Patricio Corrales Rojas
Title
Patricio Corrales Rojas
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Patricio Corrales was born in San Mateo Atenco, México, México; at the age of ten, he began cutting wood and sowing corn with his father; later, he worked in construction and in factories; due to his families economic situation, he joined the bracero program in 1952; he worked in California and Texas picking carrots, cotton, cucumbers, grapefruits, lemons, and oranges.
Summary of Interview: Mr. Corrales recalls growing up in San Mateo Atenco, México, México, and how he worked from the age of ten cutting wood and sowing corn with his father; he remembers laboring in construction and factory work, and how his family’s poverty pushed him to join the bracero program in 1952; additionally, he describes the hiring process at the contracting centers in Guadalajara, Jalisco, México and Empalme, Sonora, México, and the hardships braceros endured there; he states that he worked in California and Texas picking carrots, cotton, cucumbers, grapefruits, lemons, and oranges; furthermore, he details what daily life was like on the farms, the kind of housing and furniture braceros had, the curfew they were forced to follow, and the treatment they received from foremen; he explains what they did during weekends, and how they sent money back to México; moreover, he discusses the shock he experienced living in a new country; he also outlines the differences he saw between Mexican and Mexican-Americans workers, and the benefits the United States economy received from the braceros; he concludes by presenting the positives of having worked as a bracero, and the way the experience helped him and his family.
Summary of Interview: Mr. Corrales recalls growing up in San Mateo Atenco, México, México, and how he worked from the age of ten cutting wood and sowing corn with his father; he remembers laboring in construction and factory work, and how his family’s poverty pushed him to join the bracero program in 1952; additionally, he describes the hiring process at the contracting centers in Guadalajara, Jalisco, México and Empalme, Sonora, México, and the hardships braceros endured there; he states that he worked in California and Texas picking carrots, cotton, cucumbers, grapefruits, lemons, and oranges; furthermore, he details what daily life was like on the farms, the kind of housing and furniture braceros had, the curfew they were forced to follow, and the treatment they received from foremen; he explains what they did during weekends, and how they sent money back to México; moreover, he discusses the shock he experienced living in a new country; he also outlines the differences he saw between Mexican and Mexican-Americans workers, and the benefits the United States economy received from the braceros; he concludes by presenting the positives of having worked as a bracero, and the way the experience helped him and his family.
Creator
Domínguez, Violeta
Corrales Rojas, Patricio
Date
2002-07-02
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Patricio Corrales Rojas
creator (Spanish)
Domínguez, Violeta
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
2:00:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Patricio Perfecto Corrales Rojas
Fecha de la entrevista: 9 de julio de 2002
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez
El día de hoy es 9 de julio de 2002. Estamos en casa del señor Patricio Perfecto Corrales Rojas para hacer esta entrevista.
VD: Señor Perfecto, que ya no sé ni cómo, si Perfecto o Patricio.
PC: No, Perfecto póngale, sí.
VD: Perfecto está bien, bueno. ¿Qué edad tiene usted?
PC: Setenta y dos años.
VD: Setenta y dos años. Usted me decía, es pues originario de aquí de San Mateo Xalpa.
PC: De aquí de San Mateo, sí.
VD: Ya platicaba yo un poco con su hermano que sus papás se dedicaban aquí al campo.
PC: Sí, eran campesinos.
VD: Campesinos.
PC: Sí.
VD: Usted, yo me supongo que desde pequeño también les ayudó a ellos en el trabajo del campo.
PC: Pos sí, era una, ¿cómo le dijera a usted? Ese era el caso, digamos, de nosotros, como pobres digamos, de nuestros padres, trabajamos muy pequeños, sí.
VD: Además de ir a la escuela usted les ayudaba a ellos.
PC: Sí, sí teníamos que trabajar, sí. Teníamos que trabajar.
VD: En el campo.
PC: En el campo.
VD: ¿Desde como qué edad empezó usted a ayudarles?
PC: Casi a los, no casi, a los diez años empecé a trabajar.
VD: ¿Se iba a sembrar y a cultivar?
PC: Pos no tanto eso, sino que empezábamos nosotros entonces en ese tiempo, pos no había gas, empezábamos a acarrear leña, para, digamos para que mi madre nos hiciera de comer. El gas, pos tiene poco tiempo que llegó a los pueblos, ¿verdá? Antes se quemaba pura leña. Entonces íbamos al cerro a cortar leña para poderla traer y pa que, ayudarle a mi papá. Pa que, quitarle, digamos un peso más para que él trabajara, digamos libremente y ya no estuviera fatigado. Con mi hermano Gregorio, íbamos a traer, estábamos chiquillos, íbamos a traer leña los dos.
VD: Bueno, usted siguió trabajando con la familia, ¿hasta qué edad?
PC: Pos hasta la edad, digamos, de que me fui pa Estados Unidos.
VD: Sí, usted desde los diez años hasta los veintiuno, usted estuvo aquí trabajando.
PC: Trabajando, sí.
VD: ¿En alguna otra cosa trabajaba?
PC: Trabajé en una empresa, trabajé en La Tabacalera Mexicana, un tiempo.
VD: Fue obrero en la…
PC: Fui obrero.
2do: En Río Blanco.
PC: Ah, primero trabajé en Río Blanco, en 1950. Muy, bueno en medio siglo, porque fue cuando me tocó prestar servicio. Lo tengo presente, fue cuando trabajé en la fábrica de textil, que está aquí todavía, ya, ya no es fábrica, ¿verdá? Este, había una fábrica textil aquí en Río Blanco, ahí en Huipulco. Ahí trabajé un año y luego trabajé en la autopista de Cuernavaca, también un año.
VD: ¿Qué hacía allá?
PC: Cuando abrí, cuando se abrió la carretera, sí.
VD: ¿En las obras de la carretera?
PC: En la obra de la carretera trabajé un año, sí.
VD: ¿Todo eso antes de que se fuera usted para allá?
PC: Antes, antes. Precisamente, digamos, este, ya nomás estuve un año, que fue del [19]51, el [19]52 yo partí.
VD: Y, ¿qué le llevó a usted, qué inquietud le llevaba? Bueno, supongo que además de la necesidad pero, pues a salir de aquí del trabajo del campo y a irse a buscar.
PC: Bueno, para mí fue una cosa que en realidad mi vida, pues no, no ha cambiado mucho digamos de pobreza. Pero no vivo a digamos, a la miseria que vivieron mis papás,
ese era mi modo de pensar, cambiar de vida, no teníamos esta casa, señorita. No teníamos esta casa, si esa casa se ha hecho a base de sacrificio y a base de esfuerzo. Porque tampoco no trabajo, trabajo en el, sigo trabajando en el campo, todavía a esta edad, que tengo. Yo no he dejado de trabajar, sino que sigo, mientras Dios me de vida y fuerza pa poderlo hacer, todavía lo sigo haciendo. Trabajé un año en la empresa de acá de textil y trabajé en La Tabacalera por temporadas, porque tenía un amigo que trabajaba en La Tabacalera, y yo nomás le avisaba: “¿Sabes qué?, me voy a ir para, pos me voy a la braceriada”. “Pos ándale pues, vete”. Y cuando llegaba aquí yo le hablaba por teléfono: “Ya estoy aquí, ¿habrá chamba?”. “Sí, vente”. Volvía yo a ingresar a la fábrica a trabajar. Hasta que tuve la, bueno la fortuna, de hasta que el Sindicato me paró el alto, me dice: “Oye, te quedas o te vas”. Fue cuando estuve dos años de planta nada más y me salí, que había muchas discordias, ya sabe los trabajos, digamos de compañeros, es mucha discordia. Tuve la suerte de que estaba, estuve en el taller mecánico de ayudante y pos de ahí empezaron las dificultades, por la cosa de que yo pedía aumento, ¿no? Porque yo ya había aprendido algo.
VD: Y, ¿se lo negaron?
PC: Sí, lo negaron. Y yo me salí, definitivamente me salí. Trabajé en la Policía también, estuve un año, ya casado con ella, estuve un año, un año nada más.
2do: Un año o dos años.
PC: No, año y medio.
2do: Año y medio.
PC: Año y medio trabajé en la Policía Bancaria. Estuve trabajando año y medio nada más y me salí precisamente, fue en el [19]70, cuando empezaron los asaltos, usted estaba muy pequeña yo creo.
2do: Todavía ni nacía.
VD: Ni había nacido.
PC: Todavía no había nacido, este, empezaron precisamente los asaltos cuando fue presidente Echeverría. Empezó el asalto, en aquel tiempo empezó el asalto muy fuerte, y habían matado mucho policía. Entonces aquí mi esposa y mi madre, que todavía tenía, me decían que me saliera. Y un día decidí: “Me salgo.” Me salí y hasta la fecha no busqué trabajo, sino que ya me dediqué de lleno al campo.
VD: Y ahora, ¿todavía tiene tierras ahorita que está trabajando?
2do: Nos hicimos de unas tierras.
PC: Nos hicimos de unas tierras.
VD: Y ya ésas son las tierras que hasta hoy…
PC: Las que sigo trabajando, sí.
VD: Cultiva.
PC: Sí.
VD: Y, ¿está sembrando para, lo que sale lo tiene sus cultivos de maíz? O, ¿qué es lo que está sembrando ahorita?
PC: De maíz.
VD: Maíz.
PC: Sí, de maíz.
VD: Y además veía que tiene sus animales aquí.
PC: Pues precisamente eso fue lo que, ese es lo que nos ha impulsado seguir trabajando el campo porque, digamos, el forraje y todo lo que sobra, digamos, es para ellos. Y, ay, pos digamos, nos reditúa, digamos, algo, ¿no? Porque, no lo regalamos sino que lo consumimos ahí mismo en la casa.
VD: Claro.
PC: El maíz, pos también lo poco que, que se puede vender, lo vendemos. No, no nos los comemos directamente, porque pos somos nomás dos. Soy padre de un hijo, tengo un hijo pero él está casado. Él vive aparte, sí.
VD: Y entonces, estuvo usted trabajando en varias cosas antes del [19]52 que decidió irse para allá, ¿cómo fue que usted se animó, señor Perfecto, a irse de bracero? La contratación ya tenía varios años.
PC: Ya, ya, eh, tuve, bueno, este, empezó que aquí un señor, de aquí de San Mateo, empezó él a animar a la gente, y empezó a llegar gente de varias partes de aquí de los poblados que están alrededor, y un día le dije a mi mamá: “Mamá, fíjese que este”, le decían como conocido el profesor, era profesor, “está haciendo contratos para Estados Unidos, ¿y si me voy?”. Pues me dice mi mamá: “Pero qué, este, ¿te hallarás allá?”, eso fue lo que me dijo, “¿te hallarás allá?”. “Pos quién sabe”, uno no conocía, estaba ciego. Tonces, metí capricho y ya cuando, cuando decidí, bueno, pos dije: “Yo creo sí voy a ver”. Y lo vine a ver, yo solo personalmente le dije, este: “Profesor”, dije, “vengo a, pos, que me haga favor de perdonarme la molestia, pero lo vengo a ver”. Dice: “Sí, cómo no, dime”. “Y pos he pensado, pos emigrar al otro lado, ¿podré?”. “Sí, cómo no, me va a sacar este documento, un documentito cualquiera, como el que fui a sacar”, dice, “y llevas pa tu pasaje”. Pos yo qué sabía de cosas, digamos de salir de México, nunca. Sí, es la realidad.
VD: ¿Nunca había salido de aquí de la zona de Texcoco?
PC: No, no, de México sí lo conocía, digamos, pero de México pa fuera, ya no. Son diferentes, diferentes etapas de vida, diferentes normas de gente y de todo. Pos sí, mi mamá me preguntó como unas diez veces o más: “¿Sí te vas a ir?”. “Sí”. El que no quería que me fuera era mi papá.
VD: ¿Qué le decía?
PC: Que no, tuvo disgustos con mi mamá, porque ella era la que me apoyaba que yo me fuera. Y ya cuando yo decidí irme, yo sí me fui, le dije: “Mamá, este, ¿qué voy a necesitar?”. “Pues pregunta por ahí”. Una petaca, me acuerdo me compró una petaquita, mi ropa. “¿Qué vas a llevar cobijas?”. Dije: “No, póngame una sábana, a ver qué divisa”. Me puso una sábana, ya, me arregló mi ropa, y ya estaba prevenida la petaca para el día que fuera allá a la, pos que nos dijera: “Vámonos”, yo ya estaba listo. Pos sí, me logré ir, y logré a pasar. Y ahora dirá usted: “¿por qué?”. Por las exigencias de los americanos en el modo que lo tratan a uno. Digamos todos los análisis de sangre, y de que toda la inspección que le hacen a uno. Pos lo mandan a uno, ¿pos cómo se llama?, pos, pero en mi juventud, pos, yo no temía de nada, pero pues mucho joven sí salió enfermo, porque yo me acuerda haberlos visto, ¿verdá? Que andaban pidiendo para poder regresar, de donde estaban.
VD: ¿A dónde se fue usted a contratar?
PC: Eh, a Guadalajara, el primer año. Luego estuvo, de Guadalajara se pasó a Mexicali, allá fue una vez que me contraté. Y los demás fue en Empalme, Sonora.
VD: Ah, okay.
PC: Y Gregorio fue a Guanajuato, mi hermano Gregorio.
VD: Irapuato, sí.
PC: Sí, en Irapuato.
VD: Y entonces, usted con esa inquietud, ¿qué se imaginaba que se iba a encontrar por allá? O sea, ¿cómo se imaginaba que iba a ser el trabajo? ¿Alguien le había platicado antes?
PC: No, no, pos iba ignorante, iba ciego. Vi la transformación, digamos, en el momento que pasamos ya Morelia, los campos, las situaciones más, pues más abiertas, la gente, el cambio de gente. Llegamos a Guadalajara, ya mucha, pos uno como joven, mucha mujer guapa, güera. Dije: “¡Ah, caray! Muchos güeros”. Sí, pos la gente, ¿no?
VD: Claro.
PC: Dije: “¡Ah caray! ¿Y ora?”. Pos tamos aquí. Nos hospedamos en un hotel, todos íbamos, íbamos trescientas gentes, íbamos de aquí, de este rumbo, de todo el núcleo de este, ¿verdá?
VD: Se fueron todos juntos.
PC: Juntos, sí. Varios camiones nos fueron a dejar. Pos sí, llegamos ahí, estuvimos, llegamos como un sábado, no se pudo el domingo, y el día lunes nos contratamos.
VD: Muy rápido.
PC: Luego, yo pasé, o pasamos todos, la mayoría pasó. Ya nos fuimos. “Y ora, ¿pa dónde?”. “No, pos que van a agarrar camiones de en tal parte para que los lleven a tal parte”. Desafortunadamente México ha progresado últimamente, todavía nos tocó ver las cosas que no eran como ora se ve, autopistas y, no, no, no, en ese tiempo era la cosa muy pésima. Nos fuimos a Mazatlán, de Mazatlán cambiamos autobús a Obregón, y de Obregón a Sonora, y de Sonora hasta Benjamín Hill, y de Benjamín Hill nos llevaron en camión, también, pero por terracería. Y puras brechas, pasamos en panga los ríos, no con puentes, sí. Camiones y todos los subían a las pangas para pasarlos. Te digo usted, que todo no eran las cosas como uno, uno se imaginaba. Ya íbamos llegando, por ejemplo, ya de ahí veíamos Sinaloa, muchas partes de siembra de algodón. Dije: “¡Ay, caray!, y qué, ¿aquí qué es? ¿Ya vamos a llegar a los Estados Unidos o qué?”. Fíjese nomás, pensando yo. No, estábamos en el mismo país de nosotros.
VD: Todo lo que era, le era novedoso.
PC: Novedoso, sí, por nunca ver nada. Montones de jitomate que habían en, en Sinaloa que se estaban pudriendo de lo que no, yo no sabía que exportaba Sinaloa jitomates a los Estados Unidos. Había montones grandes, de lo que estaba allá sorteado el jitomate, y lo ¿el que no pasó?, ahí estaba, pues. Pos todos los que íbamos, íbamos por primera vez, ¿se imagina?, ignorantes, ¿no? Nomás nos imaginábamos. Fuimos a llegar a Mexicali como changuitos, porque como era terracería, usted se imagina la polvadera. Llegamos todos llenos de tierra (risas) de nuestra cara, pos sí. Llegábamos allá, llegábamos a la frontera, nos recibieron, y ya pasamos. “Pásenle”. Nos buscaron de cabo a rabo, ninguna, ningún limón, ninguna naranja, pa fuera.
VD: ¿No les dejaron pasar nada?
PC: Nada. Luego luego, nuestra ropa que llevábamos limpia, le echaron polvo desinfectante, entrando, entrando.
VD: Y, ¿a usted le tocó la fumigada también?
PC: Ah, y la fumigada de la cabeza, nos echaron polvo en la cabeza. Sí, las arcas, todo. Una cosa digamos que nunca se imaginaba uno en realidad, la vida que le iba a tocar a uno. Por eso tiene uno que valorar como mexicano que, yo creo para mí, claro que sí en veces se pasa uno, digamos, pos de listo, pero a, pero los que sabemos pensar. Yo sí supe pensar porque algo tengo de lo de allá, algo tengo, sí, porque lo primero era digamos, solventar un problema de la pobreza de mis padres, porque vivían los dos, mis hermanos. A todos les traje ropa cuando yo llegué aquí, me fue bien, vine a dar gordo, aparte que trabajé mucho. Me asentó bien (risas) pos el clima, como lo que sea, estuve bien. Mi mamá me esperaba llegar, pos un hombre trasijado, o flaco. Yo llegué aquí (risas) robusto y gordo. Ya me gustó, ya no me aguanté mucho tiempo, seguía la contratación, y yo: “Yo me voy”, le dije a mi papá, “yo me voy a volver a ir papá”. “¿Tú vas a ir?”, dice. “Sí”. Y me fui, fue cuando me llevé a Gregorio en el [19]53. Estaba muy, se veía muy chamaquito, yo pensaba que no iba a pasar, pero afortunadamente pasó. Y luego pues ya ve que está un poquito más bajo, delgadito, no pos era, un flaquito él.
VD: Y joven, porque sí se fue muy jovencito.
PC: Sí, sí, jovencito sí.
VD: Y entonces, ¿se fue usted? Pues por lo que me cuentan, creo que las impresiones de llegar allá al país nuevo y todas esas cosas, ¿usted sintió, es decir, si ya veía el cambio aquí mismo en México al pasar la frontera, cómo, recuerda usted que impresiones le daba?
PC: Sí, claro.
VD: ¿Estar allá?
PC: Claro que sí. Impresión fuerte por el modelo de casas y ver tanta gente güera. El modo de hablar, pues esa fue la impresión más fuerte, ¿no? En que, pos todos hablaban inglés, y uno nada. Uno como burrito ahí más oyendo a ver qué cosa.
VD: ¿Cómo se sentía usted de estar allá?
PC: Pues, en el momento, en el momento preciso, no muy mal. Pero digamos ya cuando, por ejemplo tiene uno, está uno con un conocido, pos no se siente tan mal. Mal se siente uno, cuando uno esté solo. Supongamos que entre mismo mexicanos, pero somos mexicanos, no somos del mismo pueblo y no somos del mismo estado. Hablamos la misma lengua, sí, es cierto, pero hay diferencias, muchas diferencias. Entonces digamos que no, no se puede, no puede uno tener una gran… Tiene uno un pequeño, ¿cómo le voy decir?, de tristeza. Viene una tristeza, ¿eh? Yo lo sentí, digamos, por no tener padre, no tener madre, no tener hermanos, no tener nada. Claro que mientras que se empieza uno a relacionar con los mismos paisanos, y empieza uno a tener amigo o alguna persona que lo entienda, pos empieza uno a acercarse y a platicar, y toda la cosa, y poco a poco se le va a uno borrando eso. Eso fue el primer año, digamos, fue lo más grave.
VD: Lo más fuerte.
PC: Lo más fuerte.
VD: La primera vez.
PC: Sí, porque estaba uno ignorantemente en el caso. Duré nueve meses en Puente California, a un lado de Los Ángeles.
VD: ¿En la naranja y el limón?
PC: En la naranja, sí, el limón y, eh, toronja, piscamos toronja también. Pues, pues conocí, digamos, ya a los amigos, ya fui a Los Ángeles, ya, bueno ya sabe usted, pos uno de joven pos, hay que ir a conocer siquiera, por lo menos, sí, pa que no le cuenten a uno, pos no salir de nomás de la parte donde está uno encerrado. No, sí vamos, fui dos ocasiones, fuimos a comprar unas ropas, bueno, todo. Y ya más o menos, pos ya agarra uno, pos, ¿cómo dice el dicho?, pos el decir: “Bueno, estoy aquí.” Me gustó ir a bailar, porque me gustaba ir a bailar en esa época, señorita, me gustaba mucho bailar. Yo fui a bailar allá a Puente California, donde estábamos el pueblo ese, el mayordomo de ahí era buena gente el señor, nos invitó precisamente, pasamos las fiestas patrias, sacaron un festival, digamos, el día 16, muy bonito, pues puro mexicano, ¿no?, con recitaciones, bailados y bailes y toda la cosa, pos yo iba, yo fui.
VD: ¿Los invitaron a todos?
PC: Nos invitaron a todos, sí. Yo sí fui, yo estuve ahí, fui a bailar, sí. Sí, pos bueno es que, pos, teniendo ya confianza, digamos de las cosas con una persona, pos ya hay. “Los invitamos muchachos para la noche fulana, se va a hacer la fiesta del 16.” “Sí, cómo no.” Hay con qué, hay taxis, porque ahí hay taxis ya de, ajá. Nos pagaban un cuanto, nos tocaba a veces de $0.15 centavos, en aquél tiempo estaba, bueno era muy barato el taxi.
VD: ¿Se iban todos juntos?
PC: Seis, este, cinco personas cargaba el taxi. Entre los cinco, pagábamos $0.15 centavos cada uno. Sí, porque no estaba lejos donde íbamos al pueblo, no estaba lejos, sí.
VD: Y aquella vez, por ejemplo, y supongo que otras oportunidades habrá tenido de convivir con, pues mexicanos, de origen mexicano de allá, ¿verdad? Gente allá nacida en Estados Unidos pero de origen mexicano, ¿se acuerda usted qué relación había con ellos?, ¿cómo trataban a los braceros? ¿Cómo los veían?
PC: Bueno, pues, le digo a usted, el señor éste que tuve como mayordomo, un hombre por su edad o lo que fuera, muy noble. Bueno, tuve otro señor de ahí mismo, de Puente California, también mexicano, nacionalizado ahí, ¿no?, que, este, me invitaba a comer, comida que hacían en su casa, él hacía. Que me decía: “¿me traes, este, mi sándwich de jalea?”. De dulce, que era la jalea, digamos, de naranja o de lo que nos daban. Y yo le hacía un, un grande, puro pan, puro Bimbo, le hacía un altarcito grande de puro sándwich de dulce, y él me daba de comer. Comía tortillas de harina, muy sabroso, bueno lo que guisaban en su casa. Sí, porque me decía el señor: “A mí nomás tráeme”, dice él, “este, los sándwiches de jalea”. “Bueno”. Y mañana, este, se llegaba la hora de la comida y, me iba a comer con él. Sí, yo creo por eso también le digo a usted, este, me puse robusto y gordo. (risas) Por la cosa que yo comí un tiempo con él, sí. Yo le llevaba nada más lo de, la jalea que nos daban en la mañana, y yo le hacía sándwich. Porque nos daban, este, nos daban pa llevar de comer, no nos llevaban.
VD: ¿Se llevaban?
PC: Porque había partes, nos hacían sándwich de carne, o de huevo, bueno, de lo que fuera, y yo no hacía nada de eso, yo hacía puro de dulce, para el señor darle, porque él me daba de comer.
VD: Y en general, ¿con él tuvo una buena relación?
PC: Relación muy buena, muy bueno el hombre, porque esa vez yo, este, quería que yo me quedara, este, a trabajar dieciocho meses allá. Ya sabe, la juventud de uno, en veces piensa uno diferente, y de momento, se me, dice, se me prendió el foco, lo loco, y me vine, sin avisar, me salí por la frontera, por El Paso, así donde pasamos. Pasé a la Inmigración y toda la cosa, y ya me dieron mis papeles y ya me salí. Dejé un cheque, pues el mayordomo que tuve, tuvo la gentileza de habérmelo mandado a la casa de usted. Yo vivía con mi mamá antes, obviamente, aquí mismo en Cuauhtémoc, número 19.
VD: Y, ¿le envió su dinero?
PC: Me, me, me envió mi cheque, sí. Me llegó como al mes, me llegó una carta que, que me mandaba el cheque.
VD: Y de acuerdo a usted, entonces, con algunas otras personas, por ejemplo en esta fiesta que me decía, ¿alguna diferencia que hubiera con la gente de allá? Porque a veces, pues me habían comentado unas personas que había un cierto como rechazo porque les decían que venían a quitarles el trabajo.
PC: Bueno, eso es cierto, precisamente, digamos, hasta, pos hasta las jóvenes, digamos, bueno, las señoritas, digamos, de allá, que bailaran con uno, esto como que… Bueno, también era el modo de vestir, ¿ve usted? Yo estaba joven, y a mí me gustaba vestirme, ¿no? Pos como una juventud de, este, no llegar ahí como dicen, como de paisano, ¿no?, yo siempre tuve la, pos de vestirme, digamos, pos más o menos regular, ya estaba allá, y me vestía bien. No andaba de sombrero, siempre andaba peinado, y siempre tuve un pelo muy, pos más o menos bien, que nunca lo tuve mal, y sí, porque aquí lo usaba, ¿no? Es de ese tipo de peinado que me hacía, y siempre yo, pos tenía otra presentación, yo nunca iba, este, pos digamos, de sombrero, ni de nada, siempre. Y ya sabe que siempre una persona cuando, pues no está acostumbrado, digamos, a tener todas esas cosas para su cuerpo, pos como que diferencia las cosas, ¿no? Yo sí, pues tuve la dicha, pos de bailar con muchachas de allá, y pues no a pegar mucho, porque pos había veces que hay invitaciones y toda la cosa, y para tener invitaciones, lo que cuenta es el dinero. Y yo no iba por tener invitaciones, digamos, de personas, pues esta bien, era una joven como fuera, ¿no? Pero yo lo que pensaba era yo traer dinero para mi casa para vivir mejor. Porque he logrado muchas cosas, señorita, he logrado muchas cosas.
VD: ¿Desde entonces usted mandaba dinero para acá?
PC: Ah, sí, sí, todo.
VD: ¿A su familia?
PC: A mi familia todo. Todo lo mandé, todo. Me compró, mis padres me compraron algunas cosas y toda la cosa, sí, no, no crea que mis padres no se fueron, sobre los bienes de los centavos, no, me compraron algunos pedazos de… La casa que está aquí al otro lado, este, fue lo que me hicieron mis padres cuando yo estuve en Estados Unidos.
VD: ¿Ellos le compraron el terreno?
PC: Sí, no. El terreno este, esta es una herencia de mi abuelo.
VD: ¿Le construyeron?
PC: Construyeron ellos las dos piezas que están aquí. Este fue el último construido.
VD: Pues el trabajo que usted hizo allá, supongo que de alguna forma también era novedoso, que usted no había trabajado ese tipo de cultivos, ¿le costó trabajo?
PC: Pues, pues, no. Porque pos, digamos, yo lo que tenía era entusiasmo de, de en realidad de progresar y de ver cómo se hacían las cosas. Y siempre he sido un hombre pues, pues no torpe, digamos, para poder, este, desenvolverme en los trabajos, pos rudos, ¿no?, de trabajo de fuerte, de manos. Y pos le doy gracias a Dios que tuve una vista bastante buena y tuve un amigo que me decía: “Para que tú avances, necesitas fijarte primero”, dice, “tener uno una vista fija de lo que estás haciendo, pa que, lo que se dice, pa que tú cuando avientes un manoteo, que es una cortada de fruta, lo avientes directo, y no estés, este, buscando la forma, digamos, de, pa que no trabajes, y te rinda tu trabajo”, dice, “porque aparentemente pierdes el tiempo, y que si fallaste, ya eso fue una pérdida de una fruta que echaste, o de lo que haiga sido.” Y sí, en realidad sí era cierto, sí. Estuvo muy bien, muy bien en aquella ocasión.
