba a llevar a su hermano?
MO: Pues contentos porque decían: “No, pues con éste que ya conoce, no vas a sufrir, van a ir a la segura. Le digo: “Pues si tienes ganas”. Porque él me decía, dice: “Mira, yo he ido a La Ciudadela y no me he podido contratar y tantas ganas”.
VD: Ah, él ya quería irse.
MO: “Yo quiero ir”, y esto, que el otro. “Bueno, ándale pues”. Estuve quince días aquí.
VD: Oh, bien poquito.
MO: Bien poquito. Y pal 16, el 15 de septiembre ya estaba yo en Ciudad Obregón, allá con los patrones que te digo. Y sí, se contrató él. Nos contratamos porque don Martín nos dijo que ya no había, no había, ese año no hubo cartas pa los muchachos que se contrataran. Entonces yo le dije: “Yo me voy a Empalme”. Y en el camino le dije a mi hermano: “Mira, si entra un troque a los campos de la contratación, pues ahí nos vamos a ir a trabajar, yo le pregunto que qué intenciones trae de llevar gente o no. Y si dice que va a llevar gente, pues ahí nos vamos. A ver si no nos llevan a destierro por allá. Y nos vayan a aventar en un voladero por allá. Pues sí, nos vamos, el chiste es que nos vamos”. “Pues yo vengo contigo y tú sabes si me llevas por buen camino o me llevas al destierro por allá, no sé”. Y ya, pues llegamos allá y que veo al carro que entra, un carro. Le digo: “Espérame aquí, yo voy a ver”. Ya que voy y que le digo: “Buenas tardes”. “Buenas tardes”. “Este, lo vi que entró pues al campo aquí de la contratación, ¿con qué fin?”. Dice: “Con el fin de llevar gente”. “¿A dónde?”. “A la costa de Hermosillo”. “¿Con derecho a la carta?”. “No sé, el patrón me mandó y yo voy a llevarle gente. Y no sé con referencias no sé de qué, qué garantías tenga él para ustedes que le van a ayudar a trabajar”. “No, pues vámonos”. Llegamos allá como a la una de la mañana a la costa de Hermosillo. Ya trabajamos ahí y pues nos dieron un saco para piscar algodón dos semanas, sí. Pero nos dimos cuenta que era el representante hasta después. Porque en esas dos semanas no ganamos mucho. Y nos venimos a Empalme. Y entonces nos encontramos una persona de aquí de Miacatlán que ya tenía como unos tres o cuatro meses allá y no se podía contratar. Y que en ese troque lleno que mandó el patrón, ya había otras personas que ya tenían ocho días que habían llegado. Y les faltaban ocho días para cumplir y venirse. Entonces nosotros llegamos a Empalme y nos encontramos una persona. Dice: “No”, dice, “no puedo contratar. Ustedes sigan a la mejor. No, yo estoy trabajando en una desenlitradora(??) que van a hacer aquí en Guaymas. ¿Quieren ir a trabajar?”. Le digo a mi hermano: “¿Nos vamos a trabajar?, ¿qué dices?”. Dice: “Pues yo no sé, tú lo que digas”. “Pues a lo mejor no es cierto que nos contraten, vámonos”. “¿Cuánto estás ganando?”. “Veintiuno, ochenta”. “Pos vámonos”. Ya trabajamos ahí en esa fábrica que estaban construyendo apenas, la estaban levantando. Entonces trabajamos ocho días y a los ocho días, el domingo, que le digo: “Pues ahí andamos cerquitas del mar y me acordé de la contratación”, le digo, “aquellos vamos a verlos a ver si ya se contrataron los demás compañeros”. Y que nos vamos por acá por la estación, por donde espera uno el tren y que encontramos a tres que ya iban con sus cosas. “¿Qué pasó muchachos? Áchale, les estuvieron hablando y ustedes no se presentaron a la contratación para contratarse”. “¿A poco ya se contrataron?”. “Ya, mira con las cosas que vamos. Ya vamos allá a la estación para agarrar el tren para Mexicali”. Y en eso estábamos cuando veo a tres personas de los que se habían quedado ocho días allá. Que los veo, que les hablo, les digo: “¿Qué pasó compañeros?”. “Es buena la carta que traen ustedes”. “¿Por qué?”. “Porque es el representante de la Asociación de la costa de Hermosillo”. “¡Híjole!, y, ¿qué pasó?, ¿los demás dónde están?”. “Se quedaron porque mañana”, era domingo, “mañana lunes les va a hacer la lista el patrón para que se la traigan para venirse a contratar”. “¿En qué parte se quedaron?, ¿no sabes?”. “Se quedaron en una casa de huéspedes que le nombran El Charrito”. Le digo a mi hermano: “Yo me voy, yo me voy ya que mi lista ya pasó. Yo me voy ahorita”. “¿Te vas solo?”. “Pues sí, va pues”. “Vámonos, yo me voy para allá”. Ya llegué como a las…
VD: Y, ¿su hermano?
