Miguel Jáquez López

Title

Miguel Jáquez López

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Miguel Jáquez was born on May 7, 1931, in Chalchihuites, Zacatecas, México; he grew up in Súchil, Durango, with his nine siblings; when he was eight years old, he began working cutting wood and planting beans and corn; one of his brothers was a bracero and encouraged him to enroll in the bracero program; in 1953, he enlisted, and he worked in Arizona, Arkansas, and Texas, picking cotton; he continued working with the program until 1959.


Summary of Interview: Mr. Jaquez recalls his family, childhood, and adolescence; one of his brothers was a bracero and encouraged him to enroll in the bracero program; in 1953, he enlisted, and began the hiring process; he describes the contracting centers in Durango, Durango, Monterrey, Nuevo León, and Empalme, Sonora, México, and the entire hiring process, as well as the extensive medical exams; as a bracero, he worked in Arizona, Arkansas, and Texas, picking cotton; he goes on to explain what daily life was like on the farm, including work, wages, payments, contract amendments and extensions, housing, food, weekend outings, and common complaints; in addition, he mentions specific instances of racism the braceros experienced in various towns; he concludes with fond memories of his overall experiences as a bracero.

Creator

Martínez, Laureano
Jaquez López, Miguel

Date

2003-05-27

Subject

Bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Miguel Jaquez López

creator (Spanish)

Martínez, Laureano

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

1:33:42

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Miguel Jáquez López
Fecha de la entrevista: 27 de mayo de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez


Esta es una entrevista con el señor Miguel Jáquez López en la ciudad de Durango, Durango, el día 27 de mayo de 2003. Conducida por Laureano Martínez para el Proyecto Bracero del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas en el Paso.

LM: Buenos días don Miguel.

MJ: Buenos días.

LM: Don Miguel, me gustaría comenzar la entrevista preguntándole, ¿dónde y cuándo nació usted?

MJ: Yo nací en San José de Gracia María Morelos, así se le nombra al pueblo ese.

LM: María Morelos. ¿En dónde?

MJ: Chalchihuites, Zacatecas.

LM: Chalchihuites, Zacatecas. (canto de un gallo)

MJ: El 7 de mayo de 1931.

LM: ¿Cuántos años tiene, don?

MJ: Setenta y tres, seten… ¿qué será?

LM: Setenta.

MJ: Treinta y uno.

LM: Setenta, setenta y tres.

MJ: A los setenta, completé los setenta y tres años, setenta y dos ahora que entró el año, el mes.

LM: Don Miguel, ¿a qué se dedicaba su papá?

MJ: Mi [p]apá, él se dedicaba, él era, ¿cómo diría?, él era agricultor o nosotros. O sea que nosotros éramos campesinos todos. Mi apá, él se dedicaba al trabajo de la sierra, nosotros lo seguíamos. Ése era su trabajo de él, sembrar y a la sierra.

LM: ¿Qué hacía en la sierra?

MJ: En la sierra se hacía carbón, se hacía leña, se hacía madera, de toda la madera.

LM: Ah, okay. Carbón, leña, ¿verdá?

MJ: Ey.

LM: ¿Había algún aserradero por ahí?

MJ: No, no. No había en esos tiempos, habían ciertos por ahí lugares libres y ahí se metía uno.

LM: Con el hacha.

MJ: Sí, ahí duraba uno meses, ahí temporadas ahí. Casi casi le voy a decir que allí vivía uno, duraba mucho tiempo pa bajar pal pueblo, pal rancho, pa onde vivía uno. Ese fue el trabajo de mis padres y nosotros, de mi padre, pues. Y nosotros, pos lo mismo.

LM: Claro, siguieron.

MJ: Sí, seguimos nosotros en la agricultura, en sembrando, este…

LM: ¿Qué sembraban?

MJ: Maíz, frijol.

LM: Don Miguel, ¿cuántos hermanos tuvo?, ¿cuántos fueron ustedes de familia?

MJ: Nosotros semos [somos] nueve con ese, éramos nueve, ya nomás quedamos siete, pero éramos nueve, cuatro hombres y cinco mujeres.

LM: Y de esos nueve, usted era el mayor, el menor, o…

MJ: No, de mí pa arriba hay cinco.

LM: Usted era de los de en medio.

MJ: Sí, yo soy el número seis.

LM: Usted es el número seis.

MJ: Ey.

LM: Muy bien, su mamá.

MJ: No, es más ya le eché mentira. Son seis los, bueno, ya le puso.

LM: No, no.

MJ: Eran, eran seis los que más arriba de mí. Tres mujeres, no, [es]tá bien.

LM: ¿Usted era el sexto? ¿Había seis antes que usted? Muy bien. Su mamá, ¿a qué se dedicaba?

MJ: No, ella al hogar de la casa, pos siempre.

LM: Tenía a lo mejor ahí gallinitas, ¿o algo?

MJ: Sí, gallinitas, marranitos por allí que cuidaba por allí. Y el hogar, pues ella casi nomás con nosotros no se daba abasto, hasta en la familia. Nosotros fuimos muchos, como escalerita todos.

LM: ¿Cómo se llamó su papá?

MJ: Esteban Jáquez González

LM: Y, ¿su mamá?

MJ: Juana López Guerrero.

LM: Le ayudaba, dice usted que le ayudaba a su papá, ¿a qué edad le empezó usted a ayudar a su papá?

MJ: Yo anduve con mi apá por la sierra desde, yo creo que más o menos por ahí de unos ocho o diez años. Nosotros no tuvimos escuela porque no nos daban, porque siempre andábamos en la pura sierra en el puro monte.

LM: ¿No había?

MJ: Nosotros le ayudábamos al papá pos a, por ahí en lo que podíamos con nuestras hachas, a bajar al rancho a llevar bordas. Pos que tan chiquillo no estaría yo fíjese, había tres puertas, había potreros empotrerados, tenían sus puertas y yo me bajaba del burro a abrir la puerta y pa subirme era una lata, (perro ladrando) porque no le alcanzaba.

LM: Batallaba.

MJ: Pos [es]taba yo chiquillo.

LM: Pos sí. Cuénteme un poquito, ¿cómo es ese lugar donde usted nació, donde usted creció?

MJ: No, pos onde yo nací, no nos criamos allí nosotros. Nosotros, como le digo, como le dije al principio, nosotros nos criamos en Súchil.

LM: En Súchil.

MJ: Allí crecimos, allí cayimos [caímos] chiquillos, allí crecimos, allí nos hicimos hombres todos. Allí nos empezamos a regar ya cada quien su rumbo. Allí fue donde crecí, donde… Pos qué decir, se puede decir que es mi tierra allí.

LM: Así es.

MJ: Pero ahorita tengo más años viviendo aquí que lo que viví en Súchil.

LM: Ya es de Durango.

MJ: Sí.

LM: El lugar ahí, Súchil es, ¿tienen río por ahí?

MJ: Sí, hay un río casi que pasa por en medio del pueblo, casi por en medio. La vía del tren pasa por en medio del pueblo. Y es, pos un rancho, un pueblo ganadero, de agricultura, nomás. Allí no hay otro, no hay otra fuente de trabajo más de la pura siembra, la ganadería ahí. Toda la gente de ahí se dedica a sembrar, a… Que ya ahora ya, ya ni siembran, ya mejor se van de mojados ya.

LM: Se van a Estados Unidos.

MJ: Sí, hay muchas casas cayéndose por allí.

LM: Son pueblos donde ha emigrado la gente a Estados Unidos. Muy bien, don Miguel, ¿cómo fue su infancia?, ¿cómo fueron sus primeros años?, ¿tuvo una infancia feliz?

MJ: No, pos mi infancia pos sí, por una parte fue feliz pero por otra parte pos nosotros crecimos muy pobres. Todo el tiempo fuimos pobres y hasta la fecha. Pos quiere decir, qué bueno de todos modos dicen que una vida tan bonita como la primera, y sí. Ya cuando [es]tá uno viejo, ya que ya no sirve, ya ni lo ocupan en ninguna parte, ni nada, ni… Como yo ahorita pues a estas alturas, usted cree, aparte de eso tengo dos operadas. Me mantienen ahí mis hijos que están en Estados Unidos, pero pues muy riquitamente [raquíticamente].

LM: Claro. ¿Alguno de sus hermanos fue bracero también?

MJ: Nomás uno, el mayor, el mayor de los hombres. Pero él jue [fue] a un contrato que le nombrábamos cuarenta y cinco días aquí a Texas. Nomás esa pura vez jue. No le sé decir si cumpliría el contrato o no, porque muchos, muchos contratos no se cumplían por esto, porque no servían los trabajos. A lo menos yo no cumplí uno, jue el único. Estuve en un pueblo que se llama Brosvil, [Brownsville] Texas, cerquitas allí.

LM: Sí, cómo no.

MJ: Allí estuve cerquitas. Entonces ese contrato me lo dieron por cuarenta y cinco días, duré ocho días, porque no sacaba uno ni pa comer. Entonces el patrón dijo: “El que se quera ir pa México”, dijo, “se les da su contrato como cancelado”. Le nombraban, ¿verdad?, o sea terminado. Lo sellaban como si lo hubiera cumplido, sí. Bueno, pos entonces pos, ¿qué estamos haciendo aquí?

LM: Don Miguel, ¿cuál fue su primer trabajo? Después de que creció y todo aquí en México. ¿Cuál recuerda usted que haya sido su primer trabajo donde le hayan pagado?

MJ: Donde me haigan [hayan] pagado, que ya empecé yo a trabajar en casas ajenas, yo trabajé con un señor, ¿qué tenía yo?, creo por ahí como unos trece, catorce años, pos yo creo que to[da]vía ni los tenía. Yo trabajé como, ¿cómo le diría yo ahí?, como, pos como sirviente. Allí acarreándoles agua a las gentes aquellas, este, pa que lavaran, pa los gastos de la casa, porque entonces no había llaves en ese pueblo de Súchil. No había agua, había agua pero en las esquinas, como hora ahí había una llave y otra acá. Entonces la gente acarreaba el agua en botes y ese era mi trabajo que hacía yo allí.

LM: ¿Cuánto le pagaban?

MJ: Setenta y cinco centavos.

LM: Setenta y cinco centavos. ¿Al día?

MJ: Al día.

LM: Muy bien.

MJ: Eso ganaba yo. Y el último, al último como no aguanté yo, ni me pagó el viejo. Le dije: “Si quiere págueme, si no ahí déjelo”. (risas) Eran, eran $4.50, pos era una semana.

LM: Una semana le ayudó y no le pagó.

MJ: No, ya el día que le entregué el trabajo, no quería. “No, no”, le dije, “no es que, y el asunto, el negocio con usted”, le dije, “según usted arregló con mi apá, que usted aquí me iban a dar la comida”, le dije, “no me la da la sirvienta”, le dije, “yo voy a mi casa a comer, hasta la noche que llego”, le dije. Y me dijo: “Y, ¿por qué no habías dicho?”, le dije, “pos no”. “No, no”, dijo, “eso lo arreglo”. “No, no, no”, le dije, “de todos modos, ya no, ya no. Yo ya no le trabajo”, le dije. Es que era mucho el trabajo, yo llegaba oscura la mañana a ayudarle a la patrona a ordeñar las vacas.

LM: Ordeñaban.

MJ: Y ya que ordeñaba, yo seguía acarreando agua pa que se bañaran toda la gente y lavaran, pa la hierba, pa macetas, pa todo. Y pa unas vacas flacas que tenía ahí en un corral, bueno todo ese trabajo y darles de comer a las vacas. Y yo nomás volteaba pa la cocina a ver si ya me hablaba la sirvienta, no, se le olvidaba.

LM: Y no le daba de comer.

MJ: No, no. Pos de plano yo me tuve que rajar con el patrón. Dijo: “No, eso lo arreglo”. “No, no, no”, le dije, “arréglelo, pero búsquese, yo ya no”. No pos ya llegué con mi apá y mi apá era una persona muy dura, muy, con nosotros.

LM: Muy estricto.

MJ: Sí, ya le dije y dijo: “No, pos a la sierra”. Le dije: “Pos prefiero yo mejor andar en la sierra y no aquí”, le dije, “yo trabajo mucho y luego sin comer, pos no”. Le dije: “Si no me rajé el primer día porque, porque pos dije, a ver si cambia la cosa”. No, no cambiaba.

LM: No, pos no.

MJ: Y luego otra cosa, que no me gustaba a mí tampoco, eso sí no me gustaba. La patrona se bañaba todos los días y luego luego me hablaba: “Ey muchacho, ven”. A que le tallara la espalda.

LM: Válgame Dios.

