Luz MarÃa Ayala
Title
Luz MarÃa Ayala
Description
Luz MarÃa Ayala was born in 1943, in [Michoacán] México; she had seventeen siblings, but nine of them passed away; her father was a bracero; he was never formally educated, and consequently, he did not know how to read or write; prior to enlisting in the bracero program, he worked with mules and sold cheese in México; as a bracero, he labored in the fields and on the railroads; Luz later married, and she eventually immigrated to the United States with her husband, during which time her father passed away.
Summary of Interview: Ms. Ayala talks about her father, and how prior to enlisting in the bracero program, he worked with mules and sold cheese in México; he went through the contracting center in Empalme, Sonora, México, where he waited up to nine months for a contract; while waiting, he and a group of men put up an overhead covering where they could sleep and have shade; as a bracero, he labored in the fields and on the railroads when she was a young girl; while he was gone, the family suffered greatly, because there was often no food or money; he returned home roughly every year, and her mother was pregnant just as often; many of the towns families were also left alone; Luz mentions that as a girl she could not even remember what her father looked like; she sobs at the recollection of so many of her childhood memories; on one occasion, they did not hear from him for over seven months; because he could not read or write, he had to wait until he arrived at the camp and found someone to write letters for him; overall, both he and the family underwent great difficulties; Luz later married, and she eventually immigrated to the United States with her husband, during which time her father passed away; moreover, she discusses a subsequent gathering for braceros in Stockton, California, where they composed a song that chronicles their struggles, which she sings as well; she goes on to relate several anecdotes about her life and work in Mexico.
Summary of Interview: Ms. Ayala talks about her father, and how prior to enlisting in the bracero program, he worked with mules and sold cheese in México; he went through the contracting center in Empalme, Sonora, México, where he waited up to nine months for a contract; while waiting, he and a group of men put up an overhead covering where they could sleep and have shade; as a bracero, he labored in the fields and on the railroads when she was a young girl; while he was gone, the family suffered greatly, because there was often no food or money; he returned home roughly every year, and her mother was pregnant just as often; many of the towns families were also left alone; Luz mentions that as a girl she could not even remember what her father looked like; she sobs at the recollection of so many of her childhood memories; on one occasion, they did not hear from him for over seven months; because he could not read or write, he had to wait until he arrived at the camp and found someone to write letters for him; overall, both he and the family underwent great difficulties; Luz later married, and she eventually immigrated to the United States with her husband, during which time her father passed away; moreover, she discusses a subsequent gathering for braceros in Stockton, California, where they composed a song that chronicles their struggles, which she sings as well; she goes on to relate several anecdotes about her life and work in Mexico.
Creator
Carrillo, Alma
Ayala, Luz MarÃa
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Luz MarÃa Ayala
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Interviewer
Carrillo, Alma
Interviewee
Ayala, Luz MarÃa
Location
Perris, CA
Transcription
Nombre del entrevistado: Luz MarÃa Ayala
Fecha de la entrevista: 26 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Alma Carrillo
Estoy aquà con Luz MarÃa Ayala. Mi nombre es Alma Carrillo y la estoy entrevistando para el Proyecto Bracero. Hoy es mayo 26 del 2006.
AC: QuerÃa empezar pidiéndole que nos hiciera el gran favor de cantarnos algo.
LA: Bueno o sea que nos reunimos. O sea es algo que nació en Stockton. Nos juntamos de diferentes partes de California y también vinieron de otros estados, como vinieron braceros para celebrar porque en Stockton llegaron los primeros mil braceros, como histórico, ¿vedá? Entonces ahà pues este, hizo un monumento de los braceros. Entonces estábanos asà preguntando las historias de cada quien, ¿vedá? Cada quien estaba diciendo su historia y pues allà estaban compañeros, más compañeros que también son coordinadores y organizadores y también como yo que trabajamos con los campesinos. Entonces se empezó a escribir. Entonces este, pues ya empezamos con eso y otra compañera también mÃa, también este, pues empezaron de que la experiencia de los braceros y empezó ella también a cantar y ya nos unimos todos con ese canto. Entonces de esa, de ahà este es algo de que se hizo en equipo con todos los braceros y también con organizadores y coordinadores del Programa Bracero. Empezábanos asà a platicar todos para celebrar ese dÃa de recordar a los braceros, ¿vedá? Que este es algo muy histórico que de los cinco millones de mexicanos que vinieron a trabajar en el terreno y en el ferrocarril este fueron los primeros mil que entraron a pues a California en Stockton. Pues empezó ahÃ, ¿vedá? Pero les digo eso es algo de todos en equipo pero también de las compañeras que saben de cómo coordinar la música. Bueno, pero es algo no, no es mÃo, es de todos yo creo esto. Pero yo no tengo buena tonada pero voy a compartir un poquito. Hay unas de las compañeras que sà tienen tonada, tocan guitarra pero nada más este humildemente, ¿vedá? Y empieza la historia, dice: (cantando) “Yo fui bracero hace tiempo. Vengo a contarles la historia de un fraude y una injusticia que nadien puede borrar. El Gobierno americano con México hizo un convenio de contratar mano de obra para apoyarlo en su guerra. Esta experiencia tan triste debe quedar en la historia, es otra lucha del pueblo que nadie puede borrar. Contrataron por millones para trabajar en los trenes, pa trabajar en terreno, les llamaron los braceros. Fuimos soldados del surco también del ferrocarril. Fuimos buscando trabajo para un mejor porvenir. Dejamos tierra y familia, quedó sola la mujer, triste y cuidando a los hijos, triste fue su padecer. Nos transportaron cual bestias bajo un infernal calor. DormÃamos como animales, muertos de hambre y de dolor. En esta fotografÃa usted puede comprobarlo. Nos desnudaron a todos para después fumigarnos. Fuimos soldados del surco también del ferrocarril. Fuimos buscando trabajo para un mejor porvenirâ€. Bueno, esta es parte de esa canción que pues sà nos llega mucho al corazón porque es algo de que pasó y que todavÃa está pasando y que todavÃa es como algo que se nos está revelando como algo que estamos viviendo otra vez, ¿verdad? Entonces este, pues tiene más verso la canción pero es asà como un poquito de lo que se compuso que nació allà en Stockton con toda, habÃa braceros del ferrocarril, de los campos, habÃa este, mucha gente ahÃ. Entonces este, fue muy emocionante estar ahà y pues dar gracias a Dios porque se pudo acoplar en esa canción. En ese canto se pudo acoplar este algo de la historia, ¿verdad? Y mi papá este, mi papá cuando yo me acuerdo de mi papá que le gustaba cantar y le gustaba componer y cuando este, yo me acuerdo de mi papá que le oÃa que decÃa: “Amigos me voy pal norte. Amigo no se lo niego. Ahà le dejo esos riquitos pa que los toree Juan Diegoâ€. ¿Vedá? Y luego dice y también mi papá decÃa en ese canto, decÃa: “Aquà se trabaja un año y no se compra una camisa y los pobrecitos esclavos y los ricos risa y risaâ€. Y pues, este mi papá asà también este le gustaba asà componer y pero, eso es un algo de los mexicanos que cantamos nuestra historia y nuestro dolor. Y pues siempre se va representando en coplas porque la historia se escribe también con música, con sangre, con lágrimas. Entonces es una historia que casi la mayorÃa de los mexicanos eso tenemos, que cantamos nuestra tristeza y también cantamos nuestro dolor.
AC: Luz MarÃa quisiera pedirle que si me contesta otras preguntitas.
LA: Oh sÃ, cómo no.
AC: ¿S�
LA: SÃ.
AC: Pero esto lo quisiera hacer en privado, ¿está bien? Bueno en español. Perdón por la interrupción pero…
LA: SÃ.
AC: QuerÃa platicar más a solas con usted porque tenÃa interés como hija de bracero, saber un poquito de su historia. Estaba viendo que su papá empezó a trabajar antes que usted naciera, ¿verdad?
LA: SÃ. Yo nacà en el [19]43. Pero ya habÃa este, como tres hermanitos mÃos pero se murió o sea que se murieron.
AC: ¿Los tres?
LA: Los tres. Y luego pues ya este con el [19]43 después cuando… O sea un volcán que hay en Michoacán que es muy famoso que se llama el ParicutÃn este, ya habÃa reventado. Pero o sea esa historia que pasó fue este como algo grande que le ayudó a mi mamá mucho porque allà este se llama… Allà en el ParicutÃn que se llama San Juan de las Colchas que es en Michoacán este, cuando empezó a hacer, que iba empezar a reventar el volcán, entonces toda la gente del pueblo salió con su Cristo a este… Salieron de ahà y se tapó todo el cerro pero nadien murió. Todos salieron, todos salieron, nadien murió. Y el pueblo pos se quedó, nada más lo único que quedó fue parte de la iglesia, ¿verdad? Pero toda la gente salió, ¿verdad? Y nadie le pasó nada, ni ningún niño ni nada. Entonces mi mamá pues cogió mucha fuerza porque siempre pos es muy duro para una mujer este, que se le mueran sus hijos, ¿verdad? Entonces la última de mis hermanitas que murió se llamaba Lupe, MarÃa Guadalupe. Y entonces mi mamá este, cuando yo nacà le decÃan: “Mira MarÃa Esperanza, esta es tu hijaâ€. Pero mi abuelita dice: “No, yo quiero ponerle Luz MarÃa. Y yo quiero que ponerle Luz MarÃaâ€. Y entonces este, pero mi mamá siempre me miraba o sea que fue como algo que trajo alegrÃa a la casa, ¿vedá? Pero cuando este, mi papá pues se vino, estaba acá y pues mi mamá este, sufrÃa mucho, ¿vedá? Porque nos platicaba la muerte de mis hermanitos y luego mi papá acá y pos era muy triste. Y luego ya este, cuando yo estaba asà desde chiquilla mi mamá me cuidaba asÃ. Desde muy chica empecé a ir a la es… yo hice mi primera comunión de casi de cinco años de chiquita. Entonces mi mamá nos tenÃa en el colegio, nos organizaba que los Niños de la Santa Infancia. Pero mi mamá este, ponÃa mucho interés. Mi papá regresaba a veces al año porque eran contratos que les daban por dieciocho meses pero cada vez este, mi papá que llegaba dejaba a mi mamá embarazada, iban naciendo y iban naciendo este asà pues más hijos. Entonces este…
AC: ¿Cuántos?
LA: Fuimos diecisiete.
AC: ¡¿Diecisiete?!
LA: Diecisiete de familia.
AC: ¿Contando los tres que…?
LA: A los que se murieron pero aparte se murieron más, ¿verdad? Cuando entonces este, cuando…
AC: ¿Cuántos murieron?
LA: Bueno, murieron casi fueron como ocho, ¿qué? Siete, siete murieron. Y luego después murieron otros dos después que ya mi papá estaba en México. Entonces este, nomás quedamos como…
AC: Ocho.
LA: Ocho. Y pero este, mi papá, cuando mi papá yo me acuerdo que estábanos todos asà seguiditos y mi papá decÃa: “No, pos que ya que va a llegarâ€. Cada año decÃan que ya venÃan los braceros, que ya llegaban los braceros porque cuando se les cumplÃa el contrato llegaban todos los braceros.
AC: ¿Juntos?
LA: Juntos porque según porque eran los tiempos que se terminaba el contrato y luego les daban para que vinieran y regresaran otra vez. Entonces yo me acuerdo que por la callecita donde nosotros vivÃamos casi todos, todos se vinieron y nomás estábanos todas las familias solas. Y mi mamá veces no hallaba qué darnos de comer porque nosotros este un tiempo no sabÃamos nada de mi papá, no sabÃamos nada de mi papá.
AC: Como, ¿por cuánto tiempo?