MO: Se quedó en Empalme. Se quedó en Empalme con la persona que te digo que nos llevó a trabajar ahí a Guaymas. Y ya nos fuimos, me fui yo solo, ya me quedé en un hotelito por ahí. Y al otro día temprano que me levanto y de casualidad hallé luego luego la casa esa de huéspedes, ya que le pregunto a la señora: “¿Aquí se quedaron unos muchachos ayer?”. “Sí, pásele”. Ya que paso y que les hablo. Le digo: “¿Saben qué?, vengo a que me incorporen pues en la lista que les va a hacer el patrón al rato”. “Sí, me dijo que a las diez, él me dijo”, dice, “a las diez”, dice, “nos vamos, va a recibir las cartas que nos dio y ya sobre esas cartas nos va a hacer la lista”. Y sí y que les doy los papeles que me había dado el patrón. O sea que los comprobantes, y: “Ah, sí, sí son buenos”, ya que los únicos, los demás que tenía y ya se fue. Al rato dice: “Ya es hora, ya me voy”. Y que le hace la lista y ese mismo día regresamos a Empalme. Yo llegué a Empalme y buscaba a mi hermano. Y no lo pude encontrar ese día y me fui pa allá para Guaymas donde nos quedamos pues a dormir y no llegó en toda la noche. Y ya al otro día, ya me venía yo, ya me iba yo a agarrar el camión para irme pa Empalme, de la contratación, cuando lo veo que ahí iba. Le digo: “Ándele, te ando buscando. Ándale, ya traigo la carta, ya estamos en la lista”.
VD: ¿También a su hermano lo había anotado?
MO: Sí, a los dos. Me llevé su carta de él y la mía. Y ya nos fuimos a Empalme, sí.
VD: Y, ¿de ahí se contrataron los dos?
MO: Los dos nos contratamos.
VD: ¿Les tocó juntos?
MO: No, a él le tocó acá en Phoenix, Arizona.
VD: ¿Algodón también?
MO: No, lechuga.
VD: Ah.
MO: Y a mí me tocó en Santa Ana, California.
VD: ¿Qué le tocó esa vez ahí en Santa Ana?
MO: A cortar celery.
VD: Ah.
MO: Corté celery con unos japoneses. Pero qué trabajosos son esos japoneses. Comiendo y haciendo algo con una mano. Sí, son buenos.
VD: ¿Otros trabajadores de ahí japoneses?
MO: Era japonés, el patrón era japonés. Eran unos japoneses. Tenían trabajadores ahí, como unos seis, sí. Y ahí trabajé.
VD: ¿Cuánto tiempo le tocó esa vez?
MO: Esa vez me tocó seis meses, seis meses.
VD: Y, ¿todo ahí en el mismo campo?
MO: Sí.
VD: ¿Con esos mismo patrones?
MO: Con los mismos.
VD: Y, ¿dónde vivía cuando estaba con esos patrones?
MO: Ahí tenía una casita, igual como para seis, siete personas, sí.
VD: Y ahí sí se cocinaba usted.
MO: Ahí me cocinaba yo. El primer día que me dan un vale, un cheque para ir al lonche, pues yo me llené mi carrito de lo que yo más o menos, ¿no?, quería yo comer. Pero ya para guisar, no sabía yo qué guisar. Andaba yo pa allá y andaba yo pa acá y, ¿qué guiso?, y que esto y que el otro, y que ya nos íbamos a ir a trabajar. Y dicen los demás, dicen: “Tú nomás andas dando de vueltas, no, no sabes qué guisar y ya nos vamos a ir. Ándale, cómete lo que hicimos”. Y me dieron de comer. Y sí, ya nos fuimos a trabajar.
VD: Y las otras veces, ¿cómo se hacía de comer usted? ¿Allá aprendió, don Miguel?
MO: Ahí aprendí más o menos a hacer algo, sí. O sea que cortamos el celery. Empezamos a las, de que no cortamos celery, cortamos coliflor. Tenían coliflor también. El celery es de frío.
VD: Y, ¿la coliflor?
MO: También, ¿no? Soporta el frío.
VD: Ah.
MO: Sí.