MJ: Ey.

LM: Mire.

MJ: Bueno, cosas ahí que no, pos que realmente no, no me gustaban a mí.

LM: Estaba usted muy joven.

MJ: Sí, eso fue mi… Cuando yo empecé a ganar dinero, ya le digo $0.75 centavos.

LM: Y de ahí, ¿en qué trabajó, don Miguel?

MJ: Bueno, yo ya de allí ya después por paga, que ya empecé yo a crecer ya, yo trabajaba con un señor en lo mismo, en la agricultura. A los $3 pesos todo el día, entonces ya era más, ya era el doble.

LM: Ya, ¿ya eran $3 pesos por semana?

MJ: Sí. No, no, diarios.

LM: Diarios.

MJ: Ya como quiera, ya eran $18 pesos a la semana.

LM: ¿Cómo era la vida en aquellos años? ¿Era muy dura?

MJ: No pos era dura, porque de todos modos, ciertamente pos era más barato pero pos yo pa mí que era más dura que ahorita. ¿Sabe por qué?

LM: ¿Por qué?

MJ: Porque en ese tiempo, en esos tiempos de que jue mi juventud, casi todos los jóvenes, todos los de mi época andaban muy pobres con unos parchezotes desde aquí hasta acá en los pantalones, en las camisas. Y ahora no ve usted una persona allá que ande remendado como en esos tiempos.

LM: Ey, muy cierto.

MJ: Por eso digo yo que a lo mejor ahora, ahora está mejor. No a la mejor, ¡está mejor! Ciertamente todo está más caro, pero pa mí que es mejor la vida ahorita, que cuando yo estaba joven.

LM: Y, ¿hasta cuántos años, hasta qué edad trabajó en agricultura?

MJ: Yo trabajé hasta el [19]66 que me vine pa acá.

LM: En el [19]66 se vino a Durango.

MJ: Hasta entonces dejé trabajar yo de como campesino. Me vine quesque a echar una trabajada porque no llovió, no levantamos cosecha. Me vine y aquí me parquié. Ya después me hice de este pedacito de terreno, pos ya no me regresé. Porque yo acabé todo lo que tenía allá, vendí todo, desde gallinas, perros y gallinas, lo que en un rancho hay que tener.

LM: Claro.

MJ: Alguna cosa.

LM: ¿Ya se había casado usted?

MJ: Sí, ya venía amolado. Ya me había casado ya tres veces, ya.

LM: Válgame. ¿A qué edad se casó?

MJ: Yo me casé a los dieciocho años.

LM: Dieciocho años, muy joven.

MJ: Sí, andaba yo dando el servicio militar.

LM: Cuénteme, ¿cuándo se entera usted de que se puede ir a trabajar a Estados Unidos como bracero?, ¿a qué edad?

MJ: A la edad que yo me jui, cuando a la edad que yo me empecé a ir, yo tenía veintidós años.

LM: Que eso fue, ¿en qué año?

MJ: En el [19]53. En el medio de septiembre del [19]53 fue mi primera entrada a Estados Unidos.

LM: ¿Cómo se enteró de que se podía ir? ¿Comentaba la gente ahí en el pueblo?

MJ: No, pues es que para ir uno de bracero le pedían la gente al presidente municipal de los ranchos, de los pueblos.

LM: Al presidente municipal.

MJ: Entonces el presidente municipal ponía un sonido y allí anunciaba: “Se solicitan tanta gente”. No, pues ahí va uno que hasta se cae.

LM: ¿Iba mucha gente?

MJ: Sí, esa vez que me fui yo, nomás de puro Súchil nos fuimos cien.

LM: Cien y les pedían la cartilla, para poderse inscribir.

MJ: Pos ese requisito que siempre ha sido como el número uno, como primer requisito. Ahora ya no, pos ya ahora, bueno, ya pa mí ya no. Y sin embargo una vez que arreglé un pasaporte pa ir a ver a los muchachos, batallé mucho para arreglarlo porque no tenía yo cartilla. Es que yo cuando yo di el servicio militar, yo vine dando el servicio militar sin jugar el sorteo. Había un presidente ahí que yo creo que a lo mejor era como yo de inorante [ignorante]. Él se ponía en la vía los domingos en la mañana, ahí con sus policías, pasaba usted, lo miraba joven más o menos que tenía la edad: “Ey muchacho, ven. ¿Cómo te llamas tú?”. “Fulano de tal”. “¿Cuántos años tienes?”. “Pos tantos”. “Órale, échale”. Ya tenía el montón allí, iba uno a misa y ya no lo dejaba ir. “Órale, te toca pues dar el servicio, que sí, sí, tú tienes dieciocho años, órale éntrale”.

LM: Pero sin la…

MJ: Pero nosotros creíamos que al rato nos iba a sortear o algo. No, no, así salimos como setenta, ochenta jóvenes en ese tiempo.

LM: Y, ¿les dio cartilla o no?

MJ: No. Cuando se llegó el año que entregamos, viníamos [veníamos] a entregar a Vicente Guerrero, que está más acá. Al llegar, ahí estaba el municipio porque en Súchil no, no, no tenía municipio. Entonces el Municipio era Vicente Guerrero, allí veníamos, allí veníamos a entregar. ¡Ah, cómo nos maltrató un viejo! Allí, un general, teniente, quién sabe qué sería.

LM: ¿Por qué?

MJ: Bueno, hasta pendejos nos dijo ahí. Pos ya ve esos hombres se van grandes por lo que, por lo que son. Por el, por el grado que tiene, pero al último, pos son igual de hombres que cualquiera, ¿verdad?, más que por el grado. Ahí nos pendejeó a todos ahí. Que cómo nos poníamos a marchar así. Dijo: “Así es de que no hay cartillas”, dijo, “el que quiera cartillas tiene que doblar el año”. Yo ya no, ya no.

LM: No, pos ya no.

MJ: No, ya no. Muchos sí.

LM: Cuénteme, don Miguel, entonces usted se inscribió ahí en Súchil.

MJ: Sí, cuando yo me fui de bracero, sí.

LM: Y de ahí, ¿a dónde lo mandaron?

MJ: Fui a dar al estado de Arkansó [Arkansas], fue la primera vez que entré.

LM: No, no, pero, ¿lo inscribían en una lista?

MJ: Sí.

LM: Y luego, ¿dónde iba?

MJ: Aquí.

LM: Aquí.

MJ: Aquí estaba el centro de contratación en ese tiempo, ya de aquí lo llevaba el gobierno por su cuenta.

LM: ¿Se acuerda cómo era ese centro de contratación?

MJ: Sí.

LM: ¿Cómo era? Platíqueme, ¿cómo era, qué había ahí?

MJ: No, pos era una casa, que le decían la Casa del Campesino. Entonces esa la utilizaron pa contratar la gente, como tenían mucha. Pos era, pos lo ponemos como un hotel, ¿vedá?, tenía muchas piezas ahí. Esa Casa del Campesino, ya no esiste [existe]. Bueno, sí existirá pero ya no se oye mentar. Esa casa era pa si usted venía de un rancho y no traiba [traía] dinero ahí llegaba, ahí le daban hospedaje, ahí le daban comida.

LM: ¡Ah, mire!, está bien.

MJ: Pero se acabó eso.

LM: Y luego ahí, ¿Qué les pidieron o qué?

MJ: Allí, aquí, aquí pa contratarnos lo único que nos pedían eran los documentos.

LM: ¿Qué documentos?

MJ: La cartilla nomás.

LM: Y, ¿cómo le hizo usted si no tenía?

MJ: Yo traiba, yo traiba un comprobante del instructor, el que me dio a mí el servicio militar. Ese me dio un comprobante pero el comprobante no, pos no tenía fuerza porque nomás estaba firmado por el instructor. Pos de todos modos yo con eso entraba, y seguí entrando.

LM: ¿Les hicieron algún examen médico aquí en el centro?

MJ: Sí, aquí sí. Pos lo encueraban a uno de a tiro.

LM: ¿Cómo fue? Platíqueme todo eso.

MJ: Aquí lo encueraban a uno de a tiro, le abrían la boca, le revisaban los ojos, muelas, todo eso, todo lo, todo, todo. Esos registros sí, eran como Dios lo echó al mundo a uno, todo.

LM: Me imagino que ha de haber sido algo difícil, ¿no? O, ¿ya sabía usted a lo que venía?

MJ: No, yo no. Pos era la primer vez, yo no sabía los registros que había. Le picaban a uno aquí.

LM: En el estómago.

MJ: Claro. Sí, lo agarraban, lo agarraban descuidado, tenía que hacer usted esto. Con esto que se haga usted, ya no iba porque tenía hernia.

LM: ¿Así de plano? Y, ¿eran mexicanos los que hacían esas revisiones, o eran americanos?

MJ: De todo había ahí como le acomodaban en la… Y luego aparte, allá le hacían otro registro a uno.

LM: ¿Les hacían algunas preguntas aquí en el centro de contratación?

MJ: No, pues aquí nomás, pues casi aquí no le hacía[n] a uno preguntas, nomás los papeles que le pedían a uno.

LM: Y la revisión.

MJ: Y luego allá otra revisión igual que esta.

LM: Y, ¿de aquí a dónde lo mandaron?

MJ: De aquí nos mandaban, la primer, de aquí… Yo nomás un año me contraté aquí, que jue ese año, se acabó. Ese año fue el último año que hubo contrataciones aquí en Durango, ya después uno las seguía. Yo jui a Monterrey, yo jui a Empalme. Ya de perdida iba uno por su cuenta pa allá. Pero de todos modo[s] iba enlistado de la misma presidencia.

LM: Igual le daban una lista.

MJ: Iban, iban las listas.

LM: Y se iba…

MJ: Pero allá ya estaba peor si lo arrendaban a usted por enfermo.

LM: ¿Dónde se contrató más, en Empalme o en Monterrey?

MJ: En Monterrey.

LM: Y, ¿ahí ya también era un centro de contratación?

MJ: Ahí era centro de contratación.

LM: ¿Ahí firmó usted contrato?

MJ: Sí.

LM: ¿Qué revisiones les hacían ahí en Monterrey?

MJ: Igual, igual como las que le estoy platicando. Ahí nos hacían una revisión ahí igual. Y no, ora verá, en Monterrey no nos hacían revisión, no. Allí, allí no nos hacían revisión, nomás los documentos si usted iba bien: “Pásale”. Le veían las manos, a ver si tenía callos, a ver. Lo único que le hacían aquí en Monterrey era revisarle los ojos, las muelas y allá no. Ya en la frontera allí lo volvían a uno a desvestir de a tiro, ahí le echaban polvo allí, lo fuligaban [fumigaban] a uno ahí.

LM: ¿En dónde cruzó usted la frontera la primera vez?

MJ: Piedras Negras.

LM: Y, ¿las revisiones médicas fueron cuando cruzó la frontera, o antes de cruzar la frontera?

MJ: Allá.

LM: Allá.

MJ: No, adentro ya.

LM: Ya en Estados Unidos. ¿Se acuerda cómo era ese centro de contratación ya, bueno de recepción porque ahí los recibían, en la frontera de ahí en Estados Unidos?

MJ: Pos mire, ese año que yo entré, que ahora le nombran ahí pasando el puente de, pasando Piedras Negras el puente al otro lado. Creo que ahí se le nombra el pueblo, ¿cómo se le nombre a ese? Eagle Pass, creo, ¿no?

LM: Sí, Eagle Pass.

MJ: Bueno, en ese tiempo no existía.

LM: No, ¿qué había?

MJ: Ahí lo llevaban a uno, ahí lo metían a uno ahí debajo de unos mezquites ahí como borregas, ahí buscaba uno la sombra. (risas) Y ya de ahí ya estaban llegando camiones y lo llevaban a uno pos retirado, duraba buen ratito el camión. Pero por lo pronto ahí lo concentraban entre los mezquites ahí. En ese tiempo no exis[tía], apenas iría empezando allí el pueblo que existe ahora. Reynosa igual, había unas cuantas casillas ahí. Pero en Reynosa sí estaba el registro, luego luego entrando el puente.

LM: Entonces esos pueblos casi se formaron de la actividad que hubo cuando fueron ustedes, ¿verdad?

MJ: Sí ya le digo, nosotros entramos el puente. “Luego luego a mano derecha, ahí, ahí busquen su, ahí acomódense”. Mientras que estaban llegando los camiones y los estaban llenando, los estaban llevando igual.

LM: ¿Se fue usted solo de aquí?

MJ: No.

LM: O, ¿iba algún familiar?

MJ: No, familiares míos no iba ni uno, yo siempre me la navegaba solo. Con conocidos, con amigos de ahí mismo, pero con mis familiares yo nunca anduve en la aventura.