LA: Casi por como unos siete meses no sabÃamos, no sabÃamos nada. Entonces mi mamá, este yo ya estaba asà más grandecita como yo creo como unos siete años y yo nomás la miraba que este que lloraba y todo. Entonces yo le decÃa a mi mamá: “Mamá no te apures porque uno de mis tÃos deâ€, él se llama Juan González. Y yo le decÃa: “Yo le voy a decir a mi tÃo Juan que nos dé el café para molerlo para la tienda y yo te ayudo a molerloâ€. Y luego le decÃa: “Vamos a traer zapotes al campo y los coces y yo los vendo. Y si quieres haces pozole y yo lo vendoâ€. Porque mi mamá era muy vergonzosa y mi mamá. Entonces yo este le decÃa: “Si quieres les digo a las señoras que si hacemos las tortillas y yo se las llevo y yo te ayudoâ€. Y mi mamá este, empezó asÃ, dice: “Bueno, pues de verasâ€. Entonces le fui y le dije a mi tÃo Juan que si nos daba el café para molerlo y luego entonces mi mamá tostaba el café y tenÃamos un molinito. Yo apenas alcanzaba el molinito y yo le ayudaba a moler el café. Y luego llegaba un señor que le habÃa prestado a mi papá dinero para venirse al norte. Llegaba: “Doña Esperanza, qué bonito le hueleâ€. Pues era el café que se estaba tostando. Pero llegaba a ver si ya habÃa llegado dinero para que le pagaran este…
AC: Lo que se le debÃa.
LA: Lo que se le debÃa. Entonces mi mamá, ella era muy cuidadosa. Ella del mismo dinero que estamos ganando compraba una gallina, la empollaba, le ponÃa huevitos pero siempre estaba cuidando el dinero de mi papá y nunca asà este, lo malgastaba, decÃa: “Para cuando venga tu padre para que ya no se vaya para el norteâ€. Y entonces nosotros yo me acuerdo que en la noche yo decÃa: “¡Ay!, ¿cómo es mi papá? Ya no me acuerdo cómo tiene la caraâ€. Y asà todas las noches pos rezábanos el rosario.
AC: ¿No se acordaba usted?
LA: No me acordaba asà de su cara porque como yo decÃa: “Ay pero, ¿cómo es mi papá? Y, ¿cómo es?â€. Y a veces nomás asà me fijaba me le miraba asà sus brazos pero y luego asà era este, pues muy duro, muy duro. Y ya entonces que mi mamá que dice, pues que cuando era el dÃa 12 de diciembre que era el dÃa de la Virgen que hacÃa la fiesta, mi mamá nos andaba haciendo los vestidos y todo para pues, para el dÃa de la fiesta y ella, mi mamá como ella podÃa o sea que mi mamá fue este, una mujer que nos dejó mucha, nos dejó… (llorando) O sea que fue muy duro. Y a veces cuando asà en la noche que estábanos todos chiquillos y empezaban a… Mi mamá rezaba el rosario, rezaba y luego le decÃamos: “Quiero chocolate, quiero panâ€. “Padre Nuestro, si no rezan no les voy a darâ€. Y ahà lo estábanos rezando, rezando para que… Pero siempre con la esperanza de que mi papá volviera. Y asà pasaba. Asà casi siempre, siempre era asÃ. Pero mi mamá este, es como un ejemplo de la mujer que cuida a sus hijos, que se portaba tan bien que estaba cuidando el dinero de mi papá para que no se fuera, para que ya no se fuera no malgastaba nada. Mi papá le decÃa: “Mira mujer, no quiero que compres nada a crédito, no quiero que compres nada fiadoâ€, asà decÃa. Y yo me acuerdo una vez, estábanos todas chiquillas y estábanos siempre nos parábanos en la puerta cuando ya venÃan y veÃamos que venÃan todos los braceros con unos velices verdes de metal.
AC: ¿De metal?
LA: De metal y iban llegando y entonces este, y ya se pasaba todo el dÃa y estábanos esperando y decÃa: “Ay mi papá no llegó, no llegóâ€. Y pasaban dÃas y nosotros esperando en la puerta a ver si llegaba. Pos antes era muy difÃcil porque el correo, no habÃa teléfonos este, pues no habÃa comunicaciones como hay ahora. Ahora está más, pues uno se puede comunicar fácilmente, ¿vedá?
AC: SÃ.
LA: Pero estar esperando una carta y mi papá no sabÃa escribir, no sabÃa leer.
AC: ¿No sabÃa?
LA: Entonces mi papá tenÃa que ir a que alguien le hiciera la carta. Mi mamá sÃ, ella sà sabÃa muy bien escribir este, pues ella sà estuvo en la escuela y ella sÃ. Pero mi papá este aunque no sabÃa leer y escribir pero tenÃa mucha sabidurÃa, era un hombre muy bueno, muy leal, muy sincero. Entonces él no fue a la universidad pero tenÃa la experiencia de la vida donde se sufre, donde se llora, donde la gente es leal.
AC: Y, ¿sabÃa componer? Nos estaba...
LA: SÃ.
AC: Como eso ahorita nos estaba usted…
LA: Y mi papá este, o sea que era un hombre, mi papá era arriero antes porque en Cotija eran los arrieros que saliera a vender queso, el queso de Cotija con su papá eran arrieros iban hasta Latinoamérica y iban en burros a este, bestias a llevar el queso famoso de Cotija.
AC: ¡Ay, tan rico!
LA: SÃ. Entonces este, pues mi papá era arriero, ¿vedá? Transportaban toda su mercancÃa por medio de bestias y luego regresaban con más mercancÃa. O sea que traÃan, llevaban y traÃan. Y asà este, déjame buscar un kleenex.
AC: SÃ, no se preocupe.
LA: Perdón. Y…
AC: No se preocupe.
LA: Entonces asà pues ya llevaban, este asà mi papá pues asà trabajaba pero siempre este ha sido pues muy difÃcil. En México ha sido muy difÃcil hasta para la gente que tenÃa dinero también, ¿verdad? Por la historia que ha pasado, ¿vedá? Bueno, ahorita digo un poquito de eso pero este cuando ya nosotros salÃamos, un dÃa este mi mamá nosotros planchábamos con esas planchas de carbón que le metÃan, esas planchas mi mamá planchaba, almidonaba y nos mandaba al colegio con toda la ropa bien almidonada, bien planchadita. Mi abuelita nos llevaba al colegio y mi mamá a veces siempre querÃa estar que nos criáranos y pagaba, pues en el colegio del Sagrado Corazón. Ãbanos nosotros al colegio y nos llevaba y siempre era, le gustaba que anduviéramos muy bien planchadas y bien limpias. Y también este, tenÃa unas planchas que se calentaban en el comal, ¿vedá? Y también con esas planchaba. Pero un dÃa que llega, que llega un señor y que dice: “Señora cómpreme una plancha eléctricaâ€. “Ay no, no, yo no tengo dinero, noâ€. “No, mire si quiere déme $0.50 centavos cada ocho dÃasâ€. Pues no sé como se la…
AC: Qué acuerdos.
LA: Se la embabucó a mi mamá y que entonces que dice, dice: “Al cabo no es tantoâ€. Pero ella siempre cuidaba y tenÃa en la mente que mi papá le decÃa que nunca anduviera cogien… Sacando cosas a…
AC: A crédito.
LA: A crédito. Pues entonces un dÃa que este, pues compró la plancha y estábanos nosotros afuera de la casa esperando a mi papá y entonces que vemos que venÃa mi papá. ¡Ay! Y le gritamos: “¡Mamá ya viene mi papá!â€. Y mi mamá estaba tan volviéndose loca y: “¿Cómo voy a tapar la plancha?â€. (carcajadas) Y entonces este estaba una pañoleta y mi mamá que le pone encima la pañoleta. Entonces nosotros: “¡Ay, papá!â€. Y corrimos a abrazándolo que, ¡ay! No hallábanos qué hacer con él pero un gusto grande, grande, grande. Y que entonces que ya que cuando estábanos ahÃ, este mi papá dicÃa: “¡Ay! Les traje un radioâ€. Pero es que en aquellos tiempos no dejaban que compraran cosas. TenÃan que llevar cosas que no fueran, hasta de segunda, pero no podÃan comprar cosas nuevas.
AC: ¿Quiénes no los dejaban?
LA: Para traer. Los braceros no, no podÃan.
AC: ¿En Estados Unidos no?
LA: En Estados Unidos no podÃan este, comprar cosas. Entonces compraban, como traÃa un radio de esos de madera antiguos y este, entonces yo creo que quizás irÃan a algunas tienditas a comprarlo pos estaban en los campos, ¿cómo iban a poder ir a tiendas? Entonces que llega mi papá con ese radio. Y ahà está mi papá poniéndolo y: “¡Ay! Miren les traje un radioâ€. Y luego mi hermana: “Apá, apá, a pancha leta, a pancha letaâ€. “¡Ay, sà mija! Su pañoleta guárdela para el dÃa 12â€. Pero le estaba diciendo que la plancha eléctrica (risas) le estaba mitoteando a mi papá, ¿verdad? Que estaba la plancha eléctrica. “Mamá pancha letaâ€. Que su mamá habÃa comprado una plancha eléctrica.
AC: ¡Ay, ay, ay!
LA: “¡Ay Mamá!â€, (risas) decÃa. Mi mamá estaba bien nerviosa. Y dice: “SÃ, mija guarde su pañoleta para el dÃa 12â€. Pero entonces mi papá estaba poniendo el radio y no tocaba y no tocaba. Y mi papá se puso muy triste y yo que corro a la carrera y que voy a la cocina y que me traigo, este y allà le estuve moviendo y todo y luego de que empieza a tocar el radio. Y luego que dice mi papá: “¡Ay!, mija es mecánica, mija es mecánica. (risas) ¿Qué le hicistes mija?â€. Le dije: “Ay papá, le puse unas cachetadas y le puse unos chiles serranos en los alambres, (carcajadas) y la movà y le di y empezó a tocarâ€. Y entonces mi papá estaba tan contento que aún era una nomás una estación que se oÃa que era de Ocotlán de un señor Becerra que se oÃa esa estación nomás allà pero mi papá se puso pues este muy contento. Y entonces asà pues ya mi papá empezó a sacar la ropa y llevaba un catálogo de modas porque a mi mamá le gustaba coser, unas señoras acá con unas hom… Este pues muy elegantes y todo, ¿verdad? Y pos esa imagen se le queda a uno. Entonces yo este, cuando yo vine para acá, yo dije: “Oh, pues en Estados Unidos la gente anda muy eleganteâ€. Y entonces cuando yo vine, dije: “Ay no, pues aquà no anda la gente eleganteâ€. (risas)
AC: No está igual que en los…
LA: No está igual que yo pensaba que asà era, que asà andaban con los tacones y sombreros y todo, pos no, no. No, yo vi pos la gente anda hasta sin planchar y anda ahà como le da su gana. Y entonces pues ya este, pues aquà pos uno va y usa sus, aunque tengas unos zapatos los limpias te pones tus medias y era otro… Porque en los pueblos chicos la gente siempre se está fijando. “Oye, mira ni siquiera se planchóâ€. Y la gente siempre por el qué dirá, siempre. Aunque ande uno tenga un vestidito pero pos lo trae planchado. Y eso este, fueron asà recuerdos que pues me quedaron asà en la mente y son cosas que pasaron. Pero yo creo que eso todavÃa estamos viviendo esa historia que no ha terminado.
AC: No.
LA: Entonces yo les platico a mis hijas, les platico la historia. Y este, les platico la historia y les platico todo porque eso es lo que va a conservar las raÃces, las raÃces que traemos.
AC: Y, ¿les contó qué pasó con la plancha cuando se enteró el papá?
LA: Mi papá o sea que mi hermanita querÃa, le decÃa y le decÃa que la pancha leta, que la plancha leta. “Sà mija, guarde su pañoleta para el dÃa 12â€. Pero este no, no era el, entonces mi papá pensaba que era la pañoleta. Mi mamá dijo, mi mamá que va y que la esconde, que la esconde porque mi mamá era muy obediente con mi papá. Y la escondió. Y entonces cuando no estaba mi papá, a veces sacaba la plancha para planchar.
AC: Más rápido.
LA: SÃ. (risas) Pero este habÃa unas chicharras que estaban afuera de las casas y si la gente tenÃa el radio prendido o si tenÃa una plancha empezaba a chillar la chicharra. (risas) Nada más tenÃas que tener un foco o poner la plancha o poner el radio. No podÃas poner todo eso. Y cuando empezaba a chillar la chicharra, pues toda la gente empezaba: “Ay este están usando energÃa demásâ€. Entonces asà cuidaban la…
AC: Y cuidaban mucho.
