José Luis Gazca
Title
José Luis Gazca
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: José Luis Gazca was born on October 22, 1935, in Romita, Guanajuato, México; his parents worked in agriculture; as the eldest son among his six siblings, he went to school for only a brief time, because he had to help support his family; in 1955, he enlisted in the bracero program; he continued working on and off with the program until it ended in 1964; as a bracero, he labored in the fields of California and Texas, picking apples, cotton, cucumber, green beans, lettuce, plums, and tomatoes; he later returned to the United States as an undocumented worker, but he was ultimately able to obtain legal status.
Summary of Interview: Mr. Gazca describes his family, childhood, and adolescence; in 1955, he decided to enlist in the bracero program; to begin the contracting process, he went to Irapuato, Guanajuato, México, where he spent a day, then he traveled to Empalme, Sonora, where he spent roughly three days, before heading to Mexicali, Baja California, and finally to Calexico, California; moreover, he details the different centers he went through as well as the range of procedures he underwent; as a bracero, he labored in the fields of California and Texas, picking apples, cotton, cucumber, green beans, lettuce, plums, and tomatoes; in addition, he explains the various worksites, duties, housing, amenities, provisions, treatment, payment, remittances, and recreational activities; more specifically, he mentions being so close to the border, at times, that he could cross over on a bus whenever he had time off; he also talks about a foreman, in Chula Vista, California, that gave him extra work, so he could earn more money to send to his family; while he was in Texas, however, he was always pushed to work harder, which was difficult to do when there was so little to pick and, consequently, even less to earn; he continued working on and off with the program until it ended in 1964; during the late sixties, he returned to the United States as an undocumented worker, but he was ultimately able to obtain legal status with the help of an employer; he concludes by giving his opinion on current immigration issues and how difficult it would be to reinstate braceros.
Summary of Interview: Mr. Gazca describes his family, childhood, and adolescence; in 1955, he decided to enlist in the bracero program; to begin the contracting process, he went to Irapuato, Guanajuato, México, where he spent a day, then he traveled to Empalme, Sonora, where he spent roughly three days, before heading to Mexicali, Baja California, and finally to Calexico, California; moreover, he details the different centers he went through as well as the range of procedures he underwent; as a bracero, he labored in the fields of California and Texas, picking apples, cotton, cucumber, green beans, lettuce, plums, and tomatoes; in addition, he explains the various worksites, duties, housing, amenities, provisions, treatment, payment, remittances, and recreational activities; more specifically, he mentions being so close to the border, at times, that he could cross over on a bus whenever he had time off; he also talks about a foreman, in Chula Vista, California, that gave him extra work, so he could earn more money to send to his family; while he was in Texas, however, he was always pushed to work harder, which was difficult to do when there was so little to pick and, consequently, even less to earn; he continued working on and off with the program until it ended in 1964; during the late sixties, he returned to the United States as an undocumented worker, but he was ultimately able to obtain legal status with the help of an employer; he concludes by giving his opinion on current immigration issues and how difficult it would be to reinstate braceros.
Creator
Rosas, Ana
Gazca, José Luis
Date
2006-05-12
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
José Luis Gazca
creator (Spanish)
Rosas, Ana
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
mini disc
Duration
1:28:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: José Luis Gazca
Fecha de la entrevista: 12 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Ana Elizabeth Rosas
AR: ¿Cuál es su nombre?
JG: José Luis Gazca.
AR: Su fecha de nacimiento, por favor.
JG: [El] 10/22/35 [octubre 22 de 1935].
AR: Los nombres de sus padres.
JG: Gregorio Gazca y Mercedes Delgado.
AR: ¿Dónde nació?
JG: Romita, Guanajuato.
AR: Sus padres, ¿dónde nacieron?
JG: También ahí.
AR: También.
JG: Sí.
AR: ¿Cómo fue crecer en Romita, Guanajuato?
JG: Pues ellos ahí se casaron y ahí nacimos todos nosotros.
AR: ¿Era un lugar donde la actividad era más bien, el comercio, la agricultura?
JG: Agricultura.
AR: Agricultura. Así que sus papas también trabajaron en la agricultura.
JG: Sí, agricultura.
AR: ¿Qué cosechaban?
JG: Pos maíz, frijol, garbanzo, trigo.
AR: Okay. Y, ¿al trabajar así ellos, más bien trabajaban para otras personas o era su propia tierra?, ¿cómo era eso para ellos?
JG: Mi padre tuvo tierra un tiempo y después las perdió ya después fue, pues, trabajar para otros.
AR: Y al usted crecer en un pueblo que es rural, que más bien se dedica a la agricultura, ¿cuáles eran los sacrificios de su familia? ¿Cómo qué era lo que usted miraba que se les hacía más difícil al tratar de mantenerlos o de tener la familia unida?
JG: Mucho muy difícil porque nosotros fuimos varios hermanos y yo fui uno de los más mayores. Entonces de ahí los demás, pues ya no navegaron mucho, yo por lo cual tuve poco estudio, porque mis padres no tenían el modo y después vinieron los otros hermanos y yo ya me hice cargo de que ellos fueran más a la escuela y gracias a Dios terminaron su primaria.
AR: Usted los ayudó.
JG: Ey, uno se fue a la secundaria que en aquel tiempo costaba mucho dinero, me tocó suerte sacarlo adelante y mi vida cambió cuando yo trabajaba. En aquellos tiempos yo ganaba un peso diario, después fueron $2, después fueron $3, después fueron $4 y ahí me jui. Después me hice chofer y ya de chofer ya jui ganando poquito más. Entré a trabajar a los carros de sitio y de ahí ya mi vida cambió totalmente para mí y mi familia y de allí, ¿eh? En aquellos años ganaba yo $35, $40 pesos por semana y ya cuando entré a los carros, ya mi vida cambió, ya ganaba $60, $70 diarios. Un cambio muy drástico y pues les empecé a dar mejor vida a mis padres, a mis hermanos. Después me enfadé yo de estar ahí, yo quería venir a Estados Unidos. Cuando ya di el servicio, ya agarré mi cartilla y me vine, jue en el [19]50, en 1955, trabajé aquí en San Diego, aquí en Chula Vista, pero de ahí, ¿quiere el proceso todo como empezó?
AR: Sí, sí, también un poco sobre como cuan[do] trabajaba de taxista o con sus carros, ¿cuál era su ruta?, ¿era una ruta local o era una ruta…?
JG: No, no era, era un carro de sitio libre, para donde lo llamaran, para allí.
AR: Okay.
JG: Para ahí, que: “Lléveme a León”. Que: “Lléveme al rancho fulano”. Que: “Lléveme a Irapuato”. Que: “Lléveme a”… a donde quiera, ¿verdad? Ese era mi trabajo.
AR: Y era un, como una, un trabajo de todo el día, de estar…
JG: Sí, de en la mañana hasta en la noche, a media noche, a veces hasta más, más horas.
AR: Y ahora usted puede, como dijo, hay una diferencia en ganancia, hay una diferencia en lo que puede hacer con eso, como puede ayudar a su familia. [En]tonces usted al desempeñar ese empleo, lo pudo hacer porque había quién se quedara en casa trabajando la agricultura mientras usted hacía eso.
JG: No, ya trabajábanos para otros.
AR: Okay.
JG: Ya cuando yo agarré a los carros, el mismo hijo del patrón, él me consiguió trabajo en los carros.
AR: Y en términos de hermanos, ¿cuántos hermanos eran? O hermanas, ¿cuántas, pues cuántas?
JG: Es el mayor que yo, o no, había primero una mujer mayor que yo y otro mayor que yo y de ahí ya todos los más chicos ya…
AR: Okay.
JG: Ya, ¿le doy nombres?
AR: Sí, sí puede por favor.
JG: Es Ismael, Celso, Juan y Salvador, son los otros más chicos que yo.
AR: Entonces como a esos más chicos, ya usted sintió más responsabilidad por ellos y por tratar de ayudar a sus padres.
JG: Por ellos y por mis padres también.
AR: Ayudarles.
JG: Ey.
AR: Tonces, cuando usted estaba trabajando esa ruta, así que ellos de una manera u otra empezaron a depender en usted.
JG: Sí.
AR: Porque usted ya podía pues contribuir más o tomar ese papel para ellos.
JG: Sí.
AR: Cuando usted decide decir: “Okay, quiero forjar mi propia familia o quiero”… ¿Forjó a su familia y luego se vino a los Estados Unidos?
JG: No.
AR: O, ¿lo hizo de soltero?
JG: No, no todavía de soltero.
AR: Okay.
JG: De soltero…
AR: ¿Qué, cómo fue esa decisión para ellos?
JG: Me vine, yo le dije a mi papá: “¿Sabes qué papá? Yo quiero ir a Estados Unidos, voy a ir de bracero. Van a apuntar aquí y yo me voy a enlistar aquí”. O sea: “Ahí tú sabrás mijo”. Y me vine.
AR: Pero ese proceso, ¿cómo se enteró del programa?, ¿cuál fue la información, la clave?
JG: Porque allí el municipio, o sea el del pueblo pidieron gente que iban, querían venir a trabajar, al que quisiera venir a trabajar para acá.
AR: Y, ¿les daban lujo de detalle o era nomás como una proposición general que se les hacía?
JG: Una proposición para venir a trabajar en Estados Unidos.
AR: Nomás sabían que en agricultura o ni eso sabían.
JG: No, la agricultura sí. Pura agricultura. Entonces de ahí, ya me vine yo, me alisté. Me mandaron a Irapuato y de Irapuato me mandaron a Empalme y de Empalme me mandaron a Mexicali. En el Chula Vista, este, ¿cómo se llama? San Ysidro, no, no, miento, Caléxico, Caléxico…
AR: Tonces, su proceso fue como ir a tres, cuatro lugares, antes de…
JG: Sí, donde nos iban llamando, o sea pa levantarnos…
AR: Tonces cuando empezó su proceso, usted llevaba ropa, llevaba, ¿qué es lo que cargó, qué es lo que…?
JG: Llevaba dos, dos mudas, la que tenía puesta y otra, en una saquita.
AR: Y, ¿en su pueblo fue una movilización donde muchos recurrieron a esta oportunidad o muy pocos?
JG: Sí, muchos.
AR: Y al irse todos, tenían, ¿usted sentía como la misma inquietud o ganas de poder a ver si sacaban más o si les iba bien?
JG: Sí, la ambición de uno era prosperar, ¿verdad? Desde luego.
AR: El ánimo era más bien entre gente de su edad o, ¿eran hombres más mayores?
JG: Más mayores que yo y…
AR: Okay.
JG: Y porque yo…
AR: Y, ¿que parecía que tenían ya experiencia con los Estados Unidos o como que también era su primera vez?
JG: No, ya yo me pegué con unos que ya tenían experiencia, ¿verdad?
AR: Y, ¿qué es lo que le comentaban cuando, antes de…?
JG: Pos comentaban de que aquí, pues se hacía dinero, que aquí ganaba la hora a pos, como tipo dólar, a dólar, a $0.80 o a $0.75 o a $0.60 centavos la hora, o $0.50 centavos. Y ya de ahí, pos nace todo de venir con ese fin, de hacer, prosperar en la vida.
AR: Tonces como usted dijo, de Guanajuato su pueblo, ¿se va a Irapuato?
JG: A Irapuato, ahí…
AR: Y en Irapuato, ¿qué es lo que pasó?, ¿le pidieron documentación?
JG: Ellos metieron un, ahí dan una lista del pueblo y en Irapuato dan otra lista para venir a Empalme y ahí en Empalme ya lo llaman por su nombre a cada quien y pos ya al que va oyendo su nombre…
AR: Y en términos, como de esperar, ¿como cuánto tiempo esperaba en cada lugar?
JG: No, pos en Irapuato jue un día. En Empalme fueron como dos, tres días para llegar al, a…
AR: Y, ¿esos lugares cómo eran?, ¿eran como lugares, como decir, había mucha gente, estaban sobrepoblados con la gente que quería venirse o cómo era esa situación?
JG: Había mucha gente para… esperando como nosotros, porque ahí se jun… se, un campo de reunión de todos los…
AR: Tonces como que tenían como…
JG: De todos los pueblos de…
AR: ¿Como aire libre?, ¿así la gente esperando ahí o con mesas o cómo?
JG: No, sí era un campo militar que estaba allí, muy grande. Y todo ahí, pos el gentío esperando que, porque avisaban: “Va a entrar en la lista de nombre, del estado fulano, al pueblo fulano”. Y dice todo de la lista: “Romita va a entrar”, ¡órale!, ya nos arrimábamos.
AR: Tonces ustedes como grupo se arrimaban y, ¿tenían un representante o no?
JG: Sí, teníamos presentante…
AR: ¿Conocido del pueblo o una persona del Gobierno?
JG: No, del pueblo, de ahí mismo se le daban la responsabilidad, las daban el escrito pa que viniera y lo entregara al lugar donde nos llevaban.
AR: Y, ¿cómo era ese…? ¿Qué era, un clima cálido, era un clima frío o se ve como…?
JG: Aquí en Empalme era un calorón muy fuerte.
AR: Sí.
JG: Muy fuerte calor. Y ya de ahí llegaba Mexicali y también, en Mexicali, nomás llegaba uno y a formarse.
AR: Y, ¿sí les explicaban bien cómo sucedían las cosas o nomás los trasladaban de lugar a lugar?
JG: Nomás nos trasladaban pa llegar a Estados Unidos. Y ya cuando llegamos aquí, a este, a Caléxico, ahí sí ya nos metieron a unos talones(??) grandes y ya ahí entraban los rancheros que querían la gente para trabajo. Ya iban: “¿Sabes qué? Tú vente pa acá y tú vente pa acá y tú vente pa acá”. Y así ya juntaban a los treinta, cuarenta, los que él quería llevarse.
AR: Y, ¿los rancheros eran mexicanos, méxico americanos o blancos?
JG: No, eran americanos, americanos. Ya traían intérprete ahí ellos.
AR: Oh, tonces es más bien como que entraban, miraban cuál trabajador…
JG: Escoger su gente de ellos, que querían ellos.
AR: Y le preguntaban al señor: “¿Quieres pasar a trabajar?”, o nomás: “Tú te vas a venir”.
JG: No, sí le decían a uno: “¿Sabes qué? yo tengo trabajo de”, por decir, “de piscar lechugas o de naranjas o limones o jitomates”, o lo que fuera, ¿vedá? Y: “Mi contrato que yo les voy a ofrecer es de seis meses”. Y había otros que de cuarenta y cinco días, ¿vedá? Y ya decía yo: “No, pos cuarenta y cinco días no, yo me quedo seis meses”. Yo esperé durante seis meses, ¿vedá? Y jue donde me tocó en Chula Vista. Ahí llegué a trabajar a los tomates, ejotes, lechugas, pepinos.
AR: Mucho. Entonces cuando usted decide: “Por este contrato sí me voy”, ¿cómo lo trasladaron ahí con el grupo que se apuntó con usted o cómo?
JG: No, ya con él, ya en un bus del ranchero ese, el que nos iba a sacar a nosotros.
AR: Y, ¿cómo cuantos agarró él?, ¿cuánta gente?
JG: Juimos cuarenta y cinco en mi grupo, que yo me jui.
AR: Y cuando usted se esperó hasta ver si podía tener opción de seis meses, más bien al hacer eso, usted se integró a ese grupo como uno de los pocos que se esperó o más bien estaba ya como grupo que se esperó y llegaron a Chula Vista juntos o, ¿cómo fue?
JG: No, ya cuando estaba yo aquí, ya yo lo que quería era un contrato más largo que hubiera, pos [es]taban saliendo puros de cuarenta y cinco días, no. Yo por cuarenta y cinco días, no. Yo voy a esperar a ver si hay más y me decían algunos que de ahí salían contratos de seis meses. Dice: “Después”, dijo, “si eres buen trabajador, el mismo ranchero te vuelve a renovar el contrato por otros seis meses”. Y sí, te vuelve a renovar otro por otros seis meses.
AR: Y, ¿se acuerda del nombre del ranchero o de la familia o de algo?
JG: No, de eso sí no me acuerdo ya, del nombre del ranchero.
AR: No se acuerda, nomás en Chula Vista. Y cuando llegó ahí, ¿cuál era la situación de vivir que le ofrecieron?
JG: Pues estuvo muy bien. Digamos, en el sentido que el clima aquí es muy bonito, ¿vedá? Me gustó el clima y le pusieron una, vamos a poner como esto, ¿vedá? Pero más volumen, más grande.
AR: Sí, a lo largo era grande.
JG: A lo largo y tenía camas en medio y a los lados pa los cuarenta y cinco.
AR: Y esa vivienda no se le hizo como para ser: “Ay, no, eso no es decente”. Lo vio como una forma, como que era una situación justa, no la vio como un arreglo que…
JG: No, pues que, como en aquellos tiempos donde nosotros vivíamos, que yo vivía, pos era más o menos parecido, algo parecido, ¿vedá? No había ni más lujo, ni más pobreza ni nada, estaba más o menos.
AR: Era lo básico que uno necesitaba.
JG: Lo que estaba, pues camas, camitas, pos corrientes, no crea que… camitas y las sábanas limpias, ¿vedá?
AR: Entonces como ya se ubican, los trasladan allí. ¿Cuál era su rutina de trabajo?, ¿a qué horas despertaban?, ¿a qué horas empezaban a trabajar?
JG: Teníamos que entrar a desayunar a las seis de la mañana.
AR: Temprano.
JG: Seis de la mañana o cinco de la mañana, según nos decían.
AR: Y, ¿cómo les distribuían la comida?, ¿era como que se sentaban en mesas largas a comer?
JG: Tenía, había un deste, un salón, era la cocina y enfrente tenía onde se sentaba uno, el comedor.
AR: Entonces la área que designaron pa que ustedes vivieran, ¿esa era dónde todo esto sucedía?
JG: Sí.
AR: De dormir, bañarse, comer.
JG: Al otro lado. No, los baños estaban al otro lado.
AR: En otro lugar.
JG: La cocina al otro lado.
AR: So, era un lugar grande, amplio.
JG: Sí, sí, grande, pa cuarenta y cinco gentes y más, porque los otros, ya otros, ya los cocineros ya tenían su…
AR: Su propia vivienda.
JG: Su, propia vivienda, ¿vedá?
AR: Y, ¿ellos también eran mexicanos o eran de otra?
JG: Mexicanos, también, por cierto era de Jalisco el cocinero. De ese sí me acuerdo, se llamaba Jorge.
AR: Y, ¿eran gentes fáciles con quien llevarse?
JG: Sí, muy buena persona, muy buena persona. El mayordomo también muy buena persona, también era de Purándero. No, de Curándero.
AR: ¿Dónde queda este…?
JG: No, de este, de… Ay, ¿cómo se llama? Se llama… ¡Bah!, se me jue el nombre de… Creo a un lado, a un lado de Uriangato, todavía me acuerdo de ese nombre. El mayordomo general era de ahí y cuando yo llego, cuando ya me recibo los primera correspondencia de mi casa…
AR: ¿Qué fue, a qué tanto tiempo? ¿Como a tres semanas, un mes?
JG: Como a tres semanas. Como a tres semanas ya empieza el mayordomo a repartir las cartas.
AR: Y, ¿lo hacía en las noches o en las mañanas?
JG: Julano, no, en la tarde cuando salíamos de la cena ya, dice: “Voy a darles la correspondencia. Ya tuvo julano de tal. Julano de tal sal”, O sea ya. Luego dice: “José Gazca”, y como pues ahí venía la dirección, ¿vedá?, dijo: “¿Tú eres de Guanajuato?”. Le dije: “Sí, de Romita, Guanajuato”. Dijo: “Aquí tengo más de quince años y nunca me ha caído uno de Guanajuato”. Dice: “Cuando ya salgas de todo, que ya salgas, vas a mi oficina, a mi casa, ¿sí? Ahí te espero, no dejes de ir, ¿sí?”. Y ya jui, terminó todo y ya jui a ver: “¿Pa qué me quieres?”. El Chorro, le decían porque estaba el señor chaparrito, dice: “Mira”, dijo, “aquí yo soy el mayordomo general”, dice, “y como nunca me ha caído ni uno de Guanajuato”, dice, “aquí me cayó, me caites tú, te voy a hacer rico”, me dice el señor. Y yo le dije: “Pos, te gusta”, dije, “a eso vengo, a hacerme rico”, le digo así ¿vedá? “Voy a aprovechar todas las oportunidades que tú me vayas a dar”, le dije y así, ¿vedá? “Bueno, ¿sabes manejar?”. “Sí”, le dije, “muy bien”. Ya, a partir de ése, ya pues teníamos como tres semanas, ¿vedá? Y trabajábamos ocho, diez horas diarias. Entonces me dice: “Sabes de que si quieres trabajar más”, dice, “vas a ayudarle al cocinero a limpiar las mesas y a lavar los platos y yo te voy a dar más horas”. Bueno. “¿Te gusta?”. Le dije: “Sí, me gusta, cómo no”, dije, “vine a hacer dinero”, le dije yo así, ¿vedá? “Muy bien”. Y ya otro día, le dice Jorge al cocinero, le dijo: “Mira, él te va a ayudar en lo que platos, limpiar mesas, piso y todo”. “Sí, cómo no”. Dijo: “¿Sabes?”, le dije: “Pues si no, aquí me enseño”, le dije, “cómo no”, le dije, “si yo lo hago también en mi casa”, le dije, “yo aseo”. Y ahí jue puro trabajar y los domingos me dice: “Me lavas mi camioneta y mi carro”. “Tá bueno”, le dije, se la lavé. Dijo: “De una vez”, dijo, “también tráete el del patrón”. Y ya me traigo el del patrón y al último hasta de la patrona y lavaba esos carros y me pagaba las ocho horas.
AR: Le iba bien.
JG: Me iba bien. Ahí me jue muy, muy bien.
AR: Y, ¿todo fue por el hecho de que él era de allí?
JG: De Guanajuato.
AR: Y quería ayudar a un paisano…
JG: Y quería ayudar a un paisano y me tocó la buena suerte.
AR: Las cosas de la vida, ¿verdad?
JG: Las cosas de la vida.
AR: Sí.
JG: Fíjate, y duré ahí, duré los, hice dos contratos, dos contratos de seis meses.
AR: Y al acabar allí, cuando ya pues se tenía que ven[ir], ¿se regresó o duró trabajando ahí como fuera?
JG: No, ya terminé el contrato y me fui.
AR: Y se regresó para atrás.
JG: Me fui para Romita otra vez.
AR: Y al regresar, ¿qué fue lo primero que hizo, invirtió en algo o les ayudó a sus papás a solventar los gastos que tenían?
