Alejandro Ruteaga Rivas

Title

Alejandro Ruteaga Rivas

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Alejandro Ruteaga was born on April 12, 1932, in Rodeo, Durango, México; he was the third of ten siblings; at the age of eight, he began helping his father with agricultural tasks; when he was eighteen, he crossed the border into the United States to become an undocumented worker in California; he entered the bracero program in 1953, and he worked in Arizona, Arkansas, California, Colorado, Louisiana, Michigan, Nebraska, New Mexico, Texas, and Wyoming; his jobs included picking almonds, apricots, asparagus, cauliflower, cotton, grapes, lettuce, olives, and strawberries; he performed these duties until 1964.


Summary of Interview: Mr. Ruteaga recalls his childhood and the stories his father told about the Mexican Revolution; in 1953, he entered the bracero program; he describes the hiring process in Durango, Durango, México, the requirements, and the medical exams performed by American doctors at Rio Vista, a processing center in Socorro, Texas; he worked in Arizona, Arkansas, California, Colorado, Louisiana, Michigan, Nebraska, New Mexico, Texas and Wyoming; additionally, he recounts daily activities, what braceros did on weekends, their contracts, and their wages; he states that ranchers hired undocumented workers along with braceros; furthermore, he relates how representatives from the Mexican consulate visited their camps to settle their complaints; he also discusses the discrimination the braceros suffered; addressing his time after the program, he explains why he became an undocumented worker, his thoughts on why ranchers hire undocumented workers, and his pride in having been a bracero; he concludes by stating his reasons for living in México and not migrating to the United States.

Creator

Martínez, Laureano
Ruteaga Rivas, Alejandro

Date

2003-06-04

Subject

Bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Alejandro Ruteaga Rivas

creator (Spanish)

Martínez, Laureano

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

1:26:20

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Alejandro Ruteaga Rivas
Fecha de la entrevista: 4 de junio de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez

Esta es una entrevista con el señor Alejandro Ruteaga Rivas en la ciudad de Durango, Durango el día 4 de junio de 2003, conducida por Laureano Martínez para el Proyecto Bracero del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso.

