Bárbaro Chacón Delgado
Title
Bárbaro Chacón Delgado
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Bárbaro Chacón Delgado was born in San José de Carreras, Chihuahua, México, in 1923; his father was a farmer; in 1946, he became a bracero; he was hired by a food processing company in Michigan; in 1947, he was married during one of his visits to his family in Chihuahua; he went on to work across the United States, however, he worked primarily in beet fields; he eventually became a supervisor in one of those fields; he worked as a bracero for a total of fifteen years.
Summary of Interview: By the time Mr. Chacón became a bracero in 1946, thousands of people from the south of México had arrived in Chihuahua, Chihuahua, to begin the hiring process; from Chihuahua, people were sent to Fort Bliss in El Paso, Texas; the ranchers came to Fort Bliss to take as many braceros as they needed for work; he recalls that as a direct consequence of World War II, people in the United States suffered from food shortages and other such difficulties; he also remembers that although he never personally suffered from racist aggressions or discrimination, groups like the Ku Klux Klan killed many braceros.
Summary of Interview: By the time Mr. Chacón became a bracero in 1946, thousands of people from the south of México had arrived in Chihuahua, Chihuahua, to begin the hiring process; from Chihuahua, people were sent to Fort Bliss in El Paso, Texas; the ranchers came to Fort Bliss to take as many braceros as they needed for work; he recalls that as a direct consequence of World War II, people in the United States suffered from food shortages and other such difficulties; he also remembers that although he never personally suffered from racist aggressions or discrimination, groups like the Ku Klux Klan killed many braceros.
Creator
Parra-Mantilla, Myrna
Chacón Delgado, Bárbaro
Date
2003-12-22
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Bárbaro Chacón Delgado
creator (Spanish)
Chacón Delgado, Bárbaro
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Interviewer
Parra-Mantilla Myrna
Interviewee
Chacón Delgado, Bárbaro
Location
Chihuahua, Chihuahua, México
Transcription
Nombre del entrevistado: Aurelio Delgado Moreno
Fecha de la entrevista: 10 de mayo de 2003
Nombre del entrevistador: Myrna Parra Mantilla
El dÃa de hoy es 10 de mayo de 2003, en la ciudad de Cuauhtémoc, Chihuahua, entrevistando al señor Aurelio Delgado, para la Universidad de Texas en El Paso, el Departamento de Historia Oral, Myrna Parra Mantilla.
MP: Buenos dÃas señor Delgado.
AD: Buenos dÃas.
MP: Para empezar la entrevista, quisiera que me dijera, ¿dónde y cuándo nació?
AD: En Nieves, Durango.
MP: ¿En qué año?
AD: Mil novecientos veinticuatro.
MP: Y allá en Durango, cuénteme acerca de su familia cuando usted estaba pequeño.
AD: Pues es…
(entrevista interrumpida)
MP: SÃ, ¿me decÃa?
SD: Trabajaba con mi papá en la labor, agricultor.
MP: ¿A qué edad trabajaba con su papá?
SD: Como a los diez años. Y luego de ahà me fui a la carretera, tenÃa como unos quince años o veinte años más o menos y trabajé mucho tiempo en la carretera esa Panamericana que sale de Juárez rumbo a México, que se llama la 45. Y me vine desde Durango, la entré aquà al estado de Chihuahua, me separé, me fui al rancho a sembrar a trabajar con mi jefe, después volvà otra vez a la carretera. Entramos aquà a Chihuahua, llegamos a Camargo en 1950 y ya aquà en Camargo me controlé con otras carreteras, ya no fue ésa y hasta la fecha, me jubilaron. Ya me quedé aquà en Cuauhtémoc, me cambiaron aquà a Cuauhtémoc, ya me quedé aquÃ, ya me asenté aquà y aquà jue mi jubilización [jubilación].
MP: Y allá en Durango, ¿cuántos hermanos tuvo o tiene?
AD: Pues mire, este, fueron cuatro hermanos y unas hermanitas que tuve también pero no las conocà que murieron antes de que yo naciera, ellas murieron. Y aquà por ejemplo tenÃa el último hermano que me quedaba, hace poco murió, unos tres años murió. Y, pero ése no fue para el otro lado, no pasó nunca para el otro lado, se mantuvo aquà trabajando.
MP: Cuénteme del Programa Bracero, ¿cómo se dio cuenta del programa, dónde andaba?
AD: Yo estaba aquà en Cuauhté[moc], en Camargo estaba, cuando, ya trabajaba yo en Caminos [Caminos y Puentes Federales], cuando me di cuenta de que estaban entrando de braceros mexicanos a Estados Unidos. Entonces no recuerdo bien si fue en el [19]53 o por ahà fue, no me acuerdo bien. Y fue el contrato por tres meses, fueron los que duré allá al otro lado nomás. Ya me regresé, me vine y ya nunca volvà a entrar a Estados Unidos, no he entrado para nada, pero sà me fue bien.
MP: ¿S�
AD: Me trataron bien.
MP: Estaba en Cuahté[moc], en Camargo, ¿verdad? Y, ¿en dónde usted se contrató?
AD: En Chihuahua.
MP: ¿En Chihuahua?
AD: En Chihuahua.
MP: Y ahà cuando llegó, ¿cuánto tiempo pasó para que lo contrataran, porque…?
AD: Pues fÃjese que llegamos como ahora en la madrugada y pasaron lista y nos contrataron en seguida. O sea que nos fuimos al [El] Paso, ¿serÃa?, yo creo al [El] Paso ha de haber sido, donde hay un espacio bien grande donde se concentran todos los braceros y luego ya de ahà viene el patrón que lo necesita y ya se va uno con él o espera otro que llegue. Porque ahà se informa uno que estado va, el que conoce dice: “No, para ese estado no me gustaâ€. Y asà es. Yo no conocÃa, pos ahà andaba con alguien de ahÃ: “¿Tú para dónde vas?â€. “Pos a, dicen que es aquà a Pecos, que a Texas, que a Colorado. Que quién sabe qué tantoâ€. Y ya me les pegaba yo. Fue como me fui yo a Pecos, Texas. Y allá pos no, luego luego ya desde acá ya nos llevaba el patrón a su rancho de él. Nomás que no recuerdo el nombre de él, ni el nombre del rancho, pero sà está cerquitas de Pecos.
MP: Y su familia, ¿qué le dijo cuando se fue de bracero?
AD: No, muy contentos aceptaron la ida, dijo: “Vete, a ver qué suerte te toca por alláâ€. No, me tocó buena suerte y yo pensaba quedarme en Estados Unidos pero, hasta le dije al americano, le dije: “Sabe que yo quiero, pues quedarme aquÃ, acabándose mi contrato yo quiero quedarme aquÃâ€. Y me dijo: “Pos sà te acepto. Si quieres quedarte aquà con nosotros, yo te arregloâ€. “SÃâ€, le dije, “yo me quiero quedarâ€. Y al tiempo de que se venció el contrato y todo, pues ya no me pude quedar porque no aceptó quedarse a nadien, todos pa fuera. Pero por lo pronto sà me aceptó, que él sà querÃa que me quedara y yo acepté, dije: “Pos ando sobre el trabajo, y ya si aquà me aseguran trabajo, yo aquà me quedoâ€. Y sà me aseguró trabajo, me aseguró que me quedaba yo ahÃ, pero ya al último la salida: “Ya no, no quiero a nadie, todos pa Méxicoâ€.
MP: Y, ¿por qué serÃa esa decisión?
AD: “Porque, porque ya no tengo trabajo y se me acabó el trabajoâ€. Entonces pues vámonos pa México, nos venimos. Ya no volvà yo a Estados Unidos. Pos no tocó la suerte, yo creo si no, a la mejor hasta me hubiera ido. Pero ya, me acimentié aquì¬ en Cuauht[émoc], en Camargo y este, el trabajo pues era estable, seguro, no tenÃa… Si yo lo dejé porque dije: “No pues yo querÃa ir a Estados Unidosâ€. Por eso. Regresando de allá entre otra vez a mi trabajo. Pero aún asà yo dije:
“Si me dejan allá, que me quede allá, yo me quedoâ€. ¡Uh!, allá me hubiera quedado todavÃa, no me hubiera venido ya para acá, tenÃa muchas ganas de quedarme allá.
MP: ¿S� Y, ¿por qué no le buscó con otro ranchero?
AD: No, pues ya no, ya me dediqué nomás a mi trabajo, ya no salà pa ninguna parte. Y luego ya empezó a crecer la familia y pos ya menos salÃ.
MP: Cuando se fue de bracero, ¿se fue estando casado?
AD: SÃ, ya estaba casado. Ya tenÃa dos niños, tenÃa dos niños ya, sÃ.
MP: Y cuénteme, ahà en Chihuahua, ¿cuál fue el proceso para que lo contrataran?, ¿tenÃa que pasar primero con, a una oficina, traÃa papeles y luego tenÃa que ir otra oficina?
AD: SÃ, asà es. SÃ, de una oficina a otra hasta que ya, ya lo sacan pa El Paso, pa Juárez.
MP: Y, ¿qué le preguntaban? O, ¿qué papeles tenÃa que llevar?
AD: Que si conocÃa el algodón, porque para eso iba, para la pisca del algodón, iba contratado para la pisca del algodón. “Noâ€, le digo, “pues sà lo conozco, aquà he trabajado en la agricultura en, cuando se está sembrando el algodón, cuando se esta levantando el algodón y todo esoâ€. Me preguntaban: “¿Cuántos kilos piscas?â€. Ya más o menos le dije, pos lo empezaba yo apenas a conocer el algodón, ¿verdad? No estaba muy experto, pero sÃ, pos desde que nacà yo fui un hombre de trabajo, desde chiquillo, asà que yo le conozco muchos trabajos y sobre todo, me gusta presentar el trabajo. Y que: “Se trata de estoâ€. Que: “Oiga, pero que, no lo sé hacer, pero pos me voy a enseñarâ€. Entonces por eso también ciertas personas como que le acabo yo de decir, pues no, es muy difÃcil que le falte el trabajo. Porque usted trabaja, es bien mandado, se porta bien, es honrado, pues no tienen nomás que estimarlo. Y el trabajo no se lo quitan nunca, ¿por qué? Porque desempeña el trabajo. Por ejemplo, si yo trabajaba en Caminos, si andaba en las brigadas, pos lo que me ordenaba el ingeniero o el que me mandaba a mÃ: “Haz estoâ€. “Ah, óraleâ€. Que no sé hacerlo, me explican más o menos cómo, y a darle. El mismo trabajo le va diciendo a usted cómo se hace, ya cuando está usted sobre el trabajo le va diciendo cómo se hace. Por lo pronto pos a lo mejor no le da muy bien, pero enseguida ya le va hallando, sÃ. Yo por ejemplo no he sido tapicero, todos estos asientos yo los hago, yo los hice. Tapizaba las casas aquà alrededor, todo esto igualmente, me estiman todo el, aquà los vecinos porque les hago trabajos y, pos barato, ¿verdad? Pero se los hago y como los quieran. Y no sé hacerlo, no es mi trabajo ese. Yo mi trabajo era andar con mi papá pos cuando estaba chico pos sobre el arado, sobre la agricultura no más. Ya me fui a la carretera y fui aprendiendo trabajos, de todos. Entré aquà a Camargo, a Chihuahua y ya iba yo con cargo, fui Inspector de Materiales y ya me fui anivelando. Pos no subà mucho porque me faltó escuela a mÃ, yo no tuve escuela. Mis padres andaban de un rancho a otro, entramos, salimos de las Nieves, Durango aquà al estado de Chihuahua, y aquà en, como quien dice me crié en Parral, Santa Bárbara del Oro. Regresamos otra vez a las Nieves y ya me fui a las carreteras allá.
MP: Le hicieron algún tipo de examen fÃsico ahà en Chihuahua, ¿en El Trocadero? ¿Lo examinaron fÃsicamente algunos doctores?
AD: SÃ, sÃ, sÃ, de todo.
MP: ¿Cómo fue los exámenes, quién se los hizo?
AD: Pues unas enfermeras están ahà al pendiente. Va pasando de uno por uno y lo van checando de todo a todo. Lo revisan de que no vaya enfermo, de que no lleve alguna enfermedad. Y luego ya llega uno al [El] Paso, ahà está una, unas oficinas y está una barra y se forma uno derecho a donde esta el americano. Y entonces, a una distancia como unos cinco o más metros de retirado, lo llama el americano. Se va uno hasta donde está él y si tiene él alguna duda de lo que está haciendo, lo regresa otra vez a la parte donde estaba. Y luego ya de ahà lo vuelve a capiar y ése es un examen para él, que él le está haciendo. Ahà le va a decir a asté: “Vete pa este lado o vete pa este ladoâ€. El que le dice vete pa este lado, pues ése ya viene pa México otra vez, no dio la medida. Nomás con en el modo de caminar y el otro, sà va pa dentro, sÃ.
MP: ¿Por qué nada más en el modo de caminar?
AD: Si lo ve, si por ejemplo, yo llegué a ver ahà personas que ya ve cómo decimos acá en México cuando hay algún trabajo, que le dice: “Bueno y, ¿sabe usted hacer este trabajo?â€. “¡Bah!, me canso!â€. Y con esa palabra que dé, ya no lo quieren.
MP: ¿Por qué?
AD: Porque ellos agarran otra onda y uno dice: “Me cansoâ€. Quiere decir que sà la hago. Y ellos no la hace porque, qué está haciendo aquÃ. (risas) Asà en esa forma lo sacan a uno fácil. Y yo no, pos no me dediqué a hablar nada, ni: “¿Sabes piscar?â€. “Sà séâ€. “¿Sabes hacer?â€. “SÃ, cómo noâ€. Y, ya le digo en el modo de caminar yo noté que ellos examinan muy bien cómo camina uno. Y dicen: “Éste conviene y éste no convieneâ€. Y luego le revisan las manos a ver si están muy finitas o a ver qué es lo que hace.