JG: Todo, ése, todo ése ya desde que yo estoy aquí, porque mi papá debía $5,000 pesos, en aquel tiempo era mucho dinero. Y esa era mi ambición mía, pagarle esa deuda a mi papá, ¿vedá? Y ya cuando la acabé de pagar, por cierto que yo duré sin cortarme el pelo, no salí para nada durante tres meses, cuatro meses que duré juntando ese dinero. Y ya que junté el dinero, le dije a mi apá: “Ya paga todo eso”, y le dije: “Ora sí”, le dije, “voy a entretenerme un rato en mandarte porque no he comprado yo nada para mí”. Y dijo: “Anda ya”. Como Tijuana estaba cerquitas, el bus me cobraba, me acuerdo que $0.15 centavos el bus de ahí a Tijuana, ¿vedá? Ya llegué yo a Tijuana y pues yo sin conocer, no conocía Tijuana. En el [19]55, se imagina cómo estaba Tijuana.
AR: Sí. ¿Cómo era Tijuana?
JG: Tijuana era un pueblo, pos muy, muy, ¿cómo le diré? Sin oportunidades de nada.
AR: Era como…
JG: Ya cuando yo lo conocí…
AR: Era como un lugar de nomás llegar, irse, como un, de tránsito.
JG: No era un lugar, era una frontera, nomás que no taba, no estaba… Muy, muy pobre todo y había mucha gente que querían venir pa acá y pos, ora sí, como se dice de alambre, ¿vedá? De contrabando y muchos los echaban para juera y puro sufrir allá al otro lado, la gente. Y no había trabajo para hombres, había muchas, muchos fonditas ahí como restaurancitos, pero tenían el letrero: “Solicito mesera”, pero nunca decía: “Solicita un hombre pa trabajar”, nada de eso. Total que yo llegué, ¿vedá? Y agarré la, como estaba el puente atrás, no taba ese puente que está ahorita tampoco, tonces ya me jui, agarré toda la calle así, entonces pregunté: “Oiga, esta colonia, ¿cómo se llama?”. Dijo: “Ésta es la Libertad”, me dijo uno. “Ah caray”, y yo ya tenía en las noticias que esa Libertad era la gente muy malvada, dije: “No, pues nomás me corto el pelo y me largo de ahí, pos luego luego”, pos yo dije, ¿vedá? Entonces no, pues ya llegué con el primer barbero que encontré allí. Hijo, y como yo le digo, traía mi cabellota hasta por acá. Y luego ya me tocó el turno, dijo: “¿Qué voy a hacer contigo?”. Le dije: “Aquí, me pongo en tus manos”, le dije, “a ver qué haces conmigo”. Dijo: “Ah”, dijo, “pues, ¿sabes qué?”, dijo, “¿qué peinado quieres?”. “Pos, yo no sé”, le dije, “qué peinado”. Dice: “Pos para empezar”, dijo, “te voy a hacer un flat top cortito”. “Pos ándale pues”. No, pues después de traer el cabello, (ininteligible) chiquito, que parece que se me asienta, que me llega acá, ¿vedá?
AR: Oh, sí, sí.
JG: Entonces ya me dijo: “Ora”, dijo, “te voy a vender ésta y con ésta te peinas tu peinado”, éste que traigo ahorita, dijo: “Éste así”, dijo, “es que te queda, tienes el pelo muy rebelde”. “Bueno, pos ándale pues”. Y desde entonces nació este peinado ahí. Y ya después, ya mis amigos, que los que yo me juntaba aquí trabajando, uno se llamaba Miguel y el otro Juan. Ese Miguel era también de Guanajuato y ese Juan era de Zacatecas, siempre andábamos los tres juntos, jóvenes, de la misma edad. Ni él tomaba, ni nadien tomaba en ese tiempo cerveza ni nada. Nomás íbanos, íbanos a almorzar, nos íbanos al cine salíamos del cine, a comer y vámonos otra vez pa atrás, esa era la vida de nosotros.
AR: Tonces era trabajar y tratar de des…
JG: Distraer un poco.
AR: Divertirse uno sanamente y regresar para…
JG: Sanamente y regresar pa atrás.
AR: Tonces, ¿ustedes se consideraban todavía como hijos de familia?
JG: Sí.
AR: En el sentido de que tenía esa responsabilidad de, sea mandar o de no malgastar o no andar nomás ahí derrochando.
JG: Sí, sí. Pues en realidad yo en ese tiempo yo no, todo el tiempo que estuve, los primeros tiempos, o sea el primer contrato. Ya inclusive le dije a mi papá: “¿Sabes qué?”, le dije, “ya no trabajes”, le dije. “Yo de aquí te voy a [es]tar sosteniendo a ti y a todos mis hermanos”.
AR: Y cuando mandaba dinero, ¿cómo era la forma que usaban pa mandar dinero pa allá?
JG: Pos yo se lo daba al mayordomo ése que yo le digo. Él me traía el talón del cheque que mandaba.
AR: Oh, okay.
JG: Él me traía el talón. “Guarda ese talón”, dice, “porque por equis no llegué”, me dice, “yo con éste te reclamo tu dinero”.
AR: Y, ¿era un servicio les facilitaba a todos los que trabajaban o nomás a usted porque le tenía confianza?
JG: Pues no sabría decirle, nomás yo sí se lo daba.
AR: Usted preguntaba, o sea yo ocupo esto…
JG: Sí, no sé si, total que yo así le hacía, entonces…
AR: Y, ¿usted recibió como celos o cosas así de los trabajadores que no le tocó ese tipo de situación como usted de decir y no le ofrecían las horas o trabajaba tal turno?
JG: No.
AR: ¿No?
JG: No, porque había una buena armonía entre todos ahí. Muchos llegaban a, ya cuando salían de cenar, que yo andaba limpiando ya las mesas y todo. Acababa de lavar los platos y me ponía a limpiar las mesas, barrer o el cocinero barría o mapeaba, entre los dos hacíamos todo el trabajo. Entonces el cocinero tenía otro, otro lugar onde los amigos de él tomaban café y muchos querían tomar café, ahí iban y tomaban café. Y por ese motivo yo creo que no había nada de que dijera voy a esto porque no, no todo… Lo que sí me decían era: “Bueno, pos, y, ¿por qué eres tan barbero?”. Me decían por los carros.
AR: (risas) Sí.
JG: Le dije: “Pos ni modo, ¿qué quieres que haga?”, le dije. “A mí me pagan, yo vine a hacer dinero”.
AR: Sí.
JG: “Yo vine a hacer dinero”, le dije. Dije: “Mira”, dije, “aquí te vas a enojar”, le dije, “pero ni modo, yo los cinco carros que yo me lavo”, le dije, “ya me pagan mis ocho horas y lo hago en, vamos a suponer, en dos, tres horas”, le dije yo así. “Pos así es de que si te enojas o no te enojas, a mí me está yendo bien”, le dije, “es todo”.
AR: Y al estar usted trabajando en esa situación, ¿qué era lo difícil? ¿Era estar lejos de la familia por largo tiempo? O era como sentir, como que era basado en contrato y ojalá se le reanudaran. ¿Como qué era lo difícil de esa situación en esos tiempos?
JG: No, pos para mí no fue difícil nada, al contrario, yo me dio gusto, me dio gusto de estar haciendo algo. Le digo que quité a mi papá de trabajar, a mis hermanos que fueran a la escuela. “Vístanlos, ahí va el dinero, agarre el dinero y vístanlos y lo que puedan ahorrar, ahórrenlo”. Ese era mi mensaje que yo les daba en todas las cartas que yo les mandaba.
AR: Y, ¿las cartas y todo eso eran dirigidas a su papá o a su mamá, o a los dos?
JG: A mi mamá, mi papá, cualquiera, mi mamá no sabía leer, mi papá era el único que sabía leer, ni mi hermana tampoco sabía leer. Como le digo, la pobreza, no hubo tiempo y como jue la primera, menos. Y todo eso nació así, así pasó. Después llegaba yo allá y llegaba a trabajar. Tuve la suerte de que, o la desgracia, no sé qué sería de todas; llegaba hoy, otro día ya me estaban tocando la puerta que ahí taba el carro para trabajar. Y decía, le decía a mi apá: “Hay llegaba”. Dijo: “Fíjate que ahí [es]tá julano, quiere hablar contigo”. Dile que qué quiere. Estos no dejan dormir. Pues era bien temprano, las siete de la mañana, yo iba ¬¬¬¬(ininteligible) de aquí, que aquí todo el tiempo madrugar. Y no, pos tenían (ininteligible) también, ¿no? Se metió pa adentro. Dijo: “Ahí están las llaves del carro, soy julano de tal. A la hora que quieras levantarte, pero ahí tan las llaves”. No, pues ya me levantaba.
AR: So, siempre tenía su trabajo listo cuando llegaba.
JG: Sí, sí.
AR: Su transición no era muy difícil al llegar otra vez a su pueblo. Era normal en términos de que tenía ya su oficio y…
JG: Sí, completamente. Yo, como le digo, yo quería descansar, no me dejaban descansar.
AR: Y cuando en esa situación, ¿usted siempre anhelaba regresar para acá cuando se abriera la temporada de nuevo o cómo era para usted?
JG: Cuando había otra oportunidad yo inmediatamente para…
AR: Y, ¿cómo cuántos contratos o cómo o simplemente trabajar en los Estados Unidos? ¿Cómo fue su trayecto cuál fue lo que usted hizo? Cumplió dos, se regresó, esperó un año, dos y vino pa atrás o, ¿cómo fue eso?
JG: Vine en el [19]55, duré un año, fueron dos contratos de seis meses, ¿vedá? Y luego el [19]50 y…
AR: Y en ese tiempo, ¿recuerda cuánto le pagaban la hora?
JG: Setenta y cinco centavos la hora.
AR: Okay. Y, ¿era más o menos lo normal pa ese tiempo o era un poco alto?
JG: Pues para, no sabría decirle si era lo normal o no, porque uno llega tapado totalmente.
AR: No, ah, sí.
JG: No sabe uno nada, ¿vedá?
AR: Sí. Y hasta eso, ¿eran como justos?, ¿sí les pagaban los que decía o a veces los trataban de…?
JG: Ya en el contrato venía que iba a pagar, iba a ganar $0.75 centavos la hora.
AR: Pero sí lo cumplían.
JG: Sí.
AR: Ya después de eso, ¿cumplió otro?
JG: De ese contrato vine otra vez en el… No recuerdo perfectamente si jue en el [19]57 ó [19]58. Me vine y me tocó ahí pa el lado de Texas. En Texas anduve, anduve limpiando algodón.
AR: Eso es difícil.
JG: Limpiando algodón y piscando algodón.
AR: Está difícil.
JG: Se pican todos los… dedos, las yemas de los dedos.
AR: Y como, esa situación cuando trabajas en algodón, ¿cuál es la carrilla de ese trabajo?, ¿como qué es que te piden tales libras en poco tiempo o cómo?
JG: No, es que todo es contrato, por contrato. Le pagaban a uno a como era, venía siendo el quintal a $2 pesos quintal, algo así, ¿vedá? Entonces ahí ganaba uno, no mucho, pero pos unos $12, $12, $15 dólares, yo creo entonces.
AR: Y como manías que agarraban pa poder trabar, trabajar eso.
JG: Sí, trabajar más, más rápido.
AR: ¿Como qué era lo que hacían?, ¿se vendaban las manos o qué?
JG: No, ya con el tiempo ya los dedos se hacen callosos, ya no le hacen nada a los…
AR: Como que crean tolerancia.
JG: Ya agarra uno más práctica también y todo eso, ¿me entiende? Y de ahí…
AR: Pero la situación, como supongamos, cuando trabajó en Chula Vista y ya trabajó en Texas, ¿se acuerda cómo se llamaba el lugar en Texas que trabajó?
JG: La Esperanza.
AR: La Esperanza, okay. Y, ¿en esos dos sitios era diferente la cultura que se manejaba, como términos del trato que le daban al mexicano inmigrante?
JG: Mucho muy diferente.
AR: ¿Cuáles eran las diferencias que recuerda?
JG: La diferiencia de acá en Texas, en Texas pos te exigían más que trabajaras más, porque había veces que el trabajo no servía, por ejemplo algodón malo, malo y…
AR: ¿Cuál era el malo? El que no podían…
JG: Que no, que no había mucho, que estaban las matitas muy chiquitas y llega uno arrastrando la saca y no levantaba uno nada. Y pues no daban ganas de trabajar. Y cuando taba el algodón grande, pos…
AR: Sí rendía.
JG: Daba gusto ir a trabajar. Ése era lo que… y luego decía el troquero, dice: “Ponte a trabajar”. “No”, le digo, “pues, ¿a qué voy?”, le dije. “Nomás voy a pasearme, no traigo nada, no tiene chiste”, decía yo así. “Y cuando hay”, le dije, “cuando hay sí me da gusto trabajar”, le dije. “Pues del otro modo”, le dije, “así no, no”, le dije. Y me decían que pues, que nomás era de que oportunidades nomás. “Bueno”, le dije, “a eso vine”, le dije, “yo no voy a matarme”, le dije, “por nada”, le dije, “no”. Y ésa era la diferiencia así ya bien.
AR: Y en términos como las dos situaciones, usted se sentía que como trabajadores contratados, ¿los aislaban de la gente que vivía ahí? Como decir: “Ésa es nuestra comunidad”.
JG: Sí.
AR: ¿Sí había ese tipo de distanciamiento?
JG: Sí, había lugares, había lugares donde tenían braceros y tenían locales que les decían, ¿vedá? Los locales no, se paraban platicando y puro azadón grande y nada de fatigados. Y a nosotros no, nos traían a trabaje y trabaje.
AR: Entonces sí había una diferencia.
JG: Mucha, mucha diferiencia y sobre todo ellos ganaban mucho más que nosotros.
AR: Entonces como, usted cuando regresaba a su pueblo y pues regresaba con su dinerito o con la habilidad o la voluntad de querer ayudar a su familia, ¿a usted lo recibían diferente en su pueblo?, ¿cómo lo percibían? Como una persona con experiencia de Estados Unidos o era algo que era muy like, lo tomaban como normal. Como era lo que…
JG: No, no, todo el mundo le tenía envidia a uno cuando uno llegaba. Llego con una camiseta nueva, un pantalón nuevo, zapatos nuevos, sombrero, todo, ¿vedá? Y los que tenían dinero, le decían a uno: “Nomás te tengo miedo que vienes llegando, al rato se te acabe el dinero, va a ser igual”. “Pues sí”, les decía yo así. Pero sí, sí había envidia. Había, ora ya no.
AR: Ya, ahora ya es más como, como más normal, más…
JG: No ya, ahora ya no. Ya yo creo que la gente ya que está allá tiene más dinero que no, uno tiene.
AR: O sea otra vida, otra forma.
JG: Sí, otra vida ya muy diferente.
AR: Siempre como que uno piensa, yo cuando he regresado, como que se da uno a decir, mejor viven más tranquilos o como, aunque sí tengan la presión. Pero como que se siente un poco menos y aquí como que siempre parece que está todo muy acelerado, como que la gente siempre está bajo el reloj.
JG: Exactamente.
AR: Like, es otra forma.
JG: Ey, así es como el que vive en un pueblo pequeño y después un pueblo grande, ¿vedá? En un pueblo anda más rápido y en uno chiquito más tranquilo, más todo.
AR: Y como esas situaciones cuando usted está, pues está joven todavía, está ayudando a su familia, ya cumplido en California, en Texas, ¿usted dónde se visualizaba estableciéndose? Todavía regresar a México, intentar ahí o tratar de forjar algo en los Estados Unidos.
JG: En los Estados Unidos.
AR: En los Estados Unidos.
JG: Sí. Ya cuando esto se acabó, de los braceros, el [19]64, ya yo duré un tiempo sin venir. Y pos ya del [19]64 al [19]66, en el [19]66, ya dos años había, ya taba enfadado y ese año me casé, el [19]66.
AR: ¿Qué, se acuerda la edad que tenía cuando se casó?
JG: Treinta y un años me parece.
AR: Oh, ya grande, sí, sí.
JG: Tonces ya que me casé, le dije a mi esposa: “¿Sabes qué?”, le dije, “yo voy a dar una vuelta a California”.
AR: Y, ¿cuál es el nombre de su esposa?
JG: Consuelo. Consuelo Pérez.
AR: Y, ¿es de su pueblo o la conoció…?
JG: Vive ahí mismo.
AR: Okay.
JG: Sí, vive ahí mismo.
AR: Y, ¿fueron novios mucho tiempo o pronto se casaron?, ¿cómo fue eso?
JG: Pues hubo un noviazgo como de tres, cuatro años yo creo.
AR: Oh, algo larguito.
JG: Sí.
AR: Y ya cuando decidieron casarse, su mentalidad era tratar de forjar como una forma de… o seguir con lo que hacía ahí y tratar de mantenerla así o era más bien ya casado, “ya siento como que es mejor los Estados Unidos”.
JG: Bueno…
AR: ¿Cuál fue su decisión?
JG: La situación era de siempre, yo esperaba por Estados Unidos. Me gustó mucho desde que vine.
AR: Y, ¿le gustaba mucho por el hecho de que tenía más potencial de ganar lo que era justo?
JG: Lo que era justo y…
AR: También el ritmo de vida antes, ¿qué era lo que le gustaba?
JG: Pos principalmente para, para prosperar un poco y del ritmo de vida, pos es más bonito allá que ni aquí, ¿vedá? Pero económicamente.
AR: Lo miraba como un sacrificio que valía la pena.
JG: Valía la pena estar aquí. Allá en aquellos tiempos nadien que tuviera un[a] hielera, nadien tuviera una estufa, ¿vedá? Ora como le digo, ya es diferente, pero para de aquellos tiempos, no. Entonces ya que me casé, me vine el [19]66, aquí estuve, [19]66, [19]67 y [19]68 y [19]69.
AR: Se acuerda del lugar. ¿Cuál fue el lugar al que llegó?
JG: Aquí a Los Ángeles.
AR: En Los Ángeles.
JG: Aquí en Los Ángeles.
AR: Y cuando se vino a Los Ángeles en ese tiempo, ¿empezó a vivir con puros señores o empezó como…?
JG: Puros amigos, llegamos a vivir hasta doce en un mismo lugar.
AR: Y, ¿qué área de Los Ángeles se concentraron?
JG: Yo llegué aquí para el este de Los Ángeles.
AR: Oh.
JG: Por la Olympic, ahí llegué yo. Olympic y la Valebeach(?).
AR: Y todos que llegaban como usted, con los que compartió cuarto o ese apartamento, todos se encontraban en una situación similar, ¿de que eran hombres casados o solteros?
JG: Similar a todos, ey. No, solteros y casados. Solteros y casados.
AR: Y, ¿su meta era tratar de juntar lo suficiente pa poder mudarse o juntar para mandar y regresar?, ¿cuál era su…?
JG: Pues no, no, tratar de juntar y mandarles a la familia, ¿vedá? Todo el tiempo. Y luego vino el momento en el que, donde yo estaba trabajando…
AR: Y, ¿dónde empezó a trabajar o dónde…?
JG: Yo trabajé en un lugar onde, aquí por la San Pedro y Olympic.
AR: Okay.
JG: Ahí onde hacían lámparas de tubo, de pipa.
AR: Oh, las pro[ducían], las manufacturaban.
JG: Sí y ahí los, ahí las…
AR: ¿Se acuerda del nombre del lugar?
JG: Se llamaba Casan Company.
AR: Okay.
JG: Entonces ahí, el mayordomo era un señor chaparrito también y el mayordomo mío era también de allá del pueblo, igual, que me tocó trabajar ahí, ¿eh? Entonces cuando llegué ahí, él me enseñó a andar en ese departamento, me puso con él, nomás taba él solo y ya dice el mayordomo general, dijo: “Pues ayúdele al maistro Rudy”. “Sí”, ya me puso ahí a trabajar doblando pipas, todo eso. Y sinceramente yo como tengo poco estudio, yo no conocía pa medir, ¿vedá? Él me tuvo que enseñar. Y toca el accidente que se cae, andaba él componiendo algo en el techo y se cae la escalera y se…
AR: Se lesiona.
JG: Se muela este brazo y dice el mayordomo: “Y ora, ¿qué vamos hacer sin maistro?”. Dijo: “Ora usted va a ser”. “No”, dije, “¿yo qué sé?”. Dijo: “Yo lo voy a enseñar”. “Ah, bueno”. Ya le dije: “Mire, principal de cuentas, estas medidas”. Y ya todos, había muchos del pueblo ahí, se burlaban de mí porque yo no conocía la cinta. Dijo: “¿Cómo puedes llegar a mayordomo a ser?”, dijo, “si es puras medidas”. “Pues es lo que le dije, pero ahí me tiene”. Pero ya me había enseñado el señor y hasta eso, pos no porque yo lo diga, ¿vedá? Pero le aprendí pronto a la cinta. Y aprendí a hacer el trabajo, todo muy bien, digo magnífico todo, todo muy bien. Y de ahí jue, le nació al señor este, dijo: “¿Sabes de qué?”, dijo, porque llegó una vez La Migración allá enfrente y se llevó mucha gente. Tonces me dice: “Ven”, y fui. “Métete a mi oficina, no salgas hasta que yo venga, hasta que te diga yo soy julano, abre; y si no, no abras”. “Tá bueno”. Ya me metí, todo encerrado en la oficina de él ahí. Eso fue como a las once de la mañana, a las tres miraba yo el reloj y: “Ah, ¿pues a qué horas irá a venir este hombre?”.
AR: Desesperación, ¿no?
