Alfredo Fuentes Soto

Title

Alfredo Fuentes Soto

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Alfredo Fuentes was born on January 30, 1936, in La Constancia, Durango, México; when he was five years old, he began helping his father by working in the fields; the financial hardships he and his family endured throughout his childhood and adolescence led him to enroll in the bracero program in 1956; as a bracero, he worked picking cotton in New Mexico and Texas; he continued working in the program until 1964.


Summary of Interview: Mr. Fuentes briefly recalls his family, childhood, and adolescence; his family’s financial difficulties led him to enroll in the bracero program in 1956; he narrates the entire contracting process as well the medical exams he underwent beginning in Durango, Durango, México, and continuing through to Chihuahua; in addition, he describes how he was transported on a cargo train from the contracting center in Chihuahua to Rio Vista, a processing center in Socorro, Texas; while there, he had to go through disinfecting procedures; in addition, he goes on to explain what daily life was like on the farm, including the work, wages, payments, housing, and food; furthermore, he comments that he was treated well by his American employers; he also tells what his return trip to México in 1964 was like, and he concludes that he is very proud to have worked as a bracero.

Creator

Martínez, Laureano
Fuentes Soto, Alfredo

Date

2003-01-31

Subject

Bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Alfredo Fuentes Soto

creator (Spanish)

Martínez, Laureano

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

1:22:13

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Alfredo Fuentes Soto
Fecha de la entrevista: 31 de enero de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez


Esta es una entrevista con el señor Alfredo Fuentes Soto en la ciudad de Durango, Durango, el día 31 de enero de 2003, dirigida por Laureano Martínez para el Proyecto Bracero del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso.


LM: Buenas don Alfredo.

AF: Buenos días.

LM: Primero que nada, quiero que me platique, dónde y cuándo nació usted.

AF: Ah, bueno, yo nací en La Constancia, Durango, un día 30 de enero del año 1936, en La Constancia, Durango.

LM: O sea que ayer fue su cumpleaños.

AF: Ayer, ayer precisamente.

LM: Ah, pues muchas felicidades.

AF: No cumplí más de sesenta y siete.

LM: ¿Sesenta y siete años tiene usted?

AF: Sesenta y siete, sí.

LM: Don Alfredo, cuénteme de su familia, ¿cómo se llamaba su papá?

AF: Mi papá se llamaba Baltazar Fuentes.

LM: Y, ¿su mamá?

AF: Francisca Soto.

LM: ¿De dónde eran originarios ellos?

AF: De ahí mismo.

LM: De ahí mismo.

AF: Sí, de ahí mismo.

LM: Okay.

AF: La Constancia.

LM: ¿Cuántos hermanos tiene o tuvo?

AF: Bueno, fuimos en total, en total entre hombres y mujeres fuimos once, once hermanos de los cuales solamente, bueno, murieron dos mujeres, quedó solamente una y ocho hombres de los cuales ya no vivimos ahorita más que seis, seis.

LM: Y, ¿viven todos aquí en Durango?

AF: No, no, otros viven, viven allá en La Constancia y aquí vivimos cuatro, cinco aquí.

LM: ¿Cómo se llaman sus hermanos, los que viven?

AF: ¿Mis hermanos? Esteban, el mayor de los que vivimos, Agustín, Braulio, uno que es maestro, que jue [fue] profesor, ya ta [está] jubilado, y luego yo y dos menores que yo, José Guadalupe y Ricardo.

LM: Muy bien, hábleme de La Constancia, Durango. ¿Cómo es La Constancia?

AF: Pues es una región, aquí en el Municipio de Nombre de Dios, es un, es una congregación de pueblos ahí que rodean La Constancia de digamos, sí, ranchitos, ranchos de que todos pertenecen a La Constancia y por lo regular nosotros decimos que somos de La Constancia aunque seamos de un barrio de los de La Constancia, pero como ahí está todo la… Como las autoridades y oficinas de correos, de telégrafos, todo eso, pos decimos La Constancia para ser más…

LM: ¿Siembran por ahí o hay labores o qué?

AF: Sí, pos hay riegos, es que hay abundante agua ahí, mucho agua, hay muchos árboles frutales.

(entrevista interrumpida)

LM: Continuamos con la entrevista. Don Alfredo, ¿es usted el más chico o el más grande de su familia?, ¿qué lugar tiene usted dentro de sus hermanos?

AF: El octavo, no, no, el noveno lugar.

LM: El noveno, entonces es el de los más chicos.

AF: Sí, sí. Ya nomás hay dos menores que yo.

LM: Y cuénteme, ¿a qué se dedicaba su papá y su mamá, qué hacían?

AF: Bueno, como en toda, todo rancho, ¿verdad? Pos mi papá se dedicaba a la agricultura, mi mamá, pos a los quehaceres de la casa, nada más así.

LM: ¿Qué tipo de actividad?, ¿qué sembraba o qué?

AF: Pos sembrábamos toda clase de hortalizas ahí en las tierras pequeñas que teníamos ahí, trigo, maíz, este, ¡bueno, de todo!, a veces papas, cebolla, todas esas cosas cultivábamos nosotros ahí.

LM: ¿Desde qué edad le empezó ayudar usted a su papá?

AF: No, pos desde la niñez, de muy tierna edad. Ya de cinco años, ya tenía uno que hacer algo.

LM: ¿Cómo era su papá, era un hombre muy duro, era muy tranquilo?

AF: Era muy estricto mi papá, sí, sí, nosotros no, no. Eran hombres de esos que no consintían [consentían] que unos los contrariara, absolutamente nada y sí, sí fue muy responsable él de su familia, en medio de todas las carencias que había jue un hombre muy responsable. Nunca nos dio mal ejemplo, por ejemplo, de que tuviera él vicios, ¡no tuvo!, únicamente fumaba, pero muy a lo retirado también, no, no, no como muchos que fuman hasta una cajetilla diaria, no, él no. Y nosotros consecuentemente, nosotros no tuvimos vicios, ninguno, bueno hubo uno que sí y ya murió. Este sí le gustó mucho el cigarro, pero a todos los demás hermanos ni el cigarro nos gusta, ni la tomada, ni nada de eso, porque pos, ¡así nos criaron! Y desde luego que mi papá nunca nos puso ese ejemplo, por eso tuvimos que abstenernos de, bueno, de vez en cuando sí nos echábamos por ahí nuestros tragos en los bailes donde andábamos, ¿verdad?, pero era allá muy a lo retirado y no, no era vicio, porque eran allá, eran casualidades.

LM: ¿Era poquito?

AF: Sí, era poco.

LM: Era lo normal, ¿no?

AF: Sí, y el cigarro a mí nunca me gustó, nunca, ni de broma.

LM: ¡Qué bueno!

AF: Se me emborrachaba la cabeza cuando fumaba y no, yo no quería.

LM: Cuénteme, ¿eran años muy duros de su infancia? Algo que se acuerde de su infancia.

AF: No, hubo unos años muy duros, y muy duros que, que no llovió, no llovía, no hubo cosechas, hubo unos años como fue el [19]56 y el [19]57, fueron dos años consecutivos que no llovió absolutamente nada, no hubo cosechas. Entonces entró mucho maíz y frijol de los Estados Unidos. Venía aquí a, bueno, nos vendían el maíz y el frijol racionados. Aquí en el ex Cuartel Juárez, así, ahí por ese lado, ahí nos vendían el maíz y el frijol racionados. Y allá en La Constancia lo vendían ahí por medio de la presidencia, de la junta municipal, limitadito para las… Si completan bien y si no, pos a ver cómo le hacen. Fueron años duros, eso el [19]56 y [19]57. Aparte que hubo años malos, como fue [19]45 o el… En esos años, la década de los cuarenta también hubo años malos.

LM: En la Segunda Guerra Mundial y eso. Muy bien, ¿algunos de sus hermanos también fue bracero?

AF: Sí, sí, sí, sí, sí juimos [fuimos], no todos, pero sí, casi todos juimos, juimos de braceros, pos era lo que estaba de moda, ir de braceros.

LM: Y, ¿fue usted a la escuela?

AF: Sí, sí tuvo mi papá empeño de mandarnos a la escuela. En ese tiempo no había más que la primaria, no había más. Yo terminé la primaria, sería en 1952. Pero, pos no por nada pero la educación, las materias que nos impartían en ese tiempo a nosotros equivalen a las de preparatoria ahora.

LM: Pues sí, sí se lo creo.

AF: Sí, íbamos a la escuela todo el día, no íbamos medio día como ahora, íbamos todo el día, de las ocho de la mañana a las cinco de la tarde, salíamos una hora a comer y regresábamos. Teníamos nuestro horario de clases, ahí se incluía, bueno, ciencias naturales y sociales y química y física y todo eso.

LM: Todo eso aprendió usted.

AF: En primaria.

LM: ¿Eso en qué años más o menos fue?, ¿cuántos años tenía?

AF: ¿Yo?, ¿en cuánto?

LM: Cuando fue la primaria.

AF: Yo entré de ocho años porque ese era el, era el, como digamos, tenía que entrar uno de ocho años a primer año, a primero. Ya terminaba y si repetía uno un año o dos pos, ya salía uno de catorce años.

