Miguel Zavala López
Title
Miguel Zavala López
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Miguel Zavala was born on June 9, 1925, in Copandaro, Michoacan, México; at an early age, he began sowing beans, corn, garbanzos, and wheat; he joined the bracero program in 1955, and worked in California and Texas; there, he picked asparagus, cotton, grapes, lemons, limes, peppers, strawberries and tomatoes.
Summary of Interview: Mr. Zavala recalls growing up in Agua Caliente, Michoacan, México, and working from an early age sowing beans, corn, garbanzos, and wheat; he joined the bracero program in 1955, and remembers picking asparagus, cotton, grapes, lemons, limes, peppers, strawberries and tomatoes in California and Texas; additionally, he describes the hiring process in rural areas, the bribes he had to pay to be on a selection list, his experience at the contracting center in Empalme, Sonora, México, and the long waits there; he details the hardships braceros suffered waiting to be contracted, the humiliation of the medical exams, and the bad treatment they received from doctors; furthermore, he discusses the daily activities on the farms, their working hours, the bad food they were given, and the treatment they received from foremen; he explains the different contracts he had, and the extensions he got; moreover, he relates what braceros did on weekends, how they sent money back to México, and the kind of mail they received; he also states the complaints braceros had; to conclude, he recounts the way he missed his family while in the program, the bad treatment braceros received, the negative memories he has of the program, and why he decided never to return to the United States for work.
Summary of Interview: Mr. Zavala recalls growing up in Agua Caliente, Michoacan, México, and working from an early age sowing beans, corn, garbanzos, and wheat; he joined the bracero program in 1955, and remembers picking asparagus, cotton, grapes, lemons, limes, peppers, strawberries and tomatoes in California and Texas; additionally, he describes the hiring process in rural areas, the bribes he had to pay to be on a selection list, his experience at the contracting center in Empalme, Sonora, México, and the long waits there; he details the hardships braceros suffered waiting to be contracted, the humiliation of the medical exams, and the bad treatment they received from doctors; furthermore, he discusses the daily activities on the farms, their working hours, the bad food they were given, and the treatment they received from foremen; he explains the different contracts he had, and the extensions he got; moreover, he relates what braceros did on weekends, how they sent money back to México, and the kind of mail they received; he also states the complaints braceros had; to conclude, he recounts the way he missed his family while in the program, the bad treatment braceros received, the negative memories he has of the program, and why he decided never to return to the United States for work.
Creator
Domínguez, Violeta
Miguel Zavala López
Date
2002-06-12
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Miguel Zavala Lórez
creator (Spanish)
Domínguez, Violeta
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
2:00:01
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Miguel Zavala López
Fecha de la entrevista: 12 de junio de 2002
Nombre del entrevistado: Violeta Domínguez
El día de hoy es 12 de junio del 2002 y ésta es una entrevista con el señor Miguel Zavala
López.
VD: Señor Miguel, repítame, bueno, creo que no le he preguntado. ¿Qué edad tiene?
MZ: Orita son sesenta y seis años cumplí.
VD: Sesenta y seis.
MZ: Sesenta y seis apenas ahora, el domingo pasado.
VD: Ah, sí es verdad, apenas fue su cumpleaños. Repítame su lugar de nacimiento, por favor, señor.
MZ: Es Copándaro, Michoacán, Municipio de Villa Jiménez. No le pusimos, ¿verdad?
VD: No, Villa Jiménez. ¿Sus papás eran de allá también?
MZ: Sí, de Copándaro.
VD: ¿A qué se dedicaban sus papás, señor?
MZ: Al campo.
VD: ¿Eran agricultores?
MZ: Eran agricultores, sí. Trabajaban en el campo.
VD: ¿Tenía tierras propias su papá?
MZ: Sí, sí tenían tierras propias. Bueno, cuando vivíamos en Copándaro, era con tierras propias, pero luego ya después hubo problemas o no sé. Cuando fuimos para allá, allá también les dieron tierras en el pueblito ese que le digo de Aguascalientes. Allí también le dieron a mi papá otra parte de tierra allí.
VD: ¿Usted estaba chiquito cuando se fueron para allá?
MZ: Sí. Yo me imagino que fue como de la edad, pues, de unos ocho años. Fue cuando entré a la escuela, pos que le digo.
VD: ¿Tiene usted hermanos?
MZ: Sí, somos bastantes. Somos como siete hombres y una mujer.
VD: ¿Usted es de los más grandes?
MZ: No. Ocupo como el sexto lugar.
VD: O sea que ya tenía sus hermanos más grandes cuando se cambiaron de este pueblito y todo.
MZ: Sí, ya teníamos, o sea, a los más grandes, a todos los más grandes.
VD: De Copándaro, entonces, se fueron a Aguascalientes.
MZ: A Aguascalientes.
VD: ¿Está cerca?
MZ: Sí, está cerca, sí. Una distancia como unos trescientos kilómetros, por ahí, más o menos.
VD: ¿En Aguascalientes fue donde usted empezó a ir a la escuela?
MZ: Allí.
VD: ¿Además de ir a la escuela, señor Miguel, usted trabajaba en el campo?
MZ: Sí, en el campo, así de chiquito ya nos traían en el campo.
VD: ¿Qué hacía usted?
MZ: Cuidando vacas, todo eso, cuidando a los animales, dándoles de comer. Y lo poquito que podíamos hacer, pos lo hacíamos en el campo, ayudarle a los papás.
VD: ¿Qué sembraba?, ¿se acuerda?
MZ: Maíz, trigo, haba, garbanzo, todo eso sembraba, frijol.
VD: ¿Lo vendían o para ustedes para consumir?
MZ: Bueno, lo guardaban los papás para seguir comiendo, pos para comer y pa todo. Se vendía nomás lo que se necesitaba, por ejemplo, para comprar o calzado, o ropa, o esas cosas.
VD: ¿Casi todo lo demás se usaba para…?
MZ: Y todo lo demás lo almacenaban para estar comiendo todo el año hasta que viniera la otra cosecha porque allí no había otra clase de trabajo.
VD: ¿El campo nada más?
MZ: Por eso fue como actuó uno ya que ya creció uno, pos ir por allá a ver si cambiaba la vida.
VD: Bueno, ¿usted estuvo allí viviendo en Aguascalientes todo el tiempo?
MZ: Sí, hasta que me vine para acá, para el Distrito [Federal].
VD: ¿Hasta qué edad vino usted para acá?
MZ: No, pues ya cuando me vine para acá, ya tenía yo treinta años.
VD: Pero entonces, incluso cuando se fue de bracero, ¿usted siguió viviendo allí siempre?
MZ: Sí. Yo de todos modos vivía allá. Aunque iba de bracero y regresaba, allí vivía.
VD: Cuando se fue de bracero aquella primera vez, ¿usted estaba soltero, me decía?
MZ: Sí, las primeras veces.
VD: ¿En qué trabajaba en el campo?
MZ: En el puro campo. ¿Allá en el otro lado?
VD: No. Acá en Michoacán.
MZ: No, también en lo mismo que te digo, sembrar maíz, preparar la tierra, y todo eso.
VD: ¿Trabajaba usted en las tierras de su papá?
MZ: Ajá. Con ellos.
VD: Y ya de allí, ¿alguien de su familia se había ido antes a Estados Unidos?
MZ: No, tampoco. No, hasta que empezó a haber bracero, pues yo no me acuerdo si mi papá iría o no. Yo de eso no me acuerdo. Mis hermanos empezaron a ir también, pero hasta como el [19]55 para acá.
VD: Que empezó a haber contrataciones.
MZ: Ajá, cuando había las contrataciones allí en Empalme, Sonora.
VD: ¿Usted cómo se enteró, señor Miguel, de que estaban contratando?
MZ: Bueno, ya ve que pa todo hay, ¿cómo te dijera?, coyotes, todos allá en los ranchitos. Allá nos dábamos cuenta que en el ranchito julano estaba un señor que apunta pa llevar cobrando cierta cantidad. En ese tiempo nos cobraban como $400, el coyote, pa llevarnos ya en la lista hasta Empalme, Sonora. Entonces allá, yo creo que ellos tenía ya conexiones con los que están nombrando la lista, o no sé cómo le hacen ellos, el caso es que nos llevaban ya apuntados y ya nos íbamos hasta Empalme y allí nos esperábamos, allí a diario estábamos yendo allí al centro de contratación a ver si nos nombraban y ya el día que no nos nombraban, pos ya se iba uno por allí todo desconsolado, por allá sombreado porque hacía unos calorones. Y al otro día tempranito otra vez allí. Así el gentío que estábamos en un campo grandísimo que estaba para estar nombrando la gente por micrófono y estaba uno ahí nomás al pendiente escuchando su nombre a ver si ya se contrataba. Había veces que pronto se contrataba uno, pero hay veces que duraba uno hasta dos, tres meses que no podía entrar. Sería que el coyote no estaba bien relacionado con las personas de adentro o no me imagino cómo era, pero a veces duraba uno hasta dos, tres, cuatro meses allí y ya sin dinero y ya por ahí a ver dónde trabaja uno un ratito por la comida. Se la pasaba uno a duras cuando se tardaba uno.
VD: O sea que se fue solo la primera vez que se fue para allá.
MZ: Con varios compañeros del mismo rancho y con un que otro familiar. A veces nos juntábamos los hermanos y yo juntos, pero ya llegando allá nos desapartábamos porque a unos los mandaban pa acá y otros pa acá y así ya nos desapartábamos. Casi nunca quedábamos juntos allá al otro lado.
VD: ¿Nomás el viaje lo podían hacer juntos hasta Empalme?
MZ: El viaje sí, juntos hasta Empalme.
VD: ¿Usted, señor Miguel, cómo fue que se animó para irse de bracero?
MZ: Bueno, pues es por lo mismo que te acabo de decir, porque allí, aunque ya estaba uno ya, pues, ¿cómo te dijera?, ya joven grande, pos se la pasaba uno medio tristes porque andaba uno falto de dinero, mal vestido, porque no había dónde trabajar para ganar uno para comprar zapatos o lo que fuera que necesitara uno. No había trabajo allí en el rancho. Nomás en el tiempo de cosecha era cuando hacía uno algo de eso. Por eso mismo la gente nos animábamos a irnos por allá desde esa edad.
VD: ¿Se acuerda qué se decía de los braceros que se iban?, ¿qué decía la gente de allí del rancho?
MZ: Bueno, pos cuando todavía nosotros no íbamos, oíamos decir que iban y que pos les iban muy bien y que venían bien vestidos. Traían su dinerito y bueno, pos por eso yo creo también uno se animaba, ¿no?, pos vamos a ver qué. Pero, le voy a decir una cosa, desde el momento en que sale uno de su casa, deja uno un dolor en su corazón grande, una tristeza grande, porque yo cuando andaba soltero, pos me apuraba por mis papás, por mis hermanos, hasta por la novia se andaba uno apurando, ¿no? Y entonces iba uno bien triste y la familia que se quedaba, se quedaba también triste. Y luego ya llegaba uno a Empalme y ya te digo, cuando nos tocaba suerte que pronto pasaba la lista, pos andaba uno ya contento hasta le sobraba a uno dinero del pasaje que llevaba uno. Pero de allí empezaba lo bueno que nos empezaban a revisar y pos uno todo chiveado, cuando nomás las malas primeras veces: “A ver, quítese la ropa”. Ya cuando ya nos nombraban: “Pásele pa acá”, y nos tomaban datos, nos revisaban las manos, nos preguntaban así como las preguntas como desde qué se sembraba y todo eso y qué tiempo y todo eso, y a ver las manos si tenía uno callos y todo eso.
VD: Le preguntaban a ver si era usted campesino de deveras.
MZ: Sí, a ver si era campesino, sí. Y ya después que ya pasaba esos datos: “Órale, ya quítese toda la ropa”, e íbamos en fila india así como Dios nos echó al mundo pasando por un doctor que estaba allá aplastado, allí. Y siquiera hubiera tratado a uno bien, sino nomás este, por ejemplo, uno pos todo avergonzado de nunca estar desvestido. Entonces, pos uno todo tímido, sí, por ejemplo, nos revisaban primero de adelante. Si no se arrimaba uno cerca de él, él estiraba la mano y lo jalaba a uno de aquí de su cosa, lo jalaba. Entonces ya se arrimaba uno bien y entonces ya él le hacía a uno como quería su cosa a uno, se la volteaba pa acá y luego le exprimía así desde acá. Se lo apretaba a uno y se lo exprimía, se le salía a uno orines. Quién sabe qué se le hacía uno cansada, que estaba uno mal. O metía dos dedos aquí abajo así para arriba. Si se fruncía uno que le doliera, era que te tenía hernia. Y luego ya nos revisaba esto y luego: “Voltéese”. Y tenía uno que agacharse, bien agachado porque si no también lo regañaba a uno pa revisarle a uno atrás que almorranas, hemorroides, todo eso. (risas) Y uno suda de pura vergüenza.
VD: Y, ¿todos allí?
MZ: Y todos en fila.
VD: ¿No era un privado?
MZ: No, en fila. Bueno, sí retiraditos, como aquí se quedaba la fila y estaban revisando allí, pero no tapaban. Bueno, ya pasaba eso y ya, pos uno con interés como que a veces ya, nomás la primera vez daba pena, ya después era un relajo y luego ya, eso ya. “Bueno, ahora pásale ya pa allá”. Ya en la tarde nos embarcaban, nos daban de comer para lonche unos sandwichitos nomás y allí íbamos en el tren. Llegando allá, otra vez: “A ver otra vez, bájese la ropa”, y allá nos fumigaban todo. Allá ya nos la quitaban de a tiro. Nomás se bajaba uno los pantalones hasta abajo, todo y luego con una cosa como especie de, ¿cómo se llama?
VD: ¿Cómo las compresoras?
MZ: No, como los que apagaban el fuego. ¿Cómo se llama? ¡Ah! Como un extinguidor.
VD: Ándele, extinguidor.
MZ: Ey, como extinguidor. Así lo agarraban y órale por atrás y luego por delante y hasta la cabeza, a todos nos polveaban.
VD: Oiga, ¿no le lastimaba el polvo?
MZ: No, pos yo creo que es apropiado para eso, para los bichos, yo me imagino nomás, pero al cuerpo no le hacía nada, no le molestaba pa nada. Nomás vieras cómo nos hacían. (risas) Y luego ya llegando allá, pos ya allí tenían barracas grandísimas y allá pura litera para de a tres. A veces eran de a tres las literas y a veces de a dos, y luego luego: “A ver, aquí métanse allí, escoja cada quien su cama”. Pos un corredero pa acá y: “Yo aquí”. “Yo acá”, y órale. Pos ya allí estábamos ya decentes. Y luego ya nos empezaban, o sea, los alimentos. En la mañana, cuando ya íbamos a empezar a trabajar en la mañana, desde las cinco de la mañana teníamos que estar parados para hacer cola.
VD: ¿A las cinco?
MZ: A las cinco para darnos de almorzar para irnos a trabajar. Se me figura una especie, como cuando hacían una cosa, como cuando uno está preso que andas con tu plato. Hay veces como las, no sé si has visto los presos allí en las películas. En la mañana, ya a las cinco estás haciendo cola y ya nos abrían la puerta y ir agarrar su plato y: “Échale aquí y échale aquí”. Que nos daban puros huevos en la mañana, por eso tenían un comalote así grande y allí traían de hasta cuarenta, cincuenta huevos allí y luego a voltear y a voltear y órale al plato y al plato. Casi puro huevo nos daban todo el tiempo.
VD: ¿Todos los días?
MZ: Todos los días en la mañana. Ya a medio día nos llevaban el borde al campo, igualmente a correr, a hacer cola para agarrar su plato y que le sirvan a uno. Pos era una comida que, ¿cómo te dijera?, no era buena, pero pos tampoco no estaba tan peor, pero pos yo creo que de todos modos era mala la comida.
VD: ¿Qué le daban al medio día?
MZ: Pos orita ya no me acuerdo, pero la mayoría de las veces era sopa, a veces era sopa, guisado, pero distintos, de distintas cosas. Pero en la mañana sí me acuerdo que donde quiera que me estuvieran abordando a mí era puro huevo, porque es lo mas rápido pues pa la mañana. Y en el día nos llevaban al campo y ya en la noche, tenía uno que venir en la tarde a bañarse y a cambiarse porque no nos dejaban entrar al comedor así mugrosos, tenía uno que llegar a bañarse y a cambiarse y a formarse para cenar. Y luego a veces nos purgaban sin decirnos nada. Nomás nos preparaban un postre muy rico, así como duraznito, como ciruelas tachadas, todo eso. Órale, pos hasta pedía uno más. “¿Quiere más?”. Pos sí, pos era purga. Y ya en la noche, ya como eso de las nueve de la noche, un corredero pa el baño y andábamos pa allá y las tazas llenas de gente y los demás bailando y un relajo, pos andaba uno todo chorrillento.
VD: Oiga y, ¿era a propósito?
MZ: Bueno, eso sí nos la hacían a propósito. No sé por qué o con qué motivo lo hacían, pero nos purgaban sin decirnos.
VD: Pero, ¿ustedes nunca se quejaron que porque les ponían esas purgas?
MZ: No, fíjate que nunca. Al otro día que íbamos a trabajar, pos todavía iba allí uno medio mal. Que le dolía a uno el estómago y ya traía el mayordomo un tónico. “¿Cómo te sientes?”. “Pues así, me siento así”. Pues, órale, cucharada de, nos daban un remedio, quién sabe qué sería, para eso.
VD: ¿Para el malestar del estómago?
MZ: Para el malestar, porque ellos ya sabían que nos habían purgado. Unos saltándose allá por el campo, haciendo en el campo, porque te digo, los baños estaban hasta la fregada de gente, porque unos bailando y otros haciendo y un relajo.
VD: Con tanta gente.
MZ: Y luego nos purgaban, pues sin decirnos, sin avisarnos nos purgaban. En la noche empezábamos todos allí: “Pos vaya, pos, ¿qué me pasaría?”. Pos ya iba y allí un gentío allí que estaba esperando.
VD: Todos igual.
MZ: Todos igual. Que según que pa limpiarnos el estómago. Que quién sabe qué. Yo digo que sí es bueno, ¿no?, una purga, pero que avisen.
VD: Tienen que avisar o pedirles autorización, ¿verdad? Claro.
MZ: Sí. Pos no que así nomás.
VD: No así nomás.
MZ: Ahora, por ejemplo, lo de cuestión del trabajo, de los precios que nos pagaban, pos yo nunca conocí, casi de las veces que fui, al dueño del rancho, de las cosechas, el dueño de las huertas de naranjas, de limón. Casi nunca conocimos los dueños. Estábamos mandados casi nomás por gente mexicana, mayordomos mexicanos que eran los más carajos. Los mayordomos mexicanos que nos tocaba nos tiraban más que ni los que nos tocaban que no eran mexicanos.
VD: Ah, ¿sí?
MZ: Porque, por ejemplo, casi era puro mayordomo mexicano, otros filipinos, nos llegaron a tocar, otros japoneses, pero eran más malos los mismos mexicanos. O sea, que ellos eran los que nos comunicaban a nosotros del precio a cómo nos iban a pagar la caja de, por ejemplo, de limón, la de fresa, la de tomate. Ellos eran los que nos comunicaban, los mayordomos, no los dueños.
VD: ¿El puro mayordomo era con el que trataba?
MZ: El mayordomo era el que trataba con nosotros y era el que hacía todo. Los dueños nunca los conocíamos, casi la mayoría nunca conocíamos los dueños. Ahora, sí habíamos gente buena para piscar, unos trabajadores buenísimos, que salieran buenos, yo nunca vi que les dieran utilidades o algo que les dieran algo porque es un buen trabajador. Nunca tuvimos premios de que, pos éste piscó tanto y tanto nos rindió. Nunca nos dieron nada de eso. Si era buen trabajador, pues hasta allí nomás. Nunca tuvimos así premios porque piscábamos bastantes cajas de fruta o lo que fuera. Pos yo estuve piscando limón, naranja, fresa, tomate, o sea, jitomate, que le dicen allá tomate, y uva, una hierba que se llama espárrago, elote, chile también, muchas cosas, pero pura friega en el campo, pero fiegas duras. No creas que una cosa aquí, como aquí trabaja uno al pasito. Cuando uno anda por contrato, con tal de ganar más, tú pos le entras duro al trabajo, porque pos fíjate, nos pagaban la caja de jitomate a $0.12 centavos dólar. Para ganarte $12 dólares, tenías que hacer cien cajas. ¿Te imaginas? La caja pesaba yo creo como más de treinta kilos, mucho más que treinta kilos. Eran cajas de madera, las llenabas de tomate y las tenías que sacar. Pues cuando empezabas tus surcos, pos allí cerquitas las sacabas, ¿no? Pero cuando ya ibas a una distancia de diez metros o quince metros agachado, ya pisque y pisque y venir, sacar tu caja hasta aquí, llevar otra y llenarla y traerla hasta aquí y luego a veces cuando el tomate ya estaba un poco maduro, pos se despochunaba(??) y te andabas de aquí, uno todo lleno de puro jugo del tomate. Los pantalones estos que usaba uno hasta se paraban de la goma del jitomate.
VD: ¿Solitos?
MZ: Solitos casi se paraban, (risas) sí. Así estaba la cosa, te digo. Ahora, la fresa casi la piscaba uno todo el tiempo en lo húmedo, casi mojado, casi a ver si ya mero entra el lodo, porque para poder piscar, la regaban. Y ya ahora, al día siguiente, a entrarle a piscar la fresa. Ése se iba por surquitos bien bajitos hasta acá. Si no, ya te cansabas de andar así a gatas, pos tenías que hincar un pie, hincarte en una rodilla y en lo mojado. Esas cajitas no pesan para andarlas sacando y eso, pero pa ir piscando abajo, no, pues se cansaba uno bastante. Trabajos duros, fueron unos trabajos durísimos, pero como te digo, fue en el tiempo que estaba uno joven. No lo sentía uno, nomás un rato, y con el interés de los dólares, pos no se cansaba uno mucho, llegaba uno y se bañaba y ya estaba listo. O sea que nomás del trabajo a dormir y a cenar, y a dormir, y al otro día éntrale de nuevo y así fue todo, así era todo el tiempo. Y luego ya, cuando ya la cosecha ya no servía muy bien, pos ya para juntar más cajas, pos ya recorría uno más terreno. Ya no servían las huertas, ya no rendían lo mismo. Y te digo, pos nos pagaban a como decía el mayordomo, pos nosotros no oímos que dijera el patrón: “¿Saben qué? Que venga el dueño”, o, “yo soy el dueño y les voy a pagar a tanto”. No, el mismo mayordomo nos comunicaba todo.
VD: Como cuál era el precio.
MZ: “Se les va a pagar a tanto”.
VD: Me estaba contando del trabajo allá de la pisca de la fresa.
MZ: Sí, de la fresa. O sea, de limón también son unas friegas duras, porque anda uno con escalera a según esté la huerta de grande, el árbol, así mismo utiliza uno la escalera. Una escalera para la huerta de árbol grande es así nomás sin pata. O sea, nomás pa recargarla. Y la huerta chica es con de ésas de pata, que les abre uno las patas, sí. Pero era una friega, porque a veces los árboles tienen espinas, tiene espinas el árbol y tiene uno que estar alcanzando los limones desde por allá hasta por acá. Y trae uno una saca así grande, como así de gruesa, como así de grande, y cada saca llena es una caja. Entonces tiene uno las cajas vacías acá en el carril y va uno a piscar los árboles hasta por allá y ya se trae su caja uno llena y la mete a una caja y ya es una caja, la bolsa es una caja. Y ya la va formando uno allí y ya se va uno. Anda uno con su bolsa arriba de, con la escalera con su bolsa colgando, echándole naranjas, echándole limón o naranja, lo que sea. Y a vaciar y otra vez y acá se anda uno a la carrera.
VD: ¿Todo el día?
MZ: Todo el santo día y nomás descansa uno creo el domingo, porque creo que el sábado también trabajábamos hasta la una y nomás el puro domingo descansábamos.
VD: ¿Entre semana como a qué hora empezaba sus jornadas, señor?
MZ: ¿De trabajo?
VD: Sí.
MZ: Como desde las siete. Bueno, nomás empezaba a esclarecer, nomás empezaba a amanecer. Al amanecer ya nos tenían allá en el campo donde íbamos a trabajar. Ya nomás que amaneciera y órale, a darle duro.
VD: ¿Hasta qué hora terminaban?
MZ: Como hasta las seis de la tarde. A veces, cuando andábamos por horas, por horas es más tranquilo, pero los mayordomos pues lo traen a uno así. Allí sí lo traen a uno arriando, no lo dejan a uno que esté haciendo tiempo sin trabajar. Allí lo están checando a uno nomás. Y por contrato no lo checan a uno, pero de todas maneras, pos si no trabaja uno, pos no gana.
VD: No saca.
MZ: No saca uno, pero por hora sí lo traen a uno bien chequeado. Como entre las mismas cuadrillas, hay unas personas que en aquel tiempo eran mejores pa trabajar. Y como a veces es uno medio, uno de mexicano, medio barbero, pues quiere quedar uno bien con el mayordomo y se adelanta y luego el mayordomo está arriando a la otra gente: “Miren al otro señor”, o, “los otros señores hasta dónde van y ustedes acá atrás”, y allí lo traen a uno. Porque te digo, los mexicanos que eran mayordomos, esos nos tiraban más a la gente por quedar bien con el patrón, porque pues en realidad sí, los mexicanos tenemos fama de barberos. Somos muy barberos, muy convenencieros y cuando nos tocaba un mayordomo de esos, era cuando la cosa se ponía más pesada.
VD: Más difícil.
MZ: Más difícil.
VD: ¿Usted tuvo alguna vez algún problema con uno de estos mayordomos?
MZ: Sí, con un mayordomo mexicano. Bueno, yo todo el tiempo trabajé limpio, por eso no tenía problema en el sentido del trabajo. Yo lo tuve porque como el señor se portaba mal, no sé entre la gente quién le gritó unas cosas porque se portaba mal cuando íbamos a comer, él era el que nos servía.
VD: ¿Qué les hacía? ¿Por qué se portaba mal con la gente?
MZ: Pos era muy recio con la gente, Pues como te digo, lo traía arriando y si no piscaba uno bien, pos iba y te revisaba tus cajas y te hallaba poquita fruta podrida o pasada ya, te la tiraba y te hacía que sortearas tus cajas. Si ya tenías, por ejemplo, diez cajas piscadas: “A ver, me va a sortear todo”. Si encontraba una media mal: “Sortéemelas todas”. Tú tenías que ir caja por caja sacándole los podridos o lo que fuera, los pasados y era una entretención que ya perdías todo el tiempo de estar sorteando y así nos traían. Y ese día no sé qué le gritaron al señor, unas groserías pues, y me echó la culpa a mí. Yo no le había gritado y a mí me la echó. Entonces allí, cuando ya me iba servir, me empezó a decir cosas, allí nos hicimos de palabras y ya él se fue, ya que terminamos se fue a una distancia como unos doscientos metros y yo me fui atrás de él. Me fui yo como al baño, pero para reclamarle que yo no había sido, o sea, a platicar con él, pero él se espantó todo. Creyó que yo iba, yo creo, a golpear o alguna cosa. No, yo fui a decirle, y ni siquiera se paró conmigo, sino, yo le empecé a decir y él caminó y se fue pa donde estaba la gente. Y toda la gente me dice: “¿Pos qué le hiciste? Viene bien amarillo”. “No, nada. Nomás quería aclarar que yo no había sido el que grité”. Pos no, y así pasó.
VD: Pero, ¿no llegó a más el pleito con él?
MZ: No, ya no. No, porque yo ya nomás le expliqué a él que yo no había gritado. “Y yo no tengo la costumbre de estarle gritando a la gente”, le digo, “yo si siento algo de ellos, yo se los digo personalmente. No voy a andar a escondidas diciéndole o gritándole”. Y ya no llegó a más. Ya de allí, pos ya no tuvimos problemas de con ningún otro. Lo único que es, pues puro trabajo, pura friega duras, pero como estaba uno joven, como que no le pesa mucho el trabajo y luego con el interés de los dólares que and uno allá. Pero te digo, para hacer uno cien cajas, por ejemplo, como te digo, las que nos pagaban a $0.12 centavos, pa ganarte $12 dólares, tenías que hacer una friega, hacer cien cajas, pero, ¡nombre!, bien fatigado, bien cansado.
VD: Pues claro.
MZ: Y luego $12 dólares. La fresa sí la pagaban más bien. En ese tiempo nos la pagaban a $0.50 centavos, dólar, pero lo más que se hacían uno de cajas, pos no llegaba uno a cien cajas, de la fresa no llegaba uno a cien. Ganaba uno siempre de todos modos mucho menos que ahora, porque ahora yo tengo dos hijos allá y a ellos les pagan como a $9 pesos la hora.
VD: ¿Están en el campo ellos?
MZ: En el campo, pero ellos son nomás como jardineros aquí en México. Pero allá le nombran que la yarda. Y ellos todo el tiempo... Saluda, hijo.
2do: Hola.
MZ: Ellos todo el tiempo han trabajado en eso. Todo el tiempo han trabajado en la yarda, o sea que la compañía que ellos traen, se dedica a hacer las casas de los ricos.
VD: El jardín.
MZ: El jardín de los ricos, como tienen terrenos grandes. A las casas se dedican, a hospitales, a escuelas, a todo eso y la compañía les paga a ellos.
VD: ¿Les pagan a todos?