VD: Aquella primera vez que se fue, ¿le gustó el trabajo por allá?
PC: Sí me gustó, sí, sí me gustó. Me gustó el trabajo, pues me gustó porque, digamos, era fruta. Y las naranjas nos las podíamos comer a la hora que uno tuviera apetito de como fuera. No costaba nada más que meterle la tijera, porque pos el piso es con tijera, hacerle un agujero y exprimirle, y tirarla, porque eso era todo. Pos sí, no la estaba pelando uno como aquí que, la troza uno en pedazos y se está comiendo los gajos, allá no. Pues, estaba uno en la huerta, donde había mucho, pos sí, no nos decían nada, los que uno quisiera comerse, o tomarse el jugo. Los limones, pos igual. Digo, cuando íbamos al limón, pos no, ese sí no lo comíamos, (risas) por lo agrio que era, pero un limón bastante grande, ¿eh?, que sí hay allá, puro injertado, puro grandotote.
VD: Y, ¿esa vez, entonces, fue su contrato de seis meses, el primero?
PC: Fue de nueve meses.
VD: Nueve meses.
PC: Nueve meses.
VD: Y me decía usted que en un momento le dieron ganas de regresarse ya.
PC: Porque me iban a refrendar el contrato.
VD: Y ya no quiso usted.
PC: No quise quedarme, porque según platicaban que el invierno era muy fuerte. Y ya habíamos llegado a la etapa del invierno. Por esa causa no me quise quedar.
VD: ¿Prefirió usted regresarse?
PC: Regresar, sí.
VD: Y, ¿qué le dijo su familia cuando regresó?, la primera vez que lo vieron.
PC: Pues mi mamá le dio gusto, pero digo, le dio gusto porque me vio, digamos, pos no, no, no decaído. Sí, como un hombre, pues venía yo bien. Sí, todavía no teníamos las posibilidades de en realidad de ahora, de tener tantas cosas como taxis. Y ya Xochimilco, Xochimilco se ha reformado mucho, no era Xochimilco el de antes, era otro. Lo mismo el centro de México, no había Plaza de La Constitución, como ahora que está el Zócalo, había jardines. Aquel tiempo, entraba un tren amarillo, de los trenes antiguos, que entraban frente a, digamos, a Catedral, hasta allá llegaba el Xochimilco. Ahí tomé el tren, y me vine a Xochimilco, llegando a Xochimilco le pedí de favor a un señor que estaba ahí con un carro, un coche, que si me traía acá, porque yo traiba una petaca pesada. Sí, sí me hizo favor de traerme. Dice: “Súbete, ¿pa dónde vas?”. “Pos, San Mateo”. “Sí, cómo no”. Ya me trajo, entonces no había carreteras como ahora, son muchas, no. Nomás estaba la de, la de esa carretera por la Noria, la de aquí todavía no había.
VD: Bueno, me decía que otra vez volvía a la fábrica.
PC: Todavía no trabajaba en ese tiempo en la fábrica.
VD: Ah, okay.
PC: Fue después.
VD: Mientras estuvo aquí, entre su primero y segundo contrato, ¿a qué se dedicaba?
PC: Al campo.
VD: ¿Otra vez ahí con su papá?
PC: Sí, otra vuelta, sí. Sí, otra vuelta.
VD: Y, ¿estuvo trabajando en el campo?
PC: Ya no busqué trabajo, porque mi idea era volverme a retornar, digamos, al otro lado.
VD: Desde que usted regresó ya tenía ese plan.
PC: Sí.
VD: De regresar.
PC: Plan de regresar, sí. A cambiar, digamos, a ver a dónde, porque ya sabía que ya no era el mismo lugar donde me iba a tocar, sino que ya me tocaba, digamos, en otra parte.
2do: Ellos trabajaban, este, unas tierras de unos señores Olivares.
VD: ¿Aquí?
2do: Aquí.
VD: Y esas tierras trabajaba mientras venía para acá.
PC: Sí, venía para acá. (teléfono suena)
VD: Volvía con su papá al campo, (teléfono suena) y, ¿usted fue así que animó a su hermano entonces a irse para allá?
PC: Cuando vio que llegué yo, me dice, este: “¿Voy?”. Le digo: “Y, ¿cómo te sientes?”. Pos sí, pensando en él, ¿no? Pensando en él, este, pensando en él. Eh, no crea, le tenía, ¿cómo le voy a decir?, no desconfianza de él, por mala suerte nos tocó separados, yo me lo llevé y nos tocó separados. Él estuvo en Anaheim, más pa acá de Los Ángeles, y yo estuve en Salinas. Él, entonces a él le tocó piscar también naranja.
VD: Y, ¿a usted le tocó allá lechuga?
PC: A la lechuga, Piscamos lechuga.
VD: Que es trabajo más fuerte que el de la…
PC: Fuimos a desahijar y fuimos a cortar, fuimos a empacar, la empacamos.
VD: ¿También le tocó empacar?
PC: El empaque, sí, el empaque.
VD: Y, ¿en ese contrato también estuvo seis meses?
PC: Tuve seis, tuve seis o como siete meses tuve.
VD: ¿Siempre en la lechuga?
PC: Siempre pura lechuga, sí. Pura lechuga.
VD: Y ahí, pues ahí como en el otro campo, ¿vivían ustedes en barracas, señor?
PC: Sí. Fíjese que el primer año tuve un privilegio. Luego te cuelgo.
2do: Lo cuelgas.
PC: Sí, sí. Este…
VD: Ah, sí.
PC: Tantito, pérese, pérese, todavía no. Nomás que levante la bocina. Sí, este, fíjese nada más que tuvimos un, pues el primer año, fíjese, tuve una gran satisfacción de que pensé, que siempre Estados Unidos iba a ser el mismo donde yo caí la primera vez. Ya cuélgale. ¿Por qué? Porque el primer año nos tocó vivir, nomás dos hombres por cada cuarto, teníamos nuestro espejo, nuestra, nuestro buró y nuestras cajas donde guardábamos nuestra ropa. Teníamos donde guardábamos la bolsa con que íbamos a trabajar. Estábamos, así, es que estábamos y desde el momento que llegamos ahí, nos dijeron: “Antes de entrar al comedor, deben entrar bañados y cambiados”. Llegando, llegando, aventábamos las cosas, y corríamos todos al baño. Porque el baño era grande, no era individual, era para todos. A bañarse, pura agua caliente, no fría, y nuestros cuartos pos este, bien, bien, bien. Nunca, este, los teníamos que lavar, este, nuestras piezas cada quince días, por lo menos. Porque nos dijeron: “Sus cuartos van a lavar cada quince días”. Los teníamos que cepillar, no nomás echarle agua, no, los teníamos que cepillar y trapearlos bien y todo. Teníamos que tender nuestra, nuestra cama diario. Por eso tenía ventanas que las teníamos que abrir, bueno, tenía sus mosquiteros de alambre, donde no entraba nada para adentro, sino que taba el mosquitero, nomás deja entrar al aigre [aire]. Y yo pensé que todas las situaciones iban a ser igual, no es cierto.
VD: No, le tocó un…
PC: Ya el [19]53, ya era un bunkie [bunk bed], ya era un, onde aquí estaba un compañero, estaba el otro, y estaba el otro, y estaba el otro y estaba así, ya.
VD: Las galeras
PC: Una ya, galeras, galeras exactamente, galeras, sí. Y así sucesivamente.
VD: ¿Le tocaron diferentes lugares?
PC: Diferentes lugares.
VD: Para vivir.
PC: Pos, fue la parte donde fueron, dos veces que estuve en Soledad, un lado de Salinas. Estuve en, es más, estuve en el mismo campo dos veces, donde caí la primera vez que fue el [19]53, y volví a caer en el [19]60.
VD: Ah, muchos años después.
PC: Muchos años después. Volví a caer ahí a ésa, a esa unidad donde estuve.
VD: ¿Ahí mismo?
PC: A los mismos galerones.
VD: Qué casualidad.
PC: Sí, sí. Fíjese nada más con qué, nunca había pensado que iba yo a caer en el mismo lugar.
VD: Otra vez, claro.
PC: Sí, sí. Dos veces estuve, bueno, esa vez y ya al, también el [19]54 que estuvimos amarrando zanahoria, también fueron galerones, galerones también. Que fue las partes de cuando se, es muy, muy difícil, muy grave el problema por el desaseo de las gentes, de nosotros mismos. Ya ve que nos apestan en veces los pies y entonces, digamos, tenemos un, pos un cierto, (risas). ¿Cómo le voy a decir a usted? Pues mal, digamos, de estar oliendo, digamos, que mucha gente no se quiere bañar y bueno, bueno, ya es un… Y ahí donde estuvimos en la primera vez, todos estábamos obligados a bañarnos diario. Nadien entraba al comedor para cenar, si no iba bañado. La gente, la gente hasta cambiaba, de digamos, de su físico y todo porque entraba limpio, peinado y toda la cosa. Ahí nada de que: “Voy a entrar mugroso a comer,” nada. Teníamos una obligación que nos indicaron desde el primer momento. “Señores, después que lleguen de trabajar, al comedor hay que entrar bañados y cambiados”. Y ahí ya teníamos nuestra ropa ahí. Aventábamos la sucia, y ahora sí.
VD: Y allá, como una cosa muy cómoda, ahí sí, la suerte que le tocó la primera vez.
PC: Sí, porque ya le digo a usted, yo pensé que todo el tiempo iba a ser lo mismo y no es cierto.
VD: Claro.
PC: Cambió, cambiaban las situaciones. Porque, las empresas según como, la economía, o lo que haiga, quieran gastar, digamos, para poner tener a su gente, y había partes que tenían mucha gente. Sí, mucha gente. En, cuando estuvimos en King City, en el amarro de zanahoria, habíamos quinientos hombres, ¿se imagina usted lo que es una, una cosa, digamos, espantosa?, ¿por qué? Porque pos, por ejemplo los sábados y domingos era una cosa muy dura. Gente muy, que le gustaba tomar, los que juegan baraja, los que juegan dados, bueno, bueno, una cosa, eh, para el mexicano es una diversión, tener dinero. Y es una lástima, porque a mí me tocó ver a una persona, creo era de Zacatecas, ya grande de edad, no sabía leer, le leí una vez una carta donde le decía su esposa que no fuera ingrato, que sus niños ya no, ya andaban desnudos, porque no había con qué comprar. Él andaba entretenido con una cantinera, el señor. No, sí es una cosa bochornosa, este, señorita, le voy a decir, le decía, se apellidaba Rubalcaba, el señor ese, y le decían Rubas, de, y le decía ella, este: “Ándele mi Rubitas, mi beso y mi dólar”. Por darle un beso le tenía que dar un dólar.
VD: ¡Qué barbaridad! (risas)
PC: Por eso le digo, donde…
VD: Ahí se le iba su salario.
PC: ¿Dónde llega la ignorancia, digamos, de una gente? No, pos le, lo pulsó y lo vio que era de un temperamento muy bajo el señor, y digamos, de esa manera le robaba su dinero. Y el otro empezaba a tomar, y pos, ya lo pior, se echaba unas dos o tres, se le empezaba a subir, pos con mayor, este, facilidad lo hacía, ¿verdad? De, de besarla, y pagarle $1 peso (dólar), porque no, no, no la besaba porque, por amor o por cariño, por lo que fuera, sino que era por interés de $1 dólar que le daba, no era mucho, pero era $1 dólar. En ese tiempo pagaban a $0.90 centavos la hora, ¿usted se imagina?
VD: Pues más de una, lo que le iba una hora de trabajo.
PC: Eso era lo que el señor, este, nos venía, y lo echaron para fuera, tenía dieciocho meses él ahí en esa compañía.
VD: Ya tenía mucho tiempo.
PC: Y luego, con esa, este, con esa situación, que nunca le vimos que cambiara un traje, sino que era el mismo, el mismo, el mismo que usaba. Ganamos poco dinero ahí, nos fue un poco mal. Teníamos que guardarlo, señorita, porque a eso habíamos ido, a traer dinero, bueno, yo pensé siempre en ir por traer dinero, no por dejarlo allá. Porque yo he visto de aquí hay algunas personas que se han ido, últimamente, de alambres o de mojados, como sea, no han hecho nada, [es]tán en la misma situación.
VD: Claro.
PC: Si va uno allá es por mejorar uno su vida. Porque es un sufrimiento grave, para uno como mexicano, y luego no aprovechar. Yo no vivo en la opulencia, señorita, pero por lo menos, digamos, tengo un medio, que mi vida ha cambiado, porque ha cambiado bastante. Yo me enojo mucho con mi hermano, con Gregorio, también le ha gustado un poco la tomada, a mí me molesta mucho eso, de que en realidad no haiga progresado él. Ha tenido facilidades de progresar y no lo ha hecho. Claro que no todos somos iguales, no tenemos el mismo temperamento, ni el pensamiento como debe de ser, yo que quisiera, digamos, que mis hermanos fueran lo que yo soy, ¿verdad? O que: “Yo no tengo empleo, no tengo”. Él sí tiene, el tiene trabajo del Gobierno. Sin en cambio, él tuvo esa idea de tener, porque en algún tiempo tenía dinero, sin en cambio nunca hizo nada. Sus hijos le salieron mal, no los pudo educar, porque es viudo mi hermano, fue viudo. Sus hijos le salieron mal porque los, les dio las facilidades de tener dinero cuando sabía que con el tiempo se iba a acabar. Yo tengo un hijo nomás, pues tengo un hijo nada más. Él es profesor, pero se ha abrido paso, siempre ha tenido dos trabajos él, pos vive bien, vive bien con su esposa, se compró un departamento, no ha vivido con nosotros, digamos, él vive aparte. Creo que él está bien, ¿no? Porque yo lo impulsé, porque, pa decir: “Oye, pos cambia de vida, por lo menos ya no te vayas a salir todo el día como yo.” Pos sí, él es maestro nada más, pero está bien el hombre, está bien. Ahora trabaja en la Secretaría dos veces, antes trabajaba en la Secretaría y trabajaba en un banco. Siempre, digamos, pos más o económicamente ha vivido bien. Está bien, y mi hermano sus hijos han, han un poco fracasado, porque, pos les faltó rigor, más que nada yo digo que un mexicano necesita un poco de rigor, y la, y que siempre impulsarlos a que en realidad salgan adelante los hijos.
VD: Claro.
PC: Porque, usted se imagina, seguir lo mismo de uno. Bueno, también se puede, yo no digo que no, también se puede. Por ejemplo, vamos a suponer, yo tuve, anteriormente tuve un pequeño establo de vacas, hace todavía unos quince años. Con las vacas tengo, veintisiete años con ellas. Tuve un establo regular, viví una vida desahogada, este, claro a fatiga del trabajo, sí. Porque ese no es una cosa tan fácil, pero he vivido bien con mi esposa, hemos tenido facilidad de tener dinero, tenemos de qué echar mano, en un caso necesario, una enfermedad digamos, este, hemos estado bien, y todavía sigo con ellas. Porque también el gobierno nos ha perjudicado al 100%, nos mandó la CONASUPO [Compañía Nacional de Subsistencias Populares], para San Mateo. Desde ahí, yo tuve que haber vendido el ganado porque ya la leche ya no se vendió. Porque anteriormente, digamos, ordeñaba bastantes litros y todo se acababa. La gente como sea, se veía obligada, o por sus hijos, digamos, los que los quería mantener bien, darle, yo nunca he vendido una leche, bautizada, como le dicen con agua, siempre la he vendido pura. Nunca he salido a vender un litro de leche, señorita, a la calle, siempre vienen a la casa de usted, la gente, porque yo les vendo la calidad de la leche, yo no les vendo porquerías. La gente, digamos, ha reconocido que, y no tengo por qué hacerlo, porque tan ellos son pobres como yo también, y también ellos tienen necesidad digamos, de buscar una cosa buena como yo también lo hago.
VD: Claro.
PC: Pos sí. Entonces, digamos, en este aspecto, digamos, creo que yo me siento satisfecho, mi aventura sí fue fuerte, digamos, pero creo que sí lo puedo valorar que algo hice.
VD: Claro. De alguna forma, pues supongo que los años de trabajo allá en Estados Unidos le dejaron algún capital que pudo…
PC: Sí, sí, claro.
VD: Y para mucha gente no fue el caso. Mucha gente…
PC: Pues le digo a usted, los vicios que el mexicano tiene, la baraja y las cervezas, eso es lo que impulsa. Y en realidad es penoso decirlo, pero es que como mexicanos nos falta mucha, mucha cosa que nuestros gobiernos nos deben de obligar a educarnos. ¿Por qué? Porque ve usted, en los estados, yo hablo porque tengo amigos de estados, donde, donde, están llenos de vicio de vino y de alcohol y de todas cosas, de que el mismo Gobierno les mete pa poderlos explotar. Me gusta conocer, este, señorita, las cosas de la vida. Por ejemplo, voy a poner un ejemplo ahorita, el caso de Marcos, la gente que está en Chiapas, ¿cómo se encuentra?, en la desgracia. ¿Pero por qué no quieren, digamos, darles, incluirlos dentro, digamos, de nuestra Constitución?, ¿por qué? Pos porque no quieren abrirle los ojos, este, señorita, y si nosotros como mexicanos, nos defendiéramos como son nuestros derechos, yo le aseguro a usted, que ninguna nación, digamos, este, se opondría, digamos, a que nosotros cualquier nación que fuera, reclamáramos el derecho que nos corresponde. Porque los derechos son donde estamos viviendo, y lo que nos están sacando, y lo que nos están explotando. Por ejemplo, aquí va un caso muy, San Mateo tiene dos, seis, siete, ocho pozos, que están mandando el agua pa la capital, ¿cree usted justo?, que todavía que le estamos mandando, y que el gobierno está cobrando toda esa agua cuando son productos, digamos, de lo que no le corresponde. Es cierto, hay un derecho agrario que no está resuelto y está la evaluación en ese Estado, y está la nación en que se están matando como la matanza que hubo en Oaxaca hace poco.
VD: Claro.
PC: Por, por las sierras o por los montes o por lo que haigan peleado, pero, ¿por qué? Porque el mismo Gobierno tiene la culpa de no darnos ya nuestras, nuestras escrituras hasta donde, onde colindamos y que es de nosotros.
VD: Claro.
PC: Aquí ha habido un problema, tenemos este, ductos, digamos, de PEMEX [Petróleos Mexicanos], hace poco yo anduve metido en ese caso, dije: “Bueno, si están diciendo me gusta ver las noticias, la información, noticiero de lo que está pasando en nuestro pueblo, casi diario, por lo menos me informo”. [Es]tan diciendo que el petróleo no es de los mexicanos, que es de un grupo nada más, digamos, de explotadores, entonces, ¿por qué dicen que son Petróleos Mexicanos? Orita, el señor este que está, ¿qué?, ¿cómo se llama el que lo quieren agarrar?, está ahorita en Texas, está en Texas precisamente.
VD: ¿Del de PEMEX?
PC: El de PEMEX, del, ya el que fue funcionario anteriormente, que ahorita que tiene un desvío de $1,200 millones de pesos, por ejemplo, ¿usted cree justo? Digamos que todo ese desvío, que en realidad México no sabe, o que nuestro gobiernos saben. Ahorita, digamos, nuestros Gobierno que tenemos, pos no puede resolver, digamos, un problema de lo que setenta años fue explotado, o ha sido explotado. Bueno, el caso de los braceros, vamos a entrar a la braceriada. Según yo supe, en aquel tiempo, que nos daban $60 dólares por cada bracero. Que nos daban, eh, no es una cosa que yo le diga a ciencia cierta, pero yo ese comentario yo lo oí, que el Gobierno cobraba $60 pesos por cada, cada indio que se iba a morir allá o regresaba, ¿sí?, que esa es la realidad. Íbamos, pero nosotros no sabíamos si íbamos a regresar. ¿Porque cuánta gente se quedó?, aunque fue contratada, tuvo accidentes, se mataron, o equis, ¿verdad?, gente que no regresó. Entonces lo mismo, estábamos todos, todos dispuestos en lo mismo.
VD: Claro.
PC: Si $60 dólares dieron en aquella, época yo hasta dije: “Bueno, entonces vamos vendidos, mas no vamos”… Este, ¿cómo se llama?
VD: Contratados.
PC: Contratados, si le están pagando al gobierno $60 dólares, en aquel tiempo, les dijeron, ¿y sería cierto?
VD: Fíjese, yo le quería preguntar de dónde lo había escuchado usted, porque pues…
PC: Yo lo escuché.
VD: Ya varias veces lo he escuchado de los mismos señores.
PC: Los mismos, precisamente en las contrataciones, pos ya ve que hay gente que muy allegada a la, a los jefes que estaban antes, los que contrataban, dicen: “No, pos” que, y hablaban con palabras majaderas, usted le compraba los dulces. “Esos hijos de quién sabe qué”, dice, “todavía que el Gobierno les dan $60 dólares por cada uno, nos ponen tantas trabas”. Uno nomás oía, ¿no?, pos ni modo que uno va a seguir el movimiento de aquél, ¿no?, $60 dólares. En aquel tiempo, hace cincuenta años, yo ya tengo cincuenta años que yo fui a Estados Unidos.
VD: Hace mucho tiempo ya.
PC: Mucho tiempo. ¿Usted se imagina? Si es, si fue cierto, ahora yo como entuesto en la vez que fui allá a las juntas allá a la Ciudadela, que estuve ahí, creo que entre dos, o tres, o cuatro veces fui, a las juntas. ¿Usted cree que ese dinero va a existir? Yo lo creo difícil. ¿Por qué difícil? ¿Cuántos gobiernos pasaron?
VD: Claro.
PC: ¿Cuántos gobiernos, cuántos, este, los de Relaciones Exteriores, los de Gobernación?, que fueron los que intervinieron en aquella época. Que estuvo el señor éste, ¿cómo se llama?, ¿cómo se llamó el que estuvo en Gobernación en aquella época? El otro día me estaba acordando de él, ¿cómo se llamó? Que era, que según era tabasqueño, este…
VD: ¿Quién sería?
PC: A ver si me acuerdo ahorita de él.
VD: De esos primeros años, de los cincuentas, de la primera mitad de los cincuentas, ¿quién estaba en gobernación? No recuerdo, fíjese, no.
PC: Duró muchos años en Gobernación ese señor este, ¿cómo se llamó? Porque el señor de acá lo hizo compadre, le digo a usted que vivía acá.
VD: ¿El que se los llevaba a ustedes?
PC: Sí, sí, porque logró a ser diputado, del tiempo de Miguel Alemán.
VD: Este, este señor se los llevaba así.
PC: Sí, en tiempos de Miguel Alemán fue diputado, el licenciado, bueno, a ver si me acuerdo. Así es que, ¿usted se imagina cuánto dinero en aquel tiempo también corrió?, ¿por qué corrió tanto dinero? Porque se dieron el lujo los, los enganchadores, que así se les nombró, que cobraban dinero. El señor éste, a últimas fechas, también cobró.
VD: ¿Al principio no les cobraba?
PC: De principio no, no nos cobró nada. La primera vez que me fui, no me cobró. Yo me acuerdo que creo a las, el siguiente año nos, a mí y a mi hermano nos cobró creo $300 pesos, $150 pesos cada uno.
VD: A cada uno.
PC: A cada uno. Pero había personas que cobraban más. Y ya, y la gente por el entusiasmo de ir, y los que ya conocían y toda la cosa, pos sí, sí lo pagaban, no había pretexto. ¿Usted se imagina en aquella época también cuánto dinero?, porque fuimos miles de braceros.
VD: Sí, eso sí.
PC: No fuimos cientos, fuimos miles.
VD: Bueno, y además, así como este señor, pues cuántos había que estaban en…
PC: No, yo conocía a otra señora que era, ¿cómo?, ahorita me voy a acordar, ¿eh? La señora esta era su ahijada, de él, del licenciado éste. Que esa vez que la fui a ver, me dieron, bueno, como ya, ya tenía conocimiento de varias personas. Me dijeron, dice: “Ya no vayas a ver a aquél”, dice, “pos ya ves que tarda mucho en las contrataciones, dice, vete a ver a la señora fulana”. Desgraciadamente, no me acuerdo ahorita cómo se llama. La fui a ver, no, pos llegando, llegando me recibió. “Sí, cómo no”. Y habló de él, del señor éste que conocí, sí. Dice: “¿Usted vive en San Mateo?”. “Sí”. “¿Usted conoce a fulano de tal?”. “Sí, sí sé yo, cómo no”. Dice: “Yo a ese señor, yo lo recomendé”, ya ve que todos los ganchos se van comunicando.
VD: Claro ya armado.
PC: Ajá. “Ah, qué bueno, vengo a esto”. “Sí, cómo no”. Me apuntó en un papel de cuaderno, y a los tres días, este: “Viene usted a, venga usted mañana pa allá, porque ya va a haber una, cómo quien dice, una cuerda pa poder salir”, “¿como cuántos?”. Como unos trescientos, bueno, y a usted le toca”. “Ah, qué bueno”. Sí fui a los dos días, y al tercer día me fui, ya no había tanto. ¿Cómo se llamaba este licenciado, el de Gobernación?, me voy a acordar cómo se llamaba. Que hasta, pos ya le digo, toda esa gente después, ya era un sacadero de gente, como todos los negocios, como todos. Hasta en propio Empalme, Sonora, ya había gente que enganchaba por $300, $400, $500 pesos en aquel tiempo, que era mucho.
VD: Era mucho dinero.
PC: Que era mucho dinero.
VD: Claro.
PC: Mucho dinero.
VD: Y allá, ¿a usted alguna vez le tocó quedarse ahí en Empalme?
PC: Sí, cómo no.
VD: ¿Esperando su contratación?
PC: Esperando una contratación.
VD: Y, ¿qué hacía mientras, señor Perfecto? Porque a veces hasta un mes se llegaba a quedar ahí la gente.
PC: Bueno, nosotros tuvimos la oportunidad de, y la suerte más que nada, nos esperarnos tanto tiempo. Por lo menos era mínimo tres días, entre diez, entre tres y los cuatro días cuando mínimo.
VD: ¿No le tocó un tiempo allá?
PC: No, nunca tuve, digamos, por decir, ocho días, o quince días, sí porque mucha gente tenía hasta un mes, dos meses ahí. No, no, pa qué le voy a mentir. Tuve la dicha y la fortuna de estar dos, tres días.
VD: Y pasar rápido.
PC: Y pasar, sí pasábamos rápido. Porque aquí, digamos, cuando nos íbamos, nos decían, váyanse lo más pronto posible, porque posiblemente pasado mañana o pasado o tal día corren la lista. Sí, íbamos.
VD: Tenía que estar ahí.
PC: No, pos un hormiguero ahí, Empalme, Sonora. Y donde fuera, era lo mismo. Había gente que, pos que sobraba, cuando llega, a oír, porque pos lo ponían en micrófono. “Fulano de tal.” Ya este lo, nomás dos apellidos, el nombre y el primer apellido. Ya cuando pasaba uno allá adentro, ya contestaba uno el apellido materno, sí.
VD: ¿Le pedían algo? Bueno, este papel…
PC: Sí, lo llevaba uno, este era la, ¿la cómo se llama?, el documento valioso, este.
VD: Ándele.
PC: Lo llevaba uno en la mano.
VD: ¿Esto se lo daban aquí?
PC: Aquí en la Jefatura de Policía. Sí, los daban aquí.
VD: De que no…
PC: Primero daban también de, este, regalado esto.
VD: Y después le empezaron a cobrar.
PC: Y luego al último. Hasta eso que no era muy caro, pero de todas maneras así era, no me acuerdo si valía $15 o $20 pesos valía esto.