MP: ¿Por qué, oiga?
AD: Pos si están muy finitas quiere decir que no, no es de ese trabajo. No, no es para esos trabajos, será para la oficina o será para otros trabajos, pero para eso no. Eso creen ellos, ¿verdad? Y a lo mejor no están equivocados. No, pos uno agarra toda las cosas, trae hasta las manos agrietudas y gruesas y todas espantosas. Entonces, pues ahà ese examen, sale bien. Ahora le checan los pulmones, a ver cómo anda. Todo le checan, y lo pasan, claro porque dio todos los requisitos que ellos quieren, por eso lo pasan, sÃ.
MP: Y ahà cuando fue aceptado en Chihuahua, digamos.
AD: SÃ.
MP: Los mandaron a El Paso.
AD: SÃ.
MP: ¿En qué se fueron, en qué los mandaron?
AD: Ya para que de, ahà que nos escogieran para si Ãbanos, nos quedábanos o no nos quedábanos. Ya el americano era el que iba a decir: “Es pa este lado, que pase pa Estados Unidos y el otro no, que se regreseâ€. Y ya estando allá en el corralón, no sé cómo le nombran a ese corralón, ya están…
MP: ¿RÃo Vista?
AD: Creo sÃ. Ya estando todos juntos ahÃ, pues ya se va uno con el patrón que le toque o que uno escoja más bien. Porque van muchos patrones: “Yo necesito tantosâ€. Y otros les piden allá a los encargados: “Yo necesito tantos bracerosâ€. Y entonces ya anuncian por medio de micrófono los que quieran ir a tal parte, que se presenten en tal parte. Y ya usted se va para ese lado o se va para el que le conviene. Y los que conocen pues sà ya más o menos van, dicen: “Yo elijo tal parte porque conozcoâ€. Y el que no conoce pues ahà anda nomás a ver para donde se va.
MP: Y ahà durante todo el proceso desde Chihuahua hasta allá El Paso.
(entrevista interrumpida)
MP: SÃ, le iba a preguntar que si en todo este proceso de la contratación desde Chihuahua, hasta El Paso, con los exámenes médicos y, por parte del Gobierno Americano, ¿tuvieron algún intérprete? O ustedes, ¿cómo sabÃan si se iban bien o no?
AD: Este, no, nada más ahà donde nos contrataban: “Pos usted va, súbase a ese tráilerâ€. O traila, quién sabe cómo le llaman, nombran. “Ése va pa tal parte, súbase si quiere ir para allá, súbaseâ€. Y ya lo bajan allá al rancho pa donde se lo llevan.
MP: Pero, ¿nadie les explicaba?
AD: Y ya el mayordomo que está ahà ya, ése sà es interprete de uno. Le ordena las cosas cómo tiene uno que hacer, sÃ.
(entrevista interrumpida)
MP: Entonces ustedes más bien, ya estando en el rancho se dirigÃan con el mayordomo, ¿no tanto con el ranchero?
AD: No, el ranchero es más, o sea, ¿el patrón dice usted?
MP: SÃ.
AD: No, el patrón vive en Pecos. Ése va a dar vueltas nomás, pero el encargado, el mayordomo es el que hace todo. Claro, en combinación con él, yo creo le pide ciertos datos. O si por ejemplo algún trabajador no da la medida o es un rebelde o es mañoso, o es esto, él lo reporta y el mismo americano viene y le dice: “Tú vas pa Méxicoâ€. Le liquida lo que tiene que hacer y lo manda. Usted necesita mandar dinero para acá, va con el mayordomo y el mayordomo lo orienta de todo a todo. Y el americano le da el dinero, o se lo pide uno prestado o como sea. El caso es que se hace el trabajo bien.
MP: Y, ahà en RÃo Vista, ¿cuánto tiempo pasó, cuánto tiempo estuvo ahà usted?
AD: Pos se me hace que estuve dos dÃas.
MP: ¿Dos dÃas?
AD: Ey.
MP: Y, ¿ahà le daban de comer?
AD: SÃ, ahà le dan de comer. Lo hacen fila y ahà están las personas sirviéndole comida, ey. No, sà lo atienden bien.
MP: Y, ¿cómo era la comida ahÃ?, ¿cómo era el trato que recibÃan de las personas que estaban trabajado ahÃ?
AD: Pues mire, este, en un plato va una comida, en otra va otra, en otro va otra. Le sirven como tres platos, los mismos que se lleva uno al lugar donde va a comer, donde los quiere comer. Para no estar haciendo bola ahÃ, uno se retira de ahà ya comer.
MP: Pero la gente en general, toda la que estaba trabajando ahà en RÃo Vista, ¿cómo se portaban con ustedes?
AD: Muy bien todos. Y gente que uno nunca ha visto, que nunca se conoce, todo muy bien. Si usted le hace una pregunta a alguien que no conozca usted, le dicen, lo que ellos conocen, lo que ellos saben le dicen. No, no se portan mal, al menos en ese tiempo que yo estuve, todo a mà me salió bien, compañeros y todo. Yo no llevaba compañero de aquÃ, yo iba solo. Al principio sà llevé un compañero, o sea Ãbamos dos, pero esa vez no me tocó a mà agarrar número para inscribirme y me devolvà y él sà se pasó, él ya iba ya más o menos, ya llevaba su número. Y yo iba a sacarlo y no alcancé a sacarlo y se suspendió por unos dÃas y me vine a Camargo. Me regresé otra vez, y ya encontré el número, ya me pasé. SÃ, aquà en Chihuahua hacen las filas, pos ahà no duerme la gente. Ahà se queda, porque si se sale, pos ya le va a tocar muy atrás y luego se cierra el dÃa y no alcanza y todo el tiempo se va a estar ahÃ, porque es mucha la gente. Es donde se batallaba más. Pero ya le digo yo, nada más la primera vez batallé. No, ya la otra ya me fui derecho, ya me estuve ahà hasta que me tocó. Ya nomás le toca el número, ya si no lo arriendan ahÃ, ya la hizo. Bueno, todavÃa falta que allá donde le hace el examen el americano, falta que allá lo saquen. Pero de aquà ya va contratado se puede decir, ya la decisión la va a tener ahÃ, si se queda o se va. Yo pensaba que ya contratado aquÃ, dije: “Pos ya la hiceâ€. No, ya iba yo, como que, como que iba seguro, y no, allá ya vi que no, lo pone a cierta distancia y lo llama el americano y se va uno y ya le hace preguntas ahÃ. Y luego si tiene dudas lo devuelve y hay veces que la hace y hay veces que no la hace. Pero, ése, yo noté que ése es un examen que él hace, a la simple vista, si le checa lo que él sabe, lo pasa y si no, no pasa.
MP: Y ahà en RÃo Vista, ¿habÃa algún representante del Gobierno Mexicano?
AD: Pos no sé, no supe decirle, oiga. No, no supe decirle. No, no supe si habrÃa alguno, debe yo creo que sÃ. Pues para la gente que quiera hacer alguna pregunta o quiera saber de algo, pues solamente una persona que sea del mismo paÃs, ¿verdad? Porque otra, pues yo creo no se da a entender, o, ¿quién sabe? No, no me di cuenta de eso.
MP: Cuénteme cuando llegó a Pecos, ¿qué impresión le dio?, ¿sà era como usted se imaginaba que iba a ser o se desilusionó?
AD: No, me dio mucho gusto porque yo vi la labor, bastante labor, bastante algodón, bastante trabajo y éramos la cantidad de braceros ahà como unos ochenta.
MP: ¿Tantos?
AD: SÃ. Y este, era una cuadra, una galera larga, larga, larga con catrecitos en los dos lados y calentones en los dos lados, no, muy bonito. Pues digamos, se acopla uno porque, como hay mucho gentÃo, ¿verdad? Entonces unos quieren dormir temprano, otros no quieren dormir, otros están jugando a la baraja, otros traen radio, otros… Bueno, me tocó un señor ya de edad, de compañero en el camino y allá, no recuerdo su nombre, me creo que ya no viva porque era un hombre avanzado ya, pero él vivÃa en El Paso, en Juárez. Y me dijo: “Pos, ya que nos juntamos aquÃ, mire, vamos a acoplarnos para hacer comida, para irnos a trabajar, y pa todoâ€. “SÃâ€, le dije, “cómo noâ€. Y nos pusimos a conversar ya. Salimos buenos amigos y como no podÃamos estar ahà entre la gente esa porque nos desvelábamos, entonces dijimos: “Pues vamos a decirle al americano o al encargadoâ€. Porque sà iba a veces el americano y sà entendÃa el idioma de nosotros. [Es]taba un, una casetita, asà como ahora en el patio y se la pedimos al mayordomo, yo creo fue. “SÃâ€, dijo, “si no están a gusto aquÃ, váyanse para allá. Pos [es]tá chiquito, apenas caben ustedes dos ahÃâ€. Pues nos fuimos para allá. No pues no aguantamos el frÃo porque estaba, no tenÃamos calentón allá. “No, pues vámonos otra vez pa donde estábanosâ€. Nos regresamos. Pues apenas nos salimos de allá cuando llegó en la tarde un tractorista y acabó con el puestecito, con el jacal que estaba ahÃ. (risas) Apenas nos salimos cuando lo desbarató, pos le fallarÃan los frenos o no sé qué pasarÃa, el caso es que se lo atropelló con el tractor. Pos no sé qué pasarÃa con el muchacho ése, lo tendrÃa que pagar o lo correrÃan, no sé. Entonces ya nos regresamos otra vez, acá a donde estábanos. No pos, pos sà la pasábanos a gusto. Él, lo único que tenÃa era que él podÃa amanecer contándole a usted una historia. Un cuento, vamos a suponer lo empezaba ahorita y juntaba tres, cuatro de los que estaban ahà y ahà estamos oyéndolo platicar, viera qué, qué bonito platicaba el señor. Y luego le decÃa: “Pos ya es hora de dormir muchachos, hay que dormir. Apúntele ahà donde nos quedamosâ€. (risas) Y apuntaba dónde nos quedamos. Al otro dÃa, vámonos, nos juntábanos otra vez. “Pues sabes que nos quedábamos en tal parteâ€. Y mire, agarraba como si estuviera leyendo algo, bien acomodado todo ese señor. Viera qué habilidad de hombre. Y luego para piscar pues piscaba poco, pues ya era hombre grande: “Oiga y, ¿cómo le hace usted para pasar hombre? Pues si ya en esa edad dicen que ya no pasanâ€. “Pos no sé pero ellos me pasaron. Y nomás viera usted en Acapulco cuando me vea, no me va a conocer don Aurelioâ€. “¿Por qué?â€. “Porque mire, allá en Juárez está mi señora trabajando en una casa y yo estoy trabajando aquÃ. Y ya ve que yo no gasto para nada, nomás pa mal comer ahÃâ€. No, muy buen compañero. Muchos consejos me daba. “Y, cuando vayamos allá a México, nos vamos yo y mi señora, a Acapulco. Nos ponemos bien guapos con un cigarro por acá, que no sé ni fumar, pero ahà traigo el cigarro. (risas) No nos conoce. Le aseguro que no nos conoce si nos ve allá. Gasto todo lo que llevo, y ella también lo que ahorró, nos venimos otra vez acá a Juárez, y volvemos a pasar a Estados Unidos. AsÃ, asà nos la llevamos yo y mi señoraâ€. Pues es bonita la vida, porque pos juntan el dinero y van y lo gastan entre los dos donde mejor les parece. “Y quedamos limpios otra vez y vámonos otra vez a Estados Unidosâ€. SÃ, es que ya tenÃa pasando algo a Estados Unidos. Pos serÃa de mojado, serÃa contratado, pero esa vez iba contratado. Y también conocà a otro señor, nomás que no recuerdo cómo se llama. Ese señor estaba más viejito, y asà pasó. Y también le dije: “Oye, ¿pos cómo le hicieron, por dónde pasó usted?â€. “Pos donde pasó usted también pasé yoâ€. “Entonces, ¿cómo a usted no lo arrendaron?â€. “Pues no me arrendaron?â€.
MP: O sea que no les ponÃan restricción en cuanto a edad.
AD: Pos yo no sé, pos no sé. No, sÃ, pero yo no sé.
MP: O sea sà tienen que ser mayores de dieciocho, ¿no? Pero…
AD: SÃ, ahora, pos yo no sé cómo pasaba esa gente porque la edad era mucha. Ese otro que le voy a platicar era, jue maestro quién sabe cuántos años en Estados Unidos. ConocÃa el inglés y conocÃa toditito perfectamente bien, pero era un gran jugador a la baraja que no habÃa quién le ganara. Entonces se puso a jugar ahà en el campamento con el mayordomo, salieron de pleito porque nunca le pudo ganar el mayordomo y el mayordomo era su trabajo pa a agarrar el dinero de los braceros, ¿verdad? Pos el que se deja, pues. Pues este señor se puso a jugar con él, no, no la hizo y no la hizo. Entonces éste trató de echarlo pa México. Y como se pone y habla con el americano. “Que ese hombre no sirve pa piscar, que no pisca nada y está estafando a los braceros porque es un gran jugadorâ€, que esto, que lo otro, que fue y que vino, y dijo el americano por México. Y luego cuando él ya se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, le echó un inglés que apenas lo entendÃa el americano de lo doble lo que lo hablaba, se quedó el otro en ayunas. Y: “¿qué pasó aquÃ?â€. Contestó pues: “Y, ¿sabe qué, señor americano? Este señor me está corriendo de aquà porque es jugador él a la baraja y conmigo no la ha podido hacer, eso es toda la broncaâ€. La báscula y mi lista dicen los kilos que yo pisco. Conforme a mi edad, yo no le voy a decir que voy a piscar una tonelada de algodón, pero sobre mi edad yo pisco, yo trabajo todo el dÃa y claro, me sale una jugada, ¡juego! Me toca la suerte de ganar, gano. Y lo dejó, entonces se hicieron compadres, y se fueron a los ranchitos ahà alrededor, a traerse la lana porque ese hombre no perdÃa. (risas)
MP: O sea que el ranchero más bien lo contrató como su tahúr, o, ¿algo as�
AD: SÃ. (risas) Pos ya después se hizo compadre, porque no le pudo ganar. Pero se equivocó porque, y todos nos equivocamos, creÃamos que no sabÃa hablar inglés ese señor. Nomás que no lo hablaba ahÃ, pero cuando se ofreció mire, perfectamente bien. Pos sÃ, y nos dijo: “Yo fui maestro aquà en Estados Unidosâ€. Quién sabe cuántos años y quién sabe cuándo serÃa, ya tenÃa sus añitos el señor. Lo que no me explico, es cómo pasó ese señor y el otro también, por la edad.
