Bernardino Vilchis César

Title

Bernardino Vilchis César

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Bernardino Vilchis was born in Cuernavaca, Morelos, México; he grew up in a middle class family, and later worked as an electrician; he joined the bracero program in 1943, and worked in Arizona as a railroad line laborer.


Summary of Interview: Mr. Vilchis recalls growing up in Cuernavaca, Morelos, México; he states that his family was part of the middle class in México, and he was trained to be an electrician; additionally, he remembers joining the bracero program to prove to himself that he could do hard physical labor; he worked in Arizona as a railroad line laborer from 1943 to 1948; he relates the bad impression he initially had of the program because of the train ride he was forced to endure to Querétero, Querétero, México in a dirty cattle car; furthermore, he describes the hiring process there, the contract he signed, and his arrival at the bracero camp; he details what daily activities they did, the horrible food they ate, the housing they had and the work they did; moreover, he explains how he learned English, and became the interpreter for braceros when they went into town; he also helped illiterate braceros write letters; beyond these memories, he discusses the good treatment they received from foremen, the wages they made, and the difficulty of working in extreme weather; he also reflects on the way many promises made to them were broken, and how the Mexican government defrauded them of their savings; he explains why he decided to return to México, and how he has mixed feelings about the program.

Creator

Domínguez, Violeta
Vilchis César, Bernardino

Date

2002-04-15

Subject

Bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Bernardino Vilchis César

creator (Spanish)

Domínguez, Violeta

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

1:22:00

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Bernardino Vilchis César
Fecha de la entrevista: 15 de abril de 2002
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez

El día de hoy es 15 de abril del 2002 y esta entrevista se realiza en casa del señor Bernardino Vilchis.

VD: Señor Bernardino, lo primero que le pregunto, un poquito de sus antecedentes, antes de que usted fuera bracero, ¿a qué se dedicaba?

BV: Yo era este, mi oficio electricista, tenía yo el oficio de electricista. Entonces salí contratado a la montada de una fábrica de cemento en Jiutepec, Morelos, entonces ahí al terminar la construcción, nos dieron la facilidad de este, de tomar un, pues una ficha para irse uno de braceros. Entonces opté por este, por agarrar la ficha esa y salimos de Cuernavaca. Fue en 1943 seguramente, de Cuernavaca salimos a este, a Querétaro.

VD: ¿Cómo salió a Querétaro, en tren se fue?

BV: En tren. Debo recalcar que el tren que nos pusieron desde ahí, es la primera queja que voy a ponerle sobre de esto. Nos dieron unos vagones de ganado sucios, malolientes y todo y nos pusieron ahí en la estación de, en la estación de Cuernavaca.

VD: En Cuernavaca salió usted.

BV: Salimos en la madrugada ahí de, ha de haber sido del, en septiembre del [19]43. Entonces los, las, eran una jaulas de ganado malolientes, sucias que nos llevaron hasta Querétaro. Yo, empezando ahí yo ya, ya mero desistía yo de ver el trato que se les, que se nos estaba dando.

VD: Cuando ustedes llegaron a la estación, ¿usted estaba en alguna lista, o con la ficha que tenía era suficiente, o quién le había dicho que estuviera ahí?

BV: Nos daban una ficha para presentarla en Querétaro. Con esa ficha nos hacían el examen médico y a la aceptación se firmaba el contrato ahí en Querétaro.

VD: Ah, de acuerdo. Entonces usted con esa ficha tomó el tren que dice que era un tren sucio de ganado.

BV: Sí, sí, con esa ficha ya teníamos derecho ya a viajar a Querétaro.

VD: Y llegando a Querétaro, ¿se acuerda dónde fue el trámite de contratación?

BV: Bueno, pues tenían una, una oficina ahí provisional en donde hacían el examen médico, donde nos hacían preguntas, nos examinaban este, de todo a todo y una vez aceptados del examen médico, pues nos hacían lo del contrato. Firmábamos el contrato y ya estaba un tren, ahí sí el tren ya era de, pues para, para gente, ¿no? Era un tren más o menos decente y el trato empezó a ser un poco diferente ahí.

VD: ¿De parte de quién, de todos?

BV: De parte de los contratantes, ¿verdad?, de la compañía, de Sur Pacífico [South Pacific, Railroad Coast], me imagino en este caso. Entonces ahí la ruta era para salir por Nogales, entonces el trato sí ya fue distinto, ya este, era, eran pues vagones de, de...

VD: De pasajeros.

BV: Para, para gente, ¿no?

VD: ¿Se fue usted directo a Nogales de Querétaro?

BV: Directo. Me acuerdo que un 15 de septiembre llegamos a Nogales en la noche, por eso de lo del 15, es una fecha movida.

VD: Sí, sí es.

BV: Llegamos en la noche a Nogales, pasamos y ya para el 16 en la madrugada ya nos estaban esperando en un campamento, ahí tengo anotado ahí, Extragrán número 81, me parece.

VD: Ochenta dice aquí, sí.

BV: Número 80, Bowie, Arizona. Ése fue el primer campamento a donde, a donde nos recibieron ahí.

VD: Llegó usted hasta...

BV: Eso fue el 16 de septiembre, llegué yo ahí al campamento. Extragrán número 80, me parece. Eso es de lo que me acuerdo, porque los papeles, como le digo este, me los robaron y no tuve manera de… Sólo conseguí rescatar, eso fui a la embajada de Estados Unidos en México y rescaté el número de seguro social.

VD: Que está aquí, 724-10-6927.

BV: Rápidamente me encontraron ahí. Me dijeron: “Éste era su número”. O sea que eso demuestra mi estancia.

VD: Claro.

BV: Mi estancia allá.

VD: Claro. Entonces este, señor Bernardino, cuando a usted le ofrecieron esta ficha para irse como bracero, ¿usted vivía con su familia o vivía solo?

BV: Vivía yo solo.

VD: Y, ¿qué lo animó para enlistarse?, ¿qué le animó para irse?

BV: Bueno, pues en realidad yo tenía mi oficio, no tenía yo necesidad de, pero tenía yo el afán de conocer el mundo, viajar, tener nuevas experiencias y esas cosas. Porque yo tenía mi oficio, era yo mecánico electricista.

VD: Aquí tenía, hubiera conseguido otro trabajo.

BV: Fácil, fácilmente. Pero mi idea era conocer y saber el estado, cómo estaban nuestros compatriotas trabajando allá.

VD: ¿Qué había escuchado usted?

BV: Yo ya, yo ya tenía conocimientos elementales de inglés. Entonces todo eso me, me hizo, dije yo: “En algo puedo ayudar a mis compatriotas allá”, y así fue.

VD: ¿Dónde había aprendido usted un poquito de inglés?

BV: Pues en yo estuve en escuela primaria, estuve en, allá en el poblado de San Rafael, Estado de México, en la fábrica de papel de San Rafael. Ahí hice mi primaria y tuve estudios de pues elementales de inglés.

VD: De la escuela se le, ¿tenían una maestra?

BV: No, particulares.

VD: Particular.

BV: No, de la escuela no, pues primaria.

VD: Claro.

BV: Entonces, entonces ahí este, con todos estos conocimientos, con un oficio y sabiendo algo de inglés, fue lo que me animó a ir. Pensé que allá podía yo desarrollar mejor este, y como posteriormente fue, porque yo llegué al, al campamento, pues al pico y pala, ¿no? Posteriormente hubo oportunidad de demostrar este, en el campamento se descompuso una ocasión un motor de la bomba del agua y entonces este, duramos como ocho días sin agua, sin, sin duchas, sin bañarnos, sin, sin nada. Entonces ahí uno de los encargados preguntó en los comedores: “¿Quién de ustedes sabe más o menos algo de mecánica?, algo de este, para arreglar este problema?”. Entonces yo dije: “Bueno pues”, volteé por todos lados, nadie. Levanté la mano y fui ahí mi primer trabajo mecánico que hice yo allá, arreglar la bomba y a partir de ahí ya tuve otro trato distinto, porque les arreglaba yo todos los enceres [quehaceres] domésticos, eléctricos, instalaciones, cuestiones mecánicas de, de todo eso. Entonces, tuve otro trato distinto y un trabajo más, vaya, más, más este, menos, menos forzado.