VD: ¿Pero se lo cobraban ya?
PC: Y, ¿todo el gentío que entraba? ¿Cuánto dinero no era?
VD: Claro. No, sí, pues yo creo que mucho dinero fue ahí, desviado, todos esos años de…
PC: Sí.
VD: Pues desde el momento de enganchar a la gente y sí.
PC: Uno por la, el entusiasmo de salir pronto, porque había mucha gente en la Jefatura. Por ejemplo, era la secretaria, cualquier persona que estuviera ahí, que la atendiera: “¿Y en qué tiempo me lo puede dar?”. “Se lo puedo en media hora, pero otros $15 pesos más”. “Sí, cómo no, ahí están”. Y en media hora iban y orita, ¿cómo se llama?, ahí está. Ahí estábamos. “Fulano de tal”. Ya sin decir nada, ¿no? “Sí, presente”. Ya, ya nos vimos, porque ya pagamos, no crea que, este, pagaba uno, este, al último, no. Pagaba uno primero.
VD: Ay, sí claro.
PC: Sí, sí, claro, pagaba uno primero. Ahí ya le digo, es que siempre el dinero pa el mexicano ha sido, digamos, la mafia. Y sigue siendo, ¡eh!, sigue siendo la misma cosa.
VD: Y desde aquellas primeras veces que usted se iba, cuando usted regresaba, la gente aquí ¿cómo lo recibían los mismos de aquí?
PC: Bueno, tuve otra dicha, digamos, la primera ocasión que yo regresé aquí. Tuve mucha estimación de la gente, ¿por qué?, porque pos nunca habían visto gente salir, digamos, de su pueblo, y a mi papá le preguntaban: “Y, ¿tu hijo cómo está?”. “Bien, él dice que está bien”. Cuando me vieron, me recibieron con mucho aprecio, todo mundo. Las damas, lo señores que me encontraban: “¿Cómo estás?”. “Bien”. “¿Cómo te fue?”. “Bien, gracias a Dios”. “¿Cómo es allá?”.
VD: Claro.
PC: Titueando. “¿Cómo es allá?”. “Pos hay esto y esto y esto. Casas muy bonitas, carreteras muy buenas”. Todo, todo lo que nunca uno había visto.
VD: ¿Del trabajo qué les platicaba usted, señor Perfecto?
PC: Bueno, el trabajo más duro, digamos, el trabajo ahí es más fuerte, más rudo, como con más precisión, digamos, ahí no hay que hacerse uno tonto, ahí hay que trabajar. El trabajo por estajo, pues hay que trabajar pa que usted haga dinero. El trabajo por horas, no quieren que usted corra, el trabajo por horas, pero quieren que usted no pare. Si usted trabaja las ocho horas, digamos, su media hora de comida que le dan, y ahí seguir, paulatinamente, hay que ir dale, dale, dale, sin parar. Eso sí, se llega el minuto de la hora, por ejemplo, por decir, un día te voy a dar cinco, a las doce vamos a parar, con reloj en mano, a las doce se acabó el trabajo. No como acá, que si se pasó media hora, pos no se lo pagan a uno, allá no, allá la cosa es estricta. También la entrada, la entrada y la salida es por horas. Ya por estajo, digamos, pos ya lo que, también si no haces trabajo, también le llaman la atención. “¿Qué pasó? ¿No puedes o qué?”. “Pos que sí”. “Ah, bueno, pos apúrale, porque no avanzas”. También, no crea que por que sea de estajo le van a tener, este, consideración que porque no lo puede hacer.
VD: Claro.
PC: Tiene que uno que aprender a hacerlo lo mejor posible, y lo mejor posible de trabajo, porque no porquerías, sí. Así es que, es un, pues un trabajo muy fuerte. Pero luego no crea, uno como mexicano, y como, lo que sea el mexicano tiene una potencia fuerte. Aunque comíamos frijoles y picante y tortillas, pero sí tenemos una resistencia física muy fuerte. Eso sí considero yo que el mexicano ha demostrado ante los Estados Unidos que es un hombre potente, eso sí.
VD: Por algo se sigue yendo tanta gente y la siguen contratando.
PC: Y la siguen, bueno, la siguen considerando porque, porque fíjese, bueno, no sé, nuestra gente, digamos, sí es floja, tiene defectos, pero llegando allá, como que un poco se disciplina, digamos, bueno en las cosas que quiere hacer de más, ¿no? Pero en esto, no se disciplina.
VD: El alcohol.
PC: Se pone a gastar. Y yo, en el [19]55, no, creo sí en el [19]55, llevaron braceros japoneses, que ya esa gente ya no quería el bracero mexicano, porque luego le costó, bueno, le costaba menos el bracero mexicano que los japoneses. Trajeron tres mil japoneses. Estaba yo a dónde, creo en Stockton, fue por el [19]56 me parece, trajeron a tres mil japoneses.
VD: ¿Ahí mismo donde estaban ustedes?
PC: No, no, en toda la región de California. Estuve, también los repartieron, ¿no? Y los japoneses, vinieron a hacerse millonarios, porque no vinieron como el mexicano, que a dejar el dinero, ahí dejar lo mismo. Los japoneses, tuvimos pláticas con los mayordomos que decían, que ya no iban a contratar japoneses porque la industria comercial de Estados Unidos no los quiso. Porque ellos se compraron un par de pantalones y un par de camisas, y se lavaban, y se los ponían, se lavaban y se los ponían y cada cheque era para Japón, cada cheque era para Japón. Y el mexicano no, cada cheque, digamos, la, este, si acaso la mitad para México y la mitad pa la cantina o para comprar cualquier cosa. Porque eso sí, cuando veníamos parecíamos, ¿cómo le digo?, ¿cómo se diría?, una romería con tantos, tanto velices, tantas cosas. Bueno, hasta máquinas de segunda, televisiones de segunda en aquel tiempo, se traían. No sabían ni que aquí había pos televisiones nuevas. Allá, pos traían televisiones ya de, pos de blanco y negro, ¿no? Ésa fue la primera que salió, ya viejas y máquinas todavía de lanzadera, de para coser. Pos, los de los estados traiban con todo y armazón, digamos, las máquinas para México, de segunda, ¡eh! Pos no, no de primera.
VD: Y donde usted estaba, bueno, además de esta vez que supo de los trabajadores japoneses, usted, ¿había en algunos campos trabajadores de allá o gente de origen mexicano pero de allá?, ¿alguna vez estuvieron en el mismo campo trabajando juntos?, ¿o eran puros braceros mexicanos?
PC: No, tuvimos, este, en el [19]55 y el… El [19]55 estuvimos, entonces fue el [19]56 o el [19]57, este, estuvimos con gente local, que se le nombraba, la gente local. Los locales son, son los, ya los mexicanos que tienen residencia allá, y se les nombran, bueno, nosotros los nombrábamos locales. Tuvimos, este, gente y llegan aparte, pero trabajábamos juntos.
VD: Y, ¿cómo era su relación con ellos, señor?
PC: Casi, casi, ¿cómo se llama?, como usted acaba de decir, un odio para el mexicano, para nosotros los mexicanos legítimos, originarios de aquí. ¿Por qué?, desconfianza, eso se puede decir, en que nosotros somos muy enamorados. Esa era la desconfianza de ellos.
VD: ¿Con sus esposas?
PC: Con las esposas, con las hijas y con, bueno, bueno. Por eso había, digamos, este, se apartaban y a la hora de la comida pos ellos se iban a sus carros de donde venían, o sus coches, y casi relación así de platicar muy, no, casi no. Es la gente negrera también, se sienten americanos, se sienten güeros, pero no son güeros tampoco. Esto todavía, digamos, que existe la raza morena allá, y así eran de esa manera, sí.
VD: ¿Alguna vez tuvo alguna fricción, alguna dificultad con alguien ahí, o con alguna de estas personas de allá?
PC: Pues no, no, no, no. Yo nunca, bueno, nunca tuve, algunas personas sí, precisamente por el trabajo. Porque les reclamaban en veces que no lo hacían bien, y pues hay gente que no se aguanta o contesta. Eso era lo que, lo que no querían, pos que hubiera enfrentamientos, digamos, entre las personas. Sí, pero sí hay, sí hay, este, casos de esos. Que porque usted trabaje mal, le llamen a usted la atención y hay gente que lo agarra a usted como, pues en malos ojos, ¿no? De a usted siempre le está duro y duro y duro y no lo suelta. Yo vi, le digo que le platico del mayordomo aquél. Tenía una persona que la traiba el pobre hombre pero, no sé, lo vi como unas diez veces que nos juntamos a trabajar, digamos, y éramos del mismo campo, ¿eh?, la misma gente, estábamos en el mismo campo. Lo que pasa es que trabajábamos de diferentes, diferentes partes, digamos, unos para una parte, otros para otra, y nos llegamos a juntar y yo veía de qué manera lo trataba al muchacho ése, lo trataba mal. Pero te digo, la necesidad, en veces a uno lo hace aguantarse uno tanto, y por lo lejos que está. Porque pos no es un día de caminar, son, por decir, cuarenta y ocho, cincuenta horas, sesenta horas de viaje, para de salida hasta acá. Pues no, no era la cosa tan fácil, salir, y luego para un curso de un, de en esos tiempos, digamos, también por los carros, digo bueno, los transportes particulares ya para uno era caro. Me acuerdo que de Mexicali a Guadalajara una vez pagué $240 pesos, todavía era barato. Hoy de quién sabe cuánto costará un, un transporte de…
VD: ¿En el autobús?
PC: En el autobús en, el autobús. Y en el tren, parece que me acuerdo que eran de $180 pesos, $180 o $170 pesos, de Mexicali a Guadalajara. Sí, era barato, pero eran más días también para poder llegar.
VD: Sí, está lejos.
PC: Sí, es lejos, es lejos.
VD: Y en general la relación que tenía usted con los mayordomos, ¿cómo fue, señor Perfecto, con los mayordomos que le tocaron en los campos?
PC: Bueno, tenía uno que dirigirse, era forzoso tener relación con el mayordomo porque era el que mandaba, era el que ordenaba el trabajo. Precisamente por eso había relación con el mayordomo.
VD: Y, ¿qué trato recibían de ellos los braceros?
PC: Pos a, pos yo digo por lo que me toca mi parte, nunca fui, digamos, tratado mal, porque siempre, pos, hice el trabajo bien, lo hice bien, y pos siempre me apuré.
2do: ¿Un refresco le apetecería, señorita?
PC: Este, nunca yo, pero yo vi, digamos, personas que otras, sí tenían, este, pues presiones digamos, de un mayordomo. Y, pues afortunadamente, nunca tuve yo ningún caso, más que el que le digo esa vez que me corrieron por haberme yo venido. Pero no hice nada, creo que no me sentía a gusto por no haber hecho nada de dinero.
VD: Claro.
PC: Porque era trabajo por contrato, pisca de un jitomate.
VD: Me decía usted que fue en el jitomate, ¿en qué parte fue esto?
PC: Estuve en Marysville, a un lado de este, de, ya se me olvidó el nombre, está, de, Stockton y, ¿qué?, y Yuba City. Sacramento, el estado de Sacramento, el estado de Sacramento.
VD: Estuvo ahí.
PC: Estuve en Yuba City y estuve en Marysville, y en Stockton, estuve en Escalon.
VD: ¿Me decía usted que se los habían llevado prestados?
PC: Sí.
VD: Con otro patrón.
PC: Con otro patrón, se acabó el trabajo con el patrón que estábamos nosotros, habíamos estado bien.
VD: ¿También estaba en el jitomate con el otro patrón?
PC: Piscamos, este, durazno y piscamos este, no, piscamos puro jitomate con él. Sí, puro jitomate, y nos fue bien. Sí, pos el jitomate deja bastante, es muy, este, remunerable la cosa económica del jitomate, pues era puro contrato. Ey, nos fue bien, y para venirnos, digamos, el señor éste que, el otro ranchero, no acababa de trabajar y nos dijo así: “¿Quieren irse a ganar otros centavos? Se van con fulano”. Pero vamos llegando, ¿no?, la huerta estaba muy mal. Primeramente, no había planta, una aquí, y otra hasta por ahí, y bueno, no, muy raro la huerta, los huertos que tenía, y pos, andar cargando la caja, usted se imagina lo que pesa una caja, para andarla cargando, digamos, para poderla llenar, porque no la podía uno dejar con tres, cuatro, jitomates, tenía uno que llenarla pa que a uno se la apuntaran. Entonces esa fue la dificultad, y yo nomás me espero a comer y me voy. Pos sí, me esperé a la comida, y me vine. Pero le digo que el error mío fue de haber dicho: “Me voy”. No hubiera dicho nada, y se me quedaron mirando, y pos yo agarré camino y me, agarré camino por la carretera, pos a ver a dónde voy a dar.
VD: Y, ¿lo siguieron sus compañeros?
PC: Los demás, cuando vi ya, ahí va la fila. (risas) Yo sé, pero sí fue un error grave que, pos no grave porque no dije nada.
VD: Claro, al final, bueno ya.
PC: Pero el que me ponían, digamos, como mal, a mí era… Yo lo hubiera traído. Le digo lo que me causó satisfacción de que cuando me, como me dijo el patrón que otro día me iba a dar de baja él para mandarme a la Asociación, dijeron todos: “No, pos nos vamos todos”. “Ah, qué bueno”. Todos salimos, no dijo nada el patrón, no dijo nada, no dijo nada, salimos todos. Digo, me sentí satisfecho, me sentí que no fui el solo hombre que iba a salir.
VD: Claro.
PC: Sino que salimos todos.
VD: Que tuvo apoyo de los demás.
PC: Tuve el apoyo, sí. Nos venimos.
VD: Sí, bueno, porque pues al final todos estaban en la misma situación.
PC: Sí.
VD: Claro.
PC: Y, iban a ir ellos a, este, al mismo lugar digamos de ir a trabajar, y ya no quisieron tampoco.
VD: ¿Se regresaron todos juntos? Muchas gracias.
PC: A ver, dame, yo lo abro.
VD: Qué amable, muchas gracias.
2do: ¿O gusta usted comer?
VD: Si quiere déjeme… Yo creo que ya vamos en un ratito a terminar esto, y sí le aceptaré un poquito ahorita que terminemos.
2do: ¿Come usted chilito?
VD: No mucho picante, fíjese que sí.
2do: Pero no pica mucho, ¿verdad, Pepe?
PC: No, no pica. Bueno que lo pruebe a ver si le, pos le gusta.
2do: Es caldito, es, este, birria.
VD: ¡Ay, qué rico!, qué rico, sí, le agradeceré, sí, muchas gracias.
2do: Ándele.
VD: Pues, y con sus otros compañeros en general, ¿la relación era buena, señor?
PC: Sí, gracias a Dios sí.
VD: Con otros braceros.
PC: Gracias, sí. Tuve, digamos, este, más que nada, uno o dos amigos nada más, de los que convivimos, como, como dice, como familia. Que decíamos: “Vamos a tal parte”. “Vamos”. “Que no vamos”. “No vamos”. O: “Que no vas”. “No, no voy”. O que: “Vamos a tomarnos una cerveza”. No le digo que no la tomé, sí la tomé, pero unas dos o tres, y vámonos. O: “Ustedes se quedan, yo me voy”. Así era el pacto de nosotros. Sí conviví con algunas personas, digamos, dos, tres gentes.
VD: Y en general, ¿el ambiente en los campos era más o menos agradable o había fricciones?
PC: No, ahí hay fricciones. Sí, porque pues, fricciones en el momento, le voy a decir a usted que la primera fricción, digamos, que hay, es que los estados se reconocían como, pos como malos como… Por ejemplo, tuvimos una, una experiencia de que el estado de Jalisco, pues que eran muy valientes y que muy trabajadores, bueno, bueno, muchas, con muchas cosas. Guanajuato también tenía ese estilo, de Guanajuato. Nunca me tocó, digamos, estar con un grupo de guerreros, porque siempre hubo guerrerenses pero, uno, dos cuando mucho, pero no grupos. Porque había grupos, por ejemplo de Jalisco, había en veces grupos de diez, quince o veinte compañeros que eran conocidos y que eran del mismo pueblo. Bueno, del estado eran los mismos, ¿no?, pero ellos se sentían muy, pos fuertes. Esa era la distinción, en el trabajo era peor. Sí, sí, había que demostrar quién era mejor, si el Jalisco o el Guanajuato, o el oaxaqueño, o equis. Pos, yo nunca decía nada, porque yo era solo, del Distrito Federal.
VD: ¿No había mucha gente ahí del D.F.?
PC: No, casi no, no, muy poca, muy poca. En veces, pos yo estaba solo, del Distrito. Luego me decían: “No, pos que los del Distrito son, este, pos que les gusta bailar, que les gusta quién sabe qué, que si les gusta quién sabe cuánto”. “Ah, pos ta bien”. “Tons, tú no eres”. “No, pos no soy”. Y ya, no me quitaba nada. (risas) Porque decían que el Distrito Federal era de puro, a la gente le gustaba eso y le gustaba el otro. “Ah, bueno”. Decía: “Yo cómo voy a, si yo no vine a gustar, yo vine a traer algo de dinero”. Claro, esa era mi preocupación, para mí, traer, llevar dinero pa mi casa. Dije: “Pa los gustos, me divierto en México. Allá la diversión está mejor que aquí”. (risas) Ahora, otro caso muy especial, en ese tiempo el bracero, por ejemplo digamos, no vivíamos en un pueblo, este, vivíamos fueras. Por decir a dos kilómetros o más estaban los bunkies de bracero, pero aquí estaba el pueblo, aquí era donde veníamos los domingos, los sábados, aquí. Pero de aquí le pintábamos toda la semana para allá, ahí solos. Sábados y domingos las patrullas en todas las cantinas que habían en los pueblos que había, porque ahí había mucha cantina, las patrullas nomás, a la vuelta y vuelta. Estados Unidos es serio para sus cosas, no crea que es buena gente. Vale, se llegaban a golpear, digamos ya, con la cosa de la tomada, más tardaban en darse un golpe, que en que ya entró la policía. No, no, no, la cosa, este, ¿cómo se llama?, espantosa para el mexicano. Ahí no había que ya se dieron, o que ya se mataron. Alguna vez sí se llegaron a matar porque son cosas muy rápidas, ¿no? Pero un pleito de manos, no lo hacían tan fácil, inmediatamente ya estaba ahí la policía. ¿Cómo le hacían?, quién sabe. Somos vigilados al 100% en los Estados Unidos, el mexicano. En aquel tiempo que íbamos con pasaporte y que podíamos andar libres y toda la cosa, nos hacían eso, pos ahora, y ahorita por las cosas que han pasado en Estados Unidos pos, ha de ser peor. Peor, hace la cosa grave, pero, ¿cuánto nos hicieron? Este, señorita, eso es lo que nunca me ha pasado en agrado, lo que tuvimos que haber padecido, porque yo lo veo como un padecimiento, del modo que nos trataron, como criminales. Pos sí, porque pasábamos y nos, nos afiliaron y pusimos en los papeles ahí, nuestras huellas para poder, si hacíamos algo, ahí nos buscaban fácil. Y todavía las han de tener, no crea usted que las han de haber tirado. Las veces que yo pasé, las veces me hicieron lo mismo, nunca me dijeron: “Oye, pos tú ya entras y sales y este, pos no, hombre”. La misma cosa, la misma desinfectación, la misma, las mismas cosas. Sangre, cuánta sangre nos sacaron, sacaban un tubo de diez centímetros, de sangre.
VD: Para la revisión.
PC: Cada pasada, era pa toda la gente, la analización ¿La tirarían? No, ¿verdad que no? La gente que, la sangre que servía la conservaban para hacer transfusión, porque no creo que la haigan tirado, ¿cuánto vale?
VD: Miles además, claro.
PC: ¿Cuántas sangres a la mejor congeniaban en el mismo, el mismo… ¿Cómo se llama, cómo se dice?
VD: El tipo de sangre.
PC: El tipo, los mismos tipos que se le podían guardar, este, para hacer, este, en ese tiempo estaba la guerra en, precisamente en Corea.
VD: En Corea.
PC: En Corea. Ah, pues precisamente mi papá no me dejaba porque en ese tiempo estaba la guerra en Corea.
VD: Y, ¿él tenía temor?
PC: Y él decía, aquí andaba el rumor de la gente que decía que nos iban a mandar a la guerra, por eso mi padre no me dejaba ir.
VD: ¿A usted alguna vez le dio algo de temor por la cuestión de la guerra?
PC: No, porque cuando yo llegué allá a los Estados Unidos yo nunca oí mencionar nada de guerra.
VD: ¿No le llegaron a ustedes noticias o veían como a su alrededor?
PC: Lo que sí nos platicaba, este, en la guerra de, bueno, Hitler, el mayordomo, el que le digo que fue el mayordomo que tuve, que fue una cosa del caos de Estados Unidos, que tuvieron un tiempo que apagar las luces, a las seis de la tarde.
VD: Pero…
PC: Todo Estados Unidos tenía que estar apagado, en el tiempo de Adolfo Hitler. Cuando la guerra estaba, la Guerra Mundial de…
VD: Y, pero el tiempo que usted estuvo, ¿no?
PC: No.
VD: No se sentía.
PC: No, no, no.
VD: Un ambiente de guerra.
PC: No.
VD: Ni nada.
PC: Es más, yo conocí a un gringo, este, era americano, ranchero, que había ido a la guerra, había perdido, taba muy joven. Perdió los oídos, el oído. Porque dice que le tocó los cañonazos, o qué cosa fue lo que le tocó.
VD: ¿Fue un patrón de usted?
PC: Sí, un patrón.
VD: ¿Ese sí fue, tuvo trato directo con el patrón?
PC: Sí, porque hablaba, este, poco español, y me decía, ajá. Platicaba conmigo.
VD: Y de los otros norteamericanos así como él, que llegó a conocer, ¿qué tal era su relación con ellos? ¿Se llegó a entender con algunas personas o casi no convivió?
PC: Pos, yo, yo trabajé con dos patrones, digamos, rancheros. Pos bueno, buenas gentes, para mí fueron buenas gentes, porque nunca tuve, nada de, digamos, en lo particular, muy buenos hombres con nosotros, con todos nosotros. Y pos más que yo trabajaba muy fuerte, yo hacía mucho más que los demás, pos, a mí me tenían una estimación, más este, porque es lo que le digo, ahí hay una distinción muy fuerte. El hombre que se distingue por su trabajo y por todo, es querido, pero que no haga nada, porque es odiado hasta la muerte. Ese es el sistema del americano. Sí, odia, pero con ganas, no anda con que se la perdono. Le digo, pos es que así esas cosas, digamos que se han, que hemos pasado, pues para mí fue una gran experiencia de vida. ¿Por qué experiencia? Porque precisamente tuve que haber hecho algunas cosas de fortuna, por el modo, digamos, en que uno ha sufrido. Es cierto, fui a sufrir, usted dice, en Empalme, Sonora, fuimos a contratarnos, yo me quedé en la vil tierra, con un cartón, y pagando $1pesos.
VD: Por estar en la tierra.
PC: Sí, es una cosa, pos, sí se lamenta, digamos. Porque, pos póngale usted que uno en su casa de uno, pos aunque sean la cama de tablas, se acostaba uno, y ahí no. Y también digamos una cosa, pos, cuando estaba uno solo, es amarga pa uno la vida, aunque esté uno joven. Porque no halla usted con quién platicar, no halla una persona con quién llevar una comunicación, de lo que le está pasando, o que ya no tiene dinero, o que una, alguna cosa así. Es triste, es triste, por lo que la gente no sabe en realidad valorar la vida de uno, yo vi gente que se comía la caja de plátano cuando la tiraba otra persona. Vi gente que se comió la sandía, todo lo verde del hambre que tenía. Y todavía así, no valoramos, digamos, nuestra situación, como una aventura triste, porque son aventuras tristes. Una vez que duramos cuatro días, cuatro días sin pasar, que me tocó, estuvo Gregorio, mi hermano, teníamos poco dinero, le digo: “¿Sabes qué? Pos yo creo ya no vamos a comer como comíamos, vamos a tener que comer, este, pos sí, comer, ¿no?”. Entonces en ese tiempo también la vida era pos, tal vez en ese tiempo era cara y era barata. El arroz valía $2 pesos, y allá los dichos de la, de los que vendían: “Pásenle al pollo”. Ese era el pollo, comer arroz. Pero $2 pesos le daban un plato de arroz y un montón de tortillas. Pos era barato, porque pos usted se llenaba. El arroz lo hacía rendir porque comía mucha tortilla, y estábamos llenos con $2 pesos, pero ya el que no tiene y come cáscaras de fruta, ya esa es una cosa más triste. Unos no llegamos a eso, gracias a Dios no, pero, de veras, cosas de otra gente. Y luego llegar allá y darse la vida de rey, pos como que no, no se vale. Pos ponle como la de ahí, ya no te voy a platicar, los japoneses vinieron e hicieron y trajeron un contrato de dos años. No, por seis meses como el bracero mexicano, que seis o nueve, o diez meses, o un año, ahí iba a trabajar. No, ellos trajeron un contrato directo de dos años, puro japonés. El japonés, ese no, no vino a hacer, este, a dejar dinero a Estados Unidos, no los quiso, ya le digo, el comercio americano no los quiso a los japoneses, porque no dejaron el dinero en Estados Unidos, se jue pa Japón. Si ahora ya ve usted, cómo está, son ricos, ¿no? Tienen muchos millones de dólares, pero pos así son los japoneses, son muy, este, pos muy buenos para poder aprovechar lo que tienen, y después que tuvieron una guerra mundial, ¿eh?
VD: Claro.
PC: Japón, que fue una decadencia grave para ellos.
VD: De mucha destrucción, sí, sí.
PC: Y sin en cambio, digamos, se han recuperado. Nosotros los mexicanos no, hemos estado más amolados.
VD: Y son, pues, aún la oportunidad a veces de hacer las cosas, sí, sí, siempre ha sido. Y bueno, pues como le decía a su hermano el señor Gregorio, pues es que también lo triste ha sido que de esto mucha gente se fue y vino con las manos vacías.
PC: Precisamente, sí. Es cierto, es cierto.
VD: Se fueron a pasar malos ratos y dificultades y regresaron con las manos vacías.
PC: Bueno, y hasta esta fecha, hasta esta fecha. Por ejemplo, digamos, los que abandonan a su, su casa y su familia y todo y se van, por ejemplo a atravesar el Río Bravo y a el desierto y toda la cosa, y tiene apuro de llegar a pasar, pero no han hecho nada tampoco. Si pasamos, por decir, nosotros que tuvimos la oportunidad de tener, por decir, desde que salimos, salimos en carro y llegamos hasta el lugar donde fuimos a trabajar en carro. Pos esta gente que va, que pasa y que fracasa y que esto, no valora su situación, este, señorita. ¿Por qué es tan duro? Porque no estamos preparados, estamos educados, nos falta mucho, a México le falta mucho, pero la culpa la tienen nuestros gobiernos, todo lo que nos han robado. ¿Cuántos presidentes cuántos millones de pesos se han llevado, pa cinco, seis generaciones de sus hijos, o más? No se vale eso. Pero eso sí, todos los impuestos los tenemos que estar pagando. “Órale, págale, porque debes”. Las deudas, la deuda que le debemos a Estados Unidos, ¿a cuántos millones asciende, de dólares?
VD: Pues sí, digo desde el, pues el mismo momento en el que ustedes salieron, tanta dificultad de encontrar trabajo aquí, que pues la gente tenía que estarse yendo de miles, saliendo del país, sí. Pues a veces en qué condiciones también, tan fuertes de trabajo.
PC: Bueno, hay un caso muy importante también señorita, que muchos se fueron se fueron, como bracero, también muchos perdieron sus tierras, porque muchos las vendieron por irse, para tener dinero. Entonces ni hicieron allá y perdieron aquí.
VD: Y perdieron aquí, claro.