MP: Pues yo creo que más bien porque sabÃan hablar inglés, ¿no?
AD: Pues ése sà sabÃa, el otro no. El otro no. No, que yo me de cuenta el otro no, pero ése sà me doy cuenta porque ahà lo quisieron correr. Y luego que va hablando él por qué lo quieren sacar, pues es que ya el americano dijo: “Pos, ¿cómo está este lÃo aquÃ?â€. Le creyó más a él que al otro. SÃ, luego por eso: “Me está sacando porque, pos no la hace conmigo en la barajaâ€. No, si es una historia eso de estar uno andando por allá, conoce mucho y sabe mucho. Unas cosas se le olvidan y otras pos ahà las trae, asÃ. Yo me acuerdo muy bien de ese viejito, ya le digo, agarraba la plática y podÃa amanecer. (risas) Y le decÃa: “EscrÃbale ahà donde nos quedamos porque vamos a seguirle mañanaâ€. Nomás le decÃanos y ahà va otra vez. (risas) Nos divertÃa, nomás que se llegaba la hora de dormir, pos a dormir y a trabajar otro dÃa. Yo cuando llegué allá a Estados Unidos y empecé a piscar algodón se me inflamaron las manos y luego me fui con el doctor, le digo: “Pos quién sabe qué me pasarÃaâ€. “Noâ€, dijo, “es que está paralizado los dedos, hizo ejercicios de másâ€. Pos si yo querÃa trabajar, yo querÃa piscar mucho.
MP: O sea que, ¿cuántas horas trabajaba al dÃa o cuántas libras?
AD: Hasta que se metÃa el sol, de sol a sol, ey. Pues claro, la gente no aguantábamos de sol a sol pero ya se iba yendo uno. Ya se cansaba, se iba yendo uno. Y este, no, y luego habÃa dos piscadores, nos juntábamos dos bandas en una tierra ahÃ. Se pusieron a platicar los mayordomos, dijo uno de ellos: “Yo traigo aquà uno muy bueno pa piscarâ€. “Pos yo traigo otroâ€, dijo el de nosotros, “yo traigo otroâ€. “Pues vamos haciendo una apuestita. Vamos haciéndola, el que pisque más kilos y el que pisque mejor en tanto en la mata, como al vaciar que vaya limpio el algodón, que no eche basuraâ€. Todos eso iba a haber expertos ahà en la jugada. Y que si habÃa dinero, yo creo que traÃa $5 dólares y los metà luego luego porque yo conocÃa a mi jugador, mi piscador. Era un gran hombre, de aquà de la Laguna de (ininteligible) ahà de Torreón. Un hombre chaparrito, muy joven. Ese hombre empezaba a piscar saliendo el sol y metiéndose el sol le paraba. Lo que sà no recuerdo cuántas libras piscaba, pero era una cantidad, no habÃa ahÃ, en los ochenta, creo no habÃa quién se le acercara. Y lo miraba usted que no caminaba casi, no caminaba, muy poquito. HabÃa otros que se ponÃan rodilleras y avanzaban y luego hasta daban una vuelta arriba de él y en las pesadas no le llegaban a nada, pues es que iba piscando bien. Y luego nos decÃa el mayordomo: “Mire, va a vaciar fulano, vengan pa que lo veanâ€. Haga de cuenta una sábana, bien limpiecito y la mata bien piscada. Nada que tiene de estas barbas ahÃ, nada. Entonces tábanos nosotros seguros que el jugador de nosotros iba a ganar, pero si listo. Y en la forma que no se hizo la jugada jue en que, ya se juntaron los dos mayordomos: “Tu hecha la jugada, nomás que las condiciones son éstasâ€, dijo el otro, dijo, “mi jugador, dice que, que en cinco horasâ€. Y este de nosotros, le dijo al mayordomo: “Que sea de sol a sol y el que perdió, perdió. Más, menos horas no puedo asegurar yo nada, me puede ganar, pero de sol a sol dudo que me ganeâ€. Pos habÃa muchas apuestas y nomás por eso, no se acoplaron, porque uno cinco horas y el otro de sol a sol. Digo, pero que si estaban pesados yo creo los dos, el otro ha de haber sido muy rápido, yo creo, pero en cinco horas nomás, ya más ya no, y éste otro de sol a sol. No quiso el otro. Pos a mà se me hace que a la mejor le hubiera ganado el de nosotros porque piscaba muy bonito, muy bien la mata y muy bien el algodón, lo dejaba bien, bien limpio. No, nosotros todavÃa le echábamos cosas asÃ, pos se le van a uno ahà aunque no quiera uno. No, la cosa lo que piscábanos y luego yo menos, porque yo duré mucho pa componerme de las manos. Me decÃa el doctor: “Usted va a tener que entrar a las diez de la mañana y salir a la hora que ya quiera usted salir, pero no haga mucho movimiento, y que ya haiga caÃdo el rocÃo pa que no se mojen las manosâ€. Y aún asà me fue bien.
MP: ¿S�
AD: SÃ, yo me ponÃa a piscar y sà sacaba. Y luego pos para comer, pos yo y el viejito Ãbamos a Pecos y comprábanos provisiones y entre los dos comÃ[amos] hacÃanos comida, no, muy bien. Me fue muy bien a mÃ.
MP: Qué bueno. Y del dinero ese que ganaba, ¿le mandaba algo a su familia?
AD: Le mandé ya para venirme, casi como quien dice, le mandé $20 dólares. Dije: “Después ya voy para allá, nomás pa que me esperenâ€. Y resulta que me vine, traÃa yo mi talón donde mandé el dinero y todavÃa no llegaba a mi casa. Entonces informé con el correo y no, este, no habÃa llegado y estaban por hacérmelo boruca. Nomás que le dije yo al del correo, le dije: “Yo soy el que puse el dinero allá, ya estoy aquÃâ€. Y al pasar ahà le dice el cónsul americano a uno, le dice: “¿Cómo le jue de Estados Unidos?, ¿qué quejas trae, que cómo lo trataron?â€. Le dije: “El problema que traigo es esteâ€. Habló a las oficinas, dijo: “El dinero está en México, tu dinero está en México y si por alguna causa no te ha llegado, me hablasâ€. Con eso, el del correo no le quedó nomás decirme: “Venga dentro ocho dÃas a ver qué hayâ€. Y ahà estaba. Yo aseguro que aquà en México, pos hay gente de toda, ¿verdad? Pero ese dinero yo ya no lo iba a conseguir, porque me dice: “Pos ve reclámalo a Estados Unidosâ€. “¿Cómo entro a Estados Unidos? No puedo entrarâ€. Pero como el americano le dice a uno: “Oye, ¿qué quejas traes?â€. Ése se encarga de eso, ¿verdad? Pero nomás no hubiera oÃdo eso, y que yo no me hubiera dado cuenta de todo eso, pos no, pos, ¿cómo voy a entrar a Estados Unidos? No puedo entrar, pos ya se perdió. Éstos no me lo entregan, no me lo entregan, pos ya se perdió. Pero con eso salió luego luego. SÃ, sà está muy bien todo Estados Unidos. Controla muy bien todo, hace muy buenos trabajos, lo ayuda a uno, nomás que uno a veces pos se sale porque pos no es hombre que agradezca, pero el hombre que agradece, la persona que agradece, este, la pasa bien. No hay otra cosa que se mejore uno en Estados Unidos. Yo tengo dos hijos en Estados Unidos, uno de ellos es residente, pos el otro yo creo también, porque el otro es un muchacho que se jue, pos hace como veinte años.
MP: Ah, ¿s�
AD: Los mismos que no lo veo. Que hay veces que no sé si vive o muere. Entonces cuando murió su mamá, pos, ¿a dónde le hablaba? Se llegó este dÃa y me habló, y me habló y como tenÃa muchos años que, como unos diez años o más que no me hablaba. Y luego que me va hablando: “Noâ€, dije, “pos este, éste no es Félixâ€. Asà se llama, la voz no es. Y, ¿cómo le hago pa saber si es Félix o quién es? Le dije: “Le tengo puesto un apodoâ€. Le dije: “DÃgame su apodo porque para mÃ, usted no es Félixâ€. “¡Soy Félix!, y le voy a decir el apodoâ€. Me dijo el apodo. No, dije pos sà es. Le digo El Sargento, porque una vez estaban ahà y creÃan que no estaba yo y andaban ahà luchando él y otro hermano. Y que entro yo: “¡Parecen soldados, parecen esto!â€, los regañé ahÃ. Y no, pos no, no me dijeron nada y él le di, se le quedó eso, El Sargento le digo. Y pos no tengo razón de él, ya tengo rato desde esa vez que le digo que me habló. Nomás le dije: “Su mamá ya no existe, ya se murióâ€. Se trabó él y yo también. “Después hablamosâ€. De eso jamás. Se fue muy chico pa Estados Unidos, ya ha de estar viejo. Se fue como de unos veinte años y veinte que tiene, cuarenta, quién sabe cómo será él ahora. Y éste otro no, éste sà pasó a Estados Unidos y como sabe poquito inglés y luego conoce algunos trabajos, éste se fue derechito con un patrón que no sé en qué parte fue. Lo quiso mucho el patrón y le arregló todos sus papeles y está trabajando muy a gusto. Ya vino por su familia, ya están allá, nomás que se cambió de domicilio y no sé ahora a dónde para. Hasta que no nos hable él dónde está y que cómo está la onda. Pero ese sà se comunica. No, el otro no se comunica, quién sabe.
MP: Esperemos que esté bien, ¿verdad?
AD: Esperemos que esté bien, yo digo que sÃ, quién sabe. Una vez sà lo hizo perdido ya. A los diez años, quince años le dije a mi señora: “OlvÃdate de estoâ€. Porque una persona, pos digo, a fuerza una carta o habla, o algún amigo lo ve por allá y viene nos dice, nadie. ¿A dónde andará? Pues quién sabe. Allá cuando habló que nos dimos cuenta pos que andaba en una compañÃa que están ahorita aquà y luego allá y luego quién sabe dónde. No, quién sabe dónde estará. Y asà quedó; si no habla él, pos no sabemos. Espero a ver si habla en estos dÃas para ver dónde está y que a ver qué número esta vez, para ver si se ofrece hablarle. No crea, pos es que la familia asà anda, todo descontrolado. No se anivela uno nada. Todo se le hace uno fácil y ahà se pasa el tiempo.
MP: SÃ, asà es. Bueno, regresando un poquito a los braceros, cuénteme, por ejemplo en los dÃas festivos, Navidad, 15 de septiembre, ¿cómo lo celebraban allá?
AD: No, nosotros no celebramos. Nosotros a puro trabaje y trabaje. Yo no supe que si serÃan desfiles, habrÃan desfiles en Pecos o no habÃa.
MP: Ah, es que en realidad estuvo muy poco tiempo, ¿verdad?
AD: Pos sÃ. Y luego en esos, en esos tiempos pos no nomás ahà en el monte, en el rancho, no salÃamos de ahÃ. Nomás sà cada ocho dÃas a veces Ãbanos a comprar algo a Pecos, nos regresábanos luego, ey.
MP: Y ahà en Pecos, ¿ustedes nunca tuvieron problemas en cuanto a que no les quisieran vender algo que ustedes necesitaran, no sé, carne, azúcar o algo?
AD: No, todo muy bien, todo. HabÃa veces que iban asà gentes a vendernos ahÃ, pos yo creo eran americanos, carne y asà cosas. Pos unos compraban ahà y otros no. Otros iban a Pecos y traÃban. Nosotros siempre Ãbanos a Pecos y traÃbanos pa toda la semana, yo y el viejito, ey.
MP: Y cuando iban ahà a Pecos a comprar su comida, ¿no aprovechaban, no sé, para ir tomarse una cerveza, al cine o algo, algo de distracciones?
AD: No, nada. Yo y el señor ese, nada. Y él como sà ya tenÃa mucho visto Estados Unidos, decÃa: “Aquà hay que irnos derechitos. ¿Quiere usted buscar o quiere salirse un poco? En México, aquà noâ€. Y Ãbanos pasando por una calle y estaba un carro patrullero frente a una licorerÃa y salÃan dos braceros con su botellas. “Ey, vengan pa acá, súbanse al carro, van pa arribaâ€. Y después nos platicaba acá: “Pero si trae ahà chico anuncio y no lo vimos. Hombre, pos no lo vimosâ€. (ininteligible) Pos es que quieren hacer cosas que no se puede. O sea que esa gente no está muy de acuerdo en su trabajo que trae. Pos cómo va a andarse emborrachando, cómo andarse en los bailes, cómo anda no, ¿pa qué?, ¿qué va a sacar de ahÃ? Pos va nomás a gastar su dinero y a la mejor hasta la muerte, porque habÃa muchas muertes asÃ.
MP: Ah, ¿sà le tocó alguna experiencia de esas allá?
