Heriberto Flores Sotelo
Title
Heriberto Flores Sotelo
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Heriberto Flores was born in Guerrero, México; he was an only child, and grew up with his mother and maternal grandmother; at the age of eight, he began working in agriculture; he traveled to Mexico City, México in 1956 and enrolled in the bracero program; as a bracero, he worked in Arizona, California, Colorado, New Mexico, and Texas picking cantaloupes, carrots, cherries, cotton, grapes, olives, peaches, sugar beets, tomatoes, and watermelons.
Summary of Interview: Mr. Flores recalls growing up in Guerrero, México, and working in agriculture from the age of eight to help his family; he remembers traveling to Mexico City, México in 1956, and enrolling in the bracero program; additionally, he describes the hiring process, and his experience at the contracting center in Mexico City, México; he worked in California, Colorado, New Mexico, and Texas picking cantaloupes, carrots, cherries, cotton, grapes, olives, peaches, sugar beets, tomatoes, and watermelons; furthermore, he details what the daily activities on the farms were like, the housing they had, and the treatment they received from foremen; he also explains how their contracts worked, how they could get extensions, and the complaints many braceros had about the bad food they received; moreover, he recounts what braceros did on weekends, and the gambling and games they took part in; he concludes by stating the benefits of having been a bracero, the things he liked and disliked about the United States, and the reasons why he decided to return to México.
Summary of Interview: Mr. Flores recalls growing up in Guerrero, México, and working in agriculture from the age of eight to help his family; he remembers traveling to Mexico City, México in 1956, and enrolling in the bracero program; additionally, he describes the hiring process, and his experience at the contracting center in Mexico City, México; he worked in California, Colorado, New Mexico, and Texas picking cantaloupes, carrots, cherries, cotton, grapes, olives, peaches, sugar beets, tomatoes, and watermelons; furthermore, he details what the daily activities on the farms were like, the housing they had, and the treatment they received from foremen; he also explains how their contracts worked, how they could get extensions, and the complaints many braceros had about the bad food they received; moreover, he recounts what braceros did on weekends, and the gambling and games they took part in; he concludes by stating the benefits of having been a bracero, the things he liked and disliked about the United States, and the reasons why he decided to return to México.
Creator
Domínguez, Violeta
Flores Sotelo, Heriberto
Date
2002-07-22
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Heriberto Flores Sotelo
creator (Spanish)
Domínguez, Violeta
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
1:15:02
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Heriberto Flores Sotelo
Fecha de la entrevista: 22 de julio de 2002
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez
El día de hoy es 22 de julio de 2002. Esta es una entrevista con el señor Heriberto Flores Sotelo.
VD: Señor Heriberto, me dice usted que nació en Guerrero, ¿verdad?
HF: Sí.
VD: En el 1936.
HF: Sí.
VD: Quiero empezar nada más por preguntarle un poquito sobre sus antecedentes familiares. ¿A qué se dedicaban sus papas?
HF: Bueno, a cultivar las tierras ahí en ese lugar solamente, cultivar tierras, sembrar cacahuates, ajonjolí, maíz, frijol, pues es todo lo que se cosechaba por ahí.
VD: ¿Ellos tenían tierras propias, sus papás?
HF: No. Mi papá sí, mi mamá no.
VD: Y, ¿sembraba las tierras de su papá?
HF: Sí, sí.
VD: Eran de él. Y, ¿ellos también eran de ahí?
2do: Sí, pero él no tuvo nada porque él era este, un hijo este, digamos fuera de la casa.
HF: Bastardo.
2do: O sea él no tuvo nada del papá.
VD: No le heredó su papá.
2do: No, nada nada.
VD: Entonces usted creció con su mamá nada más.
HF: Con mi mamá y mi abuelita.
VD: Ah, usted su mamá y su abuelita lo criaron.
HF: Ajá.
VD: Y, ¿con ellas trabajó usted, les ayudaba?
2do: Para ellas, trabajaba para ellas.
HF: Sí, y este, dos hermanos más que uno vive en Los Ángeles y otro aquí, en San Miguel Teotongo.
VD: ¿Eran más grandes que usted?
HF: Más chicos.
VD: ¿Usted es el más grande?
HF: El mayor, sí.
VD: Y, ¿desde qué edad comenzó a trabajar allá, señor Heriberto?
HF: De los ocho años, ocho años. Ganaba yo $0.50 centavos.
VD: Cincuenta centavos. Trabajaba en, ¿qué? Le ayudaba a…
HF: En el campo a dar tierra al maíz y todo lo que es frijol, quitar la hierba, el maíz limpiarlo bien para que creciera, desenhierbar, pues.
VD: Me decía que usted no pudo ir a la escuela allá en esos años.
HF: No, porque el municipio era a seis horas de camino, ¿verdad? Seis horas de camino de Teloloapan a donde yo me crié, al municipio.
VD: No, pos taba muy lejos.
HF: Era como una sierra y no entraban carros, todo a pie, en burros, caballos, todo eso.
VD: Entonces la escuela más cercana estaba a seis horas.
HF: No, iban maestros ahí al lugar. De hecho, había ciento diez casas y contrataron un maestro y pagaban de lunes a sábado $7 pesos.
VD: Usted no podía ir.
HF: No, mi mamá lavaba y planchaba y no…
VD: De eso los mantenía a ustedes.
HF: Sí, sí.
VD: Entonces usted siguió trabajando. Después de trabajar en el campo o, ¿siguió siempre en el mismo trabajo?
HF: En el mismo trabajo hasta llegar a los dieciocho años.
VD: Que fue cuando usted se fue por primera vez.
HF: Cuando ya la primer vez me fui para Estados Unidos.
VD: ¿Cómo fue que se enteró usted de que estaban contratando braceros, señor Heriberto?
HF: Un muchacho de ahí de la misma localidad me invitó. Fue el primer año y me dijo: “¿Sabes qué?, me gusta tu amistad”, y ellos eran ricos y yo era pobre. Pues había mucha gente pobre, pero yo era uno de ellos también. Entonces me dijo, dice: “¿Sabes qué?, me gusta tu amistad y yo te voy a invitar para que salgas adelante y que te críes en otro ambiente. Aquí tú sabes qué ganas”. Pos eran $2 diarios. Desde las ocho de la mañana hasta las siete de la noche, en el campo todo. Entonces pues le dije a mi mamá y me consiguió el dinero y me fui de ahí para acá fue para mí otro ambiente.
VD: Su mamá, ¿cómo le consiguió el dinero, señor Heriberto?
HF: Consiguió $800 pesos. Teníamos en ese entonces, teníamos vaquitas, había como unas diez. Tuvo que vender una, en caso de emergencia se vendía una o dos. Pero eran baratas, a $300, $400 si era muy grande, entonces teníamos que vender dos pa pagar esa cantidad. Y por esa razón me fui.
VD: Eso fue en el año…
HF: [Mil novecientos] Cincuenta y… Bueno, yo me recuerdo que fue el [19]55, pero un amigo me estaba platicando que no, que fue el [19]56 el primer año que me fui.
VD: Entonces este compañero suyo le dijo que él…
HF: Me ayudaba.
VD: Lo animaba para…
HF: Sí, y entonces llegamos al Hotel Imperio.
VD: Aquí en la Ciudad de México.
HF: En Correo Mayor.
VD: En el centro.
HF: En el centro. Y ya de ahí nos veníamos veintiuno y por todos, veníamos muchos nuevos que no, ni… Como unos cinco que ya sabían, nos guiaban a todos.
VD: Ándele.
HF: Y los demás éramos nuevos por primera vez.
VD: Oiga y, ¿cómo se animó usted, señor Heriberto, a irse para Estados Unidos?, ¿qué le animó?
HF: Bueno, a la confianza del amigo, que él me ayudaba. De hecho él me disparaba de comer, porque dice: “Pos no tienes dinero y yo sí traigo demasiado”. Y él me invitaba de comer y a veces yo así limitándome.
VD: Y él, ¿por qué se quería ir, se acuerda usted?
HF: Ellos eran muy ricos, pero le vuelvo a repetir, a él no le gustó el rancho. Aunque tenían mucho ganado, mucho de todo, no le gustó la provincia. Siempre le gustó la ciudad. Y se fue para Estados Unidos, y la primer vez y la segunda ya me fui con él. Y ya entonces llegamos al Hotel Imperio. Ahí estuvimos mes y medio.
VD: ¿Tanto tiempo sin poderse contratar?
HF : Pero pagábamos $3 pesos de hotel.
2do : Por eso, pero, ¿sin poderse contratar?, dice.
HF: Ah no, porque esperábamos la contratación en Gobernación, en Ciudadela.
VD: ¿A usted le tocó contratarse en la Ciudadela?
HF: Ajá.
VD: Ah, mire. Entonces y, ¿conocían ustedes a alguien de Gobernación,
algún contacto que tenían?
HF: Mire, nada más nos reuníamos, por ejemplo, Oaxaca, Estado de México, Guerrero, Morelos…Nos decían ahí: “¿De dónde vienen?”. “Pos que del estado de Guerrero”. “¿Cuántos vienen?”. “Tantos”. “Fórmense todos los que sean guerrerenses, fórmese en una línea. Oaxaca otra línea, Morelos otra línea, Estado de México otra línea”. Y así todo, el de todos los estados. Y nos formábamos todos en líneas así y ya nos, pasaba una persona así: “¿Qué traen?”. “Pos traemos certificados de buena conducta del municipio”. Y entonces si no era del municipio, era de delegación de onde nacíamos, onde crecimos. Del comisario que se llama… Entonces los que no traían de municipio, traían de delegaciones, del comisario y ése es el que nos daba el certificado de buena conducta.
VD: En el de ahí mismo de las autoridades.
HF: Ajá, de ahí.
VD: Y, ¿con ese papel era suficiente?
HF: Nos lo recogían y lo sellaba en Gobernación y nos daban el contrato.
VD: Entonces usted estuvo un mes. Y en todo ese mes y medio iba todos los días a La Ciudadela.
HF: Todos los días ahí, todos los días.
VD: ¿Se acuerda cómo era?, ¿cómo estaba el ambiente ahí?
HF: Claro que sí, ¿cómo no me voy a acordar? Todo me recuerdo. Este, era un relajo muy grande porque pos había de Michoacán, había de Zacatecas, de Guanajuato, Chihuahua, de todos los estados había. Nomás que todos separados por grupos. Pero entonces ahí era un relajo tan grande porque a la hora de formarlos salía una persona en la puerta principal y nos decía: “Fórmense todos”. No, pues todos nos íbamos, con perdón de usted, como chivos o borregos así. Pero ya luego decía: “No, no, no. Ahorita vamos a recorrer o vamos a nombrar la lista de Guerrero y de Oaxaca y Morelos”. Tres juntos, tres estados y todos en tres líneas. Pero pos líneas grandes de unos cien cada estado, según la cantidad que quería ir. Bien, luego nombraban otros tres estados, por ejemplo, Veracruz, Oaxaca, o decir este, Tlaxcala, otros estados, otros tres. Y si no se acabalaba, que eran muy pocos entonces, formaban una sola línea de tres estados. Y si había muchos, entonces nomás tres estados o dos, porque decían: “Tenemos el pedido de braceros”, que ochocientos, que dos mil, tres mil, cinco mil, seis mil. Según el pedido que les hacían a Gobernación es la gente que mandaban a la frontera. Y entonces pos nosotros estábamos listos a formarnos ahí para que pasara la persona recogiendo los papeles y ya se los llevaban y decían: “Esténse listos para pasado mañana, mañana no vengan”. Entonces como hoy recogían a las diez, nueve, once y ya mañana no íbamos. Pasado mañana estábamos a las seis de la mañana ahí.
VD: Y ya les tocaba firmar ahí…
HF: Y ya nos hablaban por nuestro nombre en una bocina.
VD: ¿Ahí fue donde usted firmó su contrato?
HF: De hecho fueron como unos siete u ocho contratos ahí en Ciudadela.
VD: Ahí mismo en Ciudadela.
HF: Ajá, sí.
VD: Y, ¿habían salido alguna vez antes de su pueblo?
HF: No, nunca. Antes nunca.
VD: ¿Cómo se sintió usted por primera vez aquí en la ciudad?
HF: Pos de pronto me daba mucho miedo porque decían que había mucho ratero, que
no podíamos pasarnos a Lagunilla, ni a Tepito, ni por el lado del Zócalo, por Justo Sierra y todo eso. Todos en grupo, sino no… Uno o dos nos fregaban. Ni venir a Azcapotzalco tampoco, a la hojalatería, a la Merced no nos dejaban venir. Si no éramos cinco o tres, no veníamos.
VD: Los habían recomendado que estuvieran en grupo.
HF: En Ciudadela nos lo dijeron.
VD: Ah, ¿sí?, ¿ahí mismo?
HF: Ahí mismo los funcionarios que nos recogían el… Ahí nos decían que no anduviéramos así.
VD: Y señor Heriberto, estos amigos con los que usted se iba, dice que algunos ya se habían ido, que no los habían…
HF: Como unos diez, o si veníamos treinta o veinticinco o veintisiete, veinte; entre el grupo ese de esa cantidad y venían cinco o siete o seis.
VD: De los que se habían ido…
HF: Que ya sabían Estados Unidos.
VD: Y entre esa, entre ese grupo de los que ya se habían ido, ¿qué se platicaba?, ¿qué le contaban de cómo era la vida por acá y el trabajo?
HF: Bueno, era un poquito pesado en la forma de que era el trabajo en el campo. Que eran trabajos muy pesados. Por ejemplo, desahijar betabel, lechuga, zanahoria, el algodón, plantarlo y desahijarlo y pues todo eso, por Texas. Eso todo rumbo a Texas, estaba Nuevo México y Colorado, ése era el trabajo. Pero ya pasándose a California era melón, sandía, este, espárrago, chabacano, cherry, el durazno, pera, nuez, aceituna, uva, otra cosa, jitomate.
VD: De todas las frutas que llevamos por allá. Y, ¿ellos le habían contado que el trabajo era pesado por allá?
HF: Pesado, pero no imposible. Que el que no podía en una cosa, lo ponían en otra, pero había que trabajar.
VD: Y, ¿qué le decían de cómo era la vida por allá?
HF: Bueno, que cambiaba en la situación porque valía el dólar $12.50.
VD: Ese era el tipo de cambio.
HF: De cambio. Así que un dólar por $12.50 nosotros ganábamos $5 pesos, $3.50, $4.50. Y allá pues con un peso teníamos $12 pesos de aquí.
VD: Entonces con un dólar ya tenían…
HF: Exacto, $12.50.
VD: Y este, entonces usted llegó aquí a la Ciudadela y después de mes y medio finalmente se contrataron.
HF: Nos fuimos para Estados Unidos.
VD: ¿Salieron en tren?
HF: No, nos llevaron en autobús.
VD: ¿Por dónde entró señor?
HF: Por Juárez.
VD: ¿Por Ciudad Juárez?
HF: Por Ciudad Juárez.
VD: ¿Cruzó por El Paso?
HF: Sí.
VD: ¿Dónde le tocó a usted la revisión médica y la firma de su contrato?
HF: Bueno, a nosotros nos tocó en Ciudad Juárez, ahí. Ahí nos revisaron, ahí ya nos llevaron en camiones los patrones que nos iban a contratar. De hecho nos fuimos la primer vez, eran diez camiones, como los chimecos de aquí, diez camiones. Llegamos a La Asociación de Littlefield.
VD: ¿En dónde?
HF: En Texas.
VD: En Texas estuvo. Y, ¿por cuánto tiempo le dieron su contrato esa vez?
HF: Bueno, ahora es lo que sí no me recuerdo señorita. Mire, fueron, ahí estuve en ese campo, fuimos contratados otra vez más en Littlefield, en La Asociación de Littlefield.
VD: Les renovaron el contrato
HF: Nos renovaron el contrato. El contrato era de cuarenta y cinco días y me quedé otros cuarenta y cinco, fueron noventa.
VD: Estuvo tres meses ahí en total.
HF: No, noventa días, ¿no?
VD: Sí, bueno, tres meses más o menos.
HF: Bueno, correcto. Y de ahí me salí para acá a, pues me vine para Guerrero y otra vez volví a regresarme y entonces me tocó en Denver, Colorado.
VD: ¿En ese mismo año se regresó?
HF: Es lo que ya no me recuerdo.
VD: Ah, okay.
HF: Si ese mismo año o el segundo, pero estuve en Denver, Colorado en el desahije de betabel.
VD: La primera vez, ¿qué le tocó?, ¿algodón?
HF: Algodón, todo el tiempo algodón. Piscar algodón en sacos grandes en Littlefield,
Texas. Mi pueblo favorito a donde iba yo a traer la provisión, a Hereford.
VD: ¿Es el que les quedaba más cerca?
HF: Sí, dos millas o tres millas. Algo así, Hereford, Texas.
VD: ¿Ahí en Texas?
HF: Y en el estado de Colorado, nos llevaba el patrón a Denver.
VD: ¿Ahí era dónde compraban la provisión?
HF: Ahí era un patrón ranchero, ahí estuvimos.
VD: ¿Todo el tiempo le tocó desahije, señor Heriberto?
HF: Bueno sí, piscar algodón y desahije de betabel en Denver, Colorado.
VD: Ahí, ¿cuánto tiempo estuvo en Denver?
HF: Pues ahí no me recuerdo si nada más fueron cuarenta y cinco días o me renovaron contrato. Porque sí, salía yo muy bueno pal trabajo. Es lo que no me recuerdo, sólo viendo en computadora.
VD: Y también entró por, se apuntó en la Ciudadela.
HF: Sí, por Ciudad Juárez y también en Ciudadela.
VD: Ciudad Juárez y El Paso, ¿verdad?
HF: El Paso, Ciudad Juárez.
VD: Y, ¿recuerda usted el trayecto la primera vez que se fue, señor Heriberto, el viaje hacia el norte?, ¿cómo se sentía usted?, ¿qué esperaba encontrar por allá?
HF: Bueno, yo muy contento porque para mí cambió una vida de andar trabajando en el campo aquí en mi tierra que era nada más el temporal y después ya era pos andar de flojo, ¿no? La Cuaresma, como quien dice, desde enero hasta mayo andaba uno de flojo todo ese tiempo, pero allá no. Allá si sale uno bueno, lo volvían a contratar y seguía uno trabajando y dinero no faltaba nunca, ni alimento en la casa. O sea que el maíz, frijol, pipian, todo eso no faltaba a mi familia y yo vestía muy bien.
VD: Y, ¿cómo se imaginaba usted que iba a ser Estados Unidos antes de irse?
HF: Mire, Estados Unidos me imaginaba yo otro mundo. Yo para mí era otro mundo aparte de mi México, ¿me entiende?
VD: ¿Como qué se imaginaba que había?
HF: Otra gente, otro ambiente, otra forma de vivir. Yo me hacía mil conjeturas, ¿no?, por el tiempo de que… La primer vez cuando yo pasé, otra gente rara a la mía, otro cambio de vida en lo físico, en lo personal, este, para mí era otro mundo, porque había que comer mucho y con poco y tener mucho dinero aquí en México. Allá era igual que aquí, lo que se ganaba se gastaba igual como aquí en México. Pero si yo lo cuidaba, para mí era mucho dinero aquí.
VD: Sí le alcanzaba acá.
HF: Muy bien.
VD: Y, ¿por qué dice que la gente rara?, ¿qué le parecía raro, señor Heriberto?