VD: ¿Ese trabajo se lo pagaban aparte?

BV: No, no, no, no.

VD: Parte de su labor.

BV: Ésa, ésa es una cosa que puede quedar pendiente ahí, eso de que yo realmente era como encargado del mantenimiento del campo. Éramos como ochenta gentes ahí más o menos y a partir de ahí me quedé como, como jefe de mantenimiento de todo el campamento. Entonces todo lo que se necesitara de servicio, de agua, de luz, de mecánica, de todo eso.

VD: Cuando usted se fue señor Bernardino, ¿había escuchado algo de cómo les iba a los braceros por allá?, ¿había escuchado?, ¿qué se escuchaba de los braceros?, ¿cómo se imaginaba que iba a estar allá trabajando?

BV: Bueno, yo sabía precisamente que tenían problemas, mis compatriotas tenían problemas muy duros precisamente por la, por la este, el grado de escolaridad, que la mayor parte eran este, analfabetos casi. Y entonces ellos estaban sujetos a, no podían ni protestar ni nada, no sabían ni hablar y menos por el idioma, menos se les facilitaba. Muchas gentes de ellos, compañeros míos en el campo, ni regresaron, no aguantaron ni un contrato, ni seis meses, porque cada seis meses renovábamos este, renovábamos contrato. Yo así estuve renovando uno por uno. Pero había muchos de mis compañeros de trabajo que no, no aguantaban pues la nostalgia, la tierra, los hijos, todo eso. No, no aguantaban este, el trato, el trabajo duro y ni siquiera terminaban muchos este, los seis meses, el contrato reglamentario, forzoso, casi. Pero muchos desistían y se regresaban.

VD: Y entonces, ¿usted sabía eso desde antes de irse?

BV: Sí, todo eso sabía yo. Y entonces yo precisamente pensé que en algo podía yo aliviar a este, digo, por lo menos facilitar la estancia de, de muchos. Como fue, yo les hacía sus cartas, se las llevaba yo al correo, establecí yo comunicación con los familiares, porque no sabían ni escribir muchos. Los llevaba yo a un restaurant, de compras, no sabían cómo comprar algo y traía yo como diez o doce gentes siempre. Querían viajar, sacaban sus pases, yo iba como guía de un grupo, del grupo. Entonces en parte para mí esa estancia allá fue satisfactoria en, en ese sentido de que pude aliviar un poco la estancia de mis compatriotas allá en...

VD: ¿Usted no tenía algún temor de antes de irse?, ¿alguna preocupación de cómo fuese a ser su trabajo allá?

BV: No, sí, desde luego yo sabía que el trabajo era, era muy duro y este, mi condición física, pues realmente no, en ese tiempo era yo muy delgado. Yo sabía que a la, pero carácter duro mío, dije: “Sí puedo”. Y pude. La prueba está que me aventé este, pues cerca de cinco años.

VD: Claro, varios contratos, sí.

BV: Sí está, sabía yo que el trabajo era muy duro. Pero también iba yo confiado en mis conocimientos de, de este, de mecánica, de que sea en mi oficio. Dije: “Allá me puedo desenvolver”. Y luego a los tres meses ya hablaba yo el inglés este, totalmente.

VD: Cuando llegó allá.

BV: Cuando llegué yo. A los tres meses ya este, puro inglés hablaba yo allá.

VD: ¿Recuerda usted algunos rumores que había sobre la guerra? ¿La guerra le ocasionó alguna vez algún temor? El hecho de que Estados Unidos tenía como participación importante en la guerra, ¿alguna vez le ocasionó algún preocupación eso, algún temor?

BV: Pues no, digo, estábamos conscientes de que la guerra este, de que éramos, era un grupo de países aliados a Estados Unidos en este caso y entonces pues yo veía cierta, cierta obligación moral por decir: “En algo puedo ayudar, porque por cada soldado que salga de Estados Unidos, yo voy a estar en lugar de él en el campo o en el ferrocarril o en los talleres, en lo que sea”. Ése, ése era mi idea de cooperación.

VD: Entonces desde que usted tomó el tren en Querétaro, ¿había ahí personal de la compañía, de la compañía de Sur Pacífico? ¿Ellos eran los que los recibían a ustedes, o quién se encargaba?

BV: Me imagino que sí, digo, porque como son, es la parte contratante, se supone que venía personal del ferrocarril Sur Pacífico porque ésa, ése, ¿cómo dijera yo? Ese grupo de braceros que salimos ese día, todos íbamos destinados al ferrocarril Sur Pacífico, pero no teníamos el lugar, el lugar preciso de dónde íbamos a, nos iba a tocar.

VD: No sabían todavía.

BV: No sabíamos. Ellos se encargaban de ir, por ejemplo nosotros llegábamos el 16 de septiembre ya en Estados Unidos, en Bowie, Arizona, ahí en la madrugada paraba el tren, subía personal, me imagino que del ferrocarril y nos decía: “Ahora de tal, de tal carro a tal número así. Se bajan aquí, aquí los van a recibir, en el campo este”, y ya había gente ya pa recibirnos. “Hágale usted espacio por acá”, y ya nos daban alojamiento, nos decían: “Aquí, aquí está su cama, su catre”. Claro que eran colchones ahí rellenos de paja. No, muy, muy incómodo, el clima tremendo en pleno Arizona. Es el más cálido de Estados Unidos. Y fríos tremendos también, eran muy, muy...

VD: Muy extremo.

BV: Muy extremoso. Entonces nosotros llegamos ahí este, sabiendo que íbamos contratados por el personal del ferrocarril Sur Pacífico.

VD: Y, ¿recuerda usted personal de la compañía que los acompañara durante el viaje, en el trayecto?

BV: No, no, no, pues hace tantos años y luego perdí, perdí toda mi documentación, todos mis papeles.

VD: Pero, ¿recuerda usted si había alguien de la compañía que los, o sea los que les proporcionaban alimentos?

BV: Bueno, mira precisamente aquí en ese escrito marco de mis recuerdos que puede, que pueden este, guiarse para cuestión de archivos, para ratificar mi este, mi presencia ahí en ese campo.

VD: Claro.

BV: Fue que nos recibió el mayordomo Ruperto Vázquez y su ayudante, su hermano Manuel Vázquez.

VD: ¿Ellos hablaban español los dos?

BV: Son americanos, nativos de allá, mexicanos, méxico-norteamericanos. Los dos tenían su domicilio en Tucson. Digo, me acuerdo de eso porque frecuentemente me invitaban con ellos a su casa a Tucson. Pues esos son los recuerdos que más o menos.

VD: Claro, de la gente que lo recibió. Con este señor Ruperto y Manuel Vázquez, ¿con ellos fueron su mayordomo y ayudantes con los que estuvo trabajando todos los contratos?

BV: No, no todos.

VD: ¿Le cambiaron?

BV: Sí, íbamos cambiando. Sí, estuve en varias localidades, estuve en, estuve en Bowie, luego luego nos fuimos a este, Nogales. Ahí estuve con este señor Ruperto Vázquez, con el mayordomo, en Nogales, Arizona. Luego estuve en Benson, Benson, Arizona, estuve en Yuma, estuve en Tucson. Íbamos cambiando ya de, de campamentos a otro tipo de, de trabajo de ferrocarril más, más técnico, más, más. Entonces mi último trabajo fue en Tucson Arizona, ahí fue cuando me regresé acá a México, de Tucson precisamente.