JG: Yo desesperado. No, llegó a las cuatro. Ya abrió, tocó: “Yo soy”, ah, ya le abrí. Dice: “Siéntate”, dice, “quiero saber, ¿tienes papeles o no tienes?”. “Sí”, le dije, “¿cómo no?”. Le saqué unos dólares, ¿vedá? “No”, me dice, “esos de banco, no”. “No”, le digo, “pues dígame cuales o nos vacilamos”, dije. Le dije: “Dígame de cuál pues”. “No”, dijo, “¿tienes papeles para estar aquí en Estados Unidos?”. Le dije: “No, no, no tengo”. Si me dice que hasta aquí él, pues ni modo. “No, no, no, no”, dijo, “te pregunto”, dice, “porque no quiero perderte”. Dice: “Me gustó como, me gusta como trabajas y como eres”. Dice: “Hazme un favor”. “¿A ver?”. “Toma esta tarjeta”, dijo, “¿conoces Los Ángeles?”. “Sí, sí”, le dije, “conozco”. Dijo: “Te vas en la Cuatro y la Main”, dijo, “ahí tá un edificio, ahí te subes al tercer piso y esta tarjeta es de ese hombre y se la das y él te va a pedir unas preguntas, si tú le contestas bien, él me va a avisar a mí”. “Tá bueno”. Ya fui. “¿Poncho mi tarjeta?”. “No, no”, dijo, “vete”. Ya, me vine y caminando hasta allá. Ya llegué ahí, ya me dice la secretaria: “¿Usted es julano de tal?”. “Sí”. Dijo: “Un momentito, está con alguien allá adentro”. No, pues ya salió la persona que estaba ahí. “Ora sí”, dice, “pásele”. Ya le pasé. “¿Tú eres fulano de tal?”. Le dije: “Yo soy”. Dice: “Te voy a hacer unas preguntas. ¿Sabes a qué veniste?”. Le dije: “No, no”, le dije, “no sé a que vine”. Dice: “Tu mayordomo, tu patrón”, dijo, “quiere emigrarte, ¿quieres emigrar?”. “Sí, ¿cómo no?”. “Muy bien, ¿cómo te llamas?”. “Fulano de tal”. “¿Cuándo naciste?”. “Pues tanto”. “¿Eres casado?”. Le dije: “Sí”. “¿Tienes familia?”. “Pues sí”, dije, “sí, una niña”. “Muy bien. Tu nombre”. Y ya todos los nombres, ¿vedá? Ya dijo: “Deja hablar”, dice: “¿Quieres venirte tú solo o quieres traerte a la familia?”. “No”, le dije, “yo solo”, dije así, ¿vedá? Dijo: “Bueno, deja venir tantito”, y salió, fue a hablar con el mayordomo y ya le preguntó, que yo quería venir solo, dice él: “Dice tu patrón que quiere hablar contigo”. Digo: “¿Qué pasó?”. Dice: “¿Por qué no emigras a tu esposa también?”. Le dije: “Oiga”, le dije, “y, ¿a ella pa qué la quiero aquí?”, dije yo así, ¿vedá? Dijo: “Mira, por principio de cuenta”, dijo, “yo no quiero que si arreglas”, dijo, “mi esposa me dijo lo mismo”, dijo, “que si arreglas, con todo y familia, solo no, porque, ¿qué tal si pierdes la familia allá y resultas culpable?”, dijo. “Y, ¿ése es todo el pleito?”. “Sí”. “No”, dijo, “entonces sí. Bueno, pues si no se puede de otro modo, tá bien, que intente, que ella también y tu niña”. “Tá bien”. Okay, ya llenó los papeles. “Listo”, dijo, “ya”. Ahí dejé esto y con el tiempo…
AR: Tonces no le pidieron como documentación, como acta de matrimonio y cosas así.
JG: No, todavía no, eso fue nomás, yo creo pa hacer la petición yo pienso, ¿vedá? Y ya…
AR: ¿Usted cómo le comunicó a su esposa el hecho de que ya…?
JG: No, no le dije todavía nada. “No”, dije, “mejor no”.
AR: No la quería alborotar.
JG: La voy a, la voy a…
AR: Alborotar.
JG: A desinquietar y a la última no, no hay nada, pues no. Hasta que no llegue el día que, entonces. No, pues ya que me dijo él, me mandó llamar el licenciado y ya fui, tuve una entrevista y ya fui, dijo: “Mira”, dijo, “ya parece que vamos bien, vamos bien”. Dijo: “Ya empezamos, ya metí los documentos y ya nomás falta que me aprueben unos de aquí de tu patrón y te voy a pedir qué papeles vamos a necesitar”. “Tá bueno”. Dijo: “No sé”, dijo, “yo, posiblemente en esta semana o la que entre voy a tener respuesta”. “No, pues tá bien”. No, sí, a la siguiente semana ya me mandó a llamar y ya vine y ya me dio la lista que necesitaba y entonces sí, dije: “Ora sí, ya”. Ya mandé la carta pa allá y mandé la lista y me dijo el abogado, dijo: “Lo más pronto que se pueda hacer”. “Bueno pues, está bueno”. Y ya, me mandaron todo y ya vine y se lo llevé ahí, dijo: “Ya estamos listos”, dijo. “Vas a salir pa tal fecha”. “Tá bueno”. “¿Estás preparado?”. “Pues sí”, le dije, “ya sé”. Yo ya había, ya tenía poquito dinero y con lo que ya me dijo, me jui preparando más y más y más. Y total, llegó el día y me fui, me fui pa allá pa ir a la Ciudad de México a llevar los papeles, pero llego allá y entonces no me aceptaron la acta de nacimiento, ni la mía ni de mi esposa del pueblo de ahí. Tenía que ser de la cabecera del estado y como pa desgracia andaba, se andaba moviendo de un edificio a otro. Tonces cuando yo llego allá y fui a Guanajuato y que (ininteligible), dije: “No hubo nada”. Ya llegué yo allá: “¿Quién es el encargado de aquí?”. “El señor tal”, ya fui, ya le di el papel. “Mire, vengo de parte de este pueblo ahí”. Dice: “Lo siento mucho”, dice, “pero no puedo atenderte de momento, esto va a durar como un mes o más”. ¡Híjole! Y yo esperé a una de las secretarias de él ahí afuera y le hablé cuando salió. Tuve que esperar yo allá como de las once hasta las dos de la tarde allá afuera, ya salió la señorita ya agarró el camión y yo me subo con ella y le hablé: “Oiga, sabe que, que yo, ¿me conoce que fui ahí?”. Dijo: “Sí, sí”, dijo, “me acuerdo de usted”. Dije: “Oiga”, le dije, “no me hiciera un favor grande”, le dije, “porque no por nada”, le dije, “pero es que me están exigiendo estos papeles para emigrar aquí a Estados Unidos. No quiero perder la oportunidad, hombre”, le dije yo así. “Búsquemela y no me doy por mal servido, pídame lo que me pida”, le dije, “yo se lo hago”. “No”, dijo, “desgraciadamente no puedo”, dijo, “no puedo”, dijo, “no puedo. Pa saber en qué, si yo supiera que estaba en tal caja”, dijo, “ahí, pero no puedo, va a tener que esperar y no hay otra”, dice. “Bueno, pos ni modo”, le dije, “gracias”. Entonces el que estaba de presidente en ese tiempo era muy amigo mío y ya me dijo: “Oye, ¿qué?, ¿ya arreglaste?”. “No”, le dije, “fíjate que tengo un problema”. “¿Cuál? Aquí no hay problemas en México”. “¿Sabes qué?, que sí”, le digo así. Le digo: “Sabes que no me aceptaron las actas de nacimiento de aquí del municipio”, le dije, “las que hagan en la cabeza del estado. Y yo fui ayer y no hay nada”. Dijo: “¡Ah caramba! Se andan moviendo, sí”, dijo. “Ya vez”, le dije, “por eso te digo”. “Pero no te apures, como quiera vamos mañana, a quien quita, yo voy a ir contigo, yo te llevo”. Dijo: “Aquí te espero a las dos de la mañana para ir”. “Tá bueno”, llegué: “¿Vámonos?”. “Vámonos”. Ya llegamos allá y como él era suplente de diputado allá en Guanajuato también. “¿Qué pasó mi suplente?”, el jefe de ahí. Dijo: “Qué milagro que nos visita”. Le dijo: “No, no que visite, es que tengo un trabajador mío que anda en este anda este problema”. “Oh”, dijo, “ayer vino”, dijo, “ay, diputado discúlpame”, dice, “pero no se puede hacer nada, discúlpame, no te imaginas. Yo se lo dije que, pero no… dijo: “Lo único que puedo hacer”, dijo, “voy a hacerle, pero no te lo prometo en ocho, quince días, no. Si se lo puedo hacer, qué bueno”, dice, “pero si no, pero voy a hacer lo más pronto que se pueda”. Y con eso. Pos yo tuve que ir a México, a decirles que se andaban cambiando y que no me lo podían abrir. Y ya me dice la cónsul: “Está bien”, dice, “conforme lo tengas te vienes con todos los documentos. ¿Ya tienes todo?”. “Sí”, le dije, “pues lo que me pidieron nomás”. Dice: “Mira”, dijo, “qué bueno que viniste”, dice, “porque de aquí hay unas cosas”, dijo, “que yo necesito huellas de ti de Los Ángeles y aquí es donde estaba pensando cómo le voy hacer”. Dice: “¿Tienes a alguien allá, un amigo, un familiar que te lo pueda sacar?”. Dije: “Sí, sí tengo, tengo un amigo”, le dije que uno de Texas que vivimos juntos, nos llevábamos muy bien, inclusive me debía un dinero y no me lo dio porque no lo tenía, dije: “Yo le llamo”, le dije, “y que me las mande”. Dijo: “Pos qué bueno”, dijo, “que tengas esa solución”. Dice: “Ojalá y que en unas dos semanas o tres”, dijo, “que te las mande. Mientras te doy una papeleta”. “Tá bien”, dije. “Pero no dejes de hablarle ahora”. “No”, dije, “yo le llamo”. No, sí, ya vine yo acá y ya le llamé. “Sí”, dijo, “yo voy y te las voy a sacar del dinero que te debo y después te rebajo”. “Ándale, pues”. Y ya, sí, gracias a Dios me lo mandó pronto, antes me llegaron las huellas antes de que me dieron…
AR: Lo de las actas…
JG: Las actas allá. Y ya me dieron las actas y me fui a México y ya, listo, se arregló todo.
AR: Y, ¿su esposa estaba a favor de legalizarse?
JG: Sí, pues tenía muchas ganas de venir también ella.
AR: ¿Cuántos años duraron como, supongamos, viviendo así en diferentes países al estar casados?
JG: O sea nomás en el pueblo de Romita y de allí a aquí.
AR: So, nomás como una cuestión de un año o dos años.
JG: No, más, pues.
AR: ¿Más?
JG: Hasta el [19]85.
AR: Mucho tiempo.
JG: [Mil novecientos] noventa y cinco. Hasta el [19]95. No, no… [19]85… Sí, por ahí, como hasta el [19]85, [19]88, por ahí, sí.
AR: Y en términos de la comunicación entre ustedes, ¿era a través de carta antes de que se pudiera legalizar ella?
JG: Sí.
AR: Sí. Y, ¿pero ya tenían hijos pa ese entonces, cuando legalizaron?
JG: Sí.
AR: ¿Cuántos hijos tenían?
JG: Una nomás, el otro ya nació aquí y los otros ya nacieron aquí.
AR: Okay. Y cuando hicieron esa transición, ¿se quedaron en Los Ángeles trabajando con el mismo patrón usted que lo legalizó?
JG: Sí, yo otra vez, yo llegué con el patrón mismo.
AR: ¿Cómo cuántos años duró en ese empleo?
JG: Ya no me quiso.
AR: Oh. (risas)
JG: Es que pasó esto. Como, cuando yo me fui, cuando yo me fui de aquí a arreglar, ya tenía yo vacaciones que me debieron de haber pagado, ¿vedá? Y me dice, pues le dije: “Oiga”, le dije, “pues deme el cheque de vacaciones”. “No”, dijo, “cuando vengas, éste te sirve pa cuando llegues aquí ya tienes dinero”. “Ah”, le digo, “pues también tiene razón”, dije, “es cierto”. Dijo: “Conforme llegues aquí, vienes y me avisas, ya va [es]tar tu dinero”. “Tá bueno”. No, pues ya cuando me fui y que ya vine, yo me acuerdo, llegué un jueves y vine y luego a verlo. Llegué aquí como a las seis de la mañana, siete de la mañana y como a las doce vine de aquí y luego hablé con él y con todos los amigos y le dije: “Ya [es]toy listo”, le dije, “¿me dejas trabajar?”. “No”, dijo, “descansa, el lunes empiezas”. “Ah, tá bueno”, le dije, “y, ¿mi cheque?”. “El lunes hablamos”. “Tá bueno”. El lunes ya vine ya con todo, preparado pa trabajar, trabajé y todo y yo esperando el cheque, ¿vedá? Y me dice: “¿Sabes qué? El patrón como que se está poniendo difícil”. “Ay, ¿por qué?”, le dije yo así. Dijo: “No quiere pagarte las vacaciones porque el tiempo que te fuiste, que ya perdiste la señoría y que ya no vas a ganar lo mismo que antes”. Dijo: “Así es de que pos, me estoy peleando con él ahorita”. “No”, le dije, “no se pelee, porque si no, voy a perder el trabajo”. “No”, dijo, “yo trabajo tengo mucho”, me dice, “no te apures”. Y pues yo seguí trabajando. Y un día llega y me dice: “¿Sabes qué? No te va a pagar las vacaciones, pero se las vamos a cobrar de otro modo. Mañana llegas y ponchas tu tarjeta, te pones a trabajar un rato y me haces el favor que te vas a buscar trabajo. Pero no quiero, no quiero que me llegues y me dices, ya agarré un trabajo de $3 dólares, no”, dijo, “ya se acabó el tiempo de $3 dólares pa ti. Ahora de $4 en delante, de $4 pa arriba, ya $3.50, ni $3.50 quiero. Así es de que vete a buscar. No, no te apures porque de todos modos aquí va a estar la tarjeta trabajando por ti. El tiempo que dures, cuando tengas tiempo ya así, te vienes para taparle el ojo un rato a él”. Bien, y así me iba y ya dije, ya empezaron a hablar ya los compañeros, ahí sí ya empezaron a hablar que julano nomás llega y se va y que viene cuando él quiere y que abre cuando él quiere y cierra cuando él quiere. Porque en veces me daba las llaves él, ¿vedá? Abría a las cinco de la mañana y ya abría yo y cerraba la puerta y me iba a poner a trabajar. Y ya cuando él llegaba, pos ya me miraban ahí trabajando y se iban y yo me quedaba. Había veces que: “Me terminas ese trabajo, hasta que no lo acabes, te vas”. Él lo hacía pa darme más horas, ¿vedá? Y él me decía, dijo: “Ya cuando ellos se vayan, ya no trabajes, estate sentado ahí leyendo el periódico, lo que… y cuando vengas, ya cuando ya toquen que abras, te pones a trabajar. Lo que quiero es que corra el tiempo pa ti. Eso es lo que le vamos a cobrar de las vacaciones”. “Pos tá bueno pues”. Y así pasó, duré como un mes, yo creo.
AR: Siempre.
JG: Ya me encontré un trabajo de $4.25. No, de $4.50.
AR: ¿En lo mismo o en otra?
JG: No, en una compañía que se llama Norris Industrial, ahí trabajé ahí…
AR: ¿Se acuerda dónde estaba localizada?
JG: Está por la Soto y la [calle] Cincuenta y cuatro.
AR: Y, ¿también era de manufacturar productos?
JG: No, ahí hacíamos, ahí se hacían de este, en ese tiempo se hacían rines para carro, se hacían lavamanos y principalmente casquillos para la guerra. Casquillos de todos tamaños, el más chiquito era así, el puro casquillo y lo más grande, más alto que esto.
AR: Tonces ya que encontró ese empleo, que ya era un, pues a una cuota de paga más alta, ¿ya es cuando dejó ese trabajo por otro?
JG: Y ya vine y le dije a él y hasta él me llenó la aplicación y todo y ahí tenía ya cuánto se iba a ganar. Dijo: “Muy bien”, dijo, “ése es buen trabajo, consérvalo y así como trabajas tú”, dijo, “yo sé que lo vas a conservar”. Y ya, pos ahí duré catorce años trabajando.
AR: Tonces para usted, en términos de todas estas transiciones que vivió, ¿cuál fue como su anhelo más grande? Por decir: “Lograr tener mi propia casa, lograr tener a mi familia en un lugar”. ¿Cuál fue lo que más anhelaba? ¿Qué era lo que lo motivaba? Porque todo esto se oye como mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho sacrificio, mucho estar negociando y luego un montón de diferentes formas de tratar de avanzar, ¿cómo…?
JG: Pos fíjese que ahí gané muy buen dinero y nomás que desgraciadamente no he hablado de mi esposa, ¿vedá? Pero desgraciadamente así fue. Yo traté de comprar una casa y me dijo mi esposa: “No, yo”, dijo, “espérate, mira aquí estamos poquita renta”. En esa casa cuando yo llegué, que la traje ahí, yo llegué, empecé pagando $60 dólares por mes.
AR: ¿Se acuerda dónde estaba localizada la casa?
JG: Estaba por la por la Tempor y la Sware. Ahí estaba la casa esa. Entonces ahí duramos muchos años, entonces de allí, dijo…
AR: ¿Se la rentaban a una familia mexicana o americana?
JG: Eran dos casas, o sea tres casas, una abajo, dos arriba y yo vivía atrás, en la parte de atrás en esa propiedad. Entonces de allí, yo como le digo, yo ganaba más o menos bien y se juntó algún dinerito, le dije a mi mujer, le dije: “Vamos a comprar una casa”. “¿Pa qué ahorita?”, dijo, “si estamos pagando poquita renta”. “Pos no le hace”. “No”, dijo, “estamos mal”. Pos total, me convenció. Entonces agarré un carro nuevo y luego agarré otro y ahí paré ya. Entonces todavía junté dinero, quise comprar otra vez casa y: “No, que espérate”. Le dije: “Entonces vamos a San Romita”, le dije, “y en el terreno que tenemos allá, de que tengo allá”, le dije, “pues vamos a hacer una casa”. Dice: “¿Para qué hacemos allá?”. Dijo: “Otros la van gozar, nosotros aquí. Pa cuando vayamos, no”, dijo: “sabrá Dios si volvamos, no”, dijo, “espérate”. Ahí se descompuso y no se agarró casa. Y a poquito, es feo decirlo, pero es la verdad de las cosas, yo tenía como unos $28,000, $30,000 dólares juntos y con la esperanza de ver la casa, le estoy hablando allá del [19]80. Y no se hizo nada, ya empezaron a crecer más los muchachos y ya se pusieron a estudiar y a gastar más dinero y a la última ese dinero yo no supe qué se hizo. Ahí tuve dificultades con mi esposa yo por ese dinero que yo no sé. Una vez, no me acuerdo en qué año fue cuando estaba, que daban muchos intereses en el banco en México, le dije: “¿Sabes qué?”, le dije. Me dijo ella: “¿Sabes qué?”, dijo, “tá una sobrina, que si no la llevas a Tijuana, ya se va a ir para allá”. Le dije: “Si no trabajo el sábado”, le dije, “la llevo y si no, pues si trabajo el sábado”, le dije, “la traigo el domingo y si no trabajo, pues la llevamos el sábado”. Le dije: “Sirve de que agarras, sacas todo el dinero”, le dije, “para llevarlo y meterlo allá al banco que nos dé más intereses, aquí no da nada”, le dije yo así. “Pero no lo sacas todo, le dejas más o menos unos $100, $200 dólares, eso vas a dejar”. “Pos tá bueno”. No, pos ya fuimos, no trabajaba el sábado, fuimos a Tijuana, dejamos a la sobrina de ella, le dije: “Ora sí”, le dije, “dame el dinero para meterlo al banco”. Me va saliendo con $300 dólares. “Oye”, le dije, “¿cómo es posible?”. Dijo: “Pues eso es lo que hay. Lo sacarías tú”. Le dije: “Si yo lo hubiera sacado, ¿por qué taba diciendo que tú lo sacaras?”. No, sentí yo mucho coraje. Mucho, mucho coraje. “Okay”, le digo, “vámonos”. Ya, tonces ya llegamos a donde estaban los muchachos en el estacionamiento, dijeron ellos: “Vamos a que nos lleves a almorzar”. “Sí, vamos”. Ya fuimos, ya almorzamos, nos fuimos, le dije: “¿Quieres llevar algo de aquí?”. “Sí”. Ya la llevé a un mercadito y ahí compró todo, ya echó en la camioneta, nos fuimos. Tonces el lunes yo trabajaba en la tarde, el lunes le dije: “¿Sabes qué?, le dije, “vamos a la marqueta a traer más comida”. “No, ya trajimos”. Le dije: “Pero no compramos carne”. Yo quería llevarla al banco. En el banco, tá la calle, tá por toda la Sunset, aquí tá el banco y enfrente taba la marqueta. Tonces me metí a la marqueta y me fui caminando y de ahí nos metimos al banco. Ya se arrimaron unos señores, dijo: “¿En qué le puedo servir?”. Le dije: “Me hace el favor de, quiero sacar unos $500 dólares”, le dije yo así. En aquel tiempo todo taba en un libro, donde uno metía el dinero, ¿vedá? Y ya le dí el libro, ya fue. “Ay, señor”, dijo, “lo siento mucho”, dice, “pero no tiene esa cantidad de dinero”. “¿Cómo? ¿Cómo que no tengo esa cantidad?”. “Mire, sí”, dijo, “aquí estoy mirando”, dice, “que tiene mucho dinero, pero”. Ya saqué mi cartera: “A ver de la tarjeta, cheque la mía”, dije, “a ver qué pasa”. “No”, dijo, “de aquí no salió nada”. Le dije: “A ver, dale la tuya”. Ya se la dio, dijo: “De esta tarjeta salió todo el dinero”. Dije: “Ya ves, ¿no dices que no?”. “Gracias señor”. Ya le dio su tarjeta y nos fuimos. Le dije: “Ya ves, ¿qué le hiciste al dinero?”. “No, pues que yo no sé”. “¡Bah!, ¿cómo que yo no sé?”, le dije. “Entonces quién sabe. Ya te dijeron ahí a ti misma que de tu tarjeta salió”. Y hasta la fecha no supe qué se hizo de ese dinero.
AR: Las situaciones muy difíciles de, porque como es, como labor de muchos años, entiende, para poder, que pasó…
JG: Me dio, sentí mucho coraje y mucho sentimiento y ya de ahí no fui yo feliz con mi mujer.
AR: Y ya como situación familiar, ¿siguen juntos o ya están?
JG: No, ya estamos separados, yo ya vivo con otra familia.
AR Entonces como para usted, en término de sus transiciones y como ya ahorita vive en los Estados Unidos, ¿ahorita a qué se dedica o ya se retiró?
JG: Ya estoy retirado.
AR: Ya está retirado.
JG: Ya, ya tengo cinco años de retirado.
AR: Y sus hijos de usted, ¿ellos se educaron aquí o trabajaron?
JG: Sí, tengo una hija con mi matrimonio, un hijo que es ingeniero.
AR: Oh, felicidades.
JG: Y tengo una, la más chica es psicóloga.
AR: Oh, felicidades, qué bueno.
JG: Sí. Y las dos mayores, nomás tuvieron la high school y ya no estudiaron, no quisieron, no estudiaron.
AR: Y usted, a través de su vida, ¿qué piensa que fue la mejor herencia que les pudo dar a sus hijos en términos de valores?
JG: Pues es la mejor herencia que les, como yo les explicaba a ellos: “Póngase a estudiar porque herencia, dinero no hay”. Pues pa que, ¿eh? “Póngase a estudiar y esa va a ser su herencia”. ¿Qué mejor herencia?, que nunca se la van a acabar en toda su vida, le digo yo.
AR: Sí, sí. Y en cuestión migratoria, como para usted que ha trabajado como contratado, ha trabajado, ya sabe lo que es ser indocumentado, ya sabe lo que es tratar de legalizarse, ya legalizado enfrentar otro tipo de negociación: “Este trabajo me conviene, este no, ahorro tanto, lo invierto en esto”, ¿cuál ha sido para usted lo más, como de toda su experiencia, qué es lo que recuerda más?, o, ¿qué es lo que dice: “Esto sí era difícil, aquí es cuando ya me empecé a acomodar, se puso más bien la cosa?”. Cuál fue la situación como ahora ya, usted ya, como cuando hace un recuento de su vida, ¿cuál fue la faceta más difícil de todas esas que vivió?