HF: Bueno, en la forma en que ya es otra gente, por ejemplo, en idioma. Por ejemplo, nosotros los mexicanos acostumbrados… Pues hay mucho dialecto aquí, pero yo hablaba bien el castellano, ¿no?, en este sentido. Allá en inglés, pues era otra gente alta, güera, ya otra forma de vida. Es por eso, a mí se me hacía otro mundo. Entonces por eso me gustaba mucho viajar, pero no quedarme.
VD: ¿Por qué no le gustaba quedarse?
HF: Costumbres, raros. Porque allá la mujer, se casa uno y la mujer compra carro y no se le queda a uno ni un centavo. La mujer recoge todo el dinero, nada más si yo tengo vicio, me compro mis seis cervezas, mi caja de cigarros. Ella me compra mi pantalón, mis zapatos, mi camisa, todo y yo no agarro ni un centavo.
VD: Y a usted, ¿eso le incomodaba?
HF: Eso a mí no me gustaba.
VD: No le gustaba…
HF: No, eso a mí no, no me gusta. No me gusta porque la Biblia dice: “Nunca la mujer, siempre el hombre”, claro, en otros tiempos. Pero en Estados Unidos sigue siendo lo mismo, por eso hay tanta perdición. Yo fui a varias cantinas en todo eso y allá había mucha mujer pervertida y desastres y mucho, mucha cosa mal que a mí nunca me gustó.
VD: ¿Nunca le gustó para quedarse allá a vivir?
HF: Ni conquistar una mujer tampoco pa casarme. Aún así tuve una novia que me quería casar el año de 1958, pero no. Sí, lo mismo le estaba diciendo lo mismo. Y luego me pasé a Los Ángeles el [19]57, no, el [19]58 y este, también tuve otra novia y me iba a casar ahí.
VD: Entonces, después de estar en Colorado, ¿se regresó para Guerrero?
HF: No, de Colorado. Primero Springlake y luego estado Colorado. No, Littelfield.
VD: En Texas, y luego en Colorado.
HF: Y me regresé y me recontraté en Ciudadela para Littlefield, este, Springlake, Texas.
VD: En Texas otra vez. Y, ¿qué le tocó esa vez?
HF: Piscar algodón otra vez.
VD: Entró por el mismo lugar, por…
HF: Por Ciudad Juárez.
VD: ¿Por Ciudad Juárez?, y otra vez le tocó al algodón…
HF: Al algodón y piscar zanahoria, nada más.
VD: Algodón y zanahoria. ¿Su contrato de cuánto sería?
HF: Cuarenta y cinco días. Pero ahí creo que, ahí sí estoy seguro que me quedé otro contrato de tres meses.
VD: Ah, entonces estuvo…
HF: Sí, porque ahí ya me sacaron de la zanahoria a piscar en sacos zanahoria y me metieron de ayudante de cocinero.
VD: Ah mire, ¿ahí en Texas estuvo de ayudante?
HF: En Springlake, Texas.
VD: O sea que estuvo otros tres meses más, pues digamos que estuvo cuatro meses y medio por allá en total.
HF: Y me regresé.
VD: ¿Se regresó a Guerrero?
HF: Sí.
VD: Y, ¿qué hacía cuando se regresaba para Guerrero?
HF: Andar de flojo, porque me salía yo el 28 de… Siempre me gustaba salir el 24 de diciembre o el 28 estaba yo aquí en los hoteles, en el Niza o el San Pedro o en el Imperio, siempre ahí llegaba.
VD: A la Ciudad de México.
HF: Ey.
VD: Y, ¿de ahí se iba para…
HF: No, iba a la villa primero. O sea que mandaba yo, le pedía tanto a la virgencita de Guadalupe y le mandaba a hacer sus misas. Cinco, tres misas, dos, seis, siete, según me fuera de bien allá yo venía aquí.
VD: Y entonces estuvo usted… Regresaba para acá, y, ¿después de ir a La Villa se iba a Guerrero?
HF: Me volvía a ir. Estaba con mi familia y luego ya me iba otra vez.
VD: Y en Guerrero mientras, ¿no trabajaba?
HF: No hay nada, no hay nada que hacer. Porque sólo esperamos el temporal cada año, ajá.
VD: Entonces, volvió a irse para allá y ora fue donde le tocó en…
HF: Me tocó en este…
VD: ¿Campo Nakatani?
HF: Campo Nakatani, Marysville, California.
VD: En California.
HF: Campo Nakatani es de japoneses. Y de ahí salí para México y me renovaron contrato. Entonces ya no vine a Ciudadela, sino me contrataron en Empalme pero pagué $800 pesos, tenía yo un General que me ayudaba a pasar.
VD: Él, o sea que usted se salió y ahí en Empalme se volvió a contratar.
HF: Me contrata…
VD: Ya no se vino hasta acá…
HF: No, ya no. Cada vez que yo quería irme, me contrataba el General ahí en
Empalme, $800 pesos y me volvía a ir.
VD: ¿Cómo conoció usted a ese General?
HF: Por un amigo que me lo presentó.
VD: Y, ¿le dijo que con él…
HF: Cuando yo quisiera ir, que él me ayudaba, con $800 pesos y me pasaba.
VD: Y en este campo de los japoneses, ¿qué le tocó hacer, señor Heriberto?
HF: Piscar tomate.
VD: ¿Tomate todo el tiempo?
HF: Campo Nakatani, cargador de tomate y piscador de tomate.
VD: Y estuvo ahí, ¿como cuánto tiempo?
HF: Cuarenta y cinco días nada más. Y luego me salí a México y me contraté para campo Blaize(??).
VD: ¿Eso fue cuando lo contrataron en Empalme?
HF: En mismo, en Marysville quedé. A un lado del campo Nakatani pero era un campo de gabachos, por eso dice campo Blaize(??).
VD: ¿Campo Blaize(??)?
HF: ¿Blaize(??)?
VD: ¿Eso es también en California?
HF: En Marysville, California, a un lado del campo Nakatani, de japoneses. Nada más como de aquí al centro, al Zócalo, una distancia de campo Nakatani al campo Blaize(??).
VD: ¿También cuarenta y cinco días?
HF: Cuarenta y cinco días. Y luego me salí a México a Empalme, Sonora y me volvió a contratar el General y me fui al campo Samuel Oduca. Ése era un alemán y se llamaba Samuel Oduca y el campo se llamaba igual, Campo Samuel Oduca.
VD: Entraba usted por Empalme y firmaba luego en Caléxico.
HF: En Mexicali, correcto.
VD: En Mexicali, ¿dónde le tocaba firmar su contrato y donde le hacían la revisión médica?, ¿en Caléxico?
HF: No, en Mexicali.
VD: ¿En Mexicali? Y ya nada más por ahí entraba.
HF: Entraba. Y volvió a salir y me tocó en, ¡ahí está!, Campo Phoenix, Arizona.
VD: ¿Este campo, Samuel Oduca, está en California?
HF: En Marysville, California. Está Blaize(??), campo Nakatani y Samuel Oduca.
VD: Otros cuarenta y cinco días.
HF: Otros. Ahí me quedé tres meses, en Samuel Oduca.
VD: ¿Estos fueron tres contratos?, los últimos que renovó…
HF: Ahí, hasta ahí nada más. Y luego vamos a Phoenix, Arizona. Ahí estuve cuarenta y cinco días en Phoenix, Arizona.
VD: Aunque aquí me puso que Fresno, antes.
HF: No… Ah, bueno, Fresno, sí. Pero es primero Phoenix.
VD: Ándele. Entonces y cuando entró a Phoenix, ¿se contrató por donde?
HF: Por Nogales.
VD: ¿En Nogales?
HF: Sí. Agua Prieta, que le dicen, ahí Nogales, pues. Ahí entré por Nogales y estuve cuarenta y cinco días y me vine de ahí al Valle Imperial.
VD: ¿Qué le tocó ahí en Phoenix?
HF: Piscar algodón pima.
VD: Algodón, también.
HF: Ése se llama pima, porque son árboles altos y en Texas es chaparrito.
VD: Eso fue, y, ¿después de Phoenix?
HF: Al Valle Imperial.
VD: ¿Este también fue un contrato después y de inmediato que se acabó el de Phoenix?
HF: Me vine a Phoenix y me contrataron de Phoenix al Valle Imperial. Es la misma compañía.
VD: Ah, o sea que usted, ¿regresó a México y lo volvieron a contratar?
HF: No, de Phoenix nos cambiaron al Valle Imperial.
VD: Ah, nada más los trasladaron.
HF: Pero nos renovaron el contrato.
VD: Ándele, al Valle Imperial en California.
HF: A piscar lechuga, piscar lechuga y empacar lechuga y cargar lechuga. Ahí estuve
cuarenta y cinco días.
VD: ¿También cuarenta y cinco días en la lechuga?
HF: Sí, y de ahí, me salí a México. Y me renové a los tres días, le dije al General que no, que me había ido mal y me mandó a Fresno, California.
VD: ¿En la lechuga le había ido mal?
HF: Sí, me fue mal.
VD: ¿Por qué, señor Heriberto?
HF: Porque nos pagaban muy poco tiempo, nomás eran cinco horas diarias.
VD: No salía más que pa…
HF: No salía el dinero nomás pa comer y mantenerse. Entonces, le dije al General que yo me quería ir otra vez y ya me mandó recomendado con el Cepillo, en Caléxico.
VD: ¿Quién era el Cepillo?
HF: Era el contratista de ahí que revisaba los papeles y nos mandaba buenos trabajos.
VD: ¿En Caléxico?
HF: Mexicali, es Caléxico. Entonces me mandó a este, ¿qué dijimos?, Valle Imperial, ¿verdad?
VD: Pues Valle Imperial es donde dice que no le fue bien.
HF: No, entonces me fui a Coachella, por ahí está Coachella. A piscar dátil y ahí sí me fue muy bien.
VD: ¿En el dátil le iba mejor?
HF: En las palmas, claro.
VD: ¿Le pagaban más?
HF: Yo era bueno pa subir las palmas y me pagaban buen dinero porque era el número uno. Y me traje el año 1961 diecinueve millones(??).
VD: Ese fue el año… ¿El [19]61 estuvo en el dátil?
HF: En el dátil, en Coachella.
VD: Y, ¿también cuarenta y cinco días nada más?
HF: No, ahí estuve otros dos contratos.
VD: Y le renovaron hasta dos contratos más.
HF: Y ya me salí y me vine. Se acabó la contratación hasta ahí.
VD: Después de que le renovaron, ¿ése fue su último contrato?
HF: Ése fue el último porque me salí. No me dejaban salir, me decían que me quedara, que me iban a renovar un contrato de cinco años para piscar la palma.
VD: Y, ¿por qué no se quiso quedar?
HF: Ya estaba cansado, ya estaba cansado, ya me había cansado. Ya quería descansar pues y me regresé y se acabó la contratación.
VD: Ya no hubo manera.
HF: Ya no, ya no.
VD: Oiga señor Heriberto y en estos, porque pues usted estuvo por lo que veo, estuvo bueno, en tres estados.
HF: Yo que me recuerdo, catorce contratos y aparte…
VD: Y en tres estados distintos, estuvo usted en Texas, en California y en Colorado.
HF: Denver.
VD: Recuerda usted, ah bueno, y ése después ya de regreso en Chicago, me decía.
HF: Ah, en Chicago en las paletas.
VD: Eso fue ya, ¿en qué año?, ¿en el [19]88?
HF: [Mil novecientos] Ochenta y ocho.
VD : Me dijo [19]88, ¿verdad?
HF: Sí.
VD: Pero de esta vez, de esta primera vez que se fue contratado…
HF: Sí, fui de mojado.
VD: Ah sí, en Chicago. Pero de los primeros contratos cuando se fue como bracero, ¿cómo recuerda usted que eran los lugares donde vivían? Por ejemplo, en California.
HF: Para mí los lugares, el lugar más bonito fue para mí uno en Littlefield, Texas, en
estado de Colorado, que siempre trabajé con gabachos. En Springlake, Texas, estuve con… Mi patrón se llamaba Meo Basigo, era una persona muy buena gente. Nos daba de comer, nos atendía muy bien, nos llevaba al pueblo, nos llevaba a bañar y a cambiarnos y en…
VD: En Texas esto, ¿verdad?
HF: En Texas. Y ya después tuvimos muchos problemas, yo metí una demanda en San Bernardino, California porque nos trataban mal, nos daban hígado con gusanos y nos hacían mal la comida, mucha gente llorando, quejándose.
VD: ¿En qué campo fue eso, se acuerda?
HF: En Stockton, California.
VD: ¿Qué le tocó ahí?
HF: Piscábamos tomate y… Tomate nada más, tomate de Canadá, verde y ya maduro. Unos piscaban para Canadá y otros piscabámos para tiendas, marquetas, o sea ya maduro y el otro verde y todo eso, todo eso. Ahí metí una demanda en San Bernardino, California y fue el este,y no nos hacían caso porque eran gabachos. Y no nos hacían caso y metí una demanda yo porque nadie se arriesgaba.
VD: Y, ¿cómo fue eso?, platíqueme señor Heriberto. Primero, pues le servían la comida mal todos los días.
HF: No, sí. Los cocineros eran mexicanos. No, de hecho era un señor que hablaba inglés y español, ¿no?, el cocinero, ¿no? Y nos dijo: “El que quiera tragar que trague y el que no, que no trague. Yo esto me dan y esto guiso y no hay más. ¿Quieren huevo?, huevos como gusten, hervidos, rancheros, revueltos, en torta, como quieran”. El desayuno eso era. Bueno, el desayuno estaba bien, pero la comida ya a la una, o sea que regresábamos a las cinco de la tarde, a las cinco de la tarde, tres, cuatro y media, ya esa era mal comida.
VD: ¿Qué les daban de comer?
HF: Hígado, hígado con gusanos. Ya verde, ya descompuesto, este… Y si no, caldos, pero quien sabe de qué, porque mucho gordo nada más, era todo feo, pues. Y apestaba el caldo, ya hediondo de días, apestoso aquello. Y mucha gente pos le hacía mal y había pos hasta… Éramos trescientos setenta y cinco, había unos cincuenta, ochenta o cien enfermos quejándose, y al médico y perdían sus días, sus tiempos y pues eso no nos lo pagaban.
VD: Y, ¿en algún momento se organizaron o se pusieron de acuerdo?
HF: No. Yo me dio mucho coraje, señorita, en el caso no había nadie. Mire yo decía: “Miren, alguien que sepa escribir, hay que mandar al consulado, ¿o a dónde hay que preguntar?”. Y pues decían unos, dicen: “Pues el consulado está en Fresno, California y por lo tanto, pues no sabemos cómo escribirle”. Y un día yo me encabroné, fue un domingo en la mañana. No, un, sí, fue un domingo en la mañana, hicimos la carta, el lunes la depositamos y el martes estaban listos ahí.
VD: Ah, ¿tan pronto llegaron?
HF: Sí, rápido. Porque yo les dije que es… Bueno, yo fui muy atrevido, ¿me entiende? Muy atrevido fui. Entonces en el caso, yo le dije: “A ver, ¿quién se atreve a hacer una carta?”. “No, pues que yo la hago”. “Pero, ¿quién la va a dictar?”. “Yo la voy a dictar”. Y no sabía leer yo para entonces. Yo me enseñé hasta de veinticuatro años. Y entonces ya le dije: “Mira, vas a poner esto, día fulano, la fecha del día hoy y para mañana pues, o pon la fecha de mañana y yo voy a relatar esto: <<Señor Consulado Mexicano, le envío esta carta porque aquí en este campo donde trabajamos somos trescientos setenta y cinco, no nos atienden bien. El desayuno está bien, yo no digo nada, pero de la comida nos dan hígado de res ya de días descompuesto. No nos gusta, está verde y si no, con gusanos. Y si nos dan caldo son ollas grandes, nos dan caldo, pero el caldo huele a mal, apestoso. Ya la carne está descompuesta. Señor Consulado [Cónsul] Mexicano, sé que está aquí en Estados Unidos pa responder por nosotros en algún cierto momento de demanda o una queja que haiga. Donde trabajamos no nos atienden bien, nosotros no podemos trabajar si estamos enfermos. Y si usted no me hace caso, discúlpeme señor fulano de tal >>”. Pues ora sin saber quien es, ¿no?, no sé su nombre, no sé nada. Nomás Consulado [cónsul] Mexicano, así, y: “Yo me llamo fulano de tal y meto esta demanda o esta queja, no sé como lo tome usted. Si usted no me hace caso, soy capaz de yo reportarlo donde usted pertenece”. Y a lo pendejo, señorita porque no sabía ni a donde. Y era onde es, Reporte de Consulados es en la Defensa Nacional y yo no sabía. Nomás ponía yo a lo tarugo. Y créamelo usted cuando llegó ahí el cuate este, que dijo: “El señor Heriberto Flores Sotelo, quien envió esta carta a mí, como consulado de San Bernardino, California estoy a sus órdenes”. No, pos yo temblaba, venían cinco. Sí temblaba porque pos yo dije: “¿Qué voy a hablar?, ¿qué voy a decir?”. Toda la gente se reunió, todos los dejaron en medio, pero pos no sabían qué decir. Y como a mí me hablaba, como yo dirigí la carta, pues entonces ya le dije: “Yo soy, señor. Si yo cometí un grave error señor Consulado [cónsul] Mexicano, estoy a sus órdenes. Empaco ahorita, déme media hora pa empacar mis maletas y yo me voy a mi México”, le dije. “No señor, se lo agradezco. A ver déme una identificación”. Le enseñé mi credencial y todo eso y dijo: “Lo felicito a usted, por tener ese valor de poner la queja”. Y ahí los patrones ahí estaban viéndome, nomás me veían de arriba abajo. Dije: “Me van a regresar, me van a reportar”, yo tenía miedo de todo eso. Pero ya lo hecho, hecho estaba. Dije: “No, pos sí me voy a mi México, ¿qué tiene?”. Y entonces no. Me felicitaron y ya hablé ahí. Ya en cuanto me abrazaron los cinco, me dieron un abrazo. Y los gabachos ahí viendo, los patrones, pues. Y ya entonces, ya cuando me abrazaron y me felicitaron y me dijeron que gracias por tener ese valor de hablar y afrontarme al caso, que si no tenía miedo. Le dije: “No señor, miedo no. Porque es, me mandan a mi tierra, a mi México. Si me mandaran a otro lado, tal vez. Tal vez me daría miedo porque no conozco la gente de otro lado, pero si me mandan a mi tierra, ¿pos qué tiene?”. Y me volvieron a abrazar, el consulado [cónsul] me volvió a dar un abrazo y me dijo: “Cierto. Y en verdad señores todos”. Y otros escribiendo ahí y él hablando conmigo y todos escribiendo, los cuatro que llevaba. Y ya cuando acabé de hablar y todo eso, ya me volvieron a dar otro abrazo. Y me dijo: “Cuando se le ofrezca amigo, onde quiera que esté, háblenos”. Y tuve otro caso en Amarillo, Texas.
VD: También de, ¿de qué?