PC: Yo por eso, yo conocí a un señor de Toluca, que precisamente eso fue lo que pasó. Vendió sus tierras para irse y no trajo nada.
VD: Claro.
PC: Es lo más triste.
VD: Y pues, yo no sé usted, ahora a la distancia cómo, es decir, ¿cómo se siente de haber sido parte del Programa Bracero?, ¿qué recuerdos le quedan ahora que lo puede ver como con distancia?
PC: Pos lo veo, digamos, en primeramente mi modo de pensar es que la gente lo volvería a repetir, no ha sabido valorar el esfuerzo que ha hecho y las lamentaciones que tiene, digamos, en un cambio de vida, porque no sería recomendable. Por ejemplo a una persona que se va y que no trae nada, si a eso se va, a querer progresar. Se va a cambiar de vida, no va a cambiar la vida allá, no, la tiene que cambiar aquí en su país, debemos de cambiar a nuestra familia, debemos de cambiar a nuestros hijos, darles otra educación, si no lo tenemos, si lo tenemos la oportunidad, órale, ahí está. Yo no me siento orgulloso de aquí de mi pueblo, pero sí me siento bien, porque alguna gente sí, sí, sí me respeta, sí me valora. Conocieron nuestra situación de mi padre, mi mamá, ser unas persona pues bastantes humildes, pobres. No, no, tengo mucho, no, no, no tengo nada, pero, me siento satisfecho, porque hay gente que me conoce, y que, pues me da mi lugar, y me da mi respeto que yo merezco. También con nadie me meto, a nadie le he robado nada, más que nada. Tuve la fortuna, tuve la gracia, digamos, de haber progresado algo de mi vida. Me siento satisfecho, me siento totalmente, digamos, pues bien, en que no digan: “Pos este, mira, este fulano no tiene nada”. Señorita, no y tampoco no digo que tengo, no, nunca, pero sí me siento con bastante satisfacción.
VD: El esfuerzo de su trabajo, ¿cómo no? Y usted que tuvo oportunidad de estar por allá, señor Perfecto, pues me imagino que en algún momento, pues compara la vida en Estados Unidos, por lo menos la vida que usted tuvo como bracero que es una especial, ¿verdad? Vivían aparte en barracas, pero la vida que usted tuvo allá, el modo de vivir en Estados Unidos y aquí en México, y por ejemplo, ¿qué tipo de cosas le gustaban de allá, de la vida allá, de cómo se vive en Estados Unidos?
PC: Bueno, en primer aspecto le voy a decir una cosa, en realidad, este, el mexicano, allá los locales, no viven bien tampoco. Viven en miseria, no crea usted que viven bien. Yo lo que tomé en cuenta, fue una cosa, digamos, de todo el local que nombramos nosotros allá, los nacionales, mexicanos. Es que, bueno, una cosa que le voy a decir, este, en mi época mía, yo vi que una persona, que bueno, ahora ya la cosa ha cambiado mucho, una persona que, digamos, joven, que daba a luz de un hijo, aquí se le había un respeto, de tenerla, digamos, en, pos en reposo unos días, pa que ella pudiera salir a hacer sus trabajos de labor en su casa, o otra cosa. Allá no, ahí daba a luz, y al siguiente día, mínimo a los dos días, ya estaba en el trabajo, y la criatura allá llorando en el coche. Es lo que a mí no, no me pareció en primer aspecto, ver a un mexicano, y sentirse ellos muy grandes, cuando allá, digamos, tienen que trabajar pues entonces no tendrán qué comer. Claro, el gobierno americano se ha preocupado, eso puedo decirlo, ¿no? Pero a los mexicanos ahí en tiempo de invierno, cuando no hay modo que puedan trabajar, hay despensas del gobierno americano, pa que vayan a traer cada ocho días si no trabajaron, les dan despensas gratis, claro, gratis. Yo lo supe porque allá mismo lo platicaban, por eso estoy enterado de eso, que les daban despensa y te decían: “¿Cuántos hijos tienes?”. “Pos que dos, tres”. “Ah, bueno, y tú, ¿cuántos son?”. “Cinco”. “Ahí está tu bulto de harina, ahí está tu arroz, ahí están tus frijoles”. Y ese día que iban les daban una libra de carne. Allá no es kilo, es una libra. Porque comieran ese día carne. Eso les daban, entonces quiere decir que el mexicano no está bien puesto tampoco allá. Habrá uno, si acaso, ¿verdad?, algún, alguno que a lo mejor tenga dinero, que es rico, pero no todos. Todos lamentan su vida y todos traen otro programa. Ahorita precisamente ya se va a llegar julio y también salen de la escuela de allá. Pos ahorita es cuando van a, van, la familia mexicana con todos sus hijos pequeños, se van a ir a la cosecha del chabacano, a la cosecha de ciruela, pa que los niños, los chiquititos andan juntando con unos, las cubetitas esos, baldecitos chiquitos, los chiquitos de tres, dos años, andan juntando ya frutita. Una o dos cubetitas que junten al día, porque a ellos no los obligan, pero a los demás hijos sí, a trabajar todos. Como trabajan todos, dijera yo, tuvieran un progreso, pos trabajar todos, pero no, juntan dinero para poder, digamos, pasar un invierno si viene fuerte, tengan dinero depositado para poder estar comiendo con ese dinero, y ya no vayan a pedir al gobierno. Ahora el caso importante de los Estados Unidos, usted como persona sola, y usted gana, no sé cuánto es el monto de dinero que debe usted ganar al año, si usted se pasa de ese dinero que usted ganó, usted lo tiene que devolver, cuando le hagan cuentas, pues, la tienen a usted bien controlada, ahí no hay como México que, tengo tanto y nadien sabe. Allá no, el Gobierno sabe cuánto le pagaron y cuánto es lo que ganó. No sé cuánto es lo que, ¿qué?, $4,000, o creo en ese tiempo era, eran $4,000 dólares, ganar al año, fíjese. Si, si usted ganaba, sola, ¿eh?, por decir, si usted ya tenía familia, ya no le quitaban ese dinero, pero solo sí. Si lo ganaba y se pasaba de los $5,000 pesos, tenía usted que regresar $1,000, porque le mandaban a usted su aviso. “Te pasaste de dinero y, tienes que regresar tanto dinero para el gobierno”, así de ese tamaño se maneja Estados Unidos. Yo creo sí ha de ser lo mismo, ora, el IVA [Impuesto al Valor Agregado] aquí es moderno, jue moderno en México, allá el income tax, que es el nombre, desde que yo estuve ahí, hace cincuenta años, yo pagué IVA por una camisa.
VD: Claro.
PC: Pagué IVA por un pantalón, lo que no pagué IVA fue por la comida, pero por lo demás sí, sí se paga. Ahí se maneja mucho el centavo, el famoso penny, que le dan a uno un penny. Ahí sí hay, porque le quitan a usted dos, dos centavitos, dos pennies, pues se los quitan y eso aumenta, digamos, en todo lo que se compra, ¿se imagina cuántos millones de dólares no aumentaría las compras al gobierno?
VD: No, pues muchísimo. Y con todo esto, ¿alguna vez llegó usted a pensar en quedarse allá?
PC: No.
VD: ¿En establecer su vida allá?
PC: Nunca, nunca, nunca pensé eso. Eso sí, el ver el momento, digamos, en que las situaciones de los mexicanos como era, una cosa esclava, que para mí son esclavos. México es dichoso, señorita, sabiendo cuidar, podemos hacer algo, podemos trabajar, pero si somos flojos y no queremos hacer nada, pos estamos entonces en las mismas condiciones. Es cierto, aquí hay muy poco trabajo, pero también, digamos, no sabemos, este, nosotros, valorar el trabajo que uno tiene. También vamos a desquitarlo aquí también. Y allá igual, y allá hasta peor. Porque allá son dólares, pero acá es donde se multiplica el dinero, no allá, allá son pesos.
VD: Allá lo gasta en dólares también.
PC: Sí, lo gusta en dólares y punto, allá vale $1 peso. Acá viene uno creo y ahorita vale $9, ¿qué?, $9 o $10 pesos, cuánto ya subió, es que aquí se aumenta, pero allá no, allá vale $1 peso.
VD: ¿Nunca fue algo que le viniera la mente, quererse quedar allá?
PC: Jamás.
VD: Llevarse una familia.
PC: Jamás, jamás, no, nunca pensé eso. Yo tuve amigos, varios amigos, que decían: “Yo vengo a ver si puedo arreglar papeles”. Tuve amigos que se juntaron con personas mayores de edad, mujeres mayores de edad, pa ver si les arreglaban, este, documentos. No, no, no, viva Dios y México, (risas) sí. Aquí somos libres y podemos tener lo que somos, el mexicano es muy flojo, muy gastalón, bueno, tiene todos los defectos en una palabra.
VD: Y, ¿allá por qué sentía usted que no, no sentía la misma libertad?
PC: Precisamente, precisamente, no hay libertad, para una gente, digamos, que no es americana. Somos, es más, Estados Unidos quiere a la gente, digamos, a la gente latina por el trabajo que le desempeña, pero no por otra cosa. Así es, ahí yo lo vi desde ese punto de vista, y eso que no, no tenía yo una experiencia de vida, mayor, pero sí me empecé a notar. Dije: “No, aquí no es vida, aquí no. Aquí somos esclavos”. Pues le digo, el modo de vernos los sábados y domingos, cómo las patrullas andaban rodeando todas las, todos los lugares donde andaba toda la gente, pos ya éramos muchos. Pos ese punto de vista, entonces quiere decir que no estamos libres, estamos sujetos, digamos, a que estemos bien gobernados. Ese es el punto de vista que a mí no me pareció. Y luego, discúlpeme, y luego que allá la mujer hace lo que quiere, porque se va a la hora que quiere. Que la mujer tiene garantía allá, es el número uno, la mujer allá, allá no es como aquí que le pegan y ya la pobre mujer se aguanta, allá no. Allá hasta al bote lo puede mandar si sí le alcanza a pegar, se queja, inmediatamente va usted a dar preso. Allá no hay libertad, la mujer también tiene su derecho, bueno, claro, es positivo, ¿no? Pero ahí tiene su libertad, y puede irse a la hora que quiera donde quiera, nadie le dice nada. Cuidado con que le pegue el esposo o una cosa, digo, ya hay. No, nunca pensé, señorita, vivir en Estados Unidos, o en California, donde fuera, no.
VD: Sus contratos siempre fueron en California, ¿verdad?
PC: Sí, todos. Ah, y estuve un año, estuve, ¿cuántos meses?, en Plainview, Texas.
VD: ¿Sí le tocó en Texas?
PC: Sí, fui a Texas.
VD: ¿En qué estuvo, en algodón?
PC: No, fui, corté pepino y corté algodón, precisamente, sí.
VD: ¿Usted notó algún cambio importante?
PC: De Texas sí. Texas se encuentra con regiones muy pobres también. Es más, no hay carreteras pavimentadas, como California. California tiene, pues digamos, el mejor espectáculo de todo lo que tiene. Casas, pavimentos y bueno, cosas muy bonitas, y Texas no. Todos los rancheros que yo conocí, digamos en California, todos tenían pavimentaciones a sus casas. Los rancheros no viven en la ciudad, viven en fuera, donde tienen los ranchos, donde tienen todas sus huertas, o lo que estén manejando de trabajo, todo pavimentado y teléfono. Y bueno, aquí en Texas no.
VD: Y en el trato con la gente, en la convivencia con la gente, con los, pues los locales y los norteamericanos, ¿usted notaba una diferencia de trato?
PC: Sí, sí hay diferencias. Pero con los propios locales hay diferencias. Claro, ellos saben el idioma, ¿verdá? Pos ellos se interpretan, digamos, sus cosas, ¿no?, pero, no los vi con…
VD: ¿Usted nunca tuvo algún incidente de discriminación, de racismo, señor Perfecto, por allá, en los momentos en los que convivía con otros norteamericanos o con, por ejemplo en los restaurantes o en las cantinas?
PC: Bueno, mire usted, lo que pasó es que allá nunca entramos a un restaurante americano.
VD: ¿Porque ustedes no querían o porque se los prohibían?
PC: No, no, no. Bueno, no, de eso sí no estoy en realidad satisfecho, pero entramos siempre a donde había, digamos este, ¿cómo le digo?, pues los dirigentes mexicanos. Lo dirigentes de cantina, restaurantes, todo, que sí había, digamos, por ejemplo, cocineras negritas, que eran las que estaban en los restauranes [restaurantes], donde hacía la comida pa, pos sí, donde pedía uno de comer y podía uno comer ahí, porque eran restauranes [restaurantes] bares. Y la bebida estaba por un lado y aquí estaba donde podía uno comer. No, hasta que eso que de eso…
VD: No.
PC: No, no vi yo.
VD: En el mismo trato de alguna otra persona.
PC: Siempre, digamos, lo que uno pidió, siempre le dieron a uno, sí. Hasta en el viaje, cuando viajábamos, digamos que cuando bajaban los autobúses en un, en los autobúses, digamos, y en las paradas, sí, sí, de los americanos, y entrábamos a, donde hay puro gringo, pues sí podía pedir lo que uno quería, pos volvía uno a hablar pa pedir lo que uno quería, pos se lo servían a uno, nunca dijeron que no.
VD: ¿Alguna vez tuvo problemas de comunicación por el idioma, así serio que…
PC: Bueno, serio no. Sí, problema sí porque pues bueno, por ejemplo los bancos o, que era lo más duro porque ahí no había intérpretes, bueno, habían intérpretes, algunos tenían intérpretes y este, pos sí, nomás de cuando la que estaba, digamos, recibiendo las cosas, no sabía hablar español, mandaban a traer al, la persona que sabía hablar español. “¿Qué quiere este señor, a dónde lo va a mandar o qué es lo que va a hacer?”. Ya le preguntaba uno. “Dice aquí la señorita o señor, que, que dónde va a ir el cheque, a dónde lo vas a dirigir, con quién, que le pongas bien esto”. “Ah, sí, ahí está”. No, no, de eso no tuvimos, no.
VD: No, fue una cosa más y ya.
PC: Una cosa más, pos no.
VD: Y bueno, me decía usted que en los tiempos que regresaba aquí al principio se volvía al campo con sus papás a trabajar.
PC: Sí.
VD: Y después me decía que volvió a la fábrica de tabaco.
PC: Bueno, ya fue después, sí, volví a trabajar.
VD: Cuando regresaba aquí, ¿entraba de nuevo a la fábrica?
PC: A trabajar.
VD: Y después…
PC: Volvía.
VD: Se iba otra vez para allá.
PC: Volvía, pasaba unos tres o cuatro meses y me volvía a ir.
VD: Y gracias a usted, ¿animó a alguien más aquí, además de su hermano, de por aquí, de que lo veían a usted que se iba?
PC: No.
VD: O la gente no, no se animaba a ir.
PC: Sí fueron algunos varios cuando me vieron que yo vine ya con bien. Pues eso yo creo que esperaban ¿no?, que fuera y regresara. (risas) Sí fueron algunos, sí fueron para allá algunos también, pero yo nunca, nunca le dije nada, ¿por qué razón? Tenía un papá un poco delicado, me decía que nunca me comprometiera a llevar una persona cuando yo era el responsable por habérmela llevado. Ese era su dicho de él. “Si usted va a ir solo, váyase solo, pero nunca, nunca llevese a otra persona”. Entonces yo lo tomé como una cosa de, pues como un punto, digamos, a la vez, que era razonable, no llevar una persona si a lo mejor fracasaba, o una cosa, me echarían a mí la culpa.
VD: Claro, usted es el responsable.
PC: El responsable. Eso es, era digamos, el modo de pensar mío, nunca, nunca invité a nadie, jamás. Cuando me buscaban, ya no estaba y punto, sí.
VD: ¿Se iba solo?
PC: Sí, sí me iba solo, sí me iba solo, sí. Me esperaba el día y la hora, y yo caminaba en mí, ya. Cuando me buscaban, ya no estaba. Como es un pueblo, pos todo mundo nos conocíamos, me conocía y toda la cosa. Luego ya, pos le preguntaban a mi papá: “Y, ¿tu hijo?”. “Ya no está, ya se fue”. Sí, pos la primer año, en el primer año que yo regresé, fue una novedad para mucha gente, una novedad, digamos que, pos es que estaba bastante joven, no era una persona muy madura, estaba yo bastante joven cuando, cuando ellos me recibieron. Yo vine y la gente que encontré en la calle me recibió bien, con mucho anhelo, saludos, eh, me dieron un abrazo y bueno, muchas cosas, ¿verdá?, que tuve el primer año que yo regresé aquí. Muy bien, fui bien recibido. No tuve ninguna impresión mala, no, al contrario, iba pero si bien recibido, por personas mayores, por jóvenes. “¿Cómo me fue? ¿Cómo está allá?”, bueno, preguntas, digamos. “Bien. No, pues la vida de acá, pos es muy triste, la vida de allá, muy. Casas muy bonitas, se ve que hay mucho dinero”. (risas) Eso es todo, era la, mi contestación mía, ¿no?
VD: Claro.
PC: Pero sí decía que había mucho dinero, por haber tantas cosas muy bonitas. Ya ve que todas las casas son, tienen jardines, en lugar de bardas como aquí. Ahí puro jardín, las casas son solas y salen para allá y para acá, [es]tán bien hechas. Muy, pos muy bonito es California. Texas está muy mal. Sí, porque conocía, Texas, no, hay cabañitas, hay, este, ¿cómo se llama ese lugar?, El Lobo [Lubbock]... No me acuerdo el otro lugar, nombre, hay un, haga de cuenta, bueno, ya no conoció a Tepito anteriormente, ¿no?, que eran vecindades perdidas.
VD: No, no ya no.
PC: Así estaba, este, el estado de Texas, sí. Casas de madera, pero con láminas de cartón, y bueno, bueno una cosa precisamente, una parte del lobo [Lubbock], cerca de Plainview, Texas.
VD: ¿Ya para allá no volvió más que una vez?
PC: No.
VD: Después.
PC: No, jamás, no, no me gustó. Fíjese, en ese tiempo pagaban $0.60 centavos la hora en Texas.
VD: Y, ¿acá le pagaban $0.90?
PC: Noventa. Sí. Noventa centavos la hora y allá sesenta centavos. Así es que para trabajar, pa que usted se ganara $6 dólares, teníamos que trabajar diez horas.
VD: No, pues…
PC: Y pa ganarnos $7.20, teníamos que trabajar doce horas. Eso es lo que trabajábamos, doce horas pa ganarnos $7 pesos.
VD: En el algodón que es muy pesado, ¿no?
PC: Sí.
VD: Y me decía que su último contrato fue en el [19]65.
PC: Sí.
VD: O sea…
PC: Estuve en Borrego, ahí en…
VD: ¿O por qué?, es la duda que yo tengo. Oficialmente se supone que hasta el [19]64 dejaron de contratar gente, pero, ¿a usted le extendieron su contrato?
PC: Sí. ¿Fue el último año el [19]65?
VD: En el [19]65, ¿todavía le dieron un contrato?
PC: Sí. Todavía en el [19]65 fui.
VD: Y se fue para California otra vez, ya fue su último.
PC: Bueno, este, cuando entré y me contraté en Empalme, no, miento, fue en la Ciudadela, donde nos dieron ya el paso directo.
VD: Allá en la, aquí en la ciudad de la.
PC: En la Ciudadela, aquí en la Ciudadela de México. Ahí donde, este, nos dieron el paso directo, pero nosotros íbamos, precisamente a varios lugares, pero nosotros somos, este, la remesa que llegamos a Empalme, precisamente, llegamos a Empalme. Dice: “Toda esta gente se va al Valle Imperial”. Es nombrado el Valle Imperial, este, ahí, este, la entrada de Mexicali, luego está el Valle Imperial enseguida, ahí nos tocó. Fuimos a dar a una compañía bastante grandísima, estábamos como tres mil ahí. Y pa irme, haberme ido yo a, ahí al condado de Borrego, andábamos paseándonos, porque no había mucho trabajo, sacábamos para comer. Llegó, este, un, una camioneta y nos acercamos: “Muchachos, ¿se quieren ir ahí a trabajar?”. “Sí, cómo no”. No, pos yo corrí a mi petaca y ya traía mi credencial, la mica que me habían dado, este, ya se lo di, entonces, bueno, llevaban once, los que corrimos, y nos dimos. Ya, juntó once, once credenciales, ya nos dijo, dice: “Ya fue a hablar ahí a la oficina”, dice “este, muchachos, fulano y fulano se van a ir para, pa El Lobo, para Borrego”. “Sí, cómo no”.
VD: Y, ¿se los llevaron allá?
PC: Ya nos fuimos once.
VD: ¿De cuánto tiempo fue ese contrato?
PC: Era de, no era muy grande, era de cuarenta y cinco días nada más.
VD: Cuarenta y cinco días.
PC: Cuarenta y cinco días, pero nomás duré…
VD: Y, ¿terminando ahí?
PC: Para afuera, para afuera era.
VD: Y si hubieran seguido las contrataciones, ¿se hubiera seguido yendo, señor Perfecto? ¿O ya llegó un momento en el que usted ya había pensado…
PC: En veinticinco por ahí no me acuerdo, por [19]72, pues sí, por 1972 yo trabajaba, ah, pos este, yo trabajé en el Museo Nacional. Estuve trabajando y me encontré un señor que había sido también bracero, fue bracero. Pos ya ve, las pláticas, digamos, como amigo. Y él tenía un hijo, local, porque se llevó a su familia y también pasó de alambre él. Pero tuvo un hijo, pero lo registró americano.
VD: Ya nació allá.
PC: Entonces cuando ya estuvo grande lo mandaron a traer. Ya Estados Unidos lo mandó a traer, que se fuera, y se fue. Y estaba precisamente en Texas, el muchacho éste. Me dice, este: “Y, ¿qué pasó amigo?”. “No, nada”. Dice: “¿Te animarías a ir?”. Digo: “Y, ¿cómo?”. Ya no había contrataciones, ya no había “Sí”, dice, “¿sabes qué?”, dice, “yo tengo un hijo, allá en Texas, y está cuidando una granja de guajolotes y están queriendo a dos. Tú dices si te animas”. Vine y le dije a mi mamá: “Mamá, fíjese que me están invitando a irme al otro lado”. Dice mi mamá: “Ya no vayas, ¿qué vas a hacer?”. Y pues andaba un poco tambaleándome, y me estaba decidiendo, dije: “¿Para qué fecha nos vamos?”. Dice: “Yo te aviso, para mandarle a decir cuándo tiene tiempo que nos venga a traer precisamente a El Paso, de Juárez”, a El Paso, Texas. “A Juárez, venga por nosotros”. Este, me decía: “Vamos a ver si podemos sacar, este, para estar más bien, vamos a ver si pasamos un pasaporte como turistas y vamos, y ahí, este, esperamos a mi hijo pa que nos lleve”. “Bueno”. Sí me animé, pero como, yo creo la mala suerte ya no quiso que saliera, el señor a los pocos días, lo mató un camión, en el Circunvalación. A mí me tocó recibir ese aviso, que estaba muerto.
VD: Qué terrible.
PC: Y es más, yo lo jui a ver a la Cruz Verde que está en Circunvalación es donde está la Cruz Verde, ¿no? Por ahí así está la… Fui a ver, a reconocerlo si era él, dije: “Sí”. Ahí fue donde, se me acabó el ánimo y el entusiasmo, yo pensaba irme, pero también, este, pos mal, ¿no?, porque no iba con documentos, iba yo a arriesgar, digamos, ya la situación esa, pero íbamos directo a trabajar, a una granja de guajolotes, sí.
VD: Y después de eso, jamás.
PC: Ya jamás. Ahora me, sí he dicho que platicáramos: “¿Y pues ya no va?”. “No, ya no, ya estoy grande”. Uno, ya no tengo las fuerzas que debo tener, no puedo ir ya, ¿a qué voy? Si hubiera sido hace, todavía veinte años o veinticinco años. Todavía cuando estaba todavía en, mi plena fuerza todavía, posiblemente sí podía ir, pero ahorita ya no. Sí, ya le digo, pos este…
VD: Ah, oiga, pues tantas cosas y tantos recuerdos de los años que estuvo por allá. Señor Perfecto, pues yo le quiero agradecer muchísimo, su tiempo y sus recuerdos que aquí me compartió. Muchas, muchas gracias.
PC: Gracias a usted.
VD: Por abrirme además las puertas de su casa, porque sí queda toda una historia del tiempo que estuvo por allá, y que hasta hoy, además, que hasta hoy día, de alguna manera pues el trabajo de allá, pues le ha dado sus frutos.
PC: Pos sí.
VD: Se los dio en el momento, hasta acá.
PC: Hasta aquí. Y todavía nos da, pos la suerte vivir todavía, más que nada.
VD: Eso.
PC: Sí, porque el otro día que fui a, fuimos a la Cámara de Diputados, el otro día. Este, vi mucha gente que, ya llegaron a, muchas señoras que vi, que llevaba el comprobante de que su esposo ya no viven. Yo he pensado una cosa, yo pienso que la situación de, en eso de la situación del dinero, o de lo que nos dieron, o tenemos o tenemos, o no tenemos, no va a ser devuelto, lo veo difícil. Porque salió el diputado del PRD [Partido de la Revolución Democrática] ese día, y dijo que, que pues que habían hablado en la Cámara, ya hubo una comisión que entró a la Cámara de Diputados, y que habían dicho que pos, hicieron una pregunta: “¿Por qué tantos años, y apenas reclaman?”. Pero quién sabía de eso, este…, señorita.
VD: Claro.
PC: ¿Quién sabía de eso?
VD: Claro.
PC: Y es cierto, que este señor Gutiérrez está, él fue el que promovió eso, ¿usted lo sabe?
VD: Sí.
PC: Este, ¿cómo se llama? Este…
VD: Ventura.
PC: Ventura Gutiérrez.
VD: Sí.
PC: Es el que promueve esto.
VD: Sí.
PC: Porque sí es él el promovente [promotor], ¿no?
VD: Sí, sí, sí, él es, digamos, el coordinador.
PC: El promovente [promotor], digamos de la, de los fondos, digamos, de la braceriada. Pero como volvemos a repetir, tantos presidentes que pasaron.
VD: Sí.
PC: Ya, ya se vio a venir la mente del señor que estuvo en Gobernación cuando, estuvo muchos años cuando fue la braceriada. No es Ochoa, ¿cómo se llamaba este señor? A ver si me acuerdo ahorita. Este, tantos presidentes que pasaron, si esos fondos, fueron, digamos, en dólares, depositados ante la nación de México, en Gobernación, ahora porque ya las nuevas noticias sale, digamos, de los fraudes que ha habido, ¿pos usted cree que anteriormente va a haber?
VD: Claro.
PC: Al contrario, el que recibió todo ese dineral, si es que le tocó, se fueron todos hinchados de dinero, a costillas de, digamos, del que puso su vida en peligro, de irse y no regresaron. Los que regresaron pos, hay que darle gracias a Dios que estamos aquí todavía, pero no, yo lo veo difícil. Toda la gente cree que va a recuperar el dinero, yo no lo creo.
VD: Pues fíjese que, bueno, no sé, yo creo que este es un caso difícil, pero bueno, de alguna forma, pues yo creo que algo se ha logrado, algo, mucho, yo no sé, en, pues tener el caso ya en una corte norteamericana, ¿no? Y en haber logrado que un grupo tan importante de abogados esté llevando el caso. Yo creo que, sobre todo porque ellos están invirtiendo mucho dinero en esto, ¿no?, los abogados mismos que están defendiendo. Y no, normalmente no hacen esas inversiones si no ven siquiera una posibilidad de ganar el caso, ¿no? Porque al final de cuentas, si el caso se gana, los que van a pagarle los honorarios a los abogados son los acusados, o sea en este caso el Gobierno Mexicano, ¿no? Pero pues ya ve, además son casos que, pues lo que sí es muy cierto es que se lleva mucho tiempo, esos casos en las cortes norteamericanas se llevan mucho tiempo, y bueno, no es fácil, ¿no? Pero creo que pues hay un cierto movimiento ahí en Estados Unidos, de ya de diputados, congresistas de varios estados, de apoyar el asunto, y sobre todo apoyar pues, que no se cancele la demanda porque ha pasado mucho tiempo, como ha pasado con otros casos, ¿no?, como el de los judíos.