JG: Pues la faceta más difícil fue esta yo creo. (risas)
AR: Sí.
JG: Hijo, ésta más, la más difícil fue ésta. Todo, todo pa atrás, estuvo muy bien mi vida. Como le digo yo, cuando ya trabajé allá ganando $5 pesos, $6 pesos diarios, después entraba en los carros a ganar $100 pesos diarios, fue un cambio muy grande, ¿vedá? Y por eso yo me di el lujo de sostener a mis padres, a mis hermanos, a hacerles sombras; ese fue mi mayor satisfacción, ¿vedá?
AR: Y, ¿su relación con ellos ora que va pa atrás o que…?
JG: Pues fíjese que no tá muy buena, no tá muy buena. Me acuerdo esa palabra ahorita, me acuerdo de un amigo que me decía: “[Es]tás criando cuervos pa que te saquen los ojos”. “Tás loco, hombre”, le decía yo, “tás loco”. Dijo: “Mírame a mí”. A él le pasó lo mismo. “No”, le dije, “pero los tuyos porque son esto, son lo otro”. Le dije: “Los míos no, no”, le dije, “son muy, hasta la fecha”, le dije, “me obedecen más que a su papá”. “Sí”, dijo, “porque tú los mantienes, tú los vistes, tú todo, tú les, tú en la escuela, todo, todo, todo”. Dice: “Te apuesto que a tu papá no le tienen el miedo o el respeto que te tienen a ti”. Le digo: “Pues por ese lado”, le dije, “tienes razón porque mi padre es muy buena gente”, le dije, “nunca les dice nada”. Y efectivamente, el único que más estudio tuvo es maestro ahorita, ¿vedá? Y pues gracias a Dios, también tiene todos sus hijos, ya son profesionistas también. Pero como él conmigo, casi no me quiere, no me quiere. Cuando yo fui en el [19]66, fui para allá y tengo una hermana en Veracruz e iba yo con mi familia, ¿vedá? Y le dije a mi apá, a mi amá, a mi hermana, le dije: “¿Por qué no vamos a ver a Miguel, mamá?”. “No, hijo, yo no, me canso mucho”. Dijo mi hermana: “Yo tampoco voy”. Dice mi apá, dijo: “Yo sí voy”. “Bueno, pos ándele pues”. Me llevé a mi familia y a mi apá y nos fuimos y ya pues ahí anduvimos con él allá. Y cuando vine, me dice mi hermana, mi hermana yo creo que al último se arrepintió de haberme dicho, dice: “¿Sabes qué?”, dijo, “lo que anda diciendo Chicho”. “¿Qué dice?”. “Dice que no quiso ir contigo porque le ibas a hacer que pagara la gasolina”. Dije: “¡Bah!, qué ingrato. Si yo lo invité, porque lo invité y cómo le voy a pagar, si yo vine a pasearlo. Traje con qué, si no, no hubiera venido. Si no trajera con qué”, le digo, “pos pa qué hubiera venido, ¿a pedirles a ellos?”. Le dije: “No”, le dije, “Dios me aborrezca”. Y cuando vino él, le dije, le dije: “Oye Chicho”, le dije, “¿por qué andas diciendo?, le dijiste a ella que no fuiste conmigo porque te iba a cobrar la gasolina. ¿Crees tú que yo soy capaz de llegártela a cobrar, la gasolina? Después de lo que todo yo te dí. No, no hay que ser ingrato”, le dije yo así. “No, pues que yo esto”. “No, no pienses, ni digas, ni nada”, le dije, “hasta que no mires hechos, entonces habla, pues estás hablando antes”, le dije. “Ora sí, como dijo el dicho”, le dije, “primero te amarras y luego te cortas el dedo”, le dije, “no, no, eso no es bueno”.
AR: Ya había oído ése.
JG: Le dije yo así, ¿vedá? Y pos no, no, siempre, porque antes a este muchacho, antes de que todo, ¿vedá? Yo me acuerdo que el [19]63 que vine yo pa acá y cuando regresé, le puse una tienda a él allá y como él está malo del ombliguito, no puede hacer mucha fuerza y por eso yo le exigí que estudiara, le puse la tienda, dijo: “Ahí está”, dije, “para que… Mira, el día de mañana yo me voy a casar y de aquí vas a mantener a mis padres por si no hay otro, que somos muchos, que tienen que salir adelante. Así es de que ponte vivo”. “Sí”. En aquel tiempo, le invertí $11,000 pesos, ¿vedá? Y luego todavía le llevé como media toneladas de frijol, que ésa nunca se la cobré tampoco y hasta ahí. No, pos cuando yo me vine otra vez, ya cuando fui, ya la tienda ya se miraba una cosa triste. Y luego me dice el dueño del local, dice: “¿Sabes qué?”, dijo, “pos yo te renté la tienda a ti”. Dijo: “Pues empezó muy bien, pero ahora no me gusta cómo está”, dijo: “está perdiendo mi lugar”. Efectivamente que estaba perdiendo. “Y ora, ¿cómo le hacemos, Mario?”, le dije yo, así dijo: “Mira, como no hicimos contrato ni nada, yo por confiar en ustedes, tu papá es muy amigo mío y yo a ti te confío en mucho”, dijo, “mucho, mucho, pero pues para ese Chicho, ya sea él su hijo, ya no”. “No”, le dije, “pues vamos a clausurar”, le digo así, “ya que se acabe eso”. Dijo: “Nomás que vas a perder”. “No”, dije, “ni modo”, le dije, “¿qué vamos a hacer? De todos modos el negocio no salió como yo quería”, le dije yo así. Y pues se clausuró, ya este muchacho después me pidió, dijo: “Oye, fíjate que me están consiguiendo una plaza de maestro pero no tengo dinero y necesito pues de perdida unos $1,000 pesos, de perdida”. Digo: “Bueno, pero pues, te va a cobrar el que te va, el que te quiere meter ahí te va a cobrar cuánto”. “No, pues que dice que a lo mejor unos, pa empezar unos $1,000 pesos”. Le dije: “No, empezar y, ¿el acabar cuál va a ser?”, le dije yo así, ¿vedá? “Piensa”. Y digo, pues no, dijo: “No, no le dije”. “Pues dile y ahí me hablas mañana a la misma hora”, le dije, “porque yo trabajo en la tarde”. “No, pues está bueno”. No pues otro día me llamó: “No”, dice, “que son $1,500 por todo”. “Ah, tá bueno. Dile a mi hermana que te lo dé”, dije, “ella tiene dinero mío ahí. Dile que te dé de ahí de mi dinero, que te dé los $1,500”. “Y, ¿si no quiere?”. “Sí te los va a dar. Dile que hablastes conmigo y que, y tiene dinero mío y que te dé ella”. “Ándale pues”. Pues se lo di y ya no me volvió a hablar. Ya después cuando mi hermana me habló me dijo que, no, pues que ya taba trabajando. “Ah qué bueno”. Me dijo, dijo: “Le di $1,500”. “Sí”, le dije, “tá bien”. Y pos él ya cuando empezó a trabajar, sí empezó a ayudarlos bien a ellos, pero ya después ya no. Ya cambió mucho para él, yo creo que, pos como que ya se monta con otras clases de gentes, ya no es lo mismo, ¿vedá? Ya gastan más dinero y empiezan a noviar y todo eso y ya se acaba el interés. Y para esto, pues ya se casó muy pronto con una maestra también y ya se acabó todo aquello y ya no fueron buenas, llevar bien la vida, ya no. Al otro, al penúltimo lo ayudé, él me lo traje pa acá, nunca le cobré yo nada de lo que se le dice el coyote, ¿vedá? Y lo traje viviendo en mi casa como pos, unos dos años yo creo, o más.
AR: Ya tiempo.
JG: Y nunca le cobré comida, renta ni nada. Y yo creo que por un lado yo tuve la culpa, me siento culpable. Cuando ya empezó a trabajar, el primer cheque me lo daba y le dije: “Mira, yo quisiera haber tenido la oportunidad que te voy a dar”, le dije, “guarda tu dinero, no me des nada. Pero yo quiero que guardes dinero, ¿eh? Yo quiero que guardes dinero y eso sí”, le dije, “vas a estarle mandando a mi apá, a ellos allá. Te voy a dejar el cargo ahorita ya a ti, yo me retiro y tú entras, ¿eh? Yo voy a descansar un poco, también yo quería hacer ya algo, ya pa mis hijos”. “No, pues que sí, tá bueno”. Y total, empezó a trabajar, empezó a trabajar, ya como a los diez años, yo creo que tenía aquí, un día ya no compré carro nuevo, compré uno usadón, me costó $5,000 pesos en ese tiempo, $5,000 dólares y yo no acabalaba esos $5,000 dólares, le dije: “Préstame $200”. “No”, dijo, “no tengo dinero”. Le dije: “¿No tienes $200 dólares?”. “No”. Dije: “Vamos al banco, te llevo”. “No”, dijo, “ni en el banco tengo”. “¿Nada de dinero tienes?”, le dije. Dijo: “No”. “Bueno”, le dije, “después hablamos”. Fui con un vecino: “Sabes que compré esto”, le dije, “y necesito $200 dólares que me prestes”. “Sí, cómo no”, me los dio, ya me fui. Ya me traje el carro y ya cuando vine, ya hablé con él y ya para eso estaba otra hermana aquí también y mi otro, el otro. Yo, yo le acababa de poner un dinero, pa que le dije. Me dijo: “Sabes, ¿por qué no me pones dinero?”. “Sí”. Y ya fui y se lo puse el dinero y yo sabía que él no tenía dinero, por eso ni le dije nada. Le dije: “¿Sabes qué?, ya cuando volví en la tarde, le dije: “¿Saben qué?”, le dije, “mira Juan te dejé a ti”, le dije, “como diez años, no te pedí para comida, no te pedí pa renta, ni pa ropa que te aseara ni nada, todo estabas como hijo de familia y te dije la condición que hicieras dinero. Como no hiciste, hágame el favor de que busquen ya los dos donde se vayan a vivir”, yo hasta aquí llego. Y todavía tuvo la desfachatez de decirme: “¿Ya te cansates tan pronto?”. Le dije: “Ya. Si te parece pronto”, le dije, “y no merecer que me hicieras un favor de $200 dólares”, le dije, “no, ya no, ya no”. Y desde entonces, pos como que no muy bien la cosa. Todavía volví a ayudarlo, se enfermó, fuma mucho, se enfermó de los pulmones, se metió él mismo, ni me… Como ya, como le digo, se retiró mucho, hasta que taba en el hospital, un día me llama un muchacho que trabajaba conmigo y él vivía cercas de él, me dijo: “Hombre”, dice, “fíjate que me dijo Juan que te dijera que te necesita, que vayas a verlo”. “Ah, carambas, ¿qué pasa?”. “Anda a verlo”. “Tá bueno”. “Dile que si trabajo el sábado no voy”, le dije, “voy el domingo, y si no, pos ahí nos vemos, el sábado voy temprano”. No, no trabajé, vine y ya ahí estaba esperando. “¿Qué pasó?”. “No, acabo de salir del hospital y no tengo dinero”. “Ah, caramba, ¿cómo que no tienes dinero?”. “No, no tengo”. “¿Y?”. “Pos que me prestes o que me des”, dijo, “porque pos entre nosotros nunca nos prestamos”, bien sabe él. “Pues sí”, le dije, “tienes razón”. Y como estaba enfermo no le quise decir nada, ¿vedá? “Tá bien”, no le di mucho, le di $20 dólares. Le dije: “Tantéate”, le dije, “porque el dinero no está fácil”, le dije, “y pos sinceramente”, le dije, “no te enojes, pero yo veo aquí te sientes de amigos. Según tú muy amigos, yo no sé donde están, pero yo no quiero tocar ese punto nada ahorita”, le dije. “Orita tienes esos $20 dólares”, le dije, “posiblemente la otra semana sean $20 o sean $10, no sé, pero te voy a dar cada ocho días”. “Pos ándale pues”. No, y me pedía a mí y le pedía a una sobrina que taba aquí también, que está. Y a un sobrino, pero este muchacho pues no andaba bien. Total que le anduve consiguiendo, llevándolo pa que agarrara el disability y agarró y me lo negó, que no agarraba. Entonces le anduve peleándole para agarrara el disability ya de por vida ya y lo agarró. Entonces le dije: “Cuando llegues, agarres el primer cheque”, le dije, “me dices que ya lo agarraste”. “Tá bueno”. No, pos a mí ya me había dicho la trabajadora que iba a agarrar un cheque de todo el tiempo que había estado, iba a agarrar muy buen cheque, entonces yo no le dije eso a él. Entonces ya que éste agarró el cheque, pos le decía yo: “¿Te llegó?”. “No, no me ha llegado”, y: “No, no me ha llegado, no me ha llegado”. Tonces yo fui y le pregunto yo a la trabajadora, digo: “Oiga”. Dijo: “Sí, sí me acuerdo de ti”, dijo, “ya agarró el cheque tu hermano”. “¿Ya lo agarró?”. “Sí”, dijo, “el mes pasado ya agarró”. Dijo: “Ya va agarrar el otro, ya de ahí que va a agarrar mensualmente”. Le dije: “Bah, muchas gracias”, le dije, “disculpe”. “Bien”. Ya lo busqué donde vive y ahí estaba y entonces ya me dio coraje, ¿vedá?, que me estuviera escondiendo cosas. Ahí sí le dije: “Mira, mira Juan”, le dije, “¿agarraste cheque?”. “No”, dijo, “no he agarrado nada todavía”. Le dije: “No seas mentiroso”, dije, “ya lo agarraste”, le dije, “desde mucho antes”, le dije, “ya me estabas fregando a mí, tabas fregando a tu sobrina y a tu sobrino. A él le pedías dinero, a ella también dinero y a mí dinero y tabas agarrando ayuda también del Gobierno. Porque ya investigué todo, ya sé todo, te llegó un cheque de tanto dinero”. Le dije: “Es tu dinero”, le dije, “no creas que vengo a pelearte, ni a que me debes nada”.
AR: Pero simplemente el hecho de mentir.
JG: “Nomás, sencillamente que me digas: «Ya agarré», pa estar yo a gusto y ya ponerme tranquilo. No quiero que me des nada a mí, no necesito nada de ti. Así es de que”, pero… “No”, dijo, “pos si me vienes a regañar”, dijo, “vete, ya no quiero verte”, y me cierra la puerta. De esto ya hace que tres años, ya que no nos hablamos.
AR: Tonces debe haber sido muy difícil para usted…
JG: Para mí…
AR: Como dar, como su apoyo y su confianza y que sea desilusión, ¿entiende?
JG: Una desilusión muy grande con mis hermanos, con todos, hasta con el mayor. Que es el que me llevo más bien, pero como quiera he tenido cosas con él, sentimientos con él, que no deberían de ser. Yo le explico a él, nomás que él sí me entiende un poquito más y…
AR: Pueden dialogar más.
JG: Sí. Hablamos y luego nunca me dice: “Sí, hombre, pero ya vamos a dejar eso, ya eso ya pasó”. “Pues sí, ya pasó, pero acá adentro yo siento”, le dije, “si no se borra muy fácilmente”.
AR: Sí.
JG: “Hasta que tú me digas: «¿Sabes qué? Discúlpame»”.
AR: Y como para usted…
JG: “Tú tienes la razón”, pero no.
AR: Como que haiga, aunque ha visto distanciamiento o hay periodos donde no se hablan, pero para usted como quizás la historia que ha vivido, siempre ha, como que se le hace difícil a la hora de la hora de a tiro negarse a ayudar aún sabiendo que quizás no le vayan a decir la verdad o quizás no van a saber agradecer, pero de todos modos usted piensa que aunque los vea en otro aprieto, quizás sería más cauteloso cuando ofrece la ayuda, pero la va a ofrecer de una manera u otra.
JG: De todas maneras.
AR: Porque no deja de ser uno sangre.
JG: Inclusive, mire, yo le digo, como este muchacho está enfermo, le digo, el más chico, es el que lo tiene viviendo ahí. O más bien la casa que le dio mis pa… mi madre se la dio a él, jue él único que agarró, porque no había herencia nada. Esa casa era herencia de mi madre y él la agarró, a él se la dieron, pues. Entonces esa casa se la dio a la sobrina ésa que lo ayudaba, ¿vedá? Y ora el año pasado ya se la quería quitar. Le dije: “Ya no puedes quitársela”. Me dice: “No, sí se la puedo quitar”. “Ah, vale pues, quítala”. Y yo hablé con un abogado también: “Sí”, dijo, “sí puede”, dijo, “sí se puede, sí puede quitársela pa atrás”. Dijo: “Pero es cuestión de pagar un dinero”, dice, “y si tú me hablas, él viene, no”. Dijo: “Si tú me dices por favor tuyo, sí lo hago”, dijo, “y te cobraría unos $15,000 pesos, que no es nada”, dice, “pa lo que vale una casa, pero eso si tú quieres”. Pero yo al menos, digo yo, ¿vedá? Me pongo a pensar yo, al quitársela, ¿para qué se la voy a dar a él? Así como anda, la va a vender a alguien.
AR: Más barata o se le hace fácil.
JG: O regalarla, o regalarla a alguien. No, no, mejor que se la dé a la sobrina. No, le dije: “Ahí que quede, ahí muere”. Y así está, ¿vedá? Entonces le digo yo al papá de la muchacha (ininteligible) le digo: “Mira, dile a Juan que ahorre dinero, porque un día que se va a ofrecer, el día que se muera, ese día te va a tocar a ti”, le dije, “sepultarlo”. “¡Bah!, y, ¿yo por qué?”. “Porque ya agarró una herencia tu hija, agarró herencia de él y entre tú y tus hijos van a hacer eso”, ¿vedá?
AR: Sí. Como responsabilidad, aunque no quieran va a estar ahí.
JG: Le dije: “Aunque no quieras”, ¿vedá? “Ya que si no quieres, si no puedes, pues ni modo, me toca a mí”. Le dije: “Yo no lo voy a dejar tirado en la esquina o afuera en la cuadra de la calle”.
AR: Sí, pero como para usted todas esas experiencias donde ha visto con, pues hay como actitudes contrarias o ha habido desavenencia. ¿Qué ha sido, como ahora, cuál es su expectativa? Como ya de atravesar todo eso o tener problemas a veces relacionados con eso. ¿Cuál es su expectativa hacia lo que quiere lograr ahorita?, o, ¿con qué quiere seguir viviendo?, ¿qué es lo que más anhela en términos de lo que ahorita?
JG: No, ya ahorita para mí, como yo le digo, mi hermano mayor, yo ahorita le dije: “Yo ya quisiera hablar, que me hablaran todos mis hermanos bien”, que yo les he dicho a ellos: “Yo no quiero, de todo lo que les di no quiero nada pa atrás, nada, nomás que pues más respeto”, ¿vedá? Un respeto, ya si no me quieren agradecer, pos no, pero que me respeten, es todo, le digo así. Y que me hablen un día: “Pos mira, vente a comer”. O yo venga y los invito: “Véngase a mi casa, vamos a comer o vamos a hacer esto, como lo hago contigo”, le digo yo al otro, ¿vedá? Así enteramente le dije: “Voy a verte hasta allá a Veracruz”. Le dije: “Voy allá aunque sea contigo, me estoy una semana o dos y ya me vengo feliz de la vida y vengo a mi casa pa atrás”.
AR: So, es como cuestión de compartir…
JG: Compartir todo.
AR: Usted quiere más como, como compartir espontáneamente sin tener, como intereses de eso siempre de por medio.
JG: En nada, totalmente. Eso es lo único que yo quiero.
AR: Y como ahorita, como está la situación migratoria, donde gente está peticionando por su derecho de ser legal, de no tener que sufrir tantas injusticias o consecuencias de su estatus migratorio, ¿cuál es su posición en cuestión de eso? Apoyar a esa gente como usted, ¿qué visualiza que se necesita para poder ayudar a esa gente?
JG: Pues lo que se necesita es que a todos los que ya están aquí les dieran su residencia, su residencia. Yo sinceramente yo no quisiera, yo no quisiera ver braceros otra vez. Ya no, ¿para qué? No se necesitan los braceros ya. A parte de las, todas humillaciones que uno vivió. Ahora, eso fueron aquellos tiempos. Ahora ya, ahora el Gobierno debería de pensar que en realidad la mano de obra se necesita aquí.
AR: Y que existe, ¿verdad? Hay gente trabajando esto y es cuestión de nomás documentarlo, pero…
JG: Cuestión de documentarla.
JG: Y ya arreglando estos que ya están aquí, si quieren temporarios, pos que los den, pero que, les den temporarios de por decir…
AR: Con derecho a legale… como, como sí…
JG: Sí, de, con las opciones de que vas a trabajar un año o dos años, tres años vas a trabajar, pero a cierto tiempo tienes derecho ya a quedarte en este país. Pero con tratos también buenos, no los tratos que fueron de aquellos años.
AR: Donde no había derecho a pedir cambios o que uno se conformaba a lo que pagaban.
JG: Nada, nada. Si te tocó buena suerte ahí, te tocó y si te tocó mala ahí, tuvites ya. Como yo tuve dos, tres que me fue mal, mal totalmente. En uno, me acuerdo que en uno, el primer cheque que agarré fueron de $8 dólares a la semana, ¿ahí que iba a hacer? Nada, ¿vedá? Tonces el del campo, ahí pues sinceramente no hicieron nada, dijo: “Voy a buscar”, dice, “si, si hay que renueven contrato por otro lado”. Dijo: “Pos que les den la oportunidad”. “Pos tá bien”. No, pues efectivamente, llegamos a Juárez y sí, dijo: “¿Quién quiere? Hay trabajo en Michigan, el que quiere, que alce la mano”. De volada lancé yo, creo que fui el primero, la alcé y voy pa allá, ¿vedá? Afortunadamente me tocó suerte ahí. No hice mucho, pero sí.
AR: Pero era mejor.
JG: Mucho mejor.
AR: Y ahí, ¿que trabajó, piscando?
JG: Ahí jueron pepino y luego de los pepinos, ciruelas y manzanas.
AR: Y era también como seis meses o era menos tiempo.
JG: No, nomás eran cuarenta y cinco días, ¿verdad?
AR: Sí, pero el hecho era ganar algo de lo que se pudiera.
JG: Ganar un poco más, sí.
AR: Y usted no quisiera que ese tipo de situación se reviviera otra vez por una generación más, que digo, estaban difíciles antes los tiempos, me imagino. Pero al volumen que está ahorita o con las demandas de ahorita en términos de lo que tienes que ganar, lo alto que cuesta ya vivir donde quiera, no es una situación justa de tener a gentes esperanzadas a que dos, tres años me están dejando trabajar y después de eso no sé que va, qué va a suceder.
