Lorenzo Maynes Castillo
Title
Lorenzo Maynes Castillo
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Lorenzo Maynes was born on August 10, 1924, in Clint, Texas; he grew up on a ranch where his father was the foreman, and he consequently learned the agricultural trade from his father; eventually, he himself became a foreman, and he was often put in charge of hiring braceros as workers.
Summary of Interview: Mr. Maynes recalls his childhood and early adolescence; he briefly describes what life was like for him during World War II; eventually, he became the head foreman on a farm whose primary focus was cotton; he was periodically sent to Rio Vista, a processing center in Socorro, Texas, to pick up braceros and bring them back to the farm; oftentimes, he was responsible for hiring anywhere from 50 to 200 braceros; he explains what Rio Vista was like and how the farmers would choose which men to hire; in addition, he describes what the farm where they lived was like, what their daily activities were, and what they did for fun in their spare time; the farmers would often tell any of the workers who had not already done so to go to Rio Vista and officially register as braceros; he concludes that during World War II the bracero program was beneficial both agriculturally and economically; in his opinion, such a program would again be welcomed for agricultural purposes.
Summary of Interview: Mr. Maynes recalls his childhood and early adolescence; he briefly describes what life was like for him during World War II; eventually, he became the head foreman on a farm whose primary focus was cotton; he was periodically sent to Rio Vista, a processing center in Socorro, Texas, to pick up braceros and bring them back to the farm; oftentimes, he was responsible for hiring anywhere from 50 to 200 braceros; he explains what Rio Vista was like and how the farmers would choose which men to hire; in addition, he describes what the farm where they lived was like, what their daily activities were, and what they did for fun in their spare time; the farmers would often tell any of the workers who had not already done so to go to Rio Vista and officially register as braceros; he concludes that during World War II the bracero program was beneficial both agriculturally and economically; in his opinion, such a program would again be welcomed for agricultural purposes.
Creator
Martinez, Laureano
Maynes, Lorenzo
Date
2003-02-10
Subject
Foreman
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Lorenzo Maynes
creator (Spanish)
Martínez, Laureano
contributor (Spanish)
Cristóbal A. Borges
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini discs
Duration
1:35:27
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Lorenzo Maynes Castillo
Fecha de la entrevista: 10 de febrero de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez
LM: Buenos días don Lorenzo.
LMC: Muy buenos días.
LM: ¿Cómo está?
LMC: Muy bien, gracias a Dios.
LM: Don Lorenzo, quiero que me platique, ¿dónde y cuándo nació usted?
LMC: Yo nací en Clint, Texas, el día 10 de agosto de 1924.
LM: Diez de agosto de [19]24.
LMC: En Clint.
LM: Muy bien.
LMC: Texas.
LM: ¿Cómo se llamó su papá, don Lorenzo?
LMC: Felipe O. Maynes. Él se firmaba Felipe Ortega Maynes.
LM: Y, ¿su mamá?
LMC: Isabel Castillo.
LM: Isabel Castillo.
LMC: Ella era originaria de Lagos de Moreno, según las pláticas.
LM: ¿Cuántos años tiene usted don Lorenzo?
LMC: Tengo setenta y ocho años.
LM: ¿Setenta y ocho? Muy bien. ¿Tuvo oportunidad de ir a la escuela?
LMC: Sí, empecé la escuela en Clint, Texas. Entonces mi papá empezó a trabajar con un señor ranchero, después de que ya no trabajó en el ferrocarril, yo nunca me di cuenta, ¿verdad?, estaba niño. Empezó a trabajar, estuvo trabajando con un señor en la agricultura, empezamos la escuela en Clint. Entonces el patrón, o sea, el dueño del rancho, compró más labores en cerca de Caseta, o sea, entre medio de Fabens y Caseta. Entonces se lo llevó para allá, para que dirigiera el movimiento de abrir las tierras nuevas, porque eran puros bosques, eso sí me acuerdo bien, eran puros bosques y él fue a dirigir el movimiento con pura caballada, ¿verdad?, mulada que decían. Despejaron unos terrenos y empezaron a sembrar, y luego el año siguiente otro terreno y así se fueron con un terreno muy grande, un rancho muy grande también, muy poderosos esos señores, eran según esto, le decían austriacos, les dicen todavía, porque siguen los hijos. Entonces seguimos en la escuela en Fabens.
LM: En Fabens, y, ¿hasta qué año estudió usted?
LMC: Yo estudié hasta, nomás primaria.
LM: Primaria.
LMC: Sí.
LM: ¿Por qué, nada más?
LMC: Estaban los tiempos muy duros. Era mucha la familia, y mi papá solo, así que, salía yo a trabajar, ya estaba jovencito, ¿verdad? Salía a trabajar, y entonces ya cuando regresaba a la clase, de la escuela, ya mis amigos ya iban más arriba que yo, y me daba pena, me daba no sé qué, que ya no quería ir, y iba y no, y sí. Total, que hasta al fin, ya no fui.
LM: Va.
LMC: Y empecé a trabajar. Y no me gustó la agricultura, sino que en construcciones de, es decir, maquinaria pesada. Me gustó mucho a mí, y mi papá era el, como le dicen luego, el mayordomo ahí después.
LM: Claro, ¿su papá se dedicaba a qué?, ¿a la agricultura?
LMC: A la agricultura sí, es lo que digo, era agricultura después.
LM: Muy bien.
LMC: Entonces, yo cuando ya se vino corrigiendo la guerra, ¿verdad?
LM: ¿En qué año fue eso?
LMC: El [19]41, cuando atacaron los japoneses.
LM: Vamos a platicar un poquito de Clint, Texas, ¿cómo es Clint, Texas?
LMC: Es un pueblito muy pasible. No es muy grande el pueblo, no sé qué habitantes tenga. Pero tiene primaria, secundarias, por cierto…
LM: ¿Dónde está ubicado?
LMC: Aquí al lado, podemos decir sureste, como tres millas.
LM: Al sureste de aquí de San Elizario.
LMC: San Elizario, también San Elizario, que viene siendo acá donde viene aquella camioneta. No tiene pierde, llega a Clint, Texas.
LM: Oiga, y su papá, ¿dónde nació su papá?
LMC: En Canizal, o sea, pos por ahí en Villahumada, Villahumada.
LM: Y, ¿cómo fue que él se vino para acá?
LMC: Se vino a la aventura de joven. Se vino y se fue, platicaba el que a Wyoming, Colorado y que pa acá y para allá. Nos platicaba, ¿no?
LM: Ajá.
LMC: Y cuando ya estuvo un tiempecito aquí, se regresó a México, a trabajar con esos señores Maynes, y entonces ya fue cuando se casó.
LM: Entonces, ¿en qué año se vendría su papá?, ¿no se acuerda?
LMC: ¡Ay, Dios!, ora verá, se me hace a mí como el [19]19, después de la primer guerra, que no me acuerdo qué año fue, el [19]18 según dicen. Él se vino como el [19]18, 1918 y entonces ya no nunca fue para, nunca regresó a su pueblo natal. Por cierto que cuando ya él estaba sin derecho, es decir, no tenía sus papeles en regla, nomás tenía comprobantes de que había pasado para acá el 1918, [19]19 y con eso se la pasaba.
LM: Y en aquellos años, ¿les pedían documentos para pasar la frontera?
LMC: Sí, eso, para allá voy. Mire, cuando llegaba, por ejemplo, los oficiales de migración, ellos presentaban un recibo de una tienda de antes, les decían aquí las comisarías donde surtían a la gente en los ranchos. Y pues, les daban un comprobante y esos los guardaban como papeles, y cuando llegaba La Imigración: “¿Cuánto tiempo tienes aquí?”. “Oh, mire, aquí están”. “Okay, okay, está bien”. Y entonces ya cuando nacimos aquí, ya tuvo más derechos y hasta más poder, más empuje.
LM: Claro.
LMC: Y fuimos a la escuela mis hermanas, bueno, la mayor fue la que principió la escuela, y luego seguí yo, y luego la que siguió de mí. Total, fuimos todos.
