Alberto Mendoza Torres

Title

Alberto Mendoza Torres

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Alberto Mendoza was born on September 7, 1933, in Tizapotla, Morelos, México; his father fought in the Mexican Revolution under Emiliano Zapata’s army; he inherited land from his father, but suffered many hardships with it due to droughts and floods; later, he worked in a chalk factory; he joined the bracero program in 1959, and worked in Arizona, California and Texas.


Summary of Interview: Mr. Mendoza recalls his childhood in Tizapotla, Morelos, México, and memories of his father, a soldier in Emiliano Zapata’s army during the Mexican Revolution; he remembers the hardships he suffered while working the land his father left him, and the impact bad weather had on his farming; additionally, he details how he worked in factories, and his decision to join the bracero program; he enlisted in 1959, and relates the process he went through to get hired in Cuernavaca, Morelos, México, as well as the fumigation performed on him at the United States border; he describes working in Arizona, California, and Texas picking strawberries and other crops; he discusses his life in the program, and how he was forced to return to México when he became ill due to the food they received in the camps; furthermore, he states that he returned to the U.S. as an undocumented worker after the program was terminated; he concludes by expressing his disappointment at not having made the most of his opportunities during the program, and not having saved more money.

Creator

Domínguez, Violeta
Mendoza Torres, Alberto

Date

2003-09-26

Subject

bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Alberto Mendoza Torres

creator (Spanish)

Domínguez, Violeta

contributor (Spanish)

Cristóbal A. Borges

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

1:12:07

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Alberto Mendoza Torres
Fecha de la entrevista: 26 de septiembre de 2006
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez

VD: El día de hoy es veintiséis, ¿verdad?

AM: Veintiséis.

VD: De marzo.

AM: Sí.

VD: De marzo, de septiembre. (risas) Del 2003, ésta es una entrevista con el señor Alberto Mendoza.

AM: Torres.

VD: Torres, en Tilzapotla, Morelos.

AM: Sí.

VD: Señor Alberto, ¿qué edad tiene usted?

AM: Pues ya, ya cumplí los setenta.

VD: Setenta.

AM: Estoy chamaco. (risas)

VD: ¿En qué fecha nació usted?

AM: Siete de septiembre.

VD: Apenas fue su cumpleaños.

AM: Sí, sí apenas, apenas los cumplí.

VD: Y, ¿usted nació aquí en Tilzapotla?

AM: Sí.

VD: ¿Sus papás también eran de aquí?

AM: Este, mi mamá.

VD: Su mamá.

AM: Sí, porque mi papá este, fue de Nespa(??).

VD: ¿Dónde es Nespa(??)?

AM: Es aquí adelantito de Igueroa(??), hacia allá, hacia donde el sol sale. Es una cuadrita chiquita que desde cuando yo conocí, había como unas veinticinco viviendas. Ahora digo, no sé, estaba yo chamaco cuando, cuando fui y de ahí era el criadito de ahí, sí.

VD: Y, ¿cómo fue que se vino para acá?

AM: Pos en tiempos de la Revolución. Y fue cuando conoció a mi mamá. Y bueno, ahí se hicieron el chongo. (risas) Sí, sí ora sí que este, ella sí es de aquí, su papá también de ella.

VD: Ellos eran de aquí de Tilza.

AM: Sí, ellos de aquí.

VD: Y, ¿por qué se vino su papá para acá, en tiempos de la Revolución?

AM: Fue, es que andaba en las armas.

VD: Ándele.

AM: Anduvo en las armas y…

VD: ¿Andaba con el ejército, o andaba con otros?

AM: No, andaba con los zapatistas.

VD: Ándele.

AM: Era zapatista.

VD: Ah, mire.

AM: Sí, ahora sí que de ese modo vino por acá y conoció a mi mamá y ya más o menos se quedó en Tilza. (risas) Sí, así es.

VD: Le gustó y se quedó por acá.

AM: Sí, sí.

VD: Y, ¿estuvo mucho tiempo él con los zapatistas?

AM: Pues desde que empezó hasta que se terminó.

VD: Ah.

AM: Sí, sí, nomás que tuvo suerte. No, nunca lo hirieron.

VD: No lo hirieron.

AM: Nunca nada, nunca nada.

VD: Y, ¿le contaba él de su tiempo cuando andaba en las armas?

AM: Ah, sí, sí me platicaba de, pos de los encuentros que tuvieron con el Gobierno y bueno, todas esas cositas, ¿no? Sí, ora sí que tenía algo de historia en eso, sí.

VD: Y ahí conoció a Zapata, en los…

AM: Sí, muchas, muchas veces estuvo, ora sí estuvo con él.

VD: Ándele.

AM: Sí, o sea que sí lo conocía bien. Él tenía un, un certificado que le, cuando se terminó, un certificado firmado por el General. Pero anduvo en ese movimiento de que les iban a dar una cuota, ¿no? Entonces por decir, así le hicieron este, pues la ignorancia, ¿no? Porque mi papá no sabía leer como yo, ni escribir. Entonces este, en lugar de dejar copias, dejó los originales y se los hicieron perdedizos, ey. Así que nomás anduvo para allá y para acá y para nada. Sí, porque se los hicieron así y ya nunca supo nada de sus papeles de él. Sí, pero tenía, tenía papeleo de firmado de con el General Zapata. Sí, pero hasta ahí, cuando un día vi que pasaron un reportaje en Cuautla. Porque año por año, cuando estaba yo chamaco, íbamos a Cuautla el día de que se le festeja a Zapata, ¿no? Entonces este, él, por decir, lo vestían de militar y algunas veces así de civil. Y un día vi un reportaje que lo pasaron plantando un arbolito. (risa) Pero andaba de, de civil y sin sombrero. Sí, reconocí a mi padre. Sí, así que está yo creo que asentado por ahí, pero pos de balde, porque no recibió ni, ni un cinco.

VD: No le dieron compensación ya.

AM: Nada, nada y pues nomás falleció, por decir así, y sí, ahí se quedó todo, sí.

VD: Y luego en el reparto de tierras, ¿no le tocó ya tampoco?

AM: Sí, sí tenía sus parcelas. Pero digo este, pues ya a través del tiempo, se hizo grande. Nosotros, por decir, yo me quedé pues hartito tiempo, que yo, yo era el que cultivaba los terrenos. Pero este, llegó el día que a puro perder y perder, cuando no una cosa, otra, ¿no? A veces por sequedad, a veces por mucha agua y a puro perder y perder. Y me calmé, me quedé ahí, en lugar de salir adelante, salía yo quebrado, ¿no?

VD: Ah.

AM: Sí.

VD: Con, con la siembra que no…

AM: Sí y entonces decidí, por decir así este, ya no sembrar, sí. Y así, así por decir, este, perdí derechos de ejidatario y todo eso, me quedé, me quedé sin nada, sí. Pero digo, pues ya, ya no pude seguir sembrando. Ya ahora creo que hay apoyo y todo eso de… No, pero en ese entonces nada. Sí, pero ya, ya tengo buen tiempo que no.

VD: Que no siembra.

AM: Que no, que no siembro. A veces ando sembrando por ahí para probar un elote o eso. (risas) Pero así que diga yo sembrar, ya como antes, no ya no. Ya no, es que digo, es que sale caro.

VD: Así que, ¿como hasta qué tiempo fue que estuvo sembrando las tierras que tenía su papá?

AM: Yo sembré algo así como veinticinco años, sí; como veinticinco años. Nomás que no, no como ejidatario, como tutor porque pues él ya no trabajaba, ¿no? Y yo sin arreglar papeles ni nada, este, yo seguí cultivando el terreno, sí. Y hasta que ya no pude, hasta que ya no pude seguir.

VD: Ya no costeaba.

AM: No, ya no sacaba yo lo que gastaba, o el trabajo, ya no. Pues ahí, ahí le paramos, sí, sí.

VD: Así que usted desde chiquito, ¿desde qué edad se iba para el campo a ayudarle a su papá, don Alberto?

AM: Sí, yo desde, desde que me acuerdo, desde chiquito. Ora sí que a veces le estorbaba yo en lugar de ayudarle, (risas) pero ahí andaba yo con él, sí.

VD: ¿Él se lo llevaba o usted le decía que lo llevara?