AD: Me platicaban, me platicaban los demás. Y todavÃa estoy aquà y me platican los que van por allá. Tuve un amigo aquà que se jue a Estados Unidos, casi siempre andaba allá con, digamos pasaba con pasaporte yo creo, no sé cómo le harÃa. Y trabajaba allá y se venÃa. Y luego una de las veces se metieron creo a una cantina o un baile quién sabe qué era y ahà lo mató otro, pero por equivocación. Se acabó mi amigo, ya no lo volvà a ver. Por eso le digo, ¿qué anda haciendo? Aquà hay cantinas que no se puede entrar, pos allá que no conoce uno, ¿a dónde se va a meter? ¡Pos no saben a dónde se va meter! Entonces no, no, a mà me daba muchos consejos el viejito, me sirvió a mà mucho, mucho me sirvió.
MP: Qué bueno.
AD: Siempre andábanos juntos ahà mismo en el campamento: “No se junte con ese, no se junte con aquél, no se junte con nadie, nomás nosotros. Y a usted le confÃo mucho porque luego usted es buena gente. Yo traigo mi dinero aquÃ, no crea que lo mando, no lo mando. Yo lo junto aquÃ, se lo digo nomás a ustedâ€. Y se ofrecÃa: “No, pues lo estoy mandando, lo estoy mandando, lo estoy mandandoâ€. Pues yo también guardaba, pero ya le digo yo mandé $20 dólares nomás, lo demás yo lo guardaba también. Dije: “Cuando me venga pos acá lo cambio. Y pos por desconfianza, ahà habÃa muchos. Mira, habÃa uno que jugaba de ese, rifas y nomás un amigo de él se sacaba la prenda. Y hacÃa del bote asÃ: “No quedo nadaâ€. Y ahà estaba pegado el número del señor, al último lo vaciaba. “A ver, ¡tú saca el número!â€. Y lo sacaba. Ah, pues era el del señor, amigo de él. Hasta que le agarramos la movida. No, ni pa qué estarle entrando a esa rifa. No, nos, a nadie de todos, ¿por qué no le toca aquél o aquél? No, ha de ser ese señor, solos se descubrieron. Pos ya no. No, ahà habÃa muchas trampas, pos iba mucha gente de todos lados. Le digo éramos como ochenta, éramos muchos en ese rancho.
MP: Y, ¿cuáles eran los que más hacÃan problemas?, ¿los de Zacatecas, del Sur?
AD: Ah, ¿de qué estados eran? Pos no, no le sé decir, fÃjese, qué estado serÃa.
MP: Pero sà se identificaban, ¿no?, cuáles eran de qué estado.
AD: SÃ, habÃa de muchas partes, de muchas partes de aquà de México habÃa ahÃ. De muchos lados. No, quién sabe, asà que yo dijera: “Éste es de alláâ€, no. Pero sÃ, andan muchos revueltos y como yo casi no platicaba con nadie ahÃ, nomás con el viejito y dos, tres que se arrimaban ahà a oÃr el cuento que contaba, nomás. Pero hacer asà amistad con otros, no.
MP: Nunca.
AD: Y él mismo me decÃa: “No, no, no trai caso. Aquà nosotros, mira, porque lo que usted diga, allá lo van a saber todos y lo que digan de allá también lo van a saber todos y asà no, aquà nomás nosotrosâ€. “O lo van a empezar a invitar pa allá, usted está joven, y: «Véngase pa acá, miren, vamos allá»â€. Como ese muchacho que le digo que era muy bueno para piscar, cuando se vino no traiba dinero porque se iba en los carros de sitio y andaba todo el pueblo cada ocho dÃas y ganaba mucho dinero. No sé por qué tendrÃa esa debilidad de gastar su dinero allá. Cuando nos venimos no traiba dinero, ya lo habÃa gastado todo. Pero en ochenta, fÃjese bien, no habÃa uno que le ganara, que se le pegara, no habÃa. Y digo yo, si hubiera habido uno que dijera: “Yo le compito en kilos, en libras, puedo aceptarloâ€. Pero al vaciar su algodón y al revisarle la mata, ahà no la va a hacer porque ese hombre llevaba todo, bien piscado en la mata y no iba sucio el algodón y cantidad de libras que piscaba. Y ése no se andaba parando. No, uno se para a fumar o se para a ver el mundo, porque se cansa la cintura, ahà es donde él va ganando.
MP: Pues sÃ.
AD: No, no se paraba pa nada. Era asà medio colorado, él salÃa casi la lumbre, se miraba muy rojo ya en la tarde, pero muy bueno pa piscar. Y nunca se enfermó, nunca le pasó nada y vaya que se desvelaba, se emborrachaba, pos si amanecÃa hasta allá en el bote. SÃ, se destrampaba ese hombre, tendrÃa, ¿qué? Unos veinte años, yo creo, por ahÃ, muy bueno pa piscar algodón.
MP: Oiga y ya cuando terminó su contrato que se regresó acá a México, ¿no fue difÃcil encontrar trabajo otra vez? A empezar con su vida normal acá.
AD: No, ya tenÃa yo mi trabajo. Pos si yo trabajé, trabajaba en Caminos [Caminos y Puentes Federales] y nomás llegué y ya me estaban esperando. El ingeniero me querÃa mucho, ya murió el ingeniero. Era de aquà de Chihuahua él. Jue con el primero que conseguà yo trabajo que me presenté aquà en Camargo, jue con él. Se llamaba Alfredo Rascón Viesca, cuñado del Gobernador Alfredo Chávez. Se portó muy bien el señor conmigo y es el que me subió de categorÃa y onde quiera me ponÃa. Y no, le di la medida. Me dijo: “Yo quiero que sea usted Inspector de Materialâ€. Le dije: “Yo no sé leer, no sé escribir, no sé nadaâ€. “¿Entonces cómo firma?â€. “Pos eso sà puedo poner mi nombre ahà en las tarjetas, en donde se ofrece le pongoâ€. “Con eso hay, ¿a poco no sabe la clase de material que estamos usando?, ¿de qué parte eso?, ¿en cuántos kilómetros hay que estar que tirando?, ¿cuántos viajes echa cada camión de los que traemos ahÃ? Usté anote el número del camión y le apunta asÃ, mire asà y asà cada viajeâ€. Pos ahà me tiene haciendo el trabajo.
MP: Qué bueno.
AD: Y habÃa otros que sà eran especiales, pero ninguno quiso y luego ya tenÃan derecho en el trabajo. Porque él los entrevistó, éramos como seis, andábanos en la brigada. Y se trataba de que esa persona se quedara donde se le hacÃa noche, ahà se tenÃa que quedar con, se quedaban los choferes de los dompes y los trabajadores. Pos sà eran de los ranchillos ahÃ, pos se iban pa los ranchos y en cualquier rancho nosotros nos asestÃa cualquiera de las esposas de los trabajadores. A mà me quisieron, todos esos ranchos yo entraba como a mi casa a la hora que fuera, con todos los señores. Yo les ayudé mucho a ellos y ellos también me ayudaron mucho. Porque pos se trataba de darnos la mano muy parejo y nos la dimos. Y yo al ingeniero, pos quedó muy a gusto conmigo también. Y ese hombre se enfermó, era muy tomador y luego, ya era yo vigilante ahà cuando él se enfermó y se metió a la oficina. Se fue al baño, salió del baño. Nomás taba él, y el chofer y yo. Y salió y yo me metà asà por los cuartos y lo hallo tirado, era un hombrote grandote, gordo, bocabajo, echando sangre. Fue un lunes, ese lunes estos vinieron de acá de Chihuahua a Camargo y iba muy desvelado y crudo. No sé si le harÃa mal el baño y todos se fueron a comer dijo: “Allá los alcanzo en el restaurantâ€. Y no, ya cuando lo vi ahà tirado, le dije al chofer: “Oye, quién sabe qué tiene el ingenieroâ€. No, ya nos levantamos y luego fui por un dotor. No, pos que al hospital, pos al hospital. Duró ocho dÃas, quién sabe qué se le reventó.
MP: FÃjese.
AD: Y no fue posible, lo trajeron a Chihuahua con unos médicos muy buenos. Le hicieron examen y le veÃan todo el estómago y tenÃa una parte que no se le notaba nada, lo abrieron, no, tenÃa todas las venas que tiene uno aquÃ, reventadas. Mira, no se puede hacer nada, pa tantos minutos y ya no está. Y asà jue. No, un patrón muy bueno jue conmigo, todos ellos. Tuve como unos, en treinta y cuatro años que duré aquà en el Estado trabajando, aparte de los que ya habÃa durado allá en Durango, hago el recuento como de unos veinticinco patrones que tuve, puros ingenieros. SÃ, ingenieros.
MP: Qué bueno.
AD: Todos muy bien. Y la mayorÃa de los ingenieros que jueron patrones mÃos eran de ajuera, de aquà serÃan como unos tres nomás, la mayorÃa de ajuera. De Zacatecas, de Puebla, de muchas partes, sÃ.
MP: Qué bien.
AD: Y con todos mire, la hice bien, gracias a Dios.
MP: Qué bueno, pues sà era buen trabajador usted, ¿verdad?
AD: Pos me ha gustado mucho el trabajo y habÃa muchos recortes y siempre me quedaba, por tantito y me quedaba y me quedaba, eh. Y vaya que en el trabajo hay compañeros que no, no congenian bien. Cuando caÃmos aquà a este pueblo, caÃmos en casa de un Gonzalo Mendoza que está allá por donde está la Segunda y Guerrero. Y es una casa de dos pisos, pos yo la pintaba por al revés y por al derecho, por todos lados y luego ahà mismo vivÃa el ingeniero, era de Morelia. Y no, yo hacÃa muchos trabajos. Ahà engordaba marranos, ahà que le gustaba mucho engordar un marrano pa matarlo el dÃa que ellos querÃan, invitaban a los jefes de Chihuahua y hacÃan un pachangón ahÃ. Y me dice el ingeniero: “¿A que no cree don Aurelio que aquà hay un señor que quiere su puesto?â€. “Pos sÃ, pos si la hace y usted quiere, pos déseloâ€. “No, si se lo puedo cambiar yo lo pongo a usted en un otro puesto hasta mejor que ésteâ€. Pero no, no nos arreglamos y le voy a decir quién es, ya se murió el hombre, también de edad era ya el hombre. Ya no me acuerdo cómo se llamaba este señor, era de aquà de Barraganes. Dice que él siempre ha sido de la oficina esta y que por qué estoy yo en la oficina esta, todos los ingenieros que vienen aquÃ, a él es el de ahÃ. â€Noâ€, le digo, “pos si usted quiere este puesto yo se lo doy, nomás que con esta condición: de que si hace lo que hace este señor, yo a don Aurelio lo pongo donde quiera, lo pongo y usted se queda aquÃâ€. “Noâ€, dijo, “yo no puedo hacer lo que hace el señorâ€. “Entonces no le puedo dar el puestoâ€. Porque yo ahà era mandadero, era como quien dice niñero, tenÃa que llevar dos niñas hijas del ingeniero a la escuela, desde ahà de la Guerrero hasta la Benito y luego: “Vaya traiga carne, vaya traiga estoâ€. Hacer en la casa, calentones y todo y todo, pintar la casa por dentro y por fuera y luego todavÃa criar un marrano que yo lo hice el chiquero y luego le hice el resumidero pa que no, pa estarlo bañando cada ratito y que no haiga nada, ni moscas habÃa. Y luego todavÃa de pilón salÃa de ahÃ, me iba, yo vivÃa por la Nuevo León, usted es de aquÃ, ¿verdad?
MP: No, pero ya he conocido algo aquÃ.
AD: SÃ, bueno pos agarraba por la Segunda hasta la Nuevo León, a mitad de ese tramo está un campamento que habÃa de puros…pa puros muebles, herramienta y yo tenÃa que de paso llegar ahÃ, cargar cuatro dompes que agarra de gasolina, cargarlos de gasolina que agarran como ochenta litros cada camión y llevar el control de la gasolina, el petróleo y el diésel de todo eso; y si algún camión no se acabaló de gasolina para salir a trabajar, estaba sentenciado que yo pagaba esa gasolina que necesitaba ese camión. No la pedÃa a tiempo, ahà están los resultados, asà me dijo el ingeniero. Pos todavÃa salÃa yo tardÃsimo de allá y luego ahà me entretenÃa como dos horas cargando esos camiones y luego ya llegaba a mi casa a dormir pos ya nochÃsimo. ¡Ahà viene la patrona! (risas)
MP: Oiga señor.
AD: DÃgame.
MP: Ya para terminar la entrevista.
AD: SÃ.
MP: Quisiera que me dijera qué le pareció el Programa Bracero. ¿Fue bueno, no fue tan bueno?
AD: Para mà fue bueno. SÃ, ya le digo, pos no puedo gestionar de decir que me fue mal porque me enfermé de la mano, ¿verdad? Pero no, pos eso pasa donde quiera. Pero me empecé a controlar y yo asà trabajaba, al pasito al pasito pero trabajaba. No me fue mal, Estados Unidos no me fue mal. Le digo que me querÃa quedar allá y hablé con el americano en una chancita que tuve. “Noâ€, dijo, “sÃ, sà te dejoâ€. Ya al último, pos ya no. “Todos pa Méxicoâ€. Bueno, pos ni modo.
MP: Ni hablar.
AD: Por eso fue que nos venimos, si no, allá me hubiera quedado yo. Yo le aseguro que yo me hubiera ganado al patrón que hubiera sido, aunque al mayordomo no le hubiera convenido o alguna otra persona que me hubiera hecho mala parada ahÃ, pero cuestiones del trabajo, no. Porque a mà me ha gustado siempre trabajar. Y trabajo que no conozco, le busco hasta mejorarlo lo más que puedo. Esas figuritas que usted ve ahÃ, todavÃa las hago, aquà en las casas, ¡uy!, hice muchas, ya ahorita no muy bien, porque pos ya me canso. Y luego no puedo subirme a este, a alguna parte porque me puedo caer. Digo, lo que pueda hacer aquà abajo, sà lo hago. Pos voy pa los ochenta años ya.
