Liborio Santiago Pérez
Title
Liborio Santiago Pérez
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Liborio Santiago was born on June 23, 1924, in Etla, Oaxaca, México; he was the oldest of three brothers; at age of twelve, he became an orphan, and was adopted by an aunt; there, he was forced to work in the family bakery; in 1944, he joined the bracero program; he worked in California, Idaho, and Texas picking cotton, lettuce, onions, and sugar beets.
Summary of Interview: Mr. Santiago recalls growing up in Etla, Oaxaca, México, and being adopted by an aunt after his parents died; he remembers being forced to work in his aunt’s bakery; in 1944, he joined the bracero program; he states that he worked in California, Idaho, and Texas picking cotton, lettuce, onions, and sugar beets; additionally, he explains how he heard about the program, what the hiring process was like, and what he experienced at the contracting centers in Irapuato, Guanajuato, México and Empalme, Sonora, México; he recounts the physical exams he endured, and the long train trip he had to take to El Paso, Texas and California; furthermore, he describes what daily life was like on the farms, the housing and food they had, and how they were treated by foremen; he details what different contracts he had, and what he had to do when his contract expired; moreover, he discusses what braceros did during weekends, and how they sent money back to México; he also recounts the complaints braceros had, their concerns about World War II, how they listened to the radio together for news, and the import contribution they made to the United States war effort; to conclude, he presents what the benefits of being a bracero were, and how it helped him and his family have a better life.
Summary of Interview: Mr. Santiago recalls growing up in Etla, Oaxaca, México, and being adopted by an aunt after his parents died; he remembers being forced to work in his aunt’s bakery; in 1944, he joined the bracero program; he states that he worked in California, Idaho, and Texas picking cotton, lettuce, onions, and sugar beets; additionally, he explains how he heard about the program, what the hiring process was like, and what he experienced at the contracting centers in Irapuato, Guanajuato, México and Empalme, Sonora, México; he recounts the physical exams he endured, and the long train trip he had to take to El Paso, Texas and California; furthermore, he describes what daily life was like on the farms, the housing and food they had, and how they were treated by foremen; he details what different contracts he had, and what he had to do when his contract expired; moreover, he discusses what braceros did during weekends, and how they sent money back to México; he also recounts the complaints braceros had, their concerns about World War II, how they listened to the radio together for news, and the import contribution they made to the United States war effort; to conclude, he presents what the benefits of being a bracero were, and how it helped him and his family have a better life.
Creator
Domínguez, Violeta
Santiago Pérez, Liborio
Date
2002-07-06
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Liborio Santiago Pérez
creator (Spanish)
Domínguez, Violeta
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
1:37:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Liborio Santiago Pérez.
Fecha de la entrevista: 7 de junio de 2002
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez
El día de hoy es 7 de junio del 2002 y estamos en casa del señor Liborio Santiago Pérez para hacer esta entrevista.
VD: Señor Liborio, ¿qué edad tiene usted ahorita?
LS: Ahorita tengo setenta y siete años.
VD: ¿Setenta y siete?
LS: Cosa que ya voy a terminar si Dios me presta vida, ahí entró a setenta y ocho.
VD: Pronto, el 23 de julio, ¿verdad?
LS: Sí.
VD: Ya pronto. ¿Su lugar de nacimiento en dónde fue?
LS: Santos Degollado, Etla, Oaxaca.
VD: Etla, Oaxaca. Señor Liborio, ¿a qué se dedicaban sus papás?
LS: Bueno, más que nada, digo, mi papá era campesino, se dedicaba pues a labrar la tierra, ¿no?, a sembrar maíz, a recoger el maíz, trigo, frijol, todo eso.
VD: Permítame un segundo. Me decía, señor Liborio, que sus papás fueron campesinos.
LS: Sí.
VD: Ellos, ¿los dos eran de Etla también, de Santos Degollado?
LS: Bueno sí, mi mamá de un pueblito de allá de Santos Degollado y mi papá pues era de otro pueblito, nada más que por todos de la vida se llegó ahí al pueblo de Pulsera, yo no porque ya estoy acá y se casó con mi madre.
VD: Y ahí se quedaron a vivir.
LS: Sí, exactamente.
VD: ¿Su papá tenía tierras propias, señor Liborio?
LS: Pos, pos casi no, se dedicaba, digo, a dar terrenos a medias.
VD: A medias.
LS: A medias como se le llama, ¿no? Entonces una persona tiene un terreno, se lo accede y se lo trabaja y le da, le da media cosecha, según como convenga con el dueño del terreno, así era antes.
VD: Y, ¿su mamá, señor Liborio, en la casa estaba ella?
LS: Pues ella se dedicaba más que nada a atendernos a, pues atender a los hijos y a lavar la ropa, la comida y todo eso.
VD: ¿Cuántos fueron ustedes de hijos, de hermanos?
LS: Bueno, nosotros fuimos, verá usted, dos muertos, tres, cuatro, cinco, seis.
VD: Seis.
LS: Sí, porque estoy, estoy haciendo la cuenta de tres muertos.
VD: ¿Fallecieron chicos?
LS: Sí, un niño y dos mujercitas. Más nosotros que vivimos tres, digo porque de mis hermanos soy yo el mayor, ¿no? Y luego está otro que se llama Alberto y hay otro que se llama Justino.
VD: ¿Ellos viven allá?
LS: Sí, ellos viven allá en la provincia.
VD: En Oaxaca.
LS: En Oaxaca.
VD: Señor Liborio y, ¿usted fue a la escuela allá, me decía, como cuatro años, como hasta cuarto?
LS: Sí, más o menos, más o menos como en cuarto año ahí en el pueblo.
VD: ¿Sus hermanos también iban a la escuela allá con usted?
LS: Bueno digo, la cosa estuvo así, que como nosotros, digo, pues nos quedamos en la orfandad, mi madre murió en el, mi padre murió en 1936, entonces mi madre murió en el [19]37, o sea que de año a año se fueron. Pero yo cuando murió mi madre he de haber tenido como unos, quizás once, doce años.
VD: Y era usted el más grande.
LS: Sí, el más grande, entonces pos hubo, hubo otro como el caso de Alberto, que lo recogió un tío mío como hijo adoptivo, porque mi tío con su esposa nunca tuvieron familia. Y entonces pues al quedar mi hermano pues huérfano, pues como éramos sobrinos carnalitos del señor, pues optó el señor con su esposa, tuvo buena voluntad y lo recogió como hijo adoptivo. Sí se, vino la autoridad, testigos, se levantó un acta y en ese momento pasó a ser mi hermano hijo adoptivo para ellos. Ahora en el caso de Justino, pues como no, no había ni quién, entonces ya, ya una tía mía me recibió como hijo adoptivo. Porque en un principio dice mi madre, dice: “Es que me encuentro muy enferma, probablemente”, dice, “pues yo ya le voy a entregar cuentas a Dios nuestro señor, ¿con quién te quedas?, sé sincero conmigo”. Como yo tenía más marros de social con la hermana de ella, se llamaba María, le digo: “Pos le digo mi a jefe con mi tía María”. Y pues llegó el momento que muere mi madre, nos quedamos nosotros y pues mandaron a traer la autoridad y se firmaron, o se firmó un acta. Mandaron a traer testigos y, y pasé yo a ser hijo adoptivo de ella.
VD: De su tía.
LS: Pero digo, lo que son las cosas. Porque mi abuelita vivía todavía. Y mi otro hermano Justino, pues como no hubo ni quién, mi pobre abuelita, digo, batalló mucho tiempo con mi hermano Justino, porque todavía ni se paraba, sino gateaba así todo, batalló mi abuela con él. Y al fin no, pues fue creciendo mi hermano. Resulta no de que mi madre cuando murió le dijo a mi tía, la hermana, dice este: “Pues queda, queda Justino mi hijo el más chiquito”, y dice, “pues no hay dónde”, dice este, dice, “cuando… Ah, donde vivía mi madre con mi papá, era pues un lotecito, dice: “Ese lotecito pues se lo dejo a Justino, ya los más grandes”, dice, “pues ya, ya pasaron a ser, a ser hijos adoptivos de mi familia, pero a Justino le dejo ese lotecito. Si Dios nuestro Señor le da vida y salud, que ponga ahí su casita”. Pero lo que son las cosas, señorita. Una cosa le platico y otra es. En el caso mío digo, sufrí yo muchísimo, casi me trataban como un animal.
VD: ¿Con su familia adoptiva?
LS: Mi tía, siendo mi tía. Porque ellos más que nada, pues tenían el oficio de la panadería, del pan que se trabaja allá, digo, un trabajo muy brusco porque no había maquinaria como ahora que hay azaguadoras, cortadoras y los hornos ahora son muy diferentes, muchos queman gas. Ahorita casi no hay, luego ahí el petróleo está desistiendo. Entonces tenían que ir al cerro a traer la leña y pues a echársela al horno, calentarlo y cocer el pan con fuego de leña.
VD: ¿Usted trabajaba con ellos?
LS: Así trabajé yo. Ya este pues, aprendí el oficio. Pero resulta, ¿no?, de que pues yo ya me fui haciendo pues como quien dice adulto, ¿no?, teniendo edad. Todo resulta, ¿no?, de que pues yo sufría mucho porque estaba trabajando con mi tía como mozo, nada más por la comida y la ropa. Pero así de que dijera no pues, pues uno de muchacho ya sabe que llega el día domingo, ¿no? Y es uno amante pues a tener $0.02 ó $0.03 centavos en la bolsa. Yo nunca vi eso, nunca fue la señora que se ___(?) conmigo, de decir: “Hijo, estás trabajando conmigo y tenga aquí pa, para lo que necesitas, tómate un refresco”, o equis, no, nada. Entonces tenía yo que darme mis artimañas, vender pan a escondidas pa, pa poder yo tener $0.03 centavos, así y sí.
VD: ¿Cuánto tiempo estuvo así, señor Liborio?
LS: Pues casi estuve como a la edad de, de diecinueve años, hasta que se llegó la...
VD: Diecinueve años.
LS: Se llegó la, la contratación. Fue de que ya, ya acabé mi martirio, que ya me abría yo paso.
VD: ¿Usted trabajaba además de la panadería en el campo también, señor Liborio?
LS: Pues sí, porque iba, iba a traer leña, le digo, al cerro.
VD: Y, ¿sembraba?
LS: Con los jumentos, nombre, nomás nos dedicamos al, al puro pan. Porque además antes se compraba el trigo, entonces había personas, ¿no?, que pasaban con sus cosechas de trigo y ya salía uno por ahí. “¿A cómo das el trigo?”. “Pues a tanto”. Y ya pues decimos: “Te lo pago a tanto, equis”, ¿no? Y ya, pues ahí tenía uno convenio a cómo le vendía el trigo. Pero entonces había molinos que este, que eran movidos por turbinas de agua. Les llevaba uno su trigo, lo molía uno y ya salía la harina. Y luego llegaba uno a la casa y se muele la harina en, la pasaban por una telas bien finas, de ahí salía la harina, el salvado para los puercos, así, todo eso lo hice yo.
VD: Nueve años en lo que estuvo con sus tíos.
LS: Ahora otra cosa, que mi tía pues abusó de mi persona, siendo yo su hijo adoptivo, pues tiene un solar grandísimo, que pues tiene platanales, tiene muchos árboles frutales y grande el solar. Todo se lo dejó, a mí no me dio nada. Y, ¿sabe con qué salió? Como yo he sido, yo no he sido gente, ¿cómo le dijera yo?, floja, siempre todo el tiempo me ha gustado trabajar y guardar mi dinero. Resulta, ¿no?, de que yo ya había estado en Estados Unidos y cuando regresé, pos compré una casa ahí en Oaxaca, pero ya después, estando yo aquí en México con mi esposa, dice mi esposa: “Nos estamos llenando de familia”. Y le digo: “Pues tienes razón”. Dice: “Pues vamos a comprar un lote aquí”. Pero había la facilidad, ¿no? Como trabajaba yo en una empresa, quería ver si me daban una casa, ¿no?, del INFONAVIT [Instituto del Fondo Nacional de Vivienda para los Trabajadores], pero dice mi esposa: “No, del INFONAVIT no quiero nada”, dice, “son unos palomares”, dice, “pues cuartitos aquí”, dice, “y luego pisos arriba y luego si haces una fiesta o algo, pues tienes que andarle pidiendo permiso. Porque si no al otro día vienen a echarte brava, porque no los dejaron dormir. Bueno, es un problema serio, mejor”, dice, “vamos a comprar, con la ayuda de Dios un lote”. Le digo: “Mira, no va a haber más remedio que venda yo mi casa, lo siento en el alma vender mi casa, pero no hay otra”, le dije, “porque si no lo hacemos ahorita, después van a venir las lamentaciones de que la familia crece y eso de que andemos en colonia pa acá y pa allá y pa allá, vamos a parecer húngaros”. Y me pasó en carne propia, porque llegaba uno a alguna vecindad: “Pues sí hay, hay una vivienda aquí, ¿cuántos son?”. “No, pues que somos seis o siete”. “No”, dice. “¿Por qué?”. “No”, dice, “mire, tengo mis plantas, tengo pintado, me van a pintarrajear los muros de la casa, luego van a cortarle las hojas a las plantas, a las flores”. Y pues ahí nos rechazaron. Al llegar uno a algún lado, pues a donde, a donde sí le tenía uno compasión y le rentaba una casita. Viendo yo esas anomalías pues tuve que vender mi casa y comprar aquí.
VD: ¿Su casa que tenía allá en Oaxaca?
LS: Sí, vendí una casa muy bonita, porque traje...
VD: ¿La que se compró después?
LS: Traje dinero de Estados Unidos y compré la casa.
VD: Entonces, señor Liborio, o sea que usted estuvo viviendo con su tía hasta los diecinueve años.
LS: Sí.
VD: Y en esa edad fue cuando vino la contratación de los braceros.
LS: Sí, más o menos cuando tenía los diecinueve años.
VD: Y, ¿se acuerda usted cómo fue que se enteró, señor Liborio, allá en Oaxaca?
LS: Bueno yo, yo andaba en la ciudad de Oaxaca por allá haciendo unas compras y ya este, pues ya había nociones así, ya todo estaba así de, de que la gente estaba pues en sobre aviso, que habían llegado americanos a contratar gente, ¿no?, para, para levantar las cosechas, estaba la Segunda Guerra Mundial muy dura. Ya Hitler estaba abarcando muchísimos países por Europa y matando gente y todo eso. Llega a oído de la gente y dice: “Pues vinieron americanos a contratar gente para Estados Unidos, para levantar las cosechas, pues ellos están en el frente”. Fue de que pues me animé, yo le hice la lucha, dije: “No, pues voy a jugarme un albur sin que nadie me aconsejara”, eso salió de mi mente que, que voy allá donde estaban contratando la gente y, y batallé, ¿no?, para que me anotaran los americanos. Estaba yo muy joven. Y a lo mejor decían: “Éste ni campesino es”, o yo no sé, ¿no?
VD: O sea que en ese mismo momento que usted estaba en Oaxaca se acercó a la contratación.
LS: Sí, fui ahí a donde estaba la contratación y me formé como desde aquel entonces hasta la presente no, no este, no, ¿cómo le dijera yo?, para todo hay que hacer colas. Ya me, me formé allá y me tocó mi turno y con la gracia de Dios que me, este, me inscribí ahí y ya me apuntaron pues allá los americanos, quedaba yo ya pues disponible para la contratación. Pero da el caso que La Migración ahí no estaba, ahí en el centro de contratación que estaba en Oaxaca, ahí nomás se estaba enrolando la gente.
VD: Y los anotaban.
LS: La anotaban. Y decían: “No, pues prepárate para tales horas vas a salir en un tren especial pero pa Irapuato, Guanajuato”. Ahí está el centro de contratación, ahí estaba La Migración. Ahí era donde le revisaban inclusive las manos a uno, le hacían preguntas, como en caso mío, estaba yo joven. Ya me, di mi respuesta, ¿no?, cómo era el campo, qué se utilizaba para el, para el que trabajaba una yunta de bueyes y todo el implemento de trabajo. Y pasé toda esa prueba y me, me dieron mi contrato.
VD: Y, ¿no le pidieron ningún papel entonces, señor Liborio?
LS: Bueno este, papeles no, porque como ya venía uno contratado desde Oaxaca.
VD: Y, ¿en Oaxaca tampoco?
LS: Aquí pedían todo.
VD: ¿En Oaxaca tampoco le pidieron papeles?
LS: Bueno, allá simplemente, no, pues preguntas, le veían las manos y en realidad pues respondía que, que trabajara uno en algo así. Y así en ese sentido pues ya lo, lo tomaban en cuenta. Ahí llegamos a Irapuato, pues a mí sí una revisión, a ver las manos y a hacerle preguntas a uno sobre lo que es la agricultura. Pasaba uno esa prueba y ya, y ya recibía uno el contrato. En aquel entonces salían trenes especiales de, de la ciudad de Irapuato a rumbo aquí a Ciudad Juárez.
VD: ¿Usted por allá cruzó, por Juárez?
LS: Sí, yo pasé por Juárez. Pos este ya, de aquí de Irapuato nos daban comida mexicana, ¿no? Porque llevábamos cocinero todo el ferrocarril. Pero ya de Ciudad Juárez, pues ya entraban cocinero americanos lo que es lonche y jugo de naranja y todo eso, como están acostumbrados ellos, hasta llegar uno a, a su destino, pues.
VD: Donde le tocara trabajar.
LS: Donde le iba uno a trabajar. Entonces llegaba uno allá, ¿no? Por ejemplo, van dejando dos, tres carros en Nuevo México o en Los Ángeles, a mí me tocó hasta San Francisco, fui de los últimos.
VD: En San Francisco llegó.
LS: Ahí donde ya, ya se, ahí llegó el ferrocarril y ahí ya.
VD: Todos los quedaban.
LS: Iba, toda la gente quedó ya ahí este, ahí en San Francisco. De ahí nos trasladaron en, en autobús de la Greyhound de los que tienen un galgo, no sé si todavía esté ésa.
VD: Sí, todavía existe.
LS: Esa compañía muy grande.
VD: Sí.
LS: La Greyhound, entonces ya de ahí nos, nos trasladaron a Santa Rosa. Ya ahí pues, pues llegaban los rancheros: “No, que yo quiero cuatro, que cinco, que seis trabajadores”. Que si iba, iba alguien con el papá, o el hermano, ahí, ahí se fregaba uno, porque...
VD: Los separaban.
LS: Ahí decía: “Tú, y tú, y tú”. Ahí lo van seleccionando. “Tú te vas pa acá y pa allá y pa acá y pa allá”, ahí. Y se acabó todo.
VD: Y, ¿usted se fue con alguien, señor Liborio, o se fue usted solo?
LS: Yo casi desde que, que me he hecho persona adulta nunca me ha gustado andar de compañero con alguien.
VD: Se fue solo.
LS: Es muy peligroso. Sí, porque por todos de la vida quizá pueda yo fracasar en un aventura o alguien, de la persona que ande yo, saben, ¿no?, que lidiando yo con esa persona y si llega a fracasar dicen: “No, no te la creo, tú nos vas a responder por fulano”. No, ¿pa qué me meto en broncas? Si me lleva a mí patas de catres, pos yo a ninguno comprometo.
VD: Entonces, desde Oaxaca se fue solo. Y señor Liborio, cuando usted se anotó ahí en Oaxaca y regresó con su tía a Santos Degollado, ¿qué le dijo usted?, ¿le platicó que se iba a ir de bracero?
LS: Bueno ya, ya más, ya mi tía tenía otra mente, usted sabe que el dinero pos cambia a la gente. Si yo, como le digo, mi hermano más chiquito que todavía gateaba, todos en la tierra, se quedó con mi abuela. Yo ya me fui para Estados Unidos. Yo ya ahí empecé a ganar dinero, no, pos este, ya, ya cheque que ganaba me este, pues lo despintaba pa mis alimentos, pa, para comprar una camisa, un par de zapatos, o equis. Yo siempre ahorraba y le mandaba a mi tía por la cuestión, ¿no?, de que, de que le diera pues este, dinero a mi abuelita por, por mi hermano chiquito que se quedó. De ese modo empecé yo a darles la mano. Pero luego el caso es que mi tía también pues abusó de mi persona, porque cuando esta fotografía que le estoy enseñando, venía yo de vacaciones y me dieron de vacaciones por cuarenta y cinco días. Pero venía con pasaporte, todo, con permiso, pero tenía yo que regresar, así es que se me cumplió el permiso y me retorné pa la Unión Americana, pero en eso no había de un dinero que le había mandado a mi tía. Me dice: “Te compré un terreno, Liborio”. Pero yo no tonto le pregunté yo a, a esa persona que le había comprado el terreno mi tía, le digo: “¿En cuánto le vendiste el terreno a mi tía?”. Y parece que se lo había dado en $700 pesos de aquellos y a mí me lo metió, me lo metió en un millón de aquellos. Entonces yo, cuando reaccioné, dije: “Entonces esto no, no marcha bien, no tiene caso que yo, yo siga mandando dinero, sí le mandaré, pero voy a analizarlo, más o menos cuánto le puedo mandar para que pos le, le compre a mi hermano lo que necesita o ella o equis”, ¿no?
