Filiberto Villaseñor Ocampo

Title

Filiberto Villaseñor Ocampo

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Filiberto Villaseñor was born on July 25, 1928, in Tizapotla, Morelos, México; at age twelve, he began working with his father in the fields; he was a bracero from 1955 to 1964; he picked cotton and tomatoes in California, Nebraska, and Wyoming.


Summary of Interview: Mr. Villaseñor recalls growing up in Tizapotla, Morelos, México; his father was a baker, but he remembers never having had an interest for the profession; at the age of twelve, he states that he helped his father work in the fields; he describes his childhood as being very hard economically, and talks about the work he did as a youth; he details how he found out about the bracero program, and what the hiring process was like when he went through it in 1955; additionally, he relates his experience at the contracting centers in Empalme, Sonora, México, Cuernavaca, Morelos, México, and Chihuahua, Chihuahua, México; he expresses what his life was like while working as a bracero in California, Nebraska, and Wyoming; furthermore, he states that he picked cotton and tomatoes in those places, and that he performed these duties until 1964; after the program was terminated, he says that he returned to the United States as an undocumented worker; he explains that he did this work for about ten years and then returned to México; later, he states that he has since received documents to enter the U.S., and uses them to return for work from time to time.

Creator

Domínguez, Violeta
Villaseñor Ocampo, Filiberto

Date

2003-09-23

Subject

Bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Filiberto Villaseñor Ocampo

creator (Spanish)

Domínguez, Violeta

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

1:16:48

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Filiberto Villaseñor Ocampo
Fecha de la entrevista: 26 de septiembre de 2003
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez

VD: El día de hoy es 26 de septiembre, sí, ¿verdad?

FV: Sí, 26.

VD: Veintiséis de septiembre del 2003. Ésta es una entrevista con el señor Filiberto Villaseñor…

FV: Ocampo.

VD: Ocampo. Déjeme empezar por preguntarle…

FV: Sí.

VD: Don Filiberto, ¿qué edad tiene usted?

FV: Setenta y cinco cumpliditos, los cumplí ahora el 20 de julio y con mi mujer Julia.

VD: ¿Apenas?

FV: Sí, (risas) sí.

VD: ¿Usted nació aquí en Tilza[potla]?

FV: Aquí en Tilzapotla, sí.

VD: Y sus papás, ¿de dónde eran?

FV: Mi papá era de Buena Vista de Cuéllar y Guerrero, y mi mamá era de aquí de Tilzapotla.

VD: Y, ¿a qué se dedicaban sus papás, don?

FV: Mi papá era artesano.

VD: ¿Qué hacía su…?

FV: Es panadero.

VD: Ándele.

FV: Panadero, sí. Y ya después se dedicaba a, a la artesanía y este, también era agricultor de ahí.

VD: ¿Tenía sus tierras él?

FV: Sí, sí, sí tenía sus terrenos laborables por los dos lados digamos. No sé si sepa usted que un año se siembra y un año no. Ah, se deja descansar para agustadero pa los animales, sí.

VD: Y, ¿su mamá estaba en la casa?

FV: Mi mamá era, se dedicaba al quehacer doméstico, de la casa pues, sí.

VD: Y entonces su papá era panadero. Y, ¿él de dónde aprendió el oficio?

FV: Aquí, aquí en Tilzapotla, sí. Aquí Violeta, yo me acuerdo que estaba chamaquito cuando yo lo veía allá en el tablero amasando la masa para hacer pan.

VD: ¿Tenía él los hornos donde vivían ahí mismo?

FV: Sí, sí se llevó hornos y todo. Y tablero para amasar la masa y todo, para guardar material también ahí mismo adentro de la, en un cuarto como éste, del vidraje, ¿no? Ahí mismo estaba la, el tablero que dicen ellos el amasijo, con material y ya enfrente el horno, un poquito retirado, como unos cinco, seis metros del, de aquí digamos de donde amasaba, al horno.

VD: Oiga, y, ¿había varios panaderos en ese entonces?

FV: Había, sí había.

VD: O él era de los…

FV: No era, él era, como digamos no, no había mucho de eso, oiga, no. No había mucho, yo que conocí eran como unos cuatro panaderos cuando más. Ya después enseñó él, él enseñó a uno de mis hermanos, al mayor de los hermanos que era medio hermano, era hermano de padre. Él enseñó a mi hermano, y ya después él se quedó con la panadería y mi papá dejó porque, pues ya ve que llegamos a una edad de que, de que ya no podemos trabajar, sí.

VD: Y su hermano entonces le heredó el oficio.

FV: Sí.

VD: Y, ¿él sigue siendo panadero?

FV: No, ya murió. Murió, tiene tiempo.

VD: Y, ¿fue siempre panadero hasta que falleció?

FV: Sí, siempre fue panadero, sí.

VD: Y, ¿usted nunca se acercó?

FV: No, fíjese que no me gustó

VD: Ah.

FV: Trató de, de enseñarme mi padre y empezaba yo a meterle mano a la masa y sentía yo mucha grasa. Y yo soy muy ajeno a eso yo, yo no consiento crema en la cara, fíjese. No, me da un, no sé, como ganas de correr. (risas) Y me empezaba yo a hacer así las manos así. Y me agarraba un sueño luego luego y decía mi padre: “Anda lárgate, lárgate”. (risas) Y sí, y no, no me enseñé, no me enseñé.

VD: Así que chiquitos sí se lo intentaba llevar a…

FV: Sí.

VD: A hacer pan.

FV: Y ya después me dedicaba nada más a, a entablar el pan. Lo sacaban del horno y lo acomodábamos en una tabla así de anchita, cuatro piezas en cada, en cada este, ¿qué dijera yo? Se ponían cuatro piezas y cuatro, y cuatro hasta salir a la, la hoja. La hoja ha de haber medido como unos dos metros, y la llenábamos y al tablero y otra, y otra. Sí, hasta que terminábamos de cocer.

VD: Y él empezaba, ¿a qué horas hacía su pan, en la mañana o en la tarde?

FV: En la mañana empezaba como de esta hora para delante, ya empezaba, este, a…

VD: A medio día.

FV: A querer cocer el pan, sí. Con leña, entonces era con leña. Ahora ya los demás, los demás ya usan, este, un aparato para calentarlo, no, sí, sí.

VD: ¿Ese horno aquel era de leña, el que usaba su papá?

FV: Sí.

VD: Y, ¿él compraba la leña o la iban a traer?

FV: Sí la compraba, la compraba él. A ese entonces había muchos que traían la carguita ahí en los burros, ¿no? Este, casi regalada, pues entonces no valía nada. El pan valía $0.02 centavos, fíjese. Unas piezas que están ahora a $2 pesos, valía $0.02 centavos. Decíamos unas memelitas así que hacían duritas, como pastel, este, a centavo, fíjese y ahora tan caro que está todo. Claro, pero entonces también no se ganaba dinero. Yo me acuerdo que mi padre, estábamos ya este, chamacotes grandes, trabajaba por $2 pesos diarios. Porque de ahí de la panadería, pues se enfadan, ¿no? Se fue a trabajar, a sacar metal de fierro para llevar para arriba para los cementos.

VD: Ah. Y entonces, ¿de dónde estaba la mina?

FV: Aquí por el, yendo rumbo a Cuachitlán(??). No conoce, ¿verdad?

VD: No, para allá no.

FV: Aquí toda esta cañada aquí así, aquí así para allá, se llama, ¿cómo se llama ahí, hombre? Ah, El Acagualar, ahí trabajaba mi padre, $2 pesos diarios se ganaba. Eran $12 a la semana fíjese. Y me acuerdo que iba con mi madre al mandado, traíamos bolsas llenas de, de, decimos nosotros de recados, ¿no? Trae chiles y todo lo que se utilizaba en la cocina y le sobraba dinero para la semana. Y ahora, cuando $12 pesos pa dos refrescos. (risas) Sí, fíjese nomás.

VD: O sea que trabajaba en los dos lugares al mismo tiempo.

FV: Sí.

VD: ¿El pan y se iba a la mina?

FV: No, no.

VD: ¿O un tiempo y un tiempo?

FV: El, el pan lo hacía mi hermano.

VD: ¡Ah!

FV: Ah, a, a…

VD: Ya que estaba su hermano grande.

FV: Al que él enseñó, ándele. Y ya se fue al campo, sí. Porque le gustaba pues a mi padre pobre, pero ya después ya se cansó mucho y dejó de trabajar. Ya, este, crecimos nosotros y el hermano que murió, que le digo que era medio hermano. Pues él le ayudaba a mantenernos desde chiquillos, sí.

VD: Y allá en la mina, ¿cuánto tiempo estuvo trabajando su papá?

FV: Estuvo trabajando una temporada, digamos unas secas, Violeta, porque en las aguas no se puede, este, como ya ve que las, las aguas deslavan los caminos y se hacen feos, ya no podía entrar el carro, sí.

VD: Y, ¿en otros tiempos entonces trabajaba también sus tierras?

FV: Sí, sí sembrábamos cada año, cada año sembrábamos.

VD: ¿Así que usted de chiquito también le ayudaba a él?

FV: Sí, no, llevábamos unas friegas, destapando milpa y sembrando el maíz con el pie tapándola. Y luego, pero la friega más grande, la destapada de la milpa a darle tierra, ¿no? Pasa dos veces la yunta, el arado, ¿no lo conoce usted?

VD: Sí.

FV: Bueno, el arado pasa por este lado, digamos le damos el talón, ¿verdad? El ala va para acá y la volteamos aquí, por otro ladito. Queda una raya, ¿no?, cuando se siembra. Se echa aquí y luego aquí y la milpa se va tapando, casi toda se tapa. Y hay que jalarla y darle tierrita y jalarle con todo y con todo, sí.

VD: Y hay que ir haciéndolo uno.