LM: Y, ¿a qué horas le ayudaba a su papá?

AF: Bueno, por lo regular, pos cuando llegábamos de la escuela teníamos algo qué hacer, teníamos algo qué… Y antes de irnos a la escuela también teníamos algo que hacer por ahí. Y cuando estábamos de vacaciones, pos nunca había vacaciones para nosotros porque siempre, saliendo de la escuela y a sembrar y a cultivar y todo eso.

LM: ¿Se acuerda usted de su primer trabajo? No del que tenía que hacer sino el de paga, el primer trabajo que usted hizo.

AF: ¿Independiente ya de la casa?

LM: Ajá.

AF: Pues sí, pues, pues fue, fue eso de las idas a Estados Unidos, fue donde, ahí fue donde fuimos a ganar algo de dinero, porque pos ahí en donde trabajábamos en propiedad, pos no, no ganábamos nada.

LM: Bueno, y, ¿cómo se enteró usted de que se podía ir a trabajar a Estados Unidos?

AF: No, pos eso, eso era, como digamos, era una cosa que todo mundo la sabía y por dondequiera se propagaba eso de las de las contrataciones y todo eso. Inclusive a mí un hermano mío, el que fue maestro, me andaba arreglando trabajo en el magisterio y yo sentía que no me gustaba el trabajo. Y una vez que me mandó aquí a Durango a arreglar unos papeles para entrar yo al magisterio, vi ahí las contrataciones de braceros, las enlistaderas, estaban enlistando gente ahí por la 20 de Noviembre y Pateros en ese tiempo, ahora tiene otro nombre la Pateros. Ahí estaban enlistando gente. Y me arrimé y me enlisté y me jui pa Estados Unidos de bracero.

LM: Y, ¿qué les pedían para enlistarse?

AF: Pos no, para enlistarnos no nos pedían casi nada, nada más hacíamos cola ahí en una ventanilla y íbamos y dábamos nuestro nombre y nos enlistábamos. Y ya de ahí ya había un lugar de donde ir, donde salíamos, donde nos embarcaban como quien dice, nos subían en autobuses, en aquel tiempo de los Monterrey-Saltillo aquellos que había, autobuses Monterrey-Saltillo, los Zacatecanos, esos autobuses nos trasladaban a Chihuahua o a Monterrey.

LM: ¿En qué año fue eso?, ¿se acuerda más o menos?

AF: En 1956 fue la primer vez que yo fui.

LM: ¿Se fue usted sólo?

AF: Pos nada más con compañeros, con conocidos, así.

LM: ¿De ahí del mismo rancho?

AF: Sí, de por ahí, conocidos. Y como yo siempre, pos cualquier… Sí me gustaba juntarme con la raza conocida aquí. (risas)

LM: Eso sí, está bien.

AF: Y ya nos agrupábamos por ahí y nos íbamos, todos íbamos muy contentos.

LM: ¿Quién fue su contacto en Durango en aquellos años?

AF: ¿Cómo?

LM: Para enlistarse, me había comentado usted de un señor Chencho Cuéllar.

AF: Sí, él era el que, el que nos enlistaba, Chencho Cuéllar, me acuerdo de él y había un Saúl de que era, no me acuerdo del apellido, Saúl, un hombre alto, güero, colorado, ese también enlistaba, ah, y además enlistaba la CTM [Confederación de Trabajadores de México]. La CTM, Antonio Ramírez era el líder ahí del sindicato y se supo mucho que tenía él un rancho en la Colonia Hidalgo. Y mandaba mucha gente a trabajarle allá una semana gratis. Pero no tan gratis porque, porque le trabajaban una semana o dos, no sé si era una, yo nunca fui, pero sí hubo muchos que de ese modo se enlistaban, iban y le trabajaban allá a Antonio Ramírez haciendo una barda por ahí de puro adobe y venía y los metía a la lista, venían cuando ya le trabajaban y los metía a la lista y ahora sí, vámonos.

LM: ¿Les pedían algún dinero para enlistarlos?

AF: Había muchos coyotes, había muchos coyotes y cuando a uno se le ponía difícil, pos tenía que darle una propina a un coyote pa que lo enlistara.

LM: ¿Cuánto les daban?

AF: Pos bien a bien no recuerdo, pero no, no era una gran cantidad porque pos en esos tiempos $100 pesos era mucho dinero.

LM: ¿Cuánto necesitaba usted para ir a hacer el viaje?

AF: Pos unos $100 pesos digamos, porque el viaje especial de aquí a Monterrey o de aquí a Chihuahua nos costaba $45 pesos, era viaje especial.

LM: Y, ¿qué había en Monterrey, Chihuahua?, ¿a qué los mandaban allá?

AF: Eran los centros de contratación ahí, ahí.

LM: Eran los centros de contratación.

AF: O sea que aquí nada más nos enlistaban y de aquí nos íbamos a esos centros de contratación que nos contrataran ahí y nos mandaran ya pa Estados Unidos por cuenta de, ya de los americanos.

LM: ¿Tenían que llevar acta de nacimiento?

AF: Cartilla del servicio militar, ese era de ley, esa y, ¿qué más llevamos? Pos así algunos documentos, no, no recuerdo ya, ya pasaron muchos años, ya llovió.

LM: Y, ¿a dónde lo mandaron a usted a Monterrey?

AF: Fui a Monterrey y fui a Chihuahua también.

LM: ¿En la primera vez?

AF: En la primer vez fui a Chihuahua y fui otra vez también después a Chihuahua. A Monterrey también fui como unas tres veces y como otras tres a Chihuahua más o menos.

LM: ¿Estaba soltero usted o ya estaba casado?

AF: Al principio era soltero, taba yo en [19]56, [19]57 fui de soltero todavía. Y ya en el [19]58 me casé, [19]58 y el [19]59 cuando fui ya la última vez ya teníamos un bebé, ya el mayor. Que ahorita anda en cuarenta y tres años ya.

LM: ¡Mire! Bueno, vamos a platicar de su primera vez primero, ¿le parece?

AF: Sí, cómo no.

LM: Llegó usted a Chihuahua y, ¿qué vio ahí en Chihuahua cuando llegó ahí?

AF: Cuando llegué a Chihuahua no vi nada porque llegamos a medio noche. Y luego nos, nos dejaron, estaba, le nombraban [El] Trocadero allá onde, onde lo contrataban a uno. Fue el autobús y llegaba hasta el mero [El] Trocadero famoso y estaba a la salida norte de Chihuahua, allá por onde, que ya ahora ya quedó adentro. Ya ahora últimamente fui y ya está muy acá, ya la orilla va mucho muy lejos, en ese tiempo la orilla estaba antes de llegar a un parte que le nombran, que se llama Nombre de Dios. Estaba por ahí una termoeléctrica ahí, por ahí estaba El Trocadero mentado. Y llegamos como a media noche, pos llegamos y: “Pos ya aquí ya llegamos, ¡bájense!”. Ya nos bajamos ahí del autobús y pos ahí nomás pos, ¿qué hacíamos?, ¿a dónde íbamos?, o, ¿a quién le preguntábamos?, a qué nada.

LM: ¿Cuántos iban?

AF: Iba el cupo del autobús, le metían me parece cuarenta personas a un autobús.

LM: Y, ¿salían muchos autobuses diario, iba mucha gente para allá?

AF: Veinte, treinta autobuses.

LM: ¿Diarios?

AF: Diarios. Y ya fueran de los Zacatecanos o los Monterrey-Saltillo, las dos compañías tenían.

AF: Entonces llegamos ahí, y ahí, pos ahí nos sentamos por ahí, ahí amanecimos, hasta que amaneció. Y en la madrugada, un incidente ahí, en la madrugada, oíamos adentro de las bardas allá adentro, oíamos la gritadera por ahí como eso de las cinco, seis de la mañana, oíamos la gritadera ahí de gente y dijimos: “Pos vamos a asomarnos a ver qué, a ver de qué se trata aquí”. Íbamos como unos tres juntos, tres, cuatro juntos ahí y luego nos metimos y nos asomamos y luego: “Oigan”, les preguntamos a los que estaban ahí, a los que iban formados, “de qué se trata aquí”. “No, pos es que nos van a dar un boleto, una ficha para ir a almorzar, ya por cuenta de los americanos”. No, pos entonces nosotros hicimos cola y ahí vamos y cuando llegamos a donde taban dando el boleto: “A ver pos, ¿dónde está su contrato?”. “No, pos nosotros no traimos [traemos]”. No pos no, nos dijo: “Pos, ¿cuándo llegaron?”. “No pos nosotros acabamos de llegar ahorita”. “Ustedes van pa fuera, órale”. Y luego le hablaron a unos soldados y ahí nos llevan a culatazos con los rifles.
LM: Los golpearon.

AF: Nos llevaron pa fuera. Y pos no, pos no sabíamos cómo estaba ahí la movida.

LM: Pues sí, usted no sabía.