JG: Sí, no, no, no sería justo, no sería justo. No sería justo. Lo justo, como le digo, ahorita los que están aquí, vamos a suponer que a los que tienen un año, como no les quieren darles la residencia, pero que si los sacan pa fuera, ya no van a volverlos pa atrás. Y a menos que los documenten bien. ¿Sabes qué? Digo, si dijeran, sería una emoción para mí, ¿vedá? Y las mismas personas que les tocara ese punto. “Bueno, pues voy con la esperaza de que vengo pa tal fecha”, ¿vedá? Y ya tienen ellos, allá tienen en su mente que van a quedarse aquí por un tiempo. Ya que cumplieron con el tiempo y hasta posiblemente como vienen por ese tiempo, pos traten de juntar o de ahorrar su dinerito más, ¿vedá? Porque digo, pos pa tal tiempo me voy y pos quiero irme más o menos bien y con la opción de quedarse también.
AR: Tonces que haiga algo de flexibilidad pa estas personas, que tengan el poder de ejercer lo que ellos más bien piensan que es lo adecuado para ellos y no sentirse tan maniatados, you know, like tan restringidos.
JG: Pos yo pienso que esa sería la opción.
AR: Sí, sí.
JG: Yo pienso.
AR: Gracias por su tiempo y por compartir.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 12 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Ana Elizabeth Rosas
AR: ¿Cuál es su nombre?
JG: José Luis Gazca.
AR: Su fecha de nacimiento, por favor.
JG: [El] 10/22/35 [octubre 22 de 1935].
AR: Los nombres de sus padres.
JG: Gregorio Gazca y Mercedes Delgado.
AR: ¿Dónde nació?
JG: Romita, Guanajuato.
AR: Sus padres, ¿dónde nacieron?
JG: También ahí.
AR: También.
JG: Sí.
AR: ¿Cómo fue crecer en Romita, Guanajuato?
JG: Pues ellos ahí se casaron y ahí nacimos todos nosotros.
AR: ¿Era un lugar donde la actividad era más bien, el comercio, la agricultura?
JG: Agricultura.
AR: Agricultura. Así que sus papas también trabajaron en la agricultura.
JG: Sí, agricultura.
AR: ¿Qué cosechaban?
JG: Pos maíz, frijol, garbanzo, trigo.
AR: Okay. Y, ¿al trabajar así ellos, más bien trabajaban para otras personas o era su propia tierra?, ¿cómo era eso para ellos?
JG: Mi padre tuvo tierra un tiempo y después las perdió ya después fue, pues, trabajar para otros.
AR: Y al usted crecer en un pueblo que es rural, que más bien se dedica a la agricultura, ¿cuáles eran los sacrificios de su familia? ¿Cómo qué era lo que usted miraba que se les hacía más difícil al tratar de mantenerlos o de tener la familia unida?
JG: Mucho muy difícil porque nosotros fuimos varios hermanos y yo fui uno de los más mayores. Entonces de ahí los demás, pues ya no navegaron mucho, yo por lo cual tuve poco estudio, porque mis padres no tenían el modo y después vinieron los otros hermanos y yo ya me hice cargo de que ellos fueran más a la escuela y gracias a Dios terminaron su primaria.
AR: Usted los ayudó.
JG: Ey, uno se fue a la secundaria que en aquel tiempo costaba mucho dinero, me tocó suerte sacarlo adelante y mi vida cambió cuando yo trabajaba. En aquellos tiempos yo ganaba un peso diario, después fueron $2, después fueron $3, después fueron $4 y ahí me jui. Después me hice chofer y ya de chofer ya jui ganando poquito más. Entré a trabajar a los carros de sitio y de ahí ya mi vida cambió totalmente para mí y mi familia y de allí, ¿eh? En aquellos años ganaba yo $35, $40 pesos por semana y ya cuando entré a los carros, ya mi vida cambió, ya ganaba $60, $70 diarios. Un cambio muy drástico y pues les empecé a dar mejor vida a mis padres, a mis hermanos. Después me enfadé yo de estar ahí, yo quería venir a Estados Unidos. Cuando ya di el servicio, ya agarré mi cartilla y me vine, jue en el [19]50, en 1955, trabajé aquí en San Diego, aquí en Chula Vista, pero de ahí, ¿quiere el proceso todo como empezó?
AR: Sí, sí, también un poco sobre como cuan[do] trabajaba de taxista o con sus carros, ¿cuál era su ruta?, ¿era una ruta local o era una ruta…?
JG: No, no era, era un carro de sitio libre, para donde lo llamaran, para allí.
AR: Okay.
JG: Para ahí, que: “Lléveme a León”. Que: “Lléveme al rancho fulano”. Que: “Lléveme a Irapuato”. Que: “Lléveme a”… a donde quiera, ¿verdad? Ese era mi trabajo.
AR: Y era un, como una, un trabajo de todo el día, de estar…
JG: Sí, de en la mañana hasta en la noche, a media noche, a veces hasta más, más horas.
AR: Y ahora usted puede, como dijo, hay una diferencia en ganancia, hay una diferencia en lo que puede hacer con eso, como puede ayudar a su familia. [En]tonces usted al desempeñar ese empleo, lo pudo hacer porque había quién se quedara en casa trabajando la agricultura mientras usted hacía eso.
JG: No, ya trabajábanos para otros.
AR: Okay.
JG: Ya cuando yo agarré a los carros, el mismo hijo del patrón, él me consiguió trabajo en los carros.
AR: Y en términos de hermanos, ¿cuántos hermanos eran? O hermanas, ¿cuántas, pues cuántas?
JG: Es el mayor que yo, o no, había primero una mujer mayor que yo y otro mayor que yo y de ahí ya todos los más chicos ya…
AR: Okay.
JG: Ya, ¿le doy nombres?
AR: Sí, sí puede por favor.
JG: Es Ismael, Celso, Juan y Salvador, son los otros más chicos que yo.
AR: Entonces como a esos más chicos, ya usted sintió más responsabilidad por ellos y por tratar de ayudar a sus padres.
JG: Por ellos y por mis padres también.
AR: Ayudarles.
JG: Ey.
AR: Tonces, cuando usted estaba trabajando esa ruta, así que ellos de una manera u otra empezaron a depender en usted.
JG: Sí.
AR: Porque usted ya podía pues contribuir más o tomar ese papel para ellos.
JG: Sí.
AR: Cuando usted decide decir: “Okay, quiero forjar mi propia familia o quiero”… ¿Forjó a su familia y luego se vino a los Estados Unidos?
JG: No.
AR: O, ¿lo hizo de soltero?
JG: No, no todavía de soltero.
AR: Okay.
JG: De soltero…
AR: ¿Qué, cómo fue esa decisión para ellos?
JG: Me vine, yo le dije a mi papá: “¿Sabes qué papá? Yo quiero ir a Estados Unidos, voy a ir de bracero. Van a apuntar aquí y yo me voy a enlistar aquí”. O sea: “Ahí tú sabrás mijo”. Y me vine.
AR: Pero ese proceso, ¿cómo se enteró del programa?, ¿cuál fue la información, la clave?
JG: Porque allí el municipio, o sea el del pueblo pidieron gente que iban, querían venir a trabajar, al que quisiera venir a trabajar para acá.
AR: Y, ¿les daban lujo de detalle o era nomás como una proposición general que se les hacía?
JG: Una proposición para venir a trabajar en Estados Unidos.
AR: Nomás sabían que en agricultura o ni eso sabían.
JG: No, la agricultura sí. Pura agricultura. Entonces de ahí, ya me vine yo, me alisté. Me mandaron a Irapuato y de Irapuato me mandaron a Empalme y de Empalme me mandaron a Mexicali. En el Chula Vista, este, ¿cómo se llama? San Ysidro, no, no, miento, Caléxico, Caléxico…
AR: Tonces, su proceso fue como ir a tres, cuatro lugares, antes de…
JG: Sí, donde nos iban llamando, o sea pa levantarnos…
AR: Tonces cuando empezó su proceso, usted llevaba ropa, llevaba, ¿qué es lo que cargó, qué es lo que…?
JG: Llevaba dos, dos mudas, la que tenía puesta y otra, en una saquita.
AR: Y, ¿en su pueblo fue una movilización donde muchos recurrieron a esta oportunidad o muy pocos?
JG: Sí, muchos.
AR: Y al irse todos, tenían, ¿usted sentía como la misma inquietud o ganas de poder a ver si sacaban más o si les iba bien?
JG: Sí, la ambición de uno era prosperar, ¿verdad? Desde luego.
AR: El ánimo era más bien entre gente de su edad o, ¿eran hombres más mayores?
JG: Más mayores que yo y…
AR: Okay.
JG: Y porque yo…
AR: Y, ¿que parecía que tenían ya experiencia con los Estados Unidos o como que también era su primera vez?
JG: No, ya yo me pegué con unos que ya tenían experiencia, ¿verdad?
AR: Y, ¿qué es lo que le comentaban cuando, antes de…?
JG: Pos comentaban de que aquí, pues se hacía dinero, que aquí ganaba la hora a pos, como tipo dólar, a dólar, a $0.80 o a $0.75 o a $0.60 centavos la hora, o $0.50 centavos. Y ya de ahí, pos nace todo de venir con ese fin, de hacer, prosperar en la vida.
AR: Tonces como usted dijo, de Guanajuato su pueblo, ¿se va a Irapuato?
JG: A Irapuato, ahí…
AR: Y en Irapuato, ¿qué es lo que pasó?, ¿le pidieron documentación?
JG: Ellos metieron un, ahí dan una lista del pueblo y en Irapuato dan otra lista para venir a Empalme y ahí en Empalme ya lo llaman por su nombre a cada quien y pos ya al que va oyendo su nombre…
AR: Y en términos, como de esperar, ¿como cuánto tiempo esperaba en cada lugar?
JG: No, pos en Irapuato jue un día. En Empalme fueron como dos, tres días para llegar al, a…
AR: Y, ¿esos lugares cómo eran?, ¿eran como lugares, como decir, había mucha gente, estaban sobrepoblados con la gente que quería venirse o cómo era esa situación?
JG: Había mucha gente para… esperando como nosotros, porque ahí se jun… se, un campo de reunión de todos los…
AR: Tonces como que tenían como…
JG: De todos los pueblos de…
AR: ¿Como aire libre?, ¿así la gente esperando ahí o con mesas o cómo?
JG: No, sí era un campo militar que estaba allí, muy grande. Y todo ahí, pos el gentío esperando que, porque avisaban: “Va a entrar en la lista de nombre, del estado fulano, al pueblo fulano”. Y dice todo de la lista: “Romita va a entrar”, ¡órale!, ya nos arrimábamos.
AR: Tonces ustedes como grupo se arrimaban y, ¿tenían un representante o no?
JG: Sí, teníamos presentante…
AR: ¿Conocido del pueblo o una persona del Gobierno?
JG: No, del pueblo, de ahí mismo se le daban la responsabilidad, las daban el escrito pa que viniera y lo entregara al lugar donde nos llevaban.
AR: Y, ¿cómo era ese…? ¿Qué era, un clima cálido, era un clima frío o se ve como…?
JG: Aquí en Empalme era un calorón muy fuerte.
AR: Sí.
JG: Muy fuerte calor. Y ya de ahí llegaba Mexicali y también, en Mexicali, nomás llegaba uno y a formarse.
AR: Y, ¿sí les explicaban bien cómo sucedían las cosas o nomás los trasladaban de lugar a lugar?
JG: Nomás nos trasladaban pa llegar a Estados Unidos. Y ya cuando llegamos aquí, a este, a Caléxico, ahí sí ya nos metieron a unos talones(??) grandes y ya ahí entraban los rancheros que querían la gente para trabajo. Ya iban: “¿Sabes qué? Tú vente pa acá y tú vente pa acá y tú vente pa acá”. Y así ya juntaban a los treinta, cuarenta, los que él quería llevarse.
AR: Y, ¿los rancheros eran mexicanos, méxico americanos o blancos?
JG: No, eran americanos, americanos. Ya traían intérprete ahí ellos.
AR: Oh, tonces es más bien como que entraban, miraban cuál trabajador…
JG: Escoger su gente de ellos, que querían ellos.
AR: Y le preguntaban al señor: “¿Quieres pasar a trabajar?”, o nomás: “Tú te vas a venir”.
JG: No, sí le decían a uno: “¿Sabes qué? yo tengo trabajo de”, por decir, “de piscar lechugas o de naranjas o limones o jitomates”, o lo que fuera, ¿vedá? Y: “Mi contrato que yo les voy a ofrecer es de seis meses”. Y había otros que de cuarenta y cinco días, ¿vedá? Y ya decía yo: “No, pos cuarenta y cinco días no, yo me quedo seis meses”. Yo esperé durante seis meses, ¿vedá? Y jue donde me tocó en Chula Vista. Ahí llegué a trabajar a los tomates, ejotes, lechugas, pepinos.
AR: Mucho. Entonces cuando usted decide: “Por este contrato sí me voy”, ¿cómo lo trasladaron ahí con el grupo que se apuntó con usted o cómo?
JG: No, ya con él, ya en un bus del ranchero ese, el que nos iba a sacar a nosotros.
AR: Y, ¿cómo cuantos agarró él?, ¿cuánta gente?
JG: Juimos cuarenta y cinco en mi grupo, que yo me jui.
AR: Y cuando usted se esperó hasta ver si podía tener opción de seis meses, más bien al hacer eso, usted se integró a ese grupo como uno de los pocos que se esperó o más bien estaba ya como grupo que se esperó y llegaron a Chula Vista juntos o, ¿cómo fue?
JG: No, ya cuando estaba yo aquí, ya yo lo que quería era un contrato más largo que hubiera, pos [es]taban saliendo puros de cuarenta y cinco días, no. Yo por cuarenta y cinco días, no. Yo voy a esperar a ver si hay más y me decían algunos que de ahí salían contratos de seis meses. Dice: “Después”, dijo, “si eres buen trabajador, el mismo ranchero te vuelve a renovar el contrato por otros seis meses”. Y sí, te vuelve a renovar otro por otros seis meses.
AR: Y, ¿se acuerda del nombre del ranchero o de la familia o de algo?
JG: No, de eso sí no me acuerdo ya, del nombre del ranchero.
AR: No se acuerda, nomás en Chula Vista. Y cuando llegó ahí, ¿cuál era la situación de vivir que le ofrecieron?
JG: Pues estuvo muy bien. Digamos, en el sentido que el clima aquí es muy bonito, ¿vedá? Me gustó el clima y le pusieron una, vamos a poner como esto, ¿vedá? Pero más volumen, más grande.
AR: Sí, a lo largo era grande.
JG: A lo largo y tenía camas en medio y a los lados pa los cuarenta y cinco.
AR: Y esa vivienda no se le hizo como para ser: “Ay, no, eso no es decente”. Lo vio como una forma, como que era una situación justa, no la vio como un arreglo que…
JG: No, pues que, como en aquellos tiempos donde nosotros vivíamos, que yo vivía, pos era más o menos parecido, algo parecido, ¿vedá? No había ni más lujo, ni más pobreza ni nada, estaba más o menos.
AR: Era lo básico que uno necesitaba.
JG: Lo que estaba, pues camas, camitas, pos corrientes, no crea que… camitas y las sábanas limpias, ¿vedá?
AR: Entonces como ya se ubican, los trasladan allí. ¿Cuál era su rutina de trabajo?, ¿a qué horas despertaban?, ¿a qué horas empezaban a trabajar?
JG: Teníamos que entrar a desayunar a las seis de la mañana.
AR: Temprano.
JG: Seis de la mañana o cinco de la mañana, según nos decían.
AR: Y, ¿cómo les distribuían la comida?, ¿era como que se sentaban en mesas largas a comer?
JG: Tenía, había un deste, un salón, era la cocina y enfrente tenía onde se sentaba uno, el comedor.
AR: Entonces la área que designaron pa que ustedes vivieran, ¿esa era dónde todo esto sucedía?
JG: Sí.
AR: De dormir, bañarse, comer.
JG: Al otro lado. No, los baños estaban al otro lado.
AR: En otro lugar.
JG: La cocina al otro lado.
AR: So, era un lugar grande, amplio.
JG: Sí, sí, grande, pa cuarenta y cinco gentes y más, porque los otros, ya otros, ya los cocineros ya tenían su…
AR: Su propia vivienda.
JG: Su, propia vivienda, ¿vedá?
AR: Y, ¿ellos también eran mexicanos o eran de otra?
JG: Mexicanos, también, por cierto era de Jalisco el cocinero. De ese sí me acuerdo, se llamaba Jorge.
AR: Y, ¿eran gentes fáciles con quien llevarse?
JG: Sí, muy buena persona, muy buena persona. El mayordomo también muy buena persona, también era de Purándero. No, de Curándero.
AR: ¿Dónde queda este…?
JG: No, de este, de… Ay, ¿cómo se llama? Se llama… ¡Bah!, se me jue el nombre de… Creo a un lado, a un lado de Uriangato, todavía me acuerdo de ese nombre. El mayordomo general era de ahí y cuando yo llego, cuando ya me recibo los primera correspondencia de mi casa…
AR: ¿Qué fue, a qué tanto tiempo? ¿Como a tres semanas, un mes?
JG: Como a tres semanas. Como a tres semanas ya empieza el mayordomo a repartir las cartas.
AR: Y, ¿lo hacía en las noches o en las mañanas?
JG: Julano, no, en la tarde cuando salíamos de la cena ya, dice: “Voy a darles la correspondencia. Ya tuvo julano de tal. Julano de tal sal”, O sea ya. Luego dice: “José Gazca”, y como pues ahí venía la dirección, ¿vedá?, dijo: “¿Tú eres de Guanajuato?”. Le dije: “Sí, de Romita, Guanajuato”. Dijo: “Aquí tengo más de quince años y nunca me ha caído uno de Guanajuato”. Dice: “Cuando ya salgas de todo, que ya salgas, vas a mi oficina, a mi casa, ¿sí? Ahí te espero, no dejes de ir, ¿sí?”. Y ya jui, terminó todo y ya jui a ver: “¿Pa qué me quieres?”. El Chorro, le decían porque estaba el señor chaparrito, dice: “Mira”, dijo, “aquí yo soy el mayordomo general”, dice, “y como nunca me ha caído ni uno de Guanajuato”, dice, “aquí me cayó, me caites tú, te voy a hacer rico”, me dice el señor. Y yo le dije: “Pos, te gusta”, dije, “a eso vengo, a hacerme rico”, le digo así ¿vedá? “Voy a aprovechar todas las oportunidades que tú me vayas a dar”, le dije y así, ¿vedá? “Bueno, ¿sabes manejar?”. “Sí”, le dije, “muy bien”. Ya, a partir de ése, ya pues teníamos como tres semanas, ¿vedá? Y trabajábamos ocho, diez horas diarias. Entonces me dice: “Sabes de que si quieres trabajar más”, dice, “vas a ayudarle al cocinero a limpiar las mesas y a lavar los platos y yo te voy a dar más horas”. Bueno. “¿Te gusta?”. Le dije: “Sí, me gusta, cómo no”, dije, “vine a hacer dinero”, le dije yo así, ¿vedá? “Muy bien”. Y ya otro día, le dice Jorge al cocinero, le dijo: “Mira, él te va a ayudar en lo que platos, limpiar mesas, piso y todo”. “Sí, cómo no”. Dijo: “¿Sabes?”, le dije: “Pues si no, aquí me enseño”, le dije, “cómo no”, le dije, “si yo lo hago también en mi casa”, le dije, “yo aseo”. Y ahí jue puro trabajar y los domingos me dice: “Me lavas mi camioneta y mi carro”. “Tá bueno”, le dije, se la lavé. Dijo: “De una vez”, dijo, “también tráete el del patrón”. Y ya me traigo el del patrón y al último hasta de la patrona y lavaba esos carros y me pagaba las ocho horas.
AR: Le iba bien.
JG: Me iba bien. Ahí me jue muy, muy bien.
AR: Y, ¿todo fue por el hecho de que él era de allí?
JG: De Guanajuato.
AR: Y quería ayudar a un paisano…
JG: Y quería ayudar a un paisano y me tocó la buena suerte.
AR: Las cosas de la vida, ¿verdad?
JG: Las cosas de la vida.
AR: Sí.
JG: Fíjate, y duré ahí, duré los, hice dos contratos, dos contratos de seis meses.
AR: Y al acabar allí, cuando ya pues se tenía que ven[ir], ¿se regresó o duró trabajando ahí como fuera?
JG: No, ya terminé el contrato y me fui.
AR: Y se regresó para atrás.
JG: Me fui para Romita otra vez.
AR: Y al regresar, ¿qué fue lo primero que hizo, invirtió en algo o les ayudó a sus papás a solventar los gastos que tenían?
JG: Todo, ése, todo ése ya desde que yo estoy aquí, porque mi papá debía $5,000 pesos, en aquel tiempo era mucho dinero. Y esa era mi ambición mía, pagarle esa deuda a mi papá, ¿vedá? Y ya cuando la acabé de pagar, por cierto que yo duré sin cortarme el pelo, no salí para nada durante tres meses, cuatro meses que duré juntando ese dinero. Y ya que junté el dinero, le dije a mi apá: “Ya paga todo eso”, y le dije: “Ora sí”, le dije, “voy a entretenerme un rato en mandarte porque no he comprado yo nada para mí”. Y dijo: “Anda ya”. Como Tijuana estaba cerquitas, el bus me cobraba, me acuerdo que $0.15 centavos el bus de ahí a Tijuana, ¿vedá? Ya llegué yo a Tijuana y pues yo sin conocer, no conocía Tijuana. En el [19]55, se imagina cómo estaba Tijuana.
AR: Sí. ¿Cómo era Tijuana?
JG: Tijuana era un pueblo, pos muy, muy, ¿cómo le diré? Sin oportunidades de nada.
AR: Era como…
JG: Ya cuando yo lo conocí…
AR: Era como un lugar de nomás llegar, irse, como un, de tránsito.