AM: No, yo me le pegaba, (risas) sí. Había veces que iba con la yunta así y yo ahí voy atrás del arado, ¿no? Agarrándome de la ___(?). Y: “Quítate porque me estorbas”. Y a veces pues como hay piedras y eso, a veces tenía uno que, tenía que jugar el arado así para evitar algo, ¿no? Y ahí voy por allá, (risas) me aventaba, (risas) sí. Pero digo este, terco ahí andaba yo con él, no me le despegaba en todo el día, (risas) sí. Yo no fui a la escuela, no, nada de nada, sí.
VD: Aquí no. ¿Su papá no lo mandó, o usted no quiso ya ir?

AM: No, pues él como no sabía, no le dio importancia.

VD: Más bien le quería enseñar del campo.

AM: Sí, sí, yo vine a… Por decir, sí me enseñó lo que, lo poquito que sabía del campo, pues. Sí, porque su trabajo de él era cortar, en ese entonces se, por decir, se cortaba leña, se llevaba a vender, se hacía carbón y se llevaba a vender. Eso jue lo que me enseñó. Pobre, no, no sabía hacer otra cosa, (risas) sí.

VD: Y, ¿dónde cortaba la leña, por acá en el cerro?

AM: Sí, acá en el cerro, en el cerro ese que le digo, sí. Nomás que por decir, para el carbón tenía el cuidado de cortar árboles viejos. Todo lo tierno se quedaba. Así que a los dos o tres años ya el campo estaba igual, sí.

VD: Así que cuidaban el campo.

AM: Sí. Tenían, tenían ese cuidado y así nos enseñaron a nosotros, sí. Sí, por eso tenemos yo creo que tantito de vegetación, sí.

VD: No se la acabaron.

AM: No, no, eso de, nomás lo más viejo. De por decir lo que estaba más tierno, todo lo cuidamos para que este, no se destruyera, sí. Pero de ese modo trabajábamos, nomás que llegó el día en que pues ya no, ya no se pudo ni hacer ni una cosa ni otra de ésas. Y ya nosotros, entonces empezó la industria del yeso y ya empecé a trabajar el yeso.

2do: Guarden las tortillas, eh.

VD: Así que, cuando vendía la leña, ¿dónde la vendía?

AM: En Jojutla y Zacatepec.

VD: ¿Se la llevaban en animales para allá?

AM: Sí, en burritos, (risas) en burritos de esos que digo. Ora sí que desde aquí nos íbamos a las dos, tres de la mañana. Sí, esta hora o más tarde andábamos allá, sí, desde las siete.

VD: Y, ¿se quedaba todo el día allá vendiendo?

AM: Todo el día, ora sí que…

VD: Y, ¿dónde la vendían, señor Alberto? ¿Iba uno al mercado, o se las repartían?

AM: Andábamos en el pueblo a quien quisiera, ¿no? Sí, así vendíamos algo. Había alguno que otro entradito, ¿no? Pero era poco. Casi todo se vendía así en la calle, pues a quien quisiera, a quien quisiera. Era por decir, la vida de, de entonces, sí. Pero no, pos ya después llegó el día que no se pudo y ya empecé a trabajar en el yeso.

VD: Y acá en la fábrica esta de yeso, ¿cómo qué año la abrirían?

AM: No, no recuerdo muy bien, pero fue por ahí como por los cuarentas. Sí, cuando se empezó a trabajar ahí, sí. Y yo ya, ya estaba yo algo así como de entre los dieciséis, por ahí, cuando empecé a trabajar ahí. Sí, ya nos olvidamos de carbón y leña, sí. Sí, ahí nos dedicamos y de ahí sembra, por decir un tiempo de siembra, temporal, nos este, nos salíamos de trabajar para sembrar. Y así levantábamos allá, por decir, la cosecha y eso y otra vez al yeso.

VD: Al trabajo. Y acá, ¿qué hacía en la fábrica?

AM: Pues hicimos de todo porque trabajábamos en la fábrica y picábamos, cargábamos, picábamos, molíamos. Y hubo un tiempo que estuve de tumbador de piedra cerca de…

VD: ¿Con el pico o con qué?

AM: Barrenar con dinamita

VD: Ah, con dinamita.

AM: Sí, trabajábamos este, con la dinamita. Entonces barrenábamos y tronábamos cuetes y ya caía piedra y picábamos y entregábamos y eso, ¿no? Eso fue el cambio de carbón y leña, (risas) al yeso.

VD: Al yeso. Y, ¿como cuántos trabajaban ahí en la fábrica de yeso?

AM: No, sí éramos hartitos, éramos hartitos. (ininteligible) Hacen la fábrica, pues en ese entonces trabajaban este, entre diez y doce en cada, en cada fábrica, ¿no? Y este, aparte pedreros y calcinadores y todo eso, ¿no? Pero digo, en la fábrica eran por ahí entre diez y doce, sí. Ya después fui, se fue reduciendo la gente, llegábamos a trabajar este, entre tres, cuatro a hacer todo lo que hacían antes los…

VD: Y, ¿por qué había menos gente?

AM: Porque queríamos ganar un, un billete más tantito, nos matábamos un poquito más, (risas) un poquito. Nomás cubríamos por decir entre tres, cuatro lo que antes trabajaban doce, diez personas, sí. O sea que trabajamos, nos matábamos un poco, pues. Sí, pero digo, pues llegó el día que se, me cansé pues de, de eso. Y más que nada, nos estaba haciendo daño.

VD: ¿Qué estaba pasando?

AM: El, el yeso es malo. Si se hace piedra la… Me sentía yo mal y ya dejaba de trabajar.

VD: ¿Qué le daba, como gripas o qué?

AM: Gripas y, y con el perdón de usted, ¿no? Este, a veces sentía uno tapada la nariz y se sonaba uno y aventaba uno piedras, piedras de yeso. Y ya de la fábrica me olvidé. Y ya de ahí fue cuando me dediqué más al, a la tumba de piedra. Ésa estando en crudo, no, no…

VD: No le hacía daño.

AM: No hace daño. Sí, pero llegó el día en que ya no, ya no podía seguir, sí.

VD: ¿Como cuánto tiempo estaría ahí en la fábrica?

AM: No, pues sí fue hartito tiempo, fue hartito. Pero pues entonces no, no había seguro, no, nada de nada. Trabajábamos libres y pos por lo que hacíamos, barato. Pero pues por lo que hacíamos, así nos pagaban.

VD: ¿Le pagaban al día su raya o a la semana?

AM: No, por semana, por semana, sí. Sí, y ésa jue la vida de en ese entonces, ¿no? Cuando se nos vino, o sea que se, ha de haber sido la, el movimiento ese de que cuando había permisos para hacerla de braceros, ¿no? Sí, entonces fui y…

VD: ¿A dónde fue usted?

AM: A Cuernavaca.

VD: ¡Ah!

AM: Fui y este, y me apunté ahí y salí, salí. Y ya de ahí empezamos a ir algunas veces para allá, sí.

VD: Así que eso fue en el año del [19]59, ¿me decía?

AM: El [19]59, sí.

VD: Eso fue la primera vez.

AM: Sí, por primera vez.

VD: Y, ¿se acuerda usted qué fue lo que lo animó a irse para allá?

AM: Pues más que nada estaba uno en una edad un poquito loca, (risas) una. Y otra que pos a veces se prende el foco y da por… (risa) Sí. Porque digo, y también la pobreza, porque está uno pobre, ¿no? Y saca la suerte y fue cuando nos animamos a ir.

VD: ¿Eran varios de aquí que se fueron juntos?

AM: Sí, éramos hartitos.

VD: Y, ¿qué decían, se acuerda usted? Porque ya antes había habido otros braceros que se habían ido en los primeros años. ¿Qué se contaba del trabajo de bracero? ¿Que, qué oía usted?

AM: No pues este, algunos ora sí que tuvieron suerte, les iba bien. Sí, pos hicieron un billetito, ¿no? Sí, pero yo desde que empecé a irme, me pintó un poquito mal. (risas) Sí, porque bueno, aquí nos dieron por decir, el permiso, ¿no?

VD: ¿En qué parte de Cuernavaca era?

AM: Este, en…

VD: ¿Era en Gobernación?

AM: En, en Gobernación. Sí, ahí fue donde nos dieron los permisos, ¿no?

VD: Y, ¿qué le pedían para darle el permiso?

AM: Nada más ora sí que este, la…

VD: La cartilla.

AM: Identificación, identificación de… Pero entonces, yo no me acuerdo si ya tenía yo la cartilla. Yo creo que sí ya la he de haber tenido porque, nomás que de eso no me acuerdo. Sí, la cosa que no, no hubo problema. Me dieron mi, mi pase, ¿no?