MZ: Y ellos ganan, ahorita pos ganan un promedio como de unos $60 ó $70 dólares diarios.
VD: Es que, además el trabajo del campo siempre es el más pesado y el que no se paga tan bien.
MZ: El más pesado y el que no se paga tan bien.
VD: Claro.
MZ: Y sí, te digo, así estaba toda la cosa por allá.
VD: Señor Miguel, yo regresándome un poquito al momento en el que usted salió para allá, me decía que se fue con varios para allá a Empalme y cuando llegó usted, ¿como cuánto tiempo se tardó? ¿Se acuerda la primera vez, por ejemplo, cuánto tiempo tardó?
MZ: ¿Cuánto tiempo duré la primera vez?
VD: Más o menos, que estuvo allí en Empalme. ¿Siempre entró por Empalme todos sus contratos?
MZ: Nada más uno, el de Texas, acá por Piedras Negras. Todos los demás fueron por Empalme y todo el tiempo casi estuve en California, en el estado de California, en varios puntos, pero en California. Estuve en un pueblo que se llama Oxnard, Watsonville, Salinas, Gilroy, Stockton, ya no me acuerdo de todos. Lo que sí no me acuerdo ya, es cómo se llamaba la compañía, ni los campos que donde estábamos, porque cada campo tiene su nombre y de esos pos no se me grabó casi ninguno, nomás los pueblos, pero pos de eso sí no se me grabó ninguno.
VD: Y me decía que casi siempre entró por Empalme. ¿Como cuánto tiempo se quedaba usted allí en Empalme?
MZ: Cuando te digo que a veces no pasábamos pronto, bueno, lo más que yo duré fueron como dos meses cuando no me podía contratar. No sé porque, te digo, porque pos el señor ya no estaría bien con la gente, con los de allá dentro o no les daría, o quién sabe cómo estaría, el caso es que a veces nos tardábamos mucho. Y a veces apenas llegaba uno hoy en la mañana y ya se armaba uno y ya le gritaban a uno de volada. Apenas llegaba uno de Empalme y luego luego se iba uno a las contrataciones y ese mismo día le gritaban. Y otras veces, te digo, no, tenía que uno durar allí meses, yo me aventé dos meses, pero otros duraban más.
VD: ¿Qué hacían mientras estaban allí en Empalme?
MZ: Bueno, cuando te digo que, pues en la mañana se paraba uno y a irse al campo de contratación. Allí entraba todo el gentío a ganar lugar, iba uno temprano pa estar cerca del micrófono y ya de que se terminaba ya la hora de que ya se acabó la cosa y ya vámonos cada quien pa su lado donde se quedaba uno, porque a veces nos alquilábamos un, o rentábamos un cuartito entre unos cuatro, cinco según los que cupiéramos. Un cuartito chico de cuatro por cuatro, pos entre unos diez nos metíamos allí. Y a veces se empiojaba uno porque ya había gente varia que tenía bastante tiempo y de tanto humor o no sé, se hacía piojo de ese blanco. Una vez nos empiojamos porque nos salimos del cuartito donde ya estábamos porque ya no teníamos pa pagar y nos fuimos a unos vagones de tren que estaban allí viejos, allí por el pueblo ese de Empalme.
VD: Abandonados.
MZ: Abandonados. Nos fuimos y ya había mucha gente allí y esos ya estaban bien empiojados. Empezamos a sentir pasos por acá y allí estaban unos piojotes blancos y hasta tu ropa que ya tenías planchadita, lavada, o ya la tenías en tu mochila, hasta ésa ya estaba empiojada. Aunque la tenía limpia, ya estaba ya empiojada. Teníamos que hervir la ropa así en botes para que se le murieran los animales. (risas) No, nos la pasábamos duras allí desde Empalme, nos la pasábamos duras. Cuando no pasaba uno rápido, ¡nombre!, sí era duro allí.
VD: Allí, ¿dónde comían?
MZ: Bueno, como eran contrataciones, había hartos negocios que ponía la gente misma de allí, pos la propia de allí poner sus vendimias de toda clase de comida. Así, fonditas, no eran restaurantes grandes, sino unas fonditas de volada ponía la gente. Puro negocio que estaba haciendo la gente de Empalme con todo el bracero. Y ya cuando llevaba uno un mes o dos, pos ya no tenía uno para comer y hacíamos la lucha por allí a pedir trabajo a los mismos que venden pa la comida.
VD: Y, ¿alguna vez le dieron trabajo?
MZ: Sí.
VD: ¿De qué?
MZ: Una vez trabajamos también en el campo. Nos contratamos con un señor, después de las contrataciones, ya nos esperaba y nos llevaba por allá al campo a trabajar en el campo. Al señor le trabajamos en el campo, a limpiar la tierra de piedra y de palos y todo. Y ya nomás nos esperaba que se terminara la contratación y ya, si ya no nos gritaban, ya nos llevaba a trabajar y nos pagaba poco (risas). Pero de nada y algo, pos para comer.
VD: ¿Eran muchos los que se iban a trabajar ahí?
MZ: Sí, pos eran varios, no, pero un gentío. Otros trabajaban en otro lado, allí en los restaurantes, en casas grandes limpiando, por allí se acomodaba uno cuando ya no se podía uno contratar, porque pasaban días y días y no te nombraban. Otro día te ibas ya pos a buscar trabajo, o a ver qué le hacías para comer. Al otro día, otra vez a estar allí y no te nombraban otra vez a trabajar, o ya tenía uno su chambita, ya nomás pa cuando saliera uno de allí, de ayudar allá a lavar platos o lo que fuera. Y ya desde allí sufría uno bastante.
VD: Claro. ¿Usted estas cosas las sabía ya desde antes de irse?
MZ: Pues no. Todavía no las sabía yo, porque pos yo me acuerdo que apenas cuando empezamos a ir en ese tiempo, fueron las contrataciones que se abrieron allí en Empalme. Y no estoy seguro desde qué fecha se abrieron esas contrataciones allí en ese pueblo, pero yo cuando empecé a ir pos todavía no sabía nada de todo eso. Lo que sufría uno cuando se empalmaba allí, se empalmaba uno y, o sea, le nombrábamos empalmar cuando no podíamos pasar, se empalmaban. (risas) En Empalme se empalmaba uno allí y no podía uno pasar, pero es como te digo, no se explica uno por qué.
VD: Si ya llevaban coyote.
MZ: Seguiremos el coyote.
VD: Oiga, señor Miguel, y, ¿su familia, cuando usted se fue para allá, no estaba preocupada? ¿Sus papás qué le decían?
MZ: Sí, por eso es lo que te dije, o sea lo que te acabé de decir en el antes de que, cuando uno salía, salía uno pos con un dolor profundo dentro del corazón, porque tanto lágrimas había allá, como lágrimas de uno. Y a veces cuando dejaba uno sus padres y si ya estaban grandes, se preocupaba uno, porque pos ya no podían trabajar o cualquier cosa y los hermanos que se quedaban chicos y los grandes igual. Como uno que se separaba de la familia, a la hora que se separaba en ese tiempo, pos se sentía feo.
VD: Claro.
MZ: Y, como te digo, se iba uno a veces llorando y la familia se quedaba llorando y así todos. Así se pasaba uno.
VD: ¿Su papá o su mamá nunca le dijeron que se quedara?
MZ: Bueno ellos, ¿cómo te dijera?, no nos quitaban de que si queríamos ir, que ellos no nos mandaban, que si nosotros queríamos de voluntad ir, pos que fuéramos. A veces sí nos tocaban poquita suerte. Aunque que ganaba uno poco, pero si uno sabe aprovechar lo que trabaja uno, pos sí ayuda uno a sus familiares.
VD: ¿Usted tenía como algún plan para juntar dinero y hacer algo con el dinero o más bien era para ayudar en los gastos diarios?
MZ: Pues sí, era para ayudar, pero ya había un tiempo ya cuando, pos casi la mayoría de las veces, cuando yo empecé a ir, ya no tenía yo papá, nomás mamá. Y ella fue la que, de lo que yo mandaba, para que ella se llevara y para que los hermanos y eso, ella me iba ahorrando aparte. De eso que ella me ahorró, todavía tengo unos terrenos en un pueblo que se llama Zacapu en Michoacán.
VD: ¿Usted compró tierras con eso que ahorró?
MZ: O sea que allí me compró ella un terreno allí mismo en el pueblito donde vivía, me compró un terreno grande. No tan grande, como de treinta de ancho por como por treinta de largo. Y ése, hace poco, como unos diez años lo vendí y compré tres terrenos en ese pueblo de Zacapu. Y esos son los que tengo allí, todavía de ese tiempo que iba yo allá.
VD: Dijo que estuvo por allá.
MZ: Sí, porque como te digo, aunque fuera poco, pero si lo sabía uno guardar o ahorrar, pos sí, porque habíamos unos compañeros que pos no ahorraban y se la pasaban en...
VD: ¿Se lo gastaban todo por allá?
MZ: En otras cosas, sí.
VD: En general, desde Empalme, ¿allí la relación con los otros braceros era buena?, es decir, ¿se ayudaban?
MZ: Sí. Por ejemplo, donde estaba uno rentando, te digo, pa vivir, pos había mucha más gente, porque, vamos a suponer, una casa que tuviera varios cuartitos, pos allí le rentaban a varios, como a unos cuarenta, cincuenta en una casa, y ya pos todos nos conocíamos y allá hacíamos amistad con todos los que íbamos para allá. Como compañeros, pues nos tratábamos, lo mismo del otro lado allá donde nos tocaba a todos del campo, pos ya nos conocíamos y ya era una amistad grande también. Nomás que pos, entre todo eso, también había gente mala de los mismos mexicanos. Pero pos allí buscaba uno sus amistades que en verdad eran amistades sinceras, ¿no? Ya pos la llevaba uno bien.
VD: ¿Tuvo alguna vez una dificultad con alguien?
MZ: Nomás así de palabras con compañeros que eran muy agresivos, muy terribles, pues. Trataban de humillar a la demás gente y ya así, pero nomás de palabra. No llegábamos a los golpes, no. Lo que te dije hace rato, que los mayordomos, o sea, que los dueños de todas las tierras o de todo eso, nunca los conocimos.
VD: Eran como grandes.
MZ: Yo me imagino que le dejaban todo el encargo al mayordomo, al mexicano, que se encargara de todo. Ellos nomás se dedicaban, yo creo, a hacer cuentas de sus cosechas y todo eso, porque pos nunca los conocíamos.
VD: No trataban más que con el mayordomo.
MZ: No, no tratábamos con ellos.
VD: El trabajo que usted hizo allá, señor Miguel, comparado con lo que hacía en México, bueno, me decía que aquí trabaja más a su ritmo.
MZ: Sí, un ritmo más lento.
VD: ¿Qué fue lo que le pareció lo más pesado de lo que hizo?
MZ: Bueno, pues como unas tres cosas. Pos casi todas son pesadas, casi todas, porque el jitomate es una cosa de las más pesadas, pero, o sea, también más sucia, el jitomate. La fresa es muy cansada y todo, pero no se ensucia uno la ropa ni nada, porque va piscando pura fresa limpia allí, no se llena uno como el jitomate. Con el jitomate tanto lo llena la mata, o sea, la planta, como la bola, el jugo de la bola que se despedaza o eso. Y la goma, pos por aquí anda uno con la hierba que a veces están las matas por aquí así y se llena uno todo de goma el pantalón y por acá de lo que se destripa el jitomate. Se me hizo más pesado el jitomate, pero casi con la fresa y el limón y el espárrago es también muy pesado. Pos casi todos los trabajos de allá son pesados.
VD: De lo que había hecho allá, ¿usted conocía alguno de esos trabajos, alguno de esos cultivos?
MZ: No.
VD: ¿Todo fue nuevo?
MZ: No, porque casi todo lo que trabajé allá, casi fue pura pisca de fruta, casi pura fruta.
VD: ¿No le tocaba como acá hacer…?
MZ: No. Y, como te digo, el trabajo del campo aquí, pos trabaja uno a su ritmo y le para uno cuando quiere y ya, pero allá no, allá tiene uno que fregarle uno. Si no trabaja uno allá, no come y aquí, pos si quiere uno trabajar, (risas) siempre come uno.
VD: ¿Usted recuerda, señor Miguel, cuáles eran las quejas más frecuentes entre los braceros cuando estaban allá?
MZ: ¿Quejas como de...?
VD: Pues que se quejara, por ejemplo, del trabajo, de que no era suficiente el salario, o del mayordomo.
MZ: Bueno, hubo ocasión que sí, del trabajo protestamos porque ya, a como lo pagaban, ya no salía. Era la fresa, estábamos en la fresa. Y ya, pos ya se habían piscado muchas veces esos lugares y ya casi no producía la misma cantidad y ya para hacer unas veinte cajas tenía uno que recorrer bastante terreno y pos ya no nos convenía bien. Y una vez no trabajamos allí en el campo, se paró la gente y ya no quiso trabajar hasta que no nos aumentaran.
VD: ¿En dónde fue eso?
MZ: Pues no me acuerdo del lugar, pero fue en California, pero no me acuerdo si fue en Oxnard o en Watsonville. Fue en una parte de ésas donde nos paramos, toda la gente se paró, ya no quiso.
VD: ¿Cómo organizaron eso ustedes?, ¿en las noches se ponían de acuerdo?
MZ: Sí, en las noches nos poníamos de acuerdo, porque también en eso, pos hay personas que se saben defender, saben hablar ante el público, saben defender sus derechos y ya nos empezaban a decir: “¿Saben qué? Vamos a hacer esto porque ya no nos conviene”. Y sí, pos a veces sí lo logramos y ya nos aumentaban un poco más, pero la mayoría de las veces no.
VD: ¿Esa vez pararon un día?
MZ: Paramos nomás unas horas, fue como cinco de la mañana, no, cuando empezamos a piscar, empezamos a piscar como a las ocho o antes de las ocho y nomás hicimos como unas dos, tres cajas cada uno y ya vimos el tiempo que tardamos para hacer tres cajas y: “Ya ven como ya no conviene”. Pos ya nos paramos. “¿Sabe qué? Ya no trabajamos porque nos pagan muy poco y ya no nos conviene”.
VD: Y, ¿ya se habían puesto de acuerdo ustedes?
MZ: Ajá.
VD: Y toda la gente sí. ¿No hubo algunos que quisieran seguir trabajando?
MZ: Bueno, entre toda la gente, había unos que sí seguían trabajando. Ya ve, yo digo que son gente, no sé si en verdad necesitaban mucho el trabajo o el dinero o no sé, pero muchos sí, la mayoría paró, pero muchos no pararon.
VD: ¿Con quién dialogaron?, ¿con el mayordomo?
MZ: Con el mayordomo.
VD: ¿No se enojó él?
MZ: No, no se enojó. Nomás empezó a nombrar a la gente que, por ejemplo, él vio la hora, ya nombró, entre ellos me nombró a mí: “Fulano de tal, en tantas horas, en una hora o en tanto, se piscó tantas cajas”. “Fulano de tal, en tantas horas piscó tantas cajas”. Él se fijaba en que, por ejemplo, yo piscaba en esa cantidad de tiempo, cuatro, cinco cajas, dice: “Todavía les conviene”. Pero no se fijaba la joda que llevaba uno o lo que recorría uno para poder hacer una caja y eso era lo que él no se fijaba. Él nomás dice: “No, pos en tanto tiempo te piscaste tantas cajas”. Pero no se fijaba lo que uno se fregaba, el trabajo que daba para llenarlas, el tramo que recorría uno y luego en lo húmedo y todo el tiempo agachado.
VD: En ese momento se arreglaron con él y, ¿qué les dijo?
MZ: No. Parece que me acuerdo que fue, nos dejó y fue a hablar con el señor o le habló por el teléfono. No me acuerdo si fue en, porque trae camión, trae camionetas, no me acuerdo si fue hasta allá con él o habló por teléfono. Pos no sé qué le diría. El caso es que nos dijo que siguiéramos trabajando, que nos iba a pagar más.
VD: ¿Sí les aumentaron un poco?
MZ: Sí, nos aumentaron un poco, pero pues no me acuerdo de todo eso. Te digo, uno no hace caso de nada de sus papeles y antes estos no sé cómo los guardé, la mica, pero todos los contratos, pos no sé, se me perdieron yo creo, o los tiramos o no sé, mi esposa, no sé.
VD: ¿Allá leía sus contratos, señor Miguel?
MZ: Ni siquiera eso hacía uno, hombre. Bueno, porque muchas cosas vienen en inglés, pero lo que viene en español, pos son nomás casi los datos que les pedían a uno.
VD: Y, ¿nada más les dejaban esta única hojita para ustedes?
MZ: Ajá.
VD: ¿No les daban más información sobre cuánto les iban a pagar la hora ni eso?
MZ: Casi la mayoría de las veces trabajamos por contrato. Pos yo creo cuando a ellos no les convenía, nos daban por horas cuando, por ejemplo, la huerta o el field estaba bueno, nos daban por horas. Cuando estaba muy malo, ya nos daban por contrato. Pos son listos.
VD: Cuando llegaba ahí al centro de contratación, ¿a usted nada más le avisaban qué le tocaba y ya ustedes no podían escoger ni lugar ni nada de eso?
MZ: No, a veces sí daban la oportunidad. O sea que ya lo metían a uno a una parte que se llama La Asociación. Ya llegaba allí toda la gente que se contrataba ese día, llegábamos todos y ya llegaban allí los mayordomos. Llegaban los patrones y llegaban a escoger la gente. Porque hasta eso, lo escogían.
VD: ¡Ah! O sea, ¿no era como iban saliendo?
MZ: No, a veces se quedaban ellos mirando a la gente y: “A ver tú pa acá y tú pa acá”. O a veces, allí gritaba el encargado de allí: “¿Quién quiere ir a piscar el limón?”, o, “¿quién quiere ir a la fresa?”, o, “¿quién quiere ir a la naranja?”. Y ya la gente que le gustaba ese trabajo: “Pos yo voy pa allá”. “Pos órale”. “¿Ahora, quién quiere ir a piscar esto?”. “Pos órale”. Así se iba uno contratando. Casi sí era como que nos daban un poco de chanza de escoger, porque sí gritaban que quién quiere ir a la pisca de esto, quién quiere ir a la de fresa, quién quiere ir a la de tomate y así. Y ya se paraba uno: “Pos yo”. “Órale”.
VD: Y, ¿se acuerda a cuál se iba más gente?
MZ: Pos es que a uno les gusta una cosa y a otros otra, casi era lo mismo. Lo que sí la gente le sacateaba un poco era el algodón. El algodón sí es una friega bien dura.
VD: ¿También le tocó a usted piscar algodón?
MZ: Sí.
VD: ¿En dónde?, ¿en California?
MZ: No, en Texas. Cuando fui a Texas, fue cuando pisqué puro algodón y allí no había ningún otro trabajo nomás que puro algodón. No nos dejaban trabajar temprano porque el algodón está húmedo y entonces pesa mucho.
VD: Ya no les conviene.
MZ: Ya nos les conviene a ellos. A ellos nos les convenía. No nos dejaban trabajar temprano. Cuando lloviznaba tampoco no nos dejaban trabajar ya, porque ya cuando salía el sol, era cuando ya estaba el algodón seco y, ¡órale!, seguir a piscar. Pos no pesaba nada y luego eran unas sacotas que cargaba uno, como de a tres metros la saca, pos sí a llenarlas que por aquí se la cargaba uno, se la fajaba uno aquí o por aquí, por donde uno quisiera, pisque y pisque y metiendo el algodón allí. Ya que iba más llena, la sacudía uno para que se apretara y tardabas en llenar tu saca y luego ibas a pesarla y te pesaba cualquier cosita de libras. Unas treinta, cuarenta libras una sacota llena. Vienes con tu sacota colgando aquí llena de algodón. La pesaban allí, treinta kilos, treinta libras.
VD: Nada.
MZ: Ahí va otra vez a piscarle en el caloronazo. No, caloronazo pero bruto y luego las sacas bien bromosas, porque no pesaba el algodón. Y luego, como el algodón tiene casquillos, o sea, se abre así el capullo, así, se pone el algodón aquí, pero el capullo tiene picos.
VD: Alrededor.
MZ: Ey. Entonces, cuando te ibas bien confiado, te picaba los dedos. Aquí los tengo todos fregados los dedos de aquí. O que te picaba de aquí, ibas a garrar el capullo y te picaba.
VD: ¿No les daban guantes?
MZ: No, para el algodón, no. Para lo que nos daban guantes era para el limón, para la naranja, para eso. Y luego nos daban también unas mangas de lona desde aquí el guante hasta aquí, aquí en las mangas de lona hasta aquí, para la espina.
VD: ¿Para no arañarse?
MZ: Para la espina. Pero la panza la traía uno toda pinta de puras espinadas que se daba uno. Que se estiraba uno a agarrar el limón hasta allá y a jalarlo y le arañaba a uno toda la panza. Cuando se bañaba uno y se veía uno todo cómo estaba todo arañado (risas) desde las piernas hasta acá todo arañado.
VD: Oiga y, por ejemplo, usted que estuvo en dos partes, en California y que estuvo en Texas, además de que el algodón no se lo pagaban tan bien, ¿usted recuerda si había mucha diferencia entre uno y otro lugar?, es decir por ejemplo, en los lugares donde vivían, en el trato que les daban la gente en uno y otro lugar.
MZ: Bueno, en Texas yo vi un poco más mal lo de la atención que nos daban, porque en Texas no teníamos ni baños para bañarse. Allí teníamos un como tipo alberca, pero grande así, como de tres metros, como por seis de larga. Allí la llenaban y allí se metía uno a bañar. No había baños de regadera como acá. Acá sí teníamos baños de regadera por California, pero acá en Texas nos abordábamos nosotros solos. Allí no nos daban.
VD: ¿Usted se tuvo que cocinar?
MZ: Nosotros nos levantábamos desde las cinco para amasar masas de harina, de trigo para hacer tortillas de harina y hacer el guisado y todo y almorzar y luego llevar lonche pa medio día y luego llegar de trabajar y hacer otra vez pa cenar, y a dormir y al otro día igual otra vez.
VD: ¿Usted había cocinado antes o fue la primera vez allá que aprendió a cocinar?
MZ: Pues esa vez fue la primera vez. Sí, porque cuando yo estaba aquí en Michoacán pos no cocinaba. Aquí en México sí fue cuando ya ahora le ayudo a mi esposa a cocinar, pero allá fue la primera vez.
VD: Y, ¿cómo les iba, oiga?
MZ: Pero yo iba con otro señor que ya, de allá del mismo rancho, que él ya había ido muchas veces y él ya sabía cocinar y todo. Yo me hacía el tonto que, me tocó mi cama arriba y él abajo y él se paraba. Yo nomás me asomaba y sí, él ya estaba allí en friega ya haciendo la comida. Ya nomás me gritaba ya cuando ya mero estaba: “Ya párese, mijo”. Me decía mijo, toda la gente creía que era mi papá y no era. “Ya véngase, mijo, a almorzar”. Desde la primera vez me hice yo tonto, ya no le ayudaba casi tanto a hacer de comer. Él hacía de almorzar, ya de cenar sí ya le ayudaba yo a hacer.
VD: Se preparaban ahí.
MZ: Los preparábamos para el medio día y almorzábamos allí de volada, pos ya ve que en la mañana ni hambre tiene uno, pero tiene uno que comer algo. Y luego ya llevábamos para comer allá a medio día, allí abajo del tráiler metíamos el algodón en la sombra para estar allí comiendo un taco allí. Llevábamos agua y todo para ir comiendo en el campo, pues.
VD: ¿Ustedes iban el fin de semana a comprarse su comida?
MZ: Ajá. El sábado en la tarde preparábamos a la una y nos íbamos, o sea sí ya nos pagaban, porque nos pagaban cada semana, cada ocho días.
VD: ¿Le pagaban un cheque o en efectivo?
MZ: Nos pagaban cheque y teníamos que ir al pueblo a cambiar. El mismo mayordomo nos llevaba a cambiar. Dice: “Se aprenden para ir a cambiar, que cambien su cheque”. Y ya de allá traíamos las provisiones para hacernos de comer.
VD: ¿Él los llevaba para allá?
MZ: Él nos llevaba.
VD: ¿En su camioneta?, o, ¿en qué los llevaba?
MZ: Sí, una vez tenían así camiones como estos que le dicen aquí guajoloteros, así de esos. A veces para llevarlos a unos al pueblo.
VD: ¿De qué pueblo a que pueblo le tocaba por allí cerquita?, ¿se acuerda?
MZ: Pos el de Texas se llama Pecos.
VD: En Pecos.
MZ: Pecos, Texas.
VD: En esos días que ustedes iban a las tiendas y a los restaurantes, ¿Cómo era el trato que tenían de la gente de allí, señor?
MZ: Bueno, los tratos en las tiendas, sí eran bien. Sí atendían a uno bien. No le hacían así mala cara ni nada. Pues iba uno a consumir, pos nos tenían que tratar bien de todas maneras. No habíamos que nos hicieran así o que se burlaran de uno así, no, ninguna cosa de esas. En las tiendas, sí nos atendían bien y como también tenía gente mexicana para atender a los mexicanos, porque los dueños pos no saben hablar en español. Entonces, tenían dependientes mexicanos también para atender a la gente mexicana. Ya con ellos trataba uno lo que quería uno y lo que iba uno a pagar y todo.
VD: Y, ¿en los restaurantes, por ejemplo, o en las cantinas?
MZ: También hay gente mexicana de los que despachan, de los que tratan pues a la gente.
VD: ¿A usted no le tocó que lo separaran de los blancos, de la gente como los anglosajones y por otro lado los mexicanos, o los negros?
MZ: No, pos como casi no íbamos mucho a las cantinas, por allá de vez en cuando, pero casi no. Y como la gente que ya había ido diciendo: “No, ahí no nos metamos, porque no nos admiten”, pos ya no nos metíamos, yo ya, si iba con algunos compañeros, ellos decían: “No, ¿saben qué? Allí no nos metamos, porque allí no quieren a los mexicanos, allí”.
VD: ¿Ellos ya sabían?
MZ: Ellos ya sabían dónde.
VD: Pero entonces, ¿sí había esos lugares?
MZ: Sí, sí había.
VD: ¿Nada más ustedes los evitaban?
MZ: Nosotros los evitábamos, pero sí había donde no podían entrar mexicanos, donde no podían también, donde estaban los gringos, no podían entrar de otras razas. Por eso ellos ya sabían y: “No, aquí no podemos entrar. Vámonos más allá”.
VD: ¿Usted cómo se sentía, señor Miguel, cuando veía esas cosas?
MZ: ¿Como cuáles cosas?
VD: Pues que no los dejaban entrar a pesar de que ustedes estaban yendo a trabajar a allá.
MZ: Bueno, pos el hecho de que no dejaran entrar, por ejemplo, a un mexicano a una cantina o a un restaurán, pos sí se sentía uno medio humillado. ¿Por qué no lo dejan a entrar a uno si va uno a pagar igual que cualquier gente que entra? Sí sentía uno, pos como que daba coraje y a la misma vez humillado, porque decíamos: “¿Por qué lo discriminan a uno de no dejarlo meter a ese bar, o a esa cantina, o restaurán, o lo que sea?”. Daba coraje y al mismo se sentía uno pos humillado.
VD: Y además pues ustedes estaban trabajando allá.
MZ: Ey, éramos trabajadores de ellos. Fuimos los que los salvamos de su guerra, los que le hicimos ganar su guerra, porque pos nosotros nos hicimos cargo de todo el campo y ellos pues esquíen sabe dónde estarían, pero ganaron su guerra en ese tiempo.
VD: En general, por ejemplo, pues ustedes estando allá que veían, porque yo pienso que, sobre todo yo creo que en California, la mayoría de los trabajadores que usted veía a su alrededor eran braceros mismos.
MZ: Sí, todos éramos braceros.
VD: Y por ejemplo, ¿qué pensaba la gente de que veían puros mexicanos y aún así no les pagaban lo suficiente?
MZ: Casi éramos puro mexicano. Como había, por ejemplo, los ranchos, por ejemplo, de aquí pa allá era de un ranchero, de aquí pa acá otro. Las cuadrillas de acá de este lado que no eran de nosotros, era puro mexicano también y acá puros mexicanos. No habíamos gente, una que otra gente de, por ejemplo, filipinos, japoneses, también a veces andaban entre los mexicanos trabajando en el campo también, pero casi no. Americanos, eso sí ninguno trabaja en el campo.
VD: O sea, eran casi puros braceros los que ustedes veían.
MZ: Puro bracero.
VD: ¿Se acuerda usted qué decía la gente? ¿Por qué nada más había braceros? ¿Por qué no había gente de allá que quisiera hacer el trabajo? ¿Por qué?
MZ: Pos en realidad nosotros ni preguntamos eso. Como sea se concretaba uno a lo que iba, a trabajar y pos echarle ganas al trabajo para hacer algo, porque pos se iba uno nomás a cotorrear o a hacer algo pa no trabajar, ¿pos qué hacía uno? Se venía uno de regreso a México pos sin nada y, ¿qué caso tenía? Caso tenía estar yendo a gastar y luego a perder el tiempo sin traer nada o gastar su dinero allá y no traer nada para México, no tenía caso. Aunque de todas maneras, no hacía uno mucho, porque como iba uno cada año, por ejemplo, lo que traía uno pos llegaba uno al rancho, pos lo guardaba uno nomás que pa su pasaje del año que seguía. “Yo guardo esto para cuando me vaya”. Y ya lo demás lo gastaba uno por allí en lo que fuera.