LM: ¿Se acuerda qué llevaba de ropa?

MJ: Nada más la que llevaba puesta.

LM: Nada más.

MJ: Ey.

LM: Y, ¿era costoso irse para allá? ¿Llevaban algo de dinero?

MJ: Sí, pues tenía uno que llevar dinero. A veces, porque de aquí mire, de aquí ya llevaba enlistado, ya en la lista, la llevaba uno mismo. El mismo presidente escogía a uno, por ejemplo si éramos veinticinco o cincuenta, el mismo presidente: “Toma, tú te vas a encargar de la lista, cuando llegues a la frontera donde íbamos, tú tienes que entregarla”. Ey, y así, así era, la lista uno mismo la llevaba. Llegaba uno allá a Monterrey, a onde cualquiera que juera y ya llevaba uno la lista ya aquel encargado buscaba el modo de entregarla. Ya estaba uno listo ahí nomás pal día que le hablaran.

LM: Y a esperar. ¿Cuánto duró ahí en Monterrey para que le hablaran?

MJ: Yo casi no duraba, a lo más un día o dos.

LM: Era rápido.

MJ: Sí. Una vez sí me aventé un mes.

LM: ¡Un mes!

MJ: Porque por esto, ya andábamos todos mal, todos ya todos bueno, todos piojentos, todos mugrosos. Ya desgarrados ya todos sin ropa, porque no tráibamos [traíamos]. Esa fue la vez que le platico que entramos a Brownsville y luego a los ocho días nos echaron pa juera, nos dieron el pasaje en el tren pa regresarnos a Monterrey.

LM: Ese fue su contrato más malo, yo creo.

MJ: Sí, que no conocimos los dólares, porque no sirvió el trabajo. No me acuerdo cuánto nos cobraban de border, le decían border a la comida. No me acuerdo si $1.30, $1.35, pero era más de un dólar diario por las tres comidas.

LM: Por las tres comidas.

MJ: No, no ganaba uno ni lo que se comía ahí. Entonces el patrón diría: “Pos a estos los estoy manteniendo y no me pagan”.

LM: No había suficiente, ¿qué piscaban algodón ahí?

MJ: Algodón.

LM: ¿No había suficiente?

MJ: No, no, ya no había. Ya entramos en agosto, en agosto. Ya pa fines de agosto, entramos ya en agosto ya no había algodón ahí, ya lo habían piscado. Nomás que como, pos digo yo que a lo mejor el gobierno de nosotros le convenían, o sea nos rentaba.

LM: Pues…

MJ: Váyales como les vaya.

LM: Pues yo creo que sí.

MJ: Bueno, así me imagino yo, porque íbamos rentados.

LM: ¿Ustedes sabían que iban rentados?

MJ: Entonces sí, entonces no salíamos, ya le digo ahí en Reynosa, ahí cuando salimos del pasaje pal tren, en el tren colorado, en el tren carguero, no crea usted que en los de pasajeros. De Reynosa a Monterrey nos venimos arriba de los carros ahí unos con otros agarrados así otra, andábamos siete de acá de Súchil.

LM: Arriba.

MJ: Arriba. Así abierto y agarrado uno al otro así para…

LM: ¿Por qué? No traían para pagar el pasaje a…

MJ: No pos el boleto era pal tren colora[d]o y nosotros no tráibamos pa venirnos en el pasajero. Llegamos a Monterrey, ni con qué venirnos pa acá. Y ahí nos anduvimos, duramos un mes pa volvernos a contratar. Nos tocó la buena, que al mes nos contratamos y juimos [fuimos] a dar al estado de Arkansó [Arkansas]. Pos ya de perdido ya empezamos a comer.

LM: Cuénteme un poquito, ¿cómo fue ese viaje de Monterrey a la frontera? Que me comentaba que había ido en un tren carguero, cuando iban a penas, ¿cómo fue ese viaje?

MJ: Sí, pos así lo llevaban a uno de ahí. Yo entré tres veces por Reynosa, tres veces.

LM: ¿No era tren de pasajero?

MJ: No, no, eran carros colorados de esos que le nombré. Esos carros colorados, cargueros.

LM: De ganado.

MJ: Ey, le ponían bancas en medio, en los costados y en medio. Y allí iba uno, aquí se iba uno viendo con el de allá pa acá.

LM: Incómodo.

MJ: Si tenía ganas usted de hacer su necesidad, pos…

LM: ¿Qué hacía?

MJ: Se tenía que aguantar hasta que llegaba. Y luego era toda la noche de Reynosa, de Monterrey a Reynosa es toda la noche en tren.

LM: ¿A qué horas salieron?

MJ: Salíamos más o menos por ahí como a las ocho de la noche, por ahí de las, entre, entre cuatro y cinco de la mañana, llegábamos a Reynosa. Y ahí ya nos estaba esperando la gente, ahí los viejos ahí. Ya se iba uno bajando y ya va agarrando fila pa dentro.

LM: Ahí en ese centro de recepción los médicos eran, ¿americanos, o eran…?

MJ: Había de todo allí. Pos, bueno había unos ahí que, pos que, como que jugaban con la raza. Conmigo no llegaron a jugar, pero yo miré allí a uno allí. Un pobre muchacho que es de aquí de mi tierra, también del Súchil, sabe, sabe por qué luego luego le dijeron: “Mira este cabrón”, así le dijo, “mira este cabrón”, dijo uno al otro, dijo, “éste se parece a Cantinflas”. Y ahí lo traen. Nombre, el muchacho se agüitó de a tiro. Y nos sacaron sangre y no le hallaban al muchacho porque se asustó, yo creo así, sí.

LM: Y no le encontraban.

MJ: Se achicó y no pudo, ni sangre tenía en ese momento. “Mira, este cabrón no tiene sangre”. Pos más.

LM: O sea los maltrataban, ¿verdad? Abusaban, les hablaban con groserías.

MJ: Sí, así me tocó ver ese muchacho que lo tráiban pa allá y pa acá. Uno le tiraba el otro y luego el muchacho pos andaba, pos agüitado.

LM: Pues sí.

MJ: Y allí ni cómo hacer uno nada, pos cómo.

LM: ¿Eran de los mismos médicos?

MJ: Sí, de los médicos. De lo que, esos nos iban formando a los rayos X.

LM: ¿De ahí de la sangre lo pasaban a los rayos X?

MJ: Ey.

LM: Y luego, ¿de dónde le sacaban radiografías?

MJ: Todo, más bien de aquí.

LM: Del tórax.

MJ: Sí, sí porque se ponía uno parado en el aparato. Entonces yo creo que le, esto era lo que le recargaba uno nomás, en la barbilla, de arriba y todo esto, los brazos así. Ya después las sangre y luego le sacaban mucho, oiga.

LM: ¿Sacaban mucha sangre?

MJ: Muchos, a mí tampoco no me llegó a pasar, pero muchos caiban [caían], azotaban, de…

LM: Se desmayaban.

MJ: Sí, después de que les sacaban la sangre, yo llegué a ver varios. Y bueno una vez vi uno que se volvió loco, sabe qué le pasaría a ese.

LM: ¿Por qué, oiga? A ver, ¿cómo fue?

MJ: Ese era por ahí otro de otro, del estado de, quién sabe donde dijeron, de Jalisco, sabe de [d]onde era. Muy jovencillo, no pos íbamos todos puros nuevos. Raro era el señor que juera de unos cincuenta años, en ese tiempo íbamos puros jóvenes así como usted, nuevos de a tiro. Pos ya le digo yo cuando jui tenía veintidós años.

LM: Veintidós años, estaba muy joven.

MJ: Ey, ya después seguí yendo ya.

LM: De ahí de los rayos X. Y, ¿a dónde lo pasaban?

MJ: Ya de los rayos X, ya salía uno a formarse pa la sangre, o no me acuerdo si la sangre se la sacaban a uno primero y después los rayos X. Y ya de los rayos X ya salía usted a firmar los contratos.

LM: A firmar los contratos. Entonces lo de estar desnudos, las revisiones de las partes nobles y de, ¿todo eso ya era antes?

MJ: Sí.

LM: ¿Eso era lo primero?

MJ: Era lo primero, sí. Luego luego que entraba lo metían a unos salonones ahí ya de a cuántos cabían, le paraban, ya salía aquel viaje y entraba otro: “A ver, bájense todos pa bajo”.

LM: Y, ¿luego?

MJ: Ahí nos empezaban a revisar con lámparas y pa verle a uno pa adentro de la boca, los dientes y los ojos, le picaban a uno aquí.

LM: ¿Cuánto duraban esos exámenes?

MJ: No, eran pronto, rápido.

LM: Eran rápidos.

MJ: Ey.

LM: Y a la hora de firmar su contrato, este…

MJ: Ese era lo último, el último ya.

LM: El último paso.

MJ: Ya salía uno, ya con su firmó, con su contrato ya firmado.

LM: ¿Le explicaron a usted su contrato? ¿Leyó su contrato, o alguien que se lo haya explicado?

MJ: No, ya nomás llena uno el contrato.

LM: ¿Qué le decían? “Nomás fírmale aquí”.

MJ: Entonces sí, pues firmaba uno el contrato como bracero. Entonces ya salía uno pa allá pa juera, ya de las del cónsul ya, ¿verdad?, pa juera, de La Migración, pues pa juera. Y ahí era onde andaban los patrones, ahí se acomodaba uno. Haga de cuenta usted, mala comparación, como hatajo de borregas, de ganado, ahí en el puro sol, ¡chinga! Ahí llegaban los patrones, taban cayendo los patrones de distintas estados.

LM: ¿Los dejaban que se bañaran después de la polveada?

MJ: Sí, si. Sí se iba uno a bañar.

LM: Y, ¿les daban algo de comer?

MJ: Sí, daban comida. Eso que la comida taba muy malita pos, pero pos tiene uno que…

LM: ¿Qué les daban?

MJ: Nos daban, nos daban desde que salíamos, de onde de la frontera que saliera uno, es decir de la parte como de Monterrey, como cuando salimos de aquí, nos daban unos lonchecitos de pan Bimbo. Bueno, pues muy malita y donde quiera era la misma. En Monterrey también nos daban. En Monterrey, cuando salía uno le daban a uno de comer ahí ya en el comedor, ya salía usted. Y cuando ya estaba subiendo a los carros de tren, que ya estaban acomodando a la gente, ahí le estaban dando un lonchecito también. Lo mismo, y cuando ya se iba uno de ahí de la frontera ya pa onde iba, también le daban otro lonchecito. Le daban a uno unos botecitos más o menos de este tamaño que le decía que winnie. No, y a mí no me gustaron, y luego botecitos de frijoles y unas rebanaditas de pan. No, pos yo no me comía todo eso. (risas) Bueno, en primer, en primer lugar no conocía uno y luego yo probé los mentados winnies. “No”, le dije a un compañero, le dije, “yo creo que es carne pa perros esto”. (risas) Y los frijoles, los frijoles pos bueno son buenos, ¿verdad? Yo me los he comido los de bote, pero hay que lavarlos. Ahí había que abrirlos y éntrale, nomás abrirlos. Hasta que llegaba uno por allá.

LM: Oiga, y cuando llegaban los patrones a escoger, como, ¿ahí llegaba al mismo centro?

MJ: Ahí llegaban.

LM: Y, ¿cómo era ese proceso de selección?

MJ: No, no, pues uno estaba ahí formado como le digo, como hatajo de animales ahí. Llegaba un patrón y empezaba a verlo así mire y le decían: “Fórmense aquí”. Ahí se formaba uno ahí las hileronas. “Fórmense”. Y empezaba el patrón, ahí va a usted a mirarlo, ahí va mirando la gente la gente. Si le gustaban… Ya agarraba la orilla él. “Tantos”. Vamons pa allá. Pero primero le decía a uno a donde va. “Ellos van a tal parte, van a ganar tanto”. Porque en los contra[tos] ahí no nos decía a cómo, cuánto íbamos a ganar.

LM: No les decían.

MJ: En los contratos, no, no. El que nos decía era el patrón: “Yo pago a tanto, van por tanto tiempo”.

LM: Les daban opciones, si querían ir o no querían ir.

MJ: Y pues muchos de los que ya sabían, si no les convenía y había chanza, se zafaban, le coyoteaban. No, yo ni le coyotié, pos yo no sabía. Y la primer vez no, pero me tocó buen estado.

LM: ¿Sí? ¿A dónde fue?

MJ: Al estado Arkensó.

LM: Arkansas.

MJ: Sí.

LM: Y en qué, ¿de qué trabajó ahí?