LA: Mi mamá cuidaba de que no fuera a chillar (risas) la chicharra. De o sea al medidor de la luz y asà decÃan que la chicharra. Y asà este, pues mi mamá asà siguió y mi papá ya, al final pues ya llegó, trabajó mucho en muchas partes y ya cuando llegó mi papá de aquà ya iba muy enfermo. Casi duró unos cuantos años y luego mi papá pues este… O sea que duró muchos años con todo esto que llevaba ya desde aquÃ.
AC: ¿Qué llevaba?
LA: O sea que este en una de las partes, porque iban también arreglando como las vÃas del tren, acomodando, haciendo…
AC: ¿Era ferrocarrilero?
LA: Mi papá trabajó un tiempo en el ferrocarril pero otro tiempo trabajó en los campos, ¿vedá? Ya los últimos años trabajó en los campos. Pero este, no sé algo cayó. No sé si algo cayó pero a mi papá lo golpeó la espalda y de allà él este, le resultó de ese golpe un tumor en el pulmón. Entonces pues de ahà mi papá duró ya no, ya no fue bueno. Duró pues este tiempo.
AC: Enfermo.
LA: Enfermo. Pero ya entonces este, se quedó en nosotros ya que estábanos grandes asà ya grandecillas y grandes empezamos, no lo dejábanos ir: “Papá ya no te vayas, no te vayas, no te vayas. No le hace que cómamos tortilla con chile pero estamos mejor asÃ. No queremos dólares, no queremos nadaâ€. Y yo nunca asà de los nuncas pensé que yo fuera venir a Estados Unidos.
AC: ¿Cómo usted acabó acá?
LA: O sea es que yo me casé y mi esposo estaba acá. Y entonces pues ya me vine con él. Pero este, nunca pensé que fuera a salir.
AC: Y, ¿su papá se quedó allá?
LA: Mi papá, bueno ya cuando ya me vine mi papá ya habÃa muerto. Pero yo soy la hermana mayor de mis hermanos y yo me hice cargo de mis hermanos, de los que quedaron. Yo los mantuve y los hice crecer y a mi mamá también. Fui su compañera y cuando yo trabajaba, estudiaba, trabajaba y estudiaba.
AC: ¿En qué trabajaba?
LA: Yo trabajé en la Comisión del RÃo Balsas. Trabajaba en el teletipo.
AC: ¿Teletipo?
LA: Teletipo. Donde se está mandando toda la información.
AC: ¿A quién se la mandaba la información?
LA: La Comisión del RÃo Balsas era asà de los campesinos de como presas que se hicieron del RÃo Balsas. Una presa que se hizo hid[r]oeléctrica en el Infiernillo.
AC: Y eso, ¿dónde queda?
LA: Bueno, eso queda en Michoacán pero mi papá cuando nos llevó; de Cotija nos fuimos primero a Los Reyes y luego mi papá vendió todo lo que tenÃa, la casa que porque este Ãbamos a que allá tenÃa familiares y que se iba a ir para allá. Entonces mi papá invirtió en el mismo comercio pero pos no le fue bien. Entonces este su hermana: “Vente para acá. Vente a Apatzingánâ€. Y mi papá se fue como él cuando estaba joven trabajaba allà en el arroz, en las cosechas de arroz. Pero mi papá pues llevaba este, dinero de la casa que habÃa vendido. Esa casa [era] una casa que le regaló mi abuelita y vendió la casa. Entonces compró una casa en el Infiernillo. Entonces él ahà puso su negocio pero nosotros nos quedamos en Tierra Caliente. Y ya después este, ya nos quedamos ahà y ahà este yo estudié ahà en la en la Academia Pitman secretaria taquimecanógrafa y luego que contador y yo siempre estaba estudiando para ir buscando los mejores trabajos.
AC: Qué bueno.
LA: Y asà pero mi papá se llevó muchas cosas. Yo hice sentir bien a mi papá. Porque mi mamá siempre nos tenÃa organizadas, siempre. Y nosotros este, pertenecÃamos a Tacámbaro. Allà habÃa era la dió[ce]sis de Tacámbaro. Todo el Tierra Caliente, Apatzingán, o sea todo eso pertenecÃa y mi mamá siempre nos organizó allÃ. Y fui becada. Fui becada por el obispo para ir al Colegio Americano a estudiar porque ellos siempre me gustaba mucho trabajar con los campesinos. Estaba muy apasionada, muy apasionada del campesino porque mi papá todo lo que sufrió, no sé como que uno se concientiza y la problemática también en sus trabajos uno de joven sabe la problemática que hay. Por ejemplo estaba el Banco Rural aquà y estaba lo del teletipo. Y a veces como cuando el General Cárdenas, el General Lázaro Cárdenas les dio a los campesinos las tierras pero también les abrió los bancos para que ellos tuvieran dinero y pudieran tener todas las armas para sembrar la tierra y para ser fuertes. Entonces él, el General Cárdenas les dio tierras. En todo México reparte las tierras y entonces hace todos esos centros, se abre el Banco Rural, los teletipos y todo para ir ayudando a los campesinos. Pero entonces yo donde trabajaba, yo ya veÃa que llegaba la gente y le decÃan: “A ver, fÃrmele aquÃâ€. “Pos no sé firmarâ€. ¿Vedá? Entonces este, también cuentan asà que por ejemplo en La Huacana que la gente pos que no tenÃa nada y son cuentos que platicaba ahà la gente. Como de una señora que no tenÃa ni espejo y que se sentaba allà en ese lugar de La Huacana que sacaba una cana y aventaba al agua la cana al lago y por eso es que le habÃan puesto La Huacana, en Michoacán.
AC: La Huacana. (carcajadas)
LA: En Michoacán. Entonces por eso le pusieron pero esa señora ya les decÃan Aurelia a las Aurelias, les decÃan Huella.
AC: ¿Huella?
LA: Huella de cariño.
AC: ¿De cariño?
LA: A las Aurelias. Y entonces este, y platicaban que un muchacho que le [dijo]: “Apá déjeme ir pal norte, déjeme irâ€. “¡Ay, hijo! Pero pos ¿qué vas a hacer en el norte? Allá trabaja mucho la gente y te vas a poner muy viejoâ€. “No, no. Déjeme ir y yo le voy a ayudarâ€. SÃ, pues este el muchacho trabajó y le mandó, a esa señora le mandó un espejito. Pues mandó un paquete para su papá y su mamá y también le mandó un cheque y recibe el sobre y abre el sobre y el señor pues como nunca habÃan visto un espejo y se ve en él: “¡Ay, mire nomás! ¡Ay! Cómo está mijo de viejo. ¡Ay, Dios mÃo! Está bien viejo. Yo le dije que no se fuera, yo le dije que no se fuera para el norte. Pero, ¡mira nomás como está de viejo!â€.
AC: No le hicieron caso. (risas)
LA: Dice y que entonces la señora salió asà del ranchito: “¡Ay!â€. Que dice: “¡Ay! Mi mujer me está viendo déjame alzarlo porque si no lo va a verâ€. Y entonces la señora decÃa: “¡Ay! ¿Por qué estará llorando este hombre?, algo le está pasandoâ€. No, era que este, pues lo que traÃa. Entonces al señor le dio ganas de ir al escusado, al baño y como tienen los baños afuera de la casita, entonces él que se va y que esconde abajo de su almohada, esconde el sobre y dice: “Lo voy a esconder porque si esta mujer lo ve, casi se va a morir de ver a mijoâ€. Y lo esconde y la señora cuando estaba en el baño, que cuando estaba allà en el baño y que va y que saca el sobre, dice: “A ver por qué anda chillando esteâ€. Y que va y que saca el espejo y: “¿Por esta vieja chilla? Y, ¿por esta vieja chilla?â€. (carcajadas) Era ella misma. Entonces la señora pues que baja y que lo ve que venÃa y dice: “Mira tú Huella nuestro muchacho mandó un cheque de Estados Unidos. Vamos a cambiarlo al bancoâ€. Pos ahà van y le dijo el señor: “A ver señorâ€, dice, “¿tú sabes escribir? Para que pongas aquà tu nombre para cambiarte el chequeâ€. Dijo: “Ay no, yo nunca fui a la escuela. Yo no sé nada de letra, no sé nadaâ€. Dice: “Y, ¿la huella?â€. Dijo: “Uy, ésa está pior que yoâ€. (risas) Pero lo que estaba diciendo que pusiera la huella. Pues asà casi la mayorÃa de la gente, los campesinos no tuvieron oportunidad de aprender porque antes este, los ricos nada más eran los únicos que podÃan ir a la escuela y la gente campesina estaba marginada, ¿vedá?, de la historia. Los dueños de los ranchos, de latifundios y la gente nada más iban gentes selectas que tenÃan maestros. Y pues no habÃa tanto de pues eso de lo de la educación. Entonces allà este, yo miraba decÃa: “A ver, fÃrmele aquÃâ€. Pos ponÃan una cruz o una huella.
AC: SÃ.
LA: Pero a veces el dinero no se los daban completos.
AC: Y, ¿por qué no?
LA: Porque no sabÃan leer y escribir. Entonces nosotros fue esa problemática. Me tocó ser la primera presidenta de las jóvenes católicas de la dió[ce]sis de Apatzingán.
AC: FÃjese.
LA: Entonces yo cuando ya fui, entonces empezamos a juntarnos todas y empezar a coger toda la problemática que tenÃamos. Entonces le dijimos a, yo le dije al señor: “¿Sabe qué?â€. Se le decÃa: “Hay una problemática muy grande, la gente ya tiene la tierra, tienen el dinero pero no saben leer, no saben escribir, ¿cómo van a hacer? ¿Cómo van a organizarse?â€. Entonces él, nos juntamos como diez muchachas y nos manda becadas al Colegio Americano a México. Y empezamos a estudiar todo eso y luego después que ya empezamos a hacer análi[si]s de realidad de la problemática y todo que nos enseñamos a hacer todo eso, entonces mandan traer al Doctor Laubach de aquà de Estados Unidos. El doctor, el que fundó el método en las Filipinas, que era la misma problemática que habÃa de México, él nos enseñó a… O sea nos enseñó el método cómo enseñar a la gente a leer en cuarenta horas.
AC: ¿En cuarenta horas?
LA: En cuarenta horas. Entonces era un método que venÃa en láminas y tenÃa mucha pedagogÃa y mucha psicologÃa. Entonces este, nosotros empezamos a hacer todo eso pero también traduciéndolo en español. Y estuvimos trabajando con todo este método y cuando ya llegamos ya con nuestro diploma del Doctor Laubach de Estados Unidos y pues del Colegio Americano donde tomamos nosotros que fuimos a enseñarnos cómo vamos a hacer un cambio para México, ¿verdad? Y empezamos a ver por qué el Gobierno mexicano no habÃa hecho algo. Y entonces empezamos, fuimos a ver. Pues nos dimos cuenta de cuando vienen los braceros, el presidente Manuel Ãvila Camacho que fue el que hizo el contrato para que vinieran el contrato, el convenio con Estados Unidos. Entonces fue cuando vi que decÃa Manuel Ãvila Camacho, hizo extensivo ese decreto. O sea como una ley pero fue en ese año.
AC: ¿En que año?
LA: En el [19]42, [19]43. Cuando él estaba y hace extensivo ese decreto para que se le enseñara el alfabeto a los mexicanos. Entonces pero decimos: “Pero, ¿cuántos años han pasado?
AC: ¿Qué año era?
LA: Ese año yo tenÃa como, era como en el [19]60, como el [19]60.
AC: Entonces su papá todavÃa no habÃa regresado, ¿verdad?
LA: No, ya. Bueno, mi papá fue como en el [19]63.
AC: Oh, sÃ.
LA: Cuando el [19]63. Mi papá regresó como en el [19]62.
AC: Entonces estaba chiquita también.
LA: SÃ, sÃ.
AC: ¿TenÃa veinte años usted?
LA: SÃ. Entonces cuando ya, cuando pasa pues ya empezamos con todo ese método y ya llegamos, pues le dijimos: “Ay, pero, ¿por qué no se ha hecho esto? Nomás tá la ley pero está dormidaâ€. Y empezamos a concientizarnos todas las jóvenes, empezamos a concientizarnos. Entonces ya cuando llegamos a Apatzingán, Michoacán…
AC: SÃ.