FV: Ándele, y luego anda uno, pues agachado todo el día, agachado. Sí, Violeta, sufrimos mucho nosotros. Entonces había más pobreza que ahora, había mucha pobreza ahora. Andábamos deseando y yo ya andaba de novio. Y yo me ponía una semana, pantalón toda la semana. Y una semana un calzón de manta aquí en la rodilla. Cuando tenía yo el pantalón, iba yo a ver a la novia y cuando tenía calzón, no iba yo. (risas) Y le digo yo ahora, bendito sea Dios y nomás ocho días la ropa. Tenía, nomás había dos mudas, ¿verdad? Pues no había más para uno. Y yo en la dulcería, si me quiero cambiar diez veces al día, lo puedo hacer, sí. Y todo mundo, zapatos, estrenábamos hasta que nos acababa, se nos acababa el zapato que teníamos usando, nos compraban otro.

VD: Y, ¿de dónde traían el zapato, lo vendían aquí en el pueblo?

FV: En Jojutla, en Jojutla, o sea ahí se aviaba la gente. Y ahora también zapatos, pos tenemos tres y cuatro pares de calzado, bendito sea Dios. Pues sí, nada más que uno aquí usa huarachote, pues anda uno más tranquilo, sí.

VD: Más fresco.

FV: Ándele, sí.

VD: Así que entonces, ¿como de qué edad se empezó usted a ir a trabajar al campo con su papá?

FV: Uh, Violeta, tenía yo cuando más, doce años. Porque cuando nosotros estábamos o éramos alumnos de la escuela, aquí nomás había hasta cuarto, hasta cuarto año, no había más. Y ya terminando el cuarto año, pues digamos, ya nos daban libre que ya no había que estudiar. No había secundaria, no había nada, sí.

VD: Y, ¿entonces usted terminó los cuatro años, hasta el cuarto?

FV: Sí, hasta el cuarto año. Y ahora sabemos más los de cuarto año que los de secundaria, ahora no saben los alumnos, están bien tapaditos, pobrecitos, sí. Yo los he calado haciendo cuentas, que de esto con esto y que no, no la hacen, no. Ahora le pregunta uno las capitales de cada estado, no saben tampoco, una que otra, sí.

VD: Y, ¿todo eso usted sí se lo aprendió?

FV: Sí todo, sí todo.

VD: Y, ¿dónde estaba la escuela?

FV: Aquí. Lo que es el atrio de la iglesia, de este lado, desde allá onde, de donde acaba lo que es, este, herrería del, del atrio, así para acá daba vuelta, daba vuelta hasta pegar con la entrada donde está la ___(?) ahora, ahí debajo ahí. Ésa, era una escuadra la escuela, digamos era así, estaba así una escuadra y ahí estaba. Este, los salones de primero, segundo, tercero y cuarto y hasta ahí nomás.

VD: Y, ¿los maestros eran de aquí mismo o venían de fuera?

FV: De aquí, de aquí. Ese profesor Guadalupe Manzaneros que lleva el nombre la, la…

VD: ¿Escuela o qué es?

FV: Este, la, ¿cómo se llama?, lo que está del ___(?) para acá.

VD: ¡La biblioteca!

FV: Ésa, la biblioteca, ésa lleva el nombre de J. Guadalupe Manzanares.

VD: Sí, sí.

FV: Ándele.

VD: Que fue unos de los primeros maestros él.

FV: De los primeros maestros, y buen maestro, buen maestro. Yo no he visto un maestro como ése.

VD: ¿A usted le tocó clase con él?

FV: Sí, sí, historia y matemáticas y de toditito, muy listo el hombre. Y no paraba, carajo. Y entonces había clases todo el día. En la mañana, a la una salía a comer, y a las dos volvía a entrar a la escuela, dos, tres, me parece, sí, y hasta las seis. Y ahora no, ya nomás en la mañana de ocho a, a una de la tarde, sí.

VD: Y así que, se iba usted a la escuela y además de eso, ¿iba a ayudar? ¿O hasta que salió de la escuela se fue a ayudarles?

FV: Hasta que salí de la escuela, hasta que salí de la escuela. Sí, pos picate digamos, decimos aquí picate cuando está así un niño chamaco, ¿no?, sí.

VD: Y, ¿sus hermanos también iban a la escuela?

FV: También, sí, también saben leer y escribir todos ellos, sí.

VD: ¿Entonces usted se empezó a ir al campo por ahí de los doce años?

FV: Sí.

VD: ¿Le ayudaba a su papá?

FV: Al campo.

VD: Y ¿qué sembraban?

FV: Maíz, entonces había puro maíz y frijol. Y ahora no, ahora casi lo más es sorbo, sorbo, sorbo, sí, maíz.

VD: Y, ¿era maíz para la familia o lo vendían?

FV: Para la familia, sí, para la familia. Nomás que pues muchas veces se vendía porque entonces eran nomás los temporales y había mucho maíz. Y, este, pos no, no se lo acababa uno, sí eran montones de mazorca grandísimas que se hacían, sí.

VD: Y ahora ya no.

FV: Ahora ya no, ahora lo cortamos con todo y caña para molerlo pa los animales. Con todo y caña se corta la mazorca, sí.

VD: ¿Así que ahora ya no lo usan el maíz para comer el que sacan de aquí?

FV: Pues casi no, Violeta. Casi, es raro el que, el que deja la mazorca para piscarla ya cuando, a su tiempo que es en noviembre. La piscan, ya está bien seca y muchos pues desgranan y con desgranadora y todo. Nosotros desgranábamos con una olotera. Hacíamos un ruedo así, bien redondito con, lo amarrábamos con lazo, pero el elote nomás, digamos como a la mitad, ¿no? Era una así y en ésa desgranábamos la mazorca arriba. Sí era bien fácil y rápido también, estando seca la mazorca en un ratito desgrana un montón, sí.

VD: Y entonces, sembraban maíz y…

FV: Maíz.

VD: Frijol, dice.

FV: Sí.

VD: Y así estuvo usted desde los doce años, ¿hasta qué edad siguió trabajando en el campo?

FV: Ora verá, pues todavía, este, Violeta, todavía siembro, nomás que ahorita mis hijos son ciudadanos americanos y me arreglaron como residente. Tengo tres años yendo como residente. Y ya no lo he sembrado yo el terreno, lo ha sembrado ciertas personas que se los presto, se lo alquilo yo.

VD: ¿Así que ahorita alquila sus tierras?

FV: Sí, sí las alquilo, como ahorita están sembradas las dos parcelas, esta de aquí y aquella de allá por aquí. Está pa otro lado, en los dos lados tengo potrero, eso circulado de digamos. Sí, este, han sembrado otras gentes, se los, se los presto, sí, Violeta.

VD: Y entonces usted estuvo trabajando en el campo, ¿hasta qué edad, que se fue de bracero?

FV: Hasta los cincuenta y cinco. Tenía yo veinticinco años, Violeta.

VD: ¿La primera vez que se fue?

FV: Sí, veinticinco.

VD: ¿En el [19]55?

FV: Sí, el [19]55 tenía veinticinco años.

VD: Y mientras, ¿todo es tiempo estuvo trabajando en el campo?

FV: En el campo.

VD: ¿En algún otro lugar trabajó?

FV: No, aquí, aquí, aquí nada más en, en nuestro terreno de aquí del…

VD: En el campo.

FV: Que corresponde al ejido.

VD: Y así que, ¿cómo fue que usted se enteró que estaban contratando braceros, señor?

FV: Pues entonces yo andaba interesado en casarme con la mamá de mis hijos.

VD: ¿Aquí la conoció?, ¿ella era de aquí?

FV: Ahí eh, no, llegó aquí de maestra de, ¿cómo se dice?, de primaria. Llegó de maestra y yo a primera vista la vi y me enamoré de ella. (risas) Y le dije yo que estaba enamorado de ella. Me creyó y nos casamos. Eso jue el [19]55, fui el [19]55, [19]56 y [19]57. Hasta el año [19]57 hice dinero yo para poderme casar. Porque, le voy a contar, el [19]56, no, el [19]55, [19]54, [19]54 sembré cacahuate, pero cantidad de cacahuate, ¿no? El cacahuate es una mata así redonda, ¿no? Que se da la fruta entre tierras, cacahuatito. No, me llevó el tren, me endrogué y hasta me echó la Judicial el que, el que me refraccionó con dinero, digo no, no.

VD: Y, ¿no le salió la cosecha?

FV: No, no me salió, no le pude pagar todo. Le digo: “Déjeme ir a Estados Unidos y ahí le saco y ahí le saco red para pagarle”. Y ya me, me fui el [19]55 y le pagué de allá de Estados Unidos, le mandé el dinero a mi padre y él acabó de pagar. Y, este, y ya el [19]56 volví a ir y este, no fue suficiente para el casamiento. Y fui el [19]57 a California y ya entonces ya más o menos junté para casarme, sí. Y acabé una casita que tenía allá abajo que ya la tumbé, por cierto. La tumbé, era, bueno, tiene muy mala, muy mala construcción, era de adobe de tierra. Y ya ve que, pues esas este, construcciones no son perdurables. Entonces ahora hay que usar material. Y yo hice una casa para dentro cuando me casé con la mamá de mis hijos. Y ahí está la casa sola, pues ahí vivía mi hija y mi hija este, fue para Estados Unidos también, se fue el marido. Y está solita la casa ahí.

VD: Así que se fue la primera vez en el [19]55 para pagar aquella deuda.

FV: Ándele.

VD: Ése fue su motivo que le…

FV: Sí.

VD: Que le animó.

FV: Ándele. Y como ya conocía yo a la que fue mi mujer, pues mis ilusiones eran de ir a hacer dinero.

VD: Ándele.

FV: Dije: “En la siembra me fue mal, qué acción tengo de sembrar una cantidad de, de semilla y que no me rinda”, pues sí.

VD: Y entonces antes de que usted se fuera, ¿ya había habido gente de aquí de Tilza que se fuera para allá?

FV: Ya, empezaron a ir como el cuarenta y… no, el [19]46, ¿no sabe usted? O el [19]42.