MJ: En algodón, pisca de algodón.

LM: ¿Cuánto duró el viaje de ahí?

MJ: De Piedras Negras a allá duró el viaje… Pos no le quiero mentir, pero pa mí se me hizo mucho tiempo, como unas diez, doce horas.

LM: Y, ¿en qué se fueron?

MJ: En tráiler.

LM: También carguero.

MJ: Ese jue la primer vez, en el primer viaje, en un tráiler de ahí de Piedras Negras pa allá.

LM: Igual le ponían banquitas…

MJ: Ándele, sí, también. Con una ca[rpa], lona arriba.

LM: ¿Fue en la tarde o fue en la mañana?

MJ: No, fue en la mañana.

LM: Hacía calor.

MJ: Sí.

LM: ¿Les dieron agua?

MJ: Y nos agarró la noche. Sí, pos sí, sí nos daban agua ahí.

LM: ¿Como diez horas dice?

MJ: Más o menos.

LM: Y, ¿qué pensaba usted de todo eso?

MJ: No, no pos yo nomás, pos ya vine a Estados Unidos a conocer y voy a trabajar en el algodón. Bueno, el algodón ya lo conocía porque había andado yo piscando aquí por Delicias, ahí por el estado aquí de Chihuahua. En Coahuila también ya conocía yo el algodón. Y era lo que le preguntaban a usted cuando se contrataba: “¿Ya has piscado algodón?”. Eso era lo que le preguntaban ahí en Monterrey los americanos.

LM: Que si ya había piscado algodón.

MJ: Sí. “Bueno, ¿ónde ya has piscado algodón?”. “Pos en tal parte”. “¿Cuántos kilos piscabas?”. “Pos tantos”. “Okay”. Le veían lo de las manos: “Pasa”. Y el que le pase, o uno que otro arrendado, yo creo les caiba mal la mentira. Porque a veces de todos modos, una que otra mentira metía uno. No crea usted que todo iba legal. Tenía uno que meter una que otra mentira.

LM: Tenían que.

MJ: Sí.

LM: Mentirillas blancas.

MJ: Fíjese, a mí me tocó una vez en Monterrey que iba un muchacho adelantito aquí de mí. Y luego me preguntaba: “Oiga amigo”. Él iba todavía yo creo estaba preparando, dijo: “Oiga amigo, ¿ya había venido usted aquí?”. “Sí”, le dije, “ya, ya he venido aquí, ya hasta me conocen a mi aquí”, le dije yo. Y luego, y luego dijo, dijo: “Pues yo es la primer vez”, dijo, “pero no traigo cartilla”. “Bueno”, dije, “a ver si le vale”, dije, “pero son muy cabrones”, le dije, “a ver”. No, lo echaron pa juera. El viejo le dijo, dijo: “Tú, muchacho, no tienes gracia ni pa echar mentiras”. No le creyó que la edad que tenía, porque no llevaba ni un documento, si quiera hubiera mandado hacer uno falso.

LM: Pues sí.

MJ: Pero no llevaba nada, dijo: “Ni pa echar mentiras tienes gracia”. Rompió los papeles y al tambo. Y me tocó con el mismo y dije: “Ya valió”, yo dije, “a ver si lo entretiene ese pa que me toque con el otro, porque lo va a dejar caliente”.

LM: No, pues sí y luego.

MJ: Eran tres, uno de así, tres. No, pronto lo arreglaban a uno ahí. No, ya me dijo el viejo: “Echa tus papeles ahí, ahí tan, la cartilla”. “No, no traigo”, dije, “traigo ese mire, este papel”, le dije, “yo no tengo cartilla”. “¿Por qué no tiene?”. Le dije: “Porque”, ahí fue onde yo eché una mentira, dije, “en el tiempo que yo di el servicio militar”, le dije, “se quemaron, se quemó la presidencia y se quemaron los archivos y por lo pronto me dieron eso”. “Okay, pásale pues”. Ya me dijo: “¿Dónde has piscado algodón?”. Ahí dije, dije: “Ya jui a, ya había ido yo a Arkansó”.

LM: No, pues ya…

MJ: “¿Cuántas libras piscaba allá?”. Le dije: “Doscientas, doscientas cincuenta”. “Ah”. Me tocó oír un pelado, yo creo que oyó mal el amigo, es ese que va diciendo, que le preguntaron: “¿Cuántas libras piscas tú de algodón?”. Oiga, va diciendo que mil. Dijo: “No, no, no”, dijo, “vámonos, pa juera”, dijo, “no le vas a dejar nada a nadie”. Oiga, ¿no gusta un refresquito?

LM: No, muchas gracias.

MJ: ¿Una coquita?

LM: No, ahorita nos la tomamos. Vamos a, oiga, pues ese sí se fue grande.

MJ: Sí, pues a él de seguro se le chispoteó, o quién sabe. Pero él dijo que mil. “No, no”, dijo, “tú no le vas a dejar a los demás, vámonos”. (risas)

LM: Cuénteme, cómo es el trabajo de la pisca del algodón, para los que no conocemos bien.

MJ: No, pues es bueno porque de todos modos, pos, pos si usted no, no, si salió malo pa piscar, pos va a ganar poquito y si salió bueno… Yo, había unos ahí muy buenos pa piscar, yo salí malo.

LM: Pero en sí, ¿cómo es? Imagínese que está en el campo, ¿qué es lo que tiene que hacer? Yo, para que la gente que nos vaya a escuchar se pueda dar una idea de cómo hacían el trabajo ustedes, si es de ir agachados…

MJ: No, pues agachados o de rodillas, o cómo, ahí sabe uno sus habilidades, compraba uno unas rodilleras de cuero. Entonces usted se cansaba ahí de volada porque es doblado. Pal estado de Arkansó, los algodones son así chiquitos, son de temporal.

LM: Es de temporal.

MJ: Entonces usted, si usted se cansaba, pues se hincaba y ahí va hincado piscando.

LM: Y, ¿dónde echaban lo que…?

MJ: En, le daba a uno unos costales largos que les nombraban sacas de, son sacas de lona.

LM: De lona.

MJ: Ey, que agarraban cien libras, más de cien libras. Ese era con unas, con unas, aquí se la amarraba usted mire.

LM: En la cintura.

MJ: Y luego aquí se lo echaba por debajo y aquí lo iba usted arrastrando.

LM: ¿A qué horas empezaban a trabajar?

MJ: Nosotros empezábanos [empezábamos] a trabajar, a veces empezándose a ver, hasta que ya no veía.

LM: Aclarando hasta que…

MJ: Aunque era por contrato, pos lo que, entre más piscaba uno, más ganaría.

LM: ¿Cuánto piscaba usted, don?

MJ: No, yo salí malo. Yo a lo más llegué a piscar trescientas libras. A lo más y eso no diario, por allá de vez en cuando.

LM: Y, ¿a cómo le pagaban?

MJ: A $2.50.

LM: ¿Dos cincuenta las cien libras?

MJ: Sí. Entonces una vez me tocó a mi una huelga aquí en Texas porque aquí la pagaban a $2 pesos [dólares] y tuvieron huelga los las, los en el… Jue en el [19]56 que tuvieron huelga los presidentes de nosotros y el de allá, porque el presidente de aquí quería que nos pagaran igual que toda la república americana.

LM: Que en Arkansas y…

MJ: No. Sí, por eso duramos mucho ahí hasta que se acomodaron los presidentes. Nombre, el día que empezaron había gente a lo, jijo de su.

LM: O sea, ¿la huelga fue acá o allá?

MJ: No, no, aquí en Monterrey.

LM: En Monterrey.

MJ: Ey.

LM: ¿Qué dijeron: “No vamos si no nos…

MJ: Suspendieron. No, no, los presidentes.

LM: Okay.

MJ: El de aquí estaba terco que nos pagaran igual que al estado de Arkansó.

LM: ¿El Presidente de la República?

MJ: El presidente de aquí de nosotros en ese tiempo. Y aquel no quería pagar.

LM: ¿Quién estaba de presidente en aquel entonces, se acuerda, en Estados Unidos?

MJ: No, oiga…

LM: Y, ¿aquí?

MJ: Ya no me acuerdo. Ni aquí me acuerdo. En el año ese que jui se me hace que estaba don… Se me hace que estaba don López este, ora verá, Adolfo López Mateos.

LM: Adolfo López Mateos.

MJ: Se me hace a mí que ese estaba cuando, cuando yo jui.

LM: Y luego cuénteme, ¿tenían cocinero ahí en el…?

MJ: No, no, ahí cada quien hacía su comida.

LM: ¿Cómo?

MJ: Allí, allí de lo que usted ganaba allí compraba su comida. Allí se hacían, nos hacíamos grupitos, dos o tres compañeros. Nos daban estufas con… A veces unas estufillas de dos quemadores, algunas así de esas de cuatro, con petróleo. Ahí estaba el petróleo afuera, ahí llenaba uno los, eran de galoncitos. Se acababa aquél y iba uno y llenaba otra vez y a jalar. No, no, ahí llegaba uno y a bañarse, a lavarse las manos y arremangarse y a vámonos.

LM: A hacer de comer.

MJ: Ey, y acababa uno de cenar y descansa tantito y otra vez pa… No, no, era mucha friega, bien cansados y luego a hacer de comer. Hacer el lonche pa llevar en la mañana.

LM: ¿Cómo eran ese lugar donde vivían?

MJ: No, pues el lugar estaba muy bonito en la ahí onde, en esa parte onde me tocó. Jue la única parte onde me tocó a mí muy bonito allí, la parte onde vivíamos. Era una barraca así de larga, tenía sus departamentos, ahí estaba la gente regada. Lo único que no tenía era baño, pero estábamos cerquitas. Estábamos cerquitas de un río, o sea la guardarraya del estado de San Luis, Misurí y Arkansó. Tábamos en la mera guardarraya nosotros. Entonces nos íbamos a bañar ahí al río, taba cerquitas, eso era lo único que no teníamos ahí.

LM: A gusto.

MJ: En ese, en ese campo. En los demás no, en los demás en las partes que jui sí teníamos un baño.

LM: ¿De qué eran las barracas ahí?

MJ: Madera.

LM: ¿Cuánta gente cabría ahí en las barracas?

MJ: Yo en una onde estuve, que fue en acá en el estado de Arizona. Ahí estuve en un campo que éramos ochenta.

LM: Ochenta, grande, ¿verdad?

MJ: Sí, estaba un salonón así largo con sus camitas de esas que le nombran literas (risas), nos daba gotas arriba.

LM: ¿Dormían a gusto?

MJ: Pos sí.

LM: Llegaban muy cansados los…

MJ: Sí, si hasta la noche se hacía cortita (risas). Allí en ese estado, en el estado de Arizona, allí lo que estaba mal, era muy mala comida. Ahí sí nos daban, ahí sí pagábamos nosotros la comida. Ya nos lo descontaban de lo que ganábamos.

LM: ¿Qué les daban de comer ahí?

MJ: Ahí nos daban pues siempre lo mismo, nomás. Ahí no había, ahí nos daban, casi más bien era pura verdura. A la carnita usted le hallaba un pedacito por allá de a suerte, por allá andan en los… Pa llevarle lonche, se lo llevaban a uno el lonche. El mayordomo venía por el lonche. En la mañana nomás nos daban unos blanquillos ahí estrellados, un vasito de avena y unas dos rebanaditas de pan, y párale.

LM: Comían bien en la mañana.

MJ: No, no, pos iba uno a veces…

LM: Se quedaban hasta con hambre.

MJ: Habemos muchos hombres muy comedores. No, no, con esa cosa, ni pa qué.

LM: Y, ¿cómo le hacían para aguantar tanta hora trabajando?

MJ: Pos así. Hasta en la, que ya llegaba el lonche y gritaba el viejo: “El lonche, el lonche”. Y salía uno y ya le llevaba su envoltorito. ¡Nombre!, poquito más grueso el envoltorio que los sacos que le llevaban a uno, era pura tortilla. Allá adentro, allá nomás pos casi más bien era puro repollo y lechuga, sería y quién sabe qué le echarían ahí. Pintaba así coloradito y pedacitos de carne así, pero así muy poquito.

LM: Y, ¿no se quejaban ustedes de la comida?

MJ: Pos, pos sí, nos quejábamos [quejábamos] con los cocineros. El cocinero decía que pos que ellos qué, esa orden tenemos aquí, el que llenó llenó y el que no, no. Bueno, es más, en ese comedor yo me llegué a quedar muchas veces sin comida, sin cena, porque era un como una tarifa, ¿verdad?, nomás eso. Si yo no alcanzaba. “No, pos ya no hay, te jodiste, te aplomaste”.