VD: Pero nomás.
LS: Pero yo entonces ya, ya fui yo astuto, ya cheque que guardaba yo iba ahorrando mi dinero, por eso, por eso es que compré yo esa casa, si no tuviera yo acá así, si me ha atenido a mi tía, no que me roba, me va a querer o me va, así estuviera, verdad de Dios.
VD: Señor Liborio, pero cuando usted se fue, o sea la primera vez que se iba a ir para allá, ¿su tía estuvo de acuerdo?
LS: No.
VD: Cuando usted le avisó que se quería ir a Estados Unidos.
LS: No, yo, bueno, yo simplemente yo no le tomé parecer a ella. Porque no iba a venir en ese momento en Oaxaca a buscar a la tía en el pueblo, no y que, deme un, una orientación así de esto, el otro, el otro, no.
VD: ¿Usted solamente le avisó?
LS: Sé que a lo mejor, sé que a lo mejor se iba a oponer, ¿no? Pero no, yo jamás la tomé en cuenta, yo, yo decidí ya, ya hacer mi, pues hacer de mi vida lo que yo, lo que fuera conveniente para mí. En ese momento me, me desligué yo de ella.
VD: Y ya usted decidió y ya nada más le avisó a ella.
LS: Sí, así.
VD: Entonces, señor Liborio, ¿como cuánto tiempo después salió? Después de que lo anotaron, ¿pocos días después salió para Irapuato?
LS: No, no, la cosa era rápida. Por ejemplo, como ahora, como ahora me enlisté y este, como el día de mañana ya, ya...
VD: Tenía que estar...
LS: Ya me dijeron: “A tales horas tienes que presentarte porque sales en la lista de los especiales para, para el tren que sale a tales horas pa Irapuato”.
VD: Entonces se fue usted para Irapuato y ahí fue donde firmó su contrato.
LS: Ahí recibí mi contrato.
VD: ¿Ahí fue donde le hicieron la revisión médica también?
LS: Sí, exactamente. Ya desde ese momento que, que empecé yo a, a trabajar en Estados Unidos pues nunca tuve yo la intención yo de, de decir: “No, pues aquí terminó todo esto”. Yo siempre tuve la ilusión de decir, yo regreso a trabajar, no sé ni cómo le haga, pero yo, yo de, de hacer pie allá jamás, yo habiendo trabajo yo regreso pa acá. Después de que se le terminaba un contrato, regresaba y sabía yo que si estaba en Empalme, Sonora o en donde quiera que estaba ahí…
VD: Sí.
LS: A, a contratar.
VD: Y aquella primera vez que usted se fue, pues allá en Oaxaca casi no salía gente para Estados Unidos, ¿verdad?
LS: Bueno, más antes pues a la mejor puede ser que haya salido uno, dos o tres.
VD: Pero no la gran cosa.
LS: Pero así que saliera en conjunto jamás. Y en ese momento que instalaron las compañías de contratación, no, pues empezó a, a inscribir mucha gente.
VD: Y señor Liborio, ¿usted qué se imaginaba que se iba a encontrar cuando se fuera a Estados Unidos?, ¿cómo se imaginaba que iba a ser tu trabajo, su vida?
LS: Bueno, pues yo, es como en todo, ¿no? Es un sueño para uno, de decir: “No, pues, ¿en qué iré a trabajar?, ¿cómo serán los trabajos?”. Porque pues este, ¿cómo le dijera yo?, es una cosa que se va uno a jugar un albur, que cómo será esto, cómo será por allá y todo.
VD: ¿Alguien le había platicado, algún pariente o amigos?
LS: No, pues nunca, nunca, en esos momentos, ¿quién le va a platicar a uno? No, ya, ya este, pues estaba uno dispuesto, digo si pues hubiera ganado Hitler la batalla, a la mejor hasta, hasta nosotros hubiéramos sido, nos hubieran agarrado allá. Pero le digo, la suerte no, ya cuando no le toca a uno no, pos que, como ayuda a Estados Unidos y todo eso, no, pos se va uno a la guerra. Lo que sea no estoy yo, estoy yo como quien dice cierto que México pues dio un gran paso y ganaron la guerra también por nosotros, no por ellos, por tener su armamento de, armamento atómico. También la, lo de nosotros contó mucho, porque no levantamos las cosechas, ¿cómo comen?, ¿con qué se sostienen?, ¿quién los ayuda? Más bien tuvo que ver mucho, digo la, la cooperación de nosotros.
VD: El trabajo de los braceros.
LS: Y es como le digo, no es justo que nos traten así. Me estoy refiriendo a los primeros que entramos y los que trabajamos cuando, en plena guerra, eso debe tomar en cuenta el Gobierno. Entonces, ¿por qué nos desprecian a nosotros de ese modo? Que porque ahorita ya estamos viejos o equis. No, no debe de ser. Ahora también como quiera que sea, pues cooperamos en lo económico, pocos dólares que haiga sido pero los mandamos pa la economía de México. Y, inclusive ayudamos aquí y allá.
VD: Claro.
LS: Por los dos lados.
VD: Por los dos países. Señor Liborio, ¿eso usted lo sabía cuando estaba por allá?, ¿los braceros sabían que estaban ayudando al país?
LS: Bueno, pues simplemente sí, porque uno sabía demasiado, ¿no?, que, que ellos este, ellos estaban al frente y nosotros pues este, levantando las cosechas. Simplemente de allá de donde un campo de semillas a donde yo estuve estaba cerca la base aérea, a toda la noche estaban, llegaban, llegaban digo aeroplanos de guerra y salían con este, con tropa, hasta el frente.
VD: ¿De ahí de donde estaba usted? O sea que entonces, ¿la primera vez, señor Liborio, llegó usted a San Francisco?
LS: Sí.
VD: Y, ¿qué le tocó?
LS: Y yo, por ejemplo, pues no conocía San Francisco, una ciudad muy grande, es puerto, pero tienen pues dos puentes grandísimos, el Golden Gate, tuve la oportunidad de conocerlo. Que casi está hasta la ciudad de Oakland, ahí que para, pa ir nosotros a Sacramento, pos iba yo con otros muchachos, por el ambiente que, que hay ahí en Sacramento comidas mexicanas y, y todo, íbamos a Sacramento. Pero teníamos que llegar a San Francisco, atravesar Oakland y dirigirnos a Sacramento, que es la, la capital de California es Sacramento, pero muchos no la saben.
VD: La capital.
LS: De, de California, es Sacramento.
VD: Y usted estuvo cerca de… Pero estuvo trabajando en un campo, ¿de qué era?
LS: No, no, yo, de ahí de, por ejemplo, a veces iba yo, yo con otros amigos a Sacramento, era allá en un campo semillero que estaba, estaba en un, bueno se llama Cotari, mejor dicho el condado, porque son condados. Aquí no le llaman, aquí son pueblos, allá son condados. Andábamos en un campo semillero muy grande, ahí sembraban lechuga, se sembraba betabel de ese morado, pero todo pa semilla, lechuga, y cebolla, todo eso. Pero para sacar la semilla.
VD: Y señor Liborio, ¿ése fue el primer lugar al que le tocó llegando ahí?
LS: No, no, simplemente yo, yo cuando llegué así desembarcadito de, de que llegué para allá pa trabajar, lo primero que, el primer trabajo que me tocó era estar en un establo de vacas. No, pues tenía un establo grandísimo, de ahí, de ahí había este, pues estaba la elaboración de donde pasaba la, la leche por maquinaria y allá la, allá la purificaban. Y de ahí salían los cuartos chicos, grandes, según, litros pa las marquetas, restaurantes, donde sea. Y entonces nosotros al trabajo que era de nosotros, era, nos dieron unos bieldos y unas botas hasta por aquí así.
VD: Hasta arriba.
LS: De hule, sí.
VD: A la rodilla.
LS: Porque era, era este, fueron como este, allá, bueno, aquí les llamamos zanjas. Allá se le llaman ditches, estaban, claro, con la suciedad de las vacas, pues se van a, se va haciendo como en fecatas(??) así, se tapan las zanjas y no tiene, no tiene lugar cómo correr el agua, todo lo que hacíamos nosotros y quitando esas fecatotas(??), con los vientos y para que tuviera corriente el agua. Ya después que se terminó ese trabajo entramos nosotros a una molinda digo, donde se estructuraba la pastura pa las vacas.
VD: ¿En ese mismo rancho?
LS: Sí, allá mismo. Entonces ahí teníamos comedor, iba bueno, todo nos, nos daba el ranchero este, cobijas, catres y la barraca donde dormíamos.
VD: ¿Como cuántos eran ustedes, señor Liborio?
LS: Pues éramos como unos, éramos como unos cuatro nada más.
VD: Cuatro que eran braceros.
LS: Sí. Estuvimos ahí con ese patrón. Ya después se terminó el trabajo y nos llevaron a Petaluma, ah, no, a Santa Rosa y de ahí nos, de ahí nos mandaron a Cotari, le digo donde, donde era ese campo semillero muy grande allá. Ahí había un campo también de filipinos y este, muchos filipinos y bueno, esos filipinos pues en aquel entonces hablaban español.
VD: Y, ¿usted platicaba con ellos?
LS: Pues sí porque ellos hablaban español, aunque eran filipinos no sé por qué motivo llegaron a Estados Unidos, pero ellos tenían su barraca aparte, nosotros la de nosotros aparte. Inclusive no, pues tenían un comedor ellos y todo eso. Y ellos acostumbran…
VD: Aparte de los braceros.
LS: Ellos este, su comida de ellos, el fuerte es el arroz, pero lo, lo este, lo cocen a puro vapor, el arroz.
VD: Señor Liborio, en el rancho, me decía que ustedes también tenían comedor ahí.
LS: Sí, aquí, aquí en Cotari también, también teníamos, sí, porque ahí éramos como, éramos como mil quinientos.
VD: No, ahí era muchísima gente.
LS: Sí, ahí había comedor desde ahí temprano, en las horas de la madrugada empezaba a funcionar el comedor, comíamos y luego con esas bolsas así, nos echaban nuestro lonche.
VD: De papel.
LS: Ya cuando era la hora del trabajo, ya íbamos al comedor, agarrábamos nuestro lonche y, y ya estaba el mayordomo con el troque, ¿cómo se le llama? Cuadrillas de treinta y cinco o cuarenta hombres, al campo así.
VD: Oiga, señor Liborio, y pues usted supo en Oaxaca que estaban contratando a la gente, pero pues si usted no sabía nada de Estados Unidos, ni había tenido ningún pariente, ¿qué fue lo que lo animó a irse para allá?, ¿qué lo animó a contratarse?
LS: Bueno a mí lo que más me llamó la atención es porque yo, yo desde el momento que empecé el sorteo ya tuve yo la inquietud de pues querer yo salir de, de mi pueblo de la ciudad.
VD: ¿El sorteo del...?
LS: Sí, sí, del conscripto, de lo que es el sorteo del conscriptos.
VD: El servicio militar.
LS: Sí, porque el servicio militar empezó desde el [19]24, entró la clase [19]25 y hasta lo presente eso quedó confirmado será, será pa toda la vida. Entonces mi, mi ilusión era, ¿no?, de que, de que si salgo yo, yo sorteado en el, porque salían sorteados para ir al ejército, para dar su servicio militar. Muchos se quedaban ahí y ahí mismo daba uno su servicio. Pero en el caso mío no, salieron otros compañeros míos que iban a Monterrey y otros aquí a Cuernavaca. Ahí tenían que estar un año, prestando su servicio. Y mi ilusión fue, dije: “Híjole, a ver si me toca, pa conocer yo otros rumbos, otras partes de la república y todo. Convivir, tener un roce social con otras personas”.
VD: Usted tenía ya pensado que quería salir.
LS: Ya, ya tenía yo esa inquietud. Por eso fue de que, de que al, al meterme yo en la contratación, pues dije: “No, pues aquí ya”, dije, “yo voy a ver qué, qué este, qué es lo que voy a hacer y qué me va a deparar la suerte”.
VD: Y, ¿cómo fue que se sintió la primera vez que llegó allá, señor Liborio?
LS: ¿A dónde?
VD: A Estados Unidos, de estar lejos de su familia.
LS: Pues de momento no, pues sí se siente algo mal, ¿no? Porque pos deja uno su, su familia, sus amigos y ya ve uno allá cómo es la forma de trabajar, de que no es la, la misma idioma, sino allá hay que pues batallar, digo, pa que le hagan comprender a uno y hacerse uno comprender, es el problema.
VD: ¿Alguna vez tuvo problemas con el idioma cuando se quería expresar?
LS: Bueno, digo, sí, en cierto modo, ¿no? Porque batallaba uno, por ejemplo, que, que iba uno al, al pueblo y que vamos a suponer, que fuera a comprar un par de zapatos o que hiciera carne o algunas otras cosas, porque en aquel entonces todo estaba racionado.
VD: Con la...
LS: Yo en el contrato que recibí allá en Irapuato, no sé yo si haya gente que todavía haya recibido ese tipo de contratos. Aquí, aquí estaba lleno de estampillas por esta parte del contrato, estampas.
VD: A un costado de su contrato.
LS: Estampillas como, como las que compra uno para las cartas. Cuando iba a comprar un par de zapatos, tenía que desprender una estampilla y presentársela allá a donde iba a comprar los zapatos. Iba a comprar carne, quitaba otra estampilla. Quería hacerse unos cigarros, pa que le vendieran el tabaco otra estampilla. Que para, para azúcar también, había que quitar otra estampilla y así. Todo estaba racionado así.
VD: Y a cada bracero le daban sus estampillas para que fueran a...
LS: Sí, tenían ahí en La Asociación le daban las estampillas. Eso no, eso muy pocos lo saben.
VD: Señor, entonces, señor Liborio, estuvo en este centro semillero, o sea, ¿su primer contrato fue de seis meses, el que estuvo allá?
LS: Bueno, allá en el establo fue como de seis o siete, allá ya se terminó todo, según pal ranchero, no, que ya no necesitaba y nos llevó a La Asociación de Santa Rosa. Luego de ahí ya, ya nos llevaron ahí a Cotari, le digo que ahí muchísimo, un campo semillero grande. Eran muchísimas cuadrillas que salían en la mañana para los campos de trabajo. A plantar más que nada digo, betabel.
VD: Del que salía el azúcar de la remolacha.
LS: No, no, es el morado, el otro es el, el otro le dicen sugar ___(?) es el blanco.
VD: Y, señor Liborio, cuando usted se fue para allá, ¿usted se acuerda la gente qué decía de que los braceros se iban para allá?, ¿no había...?
LS: Bueno, había comentarios, ¿no?, de que pos muchos no agarraron un estado de decir que a lo mejor íbamos nosotros a la guerra, ¿no? A, a agarrar los rifles o equis, ¿no?, ese comentario había.
VD: ¿A usted le daba temor?
LS: Pues casi no, porque yo, yo fui de las personas que dije: “Hasta no ver, no creer”. Yo nunca me intimidé. Yo iba decidido. Y sí, pos algunos, digo, de corto valor, pues yéndose ya los trenes especiales y escoltados, habían muchos por ahí, por Zacatecas, más adelante se, se desertaban, se bajaban.
VD: Se salían del tren.
LS: Sí, y este, y así. Pero yo dije: “No pues ya, ya voy yo acá, pues ya qué”. Y este, y así, pero yo siempre, siempre tuve el valor, ¿no?, de la energía de decir a ver qué Dios me depara. Pero sí pasaba uno muchos lugares del día por allá, eran trenes especiales grandes y muchas personas nos echaban la bendición, estaba duro. En el radio, donde quiera, lo de Hitler estaba haciendo mucha matazón y que, y ya invadió Polonia, que París, que Francia y está haciendo, pues cordones de mujeres, hombres, niños, todos a las cámaras de gases y todo. De todos comentarios había.
VD: Pero a usted no le dio miedo como para no irse para allá.
LS: Pues no. Por ahí este, no me gusta a mí ser persona desidiosa. Creo por ahí tienen mis hijos unos libros que compré, ahí, por ejemplo, Los Hornos de Hitler. Tengo yo ese libro donde explican que a muchas mujeres como Dios las echó al mundo, así iban, creo cuando tenían, creo zapatos eran de madera. Y luego a donde iban a hacer sus necesidades eran como zanjas y a los lados ahí hacían sus necesidades. Y luego sin agua, a las mujeres no, no tenían cepillo, ni peine para peinarse ahí, andaban con piojos y que les daban una sabanita y todo así.
VD: Señor Liborio, y las noticias de la guerra y de lo que estaba pasando, ¿les llegaba cuando usted estaba allá?
LS: Bueno, pues sí, allá con mucha más razón, como hay allá unas cadenas ya en español.
VD: ¿Usted escuchaba, tenía un radio allá, señor Liborio?
LS: Sí, pues últimamente, pues entre todos, o había compañeros que, que este, compraban un radio, lo comprábamos entre todos, para darnos cuenta.
VD: Y, ¿ahí escuchaban cómo iba?
LS: Sí, las noticias y todo.
VD: Las noticias de la guerra.
LS: De lo que pasaba.
VD: Y además de eso, señor Liborio, ¿cómo se daba usted cuenta a su alrededor de que, pues de que el país estaba en una guerra?, ¿cómo se sentía el ambiente de guerra ahí en Estados Unidos?
LS: Bueno, pues simplemente no, pues como quien dice nosotros pues tomábamos la cosa así que, que también sí éramos personas como quien dice, que estamos abarcando los surcos de guerra, por esta razón, que los americanos estaban al frente y nosotros levantando las cosechas. Y más digo, había americanas que, que andaban junto con nosotros trabajando en tractor o manejando un tráiler o un troque o algo.
VD: Entonces estuvo usted ahí hasta...
LS: Pues hasta que se terminó la guerra. Pero no, no, desde antes de eso digo, yo seguí contratándome, hasta que se terminó todo, hasta ahí, hasta ahí terminé yo mi, mi récord digo, de entrar a Estados Unidos. Ahí lo está diciendo la carta.
VD: Sí.
LS: Que me está, me está diciendo que, como ya se había terminado entonces me dice mi patrón: “Tienes modo, acércate a alguna frontera para que hables con mi hijo y a ver cómo le hago pa pasarte”. La cosa es que ya, ya no se pudo, digo.
VD: Y allá, pues en el tiempo que tuvo su primer contrato, señor Liborio, ¿dónde vivían ustedes?
LS: ¿Nosotros?
VD: Cuando estuvo en California en el, por ejemplo, cuando estaba en el rancho, ¿dónde vivían los braceros?, ¿dónde dormían?
LS: Bueno pues, pues si, por ejemplo, les tocaba a algunos con rancheros, o estaban en su rancho, ahí les daban su, el ranchero le daba estufa, le daba...
VD: ¿Había una casita especial?
LS: Les daba cobijas, sí, una barraca. Allá se les llama barracas, aquí decimos casitas. Pero son puras barracas de madera. Ahí casi ni, yo creo por el frío y todo eso, todas las barracas son de madera, no ve una así de concreto o de loza, pura madera.
VD: Y, ¿ustedes se cocinaban o ellos les daban la comida?
LS: Pues ahí como, vamos a suponer que éramos, si nos tocaban dentro de cuatro compañeros, entonces ya pues ahí no había, no había divisionismos, sino éramos una familia, convivíamos, ahí nada de rencor ni nada.
VD: ¿Cocinaban juntos?
LS: No, no, ahí, por ejemplo, decía uno: “Yo voy a hacer la comida, vamos a hacer esto, lo otro”. Entonces este, digo el pan, a la larga, digo, hostiga el pan, entonces este, optábamos por comprar harina y hacíamos tortillas de harina. Ya uno hacía las tortillas, otro hacía el guiso, otro lavaba platos y así nos ayudábamos.
VD: Y al rancho de...
LS: Y a la hora de, de por ejemplo, de ir a traer la provisión pues ya nos poníamos de acuerdo. “Vamos a comprar esto, lo otro”, pero de acuerdo todo.
VD: Ya se estaban ayudando entre todos, se cooperaban. Y en el centro semillero, ¿ahí sí tenían comedor?