LM: ¿Cuántos hermanos tuvo usted?
LMC: Hermanos…
LM: Y hermanas.
LMC: Varoncitos nomás uno, Manuel Maynes.
LM: Y, ¿hermanas?
LMC: Estuve, tuve Genoveva, María, Josefa y Felipa, cuatro hermanas.
LM: Y en ese orden, ¿usted era el más grande o el más chico?
LMC: No, María, Genoveva era la mayor, seguía María, seguía Josefa, que todavía vive.
LM: Sí.
LMC: Y entonces yo, Felipa, Manuelita que falleció muy niña y Manuel que fue el último de la familia.
LM: Y usted fue el cuarto.
LMC: Yo fui el cuarto. Por cierto que yo estaba muy joven cuando mi mamá dio a luz a Manuel, que fue el último de la familia. Y usted sabe que aquellos tiempos en los ranchos, en los barrios había una señora que les decían vulgarmente partera, ¿verdad?
LM: Ajá.
LMC: Y pues, iban para acá, iban para allá y para allá. Y según esto, creo yo, ahora que después percaté ya la situación, digo, no quedó bien mi mamá de la naciencia de mi hermano, porque de ahí para acá se enfermó y se enfermó y él quedó, niño baby. Y mis hermanas lo cuidaban para allá y pa acá.
LM: Claro.
LMC: Pero naturalmente que ellas crecieron, ¿verdad? Y querían salir a andar y a pasear y todo, y les estorbaba el niño, y se lo dejaban a la otra y ya, se caían y ya, bueno, ya que se, entonces…
LM: ¿Se acuerda usted cuál fue su primer trabajo?
LMC: La agricultura.
LM: ¿En agricultura?
LMC: Sí, en la agricultura…
LM: ¿A qué?
LMC: Con caballos, con mulas, cultivando los terrenos. Ahora le voy a decir la verdad, que a mí nunca me gustó eso que anda haciendo este hombre, ir y venir, ir y venir todo el día, no, no. Yo le decía al patrón, le dice no…
LM: ¿Usted le ayudaba a su papá?
LMC: Yo le ayudaba a mi papá.
LM: ¿Cuántos años tenía usted cuando empezó su primer trabajo?
LMC: Podemos decir, ¿verdad?, del [19]24 hasta el [19]30 y tendría como unos diez, once, doce años cuando ya le ayudaba yo a mi padre. Y luego, como le digo, iba a la escuela y luego me salía de la escuela para ayudarle a trabajar.
LM: ¿A qué horas trabajaban?
LMC: La entrada, antes nadie tenía reloj, ¿verdad?, era una cosa muy… Pero ya salió el sol, vámonos a trabajar. Y que ya no se ve, vámonos para la casa.
LM: Ajá, sol sale, sol mete.
LMC: Sí, y les pagaban $1 dólar diario, que era muy buen sueldo.
LM: Era muy buen sueldo.
LMC: Y como le dije hace rato, tenían su comisaría, ¿verdad?, llegaba ahí el trabajador, ¿verdad?, el jornalero y le decía el que dirigía ahí la comisaría, la tienda: “¿Qué quieres?”. “Pues quiero frijol, quiero papas, quiero arroz y quiero esto”. “¿Cuántos muchachos tiene?”. “Pues que tengo”. En aquel tiempo tres, cuatro, cinco. “Toma”.
LM: A ok.
LMC: Bueno, y aquello de como ahora de las golosinas que esto, no, que aquel, no, no había nada.
LM: Nada.
LMC: Nomás puro frijolito y papa. Entonces mi papá se hizo de un terrenito y en el ranchito ahí en la casa tenía sus puerquitos, sus marranitos, tenía la vaquita, tenía la gallina, tenía el conejo, total que nosotros hambre nunca la tuvimos.
LM: Exacto.
LMC: Pero otra gente sí.
LM: ¿Sí era dura la situación?
LMC: Estaba dura, muy dura, especialmente la gente que venía de allá.
LM: Eso fue en el, ¿qué año?
LMC: No, los [19]35, [193]6, [193]4, [193]3, pues en esa época en los trientas. Bueno, aquí estuvo un tiempo muy duro en los trientas, que la gente andaba pa arriba y pa abajo, que no hallaba qué comer, que no hallaba dónde trabajar, no hallaba, no hallaba qué hacer, como está pasando ahorita ya, están desocupando muchas miles de gentes.
LM: Sí señor.
LMC: Como por ejemplo, las compañías de aviación, las de este otros miles y miles, ahí tiene usted sencillamente la Walmart esa, ya va a cerrar y son con tres cuatro mil trabajadores que van a quedar sin empleo.
LM: Así es.
LMC: O más, tal vez.
LM: Platíqueme, don Lorenzo, de las épocas de la Segunda Guerra Mundial, ¿cómo era la situación cuando…?
LMC: Bueno, entonces en ese tiempo no había, carecíamos de combustible, de ropa, zapatos, azúcar, café. Entonces el Gobierno, o sea usted se aplicaba, cuánta familia tenía y le daban estampillas. Le daban una estampilla para un par de zapatos, le daban otra estampilla para su gasolina, si tenían muebles, si y tenia automóviles, entonces…
LM: ¿Eso en qué año sería, más o menos?
LMC: El [19]42.
LM: [Mil novecientos] cuarenta y dos.
LMC: Cuando la guerra, [19]42, [19]43. Entonces allá al otro lado, bueno, después de que terminé con el… El detalle es que había, necesitaba usted una estampilla para comprar el café, para el azúcar, los zapatos, la gasolina. Lo demás sí había, sí había. Entonces, empezaron a brotar gasolineras en el otro lado, y así que de aquí no había gasolina o no la podían vender, o no se la vendía.
LM: ¿En el otro lado?
LMC: En Caseta, en Praxedis, en Porfirio Parra, Caseta le dicen desde años. Allá había una gasolinerita aquí, otra allá y otra allá y, ¿verdad? Y toda la gente iba a echar gasolina allá, a poner gasolina, porque aquí naturalmente que los que vivíamos en los ranchos, ¿verdad?, el ranchero tenía ciertos modos con el Gobierno de tener bastante abastimiento para sus muebles, para sus tractores, y de ahí, ¿verdad?, de aquí, por aquí, por allá le polveaban a usted la gasolina.
LM: Y en esa época, ¿usted en qué trabajaba?
LMC: En tractor. Bueno, cuando estaba jovencito en mulas trabajando en la agricultura, en las escarbillas que le decían. Un implemento para andar tumbando la yerba con un caballito, surco por surco. Entonces, ya cuando ya crecí más, pos empezaron los tractores de gasolina y a mí me gustó la maquinaria y empecé con los tractores de día, bueno, en el invierno de noche, como se dicen luego, a barbechar, a voltear la tierra.
LM: Sí, señor.
LMC: Y en el día con las cultivadoras a cultivar, sembrar, cultivar y esto y lo otro.
LM: ¿Se acuerda cuánto le pagaban?
LMC: Ay, no me acuerdo pero yo creo que me pagaban como $1.25, porque al jornalero de así como ahora ellos $1 peso, $1 dólar, y ya uno ya ganaba $1.25, $1.50.
LM: ¿Cuándo es cuando usted se involucró en el Programa Bracero?
LMC: Esto fue el [19]40 y llegamos, ora verá. Yo me casé el [19]44, [19]45 nació mi primer hijo, por ahí del [19]45, [19]44 o [194]5, porque como le digo, no había quién trabajara los ranchos, las tierras.
LM: Ajá, sí señor.
LMC: Y empezó el programa, ¿verdad?, ahí en ese rancho.
LM: ¿Usted cómo se enteró?, ¿qué anunciaron o qué?
LMC: No, no recuerdo cómo empezó la cosa, el caso es que el patrón decía: “Agárrate el camión”, o, “agárrate el”, como le dicen aquí, “agárrate la troca y vete al Río Vista” Que era, era el centro de…
LM: Era el centro de recepción.
