Elías Espino
Title
Elías Espino
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Elías Espino was born in Meoqui, Chihuahua, México, in 1929; his mother was a housewife and his father was a carpenter; he attended school for only a short time; he worked in construction until he was fourteen years old; in 1942, he learned of the Bracero Program and immigrated to the United States.
Summary of Interview: Mr. Espino was first hired in Las Cruces, New Mexico, where he worked for a year; during his time as a bracero he worked in Colorado, Montana, New Mexico, and Arizona; he recounts his difficulties while working illegally; he also recalls the percentage the Mexican government received from the United States for each bracero worker; he lead a protest to stop the delousing process for braceros entering the United States; in addition, he also remembers that the bracero program was suspended for an entire year in 1959.
Summary of Interview: Mr. Espino was first hired in Las Cruces, New Mexico, where he worked for a year; during his time as a bracero he worked in Colorado, Montana, New Mexico, and Arizona; he recounts his difficulties while working illegally; he also recalls the percentage the Mexican government received from the United States for each bracero worker; he lead a protest to stop the delousing process for braceros entering the United States; in addition, he also remembers that the bracero program was suspended for an entire year in 1959.
Creator
Parra-Mantilla, Myrna
Espino, Elías
Date
2003-06-12
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Elías Espino
creator (Spanish)
Espino, Elías
contributor (Spanish)
Cristóbal A. Borges
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Digital, WAV, MP3
Duration
42:35
Bit Rate/Frequency
24k/96bit
Transcription
Nombre del entrevistado: Elías Espino
Fecha de la entrevista: 12 de junio de 2002
Nombre del entrevistador: Myrna Parra Mantilla
El día de hoy es 12 de junio de 2002 en Meoqui, Chihuahua, entrevistando al señor Elías Espino, para el Departamento de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso, Myrna Parra Mantilla.
MP: Buenos días señor Espino.
EE: Buenos días señorita.
MP: Para empezar la entrevista, quisiera que me dijera, ¿dónde y cuándo nació?
EE: En Meoqui, Chihuahua.
MP: ¿En qué año?
EE: Siete de agosto, 1929.
MP: Platíqueme un poco acerca de su niñez, sus papás, sus hermanos, ¿a qué se dedicaban sus papás?
EE: Mi papá fue carpintero y fuimos seis de familia, pos más o menos bien, más o menos bien.
MP: ¿Usted fue a la escuela? Fue algunos…
EE: Sexto año, era la única que había aquí.
MP: Y, ¿cómo le fue en la escuela? Platíqueme, ¿cómo era en aquél tiempo la enseñanza?
EE: En aquél tiempo era un poco más dura, porque estudiábamos en la mañana y en la tarde.
MP: ¿Todo el día?
EE: Todo el día, nomás los viernes salíamos a las, a medio día porque había cine en el local.
MP: O sea que, ¿la escuela también era el cine?
EE: El cine, sí.
MP: Y, ¿a ustedes les daban chanza de quedarse al cine?
EE: No, pero nos metíamos allá por arriba de una ventana, había un enebro, por ahí nos metíamos.
MP: Ándele. Y, ¿los maestros eran muy exigentes en aquél entonces?
EE: Fíjese que sí, sí digo, muy exigentes.
MP: Y aprendían mejor, ¿no? O, ¿cómo se le hace comparado con ahora?
EE: Mejor, comparado con que ahora, era mejor antes, porque ahora estudian pos medios días y en aquel tiempo estudiábamos en la mañana y en la tarde.
MP: Y platíqueme, ¿a qué edad empezó a trabajar y en qué empezó a trabajar?
EE: Empecé a trabajar haciendo adobes, porque mis tíos eran adoberos.
MP: Sí señor.
EE: Y luego ya fui ayudante de albañil, pero como mí apá era carpintero, entonces ya me dediqué a la carpintería, más livianito.
MP: ¿Qué edad tenía usted cuando empezó a trabajar?
EE: Como unos catorce años.
MP: Y, ¿siempre estuvo viviendo aquí en Meoqui?
EE: Siempre estuve viviendo en Meoqui.
MP: Y platíqueme, ¿cómo se dio cuenta de que existió el Programa Bracero en aquel entonces?
EE: Porque empezaron a salir braceros de aquí de 1942 y eran por seis meses en aquel tiempo, los braceros, sí les pagaban bien. Por seis meses, fue contrato de seis meses, pues fue el tiempo de la Revolución, los hombres de aquí íbamos a la labor, al ferrocarril, a la fábrica y creo yo que hicimos mucho bien a Estados Unidos.
MP: Y, ¿por qué razón usted decidió ser bracero?
EE: Pues porque de todos modos aunque era poco el sueldo, aquí no había mucho trabajo y pos ya iba uno y se traiba la ropa, unos centavitos, unos dólares y pos ya. En ese tiempo que está uno muchacho le gustaba salir uno a conocer también. Y conocimos, yo conocí Colorado, Montana, Arizona, Nuevo México. Pues muchas partes íbamos hasta dos veces de braceros por año. Los contratos eran de cuarenta días, renovaba uno seguido, llegaba uno a estarse hasta un año allá.
MP: ¿Durante cuántos años fue bracero?
EE: Fui bracero de… Hasta el [19]59 que se acabó, porque a Díaz Ordaz le pedían, me parece que $0.50 centavos más de dólar por cada bracero y no aceptó y entonces mandaron traer japoneses.
MP: Ah, ¿sí?
EE: Sí, pero los japoneses no dieron el ancho, porque el mexicano es para trabajar muy, para trabajo duro es muy bueno. En el desahije de betabel, en la pisca de algodón, muy duro pa trabajar. Y ya después quitaron, volvieron otra vez las bracereadas, pero ya no me tocó ir, fui nomás hasta el [19]59, [19]61.
MP: Entonces explíqueme cómo estuvo eso de que pedían $0.50 centavos más por cada bracero.
EE: Parece que a Díaz Ordaz se le hizo poco lo que le estaban pagando por cada bracero, entonces pidió más por cada bracero, entonces los gringos no quisieron pagar más, fue cuando trajeron japoneses.
MP: Entonces por ejemplo del sueldo que les pagaban a ustedes o más bien, de lo que decía el contrato que les iban a pagar, ¿de ese dinero les restaban la cantidad que ellos tenían que pagarle al Gobierno Mexicano?
EE: Desde luego que sí porque parece que decían que un diez por ciento se iba quedando para cuando saliera uno de bracero, lo cual nunca vino.
MP: O sea que de ese diez por ciento que ellos le pagaban al Gobierno Mexicano, ¿eso es lo que ustedes andan peleando ahorita?
EE: Eso es, sí. Parece que a los ferrocarrileros sí empezaron a pagarles ese porcentaje, pero los que trabajaron del [19]42 al [19]44. Y ya dicen que ese dinero, dicen los gringos que se estuvo mandando al Banco Banrural y a otro banco. Y pues no, no hemos visto nada de dinero del diez por ciento. Han venido aquí, a Meoqui, un señor que está en El Paso y nos ha escrito a todos, nos ha inscrito, sin cobrarnos ni un centavo. Y después ahora un amigo me invitaba a Delicias que fuéramos a llevar los papeles y a inscribirnos, pero nos cobraban $100 pesos a cada uno. No, no, no, yo le dije al amigo ese que no, me animé a ir luego luego, pero cuando dijo que iban a cobrar $100 pesos, ahí fue donde no fuimos, pero sí fue mucha gente a inscribirse otra vez, pero ni vale.
MP: Sí, así es. Oiga, platíqueme, entonces usted se decidió a irse de bracero porque aquí no había mucho trabajo. ¿Qué edad tenía usted cuando tomó esa decisión?
EE: Pues, como estrené la cartilla, la cartilla militar, como diecinueve años.
MP: Y, ¿qué le dijo su familia cuando usted le dijo: “Me voy de bracero”? ¿Qué le dijeron?
EE: Bueno sí, estuvieron de acuerdo, me dieron permiso. Porque eran contratos chicos, iba uno y venía, y si quería uno renovar, se quedaba allá, pero como son las primeras veces que sale uno…
MP: Permítame tantito.
EE: Sí.
(entrevista interrumpida)
EE: ¿Lista?
MP: Sí, me decía…
EE: Pues podía uno recontratarse allá y durar otros, hasta el año. Aquí en Las Cruces fue donde duré yo más, duré un año entero.
MP: Sí.
EE: ¿Sigo? ¿Le respondo?
MP: Sí, entonces usted de aquí se tuvo que ir a Chihuahua, ¿verdad?
EE: Oh, sí, sí.
MP: Para ser contratado en El Trocadero.
EE: Sí, en [El] Trocadero.
MP: Platíqueme, ¿cuál fue el proceso allá en El Trocadero?, ¿qué le pidieron?
EE: Mire, en el… Nosotros hemos sido panistas y en aquel tiempo había Pro-Justicia, había sinarquistas y el Doctor Corral, que era…
MP: ¿Esos que eran?, ¿partidos políticos?