JG: No era un lugar, era una frontera, nomás que no taba, no estaba… Muy, muy pobre todo y había mucha gente que querían venir pa acá y pos, ora sí, como se dice de alambre, ¿vedá? De contrabando y muchos los echaban para juera y puro sufrir allá al otro lado, la gente. Y no había trabajo para hombres, había muchas, muchos fonditas ahí como restaurancitos, pero tenían el letrero: “Solicito mesera”, pero nunca decía: “Solicita un hombre pa trabajar”, nada de eso. Total que yo llegué, ¿vedá? Y agarré la, como estaba el puente atrás, no taba ese puente que está ahorita tampoco, tonces ya me jui, agarré toda la calle así, entonces pregunté: “Oiga, esta colonia, ¿cómo se llama?”. Dijo: “Ésta es la Libertad”, me dijo uno. “Ah caray”, y yo ya tenía en las noticias que esa Libertad era la gente muy malvada, dije: “No, pues nomás me corto el pelo y me largo de ahí, pos luego luego”, pos yo dije, ¿vedá? Entonces no, pues ya llegué con el primer barbero que encontré allí. Hijo, y como yo le digo, traía mi cabellota hasta por acá. Y luego ya me tocó el turno, dijo: “¿Qué voy a hacer contigo?”. Le dije: “Aquí, me pongo en tus manos”, le dije, “a ver qué haces conmigo”. Dijo: “Ah”, dijo, “pues, ¿sabes qué?”, dijo, “¿qué peinado quieres?”. “Pos, yo no sé”, le dije, “qué peinado”. Dice: “Pos para empezar”, dijo, “te voy a hacer un flat top cortito”. “Pos ándale pues”. No, pues después de traer el cabello, (ininteligible) chiquito, que parece que se me asienta, que me llega acá, ¿vedá?
AR: Oh, sí, sí.
JG: Entonces ya me dijo: “Ora”, dijo, “te voy a vender ésta y con ésta te peinas tu peinado”, éste que traigo ahorita, dijo: “Éste así”, dijo, “es que te queda, tienes el pelo muy rebelde”. “Bueno, pos ándale pues”. Y desde entonces nació este peinado ahí. Y ya después, ya mis amigos, que los que yo me juntaba aquí trabajando, uno se llamaba Miguel y el otro Juan. Ese Miguel era también de Guanajuato y ese Juan era de Zacatecas, siempre andábamos los tres juntos, jóvenes, de la misma edad. Ni él tomaba, ni nadien tomaba en ese tiempo cerveza ni nada. Nomás íbanos, íbanos a almorzar, nos íbanos al cine salíamos del cine, a comer y vámonos otra vez pa atrás, esa era la vida de nosotros.
AR: Tonces era trabajar y tratar de des…
JG: Distraer un poco.
AR: Divertirse uno sanamente y regresar para…
JG: Sanamente y regresar pa atrás.
AR: Tonces, ¿ustedes se consideraban todavía como hijos de familia?
JG: Sí.
AR: En el sentido de que tenía esa responsabilidad de, sea mandar o de no malgastar o no andar nomás ahí derrochando.
JG: Sí, sí. Pues en realidad yo en ese tiempo yo no, todo el tiempo que estuve, los primeros tiempos, o sea el primer contrato. Ya inclusive le dije a mi papá: “¿Sabes qué?”, le dije, “ya no trabajes”, le dije. “Yo de aquí te voy a [es]tar sosteniendo a ti y a todos mis hermanos”.
AR: Y cuando mandaba dinero, ¿cómo era la forma que usaban pa mandar dinero pa allá?
JG: Pos yo se lo daba al mayordomo ése que yo le digo. Él me traía el talón del cheque que mandaba.
AR: Oh, okay.
JG: Él me traía el talón. “Guarda ese talón”, dice, “porque por equis no llegué”, me dice, “yo con éste te reclamo tu dinero”.
AR: Y, ¿era un servicio les facilitaba a todos los que trabajaban o nomás a usted porque le tenía confianza?
JG: Pues no sabría decirle, nomás yo sí se lo daba.
AR: Usted preguntaba, o sea yo ocupo esto…
JG: Sí, no sé si, total que yo así le hacía, entonces…
AR: Y, ¿usted recibió como celos o cosas así de los trabajadores que no le tocó ese tipo de situación como usted de decir y no le ofrecían las horas o trabajaba tal turno?
JG: No.
AR: ¿No?
JG: No, porque había una buena armonía entre todos ahí. Muchos llegaban a, ya cuando salían de cenar, que yo andaba limpiando ya las mesas y todo. Acababa de lavar los platos y me ponía a limpiar las mesas, barrer o el cocinero barría o mapeaba, entre los dos hacíamos todo el trabajo. Entonces el cocinero tenía otro, otro lugar onde los amigos de él tomaban café y muchos querían tomar café, ahí iban y tomaban café. Y por ese motivo yo creo que no había nada de que dijera voy a esto porque no, no todo… Lo que sí me decían era: “Bueno, pos, y, ¿por qué eres tan barbero?”. Me decían por los carros.
AR: (risas) Sí.
JG: Le dije: “Pos ni modo, ¿qué quieres que haga?”, le dije. “A mí me pagan, yo vine a hacer dinero”.
AR: Sí.
JG: “Yo vine a hacer dinero”, le dije. Dije: “Mira”, dije, “aquí te vas a enojar”, le dije, “pero ni modo, yo los cinco carros que yo me lavo”, le dije, “ya me pagan mis ocho horas y lo hago en, vamos a suponer, en dos, tres horas”, le dije yo así. “Pos así es de que si te enojas o no te enojas, a mí me está yendo bien”, le dije, “es todo”.
AR: Y al estar usted trabajando en esa situación, ¿qué era lo difícil? ¿Era estar lejos de la familia por largo tiempo? O era como sentir, como que era basado en contrato y ojalá se le reanudaran. ¿Como qué era lo difícil de esa situación en esos tiempos?
JG: No, pos para mí no fue difícil nada, al contrario, yo me dio gusto, me dio gusto de estar haciendo algo. Le digo que quité a mi papá de trabajar, a mis hermanos que fueran a la escuela. “Vístanlos, ahí va el dinero, agarre el dinero y vístanlos y lo que puedan ahorrar, ahórrenlo”. Ese era mi mensaje que yo les daba en todas las cartas que yo les mandaba.
AR: Y, ¿las cartas y todo eso eran dirigidas a su papá o a su mamá, o a los dos?
JG: A mi mamá, mi papá, cualquiera, mi mamá no sabía leer, mi papá era el único que sabía leer, ni mi hermana tampoco sabía leer. Como le digo, la pobreza, no hubo tiempo y como jue la primera, menos. Y todo eso nació así, así pasó. Después llegaba yo allá y llegaba a trabajar. Tuve la suerte de que, o la desgracia, no sé qué sería de todas; llegaba hoy, otro día ya me estaban tocando la puerta que ahí taba el carro para trabajar. Y decía, le decía a mi apá: “Hay llegaba”. Dijo: “Fíjate que ahí [es]tá julano, quiere hablar contigo”. Dile que qué quiere. Estos no dejan dormir. Pues era bien temprano, las siete de la mañana, yo iba ¬¬¬¬(ininteligible) de aquí, que aquí todo el tiempo madrugar. Y no, pos tenían (ininteligible) también, ¿no? Se metió pa adentro. Dijo: “Ahí están las llaves del carro, soy julano de tal. A la hora que quieras levantarte, pero ahí tan las llaves”. No, pues ya me levantaba.
AR: So, siempre tenía su trabajo listo cuando llegaba.
JG: Sí, sí.
AR: Su transición no era muy difícil al llegar otra vez a su pueblo. Era normal en términos de que tenía ya su oficio y…
JG: Sí, completamente. Yo, como le digo, yo quería descansar, no me dejaban descansar.
AR: Y cuando en esa situación, ¿usted siempre anhelaba regresar para acá cuando se abriera la temporada de nuevo o cómo era para usted?
JG: Cuando había otra oportunidad yo inmediatamente para…
AR: Y, ¿cómo cuántos contratos o cómo o simplemente trabajar en los Estados Unidos? ¿Cómo fue su trayecto cuál fue lo que usted hizo? Cumplió dos, se regresó, esperó un año, dos y vino pa atrás o, ¿cómo fue eso?
JG: Vine en el [19]55, duré un año, fueron dos contratos de seis meses, ¿vedá? Y luego el [19]50 y…
AR: Y en ese tiempo, ¿recuerda cuánto le pagaban la hora?
JG: Setenta y cinco centavos la hora.
AR: Okay. Y, ¿era más o menos lo normal pa ese tiempo o era un poco alto?
JG: Pues para, no sabría decirle si era lo normal o no, porque uno llega tapado totalmente.
AR: No, ah, sí.
JG: No sabe uno nada, ¿vedá?
AR: Sí. Y hasta eso, ¿eran como justos?, ¿sí les pagaban los que decía o a veces los trataban de…?
JG: Ya en el contrato venía que iba a pagar, iba a ganar $0.75 centavos la hora.
AR: Pero sí lo cumplían.
JG: Sí.
AR: Ya después de eso, ¿cumplió otro?
JG: De ese contrato vine otra vez en el… No recuerdo perfectamente si jue en el [19]57 ó [19]58. Me vine y me tocó ahí pa el lado de Texas. En Texas anduve, anduve limpiando algodón.
AR: Eso es difícil.
JG: Limpiando algodón y piscando algodón.
AR: Está difícil.
JG: Se pican todos los… dedos, las yemas de los dedos.
AR: Y como, esa situación cuando trabajas en algodón, ¿cuál es la carrilla de ese trabajo?, ¿como qué es que te piden tales libras en poco tiempo o cómo?
JG: No, es que todo es contrato, por contrato. Le pagaban a uno a como era, venía siendo el quintal a $2 pesos quintal, algo así, ¿vedá? Entonces ahí ganaba uno, no mucho, pero pos unos $12, $12, $15 dólares, yo creo entonces.
AR: Y como manías que agarraban pa poder trabar, trabajar eso.
JG: Sí, trabajar más, más rápido.
AR: ¿Como qué era lo que hacían?, ¿se vendaban las manos o qué?
JG: No, ya con el tiempo ya los dedos se hacen callosos, ya no le hacen nada a los…
AR: Como que crean tolerancia.
JG: Ya agarra uno más práctica también y todo eso, ¿me entiende? Y de ahí…
AR: Pero la situación, como supongamos, cuando trabajó en Chula Vista y ya trabajó en Texas, ¿se acuerda cómo se llamaba el lugar en Texas que trabajó?
JG: La Esperanza.
AR: La Esperanza, okay. Y, ¿en esos dos sitios era diferente la cultura que se manejaba, como términos del trato que le daban al mexicano inmigrante?
JG: Mucho muy diferente.
AR: ¿Cuáles eran las diferencias que recuerda?
JG: La diferiencia de acá en Texas, en Texas pos te exigían más que trabajaras más, porque había veces que el trabajo no servía, por ejemplo algodón malo, malo y…
AR: ¿Cuál era el malo? El que no podían…
JG: Que no, que no había mucho, que estaban las matitas muy chiquitas y llega uno arrastrando la saca y no levantaba uno nada. Y pues no daban ganas de trabajar. Y cuando taba el algodón grande, pos…
AR: Sí rendía.
JG: Daba gusto ir a trabajar. Ése era lo que… y luego decía el troquero, dice: “Ponte a trabajar”. “No”, le digo, “pues, ¿a qué voy?”, le dije. “Nomás voy a pasearme, no traigo nada, no tiene chiste”, decía yo así. “Y cuando hay”, le dije, “cuando hay sí me da gusto trabajar”, le dije. “Pues del otro modo”, le dije, “así no, no”, le dije. Y me decían que pues, que nomás era de que oportunidades nomás. “Bueno”, le dije, “a eso vine”, le dije, “yo no voy a matarme”, le dije, “por nada”, le dije, “no”. Y ésa era la diferiencia así ya bien.
AR: Y en términos como las dos situaciones, usted se sentía que como trabajadores contratados, ¿los aislaban de la gente que vivía ahí? Como decir: “Ésa es nuestra comunidad”.
JG: Sí.
AR: ¿Sí había ese tipo de distanciamiento?
JG: Sí, había lugares, había lugares donde tenían braceros y tenían locales que les decían, ¿vedá? Los locales no, se paraban platicando y puro azadón grande y nada de fatigados. Y a nosotros no, nos traían a trabaje y trabaje.
AR: Entonces sí había una diferencia.
JG: Mucha, mucha diferiencia y sobre todo ellos ganaban mucho más que nosotros.
AR: Entonces como, usted cuando regresaba a su pueblo y pues regresaba con su dinerito o con la habilidad o la voluntad de querer ayudar a su familia, ¿a usted lo recibían diferente en su pueblo?, ¿cómo lo percibían? Como una persona con experiencia de Estados Unidos o era algo que era muy like, lo tomaban como normal. Como era lo que…
JG: No, no, todo el mundo le tenía envidia a uno cuando uno llegaba. Llego con una camiseta nueva, un pantalón nuevo, zapatos nuevos, sombrero, todo, ¿vedá? Y los que tenían dinero, le decían a uno: “Nomás te tengo miedo que vienes llegando, al rato se te acabe el dinero, va a ser igual”. “Pues sí”, les decía yo así. Pero sí, sí había envidia. Había, ora ya no.
AR: Ya, ahora ya es más como, como más normal, más…
JG: No ya, ahora ya no. Ya yo creo que la gente ya que está allá tiene más dinero que no, uno tiene.
AR: O sea otra vida, otra forma.
JG: Sí, otra vida ya muy diferente.
AR: Siempre como que uno piensa, yo cuando he regresado, como que se da uno a decir, mejor viven más tranquilos o como, aunque sí tengan la presión. Pero como que se siente un poco menos y aquí como que siempre parece que está todo muy acelerado, como que la gente siempre está bajo el reloj.
JG: Exactamente.
AR: Like, es otra forma.
JG: Ey, así es como el que vive en un pueblo pequeño y después un pueblo grande, ¿vedá? En un pueblo anda más rápido y en uno chiquito más tranquilo, más todo.
AR: Y como esas situaciones cuando usted está, pues está joven todavía, está ayudando a su familia, ya cumplido en California, en Texas, ¿usted dónde se visualizaba estableciéndose? Todavía regresar a México, intentar ahí o tratar de forjar algo en los Estados Unidos.
JG: En los Estados Unidos.
AR: En los Estados Unidos.
JG: Sí. Ya cuando esto se acabó, de los braceros, el [19]64, ya yo duré un tiempo sin venir. Y pos ya del [19]64 al [19]66, en el [19]66, ya dos años había, ya taba enfadado y ese año me casé, el [19]66.
AR: ¿Qué, se acuerda la edad que tenía cuando se casó?
JG: Treinta y un años me parece.
AR: Oh, ya grande, sí, sí.
JG: Tonces ya que me casé, le dije a mi esposa: “¿Sabes qué?”, le dije, “yo voy a dar una vuelta a California”.
AR: Y, ¿cuál es el nombre de su esposa?
JG: Consuelo. Consuelo Pérez.
AR: Y, ¿es de su pueblo o la conoció…?
JG: Vive ahí mismo.
AR: Okay.
JG: Sí, vive ahí mismo.
AR: Y, ¿fueron novios mucho tiempo o pronto se casaron?, ¿cómo fue eso?
JG: Pues hubo un noviazgo como de tres, cuatro años yo creo.
AR: Oh, algo larguito.
JG: Sí.
AR: Y ya cuando decidieron casarse, su mentalidad era tratar de forjar como una forma de… o seguir con lo que hacía ahí y tratar de mantenerla así o era más bien ya casado, “ya siento como que es mejor los Estados Unidos”.
JG: Bueno…
AR: ¿Cuál fue su decisión?
JG: La situación era de siempre, yo esperaba por Estados Unidos. Me gustó mucho desde que vine.
AR: Y, ¿le gustaba mucho por el hecho de que tenía más potencial de ganar lo que era justo?
JG: Lo que era justo y…
AR: También el ritmo de vida antes, ¿qué era lo que le gustaba?
JG: Pos principalmente para, para prosperar un poco y del ritmo de vida, pos es más bonito allá que ni aquí, ¿vedá? Pero económicamente.
AR: Lo miraba como un sacrificio que valía la pena.
JG: Valía la pena estar aquí. Allá en aquellos tiempos nadien que tuviera un[a] hielera, nadien tuviera una estufa, ¿vedá? Ora como le digo, ya es diferente, pero para de aquellos tiempos, no. Entonces ya que me casé, me vine el [19]66, aquí estuve, [19]66, [19]67 y [19]68 y [19]69.
AR: Se acuerda del lugar. ¿Cuál fue el lugar al que llegó?
JG: Aquí a Los Ángeles.
AR: En Los Ángeles.
JG: Aquí en Los Ángeles.
AR: Y cuando se vino a Los Ángeles en ese tiempo, ¿empezó a vivir con puros señores o empezó como…?
JG: Puros amigos, llegamos a vivir hasta doce en un mismo lugar.
AR: Y, ¿qué área de Los Ángeles se concentraron?
JG: Yo llegué aquí para el este de Los Ángeles.
AR: Oh.
JG: Por la Olympic, ahí llegué yo. Olympic y la Valebeach(?).
AR: Y todos que llegaban como usted, con los que compartió cuarto o ese apartamento, todos se encontraban en una situación similar, ¿de que eran hombres casados o solteros?
JG: Similar a todos, ey. No, solteros y casados. Solteros y casados.
AR: Y, ¿su meta era tratar de juntar lo suficiente pa poder mudarse o juntar para mandar y regresar?, ¿cuál era su…?
JG: Pues no, no, tratar de juntar y mandarles a la familia, ¿vedá? Todo el tiempo. Y luego vino el momento en el que, donde yo estaba trabajando…
AR: Y, ¿dónde empezó a trabajar o dónde…?
JG: Yo trabajé en un lugar onde, aquí por la San Pedro y Olympic.
AR: Okay.
JG: Ahí onde hacían lámparas de tubo, de pipa.
AR: Oh, las pro[ducían], las manufacturaban.
JG: Sí y ahí los, ahí las…
AR: ¿Se acuerda del nombre del lugar?
JG: Se llamaba Casan Company.
AR: Okay.
JG: Entonces ahí, el mayordomo era un señor chaparrito también y el mayordomo mío era también de allá del pueblo, igual, que me tocó trabajar ahí, ¿eh? Entonces cuando llegué ahí, él me enseñó a andar en ese departamento, me puso con él, nomás taba él solo y ya dice el mayordomo general, dijo: “Pues ayúdele al maistro Rudy”. “Sí”, ya me puso ahí a trabajar doblando pipas, todo eso. Y sinceramente yo como tengo poco estudio, yo no conocía pa medir, ¿vedá? Él me tuvo que enseñar. Y toca el accidente que se cae, andaba él componiendo algo en el techo y se cae la escalera y se…
AR: Se lesiona.
JG: Se muela este brazo y dice el mayordomo: “Y ora, ¿qué vamos hacer sin maistro?”. Dijo: “Ora usted va a ser”. “No”, dije, “¿yo qué sé?”. Dijo: “Yo lo voy a enseñar”. “Ah, bueno”. Ya le dije: “Mire, principal de cuentas, estas medidas”. Y ya todos, había muchos del pueblo ahí, se burlaban de mí porque yo no conocía la cinta. Dijo: “¿Cómo puedes llegar a mayordomo a ser?”, dijo, “si es puras medidas”. “Pues es lo que le dije, pero ahí me tiene”. Pero ya me había enseñado el señor y hasta eso, pos no porque yo lo diga, ¿vedá? Pero le aprendí pronto a la cinta. Y aprendí a hacer el trabajo, todo muy bien, digo magnífico todo, todo muy bien. Y de ahí jue, le nació al señor este, dijo: “¿Sabes de qué?”, dijo, porque llegó una vez La Migración allá enfrente y se llevó mucha gente. Tonces me dice: “Ven”, y fui. “Métete a mi oficina, no salgas hasta que yo venga, hasta que te diga yo soy julano, abre; y si no, no abras”. “Tá bueno”. Ya me metí, todo encerrado en la oficina de él ahí. Eso fue como a las once de la mañana, a las tres miraba yo el reloj y: “Ah, ¿pues a qué horas irá a venir este hombre?”.
AR: Desesperación, ¿no?
JG: Yo desesperado. No, llegó a las cuatro. Ya abrió, tocó: “Yo soy”, ah, ya le abrí. Dice: “Siéntate”, dice, “quiero saber, ¿tienes papeles o no tienes?”. “Sí”, le dije, “¿cómo no?”. Le saqué unos dólares, ¿vedá? “No”, me dice, “esos de banco, no”. “No”, le digo, “pues dígame cuales o nos vacilamos”, dije. Le dije: “Dígame de cuál pues”. “No”, dijo, “¿tienes papeles para estar aquí en Estados Unidos?”. Le dije: “No, no, no tengo”. Si me dice que hasta aquí él, pues ni modo. “No, no, no, no”, dijo, “te pregunto”, dice, “porque no quiero perderte”. Dice: “Me gustó como, me gusta como trabajas y como eres”. Dice: “Hazme un favor”. “¿A ver?”. “Toma esta tarjeta”, dijo, “¿conoces Los Ángeles?”. “Sí, sí”, le dije, “conozco”. Dijo: “Te vas en la Cuatro y la Main”, dijo, “ahí tá un edificio, ahí te subes al tercer piso y esta tarjeta es de ese hombre y se la das y él te va a pedir unas preguntas, si tú le contestas bien, él me va a avisar a mí”. “Tá bueno”. Ya fui. “¿Poncho mi tarjeta?”. “No, no”, dijo, “vete”. Ya, me vine y caminando hasta allá. Ya llegué ahí, ya me dice la secretaria: “¿Usted es julano de tal?”. “Sí”. Dijo: “Un momentito, está con alguien allá adentro”. No, pues ya salió la persona que estaba ahí. “Ora sí”, dice, “pásele”. Ya le pasé. “¿Tú eres fulano de tal?”. Le dije: “Yo soy”. Dice: “Te voy a hacer unas preguntas. ¿Sabes a qué veniste?”. Le dije: “No, no”, le dije, “no sé a que vine”. Dice: “Tu mayordomo, tu patrón”, dijo, “quiere emigrarte, ¿quieres emigrar?”. “Sí, ¿cómo no?”. “Muy bien, ¿cómo te llamas?”. “Fulano de tal”. “¿Cuándo naciste?”. “Pues tanto”. “¿Eres casado?”. Le dije: “Sí”. “¿Tienes familia?”. “Pues sí”, dije, “sí, una niña”. “Muy bien. Tu nombre”. Y ya todos los nombres, ¿vedá? Ya dijo: “Deja hablar”, dice: “¿Quieres venirte tú solo o quieres traerte a la familia?”. “No”, le dije, “yo solo”, dije así, ¿vedá? Dijo: “Bueno, deja venir tantito”, y salió, fue a hablar con el mayordomo y ya le preguntó, que yo quería venir solo, dice él: “Dice tu patrón que quiere hablar contigo”. Digo: “¿Qué pasó?”. Dice: “¿Por qué no emigras a tu esposa también?”. Le dije: “Oiga”, le dije, “y, ¿a ella pa qué la quiero aquí?”, dije yo así, ¿vedá? Dijo: “Mira, por principio de cuenta”, dijo, “yo no quiero que si arreglas”, dijo, “mi esposa me dijo lo mismo”, dijo, “que si arreglas, con todo y familia, solo no, porque, ¿qué tal si pierdes la familia allá y resultas culpable?”, dijo. “Y, ¿ése es todo el pleito?”. “Sí”. “No”, dijo, “entonces sí. Bueno, pues si no se puede de otro modo, tá bien, que intente, que ella también y tu niña”. “Tá bien”. Okay, ya llenó los papeles. “Listo”, dijo, “ya”. Ahí dejé esto y con el tiempo…
AR: Tonces no le pidieron como documentación, como acta de matrimonio y cosas así.