LA: Entonces hicimos una junta y yo les dije: “¿Sabe qué? Pues tenemos que, porque tenemos que buscar algo, por ejemplo algo que del campe[sino]â€. Porque tienes que llevar pedagogÃa, tener psicologÃa porque vas a trabajar con los campesinos. ‘No tenemos que irnos acá con sombrerosâ€. Aunque trabajanos en oficinas pues andábanos bien vestidas pero tenÃamos que ponernos ropa de la que es de nuestro origen porque somos hijos de campesinos. Ya llegamos ahà y ya entonces este, les dije yo a mis compañeras: “Saben que tengo esto, no sé si les guste para empezar para quebrar el hielo, para reventar, pa empezar la clase. Y fue algo asà que escribÃ, dice: (cantando) “Manuel Ãvila Camacho hizo extensivo un decreto. Manuel Ãvila Camacho hizo extensivo un decreto. Les pidió a los mexicanos, les pidió a los mexicanos, les pidió a los mexicanos que enseñen el alfabeto. A mis queâ€â€¦ No, pero más que todo era empezar, ¿cómo fue que trajeron el método? ¿Cómo les Ãbanos a platicar a las campesinas y a los campesinos que ya estaban allà de los que regresaron? TenÃanos que contarles la historia cómo trajimos ese método para enseñarlos a leer. Entonces dice: “Lo trajeron en inglés retratadito de blanco. Lo trajeron en inglés retratadito de blanco para llegar más temprano, para llegar más temprano, para llegar más temprano, lo trajo el caballo blancoâ€. El Caballo Blanco era una canción que andaba de moda. Entonces hicimos nosotros algo asà apropiado para poder llegar a las campesinas y llegar a los campos.
AC: Oiga, y, ¿funcionó?
LA: Mucho.
AC: ¿Ustedes pudieron llegar?
LA: SÃ.
AC: Y, ¿alguna vez se enteró usted por qué no habÃan enseñado a los campesinos durante el perÃodo del bracero el alfabeto como a leer y escribir?
LA: No, es que en ese tiempo no. El ¿Gobierno de México tenÃa uno que le decÃan que El Silabario.
AC: ¿El Silabario?
LA: El Silabario asà se llamaba ese libro con lo que las enseñan. Pero eran unas cuantas que enseñaban El Silabario. Pero la gente a veces me decÃan: “¡Ay! ¿No vas a ir a que te enseñen el silabario?â€. (risas) Pero era el método, el método del silabario. Pero no, no llegaba. Eran unas cuantas gentes que eran voluntarias. Pero lo que se trataba es que agarrar que los jóvenes cojan las cosas y compartan, ¿verdad? Porque ese método es muy derecho, dice: “Si alguien aprende este método, el que no lo enseñe, que le corte la cabeza. El que no enseñe lo que aprende merece que le corten la cabeza porque ese es el egoÃsmoâ€. Entonces el egoÃsmo es muy malo, es un pecado ser egoÃsta. Tiene uno que compartir lo que Dios le da a uno de inteligencia, lo poquito que sea. Y nosotros empezamos a organizar. Tuvimos un libro que se llamaba, de todas las jóvenes que hicimos este libro de pequeñitas para las niñas pequeñas, adolescentes pa las que estudiaban, nosotras para las muchachas que trabajábamos y otro para jóvenes. Y para empezar a organizar a todas las muchachas que trabajábanos juntas. Y empezamos a organizar, a organizar y a organizar. Y las niñas también cuando les da el sarampión, tener fotografÃa[s], pues todo eso se empezó a organizar. Cuando nosotros cogimos mucha conciencia de las jóvenes y los jóvenes católicos de México, una de las compañeras, como en estas áreas de Tierra Caliente habÃa muchos ricos que llegaban de Francia, de todas partes, de Estados Unidos a sembrar el algodón. Porque hicieron sus despepitadoras, las empacadoras y llegaban hombres también ricos que se burlaban de las muchachas y tenÃan niños y habÃa muchos niños en la calle. HabÃa una zona que también le decÃan zona de donde se juntaban todas esas mujeres. Entonces nosotros criamos una conciencia. Criamos una conciencia de las muchachas que trabajamos, ¿cómo vamos a ayudar? HabÃa unas que trabajaban en el Seguro Social, trabajaban en el Seguro Social de México. Entonces este les decÃamos: “Ustedes pregúntenle a las señoras, a las muchachas que van a allá, ¿por qué están ellas ahÃ? ¿Por qué están allÃ?â€. Entonces decÃan: “No, es que yo me fui con un señor y en la casa me dijeron que habÃa manchado el apellido y me corrieron de la casaâ€. Porque antes era muy estricto. Las señoritas no tenÃan que andarse choteando en la casa, ni andar con hombres porque los papases eran muy delicados y era vergonzoso. Entonces muchas de estas muchachas se iban a, acaparaban ahÃ, ¿vedá? Y muchos niños andaban en la calle asà solos como niños de la calle asÃ. Entonces de ahà de la misma organización se levanta una de las compañeras, se hace religiosa y la bendicen para que… fue con el Papa y la bendice para abrir la Casa Hogar. Entonces se levanta la casa hogar, nos regalan un terreno y allà se hace la Casa Hogar. Y ella venÃa hasta Estados Unidos también a trabajar, la Madre Valvier. Y también nosotros trabajábanos allá para hacer la Casa Hogar. Y se hizo la Casa Hogar.
AC: FÃjese.
LA: Del PÃo II. Y todavÃa está y hay una panaderÃa y se mantiene de la panaderÃa. Entonces ahà se cogieron. Pero luego después que empezamos a ver la otra problemática de las muchachas y: “¿Cómo le vamos a hacer para sacarlas de ahÃ?â€. Y entonces fuimos a Uruapan, ahà está un convento. “¡Ay! Este, ¿no nos podrÃan ayudar para mandar a las muchachas?, para queâ€, les decÃamos, “¿Estás a gusto ahÃ?â€. “No, pos que noâ€. “¿Quieres ir a estudiar para trabajar en la oficina? ¿Quieres ir a trabajar para esto?â€. “No, pues que sÃ, sà quieroâ€. Entonces, “pero le debo a la madrota $500 pesosâ€. Nosotros hacÃamos rifas y todo, le dábamos el dinero para que se los pagara a la madrota. Entonces…
AC: ¿La madrota es la persona…?
LA: La persona que las dirige a las señoras. Y entonces…
AC: O sea a las señoras, ¿cómo las dirigÃa?
LA: O sea la madrota es la que es la mera grande ahà de la zona de prostitución, onde hay zonas. Entonces a todas esas muchachas las sacábanos de ahà y ya tenÃamos el colegio en Uruapan y ahà iban a estudiar. “No te vas a hacer monja. Tú nada más vas a ir a prepararte para tener un buen trabajoâ€. Y asà sacamos muchas, muchas muchachas y entonces ya no las dejaban ir y llevaban a un doctor para que fuera y luego le dijimos al padre Méndez: “¡Ay! Padre Panchito vaya por favor, váyase júntese con uno de los jóvenes y vaya allà a la zona y a ver si puede sacar unas muchachas de ahÃâ€. ¡Uy! Le levantan un falso al padre. Bueno, hicieron hasta una pelÃcula que se llama Las Chicas Malas del Padre Méndez por David Reynoso. De esos casos que pasaron y fue puros falsos porque pues no, no les conviene, ¿verdad? Y este, también pues hicimos, o sea que los jóvenes organizados pueden hacer mucho. Pero en lugar de andar en la calle de malditos, en lugar de andar en las discotecas, andar haciendo tanta cosa, desmadre que se hace es la conciencia, de concientizarse, de trabajar, de darle gracias a Dios que tuvieron la oportunidad de ir al colegio, de ir a la universidad, para que esa cosa que Dios les dio que toda esa sabidurÃa lo lleve, lo trasmitan y que les ayuden a los demás jóvenes que están en una situación. Y ese es algo, ¿vedá? De lo que se hizo ahÃ. Y también Ãbamos a las cárceles a ver qué estaba pasando con los presos. A veces muchos presos morÃan, morÃan de hambre. Porque una vez que fuimos y llevábamos al Obispo, “¿sabe qué? Venga, porque para que les diga una misaâ€. Entonces llegábanos a ahà y ya les hacÃa una misa y todo. Pues también tenÃamos las ganas de ir a enseñar a la cárcel pero no, nunca pudimos ir a hacer una clase ahà en la cárcel, también querÃamos hacerla. Pues eso no se nos concedió. Pero lo que pasó en esa vez que estaba un señor casi medio, muy enfermo y entonces que dice, dice este…
AC: [Ininteligible] Oh, siga. DÃgame.
LA: Si quiere ya le paramos.
AC: Bueno. ¿Qué tal si le hago unas preguntitas asà bien cortitas?
LA: SÃ, sÃ.
AC: ¿Qué le habÃa pasado a su papá en los siete meses? O sea, ¿alguna vez se enteró usted? Que no supo de él.
LA: Bueno, es que este los tenÃan en Empalme. En Empalme, Sonora ahà los contrataban y ellos no tenÃan dónde dormir. Entonces mi papá y otros compañeros hicieron un hotel que le pusieron El Hotel de los Cuatro Vientos. Hicieron una sombra grandota porque estaban esperando las contrataciones, ¿vedá? Entonces hicieron en Empalme pues una sombra grandÃsima y ahà se quedaron. Entonces ya cuando los contrataron los mandaron a diferentes partes pero no habÃa gente que supiera leer y estaban ahà en los campos marginados. Entonces ellos no podÃan cómo comunicarse.
AC: ¿Como su mamá?
LA: Con mi mamá por ejemplo no podÃanos, no sabÃamos si estaba vivo no sabÃamos qué estaba pasando.
AC: Entonces, ¿sà estaba bien?
LA: SÃ, sà estaba bien.
AC: Ah, yo pensé que a lo mejor estaba enfermo.
LA: No, no, sà estaba bien pero este no sabÃanos porque duraron tanto, nueve meses allà esperando las contrataciones. Y luego después este, cuando ya llegaron pero no tenÃan forma de comunicarse.
AC: SÃ. Oiga y, ¿las otras familias? Me habÃa dicho que allà en Michoacán por eso del volcán, ¿se les estaba dando a ustedes preferencia de los trabajo de bracero o no?
LA: No, bueno de allà de este de…
AC: ¿HabÃa muchos?
LA: No, no de Michoacán salieron casi todos los braceros, muchos braceros salieron de Michoacán. Salieron muchos de Michoacán, Jalisco, Querétaro y salieron desde toda la república mexicana pero más que todo Michoacán fue el que exportó muchos braceros. Jalisco, Zacatecas o sea que fueron… y este a veces iban hasta a México a contratarse a la ciudadela. Entonces ellos se contrataban en Empalme y luego la seño[ra] pues era una, era como una cosa que estaba pasando algo en México, que estaba pasando. Porque ese tratado que hizo este Manuel Ãvila Camacho. Entonces ese tratado de Manuel Ãvila Camacho y cuando llegaban aquà los braceros, los muchachos que vivÃan aquà les deci… este a trabajar y que trabajaban también muchachos de aquÃ, les decÃan que eran que eran unos bueyes porque trabajaban mucho. Porque el mexicano mexicano, trabaja. Y decÃa, Manuel Ãvila Cama. Dice: “Santa Ana vendió la tierra y Manuel Ãvila Camacho vendió los bueyesâ€. Y asà les decÃan.
AC: ¡Ay no, qué feo!
LA: Entonces este pues, pos hay muchas cosas qué decir de cómo ellos trabajaban de pues todo el trabajo que pasó y pues hay muchas cosas de qué platicar de esto pero los corazones se nos han quedado muy sellados. Muy sellados y más a los que somos huérfanos y más a los que hemos vivido todo esto y que cuando yo llegué aquà a Estados Unidos que me vine con mi esposo luego luego yo me empecé a organizar porque solamente la gente organizada…
AC: SÃ.