VD: O sea que usted desde la primera vez, señor Miguel, regresó con la idea a México de volver el año que entra.
MZ: Sí, así siempre estaba uno con la idea, ya desde que llegaba uno, luego luego apartaba uno su pasaje, lo que gastaba uno y lo que le iba a pagar al coyote, porque todo el tiempo entraba uno con coyote. Ya apartaba uno el dinero. “Esto me alcanza pal coyote y para irme, pal pasaje para irme”. Y ya, lo demás compraba uno lo que necesitaba uno por allí.
VD: Por ejemplo, usted me decía que originalmente el contrato era de cuarenta y cinco días, pero se los iban renovando.
MZ: A veces nos los daban de tres meses, a veces de cuatro meses. Según, yo creo, el ranchero tenía de trabajo, él tanteaba su trabajo en cuánto tiempo se lo podían hacer y él contrataba a su gente, por ejemplo, por cuatro meses. Entonces ya, si él veía que en cuatro meses todavía tenía más trabajo, pos nos renovaba el contrato, o ya si se le acaba su trabajo completamente, ya los mayordomos nos decían: “Muchachos, ya este trabajo se acabó. Ya nomás hay pa ocho días, pero el que guste, si gustan seguir trabajando, se van a ir a La Asociación y allí va a ir más patrones a contratarlos de nuevo, el que quiera. Y el que no quiera, pos si ya quiere regresar a México, pues ya es cosa de ustedes”. “No, pos sí queremos trabajar”. Pos órale, ya nos llevaban allá a entregar a La Asociación y allí iban ya los otros rancheros, los otros patrones. “Quiero tantos”, y órale, otro contrato de otros tres meses y a según así.
VD: O ese mismo le renovaban, ¿verdad?
MZ: Sí, o él mismo nos renovaba. Cuando ya veía que en cuatro meses no se le terminó y todavía tenía trabajo, pos nos renovaban por otros cuatro y así, y luego a veces había chanza de que nos renovaban hasta por dieciocho meses.
VD: ¿Alguna vez le tocó uno así más largo?
MZ: Bueno, esa vez me tocó, pero no quisimos. Pos ya ve que anda uno con la ilusión de que voy a ir a ver a la novia, y que quién sabe qué tanto y a mis papás y a mis hermanos, tiene uno ganas de ver a la familia”.Y por eso a veces ya no se quedaba uno. Pero un contrato de ocho o diez meses se aventaba uno fácil.
VD: Y ya después de eso, ¿usted ya tenía ganas de volver a México?
MZ: Ajá. Volver a México. Entonces, ya de allí otra vez, como te digo, nomás guardaba uno su pasaje y lo que le iba uno a pagar al coyote y otro año, ya nomás desde febrero, ya estaba uno al alba pa cuando estuviera apuntando el señor, luego luego, ser de los primeros, luego luego se iba uno de los primeros.
VD: Mientras estaba en el rancho, ¿volvía a trabajar en el rancho?
MZ: En el campo. En lo que había allí. Bueno, las tierras que tenía pos eran de mi papá allá, ya en lo que él faltó, se le quedaron a mi mamá. Allí están ellos, son los que están en este lado, allá en el retrato de la esquina. Mi mamá es la del medio, mi papá de este lado y yo que estoy de policía. Es que yo todo el tiempo he trabajado de policía, o sea de uniformado. Allí, cuando estoy uniformado, allí trabajé este, en el Lecumberri. Trabajé en el Lecumberri diez años como vigilante.
VD: No me diga, ¿usted estaba allí cuando era cárcel?
MZ: Cuando era cárcel la Lecumberri. Diez años duré allí como vigilante, pues.
VD: Bueno, se fue muy jovencito, se fue allá desde los diecinueve. Que fue en el año, ¿cuál fue su primer contrato?
MZ: Bueno, pues no me acuerdo si jue el [19]55, pero nomás tengo el del [19]56.
VD: Entonces, en el [19]55, se fue usted pues muy joven y hasta el [19]64. O sea que se fue casi diez años.
MZ: Casi ya mero, como nueve años, diez años.
VD: Entonces dice que se iba cada año.
MZ: Sí. Cada año casi sin faltar. Sin faltar desde la fecha que empecé a ir, no falté ni un año. Todos los años iba.
VD: Y me dice que en el [19]60 se casó.
MZ: En el [19]60 ya me casé y era cuando, te digo, que ya más le dolía a uno dejar la familia, a los niños chiquitos. Ya tenía uno cuando fui de casado la primera vez y luego ya después que fui la segunda, ya tenía dos y pos sí era más dolor dejar a la esposa, dejar a los niños y el papá, la mamá y los hermanos, de todo se sentía uno. De todo sentía uno feo dejarlos, pero al mismo tiempo por ir con la esperanza de ganar para ayudarlos, para sostenerlos, pos con todo y dolor se iba uno.
VD: ¿Su esposa qué le decía?
MZ: Pos se quedaba nomás llorando. O sea que no decía nada porque pos ella sabía a lo que iba uno, a buscar para sostenerlos allí mismos y lo único que hacían pos era llorar. Y ya después que ya sabían que ya había pasado uno, que ya estaba uno allá y que ya les escribía uno, porque en ese tiempo no hablaba uno por teléfono.
VD: Cartas y así.
MZ: Pura carta. Ya llegaban las primeras cartas acá, pos ya les daba gusto. Ya nos contestaban y así estábamos con pura carta.
VD: ¿Sí recibía todas sus cartas allá?
MZ: Ahora ya no, pos ahora ya no hay cartas, ya nomás puro teléfono.
VD: Entonces usted se escribía con ella.
MZ: Ey.
VD: En ese tiempo supongo que le mandaba para acá a ella.
MZ: Sí, pues yo en cuanto empezaba a ganar, luego luego le giraba los cheques para acá, para ellos. Poco, como te digo que ganábamos poco. Como juntaba lo de un mes, se lo mandaba o a veces más pronto del mes.
VD: Y, ¿sí le alcanzaba para mandar y además quedarse usted con algo?
MZ: Sí, yo todavía me quedaba con algo. O sea que no lo mandaba todo para quedarme [algo]. También iba juntando también para ya cuando me fuera no ir sin dinero. Le estaba mandando nomás lo necesario, porque pos de todas maneras anteriormente era la vida más fácil. Ahora está más duro. Yo todavía me acuerdo cuando vine aquí a México, ya nomás trabajaba yo y ya tenía mucha la familia y me alcanzaba a mantener y mi esposa no trabajaba y nos manteníamos bien. Hoy estoy viendo que necesitan trabajar los dos y todavía a veces ni pueden. Como yo, pos ya cuántos años tengo trabajando aquí el Gobierno, treinta y seis años y gano cualquier cosa. Mi sueldo base es como de $1,500 a la quincena, $1,511 pesos. Después de treinta y seis años, si me jubilo, me dan como tres mil y feriecita al mes, pos no me alcanza. Por eso no me he jubilado y ya estoy grande y no me he jubilado por lo mismo.
VD: En aquellos años, yo me imagino, en el campo pues también era duro.
MZ: Ey.
VD: Pues por eso buscaba la gente, entonces, contratos para allá.
MZ: Y como te digo, era casi puro trabajo del campo. Los braceros iban al puro campo, casi raro era el que se buscaba por allí una chamba o le daban una chamba por medio de amistades en algún restaurán o en otras cosas. Pero casi en ese tiempo puro campo era, puro campo.
VD: En el trabajo que hizo allá, en el tiempo que estuvo contratado, señor Miguel, ¿nunca necesitó usted atención médica? ¿Nunca hubo algún accidente?
MZ: No. Nunca ocupé el seguro yo para nada, para nada. Te digo, las veces que andaba malo, como cuando nos purgaban, era, el mismo mayordomo ya nos llevaba el tónico para estarle dando a cada quien su cucharada. Pos ya sabían ellos que con eso se controlaba uno, yo creo porque con eso nos componíamos rápido, pero de allí en adelante no lo ocupé yo para nada el seguro, para nada.
VD: ¿Nunca necesitó ir al médico?
MZ: No, nunca necesité ir al médico.
VD: Y por ejemplo, las veces que llegaban a tener, pues no sé si en su campo o en algunos de los campos, ¿alguna vez hubo algún problema más grave con el mayordomo o entre ustedes que necesitaran, por ejemplo, el cónsul?
MZ: Pos no, no sé, te digo, si estaría uno muy cerrado o no sé, pos porque también habían unas oportunidades de migrarse uno, porque había unas oficinas que, con las letras en español, decían: “El que quiera emigrarse aquí se atiende. Traiga sus papeles”. Ya les especificaba allí mismo con letras, los papeles que necesitaba uno para emigrarse. Y la misma gente mexicana nos decía: “No sean tarugos, los quieren para la guerra”, y lo espantaban a uno. “Pos pa eso quieren emigrados”, dice, “para mandarlos a la guerra”. Y tenía uno miedo de emigrarse, pero había facilidad de emigrarse uno.
VD: ¿Por eso no se animó usted?
MZ: Pos por eso no, porque pos en ese tiempo estaba uno, ¿cómo te dijera?, más joven, pues como menos experto que estaba uno nomás y se dejaba uno guiar por la gente que ya era más grande. “No, nos quieren pa la guerra”, y pos nadie le entraba, porque creía uno que sí era cierto que era pa la guerra. Y yo digo, si se hubiera uno animado, pos ya tuviera uno emigrado desde cuandísimo. Ya hasta se hubiera uno jubilado, yo creo.
VD: Una pensión.
MZ: Pos sí, una pensión.
VD: En este tiempo o incluso antes, bueno antes no, porque estaba usted muy joven, se fue muy joven, pero, ¿nunca le dieron ganas de irse de mojado, de irse sin papeles para allá?
MZ: No, nunca me dieron ganas. Bueno, porque te digo, cuando ya se acabó la contratación, ya fue cuando vine para acá para México y casi desde que llegué encontré este trabajo y ya se me quitó el brete de Estados Unidos. Un tiempo sí, pero todavía no trabajaba aquí en México, quise emigrarme. Metimos los papeles, sacamos pasaporte, pero en ese tiempo llegó otra ley de Estados Unidos que era una fórmula, quién sabe qué fórmula inventó el Gobierno de allá y ya con eso estaba más difícil emigrarse. Después de que no quise allá, después sí me quise emigrar, pero ya no se pudo. Ya por esa cláusula que sacaron ellos ya, ya no se pudo. Pero era una fórmula con números, pero no me acuerdo qué números eran y ya se nos puso más difícil y ya habíamos sacado el pasaporte. El pasaporte hasta la fecha por ahí lo tengo y ya no se pudo.
VD: ¿Eso sí ya fue más reciente?
MZ: No, pero sí hace mucho tiempo todavía. Todavía no venía yo a México. Pos casi fue cuando, en las últimas veces que estuve yendo a Estados Unidos, fue cuando traté de emigrarme ya.
VD: ¿Todavía como bracero?
MZ: Sí, todavía estaba como bracero cuando andaba allá en eso de que me quería emigrar.
VD: Y ya no pudo arreglar.
MZ: Ya no se pudo, ya no pudimos arreglar y ya se me quedó el brete de Estados Unidos. Ya entré aquí y ya se voló la cosa. Todavía intenté en, no me acuerdo en qué fecha fue, pero fue como el [19]70, por allí creo fue que quise irme al otro lado también. Me vendieron unos papeles con otro nombre, un acta de nacimiento y la de bautismo. Y pos no me animé a pasar porque también un tío que está allá en la frontera, o está más bien al otro lado, me espantó también que porque: “Te vas a meter con estos papeles, te van a agarrar La Migración. Te van a hacer preguntas en inglés y no vas a contestar y te van a agarrar en curva y te van a decir que traes los papeles chuecos y te van a meter a la cárcel”. Bueno, me espantó también. Hasta la fecha allí tengo los papeles esos. Pero ya nunca quise utilizarlos porque dicen que me hacen palabras en inglés, por ejemplo, los presento en la frontera con el otro nombre que no es mío y como soy nacido de allá, me van a preguntar en inglés preguntas y, ¿qué vas a hacer? “Si usted es nacido acá y no sabe inglés, entonces, ¿cómo está la cosa?”. Dice: “Te van a dar en curva y a lo mejor hasta te meten a la cárcel”. Pos me espantaron todo y ya no los utilicé y allí están todavía los papeles, por allí los tengo, el acta de nacimiento y la de bautismo.
VD: Y del tiempo en el que estaba usted allá contratado, ¿alguna vez se le ocurrió desertar e irse a buscar otro trabajo?
MZ: Pos en una ocasión sí intentamos con otro muchacho y ya nos estábamos poniendo de acuerdo para desertarnos ya cuando casi ya no había trabajo, desertarnos e irnos a otro campo o a ver a dónde íbamos a buscar otro trabajo. Cuando no nos queríamos venir para México y que ya el patrón nos iba a echar, pensábamos en desertarnos e irnos a buscar otro trabajo. Pero no se llevó a cabo y ya mejor no nos animamos y ya allí quedó.
VD: ¿Por qué no se animó?, ¿se acuerda?
MZ: Pos por lo mismo de que también, te digo, que la gente que ya sabía más, empiezan a decirle a uno: “Pos, ¿a dónde van a ir? y esto”, y que, “¿no saben a dónde van a ir o a pedir trabajo, o cómo le van a hacer? Y, ¿si no los aceptan?, ¿si los reportan? Y ya usted hizo un desertor, les va a ir mal”. Bueno, lo empiezan uno a asustar de varias formas y pos como que no se anima uno.
VD: ¿Por La Migración?
MZ: Por La Migración. Sí, porque así como estamos contratados, a veces que íbamos al pueblo, a veces nos entrevistaban los emigrantes, los de La Emigración. Yo creo lo veían a uno medio sospechosillo, o que si andaba uno medio tomado. Y ya nos interrogaban y ya sabían que éramos contratados y ya no nos hacían nada. Al contrario, a veces si andaba alguno tomado, lo llevaban a su campo.
VD: ¿Les pedían su mica de identificación?
MZ: Sí, porque siempre que íbamos al pueblo, nos decía el mayordomo: “Carguen sus papeles. Carguen su mica pa que no tengan problemas”. Y siempre la cargábamos cuando íbamos al pueblo o a veces nos resbalábamos por una cantinilla y allí teníamos nuestros pasajes.
VD: Y ya con eso La Migración...
MZ: Ya con eso ya no nos decían nada.
VD: Pues no sé si en alguno otro que haya estado allá, que les haya dicho que otros trabajos eran mejor pagados que el del campo, por ejemplo, que se fueran a una ciudad a trabajar.
MZ: Sí nos platicaban que había trabajos más bien pagados y no tan matados como en el campo, pero para eso, pos necesitaríamos pues desertarnos como dices tú, que nos desatáramos para ir a buscarlo o tener familiares. En ese tiempo no tenía uno casi familiares también por allá, o amistades. Yo tenía en ese tiempo a unos primos, pero pos como nunca nos frecuentamos, nunca nos conocíamos, pos si hasta la fecha no nos conocemos con esos primos. Son de un hermano de mi papá que se emigró desde que estaba también joven y ya allá tuvo sus hijos y todo. Pos no nos conocemos. Por eso no trataba uno de desertar y pedir ayuda con un pariente o algo. Ahora sí, pos ya tiene uno bastante parientes allá. Tengo allá emigrados son dos hermanos y todos sus hijos de ellos y dos hijos que tengo acá en Chicago, los que te digo que trabajan en el campo. Ellos tampoco no quieren estar allá en Estados Unidos, ellos van su temporada y se vienen. Igual, como cuando yo iba en aquel tiempo contratado, ellos ahora se van, pero como ya están emigrados, ellos pasan a la hora que quieren. Pero, nomás van y trabajan la temporada del trabajo, son como diez meses. Se vienen, duran aquí dos meses o tres y se vuelven a ir.
VD: ¿Tienen tarjeta de trabajo?
MZ: Tienen sus papeles ya de emigrados. Por eso pos ya la salida y entrada no se les dificultan ni los detienen tampoco. Lo que no se quieren hacer, son ciudadanos, porque ya siendo ciudadanos, ya nos los dejan salir como quiera. Ya siendo ciudadano, ya tiene que pedir un permiso para venir a México. Y así como están ellos nomás emigrados pueden salir a lo que quieran, y por ejemplo, en el trabajo tampoco no les pueden dar permiso de venir cuando quieran ya siendo ciudadano. Porque cuando se hace ciudadano, creo los hacen que aprendan un curso en inglés, creo. Se los preguntan en inglés y ya que ya lo sepan, ya los hacen ciudadanos como nacidos de allá, como si fueran americanos, pues.
VD: Y ahorita siguen con su tarjeta de residentes.
MZ: Eso es con los que ellos están yendo y viniendo.
VD: Entonces cuando usted se fue para allá, pues, ¿no tenía parientes ni nadie que...?
MZ: Allá al otro lado no.
VD: Y, ¿qué le pareció?, o sea, pues ya cuando pudo ir a alguna ciudad, ¿eso era como usted se imaginaba, señor Miguel? O, ¿cómo se imaginaba que iba a ser Estados Unidos?
MZ: Bueno, pos ya cuando uno ya estaba allá del otro lado, pos sí veía uno las cosas más distintas que acá, porque entraba, por ejemplo, uno a una tienda grande como las de aquí y todo eso. Por ejemplo, afuera un calorón y ya entrábamos a la tienda y bien fresco, bien a todo dar en las tiendas, todo bien, pos muy moderno a lo que uno está impuesto a ver y pos muchas cosas que veíamos unos diferentes, pues ya le gustaba a uno. Aquí está más bonita que allá y todo eso. Estaba muy diferente aquí y allá, pero lo que no estaba uno a gusto por no ver uno a sus familiares, por las friegas del trabajo que se llevaba uno, por los bordes que a veces nos daban y que no nos servían mucho y pos estaba uno desagusto un poco. Pero sí, ya yendo hacia el pueblo, sí ya era muy distinta la cosa, pero ya de allí del pueblo, como te digo, iba y regresaba uno a su lugar donde estaba y pos ya se sentía uno como preso, pos nomás a puro trabajar y dormir y trabajar y dormir.
VD: ¿Cómo eran los lugares donde ustedes vivían, señor Miguel?
MZ: Pos era una cosa como, ¿cómo te dijera?, pos ellos le nombraban barraca. Por ejemplo, tapaba aquí una barda como unos veinte metros para allá y como cuarenta para allá o más, más grandes, nomás pavimentados así de cemento abajo o de madera y allí las literas que te digo, como unas cuarenta literas por acá, como cincuenta y por allá otras. Cabíamos más de cien en cada barraca y ya de allí, ese campo tenía su barraca pues, y teníamos cada quien su cama para dormir y todo y tenía su comedor y sus baños, uno para el baño y para bañarse. Pero de todas maneras, como quiera que hubiera sido, no estaba uno muy a gusto por eso de la comida y por las friegas que se llevaba uno y luego lo mal pagado, eso era lo peor. Y luego todavía de allí, pos nos quitaban, por ejemplo, si yo ganara, vamos a suponer, que ganara $300 dólares ó $200 a la semana, de allí me quitaban $20, si ganaba $200, me daban $180. Si ganaba $300, me quitaban $30. Así nos iban quitando el diez por ciento y pos allí casi era lo que uno ganaba en ese tiempo, $150, $140, $180, $200 cuando te digo que los fields estaban buenos, por ejemplo, la fresa, el jitomate, el limón, que las huertas estaban buenas, sí sacaba uno más. Unos $300 dólares a veces a la semana, pero la mayoría de las veces $180, $190, ó $220 era lo más que llegaba uno a ganar cuando las huertas están buenas. Pero cuando no servían, sacaba uno cualquier cosa y bien fregado y nada de acá. Y cuando la huerta estaba buena, o el field, que es de la fresa, estaba bien buena, pos no trabaja uno mucho y ganaba más, porque de cualquier pedacito de sur pos sacabas tantas cajas y ya no recorrías tanta tierra y tanto lugar agachado, agachado. En la fresa carga uno un carrito de madera así con la caja puesta allí, lo vas empujando, piscando y echándole y ya lo vuelves a recorrer. Todo el día agachado, todo el santo día y el calorón que te tiene, uy, ¡hijo de la fregada!, con su sombrerito agachado no, ahí todo... (risas)
VD: Y, ¿eso para que le saliera apenas?
MZ: Ey, nombre, nomás vieras.
VD: Entonces, cuando le pagaban cada semana, ¿se iba al pueblo a comprar?
MZ: Bueno, cada sábado el mayordomo ya tenía, yo creo, como órdenes del patrón, ¿no? Me imagino porque luego luego decía cuando cobramos: “Todo el que quiera ir al pueblo a cambiar su cheque, a tales horas voy a salir allí para llevarlos allá al pueblo”. Muchos no iban porque muchos a veces guardábamos los cheques. “No, ahora yo no voy”, guardaba el cheque y ya cuando uno ya tenía como unos tres cheques o cuatro, ya...
VD: ¿Los iba a cambiar?
MZ: A veces sí o a veces nos llevaba al cine el que quiera ir.
VD: ¿Eso era en California?
MZ: En California, porque no, acá en Texas, no. Allí en Texas sí duré poco, creo fueron nomás como cuatro meses o cinco meses por allí, porque se acabó la pisca, pos ya no servía el algodón y pos ya no convenía. Allí fue donde duré más poco, en Texas. Lo que no me acuerdo si fue la última vez o no me acuerdo cuándo fue, pos ni me acuerdo por qué me fui pa Texas.
VD: Que lo mandaron, ¿le tocó para ese lado?
MZ: No, yo fui directamente a contratarme allá. No fui al Empalme, sino fuimos acá. Según que las pláticas, ¿no?, que el algodón, que saca uno más dinero y que la fregada.
VD: ¿Eso le decían?
MZ: Pos era la gente que sabía, pues, ¿no? “Pos vamos a jalar pues pa Texas”. No, hombre, traen unas jodas y no saca uno casi nada. Te digo que se enfermaba uno, porque, bueno, no me he enfermado yo, porque yo agarré la costumbre de cargar mi saco por aquí arrastrando ya cuando venía más pesada y yo como no la jalaba, yo la jalaba así con el cuerpo.
VD: Ah, la iba jalando. Se la llevaba entre las piernas y la jalaba.
MZ: Sí, y yo la jalaba con las piernas, con el cuerpo. O sea que después llegó el día en que me dolía todo aquí. O sea, me dolía todo, pero ya dejé de jalarla con esto y ya se me quitó, ya metía las manos y jalaba con las manos.
VD: Hay que saber, si no se lastima.
MZ: Sí, se lastima uno. Yo me lastimé, por eso fue, pero no ocupé el seguro. Así dejé de jalarla, así nomás la jalaba ya con la mano y ya no me dolió nada.
VD: Oiga, señor Miguel y el tiempo libre que tenían el sábado en la tarde o el domingo, ¿qué hacía?
MZ: Pos el domingo a veces era cuando nos, pos los domingos, en todos los tiempos que eran los domingos los utilizábamos pa lavarlos, pa lavar la ropa desde el sábado en la tarde, a veces cuando ya no íbamos al pueblo, ya nos ocupábamos en lavar la ropa, los pantalones que te digo que se paraban, esos teníamos que lavarlos. Todo el domingo nos la pasábamos lavando ropa todos. Toda la gente iba a lavar ropa.
VD: ¿Había lavaderos?
MZ: Pos sí nos tenían hartos lavaderos. Y a veces cuando había muchos, pos esperábamos que se quitara uno pa lavar el otro y así. El domingo en eso lo utilizábamos, en lavarlos.
VD: ¿Salían al pueblo?
MZ: Sí, pos nomás para cambiar el cheque.
VD: Pero no iban, por ejemplo, ¿que fueran al cine?
MZ: Sí, a veces sí nos llevaba el mayordomo al cine. “El que quiera ir al cine, vámonos pa llevarlo al cine”. Pues ya varios íbamos, depende de las películas. Él mismo nos decía las películas, cuáles iban a pasar en el cine. “Si les gustan, vamos”. “Órale”. Muchos: “Pos sí vamos”. Y muchos: “No”, y así.
VD: ¿Eran películas en español?
MZ: Ey, en español. Sí, cuando eran en español era cuando íbamos o cuando eran así de americanas, pero de acción, sí, de guerra y eso que le gusta a uno. Pero no siempre, de vez en cuando era cuando íbamos.
VD: Que se iban allá al cine.
MZ: Al cine o...
VD: Y, ¿alguna otra cosa que hicieran? ¿Alguna vez le tocó, por ejemplo, allá el 16 de Septiembre?
MZ: Sí.
VD: Y, ¿se acuerda?
MZ: No, pos todos los años. Todos los años me tocaba allá esa temporada, siempre.
VD: Y, ¿qué hacían, señor Miguel, ese día?
MZ: Pos, ¿qué hacíamos? Nada, porque pos, por ejemplo, si caía entre semana, pos andábamos trabajando. Lo trabajábamos, como allá no se guarda ese día, lo trabajábamos. Pos creo que ni aquí se guarda o, ¿sí? Ah, sí, ¿verdad? El 16, ¿verdad? El 15 no, pero el 16 sí.
VD: Sí.
MZ: Sí, no, pos nos lo pasábamos trabajando, porque pos allá no se guarda y nomás nos acordábamos de cómo andarán acá en México y cosas así.
VD: Celebrando.
MZ: Celebrando, sí.
VD: Y, ¿en los pueblos de allá donde había mexicanos, nunca hicieron alguna fiesta o que los invitaran?
MZ: Bueno, la cosa es que casi nunca salimos así a fiestas así que alguien nos invitara. Así casi no salía uno. Pos en verdad casi no salíamos, porque mientras de que no nos llevara el mayordomo, pos no salíamos. No conocía uno cómo llegar, cómo irse en camión. No sabía uno nada de eso, por eso casi no salíamos.
VD: Se quedaban en el campo.
MZ: Se quedaba uno en el campo a lavar su ropa o lo que fuera, si había chance, o a escribir las cartas para acá, para México.
VD: ¿Algunas amistades que hiciera usted con gente de allá, algunos otros trabajadores o gente de allí?
MZ: Pos nada más con los mismos mexicanos, pero de otros estados. Por ejemplo, yo hice muy buenas amistades con unos muchachos de Guanajuato.
VD: ¿Mismos braceros?
MZ: Sí, de Jalisco, de muchas partes, de Guerrero. Se juntaba uno en el mismo campo y ya hacía mucha amistad con muchos de distintos estados. Con decirle que en una ocasión, que ya nos venimos para México, estuvimos como diez meses juntos con los de Guanajuato, nos llevábamos muy bien. En las tardes ellos sabían tocar guitarra y ahí nos poníamos a cantar con ellos. Y ya cuando nos venimos, nos desapartamos en Guadalajara y allí hasta se soltaron llorando ellos y ya hasta yo también. O sea que sí hicimos muy buena amistad con ellos y duramos diez meses juntos y todo el tiempo estábamos juntos allí.
VD: ¿Ya después no los volvió a ver?
MZ: Después ya nos los volví a ver. Ahora, cuando fuimos el día que hicimos el plantón aquí en la cámara y yo procuraba, pues ya ves que tanta gente que va de mi edad, pos casi pura tercera edad y yo me quedaba mirando a toda la gente que venía de allá con sombreros a ver si conozco a alguien de aquellos. Ya ves que vinieron también de Guanajuato y donde quiera. Y yo me quedaba pues mirando a toda la gente a ver si conocía alguno. No, pero fue muy difícil, no.
VD: Pues es que tanta gente que fue.
MZ: Ey, y luego tantos años que ya no nos vemos. Ya duramos bastante en vernos. O sea que ya nunca nos volvimos a ver.
VD: Y, ¿con gente de allá no?
MZ: No, con gente de allá no. Al contrario, en ese tiempo los que ya eran emigrados, no nos querían, los que ya estaban emigrados, porque decían que nosotros les íbamos a quitar el trabajo a ellos. En una ocasión tuvimos problemas en una cantina con la gente esa que ya era emigrada y nos querían humillar a los braceros.
VD: ¿Qué les decían?
MZ: Adentro de la cantina se hizo un pleito grande con los braceros y con la gente emigrada a botellazos adentro de la cantina. No, un corredero pa donde quiera, llegábamos a escondernos porque ya llegó la Policía. Ya andaba un corredero pa donde quiera y ya nosotros nos fuimos al carro de donde veníamos y ya nos llevó el mayordomo, porque él no se andaba con nosotros. Él nomás nos llevaba y nos decía: “A tales horas paso por ustedes aquí”.
VD: Ya los recogía.
MZ: Ey. Ya estuvimos por allá escondidos hasta que pasó y ya nos fuimos. No alcanzamos nosotros botellazos ni nada, pero sí muchos ahí se descalabraron allí. Pues empezó las riñas por lo mismo de que estaba allí el calor de las copas y todo eso. Hizo el pleito en esa cantina, en esa ocasión y un corredero pa donde quiera.
VD: Pero, o sea, ¿el pleito empezaba porque ellos los molestaban o porque los braceros también?