LM: Don Alejandro, buenos días.
AR: Buenos días.
LM: Don Alejandro, me gustaría comenzar nuestra plática, nuestra entrevista preguntándole, ¿dónde y cuándo nació usted?
AR: Nací el 12 de abril de 1932.
LM: ¿En dónde?
AR: En Francisco Zarco, Rodeo, Durango.
LM: ¿Cuántos años tiene, don Alejandro?
AR: Setenta.
LM: ¿Cómo se llamó su papá?
AR: José Ángel Ruteaga Martínez.
LM: Y, ¿su mamá?
AR: Epimenia Rivas Mireles.
LM: ¿Cuántos fueron ustedes de familia?
AR: Juimos nueve, diez.
LM: ¿Cuántos hombres y cuántas mujeres?
AR: Cinco hombres y cinco mujeres fuimos, sí jue parejo todo.
LM: De esos diez, ¿qué lugar ocupaba usted, el más joven, o el más…?
AR: El tercer lugar.
LM: ¿Fue el tercero?
AR: Sí.
LM: De los más grandes.
AR: De los grandes, de los primeros.
LM: Don Alejandro, ¿a qué se dedicaba su papá?
AR: Él era, pos él era agricultor y tenía ganado, tenía chivas y vacas y nosotros cuando estábamos chicos, pues le ayudábamos a él.
LM: ¿Qué sembraba su papá?
AR: Maíz, trigo, camote, cacahuate, todo lo que se levantaba ahí en la tierrita de riego.
LM: Y, ¿eran tierras propias?
AR: Sí, no, de ejido.
LM: Del ejido.
AR: Del ejido, ejido.
LM: ¿Era de riego?
AR: De riego, sí.
LM: Don Alejandro, ¿fue usted a la escuela?
AR: Sí, fui hasta el grado tercero, tercer año.
LM: ¿Por qué?
AR: Porque tuve ganas de estudiar y de saber.
LM: Pero, ¿nada más hasta ese año?
AR: Hasta ahí porque no había en otra parte, nada más hasta allí. Había en Rodeo, en otros pueblos más cerquitas a sexto año, y ya de ahí salía uno de profe, fíjese. Y yo nomás dos, tres años me faltaban para sacar esa carrera y no, no se pudo.
LM: ¿Aprendió usted a leer y escribir?
AR: Oh sí, bastante, cuentas, las hacíamos al revés y al derecho y…
LM: ¿Qué clases les daban?
AR: En ese tiempo nos daban resúmenes, hacíamos así multiplicaciones de muchos números, de hasta cinco, seis cifras, de dividir también, todo eso.
LM: ¿Les daban español?
AR: Sí, todo eso y nos daban, así de los antepasados, de los guerrilleros que… De historia.
LM: Muy bien, don Alejandro. Cuénteme un poquito, ¿cómo es Francisco Zarco?, ¿cómo es ese lugar donde usted nació?
AR: Pues es un pueblito, pos es ganadero oiga, el pueblito ese no es, casi muy pocas tierras. En ese tiempo era ganadero, por eso ya me vine para acá pa Rodeo, hasta Durango ya no, pues sí ahí todavía pero no igual como antes.
LM: ¿Ahí la gente se dedica a la ganadería?
AR: Ándele, sí.
LM: Y a la agricultura.
AR: A la agricultura.
LM: ¿De qué edad empezó usted a ayudarle a su papá?
AR: Pues de la edad de ocho años, ya nos mandaba a cuidar las chivas y a ver las vacas y a sembrar cuando llovía.
LM: ¿Cómo era la siembra? ¿Qué usaban para sembrar?
AR: Pos un morral con la semilla y sembrábamos con bueyes, fíjese.
LM: Con bueyes.
AR: Con yunta de bueyes.
LM: Con yunta.
AR: En ese tiempo no había tractores, no había nada, ni troncos había. Todavía no hacíamos para sembrar con troncos, hasta ya después ya jue como el [19]50.
LM: ¿Cómo era la siembra con yunta?
AR: Oh, pues bien bonita.
LM: Platíquenos para los que no sabemos.
AR: No, no alcanzaron a ver. No, pues fíjese, hacían un arado de palo y un timón largo y luego un yugo para amarrarle los cuernos a los toros, y una garrocha, y los amansaba uno y ya se… Ya sabían, después eran muy este, les hablaba uno que se pararan y se paraban y cuando les decíamos que voltearan, volteaban. No, los educaba uno bien, de entendidos, sí oiga.
LM: Y, ¿abrían con el arado, iban…?
AR: Iban muy macizo lo que sean.
LM: Y ustedes iban poniendo la semilla.
AR: Sí.
LM: ¿Cómo fue su infancia, don Alejandro?
AR: Pos…
LM: ¿Cómo fueron sus años de chico?
AR: Pos jueron, pos pa nosotros, pos para mí sí jueron buenos, porque pos no hubo necesidad en ese tiempo, no había pos, teníamos qué comer, teníamos mucha carne aquí, mucha leche, así que yo me críe casi con chiva de leche, pura de esa, fíjese.
LM: ¿Tuvo una infancia feliz?
AR: Feliz, oiga, porque mi papá nos puso el medio de vivir.
LM: ¿Cómo era su papá, de carácter?
AR: Era, pues era bueno, era muy bueno él, casi nunca nos pegaba ni nada, nomás nos daba consejos, porque él anduvo de guerrillero con Villa, no crea que jue cualquiera.
LM: ¿Anduvo de guerrillero?
AR: Sí, anduvo con Villa aquí en la toma de Torreón, Durango y Zacatecas.
LM: Y, ¿qué le platicaba su papá de La Revolución?
AR: Pos de eso, que andaba, pos es que se los llevaba Villa: “Ámonos muchachos, a jalar”. Y se iban, pues tenían, en ese tiempo nomás ordenaba y se los llevaban.
LM: ¿Cómo fue que él se metió de villista?
AR: Pos le gustó, dice que le gustó y pos querían ser libres de, que tener sus tierras propias y todo. Pos pa que no estar como el tiempo de antes, que los hacendados lo tenían a uno ahí todo fregado ahí y: “Haz esto y esto”. Y nada más le daban la comida. Así es que no, por eso ellos dijeron: “Vamos a buscar la libertad”. Y la alcanzaron, la lograron.
LM: Don Alejandro, en sus años de adolescencia, por ahí de los catorce, quince años, ¿a qué se dedicaba usted?
AR: Pos nos dedicábamos a eso, oiga. Pos al puro trabajo, oiga, ahí en el rancho no había otras opciones, nomás de eso, trabajar, andar en el campo y todo eso y ya de los quince años pa adelante ya a bailar, cuando había bailecitos.
LM: ¿Ya?
AR: (risas) Sí, ya, sí bailamos ahí, sí, todo eso.
LM: ¿Cómo eran los bailes?
AR: Muy bonitos, oiga, pues con un violincito y una guitarrita. No, ora ya está más distinto.
LM: ¿Cómo se sentaban los hombres y las mujeres?
AR: Allí en unas piedras, bancas así ahí, pos humilde, pos es que en ese tiempo taba uno pobre, no había en qué dormir. Dormíamos en los cueros de las vacas, de los borregos, las oleas. No había catres, no había nada, pero sí, no teníamos hambre nunca.
LM: ¿Hambre no había?
AR: No.
LM: No había muchas cosas, pero…
AR: Pero, pero sí, hambre nunca, porque pos levantábamos para comer y todo y sí, así había a veces que, usted sabe que a la pila falta el agua, y siempre de todas maneras le buscaba uno.
LM: Don Alejandro, ¿a qué edad se animó usted a irse a Estados Unidos?
AR: Cuando tuve dieciocho años.
LM: Dieciocho años.
AR: A los dieciocho años me jui a Mexicali, a entrar ahí por Caléxico.
LM: ¿Se fue como bracero o se fue primero de…?
AR: No, me fui de mojado, de alambrista, allá les dicen alambristas. Y me fui, fui a parar a Sacramento.
LM: ¿Con quién se fue?
AR: Con un hermano mío, el mayor. Y allá anduvimos trabajando todo el año
LM: ¿Qué fue lo que lo animó a irse a Estados Unidos?
AR: Pos es que mi hermano, como él ya había ido, ¿vedá? Pos venía bien plantado y todo. Y dije: “Pos vámonos, yo también me voy”. No, ya vidamos, yo ya le dije a mí papá: “Sabe que yo ya no voy a trabajar aquí con, cuidando las chivas ni nada”. Ya había más chicos y ellos se quedaron. Y ya, yo ya me jui con él.
LM: ¿Qué le dijo su papá?
AR: “Ándale, Dios te ayude”. Porque él también anduvo, él jue cuando había puras alazanas, anduvo haciendo la carretera de aquí de El Paso hasta, hasta allá hasta El Indio, California. Entonces andaban con troncos, con unos caballos con escrepas para hacer las carreteras, en ese tiempo no había maquinaria, puros caballos y él anduvo todo ese tramo, hasta allá.
LM: Y dice que había alazanas, alazanas eran…
AR: De esas monedas de…
LM: Monedas de oro.
AR: De esas negras, sí. Todavía mi papá dejó unas cuantas, pero ya no las pudimos hallar, quién sabe dónde la dejaría, con todo y del siete, veinte.
LM: ¿Cómo en que año estaría su papá por allá?
AR: Yo creo que como en el [1]800, yo creo pos, porque pos, sí fue como en el [1]800, por ahí como [18]90 yo creo.
LM: Muy bien.
AR: Porque…
LM: Entonces usted cruzó por Caléxico.
AR: Sí.
LM: ¿Tenía dieciocho años?
AR: Sí, cuando ya salí.
LM: ¿Comó fue que cruzó?
AR: Ahí pos a pie, nos juimos por el desierto, oiga.
LM: ¿Había vigilancia?
AR: Oh sí, esta igual, oiga, como ahorita, la misma Migración ta igual. En ese tiempo así por ahí en Island(??) nos ponían alambres así eléctricos y pisaba uno en la noche y no sabía uno y le pisaba y ya estaba la alarma con ellos. Y se levantaban y nos agarraban, y ahí nos tenían esposados de los pies, de los pies y de una mano, así mancornado.
LM: ¿Cuántas veces cruzó de ilegal?
AR: Pos muchas, oiga, muchas veces.
LM: Y, ¿cuántas veces lo agarraron?
AR: Pos sí fueron bastantes veces, pero ya nomás llegábanos a Sacramento allá de aquel lado de Los Ángeles y no, ya casi no había Migra.
LM: ¿En qué trabajó?
AR: En el field, todo fue en el puro field.
LM: ¿Qué hacía?
AR: Pos en el desahije de betabel, la lechuga, en el tomate, la aceituna, la fresa. Bueno, todo lo que hay en California, hicimos esos trabajos.
LM: Y, ¿cuánto le pagaban como ilegal?
AR: En ese tiempo nos pagaban a $0.85 centavos la hora.
LM: ¿En qué año sería más o menos?
AR: Jue el [19]51. Y a $1.25 nos pagaban el riego cuando andábamos de regadores en la noche.
LM: ¿Pagaban más el riego?
AR: Sí.
LM: ¿Por qué?
AR: Porque en el field pues en el día pos no es igual al riego, porque es más duro el riego, y luego de noche.
LM: ¿Era difícil conseguir trabajo como ilegal?
AR: No, no, donde quiera llegaba uno y luego luego lo ocupaban a uno.
LM: En esos años había braceros también, ¿verdad?
AR: Sí, ya había, pero nosotros decíamos: “No, al cabo pues es lo mismo andar de braceros como andar de ilegales”. Pero no, siempre ya después dije: “No”. Ya el [19]52 dije yo: “No, vámonos mejor a la bracereada”. Porque pos ansina no sufría uno nada. Pos sí, aquí sufría uno nomás ahí en Monterrey, en Chihuahua, en Empalme, en Guadalajara cuando hubo braceros. Pero pos nomás para dormir, era lo único que sufría uno, pues ahí en los hoteles y todo eso. Y lo que hacía uno de las filas para contratarse.
LM: Y esa vez que estuvo ahí trabajando como ilegal, ¿cuántos meses duró trabajando?
AR: Pues duraba años, oiga, a veces duraba un año.
LM: Vamos a hacer una pequeña pausa.
AR: Ándele.
(entrevista interrumpida)
LM: Continuamos con la entrevista.
AR: Ah bueno pos…
LM: Y cuénteme, en esos tiempos que ya había contrataciones, que ya había braceros, ¿había ilegales también trabajando?