VD: Cuando usted llegó allá a Estados Unidos, ¿se acuerda qué impresión le dio por la primera vez que vio que estuvo ya en suelo norteamericano? ¿Era como se lo imaginaba o se lo imaginaba usted distinto?

BV: Bueno, yo conocía, digo, me ha gustado siempre leer periódicos, el radio, la radio, la televisión, entonces el mundo no es extraño para nosotros, sabemos el tipo de vida. Y además sabía yo el tipo de vida que me esperaba en el trabajo, que no era, no era este, no era tan sencillo, era duro.

VD: Claro.

BV: Pero la vida citadina, la de la ciudad, yo ya conocía más o menos este, la vida de una ciudad grande, como puede ser el Distrito Federal de México.

VD: Claro. ¿Me puede usted, si recuerda, describir cómo era uno de sus días de trabajo, señor Bernardino, desde que despertaba? ¿A qué hora despertaban?

BV: Bueno, la rutina diaria en el campamento empezaba como a la, a las seis de la mañana ya teníamos que estar levantados en el comedor, en los comedores colectivos grandes ahí. Ahí nos daban comida no, no muy buena desde luego, eso es otro detalle este, no era comida muy, muy este, aceptable desde luego. De ahí en unas trocas, que les decían allá las trocas, nos subían en trocas ahí como animalitos, ¿verdad?, amontonados y nos llevaban al lugar de trabajo. Esto era un campo de levante, levante para arreglar las vías, ahí trabajé un tiempo en el campo de levante. Entonces íbamos allá, estábamos, llegábamos como a las siete, ocho de la mañana, pues a empezar a trabajar duro. Ya pa las diez de la mañana ya era un sol tremendo. Y empezábamos con pico y pala a este, a clavar vías, con los martillos a hacer todo ese tipo de trabajo duro y ya para las doce o la una del día ya, ya no aguantábamos el calor durísimo. Eran jornadas durísimas, nos tenían que administrar pastillas. Me imagino unas pastillas de, de sal, pues estábamos deshidratándonos, pasaban con lo del agua y nos daban pastillas a cada rato, sólo así medio podíamos aguantar esto. Luego se llegaba la hora, la hora de comer. Se llevaban unos peroles, unos peroles de comida muy mala, de plano y casi a veces descompuesta por el calor y todo eso y nos daban ahí, nos formábamos, nos daban ahí en los platos, una cuchara y nos íbamos sirviendo en un mismo plato ahí en este, la sopa, caldo, la carne y ahí una piedra sobre los rieles ahí este, estábamos comiendo. Ése era hasta la hora de la comida. Después de comer ya este, pues ya terminábamos la jornada de trabajo, las ocho horas y regresábamos al campamento pues como a las dos, tres de la tarde, regresábamos ya al campamento y este, pues ya nomás a tirarse nomás uno a la, a la cama ahí al, a los colchones esos sucios que nos dieron. Eran unas tiendas este, pues muy, muy mal este, arregladas, la verdad. Unos colchones rellenos de paja, nosotros mismos teníamos que hacer los, los colchones, nos mandaban a un, a un depósito de paja y nos daban las fundas. “Y órale, ustedes mismos”. Ahí estamos rellenando los colchones y cosiéndolos ahí este, almohadas también de fundas de almohadas de paja.

VD: Ustedes los tenían que hacer.

BV: Eso era, eso era un día de rutina en Estados Unidos.

VD: Después de las tres de la tarde que llegaban, ¿a qué hora les servían su cena, se acuerda?

BV: Pues sí, ya la cena sería como a las ocho de la noche más o menos. Ahí tocaban ahí la campanita, ¿vedá?, y nos íbamos acercando ahí a cenar.

VD: En el comedor del campo.

BV: En el comedor del campo, sí. Y de ahí, bueno, pues ya terminaba un día de rutina de la cena, caíamos como muertos ahí en el este, no importaba la incomodidad de los colchones ni nada, caíamos como muertos ahí a este, a descansar.

VD: Claro.

BV: A las seis de la mañana otra vez, ¡tas!, pero eso era hacer el trayecto de todo el día el rutinario de trabajo.

VD: Y, ¿todos los días le tocaba hacer el mismo tipo de labor? Usted estuvo, ¿el campo de levante era el campo para ir cambiando los rieles, los durmientes?

BV: Los, los que estuvieran en mal estado, ir cambiando los cerrajes, los clavos, ir clavando de nuevo, arreglar durmientes. Muchos durmientes ya estaban, estaban este, volando solos así, había que rellenarlos con, con piedras y ése es el trabajo de levante, o sea levantar las vías a su nivel.

VD: Nivelarlas.

BV: Nivelarlas. Algunas partes bajas que estaban, entonces sí, ir arreglando los durmientes, meter, meterles ahí abajo, a macizarlas con piedras y írselas metiendo a presión, clavar nuevamente, ponerles el clavo nuevo a los durmientes y se terminaba ese tramo y luego al día siguiente otro. Y así íbamos levantando por, por...

VD: Iban avanzando.

BV: Por, por zonas.

VD: O sea que fue casi siempre un trabajo de mantenimiento.

BV: Mantenimiento de las, de las vías de la, del ferrocarril, sí.

VD: ¿Le tocó a usted alguna vez poner vías nuevas?

BV: Sí, sí, sí.

VD: Levantar también como nuevos caminos.

BV: Sí, ésa es parte de, ésa es parte del levante, por eso le decían campo de levante.

VD: O sea, además del mantenimiento, ¿sacar nuevas rutas también?

BV: Sacar no, había tramos que ya se necesitaba cambiar durmientes por ejemplo, o rieles, o las, las unían desde los rieles en mal estado, entonces, se arreglaba por tramos, se levantaban los rieles malos y había una, con maquinaria tenían ahí para colocar rieles nuevos, planchugas(??) nuevas, durmientes nuevos, todo lo que fuera necesario para el mantenimiento de la vía.

VD: Pero alguna vez en las cuadrillas en las que usted estuvo, ¿levantaron nuevas, o sea, caminos que no hubiera vía, que estuvieran llevando la vía por primera vez, o siempre fue más bien de mantenimiento?

BV: Pues era, era de mantenimiento, era un trabajo calculado para, digamos, para un periodo de una jornada. Digamos, se interrumpía, para no interrumpir mucho el tráfico de trenes, se calculaba los horarios de pasada de los trenes y entonces se decía: “Bueno, de tal a tal hora tenemos para levantar este tramo de aquí a un kilómetro, dos”, según. Y entonces se aprovechaba que no había paso de trenes, se arreglaba el tramo ése, se daba la vía libre y se daban las señales a los trenes que ya podían pasar y otro día había otro tramo en las mismas condiciones. Así era, así era el trabajo de levante.

VD: ¿Recuerda usted cómo era la relación con sus compañeros de trabajo con los otros braceros que estaban allá?

BV: Pues muy buena, desde luego este, como le digo, yo realmente yo iba con la, con la idea fija de tratar de ayudar a mis compañeros ahí en, en lo que más o menos pudiera. Por lo menos darme a entender con la gente en el, en el inglés, escribirles cartas a los familiares, porque todos, la mayoría de la gente era analfabeta, no sabía ni escribir. Entonces ése era, ésa era mi relación, buena digo, en lo que cabe, nos divertíamos juntos, nos íbamos al cine juntos, íbamos algún restaurant a comer por grupos, ésa era la relación, buena en general.