EE: Sí.
MP: Ah, okay.
EE: Y en aquel tiempo el Doctor Corral que está actualmente en el Hospital General.
MP: ¿En Chihuahua?
EE: Sí, ése nos conseguía hasta quince números.
MP: ¿Por qué él?, ¿qué hacía él en aquél entonces o por qué les daban números?
EE: Pues estaban allegados a Pro-Justicia y también este señor Villarreal, don Lázaro.
MP: Él ya se murió, ¿no?
EE: Sí. Y con esas palancas pues iba un compadre mío y le daban hasta quince números y ya no batallábamos mucho, nomás llegábamos y salíamos.
MP: Y, ¿usted no tenía que pagar por ese número?
EE: Nada.
MP: ¿Nada?
EE: Nada, nada. Al Doctor Corrales de vez en cuando le entregábamos una camisa, de esa Árboro (??). ¿Cómo?, de esas buenas, blancas.
MP: Ajá.
EE: Sí señorita, así está la cosa.
MP: Y entonces ya con ése ya era más fácil que los…
EE: Sí.
MP: Les procesaran ahí los papeles en El Trocadero.
EE: Sí, ya no hacíamos filas allá, ni aquí. Y muy bien se portó el Doctor Corral con nosotros.
MP: Y luego ya, ahí en Chihuahua ya los contrataban y los mandaban al [El] Paso.
EE: Sí, nos mandaban a, llegábamos a Juárez, llegamos como a las seis de la mañana. Ahí hacíamos fila al puente Santa Fe. Ya cuando entraban los empleados de inmigración, ya entrábamos nosotros. Y a nosotros nos empezaron a echar polvo para, pal piojo, pero protestamos, entonces ya a los de Chihuahua ya no nos echaban polvo.
MP: Ah, ¿sí?
EE: Nomás a los del sur. Pasaban así por un callejoncito de madera y les vaciaban un, pos un buen montón de polvo.
MP: Y eso no, no les… ¿Qué les pasaba? Era veneno, ¿no? Entonces si lo respiraban o algo, ¿no se ponía mal?
EE: Pos nunca nos pasó nada.
MP: Entonces nada más a los de Chihuahua no les ponían eso.
EE: Ya no.
MP: Entonces eso quiere decir que desde aquí o allá los seleccionaban, ¿no?, los separaban los que eran de Chihuahua.
EE: Exactamente, sí. Cuando llegamos allá [a El] Trocadero allá en El Paso, pues algunos gringos escogían gente de Chihuahua.
MP: En Río Vista.
EE: En Río Vista, sí.
MP: O sea que ustedes ya tenían buena fama…
EE: Sí, porque aquí había hombres que piscaban hasta setecientas libras de algodón. Yo llegué a piscar quinientas pa ganarse unos $10 dólares.
MP: Y eso era por día, ¿verdad?
EE: Por día, sí.
MP: Cuénteme, ahorita me decía que conoció Colorado, Montana, Arizona, ¿en todos esos lugares estuvo trabajando? O, ¿en dónde estuvo trabajando?
EE: En todos esos lugares. Al betabel nos llevaron a Montana, a Colorado nos llevaron al pepino. A Nuevo México y Texas, algodón.
MP: Y de todos esos lugares, ¿ustedes sí se querían ir cuando el ranchero los escogía ahí en Río Vista?
EE: Sí, porque aquí los de Chihuahua eran cadenas así como un callejoncito, entraban ahí, entrábanos, y si no nos gustaba la parte, nos devolvíamos. Nomás dando vueltas, dando vueltas, porque era a Pecos, a Pecos casi nunca quisimos ir. Y ya cuando llegaba una parte de Nuevo México, Arizona, Colorado o ahí sí nos íbamos.
MP: La primera vez que usted se fue como bracero, ¿a dónde fue?
EE: La primerita vez fui a Las Cruces, Nuevo México.
MP: ¿Al algodón?
EE: Al algodón, sí.
MP: Platíqueme, ¿cómo fue ahí, esa vez?
EE: Pues me fue muy bien porque el patrón tenía una chavala así como usted y se casó cuando yo llegué y esa chavala se paseaba en un caballo. Entonces era la única familia que tenían los gringos. Ya me dijeron que si sabía yo montar. “Sí, cómo no”. Ya me daban ansias que no se llegaba el sábado pa…(risas)
MP: ¿Para ir a montar? O sea que usted se iba con la muchacha a montar.
EE: No, se casó la muchacha y pos se fue por ahí. Y se quedó el caballo solo y quería el gringo que lo paseara, ¡a mí me encantaba! Y ahí pos en ese tiempo, no se conocían los tractores aquí y a mí me encantaba el tractor. No, pos nomás me dieron chanza y ahí ando como loco. Y cuando, hacíamos muy buen trabajo en el tractor, porque le gusta a uno y le dan chanza a uno de aprender.
MP: Y entonces entró ahí en ese rancho de piscador y luego ya le dieron chanza de manejar el tractor.
EE: Sí, ándele sí. Sí, ya como en diciembre ya se acaba la pisca. Entonces ya a emparejar, a cuadrear, a barbechar, todo eso le dan chanza a uno. Y yo como estaba chavalón me daban chanza de noche.
MP: Mírelo. Y, ¿cuánta gente había más o menos ahí, cuántos braceros había?
EE: Ahí había, había tres hermanos de Saucillo, dos de Juárez y yo.
MP: Eran poquitos.
EE: Poquitos, sí.
MP: ¿Usted se fue solo de su familia, o se fue algún hermano con usted?
EE: No, solo, solo.
MP: Y entonces aquí en este rancho, ¿sí los trataron bien, el ranchero era buena gente?
EE: Oh, sí, sí, muy buena gente y la gringa también, la…
MP: La esposa.
EE: Porque después de que fui de bracero, me fui de mojado y me recibió la esposa de él muy bien, sí.
MP: ¿Otra vez se fue con ellos de mojado?
EE: Sí, de mojado. No, no, a mí me puso el número, número diecisiete, porque ése fui cuando fui a pesar el primer saco de algodón, me decía: “Seventeen”. Y pos le pudo mucho porque me agarró La Migración. Llegó La Migración y ya fui, me llevó La Migración pa que me pagaran y le pudo mucho, como que se enojó con los de Migración y me dijo a mí que volviera. Eso sí, se portaron bien los de migración porque me llevaron a cambiar el cheque y luego luego me echaron por Juárez.
MP: Ah, ¿sí?
EE: Sí, por Juárez.
MP: ¿Cuándo fue cuando fue de mojado? ¿En qué año fue?
EE: Fue como el [19]59.
MP: Ya cuando hubo ese tiempo, ese break, de que se terminó la primer temporada de braceros y empezó la otra más o menos.
EE: Sí, sí.
MP: Y después, ¿cuántas veces renovó el contrato aquí con este ranchero en Las Cruces?
EE: Nomás ése, estuve un año y luego volví de mojado, fue cuando me agarró La Migración. Y ya después me fui de mojado a, no, parece que salí a Montana de bracero otra vez.
MP: De Montana al betabel, ¿verdad?
EE: Al betabel, al desahije.
MP: Y, ¿ahí cómo le hicieron para…? Porque Montana pos está muy retirado, ¿no?
EE: Oh, sí.
MP: ¿Los llevaba en avión o cómo los movía?
EE: No, en puro camión.
MP: ¿Estuvo muy largo el viaje?
EE: Muy largo el viaje, sí.
MP: ¿Cuánto tiempo hizo más o menos?
EE: Pues se me hace que hizo dos días.
MP: Y, ¿cómo le hacía? Les pagaban todo, ¿verdad? O sea que si se paraban a comer o algo, ¿ellos les pagaban a ustedes?
EE: Sí, era de contrato, más o menos, ellos pagaban, los surcos son de a milla, de una milla, nos pagaban por acres. Y pos el desahije de betabel es muy duro, no cualesquiera aguanta.
MP: Y, ¿cuánto les pagaban ahí por el acre?
EE: Pues pos yo creo que sacábanos como $8 dólares, de $7 a $10 dólares.
MP: ¿Eso era por día?
EE: Sí, por día.
MP: O sea que les convenía mejor trabajar en el, ¿cómo se llama?
EE: ¿En la pisca de algodón?
MP: Sí, en la pisca de algodón, ¿verdad?
EE: Sí, sí salía. Llegábamos a los $10, bueno el que es liviano de mano.
MP: Sí.
EE: Porque hay muchos hombres que no. Tenía yo dos amigos aquí de Meoqui, que no piscaban más que doscientas cincuenta libras.
MP: Uy, pobrecitos, Pos no sacaban nada.
EE: No sacaban nada. Y también la pisca es dura.
MP: Permítame
(entrevista interrumpida)
MP: Sí, me decía que le convenía mejor trabajar en el algodón, ¿verdad?