AR: Sí, en el [19]54 ya no le querían dar a uno trabajo. En 1954 en California no, decían: “Vámonos, váyanse a contratar allá”. Porque nosotros andábamos ya de braceros. Y les decían, llegaba ahí a pedir trabajo y decían: “No, váyanse a contratarse a Mexicali”. Porque ahorita ya, es que los multaban en ese tiempo, pero ya después con el tiempo ya no, otra vez igual pos, es que les salía más barato la mano del ilegal que el del bracero, porque el bracero tenían que ponerlo dormitorio, así todo con mediadores y todo. Y de mojados, pues sí había también comedores, pero era otra…
LM: ¿No los juntaban unos con otros?
AR: No, los mojados andaban aparte y los…
LM: Pero a la hora del trabajo ahí sí los…
AR: Sí, sí andaba uno así a veces junto.
LM: Los confundían ahí con los demás.
AR: Sí, pues andábamos igual que todos ahí, ahí nomás cuando llegaba La Migra que todo el que corriera era ilegal y el que no corría, pues: “Mire, aquí estamos, aquí traemos nuestros papeles”.
LM: Claro.
AR: Pero en ese tiempo, luego luego al principio no dieron micas, hasta después ya empezaron a dar la mica para, ya el que la presentaba, ese ya no batallaba para entrar. Ya nomás se la veían y luego luego: “Vámonos, tú ya eres de los buen trabajador”. Todo al que le dieron mica era buen trabajador y honrado. Pos no era, no hizo ningún movimiento malo.
LM: ¿Pero sí le pagaban un poquito menos al ilegal?
AR: Ah, pues fijese que nos pagaban mejor que a los braceros.
LM: ¿Les pagaban mejor?
AR: Sí, pagaban mejor, sí. Sí, porque pues era poquito, pero de todas maneras, pero la gente no duraba porque La Migra sí andaba muy brava, la: “Vámonos”.
LM: ¿Iban deteniendo en los campos?
AR: En ese tiempo sí, no sí, y a agarrar gente y: “Vámonos”. Bueno tuvieron… De acá de California mandaban hasta acá Irapuato, a León, en los aviones lo aventaban a uno hasta acá a veces.
LM: ¿A usted le tocó ir?
AR: Dos veces.
LM: Y, ¿dónde lo…?
AR: Ahí me dejaron en Guadalajara. Y de ahí me mandaron, ya me vine para acá.
LM: Ya se vino para acá.
AR: Y ya.
LM: ¿En qué año decidió usted contratarse como bracero?
AR: Jue el [19]53, ya aquí jue la primer contratación, aquí estaba en el estadio en la plazuela La Cortiza ahí y de ahí ya.
LM: ¿Cómo fue eso de contratación? ¿Qué había que hacer?
AR: Pos nomás la pura acta de nacimiento nos pedían, y todo eso y ya nada más, y ya nos contrataron para la pisca del algodón.
LM: ¿Por qué decidió contratarse como bracero?
AR: Porque es que de ilegal, sufría uno más, y ansina ya se contrataba uno, ya iba uno ya, ya nomás entraba uno al país al americano y ya no sufría uno mucho porque ya había comida. Ya había todo. Y ya no se iba uno a pie a ninguna parte, se iba uno a, esa vez me tocó en Arkensó, en Arkansas.
LM: Platíqueme un poquito de la contratación, dice que les pedían acta de nacimiento.
AR: Sí, eso, papeles nada más de la presidencia, una carta de recomendación que nos daban y esa la presentábamos nosotros ahí al jefe.
LM: Les daban una carta allá en Rodeo.
AR: Ahí en la presidencia.
LM: Y luego ustedes se venían aquí a Durango.
AR: Ya la presentaban, sí.
LM: Y aquí en Durango, ¿los pasaban a algún lugar? ¿Había exámenes médicos?
AR: Sí.
LM: Y, ¿qué tenían que pasar? Platíqueme.
AR: Pues pasar, nos encueraban y nos revisaban todo, todo nos revisaban. La primer vez yo no quería encuerarme, nomás que dijeron: “No, aquí se debe uno encuerar uno”. Los gabachos méndigos, todo ahí.
LM: ¿Había americanos ahí?
AR: Oh luego, sí, los doctores, había doctores.
LM: ¿Eran americanos?
AR: Sí, les registraban uno bien todo, el que estaba malo luego luego lo echaban pa fuera, tenía que ir uno sano.
LM: Y, ¿usted no quería?, ¿le daba pena?
AR: Pos sí, pero ya después ya no, ya no nos daba. La primer vez sí, pero ya después no, hasta gusto nos daba. Y luego nos fumigaban fíjese, ahí en El Paso entrando allí Juárez, ahí nos fumigaban con (sopla), para el que llevara laica, piojos… No, pero pos usted cree, había también una llamada, había llamada de piojos.
LM: ¿Sí? No nomás de…
AR: Sí, en los campos fíjese, a mí tocó andar haciendo un aseo en una barracas, ¡nombre!, ahí taba lleno los colchones de toda esa cosa, sí. ¿Usted cree?, de braceros, y de todo, y más que echaban, fumigaban y luego luego se acababan. Por eso nos fumigaban a nosotros los braceros, no crea, si querían que fuéramos bien limpios todos, que no lleváramos cosas.
LM: Claro. ¿Les revisaban las manos?
AR: Todo, sí, si no tenía uno cayos: “Tú, ¿que no trabajaste?”. “No, cómo no”. Ellos conocían bien el que era ranchero y el que era poblano.
LM: Claro.
AR: Sí.
LM: ¿Qué preguntas les hacían?
AR: Pos sí, que si sabíamos trabajar, como cuando íbamos al algodón: “¿Sabes piscar algodón?”. “Sí, cómo no”. A veces nos decían: “¿Cuántos gajos tiene el algodón?”. “Pues cuatro”. Y no, pues eso y ya, vámonos.
LM: Y aquí de Durango, ¿a dónde lo mandaban?
AR: A Arkansas, de aquí me tocó irme a Arkansas.
LM: ¿Aquí firmó usted su contrato?
AR: Sí, aquí hubo en ese tiempo, aquí estaba la oficina.
LM: ¿Ya no llegó a Chihuahua?
AR: No, ya no. Nos fuimos directo hasta allá.
LM: ¿En qué se fueron de aquí hasta El Paso?
AR: No, no nos fuimos en autobuses.
LM: En autobuses.
AR: Nos llevaron hasta allá.
LM: Ya que se contrataban, ¿les daban de comer?
AR: No sí, sí nos daban. Sí, ya era otra cosa distinta.
LM: Al momento de contratarse, de firmar el contrato, pasar los exámenes, ya el Gobierno Americano se hacía cargo de ustedes.
AR: Exacto, sí, ya. Sí, ya se hacía cargo, ya no sufría uno como, pos cuando iba uno de mojado. No, taba canijo.
LM: ¿Iba contento?
AR: Ah sí, cómo no.
LM: ¿Cuándo se contrató?
AR: Sí, nomás que pues sí, taba más eh, pos ahí estábamos hasta que nos llevaban al pueblo y todo, nos llevaban. Cada ocho días nos llevaban a la comida, a la provisión.
LM: Dice que cuando llegaron a El Paso ahí, ¿ahí fue donde los fumigaron?
AR: Sí, había veces que nos fumigaban y a veces no, a muchos no.
LM: ¿Cómo era que les decían a dónde trabajar?, ¿cómo era que los escogían?
AR: Ahí en el Río Vista, de El Paso entrando uno pa el lado del Río Vista, ahí estaba La Asociación, ahí estaban todos los, ahí ya lo, pos ahí decían: “Los que quieran ir a Arkansas, los que quieran ir a Amarillo, los que quieran ir a... A distintas partes de Texas y de Arkansas, de Louisiana, de todo eso”.
LM: Entonces, ¿sí les preguntaban?
AR: Ah, sí.
LM: ¿Les daban a escoger?
AR: Sí, a veces. Pero a veces como aquí nomás nos decían que íbanos a Texas, a Pecos y ahí no queramos ir porque ahí no servía pa nada.
LM: ¿Por qué no servía?
AR: Pues porque no hacíamos nada de dinero. Es que había mucha gente y luego los algodones no servían, era puro algodón, nos íbamos a otras partes como en el west, ese sí al puro pule, en Nuevo México, pues todo lo que era, pero nomás ahí en ese Pecos no nunca nos gustó.
LM: ¿Usted a alguien le dijo: “No vayas a escoger Pecos”?
AR: Sí, nos decían… Pues la gente, es que luego luego se dice: “Que a Pecos”. ”No, yo ahí no voy”, decía. Y se salía uno de la fila, porque así a uno: “Afílense aquí los que quieran ir pa tal parte”. Y: “Okay”. Y ahí vamos. Y así hacía sí uno…
LM: Y, ¿usted escogió irse a…?
AR: Pues escogíamos las partes que, ya conocíamos muchas partes así que…
LM: Sí, pues usted ya... ¿Así que lo mandaron a Arkansas?
AR: Sí, allá estuve en Arkansas.
LM: ¿Cómo fue ese viaje de ahí de Río Vista a Arkansas?
AR: Pos fue en una traila, en unos trailers, en trailers de esos grandotes, nomás que íbamos bien acomodados con, por en medio eran unos tablones y por los dos lados como así asientos para…
LM: ¿No era autobús de pasajeros?
AR: No, no era. Nos llevaban en trailas hasta Arkansas.
LM: ¿Está lejos?
AR: Oh sí, esta lejos, son como... Pues pasa la guardarraya de Texas y luego de Arkansas, ahí es donde está Santa Anna en la guardarraya de Texas con su libro ansina. Decíamos: “¡Ese méndigo!”. Le echábamos mucho, oiga. Si viera cómo le echábamos mucho al viejo ese porque vendió todo los estados de nuestro México, oiga, todo, Texas, Nuevo México, Arizona y California. ¡Cuatro estados, oiga!, ¡los mejores! Los mejores de México, ¿cómo pensaron?
LM: ¿Ustedes le echaban ahí?
AR: Pues: “Eh méndigo. Te hubieran matado, pero no hubieras firmado los papeles”. Pues eso fue, le dijeron que si firmaba, lo dejaban libre, porque lo agarraron prisionero y luego ya pues firmó y siempre lo fregaron. Y ahí esta, que se quedaron con los terrenos de México, ellos.
LM: Pues sí.
AR: Sí. (risas)
LM: Cuénteme, ¿cómo fue el lugar donde usted llegó en Arkansas?
AR: Ah, pues ahí llegamos en un campo ahí en, nos tenían ya la casa para los braceros ahí, teníamos el comedor, teníamos todo ahí pa…
LM: ¿Quién los recibió?
AR: El ranchero, el que nos daba el trabajo.
LM: ¿Hablaba español?
AR: Pos unos sí y a veces otros no.
LM: O, ¿tenía intérpretes?
AR: Sí, tenía intérprete.
LM: ¿Cómo eran las casas esas?
AR: Pos de madera, pos no estaban muy buenas, eran puros jacalones ahí. Nos ponían estufas de gas, así toda una línea ansina, porque habíamos hasta cien, doscientos braceros.
LM: ¿Cien o doscientos ahí?
AR: Sí, no crea que estaba…
LM: ¿Era un rancho grande?
AR: Sí, rancho grande, sí.
LM: ¿Qué cosechaban en ese rancho?
AR: Puro algodón allí.
LM: Algodón.
AR: Puro algodón había, nosotros a eso íbamos especial. Todos los que ahí, cada vez que íbamos de braceros a alguna parte, íbamos a eso.
LM: Algodón, ¿ya había piscado usted algodón?
AR: Oh sí, pues aquí hay mucho, ya habíamos, aquí en Rodeo sembrábanos algodón también. Ya sabíanos bien cómo se trabaja y todo.
LM: ¿Cómo es el trabajo del algodón?, platíquenos para…
AR: Pues es…
LM: Darnos una idea.
AR: Pues es sembrarlo y luego ya después cuando está grandecito, ya lo desahija uno porque echa uno machones ansina y ya más o menos.
LM: De unos, ¿cuarenta centímetros?
AR: Más, cincuenta, por ahí, centímetros. Y ya lo deja uno porque, pa que enrolle si no, y no, pues ya, ya lo ara uno y todo y lo riega y lo fumiga.
LM: Y la pisca, ¿cómo es?
AR: Así.
LM: ¿Dónde echaban…?
AR: En una bolsa de lona, saco que agarraba cien libras. Hasta se paraban derechitas.
LM: ¿Cuántas libras piscaba usted, don Alejandro?
AR: Yo al principio llegué a piscar doscientas, trescientas, de limpio, y de mapeo llegué a piscar seiscientas, setecientas, de mapeo, que es con todo y hueso.
LM: ¿Es?
AR: Y de pule con todo y matas y todo echábamos, echábamos mil quinientas, mil trescientas, o sea cada rato llenábamos bolsas.
LM: ¿A cómo les pagaban?
AR: Nos pagaban barato, oiga, nos pagaban a… Casi ganábamos como unos $4, $5 dólares.