AF: Y hasta que empezaron ahí a pasar lista de diferentes estados de la república y de Durango también, y pos no, nosotros no salimos ese día, ni otro, ni otro. Total, ahí nos tuvimos ocho días.

LM: Y, ¿cómo le hacían pa mantenerse esos días?

AF: No llevábamos dinero, yo por lo menos, yo llegué como con un par de pesos a Chihuahua, ¡pa ocho días!, oiga pos no.

LM: Y, ¿cómo le hizo?

AF: Pos quién sabe cómo le haría, toy vivo todavía.

LM: Bendito sea Dios.

AF: Pero pasé hambres, pasé fríos y durmiendo ahí en la orilla de la vía, ahí a los cuatro vientos y ya no sintía lo duro sino lo tupido. Y por fin, al último llegó como un líder, algo así, agrario, de aquí de Durango que era por cierto de ahí de Guadalupe Victoria, que se llamaba Macedonio Rodelas. Un hombre de un sombrerote grande y bigotón, que de todo se parecía a Pancho Villa. Y llegando ese hombre, él mismo metió las listas de Durango y inmediatamente él llegó como a eso de las dos de la tarde ahí a Chihuahua y como a las dos y media nos hablaron. Y ya, pos ya hubo de que nos contrataron.

LM: ¿A los puros de Durango?

AF: Sí, no, pos contrataron de todo, ¿verdad?, pero metió las listas de Durango.

LM: Y, ¿quién escogía o cómo le hacían?
AF: ¿Para qué?, oiga.

LM: Para sacar las listas.

AF: No, pos es que ahí las tenían. Por ejemplo, digamos, llegaban las listas a la, pos a alguna oficina, me imagino yo, y ahí les daban, les daban salida a los que iban llegando, pero llegaban otras y se les ponían encima y llegaban otras encima y nunca llegaban a la de uno. Hasta que hubo ese hombre que llegó y sacó del montón las listas de Durango y: “Ándeles, estos hombres ya tienen aquí tanto tiempo y tán [están] sufriendo mucho”. No pues si yo ahí me enfermé, bueno, no de gravedad, ¿verdad?, pero me enfermé. Me salía bastante sangre por la nariz y pos, de lo mal que estábamos ahí.

LM: Por la falta de la comida y de todo.

AF: Y dónde dormir y todo eso. Pos si dormía uno casi parado ahí un rato.

LM: ¿Se ayudaban entre los mismos que estaban ahí?

AF: Sí.

LM: ¿Cuántas gentes habría en ese centro de recepción?

AF: Eran muchos miles, sabrá Dios cuántos serían, pero éramos miles. Y estaba, había un, como un patio grande afuera donde nos concentrábamos ahí todos. Y alrededor de ese patio había comedores totalmente insalubres, totalmente así, comía uno ahí, sabría Dios qué comería, qué le daban, lo más seguro que comía uno, que sabía uno que taba limpio, era un plato de frijoles de la olla, eso era lo que… Taba uno seguro qué era lo que taba comiendo, pero se trataba de carne, ¡sabrá Dios de qué sería!

LM: Y pos en esos días ni bañarse ni nada.

AF: No, no, ¿pos cuál baño?, ni cuál lavarse las manos, ni qué nada, pos dónde, ahí estábamos.
LM: ¿Duró usted ocho días ahí?

AF: Ocho días ahí.

LM: Y luego, ¿ahí les pedían sus documentos?

AF: Sí, cuando ya nos hablaron, tenía uno que presentar documentos ahí en el, en el… Llegaba uno con un gringo, con un americano, llega, era con el primero que tocaba uno. Y le presentaba uno la cartilla del servicio militar nacional, era lo que le pedían a uno ahí, y no recuerdo qué más documentos le pedirían a uno. Total, es que, de ahí lo rechazaban o le daban pase para dentro. Y ya, siguía [seguía] los trámites allá adentro, lo vacunaban a uno, le ponían…

LM: ¿Ahí los vacunaban?

AF: Ahí nos ponían una vacuna sabrá Dios pa qué sería.

E; ¿Qué más les hacían?

AF: También el examen ese del que tábamos…

LM: A ver, ¿cómo?, cuénteme, ¿eso fue en Chihuahua?

AF: En Chihuahua.

LM: ¿Eran médicos mexicanos?

AF: Eran americanos.

LM: Eran americanos.

AF: Todos eran médicos americanos y porque, porque luego luego en el acento se les conocía que no eran mexicanos.

LM: ¿Hablaban español?

AF: Hablaban, sí hablaban español pero con una poca de dificultad. Y ahí nos desnudaban totalmente, bueno, desde que entrábamos a unas salas grandes nos hacían quitarnos, toda la fila así, nos hacían quitarnos la ropa totalmente. Totalmente, nos quitaban la ropa, luego llegaba una enfermera y nos ponía otra va[cunas]. Ah no, pos era la primera vacuna, ahí. Ahí nos ponía la vacuna y luego de ahí pasábamos con los médicos que lo taban [estaban] examinando a uno, pero no era un examen, digamos así los que hacen aquí los médicos, ¡no!, era acá en las partes nobles, era para examinar que no llevara uno enfermedades venéreas. Y este o que llevara almorranas. Eso era lo que nos examinaban ahí. Y bueno, pasábamos ahí, pasábamos varias oficinitas así y ya nos daban la salida y nos decían, ya al último nos decían: “Ustedes preséntense a tales horas porque a esa hora van a salir”. Y de ahí nos mandaban en un tren carguero.

LM: ¿Qué pensaba usted cuando se dio cuenta que lo iban a revisar?

AF: No, ya sabía de antemano porque todos platicaban ahí, y luego ya todos ahí decían: “No, pos que vamos a mochar un plátano”. Y pos no, ya cuando llega uno ahí, pos ya sabe que es pura vacilada. Y ya de ahí, pos otro día a la hora que lo citaban a uno ya estaba uno ahí presente, con sus pertenencias, lo poco que llevaba uno de ropa.

LM: ¿Qué llevaba usted de ropa?

AF: Cobijas, pos unos dos cambios de ropa y una cobija, era lo que uno llevaba y total, y ya los tenía uno ahí listos, y llegaba el tren con treinta, treinta y cinco furgones de los que cargan, cargan, no era tren de pasajeros. Y esos trenes unos tenían unos tablones adentro que servían de bancas para que se sentara uno y otros no tenían nada, otros iban hasta llenos de cal o de carbón así, sin barrer. Y en medio del vagón iba un tambo lleno de agua para que tomara uno ahí agua, si quería. Y luego muchos, pos como no había vasos ahí ni nada con qué tomar agua, muchos abrían algunas latitas de sardinas y esos servían de vaso. Ya cuando llegábamos, por ejemplo, a Ciudad Juárez, ya aquella agua iba aceitosa por arriba del… (risas) Oiga, ¿ya quién tomaba agua?, ya, ¿ya quién tomaba agua?, pos si ya era, ¡nombre!, yo creo que hasta las manos se lavaban unos ahí, en ese tambo. Y luego en partes que se daban enfrenones así, el tren, ¡saltaba el agua!, zangoloteaba y, y ya cuando llegábamos iba ya todo el piso del carro ese mojado, ya ni modo de sentarse uno ni nada.

LM: ¿Cuántas gentes iban por vagón?

AF: ¿Cuántos meterían? Pos viera que no recuerdo exactamente el número, pero íbamos bastantes, iba el carro bien lleno, iban treinta, treinta y cinco carros iban, iba remolcando la máquina. Y llegaba uno a Ciudad Juárez, pos no tenía uno, no se sabía la hora en que iba uno a llegar, según la hora que salía de Chihuahua. Hacía, yo creo que el tren ese hacía, cerca de diez horas, no, yo creo hacía más de cinco horas, de Chihuahua a Juárez. Había veces que llegábamos a alguna frontera, llegábamos de madrugada, como una vez que llegamos a Piedras Negras, llegamos en la madrugada a Reynosa llega… Llegamos una vez oscureciendo, en la noche y a Chihuahua llegamos, digo a Juárez, las dos veces que yo fui por ahí, o tres, llegábamos en la noche por ahí como a media noche. Y ahí nos estábamos hasta que amanecía, ahí nos estábamos derechito al puente, ahí todos, unos se sentaban, otros se acostaban, otros caminaban y…

LM: ¿A la orilla del puente?

AF: Sí, pero por de este lado.

LM: Sí, claro.

AF: Y cuando ya amanecía, entonces ya nos daban la entrada.

LM: Y, ¿a dónde iban?

LM: Había ahí luego luego entrando, había un, ¿cómo le diré que era? Pos, nos daban una fumigada con polvo, como polvo de avión de ese que le nombran. Nos daban una fumigada a nuestro cuerpo totalmente, y a las pertenencias.

LM: ¿Los pasaban a algún cuarto?

AF: Sí era, era así como un pasillo algo así. Y salíamos a la otra orilla y allá agarrábamos otro autobús, que nos llevaba a Río Vista.

LM: Y, ¿con ropa o sin ropa?

AF: No pos ahí nos desabrochábamos toda la ropa para que nos fumigaran.

LM: Y, ¿qué les decían?