EE: Sí.
MP: Dependiendo de como era hábil de las manos.
EE: Sí, sí. Ya le digo que hay hombres de aquí de Meoqui que piscaban hasta setecientas libras. Y hay otros que pa piscar doscientas cincuenta libras, ¡uh! El pesador se enojaba porque quería salir temprano y ya oscuro veía dos puntitos allá, dice: “Mira allá andan aquellos carajos todavía y tengo que quedarme a pesarle, a pesar, como me dan lata”, dice. YMP: Pos era su trabajo, ¿no?
EE: Pos sí, pero, según él ya era hora de cena, ya oscurito.
MP: Y la gente, esta gente que no piscaba tan rápido como los demás, ¿ellos no tenían problemas con el ranchero, porque no sacaban rápido el trabajo?
EE: No, no porque el ranchero paga por lo que haga uno, si hace cien libras, cien libras. Allá había una sobrina del pesador, que piscaba bastante pero no, piscaba, cuatrocientas libras. Y luego ya me la echó a mí el pesador dijo: “Te voy a echar a mi sobrina, si le ganas, lo que pisque mi sobrina es para ti, pero si te gana mi sobrina, lo que tú pisques es para ella”.
MP: Ajá.
EE: No, eché la primer vaciada, la primer vaciada de ochenta libras y no, no, la chavalona no… pero entonces ya el pesador se subió y ya me dijo que llevaba mucha hoja, mucho hueso, mucha hoja verde.
MP: ¿El de usted?
EE: El saco mío. Y que iba dejando mucha pluma. Es que quería favorecer a su sobrina. Y yo agarré la onda, le dije: “Mira, ya no voy a piscar, ya me voy, apúntale las ochenta libras a tu sobrina”. Ya me dijo: “No, no, no te vayas, no te vayas”, dice, “le voy a apuntar las ochenta libras a mi sobrina, pero sigue piscando tú”. Y aún con las ochenta libras que le había dado de las mías, le gané.
MP: Fíjese, aún con eso que le hicieron trampa.
EE: Ey.
MP: Platíqueme, ¿cómo es eso de que había una mujer piscando?, ¿también era bracera ella?
EE: No, es gente de allá, era sobrina del pesador, gente de allá, mexicano, sí. Sí buenas, pero no, no tanto, la pisca es dura.
MP: ¿Pero entonces no había mujeres braceras?
EE: No, no. (entrevista interrumpida)
MP: Sí, entonces me decía que la sobrina del pesador más bien era, o sea no era bracera, que ella era americana.
EE: No, no era, sí era americana. Hay mucho mexicano americano allá.
MP: Y platíqueme de todos esos lugares que anduvo, ¿dónde le convino más?, ¿dónde estuvo mejor?
EE: Estuvo, fíjese, mire, le voy a platicar rápido. En Colorado nos agarró un contratista muy carajo, mexicano. Era una familia muy grande mexicana, de Laredo, Texas. Entonces era contratista y nos agarró a los, todos los braceros que fuimos a Colorado. Pero este carajo, pos más bien nos robó, porque nos llevaban en el camión de él, andaba diciéndonos cómo piscáramos el pepino, porque el pepino entre más chiquito vale más.
MP: ¡Ah!
EE: Grande no, ¿sí? Resulta que, pues le entrábamos, nos pagaba, nos ganábamos $1.50, ni pa comer. Y ya piscábamos del más chiquito que decían y salía $1.50. No, nos robó, eran contratistas. ¿Qué me preguntó ahorita?
MP: Sí, que si, ¿cuál lugar le había gustado más?
EE: ¡Ah! Sí, mire, me fui de mojado a Oklahoma. Aquí vienen rancheros a Cierto Teña a comprar becerros, y allá los crían en Oklahoma.
MP: O sea venían aquí a Meoqui a comprarlos.
EE: Sí.
MP: Y, ¿se los llevaban para allá?
EE: Sí, sí. Y con uno de ellos me fui, tiene diez ranchos.
MP: Ah caray.
EE: Tiene, donde mete los becerros chiquitos, los medianos, a donde están ya los, ya para salir. Y en ese rancho me fue mejor porque trabajé muy duro poniendo postes en la sierra, haciendo hoyos con la posera, muy duro, sí. Y nos pagaba… Todos los días trabajábamos, domingos y no domingos. Y trabajábamos trece horas, porque salíamos del rancho oscuro y veníamos de la sierra oscuro. Y ahí fue donde se me fue más bien porque gané $13 dólares diarios, $13 dólares diarios. Y el trabajo muy duro, pero yo muy contento. Le mandaba a mi apá buen chequecito.
MP: Qué bueno.
EE: Sí, lo demás no, no, en la pisca de algodón pos para piscar quinientas libras es una montaña de algodón que debe piscar uno, es mucho algodón para $10 dólares. Y ahora el desahije de betabel pos es muy duro y como quiera también nos pagaban muy poquito. Y el pepino también, ya le digo, ése de Laredo, contratista, pos más bien nos robó. Traeríamos yo creo como $15 dólares cuando nos venimos y cuando llegamos a El Paso, ahí en el puente Santa Fe, era una cola de miles y miles.
MP: Y, ¿ahí para qué oiga?
EE: Estaba la Aduana de México, tenía una mesa ahí, un aduanal.
EE: De a peseta, de a peseta pa no revisarles. Y me acuerdo que yo traía unos calzoncillos sucios y un pantalón y no traía más en una mochila y le enseñé, le dije: “Mira hombre”. Pos si no traiba yo más que $15 dólares. “Mira, lo que traigo hombre, ¿pa qué me vas a revisar?”. “Hazte pa allá”. Allá me senté como media hora y dije: “No, pos más vale darle la peseta, ¿verdad?”. Sí, y ya nos veníamos. Pero también los aduanales de aquí siempre han sido mañosos, mañosísimos.
MP: Siempre.
EE: Ey, y no, no, ¡qué bárbaros! Y hasta hora pos, ¿le revolvemos poquito?
MP: Sí, claro.
EE: (risas) Hay ta con los problemas de los carros chuecos, ¿pa qué los dejan pasar?, ¿verdad? No pasan por el viento, pasan por ahí. Entonces todavía siguen los mismos mañosos de siempre cobrando y robando ahí y bueno… Aquí hay gente que, hay una ruta acá por San Diego que sale por allá, muy allá, que no pasan las aduanas y…
MP: ¿Rumbo para Ojinaga?
EE: Ándele, sí. Y por ahí pasan, pos qué bueno, porque es gente necesitada, que necesita una garra de troca y luego todavía pagar mordida a los mañosos esos.
MP: Le sale más caro pagar la mordida que la troca, ¿verdad?
EE: Sí, sí, fíjese que sí.
MP: Cuénteme, regresando a los braceros, ¿qué hacían en sus tiempos libres ustedes? Y también de la comida, cuénteme de la comida.
EE: Bueno de la comida, se va a reír usted porque tengo un compañero que no sabía, ya hablo, yo conozco el inglés, la comida.
MP: Ah, ¿sí?
EE: O una cerveza, en inglés.
MP: Mírelo.
EE: Un compañero mío muy codo, pos fuimos al súper, al mercado. Y había botecitos ahí, carne para perro. Pos barato de a tiro, el botecito para perro, pos: “¡Hay!”, dijo, “¡qué barato!”. Pos llegó con unos botes de…
MP: De carne para perro.
EE: De carne para perro, sí. Creo que se alcanzó a comer uno, cuando ya llegamos los demás y: “Oye, ¿pos qué pasó hombre?”. “Pos se me hizo barata la carne”, dijo, (risas) embotada. Y hay unos…
MP: O sea que él no sabía que era carne para perro, nada más la vió que era barata y se la compró.
EE: No, no sabía, sí barata, sí. Y esa gente que viene del sur, algunos no saben piscar cuando vienen al algodón. Y pobrecitos, comen papa, papa, almuerzan papa, y llevan papa a la labor, papa cocida, en la tarde vienen y fríen papas y son muy ahorrativos. Pero, hay unos que sí conocen el…Sí piscan bastante, pero hay otros pobrecitos que no.
EE: Y desde luego pues se proponen a ahorrar.
MP: Claro.
EE: Sí.
MP: Y luego de diversiones, ¿qué hacían en sus tiempos libres?
EE: Pues no, allá por ejemplo en Montana, en Colorado íbamos a, en Colorado íbamos al pueblo, pos íbamos a echarnos una cervecita nomás. Ya nos trae, nos llevaba temprano el patrón como a las siete. Algún que otro descarriado se quedaba ahí. (risas)
MP: Y esos descarriados, ¿no les daban problemas después a ustedes?
EE: No, porque algunos ya no volvían y otros volvían y ya le decía el patrón que si seguían haciendo eso, pos, ya no…
MP: Permítame tantito.
(entrevista interrumpida)
EE: ¿Mande?
