Roberto García Sánchez
Title
Roberto García Sánchez
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Roberto García Sánchez was born on May 13, 1933, in El Bueyero, Mexticacán, Jalisco, México; his mother’s name was Dominga Sánchez, and his father’s name was Cruz García; Robert had eight siblings, but two of them died; his father, Cruz, owned a small plot of land, a milpa, which he inherited from his father; consequently, Robert grew up sowing corn and beans as well as caring for animals; in 1942, Cruz enlisted in the bracero program; later, in the midfifties, Roberto followed in his father’s footsteps, and he continued working with the program until it ended in 1964; he and his family later immigrated to the United States.
Summary of Interview: Mr. García gives a detailed description of his parents, siblings and children; he recalls his father becoming a bracero and the difficulties he and his family faced; they had to work the land and care for the animals on their own; in addition, he describes the various tasks his mother had to perform as well; he later began working illegally in Arizona against his father’s wishes; during the midfifties he went with a coyote in Guadalajara, Jalisco, México, and later to Empalme, Sonora, México, to enlist as a bracero; on average, he had to wait there for at least fifteen days; he was able to survive by working as a cook in a restaurant, and he continued doing so whenever he had to wait for a contract; as part of the processing he was stripped, which he describes as embarrassing and sad; in addition, he mentions having to pay a representative for handling the papers, as well as travel expenses; as a bracero, he worked in six different places, but he spent most of his time in the San Gabriel, California, area; he goes on to detail the camps’ living conditions, housing, accommodations, daily routines, payments, deductions, remittances, and recreational activities, including trips into town; in 1994, he and his family legally immigrated to the United States.
Summary of Interview: Mr. García gives a detailed description of his parents, siblings and children; he recalls his father becoming a bracero and the difficulties he and his family faced; they had to work the land and care for the animals on their own; in addition, he describes the various tasks his mother had to perform as well; he later began working illegally in Arizona against his father’s wishes; during the midfifties he went with a coyote in Guadalajara, Jalisco, México, and later to Empalme, Sonora, México, to enlist as a bracero; on average, he had to wait there for at least fifteen days; he was able to survive by working as a cook in a restaurant, and he continued doing so whenever he had to wait for a contract; as part of the processing he was stripped, which he describes as embarrassing and sad; in addition, he mentions having to pay a representative for handling the papers, as well as travel expenses; as a bracero, he worked in six different places, but he spent most of his time in the San Gabriel, California, area; he goes on to detail the camps’ living conditions, housing, accommodations, daily routines, payments, deductions, remittances, and recreational activities, including trips into town; in 1994, he and his family legally immigrated to the United States.
Creator
Mena, Violeta
García Sánchez, Roberto
Date
2006-05-26
Subject
bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Roberto García Sánchez
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini disc
Duration
54:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Roberto García Sánchez
Fecha de la entrevista: 26 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Violeta Mena
This is an interview with Roberto García Sánchez, on May 26, 2006, in San Bernardino, California. The interviewer is Violeta Mena and this interview is part of the Bracero Oral History Project.
VM: Antes que nada, me gustaría que me repitiera su nombre y su fecha de nacimiento, por favor.
RG: Este, mi fecha de nacimiento es: 5/13/[19]33.
VM: Y, ¿su nombre?
RG: Y mi nombre es Roberto García Sánchez.
VM: ¿Dónde nació?
RG: En México, Jalisco; Mexticacán, Jalisco. Ahí fui bautizado.
VM: ¿En Mexticán?
RG: Ahí fui bautizado. Mi lugar de nacimiento se llama El Bueyero, Municipio de Mexticacán.
VM: Es un municipio. ¿Me puede platicar un poquito más del lugar en donde nació? ¿Dónde vivió de niño?
RG: Allí mismo, [d]onde nacimos, ahí nos criamos y ahí crecimos.
VM: ¿Me puede platicar un poquito más de donde creció?
RG: Pos allí. Allí salí de veinticinco años para contratarme.
VM: Y aquí en El Bueyero, ¿dijo?
RG: El Bueyero, sí.
VM: El Bueyero. ¿Qué hacían allí?
RG: Nosotros nos criamos, este, en el campo, sembrando, criando animales, cuidando animales.
VM: Y, ¿qué sembraban?
RG: Maíz y frijol.
VM: Maíz y frijol.
RG: Del terreno vivo, de tiempo de aguas, de lluvia.
VM: ¿Llovía mucho allí?
RG: Sí, en ese tiempo sí.
VM: ¿Sí?
RG: Levantábamos buenas cosechas. Mi papá tenía una tierrita que heredó de su papá.
VM: ¿Era una milpa?
RG: ¿Eh?
VM: ¿Era una milpa?
RG: Sí, una milpa, sí.
VM: La milpa.
RG: La milpa, sí.
VM: ¿Más o menos cerca de dónde está, dijo?
RG: Eso está, este, el municipio de nosotros es Mexticacán, Jalisco.
VM: Y, ¿está cerca de alguna ciudad grande?
RG: Ah, pos pertenece más bien Mexticacán ahí a Yahualica. Yahualica, Jalisco.
VM: ¿Me puede platicar de su papá? ¿Cómo se llamaba su papá?
RG: Mi papá se llamaba Cruz García.
VM: Cruz García.
RG: Él también vino contratado.
VM: ¿Él cuándo vino de bracero?
RG: A los principios de que comenzó, del [19]42.
VM: En el [19]42.
RG: Ey.
VM: Y, ¿no recuerda de qué vino él?
RG: ¿Eh?
VM: ¿De qué vino o a dónde vino?
RG: Pues no me acuerdo, porque era chico todavía ahí.
VM: Y, ¿no le platicaba?
RG: Pos sí nos platicaba, pero ya ve, llega uno a la etapa también de que se le olvida a uno aquello, ¿vedá? También mi hermano el mayor, lo tengo conmigo aquí suscrito, porque mire, se le murieron tres hijos acá. Y luego, enseguida murió su esposa en Tepatitlán, allá tienen su casita. Y vino acá a pasearse con dos hijas o tres que tiene acá pal lado del norte y vino a visitarme. Y él que andaba queriendo pelear por esto en las oficinas, le dije: “No te andes metiendo allá. Vamos, yo te voy a suscribir en la librería del pueblo, yo voy a responder por ti, a ver si agarras tu chequecito”. Porque, sí está en la necesidad y enfermo.
VM: Y, ¿él cómo se llama?
RG: Se llama Baudelio García.
VM: Baudelio.
RG: Traigo todo el expediente también de él.
VM: (tos) Perdón. Y su papá, entonces él vino en el [19]42.
RG: En el [19]42 en delante, sí, pos se comenzó en ese tiempo.
VM: Y, ¿los dejó a ustedes?
RG: Sí, cómo no, chicos, trabajando allá.
VM: ¿Cuántos hermanos son?
RG: Nosotros somos siete.
VM: Siete.
RG: Fuimos ocho, pero murieron dos.
VM: ¿De qué razón o por qué causa murieron?
RG: Pues enfermedades, ¿vedá?
VM: ¿De niños o ya de grandes?
RG: Uno, uno ya murió casado.
VM: Y, ¿el otro?
RG: La otra murió este, yo no la conocí, era mi hermana, se llamaba Casimira. Le ponemos que de unos cuatro o cinco años.
VM: Y, ¿no sabe de qué murió?
RG: No. Pos éramos muy chicos todavía nosotros, ¿vedá?
VM: Y el otro hermano que murió de casado, ¿cómo se llamaba?
RG: Lo mataron aquí, sí. Aquí murió de un balazo.
VM: De un balazo. ¿Cómo se llamaba?
RG: Se llamaba Daniel García, quedaron sus hijos huerfanitos.
VM: Fíjese. ¿Murió hace mucho?
RG: Ya tiene como más de diez, doce años, mucho más.
VM: Y, ¿sus otros hermanos?
RG: Mis otros hermanos viven.
VM: Hablamos de Baudelio.
RG: Baudelio, el mayor, sí.
VM: Baudelio. Y él anda por aquí.
RG: Emilio.
VM: Emilio. ¿Él dónde está?
RG: Emilio García, él. Y él está baldadito también. Tiene sus pies así. Que no puede andar. Y nosotros lo sustituimos un poquito en lo que podemos también. Y luego, el otro se llama Daniel. Sí, pos murió, ¿vedá? Ya hablamos de él. El otro se llama Clemencio García, Apolinar García, que aquí está también él.
VM: Y Clemencio, ¿dónde está?
RG: Él está en Teocaltiche, Jalisco.
VM: En Jalisco, en México. Y, ¿Apolinar está aquí en San Bernardino?
RG: Sí, aquí está. No, vive en Los Ángeles.
VM: En Los Ángeles.
RG: Y luego la hermana, nomás una hermana tuvimos. Se llama Carmen.
VM: ¿Cómo?
RG: Carmen.
VM: Y, ¿ella dónde vive? ¿Ella dónde vive?
RG: Vive en Mexticacán, Jalisco.
VM: En Jalisco.
RG: Acá tiene sus hijos, pero como que no le gusta estar acá. Me dijeron los hijos de ella que, que yo que, que la convidara pa acá a ver si me hacía caso. Entonces, yo le dije: “Mira hermana, te están invitando bien. Tus hijos quieren la satisfacción de si comes o no comes, si estás buena y sana, o estás enferma. Acuérdate que sembramos para cosechar”. La gente que se casa, es para hacer una creación, para el día de mañana. Yo me siento encantado de la vida y feliz con ocho hijos que tengo.
VM: Fíjese.
RG: No nos han dejado de la mano. Vienen a la casa, casi traen más dispensa que la que nosotros compramos por semana también. Vivemos con un hijo y a mí me quitaron el suplemental, que porque tenía propiedades en México. Entonces les dije en la oficina, dije: “Oiga, aquí quieren que vivamos como al estilo de los que andan por aquí, a drogadito, durmiendo en los cobertizos de las casas o debajo de los chamizos, debajo de las yerbas. Yo hice esto con sacrificio, porque no tuve escuela en ningún momento. Pero, no es el todo”. Y gracias a Dios que se hizo un capitalito, que fueron como setenta hectáreas de terreno, mi casita en el pueblo y se criaron esa familia. Y ellos están muy agradecidos por todo. Dice: “Papá, si le quitaron el cheque suplemental, tíreles con el otro. Usted y mi mamá no van a sufrir, porque sembraron para cosechar”. Todos tienen sus casas, todos tienen sus buenos trabajos. Pero yo no quiero atenerme a ellos. Vivemos con un hijo que tiene cuarenta y tres años, no se ha casado. Le digo: “Hijo, a la mejor nosotros te estamos quitando tiempo”. “Ninguno, papá. Yo me siento tan feliz que sigo siendo su niño, como cuando nací”. Nos quiere mucho.
VM: Qué bueno.
RG: Y de quererlo, pos digamos, es el consentido de la casa. En la mañana se levanta, le hace guisados a la mamá. Llega del trabajo y lo mismo, a sus años.
VM: Qué bonito.
RG: Sí, sí, sí.
VM: Muy bonito.
RG: Sí, sí, sí.
VM: Qué bueno.
RG: Es mayordomo de una fábrica.
VM: Felicidades por tener tan buenos hijos.
RG: De ocho hijos que tengo, el más chico andaba perdido, perdidito, que le hacía a todo. Y entonces, yo nunca regañé a mi hijo, por no meterlo a más sentimientos, porque los regaños traen sentimiento del papá a los hijos. Le platicaba más o menos cositas bonitas y yo decía: “Padre mío, así como tú qu[i]eres a todos tus hijos, que semos nosotros, también yo quero a los míos. Padre mío, te pido con todo mi corazón que me des esfuerzo y potencia para que vaya viendo la luz y deje aquello”. Y gracias a Dios nuestro Señor, que mírelo, mírelo.
VM: Se le enderezó.
RG: Sí, sí.
VM: Qué bueno.
RG: Yo estoy con Dios nuestro Señor, porque a mí me quitaron mis dos rodillas. Yo aparentaba cien años, sin tenerlos. Ya no podía andar, andaba en silla de ru[edas]. Tenía una silla, sí, silla de ruedas y con muletas, ahí debajo del arbolito nomás. Decía yo: “Padre mío, si me queres pa vivir, dame sanidad, Padre mío, yo también soy hijo tuyo y si me queres pa irme, yo soy materia dispuesta a la hora que Tú digas”. Y me operaron mis dos rodillas y yo volví a la vida.