VD: Generalmente.

BV: Sí.

VD: Y, ¿con sus mayordomos, con sus capataces?

BV: Muy bien, la llevaba yo muy bien, digo, afortunadamente tuve la oportunidad, la oportunidad de este, de demostrar ciertas aptitudes para los inherentes a mi oficio, entonces eso… Yo les arreglaba los coches a los mayordomos, se los lavaba yo, les cambia yo aceite, les este, toda la serie de mantenimiento de los carros. Y entonces la relación con ellos era muy buena, inclusive me invitaban los fines de semana a sus casas los que vivían ahí en Tucson. Nos íbamos, pues a echarnos unos tragos por allá, divertirnos un rato y el lunes temprano regresaba yo con ellos al campamento otra vez. O sea mi relación con esas gentes de allá fue buena en general, o sea, muchos decían que los mexicanos de, nativos de allá eran muy duros con su raza, eran más duros inclusive que los mismos este, americanos, pues yo pude constatar que no, la verdad no, este, había un trato muy, muy, muy bueno.

VD: Usted tuvo entonces buena relación con ellos y, ¿recuerda en general entre los otros trabajadores cuáles eran las quejas más frecuentes que había entre los braceros?

BV: Las quejas más frecuentes son las que le decía yo antes, la, desde luego la incomodidad de las, la comida mala, la comida mala, prácticamente era muy mala la comida. Muchos estaban enfermos de, se enfermaban del estómago. Inclusive había, se nos daba algunos alimentos con ciertas sustancias para este, y nos daban diarreas y a todos generales, quiere decir que la comida, la comida este, le echaban algo. Sería para limpiarnos del estómago, para poder aguantar tanta porquería, ¿no?

VD: Creo que sí.

BV: Y eso, y eso era de las cosas que no, que no, no se soportaban mucho.

VD: ¿Alguna vez se organizaron para quejarse con el mayordomo, con el cocinero?

BV: Sí, sí lo hicimos y nos cambiaron de cocinero, nos mandaban, teníamos cocineros americanos, cocineros ingleses y por último nos trajeron unos de, de este, de Nogales, de unos de comida china, unos chinos que trabajaban en México y entonces era una comida más, más este, pues tradicional mexicana. Más, más este, eso fue lo que soportamos un poquito mejor, la comida más apropiada al estilo mexicano.

VD: Ya cuando les pusieron a estos nuevos cocineros fue un poco mejor la comida.

BV: Pues mejoró, mejoró un poco, pues al estilo de comida mexicana ya propia de uno, con los chilitos, los molitos, los...

VD: Lo que ya conoce.

BV: Los frijolitos, es decir, cosas de esas y ya más o menos le caían mejor al estómago de la gente, a lo que estaba uno acostumbrado.

VD: O sea que las quejas iban más por el lado de digamos, la calidad de vida o sea el alojamiento, la comida, este tipo de cosas que no...

BV: Pues no todos se quejaban porque como digo, mucha gente este, rancheros aquí de México, de rancho, acostumbrados a la pobreza, pues veían un colchón aunque fuera de paja y a lo mejor se les hacía bueno. Pero el otro tipo de gentes como nosotros que estábamos acostumbrados a otra vida, sí nos juntábamos, protestábamos y íbamos con el encargado hasta Tucson, el encargado del...

VD: Del campamento.

BV: Del campamento. Y hacíamos protestas, por eso nos iban cambiando este, cocineros. Llegábamos y protestábamos: “No, bueno, pues ya les vamos a cambiar al cocinero, les vamos a mandar más, más fruta”. Nosotros pedíamos todo eso.

VD: Y, ¿sí los atendían, es decir, les escuchaban las quejas que ponían?

BV: Sí, sí, la prueba está de que nos iban cambiando de cocineros. Hasta me acuerdo, hasta de llegar ahí a este, unos chinos tenían restaurantes en México, en Nogales, entonces fueron los que mejor resultaron ahí para la, a lo que está uno acostumbrado.

VD: Y, ¿con los cónsules, alguna vez se quejaron los cónsules mexicanos con las autoridades mexicanas allá, o nunca los vio?, ¿recuerda usted si visitaban el campo?

BV: No, no hubo problemas así mayores como para llegar a este, al consulado. Los problemas los resolvíamos prácticamente ahí con los dirigentes ahí de la comisaría.

VD: Y de esa manera se resolvía el asunto.

BV: Sí, problemas mayores no había, no había para, para ver al consulado.

VD: Y, ¿en el trabajo hubo alguna vez alguna queja? O sea, en el trabajo, en los campos de levante, en cuestión de salarios o de mal trato de los patrones, ¿hubo alguna queja entre los trabajadores o en general digamos que estaban a gusto con lo que hacían?

BV: Pues no, realmente en cuestión de salarios sí estaban, estaban mucho muy bajos en relación con la época, en realción con los demás salarios de otras gentes, sí estábamos muy por abajo, pero este, no, no recuerdo haber este, hecho alguna protesta seria. Nos iban, nos iban descontando el diez por ciento, ése el problema del, del que tenemos ahorita.

VD: Claro.

BV: Nos descontaban de nuestro salario semanal, quincenal, ya no me acuerdo bien, creo que era por quincena y dejábamos el diez por ciento de nuestro salario. Imagínate lo que, lo que dejarían digamos cinco años, de salario de cinco años, ese diez por ciento, ¿dónde se quedó?

VD: Claro.

BV: ¿Quién sabe?

VD: ¿Usted sabía que se lo estaban descontando?

BV: Sí, sí, es más, en el contrato, por eso te decía yo que sería conveniente conseguir un contrato, hay mucha gente de los que fueron.

VD: Sí, en el contrato está la clave, sí.

BV: Que conservan todavía todos esos papeles. Yo desgraciadamente no, no los tengo.

VD: Sí, sí, y ¿usted leía su contrato?, ¿usted leyó su contrato cuando se lo dieron?

BV: Sí, claro, sí, sí, sí. Digo, pero hace sesenta y tantos años que...

VD: Claro.

BV: Pues no me voy a acordar de cláusulas y de cosas. De lo único que sí me acuerdo es que nos descontaban el diez por ciento. Ahora cuando yo, cuando yo me regresé después de todo ese tiempo allá, nos prometieron que aquí en México nos iban a dar ese diez por ciento. Entonces nos citaron en un lugar aquí por este, no me acuerdo qué calle cerca de el cine Metropólitan consiguieron un local y entonces nos citaron a algunos dizque para darnos el este, el favor de diez por ciento. Mentira, nos dieron un anticipo, una pequeña cantidad y nos dijeron: “Ya se les llamará para este, para irles dando toda la cantidad total”. Y jamás nos volvieron a llamar y cuando íbamos al edificio ese, al local donde estaban haciendo eso, ya no se les pudo localizar por ninguna parte. Preguntábamos: “¿Dónde estarán ésas?”. “No, pues nomás alquilaron esas oficinas y desaparecieron”. Entonces nos dieron un, sí, a mí me dieron una pequeña cantidad, un anticipo pequeño. Dice: “Ya se les irá llamando para darles el, la totalidad”, y nomás una vez nos dieron un anticipo.

VD: Y ya nunca les volvieron a dar.

BV: Y nunca los localizamos. ¿Dónde quedó eso? Desgraciadamente no nos pudimos unir en ese tiempo como pa decir bueno, lo que estamos haciendo ahora.

VD: Claro. Y, ¿usted nunca fue al banco, al Banco del Ahorro Nacional, que era donde supuestamente les debían entregar el dinero?