LM: ¿Cuatro, cinco?
AR: Por día, a veces sí. No crea, sacaba uno las semanas a veces hasta de $35, $40, $60, a según taba el algodón.
LM: ¿De qué horas a qué horas trabajaban?
AR: Pos trabajábamos desde la mañana hasta la tarde. Pues queríamos dólares, pues teníamos que trabajar hasta que…
LM: ¿Ahí era…?
AR: Sí, ahí el que, pues unos ya ahí se estaban acostados ahí y ya no trabajaban. Y otros, pues el que tenía más ganas, pues le jalaba.
LM: ¿Les pagaban por lo que hacían?
AR: Sí, era ahí por destajo, así que el que era huevón, ahí no ganaba nada ahí. Y el que no, pues nomás el sábado había que le daban los billetes.
LM: ¿Les pagaban cada sábado?
AR: Cada sábado.
LM: ¿Les pagaban en efectivo?
AR: Efectivo y a veces nos daban cheques. En otros rancheros nos daban cheques.
LM: Oiga, don Alejandro y, ¿qué comían?
AR: Pos papas, carne, huevo, leche.
LM: ¿Ustedes se cocinaban, o tenían…?
AR: Sí, nosotros hacíamos, frijoles y todo eso, queso, bueno, pues todo lo que queríamos compraba uno ahí en la tienda. Porque ya nomás la semana que nos daba el ranchero dinero pa comprar, pero pos ya después cuando teníamos nosotros comprábamos lo que queríamos.
LM: O sea cuando recién llegaron…
AR: Sí, nos daba el ranchero, nos daba dinero para comprar la comida y ya después nos la iba descontando.
LM: ¿Cada cuándo iban al pueblo?
AR: Cada ocho días, cada ocho días íbamos a traer la provisión.
LM: ¿Estaba lejos el pueblo?
AR: Pos a veces sí, a veces a una hora, a veces media y pos estaban los pueblillos…
LM: ¿Cómo eran esos viajes al pueblo?, cuénteme.
AR: Pos íbamos en la, así nos llevaban en camionetas, o tenían algún autobusillo y nos llevaba.
LM: ¿Cómo se portaba la gente del pueblo con ustedes, el americano?
AR: No, en esos tiempos eran caretos, eran cabrones.
LM: ¿Sí?
AR: Sí, no crea que, en ese tiempo todavía no querían a uno muy bien. Ahí nos discriminaban mucho a nosotros y a los negros. No crea que eran muy, si hasta que cuando ahora Kennedy fue cuando dijo: “Todos somos iguales”. Y no, porque antes nos sacaban de los restaurantes gabachos y de las tiendas. No crea que nos dejaban muy bien entrar, no, nos discriminaban.
LM: Y, ¿a usted qué le tocó?
AR: Pues yo en muchas partes, muchas veces sí, pues oiga, pues le daba a uno vergüenza. “Okay vámonos al cabo, no, no”. “Vámonos pa fuera, aquí no pueden estar ustedes”.
LM: Así de plano.
AR: Y eran cabrones los güeros, los gringos.
LM: ¿Le tocó eso en alguna vez que quiso entrar en algún restaurante?
AR: Sí, sí muchas veces en California, en muchas partes.
LM: ¿Dónde sintió más discriminación?
AR: Pues cuando jui, los primeros en California, ahí jue donde, pues sí, lo discriminaban a uno mucho. Pues donde no lo discriminaban, era donde habíamos pura raza mexicana, pero los gringos eran caretos.
LM: ¿Llegó a ver algún letrero que les prohibiera la entrada?
AR: No, nomás veían que entrábanos y luego luego nos decían: “Vámonos, no, aquí no bueno”. Y nos echaban pa juera.
LM: ¿Cómo se sentía usted?
AR: Pero en tiendas como así tiendas de ropa todas eso, sí, sí nos dejaban entrar a comprar, porque sí comprábamos. Pero sí en otras partes más, pos como pensaban que, pues eran lujosas, yo creo para ellos, ¿no? Y uno pues iba, pues ya andábamos más o menos cambiaditos, pero pues de todas maneras luego luego se ve, que lo discriminaban a uno.
LM: ¿Cómo se sentían ustedes?
AR: Claro, enojados, nos enojábamos, nosotros se las rayábamos en español, pero pues qué ganábamos. Nosotros no sabíamos inglés, pero ya sabíamos cómo era en inglés a decirles, nomás que pues no.
LM: Y los patrones, ¿cómo se portaban?
AR: Unos güenos, pues casi, pues sí bien, casi todos. Pues es que nos traiban allá en la responsabilidad de ellos, ellos tenían que aguantarse a veces.
LM: Así es, ¿tenían mayordomo ahí?
AR: Traíamos mayordomo, sí, todo el trabajo, sí.
LM: ¿Era mexicano o era…?
AR: Eran mexicanos, sí, o eran negros o gabachos.
LM: ¿Había mucho negro?
AR: En Arkansas hay mucho negro, ahí son toda la mata de todos los negros, en Arkansas.
LM: ¿Cómo se llevaba el mexicano con el negro?
AR: Pues casi pues no le digo que decía el negro decía: “Oh, el mexicano y el negro iguales”. Decía: “Oh”, dice, “los gringos nomás en el trabajo nos queren y al, y nomás no teníamos trabajo y uno patada en el culo y vámonos”, dicen. “No agradecen esos desgraciados gringos”. Sí, los negros nos decían a nosotros.
LM: ¿Pero entre ustedes se llevaban bien?
AR: Entre nosotros sí, sí, pues sí. No crean, ni tan bien porque a veces pues la negreada, no, les teníamos mucho asco. ¡Pinches negros! Por eso creíamos nosotros, decíamos, bueno los gringos, pues uno mexicano pues también dicen: “Eh, cabrones, tan… Así como uno dice de otra gente, también ellos decían de nosotros. Y nosotros también decimos de ellos: “Colorados desabridos, pinches que valen madre”. Pues usté cree que nomás los güeyes, nomás porque están güeros, no, no, nosotros no nos dejábamos.
LM: ¿No se dejaban insultar?
AR: No, ya cuando ya sabíamos inglés, también nosotros les decíamos que eso y eso y eso y okay que chinguen a su madre, sí, también ya.
LM: Cuénteme, ¿en cuánto tiempo le dieron su primer contrato?
AR: De cuarenta y cinco días, primero con ese que me fui a Arkansas, pos hasta que acabábamos el algodón y ya nos venimos.
LM: Y luego, ¿qué hacían cuando se acababa un contrato?
AR: Pos a veces nos lo renovaban, cuando había mucho, pues si había más trabajo, nos renovaban por otros cuarenta y cinco días.
LM: ¿En esa ocasión se lo renovaron?
AR: No, ya no había, ya fue en noviembre, sí, ya fue noviembre, ya se había venido fríazo, ya se había acabado todo lo que era de algodón.
LM: Y, ¿lo regresaron a La Asociación?
AR: Otra vez a La Asociación, aquí al centro aquí a El Paso, y ya nos venimos para acá.
LM: ¿Qué hacía cuando regresaba a México?, ¿en qué trabajaba?
AR: ¿Aquí? Pos en lo mío, en lo que teníamos nosotros.
LM: En la agricultura.
AR: Sí, pos nosotros decíamos: “No, pinches gringos piensan que nomás allá ellos tienen. Si nosotros aquí tenemos qué comer, tenemos dinero, tenemos todo, nomás que, pos uno por andar sabiendo cosas”. Porque digo, sí, digo, aquí hay gente que sí, muchos sí pobres, no tenían. Pero pos nosotros íbamos porque nos gustaba, pos no teníamos necesidad en nuestra casa, había que comer, había todo, pos así que…
LM: ¿Cuántas veces se contrató, don Alejandro?
AR: Como unas, como unas quince veces, yo creo.
LM: ¿Quince veces?
AR: Sí, pues anduve en muchas partes de todo Estados Unidos.
LM: ¿En su segundo contrato qué le tocó?, ¿a dónde lo mandaron?
AR: Nos mandaron, el segundo contrato nos fuimos aquí a Harlingen en Texas, aquí entramos por Hidalgo. Aquí en Harlingen, ahí al algodón otra vez.
LM: Algodón, y, ¿el tercero?
AR: En Nuevo México, en Artesia, Nuevo México anduvimos también. Todo eso, en Lovington, aquí todos nos íbamos al puro algodón. En California nos íbamos a otros trabajos.
LM: ¿Cuántos estados trabajó?
AR: ¿En cuántos estados anduve? Pues casi en todos, estuve en California, estuve en Arizona, Nuevo México, Colorado, Nebraska, Wyoming, Texas, Arkansas, Louisiana y Michigan.
LM: Michigan, muy bien.
AR: En Michigan, ahí anduve en el pepino.
LM: ¿En el pepino? En Michigan, ¿cómo es el trabajo del pepino?
AR: Ah, duro, trabajábamos, piscábamos en unas en unas barricas, necesitábamos guantes porque las espinitas… El chiquillo porque es el que valía más, nos pagaban a $6 dólares las cien libras. Y luego el grande, ese sí, nos pagaban a $3 pesos las cien libras.
LM: Y, ¿es duro el trabajo?
AR: Sí, pura cintura.
LM: ¿Cómo es?
AR: Pos andábamos agachado porque si se hinca uno, no, no puede…
LM: ¿La planta es bajita?
AR: Es parecida casi a la calabaza, el trabajo es duro.
LM: ¿Los primeros días era difícil?
AR: No, sí se cansaba uno mucho, ese y el trabajo de la fresa, también es muy dura la fresa.
LM: EL pepino y la fresa.
AR: La fresa es en cuclillas todo el santo día, unas cajitas asina mire, nos la pagaban a $1.25 la hora.
LM: A $1.25.
AR: La cajita a $1.25, allá en California.
LM: Y, ¿el pepino se acuerda a cómo se lo pagaban?
AR: Sí, a $6 pesos las cien libras.
LM: ¿Estaba bien pagado?
AR: Sí, pues yo me echaba trescientas libras y me ganaba $18 dólares.
LM: ¿Mandaba usted dinero, don Alejandro?
AR: Sí, mandaba pa mi casa.
LM: ¿Cómo le hacía para mandarlo?
AR: Pues lo mandábamos por correo, en cartas registradas, y llegaban ahí al rancho.
LM: ¿Alguna vez le tocó que no haya llegado el dinero?
AR: No, todo el tiempo a mí Dios me ayudó que no fracasó ni una vez nada, todo el tiempo llegó.
LM: ¿Alguna vez le quedaron a deber algo?
AR: No, de braceros nunca, todo el tiempo le pagaban a uno, nunca le quedaron a deber a uno. Pa qué va a decir unas las mentiras, ¿pa qué?, la mentira no sirve.
LM: No.
AR: Lo que sea legal, legal.
LM: Claro.
AR: Porque traes, hay veces que le salían debiendo a uno y le mandaban a, todavía uno el dinero aquí hasta su casa, los rancheros.
LM: ¿Siempre fueron muy honestos?
AR: Sí, lo que sea, pa que no vayan a decir, eso sí es cierto, fueron muy honrados.
LM: ¿En California qué trabajos realizó?
AR: Pues todo lo que hay en California. Pues primeramente, luego luego en el tomate, en la pisca, y luego en el field, pues andar limpiando, desyerbando y todo eso. Y luego el chabacano, la uva, la almendra, la aceituna y luego en la costa por Salinas, en el espárrago, coliflor, la lechuga, pues ahí todo es pura…
LM: ¿Son frutas y legumbres?
AR: Sí, puras, puro de eso hay, todo eso.
LM: ¿En Nuevo México en qué?
AR: En la pisca de algodón también.
LM: En algodón. ¿En Arizona?
AR: También en algodón y en Wyoming en el desahije de betabel, en Colorado también en el desahije de betabel.
LM: ¿Cómo es el desahije de betabel?
AR: Pos con un azadón corto andábamos nosotros trabajando mire, con azadoncito así.
LM: Unos treinta y cinco, unos cuarenta centímetros.
AR: Sí, íbamos dejando lo que es el azadón, porque el camote crece muy grande asina mire, grandote. Y ahí es donde sacan la azúcar.
LM: ¿Es pesado?
AR: No, no es, pero la cintura. Parece que anda uno, no puede ni levantarse uno. Así que hijo de la fregada, ahí se conoce luego luego el hombre que marca y el que no sirve y el que sirve, ahí se ve luego luego.
LM: Ahí se ve.