VM: ¡Fíjese!
RG: Yo aparentaba cien años, sin tenerlos.
VM: Qué bueno.
RG: Dios está con nosotros, si nosotros estamos con él. Todos nosotros, contando a ustedes, nos están haciendo un gran favor y esperamos que se logre.
VM: Esperamos, ¿verdad?
RG: Que a nuestro gobierno se le ablande el corazón, porque este gobierno nosotros, nosotros no tenemos que decir nada de él. Porque éste nos guardó el 10%, para cuando llegáramos a la vejez, nos lo dieran. Y a las mujeres viudas, que quedaron viudas, traérselas pa acá, arreglarles su estadía de aquí y darles su jubilación de su marido difunto, el gobierno de aquí. Y lo de allá, nos está quitando el tiempo de ese sistema, porque ese dinero acá lo dieron. Y es una pena que nos nombre sinvergüenza a los mexicanos, como es nuestro presidente, le ponemos que él tiene un quite, porque va de presidente a presidente. Pero hasta ahorita en lo que yo conozco, ningún presidente puede ser autoritario y sacar dinero del banco, si no autoriza alguien.
VM: Quisiera regresar un poquito, hablamos de su papá, de Cruz. Y, ¿su mamá?¿Cómo se llamaba ella?
RG: Dominga Sánchez.
VM: Dominga Sánchez.
RG: Sí, sí.
VM: Y, ¿ella cómo era?
RG: No, pos, ¿qué le pudiera decir? Una cosa muy bonito, su madre de uno, su padre, qué barbaridad. Tanto…
VM: ¿Cómo era ella?
RG: Era, era muy bien parecida ella.
VM: ¿Sí?
RG: Blanca.
VM: Muy guapa.
RG: Bonita mi madre. (risas) Bonito, de lo que pueda haber bonito. Mi padre igual. Tanto que yo no aceptaba que ellos pelearan, ni nada de eso, porque mi mamá decía, Dios la haiga perdonado y Dios la tenga en el cielo, ella decía: “Yo para mí, mis hijos, porque tú… Le decía: “Mamá, no se pise la lengua. Dispense que la voy a tachar. Si nosotros le damos a usted, es porque tenemos obligación, pero yo nunca la he hecho menos a usted ni a mi papá tampoco. Ustedes, los dos, participaron el asunto, en el asunto y por los dos vinimos nosotros al mundo y semos cosecha de ustedes”. Yo estaba acá y yo le mandaba mi chequecito, el chequecito a mi papá separado y a mi mamá separada. Porque muchas de las veces: “No, yo por mis hijos, porque por tú… “¿De quién vinimos mamá? No le eche malas a él, porque nos sintemos mal nosotros. Nosotros los queremos a la par de nuestra alma, a los dos”.
VM: Y cuando su papá se vino de bracero, ¿cómo le hacía ella?
RG: ¡Uh! Pos ella, fíjese nomás, que trabajando a remientas, cincho. Éramos muchos hijos, teníamos reses, sembrábamos o sembraban otros, porque éramos chicos. Y ella cortando hoja, en compañía del más grande y nosotros dos, que es Emilio y yo. Él está chuequito, como le digo. Él en un burro y yo en ancas, atajando los animales. Íbamos allá a visitar a mi mamá y a mi hermano el mayor que andaban cortando hoja. Y nosotros cargábamos el niño más chico, en el burro. Mi mamá se acostaba sobre los manojitos de hoja, a darle de pecho al hijo.
VM: ¿Sí?
RG: Sufrimiento, que es sufrimiento.
VM: Fíjese.
RG: Pero no le nombramos sufrimiento, porque si no queremos sufrir en la vida, no vamos a gozar. Hay que sufrir para gozar. Desde que entra el hijo de nosotros a la escuela, ya es un trabajo hasta última hora y no tiene fin. Y esperemos que no lo tenga. Yo tenía un hijo que era muy pachonote pa escribir y pagaba, que me decía mi señora y el maestro. Un día le dije: “Hijo”, yo estaba recién ido de acá, era un poquito rebeldito mi muchacho, “a ver hijo, tu tarea”. Ah, sí, porque yo ya sabía eso. “Ah, qué bonito hijo. Oyes hijo, aunque sea copiada mijo, hazla tú”. Se le vinieron las lágrimas. Dijo: “No te enojes”. Le dije: “No, no, no llores, no te estoy poniendo imposibles”. Miraba yo la letra de acá y la letra de allí y no comparecía. “Mira mijo, de aquí en delante, haz tu tarea tú solo. Porque aquí estás dándole publicidad al otro y tú te estás quedando atrás. Y el día que llegues a grande, aquél va a saber lo doble y tú te vas a quedar atrás”. Y gracias a Dios que se enseñaron muy bien. Y luego, yo estaba acá, yo tengo acá dieciséis años de moja[d]o. Vino mi papá y me trajo a Baja California. Y ahí piscábamos algodón con un primo hermano de él, que tenía parcela. Y ayudábamos a los otros rancheros. Y entonces yo cuando trabajamos con tío y con un yerno de mi tío, el algodón como que no servía y no me gustaba a mí la pisca. Un día este, yo hacía la comida, un día yo dije: “Yo no voy a estar aquí, aunque le voy a faltar al respeto a mi papá, pero yo me voy a ir”. Ya había planchado mi ropita en la tarde. Otro día me levanté y me di un baño, hicimos el hincapié de irnos al trabajo y mi papá adelante y yo atrás de él. Yo jumaba. Y delante de él, ¿qué esperanzas? Porque no me dejó.
VM: A escondidas fumaba.
RG: Sí, ya tenía yo mi plan. Ya dejé que se juera, Dios lo haya perdonado y yo me regresé. Ya tenía mi ropa planchada. Mi encontré al patrón, se llamaba Esteban. “¿A dónde va Roberto?”. “Pos voy a traer los cigarros que se me olvidaron”. Yo no me regresaba por ellos. “No, usted no se regresaba, porque los lleva en la bolsa, pero como yo no los traigo, ni modo de pedirle”. “Ándale pues”. (risas) Y ya regresé pa atrás. Me puse mi ropita y me vine pa Mexicali. Pos ya andábamos en Jalapa, ahí en Baja California. Agarré el camión. Yo venía pensando y luego, llegué a Mexicali y ahí me senté en la plaza de la gente que iba ahí, era parque. Y ya en eso, allí estaba un señor: “Vente muchacho, pa que platiques conmigo. ¿Qué andas haciendo?”. “Pos, ¿qué ando haciendo? Buscando la vida, a ver dónde se ve mejor”. “Y, ¿qué rumbo llevas? ¿Dónde trabajas?”. “Trabajaba en el Ejido Jalapa, pero no me gustó el trabajo, porque está muy malo. Tenía uno que andar atravesando surcos pa hacer la pisca”. Dijo: “Mira, yo trabajo al otro lado, te voy a llevar pa allá. Ahí piscamos, pero ya es en dólar. Vamos pa la casa a comer, yo vivo, ahí vengo con una hermana a cambiarme cada ocho días”. No estaba tan duro. Y ya nos fuimos y en el Puente Blanco, que le nombran en Mexicali, me encontré dos camaradas que quemábamos cal allá. Y: “Quihúbole, chaparrito, ¿qué andas haciendo acá?”. “Pos lo que andan haciendo ustedes”. Me dio gusto verlos. El señor se jue y él se paró por allá retirado. Ya me dijeron: “Mira, ¿qué resortera traes?”. “No, pos nada”. Queriendo entrar pa allá, pero no conozco”. “Nosotros trabajamos al otro lado, vinimos a cambiarnos aquí con mi hermana. Si quieres nos miramos allí en la estación del tren”. En ese tiempo estaba enfrente de la garita. Y ya entonces me dio gusto. Dije: “Miren, pa no faltarle, con el camarada onde voy”. Me había dado $5 dólares el señor, que era buen dinero en ese tiempo. Ya juimos y comimos a su casa. “¿Qué te platican los camaradas? ¿Son de allá?”. “Sí, son de México, de allá. Pos no, nada”. Yo no le dije nada de eso. Entonces regresamos de comer y nos sentamos en la plaza, ya me habían dicho ellos que la estación donde está el tren, antes estaba junto a la garita. Que ahí nos íbamos a ver a las siete de la noche pa venirnos pa acá. Ya llegamos y nos sentamos, yo pensando en eso. Dijo… Y luego, en eso pasó un troque, ahí en Mexicali, con bocina, que tenía muy buena pisca, en San Luis.
VM: ¿En California?
RG: No, no, afuera. San Luis, que está cercas de algodones de Yuma allí. Sí, sí. Y ya dijo: “Oyes, yo estoy pensando que, vámonos con esta troca, paga bien la pisca”.
VM: Y, ¿se fue en esa troca?
RG: No.
VM: ¿En el camión?
RG: Le dije: “Mire, yo, por ejemplo, me vine a escondidas de mi padre y yo pa estar aquí en México, pos estaría con él mejor. Y ya traía la resortera con estos señores.
Entonces me les pegué ahí y pasamos. Pero siempre con la reconcomía que no le avisé a mi padre y iba a estar con pendiente pa dónde me pelaría. Dije: “Yo prefiero que me regañe, pero no estar ahí pasando necesidad”. Cuando había trabajo, nos pagaban. Cuando no había, sacábamos el lonche fiado, hasta que se venía el trabajo otra vez. Y no era negocio. Entonces, ya me vine y trabajamos allí, caímos, un algodón muy bueno al Valle Imperial. Y ya nos dijo el patrón, dijo: “Miren… En esa misma semana o duramos quince días allí, dijo: “Ya se acabó la pisca aquí”, dice, “pero tengo un algodonal en Corcorán. Ustedes son tres compañeros, son números unos pa piscar. Orita va a llegar La Inmigración. Escóndanse en este paderón, yo les voy a decir, porque va a llegar helicóptero, pero métanse en estos hoyos y mañana salimos pa Corcorán”. Y a mí me gustó, pero aquellos dijeron: “No, pos no nos hemos cambiado y hay que cambiarnos y que esto y que lo otro”. Y no se logró. Entonces ya nos vinimos pa Mexicali. Yo me vine con ellos. Ya perdimos la oportunidad. Ya traía yo como más de $500 dólares en mi bolsa, que era mucho dinero.
VM: Y, ¿esto fue de bracero?
RG: No, de alambre.
VM: De alambre.
RG: Moja[d]o.
VM: Y, ¿cuándo fue cuando vino como bracero?
RG: Como bracero, yo vine del [19]55 al [19]64.
VM: Del [19]55 al [19]64. Y, ¿todavía estaba en Jalisco? ¿Cómo salió? ¿Quién le dijo del programa de los braceros? ¿Cómo sabe de donde salió?
RG: De los braceros, pos allá mismo caían las citas a, o sea, el papeleaje, a Mexticacán.
VM: A Mexticacán.
RG: Y allí nos vendían el papel.
VM: ¿Se lo vendieron?
RG: Ey. Sí, pos era negocio pa ellos.
VM: ¿A cuánto se lo vendieron?
RG: Yo no me acuerdo de eso.
VM: ¿No se acuerda? Y, ¿salió…?
RG: Porque…
VM: Perdón, continúe.
RG: Porque yo de Mexticacán no vine a ningún tiempo de que estaban mandando. Yo después, nos agarrábamos de un coyote que le nombran, que despachaba la gente.
Se llamaba… No me acuerdo cómo se llamaba, vivía en Guadalajara. Teníamos que ir a visitar para suscribirnos allí. Y allí venía yo, ahí.
VM: Bueno, salió de Mexticacán, ¿a dónde? ¿En qué viajó y hacia dónde?
RG: Viajábamos en ese tiempo en el tren o en el camión, según. Ellos mandaban el camión, nosotros pagábamos el pasaje. Llegábamos a Empalme y ya veníamos enlistados cada quien. Y ya el día que íbamos a pasar y todo.
VM: Ah, ¿ya tenía la fecha?
RG: Sí, sí.
VM: ¿Cuánto duró en Empalme?