VD: Entonces tenía siempre trabajo, como sea.
MO: Sí, sí, así trabajé con él. Y ya vamos a suponer, el último año en el [19]50, el [19]63 me tocó contratarme en Ciudad Juárez, Chihuahua. Allí ya fue en Chihuahua.
VD: ¿Ahí fue su contratación?
MO: Sí.
VD: ¿Cómo llegó para allá?
MO: Contratado.
VD: Ah, gracias señora.
MO: Fue una lista del sindicato, que le digo que esa persona…
VD: Ah, o sea que entonces se vino usted para acá, y, ¿se metió al ingenio?
MO: No.
VD: Ah.
MO: Una persona que no se iba y me fui en lugar de él.
VD: Uno que era trabajador del ingenio.
MO: Ahí me fui en lugar de él y me tocó estar en Wyoming.
VD: ¿Hasta allá lo mandaron?
MO: Allí le dicen el campo de la contratación, el Río Vista.
VD: Y, ¿qué le tocó por allá?
MO: Este, desahijar betabel.
VD: Ándele. ¿Ésa fue la única vez que le tocó el betabel?
MO: El betabel sí, desahije de betabel. Pero ¡híjole!, duro es el desahije.
VD: ¿Cómo se le hizo ese trabajo?
MO: Porque dan así de lejos, más o menos uno tras de otro. Híjole, una vez, pues íbamos empezando como teníamos, como unas dos semanas o tres, no sé. Y una nubecita que apenas se veía así en el cielo, azul, y llegó el patrón pero si, con su camioneta y había un canalón ahí, una acequia, le dicen por allá, ¿no? Y ya nos hablaba: “Come on, come on”. En bueno, digo: “No sé inglés, ¿qué nos estará diciendo? Que nos apuremos, yo creo”. Y: “Come on”. Y vio que no le hacíamos caso, se metió al field y nos fue a jalar. “Come on, come on, go, go al troque, troca”. Y nos fuimos pues corriendo y caminando, correría un tanto como unos cincuenta metros cuando mucho. Y cae el granizal y se metió en un subterráneo donde tenía pues otro señor pastura pa sus vacas, ¿sí? Pero subió, este, tanto el granizo. Y que vemos pal field donde estábamos desahijando.
VD: Blanco.
MO: Blanco, blanco. Dice, le digo a aquél: “Ya nos va a llevar para México pues, nos va a mandar. Aquí ya se terminó esto”. Y mientras al otro día, ya nos consiguió a dónde ir a trabajar en el, ¿cómo se llama?, rábano.
VD: ¿Por ahí cerca?, ¿por ahí mismo?
MO: Por ahí cerca onde no pegó pues el hielo, el granizo, sí ahí.
VD: ¿Trabajó en el rábano?
MO: Ahí trabajamos como una semana hasta que se repuso, hasta que se derritió el hielo, el granizo. Trabajamos una semana.
VD: Y después se regresaron a California.
MO: Y hay otra verdura pues, no sé cómo le llamen. Una que le echan a los pepinos, que los enfrascan. Que están los pepinillos por acá así. Que los hierven, no sé. Hay una, otra hierbita que los hierven. Y ya se hacen como en conserva, no sé cómo será. Sí, trabajamos ahí y ya después regresamos otra vez al desahije, sí.
VD: ¿Como cuántos eran esa vez en el desahije?
MO: Éramos seis.
VD: ¿Seis nada más?
MO: No, cinco. Porque me acuerdo que tenía tres camas, una individual y las otras matrimoniales.
VD: Y, ¿se quedaban juntos unos?
MO: Pues sí, una cama matrimonial dormían dos personas. Dicen: “Vamos a poner una tabla en medio pa que no se molesten ni uno ni otro”.
VD: Y, ¿les puso una tabla?
MO: No, nomás les dijo.
VD: Ah.
MO: Nomás les dijo. Y había otros dos que eran primos, se quedaron en una cama ellos dos. Yo me quedé en una camita individual ahí solito. Y dice una vez, aquél este, Manuel, un amigo que iba con nosotros se llama Manuel, dice: “Voy a echarme un baño”. A los ocho días, o sea que el sábado. No no nos bañábamos todos los días porque hacía un frío de la fregada.
VD: ¿Cada cuándo se bañaban?
MO: Cada ocho días.
VD: Ándele.