LS: Ahí sí había comedor, que desde las tres de la mañana empezaba a funcionar pues pa que les dieran a todos de desayunar.
VD: Y, ¿la comida se acuerda si era de su agrado?
LS: Pues sí, pues ahí bueno, o sea que fuera o no fuera pues tenía uno que aceptarla. Pues no iba uno a, a poner condiciones, por ejemplo, ahí nos daban avena este, arroz con leche, pero casi por lo regular casi lo que más se acostumbraba era la avena.
VD: Del desayuno.
LS: Sí, avena con leche, hot cakes, todo eso.
VD: Y les daban su lonche para llevar.
LS: Sí, el lonche era aparte.
VD: Señor Liborio, ¿usted trabajaba hasta los fines de semana, el sábado, o nada más hasta el viernes?
LS: Bueno, había veces que, nomás a veces hasta el sábado, nada más hasta la una, dos de la tarde, porque ya el demás tiempo lo utilizaba uno para bañarse y hasta pos inclusive para lavar uno su ropa. Porque muchas de las veces no, no se va a dar uno el lujo de llevar su ropa uno a la lavandería y todo eso, no, pues tiene uno que, que lavar la ropa, inclusive comprar una plancha y planchar uno su ropa y todo eso.
VD: Y entonces eso hacían en su día de descanso.
LS: Bueno día, pos qué descanso a veces, porque yo le digo que el día, el día domingo a veces pues también, lo raro es el día domingo que salía uno, ¿no? Que decía uno al patrón: “Llévame al pueblo, pues quiero, quiero ir al cine, o algo”. No, los patrones tenían la obligación de, de llevar a uno. Ya le decía uno al patrón: “Voy a ir al cine”. “¿Va a ir al cine?”. “Sí”. “¿A qué horas vengo por ti?”. “A tales horas”. Y ya por ahí ya...
VD: Ellos los recogían.
LS: Ya se iba uno a algún restaurán a, a comerse una, un hamburger o un vaso de leche e ir a cine y eso. Ése era el, la única diversión de uno allá.
VD: Los fines de semana.
LS: Sí, los domingos.
VD: Y en el rancho, por ejemplo, ¿era el patrón mismo el que los llevaba, señor Liborio o el mayordomo?
LS: Bueno, si le tocaba a uno el ranchero, pos el, el patrón este, nos llevaba. (teléfono) Yo creo ahorita lo contestan, allá tengo otra línea allá.
VD: Ah, muy bien.
LS: Sí, este lo, este, nos llevaba el patrón, pero pos ya en una compañía como allá en Cotari, allá pues era otra onda porque...
VD: Había mayordomo.
LS: Ahí nos quedaba cerca el pueblo de Santa Rosa, agarraba uno la línea Greyhound y iba uno al pueblo y así, pero donde no, no había esos medios tenía que forzosamente el patrón llevar a uno a, a comprar la provisión y llevarlo a uno al pueblo, si es que quería uno ir al, al cine por ahí a divertirse uno.
VD: ¿Alguna otra cosa que hacía en sus descansos, señor Liborio?
LS: Pues, pues casi como lo dedicaba uno casi a arreglar uno su ropa. Uno, si no es dejado, ¿no? Pos dice uno: “Voy yo a lavar bien mi ropa, tantas mudas y la plancho y si no, pos tengo mucho trabajo, me voy a agarrando ahí a planchadita, ¿no?, pal trabajo. Ya viene la semana y otra vez a, a lavar la ropa, a plancharla”.
VD: Y terminando su contrato, señor Liborio, ¿usted se regresó a la Ciudad de México directo?
LS: Bueno...
VD: O, ¿se fue para...?
LS: Bueno, yo estuve una, estuve una temporada allá en, en el pueblo.
VD: Y, ¿qué hacía mientras?
LS: Pero, pero ya después, ya después me vine yo y, y este, y le digo a usted yo sabía que, por ejemplo, estaba la contratación en Empalme o en, en Monterrey y me iba. Yo veía la forma, si tenía dinero o no, o lo conseguía y me iba.
VD: ¿Conseguía prestado allá en el pueblo?
LS: Bueno, una que otra vez conseguía yo ___(?) y una persona reservada que tenía dinero a reserva.
VD: Y cuando estaba en Etla, ¿qué hacía, señor Liborio, los meses que llegaba y estaba ahí?
LS: Bueno, pues muchas veces digo este, me dediqué ahí a, a este, más que nada digo, a la panadería.
VD: ¿Con su tía otra vez?
LS: No, con, con otras personas, digo, amigos míos, les ayudaba. Pero ya después de eso, no, pues ya, pues ya, ya este, ya me iba pues pa allá pa la frontera, por ahí onde estuviera la contratación.
VD: O sea que desde el principio a usted le gustó ir a trabajar por allá, señor Liborio.
LS: Pos sí me gustó ir a trabajar por el simple hecho digo que, que los patrones le daban a uno las facilidades. Que llegaba uno ahí a La Asociación, iba el ranchero: “No, pos que necesito tres, cuatro trabajadores”. Luego de ante mano ya, ya sabía uno, ¿no?, a qué le iba tirando. El patrón tenía que darle a uno estufa, tenía que haber refrigerador, con el tiempo de calor, refrigerador y llevar uno al pueblo a comprar su comida de uno. Mayormente ahorita se vienen los, los meses duros de calor allá. Aquí, desde aquí empieza el calor de aquí desde, desde este, desde Hermosillo, todo por allá caliente. Y digo porque yo, yo en estos meses pasaba por ahí, era un infierno. Ahí todo, ahí Mazatlán, todo por ahí no, no está las, las combis, como digo, protegidas con vidrio, no, todas están, están así abiertas, llega un momento que le pega el aire a uno. Sí, ahí por el Valle Imperial, un calor tremendo que, que tiene uno que tener el ventilador a fuerza, porque no se aguanta.
VD: El clima.
LS: Sí, de septiembre, de este mes, agosto.
VD: Y señor Liborio, después de estar allá en California, regresó y luego se volvió a ir usted para el norte, para Empalme, o, ¿dónde se contrató?
LS: Bueno, este, digo, donde más contrataciones, opciones de contratación fue Empalme, pero batallé, fue un calvario, digo, para mí Empalme. Porque en una ocasión llego, no iba, no iba con esto, porque el que ya, ya va uno a contratación y va con esto va a lo seguro.
VD: Con sus antecedentes penales.
LS: Porque ya va enlistado y todo. ¿Por qué?, porque va, va desde luego va, lleva la firma de Gobernación. En cambio si va nomás así a valor mexicano, pues tiene que batallar ahí, si hay modo de contratarse y si no está enlistado, ¿cómo le va a hacer? Es el caso que me pasó a mí en Empalme, yo me fui así y se me acabó el dinero. “Y, ¿ahora cómo le hago?”. Pues ya, ya supe yo que, que allá por Huatabampo, pa la costa, había rancheros que siembran mucho algodón y este, y estaban dando más, como quien dice, no este, la facilidad de que sí le arreglaban a uno una carta, pero con el propósito que le piscara una tonelada de algodón limpio. Y nada de que le ayuden a uno, sino, todito tenía uno que hacerlo con sus manitas de piscar algodón limpio.
VD: Una tonelada.
LS: Una tonelada. Terminaba la tonelada y ya le, le hacía su carta el patrón, sea que fuera una o dos y ya le daba a uno su carta, lo llevaba uno a Empalme, ahí todavía era sufrimiento. Ahí puede estar esperando a ver hasta cuándo había, había pedidos, que pidieran gente ahí de los Estados Unidos.
VD: ¿Dónde se dormía, señor Liborio?
LS: No, pues ahí, ahí era un, si llevaba dinero pos qué bien, ¿no? Pero si no, dormía como un perro por ahí al lado de una banqueta, un árbol, así a la interperie, porque mucho calor. Luego ni cobija necesita uno, ahí en Empalme mucho calor.
VD: Y, ¿dónde comía, ahí mismo afuera?
LS: Pues allá, allá había muchas fondas ahí en Empalme, ahí fondas, ¿no? Pero puro este, bueno, la comida más que, que se utilizaba eran los frijoles negros. Decían que era una orden de pollo, una orden de pollo y un plato de frijoles negros a medio cocer y órale, así.
VD: Y de eso estuvo alimentándose.
LS: Todo, por eso pasé yo.
VD: ¿Como cuánto fue el tiempo más largo que estuvo usted en Empalme?
LS: Pues, probablemente ha de haber sido como, como mes y medio todo eso. Ahora que estuve allá piscando algodón, le digo allá en Huatabampo, ahora con otra, que llego yo por ahí una tarde, ¿no? Y este, un rancho ahí y ya vi muchos como catrecitos, sí, en un patio así y veía unos lienzos ahí colgados. Ya llega la hora de que se estaba haciendo tarde, por donde quiera hay viajecitos, le digo: “Y, ¿eso qué significa?”. Ah, dice: “¿Qué no ha venido usted para acá?”. “No”, le digo, “es que vengo a una aventura a piscar algodón, para lo de la carta”. “Híjole”, dice, “hay muchos que así están, pero sabe, esto es un pabellón”, dice, “aquí hay mucho mosco”, unos moscotes así. Es que allá hay canales de agua grandísimos y están en el surco ese con el que hacen las sillas y todo eso. Está grandísimo, así parecen cañas de, de azúcar, cerrados están los canales, y ahí es donde en la noche, bueno, ahí mejor dicho, ahí llegan los moscos y en la noche se desperdigan, andan como enjambres así por donde quiera y si no tiene pabellón, no duerme. Porque yo la primer vez conseguí unos cigarros. Ahí ando con mis cigarros, el sombrero aquí espantándolos, verdad de Dios. Hasta que ya un señor se compadeció de mí y dice: “Le voy a dar un pabellón”, dice, “nomás”, dice, “tiene agujeritos”, dice, “súrcalos con hilo y mientras tenga tiempo de ir a Ciudad Obregón a comprar un pabellón”. Así, fíjese, digo, los que no saben de eso, no saben nada, ahora sí me duele mucho esa jugada que nos hicieron y no nomás yo, muchos. Sí, muchos yo creo hasta murieron.
VD: Seguramente, seguramente.
LS: Yo a nadie le, le deseo una aventura, verdad de Dios, porque fue muy duro.
VD: ¿Qué fue lo más duro que pasó por allá, señor Liborio?
LS: Bueno, lo más duro es el calor, aquí en Empalme, el calor porque este, pues riegan el algodón. Y el algodón más o menos está por aquí, por aquí de este alto y tiene uno que ir abajo piscando, luego con el calor, sale uno mojado así, escurriendo los pantalones de, de sudor y todo. Y sale uno así a la cabecera del surco de allá de los algodonales y si lleva sombrero de esos de petate, a lo que agarra de agua. Sí, creo llevaban, ahí compré unas pastillas y limones para que vaya uno mitigando la sed. Ahora peligroso cuando le viene un mareo porque muchos se, se caen, es peligroso, el sol les pica los pulmones.
VD: De estar tanto tiempo ahí en el calor.
LS: Del calor. Sí, de aquí nomás de Mexicali pa allá, bueno, a nosotros nos pasó porque hubo veces que en pleno calor este, ya le decía uno al mayordomo: “Ya no puedo, hace mucho calor”. No podía uno ir parado en el tráiler, porque haga de cuenta que le pegaban, le pegaba lumbre en la cara de lo caliente, muy caliente.
VD: Y eso, también estuvo usted en Texas, ¿verdad, señor Liborio, después?
LS: Casi último, bueno, en los años últimos, simplemente de esos contratos son ahí en Texas.
VD: Los últimos de los sesentas.
LS: Sí. Y el otro que sí, que sí está catalogado a California, como es Brawley y todos esos, allá, ya California. Aquí el West de Texas y todo eso, aquí Texas.
VD: Y cuando le tocaba en Texas, ¿le tocó siempre el algodón?
LS: Puro algodón hay allá, puro algodón. No hay otra cosa más que puro algodón. Entonces al, a este yo pues conocí muchos trabajos. Trabajos que conocí yo en Texas, piscar y luego este, regar terreno seco, como ahí en Texas casi no, no llueve.
VD: No llueve.
LS: Entonces muchos rancheros se vieron obligados a hacer norias profundas. Tienen como sesenta pies de agua. Aquí le llamamos nosotros metros y allá son los, son pies. Este, como cincuenta, sesenta pies, tiene de agua de profundidad. Todos esos pozo están día y noche trabajando. Y luego los motores también día y noche porque, porque mi patrón no tenía dos pozos, los hicieron y ya regaba un terreno seco y este, entonces ya, yo traía un Jeep a mí me este, tenía mi patrón un Jeep del Army, ése tiene doble diferencial. En arenal o ahí no se atasca, le mete uno doble y vámonos. Lo traía yo con una plataforma, con pipas. Entonces ya, ya me decía: “Quiero el riego en tal parte”. Y ya agarraba yo el tractor y le pegaba a la plataforma e iba yo con, con otros compañeros. Yo ya sabía el riego, ya poner la tubería, a ponerle empaques, a ver si llegó una pipa, no tiene empaque, ponerle su empaque, pa que a la hora que arranque uno la bomba no, no este, no se tire el agua. Ahora sí, revisar todas las pipas que no tengan conejos, que no tengan tlacuaches, porque si no, como es un riego a presión, pues los pelos, tripas, todo va saliendo por los reguiletes. Ya vio los reguiletes, de riego, por eso reguiletes, los reguiletes así.
VD: Y se meten los animales.
LS: Ahora, cuando hace mucho aire, también hay que medirlo a qué, cuántos pies le va a dar de distancia a lo que se va a regar. Porque no deben de quedar, no se deben de quedar partes sin regar, todo el riegue, todo lo que es el terreno que, de la línea de regar, tiene que estar bien regada y darle su tiempo también. Así es que, que por ejemplo, vamos a suponer, ésta es una línea de reguiletes, aquí se está trabajando y ahí, ahí extendió uno la otra y allá está la, hay una [llave] t, que tiene válvula, tiene dos válvulas grandotas. Aquí, por ejemplo, yo acabé de regar esta línea, cierro mi válvula, abro aquélla y no tengo por qué parar el motor, el motor sigue trabajando. Ya lo que hago es nomás revisar que todos los reguiletes que estén en función y así llevo mi río. Yo todo ese trabajo lo sé, a mí no, no...
VD: ¿Lo aprendió allá, señor Liborio?
LS: Lo aprendí, lo tengo aquí.
VD: Y, ¿era el mayordomo el que les enseñaba cómo hacer el trabajo?
LS: No, ahí no teníamos mayordomo. Donde el patrón tiene cuatro trabajadores, no tiene por qué tener mayodormo, si no ahí pues uno, el patrón le dice a uno: “Éste trabajo lo vas a hacer de este modo, de este otro”. Pues uno no va a ser tan inútil. Nomás cómo lo voy a hacer y que esto y el otro, ya.
VD: ¿El patrón les enseñaba cómo hacer eso?
LS: Sí.
VD: Eso fue en Texas, ¿verdad?, cuando estuvo usted en Texas.
LS: Sí. Ah, y en Texas casi me dediqué a pura pisca de algodón y riego. A veves regábamos, ya cuando el algodón empieza a echar la piedrita, ya no se le quita el riego hasta que, que ya, ya abre, que ya va soltando la mota blanca, se le quita el riego.
VD: Y, señor Liborio, hasta, bueno de los lugares en los que usted estuvo en California, o en Texas, ¿usted no prefería alguno de esos?, ¿prefería irse al trabajo de las hortalizas, por ejemplo, en California?, o, ¿le daba igual?
LS: Bueno, por ejemplo, digo, hay trabajos, digo, que son más, ¿cómo le dijera yo?, más este, que son más livianos, digo, para trabajarlos. Bueno, yo no sé si por el simple hecho que uno ya, ya sabe los trabajos y todo. Pero, por ejemplo los, los desahijes de lechuga, ahí se hacen con azadón grande, no con azadón corto. Porque solamente los desahijes aquí en California los hacíamos pero con azadón cortito, aquí así.
VD: Y tienen que estar agachados.
LS: Sí. Y es un trabajo, pues como un trabajo perro porque tiene uno que ir, que ir agachado y tiene uno su forma de ir caminando. Y luego nos daban una cantimplora, traíamos un cinturón del Army con una cantimplora por aquí así de aluminio, forrada, de lona. Y, y eran surcos muy grandísimos. Y este, aquí había una pipa con unas planchotas así de hielo, por el demasiado calor que hace. Aquí cargaba uno su cantimplora de agua. A medio surco por allá donde le diera a uno sed, agarraba uno su cantimplora a tomar agua, pero ya muchas veces a la salida ya casi iba hirviendo el agua de lo caliente. Ahí estaba otra pipa, ahí cargaba uno otra vez para llevar acá. Aquí cargaba uno y así. Y ya como era mucha gente la que trabajábamos allá, entonces así ya, ya nos llevaban comida, llegaba una camioneta, digo, gabacha con cocineros americanos y ya.
VD: Les llevaban el lonche.
LS: Ya nos servían la comida y en plato de esos que tienen divisiones. Ahí iba el guisado, ahí iba la sopa, ahí todo.
VD: ¿Qué fue lo que se le hizo más pesado, señor Liborio, cuál trabajo de los que hizo?
LS: Bueno, mire, lo que a mí se me hizo el trabajo más pesado, que se me hizo, es el desahije de betabel. Porque va uno agachado ahí, no hay modo de pararse. Y luego como otra, ¿no?, que a las personas que se iban rezagando, que se atrasaban, luego decía el mayordomo: “Vente pa acá”. Si el mismo mayordomo se hubiera dado cuenta quién es más inteligente pal trabajo, decía: “Ven pa acá. Mira, sabes”, dice, “tú y tú y tú, quiero que me empujen esta cuadrilla que se empareje hasta allá, todos juntos. Y ustedes”, dice, “vayan sacando esos tramos que dejaron estos”. Pues yo no salí tan malo para ese trabajo. Allá traía un azadón extra, ya le decía yo al que le iba yo a ayudar, al que lo empujaba yo con la puerta: “Échame tu azadón”. Yo traía una lima para limar el, el azadón y sacarle filo. Y ya empujaba yo a esa persona: “Ve, emparéjate ahí”. Iba yo sacando ese tramo que dejó rezagado, con mis otros compañeros, ya éramos muy señalado.
VD: ¿Los escogía el mayordomo para adelantar el trabajo?
LS: Sí, para ese tramo, sí.
VD: Oiga, señor Liborio, cuando usted llegó a tener contacto con otros nativos de allá norteamericanos, ¿cómo era el trato que recibían los braceros?
LS: Yo como soy una persona respetuosa, no, pues nunca tuve yo problemas con otros, de pleito, no, jamás. Incluso ni, el hijo de mi patrón de estas fotos, es hijo de mi verdadero patrón, o sea que el papá de esta persona, de este muchacho era mi verdadero patrón, pero me agarró mucha estimación a mí un tío que ya murió. Inclusive yo pasé un hermano mío que trabajaba aquí en Chapultepec, se llama Justino, el que quedó más chico de mis hermanos. Porque se vino pa México y este, trabajaba pues en, me parece que trabajaba en una casa así de jardinero. Y yo siempre desde allá tenía yo comunicación con él. Y me dice: “Carnal, ¿cómo hiciera yo pa llegar allá a donde está?”. Le digo: “¿Quieres venir pa acá?”. Y dice: “Sí”. Le digo: “Entonces mira, vamos a hacer esto, yo me voy a encargar de hacer esta maniobra y en la barba”, le digo, “de los americanos vas a pasar por allá en La Migración. Yo te voy a decir cómo”, le digo, “mira, allá en Alameda hay muchos fotógrafos, de esos que tienen el aparato, ahí instantáneamente te sacan la fotografía. Entonces en el pasaporte”, le digo, “yo tengo un número acá, yo te voy a decir cómo, con este número que te fotografíen, te sacan la fotografía. Entonces, un tío mío”, le digo, el que se llama Liborio, ya murió, “va a ir el tío, entonces yo le voy a decir al patrón que me saque un permiso como si fuera yo a México, un permiso para ir a México. Yo no voy, yo voy a estar trabajando, yo eso le voy a explicar a mi patrón cómo voy a hacer a la movida, nada más que se comprometa a darte trabajo”. Y dice: “Sí”. Entonces fue a La Asociación, saca el permiso mi patrón, me lo da, se lo doy a mi tío, le quito el mono de mi pasaporte, se lo doy a mi tío. Y le digo a mi tío: “Le dice a Justino cuando ya, ya llegue usted allá y quieran venirse a la frontera que le pegue el mono a mi pasaporte. Y aquí pasa en bigotes de La Migración”. Así lo pasé a mi hermano y llegó allá.