VD: [Mil novecientos] cuarenta y dos que empezó la contratación.

FV: El [19]42 empezó a ir la gente, ¿verdad? Sí el [19]42, no, yo estaba todavía, digamos muy jovencito y me daba como miedo. No ve que entonces le decían a uno: “No vayan, los quieren para la guerra”. Digo: “¿Qué guerra?”, uno no está preparado para eso. Hay que mandar gente preparada, si no uno va a entregarse como el venadito nomás, (risas) sí, caray.

VD: Así que de esa gente que se fue primero, de los primeros que se iban, ¿qué veía usted que cuando los veía regresar? ¿Cómo se acuerda? ¿Qué contaban los que venían de allá?

FV: Mire, primero que nada, como le platico, uno andaba escaso, escaso de ropa y de todo. Ellos llegaban bien, bien prendiditos con chamarras y todo lo mejor que, traían buenos zapatos y todo. Traían unos sombreros tejanos y bueno. Y uno luego luego pues le nace a uno la el, el, que la, la idea de querer igualdad y de quererse este, hacer igual a aquella persona, ¿no? “Yo voy a ir a ver si me traigo también esto que se traen estos camaradas”. Y pos ya ve que todo se, juera como dijera yo, todo se desea o se envidia, vaya, ¿no? Sí y eso hace, hizo ir a uno y más, como le digo, por todo, ¿no? Pues aquí se ha visto que en México desgraciadamente en las provincias mucho más, no sale uno adelante este, Violeta, no. No sale uno adelante, carajo, se mata uno trabajando y está uno igual siempre, sí.

VD: Y, ¿se acuerda qué contaban ellos de cómo era el trabajo allá?

FV: Sí contaban, sí nos contaban que, pues no era muy pesado pero ciertos trabajos y ciertos trabajos son pesadísimos en el campo, Violeta, sí. A mí me tocó trabajar en algodón, todo el día agachado con una bolsa. La pone uno aquí debajo amarrada y la bolsa viene por allá, la, va uno piscando el algodón y echándolo, echándolo. Y ya, este, pero fíjese que el capullo del algodón está un puntiagudito, que al agarrarlo, ¡uh!, se pican las yemas del dedo hasta que se hace callo. Y ahí pos ya estábamos allá, le sufríamos. Luego nos tocó la pisca del tomate rojo, ¿no? Y es una porquería, anda usted entre las matas de jitomate, tan gruesas, todito, oloroso al que lo que le fumigan y todo, no. Pero pues ya íbamos, ¿qué íbamos a hacerle? Ya después nos tocó otro trabajo, o sea desahijar el betabel con el que hacen el azúcar allá. El betabel, nos tocó hacer, este, plantar jitomate. Amarrarlo de estaca a estaca, porque allá lo amarran. Ponen estacas como de, de un metro y medio, una estaca con otra. Y la amarra uno con lazo para que la mata vaya para arriba, que no se caiga al suelo para, por la fruta. Sí, me tocó piscarlo. Este, me tocó piscar manzana, pera, aguacate. Les platico a esta mujer, ¡qué maravilla de esas gentes!, tienen y Dios los acaba de dar. Los aguacatitos, no le exagero, como de un metro y medio. Están así un poquito boluditos, chaparritos, pero mire, la fruta así, el aguacate y cantidad lo que pisca del suelo ahí, a la bolsa y a la caja. El melón igualmente, la sandía, todo eso me tocó piscar a mí. Es muy bonito Paty, este, estoy con Paty, eh, (risas) este, Violeta, muy bonito conocer lo que ya conocimos nosotros, digo, no nos cuentan ya. Y después trabajé en fábricas, trabajamos una fábrica de donde se hacen videos para, videocasete pa las videos. Y se hace también chico, pero muy poco el chico en esa fábrica. Pero es una fábrica muy grande, eran once líneas, largas las líneas, como de aquí a la esquina, digamos aquella esquina. Y cada línea tenía su gente, la que necesitaba cada línea. Muchísimo trabajo, sí, y ahí son trabajos sencillos. Está uno parado nomás agarrando el, esperando los casetes. Vienen por banda, los agarra y los y los pone uno en la caja y otros y otros, y es bonito trabajo. Y luego había muchas muchachas, muchas mujeres y pues es una alegría, (risas) sí.

VD: Y entonces se fue usted desde pues, o sea que después de bracero, ¿se siguió yendo?

FV: Sí, sí.

VD: Y a ver, déjeme me regreso y le voy a preguntar, aquella vez en el [19]55 que se fue, ¿dónde se contrató?

FV: En Monterrey, en Monterrey.

VD: ¿Se fue de aquí usted a Monterrey?

FV: Sí, a Monterrey.

VD: Y, ¿llevaba alguna carta o alguna cosa así?

FV: Íbamos, buscando, déjeme. No, mire, mire Violeta, cuando nos juimos a Monterrey, nos dieron autorización en [La] Ciudadela. Nos dieron un papel.

VD: ¿Así que se fue primero a México?

FV: Ándele, primero a México, fuimos a Ciudadela y ahí nos alistamos y esas listas las mandaban a la, a la oficina de contratación ahí.

VD: Ahí en Monterrey.

FV: Ándele, ahí. Entonces, este, decían: “Vamos a pasar la lista de los de Morelos”. Y pos ya sabíamos que ahí íbamos incluidos nosotros, ¿no? Ya estábamos listos ahí, listos oyendo nuestro nombre, nos metíamos para adentro y el examen luego luego.

VD: Ahí mismo en Monterrey, ¿se hacía su examen médico?

FV: Ahí mismo en Monterrey, ahí sí. Ahí nos hacían el examen y este, de todo a todo, bendito sea Dios nunca salí enfermo yo. Este, y ya de ahí nos mandaban, ese año nos mandaban, nos mandaron a Reynosa para pasar a Hidalgo, al otro ladito, Hidalgo, Texas. Ahí estaba la contratación precisamente. Ahí nos daban de comer. El tiempo que estuvimos ahí, un día o dos para que nos llamaran, ya al patrón que nos llevara, llegara el patrón por nosotros. Ahí comíamos y dormíamos ahí a la vez, toda, todo había ahí. Tenía todo muy arreglado el Gobierno con, aquél con éste. Y este, y nos juimos a… Por cierto que me tocó luego luego la entrada de Texas, se llama Weslaco el pueblo. Ahí trabajábamos, este, y ya al siguiente…

VD: ¿Cuánto tiempo fue su contrato aquel?

FV: Tres meses.

VD: Tres meses.

FV: Tres meses.

VD: Y, ¿fue siempre el algodón?

FV: El algodón, algodón y, y el tomate colorado, el rojo. También piscamos tomate rojo. Y ya después, al año siguiente fuimos al estado de, entonces fuimos a Arkensó, que es el estado de Arkansas, me parece, ¿verdad? Fuimos a, a, Arkansas a piscar algodón, también, sí. Y este, al año siguiente, fuimos a Texas otra vez. Nos tocó en un, un pueblo que se llama Luxora, Luxora o Urciola(??), no me acuerdo, parece que son los dos pueblitos, uno Luxora y el, y Urciola(??), me parece. Por ahí estuvimos, ahí estuvimos mucho tiempo. Me parece que estuvimos desde mayo hasta en diciembre. Porque a mi mujer la, Dios la tenga en el cielo, la dejé embarazada. Y yo no me quería, eso jue el [19]57, yo no me quería venir de, de Texas. Yo le decía: “Hasta que nazca mi hijo me dices”. Ya nació, entonces me vengo le, le dije entonces me voy. Y sí, me parece que como el, el 9, el 7, el 8 de diciembre me llegó una carta: “Ya nació tu hijo”. No, le miento, me parece que me llegó como el 16 ó el 17 de diciembre, mejor dicho. Él nació el 9 de diciembre. “Ya nació tu hijo”. Digo: “No, pos ahí te voy”. Pero ya hacía mucho frío allá, ya hacía frío en diciembre allá. Cayó una nevada negra que nos echó a correr, y me vine por todo, ¿no? Pos ya había nacido el niño y entonces me vine y ya el año siguiente volví a ir a California. Sí, y así estuve yendo, dos, dos años me tocó en California. En Chihuahua me contraté también un año. Cuando juimos a Chihuahua nos tocó en Nebraska y después fuimos otro año. Me tocó en el estado de Wyoming, allá pa muy lejos, allá le digo a esta mujer: “Qué lindas mujeres hay en el mundo”, le digo. Allá ve usted puras mujeres vestidas con pantalón Levi’s y chamarrita Levi’s y su tejana y su bototas, de esas botas, hermosa. (risas) Dice: “Las mujeres es más lo que te gustó que lo demás”. Le digo: “¿Pos qué quieres que haya más? No hay más en el mundo, así es, Violeta, caray.

VD: Y entonces aquella primera vez que se fue, por ejemplo, se fue primero a La Ciudadela.

FV: A La Ciudadela.

VD: A La Ciudadela.

FV: Sí, ahí jui como dos veces.

VD: Y, ¿fue difícil que le dieran su carta ahí?

FV: No, no.

VD: ¿Se la dieron fácil?

FV: Sí, fácil.

VD: ¿Qué le pedían?

FV: Mire, nomás llevábamos, llevábamos una constancia de aquí, un certificado donde constaba nada más que nosotros éramos de tal pueblo y que no teníamos antecedentes penales y esas cositas nada más.

VD: Y, ¿ésas se las daban aquí mismo?

FV: Ésas aquí los, las autoridades, la ejidal y la municipal. Y me parece que ratificaban el puente también a, este, si no me equivoco. Sí, me parece que íbamos al puente también porque como allá pertenecemos, ¿no? Sí, parece que sí iban las tres firmas del municipio y de las autoridades de aquí, las dos.

VD: Oiga y, ¿esa carta se la daban gratis o tenía que pagar por ella?

FV: No, gratis, gratis, gratis, Violeta, sí.