LM: ¿Así de plano?

MJ: Sí. “Oye que unos blanquillos”. “No, no. No tenemos orden de darles a ustedes más de lo que es”. Nos íbamos por ahí. Había una tiendita cerquitas ahí, nos íbamos ahí a comprar galletas, comprar un juguito o leche por ahí.

LM: Y, ¿aparte les cobraban?

MJ: Sí, sí aparte. De todos modos teníamos que pagar aquella cantidad, si alcanzara uno comida o no alcanzara.

LM: ¿Tenían mayordomo ahí?

MJ: Sí.

LM: ¿Era mexicano el mayordomo?

MJ: El mayordomo era mexicano y el patrón era americano. Por cierto, era malo, había sido emigrante.

LM: Ah sí.

MJ: Había andado en La Migración.

LM: ¿Cómo los trataba el mayordomo?

MJ: No, pos el mayordomo nos trataba bien, pues él era mexicano. Con el patrón casi no nos metíamos, el patrón nomás llegaba y nos veía.

LM: ¿Qué les decía el patrón?

MJ: No, no, nomás, nomás nos miraba ahí.

LM: No se…

MJ: Él no se metía, bueno, los patrones nunca se metían con uno. Los mayordomos eran los que se encargaban.

LM: Y, ¿no se quejaban ustedes con el mayordomo de la comida?

MJ: Sí, sí le decíamos pero pos él hablaba con el mayordomo. Y una vez hasta hicimos una huelga.

LM: ¿Cómo fue esa huelga?

MJ: Y lo único que contestó el patrón, dijo: “Bueno, pos al que le convenga bien y al que no, ahí ta la carretera”.

LM: Así de plano.

MJ: Sí.

LM: O sea, ni siquiera…

MJ: Bueno, una vez, una vez en inglés, éste creía que no había, no había personas que ya mascaban inglés. Y en inglés se le ocurrió al patrón, pues esa vez que le hicimos huelga por la comida, en inglés dijo que nosotros los mexicanos estábanos [estábamos] impuestos a comer puros nopales. Y allí había uno que hablaba inglés y ese le contestó.

LM: ¿Qué le contestó?

MJ: Dijo: “Te equivocas”, dijo, “te equivocas, si nosotros por eso venimos a Estados Unidos”, dijo, “¿tú crees que aquí no habemos quien habla inglés?”, dijo, “yo sé hablar inglés”, dijo, “yo sé”, dijo, “aquí te contesto tú lo que… Y no se había destapado ese amigo hasta ese día. Por cierto ese, ese señor dicía [decía] que él entendía la medicina.

LM: ¿Que él había estudiado medicina?

MJ: Sí. Ahí los que se enfermaban por ahí de, él pa pronto los curaba, por ahí una cortadilla así a…

LM: Ajá, pues a lo mejor sabía…

MJ: Ey, y ese jue el que le contestó. “No”, dijo, “te equivocas”, dijo, “mira aquí en Estados Unidos las cosas mejores que tiene Estados Unidos vienen de México”, dijo, “si nosotros tenemos bueno”, dijo, “nomás que a lo mejor nos gusta el mal trato”, dijo, “por eso venimos a Estados Unidos, a que nos traten mal”. Ese le contestó en español, porque el viejo hablaba español. Y una que otra en inglés, también. Las preguntas que seguro no podía el patrón contestarlas en español, le dicía en inglés y el otro las contestaba.

LM: ¿Ustedes qué hicieron?

MJ: Nosotros pos oyéndolos, el mayordomo también se quedó también sorprendido porque nunca había oído hablar inglés al amigo ese. Pos es que no se ofrecía, ¿pa qué lo iba a hablar?

LM: Claro.

MJ: ¿Verdad?

LM: Y, ¿no hubo represalias contra él?

MJ: No, pues eso jue lo que dijo. Dijo: “El que no le convenga, bueno”, así.

LM: Eso dijo…

MJ: Está bueno…

LM: Eso, ¿en dónde fue?

MJ: En el estado de Arizona. Se empezó a venir la gente, se empezó a venir, a venir. No, yo sí aguanté, me faltaron creo que cinco días para cumplir el contrato.

LM: ¿De cuánto era su contrato?

MJ: Pon tú, cuatro meses.

LM: Eran, ¿de cuánto eran los contratos, más o menos?

MJ: El estado de Arkansó eran tres meses. Y en Arizona, eran meses, yo creo por cuatro. Y aquí en Texas, entré tres veces, eran de cuarenta y cinco días. Aquí sí no servían.

LM: ¿Texas era de los más malos?

MJ: Lo más malo. En lugar de traer usted una camisa, dejaba la que llevaba. Ahí sí no servía. Y sin embargo pos yo antes, pos es que uno con la esperanza de que jueran a dar pa San, pa San Luis Misuri, pa el estado de Arkansó, esos todavía son buenos. Nebraska, todos esos, Louisiana, pero no. Pos aquí uno ahí, ey.

LM: Y eso, de ninguna manera lo podían resolver, ¿verdad?, pos onde los mandaban…

MJ: No.

LM: De lo que ustedes, cuando ustedes se cocinaban, ¿qué preparaban? ¿Qué hacían?

MJ: Pos nosotros preparábamos lo más fácil, papa, blanquillo, carne, eso lo que comíamos. Avena, café, esas eran las comidas que comíamos nosotros ahí.

LM: Tortillas.

MJ: Tortillas, sí. Pos hacíamos tortillas de harina.

LM: De harina.

MJ: Ey.

LM: ¿Cómo se llevaban ustedes entre braceros? ¿Cómo era el ambiente?

MJ: No, no, pos entre braceros pos ahí nos llevábamos como hermanos. Sabe, cuando había los desmadres era los sábados porque muchos nos emborrachaban. Y era cuando había por ahí, pero pos no, no llegaba a gran cosa.

LM: No llegaba a gran cosa.

MJ: Ya los que estábamos vivos por ahí buenos, ya metíamos. “Uh no, mira que en la… ya los silenciábamos”, pero nomás. De todos modos, como le dije, en el estado de Arkansó, fue el primer año que yo entré habíamos cuarenta de ahí de Súchil, todos nos veíamos ahí como hermanos, ahí. Había unos de Guanajuato, eran como unos quince. Esos sí estaban allá, allá que ni resondeaban, nos tenían miedo, (risas) sí, sí.

LM: ¿Se distinguían las gentes de los estados, algunos por trabajadores, otros por más flojos o era igual?

MJ: No, no, pos era igual. Pos si andaba uno todo regüelto [revuelto] ahí, sí. No, no de distinguirse no, no, se distinguía uno. Se distinguía uno en la cosa de que, como allí el único que se daba cuenta quién, en un trabajo como el de esos, tiene que haber un campeón. En cualquier trabajo de esos. Y ahí se daba uno cuenta cuál era el campeón del grupo. Como yo acá en el estado de Arizona, yo allí era el número uno, sí. Me dijo a mí el mayordomo un día, yo ni cuenta me daba y él jue que salió con eso. Dijo: “Aquí hay un cabrón”. Porque era muy mal hablado, dijo: “Aquí hay un cabrón de Guanajuato”, dijo, “que es, ese es el que te empareja a ti”, dijo, “pero”, dijo, “pero ese pisca muy puerco”, dijo, “le voy a llamar la atención”. No, ya después entramos a otra clase de pisca, cambiamos no de trabajo, sino de pisca.

LM: ¿Cuántos tipos de pisca hay? ¿Cómo los diferenciaban?

MJ: Bueno, hay tipo de pisca que lo pisca uno limpio, limpio. Y hay otro que lo piscábamos, usted agarraba la mata y la agarraba así. Por eso había que usar guante, había que, pues se protegía uno aquí con lona, con lo que podía. Algo sale, ese le nombraban pule. Y hay otro que se llama mapeo. Ese mapeo, ese es el puro, el puro hueso, lo agarra usted aquí. No, todo se friega aquí si no sabe, yo no pude piscar ese.

LM: ¿Se cortaban los dedos?

MJ: Sí, se pica uno y ya después no puede ni agarrar ni la tortilla caliente ya. Bueno, yo no pude hacer ese trabajo. Cuando nos cambiaron a allá en Arizona, que nos cambió al pule, no al mapeo, luego luego uno de acá de Puebla, luego luego me dijo: “No, tú de Durango”, dijo, “serás la chingada, pero de aquí en adelante”, dijo, “te vas a joder”. Oiga y viera que sí. Yo me ganaba lo mismo que, que en los limpio, ese día me ganó. Había individuos allí que piscaban siete, ochocientas libras a $2.10. Y yo no salía de cuatrocientas libras por más que me forzara. Ya después le agarré como tarea, ya piscando las cuatrocientas libras taba, pero había individuos que pasaban de quinientas, seiscientas, setecientas libras.

LM: ¿Sí había…?

MJ: Sí, y eran de los más malos cuando anduvimos en la, piscando limpio.

LM: Es que es cuestión de, pues de ir adquiriendo experiencia, ¿verdad?

MJ: Pues sí.

LM: ¿Les pagaban con cheque?, o, ¿les pagaban con efectivo?

MJ: En unas partes nos pagaban… En Arizona, nos pagaban en efectivo.

LM: ¿Cada cuándo?

MJ: No, pos casi por lo regular nos pagaban todo en efectivo. Porque pos si nos pagaban con cheque dónde iba uno a feriar.

LM: Y, ¿cada cuándo les pagaban?

MJ: Cada ocho días.

LM: ¿El sábado les pagaban?

MJ: Sí, sí, los sábados. Sí, pos, sino que comprar comida, pos tenían que…

LM: ¿En dónde compraban la comida?

MJ: Íbamos a los pueblos. Había pueblos grandes.

LM: ¿Los llevaban de ahí del rancho?

MJ: Sí. Sí, de ahí de los campos nos llevaban, el mismo mayordomo, pos sería el que nos navegaba pa todo. “Órale, vámonos a la comida”. No, pos ahí va uno y la comida. Y ahí el mismo mayordomo decía: “El que no quiere ir, en la tarde voy o mañana”. Y así íbamos a la comida.

LM: Y, ¿mandaba usted dinero para su casa?

MJ: Sí, pos poquito.

LM: De ahí del pueblo, o, ¿de dónde lo mandaba?

MJ: El dinero se los daba uno a los mayordomos, ellos lo ponían pa acá. Ellos se los daban según esto a los patrones, eran los que se encargaban según eso de mandarlo, ey. Ya después nomás nos daban el recibito de donde lo habían mandado.

LM: ¿Alguna vez le quedaron a deber algo de dinero?

MJ: No.

LM: Que no le hayan pagado.

MJ: No. Onde me quedaron a deber fue una vez que anduve de mojado. Ahí sí me quedaron a deber y nunca llegó aquí el dinero.

LM: Cuando iban a los pueblos, ¿cómo los trataba la gente, los americanos de ahí?

MJ: No pues los americanos, no, nos trataban bien. Según como se portara uno, porque… Porque mire, a mí me tocó ver un caso una vez, en ese estado de Arkansó. Éramos cuatro, todos de la misma tierra, del Súchil. Estaba lloviendo y luego, no pos a lo mejor yo creo que hoy no vamos a trabajar. Amaneció muy nublado, lloviznando y ya le dije yo a otro, le dije: “Oiga, vamos al pueblo”, le dije, “voy a comprar una chamarra porque ya va a empezar a hacer frío”. Ya se nos juntaron otros dos ahí. Bueno, pa no hacérsela larga, uno de los que iban conmigo, se quiso robar una chamarra. Le jue mal porque lo vieron. Entonces según como se porte uno…

LM: Claro.

MJ: Lo tratan.

LM: No, no, claro.

MJ: Sí, lo golpearon. Cuando yo salí, que yo les dije: “vámonos, ¿ya están listos?”. Ya había yo, yo ya salí con lo que había comprado, yo le, ya salí con ella puesta. Allí mismo el viejo le arrancó la etiqueta y yo me lo puse, pa eso lo quiero. Me lo puse, ya salí con él puesto, salí yo adelante y los otros detrás de mí. Saliendo yo y cayó una petaca que traiba el que se había robado la chamarra. Aquí me pasó la petaca y cayó allá. Entonces volteé yo y traiban al amigo en friega. Es que ya lo habían visto, pos tienen espejos. Eran dos nomás, dos viejos, uno nos andaba atendiendo allí y el otro estaba allá abusado, él.

LM: Y lo vieron.

MJ: Lo vieron.

LM: ¿Lo golpearon mucho?