MP: Mire.
AD: Me faltan tres pa ochenta.
MP: Pues se ve muy joven todavÃa y con muchas energias.
AD: Setenta y ocho tengo, los voy a ajustar pal 24, pal 26 de julio los ajusto.
MP: Con el favor de Dios.
AD: Con el favor de Dios.
MP: Bueno, pues muchÃsimas gracias por su tiempo, por haber aceptado.
AD: Ãndele pos a usted y estamos a sus órdenes aquà en lo que le pueda servir Aurelio Delgado.
MP: Gracias señor.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 10 de mayo de 2003
Nombre del entrevistador: Myrna Parra Mantilla
El dÃa de hoy es 10 de mayo de 2003, en la ciudad de Cuauhtémoc, Chihuahua, entrevistando al señor Aurelio Delgado, para la Universidad de Texas en El Paso, el Departamento de Historia Oral, Myrna Parra Mantilla.
MP: Buenos dÃas señor Delgado.
AD: Buenos dÃas.
MP: Para empezar la entrevista, quisiera que me dijera, ¿dónde y cuándo nació?
AD: En Nieves, Durango.
MP: ¿En qué año?
AD: Mil novecientos veinticuatro.
MP: Y allá en Durango, cuénteme acerca de su familia cuando usted estaba pequeño.
AD: Pues es…
(entrevista interrumpida)
MP: SÃ, ¿me decÃa?
SD: Trabajaba con mi papá en la labor, agricultor.
MP: ¿A qué edad trabajaba con su papá?
SD: Como a los diez años. Y luego de ahà me fui a la carretera, tenÃa como unos quince años o veinte años más o menos y trabajé mucho tiempo en la carretera esa Panamericana que sale de Juárez rumbo a México, que se llama la 45. Y me vine desde Durango, la entré aquà al estado de Chihuahua, me separé, me fui al rancho a sembrar a trabajar con mi jefe, después volvà otra vez a la carretera. Entramos aquà a Chihuahua, llegamos a Camargo en 1950 y ya aquà en Camargo me controlé con otras carreteras, ya no fue ésa y hasta la fecha, me jubilaron. Ya me quedé aquà en Cuauhtémoc, me cambiaron aquà a Cuauhtémoc, ya me quedé aquÃ, ya me asenté aquà y aquà jue mi jubilización [jubilación].
MP: Y allá en Durango, ¿cuántos hermanos tuvo o tiene?
AD: Pues mire, este, fueron cuatro hermanos y unas hermanitas que tuve también pero no las conocà que murieron antes de que yo naciera, ellas murieron. Y aquà por ejemplo tenÃa el último hermano que me quedaba, hace poco murió, unos tres años murió. Y, pero ése no fue para el otro lado, no pasó nunca para el otro lado, se mantuvo aquà trabajando.
MP: Cuénteme del Programa Bracero, ¿cómo se dio cuenta del programa, dónde andaba?
AD: Yo estaba aquà en Cuauhté[moc], en Camargo estaba, cuando, ya trabajaba yo en Caminos [Caminos y Puentes Federales], cuando me di cuenta de que estaban entrando de braceros mexicanos a Estados Unidos. Entonces no recuerdo bien si fue en el [19]53 o por ahà fue, no me acuerdo bien. Y fue el contrato por tres meses, fueron los que duré allá al otro lado nomás. Ya me regresé, me vine y ya nunca volvà a entrar a Estados Unidos, no he entrado para nada, pero sà me fue bien.
MP: ¿S�
AD: Me trataron bien.
MP: Estaba en Cuahté[moc], en Camargo, ¿verdad? Y, ¿en dónde usted se contrató?
AD: En Chihuahua.
MP: ¿En Chihuahua?
AD: En Chihuahua.
MP: Y ahà cuando llegó, ¿cuánto tiempo pasó para que lo contrataran, porque…?
AD: Pues fÃjese que llegamos como ahora en la madrugada y pasaron lista y nos contrataron en seguida. O sea que nos fuimos al [El] Paso, ¿serÃa?, yo creo al [El] Paso ha de haber sido, donde hay un espacio bien grande donde se concentran todos los braceros y luego ya de ahà viene el patrón que lo necesita y ya se va uno con él o espera otro que llegue. Porque ahà se informa uno que estado va, el que conoce dice: “No, para ese estado no me gustaâ€. Y asà es. Yo no conocÃa, pos ahà andaba con alguien de ahÃ: “¿Tú para dónde vas?â€. “Pos a, dicen que es aquà a Pecos, que a Texas, que a Colorado. Que quién sabe qué tantoâ€. Y ya me les pegaba yo. Fue como me fui yo a Pecos, Texas. Y allá pos no, luego luego ya desde acá ya nos llevaba el patrón a su rancho de él. Nomás que no recuerdo el nombre de él, ni el nombre del rancho, pero sà está cerquitas de Pecos.
MP: Y su familia, ¿qué le dijo cuando se fue de bracero?
AD: No, muy contentos aceptaron la ida, dijo: “Vete, a ver qué suerte te toca por alláâ€. No, me tocó buena suerte y yo pensaba quedarme en Estados Unidos pero, hasta le dije al americano, le dije: “Sabe que yo quiero, pues quedarme aquÃ, acabándose mi contrato yo quiero quedarme aquÃâ€. Y me dijo: “Pos sà te acepto. Si quieres quedarte aquà con nosotros, yo te arregloâ€. “SÃâ€, le dije, “yo me quiero quedarâ€. Y al tiempo de que se venció el contrato y todo, pues ya no me pude quedar porque no aceptó quedarse a nadien, todos pa fuera. Pero por lo pronto sà me aceptó, que él sà querÃa que me quedara y yo acepté, dije: “Pos ando sobre el trabajo, y ya si aquà me aseguran trabajo, yo aquà me quedoâ€. Y sà me aseguró trabajo, me aseguró que me quedaba yo ahÃ, pero ya al último la salida: “Ya no, no quiero a nadie, todos pa Méxicoâ€.
MP: Y, ¿por qué serÃa esa decisión?
AD: “Porque, porque ya no tengo trabajo y se me acabó el trabajoâ€. Entonces pues vámonos pa México, nos venimos. Ya no volvà yo a Estados Unidos. Pos no tocó la suerte, yo creo si no, a la mejor hasta me hubiera ido. Pero ya, me acimentié aquì¬ en Cuauht[émoc], en Camargo y este, el trabajo pues era estable, seguro, no tenÃa… Si yo lo dejé porque dije: “No pues yo querÃa ir a Estados Unidosâ€. Por eso. Regresando de allá entre otra vez a mi trabajo. Pero aún asà yo dije:
“Si me dejan allá, que me quede allá, yo me quedoâ€. ¡Uh!, allá me hubiera quedado todavÃa, no me hubiera venido ya para acá, tenÃa muchas ganas de quedarme allá.
MP: ¿S� Y, ¿por qué no le buscó con otro ranchero?
AD: No, pues ya no, ya me dediqué nomás a mi trabajo, ya no salà pa ninguna parte. Y luego ya empezó a crecer la familia y pos ya menos salÃ.
MP: Cuando se fue de bracero, ¿se fue estando casado?
AD: SÃ, ya estaba casado. Ya tenÃa dos niños, tenÃa dos niños ya, sÃ.
MP: Y cuénteme, ahà en Chihuahua, ¿cuál fue el proceso para que lo contrataran?, ¿tenÃa que pasar primero con, a una oficina, traÃa papeles y luego tenÃa que ir otra oficina?
AD: SÃ, asà es. SÃ, de una oficina a otra hasta que ya, ya lo sacan pa El Paso, pa Juárez.
MP: Y, ¿qué le preguntaban? O, ¿qué papeles tenÃa que llevar?
AD: Que si conocÃa el algodón, porque para eso iba, para la pisca del algodón, iba contratado para la pisca del algodón. “Noâ€, le digo, “pues sà lo conozco, aquà he trabajado en la agricultura en, cuando se está sembrando el algodón, cuando se esta levantando el algodón y todo esoâ€. Me preguntaban: “¿Cuántos kilos piscas?â€. Ya más o menos le dije, pos lo empezaba yo apenas a conocer el algodón, ¿verdad? No estaba muy experto, pero sÃ, pos desde que nacà yo fui un hombre de trabajo, desde chiquillo, asà que yo le conozco muchos trabajos y sobre todo, me gusta presentar el trabajo. Y que: “Se trata de estoâ€. Que: “Oiga, pero que, no lo sé hacer, pero pos me voy a enseñarâ€. Entonces por eso también ciertas personas como que le acabo yo de decir, pues no, es muy difÃcil que le falte el trabajo. Porque usted trabaja, es bien mandado, se porta bien, es honrado, pues no tienen nomás que estimarlo. Y el trabajo no se lo quitan nunca, ¿por qué? Porque desempeña el trabajo. Por ejemplo, si yo trabajaba en Caminos, si andaba en las brigadas, pos lo que me ordenaba el ingeniero o el que me mandaba a mÃ: “Haz estoâ€. “Ah, óraleâ€. Que no sé hacerlo, me explican más o menos cómo, y a darle. El mismo trabajo le va diciendo a usted cómo se hace, ya cuando está usted sobre el trabajo le va diciendo cómo se hace. Por lo pronto pos a lo mejor no le da muy bien, pero enseguida ya le va hallando, sÃ. Yo por ejemplo no he sido tapicero, todos estos asientos yo los hago, yo los hice. Tapizaba las casas aquà alrededor, todo esto igualmente, me estiman todo el, aquà los vecinos porque les hago trabajos y, pos barato, ¿verdad? Pero se los hago y como los quieran. Y no sé hacerlo, no es mi trabajo ese. Yo mi trabajo era andar con mi papá pos cuando estaba chico pos sobre el arado, sobre la agricultura no más. Ya me fui a la carretera y fui aprendiendo trabajos, de todos. Entré aquà a Camargo, a Chihuahua y ya iba yo con cargo, fui Inspector de Materiales y ya me fui anivelando. Pos no subà mucho porque me faltó escuela a mÃ, yo no tuve escuela. Mis padres andaban de un rancho a otro, entramos, salimos de las Nieves, Durango aquà al estado de Chihuahua, y aquà en, como quien dice me crié en Parral, Santa Bárbara del Oro. Regresamos otra vez a las Nieves y ya me fui a las carreteras allá.
MP: Le hicieron algún tipo de examen fÃsico ahà en Chihuahua, ¿en El Trocadero? ¿Lo examinaron fÃsicamente algunos doctores?
AD: SÃ, sÃ, sÃ, de todo.
MP: ¿Cómo fue los exámenes, quién se los hizo?
AD: Pues unas enfermeras están ahà al pendiente. Va pasando de uno por uno y lo van checando de todo a todo. Lo revisan de que no vaya enfermo, de que no lleve alguna enfermedad. Y luego ya llega uno al [El] Paso, ahà está una, unas oficinas y está una barra y se forma uno derecho a donde esta el americano. Y entonces, a una distancia como unos cinco o más metros de retirado, lo llama el americano. Se va uno hasta donde está él y si tiene él alguna duda de lo que está haciendo, lo regresa otra vez a la parte donde estaba. Y luego ya de ahà lo vuelve a capiar y ése es un examen para él, que él le está haciendo. Ahà le va a decir a asté: “Vete pa este lado o vete pa este ladoâ€. El que le dice vete pa este lado, pues ése ya viene pa México otra vez, no dio la medida. Nomás con en el modo de caminar y el otro, sà va pa dentro, sÃ.
MP: ¿Por qué nada más en el modo de caminar?
AD: Si lo ve, si por ejemplo, yo llegué a ver ahà personas que ya ve cómo decimos acá en México cuando hay algún trabajo, que le dice: “Bueno y, ¿sabe usted hacer este trabajo?â€. “¡Bah!, me canso!â€. Y con esa palabra que dé, ya no lo quieren.
MP: ¿Por qué?
AD: Porque ellos agarran otra onda y uno dice: “Me cansoâ€. Quiere decir que sà la hago. Y ellos no la hace porque, qué está haciendo aquÃ. (risas) Asà en esa forma lo sacan a uno fácil. Y yo no, pos no me dediqué a hablar nada, ni: “¿Sabes piscar?â€. “Sà séâ€. “¿Sabes hacer?â€. “SÃ, cómo noâ€. Y, ya le digo en el modo de caminar yo noté que ellos examinan muy bien cómo camina uno. Y dicen: “Éste conviene y éste no convieneâ€. Y luego le revisan las manos a ver si están muy finitas o a ver qué es lo que hace.
MP: ¿Por qué, oiga?
AD: Pos si están muy finitas quiere decir que no, no es de ese trabajo. No, no es para esos trabajos, será para la oficina o será para otros trabajos, pero para eso no. Eso creen ellos, ¿verdad? Y a lo mejor no están equivocados. No, pos uno agarra toda las cosas, trae hasta las manos agrietudas y gruesas y todas espantosas. Entonces, pues ahà ese examen, sale bien. Ahora le checan los pulmones, a ver cómo anda. Todo le checan, y lo pasan, claro porque dio todos los requisitos que ellos quieren, por eso lo pasan, sÃ.
MP: Y ahà cuando fue aceptado en Chihuahua, digamos.
AD: SÃ.
MP: Los mandaron a El Paso.
AD: SÃ.
MP: ¿En qué se fueron, en qué los mandaron?
AD: Ya para que de, ahà que nos escogieran para si Ãbanos, nos quedábanos o no nos quedábanos. Ya el americano era el que iba a decir: “Es pa este lado, que pase pa Estados Unidos y el otro no, que se regreseâ€. Y ya estando allá en el corralón, no sé cómo le nombran a ese corralón, ya están…
MP: ¿RÃo Vista?