VD: Así que con su carta llegaba y, ¿qué tal, cómo estaba allá en La Ciudadela cuando se iban?

FV: Uh, así de gente, así de gente. Ya ve que pues entonces, ahora no sé si esté un poquito de remodelado, pero entonces estaba libre así una parte muy amplia, ¿no?, para afuera de las oficinas, sí. Y ahí me parece que fui como dos o tres veces a Ciudadela.

VD: ¿A que lo anotaran?

FV: Sí, y después nos anotaban aquí en Cuernavaca también.

VD: ¿En qué parte, en Gobernación era ahí?

FV: Sí, en Gobernación, sí, ahí en Gobernación. También ahí me parece que fui como dos veces a Cuernavaca. Fui muchas veces, este, bueno, había veces que iba yo dos veces por año. Porque cuando me iba mal, o mejor dicho cuando nos daban tres meses un contrato, nos daban la oportunidad de volver a ir a sacar otra, otro pase a Ciudadela o aquí en Cuernavaca. Cuando empezaron a, a dar aquí este, la, la oportunidad de irnos, aquí íbamos a Cuernavaca, sí, sí.

VD: Y se iba de ahí, por ejemplo, ¿regresaba para acá por sus cosas y luego se iba?

FV: Sí, sí.

VD: Y, ¿en qué se iba, en tren a Monterrey o se iba en camión?

FV: En tren, me jui dos veces, sí. Dos veces fui a Monterrey, pues entonces era baratísimo el, el pasaje de México a Monterrey.

VD: ¿Iba lleno de braceros?

FV: Uh, llenísimo.

VD: Y, a ver platíqueme del viaje de ida, ¿cómo iban los braceros, qué contaban, qué decían?

FV: Uh, pos todos, ilusiones de que a ver si me toca un buen punto, un buen trabajo. Y, y pues todos buscaban los estados, ¿no? Porque California siempre ha sido afamado para, para ganar dinero, los estados del norte, para dentro también. Lo que sí ha sido muy malo, ha sido Texas. En Texas sí muchos, luego decían ahí en Texas: “Vamos a Pecos, California”. Se aventaban, era Pecos, Texas. (risas) Iban corriendo, pobres. Y sí, ya pos los, ya habían llegado a onde los agarraba el patrón y se iban para Pecos, Texas. (risas)

VD: Texas. Así que los engañaban casi, casi.

FV: Los engañaban porque no había gente que quisiera ir. Mucha gente decía: “No, mejor me regreso pero no voy a Pecos, Texas, sí”. Sí y nosotros ahí era el primer año, el ese pueblito se llama Weslaco, Texas. No, está muy, muy malo, muy malo, Violeta. Pero ahora a lo mejor ya se ha compuesto, ¿no? Porque pues casi toda la gente que vive de este lado en la frontera va para el otro a trabajar, sí.

VD: Y, ¿qué era lo que estaba malo, el algodón, o la gente de allá?

FV: Es que no pagaban casi, Violeta. Pagaban muy barato y luego pues para… Fíjese, yo no tuve el gusto de haberme ganado siquiera $10 dólares al día ó $8, digamos. Siempre $4 ó $3, $5 dólares. Y, este, y ya ve que pos bueno, entonces pos también comprábamos barato todo allá, ¿no? Y luego nos, nos uníamos entre unos cuatro o cinco o seis de aquí, comprábamos la comida todos juntos y pos ya nos tocaba de a poquito. Y nos duraba todo la semana, sí. Y ahora es muy diferente, Violeta, es muy diferente. Ahorita este, el que no se gana de $300 dólares a la semana, pues no hay, no hay quién no se los gane, mejor dicho, se los gana uno, sí.

VD: Y así que por ejemplo, allá en Texas aquella vez, pues ésa era la primera vez que usted llegaba a Estados Unidos, ¿cómo le pareció?

FV: Sí, pues.

VD: ¿Cómo le pareció el país?

FV: Me pareció bonito, porque entonces al menos ahí donde estuvimos, había mucha tranquilidad. Era un campo de Gobierno, campo de Gobierno que ahí nos, nos dieron una, allá dicen berraca, barraca, barraca a cada uno para vivir unos seis. Ahí dormíamos y ahí cocinábamos todo.

VD: ¿Así que usted se enseñó a cocinar allá?

FV: Sí, a lavar, Violeta, a guisar gallinas, las descuartizaba y la cocía. Y a esta mujer le ayudo mucho, a veces le ayudo. Y, este, lavo mi ropa y tenemos lavadora.

VD: ¿Así que se le quedó la buena costumbre de allá?

FV: Sí, sí y ya. Y luego allá pos no, entonces no, entonces no conocíamos lavadoras. Al menos donde vivíamos, en pueblos ha de haber habido, pero en el campo no. Y, este, y aquí pos le digo a esta mujer: “Vamos a echarnos la ropa a la lavadora, damos unas tres vueltas”. Y ya la exprimo nomás y ¡tan tan! Ya es facilito y allá no, a puro lavadero, lavadero, (risas) trastes y todo.

VD: Y, ¿qué decían los braceros de que se tenían que cocinar y se tenían que lavar?

FV: No, pos fíjese que pues tiene uno que conformarse y darse a lo que el tiempo dé, Violeta. Porque, ¿qué le hace uno? Si me, me pongo a pensar: “Yo no voy a lavar, no voy a ser mujer”. No, (risas) a veces le digo a esta mujer: “Chanza y le lava esta ropa desde abajo, mujer. Ya ponme unas arracadas pues, ándele”. Digo: “Ya me siento mujer”, (risas) ay.

VD: Ay, ¿pero qué tal se siente ahora de que ya sabe lavar y que ya sabe todo eso que aprendió?

FV: Sí, sí, pues está bien, fíjese, porque nunca sabemos, fíjese. Violeta, cuando mi padre vivió con mi madre tantos años, mi madre no sé qué carajos, todo el tiempo estaba enferma, mi santa madre. Siempre me decía: “Estoy atarantada y veo unas manchas amarillas”, y bueno. De todo veía, de todos los colores. Cura y cura mi padre, él tenía unas vaquitas, tenía yeguas. Todo eso se vendió para curar a mi madre. Y mire, me acuerdo que mi padre se ponía a moler nixtamal, entonces Violeta, y me parece que no había molinos todavía aquí. Se ponía a moler nixtamal en el pretil, en el metate.

VD: En el metate.

FV: Con, ¿sí conoce el…?

VD: Sí, sí.

FV: El, ¿cómo le llaman al…?

VD: Al manguito, no, manguito.

FV: Que lo agarro y sude y sude. Y luego nos hacía unas memelotas mi padre, nos hacía una salsa de chile y luego frijoles, pos no había más entonces. Y eran buenas comidas, pues de picatón todo es bueno para uno. Ya en esta edad no, si no es una cosa regular, ya no le sabe. (risas) Sí y así dice mi padre, sufrió mucho, pobrecito. Molía y hacía chile y todo, todo nos daba de comer, porque mi madre santísima no podía. Siempre estaba tirada y fíjese, la vino aliviar un, uno que no era ni médico, de aquí de Puente de Ixtla. Él le vino a quitar todos esos males y hasta engordó a mi madre. Sí, porque mi madre era muy finita. No, usted no conoció a Perruji Vergara de aquí.

VD: Sí, cómo no.

FV: ¿Sí le conoció?

VD: Sí, sí.

FV: Vio usted a este rubio, así era mi madre, bien finita así. Este, y eran de la misma gente, pos eran primas hermanas, sí. Y este, y ya le digo, se alivió mi madre. Pues llegó la hora de que pues la muerte nos llama a todos, ¿no? Se murió mi padre primero y luego mi madre, sí.

VD: Así que no se sabe lo que aprendió con su papá ya después, usted viendo ya aprendió también.

FV: Sí, ándele sí, sí. Pues sí.

VD: ¿Se enseñó de bracero?

FV: Me enseñé de bracero de veras. Sí, Violeta, porque, ¿qué le hacíamos?

VD: Y, ¿el trabajo allá qué tal era, era pesado su trabajo?

FV: ¿Allá del otro lado? No, no era pesado, Violeta. Solamente como le digo, cuando piscábamos algodón, entonces sí era pesado. Por la lastimada de las yemas de los dedos. A lo pronto, ¿no? También nos tocó un año sembrar, digo, perdón, piscar melón. Y el melón usted lo conoce cómo es de rasposa la hoja, ¿verdad?, la higuilla y el melón a la vez. Los primeros días también mire, una, todas, hasta nos sangraban los dedos al agarrar el melón, este, nos tocó en Mendota, California. Este, pero ya después se nos hizo callo porque piscábamos el melón. Y ahí se pisca todo el melón de pinta, ya amarillos no lo pisca uno, se queda ahí, fíjese. La sandía igualmente, la sandía que cree uno que ya está más buena, pasadona, ahí se queda, nomás le da una patada y me como lo de adentro. (risas) Y el melón también amarillo, el melón amarillo lo, le partíamos un pedazo, nomás déjalo otro, otro y a piscar.

VD: ¿Sí los dejaban comerse la fruta?

FV: Sí, sí nos dejaban. La pera también, la pera la piscábamos y le daban a usted una argolla así, y la mete. Está la pera colgada, ¿verdad? Llega con la argolla. A la pera que le entre, písquela, y viéndola desde luego, no está madura, madura. Pero ahí unas amarillas, se las comía uno, sí. Es bonito, es bonito saber, este, lo que, lo que uno no, no cree que es. Es bonito, este, aprender a esas cosas, sí.

VD: Por ejemplo la, usted dice que se fue el primer año para pagar su deuda.

FV: Ándele.

VD: Y luego se volvió a ir para juntar para el matrimonio y no le alcanzó.

FV: No me alcanzó.

VD: ¿Cómo iba juntándolo? ¿Lo mandaba para acá o usted lo juntaba?