MP: Me decía de esos descarriados que se iban allá.
EE: Algunos ya, el patrón los sentenciaba que si fallaban otra vez, ya no volvieran. Y otros sí no volvían. Agarraban trabajo, algunos muy abuzados, ¿eh? Se quedaban en el pueblo y agarraban trabajo de peones, de chalanes ahí donde hubiera y ganaban más que nosotros.
MP: Pero, ¿después ellos no tenían problemas? Porque, pues no estaban cumpliendo con el contrato, no estaban haciendo otras cosas que no era del contrato.
EE: Sí, no, no había problemas porque no perseguían mucho al mojado en aquel tiempo. Yo estuve en Los Ángeles también, dos años. Mire, en Los Ángeles, yo soy católico, iba a una iglesia católica y un vecino ahí, que era nativo de ahí de Los Ángeles, pos ya nos hicimos amigos y dice: “Oye, ¿a onde vas a misa?”. “Pos aquí a esta iglesia”. “No, no vayas ahí porque de vez en cuando viene La Migración y, ¿sabes qué?, para los camiones en la parte de la iglesia y a puro echar pa arriba”. Y a mí me tocó que en la calle Main en Los Ángeles, la cerraron y a echar pa arriba. Pos usted sabe la Main se abarrota de gente, llena de gente. Se cierran las calles y a puro echar gente arriba, pa arriba de los camiones. Y decía uno de Inmigración ahí que allá no era como en Texas. Dice, en Texas La Emigración, ve un mojado y los siguen hasta que lo agarran. Dice: “No”, dice, “aquí ponemos los camiones y los llenamos”.
MP: Pero entonces usted traía sus papeles, ¿no?
EE: No, en Los Ángeles anduve de mojado.
MP: Ah, okay.
EE: Mire, tengo mi seguro social tiene treinta y dos años, lo saqué en Cimarrón, Nuevo México. Cimarrón, Nuevo México, es un aserradero chico, muy bonito esta Cimarrón, ¡muy bonito! Pasa uno por las calles, por las carreteras y no se ve el sol, de los árboles. Y ahí fue donde arreglé yo mi seguro social hace treinta y tantos años. Y fui con una mujer que arregla papeles de inmigración aquí en Guadalupe y le enseñé el seguro social y…Pero antes, un primo mío trabajó con mi seguro social cinco años, ¡ándele! Un primo mío, trabajó con mi seguro social cinco años. Y eso fui a preguntarle a esta señora. “No”, dice, “no te perjudica en nada, nomás no digas que lo prestaste”. Cinco años y yo dos en Los Ángeles y me dijo que fuera al Consulado a Juárez, o a El Paso, Consulado Americano. Y ahí me decían si alcanzaba algo o…Luego luego. Dice: “Yo te puedo arreglar, pero duro mucho”, me dijo la señora y no he ido.
MP: ¿No ha ido?
EE: No he ido.
MP: Pos no debería dejar pasar tiempo, ¿no? Y no va a eso, bueno, es cuestión de cada quien, ¿verdad?
EE: Sí.
MP: Oiga, y entonces platíqueme, en ese tiempo que anduvo de bracero y de mojado, ¿cuál era la diferencia en cuanto al trato de los patrones, el pago entre ser bracero y ser mojado? ¿Había diferencias?, ¿qué era mejor?
EE: Sí había diferencias porque, mire, en ese tiempo yo estaba chavalón y me encantaba el trabajo. ¿No le platiqué ya aquí? Luego, acabando la pisca de algodón, a barbechar y a mí me dieron chanza de tractorista, sin saber y me encantaba a mí, uy, yo hacía un trabajo pero…Entonces, pos muy, muy bien. Y entonces los nacionales de allá, pos ven a uno feo, porque uno trabaja más y le pagan menos y a ellos más, y ellos que break time, así. Y se bajan a la sombra un rato, toman agua ahí y yo no, yo traía una vasija de agua en el tractor, no bajaba pa nada. Y en Oklahoma, ese ranchero también me dio chanza de tractorista y me llevó al corral muy grande, un corral ganadero vacío, estaba húmedo, con la sembradora de trigo. Y ya me dijo que le entrara ahí a sembrar trigo, pos sembré y ya me paraba y: “Guáchele los tubos tapados por la humedad, tapados”. Y ya me bajaba y los destapaba y otro tramo y entonces ya me bajaba yo y destapaba los tubos pero estaba muy húmeda la tierra. Y como a los ocho días me llevó a ver la siembra ahí en el corral. No, pos estaba muy…Entonces eso quiso decirme para empezar a sembrar pero llanos de tierra, de trigo, llanos, llanos. Y ahí la tierra ya estaba en su tiempo, pues al principio sí me bajaba, ¿no?, nunca se tapó. Entonces ya andaba yo en tercera despacito y salía, salía cuatro surcos, dejaba cuatro pa la vuelta y agarraba cuatro y ya al otro, ya nomás subía el hidráulico de la sembradora. ¡A madre daba vuelta! (risas) Y me veía el patrón, ¡ah cómo!, cómo le encantaba, ¿verdad? Y ya después de tercera ya le metía toda la gasolina al tractor, el grande. Uh, sembré ya nada de trigo de, de temporal, pero como llueve mucho… Y eso fue en agosto, fíjese, en agosto sembrando trigo allá, y ya en noviembre, diciembre, meten el ganado porque ya está el trigo chiquito. Y en junio lo cosechan, sí, también me la pasé muy suave ahí, ahí fue donde gané más dinero, en Oklahoma.
MP: En Oklahoma.
EE: Sí, acá en otras partes no.
MP: Y, ¿alguno de los rancheros no le dijo que si quería arreglar papeles o que le ayudaba?
EE: Sí, fíjese ahí donde le digo que me encantaba andar paseando al caballo.
MP: ¿En Las Cruces?
EE: Sí, yo de este pantalón de mezclilla, camisa de mezclilla con botocintos blancos, un sombrero alambrado, (risas) y botas.
MP: Como todo un cowboy, ¿no?
EE: Sí, y pasaba yo por el ranchito yo y, ay, las chavalas me contestaban muy luego luego. Mucho, ahí hay un pueblo que se llama Tortugas, de Las Cruces para acá. Era dos de diciembre, mire unas fiestas, igual que en México.
MP: Ah, ¿sí?
EE: Ahí hay gallo enterrado, palo encebado, marrano encebado también.
MP: También, ajá.
EE: Muy bonito, hasta allá me iba yo a saludar las chavalas.
MP: Mírelo, andaba de rompecorazones allá. Y, ¿por qué no arregló papeles para quedarse?
EE: Me decía la patrona, me decía…Porque, yo me llamaba seventeen allá, el diecisiete. Dice: “Aquí de Socorro, Nuevo México, hay una escuela”, dice, “y hay muchos mexicanos, quiero que te vayas ahí”. No, no, nunca le hice caso. Cuando volví de mojado entonces sí, dije: “Pos a ver si me voy a la escuela, a Socorro”. Que me la den ahí de barrendero o algo así. No, pero me agarró La Migración. Me están llorando los ojos. Es que tengo días que me los…Me iban a operar de los dos. Y al fin nomás me dieron doce gotas diarias y por eso los tengo lastimados. Me lloran, ojalá y se me compongan.
MP: Ajá, qué bueno. No, ya para terminar, platíqueme ese detalle de que contrataron japoneses como braceros, ¿usted trabajó algún tiempo con alguno de ellos o tuvo algún trato?
EE: No, mire, en el periódico salió que ya no querían braceros, que iban a traer braceros japoneses a Estados Unidos, pero parece que duró un año nomás, o dos, porque el trabajo que hace el mexicano es muy duro, ¡muy duro! Y pos tal vez los japoneses no les convino el sueldo que les pagaban. Y se volvió a abrir la frontera para…
MP: Para el mexicano.
EE: Para el mexicano. Y por eso estos, estos gringos no son nada buenos, porque cuando en ese tiempo necesitaban, para la pisca de algodón abrían la frontera, entraban familias enteras sin contrato y sin nada.
MP: ¿Mexicanas?
EE: Sí. Lo mismo pal tomate allá en Los Ángeles, naranja, todo eso. Ya nomás se acababa el, para el trabajo y echaban La Migración.
MP: Ya para terminar la entrevista, no sé si tenga alguna otra anécdota o algún comentario final acerca de lo que fue el Programa Bracero, ¿qué le pareció?, ¿fue bueno o fue malo?
EE: Pos mire, pos fue bueno para nosotros porque pos había, no había trabajo y la gente que venía de allá, los primeros braceros sí se ganaron mucho dinero porque eran los contratos de seis meses y les pagaban el mínimo de allá. Como no había hombres allá. Digo, iban al ferrocarril, a las fábricas, a la labor y desde luego ahí, cuando le digo que estábamos en El Paso, Texas, el día del ex-bracero. Ahí dijo uno que de esa forma agradecían los gringos, que cuando iban al pueblo a comer, había anuncios en los vidrios que no perros, no mexicanos, no negros. Así que cuidado con los güeros.