VD: Le puso la foto suya al pasaporte.
LS: Sí, ya cuando llegó, ya nomás le quité el mono y le puse la mía. Pa todo hay modo, yo si quisiera paso pa allá, yo sé cómo, pero paso, no, ya pa qué.
VD: Y así se fue su hermano, señor Liborio.
LS: Sí.
VD: ¿Estuvo con usted en el mismo rancho?
LS: Estuvo, pero cometió el error de que allá empezó a tener roce social con texanos y todo eso. Pues hay mucho texano malora como acá y había uno que creo había balaceado por ahí, no sé qué, ya lo traía la ley así vigilado. Resulta de que andaba tomando con esas personas y era un condado seco, pero llevaban cerveza.
VD: Ay, los agarraron.
LS: Sí, este, lo agarró La Migración a mi hermano y lo aventaron ahí pa Monterrey. Ahí lo encerraron, me platicó que lo encerraron. Y de ahí los mandaban a hacer trabajos forzados a unos camposantos a escarbar sepulturas para difuntos. Y ya terminó su sentencia de ahí y lo dejaron libre. Pero le digo: “Cómo eres tarugo, si no estás contratado ni nada”, le digo.
VD: Y ya nunca pudo…
LS: “Ahí es cuando te hubieras portado bien”, le digo, “el tiempo que hubieras querido hubieras permanecido”.
VD: Ya nunca volvió a pasar para allá.
LS: Pues sí, ya no. Ahorita, digo, está bien porque pues ya es una persona adulta, tiene su casa, su esposa. Y pues y le ha ido bien porque tiene una de sus hijas que es directora de un colegio y está estudiando leyes, yo creo que ya se recibió, tiene una bonita residencia ahí en Oaxaca. A la vez que fui me dijo: “Ésta es su casa, cuando usted venga ahí, véngase pa acá”. Y ya le digo: “Gracias, sobrina”. Luego tiene un hijo, pal colmo de nosotros, nomás un hijo tiene, está en Estados Unidos, creo tiene cuatro años ya ahí. Ahí está con sus cuñados, con sus mujeres y todo y mi sobrino pos también ahí está con ellos. Y la, la muchacha pos, bueno, eso fue la muchacha cuando estaba él en Oaxaca, trabajaba en la Liconsa mi sobrino y llegaron unas muchachas de San Luis Potosí, creo les dio becas el Gobierno pa que fueran a estudiar allá y se capacitaran, pero muchas se encontraron novio. Una de ésas se, se enamoró con mi sobrino y se la llevó mi sobrino. Y este, y luego para esto, pues esta muchacha tiene hermanos allá del otro lado, allá estaba el papá de ella. Ya pos fue mi hermano hasta San Luis Potosí a hablar con los abuelitos, porque el papá no estaba, nomás la mamá. Y ya pues dice: “Tiene que venir mi yerno, para que dé por bien hecho este casamiento”. Y vino pues el suegro de mi hermano, quién sabe qué arregló con él y este y pues el hijo de mi hermano empezó a arreglar papeles y se fue con el suegro, ahí está. Ya le mandó una camioneta a mi hermano la vez pasada que fui, tenía una camioneta ya que le mandó su hijo. A luego también dice, me dijo mi sobrino: “Yo le mando dinero a mi papá”, dice, “no tiene necesidad, de que ande sufriendo, nomás él y mi mamá, ahora mi hermana”, dice, “le ayuda, tiene casa ahí en Oaxaca y así”. Pero pues mi hermano ya no tiene por qué preocuparse porque ha hecho cuartos. Y como hay primaria y secundaria, muchos vienen de lejos, estudiantes a estudiar allá a Etla y andan buscando pues un cuarto que le rente. Ahí pues tiene unas rentas ahí. ¿Qué le puede pedir a la vida?
VD: Claro.
LS: Yo cuando llego, ahí llego, ahí me quedo. Y luego tiene una camioneta que la maneja su nieto. El otro día me estaba invitando pa allá pa Puerto Escondido. Le digo: “Lamento hermano que no te puedo, ya me voy yo pa México”, le digo, “ya tengo mi boleto, pa otra vez”, le digo, “te agarro la palabra”.
VD: Ah, qué tal, señor Liborio, entonces su hermano estuvo también por allá.
LS: Sí estuvo.
VD: Un rato con usted.
LS: Sí, sabe, sabe de la vida de allá, porque le digo que lo pasé.
VD: Y lo pasó muy bien. Oiga, señor Liborio y en Texas, bueno, también en California, en los otros lugares donde estuvo, ¿alguna vez tuvo un problema de discriminación, de racismo que los trataran mal?
LS: No, pues casi no, porque era otro modo de vida que le daban a uno los rancheros. A los rancheros pues ciertamente también los han hecho malos, porque pues muchas de las veces los mexicanos dan motivo. Si estando yo allá, que fuimos los primeros que entramos allá, los comercios no estaban vigilados, últimamente entraban y se ponía una camisa, una chamarra y los empezaron a cachar y los zapatos y unos muy vivales y entonces empezaron a cometer eso. Pues fíjese que se vieron obligados en el comercio a meter vigilancia, a meter mexicanos pa que les cuidaran las manos, hasta ese término llegaron. Pero antes no había eso. Allá en, estuve en el estado de Idaho, allá este, en el tapeo de betabel, era una cuchilla así que tenía un gancho pa abajo, que fue como el mes de diciembre por ahí, el tractor entraba a aflojar los camotes, los camototes así que, ellos le llaman sugar beet, betabel de azúcar. Pero esa azúcar dicen que no, no la utilizan para tomarla con café o algo, pos la utilizan para la industria, para que lo viertan en otro contenido de donde necesitan el dulce. Porque según esa azúcar hace mal a la vejiga, a la vejiga de la orina y así. Pero estuve allá y en aquel entonces pues hela mucho, el este, por allá había muchos costales que se utilizaban para la pisca de papa y nosotros traíamos botas aquí y nos amarrábamos los costales aquí, porque ya la nieve iba así. Y ya empezaba a caer pluma, como le llaman y nos cubríamos todo aquí, ya llegaban los rancheros con, con pastelitos, llegaban con café y le decía: “You drink coffe”. “Sí, cómo no”. Y así nos trataban. Yo nunca tuve un segundo de discriminación.
VD: ¿Ni un restaurante, señor Liborio, o en un lugar fuera del campo?
LS: Bueno, bueno, en un restaurán simplemente nosotros también ya sabíamos a qué restauranes íbamos. A donde pues entraba puro, puro mexicano. Tiene más opciones de trato de ser discriminado el mexicano que el negro. Porque el negro tiene sus church de iglesia, tiene su barrio donde bailes y todo. Ahí tampoco podemos entrar nosotros con ellos. Ellos tienen marros y se asociaron los americanos con nosotros y nosotros con ellos.
VD: Y, ¿usted nunca tuvo un problema de que no lo dejaran entrar a un restaurante o algo así?
LS: No, no, porque yo pues poco empecé yo también a aprender digo, sobre la comida, no pedir una hamburguesa, un hot dog, un vaso de leche, un pastel o algo.
VD: Y con eso ya se entendía con la gente.
LS: Sí. Ahora, por ejemplo, hay esto, ya aprendí, mal lo de inglés ya se me olvidó. Es más fácil aprender uno el inglés líricamente que estudiarlo, que la gramática es muy diferente al español. Por ejemplo, le decía uno al mister: “Esto, ¿cómo se llama esto en inglés?”, y luego le decía uno, “¿tú quieres aprender español? Esto en spanish se llama así”. Y ya de ese modo pos iba uno, iba uno, por ejemplo: “Esto, ¿cómo se llama?”. “Esto se llama glass, spanish se llama vaso”. Es la forma más adecuada a aprenderlo. Y así lo...
VD: Así aprendió.
LS: Así lo aprendí yo rápido.
VD: Señor Liborio, en lo que usted estuvo allá que conoció el país, porque usted estuvo muchos años yendo y viniendo, ¿recuerda usted qué cosas le gustaban que le parecían novedosas que no las veía por acá?
LS: Bueno, en primer lugar lo que me llamó a mí la atención digo, por ejemplo, yo entraba a un restaurán, ¿no?, de gabachos, lo primero que veía que llegaba uno y es amigo o algo, ¿no?, y ya la invitaba a su esposa y aquél consciente de todo, eso fue lo que me impresionó que aquí nosotros cuidado con eso, yo, por ejemplo llevo a mi novia, a mi esposa, eso no se puede cambiar. Otra cosa también que pues no hay celo ni nada como con nosotros. Es muy independiente, ahora sobre todo, digo que, que allá pues tienen el libertinaje, de andar con short y así pos casi como que pues uno queda impresionado porque no, no va uno acostumbrado a eso. Todo eso me llamó a mí la atención y hasta lo presente.
VD: Y, ¿le agradaba a usted o le incomodaba, señor Liborio?
LS: Pues digo, simplemente al estar allá pues, por ejemplo, yo tuve roce social con las hijas de mi patrón, con mi patrona que pues salían así a conocer. Ahorita que es calor, uno sin sospecha, digo, de malas intenciones. Ahora, por ejemplo, pues mi patrón muchas de las veces nos metió a su comedor a tomarnos un café, a ver en su sala la televisión, porque en aquel entonces empezó la, empezó la Zenith, si mal no recuerdo el primer aparato de televisión, con este, con el control remoto. Ya me dice: “Estoy aquí”, dice, “en short y desde aquí”, dice, “yo te voy a cambiar el canal”. Yo: “¿Qué va a cambiar el canal?”. No, pues órale, mira. Eso es algo nuevo pa uno, ¿no? Que no está uno acostumbrado a eso y muchas cosas.
VD: Y, ¿alguna vez estando allá, señor Liborio, usted se le ocurrió que querría llevarse a su familia a vivir para allá?
LS: Bueno, a mí me propuso esto mi patrón. A mí me dice: “Ya que termines tú de ser contratado”. Como yo también le hice una pregunta, ¿no?, de que si me pudiera arreglar el pasaporte. Y me dijo: “Sí”, me dijo, “estando tú ya conmigo”, dice, “te vas a entender con el tractor y el rancho, el riego y todo eso. Entonces yo te voy a dar unos acres”, se le llaman acres allá, “unos acres de algodón, tú, bueno, dice, “yo te ayudo en la siembra, tú nomás lo recoges y lo vendes para ti. Y casa y todo, te doy yo pa a tu familia”. ¿A quién no le va a convenir? Desgraciadamente no pude, no sé.
VD: No fue posible.
LS: Se me negó todo. Todo digo por no, por no haberle dado una oportunidad La Asociación a él para que me diera los primeros trámites.
VD: Los trámites de quedarse por allá. Y a usted entonces, señor Liborio, ¿sí le hubiera gustado vivir allá el resto de su vida?, ¿quedarse allá?
LS: Bueno, digo, uno como buen mexicano, pues sí, sí tiene caso, porque yo nada más tengo un paisano por ahí lo conozco, es de otro pueblo, del pueblo de mi esposa, él se llama Aurelio, está en un lugar de California que se llama Palo Alto. Entonces a él le ha ido muy bien, ha comprado muy buenos terrenos ahí, siembran alfalfa y tiene bombas para regar los alfalfales y todo eso. Y creo, me parece, me dijeron que trabaja en una compañía americana. Luego el que es trabajador y quiere hacer un porvenir, lo hace. Hay muchos que tienen restaurantes, tienen negocios mexicanos, ¿por qué?, porque les gusta trabajar y quieren también salir adelante.
VD: Claro. A usted así le hubiera gustado.
LS: Claro que si yo me voy a dar, quiero pues, hacer y deshacer de mi vida la, la puedo hacer acá y allá también, ¿no? Hay muchos, ¿a qué se van?, andan ahí atravesando el río y los desiertos y llegan ahí a esto y no, no tiene caso que anden jugando, jugando esos albures. Si Dios me ayuda de que voy a un lugar, un buen trabajo, yo me amacho ahí, voy a ver qué puedo hacer yo con mi familia, o a ver equis. Pero hay muchos que tienen otra forma de pensar.
VD: Para trabajar ahí, vivir allá, ¿a usted le hubiera gustado que su familia creciera allá?
LS: Pues sí, porque también allá digo pues, como le digo a usted, si uno se quiere ___(?), puede uno comprar una casita y un buen trabajo, uno su mujer, porque allá también trabaja la mujer. Yo lo he visto con los chicanos, de allá, los que hay muchos. Pero bueno, ellos tienen otra opción, son familias grandes de cinco o seis hijos, todos trabajan, en tiempo de verano, todos trabajan, desde el más chiquito al más grande. Se hacen de cantidad de dinero, tienen sus coches, sus camionetas, pa, pues ellos van buscando, van buscando dónde ganar más buen dinero, buenos trabajos y se hacen de dinero. Pero da el caso que se viene el invierno y nomás están ahí con, con calefacción, la televisión, o vámonos al cine, vámonos a otro condado a darnos la buena a un restaurán, a [Kentucky] Fried Chicken o a las hamburguesas, a un buen cine, buenas comidas, así se la pasan. Y llega otra vez el verano a trabajar como negros, para cuando se viene el invierno otra vez. A mí no me gusta eso. Es la vida de ellos ahí, que andan de aquí allá, de aquí allá. O dígame usted si no es así.
VD: Claro. Y en el tiempo que usted estaba allá, señor Liborio, ¿qué era lo que más echaba de menos de México?
LS: Bueno, eché de menos simplemente las comidas. Allá por mi tierra, ¿no?, las comidas que hay y a todo eso se le echa de menos.
VD: ¿Qué le daba nostalgia por allá?
LS: Luego por ejemplo, muchas veces no está uno acostumbrado a agarrar un sartén y guisar o lavar uno la ropa o simplemente plancharla. A eso le echa uno de menos. Y ahí tiene uno que hacerlo, sí.
VD: ¿Alguna vez, señor Liborio, le entró una nostalgia fuerte como para querer abandonar su contrato y regresarse a México?
LS: Pues casi no, porque yo siempre me acoplé a los trabajos y no, no tuve por qué andar este, andar, ¿cómo que le dijera yo? Este, echando malaya de que esto o lo otro, no, siempre tuve yo las buenas intenciones de, pues de hacer las cosas bien y de no tener pues alguna intención así mala para mí.
VD: Y señor Liborio, usted que estuvo yendo pues hasta el último año que hubo contrataciones, ¿ya después no hizo ninguna intención por irse después?
LS: Pues yo casi, pues sí echaba de menos, porque llegué acá y no era igual el sueldo, al que percibía uno allá, y todo pos sí, siempre batallé, pero pos ya, ya entré yo a la empresa, casualmente aquí tengo yo el nombre de la empresa donde, donde trabajé.
VD: Regresando de bracero.
LS: Sí, tengo una, una...
VD: Y ya desde que usted regresó...
LS: Tengo una carta de la empresa, cuando ya, por ejemplo, dejé de prestar mis servicios. Aquí tiene una simple réplica.
VD: A Vanart, entró usted a...
LS: ¿Esto sabe dónde está?, adelante de Querétaro está. Pero está sobre la carretera a la que va a San Luis Potosí. Está por, más bien está en jurisdicción de un pueblo que se llama San José Iturbide, pero es jurisdicción de Guanajuato. No, yo con esta empresa tengo buenos antecedentes, conozco al gerente que es Henry Santamaría, es americano.
VD: Aquí entró, señor Liborio, regresando de bracero.
LS: Sí, los dueños, ahí salí yo, presté mis servicios, veintiún años estuve trabajando con esa empresa, tengo muy buenas referencias. Y esa compañía es la dueña de la Pfeiffer de medicina que está en Toluca. Son los dueños de la Vanart, la Pfeiffer. Todavía tuve yo la dicha de ir al hotel ese romano, ahí frente al hemiciclo a Juárez. Ahí nos hacían a nosotros la comida, realmente cena y baile.
VD: En el fin de año.
LS: Pisé, pisé yo ese lugar ahí. Ahora pos quedó, quedó en la nada por el temblor.
VD: Y, señor Liborio, entonces cuando usted llegó y se encontró el trabajo aquí, ¿ya no hizo por irse a Estados Unidos sin papeles?
LS: Pues ya no porque, porque yo, porque aquí, inclusive aquí teníamos nosotros comedor.
VD: Le iba bien ahí en su trabajo.
LS: Aquí, aquí teníamos comedor. Y luego pues, pues luego a veces trabajaba yo el sábado, si me dan tiempo extra, porque aquí en Vanart nomás trabajábamos semana inglesa, hasta sábado, ya, no, hasta viernes. Ya si trabajaba uno sábado, ya era un tiempo extra.
VD: Le pagaban extra.
LS: Y yo muchas veces llegué a trabajar. Y luego sobre todo que pues, luego le dan el seguro a uno, ahí que se, la señora digo, da a luz y pues el seguro lo ayuda a uno.
VD: Le dan las prestaciones.
LS: Todo, todo es ayuda, por eso ya, pos yo ya, ya poco aprecio hice.
VD: Y se quedó ahí…
LS: Y más ahora de, si tengo la pensión es por sensatez allá, ya por la edad que acumulé ahí y todo eso, alcancé yo la pensión. Ahora también lo de otro tema, no está por saberlo, el viernes, tuve yo que ir por la nueva tarjeta, para cobrar.
VD: Ah, sí, me estaba comentando.
LS: Es que yo, yo no muy tonto, fui yo allá a donde está la licenciada esta, Blanca Estela Tejada, tiene la oficina allá en Tacuba, Tacuba 98. Fui yo porque miles de veces este, nos dijo: “No acepten la tarjeta de plástico porque es un problema muy serio”. Pero ya ve la gente que luego se deja, se deja sugestionar, por ahí andan preguntando equis, yo si no, no estoy consciente a lo que estoy haciendo, yo voy. “Y a ver, me infórmeme cómo está esto”. Es como el caso que tenemos nosotros ahí de La Ciudadela.
VD: Claro.
LS: Voy yo para informarme, yo no voy a andar preguntando de, de con otros: “Oye, oye, ¿qué dialogaron ahí, o cómo, cómo va esto?”.
VD: Claro, hay que estar ahí.
LS: Y así pasó ahora con la tarjeta de pensión, por eso no van, sino se van a lo que dice la gente y es malo.
VD: Claro, después no se sabe.
LS: Ahora ya inculcaron eso. Ahora hay que ir a cobrar a los Bitales, pero yo no sé, como no he cobrado nunca ni nada, pero sé de muchos que sí. Dicen que, por ejemplo, cuando hay un saldo así corto de $30 ó $40 que no se los echa la máquina, entonces, ¿quién le va a pagar eso?
VD: Claro.
LS: O, ¿cómo se le hace pa cobrar eso?
VD: Se le va acumulando.
LS: A ésas vamos, digo.
VD: Ah sí, pues sí, señor Liborio, efectivamente tiene uno que estar ahí al pie del cañón, si no informándose en persona, ciertamente, sí, si no, no, por eso, pues ya ve, nosotros así hacemos nuestras juntas para que la gente esté informada directamente, ¿verdad?
LS: ¿Qué?, ¿otro poquito de refresco?
VD: Ah, sí, ahorita, no se apure, señor Liborio, nada más le quiero preguntar, ya por último, señor Liborio, después de pues los varios años que usted estuvo allá y de que pues ya pasó también un buen tiempo de eso, a la distancia, ¿cómo se siente usted de haber estado por allá como bracero?, ¿qué recuerdos le quedan a usted?
LS: Pues mire, tengo mucha, muchos recuerdos de, pues no es que no ve que también uno se engría con sus patrones, con eso que lo tratan bien y todo eso pues, pues sí, a veces digo, no, pues ni hablar, todo tiene su límite, ya uno pues ya, pues ya dio uno todo. Entonces hay que conformarse con, con este, con lo que Dios le ha dado a uno de conocer varios lugares, de hacer muchos trabajos, de que los hizo, no es de que a ver si los puede uno hacer, los hizo uno. Y todo eso pues le queda a uno en su mente como un recuerdo ya, sí. Pero lo que más se lamenta digo, y no nomás yo, digo, de este dinero que está ahí.
VD: Del fondo de ahorro.
LS: Pues sí, porque ahorita muchos lo necesitamos, de los que ya no trabajamos. Bueno, ciertamente él está persignado [resignado], pero es una babatela lo del seguro. Usted por ejemplo, dice: “Bueno”. Yo por ejemplo en el caso mío, digo: “No, pues trabajé, yo quisiera hacer otras cosas, pero lo principal es esto”. Y sí está, pero a ver que lo den, digo es el problema. Y muchos, a un hecho positivo esos de, sobre el fondo que hay.