LA: Y, se tiene que organizar, porque si no se organiza la gente, no vamos a hacer nada. Entonces llegamos allà y luego luego con el señor Burt Corona que es uno de los méxico americanos, chicanos de que fue uno de los que tenÃan MaestrÃa en las universidades. Y él siendo un hijo de padres mexicanos y también de, pues de rango de que tenÃan, él se une. Es un ejemplo para los jóvenes. Se une a esa causa y entonces él también le dijimos, le empezamos a platicar y él empezó a venir a México para los braceros. O sea que esto de los braceros este…
AC: Ha sido una lucha.
LA: Ha sido una lucha pero también de jóvenes que ya murieron, que nos enseñaron y que nos recibieron aquà en Estados Unidos. Entonces todo eso ya tenemos, o sea ya hace muchos años y hasta ahora pues todavÃa se sigue y se sigue.
AC: FÃjese. ¡Ay! No sabe cómo le agradezco que se haya sentado a platicar conmigo. Ya casi se nos acaba el disco.
LA: SÃ.
AC: Pero le agradezco mucho.
LA: SÃ.
AC: De verdad que sÃ.
LA: Pues este, con mucho gusto yo les mando un mensaje, ¿verdad? A los jóvenes y las felicito a ustedes por todo este labor que están haciendo por estar tan interesadas en sacar la historia y esto les va a servir mucho a los jóvenes para que se… O sea cojan ese valor y los felicito por este trabajo que están haciendo y les deseo y me siento bien orgullosa de ustedes, de todos.
AC: Muchas gracias.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 26 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Alma Carrillo
Estoy aquà con Luz MarÃa Ayala. Mi nombre es Alma Carrillo y la estoy entrevistando para el Proyecto Bracero. Hoy es mayo 26 del 2006.
AC: QuerÃa empezar pidiéndole que nos hiciera el gran favor de cantarnos algo.
LA: Bueno o sea que nos reunimos. O sea es algo que nació en Stockton. Nos juntamos de diferentes partes de California y también vinieron de otros estados, como vinieron braceros para celebrar porque en Stockton llegaron los primeros mil braceros, como histórico, ¿vedá? Entonces ahà pues este, hizo un monumento de los braceros. Entonces estábanos asà preguntando las historias de cada quien, ¿vedá? Cada quien estaba diciendo su historia y pues allà estaban compañeros, más compañeros que también son coordinadores y organizadores y también como yo que trabajamos con los campesinos. Entonces se empezó a escribir. Entonces este, pues ya empezamos con eso y otra compañera también mÃa, también este, pues empezaron de que la experiencia de los braceros y empezó ella también a cantar y ya nos unimos todos con ese canto. Entonces de esa, de ahà este es algo de que se hizo en equipo con todos los braceros y también con organizadores y coordinadores del Programa Bracero. Empezábanos asà a platicar todos para celebrar ese dÃa de recordar a los braceros, ¿vedá? Que este es algo muy histórico que de los cinco millones de mexicanos que vinieron a trabajar en el terreno y en el ferrocarril este fueron los primeros mil que entraron a pues a California en Stockton. Pues empezó ahÃ, ¿vedá? Pero les digo eso es algo de todos en equipo pero también de las compañeras que saben de cómo coordinar la música. Bueno, pero es algo no, no es mÃo, es de todos yo creo esto. Pero yo no tengo buena tonada pero voy a compartir un poquito. Hay unas de las compañeras que sà tienen tonada, tocan guitarra pero nada más este humildemente, ¿vedá? Y empieza la historia, dice: (cantando) “Yo fui bracero hace tiempo. Vengo a contarles la historia de un fraude y una injusticia que nadien puede borrar. El Gobierno americano con México hizo un convenio de contratar mano de obra para apoyarlo en su guerra. Esta experiencia tan triste debe quedar en la historia, es otra lucha del pueblo que nadie puede borrar. Contrataron por millones para trabajar en los trenes, pa trabajar en terreno, les llamaron los braceros. Fuimos soldados del surco también del ferrocarril. Fuimos buscando trabajo para un mejor porvenir. Dejamos tierra y familia, quedó sola la mujer, triste y cuidando a los hijos, triste fue su padecer. Nos transportaron cual bestias bajo un infernal calor. DormÃamos como animales, muertos de hambre y de dolor. En esta fotografÃa usted puede comprobarlo. Nos desnudaron a todos para después fumigarnos. Fuimos soldados del surco también del ferrocarril. Fuimos buscando trabajo para un mejor porvenirâ€. Bueno, esta es parte de esa canción que pues sà nos llega mucho al corazón porque es algo de que pasó y que todavÃa está pasando y que todavÃa es como algo que se nos está revelando como algo que estamos viviendo otra vez, ¿verdad? Entonces este, pues tiene más verso la canción pero es asà como un poquito de lo que se compuso que nació allà en Stockton con toda, habÃa braceros del ferrocarril, de los campos, habÃa este, mucha gente ahÃ. Entonces este, fue muy emocionante estar ahà y pues dar gracias a Dios porque se pudo acoplar en esa canción. En ese canto se pudo acoplar este algo de la historia, ¿verdad? Y mi papá este, mi papá cuando yo me acuerdo de mi papá que le gustaba cantar y le gustaba componer y cuando este, yo me acuerdo de mi papá que le oÃa que decÃa: “Amigos me voy pal norte. Amigo no se lo niego. Ahà le dejo esos riquitos pa que los toree Juan Diegoâ€. ¿Vedá? Y luego dice y también mi papá decÃa en ese canto, decÃa: “Aquà se trabaja un año y no se compra una camisa y los pobrecitos esclavos y los ricos risa y risaâ€. Y pues, este mi papá asà también este le gustaba asà componer y pero, eso es un algo de los mexicanos que cantamos nuestra historia y nuestro dolor. Y pues siempre se va representando en coplas porque la historia se escribe también con música, con sangre, con lágrimas. Entonces es una historia que casi la mayorÃa de los mexicanos eso tenemos, que cantamos nuestra tristeza y también cantamos nuestro dolor.
AC: Luz MarÃa quisiera pedirle que si me contesta otras preguntitas.
LA: Oh sÃ, cómo no.
AC: ¿S�
LA: SÃ.
AC: Pero esto lo quisiera hacer en privado, ¿está bien? Bueno en español. Perdón por la interrupción pero…
LA: SÃ.
AC: QuerÃa platicar más a solas con usted porque tenÃa interés como hija de bracero, saber un poquito de su historia. Estaba viendo que su papá empezó a trabajar antes que usted naciera, ¿verdad?
LA: SÃ. Yo nacà en el [19]43. Pero ya habÃa este, como tres hermanitos mÃos pero se murió o sea que se murieron.
AC: ¿Los tres?
LA: Los tres. Y luego pues ya este con el [19]43 después cuando… O sea un volcán que hay en Michoacán que es muy famoso que se llama el ParicutÃn este, ya habÃa reventado. Pero o sea esa historia que pasó fue este como algo grande que le ayudó a mi mamá mucho porque allà este se llama… Allà en el ParicutÃn que se llama San Juan de las Colchas que es en Michoacán este, cuando empezó a hacer, que iba empezar a reventar el volcán, entonces toda la gente del pueblo salió con su Cristo a este… Salieron de ahà y se tapó todo el cerro pero nadien murió. Todos salieron, todos salieron, nadien murió. Y el pueblo pos se quedó, nada más lo único que quedó fue parte de la iglesia, ¿verdad? Pero toda la gente salió, ¿verdad? Y nadie le pasó nada, ni ningún niño ni nada. Entonces mi mamá pues cogió mucha fuerza porque siempre pos es muy duro para una mujer este, que se le mueran sus hijos, ¿verdad? Entonces la última de mis hermanitas que murió se llamaba Lupe, MarÃa Guadalupe. Y entonces mi mamá este, cuando yo nacà le decÃan: “Mira MarÃa Esperanza, esta es tu hijaâ€. Pero mi abuelita dice: “No, yo quiero ponerle Luz MarÃa. Y yo quiero que ponerle Luz MarÃaâ€. Y entonces este, pero mi mamá siempre me miraba o sea que fue como algo que trajo alegrÃa a la casa, ¿vedá? Pero cuando este, mi papá pues se vino, estaba acá y pues mi mamá este, sufrÃa mucho, ¿vedá? Porque nos platicaba la muerte de mis hermanitos y luego mi papá acá y pos era muy triste. Y luego ya este, cuando yo estaba asà desde chiquilla mi mamá me cuidaba asÃ. Desde muy chica empecé a ir a la es… yo hice mi primera comunión de casi de cinco años de chiquita. Entonces mi mamá nos tenÃa en el colegio, nos organizaba que los Niños de la Santa Infancia. Pero mi mamá este, ponÃa mucho interés. Mi papá regresaba a veces al año porque eran contratos que les daban por dieciocho meses pero cada vez este, mi papá que llegaba dejaba a mi mamá embarazada, iban naciendo y iban naciendo este asà pues más hijos. Entonces este…
AC: ¿Cuántos?
LA: Fuimos diecisiete.
AC: ¡¿Diecisiete?!
LA: Diecisiete de familia.
AC: ¿Contando los tres que…?
LA: A los que se murieron pero aparte se murieron más, ¿verdad? Cuando entonces este, cuando…
AC: ¿Cuántos murieron?
LA: Bueno, murieron casi fueron como ocho, ¿qué? Siete, siete murieron. Y luego después murieron otros dos después que ya mi papá estaba en México. Entonces este, nomás quedamos como…
AC: Ocho.
LA: Ocho. Y pero este, mi papá, cuando mi papá yo me acuerdo que estábanos todos asà seguiditos y mi papá decÃa: “No, pos que ya que va a llegarâ€. Cada año decÃan que ya venÃan los braceros, que ya llegaban los braceros porque cuando se les cumplÃa el contrato llegaban todos los braceros.
AC: ¿Juntos?
LA: Juntos porque según porque eran los tiempos que se terminaba el contrato y luego les daban para que vinieran y regresaran otra vez. Entonces yo me acuerdo que por la callecita donde nosotros vivÃamos casi todos, todos se vinieron y nomás estábanos todas las familias solas. Y mi mamá veces no hallaba qué darnos de comer porque nosotros este un tiempo no sabÃamos nada de mi papá, no sabÃamos nada de mi papá.
AC: Como, ¿por cuánto tiempo?
LA: Casi por como unos siete meses no sabÃamos, no sabÃamos nada. Entonces mi mamá, este yo ya estaba asà más grandecita como yo creo como unos siete años y yo nomás la miraba que este que lloraba y todo. Entonces yo le decÃa a mi mamá: “Mamá no te apures porque uno de mis tÃos deâ€, él se llama Juan González. Y yo le decÃa: “Yo le voy a decir a mi tÃo Juan que nos dé el café para molerlo para la tienda y yo te ayudo a molerloâ€. Y luego le decÃa: “Vamos a traer zapotes al campo y los coces y yo los vendo. Y si quieres haces pozole y yo lo vendoâ€. Porque mi mamá era muy vergonzosa y mi mamá. Entonces yo este le decÃa: “Si quieres les digo a las señoras que si hacemos las tortillas y yo se las llevo y yo te ayudoâ€. Y mi mamá este, empezó asÃ, dice: “Bueno, pues de verasâ€. Entonces le fui y le dije a mi tÃo Juan que si nos daba el café para molerlo y luego entonces mi mamá tostaba el café y tenÃamos un molinito. Yo apenas alcanzaba el molinito y yo le ayudaba a moler el café. Y luego llegaba un señor que le habÃa prestado a mi papá dinero para venirse al norte. Llegaba: “Doña Esperanza, qué bonito le hueleâ€. Pues era el café que se estaba tostando. Pero llegaba a ver si ya habÃa llegado dinero para que le pagaran este…
AC: Lo que se le debÃa.
LA: Lo que se le debÃa. Entonces mi mamá, ella era muy cuidadosa. Ella del mismo dinero que estamos ganando compraba una gallina, la empollaba, le ponÃa huevitos pero siempre estaba cuidando el dinero de mi papá y nunca asà este, lo malgastaba, decÃa: “Para cuando venga tu padre para que ya no se vaya para el norteâ€. Y entonces nosotros yo me acuerdo que en la noche yo decÃa: “¡Ay!, ¿cómo es mi papá? Ya no me acuerdo cómo tiene la caraâ€. Y asà todas las noches pos rezábanos el rosario.
AC: ¿No se acordaba usted?