MP: Sí, ¿verdad? Mucho cuidado.
EE: Ey, con nuestros vecinos.
MP: Así es. Bueno pues, muchísimas gracias señor Espino y qué bueno que pues que le fue bien a usted, que tuvo buenos momentos allá.
EE: No, fíjese que sí, tuve buenos momentos.
MP: Qué bien, muchas gracias por su tiempo y la entrevista.
EE: Ándele, no tenga cuidado.
MP: Gracias.
EE: Sí.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 12 de junio de 2002
Nombre del entrevistador: Myrna Parra Mantilla
El día de hoy es 12 de junio de 2002 en Meoqui, Chihuahua, entrevistando al señor Elías Espino, para el Departamento de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso, Myrna Parra Mantilla.
MP: Buenos días señor Espino.
EE: Buenos días señorita.
MP: Para empezar la entrevista, quisiera que me dijera, ¿dónde y cuándo nació?
EE: En Meoqui, Chihuahua.
MP: ¿En qué año?
EE: Siete de agosto, 1929.
MP: Platíqueme un poco acerca de su niñez, sus papás, sus hermanos, ¿a qué se dedicaban sus papás?
EE: Mi papá fue carpintero y fuimos seis de familia, pos más o menos bien, más o menos bien.
MP: ¿Usted fue a la escuela? Fue algunos…
EE: Sexto año, era la única que había aquí.
MP: Y, ¿cómo le fue en la escuela? Platíqueme, ¿cómo era en aquél tiempo la enseñanza?
EE: En aquél tiempo era un poco más dura, porque estudiábamos en la mañana y en la tarde.
MP: ¿Todo el día?
EE: Todo el día, nomás los viernes salíamos a las, a medio día porque había cine en el local.
MP: O sea que, ¿la escuela también era el cine?
EE: El cine, sí.
MP: Y, ¿a ustedes les daban chanza de quedarse al cine?
EE: No, pero nos metíamos allá por arriba de una ventana, había un enebro, por ahí nos metíamos.
MP: Ándele. Y, ¿los maestros eran muy exigentes en aquél entonces?
EE: Fíjese que sí, sí digo, muy exigentes.
MP: Y aprendían mejor, ¿no? O, ¿cómo se le hace comparado con ahora?
EE: Mejor, comparado con que ahora, era mejor antes, porque ahora estudian pos medios días y en aquel tiempo estudiábamos en la mañana y en la tarde.
MP: Y platíqueme, ¿a qué edad empezó a trabajar y en qué empezó a trabajar?
EE: Empecé a trabajar haciendo adobes, porque mis tíos eran adoberos.
MP: Sí señor.
EE: Y luego ya fui ayudante de albañil, pero como mí apá era carpintero, entonces ya me dediqué a la carpintería, más livianito.
MP: ¿Qué edad tenía usted cuando empezó a trabajar?
EE: Como unos catorce años.
MP: Y, ¿siempre estuvo viviendo aquí en Meoqui?
EE: Siempre estuve viviendo en Meoqui.
MP: Y platíqueme, ¿cómo se dio cuenta de que existió el Programa Bracero en aquel entonces?
EE: Porque empezaron a salir braceros de aquí de 1942 y eran por seis meses en aquel tiempo, los braceros, sí les pagaban bien. Por seis meses, fue contrato de seis meses, pues fue el tiempo de la Revolución, los hombres de aquí íbamos a la labor, al ferrocarril, a la fábrica y creo yo que hicimos mucho bien a Estados Unidos.
MP: Y, ¿por qué razón usted decidió ser bracero?
EE: Pues porque de todos modos aunque era poco el sueldo, aquí no había mucho trabajo y pos ya iba uno y se traiba la ropa, unos centavitos, unos dólares y pos ya. En ese tiempo que está uno muchacho le gustaba salir uno a conocer también. Y conocimos, yo conocí Colorado, Montana, Arizona, Nuevo México. Pues muchas partes íbamos hasta dos veces de braceros por año. Los contratos eran de cuarenta días, renovaba uno seguido, llegaba uno a estarse hasta un año allá.
MP: ¿Durante cuántos años fue bracero?
EE: Fui bracero de… Hasta el [19]59 que se acabó, porque a Díaz Ordaz le pedían, me parece que $0.50 centavos más de dólar por cada bracero y no aceptó y entonces mandaron traer japoneses.
MP: Ah, ¿sí?
EE: Sí, pero los japoneses no dieron el ancho, porque el mexicano es para trabajar muy, para trabajo duro es muy bueno. En el desahije de betabel, en la pisca de algodón, muy duro pa trabajar. Y ya después quitaron, volvieron otra vez las bracereadas, pero ya no me tocó ir, fui nomás hasta el [19]59, [19]61.
MP: Entonces explíqueme cómo estuvo eso de que pedían $0.50 centavos más por cada bracero.
EE: Parece que a Díaz Ordaz se le hizo poco lo que le estaban pagando por cada bracero, entonces pidió más por cada bracero, entonces los gringos no quisieron pagar más, fue cuando trajeron japoneses.
MP: Entonces por ejemplo del sueldo que les pagaban a ustedes o más bien, de lo que decía el contrato que les iban a pagar, ¿de ese dinero les restaban la cantidad que ellos tenían que pagarle al Gobierno Mexicano?
EE: Desde luego que sí porque parece que decían que un diez por ciento se iba quedando para cuando saliera uno de bracero, lo cual nunca vino.
MP: O sea que de ese diez por ciento que ellos le pagaban al Gobierno Mexicano, ¿eso es lo que ustedes andan peleando ahorita?
EE: Eso es, sí. Parece que a los ferrocarrileros sí empezaron a pagarles ese porcentaje, pero los que trabajaron del [19]42 al [19]44. Y ya dicen que ese dinero, dicen los gringos que se estuvo mandando al Banco Banrural y a otro banco. Y pues no, no hemos visto nada de dinero del diez por ciento. Han venido aquí, a Meoqui, un señor que está en El Paso y nos ha escrito a todos, nos ha inscrito, sin cobrarnos ni un centavo. Y después ahora un amigo me invitaba a Delicias que fuéramos a llevar los papeles y a inscribirnos, pero nos cobraban $100 pesos a cada uno. No, no, no, yo le dije al amigo ese que no, me animé a ir luego luego, pero cuando dijo que iban a cobrar $100 pesos, ahí fue donde no fuimos, pero sí fue mucha gente a inscribirse otra vez, pero ni vale.
MP: Sí, así es. Oiga, platíqueme, entonces usted se decidió a irse de bracero porque aquí no había mucho trabajo. ¿Qué edad tenía usted cuando tomó esa decisión?
EE: Pues, como estrené la cartilla, la cartilla militar, como diecinueve años.
MP: Y, ¿qué le dijo su familia cuando usted le dijo: “Me voy de bracero”? ¿Qué le dijeron?
EE: Bueno sí, estuvieron de acuerdo, me dieron permiso. Porque eran contratos chicos, iba uno y venía, y si quería uno renovar, se quedaba allá, pero como son las primeras veces que sale uno…
MP: Permítame tantito.
EE: Sí.
(entrevista interrumpida)
EE: ¿Lista?
MP: Sí, me decía…
EE: Pues podía uno recontratarse allá y durar otros, hasta el año. Aquí en Las Cruces fue donde duré yo más, duré un año entero.
MP: Sí.
EE: ¿Sigo? ¿Le respondo?
MP: Sí, entonces usted de aquí se tuvo que ir a Chihuahua, ¿verdad?
EE: Oh, sí, sí.
MP: Para ser contratado en El Trocadero.
EE: Sí, en [El] Trocadero.
MP: Platíqueme, ¿cuál fue el proceso allá en El Trocadero?, ¿qué le pidieron?
EE: Mire, en el… Nosotros hemos sido panistas y en aquel tiempo había Pro-Justicia, había sinarquistas y el Doctor Corral, que era…
MP: ¿Esos que eran?, ¿partidos políticos?
EE: Sí.
MP: Ah, okay.
EE: Y en aquel tiempo el Doctor Corral que está actualmente en el Hospital General.
MP: ¿En Chihuahua?
EE: Sí, ése nos conseguía hasta quince números.
MP: ¿Por qué él?, ¿qué hacía él en aquél entonces o por qué les daban números?
EE: Pues estaban allegados a Pro-Justicia y también este señor Villarreal, don Lázaro.
MP: Él ya se murió, ¿no?
EE: Sí. Y con esas palancas pues iba un compadre mío y le daban hasta quince números y ya no batallábamos mucho, nomás llegábamos y salíamos.
MP: Y, ¿usted no tenía que pagar por ese número?
EE: Nada.
MP: ¿Nada?
EE: Nada, nada. Al Doctor Corrales de vez en cuando le entregábamos una camisa, de esa Árboro (??). ¿Cómo?, de esas buenas, blancas.