HF: Sí, mi patrón no, este, Meo Basigo, mandó un cheque de $250 dólares y lo mandó ordinario, nomás por buzón, pero sin certificar. Y el cheque fue comprado en Hereford, Colorado. Pero tenía el taloncito y me afronté con la señorita. Era una señorita del consulado, Rosario se llamaba. Fui tres veces y le dije: “Señorita yo quiero que reporte mi cheque. Ya tiene un mes y no llega a la casa a donde lo mandé, a mi mamá”. Dice: “Mire yo, necesita usted darme el… Quería que le dejara yo el taloncito. Le dije: “No, el taloncito no se lo dejo”. Este taloncito, mientras yo pase pa acá reclamaré mi cheque. Porque me costó, fue mi trabajo. Y pues no sé, no, no y nomás no me lo mandaba y nomás no me lo mandaba y ya eran como tres años y nada.
VD: ¿Tres años pasaron y no le habían pagado?
HF: Y no me daban mi cheque.
VD: Y, ¿alguna vez se lo pagaron?
HF: Sí me lo pagaron, porque hice otra mala. En campo Nakatani me encabroné. Estaba yo tomando ahí en, con un este, un amigo que se llama Roberto. Y que me lleva, le gustó mi amistad. Y me dijo: “Oyes, eres a todo dar”, dice, “eres a todo dar”, dice, “yo te quiero como hermano”. “Gracias, mano Roberto”, él era de Durango. Y entonces me, le digo: “¿Sabes qué? ¿Me haces una carta mano?”. Dice: “¿No sabes leer?”. Le digo: “No”. “¿De veras? Te estás burlando de mí”. “No”, le dije, “no sé leer”. “¿Para qué la quieres?”. Le digo: “La voy a mandar a la señorita Rosario de Amarillo, Texas”. Dice: “Y, ¿para qué?”. “Es el consulado de ahí. Mira, mandé un cheque de $250 dólares y aquí está el taloncito, mira. Y está reportada por ella y nomás ya son tres meses y no, o sea tres años y no me lo mandan”. Dice: “Ay, y, ¿qué le vas a mandar decir?”. “Pos ponle la fecha, ponle todo lo demás y ya yo te hago la redacción”. Entonces le mando a la señorita, fue un jueves, un jueves le mandé la carta y le dije: “Mire señorita, por última vez le envío mi carta. Sé que son muchas molestias para usted, para mí no. Porque yo reclamo mi cheque porque yo lo trabajé, no me lo robé. Y pos por lo que veo usted no me hace caso. Pos ora sí se metió a lo cabrón”, le dije. “Creo que ahora este día, se me metió lo cabrón y discúlpeme. Si para el lunes no tengo contestación de usted se lo juro por mi santa madre que la voy a reportar a donde usted pertenece en México”. Y no sabía y hoy que me dice Roberto, me dice: “Mira, todos esos consulados donde pertenecen a la Defensa Nacional y la vas a chingar. Le vas a bajar el cargo”. Dice: “Nomás llega tu reporte allá y va pa fuera”. Dice: “Aquí agrégale lo que tú quieras”. Y él me hizo la carta por un lado y por lo otro, una hoja de esas grandes. Le dije: “Ya estuvo bueno señorita, de mí nadie se burla”. No, pos al lunes tenía yo la carta.
VD: Y, ¿qué le contestaron?
HF: Llegué a las cinco de la tarde del trabajo. Llegué y ya tenía la carta ahí con tres sellos o autorizada por ella. Que abro la carta y le enseño a Roberto. “Mira Roberto”, y que le va viendo y dice: “Hijos, ya te la chingastes. Ya te la chingates con esa amenaza”, dice. Dice: “Mire señor, no me mande ni un centavo. Yo de mí corren los costos de su dinero. Hasta que sea entregado a su mamá, nomás mándeme los datos de su patrón. Donde trabajó con su patrón, qué ranchero, cómo se llama”. Y yo pos me acordaba, Meo Basigo y la ruta sí ya no me acuerdo, ya pos mucho tiempo. Y le mandé todo, todo como estaba, para el lunes se la contesté luego luego. El martes la puse al buzón, para el jueves ya estaba el cheque en mi casa.
VD: ¿Tan rápido le contestaron?
HF: Y los costos, de ella. Y ya me habló por… Mi mamá me habló por telegrama ahí a donde estaba yo trabajando, ajá. Ahí en campo Nakatani, Marysville, California.
VD: Ya supo usted que le había llegado el cheque.
HF: Ya había llegado el cheque. Sí, y ya le contesté a la señorita que muchas gracias, que cuánto le debía. Y me volvió a contestar que ni un cinco. Que de ella corría todo esto, pero que no la reportara.
VD: Oiga señor Heriberto y, ¿usted cómo sabía que se tenía que dirigir al cónsul?, ¿quién le dijo que cualquier queja la presentara con el cónsul?
HF: Porque en Texas, la primer vez que yo entré a Littlefield, Texas. Ahí muchos señores grandes comentaban que cualquier queja, en el consulado mexicano estaba para ayudar a los braceros en Amarillo, Texas.
VD: O sea, eran los mismos braceros los que le habían dado esa información.
HF: Pero ya señores que vivían en Texas.
VD: A usted, porque de alguna forma estos, pues se supone que son protecciones que venían en su contrato, pero a usted alguna vez alguien le explicó los derechos que tenía según su contrato, antes de salir o cuando firmó su contrato. ¿Se lo explicaron, le explicaron sus derechos y obligaciones?, o, ¿nada más los hacían firmar?
HF: Nada más nos hacían firmar y cosas de no cometer errores. Por ejemplo, que si por ejemplo, eras de cualquier estado que fuéramos, no teníamos que faltarle al respeto a nadie en ese lugar que no era de nosotros. Por ejemplo, era otro país y que pues estaba muy penado. Penado lastimar a una persona, aunque de los mismos compañeros. Éramos compañeros, todos como hermanos. A trabajar para beneficencia de nuestras familias. Y que no cometiéramos errores porque era otro, otra ley, era muy riguroso aquello. Maltrataban a uno muy mal y que uno iba a trabajar, no a hacer desmañanes allá. Todo eso nos lo explicaron allá, nada más. Pero como yo no, no me gustaba tomar, ni fumar, nada; lo que me gustaba era jugar los dados y ganar dinero. (risas) Sí, me ganaba hasta $800, $500, $300, según.
VD: ¿Allá jugaba cuando le pagaban?, en sus fines de semana.
HF: Los domingos jugábamos.
VD: Además de jugar ahí en el campo, ¿qué hacía usted en su fin de semana?, pues el domingo era el día libre, ¿no?
HF: Me iba yo, este, había muchos tejanos que me iba a traer y a vender tamales y me daban una feria.
VD: Ah, ¿sí?, ¿el fin de semana se iba usted a trabajar más?
HF: Sí, y si no me iba yo a Hereford y ahí a descargar tráileres. Y mi dinero estaba libre y yo me ganaba pa comprar mi ropa, mis zapatos, todo lo que quería, chamarras, todo. Ropa pa mi, para mi casa, para mi mamá, mis hermanitos. Yo lo ganaba aparte, ajá.
VD: Y, esos señores, los que vendían tamales, ¿cómo los conoció usted, señor Heriberto?
HF: Iban a vender tamales al campo y ahí me los hacía de cuates.
VD: ¿Eran mexicanos?
HF: No, tejanos.
VD: O sea, ¿hablaban español, eran mexicanos de origen?
HF: Sí, ya vivían allá.
VD: Pero ya vivían allá.
HF: Sí, eran de Durango, de Guanajuato, de Chihuahua, de Michoacán, Jalisco. Iban en sus carros y vendían tamales. Y ya me los hacía de cuates y yo les… “Te voy a ayudar a gritar a los cuates. ¡Tamales mexicanos!, esto, el otro”. Y dice…Y luego ya se arrimaba la gente: “¿A cómo?”. “A tanto”. Llevaban botes grandes, dos botes se acababan. Y ya me decían: “Ten, ten, cuatro tamales. Ten cuatro, cinco tamales. Ten siete tamales, cómetelos”. Y decían: “Oye, ¿no te gustaría ir a conocer pueblo?”. “Sí, me gusta”. Y yo fui muy aventado, siempre cargaba una navaja así de seguro, en las botas.
VD: Y, ¿estaba permitido?
HF: Sí, pero como yo trabajé en el, o sea, en el Gobierno di mi servicio militar y me dieron mi cartilla de cincuenta y tres domingos, año y medio. Y cargaba la navaja, y sé defensa personal, sé todo eso.
VD: ¿Ya sabía desde antes?
HF: Sí, ya, cuando yo me fui pa Estados Unidos, yo ya había salido. Y por eso tengo, sé mucha defensa personal y todo eso. Y luego anduve… Ya cuando me casé, anduve en la Judicial en el centro, en el distrito y aquí en el estado. Un año allá en el centro y otro año aquí.
VD: Oiga señor Heriberto, entonces, eso fue en Texas. Me dice que los domingos se iba a vender esos tamales, ¿se iba a los pueblos?
HF: Sí, me llevaban a pasear.
VD: Y allá en los pueblos, usted pues, ¿cómo fue el trato con la gente, con los mismos norteamericanos?, ¿cómo trataban a los braceros?
HF: Mire, por Texas yo no tengo que decir nada porque nos trataron muy bien. Hasta tengo, pues ya no sé si haiga papeles, ya fíjese, ya nunca volveré a Estados Unidos. Entonces tenía yo mucha carta de recomendación. De Denver, Colorado tenía una carta de recomendación pa volver otra vez allá. Otra de Texas, de Littlefield para regresar otra vez y de Coachella otra carta, de campo Blaize(??). Otra de Samuel Oduca. Todos los lugares donde caía yo, cartas recomendadas. Porque decían que yo era un hombre muy trabajador, cumplido y responsable y de buena conducta. Pero ya no existen los papeles.
VD: No, pues claro, después de tanto tiempo pocas cosas sobreviven.
HF: Sí, claro.
VD: Y en esos viajes, en esos tratos que usted tenía con, pues con gente de los mismos pueblos y que entraban ustedes a restaurantes o cantinas, como me decía…
HF: Nos atendían muy bien.
VD: ¿Nunca tuvo problemas de discriminación o de racismo por allá?
HF: No. Yo entraba con los gabachos. Hay cantinas en Estados Unidos, en Texas y en Estados Unidos, por California. Hay cantinas de puro gabacho, cantinas de puros negros, cantinas de puros mexicanos, puros japoneses, puros filipinos, puros cubanos, colombianos. Todo, todo, está separado. Y yo me metía a lo, on tan los gabachos.
VD: ¿No lo rechazaban a usted?
HF: No, no. Yo entraba así ya, entraba tomadito y puro gabacho. Y pues se me quedaban viendo, ¿no? Y luego me hablaban: “Hello, my friend”. “Hello”. “Come in”. Y me pasaba yo. “¿Wine, whisky you?”. “Whisky”. “Okay”. Yo les decía: “¿Cuántos son, cuantos están aquí?”. O sea les decía, cuántos eran, tres, cuatro, cinco. Ya me decían: “Dos, dos o tres”. Le decía: “Three whiskies”. Y ahí me los servían, “Whisky, three”, decía yo. Sé contar hasta el cien.
VD: ¿Allá aprendió, señor Heriberto, en aquel tiempo que estuvo por allá?
HF: Pues con los gabachos, sí. Con los patrones, con patrones y con niños.
VD: Ah, ¿los niños también le enseñaban?
HF: Sí me enseñaban, me querían mucho. Y ya cuando no tenía trabajo, o que luego decía el patrón: “Se me acabó el trabajo. Vamos a estar cinco días sin trabajo”. Yo me salía y veía la gente trabajando y llegaba yo y ya platicaba con ellos. “¿Cómo se llama tu patrón?”. “Fulano de tal”. Y ya le decía yo, ya venía, le decía: “Ahí viene el patrón, entonces como ya te vio llegar, ya te vio con los gemelos, cuidando a uno”. Ya llegaba el patrón, decía: “¿What’s the matter you?”. “No, nothing, nada, no pasa nada”. Entonces ya me decía qué es lo que quería y pos yo le entendía. Ya claro, se me está olvidando, ¿no? Pero yo le decía, dice, le decía yo: “You gotta much of working”. “Yes, we gotta a much of working”. “Me, you, gimme”. “Okay, ¿how many?”. Decía que cuánto quería ganar, pos no sabía cuanto me pagaban. “Okay”, dice, “¿mexicano?”. “Okay”. Y le decía yo: “Distrito Federal”, del distrito, ¿no? No me acuerdo cómo se dice en inglés. Pero ya se me olvidó muchas cosas y ya me decía: “Tomorrow”. Ya me decía la hora, a las siete, a las ocho me decía y ya entraba yo. Almorzaba temprano, de los primeros y me iba. Ya le decía yo otras madres, le decía yo que si quería más trabajadores, me decía que sí. Y ya le decía yo: “Three more”. “Okay, come on”. Y ya le decía yo: “Oye, ¿quieres trabajar?, vente vámonos”. Y nos íbamos, nos llevábamos lonche, pero no sabía el patrón que nos contrataba.
VD: Y, ¿no los regañaba a ustedes?
HF: No sabía.
VD: ¿Nunca se enteró ni los vio ni nada?
HF: No, nunca. Y yo nunca perdía tiempo, y si no me iba al pueblo donde había camiones y a descargarles y ahí decía yo: “¿Cuánto me dan?”. Me decían: “Five dollar”. “Okay”. Una hora, descargábamos y ya me daban mis cinco varos. Y pos en aquel entonces era barato. Compraba una caja de chocolate y dos pastelitos de esos chiquitos así que vienen en un papelito. Mi pastelito, y ya estaba contento, un litro de leche (risas) y dos pastelitos. Y si no, compraba pollo. Y luego la señorita me de… Pos no sabían español, le decía yo: “You gimme chicken”. Y ya me decían pues que sí. Y lo envolvían todo, le decía yo que lo partieran así. Y ya agarraba la mitad y le decía: “Que no”, y la mitad sí. Era $1.50 [dólares].
VD: Lo del pollo.
HF: Lo del pollo, mitad.
VD: ¿Se compraban siempre, usted se compraba siempre en Texas su comida?, ¿se preparaban ustedes la comida?
HF: Sí, todo el tiempo.
VD: Y, ¿ya sabía usted cocinar desde antes, señor Heriberto?, o, ¿allá se enseñó?
HF: No, yo les contaba chistes a todos y yo no hacía comida, porque ellos me invitaban. (risas)
VD: Y, ¿se lavaba usted también y se hacía todo?
HF: Ah sí, eso sí. Me lavaba mi ropa, les ayudaba a lavar sus trastes a todos. Y me decían: “No compres lonche, nosotros guisamos y te damos, pero cuéntanos chistes”. Y les contaba chistes, ¡uh!, se pasaban la risadera. Me daban cerveza, me daban café, me daban refrescos, me daban de comer y no, no… Comía yo mi comida y no la comía yo, les decía: “¿Quién quiere comer?, aquí tengo chuletas, bisteces, aquí hay pollo, aquí hay todo”. Y dicen: “Pos, ¿nos la das?”. “Sí, órale pues”. Y ellos ya, ya me conocían. “Órale, vente Flores”, y así comía yo.
VD: Y pues usted entonces tuvo oportunidad de estar en lugares donde, como estos que me está diciendo, en Texas, donde eran pocos braceros, ¿verdad?, en un rancho.
HF: Pues en un rancho había, en el campo habíamos trescientos, doscientos cincuenta, dos ochenta, doscientos setenta y cinco. Pero de ahí nos distribuíamos pa ranchos. O sea, venía usted como patrona y dice: “Necesito cinco, tres, dos, siete, diez, nueve”. Y ya nos subíamos a una pick-up y nos llevaba a su rancho.
VD: Y, ¿en el rancho como cuántos eran?
HF: Nada más, si la patrona tenía mucho trabajo, se llevaba ocho o diez, o siete o seis; y sí era poco trabajo, nomás cinco o tres, era todo.
VD: Y cuando le tocó en California, estuvo usted en estos campos más grandes…
HF: Ah, pero ahí sí, ya no era con rancheros.
VD: Ahí ya era…
HF: Campos.
VD: Y campo de trabajo y…
HF: Barracas.
VD: Donde dormían en barracas. ¿Qué tipo de trabajo le gustó a usted más?
HF: Bueno, en Estados Unidos, le vuelvo a repetir. Donde le paguen bien, pues usted está encantada, pero si le pagan mal y lo tratan mal, pos no, pues no, no está uno contento.
VD: Y, ¿dónde lo trataron mal, señor Heriberto?
HF: Pues onde me trataron mal fue en Stockton, California, onde le digo yo a usté. En Coachella no, en Coachella yo tuve muchas amistades de los mismos compañeros y nos trataron muy bien. El patrón era muy buena gente y mucho trabajo, ahí no nos molestaban. Nos llevaban al cine y cuando iba Pedro Infante, yo no lo conocí, pero iba Antonio Aguilar, iba este Ángel Infante, este, La Tariacuri.
VD: Y, ¿a todos ellos los vio por allá?
HF: Sí. Allá los conocí. Al Charro Avitia… Pues varios, este canijo, este, Rafael Buendía fue un bracero y salió bueno pa cantar y lo contrataron en Texas.
VD: Ah, ¿sí?
HF: En Texas lo contrataron.
VD: Y, ¿se quedó por allá?
HF: Se quedó. Pero es mexicano, Rafael Buendía, ese lo contrataron. A mí me gusta cantar y componer, tengo mucha composición, pero nadie me ha extendido la mano
VD: Y, ¿ya cantaba desde que estaba por allá?
HF: ¿Quién, yo?
VD: Sí
HF: Desde niño
VD: ¿Sabía usted tocar la guitarra o algo?
HF: Un poco, sí.
VD: Y, ¿cantaban ahí en el campo, señor Heriberto, los braceros?
HF: Sí, sí cantábamos.
VD: ¿Qué cantaban, se acuerda?
HF: Pura canción ranchera y luego salían canciones de, por ejemplo, de Antonio Aguilar, del Charro Avitia, por decir, este… Salía mucho la canción esa de: “Paso del Norte, que lejos te vas quedando”. Estaba de moda y estaba la otra que dice: “En Santa Mónica, de la… Esa canción que dice: “Dos hermanos, que la mató su hermana”… ¿Cómo se llamaba?, “en Santa Mónica pasó”… Algo así, una canción. Y luego estaba la otra que decía… Y estaba en todas las cantinas de bracero, o sea de Texas, en California, en todo eso estaba, en los bares, todas esas cantinas, estaba la que dice: “El cuervo con tanta pluma no se pudo mantener. ¡Ay ay ay ay!”. Y Paso del Norte y la otra, en Santa Mónica.
VD: Y, ¿esas eran las que más les gustaban?
HF: Ese era todo el gusto de todos los braceros, ajá.
VD: ¿Las ponían en la sinfonola?, ¿les ponían monedas?
HF: Sí, en las sinfonolas. Y esa es la que nos hiere, ¡Ay ay ay ay! Gritábamos. (risas) Sí, ese era el gusto pues. Pero todo calmado, ¿no?, todo en orden. Gritábamos porque, pos el gusto, ¿no?, pero eso era lo que más nos gustaba. Y todo mundo ya que estaba borracho: “Ya, ¿sabes qué?, ya te emborrachaste. No la riegues mano, mira, tu dinero guárdalo bien y mándaselo a tu familia”. Y así, así todos nos aconsejábamos.
VD: Y, ¿se llevaba bien con sus compañeros en general?
HF: Sí, en general.