LA: No me acordaba asà de su cara porque como yo decÃa: “Ay pero, ¿cómo es mi papá? Y, ¿cómo es?â€. Y a veces nomás asà me fijaba me le miraba asà sus brazos pero y luego asà era este, pues muy duro, muy duro. Y ya entonces que mi mamá que dice, pues que cuando era el dÃa 12 de diciembre que era el dÃa de la Virgen que hacÃa la fiesta, mi mamá nos andaba haciendo los vestidos y todo para pues, para el dÃa de la fiesta y ella, mi mamá como ella podÃa o sea que mi mamá fue este, una mujer que nos dejó mucha, nos dejó… (llorando) O sea que fue muy duro. Y a veces cuando asà en la noche que estábanos todos chiquillos y empezaban a… Mi mamá rezaba el rosario, rezaba y luego le decÃamos: “Quiero chocolate, quiero panâ€. “Padre Nuestro, si no rezan no les voy a darâ€. Y ahà lo estábanos rezando, rezando para que… Pero siempre con la esperanza de que mi papá volviera. Y asà pasaba. Asà casi siempre, siempre era asÃ. Pero mi mamá este, es como un ejemplo de la mujer que cuida a sus hijos, que se portaba tan bien que estaba cuidando el dinero de mi papá para que no se fuera, para que ya no se fuera no malgastaba nada. Mi papá le decÃa: “Mira mujer, no quiero que compres nada a crédito, no quiero que compres nada fiadoâ€, asà decÃa. Y yo me acuerdo una vez, estábanos todas chiquillas y estábanos siempre nos parábanos en la puerta cuando ya venÃan y veÃamos que venÃan todos los braceros con unos velices verdes de metal.
AC: ¿De metal?
LA: De metal y iban llegando y entonces este, y ya se pasaba todo el dÃa y estábanos esperando y decÃa: “Ay mi papá no llegó, no llegóâ€. Y pasaban dÃas y nosotros esperando en la puerta a ver si llegaba. Pos antes era muy difÃcil porque el correo, no habÃa teléfonos este, pues no habÃa comunicaciones como hay ahora. Ahora está más, pues uno se puede comunicar fácilmente, ¿vedá?
AC: SÃ.
LA: Pero estar esperando una carta y mi papá no sabÃa escribir, no sabÃa leer.
AC: ¿No sabÃa?
LA: Entonces mi papá tenÃa que ir a que alguien le hiciera la carta. Mi mamá sÃ, ella sà sabÃa muy bien escribir este, pues ella sà estuvo en la escuela y ella sÃ. Pero mi papá este aunque no sabÃa leer y escribir pero tenÃa mucha sabidurÃa, era un hombre muy bueno, muy leal, muy sincero. Entonces él no fue a la universidad pero tenÃa la experiencia de la vida donde se sufre, donde se llora, donde la gente es leal.
AC: Y, ¿sabÃa componer? Nos estaba...
LA: SÃ.
AC: Como eso ahorita nos estaba usted…
LA: Y mi papá este, o sea que era un hombre, mi papá era arriero antes porque en Cotija eran los arrieros que saliera a vender queso, el queso de Cotija con su papá eran arrieros iban hasta Latinoamérica y iban en burros a este, bestias a llevar el queso famoso de Cotija.
AC: ¡Ay, tan rico!
LA: SÃ. Entonces este, pues mi papá era arriero, ¿vedá? Transportaban toda su mercancÃa por medio de bestias y luego regresaban con más mercancÃa. O sea que traÃan, llevaban y traÃan. Y asà este, déjame buscar un kleenex.
AC: SÃ, no se preocupe.
LA: Perdón. Y…
AC: No se preocupe.
LA: Entonces asà pues ya llevaban, este asà mi papá pues asà trabajaba pero siempre este ha sido pues muy difÃcil. En México ha sido muy difÃcil hasta para la gente que tenÃa dinero también, ¿verdad? Por la historia que ha pasado, ¿vedá? Bueno, ahorita digo un poquito de eso pero este cuando ya nosotros salÃamos, un dÃa este mi mamá nosotros planchábamos con esas planchas de carbón que le metÃan, esas planchas mi mamá planchaba, almidonaba y nos mandaba al colegio con toda la ropa bien almidonada, bien planchadita. Mi abuelita nos llevaba al colegio y mi mamá a veces siempre querÃa estar que nos criáranos y pagaba, pues en el colegio del Sagrado Corazón. Ãbanos nosotros al colegio y nos llevaba y siempre era, le gustaba que anduviéramos muy bien planchadas y bien limpias. Y también este, tenÃa unas planchas que se calentaban en el comal, ¿vedá? Y también con esas planchaba. Pero un dÃa que llega, que llega un señor y que dice: “Señora cómpreme una plancha eléctricaâ€. “Ay no, no, yo no tengo dinero, noâ€. “No, mire si quiere déme $0.50 centavos cada ocho dÃasâ€. Pues no sé como se la…
AC: Qué acuerdos.
LA: Se la embabucó a mi mamá y que entonces que dice, dice: “Al cabo no es tantoâ€. Pero ella siempre cuidaba y tenÃa en la mente que mi papá le decÃa que nunca anduviera cogien… Sacando cosas a…
AC: A crédito.
LA: A crédito. Pues entonces un dÃa que este, pues compró la plancha y estábanos nosotros afuera de la casa esperando a mi papá y entonces que vemos que venÃa mi papá. ¡Ay! Y le gritamos: “¡Mamá ya viene mi papá!â€. Y mi mamá estaba tan volviéndose loca y: “¿Cómo voy a tapar la plancha?â€. (carcajadas) Y entonces este estaba una pañoleta y mi mamá que le pone encima la pañoleta. Entonces nosotros: “¡Ay, papá!â€. Y corrimos a abrazándolo que, ¡ay! No hallábanos qué hacer con él pero un gusto grande, grande, grande. Y que entonces que ya que cuando estábanos ahÃ, este mi papá dicÃa: “¡Ay! Les traje un radioâ€. Pero es que en aquellos tiempos no dejaban que compraran cosas. TenÃan que llevar cosas que no fueran, hasta de segunda, pero no podÃan comprar cosas nuevas.
AC: ¿Quiénes no los dejaban?
LA: Para traer. Los braceros no, no podÃan.
AC: ¿En Estados Unidos no?
LA: En Estados Unidos no podÃan este, comprar cosas. Entonces compraban, como traÃa un radio de esos de madera antiguos y este, entonces yo creo que quizás irÃan a algunas tienditas a comprarlo pos estaban en los campos, ¿cómo iban a poder ir a tiendas? Entonces que llega mi papá con ese radio. Y ahà está mi papá poniéndolo y: “¡Ay! Miren les traje un radioâ€. Y luego mi hermana: “Apá, apá, a pancha leta, a pancha letaâ€. “¡Ay, sà mija! Su pañoleta guárdela para el dÃa 12â€. Pero le estaba diciendo que la plancha eléctrica (risas) le estaba mitoteando a mi papá, ¿verdad? Que estaba la plancha eléctrica. “Mamá pancha letaâ€. Que su mamá habÃa comprado una plancha eléctrica.
AC: ¡Ay, ay, ay!
LA: “¡Ay Mamá!â€, (risas) decÃa. Mi mamá estaba bien nerviosa. Y dice: “SÃ, mija guarde su pañoleta para el dÃa 12â€. Pero entonces mi papá estaba poniendo el radio y no tocaba y no tocaba. Y mi papá se puso muy triste y yo que corro a la carrera y que voy a la cocina y que me traigo, este y allà le estuve moviendo y todo y luego de que empieza a tocar el radio. Y luego que dice mi papá: “¡Ay!, mija es mecánica, mija es mecánica. (risas) ¿Qué le hicistes mija?â€. Le dije: “Ay papá, le puse unas cachetadas y le puse unos chiles serranos en los alambres, (carcajadas) y la movà y le di y empezó a tocarâ€. Y entonces mi papá estaba tan contento que aún era una nomás una estación que se oÃa que era de Ocotlán de un señor Becerra que se oÃa esa estación nomás allà pero mi papá se puso pues este muy contento. Y entonces asà pues ya mi papá empezó a sacar la ropa y llevaba un catálogo de modas porque a mi mamá le gustaba coser, unas señoras acá con unas hom… Este pues muy elegantes y todo, ¿verdad? Y pos esa imagen se le queda a uno. Entonces yo este, cuando yo vine para acá, yo dije: “Oh, pues en Estados Unidos la gente anda muy eleganteâ€. Y entonces cuando yo vine, dije: “Ay no, pues aquà no anda la gente eleganteâ€. (risas)
AC: No está igual que en los…
LA: No está igual que yo pensaba que asà era, que asà andaban con los tacones y sombreros y todo, pos no, no. No, yo vi pos la gente anda hasta sin planchar y anda ahà como le da su gana. Y entonces pues ya este, pues aquà pos uno va y usa sus, aunque tengas unos zapatos los limpias te pones tus medias y era otro… Porque en los pueblos chicos la gente siempre se está fijando. “Oye, mira ni siquiera se planchóâ€. Y la gente siempre por el qué dirá, siempre. Aunque ande uno tenga un vestidito pero pos lo trae planchado. Y eso este, fueron asà recuerdos que pues me quedaron asà en la mente y son cosas que pasaron. Pero yo creo que eso todavÃa estamos viviendo esa historia que no ha terminado.
AC: No.
LA: Entonces yo les platico a mis hijas, les platico la historia. Y este, les platico la historia y les platico todo porque eso es lo que va a conservar las raÃces, las raÃces que traemos.
AC: Y, ¿les contó qué pasó con la plancha cuando se enteró el papá?
LA: Mi papá o sea que mi hermanita querÃa, le decÃa y le decÃa que la pancha leta, que la plancha leta. “Sà mija, guarde su pañoleta para el dÃa 12â€. Pero este no, no era el, entonces mi papá pensaba que era la pañoleta. Mi mamá dijo, mi mamá que va y que la esconde, que la esconde porque mi mamá era muy obediente con mi papá. Y la escondió. Y entonces cuando no estaba mi papá, a veces sacaba la plancha para planchar.
AC: Más rápido.
LA: SÃ. (risas) Pero este habÃa unas chicharras que estaban afuera de las casas y si la gente tenÃa el radio prendido o si tenÃa una plancha empezaba a chillar la chicharra. (risas) Nada más tenÃas que tener un foco o poner la plancha o poner el radio. No podÃas poner todo eso. Y cuando empezaba a chillar la chicharra, pues toda la gente empezaba: “Ay este están usando energÃa demásâ€. Entonces asà cuidaban la…
AC: Y cuidaban mucho.
LA: Mi mamá cuidaba de que no fuera a chillar (risas) la chicharra. De o sea al medidor de la luz y asà decÃan que la chicharra. Y asà este, pues mi mamá asà siguió y mi papá ya, al final pues ya llegó, trabajó mucho en muchas partes y ya cuando llegó mi papá de aquà ya iba muy enfermo. Casi duró unos cuantos años y luego mi papá pues este… O sea que duró muchos años con todo esto que llevaba ya desde aquÃ.
AC: ¿Qué llevaba?
LA: O sea que este en una de las partes, porque iban también arreglando como las vÃas del tren, acomodando, haciendo…
AC: ¿Era ferrocarrilero?
LA: Mi papá trabajó un tiempo en el ferrocarril pero otro tiempo trabajó en los campos, ¿vedá? Ya los últimos años trabajó en los campos. Pero este, no sé algo cayó. No sé si algo cayó pero a mi papá lo golpeó la espalda y de allà él este, le resultó de ese golpe un tumor en el pulmón. Entonces pues de ahà mi papá duró ya no, ya no fue bueno. Duró pues este tiempo.
AC: Enfermo.
LA: Enfermo. Pero ya entonces este, se quedó en nosotros ya que estábanos grandes asà ya grandecillas y grandes empezamos, no lo dejábanos ir: “Papá ya no te vayas, no te vayas, no te vayas. No le hace que cómamos tortilla con chile pero estamos mejor asÃ. No queremos dólares, no queremos nadaâ€. Y yo nunca asà de los nuncas pensé que yo fuera venir a Estados Unidos.
AC: ¿Cómo usted acabó acá?