FV: Lo mandaba yo y pos mis padres siempre fueron pobres, ¿verdad? Y yo tenía que mandarles dinero para que fueran sobreviviendo. A parte de lo que ellos trabajaban, pues yo les mandaba algo porque no ganábamos dinero, pues Violeta. Pero lo que yo podía recabar, pues se los mandaba porque yo nunca tuve vicios de fumar ni de tomar mucho menos, este, ni de jugar baraja, yo no. Yo lo que me gané poquito fue para aprovecharlo. Sí, como ora que estoy yendo, yo voy con uno de mis hijos, porque un hijo mío vive en Garland, Texas, no sé si conozca.

VD: No he ido por allá.

FV: Antes de llegar de aquí para allá, antes de llegar a Dallas, está un pueblito, muy bonito ahí que parece rancho. Están las casa retiradas una con otra y con suficientes yardas y todo. Ahí vive uno de mis hijos, el mayor es trailero, tiene un tráiler él. Anda en todo Estados Unidos y lo bonito que él lleva y a donde lleva la carga, lo están esperando pa cargarlo de regreso a otro lado. Nunca da una vuelta con el, con el tráiler.

VD: Vacío.

FV: De balde, siempre lleva y trae. Y el otro hijo está en Chicago. Yo llego con él, no me cobra renta porque tiene su casa limpia. Y pecado sería que me cobrara renta, ¿no? No me cobra renta, no me cobra la comida, no me cobra el ride, porque me lleva y me trae a la misma fábrica donde él trabaja, trabajo yo. Dice: “Con eso le voy a ayudar papá”, dice, “lo que usted gane, guárdelo y mándeselo a la mujer y usted sabe”. Y bendito sea Dios digo, este, me han, me han visto mis hijos como, como al fin hijos y como al fin padre yo, aun no siendo su madre esta mujer, nunca me han dejado. Nunca me han dicho que me reprochen algo. No, que: “Estás manteniendo a esa mujer”, no, no lo, de lo contrario. Como ahora que me vine, me regaló esa video, él me la regaló, uno de mis hijos con el que vivo. Me regaló una grabadora que me traje chiquita, porque tengo yo una grande que no le gusta a la mujer. (risas) Y le digo: “Te voy a dar una chiquilla”. Un día le digo a mi hijo: “Voy a comprar una grabadora chiquita y una video, ¿vamos?”. Y me llevó a la tienda y ya sacó la tarjeta él de crédito que tiene. “Y yo los voy a pagar”. “No hijo, yo los pago”. “No, yo los voy a pagar”. Si juera otro, dice: “No, esa mujer, no es mi madre”. (risas) Pues sí, y bendito sea Dios, Paty. Tengo una hija también mujer, también es, me sirven en charola de oro todos, bendito sea Dios.

VD: Y, ¿también está allá su hija?

FV: También allá está. Ella está casada, pero no le impide que esté casada ella, me ve como al fin que soy su padre. Y vive junto a la casa de mi hijo, arriba vive el dueño y abajo está mi hija en basement, sí.

VD: Y así que, entonces, usted cuando se fue para allá, vino, se casó y, ¿luego se volvió a ir?

FV: Me volví a ir, Violeta.

VD: Y, ¿qué le decía su esposa cuando se fue para allá aquella vez?

FV: Pues como platicábamos, ¿verdad? Yo le hacía saber que pos la situación no era triste. Digo: ”A ver quién, quién quita y me vuelva a tocar otra oportunidad, que me tocó ahorita que nos casamos. Si me toca otra oportunidad de ganar dinero pues es una cosa buena para ti, es mi obligación darte”. Ella era maestra y entonces…

VD: ¿Ella seguía trabajando?

FV: Ella seguía trabajando. Ella seguía trabajando y este, y ya le digo, la dejé embarazada. Y hasta que nació el, el picate digamos, el primero, me vine. Y este, vine, taba tierno el niño, ¿no? Y me volví a ir al año siguiente. Ya cuando regresé otra vez, que me quería, no me quería, estaba en la cuna cuando yo llegué. La mujer estaba aquí dando clase. Yo llegué y: “Ya llegué mujer”. Nomás la saludé y me fui para la casa.

VD: Aquí…

(entrevista interrumpida)

FV: Con la que daba clases.

VD: ¿Vive enfrente de su casa?

FV: Sí aquí y este…

(entrevista interrumpida)

VD: Ahí está ya, péreme.

FV: Sí.

VD: Sí.
FV: Sí y ahí tenía una niña de pilmama ella. Y llegué y no, el niño luego que me vio se quería parar de la cuna, llorando. “Véngase mijo”, me hizo llorar a mí. (risas) ¡Ay caray!

VD: ¡Ay!

FV: Sí.

VD: Lo voy a dejar ahí para que ya…

FV: Sí.

VD: Ahí no le… Así que no, lo desconoció.

FV: Me desconoció, sí. Pues estaba chiquito él, muy recién nacido, digamos, ¿no? Este, y cuando llegué, pues no me recibió bien, pero siempre la sangre, ¿no? A los dos o tres días ya andaba conmigo en los brazos, (risas) sí. Pero no, lo viera haciendo un brazo el carajo, bendito sea Dios, grandotes, este, y luego están bien fornidotes, sí. La mujer está altota también, está gruesa, sí está.

VD: ¿Allá vive en Estados Unidos?

FV: Allá sí, ahora dijera la mamá era grande, no sé. Bueno, mi papá era alto, mi papá era alto, ojalá que hubieran sacado siquiera los ojos de él, aunque sea los nietos. Porque yo, nosotros ninguno los sacamos, era de ojos azules mi padre, sí. Pero nosotros ninguno los sacamos, dice: “Seguramente tu mamá es muy corriente”. Digo: “Adivinaron”. Pero no, no era corriente mi madre. Nomás que pos muchas veces no, no se puede, pues sí. Como esta mujer, las dos mujeres que tiene hijas, no, están hermosísimas. Vimos la de ayer aquí, anoche que vino, ahora la otra. Y las dos sacaron los ojos verdes de ella y los tres muchachos ninguno.

VD: ¿Nada más las mujeres?

FV: Las mujeres, es lo que importaba, (risas) pa darle más belleza.

VD: Oiga, señor Fili y entonces, ¿usted estuvo en varios lugares por allá?

FV: En muchos lugares, sí.

VD: ¿Dónde le gustó más?

FV: Me gustó más en California, en California.

VD: ¿Por qué le gustaba más ahí?

FV: Pues porque me sentía yo más inmediato pa venirme. Porque ya para Wyoming está lejos, este, Violeta. Nebraska está lejos también. Ya son estados al norte, ¿no? Porque está en Nuevo México, está Texas, Nuevo México, luego está Nebraska. Y sigue Wyoming, luego Montana. Ya Montana al último estado, pegar con la frontera con Canadá, sí.

VD: Y allá que le tocó en el norte, ¿qué anduvo haciendo en Wyoming?

FV: En Wyoming.

VD: ¿En Nebraska?

FV: Desahijando betabel con azadón. El betabel, tenía que dejar usted así este tanto una plantita, una matita, porque es un chorrito, ¿verdad?, así lo siembran. Pero ya, nosotros íbamos que este, a desahijarlos, se decía desahije, este, con un azadoncito agachados. Un azadonsazo, un azadonsazo y quedaba una matita o dos, era raro que quedaran dos. Ya ése crece, se limpia si hay següite(??) con azadón largo, parado, andaba uno parado. Pero para el desahije agachado y ya después lo piscan, dijera yo, con una máquina. Porque se da el betabel también entre la tierra, lo meten la mata, la máquina va escarbando y va chispando para juera el, el betabel. Y ya luego va uno este, quitando la mata pues digamos, es un ver viraje, como ver una zanahoria, ¿no? Una mata zanahoria de, deste de verde, ¿cómo se llama?, esa lechuga. Haga de cuenta como lechuga, pero se extiende un poquito más el betabel así. Entonces ya se le corta porque así ya no es nada, nomás es la hoja. Y ya se aprovecha la pura, la pura este, la pura bola, el betabel y ése es para la azúcar. Me tocó también de veras piscar el happy, que le dicen. Es un bejuco que lo enramadan, hacen una enramada, ¿verdad? Con varas así y el bejuco ese lo siembran y se sube arriba. Ése es para hacer la cerveza mentada.

VD: Ah.

FV: Y ya que está floreado se sube uno, en un tractor, tiene su canastilla, ¿no? Se sube uno en un tractor en la canastilla y el tractor va caminando debajo de la calle enramada. Y el que va en la canastilla va corta y corta y corta y corta y cayendo al…

VD: A la canasta.

FV: A la canasta, el bejuco. Y ya este, de ahí lo van llevando pos a la fábrica, yo creo, para que lo elaboren, sí Paty. Pues es muy bonito, Paty. Pues conoce uno muchas cosas que, ¿cuánta gente quisiera saber? Pero desgraciadamente, pues no todos tenemos la dicha de ir, o la necesidad, muchos no, no tienen la necesidad de ir. Pero…

VD: Y en algunos de sus contratos le tocó, ¿entró por Empalme alguna vez, por ejemplo?

FV: Sí, dos veces por Empalme.

VD: Y, ¿le tocó esperarse ahí a que lo contrataran?

FV: Este, mire, una vez nos fuimos alistados de aquí, como le digo, de Ciudadela. Y otra vez nos fuimos a ver si hallábamos allá una persona que nos pasara. Ya ve que había coyotes entonces, ¿no? Pero no pudimos pasar y uno de mis hermanos se vino como a los quince días o tres semanas de que vimos el imposible. Se vino él aquí a Cuernavaca, entonces se vino aquí a Cuernavaca con un General Peralta y se repegó a él porque era conocido de unos cuñado mío, que se casó con una hermana. Y él lo recomendó, también se apellidaba Peralta mi cuñado, era de la familia de él. Y ese General llevó a mi hermano aquí a Cuernavaca y este, entonces ya daban aquí los certificados en, en el Gobierno, ¿verdad?, en Gobernación. Y ya los llevó, mi hermano se trajo la lista de allá de Empalme, de los que estábamos ahí esperando. Este, y ya nos alistó el general ahí en, en Gobernación en Cuernavaca y allá nos gritaron, la lista, eso.