JG: No, todavía no, eso fue nomás, yo creo pa hacer la petición yo pienso, ¿vedá? Y ya…
AR: ¿Usted cómo le comunicó a su esposa el hecho de que ya…?
JG: No, no le dije todavía nada. “No”, dije, “mejor no”.
AR: No la quería alborotar.
JG: La voy a, la voy a…
AR: Alborotar.
JG: A desinquietar y a la última no, no hay nada, pues no. Hasta que no llegue el día que, entonces. No, pues ya que me dijo él, me mandó llamar el licenciado y ya fui, tuve una entrevista y ya fui, dijo: “Mira”, dijo, “ya parece que vamos bien, vamos bien”. Dijo: “Ya empezamos, ya metí los documentos y ya nomás falta que me aprueben unos de aquí de tu patrón y te voy a pedir qué papeles vamos a necesitar”. “Tá bueno”. Dijo: “No sé”, dijo, “yo, posiblemente en esta semana o la que entre voy a tener respuesta”. “No, pues tá bien”. No, sí, a la siguiente semana ya me mandó a llamar y ya vine y ya me dio la lista que necesitaba y entonces sí, dije: “Ora sí, ya”. Ya mandé la carta pa allá y mandé la lista y me dijo el abogado, dijo: “Lo más pronto que se pueda hacer”. “Bueno pues, está bueno”. Y ya, me mandaron todo y ya vine y se lo llevé ahí, dijo: “Ya estamos listos”, dijo. “Vas a salir pa tal fecha”. “Tá bueno”. “¿Estás preparado?”. “Pues sí”, le dije, “ya sé”. Yo ya había, ya tenía poquito dinero y con lo que ya me dijo, me jui preparando más y más y más. Y total, llegó el día y me fui, me fui pa allá pa ir a la Ciudad de México a llevar los papeles, pero llego allá y entonces no me aceptaron la acta de nacimiento, ni la mía ni de mi esposa del pueblo de ahí. Tenía que ser de la cabecera del estado y como pa desgracia andaba, se andaba moviendo de un edificio a otro. Tonces cuando yo llego allá y fui a Guanajuato y que (ininteligible), dije: “No hubo nada”. Ya llegué yo allá: “¿Quién es el encargado de aquí?”. “El señor tal”, ya fui, ya le di el papel. “Mire, vengo de parte de este pueblo ahí”. Dice: “Lo siento mucho”, dice, “pero no puedo atenderte de momento, esto va a durar como un mes o más”. ¡Híjole! Y yo esperé a una de las secretarias de él ahí afuera y le hablé cuando salió. Tuve que esperar yo allá como de las once hasta las dos de la tarde allá afuera, ya salió la señorita ya agarró el camión y yo me subo con ella y le hablé: “Oiga, sabe que, que yo, ¿me conoce que fui ahí?”. Dijo: “Sí, sí”, dijo, “me acuerdo de usted”. Dije: “Oiga”, le dije, “no me hiciera un favor grande”, le dije, “porque no por nada”, le dije, “pero es que me están exigiendo estos papeles para emigrar aquí a Estados Unidos. No quiero perder la oportunidad, hombre”, le dije yo así. “Búsquemela y no me doy por mal servido, pídame lo que me pida”, le dije, “yo se lo hago”. “No”, dijo, “desgraciadamente no puedo”, dijo, “no puedo”, dijo, “no puedo. Pa saber en qué, si yo supiera que estaba en tal caja”, dijo, “ahí, pero no puedo, va a tener que esperar y no hay otra”, dice. “Bueno, pos ni modo”, le dije, “gracias”. Entonces el que estaba de presidente en ese tiempo era muy amigo mío y ya me dijo: “Oye, ¿qué?, ¿ya arreglaste?”. “No”, le dije, “fíjate que tengo un problema”. “¿Cuál? Aquí no hay problemas en México”. “¿Sabes qué?, que sí”, le digo así. Le digo: “Sabes que no me aceptaron las actas de nacimiento de aquí del municipio”, le dije, “las que hagan en la cabeza del estado. Y yo fui ayer y no hay nada”. Dijo: “¡Ah caramba! Se andan moviendo, sí”, dijo. “Ya vez”, le dije, “por eso te digo”. “Pero no te apures, como quiera vamos mañana, a quien quita, yo voy a ir contigo, yo te llevo”. Dijo: “Aquí te espero a las dos de la mañana para ir”. “Tá bueno”, llegué: “¿Vámonos?”. “Vámonos”. Ya llegamos allá y como él era suplente de diputado allá en Guanajuato también. “¿Qué pasó mi suplente?”, el jefe de ahí. Dijo: “Qué milagro que nos visita”. Le dijo: “No, no que visite, es que tengo un trabajador mío que anda en este anda este problema”. “Oh”, dijo, “ayer vino”, dijo, “ay, diputado discúlpame”, dice, “pero no se puede hacer nada, discúlpame, no te imaginas. Yo se lo dije que, pero no… dijo: “Lo único que puedo hacer”, dijo, “voy a hacerle, pero no te lo prometo en ocho, quince días, no. Si se lo puedo hacer, qué bueno”, dice, “pero si no, pero voy a hacer lo más pronto que se pueda”. Y con eso. Pos yo tuve que ir a México, a decirles que se andaban cambiando y que no me lo podían abrir. Y ya me dice la cónsul: “Está bien”, dice, “conforme lo tengas te vienes con todos los documentos. ¿Ya tienes todo?”. “Sí”, le dije, “pues lo que me pidieron nomás”. Dice: “Mira”, dijo, “qué bueno que viniste”, dice, “porque de aquí hay unas cosas”, dijo, “que yo necesito huellas de ti de Los Ángeles y aquí es donde estaba pensando cómo le voy hacer”. Dice: “¿Tienes a alguien allá, un amigo, un familiar que te lo pueda sacar?”. Dije: “Sí, sí tengo, tengo un amigo”, le dije que uno de Texas que vivimos juntos, nos llevábamos muy bien, inclusive me debía un dinero y no me lo dio porque no lo tenía, dije: “Yo le llamo”, le dije, “y que me las mande”. Dijo: “Pos qué bueno”, dijo, “que tengas esa solución”. Dice: “Ojalá y que en unas dos semanas o tres”, dijo, “que te las mande. Mientras te doy una papeleta”. “Tá bien”, dije. “Pero no dejes de hablarle ahora”. “No”, dije, “yo le llamo”. No, sí, ya vine yo acá y ya le llamé. “Sí”, dijo, “yo voy y te las voy a sacar del dinero que te debo y después te rebajo”. “Ándale, pues”. Y ya, sí, gracias a Dios me lo mandó pronto, antes me llegaron las huellas antes de que me dieron…
AR: Lo de las actas…
JG: Las actas allá. Y ya me dieron las actas y me fui a México y ya, listo, se arregló todo.
AR: Y, ¿su esposa estaba a favor de legalizarse?
JG: Sí, pues tenía muchas ganas de venir también ella.
AR: ¿Cuántos años duraron como, supongamos, viviendo así en diferentes países al estar casados?
JG: O sea nomás en el pueblo de Romita y de allí a aquí.
AR: So, nomás como una cuestión de un año o dos años.
JG: No, más, pues.
AR: ¿Más?
JG: Hasta el [19]85.
AR: Mucho tiempo.
JG: [Mil novecientos] noventa y cinco. Hasta el [19]95. No, no… [19]85… Sí, por ahí, como hasta el [19]85, [19]88, por ahí, sí.
AR: Y en términos de la comunicación entre ustedes, ¿era a través de carta antes de que se pudiera legalizar ella?
JG: Sí.
AR: Sí. Y, ¿pero ya tenían hijos pa ese entonces, cuando legalizaron?
JG: Sí.
AR: ¿Cuántos hijos tenían?
JG: Una nomás, el otro ya nació aquí y los otros ya nacieron aquí.
AR: Okay. Y cuando hicieron esa transición, ¿se quedaron en Los Ángeles trabajando con el mismo patrón usted que lo legalizó?
JG: Sí, yo otra vez, yo llegué con el patrón mismo.
AR: ¿Cómo cuántos años duró en ese empleo?
JG: Ya no me quiso.
AR: Oh. (risas)
JG: Es que pasó esto. Como, cuando yo me fui, cuando yo me fui de aquí a arreglar, ya tenía yo vacaciones que me debieron de haber pagado, ¿vedá? Y me dice, pues le dije: “Oiga”, le dije, “pues deme el cheque de vacaciones”. “No”, dijo, “cuando vengas, éste te sirve pa cuando llegues aquí ya tienes dinero”. “Ah”, le digo, “pues también tiene razón”, dije, “es cierto”. Dijo: “Conforme llegues aquí, vienes y me avisas, ya va [es]tar tu dinero”. “Tá bueno”. No, pues ya cuando me fui y que ya vine, yo me acuerdo, llegué un jueves y vine y luego a verlo. Llegué aquí como a las seis de la mañana, siete de la mañana y como a las doce vine de aquí y luego hablé con él y con todos los amigos y le dije: “Ya [es]toy listo”, le dije, “¿me dejas trabajar?”. “No”, dijo, “descansa, el lunes empiezas”. “Ah, tá bueno”, le dije, “y, ¿mi cheque?”. “El lunes hablamos”. “Tá bueno”. El lunes ya vine ya con todo, preparado pa trabajar, trabajé y todo y yo esperando el cheque, ¿vedá? Y me dice: “¿Sabes qué? El patrón como que se está poniendo difícil”. “Ay, ¿por qué?”, le dije yo así. Dijo: “No quiere pagarte las vacaciones porque el tiempo que te fuiste, que ya perdiste la señoría y que ya no vas a ganar lo mismo que antes”. Dijo: “Así es de que pos, me estoy peleando con él ahorita”. “No”, le dije, “no se pelee, porque si no, voy a perder el trabajo”. “No”, dijo, “yo trabajo tengo mucho”, me dice, “no te apures”. Y pues yo seguí trabajando. Y un día llega y me dice: “¿Sabes qué? No te va a pagar las vacaciones, pero se las vamos a cobrar de otro modo. Mañana llegas y ponchas tu tarjeta, te pones a trabajar un rato y me haces el favor que te vas a buscar trabajo. Pero no quiero, no quiero que me llegues y me dices, ya agarré un trabajo de $3 dólares, no”, dijo, “ya se acabó el tiempo de $3 dólares pa ti. Ahora de $4 en delante, de $4 pa arriba, ya $3.50, ni $3.50 quiero. Así es de que vete a buscar. No, no te apures porque de todos modos aquí va a estar la tarjeta trabajando por ti. El tiempo que dures, cuando tengas tiempo ya así, te vienes para taparle el ojo un rato a él”. Bien, y así me iba y ya dije, ya empezaron a hablar ya los compañeros, ahí sí ya empezaron a hablar que julano nomás llega y se va y que viene cuando él quiere y que abre cuando él quiere y cierra cuando él quiere. Porque en veces me daba las llaves él, ¿vedá? Abría a las cinco de la mañana y ya abría yo y cerraba la puerta y me iba a poner a trabajar. Y ya cuando él llegaba, pos ya me miraban ahí trabajando y se iban y yo me quedaba. Había veces que: “Me terminas ese trabajo, hasta que no lo acabes, te vas”. Él lo hacía pa darme más horas, ¿vedá? Y él me decía, dijo: “Ya cuando ellos se vayan, ya no trabajes, estate sentado ahí leyendo el periódico, lo que… y cuando vengas, ya cuando ya toquen que abras, te pones a trabajar. Lo que quiero es que corra el tiempo pa ti. Eso es lo que le vamos a cobrar de las vacaciones”. “Pos tá bueno pues”. Y así pasó, duré como un mes, yo creo.
AR: Siempre.
JG: Ya me encontré un trabajo de $4.25. No, de $4.50.
AR: ¿En lo mismo o en otra?
JG: No, en una compañía que se llama Norris Industrial, ahí trabajé ahí…
AR: ¿Se acuerda dónde estaba localizada?
JG: Está por la Soto y la [calle] Cincuenta y cuatro.
AR: Y, ¿también era de manufacturar productos?
JG: No, ahí hacíamos, ahí se hacían de este, en ese tiempo se hacían rines para carro, se hacían lavamanos y principalmente casquillos para la guerra. Casquillos de todos tamaños, el más chiquito era así, el puro casquillo y lo más grande, más alto que esto.
AR: Tonces ya que encontró ese empleo, que ya era un, pues a una cuota de paga más alta, ¿ya es cuando dejó ese trabajo por otro?
JG: Y ya vine y le dije a él y hasta él me llenó la aplicación y todo y ahí tenía ya cuánto se iba a ganar. Dijo: “Muy bien”, dijo, “ése es buen trabajo, consérvalo y así como trabajas tú”, dijo, “yo sé que lo vas a conservar”. Y ya, pos ahí duré catorce años trabajando.
AR: Tonces para usted, en términos de todas estas transiciones que vivió, ¿cuál fue como su anhelo más grande? Por decir: “Lograr tener mi propia casa, lograr tener a mi familia en un lugar”. ¿Cuál fue lo que más anhelaba? ¿Qué era lo que lo motivaba? Porque todo esto se oye como mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho sacrificio, mucho estar negociando y luego un montón de diferentes formas de tratar de avanzar, ¿cómo…?
JG: Pos fíjese que ahí gané muy buen dinero y nomás que desgraciadamente no he hablado de mi esposa, ¿vedá? Pero desgraciadamente así fue. Yo traté de comprar una casa y me dijo mi esposa: “No, yo”, dijo, “espérate, mira aquí estamos poquita renta”. En esa casa cuando yo llegué, que la traje ahí, yo llegué, empecé pagando $60 dólares por mes.
AR: ¿Se acuerda dónde estaba localizada la casa?
JG: Estaba por la por la Tempor y la Sware. Ahí estaba la casa esa. Entonces ahí duramos muchos años, entonces de allí, dijo…
AR: ¿Se la rentaban a una familia mexicana o americana?
JG: Eran dos casas, o sea tres casas, una abajo, dos arriba y yo vivía atrás, en la parte de atrás en esa propiedad. Entonces de allí, yo como le digo, yo ganaba más o menos bien y se juntó algún dinerito, le dije a mi mujer, le dije: “Vamos a comprar una casa”. “¿Pa qué ahorita?”, dijo, “si estamos pagando poquita renta”. “Pos no le hace”. “No”, dijo, “estamos mal”. Pos total, me convenció. Entonces agarré un carro nuevo y luego agarré otro y ahí paré ya. Entonces todavía junté dinero, quise comprar otra vez casa y: “No, que espérate”. Le dije: “Entonces vamos a San Romita”, le dije, “y en el terreno que tenemos allá, de que tengo allá”, le dije, “pues vamos a hacer una casa”. Dice: “¿Para qué hacemos allá?”. Dijo: “Otros la van gozar, nosotros aquí. Pa cuando vayamos, no”, dijo: “sabrá Dios si volvamos, no”, dijo, “espérate”. Ahí se descompuso y no se agarró casa. Y a poquito, es feo decirlo, pero es la verdad de las cosas, yo tenía como unos $28,000, $30,000 dólares juntos y con la esperanza de ver la casa, le estoy hablando allá del [19]80. Y no se hizo nada, ya empezaron a crecer más los muchachos y ya se pusieron a estudiar y a gastar más dinero y a la última ese dinero yo no supe qué se hizo. Ahí tuve dificultades con mi esposa yo por ese dinero que yo no sé. Una vez, no me acuerdo en qué año fue cuando estaba, que daban muchos intereses en el banco en México, le dije: “¿Sabes qué?”, le dije. Me dijo ella: “¿Sabes qué?”, dijo, “tá una sobrina, que si no la llevas a Tijuana, ya se va a ir para allá”. Le dije: “Si no trabajo el sábado”, le dije, “la llevo y si no, pues si trabajo el sábado”, le dije, “la traigo el domingo y si no trabajo, pues la llevamos el sábado”. Le dije: “Sirve de que agarras, sacas todo el dinero”, le dije, “para llevarlo y meterlo allá al banco que nos dé más intereses, aquí no da nada”, le dije yo así. “Pero no lo sacas todo, le dejas más o menos unos $100, $200 dólares, eso vas a dejar”. “Pos tá bueno”. No, pos ya fuimos, no trabajaba el sábado, fuimos a Tijuana, dejamos a la sobrina de ella, le dije: “Ora sí”, le dije, “dame el dinero para meterlo al banco”. Me va saliendo con $300 dólares. “Oye”, le dije, “¿cómo es posible?”. Dijo: “Pues eso es lo que hay. Lo sacarías tú”. Le dije: “Si yo lo hubiera sacado, ¿por qué taba diciendo que tú lo sacaras?”. No, sentí yo mucho coraje. Mucho, mucho coraje. “Okay”, le digo, “vámonos”. Ya, tonces ya llegamos a donde estaban los muchachos en el estacionamiento, dijeron ellos: “Vamos a que nos lleves a almorzar”. “Sí, vamos”. Ya fuimos, ya almorzamos, nos fuimos, le dije: “¿Quieres llevar algo de aquí?”. “Sí”. Ya la llevé a un mercadito y ahí compró todo, ya echó en la camioneta, nos fuimos. Tonces el lunes yo trabajaba en la tarde, el lunes le dije: “¿Sabes qué?, le dije, “vamos a la marqueta a traer más comida”. “No, ya trajimos”. Le dije: “Pero no compramos carne”. Yo quería llevarla al banco. En el banco, tá la calle, tá por toda la Sunset, aquí tá el banco y enfrente taba la marqueta. Tonces me metí a la marqueta y me fui caminando y de ahí nos metimos al banco. Ya se arrimaron unos señores, dijo: “¿En qué le puedo servir?”. Le dije: “Me hace el favor de, quiero sacar unos $500 dólares”, le dije yo así. En aquel tiempo todo taba en un libro, donde uno metía el dinero, ¿vedá? Y ya le dí el libro, ya fue. “Ay, señor”, dijo, “lo siento mucho”, dice, “pero no tiene esa cantidad de dinero”. “¿Cómo? ¿Cómo que no tengo esa cantidad?”. “Mire, sí”, dijo, “aquí estoy mirando”, dice, “que tiene mucho dinero, pero”. Ya saqué mi cartera: “A ver de la tarjeta, cheque la mía”, dije, “a ver qué pasa”. “No”, dijo, “de aquí no salió nada”. Le dije: “A ver, dale la tuya”. Ya se la dio, dijo: “De esta tarjeta salió todo el dinero”. Dije: “Ya ves, ¿no dices que no?”. “Gracias señor”. Ya le dio su tarjeta y nos fuimos. Le dije: “Ya ves, ¿qué le hiciste al dinero?”. “No, pues que yo no sé”. “¡Bah!, ¿cómo que yo no sé?”, le dije. “Entonces quién sabe. Ya te dijeron ahí a ti misma que de tu tarjeta salió”. Y hasta la fecha no supe qué se hizo de ese dinero.
AR: Las situaciones muy difíciles de, porque como es, como labor de muchos años, entiende, para poder, que pasó…
JG: Me dio, sentí mucho coraje y mucho sentimiento y ya de ahí no fui yo feliz con mi mujer.
AR: Y ya como situación familiar, ¿siguen juntos o ya están?
JG: No, ya estamos separados, yo ya vivo con otra familia.
AR Entonces como para usted, en término de sus transiciones y como ya ahorita vive en los Estados Unidos, ¿ahorita a qué se dedica o ya se retiró?
JG: Ya estoy retirado.
AR: Ya está retirado.
JG: Ya, ya tengo cinco años de retirado.
AR: Y sus hijos de usted, ¿ellos se educaron aquí o trabajaron?
JG: Sí, tengo una hija con mi matrimonio, un hijo que es ingeniero.
AR: Oh, felicidades.
JG: Y tengo una, la más chica es psicóloga.
AR: Oh, felicidades, qué bueno.
JG: Sí. Y las dos mayores, nomás tuvieron la high school y ya no estudiaron, no quisieron, no estudiaron.
AR: Y usted, a través de su vida, ¿qué piensa que fue la mejor herencia que les pudo dar a sus hijos en términos de valores?
JG: Pues es la mejor herencia que les, como yo les explicaba a ellos: “Póngase a estudiar porque herencia, dinero no hay”. Pues pa que, ¿eh? “Póngase a estudiar y esa va a ser su herencia”. ¿Qué mejor herencia?, que nunca se la van a acabar en toda su vida, le digo yo.
AR: Sí, sí. Y en cuestión migratoria, como para usted que ha trabajado como contratado, ha trabajado, ya sabe lo que es ser indocumentado, ya sabe lo que es tratar de legalizarse, ya legalizado enfrentar otro tipo de negociación: “Este trabajo me conviene, este no, ahorro tanto, lo invierto en esto”, ¿cuál ha sido para usted lo más, como de toda su experiencia, qué es lo que recuerda más?, o, ¿qué es lo que dice: “Esto sí era difícil, aquí es cuando ya me empecé a acomodar, se puso más bien la cosa?”. Cuál fue la situación como ahora ya, usted ya, como cuando hace un recuento de su vida, ¿cuál fue la faceta más difícil de todas esas que vivió?
JG: Pues la faceta más difícil fue esta yo creo. (risas)
AR: Sí.
JG: Hijo, ésta más, la más difícil fue ésta. Todo, todo pa atrás, estuvo muy bien mi vida. Como le digo yo, cuando ya trabajé allá ganando $5 pesos, $6 pesos diarios, después entraba en los carros a ganar $100 pesos diarios, fue un cambio muy grande, ¿vedá? Y por eso yo me di el lujo de sostener a mis padres, a mis hermanos, a hacerles sombras; ese fue mi mayor satisfacción, ¿vedá?
AR: Y, ¿su relación con ellos ora que va pa atrás o que…?