LMC: Sí, de recepción de los que venían de allá de Chihuahua, venían por cienes, miles, pues. Y entonces, y pues ahí llegaba uno, ¿verdad?, y se anunciaba con el director ahí. “Soy el del rancho fulano”. Sí, entonces él salía: “Los de Mister son fulanos, vénganse para acá, súbanse ahí y vámonos”.
LM: ¿Cómo se llamaba su patrón?
LMC: Aquel se llamaba Martín Letunich.
LM: Martín.
LMC: Fue mi primer patrón.
LM: Letunich.
LMC: Letunich.
LM: ¿De dónde era el?
LMC: Originario, pues de Austria.
LM: De Austria.
LMC: Y vinieron aquí algunos, mire, vinieron Letunich, Lubbich, Marasubish, Esdranubich, todos esos vinieron con la intención de posesionarse y trabajar y que lo hicieron muy bien. Ahorita están muy poderosos, bueno, sus descendientes, ¿verdad?
LM: Claro.
LMC: Están muy bien, por cierto que mi patrón, el Martín Letunich Junior, es el mayor, vive en Tornillo con un rancho. El de otro hermano vive en otro rancho y así, todos tienen su rancho y están trabajando.
LM: Y entonces a usted lo mandaban al centro de recepción.
LMC: Sí, me mandaban a levantar a los trabajadores de braceros.
LM: ¿Cuántos braceros ocupaban?
LMC: En ese rancho no muchos, se puede decir como cuarenta o cincuenta.
LM: Y, ¿qué los ponían a hacer?, ¿cuál era la actividad del rancho?
LMC: Bueno, dependía del tiempo, ¿verdad? Como por ejemplo, en el tiempo de cultivo, de la escarba que decían, a escarbar así, a tumbar la yerbita surco por surco.
LM: ¿En qué cultivo?
LMC: Algodón.
LM: En algodón.
LMC: En puro algodón. Hasta el mes de digamos de septiembre, entonces ya, aquellos, aquel grupo decía el patrón: “Tú, y tú, y tú ya no te necesito, alista tus cosas y te voy a entregar allá”. Dejaba nomás a los operadores de maquinaria, a los… Usted sabe.
LM: Sí.
LMC: Y el jornalerito que, pues que, sí señor y no señor, pues no, y no lo necesitaba ya, ¿verdad? Entonces, para septiembre, a mediados de septiembre, ahí viene otra vez la gente a piscar a mano, ¿verdad?, no había maquinaria.
LM: ¿Cuál fue la razón que no había mano de obra aquí en Estados Unidos?
LMC: Porque, por la guerra, porque toda la gente, por ejemplo, yo de joven, todos los jóvenes que trabajábamos en la agricultura, pues al servicio, ¿verdad?
LM: ¿Usted fue al servicio?
LMC: Sí, pero no fui, no serví yo porque yo era agricultor. Le voy a platicar aquí el detalle.
LM: A ver, cuénteme.
LMC: Bueno, el caso es que pues, toda la juventud, ¿verdad?, todos se fueron al servicio y vieron que en otras partes había más oportunidades, ya no volvían a los ranchos, iban a Fort Bliss, iban acá y se iban allá, ¿verdad? Ya venían más despejados de la mente, más, como vulgarmente dicen, ya quemado, ¿verdad? Entonces dije yo, pues: “¿Yo para dónde voy, pues si aquí no trabajo mucho?”. Nunca me gustó a mí el, como le digo yo, la pura maquinaria.
LM: Sí señor.
LMC: Entonces no, pues ya, ¿qué fue lo que me preguntó?
LM: De si fue usted al servicio y si…
LMC: Sí, sí fui pero, entonces mire, esa vez, estábamos ya listos para salir, entonces, salió un oficial ahí con una, quién sabe como le dirán, una tabla así, quién sabe.
LM: Una lista.
LMC: Sí. “Todos los que mencione aquí, ¡fórmense!”. Uh, pues mucha gente. “Todos los que mencione aquí, háganse para allá”. José Rodríguez, Pedro, etcétera, etcétera, etcétera. Entre ellos, pues yo: “Para allá”. “¡Ay, Dios!, y, ¿por qué?”. Entonces, empecé a ver yo caras conocidas que miraba yo acá en los ranchos que conocía de que en la escuela: “Mmm, somos agricultores, ahí va la cosa”. Entonces: “Los demás”, como dicen, “a las barracas.” Entonces: “Ustedes, todos ustedes va a venir unos camiones y los van a llevar al centro de El Paso, para que se vayan para sus casas, pero van a trabajar en la agricultura”. Está bien.
LM: Y, ¿eran muchos los que se quedaban?
LMC: Uh, eran muchos. Porque pues por el Valle, póngale que en cada rancho había cuatro o cinco jovencitos, ahora desde quién sabe dónde hasta quién sabe dónde allá, pues éramos muchos, pero teníamos que cumplir con lo que, pues el trabajo de agricultura porque gente no había. Y entonces, ya empezó el programa de braceros, ¿verdad?, entonces ya uno era, como dicen en mi tierra, ya era jefi.
LM: Pues sí.
LMC: Usted…
LM: Bueno, los patrones hablaban inglés, me imagino.
LMC: Inglés y español.
LM: Y español.
LMC: Esos austriacos que le digo yo, le hablaban el inglés así así, y el español agarraban más bien el español así mire, hasta los niños mayormente palabritas obscenas. Se les pegaban muy bonito, porque se juntaban ahí con los trabajadores e iban a los cuartos y oían y eso así.
LM: Y usted qué, ¿cuál era su pensamiento?, ¿qué pensaba de que vinieran mexicanos a trabajar?
LMC: No, yo no, yo no tenía por que quejarme ni nada, ¿verdad?, porque eran compañeros y como venían muchos jóvenes, ¿verdad?, empecé a enseñarles donde viven y acá, a dar la vuelta, a pasearme pa allá y pa acá. Para esto, el fin de semana se les pagaba, ¿verdad?
LM: ¿Cómo les pagaban?, ¿con cheque o efectivo?
LMC: No, con dólar, con dinero efectivo. Sí, entonces se les pagaba y luego me decían: “Oiga, don Lorenzo mire, aquí están $10 dólares, ¿me los manda para mi casa?”. “Sí, aquí están mire, aquí está este”. Y otros no mandaban nada, se iban allá a la esquina y ándele o para el otro lado.
LM: A tomar.
LMC: Sí, pero cuando aquel hombre quería ir para el otro lado del río, o sea, al pueblo que estaba enseguida del rancho.
LM: Ya en México.
LMC: Ya en México, llegaba y decía: “Oiga, señor mayordomo, señor, quiero un permiso para ir allá”. Si no tenían permiso no se podían salir del rancho.
LM: ¿Usted era el mayordomo ahí?
LMC: ¿Mande?
LM: ¿Usted era el mayordomo?
LMC: En ese tiempo todavía no. Pero después ya cuando los braceros, ya fui mayordomo.
LM: Cuénteme, ¿qué se oía en aquellos años?, ¿nada más que tenía que ir a recogerlos?
LMC: Sí, cuando principiaba el programa, ¿verdad?, ir a recogerlos y luego ya asignarlos a sus habitaciones.
LM: ¿Les pedían a ustedes documentación para entregarles a los braceros?
LMC: Sí, claro. No, eso ya estaba arreglado de por delante, ¿verdad? Llegaba uno y se identificaba: “Yo soy fulano, vengo de parte de”… “Muy bien, fulano la gente de mister so and so”
LM: Y, ¿los escogían al azar?
LMC: Al azar, sí, tú, tú y tú. Por cierto que había favoritismo también.
LM: Ajá, a ver.
LMC: El que dirigía ahí, conocía a los rancheros y eran amigos y les buscaba trabajadores de agricultura que notaba, notaba él que fueran de agricultura. Porque entre muchos se venían muchos escribanos que pintores y etcétera, etcétera, ¿verdad?, que nunca habían, nomás venían a buscar mejor vida.
LM: Aprender, ajá.