AD: Creo sÃ. Ya estando todos juntos ahÃ, pues ya se va uno con el patrón que le toque o que uno escoja más bien. Porque van muchos patrones: “Yo necesito tantosâ€. Y otros les piden allá a los encargados: “Yo necesito tantos bracerosâ€. Y entonces ya anuncian por medio de micrófono los que quieran ir a tal parte, que se presenten en tal parte. Y ya usted se va para ese lado o se va para el que le conviene. Y los que conocen pues sà ya más o menos van, dicen: “Yo elijo tal parte porque conozcoâ€. Y el que no conoce pues ahà anda nomás a ver para donde se va.
MP: Y ahà durante todo el proceso desde Chihuahua hasta allá El Paso.
(entrevista interrumpida)
MP: SÃ, le iba a preguntar que si en todo este proceso de la contratación desde Chihuahua, hasta El Paso, con los exámenes médicos y, por parte del Gobierno Americano, ¿tuvieron algún intérprete? O ustedes, ¿cómo sabÃan si se iban bien o no?
AD: Este, no, nada más ahà donde nos contrataban: “Pos usted va, súbase a ese tráilerâ€. O traila, quién sabe cómo le llaman, nombran. “Ése va pa tal parte, súbase si quiere ir para allá, súbaseâ€. Y ya lo bajan allá al rancho pa donde se lo llevan.
MP: Pero, ¿nadie les explicaba?
AD: Y ya el mayordomo que está ahà ya, ése sà es interprete de uno. Le ordena las cosas cómo tiene uno que hacer, sÃ.
(entrevista interrumpida)
MP: Entonces ustedes más bien, ya estando en el rancho se dirigÃan con el mayordomo, ¿no tanto con el ranchero?
AD: No, el ranchero es más, o sea, ¿el patrón dice usted?
MP: SÃ.
AD: No, el patrón vive en Pecos. Ése va a dar vueltas nomás, pero el encargado, el mayordomo es el que hace todo. Claro, en combinación con él, yo creo le pide ciertos datos. O si por ejemplo algún trabajador no da la medida o es un rebelde o es mañoso, o es esto, él lo reporta y el mismo americano viene y le dice: “Tú vas pa Méxicoâ€. Le liquida lo que tiene que hacer y lo manda. Usted necesita mandar dinero para acá, va con el mayordomo y el mayordomo lo orienta de todo a todo. Y el americano le da el dinero, o se lo pide uno prestado o como sea. El caso es que se hace el trabajo bien.
MP: Y, ahà en RÃo Vista, ¿cuánto tiempo pasó, cuánto tiempo estuvo ahà usted?
AD: Pos se me hace que estuve dos dÃas.
MP: ¿Dos dÃas?
AD: Ey.
MP: Y, ¿ahà le daban de comer?
AD: SÃ, ahà le dan de comer. Lo hacen fila y ahà están las personas sirviéndole comida, ey. No, sà lo atienden bien.
MP: Y, ¿cómo era la comida ahÃ?, ¿cómo era el trato que recibÃan de las personas que estaban trabajado ahÃ?
AD: Pues mire, este, en un plato va una comida, en otra va otra, en otro va otra. Le sirven como tres platos, los mismos que se lleva uno al lugar donde va a comer, donde los quiere comer. Para no estar haciendo bola ahÃ, uno se retira de ahà ya comer.
MP: Pero la gente en general, toda la que estaba trabajando ahà en RÃo Vista, ¿cómo se portaban con ustedes?
AD: Muy bien todos. Y gente que uno nunca ha visto, que nunca se conoce, todo muy bien. Si usted le hace una pregunta a alguien que no conozca usted, le dicen, lo que ellos conocen, lo que ellos saben le dicen. No, no se portan mal, al menos en ese tiempo que yo estuve, todo a mà me salió bien, compañeros y todo. Yo no llevaba compañero de aquÃ, yo iba solo. Al principio sà llevé un compañero, o sea Ãbamos dos, pero esa vez no me tocó a mà agarrar número para inscribirme y me devolvà y él sà se pasó, él ya iba ya más o menos, ya llevaba su número. Y yo iba a sacarlo y no alcancé a sacarlo y se suspendió por unos dÃas y me vine a Camargo. Me regresé otra vez, y ya encontré el número, ya me pasé. SÃ, aquà en Chihuahua hacen las filas, pos ahà no duerme la gente. Ahà se queda, porque si se sale, pos ya le va a tocar muy atrás y luego se cierra el dÃa y no alcanza y todo el tiempo se va a estar ahÃ, porque es mucha la gente. Es donde se batallaba más. Pero ya le digo yo, nada más la primera vez batallé. No, ya la otra ya me fui derecho, ya me estuve ahà hasta que me tocó. Ya nomás le toca el número, ya si no lo arriendan ahÃ, ya la hizo. Bueno, todavÃa falta que allá donde le hace el examen el americano, falta que allá lo saquen. Pero de aquà ya va contratado se puede decir, ya la decisión la va a tener ahÃ, si se queda o se va. Yo pensaba que ya contratado aquÃ, dije: “Pos ya la hiceâ€. No, ya iba yo, como que, como que iba seguro, y no, allá ya vi que no, lo pone a cierta distancia y lo llama el americano y se va uno y ya le hace preguntas ahÃ. Y luego si tiene dudas lo devuelve y hay veces que la hace y hay veces que no la hace. Pero, ése, yo noté que ése es un examen que él hace, a la simple vista, si le checa lo que él sabe, lo pasa y si no, no pasa.
MP: Y ahà en RÃo Vista, ¿habÃa algún representante del Gobierno Mexicano?
AD: Pos no sé, no supe decirle, oiga. No, no supe decirle. No, no supe si habrÃa alguno, debe yo creo que sÃ. Pues para la gente que quiera hacer alguna pregunta o quiera saber de algo, pues solamente una persona que sea del mismo paÃs, ¿verdad? Porque otra, pues yo creo no se da a entender, o, ¿quién sabe? No, no me di cuenta de eso.
MP: Cuénteme cuando llegó a Pecos, ¿qué impresión le dio?, ¿sà era como usted se imaginaba que iba a ser o se desilusionó?
AD: No, me dio mucho gusto porque yo vi la labor, bastante labor, bastante algodón, bastante trabajo y éramos la cantidad de braceros ahà como unos ochenta.
MP: ¿Tantos?
AD: SÃ. Y este, era una cuadra, una galera larga, larga, larga con catrecitos en los dos lados y calentones en los dos lados, no, muy bonito. Pues digamos, se acopla uno porque, como hay mucho gentÃo, ¿verdad? Entonces unos quieren dormir temprano, otros no quieren dormir, otros están jugando a la baraja, otros traen radio, otros… Bueno, me tocó un señor ya de edad, de compañero en el camino y allá, no recuerdo su nombre, me creo que ya no viva porque era un hombre avanzado ya, pero él vivÃa en El Paso, en Juárez. Y me dijo: “Pos, ya que nos juntamos aquÃ, mire, vamos a acoplarnos para hacer comida, para irnos a trabajar, y pa todoâ€. “SÃâ€, le dije, “cómo noâ€. Y nos pusimos a conversar ya. Salimos buenos amigos y como no podÃamos estar ahà entre la gente esa porque nos desvelábamos, entonces dijimos: “Pues vamos a decirle al americano o al encargadoâ€. Porque sà iba a veces el americano y sà entendÃa el idioma de nosotros. [Es]taba un, una casetita, asà como ahora en el patio y se la pedimos al mayordomo, yo creo fue. “SÃâ€, dijo, “si no están a gusto aquÃ, váyanse para allá. Pos [es]tá chiquito, apenas caben ustedes dos ahÃâ€. Pues nos fuimos para allá. No pues no aguantamos el frÃo porque estaba, no tenÃamos calentón allá. “No, pues vámonos otra vez pa donde estábanosâ€. Nos regresamos. Pues apenas nos salimos de allá cuando llegó en la tarde un tractorista y acabó con el puestecito, con el jacal que estaba ahÃ. (risas) Apenas nos salimos cuando lo desbarató, pos le fallarÃan los frenos o no sé qué pasarÃa, el caso es que se lo atropelló con el tractor. Pos no sé qué pasarÃa con el muchacho ése, lo tendrÃa que pagar o lo correrÃan, no sé. Entonces ya nos regresamos otra vez, acá a donde estábanos. No pos, pos sà la pasábanos a gusto. Él, lo único que tenÃa era que él podÃa amanecer contándole a usted una historia. Un cuento, vamos a suponer lo empezaba ahorita y juntaba tres, cuatro de los que estaban ahà y ahà estamos oyéndolo platicar, viera qué, qué bonito platicaba el señor. Y luego le decÃa: “Pos ya es hora de dormir muchachos, hay que dormir. Apúntele ahà donde nos quedamosâ€. (risas) Y apuntaba dónde nos quedamos. Al otro dÃa, vámonos, nos juntábanos otra vez. “Pues sabes que nos quedábamos en tal parteâ€. Y mire, agarraba como si estuviera leyendo algo, bien acomodado todo ese señor. Viera qué habilidad de hombre. Y luego para piscar pues piscaba poco, pues ya era hombre grande: “Oiga y, ¿cómo le hace usted para pasar hombre? Pues si ya en esa edad dicen que ya no pasanâ€. “Pos no sé pero ellos me pasaron. Y nomás viera usted en Acapulco cuando me vea, no me va a conocer don Aurelioâ€. “¿Por qué?â€. “Porque mire, allá en Juárez está mi señora trabajando en una casa y yo estoy trabajando aquÃ. Y ya ve que yo no gasto para nada, nomás pa mal comer ahÃâ€. No, muy buen compañero. Muchos consejos me daba. “Y, cuando vayamos allá a México, nos vamos yo y mi señora, a Acapulco. Nos ponemos bien guapos con un cigarro por acá, que no sé ni fumar, pero ahà traigo el cigarro. (risas) No nos conoce. Le aseguro que no nos conoce si nos ve allá. Gasto todo lo que llevo, y ella también lo que ahorró, nos venimos otra vez acá a Juárez, y volvemos a pasar a Estados Unidos. AsÃ, asà nos la llevamos yo y mi señoraâ€. Pues es bonita la vida, porque pos juntan el dinero y van y lo gastan entre los dos donde mejor les parece. “Y quedamos limpios otra vez y vámonos otra vez a Estados Unidosâ€. SÃ, es que ya tenÃa pasando algo a Estados Unidos. Pos serÃa de mojado, serÃa contratado, pero esa vez iba contratado. Y también conocà a otro señor, nomás que no recuerdo cómo se llama. Ese señor estaba más viejito, y asà pasó. Y también le dije: “Oye, ¿pos cómo le hicieron, por dónde pasó usted?â€. “Pos donde pasó usted también pasé yoâ€. “Entonces, ¿cómo a usted no lo arrendaron?â€. “Pues no me arrendaron?â€.
MP: O sea que no les ponÃan restricción en cuanto a edad.
AD: Pos yo no sé, pos no sé. No, sÃ, pero yo no sé.
MP: O sea sà tienen que ser mayores de dieciocho, ¿no? Pero…
AD: SÃ, ahora, pos yo no sé cómo pasaba esa gente porque la edad era mucha. Ese otro que le voy a platicar era, jue maestro quién sabe cuántos años en Estados Unidos. ConocÃa el inglés y conocÃa toditito perfectamente bien, pero era un gran jugador a la baraja que no habÃa quién le ganara. Entonces se puso a jugar ahà en el campamento con el mayordomo, salieron de pleito porque nunca le pudo ganar el mayordomo y el mayordomo era su trabajo pa a agarrar el dinero de los braceros, ¿verdad? Pos el que se deja, pues. Pues este señor se puso a jugar con él, no, no la hizo y no la hizo. Entonces éste trató de echarlo pa México. Y como se pone y habla con el americano. “Que ese hombre no sirve pa piscar, que no pisca nada y está estafando a los braceros porque es un gran jugadorâ€, que esto, que lo otro, que fue y que vino, y dijo el americano por México. Y luego cuando él ya se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, le echó un inglés que apenas lo entendÃa el americano de lo doble lo que lo hablaba, se quedó el otro en ayunas. Y: “¿qué pasó aquÃ?â€. Contestó pues: “Y, ¿sabe qué, señor americano? Este señor me está corriendo de aquà porque es jugador él a la baraja y conmigo no la ha podido hacer, eso es toda la broncaâ€. La báscula y mi lista dicen los kilos que yo pisco. Conforme a mi edad, yo no le voy a decir que voy a piscar una tonelada de algodón, pero sobre mi edad yo pisco, yo trabajo todo el dÃa y claro, me sale una jugada, ¡juego! Me toca la suerte de ganar, gano. Y lo dejó, entonces se hicieron compadres, y se fueron a los ranchitos ahà alrededor, a traerse la lana porque ese hombre no perdÃa. (risas)
MP: O sea que el ranchero más bien lo contrató como su tahúr, o, ¿algo as�
AD: SÃ. (risas) Pos ya después se hizo compadre, porque no le pudo ganar. Pero se equivocó porque, y todos nos equivocamos, creÃamos que no sabÃa hablar inglés ese señor. Nomás que no lo hablaba ahÃ, pero cuando se ofreció mire, perfectamente bien. Pos sÃ, y nos dijo: “Yo fui maestro aquà en Estados Unidosâ€. Quién sabe cuántos años y quién sabe cuándo serÃa, ya tenÃa sus añitos el señor. Lo que no me explico, es cómo pasó ese señor y el otro también, por la edad.
MP: Pues yo creo que más bien porque sabÃan hablar inglés, ¿no?