MP: Ajá.
EE: Sí señorita, así está la cosa.
MP: Y entonces ya con ése ya era más fácil que los…
EE: Sí.
MP: Les procesaran ahí los papeles en El Trocadero.
EE: Sí, ya no hacíamos filas allá, ni aquí. Y muy bien se portó el Doctor Corral con nosotros.
MP: Y luego ya, ahí en Chihuahua ya los contrataban y los mandaban al [El] Paso.
EE: Sí, nos mandaban a, llegábamos a Juárez, llegamos como a las seis de la mañana. Ahí hacíamos fila al puente Santa Fe. Ya cuando entraban los empleados de inmigración, ya entrábamos nosotros. Y a nosotros nos empezaron a echar polvo para, pal piojo, pero protestamos, entonces ya a los de Chihuahua ya no nos echaban polvo.
MP: Ah, ¿sí?
EE: Nomás a los del sur. Pasaban así por un callejoncito de madera y les vaciaban un, pos un buen montón de polvo.
MP: Y eso no, no les… ¿Qué les pasaba? Era veneno, ¿no? Entonces si lo respiraban o algo, ¿no se ponía mal?
EE: Pos nunca nos pasó nada.
MP: Entonces nada más a los de Chihuahua no les ponían eso.
EE: Ya no.
MP: Entonces eso quiere decir que desde aquí o allá los seleccionaban, ¿no?, los separaban los que eran de Chihuahua.
EE: Exactamente, sí. Cuando llegamos allá [a El] Trocadero allá en El Paso, pues algunos gringos escogían gente de Chihuahua.
MP: En Río Vista.
EE: En Río Vista, sí.
MP: O sea que ustedes ya tenían buena fama…
EE: Sí, porque aquí había hombres que piscaban hasta setecientas libras de algodón. Yo llegué a piscar quinientas pa ganarse unos $10 dólares.
MP: Y eso era por día, ¿verdad?
EE: Por día, sí.
MP: Cuénteme, ahorita me decía que conoció Colorado, Montana, Arizona, ¿en todos esos lugares estuvo trabajando? O, ¿en dónde estuvo trabajando?
EE: En todos esos lugares. Al betabel nos llevaron a Montana, a Colorado nos llevaron al pepino. A Nuevo México y Texas, algodón.
MP: Y de todos esos lugares, ¿ustedes sí se querían ir cuando el ranchero los escogía ahí en Río Vista?
EE: Sí, porque aquí los de Chihuahua eran cadenas así como un callejoncito, entraban ahí, entrábanos, y si no nos gustaba la parte, nos devolvíamos. Nomás dando vueltas, dando vueltas, porque era a Pecos, a Pecos casi nunca quisimos ir. Y ya cuando llegaba una parte de Nuevo México, Arizona, Colorado o ahí sí nos íbamos.
MP: La primera vez que usted se fue como bracero, ¿a dónde fue?
EE: La primerita vez fui a Las Cruces, Nuevo México.
MP: ¿Al algodón?
EE: Al algodón, sí.
MP: Platíqueme, ¿cómo fue ahí, esa vez?
EE: Pues me fue muy bien porque el patrón tenía una chavala así como usted y se casó cuando yo llegué y esa chavala se paseaba en un caballo. Entonces era la única familia que tenían los gringos. Ya me dijeron que si sabía yo montar. “Sí, cómo no”. Ya me daban ansias que no se llegaba el sábado pa…(risas)
MP: ¿Para ir a montar? O sea que usted se iba con la muchacha a montar.
EE: No, se casó la muchacha y pos se fue por ahí. Y se quedó el caballo solo y quería el gringo que lo paseara, ¡a mí me encantaba! Y ahí pos en ese tiempo, no se conocían los tractores aquí y a mí me encantaba el tractor. No, pos nomás me dieron chanza y ahí ando como loco. Y cuando, hacíamos muy buen trabajo en el tractor, porque le gusta a uno y le dan chanza a uno de aprender.
MP: Y entonces entró ahí en ese rancho de piscador y luego ya le dieron chanza de manejar el tractor.
EE: Sí, ándele sí. Sí, ya como en diciembre ya se acaba la pisca. Entonces ya a emparejar, a cuadrear, a barbechar, todo eso le dan chanza a uno. Y yo como estaba chavalón me daban chanza de noche.
MP: Mírelo. Y, ¿cuánta gente había más o menos ahí, cuántos braceros había?
EE: Ahí había, había tres hermanos de Saucillo, dos de Juárez y yo.
MP: Eran poquitos.
EE: Poquitos, sí.
MP: ¿Usted se fue solo de su familia, o se fue algún hermano con usted?
EE: No, solo, solo.
MP: Y entonces aquí en este rancho, ¿sí los trataron bien, el ranchero era buena gente?
EE: Oh, sí, sí, muy buena gente y la gringa también, la…
MP: La esposa.
EE: Porque después de que fui de bracero, me fui de mojado y me recibió la esposa de él muy bien, sí.
MP: ¿Otra vez se fue con ellos de mojado?
EE: Sí, de mojado. No, no, a mí me puso el número, número diecisiete, porque ése fui cuando fui a pesar el primer saco de algodón, me decía: “Seventeen”. Y pos le pudo mucho porque me agarró La Migración. Llegó La Migración y ya fui, me llevó La Migración pa que me pagaran y le pudo mucho, como que se enojó con los de Migración y me dijo a mí que volviera. Eso sí, se portaron bien los de migración porque me llevaron a cambiar el cheque y luego luego me echaron por Juárez.
MP: Ah, ¿sí?
EE: Sí, por Juárez.
MP: ¿Cuándo fue cuando fue de mojado? ¿En qué año fue?
EE: Fue como el [19]59.
MP: Ya cuando hubo ese tiempo, ese break, de que se terminó la primer temporada de braceros y empezó la otra más o menos.
EE: Sí, sí.
MP: Y después, ¿cuántas veces renovó el contrato aquí con este ranchero en Las Cruces?
EE: Nomás ése, estuve un año y luego volví de mojado, fue cuando me agarró La Migración. Y ya después me fui de mojado a, no, parece que salí a Montana de bracero otra vez.
MP: De Montana al betabel, ¿verdad?
EE: Al betabel, al desahije.
MP: Y, ¿ahí cómo le hicieron para…? Porque Montana pos está muy retirado, ¿no?
EE: Oh, sí.
MP: ¿Los llevaba en avión o cómo los movía?
EE: No, en puro camión.
MP: ¿Estuvo muy largo el viaje?
EE: Muy largo el viaje, sí.
MP: ¿Cuánto tiempo hizo más o menos?
EE: Pues se me hace que hizo dos días.
MP: Y, ¿cómo le hacía? Les pagaban todo, ¿verdad? O sea que si se paraban a comer o algo, ¿ellos les pagaban a ustedes?
EE: Sí, era de contrato, más o menos, ellos pagaban, los surcos son de a milla, de una milla, nos pagaban por acres. Y pos el desahije de betabel es muy duro, no cualesquiera aguanta.
MP: Y, ¿cuánto les pagaban ahí por el acre?
EE: Pues pos yo creo que sacábanos como $8 dólares, de $7 a $10 dólares.
MP: ¿Eso era por día?
EE: Sí, por día.
MP: O sea que les convenía mejor trabajar en el, ¿cómo se llama?
EE: ¿En la pisca de algodón?
MP: Sí, en la pisca de algodón, ¿verdad?
EE: Sí, sí salía. Llegábamos a los $10, bueno el que es liviano de mano.
MP: Sí.
EE: Porque hay muchos hombres que no. Tenía yo dos amigos aquí de Meoqui, que no piscaban más que doscientas cincuenta libras.
MP: Uy, pobrecitos, Pos no sacaban nada.
EE: No sacaban nada. Y también la pisca es dura.
MP: Permítame
(entrevista interrumpida)
MP: Sí, me decía que le convenía mejor trabajar en el algodón, ¿verdad?
EE: Sí.
MP: Dependiendo de como era hábil de las manos.
EE: Sí, sí. Ya le digo que hay hombres de aquí de Meoqui que piscaban hasta setecientas libras. Y hay otros que pa piscar doscientas cincuenta libras, ¡uh! El pesador se enojaba porque quería salir temprano y ya oscuro veía dos puntitos allá, dice: “Mira allá andan aquellos carajos todavía y tengo que quedarme a pesarle, a pesar, como me dan lata”, dice. YMP: Pos era su trabajo, ¿no?
EE: Pos sí, pero, según él ya era hora de cena, ya oscurito.
MP: Y la gente, esta gente que no piscaba tan rápido como los demás, ¿ellos no tenían problemas con el ranchero, porque no sacaban rápido el trabajo?