RG: Hay veces que durábamos quince días. Sin pasar de quince días. Pero yo allí lo que busqué, de pronto yo sabía hacer comida, porque mi mamá me enseñó a cocinar. Nos enseñó a lavar y a hacer toda clase de quehacer. Yo lo que llegaba y buscaba restaurant, para trabajar allí. Hacía la comida en el restaurant. Ya que acababa de hacer la comida, por ejemplo, en la mañana, la señora me decía: “Ahí te voy a dejar el dinero en la caja, agarras tanto y vas y traes la despensa de ahí del mercado”. Ya me había presentado con el despachador. “Agarras un taxi”. Ya traía yo la despensa pa, pal día. Y ya me metió a hacer la comida. Y se acababa de hacer comida, me daba de comer. “Almuerza”. Y ya me sentaba yo en una mesa a boletear o así a recibir los pagos. Acabándose eso, me iba a la contratación. Acabándose la contratación y me iba a hacer trabajo otra vez allí con ella.
VM: Y, ¿qué comía?
RG: De lo que yo quería, porque a mí me interesaba no ponerle dine[ro], este, la mano a mi dinero. Yo he sido muy económico, pero no muerto de hambre. (risas)
VM: Está bien.
RG: Sí, sí.
VM: Es ingenioso.
RG: Sí. Ya que me llegaba allí, tenía un niñito que tenía una orejita mocha, dije: “Este es hijo de Pancho Villa”. (risas) Y se iba a la calle allí corriendo. Lo agarraba de la orejita y me lo traía. “No me lo hagas llorar”. “¿Qué quiere que le deje que lo trillen las maquinas? Si está la carretera ahí”. Nomás porque lo agarré de la mano ya anda llorando. No, pos… (risas)
VM: Pobrecito.
RG: Sí, sí.
VM: ¿Cómo se llamaba el niño?
RG: La vida, sí, la vida tiene mucha historia, mucha historia. Y no la nombro sufrimiento, porque buscar medios de vida donde me conservé, no es pecado. Pecado es agarrar un dinero y tirarlo por el surco más negro. Pero yo lo poquito, lo poquito que ganaba sobre economía, me rindió.
VM: Qué bueno.
RG: Porque le dije que hice esa compra de un terrenito. Que yo tanto espiraba para hacer siembra, porque eso nos criamos. Después me vine pa acá, nosotros estábamos hechos a cualquier trabajo que juera, que mi padre nos enseñó.
VM: Y duraba como quince días, dice, en Empalme, ¿verdad? ¿Firmó algún documento en Empalme?
RG: Sí, pos la mayoría de documentos, ¿vedá?
VM: Se firmaba.
RG: Allí nos inspeccionaban, por ejemplo, mire, sí ha visto los retratos, ¿vedá?
VM: Los suyos que trajo, no.
RG: ¿Dónde venían? Esto, esto no es tanto, esto. Este es según vestíamos allá. Como campesinos. Sombrerito mocho, pero teníamos un nuevo alzado pa pasearnos, ey. Lo triste es donde nos encueraban completamente, como Dios nos echó al mundo.
VM: ¿En Empalme?
RG: Sí, sí. No sé si ha visto eso o no. Pero ahí era una tristeza grande.
VM: O sea los llamaban, llegaba el día que le llamaban la lista, le tocaba.
RG: Sí, pos…
VM: ¿Qué pasaba allí?
RG: Nosotros traíamos un representante que traía la documentación y la metía allá. Y ya decían: “Tal día les van a hablar”. Veníamos nosotros pagando ese representante también, el pasaje y lo que cobrara. Y veníamos habilitados pa pagar, que sacando con dinero, con premios, pa pagar intereses. Pero aparte de todo aquello, no me quejo al mal tiempo. No, no, no, no. Buscar el medio de vida donde mejor se dé no es pecado. Trabajar para mantener a nuestra familia, tampoco no es pecado. Pecado es andar agarrando lo ajeno o lo que no es de uno.
VM: Y entonces, me gustaría platicar sobre los exámenes físicos.
RG: El examen, pos completamente como Dios nos echó al mundo, como le digo. Una mano atrás y otra adelante, no hay cara pa que no tenga vergüenza. Nos ardía hasta la piel, cuando estaba uno impuesto, éramos tan cultos, que nadie nos viera nada de nuestro cuerpo. Inclusive y nuestra mamá, ya cuando crecimos, que nos ponía el calzoncillo, pasamos por una etapa crítica que no se iba, iba a lavar al río, o al arroyo y tenía que envolvernos en una toalla o una ropita, pa lavarnos la ropa, pa volvérnosla a poner. No son cosas de decir que sí, que uno da lástima. Como le vuelvo a decir, si no queremos sufrir, hay que trabajar.
VM: Y, ¿había mujeres presentes cuando les hacían esos exámenes?
RG: No, no mujeres no.
VM: No. ¿Eran puros hombres?
RG: Digo, de la oficina allá adentro, eran hombres, de este lado, que nos checaban allí que no tuviéramos almorranas, hablando con perdón suyo, que no tuviéramos purgaciones, como de aquellas veces que anda la gente sinvergüenza, ¿vedá? Algo así, todo aquello. Nos metían un dedo atrás pa ver si teníamos almorranas, uno sentía ardores. Está feo, ey. Pero así tenía que ser, seguro.
VM: Y, ¿les avisaban?, como les decían: “Ahora te vamos a hacer este examen”. O, ¿era nomás invasivo?
RG: No, sí, sí, sí. Era una, era una ley de ellos. Formados, uno atrás de otro, sin taparrabos ni nada. Hasta nos teníamos desconfianza uno con otro. Traiba una mano atrás y la otra adelante. Está duro, ey.
VM: Terminaban esos exámenes y documentación y, ¿qué pasaba de Empalme? ¿Hacia dónde iba y en qué?
RG: Entonces, ya cuando nos hacían ese examen, ya nos vestíamos y ya nos daban el contrato, a salir tal día a la frontera, a Mexicali, pues, a este, a Caléxico.
VM: Y, ¿en qué viajaban de Empalme? ¿En qué viajaban?
RG: En el tren.
VM: ¿En el tren?
RG: En el tren.
VM: ¿Les daban de comer?
RG: Sí.
VM: ¿Les daban de comer?
RG: Sí, era gratis eso.
VM: ¿Qué les daban?
RG: ¿De comer? Pos sándwiches y cosas por el estilo. Siempre echaban una caja grande de todo.
VM: Llegaban a Mexicali, se bajaban del tren.
RG: De allí, sí.
VM: Y, ¿luego?
RG: Y de allí nos, aquí nos llevaba los autobuses americanos al, al consulado, le ponemos, ahí.
VM: ¿Tuvieron que cruzar el puente y tuvieron contacto con Inmigración o no?
RG: Era contrato con La Inmigración. No nos checaban de ninguna manera, porque ya íbamos sombrea[d]os por la de acá. Fíjese. Yo no me quejo de eso a ningún momento.
VM: De Caléxico, ¿tuvo que ir a un centro de recepción?
RG: Sí, sí.
VM: Y, ¿qué pasó? ¿A cuál centro? Y, ¿a cuál centro fue? Y, ¿qué hicieron ahí?
RG: Pos ahí en El Centro, California, allí tenían oficinas, igualmente que en Empalme. Allí también este, nos sacaban fotografías de aquí pa arriba, ey.
VM: ¿Tuvo contacto con médicos otra vez en El Centro?
RG: Otro chequeo.
VM: Y, ¿qué les hacían ahí, aparte de las fotografías, los rayos X?
RG: Rayos X y todo eso, que entrábamos bueno y sanos. Porque ellos no querían contaminación de los otros de este lado, ey. Ya ve que muchas de las veces, nosotros no es que seamos descuidados, sino que semos de esta parte y vivemos sobre economía, si no hay todo lo que necesitamos. Mire, sombrerito mocho. Sus ropitas ásperas como así y éste como que acabó de comer y trae su picadientes ahí. Personas que nosotros podemos decir muy descuidadas, pero, no es eso, no.
VM: No.
RG: Cada quien vive como Dios nuestro Señor le da licencia, la economía. Porque sabemos que vamos a llegar a una vejez y necesitamos de lo de nosotros mismos. Yo le digo, yo tengo ocho hijos. Yo para mí es mi capital más grande que siento tener. No nos dejan de la mano, ni a la mamá, ni a mí.
VM: Qué bueno.
RG: Tenemos nietos que veo en la casa. “¡Ay! Mira abuelita, ahí viene el paletero, ¿de cuál paleta qu[i]ere abuelito?”. “¡Ay hijo! De lo mejorcito, por favor y grande, pa llenarme”. (risas) Una eminencia grande, grande, grande.
VM: Qué bueno. De El Centro, ¿a dónde lo mandaron?
RG: De El Centro, California nos contrataban y nos mandaban… No a poblaciones, no, derechito a un campo. A un campo que tenía galerones, galeras y en esas galeras, usted ha visto, usted que trabaja en oficina, que tiene pa dos personas cuartitos, que es de tablas y las van a acomodando muy bien y ahí nos ponían nuestras camitas a cada quien. Y ya de allí este, teníamos a [un] polecía mexicano que cuidara la buen orden. Nadien teníamos que desvelarnos. A las nueve de la noche, era la hora de dormir.
VM: A las nueve.
RG: Sí, ya nadien tenía que andar afuera. Era una protección bonita. Y yo quedé muy agradecido con todo eso. Lo que hizo la parte americana y lo que hizo la parte mexicana. Ahora, mucha gente habla del presidente de México, pero es la estela de él, porque dice que él no es el culpable de eso. El dinero cayó en un presidente muy allá, después no sé si se jue desvaneciendo o cómo está. Pero yo estoy seguro de lo que digo, porque ningún presidente, ninguna persona es autoritario de sacar un dinero sin permiso de nadie.
VM: Y menos si no es de él.
RG: Si no, si no es el que lo entrega allí, nomás no. Yo no culpo al presidente, porque para mí el presidente es una eminencia grande. Éste que está ahorita. Es un señor muy razonable, es muy todo, pero también no lo podemos nombrar sinvergüenza de ninguna manera, porque él no es el autoritario de eso. Como él dice: “Yo no lo recebí”. También yo digo un 100%, que no es capaz de sacar nada, si no es autorizado por el de adentro o el gobernador o lo que sea. Entonces si a él se le ablanda el corazón y el dinero está en vivo, puede salir de allí y si no, no. Yo digo, de mi parte, hablando claro. Que si nos dan, qué bueno; si no nos dan, ni sentidos, ni agraviados. Yo no hablo de ninguna persona, en lo absoluto, menos habiendo culpa. No habiendo culpa. Si sí es el presidente, sí. Si él desde que agarró el puesto y se andaba peleando esto, él tenía que estar al tanto de aquello. Donde está la documentación que tienen, para no quedar mal yo como sinvergüenza con el gobierno americano. Con los de él, que no le dé pena. El que no agarra, arrebata. Un dinero tiene alma aparte. Si usted tiene dinero que le dieron y no se da cuenta la gente, pero Dios se está dando cuenta. Pero este hombre no lo recibió. Iba de presidente a presidente, si es que se manifestaba, ¿vedá?
VM: Sí.
RG: Porque este gobierno, para nosotros jue limpio. Nos dio lo que no debía de darnos, pero lo puso en manos duras. Ahorita andamos en eso, si nos dan, qué bueno, como le digo. Y si no no nos dan, yo ni sentido, ni agravia[d]o. Jui tan feliz cuando venía contratado.
VM: ¿Sí?
RG: No hablo yo de nadie ni lo asboluto, nada.
VM: Y cuando lo contrataban, ¿le decían: “Bueno, éste va a ser tu contrato, te vas a ir a tal parte, te vamos a pagar tanto, y vas a vivir así”?
RG: No.
VM: ¿No le decían?
RG: No, no. No, no.
VM: De El Centro, ¿ya venían por usted? ¿En qué viajaba a los campos?