LMC: Aprender, batallaba uno mucho con ellos. Pero nomás, muchas veces pasaban por induction que le decían, los checaban, ¿verdad?, de todo a todo.
LM: A ver, cuénteme, ¿cómo estaban esos chequeos usted que…?
LMC: Bueno pues, sin…
LM: ¿Eran con ropa?
LMC: No, sin ropa, así una…
LM: Hacían fila, o, ¿qué?
LMC: Hacían fila sí, ahí estaba el doctor, ¿verdad? Abre la boca, abre acá, y acá, y acá así.
LM: ¿Les revisaban?
LMC: Todo.
LM: Todo.
LMC: La palabra todo. “Muy bien, hazte para allá, ponte la ropa, y tú que, ¿por qué?”. “No, que pues que yo tuve un accidente y esto y aquello, ya allá”. “Bueno”. Si no era contagioso la cosa: “Ándale pues.”
LM: ¿Los médicos eran americanos?
LMC: Americanos, americanos sí. Entonces: “Pues ya estos, todos estos son para fulano de tal”. Entonces el…
LM: ¿Qué más les pedían en esos chequeos médicos? ¿Qué más?
LMC: No, bueno, cuando estaban allá dentro no me doy cuenta qué más les pedían. Yo nomás los miraba que estaban como Dios los echó al mundo, ahí en línea, en fila.
LM: Y, ¿usted qué pensaba?
LMC: ¡Caray!, están tirándose. Ya ve, como entre la, como dicen luego, la peluda, que este, unos para acá, unos para allá, mira nomás, y bueno. Entonces este señor, señor director: “pon las manos, les agarraba las manos, este es para mi compadre González o Fulano.”
LM: Y eso de las manos, ¿para qué?
LMC: A ver si eran de hombre, de trabajadores.
LM: Ah, okay.
LMC: Eh, callosas como luego dicen: “¿Tu qué hacías?”. “No, señor, pues, yo trabajaba en el centro de esto y de otro”. “Hazte para allá. Otro. ¿De dónde vienes tú?”. “Pues, ahí de Camargo de…” “Hazte pa acá”.
LM: Excluía lo mejor.
LMC: Sí, sí.
LM: Para sus amigos.
LMC: Y ya después, después de eso, había la salida para Pecos, allá pa otras partes, ¿verdad? Y allá no querían ir, ¿verdad?, porque estaba lejos de la frontera, lejos de Juárez y de, usted sabe.
LM: Sí.
LMC: De los paseos allá al otro lado. Todos esos de Pecos dicen que no querían y no querían, bueno, unos camiones que salían que dicen las semi-trailers esos, llenos para Pecos, para Midland, para Van Horn, para allá, ¿verdad?
LM: ¿Cuánta gente habría en ese centro de recepción?
LMC: No tengo una idea, oiga. Había miles de personas ahí.
LM: Miles.
LMC: No, no qué va.
LM: Y oficiales de…
LMC: Oficiales, pues también había oficinas, ¿verdad?
LM: ¿Trabajaba mucha gente?
LMC: Mucha gente, inmigración, doctores y las estenógrafas, las secretarias y les daban su comida ahí.
LM: Ahí les daban de comer.
LMC: Cocina una señora, sí, nunca tuvieron hambre.
LM: O sea que el que llegaba ahí ya no se preocupaba.
LMC: No se preocupaba por nada, y pasaba el chequeo médico y a comer y a dormir y: “Alístate que mañana viene un camión de Pecos, o se este o de otro”.
LM: ¿Tenían camas ahí?
LMC: ¡Uh, sí!, mucho todo, todo.
LM: ¿Dónde dormían ahí?
LMC: Tenían sus galeras, sus cuartos, salones donde… En Río Vista se llamaba. Por cierto que ahora, ese condado era, o no sé qué anda ahí la cosa que, que quiere agarrar el estado, algo así. Total, que era del condado y ahí…
LM: Y los trataban, ¿cómo los trataban?
LMC: Muy bien, no, por cierto, depende cómo se portaran.
LM: Claro.
LMC: Pero nunca a, ¿cómo le quiero decir?, a estrujarlos a golpes ni nada así. Pues no: “Tú no, mira te voy a, si no te portas bien te voy a entregar a Río Vista”. “No señor, sí, sí, sí”. Y entregándolo ahí por equis causa.
LM: Y ellos, ¿se portaban bien también?
LMC: Sí, muchos, muchos. Cuando entre ellos, bueno, había rencillas, había enojos, había, usted sabe.
LM: Claro.
LMC: Mayormente en fin de semana.
LM: Qué tomaban.
LMC: “Pos éste que me… por este y equis causa. Yo me le dije, yo sí le dije, bueno. Entonces eso fue allá en donde estaba yo en ese rancho del Letunich. Bueno, pues ya crecí, ya tomé posesión como mandamás, como luego dicen y luego…
LM: ¿A qué edad le dieron el cargo de mandamás ahí, de mayordomo?
LMC: ¿Qué?
LM: ¿A qué edad?, ¿cuántos años tenía?
LMC: Ah, pues fíjese que tendría, ora verá, [19]50, ora verá, ora verá, yo tenía treinta, cuarenta, no, treinta, como treinta, cuarenta, diez, al cincuenta, tenía como unos veintidós años cuando ya, ya era yo. Primero era segundo, y luego ya después se vino él, se salió el mayordomo general que le decimos, y me quedé yo. Y el [19]53, me vine de ese rancho, para entonces ya estaba yo casado, ya había nacido mi primer hijo.
LM: ¿Cómo se llama su esposa?
LMC: Se llamaba.
LM: Se llamaba.
LMC: Elvira. Elvira Calderón de Maynes. Falleció hace un año y medio ya.
LM: Y, ¿cuántos hijos tuvieron?
LMC: El que nació allá, Genoveva, ora verá, nació Luis, fue el primero que nació el [19]45, Genoveva el [19]53 y luego Lorenzo Junior el [19]60 y el [19]59. Ah, tres, tres hijos, tres.
LM: Tres, mire, qué bien.
LMC: El caso es que, cuando el que estaba ahí de mayordomo, se vino aquí a San Elizario en un rancho muy grande que era el dueño de aquí de todo.
LM: Claro.
LMC: González. Era George Kelam.
LM: George Kelam.
LMC: Era, hablaba mejor español que yo ese señor, malhablado y todo. Por cierto que de Clint, por ahí, por ahí está un camino que se llama Kelam road, porque de ahí era él. Y él me conoció desde chiquito ahí en ese rancho, y por eso él protegía a mi papá porque lo conocían en aquella época. Cuando él ya se vino aquí tomó posesión de todos estos miles de acres de este señor, ya había nacido mi hijo Lorenzo, Luis. Y un día fue, me decía: “Oye, ¿por qué no vas allá a ayudarme como segundillo, allá conmigo?”. “No pues, [que] es yo aquí estoy”. Y mi papá para entonces ya había fallecido, mi mamá, y mis hermanas se hicieron cargo de la familia, y el niño que fue el más chico, mi hermano, cuando ya me casé, mi esposa lo agarró bajo su protección. En otras palabras, él se crió con nosotros hasta que se casó. Entonces dice, ¿no?, pero dijo, mira, me puso este plan. Este niño aquí, iba a Labor, Caseta, el Billar, El Rebute, La Santifico, ¿no? “¿Por qué no te vas para allá? Hay más, hay semáforos, hay luces, hay esto y otro”. Le dije: “Tienes razón”. “Yo, mira, yo te arreglo allá en tu casa, no te va a costar nada, allá te quedas, pa allá y pa acá”. Me convenció: “Ta bien”, le dije, “nomás deja hablar con mi patrón”. Pos le dije: “Y tú, ¿por qué?”. “Por esto y el otro”, y entonces dijo: “Tienes razón”. Hablaba el español mejor que no. “Tienes razón, tienes razón”.
LM: O sea que ellos buscaban el bien de la gente.
LMC: El bien de los que se portaban bien con ellos.