JG: Pues fíjese que no tá muy buena, no tá muy buena. Me acuerdo esa palabra ahorita, me acuerdo de un amigo que me decía: “[Es]tás criando cuervos pa que te saquen los ojos”. “Tás loco, hombre”, le decía yo, “tás loco”. Dijo: “Mírame a mí”. A él le pasó lo mismo. “No”, le dije, “pero los tuyos porque son esto, son lo otro”. Le dije: “Los míos no, no”, le dije, “son muy, hasta la fecha”, le dije, “me obedecen más que a su papá”. “Sí”, dijo, “porque tú los mantienes, tú los vistes, tú todo, tú les, tú en la escuela, todo, todo, todo”. Dice: “Te apuesto que a tu papá no le tienen el miedo o el respeto que te tienen a ti”. Le digo: “Pues por ese lado”, le dije, “tienes razón porque mi padre es muy buena gente”, le dije, “nunca les dice nada”. Y efectivamente, el único que más estudio tuvo es maestro ahorita, ¿vedá? Y pues gracias a Dios, también tiene todos sus hijos, ya son profesionistas también. Pero como él conmigo, casi no me quiere, no me quiere. Cuando yo fui en el [19]66, fui para allá y tengo una hermana en Veracruz e iba yo con mi familia, ¿vedá? Y le dije a mi apá, a mi amá, a mi hermana, le dije: “¿Por qué no vamos a ver a Miguel, mamá?”. “No, hijo, yo no, me canso mucho”. Dijo mi hermana: “Yo tampoco voy”. Dice mi apá, dijo: “Yo sí voy”. “Bueno, pos ándele pues”. Me llevé a mi familia y a mi apá y nos fuimos y ya pues ahí anduvimos con él allá. Y cuando vine, me dice mi hermana, mi hermana yo creo que al último se arrepintió de haberme dicho, dice: “¿Sabes qué?”, dijo, “lo que anda diciendo Chicho”. “¿Qué dice?”. “Dice que no quiso ir contigo porque le ibas a hacer que pagara la gasolina”. Dije: “¡Bah!, qué ingrato. Si yo lo invité, porque lo invité y cómo le voy a pagar, si yo vine a pasearlo. Traje con qué, si no, no hubiera venido. Si no trajera con qué”, le digo, “pos pa qué hubiera venido, ¿a pedirles a ellos?”. Le dije: “No”, le dije, “Dios me aborrezca”. Y cuando vino él, le dije, le dije: “Oye Chicho”, le dije, “¿por qué andas diciendo?, le dijiste a ella que no fuiste conmigo porque te iba a cobrar la gasolina. ¿Crees tú que yo soy capaz de llegártela a cobrar, la gasolina? Después de lo que todo yo te dí. No, no hay que ser ingrato”, le dije yo así. “No, pues que yo esto”. “No, no pienses, ni digas, ni nada”, le dije, “hasta que no mires hechos, entonces habla, pues estás hablando antes”, le dije. “Ora sí, como dijo el dicho”, le dije, “primero te amarras y luego te cortas el dedo”, le dije, “no, no, eso no es bueno”.
AR: Ya había oído ése.
JG: Le dije yo así, ¿vedá? Y pos no, no, siempre, porque antes a este muchacho, antes de que todo, ¿vedá? Yo me acuerdo que el [19]63 que vine yo pa acá y cuando regresé, le puse una tienda a él allá y como él está malo del ombliguito, no puede hacer mucha fuerza y por eso yo le exigí que estudiara, le puse la tienda, dijo: “Ahí está”, dije, “para que… Mira, el día de mañana yo me voy a casar y de aquí vas a mantener a mis padres por si no hay otro, que somos muchos, que tienen que salir adelante. Así es de que ponte vivo”. “Sí”. En aquel tiempo, le invertí $11,000 pesos, ¿vedá? Y luego todavía le llevé como media toneladas de frijol, que ésa nunca se la cobré tampoco y hasta ahí. No, pos cuando yo me vine otra vez, ya cuando fui, ya la tienda ya se miraba una cosa triste. Y luego me dice el dueño del local, dice: “¿Sabes qué?”, dijo, “pos yo te renté la tienda a ti”. Dijo: “Pues empezó muy bien, pero ahora no me gusta cómo está”, dijo: “está perdiendo mi lugar”. Efectivamente que estaba perdiendo. “Y ora, ¿cómo le hacemos, Mario?”, le dije yo, así dijo: “Mira, como no hicimos contrato ni nada, yo por confiar en ustedes, tu papá es muy amigo mío y yo a ti te confío en mucho”, dijo, “mucho, mucho, pero pues para ese Chicho, ya sea él su hijo, ya no”. “No”, le dije, “pues vamos a clausurar”, le digo así, “ya que se acabe eso”. Dijo: “Nomás que vas a perder”. “No”, dije, “ni modo”, le dije, “¿qué vamos a hacer? De todos modos el negocio no salió como yo quería”, le dije yo así. Y pues se clausuró, ya este muchacho después me pidió, dijo: “Oye, fíjate que me están consiguiendo una plaza de maestro pero no tengo dinero y necesito pues de perdida unos $1,000 pesos, de perdida”. Digo: “Bueno, pero pues, te va a cobrar el que te va, el que te quiere meter ahí te va a cobrar cuánto”. “No, pues que dice que a lo mejor unos, pa empezar unos $1,000 pesos”. Le dije: “No, empezar y, ¿el acabar cuál va a ser?”, le dije yo así, ¿vedá? “Piensa”. Y digo, pues no, dijo: “No, no le dije”. “Pues dile y ahí me hablas mañana a la misma hora”, le dije, “porque yo trabajo en la tarde”. “No, pues está bueno”. No pues otro día me llamó: “No”, dice, “que son $1,500 por todo”. “Ah, tá bueno. Dile a mi hermana que te lo dé”, dije, “ella tiene dinero mío ahí. Dile que te dé de ahí de mi dinero, que te dé los $1,500”. “Y, ¿si no quiere?”. “Sí te los va a dar. Dile que hablastes conmigo y que, y tiene dinero mío y que te dé ella”. “Ándale pues”. Pues se lo di y ya no me volvió a hablar. Ya después cuando mi hermana me habló me dijo que, no, pues que ya taba trabajando. “Ah qué bueno”. Me dijo, dijo: “Le di $1,500”. “Sí”, le dije, “tá bien”. Y pos él ya cuando empezó a trabajar, sí empezó a ayudarlos bien a ellos, pero ya después ya no. Ya cambió mucho para él, yo creo que, pos como que ya se monta con otras clases de gentes, ya no es lo mismo, ¿vedá? Ya gastan más dinero y empiezan a noviar y todo eso y ya se acaba el interés. Y para esto, pues ya se casó muy pronto con una maestra también y ya se acabó todo aquello y ya no fueron buenas, llevar bien la vida, ya no. Al otro, al penúltimo lo ayudé, él me lo traje pa acá, nunca le cobré yo nada de lo que se le dice el coyote, ¿vedá? Y lo traje viviendo en mi casa como pos, unos dos años yo creo, o más.
AR: Ya tiempo.
JG: Y nunca le cobré comida, renta ni nada. Y yo creo que por un lado yo tuve la culpa, me siento culpable. Cuando ya empezó a trabajar, el primer cheque me lo daba y le dije: “Mira, yo quisiera haber tenido la oportunidad que te voy a dar”, le dije, “guarda tu dinero, no me des nada. Pero yo quiero que guardes dinero, ¿eh? Yo quiero que guardes dinero y eso sí”, le dije, “vas a estarle mandando a mi apá, a ellos allá. Te voy a dejar el cargo ahorita ya a ti, yo me retiro y tú entras, ¿eh? Yo voy a descansar un poco, también yo quería hacer ya algo, ya pa mis hijos”. “No, pues que sí, tá bueno”. Y total, empezó a trabajar, empezó a trabajar, ya como a los diez años, yo creo que tenía aquí, un día ya no compré carro nuevo, compré uno usadón, me costó $5,000 pesos en ese tiempo, $5,000 dólares y yo no acabalaba esos $5,000 dólares, le dije: “Préstame $200”. “No”, dijo, “no tengo dinero”. Le dije: “¿No tienes $200 dólares?”. “No”. Dije: “Vamos al banco, te llevo”. “No”, dijo, “ni en el banco tengo”. “¿Nada de dinero tienes?”, le dije. Dijo: “No”. “Bueno”, le dije, “después hablamos”. Fui con un vecino: “Sabes que compré esto”, le dije, “y necesito $200 dólares que me prestes”. “Sí, cómo no”, me los dio, ya me fui. Ya me traje el carro y ya cuando vine, ya hablé con él y ya para eso estaba otra hermana aquí también y mi otro, el otro. Yo, yo le acababa de poner un dinero, pa que le dije. Me dijo: “Sabes, ¿por qué no me pones dinero?”. “Sí”. Y ya fui y se lo puse el dinero y yo sabía que él no tenía dinero, por eso ni le dije nada. Le dije: “¿Sabes qué?, ya cuando volví en la tarde, le dije: “¿Saben qué?”, le dije, “mira Juan te dejé a ti”, le dije, “como diez años, no te pedí para comida, no te pedí pa renta, ni pa ropa que te aseara ni nada, todo estabas como hijo de familia y te dije la condición que hicieras dinero. Como no hiciste, hágame el favor de que busquen ya los dos donde se vayan a vivir”, yo hasta aquí llego. Y todavía tuvo la desfachatez de decirme: “¿Ya te cansates tan pronto?”. Le dije: “Ya. Si te parece pronto”, le dije, “y no merecer que me hicieras un favor de $200 dólares”, le dije, “no, ya no, ya no”. Y desde entonces, pos como que no muy bien la cosa. Todavía volví a ayudarlo, se enfermó, fuma mucho, se enfermó de los pulmones, se metió él mismo, ni me… Como ya, como le digo, se retiró mucho, hasta que taba en el hospital, un día me llama un muchacho que trabajaba conmigo y él vivía cercas de él, me dijo: “Hombre”, dice, “fíjate que me dijo Juan que te dijera que te necesita, que vayas a verlo”. “Ah, carambas, ¿qué pasa?”. “Anda a verlo”. “Tá bueno”. “Dile que si trabajo el sábado no voy”, le dije, “voy el domingo, y si no, pos ahí nos vemos, el sábado voy temprano”. No, no trabajé, vine y ya ahí estaba esperando. “¿Qué pasó?”. “No, acabo de salir del hospital y no tengo dinero”. “Ah, caramba, ¿cómo que no tienes dinero?”. “No, no tengo”. “¿Y?”. “Pos que me prestes o que me des”, dijo, “porque pos entre nosotros nunca nos prestamos”, bien sabe él. “Pues sí”, le dije, “tienes razón”. Y como estaba enfermo no le quise decir nada, ¿vedá? “Tá bien”, no le di mucho, le di $20 dólares. Le dije: “Tantéate”, le dije, “porque el dinero no está fácil”, le dije, “y pos sinceramente”, le dije, “no te enojes, pero yo veo aquí te sientes de amigos. Según tú muy amigos, yo no sé donde están, pero yo no quiero tocar ese punto nada ahorita”, le dije. “Orita tienes esos $20 dólares”, le dije, “posiblemente la otra semana sean $20 o sean $10, no sé, pero te voy a dar cada ocho días”. “Pos ándale pues”. No, y me pedía a mí y le pedía a una sobrina que taba aquí también, que está. Y a un sobrino, pero este muchacho pues no andaba bien. Total que le anduve consiguiendo, llevándolo pa que agarrara el disability y agarró y me lo negó, que no agarraba. Entonces le anduve peleándole para agarrara el disability ya de por vida ya y lo agarró. Entonces le dije: “Cuando llegues, agarres el primer cheque”, le dije, “me dices que ya lo agarraste”. “Tá bueno”. No, pos a mí ya me había dicho la trabajadora que iba a agarrar un cheque de todo el tiempo que había estado, iba a agarrar muy buen cheque, entonces yo no le dije eso a él. Entonces ya que éste agarró el cheque, pos le decía yo: “¿Te llegó?”. “No, no me ha llegado”, y: “No, no me ha llegado, no me ha llegado”. Tonces yo fui y le pregunto yo a la trabajadora, digo: “Oiga”. Dijo: “Sí, sí me acuerdo de ti”, dijo, “ya agarró el cheque tu hermano”. “¿Ya lo agarró?”. “Sí”, dijo, “el mes pasado ya agarró”. Dijo: “Ya va agarrar el otro, ya de ahí que va a agarrar mensualmente”. Le dije: “Bah, muchas gracias”, le dije, “disculpe”. “Bien”. Ya lo busqué donde vive y ahí estaba y entonces ya me dio coraje, ¿vedá?, que me estuviera escondiendo cosas. Ahí sí le dije: “Mira, mira Juan”, le dije, “¿agarraste cheque?”. “No”, dijo, “no he agarrado nada todavía”. Le dije: “No seas mentiroso”, dije, “ya lo agarraste”, le dije, “desde mucho antes”, le dije, “ya me estabas fregando a mí, tabas fregando a tu sobrina y a tu sobrino. A él le pedías dinero, a ella también dinero y a mí dinero y tabas agarrando ayuda también del Gobierno. Porque ya investigué todo, ya sé todo, te llegó un cheque de tanto dinero”. Le dije: “Es tu dinero”, le dije, “no creas que vengo a pelearte, ni a que me debes nada”.
AR: Pero simplemente el hecho de mentir.
JG: “Nomás, sencillamente que me digas: «Ya agarré», pa estar yo a gusto y ya ponerme tranquilo. No quiero que me des nada a mí, no necesito nada de ti. Así es de que”, pero… “No”, dijo, “pos si me vienes a regañar”, dijo, “vete, ya no quiero verte”, y me cierra la puerta. De esto ya hace que tres años, ya que no nos hablamos.
AR: Tonces debe haber sido muy difícil para usted…
JG: Para mí…
AR: Como dar, como su apoyo y su confianza y que sea desilusión, ¿entiende?
JG: Una desilusión muy grande con mis hermanos, con todos, hasta con el mayor. Que es el que me llevo más bien, pero como quiera he tenido cosas con él, sentimientos con él, que no deberían de ser. Yo le explico a él, nomás que él sí me entiende un poquito más y…
AR: Pueden dialogar más.
JG: Sí. Hablamos y luego nunca me dice: “Sí, hombre, pero ya vamos a dejar eso, ya eso ya pasó”. “Pues sí, ya pasó, pero acá adentro yo siento”, le dije, “si no se borra muy fácilmente”.
AR: Sí.
JG: “Hasta que tú me digas: «¿Sabes qué? Discúlpame»”.
AR: Y como para usted…
JG: “Tú tienes la razón”, pero no.
AR: Como que haiga, aunque ha visto distanciamiento o hay periodos donde no se hablan, pero para usted como quizás la historia que ha vivido, siempre ha, como que se le hace difícil a la hora de la hora de a tiro negarse a ayudar aún sabiendo que quizás no le vayan a decir la verdad o quizás no van a saber agradecer, pero de todos modos usted piensa que aunque los vea en otro aprieto, quizás sería más cauteloso cuando ofrece la ayuda, pero la va a ofrecer de una manera u otra.
JG: De todas maneras.
AR: Porque no deja de ser uno sangre.
JG: Inclusive, mire, yo le digo, como este muchacho está enfermo, le digo, el más chico, es el que lo tiene viviendo ahí. O más bien la casa que le dio mis pa… mi madre se la dio a él, jue él único que agarró, porque no había herencia nada. Esa casa era herencia de mi madre y él la agarró, a él se la dieron, pues. Entonces esa casa se la dio a la sobrina ésa que lo ayudaba, ¿vedá? Y ora el año pasado ya se la quería quitar. Le dije: “Ya no puedes quitársela”. Me dice: “No, sí se la puedo quitar”. “Ah, vale pues, quítala”. Y yo hablé con un abogado también: “Sí”, dijo, “sí puede”, dijo, “sí se puede, sí puede quitársela pa atrás”. Dijo: “Pero es cuestión de pagar un dinero”, dice, “y si tú me hablas, él viene, no”. Dijo: “Si tú me dices por favor tuyo, sí lo hago”, dijo, “y te cobraría unos $15,000 pesos, que no es nada”, dice, “pa lo que vale una casa, pero eso si tú quieres”. Pero yo al menos, digo yo, ¿vedá? Me pongo a pensar yo, al quitársela, ¿para qué se la voy a dar a él? Así como anda, la va a vender a alguien.
AR: Más barata o se le hace fácil.
JG: O regalarla, o regalarla a alguien. No, no, mejor que se la dé a la sobrina. No, le dije: “Ahí que quede, ahí muere”. Y así está, ¿vedá? Entonces le digo yo al papá de la muchacha (ininteligible) le digo: “Mira, dile a Juan que ahorre dinero, porque un día que se va a ofrecer, el día que se muera, ese día te va a tocar a ti”, le dije, “sepultarlo”. “¡Bah!, y, ¿yo por qué?”. “Porque ya agarró una herencia tu hija, agarró herencia de él y entre tú y tus hijos van a hacer eso”, ¿vedá?
AR: Sí. Como responsabilidad, aunque no quieran va a estar ahí.
JG: Le dije: “Aunque no quieras”, ¿vedá? “Ya que si no quieres, si no puedes, pues ni modo, me toca a mí”. Le dije: “Yo no lo voy a dejar tirado en la esquina o afuera en la cuadra de la calle”.
AR: Sí, pero como para usted todas esas experiencias donde ha visto con, pues hay como actitudes contrarias o ha habido desavenencia. ¿Qué ha sido, como ahora, cuál es su expectativa? Como ya de atravesar todo eso o tener problemas a veces relacionados con eso. ¿Cuál es su expectativa hacia lo que quiere lograr ahorita?, o, ¿con qué quiere seguir viviendo?, ¿qué es lo que más anhela en términos de lo que ahorita?
JG: No, ya ahorita para mí, como yo le digo, mi hermano mayor, yo ahorita le dije: “Yo ya quisiera hablar, que me hablaran todos mis hermanos bien”, que yo les he dicho a ellos: “Yo no quiero, de todo lo que les di no quiero nada pa atrás, nada, nomás que pues más respeto”, ¿vedá? Un respeto, ya si no me quieren agradecer, pos no, pero que me respeten, es todo, le digo así. Y que me hablen un día: “Pos mira, vente a comer”. O yo venga y los invito: “Véngase a mi casa, vamos a comer o vamos a hacer esto, como lo hago contigo”, le digo yo al otro, ¿vedá? Así enteramente le dije: “Voy a verte hasta allá a Veracruz”. Le dije: “Voy allá aunque sea contigo, me estoy una semana o dos y ya me vengo feliz de la vida y vengo a mi casa pa atrás”.
AR: So, es como cuestión de compartir…
JG: Compartir todo.
AR: Usted quiere más como, como compartir espontáneamente sin tener, como intereses de eso siempre de por medio.
JG: En nada, totalmente. Eso es lo único que yo quiero.
AR: Y como ahorita, como está la situación migratoria, donde gente está peticionando por su derecho de ser legal, de no tener que sufrir tantas injusticias o consecuencias de su estatus migratorio, ¿cuál es su posición en cuestión de eso? Apoyar a esa gente como usted, ¿qué visualiza que se necesita para poder ayudar a esa gente?
JG: Pues lo que se necesita es que a todos los que ya están aquí les dieran su residencia, su residencia. Yo sinceramente yo no quisiera, yo no quisiera ver braceros otra vez. Ya no, ¿para qué? No se necesitan los braceros ya. A parte de las, todas humillaciones que uno vivió. Ahora, eso fueron aquellos tiempos. Ahora ya, ahora el Gobierno debería de pensar que en realidad la mano de obra se necesita aquí.
AR: Y que existe, ¿verdad? Hay gente trabajando esto y es cuestión de nomás documentarlo, pero…
JG: Cuestión de documentarla.
JG: Y ya arreglando estos que ya están aquí, si quieren temporarios, pos que los den, pero que, les den temporarios de por decir…
AR: Con derecho a legale… como, como sí…
JG: Sí, de, con las opciones de que vas a trabajar un año o dos años, tres años vas a trabajar, pero a cierto tiempo tienes derecho ya a quedarte en este país. Pero con tratos también buenos, no los tratos que fueron de aquellos años.
AR: Donde no había derecho a pedir cambios o que uno se conformaba a lo que pagaban.
JG: Nada, nada. Si te tocó buena suerte ahí, te tocó y si te tocó mala ahí, tuvites ya. Como yo tuve dos, tres que me fue mal, mal totalmente. En uno, me acuerdo que en uno, el primer cheque que agarré fueron de $8 dólares a la semana, ¿ahí que iba a hacer? Nada, ¿vedá? Tonces el del campo, ahí pues sinceramente no hicieron nada, dijo: “Voy a buscar”, dice, “si, si hay que renueven contrato por otro lado”. Dijo: “Pos que les den la oportunidad”. “Pos tá bien”. No, pues efectivamente, llegamos a Juárez y sí, dijo: “¿Quién quiere? Hay trabajo en Michigan, el que quiere, que alce la mano”. De volada lancé yo, creo que fui el primero, la alcé y voy pa allá, ¿vedá? Afortunadamente me tocó suerte ahí. No hice mucho, pero sí.
AR: Pero era mejor.
JG: Mucho mejor.
AR: Y ahí, ¿que trabajó, piscando?
JG: Ahí jueron pepino y luego de los pepinos, ciruelas y manzanas.
AR: Y era también como seis meses o era menos tiempo.
JG: No, nomás eran cuarenta y cinco días, ¿verdad?
AR: Sí, pero el hecho era ganar algo de lo que se pudiera.
JG: Ganar un poco más, sí.
AR: Y usted no quisiera que ese tipo de situación se reviviera otra vez por una generación más, que digo, estaban difíciles antes los tiempos, me imagino. Pero al volumen que está ahorita o con las demandas de ahorita en términos de lo que tienes que ganar, lo alto que cuesta ya vivir donde quiera, no es una situación justa de tener a gentes esperanzadas a que dos, tres años me están dejando trabajar y después de eso no sé que va, qué va a suceder.
JG: Sí, no, no, no sería justo, no sería justo. No sería justo. Lo justo, como le digo, ahorita los que están aquí, vamos a suponer que a los que tienen un año, como no les quieren darles la residencia, pero que si los sacan pa fuera, ya no van a volverlos pa atrás. Y a menos que los documenten bien. ¿Sabes qué? Digo, si dijeran, sería una emoción para mí, ¿vedá? Y las mismas personas que les tocara ese punto. “Bueno, pues voy con la esperaza de que vengo pa tal fecha”, ¿vedá? Y ya tienen ellos, allá tienen en su mente que van a quedarse aquí por un tiempo. Ya que cumplieron con el tiempo y hasta posiblemente como vienen por ese tiempo, pos traten de juntar o de ahorrar su dinerito más, ¿vedá? Porque digo, pos pa tal tiempo me voy y pos quiero irme más o menos bien y con la opción de quedarse también.
AR: Tonces que haiga algo de flexibilidad pa estas personas, que tengan el poder de ejercer lo que ellos más bien piensan que es lo adecuado para ellos y no sentirse tan maniatados, you know, like tan restringidos.
JG: Pos yo pienso que esa sería la opción.
AR: Sí, sí.
JG: Yo pienso.
AR: Gracias por su tiempo y por compartir.
Fin de la entrevista
Interviewer
Rosas, Ana
Interviewee
Gazca, José Luis
Location
Los Angeles, California
File Name Identifier
Gazca_LAS008
Citation
Rosas, Ana and Gazca, José Luis, “José Luis Gazca,” Bracero History Archive, accessed November 25, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/264.