VD: Así que con él, que estuvo por aquí…

FV: Ándele.

VD: Había todo.

FV: Sí.

VD: Y, ¿usted mientras se quedó allá en Empalme?

FV: Allá nos quedamos, sí, en Empalme.

VD: Y, ¿cómo sobrevivía ese tiempo?

FV: Pues este, de repente un amigo con otro nos ayudamos, ¿verdad? “Te voy a disparar la comida”. “Ahora yo”, y así, sí.

VD: ¿Así que no pasó penas por allá en Empalme?

FV: No, no, no. Una vez pues sí, andaba yo, ya andaba yo sin dinero, precisamente cuando me casé, antes de casarme, ¿no? Y andaba yo sin dinero, pero un padrino mío que fue de casamiento, lo hice padrino después, ése era mi amigo y venía de aquel lado él. Pero pasó a Empalme a, a buscar una persona que lo pasara y ahí estábamos nosotros y él me dio de comer unos días. Me regaló una camisa que traía de aquel lado y traía ropita. Y ya jue en, así en esa forma la, ya le digo, la hicimos. De que mi hermano vino y nos alistaron en Gobernación y nos gritaron allá la lista en, en Empalme en la contratación y ya nos juimos.

VD: Y para irse para allá por ejemplo, ¿tenía usted que pedir prestado aquí para sobrevivir esos días?

FV: Sí, algunas veces sí.

VD: ¿Quiénes les prestaban aquí, señor Fili?

FV: Una vez me prestó un dicho Humberto Estrada.

VD: Y, ¿era gente que tenía más dinero de aquí del pueblo?

FV: Sí, sí, él tenía dinerito sí, y él me prestó dinero. Otra vez, ora lo verá, pues entonces se necesitaba muy poco dinero, Violeta. Estaba muy barato el pasaje para, para Empalme, para Chihuahua. En Chihuahua fui un año, me parece, o dos años, no me acuerdo. A Chihuahua, hubo contrataciones ahí.

VD: ¿Para contratarse ahí?

FV: Para contratarme ahí, pero ya íbamos alistados. Íbamos alistados de aquí de Gobernación del estado.

VD: ¿Así que varias veces mejor prefirió irse aquí a Gobernación del estado?

FV: Sí, sí pos así no, no, no fallaba y no teníamos que dar dinero a un fulano para que nos pasara. Sí, o para que nos alistara, porque ahí en las contrataciones ya se valía alguien de que tuviera mucha amistad con el contratista. Ya él lo veía él y a ver si también estos si vamos al raja tabla de la lana. En ese entonces era poquito, me acuerdo cuando cobraban de, de mordida muy poquito, sí. Y aquí no, no había mordida en, en Ciudadela, ni aquí en Gobernación. Y aquí a veces, dos veces me valí de una madrina que jue de casamiento precisamente, de la primer mujer. Es de Amacuzac, ella se llama Mercedes Jaime. Era mi madrina, o es mi madrina si vive, yo ni sé si viva. Este, era diputada aquí en el estado y la fui a ver. Dice: “¿Cómo no Filiberto?”, dice, “y por ahí unos cuatro más de tus allegados”, dice, “dime”. Y sí, dos veces me alistó ella, no fallaba, vaya. Porque metió un certificado de aquí del pueblo, pero los este, ¿cómo se dice?, los, los sorteaban, Violeta.

VD: Ah.

FV: Si le tocaba, bien y si no, pues ni modo, lo siento.

VD: ¿Así que no todos iban?

FV: No, y así ya no, no me, no me sorteaban.

VD: Ah.

FV: Ándele.

VD: Ya salía seguro.

FV: Ya salía seguro, sí, sí.

VD: Oiga, don Fili y entonces cuando usted se fue allá la primera vez, ¿ya le habían contado de cómo era la revisión médica, de la fumigada y toda esa parte?

FV: No, fíjese que no, no.

VD: ¿Así que usted no sabía?

FV: No.

VD: Y, ¿cómo se sintió cuando de repente llegó y lo revisaron así los doctores?

FV: No, pues fíjese Violeta, nos encueraron a todos los hombres en un cuartito como este o más amplio, tantito, los cuatro lados así parados ahí estamos. Y pasaba el médico viéndonos y viéndonos. Daba la vuelta y luego llegaba ahí: “¿Cuántos?”. “Tantos”. “¿Cuántos?”. “Tantos”. “¿Cuántos?”, y así. “Agáchese a ver, ¿no trae algunas huellas?”. “No, no”. Este y este, no.

VD: Y, ¿a todos desnudos, todos parejos?

FV: A todos, todos parejos. Y este, y luego de ahí nos sacaban sangre, pero la sangre nos la sacaban de aquel lado en la, donde nos contratábamos, como digamos, cuando entrábamos aquí por Empalme, nos contrataban en Caléxico, California. Está en la entrada de Mexicali, al otro lado. Y cuando nos fuimos aquí a, por, por Monterrey, en Hidalgo, Texas. Y en Chihuahua, fue en El Paso.

VD: ¿Ahí donde le sacaban la sangre?

FV: En El Paso, Texas. Y si alguno salía malo, lo llamaban porque, cada frasquito, ¿verdad?, que le sacaban uno de la muestra le, le, tenía un número y le daban el número a, a uno. Ya nomás decían: “El número fulano que pase aquí. Por este lado de por acá”. Y pos todavía pasaba uno encuerado. Y si salía malo, andaba nada más le aventaban la, la en la inyección como, la jeringa como caballo andando. (risas) Y un señor de aquí salió malo, ¿no? Llevaba, este, principios de sífilis. Y cuando llegó allá dice: “Jijos de quién sabe qué”, dice, “me inyectaron para, pasando corriendo, casi andando”, dice, “como caballo”. “Ay, ponme unas diez ahorita”, dijo el camarada. Y ya para otra vez iba otro muchacho también de aquí enfermo, éste también lo inyectaron. Este, así al pasar no de que párate ni nada, nomás órale. Nos espanta a uno el piquete, pero no le dicen. Y yo nunca salí malo, bendito sea Dios. Y ahora que me fui, que me hicieron residente mis hijos, entré por Juárez. Este, ahí nos hicieron unos análisis como hoy, ¿no? Este, también a mí, ahí no encueran bien, me dejaron el calzoncillo, pero lo demás sí. “A ver, no tiene usted huellas de operaciones, de balazos”. “No, no, no da de nada tengo huellas, bendito sea Dios”. Este, y ahí lo inyectan para, para prepararlo para muchas enfermedades, ¿verdad? Y este, y había algunos que salían malos de la sangre, no pasaban, no, no pasaban. Más si ya tienen principios de tuberculosis, no, no pasaban. Este, y bueno, pues me parece que hasta ahorita bendito sea Dios, nunca he sentido ningún mal. Ojalá y que no, más viejo se agreguen los males.

VD: Así que entonces, aquellas veces pasaba todas sus revisiones, ¿pasaba bien?

FV: Sí, bien, gracias a Dios.

VD: Oiga, don Fili y, ¿cómo cree que se sentían los braceros de que los ponían ahí a todos desnudos y que les hacían sus revisiones aquellas? ¿Cómo se sentirían? ¿Platicaban después ustedes?

FV: Sí, sí.

VD: Y, ¿qué decían?

FV: No, pos fíjese, caray, yo lo más duro, lo que sentí que cuando le exprimen a uno el miembro. No, duele muchísimo y luego le meten los dedos aquí así para ver si no va con que ha roto uno y los ensartan para adentro y no, duele muchísimo Violeta, sí. Pero pos ni modo, sí se pone uno carras caloso le dan una nalgada y vete pa juera, pues sí.

VD: ¿Usted vio algunos que se enojaran y que los sacaran de ahí?

FV: No, no, no yo nunca me tocó ver en las veces que yo jui. Y luego, este, nos echaban un polvo, nos fumigaban como animales. Un polvo para, en los brazos y aquí en el pene, ¿verdad? Y este, onde tiene uno pelo, este, nos echa, nos fumigaban, sí y este, en la cabeza.

VD: Todo.

FV: Por piojo, yo creo y ahí tiene que a consecuencias de eso, yo creo se me cayó, este, caspa.

VD: ¿Después de eso?

FV: Sí, después de eso les cocía la cabeza, y les cocía y, y yo veía que era, caía como sanito, ¿vedá? Era, era caspa, sí, sí y pues…

VD: Y, ¿no se lastimaba ese polvo?, ¿no le daba comezón?

FV: No, no daba comezón, oiga. Nomás que pues olía, era un polvo fuerte para matar el, la sabandija decimos aquí, sí, sí Paty. Y luego le abrían la boca también, los ojos y bueno.

VD: Ah, ¿hasta también le revisaban los dientes?

FV: Sí, todo, sí, todo.

VD: Y si estaba malo, ¿tampoco pasaba?

FV: No, los dientes no. No, nomás que para ver, ¿verdad? Que no llevaran alguna infección para que, pues a veces se pegan las infecciones, pues sí.

VD: Y estando allá, ¿le tocó alguna vez vivir en la barracas también?

FV: Sí.

VD: De las de que tenían muchísima gente.

FV: Ándele, un, un año, precisamente que el año que me casé, vivimos en una barraca que habíamos más de cien hombres en ella, pero estaba grande, ¿no? Había camas todo el ruedo y en medio dos hileritas de camas para dormir. Y pues parece que la raza que había, pues no era guerrista, ¿no? Porque ya ve que en muchas ocasiones no dejan dormir. Unos llegan briagos y otros se están jugando baraja y el que no, no hace eso, pues no se puede dormir al oír todo eso, sí. Y no, bendito sea Dios, no, no, estuvo eso muy bonito.

VD: ¿Le tocó bien?

FV: Sí.