MJ: Le dieron unas guantadas y unas patadas y lo aventaron pa juera. Ya cuando íbamos: “No andes haciendo eso hombre, fíjate. ¿Qué tal si nos llevan a la cárcel? Vamos a ir todos, por culpa tuya”.

LM: Pues sí.

MJ: Le quitaron la chamarra a tirones y sus guantadas.

LM: Y se le quitó la maña.

MJ: Pos, pos casi no, no. No, total que siguió. (risas) No, una vez terco que quería robarse unos zapatos. “No, no, no”, le digo, “¿cómo?”. Dijo: “No”, dijo, “dejo los que traigo en la caja y me pongo los otros”. Porque en esos tiempos que iba uno, pos andaba uno como anda aquí en las tiendas mirando allí. Allí usted se medía los zapatos si le quedaban ya, salía y los pagaba. Entonces él pensaba hacerlo así, no pagar, sino ponerse los nuevos. “No, no, no”, le dije, “sácate, ahí si quieres póntelos, pero yo no, yo no”.

LM: Entonces los trataban bien los… ¿Hablaban español ellos?

MJ: No, pues en ese tiempo casi no hablaban español los americanos.

LM: ¿Cómo se entendían para comprar cuando pagaban?

MJ: A las, a las señas. Ey, ahí con los dedos.

LM: ¿Se tomaban alguna que otra cerveza, también?

MJ: No pos sí, la cerveza se la llevaba uno pal campo.

LM: La compraban y se la llevaban al campo.

MJ: Ey, ey.

LM: En el pueblo no tomaban, ¿no iban a las…?

MJ: No, no, no, en el pueblo no. Esa vez que le pasó el caso a ese de la chamarra, ya nos orinábamos. “¿Dónde nos meteremos y dónde nos meteremos?”. Vimos una cantina ahí, pos el anuncio se conoce, no sabíamos hablar inglés, pero, yo aquí dije: “Aquí esta una cantina”. Y nos metimos, era de puros negros. Cabrón, nomás gruñían y volteaban y nos veían feo, (risas) dije: “A ver si no nos agarran aquí”. No, siempre nos metimos al baño y salimos. Nomás les hacíamos así. (risas)

LM: ¿Había algo de racismo que le haya tocado ver? ¿Actos de racismo, de los negros o de los americanos?

MJ: No.

LM: O de los mismos mexicoamericanos.

MJ: No, no, de esos no. Pues uno acá se la llevaba en los, los campos estaban lejos de los pueblos. Casi más bien taba uno en el, pos, pos no en el desierto, pero los campos los tenían ellos lejos de la ciudad.

LM: Estaban aislados.

MJ: Sí, lejos. Ahí nomás nos manejábamos los puros que trabajábamos ahí. Si uno quería ir al pueblo, a veces hasta, pues hasta ni iba porque no hallaba en qué, ni que de un modo que llegara el patrón, a la seña le hacía uno que se quería, al cine le hacía, a ver el cine. Uno le entendía a la vista, a la pura seña. Que si quería uno ir al show que cerca, el show. “¿Cuál show?”, le decíamos nosotros, pos era el cine (risas), que si queríamos ir. “Sí, llévanos”. Y ya él nos decía allí con los dedos: “A tales horas vengo”. Él ya sabía a qué horas salíamos. Ya iba y nos llevaba.

LM: El patrón

MJ: Pero muy pocos patrones había de esos, sí.

LM: ¿Qué más hacían los fines de semana? Cuénteme, ¿qué hacían?

MJ: No, pos los fines de semana lo único que nos dedicábamos a lavarnos.

LM: A lavar su ropa.

MJ: Lo que era el domingo. Bañarnos, lavarnos.

LM: Ir al pueblo.

MJ: Ir al pueblo a veces, y a veces pues ya habíamos, íbamos los sábados. Más bien nos llevaban el sábado a comprar la comida.

LM: Y, ¿al cine?

MJ: No, yo del tiempo que anduvo contratado una pura vez fui al cine.

LM: Y, ¿eran películas en español o en inglés?

MJ: Eran en español. No, no, ahí le pasaban a uno puras películas de Antonio Aguilar. (risas) Sí, sí, jui un pueblo que se llama Big Spring. No, Big Spring no, este, Big Spring es otro, este, a no, Raymondville se llama el pueblo a onde jui yo al cine.

LM: ¿En dónde están?

MJ: Ese está aquí en Texas.

LM: ¿Iban a misa una que otra vez?

MJ: No, pues no nos llevaban. La única vez que jui yo a misa, jue cuando estuve en Arizona pal 25 de Diciembre. Llegó ahí el mayordomo: “Órale, quien quiera ir a misa”. Fuimos a la misa de gallo, fue la única vez.

LM: ¿Cómo fue esa Navidad?

MJ: No, pos bien. Ahí nos la pasamos ahí, durmiendo.

LM: ¿No hicieron cena?

MJ: Otro día no, otro día nos venimos.

LM: ¿Otro día se vinieron para México?

MJ: Pa acá. El 26 nos venimos.

LM: Oiga y, ¿había comunicación con la familia?, ¿se escribían cartas?

MJ: Sí, sí, yo escribía. Yo mandaba dinerito, aunque juera poquito pero yo mandaba.

LM: ¿Cada cuándo le escribían?

MJ: No, yo, yo escribía.

LM: ¿O escribía?

MJ: Cada vez que mandaba así dinero, ya me contestaba, que llegó el dinero, bueno [es]tá bien.

LM: ¿Cómo les avisaban que tenían carta?

MJ: Las cartas llegaban al campo onde estábamos, había buzones. Son unos buzoncillos que están allí, allí llegaban (tocando puerta). Pásele.

2do: ¿Qué pasó?

LM: Vamos a hacer una pequeña pausa.

(Entrevista interrumpida)

LM: Continuamos con la entrevista con el señor Miguel Jáquez. Y me decía, don Miguel, cuénteme de las cartas, ¿cómo les avisaban?

MJ: Las cartas llegaban directamente, los cocineros eran los que nos las entregaban. Porque ahí llegaba, ahí llegaba el manojo de cartas de a todos, de todos los que andábamos ahí. Diariamente entregaban los cocineros, eran los que entregaban las cartas. Ya después de que nos daban de cenar, ya iba el cocinero allí a las barracas ahí onde tábamos. “Fulano de tal”. Le iban entregando a uno su carta.

LM: ¿Qué les escribían?, ¿qué escribía usted, se acuerda?

MJ: No, pos yo nomás escribía que estábamos bien, que andábamos trabajando ahí.

LM: Y, ¿su señora qué le escribía?

MJ: Pos también nomás, pos que estaban bien, que había recibido el dinero, y…

LM: Decía: “Ya vente”.

MJ: Pos sí. No pos ella ya sabía, yo le decía los contratos son cortitos, tres meses, cuatro meses, se pasan.

LM: ¿Era fácil volver a recontratarse?

MJ: Sí.

LM: ¿Cómo les ofrecían?

MJ: Acá para esta área, de acá… Pa volverse, pa volverse a recontratar, pos yo nunca me recontraté. Ahí mismo no, pero era más fácil. Yo cuando me iba a recontratar, yo no quise.

LM: ¿Qué le dijeron?

MJ: Querían que me recontrataran por dieciocho meses. A los dieciocho meses nos arreglaban los papeles los patrones. Pero fui a dar a una compañía.

LM: Y no le interesó.

MJ: Y ahí sí estaba muy buena la comida, viera.

LM: ¿Sí?

MJ: De ese que le digo yo que, que nos daban los taquitos en… Entonces ya cuando nos juimos de allí, ¡nos corrieron!, porque era un pueblito así como un ranchito, ¿no? Eran casas así regadas. Y muchos salían a tender su ropa en puros calzoncillos y los vecinos no les gustaban esos, juntaron firmas, nos corrieron de allí.

LM: Ah, ¿sí?

MJ: Porque muchos salían encuerados en puro calzoncillo a tender su ropa. Una vez entró uno encarrerado porque le apuntó una gringa ahí con un veintidós [calibre. 22], (risas) no le iba a tirar, nomás le gritó: “Hey”. Y que volteó aquél, que le estaba apuntando. No, se mete a madres, (risas) pero…

LM: ¿Eso dónde fue?

MJ: En Arizona.

LM: En Arizona.

MJ: Y ya de ahí nos cambiaron a acabalar el contrato a otra parte a un pueblo que se llamaba Pacar [Parker], Pacar, Arizona. Y ahí sí estaba muy buena la comida, ahí sí nos, sí nos la variaban todos los días.

LM: ¿Qué les daban ahí?

MJ: Bueno, en la mañana era lo mismo, eran un par de blanquillos con tortillitas recién hechas de harina, así grandotas y un vaso de leche y café, lo que usted quisiera. Usted ahí se servía lo que, si usted no completaba con aquel par de blanquillos iba y le decía al cocinero: “Ora, échame otra”. “Ándale, ahí te va”. Allí había leche, ahí estaban los galones, los botes. Ahí iba usted y se servía cuantas veces quisiera, ahí sí estaba bueno.

LM: Ahí sí estaba bien.

MJ: Ahí a medio día también, todos los días a medio día era la comida muy distinta, la variaban, en la noche igual.

LM: Pollo y carne les daban.

MJ: Ey, sí. Sí, ahí sí no daban, ahí era compañía. Y con el que estuvimos primero no, ese era patrón, por eso ese nos veía más mal. Y es mejor estar en una compañía y no con un patrón porque los patrones, un puro patrón lo que trata es de hacer dinero. Y en la compañía no, sí había ahí mucho qué comer. Allí no había, no había: “No, ya no hay”. No allí, allí se quedaron unos que me dicían: “Quédese, Miguel, quédese”. No, no, yo ya me voy a… Era onde me iban a recontratar por dieciocho meses. A los dieciocho meses sí yo hubiera aguantado allá viviera.

LM: ¿Por qué no se quedó?

MJ: Pos la ignorancia a veces, porque dice uno: “Pal año que viene me vengo otra vez”. Yo tuve oportunidades de haber arreglado y las desprecié.

LM: Pensaba usted que podría regresar e iba a ser lo mismo.

MJ: Ey.

LM: ¿En qué año fue eso?

MJ: En el año, de eso que me recontrataban por dieciocho meses, el mayordomo era de Gómez Palacios. Y a él, y sabe de aquí toda la gente que habíamos allí en ese campo, nomás dos durangueños habíamos. Entonces al mayordomo le dio mucho gusto, dijo: “Miren muchachos, a mí me da mucho gusto tener la gente de México”, dijo, “pero más de mi estado”. Y él era el que nos iba a arreglar. Dijo: “Miren quédense”. ¡Ah, cómo nos dijo! Todavía estábamos arriba de la camión pa venirnos y: “No se vayan muchachos, no se vayan”. Nos rogó mucho pa que nos quedáramos.

LM: Y nada.

MJ: Que él, que él nos iba a arreglar, a ayudar a arreglar, pues. Dijo: “Miren, el día primero de enero”. Pues ya faltaba poquito, nosotros nos venimos el 26 de diciembre…

LM: ¿De qué año?

MJ: Del [19]57. Y no, no quisimos quedarnos. “No, no, vámonos, no”. Nos vinimos. El hombre ese en todo, dijo: “Yo aquí yo soy el que seleccionó a la gente”, dijo, “ustedes van a ser los primeros”, dijo, “yo los voy a seleccionar como si ya tuvieran aquí un año o dos conmigo”, y dijo, “yo mismo voy a dar pa que arreglen, nomás necesito que aguanten año y medio”, dijo, “miren, pa tal tiempo ustedes se van, ahora en enero o febrero”, dijo, “se pueden ir pa México”, dijo, “se les da el permiso pa que se vayan. Duran dos meses allá y se vienen, entrando marzo se vienen, pero ustedes ya van con permiso”. No, no quisimos, a veces desecha uno las cosas.

LM: Claro, pues la ignorancia, como dice usted.

MJ: Ey, ey.

LM: ¿Verdad? Y, ¿le hubiera gustado haber arreglado?

MJ: Pos fíjese que sí, pero no quise. Uno que dice: “No, no un año y medio es mucho tiempo”.

LM: Y cuando regresaban, ¿qué hacía en México?

MJ: No, pos a trabajar en lo mismo, onde, onde salía. Sí, a la agricultura, a hacer adobes, a hacer… A la sierra, bueno onde se podía.

LM: ¿Cuánto tiempo llegó a durar aquí en México antes de volverse a ir?

MJ: No, pos no, pos yo me iba cada año.

LM: ¿Cumplía sus contratos cada año?

MJ: Me venía y el siguiente año volvía a venir otra vez.

LM: ¿En qué época más o menos eran las contrataciones?