AD: Pues ése sà sabÃa, el otro no. El otro no. No, que yo me de cuenta el otro no, pero ése sà me doy cuenta porque ahà lo quisieron correr. Y luego que va hablando él por qué lo quieren sacar, pues es que ya el americano dijo: “Pos, ¿cómo está este lÃo aquÃ?â€. Le creyó más a él que al otro. SÃ, luego por eso: “Me está sacando porque, pos no la hace conmigo en la barajaâ€. No, si es una historia eso de estar uno andando por allá, conoce mucho y sabe mucho. Unas cosas se le olvidan y otras pos ahà las trae, asÃ. Yo me acuerdo muy bien de ese viejito, ya le digo, agarraba la plática y podÃa amanecer. (risas) Y le decÃa: “EscrÃbale ahà donde nos quedamos porque vamos a seguirle mañanaâ€. Nomás le decÃanos y ahà va otra vez. (risas) Nos divertÃa, nomás que se llegaba la hora de dormir, pos a dormir y a trabajar otro dÃa. Yo cuando llegué allá a Estados Unidos y empecé a piscar algodón se me inflamaron las manos y luego me fui con el doctor, le digo: “Pos quién sabe qué me pasarÃaâ€. “Noâ€, dijo, “es que está paralizado los dedos, hizo ejercicios de másâ€. Pos si yo querÃa trabajar, yo querÃa piscar mucho.
MP: O sea que, ¿cuántas horas trabajaba al dÃa o cuántas libras?
AD: Hasta que se metÃa el sol, de sol a sol, ey. Pues claro, la gente no aguantábamos de sol a sol pero ya se iba yendo uno. Ya se cansaba, se iba yendo uno. Y este, no, y luego habÃa dos piscadores, nos juntábamos dos bandas en una tierra ahÃ. Se pusieron a platicar los mayordomos, dijo uno de ellos: “Yo traigo aquà uno muy bueno pa piscarâ€. “Pos yo traigo otroâ€, dijo el de nosotros, “yo traigo otroâ€. “Pues vamos haciendo una apuestita. Vamos haciéndola, el que pisque más kilos y el que pisque mejor en tanto en la mata, como al vaciar que vaya limpio el algodón, que no eche basuraâ€. Todos eso iba a haber expertos ahà en la jugada. Y que si habÃa dinero, yo creo que traÃa $5 dólares y los metà luego luego porque yo conocÃa a mi jugador, mi piscador. Era un gran hombre, de aquà de la Laguna de (ininteligible) ahà de Torreón. Un hombre chaparrito, muy joven. Ese hombre empezaba a piscar saliendo el sol y metiéndose el sol le paraba. Lo que sà no recuerdo cuántas libras piscaba, pero era una cantidad, no habÃa ahÃ, en los ochenta, creo no habÃa quién se le acercara. Y lo miraba usted que no caminaba casi, no caminaba, muy poquito. HabÃa otros que se ponÃan rodilleras y avanzaban y luego hasta daban una vuelta arriba de él y en las pesadas no le llegaban a nada, pues es que iba piscando bien. Y luego nos decÃa el mayordomo: “Mire, va a vaciar fulano, vengan pa que lo veanâ€. Haga de cuenta una sábana, bien limpiecito y la mata bien piscada. Nada que tiene de estas barbas ahÃ, nada. Entonces tábanos nosotros seguros que el jugador de nosotros iba a ganar, pero si listo. Y en la forma que no se hizo la jugada jue en que, ya se juntaron los dos mayordomos: “Tu hecha la jugada, nomás que las condiciones son éstasâ€, dijo el otro, dijo, “mi jugador, dice que, que en cinco horasâ€. Y este de nosotros, le dijo al mayordomo: “Que sea de sol a sol y el que perdió, perdió. Más, menos horas no puedo asegurar yo nada, me puede ganar, pero de sol a sol dudo que me ganeâ€. Pos habÃa muchas apuestas y nomás por eso, no se acoplaron, porque uno cinco horas y el otro de sol a sol. Digo, pero que si estaban pesados yo creo los dos, el otro ha de haber sido muy rápido, yo creo, pero en cinco horas nomás, ya más ya no, y éste otro de sol a sol. No quiso el otro. Pos a mà se me hace que a la mejor le hubiera ganado el de nosotros porque piscaba muy bonito, muy bien la mata y muy bien el algodón, lo dejaba bien, bien limpio. No, nosotros todavÃa le echábamos cosas asÃ, pos se le van a uno ahà aunque no quiera uno. No, la cosa lo que piscábanos y luego yo menos, porque yo duré mucho pa componerme de las manos. Me decÃa el doctor: “Usted va a tener que entrar a las diez de la mañana y salir a la hora que ya quiera usted salir, pero no haga mucho movimiento, y que ya haiga caÃdo el rocÃo pa que no se mojen las manosâ€. Y aún asà me fue bien.
MP: ¿S�
AD: SÃ, yo me ponÃa a piscar y sà sacaba. Y luego pos para comer, pos yo y el viejito Ãbamos a Pecos y comprábanos provisiones y entre los dos comÃ[amos] hacÃanos comida, no, muy bien. Me fue muy bien a mÃ.
MP: Qué bueno. Y del dinero ese que ganaba, ¿le mandaba algo a su familia?
AD: Le mandé ya para venirme, casi como quien dice, le mandé $20 dólares. Dije: “Después ya voy para allá, nomás pa que me esperenâ€. Y resulta que me vine, traÃa yo mi talón donde mandé el dinero y todavÃa no llegaba a mi casa. Entonces informé con el correo y no, este, no habÃa llegado y estaban por hacérmelo boruca. Nomás que le dije yo al del correo, le dije: “Yo soy el que puse el dinero allá, ya estoy aquÃâ€. Y al pasar ahà le dice el cónsul americano a uno, le dice: “¿Cómo le jue de Estados Unidos?, ¿qué quejas trae, que cómo lo trataron?â€. Le dije: “El problema que traigo es esteâ€. Habló a las oficinas, dijo: “El dinero está en México, tu dinero está en México y si por alguna causa no te ha llegado, me hablasâ€. Con eso, el del correo no le quedó nomás decirme: “Venga dentro ocho dÃas a ver qué hayâ€. Y ahà estaba. Yo aseguro que aquà en México, pos hay gente de toda, ¿verdad? Pero ese dinero yo ya no lo iba a conseguir, porque me dice: “Pos ve reclámalo a Estados Unidosâ€. “¿Cómo entro a Estados Unidos? No puedo entrarâ€. Pero como el americano le dice a uno: “Oye, ¿qué quejas traes?â€. Ése se encarga de eso, ¿verdad? Pero nomás no hubiera oÃdo eso, y que yo no me hubiera dado cuenta de todo eso, pos no, pos, ¿cómo voy a entrar a Estados Unidos? No puedo entrar, pos ya se perdió. Éstos no me lo entregan, no me lo entregan, pos ya se perdió. Pero con eso salió luego luego. SÃ, sà está muy bien todo Estados Unidos. Controla muy bien todo, hace muy buenos trabajos, lo ayuda a uno, nomás que uno a veces pos se sale porque pos no es hombre que agradezca, pero el hombre que agradece, la persona que agradece, este, la pasa bien. No hay otra cosa que se mejore uno en Estados Unidos. Yo tengo dos hijos en Estados Unidos, uno de ellos es residente, pos el otro yo creo también, porque el otro es un muchacho que se jue, pos hace como veinte años.
MP: Ah, ¿s�
AD: Los mismos que no lo veo. Que hay veces que no sé si vive o muere. Entonces cuando murió su mamá, pos, ¿a dónde le hablaba? Se llegó este dÃa y me habló, y me habló y como tenÃa muchos años que, como unos diez años o más que no me hablaba. Y luego que me va hablando: “Noâ€, dije, “pos este, éste no es Félixâ€. Asà se llama, la voz no es. Y, ¿cómo le hago pa saber si es Félix o quién es? Le dije: “Le tengo puesto un apodoâ€. Le dije: “DÃgame su apodo porque para mÃ, usted no es Félixâ€. “¡Soy Félix!, y le voy a decir el apodoâ€. Me dijo el apodo. No, dije pos sà es. Le digo El Sargento, porque una vez estaban ahà y creÃan que no estaba yo y andaban ahà luchando él y otro hermano. Y que entro yo: “¡Parecen soldados, parecen esto!â€, los regañé ahÃ. Y no, pos no, no me dijeron nada y él le di, se le quedó eso, El Sargento le digo. Y pos no tengo razón de él, ya tengo rato desde esa vez que le digo que me habló. Nomás le dije: “Su mamá ya no existe, ya se murióâ€. Se trabó él y yo también. “Después hablamosâ€. De eso jamás. Se fue muy chico pa Estados Unidos, ya ha de estar viejo. Se fue como de unos veinte años y veinte que tiene, cuarenta, quién sabe cómo será él ahora. Y éste otro no, éste sà pasó a Estados Unidos y como sabe poquito inglés y luego conoce algunos trabajos, éste se fue derechito con un patrón que no sé en qué parte fue. Lo quiso mucho el patrón y le arregló todos sus papeles y está trabajando muy a gusto. Ya vino por su familia, ya están allá, nomás que se cambió de domicilio y no sé ahora a dónde para. Hasta que no nos hable él dónde está y que cómo está la onda. Pero ese sà se comunica. No, el otro no se comunica, quién sabe.
MP: Esperemos que esté bien, ¿verdad?
AD: Esperemos que esté bien, yo digo que sÃ, quién sabe. Una vez sà lo hizo perdido ya. A los diez años, quince años le dije a mi señora: “OlvÃdate de estoâ€. Porque una persona, pos digo, a fuerza una carta o habla, o algún amigo lo ve por allá y viene nos dice, nadie. ¿A dónde andará? Pues quién sabe. Allá cuando habló que nos dimos cuenta pos que andaba en una compañÃa que están ahorita aquà y luego allá y luego quién sabe dónde. No, quién sabe dónde estará. Y asà quedó; si no habla él, pos no sabemos. Espero a ver si habla en estos dÃas para ver dónde está y que a ver qué número esta vez, para ver si se ofrece hablarle. No crea, pos es que la familia asà anda, todo descontrolado. No se anivela uno nada. Todo se le hace uno fácil y ahà se pasa el tiempo.
MP: SÃ, asà es. Bueno, regresando un poquito a los braceros, cuénteme, por ejemplo en los dÃas festivos, Navidad, 15 de septiembre, ¿cómo lo celebraban allá?
AD: No, nosotros no celebramos. Nosotros a puro trabaje y trabaje. Yo no supe que si serÃan desfiles, habrÃan desfiles en Pecos o no habÃa.
MP: Ah, es que en realidad estuvo muy poco tiempo, ¿verdad?
AD: Pos sÃ. Y luego en esos, en esos tiempos pos no nomás ahà en el monte, en el rancho, no salÃamos de ahÃ. Nomás sà cada ocho dÃas a veces Ãbanos a comprar algo a Pecos, nos regresábanos luego, ey.
MP: Y ahà en Pecos, ¿ustedes nunca tuvieron problemas en cuanto a que no les quisieran vender algo que ustedes necesitaran, no sé, carne, azúcar o algo?
AD: No, todo muy bien, todo. HabÃa veces que iban asà gentes a vendernos ahÃ, pos yo creo eran americanos, carne y asà cosas. Pos unos compraban ahà y otros no. Otros iban a Pecos y traÃban. Nosotros siempre Ãbanos a Pecos y traÃbanos pa toda la semana, yo y el viejito, ey.
MP: Y cuando iban ahà a Pecos a comprar su comida, ¿no aprovechaban, no sé, para ir tomarse una cerveza, al cine o algo, algo de distracciones?
AD: No, nada. Yo y el señor ese, nada. Y él como sà ya tenÃa mucho visto Estados Unidos, decÃa: “Aquà hay que irnos derechitos. ¿Quiere usted buscar o quiere salirse un poco? En México, aquà noâ€. Y Ãbanos pasando por una calle y estaba un carro patrullero frente a una licorerÃa y salÃan dos braceros con su botellas. “Ey, vengan pa acá, súbanse al carro, van pa arribaâ€. Y después nos platicaba acá: “Pero si trae ahà chico anuncio y no lo vimos. Hombre, pos no lo vimosâ€. (ininteligible) Pos es que quieren hacer cosas que no se puede. O sea que esa gente no está muy de acuerdo en su trabajo que trae. Pos cómo va a andarse emborrachando, cómo andarse en los bailes, cómo anda no, ¿pa qué?, ¿qué va a sacar de ahÃ? Pos va nomás a gastar su dinero y a la mejor hasta la muerte, porque habÃa muchas muertes asÃ.
MP: Ah, ¿sà le tocó alguna experiencia de esas allá?
AD: Me platicaban, me platicaban los demás. Y todavÃa estoy aquà y me platican los que van por allá. Tuve un amigo aquà que se jue a Estados Unidos, casi siempre andaba allá con, digamos pasaba con pasaporte yo creo, no sé cómo le harÃa. Y trabajaba allá y se venÃa. Y luego una de las veces se metieron creo a una cantina o un baile quién sabe qué era y ahà lo mató otro, pero por equivocación. Se acabó mi amigo, ya no lo volvà a ver. Por eso le digo, ¿qué anda haciendo? Aquà hay cantinas que no se puede entrar, pos allá que no conoce uno, ¿a dónde se va a meter? ¡Pos no saben a dónde se va meter! Entonces no, no, a mà me daba muchos consejos el viejito, me sirvió a mà mucho, mucho me sirvió.
MP: Qué bueno.