PC: Ese día, es el que estaban, que prendieron la Cámara, precisamente eso era lo que estaban diciendo, que el grupo de abogados que se encontraba en Estados Unidos, yo me quedé, ¿cómo le voy a decir?, como, como que no me llenó de satisfacción que un grupo de abogados, y, ¿quién les paga? Precisamente yo pensando en la paga de los abogados. Y que decían los abogados, que dijo el diputado que había un grupo de abogados que estaba llevando el caso de nosotros. Dije: “Bueno, entonces en realidad, ¿será la interés positiva?”
VD: Sí, mire, de hecho, le digo, estos, además estos abogados hace, ¿qué será?, unos dos años, ganaron un caso importantísimo, contra las compañías estas de envío de dinero, de Elektra, Western Union y estas cosas.
Fin de la entrevista.
Fecha de la entrevista: 9 de julio de 2002
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez
El día de hoy es 9 de julio de 2002. Estamos en casa del señor Patricio Perfecto Corrales Rojas para hacer esta entrevista.
VD: Señor Perfecto, que ya no sé ni cómo, si Perfecto o Patricio.
PC: No, Perfecto póngale, sí.
VD: Perfecto está bien, bueno. ¿Qué edad tiene usted?
PC: Setenta y dos años.
VD: Setenta y dos años. Usted me decía, es pues originario de aquí de San Mateo Xalpa.
PC: De aquí de San Mateo, sí.
VD: Ya platicaba yo un poco con su hermano que sus papás se dedicaban aquí al campo.
PC: Sí, eran campesinos.
VD: Campesinos.
PC: Sí.
VD: Usted, yo me supongo que desde pequeño también les ayudó a ellos en el trabajo del campo.
PC: Pos sí, era una, ¿cómo le dijera a usted? Ese era el caso, digamos, de nosotros, como pobres digamos, de nuestros padres, trabajamos muy pequeños, sí.
VD: Además de ir a la escuela usted les ayudaba a ellos.
PC: Sí, sí teníamos que trabajar, sí. Teníamos que trabajar.
VD: En el campo.
PC: En el campo.
VD: ¿Desde como qué edad empezó usted a ayudarles?
PC: Casi a los, no casi, a los diez años empecé a trabajar.
VD: ¿Se iba a sembrar y a cultivar?
PC: Pos no tanto eso, sino que empezábamos nosotros entonces en ese tiempo, pos no había gas, empezábamos a acarrear leña, para, digamos para que mi madre nos hiciera de comer. El gas, pos tiene poco tiempo que llegó a los pueblos, ¿verdá? Antes se quemaba pura leña. Entonces íbamos al cerro a cortar leña para poderla traer y pa que, ayudarle a mi papá. Pa que, quitarle, digamos un peso más para que él trabajara, digamos libremente y ya no estuviera fatigado. Con mi hermano Gregorio, íbamos a traer, estábamos chiquillos, íbamos a traer leña los dos.
VD: Bueno, usted siguió trabajando con la familia, ¿hasta qué edad?
PC: Pos hasta la edad, digamos, de que me fui pa Estados Unidos.
VD: Sí, usted desde los diez años hasta los veintiuno, usted estuvo aquí trabajando.
PC: Trabajando, sí.
VD: ¿En alguna otra cosa trabajaba?
PC: Trabajé en una empresa, trabajé en La Tabacalera Mexicana, un tiempo.
VD: Fue obrero en la…
PC: Fui obrero.
2do: En Río Blanco.
PC: Ah, primero trabajé en Río Blanco, en 1950. Muy, bueno en medio siglo, porque fue cuando me tocó prestar servicio. Lo tengo presente, fue cuando trabajé en la fábrica de textil, que está aquí todavía, ya, ya no es fábrica, ¿verdá? Este, había una fábrica textil aquí en Río Blanco, ahí en Huipulco. Ahí trabajé un año y luego trabajé en la autopista de Cuernavaca, también un año.
VD: ¿Qué hacía allá?
PC: Cuando abrí, cuando se abrió la carretera, sí.
VD: ¿En las obras de la carretera?
PC: En la obra de la carretera trabajé un año, sí.
VD: ¿Todo eso antes de que se fuera usted para allá?
PC: Antes, antes. Precisamente, digamos, este, ya nomás estuve un año, que fue del [19]51, el [19]52 yo partí.
VD: Y, ¿qué le llevó a usted, qué inquietud le llevaba? Bueno, supongo que además de la necesidad pero, pues a salir de aquí del trabajo del campo y a irse a buscar.
PC: Bueno, para mí fue una cosa que en realidad mi vida, pues no, no ha cambiado mucho digamos de pobreza. Pero no vivo a digamos, a la miseria que vivieron mis papás,
ese era mi modo de pensar, cambiar de vida, no teníamos esta casa, señorita. No teníamos esta casa, si esa casa se ha hecho a base de sacrificio y a base de esfuerzo. Porque tampoco no trabajo, trabajo en el, sigo trabajando en el campo, todavía a esta edad, que tengo. Yo no he dejado de trabajar, sino que sigo, mientras Dios me de vida y fuerza pa poderlo hacer, todavía lo sigo haciendo. Trabajé un año en la empresa de acá de textil y trabajé en La Tabacalera por temporadas, porque tenía un amigo que trabajaba en La Tabacalera, y yo nomás le avisaba: “¿Sabes qué?, me voy a ir para, pos me voy a la braceriada”. “Pos ándale pues, vete”. Y cuando llegaba aquí yo le hablaba por teléfono: “Ya estoy aquí, ¿habrá chamba?”. “Sí, vente”. Volvía yo a ingresar a la fábrica a trabajar. Hasta que tuve la, bueno la fortuna, de hasta que el Sindicato me paró el alto, me dice: “Oye, te quedas o te vas”. Fue cuando estuve dos años de planta nada más y me salí, que había muchas discordias, ya sabe los trabajos, digamos de compañeros, es mucha discordia. Tuve la suerte de que estaba, estuve en el taller mecánico de ayudante y pos de ahí empezaron las dificultades, por la cosa de que yo pedía aumento, ¿no? Porque yo ya había aprendido algo.
VD: Y, ¿se lo negaron?
PC: Sí, lo negaron. Y yo me salí, definitivamente me salí. Trabajé en la Policía también, estuve un año, ya casado con ella, estuve un año, un año nada más.
2do: Un año o dos años.
PC: No, año y medio.
2do: Año y medio.
PC: Año y medio trabajé en la Policía Bancaria. Estuve trabajando año y medio nada más y me salí precisamente, fue en el [19]70, cuando empezaron los asaltos, usted estaba muy pequeña yo creo.
2do: Todavía ni nacía.
VD: Ni había nacido.
PC: Todavía no había nacido, este, empezaron precisamente los asaltos cuando fue presidente Echeverría. Empezó el asalto, en aquel tiempo empezó el asalto muy fuerte, y habían matado mucho policía. Entonces aquí mi esposa y mi madre, que todavía tenía, me decían que me saliera. Y un día decidí: “Me salgo.” Me salí y hasta la fecha no busqué trabajo, sino que ya me dediqué de lleno al campo.
VD: Y ahora, ¿todavía tiene tierras ahorita que está trabajando?
2do: Nos hicimos de unas tierras.
PC: Nos hicimos de unas tierras.
VD: Y ya ésas son las tierras que hasta hoy…
PC: Las que sigo trabajando, sí.
VD: Cultiva.
PC: Sí.
VD: Y, ¿está sembrando para, lo que sale lo tiene sus cultivos de maíz? O, ¿qué es lo que está sembrando ahorita?
PC: De maíz.
VD: Maíz.
PC: Sí, de maíz.
VD: Y además veía que tiene sus animales aquí.
PC: Pues precisamente eso fue lo que, ese es lo que nos ha impulsado seguir trabajando el campo porque, digamos, el forraje y todo lo que sobra, digamos, es para ellos. Y, ay, pos digamos, nos reditúa, digamos, algo, ¿no? Porque, no lo regalamos sino que lo consumimos ahí mismo en la casa.
VD: Claro.
PC: El maíz, pos también lo poco que, que se puede vender, lo vendemos. No, no nos los comemos directamente, porque pos somos nomás dos. Soy padre de un hijo, tengo un hijo pero él está casado. Él vive aparte, sí.
VD: Y entonces, estuvo usted trabajando en varias cosas antes del [19]52 que decidió irse para allá, ¿cómo fue que usted se animó, señor Perfecto, a irse de bracero? La contratación ya tenía varios años.
PC: Ya, ya, eh, tuve, bueno, este, empezó que aquí un señor, de aquí de San Mateo, empezó él a animar a la gente, y empezó a llegar gente de varias partes de aquí de los poblados que están alrededor, y un día le dije a mi mamá: “Mamá, fíjese que este”, le decían como conocido el profesor, era profesor, “está haciendo contratos para Estados Unidos, ¿y si me voy?”. Pues me dice mi mamá: “Pero qué, este, ¿te hallarás allá?”, eso fue lo que me dijo, “¿te hallarás allá?”. “Pos quién sabe”, uno no conocía, estaba ciego. Tonces, metí capricho y ya cuando, cuando decidí, bueno, pos dije: “Yo creo sí voy a ver”. Y lo vine a ver, yo solo personalmente le dije, este: “Profesor”, dije, “vengo a, pos, que me haga favor de perdonarme la molestia, pero lo vengo a ver”. Dice: “Sí, cómo no, dime”. “Y pos he pensado, pos emigrar al otro lado, ¿podré?”. “Sí, cómo no, me va a sacar este documento, un documentito cualquiera, como el que fui a sacar”, dice, “y llevas pa tu pasaje”. Pos yo qué sabía de cosas, digamos de salir de México, nunca. Sí, es la realidad.
VD: ¿Nunca había salido de aquí de la zona de Texcoco?
PC: No, no, de México sí lo conocía, digamos, pero de México pa fuera, ya no. Son diferentes, diferentes etapas de vida, diferentes normas de gente y de todo. Pos sí, mi mamá me preguntó como unas diez veces o más: “¿Sí te vas a ir?”. “Sí”. El que no quería que me fuera era mi papá.
VD: ¿Qué le decía?
PC: Que no, tuvo disgustos con mi mamá, porque ella era la que me apoyaba que yo me fuera. Y ya cuando yo decidí irme, yo sí me fui, le dije: “Mamá, este, ¿qué voy a necesitar?”. “Pues pregunta por ahí”. Una petaca, me acuerdo me compró una petaquita, mi ropa. “¿Qué vas a llevar cobijas?”. Dije: “No, póngame una sábana, a ver qué divisa”. Me puso una sábana, ya, me arregló mi ropa, y ya estaba prevenida la petaca para el día que fuera allá a la, pos que nos dijera: “Vámonos”, yo ya estaba listo. Pos sí, me logré ir, y logré a pasar. Y ahora dirá usted: “¿por qué?”. Por las exigencias de los americanos en el modo que lo tratan a uno. Digamos todos los análisis de sangre, y de que toda la inspección que le hacen a uno. Pos lo mandan a uno, ¿pos cómo se llama?, pos, pero en mi juventud, pos, yo no temía de nada, pero pues mucho joven sí salió enfermo, porque yo me acuerda haberlos visto, ¿verdá? Que andaban pidiendo para poder regresar, de donde estaban.
VD: ¿A dónde se fue usted a contratar?
PC: Eh, a Guadalajara, el primer año. Luego estuvo, de Guadalajara se pasó a Mexicali, allá fue una vez que me contraté. Y los demás fue en Empalme, Sonora.
VD: Ah, okay.
PC: Y Gregorio fue a Guanajuato, mi hermano Gregorio.
VD: Irapuato, sí.
PC: Sí, en Irapuato.
VD: Y entonces, usted con esa inquietud, ¿qué se imaginaba que se iba a encontrar por allá? O sea, ¿cómo se imaginaba que iba a ser el trabajo? ¿Alguien le había platicado antes?
PC: No, no, pos iba ignorante, iba ciego. Vi la transformación, digamos, en el momento que pasamos ya Morelia, los campos, las situaciones más, pues más abiertas, la gente, el cambio de gente. Llegamos a Guadalajara, ya mucha, pos uno como joven, mucha mujer guapa, güera. Dije: “¡Ah, caray! Muchos güeros”. Sí, pos la gente, ¿no?
VD: Claro.
PC: Dije: “¡Ah caray! ¿Y ora?”. Pos tamos aquí. Nos hospedamos en un hotel, todos íbamos, íbamos trescientas gentes, íbamos de aquí, de este rumbo, de todo el núcleo de este, ¿verdá?
VD: Se fueron todos juntos.
PC: Juntos, sí. Varios camiones nos fueron a dejar. Pos sí, llegamos ahí, estuvimos, llegamos como un sábado, no se pudo el domingo, y el día lunes nos contratamos.
VD: Muy rápido.
PC: Luego, yo pasé, o pasamos todos, la mayoría pasó. Ya nos fuimos. “Y ora, ¿pa dónde?”. “No, pos que van a agarrar camiones de en tal parte para que los lleven a tal parte”. Desafortunadamente México ha progresado últimamente, todavía nos tocó ver las cosas que no eran como ora se ve, autopistas y, no, no, no, en ese tiempo era la cosa muy pésima. Nos fuimos a Mazatlán, de Mazatlán cambiamos autobús a Obregón, y de Obregón a Sonora, y de Sonora hasta Benjamín Hill, y de Benjamín Hill nos llevaron en camión, también, pero por terracería. Y puras brechas, pasamos en panga los ríos, no con puentes, sí. Camiones y todos los subían a las pangas para pasarlos. Te digo usted, que todo no eran las cosas como uno, uno se imaginaba. Ya íbamos llegando, por ejemplo, ya de ahí veíamos Sinaloa, muchas partes de siembra de algodón. Dije: “¡Ay, caray!, y qué, ¿aquí qué es? ¿Ya vamos a llegar a los Estados Unidos o qué?”. Fíjese nomás, pensando yo. No, estábamos en el mismo país de nosotros.
VD: Todo lo que era, le era novedoso.
PC: Novedoso, sí, por nunca ver nada. Montones de jitomate que habían en, en Sinaloa que se estaban pudriendo de lo que no, yo no sabía que exportaba Sinaloa jitomates a los Estados Unidos. Había montones grandes, de lo que estaba allá sorteado el jitomate, y lo ¿el que no pasó?, ahí estaba, pues. Pos todos los que íbamos, íbamos por primera vez, ¿se imagina?, ignorantes, ¿no? Nomás nos imaginábamos. Fuimos a llegar a Mexicali como changuitos, porque como era terracería, usted se imagina la polvadera. Llegamos todos llenos de tierra (risas) de nuestra cara, pos sí. Llegábamos allá, llegábamos a la frontera, nos recibieron, y ya pasamos. “Pásenle”. Nos buscaron de cabo a rabo, ninguna, ningún limón, ninguna naranja, pa fuera.
VD: ¿No les dejaron pasar nada?
PC: Nada. Luego luego, nuestra ropa que llevábamos limpia, le echaron polvo desinfectante, entrando, entrando.
VD: Y, ¿a usted le tocó la fumigada también?
PC: Ah, y la fumigada de la cabeza, nos echaron polvo en la cabeza. Sí, las arcas, todo. Una cosa digamos que nunca se imaginaba uno en realidad, la vida que le iba a tocar a uno. Por eso tiene uno que valorar como mexicano que, yo creo para mí, claro que sí en veces se pasa uno, digamos, pos de listo, pero a, pero los que sabemos pensar. Yo sí supe pensar porque algo tengo de lo de allá, algo tengo, sí, porque lo primero era digamos, solventar un problema de la pobreza de mis padres, porque vivían los dos, mis hermanos. A todos les traje ropa cuando yo llegué aquí, me fue bien, vine a dar gordo, aparte que trabajé mucho. Me asentó bien (risas) pos el clima, como lo que sea, estuve bien. Mi mamá me esperaba llegar, pos un hombre trasijado, o flaco. Yo llegué aquí (risas) robusto y gordo. Ya me gustó, ya no me aguanté mucho tiempo, seguía la contratación, y yo: “Yo me voy”, le dije a mi papá, “yo me voy a volver a ir papá”. “¿Tú vas a ir?”, dice. “Sí”. Y me fui, fue cuando me llevé a Gregorio en el [19]53. Estaba muy, se veía muy chamaquito, yo pensaba que no iba a pasar, pero afortunadamente pasó. Y luego pues ya ve que está un poquito más bajo, delgadito, no pos era, un flaquito él.
VD: Y joven, porque sí se fue muy jovencito.
PC: Sí, sí, jovencito sí.
VD: Y entonces, ¿se fue usted? Pues por lo que me cuentan, creo que las impresiones de llegar allá al país nuevo y todas esas cosas, ¿usted sintió, es decir, si ya veía el cambio aquí mismo en México al pasar la frontera, cómo, recuerda usted que impresiones le daba?
PC: Sí, claro.
VD: ¿Estar allá?
PC: Claro que sí. Impresión fuerte por el modelo de casas y ver tanta gente güera. El modo de hablar, pues esa fue la impresión más fuerte, ¿no? En que, pos todos hablaban inglés, y uno nada. Uno como burrito ahí más oyendo a ver qué cosa.
VD: ¿Cómo se sentía usted de estar allá?
PC: Pues, en el momento, en el momento preciso, no muy mal. Pero digamos ya cuando, por ejemplo tiene uno, está uno con un conocido, pos no se siente tan mal. Mal se siente uno, cuando uno esté solo. Supongamos que entre mismo mexicanos, pero somos mexicanos, no somos del mismo pueblo y no somos del mismo estado. Hablamos la misma lengua, sí, es cierto, pero hay diferencias, muchas diferencias. Entonces digamos que no, no se puede, no puede uno tener una gran… Tiene uno un pequeño, ¿cómo le voy decir?, de tristeza. Viene una tristeza, ¿eh? Yo lo sentí, digamos, por no tener padre, no tener madre, no tener hermanos, no tener nada. Claro que mientras que se empieza uno a relacionar con los mismos paisanos, y empieza uno a tener amigo o alguna persona que lo entienda, pos empieza uno a acercarse y a platicar, y toda la cosa, y poco a poco se le va a uno borrando eso. Eso fue el primer año, digamos, fue lo más grave.
VD: Lo más fuerte.
PC: Lo más fuerte.
VD: La primera vez.
PC: Sí, porque estaba uno ignorantemente en el caso. Duré nueve meses en Puente California, a un lado de Los Ángeles.
VD: ¿En la naranja y el limón?
PC: En la naranja, sí, el limón y, eh, toronja, piscamos toronja también. Pues, pues conocí, digamos, ya a los amigos, ya fui a Los Ángeles, ya, bueno ya sabe usted, pos uno de joven pos, hay que ir a conocer siquiera, por lo menos, sí, pa que no le cuenten a uno, pos no salir de nomás de la parte donde está uno encerrado. No, sí vamos, fui dos ocasiones, fuimos a comprar unas ropas, bueno, todo. Y ya más o menos, pos ya agarra uno, pos, ¿cómo dice el dicho?, pos el decir: “Bueno, estoy aquí.” Me gustó ir a bailar, porque me gustaba ir a bailar en esa época, señorita, me gustaba mucho bailar. Yo fui a bailar allá a Puente California, donde estábamos el pueblo ese, el mayordomo de ahí era buena gente el señor, nos invitó precisamente, pasamos las fiestas patrias, sacaron un festival, digamos, el día 16, muy bonito, pues puro mexicano, ¿no?, con recitaciones, bailados y bailes y toda la cosa, pos yo iba, yo fui.
VD: ¿Los invitaron a todos?
PC: Nos invitaron a todos, sí. Yo sí fui, yo estuve ahí, fui a bailar, sí. Sí, pos bueno es que, pos, teniendo ya confianza, digamos de las cosas con una persona, pos ya hay. “Los invitamos muchachos para la noche fulana, se va a hacer la fiesta del 16.” “Sí, cómo no.” Hay con qué, hay taxis, porque ahí hay taxis ya de, ajá. Nos pagaban un cuanto, nos tocaba a veces de $0.15 centavos, en aquél tiempo estaba, bueno era muy barato el taxi.
VD: ¿Se iban todos juntos?
PC: Seis, este, cinco personas cargaba el taxi. Entre los cinco, pagábamos $0.15 centavos cada uno. Sí, porque no estaba lejos donde íbamos al pueblo, no estaba lejos, sí.
VD: Y aquella vez, por ejemplo, y supongo que otras oportunidades habrá tenido de convivir con, pues mexicanos, de origen mexicano de allá, ¿verdad? Gente allá nacida en Estados Unidos pero de origen mexicano, ¿se acuerda usted qué relación había con ellos?, ¿cómo trataban a los braceros? ¿Cómo los veían?
PC: Bueno, pues, le digo a usted, el señor éste que tuve como mayordomo, un hombre por su edad o lo que fuera, muy noble. Bueno, tuve otro señor de ahí mismo, de Puente California, también mexicano, nacionalizado ahí, ¿no?, que, este, me invitaba a comer, comida que hacían en su casa, él hacía. Que me decía: “¿me traes, este, mi sándwich de jalea?”. De dulce, que era la jalea, digamos, de naranja o de lo que nos daban. Y yo le hacía un, un grande, puro pan, puro Bimbo, le hacía un altarcito grande de puro sándwich de dulce, y él me daba de comer. Comía tortillas de harina, muy sabroso, bueno lo que guisaban en su casa. Sí, porque me decía el señor: “A mí nomás tráeme”, dice él, “este, los sándwiches de jalea”. “Bueno”. Y mañana, este, se llegaba la hora de la comida y, me iba a comer con él. Sí, yo creo por eso también le digo a usted, este, me puse robusto y gordo. (risas) Por la cosa que yo comí un tiempo con él, sí. Yo le llevaba nada más lo de, la jalea que nos daban en la mañana, y yo le hacía sándwich. Porque nos daban, este, nos daban pa llevar de comer, no nos llevaban.
VD: ¿Se llevaban?
PC: Porque había partes, nos hacían sándwich de carne, o de huevo, bueno, de lo que fuera, y yo no hacía nada de eso, yo hacía puro de dulce, para el señor darle, porque él me daba de comer.
VD: Y en general, ¿con él tuvo una buena relación?
PC: Relación muy buena, muy bueno el hombre, porque esa vez yo, este, quería que yo me quedara, este, a trabajar dieciocho meses allá. Ya sabe, la juventud de uno, en veces piensa uno diferente, y de momento, se me, dice, se me prendió el foco, lo loco, y me vine, sin avisar, me salí por la frontera, por El Paso, así donde pasamos. Pasé a la Inmigración y toda la cosa, y ya me dieron mis papeles y ya me salí. Dejé un cheque, pues el mayordomo que tuve, tuvo la gentileza de habérmelo mandado a la casa de usted. Yo vivía con mi mamá antes, obviamente, aquí mismo en Cuauhtémoc, número 19.
VD: Y, ¿le envió su dinero?
PC: Me, me, me envió mi cheque, sí. Me llegó como al mes, me llegó una carta que, que me mandaba el cheque.
VD: Y de acuerdo a usted, entonces, con algunas otras personas, por ejemplo en esta fiesta que me decía, ¿alguna diferencia que hubiera con la gente de allá? Porque a veces, pues me habían comentado unas personas que había un cierto como rechazo porque les decían que venían a quitarles el trabajo.
PC: Bueno, eso es cierto, precisamente, digamos, hasta, pos hasta las jóvenes, digamos, bueno, las señoritas, digamos, de allá, que bailaran con uno, esto como que… Bueno, también era el modo de vestir, ¿ve usted? Yo estaba joven, y a mí me gustaba vestirme, ¿no? Pos como una juventud de, este, no llegar ahí como dicen, como de paisano, ¿no?, yo siempre tuve la, pos de vestirme, digamos, pos más o menos regular, ya estaba allá, y me vestía bien. No andaba de sombrero, siempre andaba peinado, y siempre tuve un pelo muy, pos más o menos bien, que nunca lo tuve mal, y sí, porque aquí lo usaba, ¿no? Es de ese tipo de peinado que me hacía, y siempre yo, pos tenía otra presentación, yo nunca iba, este, pos digamos, de sombrero, ni de nada, siempre. Y ya sabe que siempre una persona cuando, pues no está acostumbrado, digamos, a tener todas esas cosas para su cuerpo, pos como que diferencia las cosas, ¿no? Yo sí, pues tuve la dicha, pos de bailar con muchachas de allá, y pues no a pegar mucho, porque pos había veces que hay invitaciones y toda la cosa, y para tener invitaciones, lo que cuenta es el dinero. Y yo no iba por tener invitaciones, digamos, de personas, pues esta bien, era una joven como fuera, ¿no? Pero yo lo que pensaba era yo traer dinero para mi casa para vivir mejor. Porque he logrado muchas cosas, señorita, he logrado muchas cosas.
VD: ¿Desde entonces usted mandaba dinero para acá?
PC: Ah, sí, sí, todo.
VD: ¿A su familia?
PC: A mi familia todo. Todo lo mandé, todo. Me compró, mis padres me compraron algunas cosas y toda la cosa, sí, no, no crea que mis padres no se fueron, sobre los bienes de los centavos, no, me compraron algunos pedazos de… La casa que está aquí al otro lado, este, fue lo que me hicieron mis padres cuando yo estuve en Estados Unidos.
VD: ¿Ellos le compraron el terreno?
PC: Sí, no. El terreno este, esta es una herencia de mi abuelo.
VD: ¿Le construyeron?
PC: Construyeron ellos las dos piezas que están aquí. Este fue el último construido.
VD: Pues el trabajo que usted hizo allá, supongo que de alguna forma también era novedoso, que usted no había trabajado ese tipo de cultivos, ¿le costó trabajo?
PC: Pues, pues, no. Porque pos, digamos, yo lo que tenía era entusiasmo de, de en realidad de progresar y de ver cómo se hacían las cosas. Y siempre he sido un hombre pues, pues no torpe, digamos, para poder, este, desenvolverme en los trabajos, pos rudos, ¿no?, de trabajo de fuerte, de manos. Y pos le doy gracias a Dios que tuve una vista bastante buena y tuve un amigo que me decía: “Para que tú avances, necesitas fijarte primero”, dice, “tener uno una vista fija de lo que estás haciendo, pa que, lo que se dice, pa que tú cuando avientes un manoteo, que es una cortada de fruta, lo avientes directo, y no estés, este, buscando la forma, digamos, de, pa que no trabajes, y te rinda tu trabajo”, dice, “porque aparentemente pierdes el tiempo, y que si fallaste, ya eso fue una pérdida de una fruta que echaste, o de lo que haiga sido.” Y sí, en realidad sí era cierto, sí. Estuvo muy bien, muy bien en aquella ocasión.
VD: Aquella primera vez que se fue, ¿le gustó el trabajo por allá?
PC: Sí me gustó, sí, sí me gustó. Me gustó el trabajo, pues me gustó porque, digamos, era fruta. Y las naranjas nos las podíamos comer a la hora que uno tuviera apetito de como fuera. No costaba nada más que meterle la tijera, porque pos el piso es con tijera, hacerle un agujero y exprimirle, y tirarla, porque eso era todo. Pos sí, no la estaba pelando uno como aquí que, la troza uno en pedazos y se está comiendo los gajos, allá no. Pues, estaba uno en la huerta, donde había mucho, pos sí, no nos decían nada, los que uno quisiera comerse, o tomarse el jugo. Los limones, pos igual. Digo, cuando íbamos al limón, pos no, ese sí no lo comíamos, (risas) por lo agrio que era, pero un limón bastante grande, ¿eh?, que sí hay allá, puro injertado, puro grandotote.
VD: Y, ¿esa vez, entonces, fue su contrato de seis meses, el primero?
PC: Fue de nueve meses.