VD: ¿En todos los campos en los que estuvo, o llegó a tener…
HF: Bueno, no, siempre usted sabe que no todos los dedos son iguales, ¿verdad? Había gente de todo un país mexicano. Había, por ejemplo, los más bronqueros eran michoacanos, Sinaloa, Chihuahua y Sonora. Eran los más bronqueros, ajá. Pero los calmábamos. “Te calmas, o te damos un llegue”.
VD: Y, ¿nunca tuvo usted problema con alguno de ellos?
HF: Pues nada más me recuerdo dos veces. Un compañero mío de, no de mi pueblo, sino de otro lado, le dieron un piedrazo por acá, pero él tuvo la culpa, ¿no? Porque salió corriendo y se metió en la fila para ganar campo, para comer lonche en la mañana a las cinco de la mañana, le dieron un piedrazo por acá y era uno de Sinaloa. Entonces, me recuerdo, saqué la navaja y lo reté, pues. Le dije: “Vente”. Taba grandote como yo, pero yo era chavo y yo creo tenía como unos veinticinco y él ya era un hombre como de unos cuarenta, treinta y cinco años. Estaba como alto así, pero bien amarradote. Le dije: “Vente”. Dice: “Soy de Sinaloa”. “No me importa que seas hijo del diablo, vente”. Y lo reté, pues, y rayé con la navaja así una raya y luego le puse un círculo así, dije: “Ora sí vente”, y no salió. Y le dije: “Si me reportas con el patrón me regreso, te lo juro por mi madre, me regreso. Llego al campo y me regreso y al cabo que llevo el domicilio de acá y te mueres hijo. Y no te la perdono”. Y ya preguntó que de dónde era, le dijeron: “Es de Guerrero”. Dice: “Puta madre, ahí muere”. (risas) Así, de esa manera. Y luego tuve otra, otra en Coachella. Iban a matar a uno de, este, de Jalisco y eran dos.
VD: ¿Por qué?, ¿qué había hecho?
HF: Pues porque le había pegado a otro señor. Y esos dos se enojaron, eran de mi estado de Guerrero. Se enojaron y dijeron: “Mira, a este hombre no le vas a pegar”. Y entonces dicen, “Mira”, y sacaron las navajas. Y taban grandes las navajas, como así. Y venía uno así y otro así y él como ahí así. Ya lloraba el hombre y me paré y le dije: “Se calman, se calman o los quebro yo”. Le brinco a mi navaja, pos también taba grande. Me paré y le llego a uno del brazo y le puse la navaja en el pescuezo y al otro le dije: “No te muevas, porque ahí te va”. Y se la puse acá y ya. Y como la tenía yo así, era pa regresar así y no se arrimaron, no se arrimó el otro. Y ya les quité las navajas y los corrí, les dije: “Váyanse para fuera”. Y ya lo dejaron en paz y el hombre ya me, le dijo a su primo. Ya llegó su primo, que se llamaba don Lupe. Ya llegó su primo, dice: “Me iban a matar”, dice, “unos paisanos de este señor Flores”, dice, “y él me defendió”. Uy, me traían aquí.
VD: ¿Los mismos amigos de este señor?
HF: Sí, me, fueron al pueblo y me trajeron un pollo cada quien y veinticuatro cervezas, una caja grande así.
VD: Ya…
HF: “Esto es para usted señor”.
VD: Está vez se fueron al…
HF: Al otro día, sí. Me querían mucho y oyeron la voz todos los demás. No, este, me fui al pueblo, yo me fui solito en un coche y ya cuando llegué al pueblo allá, ya me estaban esperando. Había como quince o veinte en el bar. “Mi amigo Flores, bienvenido”, dice, “supimos esto y mire, aquí hay cinco pollos pa que les invites a todos”, dice. “¿En serio?”. Hasta el del bar dijo: “¿Quién es este hombre?”. No, porque ya conocían al del bar, ya lo conocían y les preguntó y ya le dijo ahí, dice: “Este es un hombre que, del estado de Guerrero que no se tienta el alma”. Dice: “Y nos defendió por esto”, así y así y así. Y él mismo trajo cervezas pa todos, de la cuenta del bar. Nos las regaló. Y dijo: “Señor Flores, pa usté y sus amigos, aquí hay pa todos”.
VD: ¿El señor del bar era mexicano?
HF: Mexicano, en Coachella.
VD: De origen mexicano, allá.
HF: En Coachella, California. Sí, me respetaron y no me estoy ensalzando, no, fue en tiempo de infancia, en mi infancia. Yo tenía como, mi juventud. Pero eso fue lo único, nunca hice nada.
VD: No tuvo… Y, ¿en las cantinas llegó usted a tener dificultad con alguien?
HF: Nunca, nunca. Sí, es que yo me metía por los demás, ajá. Es todo señorita.
VD: Oiga pues, tengo nada más que preguntarle, señor Heriberto. Usted me decía que nunca le gustó como para quedarse allá, para haberse quedado a vivir.
HF: No. Costumbres muy mal, no me gusta. Y yo, mi esposa la quiero mucho, la respeto porque me ha dado mis hijos, estoy muy orgulloso. Mi hijo grande es ingeniero químico y está haciendo su servicio social para titularse. Mi hija es contadora pública, está haciendo su servicio social también pa titularse este año o el que viene y el chiquillo, son dos hombres y una mujer, el chiquillo se recibió el 15 de diciembre para ingeniero industrial. Y también está haciendo su tesis para su, titularse. Por lo tanto estoy muy orgulloso de mi esposa que me dio, pues mis hijos muy estudiosos y ya me voy con ese gusto de este mundo. El día que Dios me llame a cuenta, con ese gusto de que si yo no pude tener esa dicha, pues mis hijos sí se las, lo lograron, a través de mi esposa y de mí.
VD: Del tiempo que estuvo allá y pues porque además, conoció varios lugares, pos también estuvo en Arizona, claro. ¿Qué fue lo que más le gustó, señor Heriberto?
HF: Bueno, lo que más me gustó de que en aquel entonces no había vandalismos, no había desorden, todo era un país, pues muy bonito, por motivo a que todo, respeto. Ahora está muy corrupto, pues ya mucha gente que ha entrado al país de otros costumbres y eso es lo más malo que hay. Si Estados Unidos se hubiera conservado de esa manera, que no hubiera racismo. Pues Estados Unidos era un país muy respetado, con mucho, mucho trabajo para todo mundo. Ahí se muere de hambre porque no trabaje, pero trabajo hay mucho, entonces todo eso cuenta. De lo que no me gustó, sus costumbres de mujeres, que ellas recogen el dinero, ellas cobran, ellas hacen todo y el hombre no tiene nada de, aunque lo gane no puede disfrutarlo porque la mujer es la que manda como si fuera hombre y eso a mí no me gusta. Todo…
VD: Bueno, sí, perdón. Le quería decir, además de esta forma de ser de las mujeres, ¿había alguna otra cosa que no le gustara como para no haberse quedado allá más tiempo?
HF: Bueno, yo como trabajador y ganar dinero y disfrutar aquí, me gustó bastante, pero quedarme no. Porque en donde quiera que yo cayera, lo mismo. De costumbre de mujeres, costumbre. Aquí ahora, aquí también se sembró esa costumbre y hay mucha mujer moderna que va creciendo con esa idea de que se casa y que ella tiene que mandar como en Estados Unidos y eso nunca. En la Biblia está que ni antes ni después habría eso. Estos son costumbres y leyes de aquí nada más. Pero no es palabra de Dios, ajá. El Rey, este, el Rey Salomón tuvo una conversación con un, mucha gente que lo rodeaba, gente importante y tuvo un convivió y le llamó a su esposa para que se presentara, para presentar a su esposa y quedar bien ante la sociedad de sus invitados. Y nomás porque no, la mujer no, no se arregló y no le quiso aceptar, la sacó de su palacio, la sacó de su palacio para siempre. Entonces esto viene de palabra de Dios, tuvo que hacer su vida, pero con otra y no está permitido que una mujer tome las riendas de una casa de hogar como si fuera hombre y mujer.
VD: Cuando usted se fue para allá, se fue soltero me decía, ¿verdad? Y, ¿no dejó aquí una novia ni nada?
HF: Ah, sí, dejé una, pero en Texas, ¡no! En Coachella, en Coachella… No, no mentí, fue en Valle Imperial. Encontré una señorita con un pelo muy largo, hasta para acá y me habló por mi nombre y mis apellidos y me dijo que me arrimara. Era una avenida, como decir, de aquí hasta allá a la otra casa, enfrente, doble sentido. Como decir, Zaragoza. Y ya me fui y este, me dijo, dice: “Yo le hablé porque yo soy una Saurina”. Y delgadita así como usted, pero un pelo muy largo. Y ya pasé con ella, dijo: “Yo le voy a, señor, hágame unas preguntas, las que quiera”, dice, “yo le contesto”. Y ya me dijo, dice: “Usted tiene un hermano enfermo y se va a morir, no se va a componer nunca así gaste lo que quiera. No se va a componer”. Y sí se murió. Y luego dice, cuando pegó el dengue, fue el año 1945, [19]48, algo así. Y entonces me dijo, dice: “Usted tiene ganado y se va a morir el ganado, de hecho se va a morir todo el ganado que hay”, todo eso.
VD: En el [19]48, pero usted se fue el…
HF: En el cincuenta y…
VD: En el [19]50, señor.
HF: [Mil novecientos] cincuenta y cinco, creo, o [19]50 y… Sí, [19]55, [19]53, [19]54, por ahí y sí se murió, mucho ganado murió del dengue. Y entonces este, ahí fue donde se acabó mi ganado, ahí. Y ya nos quedamos pobres, pues nomás lo que yo trabajaba pa vivir y sobrevivir.
VD: Y, señor Heriberto, cuando estaba por allá, ¿qué era lo que echaba usted de menos?, de lo que más extrañaba de aquí de México, lo que usted echaba de menos.
HF: Ah, y mi novia este, se casó con otro. Y me dijo ella que no iba a ser mi mujer, que mi mujer era muy chiquita, que iba creciendo, que iba creciendo, era muy chica, que yo le…
VD: Esta muchacha le dijo.
HF: Mi esposa. Mi esposa ya la conocí con dos años. Cuando yo tenía catorce, ella tenía dos años, le gano con doce. Y cuando yo tenía veintiséis, ella tenía catorce, entonces le empecé a hablar y me aceptó y duramos cinco años. Y ya me casé con ella, tenía yo treinta y uno, ella tenía diecinueve.
VD: Pero, ¿estaba soltero todavía cuando se fue allá?
HF: Sí, soltero, sí soltero
VD: Y, cuando estaba allá trabajando de bracero, ¿qué era lo que más extrañaba?
HF: Bueno, yo como joven extrañaba yo los bailes. Los bailes, que entonces había este, música de orquesta y este, tocadiscos. Era todo en ese entonces y pues extrañaba a mis cuates, mis amigos. Tanto amigos hombres como mujeres de la infancia; tías, primas hermanas que sí íbamos de la misma edad. “Vente, vamos a bailar y a bailar”, ¿no? Y fui un número y un tío mío que vive en Ixtapalapa, éramos pal baile. En donde quiera íbamos, a otros pueblos y tábamos muy famosos mi tío y yo, decía, dice: “Sólo Heriberto Flores y Clímaco Álvarez son número uno pal baile”. Y donde bailábamos nosotros, nos hacían rueda grande así y nosotros andábamos ahí en medio bailando.
VD: Y, ¿allá extrañaba el baile?, ¿allá no se iba a bailar por allá?
HF: Pues sí, allá había polka y nosotros bailábamos danzón y pieza corrida, ajá. Y allá era la polka, pero también me enseñé a bailar la polka, pero no igual como mi pueblo, no igual.
VD: Y llegando bueno, de los varios contratos que usted tuvo y el tiempo que estuvo allá, señor Heriberto, ¿se acuerda usted qué le pareció novedoso de allá?, ¿qué le parecía algo que usted no conocía y que le llamaba la atención?
HF: Bueno este, pues era un domingo nada más que uno descansaba, ¿no? Yo me iba al pueblo a pasear, las tradiciones, costumbres de otros, de arreglos de pueblos. Cada estado tiene su tradición. Por ejemplo en Denver, es un silencio muy bonito, la gente muy respetuosa, todo mundo le saluda. Usted va pa la banqueta y se paraban los coches: “Hey, bye bye. Mexicano Good bye. Good morning”, y, “good night”, si es en la noche o en la mañana. Y si no, le dicen: “Tomorrow”, hasta mañana. Y pues eso a mí me gustaba bastante, eso sí me gustó bastante. Porque gabachos y mexicanos, tejanos nacidos allá ya nacionalizados, nunca distinguían a uno.
VD: ¿Usted no tuvo problemas de que lo discriminaran o de racismo ni nada?
HF: No, que yo me recuerde nunca, en ningún lugar. Los negros un poquito, les tenía recelo porque decían que eran muy sanguinarios y todo eso, pero…
VD: ¿Quién le decía eso, señor Heriberto?
HF: Pues algunos, algunos ya de allá. Me decían que eran muy sanguinarios y que robaban y mataban y todo eso, pero pos nunca entraba a los barrios de negros.
VD: Nunca tuvo ningún problema.
HF: Nunca tuve problemas. Y siempre andaba prevenido, porque decía yo: “Si me van a matar, pero uno me lo llevo”. Ese era mi pensamiento, pero nunca me molestaron.
VD: Nunca tuvo problemas.
HF: No, nunca me molestaron. Y entré a bares de negros, no muchas veces, como unas dos en todo el tiempo, pero me trataron muy bien.
VD: Sin problemas, ni nada.
HF: No, sin problemas.
VD: Y, ¿el dinero que usted ganaba, señor Heriberto, mandaba usted para su casa?
HF: Sí, casi los meses, todo lo mandaba.
VD: A su casa, a su mamá.
HF: Sí, yo quería tomar, yo jugaba baraja o los dados y ganaba yo, ya le digo, $100 dólares, $80, $800, según había dinero. Y pues este, se arrimaban y jugábamos y los dados y apostando, me traiba los $300, $400. Llegué a veces hasta $800 ganarme. Cuando eso hacía, mi dinero todo de mi trabajo lo mandaba y lo demás me lo dejaba. Compraba chamarras, me compraba mis trajes, mis sacos, botas, zapatos, todo lo que me hace… Camisas muy buenas, pantalones muy buenos, ¿sí?
VD: Y además, ¿logró hacer usted algún ahorro para traérselo?
HF: Pues no, fíjese una cosa señorita. Mi mamá, hubo un problema grande, mi mamá con mi abuelita y pues es penoso platicarlo, ya murieron, ¿no? Ya murió mi abuelita, murió mi mamá, apenas ajustó un año ahora en noviembre, ahora el 29 de noviembre, va a ajustar dos años este año. Y pues creo me platicaron mis hermanos que hubo un pleito muy grande, mi abuelita y mi mamá. Y mi mamá y mi abuelita de tanto coraje maldició a mi jefa y nunca me lucía el dinero. Y por eso le digo, una madre cuando maldice a sus hijos, es una maldición muy grande, nunca luce nada y todo eso, pos se acabó. Fue una historia para mí, pero muy bonita porque yo disfruté de mi vida, mi juventud. Me vestía muy bien, tengo mis… Fui mesero aquí en el centro, fui mesero ocho años, me estoy… Ya me voy a pensionar para en abril, me voy a pensionar. Y este, tengo mis trajes, tengo mi par de botas, unas que me traje de Chicago y otras que compré aquí y las tengo guardadas, todo tengo guardado.
VD: Entonces, pues como por último ya para este, ya para terminar señor Heriberto, ya después de muchos años que usted estuvo por allá, pues me, por lo que me dice, los recuerdos que le quedan, ¿son agradables, le traen malos recuerdos de aquellos años?
HF: Pues mi juventud como quien dice la pasé por allá y para mí fue una cosa maravillosa, conocí muchos estados. Después de, antes de venirme a Estados Unidos conocí la Sierra de Chihuahua, asaderos Villa Ahumada, El Carrizal, Camargo, la ciudad de Chihuahua, la capital, este, los cerros, ¿onde fue?, on ta enterrado el tesoro de Villa y luego me metí a Durango un poco, a Guanajuato, Sonora, sus costas, Benjamín Hill, Puerto Peñasco, Ensenada…
VD: ¿Todo eso conoció cuando estaba por allá?
HF: Sí, Hermosillo, la capital, este, Empalme, Sonora. Este, Guaymas, la embarcación de los barcos de todo el muelle. Y luego me fui para, este, me vine a Jalisco y luego Michoacán y ya en Tepic, Nayarit, un poco Sinaloa, le entré a unas partes y luego ya me vine. Conocí Oaxaca, Morelos, Tlaxcala, Veracruz, Querétaro y este, Tampico y así, fui un vago. Conozco todo esto, Estado de México lo conozco todo.
VD: Pues viajó mucho.
HF: Sí, mucho.
VD: Y, ¿por qué decidió regresar después en el [19]88, señor Heriberto, a Chicago?, me decía que se fue usted unos meses.
HF: Tenía mis tres meses, tenía yo, este iba a arreglar papeles en Migración. Nos llamaron a todos, que todo el que [es]tuviera de mojado ahí, que no tuviera papeles, nos daban chance con $400 dólares arreglar papeles para quedarse allá.
VD: Y, ¿usted se hubiera querido quedar allá?
HF: Pues no, de hecho no. Tengo amigos que viven ahí para allá y otros para acá. Arreglaron papeles para entrar y venir, seis meses allá y seis meses aquí.
VD: ¿Así sí le hubiera gustado?
HF: Así me hubiera gustado. Y entonces me vine un poco apurado, mi esposa estaba enferma y mis hijos en la escuela. Mi hijo estaba en el Poli [Instituto Politécnico Nacional], el grande, y mi hija en la Universidad [Universidad Nacional Autónoma de México] y el otro UPICSA [Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas]. Y pues era un dineral que estaba yéndose en materias y en todo. Entonces jue que me fui para allá y me traje una buena lana, pero yo ya…
VD: ¿En dónde trabajó en esos años?
HF: En Delicias, paletería Delicias. En Avenida California y Supermacha.
VD: Ah, allá en Chicago.
HF: En Chicago.
VD: Y, ¿los tres meses estuvo en la paletería?
HF: Los tres meses.
VD: Y, ¿sí le fue bien entonces?
HF: Pos, me quedaba $50 dólares libres de comida diarios. Libres de comida, de todo. Ahí me estaba yendo bien, pero nomás tres meses y dejé $400 dólares para La Migración y me arreglaron mis papeles. A los ocho días que me vine llegaron mis papeles, pero ya no pude regresarme, mi esposa estaba bien delgadita, envuelta en sus huesos, le hicieron un mal a mi esposa.
VD: Y ya después de eso, ¿nunca hizo usted por regresarse allá?
HF: Pues ya no. Mi esposa, me he querido ir, pero mi esposa este, mi esposa dice: “Ya no te vayas y no te vayas y no te vayas”. Y pues ya, mi hijo grande se casó y mi hija también. Ya nomás falta el chiquillo, ¿no? Y dice: “Me voy a quedar solita y para mí es otro mundo onde tú te vas y yo no quiero que te vayas. Aquí vamos a luchar, por trabajar”.
VD: Prefieren quedarse, prefirieron quedarse por acá.