LA: O sea es que yo me casé y mi esposo estaba acá. Y entonces pues ya me vine con él. Pero este, nunca pensé que fuera a salir.
AC: Y, ¿su papá se quedó allá?
LA: Mi papá, bueno ya cuando ya me vine mi papá ya habÃa muerto. Pero yo soy la hermana mayor de mis hermanos y yo me hice cargo de mis hermanos, de los que quedaron. Yo los mantuve y los hice crecer y a mi mamá también. Fui su compañera y cuando yo trabajaba, estudiaba, trabajaba y estudiaba.
AC: ¿En qué trabajaba?
LA: Yo trabajé en la Comisión del RÃo Balsas. Trabajaba en el teletipo.
AC: ¿Teletipo?
LA: Teletipo. Donde se está mandando toda la información.
AC: ¿A quién se la mandaba la información?
LA: La Comisión del RÃo Balsas era asà de los campesinos de como presas que se hicieron del RÃo Balsas. Una presa que se hizo hid[r]oeléctrica en el Infiernillo.
AC: Y eso, ¿dónde queda?
LA: Bueno, eso queda en Michoacán pero mi papá cuando nos llevó; de Cotija nos fuimos primero a Los Reyes y luego mi papá vendió todo lo que tenÃa, la casa que porque este Ãbamos a que allá tenÃa familiares y que se iba a ir para allá. Entonces mi papá invirtió en el mismo comercio pero pos no le fue bien. Entonces este su hermana: “Vente para acá. Vente a Apatzingánâ€. Y mi papá se fue como él cuando estaba joven trabajaba allà en el arroz, en las cosechas de arroz. Pero mi papá pues llevaba este, dinero de la casa que habÃa vendido. Esa casa [era] una casa que le regaló mi abuelita y vendió la casa. Entonces compró una casa en el Infiernillo. Entonces él ahà puso su negocio pero nosotros nos quedamos en Tierra Caliente. Y ya después este, ya nos quedamos ahà y ahà este yo estudié ahà en la en la Academia Pitman secretaria taquimecanógrafa y luego que contador y yo siempre estaba estudiando para ir buscando los mejores trabajos.
AC: Qué bueno.
LA: Y asà pero mi papá se llevó muchas cosas. Yo hice sentir bien a mi papá. Porque mi mamá siempre nos tenÃa organizadas, siempre. Y nosotros este, pertenecÃamos a Tacámbaro. Allà habÃa era la dió[ce]sis de Tacámbaro. Todo el Tierra Caliente, Apatzingán, o sea todo eso pertenecÃa y mi mamá siempre nos organizó allÃ. Y fui becada. Fui becada por el obispo para ir al Colegio Americano a estudiar porque ellos siempre me gustaba mucho trabajar con los campesinos. Estaba muy apasionada, muy apasionada del campesino porque mi papá todo lo que sufrió, no sé como que uno se concientiza y la problemática también en sus trabajos uno de joven sabe la problemática que hay. Por ejemplo estaba el Banco Rural aquà y estaba lo del teletipo. Y a veces como cuando el General Cárdenas, el General Lázaro Cárdenas les dio a los campesinos las tierras pero también les abrió los bancos para que ellos tuvieran dinero y pudieran tener todas las armas para sembrar la tierra y para ser fuertes. Entonces él, el General Cárdenas les dio tierras. En todo México reparte las tierras y entonces hace todos esos centros, se abre el Banco Rural, los teletipos y todo para ir ayudando a los campesinos. Pero entonces yo donde trabajaba, yo ya veÃa que llegaba la gente y le decÃan: “A ver, fÃrmele aquÃâ€. “Pos no sé firmarâ€. ¿Vedá? Entonces este, también cuentan asà que por ejemplo en La Huacana que la gente pos que no tenÃa nada y son cuentos que platicaba ahà la gente. Como de una señora que no tenÃa ni espejo y que se sentaba allà en ese lugar de La Huacana que sacaba una cana y aventaba al agua la cana al lago y por eso es que le habÃan puesto La Huacana, en Michoacán.
AC: La Huacana. (carcajadas)
LA: En Michoacán. Entonces por eso le pusieron pero esa señora ya les decÃan Aurelia a las Aurelias, les decÃan Huella.
AC: ¿Huella?
LA: Huella de cariño.
AC: ¿De cariño?
LA: A las Aurelias. Y entonces este, y platicaban que un muchacho que le [dijo]: “Apá déjeme ir pal norte, déjeme irâ€. “¡Ay, hijo! Pero pos ¿qué vas a hacer en el norte? Allá trabaja mucho la gente y te vas a poner muy viejoâ€. “No, no. Déjeme ir y yo le voy a ayudarâ€. SÃ, pues este el muchacho trabajó y le mandó, a esa señora le mandó un espejito. Pues mandó un paquete para su papá y su mamá y también le mandó un cheque y recibe el sobre y abre el sobre y el señor pues como nunca habÃan visto un espejo y se ve en él: “¡Ay, mire nomás! ¡Ay! Cómo está mijo de viejo. ¡Ay, Dios mÃo! Está bien viejo. Yo le dije que no se fuera, yo le dije que no se fuera para el norte. Pero, ¡mira nomás como está de viejo!â€.
AC: No le hicieron caso. (risas)
LA: Dice y que entonces la señora salió asà del ranchito: “¡Ay!â€. Que dice: “¡Ay! Mi mujer me está viendo déjame alzarlo porque si no lo va a verâ€. Y entonces la señora decÃa: “¡Ay! ¿Por qué estará llorando este hombre?, algo le está pasandoâ€. No, era que este, pues lo que traÃa. Entonces al señor le dio ganas de ir al escusado, al baño y como tienen los baños afuera de la casita, entonces él que se va y que esconde abajo de su almohada, esconde el sobre y dice: “Lo voy a esconder porque si esta mujer lo ve, casi se va a morir de ver a mijoâ€. Y lo esconde y la señora cuando estaba en el baño, que cuando estaba allà en el baño y que va y que saca el sobre, dice: “A ver por qué anda chillando esteâ€. Y que va y que saca el espejo y: “¿Por esta vieja chilla? Y, ¿por esta vieja chilla?â€. (carcajadas) Era ella misma. Entonces la señora pues que baja y que lo ve que venÃa y dice: “Mira tú Huella nuestro muchacho mandó un cheque de Estados Unidos. Vamos a cambiarlo al bancoâ€. Pos ahà van y le dijo el señor: “A ver señorâ€, dice, “¿tú sabes escribir? Para que pongas aquà tu nombre para cambiarte el chequeâ€. Dijo: “Ay no, yo nunca fui a la escuela. Yo no sé nada de letra, no sé nadaâ€. Dice: “Y, ¿la huella?â€. Dijo: “Uy, ésa está pior que yoâ€. (risas) Pero lo que estaba diciendo que pusiera la huella. Pues asà casi la mayorÃa de la gente, los campesinos no tuvieron oportunidad de aprender porque antes este, los ricos nada más eran los únicos que podÃan ir a la escuela y la gente campesina estaba marginada, ¿vedá?, de la historia. Los dueños de los ranchos, de latifundios y la gente nada más iban gentes selectas que tenÃan maestros. Y pues no habÃa tanto de pues eso de lo de la educación. Entonces allà este, yo miraba decÃa: “A ver, fÃrmele aquÃâ€. Pos ponÃan una cruz o una huella.
AC: SÃ.
LA: Pero a veces el dinero no se los daban completos.
AC: Y, ¿por qué no?
LA: Porque no sabÃan leer y escribir. Entonces nosotros fue esa problemática. Me tocó ser la primera presidenta de las jóvenes católicas de la dió[ce]sis de Apatzingán.
AC: FÃjese.
LA: Entonces yo cuando ya fui, entonces empezamos a juntarnos todas y empezar a coger toda la problemática que tenÃamos. Entonces le dijimos a, yo le dije al señor: “¿Sabe qué?â€. Se le decÃa: “Hay una problemática muy grande, la gente ya tiene la tierra, tienen el dinero pero no saben leer, no saben escribir, ¿cómo van a hacer? ¿Cómo van a organizarse?â€. Entonces él, nos juntamos como diez muchachas y nos manda becadas al Colegio Americano a México. Y empezamos a estudiar todo eso y luego después que ya empezamos a hacer análi[si]s de realidad de la problemática y todo que nos enseñamos a hacer todo eso, entonces mandan traer al Doctor Laubach de aquà de Estados Unidos. El doctor, el que fundó el método en las Filipinas, que era la misma problemática que habÃa de México, él nos enseñó a… O sea nos enseñó el método cómo enseñar a la gente a leer en cuarenta horas.
AC: ¿En cuarenta horas?
LA: En cuarenta horas. Entonces era un método que venÃa en láminas y tenÃa mucha pedagogÃa y mucha psicologÃa. Entonces este, nosotros empezamos a hacer todo eso pero también traduciéndolo en español. Y estuvimos trabajando con todo este método y cuando ya llegamos ya con nuestro diploma del Doctor Laubach de Estados Unidos y pues del Colegio Americano donde tomamos nosotros que fuimos a enseñarnos cómo vamos a hacer un cambio para México, ¿verdad? Y empezamos a ver por qué el Gobierno mexicano no habÃa hecho algo. Y entonces empezamos, fuimos a ver. Pues nos dimos cuenta de cuando vienen los braceros, el presidente Manuel Ãvila Camacho que fue el que hizo el contrato para que vinieran el contrato, el convenio con Estados Unidos. Entonces fue cuando vi que decÃa Manuel Ãvila Camacho, hizo extensivo ese decreto. O sea como una ley pero fue en ese año.
AC: ¿En que año?
LA: En el [19]42, [19]43. Cuando él estaba y hace extensivo ese decreto para que se le enseñara el alfabeto a los mexicanos. Entonces pero decimos: “Pero, ¿cuántos años han pasado?
AC: ¿Qué año era?
LA: Ese año yo tenÃa como, era como en el [19]60, como el [19]60.
AC: Entonces su papá todavÃa no habÃa regresado, ¿verdad?
LA: No, ya. Bueno, mi papá fue como en el [19]63.
AC: Oh, sÃ.
LA: Cuando el [19]63. Mi papá regresó como en el [19]62.
AC: Entonces estaba chiquita también.
LA: SÃ, sÃ.
AC: ¿TenÃa veinte años usted?
LA: SÃ. Entonces cuando ya, cuando pasa pues ya empezamos con todo ese método y ya llegamos, pues le dijimos: “Ay, pero, ¿por qué no se ha hecho esto? Nomás tá la ley pero está dormidaâ€. Y empezamos a concientizarnos todas las jóvenes, empezamos a concientizarnos. Entonces ya cuando llegamos a Apatzingán, Michoacán…
AC: SÃ.
LA: Entonces hicimos una junta y yo les dije: “¿Sabe qué? Pues tenemos que, porque tenemos que buscar algo, por ejemplo algo que del campe[sino]â€. Porque tienes que llevar pedagogÃa, tener psicologÃa porque vas a trabajar con los campesinos. ‘No tenemos que irnos acá con sombrerosâ€. Aunque trabajanos en oficinas pues andábanos bien vestidas pero tenÃamos que ponernos ropa de la que es de nuestro origen porque somos hijos de campesinos. Ya llegamos ahà y ya entonces este, les dije yo a mis compañeras: “Saben que tengo esto, no sé si les guste para empezar para quebrar el hielo, para reventar, pa empezar la clase. Y fue algo asà que escribÃ, dice: (cantando) “Manuel Ãvila Camacho hizo extensivo un decreto. Manuel Ãvila Camacho hizo extensivo un decreto. Les pidió a los mexicanos, les pidió a los mexicanos, les pidió a los mexicanos que enseñen el alfabeto. A mis queâ€â€¦ No, pero más que todo era empezar, ¿cómo fue que trajeron el método? ¿Cómo les Ãbanos a platicar a las campesinas y a los campesinos que ya estaban allà de los que regresaron? TenÃanos que contarles la historia cómo trajimos ese método para enseñarlos a leer. Entonces dice: “Lo trajeron en inglés retratadito de blanco. Lo trajeron en inglés retratadito de blanco para llegar más temprano, para llegar más temprano, para llegar más temprano, lo trajo el caballo blancoâ€. El Caballo Blanco era una canción que andaba de moda. Entonces hicimos nosotros algo asà apropiado para poder llegar a las campesinas y llegar a los campos.