AR: Es como los caballos ligeros, el que es ligero, es ligero, sale luego adelante y el que es atrás, así uno el que es malo, es malo.
LM: Claro. ¿En Nebraska?
AR: También en el betabel.
LM: Y, ¿en qué más? ¿En Louisiana en qué trabajó?
AR: Anduvimos plantando pinos.
LM: ¿Plantando pino?
AR: Pino, sí.
LM: ¿En la sierra?
AR: Sí, en el monte.
LM: ¿A cómo les pagaban eso?
AR: Pues nos pagaban los acres como a veintitantos, como a $28 o $30 pesos el acre.
LM: ¿Cuál fue el trabajo que más le gustó de todos los que realizó por allá?
AR: Pues me gustó más los trabajos de California, porque pues aquí pues el puro algodón, pues no, eso no me gustaba muy bien. Pero pues nos mandaban para allá. Pero en California me gustaron todos los trabajos, porque ahí hay muchos, desde muchas…
LM: ¿Era mejor pagado California que otros estados?
AR: Sí, sí que aquí. Pues aquí en, fíjese ahí en Harlingen nos pagaban a $0.50 centavos la hora, fíjese. Que ganábamos $2.50 por el día, o $3 pesos más.
LM: Y, ¿acá en California?
AR: No, pues acá no le digo que nos pagaban a $0.85 la hora y a $1.25 en el riego.
LM: El doble, casi.
AR: Yo en la pisca de tomate, echaba trescientas cajas, me ganaba $24, $36 dólares por día. En aquel tiempo, jue el [19]55, [19]56, jue en ese tiempo. Ora se gana más, ora se gana uno como $300, $400 dólares se gana uno si es güeno para piscar, porque en ese tiempo pagaban a $0.12 centavos la caja y ahorita ya la pagan como a peso, a $1.25.
LM: ¿Sí sigue habiendo gente trabajando en los campos?
AR: Sí, todavía. No ve que el tomate ese, para hacer el jugo ese, no lo puede, la máquina no lo puede sorber, se despedaza todo. Y ese otro bola, sí, ese sí lo suerbe, y ese no pueden. Y ahora por eso, como en el algodón, se acabaron los braceros porque ya hay máquinas que ya, pues no, no, en dos tres ratitos luego luego acaban todo y ya, ya no ocupan la gente, la pisca.
LM: ¿En alguna ocasión mientras anduvo de bracero le tocó que llegara la Migración ahí a los campos?
AR: Sí, llegaban ahí y nos pedían papeles: “No got a papers”. “Sí, cómo no, sí traíamos. Semos braceros, mira”, no.
LM: ¿Dónde les daban sus identificaciones, sus micas?
AR: En La Asociación. Ahí nos daban la mica cuando ya veníamos de regreso que íbamos pa México ya nos hablaban: “Julano de tal”. Y ya le entregaban, le entregaban su mica cuando se la daban a uno.
LM: Ya de salida.
AR: Sí, de salida.
LM: ¿No al entrar?
AR: Sí, cuando ya, cuando ya nos daban, cuando todavía no nos la daban, ¿vedá?, pero cuando ya nos la daban, ya no, ya nunca la usábamos allá donde quiera. Y esa era la que presentábamos ya, como que eran papeles, y fíjese yo hasta le erré, tengo mi mica, me había ido allá a El Paso y luego luego me habían dado los papeles. Pero pos no, no dije, pos, ¿quién iba pensar que eso era?
LM: ¿Cuál fue su contrato más largo?
AR: Pues cuando estuve en California, en San José, California, ahí anduve regando. Cuando andábamos plantando el ejote, de frijol, porque poníamos muchos en los palos porque es de guía eso, pa cortar el ejote. Y luego ahí anduvimos piscando cherry, pues yo casi nomás me la pasaba regando, era regador. Es que ya me conocían los gabachos, luego me decían: “Órale, vente Ruteaga, tú eres, te vas de riego, a regar”.
LM: ¿Cómo es eso?
AR: Nomás que ya sabía yo, con pipas, y necesita uno pues bien, toda la noche, y a veces en el día.
LM: ¿Regaba en la noche?
AR: Sí, sin dormir toda la noche, y ya en la mañana ya apenas andábamos.
LM: ¿Qué extensión de terreno regaba?
AR: Pos en cada extensión, ¿vedá?, echabámos hasta doscientas pipas.
LM: Hasta doscientas.
AR: Sí, es que allá se necesita, el agua va poquita, no mucha agua para que se remoje bien todo. Cuando ya sale, ya está bien remojado todo.
LM: ¿Es muy lento?
AR: Sí, pues las pipitas ansina mire, y tanta agua entra.
LM: Y, ¿era menos cansado?
AR: Ah sí, menos cansado sí, porque ya nomás el trabajo era cargar todas las pipas a ponerlas en seguida del dichi [dique] y ya nomás las ponía uno y ya a echarlas y ya cuando los acomodaba uno bien con la agua que ya juera toda pareja, entonces sí ya podía uno sentarse y uno andar ahí andando para no dormirse.
LM: Claro, ¿lo pesado ahí es que era de noche?
AR: Nada más, andar matando topos, de esos que abujerean la tierra. (risas)
LM: Así, sí no se tiraba el agua.
AR: Pues sí, es que son agujeros, salen, ahí va a salir la agua allá.
LM: Muy bien. ¿Alguna ocasión se enfermó usted mientras anduvo de bracero?
AR: En Colorado, oiga, anduve de bracero en Colorado, me iban a operar de la apéndice y me llevaron y no, siempre no me operaron. Aunque me dieron medicina y todo, hasta la fecha hasta ya que se me desapareció, me dieron una medicina. Dijeron: “Con esta no te, no te operamos”. Y ya.
LM: ¿Le dolía?
AR: Sí, pues por eso me llevó el gabacho.
LM: Y, ¿como fue? ¿Usted le avisó?
AR: El gabacho me llevó porque en el field me enfermé.
LM: ¿Estaba trabajando?
AR: Andábamos desahijando y ya me llevó al hospital ese.
LM: ¿Estaba lejos el hospital?
AR: No muy lejos, no, estaba en el pueblo ahí.
LM: ¿Le cobraron algo, don Alejandro?
AR: A mí no, al gabacho sí le cobraron buena lana.
LM: Ustedes tenían seguro, ¿verdad?
AR: Oh, sí, no, ellos sabían de todo, ellos a nosotros nunca nos cobraron nada de cuando nos enfermábamos. Lo bueno es que teníamos seguro, por eso no, y ya cuando iba uno contratado, ya iba sobre la responsabilidad del patrón, ya no era…
LM: ¿Había médicos en los campos?
AR: No, pero ellos tenían médicos en el pueblo, nos llevaban a la parte donde tenía su médico.
LM: ¿Alguna vez le tocó recontratarse?
AR: Sí.
LM: ¿Cómo eran las recontrataciones?
AR: Pues igual, nomás le renovaban el contrato, le ponían el sello, un sello a otros dos meses, o tres.
LM: ¿Qué le preguntaban?, o, ¿cómo los seleccionaban?
AR: No pues es que les decían allí: “El que quiera renovar su contrato, arrímese a la oficina, al número tanto”. Ahí se hace uno fila y va. Y ya pues que vámonos, fue cuando me fui a Michigan, que nos fuimos de Arkansas a Michigan. Acabamos el algodón cuando ya estaba, nosotros anduvimos desyerbando todo, hasta ya lo dejamos ya con todos los bellotes ya cuando iba a estar el producto. Y ya que se acabó el trabajo, entonces ya nos contrataron para Michigan, al pepino. Ya de ahí nos venimos a Saginaw, y de ahí ya nos mandaron pa acá.
LM: ¿Cuál fue la temporada más larga que estuvo usted en Estados Unidos?
AR: Pos todo el tiempo jueron así seis, siete, ocho meses, nada más.
LM: Nada más, ¿nunca estuvo más de eso?
AR: No, cuando sí, anduve de mojado sí duré, sí duraba un año o dos años, pero cuando andaba yo de mojado.
LM: ¿Veía usted gran diferencia de haber trabajado como mojado de trabajar como bracero?
AR: Pos sí, porque fíjese, es que cuando de mojado, ¿verdad?, donde le gustaba a usted, ahí trabajaba y donde no, no. Porque usted si no le convenía y le pagaban barato, pues se iba uno a otra parte, y de bracero pues ahí en donde lo que era, lo que marcaba ahí el contrato ahí, pues ahí está uno.
LM: ¿Donde ellos querían?
AR: Pero nomás que no sufríamos, lo que sea, no sufríamos tanto, y ansina no, pues ansina uno, sabrá Dios donde andaba, no, es que ya nomás entrábanos y ya luego luego comprábanos carro, y andábanos en carro, ya no andábamos como…
LM: ¿Compraban sus carros?
AR: Pues luego, valían $80 dólares en ese tiempo, el [19]54, [19]55. Pos oiga, en ese tiempo no, pues no estaban muy caros los carros, pues usadones, ¿verdad?
LM: ¿Qué carro compró usted?
AR: Pues un Ford, fue el [19]53.
LM: [Mil novecientos] Cincuenta y tres, ¿se compró su Ford?
AR: Sí.
LM: Y, ¿con ese era libre de ir?
AR: Íbamos al trabajo y salíamos del trabajo todos los días. Nos juntábamos dos, tres y con el andábamos.
LM: ¿Qué hacían los fines de semana, don Alejandro?
AR: Pos hacían, a veces pos lavar, ahí la raza, a veces íbamos a las lavadoras, y así pues a veces salíamos a los bailes a echarnos una que otra cheve. (risas)
LM: ¿Le gustaba bailar?
AR: Pos sí, pues con las chavalas. Pues ire, ahí llegaban a los campos las viejonas y ahí llegaban con nosotros, órale, las gabachillas: “¿No quiere?”. Ahí estaba uno acostado y ahí llegaban a uno las viejas, sí.
LM: Y, ¿permitían los patrones todo eso?
AR: O ahí a veces en los campos había camperos y a veces sí dejaban y a veces no dejaban. Porque consumaban a muchos braceros, las viejas, con uno que ya conociéramos ya se iba al pueblo pues ahí, pasaba uno y órale vente, pues de volada. Como se aguantaba uno tanto venir hasta acá.
LM: ¿Era una necesidad?
AR: Pues sí, era necesidad, no yo no me quise casar allá, me salían muchas viejas. Pero no, es que el régimen estaba muy duro allá, todavía está duro. Que allá no le dejan a uno dinero las mujeres, no le dan a uno nada, lo traen aquí. Y aquí no, aquí esta uno pos, pues también ya ahí habemos muchos culos ya, pero no, pero no tanto todavía. Usted pues le da su chiva a su mujer y órale ya esto es mío, pero ya la pareja no le dice ahí... Y allá no: “Presta todo el cheque”. Pos fíjese, ahí iban y le cobraban a uno el cheque en la oficina y ya le daban a uno $5 dólares o $10, pa gastar. Usted cree que no, no, dije: “¿Yo cuándo me voy a casar aquí?”.
LM: ¿Tenía novias americanas?
AR: Sí, no, no, estaba uno chavalo pues donde quiera me salían, muchas gringuillas pues si querían. Es que era uno trabajador, era jalador y todo ese tiempo traía uno dinero, pues trae uno la cartera llena de puros billetes.
AR: Es que pues no los gastaba uno, pues a veces cuando más, cuando iba uno al pueblo.
LM: ¿Hablaba usted inglés?, ¿aprendió inglés?
AR: Pos pocón, no crea que, pero sí entendíamos todo lo que nos decían, sí.
LM: Ahí en los campos, ¿en qué se divertían cuando no iban al pueblo?
AR: Pues unos a jugar dados y baraja y todo, pues así para divertirse, de a penny, de a $0.10 centavos, de a... Pues sí, así se lo pasaba uno ahí. Pues casi teles había pocas, ahí ni teníamos teles, puros radios.
LM: ¿Puros radios?, ¿había estaciones por ahí en español?
AR: Sí, luego pues sí salía, pues sí, allá había estaciones de español, todo el tiempo había.
LM: Y, ¿se entretenía?
AR: Sí, ahí pues los Laboratorios Mayo, ese salían, esos Laboratorios Mayo. Ahí en Harlingen salía un programa.
LM: ¿Cuántas horas trabajaban al día, más o menos?
AR: Pos a veces ocho, y diez cuando había mucho trabajo.
LM: ¿Dependía del trabajo?