AF: No, pos, ¡nada! Pos, o sea que andaba uno ahí que hablaba el español y decía: “¡Vaya!, ¡vayan desabrochándose su ropa porque van a pasar a fumigación!”. Y pos sí, pos ya.

LM: Y, ¿usted se imaginaba lo que era eso?

AF: ¡Sí! Sí, pos cómo no.

LM: ¿Se platicaban también?

AF: Sí, sí se platicaba, ya sabía uno y lo que uno ignoraba de ese procedimiento, pos le preguntaba a los que ya habían ido cuando uno no sabía, y todo le daban a uno detalles, aunque a veces se los daban muy extravagantes. (risas) Y ya, llegando allá, saliendo de ahí de esa fumigación, nos subían a autobuses, a autobuses que nos llevaban ahí a Río Vista.

LM: ¿A Río Vista, Texas?

AF: Texas. Entonces llegábamos allá.

LM: ¿Se bañaban después de la fumigada?

AF: Sí, sí, llegando a Río Vista nos bañábamos, ahí sí había regaderas. Ahí sí había regaderas, algo habría, pero había regaderas. Y ahí nos tumbábamos el polvo y ya pasaba uno a las… No, pos a los exámenes médicos otra vez, otra vez.

LM: Otra vez, ¿qué tipo de exámenes?

AF: Pues casi igual que los de acá de Chihuahua.

LM: ¿Sangre?

AF: Le sacaban a uno sangre, un tubito así, de diez centímetros cúbicos de sangre, ¡a todos!, los miles que entrábamos, eran los mismos que nos sacaban un poco de sangre. Nos llevaban a los rayos X, nos ponían los rayos X, y…

LM: ¿De dónde les sacaban radiografías?

AF: Del tórax.

LM: Del tórax.

AF: Del tórax, sí. Aquí nos ponían el aparato, o sea, llegaba uno y se recargaba al aparato ahí, ya nada más le manipulaban ahí y ya.

LM: Le preguntaban cosas personales, si era casado, si fumaba, si… O, ¿no les preguntaban nada?

AF: Creo que no, ¡no, sí!, sí nos preguntaban que, el estado de sol… El estado, si era soltero o casado. Sí, sí nos preguntaban eso.

LM: Oiga, y las manos, ¿se las revisaban también?

AF: No, eso era aquí luego luego en Chihuahua.

LM: ¡Ah! ¿Eso fue desde Chihuahua?

AF: Ahí luego luego. “A ver, ¿tú en qué trabajas?, ¿en qué trabajas aquí en México?”. “Pos en esto, en esto”. “¡A ver, a ver tus manos! A ver qué me dicen tus manos si es cierto que trabajas o no”. No, pos enseñaba uno la mano, siempre las traía uno llenas de callos, pos no tenía, no había ningún problema. Y pos las tenía uno con señales de que trabajaba.

LM: Hechas del trabajo, okay.

AF: Sí.

LM: Bueno, y cuénteme ahí en Rió Vista, ¿qué más hubo?

AF: No, pos ahí, ahí pasaba uno todos esos procesos, y de examen médico y todo eso y luego de ahí, ahí firmaba uno contrato. No, pos le coyoteaba uno ahí un poco, porque para enlistarse o para ir a alguna parte donde uno quería ir, por ejemplo, al condado de Pecos casi nadie quería ir.

LM: ¿Por qué?

AF: No sé por qué sería, pos yo fui y me fue bien.

LM: ¿A usted primero a dónde lo mandaron?

AF: La primeritita vez a Pecos y la segunda también, dos. Y ya después fui a Lovington, Nuevo México. Después fui a Roswell, Nuevo México. Después fui a condado de Nieulchu(?), Texas, que está allá por Brownsville, pos no, por este Plainview.

LM: Cuénteme de, ya que los revisaban y que estaban ahí en Pecos, ¿ahí les asignaban el contrato?

AF: No, desde Río Vista nos daban el contrato.

LM: Desde Río Vista.

AF: Ya llevábamos nuestro contrato. Entonces, llegábamos a La Asociación de Pecos, a La Asociación de, pues de granjeros yo creo, ¿verdad?, me imagino. Y ahí empezaban a llegar los granjeros en la mañana.

LM: ¿Ahí llegaba el americano?

AF: Y de ahí ya le daban a la gente que necesitaba cada uno, o sea que yo me imagino que aquel patrón llegaba y hablaba en las oficinas: “Yo quiero tantos hombres, yo quiero tantos hombres”. Y pos estábamos disponibles ahí todos.

LM: ¿Para lo que fuera?

AF: Sí, y en una de las veces que yo fui allá a Pecos, allá hablaban por micrófono, dijeron: “Aquí está Anthony”. No me, no recuerdo el apellido. Anthony no sé qué, mejor conocido como el Pata de Palo y era un americano que tenía un pie más corto que el otro, una pierna más corta que la otra, y abajo le metía tanto así de madera, para dar la medida. (risas) Y se conocía como el Pata de Palo. Decía: “Aquí está el Pata de Palo, para los que haigan [hayan] trabajado con él y quieran volver. Aquí está, quiere cuarenta”, decía, “quiere cuarenta braceros”. Y ahí me metí yo con ellos.

LM: Ahí llegaba el patrón y decía: “Yo quiero tantos”, y…

AF: Sí, ándele, así.

LM: ¿Qué pensaba usted cuando fue?, lógico, ¿qué se imaginaba que iba a encontrar en Estados Unidos?

AF: No pues lo mismo que… Pos no me imaginaba yo ya sabía a lo qué íbamos, que íbamos a piscar algodón, que íbamos a los ranchos agrícolas, que… Pues, pues todo eso se lo imagina uno, y aparte de lo que le platican los que ya han ido.

LM: ¿Qué preocupaciones tenía?

AF: Ninguna, cuando está uno joven no se preocupa por nada, no se preocupa uno por nada, pos ve uno pasar la vida como… (risas)

LM: Ya para ese entonces, ¿le daban a usted alguna mica, alguna identificación?, o, ¿qué?

AF: Nos daban una tarjetita así que dizque era el pasaporte, que era un pasaporte, y ese debíamos de cargarlo siempre. Nos decían: “Si ustedes andan trabajando tráiganlo ahí porque puede llegar La Migración ahí, y si no lo traen se los lleva, ¡tráiganlo ahí!”. “No, pero que andamos sudando”. “No le hace, si se les borra les damos otro”.

LM: Claro.

AF: Y siempre lo cargábamos esa tarjetita así.

LM: ¿Era una tarjeta?

AF: Ahí traía pos todos los datos de uno y, ¡no sé cuántas cosas más ahí en inglés!

LM: Llegó usted, ¿a qué llegó a trabajar?, ¿en qué?

AF: A la pisca de algodón.

LM: A la pisca de algodón.

AF: Sí, a la pisca de algodón.

LM: Y, ¿dónde dormía?

AF: En el rancho, ahí en la granja del patrón. Ahí tenía casas, tenía dos. Sí, tenía dos, en una tenía, ¿cuántos éramos?, como unos catorce en una, y en la otra tenía el resto y [es]tábamos a una distancia digamos de un kilómetro una de otra, ¡o menos!, o menos de un kilómetro, estaba a una distancia una de la otra.

LM: ¿De las casas?

AF: Pero en el trabajo nos juntábamos todos, piscando el algodón.

LM: ¿Cuántas gentes trabajaban más o menos ahí en esa parte?

AF: En ese rancho éramos cuarenta.

LM: Cuarenta.

AF: Cuarenta, sí. Y pos ahí trabajábamos pos lo que quería uno, según lo que quería ganar también.

LM: ¿Cómo era?, ¿cómo les pagaban?

AF: Nos pagaban, a dos dólares con cinco centavos las cien libras piscadas, y pues trataba uno de piscar lo más que pudiera pa, pos para ganar un poco más. Y algunos que no les importaba gran cosa, se iban, por ahí como a las cinco de la tarde se iban a descansar, y, ¡nombre!, nosotros nos quedábamos a veces hasta que oscurecía.

LM: ¿De qué horas a qué horas trabajaba usted?

AF: Pos desde la mañana, digamos desde las siete de la mañana, o a veces antes de que saliera el sol nos íbamos a trabajar, en la noche preparábamos el lonche para, para o sea, que almorzábamos ahí mismo, digamos a eso de las seis de la mañana y agarrábamos nuestro lonche pa comer allá donde andábamos trabajando.

LM: Y, ¿les daban de almorzar o cómo?

AF: Nosotros hacíamos. Nosotros, cuando salíamos de trabajar ya oscureciendo, llegábamos a la casa donde vivíamos, y nos poníamos a hacer tortillas de harina nosotros mismos y hacer nuestra comida para cenar y para almorzar otro día en la mañana y llevar lonche. Eso era diario, y nos juntábamos en grupitos de tres o de cuatro para llevar más fácil el quehacer de ahí de la casa. Uno, uno se dedicaba a lavar los trastes, otro se dedicaba a hacer las tortillas de harina, otro se dedicaba a guisar.

LM: ¡Mire!

AF: Y así, y ya comíamos ahí todos. Así, así, así era la en ese tiempo, ¿ves?