RG: Sí, sí, sí, sí. Allí salía la bolichaga, que le tocaba, por ejemplo, veníamos asombreaos por una persona. Por medio del que nos mandaba, el coyote que le nombrábamos nosotros. Ya él nos traía, traía la lista y se le entregaba allí, a El Centro. Y él se encargaba, hasta que nos echaba pa acá. Felices, felices éramos, cabresteados como niños. De allí dependía si ganábamos poco y no desempeñábamos cosas. Pero cada quien tenemos que ser responsables, a como nuestros padres nos criaron. Yo digo de mis padres y como de ellos, mucho vimos, que los padres eran nuestros patrones y nuestros gobiernos, nuestros gobernantes. Teníamos que hacer más o menos lo que ellos nos decían y como hacían ellos. Y no nos quejamos, porque nos enseñaron a trabajar. También, así como enseñarnos a trabajar, también a ahorrar. Lo poquito rinde si los hacemos crecer y lo mucho se desvanece, porque si le damos a rienda suelta, olvídese que tenemos un dinero a disposición de cualquier necesidad. Yo le doy munchas gracias a Dios nuestro Señor y a mi señora, que ha sido muy buena administrativa. Y a base del guardadito de ella, se compró lo que hay. Eso yo lo nombro que es de ella, en caso, porque ella jue la mejor administradora para mí. Sus hijos, como que haiga sido, a pan y agua, pero bien, bien. Ahora ella, no fue una mujer zacatona que yo ya no quero tener familia. Le dijo una vez este hijo que tenemos: “¡Ay amá! ¿Pa qué tuvo tanta familia?”. “Hijo, eso es que no los tuviste tú. Yo había querido tener unos cincuenta”. (risas)
VM: ¡Ah! Imagínese.
RG: Sí, sí. Ella jue muy bien, bien, bien.
VM: Y bueno, llegaban al campo, ¿le tocó trabajar como con cuántos compañeros?
RG: Como con una cuadrilla de diez a quince o veinte, a lo más.
VM: Ah.
RG: Ey.
VM: ¿Eso fue de lo más grande en los campos que trabajó?
RG: Sí, sí, sí.
VM: Diez o quince. ¿Cómo vivían? ¿Dónde los llevaban?
RG: Donde vivíamos, éramos felices. Luego este, también este, si vivíamos en el campo, allá porque estaba el galerón, ellos nos llevaban cuando nosotros les decíamos, al pueblo, a comprar ropita. Porque lonche nunca compramos, nos abordábamos en el campo, ahí pagábamos borde. Nos rebajaban del cheque.
VM: ¿Cuánto les quitaban?
RG: Tenían cocineros. Ya no me acuerdo, pero era poco en aquellos tiempos. Así como ganábamos poco, también nos cobraban poco.
VM: Y, ¿quiénes eran los cocineros?
RG: Los cocineros eran de allá mismo o sí, de allá mismo, de allá. Yo me metí a cocinero, porque yo siempre granjeaba la cocina. Ya me ponían a hacer comida o a picar el menudo. Yo sabía hacer todo eso.
VM: Y sobre de eso, yo tenía puerta abierta para comer. Era lo primero que yo buscaba.
RG: La comida.
VM: La comida. (risas) Sí, sí, sí.
RG: Es cierto.
VM: Uno trabaja mejor bien, bien…
RG: Del campo nomás llegaba, era el primero que me metía al baño, me cambiaba, me peinaba, me rasuraba y me iba por la puerta de atrás al comedor. Y ya me recibían allá. “Mira, hay que hacer esto. ¿Queres comer primero?”. “No, no, déles a los demás, si nosotros semos de la cocina”. Yo me sentía como de allí. Porque hay que granjear.
VM: Veo en su lista que fue a muchos lugares distintos. Uno, dos, tres, cuatro, cinco.
RG: Sí, muchos lugares.
VM: Como a seis.
RG: Muchos, muchos.
VM: Y comentó que el lugar en donde trabajó por más tiempo es Arremendil(??), ¿cómo?
RG: El contrato de dieciocho meses lo cumplí aquí en San Gabriel, aquí en Arwendi(??).
VM: San Gabriel.
RG: Aquí en Arwendi(??).
VM: Arwendi(??). Allí quisiera que las próximas preguntas más o menos fueran de ese lugar. ¿Qué era lo que hacía allí?
RG: Pos allí, como le digo, piscábamos limón, piscábamos aguacate. Yo pisqué el aguacate. Que allí me jue muy bien. Aguacate, limón, fresa y tomate, ey. Ahí andábamos nosotros campo por campo, no trabajamos en un solo campo. Se acababa con este patrón, sigamos con el otro.
VM: Con el otro.
RG: Salíamos de La Asociación, que se nombraba, en una troca como tipo camión, pero carguera, con plataforma y asientos a los lados y ventilación por todo el rumbo, ahí.
VM: Y que usted sepa, ¿alguna vez llegó a ir Inmigración o La Migra a lugares donde usted estaba trabajando cuando era bracero?
RG: No. Sí, no, en ese tiempo éramos como arreglados. Veníamos autorizados con papeles. Y caían al campo, inclusive a ver si no había un mojado adentro de nosotros. Y llegaba la inspección. Pero yo estoy agradecido con eso porque nos protegían y nos miraban con ojos de piedad. En el trabajo dependía de nosotros, porque era por contrato. Y si era por horas, también hay que pegarle pa hacer las horas. Yo tengo mucho que agradecerle a este país, porque yo lo quero mucho, porque este país me dio vida. Y en el país mío me crié. Yo quero a mis dos países.
VM: Que usted sepa, ¿alguna vez fue algún representante del gobierno mexicano a ver las condiciones en las que trabajaban o vivían?
RG: Sí, sí. ¿Sabe quién era? Apúntelo. César Chávez. Una gran persona que miraba por su gente y a la hora de la hora lo vinieron matando.
VM: ¿Alguien del gobierno mexicano?
RG: Siempre teníamos inspección nosotros, siempre, siempre. Iban con su papelito: “¿Cómo lo tratan?”. “No, bien”. Así, así, así.
VM: Tomaban nota.
RG: Muy bien protegiditos ahí.
VM: Y que usted supiera, ¿alguien que estuviera como tratando de organizar a los trabajadores para que pelearan por mejores sueldos, cosas así? ¿Nunca se dio cuenta?
RG: No, pos la misma asociación te miraba y según en lo que andábamos, tal como juera, más liviano o más duro, siempre nos daban sueldo.
VM: En ese tiempo, ¿usted ya estaba casado?
RG: Sí, ya.
VM: ¿Cómo se comunicaba?
RG: ¿Eh?
VM: ¿Se comunicaba con su familia con cartas?
RG: Con mi esposa, nosotros la mayoría, ahorita ya ha mucha facilidad, pero en ese tiempo solamente por cartas.
VM: Y, ¿usted se las escribía?
RG: Había un, la primera carta, había uno que hacía el diseño de la letra, muy bien hecha. Pero no hablaba.
VM: ¿Era mudo?
RG: No, no hablaba la carta. Él nomás hacía y yo la mandé pa allá y pos, ¿cómo? ¿Qué dice? Ni fu ni fa, no se entiende. Entonces, yo pensé que nomás tenía buena mente pa hacer las formas, pero no, no hablaba.
VM: ¡Bah!
RG: Ey. (risas). Entonces, nosotros, era una lástima, porque a veces que caímos puros burritos a ese lugar, sin saber nada, pero el patrón, o sea no el patrón, sí, sí, el patrón, nos ponía un escribano a cada uno de nosotros. “Cuando quera hacer cartas, yo les tengo escribano”. Era una lástima.
VM: Sí.
RG: Porque no tuvimos escuela, digo, yo de mi parte en ningún momento. Y a base de eso este, escribíamos. Y ahorita no, que el celular y que, que allá. Ahí en la casa están dos muchachos que viven ahí, son de allá. Ya compró celular y anda como, quieto. (risas)
VM: ¿Cuántos días a la semana trabajaba?
RG: Trabajábamos cinco días.
VM: Cinco días.
RG: Y había veces que seis, por exigencia o tiempo extra, lo que sea. Pero eran ocho horas de costumbre y ya si se había extra, también no decíamos que no, había que trabajarlo, para…
VM: Y, ¿cuántas horas al día?
RG: Le ponemos que mínimo ocho, ey.
VM: ¿Ocho?
RG: Y de ahí como le digo, si había extras, tampoco no decíamos que no. Pero yo le digo de mi parte, que nunca fuimos mal vistos, para quejarnos, que nos pagaban mal o que nos miraban mal. Nosotros teníamos inspección.
VM: Y quería preguntarle, ¿quién le lavaba la ropa?
RG: Nosotros.
VM: Ustedes.
RG: Íbamos a lavar a la lavandería, ahí.
VM: Y, ¿cuánto le pagaban?
RG: ¿A qué? ¿A la lavandería?
VM: No, a usted, por su trabajo.
RG: Pos ya no me acuerdo, pero digo, pos el, el sueldo en ese tiempo era mal pagado, según a como era, pero unos tiempos traen otros, ¿vedá? Y no podemos quejarnos.
VM: ¿Cada cuándo le pagaban?
RG: Cada semana.
VM: Cada semana. Y, ¿cómo le pagaban?
RG: Nos daban en parte, nos daban, no nos daba el cheque, nos daban el dinero ya cambiado.
VM: ¿Dinero en efectivo le daban?
RG: Ey. Que pa que no pagáramos porque nos cambiara el cheque, pero ellos hacían el cheque y ellos mismos nos pagaban pa que no hubiera descuento, cosa grande que hacían también.
VM: Y, ¿cómo le enviaba dinero a su esposa?
RG: ¿El dinero a México? Por correo.
VM: ¿Por correo?
RG: Por correo.
VM: ¿Todos ganaban igual?
RG: Sí.
VM: ¿Sí?
RG: De la cuadrilla, igual todos. Solamente que anduviéramos por contratos, había diferencia.
VM: ¿Alguna vez tuvo algún problema con su pago?
RG: No, nada.
VM: ¿Siempre fue puntual?
RG: Sí, sí, sí, sí.
VM: ¿Algún problema en el trabajo? ¿Alguien se accidentó, se enfermó?
RG: No, con nadie.
VM: ¿Alguien se peleó con alguien?
RG: No, no.
VM: No.
RG: Éramos muy hermanables, a pesar de que estábamos como encarcelados.
VM: Y, ¿qué hacían en sus tiempos libres?
RG: Pos allí este, si no trabajábamos los sábados, ahí nos la llevábamos platicando. Íbamos al pueblo a comprar una ropita o nos llevaba el mayordomo. Muy bien todo. Yo no tengo que decir absolutamente nada. Le doy gracias a Dios nuestro Señor y a nuestros gobernantes, tanto estos como aquellos pos que se dieron la mano unos con otros y con su gente.
VM: ¿Tenían radio allí?
RG: Sí, nomás teníamos un límite nosotros.
VM: ¿Un qué?
RG: Un límite.
VM: ¿Por qué?
RG: Por la noche y a las nueve en delante.
VM: Oh, sí.
RG: No querían ningún ruido. Teníamos security. Un campero que cuidaba aquello. También teníamos un campero que no tenían llave de seguridad los apartamentos donde vivíamos. Él era el campero, él cuidaba todo aquello de día y de noche.
VM: Qué bien.
RG: Él tenía un sueldo.
VM: En el [19]64 se terminaron ya las contrataciones, ¿qué pasó con usted allí?
RG: Mire, por ejemplo, yo estuve el [19]64, en Oxnard. Allá me eché un contrato, le ponemos que de unos… El contrato era de cuarenta y cinco días pero ahí nos daban más todavía. Entonces un hermano, después de allí nos daban contrato más. Después de allí, se terminó ese contrato, a mi hermano éste que tengo ahí conmigo…
VM: ¿Baudilio?
RG: Baudelio García.
VM: Baudelio.
RG: A ver si me lo atienden. Porque me da mucha lástima que tiene sus piecitos hinchados y ya no puede trabajar, pasó por unas etapas muy críticas. Este muchacho me escribió una carta diciéndome que cuándo cumplía mi contrato y yo le mandé decir cuándo. Que, ¿cuánto trabajaba? ¿A cómo me pagaban? Y luego me mandó decir cuánto le pagaban a él y cuándo se le cumplía su contrato. Y luego me dijo: “Aquí si te queres venir, vente pa acá. El día que cumplas tu contrato pide tu pase y de El Centro te regresas, yo te mando una carta”. Porque me pagaban medio mal allí a lo que él ganaba. Y ya me jui pa allá. Dice: “El día que te vengas, me hablas”. Y así lo hizo.
VM: Y, ¿se trajo a su familia?
RG: No, no. Entonces, ya jui y allí jue el contrato de dieciocho meses, incluyendo lo de allá, ey. Y jue el último.
VM: El último.
RG: Del [19]64, ey. Él y yo piscábamos o trabajábamos en común, él era más liviano que yo. Pero trabajamos en común. Nos agarrábamos en una zeta. Uno guiaba pa acá, el otro de aquí pa allá y nos partíamos de, de lo que salía. Y ya pa no cansarla, allí cerramos.
VM: Entonces terminó su contrato y siguió trabajando aquí, no se trajo a su familia todavía.