VD: Pues yo quiero pensar que sí.
LS: A usted en su modo, en su modo de pensar de usted.
VD: Fíjese, señor Liborio…
LS: Le doy otro poquito de refresco.
VD: Espéreme es que trae puesto éste. Yo nada más le quiero agradecer muchísimo todos sus, pues su tiempo y sus recuerdos compartidos una vez más.
LS: No, pues no hay, no hay, no pues, ¿cómo le dijera yo?
VD: Una vez más muchas gracias.
LS: Pos, digo yo soy tan así le digo, pues le doy las gracias porque usted ha venido aquí a, a mi dichosa ___(?), sea de un modo o de otro, no, a investigarme y esto para mí digo, pues cuenta mucho.
VD: No, pues al contrario, a usted por abrirme las puertas de su casa, señor Liborio, muchísimas gracias.
LS: Es, es su casa de usted, digo, cuantas veces quiera venga.
VD: Muchas gracias.
LS: Aquí tiene un, ___(?).
VD: No, muchas, muchas gracias.
LS: Ay, señor.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 7 de junio de 2002
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez
El día de hoy es 7 de junio del 2002 y estamos en casa del señor Liborio Santiago Pérez para hacer esta entrevista.
VD: Señor Liborio, ¿qué edad tiene usted ahorita?
LS: Ahorita tengo setenta y siete años.
VD: ¿Setenta y siete?
LS: Cosa que ya voy a terminar si Dios me presta vida, ahí entró a setenta y ocho.
VD: Pronto, el 23 de julio, ¿verdad?
LS: Sí.
VD: Ya pronto. ¿Su lugar de nacimiento en dónde fue?
LS: Santos Degollado, Etla, Oaxaca.
VD: Etla, Oaxaca. Señor Liborio, ¿a qué se dedicaban sus papás?
LS: Bueno, más que nada, digo, mi papá era campesino, se dedicaba pues a labrar la tierra, ¿no?, a sembrar maíz, a recoger el maíz, trigo, frijol, todo eso.
VD: Permítame un segundo. Me decía, señor Liborio, que sus papás fueron campesinos.
LS: Sí.
VD: Ellos, ¿los dos eran de Etla también, de Santos Degollado?
LS: Bueno sí, mi mamá de un pueblito de allá de Santos Degollado y mi papá pues era de otro pueblito, nada más que por todos de la vida se llegó ahí al pueblo de Pulsera, yo no porque ya estoy acá y se casó con mi madre.
VD: Y ahí se quedaron a vivir.
LS: Sí, exactamente.
VD: ¿Su papá tenía tierras propias, señor Liborio?
LS: Pos, pos casi no, se dedicaba, digo, a dar terrenos a medias.
VD: A medias.
LS: A medias como se le llama, ¿no? Entonces una persona tiene un terreno, se lo accede y se lo trabaja y le da, le da media cosecha, según como convenga con el dueño del terreno, así era antes.
VD: Y, ¿su mamá, señor Liborio, en la casa estaba ella?
LS: Pues ella se dedicaba más que nada a atendernos a, pues atender a los hijos y a lavar la ropa, la comida y todo eso.
VD: ¿Cuántos fueron ustedes de hijos, de hermanos?
LS: Bueno, nosotros fuimos, verá usted, dos muertos, tres, cuatro, cinco, seis.
VD: Seis.
LS: Sí, porque estoy, estoy haciendo la cuenta de tres muertos.
VD: ¿Fallecieron chicos?
LS: Sí, un niño y dos mujercitas. Más nosotros que vivimos tres, digo porque de mis hermanos soy yo el mayor, ¿no? Y luego está otro que se llama Alberto y hay otro que se llama Justino.
VD: ¿Ellos viven allá?
LS: Sí, ellos viven allá en la provincia.
VD: En Oaxaca.
LS: En Oaxaca.
VD: Señor Liborio y, ¿usted fue a la escuela allá, me decía, como cuatro años, como hasta cuarto?
LS: Sí, más o menos, más o menos como en cuarto año ahí en el pueblo.
VD: ¿Sus hermanos también iban a la escuela allá con usted?
LS: Bueno digo, la cosa estuvo así, que como nosotros, digo, pues nos quedamos en la orfandad, mi madre murió en el, mi padre murió en 1936, entonces mi madre murió en el [19]37, o sea que de año a año se fueron. Pero yo cuando murió mi madre he de haber tenido como unos, quizás once, doce años.
VD: Y era usted el más grande.
LS: Sí, el más grande, entonces pos hubo, hubo otro como el caso de Alberto, que lo recogió un tío mío como hijo adoptivo, porque mi tío con su esposa nunca tuvieron familia. Y entonces pues al quedar mi hermano pues huérfano, pues como éramos sobrinos carnalitos del señor, pues optó el señor con su esposa, tuvo buena voluntad y lo recogió como hijo adoptivo. Sí se, vino la autoridad, testigos, se levantó un acta y en ese momento pasó a ser mi hermano hijo adoptivo para ellos. Ahora en el caso de Justino, pues como no, no había ni quién, entonces ya, ya una tía mía me recibió como hijo adoptivo. Porque en un principio dice mi madre, dice: “Es que me encuentro muy enferma, probablemente”, dice, “pues yo ya le voy a entregar cuentas a Dios nuestro señor, ¿con quién te quedas?, sé sincero conmigo”. Como yo tenía más marros de social con la hermana de ella, se llamaba María, le digo: “Pos le digo mi a jefe con mi tía María”. Y pues llegó el momento que muere mi madre, nos quedamos nosotros y pues mandaron a traer la autoridad y se firmaron, o se firmó un acta. Mandaron a traer testigos y, y pasé yo a ser hijo adoptivo de ella.
VD: De su tía.
LS: Pero digo, lo que son las cosas. Porque mi abuelita vivía todavía. Y mi otro hermano Justino, pues como no hubo ni quién, mi pobre abuelita, digo, batalló mucho tiempo con mi hermano Justino, porque todavía ni se paraba, sino gateaba así todo, batalló mi abuela con él. Y al fin no, pues fue creciendo mi hermano. Resulta no de que mi madre cuando murió le dijo a mi tía, la hermana, dice este: “Pues queda, queda Justino mi hijo el más chiquito”, y dice, “pues no hay dónde”, dice este, dice, “cuando… Ah, donde vivía mi madre con mi papá, era pues un lotecito, dice: “Ese lotecito pues se lo dejo a Justino, ya los más grandes”, dice, “pues ya, ya pasaron a ser, a ser hijos adoptivos de mi familia, pero a Justino le dejo ese lotecito. Si Dios nuestro Señor le da vida y salud, que ponga ahí su casita”. Pero lo que son las cosas, señorita. Una cosa le platico y otra es. En el caso mío digo, sufrí yo muchísimo, casi me trataban como un animal.
VD: ¿Con su familia adoptiva?
LS: Mi tía, siendo mi tía. Porque ellos más que nada, pues tenían el oficio de la panadería, del pan que se trabaja allá, digo, un trabajo muy brusco porque no había maquinaria como ahora que hay azaguadoras, cortadoras y los hornos ahora son muy diferentes, muchos queman gas. Ahorita casi no hay, luego ahí el petróleo está desistiendo. Entonces tenían que ir al cerro a traer la leña y pues a echársela al horno, calentarlo y cocer el pan con fuego de leña.
VD: ¿Usted trabajaba con ellos?
LS: Así trabajé yo. Ya este pues, aprendí el oficio. Pero resulta, ¿no?, de que pues yo ya me fui haciendo pues como quien dice adulto, ¿no?, teniendo edad. Todo resulta, ¿no?, de que pues yo sufría mucho porque estaba trabajando con mi tía como mozo, nada más por la comida y la ropa. Pero así de que dijera no pues, pues uno de muchacho ya sabe que llega el día domingo, ¿no? Y es uno amante pues a tener $0.02 ó $0.03 centavos en la bolsa. Yo nunca vi eso, nunca fue la señora que se ___(?) conmigo, de decir: “Hijo, estás trabajando conmigo y tenga aquí pa, para lo que necesitas, tómate un refresco”, o equis, no, nada. Entonces tenía yo que darme mis artimañas, vender pan a escondidas pa, pa poder yo tener $0.03 centavos, así y sí.
VD: ¿Cuánto tiempo estuvo así, señor Liborio?
LS: Pues casi estuve como a la edad de, de diecinueve años, hasta que se llegó la...
VD: Diecinueve años.
LS: Se llegó la, la contratación. Fue de que ya, ya acabé mi martirio, que ya me abría yo paso.
VD: ¿Usted trabajaba además de la panadería en el campo también, señor Liborio?
LS: Pues sí, porque iba, iba a traer leña, le digo, al cerro.
VD: Y, ¿sembraba?
LS: Con los jumentos, nombre, nomás nos dedicamos al, al puro pan. Porque además antes se compraba el trigo, entonces había personas, ¿no?, que pasaban con sus cosechas de trigo y ya salía uno por ahí. “¿A cómo das el trigo?”. “Pues a tanto”. Y ya pues decimos: “Te lo pago a tanto, equis”, ¿no? Y ya, pues ahí tenía uno convenio a cómo le vendía el trigo. Pero entonces había molinos que este, que eran movidos por turbinas de agua. Les llevaba uno su trigo, lo molía uno y ya salía la harina. Y luego llegaba uno a la casa y se muele la harina en, la pasaban por una telas bien finas, de ahí salía la harina, el salvado para los puercos, así, todo eso lo hice yo.
VD: Nueve años en lo que estuvo con sus tíos.
LS: Ahora otra cosa, que mi tía pues abusó de mi persona, siendo yo su hijo adoptivo, pues tiene un solar grandísimo, que pues tiene platanales, tiene muchos árboles frutales y grande el solar. Todo se lo dejó, a mí no me dio nada. Y, ¿sabe con qué salió? Como yo he sido, yo no he sido gente, ¿cómo le dijera yo?, floja, siempre todo el tiempo me ha gustado trabajar y guardar mi dinero. Resulta, ¿no?, de que yo ya había estado en Estados Unidos y cuando regresé, pos compré una casa ahí en Oaxaca, pero ya después, estando yo aquí en México con mi esposa, dice mi esposa: “Nos estamos llenando de familia”. Y le digo: “Pues tienes razón”. Dice: “Pues vamos a comprar un lote aquí”. Pero había la facilidad, ¿no? Como trabajaba yo en una empresa, quería ver si me daban una casa, ¿no?, del INFONAVIT [Instituto del Fondo Nacional de Vivienda para los Trabajadores], pero dice mi esposa: “No, del INFONAVIT no quiero nada”, dice, “son unos palomares”, dice, “pues cuartitos aquí”, dice, “y luego pisos arriba y luego si haces una fiesta o algo, pues tienes que andarle pidiendo permiso. Porque si no al otro día vienen a echarte brava, porque no los dejaron dormir. Bueno, es un problema serio, mejor”, dice, “vamos a comprar, con la ayuda de Dios un lote”. Le digo: “Mira, no va a haber más remedio que venda yo mi casa, lo siento en el alma vender mi casa, pero no hay otra”, le dije, “porque si no lo hacemos ahorita, después van a venir las lamentaciones de que la familia crece y eso de que andemos en colonia pa acá y pa allá y pa allá, vamos a parecer húngaros”. Y me pasó en carne propia, porque llegaba uno a alguna vecindad: “Pues sí hay, hay una vivienda aquí, ¿cuántos son?”. “No, pues que somos seis o siete”. “No”, dice. “¿Por qué?”. “No”, dice, “mire, tengo mis plantas, tengo pintado, me van a pintarrajear los muros de la casa, luego van a cortarle las hojas a las plantas, a las flores”. Y pues ahí nos rechazaron. Al llegar uno a algún lado, pues a donde, a donde sí le tenía uno compasión y le rentaba una casita. Viendo yo esas anomalías pues tuve que vender mi casa y comprar aquí.
VD: ¿Su casa que tenía allá en Oaxaca?
LS: Sí, vendí una casa muy bonita, porque traje...
VD: ¿La que se compró después?
LS: Traje dinero de Estados Unidos y compré la casa.
VD: Entonces, señor Liborio, o sea que usted estuvo viviendo con su tía hasta los diecinueve años.
LS: Sí.
VD: Y en esa edad fue cuando vino la contratación de los braceros.
LS: Sí, más o menos cuando tenía los diecinueve años.
VD: Y, ¿se acuerda usted cómo fue que se enteró, señor Liborio, allá en Oaxaca?
LS: Bueno yo, yo andaba en la ciudad de Oaxaca por allá haciendo unas compras y ya este, pues ya había nociones así, ya todo estaba así de, de que la gente estaba pues en sobre aviso, que habían llegado americanos a contratar gente, ¿no?, para, para levantar las cosechas, estaba la Segunda Guerra Mundial muy dura. Ya Hitler estaba abarcando muchísimos países por Europa y matando gente y todo eso. Llega a oído de la gente y dice: “Pues vinieron americanos a contratar gente para Estados Unidos, para levantar las cosechas, pues ellos están en el frente”. Fue de que pues me animé, yo le hice la lucha, dije: “No, pues voy a jugarme un albur sin que nadie me aconsejara”, eso salió de mi mente que, que voy allá donde estaban contratando la gente y, y batallé, ¿no?, para que me anotaran los americanos. Estaba yo muy joven. Y a lo mejor decían: “Éste ni campesino es”, o yo no sé, ¿no?
VD: O sea que en ese mismo momento que usted estaba en Oaxaca se acercó a la contratación.
LS: Sí, fui ahí a donde estaba la contratación y me formé como desde aquel entonces hasta la presente no, no este, no, ¿cómo le dijera yo?, para todo hay que hacer colas. Ya me, me formé allá y me tocó mi turno y con la gracia de Dios que me, este, me inscribí ahí y ya me apuntaron pues allá los americanos, quedaba yo ya pues disponible para la contratación. Pero da el caso que La Migración ahí no estaba, ahí en el centro de contratación que estaba en Oaxaca, ahí nomás se estaba enrolando la gente.
VD: Y los anotaban.
LS: La anotaban. Y decían: “No, pues prepárate para tales horas vas a salir en un tren especial pero pa Irapuato, Guanajuato”. Ahí está el centro de contratación, ahí estaba La Migración. Ahí era donde le revisaban inclusive las manos a uno, le hacían preguntas, como en caso mío, estaba yo joven. Ya me, di mi respuesta, ¿no?, cómo era el campo, qué se utilizaba para el, para el que trabajaba una yunta de bueyes y todo el implemento de trabajo. Y pasé toda esa prueba y me, me dieron mi contrato.
VD: Y, ¿no le pidieron ningún papel entonces, señor Liborio?
LS: Bueno este, papeles no, porque como ya venía uno contratado desde Oaxaca.
VD: Y, ¿en Oaxaca tampoco?
LS: Aquí pedían todo.
VD: ¿En Oaxaca tampoco le pidieron papeles?
LS: Bueno, allá simplemente, no, pues preguntas, le veían las manos y en realidad pues respondía que, que trabajara uno en algo así. Y así en ese sentido pues ya lo, lo tomaban en cuenta. Ahí llegamos a Irapuato, pues a mí sí una revisión, a ver las manos y a hacerle preguntas a uno sobre lo que es la agricultura. Pasaba uno esa prueba y ya, y ya recibía uno el contrato. En aquel entonces salían trenes especiales de, de la ciudad de Irapuato a rumbo aquí a Ciudad Juárez.
VD: ¿Usted por allá cruzó, por Juárez?
LS: Sí, yo pasé por Juárez. Pos este ya, de aquí de Irapuato nos daban comida mexicana, ¿no? Porque llevábamos cocinero todo el ferrocarril. Pero ya de Ciudad Juárez, pues ya entraban cocinero americanos lo que es lonche y jugo de naranja y todo eso, como están acostumbrados ellos, hasta llegar uno a, a su destino, pues.
VD: Donde le tocara trabajar.
LS: Donde le iba uno a trabajar. Entonces llegaba uno allá, ¿no? Por ejemplo, van dejando dos, tres carros en Nuevo México o en Los Ángeles, a mí me tocó hasta San Francisco, fui de los últimos.
VD: En San Francisco llegó.
LS: Ahí donde ya, ya se, ahí llegó el ferrocarril y ahí ya.
VD: Todos los quedaban.
LS: Iba, toda la gente quedó ya ahí este, ahí en San Francisco. De ahí nos trasladaron en, en autobús de la Greyhound de los que tienen un galgo, no sé si todavía esté ésa.
VD: Sí, todavía existe.
LS: Esa compañía muy grande.
VD: Sí.
LS: La Greyhound, entonces ya de ahí nos, nos trasladaron a Santa Rosa. Ya ahí pues, pues llegaban los rancheros: “No, que yo quiero cuatro, que cinco, que seis trabajadores”. Que si iba, iba alguien con el papá, o el hermano, ahí, ahí se fregaba uno, porque...
VD: Los separaban.
LS: Ahí decía: “Tú, y tú, y tú”. Ahí lo van seleccionando. “Tú te vas pa acá y pa allá y pa acá y pa allá”, ahí. Y se acabó todo.
VD: Y, ¿usted se fue con alguien, señor Liborio, o se fue usted solo?
LS: Yo casi desde que, que me he hecho persona adulta nunca me ha gustado andar de compañero con alguien.
VD: Se fue solo.
LS: Es muy peligroso. Sí, porque por todos de la vida quizá pueda yo fracasar en un aventura o alguien, de la persona que ande yo, saben, ¿no?, que lidiando yo con esa persona y si llega a fracasar dicen: “No, no te la creo, tú nos vas a responder por fulano”. No, ¿pa qué me meto en broncas? Si me lleva a mí patas de catres, pos yo a ninguno comprometo.
VD: Entonces, desde Oaxaca se fue solo. Y señor Liborio, cuando usted se anotó ahí en Oaxaca y regresó con su tía a Santos Degollado, ¿qué le dijo usted?, ¿le platicó que se iba a ir de bracero?
LS: Bueno ya, ya más, ya mi tía tenía otra mente, usted sabe que el dinero pos cambia a la gente. Si yo, como le digo, mi hermano más chiquito que todavía gateaba, todos en la tierra, se quedó con mi abuela. Yo ya me fui para Estados Unidos. Yo ya ahí empecé a ganar dinero, no, pos este, ya, ya cheque que ganaba me este, pues lo despintaba pa mis alimentos, pa, para comprar una camisa, un par de zapatos, o equis. Yo siempre ahorraba y le mandaba a mi tía por la cuestión, ¿no?, de que, de que le diera pues este, dinero a mi abuelita por, por mi hermano chiquito que se quedó. De ese modo empecé yo a darles la mano. Pero luego el caso es que mi tía también pues abusó de mi persona, porque cuando esta fotografía que le estoy enseñando, venía yo de vacaciones y me dieron de vacaciones por cuarenta y cinco días. Pero venía con pasaporte, todo, con permiso, pero tenía yo que regresar, así es que se me cumplió el permiso y me retorné pa la Unión Americana, pero en eso no había de un dinero que le había mandado a mi tía. Me dice: “Te compré un terreno, Liborio”. Pero yo no tonto le pregunté yo a, a esa persona que le había comprado el terreno mi tía, le digo: “¿En cuánto le vendiste el terreno a mi tía?”. Y parece que se lo había dado en $700 pesos de aquellos y a mí me lo metió, me lo metió en un millón de aquellos. Entonces yo, cuando reaccioné, dije: “Entonces esto no, no marcha bien, no tiene caso que yo, yo siga mandando dinero, sí le mandaré, pero voy a analizarlo, más o menos cuánto le puedo mandar para que pos le, le compre a mi hermano lo que necesita o ella o equis”, ¿no?
VD: Pero nomás.
LS: Pero yo entonces ya, ya fui yo astuto, ya cheque que guardaba yo iba ahorrando mi dinero, por eso, por eso es que compré yo esa casa, si no tuviera yo acá así, si me ha atenido a mi tía, no que me roba, me va a querer o me va, así estuviera, verdad de Dios.
VD: Señor Liborio, pero cuando usted se fue, o sea la primera vez que se iba a ir para allá, ¿su tía estuvo de acuerdo?
LS: No.
VD: Cuando usted le avisó que se quería ir a Estados Unidos.
LS: No, yo, bueno, yo simplemente yo no le tomé parecer a ella. Porque no iba a venir en ese momento en Oaxaca a buscar a la tía en el pueblo, no y que, deme un, una orientación así de esto, el otro, el otro, no.
VD: ¿Usted solamente le avisó?