LMC: “Tienes razón”, dice, “está este muchacho aquí, está bien, tienes razón, mucha suerte, Dios te lleve”. Porque eran, son muy católicos, los austriacos.
LMC: Bueno, dijo: “Dame un chance, yo busco un hombre”. “Ta bien”. Entonces mi cuñado, que después fue mi cuñado, yo lo enseñé ahí, andaba como segundo mío. Le dije: “¿Qué le parece Trinidad?”. “Yeah, muy buena idea, muy buena idea”. “¿Él sabe?”. “Sí, él sabe lo que sé yo”. “Muy bien, muy bien”. Pues se quedó en mi lugar.
LM: Mire. Qué bien.
LMC: Para entonces se casó mi cuñado, es decir, se casó con mi hermana. Y la mayor, la hermana mayor se casó con un hombre aquí, entonces unos hombres ricos, allá en Bosque Bonito, cuando abrieron tierras de agricultura en Bosque Bonito y se la llevó para allá y se fue para allá, pero ya llevaba uno o dos niños nacidos aquí.
LM: Ya cuando estaba usted como mayordomo, ¿cuántas gentes tenía a su cargo?
LMC: Allá en aquel rancho habría, bueno, es como le digo, en épocas, vamos a decir, en tiempos de escarbos habría unos cincuenta hombres.
LM: Cincuenta hombres.
LMC: En las piscas, pues más. Piscas de algodón.
LM: Y, ¿cómo se dirigían ellos con usted?
LMC: Muy bien, muy, por cierto que de muy jovencito me decían, usted sabe, allá, don Lorenzo: “Oiga, don Lorenzo pa acá, oiga así, oiga”. ¿Cómo te dice? Se pasaba una vida muy buena, muy bonita, porque para esto, era una, como le dicen, cuadra de casas para los braceros.
LM: ¿Se acuerda donde vivían ellos?
LMC: Sí, cómo no.
LM: Platíqueme, ¿cómo eran?
LMC: Tenían, cada quien tenía su cuarto, ¿verdad?, así. Ahí se juntaban los amigos, conocidos de allá. “Vente, vámonos tú y yo”. Con su estufa, sus camas y todo. En otro cuarto, otros conocidos. Naturalmente, ¿verdad?, que la juventud se iba con la juventud.
LM: Claro.
LMC: Y los señores aquellos medio, ¿quién sabe cómo?, pues allá solos, (risas) porque no les gustaba el ruido, no les gustaba la esta y el otro, ¿verdad? Y acá, estos estaban en: “Don Lorenzo, cómprenos un radio, mire, se lo pagamos”. Sí, yo tenía voz y mando con las mueblerías, ya nos conocían desde años. “Fírmeme un radio, yo se lo pago”. “Sí, cómo no”. De baterías, no había electricidad. Unas baterías que pesaban como cincuenta kilos, (risas) y cada quien tenía su radiecito, no todos, pues.
LM: ¿Ganaban igual los braceros y los de aquí?
LMC: No, aquí les pagaban más, no, aquí, bueno, casi igual, era casi igual. Pero depende del trabajo que desempeñara, ¿verdad? Porque ya un pintor, un mecánico, equis, ya ganaba más. Pero el de la agricultura, pues era su dólar, su dólar diario.
LM: A dólar diario.
LMC: Después, cuando los braceros, era $0.50 centavos la hora.
LM: Cincuenta centavos de…
LMC: Tome en cuenta eso.
LM: A ver, $0.50 centavos.
LMC: Cincuenta centavos la hora.
LM: Había oído yo que a algunos les pagaban por el peso de lo que juntaban del algodón.
LMC: Ah, pues naturalmente, no, no, yo me refiero al jornalero.
LM: Al escarda.
LMC: Sí. De siete de la mañana a cinco de la tarde, dólar la hora, $0.50 centavos la hora. Así que era un dineral al fin, al fin de semana.
LM: ¿Cuántos días trabajaban?
LMC: Seis días.
LM: Seis.
LMC: Por ejemplo, el trabajo sencillo eran seis días, lunes, martes, miércoles, jueves y viernes. Sábados medio día nomás y al pago. Y el regador que le decían, o el tractorista y todos, esos trabajaban el domingo en la noche o el lunes en la noche y descansaban un día entre semana, así se turnaban, pero pues, casi por lo regular trabajaban seis días los de la maquinaria, ¿verdad?, y los de la escarda, que decían, eran nomás hasta el sábado, medio día. “Y ya vámonos y vámonos al cheque, los centavos”.
LM: Y a tomar.
LMC: Y a tomar y a comprar mandado y a las tiendas a comprar sus… Ahí empezaban, en ese tiempo empezó el caqui, y no, pues cambió la cosa, Levi’s este, no, no, este no.
LM: Andaban bien cambiaditos.
LMC: Bien cambiaditos, es su tejanita y su relojito y no, no, no.
LM: Se veía que les iba bien.
LMC: Sí, pues les iba bien y unos me: “¿Qué pasó?”. “Pues no, pues…
LM: Tomaban mucho.
LMC: Tomaban y bueno. Y otros no, otros no. “Señor, mire, mándeme estos veinte dólares pa mi casa, mándeme estos…
LM: Y, ¿de dónde los mandaba?
LMC: ¿Qué?
LM: ¿Se acuerda, el dinero?
LMC: A no, pues si no le puedo decir, oiga, pues unos Gómez Palacio otros a…
LM: No, pero usted.
LMC: ¿Eh?, al correo.
LM: Al correo.
LMC: Salía, sacaba uno un giro.
LM: Y, ¿cuánto le cobraban?
LMC: ¡Ay, Dios!, no recuerdo cuánto cobraban por, dependía de la cantidad. Póngale que unos $0.50 centavos.
LM: Era una cosa poca, ¿verdad?
LMC: Sí era poca, sí, no, no era mucho.
LM: Y usted les regresaba los recibos.
LMC: Yo les llevaba sus recibos, mire aquí está y que vámonos. Y el giro en su carta certificada y vámonos.
LM: ¿Hizo amigos usted con los braceros?
LMC: Muchos, muchos amigos. Entonces ya cuando se… Bueno, todavía no llegamos a cuando ya empezaron a prepararse para el pasaporte.
LM: A ver, cuénteme eso.
LMC: Entonces ya, muchos se quedaron aquí y aplicaron y se vinieron ya legalmente.
LM: ¿Había oportunidad para que se vinieran a quedar aquí?
LMC: Había oportunidad, sí, al que quería, al que… Bueno, que se identificara como buen hombre y todo eso, le daban su pasaporte. Por cierto que todavía están aquí, y bueno, estaban ya muchos ya nos dejaron. Pero hay hijos de ellos, que ya nacieron aquí. Pero no están aquí, fueron pa Arizona, pa California, para así, que sí, que…
LM: Pero de aquí se fueron para todos los lados.
LMC: Y de aquí se fueron, sí, de aquí de la frontera no, pues no pa…
LM: Oiga, y de La Migración, había migración en aquel entonces.
LMC: No, que barbaridad. Ahora le voy platicar un detalle fuera de esto de bracero. Cuando no estaba el río ya en control, que se venían las aguas a todo el valle aquí, esta iglesia se la llevaba la corriente y equis. Cuando las lluvias fuertes, entonces el [19]37, [19]38, empezaron a canalizar el río, a ponerle sus bordos, sus protecciones. Yo me acuerdo que el [19]35 se vino una inundación que fuimos, corrimos a las lomas, a lo alto. Mi papá puso un carrito de mulas con cobijas, cacerolas y frijoles y papas y mi mamá y todo, y vámonos allá a las lomas. ¡Va!, nosotros encantados de la vida porque allá, pos nomás jugando, correteando. Está tan…
LM: Sí, señor.
LMC: Entonces, eso fue el [19]35, [19]36, [19]37 empezaron a canalizar a construir las defensas del río. Bajaban las aguas y se iban derecho allá para el valle de abajo, allá para McAllen, pa allá, pa…
LM: ¿Llovía mucho en aquellos años?