LM: Mire, qué bien. ¿Cuánto tiempo trabajó ahí en ese rancho?

AF: En ese anduve casi los tres meses, no, no llegué a, no llegué a cumplir el contrato cabalmente pero sí me dieron la mica. Porque cuando cumplía uno más de medio contrato le daban ya la mica, cuando cumplía unos dos meses, ya ahí de trabajo, ya le daban su mica y cuando no, no le daban nada. Y entonces uno, a uno le interesaba, ¡la mica!, porque en la siguiente ida la tenía uno que presentar.

LM: ¿Para volver a contratarse?

AF: Ajá, la tenía uno que presentar, y esa testificaba que había sido uno ya trabajador allá.

LM: ¿Se acuerda cuánto le pagaban a usted?, ¿cuánto hacía más o menos?

AF: Pos entre los $25 y los $30 dólares o $35 sacaba uno por semana.

LM: ¿Cuántos días trabajaba?

AF: Todo, no pos nomás el domingo no. Todos los días trabajábamos y de ese dinero que ganaba uno, pos gastaba uno, pos estaba barato. Fíjese que gastaba uno $2.50 o $3 dólares por semana, de alimentación. Cuando hacíamos un grupo de tres o de cuatro comprábamos toda la provisión y ya al llegar allá, a donde vivíamos, bueno: “¿Qué tanto fue de la provisión?”. “No, pos que fueron tantos dólares”. Y nos los dividíamos entre los que estábamos y a veces nos tocaban $2.50, $3 dólares a cada uno.

LM: O sea que estaba muy bien.

AF: Pues sí, y, y sí sacábamos digamos unos $30, $35 dólares. Pues podía uno mandar pa su casa $25 o $30.

LM: Oiga, y usted mandaba, ¿a quién le mandaba?

AF: Bueno pues sí mandaba, casi cada ocho días, cuando… Antes de casarme pues le mandaba a mi mamá. Ya después de casado, pos a la esposa.

LM: Y, ¿cómo le mandaba?, ¿cómo le hacía?

AF: Por carta registrada, se dilataba más de ocho días pa llegar.

LM: ¿En efectivo?, ¿en cheque?

AF: No, venía… Bueno, mire, la verdad que este, que nosotros nomás le dábamos el dinero al patrón, y la carta, entonces él se encargaba de ir a poner al correo.

LM: Ustedes no iban al pueblo ni iban a poner…

AF: ¡No!, en toda la semana no. Y él, como él iba al pueblo, él nos ponía los giros y nos llevaba el talón. ¡No!, son muy legales los americanos, son muy legales, ellos no, no le roban a uno absolutamente nada. Son hombres muy legales, nada tengo yo qué hablar mal de un americano, se portan muy bien con uno, pero para eso necesitan que también uno se porte bien con ellos, ¡desde luego!

LM: ¡Claro!, ¡claro!

AF: Porque al que es dem…, al que es mentiroso y que lo descubren ellos que es mentiroso, lo aborrecen, sí.

LM: ¿Le tocó alguna experiencia de ver a algún…?

AF: ¡No!, de ver sí, de ver, pero no, yo nunca me porté… Pos digo yo que…

LM: Cuénteme, qué vio, eso, esa experiencia.

AF: Mire, había unos, esa vez que [es]tuvimos ahí con ese Pata de Palo, había uno que era de Casas Grandes, Chihuahua, que ahí por apodo le decían, se decía todos el Siete Leguas, era un muchacho altote, ¡alto!, como casi cerca de los dos metros y ese casi no trabajaba, trabajaba muy poco, y lo poco que ganaba, el sábado lo jugaba a la baraja, ahí en el mismo campo. Jugaba, porque se agarraban allá a jugar a la baraja, a veces amanecían.

LM: ¿En la noche?

AF: En la noche.

LM: ¿Entre semana o el fin de semana?

AF: No, nomás el sábado.

LM: El sábado.

AF: Y entre semana, sí jugarían por ahí pero un rato mientras que, ya veían que se acostaba la gente, ¡ya! Porque había que trabajar otro día, pero el sábado sí.

LM: ¿Tomaban?

AF: Tomaban y jugaban toda la noche hasta que amanecía, y ese mentado Siete Leguas, todos los sábados perdía lo que ganaba, nunca ganó él, nunca ganó, siempre perdía. Y luego empezaba a hacerles café ahí a los que estaban jugando, y les llevaba café de su provisión de él, o les vendía su provisión de él para la semana que tenía y cocía docenas de huevos y les andaba llevando ahí a los que estaban jugando, pa que le dieran un daime [dime], pa que le dieran. Y cuando ya juntaba él unos $0.30, $0.40 centavos o $0.50 se sentaba a jugarlos y los perdía y a ese le agarró mala voluntad el patrón.

LM: Sí.

AF: Y así anduvo hasta que lo corrió, lo despidió. Y el día que lo despidió…

LM: ¿Porqué era jugador o por qué?

AF: Por jugador, y por, pos más bien por jugador y porque no cumplía en su trabajo. Entonces lo, fue y lo entregó a La Asociación. Y de ahí, pues de ahí le dieron salida pa México. Seguramente él patrón les dijo por qué lo entregaba. Porque le han de haber preguntado: “¿Por qué entregas a este hombre?”. Como quiera dijo: “No, pos es que no me sirve, no trabaja y juega mucha baraja, y toma, y pos, pos nomás no me sirve ese hombre”. Lo entregó y de ahí lo echaron hasta El Paso, hasta Juárez lo sacaron. Y no traía más que, según supimos traía nomás $0.10 centavos americanos, ni siquiera pa… No pos quién sabe cómo le haría para llegar a su tierra.

LM: Para, ni para comer, ni para…

AF: ¡Pa nada!

LM: Oiga, y, ¿cuál era el pueblito más cerca de ahí de donde usted trabajaba?, ¿se acuerda?

AF: ¿De Pecos?

LM: El pueblo, iban ustedes…

AF: Nosotros íbamos ahí a Pecos.

LM: A Pecos.

AF: Íbamos todos los domingos, o sea, los sábados nos llevaba el patrón en la tarde a comprar la provisión, a una marqueta y él iba junto con nosotros, y él compraba también la de él. Y nosotros, todos comprábamos nuestra provisión para la semana.

LM: Y, ¿como cuántos iban?

AF: Pos todos los cuarenta, íbamos todos. Y nos destendíamos, ahí nos dejaba él, llegaba y nos dejaba, y dicía [decía], si por ejemplo nos dejaba a las tres, cuatro de la tarde, dicía: “A las seis de la tarde vengo por ustedes”. Y ya, nosotros nos encargábamos de andar ahí por todo el pueblo, por todas las tiendas y todo aquello, comprando ropa, comprando la provisión primeramente y luego ya nos íbamos a las tiendas de ropa a ver qué nos gustaba pa comprar, pa… Sí, pues casi esa era la ida.

LM: ¿Para ustedes o para…?

AF: Para nosotros, sí. Sí, y a veces, pos para traer, ya cuando ya se iba uno a venir, pos, compraba para traerles algo por acá. (risas)

LM: Claro, oiga, y, ¿cómo se portaba el americano que atendía ahí los negocios?

AF: No, se portaban muy bien, o sea que, que en todas las tiendas tenían personal que hablaban español, aunque la tienda fuera de americanos, y que hubiera americanos ahí, tenían empleados que hablaban en español. Vían [veían] que entraba, que entraba los braceros, porque, ¿cómo no lo van a distinguir a uno? Vían que entraban cinco, seis braceros a la tienda y luego luego le mandaban una empleada que hablara español. Y ya llegaba ella: “A sus órdenes, ¿qué es lo que quieren comprar?”. “No, pos que mire, que esto, que lo otro”. Y no, pos no, no teníamos ningún problema para comprar.

LM: ¿Los muchachos, la gente más joven cómo los trataba?

AF: Pos los estudiantes, los estudiantes eran los que nos discriminaban mucho, hasta nos escupían cuando pasaban así en carros, y pos eran muchachos rebeldes así, que…

LM: ¿Qué les decían?

AF: Pos no, no hacían, pos sí nos decían muchas cosas, pero en inglés, les prestábamos oídos de cantinero.

LM: Pos sí.

AF: No, no, no este…

LM: ¿No les afectaba?

AF: No, no, no, y luego comprendíamos pos que eran muchachos que, no sabían de la vida nada.

LM: Exacto.

AF: Entonces pos, pero sí, sí había algo de discriminación, sí había algo.

LM: Claro. ¿En cuántos lugares trabajó usted como bracero?

AF: Pues mire yo, yo trabajé, como le dije antes, en ese Pecos trabajé dos veces. En Lovington, Nuevo México, una vez, en Roswell, Nuevo México, otra vez, allá en Hereford, Texas también anduve en el corte de lechuga, en… Yo era, yo era de los cargadores, yo no cortaba, yo era cargador, y a los cargadores nos pagaban mejor.

LM: ¿En qué época más o menos del año trabajó usted?, ¿en qué meses?