MJ: En septiembre.

LM: Que es la época de la cosecha ya.

MJ: Había unas en el mes de julio, esas eran pa acá pa Empalme. Pero pa acá nomás una pura vez entré yo. Pero por lo regular, para acá pa Texas, pa estos otros estados de acá de… Bueno, de acá de este rumbo, toda acá, todavía eran en septiembre. Y eran las buenas.

LM: Que eran las épocas de la cosecha.

MJ: Ey.

LM: Hasta diciembre.

MJ: Ey.

LM: ¿Hasta qué mes duraban?

MJ: Hasta en, pos entraba uno septiembre, octubre, noviembre, ¡en diciembre!. Y acá no, acá por Arizona, acá nosotros nos venimos en últimos de diciembre y todavía había pisca pa enero y febrero. Pero ya no quisimos.

LM: ¿Le tocó pasar alguna vez el 16 de Septiembre allá en Estados Unidos?

MJ: No, se me hace que no.

LM: ¿Alguna fiesta patria en Estados Unidos?

MJ: No, no, yo todo el tiempo entré de septiembre pa dela… En agosto para adelante. Yo aquí en Texas, yo llegué a entrar en agosto.

LM: Oiga, don Miguel y, ¿se acuerda cuáles eran las quejas más comunes que tenían los braceros?, ¿de qué se quejaban? Algo que no les gustara.

MJ: No, pues yo creo que ni se quejaba uno, no decía nada.

LM: Salvo la comida, yo creo que…

MJ: No pues la comida, pues nomás la única vez que le digo yo que nos, que nos quejamos con el patrón fue esa vez acá. Porque de ahí en más en todas, nosotros mismos hacíamos. Sí, nosotros mismos.

LM: Ya ustedes haciendo pues ya, comían a gusto.

MJ: Sí. Aquí en, ese patrón que le digo que a las ocho días nos echó, ese también nos daba la comida. También taba más o menos. Allí lo que, ese fue aquí en Brownsville. Allí nos hablaban a comer a mala comparación, como a un hatajo de marranos. Llegaba, mire, llegaba él, andábamos piscando ahí, pos buscándole ya. Iba uno como acá en la estación no sacaba nada, iba y venía y no traiba nada, ya no tenía el algodón. Entonces el lonche llegaba un bonche ansina, mire, de comida, ahí iba revuelto todo. Taba malona la comida, ey.

LM: Claro.

MJ: Tenía un saborcillo medio, pero tenía uno que comerse. Ahí iba revuelto todo, ahí zanahoria y todo, sopa y frijoles y todo revuelto. Cuando callimos [caímos] ahí al campo nos dieron un vaso, un tenedor, una cuchara, un plato y una truchita. Cada pieza de aquellas valía $0.10 centavos, si usted la perdía, la tenía que pagar. Entonces la cuidaba uno más que ni a uno, porque los mismos de ahí por maloría, ¿verdad?, le escondían a uno las cosas. Usted se acostaba y las ponía abajo de la almohada, o amarradas aquí. Entonces en el trabajo…

LM: Salía peor…

MJ: No, yo entregué todo, yo entregué, nomás dejé el vaso y el plato y la cuchara, dije: “¿Pa qué quero tenedor y trucha?”. Se lo entregué al cocinero. Le dije: “Ahí ta eso”, le dije. “Todo tenemos apuntado ahí”. Le dije: “Bórrame eso”, le dije, “¿por qué quiero yo eso?”. Nomás dejé el vaso, el plato y la cuchara. Y le hicimos un agujerito al plato, mire aquí, aquí. Y aquí lo tráibamos con todo y vaso y la cuchara aquí.

LM: Trabajando.

MJ: Trabajando y aquí la sonadera. (risas)

LM: Qué bárbaros.

MJ: Entonces llegaba el del lunch, y luego empezaba a gritar el viejo: “Lonchi, lonchi, lonchi”. Nos desatábamos las, los costales, ahí los dejábamos y ahí va uno desatándose el plato, (risas) ey. Esos eran los tratos más, pos más malos que me tocaron a mí.

LM: Más malos.

MJ: Sí, porque al último pos onde hacíamos nosotros nuestra comida, pos hacíamos a nuestro gusto y a lo mejor más limpio. Ey, porque la otra comida que nos daban pos, ¿cómo íbamos a saber cómo estaba?

LM: Pues eso sí. Oiga, y de las cosas que más le hayan gustado de Estados Unidos, ¿qué fue lo que más le gustó?

MJ: No, pos de Estados Unidos, pos más lo que me gustó más a mí pues era ir a los pueblos a paseo.

LM: Conocer.

MJ: Sí, conocer, porque ya le digo, los campos estaba aislados del… En el estado de Arkansó nos tocó un campo que nomás nosotros. Mire, alrededor, no divisaba usted un rancho, ranchos de los demás, de los demás patrones que tenían terrenos. Pero, ahí salía usted del campo aquél y lo que vía usted alrededor era puro algodón, puro sembradío.

LM: ¿Le parecía interesantes los pueblos?, ¿le gustaban?, ¿eran bonitos?

MJ: Sí, pos cuando íbanos al pueblo se nos hacía pronto regresarnos al…. Ahí de perdida andaba uno ahí echándose su nieve, su paletita ahí. Y en el campo, pos no. Pos ahí nomás lo que tenía uno ahí pa comer.

LM: ¿Jugaban baraja los compañeros?

MJ: Sí había unos ahí largos, ahí. Pues casi por lo regular en todos, de cuando íbamos, había de todo ahí. Unos al hueso, a mí nunca me gustó ese juego, ese sí no. Lo que es el juego y el hueso, el ese la baraja y el hueso.

(entrevista interrumpida)

LM: Continuamos la entrevista con el señor Miguel Jáquez López. Me decía, don Miguel, del juego de las cartas. Cuénteme, ¿cuándo jugaban, o…?

MJ: No, pos, los ahí los jugadores esos jugaban los sábados, amanecían a veces, ey.

LM: Amanecían, ¿tomaban y…?

MJ: Sí, como quera tenían que llevar ahí tomadilla pa, pos pa aguantar. Había un señor ahí de acá de mi tierra que ese era de… No nomás él, había muchos, pero había dos ahí muy picados, que como que tenían riña, que se querían ganar uno al otro y esos amanecían. Y una vez hicimos una, pos una tranza porque ya estábamos pa venirnos y ese amigo no había comprado ni una camisa ni nada, con lo mismo que se jue, se vino.

LM: De plano.

MJ: Porque todo le ganaban.

LM: Todo.

MJ: Pica[d]o.

LM: Todo lo perdía.

MJ: Y ahí onde quiera les debía los $5, los $10 dólares. Ya nadie le quería prestar, pos, ¿con qué pagaba? Entonces nos pusimos de acuerdo. Cuatro o cinco dijimos: “Oye, ya mero nos vamos y este”, se llamaba Remedios, “y Remedios, pues este cabrón no tiene nada, ¿cómo se ira a ir? Vamos haciendo esto”. Porque él, porque los sábados, ahí onde nos pagaban, ya ahí estaban: “Órale, échale, échale”. Y esa vez hicimos esa cosa, nos pusimos de acuerdo allí, creo que éramos cinco. Sin que se diera cuenta el amigo, nomás nosotros. “Pos qué, como qué, ¿cómo vamos a hacerle?”. Ya nos pusimos de acuerdo. “Sabes que el sábado pagándole porque, porque ya nos vamos a ir y este no tiene dinero, siquera pa que se vaya”. Pos ya nos pusimos de acuerdo, que ahí le íbamos a hacer al valiente al enojado nosotros, y en cuanto en cuanto recibió el dinero él, nos le juimos nosotros todos. “Órale, órale cabrón”, tratándolo mal, “órale cabrón échale, échale, porque me debes, traite todo”. Y se lo quitamos todo. De ese modo seguí, ya los otros que les debía nomás quedaron viendo. “No pos que a nosotros también nos debe”. “Bueno, pos que les deba”. (risas) “A nosotros también nos debe, a nosotros ya le quita… con esto”, le decíamos nosotros, “con esto no nos alcanza a pagar”. Así que era un abono. Pero no era eso, a nosotros no nos debía. Pero nosotros en ver qué, oiga, no lo dejaban, bueno él, pos los otros no los llevaban a fuerzas.

LM: ¿Qué no entendía el, no, no…?

MJ: No, no, muy picado al juego.

LM: Gente que tiene vicio.

MJ: Ya le digo, ahí había muchas ahí que: “Órale que traigo este que compré ayer, unos calcetines”. “Órale, ¿Por cuánto?”. “Pos ahí”.

LM: Apostaba…

MJ: A $.05, a $.10 centavos, nos robaban mucho porque no ganaba uno mucho. A lo más ganaba uno los $5, con $6 dólares al día.

LM: Y yo creo que las familias de ellos pues no les mandaba.

MJ: No, pues no les mandaba. Yo allí me daba cuenta que había, hubo individuos que ni siquiera escribían, hasta que cayeron aquí. ¿Cómo escribían? Si el juego no los dejaba. En esa vez yo llegué a ver que muchos se venían así como llegaron allá.

LM: Y los patrones, los mayordomos, ¿no les prohibían jugar?

MJ: No, no, no, los mayordomos a la contra, iban y se revolvían ahí un rato.

LM: También.

MJ: También, (risas) ey. No, no, los patrones, los patrones sí les gusta el juego. Ya saben que los mexicanos, semos [somos] buenos pa todo. Ellos mismos van y le buscan ahí al…

LM: Hasta para eso, ¿verdad?

MJ: Sí.

LM: Don Miguel, ¿qué hizo usted cuando se regresó de Estados Unidos, ya que se le acabó su último contrato?

MJ: No, pues yo lo que hice yo que ya se acabaron las contrataciones, que ya no juimos, pos yo me dediqué a lo que me he dedicado siempre, a sembrar, a…

LM: ¿Cuándo fue su último contrato?

MJ: Pos viera que el último contrato no me acuerdo.

LM: ¿No fue ese de los dieciocho meses que le ofrecían? El que ya no…

MJ: No, se me hace que el último contrato me lo eché aquí en Texas.

LM: En Texas.

MJ: Porque mire, yo entré el [19]53, deje le digo, esa fue la primera vez.

LM: Sí.
MJ: Y luego ya no jui hasta el [19]56, dos veces. Entré a Texas y Arkansó otra vez el mismo año. Y luego, el [19]57 jui a Arizona, entonces los otros dos que entré a Texas y ese sí no me acuerdo, porque entré yo otras dos veces. Des[pués], yo creo que fue el [19]58, [19]59 por ahí. Ese sí no me acuerdo de esas fechas.

LM: Y cuando estaba ya acá en México de repente, ¿no le daban ganas de regresarse a Estados Unidos?

MJ: No, pues sí me daban y, ¿que ganaba? Como esa vez que le digo que nos querían dejar los dieciocho meses, después nos encontrábamos el compañero y yo. “No, pos, ¿pa qué nos venimos?”. “¿Pos pa qué?”. Ya después que andábanos aquí fracasados, pos no traiba uno nada, hombre. No era gran cosa lo que se ayudaba uno.

LM: No.

MJ: Yo la vez que traiba más dinero, que jue la vez que estuve en acá en Arizona. (gallo cantando) Fue la única vez que salí con más dinero en cuatro meses que duré allá, cuando yo salí de la frontera traiba $125 dólares.

LM: Y fue la vez…

MJ: Valía $12.50 en ese tiempo. Y ya creía uno que no se le iba a acabar (risas), por eso se venía uno.

LM: ¿Traía ropita para la familia, algo?

MJ: No sí, no sí. No, no, yo a mí en el estado de acá de, en el estado de Arkansó y en Arizona a mí me jue bien, yo venía con mi ropa pa la mujer, pa mí. Hasta pistola llegué a traiba yo, porque había facilidades. Se las traiba uno, no le decían a uno nada. El mismo Gobierno de allá decía: “Ustedes pueden llevar lo que quieran”. En México, aquí respondemos nosotros por ustedes, pero ya entrando a México, ya responden ustedes por ustedes mismos. Ahí venía uno, batallándole ahí para traer una… Yo dos veces traje armas.

LM: ¿En qué se venían desde allá hasta acá?

MJ: En, acá cuando entramos por Arizona en el tren nos venimos. Desde Mexicali nos venimos en el tren hasta Mazatlán.

LM: Hasta Mazatlán, varios días y, ¿de Mazatlán a Durango?

MJ: Camión.

LM: Camión.