VD: Oiga, don Fili y, ¿cómo era eso de vivir con tantos hombres, todos ahí?, ¿no se peleaban?

FV: No, no fíjese que no. No, porque también la policía no se quitaba de por ahí dando vueltas. Sí, la policía está al pie de uno, sí caray, caray.

VD: Y oiga, en sus ratos libres, ¿qué hacía, señor Fili?

FV: Pues ahí pasándola nomás con la palomilla platicando y en la sombrita. Y en, en este tiempo, me parece que ya se está pasando y hasta septiembre, en ese tiempo hay mucha, este, nuez, Violeta, en el campo. Cerca de los campos donde uno vive hay árboles de nuez. Íbamos a las nueces a juntar nueces y a comer, sí. O ir en cambio si estaba cerquitas el pueblo, íbamos al pueblo a dar una vueltecita ahí, a ver los aparatos y es, los este, estos aparadores, digo que tienen tantas cosas y bueno, sí.

VD: Se acuerda cuando llegaban a ir así a los pueblos y eso, ¿cómo los trataba la gente por allá, señor Fili?

FV: Bien, bien, bien.

VD: Cuando entraban a las tiendas y a los restaurantes.

FV: Muy bien, sí, muy bien. Sí, nos tocaba ver muchas veces pleitos en cantinas.

VD: Ah, ¿sí?

FV: Las mujeres con hombres, ya ve que onde quiera se, se acostumbra la bebida, ¿no? Las mujeres tan hermosas, borrachas, tomando, sí. Da hasta sentimiento verlas, carajo. (risas) En Michigan también, así es, a Michigan no fui a trabajar, fui a pasear, este, con mis hijos, de Chicago para allá. A Michigan fuimos muchas veces, este, y me tocaba ver. No, y juegan billar como, claro, también aquí en México, ¿no? Están en las cantinas jugando billar y toma y toma. Mujeres tan hermosas, perdidas, carajo.

VD: Y en aquel entonces, ¿usted estaba acostumbrado a ver eso, o no había visto eso?

FV: No, fíjese.

VD: Y, ¿cómo le parecía?

FV: Pues me parecía como mal, porque se imagina uno luego la gente de uno, las hijas de uno, las hermanas de uno. Es muy triste, Violeta, eso, pero pues desgraciadamente allá y en todo el mundo ya son libres, de dieciocho años para arriba ya, más allá. Allá no se puede reprender un hijo, ni, ni mucho menos un hombre que esté acostumbrado a darle mala vida a la mujer, no puede. No puede porque nomás habla por teléfono a la policía y ahí está al instante y a la cárcel, sí. Y aquí no, aquí ya ve, vive uno de repente mal, hay gentes, hombres que le pegan a la mujer. Y ahí están con sus ojos hinchados y todo y no hay nada que le ayude a la mujer, sí. Los hijos si los queremos varear, los vareamos o lo que, lo que podamos hacer injustamente, lo hacemos, sí.

VD: Y, ¿cómo le parece que es mejor la vida aquí o la vida allá? ¿Cuál le gustó más, señor Fili?

FV: Pues, este, Violeta, ¿qué le dijera yo? Pues a mí me parece mejor allá, ¿sabe por qué? Porque allá, este, en muchos sentidos. Hay mucha mejoría para todo mundo. Por ejemplo mi nieta, hija de mi hija, se casó con uno de aquí también. Viven con los suegros, con mi hija y el marido de mi hija, tienen dos niñas. A las niñas, cada ocho días las surte el Gobierno de todo a todo, Violeta. Tienen médico ellos, al menos mi hija tiene médico gratuitito. Las niñas, eso ni hablar también, cualquier cosita, a emergencias. Y aquí ya ve aquí hasta con dinero deja morir el Gobierno o digamos los hospitales, los ISSTE [Instituto del Seguro Social al Servicio de los Trabajadores del Estado], los seguros, no. No hay atención bonita y allá, allá ya le digo si lo ven, ven a la persona un poco delicada, va a urgencias, no. No están tentándole de que a ver a dónde va y, este y, y otro lado. Por otro lado, el Gobierno allá por ejemplo, si no trabaja un residente o un nacido allá, le dan para la renta. Le dan para que coma, para que compre lo que él quiera. Dándoles estampillas, no sé si usted sepa, unas estampillas para surtirse.

VD: Y así que entonces, ¿usted se regresó en qué año? Después de bracero fue hasta que acabaron los contratos.

FV: Hasta el último año, fue el [19]62.

VD: [Mil novecientos] sesenta y cuatro fue.

FV: ¡Ah! Pues a la mejor, a la mejor yo jui hasta el [19]64. No me acuerdo bien, Violeta, porque ya después, yo estuve yendo de mojado.

VD: Ándele. Y cuando se fue la primera vez de mojado, ¿por dónde se pasó?

FV: Déjeme, por Tijuana.

VD: ¿Se pasó por Tijuana?

FV: Por Tijuana, sí.

VD: ¿Pagó un coyote por ahí?

FV: Sí, sí, sí pagábamos coyote.

VD: Y, ¿se acuerda si le cobraban caro, cómo era?

FV: Nos cobraron pues entonces me cobraron creo $300 pesos mexicanos, nos han de cobrar. Y ora ya cobran, no $300 pesos mexicanos, $300 dólares, dólares que me mandó por cierto de allá un cuñado. No, ahora ya son miles, sí, sí Violeta, $300 dólares cobró por pasarnos al otro lado. Y fíjese que no navegamos porque la primera vez que me jui de mojado me consiguieron una mica a mí y a otro compañero, íbamos dos. Por cierto que ya murió él. Este, nos consiguieron la mica de finados allá y entramos a su nombre de aquellos fulanos. Nomás con que nos pareciéramos tantito y así le hicimos, pasábamos por el puente, sí.

VD: Así que ni siquiera se cruzó por…

FV: Nada.

VD: El campo.

FV: No, nada. Y ya delante, onde revisan La Migración, nomás nos dijeron: “Ustedes digan, digan este, american city”. Y se daba vuelta el emigrante y se bajaba del autobús sí, sí.

VD: Y así se pasó, y se fue, ¿para dónde?

FV: Entonces fui al condado de San Joaquín.

VD: Ahí en California.

FV: Sí, condado de Joaquín, sí, California.

VD: Y, ¿por qué se fue para allá, señor Fili? ¿A quién conocía por allá, o por qué escogió irse para allá?

FV: Es que ya habíamos, este, probado California y andábamos buscando esas partes de por ahí de, de que donde nos tocara de Los Ángeles para delante.

VD: Lo que usted conocía ya de bracero.

FV: Sí, ándele, y, este, y sí fuimos. Entonces conocí a, este, la ciudad de Sacramento, que es la capital de California. Conocí Sacramente ahí.

VD: Y, ¿en qué estuvo trabajando, en el campo también?

FV: En el campo, en el tomate colorado, en el tomate, sí, sí, tomate, tomate.

VD: Oiga, señor Fili y ahí entonces, cuando estaba allá usted contratado, ¿nunca le dieron ganas de desertarse?

FV: No, pos está…

VD: Y, ¿de irse por su lado?

FV: Está uno bien tapadote, este, Violeta. Muchos oía yo que se desertaban pero tenían familia allá, quien los recibía y los ayudaba. Y pos yo entonces, estaba un cuñado mío que se casó con una hermana finada, pero pos se me hizo medio, medio difícil para ayudarme, ¿no? No lo volví a ver ni para, ni pedirle nada digo no, no. Ya vi que está, este, haciéndose escondido. Él estaba bien entonces, ya tenía años trabajando allá y le dije: “Cuñado ayúdame, quiero que me mandes dinero”. Dice: “No”, dice, “no te mando dinero, que le traiga el coyote aquí conmigo y aquí lo pago”. Y entonces no querían eso, esas maneras no las querían los coyotes. Me decían: “No, ¿qué tal si te me bajas y corres?”. “No, qué voy a correr hombre”. Pues sí.

VD: Y así que en ese entonces ya no, no pudo.

FV: Ya no.

VD: Y después que se fue usted de mojado y que estuvo trabajando en el campo, ahí mismo por donde anduvo de bracero, ¿cómo se le hacía mejor que era, de contrato o sin contrato de mojado?

FV: Por parte de La Migración, tenía uno temor de que jueran a caer cualquier rato y vámonos y contratado no había eso, Violeta. Usted sabe que el contrato está especificando hasta qué fecha puede estar usted ahí. Y de mojado no, pos la esperanza es de que nomás no vea La Migración a uno y ahí está uno pues, sí. Y se me hizo, ¿qué dijera yo? Más favorable en la forma de ganar, así esté de mojado, que contratado. Porque ve o uno iba contratado y a trabajar en lo que le oponía el, el que lo contrató, le gustara o no le gustara, ganara o no ganara, tenía que trabajar usted ahí. Y si no, él mismo le echaba a uno La Migración, sí.

VD: Y, ¿cuando va usted con sus papeles nada más, usted podía escoger, digo, sin papeles?

FV: Sí, sí, si no me gustaba, a otro lado. Al cabo ya andaba yo de contrabando, sí, sí, Violeta.

VD: Y, ¿cuándo fue la última vez que se fue para allá?

FV: Pos yo digo, ¿de mojado?

VD: Sin papeles, sí.

FV: Pues mire, me parece que fue el [19]62, este, Violeta. Parece que fue el [19]62, no recuerdo exactamente. Que jui de mojado, ¿dice?

VD: Sí.

FV: Ah, no de mojado no, de mojado no tarda mucho, Violeta. Tendrá como unos, ¿no te acuerdas mujer?

2do: ¿Qué?

FV: ¿Qué año me fui el último año de mojado?

2do: Fue como hace…

FV: Fui…

2do: Unos tres años, ¿no?, dos.

FV: No, tiene más, mujer. Tiene tres años de que me hice residente.

2do: No, de que de cuando nos casamos digo.

FV: Ah, de cuando nos casamos, ¿qué año nos casamos? Ya se me olvidó. Total que ha de tener, de mojado ha de tener como unos, diez años, este, Violeta.