MO: Sí, pero dice: “Voy a hervir el agua porque está bien fría. Voy a hervirla”. Y la hirvió. Ya que estaba caliente dice, porque el señor ese no tenía baño. Así no, un rodetito(??) que tenía ahí, ahí nos bañamos. Y este, dice: “Voy a sacarla pa allá pa fuera y voy a regresar porque voy a traer el jabón y la toalla”. Pues ya cuando regresó pa allá, que ya se iba a bañar, ya estaba bien fría el agua, bien fría y ya no se pudo bañar. Y yo sí me soportaba yo el agua fría porque la saca uno así con este, palancas así, donde está la tubería enterrada y sale el agua pero bien fría. Y así me bañaba yo, con agua fría.
VD: Y ese muchacho no aguantó.
MO: No aguantaba. El patrón nos dijo un día, dice: “Vamos a ir a misa, los voy a llevar a church”, decía él, “a la iglesia, a misa, sí”. Que me baño con agua bien fría, fría, fría. Y así me fui, bañadito.
VD: Y, ¿a qué iglesia los llevó?
MO: A una iglesia americana. Por allá no hay gente que hable español, puro inglés, sí.
VD: Y, ¿estaba en inglés la misa?
MO: La misa en inglés. Les digo a aquellos: “Nomás persígnense y récense un Padre Nuestro”, ¿vedá? Pues porque no sabemos lo que están diciendo, sí. Y ya este…
VD: ¿Todos fueron a la misa?
MO: Todos fuimos. Éramos cinco ahí, cinco personas.
VD: ¿Ésa fue la única vez que fueron a la iglesia por allá?
MO: Pos no, por acá en otro lado, sí íbamos a misa también.
VD: ¿En California?
MO: En California.
VD: Y, ¿allá sí había en español?
MO: Y había personas que iban, que eran devotos de la Virgen de Guadalupe. Y hacían reuniones ahí en el campo, sí.
VD: ¿A ustedes los iban a ver ahí al campo?
MO: Nos iban a ver, sí nos iban a ver ahí al campo.
VD: ¿Les daban pláticas o qué hacían?
MO: Pláticas de Jesús y eso. Te llevaban una imagen de Guadalupe.
VD: Y, ¿era de gente de allá?
MO: Gente de allá, de por ahí.
VD: Y, ¿hablaban español?
MO: Hablaban español, sí así, como tú que eres americana, ¿no?
VD: No, de acá.
MO: ¿Eres de acá?
VD: Sí.
MO: ¿De dónde eres?
VD: Del D.F. [Distrito Federal].
MO: Ah, ¿eres del D.F.?
VD: Sí, del D.F.
MO: Con razón te vio aquella vez aquel Rodolfo y te habló.
VD: Sí, sí, no del, del…
MO: Yo pensaba que eras de por allá.
VD: No, de acá de…
MO: ¿Pero si estás en Boston?
VD: En Texas, sí.
MO: En Texas.
VD: En Texas.
MO: En Boston.
VD: En Austin.
MO: Austin.
VD: En la capital sí, sí. No, pero yo soy de acá.
MO: Aquí estaba un señor, un americano que era de allá de Austin.
VD: ¿En dónde?, ¿aquí en Miacatlán?
MO: En Miacatlán.
VD: Ah.
MO: No me acuerdo cómo se llamaba ese muchacho, era americano, hablaba bien el español. “Que soy de Austin yo”.
VD: Oh mire, pos sí, de allá. De allá estoy, allá vivo.
MO: Sí, ¿qué posibilidades hay de lo que estamos gestionando pues, de que nos regresen nuestro dinero?
VD: Ah, si quiere platicamos ahorita de esto. Nada más déjeme acabamos esto y ahorita platicamos del otro asunto, de lo del fondo de ahorro.
MO: Sí.
VD: Déjeme nada más preguntarle, la última vez que estuvo allá fue en el [19]64, ¿verdad?
MO: En el [19]64, sí.
VD: Ésa fue.
MO: O sea que en el [19]64 entramos. Nos tocó en Arizona. Willcox, Arizona nos tocó en un campo grande ahí.
VD: ¿De qué era el campo?
MO: Era como campo de contratación, o sea que donde llegaba la gente, había de tres compañías ahí. Había la Northon, la Calzona, y la Royal. A mí me tocó trabajar en la compañía Royal, trabajar ahí.
VD: Y, ¿qué se hacía en esa compañía?
MO: El desahije, el desahije.
VD: ¿De betabel también?
MO: De lechuga.
VD: Ah, lechuga.
MO: Desahije de lechuga, sí. Ahí estuvimos setenta y cinco de aquí de Miacatlán.
VD: ¿Se fueron todos juntos?
MO: Todos juntos nos fuimos.
VD: Y, ¿les tocó juntos?