LS: Sé que a lo mejor, sé que a lo mejor se iba a oponer, ¿no? Pero no, yo jamás la tomé en cuenta, yo, yo decidí ya, ya hacer mi, pues hacer de mi vida lo que yo, lo que fuera conveniente para mí. En ese momento me, me desligué yo de ella.
VD: Y ya usted decidió y ya nada más le avisó a ella.
LS: Sí, así.
VD: Entonces, señor Liborio, ¿como cuánto tiempo después salió? Después de que lo anotaron, ¿pocos días después salió para Irapuato?
LS: No, no, la cosa era rápida. Por ejemplo, como ahora, como ahora me enlisté y este, como el día de mañana ya, ya...
VD: Tenía que estar...
LS: Ya me dijeron: “A tales horas tienes que presentarte porque sales en la lista de los especiales para, para el tren que sale a tales horas pa Irapuato”.
VD: Entonces se fue usted para Irapuato y ahí fue donde firmó su contrato.
LS: Ahí recibí mi contrato.
VD: ¿Ahí fue donde le hicieron la revisión médica también?
LS: Sí, exactamente. Ya desde ese momento que, que empecé yo a, a trabajar en Estados Unidos pues nunca tuve yo la intención yo de, de decir: “No, pues aquí terminó todo esto”. Yo siempre tuve la ilusión de decir, yo regreso a trabajar, no sé ni cómo le haga, pero yo, yo de, de hacer pie allá jamás, yo habiendo trabajo yo regreso pa acá. Después de que se le terminaba un contrato, regresaba y sabía yo que si estaba en Empalme, Sonora o en donde quiera que estaba ahí…
VD: Sí.
LS: A, a contratar.
VD: Y aquella primera vez que usted se fue, pues allá en Oaxaca casi no salía gente para Estados Unidos, ¿verdad?
LS: Bueno, más antes pues a la mejor puede ser que haya salido uno, dos o tres.
VD: Pero no la gran cosa.
LS: Pero así que saliera en conjunto jamás. Y en ese momento que instalaron las compañías de contratación, no, pues empezó a, a inscribir mucha gente.
VD: Y señor Liborio, ¿usted qué se imaginaba que se iba a encontrar cuando se fuera a Estados Unidos?, ¿cómo se imaginaba que iba a ser tu trabajo, su vida?
LS: Bueno, pues yo, es como en todo, ¿no? Es un sueño para uno, de decir: “No, pues, ¿en qué iré a trabajar?, ¿cómo serán los trabajos?”. Porque pues este, ¿cómo le dijera yo?, es una cosa que se va uno a jugar un albur, que cómo será esto, cómo será por allá y todo.
VD: ¿Alguien le había platicado, algún pariente o amigos?
LS: No, pues nunca, nunca, en esos momentos, ¿quién le va a platicar a uno? No, ya, ya este, pues estaba uno dispuesto, digo si pues hubiera ganado Hitler la batalla, a la mejor hasta, hasta nosotros hubiéramos sido, nos hubieran agarrado allá. Pero le digo, la suerte no, ya cuando no le toca a uno no, pos que, como ayuda a Estados Unidos y todo eso, no, pos se va uno a la guerra. Lo que sea no estoy yo, estoy yo como quien dice cierto que México pues dio un gran paso y ganaron la guerra también por nosotros, no por ellos, por tener su armamento de, armamento atómico. También la, lo de nosotros contó mucho, porque no levantamos las cosechas, ¿cómo comen?, ¿con qué se sostienen?, ¿quién los ayuda? Más bien tuvo que ver mucho, digo la, la cooperación de nosotros.
VD: El trabajo de los braceros.
LS: Y es como le digo, no es justo que nos traten así. Me estoy refiriendo a los primeros que entramos y los que trabajamos cuando, en plena guerra, eso debe tomar en cuenta el Gobierno. Entonces, ¿por qué nos desprecian a nosotros de ese modo? Que porque ahorita ya estamos viejos o equis. No, no debe de ser. Ahora también como quiera que sea, pues cooperamos en lo económico, pocos dólares que haiga sido pero los mandamos pa la economía de México. Y, inclusive ayudamos aquí y allá.
VD: Claro.
LS: Por los dos lados.
VD: Por los dos países. Señor Liborio, ¿eso usted lo sabía cuando estaba por allá?, ¿los braceros sabían que estaban ayudando al país?
LS: Bueno, pues simplemente sí, porque uno sabía demasiado, ¿no?, que, que ellos este, ellos estaban al frente y nosotros pues este, levantando las cosechas. Simplemente de allá de donde un campo de semillas a donde yo estuve estaba cerca la base aérea, a toda la noche estaban, llegaban, llegaban digo aeroplanos de guerra y salían con este, con tropa, hasta el frente.
VD: ¿De ahí de donde estaba usted? O sea que entonces, ¿la primera vez, señor Liborio, llegó usted a San Francisco?
LS: Sí.
VD: Y, ¿qué le tocó?
LS: Y yo, por ejemplo, pues no conocía San Francisco, una ciudad muy grande, es puerto, pero tienen pues dos puentes grandísimos, el Golden Gate, tuve la oportunidad de conocerlo. Que casi está hasta la ciudad de Oakland, ahí que para, pa ir nosotros a Sacramento, pos iba yo con otros muchachos, por el ambiente que, que hay ahí en Sacramento comidas mexicanas y, y todo, íbamos a Sacramento. Pero teníamos que llegar a San Francisco, atravesar Oakland y dirigirnos a Sacramento, que es la, la capital de California es Sacramento, pero muchos no la saben.
VD: La capital.
LS: De, de California, es Sacramento.
VD: Y usted estuvo cerca de… Pero estuvo trabajando en un campo, ¿de qué era?
LS: No, no, yo, de ahí de, por ejemplo, a veces iba yo, yo con otros amigos a Sacramento, era allá en un campo semillero que estaba, estaba en un, bueno se llama Cotari, mejor dicho el condado, porque son condados. Aquí no le llaman, aquí son pueblos, allá son condados. Andábamos en un campo semillero muy grande, ahí sembraban lechuga, se sembraba betabel de ese morado, pero todo pa semilla, lechuga, y cebolla, todo eso. Pero para sacar la semilla.
VD: Y señor Liborio, ¿ése fue el primer lugar al que le tocó llegando ahí?
LS: No, no, simplemente yo, yo cuando llegué así desembarcadito de, de que llegué para allá pa trabajar, lo primero que, el primer trabajo que me tocó era estar en un establo de vacas. No, pues tenía un establo grandísimo, de ahí, de ahí había este, pues estaba la elaboración de donde pasaba la, la leche por maquinaria y allá la, allá la purificaban. Y de ahí salían los cuartos chicos, grandes, según, litros pa las marquetas, restaurantes, donde sea. Y entonces nosotros al trabajo que era de nosotros, era, nos dieron unos bieldos y unas botas hasta por aquí así.
VD: Hasta arriba.
LS: De hule, sí.
VD: A la rodilla.
LS: Porque era, era este, fueron como este, allá, bueno, aquí les llamamos zanjas. Allá se le llaman ditches, estaban, claro, con la suciedad de las vacas, pues se van a, se va haciendo como en fecatas(??) así, se tapan las zanjas y no tiene, no tiene lugar cómo correr el agua, todo lo que hacíamos nosotros y quitando esas fecatotas(??), con los vientos y para que tuviera corriente el agua. Ya después que se terminó ese trabajo entramos nosotros a una molinda digo, donde se estructuraba la pastura pa las vacas.
VD: ¿En ese mismo rancho?
LS: Sí, allá mismo. Entonces ahí teníamos comedor, iba bueno, todo nos, nos daba el ranchero este, cobijas, catres y la barraca donde dormíamos.
VD: ¿Como cuántos eran ustedes, señor Liborio?
LS: Pues éramos como unos, éramos como unos cuatro nada más.
VD: Cuatro que eran braceros.
LS: Sí. Estuvimos ahí con ese patrón. Ya después se terminó el trabajo y nos llevaron a Petaluma, ah, no, a Santa Rosa y de ahí nos, de ahí nos mandaron a Cotari, le digo donde, donde era ese campo semillero muy grande allá. Ahí había un campo también de filipinos y este, muchos filipinos y bueno, esos filipinos pues en aquel entonces hablaban español.
VD: Y, ¿usted platicaba con ellos?
LS: Pues sí porque ellos hablaban español, aunque eran filipinos no sé por qué motivo llegaron a Estados Unidos, pero ellos tenían su barraca aparte, nosotros la de nosotros aparte. Inclusive no, pues tenían un comedor ellos y todo eso. Y ellos acostumbran…
VD: Aparte de los braceros.
LS: Ellos este, su comida de ellos, el fuerte es el arroz, pero lo, lo este, lo cocen a puro vapor, el arroz.
VD: Señor Liborio, en el rancho, me decía que ustedes también tenían comedor ahí.
LS: Sí, aquí, aquí en Cotari también, también teníamos, sí, porque ahí éramos como, éramos como mil quinientos.
VD: No, ahí era muchísima gente.
LS: Sí, ahí había comedor desde ahí temprano, en las horas de la madrugada empezaba a funcionar el comedor, comíamos y luego con esas bolsas así, nos echaban nuestro lonche.
VD: De papel.
LS: Ya cuando era la hora del trabajo, ya íbamos al comedor, agarrábamos nuestro lonche y, y ya estaba el mayordomo con el troque, ¿cómo se le llama? Cuadrillas de treinta y cinco o cuarenta hombres, al campo así.
VD: Oiga, señor Liborio, y pues usted supo en Oaxaca que estaban contratando a la gente, pero pues si usted no sabía nada de Estados Unidos, ni había tenido ningún pariente, ¿qué fue lo que lo animó a irse para allá?, ¿qué lo animó a contratarse?
LS: Bueno a mí lo que más me llamó la atención es porque yo, yo desde el momento que empecé el sorteo ya tuve yo la inquietud de pues querer yo salir de, de mi pueblo de la ciudad.
VD: ¿El sorteo del...?
LS: Sí, sí, del conscripto, de lo que es el sorteo del conscriptos.
VD: El servicio militar.
LS: Sí, porque el servicio militar empezó desde el [19]24, entró la clase [19]25 y hasta lo presente eso quedó confirmado será, será pa toda la vida. Entonces mi, mi ilusión era, ¿no?, de que, de que si salgo yo, yo sorteado en el, porque salían sorteados para ir al ejército, para dar su servicio militar. Muchos se quedaban ahí y ahí mismo daba uno su servicio. Pero en el caso mío no, salieron otros compañeros míos que iban a Monterrey y otros aquí a Cuernavaca. Ahí tenían que estar un año, prestando su servicio. Y mi ilusión fue, dije: “Híjole, a ver si me toca, pa conocer yo otros rumbos, otras partes de la república y todo. Convivir, tener un roce social con otras personas”.
VD: Usted tenía ya pensado que quería salir.
LS: Ya, ya tenía yo esa inquietud. Por eso fue de que, de que al, al meterme yo en la contratación, pues dije: “No, pues aquí ya”, dije, “yo voy a ver qué, qué este, qué es lo que voy a hacer y qué me va a deparar la suerte”.
VD: Y, ¿cómo fue que se sintió la primera vez que llegó allá, señor Liborio?
LS: ¿A dónde?
VD: A Estados Unidos, de estar lejos de su familia.
LS: Pues de momento no, pues sí se siente algo mal, ¿no? Porque pos deja uno su, su familia, sus amigos y ya ve uno allá cómo es la forma de trabajar, de que no es la, la misma idioma, sino allá hay que pues batallar, digo, pa que le hagan comprender a uno y hacerse uno comprender, es el problema.
VD: ¿Alguna vez tuvo problemas con el idioma cuando se quería expresar?
LS: Bueno, digo, sí, en cierto modo, ¿no? Porque batallaba uno, por ejemplo, que, que iba uno al, al pueblo y que vamos a suponer, que fuera a comprar un par de zapatos o que hiciera carne o algunas otras cosas, porque en aquel entonces todo estaba racionado.
VD: Con la...
LS: Yo en el contrato que recibí allá en Irapuato, no sé yo si haya gente que todavía haya recibido ese tipo de contratos. Aquí, aquí estaba lleno de estampillas por esta parte del contrato, estampas.
VD: A un costado de su contrato.
LS: Estampillas como, como las que compra uno para las cartas. Cuando iba a comprar un par de zapatos, tenía que desprender una estampilla y presentársela allá a donde iba a comprar los zapatos. Iba a comprar carne, quitaba otra estampilla. Quería hacerse unos cigarros, pa que le vendieran el tabaco otra estampilla. Que para, para azúcar también, había que quitar otra estampilla y así. Todo estaba racionado así.
VD: Y a cada bracero le daban sus estampillas para que fueran a...
LS: Sí, tenían ahí en La Asociación le daban las estampillas. Eso no, eso muy pocos lo saben.
VD: Señor, entonces, señor Liborio, estuvo en este centro semillero, o sea, ¿su primer contrato fue de seis meses, el que estuvo allá?
LS: Bueno, allá en el establo fue como de seis o siete, allá ya se terminó todo, según pal ranchero, no, que ya no necesitaba y nos llevó a La Asociación de Santa Rosa. Luego de ahí ya, ya nos llevaron ahí a Cotari, le digo que ahí muchísimo, un campo semillero grande. Eran muchísimas cuadrillas que salían en la mañana para los campos de trabajo. A plantar más que nada digo, betabel.
VD: Del que salía el azúcar de la remolacha.
LS: No, no, es el morado, el otro es el, el otro le dicen sugar ___(?) es el blanco.
VD: Y, señor Liborio, cuando usted se fue para allá, ¿usted se acuerda la gente qué decía de que los braceros se iban para allá?, ¿no había...?
LS: Bueno, había comentarios, ¿no?, de que pos muchos no agarraron un estado de decir que a lo mejor íbamos nosotros a la guerra, ¿no? A, a agarrar los rifles o equis, ¿no?, ese comentario había.
VD: ¿A usted le daba temor?
LS: Pues casi no, porque yo, yo fui de las personas que dije: “Hasta no ver, no creer”. Yo nunca me intimidé. Yo iba decidido. Y sí, pos algunos, digo, de corto valor, pues yéndose ya los trenes especiales y escoltados, habían muchos por ahí, por Zacatecas, más adelante se, se desertaban, se bajaban.
VD: Se salían del tren.
LS: Sí, y este, y así. Pero yo dije: “No pues ya, ya voy yo acá, pues ya qué”. Y este, y así, pero yo siempre, siempre tuve el valor, ¿no?, de la energía de decir a ver qué Dios me depara. Pero sí pasaba uno muchos lugares del día por allá, eran trenes especiales grandes y muchas personas nos echaban la bendición, estaba duro. En el radio, donde quiera, lo de Hitler estaba haciendo mucha matazón y que, y ya invadió Polonia, que París, que Francia y está haciendo, pues cordones de mujeres, hombres, niños, todos a las cámaras de gases y todo. De todos comentarios había.
VD: Pero a usted no le dio miedo como para no irse para allá.
LS: Pues no. Por ahí este, no me gusta a mí ser persona desidiosa. Creo por ahí tienen mis hijos unos libros que compré, ahí, por ejemplo, Los Hornos de Hitler. Tengo yo ese libro donde explican que a muchas mujeres como Dios las echó al mundo, así iban, creo cuando tenían, creo zapatos eran de madera. Y luego a donde iban a hacer sus necesidades eran como zanjas y a los lados ahí hacían sus necesidades. Y luego sin agua, a las mujeres no, no tenían cepillo, ni peine para peinarse ahí, andaban con piojos y que les daban una sabanita y todo así.
VD: Señor Liborio, y las noticias de la guerra y de lo que estaba pasando, ¿les llegaba cuando usted estaba allá?
LS: Bueno, pues sí, allá con mucha más razón, como hay allá unas cadenas ya en español.
VD: ¿Usted escuchaba, tenía un radio allá, señor Liborio?
LS: Sí, pues últimamente, pues entre todos, o había compañeros que, que este, compraban un radio, lo comprábamos entre todos, para darnos cuenta.
VD: Y, ¿ahí escuchaban cómo iba?
LS: Sí, las noticias y todo.
VD: Las noticias de la guerra.
LS: De lo que pasaba.
VD: Y además de eso, señor Liborio, ¿cómo se daba usted cuenta a su alrededor de que, pues de que el país estaba en una guerra?, ¿cómo se sentía el ambiente de guerra ahí en Estados Unidos?
LS: Bueno, pues simplemente no, pues como quien dice nosotros pues tomábamos la cosa así que, que también sí éramos personas como quien dice, que estamos abarcando los surcos de guerra, por esta razón, que los americanos estaban al frente y nosotros levantando las cosechas. Y más digo, había americanas que, que andaban junto con nosotros trabajando en tractor o manejando un tráiler o un troque o algo.
VD: Entonces estuvo usted ahí hasta...
LS: Pues hasta que se terminó la guerra. Pero no, no, desde antes de eso digo, yo seguí contratándome, hasta que se terminó todo, hasta ahí, hasta ahí terminé yo mi, mi récord digo, de entrar a Estados Unidos. Ahí lo está diciendo la carta.
VD: Sí.
LS: Que me está, me está diciendo que, como ya se había terminado entonces me dice mi patrón: “Tienes modo, acércate a alguna frontera para que hables con mi hijo y a ver cómo le hago pa pasarte”. La cosa es que ya, ya no se pudo, digo.
VD: Y allá, pues en el tiempo que tuvo su primer contrato, señor Liborio, ¿dónde vivían ustedes?
LS: ¿Nosotros?
VD: Cuando estuvo en California en el, por ejemplo, cuando estaba en el rancho, ¿dónde vivían los braceros?, ¿dónde dormían?
LS: Bueno pues, pues si, por ejemplo, les tocaba a algunos con rancheros, o estaban en su rancho, ahí les daban su, el ranchero le daba estufa, le daba...
VD: ¿Había una casita especial?
LS: Les daba cobijas, sí, una barraca. Allá se les llama barracas, aquí decimos casitas. Pero son puras barracas de madera. Ahí casi ni, yo creo por el frío y todo eso, todas las barracas son de madera, no ve una así de concreto o de loza, pura madera.
VD: Y, ¿ustedes se cocinaban o ellos les daban la comida?
LS: Pues ahí como, vamos a suponer que éramos, si nos tocaban dentro de cuatro compañeros, entonces ya pues ahí no había, no había divisionismos, sino éramos una familia, convivíamos, ahí nada de rencor ni nada.
VD: ¿Cocinaban juntos?
LS: No, no, ahí, por ejemplo, decía uno: “Yo voy a hacer la comida, vamos a hacer esto, lo otro”. Entonces este, digo el pan, a la larga, digo, hostiga el pan, entonces este, optábamos por comprar harina y hacíamos tortillas de harina. Ya uno hacía las tortillas, otro hacía el guiso, otro lavaba platos y así nos ayudábamos.
VD: Y al rancho de...
LS: Y a la hora de, de por ejemplo, de ir a traer la provisión pues ya nos poníamos de acuerdo. “Vamos a comprar esto, lo otro”, pero de acuerdo todo.
VD: Ya se estaban ayudando entre todos, se cooperaban. Y en el centro semillero, ¿ahí sí tenían comedor?
LS: Ahí sí había comedor, que desde las tres de la mañana empezaba a funcionar pues pa que les dieran a todos de desayunar.
VD: Y, ¿la comida se acuerda si era de su agrado?
LS: Pues sí, pues ahí bueno, o sea que fuera o no fuera pues tenía uno que aceptarla. Pues no iba uno a, a poner condiciones, por ejemplo, ahí nos daban avena este, arroz con leche, pero casi por lo regular casi lo que más se acostumbraba era la avena.
VD: Del desayuno.
LS: Sí, avena con leche, hot cakes, todo eso.
VD: Y les daban su lonche para llevar.
LS: Sí, el lonche era aparte.
VD: Señor Liborio, ¿usted trabajaba hasta los fines de semana, el sábado, o nada más hasta el viernes?
LS: Bueno, había veces que, nomás a veces hasta el sábado, nada más hasta la una, dos de la tarde, porque ya el demás tiempo lo utilizaba uno para bañarse y hasta pos inclusive para lavar uno su ropa. Porque muchas de las veces no, no se va a dar uno el lujo de llevar su ropa uno a la lavandería y todo eso, no, pues tiene uno que, que lavar la ropa, inclusive comprar una plancha y planchar uno su ropa y todo eso.
VD: Y entonces eso hacían en su día de descanso.