LMC: Sí, llovía mucho. Entonces, yo empecé a trabajar, me salí del rancho y empecé a trabajar en, ¿cómo se llama en español?, oiga, en la, no es irrigación.
LM: Es, ¿qué será?
LMC: Se dice Water Commission, Comisión Internacional, algo así…
LM: ¿De aguas y puentes?
LMC: Sí. Entonces, empecé a trabajar, a construir los, pero lo que hacíamos era, por ejemplo, como eran nuevo la corriente de agua, ¿verdad?, se iba por acá, por dentro del río, y se iba por allá y con peligro de desbordarse y se iba para allá. Entonces, muchos camiones de carga, de aquí de Socorro, de aquí, traían mucha piedra y grava de la sierra de ahí de cerca de Guadalupe. Y el trabajo de nosotros era poner un alambrado donde estaba el deslave, ponerlo derecho y ahí echaban piedra pa que siguiera derecho el agua, que no pegara a la tierra.
LM: Para hacerle cause al río.
LMC: Entonces como, pues no piensa uno, yo si me hubiera quedado ahí, quién sabe, estaba muy bueno el trabajo.
LM: ¿Cuánto le pagaban ahí?
LMC: No, ahí ya pagaban como $2.50 el día.
LM: Dos cincuenta.
LMC: Sí, no, no, pues era del Gobierno.
LM: Y como mayordomo, ¿cuánto le pagaban?
LMC: Bueno, me pagaban, ¡ay, Dios!, eran como $80, $70, $80 por, no. $125 por quincena, pagaban cada dos semanas.
LM: Ciento veinticinco por quincena, y era bastante dinero, ¿verdad?
LMC: ¡Oh, que barbaridad! Ya le compraba yo la bicicleta a mi hijo, le compré mi carro, mi este y el otro, no, no, pues claro. Y los traía muy bien, botita cowboy y esto y…
LM: Mire, qué bien.
LMC: Muy diferente a…
LM: ¿Cuántos años trabajó usted ahí como manager?
LMC: ¿Ahí?
LM: Ajá.
LMC: Hasta el [19]53, trabajé ahora verá, como del [19]44, seis, siete años. En el [19]53 me vine acá a San Elizario, con don Rafael González.
LM: Y, ¿por qué dejó de trabajar?
LMC: No dejé de trabajar, nomás me cambié. ¿No le digo que fue este mayordomo general de aquí que había estado allá?, y me dijo: “Yo te doy trabajo allá, mira este niño y pues, ¿aquí qué? Mira, allá está más, se ve más y todo”. Entonces yo fui y le avisé al patrón. “Oh, ¿por qué te vas?”. “Por esto y esto”. “Tienes la razón, tienes la razón, vete”. Bueno, me vine para acá el [19]53.
LM: Pero todavía seguía trabajando en…
LMC: Ande sí, pues vine aquí como segundo del señor ese que digo. Entonces, yo tenía… El rancho, tenía casa, tenía un que andar, tenía…
LM: ¿Usted vivía ahí en el rancho?, ¿ahí le dieron su casa?
LMC: Sí, sí, en el rancho.
LM: Y, ¿cómo era su casa?, ¿se acuerda?
LMC: Aquella de allá era regular, eran dos recamaritas, la cocina y un porche. Una salita y un porche. Y cuando vine aquí era casi igual, dos recámaras y me traje a mi papá porque allá estaba solito.
LM: ¿De qué era la cocina?, ¿se acuerda?
LMC: ¿Cómo de qué?
LM: ¿De gas o de leña?
LMC: No, de gas, ya había gas.
LM: De gas.
LMC: Ya, ahora verá. No, cuando vinimos aquí, todavía no, no tenía el rancho, donde vine no había gas. Ya cuando me cambié de Ysleta para acá pal rancho número uno que viene siendo aquí.
LM: ¿Cómo se llamaba el rancho número uno?
LMC: Aquí. Se llama Round Funds Incorporated.
LM: Y, ¿cuántos acres tenía ese rancho?
LMC: Aquí tenía más, como dos mil acres.
LM: ¿Dos mil acres?
LMC: No, no, no.
LM: ¿Cuántas gentes trabajaban ahí?
LMC: Bueno, depende la época. En tiempo de escarda tenía sus ciento, cien o más trabajadores, como cien trabajadores. En tiempo de pisca ciento cincuenta, hasta doscientos. Pero él tenía ranchos en Pecos, tenía rancho en La Esperanza, Texas, tenía rancho en Ysleta y tenía rancho aquí.
LM: ¿Cómo se llamaba su patrón?
LMC: Rafael González.
LM: ¿Cuántos años trabajó para él?
LMC: Bueno, hasta, trabajé desde el [19]53, hasta el [19]80 que falleció él.
LM: Hasta el [19]80.
LMC: Por cierto que dejé de trabajar por los hijos, como tomaron posesión, yo iba a como trabajábamos el señor grande y yo. Ya ves que venían y: “No, así no, ya vamos en más, más moderno y no”. “Pero así, fíjate, tanto año con tu”. “No, ahora yo soy el jefe”. Bueno, en ocasiones nos contrapunteábamos, hasta que dije: “Bueno pues, como que yo sé, como que yo”. Entonces…
LM: ¿Todavía vivía usted ahí en el rancho?
LMC: Sí, todavía. Entonces le platiqué yo a uno aquí, le decimos canalero, que son los que dirigen el agua de irrigación, él era jefe aquí en este trayecto, aquí en esta parte, dijo: “¿Qué estás haciendo ahí?”, dijo, “vete a trabajar conmigo, con nosotros pues”. Con el Gobierno, a con los ¿cómo se dice?, distribución de agua, o sea que, le dicen canaleros. “Tú sabes hablar, sabes escribir, tú sabes”. Cuando yo estaba aquí, y luego teníamos comunicación de radios en las camionetas, ahí estaba la torre en la oficina. Y no sé si llegaría enfrente del shopping que le dicen ellos, él tiene casa de dos pisos blanca, ahí vivía el patrón. Tenía su taller, tenía carpinteros, tenía mecánicos, tenía soldadores, tenía todo.
LM: Y de los años de los braceros, ya cuando trabajaba usted ahí, ¿ocupaban también carpinteros y todo?
LMC: De entre la misma gente, el que era carpintero se quedaba, el que era gueldeador [Welder] se quedaba, el que era mecánico, ¡uh, no!, pos se quedaba, no se iba, porque los necesitaba durante, como luego dicen, en tiempo seco y no y sí, ellos seguían trabajando y arreglando la casa a los braceros.
LM: Y, ¿en qué se divertían ellos?
LMC: Bueno, pues se iban para allá, pal otro lado y pero…
LM: ¿Cruzaban a México?
LMC: Sí, sí.
LM: O sea que cuando trabajaban aquí, de repente iban para allá y regresaban.
LMC: El fin de semana se iban para allá y llegaban el domingo en la tarde. Y otro día unos se levantaban y otros no, o iba: “Vámonos a trabajar.”
LM: ¿No había mucho problema para que cruzaran?
LMC: No, legalmente cruzaban. No, legalmente, pero tenía uno que darle su permiso, si no, no podía salir.
LM: Claro, usted les firmaba.
LMC: Sí. “Quiero un permiso”. “¿A qué va?”. “Pues voy a, usted sabe.” “Ándele, ándele”.
LM: Y sí les daba usted.
LMC: “Bueno, ándele ve”, digo, “ve a divertirte, ve”. “Sí, mire, usted sabe, ándele, sí”.
LM: Y, ¿por qué se iban allá?, ¿se sentían más a gusto allá?
LMC: No, no, pues seguido, pos mire usted, que le decía yo, este, ese cherife [Sheriff] aquí.
LM: Vamos a hacer una pausa.
(entrevista interrumpida)
LM: Continuamos con la entrevista.
LMC: Bueno, sí.
LM: Me decía, don Lorenzo ¿en qué se divertían? Que se iban y regresaban.