AF: Fue como en octubre, noviembre algo así, porque, porque como a fines de noviembre llegó una helada muy fuerte, una helada, una nevada más bien, muy fuerte y se heló toda la lechuga, se coció, ¡de a tiro!, y ya no hubo trabajo, nos entregaron a La Asociación, porque ya no había. Entonces ahí en La Asociación nos volvieron a recontratar a otro punto que está ahí que se llama Earth, La Asociación estaba vendiendo Muleshoe, o sea zapato de mula. Así se llamaba ese rancho, ese pueblo, es un pueblo muy grande ya, ahí estaba La Asociación y de ahí nos mandaban a diferentes partes, y, y si lo entregaba a uno un patrón y no se quería uno venir todavía, lo contrataban a otra. Y yo de ahí me contraté cuando nos entregaron, me contraté y me fui a otro pueblito que se llama Earth. Que está así a un ladito de Plainview.

LM: O sea que usted se traía un contrato, ¿por cuánto tiempo?

AF: Por tres meses.

LM: Y cuando se acabaron los tres meses, ¿lo entregaron a La Asociación?

AF: Sí, ¡no!, ¡no!, ¡antes!, antes de que se acabaran los tres meses, porque se heló la lechuga, se coció. Entonces como vi yo que todavía me quedaba muchito tiempo, y dije, y pos aquí me estoy hasta donde aguante, y luego si sí cumplía uno el contrato, ahí el encargado, el jefe de ahí de La Asociación no lo dejaba a uno venir, le rogaba que se quedara: “¿Qué vas a hacer? ¡Aquí quédate a trabajar!”. “No, pero que mi contrato ya se venció”. “¡No le hace, hombre! Tú, ¡sigue trabajando!, ¡así!”.

LM: ¿Había quién los contratara?

AF: Sí, sí, entonces yo ahí me, ahí anduve en la pisca de tomate. Y en el corte de lechuga, y en el algodón, en esa pura vez, ahí en ese, ese condado y al último me vine, ya había, ya mi contrato se había terminado.

LM: ¿O sea que usted cuánto tiempo se estuvo en Estados Unidos?

AF: ¡No!, pos no iba más de, así, esas temporadas, en las temporadas de las piscas. No, yo no, no me tuve años enteros así como muchos que se iban y se estaban, ¡años y años!, y todo eso.

LM: ¿Usted regresaba a su casa?

AF: Sí, yo me regresaba cuando ya se cumplía el contrato y que ya nos, nos daban de baja, pos me venía yo.

LM: ¿En qué año se casó usted?

AF: En el [19]58.

LM: Y, ¿se volvió a ir?

AF: Sí, me volví a ir como ocho días después de casado.

LM: Nomás pasó la luna de miel y…

AF: Nomás, como a los ocho días de haberme casado me fui otra vez.

LM: ¿Qué le decía su esposa: “No te vayas?”.

AF: ¡No, no! Pues ella sabía bien claramente, de antemano, pues ya sabía que yo iba pa allá. Y son mujeres que no le ponen a uno condición alguna. “Pos aquí te quedas y aquí te vas a quedar con mis padres mientras yo vengo”. Y ahí se quedaba.

LM: ¿Era de La Constancia también?

AF: También, también es de allá.

LM: ¿Cuántos hijos tuvo usted?

AF: Fueron siete pero se me murió uno, una niña. Y me quedaron seis.

LM: Y, ¿usted cuando trabajaba allá le mandaba dinero?

AF: ¡Sí!, sí mandaba yo, pero pos en ese tiempo tenía nada más uno, un niño, el mayor. Y ya después se acabó eso de las contrataciones de todo eso y ya no volví a ir, y ya después pues ya agarré yo otro oficio, yo acá. Me fui a México y allá aprendí el oficio de carpintero de obra negra y de ahí salí hasta el año pasado.

LM: ¿Entonces cuántos años podemos decir que trabajó usted allá?, ¿en qué años?

AF: Del [19]56 al [19]60. Sí, nada más allá, y después fui acá de mojado. Pos fui acá por Los Ángeles, California pero francamente, si he de ser sincero, a mí nunca me gustó vivir en Estados Unidos, ni me hubiera quedado allá. ¡Nunca!, cuando cruzaba la frontera de este lado sentía que el aire de México me penetraba hasta los pulmones. Y allá no, allá me sentía sofocado.

LM: Pues sí.

AF: Y acá me sentía con más libertad.

LM: Oiga y La Migración, ¿cómo era?

AF: No, pues en ese tiempo para nosotros no había, no había Migración.

LM: ¿Nunca le tocó ver?

AF: ¡Nunca!, ¡sí!, aquí cuando estuvimos en el valle de San Benito, aquí por Harlincher [Harlingen]. Ahí sí, nos visitaban en los field, que le nombran field, donde anda uno trabajando, ahí nos visitaban, y de ahí sacaban uno que otro mojado.

LM: ¿Sí sacaban?

AF: Sí, por eso teníamos que traer ahí el papelito ese, que le decían pasaporte, teníamos que traerlo ahí, porque llegaban, cuando menos se esperaba uno llegaban y: “¡A ver!”. No, pos ve uno que llegaban, uno traiba [traía] su… Llegaban hasta con uno: “¿Tus papeles?, muy bien”. Y seguían, y sí, a veces sí encontraban a alguno que no trae, que no traían papel.

LM: ¿Había muchos mojados trabajando?

AF: ¡No!, en ese tiempo no había muchos, eran contaditos, eran pocos. Si por ejemplo andaban cien hombres, no pasaban de andar unos dos o tres mojados.

LM: Entonces, ¿en qué lugar fue dónde usted trabajó más tiempo de todos?

AF: Pos allá en esa asociación de Muleshoe.

LM: De Muleshoe, ¿Texas?

AF: Texas, Texas, sí, está allá por el lado de Amarillo, Texas.

LM: ¿En el algodón?

AF: Pero allá más bien en el tomate y en la lechuga fue onde, lo que más trabajé allá, y en el algodón después, pero como ahí lo piscaban con máquina, y la máquina lo iba piscando y lo iba aventando a una traila. Y entonces, ocupaban dos mexicanos, para que aventaran, porque caía el algodón así, y lo tenía uno que aventar con yelmos ¡hasta atrás! Y luego, ese algodón, como la máquina iba arrastrando, casi así los surcos llevaba tierra. En la tarde salíamos que no nos conocíamos de tierra, ¡así negros! De tierra.

LM: ¿Entonces ahí lo piscaba la máquina?

AF: La máquina.

LM: Y, ¿usted qué hacía?

AF: Nosotros lo acomodábamos.

LM: ¿Con unos yelmos?

AF: Y lo pisoteábamos para que cupiera más. Eso era lo que hacíamos.

LM: Y el tomate, ¿cómo era el trabajo del tomate?

AF: No, pos piscábamos por cajas

LM: ¿Agachados todo el día?

AF: Todo el día ahí piscábamos. Estaba el tomate por el suelo, entonces llegábamos y lo piscábamos. Nos pagaban, pos no recuerdo muy bien pero como a $0.25 o $0.27 centavos la caja.

LM: ¿Cuántas cajas piscaba?

AF: Pos a veces, pos ya ni me acuerdo, pero unas treinta, unas cincuenta cajas sí piscábamos.

LM: ¿Por día?

AF: Sí, sí.

LM: Y cuando decidió usted regresarse, que se le acabó el contrato, ¿lo llevaron a La Asociación?

AF: ¡Sí!, nos entregaban.

LM: Y, ¿de ahí?

AF: Nos entregaban a La Asociación y La Asociación nos mandaba por la parte donde habíamos entrado. Como por ejemplo, ahí de Texas, ahí de Texas había, allá donde estábamos, por ejemplo, allá en Hereford había unos que habían entrado por Piedras Negras, Coahuila. Y a esos los mandaban por allá, nosotros habíamos entrado por Ciudad Juárez, por El Paso, nos mandaban pa acá.

LM: ¿En qué los mandaban?, ¿en camión?

AF: ¡No!, no, no, no, nos mandaban en trailers. ¡No!, no, de allá pa acá sí veníamos en autobús, en autobuses. Unos autobuses que venían apretaditos, le metían aparte de los asientos de los lados, venía otro asiento por en medio que se doblaba y salía y ahí nos acomodaban a más de cuarenta en cada autobús.

LM: ¿A qué horas salió?

AF: A la hora que les daba su gana echarnos, a la hora que querían, ya entré… Veníamos y entregábamos nosotros nuestro contrato, nos lo cancelaban. Y decían: “Preséntese en tal lugar, porque de ahí van a salir a tales horas”. Y ahí salíamos ya sea por esta puerta, por aquella, por aquella, y ahí estaban los autobuses y ahí se estaban llenando y saliendo pal [El] Paso. Y llegaban y nos dejaban en el mero puente, ahí en… “¡Ora sí!, ¡vámonos!”.

LM: Y, ¿se quedaban ustedes con los contratos?

AF: Sí, se quedaba uno con los contratos.

LM: Alguna de las veces que ustedes estuvieron allá, ¿fue alguien de las autoridades de Estados Unidos a revisar o de las autoridades mexicanas?