VD: Y, ¿era difícil que le dieran el permiso, el pase?

AM: Pues a veces tardadito, pero casi todos los que iban, todos, todos salían, sí. Este, porque de ahí hubo este, algunas veces que por decir, yo entré por primera vez y se terminó el contrato. Porque me dieron el primero de cuarenta y cinco días. Entonces no, no estuve cuarenta y cinco, estuve cincuenta y cinco allá. Y ya nos echaron, me vine hasta acá.

VD: ¿En dónde le tocó aquella primera vez?

AM: En San José, California. Sí, ora sí que me tocó fresa, nomás que…

VD: Pura pisca de fresa.

AM: Sí, nomás que este, estaba muy, muy fea la fresa. Hacíamos muy poquito, sí. Pero digo este, digo, me platicaban otros porque tuve, hubo varios que les tocó fresa, pero tenían buena fresa, ¿no? Y ahí pura chiquita y no.

VD: No salía.

AM: Se, se hacía muy poquita, nos pagaban por caja, por caja, dizque digo. Sí, y este, y cincuenta y cinco días y ahí veníamos de regreso, sí. Y ya después otra vez a Gobernación y otra vez vamos para allá, (risas) sí.

VD: ¿Cuánto tiempo se quedó aquí cuando se regresó?

AM: ¿Mande?

VD: Después de que regresó, ¿cuánto tiempo tardó en volverse a ir?

AM: Ahí sí no me acuerdo.

VD: Pero fue poquito, o sea se fue pronto.

AM: Sí, sí estuvo, estuve poquito tiempo aquí. Sí, y luego se trató de que otra vez y volví a ir otra vez, sí. O sea que fui dos. Entonces nos contrataron en, en Empalme. Sí, de ahí la primera vez nos mandaron a Caléxico y ya después la otra no me acuerdo a dónde, sí. Porque en, en Phoenix este, me recontrataron.

VD: Claro.

AM: Pero de una entrada de esas, de que había ido con permiso, se terminó lo que estábamos y nos recontrataron ahí en Phoenix. O sea que, nos llevaron ahí a… Y de ahí nos dieron otro contrato.

VD: Ahí en la Asociación.

AM: Ajá, sí. Entonces de ahí ahora sí que ya, ya nos cambiaron, ¿no?, de lugar. Sí, pero entonces ya no, ya no dilatábamos. Bueno, yo ya no dilaté mucho porque me puse enfermo. Sí, es que nos daban de, por decir, a las seis de la mañana en lugar de, o sea, del almuerzo como acostumbrábamos, acostumbramos decir aquí, este, nos daban huevos asados. Pero no eran, no eran ni estrellados, sino que según, asados en comal así, echaban el, el aceite y rápido echaban el huevo. Y eso a mí se me pegó en el estomago, me hizo daño y fue la cosa, que me vine. Sí, pedí… Sí, nos unimos.

VD: ¿Se puso malo allá?

AM: Sí, me sentí mal y me andaba muriendo.

VD: Y, ¿se fue al médico a que lo vieran por allá?

AM: No, médicos y nada, no me hacen, pero aquí ya.

VD: ¿Con qué se arregló aquí?, ¿con qué se compuso?

AM: Un, un señor que estaba en Huatecalco, pues yo ya había perdido la fe. Yo llegué a pesar treinta y cinco kilos.

VD: O sea que bajaba y bajaba de peso.

AM: Ya, sí, ya no podía comer. Tenía yo como pos hambre, ¿no? Y hacía yo la lucha, pero con perdón de usted, al comer se me volvía la, lo que comía. Entonces me daban aceites quemados, me daban varias cosas, que creían que sí era de empacho, ¿no? Pero no, no, no me componía yo con eso. Y fui a ver un señor que no sé si viva o muera, ya estaba grande, se llamaba Manuel, estaba en Huatecalco. Y no, pero yo ya me había conformado, no, ya no quería yo ir. Y mi mamá bueno, me rogaba mucho y que ve y que ve. Y bueno, total fui y sí me dio dos botellas de agua, ¿no?, con quién sabe qué gotas le puso. Que con eso le ponía, le puso gotas a cada botella. Me dio dos botellas, pero yo ya no me las quería tomar, pues nada me hacía bien. Y al fin tanto rogarme mi mamá, sí este, probé una, ¿no? Así como me dijo y como que sentí bien y al ratito y que la otra, que me dijo más o menos a qué tiempo de una a otra, ¿no? Y empecé a sentir algo como que se me movía en el estómago. No, ya, ya le tuve fe. Y que empiezo a tomarla así como me dijo. No, como a los, como al medio día, porque me dijo cada, cada hora. Como una, en unas cinco, seis horas sentí ahora sí que vuelco en el estómago y como que, con perdón de usted, me dieron ganas, me dieron ganas de ir al baño.

VD: Le limpió todo.

AM: Sí, no y fui y arrojé ahora sí que unas bolas blancas, pero pues ¡caray! Tenían hasta lama, sí.

VD: Y, ¿cuánto tiempo estuvo así? O sea que desde que se enfermó hasta que se pudo curar, ¿como cuánto tiempo estuvo así?

AM: No, sí dilaté. Dilaté tantito más de seis meses.

VD: ¡Uy!

AM: Ey, ya me andaba, ya me andaba, digo yo. Vaya este, ya de ahí para acá nombre, me quería yo comer lo que me arrimaran. (risas) Sí, nomás arrojé eso y…

VD: Ya le volvió a dar su hambre.

AM: No, sí volví a empezar a comer y yo nomás quería estar comiendo. Nomás que me tanteó la difunta mi madre, no me daba harto. Me empezó a dar este, poquito. Entre más, más, poco a poco y ya aunque sea cada ratito, ¿no? Pero y así me llevó. No, y sí, de ahí, de ahí volví tantito.

VD: Muy bien.

AM: Sí.

VD: ¿Así que se enfermó estando allá?

AM: Estando allá.

VD: ¿Se empezó a sentir mal o un día que comió algo?

AM: No, me empecé a sentir mal. Y varios, porque de ahí nos mandaron a Colorado. Estuvimos ahí como quince días y que nos mandan, ora sí que este, a cuarenta y cinco nos mandaron de ahí a este, a Kansas, le decían, adelante de Nuevo México. Entonces este, pues pura, pura lechuga, ¿no? Y allá ahora sí que mucha, mucho aire. Y, por decir, tormentas de arena, ¿no?, porque no podíamos andar derechos. Teníamos que andar así que, que clavados porque mucha arena. Y allá anduvimos, estuvimos allá. No recuerdo bien, pero no, no alcanzamos al mes, no se podía.

VD: No podían trabajar ahí.

AM: Íbamos cuarenta y cinco y en veinticinco días este, ya habían caído este, quince fulanos. Sí, y yo que andaba por caer también.

VD: ¿Del estómago mismo, los demás?

AM: Del, del estómago, sí. Ora sí que ya nos unimos los que quedábamos y que pues que nos, nos regresaran, que nos aventaran a México, ¿no?

VD: ¿A quién le dijeron?

AM: Por decir, al que nos traía allá, el mozo o no sé como le llaman, ¿no?

VD: El mayordomo.

AM: Mayordomo, eso. Y nos unimos y ya no quisimos salir a trabajar. Pedimos que nos, nos mandaran para acá, sí. Porque de los que cayeron, no supimos nada de ellos, sí, quién sabe, se los llevaban y ya.

VD: Ya no regresaban.

AM: No supimos nada, sí. Y este, y como vimos eso y luego el calor, no se diga, muy caliente ahí y ya no quisimos salir a trabajar. Y luego trabajábamos poquito, cuatro, tres, cuatro horas porque no se podía, no se podía, le digo. Ya, como no quisimos salir, tengo entendido que el patrón se molesto y todo eso. Pero sí, nos regresaron, sí. Y ya, yo de allá, en lugar de quedarme en Colorado este, ahí nos, nos volvieron a revisar, ¿no? Estuve como ocho días y yo pedí que me echaran a México, pues.

VD: Se siguió sintiendo mal.

AM: No, sí, yo venía mal. Ya no podía comer y de ahí me, me echaron a México. Y ya me vine y pues aquí fue donde me dilaté más o menos ese tiempo malo.

VD: Así que esa vez se fue y ni siquiera pudo trabajar bien.