EE: No, no porque el ranchero paga por lo que haga uno, si hace cien libras, cien libras. Allá había una sobrina del pesador, que piscaba bastante pero no, piscaba, cuatrocientas libras. Y luego ya me la echó a mí el pesador dijo: “Te voy a echar a mi sobrina, si le ganas, lo que pisque mi sobrina es para ti, pero si te gana mi sobrina, lo que tú pisques es para ella”.
MP: Ajá.
EE: No, eché la primer vaciada, la primer vaciada de ochenta libras y no, no, la chavalona no… pero entonces ya el pesador se subió y ya me dijo que llevaba mucha hoja, mucho hueso, mucha hoja verde.
MP: ¿El de usted?
EE: El saco mío. Y que iba dejando mucha pluma. Es que quería favorecer a su sobrina. Y yo agarré la onda, le dije: “Mira, ya no voy a piscar, ya me voy, apúntale las ochenta libras a tu sobrina”. Ya me dijo: “No, no, no te vayas, no te vayas”, dice, “le voy a apuntar las ochenta libras a mi sobrina, pero sigue piscando tú”. Y aún con las ochenta libras que le había dado de las mías, le gané.
MP: Fíjese, aún con eso que le hicieron trampa.
EE: Ey.
MP: Platíqueme, ¿cómo es eso de que había una mujer piscando?, ¿también era bracera ella?
EE: No, es gente de allá, era sobrina del pesador, gente de allá, mexicano, sí. Sí buenas, pero no, no tanto, la pisca es dura.
MP: ¿Pero entonces no había mujeres braceras?
EE: No, no. (entrevista interrumpida)
MP: Sí, entonces me decía que la sobrina del pesador más bien era, o sea no era bracera, que ella era americana.
EE: No, no era, sí era americana. Hay mucho mexicano americano allá.
MP: Y platíqueme de todos esos lugares que anduvo, ¿dónde le convino más?, ¿dónde estuvo mejor?
EE: Estuvo, fíjese, mire, le voy a platicar rápido. En Colorado nos agarró un contratista muy carajo, mexicano. Era una familia muy grande mexicana, de Laredo, Texas. Entonces era contratista y nos agarró a los, todos los braceros que fuimos a Colorado. Pero este carajo, pos más bien nos robó, porque nos llevaban en el camión de él, andaba diciéndonos cómo piscáramos el pepino, porque el pepino entre más chiquito vale más.
MP: ¡Ah!
EE: Grande no, ¿sí? Resulta que, pues le entrábamos, nos pagaba, nos ganábamos $1.50, ni pa comer. Y ya piscábamos del más chiquito que decían y salía $1.50. No, nos robó, eran contratistas. ¿Qué me preguntó ahorita?
MP: Sí, que si, ¿cuál lugar le había gustado más?
EE: ¡Ah! Sí, mire, me fui de mojado a Oklahoma. Aquí vienen rancheros a Cierto Teña a comprar becerros, y allá los crían en Oklahoma.
MP: O sea venían aquí a Meoqui a comprarlos.
EE: Sí.
MP: Y, ¿se los llevaban para allá?
EE: Sí, sí. Y con uno de ellos me fui, tiene diez ranchos.
MP: Ah caray.
EE: Tiene, donde mete los becerros chiquitos, los medianos, a donde están ya los, ya para salir. Y en ese rancho me fue mejor porque trabajé muy duro poniendo postes en la sierra, haciendo hoyos con la posera, muy duro, sí. Y nos pagaba… Todos los días trabajábamos, domingos y no domingos. Y trabajábamos trece horas, porque salíamos del rancho oscuro y veníamos de la sierra oscuro. Y ahí fue donde se me fue más bien porque gané $13 dólares diarios, $13 dólares diarios. Y el trabajo muy duro, pero yo muy contento. Le mandaba a mi apá buen chequecito.
MP: Qué bueno.
EE: Sí, lo demás no, no, en la pisca de algodón pos para piscar quinientas libras es una montaña de algodón que debe piscar uno, es mucho algodón para $10 dólares. Y ahora el desahije de betabel pos es muy duro y como quiera también nos pagaban muy poquito. Y el pepino también, ya le digo, ése de Laredo, contratista, pos más bien nos robó. Traeríamos yo creo como $15 dólares cuando nos venimos y cuando llegamos a El Paso, ahí en el puente Santa Fe, era una cola de miles y miles.
MP: Y, ¿ahí para qué oiga?
EE: Estaba la Aduana de México, tenía una mesa ahí, un aduanal.
EE: De a peseta, de a peseta pa no revisarles. Y me acuerdo que yo traía unos calzoncillos sucios y un pantalón y no traía más en una mochila y le enseñé, le dije: “Mira hombre”. Pos si no traiba yo más que $15 dólares. “Mira, lo que traigo hombre, ¿pa qué me vas a revisar?”. “Hazte pa allá”. Allá me senté como media hora y dije: “No, pos más vale darle la peseta, ¿verdad?”. Sí, y ya nos veníamos. Pero también los aduanales de aquí siempre han sido mañosos, mañosísimos.
MP: Siempre.
EE: Ey, y no, no, ¡qué bárbaros! Y hasta hora pos, ¿le revolvemos poquito?
MP: Sí, claro.
EE: (risas) Hay ta con los problemas de los carros chuecos, ¿pa qué los dejan pasar?, ¿verdad? No pasan por el viento, pasan por ahí. Entonces todavía siguen los mismos mañosos de siempre cobrando y robando ahí y bueno… Aquí hay gente que, hay una ruta acá por San Diego que sale por allá, muy allá, que no pasan las aduanas y…
MP: ¿Rumbo para Ojinaga?
EE: Ándele, sí. Y por ahí pasan, pos qué bueno, porque es gente necesitada, que necesita una garra de troca y luego todavía pagar mordida a los mañosos esos.
MP: Le sale más caro pagar la mordida que la troca, ¿verdad?
EE: Sí, sí, fíjese que sí.
MP: Cuénteme, regresando a los braceros, ¿qué hacían en sus tiempos libres ustedes? Y también de la comida, cuénteme de la comida.
EE: Bueno de la comida, se va a reír usted porque tengo un compañero que no sabía, ya hablo, yo conozco el inglés, la comida.
MP: Ah, ¿sí?
EE: O una cerveza, en inglés.
MP: Mírelo.
EE: Un compañero mío muy codo, pos fuimos al súper, al mercado. Y había botecitos ahí, carne para perro. Pos barato de a tiro, el botecito para perro, pos: “¡Hay!”, dijo, “¡qué barato!”. Pos llegó con unos botes de…
MP: De carne para perro.
EE: De carne para perro, sí. Creo que se alcanzó a comer uno, cuando ya llegamos los demás y: “Oye, ¿pos qué pasó hombre?”. “Pos se me hizo barata la carne”, dijo, (risas) embotada. Y hay unos…
MP: O sea que él no sabía que era carne para perro, nada más la vió que era barata y se la compró.
EE: No, no sabía, sí barata, sí. Y esa gente que viene del sur, algunos no saben piscar cuando vienen al algodón. Y pobrecitos, comen papa, papa, almuerzan papa, y llevan papa a la labor, papa cocida, en la tarde vienen y fríen papas y son muy ahorrativos. Pero, hay unos que sí conocen el…Sí piscan bastante, pero hay otros pobrecitos que no.
EE: Y desde luego pues se proponen a ahorrar.
MP: Claro.
EE: Sí.
MP: Y luego de diversiones, ¿qué hacían en sus tiempos libres?
EE: Pues no, allá por ejemplo en Montana, en Colorado íbamos a, en Colorado íbamos al pueblo, pos íbamos a echarnos una cervecita nomás. Ya nos trae, nos llevaba temprano el patrón como a las siete. Algún que otro descarriado se quedaba ahí. (risas)
MP: Y esos descarriados, ¿no les daban problemas después a ustedes?
EE: No, porque algunos ya no volvían y otros volvían y ya le decía el patrón que si seguían haciendo eso, pos, ya no…
MP: Permítame tantito.
(entrevista interrumpida)
EE: ¿Mande?
MP: Me decía de esos descarriados que se iban allá.
EE: Algunos ya, el patrón los sentenciaba que si fallaban otra vez, ya no volvieran. Y otros sí no volvían. Agarraban trabajo, algunos muy abuzados, ¿eh? Se quedaban en el pueblo y agarraban trabajo de peones, de chalanes ahí donde hubiera y ganaban más que nosotros.
MP: Pero, ¿después ellos no tenían problemas? Porque, pues no estaban cumpliendo con el contrato, no estaban haciendo otras cosas que no era del contrato.