LMC: No, bueno, pues se iban allá a, pues al baile, acá y allá y que…
LM: Bailar y a…
LMC: Sí, sí, sí. Digo, no todos, ¿verdad? Muchos se quedaban aquí, muchos se iban a, pues así, ahí, tomaban aquí y todo pero no, no se desfaltaban como lo eran el día, el día lunes. “Présteme $5 dólares”. Pues fíjese que sabe qué, que, “pa los cigarros”. Por cierto, el patrón tenía una tienda aquí, del otro lado de este edificio, ahí sacaban ellos lo que ellos querían.
LM: Y, ¿eran bastantes los que hacían eso?, o, ¿era uno que otro?
LMC: No, no eran bastan… No, uno que otro. Mucho iban, se iban muy bien y mandaban su dinero, se vestían y… Sí, pero otros, como en donde quiera, como todo el tiempo. Le digo: “Y, ¿qué pasó, hombre? Ay, como anda mal, ahorita te traigo un refresco”. “No, tráigame una cerveza”. “No, no, no, puro, puro refresco”.
LM: Así es.
LMC: Y en la tarde ahora sí, había siete cantinas aquí en San Elizario.
LM: Siete, y, ¿cuántos trabajadores habría en la región?
LMC: Pues no tengo idea, oiga, porque algunos miles porque, bueno, no mucho, ¿verdad?, porque el rancho más grande era este, y luego, un hindú que estaba aquí era compadre de mi patrón, tenía también mucho terreno. También tenía muchos trabajadores, pero el más grande de todos era Lindmore, que tenía sus tres, cuatrocientos trabajadores.
LM: Y, ¿ahí qué sembraban?
LMC: Algodón. Alfalfa y algodón.
LM: ¿Toda la región esta era de algodón y alfalfa?
LMC: Sí, era. Hasta después empezaron ahí con las nogaleras y que el chile y que el esto y que el otro. Anteriormente, ¿verdad?, el trabajador, o sea le ponían su chilar, para que de ahí se surtieran. “Tú córtate tu chile, come, ándale su maíz y de esto”. Entonces, una vez viene un japonés y indució al patrón a que sembrara lechuga. Sí, no, le fue muy bien, y lechuga y lechuga y se dio muy buena lechuga. Entonces, ya empezaron con los chilares en masa, ¿verdad?, grande. No, no cualquier cosilla.
LM: Sí.
LMC: Acres y acres de chile y que todavía lo hacen, todavía. Nomás que ahora ya no se necesita tanta gente, creo que ya inventaron una máquina que pisca el chile.
LM: Mire, pues ya los…
LMC: Salió en el periódico que…
LM: Los tiempos cambian, ¿recuerda usted de haber visto algún problema entre los braceros, que se hayan peleado o…?
LMC: No, si, sí y se peleaban por equis y mangas y pa acá y que tú, y no, que yo. No, pero no, pero así nomás borracherillas, pero…
LM: Pero nada.
LMC: Siempre, de vez en cuando no quedaban ya muy amigables que digamos, de las cosas, ¿verdad? Así, pero…
LM: Pero usted imponía ahí respeto.
LMC: Sí, sí, digo: “¿Qué pues, hombre?”. Yo les decía: “Aquí en el trabajo, calmados venados y ya en las cantinas allá, pues Dios que los ayude”.
LM: Exacto.
LMC: Como le digo, ahí en la esquina está una cantina y en la contra esquina estaba otra.
LM: ¿Qué le pedía usted el patrón?, ¿qué indicaciones le daba?
LMC: ¿Cómo?, ¿para qué, oiga?
LM: Para que los controlara o que…
LMC: No, no, no, se controlaban bien, por cierto que no, no era problema ese.
LM: Pero al…
LMC: Había uno que otro, ¿verdad?, le digo: “Pórtate bien o te llevo pa Río Vista”. Y no, no quería ir a Río Vista porque iban pa juera.
LM: Pa fuera. Pero así el patrón le decían: “Quiero que me pongas tanta gente a esto”.
LMC: No, no, sí, claro. Teníamos nuestra plática, ¿verdad?, nuestra junta.
LM: ¿Cada cuándo platicaban?
LMC: Cada, pos depende en la época, depende el término de un trabajo a seguir con el otro. Vamos a suponer que el corte de la alfalfa, ¿verdad?
LM: Sí, señor.
LMC: Ya estaba, salíamos en la mañana a revisar todo. Me decían: “Mire, don Lencho, ya mero”, decía. “Mire acá”. “Sí, señor”.
LM: ¿Cuándo es cuando se corta la alfalfa?
LMC: Bueno, vamos a suponer que en mayo ya se puede cortar, a finales de mayo que ya está floreando, empezando a florear, ese es cuando, no está muy áspera, muy dura, ni muy tierna, entonces la corta.
LM: Y, ¿con qué la cortaban?
LMC: Con una maquinaria, ahora moderna, últimamente, ¿verdad?, una cuchilla, un corte como de este poste al otro. Antes con caballos, ¿verdad?, una cuchillita así, ¿verdad?, vuelta y vuelta y vuelta y vuelta.
LM: Con caballo.
LMC: Sí, con caballo.
LM: ¿Cuántas gentes trabajaban ahí, más o menos?
LMC: Oh, depende el rancho. Como en este rancho habían como cuatro maquinarias, cuatro cortadoras, como de metro y medio la hoja, la cuchilla, así nomás a vuelta y vuelta y vuelta y vuelta. Y luego, ya cuando vino la maquinaria, pues esas las dejaron ahí en las yardas como curiosidad y todo eso, en muchas casas todavía hay máquinas de esas cortadoras.
LM: Sí, mire, y, ¿qué le hacían a la alfalfa?
LMC: La dejaban, bueno, vamos a suponer que la cortara hoy, dos días iba usted y la probaba.
LM: ¿Qué le probaba?, ¿que estuviera seca?
LMC: A ver que estuviera semi seca, no muy seca porque se caía todo el fruto, todo lo bueno, semi seca. Ire, en las mañanas o en las noches: “Mire patrón, ya está buena, aliste la empacadora”. Dos empacadoras o tres, este rancho tenía hasta tres empacadoras.
LM: Y empacaban.
LMC: En la tarde, ya cuando ya calmaba el sol y todo, vámonos a darle. Jale y jale y jale hasta ya a las doce, once, doce, una de la mañana. “Ora sí, párenle”. Otro día igual y, pues se avanzaba mucho. Esas cortadoras, como le digo, tenían la cuchilla como de este poste al otro, así de que iba y venía ya, iba y venía ya, le digo, vámonos muy recio, muy rápido. Entonces ya, empezábamos a empacar, a que estuviera, saraza como le dice, pa que no soltara la hoja, la flor ni todo el fruto bueno, lo bueno. Porque si iba a empacar puros garrotes, puros palos, no, ya encontrado dice, no, no.
LM: ¿Se acuerda cuánto valía la paca?
LMC: Valía como, parece que $2 dólares. Ahora vale $5, $6 dólares la paca. Entonces, la almacenaban, tenían sus galeras, sus tejavanes grandes, este rancho tenía unos, como de aquí a la iglesia, yo creo. Y en tiempo seco que decía que no había pastura venían de las lecherías, venían de Juárez, lecherías de Juárez. “Pos tantas toneladas”. “Ándele”.
LM: O sea que de Juárez venían a comprar pastura.
LMC: A comprar pastura.
LM: Mire.
LMC: Y todavía vienen a comprar, pero en grano, en el molino, ahí está un molino que muele esto y el otro, el grano y todo y vienen unos, las lecherías Escobar y las lecherías de quien sabe quién, ellos pasan esos camiones, semi-trailers bien llenos de comida de ganado.
LM: O sea, aquí siempre ha habido comercio en…
LMC: En la lechería, siempre ha habido. Ahora aquí ya no, ¿verdad? Porque allá nadie tiene caballada, mulada, pos la guardan nomás para el caballito dominguero, para los niños para que anden en sus caballitos.