AM: No.

VD: Como para sacar el gasto y todo.

AM: No, ahora sí que no.

VD: Y le tocó regresar en pleno…

AM: Me fue mal, mal y mal, si de por sí, desde que nos fuimos estuvimos este, ahí en Empalme. En esa ocasión estuvimos cuatro días, porque la primera vez cuando pasamos por Caléxico a San José entonces estuvimos ocho días. Y era una porquería ahí, con perdón de la palabra, ¿no? Sí, mucha gente, y estábamos en, ahí donde estaba la contrata[ción], las contrataciones. Este, ora sí que era un llano, ¿no?, y mucha gente y había fosas, por decir así como a cincuenta metros, de fosas. Porque pues no, en lugar de baños, ¿no? Y este, nomás con un par de viguitas y ahí era para hacer las necesidades y donde, ahí comía la gente, pues. Entonces Empalme no, no era ciudad, no nada, ¿no? Este, había puestecitos así nomás sobrepuestos y no, no se diga la mosca así. (risas) Ey, ocho días yo no pude comer ahí porque he sido medio chocandito, digo yo. Sí este, lo que comía yo era, era este, como hot cakes.

VD: ¡Ah!

AM: Con, con leche.

VD: ¿Ahí mismo vendían los puestos?

AM: Ahí, ahí vendían. Pero ahí este, por decir, haciéndomelo, haciéndoles y viene para acá porque no se podía, eran enjambres de animales. El, los arroces, o atoles, o todo eso estaban negreando de, de adentro, no, no las orillas, adentro de las cazuelas o ollas, eso. Negreaba y servían así, todos así.

VD: Y así lo vendían.

AM: Así comían, así comían. Luego decían: “Señora, tiene, está muy feo el, que el arroz o que el atole y todo”. Decía: “Es del mismo arroz o es del mismo atole”. Sí, animalero. Y va pues el hambre, tiene cara de animalito feo. (risas) Así comía la gente, pero yo no pude, yo no pude. Yo con eso me pasé los ocho días ahí, la primera vez con hot cakes y leche.

VD: Y, ¿dónde vivió esos días, dónde dormía?

AM: En el, como animalitos en una casa, pero este, en el corral, en el corral a campo libre, sí. O sea que pedíamos permiso en una casa y nos cobraban $1 peso. Sí, y ahí como animalitos en el suelo, en el corral. Pues sí, nada que debajo de un techo, eso nada.

VD: Nada.

AM: Nada. Y ya la segunda vez, fueron cuatro días nada más los que estuvimos ahí. Sí, estuvo más cortito siquiera, ey. Pero sí estuvo muy feito eso, sí pero…

VD: Y ahí estando en Empalme entonces, la primera vez después de esos ocho días ya se pasó para, ¿le llamaron de la lista?

AM: Entonces fue cuando ya me, me nombraron. Entró la lista de aquí de los que íbamos, ya fue cuando pasamos todos.

VD: Y, ¿le tocó junto con otros de aquí mismo?

AM: Sí, éramos, éramos hartitos, éramos hartitos, de esos que ahí. Cuando cruzábamos, nos desnudaron, nos revisaron según ellos. Nos revisaba un médico, ¿no? Y ya de ahí pos nos enviaron, ¿no? Ya, ya seguimos.

VD: ¿Ya ahí mismo le tocó que lo fumigaran?

AM: No este, la fumigada fue en Caléxico, sí.

VD: Y, ¿usted ya sabía, señor Alberto, que le hacían eso a los braceros cuando se fue para allá?

AM: No, no, no fue por primera vez y no, nunca me habían platicado.

VD: ¿No le habían contado esa parte? (risas)

AM: No, no y ahora sí que estuvo bueno, ahí en, por decir, en Empalme, lo que nos pasaron desnudos, ¿no? Y nos, digo yo, nomás como, como que burlan a uno, porque pienso yo que no es chequeo, ¿quién sabe, pues? Y a donde nos fumigaron y todo, eso fue en, allá en Caléxico.

VD: Caléxico.

AM: Sí.

VD: Y, ¿cómo se sintió usted después de que, cuando vio eso como los trataron?

AM: No, pues mal. Sí, porque se va uno, por decir, a esclavizar. Y luego más que nada en Caléxico, nos decía, nos dijo un, pues un mandamás ahí, un migrante, ¿no? Nos mentaba la madre: “Hijos de la chingada”, dice, “si traen los huevos, aquí déjenlos. De aquí pa allá no tienen, eh”. Así nos, así…

VD: Así les hablaba.

AM: Así, así nos decía, sí. Dice: “Cuando vengan de regreso, los pasan a traer”. Ey, así, así nos decía el fulano ese.

VD: ¿De dónde era el señor?

AM: ¿Mande?

VD: ¿De dónde era aquel señor?

AM: El señor ese. Pues de los que están trabajando ahí en Migración.

VD: Ah, pero él era de allá, de los de allá.

AM: Sí, de allá, de allá, sí. Pero así nos la mentaba y eso decía, ¿no? Y desde ahí no, como que no me gustó. Pero digo bueno, pos ya qué, entendimos lo que nos estaba diciendo, ¿no? Sí, pero…

VD: Y, ¿como qué decía? Por ejemplo, como esa vez con el señor, ¿platicaban de eso los mismos compañeros de usted?

AM: No, pues…

VD: O, ¿no decían nada?

AM: Nadie dijo nada. Nos quedamos todos. Iba uno a diez jatones(??) pero pues ya qué, ya gastados y atropellados de tanto tiempo de cansancio y todo, ¿no? No, pues ya todos, ya ninguno decíamos nada. (risas) Sí, pero así, así tratan a uno más o menos, ey.

VD: Así que esa vez se pasó y, ¿a dónde fue que dice que le tocó?

AM: Eh.

VD: La primera vez, ¿a qué estado?

AM: En, en este, en California.

VD: En California.

AM: San José, California.

VD: Ah, en San José, sí cierto, se me olvidó.

AM: Ajá, sí.

VD: Ahí fue cuando le tocó la fresa.

AM: Ahí yo, ahí fue cuando me tocó la fresa, sí.

VD: Y el mayordomo que tenía ahí, ¿cómo los trataba, cómo era con los braceros?

AM: Ése, ése fue el mismo propetiario del, de la fresa.

VD: Así que no era un lugar muy grande.

AM: No, era, era poco, éramos, éramos los que nos llevó ahí, éramos no me acuerdo si siete u ocho.

VD: Y, ¿cómo los trataba ese señor?

AM: Más o menos bien, más o menos bien, dizque digo, nomás que digo este, estaba malona la fruta, pues. Pero nos tocó desde escardar hasta levantarla. Y cincuenta ahí y sale rápido eso, en cincuenta y cinco días, porque el contrato tengo entendido que era de cuarenta y cinco, ¿no? Pero a mí me dejó este, cincuenta y cinco y me reportó, me aventó para acá. Que dejó más gente, no sé si tendría más o no sé, pero los demás se quedaron.

VD: Y, ¿por qué lo reportó, señor Alberto?

AM: Ah, es que no sé, le caí mal porque andaba yo ahí, yo creo que de barbero. Porque este, los días que me quedaba yo de balde, como la señora trabajaba con nosotros, se enfrentaba al azadón, ¿no? Y por no estar este, de balde por ahí, me le acomedía yo a su jardincito que estaba por ahí. Y yo creo que eso le cayó mal o no sé, o no sé, dizque digo. Y este, y nomás me puso el dedo y vámonos, me mandó a mí, ey. Sí, pero los demás se los, se los dejó ahí no sé qué otro trabajo tendría o no sé, pero a mí sí me aventó pa fuera, sí. Quién sabe, quién sabe, dizque digo.

VD: Así que nada más terminó ese contratito y…

AM: Sí.

VD: Lo regresó.

AM: Sí, me, me regresó a México.

VD: Y, ¿por qué cree que le darían esos contratos tan chiquitos de cuarenta y cinco días?

AM: Pues, ahí, ahí sí no tengo idea el por qué. Sí, porque los demás también así le llevaban, nomás que tengo entendido que a ellos los iba este, a recontratar otra vez. Sí, porque así íbamos todos de cuarenta y cinco, sí. Así que ni de ahí para allá no, no sé a qué se debió. Porque digo yo que nos haigamos, me haiga yo pasado de listo, no, no para nada, quién sabe.