BV: No, porque en primer lugar yo este, ya tenía trabajo en otra parte. Estuve trabajando en Zacatecas, tenía yo un buen trabajo allá en Fresnillo, entonces ya fuera de la ciudad, fuera, perdí, perdí el contacto totalmente de eso.

VD: Claro.

BV: Ya, ya no pude este, recuperar este… Ésa fue la triste historia.

VD: Claro, sí, sí pues ahora así pasó con mucha gente que ahora también nunca supo del dinero exactamente.

BV: Ahora, pasando a otra cosa, lo que yo considero de más importancia, más que esto, es precisamente la promesa que nos hicieron de que íbamos a sustituir cada soldado que saliera fuera en la guerra, en plena guerra íbamos nosotros, pues prácticamente estábamos llegando todos nosotros, éramos soldados, soldados este, en el surco y en la vía, ¿verdá? Éramos los soldados y que se nos iba a dar un trato preferencial en cuanto estuviéramos este, se terminara la guerra íbamos a ser como veteranos de guerra nosotros también, ésa era la promesa.

VD: ¿Quién les había dicho eso?

BV: Por eso te decía yo que no sé si en el contrato original venía algo de eso, pero en general yo supe de algunos que sí se les daba una pensión como veteranos de guerra.

VD: ¿De los mismos braceros?

BV: De los mismos braceros. Muy este, muy contados, pero sí supe que había algunos braceros que se les había tratado, ya pensionados como veteranos de guerra. Ah, así se, digo, y así, así los habíamos. Pero de eso había que verlo en el contrato a ver si, a ver si, si sí lo dice.

VD: Mire, yo he revisado el contrato y bueno, se hace mención de que el trabajo de los braceros es como una aportación del país, como contribución a la cuestión de la guerra.

BV: Sí.

VD: No se especifica exactamente.

BV: Como quiera que sea, yo creo que es muy, muy lícito y muy humano que hubiera una cierta compensación de cinco años de esfuerzos dedicados allá en la vía.

VD: Así es.

BV: Vida dura, calor, esto, que hubiera actualmente, aún cuando no existiera nada escrito, que hubiera una compensación este, ciertas prerrogativas, cierta indemnización. Ya no pensión vitalicia, sino simplemente alguna retribución.

VD: Claro, claro.

BV: En cierta forma.

VD: Y sí, mucha gente me ha comentado que al momento de contratarse, incluso cuando les explicaban a algunos los términos de su contrato, les decían esto precisamente, que ellos iban como soldados.

BV: Exactamente.

VD: Que ellos iban digamos en ese papel, ¿no?

BV: Sí, con cierta, cierta maña nos hacían creer todo eso, mas no, no tuvimos el tino de ver si estaba apuntado en el contrato.

VD: Y cuando usted estuvo allá, ¿sentía que lo trataban así?, ¿sentía que el trato que había hacia los bracero era como tal?

BV: El trato, digo, yo en particular el trato que tuve fue, fue muy bueno, digo, como persona que yo andaba en cualquier ciudad de los Estados Unidos, no tuve ningún problema con Migración. Nunca me paraban, nunca me hacían, siempre he traído mis documentos en la bolsa. Pero a otros compañeros sí, sí los traían pero este, pues los veían medio descuidadones o a veces medio este, ¿vedá?, en cantinas o esto y los traían este… Yo afortunadamente nunca, nunca este, no me quejo de eso, tuve un trato bueno de las autoridades de Estados Unidos.

VD: Y, ¿de la gente, los otros norteamericanos en general?

BV: La gente en general buena, sí. Sí, claro, no, no aceptan como no aceptan en ninguna parte del mundo a gente drogadicta o borracha, eso es lógico, pero gente que se presenta con una vida normal, decentemente, es bien recibido ahí en Estados Unidos, muy bien.

VD: ¿Recuerda algún problema de discriminación en algún lugar, que no les hubieran permitido el paso en algún restaurante?

BV: Pues me pasó esto, un caso de discriminación muy notorio. Una vez que yo y un grupo de compañeros, de braceros, salíamos de paseo con un pase del ferrocarril y yo los tenía que, desde subirlos al tren y esto y entonces el comportamiento tal vez de alguno de ellos no era muy adecuado, ¿vedá? Gente ranchera y entonces hubo, noté yo una discriminación ahí en el tren, con personal del tren, personal de la raza negra precisamente y nos quería bajar. Tal vez algún, alguno de los que fuimos no se portó a la altura y este, nos querían bajar del ferrocarril. Entonces ahí gracias a que yo ya hablaba inglés, hablé con ése y lo convencí y ya, ya nos dejaron proseguir el camino de regreso en el tren a nuestro campamento. Ése fue el único caso de que nos querían este… Pero afortunadamente no hubo tal.

VD: No, se resolvió en el momento.

BV: Se resolvió.

VD: Y en general, ¿ustedes entraban a los restaurantes con todo tipo de gente, o los segregaban?

BV: Pues sí había cierta distinción, cierta cosa pues en los comercios había una vigilancia más estrecha, pues es lógico, con gente extraña, no sabe qué costumbres pueden tener, ¿no? Que había mas vigilancia de la debida, eso es lo que notábamos nosotros que nos vigilaban más que a los compatriotas, ¿vedá?, pues con razón.

VD: Eso fue, usted siempre estuvo en Arizona, ¿verdad?, trabajando en...

BV: Estuve, estuve en todo Arizona, nomás los cuatro, cinco años estuve allá en Arizona, desde Nogales, estuve pasando por Bowie, Arizona, Benson, Yuma, Tucson. De ahí de Tucson ya me regresé yo, tuve una enfermedad del estómago por la comida mala, estuve hospitalizado en el hospital de Sur Pacífico como dos meses. Fue por la comida mala, eso fue lo que me hizo regresar, yo ya era residente, ya tenía yo la residencia.

VD: ¿Había conseguido papeles como residente?

BV: Me los iban ya a dar, ya estaba, todo estaba arreglado para que mi residencia, ya estaba este, pero dos meses en el hospital bajaron mis defensas totalmente. La depresión, la nostalgia, se me juntó todo eso y dije: “No, vámonos”, fue cuando me regresé yo aquí a este, a México, pero enfermo, enfermo del estómago. Estuve hospitalizado dos meses en Tucson.

VD: Ah, mucho tiempo. Para ser el estómago es mucho tiempo.

BV: Entonces todos esos sacrificios yo creo que vale la pena alguna, alguna compensación, alguna cosa, ¿no?

VD: Claro, claro. Sí, en especial si en ese plan les decían que iban como soldados.

BV: Soldados, sí, sí, sí.

VD: Y recuerda usted cuando estaba allá, señor Bernardino, ¿qué noticias les llegaban de la guerra?, y, ¿cómo se enteraban ustedes de lo que estaba sucediendo, o no se enteraban?

BV: Bueno, pues desde luego por la radio estábamos este, yo siempre estaba al tanto de la política, de la guerra y de todas esas cosas, estaba uno interesado, lo que le pasa a Estados Unidos, lo resiente México. Y entonces estaban interesados en, con lo que le pueda, lo que le pueda pasar a México, ¿vedá?, más tarde, más temprano. Entonces por la radio, por los periódicos siempre estaba uno enterado, sobre todo de la Guerra Mundial, pues. Estaba enterado de los avances de la guerra, cómo va la guerra, esto y el otro.

VD: ¿Qué estación de radio escuchaba usted, se acuerda?

BV: ¿Cómo?

VD: ¿Qué estación de radio escuchaba, recuerda?

BV: No, pues yo me acuerdo en el campamento pues teníamos nuestros radiecitos y eran estaciones de, de allá de Estados Unidos, ¿no?

VD: ¿En inglés?

BV: En inglés, sí.

VD: ¿El radio era de usted, o del campamento?