MO: No, bueno, nos tocó juntos estando en el mismo campo. Pero unos estaban trabajando con una compañía, otros con otra, sí. Ahí nos tocó desahijar. Y este, el primer día ahí en ese lugar de Willcox, Arizona, pues hace un aire como a las diez de la mañana. Un aire que chifla, (silbido) chifla y las puertas de las barracas se abren y se azotan y las ventanas. Y está un cerrito así para allá, como a, pues se ve cerca, ¿qué serán?, unos cien kilómetros, cinco millas. Y está frío, tiene hielo. Y ese día, pues no nos calentábamos ni trabajando, teníamos harto frío. Y es arenosa la tierra, se levantaba la arena, la tierra, el polvo. Híjole, ese día sí la pasamos muy mal porque, pues mucho frío, sí.
VD: ¿Tenían estufas adentro de sus barracas para calentarse?
MO: No, no, nada, nada. Qué chistoso. Empezaba a las diez y a las diez de la noche se acababa el airecito.
VD: ¿Todo el día?
MO: Todo el día, doce horas de aire y con frío, sí. Ahí trabajamos, vamos a suponer que fue en marzo, abril, mayo, junio, en julio se terminó. Pero nos llevaron. Era empacador ahí, empacador de lechuga. Porque lo había hecho el [19]58 en Salinas.
VD: Ya sabía.
MO: Ya sabía yo. Pero cuando dijo Lorenzana, aquel Jesús, dijo que los que habíamos, o sea que se terminó la lechuga ahí, el desahije de lechuga. Y nos llevaron al Águila, de donde está Phoenix, más adelante para allá. Ahí está un campo también que le nombran el Águila. Pero los trabajadores son de la misma compañía Royal. Y ahí nos llevaron a muchos y ya al otro día que dice Lorenzana, dice: “¿Quiénes son empacadores de los que llegaron anoche?”. Pero yo lo había hecho el [19]58 en Salinas. Dije: “Pues yo”. Que levanto la mano y ya que dice: “Agarre su, su burra”, dijo él, “baje su burra del troque y parquéela”
VD: ¿Cuál burra? ¿Qué era la burra?
MO: Burra es una como carretillita que tiene una escuadra de ángulo, donde cabe la asiento de la caja donde se empaca la lechuga, sí. Son cajas, vamos a suponer, así de altas y por acá así de cuadradas, ¿no?, de diámetro. Donde caben las veinticuatro lechugas.
VD: ¿Por caja le metía veinticuatro?
MO: Doce abajo y doce arriba. Pero como no me había fijado que el día antes habían regado el field ese, estaba recién regadito. Híjole, que le entramos pues. Pero, ¿por qué voy a decir que lo hice bien? Parecía yo nuevo, peor que nuevo porque las cajas se me abrían de las esquinas. Y ya hasta que me enseñó Lorenzana. Que dice: “Mira, así se empaca. Sí vételo, ve acomodándolos bien”. Y ya fui agarrando el empaque, sí. Pero ese día fue muy duro porque, porque yo me acuerdo porque me agarró escalofrío y calentura. Fue el 10.
VD: ¿Por qué se enfermó?
MO: Fue el 10 de mayo por tan duro el trabajo. Dolía todo esto de aquí.
VD: Como los riñones.
MO: Los riñones, tanto de ir empujando la burra. Las llantas se enlodaban, se enzoquetaban y ya no corría pues la llanta. Sino que la iba uno empujando a puros empujones, sí. Y ese día, sí terminé mi día bien maltratado de mi cuerpo.
VD: En la noche.
MO: Sí.
VD: Y, ¿cómo se sentía?, ¿en ese momento qué pensaba de estar de bracero?
MO: Pos, pues renegando pues por lo mismo de la lodacera que había, del zoquetal que había en los surcos. Pero pues decía yo: “No, esto es de un día o dos. Ya después va a ser diferente”. Porque no todos los días son iguales. No son iguales por esta razón, porque vas agarrando mañas de cómo hacerlo mejor, ¿no?, sí. Y de esa manera se va uno pues haciendo las cosas más rápido, sí. Y me decía uno de Zacatecas, dice: “Pues mira, este empaque es el más difícil porque este empaque debe de ir la hoja bien restiradita y sin arrugas y sin quebradas, sin zafadas de tronco. Debe de ir un empaque limpio y bien empacadito pa que el que va con la grampa, no sufra. Ponga su grampa y rápido la doble y la grape y ya está”. Le digo: “Sí pues”, le digo, “esto no es, ya lo hice pero ahorita de momento pues no le agarro la onda”. Dice: “Pero vas a ver cómo para mañana vas a estar mejor”.