VD: Y, ¿dónde vivía ahí, con los otros compañeros dónde vivían?

AM: Tenía, nos, por decir así, nos este, nos metieron en una casita. Este, y ahí estábamos todos, ahí estábamos todos. Y él vivía por decir, como a, como a quinientos metros tenía su casa, sí. Y ahora sí que la señora pues trabajaba con nosotros, siempre andaba trabajando con nosotros. O sea que pues yo, pues como que le, no le caí muy mal yo creo. Y me, ora sí que me invitó a su casa e iba, iba yo a su casa. Y andaba yo ora sí que acomediéndomele por ahí, que a ver, cortar el pastito, que a podar un plantita y bueno, cositas así. Sí y este, no sé, yo creo que eso no le gustó.

VD: No le gustó.

AM: Al señor. (risas) Sí, porque me, me aventó a México, digo pues va, ni modo que tuviera miedo. Pues me aventaba a mi casa, (risas) pues sí, sí.

VD: Y, ¿esa vez usted se cocinaba?

AM: Sí, sí, todos nosotros mismos nos cocinábamos.

VD: Y, ¿ya había aprendido a cocinar antes, señor Alberto?

AM: ¿Mande?

VD: ¿Había aprendido antes a cocinar?

AM: Pos ahí aprendimos a juerza. (risas) Sí, sí porque no, nunca, nunca nada, pero va pues ya qué, teníamos que buscarle, teníamos que comer, (risas) ey.

VD: Así que allá se enseñó.

AM: Sí, ahí empezábamos, ora sí que a, a hacer pininitos, hacernos el bocado, (risas) sí.

VD: Y, ¿les salían buenas las comidas que se hacían allá?

AM: Pues a veces, (risas) a veces sí y a veces nos falla, nos fallaba. Pero bueno, pues yo hacía mis, mis cochinadas, (risas) pues yo me las comía, sí.

VD: ¿Nada más guisaba para usted o para alguien más?

AM: Na, nada más para, cada quien se guisada, cada quien se guisaba, sí. Sí, así que aunque estábamos juntos ahí, pero eran dos estufas y nos repartíamos de una parrilla cada uno y así. Cada, cada quién se cocinaba, ey, sí. Así de ese modo ora sí que nos, nos pasamos ese contratito. Y ya después el otro no, ya nos daban de, de comer, ora sí que de bañar.

VD: ¿En el comedor?

AM: Ahí fue donde, donde por decir este…

VD: Se puso malo.

AM: Me puse malo, sí, sí. Eso nos daban en, volviendo a lo mismo del otro contrato este, por decir en la mañana nos daban huevos así, se puede decir crudos, ¿no?, con aceite crudo, y a medio día carne molida siempre, no había cambio, carne molida con pan de mesa. Sí, eso era la comida que nos daban.

VD: Y, ¿también les deban de cenar, en la cena?

AM: De cenar, pero yo nunca acostumbré casi la cena. Sí, entonces con eso y ya enfermo menos. Ya cuando me puse mal, menos dizque digo. Sí, así estuvo en esa ocasión, ¿no?

VD: Así que lo, ¿cuando usted se empezó a sentir mal lo llevaron al doctor allá?

AM: No, no, ora sí que nada, nada más que no podía comer pero nada. Nada, de que pues así como andaba yo y todo, así nos íbamos a trabajar.

VD: Y, ¿usted se quejó con el patrón de que se sentía mal o algo así?

AM: No, ora sí que nomás me sentía mal, pero no, a nadie le decía.

VD: Ya no le dijo nada.

AM: No, a nadie dizque digo. Ora sí que nomás yo sentía mis males y ya. Ése fue el segundo y ya en otra ocasión en, en Monterrey.

VD: Ése fue su tercer contrato.

AM: Sí, sí allá fui…

VD: Después de cuánto tiempo que se estuvo aquí, o sea que seis meses estuvo malo y luego, ¿todavía se quedo un tiempo más?

AM: No, sí me quedé un tiempo, estuve algo así como, como tres, cuatro años o algo así.

VD: Ah, sí, un tiempo aquí. Permítame un segundito.

2do: ¿Quieres un vasito de agua?

VD: Sí, eso le iba a pedir yo a usted. (risas)

2do: Este, tibia porque este, lo que pasa que como que, te voy a traer un refresco. No me tardo.

VD: Y entonces me decía que se quedó como tres o cuatro años aquí.

AM: ¿Mande?

VD: Se quedó como tres o cuatro años aquí.

AM: No recuerdo, pero sí estuve una temporada güena más o menos.

VD: Y, ¿en qué estuvo trabajando mientras que estuvo por aquí?

AM: Aquí, ya cuando me recuperé tantito, volví a las piedras. Sí, sí, cuando me recuperé tantito. Pero ora sí que empecé a trabajar en las piedras, que encontraba, me aguantaba yo un marrito de, de seis. Y ahí fue mi recuperación, (risas) sí. Sí, pero estuve una temporada y me volví a ir.

VD: Y a pesar de que le había ido mal, ¿cómo se animó otra vez a irse?

AM: Es que es uno loquito. (risas) Es uno loquito, dizque digo, sí. Entonces ya fue cuando me, me contrataron en Monterrey, en Monterrey. Y ya pasamos por Piedras Negras, sí.

VD: ¿De aquí se fue usted solo para allá para Monterrey?

AM: Íbamos, iba yo con otro, otro compañero, sí. Sí, de aquí también nomás que ahora vive en Cuernavaca, sí. Y este, de aquí de Morelos nomás éramos dos, yo y él. Y que era pura gente de Nuevo León, de por ahí, de Guanajuato, de por ahí, todas esas partes, ¿no? Pero de aquí nomás éramos yo y él, sí.

VD: Y, ¿llegó allá a Monterrey así nada más o iba anotado?

AM: Pues este, nos, nos dijeron que estaban contratando. Y de ese modo nos, nos fuimos. Y sí, íbamos ora sí que más o menos, el identificaciones y eso y sí nos, nos contrataron, sí. Sí, y ya de ahí pasamos por Piedras Negras, sí. Entonces nos mandaron al, al algodón.

VD: En Texas.

AM: En Texas, ey.

VD: ¿En qué parte estuvo en Texas?

AM: Sí, ahí cerquitas de Lamesa. Cercas porque nos decían que ahí a un, a unos cuantos minutos estaba Lamesa, ¿no? Y me acuerdo que, que del, nombraban el ranchito ahí este, Casa Blanca. Sí, Casa Blanca.

VD: ¿Donde estuvo usted?

AM: Sí, ahí, ahí fue donde estábamos, donde estábamos viviendo, pues. Nos dejaron ahí con vidrios rotos y todo eso. Y nos tocó ora sí que cuando se vino el invierno, el agua se congelaba adentro de donde estábamos nosotros, sí. Así que juntábamos agua de un día para otro para, sí, para tener agua porque la llave se tapaba. Entonces llenábamos un, una cubeta o dos, ya la poníamos a la lumbre para, para tener agua. Sí, porque estaba hecha hielo este, vidrios rotos, bueno, estaba, estaba…

VD: ¿Era un lugar grande, o era una casa chica donde estaba?

AM: Era, no estaba muy grande pero este, éramos pocos, no éramos muchos.

VD: ¿Como cuántos estarían ahí esa vez?

AM: Éramos como, como quince personas más o menos. Como unos quince, entonces ahí estuvimos ora sí que desde que empezó el algodón, hasta que se, se terminó.

VD: Y, ¿esa vez sí estaba bien el algodón para piscar?

AM: No, estaba, estaba feo. O sea que, porque había partes buenas, pero donde estaban las partes buenas, no, no metían a la gente, sino que metían la máquina. Y a la gente la metían a donde no, a donde no servía.

VD: No entraba la máquina.

AM: A donde no servía. Sí, entonces andábamos como locos, ora sí que pepenando por acá y por allá, sí. Pero donde estaba bueno el algodón, así que estaban como borreguitos, ahí nada, nosotros nada. Ahí este, la máquina, sí.

VD: Y, ¿alguna vez se quejaron con el patrón?

AM: No, no, somos bien machotes, no dijimos nada. (risas) Sí, así es y ora sí que este, hasta que nos, nos dijeron: “Se van a México”. ¡Bah!, nos, éramos de aquí, ni modo de que dijéramos no y nos espantáramos, (risas) pero sí. Sí, ésa fue la tercera aventura, digo. Y fui como, como otra o dos veces, pero ahorita ya fui de mojado.