MJ: Ey, y acá no, por acá por estas otras fronteras, por Piedras Negras no, nos echaban ahí pa juera. Nos daban, ya tráibanos dinero, yo creo de perdido pa venirnos. Nos daban el boleto pa Monterrey. Ya después que ya empezó a cambiar la cosa ya nos daban, ya nos daban el boleto pa los camiones o pal tren, en lo que juera era válido.

LM: ¿Hubo alguna ocasión en que le tocó ver alguna autoridad mexicana allá en Estados Unidos que fuera a los campos?

MJ: No.

LM: ¿El cónsul?

MJ: No, no, allá en los campos tocó ver era La Migración.

LM: La Migración.
MJ: La Migración sí nos cáiba seguidón.

LM: Y, ¿qué les decían?

MJ: No, no, nomás a ver papeles, los contratos.

LM: Les pedían identificación.

MJ: Sí, ya si todo salía bien, “okay”. Ellos iban a buscar mojados porque, el mojado siempre se ha usado desde hace muchos años.

LM: ¿Había mojados trabajando ahí?

MJ: No, en las partes que a mí me tocó, no. No, no, nunca me tocó que anduvieran mojados.

LM: ¿Le dieron a usted alguna identificación?

MJ: Sí.

LM: ¿Su mica o algo?

MJ: Me dieron la mica, pero la de malas que a mí me robaron una vez en Mazatlán, ahí se fue, yo la cargaba. Y ahí se fue la mica esa.

LM: ¿Cuándo le dieron la mica?

MJ: Desde el primer año que entré yo. Ya después con esa mica ya a mí se me ponía fácil porque ya la presentaba yo. Ya no necesitaba yo cartilla, ya no necesitaba yo contratos, más bien la pura mica.

LM: Y era más fácil contratarse.

MJ: Sí. Los contratos los tengo, pero no aquí, uno de mis muchachos está en Chicago se los llevó, porque allá hubo el escándalo también de que nos iban a ayudar, ¿verdad?, como anda aquí. Entonces el muchacho los llevó y allá, y allá estoy anotado yo también.

LM: Ah, qué bien.

MJ: Allá, pero no, anda más caliente la cosa aquí que allá.

LM: Oiga, ¿recuerda usted que le hayan descontado dinero?

MJ: No.

LM: ¿Impuestos, algo?

MJ: No, no, porque los contratos de nosotros eran a contrato.

LM: ¿Alguna vez se llegó usted a enfermar cuando anduvo por allá?

MJ: Sí, una vez.

LM: ¿De qué se enfermó?

MJ: Pos no me, del estómago y jue cuando estuve acá en Arizona, fue la única vez que me enfermé. Y ya le dije al mayordomo, dijo: “Pues te voy a llevar con el… Ya me llevó con el doctor. El doctor me dijo que esa era una infección que traiba por las comidas. Dijo: “Es que a ustedes les dan una comida que tiene cuatro o cinco años de refrigerada”, dijo. Y era la carne.

LM: La que les daban ahí.

MJ: Ey, dijo: “Esa carne”, dijo, “tiene de cuatro a cinco años”, dijo. “No crean”, dijo. Porque no podía ni cortarla, la cortaba en pedacitos porque era, pues una piedra. Ahí vivía en el refrigerador siempre. Tenían unos refrigeradores muy grandes y ahí están. Esa fue la única vez que me enfermé yo allá.

LM: ¿Le cobraron algo?

MJ: No, no, no, teníamos seguro.

LM: Seguro para…

MJ: Ey, ey.

LM: ¿Cómo era que ustedes adquirían el seguro, o se los daban…?

MJ: No, no, el seguro ya venía en los contratos, según esto.

LM: ¿Ya venía?

MJ: Sí. Entonces se enfermaba uno, se arreglaba uno con el mayordomo. “Estoy enfermo”. “Ándale vamos”. Él ahí ya se entendía ahí. Pero no nos, no nos cobraba nada, ni la llevada ni la traída porque era obligación del patrón.

LM: Y le pagaban el día.

MJ: No, no, el día se perdió porque andaba uno a contrato.

LM: Andaba a contrato…

MJ: El día se perdía.

LM: Sí, era contrato.

MJ: Ey, el día se perdía.

LM: Ya en…

MJ: Y yo acá en Arizona anduve nomás como dos días que me ocuparon a mí. Creo que dos o tres días. Por horas, nos pagaban a $0.50 centavos la hora. Pues ganaba lo mismo.

LM: Generalmente era contrato, ¿no?

MJ: Sí. Ganábamos lo mismo, trabajábamos diez horas, eran $5 dólares. Yo trabajaba el algodón, me ganaba $7 y no me gustaba. A mí mejor me gustaba mejor el algodón que por hora.

LM: ¿Cuál fue el lugar donde usted estuvo más a gusto?

MJ: No, pues el lugar donde estuve yo más a gusto, pues fueron en, pos en tres partes. En Arizona y en el estado de Arkansó. Porque aquí no, aquí en Texas ahí era un infierno ahí. Las barraquitas onde vivíamos estaban de este alto y luego de madera y luego chiquitas.

LM: Parecían cajitas.

MJ: Estuvimos en un pueblo que se llama, cercas de un pueblo, creo que era una milla, el pueblo ese que le nombre, que íbamos al cine, el que se llama, ¿cómo le dije que se llamaba?, Raymondville, sí, Raymondville, Texas. Ahí los campitos eran, el campo ese se llamaba Campo Militar, era campo de soldados. Entonces las barriquitas no eran, no eran más que de cuatro. Cada quien su camita, uno en aquel rincón, otro acá y otro allá y otro y la estufa. ¡Un calorón señor! Cuando llegábamos, salían luego muchos zancudos. Ahí sí estuvo ahí en esos, en lo que fue en el estado de Texas, sí no me gustó, pero todos modos iba.

LM: Claro.

MJ: Ahí sí, ahí sí, ahí sí tuvimos muy calurientos ahí. Luego muy malas las viviendas pues muy… Las tres veces que entré yo, a esas partes. No, no en el estado de Arkansó y acá en Arizona no. Ahí el galerón estaba largo, así largo, más largo que aquella pared. Pero estaba altísimo señor y luego teníamos aire acondicionado allí también.

LM: Ahí sí estaba…

MJ: Estaban los rehiletes ahí.

LM: Estaba a gusto.

MJ: Sí, y luego el baño. El baño creo que estaba más grande que aquí mi terreno, ahí se metía uno ahí, ahatajos a bañarse uno ahí.

LM: Don Miguel, ya para finalizar con la entrevista me gustaría preguntarle, ¿qué sentimiento le provoca el término bracero? ¿Qué siente usted cuando escucha hablar de los braceros?

MJ: No, no, pos siente uno, se acuerda uno, siente uno. Pos bueno, yo siento así como una emoción que yo pienso entre mí y digo: “[Es]taría bueno que volviera a haber braceros y que yo pudiera ir”. Porque nada ganaría yo con hacerme ilusiones, ¡hombre!, qué va a haber braceros, ¿verdad?

LM: Claro.

MJ: Pero sí es cierto, yo bueno, como si pudiera ir yo otra vez, lo haría.

LM: Claro, fue bueno.

MJ: Sí.

LM: ¿Se siente usted orgulloso de haber sido bracero?

MJ: Sí.

LM: Podemos decir que los recuerdos que usted tiene de esa época son positivos.

MJ: Sí, sí.

LM: Son buenos.

MJ: Sí, pos como le digo nomás lo único más malo fueron aquí estos de Texas, pero los demás, en las demas partes que estuve, [es]tuve muy a gusto, muy… yo era más feliz ahí. Vivía, como le digo, vivíamos aislados de la, pero taba mejor.

LM: ¿Se ayudó económicamente usted y su familia de lo que trabajó como bracero?

MJ: Pos sí, sí. Pos sí nos ayudábamos porque cuando menos yo traiba ropa pa mi familia, pa mí. Yo venía cargado de ropa, no traiba dinero, pero yo venía cargado de ropa. Yo me ajuareaba pa mí y pa mi familia. Entonces mis muchachos estaban chiquillos. Yo les traiba sus juguetes ahí de allá, sus carros, sus pistolas. Y si yo hubiera arreglado en ese tiempo, que le digo en Arizona, a mí me hubieran arreglado ahí, porque cayó una señora ahí también. Quería cinco, cinco braceros pa arreglarles ella y ella decía que tuviéramos de tres hijos pa abajo. En ese tiempo conmigo había dos nomás. Y me preguntó: “¿Cuántos hijos tienes tú?”. Le dije: “Tengo dos”. “No”, dijo, a todos nos preguntó, dijo: “Yo les arreglo con todo y mujeres”. Oiga, y no quisimos tampoco. No, nadie se animó.

LM: Nunca, nunca pensó que, que pudiera necesitar el…

MJ: Y después ya, pues, pues sí ahora que ya… Pos sí, me acuerdo yo y digo: “Si yo hubiera arreglado a lo mejor no estaba en esta situación”.

LM: Probablemente.

MJ: Cuando menos ya estuviera yo pensionado de allá. Póngale que no viviera allá, pero a la mejor vivía yo en otra clase de vida. Pero no sabe uno lograrlo, pos por la ignorancia, que se le figura uno que todo el monte es de orégano.

LM: Exactamente.

MJ: Y no.

LM: ¿Siente usted que el haber sido bracero cambió su vida de alguna manera?

MJ: Pos no. Pos por una parte sí, porque cuando menos, como le digo yo, pos yo siempre ya desde que empecé a entrar yo de bracero a Estados Unidos, yo siempre ya andaba cuando menos otro modo de vestir. Ya, cuando menos ya conocí los zapatos. Porque yo toda andaba acá, taba de joven, yo todavía usaba, usábamos guarache.

LM: Usaban guarache.

MJ: Ey.

LM: De ese de…

MJ: De hule, ahí nomás trozaba una llanta y ahí mero forjaba uno.

LM: De tres agujeros.

MJ: De cuatro y de tres.

LM: Siempre el haber conocido un poquito otro país, otra cultura, le ayudó a ampliar su horizontes, a…

MJ: Lo único que no me gusta a mí de Estados Unidos es vivir. Y yo, si yo quisiera allá estaba. Yo tengo mis hijos que me pueden arreglar, yo tengo mi mujer enferma. Yo aquí le navego, yo aquí hago todo en mi casa, yo aquí la lavo, yo aquí hago todo, a ella la lavo, aquí a ella la atiendo por que ya no ve, allá está.

LM: ¿Se vive más a gusto en México?

MJ: Sí, pa vivir, atole de nuestro México. Pa mí, porque en Estados Unidos, si usted tiene papeles, de todos modos siempre vive encerrado. Yo me fijo allá con mis muchachos, una vez estuve seis meses con ellos. No, yo fui con permiso, tengo yo permiso, tengo pasaporte.

LM: Tiene su visa.

MJ: Pero ellos me han querido arreglar bien. “No”, le digo, “ya pa qué”. Yo ya no he querido, pero yo, yo si, si yo quisiera ellos tan que hacen por arreglarme. O cuando yo estuve allá, una vez me dio a representar uno de ellos y dijo: “Mira, este es mi papá, te lo representó un abogado”. “No, qué bueno”. Ya le dijo mi muchacho: “Oye, ¿no le arreglas a mi papá?”. Dijo: “A tu papá le arreglo más pronto que a tu mujer”. Le andaba arreglando a la mujer de él. Y dijo: “Tu papá se me pone más fácil, tu papá se me pone más fácil a mí, que tu familia propia”.

LM: Mire.

MJ: Ey, no, yo no quise, nunca he… Yo conseguí permisos pa ir pa allá, pero allá ya no puedo salir.

LM: Cuando usted quiere ir, va.

MJ: Sí, pero ya…

LM: A visitar a sus hijos.

MJ: Ey, pero no, ya ahora ya tengo, ya no voy desde el [19]89. Ellos vienen cada año y cuando andan por venirse: “Prepárense porque nos los vamos a trair, y que nos vamos a… “No”, pos ya sigue la mujer, en primer lugar no quiere, ella no puede viajar. Y ya así como está, está enferma de diabetes, ya no ve, ya, ya no hace nada.

LM: Muy bien, don Miguel. Pues don Miguel, quiero darle las gracias por haber compartido con nosotros sus experiencias y su historia, sus anécdotas. Nada más pues le doy las gracias y con esto vamos a dar por terminada la entrevista.





Fin de la entrevista



Interviewer

Martínez, Laureano

Interviewee

Jaquez López, Miguel

Location

Durango, Durango, México

File Name Identifier

Jaquez_Lopez_DGO017

Citation

Martínez, Laureano and Jaquez López, Miguel, “Miguel Jáquez López,” Bracero History Archive, accessed November 21, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/214.