AR: Sí, del trabajo sí. Cuando llovía, pues nos íbamos a descansar.
LM: ¿En alguna ocasión le tocó ver a alguna autoridad mexicana que fuera a los campos, algún cónsul que fuera a visitarlos?
AR: Sí iban, los cónsules iban a veces a hablar, a ver cómo nos trataban.
LM: ¿Cómo eran esas visitas?
AR: Pues llegaba allí el cónsul y nos decía: “Muchachos, aquí yo soy el cónsul mexicano de aquí de El Paso y vengo a ver, aquí a platicar con ustedes a ver cómo los trata aquí el patrón, cómo no…”. “Pues bien”. Cuando no, luego luego decíamos: “No, esto y esto y esto”. Y ya no le daban braceros, ya no le daban, entonces el que era malo ya no lo da, no le daban. Pues es que uno los denunciaba luego luego, por eso es que tenían miedo los gringos.
LM: ¿Qué recuerda que hayan sido las quejas más frecuentes de los braceros?
AR: Pos nomás a veces que se hacían huelgas que no pagaban. Pues es que a veces pagaban poquito y nosotros queríamos que nos pagaran más y hacíamos huelgas así nomás.
LM: ¿Se enojaban los patrones?
AR: Pues sí se enojaban: “Shit, God damn it, son of a bitch”. No, nos echaban la madre luego luego. Decíamos: “Pos a veinte careto”. Pero sí, de todas maneras siempre sí. Pero casi pocas veces hicimos huelgas, cuando andábamos de braceros casi no. Nomás nos recomendaba el cónsul, los que iban ahí representantes, pues que hiciéramos caso en el trabajo y todo para que estuviera el patrón contento con nosotros y todo. Hasta eso no, pues unos que otros, y sabe que la gente más huevona era la que hacía las huelgas, la gente huevona que no le gusta trabajar.
LM: Y por lo general era por el precio, ¿por el salario?
AR: Sí, por el precio, sí. Pos oiga, eran huevones, pos no le echaban ganas, ¿pues cómo iban a ganar?
LM: Claro.
AR: Y ellos veían que, que pos aquí nomás órale, y: “Oyes y, ¿por qué sacas tanto?”. “Pues pa que veas que, pues tú ahí nomás estás acostadote nomás viendo, pues ándale pos ahí saca mucho”. Pos sí, ¿pos cómo? No, no, es que para tener uno necesita trabajar, si no, pues así es la cosa. Todo el que no tiene, es que por algo no tiene, porque es huevón o a ver a qué chingados. Sí, pues y el que tiene, tiene porque trabaja, pos sí.
LM: Así que el que andaba trabajando no tenía tiempo de andar haciendo huelgas.
AR: Pues oiga, pues no. Pues, ¿por qué?, porque a veces que hacían huelga, no nos dejaban entrar al trabajo, ahí estaban los méndigos: “Ahora no, que se arregle”. “No, no, no”. Ahí peleábamos.
LM: ¿Qué hacían cuando unos querían huelga y otros no?
AR: Pues sí nos decían que éramos barberos, y que quién sabe qué y que, pero es que ellos pues les valía madre, ellos no, y ellos pensaban que con la huelga se iban a remediar y no. Pues, ¿qué tanto les aumentaban? Tres, cuatro centavos más, cinco o diez, no, no, ¿pues de qué servía eso? Pero ellos así, es que esos son huelguistas y ya el que es huelguista, es huelguista.
LM: ¿Hubo alguna ocasión que se diera usted cuenta que regresaron a algunos mexicanos?
AR: Sí, sí yo hasta, yo allá en California hasta al ranchero yo le prestaba dinero para cuando es que, no jalaban en el trabajo y el los llevaba La Asociación. “Tú no got a work, y no vámonos, no sirves pal trabajo”. Y me decía a mí: “Oye charrasqueado, ¿traes dinero? Préstame pa pagarle de una vez a este, pa no hacerle cheque”. Y ya le prestaba yo.
LM: ¿Se llevaba usted bien con los jefes?
AR: Es que a mí, me la llevaba bien con los gringos, sí, era italiano ese. (tose) Sí, yo me la llevaba todo el tiempo bien con todos, casi todos, oiga. Es que ellos veían que yo jalaba, es que luego luego aquellos viejos nomás que trabaje uno, luego luego lo traen a uno con confianza y todo. Sí, como ahorita mis chavalos, fíjese, andan haciendo albercas ahí en Dallas, y el gringo los deja solos. Él nomás les dice: “Van a hacer este trabajo, y eso y esto”. Y ellos solos, no necesitan mayordomo, no necesitan nada, pero sabe bien el gringo que trabajan, le hacen mucho trabajo. Y por eso, eso debe de ser a uno, ¿pos cómo? Si a mí usted me ocupa a trabajar y me voy a estar ahí sentado nomás. No, necesito que vea el trabajo que rinde, si no rinde, pues, ¿qué va a ganar usted?
LM: Claro.
AR: Pues así debe de ser pero es que… No si uno de mexicano, no crea, hay unos muy flojos, ¿ni pa qué?, pa qué va a decir uno que no, si es cierto. No todos semos, no todos los de allá son parejos.
LM: No, no todos somos iguales
AR: (Risas) Y la gente huevona ta jodida toda su vida, eso es cierto. Ni pa qué, y el que le echa ganas, le echa, y es como el que tiene un empleo. El que tiene un empleo, si usted no da rendimiento en alguna parte donde está, luego luego lo chispan. Yo tengo un ingeniero acá en Hércules, Coahuila, en Monclova, que es ingeniero electricista, fíjese. Ya tiene como unos dieciocho años ahí en esa empresa y todavía lo traen ahí mire, le tienen de confianza.
LM: Claro.
AR: Porque jala.
LM: ¿Usted les enseñó a trabajar?
AR: Oh sí. Pues él salió de ingeniero de aquí del Tecnológico, salió él. Porque yo, cuando yo anduve de bracero, yo pagaba el estudio a mis hijos y todo eso.
LM: ¿Le sirvió el…?
AR: Cómo no.
LM: El haber sido bracero.
AR: Sí, mire pues salió ese hijo que tengo ingeniero y otro que salió de Chapingo, también. Y una química que tengo ahí en el ISSTE también, y las otras dos secretarias y los otros tres chavalos esos sí no quisieron estudiar y se fueron de…
LM: Pero son trabajadores.
AR: Sí, trabajan ahorita, pues son los que son residentes ahorita. Y no, se la pasan muy bien.
LM: Oiga, don Alejandro, ¿cómo era el ambiente entre los mismos braceros, entre los mismos mexicanos?
AR: Oh fíjese que, no crea, no crea que se la lleva uno muy bien como así entre los de Guanajuato, los de Michoacán, Durango. No, no crea que se quería uno muy bien. Sí, de: “Esos gorrudos y esos… Sí, es que no era muy, pues así nada más. Pero, en el trabajo sí nos la llevábamos bien todos, no era mucho.
LM: ¿Había ahí pequeñas rivalidades?
AR: Sí, pues como los de Durango, porque nosotros usábamos puro gorro tejano y los de allá unos gorrotes, parecían topes. Que gorrudos, ahí los poníamos. “Aquí no se admiten gorrudos”. Sentados, pues en el autobús le ponían, los retrata[bamos], así: “No se admiten gorrudos”. Pos no los dejábamos entrar. Si habíamos muchos de Durango, pos nomás nosotros nos metíamos allí, los demás a las trailas, o donde les tocaba, siempre sí se, no crea que se llevaba uno muy bien, no, sí era, había amistades con amigos, ¿verdá? Ya era otro cantar, ya era pos sí. Como yo tuve de muchas partes, con amigos, nos la llevábamos bien, nos íbamos al pueblo, y nos andábamos y platicábamos. Pero pos así en las borracherillas que se ponían a veces, era cuando se había las discusiones esas. Pero en el trabajo no, en el trabajo era una armonía muy buena.
LM: Pero era algo leve, ¿verdad?
AR: Sí, no, no era, pues en la borrachera sí había cualquiera. Un loco que se pone loco, pues ahí sí qué no dice. Pues ya ve aquí todos los que son borrachos que se andan, pues vámonos al bote luego luego, pos por pendejos. Pues empiezan a insultar a la gente y todo, pues luego luego vámonos.
LM: Vamos a ver, ¿en alguna ocasión le tocó pasar Navidad o algún día cívico por allá?
AR: Sí, sí allá pos el 4 de Julio, el Día de la Raza de ellos, ese día no trabaja uno, ese día se lo dan a uno.
LM: ¿Le daban el día?
AR: Y ese del cócono, también del ese, ¿cómo le dicen?
LM: ¿El Día de Acción de Gracias?
AR: Ándele atiesa, le dan a uno también, le dan a uno su cócono y todo pa…
LM: ¿Les daban su…?
AR: Sí.
LM: ¿Su pavo para cenar?
AR: Luego, sí, no.
LM: ¿Cómo lo preparaban?
AR: Pos así ya nomás lo metíamos al horno y ahí le echábamos muchas cosas así, y ya salía bien.
LM: Y, ¿de los días festivos de México se los daban, algunos?
AR: No, nosotros allá no, allá decían los gabachos: “Acá, aquí no se festeja ni un día”. Dice: “El mexicano ya nomás está viendo el almanaque, que este día es popular es que este no”, dice, “aquí no, aquí nomás vamos a trabajar, lunes y martes y miércoles, jueves y viernes y sábado si se puede”. Dice: “México no, no pues que ahora es día de quién sabe qué, y que ora”, dijo, “no, el mexicano nomás esta viendo el almanaque”. No, allá no. Pues por eso, porque cree que los gringos tienen trabajo y tienen todo, porque pues ahí hay, ahí trabaja la gente. Y aquí no, aquí peor los sindicatos. Aquí no, que ora es que La Independencia, y que el 5 de Mayo y que el 24 de la bandera y que todo puro se vuelve... Y estamos jodidos aquí en México, por eso estamos, porque en todas las empresas… Mire, en todo lo que es del sindicato, no sirve pa nada, no da rendimiento nada porque no trabajamos y en Estados Unidos no hay sindicatos…
LM: No hay.
AR: Por eso allá todo lo que la gente que ocupan va a dar rendimiento, y aquí el patrón no pierde, aquí el ranchero no pierde y aquí sí, las empresas se las lleva la fregada.
LM: ¿Qué es lo que le gustaba a usted del sistema de Estados Unidos?
AR: Pos el trabajo nomás, porque pos es que digo, pos trabajando uno, pos estaba uno más a gusto. El que es trabajador, el que es huevón, pues ese nomás está ahí recostado en el catre.
LM: Así es, muy bien. Oiga, don Alejandro, y de los diferentes centros de contratación donde usted estuvo, ¿cuál se le hizo que fuera el más difícil?
AR: Pues oiga, en todos, en El Centro, California, ahí estuve yo. Ahí cuando nos contrataron en, pa California, en El Centro, y aquí en Nogales, en Nogales también ahí entramos, pero para Arizona, también pues, casi todos iguales, oiga. Pus nos daban la misma comida, nos daban todo, nos atendían igual, todo.
LM: Y, ¿en México?
AR: Pues aquí en México, pos no, aquí en México estaba careto, pues casi casi no nos daban nada.
LM: ¿Le tocó ir a Empalme?
AR: A Empalme, sí. Ahí nos contratamos, ahí en Empalme ya nomás nos daban la ficha, el papel y nos íbamos, nos llevaban en el tren hasta Caléxico y ahí entrábanos pa dentro. Y ahí ya, y a firmar contrato allí.
LM: Y, ¿en Chihuahua le tocó también?
AR: También en Chihuahua, Monterrey.
LM: Esos de Empalme, Chihuahua y Monterrey, ¿cuál era más fácil?
AR: Pues de aquí nos íbanos enlistados, oiga, de los municipios. Y él, no, acá en Empalme nos íbamos y nos ocupaban y teníamos que piscar una tonelada de algodón para que nos dieran la carta los rancheros y con esa nos íbamos pa...