VD: Así que esta tercera vez, ¿en qué año sería?

AM: Eso no recuerdo.

VD: Sería ya como el último año que había contrataciones.

AM: No, no recuerdo ya, pero sí fue, fue, pues yo pienso que como entre unos cinco y seis años después de la primera vez, pienso yo. No, no me acuerdo, se me borró el casete, (risa) sí.

VD: Pero esa vez todavía se fue con contrato.

AM: ¿Mande?

VD: Esa vez fue con contrato, la última del algodón fue con contrato.

AM: Sí, sí fue.

VD: Cuando se contrató en Monterrey.

AM: Sí, la que fue en Monterrey.

VD: Y se acuerda este, señor Alberto, bueno, ¿qué hacía usted en sus ratos libres?

AM: Pues no teníamos nada. Estábamos, por decir, en el campo, en el campo dizque digo. Entonces no, no sabía leer, no sabía escribir, no nada. Este, ¡bah!, pues nada, nada, dizque digo. Ni modo de ponerme a leer o eso, nada.

VD: ¿Había ya algún radio para escuchar música?

AM: No, nada, nada dizque digo.

VD: Y, ¿no salían del campo?

AM: No, pos por decir ahí teníamos el comedor. Y no lleva, por decir así, sólo que la gente pidiera: “No, pues que llévenos a tal parte, ¿no?”. Pero casi no, casi no. A veces nos poníamos de acuerdo por decir entre un, dos, tres a ir a algún lugarcito, ¿no? Pero pues íbamos por nuestra cuenta y regresábamos, sí, pero…

VD: Y en esos paseos que dieron esas veces que salió este, que usted llegó a tratar a la gente de allá en las tiendas o en la calle, ¿cómo los trataban?

AM: Pues por decir…

VD: ¿Cómo los veían?

AM: Por parte de la gente, bien, bien. En ese sentido no, no, no tuvimos ahora sí que indiferencias. En esa ocasión de que me tocó algodón, pues más o menos por ese lado anduve contento porque nada de que regaños o que malos tratos o que eso. En esa ocasión más o menos bien. Digo, ganábamos poco porque pos no, no este, no se servía pues el…

VD: El algodón.

AM: En lo que andábamos, ahí. Como pagaban por libra, sí sacábamos poquito, sí.

VD: Y, ¿alguna vez le pasó que por ejemplo, no los dejaran entrar a algún restaurante o una cantina o algo así por ser mexicano?

AM: Pues era cuando le digo que nos poníamos de acuerdo, que íbamos dos, tres. Pos nos íbamos a echar por ahí una cervecita o que, bueno, eso. Sí eran las salidas que teníamos más o menos.

VD: Pero no. Y, ¿nunca le pasó que le dijeran que no los dejaban entrar porque eran mexicanos?

AM: Ah, no. No, en ese sentido no, nunca, nunca nada. Ora sí que a donde íbamos, bienvenidos, (risas) sí. Sí, en ese sentido no, nomás que había partes que sí nos veíamos que nos veían con malos, malos ojos. (risas)

VD: ¿Como dónde, como dónde sentía eso?

AM: Como por decir en, en cantinas. A veces que nos metíamos en cantinitas, había partes que no, como que veíamos que no, no caíamos bien. Nos tomábamos una y vámonos, (risas) sí.

VD: Y, ¿cómo sentía usted porque se les quedaban viendo?

AM: Ah no, pues se, se nota luego luego cuando no cae uno bien ¿no? Se nota y nomás una y vámonos, sí. Y donde veíamos que más o menos bien, no, pues ahí nos llegábamos a pasar buenos ratos. Pero a donde no, que viva la paz, vámonos, (risas) sí.

VD: ¿Nunca tuvo alguna dificultad?

AM: No.

VD: Con la gente.

AM: No, no, para nada. Porque digo este, ¡bah!, pues con lo que nos dijeron nos lo llevábamos grabado. (risas) Pues sí, sí nos lo llevábamos grabado, dizque digo. Y bueno, pos fue la vida de la, de la bracereada. (risas)

VD: Y, ¿por qué cree que les haya dicho eso el señor? ¿Cree usted que antes otros ya se habían metido en problemas? O, ¿por qué les habrá dicho ese comentario el señor?

AM: Ah, pues yo creo que de por sí así hablaba. Sí, porque lo repetía a cada rato. Íbamos ora sí que formados y hablaba fuerte así, no, pos a cada rato decía eso, sí. Pero digo, yo creo que era su modo de, de ser, o nos veía como dice el dicho vulgar: “Como Dios a los conejos, (risas) chiquitos y orejones” ¿no? Pues sí, sí, pero digo, bueno ni modo ya, ya íbamos ahí, ey. Pero jue la, bueno, yo creo que es la ley de la vida pues, tenemos que pasar por algo, sí.

VD: Y, ¿dice usted que los braceros no platicaban de esas cosas?, ¿se aguantaban?

AM: No, nadie, nadie decíamos nada entre, ni entre nosotros comentábamos nada de eso, nada.

VD: Y, ¿por qué sería, don?

AM: ¿Mande?

VD: ¿Por qué sería que no querían platicar de esas cosas?

AM: Pos quién sabe, pos quién sabe, dizque digo. De por sí yo creo que así somos, o no sé, ¿veá? Sí, pero no, en tono no se oían pláticas de nada de eso. Aquí ya después traían el relajo, ¿no? Que, que no, que sí, pero pos ya, ya nomás de puro ___(?), (risas) sí. Sí, pero de eso ya, ya como que no cabe. (risas) Sí, ya este ora sí que, cositas que nomás, nomás urde(??), urde(??) la gente, (risas) sí, así es.

VD: Y así que entonces el tiempo que usted estaba allá, por ejemplo, ¿se comunicaba con su familia de alguna manera?

AM: Pues casi no, sí, pos no sabía yo escribir, no. Ora sí que, pos ahora, por decir, me veía ahí con mi gente hasta que regresaba, hasta que regresaba, dizque digo. Porque desde que yo me iba, pues…

VD: Ya no sabían nada.

AM: Nomás nada de nada y hasta que regresaba, pues.

VD: Y, ¿se fue usted de aquí soltero las tres veces?

AM: Sí, sí, sí porque aquí con mi señora ya, ya hasta últimamente nos casamos. Sí, sí, ya por decir, ya tenía yo cincuenta, casi cincuenta años, cuarenta y nueve años.

VD: Así que entonces siempre que se iba nada más llegaba con su mamá, con su papá.

AM: Sí con, sí con ellos, con ellos. Porque digo este, se estaba yo solo, solterón.

VD: Y, ¿cómo lo recibían, se acuerda como cuando regresaba?

AM: No, pues como que a veces les daba gusto, pero les daba tristeza porque bah, pos nunca hice nada, sí.

VD: Por ejemplo cuando regresó malo, eso.

AM: ¿Mande?

VD: Cuando regresó malo y eso.

AM: Entonces peor tantito, peor tantito, dizque digo. Porque digo, enfermo y sin dinero por decir así, ey, sí. Porque trabajé poco en ese entonces por cosa de que mi mismo mal, pues sí.

VD: Y aquella última vez porque el algodón tampoco estaba bueno.

AM: Pues estaba este malón, estaba malón. Y uno que, ora sí que, es uno medio parrandero, digo yo, no, no, yo no hice nada de eso.

VD: Ya no le dio. ¿Mandaba dinero para acá, o usted se lo quedaba?

AM: No, nunca mandé nada, nunca mandé nada, dizque digo. Sí, ora sí que soy de los que no, no saben cuidar el billete. (risas) Sí, sí, ora sí que… Y aquí andamos dando lata todavía, (risas) sí.

VD: Y me decía usted que después decidió irse sin papeles para allá. ¡Ay!, no se apure, gracias.

AM: Ah, ¿cómo?

VD: Que después decidió irse sin papeles, regresar para allá sin papeles.

AM: Ah, sí, sí, ya fue cuando, de mojado pues.

VD: Y, ¿por dónde se pasó, cómo fue que decidió, cómo se animó para irse para allá?

AM: Este, pues con los demás amigos, empezaron: “Vámonos, y que vámonos”. Y pues no sé, de repente dije: “Pues que vámonos”. Y órale y pasé por Tijuana, por Tijuana

VD: ¿Pagó ahí coyote?

AM: Sí.