BV: No, era mío, sí, sí.

VD: Usted lo había comprado.

BV: Sí, sí, yo tenía mi radio y estaba yo enterándome de todo. Yo oía hablar el inglés y lo entendía perfectamente, entonces todo los noticieros, todas esas cosas las entendía yo perfectamente bien.

VD: O sea usted escuchaba el radio en las tardes que regresaba.

BV: En las, en las tardes sí, sí la música pues, pues es general. Oía uno música o noticias. En ese tiempo de guerra, pues principalmente, los noticieros, ¿verdad?

VD: Claro. Y los periódicos que leía, ¿también estaban en inglés?

BV: Pues de periódicos sí, como estábamos aislados en campamentos, no, no llegaban este...

VD: Los periódicos.

BV: No llegaban los periódicos.

VD: Era sobre todo…

BV: Sólo…

VD: Por la radio era entonces.

BV: Por la radio nada más este, escuchábamos cómo iba el mundo.

VD: Y, ¿había interés por parte de los otros trabajadores en saber qué estaba pasando, o no a todos les interesaba?

BV: Pues no, realmente este, muchos no se interesaban por lo que pasaba en el mundo, se interesaban por lo que pudieran pasarles a ellos y el porvenir de sus gentes que habían dejado aquí en México.

VD: Claro.

BV: Eso era todo, todo su interés.

VD: Y estando allá, ¿sus jornadas eran de lunes a viernes?

BV: De lunes...

VD: O, ¿trabajaba también los fines de semana?

BV: Lunes a viernes era, sí.

VD: Y, ¿recuerda qué hacía los fines de semana para distraerse, o ustedes se tenían que lavar?

BV: Pues nos juntábamos un grupito de gentes más o menos afines amigos y nos íbamos por ahí a comer a algún restaurán, al cine, nos cambiamos, nos poníamos, claro no andábamos tan descuidados, ¿vedá? Teníamos nuestra ropita y nos íbamos y este, éramos bien recibidos en los cines, en sobre todo por las, los mexicanos allá este, pero bien, bien apreciados por las mexicanas más. (risas)

VD: Claro, ¿recuerda usted cómo era la relación con las mujeres allá?

BV: Muy buena, muy buena, le digo. Sí, yo afortunadamente en eso tuve ciertas experiencias amorosas con este, había una señorita que trabajaba en el, era telegrafista en el este, en el ferrocarril. Precisamente en una estación ya para llegar a Yuma, había una estación este, en el desierto. Esta señorita trabajaba ahí en el, había una estación en el ferrocarril y ya sabía la hora que yo iba a verla y les daba la señal a los ferrocarrileros que pasaran lentamente ahí por este y ahí me enganchaba yo, y ya me veían ahí, me veían ahí parado los maquinistas. Ya sabían que la siguiente estación era donde estaba esta muchacha, Juanita.

VD: ¿Ella era de allá, o también era mexicana?

BV: Nativa, nativa de allá, padres mexicanos, era la telegrafista de ahí.

VD: ¿Hablaba español ella?

BV: Sí, cómo no, muy bien, sí. Español e inglés mejor, pues estudió allá y allá nació. Así es que esas relaciones también pues son de tomarse en cuenta, ¿verdad?, porque pues mucho de eso, pues las mexicanas de allá, nativas de allá, éramos bien, bien apreciados.

VD: ¿Sí convivían con ellas?

BV: Sí, cómo no, sí.

VD: Y, ¿con los hombres?

BV: Formábamos, formábamos equipos. Yo jugaba béisbol en ese tiempo. Béisbol, fútbol, esos son mis deportes favoritos, entonces había grupo de los chicanos nativos de allá de Estados Unidos, nos invitaban a este, y veían que les iba a uno bien al juego y nos buscaban, nos buscaban para juegos ya formales de… O sea fue una convivencia muy buena con los grupos de mexicanos nativos de allá.

VD: Y, ¿eso era un convivencia que se daba en sus fines de semana sobre todo, o también en las tardes?

BV: Regularmente los fines de semana que había juegos que había, organizábamos juegos de béisbol, de sóftbol, se jugaba mucho allá con las… y bailes, los 15 de septiembre, las fechas, allá las festejábamos muy bonito y nosotros entrábamos allá al este, a echarle vivas a México, ahí porras y baile y baile, se la pasaba uno bonito.

VD: Y en ese tiempo que estaba allá con éstas, digamos esta buena convivencia que tenían, ¿había algo que de todas formas que usted extrañara de México, que le diera nostalgia en especila, o estaba usted, digamos, que en general tranquilo, a gusto?

BV: Pues la verdad es que yo fui con la idea de hacerme residente de Estados Unidos. Una vez que vi que me trataban bien, que sí me aceptaban bien, entonces yo lo que pensaba era en la residencia de Estados Unidos porque ahí el que, el que trabaja, el que se porta bien, se le trata muy bien y se le aprecia y se le quiere. Entonces ésa era mi idea, nomás que con la enfermedad que me dio por los alimentos malos, tuve una depresión tremenda y una baja de este, le digo eché polvo. Entonces, con la nostalgia de México y todo eso, me regresé otra vez a México pero yo ya tenía lista la residencia allá.

VD: Entonces, ¿alguna vez le dio esa nostalgia antes durante los cinco años que estuvo como con ganas de abandonar su contrato y regresar a México?

BV: Bueno, pues sí, a ratos desde luego sí, sí este, en ciertos momentos de depresión pues sí se acuerda uno de sus familiares, de sus padres, sus hermanos, la vida, sí entra nostalgia, pero pues nos las aguantábamos.

VD: ¿Qué era lo que echaba de menos más de aquí, sus familiares?

BV: ¿Cómo?

VD: ¿Qué echaba de menos de México?

BV: Pues los familiares en primer lugar. Yo estaba joven, relativamente era de las primeras salidas de la casa que tenía yo. O sea llegué muy joven de la casa paterna y luego pues echaba yo mucho de menos a mis parientes de mis padres, a mis hermanos, a mis amigos.

VD: Eso era lo que más extrañaba.

BV: Eso era lo que más extrañaba yo.

VD: Y entonces finalmente cuando decidió regresar a México, ¿ya había terminado su contrato?, es decir, ¿o lo interrumpió cuando estuvo en el hospital?

BV: El último contrato no, no recuerdo exactamente si logré terminarlo o por la enfermedad me apresuré yo a dar por finiquitado ya el contrato, pero fue por la emergencia esa de… Si no yo estaba decidido a quedarme allá, pero por ese motivo fue que tal vez sí, no, interrumpí yo el último contrato.

VD: Y antes de volver, ¿hizo usted algunas compras por allá?

BV: Sí, desde luego, sí traía yo este, bastantes cosas para mis sobrinos que estaban chiquitos. Les traía yo ropa este, a mis hermanos, traía yo bastantes cosas.

VD: ¿No tuvo problema para pasarlos en la Aduana por allá?

BV: Ay, Dios mío, esos problemas, me daban ganas de regresarme otra vez a Estados Unidos cuando me revolvieron aquí en la frontera de Nogales, me revolvieron todos mis velices, se quedaron con muchas cosas y no solamente una vez, sino que fueron una en Nogales, otra más adelante, otra estación. Tres veces, revisiones, y cada revisión era o darles dinero o ellos este… No, era horrible de veras.

VD: Fue peor el regreso con la misma gente de aquí.

BV: Más vale no grabar eso.

VD: Mire, ni se preocupe que de todas formas.

BV: Bueno, ahí le borras, Violeta.

VD: Y sí, no se apure, eso pasa todo el tiempo.

BV: Es que, qué bruto. Nos dejan muy mal parados como nación.