EE: Sí, no, no había problemas porque no perseguían mucho al mojado en aquel tiempo. Yo estuve en Los Ángeles también, dos años. Mire, en Los Ángeles, yo soy católico, iba a una iglesia católica y un vecino ahí, que era nativo de ahí de Los Ángeles, pos ya nos hicimos amigos y dice: “Oye, ¿a onde vas a misa?”. “Pos aquí a esta iglesia”. “No, no vayas ahí porque de vez en cuando viene La Migración y, ¿sabes qué?, para los camiones en la parte de la iglesia y a puro echar pa arriba”. Y a mí me tocó que en la calle Main en Los Ángeles, la cerraron y a echar pa arriba. Pos usted sabe la Main se abarrota de gente, llena de gente. Se cierran las calles y a puro echar gente arriba, pa arriba de los camiones. Y decía uno de Inmigración ahí que allá no era como en Texas. Dice, en Texas La Emigración, ve un mojado y los siguen hasta que lo agarran. Dice: “No”, dice, “aquí ponemos los camiones y los llenamos”.
MP: Pero entonces usted traía sus papeles, ¿no?
EE: No, en Los Ángeles anduve de mojado.
MP: Ah, okay.
EE: Mire, tengo mi seguro social tiene treinta y dos años, lo saqué en Cimarrón, Nuevo México. Cimarrón, Nuevo México, es un aserradero chico, muy bonito esta Cimarrón, ¡muy bonito! Pasa uno por las calles, por las carreteras y no se ve el sol, de los árboles. Y ahí fue donde arreglé yo mi seguro social hace treinta y tantos años. Y fui con una mujer que arregla papeles de inmigración aquí en Guadalupe y le enseñé el seguro social y…Pero antes, un primo mío trabajó con mi seguro social cinco años, ¡ándele! Un primo mío, trabajó con mi seguro social cinco años. Y eso fui a preguntarle a esta señora. “No”, dice, “no te perjudica en nada, nomás no digas que lo prestaste”. Cinco años y yo dos en Los Ángeles y me dijo que fuera al Consulado a Juárez, o a El Paso, Consulado Americano. Y ahí me decían si alcanzaba algo o…Luego luego. Dice: “Yo te puedo arreglar, pero duro mucho”, me dijo la señora y no he ido.
MP: ¿No ha ido?
EE: No he ido.
MP: Pos no debería dejar pasar tiempo, ¿no? Y no va a eso, bueno, es cuestión de cada quien, ¿verdad?
EE: Sí.
MP: Oiga, y entonces platíqueme, en ese tiempo que anduvo de bracero y de mojado, ¿cuál era la diferencia en cuanto al trato de los patrones, el pago entre ser bracero y ser mojado? ¿Había diferencias?, ¿qué era mejor?
EE: Sí había diferencias porque, mire, en ese tiempo yo estaba chavalón y me encantaba el trabajo. ¿No le platiqué ya aquí? Luego, acabando la pisca de algodón, a barbechar y a mí me dieron chanza de tractorista, sin saber y me encantaba a mí, uy, yo hacía un trabajo pero…Entonces, pos muy, muy bien. Y entonces los nacionales de allá, pos ven a uno feo, porque uno trabaja más y le pagan menos y a ellos más, y ellos que break time, así. Y se bajan a la sombra un rato, toman agua ahí y yo no, yo traía una vasija de agua en el tractor, no bajaba pa nada. Y en Oklahoma, ese ranchero también me dio chanza de tractorista y me llevó al corral muy grande, un corral ganadero vacío, estaba húmedo, con la sembradora de trigo. Y ya me dijo que le entrara ahí a sembrar trigo, pos sembré y ya me paraba y: “Guáchele los tubos tapados por la humedad, tapados”. Y ya me bajaba y los destapaba y otro tramo y entonces ya me bajaba yo y destapaba los tubos pero estaba muy húmeda la tierra. Y como a los ocho días me llevó a ver la siembra ahí en el corral. No, pos estaba muy…Entonces eso quiso decirme para empezar a sembrar pero llanos de tierra, de trigo, llanos, llanos. Y ahí la tierra ya estaba en su tiempo, pues al principio sí me bajaba, ¿no?, nunca se tapó. Entonces ya andaba yo en tercera despacito y salía, salía cuatro surcos, dejaba cuatro pa la vuelta y agarraba cuatro y ya al otro, ya nomás subía el hidráulico de la sembradora. ¡A madre daba vuelta! (risas) Y me veía el patrón, ¡ah cómo!, cómo le encantaba, ¿verdad? Y ya después de tercera ya le metía toda la gasolina al tractor, el grande. Uh, sembré ya nada de trigo de, de temporal, pero como llueve mucho… Y eso fue en agosto, fíjese, en agosto sembrando trigo allá, y ya en noviembre, diciembre, meten el ganado porque ya está el trigo chiquito. Y en junio lo cosechan, sí, también me la pasé muy suave ahí, ahí fue donde gané más dinero, en Oklahoma.
MP: En Oklahoma.
EE: Sí, acá en otras partes no.
MP: Y, ¿alguno de los rancheros no le dijo que si quería arreglar papeles o que le ayudaba?
EE: Sí, fíjese ahí donde le digo que me encantaba andar paseando al caballo.
MP: ¿En Las Cruces?
EE: Sí, yo de este pantalón de mezclilla, camisa de mezclilla con botocintos blancos, un sombrero alambrado, (risas) y botas.
MP: Como todo un cowboy, ¿no?
EE: Sí, y pasaba yo por el ranchito yo y, ay, las chavalas me contestaban muy luego luego. Mucho, ahí hay un pueblo que se llama Tortugas, de Las Cruces para acá. Era dos de diciembre, mire unas fiestas, igual que en México.
MP: Ah, ¿sí?
EE: Ahí hay gallo enterrado, palo encebado, marrano encebado también.
MP: También, ajá.
EE: Muy bonito, hasta allá me iba yo a saludar las chavalas.
MP: Mírelo, andaba de rompecorazones allá. Y, ¿por qué no arregló papeles para quedarse?
EE: Me decía la patrona, me decía…Porque, yo me llamaba seventeen allá, el diecisiete. Dice: “Aquí de Socorro, Nuevo México, hay una escuela”, dice, “y hay muchos mexicanos, quiero que te vayas ahí”. No, no, nunca le hice caso. Cuando volví de mojado entonces sí, dije: “Pos a ver si me voy a la escuela, a Socorro”. Que me la den ahí de barrendero o algo así. No, pero me agarró La Migración. Me están llorando los ojos. Es que tengo días que me los…Me iban a operar de los dos. Y al fin nomás me dieron doce gotas diarias y por eso los tengo lastimados. Me lloran, ojalá y se me compongan.
MP: Ajá, qué bueno. No, ya para terminar, platíqueme ese detalle de que contrataron japoneses como braceros, ¿usted trabajó algún tiempo con alguno de ellos o tuvo algún trato?
EE: No, mire, en el periódico salió que ya no querían braceros, que iban a traer braceros japoneses a Estados Unidos, pero parece que duró un año nomás, o dos, porque el trabajo que hace el mexicano es muy duro, ¡muy duro! Y pos tal vez los japoneses no les convino el sueldo que les pagaban. Y se volvió a abrir la frontera para…
MP: Para el mexicano.
EE: Para el mexicano. Y por eso estos, estos gringos no son nada buenos, porque cuando en ese tiempo necesitaban, para la pisca de algodón abrían la frontera, entraban familias enteras sin contrato y sin nada.
MP: ¿Mexicanas?
EE: Sí. Lo mismo pal tomate allá en Los Ángeles, naranja, todo eso. Ya nomás se acababa el, para el trabajo y echaban La Migración.
MP: Ya para terminar la entrevista, no sé si tenga alguna otra anécdota o algún comentario final acerca de lo que fue el Programa Bracero, ¿qué le pareció?, ¿fue bueno o fue malo?
EE: Pos mire, pos fue bueno para nosotros porque pos había, no había trabajo y la gente que venía de allá, los primeros braceros sí se ganaron mucho dinero porque eran los contratos de seis meses y les pagaban el mínimo de allá. Como no había hombres allá. Digo, iban al ferrocarril, a las fábricas, a la labor y desde luego ahí, cuando le digo que estábamos en El Paso, Texas, el día del ex-bracero. Ahí dijo uno que de esa forma agradecían los gringos, que cuando iban al pueblo a comer, había anuncios en los vidrios que no perros, no mexicanos, no negros. Así que cuidado con los güeros.
MP: Sí, ¿verdad? Mucho cuidado.
EE: Ey, con nuestros vecinos.
MP: Así es. Bueno pues, muchísimas gracias señor Espino y qué bueno que pues que le fue bien a usted, que tuvo buenos momentos allá.
EE: No, fíjese que sí, tuve buenos momentos.
MP: Qué bien, muchas gracias por su tiempo y la entrevista.
EE: Ándele, no tenga cuidado.
MP: Gracias.
EE: Sí.
Fin de la entrevista
Interviewer
Parra-Mantilla Myrna
Interviewee
Espino, Elías
Location
Meoqui, Chihuahua, México
File Name Identifier
Espino_CHIH007
Citation
Parra-Mantilla, Myrna and Espino, Elías, “Elías Espino,” Bracero History Archive, accessed November 21, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/7.