LS: Bueno día, pos qué descanso a veces, porque yo le digo que el día, el día domingo a veces pues también, lo raro es el día domingo que salía uno, ¿no? Que decía uno al patrón: “Llévame al pueblo, pues quiero, quiero ir al cine, o algo”. No, los patrones tenían la obligación de, de llevar a uno. Ya le decía uno al patrón: “Voy a ir al cine”. “¿Va a ir al cine?”. “Sí”. “¿A qué horas vengo por ti?”. “A tales horas”. Y ya por ahí ya...
VD: Ellos los recogían.
LS: Ya se iba uno a algún restaurán a, a comerse una, un hamburger o un vaso de leche e ir a cine y eso. Ése era el, la única diversión de uno allá.
VD: Los fines de semana.
LS: Sí, los domingos.
VD: Y en el rancho, por ejemplo, ¿era el patrón mismo el que los llevaba, señor Liborio o el mayordomo?
LS: Bueno, si le tocaba a uno el ranchero, pos el, el patrón este, nos llevaba. (teléfono) Yo creo ahorita lo contestan, allá tengo otra línea allá.
VD: Ah, muy bien.
LS: Sí, este lo, este, nos llevaba el patrón, pero pos ya en una compañía como allá en Cotari, allá pues era otra onda porque...
VD: Había mayordomo.
LS: Ahí nos quedaba cerca el pueblo de Santa Rosa, agarraba uno la línea Greyhound y iba uno al pueblo y así, pero donde no, no había esos medios tenía que forzosamente el patrón llevar a uno a, a comprar la provisión y llevarlo a uno al pueblo, si es que quería uno ir al, al cine por ahí a divertirse uno.
VD: ¿Alguna otra cosa que hacía en sus descansos, señor Liborio?
LS: Pues, pues casi como lo dedicaba uno casi a arreglar uno su ropa. Uno, si no es dejado, ¿no? Pos dice uno: “Voy yo a lavar bien mi ropa, tantas mudas y la plancho y si no, pos tengo mucho trabajo, me voy a agarrando ahí a planchadita, ¿no?, pal trabajo. Ya viene la semana y otra vez a, a lavar la ropa, a plancharla”.
VD: Y terminando su contrato, señor Liborio, ¿usted se regresó a la Ciudad de México directo?
LS: Bueno...
VD: O, ¿se fue para...?
LS: Bueno, yo estuve una, estuve una temporada allá en, en el pueblo.
VD: Y, ¿qué hacía mientras?
LS: Pero, pero ya después, ya después me vine yo y, y este, y le digo a usted yo sabía que, por ejemplo, estaba la contratación en Empalme o en, en Monterrey y me iba. Yo veía la forma, si tenía dinero o no, o lo conseguía y me iba.
VD: ¿Conseguía prestado allá en el pueblo?
LS: Bueno, una que otra vez conseguía yo ___(?) y una persona reservada que tenía dinero a reserva.
VD: Y cuando estaba en Etla, ¿qué hacía, señor Liborio, los meses que llegaba y estaba ahí?
LS: Bueno, pues muchas veces digo este, me dediqué ahí a, a este, más que nada digo, a la panadería.
VD: ¿Con su tía otra vez?
LS: No, con, con otras personas, digo, amigos míos, les ayudaba. Pero ya después de eso, no, pues ya, pues ya, ya este, ya me iba pues pa allá pa la frontera, por ahí onde estuviera la contratación.
VD: O sea que desde el principio a usted le gustó ir a trabajar por allá, señor Liborio.
LS: Pos sí me gustó ir a trabajar por el simple hecho digo que, que los patrones le daban a uno las facilidades. Que llegaba uno ahí a La Asociación, iba el ranchero: “No, pos que necesito tres, cuatro trabajadores”. Luego de ante mano ya, ya sabía uno, ¿no?, a qué le iba tirando. El patrón tenía que darle a uno estufa, tenía que haber refrigerador, con el tiempo de calor, refrigerador y llevar uno al pueblo a comprar su comida de uno. Mayormente ahorita se vienen los, los meses duros de calor allá. Aquí, desde aquí empieza el calor de aquí desde, desde este, desde Hermosillo, todo por allá caliente. Y digo porque yo, yo en estos meses pasaba por ahí, era un infierno. Ahí todo, ahí Mazatlán, todo por ahí no, no está las, las combis, como digo, protegidas con vidrio, no, todas están, están así abiertas, llega un momento que le pega el aire a uno. Sí, ahí por el Valle Imperial, un calor tremendo que, que tiene uno que tener el ventilador a fuerza, porque no se aguanta.
VD: El clima.
LS: Sí, de septiembre, de este mes, agosto.
VD: Y señor Liborio, después de estar allá en California, regresó y luego se volvió a ir usted para el norte, para Empalme, o, ¿dónde se contrató?
LS: Bueno, este, digo, donde más contrataciones, opciones de contratación fue Empalme, pero batallé, fue un calvario, digo, para mí Empalme. Porque en una ocasión llego, no iba, no iba con esto, porque el que ya, ya va uno a contratación y va con esto va a lo seguro.
VD: Con sus antecedentes penales.
LS: Porque ya va enlistado y todo. ¿Por qué?, porque va, va desde luego va, lleva la firma de Gobernación. En cambio si va nomás así a valor mexicano, pues tiene que batallar ahí, si hay modo de contratarse y si no está enlistado, ¿cómo le va a hacer? Es el caso que me pasó a mí en Empalme, yo me fui así y se me acabó el dinero. “Y, ¿ahora cómo le hago?”. Pues ya, ya supe yo que, que allá por Huatabampo, pa la costa, había rancheros que siembran mucho algodón y este, y estaban dando más, como quien dice, no este, la facilidad de que sí le arreglaban a uno una carta, pero con el propósito que le piscara una tonelada de algodón limpio. Y nada de que le ayuden a uno, sino, todito tenía uno que hacerlo con sus manitas de piscar algodón limpio.
VD: Una tonelada.
LS: Una tonelada. Terminaba la tonelada y ya le, le hacía su carta el patrón, sea que fuera una o dos y ya le daba a uno su carta, lo llevaba uno a Empalme, ahí todavía era sufrimiento. Ahí puede estar esperando a ver hasta cuándo había, había pedidos, que pidieran gente ahí de los Estados Unidos.
VD: ¿Dónde se dormía, señor Liborio?
LS: No, pues ahí, ahí era un, si llevaba dinero pos qué bien, ¿no? Pero si no, dormía como un perro por ahí al lado de una banqueta, un árbol, así a la interperie, porque mucho calor. Luego ni cobija necesita uno, ahí en Empalme mucho calor.
VD: Y, ¿dónde comía, ahí mismo afuera?
LS: Pues allá, allá había muchas fondas ahí en Empalme, ahí fondas, ¿no? Pero puro este, bueno, la comida más que, que se utilizaba eran los frijoles negros. Decían que era una orden de pollo, una orden de pollo y un plato de frijoles negros a medio cocer y órale, así.
VD: Y de eso estuvo alimentándose.
LS: Todo, por eso pasé yo.
VD: ¿Como cuánto fue el tiempo más largo que estuvo usted en Empalme?
LS: Pues, probablemente ha de haber sido como, como mes y medio todo eso. Ahora que estuve allá piscando algodón, le digo allá en Huatabampo, ahora con otra, que llego yo por ahí una tarde, ¿no? Y este, un rancho ahí y ya vi muchos como catrecitos, sí, en un patio así y veía unos lienzos ahí colgados. Ya llega la hora de que se estaba haciendo tarde, por donde quiera hay viajecitos, le digo: “Y, ¿eso qué significa?”. Ah, dice: “¿Qué no ha venido usted para acá?”. “No”, le digo, “es que vengo a una aventura a piscar algodón, para lo de la carta”. “Híjole”, dice, “hay muchos que así están, pero sabe, esto es un pabellón”, dice, “aquí hay mucho mosco”, unos moscotes así. Es que allá hay canales de agua grandísimos y están en el surco ese con el que hacen las sillas y todo eso. Está grandísimo, así parecen cañas de, de azúcar, cerrados están los canales, y ahí es donde en la noche, bueno, ahí mejor dicho, ahí llegan los moscos y en la noche se desperdigan, andan como enjambres así por donde quiera y si no tiene pabellón, no duerme. Porque yo la primer vez conseguí unos cigarros. Ahí ando con mis cigarros, el sombrero aquí espantándolos, verdad de Dios. Hasta que ya un señor se compadeció de mí y dice: “Le voy a dar un pabellón”, dice, “nomás”, dice, “tiene agujeritos”, dice, “súrcalos con hilo y mientras tenga tiempo de ir a Ciudad Obregón a comprar un pabellón”. Así, fíjese, digo, los que no saben de eso, no saben nada, ahora sí me duele mucho esa jugada que nos hicieron y no nomás yo, muchos. Sí, muchos yo creo hasta murieron.
VD: Seguramente, seguramente.
LS: Yo a nadie le, le deseo una aventura, verdad de Dios, porque fue muy duro.
VD: ¿Qué fue lo más duro que pasó por allá, señor Liborio?
LS: Bueno, lo más duro es el calor, aquí en Empalme, el calor porque este, pues riegan el algodón. Y el algodón más o menos está por aquí, por aquí de este alto y tiene uno que ir abajo piscando, luego con el calor, sale uno mojado así, escurriendo los pantalones de, de sudor y todo. Y sale uno así a la cabecera del surco de allá de los algodonales y si lleva sombrero de esos de petate, a lo que agarra de agua. Sí, creo llevaban, ahí compré unas pastillas y limones para que vaya uno mitigando la sed. Ahora peligroso cuando le viene un mareo porque muchos se, se caen, es peligroso, el sol les pica los pulmones.
VD: De estar tanto tiempo ahí en el calor.
LS: Del calor. Sí, de aquí nomás de Mexicali pa allá, bueno, a nosotros nos pasó porque hubo veces que en pleno calor este, ya le decía uno al mayordomo: “Ya no puedo, hace mucho calor”. No podía uno ir parado en el tráiler, porque haga de cuenta que le pegaban, le pegaba lumbre en la cara de lo caliente, muy caliente.
VD: Y eso, también estuvo usted en Texas, ¿verdad, señor Liborio, después?
LS: Casi último, bueno, en los años últimos, simplemente de esos contratos son ahí en Texas.
VD: Los últimos de los sesentas.
LS: Sí. Y el otro que sí, que sí está catalogado a California, como es Brawley y todos esos, allá, ya California. Aquí el West de Texas y todo eso, aquí Texas.
VD: Y cuando le tocaba en Texas, ¿le tocó siempre el algodón?
LS: Puro algodón hay allá, puro algodón. No hay otra cosa más que puro algodón. Entonces al, a este yo pues conocí muchos trabajos. Trabajos que conocí yo en Texas, piscar y luego este, regar terreno seco, como ahí en Texas casi no, no llueve.
VD: No llueve.
LS: Entonces muchos rancheros se vieron obligados a hacer norias profundas. Tienen como sesenta pies de agua. Aquí le llamamos nosotros metros y allá son los, son pies. Este, como cincuenta, sesenta pies, tiene de agua de profundidad. Todos esos pozo están día y noche trabajando. Y luego los motores también día y noche porque, porque mi patrón no tenía dos pozos, los hicieron y ya regaba un terreno seco y este, entonces ya, yo traía un Jeep a mí me este, tenía mi patrón un Jeep del Army, ése tiene doble diferencial. En arenal o ahí no se atasca, le mete uno doble y vámonos. Lo traía yo con una plataforma, con pipas. Entonces ya, ya me decía: “Quiero el riego en tal parte”. Y ya agarraba yo el tractor y le pegaba a la plataforma e iba yo con, con otros compañeros. Yo ya sabía el riego, ya poner la tubería, a ponerle empaques, a ver si llegó una pipa, no tiene empaque, ponerle su empaque, pa que a la hora que arranque uno la bomba no, no este, no se tire el agua. Ahora sí, revisar todas las pipas que no tengan conejos, que no tengan tlacuaches, porque si no, como es un riego a presión, pues los pelos, tripas, todo va saliendo por los reguiletes. Ya vio los reguiletes, de riego, por eso reguiletes, los reguiletes así.
VD: Y se meten los animales.
LS: Ahora, cuando hace mucho aire, también hay que medirlo a qué, cuántos pies le va a dar de distancia a lo que se va a regar. Porque no deben de quedar, no se deben de quedar partes sin regar, todo el riegue, todo lo que es el terreno que, de la línea de regar, tiene que estar bien regada y darle su tiempo también. Así es que, que por ejemplo, vamos a suponer, ésta es una línea de reguiletes, aquí se está trabajando y ahí, ahí extendió uno la otra y allá está la, hay una [llave] t, que tiene válvula, tiene dos válvulas grandotas. Aquí, por ejemplo, yo acabé de regar esta línea, cierro mi válvula, abro aquélla y no tengo por qué parar el motor, el motor sigue trabajando. Ya lo que hago es nomás revisar que todos los reguiletes que estén en función y así llevo mi río. Yo todo ese trabajo lo sé, a mí no, no...
VD: ¿Lo aprendió allá, señor Liborio?
LS: Lo aprendí, lo tengo aquí.
VD: Y, ¿era el mayordomo el que les enseñaba cómo hacer el trabajo?
LS: No, ahí no teníamos mayordomo. Donde el patrón tiene cuatro trabajadores, no tiene por qué tener mayodormo, si no ahí pues uno, el patrón le dice a uno: “Éste trabajo lo vas a hacer de este modo, de este otro”. Pues uno no va a ser tan inútil. Nomás cómo lo voy a hacer y que esto y el otro, ya.
VD: ¿El patrón les enseñaba cómo hacer eso?
LS: Sí.
VD: Eso fue en Texas, ¿verdad?, cuando estuvo usted en Texas.
LS: Sí. Ah, y en Texas casi me dediqué a pura pisca de algodón y riego. A veves regábamos, ya cuando el algodón empieza a echar la piedrita, ya no se le quita el riego hasta que, que ya, ya abre, que ya va soltando la mota blanca, se le quita el riego.
VD: Y, señor Liborio, hasta, bueno de los lugares en los que usted estuvo en California, o en Texas, ¿usted no prefería alguno de esos?, ¿prefería irse al trabajo de las hortalizas, por ejemplo, en California?, o, ¿le daba igual?
LS: Bueno, por ejemplo, digo, hay trabajos, digo, que son más, ¿cómo le dijera yo?, más este, que son más livianos, digo, para trabajarlos. Bueno, yo no sé si por el simple hecho que uno ya, ya sabe los trabajos y todo. Pero, por ejemplo los, los desahijes de lechuga, ahí se hacen con azadón grande, no con azadón corto. Porque solamente los desahijes aquí en California los hacíamos pero con azadón cortito, aquí así.
VD: Y tienen que estar agachados.
LS: Sí. Y es un trabajo, pues como un trabajo perro porque tiene uno que ir, que ir agachado y tiene uno su forma de ir caminando. Y luego nos daban una cantimplora, traíamos un cinturón del Army con una cantimplora por aquí así de aluminio, forrada, de lona. Y, y eran surcos muy grandísimos. Y este, aquí había una pipa con unas planchotas así de hielo, por el demasiado calor que hace. Aquí cargaba uno su cantimplora de agua. A medio surco por allá donde le diera a uno sed, agarraba uno su cantimplora a tomar agua, pero ya muchas veces a la salida ya casi iba hirviendo el agua de lo caliente. Ahí estaba otra pipa, ahí cargaba uno otra vez para llevar acá. Aquí cargaba uno y así. Y ya como era mucha gente la que trabajábamos allá, entonces así ya, ya nos llevaban comida, llegaba una camioneta, digo, gabacha con cocineros americanos y ya.
VD: Les llevaban el lonche.
LS: Ya nos servían la comida y en plato de esos que tienen divisiones. Ahí iba el guisado, ahí iba la sopa, ahí todo.
VD: ¿Qué fue lo que se le hizo más pesado, señor Liborio, cuál trabajo de los que hizo?
LS: Bueno, mire, lo que a mí se me hizo el trabajo más pesado, que se me hizo, es el desahije de betabel. Porque va uno agachado ahí, no hay modo de pararse. Y luego como otra, ¿no?, que a las personas que se iban rezagando, que se atrasaban, luego decía el mayordomo: “Vente pa acá”. Si el mismo mayordomo se hubiera dado cuenta quién es más inteligente pal trabajo, decía: “Ven pa acá. Mira, sabes”, dice, “tú y tú y tú, quiero que me empujen esta cuadrilla que se empareje hasta allá, todos juntos. Y ustedes”, dice, “vayan sacando esos tramos que dejaron estos”. Pues yo no salí tan malo para ese trabajo. Allá traía un azadón extra, ya le decía yo al que le iba yo a ayudar, al que lo empujaba yo con la puerta: “Échame tu azadón”. Yo traía una lima para limar el, el azadón y sacarle filo. Y ya empujaba yo a esa persona: “Ve, emparéjate ahí”. Iba yo sacando ese tramo que dejó rezagado, con mis otros compañeros, ya éramos muy señalado.
VD: ¿Los escogía el mayordomo para adelantar el trabajo?
LS: Sí, para ese tramo, sí.
VD: Oiga, señor Liborio, cuando usted llegó a tener contacto con otros nativos de allá norteamericanos, ¿cómo era el trato que recibían los braceros?
LS: Yo como soy una persona respetuosa, no, pues nunca tuve yo problemas con otros, de pleito, no, jamás. Incluso ni, el hijo de mi patrón de estas fotos, es hijo de mi verdadero patrón, o sea que el papá de esta persona, de este muchacho era mi verdadero patrón, pero me agarró mucha estimación a mí un tío que ya murió. Inclusive yo pasé un hermano mío que trabajaba aquí en Chapultepec, se llama Justino, el que quedó más chico de mis hermanos. Porque se vino pa México y este, trabajaba pues en, me parece que trabajaba en una casa así de jardinero. Y yo siempre desde allá tenía yo comunicación con él. Y me dice: “Carnal, ¿cómo hiciera yo pa llegar allá a donde está?”. Le digo: “¿Quieres venir pa acá?”. Y dice: “Sí”. Le digo: “Entonces mira, vamos a hacer esto, yo me voy a encargar de hacer esta maniobra y en la barba”, le digo, “de los americanos vas a pasar por allá en La Migración. Yo te voy a decir cómo”, le digo, “mira, allá en Alameda hay muchos fotógrafos, de esos que tienen el aparato, ahí instantáneamente te sacan la fotografía. Entonces en el pasaporte”, le digo, “yo tengo un número acá, yo te voy a decir cómo, con este número que te fotografíen, te sacan la fotografía. Entonces, un tío mío”, le digo, el que se llama Liborio, ya murió, “va a ir el tío, entonces yo le voy a decir al patrón que me saque un permiso como si fuera yo a México, un permiso para ir a México. Yo no voy, yo voy a estar trabajando, yo eso le voy a explicar a mi patrón cómo voy a hacer a la movida, nada más que se comprometa a darte trabajo”. Y dice: “Sí”. Entonces fue a La Asociación, saca el permiso mi patrón, me lo da, se lo doy a mi tío, le quito el mono de mi pasaporte, se lo doy a mi tío. Y le digo a mi tío: “Le dice a Justino cuando ya, ya llegue usted allá y quieran venirse a la frontera que le pegue el mono a mi pasaporte. Y aquí pasa en bigotes de La Migración”. Así lo pasé a mi hermano y llegó allá.
VD: Le puso la foto suya al pasaporte.
LS: Sí, ya cuando llegó, ya nomás le quité el mono y le puse la mía. Pa todo hay modo, yo si quisiera paso pa allá, yo sé cómo, pero paso, no, ya pa qué.
VD: Y así se fue su hermano, señor Liborio.
LS: Sí.
VD: ¿Estuvo con usted en el mismo rancho?
LS: Estuvo, pero cometió el error de que allá empezó a tener roce social con texanos y todo eso. Pues hay mucho texano malora como acá y había uno que creo había balaceado por ahí, no sé qué, ya lo traía la ley así vigilado. Resulta de que andaba tomando con esas personas y era un condado seco, pero llevaban cerveza.
VD: Ay, los agarraron.
LS: Sí, este, lo agarró La Migración a mi hermano y lo aventaron ahí pa Monterrey. Ahí lo encerraron, me platicó que lo encerraron. Y de ahí los mandaban a hacer trabajos forzados a unos camposantos a escarbar sepulturas para difuntos. Y ya terminó su sentencia de ahí y lo dejaron libre. Pero le digo: “Cómo eres tarugo, si no estás contratado ni nada”, le digo.
VD: Y ya nunca pudo…
LS: “Ahí es cuando te hubieras portado bien”, le digo, “el tiempo que hubieras querido hubieras permanecido”.
VD: Ya nunca volvió a pasar para allá.