RG: Ya nos dieron pa afuera, porque era el último.
VM: Sí. Y, ¿cuándo arregló?
RG: Yo arreglé mis papeles el [19]70 y… Digo, el [19]94.
VM: ¿[Mil novecientos] noventa y cuatro?
RG: Ey.
VM: Y, ¿ya fue cuando se trajo a su familia para los Estados Unidos?
RG: Sí.
VM: Sí.
RG: Y luego después me metí a la ciudadanía, sin saber leer ni escribir.
VM: Ya, ya me había contado.
RG: Pero ahí me enseñé yo.
VM: Qué bueno.
RG: Y gracias a Dios que la pasé. Cualquera de las cien preguntas que me preguntaran, de arriba o de abajo, yo las contestaba.
VM: Todas las supo.
RG: Dios nuestro Señor me dio las palabras.
VM: Bueno. Ya, ya terminamos. Hemos estado platicando por más de cincuenta minutos.
RG: Sí, ándele, a la mejor tiene más allá también.
VM: Así es que déjeme nomás cierro éste y ya nos vamos.
This was an interview with Roberto García Sánchez on May 26 in San Bernardino, California. The interviewer is Violeta Mena and the interview is part of the Bracero Oral History Project.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 26 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Violeta Mena
This is an interview with Roberto García Sánchez, on May 26, 2006, in San Bernardino, California. The interviewer is Violeta Mena and this interview is part of the Bracero Oral History Project.
VM: Antes que nada, me gustaría que me repitiera su nombre y su fecha de nacimiento, por favor.
RG: Este, mi fecha de nacimiento es: 5/13/[19]33.
VM: Y, ¿su nombre?
RG: Y mi nombre es Roberto García Sánchez.
VM: ¿Dónde nació?
RG: En México, Jalisco; Mexticacán, Jalisco. Ahí fui bautizado.
VM: ¿En Mexticán?
RG: Ahí fui bautizado. Mi lugar de nacimiento se llama El Bueyero, Municipio de Mexticacán.
VM: Es un municipio. ¿Me puede platicar un poquito más del lugar en donde nació? ¿Dónde vivió de niño?
RG: Allí mismo, [d]onde nacimos, ahí nos criamos y ahí crecimos.
VM: ¿Me puede platicar un poquito más de donde creció?
RG: Pos allí. Allí salí de veinticinco años para contratarme.
VM: Y aquí en El Bueyero, ¿dijo?
RG: El Bueyero, sí.
VM: El Bueyero. ¿Qué hacían allí?
RG: Nosotros nos criamos, este, en el campo, sembrando, criando animales, cuidando animales.
VM: Y, ¿qué sembraban?
RG: Maíz y frijol.
VM: Maíz y frijol.
RG: Del terreno vivo, de tiempo de aguas, de lluvia.
VM: ¿Llovía mucho allí?
RG: Sí, en ese tiempo sí.
VM: ¿Sí?
RG: Levantábamos buenas cosechas. Mi papá tenía una tierrita que heredó de su papá.
VM: ¿Era una milpa?
RG: ¿Eh?
VM: ¿Era una milpa?
RG: Sí, una milpa, sí.
VM: La milpa.
RG: La milpa, sí.
VM: ¿Más o menos cerca de dónde está, dijo?
RG: Eso está, este, el municipio de nosotros es Mexticacán, Jalisco.
VM: Y, ¿está cerca de alguna ciudad grande?
RG: Ah, pos pertenece más bien Mexticacán ahí a Yahualica. Yahualica, Jalisco.
VM: ¿Me puede platicar de su papá? ¿Cómo se llamaba su papá?
RG: Mi papá se llamaba Cruz García.
VM: Cruz García.
RG: Él también vino contratado.
VM: ¿Él cuándo vino de bracero?
RG: A los principios de que comenzó, del [19]42.
VM: En el [19]42.
RG: Ey.
VM: Y, ¿no recuerda de qué vino él?
RG: ¿Eh?
VM: ¿De qué vino o a dónde vino?
RG: Pues no me acuerdo, porque era chico todavía ahí.
VM: Y, ¿no le platicaba?
RG: Pos sí nos platicaba, pero ya ve, llega uno a la etapa también de que se le olvida a uno aquello, ¿vedá? También mi hermano el mayor, lo tengo conmigo aquí suscrito, porque mire, se le murieron tres hijos acá. Y luego, enseguida murió su esposa en Tepatitlán, allá tienen su casita. Y vino acá a pasearse con dos hijas o tres que tiene acá pal lado del norte y vino a visitarme. Y él que andaba queriendo pelear por esto en las oficinas, le dije: “No te andes metiendo allá. Vamos, yo te voy a suscribir en la librería del pueblo, yo voy a responder por ti, a ver si agarras tu chequecito”. Porque, sí está en la necesidad y enfermo.
VM: Y, ¿él cómo se llama?
RG: Se llama Baudelio García.
VM: Baudelio.
RG: Traigo todo el expediente también de él.
VM: (tos) Perdón. Y su papá, entonces él vino en el [19]42.
RG: En el [19]42 en delante, sí, pos se comenzó en ese tiempo.
VM: Y, ¿los dejó a ustedes?
RG: Sí, cómo no, chicos, trabajando allá.
VM: ¿Cuántos hermanos son?
RG: Nosotros somos siete.
VM: Siete.
RG: Fuimos ocho, pero murieron dos.
VM: ¿De qué razón o por qué causa murieron?
RG: Pues enfermedades, ¿vedá?
VM: ¿De niños o ya de grandes?
RG: Uno, uno ya murió casado.
VM: Y, ¿el otro?
RG: La otra murió este, yo no la conocí, era mi hermana, se llamaba Casimira. Le ponemos que de unos cuatro o cinco años.
VM: Y, ¿no sabe de qué murió?
RG: No. Pos éramos muy chicos todavía nosotros, ¿vedá?
VM: Y el otro hermano que murió de casado, ¿cómo se llamaba?
RG: Lo mataron aquí, sí. Aquí murió de un balazo.
VM: De un balazo. ¿Cómo se llamaba?
RG: Se llamaba Daniel García, quedaron sus hijos huerfanitos.
VM: Fíjese. ¿Murió hace mucho?
RG: Ya tiene como más de diez, doce años, mucho más.
VM: Y, ¿sus otros hermanos?
RG: Mis otros hermanos viven.
VM: Hablamos de Baudelio.
RG: Baudelio, el mayor, sí.
VM: Baudelio. Y él anda por aquí.
RG: Emilio.
VM: Emilio. ¿Él dónde está?
RG: Emilio García, él. Y él está baldadito también. Tiene sus pies así. Que no puede andar. Y nosotros lo sustituimos un poquito en lo que podemos también. Y luego, el otro se llama Daniel. Sí, pos murió, ¿vedá? Ya hablamos de él. El otro se llama Clemencio García, Apolinar García, que aquí está también él.
VM: Y Clemencio, ¿dónde está?
RG: Él está en Teocaltiche, Jalisco.
VM: En Jalisco, en México. Y, ¿Apolinar está aquí en San Bernardino?
RG: Sí, aquí está. No, vive en Los Ángeles.
VM: En Los Ángeles.
RG: Y luego la hermana, nomás una hermana tuvimos. Se llama Carmen.
VM: ¿Cómo?
RG: Carmen.
VM: Y, ¿ella dónde vive? ¿Ella dónde vive?
RG: Vive en Mexticacán, Jalisco.
VM: En Jalisco.
RG: Acá tiene sus hijos, pero como que no le gusta estar acá. Me dijeron los hijos de ella que, que yo que, que la convidara pa acá a ver si me hacía caso. Entonces, yo le dije: “Mira hermana, te están invitando bien. Tus hijos quieren la satisfacción de si comes o no comes, si estás buena y sana, o estás enferma. Acuérdate que sembramos para cosechar”. La gente que se casa, es para hacer una creación, para el día de mañana. Yo me siento encantado de la vida y feliz con ocho hijos que tengo.
VM: Fíjese.
RG: No nos han dejado de la mano. Vienen a la casa, casi traen más dispensa que la que nosotros compramos por semana también. Vivemos con un hijo y a mí me quitaron el suplemental, que porque tenía propiedades en México. Entonces les dije en la oficina, dije: “Oiga, aquí quieren que vivamos como al estilo de los que andan por aquí, a drogadito, durmiendo en los cobertizos de las casas o debajo de los chamizos, debajo de las yerbas. Yo hice esto con sacrificio, porque no tuve escuela en ningún momento. Pero, no es el todo”. Y gracias a Dios que se hizo un capitalito, que fueron como setenta hectáreas de terreno, mi casita en el pueblo y se criaron esa familia. Y ellos están muy agradecidos por todo. Dice: “Papá, si le quitaron el cheque suplemental, tíreles con el otro. Usted y mi mamá no van a sufrir, porque sembraron para cosechar”. Todos tienen sus casas, todos tienen sus buenos trabajos. Pero yo no quiero atenerme a ellos. Vivemos con un hijo que tiene cuarenta y tres años, no se ha casado. Le digo: “Hijo, a la mejor nosotros te estamos quitando tiempo”. “Ninguno, papá. Yo me siento tan feliz que sigo siendo su niño, como cuando nací”. Nos quiere mucho.
VM: Qué bueno.
RG: Y de quererlo, pos digamos, es el consentido de la casa. En la mañana se levanta, le hace guisados a la mamá. Llega del trabajo y lo mismo, a sus años.
VM: Qué bonito.
RG: Sí, sí, sí.
VM: Muy bonito.
RG: Sí, sí, sí.
VM: Qué bueno.
RG: Es mayordomo de una fábrica.
VM: Felicidades por tener tan buenos hijos.
RG: De ocho hijos que tengo, el más chico andaba perdido, perdidito, que le hacía a todo. Y entonces, yo nunca regañé a mi hijo, por no meterlo a más sentimientos, porque los regaños traen sentimiento del papá a los hijos. Le platicaba más o menos cositas bonitas y yo decía: “Padre mío, así como tú qu[i]eres a todos tus hijos, que semos nosotros, también yo quero a los míos. Padre mío, te pido con todo mi corazón que me des esfuerzo y potencia para que vaya viendo la luz y deje aquello”. Y gracias a Dios nuestro Señor, que mírelo, mírelo.
VM: Se le enderezó.
RG: Sí, sí.
VM: Qué bueno.
RG: Yo estoy con Dios nuestro Señor, porque a mí me quitaron mis dos rodillas. Yo aparentaba cien años, sin tenerlos. Ya no podía andar, andaba en silla de ru[edas]. Tenía una silla, sí, silla de ruedas y con muletas, ahí debajo del arbolito nomás. Decía yo: “Padre mío, si me queres pa vivir, dame sanidad, Padre mío, yo también soy hijo tuyo y si me queres pa irme, yo soy materia dispuesta a la hora que Tú digas”. Y me operaron mis dos rodillas y yo volví a la vida.
VM: ¡Fíjese!
RG: Yo aparentaba cien años, sin tenerlos.
VM: Qué bueno.
RG: Dios está con nosotros, si nosotros estamos con él. Todos nosotros, contando a ustedes, nos están haciendo un gran favor y esperamos que se logre.
VM: Esperamos, ¿verdad?
RG: Que a nuestro gobierno se le ablande el corazón, porque este gobierno nosotros, nosotros no tenemos que decir nada de él. Porque éste nos guardó el 10%, para cuando llegáramos a la vejez, nos lo dieran. Y a las mujeres viudas, que quedaron viudas, traérselas pa acá, arreglarles su estadía de aquí y darles su jubilación de su marido difunto, el gobierno de aquí. Y lo de allá, nos está quitando el tiempo de ese sistema, porque ese dinero acá lo dieron. Y es una pena que nos nombre sinvergüenza a los mexicanos, como es nuestro presidente, le ponemos que él tiene un quite, porque va de presidente a presidente. Pero hasta ahorita en lo que yo conozco, ningún presidente puede ser autoritario y sacar dinero del banco, si no autoriza alguien.
VM: Quisiera regresar un poquito, hablamos de su papá, de Cruz. Y, ¿su mamá?¿Cómo se llamaba ella?
RG: Dominga Sánchez.
VM: Dominga Sánchez.
RG: Sí, sí.
VM: Y, ¿ella cómo era?
RG: No, pos, ¿qué le pudiera decir? Una cosa muy bonito, su madre de uno, su padre, qué barbaridad. Tanto…
VM: ¿Cómo era ella?