MZ: No, empezaban a humillar los emigrados a echarle habladas allí en la cantina y ya se empezaban a contrapuntear y ya que se hace la bronca ese día, esa noche. Más bien fue en la noche, porque nos íbamos en la mera tarde y ya se nos hacía noche y ya nos traía como hasta la diez de la noche. Pero no se sentía uno como con gusto aquí que vayas al centro. “Voy al centro”, o, “voy a una fiesta”, a tal parte y así, allá no sentía uno con gusto a salir al pueblo, vamos a tal parte, vamos a esto, vamos al otro. Pos sentía uno a veces ganas de salir, porque pos cansado del trabajo y: “Pos vamos a gastar”. Y bueno, pos allí: “No, ahora no voy”. Muchos no salíamos y de repente sí íbamos y así. A veces con los amigos que te digo, nos poníamos de acuerdo. “¿Qué?, ¿vamos el sábado al cine?”. Pos ya si opinábamos todos que sí, pos órale, ya desde el jueves nos íbamos, pero si no: “No, ahora no vayamos”. “Pues no vayamos, pues”.
VD: ¿Allí en el campo que se quedaba, jugaban cartas?
MZ: Allí, o sea, varios los que les gustaban jugar, jugaban bastantes. Eso era todos los sábados que cobraban, cambiaban su cheque y órale. Unos se quedaban sin dinero, otros los ganaban y otros ganaban y era un relajo. A mí no me gustó jugar por lo mismo que también había problemillas por eso, por lo del juego. También se llegaron a pelear allí así a manazos allí nomás por lo mismo de la baraja, los mismos braceros, pues.
VD: Tenían pleito.
MZ: Ajá.
VD: Oiga, señor Miguel y estando por allá, ¿qué era lo que más echaba de menos usted en México? Fíjese que la última parte no se grabó, pero lo demás estaba grabando muy bien. Nada más quién sabe qué pasaría. ¿Sabe dónde se paró?, cuando le preguntaba yo que qué echaba más de menos que me decía usted de la familia.
MZ: Ajá.
VD: ¿Qué era lo que extrañaba?
MZ: ¿Ahorita otra vez está grabando?
VD: Sí, esto sí.
MZ: ¿Eso no se grabó?
VD: No. Fíjese que eso fue lo que no. Ya esto sí está bien, quién sabe qué le pasó. Sí, justo le iba yo a preguntar de esto que me decía que lo que más echaba de menos era la familia y andar libre.
MZ: Sentirse uno pues libre.
VD: Que puede andar caminado y...
MZ: Salir con confianza y acá aunque estaba uno contratado no salía uno con confianza. Salir uno nomás por salir uno solo, nunca se anima uno a salir.
VD: ¿Por qué, señor Miguel?
MZ: Pos porque, en primer lugar, no tenía uno para moverse, carro o no sabía uno qué carro agarrar pal pueblo o qué carro lo regresaba uno.
VD: Y, ¿el mayordomo no les ayudaba con eso?, ¿no les decía: “Así te puedes ir”?
MZ: O sea que los mayordomos también a veces nos aconsejaban que no saliéramos solos que porque en los pueblos había pandillas de esas malas y que nos podían agarrar si nos veían solos, nos pueden agarrar, nos pueden hacer algo. “Por eso yo les digo que cuando quieran ir al pueblo, yo los llevo”. Por eso era lo que no salía uno. Y luego a veces se agarraba muy lejos el pueblo de los campos donde estábamos, agarrábamos muy lejísimos y no sabía uno qué camión agarrar para que lo dejara a uno cercas del campo, uno no sabía nada de eso. Y los mayordomos pos por eso no nos decían nada, porque pos no querían que saliéramos solos, porque el patrón nos tiene bajo su cargo. Una cosa que le pasara a un bracero, pos el patrón tenía que pagar y todo eso. Yo creo por eso era por lo que no nos dejaban salir pa ningún lado. No era que no nos dejaban, era que nos aconsejaban.
VD: Que no se fueran solos.
MZ: Que no saliéramos solos, ey. Pos así estábamos.
VD: Cuando era de grupos, ya él los llevaba.
MZ: Él los llevaba y por lo regular pos todos los sábados era cuando nos llevaba para que el que quisiera cambiar su cheque, porque nos pagaban cada ocho días y él ya nos explicaba desde que cobrábamos: “El que quiera ir a cambiar su cheque ahora, a tales horas los llevo”. Y ya los que querían cambiarlos luego luego, pos se iban. Si quiere uno cambiarlo cada ocho días o nomás juntaban unos tres o a según.
VD: Y ya todos juntos.
MZ: O sea que podía, cuando ya uno iba a enviar para México, pos ya a la familia, juntaba, por ejemplo, uno los tres cheques y ya ese día ya lo llevaba al pueblo. Ya los tres cheques ya los metía uno pa mandarlos pa acá.
VD: ¿Cómo los mandaba?
MZ: Pos no me acuerdo ni cómo hacía, el mayordomo era el que nos hacía todo allí. Ya cuando nos llevaba allá, uno llevaba allí, entregaba uno el dinero en las oficinas donde hacían su cheque, allí ya lo enviaban ellos mismos. Ellos mismos lo enviaban para allá pa México.
VD: Y ya usted después, ¿a su esposa le escribía o a su familia?
MZ: Ya nomás nos daban un talón de lo que poníamos. Por ejemplo, si mandaba $500 dólares, ya me daban un cheque por la cantidad o un talón del cheque que se mandó. En caso que no lo recogieran allá, escribieran pa acá que no habían recibido el cheque, ya se reclamaba acá.
VD: ¿Nunca tuvo problemas de que no llegaran o algo?
MZ: No, de esa índole no tuvimos problemas. Todo el tiempo que mandamos, llegó, no hubo problemas.
VD: Y, ¿le llegaba aquí a su esposa?
MZ: Ajá.
VD: Y me decía, señor Miguel, pues comparando la vida de los dos países cuando usted estaba allá, ¿sí le hubiera gustado tener una vida allá con su familia?
MZ: Pues yo digo que sí por el motivo de que acá en México, pos yo, en primer lugar, no tenía tierras propias. La única que había era de mi mamá y yo pos, ¿en qué la hacía? Acá en México, cuando estaba en la provincia, viviendo allá en la provincia, pos en qué la hacía yo allá sin tierra y sin trabajo fijo, como aquí que agarra uno un trabajito, aunque sea poco y allí pos, ¿en dónde trabajaba? Por eso, en ese tiempo sí me hubiera gustado irme allá con la familia, con toda la familia. Hoy que ya estoy aquí en México trabajando, ya no me gustaría irme allá, ni con la familia ya.
VD: ¿Por qué ya no, señor Miguel?
MZ: Pos ya no. En primer lugar, porque pos yo creo a lo mejor a mí ya no me dan trabajo. Ya no voy a estar a gusto allá sin trabajar, porque pos no sé, como todo el tiempo he trabajado, no me siento a gusto sin trabajar. Como orita aquí estoy de vacaciones yo y estoy a veces renegando todo el día aquí en la casa, me pongo a hacer cualquier cosa. Les digo a las mujeres: “A mí déjenme la tarea de, yo barro todo el patio y en la calle y les doy de comer a unos pájaros que tiene allá y luego me voy a llevar a los muchachos a la escuela”, digo, “déjenme a mí a llevar la tarea de llevarlos a la escuela y traerlos y pa no sentirme aquí nomás tan maniado [maniatado] en la casa”. Tengo que hacer algo para poder estar a gusto.
VD: Pero, ¿por lo demás sí le hubiera gustado?
MZ: Bueno, cuando digo que allá en provincia no había nada, sí me hubiera gustado estar allá, porque pos allá iba a tener trabajo o lo que fuera, para estar viviendo, pero ya que agarré el trabajo de aquí de México aunque sea poco, pero ya no me gustaría irme a vivir allá con toda la familia. Ya no me gustaría. Sí, te digo, los hijos que tengo allá no quieren irse con la familia para vivir allá no quieren.
VD: ¿Por qué? ¿Qué dicen?
MZ: Pos, no sé, ellos no sé. Ellos quieren allá a trabajar y le mandan a su esposa. Les están mandando para que vivan y luego ya traen algo de dinerito y ya. Y así se van cada año y así ya estoy yo orita ya. A estas alturas ya no me gustaría irme a vivir allá aunque tuviera facilidad. A lo mejor ahora con esto que se nos concede que nos den algo, que la pensión y que visa o no sé qué más, que hubiera chance de irme a vivir allá, yo creo que no me iba.
VD: ¿De visita sí le gustaría ir?
MZ: De visita a lo mejor, pero pos yo creo que tampoco, porque pos la familia que tengo allá, pos ya tenemos muchos años que no nos vemos tampoco. No sé ellos ni cómo estarán. Ellos ya tienen allá viviendo muchos años. Ya tienen allá sus casas, tienen sus familias, tienen todo allá, ellos ya. Y pos yo ya a estas alturas ya no me animaría. Ya ni con la visa, si me dan la visa allí, pos a veces le digo yo a los compañeros ahora que según que nos van a dar visa: “Yo en verdad la visa ni la quisiera”, le digo, “pos si nos dan dinero y nos pensionan, pos a poco vas a querer visa pa irlo a gastar allá mismo. No tiene caso. Cada que vayas a Estados Unidos tienes que gastar el dinero allá, tienes que ir a gastar el dinero. El mismo dinero que te va a dar Estados Unidos, vamos ir a gastárselos allá mismo. Pos no tiene caso”.
VD: Es que muchos tienen, ya ve que a muchos les queda familia o hijos por allá que no los pueden ver. Pues lo bueno es que sus hijos pueden regresar.
MZ: Sí, ellos vienen.
VD: Pero ya ve que hay otros que...
MZ: Tenemos más familia, pero ya son ya sobrinos, hermanos y eso nos vemos acá cuando yo voy a Michoacán de visita. Allí los veo a ellos, porque ellos también vienen de vez en cuando para acá. O más bien, casi cada año vienen a echarse su vueltita, pos ya están emigrados, ya están jubilados, creo ellos, los hermanos y vienen para acá una temporadita y se van pa allá y así andan. Y a veces los veo acá y a los hijos, pos cada año los veo, en diciembre vienen. Pero ya si nos la dan, pos ni modo de que le vaya decir: “No, yo no quiero eso”.
VD: Claro.
MZ: Si me la dan, pos ya que me la den, ¿no? Pos esperamos que a lo mejor ahora sí sea pronto según lo que nos dijo el diputado, ¿no?
VD: Pues ojalá que sí, que esto se resuelva pronto.
MZ: Pos sí, porque, ¡cuántos años tenemos ya!
VD: ¡Hace tantos!
MZ: Sí.
VD: Pues precisamente, señor Miguel, después de ya tantos años que usted estuvo allá, ¿cómo se siente de haber usted sido bracero hoy? ¿Qué recuerdos, en general, le quedan cuando usted se acuerda de esa época?
MZ: Pos no son muy, ¿cómo te dijera?, muy gratos los recuerdos, porque una era por dejar la familia. Se recuerda uno todavía cuando dejaba uno su familia acá, como quien dice, abandonada y aparte de que dijera uno: “Pos, la dejó abandonada, pero voy allá a gozar”. Pos iba uno a partirse como quien dice, la jefa allá, porque unas friegas que se llevaba uno y a veces mal comido y a veces hasta con los tratos malos que les daban a uno y todo eso. Así es que los recuerdos que me quedan no son muy buenos. Que diga uno: “Ah, me acuerdo de cómo me la pasé allá”, no sé y esto, no. No tengo, ¿cómo te dijera?, el honor pues de decir: “Yo estuve allá y estuve muy bien y me gustó y quisiera que se repitiera esto”. Pos casi como que no. No me queda muchas ganas de decir: “Yo quiero de nuevo ir a Estados Unidos a trabajar”. A veces les digo a los hijos: “Háganse ciudadanos pa que me arreglen porque me quiero ir a trabajar”. “Ah, usted ya no, usted ya no la hace allá”. “¿Cómo no?”, le digo, “pos si todavía voy al campo. Todavía puedo trabajar”. No, pos yo ya no, que ni le mueva para irme pa allá.
VD: Aunque me dice que usted, si hubiera seguido la contratación, ¿se hubiera seguido yendo?
MZ: Sí, si hubiera seguido, sí. Yo creo, no sé hasta qué edad dejaría de haber ido, pero… O más bien yo creo que ya me hubiera emigrado, porque sí, ya después hubo muchas facilidades de emigrarse uno. Ya cuando yo estaba aquí, ya muchos que iban de mojados, les arreglaron. No sé en qué tiempo hubo una oportunidad de arreglarles. Ahora creo va haber otra vez de, el ese presidente, el Bush con el Fox creo están arreglando.
VD: Pues eso están platicando.
MZ: Están planeando arreglar, pues para que ya no haga tanto problema. Pero pos a veces yo ni la creo que les arreglen. Pos de todos modos, ¿cuánta gente se está yendo? Según nos decía Ventura que no se iba dejar que hubiera ya contrataciones hasta que se resolviera este problema de los braceros. Y sí siguen contratando gente, porque los hijos, que te digo, que tengo en Chicago a veces apuntan así a parientes contratados. Los apuntan desde allá, desde Estados Unidos los apuntan ellos cuando se vienen. Ya nomás les dicen a ellos: “Aquí vayan a pagar a tal parte”. No me acuerdo a qué parte de aquí de México van a pagar y ya allí les hablan pa cuando se presenten allá en la frontera contratados. Y eso ha sido todo el tiempo.
VD: Sí. Lo que pasa es que ya ve que están queriendo hacer un nuevo Programa Bracero como aquel, ¿verdad?, así grande.
MZ: ¿Como de aquel tiempo?
VD: Sí, contrataciones así. Entonces, pero bueno, pues tienen que arreglar primero estos otros asuntos, por ejemplo, de los braceros de antes.
MZ: Pos sí, pos que nos arreglen a nosotros y luego ya que abran contrataciones otra vez, aunque ya uno no vaya, pero tan siquiera que nos den lo de nosotros.
VD: En aquellos años cuando usted se fue, miles se fueron.
MZ: Uh, miles de braceros. Casi se quedaban los pueblitos solos, casi ya mero puras mujeres, ya puros viejitos grandes ya y...
VD: Los niños.
MZ: Y los niños y viejitos, nomás se quedaba casi. Y ya de esos que íbamos bastantes, algunos ya no regresaban, algunos por algún accidente.
VD: Sí.
MZ: Se accidentaban, morían, ya no regresaban a su tierra. Esa familia ya se quedaba, como quien dice, huérfana y sin quién le ayudara.
VD: Sin sustento de la familia.
MZ: Sí, porque no creo que los americanos en aquel tiempo cuando se moría uno les haigan dado mucha gran cosa, de que les hubieran dicho: “Pos su esposo perdió la vida, ahí le van tantos miles de dólares para que se sostenga”, o decirle a la familia, “si quiere venirse para acá, véngase para que trabaje acá y aquí se le va a tratar como emigrada en lugar de su esposo”. Yo nunca oí que haigan hecho eso.
VD: Pues más bien ya ve que se supone que había un seguro en el que si algo les pasaba, pues tenían que dar, pero pues yo he platicado con señoras que sí se les murieron sus parientes por allá y no.
MZ: ¿Nunca les dieron nada?
VD: Muchas nunca supieron ni dónde quedaron enterrados, ni siquiera eso.
MZ: Pos allí está la cosa.
VD: Y señor Miguel, el tiempo que usted estuvo allá, pues ya como por último, ¿qué fue lo que más le gustó?
MZ: Bueno, pos lo que más me gustó a mí allá, pues fueron, ¿cómo te dijera?, pos los dólares. Por la ambición de los dólares casi por eso andábamos allá. No ambición, sino por mejorar su vida de su familia. Pos casi era lo que más le entusiasmaba a uno, los dólares. Por eso a veces, te digo, el trabajo era una friega dura, pero al mismo tiempo, con el interés de ganar uno el dinero, pos no se sentía mucho y luego joven uno, pos no era mucho. Nomás en el rato que andaba uno trabajando se cansaba y ya llegaba uno a la casa donde se hospedaba uno, se bañaba y ya estaba uno listo para el otro día. Pero pos, como te digo, para vivir en aquel tiempo, sí me hubiera gustado con la familia para haber buscado un buen trabajo, pero no. O a lo mejor no radicar allá definitivamente, sino nomás como emigrado pa estar viniendo cuando uno quisiera.
VD: Una temporada.
MZ: Una temporada acá y una temporada allá, pero pa vivir como ciudadano yo creo que no, porque, como te digo, un ciudadano ya no puede venir. No puede venir cuando quiera, si quiere venir, tiene que pedir un permiso y depende de su trabajo si se lo dan o no le dan. Y ya no puede venir nomás libremente. Por eso no me hubiera gustado como ser ciudadano, nomás emigrado, pero con todo y familia, así podía uno venirse una temporada a vivir acá o como fuera.
VD: Y, ¿lo que menos le gustó de haber estado allá?
MZ: Lo que menos me gustó de estar allá fueron los tratos que nos daban, los malos alimentos y los malos salarios que le pagaban a uno allá, porque pa la friega que uno llevaba allá, nos pagaban cualquier cosa, porque sí eran unas friegas durísimas en el trabajo de allí, desde que llegaba uno hasta que se venía uno pa México.
VD: Todos los días.
MZ: Puras friega todos los días.
VD: Cuando regresó usted para acá, señor Miguel, después de las temporadas largas que estuvo, ¿le costaba trabajo adaptarse aquí?
MZ: ¿Aquí en México?
VD: Sí.
MZ: O sea, cuando estaba en la provincia no, porque pos llegaba uno pos a seguir trabajando en el campo, pero ya no era forzoso, como te digo, iba bien descansado, como quería uno. A la hora que uno quería descansaba, se sentaba a sombrear o a lo que fuera y trabajaba otro rato. O si había mucho calor: “Pos vamos a pararle, vamos a que se baje el calor”, o si no veníamos mañana y ya, pos puro trabajo, pos descansado y al ritmo de que uno quería. Y allá no, pos allá el calorón que había tenías que fregarle a como diera lugar, si eran por horas, pos tenías que andar fregándole duro sin parar, porque el mayordomo te está cachando qué clase de persona eres, marrullera o trabajador o todo eso. Pero, como te digo, al buen trabajador, tampoco nunca nos premiaron. Nunca nos dijeron: “Pos tú eres un buen trabajador. Nunca eres un marrullero, eres un trabajador limpio, nunca faltas y siempre estás trabajando. Allí te va un premio de algo”. Nunca nos reconocieron nada de eso.
VD: ¿No estímulos de nada?
MZ: Nada, ni utilidades, como aquí dan utilidades, ya ves a veces en algunas empresas dan utilidades, allá nada. Si eras un buen trabajador, pos hasta allí nomás, ganabas más dinero que los demás, pero nunca te reconocieron. Nunca dijeron: “Tú eres un buen trabajador, no faltas y eres un trabajador limpio y nunca estás de marrullero”. Nunca te tomaban en cuenta. Que hubieran dicho: “Eres un buen trabajador, ahora te vamos a premiar, te vamos a dar un cheque de más”, o, “te vamos a emigrar”, o alguna cosa que hubieran dicho. No, pos era igual trabajador bueno y malo, pos era lo mismo. Más bien, al que sí era marrullero y que no trabajaba y que era mañoso, pos los iban tomando en cuenta y ya pa la otra temporada ya no los querían allí. El que tenía mal récord, por ejemplo, el mayordomo yo creo llevaba todo eso con los viejos, con los patrones, yo creo, les ha de haber dicho: “Este señor es un mal trabajador”, y ya no lo traían. Pero cuando era uno un buen trabajador, pos yo me imagino que los patrones sí se daban cuenta cuando tenían gente que en verdad era un buen trabajador, pero de allí nunca supimos que dijeran: “Pos el patrón dice que tienen este premio, tienen este reconocimiento o esta recomendación”. Parece que recomendación a veces sí daban.
VD: Unas cartas a veces.
MZ: Una carta. A mí me dieron una tarjeta verde, pero ésa se me perdió. Una tarjetita como de este clase de papel.
VD: Cartoncito.
MZ: Sí, como cartoncillo, pero una tarjeta así sellada y escrita, pero ya hasta ni me acuerdo lo que decía.
VD: A lo mejor era como de recomendación.
MZ: Sí, como una recomendación de algo pa cuando volviera yo, no sé y ésa sí se me perdió también. Ya no la encontré, cuando se trató de buscar estos papeles ya no los encontré, más que estos.
VD: ¿Eso fue lo que le quedó?
MZ: Ey.
VD: Oiga, señor Miguel y ya cuando usted regresaba para acá, que estaba aquí en México, ¿llegó a extrañar algo de allá de Estados Unidos?
MZ: Pues no, casi no. Decía yo, por ejemplo: “Me quiero ir, porque ya extraño esto”. No, nunca, únicamente tenía uno la ilusión de volver, pero a trabajar y para volver a ganar dinero, los dólares que nos traían locos, pero era todo. Pero que yo hubiera dicho: “Extraño esto. No me quiero ir, porque extraño esto”, que una buena vida o cualquier cosa, no. Nunca extrañé cosas de allá, porque, como te digo, todo el tiempo fue puro trabajo. No se trataba de otra cosa. Por eso, pos no llego a extrañar todavía hasta orita. Saluda.
VD: Buenas tardes.
MZ: Ésta es la más chiquita que tengo. Pues sí, por eso te digo, no. En el tiempo que yo me venía pa acá, no extrañaba cosas. A veces extraña uno, por ejemplo, que hubiera dejado una novia de perdida, allí extraña uno. No, tampoco no. Como pos casi no tenía uno, como allá también nos aconsejaban esto de que era muy delicado, ¿cómo te dijera?, chulear a una muchacha de allá o que anduviera en shortcito, que anduviera uno allí de baboso diciéndoles cualquier cosa. Era bien castigados allá.
VD: Ah, ¿entonces se tenían que aguantar, callarse?
MZ: Sí, no podía uno pues chulearlas como aquí. Ya ves que muchos tienen la costumbre de chulearlas, pero con groserías, con malas palabras y pos allá también mucha gente quería hacer eso y no, pos allá está duro. Y por eso, pos ni se entusiasmaba y ni hay, ¿cómo te dijera?, la libertad de ver muchas muchachas como aquí en la provincia, en los ranchos. Va uno de un rancho a otro y ve muchas muchachas en los bailes, en las fiestas ve uno muchas. Allá ni siquiera, pos como no íbamos a fiestas ni nada, pues nunca veíamos nada. Pos así estábamos la cosa, la cosa.
VD: Se quedaban solitos.
MZ: Ajá.
VD: Pues, señor Miguel, muchísimas gracias. Muchas gracias por su tiempo y sus recuerdos compartidos.
MZ: Eso. (risas)
VD: Ya vio que tiene muchos y yo estoy segura que tiene todavía muchas más.
MZ: Sí, pos todavía hay muchos más, pero ya orita no se acuerda uno, porque de todas las veces que yo fui, casi me acuerdo que era lo mismo, puro trabajar y puros malos alimentos y todos malos tratos y todo eso, era lo mismo. En todos los campos casi fue lo mismo. Yo nunca conocí a los patrones, a los dueños de aquellos campos de fresa, de aquellas huertas de limón, de naranja. Nunca vi a un dueño que fuera, a un patrón a decirnos: “Yo soy el dueño de todo eso, soy el patrón y les voy a pagar esto y les voy a pagar lo otro y los voy a tratar así”. Nunca vimos eso. Los puros mayordomos eran los que nos trataban a nosotros, los que nos llevaban las noticias de esto: “Se les va a pagar esto. Se les va hacer esto. Se les va hacer lo otro”, con los puros mayordomos.
VD: Con ellos.
MZ: Con los puros compañeros que eran mexicanos. Sí, los ocupaban como mayordomos, yo creo por lo mismo de que hacían más por los de allá que por los de acá. Por eso una persona que hace más por ti, pos la tratas mejor, ¿verdad?, mejor trabajo, mejor sueldo. Sí, ellos tenían mejor sueldo porque eran mayordomos. Ellos ganaban bien y a uno le pagaban allí lo que querían y mal alimentado y toda la cosa. Por eso yo no extraño nada de allá que diga: “¡Uh! Cómo extraño esto que me fue bien allá. Me estuve bien a gusto”. A gusto no estaba uno, porque como te digo, unas friegas duras y no deseaba uno de ir de nuevo. Deseaba uno por lo de los dólares, pero que dijera yo: “Tengo ganas de irme ya, porque extraño”. No, no, no. O sea que no extraño nada de allá.
VD: Y, ¿ya que se consiguió su trabajo aquí, ya estuvo…?
MZ: Y ya que me lo conseguí aquí, pos ya se me quitó el brete de ir. Te digo, todavía intenté cuando compré los papeles, sí, nomás cuando compré los papeles. Tenía trabajando aquí como seis años apenas allí en el Lecumberri, cinco o seis años tenía trabajando cuando intenté de nuevo emigrarme, pues. Más bien pasar con los papeles que te digo que compré, unos papeles chuecos.
VD: Y, ¿ya con lo que le dijo su tío...?
MZ: Ya me desanimé.
VD: Dijo: “No, mejor no, me va a llevar La Migra”.
MZ: Me quería pasar de contrabando y ya si me agarraban allá, pos entonces: “Yo soy de aquí”. Pero luego que me dijeran en inglés, dice: “Y no sabes inglés y eres de aquí. (risas) Nacido de aquí y no sabes inglés”. Le estaba echando mentiras y ya las mentiras en Estados Unidos son muy castigadas.
VD: Y luego mentiras en inglés.
MZ: Y luego en inglés. No, es que en Estados Unidos, si echas una mentira, es muy castigada la mentira. Por ejemplo, si te tratas de emigrar y quieres echar una mentira y te agarran de la mentira y te friegan duro. Ya no te arreglan nada. Tengo apenas reciente una sobrina por parte de un sobrino que ya tiene muchos años allá, hizo la solicitud. Ella está viviendo allá también con él, pero hizo solicitud para emigrarla allá y ella quedarse pos ya allí. Quién sabe quién la agarró en una mentira, no sé qué mentira sería. El caso es que ya la echaron a México. Allá está en México, ya está acá en Michoacán. Después de como doce o quince años que ya tenía allá viviendo, allá casi todos sus hijos son de allá casi y ya está allá. Ya nos dijeron que está allá su marido, que ya está allá en Michoacán. Por una mentira que le agarraron, la echaron y después de tantos años. Yo digo que ya no debía de hacer eso Estados Unidos, si tú ya le serviste más de quince años allá, como sea, trabajando o cuidando tus hijos, ya de todos modos ya serviste allá en Estados Unidos. No tiene porque ya echarte después por una mentira que le agarren a uno. Porque hay veces que a veces uno para arreglar, pos se pone de más o se quita años o te pones otro nombre, o así como quería yo entrar con esos papeles. Yo digo que a lo mejor yo todavía la hacía con esos papeles, porque en caso de que me agarraran, digo: “Pos si yo viví todo el tiempo en México. Soy de acá, pero viví todo el tiempo allá, por eso no sé inglés, no sé nada”. Pero luego que me pidan identificación de aquí, ¿qué les doy? Que me digan: “A ver, ¿en qué trabajaste en México?”. “No, pues que en esto”. “A ver tu identificación”. Y que sea otro nombre. (risas) Allí está el problema, pues no puede uno echar mentiras en esa forma.
VD: Sí, no es tan fácil.
MZ: No, está duro.
VD: ¡Ay, qué caray! Pues, muchas gracias, señor Miguel, muchísimas, muchísimas gracias por sus recuerdos.
MZ: Pos sí, pos ya por último quiero decir eso de que no deseo nada de allá. No tengo recuerdos buenos de allá que yo desee estar allá. Sí me gustaría, te digo, vivir, estar emigrado, pero nada más venir una temporada allá y una temporada acá. Pero para radicar en Estados Unidos, no. Mejor México que es más libre. (risas)
VD: Aquí está a gusto.
MZ: Aquí estamos a gusto.
VD: En su trabajo ahorita, ¿sigue allá en el Lecumberri ahorita?
MZ: No, en Lecumberri ya, desde el 1976 se terminó la Lecumberri y ya de allí vine aquí a la delegación, al Gustavo A. Madero, me mandaron. Y ya de allí me preguntaron qué sabía yo hacer, pero como a mí no me gusta echar mentiras, pos yo les dije: “Yo no sé”, que si tenía oficio, por ejemplo, chofer, por ejemplo, carpintero, o plomero, cualquier cosa de ésas para acomodarme, pues más bien, en un trabajo más bien, pues yo no sabía. Digo, ¿pa qué voy a echar mentiras si no lo sé?. Yo dije: “Pos yo todo el tiempo he trabajado como vigilante. Desde que estoy aquí, fui vigilante en el Lecumberri, todo el tiempo, los diez años nomás como vigilante”. “Bueno, entonces se va… Me mandaron a un vivero por allí a cuidar, según mandaron ahí a lo que me pusieran. Y ya allí me dijo el señor de allí, el encargado, que de dónde venía, me interrogó y ya le dije: “No, pos yo vengo de Lecumberri”. “Bueno, pos, ¿qué te parece si aquí también te quedas como velador? Cuidas de noche, nada más de noche, de día no”. Digo: “¿A poco todas la semana voy a trabajar todas las noches?”. “No”, dice, “va a haber dos. Se turnan tres noches cada quien de la semana. Por ejemplo, si tú agarras domingo, lunes y martes”, a uno le tocaba cuatro, porque si agarraba domingo, lunes y martes y el otro agarraba miércoles, jueves y viernes y sábado, eran cuatro, cuatro días. Una semana me tocaban cuatro noches y al otro tres, y así al otro, a la otra semana, al otro cuatro y así nos íbamos turnando. Y allí estuve también como tres años. Y luego ya de allí llegó otro a hacerse cargo del campamentito ese que está allí por, ¿no sé si conoces aquí por la Aragón allá atrás?
VD: No.