VD: Nueve meses.
PC: Nueve meses.
VD: Y me decía usted que en un momento le dieron ganas de regresarse ya.
PC: Porque me iban a refrendar el contrato.
VD: Y ya no quiso usted.
PC: No quise quedarme, porque según platicaban que el invierno era muy fuerte. Y ya habíamos llegado a la etapa del invierno. Por esa causa no me quise quedar.
VD: ¿Prefirió usted regresarse?
PC: Regresar, sí.
VD: Y, ¿qué le dijo su familia cuando regresó?, la primera vez que lo vieron.
PC: Pues mi mamá le dio gusto, pero digo, le dio gusto porque me vio, digamos, pos no, no, no decaído. Sí, como un hombre, pues venía yo bien. Sí, todavía no teníamos las posibilidades de en realidad de ahora, de tener tantas cosas como taxis. Y ya Xochimilco, Xochimilco se ha reformado mucho, no era Xochimilco el de antes, era otro. Lo mismo el centro de México, no había Plaza de La Constitución, como ahora que está el Zócalo, había jardines. Aquel tiempo, entraba un tren amarillo, de los trenes antiguos, que entraban frente a, digamos, a Catedral, hasta allá llegaba el Xochimilco. Ahí tomé el tren, y me vine a Xochimilco, llegando a Xochimilco le pedí de favor a un señor que estaba ahí con un carro, un coche, que si me traía acá, porque yo traiba una petaca pesada. Sí, sí me hizo favor de traerme. Dice: “Súbete, ¿pa dónde vas?”. “Pos, San Mateo”. “Sí, cómo no”. Ya me trajo, entonces no había carreteras como ahora, son muchas, no. Nomás estaba la de, la de esa carretera por la Noria, la de aquí todavía no había.
VD: Bueno, me decía que otra vez volvía a la fábrica.
PC: Todavía no trabajaba en ese tiempo en la fábrica.
VD: Ah, okay.
PC: Fue después.
VD: Mientras estuvo aquí, entre su primero y segundo contrato, ¿a qué se dedicaba?
PC: Al campo.
VD: ¿Otra vez ahí con su papá?
PC: Sí, otra vuelta, sí. Sí, otra vuelta.
VD: Y, ¿estuvo trabajando en el campo?
PC: Ya no busqué trabajo, porque mi idea era volverme a retornar, digamos, al otro lado.
VD: Desde que usted regresó ya tenía ese plan.
PC: Sí.
VD: De regresar.
PC: Plan de regresar, sí. A cambiar, digamos, a ver a dónde, porque ya sabía que ya no era el mismo lugar donde me iba a tocar, sino que ya me tocaba, digamos, en otra parte.
2do: Ellos trabajaban, este, unas tierras de unos señores Olivares.
VD: ¿Aquí?
2do: Aquí.
VD: Y esas tierras trabajaba mientras venía para acá.
PC: Sí, venía para acá. (teléfono suena)
VD: Volvía con su papá al campo, (teléfono suena) y, ¿usted fue así que animó a su hermano entonces a irse para allá?
PC: Cuando vio que llegué yo, me dice, este: “¿Voy?”. Le digo: “Y, ¿cómo te sientes?”. Pos sí, pensando en él, ¿no? Pensando en él, este, pensando en él. Eh, no crea, le tenía, ¿cómo le voy a decir?, no desconfianza de él, por mala suerte nos tocó separados, yo me lo llevé y nos tocó separados. Él estuvo en Anaheim, más pa acá de Los Ángeles, y yo estuve en Salinas. Él, entonces a él le tocó piscar también naranja.
VD: Y, ¿a usted le tocó allá lechuga?
PC: A la lechuga, Piscamos lechuga.
VD: Que es trabajo más fuerte que el de la…
PC: Fuimos a desahijar y fuimos a cortar, fuimos a empacar, la empacamos.
VD: ¿También le tocó empacar?
PC: El empaque, sí, el empaque.
VD: Y, ¿en ese contrato también estuvo seis meses?
PC: Tuve seis, tuve seis o como siete meses tuve.
VD: ¿Siempre en la lechuga?
PC: Siempre pura lechuga, sí. Pura lechuga.
VD: Y ahí, pues ahí como en el otro campo, ¿vivían ustedes en barracas, señor?
PC: Sí. Fíjese que el primer año tuve un privilegio. Luego te cuelgo.
2do: Lo cuelgas.
PC: Sí, sí. Este…
VD: Ah, sí.
PC: Tantito, pérese, pérese, todavía no. Nomás que levante la bocina. Sí, este, fíjese nada más que tuvimos un, pues el primer año, fíjese, tuve una gran satisfacción de que pensé, que siempre Estados Unidos iba a ser el mismo donde yo caí la primera vez. Ya cuélgale. ¿Por qué? Porque el primer año nos tocó vivir, nomás dos hombres por cada cuarto, teníamos nuestro espejo, nuestra, nuestro buró y nuestras cajas donde guardábamos nuestra ropa. Teníamos donde guardábamos la bolsa con que íbamos a trabajar. Estábamos, así, es que estábamos y desde el momento que llegamos ahí, nos dijeron: “Antes de entrar al comedor, deben entrar bañados y cambiados”. Llegando, llegando, aventábamos las cosas, y corríamos todos al baño. Porque el baño era grande, no era individual, era para todos. A bañarse, pura agua caliente, no fría, y nuestros cuartos pos este, bien, bien, bien. Nunca, este, los teníamos que lavar, este, nuestras piezas cada quince días, por lo menos. Porque nos dijeron: “Sus cuartos van a lavar cada quince días”. Los teníamos que cepillar, no nomás echarle agua, no, los teníamos que cepillar y trapearlos bien y todo. Teníamos que tender nuestra, nuestra cama diario. Por eso tenía ventanas que las teníamos que abrir, bueno, tenía sus mosquiteros de alambre, donde no entraba nada para adentro, sino que taba el mosquitero, nomás deja entrar al aigre [aire]. Y yo pensé que todas las situaciones iban a ser igual, no es cierto.
VD: No, le tocó un…
PC: Ya el [19]53, ya era un bunkie [bunk bed], ya era un, onde aquí estaba un compañero, estaba el otro, y estaba el otro, y estaba el otro y estaba así, ya.
VD: Las galeras
PC: Una ya, galeras, galeras exactamente, galeras, sí. Y así sucesivamente.
VD: ¿Le tocaron diferentes lugares?
PC: Diferentes lugares.
VD: Para vivir.
PC: Pos, fue la parte donde fueron, dos veces que estuve en Soledad, un lado de Salinas. Estuve en, es más, estuve en el mismo campo dos veces, donde caí la primera vez que fue el [19]53, y volví a caer en el [19]60.
VD: Ah, muchos años después.
PC: Muchos años después. Volví a caer ahí a ésa, a esa unidad donde estuve.
VD: ¿Ahí mismo?
PC: A los mismos galerones.
VD: Qué casualidad.
PC: Sí, sí. Fíjese nada más con qué, nunca había pensado que iba yo a caer en el mismo lugar.
VD: Otra vez, claro.
PC: Sí, sí. Dos veces estuve, bueno, esa vez y ya al, también el [19]54 que estuvimos amarrando zanahoria, también fueron galerones, galerones también. Que fue las partes de cuando se, es muy, muy difícil, muy grave el problema por el desaseo de las gentes, de nosotros mismos. Ya ve que nos apestan en veces los pies y entonces, digamos, tenemos un, pos un cierto, (risas). ¿Cómo le voy a decir a usted? Pues mal, digamos, de estar oliendo, digamos, que mucha gente no se quiere bañar y bueno, bueno, ya es un… Y ahí donde estuvimos en la primera vez, todos estábamos obligados a bañarnos diario. Nadien entraba al comedor para cenar, si no iba bañado. La gente, la gente hasta cambiaba, de digamos, de su físico y todo porque entraba limpio, peinado y toda la cosa. Ahí nada de que: “Voy a entrar mugroso a comer,” nada. Teníamos una obligación que nos indicaron desde el primer momento. “Señores, después que lleguen de trabajar, al comedor hay que entrar bañados y cambiados”. Y ahí ya teníamos nuestra ropa ahí. Aventábamos la sucia, y ahora sí.
VD: Y allá, como una cosa muy cómoda, ahí sí, la suerte que le tocó la primera vez.
PC: Sí, porque ya le digo a usted, yo pensé que todo el tiempo iba a ser lo mismo y no es cierto.
VD: Claro.
PC: Cambió, cambiaban las situaciones. Porque, las empresas según como, la economía, o lo que haiga, quieran gastar, digamos, para poner tener a su gente, y había partes que tenían mucha gente. Sí, mucha gente. En, cuando estuvimos en King City, en el amarro de zanahoria, habíamos quinientos hombres, ¿se imagina usted lo que es una, una cosa, digamos, espantosa?, ¿por qué? Porque pos, por ejemplo los sábados y domingos era una cosa muy dura. Gente muy, que le gustaba tomar, los que juegan baraja, los que juegan dados, bueno, bueno, una cosa, eh, para el mexicano es una diversión, tener dinero. Y es una lástima, porque a mí me tocó ver a una persona, creo era de Zacatecas, ya grande de edad, no sabía leer, le leí una vez una carta donde le decía su esposa que no fuera ingrato, que sus niños ya no, ya andaban desnudos, porque no había con qué comprar. Él andaba entretenido con una cantinera, el señor. No, sí es una cosa bochornosa, este, señorita, le voy a decir, le decía, se apellidaba Rubalcaba, el señor ese, y le decían Rubas, de, y le decía ella, este: “Ándele mi Rubitas, mi beso y mi dólar”. Por darle un beso le tenía que dar un dólar.
VD: ¡Qué barbaridad! (risas)
PC: Por eso le digo, donde…
VD: Ahí se le iba su salario.
PC: ¿Dónde llega la ignorancia, digamos, de una gente? No, pos le, lo pulsó y lo vio que era de un temperamento muy bajo el señor, y digamos, de esa manera le robaba su dinero. Y el otro empezaba a tomar, y pos, ya lo pior, se echaba unas dos o tres, se le empezaba a subir, pos con mayor, este, facilidad lo hacía, ¿verdad? De, de besarla, y pagarle $1 peso (dólar), porque no, no, no la besaba porque, por amor o por cariño, por lo que fuera, sino que era por interés de $1 dólar que le daba, no era mucho, pero era $1 dólar. En ese tiempo pagaban a $0.90 centavos la hora, ¿usted se imagina?
VD: Pues más de una, lo que le iba una hora de trabajo.
PC: Eso era lo que el señor, este, nos venía, y lo echaron para fuera, tenía dieciocho meses él ahí en esa compañía.
VD: Ya tenía mucho tiempo.
PC: Y luego, con esa, este, con esa situación, que nunca le vimos que cambiara un traje, sino que era el mismo, el mismo, el mismo que usaba. Ganamos poco dinero ahí, nos fue un poco mal. Teníamos que guardarlo, señorita, porque a eso habíamos ido, a traer dinero, bueno, yo pensé siempre en ir por traer dinero, no por dejarlo allá. Porque yo he visto de aquí hay algunas personas que se han ido, últimamente, de alambres o de mojados, como sea, no han hecho nada, [es]tán en la misma situación.
VD: Claro.
PC: Si va uno allá es por mejorar uno su vida. Porque es un sufrimiento grave, para uno como mexicano, y luego no aprovechar. Yo no vivo en la opulencia, señorita, pero por lo menos, digamos, tengo un medio, que mi vida ha cambiado, porque ha cambiado bastante. Yo me enojo mucho con mi hermano, con Gregorio, también le ha gustado un poco la tomada, a mí me molesta mucho eso, de que en realidad no haiga progresado él. Ha tenido facilidades de progresar y no lo ha hecho. Claro que no todos somos iguales, no tenemos el mismo temperamento, ni el pensamiento como debe de ser, yo que quisiera, digamos, que mis hermanos fueran lo que yo soy, ¿verdad? O que: “Yo no tengo empleo, no tengo”. Él sí tiene, el tiene trabajo del Gobierno. Sin en cambio, él tuvo esa idea de tener, porque en algún tiempo tenía dinero, sin en cambio nunca hizo nada. Sus hijos le salieron mal, no los pudo educar, porque es viudo mi hermano, fue viudo. Sus hijos le salieron mal porque los, les dio las facilidades de tener dinero cuando sabía que con el tiempo se iba a acabar. Yo tengo un hijo nomás, pues tengo un hijo nada más. Él es profesor, pero se ha abrido paso, siempre ha tenido dos trabajos él, pos vive bien, vive bien con su esposa, se compró un departamento, no ha vivido con nosotros, digamos, él vive aparte. Creo que él está bien, ¿no? Porque yo lo impulsé, porque, pa decir: “Oye, pos cambia de vida, por lo menos ya no te vayas a salir todo el día como yo.” Pos sí, él es maestro nada más, pero está bien el hombre, está bien. Ahora trabaja en la Secretaría dos veces, antes trabajaba en la Secretaría y trabajaba en un banco. Siempre, digamos, pos más o económicamente ha vivido bien. Está bien, y mi hermano sus hijos han, han un poco fracasado, porque, pos les faltó rigor, más que nada yo digo que un mexicano necesita un poco de rigor, y la, y que siempre impulsarlos a que en realidad salgan adelante los hijos.
VD: Claro.
PC: Porque, usted se imagina, seguir lo mismo de uno. Bueno, también se puede, yo no digo que no, también se puede. Por ejemplo, vamos a suponer, yo tuve, anteriormente tuve un pequeño establo de vacas, hace todavía unos quince años. Con las vacas tengo, veintisiete años con ellas. Tuve un establo regular, viví una vida desahogada, este, claro a fatiga del trabajo, sí. Porque ese no es una cosa tan fácil, pero he vivido bien con mi esposa, hemos tenido facilidad de tener dinero, tenemos de qué echar mano, en un caso necesario, una enfermedad digamos, este, hemos estado bien, y todavía sigo con ellas. Porque también el gobierno nos ha perjudicado al 100%, nos mandó la CONASUPO [Compañía Nacional de Subsistencias Populares], para San Mateo. Desde ahí, yo tuve que haber vendido el ganado porque ya la leche ya no se vendió. Porque anteriormente, digamos, ordeñaba bastantes litros y todo se acababa. La gente como sea, se veía obligada, o por sus hijos, digamos, los que los quería mantener bien, darle, yo nunca he vendido una leche, bautizada, como le dicen con agua, siempre la he vendido pura. Nunca he salido a vender un litro de leche, señorita, a la calle, siempre vienen a la casa de usted, la gente, porque yo les vendo la calidad de la leche, yo no les vendo porquerías. La gente, digamos, ha reconocido que, y no tengo por qué hacerlo, porque tan ellos son pobres como yo también, y también ellos tienen necesidad digamos, de buscar una cosa buena como yo también lo hago.
VD: Claro.
PC: Pos sí. Entonces, digamos, en este aspecto, digamos, creo que yo me siento satisfecho, mi aventura sí fue fuerte, digamos, pero creo que sí lo puedo valorar que algo hice.
VD: Claro. De alguna forma, pues supongo que los años de trabajo allá en Estados Unidos le dejaron algún capital que pudo…
PC: Sí, sí, claro.
VD: Y para mucha gente no fue el caso. Mucha gente…
PC: Pues le digo a usted, los vicios que el mexicano tiene, la baraja y las cervezas, eso es lo que impulsa. Y en realidad es penoso decirlo, pero es que como mexicanos nos falta mucha, mucha cosa que nuestros gobiernos nos deben de obligar a educarnos. ¿Por qué? Porque ve usted, en los estados, yo hablo porque tengo amigos de estados, donde, donde, están llenos de vicio de vino y de alcohol y de todas cosas, de que el mismo Gobierno les mete pa poderlos explotar. Me gusta conocer, este, señorita, las cosas de la vida. Por ejemplo, voy a poner un ejemplo ahorita, el caso de Marcos, la gente que está en Chiapas, ¿cómo se encuentra?, en la desgracia. ¿Pero por qué no quieren, digamos, darles, incluirlos dentro, digamos, de nuestra Constitución?, ¿por qué? Pos porque no quieren abrirle los ojos, este, señorita, y si nosotros como mexicanos, nos defendiéramos como son nuestros derechos, yo le aseguro a usted, que ninguna nación, digamos, este, se opondría, digamos, a que nosotros cualquier nación que fuera, reclamáramos el derecho que nos corresponde. Porque los derechos son donde estamos viviendo, y lo que nos están sacando, y lo que nos están explotando. Por ejemplo, aquí va un caso muy, San Mateo tiene dos, seis, siete, ocho pozos, que están mandando el agua pa la capital, ¿cree usted justo?, que todavía que le estamos mandando, y que el gobierno está cobrando toda esa agua cuando son productos, digamos, de lo que no le corresponde. Es cierto, hay un derecho agrario que no está resuelto y está la evaluación en ese Estado, y está la nación en que se están matando como la matanza que hubo en Oaxaca hace poco.
VD: Claro.
PC: Por, por las sierras o por los montes o por lo que haigan peleado, pero, ¿por qué? Porque el mismo Gobierno tiene la culpa de no darnos ya nuestras, nuestras escrituras hasta donde, onde colindamos y que es de nosotros.
VD: Claro.
PC: Aquí ha habido un problema, tenemos este, ductos, digamos, de PEMEX [Petróleos Mexicanos], hace poco yo anduve metido en ese caso, dije: “Bueno, si están diciendo me gusta ver las noticias, la información, noticiero de lo que está pasando en nuestro pueblo, casi diario, por lo menos me informo”. [Es]tan diciendo que el petróleo no es de los mexicanos, que es de un grupo nada más, digamos, de explotadores, entonces, ¿por qué dicen que son Petróleos Mexicanos? Orita, el señor este que está, ¿qué?, ¿cómo se llama el que lo quieren agarrar?, está ahorita en Texas, está en Texas precisamente.
VD: ¿Del de PEMEX?
PC: El de PEMEX, del, ya el que fue funcionario anteriormente, que ahorita que tiene un desvío de $1,200 millones de pesos, por ejemplo, ¿usted cree justo? Digamos que todo ese desvío, que en realidad México no sabe, o que nuestro gobiernos saben. Ahorita, digamos, nuestros Gobierno que tenemos, pos no puede resolver, digamos, un problema de lo que setenta años fue explotado, o ha sido explotado. Bueno, el caso de los braceros, vamos a entrar a la braceriada. Según yo supe, en aquel tiempo, que nos daban $60 dólares por cada bracero. Que nos daban, eh, no es una cosa que yo le diga a ciencia cierta, pero yo ese comentario yo lo oí, que el Gobierno cobraba $60 pesos por cada, cada indio que se iba a morir allá o regresaba, ¿sí?, que esa es la realidad. Íbamos, pero nosotros no sabíamos si íbamos a regresar. ¿Porque cuánta gente se quedó?, aunque fue contratada, tuvo accidentes, se mataron, o equis, ¿verdad?, gente que no regresó. Entonces lo mismo, estábamos todos, todos dispuestos en lo mismo.
VD: Claro.
PC: Si $60 dólares dieron en aquella, época yo hasta dije: “Bueno, entonces vamos vendidos, mas no vamos”… Este, ¿cómo se llama?
VD: Contratados.
PC: Contratados, si le están pagando al gobierno $60 dólares, en aquel tiempo, les dijeron, ¿y sería cierto?
VD: Fíjese, yo le quería preguntar de dónde lo había escuchado usted, porque pues…
PC: Yo lo escuché.
VD: Ya varias veces lo he escuchado de los mismos señores.
PC: Los mismos, precisamente en las contrataciones, pos ya ve que hay gente que muy allegada a la, a los jefes que estaban antes, los que contrataban, dicen: “No, pos” que, y hablaban con palabras majaderas, usted le compraba los dulces. “Esos hijos de quién sabe qué”, dice, “todavía que el Gobierno les dan $60 dólares por cada uno, nos ponen tantas trabas”. Uno nomás oía, ¿no?, pos ni modo que uno va a seguir el movimiento de aquél, ¿no?, $60 dólares. En aquel tiempo, hace cincuenta años, yo ya tengo cincuenta años que yo fui a Estados Unidos.
VD: Hace mucho tiempo ya.
PC: Mucho tiempo. ¿Usted se imagina? Si es, si fue cierto, ahora yo como entuesto en la vez que fui allá a las juntas allá a la Ciudadela, que estuve ahí, creo que entre dos, o tres, o cuatro veces fui, a las juntas. ¿Usted cree que ese dinero va a existir? Yo lo creo difícil. ¿Por qué difícil? ¿Cuántos gobiernos pasaron?
VD: Claro.
PC: ¿Cuántos gobiernos, cuántos, este, los de Relaciones Exteriores, los de Gobernación?, que fueron los que intervinieron en aquella época. Que estuvo el señor éste, ¿cómo se llama?, ¿cómo se llamó el que estuvo en Gobernación en aquella época? El otro día me estaba acordando de él, ¿cómo se llamó? Que era, que según era tabasqueño, este…
VD: ¿Quién sería?
PC: A ver si me acuerdo ahorita de él.
VD: De esos primeros años, de los cincuentas, de la primera mitad de los cincuentas, ¿quién estaba en gobernación? No recuerdo, fíjese, no.
PC: Duró muchos años en Gobernación ese señor este, ¿cómo se llamó? Porque el señor de acá lo hizo compadre, le digo a usted que vivía acá.
VD: ¿El que se los llevaba a ustedes?
PC: Sí, sí, porque logró a ser diputado, del tiempo de Miguel Alemán.
VD: Este, este señor se los llevaba así.
PC: Sí, en tiempos de Miguel Alemán fue diputado, el licenciado, bueno, a ver si me acuerdo. Así es que, ¿usted se imagina cuánto dinero en aquel tiempo también corrió?, ¿por qué corrió tanto dinero? Porque se dieron el lujo los, los enganchadores, que así se les nombró, que cobraban dinero. El señor éste, a últimas fechas, también cobró.
VD: ¿Al principio no les cobraba?
PC: De principio no, no nos cobró nada. La primera vez que me fui, no me cobró. Yo me acuerdo que creo a las, el siguiente año nos, a mí y a mi hermano nos cobró creo $300 pesos, $150 pesos cada uno.
VD: A cada uno.
PC: A cada uno. Pero había personas que cobraban más. Y ya, y la gente por el entusiasmo de ir, y los que ya conocían y toda la cosa, pos sí, sí lo pagaban, no había pretexto. ¿Usted se imagina en aquella época también cuánto dinero?, porque fuimos miles de braceros.
VD: Sí, eso sí.
PC: No fuimos cientos, fuimos miles.
VD: Bueno, y además, así como este señor, pues cuántos había que estaban en…
PC: No, yo conocía a otra señora que era, ¿cómo?, ahorita me voy a acordar, ¿eh? La señora esta era su ahijada, de él, del licenciado éste. Que esa vez que la fui a ver, me dieron, bueno, como ya, ya tenía conocimiento de varias personas. Me dijeron, dice: “Ya no vayas a ver a aquél”, dice, “pos ya ves que tarda mucho en las contrataciones, dice, vete a ver a la señora fulana”. Desgraciadamente, no me acuerdo ahorita cómo se llama. La fui a ver, no, pos llegando, llegando me recibió. “Sí, cómo no”. Y habló de él, del señor éste que conocí, sí. Dice: “¿Usted vive en San Mateo?”. “Sí”. “¿Usted conoce a fulano de tal?”. “Sí, sí sé yo, cómo no”. Dice: “Yo a ese señor, yo lo recomendé”, ya ve que todos los ganchos se van comunicando.
VD: Claro ya armado.
PC: Ajá. “Ah, qué bueno, vengo a esto”. “Sí, cómo no”. Me apuntó en un papel de cuaderno, y a los tres días, este: “Viene usted a, venga usted mañana pa allá, porque ya va a haber una, cómo quien dice, una cuerda pa poder salir”, “¿como cuántos?”. Como unos trescientos, bueno, y a usted le toca”. “Ah, qué bueno”. Sí fui a los dos días, y al tercer día me fui, ya no había tanto. ¿Cómo se llamaba este licenciado, el de Gobernación?, me voy a acordar cómo se llamaba. Que hasta, pos ya le digo, toda esa gente después, ya era un sacadero de gente, como todos los negocios, como todos. Hasta en propio Empalme, Sonora, ya había gente que enganchaba por $300, $400, $500 pesos en aquel tiempo, que era mucho.
VD: Era mucho dinero.
PC: Que era mucho dinero.
VD: Claro.
PC: Mucho dinero.
VD: Y allá, ¿a usted alguna vez le tocó quedarse ahí en Empalme?
PC: Sí, cómo no.
VD: ¿Esperando su contratación?
PC: Esperando una contratación.
VD: Y, ¿qué hacía mientras, señor Perfecto? Porque a veces hasta un mes se llegaba a quedar ahí la gente.
PC: Bueno, nosotros tuvimos la oportunidad de, y la suerte más que nada, nos esperarnos tanto tiempo. Por lo menos era mínimo tres días, entre diez, entre tres y los cuatro días cuando mínimo.
VD: ¿No le tocó un tiempo allá?
PC: No, nunca tuve, digamos, por decir, ocho días, o quince días, sí porque mucha gente tenía hasta un mes, dos meses ahí. No, no, pa qué le voy a mentir. Tuve la dicha y la fortuna de estar dos, tres días.
VD: Y pasar rápido.
PC: Y pasar, sí pasábamos rápido. Porque aquí, digamos, cuando nos íbamos, nos decían, váyanse lo más pronto posible, porque posiblemente pasado mañana o pasado o tal día corren la lista. Sí, íbamos.
VD: Tenía que estar ahí.
PC: No, pos un hormiguero ahí, Empalme, Sonora. Y donde fuera, era lo mismo. Había gente que, pos que sobraba, cuando llega, a oír, porque pos lo ponían en micrófono. “Fulano de tal.” Ya este lo, nomás dos apellidos, el nombre y el primer apellido. Ya cuando pasaba uno allá adentro, ya contestaba uno el apellido materno, sí.
VD: ¿Le pedían algo? Bueno, este papel…
PC: Sí, lo llevaba uno, este era la, ¿la cómo se llama?, el documento valioso, este.
VD: Ándele.
PC: Lo llevaba uno en la mano.
VD: ¿Esto se lo daban aquí?
PC: Aquí en la Jefatura de Policía. Sí, los daban aquí.
VD: De que no…
PC: Primero daban también de, este, regalado esto.
VD: Y después le empezaron a cobrar.
PC: Y luego al último. Hasta eso que no era muy caro, pero de todas maneras así era, no me acuerdo si valía $15 o $20 pesos valía esto.
VD: ¿Pero se lo cobraban ya?
PC: Y, ¿todo el gentío que entraba? ¿Cuánto dinero no era?
VD: Claro. No, sí, pues yo creo que mucho dinero fue ahí, desviado, todos esos años de…
PC: Sí.
VD: Pues desde el momento de enganchar a la gente y sí.
PC: Uno por la, el entusiasmo de salir pronto, porque había mucha gente en la Jefatura. Por ejemplo, era la secretaria, cualquier persona que estuviera ahí, que la atendiera: “¿Y en qué tiempo me lo puede dar?”. “Se lo puedo en media hora, pero otros $15 pesos más”. “Sí, cómo no, ahí están”. Y en media hora iban y orita, ¿cómo se llama?, ahí está. Ahí estábamos. “Fulano de tal”. Ya sin decir nada, ¿no? “Sí, presente”. Ya, ya nos vimos, porque ya pagamos, no crea que, este, pagaba uno, este, al último, no. Pagaba uno primero.
VD: Ay, sí claro.
PC: Sí, sí, claro, pagaba uno primero. Ahí ya le digo, es que siempre el dinero pa el mexicano ha sido, digamos, la mafia. Y sigue siendo, ¡eh!, sigue siendo la misma cosa.
VD: Y desde aquellas primeras veces que usted se iba, cuando usted regresaba, la gente aquí ¿cómo lo recibían los mismos de aquí?