RG: Era, era muy bien parecida ella.
VM: ¿Sí?
RG: Blanca.
VM: Muy guapa.
RG: Bonita mi madre. (risas) Bonito, de lo que pueda haber bonito. Mi padre igual. Tanto que yo no aceptaba que ellos pelearan, ni nada de eso, porque mi mamá decía, Dios la haiga perdonado y Dios la tenga en el cielo, ella decía: “Yo para mí, mis hijos, porque tú… Le decía: “Mamá, no se pise la lengua. Dispense que la voy a tachar. Si nosotros le damos a usted, es porque tenemos obligación, pero yo nunca la he hecho menos a usted ni a mi papá tampoco. Ustedes, los dos, participaron el asunto, en el asunto y por los dos vinimos nosotros al mundo y semos cosecha de ustedes”. Yo estaba acá y yo le mandaba mi chequecito, el chequecito a mi papá separado y a mi mamá separada. Porque muchas de las veces: “No, yo por mis hijos, porque por tú… “¿De quién vinimos mamá? No le eche malas a él, porque nos sintemos mal nosotros. Nosotros los queremos a la par de nuestra alma, a los dos”.
VM: Y cuando su papá se vino de bracero, ¿cómo le hacía ella?
RG: ¡Uh! Pos ella, fíjese nomás, que trabajando a remientas, cincho. Éramos muchos hijos, teníamos reses, sembrábamos o sembraban otros, porque éramos chicos. Y ella cortando hoja, en compañía del más grande y nosotros dos, que es Emilio y yo. Él está chuequito, como le digo. Él en un burro y yo en ancas, atajando los animales. Íbamos allá a visitar a mi mamá y a mi hermano el mayor que andaban cortando hoja. Y nosotros cargábamos el niño más chico, en el burro. Mi mamá se acostaba sobre los manojitos de hoja, a darle de pecho al hijo.
VM: ¿Sí?
RG: Sufrimiento, que es sufrimiento.
VM: Fíjese.
RG: Pero no le nombramos sufrimiento, porque si no queremos sufrir en la vida, no vamos a gozar. Hay que sufrir para gozar. Desde que entra el hijo de nosotros a la escuela, ya es un trabajo hasta última hora y no tiene fin. Y esperemos que no lo tenga. Yo tenía un hijo que era muy pachonote pa escribir y pagaba, que me decía mi señora y el maestro. Un día le dije: “Hijo”, yo estaba recién ido de acá, era un poquito rebeldito mi muchacho, “a ver hijo, tu tarea”. Ah, sí, porque yo ya sabía eso. “Ah, qué bonito hijo. Oyes hijo, aunque sea copiada mijo, hazla tú”. Se le vinieron las lágrimas. Dijo: “No te enojes”. Le dije: “No, no, no llores, no te estoy poniendo imposibles”. Miraba yo la letra de acá y la letra de allí y no comparecía. “Mira mijo, de aquí en delante, haz tu tarea tú solo. Porque aquí estás dándole publicidad al otro y tú te estás quedando atrás. Y el día que llegues a grande, aquél va a saber lo doble y tú te vas a quedar atrás”. Y gracias a Dios que se enseñaron muy bien. Y luego, yo estaba acá, yo tengo acá dieciséis años de moja[d]o. Vino mi papá y me trajo a Baja California. Y ahí piscábamos algodón con un primo hermano de él, que tenía parcela. Y ayudábamos a los otros rancheros. Y entonces yo cuando trabajamos con tío y con un yerno de mi tío, el algodón como que no servía y no me gustaba a mí la pisca. Un día este, yo hacía la comida, un día yo dije: “Yo no voy a estar aquí, aunque le voy a faltar al respeto a mi papá, pero yo me voy a ir”. Ya había planchado mi ropita en la tarde. Otro día me levanté y me di un baño, hicimos el hincapié de irnos al trabajo y mi papá adelante y yo atrás de él. Yo jumaba. Y delante de él, ¿qué esperanzas? Porque no me dejó.
VM: A escondidas fumaba.
RG: Sí, ya tenía yo mi plan. Ya dejé que se juera, Dios lo haya perdonado y yo me regresé. Ya tenía mi ropa planchada. Mi encontré al patrón, se llamaba Esteban. “¿A dónde va Roberto?”. “Pos voy a traer los cigarros que se me olvidaron”. Yo no me regresaba por ellos. “No, usted no se regresaba, porque los lleva en la bolsa, pero como yo no los traigo, ni modo de pedirle”. “Ándale pues”. (risas) Y ya regresé pa atrás. Me puse mi ropita y me vine pa Mexicali. Pos ya andábamos en Jalapa, ahí en Baja California. Agarré el camión. Yo venía pensando y luego, llegué a Mexicali y ahí me senté en la plaza de la gente que iba ahí, era parque. Y ya en eso, allí estaba un señor: “Vente muchacho, pa que platiques conmigo. ¿Qué andas haciendo?”. “Pos, ¿qué ando haciendo? Buscando la vida, a ver dónde se ve mejor”. “Y, ¿qué rumbo llevas? ¿Dónde trabajas?”. “Trabajaba en el Ejido Jalapa, pero no me gustó el trabajo, porque está muy malo. Tenía uno que andar atravesando surcos pa hacer la pisca”. Dijo: “Mira, yo trabajo al otro lado, te voy a llevar pa allá. Ahí piscamos, pero ya es en dólar. Vamos pa la casa a comer, yo vivo, ahí vengo con una hermana a cambiarme cada ocho días”. No estaba tan duro. Y ya nos fuimos y en el Puente Blanco, que le nombran en Mexicali, me encontré dos camaradas que quemábamos cal allá. Y: “Quihúbole, chaparrito, ¿qué andas haciendo acá?”. “Pos lo que andan haciendo ustedes”. Me dio gusto verlos. El señor se jue y él se paró por allá retirado. Ya me dijeron: “Mira, ¿qué resortera traes?”. “No, pos nada”. Queriendo entrar pa allá, pero no conozco”. “Nosotros trabajamos al otro lado, vinimos a cambiarnos aquí con mi hermana. Si quieres nos miramos allí en la estación del tren”. En ese tiempo estaba enfrente de la garita. Y ya entonces me dio gusto. Dije: “Miren, pa no faltarle, con el camarada onde voy”. Me había dado $5 dólares el señor, que era buen dinero en ese tiempo. Ya juimos y comimos a su casa. “¿Qué te platican los camaradas? ¿Son de allá?”. “Sí, son de México, de allá. Pos no, nada”. Yo no le dije nada de eso. Entonces regresamos de comer y nos sentamos en la plaza, ya me habían dicho ellos que la estación donde está el tren, antes estaba junto a la garita. Que ahí nos íbamos a ver a las siete de la noche pa venirnos pa acá. Ya llegamos y nos sentamos, yo pensando en eso. Dijo… Y luego, en eso pasó un troque, ahí en Mexicali, con bocina, que tenía muy buena pisca, en San Luis.
VM: ¿En California?
RG: No, no, afuera. San Luis, que está cercas de algodones de Yuma allí. Sí, sí. Y ya dijo: “Oyes, yo estoy pensando que, vámonos con esta troca, paga bien la pisca”.
VM: Y, ¿se fue en esa troca?
RG: No.
VM: ¿En el camión?
RG: Le dije: “Mire, yo, por ejemplo, me vine a escondidas de mi padre y yo pa estar aquí en México, pos estaría con él mejor. Y ya traía la resortera con estos señores.
Entonces me les pegué ahí y pasamos. Pero siempre con la reconcomía que no le avisé a mi padre y iba a estar con pendiente pa dónde me pelaría. Dije: “Yo prefiero que me regañe, pero no estar ahí pasando necesidad”. Cuando había trabajo, nos pagaban. Cuando no había, sacábamos el lonche fiado, hasta que se venía el trabajo otra vez. Y no era negocio. Entonces, ya me vine y trabajamos allí, caímos, un algodón muy bueno al Valle Imperial. Y ya nos dijo el patrón, dijo: “Miren… En esa misma semana o duramos quince días allí, dijo: “Ya se acabó la pisca aquí”, dice, “pero tengo un algodonal en Corcorán. Ustedes son tres compañeros, son números unos pa piscar. Orita va a llegar La Inmigración. Escóndanse en este paderón, yo les voy a decir, porque va a llegar helicóptero, pero métanse en estos hoyos y mañana salimos pa Corcorán”. Y a mí me gustó, pero aquellos dijeron: “No, pos no nos hemos cambiado y hay que cambiarnos y que esto y que lo otro”. Y no se logró. Entonces ya nos vinimos pa Mexicali. Yo me vine con ellos. Ya perdimos la oportunidad. Ya traía yo como más de $500 dólares en mi bolsa, que era mucho dinero.
VM: Y, ¿esto fue de bracero?
RG: No, de alambre.
VM: De alambre.
RG: Moja[d]o.
VM: Y, ¿cuándo fue cuando vino como bracero?
RG: Como bracero, yo vine del [19]55 al [19]64.
VM: Del [19]55 al [19]64. Y, ¿todavía estaba en Jalisco? ¿Cómo salió? ¿Quién le dijo del programa de los braceros? ¿Cómo sabe de donde salió?
RG: De los braceros, pos allá mismo caían las citas a, o sea, el papeleaje, a Mexticacán.
VM: A Mexticacán.
RG: Y allí nos vendían el papel.
VM: ¿Se lo vendieron?
RG: Ey. Sí, pos era negocio pa ellos.
VM: ¿A cuánto se lo vendieron?
RG: Yo no me acuerdo de eso.
VM: ¿No se acuerda? Y, ¿salió…?
RG: Porque…
VM: Perdón, continúe.
RG: Porque yo de Mexticacán no vine a ningún tiempo de que estaban mandando. Yo después, nos agarrábamos de un coyote que le nombran, que despachaba la gente.
Se llamaba… No me acuerdo cómo se llamaba, vivía en Guadalajara. Teníamos que ir a visitar para suscribirnos allí. Y allí venía yo, ahí.
VM: Bueno, salió de Mexticacán, ¿a dónde? ¿En qué viajó y hacia dónde?
RG: Viajábamos en ese tiempo en el tren o en el camión, según. Ellos mandaban el camión, nosotros pagábamos el pasaje. Llegábamos a Empalme y ya veníamos enlistados cada quien. Y ya el día que íbamos a pasar y todo.
VM: Ah, ¿ya tenía la fecha?
RG: Sí, sí.
VM: ¿Cuánto duró en Empalme?
RG: Hay veces que durábamos quince días. Sin pasar de quince días. Pero yo allí lo que busqué, de pronto yo sabía hacer comida, porque mi mamá me enseñó a cocinar. Nos enseñó a lavar y a hacer toda clase de quehacer. Yo lo que llegaba y buscaba restaurant, para trabajar allí. Hacía la comida en el restaurant. Ya que acababa de hacer la comida, por ejemplo, en la mañana, la señora me decía: “Ahí te voy a dejar el dinero en la caja, agarras tanto y vas y traes la despensa de ahí del mercado”. Ya me había presentado con el despachador. “Agarras un taxi”. Ya traía yo la despensa pa, pal día. Y ya me metió a hacer la comida. Y se acababa de hacer comida, me daba de comer. “Almuerza”. Y ya me sentaba yo en una mesa a boletear o así a recibir los pagos. Acabándose eso, me iba a la contratación. Acabándose la contratación y me iba a hacer trabajo otra vez allí con ella.
VM: Y, ¿qué comía?
RG: De lo que yo quería, porque a mí me interesaba no ponerle dine[ro], este, la mano a mi dinero. Yo he sido muy económico, pero no muerto de hambre. (risas)
VM: Está bien.
RG: Sí, sí.
VM: Es ingenioso.
RG: Sí. Ya que me llegaba allí, tenía un niñito que tenía una orejita mocha, dije: “Este es hijo de Pancho Villa”. (risas) Y se iba a la calle allí corriendo. Lo agarraba de la orejita y me lo traía. “No me lo hagas llorar”. “¿Qué quiere que le deje que lo trillen las maquinas? Si está la carretera ahí”. Nomás porque lo agarré de la mano ya anda llorando. No, pos… (risas)
VM: Pobrecito.
RG: Sí, sí.
VM: ¿Cómo se llamaba el niño?