MZ: Ah, bueno, ya vino otro a hacerse responsable de ese lugar y ya que nos saca de allí, así nomás. Allí sí discutí un poco, porque le dije al señor: “El hecho que usted venga aquí como jefe, no le da ningún derecho a que me quite a mí, si no sabe mi récord de trabajo. ¿Sabe usted cómo trabajo yo? No sabe si soy faltista o sabe si soy una persona omisa en el servicio”. “Pos no”. “Ahí está, entonces, ¿por qué me va a sacar de aquí? Nomás porque usted es el jefe, no puede”. Y ya después dije: “Bueno, pos mándeme pues pa donde quiera”. Y ya nos mandó aquí al bosque este dragón, aquí como vigilante otra vez. Aquí ya llevo como veinte y tantos años.
VD: ¡Uh! No, pues ya lleva bastante.
MZ: Pos ya uniformado, ya lo que me tiene aburrido, es un uniforme y ya, porque todo el tiempo, los treinta y seis años que tengo aquí, casi he tenido uniforme de policía, pues. Así como estoy allí en la esquina, así. Nomás que allí estaba joven, pos eso estaba choncho. (risas) Allí estábamos también con mi esposa.
VD: Déjeme pararle.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 12 de junio de 2002
Nombre del entrevistado: Violeta Domínguez
El día de hoy es 12 de junio del 2002 y ésta es una entrevista con el señor Miguel Zavala
López.
VD: Señor Miguel, repítame, bueno, creo que no le he preguntado. ¿Qué edad tiene?
MZ: Orita son sesenta y seis años cumplí.
VD: Sesenta y seis.
MZ: Sesenta y seis apenas ahora, el domingo pasado.
VD: Ah, sí es verdad, apenas fue su cumpleaños. Repítame su lugar de nacimiento, por favor, señor.
MZ: Es Copándaro, Michoacán, Municipio de Villa Jiménez. No le pusimos, ¿verdad?
VD: No, Villa Jiménez. ¿Sus papás eran de allá también?
MZ: Sí, de Copándaro.
VD: ¿A qué se dedicaban sus papás, señor?
MZ: Al campo.
VD: ¿Eran agricultores?
MZ: Eran agricultores, sí. Trabajaban en el campo.
VD: ¿Tenía tierras propias su papá?
MZ: Sí, sí tenían tierras propias. Bueno, cuando vivíamos en Copándaro, era con tierras propias, pero luego ya después hubo problemas o no sé. Cuando fuimos para allá, allá también les dieron tierras en el pueblito ese que le digo de Aguascalientes. Allí también le dieron a mi papá otra parte de tierra allí.
VD: ¿Usted estaba chiquito cuando se fueron para allá?
MZ: Sí. Yo me imagino que fue como de la edad, pues, de unos ocho años. Fue cuando entré a la escuela, pos que le digo.
VD: ¿Tiene usted hermanos?
MZ: Sí, somos bastantes. Somos como siete hombres y una mujer.
VD: ¿Usted es de los más grandes?
MZ: No. Ocupo como el sexto lugar.
VD: O sea que ya tenía sus hermanos más grandes cuando se cambiaron de este pueblito y todo.
MZ: Sí, ya teníamos, o sea, a los más grandes, a todos los más grandes.
VD: De Copándaro, entonces, se fueron a Aguascalientes.
MZ: A Aguascalientes.
VD: ¿Está cerca?
MZ: Sí, está cerca, sí. Una distancia como unos trescientos kilómetros, por ahí, más o menos.
VD: ¿En Aguascalientes fue donde usted empezó a ir a la escuela?
MZ: Allí.
VD: ¿Además de ir a la escuela, señor Miguel, usted trabajaba en el campo?
MZ: Sí, en el campo, así de chiquito ya nos traían en el campo.
VD: ¿Qué hacía usted?
MZ: Cuidando vacas, todo eso, cuidando a los animales, dándoles de comer. Y lo poquito que podíamos hacer, pos lo hacíamos en el campo, ayudarle a los papás.
VD: ¿Qué sembraba?, ¿se acuerda?
MZ: Maíz, trigo, haba, garbanzo, todo eso sembraba, frijol.
VD: ¿Lo vendían o para ustedes para consumir?
MZ: Bueno, lo guardaban los papás para seguir comiendo, pos para comer y pa todo. Se vendía nomás lo que se necesitaba, por ejemplo, para comprar o calzado, o ropa, o esas cosas.
VD: ¿Casi todo lo demás se usaba para…?
MZ: Y todo lo demás lo almacenaban para estar comiendo todo el año hasta que viniera la otra cosecha porque allí no había otra clase de trabajo.
VD: ¿El campo nada más?
MZ: Por eso fue como actuó uno ya que ya creció uno, pos ir por allá a ver si cambiaba la vida.
VD: Bueno, ¿usted estuvo allí viviendo en Aguascalientes todo el tiempo?
MZ: Sí, hasta que me vine para acá, para el Distrito [Federal].
VD: ¿Hasta qué edad vino usted para acá?
MZ: No, pues ya cuando me vine para acá, ya tenía yo treinta años.
VD: Pero entonces, incluso cuando se fue de bracero, ¿usted siguió viviendo allí siempre?
MZ: Sí. Yo de todos modos vivía allá. Aunque iba de bracero y regresaba, allí vivía.
VD: Cuando se fue de bracero aquella primera vez, ¿usted estaba soltero, me decía?
MZ: Sí, las primeras veces.
VD: ¿En qué trabajaba en el campo?
MZ: En el puro campo. ¿Allá en el otro lado?
VD: No. Acá en Michoacán.
MZ: No, también en lo mismo que te digo, sembrar maíz, preparar la tierra, y todo eso.
VD: ¿Trabajaba usted en las tierras de su papá?
MZ: Ajá. Con ellos.
VD: Y ya de allí, ¿alguien de su familia se había ido antes a Estados Unidos?
MZ: No, tampoco. No, hasta que empezó a haber bracero, pues yo no me acuerdo si mi papá iría o no. Yo de eso no me acuerdo. Mis hermanos empezaron a ir también, pero hasta como el [19]55 para acá.
VD: Que empezó a haber contrataciones.
MZ: Ajá, cuando había las contrataciones allí en Empalme, Sonora.
VD: ¿Usted cómo se enteró, señor Miguel, de que estaban contratando?
MZ: Bueno, ya ve que pa todo hay, ¿cómo te dijera?, coyotes, todos allá en los ranchitos. Allá nos dábamos cuenta que en el ranchito julano estaba un señor que apunta pa llevar cobrando cierta cantidad. En ese tiempo nos cobraban como $400, el coyote, pa llevarnos ya en la lista hasta Empalme, Sonora. Entonces allá, yo creo que ellos tenía ya conexiones con los que están nombrando la lista, o no sé cómo le hacen ellos, el caso es que nos llevaban ya apuntados y ya nos íbamos hasta Empalme y allí nos esperábamos, allí a diario estábamos yendo allí al centro de contratación a ver si nos nombraban y ya el día que no nos nombraban, pos ya se iba uno por allí todo desconsolado, por allá sombreado porque hacía unos calorones. Y al otro día tempranito otra vez allí. Así el gentío que estábamos en un campo grandísimo que estaba para estar nombrando la gente por micrófono y estaba uno ahí nomás al pendiente escuchando su nombre a ver si ya se contrataba. Había veces que pronto se contrataba uno, pero hay veces que duraba uno hasta dos, tres meses que no podía entrar. Sería que el coyote no estaba bien relacionado con las personas de adentro o no me imagino cómo era, pero a veces duraba uno hasta dos, tres, cuatro meses allí y ya sin dinero y ya por ahí a ver dónde trabaja uno un ratito por la comida. Se la pasaba uno a duras cuando se tardaba uno.
VD: O sea que se fue solo la primera vez que se fue para allá.
MZ: Con varios compañeros del mismo rancho y con un que otro familiar. A veces nos juntábamos los hermanos y yo juntos, pero ya llegando allá nos desapartábamos porque a unos los mandaban pa acá y otros pa acá y así ya nos desapartábamos. Casi nunca quedábamos juntos allá al otro lado.
VD: ¿Nomás el viaje lo podían hacer juntos hasta Empalme?
MZ: El viaje sí, juntos hasta Empalme.
VD: ¿Usted, señor Miguel, cómo fue que se animó para irse de bracero?
MZ: Bueno, pues es por lo mismo que te acabo de decir, porque allí, aunque ya estaba uno ya, pues, ¿cómo te dijera?, ya joven grande, pos se la pasaba uno medio tristes porque andaba uno falto de dinero, mal vestido, porque no había dónde trabajar para ganar uno para comprar zapatos o lo que fuera que necesitara uno. No había trabajo allí en el rancho. Nomás en el tiempo de cosecha era cuando hacía uno algo de eso. Por eso mismo la gente nos animábamos a irnos por allá desde esa edad.
VD: ¿Se acuerda qué se decía de los braceros que se iban?, ¿qué decía la gente de allí del rancho?
MZ: Bueno, pos cuando todavía nosotros no íbamos, oíamos decir que iban y que pos les iban muy bien y que venían bien vestidos. Traían su dinerito y bueno, pos por eso yo creo también uno se animaba, ¿no?, pos vamos a ver qué. Pero, le voy a decir una cosa, desde el momento en que sale uno de su casa, deja uno un dolor en su corazón grande, una tristeza grande, porque yo cuando andaba soltero, pos me apuraba por mis papás, por mis hermanos, hasta por la novia se andaba uno apurando, ¿no? Y entonces iba uno bien triste y la familia que se quedaba, se quedaba también triste. Y luego ya llegaba uno a Empalme y ya te digo, cuando nos tocaba suerte que pronto pasaba la lista, pos andaba uno ya contento hasta le sobraba a uno dinero del pasaje que llevaba uno. Pero de allí empezaba lo bueno que nos empezaban a revisar y pos uno todo chiveado, cuando nomás las malas primeras veces: “A ver, quítese la ropa”. Ya cuando ya nos nombraban: “Pásele pa acá”, y nos tomaban datos, nos revisaban las manos, nos preguntaban así como las preguntas como desde qué se sembraba y todo eso y qué tiempo y todo eso, y a ver las manos si tenía uno callos y todo eso.
VD: Le preguntaban a ver si era usted campesino de deveras.
MZ: Sí, a ver si era campesino, sí. Y ya después que ya pasaba esos datos: “Órale, ya quítese toda la ropa”, e íbamos en fila india así como Dios nos echó al mundo pasando por un doctor que estaba allá aplastado, allí. Y siquiera hubiera tratado a uno bien, sino nomás este, por ejemplo, uno pos todo avergonzado de nunca estar desvestido. Entonces, pos uno todo tímido, sí, por ejemplo, nos revisaban primero de adelante. Si no se arrimaba uno cerca de él, él estiraba la mano y lo jalaba a uno de aquí de su cosa, lo jalaba. Entonces ya se arrimaba uno bien y entonces ya él le hacía a uno como quería su cosa a uno, se la volteaba pa acá y luego le exprimía así desde acá. Se lo apretaba a uno y se lo exprimía, se le salía a uno orines. Quién sabe qué se le hacía uno cansada, que estaba uno mal. O metía dos dedos aquí abajo así para arriba. Si se fruncía uno que le doliera, era que te tenía hernia. Y luego ya nos revisaba esto y luego: “Voltéese”. Y tenía uno que agacharse, bien agachado porque si no también lo regañaba a uno pa revisarle a uno atrás que almorranas, hemorroides, todo eso. (risas) Y uno suda de pura vergüenza.
VD: Y, ¿todos allí?
MZ: Y todos en fila.
VD: ¿No era un privado?
MZ: No, en fila. Bueno, sí retiraditos, como aquí se quedaba la fila y estaban revisando allí, pero no tapaban. Bueno, ya pasaba eso y ya, pos uno con interés como que a veces ya, nomás la primera vez daba pena, ya después era un relajo y luego ya, eso ya. “Bueno, ahora pásale ya pa allá”. Ya en la tarde nos embarcaban, nos daban de comer para lonche unos sandwichitos nomás y allí íbamos en el tren. Llegando allá, otra vez: “A ver otra vez, bájese la ropa”, y allá nos fumigaban todo. Allá ya nos la quitaban de a tiro. Nomás se bajaba uno los pantalones hasta abajo, todo y luego con una cosa como especie de, ¿cómo se llama?
VD: ¿Cómo las compresoras?
MZ: No, como los que apagaban el fuego. ¿Cómo se llama? ¡Ah! Como un extinguidor.
VD: Ándele, extinguidor.
MZ: Ey, como extinguidor. Así lo agarraban y órale por atrás y luego por delante y hasta la cabeza, a todos nos polveaban.
VD: Oiga, ¿no le lastimaba el polvo?
MZ: No, pos yo creo que es apropiado para eso, para los bichos, yo me imagino nomás, pero al cuerpo no le hacía nada, no le molestaba pa nada. Nomás vieras cómo nos hacían. (risas) Y luego ya llegando allá, pos ya allí tenían barracas grandísimas y allá pura litera para de a tres. A veces eran de a tres las literas y a veces de a dos, y luego luego: “A ver, aquí métanse allí, escoja cada quien su cama”. Pos un corredero pa acá y: “Yo aquí”. “Yo acá”, y órale. Pos ya allí estábamos ya decentes. Y luego ya nos empezaban, o sea, los alimentos. En la mañana, cuando ya íbamos a empezar a trabajar en la mañana, desde las cinco de la mañana teníamos que estar parados para hacer cola.
VD: ¿A las cinco?
MZ: A las cinco para darnos de almorzar para irnos a trabajar. Se me figura una especie, como cuando hacían una cosa, como cuando uno está preso que andas con tu plato. Hay veces como las, no sé si has visto los presos allí en las películas. En la mañana, ya a las cinco estás haciendo cola y ya nos abrían la puerta y ir agarrar su plato y: “Échale aquí y échale aquí”. Que nos daban puros huevos en la mañana, por eso tenían un comalote así grande y allí traían de hasta cuarenta, cincuenta huevos allí y luego a voltear y a voltear y órale al plato y al plato. Casi puro huevo nos daban todo el tiempo.
VD: ¿Todos los días?
MZ: Todos los días en la mañana. Ya a medio día nos llevaban el borde al campo, igualmente a correr, a hacer cola para agarrar su plato y que le sirvan a uno. Pos era una comida que, ¿cómo te dijera?, no era buena, pero pos tampoco no estaba tan peor, pero pos yo creo que de todos modos era mala la comida.
VD: ¿Qué le daban al medio día?
MZ: Pos orita ya no me acuerdo, pero la mayoría de las veces era sopa, a veces era sopa, guisado, pero distintos, de distintas cosas. Pero en la mañana sí me acuerdo que donde quiera que me estuvieran abordando a mí era puro huevo, porque es lo mas rápido pues pa la mañana. Y en el día nos llevaban al campo y ya en la noche, tenía uno que venir en la tarde a bañarse y a cambiarse porque no nos dejaban entrar al comedor así mugrosos, tenía uno que llegar a bañarse y a cambiarse y a formarse para cenar. Y luego a veces nos purgaban sin decirnos nada. Nomás nos preparaban un postre muy rico, así como duraznito, como ciruelas tachadas, todo eso. Órale, pos hasta pedía uno más. “¿Quiere más?”. Pos sí, pos era purga. Y ya en la noche, ya como eso de las nueve de la noche, un corredero pa el baño y andábamos pa allá y las tazas llenas de gente y los demás bailando y un relajo, pos andaba uno todo chorrillento.
VD: Oiga y, ¿era a propósito?
MZ: Bueno, eso sí nos la hacían a propósito. No sé por qué o con qué motivo lo hacían, pero nos purgaban sin decirnos.
VD: Pero, ¿ustedes nunca se quejaron que porque les ponían esas purgas?
MZ: No, fíjate que nunca. Al otro día que íbamos a trabajar, pos todavía iba allí uno medio mal. Que le dolía a uno el estómago y ya traía el mayordomo un tónico. “¿Cómo te sientes?”. “Pues así, me siento así”. Pues, órale, cucharada de, nos daban un remedio, quién sabe qué sería, para eso.
VD: ¿Para el malestar del estómago?
MZ: Para el malestar, porque ellos ya sabían que nos habían purgado. Unos saltándose allá por el campo, haciendo en el campo, porque te digo, los baños estaban hasta la fregada de gente, porque unos bailando y otros haciendo y un relajo.
VD: Con tanta gente.
MZ: Y luego nos purgaban, pues sin decirnos, sin avisarnos nos purgaban. En la noche empezábamos todos allí: “Pos vaya, pos, ¿qué me pasaría?”. Pos ya iba y allí un gentío allí que estaba esperando.
VD: Todos igual.
MZ: Todos igual. Que según que pa limpiarnos el estómago. Que quién sabe qué. Yo digo que sí es bueno, ¿no?, una purga, pero que avisen.
VD: Tienen que avisar o pedirles autorización, ¿verdad? Claro.
MZ: Sí. Pos no que así nomás.
VD: No así nomás.
MZ: Ahora, por ejemplo, lo de cuestión del trabajo, de los precios que nos pagaban, pos yo nunca conocí, casi de las veces que fui, al dueño del rancho, de las cosechas, el dueño de las huertas de naranjas, de limón. Casi nunca conocimos los dueños. Estábamos mandados casi nomás por gente mexicana, mayordomos mexicanos que eran los más carajos. Los mayordomos mexicanos que nos tocaba nos tiraban más que ni los que nos tocaban que no eran mexicanos.
VD: Ah, ¿sí?
MZ: Porque, por ejemplo, casi era puro mayordomo mexicano, otros filipinos, nos llegaron a tocar, otros japoneses, pero eran más malos los mismos mexicanos. O sea, que ellos eran los que nos comunicaban a nosotros del precio a cómo nos iban a pagar la caja de, por ejemplo, de limón, la de fresa, la de tomate. Ellos eran los que nos comunicaban, los mayordomos, no los dueños.
VD: ¿El puro mayordomo era con el que trataba?
MZ: El mayordomo era el que trataba con nosotros y era el que hacía todo. Los dueños nunca los conocíamos, casi la mayoría nunca conocíamos los dueños. Ahora, sí habíamos gente buena para piscar, unos trabajadores buenísimos, que salieran buenos, yo nunca vi que les dieran utilidades o algo que les dieran algo porque es un buen trabajador. Nunca tuvimos premios de que, pos éste piscó tanto y tanto nos rindió. Nunca nos dieron nada de eso. Si era buen trabajador, pues hasta allí nomás. Nunca tuvimos así premios porque piscábamos bastantes cajas de fruta o lo que fuera. Pos yo estuve piscando limón, naranja, fresa, tomate, o sea, jitomate, que le dicen allá tomate, y uva, una hierba que se llama espárrago, elote, chile también, muchas cosas, pero pura friega en el campo, pero fiegas duras. No creas que una cosa aquí, como aquí trabaja uno al pasito. Cuando uno anda por contrato, con tal de ganar más, tú pos le entras duro al trabajo, porque pos fíjate, nos pagaban la caja de jitomate a $0.12 centavos dólar. Para ganarte $12 dólares, tenías que hacer cien cajas. ¿Te imaginas? La caja pesaba yo creo como más de treinta kilos, mucho más que treinta kilos. Eran cajas de madera, las llenabas de tomate y las tenías que sacar. Pues cuando empezabas tus surcos, pos allí cerquitas las sacabas, ¿no? Pero cuando ya ibas a una distancia de diez metros o quince metros agachado, ya pisque y pisque y venir, sacar tu caja hasta aquí, llevar otra y llenarla y traerla hasta aquí y luego a veces cuando el tomate ya estaba un poco maduro, pos se despochunaba(??) y te andabas de aquí, uno todo lleno de puro jugo del tomate. Los pantalones estos que usaba uno hasta se paraban de la goma del jitomate.
VD: ¿Solitos?
MZ: Solitos casi se paraban, (risas) sí. Así estaba la cosa, te digo. Ahora, la fresa casi la piscaba uno todo el tiempo en lo húmedo, casi mojado, casi a ver si ya mero entra el lodo, porque para poder piscar, la regaban. Y ya ahora, al día siguiente, a entrarle a piscar la fresa. Ése se iba por surquitos bien bajitos hasta acá. Si no, ya te cansabas de andar así a gatas, pos tenías que hincar un pie, hincarte en una rodilla y en lo mojado. Esas cajitas no pesan para andarlas sacando y eso, pero pa ir piscando abajo, no, pues se cansaba uno bastante. Trabajos duros, fueron unos trabajos durísimos, pero como te digo, fue en el tiempo que estaba uno joven. No lo sentía uno, nomás un rato, y con el interés de los dólares, pos no se cansaba uno mucho, llegaba uno y se bañaba y ya estaba listo. O sea que nomás del trabajo a dormir y a cenar, y a dormir, y al otro día éntrale de nuevo y así fue todo, así era todo el tiempo. Y luego ya, cuando ya la cosecha ya no servía muy bien, pos ya para juntar más cajas, pos ya recorría uno más terreno. Ya no servían las huertas, ya no rendían lo mismo. Y te digo, pos nos pagaban a como decía el mayordomo, pos nosotros no oímos que dijera el patrón: “¿Saben qué? Que venga el dueño”, o, “yo soy el dueño y les voy a pagar a tanto”. No, el mismo mayordomo nos comunicaba todo.
VD: Como cuál era el precio.
MZ: “Se les va a pagar a tanto”.
VD: Me estaba contando del trabajo allá de la pisca de la fresa.
MZ: Sí, de la fresa. O sea, de limón también son unas friegas duras, porque anda uno con escalera a según esté la huerta de grande, el árbol, así mismo utiliza uno la escalera. Una escalera para la huerta de árbol grande es así nomás sin pata. O sea, nomás pa recargarla. Y la huerta chica es con de ésas de pata, que les abre uno las patas, sí. Pero era una friega, porque a veces los árboles tienen espinas, tiene espinas el árbol y tiene uno que estar alcanzando los limones desde por allá hasta por acá. Y trae uno una saca así grande, como así de gruesa, como así de grande, y cada saca llena es una caja. Entonces tiene uno las cajas vacías acá en el carril y va uno a piscar los árboles hasta por allá y ya se trae su caja uno llena y la mete a una caja y ya es una caja, la bolsa es una caja. Y ya la va formando uno allí y ya se va uno. Anda uno con su bolsa arriba de, con la escalera con su bolsa colgando, echándole naranjas, echándole limón o naranja, lo que sea. Y a vaciar y otra vez y acá se anda uno a la carrera.
VD: ¿Todo el día?
MZ: Todo el santo día y nomás descansa uno creo el domingo, porque creo que el sábado también trabajábamos hasta la una y nomás el puro domingo descansábamos.
VD: ¿Entre semana como a qué hora empezaba sus jornadas, señor?
MZ: ¿De trabajo?
VD: Sí.
MZ: Como desde las siete. Bueno, nomás empezaba a esclarecer, nomás empezaba a amanecer. Al amanecer ya nos tenían allá en el campo donde íbamos a trabajar. Ya nomás que amaneciera y órale, a darle duro.
VD: ¿Hasta qué hora terminaban?
MZ: Como hasta las seis de la tarde. A veces, cuando andábamos por horas, por horas es más tranquilo, pero los mayordomos pues lo traen a uno así. Allí sí lo traen a uno arriando, no lo dejan a uno que esté haciendo tiempo sin trabajar. Allí lo están checando a uno nomás. Y por contrato no lo checan a uno, pero de todas maneras, pos si no trabaja uno, pos no gana.
VD: No saca.
MZ: No saca uno, pero por hora sí lo traen a uno bien chequeado. Como entre las mismas cuadrillas, hay unas personas que en aquel tiempo eran mejores pa trabajar. Y como a veces es uno medio, uno de mexicano, medio barbero, pues quiere quedar uno bien con el mayordomo y se adelanta y luego el mayordomo está arriando a la otra gente: “Miren al otro señor”, o, “los otros señores hasta dónde van y ustedes acá atrás”, y allí lo traen a uno. Porque te digo, los mexicanos que eran mayordomos, esos nos tiraban más a la gente por quedar bien con el patrón, porque pues en realidad sí, los mexicanos tenemos fama de barberos. Somos muy barberos, muy convenencieros y cuando nos tocaba un mayordomo de esos, era cuando la cosa se ponía más pesada.
VD: Más difícil.
MZ: Más difícil.
VD: ¿Usted tuvo alguna vez algún problema con uno de estos mayordomos?
MZ: Sí, con un mayordomo mexicano. Bueno, yo todo el tiempo trabajé limpio, por eso no tenía problema en el sentido del trabajo. Yo lo tuve porque como el señor se portaba mal, no sé entre la gente quién le gritó unas cosas porque se portaba mal cuando íbamos a comer, él era el que nos servía.
VD: ¿Qué les hacía? ¿Por qué se portaba mal con la gente?
MZ: Pos era muy recio con la gente, Pues como te digo, lo traía arriando y si no piscaba uno bien, pos iba y te revisaba tus cajas y te hallaba poquita fruta podrida o pasada ya, te la tiraba y te hacía que sortearas tus cajas. Si ya tenías, por ejemplo, diez cajas piscadas: “A ver, me va a sortear todo”. Si encontraba una media mal: “Sortéemelas todas”. Tú tenías que ir caja por caja sacándole los podridos o lo que fuera, los pasados y era una entretención que ya perdías todo el tiempo de estar sorteando y así nos traían. Y ese día no sé qué le gritaron al señor, unas groserías pues, y me echó la culpa a mí. Yo no le había gritado y a mí me la echó. Entonces allí, cuando ya me iba servir, me empezó a decir cosas, allí nos hicimos de palabras y ya él se fue, ya que terminamos se fue a una distancia como unos doscientos metros y yo me fui atrás de él. Me fui yo como al baño, pero para reclamarle que yo no había sido, o sea, a platicar con él, pero él se espantó todo. Creyó que yo iba, yo creo, a golpear o alguna cosa. No, yo fui a decirle, y ni siquiera se paró conmigo, sino, yo le empecé a decir y él caminó y se fue pa donde estaba la gente. Y toda la gente me dice: “¿Pos qué le hiciste? Viene bien amarillo”. “No, nada. Nomás quería aclarar que yo no había sido el que grité”. Pos no, y así pasó.
VD: Pero, ¿no llegó a más el pleito con él?
MZ: No, ya no. No, porque yo ya nomás le expliqué a él que yo no había gritado. “Y yo no tengo la costumbre de estarle gritando a la gente”, le digo, “yo si siento algo de ellos, yo se los digo personalmente. No voy a andar a escondidas diciéndole o gritándole”. Y ya no llegó a más. Ya de allí, pos ya no tuvimos problemas de con ningún otro. Lo único que es, pues puro trabajo, pura friega duras, pero como estaba uno joven, como que no le pesa mucho el trabajo y luego con el interés de los dólares que and uno allá. Pero te digo, para hacer uno cien cajas, por ejemplo, como te digo, las que nos pagaban a $0.12 centavos, pa ganarte $12 dólares, tenías que hacer una friega, hacer cien cajas, pero, ¡nombre!, bien fatigado, bien cansado.
VD: Pues claro.
MZ: Y luego $12 dólares. La fresa sí la pagaban más bien. En ese tiempo nos la pagaban a $0.50 centavos, dólar, pero lo más que se hacían uno de cajas, pos no llegaba uno a cien cajas, de la fresa no llegaba uno a cien. Ganaba uno siempre de todos modos mucho menos que ahora, porque ahora yo tengo dos hijos allá y a ellos les pagan como a $9 pesos la hora.
VD: ¿Están en el campo ellos?
MZ: En el campo, pero ellos son nomás como jardineros aquí en México. Pero allá le nombran que la yarda. Y ellos todo el tiempo... Saluda, hijo.
2do: Hola.
MZ: Ellos todo el tiempo han trabajado en eso. Todo el tiempo han trabajado en la yarda, o sea que la compañía que ellos traen, se dedica a hacer las casas de los ricos.
VD: El jardín.
MZ: El jardín de los ricos, como tienen terrenos grandes. A las casas se dedican, a hospitales, a escuelas, a todo eso y la compañía les paga a ellos.
VD: ¿Les pagan a todos?
MZ: Y ellos ganan, ahorita pos ganan un promedio como de unos $60 ó $70 dólares diarios.
VD: Es que, además el trabajo del campo siempre es el más pesado y el que no se paga tan bien.
MZ: El más pesado y el que no se paga tan bien.
VD: Claro.
MZ: Y sí, te digo, así estaba toda la cosa por allá.
VD: Señor Miguel, yo regresándome un poquito al momento en el que usted salió para allá, me decía que se fue con varios para allá a Empalme y cuando llegó usted, ¿como cuánto tiempo se tardó? ¿Se acuerda la primera vez, por ejemplo, cuánto tiempo tardó?
MZ: ¿Cuánto tiempo duré la primera vez?
VD: Más o menos, que estuvo allí en Empalme. ¿Siempre entró por Empalme todos sus contratos?
MZ: Nada más uno, el de Texas, acá por Piedras Negras. Todos los demás fueron por Empalme y todo el tiempo casi estuve en California, en el estado de California, en varios puntos, pero en California. Estuve en un pueblo que se llama Oxnard, Watsonville, Salinas, Gilroy, Stockton, ya no me acuerdo de todos. Lo que sí no me acuerdo ya, es cómo se llamaba la compañía, ni los campos que donde estábamos, porque cada campo tiene su nombre y de esos pos no se me grabó casi ninguno, nomás los pueblos, pero pos de eso sí no se me grabó ninguno.
VD: Y me decía que casi siempre entró por Empalme. ¿Como cuánto tiempo se quedaba usted allí en Empalme?