AF: No, nunca, nunca, nadie, y debía de haber ido el cónsul mexicano a ver cómo andaba su gente. Supongo yo que debía de haber hecho eso, visitar los campos o los lugares donde lo tenían a uno, los campamentos donde estaba uno, pero, ¡no!, nunca iban.

LM: Dígame, ¿había ofrecimientos para que se quedaran a vivir allá?

AF: ¡No!, casi no. Bueno, una vez a mí, pero pos esa vez no sé por qué ahí hubo, íbamos nosotros a, cada vez que íbamos al pueblo, entrábamos ahí a un restaurant a almorzar, a comer, a lo que fuera y le he de haber caído yo bien al cocinero, al dueño allí, y me dijo: “Cuando cumpla su contrato no se vaya, véngase aquí a trabajar aquí conmigo, y yo le arreglo sus papeles”, dijo, fue en el [19]57. Dijo: “Mire, le voy hasta regalar un automóvil que tengo modelo [19]96 para que usted ande aquí en él, y, ¡quédese!”. Ah, no me interesó.

LM: ¿Él era americano?

AF: Era como, ¿qué sería?, como árabe o algo así. No se veía que fuera americano.

LM: Sí, cuando ya estaba usted casado, ¿hablaba con su familia?, ¿les escribía?

AF: Le escribía, le escribía uno, una carta digamos y por allá a los quince, veintidós días llegaba la contestación.

LM: ¿Quién les entregaba las cartas?

AF: No, ahí hay cartero y todas las casas de los americanos tienen un buzoncito así, afuera, con una banderita. Entonces ahí depositaba, ahí dejaba uno la carta y pasaba el cartero y la levantaba, y cuando llegaba de aquí pa allá, llegaba y la dejaba ahí también. Y ahí nosotros todas las tardes íbamos al buzón y, y lo abríamos a ver de quién había cartas ahí, de los que estábamos ahí. Había veces que había para muchos, había veces que había una o dos.

LM: ¿Le daba gusto recibir?

AF: Sí, sí, recibía uno las cartas y, pos una o dos por mes.

LM: ¿Fotos mandaba?

AF: ¡No!, ni mandaba nada de eso, pos es que, si mandaba uno algo adentro de las cartas no llegaba, nunca, porque tenía mucho cuidado los de las oficinas de correos de revisar las cartas. No sé con qué las revisarían y si alguna traiba dólares, la abrían y le sacaban los dólares y, y la cerraban y ahí va otra vez, nunca llegaba el dinero así, necesitaba venir la carta registrada.

LM: ¿Los patrones les decían cómo enviar el dinero?

AF: Sí, sí, ellos decían: “No metan dinero en las cartas, no metan nada, porque se las abren”. Sí, así era.

LM: Oiga, y en sus ratos libres, ¿en qué se divertía?

AF: ¿Dónde?, ¿allá?

LM: Allá, en el día que no trabajaba.

AF: Los días que no trabajábamos, pos no, era solamente los domingos, los domingos. Entonces, en las mañanas, había veces que estábamos almorzando y llegaba el patrón a invitarnos a la iglesia. A su iglesia, pero no, no nos llevaba a la iglesia a donde él iba, porque ahí pos se hablaba puro inglés, nos llevaba a una iglesia de las mismas, de la misma.

LM: ¿Qué tipo de iglesia?

AF: Eran iglesias, casi siempre me tocó patrones que eran bautistas, de la religión bautista, y nos llevaban a una iglesia bautista pero donde se hablaba español ya mí me gustó mucho, ¡mucho! Cada ocho días era yo, era muy segurito que yo iba a la iglesia porque me gustó. Y hasta la fecha, sigo siendo cristiano. Dejé el catolicismo y pos todos mis hermanos me lo reprochan, porque ellos todos son católicos, siguen siendo y yo soy el único que me hice cristiano, el único.

LM: Y, ¿cuánto duraba el servicio?, ¿se acuerda?

AF: ¿El culto?, ¿el culto ahí en la iglesia?

LM: Ajá.

AF: Pos duraría una hora, hora y media, dos horas tal vez, duraba y ya, ¿no? Pos muy amables ahí todos, lo recibían a uno y lo despedían igual y le hacían invitación a los, para…

LM: ¿Eran latinos?

AF: Sí, sí eran, sí eran latinos, todos ellos hablaban español y el pastor inclusive el pastor era latino.

LM: ¿Había muchos latinos en ese entonces?

AF: ¡Uh, sí! Muchísimos, como hay todavía ahorita, pos hay de todas las nacionalidades en Estados Unidos.

LM: Así es.

AF: Hay muchos orientales, japoneses, chinos, taiwaneses y de todos, de todos esos.

LM: Y, ¿en aquel entonces había uno que otro por ahí?

AF: Sí, sí había, todo el tiempo yo creo ha habido.

LM: Sí, y cuando a usted le pagaban, ¿cómo le pagaban?, ¿le pagaban en efectivo?

AF: En efectivo nos pagaba el patrón.

LM: No les daban cheque ni nada.

AF: ¡Nunca!, nunca nos llegaron a dar cheque, siempre… ¡Y eso sí!, muy legales, porque si sacaba uno por decir una cantidad, si sacaba uno $30 pesos con $0.19 centavos, ¡le daban los $0.19 centavos! Ahí no andaban con que se quedaban con la feriecita. Ahí le daban a uno hasta el último centavo, y en las tiendas, ¡igual! Yo me sorprendí la primera vez que fui y luego compré un pantalón por ahí y total es que me sobraban creo que $0.03 centavos, y pagué, me sobraban y me salí. “Oiga le, le sobra aquí dinero”. “¡Ahí déjelo!”. Dije pos $0.03 centavos qué. ¡No!, se ofendieron, fueron y me alcanzaron y me dieron los $0.03 centavos, yo dije bueno, pos $0.03 centavos, bueno, pero en fin.

LM: Está bien.

AF: Pero, ¡sí!, pos muy legales, no, no, no le quitan a uno nada. Y si aquí, si va uno a una tienda y deja el cambio, pues dicen es lingo lilingo, pos qué bueno. (risas)

LM: Aquí no lo va a ir a alcanzar.

AF: No, aquí no.

LM: Oiga, y, ¿alcanzó ahorrar usted dinero?

AF: ¡No!, ¿qué iba a estar ahorrando? Nunca, nunca casi en mi vida he ahorrado. Mire, ahora últimamente que tenía el trabajo aquí de carpintero, había veces que ganaba muy bien, muy bien, había contratos muy buenos que sacaba yo, muy buen dinero, y no, pos no, ¿pa qué ahorro?

LM: Pero siempre mandaba algo, ¿no?

AF: Sí.

LM: ¿Alguna vez tuvo algún problema para recibir pago o algo que se hayan tardado?

AF: No, allá no, nunca, nunca, ahí eran muy puntuales, el sábado pagaban, a medio día nos pagaban. Y muy puntuales, llegaba el patrón y su sobre a cada uno.

LM: ¿Cuáles eran las quejas que tenían los compañeros? ¿No había, alguna queja o algo que les incomodara?

AF: No, pos no me tocó a mí eso nada, nada. Íbamos a trabajar, sabíamos que íbamos a trabajar y a eso nos dedicábamos y nada más, excepto el sábado en la noche que muchos acostumbraban por ir a emborracharse y todo eso y que no lo dejaban a uno dormir casi en toda la noche. Pero pos nomás, de ahí no pasaba.

LM: Sí, ¿algún caso que haya visto así de discriminación o algo?

AF: No, allá no.

LM: Nunca.

AF: No, allá no.

LM: Entonces, ¿el día que usted tenía para descanso era libre de ir y venir a donde usted quería?

AF: El domingo, el domingo a veces si no nos llevaba el patrón, nos íbamos por nuestra cuenta y nos andábamos todo el día allá en el pueblo.

LM: ¿Les gustaba ir al pueblo?

AF: Sí, nos gustaba mucho ir a ver los aparadores, a ver allá, todo el ambiente allá.

LM: Oiga y, ¿tenían algún radio o algo ahí donde vivían?

AF: No, casi no. Ya en las últimas idas sí comprábamos radio ya cuando nos íbamos a venir, comprábamos… Pos eran radios, no eran grabadoras, no eran radio grabadoras, no todavía no se usaban, todavía no había, había muy a duras penas los radios esos de transistores, que era una innovación, era algo nunca visto.

LM: Nunca visto.

AF: Y todos procurábamos traer uno.

LM: Claro, y, ¿en Semana Santa y esas épocas nunca le tocó estar?

AF: No, no, ni días festivos. Y es que allá no se festeja ningún día, excepto el 4 de Julio y el día de gracias, y es todo.

LM: Ajá, está bien.

AF: Y qué bueno, ojalá y aquí en nuestro país fuéramos dejando esas tradiciones. Como dijo alguien por ahí esto, eso las tradiciones son paradigmas que hay que trascender ya y tiene toda la razón esa persona que dijo eso, porque nada bueno traen las tradiciones. Bueno, yo lo digo acá en mi persona, yo.