RG: La vida, sí, la vida tiene mucha historia, mucha historia. Y no la nombro sufrimiento, porque buscar medios de vida donde me conservé, no es pecado. Pecado es agarrar un dinero y tirarlo por el surco más negro. Pero yo lo poquito, lo poquito que ganaba sobre economía, me rindió.
VM: Qué bueno.
RG: Porque le dije que hice esa compra de un terrenito. Que yo tanto espiraba para hacer siembra, porque eso nos criamos. Después me vine pa acá, nosotros estábamos hechos a cualquier trabajo que juera, que mi padre nos enseñó.
VM: Y duraba como quince días, dice, en Empalme, ¿verdad? ¿Firmó algún documento en Empalme?
RG: Sí, pos la mayoría de documentos, ¿vedá?
VM: Se firmaba.
RG: Allí nos inspeccionaban, por ejemplo, mire, sí ha visto los retratos, ¿vedá?
VM: Los suyos que trajo, no.
RG: ¿Dónde venían? Esto, esto no es tanto, esto. Este es según vestíamos allá. Como campesinos. Sombrerito mocho, pero teníamos un nuevo alzado pa pasearnos, ey. Lo triste es donde nos encueraban completamente, como Dios nos echó al mundo.
VM: ¿En Empalme?
RG: Sí, sí. No sé si ha visto eso o no. Pero ahí era una tristeza grande.
VM: O sea los llamaban, llegaba el día que le llamaban la lista, le tocaba.
RG: Sí, pos…
VM: ¿Qué pasaba allí?
RG: Nosotros traíamos un representante que traía la documentación y la metía allá. Y ya decían: “Tal día les van a hablar”. Veníamos nosotros pagando ese representante también, el pasaje y lo que cobrara. Y veníamos habilitados pa pagar, que sacando con dinero, con premios, pa pagar intereses. Pero aparte de todo aquello, no me quejo al mal tiempo. No, no, no, no. Buscar el medio de vida donde mejor se dé no es pecado. Trabajar para mantener a nuestra familia, tampoco no es pecado. Pecado es andar agarrando lo ajeno o lo que no es de uno.
VM: Y entonces, me gustaría platicar sobre los exámenes físicos.
RG: El examen, pos completamente como Dios nos echó al mundo, como le digo. Una mano atrás y otra adelante, no hay cara pa que no tenga vergüenza. Nos ardía hasta la piel, cuando estaba uno impuesto, éramos tan cultos, que nadie nos viera nada de nuestro cuerpo. Inclusive y nuestra mamá, ya cuando crecimos, que nos ponía el calzoncillo, pasamos por una etapa crítica que no se iba, iba a lavar al río, o al arroyo y tenía que envolvernos en una toalla o una ropita, pa lavarnos la ropa, pa volvérnosla a poner. No son cosas de decir que sí, que uno da lástima. Como le vuelvo a decir, si no queremos sufrir, hay que trabajar.
VM: Y, ¿había mujeres presentes cuando les hacían esos exámenes?
RG: No, no mujeres no.
VM: No. ¿Eran puros hombres?
RG: Digo, de la oficina allá adentro, eran hombres, de este lado, que nos checaban allí que no tuviéramos almorranas, hablando con perdón suyo, que no tuviéramos purgaciones, como de aquellas veces que anda la gente sinvergüenza, ¿vedá? Algo así, todo aquello. Nos metían un dedo atrás pa ver si teníamos almorranas, uno sentía ardores. Está feo, ey. Pero así tenía que ser, seguro.
VM: Y, ¿les avisaban?, como les decían: “Ahora te vamos a hacer este examen”. O, ¿era nomás invasivo?
RG: No, sí, sí, sí. Era una, era una ley de ellos. Formados, uno atrás de otro, sin taparrabos ni nada. Hasta nos teníamos desconfianza uno con otro. Traiba una mano atrás y la otra adelante. Está duro, ey.
VM: Terminaban esos exámenes y documentación y, ¿qué pasaba de Empalme? ¿Hacia dónde iba y en qué?
RG: Entonces, ya cuando nos hacían ese examen, ya nos vestíamos y ya nos daban el contrato, a salir tal día a la frontera, a Mexicali, pues, a este, a Caléxico.
VM: Y, ¿en qué viajaban de Empalme? ¿En qué viajaban?
RG: En el tren.
VM: ¿En el tren?
RG: En el tren.
VM: ¿Les daban de comer?
RG: Sí.
VM: ¿Les daban de comer?
RG: Sí, era gratis eso.
VM: ¿Qué les daban?
RG: ¿De comer? Pos sándwiches y cosas por el estilo. Siempre echaban una caja grande de todo.
VM: Llegaban a Mexicali, se bajaban del tren.
RG: De allí, sí.
VM: Y, ¿luego?
RG: Y de allí nos, aquí nos llevaba los autobuses americanos al, al consulado, le ponemos, ahí.
VM: ¿Tuvieron que cruzar el puente y tuvieron contacto con Inmigración o no?
RG: Era contrato con La Inmigración. No nos checaban de ninguna manera, porque ya íbamos sombrea[d]os por la de acá. Fíjese. Yo no me quejo de eso a ningún momento.
VM: De Caléxico, ¿tuvo que ir a un centro de recepción?
RG: Sí, sí.
VM: Y, ¿qué pasó? ¿A cuál centro? Y, ¿a cuál centro fue? Y, ¿qué hicieron ahí?
RG: Pos ahí en El Centro, California, allí tenían oficinas, igualmente que en Empalme. Allí también este, nos sacaban fotografías de aquí pa arriba, ey.
VM: ¿Tuvo contacto con médicos otra vez en El Centro?
RG: Otro chequeo.
VM: Y, ¿qué les hacían ahí, aparte de las fotografías, los rayos X?
RG: Rayos X y todo eso, que entrábamos bueno y sanos. Porque ellos no querían contaminación de los otros de este lado, ey. Ya ve que muchas de las veces, nosotros no es que seamos descuidados, sino que semos de esta parte y vivemos sobre economía, si no hay todo lo que necesitamos. Mire, sombrerito mocho. Sus ropitas ásperas como así y éste como que acabó de comer y trae su picadientes ahí. Personas que nosotros podemos decir muy descuidadas, pero, no es eso, no.
VM: No.
RG: Cada quien vive como Dios nuestro Señor le da licencia, la economía. Porque sabemos que vamos a llegar a una vejez y necesitamos de lo de nosotros mismos. Yo le digo, yo tengo ocho hijos. Yo para mí es mi capital más grande que siento tener. No nos dejan de la mano, ni a la mamá, ni a mí.
VM: Qué bueno.
RG: Tenemos nietos que veo en la casa. “¡Ay! Mira abuelita, ahí viene el paletero, ¿de cuál paleta qu[i]ere abuelito?”. “¡Ay hijo! De lo mejorcito, por favor y grande, pa llenarme”. (risas) Una eminencia grande, grande, grande.
VM: Qué bueno. De El Centro, ¿a dónde lo mandaron?
RG: De El Centro, California nos contrataban y nos mandaban… No a poblaciones, no, derechito a un campo. A un campo que tenía galerones, galeras y en esas galeras, usted ha visto, usted que trabaja en oficina, que tiene pa dos personas cuartitos, que es de tablas y las van a acomodando muy bien y ahí nos ponían nuestras camitas a cada quien. Y ya de allí este, teníamos a [un] polecía mexicano que cuidara la buen orden. Nadien teníamos que desvelarnos. A las nueve de la noche, era la hora de dormir.
VM: A las nueve.
RG: Sí, ya nadien tenía que andar afuera. Era una protección bonita. Y yo quedé muy agradecido con todo eso. Lo que hizo la parte americana y lo que hizo la parte mexicana. Ahora, mucha gente habla del presidente de México, pero es la estela de él, porque dice que él no es el culpable de eso. El dinero cayó en un presidente muy allá, después no sé si se jue desvaneciendo o cómo está. Pero yo estoy seguro de lo que digo, porque ningún presidente, ninguna persona es autoritario de sacar un dinero sin permiso de nadie.
VM: Y menos si no es de él.
RG: Si no, si no es el que lo entrega allí, nomás no. Yo no culpo al presidente, porque para mí el presidente es una eminencia grande. Éste que está ahorita. Es un señor muy razonable, es muy todo, pero también no lo podemos nombrar sinvergüenza de ninguna manera, porque él no es el autoritario de eso. Como él dice: “Yo no lo recebí”. También yo digo un 100%, que no es capaz de sacar nada, si no es autorizado por el de adentro o el gobernador o lo que sea. Entonces si a él se le ablanda el corazón y el dinero está en vivo, puede salir de allí y si no, no. Yo digo, de mi parte, hablando claro. Que si nos dan, qué bueno; si no nos dan, ni sentidos, ni agraviados. Yo no hablo de ninguna persona, en lo absoluto, menos habiendo culpa. No habiendo culpa. Si sí es el presidente, sí. Si él desde que agarró el puesto y se andaba peleando esto, él tenía que estar al tanto de aquello. Donde está la documentación que tienen, para no quedar mal yo como sinvergüenza con el gobierno americano. Con los de él, que no le dé pena. El que no agarra, arrebata. Un dinero tiene alma aparte. Si usted tiene dinero que le dieron y no se da cuenta la gente, pero Dios se está dando cuenta. Pero este hombre no lo recibió. Iba de presidente a presidente, si es que se manifestaba, ¿vedá?
VM: Sí.
RG: Porque este gobierno, para nosotros jue limpio. Nos dio lo que no debía de darnos, pero lo puso en manos duras. Ahorita andamos en eso, si nos dan, qué bueno, como le digo. Y si no no nos dan, yo ni sentido, ni agravia[d]o. Jui tan feliz cuando venía contratado.
VM: ¿Sí?
RG: No hablo yo de nadie ni lo asboluto, nada.
VM: Y cuando lo contrataban, ¿le decían: “Bueno, éste va a ser tu contrato, te vas a ir a tal parte, te vamos a pagar tanto, y vas a vivir así”?
RG: No.
VM: ¿No le decían?
RG: No, no. No, no.
VM: De El Centro, ¿ya venían por usted? ¿En qué viajaba a los campos?
RG: Sí, sí, sí, sí. Allí salía la bolichaga, que le tocaba, por ejemplo, veníamos asombreaos por una persona. Por medio del que nos mandaba, el coyote que le nombrábamos nosotros. Ya él nos traía, traía la lista y se le entregaba allí, a El Centro. Y él se encargaba, hasta que nos echaba pa acá. Felices, felices éramos, cabresteados como niños. De allí dependía si ganábamos poco y no desempeñábamos cosas. Pero cada quien tenemos que ser responsables, a como nuestros padres nos criaron. Yo digo de mis padres y como de ellos, mucho vimos, que los padres eran nuestros patrones y nuestros gobiernos, nuestros gobernantes. Teníamos que hacer más o menos lo que ellos nos decían y como hacían ellos. Y no nos quejamos, porque nos enseñaron a trabajar. También, así como enseñarnos a trabajar, también a ahorrar. Lo poquito rinde si los hacemos crecer y lo mucho se desvanece, porque si le damos a rienda suelta, olvídese que tenemos un dinero a disposición de cualquier necesidad. Yo le doy munchas gracias a Dios nuestro Señor y a mi señora, que ha sido muy buena administrativa. Y a base del guardadito de ella, se compró lo que hay. Eso yo lo nombro que es de ella, en caso, porque ella jue la mejor administradora para mí. Sus hijos, como que haiga sido, a pan y agua, pero bien, bien. Ahora ella, no fue una mujer zacatona que yo ya no quero tener familia. Le dijo una vez este hijo que tenemos: “¡Ay amá! ¿Pa qué tuvo tanta familia?”. “Hijo, eso es que no los tuviste tú. Yo había querido tener unos cincuenta”. (risas)
VM: ¡Ah! Imagínese.
RG: Sí, sí. Ella jue muy bien, bien, bien.
VM: Y bueno, llegaban al campo, ¿le tocó trabajar como con cuántos compañeros?
RG: Como con una cuadrilla de diez a quince o veinte, a lo más.
VM: Ah.
RG: Ey.
VM: ¿Eso fue de lo más grande en los campos que trabajó?
RG: Sí, sí, sí.
VM: Diez o quince. ¿Cómo vivían? ¿Dónde los llevaban?
RG: Donde vivíamos, éramos felices. Luego este, también este, si vivíamos en el campo, allá porque estaba el galerón, ellos nos llevaban cuando nosotros les decíamos, al pueblo, a comprar ropita. Porque lonche nunca compramos, nos abordábamos en el campo, ahí pagábamos borde. Nos rebajaban del cheque.