MZ: Cuando te digo que a veces no pasábamos pronto, bueno, lo más que yo duré fueron como dos meses cuando no me podía contratar. No sé porque, te digo, porque pos el señor ya no estaría bien con la gente, con los de allá dentro o no les daría, o quién sabe cómo estaría, el caso es que a veces nos tardábamos mucho. Y a veces apenas llegaba uno hoy en la mañana y ya se armaba uno y ya le gritaban a uno de volada. Apenas llegaba uno de Empalme y luego luego se iba uno a las contrataciones y ese mismo día le gritaban. Y otras veces, te digo, no, tenía que uno durar allí meses, yo me aventé dos meses, pero otros duraban más.
VD: ¿Qué hacían mientras estaban allí en Empalme?
MZ: Bueno, cuando te digo que, pues en la mañana se paraba uno y a irse al campo de contratación. Allí entraba todo el gentío a ganar lugar, iba uno temprano pa estar cerca del micrófono y ya de que se terminaba ya la hora de que ya se acabó la cosa y ya vámonos cada quien pa su lado donde se quedaba uno, porque a veces nos alquilábamos un, o rentábamos un cuartito entre unos cuatro, cinco según los que cupiéramos. Un cuartito chico de cuatro por cuatro, pos entre unos diez nos metíamos allí. Y a veces se empiojaba uno porque ya había gente varia que tenía bastante tiempo y de tanto humor o no sé, se hacía piojo de ese blanco. Una vez nos empiojamos porque nos salimos del cuartito donde ya estábamos porque ya no teníamos pa pagar y nos fuimos a unos vagones de tren que estaban allí viejos, allí por el pueblo ese de Empalme.
VD: Abandonados.
MZ: Abandonados. Nos fuimos y ya había mucha gente allí y esos ya estaban bien empiojados. Empezamos a sentir pasos por acá y allí estaban unos piojotes blancos y hasta tu ropa que ya tenías planchadita, lavada, o ya la tenías en tu mochila, hasta ésa ya estaba empiojada. Aunque la tenía limpia, ya estaba ya empiojada. Teníamos que hervir la ropa así en botes para que se le murieran los animales. (risas) No, nos la pasábamos duras allí desde Empalme, nos la pasábamos duras. Cuando no pasaba uno rápido, ¡nombre!, sí era duro allí.
VD: Allí, ¿dónde comían?
MZ: Bueno, como eran contrataciones, había hartos negocios que ponía la gente misma de allí, pos la propia de allí poner sus vendimias de toda clase de comida. Así, fonditas, no eran restaurantes grandes, sino unas fonditas de volada ponía la gente. Puro negocio que estaba haciendo la gente de Empalme con todo el bracero. Y ya cuando llevaba uno un mes o dos, pos ya no tenía uno para comer y hacíamos la lucha por allí a pedir trabajo a los mismos que venden pa la comida.
VD: Y, ¿alguna vez le dieron trabajo?
MZ: Sí.
VD: ¿De qué?
MZ: Una vez trabajamos también en el campo. Nos contratamos con un señor, después de las contrataciones, ya nos esperaba y nos llevaba por allá al campo a trabajar en el campo. Al señor le trabajamos en el campo, a limpiar la tierra de piedra y de palos y todo. Y ya nomás nos esperaba que se terminara la contratación y ya, si ya no nos gritaban, ya nos llevaba a trabajar y nos pagaba poco (risas). Pero de nada y algo, pos para comer.
VD: ¿Eran muchos los que se iban a trabajar ahí?
MZ: Sí, pos eran varios, no, pero un gentío. Otros trabajaban en otro lado, allí en los restaurantes, en casas grandes limpiando, por allí se acomodaba uno cuando ya no se podía uno contratar, porque pasaban días y días y no te nombraban. Otro día te ibas ya pos a buscar trabajo, o a ver qué le hacías para comer. Al otro día, otra vez a estar allí y no te nombraban otra vez a trabajar, o ya tenía uno su chambita, ya nomás pa cuando saliera uno de allí, de ayudar allá a lavar platos o lo que fuera. Y ya desde allí sufría uno bastante.
VD: Claro. ¿Usted estas cosas las sabía ya desde antes de irse?
MZ: Pues no. Todavía no las sabía yo, porque pos yo me acuerdo que apenas cuando empezamos a ir en ese tiempo, fueron las contrataciones que se abrieron allí en Empalme. Y no estoy seguro desde qué fecha se abrieron esas contrataciones allí en ese pueblo, pero yo cuando empecé a ir pos todavía no sabía nada de todo eso. Lo que sufría uno cuando se empalmaba allí, se empalmaba uno y, o sea, le nombrábamos empalmar cuando no podíamos pasar, se empalmaban. (risas) En Empalme se empalmaba uno allí y no podía uno pasar, pero es como te digo, no se explica uno por qué.
VD: Si ya llevaban coyote.
MZ: Seguiremos el coyote.
VD: Oiga, señor Miguel, y, ¿su familia, cuando usted se fue para allá, no estaba preocupada? ¿Sus papás qué le decían?
MZ: Sí, por eso es lo que te dije, o sea lo que te acabé de decir en el antes de que, cuando uno salía, salía uno pos con un dolor profundo dentro del corazón, porque tanto lágrimas había allá, como lágrimas de uno. Y a veces cuando dejaba uno sus padres y si ya estaban grandes, se preocupaba uno, porque pos ya no podían trabajar o cualquier cosa y los hermanos que se quedaban chicos y los grandes igual. Como uno que se separaba de la familia, a la hora que se separaba en ese tiempo, pos se sentía feo.
VD: Claro.
MZ: Y, como te digo, se iba uno a veces llorando y la familia se quedaba llorando y así todos. Así se pasaba uno.
VD: ¿Su papá o su mamá nunca le dijeron que se quedara?
MZ: Bueno ellos, ¿cómo te dijera?, no nos quitaban de que si queríamos ir, que ellos no nos mandaban, que si nosotros queríamos de voluntad ir, pos que fuéramos. A veces sí nos tocaban poquita suerte. Aunque que ganaba uno poco, pero si uno sabe aprovechar lo que trabaja uno, pos sí ayuda uno a sus familiares.
VD: ¿Usted tenía como algún plan para juntar dinero y hacer algo con el dinero o más bien era para ayudar en los gastos diarios?
MZ: Pues sí, era para ayudar, pero ya había un tiempo ya cuando, pos casi la mayoría de las veces, cuando yo empecé a ir, ya no tenía yo papá, nomás mamá. Y ella fue la que, de lo que yo mandaba, para que ella se llevara y para que los hermanos y eso, ella me iba ahorrando aparte. De eso que ella me ahorró, todavía tengo unos terrenos en un pueblo que se llama Zacapu en Michoacán.
VD: ¿Usted compró tierras con eso que ahorró?
MZ: O sea que allí me compró ella un terreno allí mismo en el pueblito donde vivía, me compró un terreno grande. No tan grande, como de treinta de ancho por como por treinta de largo. Y ése, hace poco, como unos diez años lo vendí y compré tres terrenos en ese pueblo de Zacapu. Y esos son los que tengo allí, todavía de ese tiempo que iba yo allá.
VD: Dijo que estuvo por allá.
MZ: Sí, porque como te digo, aunque fuera poco, pero si lo sabía uno guardar o ahorrar, pos sí, porque habíamos unos compañeros que pos no ahorraban y se la pasaban en...
VD: ¿Se lo gastaban todo por allá?
MZ: En otras cosas, sí.
VD: En general, desde Empalme, ¿allí la relación con los otros braceros era buena?, es decir, ¿se ayudaban?
MZ: Sí. Por ejemplo, donde estaba uno rentando, te digo, pa vivir, pos había mucha más gente, porque, vamos a suponer, una casa que tuviera varios cuartitos, pos allí le rentaban a varios, como a unos cuarenta, cincuenta en una casa, y ya pos todos nos conocíamos y allá hacíamos amistad con todos los que íbamos para allá. Como compañeros, pues nos tratábamos, lo mismo del otro lado allá donde nos tocaba a todos del campo, pos ya nos conocíamos y ya era una amistad grande también. Nomás que pos, entre todo eso, también había gente mala de los mismos mexicanos. Pero pos allí buscaba uno sus amistades que en verdad eran amistades sinceras, ¿no? Ya pos la llevaba uno bien.
VD: ¿Tuvo alguna vez una dificultad con alguien?
MZ: Nomás así de palabras con compañeros que eran muy agresivos, muy terribles, pues. Trataban de humillar a la demás gente y ya así, pero nomás de palabra. No llegábamos a los golpes, no. Lo que te dije hace rato, que los mayordomos, o sea, que los dueños de todas las tierras o de todo eso, nunca los conocimos.
VD: Eran como grandes.
MZ: Yo me imagino que le dejaban todo el encargo al mayordomo, al mexicano, que se encargara de todo. Ellos nomás se dedicaban, yo creo, a hacer cuentas de sus cosechas y todo eso, porque pos nunca los conocíamos.
VD: No trataban más que con el mayordomo.
MZ: No, no tratábamos con ellos.
VD: El trabajo que usted hizo allá, señor Miguel, comparado con lo que hacía en México, bueno, me decía que aquí trabaja más a su ritmo.
MZ: Sí, un ritmo más lento.
VD: ¿Qué fue lo que le pareció lo más pesado de lo que hizo?
MZ: Bueno, pues como unas tres cosas. Pos casi todas son pesadas, casi todas, porque el jitomate es una cosa de las más pesadas, pero, o sea, también más sucia, el jitomate. La fresa es muy cansada y todo, pero no se ensucia uno la ropa ni nada, porque va piscando pura fresa limpia allí, no se llena uno como el jitomate. Con el jitomate tanto lo llena la mata, o sea, la planta, como la bola, el jugo de la bola que se despedaza o eso. Y la goma, pos por aquí anda uno con la hierba que a veces están las matas por aquí así y se llena uno todo de goma el pantalón y por acá de lo que se destripa el jitomate. Se me hizo más pesado el jitomate, pero casi con la fresa y el limón y el espárrago es también muy pesado. Pos casi todos los trabajos de allá son pesados.
VD: De lo que había hecho allá, ¿usted conocía alguno de esos trabajos, alguno de esos cultivos?
MZ: No.
VD: ¿Todo fue nuevo?
MZ: No, porque casi todo lo que trabajé allá, casi fue pura pisca de fruta, casi pura fruta.
VD: ¿No le tocaba como acá hacer…?
MZ: No. Y, como te digo, el trabajo del campo aquí, pos trabaja uno a su ritmo y le para uno cuando quiere y ya, pero allá no, allá tiene uno que fregarle uno. Si no trabaja uno allá, no come y aquí, pos si quiere uno trabajar, (risas) siempre come uno.
VD: ¿Usted recuerda, señor Miguel, cuáles eran las quejas más frecuentes entre los braceros cuando estaban allá?
MZ: ¿Quejas como de...?
VD: Pues que se quejara, por ejemplo, del trabajo, de que no era suficiente el salario, o del mayordomo.
MZ: Bueno, hubo ocasión que sí, del trabajo protestamos porque ya, a como lo pagaban, ya no salía. Era la fresa, estábamos en la fresa. Y ya, pos ya se habían piscado muchas veces esos lugares y ya casi no producía la misma cantidad y ya para hacer unas veinte cajas tenía uno que recorrer bastante terreno y pos ya no nos convenía bien. Y una vez no trabajamos allí en el campo, se paró la gente y ya no quiso trabajar hasta que no nos aumentaran.
VD: ¿En dónde fue eso?
MZ: Pues no me acuerdo del lugar, pero fue en California, pero no me acuerdo si fue en Oxnard o en Watsonville. Fue en una parte de ésas donde nos paramos, toda la gente se paró, ya no quiso.
VD: ¿Cómo organizaron eso ustedes?, ¿en las noches se ponían de acuerdo?
MZ: Sí, en las noches nos poníamos de acuerdo, porque también en eso, pos hay personas que se saben defender, saben hablar ante el público, saben defender sus derechos y ya nos empezaban a decir: “¿Saben qué? Vamos a hacer esto porque ya no nos conviene”. Y sí, pos a veces sí lo logramos y ya nos aumentaban un poco más, pero la mayoría de las veces no.
VD: ¿Esa vez pararon un día?
MZ: Paramos nomás unas horas, fue como cinco de la mañana, no, cuando empezamos a piscar, empezamos a piscar como a las ocho o antes de las ocho y nomás hicimos como unas dos, tres cajas cada uno y ya vimos el tiempo que tardamos para hacer tres cajas y: “Ya ven como ya no conviene”. Pos ya nos paramos. “¿Sabe qué? Ya no trabajamos porque nos pagan muy poco y ya no nos conviene”.
VD: Y, ¿ya se habían puesto de acuerdo ustedes?
MZ: Ajá.
VD: Y toda la gente sí. ¿No hubo algunos que quisieran seguir trabajando?
MZ: Bueno, entre toda la gente, había unos que sí seguían trabajando. Ya ve, yo digo que son gente, no sé si en verdad necesitaban mucho el trabajo o el dinero o no sé, pero muchos sí, la mayoría paró, pero muchos no pararon.
VD: ¿Con quién dialogaron?, ¿con el mayordomo?
MZ: Con el mayordomo.
VD: ¿No se enojó él?
MZ: No, no se enojó. Nomás empezó a nombrar a la gente que, por ejemplo, él vio la hora, ya nombró, entre ellos me nombró a mí: “Fulano de tal, en tantas horas, en una hora o en tanto, se piscó tantas cajas”. “Fulano de tal, en tantas horas piscó tantas cajas”. Él se fijaba en que, por ejemplo, yo piscaba en esa cantidad de tiempo, cuatro, cinco cajas, dice: “Todavía les conviene”. Pero no se fijaba la joda que llevaba uno o lo que recorría uno para poder hacer una caja y eso era lo que él no se fijaba. Él nomás dice: “No, pos en tanto tiempo te piscaste tantas cajas”. Pero no se fijaba lo que uno se fregaba, el trabajo que daba para llenarlas, el tramo que recorría uno y luego en lo húmedo y todo el tiempo agachado.
VD: En ese momento se arreglaron con él y, ¿qué les dijo?
MZ: No. Parece que me acuerdo que fue, nos dejó y fue a hablar con el señor o le habló por el teléfono. No me acuerdo si fue en, porque trae camión, trae camionetas, no me acuerdo si fue hasta allá con él o habló por teléfono. Pos no sé qué le diría. El caso es que nos dijo que siguiéramos trabajando, que nos iba a pagar más.
VD: ¿Sí les aumentaron un poco?
MZ: Sí, nos aumentaron un poco, pero pues no me acuerdo de todo eso. Te digo, uno no hace caso de nada de sus papeles y antes estos no sé cómo los guardé, la mica, pero todos los contratos, pos no sé, se me perdieron yo creo, o los tiramos o no sé, mi esposa, no sé.
VD: ¿Allá leía sus contratos, señor Miguel?
MZ: Ni siquiera eso hacía uno, hombre. Bueno, porque muchas cosas vienen en inglés, pero lo que viene en español, pos son nomás casi los datos que les pedían a uno.
VD: Y, ¿nada más les dejaban esta única hojita para ustedes?
MZ: Ajá.
VD: ¿No les daban más información sobre cuánto les iban a pagar la hora ni eso?
MZ: Casi la mayoría de las veces trabajamos por contrato. Pos yo creo cuando a ellos no les convenía, nos daban por horas cuando, por ejemplo, la huerta o el field estaba bueno, nos daban por horas. Cuando estaba muy malo, ya nos daban por contrato. Pos son listos.
VD: Cuando llegaba ahí al centro de contratación, ¿a usted nada más le avisaban qué le tocaba y ya ustedes no podían escoger ni lugar ni nada de eso?
MZ: No, a veces sí daban la oportunidad. O sea que ya lo metían a uno a una parte que se llama La Asociación. Ya llegaba allí toda la gente que se contrataba ese día, llegábamos todos y ya llegaban allí los mayordomos. Llegaban los patrones y llegaban a escoger la gente. Porque hasta eso, lo escogían.
VD: ¡Ah! O sea, ¿no era como iban saliendo?
MZ: No, a veces se quedaban ellos mirando a la gente y: “A ver tú pa acá y tú pa acá”. O a veces, allí gritaba el encargado de allí: “¿Quién quiere ir a piscar el limón?”, o, “¿quién quiere ir a la fresa?”, o, “¿quién quiere ir a la naranja?”. Y ya la gente que le gustaba ese trabajo: “Pos yo voy pa allá”. “Pos órale”. “¿Ahora, quién quiere ir a piscar esto?”. “Pos órale”. Así se iba uno contratando. Casi sí era como que nos daban un poco de chanza de escoger, porque sí gritaban que quién quiere ir a la pisca de esto, quién quiere ir a la de fresa, quién quiere ir a la de tomate y así. Y ya se paraba uno: “Pos yo”. “Órale”.
VD: Y, ¿se acuerda a cuál se iba más gente?
MZ: Pos es que a uno les gusta una cosa y a otros otra, casi era lo mismo. Lo que sí la gente le sacateaba un poco era el algodón. El algodón sí es una friega bien dura.
VD: ¿También le tocó a usted piscar algodón?
MZ: Sí.
VD: ¿En dónde?, ¿en California?
MZ: No, en Texas. Cuando fui a Texas, fue cuando pisqué puro algodón y allí no había ningún otro trabajo nomás que puro algodón. No nos dejaban trabajar temprano porque el algodón está húmedo y entonces pesa mucho.
VD: Ya no les conviene.
MZ: Ya nos les conviene a ellos. A ellos nos les convenía. No nos dejaban trabajar temprano. Cuando lloviznaba tampoco no nos dejaban trabajar ya, porque ya cuando salía el sol, era cuando ya estaba el algodón seco y, ¡órale!, seguir a piscar. Pos no pesaba nada y luego eran unas sacotas que cargaba uno, como de a tres metros la saca, pos sí a llenarlas que por aquí se la cargaba uno, se la fajaba uno aquí o por aquí, por donde uno quisiera, pisque y pisque y metiendo el algodón allí. Ya que iba más llena, la sacudía uno para que se apretara y tardabas en llenar tu saca y luego ibas a pesarla y te pesaba cualquier cosita de libras. Unas treinta, cuarenta libras una sacota llena. Vienes con tu sacota colgando aquí llena de algodón. La pesaban allí, treinta kilos, treinta libras.
VD: Nada.
MZ: Ahí va otra vez a piscarle en el caloronazo. No, caloronazo pero bruto y luego las sacas bien bromosas, porque no pesaba el algodón. Y luego, como el algodón tiene casquillos, o sea, se abre así el capullo, así, se pone el algodón aquí, pero el capullo tiene picos.
VD: Alrededor.
MZ: Ey. Entonces, cuando te ibas bien confiado, te picaba los dedos. Aquí los tengo todos fregados los dedos de aquí. O que te picaba de aquí, ibas a garrar el capullo y te picaba.
VD: ¿No les daban guantes?
MZ: No, para el algodón, no. Para lo que nos daban guantes era para el limón, para la naranja, para eso. Y luego nos daban también unas mangas de lona desde aquí el guante hasta aquí, aquí en las mangas de lona hasta aquí, para la espina.
VD: ¿Para no arañarse?
MZ: Para la espina. Pero la panza la traía uno toda pinta de puras espinadas que se daba uno. Que se estiraba uno a agarrar el limón hasta allá y a jalarlo y le arañaba a uno toda la panza. Cuando se bañaba uno y se veía uno todo cómo estaba todo arañado (risas) desde las piernas hasta acá todo arañado.
VD: Oiga y, por ejemplo, usted que estuvo en dos partes, en California y que estuvo en Texas, además de que el algodón no se lo pagaban tan bien, ¿usted recuerda si había mucha diferencia entre uno y otro lugar?, es decir por ejemplo, en los lugares donde vivían, en el trato que les daban la gente en uno y otro lugar.
MZ: Bueno, en Texas yo vi un poco más mal lo de la atención que nos daban, porque en Texas no teníamos ni baños para bañarse. Allí teníamos un como tipo alberca, pero grande así, como de tres metros, como por seis de larga. Allí la llenaban y allí se metía uno a bañar. No había baños de regadera como acá. Acá sí teníamos baños de regadera por California, pero acá en Texas nos abordábamos nosotros solos. Allí no nos daban.
VD: ¿Usted se tuvo que cocinar?
MZ: Nosotros nos levantábamos desde las cinco para amasar masas de harina, de trigo para hacer tortillas de harina y hacer el guisado y todo y almorzar y luego llevar lonche pa medio día y luego llegar de trabajar y hacer otra vez pa cenar, y a dormir y al otro día igual otra vez.
VD: ¿Usted había cocinado antes o fue la primera vez allá que aprendió a cocinar?
MZ: Pues esa vez fue la primera vez. Sí, porque cuando yo estaba aquí en Michoacán pos no cocinaba. Aquí en México sí fue cuando ya ahora le ayudo a mi esposa a cocinar, pero allá fue la primera vez.
VD: Y, ¿cómo les iba, oiga?
MZ: Pero yo iba con otro señor que ya, de allá del mismo rancho, que él ya había ido muchas veces y él ya sabía cocinar y todo. Yo me hacía el tonto que, me tocó mi cama arriba y él abajo y él se paraba. Yo nomás me asomaba y sí, él ya estaba allí en friega ya haciendo la comida. Ya nomás me gritaba ya cuando ya mero estaba: “Ya párese, mijo”. Me decía mijo, toda la gente creía que era mi papá y no era. “Ya véngase, mijo, a almorzar”. Desde la primera vez me hice yo tonto, ya no le ayudaba casi tanto a hacer de comer. Él hacía de almorzar, ya de cenar sí ya le ayudaba yo a hacer.
VD: Se preparaban ahí.
MZ: Los preparábamos para el medio día y almorzábamos allí de volada, pos ya ve que en la mañana ni hambre tiene uno, pero tiene uno que comer algo. Y luego ya llevábamos para comer allá a medio día, allí abajo del tráiler metíamos el algodón en la sombra para estar allí comiendo un taco allí. Llevábamos agua y todo para ir comiendo en el campo, pues.
VD: ¿Ustedes iban el fin de semana a comprarse su comida?
MZ: Ajá. El sábado en la tarde preparábamos a la una y nos íbamos, o sea sí ya nos pagaban, porque nos pagaban cada semana, cada ocho días.
VD: ¿Le pagaban un cheque o en efectivo?
MZ: Nos pagaban cheque y teníamos que ir al pueblo a cambiar. El mismo mayordomo nos llevaba a cambiar. Dice: “Se aprenden para ir a cambiar, que cambien su cheque”. Y ya de allá traíamos las provisiones para hacernos de comer.
VD: ¿Él los llevaba para allá?
MZ: Él nos llevaba.
VD: ¿En su camioneta?, o, ¿en qué los llevaba?
MZ: Sí, una vez tenían así camiones como estos que le dicen aquí guajoloteros, así de esos. A veces para llevarlos a unos al pueblo.
VD: ¿De qué pueblo a que pueblo le tocaba por allí cerquita?, ¿se acuerda?
MZ: Pos el de Texas se llama Pecos.
VD: En Pecos.
MZ: Pecos, Texas.
VD: En esos días que ustedes iban a las tiendas y a los restaurantes, ¿Cómo era el trato que tenían de la gente de allí, señor?
MZ: Bueno, los tratos en las tiendas, sí eran bien. Sí atendían a uno bien. No le hacían así mala cara ni nada. Pues iba uno a consumir, pos nos tenían que tratar bien de todas maneras. No habíamos que nos hicieran así o que se burlaran de uno así, no, ninguna cosa de esas. En las tiendas, sí nos atendían bien y como también tenía gente mexicana para atender a los mexicanos, porque los dueños pos no saben hablar en español. Entonces, tenían dependientes mexicanos también para atender a la gente mexicana. Ya con ellos trataba uno lo que quería uno y lo que iba uno a pagar y todo.
VD: Y, ¿en los restaurantes, por ejemplo, o en las cantinas?
MZ: También hay gente mexicana de los que despachan, de los que tratan pues a la gente.
VD: ¿A usted no le tocó que lo separaran de los blancos, de la gente como los anglosajones y por otro lado los mexicanos, o los negros?
MZ: No, pos como casi no íbamos mucho a las cantinas, por allá de vez en cuando, pero casi no. Y como la gente que ya había ido diciendo: “No, ahí no nos metamos, porque no nos admiten”, pos ya no nos metíamos, yo ya, si iba con algunos compañeros, ellos decían: “No, ¿saben qué? Allí no nos metamos, porque allí no quieren a los mexicanos, allí”.
VD: ¿Ellos ya sabían?
MZ: Ellos ya sabían dónde.
VD: Pero entonces, ¿sí había esos lugares?
MZ: Sí, sí había.
VD: ¿Nada más ustedes los evitaban?
MZ: Nosotros los evitábamos, pero sí había donde no podían entrar mexicanos, donde no podían también, donde estaban los gringos, no podían entrar de otras razas. Por eso ellos ya sabían y: “No, aquí no podemos entrar. Vámonos más allá”.
VD: ¿Usted cómo se sentía, señor Miguel, cuando veía esas cosas?
MZ: ¿Como cuáles cosas?
VD: Pues que no los dejaban entrar a pesar de que ustedes estaban yendo a trabajar a allá.
MZ: Bueno, pos el hecho de que no dejaran entrar, por ejemplo, a un mexicano a una cantina o a un restaurán, pos sí se sentía uno medio humillado. ¿Por qué no lo dejan a entrar a uno si va uno a pagar igual que cualquier gente que entra? Sí sentía uno, pos como que daba coraje y a la misma vez humillado, porque decíamos: “¿Por qué lo discriminan a uno de no dejarlo meter a ese bar, o a esa cantina, o restaurán, o lo que sea?”. Daba coraje y al mismo se sentía uno pos humillado.
VD: Y además pues ustedes estaban trabajando allá.
MZ: Ey, éramos trabajadores de ellos. Fuimos los que los salvamos de su guerra, los que le hicimos ganar su guerra, porque pos nosotros nos hicimos cargo de todo el campo y ellos pues esquíen sabe dónde estarían, pero ganaron su guerra en ese tiempo.
VD: En general, por ejemplo, pues ustedes estando allá que veían, porque yo pienso que, sobre todo yo creo que en California, la mayoría de los trabajadores que usted veía a su alrededor eran braceros mismos.
MZ: Sí, todos éramos braceros.
VD: Y por ejemplo, ¿qué pensaba la gente de que veían puros mexicanos y aún así no les pagaban lo suficiente?
MZ: Casi éramos puro mexicano. Como había, por ejemplo, los ranchos, por ejemplo, de aquí pa allá era de un ranchero, de aquí pa acá otro. Las cuadrillas de acá de este lado que no eran de nosotros, era puro mexicano también y acá puros mexicanos. No habíamos gente, una que otra gente de, por ejemplo, filipinos, japoneses, también a veces andaban entre los mexicanos trabajando en el campo también, pero casi no. Americanos, eso sí ninguno trabaja en el campo.
VD: O sea, eran casi puros braceros los que ustedes veían.
MZ: Puro bracero.
VD: ¿Se acuerda usted qué decía la gente? ¿Por qué nada más había braceros? ¿Por qué no había gente de allá que quisiera hacer el trabajo? ¿Por qué?
MZ: Pos en realidad nosotros ni preguntamos eso. Como sea se concretaba uno a lo que iba, a trabajar y pos echarle ganas al trabajo para hacer algo, porque pos se iba uno nomás a cotorrear o a hacer algo pa no trabajar, ¿pos qué hacía uno? Se venía uno de regreso a México pos sin nada y, ¿qué caso tenía? Caso tenía estar yendo a gastar y luego a perder el tiempo sin traer nada o gastar su dinero allá y no traer nada para México, no tenía caso. Aunque de todas maneras, no hacía uno mucho, porque como iba uno cada año, por ejemplo, lo que traía uno pos llegaba uno al rancho, pos lo guardaba uno nomás que pa su pasaje del año que seguía. “Yo guardo esto para cuando me vaya”. Y ya lo demás lo gastaba uno por allí en lo que fuera.
VD: O sea que usted desde la primera vez, señor Miguel, regresó con la idea a México de volver el año que entra.
MZ: Sí, así siempre estaba uno con la idea, ya desde que llegaba uno, luego luego apartaba uno su pasaje, lo que gastaba uno y lo que le iba a pagar al coyote, porque todo el tiempo entraba uno con coyote. Ya apartaba uno el dinero. “Esto me alcanza pal coyote y para irme, pal pasaje para irme”. Y ya, lo demás compraba uno lo que necesitaba uno por allí.
VD: Por ejemplo, usted me decía que originalmente el contrato era de cuarenta y cinco días, pero se los iban renovando.
MZ: A veces nos los daban de tres meses, a veces de cuatro meses. Según, yo creo, el ranchero tenía de trabajo, él tanteaba su trabajo en cuánto tiempo se lo podían hacer y él contrataba a su gente, por ejemplo, por cuatro meses. Entonces ya, si él veía que en cuatro meses todavía tenía más trabajo, pos nos renovaba el contrato, o ya si se le acaba su trabajo completamente, ya los mayordomos nos decían: “Muchachos, ya este trabajo se acabó. Ya nomás hay pa ocho días, pero el que guste, si gustan seguir trabajando, se van a ir a La Asociación y allí va a ir más patrones a contratarlos de nuevo, el que quiera. Y el que no quiera, pos si ya quiere regresar a México, pues ya es cosa de ustedes”. “No, pos sí queremos trabajar”. Pos órale, ya nos llevaban allá a entregar a La Asociación y allí iban ya los otros rancheros, los otros patrones. “Quiero tantos”, y órale, otro contrato de otros tres meses y a según así.