LM: ¿Cómo era eso?, ¿por qué?
AR: Pues porque andábamos sueltos, nos íbamos ansina sin llevar aquí uno ni una carta de aquí de la presidencia de todo, porque de aquí salía uno ya enlistado y ya le daban a uno su carta. Y allá no, hasta que el ranchero de ahí de Sonora le daban la carta que ya piscó los mil kilos y ya.
LM: Así que cuando no iban en lista…
AR: Ahí íbamos, trabajábamos allá.
LM: Trabajan allá, y luego les daban una carta de poder entrar.
AR: Ándele y ya entrábanos pa dentro, de braceros ya nos íbamos.
LM: ¿Cuál era el centro más grande de esos?
AR: Pos Monterrey y Empalme, Sonora.
LM: Oiga, don Alejandro, ¿alguna vez le tocó que hubiera cocinero en los campos?
AR: Sí, en California. En California nos daban borde.
LM: Así le decían, borde.
AR: Sí, borde y en Arizona también. Nomás en donde nosotros nos hacíamos todo, era aquí en todo Texas, Nuevo México y Nebraska, Colorado.
LM: ¿Qué les daban de comer?
AR: Pues comida mexicana. Pues bueno, sí nos daban bien.
LM: ¿Sí era buena la comida?
AR: Sí, buena comida. Sí, yo a veces estuve de cocinero ahí poniendo las comidas.
LM: ¿También trabajó de cocinero?
AR: Sí, pues no ve que luego luego me decían: “Órale, vente”. Pues les caiba yo creo bien o sepa Dios qué, luego luego donde quiera me acomodaba, sí, luego luego.
LM: ¿Cómo fue ese trabajo de cocinero?
AR: Pues ahí ya sufrí yo, pa lavar tanto traste y luego trapear, limpiar y todo tener bien limpio, oiga. Porque nomás taba uno sucio y luego venían a, iban y a vigilar ahí los comedores, no crea que, a veces la comida, a ver si estaba buena o no.
LM: ¿A qué horas empezaba a trabajar ahí en la cocina?
AR: Como a las tres de la mañana.
LM: ¡Ah caray!
AR: Hasta que se iban, ya se iba toda la gente a trabajar. Y luego ya pa hacer la comida de medio día, y luego de ahí era la cena de la tarde, ¡hijo de la fregada!, sí trabajaba.
LM: ¿Todo el día?
AR: Pues sí me pagaban mejor que a ellos, sí.
LM: ¿Pagaban mejor? ¿A cómo le pagaban ahí?
AR: Pos como cuando estuve yo en California me pagaban a $1.50, a $2 dólares la hora.
LM: ¿Pero comía de lo que comía?
AR: Pues ahí hacía yo mis guisos, los que yo quería. Sí, pues ahí estaba todo, ahí el mero jefe, el mero que mandaba decía: “Órale, tráete esto, vamos a hacer esto”.
LM: ¿Cuánta gente trabajaba ahí en la cocina?
AR: Pues habíamos varios. Había el lavador de platos, dos lavadores de platos y dos sirviendo, pa servir todas las bandejas de comida, y todo, y los que trapeaban. No, ahí cada quien tenía su chamba.
LM: ¿Le gustaba más la cocina que el campo?
AR: Pos sí, a veces sí. Cuando hacía frío o algo, pero ya después ya no, a veces… No duraba yo mucho tiempo. Sí, cuando había el trabajo que yo iba a ganar dinero, entonces me pelaba. No, no, porque así no.
LM: El rancho más grande donde usted estuvo, ¿cuántos hombres trabajaban?
AR: Pues fíjese que casi en todas partes íbamos de cincuenta a cien pelaos, es que había rancheros que tenían mucho jale. A veces a veinte, treinta así variado, pero no, casi… Pues sí, como aquí en Nuevo México, en Texas que ahí sí había rancheros que se llevaban diez, doce hombres nomás pa su rancho. Y había compañías, porque también había compañías, esas sí traiban hasta trescientos que nombre, se hacían las colas pa pesar uno, colas porque era ahí donde no servía, pa no, no ahí no servía.
LM: ¿Por qué?
AR: Porque, todo lo que duraba uno hasta una hora para ir a pesar lo que, el algodón, y luego pues para ir otra vez a piscar y todo, ahí se batallaba mucho y ahí era donde no, no aguantaba la gente, mejor se venía uno, porque no costeaba.
LM: ¿Siempre era mejor trabajar con un patrón que con una compañía?
AR: Ah sí, con un ranchero sí, porque pos ahí nomás el puro, él ahí tenía su rancho así que…
LM: ¿Las prestaciones eran las mismas?
AR: Sí.
LM: ¿Qué fue lo que más le gustó de Estados Unidos, don Alejandro?
AR: ¿De qué, oiga?
LM: De los pueblos, de los ranchos.
AR: A mí me gustaron Los Ángeles.
LM: ¿Los Ángeles?
AR: Sí, están rebonitos.
LM: ¿Tuvo oportunidad de pasearse por ahí por Los Ángeles?
AR: Sí, anduve mucho tiempo yo en Los Ángeles, anduvimos paseándonos. Sacramento esta, es la capital de California, pero es una ciudad muy vieja, muy antigua. Ahí no está muy bonito y es la capital de California.
LM: Y, ¿lo que no le haya gustado de Estados Unidos?
AR: Pos casi a mí todo me gusto, oiga, pues casi no…
LM: ¿Cuándo fue su último contrato?
AR: El del [19]64.
LM: El [19]64.
AR: Estuve piscando tomate allá en Burland, [Burbank] California, de aquel lado de Sacramento.
LM: Hasta el último año.
AR: Ese día, esa vez cómo gané dólares, fíjese, nos pagaban a $0.70 o hasta a peso la caja de tomate. Sí, quincenas que me sacaba hasta casi de $2,000 dólares, de $1,500, fíjese. Pero en ese tiempo ya fue la última bracereada que hubo ya, esa última ya no hubo más.
LM: Y, ¿qué les dijeron cuando se terminó?
AR: Pues ya se terminó y todo y ya nos trajeron a La Asociación aquí a El Centro, y ya. Pero no nos dijeron que no, que nomás con las micas esas que teníamos, cuando hubiera trabajo nos hablaban y todo y no batallábamos con eso. Pero no nos dijeron que esas, que con esas micas La Migración no nos agarraba.
LM: Y, ¿de cuánto fue ese contrato, ese último?
AR: Ese fue como de dos meses.
LM: Y, ¿les dijeron por qué se acababa el programa?
AR: No, nos dijeron nada absolutamente, pues no, ellos nomás nos entregaron y ya.
LM: ¿A dónde lo entregaron esa vez?
AR: A El Centro, California, aquí.
LM: Y, ¿de ahí se vino a su…?
AR: Ya nos venimos aquí ya por nuestra cuenta, de Mexicali.
LM: ¿En qué se vino hasta Durango?
AR: En autobús hasta aquí.
LM: ¿Estaba lejos antes?
AR: Sí, son como treinta y tantas horas, treinta y ocho horas, treinta y seis.
LM: Y cuando regresó, ¿a qué se dedicó, don Alejandro?
AR: Pues a mi ganado, a lo que tenía yo. Yo compraba vacas y todo eso con el dinero que trabajaba yo cuando estaba, que todavía no me casaba y ya, pues ya llegué yo a tener como doscientas reses de todo lo que hice en Estados Unidos.
LM: ¿Doscientas reses?
AR: Sí.
LM: ¿O sea que se ayudó económicamente usted?
AR: Exactamente, sí. Sí, pues es que pues a mí me gustó poco la tomada, poco, sí, sí me gustó. Pero las mujeres, sí, mucho, esas sí me encantaban y no, pos me casé y ya tuve mi familia y no, ya lo que hice ya darles estudio.
LM: ¿En qué año se casó usted?
AR: El [19]55, [19]56 y el [19]57 ya tuve el primer hijo, que es el ingeniero que tengo en Monclova.
LM: Muy bien, ¿mientras estaba allá se comunicaba con la familia?
AR: Sí, pues les escribíamos, en ese [entonces] no había teléfono, pues nomás puras cartas. Y llenábamos planas y ora no, ora nomás luego luego el teléfono pues sí, sí un ratito y ya, porque la tarjeta ta cara y esa vale $5 dólares, la de $10.
LM: Cuénteme de las cartas, ¿qué?
AR: Pues ahí, pues que cómo estaban los animales y cómo andaban y todo y ella como estaba con los hijos y todo, pos nada más eso.
LM: Y ella, ¿qué le escribía?
AR: Que: “Te extraño, vente ya viejito, te extraño pues vente”. Pues sí, ya uno pues ahí ya nomás completando el contrato y bye, ahí nos vemos. No, pues ya.
LM: ¿Cuándo hacía sus cartas?
AR: Pues el sábado que estábamos sin trabajar, ahí pues toda la gente, el día sábado hacía sus cartas pa echar, darlas, pa darlas el domingo al patrón. El mismo patrón ponía el dinero.
LM: Y, ¿cómo les avisaban cuando les llegaba carta?
AR: Llegaba el patrón, ahí al buzón del patrón ahí llegaban las cartas y ya él nos las llevaba o ahí él ponía en la casa el buzón, iba uno todas las tardes a ver.
LM: ¿Iban a checar todas las tardes?
AR: Sí.
LM: ¿Les daba gusto cuando recibían?
AR: Sí, cómo no. Pues luego luego, pues a ver qué hay de nuevo y todo eso. Estaba bonito, sí estaba bonita la cosa, no crea. Sí, a mí sí me gustó mucho la bracereada. Pues nunca fracasé porque todo el tiempo salía uno bien sano. Los que salían malos, esos sí los mandaban pa México luego luego. Los que salían malos del, que de la sangre, los pulmones y todo eso, pa juera. Esos no los atienden, no los metían pa dentro.
LM: Fue una bonita experiencia.
AR: Sí oiga, sí me gustó mucho la bracereada a mí, porque yo hice mi fortuna con los braceros, cuando anduve de bracero.
LM: Cuando regresó, que se había acabado el programa, ¿no le dieron ganas de regresarse?
AR: Pues ya, cuando ya no hubo braceros, entonces ya me metí de mojado, ¿pues ya qué?
LM: ¿Se volvió a meter de mojado?
AR: Sí, pues luego, pues cuando.
LM: ¿Cuántos años anduvo de mojado después?
AR: Pos, oiga, siempre desde vario tiempo. Pues sí, pues tenía que, cuando ya se acabó la bracereada, que ya estaban mis hijos grandes, que ya empezaron a estudiar ya. Entonces ya vendí mis vacas y ya me vine aquí, compré mi casa y ahí me la pasé yo de mojado hasta en, todas partes.
LM: ¿Por qué? ¿Se acostumbró a…?
AR: Es que aquí no quería trabajar yo, es que aquí no pagan.
LM: ¿Se acostumbró a ganar dinero allá?
AR: Pues sí, sí. Aquí no pagan el trabajo del pobre. Pues oiga, ¿usted cree que con $300 pesos voy a comer aquí?, que saco por semana.
LM: No.
AR: Oh, pues ni que qué. Pues oiga, aquí en las Sorianas se ve la gente que sale con las carretillas llenas de mandado, son los que tienen buenos empleos. Y el pobre, pues ahí anda comprando las podriciones en los chingos baratos donde está todo. ¿Por qué? Pues con $100 pesos qué va a comprar usted pa comer. Nuestro México necesita que haya buenos trabajos pa que no sufra, pos, ¿por qué cree que se va uno pa allá? Aquí no hace uno nada. Mire, orita toda la gente que está en Estados Unidos, todas las casas que ve por los ranchos buenotas, son puros de puros que se van para allá, y si estuvieran aquí, no tuvieran ni jacales. ¿Con qué las hace uno? Y aquí no, con buenas camionetas de las que, de todo. Sí, no necesitas irte hasta, por eso está todo México allá, hay como más de diez millones de puros mojados allá. Sí están llenas las, como ahí en Dallas hay ansina mire, y todos con unos carros.
(entrevista interrumpida)
LM: Continuamos con la entrevista con el señor Alejandro. Entonces definitivamente cree usted que la gente que trabaja en Estados Unidos aunque sea de forma ilegal.
AR: Pos hace, sí.
LM: ¿Tiene?
AR: Unos y otros no, oiga. Porque nomás agarran el vicio y muchos no hacen, sí.