VD: Sí, pero pues usted sabe que eso pasa hasta la fecha con todo y Programa Paisanos.

BV: Hasta en las mejores familias.

VD: Sí, sí, sí, desgraciadamente sigue, sigue siendo el problema.

BV: Así es Violeta, así fue la crónica itinerante de un pobre bracero.

VD: Oiga y, ¿usted hizo algunos ahorros por allá cuando se regresó, o le enviaba su dinero a su familia para acá algo, o era para usted?

BV: Enviaba yo algo. Pero pues joven al fin este, me lo gastaba yo por allá la mayor parte, en paseos, en… Ahorrar, ahorrar la verdad no, no este, lo que se dice ahorrar. Muchos no salen de paseo ni compran nada, están ahí este y luego me decían: “Tengo, tengo tantos dólares, por favor al correo y a este a mandarlos ahí por… Los mandaban todos y es una vida muy austera totalmente. Iban a lo que iban, a ahorrar al máximo para mandar a sus casas, eso hacían la mayoría.

VD: Sobre todo yo supongo los que tenían esposa e hijos.

BV: Esposa e hijos, pero uno de joven soltero, todo para su santo.

VD: Y usted que estuvo por allá un buen rato, señor Bernardino, ¿recuerda cuando regresó a México algunos hábitos que le hubieran cambiado por allá después de estar pues varios años en Estados Unidos?

BV: Pues la verdad no, la experiencia sí me sirvió, me sirvió bastante la experiencia esta como para templarme, para conocer que yo sí podía. Muchos me decían: “Ni vayas, no vas a poder con el trabajo”. Entonces todo eso para mí era un rato, era un reto nuevo muy especial y entonces yo llegué aquí satisfecho de que había yo cumplido con creces con ese reto. Y como no me faltaba trabajo aquí porque tengo mi oficio cimentado. Fácilmente encontraba yo trabajo aquí donde quiera rápido, entonces llegando aquí a México, nomás descansé un tiempecito regular, volví a agarrar mi paso, me puse a trabajar en lo que yo sabía, lo que sé.

VD: Y, ¿regresó aquí a la Ciudad de México, o regresó a Cuernavaca usted cuando vino?

BV: Ahora verás, de aquí de Cuernavaca salí a Estados Unidos, de Estados Unidos regresé y fui a trabajar a Sinaloa.

VD: ¿Como mecánico?

BV: Como transportista.

VD: ¿Usted regresó en el tren con todas sus cosas de Nogales, regresó a la Ciudad de México?

BV: Sí. Bueno, al pueblo de San Rafael que era donde estaba mi familia.

VD: ¿Allá en Morelos?

BV: No, San Rafael.

VD: En el Estado de México.

BV: Estado de México. Entonces ahí regresé a mi casa, me repuse y salió la oportunidad de un trabajo de transportes, transportes de vegetales, de tomate, de todo eso, ¿ya se acabó?, de transportes ahí en Sinaloa y todo. Y estaba acarreando tomate de los campos tomateros al ferrocarril en camiones. Yo ya manejaba ya, aparte de eso, ya manejaba yo camiones. Entonces de eso trabajaba yo, estuve allá como dos años en Sinaloa y en Sonora acarreando este, camarón, traíamos camarón de Yabaros(??), de Yabaros(??), Sonora hasta Tepolobampo. Metíamos un, del camarón más grande que hay por allá por aquel rumbo. Y así un trabajo, otro de chofer, de mecánico, de electricista, pero nunca, nunca me faltó trabajo aquí en México.

VD: Y en esos años que después de que regresó que estuvo por allá por el norte, ¿ya no se le ocurrió otra vez contratarse?

BV: No, ya no porque, repito, tenía yo mucha oportunidad de trabajar aquí en México. La última fue cuando me casé, después de lo de Sinaloa y de Sonora, regresé y entonces me casé y conseguí un trabajo muy bueno en Ayutla Textil, que era en ese tiempo la este, la fábrica textil más grande de la República, hay otra textil. Entonces ahí estuve como jefe de mantenimiento en la, en la fábrica textil. Me daba casa la compañía, era yo empleado, me daba casa. Ahí empezaron a nacer todos mis hijos, siete hijos, estuve treinta y cinco años.

VD: Mucho.

BV: Treinta y cinco años trabajando desde que empezó, desde la fundación de la fábrica, hasta la liquidación. Cumplió su ciclo de trabajo la fábrica y este, y se terminó. Deudas, malos manejos, esto y el otro y quebró la fábrica, ¡pas!, liquidada. Entonces yo para esto ya tenía la edad suficiente para jubilación, entonces aproveché la liquidación de la fábrica y la pensión, la pensión con el Seguro Social [Instituto Mexicano del Seguro Social]. Desde entonces a la fecha estoy pensionado por el Seguro, con una limosna que nos dan de pensión, cerca de $1,200, $1,300 pesos mensuales.

VD: Sí, que no es nada.

BV: Hasta ahí llegó la historia de mi vida.

VD: No, pues es...

BV: ¿Falta?

VD: No, pues tantas cosas qu contar de cuando usted estuvo por allá, pero fíjese porque usted entonces renovaba su contrato, o sea que se le terminaba el contrato a los seis meses y, ¿usted pedía uno nuevo o se lo ofrecían allá mismo los de la compañía?

BV: Sí, preguntaban ya cuando estaba este, feneciendo el contrato de seis meses, llegan, no lo fuerzan a uno. “¿Quieres renovar tu contrato?”. “Perfecto, cómo no”. “Vente, traes fotos, sí necesitas”. Firma uno otros seis meses y así de seis en seis meses estuve allá cerca de cinco años.

VD: Y de todos los lugares en los que estuvo en Arizona, las condiciones de alojamiento, ¿eran igual? o sea, en todos lugares había estas...

BV: No, no porque la vida del campamento es muy dura, el campamento, el Extragrán que le nombran ellos, Extragrán, son los campamentos este, son las barracas, ¿no?, las grandes. Sí es una vida muy dura. Ya cuando le va uno encontrando el modo, a la manera de vivir, se va uno acomodando según sus aptitudes, según se va uno colocando entonces en diferentes ramas de reparación de vías. Hay otros grupos más selectos que están ya en ciudades como en Tucson o en Yuma. Entonces, entonces ya me pasé a un grupo, a un grupo más, más chico de gente, de gente más especializada ya, digamos en el ferrocarril. No me acuerdo exactamente cómo le nombran a ese tipo de este, de grupos de trabajo, son vigilantes de las vías, son grupos de como, como de quince a veinte gentes para vigilar este, el mantenimiento de las vías, para reportar todos los defectos que hay. Entonces es otro tipo de trabajo ya más simple y la vida cambia porque ya uno puede vivir este, por ejemplo, en Yuma ya vivía yo en un, pues en un departamento que alquila uno con uno o dos compañeros, alquila uno un departamento y ya la vida es otra. Por ejemplo en Tucson tenía yo, compartía yo el departamento con otro muchacho y además teníamos, pues nos gustaban los, los centavos y tener, entonces salíamos de trabajar como a las tres de la tarde y había una casa de antojitos mexicanos, la Casa Juanita, me acuerdo en Tucson. Y entonces llegábamos allá él y yo, éste me llamó porque ya estaba trabajando ahí este muchacho, mi amigo, se ve que eran ahí uno está tan bien, nos dan de comer y este y nos pagan buenos dolarucos y le digo: “Y qué, ¿de qué se trata o qué?”. “Lavar trastes”. “No, pues, ¿cómo no le voy a entrar?”. Entonces llegábamos, echábamos un buen baño en nuestro departamento, nos poníamos más o menos bien, llegábamos a la Casa Juanita a comer, a comer bien, después ya nos poníamos nuestros, nuestra ropa de trabajo y a lavar toda la tarde, a lavar trastes. Ya como a las nueve o diez de la noche ya se terminaba el trabajo, nos sentábamos a cenar muy bien, ya como gente decente, ¿no?, a cenar bien, lo que le gusta a uno. De ahí salíamos y otra vez tempranito al trabajo del ferrocarril.