VD: Y, ¿cómo los pasó, señor? ¿Los pasó caminando, o cómo los pasó?

AM: Este, por el campo, por el campo. Una parte donde estaba cerquitas este, una carretera. Pasamos ahí en el aeropuerto y bueno, entramos por varias partes, pero siempre nos agarraban. Y en esa ocasión que pasamos, pasamos ahí donde estaba, donde está el aeropuerto. Pero entonces no había nada de tela ahí, había este, por decir, nada más unas hebritas de alambre y, y hasta caídas. Y por ahí cruzábamos y ya nos levantaron, estaba una carreterita cerquitas ahí. Se camina como un kilómetro y de ahí nos levantaron y ya de ahí nos, nos llevaron a Santa Ana, a Santa Ana.

VD: ¿Usted tenía familia allá?

AM: No, nada más nos, nos llevaron a una partecita ahí donde tenían puro, puro mojarrita, pues. Sí, ahí ya nos dieron ahora sí que de comer y todo eso. Y ya fue parte del, de lo que sacan pues.

VD: Del coyote.

AM: Sí, nos tuvieron un buen rato este, por allá embarrancados por cosas de que estaban, había vigilancia, ¿no? Y hasta que pudieron sacarnos de ahí ya este, de ahí nos, nos fuimos a Chicago.

VD: Y, ¿a quién conocía usted allá en Chicago? ¿Quién estaba por allá?

AM: Estaban unos primos hermanos, unos primos hermanos, que tanto que uno de ellos jue el que aflojó los billetes para pagar el, o sea, el coyote.

VD: La pasada.

AM: El, el coyote, ¿no? Entonces este, ya de ahí empecé ahora sí que a trabajar algo, poquito, ¿no?

VD: ¿En donde empezó a trabajar por allá?

AM: En, estuve trabajando en una oficina, en una oficina dizque digo, donde pagaban diario. Entonces daban este, $20 pesos. Estuve buena temporada ahí pero con un seguro de, de otro nombre, sí. Y estuve una buena temporada y ya después un, un fulano de allá dice: “Te voy a sacar este, un seguro chueco”, dice, “pero a tu nombre”. Sí, entonces digo: “Bueno”. Y dice: “Nomás que te va a costar $50 varos, ¿no?”. “Órale”. Y ya, y ya me sacó ese seguro. Y entonces ya de ahí trabajé en un panteón.

VD: ¿Qué hacía en el panteón, señor Alberto?

AM: Era, anduvimos este, cortando pasto, juntábamos basura y ya después de que limpiamos más o menos de basura, porque fue el tiempo de invierno, ¿no?, terminando el invierno, juntábamos toda basura. Y ya, ya después a cortar pasto, ¿verdad? Plantar pasto y así.

VD: Y, ¿cómo le pareció ese panteón comparado con los de aquí?

AM: Pues no, pues mucha diferencia porque parece un parque al lado de… (risas) No parece ser panteón, (risas) sí. Sí está muy, muy diferente. Sí, ora sí que este, está grande ese panteón, sí. Ahí, ahí estuvimos todo el, por decir la temporada, de, de que se puede trabajar. Porque el tiempo de invierno quitan la gente. Sí, nomás que ahí ya trabajé a mi nombre, pero pues chueco, chueco dizque digo. Estuve dos años en, en Chicago.

VD: ¿En qué año sería eso más o menos, se acuerda?

AM: Fue allá por el [19]69.

VD: En el [19]69.

AM: [Mil novecientos] sesenta y nueve, ey.

VD: Y además de la pasada, ¿estaba difícil por allá con la Migración, o no era tan difícil en ese entonces?

AM: ¿Migración?

VD: O sea allá, que cuando estaba allá, ¿que si los iba a agarrar la Migra o eso?

AM: Este…

VD: ¿Se tenía que cuidar mucho usted, o no?

AM: No, no pues es que digo, ahí no, nunca tuve problemas. O sea que no, no salía yo casi del, de la casa al trabajo y eso, ¿no? Entonces dejé de tomar, dejé de fumar y todo eso, ¿no? Y este, no, no, no salía. Y este, una que otra vez, pero tardadito iba yo al cine, pero me quedaba el cine como a veinticinco metros de ahí de donde estaba yo. Sí, o sea que…

VD: Estaba bien cerquita.

AM: Estaba cerquitas. Era cuando salía yo y, pero que anduviera digo que en los bailes o eso, no.

VD: No le gustaba.

AM: Bueno, sí, sí me gusta, pero, pero no iba yo precisamente por eso, por evitar este, y no, nunca. Donde me detuvieron varias veces fue en Tijuana, a la entrada. Ahí nos pescaban y van pa fuera.

VD: Y, ¿como en cuánto tiempo se volvían a meter?

AM: No pues este, noche a noche hacíamos el intento. (risas) Sí, pero hubo varias veces que no pudimos entrar, hubo varias, varias veces que entramos y allá nos, nos cachaban (risas) y pa fuera otra vez, ey. No y este, hasta que al fin pasamos.

VD: Y, ¿cuánto tiempo estuvo en Chicago aquella vez?

AM: Este, dos años.

VD: Dos años.

AM: Dos, dos años, sí.

VD: Y, ¿le gustó por allá?

AM: No, pues si esa ciudad es, es muy fea, (risas) ey. Muy airienta y fea, porque digo, nunca está uno que digamos que un tiempo bueno, ¿no? Siempre cuando no está el este, muy fría, mucho calor, mucho calor dizque. Está, está media feita esa ciudad. No, no es, no es muy bonita que digamos. Sí, sí pero digo, pos ya estaba yo allá, pos me estuve una temporadita.

VD: Aprovechó.

AM: Sí.

VD: Y allá, ¿cuándo cree usted que fue que se empezó a ir más gente de aquí del pueblo para Chicago? O sea, para ahí en específico.

AM: Había harta gente ya en ese entonces, de aquí había harta gente. Ahora sí que había veces que nos juntábamos y más que nada en el lago, ¿no? Ahí en, por decir, nos juntábamos hartos, éramos hartos.

VD: De aquí mismo.

AM: Sí, de aquí. Había hartas mujeres de aquí y…

VD: Así que ya había familias.

AM: Sí.

VD: No nada más hombres.

AM: Sí había, sí había varia gente ya, sí. Y ya cuando me vine, desde entonces ya, ya estoy en paz aquí. (risas)

VD: ¿Nunca le gustó para quedarse por allá?

AM: No, no para quedarme, no. Donde me gustó fue para acá, para, para donde entraba la primera vez.

VD: En California.

AM: En California, ahí sí me gustó, pero no, pero tanto como para quedarme, no.

VD: No le gustó.

AM: No, tanto que para quedarme no, dizque digo, sí.

VD: Usted que pudo estar allá con papeles contratado y luego sin papeles, ¿cómo cree que fue mejor, cómo le gustó más?

AM: Es que este, bueno, con papeles es mejor porque pues el trabajo no falla. Y este, y cuando anduve en Chicago, por decir, que anduve de sin papeles y eso, no, pues hay veces que trabajaba y a veces no. Sí, ahí está la clave, ¿no? Entonces, por decir, ese tiempo que estuve en el, trabajando en el panteón, este, nos pagaban bien barato. Pero digo, sí nos… La temporada que estuve ahí, trabajaba yo, por decir, las cuarenta horas. Sí, nomás que muy poquito, pero no fallaba, no fallaba, dizque digo, sí. Pero digo este, no, pos con contratos ésa es la ventaja, pues de que está el trabajo seguro, ey, el trabajo seguro.

VD: Y, ¿usted con el contrato se sentía de alguna manera más protegido, se sentía mejor?

AM: Sí, sí claro.

VD: O, ¿prefería estar más libre?

AM: Sí, porque, porque entonces no, nos andábamos cuidando de nada.

VD: Ah, no.

AM: Sí, nos decían: “No, pues ustedes pueden salir, nomás no dejen sus papeles. Pueden salir y nadie los va a echar pa juera ni nada de nada”. Y sin embargo, ya de mojado, no pos sí, ahora sí que cayendo y vámonos, (risas) sí, ésa es la diferencia. Y luego como digo, el trabajo, y yendo arreglado así con permiso, pues el trabajo está ahora sí que a la orden, ¿no? Y de mojado no, hay que buscarle. A veces, a veces trabaja uno una temporadita y va uno pa fuera y bueno, ése es el problema, ey.