HF: Sí, luego mi esposa es inteligente y muy trabajadora, la quiero mucho. Para mí es mi segunda madre, porque gracias a ella tengo esta casa de dos pisos y pues una camionetita que mi hija nos regaló de $16,000 pesos. Como ella ya se casó y ya pos, compró su camionetita y se la regaló a mi esposa. Y ya nosotros nos dedicamos aquí, luego vienen de fútbol. Yo las compongo de las manos, de los pies, de la cintura y ya nos ganamos ahí los $50 pesos, los $100 y ella también cura a las mujeres igual. A ella le dan sus $50, $80, $70 ó $100 y así nos vamos.
VD: ¿Ya con eso han estado bien aquí?
HF: Sí. Y mis hijos pagan teléfono, luz, el gasto de la casa, y ya.
VD: Ya no tiene usted esos gastos, de responsabilidad.
HF: Ahorita estoy pagando mi seguro para en abril, marzo, como el 15 de marzo o 15 de abril ya tengo mi seguro.
VD: Ya para jubilarse.
HF: Pero por el restaurán.
VD: Señor Heriberto, yo quiero agradecerle muchísimo su tiempo y sus recuerdos.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 22 de julio de 2002
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez
El día de hoy es 22 de julio de 2002. Esta es una entrevista con el señor Heriberto Flores Sotelo.
VD: Señor Heriberto, me dice usted que nació en Guerrero, ¿verdad?
HF: Sí.
VD: En el 1936.
HF: Sí.
VD: Quiero empezar nada más por preguntarle un poquito sobre sus antecedentes familiares. ¿A qué se dedicaban sus papas?
HF: Bueno, a cultivar las tierras ahí en ese lugar solamente, cultivar tierras, sembrar cacahuates, ajonjolí, maíz, frijol, pues es todo lo que se cosechaba por ahí.
VD: ¿Ellos tenían tierras propias, sus papás?
HF: No. Mi papá sí, mi mamá no.
VD: Y, ¿sembraba las tierras de su papá?
HF: Sí, sí.
VD: Eran de él. Y, ¿ellos también eran de ahí?
2do: Sí, pero él no tuvo nada porque él era este, un hijo este, digamos fuera de la casa.
HF: Bastardo.
2do: O sea él no tuvo nada del papá.
VD: No le heredó su papá.
2do: No, nada nada.
VD: Entonces usted creció con su mamá nada más.
HF: Con mi mamá y mi abuelita.
VD: Ah, usted su mamá y su abuelita lo criaron.
HF: Ajá.
VD: Y, ¿con ellas trabajó usted, les ayudaba?
2do: Para ellas, trabajaba para ellas.
HF: Sí, y este, dos hermanos más que uno vive en Los Ángeles y otro aquí, en San Miguel Teotongo.
VD: ¿Eran más grandes que usted?
HF: Más chicos.
VD: ¿Usted es el más grande?
HF: El mayor, sí.
VD: Y, ¿desde qué edad comenzó a trabajar allá, señor Heriberto?
HF: De los ocho años, ocho años. Ganaba yo $0.50 centavos.
VD: Cincuenta centavos. Trabajaba en, ¿qué? Le ayudaba a…
HF: En el campo a dar tierra al maíz y todo lo que es frijol, quitar la hierba, el maíz limpiarlo bien para que creciera, desenhierbar, pues.
VD: Me decía que usted no pudo ir a la escuela allá en esos años.
HF: No, porque el municipio era a seis horas de camino, ¿verdad? Seis horas de camino de Teloloapan a donde yo me crié, al municipio.
VD: No, pos taba muy lejos.
HF: Era como una sierra y no entraban carros, todo a pie, en burros, caballos, todo eso.
VD: Entonces la escuela más cercana estaba a seis horas.
HF: No, iban maestros ahí al lugar. De hecho, había ciento diez casas y contrataron un maestro y pagaban de lunes a sábado $7 pesos.
VD: Usted no podía ir.
HF: No, mi mamá lavaba y planchaba y no…
VD: De eso los mantenía a ustedes.
HF: Sí, sí.
VD: Entonces usted siguió trabajando. Después de trabajar en el campo o, ¿siguió siempre en el mismo trabajo?
HF: En el mismo trabajo hasta llegar a los dieciocho años.
VD: Que fue cuando usted se fue por primera vez.
HF: Cuando ya la primer vez me fui para Estados Unidos.
VD: ¿Cómo fue que se enteró usted de que estaban contratando braceros, señor Heriberto?
HF: Un muchacho de ahí de la misma localidad me invitó. Fue el primer año y me dijo: “¿Sabes qué?, me gusta tu amistad”, y ellos eran ricos y yo era pobre. Pues había mucha gente pobre, pero yo era uno de ellos también. Entonces me dijo, dice: “¿Sabes qué?, me gusta tu amistad y yo te voy a invitar para que salgas adelante y que te críes en otro ambiente. Aquí tú sabes qué ganas”. Pos eran $2 diarios. Desde las ocho de la mañana hasta las siete de la noche, en el campo todo. Entonces pues le dije a mi mamá y me consiguió el dinero y me fui de ahí para acá fue para mí otro ambiente.
VD: Su mamá, ¿cómo le consiguió el dinero, señor Heriberto?
HF: Consiguió $800 pesos. Teníamos en ese entonces, teníamos vaquitas, había como unas diez. Tuvo que vender una, en caso de emergencia se vendía una o dos. Pero eran baratas, a $300, $400 si era muy grande, entonces teníamos que vender dos pa pagar esa cantidad. Y por esa razón me fui.
VD: Eso fue en el año…
HF: [Mil novecientos] Cincuenta y… Bueno, yo me recuerdo que fue el [19]55, pero un amigo me estaba platicando que no, que fue el [19]56 el primer año que me fui.
VD: Entonces este compañero suyo le dijo que él…
HF: Me ayudaba.
VD: Lo animaba para…
HF: Sí, y entonces llegamos al Hotel Imperio.
VD: Aquí en la Ciudad de México.
HF: En Correo Mayor.
VD: En el centro.
HF: En el centro. Y ya de ahí nos veníamos veintiuno y por todos, veníamos muchos nuevos que no, ni… Como unos cinco que ya sabían, nos guiaban a todos.
VD: Ándele.
HF: Y los demás éramos nuevos por primera vez.
VD: Oiga y, ¿cómo se animó usted, señor Heriberto, a irse para Estados Unidos?, ¿qué le animó?
HF: Bueno, a la confianza del amigo, que él me ayudaba. De hecho él me disparaba de comer, porque dice: “Pos no tienes dinero y yo sí traigo demasiado”. Y él me invitaba de comer y a veces yo así limitándome.
VD: Y él, ¿por qué se quería ir, se acuerda usted?
HF: Ellos eran muy ricos, pero le vuelvo a repetir, a él no le gustó el rancho. Aunque tenían mucho ganado, mucho de todo, no le gustó la provincia. Siempre le gustó la ciudad. Y se fue para Estados Unidos, y la primer vez y la segunda ya me fui con él. Y ya entonces llegamos al Hotel Imperio. Ahí estuvimos mes y medio.
VD: ¿Tanto tiempo sin poderse contratar?
HF : Pero pagábamos $3 pesos de hotel.
2do : Por eso, pero, ¿sin poderse contratar?, dice.
HF: Ah no, porque esperábamos la contratación en Gobernación, en Ciudadela.
VD: ¿A usted le tocó contratarse en la Ciudadela?
HF: Ajá.
VD: Ah, mire. Entonces y, ¿conocían ustedes a alguien de Gobernación,
algún contacto que tenían?
HF: Mire, nada más nos reuníamos, por ejemplo, Oaxaca, Estado de México, Guerrero, Morelos…Nos decían ahí: “¿De dónde vienen?”. “Pos que del estado de Guerrero”. “¿Cuántos vienen?”. “Tantos”. “Fórmense todos los que sean guerrerenses, fórmese en una línea. Oaxaca otra línea, Morelos otra línea, Estado de México otra línea”. Y así todo, el de todos los estados. Y nos formábamos todos en líneas así y ya nos, pasaba una persona así: “¿Qué traen?”. “Pos traemos certificados de buena conducta del municipio”. Y entonces si no era del municipio, era de delegación de onde nacíamos, onde crecimos. Del comisario que se llama… Entonces los que no traían de municipio, traían de delegaciones, del comisario y ése es el que nos daba el certificado de buena conducta.
VD: En el de ahí mismo de las autoridades.
HF: Ajá, de ahí.
VD: Y, ¿con ese papel era suficiente?
HF: Nos lo recogían y lo sellaba en Gobernación y nos daban el contrato.
VD: Entonces usted estuvo un mes. Y en todo ese mes y medio iba todos los días a La Ciudadela.
HF: Todos los días ahí, todos los días.
VD: ¿Se acuerda cómo era?, ¿cómo estaba el ambiente ahí?
HF: Claro que sí, ¿cómo no me voy a acordar? Todo me recuerdo. Este, era un relajo muy grande porque pos había de Michoacán, había de Zacatecas, de Guanajuato, Chihuahua, de todos los estados había. Nomás que todos separados por grupos. Pero entonces ahí era un relajo tan grande porque a la hora de formarlos salía una persona en la puerta principal y nos decía: “Fórmense todos”. No, pues todos nos íbamos, con perdón de usted, como chivos o borregos así. Pero ya luego decía: “No, no, no. Ahorita vamos a recorrer o vamos a nombrar la lista de Guerrero y de Oaxaca y Morelos”. Tres juntos, tres estados y todos en tres líneas. Pero pos líneas grandes de unos cien cada estado, según la cantidad que quería ir. Bien, luego nombraban otros tres estados, por ejemplo, Veracruz, Oaxaca, o decir este, Tlaxcala, otros estados, otros tres. Y si no se acabalaba, que eran muy pocos entonces, formaban una sola línea de tres estados. Y si había muchos, entonces nomás tres estados o dos, porque decían: “Tenemos el pedido de braceros”, que ochocientos, que dos mil, tres mil, cinco mil, seis mil. Según el pedido que les hacían a Gobernación es la gente que mandaban a la frontera. Y entonces pos nosotros estábamos listos a formarnos ahí para que pasara la persona recogiendo los papeles y ya se los llevaban y decían: “Esténse listos para pasado mañana, mañana no vengan”. Entonces como hoy recogían a las diez, nueve, once y ya mañana no íbamos. Pasado mañana estábamos a las seis de la mañana ahí.
VD: Y ya les tocaba firmar ahí…
HF: Y ya nos hablaban por nuestro nombre en una bocina.
VD: ¿Ahí fue donde usted firmó su contrato?
HF: De hecho fueron como unos siete u ocho contratos ahí en Ciudadela.
VD: Ahí mismo en Ciudadela.
HF: Ajá, sí.
VD: Y, ¿habían salido alguna vez antes de su pueblo?
HF: No, nunca. Antes nunca.
VD: ¿Cómo se sintió usted por primera vez aquí en la ciudad?
HF: Pos de pronto me daba mucho miedo porque decían que había mucho ratero, que
no podíamos pasarnos a Lagunilla, ni a Tepito, ni por el lado del Zócalo, por Justo Sierra y todo eso. Todos en grupo, sino no… Uno o dos nos fregaban. Ni venir a Azcapotzalco tampoco, a la hojalatería, a la Merced no nos dejaban venir. Si no éramos cinco o tres, no veníamos.
VD: Los habían recomendado que estuvieran en grupo.
HF: En Ciudadela nos lo dijeron.
VD: Ah, ¿sí?, ¿ahí mismo?
HF: Ahí mismo los funcionarios que nos recogían el… Ahí nos decían que no anduviéramos así.
VD: Y señor Heriberto, estos amigos con los que usted se iba, dice que algunos ya se habían ido, que no los habían…
HF: Como unos diez, o si veníamos treinta o veinticinco o veintisiete, veinte; entre el grupo ese de esa cantidad y venían cinco o siete o seis.
VD: De los que se habían ido…
HF: Que ya sabían Estados Unidos.
VD: Y entre esa, entre ese grupo de los que ya se habían ido, ¿qué se platicaba?, ¿qué le contaban de cómo era la vida por acá y el trabajo?
HF: Bueno, era un poquito pesado en la forma de que era el trabajo en el campo. Que eran trabajos muy pesados. Por ejemplo, desahijar betabel, lechuga, zanahoria, el algodón, plantarlo y desahijarlo y pues todo eso, por Texas. Eso todo rumbo a Texas, estaba Nuevo México y Colorado, ése era el trabajo. Pero ya pasándose a California era melón, sandía, este, espárrago, chabacano, cherry, el durazno, pera, nuez, aceituna, uva, otra cosa, jitomate.
VD: De todas las frutas que llevamos por allá. Y, ¿ellos le habían contado que el trabajo era pesado por allá?
HF: Pesado, pero no imposible. Que el que no podía en una cosa, lo ponían en otra, pero había que trabajar.
VD: Y, ¿qué le decían de cómo era la vida por allá?
HF: Bueno, que cambiaba en la situación porque valía el dólar $12.50.
VD: Ese era el tipo de cambio.
HF: De cambio. Así que un dólar por $12.50 nosotros ganábamos $5 pesos, $3.50, $4.50. Y allá pues con un peso teníamos $12 pesos de aquí.
VD: Entonces con un dólar ya tenían…
HF: Exacto, $12.50.
VD: Y este, entonces usted llegó aquí a la Ciudadela y después de mes y medio finalmente se contrataron.
HF: Nos fuimos para Estados Unidos.
VD: ¿Salieron en tren?
HF: No, nos llevaron en autobús.
VD: ¿Por dónde entró señor?
HF: Por Juárez.
VD: ¿Por Ciudad Juárez?
HF: Por Ciudad Juárez.
VD: ¿Cruzó por El Paso?
HF: Sí.
VD: ¿Dónde le tocó a usted la revisión médica y la firma de su contrato?
HF: Bueno, a nosotros nos tocó en Ciudad Juárez, ahí. Ahí nos revisaron, ahí ya nos llevaron en camiones los patrones que nos iban a contratar. De hecho nos fuimos la primer vez, eran diez camiones, como los chimecos de aquí, diez camiones. Llegamos a La Asociación de Littlefield.
VD: ¿En dónde?
HF: En Texas.
VD: En Texas estuvo. Y, ¿por cuánto tiempo le dieron su contrato esa vez?
HF: Bueno, ahora es lo que sí no me recuerdo señorita. Mire, fueron, ahí estuve en ese campo, fuimos contratados otra vez más en Littlefield, en La Asociación de Littlefield.
VD: Les renovaron el contrato
HF: Nos renovaron el contrato. El contrato era de cuarenta y cinco días y me quedé otros cuarenta y cinco, fueron noventa.
VD: Estuvo tres meses ahí en total.
HF: No, noventa días, ¿no?
VD: Sí, bueno, tres meses más o menos.
HF: Bueno, correcto. Y de ahí me salí para acá a, pues me vine para Guerrero y otra vez volví a regresarme y entonces me tocó en Denver, Colorado.
VD: ¿En ese mismo año se regresó?
HF: Es lo que ya no me recuerdo.
VD: Ah, okay.
HF: Si ese mismo año o el segundo, pero estuve en Denver, Colorado en el desahije de betabel.
VD: La primera vez, ¿qué le tocó?, ¿algodón?
HF: Algodón, todo el tiempo algodón. Piscar algodón en sacos grandes en Littlefield,
Texas. Mi pueblo favorito a donde iba yo a traer la provisión, a Hereford.
VD: ¿Es el que les quedaba más cerca?
HF: Sí, dos millas o tres millas. Algo así, Hereford, Texas.
VD: ¿Ahí en Texas?
HF: Y en el estado de Colorado, nos llevaba el patrón a Denver.
VD: ¿Ahí era dónde compraban la provisión?
HF: Ahí era un patrón ranchero, ahí estuvimos.
VD: ¿Todo el tiempo le tocó desahije, señor Heriberto?
HF: Bueno sí, piscar algodón y desahije de betabel en Denver, Colorado.
VD: Ahí, ¿cuánto tiempo estuvo en Denver?
HF: Pues ahí no me recuerdo si nada más fueron cuarenta y cinco días o me renovaron contrato. Porque sí, salía yo muy bueno pal trabajo. Es lo que no me recuerdo, sólo viendo en computadora.
VD: Y también entró por, se apuntó en la Ciudadela.
HF: Sí, por Ciudad Juárez y también en Ciudadela.
VD: Ciudad Juárez y El Paso, ¿verdad?
HF: El Paso, Ciudad Juárez.
VD: Y, ¿recuerda usted el trayecto la primera vez que se fue, señor Heriberto, el viaje hacia el norte?, ¿cómo se sentía usted?, ¿qué esperaba encontrar por allá?
HF: Bueno, yo muy contento porque para mí cambió una vida de andar trabajando en el campo aquí en mi tierra que era nada más el temporal y después ya era pos andar de flojo, ¿no? La Cuaresma, como quien dice, desde enero hasta mayo andaba uno de flojo todo ese tiempo, pero allá no. Allá si sale uno bueno, lo volvían a contratar y seguía uno trabajando y dinero no faltaba nunca, ni alimento en la casa. O sea que el maíz, frijol, pipian, todo eso no faltaba a mi familia y yo vestía muy bien.
VD: Y, ¿cómo se imaginaba usted que iba a ser Estados Unidos antes de irse?
HF: Mire, Estados Unidos me imaginaba yo otro mundo. Yo para mí era otro mundo aparte de mi México, ¿me entiende?
VD: ¿Como qué se imaginaba que había?
HF: Otra gente, otro ambiente, otra forma de vivir. Yo me hacía mil conjeturas, ¿no?, por el tiempo de que… La primer vez cuando yo pasé, otra gente rara a la mía, otro cambio de vida en lo físico, en lo personal, este, para mí era otro mundo, porque había que comer mucho y con poco y tener mucho dinero aquí en México. Allá era igual que aquí, lo que se ganaba se gastaba igual como aquí en México. Pero si yo lo cuidaba, para mí era mucho dinero aquí.
VD: Sí le alcanzaba acá.
HF: Muy bien.
VD: Y, ¿por qué dice que la gente rara?, ¿qué le parecía raro, señor Heriberto?
HF: Bueno, en la forma en que ya es otra gente, por ejemplo, en idioma. Por ejemplo, nosotros los mexicanos acostumbrados… Pues hay mucho dialecto aquí, pero yo hablaba bien el castellano, ¿no?, en este sentido. Allá en inglés, pues era otra gente alta, güera, ya otra forma de vida. Es por eso, a mí se me hacía otro mundo. Entonces por eso me gustaba mucho viajar, pero no quedarme.
VD: ¿Por qué no le gustaba quedarse?
HF: Costumbres, raros. Porque allá la mujer, se casa uno y la mujer compra carro y no se le queda a uno ni un centavo. La mujer recoge todo el dinero, nada más si yo tengo vicio, me compro mis seis cervezas, mi caja de cigarros. Ella me compra mi pantalón, mis zapatos, mi camisa, todo y yo no agarro ni un centavo.
VD: Y a usted, ¿eso le incomodaba?
HF: Eso a mí no me gustaba.
VD: No le gustaba…
HF: No, eso a mí no, no me gusta. No me gusta porque la Biblia dice: “Nunca la mujer, siempre el hombre”, claro, en otros tiempos. Pero en Estados Unidos sigue siendo lo mismo, por eso hay tanta perdición. Yo fui a varias cantinas en todo eso y allá había mucha mujer pervertida y desastres y mucho, mucha cosa mal que a mí nunca me gustó.