LS: Pues sí, ya no. Ahorita, digo, está bien porque pues ya es una persona adulta, tiene su casa, su esposa. Y pues y le ha ido bien porque tiene una de sus hijas que es directora de un colegio y está estudiando leyes, yo creo que ya se recibió, tiene una bonita residencia ahí en Oaxaca. A la vez que fui me dijo: “Ésta es su casa, cuando usted venga ahí, véngase pa acá”. Y ya le digo: “Gracias, sobrina”. Luego tiene un hijo, pal colmo de nosotros, nomás un hijo tiene, está en Estados Unidos, creo tiene cuatro años ya ahí. Ahí está con sus cuñados, con sus mujeres y todo y mi sobrino pos también ahí está con ellos. Y la, la muchacha pos, bueno, eso fue la muchacha cuando estaba él en Oaxaca, trabajaba en la Liconsa mi sobrino y llegaron unas muchachas de San Luis Potosí, creo les dio becas el Gobierno pa que fueran a estudiar allá y se capacitaran, pero muchas se encontraron novio. Una de ésas se, se enamoró con mi sobrino y se la llevó mi sobrino. Y este, y luego para esto, pues esta muchacha tiene hermanos allá del otro lado, allá estaba el papá de ella. Ya pos fue mi hermano hasta San Luis Potosí a hablar con los abuelitos, porque el papá no estaba, nomás la mamá. Y ya pues dice: “Tiene que venir mi yerno, para que dé por bien hecho este casamiento”. Y vino pues el suegro de mi hermano, quién sabe qué arregló con él y este y pues el hijo de mi hermano empezó a arreglar papeles y se fue con el suegro, ahí está. Ya le mandó una camioneta a mi hermano la vez pasada que fui, tenía una camioneta ya que le mandó su hijo. A luego también dice, me dijo mi sobrino: “Yo le mando dinero a mi papá”, dice, “no tiene necesidad, de que ande sufriendo, nomás él y mi mamá, ahora mi hermana”, dice, “le ayuda, tiene casa ahí en Oaxaca y así”. Pero pues mi hermano ya no tiene por qué preocuparse porque ha hecho cuartos. Y como hay primaria y secundaria, muchos vienen de lejos, estudiantes a estudiar allá a Etla y andan buscando pues un cuarto que le rente. Ahí pues tiene unas rentas ahí. ¿Qué le puede pedir a la vida?
VD: Claro.
LS: Yo cuando llego, ahí llego, ahí me quedo. Y luego tiene una camioneta que la maneja su nieto. El otro día me estaba invitando pa allá pa Puerto Escondido. Le digo: “Lamento hermano que no te puedo, ya me voy yo pa México”, le digo, “ya tengo mi boleto, pa otra vez”, le digo, “te agarro la palabra”.
VD: Ah, qué tal, señor Liborio, entonces su hermano estuvo también por allá.
LS: Sí estuvo.
VD: Un rato con usted.
LS: Sí, sabe, sabe de la vida de allá, porque le digo que lo pasé.
VD: Y lo pasó muy bien. Oiga, señor Liborio y en Texas, bueno, también en California, en los otros lugares donde estuvo, ¿alguna vez tuvo un problema de discriminación, de racismo que los trataran mal?
LS: No, pues casi no, porque era otro modo de vida que le daban a uno los rancheros. A los rancheros pues ciertamente también los han hecho malos, porque pues muchas de las veces los mexicanos dan motivo. Si estando yo allá, que fuimos los primeros que entramos allá, los comercios no estaban vigilados, últimamente entraban y se ponía una camisa, una chamarra y los empezaron a cachar y los zapatos y unos muy vivales y entonces empezaron a cometer eso. Pues fíjese que se vieron obligados en el comercio a meter vigilancia, a meter mexicanos pa que les cuidaran las manos, hasta ese término llegaron. Pero antes no había eso. Allá en, estuve en el estado de Idaho, allá este, en el tapeo de betabel, era una cuchilla así que tenía un gancho pa abajo, que fue como el mes de diciembre por ahí, el tractor entraba a aflojar los camotes, los camototes así que, ellos le llaman sugar beet, betabel de azúcar. Pero esa azúcar dicen que no, no la utilizan para tomarla con café o algo, pos la utilizan para la industria, para que lo viertan en otro contenido de donde necesitan el dulce. Porque según esa azúcar hace mal a la vejiga, a la vejiga de la orina y así. Pero estuve allá y en aquel entonces pues hela mucho, el este, por allá había muchos costales que se utilizaban para la pisca de papa y nosotros traíamos botas aquí y nos amarrábamos los costales aquí, porque ya la nieve iba así. Y ya empezaba a caer pluma, como le llaman y nos cubríamos todo aquí, ya llegaban los rancheros con, con pastelitos, llegaban con café y le decía: “You drink coffe”. “Sí, cómo no”. Y así nos trataban. Yo nunca tuve un segundo de discriminación.
VD: ¿Ni un restaurante, señor Liborio, o en un lugar fuera del campo?
LS: Bueno, bueno, en un restaurán simplemente nosotros también ya sabíamos a qué restauranes íbamos. A donde pues entraba puro, puro mexicano. Tiene más opciones de trato de ser discriminado el mexicano que el negro. Porque el negro tiene sus church de iglesia, tiene su barrio donde bailes y todo. Ahí tampoco podemos entrar nosotros con ellos. Ellos tienen marros y se asociaron los americanos con nosotros y nosotros con ellos.
VD: Y, ¿usted nunca tuvo un problema de que no lo dejaran entrar a un restaurante o algo así?
LS: No, no, porque yo pues poco empecé yo también a aprender digo, sobre la comida, no pedir una hamburguesa, un hot dog, un vaso de leche, un pastel o algo.
VD: Y con eso ya se entendía con la gente.
LS: Sí. Ahora, por ejemplo, hay esto, ya aprendí, mal lo de inglés ya se me olvidó. Es más fácil aprender uno el inglés líricamente que estudiarlo, que la gramática es muy diferente al español. Por ejemplo, le decía uno al mister: “Esto, ¿cómo se llama esto en inglés?”, y luego le decía uno, “¿tú quieres aprender español? Esto en spanish se llama así”. Y ya de ese modo pos iba uno, iba uno, por ejemplo: “Esto, ¿cómo se llama?”. “Esto se llama glass, spanish se llama vaso”. Es la forma más adecuada a aprenderlo. Y así lo...
VD: Así aprendió.
LS: Así lo aprendí yo rápido.
VD: Señor Liborio, en lo que usted estuvo allá que conoció el país, porque usted estuvo muchos años yendo y viniendo, ¿recuerda usted qué cosas le gustaban que le parecían novedosas que no las veía por acá?
LS: Bueno, en primer lugar lo que me llamó a mí la atención digo, por ejemplo, yo entraba a un restaurán, ¿no?, de gabachos, lo primero que veía que llegaba uno y es amigo o algo, ¿no?, y ya la invitaba a su esposa y aquél consciente de todo, eso fue lo que me impresionó que aquí nosotros cuidado con eso, yo, por ejemplo llevo a mi novia, a mi esposa, eso no se puede cambiar. Otra cosa también que pues no hay celo ni nada como con nosotros. Es muy independiente, ahora sobre todo, digo que, que allá pues tienen el libertinaje, de andar con short y así pos casi como que pues uno queda impresionado porque no, no va uno acostumbrado a eso. Todo eso me llamó a mí la atención y hasta lo presente.
VD: Y, ¿le agradaba a usted o le incomodaba, señor Liborio?
LS: Pues digo, simplemente al estar allá pues, por ejemplo, yo tuve roce social con las hijas de mi patrón, con mi patrona que pues salían así a conocer. Ahorita que es calor, uno sin sospecha, digo, de malas intenciones. Ahora, por ejemplo, pues mi patrón muchas de las veces nos metió a su comedor a tomarnos un café, a ver en su sala la televisión, porque en aquel entonces empezó la, empezó la Zenith, si mal no recuerdo el primer aparato de televisión, con este, con el control remoto. Ya me dice: “Estoy aquí”, dice, “en short y desde aquí”, dice, “yo te voy a cambiar el canal”. Yo: “¿Qué va a cambiar el canal?”. No, pues órale, mira. Eso es algo nuevo pa uno, ¿no? Que no está uno acostumbrado a eso y muchas cosas.
VD: Y, ¿alguna vez estando allá, señor Liborio, usted se le ocurrió que querría llevarse a su familia a vivir para allá?
LS: Bueno, a mí me propuso esto mi patrón. A mí me dice: “Ya que termines tú de ser contratado”. Como yo también le hice una pregunta, ¿no?, de que si me pudiera arreglar el pasaporte. Y me dijo: “Sí”, me dijo, “estando tú ya conmigo”, dice, “te vas a entender con el tractor y el rancho, el riego y todo eso. Entonces yo te voy a dar unos acres”, se le llaman acres allá, “unos acres de algodón, tú, bueno, dice, “yo te ayudo en la siembra, tú nomás lo recoges y lo vendes para ti. Y casa y todo, te doy yo pa a tu familia”. ¿A quién no le va a convenir? Desgraciadamente no pude, no sé.
VD: No fue posible.
LS: Se me negó todo. Todo digo por no, por no haberle dado una oportunidad La Asociación a él para que me diera los primeros trámites.
VD: Los trámites de quedarse por allá. Y a usted entonces, señor Liborio, ¿sí le hubiera gustado vivir allá el resto de su vida?, ¿quedarse allá?
LS: Bueno, digo, uno como buen mexicano, pues sí, sí tiene caso, porque yo nada más tengo un paisano por ahí lo conozco, es de otro pueblo, del pueblo de mi esposa, él se llama Aurelio, está en un lugar de California que se llama Palo Alto. Entonces a él le ha ido muy bien, ha comprado muy buenos terrenos ahí, siembran alfalfa y tiene bombas para regar los alfalfales y todo eso. Y creo, me parece, me dijeron que trabaja en una compañía americana. Luego el que es trabajador y quiere hacer un porvenir, lo hace. Hay muchos que tienen restaurantes, tienen negocios mexicanos, ¿por qué?, porque les gusta trabajar y quieren también salir adelante.
VD: Claro. A usted así le hubiera gustado.
LS: Claro que si yo me voy a dar, quiero pues, hacer y deshacer de mi vida la, la puedo hacer acá y allá también, ¿no? Hay muchos, ¿a qué se van?, andan ahí atravesando el río y los desiertos y llegan ahí a esto y no, no tiene caso que anden jugando, jugando esos albures. Si Dios me ayuda de que voy a un lugar, un buen trabajo, yo me amacho ahí, voy a ver qué puedo hacer yo con mi familia, o a ver equis. Pero hay muchos que tienen otra forma de pensar.
VD: Para trabajar ahí, vivir allá, ¿a usted le hubiera gustado que su familia creciera allá?
LS: Pues sí, porque también allá digo pues, como le digo a usted, si uno se quiere ___(?), puede uno comprar una casita y un buen trabajo, uno su mujer, porque allá también trabaja la mujer. Yo lo he visto con los chicanos, de allá, los que hay muchos. Pero bueno, ellos tienen otra opción, son familias grandes de cinco o seis hijos, todos trabajan, en tiempo de verano, todos trabajan, desde el más chiquito al más grande. Se hacen de cantidad de dinero, tienen sus coches, sus camionetas, pa, pues ellos van buscando, van buscando dónde ganar más buen dinero, buenos trabajos y se hacen de dinero. Pero da el caso que se viene el invierno y nomás están ahí con, con calefacción, la televisión, o vámonos al cine, vámonos a otro condado a darnos la buena a un restaurán, a [Kentucky] Fried Chicken o a las hamburguesas, a un buen cine, buenas comidas, así se la pasan. Y llega otra vez el verano a trabajar como negros, para cuando se viene el invierno otra vez. A mí no me gusta eso. Es la vida de ellos ahí, que andan de aquí allá, de aquí allá. O dígame usted si no es así.
VD: Claro. Y en el tiempo que usted estaba allá, señor Liborio, ¿qué era lo que más echaba de menos de México?
LS: Bueno, eché de menos simplemente las comidas. Allá por mi tierra, ¿no?, las comidas que hay y a todo eso se le echa de menos.
VD: ¿Qué le daba nostalgia por allá?
LS: Luego por ejemplo, muchas veces no está uno acostumbrado a agarrar un sartén y guisar o lavar uno la ropa o simplemente plancharla. A eso le echa uno de menos. Y ahí tiene uno que hacerlo, sí.
VD: ¿Alguna vez, señor Liborio, le entró una nostalgia fuerte como para querer abandonar su contrato y regresarse a México?
LS: Pues casi no, porque yo siempre me acoplé a los trabajos y no, no tuve por qué andar este, andar, ¿cómo que le dijera yo? Este, echando malaya de que esto o lo otro, no, siempre tuve yo las buenas intenciones de, pues de hacer las cosas bien y de no tener pues alguna intención así mala para mí.
VD: Y señor Liborio, usted que estuvo yendo pues hasta el último año que hubo contrataciones, ¿ya después no hizo ninguna intención por irse después?
LS: Pues yo casi, pues sí echaba de menos, porque llegué acá y no era igual el sueldo, al que percibía uno allá, y todo pos sí, siempre batallé, pero pos ya, ya entré yo a la empresa, casualmente aquí tengo yo el nombre de la empresa donde, donde trabajé.
VD: Regresando de bracero.
LS: Sí, tengo una, una...
VD: Y ya desde que usted regresó...
LS: Tengo una carta de la empresa, cuando ya, por ejemplo, dejé de prestar mis servicios. Aquí tiene una simple réplica.
VD: A Vanart, entró usted a...
LS: ¿Esto sabe dónde está?, adelante de Querétaro está. Pero está sobre la carretera a la que va a San Luis Potosí. Está por, más bien está en jurisdicción de un pueblo que se llama San José Iturbide, pero es jurisdicción de Guanajuato. No, yo con esta empresa tengo buenos antecedentes, conozco al gerente que es Henry Santamaría, es americano.
VD: Aquí entró, señor Liborio, regresando de bracero.
LS: Sí, los dueños, ahí salí yo, presté mis servicios, veintiún años estuve trabajando con esa empresa, tengo muy buenas referencias. Y esa compañía es la dueña de la Pfeiffer de medicina que está en Toluca. Son los dueños de la Vanart, la Pfeiffer. Todavía tuve yo la dicha de ir al hotel ese romano, ahí frente al hemiciclo a Juárez. Ahí nos hacían a nosotros la comida, realmente cena y baile.
VD: En el fin de año.
LS: Pisé, pisé yo ese lugar ahí. Ahora pos quedó, quedó en la nada por el temblor.
VD: Y, señor Liborio, entonces cuando usted llegó y se encontró el trabajo aquí, ¿ya no hizo por irse a Estados Unidos sin papeles?
LS: Pues ya no porque, porque yo, porque aquí, inclusive aquí teníamos nosotros comedor.
VD: Le iba bien ahí en su trabajo.
LS: Aquí, aquí teníamos comedor. Y luego pues, pues luego a veces trabajaba yo el sábado, si me dan tiempo extra, porque aquí en Vanart nomás trabajábamos semana inglesa, hasta sábado, ya, no, hasta viernes. Ya si trabajaba uno sábado, ya era un tiempo extra.
VD: Le pagaban extra.
LS: Y yo muchas veces llegué a trabajar. Y luego sobre todo que pues, luego le dan el seguro a uno, ahí que se, la señora digo, da a luz y pues el seguro lo ayuda a uno.
VD: Le dan las prestaciones.
LS: Todo, todo es ayuda, por eso ya, pos yo ya, ya poco aprecio hice.
VD: Y se quedó ahí…
LS: Y más ahora de, si tengo la pensión es por sensatez allá, ya por la edad que acumulé ahí y todo eso, alcancé yo la pensión. Ahora también lo de otro tema, no está por saberlo, el viernes, tuve yo que ir por la nueva tarjeta, para cobrar.
VD: Ah, sí, me estaba comentando.
LS: Es que yo, yo no muy tonto, fui yo allá a donde está la licenciada esta, Blanca Estela Tejada, tiene la oficina allá en Tacuba, Tacuba 98. Fui yo porque miles de veces este, nos dijo: “No acepten la tarjeta de plástico porque es un problema muy serio”. Pero ya ve la gente que luego se deja, se deja sugestionar, por ahí andan preguntando equis, yo si no, no estoy consciente a lo que estoy haciendo, yo voy. “Y a ver, me infórmeme cómo está esto”. Es como el caso que tenemos nosotros ahí de La Ciudadela.
VD: Claro.
LS: Voy yo para informarme, yo no voy a andar preguntando de, de con otros: “Oye, oye, ¿qué dialogaron ahí, o cómo, cómo va esto?”.
VD: Claro, hay que estar ahí.
LS: Y así pasó ahora con la tarjeta de pensión, por eso no van, sino se van a lo que dice la gente y es malo.
VD: Claro, después no se sabe.
LS: Ahora ya inculcaron eso. Ahora hay que ir a cobrar a los Bitales, pero yo no sé, como no he cobrado nunca ni nada, pero sé de muchos que sí. Dicen que, por ejemplo, cuando hay un saldo así corto de $30 ó $40 que no se los echa la máquina, entonces, ¿quién le va a pagar eso?
VD: Claro.
LS: O, ¿cómo se le hace pa cobrar eso?
VD: Se le va acumulando.
LS: A ésas vamos, digo.
VD: Ah sí, pues sí, señor Liborio, efectivamente tiene uno que estar ahí al pie del cañón, si no informándose en persona, ciertamente, sí, si no, no, por eso, pues ya ve, nosotros así hacemos nuestras juntas para que la gente esté informada directamente, ¿verdad?
LS: ¿Qué?, ¿otro poquito de refresco?
VD: Ah, sí, ahorita, no se apure, señor Liborio, nada más le quiero preguntar, ya por último, señor Liborio, después de pues los varios años que usted estuvo allá y de que pues ya pasó también un buen tiempo de eso, a la distancia, ¿cómo se siente usted de haber estado por allá como bracero?, ¿qué recuerdos le quedan a usted?
LS: Pues mire, tengo mucha, muchos recuerdos de, pues no es que no ve que también uno se engría con sus patrones, con eso que lo tratan bien y todo eso pues, pues sí, a veces digo, no, pues ni hablar, todo tiene su límite, ya uno pues ya, pues ya dio uno todo. Entonces hay que conformarse con, con este, con lo que Dios le ha dado a uno de conocer varios lugares, de hacer muchos trabajos, de que los hizo, no es de que a ver si los puede uno hacer, los hizo uno. Y todo eso pues le queda a uno en su mente como un recuerdo ya, sí. Pero lo que más se lamenta digo, y no nomás yo, digo, de este dinero que está ahí.
VD: Del fondo de ahorro.
LS: Pues sí, porque ahorita muchos lo necesitamos, de los que ya no trabajamos. Bueno, ciertamente él está persignado [resignado], pero es una babatela lo del seguro. Usted por ejemplo, dice: “Bueno”. Yo por ejemplo en el caso mío, digo: “No, pues trabajé, yo quisiera hacer otras cosas, pero lo principal es esto”. Y sí está, pero a ver que lo den, digo es el problema. Y muchos, a un hecho positivo esos de, sobre el fondo que hay.
VD: Pues yo quiero pensar que sí.
LS: A usted en su modo, en su modo de pensar de usted.
VD: Fíjese, señor Liborio…
LS: Le doy otro poquito de refresco.
VD: Espéreme es que trae puesto éste. Yo nada más le quiero agradecer muchísimo todos sus, pues su tiempo y sus recuerdos compartidos una vez más.
LS: No, pues no hay, no hay, no pues, ¿cómo le dijera yo?
VD: Una vez más muchas gracias.
LS: Pos, digo yo soy tan así le digo, pues le doy las gracias porque usted ha venido aquí a, a mi dichosa ___(?), sea de un modo o de otro, no, a investigarme y esto para mí digo, pues cuenta mucho.
VD: No, pues al contrario, a usted por abrirme las puertas de su casa, señor Liborio, muchísimas gracias.
LS: Es, es su casa de usted, digo, cuantas veces quiera venga.
VD: Muchas gracias.
LS: Aquí tiene un, ___(?).
VD: No, muchas, muchas gracias.
LS: Ay, señor.
Fin de la entrevista
Interviewer
Domínguez, Violeta
Interviewee
Santiago Pérez, Liborio
Location
Mexico City, México
File Name Identifier
Santiago_Perez_MEX018
Citation
Domínguez, Violeta and Santiago Pérez, Liborio, “Liborio Santiago Pérez,” Bracero History Archive, accessed November 25, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/128.