VD: Y usted que pudo vivir allá, si compara la vida en los dos países, ¿dónde le parecía que le gustaba más? La vida allá, por ejemplo, ¿qué le gustaba de la vida en Estados Unidos?

AM: Eh, ¿qué me gustaba?

VD: Ajá, o, ¿qué parte fue la que le gustó y cuál no le gustó de vivir por allá?

AM: No, para, ¿como para vivir?

VD: O sea, mientras estuvo usted allá, ¿qué fue lo que sí le gustó?

AM: Eh, como que no.

VD: Pues, ¿le gustó cómo era vivir allá, cómo se vive allá?

AM: Ah, el modo de vivir la vida allá.

VD: El modo de vivir, ándele, sí.

AM: Pues ahí por decir la, la ventaja de que allá, por decir, en ese entonces aunque poquito que se ganaba. Por decir, allá en una semana se puede uno, aunque sea corrientito, ¿no?, o sea por decir barato, se puede uno vestir, vestir, por decir una mudita de ropa y calzarse, ¿no? Y alcanza uno a comer en, por decir, en una semana, dos semanas este, se viste uno y se come uno y se calza uno, ¿no? Y sin embargo aquí no, aquí no. Aquí, por decir, en un par de semanas no es tan fácil para comer y vestirse. O sea que como que luce un poquito en ese sentido, ¿no? Sí, es la, lo que noto yo de diferencia nada más.

VD: Y del modo de vida, lo que no le gustó, ¿qué fue?

AM: ¿Cómo?

VD: Hubo algo que no le gustara de como vivía la gente allá, del modo de vivir de allá.

AM: No, no, pos más o menos, ahora así que este, estuve tranquilo. Estuve tranquilo yo, ahora sí que me, me ponía yo realista, ¿no? Pero yo nunca decía: “Yo este, vivo mejor aquí que en mi, en mi casa”, por decir aquí, ¿no? No, pues yo preferible en mi casa, ¿no? (risas) Sí, pero este, sí más o menos digo este, ya con alguien que, que tiene un trabajito más o menos bueno, pienso yo que sí se lo lleva bien ahí, sí, mejor que aquí en ese sentido, ¿no? Porque más livianos bueno, alguno que otro trabajo, ¿no? En, por decir en fábricas, en así. Pero el campo, el campo es más duro allá que aquí.

VD: ¿Por qué cree que sea?

AM: Es que una apariencia cuando me tocó lechuga aquí en el segundo contrato, andábamos todo, por decir, las ocho horas con un azadoncito, con un cabito así de corto. Entonces bien doblados, bien doblados y unas partes feas que no, no calaverearon porque este, tenía mucha piedra. Entonces teníamos que limpiar con el ese azadón corto, pos más o menos entre setenta centímetros. Y íbamos formando el surco, que no curvara mucho, ¿no? Más o menos enderezándolo y ahí dejándolo de en medio. Y ahí a azadón y medio, íbamos dejando una mata, una mata de lechuga, ¿no? Eso, eso fue lo que a mí se me hizo más pesado, sí.

VD: Y, ¿aquí cree que el trabajo de campo es más ligero?

AM: Pos sí es duro también. Pero allá, como, no sé, como que obligan más a uno. Sí, porque no, no dejan a uno ni que siquiera se enderece tantito. Sí, este, bueno en ese entonces, ¿no? Sí este, a veces nos, nos daban cinco minutos, por decir, a que nos enderezáramos, ¿no? Y a clavarnos y nada de que enderezarse o que eso no, no, ahí nos tenían clavados.

VD: O sea que no es ni siquiera que el trabajo de campo en sí sea más pesado, sino que el ritmo del trabajo…

AM: Es, es eso, eso es lo más pesado, sí. Sí, ahora sí que este…

VD: Aquí trabaja usted a su ritmo.

AM: Aquí por decir aunque sí hay que pegarle duro, ¿no? Pero, pero aquí pos ahora sí que más que nada trabaja uno lo de uno. Pues se fatiga uno un buen rato dándole duro. Nos, por decir nos, nos enderezamos o nos damos una, por decir unos cinco, diez minutos.

VD: De descanso.

AM: En lo que tomábamos agua y a pegarle otra vez, ¿no? Pero digo, aunque trabaje uno más tiempo, pero este, nos damos ahora sí que nuestros descansitos. Y en ese sentido digo, sí es más duro allá el campo. Pero por decir, en fábricas pos hay cositas pesadas, tiene que haber de todo, ¿no? Pero casi todo es más liviano. Sí, porque yo lo que trabajé en fábrica más o menos sentí el trabajo liviano.

VD: Más ligero.

AM: Liviano, dizque digo, sí, sí. Pero digo, en gustos. (risas)

VD: Claro, y así que, ¿por qué cree que será entonces que mucha gente sí decide quedarse por allá, por ejemplo de los mismos braceros?

AM: Los que, los que agarran buen trabajo. Sí que, por decir, alguien que gana bien y el trabajo no es muy este, muy pesado, no, pos ya dicen: “¿Qué voy hacer a México?”, ¿no? Sí, pero los que nos trata el, el tiempo poquito pesadito, no pues no, no lo pensamos pa venirnos.

VD: Claro. (risas)

AM: Sí, sí así es, así es más o menos la vida.

VD: Y ya por último, señor Alberto, cuando usted se acuerda después de muchos años que todo esto pasó, cuando usted se acuerda de sus años de bracero, ¿qué sentimiento le queda, qué recuerdos le quedan?

AM: Uh, pues recuerdos malos porque no supe aprovechar. No supe aprovechar por decir este, pos no hice billete, no nada. O sea que no, no supe cuidar. Ganaba poquito una y otra que pos en el tiempo de que estaba uno sin experiencia y sin nada, uno lo que quiere es retozar tantito. (risas) Sí, digo pos yo, por decir, que tenga buenos recuerdos en ese sentido, pos no.

VD: No hay.

AM: Pos no, dizque digo, ey. Sí, pero digo este, sí, por una parte digo: “Pos va uno a conocer pa que no le cuenten a uno”. (risas) Sí, pero digo este, para los que no sabemos cuidar es, es igual aquí y allá.

VD: Aquí y allá. (risas)

AM: Sí, así es, ey.

VD: Y después que regresó de allá, ¿volvió a trabajar al campo?

AM: No, a las piedras.

VD: A las piedras, otra vez.

AM: A las piedras otra vez, sí. O sea que regresando de allá siempre, por decir, llegaba yo por decir hoy, a los dos, tres, días a las piedras. (risas) Sí, son…

VD: Y, ¿ahí estuvo trabajando muchos años ya después?

AM: ¿Dónde?

VD: En las piedras cuando volvió, de que volvió de mojado.

AM: No, sí, sí, sí yo trabajé hartito tiempo, sí. Sí, pero digo: “Pos entonces aquí nada que es seguro o que todo eso, nada”. Ahora sí que estábamos trabajando por trabajar, porque no teníamos garantías de nada.

VD: Ni pensión, ni nada.

AM: Nada. Si alguien se enfermaba o algo, a sacarle al bolsillo. Porque que diga uno que tenía uno por decir algo, alguna garantía, nada, ey. Así fue en esa temporada de cuando yo, yo trabajaba.

VD: Y más para acá, ¿en qué estuvo trabajando después, o ya siempre estuvo ahí en las piedras?

AM: No, es que este, empecé a trabajar como albañil.

VD: ¡Ah!

AM: Ey.

VD: En construcción.

AM: Después, entonces empecé, me salí de ahí. Me cansó y empecé a trabajar como albañil. Sí y de ahí hasta la vez.

VD: Ándale.

AM: Sigo haciendo detallitos.

VD: Trabajo, ándele.

AM: Chiquitos.

VD: Y aquí está.

AM: Y aquí estamos. (risas)

VD: Señor Alberto…

AM: Sí.

VD: Muchas gracias por sus recuerdos y su tiempo.

AM: Sí y, no eso, todo lo contrario, estoy quitando tiempo. (risas)

VD: ¡No!, no me diga eso, al contrario, muchas gracias.

AM: Pero sí.




Fin de la entrevista





Interviewer

Domínguez, Violeta

Interviewee

Mendoza Torres, Alberto

Location

Tizapotla, Morelos, México

File Name Identifier

Mendoza_Torres_MOR007

Citation

Domínguez, Violeta and Mendoza Torres, Alberto, “Alberto Mendoza Torres,” Bracero History Archive, accessed November 24, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/102.