VD: ¿Que dejó de ir?

FV: Dejé de ir.

VD: O sea que no tiene mucho.

FV: No, no.

VD: Y, ¿cada cuándo se iba, iba y venía, iba y venía?

FV: Iba yo y venía cada año. Cada año o dos años me jui con un, un hijo de esta mujer. Otro año jui con el otro hijo, sí.

VD: Y, ¿le era difícil pasarse?

FV: Pos no, fíjese que no. Este, porque no había tanta vigilancia como hay ahora con esto de las torres, de ahí para acá se ha puesto más duro. Había mucha vigilancia claro, pero el mexicano creo es más listo que el americano, oiga. Cómo nos pasaban, sólo ellos saben cómo le hacían, total que llegábamos. A mí nunca me agarró La Migración en El Paso nunca, nunca. Me agarraron allá una vez, andaba yo de mojado, este, fue cuando dieron la oportunidad de que, de que se hiciera uno, este, de que entrara uno a La Amnistía que dieron. Fue el [19]88, no me acuerdo.

VD: Sí, empezó en el [19]86.

FV: ¿Verdad? Entonces me agarraron en las oficinas donde nos daban el ticket para presentar uno en la fábrica y nos llevaron ahí a, ¿qué dijera yo?, a, al corralón. Y nos dijeron: “Les vamos a dar treinta días, una oportunidad para que salgan del país o para que le entren a La Amnistía”. Pero yo entonces, sentí mucho, $800 dólares, eso costaba, el, el arreglo, ¿verdad? Le digo a mis hijos: “No, yo me voy, yo no me hago, este, yo no me voy a hacer residente por medio de La Amnistía”. Me vine y fíjese, perdí mucho tiempo, me hubiera hecho residente en aquel entonces, ya estaría yo jubilado hace tiempo pero a veces es uno tonto. Y ya ahora que ya veo las cosas difíciles, pues dicen mis hijos: “Lo voy a reclamar y lo vamos a hacer residente”. “Pos órale”. Y pos ya, bendito sea Dios, ahora yo creo que voy el mes que entra, primero Dios.

VD: Y cuando se va para allá, ¿todavía trabaja por allá?

FV: Sí, sí.

VD: ¿En dónde trabaja?

FV: En una fábrica donde trabaja mi muchacho, el más chico de los dos. Es un trabajo sencillo, cualquiera aguanta ahí, sí. Este, es puras máquinas de ponche express que está un tubito así, digamos, como un botón en cada lado. Pone usted la, una pieza pa cortarla y le pusha y corta y a la caja pone otra y a la caja, y es facilito. Y puede estar uno sentado todo el día si no aguanta, pero ya ve que también sentado se cansa uno. Nos parábamos un rato a trabajar parado, otro rato sentado y pues sí, está bueno el trabajo ya para, para uno que ya está viejo, esos trabajos pues están buenos.

VD: Así que va y, ¿ya luego luego encuentra trabajo?

FV: Sí, sí, gracias a Dios. Como ahorita, si Dios quiere voy y no hay trabajo en la fábrica, me voy a acomodar en una tienda de abarrote.

VD: Y, ¿cuánto tiempo se queda por allá cuando se va?

FV: Pues mire, me he quedado seis meses, lo más. Solamente cuando le digo, que nació mi hijo, primero, estuve nueve meses, me parece allá. Sí, este, seis meses, cinco, siete. Pero ora, si Dios quiere, voy el mes que entra. Ya ve que viene el frío, para allá pal norte viene el frío temprano. Si veo que no la hago con el frío, me vengo, si Dios quiere, en diciembre. Me vengo en diciembre, porque usted sabe que el residente tiene que estarse, se tiene que presentar de vez en cuando. Y no más del año, porque lo echan a uno pa atrás. Sí, y luego dicen: “¿Cuánto tiempo estuvo usted aquí?”. “Un año”. “Bueno, un año ya no puede usted ir para adentro”. Sí, y no hay que dar oportunidad para eso. Si Dios nos permite, a ver si le llegamos a la jubilación y si no, pues ni modo.

VD: Así que tiene plan de irse entonces ahorita ya.

FV: Primero Dios el mes que entra tengo que ir, primero Dios, sí. Le digo a esta mujer a ver si Dios quiere que todo sea bueno, pos ora fuimos. Creo me acuerdo que le platicamos que íbamos a ver un doctor, pero él se dedica al, es como huesero nada más, Violeta, sí. Le dio una curada muy buena y se sintió bien, sí. Y la voy a llevar otra vez de aquí a ocho días, si Dios quiere. Y según lo que nos diga él, si vuelve a ir o no, pero decirle: “No, dele usted otra curada siquiera, quedan tres”, sí y ya.

VD: Así que a lo mejor se va ella también con usted.

FV: No quiere, no quiere irse. Y ya le dijo su hija, la que es maestra que este, vayan a México a sacar visa y no quiere ir, le da mucho miedo el avión de cuando las Torres [Gemelas] para acá. Se imagina que siempre y claro, no, no, no sabe lo que es el avión y le da, le da miedo, pues. Pero que Dios no, no le falta a uno, sí, Violeta.

VD: Pues entonces nada más déjeme preguntarle…

FV: Sí.

VD: Ya después de tantos años que pasaron de sus primeros años de bracero por allá y que además fue el principio de, pues de una historia en la que usted se siguió yendo mucho tiempo y se sigue yendo todavía. Cuando se acuerda de aquellos años de bracero, ¿cómo se siente?, ¿qué recuerdo le queda, señor Fili?

FV: Pues yo de, yo digo, quisiera, quisiera volver a esa juventud, Violeta. Pero que tocara una suerte como las que hay ahorita, ya es muy diferente el trabajo ahora. Yo creo que ya todo mundo gana un sueldo que más o menos alcanza para que viva allá y para que viva su familia aquí. Y en aquel entonces no, no era posible, este, Violeta. Y ahora pues claro, me siento mejor porque pues como le digo, yo me voy, le dejo a esta mujer dinero suficiente para digamos, para un mes o dos meses. Ya si yo trabajo, luego luego le mando dinero aunque sepa yo que tiene. Le mando dinero y este, y es una cosa ya más o menos que dice uno, pos es seguro. Porque, seguro en el aspecto de que pues no tengo miedo de que, La Migración me agarre, un cualquier ratito y me eché para acá, ¿verdad? Que claro, me echa a la gloria. (risas) Pero pues todo es, es, es buscar la gloria. Este, a donde quiera que uno va, uno va porque pues uno pretende mejorarse tantito. Ya ve que siempre estamos deseando comprar algún mueblecito o algún animal, digamos, o en cambio a guardar un dinero para más adelante, no sabemos, pues sí. Que ya ve a la hora de una enfermedad cuánto no cuesta, una enfermedad, son miles de pesos. Y gana uno viejo con, con salvarse y si se murió uno, pues está peor. Sí, y siento mejor ahora, este, Violeta. Ahora se siente, se siente uno como, pues al menos ya arreglado, se siente uno como si fuera uno de allá y de acá a la vez, sí, sí.

VD: Y, ¿dónde se siente usted más cómodo?

FV: Aquí, Violeta, aquí claro. Aunque yo ya estoy con mis hijos pero pues el ambiente que diga yo, de la gente, ¿no? Pues mi hijo vive muy cortado de, de mucha gente de aquí. Vive en una zona, este, ¿cómo se dice?, en una zona de ésas que no hay ruido, que…

VD: ¿Como en los suburbios?

FV: Ande, es un suburbio. Pero oiga, oiga, no es suburbio, está en el centro de Chicago.

VD: ¡Ah!

FV: Nomás que es, ¿cómo le nombran, carajo? No hay, este, escándalo, ahí está La Policía muy, muy, muy vigiladas de esa, esa zona de ahí. Y este, y mi hijo vive ahí nomás. Como mexicanos pues habrá uno, dos, o tres, pero no son de, de aquí del pueblo, son de otros estados. Y vive ahí mucho polaco, zona residencial, se dice, ¿no?, zona residencial. Vive mucho polaco ahí, mucho, mucho polaco. Y este y pos sí, son tranquilos. Toman mucho ellos, toman mucho los polacos, fuman tan bien, que da miedo. Pero pos no, no hay escándalo, no. Y luego, como le digo, si hay un escandalito, no me puedo dormir, le telefoneo a la policía y está al instante. Y aquí se va usted a callar y allá entran a la casa, no como aquí que solamente con una orden de cateo. Allá no, allá llegan derechito y: “A ver, ¿qué, qué tiene aquí? Se van a poner tranquilos, o me los llevo”. Y es bonito, este, Violeta, muy bonito.

VD: ¿Aunque usted todavía le sigue gustando más acá?

FV: Sí.

VD: ¿Se siente mejor acá?

FV: Sí, sí cómo no. Está uno también, pues estoy con la esposa, ¿verdad? Y aquí pues a donde quiera que sale: “Quihúbole y quihúbole”. Y allá no, allá solamente con mi hija y mi hijo y mi yerno y el marido de mi nieta, sí. Pero van, va uno a donde uno guste ir o que se ofrezca ir a cualquier parte, va uno muy tranquilo. Pues todos, usted sabe que allá toda, todo mundo se mueve en carros a, al salir de la puerta de la casa sí, sí Violeta.

VD: Ah, pues, don Fili, muchísimas gracias.

FV: Sí Violeta.

VD: Por su tiempo y por sus recuerdos, no se apure, yo ahorita la levanto, que me compartió.




Fin de la entrevista


Interviewer

Domínguez, Violeta

Interviewee

Villaseñor Ocampo, Filiberto

Location

Tizapotla, Morelos, México

File Name Identifier

Villaseñor_Ocampo_MOR013

Citation

Domínguez, Violeta and Villaseñor Ocampo, Filiberto, “Filiberto Villaseñor Ocampo,” Bracero History Archive, accessed December 22, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/106.