AD: Siempre andábanos juntos ahà mismo en el campamento: “No se junte con ese, no se junte con aquél, no se junte con nadie, nomás nosotros. Y a usted le confÃo mucho porque luego usted es buena gente. Yo traigo mi dinero aquÃ, no crea que lo mando, no lo mando. Yo lo junto aquÃ, se lo digo nomás a ustedâ€. Y se ofrecÃa: “No, pues lo estoy mandando, lo estoy mandando, lo estoy mandandoâ€. Pues yo también guardaba, pero ya le digo yo mandé $20 dólares nomás, lo demás yo lo guardaba también. Dije: “Cuando me venga pos acá lo cambio. Y pos por desconfianza, ahà habÃa muchos. Mira, habÃa uno que jugaba de ese, rifas y nomás un amigo de él se sacaba la prenda. Y hacÃa del bote asÃ: “No quedo nadaâ€. Y ahà estaba pegado el número del señor, al último lo vaciaba. “A ver, ¡tú saca el número!â€. Y lo sacaba. Ah, pues era el del señor, amigo de él. Hasta que le agarramos la movida. No, ni pa qué estarle entrando a esa rifa. No, nos, a nadie de todos, ¿por qué no le toca aquél o aquél? No, ha de ser ese señor, solos se descubrieron. Pos ya no. No, ahà habÃa muchas trampas, pos iba mucha gente de todos lados. Le digo éramos como ochenta, éramos muchos en ese rancho.
MP: Y, ¿cuáles eran los que más hacÃan problemas?, ¿los de Zacatecas, del Sur?
AD: Ah, ¿de qué estados eran? Pos no, no le sé decir, fÃjese, qué estado serÃa.
MP: Pero sà se identificaban, ¿no?, cuáles eran de qué estado.
AD: SÃ, habÃa de muchas partes, de muchas partes de aquà de México habÃa ahÃ. De muchos lados. No, quién sabe, asà que yo dijera: “Éste es de alláâ€, no. Pero sÃ, andan muchos revueltos y como yo casi no platicaba con nadie ahÃ, nomás con el viejito y dos, tres que se arrimaban ahà a oÃr el cuento que contaba, nomás. Pero hacer asà amistad con otros, no.
MP: Nunca.
AD: Y él mismo me decÃa: “No, no, no trai caso. Aquà nosotros, mira, porque lo que usted diga, allá lo van a saber todos y lo que digan de allá también lo van a saber todos y asà no, aquà nomás nosotrosâ€. “O lo van a empezar a invitar pa allá, usted está joven, y: «Véngase pa acá, miren, vamos allá»â€. Como ese muchacho que le digo que era muy bueno para piscar, cuando se vino no traiba dinero porque se iba en los carros de sitio y andaba todo el pueblo cada ocho dÃas y ganaba mucho dinero. No sé por qué tendrÃa esa debilidad de gastar su dinero allá. Cuando nos venimos no traiba dinero, ya lo habÃa gastado todo. Pero en ochenta, fÃjese bien, no habÃa uno que le ganara, que se le pegara, no habÃa. Y digo yo, si hubiera habido uno que dijera: “Yo le compito en kilos, en libras, puedo aceptarloâ€. Pero al vaciar su algodón y al revisarle la mata, ahà no la va a hacer porque ese hombre llevaba todo, bien piscado en la mata y no iba sucio el algodón y cantidad de libras que piscaba. Y ése no se andaba parando. No, uno se para a fumar o se para a ver el mundo, porque se cansa la cintura, ahà es donde él va ganando.
MP: Pues sÃ.
AD: No, no se paraba pa nada. Era asà medio colorado, él salÃa casi la lumbre, se miraba muy rojo ya en la tarde, pero muy bueno pa piscar. Y nunca se enfermó, nunca le pasó nada y vaya que se desvelaba, se emborrachaba, pos si amanecÃa hasta allá en el bote. SÃ, se destrampaba ese hombre, tendrÃa, ¿qué? Unos veinte años, yo creo, por ahÃ, muy bueno pa piscar algodón.
MP: Oiga y ya cuando terminó su contrato que se regresó acá a México, ¿no fue difÃcil encontrar trabajo otra vez? A empezar con su vida normal acá.
AD: No, ya tenÃa yo mi trabajo. Pos si yo trabajé, trabajaba en Caminos [Caminos y Puentes Federales] y nomás llegué y ya me estaban esperando. El ingeniero me querÃa mucho, ya murió el ingeniero. Era de aquà de Chihuahua él. Jue con el primero que conseguà yo trabajo que me presenté aquà en Camargo, jue con él. Se llamaba Alfredo Rascón Viesca, cuñado del Gobernador Alfredo Chávez. Se portó muy bien el señor conmigo y es el que me subió de categorÃa y onde quiera me ponÃa. Y no, le di la medida. Me dijo: “Yo quiero que sea usted Inspector de Materialâ€. Le dije: “Yo no sé leer, no sé escribir, no sé nadaâ€. “¿Entonces cómo firma?â€. “Pos eso sà puedo poner mi nombre ahà en las tarjetas, en donde se ofrece le pongoâ€. “Con eso hay, ¿a poco no sabe la clase de material que estamos usando?, ¿de qué parte eso?, ¿en cuántos kilómetros hay que estar que tirando?, ¿cuántos viajes echa cada camión de los que traemos ahÃ? Usté anote el número del camión y le apunta asÃ, mire asà y asà cada viajeâ€. Pos ahà me tiene haciendo el trabajo.
MP: Qué bueno.
AD: Y habÃa otros que sà eran especiales, pero ninguno quiso y luego ya tenÃan derecho en el trabajo. Porque él los entrevistó, éramos como seis, andábanos en la brigada. Y se trataba de que esa persona se quedara donde se le hacÃa noche, ahà se tenÃa que quedar con, se quedaban los choferes de los dompes y los trabajadores. Pos sà eran de los ranchillos ahÃ, pos se iban pa los ranchos y en cualquier rancho nosotros nos asestÃa cualquiera de las esposas de los trabajadores. A mà me quisieron, todos esos ranchos yo entraba como a mi casa a la hora que fuera, con todos los señores. Yo les ayudé mucho a ellos y ellos también me ayudaron mucho. Porque pos se trataba de darnos la mano muy parejo y nos la dimos. Y yo al ingeniero, pos quedó muy a gusto conmigo también. Y ese hombre se enfermó, era muy tomador y luego, ya era yo vigilante ahà cuando él se enfermó y se metió a la oficina. Se fue al baño, salió del baño. Nomás taba él, y el chofer y yo. Y salió y yo me metà asà por los cuartos y lo hallo tirado, era un hombrote grandote, gordo, bocabajo, echando sangre. Fue un lunes, ese lunes estos vinieron de acá de Chihuahua a Camargo y iba muy desvelado y crudo. No sé si le harÃa mal el baño y todos se fueron a comer dijo: “Allá los alcanzo en el restaurantâ€. Y no, ya cuando lo vi ahà tirado, le dije al chofer: “Oye, quién sabe qué tiene el ingenieroâ€. No, ya nos levantamos y luego fui por un dotor. No, pos que al hospital, pos al hospital. Duró ocho dÃas, quién sabe qué se le reventó.
MP: FÃjese.
AD: Y no fue posible, lo trajeron a Chihuahua con unos médicos muy buenos. Le hicieron examen y le veÃan todo el estómago y tenÃa una parte que no se le notaba nada, lo abrieron, no, tenÃa todas las venas que tiene uno aquÃ, reventadas. Mira, no se puede hacer nada, pa tantos minutos y ya no está. Y asà jue. No, un patrón muy bueno jue conmigo, todos ellos. Tuve como unos, en treinta y cuatro años que duré aquà en el Estado trabajando, aparte de los que ya habÃa durado allá en Durango, hago el recuento como de unos veinticinco patrones que tuve, puros ingenieros. SÃ, ingenieros.
MP: Qué bueno.
AD: Todos muy bien. Y la mayorÃa de los ingenieros que jueron patrones mÃos eran de ajuera, de aquà serÃan como unos tres nomás, la mayorÃa de ajuera. De Zacatecas, de Puebla, de muchas partes, sÃ.
MP: Qué bien.
AD: Y con todos mire, la hice bien, gracias a Dios.
MP: Qué bueno, pues sà era buen trabajador usted, ¿verdad?
AD: Pos me ha gustado mucho el trabajo y habÃa muchos recortes y siempre me quedaba, por tantito y me quedaba y me quedaba, eh. Y vaya que en el trabajo hay compañeros que no, no congenian bien. Cuando caÃmos aquà a este pueblo, caÃmos en casa de un Gonzalo Mendoza que está allá por donde está la Segunda y Guerrero. Y es una casa de dos pisos, pos yo la pintaba por al revés y por al derecho, por todos lados y luego ahà mismo vivÃa el ingeniero, era de Morelia. Y no, yo hacÃa muchos trabajos. Ahà engordaba marranos, ahà que le gustaba mucho engordar un marrano pa matarlo el dÃa que ellos querÃan, invitaban a los jefes de Chihuahua y hacÃan un pachangón ahÃ. Y me dice el ingeniero: “¿A que no cree don Aurelio que aquà hay un señor que quiere su puesto?â€. “Pos sÃ, pos si la hace y usted quiere, pos déseloâ€. “No, si se lo puedo cambiar yo lo pongo a usted en un otro puesto hasta mejor que ésteâ€. Pero no, no nos arreglamos y le voy a decir quién es, ya se murió el hombre, también de edad era ya el hombre. Ya no me acuerdo cómo se llamaba este señor, era de aquà de Barraganes. Dice que él siempre ha sido de la oficina esta y que por qué estoy yo en la oficina esta, todos los ingenieros que vienen aquÃ, a él es el de ahÃ. â€Noâ€, le digo, “pos si usted quiere este puesto yo se lo doy, nomás que con esta condición: de que si hace lo que hace este señor, yo a don Aurelio lo pongo donde quiera, lo pongo y usted se queda aquÃâ€. “Noâ€, dijo, “yo no puedo hacer lo que hace el señorâ€. “Entonces no le puedo dar el puestoâ€. Porque yo ahà era mandadero, era como quien dice niñero, tenÃa que llevar dos niñas hijas del ingeniero a la escuela, desde ahà de la Guerrero hasta la Benito y luego: “Vaya traiga carne, vaya traiga estoâ€. Hacer en la casa, calentones y todo y todo, pintar la casa por dentro y por fuera y luego todavÃa criar un marrano que yo lo hice el chiquero y luego le hice el resumidero pa que no, pa estarlo bañando cada ratito y que no haiga nada, ni moscas habÃa. Y luego todavÃa de pilón salÃa de ahÃ, me iba, yo vivÃa por la Nuevo León, usted es de aquÃ, ¿verdad?
MP: No, pero ya he conocido algo aquÃ.
AD: SÃ, bueno pos agarraba por la Segunda hasta la Nuevo León, a mitad de ese tramo está un campamento que habÃa de puros…pa puros muebles, herramienta y yo tenÃa que de paso llegar ahÃ, cargar cuatro dompes que agarra de gasolina, cargarlos de gasolina que agarran como ochenta litros cada camión y llevar el control de la gasolina, el petróleo y el diésel de todo eso; y si algún camión no se acabaló de gasolina para salir a trabajar, estaba sentenciado que yo pagaba esa gasolina que necesitaba ese camión. No la pedÃa a tiempo, ahà están los resultados, asà me dijo el ingeniero. Pos todavÃa salÃa yo tardÃsimo de allá y luego ahà me entretenÃa como dos horas cargando esos camiones y luego ya llegaba a mi casa a dormir pos ya nochÃsimo. ¡Ahà viene la patrona! (risas)
MP: Oiga señor.
AD: DÃgame.
MP: Ya para terminar la entrevista.
AD: SÃ.
MP: Quisiera que me dijera qué le pareció el Programa Bracero. ¿Fue bueno, no fue tan bueno?
AD: Para mà fue bueno. SÃ, ya le digo, pos no puedo gestionar de decir que me fue mal porque me enfermé de la mano, ¿verdad? Pero no, pos eso pasa donde quiera. Pero me empecé a controlar y yo asà trabajaba, al pasito al pasito pero trabajaba. No me fue mal, Estados Unidos no me fue mal. Le digo que me querÃa quedar allá y hablé con el americano en una chancita que tuve. “Noâ€, dijo, “sÃ, sà te dejoâ€. Ya al último, pos ya no. “Todos pa Méxicoâ€. Bueno, pos ni modo.
MP: Ni hablar.
AD: Por eso fue que nos venimos, si no, allá me hubiera quedado yo. Yo le aseguro que yo me hubiera ganado al patrón que hubiera sido, aunque al mayordomo no le hubiera convenido o alguna otra persona que me hubiera hecho mala parada ahÃ, pero cuestiones del trabajo, no. Porque a mà me ha gustado siempre trabajar. Y trabajo que no conozco, le busco hasta mejorarlo lo más que puedo. Esas figuritas que usted ve ahÃ, todavÃa las hago, aquà en las casas, ¡uy!, hice muchas, ya ahorita no muy bien, porque pos ya me canso. Y luego no puedo subirme a este, a alguna parte porque me puedo caer. Digo, lo que pueda hacer aquà abajo, sà lo hago. Pos voy pa los ochenta años ya.
MP: Mire.
AD: Me faltan tres pa ochenta.
MP: Pues se ve muy joven todavÃa y con muchas energias.
AD: Setenta y ocho tengo, los voy a ajustar pal 24, pal 26 de julio los ajusto.
MP: Con el favor de Dios.
AD: Con el favor de Dios.
MP: Bueno, pues muchÃsimas gracias por su tiempo, por haber aceptado.
AD: Ãndele pos a usted y estamos a sus órdenes aquà en lo que le pueda servir Aurelio Delgado.
MP: Gracias señor.
Fin de la entrevista
Original Format
Digital, WAV, MP3
Duration
1:05:57
Bit Rate/Frequency
24k/96 bit
File Name Identifier
Chacon_Delgado_CHIH004
Citation
Parra-Mantilla, Myrna and Chacón Delgado, Bárbaro, “Bárbaro Chacón Delgado,” Bracero History Archive, accessed October 26, 2025, https://braceroarchive.org/items/show/6.