VD: Y ésa fue la etapa en la que el trabajo del tren era menos pesado.

BV: Menos pesado, sí. Nos divertíamos más porque en Tucson la vida este, los cines, este, los paseos, la vida es otra, distinta y no es tan, no es tan cálido como a pleno desierto. La mayoría del tiempo trabajé en pleno desierto en lugares este, inhóspitos totalmente.

VD: Y, ¿qué fue lo que más le gustó de cuando estuvo por allá?

BV: Pues la verdad me gustaba, lo más que me gustaba eran los días de descanso. Siempre tenía yo un pase, un pase por el ferrocarril y lo más cerquita que nos quedaba era este, Yuma, Tucson, Los Ángeles y entonces no íbamos este, los fines de semana, nos íbamos a Los Ángeles y ahí pues, ahí sobran diversiones, ¿verdad? Ya en la nochecita nos regresábamos, llegábamos al campamento y al otro día a darle.

VD: ¿Usted conserva recuerdos en general positivos de su tiempo de bracero?

BV: Pues sí considero positivo porque pues digo, observo que este, ahí templé mi carácter en primer lugar. Yo era, yo era medio tímido, este, taba yo medio enclenque así este, físicamente estaba yo medio mal. Y entonces quise conocer hasta dónde podía yo llegar, medí, entonces, el temple de mi carácter y además ahí este, me puse más fuerte con el mismo trabajo.

VD: Claro.

BV: Agarré este, ésa fue la satisfacción más grande, ver que mis compañeros rancheros fuertes, grandes, se regresaban porque no podían con el trabajo. Para mí era satisfactorio llegar y firmar otro contrato por seis meses, ésa eran las satisfacciones más grandes para mi ego.

VD: Claro, claro.

BV: Sí.

VD: Y, ¿estas cosas las platicaba usted, o sea, las compartía con su familia?, ¿se carteaba con su familia en aquellos años?

BV: No, no había mucha comunicación. En ese aspecto mi padre era muy autoritario, no, no había, no había esa comunicación así este, y yo como era el más, el más joven de la familia, entonces era yo el consentido, eso fue lo que… Y eso me molestaba a mí mucho, el consentido de la familia y yo le llevaba así tímido, no encontraba yo mi… Hasta que decidí, dije: “No”. Me fui separando poco a poquito en los trabajos, me fui preparando. Llega la oportunidad de este, de ir a Estados Unidos, dije: “Ahora o nunca voy a ver hasta dónde puedo llegar yo”, dentro de lo físico y dentro de lo todo.

VD: Y, ¿qué le dijeron sus papás? ¿Usted les comentó que se quería ir para allá?

BV: Sí, no, desde luego no me dejaron. Sí, ellos sabían. “No, “¿qué vas a hacer allá? Allá va pura gente ruda, pura gente del campo”. Todo eso me molestaba mucho. “No vas a poder, no vas a poder”. Y yo dentro de mí: “Sí puedo, sí puedo”. Y así fue como este, iba yo renovando contrato y contrato y contrato. Entonces para mí, digo, sí fue satisfactorio, no tanto, económicamente fue un fracaso realmente. Digo, vaya, no traje los dólares como para poner un negocio, nada, todo me lo gastaba yo por allá, joven todo. Pero lo satisfactorio sí, repito, es eso, ese haberme reencontrado allá a mí mismo y haber templado mi carácter, eso fue bueno.

VD: Y esto que me dice que no, económicamente no fue tan bueno, era, es decir, el salario que les pagaban, ¿le alcanzaba a usted para vivir cómodamente allá, es decir, para hacer lo que quería?

BV: Pues pa los paseos de fin de semana nada más. Realmente no mandaba yo gran cosa a la familia, no. Pero sí me, no, no recuerdo exactamente cuánto era, cuánto pagaban por este, por hora en ese tiempo. Tú has de tener este, datos.

VD: Creo que son $0.50, eran $0.57 centavos por hora, si mal no recuerdo.

BV: Sí, ¿verdad?

VD: Una cosa así.

BV: En ese tiempo de guerra.

VD: Como sí, en los años primeros.

BV: O sea que eran salarios de miseria de plano. No, no era, no era como para decir: “Voy a guardar muchos dólares para mandarlos a México o guardarlos yo”.

VD: Sí era difícil, digo, hubo gente que lo hizo, pero sí, no, sobre todo porque era el trabajo, digamos de menor rango. Por ejemplo, usted que ya después tuvo oportunidad de hacer un trabajo un poco menos pesado, pero el de peón de vía era de los trabajos más pesados y peor pagados. Entonces sí era un trabajo duro, pues. No, la paga no era necesariamente muy alta, ¿no?, a pesar de que bueno, creo que las jornadas de trabajo sí se las, ¿a usted le respetaban más o menos sus ocho horas de trabajo diarias, o los hacían trabajar tiempo extra?

BV: En ocasiones sí, sí, por algún, alguna necesidad, imprevisto, algún imprevisto, alguna cosa, sí había necesidad de trabajar, pero muy poco en realidad. Trabajaba uno tiempo extra, a veces una o dos horas allá de vez en cuando, pero no.

VD: ¿En general eran jornadas de ocho horas?

BV: Jornadas de ocho horas, normales, sí, cincuenta y tanto centavos la hora, ¿verdad?

VD: Sí, es lo que yo...

BV: Así es que venían siendo como, ¿qué serían?, $4 ó $5 dólares.

VD: Al día.

BV: Al día, sí, digo, cuando el salario mínimo para los estadounidenses en ese tiempo yo creo que era ya como de, de $10 dólares la...

VD: No, yo creo que era bastante menos, digo porque hoy en día, por ejemplo, todavía hay lugares en los que son $6 la hora o poco menos de $6 dólares la hora. Pero pues sí, pero no era como un salario muy alto, pero bueno de cualquier forma pues ya acumulados en días, en semanas y…

BV: Para ese, para ese tiempo no era malo.

VD: Sí, sí, sí, y bueno, pues igual y con el tipo de cambio a pesos, a lo mejor era un poquito.

BV: No me acuerdo cómo estaba el en ese tiempo el tipo de cambio con pesos.

VD: Yo creo como $4.80 por un dólar.

BV: Por un dólar.

VD: Cuatro ochenta pesos por un dólar, más o menos. Entonces pero sí, sí el trabajo no era necesariamente el mejor pagado, ¿no? Pero bueno, entonces usted en general le quedan esos recuerdos positivos de aquellos años.

BV: Pues digo, repito, positivo en lo físico y en lo moral muy bueno, en lo económico muy malos. Por eso estoy metido en este programa pa ver si recuperamos algo de todo lo que sufrimos allá durante tantos años.

VD: Así es, pues muchas gracias, señor Bernardino, por su tiempo, sus recuerdos que nos ha compartido y esperemos que este asunto de los braceros pues...

BV: A tus órdenes, Violeta, cuantas veces quieras este, con todo gusto estaré a tu disposición.

VD: Muchísimas gracias a usted.




Fin de la entrevista

Interviewer

Domínguez, Violeta

Interviewee

Vilchis César, Bernardino

Location

Mexico City, México

File Name Identifier

Vilchis_Cesar_MEX020

Citation

Domínguez, Violeta and Vilchis César, Bernardino, “Bernardino Vilchis César,” Bracero History Archive, accessed November 25, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/115.