VD: ¿Nunca le gustó para quedarse allá a vivir?
HF: Ni conquistar una mujer tampoco pa casarme. Aún así tuve una novia que me quería casar el año de 1958, pero no. Sí, lo mismo le estaba diciendo lo mismo. Y luego me pasé a Los Ángeles el [19]57, no, el [19]58 y este, también tuve otra novia y me iba a casar ahí.
VD: Entonces, después de estar en Colorado, ¿se regresó para Guerrero?
HF: No, de Colorado. Primero Springlake y luego estado Colorado. No, Littelfield.
VD: En Texas, y luego en Colorado.
HF: Y me regresé y me recontraté en Ciudadela para Littlefield, este, Springlake, Texas.
VD: En Texas otra vez. Y, ¿qué le tocó esa vez?
HF: Piscar algodón otra vez.
VD: Entró por el mismo lugar, por…
HF: Por Ciudad Juárez.
VD: ¿Por Ciudad Juárez?, y otra vez le tocó al algodón…
HF: Al algodón y piscar zanahoria, nada más.
VD: Algodón y zanahoria. ¿Su contrato de cuánto sería?
HF: Cuarenta y cinco días. Pero ahí creo que, ahí sí estoy seguro que me quedé otro contrato de tres meses.
VD: Ah, entonces estuvo…
HF: Sí, porque ahí ya me sacaron de la zanahoria a piscar en sacos zanahoria y me metieron de ayudante de cocinero.
VD: Ah mire, ¿ahí en Texas estuvo de ayudante?
HF: En Springlake, Texas.
VD: O sea que estuvo otros tres meses más, pues digamos que estuvo cuatro meses y medio por allá en total.
HF: Y me regresé.
VD: ¿Se regresó a Guerrero?
HF: Sí.
VD: Y, ¿qué hacía cuando se regresaba para Guerrero?
HF: Andar de flojo, porque me salía yo el 28 de… Siempre me gustaba salir el 24 de diciembre o el 28 estaba yo aquí en los hoteles, en el Niza o el San Pedro o en el Imperio, siempre ahí llegaba.
VD: A la Ciudad de México.
HF: Ey.
VD: Y, ¿de ahí se iba para…
HF: No, iba a la villa primero. O sea que mandaba yo, le pedía tanto a la virgencita de Guadalupe y le mandaba a hacer sus misas. Cinco, tres misas, dos, seis, siete, según me fuera de bien allá yo venía aquí.
VD: Y entonces estuvo usted… Regresaba para acá, y, ¿después de ir a La Villa se iba a Guerrero?
HF: Me volvía a ir. Estaba con mi familia y luego ya me iba otra vez.
VD: Y en Guerrero mientras, ¿no trabajaba?
HF: No hay nada, no hay nada que hacer. Porque sólo esperamos el temporal cada año, ajá.
VD: Entonces, volvió a irse para allá y ora fue donde le tocó en…
HF: Me tocó en este…
VD: ¿Campo Nakatani?
HF: Campo Nakatani, Marysville, California.
VD: En California.
HF: Campo Nakatani es de japoneses. Y de ahí salí para México y me renovaron contrato. Entonces ya no vine a Ciudadela, sino me contrataron en Empalme pero pagué $800 pesos, tenía yo un General que me ayudaba a pasar.
VD: Él, o sea que usted se salió y ahí en Empalme se volvió a contratar.
HF: Me contrata…
VD: Ya no se vino hasta acá…
HF: No, ya no. Cada vez que yo quería irme, me contrataba el General ahí en
Empalme, $800 pesos y me volvía a ir.
VD: ¿Cómo conoció usted a ese General?
HF: Por un amigo que me lo presentó.
VD: Y, ¿le dijo que con él…
HF: Cuando yo quisiera ir, que él me ayudaba, con $800 pesos y me pasaba.
VD: Y en este campo de los japoneses, ¿qué le tocó hacer, señor Heriberto?
HF: Piscar tomate.
VD: ¿Tomate todo el tiempo?
HF: Campo Nakatani, cargador de tomate y piscador de tomate.
VD: Y estuvo ahí, ¿como cuánto tiempo?
HF: Cuarenta y cinco días nada más. Y luego me salí a México y me contraté para campo Blaize(??).
VD: ¿Eso fue cuando lo contrataron en Empalme?
HF: En mismo, en Marysville quedé. A un lado del campo Nakatani pero era un campo de gabachos, por eso dice campo Blaize(??).
VD: ¿Campo Blaize(??)?
HF: ¿Blaize(??)?
VD: ¿Eso es también en California?
HF: En Marysville, California, a un lado del campo Nakatani, de japoneses. Nada más como de aquí al centro, al Zócalo, una distancia de campo Nakatani al campo Blaize(??).
VD: ¿También cuarenta y cinco días?
HF: Cuarenta y cinco días. Y luego me salí a México a Empalme, Sonora y me volvió a contratar el General y me fui al campo Samuel Oduca. Ése era un alemán y se llamaba Samuel Oduca y el campo se llamaba igual, Campo Samuel Oduca.
VD: Entraba usted por Empalme y firmaba luego en Caléxico.
HF: En Mexicali, correcto.
VD: En Mexicali, ¿dónde le tocaba firmar su contrato y donde le hacían la revisión médica?, ¿en Caléxico?
HF: No, en Mexicali.
VD: ¿En Mexicali? Y ya nada más por ahí entraba.
HF: Entraba. Y volvió a salir y me tocó en, ¡ahí está!, Campo Phoenix, Arizona.
VD: ¿Este campo, Samuel Oduca, está en California?
HF: En Marysville, California. Está Blaize(??), campo Nakatani y Samuel Oduca.
VD: Otros cuarenta y cinco días.
HF: Otros. Ahí me quedé tres meses, en Samuel Oduca.
VD: ¿Estos fueron tres contratos?, los últimos que renovó…
HF: Ahí, hasta ahí nada más. Y luego vamos a Phoenix, Arizona. Ahí estuve cuarenta y cinco días en Phoenix, Arizona.
VD: Aunque aquí me puso que Fresno, antes.
HF: No… Ah, bueno, Fresno, sí. Pero es primero Phoenix.
VD: Ándele. Entonces y cuando entró a Phoenix, ¿se contrató por donde?
HF: Por Nogales.
VD: ¿En Nogales?
HF: Sí. Agua Prieta, que le dicen, ahí Nogales, pues. Ahí entré por Nogales y estuve cuarenta y cinco días y me vine de ahí al Valle Imperial.
VD: ¿Qué le tocó ahí en Phoenix?
HF: Piscar algodón pima.
VD: Algodón, también.
HF: Ése se llama pima, porque son árboles altos y en Texas es chaparrito.
VD: Eso fue, y, ¿después de Phoenix?
HF: Al Valle Imperial.
VD: ¿Este también fue un contrato después y de inmediato que se acabó el de Phoenix?
HF: Me vine a Phoenix y me contrataron de Phoenix al Valle Imperial. Es la misma compañía.
VD: Ah, o sea que usted, ¿regresó a México y lo volvieron a contratar?
HF: No, de Phoenix nos cambiaron al Valle Imperial.
VD: Ah, nada más los trasladaron.
HF: Pero nos renovaron el contrato.
VD: Ándele, al Valle Imperial en California.
HF: A piscar lechuga, piscar lechuga y empacar lechuga y cargar lechuga. Ahí estuve
cuarenta y cinco días.
VD: ¿También cuarenta y cinco días en la lechuga?
HF: Sí, y de ahí, me salí a México. Y me renové a los tres días, le dije al General que no, que me había ido mal y me mandó a Fresno, California.
VD: ¿En la lechuga le había ido mal?
HF: Sí, me fue mal.
VD: ¿Por qué, señor Heriberto?
HF: Porque nos pagaban muy poco tiempo, nomás eran cinco horas diarias.
VD: No salía más que pa…
HF: No salía el dinero nomás pa comer y mantenerse. Entonces, le dije al General que yo me quería ir otra vez y ya me mandó recomendado con el Cepillo, en Caléxico.
VD: ¿Quién era el Cepillo?
HF: Era el contratista de ahí que revisaba los papeles y nos mandaba buenos trabajos.
VD: ¿En Caléxico?
HF: Mexicali, es Caléxico. Entonces me mandó a este, ¿qué dijimos?, Valle Imperial, ¿verdad?
VD: Pues Valle Imperial es donde dice que no le fue bien.
HF: No, entonces me fui a Coachella, por ahí está Coachella. A piscar dátil y ahí sí me fue muy bien.
VD: ¿En el dátil le iba mejor?
HF: En las palmas, claro.
VD: ¿Le pagaban más?
HF: Yo era bueno pa subir las palmas y me pagaban buen dinero porque era el número uno. Y me traje el año 1961 diecinueve millones(??).
VD: Ese fue el año… ¿El [19]61 estuvo en el dátil?
HF: En el dátil, en Coachella.
VD: Y, ¿también cuarenta y cinco días nada más?
HF: No, ahí estuve otros dos contratos.
VD: Y le renovaron hasta dos contratos más.
HF: Y ya me salí y me vine. Se acabó la contratación hasta ahí.
VD: Después de que le renovaron, ¿ése fue su último contrato?
HF: Ése fue el último porque me salí. No me dejaban salir, me decían que me quedara, que me iban a renovar un contrato de cinco años para piscar la palma.
VD: Y, ¿por qué no se quiso quedar?
HF: Ya estaba cansado, ya estaba cansado, ya me había cansado. Ya quería descansar pues y me regresé y se acabó la contratación.
VD: Ya no hubo manera.
HF: Ya no, ya no.
VD: Oiga señor Heriberto y en estos, porque pues usted estuvo por lo que veo, estuvo bueno, en tres estados.
HF: Yo que me recuerdo, catorce contratos y aparte…
VD: Y en tres estados distintos, estuvo usted en Texas, en California y en Colorado.
HF: Denver.
VD: Recuerda usted, ah bueno, y ése después ya de regreso en Chicago, me decía.
HF: Ah, en Chicago en las paletas.
VD: Eso fue ya, ¿en qué año?, ¿en el [19]88?
HF: [Mil novecientos] Ochenta y ocho.
VD : Me dijo [19]88, ¿verdad?
HF: Sí.
VD: Pero de esta vez, de esta primera vez que se fue contratado…
HF: Sí, fui de mojado.
VD: Ah sí, en Chicago. Pero de los primeros contratos cuando se fue como bracero, ¿cómo recuerda usted que eran los lugares donde vivían? Por ejemplo, en California.
HF: Para mí los lugares, el lugar más bonito fue para mí uno en Littlefield, Texas, en
estado de Colorado, que siempre trabajé con gabachos. En Springlake, Texas, estuve con… Mi patrón se llamaba Meo Basigo, era una persona muy buena gente. Nos daba de comer, nos atendía muy bien, nos llevaba al pueblo, nos llevaba a bañar y a cambiarnos y en…
VD: En Texas esto, ¿verdad?
HF: En Texas. Y ya después tuvimos muchos problemas, yo metí una demanda en San Bernardino, California porque nos trataban mal, nos daban hígado con gusanos y nos hacían mal la comida, mucha gente llorando, quejándose.
VD: ¿En qué campo fue eso, se acuerda?
HF: En Stockton, California.
VD: ¿Qué le tocó ahí?
HF: Piscábamos tomate y… Tomate nada más, tomate de Canadá, verde y ya maduro. Unos piscaban para Canadá y otros piscabámos para tiendas, marquetas, o sea ya maduro y el otro verde y todo eso, todo eso. Ahí metí una demanda en San Bernardino, California y fue el este,y no nos hacían caso porque eran gabachos. Y no nos hacían caso y metí una demanda yo porque nadie se arriesgaba.
VD: Y, ¿cómo fue eso?, platíqueme señor Heriberto. Primero, pues le servían la comida mal todos los días.
HF: No, sí. Los cocineros eran mexicanos. No, de hecho era un señor que hablaba inglés y español, ¿no?, el cocinero, ¿no? Y nos dijo: “El que quiera tragar que trague y el que no, que no trague. Yo esto me dan y esto guiso y no hay más. ¿Quieren huevo?, huevos como gusten, hervidos, rancheros, revueltos, en torta, como quieran”. El desayuno eso era. Bueno, el desayuno estaba bien, pero la comida ya a la una, o sea que regresábamos a las cinco de la tarde, a las cinco de la tarde, tres, cuatro y media, ya esa era mal comida.
VD: ¿Qué les daban de comer?
HF: Hígado, hígado con gusanos. Ya verde, ya descompuesto, este… Y si no, caldos, pero quien sabe de qué, porque mucho gordo nada más, era todo feo, pues. Y apestaba el caldo, ya hediondo de días, apestoso aquello. Y mucha gente pos le hacía mal y había pos hasta… Éramos trescientos setenta y cinco, había unos cincuenta, ochenta o cien enfermos quejándose, y al médico y perdían sus días, sus tiempos y pues eso no nos lo pagaban.
VD: Y, ¿en algún momento se organizaron o se pusieron de acuerdo?
HF: No. Yo me dio mucho coraje, señorita, en el caso no había nadie. Mire yo decía: “Miren, alguien que sepa escribir, hay que mandar al consulado, ¿o a dónde hay que preguntar?”. Y pues decían unos, dicen: “Pues el consulado está en Fresno, California y por lo tanto, pues no sabemos cómo escribirle”. Y un día yo me encabroné, fue un domingo en la mañana. No, un, sí, fue un domingo en la mañana, hicimos la carta, el lunes la depositamos y el martes estaban listos ahí.
VD: Ah, ¿tan pronto llegaron?
HF: Sí, rápido. Porque yo les dije que es… Bueno, yo fui muy atrevido, ¿me entiende? Muy atrevido fui. Entonces en el caso, yo le dije: “A ver, ¿quién se atreve a hacer una carta?”. “No, pues que yo la hago”. “Pero, ¿quién la va a dictar?”. “Yo la voy a dictar”. Y no sabía leer yo para entonces. Yo me enseñé hasta de veinticuatro años. Y entonces ya le dije: “Mira, vas a poner esto, día fulano, la fecha del día hoy y para mañana pues, o pon la fecha de mañana y yo voy a relatar esto: <<Señor Consulado Mexicano, le envío esta carta porque aquí en este campo donde trabajamos somos trescientos setenta y cinco, no nos atienden bien. El desayuno está bien, yo no digo nada, pero de la comida nos dan hígado de res ya de días descompuesto. No nos gusta, está verde y si no, con gusanos. Y si nos dan caldo son ollas grandes, nos dan caldo, pero el caldo huele a mal, apestoso. Ya la carne está descompuesta. Señor Consulado [Cónsul] Mexicano, sé que está aquí en Estados Unidos pa responder por nosotros en algún cierto momento de demanda o una queja que haiga. Donde trabajamos no nos atienden bien, nosotros no podemos trabajar si estamos enfermos. Y si usted no me hace caso, discúlpeme señor fulano de tal >>”. Pues ora sin saber quien es, ¿no?, no sé su nombre, no sé nada. Nomás Consulado [cónsul] Mexicano, así, y: “Yo me llamo fulano de tal y meto esta demanda o esta queja, no sé como lo tome usted. Si usted no me hace caso, soy capaz de yo reportarlo donde usted pertenece”. Y a lo pendejo, señorita porque no sabía ni a donde. Y era onde es, Reporte de Consulados es en la Defensa Nacional y yo no sabía. Nomás ponía yo a lo tarugo. Y créamelo usted cuando llegó ahí el cuate este, que dijo: “El señor Heriberto Flores Sotelo, quien envió esta carta a mí, como consulado de San Bernardino, California estoy a sus órdenes”. No, pos yo temblaba, venían cinco. Sí temblaba porque pos yo dije: “¿Qué voy a hablar?, ¿qué voy a decir?”. Toda la gente se reunió, todos los dejaron en medio, pero pos no sabían qué decir. Y como a mí me hablaba, como yo dirigí la carta, pues entonces ya le dije: “Yo soy, señor. Si yo cometí un grave error señor Consulado [cónsul] Mexicano, estoy a sus órdenes. Empaco ahorita, déme media hora pa empacar mis maletas y yo me voy a mi México”, le dije. “No señor, se lo agradezco. A ver déme una identificación”. Le enseñé mi credencial y todo eso y dijo: “Lo felicito a usted, por tener ese valor de poner la queja”. Y ahí los patrones ahí estaban viéndome, nomás me veían de arriba abajo. Dije: “Me van a regresar, me van a reportar”, yo tenía miedo de todo eso. Pero ya lo hecho, hecho estaba. Dije: “No, pos sí me voy a mi México, ¿qué tiene?”. Y entonces no. Me felicitaron y ya hablé ahí. Ya en cuanto me abrazaron los cinco, me dieron un abrazo. Y los gabachos ahí viendo, los patrones, pues. Y ya entonces, ya cuando me abrazaron y me felicitaron y me dijeron que gracias por tener ese valor de hablar y afrontarme al caso, que si no tenía miedo. Le dije: “No señor, miedo no. Porque es, me mandan a mi tierra, a mi México. Si me mandaran a otro lado, tal vez. Tal vez me daría miedo porque no conozco la gente de otro lado, pero si me mandan a mi tierra, ¿pos qué tiene?”. Y me volvieron a abrazar, el consulado [cónsul] me volvió a dar un abrazo y me dijo: “Cierto. Y en verdad señores todos”. Y otros escribiendo ahí y él hablando conmigo y todos escribiendo, los cuatro que llevaba. Y ya cuando acabé de hablar y todo eso, ya me volvieron a dar otro abrazo. Y me dijo: “Cuando se le ofrezca amigo, onde quiera que esté, háblenos”. Y tuve otro caso en Amarillo, Texas.
VD: También de, ¿de qué?
HF: Sí, mi patrón no, este, Meo Basigo, mandó un cheque de $250 dólares y lo mandó ordinario, nomás por buzón, pero sin certificar. Y el cheque fue comprado en Hereford, Colorado. Pero tenía el taloncito y me afronté con la señorita. Era una señorita del consulado, Rosario se llamaba. Fui tres veces y le dije: “Señorita yo quiero que reporte mi cheque. Ya tiene un mes y no llega a la casa a donde lo mandé, a mi mamá”. Dice: “Mire yo, necesita usted darme el… Quería que le dejara yo el taloncito. Le dije: “No, el taloncito no se lo dejo”. Este taloncito, mientras yo pase pa acá reclamaré mi cheque. Porque me costó, fue mi trabajo. Y pues no sé, no, no y nomás no me lo mandaba y nomás no me lo mandaba y ya eran como tres años y nada.
VD: ¿Tres años pasaron y no le habían pagado?
HF: Y no me daban mi cheque.
VD: Y, ¿alguna vez se lo pagaron?