PC: Bueno, tuve otra dicha, digamos, la primera ocasión que yo regresé aquí. Tuve mucha estimación de la gente, ¿por qué?, porque pos nunca habían visto gente salir, digamos, de su pueblo, y a mi papá le preguntaban: “Y, ¿tu hijo cómo está?”. “Bien, él dice que está bien”. Cuando me vieron, me recibieron con mucho aprecio, todo mundo. Las damas, lo señores que me encontraban: “¿Cómo estás?”. “Bien”. “¿Cómo te fue?”. “Bien, gracias a Dios”. “¿Cómo es allá?”.
VD: Claro.
PC: Titueando. “¿Cómo es allá?”. “Pos hay esto y esto y esto. Casas muy bonitas, carreteras muy buenas”. Todo, todo lo que nunca uno había visto.
VD: ¿Del trabajo qué les platicaba usted, señor Perfecto?
PC: Bueno, el trabajo más duro, digamos, el trabajo ahí es más fuerte, más rudo, como con más precisión, digamos, ahí no hay que hacerse uno tonto, ahí hay que trabajar. El trabajo por estajo, pues hay que trabajar pa que usted haga dinero. El trabajo por horas, no quieren que usted corra, el trabajo por horas, pero quieren que usted no pare. Si usted trabaja las ocho horas, digamos, su media hora de comida que le dan, y ahí seguir, paulatinamente, hay que ir dale, dale, dale, sin parar. Eso sí, se llega el minuto de la hora, por ejemplo, por decir, un día te voy a dar cinco, a las doce vamos a parar, con reloj en mano, a las doce se acabó el trabajo. No como acá, que si se pasó media hora, pos no se lo pagan a uno, allá no, allá la cosa es estricta. También la entrada, la entrada y la salida es por horas. Ya por estajo, digamos, pos ya lo que, también si no haces trabajo, también le llaman la atención. “¿Qué pasó? ¿No puedes o qué?”. “Pos que sí”. “Ah, bueno, pos apúrale, porque no avanzas”. También, no crea que por que sea de estajo le van a tener, este, consideración que porque no lo puede hacer.
VD: Claro.
PC: Tiene que uno que aprender a hacerlo lo mejor posible, y lo mejor posible de trabajo, porque no porquerías, sí. Así es que, es un, pues un trabajo muy fuerte. Pero luego no crea, uno como mexicano, y como, lo que sea el mexicano tiene una potencia fuerte. Aunque comíamos frijoles y picante y tortillas, pero sí tenemos una resistencia física muy fuerte. Eso sí considero yo que el mexicano ha demostrado ante los Estados Unidos que es un hombre potente, eso sí.
VD: Por algo se sigue yendo tanta gente y la siguen contratando.
PC: Y la siguen, bueno, la siguen considerando porque, porque fíjese, bueno, no sé, nuestra gente, digamos, sí es floja, tiene defectos, pero llegando allá, como que un poco se disciplina, digamos, bueno en las cosas que quiere hacer de más, ¿no? Pero en esto, no se disciplina.
VD: El alcohol.
PC: Se pone a gastar. Y yo, en el [19]55, no, creo sí en el [19]55, llevaron braceros japoneses, que ya esa gente ya no quería el bracero mexicano, porque luego le costó, bueno, le costaba menos el bracero mexicano que los japoneses. Trajeron tres mil japoneses. Estaba yo a dónde, creo en Stockton, fue por el [19]56 me parece, trajeron a tres mil japoneses.
VD: ¿Ahí mismo donde estaban ustedes?
PC: No, no, en toda la región de California. Estuve, también los repartieron, ¿no? Y los japoneses, vinieron a hacerse millonarios, porque no vinieron como el mexicano, que a dejar el dinero, ahí dejar lo mismo. Los japoneses, tuvimos pláticas con los mayordomos que decían, que ya no iban a contratar japoneses porque la industria comercial de Estados Unidos no los quiso. Porque ellos se compraron un par de pantalones y un par de camisas, y se lavaban, y se los ponían, se lavaban y se los ponían y cada cheque era para Japón, cada cheque era para Japón. Y el mexicano no, cada cheque, digamos, la, este, si acaso la mitad para México y la mitad pa la cantina o para comprar cualquier cosa. Porque eso sí, cuando veníamos parecíamos, ¿cómo le digo?, ¿cómo se diría?, una romería con tantos, tanto velices, tantas cosas. Bueno, hasta máquinas de segunda, televisiones de segunda en aquel tiempo, se traían. No sabían ni que aquí había pos televisiones nuevas. Allá, pos traían televisiones ya de, pos de blanco y negro, ¿no? Ésa fue la primera que salió, ya viejas y máquinas todavía de lanzadera, de para coser. Pos, los de los estados traiban con todo y armazón, digamos, las máquinas para México, de segunda, ¡eh! Pos no, no de primera.
VD: Y donde usted estaba, bueno, además de esta vez que supo de los trabajadores japoneses, usted, ¿había en algunos campos trabajadores de allá o gente de origen mexicano pero de allá?, ¿alguna vez estuvieron en el mismo campo trabajando juntos?, ¿o eran puros braceros mexicanos?
PC: No, tuvimos, este, en el [19]55 y el… El [19]55 estuvimos, entonces fue el [19]56 o el [19]57, este, estuvimos con gente local, que se le nombraba, la gente local. Los locales son, son los, ya los mexicanos que tienen residencia allá, y se les nombran, bueno, nosotros los nombrábamos locales. Tuvimos, este, gente y llegan aparte, pero trabajábamos juntos.
VD: Y, ¿cómo era su relación con ellos, señor?
PC: Casi, casi, ¿cómo se llama?, como usted acaba de decir, un odio para el mexicano, para nosotros los mexicanos legítimos, originarios de aquí. ¿Por qué?, desconfianza, eso se puede decir, en que nosotros somos muy enamorados. Esa era la desconfianza de ellos.
VD: ¿Con sus esposas?
PC: Con las esposas, con las hijas y con, bueno, bueno. Por eso había, digamos, este, se apartaban y a la hora de la comida pos ellos se iban a sus carros de donde venían, o sus coches, y casi relación así de platicar muy, no, casi no. Es la gente negrera también, se sienten americanos, se sienten güeros, pero no son güeros tampoco. Esto todavía, digamos, que existe la raza morena allá, y así eran de esa manera, sí.
VD: ¿Alguna vez tuvo alguna fricción, alguna dificultad con alguien ahí, o con alguna de estas personas de allá?
PC: Pues no, no, no, no. Yo nunca, bueno, nunca tuve, algunas personas sí, precisamente por el trabajo. Porque les reclamaban en veces que no lo hacían bien, y pues hay gente que no se aguanta o contesta. Eso era lo que, lo que no querían, pos que hubiera enfrentamientos, digamos, entre las personas. Sí, pero sí hay, sí hay, este, casos de esos. Que porque usted trabaje mal, le llamen a usted la atención y hay gente que lo agarra a usted como, pues en malos ojos, ¿no? De a usted siempre le está duro y duro y duro y no lo suelta. Yo vi, le digo que le platico del mayordomo aquél. Tenía una persona que la traiba el pobre hombre pero, no sé, lo vi como unas diez veces que nos juntamos a trabajar, digamos, y éramos del mismo campo, ¿eh?, la misma gente, estábamos en el mismo campo. Lo que pasa es que trabajábamos de diferentes, diferentes partes, digamos, unos para una parte, otros para otra, y nos llegamos a juntar y yo veía de qué manera lo trataba al muchacho ése, lo trataba mal. Pero te digo, la necesidad, en veces a uno lo hace aguantarse uno tanto, y por lo lejos que está. Porque pos no es un día de caminar, son, por decir, cuarenta y ocho, cincuenta horas, sesenta horas de viaje, para de salida hasta acá. Pues no, no era la cosa tan fácil, salir, y luego para un curso de un, de en esos tiempos, digamos, también por los carros, digo bueno, los transportes particulares ya para uno era caro. Me acuerdo que de Mexicali a Guadalajara una vez pagué $240 pesos, todavía era barato. Hoy de quién sabe cuánto costará un, un transporte de…
VD: ¿En el autobús?
PC: En el autobús en, el autobús. Y en el tren, parece que me acuerdo que eran de $180 pesos, $180 o $170 pesos, de Mexicali a Guadalajara. Sí, era barato, pero eran más días también para poder llegar.
VD: Sí, está lejos.
PC: Sí, es lejos, es lejos.
VD: Y en general la relación que tenía usted con los mayordomos, ¿cómo fue, señor Perfecto, con los mayordomos que le tocaron en los campos?
PC: Bueno, tenía uno que dirigirse, era forzoso tener relación con el mayordomo porque era el que mandaba, era el que ordenaba el trabajo. Precisamente por eso había relación con el mayordomo.
VD: Y, ¿qué trato recibían de ellos los braceros?
PC: Pos a, pos yo digo por lo que me toca mi parte, nunca fui, digamos, tratado mal, porque siempre, pos, hice el trabajo bien, lo hice bien, y pos siempre me apuré.
2do: ¿Un refresco le apetecería, señorita?
PC: Este, nunca yo, pero yo vi, digamos, personas que otras, sí tenían, este, pues presiones digamos, de un mayordomo. Y, pues afortunadamente, nunca tuve yo ningún caso, más que el que le digo esa vez que me corrieron por haberme yo venido. Pero no hice nada, creo que no me sentía a gusto por no haber hecho nada de dinero.
VD: Claro.
PC: Porque era trabajo por contrato, pisca de un jitomate.
VD: Me decía usted que fue en el jitomate, ¿en qué parte fue esto?
PC: Estuve en Marysville, a un lado de este, de, ya se me olvidó el nombre, está, de, Stockton y, ¿qué?, y Yuba City. Sacramento, el estado de Sacramento, el estado de Sacramento.
VD: Estuvo ahí.
PC: Estuve en Yuba City y estuve en Marysville, y en Stockton, estuve en Escalon.
VD: ¿Me decía usted que se los habían llevado prestados?
PC: Sí.
VD: Con otro patrón.
PC: Con otro patrón, se acabó el trabajo con el patrón que estábamos nosotros, habíamos estado bien.
VD: ¿También estaba en el jitomate con el otro patrón?
PC: Piscamos, este, durazno y piscamos este, no, piscamos puro jitomate con él. Sí, puro jitomate, y nos fue bien. Sí, pos el jitomate deja bastante, es muy, este, remunerable la cosa económica del jitomate, pues era puro contrato. Ey, nos fue bien, y para venirnos, digamos, el señor éste que, el otro ranchero, no acababa de trabajar y nos dijo así: “¿Quieren irse a ganar otros centavos? Se van con fulano”. Pero vamos llegando, ¿no?, la huerta estaba muy mal. Primeramente, no había planta, una aquí, y otra hasta por ahí, y bueno, no, muy raro la huerta, los huertos que tenía, y pos, andar cargando la caja, usted se imagina lo que pesa una caja, para andarla cargando, digamos, para poderla llenar, porque no la podía uno dejar con tres, cuatro, jitomates, tenía uno que llenarla pa que a uno se la apuntaran. Entonces esa fue la dificultad, y yo nomás me espero a comer y me voy. Pos sí, me esperé a la comida, y me vine. Pero le digo que el error mío fue de haber dicho: “Me voy”. No hubiera dicho nada, y se me quedaron mirando, y pos yo agarré camino y me, agarré camino por la carretera, pos a ver a dónde voy a dar.
VD: Y, ¿lo siguieron sus compañeros?
PC: Los demás, cuando vi ya, ahí va la fila. (risas) Yo sé, pero sí fue un error grave que, pos no grave porque no dije nada.
VD: Claro, al final, bueno ya.
PC: Pero el que me ponían, digamos, como mal, a mí era… Yo lo hubiera traído. Le digo lo que me causó satisfacción de que cuando me, como me dijo el patrón que otro día me iba a dar de baja él para mandarme a la Asociación, dijeron todos: “No, pos nos vamos todos”. “Ah, qué bueno”. Todos salimos, no dijo nada el patrón, no dijo nada, no dijo nada, salimos todos. Digo, me sentí satisfecho, me sentí que no fui el solo hombre que iba a salir.
VD: Claro.
PC: Sino que salimos todos.
VD: Que tuvo apoyo de los demás.
PC: Tuve el apoyo, sí. Nos venimos.
VD: Sí, bueno, porque pues al final todos estaban en la misma situación.
PC: Sí.
VD: Claro.
PC: Y, iban a ir ellos a, este, al mismo lugar digamos de ir a trabajar, y ya no quisieron tampoco.
VD: ¿Se regresaron todos juntos? Muchas gracias.
PC: A ver, dame, yo lo abro.
VD: Qué amable, muchas gracias.
2do: ¿O gusta usted comer?
VD: Si quiere déjeme… Yo creo que ya vamos en un ratito a terminar esto, y sí le aceptaré un poquito ahorita que terminemos.
2do: ¿Come usted chilito?
VD: No mucho picante, fíjese que sí.
2do: Pero no pica mucho, ¿verdad, Pepe?
PC: No, no pica. Bueno que lo pruebe a ver si le, pos le gusta.
2do: Es caldito, es, este, birria.
VD: ¡Ay, qué rico!, qué rico, sí, le agradeceré, sí, muchas gracias.
2do: Ándele.
VD: Pues, y con sus otros compañeros en general, ¿la relación era buena, señor?
PC: Sí, gracias a Dios sí.
VD: Con otros braceros.
PC: Gracias, sí. Tuve, digamos, este, más que nada, uno o dos amigos nada más, de los que convivimos, como, como dice, como familia. Que decíamos: “Vamos a tal parte”. “Vamos”. “Que no vamos”. “No vamos”. O: “Que no vas”. “No, no voy”. O que: “Vamos a tomarnos una cerveza”. No le digo que no la tomé, sí la tomé, pero unas dos o tres, y vámonos. O: “Ustedes se quedan, yo me voy”. Así era el pacto de nosotros. Sí conviví con algunas personas, digamos, dos, tres gentes.
VD: Y en general, ¿el ambiente en los campos era más o menos agradable o había fricciones?
PC: No, ahí hay fricciones. Sí, porque pues, fricciones en el momento, le voy a decir a usted que la primera fricción, digamos, que hay, es que los estados se reconocían como, pos como malos como… Por ejemplo, tuvimos una, una experiencia de que el estado de Jalisco, pues que eran muy valientes y que muy trabajadores, bueno, bueno, muchas, con muchas cosas. Guanajuato también tenía ese estilo, de Guanajuato. Nunca me tocó, digamos, estar con un grupo de guerreros, porque siempre hubo guerrerenses pero, uno, dos cuando mucho, pero no grupos. Porque había grupos, por ejemplo de Jalisco, había en veces grupos de diez, quince o veinte compañeros que eran conocidos y que eran del mismo pueblo. Bueno, del estado eran los mismos, ¿no?, pero ellos se sentían muy, pos fuertes. Esa era la distinción, en el trabajo era peor. Sí, sí, había que demostrar quién era mejor, si el Jalisco o el Guanajuato, o el oaxaqueño, o equis. Pos, yo nunca decía nada, porque yo era solo, del Distrito Federal.
VD: ¿No había mucha gente ahí del D.F.?
PC: No, casi no, no, muy poca, muy poca. En veces, pos yo estaba solo, del Distrito. Luego me decían: “No, pos que los del Distrito son, este, pos que les gusta bailar, que les gusta quién sabe qué, que si les gusta quién sabe cuánto”. “Ah, pos ta bien”. “Tons, tú no eres”. “No, pos no soy”. Y ya, no me quitaba nada. (risas) Porque decían que el Distrito Federal era de puro, a la gente le gustaba eso y le gustaba el otro. “Ah, bueno”. Decía: “Yo cómo voy a, si yo no vine a gustar, yo vine a traer algo de dinero”. Claro, esa era mi preocupación, para mí, traer, llevar dinero pa mi casa. Dije: “Pa los gustos, me divierto en México. Allá la diversión está mejor que aquí”. (risas) Ahora, otro caso muy especial, en ese tiempo el bracero, por ejemplo digamos, no vivíamos en un pueblo, este, vivíamos fueras. Por decir a dos kilómetros o más estaban los bunkies de bracero, pero aquí estaba el pueblo, aquí era donde veníamos los domingos, los sábados, aquí. Pero de aquí le pintábamos toda la semana para allá, ahí solos. Sábados y domingos las patrullas en todas las cantinas que habían en los pueblos que había, porque ahí había mucha cantina, las patrullas nomás, a la vuelta y vuelta. Estados Unidos es serio para sus cosas, no crea que es buena gente. Vale, se llegaban a golpear, digamos ya, con la cosa de la tomada, más tardaban en darse un golpe, que en que ya entró la policía. No, no, no, la cosa, este, ¿cómo se llama?, espantosa para el mexicano. Ahí no había que ya se dieron, o que ya se mataron. Alguna vez sí se llegaron a matar porque son cosas muy rápidas, ¿no? Pero un pleito de manos, no lo hacían tan fácil, inmediatamente ya estaba ahí la policía. ¿Cómo le hacían?, quién sabe. Somos vigilados al 100% en los Estados Unidos, el mexicano. En aquel tiempo que íbamos con pasaporte y que podíamos andar libres y toda la cosa, nos hacían eso, pos ahora, y ahorita por las cosas que han pasado en Estados Unidos pos, ha de ser peor. Peor, hace la cosa grave, pero, ¿cuánto nos hicieron? Este, señorita, eso es lo que nunca me ha pasado en agrado, lo que tuvimos que haber padecido, porque yo lo veo como un padecimiento, del modo que nos trataron, como criminales. Pos sí, porque pasábamos y nos, nos afiliaron y pusimos en los papeles ahí, nuestras huellas para poder, si hacíamos algo, ahí nos buscaban fácil. Y todavía las han de tener, no crea usted que las han de haber tirado. Las veces que yo pasé, las veces me hicieron lo mismo, nunca me dijeron: “Oye, pos tú ya entras y sales y este, pos no, hombre”. La misma cosa, la misma desinfectación, la misma, las mismas cosas. Sangre, cuánta sangre nos sacaron, sacaban un tubo de diez centímetros, de sangre.
VD: Para la revisión.
PC: Cada pasada, era pa toda la gente, la analización ¿La tirarían? No, ¿verdad que no? La gente que, la sangre que servía la conservaban para hacer transfusión, porque no creo que la haigan tirado, ¿cuánto vale?
VD: Miles además, claro.
PC: ¿Cuántas sangres a la mejor congeniaban en el mismo, el mismo… ¿Cómo se llama, cómo se dice?
VD: El tipo de sangre.
PC: El tipo, los mismos tipos que se le podían guardar, este, para hacer, este, en ese tiempo estaba la guerra en, precisamente en Corea.
VD: En Corea.
PC: En Corea. Ah, pues precisamente mi papá no me dejaba porque en ese tiempo estaba la guerra en Corea.
VD: Y, ¿él tenía temor?
PC: Y él decía, aquí andaba el rumor de la gente que decía que nos iban a mandar a la guerra, por eso mi padre no me dejaba ir.
VD: ¿A usted alguna vez le dio algo de temor por la cuestión de la guerra?
PC: No, porque cuando yo llegué allá a los Estados Unidos yo nunca oí mencionar nada de guerra.
VD: ¿No le llegaron a ustedes noticias o veían como a su alrededor?
PC: Lo que sí nos platicaba, este, en la guerra de, bueno, Hitler, el mayordomo, el que le digo que fue el mayordomo que tuve, que fue una cosa del caos de Estados Unidos, que tuvieron un tiempo que apagar las luces, a las seis de la tarde.
VD: Pero…
PC: Todo Estados Unidos tenía que estar apagado, en el tiempo de Adolfo Hitler. Cuando la guerra estaba, la Guerra Mundial de…
VD: Y, pero el tiempo que usted estuvo, ¿no?
PC: No.
VD: No se sentía.
PC: No, no, no.
VD: Un ambiente de guerra.
PC: No.
VD: Ni nada.
PC: Es más, yo conocí a un gringo, este, era americano, ranchero, que había ido a la guerra, había perdido, taba muy joven. Perdió los oídos, el oído. Porque dice que le tocó los cañonazos, o qué cosa fue lo que le tocó.
VD: ¿Fue un patrón de usted?
PC: Sí, un patrón.
VD: ¿Ese sí fue, tuvo trato directo con el patrón?
PC: Sí, porque hablaba, este, poco español, y me decía, ajá. Platicaba conmigo.
VD: Y de los otros norteamericanos así como él, que llegó a conocer, ¿qué tal era su relación con ellos? ¿Se llegó a entender con algunas personas o casi no convivió?
PC: Pos, yo, yo trabajé con dos patrones, digamos, rancheros. Pos bueno, buenas gentes, para mí fueron buenas gentes, porque nunca tuve, nada de, digamos, en lo particular, muy buenos hombres con nosotros, con todos nosotros. Y pos más que yo trabajaba muy fuerte, yo hacía mucho más que los demás, pos, a mí me tenían una estimación, más este, porque es lo que le digo, ahí hay una distinción muy fuerte. El hombre que se distingue por su trabajo y por todo, es querido, pero que no haga nada, porque es odiado hasta la muerte. Ese es el sistema del americano. Sí, odia, pero con ganas, no anda con que se la perdono. Le digo, pos es que así esas cosas, digamos que se han, que hemos pasado, pues para mí fue una gran experiencia de vida. ¿Por qué experiencia? Porque precisamente tuve que haber hecho algunas cosas de fortuna, por el modo, digamos, en que uno ha sufrido. Es cierto, fui a sufrir, usted dice, en Empalme, Sonora, fuimos a contratarnos, yo me quedé en la vil tierra, con un cartón, y pagando $1pesos.
VD: Por estar en la tierra.
PC: Sí, es una cosa, pos, sí se lamenta, digamos. Porque, pos póngale usted que uno en su casa de uno, pos aunque sean la cama de tablas, se acostaba uno, y ahí no. Y también digamos una cosa, pos, cuando estaba uno solo, es amarga pa uno la vida, aunque esté uno joven. Porque no halla usted con quién platicar, no halla una persona con quién llevar una comunicación, de lo que le está pasando, o que ya no tiene dinero, o que una, alguna cosa así. Es triste, es triste, por lo que la gente no sabe en realidad valorar la vida de uno, yo vi gente que se comía la caja de plátano cuando la tiraba otra persona. Vi gente que se comió la sandía, todo lo verde del hambre que tenía. Y todavía así, no valoramos, digamos, nuestra situación, como una aventura triste, porque son aventuras tristes. Una vez que duramos cuatro días, cuatro días sin pasar, que me tocó, estuvo Gregorio, mi hermano, teníamos poco dinero, le digo: “¿Sabes qué? Pos yo creo ya no vamos a comer como comíamos, vamos a tener que comer, este, pos sí, comer, ¿no?”. Entonces en ese tiempo también la vida era pos, tal vez en ese tiempo era cara y era barata. El arroz valía $2 pesos, y allá los dichos de la, de los que vendían: “Pásenle al pollo”. Ese era el pollo, comer arroz. Pero $2 pesos le daban un plato de arroz y un montón de tortillas. Pos era barato, porque pos usted se llenaba. El arroz lo hacía rendir porque comía mucha tortilla, y estábamos llenos con $2 pesos, pero ya el que no tiene y come cáscaras de fruta, ya esa es una cosa más triste. Unos no llegamos a eso, gracias a Dios no, pero, de veras, cosas de otra gente. Y luego llegar allá y darse la vida de rey, pos como que no, no se vale. Pos ponle como la de ahí, ya no te voy a platicar, los japoneses vinieron e hicieron y trajeron un contrato de dos años. No, por seis meses como el bracero mexicano, que seis o nueve, o diez meses, o un año, ahí iba a trabajar. No, ellos trajeron un contrato directo de dos años, puro japonés. El japonés, ese no, no vino a hacer, este, a dejar dinero a Estados Unidos, no los quiso, ya le digo, el comercio americano no los quiso a los japoneses, porque no dejaron el dinero en Estados Unidos, se jue pa Japón. Si ahora ya ve usted, cómo está, son ricos, ¿no? Tienen muchos millones de dólares, pero pos así son los japoneses, son muy, este, pos muy buenos para poder aprovechar lo que tienen, y después que tuvieron una guerra mundial, ¿eh?
VD: Claro.
PC: Japón, que fue una decadencia grave para ellos.
VD: De mucha destrucción, sí, sí.
PC: Y sin en cambio, digamos, se han recuperado. Nosotros los mexicanos no, hemos estado más amolados.
VD: Y son, pues, aún la oportunidad a veces de hacer las cosas, sí, sí, siempre ha sido. Y bueno, pues como le decía a su hermano el señor Gregorio, pues es que también lo triste ha sido que de esto mucha gente se fue y vino con las manos vacías.
PC: Precisamente, sí. Es cierto, es cierto.
VD: Se fueron a pasar malos ratos y dificultades y regresaron con las manos vacías.
PC: Bueno, y hasta esta fecha, hasta esta fecha. Por ejemplo, digamos, los que abandonan a su, su casa y su familia y todo y se van, por ejemplo a atravesar el Río Bravo y a el desierto y toda la cosa, y tiene apuro de llegar a pasar, pero no han hecho nada tampoco. Si pasamos, por decir, nosotros que tuvimos la oportunidad de tener, por decir, desde que salimos, salimos en carro y llegamos hasta el lugar donde fuimos a trabajar en carro. Pos esta gente que va, que pasa y que fracasa y que esto, no valora su situación, este, señorita. ¿Por qué es tan duro? Porque no estamos preparados, estamos educados, nos falta mucho, a México le falta mucho, pero la culpa la tienen nuestros gobiernos, todo lo que nos han robado. ¿Cuántos presidentes cuántos millones de pesos se han llevado, pa cinco, seis generaciones de sus hijos, o más? No se vale eso. Pero eso sí, todos los impuestos los tenemos que estar pagando. “Órale, págale, porque debes”. Las deudas, la deuda que le debemos a Estados Unidos, ¿a cuántos millones asciende, de dólares?
VD: Pues sí, digo desde el, pues el mismo momento en el que ustedes salieron, tanta dificultad de encontrar trabajo aquí, que pues la gente tenía que estarse yendo de miles, saliendo del país, sí. Pues a veces en qué condiciones también, tan fuertes de trabajo.
PC: Bueno, hay un caso muy importante también señorita, que muchos se fueron se fueron, como bracero, también muchos perdieron sus tierras, porque muchos las vendieron por irse, para tener dinero. Entonces ni hicieron allá y perdieron aquí.
VD: Y perdieron aquí, claro.
PC: Yo por eso, yo conocí a un señor de Toluca, que precisamente eso fue lo que pasó. Vendió sus tierras para irse y no trajo nada.
VD: Claro.
PC: Es lo más triste.
VD: Y pues, yo no sé usted, ahora a la distancia cómo, es decir, ¿cómo se siente de haber sido parte del Programa Bracero?, ¿qué recuerdos le quedan ahora que lo puede ver como con distancia?
PC: Pos lo veo, digamos, en primeramente mi modo de pensar es que la gente lo volvería a repetir, no ha sabido valorar el esfuerzo que ha hecho y las lamentaciones que tiene, digamos, en un cambio de vida, porque no sería recomendable. Por ejemplo a una persona que se va y que no trae nada, si a eso se va, a querer progresar. Se va a cambiar de vida, no va a cambiar la vida allá, no, la tiene que cambiar aquí en su país, debemos de cambiar a nuestra familia, debemos de cambiar a nuestros hijos, darles otra educación, si no lo tenemos, si lo tenemos la oportunidad, órale, ahí está. Yo no me siento orgulloso de aquí de mi pueblo, pero sí me siento bien, porque alguna gente sí, sí, sí me respeta, sí me valora. Conocieron nuestra situación de mi padre, mi mamá, ser unas persona pues bastantes humildes, pobres. No, no, tengo mucho, no, no, no tengo nada, pero, me siento satisfecho, porque hay gente que me conoce, y que, pues me da mi lugar, y me da mi respeto que yo merezco. También con nadie me meto, a nadie le he robado nada, más que nada. Tuve la fortuna, tuve la gracia, digamos, de haber progresado algo de mi vida. Me siento satisfecho, me siento totalmente, digamos, pues bien, en que no digan: “Pos este, mira, este fulano no tiene nada”. Señorita, no y tampoco no digo que tengo, no, nunca, pero sí me siento con bastante satisfacción.