VD: Otra vez agarra práctica.
MO: Sí, sí. Y así fue como, como ya después, cuando se terminó la lechuga, hubo selección de gente. Y la gente que era empacadora, los seleccionaron para ir a Wisconsin. O sea que yo fui a Wisconsin con la misma compañía que me llevó a Wisconsin.
VD: ¿Cuánto tiempo estuvo por allá?
MO: Como tres meses, sí.
VD: ¿Empacando lechuga también?
MO: Lechuga. Allá en Wisconsin, en los fields, son playas, como playas muy vaporosas pues, como que pisas y te sumes. Como sientes que te sumes. Decía Jesús, el Lorenzana que te acabo de decir.
VD: ¿Era su mayordomo?
MO: Era el mayordomo. Dice: “Miren, los que saben fumar, no tiren el cigarro que se, que esté ardiendo, que esté el tizoncito, ¿no? No lo tiren. Apáguenlo porque la tierra se va a quemar”. Sí porque estaba, tenía pues, como son playas, tenía pues mucho, ¿cómo te dijera yo?, mucha lama, lamita finita. Y todos esos palitos se iban ardiendo. Como tierra muy podrida, ¿no? Sí, y eso nos recomendaba.
VD: Que no echaran su cigarro ahí.
MO: Que no echaran el cigarro encendido porque se quemaba la tierra.
VD: Y, ¿allá también vivió solo en una casita?
MO: No, estuvimos así la gente que íbamos en unas barraquitas.
VD: En barracas.
MO: En barracas, sí. Éramos como, ¿cómo te dijera yo?, éramos como sesenta.
VD: ¿Todos eran braceros?
MO: Braceros.
VD: Y, ¿ahí fue donde terminó su contrato, don Miguel, el último que tuvo?
MO: El último, sí. Ése fue el último en el [19]64.
VD: Y, ¿qué le dijeron esa vez que se terminó su contrato?
MO: Pues que ya era el último año, que ya las contrataciones se iban a terminar.
VD: Y, ¿les dijeron por qué?
MO: Pues nos dijeron que porque, pues ahora sí que el Gobierno de México ya no quería que fuera gente contratada. Sí, que habían firmado un contrato y que ya se vencía y que ya se iba a terminar. Y bueno, entonces ni modo. Ya éste fue el último.
VD: Y, ¿desde allá de Wisconsin se vino para acá, para Morelos?
MO: Sí, de allá nos mandaron. O sea los que se vinieron, se vinieron así en camión hasta la frontera.
VD: Y, ¿usted no se vino?
MO: Sí.
VD: Ah.
MO: Me vine.
VD: Estaba, y se llegó a la frontera también.
MO: No, o sea, salimos por ciudad. No, entramos por El Centro, California y salimos por El Centro, California. Sí, ya me acordé, por ahí salimos, por Mexicali.
VD: Y, ¿qué se trajo usted de allá? ¿Compró cosas para traer?
MO: Ropa, creo traje, ¿verdá, Elena? Entonces ya me había casado con ella.
VD: Ah y ya cuando se fue la última vez, ¿ya estaba casado?
MO: Ya estaba yo casado.
VD: O sea, ¿en qué año se casó, don Miguel?
MO: [Mil novecientos] sesenta y cuatro.
VD: Ah, y se fue luego de casado, se fue para allá.
MO: Sí, como a los pocos tiempo, ¿vedá?
2do: Sí.
MO: Sí.
VD: Y, ¿qué le…?
2do: Poco nada más.
VD: Poquito tiempo se fue.
2do: Sí.
VD: En lo que estuvo allá.
2do: Y ropa hasta me la escogió y me la…
MO: O sea que me fui a Arizona, a Willcox, Arizona, ¿no le digo? Y de ahí ya la misma compañía me contrató, recontrató para ir a Wisconsin. Por ahí, ése fue el último año.
VD: Y ya después de ahí se regresó para acá.
MO: Ya, ya me regresé, sí, así es.
VD: Oiga, usted que estuvo muchos años por allá, que se pasó mucho tiempo, ¿cómo le parecía la vida allá en el norte comparada con la vida aquí?
MO: Bueno pues, yo pienso que la vida de allá era favorable. Porque ahora sí que a donde había comedor nos quitaban cada semana, o cada semana lo que había que… Ya cuando nos daban nuestros chequecitos ya iba recortado el lonche, pero ya recibíamos el cheque, pues ya limpio. Y se nos hacía fácil por allá porque aquí pues siempre los trabajos eran más escasos, sí. Y el dólar de allá, en aquel tiempo valía $12.50, ¿verdad?, $12.50 valía. Cuando aquí se ganaba, vamos a suponer, $15 pesos.