AC: Oiga, y, ¿funcionó?
LA: Mucho.
AC: ¿Ustedes pudieron llegar?
LA: SÃ.
AC: Y, ¿alguna vez se enteró usted por qué no habÃan enseñado a los campesinos durante el perÃodo del bracero el alfabeto como a leer y escribir?
LA: No, es que en ese tiempo no. El ¿Gobierno de México tenÃa uno que le decÃan que El Silabario.
AC: ¿El Silabario?
LA: El Silabario asà se llamaba ese libro con lo que las enseñan. Pero eran unas cuantas que enseñaban El Silabario. Pero la gente a veces me decÃan: “¡Ay! ¿No vas a ir a que te enseñen el silabario?â€. (risas) Pero era el método, el método del silabario. Pero no, no llegaba. Eran unas cuantas gentes que eran voluntarias. Pero lo que se trataba es que agarrar que los jóvenes cojan las cosas y compartan, ¿verdad? Porque ese método es muy derecho, dice: “Si alguien aprende este método, el que no lo enseñe, que le corte la cabeza. El que no enseñe lo que aprende merece que le corten la cabeza porque ese es el egoÃsmoâ€. Entonces el egoÃsmo es muy malo, es un pecado ser egoÃsta. Tiene uno que compartir lo que Dios le da a uno de inteligencia, lo poquito que sea. Y nosotros empezamos a organizar. Tuvimos un libro que se llamaba, de todas las jóvenes que hicimos este libro de pequeñitas para las niñas pequeñas, adolescentes pa las que estudiaban, nosotras para las muchachas que trabajábamos y otro para jóvenes. Y para empezar a organizar a todas las muchachas que trabajábanos juntas. Y empezamos a organizar, a organizar y a organizar. Y las niñas también cuando les da el sarampión, tener fotografÃa[s], pues todo eso se empezó a organizar. Cuando nosotros cogimos mucha conciencia de las jóvenes y los jóvenes católicos de México, una de las compañeras, como en estas áreas de Tierra Caliente habÃa muchos ricos que llegaban de Francia, de todas partes, de Estados Unidos a sembrar el algodón. Porque hicieron sus despepitadoras, las empacadoras y llegaban hombres también ricos que se burlaban de las muchachas y tenÃan niños y habÃa muchos niños en la calle. HabÃa una zona que también le decÃan zona de donde se juntaban todas esas mujeres. Entonces nosotros criamos una conciencia. Criamos una conciencia de las muchachas que trabajamos, ¿cómo vamos a ayudar? HabÃa unas que trabajaban en el Seguro Social, trabajaban en el Seguro Social de México. Entonces este les decÃamos: “Ustedes pregúntenle a las señoras, a las muchachas que van a allá, ¿por qué están ellas ahÃ? ¿Por qué están allÃ?â€. Entonces decÃan: “No, es que yo me fui con un señor y en la casa me dijeron que habÃa manchado el apellido y me corrieron de la casaâ€. Porque antes era muy estricto. Las señoritas no tenÃan que andarse choteando en la casa, ni andar con hombres porque los papases eran muy delicados y era vergonzoso. Entonces muchas de estas muchachas se iban a, acaparaban ahÃ, ¿vedá? Y muchos niños andaban en la calle asà solos como niños de la calle asÃ. Entonces de ahà de la misma organización se levanta una de las compañeras, se hace religiosa y la bendicen para que… fue con el Papa y la bendice para abrir la Casa Hogar. Entonces se levanta la casa hogar, nos regalan un terreno y allà se hace la Casa Hogar. Y ella venÃa hasta Estados Unidos también a trabajar, la Madre Valvier. Y también nosotros trabajábanos allá para hacer la Casa Hogar. Y se hizo la Casa Hogar.
AC: FÃjese.
LA: Del PÃo II. Y todavÃa está y hay una panaderÃa y se mantiene de la panaderÃa. Entonces ahà se cogieron. Pero luego después que empezamos a ver la otra problemática de las muchachas y: “¿Cómo le vamos a hacer para sacarlas de ahÃ?â€. Y entonces fuimos a Uruapan, ahà está un convento. “¡Ay! Este, ¿no nos podrÃan ayudar para mandar a las muchachas?, para queâ€, les decÃamos, “¿Estás a gusto ahÃ?â€. “No, pos que noâ€. “¿Quieres ir a estudiar para trabajar en la oficina? ¿Quieres ir a trabajar para esto?â€. “No, pues que sÃ, sà quieroâ€. Entonces, “pero le debo a la madrota $500 pesosâ€. Nosotros hacÃamos rifas y todo, le dábamos el dinero para que se los pagara a la madrota. Entonces…
AC: ¿La madrota es la persona…?
LA: La persona que las dirige a las señoras. Y entonces…
AC: O sea a las señoras, ¿cómo las dirigÃa?
LA: O sea la madrota es la que es la mera grande ahà de la zona de prostitución, onde hay zonas. Entonces a todas esas muchachas las sacábanos de ahà y ya tenÃamos el colegio en Uruapan y ahà iban a estudiar. “No te vas a hacer monja. Tú nada más vas a ir a prepararte para tener un buen trabajoâ€. Y asà sacamos muchas, muchas muchachas y entonces ya no las dejaban ir y llevaban a un doctor para que fuera y luego le dijimos al padre Méndez: “¡Ay! Padre Panchito vaya por favor, váyase júntese con uno de los jóvenes y vaya allà a la zona y a ver si puede sacar unas muchachas de ahÃâ€. ¡Uy! Le levantan un falso al padre. Bueno, hicieron hasta una pelÃcula que se llama Las Chicas Malas del Padre Méndez por David Reynoso. De esos casos que pasaron y fue puros falsos porque pues no, no les conviene, ¿verdad? Y este, también pues hicimos, o sea que los jóvenes organizados pueden hacer mucho. Pero en lugar de andar en la calle de malditos, en lugar de andar en las discotecas, andar haciendo tanta cosa, desmadre que se hace es la conciencia, de concientizarse, de trabajar, de darle gracias a Dios que tuvieron la oportunidad de ir al colegio, de ir a la universidad, para que esa cosa que Dios les dio que toda esa sabidurÃa lo lleve, lo trasmitan y que les ayuden a los demás jóvenes que están en una situación. Y ese es algo, ¿vedá? De lo que se hizo ahÃ. Y también Ãbamos a las cárceles a ver qué estaba pasando con los presos. A veces muchos presos morÃan, morÃan de hambre. Porque una vez que fuimos y llevábamos al Obispo, “¿sabe qué? Venga, porque para que les diga una misaâ€. Entonces llegábanos a ahà y ya les hacÃa una misa y todo. Pues también tenÃamos las ganas de ir a enseñar a la cárcel pero no, nunca pudimos ir a hacer una clase ahà en la cárcel, también querÃamos hacerla. Pues eso no se nos concedió. Pero lo que pasó en esa vez que estaba un señor casi medio, muy enfermo y entonces que dice, dice este…
AC: [Ininteligible] Oh, siga. DÃgame.
LA: Si quiere ya le paramos.
AC: Bueno. ¿Qué tal si le hago unas preguntitas asà bien cortitas?
LA: SÃ, sÃ.
AC: ¿Qué le habÃa pasado a su papá en los siete meses? O sea, ¿alguna vez se enteró usted? Que no supo de él.
LA: Bueno, es que este los tenÃan en Empalme. En Empalme, Sonora ahà los contrataban y ellos no tenÃan dónde dormir. Entonces mi papá y otros compañeros hicieron un hotel que le pusieron El Hotel de los Cuatro Vientos. Hicieron una sombra grandota porque estaban esperando las contrataciones, ¿vedá? Entonces hicieron en Empalme pues una sombra grandÃsima y ahà se quedaron. Entonces ya cuando los contrataron los mandaron a diferentes partes pero no habÃa gente que supiera leer y estaban ahà en los campos marginados. Entonces ellos no podÃan cómo comunicarse.
AC: ¿Como su mamá?
LA: Con mi mamá por ejemplo no podÃanos, no sabÃamos si estaba vivo no sabÃamos qué estaba pasando.
AC: Entonces, ¿sà estaba bien?
LA: SÃ, sà estaba bien.
AC: Ah, yo pensé que a lo mejor estaba enfermo.
LA: No, no, sà estaba bien pero este no sabÃanos porque duraron tanto, nueve meses allà esperando las contrataciones. Y luego después este, cuando ya llegaron pero no tenÃan forma de comunicarse.
AC: SÃ. Oiga y, ¿las otras familias? Me habÃa dicho que allà en Michoacán por eso del volcán, ¿se les estaba dando a ustedes preferencia de los trabajo de bracero o no?
LA: No, bueno de allà de este de…
AC: ¿HabÃa muchos?
LA: No, no de Michoacán salieron casi todos los braceros, muchos braceros salieron de Michoacán. Salieron muchos de Michoacán, Jalisco, Querétaro y salieron desde toda la república mexicana pero más que todo Michoacán fue el que exportó muchos braceros. Jalisco, Zacatecas o sea que fueron… y este a veces iban hasta a México a contratarse a la ciudadela. Entonces ellos se contrataban en Empalme y luego la seño[ra] pues era una, era como una cosa que estaba pasando algo en México, que estaba pasando. Porque ese tratado que hizo este Manuel Ãvila Camacho. Entonces ese tratado de Manuel Ãvila Camacho y cuando llegaban aquà los braceros, los muchachos que vivÃan aquà les deci… este a trabajar y que trabajaban también muchachos de aquÃ, les decÃan que eran que eran unos bueyes porque trabajaban mucho. Porque el mexicano mexicano, trabaja. Y decÃa, Manuel Ãvila Cama. Dice: “Santa Ana vendió la tierra y Manuel Ãvila Camacho vendió los bueyesâ€. Y asà les decÃan.
AC: ¡Ay no, qué feo!
LA: Entonces este pues, pos hay muchas cosas qué decir de cómo ellos trabajaban de pues todo el trabajo que pasó y pues hay muchas cosas de qué platicar de esto pero los corazones se nos han quedado muy sellados. Muy sellados y más a los que somos huérfanos y más a los que hemos vivido todo esto y que cuando yo llegué aquà a Estados Unidos que me vine con mi esposo luego luego yo me empecé a organizar porque solamente la gente organizada…
AC: SÃ.
LA: Y, se tiene que organizar, porque si no se organiza la gente, no vamos a hacer nada. Entonces llegamos allà y luego luego con el señor Burt Corona que es uno de los méxico americanos, chicanos de que fue uno de los que tenÃan MaestrÃa en las universidades. Y él siendo un hijo de padres mexicanos y también de, pues de rango de que tenÃan, él se une. Es un ejemplo para los jóvenes. Se une a esa causa y entonces él también le dijimos, le empezamos a platicar y él empezó a venir a México para los braceros. O sea que esto de los braceros este…
AC: Ha sido una lucha.
LA: Ha sido una lucha pero también de jóvenes que ya murieron, que nos enseñaron y que nos recibieron aquà en Estados Unidos. Entonces todo eso ya tenemos, o sea ya hace muchos años y hasta ahora pues todavÃa se sigue y se sigue.
AC: FÃjese. ¡Ay! No sabe cómo le agradezco que se haya sentado a platicar conmigo. Ya casi se nos acaba el disco.
LA: SÃ.
AC: Pero le agradezco mucho.
LA: SÃ.
AC: De verdad que sÃ.
LA: Pues este, con mucho gusto yo les mando un mensaje, ¿verdad? A los jóvenes y las felicito a ustedes por todo este labor que están haciendo por estar tan interesadas en sacar la historia y esto les va a servir mucho a los jóvenes para que se… O sea cojan ese valor y los felicito por este trabajo que están haciendo y les deseo y me siento bien orgullosa de ustedes, de todos.
AC: Muchas gracias.
Fin de la entrevista
Original Format
Mini Disc
Duration
56:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
File Name Identifier
Ayala_PERR005
Citation
Carrillo, Alma and Ayala, Luz MarÃa, “Luz MarÃa Ayala,” Bracero History Archive, accessed October 27, 2025, https://braceroarchive.org/items/show/399.