HF: Sí me lo pagaron, porque hice otra mala. En campo Nakatani me encabroné. Estaba yo tomando ahí en, con un este, un amigo que se llama Roberto. Y que me lleva, le gustó mi amistad. Y me dijo: “Oyes, eres a todo dar”, dice, “eres a todo dar”, dice, “yo te quiero como hermano”. “Gracias, mano Roberto”, él era de Durango. Y entonces me, le digo: “¿Sabes qué? ¿Me haces una carta mano?”. Dice: “¿No sabes leer?”. Le digo: “No”. “¿De veras? Te estás burlando de mí”. “No”, le dije, “no sé leer”. “¿Para qué la quieres?”. Le digo: “La voy a mandar a la señorita Rosario de Amarillo, Texas”. Dice: “Y, ¿para qué?”. “Es el consulado de ahí. Mira, mandé un cheque de $250 dólares y aquí está el taloncito, mira. Y está reportada por ella y nomás ya son tres meses y no, o sea tres años y no me lo mandan”. Dice: “Ay, y, ¿qué le vas a mandar decir?”. “Pos ponle la fecha, ponle todo lo demás y ya yo te hago la redacción”. Entonces le mando a la señorita, fue un jueves, un jueves le mandé la carta y le dije: “Mire señorita, por última vez le envío mi carta. Sé que son muchas molestias para usted, para mí no. Porque yo reclamo mi cheque porque yo lo trabajé, no me lo robé. Y pos por lo que veo usted no me hace caso. Pos ora sí se metió a lo cabrón”, le dije. “Creo que ahora este día, se me metió lo cabrón y discúlpeme. Si para el lunes no tengo contestación de usted se lo juro por mi santa madre que la voy a reportar a donde usted pertenece en México”. Y no sabía y hoy que me dice Roberto, me dice: “Mira, todos esos consulados donde pertenecen a la Defensa Nacional y la vas a chingar. Le vas a bajar el cargo”. Dice: “Nomás llega tu reporte allá y va pa fuera”. Dice: “Aquí agrégale lo que tú quieras”. Y él me hizo la carta por un lado y por lo otro, una hoja de esas grandes. Le dije: “Ya estuvo bueno señorita, de mí nadie se burla”. No, pos al lunes tenía yo la carta.
VD: Y, ¿qué le contestaron?
HF: Llegué a las cinco de la tarde del trabajo. Llegué y ya tenía la carta ahí con tres sellos o autorizada por ella. Que abro la carta y le enseño a Roberto. “Mira Roberto”, y que le va viendo y dice: “Hijos, ya te la chingastes. Ya te la chingates con esa amenaza”, dice. Dice: “Mire señor, no me mande ni un centavo. Yo de mí corren los costos de su dinero. Hasta que sea entregado a su mamá, nomás mándeme los datos de su patrón. Donde trabajó con su patrón, qué ranchero, cómo se llama”. Y yo pos me acordaba, Meo Basigo y la ruta sí ya no me acuerdo, ya pos mucho tiempo. Y le mandé todo, todo como estaba, para el lunes se la contesté luego luego. El martes la puse al buzón, para el jueves ya estaba el cheque en mi casa.
VD: ¿Tan rápido le contestaron?
HF: Y los costos, de ella. Y ya me habló por… Mi mamá me habló por telegrama ahí a donde estaba yo trabajando, ajá. Ahí en campo Nakatani, Marysville, California.
VD: Ya supo usted que le había llegado el cheque.
HF: Ya había llegado el cheque. Sí, y ya le contesté a la señorita que muchas gracias, que cuánto le debía. Y me volvió a contestar que ni un cinco. Que de ella corría todo esto, pero que no la reportara.
VD: Oiga señor Heriberto y, ¿usted cómo sabía que se tenía que dirigir al cónsul?, ¿quién le dijo que cualquier queja la presentara con el cónsul?
HF: Porque en Texas, la primer vez que yo entré a Littlefield, Texas. Ahí muchos señores grandes comentaban que cualquier queja, en el consulado mexicano estaba para ayudar a los braceros en Amarillo, Texas.
VD: O sea, eran los mismos braceros los que le habían dado esa información.
HF: Pero ya señores que vivían en Texas.
VD: A usted, porque de alguna forma estos, pues se supone que son protecciones que venían en su contrato, pero a usted alguna vez alguien le explicó los derechos que tenía según su contrato, antes de salir o cuando firmó su contrato. ¿Se lo explicaron, le explicaron sus derechos y obligaciones?, o, ¿nada más los hacían firmar?
HF: Nada más nos hacían firmar y cosas de no cometer errores. Por ejemplo, que si por ejemplo, eras de cualquier estado que fuéramos, no teníamos que faltarle al respeto a nadie en ese lugar que no era de nosotros. Por ejemplo, era otro país y que pues estaba muy penado. Penado lastimar a una persona, aunque de los mismos compañeros. Éramos compañeros, todos como hermanos. A trabajar para beneficencia de nuestras familias. Y que no cometiéramos errores porque era otro, otra ley, era muy riguroso aquello. Maltrataban a uno muy mal y que uno iba a trabajar, no a hacer desmañanes allá. Todo eso nos lo explicaron allá, nada más. Pero como yo no, no me gustaba tomar, ni fumar, nada; lo que me gustaba era jugar los dados y ganar dinero. (risas) Sí, me ganaba hasta $800, $500, $300, según.
VD: ¿Allá jugaba cuando le pagaban?, en sus fines de semana.
HF: Los domingos jugábamos.
VD: Además de jugar ahí en el campo, ¿qué hacía usted en su fin de semana?, pues el domingo era el día libre, ¿no?
HF: Me iba yo, este, había muchos tejanos que me iba a traer y a vender tamales y me daban una feria.
VD: Ah, ¿sí?, ¿el fin de semana se iba usted a trabajar más?
HF: Sí, y si no me iba yo a Hereford y ahí a descargar tráileres. Y mi dinero estaba libre y yo me ganaba pa comprar mi ropa, mis zapatos, todo lo que quería, chamarras, todo. Ropa pa mi, para mi casa, para mi mamá, mis hermanitos. Yo lo ganaba aparte, ajá.
VD: Y, esos señores, los que vendían tamales, ¿cómo los conoció usted, señor Heriberto?
HF: Iban a vender tamales al campo y ahí me los hacía de cuates.
VD: ¿Eran mexicanos?
HF: No, tejanos.
VD: O sea, ¿hablaban español, eran mexicanos de origen?
HF: Sí, ya vivían allá.
VD: Pero ya vivían allá.
HF: Sí, eran de Durango, de Guanajuato, de Chihuahua, de Michoacán, Jalisco. Iban en sus carros y vendían tamales. Y ya me los hacía de cuates y yo les… “Te voy a ayudar a gritar a los cuates. ¡Tamales mexicanos!, esto, el otro”. Y dice…Y luego ya se arrimaba la gente: “¿A cómo?”. “A tanto”. Llevaban botes grandes, dos botes se acababan. Y ya me decían: “Ten, ten, cuatro tamales. Ten cuatro, cinco tamales. Ten siete tamales, cómetelos”. Y decían: “Oye, ¿no te gustaría ir a conocer pueblo?”. “Sí, me gusta”. Y yo fui muy aventado, siempre cargaba una navaja así de seguro, en las botas.
VD: Y, ¿estaba permitido?
HF: Sí, pero como yo trabajé en el, o sea, en el Gobierno di mi servicio militar y me dieron mi cartilla de cincuenta y tres domingos, año y medio. Y cargaba la navaja, y sé defensa personal, sé todo eso.
VD: ¿Ya sabía desde antes?
HF: Sí, ya, cuando yo me fui pa Estados Unidos, yo ya había salido. Y por eso tengo, sé mucha defensa personal y todo eso. Y luego anduve… Ya cuando me casé, anduve en la Judicial en el centro, en el distrito y aquí en el estado. Un año allá en el centro y otro año aquí.
VD: Oiga señor Heriberto, entonces, eso fue en Texas. Me dice que los domingos se iba a vender esos tamales, ¿se iba a los pueblos?
HF: Sí, me llevaban a pasear.
VD: Y allá en los pueblos, usted pues, ¿cómo fue el trato con la gente, con los mismos norteamericanos?, ¿cómo trataban a los braceros?
HF: Mire, por Texas yo no tengo que decir nada porque nos trataron muy bien. Hasta tengo, pues ya no sé si haiga papeles, ya fíjese, ya nunca volveré a Estados Unidos. Entonces tenía yo mucha carta de recomendación. De Denver, Colorado tenía una carta de recomendación pa volver otra vez allá. Otra de Texas, de Littlefield para regresar otra vez y de Coachella otra carta, de campo Blaize(??). Otra de Samuel Oduca. Todos los lugares donde caía yo, cartas recomendadas. Porque decían que yo era un hombre muy trabajador, cumplido y responsable y de buena conducta. Pero ya no existen los papeles.
VD: No, pues claro, después de tanto tiempo pocas cosas sobreviven.
HF: Sí, claro.
VD: Y en esos viajes, en esos tratos que usted tenía con, pues con gente de los mismos pueblos y que entraban ustedes a restaurantes o cantinas, como me decía…
HF: Nos atendían muy bien.
VD: ¿Nunca tuvo problemas de discriminación o de racismo por allá?
HF: No. Yo entraba con los gabachos. Hay cantinas en Estados Unidos, en Texas y en Estados Unidos, por California. Hay cantinas de puro gabacho, cantinas de puros negros, cantinas de puros mexicanos, puros japoneses, puros filipinos, puros cubanos, colombianos. Todo, todo, está separado. Y yo me metía a lo, on tan los gabachos.
VD: ¿No lo rechazaban a usted?
HF: No, no. Yo entraba así ya, entraba tomadito y puro gabacho. Y pues se me quedaban viendo, ¿no? Y luego me hablaban: “Hello, my friend”. “Hello”. “Come in”. Y me pasaba yo. “¿Wine, whisky you?”. “Whisky”. “Okay”. Yo les decía: “¿Cuántos son, cuantos están aquí?”. O sea les decía, cuántos eran, tres, cuatro, cinco. Ya me decían: “Dos, dos o tres”. Le decía: “Three whiskies”. Y ahí me los servían, “Whisky, three”, decía yo. Sé contar hasta el cien.
VD: ¿Allá aprendió, señor Heriberto, en aquel tiempo que estuvo por allá?
HF: Pues con los gabachos, sí. Con los patrones, con patrones y con niños.
VD: Ah, ¿los niños también le enseñaban?
HF: Sí me enseñaban, me querían mucho. Y ya cuando no tenía trabajo, o que luego decía el patrón: “Se me acabó el trabajo. Vamos a estar cinco días sin trabajo”. Yo me salía y veía la gente trabajando y llegaba yo y ya platicaba con ellos. “¿Cómo se llama tu patrón?”. “Fulano de tal”. Y ya le decía yo, ya venía, le decía: “Ahí viene el patrón, entonces como ya te vio llegar, ya te vio con los gemelos, cuidando a uno”. Ya llegaba el patrón, decía: “¿What’s the matter you?”. “No, nothing, nada, no pasa nada”. Entonces ya me decía qué es lo que quería y pos yo le entendía. Ya claro, se me está olvidando, ¿no? Pero yo le decía, dice, le decía yo: “You gotta much of working”. “Yes, we gotta a much of working”. “Me, you, gimme”. “Okay, ¿how many?”. Decía que cuánto quería ganar, pos no sabía cuanto me pagaban. “Okay”, dice, “¿mexicano?”. “Okay”. Y le decía yo: “Distrito Federal”, del distrito, ¿no? No me acuerdo cómo se dice en inglés. Pero ya se me olvidó muchas cosas y ya me decía: “Tomorrow”. Ya me decía la hora, a las siete, a las ocho me decía y ya entraba yo. Almorzaba temprano, de los primeros y me iba. Ya le decía yo otras madres, le decía yo que si quería más trabajadores, me decía que sí. Y ya le decía yo: “Three more”. “Okay, come on”. Y ya le decía yo: “Oye, ¿quieres trabajar?, vente vámonos”. Y nos íbamos, nos llevábamos lonche, pero no sabía el patrón que nos contrataba.
VD: Y, ¿no los regañaba a ustedes?
HF: No sabía.
VD: ¿Nunca se enteró ni los vio ni nada?
HF: No, nunca. Y yo nunca perdía tiempo, y si no me iba al pueblo donde había camiones y a descargarles y ahí decía yo: “¿Cuánto me dan?”. Me decían: “Five dollar”. “Okay”. Una hora, descargábamos y ya me daban mis cinco varos. Y pos en aquel entonces era barato. Compraba una caja de chocolate y dos pastelitos de esos chiquitos así que vienen en un papelito. Mi pastelito, y ya estaba contento, un litro de leche (risas) y dos pastelitos. Y si no, compraba pollo. Y luego la señorita me de… Pos no sabían español, le decía yo: “You gimme chicken”. Y ya me decían pues que sí. Y lo envolvían todo, le decía yo que lo partieran así. Y ya agarraba la mitad y le decía: “Que no”, y la mitad sí. Era $1.50 [dólares].
VD: Lo del pollo.
HF: Lo del pollo, mitad.
VD: ¿Se compraban siempre, usted se compraba siempre en Texas su comida?, ¿se preparaban ustedes la comida?
HF: Sí, todo el tiempo.
VD: Y, ¿ya sabía usted cocinar desde antes, señor Heriberto?, o, ¿allá se enseñó?
HF: No, yo les contaba chistes a todos y yo no hacía comida, porque ellos me invitaban. (risas)
VD: Y, ¿se lavaba usted también y se hacía todo?
HF: Ah sí, eso sí. Me lavaba mi ropa, les ayudaba a lavar sus trastes a todos. Y me decían: “No compres lonche, nosotros guisamos y te damos, pero cuéntanos chistes”. Y les contaba chistes, ¡uh!, se pasaban la risadera. Me daban cerveza, me daban café, me daban refrescos, me daban de comer y no, no… Comía yo mi comida y no la comía yo, les decía: “¿Quién quiere comer?, aquí tengo chuletas, bisteces, aquí hay pollo, aquí hay todo”. Y dicen: “Pos, ¿nos la das?”. “Sí, órale pues”. Y ellos ya, ya me conocían. “Órale, vente Flores”, y así comía yo.
VD: Y pues usted entonces tuvo oportunidad de estar en lugares donde, como estos que me está diciendo, en Texas, donde eran pocos braceros, ¿verdad?, en un rancho.
HF: Pues en un rancho había, en el campo habíamos trescientos, doscientos cincuenta, dos ochenta, doscientos setenta y cinco. Pero de ahí nos distribuíamos pa ranchos. O sea, venía usted como patrona y dice: “Necesito cinco, tres, dos, siete, diez, nueve”. Y ya nos subíamos a una pick-up y nos llevaba a su rancho.
VD: Y, ¿en el rancho como cuántos eran?
HF: Nada más, si la patrona tenía mucho trabajo, se llevaba ocho o diez, o siete o seis; y sí era poco trabajo, nomás cinco o tres, era todo.
VD: Y cuando le tocó en California, estuvo usted en estos campos más grandes…
HF: Ah, pero ahí sí, ya no era con rancheros.
VD: Ahí ya era…
HF: Campos.
VD: Y campo de trabajo y…
HF: Barracas.
VD: Donde dormían en barracas. ¿Qué tipo de trabajo le gustó a usted más?
HF: Bueno, en Estados Unidos, le vuelvo a repetir. Donde le paguen bien, pues usted está encantada, pero si le pagan mal y lo tratan mal, pos no, pues no, no está uno contento.
VD: Y, ¿dónde lo trataron mal, señor Heriberto?
HF: Pues onde me trataron mal fue en Stockton, California, onde le digo yo a usté. En Coachella no, en Coachella yo tuve muchas amistades de los mismos compañeros y nos trataron muy bien. El patrón era muy buena gente y mucho trabajo, ahí no nos molestaban. Nos llevaban al cine y cuando iba Pedro Infante, yo no lo conocí, pero iba Antonio Aguilar, iba este Ángel Infante, este, La Tariacuri.
VD: Y, ¿a todos ellos los vio por allá?
HF: Sí. Allá los conocí. Al Charro Avitia… Pues varios, este canijo, este, Rafael Buendía fue un bracero y salió bueno pa cantar y lo contrataron en Texas.
VD: Ah, ¿sí?
HF: En Texas lo contrataron.
VD: Y, ¿se quedó por allá?
HF: Se quedó. Pero es mexicano, Rafael Buendía, ese lo contrataron. A mí me gusta cantar y componer, tengo mucha composición, pero nadie me ha extendido la mano
VD: Y, ¿ya cantaba desde que estaba por allá?
HF: ¿Quién, yo?
VD: Sí
HF: Desde niño
VD: ¿Sabía usted tocar la guitarra o algo?
HF: Un poco, sí.
VD: Y, ¿cantaban ahí en el campo, señor Heriberto, los braceros?
HF: Sí, sí cantábamos.
VD: ¿Qué cantaban, se acuerda?
HF: Pura canción ranchera y luego salían canciones de, por ejemplo, de Antonio Aguilar, del Charro Avitia, por decir, este… Salía mucho la canción esa de: “Paso del Norte, que lejos te vas quedando”. Estaba de moda y estaba la otra que dice: “En Santa Mónica, de la… Esa canción que dice: “Dos hermanos, que la mató su hermana”… ¿Cómo se llamaba?, “en Santa Mónica pasó”… Algo así, una canción. Y luego estaba la otra que decía… Y estaba en todas las cantinas de bracero, o sea de Texas, en California, en todo eso estaba, en los bares, todas esas cantinas, estaba la que dice: “El cuervo con tanta pluma no se pudo mantener. ¡Ay ay ay ay!”. Y Paso del Norte y la otra, en Santa Mónica.
VD: Y, ¿esas eran las que más les gustaban?
HF: Ese era todo el gusto de todos los braceros, ajá.
VD: ¿Las ponían en la sinfonola?, ¿les ponían monedas?
HF: Sí, en las sinfonolas. Y esa es la que nos hiere, ¡Ay ay ay ay! Gritábamos. (risas) Sí, ese era el gusto pues. Pero todo calmado, ¿no?, todo en orden. Gritábamos porque, pos el gusto, ¿no?, pero eso era lo que más nos gustaba. Y todo mundo ya que estaba borracho: “Ya, ¿sabes qué?, ya te emborrachaste. No la riegues mano, mira, tu dinero guárdalo bien y mándaselo a tu familia”. Y así, así todos nos aconsejábamos.
VD: Y, ¿se llevaba bien con sus compañeros en general?
HF: Sí, en general.
VD: ¿En todos los campos en los que estuvo, o llegó a tener…
HF: Bueno, no, siempre usted sabe que no todos los dedos son iguales, ¿verdad? Había gente de todo un país mexicano. Había, por ejemplo, los más bronqueros eran michoacanos, Sinaloa, Chihuahua y Sonora. Eran los más bronqueros, ajá. Pero los calmábamos. “Te calmas, o te damos un llegue”.
VD: Y, ¿nunca tuvo usted problema con alguno de ellos?
HF: Pues nada más me recuerdo dos veces. Un compañero mío de, no de mi pueblo, sino de otro lado, le dieron un piedrazo por acá, pero él tuvo la culpa, ¿no? Porque salió corriendo y se metió en la fila para ganar campo, para comer lonche en la mañana a las cinco de la mañana, le dieron un piedrazo por acá y era uno de Sinaloa. Entonces, me recuerdo, saqué la navaja y lo reté, pues. Le dije: “Vente”. Taba grandote como yo, pero yo era chavo y yo creo tenía como unos veinticinco y él ya era un hombre como de unos cuarenta, treinta y cinco años. Estaba como alto así, pero bien amarradote. Le dije: “Vente”. Dice: “Soy de Sinaloa”. “No me importa que seas hijo del diablo, vente”. Y lo reté, pues, y rayé con la navaja así una raya y luego le puse un círculo así, dije: “Ora sí vente”, y no salió. Y le dije: “Si me reportas con el patrón me regreso, te lo juro por mi madre, me regreso. Llego al campo y me regreso y al cabo que llevo el domicilio de acá y te mueres hijo. Y no te la perdono”. Y ya preguntó que de dónde era, le dijeron: “Es de Guerrero”. Dice: “Puta madre, ahí muere”. (risas) Así, de esa manera. Y luego tuve otra, otra en Coachella. Iban a matar a uno de, este, de Jalisco y eran dos.