VD: ¿En el día?
MO: En el día. Allá por dos horas eran $25 pesos y aquí por todo el día de trabajo eran $15 pesos, con la jornada de ocho horas. Y allá con dos horas de trabajo, ya rebasaba de los $15 pesos, ¿verdad? Y se trabajaban diez horas, sí, así es. Y se alivianaba uno mejor.
VD: Y en el resto de la vida, de cómo era estando allá, por ejemplo, cuando ustedes iban a los pueblos o a comprar o algo, ¿cómo los trataba la gente de allá?
MO: Pues, ahora sí que nos veían pues, pero ni uno, nos hablaban pero nosotros no les entendíamos lo que nos decían. Nomás le preguntaba uno al patrón: “¿Qué es lo que dicen?”. “No, pues dicen que si, si gustan en que le ayuden en algo, ¿qué es lo que desean?, ¿qué es lo que quieren?”. Híjole, es tan difícil estar por allá porque no conoce uno el inglés. Pero ya cuando ya lo empieza uno a conocer un poquito, pues ya cuando menos se entiende uno algo, ¿verdá?, sí, sí.
VD: Y alguna vez, don Miguel, ¿le tocó a usted algún incidente de discriminación allá?
MO: Nunca, nunca me tocó, vamos a suponer que algún autobús chocara o que, o que ya se emborrachó el chofer y que nos regresara pues en malas condiciones, ¿no? No, siempre estuvo correcto.
VD: Y cuando iban a los lugares o eso, que no les dejaran entrar o que les dijeran que los mexicanos no podían pasar.
MO: Pues en los parques ya ve que ahí siempre pues va cualquier gente a este, a un parque a recrearse un poco, ¿verdad?, a jugar ahí, a platicar y eso. Se le hace a uno el día bien chiquito.
VD: ¿Allá se iba usted para pasar sus ratos libres?
MO: Sí.
VD: ¿A los parques?
MO: Sí.
VD: Oiga, don Miguel y entonces después del [19]64 que usted se regresó, no, ¿en algún momento pensó en quedarse por allá a vivir?
MO: Pues siempre me decían, dicen: “Quédese, quédate”. Los amigos, ¿no?, que ya tenían papeles, me decían: “Debes de quedarte, está fácil para quedarse por acá ahorita. La Migración no está chequeando los lugares ni nada de eso”. Le digo: “Pero yo busco mucho a mi gente, a mi familia”. Me gustaría quedarme pero se me hacía pues también estar tanto tiempo por allá, se me hacía muy difícil. Pero sí, para trabajar un tiempo favorable, sí pues lo pasaba yo contento, sí. A pesar de que había veces que los trabajos no los había uno hecho pero le enseñaban a uno.
VD: Y, ¿alguna vez le pasó o pensó usted en llevarse a su familia para allá?, por ejemplo.
MO: Pues nunca pensé llevarla porque digo: “Aquí se necesita pues ser un profesionista para, pues para desempeñar un empleo”, ¿no? Por ejemplo, vamos a suponer, que fuera yo albañil, que le tuviera yo pues aprecio a una carrera de ésas de albañil. Pos me dedicaría yo allá, pues a construir casas. Y si no, a las compañías pues haciendo carreteras. Pues que ganan un poquito más, ¿verdá? Pues se me hacía difícil porque ahora sí que no conocía yo gente, familia de por acá que me hiciera esa invitación de irme por allá con todo y familia.
VD: ¿Usted cree que si hubiera tenido allá alguna familia o algo, a lo mejor lo hubiera pensado?
MO: A la mejor sí, a la mejor sí lo hubiera pensado, llevármela. Porque allá es otra vida mejor.
VD: ¿Le hubiera gustado que sus hijos crecieran allá?
MO: Sí, sí me hubiera gustado. Porque pues allá la vida es otra. Es otro el vivir por allá, sí. ¿A poco no?
VD: ¿Le parece que es mejor que aquí?
MO: Bueno, pues aquí vamos a suponer, el que tiene una profesión pos se siente a gusto porque siempre tiene trabajo. Y el que es jornalero pos no, porque pues hay veces que los trabajos se escasean, sí. Pero el que tiene una profesión, yo pienso que sí.
VD: Y ahora que se acuerda, don Miguel, después de todos estos años que pasaron, cuando usted piensa en sus años de bracero, ¿cómo se siente?, ¿qué recuerdo le queda?