VM: ¿Cuánto les quitaban?
RG: Tenían cocineros. Ya no me acuerdo, pero era poco en aquellos tiempos. Así como ganábamos poco, también nos cobraban poco.
VM: Y, ¿quiénes eran los cocineros?
RG: Los cocineros eran de allá mismo o sí, de allá mismo, de allá. Yo me metí a cocinero, porque yo siempre granjeaba la cocina. Ya me ponían a hacer comida o a picar el menudo. Yo sabía hacer todo eso.
VM: Y sobre de eso, yo tenía puerta abierta para comer. Era lo primero que yo buscaba.
RG: La comida.
VM: La comida. (risas) Sí, sí, sí.
RG: Es cierto.
VM: Uno trabaja mejor bien, bien…
RG: Del campo nomás llegaba, era el primero que me metía al baño, me cambiaba, me peinaba, me rasuraba y me iba por la puerta de atrás al comedor. Y ya me recibían allá. “Mira, hay que hacer esto. ¿Queres comer primero?”. “No, no, déles a los demás, si nosotros semos de la cocina”. Yo me sentía como de allí. Porque hay que granjear.
VM: Veo en su lista que fue a muchos lugares distintos. Uno, dos, tres, cuatro, cinco.
RG: Sí, muchos lugares.
VM: Como a seis.
RG: Muchos, muchos.
VM: Y comentó que el lugar en donde trabajó por más tiempo es Arremendil(??), ¿cómo?
RG: El contrato de dieciocho meses lo cumplí aquí en San Gabriel, aquí en Arwendi(??).
VM: San Gabriel.
RG: Aquí en Arwendi(??).
VM: Arwendi(??). Allí quisiera que las próximas preguntas más o menos fueran de ese lugar. ¿Qué era lo que hacía allí?
RG: Pos allí, como le digo, piscábamos limón, piscábamos aguacate. Yo pisqué el aguacate. Que allí me jue muy bien. Aguacate, limón, fresa y tomate, ey. Ahí andábamos nosotros campo por campo, no trabajamos en un solo campo. Se acababa con este patrón, sigamos con el otro.
VM: Con el otro.
RG: Salíamos de La Asociación, que se nombraba, en una troca como tipo camión, pero carguera, con plataforma y asientos a los lados y ventilación por todo el rumbo, ahí.
VM: Y que usted sepa, ¿alguna vez llegó a ir Inmigración o La Migra a lugares donde usted estaba trabajando cuando era bracero?
RG: No. Sí, no, en ese tiempo éramos como arreglados. Veníamos autorizados con papeles. Y caían al campo, inclusive a ver si no había un mojado adentro de nosotros. Y llegaba la inspección. Pero yo estoy agradecido con eso porque nos protegían y nos miraban con ojos de piedad. En el trabajo dependía de nosotros, porque era por contrato. Y si era por horas, también hay que pegarle pa hacer las horas. Yo tengo mucho que agradecerle a este país, porque yo lo quero mucho, porque este país me dio vida. Y en el país mío me crié. Yo quero a mis dos países.
VM: Que usted sepa, ¿alguna vez fue algún representante del gobierno mexicano a ver las condiciones en las que trabajaban o vivían?
RG: Sí, sí. ¿Sabe quién era? Apúntelo. César Chávez. Una gran persona que miraba por su gente y a la hora de la hora lo vinieron matando.
VM: ¿Alguien del gobierno mexicano?
RG: Siempre teníamos inspección nosotros, siempre, siempre. Iban con su papelito: “¿Cómo lo tratan?”. “No, bien”. Así, así, así.
VM: Tomaban nota.
RG: Muy bien protegiditos ahí.
VM: Y que usted supiera, ¿alguien que estuviera como tratando de organizar a los trabajadores para que pelearan por mejores sueldos, cosas así? ¿Nunca se dio cuenta?
RG: No, pos la misma asociación te miraba y según en lo que andábamos, tal como juera, más liviano o más duro, siempre nos daban sueldo.
VM: En ese tiempo, ¿usted ya estaba casado?
RG: Sí, ya.
VM: ¿Cómo se comunicaba?
RG: ¿Eh?
VM: ¿Se comunicaba con su familia con cartas?
RG: Con mi esposa, nosotros la mayoría, ahorita ya ha mucha facilidad, pero en ese tiempo solamente por cartas.
VM: Y, ¿usted se las escribía?
RG: Había un, la primera carta, había uno que hacía el diseño de la letra, muy bien hecha. Pero no hablaba.
VM: ¿Era mudo?
RG: No, no hablaba la carta. Él nomás hacía y yo la mandé pa allá y pos, ¿cómo? ¿Qué dice? Ni fu ni fa, no se entiende. Entonces, yo pensé que nomás tenía buena mente pa hacer las formas, pero no, no hablaba.
VM: ¡Bah!
RG: Ey. (risas). Entonces, nosotros, era una lástima, porque a veces que caímos puros burritos a ese lugar, sin saber nada, pero el patrón, o sea no el patrón, sí, sí, el patrón, nos ponía un escribano a cada uno de nosotros. “Cuando quera hacer cartas, yo les tengo escribano”. Era una lástima.
VM: Sí.
RG: Porque no tuvimos escuela, digo, yo de mi parte en ningún momento. Y a base de eso este, escribíamos. Y ahorita no, que el celular y que, que allá. Ahí en la casa están dos muchachos que viven ahí, son de allá. Ya compró celular y anda como, quieto. (risas)
VM: ¿Cuántos días a la semana trabajaba?
RG: Trabajábamos cinco días.
VM: Cinco días.
RG: Y había veces que seis, por exigencia o tiempo extra, lo que sea. Pero eran ocho horas de costumbre y ya si se había extra, también no decíamos que no, había que trabajarlo, para…
VM: Y, ¿cuántas horas al día?
RG: Le ponemos que mínimo ocho, ey.
VM: ¿Ocho?
RG: Y de ahí como le digo, si había extras, tampoco no decíamos que no. Pero yo le digo de mi parte, que nunca fuimos mal vistos, para quejarnos, que nos pagaban mal o que nos miraban mal. Nosotros teníamos inspección.
VM: Y quería preguntarle, ¿quién le lavaba la ropa?
RG: Nosotros.
VM: Ustedes.
RG: Íbamos a lavar a la lavandería, ahí.
VM: Y, ¿cuánto le pagaban?
RG: ¿A qué? ¿A la lavandería?
VM: No, a usted, por su trabajo.
RG: Pos ya no me acuerdo, pero digo, pos el, el sueldo en ese tiempo era mal pagado, según a como era, pero unos tiempos traen otros, ¿vedá? Y no podemos quejarnos.
VM: ¿Cada cuándo le pagaban?
RG: Cada semana.
VM: Cada semana. Y, ¿cómo le pagaban?
RG: Nos daban en parte, nos daban, no nos daba el cheque, nos daban el dinero ya cambiado.
VM: ¿Dinero en efectivo le daban?
RG: Ey. Que pa que no pagáramos porque nos cambiara el cheque, pero ellos hacían el cheque y ellos mismos nos pagaban pa que no hubiera descuento, cosa grande que hacían también.
VM: Y, ¿cómo le enviaba dinero a su esposa?
RG: ¿El dinero a México? Por correo.
VM: ¿Por correo?
RG: Por correo.
VM: ¿Todos ganaban igual?
RG: Sí.
VM: ¿Sí?
RG: De la cuadrilla, igual todos. Solamente que anduviéramos por contratos, había diferencia.
VM: ¿Alguna vez tuvo algún problema con su pago?
RG: No, nada.
VM: ¿Siempre fue puntual?
RG: Sí, sí, sí, sí.
VM: ¿Algún problema en el trabajo? ¿Alguien se accidentó, se enfermó?
RG: No, con nadie.
VM: ¿Alguien se peleó con alguien?
RG: No, no.
VM: No.
RG: Éramos muy hermanables, a pesar de que estábamos como encarcelados.
VM: Y, ¿qué hacían en sus tiempos libres?
RG: Pos allí este, si no trabajábamos los sábados, ahí nos la llevábamos platicando. Íbamos al pueblo a comprar una ropita o nos llevaba el mayordomo. Muy bien todo. Yo no tengo que decir absolutamente nada. Le doy gracias a Dios nuestro Señor y a nuestros gobernantes, tanto estos como aquellos pos que se dieron la mano unos con otros y con su gente.
VM: ¿Tenían radio allí?
RG: Sí, nomás teníamos un límite nosotros.
VM: ¿Un qué?
RG: Un límite.
VM: ¿Por qué?
RG: Por la noche y a las nueve en delante.
VM: Oh, sí.
RG: No querían ningún ruido. Teníamos security. Un campero que cuidaba aquello. También teníamos un campero que no tenían llave de seguridad los apartamentos donde vivíamos. Él era el campero, él cuidaba todo aquello de día y de noche.
VM: Qué bien.
RG: Él tenía un sueldo.
VM: En el [19]64 se terminaron ya las contrataciones, ¿qué pasó con usted allí?
RG: Mire, por ejemplo, yo estuve el [19]64, en Oxnard. Allá me eché un contrato, le ponemos que de unos… El contrato era de cuarenta y cinco días pero ahí nos daban más todavía. Entonces un hermano, después de allí nos daban contrato más. Después de allí, se terminó ese contrato, a mi hermano éste que tengo ahí conmigo…
VM: ¿Baudilio?
RG: Baudelio García.
VM: Baudelio.
RG: A ver si me lo atienden. Porque me da mucha lástima que tiene sus piecitos hinchados y ya no puede trabajar, pasó por unas etapas muy críticas. Este muchacho me escribió una carta diciéndome que cuándo cumplía mi contrato y yo le mandé decir cuándo. Que, ¿cuánto trabajaba? ¿A cómo me pagaban? Y luego me mandó decir cuánto le pagaban a él y cuándo se le cumplía su contrato. Y luego me dijo: “Aquí si te queres venir, vente pa acá. El día que cumplas tu contrato pide tu pase y de El Centro te regresas, yo te mando una carta”. Porque me pagaban medio mal allí a lo que él ganaba. Y ya me jui pa allá. Dice: “El día que te vengas, me hablas”. Y así lo hizo.
VM: Y, ¿se trajo a su familia?
RG: No, no. Entonces, ya jui y allí jue el contrato de dieciocho meses, incluyendo lo de allá, ey. Y jue el último.
VM: El último.
RG: Del [19]64, ey. Él y yo piscábamos o trabajábamos en común, él era más liviano que yo. Pero trabajamos en común. Nos agarrábamos en una zeta. Uno guiaba pa acá, el otro de aquí pa allá y nos partíamos de, de lo que salía. Y ya pa no cansarla, allí cerramos.
VM: Entonces terminó su contrato y siguió trabajando aquí, no se trajo a su familia todavía.
RG: Ya nos dieron pa afuera, porque era el último.
VM: Sí. Y, ¿cuándo arregló?
RG: Yo arreglé mis papeles el [19]70 y… Digo, el [19]94.
VM: ¿[Mil novecientos] noventa y cuatro?
RG: Ey.
VM: Y, ¿ya fue cuando se trajo a su familia para los Estados Unidos?
RG: Sí.
VM: Sí.
RG: Y luego después me metí a la ciudadanía, sin saber leer ni escribir.
VM: Ya, ya me había contado.
RG: Pero ahí me enseñé yo.
VM: Qué bueno.
RG: Y gracias a Dios que la pasé. Cualquera de las cien preguntas que me preguntaran, de arriba o de abajo, yo las contestaba.
VM: Todas las supo.
RG: Dios nuestro Señor me dio las palabras.
VM: Bueno. Ya, ya terminamos. Hemos estado platicando por más de cincuenta minutos.
RG: Sí, ándele, a la mejor tiene más allá también.
VM: Así es que déjeme nomás cierro éste y ya nos vamos.
This was an interview with Roberto García Sánchez on May 26 in San Bernardino, California. The interviewer is Violeta Mena and the interview is part of the Bracero Oral History Project.
Fin de la entrevista
Interviewer
Mena, Violeta
Interviewee
García Sánchez, Roberto
Location
San Bernardino, CA
File Name Identifier
Garcia_Sanchez_SANB006
Citation
Mena, Violeta and García Sánchez, Roberto, “Roberto García Sánchez,” Bracero History Archive, accessed November 24, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/378.