VD: O ese mismo le renovaban, ¿verdad?
MZ: Sí, o él mismo nos renovaba. Cuando ya veía que en cuatro meses no se le terminó y todavía tenía trabajo, pos nos renovaban por otros cuatro y así, y luego a veces había chanza de que nos renovaban hasta por dieciocho meses.
VD: ¿Alguna vez le tocó uno así más largo?
MZ: Bueno, esa vez me tocó, pero no quisimos. Pos ya ve que anda uno con la ilusión de que voy a ir a ver a la novia, y que quién sabe qué tanto y a mis papás y a mis hermanos, tiene uno ganas de ver a la familia”.Y por eso a veces ya no se quedaba uno. Pero un contrato de ocho o diez meses se aventaba uno fácil.
VD: Y ya después de eso, ¿usted ya tenía ganas de volver a México?
MZ: Ajá. Volver a México. Entonces, ya de allí otra vez, como te digo, nomás guardaba uno su pasaje y lo que le iba uno a pagar al coyote y otro año, ya nomás desde febrero, ya estaba uno al alba pa cuando estuviera apuntando el señor, luego luego, ser de los primeros, luego luego se iba uno de los primeros.
VD: Mientras estaba en el rancho, ¿volvía a trabajar en el rancho?
MZ: En el campo. En lo que había allí. Bueno, las tierras que tenía pos eran de mi papá allá, ya en lo que él faltó, se le quedaron a mi mamá. Allí están ellos, son los que están en este lado, allá en el retrato de la esquina. Mi mamá es la del medio, mi papá de este lado y yo que estoy de policía. Es que yo todo el tiempo he trabajado de policía, o sea de uniformado. Allí, cuando estoy uniformado, allí trabajé este, en el Lecumberri. Trabajé en el Lecumberri diez años como vigilante.
VD: No me diga, ¿usted estaba allí cuando era cárcel?
MZ: Cuando era cárcel la Lecumberri. Diez años duré allí como vigilante, pues.
VD: Bueno, se fue muy jovencito, se fue allá desde los diecinueve. Que fue en el año, ¿cuál fue su primer contrato?
MZ: Bueno, pues no me acuerdo si jue el [19]55, pero nomás tengo el del [19]56.
VD: Entonces, en el [19]55, se fue usted pues muy joven y hasta el [19]64. O sea que se fue casi diez años.
MZ: Casi ya mero, como nueve años, diez años.
VD: Entonces dice que se iba cada año.
MZ: Sí. Cada año casi sin faltar. Sin faltar desde la fecha que empecé a ir, no falté ni un año. Todos los años iba.
VD: Y me dice que en el [19]60 se casó.
MZ: En el [19]60 ya me casé y era cuando, te digo, que ya más le dolía a uno dejar la familia, a los niños chiquitos. Ya tenía uno cuando fui de casado la primera vez y luego ya después que fui la segunda, ya tenía dos y pos sí era más dolor dejar a la esposa, dejar a los niños y el papá, la mamá y los hermanos, de todo se sentía uno. De todo sentía uno feo dejarlos, pero al mismo tiempo por ir con la esperanza de ganar para ayudarlos, para sostenerlos, pos con todo y dolor se iba uno.
VD: ¿Su esposa qué le decía?
MZ: Pos se quedaba nomás llorando. O sea que no decía nada porque pos ella sabía a lo que iba uno, a buscar para sostenerlos allí mismos y lo único que hacían pos era llorar. Y ya después que ya sabían que ya había pasado uno, que ya estaba uno allá y que ya les escribía uno, porque en ese tiempo no hablaba uno por teléfono.
VD: Cartas y así.
MZ: Pura carta. Ya llegaban las primeras cartas acá, pos ya les daba gusto. Ya nos contestaban y así estábamos con pura carta.
VD: ¿Sí recibía todas sus cartas allá?
MZ: Ahora ya no, pos ahora ya no hay cartas, ya nomás puro teléfono.
VD: Entonces usted se escribía con ella.
MZ: Ey.
VD: En ese tiempo supongo que le mandaba para acá a ella.
MZ: Sí, pues yo en cuanto empezaba a ganar, luego luego le giraba los cheques para acá, para ellos. Poco, como te digo que ganábamos poco. Como juntaba lo de un mes, se lo mandaba o a veces más pronto del mes.
VD: Y, ¿sí le alcanzaba para mandar y además quedarse usted con algo?
MZ: Sí, yo todavía me quedaba con algo. O sea que no lo mandaba todo para quedarme [algo]. También iba juntando también para ya cuando me fuera no ir sin dinero. Le estaba mandando nomás lo necesario, porque pos de todas maneras anteriormente era la vida más fácil. Ahora está más duro. Yo todavía me acuerdo cuando vine aquí a México, ya nomás trabajaba yo y ya tenía mucha la familia y me alcanzaba a mantener y mi esposa no trabajaba y nos manteníamos bien. Hoy estoy viendo que necesitan trabajar los dos y todavía a veces ni pueden. Como yo, pos ya cuántos años tengo trabajando aquí el Gobierno, treinta y seis años y gano cualquier cosa. Mi sueldo base es como de $1,500 a la quincena, $1,511 pesos. Después de treinta y seis años, si me jubilo, me dan como tres mil y feriecita al mes, pos no me alcanza. Por eso no me he jubilado y ya estoy grande y no me he jubilado por lo mismo.
VD: En aquellos años, yo me imagino, en el campo pues también era duro.
MZ: Ey.
VD: Pues por eso buscaba la gente, entonces, contratos para allá.
MZ: Y como te digo, era casi puro trabajo del campo. Los braceros iban al puro campo, casi raro era el que se buscaba por allí una chamba o le daban una chamba por medio de amistades en algún restaurán o en otras cosas. Pero casi en ese tiempo puro campo era, puro campo.
VD: En el trabajo que hizo allá, en el tiempo que estuvo contratado, señor Miguel, ¿nunca necesitó usted atención médica? ¿Nunca hubo algún accidente?
MZ: No. Nunca ocupé el seguro yo para nada, para nada. Te digo, las veces que andaba malo, como cuando nos purgaban, era, el mismo mayordomo ya nos llevaba el tónico para estarle dando a cada quien su cucharada. Pos ya sabían ellos que con eso se controlaba uno, yo creo porque con eso nos componíamos rápido, pero de allí en adelante no lo ocupé yo para nada el seguro, para nada.
VD: ¿Nunca necesitó ir al médico?
MZ: No, nunca necesité ir al médico.
VD: Y por ejemplo, las veces que llegaban a tener, pues no sé si en su campo o en algunos de los campos, ¿alguna vez hubo algún problema más grave con el mayordomo o entre ustedes que necesitaran, por ejemplo, el cónsul?
MZ: Pos no, no sé, te digo, si estaría uno muy cerrado o no sé, pos porque también habían unas oportunidades de migrarse uno, porque había unas oficinas que, con las letras en español, decían: “El que quiera emigrarse aquí se atiende. Traiga sus papeles”. Ya les especificaba allí mismo con letras, los papeles que necesitaba uno para emigrarse. Y la misma gente mexicana nos decía: “No sean tarugos, los quieren para la guerra”, y lo espantaban a uno. “Pos pa eso quieren emigrados”, dice, “para mandarlos a la guerra”. Y tenía uno miedo de emigrarse, pero había facilidad de emigrarse uno.
VD: ¿Por eso no se animó usted?
MZ: Pos por eso no, porque pos en ese tiempo estaba uno, ¿cómo te dijera?, más joven, pues como menos experto que estaba uno nomás y se dejaba uno guiar por la gente que ya era más grande. “No, nos quieren pa la guerra”, y pos nadie le entraba, porque creía uno que sí era cierto que era pa la guerra. Y yo digo, si se hubiera uno animado, pos ya tuviera uno emigrado desde cuandísimo. Ya hasta se hubiera uno jubilado, yo creo.
VD: Una pensión.
MZ: Pos sí, una pensión.
VD: En este tiempo o incluso antes, bueno antes no, porque estaba usted muy joven, se fue muy joven, pero, ¿nunca le dieron ganas de irse de mojado, de irse sin papeles para allá?
MZ: No, nunca me dieron ganas. Bueno, porque te digo, cuando ya se acabó la contratación, ya fue cuando vine para acá para México y casi desde que llegué encontré este trabajo y ya se me quitó el brete de Estados Unidos. Un tiempo sí, pero todavía no trabajaba aquí en México, quise emigrarme. Metimos los papeles, sacamos pasaporte, pero en ese tiempo llegó otra ley de Estados Unidos que era una fórmula, quién sabe qué fórmula inventó el Gobierno de allá y ya con eso estaba más difícil emigrarse. Después de que no quise allá, después sí me quise emigrar, pero ya no se pudo. Ya por esa cláusula que sacaron ellos ya, ya no se pudo. Pero era una fórmula con números, pero no me acuerdo qué números eran y ya se nos puso más difícil y ya habíamos sacado el pasaporte. El pasaporte hasta la fecha por ahí lo tengo y ya no se pudo.
VD: ¿Eso sí ya fue más reciente?
MZ: No, pero sí hace mucho tiempo todavía. Todavía no venía yo a México. Pos casi fue cuando, en las últimas veces que estuve yendo a Estados Unidos, fue cuando traté de emigrarme ya.
VD: ¿Todavía como bracero?
MZ: Sí, todavía estaba como bracero cuando andaba allá en eso de que me quería emigrar.
VD: Y ya no pudo arreglar.
MZ: Ya no se pudo, ya no pudimos arreglar y ya se me quedó el brete de Estados Unidos. Ya entré aquí y ya se voló la cosa. Todavía intenté en, no me acuerdo en qué fecha fue, pero fue como el [19]70, por allí creo fue que quise irme al otro lado también. Me vendieron unos papeles con otro nombre, un acta de nacimiento y la de bautismo. Y pos no me animé a pasar porque también un tío que está allá en la frontera, o está más bien al otro lado, me espantó también que porque: “Te vas a meter con estos papeles, te van a agarrar La Migración. Te van a hacer preguntas en inglés y no vas a contestar y te van a agarrar en curva y te van a decir que traes los papeles chuecos y te van a meter a la cárcel”. Bueno, me espantó también. Hasta la fecha allí tengo los papeles esos. Pero ya nunca quise utilizarlos porque dicen que me hacen palabras en inglés, por ejemplo, los presento en la frontera con el otro nombre que no es mío y como soy nacido de allá, me van a preguntar en inglés preguntas y, ¿qué vas a hacer? “Si usted es nacido acá y no sabe inglés, entonces, ¿cómo está la cosa?”. Dice: “Te van a dar en curva y a lo mejor hasta te meten a la cárcel”. Pos me espantaron todo y ya no los utilicé y allí están todavía los papeles, por allí los tengo, el acta de nacimiento y la de bautismo.
VD: Y del tiempo en el que estaba usted allá contratado, ¿alguna vez se le ocurrió desertar e irse a buscar otro trabajo?
MZ: Pos en una ocasión sí intentamos con otro muchacho y ya nos estábamos poniendo de acuerdo para desertarnos ya cuando casi ya no había trabajo, desertarnos e irnos a otro campo o a ver a dónde íbamos a buscar otro trabajo. Cuando no nos queríamos venir para México y que ya el patrón nos iba a echar, pensábamos en desertarnos e irnos a buscar otro trabajo. Pero no se llevó a cabo y ya mejor no nos animamos y ya allí quedó.
VD: ¿Por qué no se animó?, ¿se acuerda?
MZ: Pos por lo mismo de que también, te digo, que la gente que ya sabía más, empiezan a decirle a uno: “Pos, ¿a dónde van a ir? y esto”, y que, “¿no saben a dónde van a ir o a pedir trabajo, o cómo le van a hacer? Y, ¿si no los aceptan?, ¿si los reportan? Y ya usted hizo un desertor, les va a ir mal”. Bueno, lo empiezan uno a asustar de varias formas y pos como que no se anima uno.
VD: ¿Por La Migración?
MZ: Por La Migración. Sí, porque así como estamos contratados, a veces que íbamos al pueblo, a veces nos entrevistaban los emigrantes, los de La Emigración. Yo creo lo veían a uno medio sospechosillo, o que si andaba uno medio tomado. Y ya nos interrogaban y ya sabían que éramos contratados y ya no nos hacían nada. Al contrario, a veces si andaba alguno tomado, lo llevaban a su campo.
VD: ¿Les pedían su mica de identificación?
MZ: Sí, porque siempre que íbamos al pueblo, nos decía el mayordomo: “Carguen sus papeles. Carguen su mica pa que no tengan problemas”. Y siempre la cargábamos cuando íbamos al pueblo o a veces nos resbalábamos por una cantinilla y allí teníamos nuestros pasajes.
VD: Y ya con eso La Migración...
MZ: Ya con eso ya no nos decían nada.
VD: Pues no sé si en alguno otro que haya estado allá, que les haya dicho que otros trabajos eran mejor pagados que el del campo, por ejemplo, que se fueran a una ciudad a trabajar.
MZ: Sí nos platicaban que había trabajos más bien pagados y no tan matados como en el campo, pero para eso, pos necesitaríamos pues desertarnos como dices tú, que nos desatáramos para ir a buscarlo o tener familiares. En ese tiempo no tenía uno casi familiares también por allá, o amistades. Yo tenía en ese tiempo a unos primos, pero pos como nunca nos frecuentamos, nunca nos conocíamos, pos si hasta la fecha no nos conocemos con esos primos. Son de un hermano de mi papá que se emigró desde que estaba también joven y ya allá tuvo sus hijos y todo. Pos no nos conocemos. Por eso no trataba uno de desertar y pedir ayuda con un pariente o algo. Ahora sí, pos ya tiene uno bastante parientes allá. Tengo allá emigrados son dos hermanos y todos sus hijos de ellos y dos hijos que tengo acá en Chicago, los que te digo que trabajan en el campo. Ellos tampoco no quieren estar allá en Estados Unidos, ellos van su temporada y se vienen. Igual, como cuando yo iba en aquel tiempo contratado, ellos ahora se van, pero como ya están emigrados, ellos pasan a la hora que quieren. Pero, nomás van y trabajan la temporada del trabajo, son como diez meses. Se vienen, duran aquí dos meses o tres y se vuelven a ir.
VD: ¿Tienen tarjeta de trabajo?
MZ: Tienen sus papeles ya de emigrados. Por eso pos ya la salida y entrada no se les dificultan ni los detienen tampoco. Lo que no se quieren hacer, son ciudadanos, porque ya siendo ciudadanos, ya nos los dejan salir como quiera. Ya siendo ciudadano, ya tiene que pedir un permiso para venir a México. Y así como están ellos nomás emigrados pueden salir a lo que quieran, y por ejemplo, en el trabajo tampoco no les pueden dar permiso de venir cuando quieran ya siendo ciudadano. Porque cuando se hace ciudadano, creo los hacen que aprendan un curso en inglés, creo. Se los preguntan en inglés y ya que ya lo sepan, ya los hacen ciudadanos como nacidos de allá, como si fueran americanos, pues.
VD: Y ahorita siguen con su tarjeta de residentes.
MZ: Eso es con los que ellos están yendo y viniendo.
VD: Entonces cuando usted se fue para allá, pues, ¿no tenía parientes ni nadie que...?
MZ: Allá al otro lado no.
VD: Y, ¿qué le pareció?, o sea, pues ya cuando pudo ir a alguna ciudad, ¿eso era como usted se imaginaba, señor Miguel? O, ¿cómo se imaginaba que iba a ser Estados Unidos?
MZ: Bueno, pos ya cuando uno ya estaba allá del otro lado, pos sí veía uno las cosas más distintas que acá, porque entraba, por ejemplo, uno a una tienda grande como las de aquí y todo eso. Por ejemplo, afuera un calorón y ya entrábamos a la tienda y bien fresco, bien a todo dar en las tiendas, todo bien, pos muy moderno a lo que uno está impuesto a ver y pos muchas cosas que veíamos unos diferentes, pues ya le gustaba a uno. Aquí está más bonita que allá y todo eso. Estaba muy diferente aquí y allá, pero lo que no estaba uno a gusto por no ver uno a sus familiares, por las friegas del trabajo que se llevaba uno, por los bordes que a veces nos daban y que no nos servían mucho y pos estaba uno desagusto un poco. Pero sí, ya yendo hacia el pueblo, sí ya era muy distinta la cosa, pero ya de allí del pueblo, como te digo, iba y regresaba uno a su lugar donde estaba y pos ya se sentía uno como preso, pos nomás a puro trabajar y dormir y trabajar y dormir.
VD: ¿Cómo eran los lugares donde ustedes vivían, señor Miguel?
MZ: Pos era una cosa como, ¿cómo te dijera?, pos ellos le nombraban barraca. Por ejemplo, tapaba aquí una barda como unos veinte metros para allá y como cuarenta para allá o más, más grandes, nomás pavimentados así de cemento abajo o de madera y allí las literas que te digo, como unas cuarenta literas por acá, como cincuenta y por allá otras. Cabíamos más de cien en cada barraca y ya de allí, ese campo tenía su barraca pues, y teníamos cada quien su cama para dormir y todo y tenía su comedor y sus baños, uno para el baño y para bañarse. Pero de todas maneras, como quiera que hubiera sido, no estaba uno muy a gusto por eso de la comida y por las friegas que se llevaba uno y luego lo mal pagado, eso era lo peor. Y luego todavía de allí, pos nos quitaban, por ejemplo, si yo ganara, vamos a suponer, que ganara $300 dólares ó $200 a la semana, de allí me quitaban $20, si ganaba $200, me daban $180. Si ganaba $300, me quitaban $30. Así nos iban quitando el diez por ciento y pos allí casi era lo que uno ganaba en ese tiempo, $150, $140, $180, $200 cuando te digo que los fields estaban buenos, por ejemplo, la fresa, el jitomate, el limón, que las huertas estaban buenas, sí sacaba uno más. Unos $300 dólares a veces a la semana, pero la mayoría de las veces $180, $190, ó $220 era lo más que llegaba uno a ganar cuando las huertas están buenas. Pero cuando no servían, sacaba uno cualquier cosa y bien fregado y nada de acá. Y cuando la huerta estaba buena, o el field, que es de la fresa, estaba bien buena, pos no trabaja uno mucho y ganaba más, porque de cualquier pedacito de sur pos sacabas tantas cajas y ya no recorrías tanta tierra y tanto lugar agachado, agachado. En la fresa carga uno un carrito de madera así con la caja puesta allí, lo vas empujando, piscando y echándole y ya lo vuelves a recorrer. Todo el día agachado, todo el santo día y el calorón que te tiene, uy, ¡hijo de la fregada!, con su sombrerito agachado no, ahí todo... (risas)
VD: Y, ¿eso para que le saliera apenas?
MZ: Ey, nombre, nomás vieras.
VD: Entonces, cuando le pagaban cada semana, ¿se iba al pueblo a comprar?
MZ: Bueno, cada sábado el mayordomo ya tenía, yo creo, como órdenes del patrón, ¿no? Me imagino porque luego luego decía cuando cobramos: “Todo el que quiera ir al pueblo a cambiar su cheque, a tales horas voy a salir allí para llevarlos allá al pueblo”. Muchos no iban porque muchos a veces guardábamos los cheques. “No, ahora yo no voy”, guardaba el cheque y ya cuando uno ya tenía como unos tres cheques o cuatro, ya...
VD: ¿Los iba a cambiar?
MZ: A veces sí o a veces nos llevaba al cine el que quiera ir.
VD: ¿Eso era en California?
MZ: En California, porque no, acá en Texas, no. Allí en Texas sí duré poco, creo fueron nomás como cuatro meses o cinco meses por allí, porque se acabó la pisca, pos ya no servía el algodón y pos ya no convenía. Allí fue donde duré más poco, en Texas. Lo que no me acuerdo si fue la última vez o no me acuerdo cuándo fue, pos ni me acuerdo por qué me fui pa Texas.
VD: Que lo mandaron, ¿le tocó para ese lado?
MZ: No, yo fui directamente a contratarme allá. No fui al Empalme, sino fuimos acá. Según que las pláticas, ¿no?, que el algodón, que saca uno más dinero y que la fregada.
VD: ¿Eso le decían?
MZ: Pos era la gente que sabía, pues, ¿no? “Pos vamos a jalar pues pa Texas”. No, hombre, traen unas jodas y no saca uno casi nada. Te digo que se enfermaba uno, porque, bueno, no me he enfermado yo, porque yo agarré la costumbre de cargar mi saco por aquí arrastrando ya cuando venía más pesada y yo como no la jalaba, yo la jalaba así con el cuerpo.
VD: Ah, la iba jalando. Se la llevaba entre las piernas y la jalaba.
MZ: Sí, y yo la jalaba con las piernas, con el cuerpo. O sea que después llegó el día en que me dolía todo aquí. O sea, me dolía todo, pero ya dejé de jalarla con esto y ya se me quitó, ya metía las manos y jalaba con las manos.
VD: Hay que saber, si no se lastima.
MZ: Sí, se lastima uno. Yo me lastimé, por eso fue, pero no ocupé el seguro. Así dejé de jalarla, así nomás la jalaba ya con la mano y ya no me dolió nada.
VD: Oiga, señor Miguel y el tiempo libre que tenían el sábado en la tarde o el domingo, ¿qué hacía?
MZ: Pos el domingo a veces era cuando nos, pos los domingos, en todos los tiempos que eran los domingos los utilizábamos pa lavarlos, pa lavar la ropa desde el sábado en la tarde, a veces cuando ya no íbamos al pueblo, ya nos ocupábamos en lavar la ropa, los pantalones que te digo que se paraban, esos teníamos que lavarlos. Todo el domingo nos la pasábamos lavando ropa todos. Toda la gente iba a lavar ropa.
VD: ¿Había lavaderos?
MZ: Pos sí nos tenían hartos lavaderos. Y a veces cuando había muchos, pos esperábamos que se quitara uno pa lavar el otro y así. El domingo en eso lo utilizábamos, en lavarlos.
VD: ¿Salían al pueblo?
MZ: Sí, pos nomás para cambiar el cheque.
VD: Pero no iban, por ejemplo, ¿que fueran al cine?
MZ: Sí, a veces sí nos llevaba el mayordomo al cine. “El que quiera ir al cine, vámonos pa llevarlo al cine”. Pues ya varios íbamos, depende de las películas. Él mismo nos decía las películas, cuáles iban a pasar en el cine. “Si les gustan, vamos”. “Órale”. Muchos: “Pos sí vamos”. Y muchos: “No”, y así.
VD: ¿Eran películas en español?
MZ: Ey, en español. Sí, cuando eran en español era cuando íbamos o cuando eran así de americanas, pero de acción, sí, de guerra y eso que le gusta a uno. Pero no siempre, de vez en cuando era cuando íbamos.
VD: Que se iban allá al cine.
MZ: Al cine o...
VD: Y, ¿alguna otra cosa que hicieran? ¿Alguna vez le tocó, por ejemplo, allá el 16 de Septiembre?
MZ: Sí.
VD: Y, ¿se acuerda?
MZ: No, pos todos los años. Todos los años me tocaba allá esa temporada, siempre.
VD: Y, ¿qué hacían, señor Miguel, ese día?
MZ: Pos, ¿qué hacíamos? Nada, porque pos, por ejemplo, si caía entre semana, pos andábamos trabajando. Lo trabajábamos, como allá no se guarda ese día, lo trabajábamos. Pos creo que ni aquí se guarda o, ¿sí? Ah, sí, ¿verdad? El 16, ¿verdad? El 15 no, pero el 16 sí.
VD: Sí.
MZ: Sí, no, pos nos lo pasábamos trabajando, porque pos allá no se guarda y nomás nos acordábamos de cómo andarán acá en México y cosas así.
VD: Celebrando.
MZ: Celebrando, sí.
VD: Y, ¿en los pueblos de allá donde había mexicanos, nunca hicieron alguna fiesta o que los invitaran?
MZ: Bueno, la cosa es que casi nunca salimos así a fiestas así que alguien nos invitara. Así casi no salía uno. Pos en verdad casi no salíamos, porque mientras de que no nos llevara el mayordomo, pos no salíamos. No conocía uno cómo llegar, cómo irse en camión. No sabía uno nada de eso, por eso casi no salíamos.
VD: Se quedaban en el campo.
MZ: Se quedaba uno en el campo a lavar su ropa o lo que fuera, si había chance, o a escribir las cartas para acá, para México.
VD: ¿Algunas amistades que hiciera usted con gente de allá, algunos otros trabajadores o gente de allí?
MZ: Pos nada más con los mismos mexicanos, pero de otros estados. Por ejemplo, yo hice muy buenas amistades con unos muchachos de Guanajuato.
VD: ¿Mismos braceros?
MZ: Sí, de Jalisco, de muchas partes, de Guerrero. Se juntaba uno en el mismo campo y ya hacía mucha amistad con muchos de distintos estados. Con decirle que en una ocasión, que ya nos venimos para México, estuvimos como diez meses juntos con los de Guanajuato, nos llevábamos muy bien. En las tardes ellos sabían tocar guitarra y ahí nos poníamos a cantar con ellos. Y ya cuando nos venimos, nos desapartamos en Guadalajara y allí hasta se soltaron llorando ellos y ya hasta yo también. O sea que sí hicimos muy buena amistad con ellos y duramos diez meses juntos y todo el tiempo estábamos juntos allí.
VD: ¿Ya después no los volvió a ver?
MZ: Después ya nos los volví a ver. Ahora, cuando fuimos el día que hicimos el plantón aquí en la cámara y yo procuraba, pues ya ves que tanta gente que va de mi edad, pos casi pura tercera edad y yo me quedaba mirando a toda la gente que venía de allá con sombreros a ver si conozco a alguien de aquellos. Ya ves que vinieron también de Guanajuato y donde quiera. Y yo me quedaba pues mirando a toda la gente a ver si conocía alguno. No, pero fue muy difícil, no.
VD: Pues es que tanta gente que fue.
MZ: Ey, y luego tantos años que ya no nos vemos. Ya duramos bastante en vernos. O sea que ya nunca nos volvimos a ver.
VD: Y, ¿con gente de allá no?
MZ: No, con gente de allá no. Al contrario, en ese tiempo los que ya eran emigrados, no nos querían, los que ya estaban emigrados, porque decían que nosotros les íbamos a quitar el trabajo a ellos. En una ocasión tuvimos problemas en una cantina con la gente esa que ya era emigrada y nos querían humillar a los braceros.
VD: ¿Qué les decían?
MZ: Adentro de la cantina se hizo un pleito grande con los braceros y con la gente emigrada a botellazos adentro de la cantina. No, un corredero pa donde quiera, llegábamos a escondernos porque ya llegó la Policía. Ya andaba un corredero pa donde quiera y ya nosotros nos fuimos al carro de donde veníamos y ya nos llevó el mayordomo, porque él no se andaba con nosotros. Él nomás nos llevaba y nos decía: “A tales horas paso por ustedes aquí”.
VD: Ya los recogía.
MZ: Ey. Ya estuvimos por allá escondidos hasta que pasó y ya nos fuimos. No alcanzamos nosotros botellazos ni nada, pero sí muchos ahí se descalabraron allí. Pues empezó las riñas por lo mismo de que estaba allí el calor de las copas y todo eso. Hizo el pleito en esa cantina, en esa ocasión y un corredero pa donde quiera.
VD: Pero, o sea, ¿el pleito empezaba porque ellos los molestaban o porque los braceros también?
MZ: No, empezaban a humillar los emigrados a echarle habladas allí en la cantina y ya se empezaban a contrapuntear y ya que se hace la bronca ese día, esa noche. Más bien fue en la noche, porque nos íbamos en la mera tarde y ya se nos hacía noche y ya nos traía como hasta la diez de la noche. Pero no se sentía uno como con gusto aquí que vayas al centro. “Voy al centro”, o, “voy a una fiesta”, a tal parte y así, allá no sentía uno con gusto a salir al pueblo, vamos a tal parte, vamos a esto, vamos al otro. Pos sentía uno a veces ganas de salir, porque pos cansado del trabajo y: “Pos vamos a gastar”. Y bueno, pos allí: “No, ahora no voy”. Muchos no salíamos y de repente sí íbamos y así. A veces con los amigos que te digo, nos poníamos de acuerdo. “¿Qué?, ¿vamos el sábado al cine?”. Pos ya si opinábamos todos que sí, pos órale, ya desde el jueves nos íbamos, pero si no: “No, ahora no vayamos”. “Pues no vayamos, pues”.
VD: ¿Allí en el campo que se quedaba, jugaban cartas?
MZ: Allí, o sea, varios los que les gustaban jugar, jugaban bastantes. Eso era todos los sábados que cobraban, cambiaban su cheque y órale. Unos se quedaban sin dinero, otros los ganaban y otros ganaban y era un relajo. A mí no me gustó jugar por lo mismo que también había problemillas por eso, por lo del juego. También se llegaron a pelear allí así a manazos allí nomás por lo mismo de la baraja, los mismos braceros, pues.
VD: Tenían pleito.
MZ: Ajá.
VD: Oiga, señor Miguel y estando por allá, ¿qué era lo que más echaba de menos usted en México? Fíjese que la última parte no se grabó, pero lo demás estaba grabando muy bien. Nada más quién sabe qué pasaría. ¿Sabe dónde se paró?, cuando le preguntaba yo que qué echaba más de menos que me decía usted de la familia.