MO: Pues dicía yo: “Pues aprendí mucho, porque cuando mis nietos crezcan, para platicarles cómo es la vida por acá. Pa platicarles cómo son los trabajos, cómo se va uno desarrollando en los trabajos. (sonido del micrófono) Mira, ya se cayó.
VD: No, espérese. Entonces pensaba así en sus nietos.
MO: En los nietos, en mis hijos.
VD: Y de sus hijos, ¿alguno está por allá?
MO: Sí. Mi hijo se llama Miguel también. Él apellida Miguel Ortega Valle. Valle por su mamá. Él está en Washington.
VD: ¿En Washington? ¿En la manzana, o dónde le toca, o está en las…?
MO: Él le tocó en las yardas.
VD: No está en el campo.
MO: No, está en las yardas.
VD: ¿Tiene mucho allá?
MO: Se fue desde febrero. Y va a venir, pues se fue por nueve meses.
VD: Y, ¿se fue contratado o se fue sin papeles?
MO: No, contratado. Se contrató aquí en Cholula, Puebla.
VD: Ah, y se los llevan contratados también.
MO: Contratados, sí.
VD: ¿Es la primera vez que se va?
MO: No, ya lleva como tres años yendo, sí, sí, no.
VD: Y él es el único que va.
MO: Porque la vez pasada, el año antepasado se fue a contratar aquí a Guanajuato.
VD: Y, ¿también al mismo trabajo?
MO: Al mismo trabajo.
VD: Ah.
MO: Y esa compañía de Guanajuato y la de Cholula es la misma. Decía: “Tú te vas a ir a Cholula porque te agarra cerca”, sí. Sí y esta vez fuimos a Cholula, allá a la compañía esta de Cholula, ahí pagó su pasaporte. Y fue al banco a pagar su visa.
VD: Y allá se contrató.
MO: Se contrató, sí.
VD: ¿Él es el único, entonces?
MO: Es el único.
VD: Ah.
MO: Sí, tengo una hija pero ésa trabaja en el Congreso del Estado.
VD: ¿Aquí?
MO: Sí.
VD: Él fue el único que decidió irse para allá.
MO: Ahí en Cuernavaca.
VD: Ándele.
MO: Mi hijo ya se casó. Vive ahí en aquella casita.
VD: Aquí cerquita.
MO: Sí, aquí en el mismo lote.
VD: Aquí luego luego.
MO: Sí, ahí en el mismo lotecito.
VD: Ándele.
MO: Ahí le hice su casita.
VD: ¿Esos son sus tres hijos que tiene?
MO: Dos.
VD: ¿Dos nomás?
MO: Dos. Es mi hijo y mi muchacha, mi hija.
VD: Su hijo el que se va, ¿es el que vive aquí con usted? Ándele, ándele.
MO: Y mi hija vive más abajo. Se llama Carmelita, María del Carmen.
VD: Ah, pues ya.
MO: Ortega Valle.
VD: Los tiene aquí cerquita.
MO: Sí, cerquita.
VD: Don Miguel, muchísimas gracias por todos sus recuerdos que me compartió del tiempo de bracero.
MO: Sí, son recuerdos que nunca se van a olvidar porque los vivió uno por allá.
VD: No, claro, claro que sí.
MO: Sí.
VD: Muchas gracias por compartirlos.
MO: Sí, mucha gente que fue a trabajar allá, pues hay gente que se quedó pues a trabajar y a vivir allá. Esos son los que ya, pues ya tienen sus hijos, ya crecieron y ya son ciudadanos americanos, sí.
VD: Y otros se regresaron.
MO: Otros se regresaron.
VD: Como usted.
MO: Como yo, sí. Pero si me hubiera quedado, pues tuviera yo otra vida mejor, a lo mejor.
VD: ¿Piensa?
MO: Pienso yo que sí, porque hubiera progresado. Por ejemplo si me quedo aquí en Sonora, pos fuera yo ya un terrateniente, tuviera yo dinero. Tuviera yo otra manera de vivir mejor, sí. Sí, así es. Tú, ¿cómo te llamas dices?
VD: Violeta Domínguez, déjeme pararle.
Fin de la entrevista
Interviewer
Domínguez, Violeta
Interviewee
Ortega Álvarez, Miguel
Location
Miacatlán, Morelos, México
File Name Identifier
Ortega_Alvarez_MOR008
Citation
Domínguez, Violeta and Ortega Álvarez, Miguel, “Miguel Ortega Álvarez,” Bracero History Archive, accessed November 25, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/111.