LM: ¿Fue difícil conseguir trabajo cuando cruzó usted de mojado después de la época de los braceros?
AR: No, no pues ya uno cuando ya, ya uno va derechito al trabajo. Es que los amigos y todo, tiene uno amigos pues luego luego: “Pues en tal parte ocupan”, y, “Vámonos”. Hay partes ahí como en Dallas, en Plano, ahí está un campo donde llegan todos los días rancheros ahí a levantar gente y ahí llega La Migra a veces, las ocho y nueve de la mañana llega y se levanta a los que puede, pero ya pa antes de las nueve ya se pelaron casi todos. Es como un parquecito ahí y hay muchos ansina, y ya se los llevan y ahí vienen y los dejan otra vez en la tarde y ya les pagan.
LM: ¿O sea que el patrón no le importa muchas de las veces que sea ilegal?
AR: Sí, no, ahí no piden papeles, ahí no, nomás: “Necesito tres, cuatro, cinco hombres”. Ya se suben en la camioneta y vámonos.
LM: ¿Cuándo dejó usted de ir de mojado a Estados Unidos?
AR: Pues ya tengo siempre como unos cinco años que ya no, porque ya con este ingeniero que tengo que estaba en Santiago, que ya trabajó ahí en, yo estuve trabajando en los incendios forestales. Ahí yo me la pasaba en la sierra, pues él me mandaba para vigilar la gente yo. Pues no trabaja, yo nomás viendo, nomás le decía: “Vámonos, váyanse a tal parte, está un incendio en tal parte”. Y ya que, y ya después ya no.
LM: ¿De eso trabajó últimamente?
AR: Sí, ya ahora ya he trabajado en eso. Ya ahora voy nomás a visita a ver mis hijos y mis hijas. Por ahí me sale una chambita, la hago, ¿pues qué tiene? Pos me va y que: “Vámonos a las yardas”. “Vamos, agarro mi máquina y vamos a jalar ahí, luego luego”. ¿Pues qué? Se gana uno $80, $100 dólares diarios, pues qué tiene, pues mire. Y a veces los del gabacho ese, ya me conoce el patrón de mis hijos, le dice a los muchachos: “Tráiganse a su papá, lo voy a ocupar dos días por semana”. Pues luego luego, pues ándele, pues qué tiene.
LM: ¿Cuántos hijos tiene en Estados Unidos?
AR: Son tres hijos y dos hijas, son cinco.
LM: Y, ¿cómo fue que ellos emigraron a Estados Unidos?
AR: Pues cuando la amnistía, ellos estaban allá y ya el ranchero donde ellos trabajaban les dio la carta y ya arreglaron los papeles, fue de ese modo.
LM: ¿Hombres y mujeres?
AR: No, la mujer, una se casó con uno de allá y le arregló papeles, y la otra todavía está de ilegal, todavía no arregla. Pero ya tiene tres hijos de ahí nacidos, así que ya no va a batallar para arreglar después. Pos hasta dieciocho años, cuando tenga dieciocho años el niño es cuando les va a arreglar a ella.
LM: Pues sí, es una posibilidad.
AR: Sí, pues sí.
LM: Don Alejandro, ya para terminar me gustaría que me dijera, ¿para usted qué significado tiene la palabra bracero?
AR: Pues la palabra bracero es una cosa, pos no sé cómo la sacarían de bracero, oiga. Pues hubieran puesto mejor otro nombre, ¿vedá? Pos no estaba muy bien, a mí no me gustó muy bien la palabra bracero, porque pues bracero, pues bracero no, mejor que hubiéramos sido trabajadores, de trabajo. Pero braceros, somos braceros pos solamente ellos por qué le pondrían ese nombre, ¿usted no sabe por qué?
LM: Pues porque hacían el trabajo con sus brazos.
AR: Por eso, ¿verdad?, ándele, exacto.
LM: Pero por eso le preguntaba a usted, ¿a usted no le gustó esa connotación?
AR: Sí, cómo no, pues bracero, pues sí es ansina como dice usted pues sí, pues porque hacíamos el trabajo con nuestros brazos. Por eso, sí es cierto, oiga, okay.
LM: ¿Cómo se siente usted de que lo llamen bracero, de haber sido bracero?
AR: No, me siento a gusto, no me siento mal, ¿por qué? Si no es, no es palabra ofensiva.
LM: ¿Está orgulloso de haber sido bracero?
AR: Ah, cómo no, pues mi Dios lo sabe bien, contimás yo. Pues oiga era, nos gustaba mucho, a muchos les gustó y a muchos no nunca, nomás se iban y ya no volvían. Es que eran mire, flojos, y hay tanto en las mismas ruinas, chingada.
LM: ¿Alguna vez tuvo usted oportunidad de quedarse a vivir por allá?
AR: Sí, en San José, California me arreglaba un italiano papeles, pero no quise. Era italiano el ranchero ese, cuando estuve ahí de bracero ahí, dijo: “Tráeme la, el acta de nacimiento para arreglarte los papeles, me trabajas un año nomás”. “Eh”, dije, “así está muy bien”. No, ya nunca le mandé nada, ni nada.
LM: ¿Por qué?
AR: Pues sabe que pues en ese tiempo no, no le digo que no tenía, pues yo no tenía mucha necesidad de andar. Pues me iba yo porque pues la gente se iba también, pues vámonos. Aquí tenía yo mucho trabajo, tenía mi papá muchas chivas, muchas vacas así que…
LM: O sea necesidad extrema, no.
AR: Necesidad extrema no, no, ¿para qué? Yo nací entre las chivas, no, ahí me críe, no le digo que me agarraba la leche y me la echaba en la boca así, las chivas. Pos es que, no, no, no.
LM: Muy bien. En términos generales, sus recuerdos de la época de los braceros, ¿son positivos?
AR: Oh, sí, correcto sí. No pues oiga, pues yo estoy encantado porque pues eran unas tradiciones que se, pues sí, se iba uno y se desaburría uno y venía con… Pues si, estaba bien la cosa.
LM: Claro, muy bien.
AR: A mí nunca me tocó mala suerte, todo el tiempo gracias a Dios que sí traiba mis centavitos.
LM: ¿El haber sido bracero cambió su vida de alguna manera?
AR: Sí, y ahorita ya más, porque ya tengo mis hijos, todos me ayudan, todos me dan dinero. Así que yo ahorita no trabajo naiden, tengo mi buena casota, ¿pues qué me apuro? Al rato me muero y ya se quedó ahí todo para mis hijos.
LM: Al rato van a empezar los problemas.
AR: Pues eso sí, oiga, eso sí.
LM: ¿Fue bueno el Programa Bracero? ¿Fue bueno que pusieran ese programa?
AR: Pos sí, cómo no. Ojalá y lo pusieran para los demás que no tienen papeles, pa que se vayan, hay mucha gente pobre, no crea, en todos los ranchos, hay mucha gente pobre que necesita la ayuda.
LM: ¿Le gustaría que lo volvieran a implementar?
AR: Ah, cómo no, sí. A mí sí, porque digo, el que sabe recompensarlo y todo, que Dios lo ayude y hace un dinerito, invertirlo en alguna cosa. No, en la pura borrachera no, no. Pos esa gente no hace nada, donde quiera que esté, no es la misma.
LM: Claro.
AR: No, no yo a muchas gentes, chavalos nuevos les decía yo: “Miren muchachos, cuiden su dinero”. No, nomás se llegaba el sábado y el domingo y ya se perdían, hasta el lunes llegaban al trabajo. No, no traiban ni para comer, ni pal lonche, no traiban ya. Y esa gente, ¿qué hacía?, se acababa el contrato y vámonos, y sin nada, oiga. Sí, pobres muchachos, la juventud nueva.
LM: ¿No los volvían a aceptar?
AR: Pues no, pos es que eran muy, no, no no. Ah, lo que eran más curiosos eran los chilangos, los oaxaquillas, esos fregados si viera cómo eran, ¿sabe qué comían?
LM: ¿Qué comían?
AR: Cocían una papa con sal y una panocha, tortilla de harina, pero carne, todo eso, no. No comían huevo, nada, nada, nada. No, si eran muy duros, pero pues pobrecillos eran malones pal jale, sí eran malos…
LM: ¿No eran buenos para trabajar?
AR: No, pues pobres, estan chiquitos y luego no, pos no, nosotros esa vez, cuando andábamos en la pisca del algodón yo llegaba a piscar trescientas, cuatrocientas libras diarias, esos pelados, esos casi las piscaban en la semana. Pues oye, ¿qué hacían los pobres? Es que eran flojos, pues no, pues es que, pues saben.
LM: Pues probablemente allá hay otros cultivos y no estaban…
AR: Pues ellos no, pos no, es que pos no crea, fíjese. Mire, en Guadalajara había un pelado que era mi amigo, y ese me enseñó a mí la pisca del tomate, era el campeón de California, fíjese, a minuto por caja, piscaba una caja de tomate por un minuto. Ahí los relevos de el japonés y el ranchero ahí mire, a minuto por caja, de a cincuenta libras. Se echaba trescientas, cuatrocientas, quinientas por día. Ese llegó a comprar un autobús.
LM: Como una máquina.
AR: Pero jalador, yo no le di alcance, pa qué voy a decir.
LM: ¿Es difícil la pisca de tomate?
AR: Yo nomás un plain(??) le aguanté, y ya después ya no. No, pues es que él tenía más potencia, yo taba más chiquillo en ese tiempo yo estaba chiquillo, todavía no estaba muy macizo y él ya tenía como unos treinta años. Yo tenía como unos veinte. Pero fíjese, él no fumaba, nada de eso, nada, nomás de eso, nomás puro trabajar y tomar refresco y todo eso, pero cerveza no. Con ese que se agarraron ese, pues iba crudo, ¿usted cree? Pues nomás un plain(??) aguantó, y luego ya después, ya ándale.
LM: Muy bien, don Alejandro, pues quiero darle las gracias.
AR: Igualmente ya sabe que estamos a ver, a ver si lo veo ahora que vaya para El Paso.
LM: Cuando guste.
AR: Ahí también va a estar en la oficina, ¿ahí estan en la oficina esa de los braceros?
LM: Ahí en la universidad. En la Universidad de Texas.
AR: Uh, pues pos no, usted está, ustedes van a inventar otras cosas mejores ahí.
LM: Ahí estamos a sus órdenes.
AR: Fíjese, sí.
LM: Le voy a dar los números de teléfono, la información.
AR: Ándele, okay.
LM: Y quiero agradecerle por haber compartido con nosotros sus experiencias.
AR: Pues sí qué le cuesta, al cabo pues no voy a trabajar nada. Pues aquí me vine nomás y ya me voy a otros negocios y ya me voy a mi casa a comer y ya.
LM: A nombre del Instituto de Historia Oral y de la Universidad de Texas…
AR: Ah, fíjese…
LM: En El Paso y en lo personal le agradecemos mucho este rato que nos compartió y…
AR: Ándele, muchas gracias.
LM: Nos dio la oportunidad…
AR: Estamos puestos que al cabo qué, si se ofrece más, más hablamos más pa allá. A la otra vez que venga, ¿pos qué chingado? Al cabo va a estar viniendo seguido, ¿no?
LM: Pues esperemos que sí.
AR: ¡Ah!, pues entonces, pues como quiera aquí nos vemos.
LM: Muchas gracias.
AR: Solamente que esté allá pues ni modo, porque a veces me voy para allá, a veces me voy con mi sobrino en El Paso, pos está cerquita del Río Vista, ella donde vive, cerquita del aeropuerto.
LM: Esto todavía está en proyecto, pero a futuro ya va estar a disposición de todos ustedes.
AR: Oh, fíjese.
LM: Con esto vamos a dar por terminada la entrevista.
AR: Ándele, bueno.





Fin de la entrevista

Interviewer

Martínez, Laureano

Interviewee

Ruteaga Rivas, Alejandro

Location

Durango, Durango, México

File Name Identifier

Ruteaga_Rivas_DGO027

Citation

Martínez, Laureano and Ruteaga Rivas, Alejandro, “Alejandro Ruteaga Rivas,” Bracero History Archive, accessed April 16, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/187.