MZ: Ajá.
VD: ¿Qué era lo que extrañaba?
MZ: ¿Ahorita otra vez está grabando?
VD: Sí, esto sí.
MZ: ¿Eso no se grabó?
VD: No. Fíjese que eso fue lo que no. Ya esto sí está bien, quién sabe qué le pasó. Sí, justo le iba yo a preguntar de esto que me decía que lo que más echaba de menos era la familia y andar libre.
MZ: Sentirse uno pues libre.
VD: Que puede andar caminado y...
MZ: Salir con confianza y acá aunque estaba uno contratado no salía uno con confianza. Salir uno nomás por salir uno solo, nunca se anima uno a salir.
VD: ¿Por qué, señor Miguel?
MZ: Pos porque, en primer lugar, no tenía uno para moverse, carro o no sabía uno qué carro agarrar pal pueblo o qué carro lo regresaba uno.
VD: Y, ¿el mayordomo no les ayudaba con eso?, ¿no les decía: “Así te puedes ir”?
MZ: O sea que los mayordomos también a veces nos aconsejaban que no saliéramos solos que porque en los pueblos había pandillas de esas malas y que nos podían agarrar si nos veían solos, nos pueden agarrar, nos pueden hacer algo. “Por eso yo les digo que cuando quieran ir al pueblo, yo los llevo”. Por eso era lo que no salía uno. Y luego a veces se agarraba muy lejos el pueblo de los campos donde estábamos, agarrábamos muy lejísimos y no sabía uno qué camión agarrar para que lo dejara a uno cercas del campo, uno no sabía nada de eso. Y los mayordomos pos por eso no nos decían nada, porque pos no querían que saliéramos solos, porque el patrón nos tiene bajo su cargo. Una cosa que le pasara a un bracero, pos el patrón tenía que pagar y todo eso. Yo creo por eso era por lo que no nos dejaban salir pa ningún lado. No era que no nos dejaban, era que nos aconsejaban.
VD: Que no se fueran solos.
MZ: Que no saliéramos solos, ey. Pos así estábamos.
VD: Cuando era de grupos, ya él los llevaba.
MZ: Él los llevaba y por lo regular pos todos los sábados era cuando nos llevaba para que el que quisiera cambiar su cheque, porque nos pagaban cada ocho días y él ya nos explicaba desde que cobrábamos: “El que quiera ir a cambiar su cheque ahora, a tales horas los llevo”. Y ya los que querían cambiarlos luego luego, pos se iban. Si quiere uno cambiarlo cada ocho días o nomás juntaban unos tres o a según.
VD: Y ya todos juntos.
MZ: O sea que podía, cuando ya uno iba a enviar para México, pos ya a la familia, juntaba, por ejemplo, uno los tres cheques y ya ese día ya lo llevaba al pueblo. Ya los tres cheques ya los metía uno pa mandarlos pa acá.
VD: ¿Cómo los mandaba?
MZ: Pos no me acuerdo ni cómo hacía, el mayordomo era el que nos hacía todo allí. Ya cuando nos llevaba allá, uno llevaba allí, entregaba uno el dinero en las oficinas donde hacían su cheque, allí ya lo enviaban ellos mismos. Ellos mismos lo enviaban para allá pa México.
VD: Y ya usted después, ¿a su esposa le escribía o a su familia?
MZ: Ya nomás nos daban un talón de lo que poníamos. Por ejemplo, si mandaba $500 dólares, ya me daban un cheque por la cantidad o un talón del cheque que se mandó. En caso que no lo recogieran allá, escribieran pa acá que no habían recibido el cheque, ya se reclamaba acá.
VD: ¿Nunca tuvo problemas de que no llegaran o algo?
MZ: No, de esa índole no tuvimos problemas. Todo el tiempo que mandamos, llegó, no hubo problemas.
VD: Y, ¿le llegaba aquí a su esposa?
MZ: Ajá.
VD: Y me decía, señor Miguel, pues comparando la vida de los dos países cuando usted estaba allá, ¿sí le hubiera gustado tener una vida allá con su familia?
MZ: Pues yo digo que sí por el motivo de que acá en México, pos yo, en primer lugar, no tenía tierras propias. La única que había era de mi mamá y yo pos, ¿en qué la hacía? Acá en México, cuando estaba en la provincia, viviendo allá en la provincia, pos en qué la hacía yo allá sin tierra y sin trabajo fijo, como aquí que agarra uno un trabajito, aunque sea poco y allí pos, ¿en dónde trabajaba? Por eso, en ese tiempo sí me hubiera gustado irme allá con la familia, con toda la familia. Hoy que ya estoy aquí en México trabajando, ya no me gustaría irme allá, ni con la familia ya.
VD: ¿Por qué ya no, señor Miguel?
MZ: Pos ya no. En primer lugar, porque pos yo creo a lo mejor a mí ya no me dan trabajo. Ya no voy a estar a gusto allá sin trabajar, porque pos no sé, como todo el tiempo he trabajado, no me siento a gusto sin trabajar. Como orita aquí estoy de vacaciones yo y estoy a veces renegando todo el día aquí en la casa, me pongo a hacer cualquier cosa. Les digo a las mujeres: “A mí déjenme la tarea de, yo barro todo el patio y en la calle y les doy de comer a unos pájaros que tiene allá y luego me voy a llevar a los muchachos a la escuela”, digo, “déjenme a mí a llevar la tarea de llevarlos a la escuela y traerlos y pa no sentirme aquí nomás tan maniado [maniatado] en la casa”. Tengo que hacer algo para poder estar a gusto.
VD: Pero, ¿por lo demás sí le hubiera gustado?
MZ: Bueno, cuando digo que allá en provincia no había nada, sí me hubiera gustado estar allá, porque pos allá iba a tener trabajo o lo que fuera, para estar viviendo, pero ya que agarré el trabajo de aquí de México aunque sea poco, pero ya no me gustaría irme a vivir allá con toda la familia. Ya no me gustaría. Sí, te digo, los hijos que tengo allá no quieren irse con la familia para vivir allá no quieren.
VD: ¿Por qué? ¿Qué dicen?
MZ: Pos, no sé, ellos no sé. Ellos quieren allá a trabajar y le mandan a su esposa. Les están mandando para que vivan y luego ya traen algo de dinerito y ya. Y así se van cada año y así ya estoy yo orita ya. A estas alturas ya no me gustaría irme a vivir allá aunque tuviera facilidad. A lo mejor ahora con esto que se nos concede que nos den algo, que la pensión y que visa o no sé qué más, que hubiera chance de irme a vivir allá, yo creo que no me iba.
VD: ¿De visita sí le gustaría ir?
MZ: De visita a lo mejor, pero pos yo creo que tampoco, porque pos la familia que tengo allá, pos ya tenemos muchos años que no nos vemos tampoco. No sé ellos ni cómo estarán. Ellos ya tienen allá viviendo muchos años. Ya tienen allá sus casas, tienen sus familias, tienen todo allá, ellos ya. Y pos yo ya a estas alturas ya no me animaría. Ya ni con la visa, si me dan la visa allí, pos a veces le digo yo a los compañeros ahora que según que nos van a dar visa: “Yo en verdad la visa ni la quisiera”, le digo, “pos si nos dan dinero y nos pensionan, pos a poco vas a querer visa pa irlo a gastar allá mismo. No tiene caso. Cada que vayas a Estados Unidos tienes que gastar el dinero allá, tienes que ir a gastar el dinero. El mismo dinero que te va a dar Estados Unidos, vamos ir a gastárselos allá mismo. Pos no tiene caso”.
VD: Es que muchos tienen, ya ve que a muchos les queda familia o hijos por allá que no los pueden ver. Pues lo bueno es que sus hijos pueden regresar.
MZ: Sí, ellos vienen.
VD: Pero ya ve que hay otros que...
MZ: Tenemos más familia, pero ya son ya sobrinos, hermanos y eso nos vemos acá cuando yo voy a Michoacán de visita. Allí los veo a ellos, porque ellos también vienen de vez en cuando para acá. O más bien, casi cada año vienen a echarse su vueltita, pos ya están emigrados, ya están jubilados, creo ellos, los hermanos y vienen para acá una temporadita y se van pa allá y así andan. Y a veces los veo acá y a los hijos, pos cada año los veo, en diciembre vienen. Pero ya si nos la dan, pos ni modo de que le vaya decir: “No, yo no quiero eso”.
VD: Claro.
MZ: Si me la dan, pos ya que me la den, ¿no? Pos esperamos que a lo mejor ahora sí sea pronto según lo que nos dijo el diputado, ¿no?
VD: Pues ojalá que sí, que esto se resuelva pronto.
MZ: Pos sí, porque, ¡cuántos años tenemos ya!
VD: ¡Hace tantos!
MZ: Sí.
VD: Pues precisamente, señor Miguel, después de ya tantos años que usted estuvo allá, ¿cómo se siente de haber usted sido bracero hoy? ¿Qué recuerdos, en general, le quedan cuando usted se acuerda de esa época?
MZ: Pos no son muy, ¿cómo te dijera?, muy gratos los recuerdos, porque una era por dejar la familia. Se recuerda uno todavía cuando dejaba uno su familia acá, como quien dice, abandonada y aparte de que dijera uno: “Pos, la dejó abandonada, pero voy allá a gozar”. Pos iba uno a partirse como quien dice, la jefa allá, porque unas friegas que se llevaba uno y a veces mal comido y a veces hasta con los tratos malos que les daban a uno y todo eso. Así es que los recuerdos que me quedan no son muy buenos. Que diga uno: “Ah, me acuerdo de cómo me la pasé allá”, no sé y esto, no. No tengo, ¿cómo te dijera?, el honor pues de decir: “Yo estuve allá y estuve muy bien y me gustó y quisiera que se repitiera esto”. Pos casi como que no. No me queda muchas ganas de decir: “Yo quiero de nuevo ir a Estados Unidos a trabajar”. A veces les digo a los hijos: “Háganse ciudadanos pa que me arreglen porque me quiero ir a trabajar”. “Ah, usted ya no, usted ya no la hace allá”. “¿Cómo no?”, le digo, “pos si todavía voy al campo. Todavía puedo trabajar”. No, pos yo ya no, que ni le mueva para irme pa allá.
VD: Aunque me dice que usted, si hubiera seguido la contratación, ¿se hubiera seguido yendo?
MZ: Sí, si hubiera seguido, sí. Yo creo, no sé hasta qué edad dejaría de haber ido, pero… O más bien yo creo que ya me hubiera emigrado, porque sí, ya después hubo muchas facilidades de emigrarse uno. Ya cuando yo estaba aquí, ya muchos que iban de mojados, les arreglaron. No sé en qué tiempo hubo una oportunidad de arreglarles. Ahora creo va haber otra vez de, el ese presidente, el Bush con el Fox creo están arreglando.
VD: Pues eso están platicando.
MZ: Están planeando arreglar, pues para que ya no haga tanto problema. Pero pos a veces yo ni la creo que les arreglen. Pos de todos modos, ¿cuánta gente se está yendo? Según nos decía Ventura que no se iba dejar que hubiera ya contrataciones hasta que se resolviera este problema de los braceros. Y sí siguen contratando gente, porque los hijos, que te digo, que tengo en Chicago a veces apuntan así a parientes contratados. Los apuntan desde allá, desde Estados Unidos los apuntan ellos cuando se vienen. Ya nomás les dicen a ellos: “Aquí vayan a pagar a tal parte”. No me acuerdo a qué parte de aquí de México van a pagar y ya allí les hablan pa cuando se presenten allá en la frontera contratados. Y eso ha sido todo el tiempo.
VD: Sí. Lo que pasa es que ya ve que están queriendo hacer un nuevo Programa Bracero como aquel, ¿verdad?, así grande.
MZ: ¿Como de aquel tiempo?
VD: Sí, contrataciones así. Entonces, pero bueno, pues tienen que arreglar primero estos otros asuntos, por ejemplo, de los braceros de antes.
MZ: Pos sí, pos que nos arreglen a nosotros y luego ya que abran contrataciones otra vez, aunque ya uno no vaya, pero tan siquiera que nos den lo de nosotros.
VD: En aquellos años cuando usted se fue, miles se fueron.
MZ: Uh, miles de braceros. Casi se quedaban los pueblitos solos, casi ya mero puras mujeres, ya puros viejitos grandes ya y...
VD: Los niños.
MZ: Y los niños y viejitos, nomás se quedaba casi. Y ya de esos que íbamos bastantes, algunos ya no regresaban, algunos por algún accidente.
VD: Sí.
MZ: Se accidentaban, morían, ya no regresaban a su tierra. Esa familia ya se quedaba, como quien dice, huérfana y sin quién le ayudara.
VD: Sin sustento de la familia.
MZ: Sí, porque no creo que los americanos en aquel tiempo cuando se moría uno les haigan dado mucha gran cosa, de que les hubieran dicho: “Pos su esposo perdió la vida, ahí le van tantos miles de dólares para que se sostenga”, o decirle a la familia, “si quiere venirse para acá, véngase para que trabaje acá y aquí se le va a tratar como emigrada en lugar de su esposo”. Yo nunca oí que haigan hecho eso.
VD: Pues más bien ya ve que se supone que había un seguro en el que si algo les pasaba, pues tenían que dar, pero pues yo he platicado con señoras que sí se les murieron sus parientes por allá y no.
MZ: ¿Nunca les dieron nada?
VD: Muchas nunca supieron ni dónde quedaron enterrados, ni siquiera eso.
MZ: Pos allí está la cosa.
VD: Y señor Miguel, el tiempo que usted estuvo allá, pues ya como por último, ¿qué fue lo que más le gustó?
MZ: Bueno, pos lo que más me gustó a mí allá, pues fueron, ¿cómo te dijera?, pos los dólares. Por la ambición de los dólares casi por eso andábamos allá. No ambición, sino por mejorar su vida de su familia. Pos casi era lo que más le entusiasmaba a uno, los dólares. Por eso a veces, te digo, el trabajo era una friega dura, pero al mismo tiempo, con el interés de ganar uno el dinero, pos no se sentía mucho y luego joven uno, pos no era mucho. Nomás en el rato que andaba uno trabajando se cansaba y ya llegaba uno a la casa donde se hospedaba uno, se bañaba y ya estaba uno listo para el otro día. Pero pos, como te digo, para vivir en aquel tiempo, sí me hubiera gustado con la familia para haber buscado un buen trabajo, pero no. O a lo mejor no radicar allá definitivamente, sino nomás como emigrado pa estar viniendo cuando uno quisiera.
VD: Una temporada.
MZ: Una temporada acá y una temporada allá, pero pa vivir como ciudadano yo creo que no, porque, como te digo, un ciudadano ya no puede venir. No puede venir cuando quiera, si quiere venir, tiene que pedir un permiso y depende de su trabajo si se lo dan o no le dan. Y ya no puede venir nomás libremente. Por eso no me hubiera gustado como ser ciudadano, nomás emigrado, pero con todo y familia, así podía uno venirse una temporada a vivir acá o como fuera.
VD: Y, ¿lo que menos le gustó de haber estado allá?
MZ: Lo que menos me gustó de estar allá fueron los tratos que nos daban, los malos alimentos y los malos salarios que le pagaban a uno allá, porque pa la friega que uno llevaba allá, nos pagaban cualquier cosa, porque sí eran unas friegas durísimas en el trabajo de allí, desde que llegaba uno hasta que se venía uno pa México.
VD: Todos los días.
MZ: Puras friega todos los días.
VD: Cuando regresó usted para acá, señor Miguel, después de las temporadas largas que estuvo, ¿le costaba trabajo adaptarse aquí?
MZ: ¿Aquí en México?
VD: Sí.
MZ: O sea, cuando estaba en la provincia no, porque pos llegaba uno pos a seguir trabajando en el campo, pero ya no era forzoso, como te digo, iba bien descansado, como quería uno. A la hora que uno quería descansaba, se sentaba a sombrear o a lo que fuera y trabajaba otro rato. O si había mucho calor: “Pos vamos a pararle, vamos a que se baje el calor”, o si no veníamos mañana y ya, pos puro trabajo, pos descansado y al ritmo de que uno quería. Y allá no, pos allá el calorón que había tenías que fregarle a como diera lugar, si eran por horas, pos tenías que andar fregándole duro sin parar, porque el mayordomo te está cachando qué clase de persona eres, marrullera o trabajador o todo eso. Pero, como te digo, al buen trabajador, tampoco nunca nos premiaron. Nunca nos dijeron: “Pos tú eres un buen trabajador. Nunca eres un marrullero, eres un trabajador limpio, nunca faltas y siempre estás trabajando. Allí te va un premio de algo”. Nunca nos reconocieron nada de eso.
VD: ¿No estímulos de nada?
MZ: Nada, ni utilidades, como aquí dan utilidades, ya ves a veces en algunas empresas dan utilidades, allá nada. Si eras un buen trabajador, pos hasta allí nomás, ganabas más dinero que los demás, pero nunca te reconocieron. Nunca dijeron: “Tú eres un buen trabajador, no faltas y eres un trabajador limpio y nunca estás de marrullero”. Nunca te tomaban en cuenta. Que hubieran dicho: “Eres un buen trabajador, ahora te vamos a premiar, te vamos a dar un cheque de más”, o, “te vamos a emigrar”, o alguna cosa que hubieran dicho. No, pos era igual trabajador bueno y malo, pos era lo mismo. Más bien, al que sí era marrullero y que no trabajaba y que era mañoso, pos los iban tomando en cuenta y ya pa la otra temporada ya no los querían allí. El que tenía mal récord, por ejemplo, el mayordomo yo creo llevaba todo eso con los viejos, con los patrones, yo creo, les ha de haber dicho: “Este señor es un mal trabajador”, y ya no lo traían. Pero cuando era uno un buen trabajador, pos yo me imagino que los patrones sí se daban cuenta cuando tenían gente que en verdad era un buen trabajador, pero de allí nunca supimos que dijeran: “Pos el patrón dice que tienen este premio, tienen este reconocimiento o esta recomendación”. Parece que recomendación a veces sí daban.
VD: Unas cartas a veces.
MZ: Una carta. A mí me dieron una tarjeta verde, pero ésa se me perdió. Una tarjetita como de este clase de papel.
VD: Cartoncito.
MZ: Sí, como cartoncillo, pero una tarjeta así sellada y escrita, pero ya hasta ni me acuerdo lo que decía.
VD: A lo mejor era como de recomendación.
MZ: Sí, como una recomendación de algo pa cuando volviera yo, no sé y ésa sí se me perdió también. Ya no la encontré, cuando se trató de buscar estos papeles ya no los encontré, más que estos.
VD: ¿Eso fue lo que le quedó?
MZ: Ey.
VD: Oiga, señor Miguel y ya cuando usted regresaba para acá, que estaba aquí en México, ¿llegó a extrañar algo de allá de Estados Unidos?
MZ: Pues no, casi no. Decía yo, por ejemplo: “Me quiero ir, porque ya extraño esto”. No, nunca, únicamente tenía uno la ilusión de volver, pero a trabajar y para volver a ganar dinero, los dólares que nos traían locos, pero era todo. Pero que yo hubiera dicho: “Extraño esto. No me quiero ir, porque extraño esto”, que una buena vida o cualquier cosa, no. Nunca extrañé cosas de allá, porque, como te digo, todo el tiempo fue puro trabajo. No se trataba de otra cosa. Por eso, pos no llego a extrañar todavía hasta orita. Saluda.
VD: Buenas tardes.
MZ: Ésta es la más chiquita que tengo. Pues sí, por eso te digo, no. En el tiempo que yo me venía pa acá, no extrañaba cosas. A veces extraña uno, por ejemplo, que hubiera dejado una novia de perdida, allí extraña uno. No, tampoco no. Como pos casi no tenía uno, como allá también nos aconsejaban esto de que era muy delicado, ¿cómo te dijera?, chulear a una muchacha de allá o que anduviera en shortcito, que anduviera uno allí de baboso diciéndoles cualquier cosa. Era bien castigados allá.
VD: Ah, ¿entonces se tenían que aguantar, callarse?
MZ: Sí, no podía uno pues chulearlas como aquí. Ya ves que muchos tienen la costumbre de chulearlas, pero con groserías, con malas palabras y pos allá también mucha gente quería hacer eso y no, pos allá está duro. Y por eso, pos ni se entusiasmaba y ni hay, ¿cómo te dijera?, la libertad de ver muchas muchachas como aquí en la provincia, en los ranchos. Va uno de un rancho a otro y ve muchas muchachas en los bailes, en las fiestas ve uno muchas. Allá ni siquiera, pos como no íbamos a fiestas ni nada, pues nunca veíamos nada. Pos así estábamos la cosa, la cosa.
VD: Se quedaban solitos.
MZ: Ajá.
VD: Pues, señor Miguel, muchísimas gracias. Muchas gracias por su tiempo y sus recuerdos compartidos.
MZ: Eso. (risas)
VD: Ya vio que tiene muchos y yo estoy segura que tiene todavía muchas más.
MZ: Sí, pos todavía hay muchos más, pero ya orita no se acuerda uno, porque de todas las veces que yo fui, casi me acuerdo que era lo mismo, puro trabajar y puros malos alimentos y todos malos tratos y todo eso, era lo mismo. En todos los campos casi fue lo mismo. Yo nunca conocí a los patrones, a los dueños de aquellos campos de fresa, de aquellas huertas de limón, de naranja. Nunca vi a un dueño que fuera, a un patrón a decirnos: “Yo soy el dueño de todo eso, soy el patrón y les voy a pagar esto y les voy a pagar lo otro y los voy a tratar así”. Nunca vimos eso. Los puros mayordomos eran los que nos trataban a nosotros, los que nos llevaban las noticias de esto: “Se les va a pagar esto. Se les va hacer esto. Se les va hacer lo otro”, con los puros mayordomos.
VD: Con ellos.
MZ: Con los puros compañeros que eran mexicanos. Sí, los ocupaban como mayordomos, yo creo por lo mismo de que hacían más por los de allá que por los de acá. Por eso una persona que hace más por ti, pos la tratas mejor, ¿verdad?, mejor trabajo, mejor sueldo. Sí, ellos tenían mejor sueldo porque eran mayordomos. Ellos ganaban bien y a uno le pagaban allí lo que querían y mal alimentado y toda la cosa. Por eso yo no extraño nada de allá que diga: “¡Uh! Cómo extraño esto que me fue bien allá. Me estuve bien a gusto”. A gusto no estaba uno, porque como te digo, unas friegas duras y no deseaba uno de ir de nuevo. Deseaba uno por lo de los dólares, pero que dijera yo: “Tengo ganas de irme ya, porque extraño”. No, no, no. O sea que no extraño nada de allá.
VD: Y, ¿ya que se consiguió su trabajo aquí, ya estuvo…?
MZ: Y ya que me lo conseguí aquí, pos ya se me quitó el brete de ir. Te digo, todavía intenté cuando compré los papeles, sí, nomás cuando compré los papeles. Tenía trabajando aquí como seis años apenas allí en el Lecumberri, cinco o seis años tenía trabajando cuando intenté de nuevo emigrarme, pues. Más bien pasar con los papeles que te digo que compré, unos papeles chuecos.
VD: Y, ¿ya con lo que le dijo su tío...?
MZ: Ya me desanimé.
VD: Dijo: “No, mejor no, me va a llevar La Migra”.
MZ: Me quería pasar de contrabando y ya si me agarraban allá, pos entonces: “Yo soy de aquí”. Pero luego que me dijeran en inglés, dice: “Y no sabes inglés y eres de aquí. (risas) Nacido de aquí y no sabes inglés”. Le estaba echando mentiras y ya las mentiras en Estados Unidos son muy castigadas.
VD: Y luego mentiras en inglés.
MZ: Y luego en inglés. No, es que en Estados Unidos, si echas una mentira, es muy castigada la mentira. Por ejemplo, si te tratas de emigrar y quieres echar una mentira y te agarran de la mentira y te friegan duro. Ya no te arreglan nada. Tengo apenas reciente una sobrina por parte de un sobrino que ya tiene muchos años allá, hizo la solicitud. Ella está viviendo allá también con él, pero hizo solicitud para emigrarla allá y ella quedarse pos ya allí. Quién sabe quién la agarró en una mentira, no sé qué mentira sería. El caso es que ya la echaron a México. Allá está en México, ya está acá en Michoacán. Después de como doce o quince años que ya tenía allá viviendo, allá casi todos sus hijos son de allá casi y ya está allá. Ya nos dijeron que está allá su marido, que ya está allá en Michoacán. Por una mentira que le agarraron, la echaron y después de tantos años. Yo digo que ya no debía de hacer eso Estados Unidos, si tú ya le serviste más de quince años allá, como sea, trabajando o cuidando tus hijos, ya de todos modos ya serviste allá en Estados Unidos. No tiene porque ya echarte después por una mentira que le agarren a uno. Porque hay veces que a veces uno para arreglar, pos se pone de más o se quita años o te pones otro nombre, o así como quería yo entrar con esos papeles. Yo digo que a lo mejor yo todavía la hacía con esos papeles, porque en caso de que me agarraran, digo: “Pos si yo viví todo el tiempo en México. Soy de acá, pero viví todo el tiempo allá, por eso no sé inglés, no sé nada”. Pero luego que me pidan identificación de aquí, ¿qué les doy? Que me digan: “A ver, ¿en qué trabajaste en México?”. “No, pues que en esto”. “A ver tu identificación”. Y que sea otro nombre. (risas) Allí está el problema, pues no puede uno echar mentiras en esa forma.
VD: Sí, no es tan fácil.
MZ: No, está duro.
VD: ¡Ay, qué caray! Pues, muchas gracias, señor Miguel, muchísimas, muchísimas gracias por sus recuerdos.
MZ: Pos sí, pos ya por último quiero decir eso de que no deseo nada de allá. No tengo recuerdos buenos de allá que yo desee estar allá. Sí me gustaría, te digo, vivir, estar emigrado, pero nada más venir una temporada allá y una temporada acá. Pero para radicar en Estados Unidos, no. Mejor México que es más libre. (risas)
VD: Aquí está a gusto.
MZ: Aquí estamos a gusto.
VD: En su trabajo ahorita, ¿sigue allá en el Lecumberri ahorita?
MZ: No, en Lecumberri ya, desde el 1976 se terminó la Lecumberri y ya de allí vine aquí a la delegación, al Gustavo A. Madero, me mandaron. Y ya de allí me preguntaron qué sabía yo hacer, pero como a mí no me gusta echar mentiras, pos yo les dije: “Yo no sé”, que si tenía oficio, por ejemplo, chofer, por ejemplo, carpintero, o plomero, cualquier cosa de ésas para acomodarme, pues más bien, en un trabajo más bien, pues yo no sabía. Digo, ¿pa qué voy a echar mentiras si no lo sé?. Yo dije: “Pos yo todo el tiempo he trabajado como vigilante. Desde que estoy aquí, fui vigilante en el Lecumberri, todo el tiempo, los diez años nomás como vigilante”. “Bueno, entonces se va… Me mandaron a un vivero por allí a cuidar, según mandaron ahí a lo que me pusieran. Y ya allí me dijo el señor de allí, el encargado, que de dónde venía, me interrogó y ya le dije: “No, pos yo vengo de Lecumberri”. “Bueno, pos, ¿qué te parece si aquí también te quedas como velador? Cuidas de noche, nada más de noche, de día no”. Digo: “¿A poco todas la semana voy a trabajar todas las noches?”. “No”, dice, “va a haber dos. Se turnan tres noches cada quien de la semana. Por ejemplo, si tú agarras domingo, lunes y martes”, a uno le tocaba cuatro, porque si agarraba domingo, lunes y martes y el otro agarraba miércoles, jueves y viernes y sábado, eran cuatro, cuatro días. Una semana me tocaban cuatro noches y al otro tres, y así al otro, a la otra semana, al otro cuatro y así nos íbamos turnando. Y allí estuve también como tres años. Y luego ya de allí llegó otro a hacerse cargo del campamentito ese que está allí por, ¿no sé si conoces aquí por la Aragón allá atrás?
VD: No.
MZ: Ah, bueno, ya vino otro a hacerse responsable de ese lugar y ya que nos saca de allí, así nomás. Allí sí discutí un poco, porque le dije al señor: “El hecho que usted venga aquí como jefe, no le da ningún derecho a que me quite a mí, si no sabe mi récord de trabajo. ¿Sabe usted cómo trabajo yo? No sabe si soy faltista o sabe si soy una persona omisa en el servicio”. “Pos no”. “Ahí está, entonces, ¿por qué me va a sacar de aquí? Nomás porque usted es el jefe, no puede”. Y ya después dije: “Bueno, pos mándeme pues pa donde quiera”. Y ya nos mandó aquí al bosque este dragón, aquí como vigilante otra vez. Aquí ya llevo como veinte y tantos años.
VD: ¡Uh! No, pues ya lleva bastante.
MZ: Pos ya uniformado, ya lo que me tiene aburrido, es un uniforme y ya, porque todo el tiempo, los treinta y seis años que tengo aquí, casi he tenido uniforme de policía, pues. Así como estoy allí en la esquina, así. Nomás que allí estaba joven, pos eso estaba choncho. (risas) Allí estábamos también con mi esposa.
VD: Déjeme pararle.
Fin de la entrevista
Interviewer
Domínguez, Violeta
Interviewee
Zavala López, Miguel
Location
Mexico City, México
File Name Identifier
Zavala_Lopez_MEX021
Citation
Domínguez, Violeta and Miguel Zavala López, “Miguel Zavala López,” Bracero History Archive, accessed November 25, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/132.