VD: El esfuerzo de su trabajo, ¿cómo no? Y usted que tuvo oportunidad de estar por allá, señor Perfecto, pues me imagino que en algún momento, pues compara la vida en Estados Unidos, por lo menos la vida que usted tuvo como bracero que es una especial, ¿verdad? Vivían aparte en barracas, pero la vida que usted tuvo allá, el modo de vivir en Estados Unidos y aquí en México, y por ejemplo, ¿qué tipo de cosas le gustaban de allá, de la vida allá, de cómo se vive en Estados Unidos?
PC: Bueno, en primer aspecto le voy a decir una cosa, en realidad, este, el mexicano, allá los locales, no viven bien tampoco. Viven en miseria, no crea usted que viven bien. Yo lo que tomé en cuenta, fue una cosa, digamos, de todo el local que nombramos nosotros allá, los nacionales, mexicanos. Es que, bueno, una cosa que le voy a decir, este, en mi época mía, yo vi que una persona, que bueno, ahora ya la cosa ha cambiado mucho, una persona que, digamos, joven, que daba a luz de un hijo, aquí se le había un respeto, de tenerla, digamos, en, pos en reposo unos días, pa que ella pudiera salir a hacer sus trabajos de labor en su casa, o otra cosa. Allá no, ahí daba a luz, y al siguiente día, mínimo a los dos días, ya estaba en el trabajo, y la criatura allá llorando en el coche. Es lo que a mí no, no me pareció en primer aspecto, ver a un mexicano, y sentirse ellos muy grandes, cuando allá, digamos, tienen que trabajar pues entonces no tendrán qué comer. Claro, el gobierno americano se ha preocupado, eso puedo decirlo, ¿no? Pero a los mexicanos ahí en tiempo de invierno, cuando no hay modo que puedan trabajar, hay despensas del gobierno americano, pa que vayan a traer cada ocho días si no trabajaron, les dan despensas gratis, claro, gratis. Yo lo supe porque allá mismo lo platicaban, por eso estoy enterado de eso, que les daban despensa y te decían: “¿Cuántos hijos tienes?”. “Pos que dos, tres”. “Ah, bueno, y tú, ¿cuántos son?”. “Cinco”. “Ahí está tu bulto de harina, ahí está tu arroz, ahí están tus frijoles”. Y ese día que iban les daban una libra de carne. Allá no es kilo, es una libra. Porque comieran ese día carne. Eso les daban, entonces quiere decir que el mexicano no está bien puesto tampoco allá. Habrá uno, si acaso, ¿verdad?, algún, alguno que a lo mejor tenga dinero, que es rico, pero no todos. Todos lamentan su vida y todos traen otro programa. Ahorita precisamente ya se va a llegar julio y también salen de la escuela de allá. Pos ahorita es cuando van a, van, la familia mexicana con todos sus hijos pequeños, se van a ir a la cosecha del chabacano, a la cosecha de ciruela, pa que los niños, los chiquititos andan juntando con unos, las cubetitas esos, baldecitos chiquitos, los chiquitos de tres, dos años, andan juntando ya frutita. Una o dos cubetitas que junten al día, porque a ellos no los obligan, pero a los demás hijos sí, a trabajar todos. Como trabajan todos, dijera yo, tuvieran un progreso, pos trabajar todos, pero no, juntan dinero para poder, digamos, pasar un invierno si viene fuerte, tengan dinero depositado para poder estar comiendo con ese dinero, y ya no vayan a pedir al gobierno. Ahora el caso importante de los Estados Unidos, usted como persona sola, y usted gana, no sé cuánto es el monto de dinero que debe usted ganar al año, si usted se pasa de ese dinero que usted ganó, usted lo tiene que devolver, cuando le hagan cuentas, pues, la tienen a usted bien controlada, ahí no hay como México que, tengo tanto y nadien sabe. Allá no, el Gobierno sabe cuánto le pagaron y cuánto es lo que ganó. No sé cuánto es lo que, ¿qué?, $4,000, o creo en ese tiempo era, eran $4,000 dólares, ganar al año, fíjese. Si, si usted ganaba, sola, ¿eh?, por decir, si usted ya tenía familia, ya no le quitaban ese dinero, pero solo sí. Si lo ganaba y se pasaba de los $5,000 pesos, tenía usted que regresar $1,000, porque le mandaban a usted su aviso. “Te pasaste de dinero y, tienes que regresar tanto dinero para el gobierno”, así de ese tamaño se maneja Estados Unidos. Yo creo sí ha de ser lo mismo, ora, el IVA [Impuesto al Valor Agregado] aquí es moderno, jue moderno en México, allá el income tax, que es el nombre, desde que yo estuve ahí, hace cincuenta años, yo pagué IVA por una camisa.
VD: Claro.
PC: Pagué IVA por un pantalón, lo que no pagué IVA fue por la comida, pero por lo demás sí, sí se paga. Ahí se maneja mucho el centavo, el famoso penny, que le dan a uno un penny. Ahí sí hay, porque le quitan a usted dos, dos centavitos, dos pennies, pues se los quitan y eso aumenta, digamos, en todo lo que se compra, ¿se imagina cuántos millones de dólares no aumentaría las compras al gobierno?
VD: No, pues muchísimo. Y con todo esto, ¿alguna vez llegó usted a pensar en quedarse allá?
PC: No.
VD: ¿En establecer su vida allá?
PC: Nunca, nunca, nunca pensé eso. Eso sí, el ver el momento, digamos, en que las situaciones de los mexicanos como era, una cosa esclava, que para mí son esclavos. México es dichoso, señorita, sabiendo cuidar, podemos hacer algo, podemos trabajar, pero si somos flojos y no queremos hacer nada, pos estamos entonces en las mismas condiciones. Es cierto, aquí hay muy poco trabajo, pero también, digamos, no sabemos, este, nosotros, valorar el trabajo que uno tiene. También vamos a desquitarlo aquí también. Y allá igual, y allá hasta peor. Porque allá son dólares, pero acá es donde se multiplica el dinero, no allá, allá son pesos.
VD: Allá lo gasta en dólares también.
PC: Sí, lo gusta en dólares y punto, allá vale $1 peso. Acá viene uno creo y ahorita vale $9, ¿qué?, $9 o $10 pesos, cuánto ya subió, es que aquí se aumenta, pero allá no, allá vale $1 peso.
VD: ¿Nunca fue algo que le viniera la mente, quererse quedar allá?
PC: Jamás.
VD: Llevarse una familia.
PC: Jamás, jamás, no, nunca pensé eso. Yo tuve amigos, varios amigos, que decían: “Yo vengo a ver si puedo arreglar papeles”. Tuve amigos que se juntaron con personas mayores de edad, mujeres mayores de edad, pa ver si les arreglaban, este, documentos. No, no, no, viva Dios y México, (risas) sí. Aquí somos libres y podemos tener lo que somos, el mexicano es muy flojo, muy gastalón, bueno, tiene todos los defectos en una palabra.
VD: Y, ¿allá por qué sentía usted que no, no sentía la misma libertad?
PC: Precisamente, precisamente, no hay libertad, para una gente, digamos, que no es americana. Somos, es más, Estados Unidos quiere a la gente, digamos, a la gente latina por el trabajo que le desempeña, pero no por otra cosa. Así es, ahí yo lo vi desde ese punto de vista, y eso que no, no tenía yo una experiencia de vida, mayor, pero sí me empecé a notar. Dije: “No, aquí no es vida, aquí no. Aquí somos esclavos”. Pues le digo, el modo de vernos los sábados y domingos, cómo las patrullas andaban rodeando todas las, todos los lugares donde andaba toda la gente, pos ya éramos muchos. Pos ese punto de vista, entonces quiere decir que no estamos libres, estamos sujetos, digamos, a que estemos bien gobernados. Ese es el punto de vista que a mí no me pareció. Y luego, discúlpeme, y luego que allá la mujer hace lo que quiere, porque se va a la hora que quiere. Que la mujer tiene garantía allá, es el número uno, la mujer allá, allá no es como aquí que le pegan y ya la pobre mujer se aguanta, allá no. Allá hasta al bote lo puede mandar si sí le alcanza a pegar, se queja, inmediatamente va usted a dar preso. Allá no hay libertad, la mujer también tiene su derecho, bueno, claro, es positivo, ¿no? Pero ahí tiene su libertad, y puede irse a la hora que quiera donde quiera, nadie le dice nada. Cuidado con que le pegue el esposo o una cosa, digo, ya hay. No, nunca pensé, señorita, vivir en Estados Unidos, o en California, donde fuera, no.
VD: Sus contratos siempre fueron en California, ¿verdad?
PC: Sí, todos. Ah, y estuve un año, estuve, ¿cuántos meses?, en Plainview, Texas.
VD: ¿Sí le tocó en Texas?
PC: Sí, fui a Texas.
VD: ¿En qué estuvo, en algodón?
PC: No, fui, corté pepino y corté algodón, precisamente, sí.
VD: ¿Usted notó algún cambio importante?
PC: De Texas sí. Texas se encuentra con regiones muy pobres también. Es más, no hay carreteras pavimentadas, como California. California tiene, pues digamos, el mejor espectáculo de todo lo que tiene. Casas, pavimentos y bueno, cosas muy bonitas, y Texas no. Todos los rancheros que yo conocí, digamos en California, todos tenían pavimentaciones a sus casas. Los rancheros no viven en la ciudad, viven en fuera, donde tienen los ranchos, donde tienen todas sus huertas, o lo que estén manejando de trabajo, todo pavimentado y teléfono. Y bueno, aquí en Texas no.
VD: Y en el trato con la gente, en la convivencia con la gente, con los, pues los locales y los norteamericanos, ¿usted notaba una diferencia de trato?
PC: Sí, sí hay diferencias. Pero con los propios locales hay diferencias. Claro, ellos saben el idioma, ¿verdá? Pos ellos se interpretan, digamos, sus cosas, ¿no?, pero, no los vi con…
VD: ¿Usted nunca tuvo algún incidente de discriminación, de racismo, señor Perfecto, por allá, en los momentos en los que convivía con otros norteamericanos o con, por ejemplo en los restaurantes o en las cantinas?
PC: Bueno, mire usted, lo que pasó es que allá nunca entramos a un restaurante americano.
VD: ¿Porque ustedes no querían o porque se los prohibían?
PC: No, no, no. Bueno, no, de eso sí no estoy en realidad satisfecho, pero entramos siempre a donde había, digamos este, ¿cómo le digo?, pues los dirigentes mexicanos. Lo dirigentes de cantina, restaurantes, todo, que sí había, digamos, por ejemplo, cocineras negritas, que eran las que estaban en los restauranes [restaurantes], donde hacía la comida pa, pos sí, donde pedía uno de comer y podía uno comer ahí, porque eran restauranes [restaurantes] bares. Y la bebida estaba por un lado y aquí estaba donde podía uno comer. No, hasta que eso que de eso…
VD: No.
PC: No, no vi yo.
VD: En el mismo trato de alguna otra persona.
PC: Siempre, digamos, lo que uno pidió, siempre le dieron a uno, sí. Hasta en el viaje, cuando viajábamos, digamos que cuando bajaban los autobúses en un, en los autobúses, digamos, y en las paradas, sí, sí, de los americanos, y entrábamos a, donde hay puro gringo, pues sí podía pedir lo que uno quería, pos volvía uno a hablar pa pedir lo que uno quería, pos se lo servían a uno, nunca dijeron que no.
VD: ¿Alguna vez tuvo problemas de comunicación por el idioma, así serio que…
PC: Bueno, serio no. Sí, problema sí porque pues bueno, por ejemplo los bancos o, que era lo más duro porque ahí no había intérpretes, bueno, habían intérpretes, algunos tenían intérpretes y este, pos sí, nomás de cuando la que estaba, digamos, recibiendo las cosas, no sabía hablar español, mandaban a traer al, la persona que sabía hablar español. “¿Qué quiere este señor, a dónde lo va a mandar o qué es lo que va a hacer?”. Ya le preguntaba uno. “Dice aquí la señorita o señor, que, que dónde va a ir el cheque, a dónde lo vas a dirigir, con quién, que le pongas bien esto”. “Ah, sí, ahí está”. No, no, de eso no tuvimos, no.
VD: No, fue una cosa más y ya.
PC: Una cosa más, pos no.
VD: Y bueno, me decía usted que en los tiempos que regresaba aquí al principio se volvía al campo con sus papás a trabajar.
PC: Sí.
VD: Y después me decía que volvió a la fábrica de tabaco.
PC: Bueno, ya fue después, sí, volví a trabajar.
VD: Cuando regresaba aquí, ¿entraba de nuevo a la fábrica?
PC: A trabajar.
VD: Y después…
PC: Volvía.
VD: Se iba otra vez para allá.
PC: Volvía, pasaba unos tres o cuatro meses y me volvía a ir.
VD: Y gracias a usted, ¿animó a alguien más aquí, además de su hermano, de por aquí, de que lo veían a usted que se iba?
PC: No.
VD: O la gente no, no se animaba a ir.
PC: Sí fueron algunos varios cuando me vieron que yo vine ya con bien. Pues eso yo creo que esperaban ¿no?, que fuera y regresara. (risas) Sí fueron algunos, sí fueron para allá algunos también, pero yo nunca, nunca le dije nada, ¿por qué razón? Tenía un papá un poco delicado, me decía que nunca me comprometiera a llevar una persona cuando yo era el responsable por habérmela llevado. Ese era su dicho de él. “Si usted va a ir solo, váyase solo, pero nunca, nunca llevese a otra persona”. Entonces yo lo tomé como una cosa de, pues como un punto, digamos, a la vez, que era razonable, no llevar una persona si a lo mejor fracasaba, o una cosa, me echarían a mí la culpa.
VD: Claro, usted es el responsable.
PC: El responsable. Eso es, era digamos, el modo de pensar mío, nunca, nunca invité a nadie, jamás. Cuando me buscaban, ya no estaba y punto, sí.
VD: ¿Se iba solo?
PC: Sí, sí me iba solo, sí me iba solo, sí. Me esperaba el día y la hora, y yo caminaba en mí, ya. Cuando me buscaban, ya no estaba. Como es un pueblo, pos todo mundo nos conocíamos, me conocía y toda la cosa. Luego ya, pos le preguntaban a mi papá: “Y, ¿tu hijo?”. “Ya no está, ya se fue”. Sí, pos la primer año, en el primer año que yo regresé, fue una novedad para mucha gente, una novedad, digamos que, pos es que estaba bastante joven, no era una persona muy madura, estaba yo bastante joven cuando, cuando ellos me recibieron. Yo vine y la gente que encontré en la calle me recibió bien, con mucho anhelo, saludos, eh, me dieron un abrazo y bueno, muchas cosas, ¿verdá?, que tuve el primer año que yo regresé aquí. Muy bien, fui bien recibido. No tuve ninguna impresión mala, no, al contrario, iba pero si bien recibido, por personas mayores, por jóvenes. “¿Cómo me fue? ¿Cómo está allá?”, bueno, preguntas, digamos. “Bien. No, pues la vida de acá, pos es muy triste, la vida de allá, muy. Casas muy bonitas, se ve que hay mucho dinero”. (risas) Eso es todo, era la, mi contestación mía, ¿no?
VD: Claro.
PC: Pero sí decía que había mucho dinero, por haber tantas cosas muy bonitas. Ya ve que todas las casas son, tienen jardines, en lugar de bardas como aquí. Ahí puro jardín, las casas son solas y salen para allá y para acá, [es]tán bien hechas. Muy, pos muy bonito es California. Texas está muy mal. Sí, porque conocía, Texas, no, hay cabañitas, hay, este, ¿cómo se llama ese lugar?, El Lobo [Lubbock]... No me acuerdo el otro lugar, nombre, hay un, haga de cuenta, bueno, ya no conoció a Tepito anteriormente, ¿no?, que eran vecindades perdidas.
VD: No, no ya no.
PC: Así estaba, este, el estado de Texas, sí. Casas de madera, pero con láminas de cartón, y bueno, bueno una cosa precisamente, una parte del lobo [Lubbock], cerca de Plainview, Texas.
VD: ¿Ya para allá no volvió más que una vez?
PC: No.
VD: Después.
PC: No, jamás, no, no me gustó. Fíjese, en ese tiempo pagaban $0.60 centavos la hora en Texas.
VD: Y, ¿acá le pagaban $0.90?
PC: Noventa. Sí. Noventa centavos la hora y allá sesenta centavos. Así es que para trabajar, pa que usted se ganara $6 dólares, teníamos que trabajar diez horas.
VD: No, pues…
PC: Y pa ganarnos $7.20, teníamos que trabajar doce horas. Eso es lo que trabajábamos, doce horas pa ganarnos $7 pesos.
VD: En el algodón que es muy pesado, ¿no?
PC: Sí.
VD: Y me decía que su último contrato fue en el [19]65.
PC: Sí.
VD: O sea…
PC: Estuve en Borrego, ahí en…
VD: ¿O por qué?, es la duda que yo tengo. Oficialmente se supone que hasta el [19]64 dejaron de contratar gente, pero, ¿a usted le extendieron su contrato?
PC: Sí. ¿Fue el último año el [19]65?
VD: En el [19]65, ¿todavía le dieron un contrato?
PC: Sí. Todavía en el [19]65 fui.
VD: Y se fue para California otra vez, ya fue su último.
PC: Bueno, este, cuando entré y me contraté en Empalme, no, miento, fue en la Ciudadela, donde nos dieron ya el paso directo.
VD: Allá en la, aquí en la ciudad de la.
PC: En la Ciudadela, aquí en la Ciudadela de México. Ahí donde, este, nos dieron el paso directo, pero nosotros íbamos, precisamente a varios lugares, pero nosotros somos, este, la remesa que llegamos a Empalme, precisamente, llegamos a Empalme. Dice: “Toda esta gente se va al Valle Imperial”. Es nombrado el Valle Imperial, este, ahí, este, la entrada de Mexicali, luego está el Valle Imperial enseguida, ahí nos tocó. Fuimos a dar a una compañía bastante grandísima, estábamos como tres mil ahí. Y pa irme, haberme ido yo a, ahí al condado de Borrego, andábamos paseándonos, porque no había mucho trabajo, sacábamos para comer. Llegó, este, un, una camioneta y nos acercamos: “Muchachos, ¿se quieren ir ahí a trabajar?”. “Sí, cómo no”. No, pos yo corrí a mi petaca y ya traía mi credencial, la mica que me habían dado, este, ya se lo di, entonces, bueno, llevaban once, los que corrimos, y nos dimos. Ya, juntó once, once credenciales, ya nos dijo, dice: “Ya fue a hablar ahí a la oficina”, dice “este, muchachos, fulano y fulano se van a ir para, pa El Lobo, para Borrego”. “Sí, cómo no”.
VD: Y, ¿se los llevaron allá?
PC: Ya nos fuimos once.
VD: ¿De cuánto tiempo fue ese contrato?
PC: Era de, no era muy grande, era de cuarenta y cinco días nada más.
VD: Cuarenta y cinco días.
PC: Cuarenta y cinco días, pero nomás duré…
VD: Y, ¿terminando ahí?
PC: Para afuera, para afuera era.
VD: Y si hubieran seguido las contrataciones, ¿se hubiera seguido yendo, señor Perfecto? ¿O ya llegó un momento en el que usted ya había pensado…
PC: En veinticinco por ahí no me acuerdo, por [19]72, pues sí, por 1972 yo trabajaba, ah, pos este, yo trabajé en el Museo Nacional. Estuve trabajando y me encontré un señor que había sido también bracero, fue bracero. Pos ya ve, las pláticas, digamos, como amigo. Y él tenía un hijo, local, porque se llevó a su familia y también pasó de alambre él. Pero tuvo un hijo, pero lo registró americano.
VD: Ya nació allá.
PC: Entonces cuando ya estuvo grande lo mandaron a traer. Ya Estados Unidos lo mandó a traer, que se fuera, y se fue. Y estaba precisamente en Texas, el muchacho éste. Me dice, este: “Y, ¿qué pasó amigo?”. “No, nada”. Dice: “¿Te animarías a ir?”. Digo: “Y, ¿cómo?”. Ya no había contrataciones, ya no había “Sí”, dice, “¿sabes qué?”, dice, “yo tengo un hijo, allá en Texas, y está cuidando una granja de guajolotes y están queriendo a dos. Tú dices si te animas”. Vine y le dije a mi mamá: “Mamá, fíjese que me están invitando a irme al otro lado”. Dice mi mamá: “Ya no vayas, ¿qué vas a hacer?”. Y pues andaba un poco tambaleándome, y me estaba decidiendo, dije: “¿Para qué fecha nos vamos?”. Dice: “Yo te aviso, para mandarle a decir cuándo tiene tiempo que nos venga a traer precisamente a El Paso, de Juárez”, a El Paso, Texas. “A Juárez, venga por nosotros”. Este, me decía: “Vamos a ver si podemos sacar, este, para estar más bien, vamos a ver si pasamos un pasaporte como turistas y vamos, y ahí, este, esperamos a mi hijo pa que nos lleve”. “Bueno”. Sí me animé, pero como, yo creo la mala suerte ya no quiso que saliera, el señor a los pocos días, lo mató un camión, en el Circunvalación. A mí me tocó recibir ese aviso, que estaba muerto.
VD: Qué terrible.
PC: Y es más, yo lo jui a ver a la Cruz Verde que está en Circunvalación es donde está la Cruz Verde, ¿no? Por ahí así está la… Fui a ver, a reconocerlo si era él, dije: “Sí”. Ahí fue donde, se me acabó el ánimo y el entusiasmo, yo pensaba irme, pero también, este, pos mal, ¿no?, porque no iba con documentos, iba yo a arriesgar, digamos, ya la situación esa, pero íbamos directo a trabajar, a una granja de guajolotes, sí.
VD: Y después de eso, jamás.
PC: Ya jamás. Ahora me, sí he dicho que platicáramos: “¿Y pues ya no va?”. “No, ya no, ya estoy grande”. Uno, ya no tengo las fuerzas que debo tener, no puedo ir ya, ¿a qué voy? Si hubiera sido hace, todavía veinte años o veinticinco años. Todavía cuando estaba todavía en, mi plena fuerza todavía, posiblemente sí podía ir, pero ahorita ya no. Sí, ya le digo, pos este…
VD: Ah, oiga, pues tantas cosas y tantos recuerdos de los años que estuvo por allá. Señor Perfecto, pues yo le quiero agradecer muchísimo, su tiempo y sus recuerdos que aquí me compartió. Muchas, muchas gracias.
PC: Gracias a usted.
VD: Por abrirme además las puertas de su casa, porque sí queda toda una historia del tiempo que estuvo por allá, y que hasta hoy, además, que hasta hoy día, de alguna manera pues el trabajo de allá, pues le ha dado sus frutos.
PC: Pos sí.
VD: Se los dio en el momento, hasta acá.
PC: Hasta aquí. Y todavía nos da, pos la suerte vivir todavía, más que nada.
VD: Eso.
PC: Sí, porque el otro día que fui a, fuimos a la Cámara de Diputados, el otro día. Este, vi mucha gente que, ya llegaron a, muchas señoras que vi, que llevaba el comprobante de que su esposo ya no viven. Yo he pensado una cosa, yo pienso que la situación de, en eso de la situación del dinero, o de lo que nos dieron, o tenemos o tenemos, o no tenemos, no va a ser devuelto, lo veo difícil. Porque salió el diputado del PRD [Partido de la Revolución Democrática] ese día, y dijo que, que pues que habían hablado en la Cámara, ya hubo una comisión que entró a la Cámara de Diputados, y que habían dicho que pos, hicieron una pregunta: “¿Por qué tantos años, y apenas reclaman?”. Pero quién sabía de eso, este…, señorita.
VD: Claro.
PC: ¿Quién sabía de eso?
VD: Claro.
PC: Y es cierto, que este señor Gutiérrez está, él fue el que promovió eso, ¿usted lo sabe?
VD: Sí.
PC: Este, ¿cómo se llama? Este…
VD: Ventura.
PC: Ventura Gutiérrez.
VD: Sí.
PC: Es el que promueve esto.
VD: Sí.
PC: Porque sí es él el promovente [promotor], ¿no?
VD: Sí, sí, sí, él es, digamos, el coordinador.
PC: El promovente [promotor], digamos de la, de los fondos, digamos, de la braceriada. Pero como volvemos a repetir, tantos presidentes que pasaron.
VD: Sí.
PC: Ya, ya se vio a venir la mente del señor que estuvo en Gobernación cuando, estuvo muchos años cuando fue la braceriada. No es Ochoa, ¿cómo se llamaba este señor? A ver si me acuerdo ahorita. Este, tantos presidentes que pasaron, si esos fondos, fueron, digamos, en dólares, depositados ante la nación de México, en Gobernación, ahora porque ya las nuevas noticias sale, digamos, de los fraudes que ha habido, ¿pos usted cree que anteriormente va a haber?
VD: Claro.
PC: Al contrario, el que recibió todo ese dineral, si es que le tocó, se fueron todos hinchados de dinero, a costillas de, digamos, del que puso su vida en peligro, de irse y no regresaron. Los que regresaron pos, hay que darle gracias a Dios que estamos aquí todavía, pero no, yo lo veo difícil. Toda la gente cree que va a recuperar el dinero, yo no lo creo.
VD: Pues fíjese que, bueno, no sé, yo creo que este es un caso difícil, pero bueno, de alguna forma, pues yo creo que algo se ha logrado, algo, mucho, yo no sé, en, pues tener el caso ya en una corte norteamericana, ¿no? Y en haber logrado que un grupo tan importante de abogados esté llevando el caso. Yo creo que, sobre todo porque ellos están invirtiendo mucho dinero en esto, ¿no?, los abogados mismos que están defendiendo. Y no, normalmente no hacen esas inversiones si no ven siquiera una posibilidad de ganar el caso, ¿no? Porque al final de cuentas, si el caso se gana, los que van a pagarle los honorarios a los abogados son los acusados, o sea en este caso el Gobierno Mexicano, ¿no? Pero pues ya ve, además son casos que, pues lo que sí es muy cierto es que se lleva mucho tiempo, esos casos en las cortes norteamericanas se llevan mucho tiempo, y bueno, no es fácil, ¿no? Pero creo que pues hay un cierto movimiento ahí en Estados Unidos, de ya de diputados, congresistas de varios estados, de apoyar el asunto, y sobre todo apoyar pues, que no se cancele la demanda porque ha pasado mucho tiempo, como ha pasado con otros casos, ¿no?, como el de los judíos.
PC: Ese día, es el que estaban, que prendieron la Cámara, precisamente eso era lo que estaban diciendo, que el grupo de abogados que se encontraba en Estados Unidos, yo me quedé, ¿cómo le voy a decir?, como, como que no me llenó de satisfacción que un grupo de abogados, y, ¿quién les paga? Precisamente yo pensando en la paga de los abogados. Y que decían los abogados, que dijo el diputado que había un grupo de abogados que estaba llevando el caso de nosotros. Dije: “Bueno, entonces en realidad, ¿será la interés positiva?”
VD: Sí, mire, de hecho, le digo, estos, además estos abogados hace, ¿qué será?, unos dos años, ganaron un caso importantísimo, contra las compañías estas de envío de dinero, de Elektra, Western Union y estas cosas.
Fin de la entrevista.
Interviewer
Domínguez, Violeta
Interviewee
Corrales Rojas, Patricio
Location
San Mateo Atenco, México, México
File Name Identifier
Corrales_Rojas_MEX004
Citation
Domínguez, Violeta and Corrales Rojas, Patricio, “Patricio Corrales Rojas,” Bracero History Archive, accessed November 25, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/133.