LM: No, qué bueno.

AF: Hay muchos que están a favor de las tradiciones, pero pos muy respetable su…

LM: Qué bueno, igualmente, sí, sí, qué bueno. Cuénteme de lo qué es la vida después de haber trabajado como bracero. En cuando usted regresó a México, ¿qué pensaba?

AF: No, yo nunca me preocupé por nada porque mire, trabajo teníamos ahí bastante, entonces que ya se terminó el programa de braceros cuando entró el presidente, después de Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos, cuando entró ese presidente dijo: “¡Ni un bracero más!”. Y no bueno dijimos, pos total, pos nos dedicamos a trabajar en nuestra tierra y ahí seguimos trabajando. Ya con el tiempo cuando ya la necesidad me apretó un poco más, que ya tenía yo más hijos y que necesitaba ingresos de dinero, todo eso, me hice ahí de un conocido, de un amigo que venía del Distrito Federal y me invitó para allá, me dijo: “Ve a México, yo allá te arreglo trabajo”, me dijo. Nos hicimos amigos, dijo: “Yo allá te arreglo trabajo para que mantengas tu familia”. Y sí me fui, me fui allá y mientras que me arreglaba él ahí trabajo, pos le entré a trabajar en lo que salió. Y le entré a trabajar ahí en la construcción y después cuando él ya quiso arreglarme el trabajo ahí en una fábrica le dije: “¡No, muchas gracias!, ¡viera cómo ando a gusto acá! Y aquí me quedo”. Y ahí me quedé trabajando en la construcción y luego de ayudante de un carpintero y luego después salió un contrato, allá en México salió un contrato para venir a trabajar en Durango. Dije: “Mire nomás, a mi propia tierra”. Pos ya si no voy.

LM: Pos sí.

AF: Y luego, nomás que ya me dijo ahí el maistro [maestro] con el que yo andaba, me dijo: “Usted no, usted se va a ir de oficial ya”. Le dije: “No, estoy muy verde, yo todavía no la hago”. Dijo: “Pero va junto con nosotros y nosotros ahí le damos la mano, usted, ¡enlístese!”. Y me enlisté y nos venimos, vinimos acá a Santiago Papasquiaro, hicimos once puentes de Santiago a Tepehuanes. Y ya andaba yo de oficial.

LM: ¿Ganaba bien?

AF: No, en ese tiempo me pagaban $700 pesos, $700 pesos por decena, cosa que aquí ganaba uno $150 pesos, aquí en la capital, $150 y ahí ganaba $700. “¡Uh!”, dije, “¡qué bárbaro! Ando haciendo un buen gano”. Y no, pos ya con eso me quedé, dije: “Pos aquí me quedo en este, en este trabajo”. Ya después me fui a trabajar con la ICA, una constructora, internacional, una constructora de ingenieros, es Ingenieros Civiles Asociados.

LM: Ajá.

AF: ICA.

LM: La ICA, sí, cómo no.

AF: Y esa trae trabajos a veces por todo el mundo, y ahí me puse a trabajar y alcancé categoría de carpintero de primera, ahí ya entré como oficial de primera, después anduve en La Paz, Baja California, luego.

(entrevista interrumpida)

LM: Continuamos con la entrevista del señor Alfredo. Y me decía de que estuvo trabajando para ICA y haciendo puentes.

AF: Sí, y en eso, en eso dediqué ya el resto de mi vida en que pude trabajar, ya del año pasado me pensionaron. Ya por, por, ¡sesentía!, ya andaba yo en sesenta y seis años. Debe uno de pensionarse a los sesenta pero, no me conformaba yo con el sueldo que le daba uno la pensión, no, no, no es suficiente.

LM: Claro.

AF: Es insuficiente, entonces si yo ganaba, por decir algo, unos $1,200 pesos por semana, trabajando. Pues ahora apenas me los dan de pensión por mes.

LM: Fíjese.

AF: Entonces no me sentía yo nada cómodo, pensionarme.

LM: Pues sí, ¿alguna vez le quedaron ganas de regresar a Estados Unidos a trabajar?

AF: Pues fui, fui en el [19]89, fui otra vez a Los Ángeles, California, pero ilegalmente. Fui allá, y no me quedaron ganas de volver, porque ya no pude conseguir trabajo. Ya no, trabajé ahí unos dos, unos dos, tres meses trabajé ahí, pero, ¡sin patrón! O sea que, que ya los patrones no me quisieron porque me vieron el pelo blanco, ya me vieron de edad y ya no me quisieron dar trabajo, y dije: “Pos es la última vez que cruzo yo una frontera”. Y pienso no hacerlo ya, menos ahora que ya toy, pos más viejo.

LM: Y ya para ir finalizando con su entrevista, quiero que me diga, ¿qué significa el término bracero para usted?

AF: ¿El término bracero? No, pos decían aquí cuando preguntábamos nosotros: “¡Bueno, bueno! Y, ¿por qué somos braceros?, ¿por qué? Pos, pos puede a lo mejor nos confunden con braseros de esos que les ponen brazas”. “¡No!”, decían, “ustedes son braceros de, ¡brazos, de brazos! Y ustedes van a trabajar con sus brazos”. Pero no solamente con los brazos, si trabajabas con toditito el cuerpo.

LM: ¿Qué siente usted de haber sido bracero?

AF: ¡No, pos nada! Pos este, como digamos, pos sí, sí siente uno algo, inexplicable, ¿verdad?, pos no queriendo envanecerse, ¿verdad?

LM: Pero, ¿se siente contento?

AF: ¡Sí!, sí, sí siente uno cierta satisfacción de haber ido.

LM: Y de sus recuerdos de haber trabajado como bracero, ¿podemos decir que son positivos o son negativos?, ¿qué diría usted?

AF: ¡No! Pos fue positivo todo, a pesar de lo que sufría uno pa llegar hasta allá y de humillaciones que pasaba y todo eso, a pesar de todo eso, pos es positivo, es positivo, ¡para mí!, quién sabe para los demás. Porque fuimos muchos miles, ¡muchos!, millones quizá.

LM: El haber sido bracero, ¿cambió su vida de alguna manera?

AF: No, no, yo seguí el curso de mi vida, ahí siguió igual. Nada más, iba ahí esos tres meses cada año o a veces más, y regresaba, y seguía yo mi rutina acá en mi rancho. Seguía yo mi rutina y me sentía satisfecho con ir y comprar ropa americana y traerla para acá y como en ese tiempo estaba joven pos, me gustaba andar más bien vestido. Y allá había una ropa, pos que me gustaba, me gustaba bastante.

LM: A sus hijos, ¿qué les comenta de su experiencia?, ¿les ha platicado?

AF: Pos nunca, casi nunca les he platicado, es más, yo creo que hasta ni sabían ellos que ya había ido por allá, como los menores, pos yo creo que ellos ni saben. Ahora que ando aquí en este asunto aquí, ni me pregunta a mí, le preguntan a mi esposa: “Oiga, ¿pos qué anda haciendo mi papá?, ¿qué anda haciendo?, ¿qué es lo que anda arreglando?”. No pos ya ella les explica allí: “No, pos que esto que lo otro”. “¿Mi papá fue pa allá?”. “Sí, allá anduvo”. Y así le han preguntado uno que se llama Gabriel y Toño, pos son los más chicos.

LM: ¿Tiene familiares usted en Estados Unidos?

AF: Pos casi, ¡no!, tengo unos sobrinos en Los Ángeles y, ¡esos allá viven!, allá viven. Uno de ellos ya tiene residencia allá, uno de los sobrinos, y otro de ellos tiene allá toda su familia, su esposa y sus hijos allá viven, pero ilegal. Y yo como soy muy bromista así con ellos, hay veces que vienen y van a visitarme ahí, y nos ponemos ahí a platicar, y les digo: “¡No!”, le digo, “pos yo, yo me dediqué a producir aquí pa mi patria y yo me siento dueño de estas tierras, de este México, yo me siento dueño y si ustedes le voltearon la espalda a su país, ¡váyanse!, y váyanse todos los que quieran entre menos burros más olotes”. En son de broma les digo yo. No se los digo de todo corazón y ya nada más se ríen, y: “¡Ah!, qué tío”. Y me dan una palmada. Eso es ya para finalizar, ¿no?

LM: Don Alfredo, pos muchas gracias por compartir con nosotros todas sus experiencias.

AF: Que fueron pocas pero significativas.

LM: Quiero agradecerle por habernos dado esta oportunidad.

AF: Sí señor.

LM: ¿Algo más que quiera agregar?

AF: ¡No!, pos ya, ya nada. Platicamos ahí un buen rato.

LM: Muchas gracias.

AF: Ándele, no hay de qué.

LM: Hasta luego.

AF: Hasta luego.




Fin de la entrevista








Interviewer

Martínez, Laureano

Interviewee

Fuentes Soto, Alfredo

Location

Durango, Durango, México

File Name Identifier

Fuentes_Soto_DGO011

Citation

Martínez, Laureano and Fuentes Soto, Alfredo, “Alfredo Fuentes Soto,” Bracero History Archive, accessed April 29, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/188.