VD: ¿Por qué?, ¿qué había hecho?
HF: Pues porque le había pegado a otro señor. Y esos dos se enojaron, eran de mi estado de Guerrero. Se enojaron y dijeron: “Mira, a este hombre no le vas a pegar”. Y entonces dicen, “Mira”, y sacaron las navajas. Y taban grandes las navajas, como así. Y venía uno así y otro así y él como ahí así. Ya lloraba el hombre y me paré y le dije: “Se calman, se calman o los quebro yo”. Le brinco a mi navaja, pos también taba grande. Me paré y le llego a uno del brazo y le puse la navaja en el pescuezo y al otro le dije: “No te muevas, porque ahí te va”. Y se la puse acá y ya. Y como la tenía yo así, era pa regresar así y no se arrimaron, no se arrimó el otro. Y ya les quité las navajas y los corrí, les dije: “Váyanse para fuera”. Y ya lo dejaron en paz y el hombre ya me, le dijo a su primo. Ya llegó su primo, que se llamaba don Lupe. Ya llegó su primo, dice: “Me iban a matar”, dice, “unos paisanos de este señor Flores”, dice, “y él me defendió”. Uy, me traían aquí.
VD: ¿Los mismos amigos de este señor?
HF: Sí, me, fueron al pueblo y me trajeron un pollo cada quien y veinticuatro cervezas, una caja grande así.
VD: Ya…
HF: “Esto es para usted señor”.
VD: Está vez se fueron al…
HF: Al otro día, sí. Me querían mucho y oyeron la voz todos los demás. No, este, me fui al pueblo, yo me fui solito en un coche y ya cuando llegué al pueblo allá, ya me estaban esperando. Había como quince o veinte en el bar. “Mi amigo Flores, bienvenido”, dice, “supimos esto y mire, aquí hay cinco pollos pa que les invites a todos”, dice. “¿En serio?”. Hasta el del bar dijo: “¿Quién es este hombre?”. No, porque ya conocían al del bar, ya lo conocían y les preguntó y ya le dijo ahí, dice: “Este es un hombre que, del estado de Guerrero que no se tienta el alma”. Dice: “Y nos defendió por esto”, así y así y así. Y él mismo trajo cervezas pa todos, de la cuenta del bar. Nos las regaló. Y dijo: “Señor Flores, pa usté y sus amigos, aquí hay pa todos”.
VD: ¿El señor del bar era mexicano?
HF: Mexicano, en Coachella.
VD: De origen mexicano, allá.
HF: En Coachella, California. Sí, me respetaron y no me estoy ensalzando, no, fue en tiempo de infancia, en mi infancia. Yo tenía como, mi juventud. Pero eso fue lo único, nunca hice nada.
VD: No tuvo… Y, ¿en las cantinas llegó usted a tener dificultad con alguien?
HF: Nunca, nunca. Sí, es que yo me metía por los demás, ajá. Es todo señorita.
VD: Oiga pues, tengo nada más que preguntarle, señor Heriberto. Usted me decía que nunca le gustó como para quedarse allá, para haberse quedado a vivir.
HF: No. Costumbres muy mal, no me gusta. Y yo, mi esposa la quiero mucho, la respeto porque me ha dado mis hijos, estoy muy orgulloso. Mi hijo grande es ingeniero químico y está haciendo su servicio social para titularse. Mi hija es contadora pública, está haciendo su servicio social también pa titularse este año o el que viene y el chiquillo, son dos hombres y una mujer, el chiquillo se recibió el 15 de diciembre para ingeniero industrial. Y también está haciendo su tesis para su, titularse. Por lo tanto estoy muy orgulloso de mi esposa que me dio, pues mis hijos muy estudiosos y ya me voy con ese gusto de este mundo. El día que Dios me llame a cuenta, con ese gusto de que si yo no pude tener esa dicha, pues mis hijos sí se las, lo lograron, a través de mi esposa y de mí.
VD: Del tiempo que estuvo allá y pues porque además, conoció varios lugares, pos también estuvo en Arizona, claro. ¿Qué fue lo que más le gustó, señor Heriberto?
HF: Bueno, lo que más me gustó de que en aquel entonces no había vandalismos, no había desorden, todo era un país, pues muy bonito, por motivo a que todo, respeto. Ahora está muy corrupto, pues ya mucha gente que ha entrado al país de otros costumbres y eso es lo más malo que hay. Si Estados Unidos se hubiera conservado de esa manera, que no hubiera racismo. Pues Estados Unidos era un país muy respetado, con mucho, mucho trabajo para todo mundo. Ahí se muere de hambre porque no trabaje, pero trabajo hay mucho, entonces todo eso cuenta. De lo que no me gustó, sus costumbres de mujeres, que ellas recogen el dinero, ellas cobran, ellas hacen todo y el hombre no tiene nada de, aunque lo gane no puede disfrutarlo porque la mujer es la que manda como si fuera hombre y eso a mí no me gusta. Todo…
VD: Bueno, sí, perdón. Le quería decir, además de esta forma de ser de las mujeres, ¿había alguna otra cosa que no le gustara como para no haberse quedado allá más tiempo?
HF: Bueno, yo como trabajador y ganar dinero y disfrutar aquí, me gustó bastante, pero quedarme no. Porque en donde quiera que yo cayera, lo mismo. De costumbre de mujeres, costumbre. Aquí ahora, aquí también se sembró esa costumbre y hay mucha mujer moderna que va creciendo con esa idea de que se casa y que ella tiene que mandar como en Estados Unidos y eso nunca. En la Biblia está que ni antes ni después habría eso. Estos son costumbres y leyes de aquí nada más. Pero no es palabra de Dios, ajá. El Rey, este, el Rey Salomón tuvo una conversación con un, mucha gente que lo rodeaba, gente importante y tuvo un convivió y le llamó a su esposa para que se presentara, para presentar a su esposa y quedar bien ante la sociedad de sus invitados. Y nomás porque no, la mujer no, no se arregló y no le quiso aceptar, la sacó de su palacio, la sacó de su palacio para siempre. Entonces esto viene de palabra de Dios, tuvo que hacer su vida, pero con otra y no está permitido que una mujer tome las riendas de una casa de hogar como si fuera hombre y mujer.
VD: Cuando usted se fue para allá, se fue soltero me decía, ¿verdad? Y, ¿no dejó aquí una novia ni nada?
HF: Ah, sí, dejé una, pero en Texas, ¡no! En Coachella, en Coachella… No, no mentí, fue en Valle Imperial. Encontré una señorita con un pelo muy largo, hasta para acá y me habló por mi nombre y mis apellidos y me dijo que me arrimara. Era una avenida, como decir, de aquí hasta allá a la otra casa, enfrente, doble sentido. Como decir, Zaragoza. Y ya me fui y este, me dijo, dice: “Yo le hablé porque yo soy una Saurina”. Y delgadita así como usted, pero un pelo muy largo. Y ya pasé con ella, dijo: “Yo le voy a, señor, hágame unas preguntas, las que quiera”, dice, “yo le contesto”. Y ya me dijo, dice: “Usted tiene un hermano enfermo y se va a morir, no se va a componer nunca así gaste lo que quiera. No se va a componer”. Y sí se murió. Y luego dice, cuando pegó el dengue, fue el año 1945, [19]48, algo así. Y entonces me dijo, dice: “Usted tiene ganado y se va a morir el ganado, de hecho se va a morir todo el ganado que hay”, todo eso.
VD: En el [19]48, pero usted se fue el…
HF: En el cincuenta y…
VD: En el [19]50, señor.
HF: [Mil novecientos] cincuenta y cinco, creo, o [19]50 y… Sí, [19]55, [19]53, [19]54, por ahí y sí se murió, mucho ganado murió del dengue. Y entonces este, ahí fue donde se acabó mi ganado, ahí. Y ya nos quedamos pobres, pues nomás lo que yo trabajaba pa vivir y sobrevivir.
VD: Y, señor Heriberto, cuando estaba por allá, ¿qué era lo que echaba usted de menos?, de lo que más extrañaba de aquí de México, lo que usted echaba de menos.
HF: Ah, y mi novia este, se casó con otro. Y me dijo ella que no iba a ser mi mujer, que mi mujer era muy chiquita, que iba creciendo, que iba creciendo, era muy chica, que yo le…
VD: Esta muchacha le dijo.
HF: Mi esposa. Mi esposa ya la conocí con dos años. Cuando yo tenía catorce, ella tenía dos años, le gano con doce. Y cuando yo tenía veintiséis, ella tenía catorce, entonces le empecé a hablar y me aceptó y duramos cinco años. Y ya me casé con ella, tenía yo treinta y uno, ella tenía diecinueve.
VD: Pero, ¿estaba soltero todavía cuando se fue allá?
HF: Sí, soltero, sí soltero
VD: Y, cuando estaba allá trabajando de bracero, ¿qué era lo que más extrañaba?
HF: Bueno, yo como joven extrañaba yo los bailes. Los bailes, que entonces había este, música de orquesta y este, tocadiscos. Era todo en ese entonces y pues extrañaba a mis cuates, mis amigos. Tanto amigos hombres como mujeres de la infancia; tías, primas hermanas que sí íbamos de la misma edad. “Vente, vamos a bailar y a bailar”, ¿no? Y fui un número y un tío mío que vive en Ixtapalapa, éramos pal baile. En donde quiera íbamos, a otros pueblos y tábamos muy famosos mi tío y yo, decía, dice: “Sólo Heriberto Flores y Clímaco Álvarez son número uno pal baile”. Y donde bailábamos nosotros, nos hacían rueda grande así y nosotros andábamos ahí en medio bailando.
VD: Y, ¿allá extrañaba el baile?, ¿allá no se iba a bailar por allá?
HF: Pues sí, allá había polka y nosotros bailábamos danzón y pieza corrida, ajá. Y allá era la polka, pero también me enseñé a bailar la polka, pero no igual como mi pueblo, no igual.
VD: Y llegando bueno, de los varios contratos que usted tuvo y el tiempo que estuvo allá, señor Heriberto, ¿se acuerda usted qué le pareció novedoso de allá?, ¿qué le parecía algo que usted no conocía y que le llamaba la atención?
HF: Bueno este, pues era un domingo nada más que uno descansaba, ¿no? Yo me iba al pueblo a pasear, las tradiciones, costumbres de otros, de arreglos de pueblos. Cada estado tiene su tradición. Por ejemplo en Denver, es un silencio muy bonito, la gente muy respetuosa, todo mundo le saluda. Usted va pa la banqueta y se paraban los coches: “Hey, bye bye. Mexicano Good bye. Good morning”, y, “good night”, si es en la noche o en la mañana. Y si no, le dicen: “Tomorrow”, hasta mañana. Y pues eso a mí me gustaba bastante, eso sí me gustó bastante. Porque gabachos y mexicanos, tejanos nacidos allá ya nacionalizados, nunca distinguían a uno.
VD: ¿Usted no tuvo problemas de que lo discriminaran o de racismo ni nada?
HF: No, que yo me recuerde nunca, en ningún lugar. Los negros un poquito, les tenía recelo porque decían que eran muy sanguinarios y todo eso, pero…
VD: ¿Quién le decía eso, señor Heriberto?
HF: Pues algunos, algunos ya de allá. Me decían que eran muy sanguinarios y que robaban y mataban y todo eso, pero pos nunca entraba a los barrios de negros.
VD: Nunca tuvo ningún problema.
HF: Nunca tuve problemas. Y siempre andaba prevenido, porque decía yo: “Si me van a matar, pero uno me lo llevo”. Ese era mi pensamiento, pero nunca me molestaron.
VD: Nunca tuvo problemas.
HF: No, nunca me molestaron. Y entré a bares de negros, no muchas veces, como unas dos en todo el tiempo, pero me trataron muy bien.
VD: Sin problemas, ni nada.
HF: No, sin problemas.
VD: Y, ¿el dinero que usted ganaba, señor Heriberto, mandaba usted para su casa?
HF: Sí, casi los meses, todo lo mandaba.
VD: A su casa, a su mamá.
HF: Sí, yo quería tomar, yo jugaba baraja o los dados y ganaba yo, ya le digo, $100 dólares, $80, $800, según había dinero. Y pues este, se arrimaban y jugábamos y los dados y apostando, me traiba los $300, $400. Llegué a veces hasta $800 ganarme. Cuando eso hacía, mi dinero todo de mi trabajo lo mandaba y lo demás me lo dejaba. Compraba chamarras, me compraba mis trajes, mis sacos, botas, zapatos, todo lo que me hace… Camisas muy buenas, pantalones muy buenos, ¿sí?
VD: Y además, ¿logró hacer usted algún ahorro para traérselo?
HF: Pues no, fíjese una cosa señorita. Mi mamá, hubo un problema grande, mi mamá con mi abuelita y pues es penoso platicarlo, ya murieron, ¿no? Ya murió mi abuelita, murió mi mamá, apenas ajustó un año ahora en noviembre, ahora el 29 de noviembre, va a ajustar dos años este año. Y pues creo me platicaron mis hermanos que hubo un pleito muy grande, mi abuelita y mi mamá. Y mi mamá y mi abuelita de tanto coraje maldició a mi jefa y nunca me lucía el dinero. Y por eso le digo, una madre cuando maldice a sus hijos, es una maldición muy grande, nunca luce nada y todo eso, pos se acabó. Fue una historia para mí, pero muy bonita porque yo disfruté de mi vida, mi juventud. Me vestía muy bien, tengo mis… Fui mesero aquí en el centro, fui mesero ocho años, me estoy… Ya me voy a pensionar para en abril, me voy a pensionar. Y este, tengo mis trajes, tengo mi par de botas, unas que me traje de Chicago y otras que compré aquí y las tengo guardadas, todo tengo guardado.
VD: Entonces, pues como por último ya para este, ya para terminar señor Heriberto, ya después de muchos años que usted estuvo por allá, pues me, por lo que me dice, los recuerdos que le quedan, ¿son agradables, le traen malos recuerdos de aquellos años?
HF: Pues mi juventud como quien dice la pasé por allá y para mí fue una cosa maravillosa, conocí muchos estados. Después de, antes de venirme a Estados Unidos conocí la Sierra de Chihuahua, asaderos Villa Ahumada, El Carrizal, Camargo, la ciudad de Chihuahua, la capital, este, los cerros, ¿onde fue?, on ta enterrado el tesoro de Villa y luego me metí a Durango un poco, a Guanajuato, Sonora, sus costas, Benjamín Hill, Puerto Peñasco, Ensenada…
VD: ¿Todo eso conoció cuando estaba por allá?
HF: Sí, Hermosillo, la capital, este, Empalme, Sonora. Este, Guaymas, la embarcación de los barcos de todo el muelle. Y luego me fui para, este, me vine a Jalisco y luego Michoacán y ya en Tepic, Nayarit, un poco Sinaloa, le entré a unas partes y luego ya me vine. Conocí Oaxaca, Morelos, Tlaxcala, Veracruz, Querétaro y este, Tampico y así, fui un vago. Conozco todo esto, Estado de México lo conozco todo.
VD: Pues viajó mucho.
HF: Sí, mucho.
VD: Y, ¿por qué decidió regresar después en el [19]88, señor Heriberto, a Chicago?, me decía que se fue usted unos meses.
HF: Tenía mis tres meses, tenía yo, este iba a arreglar papeles en Migración. Nos llamaron a todos, que todo el que [es]tuviera de mojado ahí, que no tuviera papeles, nos daban chance con $400 dólares arreglar papeles para quedarse allá.
VD: Y, ¿usted se hubiera querido quedar allá?
HF: Pues no, de hecho no. Tengo amigos que viven ahí para allá y otros para acá. Arreglaron papeles para entrar y venir, seis meses allá y seis meses aquí.
VD: ¿Así sí le hubiera gustado?
HF: Así me hubiera gustado. Y entonces me vine un poco apurado, mi esposa estaba enferma y mis hijos en la escuela. Mi hijo estaba en el Poli [Instituto Politécnico Nacional], el grande, y mi hija en la Universidad [Universidad Nacional Autónoma de México] y el otro UPICSA [Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas]. Y pues era un dineral que estaba yéndose en materias y en todo. Entonces jue que me fui para allá y me traje una buena lana, pero yo ya…
VD: ¿En dónde trabajó en esos años?
HF: En Delicias, paletería Delicias. En Avenida California y Supermacha.
VD: Ah, allá en Chicago.
HF: En Chicago.
VD: Y, ¿los tres meses estuvo en la paletería?
HF: Los tres meses.
VD: Y, ¿sí le fue bien entonces?
HF: Pos, me quedaba $50 dólares libres de comida diarios. Libres de comida, de todo. Ahí me estaba yendo bien, pero nomás tres meses y dejé $400 dólares para La Migración y me arreglaron mis papeles. A los ocho días que me vine llegaron mis papeles, pero ya no pude regresarme, mi esposa estaba bien delgadita, envuelta en sus huesos, le hicieron un mal a mi esposa.
VD: Y ya después de eso, ¿nunca hizo usted por regresarse allá?
HF: Pues ya no. Mi esposa, me he querido ir, pero mi esposa este, mi esposa dice: “Ya no te vayas y no te vayas y no te vayas”. Y pues ya, mi hijo grande se casó y mi hija también. Ya nomás falta el chiquillo, ¿no? Y dice: “Me voy a quedar solita y para mí es otro mundo onde tú te vas y yo no quiero que te vayas. Aquí vamos a luchar, por trabajar”.
VD: Prefieren quedarse, prefirieron quedarse por acá.
HF: Sí, luego mi esposa es inteligente y muy trabajadora, la quiero mucho. Para mí es mi segunda madre, porque gracias a ella tengo esta casa de dos pisos y pues una camionetita que mi hija nos regaló de $16,000 pesos. Como ella ya se casó y ya pos, compró su camionetita y se la regaló a mi esposa. Y ya nosotros nos dedicamos aquí, luego vienen de fútbol. Yo las compongo de las manos, de los pies, de la cintura y ya nos ganamos ahí los $50 pesos, los $100 y ella también cura a las mujeres igual. A ella le dan sus $50, $80, $70 ó $100 y así nos vamos.
VD: ¿Ya con eso han estado bien aquí?
HF: Sí. Y mis hijos pagan teléfono, luz, el gasto de la casa, y ya.
VD: Ya no tiene usted esos gastos, de responsabilidad.
HF: Ahorita estoy pagando mi seguro para en abril, marzo, como el 15 de marzo o 15 de abril ya tengo mi seguro.
VD: Ya para jubilarse.
HF: Pero por el restaurán.
VD: Señor Heriberto, yo quiero agradecerle muchísimo su tiempo y sus recuerdos.
Fin de la entrevista
Interviewer
Domínguez, Violeta
Interviewee
Flores Sotelo, Heriberto
Location
Mexico City, México
File Name Identifier
Flores_Sotelo_MEX009
Citation
Domínguez, Violeta and Flores Sotelo, Heriberto, “Heriberto Flores Sotelo,” Bracero History Archive, accessed November 25, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/123.