LM: Cuénteme, don Lorenzo, cuando tuvo usted oportunidad de platicar con los braceros, ¿qué le decían ellos?, ¿les gustaba aquí Estados Unidos?
LMC: Sí, sí les gustaba y muchos, muchos me decían: “Oiga, ¿cómo le haré para que me entregue, quiero irme pa Colorado?”. “¿Pa qué?”. “No, no puedo hacer eso. Pero, a ver, ¿cómo le hacemos?, ya mira”. Muchos que fueron de aquí.
LM: ¿De cuánto eran los contratos?
LMC: Vamos a suponer que en el verano eran como de tres meses. Casi tres meses por lo regular. Por ejemplo, en el invierno eran septiembre, octubre y noviembre, como tres meses también, tres meses y medio.
LM: Y ustedes los entregaban a…
LMC: Entregarlos. “Nomás déjame diez pa la maquinaria”.
LM: Y, ¿en qué iba por ellos y en qué los regresaba?
LMC: El patrón tenía unos camiones escolares especiales para los braceros.
LM: Con asientos y todo.
LMC: Uy, natural. No, no iban en racas, como dicen, luego como ganado, no, no. Tenían sus camiones. “y González.” Todos corrían porque estaba aquí cerca la…
LM: Había como mil González.
LMC: Sí. (risas) “Al camión y suban, arriba, arriba, arriba.” Muchos ya conocían, ¿verdad?
LM: ¿Traían algún permiso ellos cuando andaban trabajando?
LMC: Sí, traían su tarjeta con su retrato y el nombre del patrón.
LM: ¿Esa quién se las daba?
LMC: El Río Vista.
LM: El Río Vista.
LMC: El Gobierno, sí.
LM: Cuando recién llegando les daban eso.
LMC: Les daban sus tarjetas, su retrato y vámonos.
LM: Y lo tenían que cargar siempre.
LMC: Sí, claro.
LM: ¿Recuerda usted que haya ido La Migración al rancho a revisar?
LMC: No, muchas veces, muchas veces. “¿Tiene papeles?”. “Sí señor, mire”. “Ok, ¿tú, tienes papeles?, ¿tú tienes?”. Ahí revisaba unos diez, doce, okay, se va pa…
LM: ¿Habría algún ilegal por ahí trabajando en aquella época?
LMC: Sí había, cuando había unos hombres de confianza que los quería uno y que no habían podido arreglar por equis causa, ahí los introdujía uno y los entreveraba así. Ahí viene, vente pa acá y vente pa allá. O en el taller o algo así donde no llegara mucho La Migración.
LM: Claro, ¿ganaban igual o ganaban…?
LMC: Ganaban igual, sí, pero eran hombres de por algunas cosas, alguna causa no, no arreglaron su papel o…
LM: ¿Al patrón le preocupaba o no le…?
LMC: Sí, no, no le preocupaba, es decir, él quería que lo protegiera porque le servía.
LM: Sabía que eran buenos trabajadores.
LMC: Venían welders, como le digo, welders, carpinteros. El tenía su grupo de carpinteros.
LM: ¿Cuántos ilegales habría?
LMC: No, aquí no había muchos trabajando, no creo pero, no.
LM: Muy poquitos.
LMC: Muy poquitos, todo estaba legal.
LM: Qué bueno.
LMC: Cuando se acabó el programa, entonces sí, ¿verdá? Ahora, últimamente, que yo, antes del [19]80, todavía era mayordomo, venían de aquí cerca, puro conocido aquí luego luego, pues en Lomas Blancas, Sauzal, y todo, ya nos conocían y se quedaron.
LM: Lo que pasa es que aquí siempre se han conocido.
LMC: Todo el tiempo, ajá. Entonces, el de migración y yo, la llevábamos muy bien: “¿Qué está haciendo, Lorenzo?”. “Esperando a Pancho”. “Ok.”
LM: No había problema.
LMC: No, yo (silbando): “¿Qué pasó?, ¿por qué no venían?”. “Ahí taba La Migra”. “Ándale pues, ándale”.
LM: Pues es que necesitaba el campo, ¿veda?
LMC: Necesitaba el campo, ¿vedá? Nomás que no se salieran de su cuota, de su modo, ¿verdad?, de trabajar, ya no, eso.
LM: ¿Recuerda usted que les hayan… De los que le pagaban, les quitaban, pagaban impuestos ellos?
LMC: No, no pagaban impuestos, ellos se les pagaban…
LM: ¿No les descontaban nada?
LMC: No les descontaban, nomás la comida o préstamos, ¿verdad? “Señor, mire, tengo mi familia mala.”. “¿Cuánto quieres?” “Dame $10, $20 dólares, mañana”. Y luego, pasaban la cuenta a la tienda. “Aquí debes esto, y debes a… y $10 dólares del patrón”. “Sí, señor, ándele”.
LM: Cuando se les terminaban los contratos, ¿usted los llevaba a Río Vista?
LMC: A entregarlos, nomás, es decir, depende el tiempo, ¿verdad? Si ya no los necesitaban, vamos a suponer noviembre, que andan en la pepena que dicen. “Vamos a dejar unos veinte, o treinta nomás, cuarenta pa lo que se necesite.” Y todos los demás…
LM: ¿Había buenos trabajadores?
LMC: Muy buenos.
LM: Me imagino que el patrón les ofrecía trabajo para la próxima, temporada.
LMC: Sí, sí, sí. Y como eran conocidos ya, como quien dice, era: “Ojalá y venga, ojalá y venga este”. Como le digo, había un grupo de carpinteros que andaban arreglando los cuartos de los trabajadores, de los braceros, la ventana este y el otro. El del taller venía a arreglar las bombas de la centrífuga, las del agua, pa que no les faltara el agua. No había agua de línea como hoy, como hoy en la moderna, no. O si no, si, el rancho era chico, tenía su pompita [pump] de mano así, pero ya cuando había electricidad aquí, tenían una pompa pa todo el, toda la vecindad. Había welders, gueldeadores muy buenos, mecánicos y carpinteros y estos emplastadores, muy buenos también porque ya lo sabían.
LM: ¿Le tocó conocer algún bracero que se haya quedado a vivir aquí?
LMC: Sí, muchos, sí muchos, pero ya no están aquí como le digo, ya están más, sí, ya están en Arizona, por cierto que, un compadre mío, arregló pasaporte y se, no había arreglado, no podía, no hallaba, no hallaba ranchero, porque el ranchero lo pedía ¿verdad? Me dijo: “Compadre, pues métame ahí”. Quedó muy mal mi compadre, y hablé yo con el patrón y: “Ya, ya no necesito”. “Pero mire, esté necesita”. “Ándele pues”. Le dio su papel, luego fue y pasó y arregló el pasaporte. Trabajó unos días más, nomás aquí, y luego de repente: “Compadre, ya me voy”. “¿Pa dónde?”. “Pa Arizona”. “¿Cómo hombre?”. “Sí”. “¿Me vas a quedar mal aquí?”. “Pues dígale que ya y que usted no sabe nada”.
LM: ¿Por qué, se iban? ¿Había más trabajo allá?
LMC: Había más trabajo y pagaban más.
LM: Pagaban.
LMC: Pagan todavía más.
LM: Todavía más.
LMC: No, ya ahorita, bueno, póngale que aquí pague, $5 o $6 dólares la hora, que es el salario, allá son de $7, $8, o $10 dólares, depende pues en lo que ande.
LM: ¿Todavía ocuparan gente?
LMC: No, sí. En temporadas también.
LM: Temporadas.
LMC: En temporadas. Bueno, pues pasó ahí. Cambiando de tema, pasó mi suegro, ya cuando me casé yo con su hija, y aquí trabajó un tiempo, y me dijo: “Oye, yo quisiera meterme para allá”. Porque él también de joven anduvo por allá en California, Arizona, Colorado, quién sabe dónde. “Ay suegro, pero ya con pasaporte”. Entonces yo de hombre a hombre le dije a mi patrón, le dije: “Patrón, esto y esto otro pasa”. “Ta bueno”, dijo, “nomás, ta bueno”. Pos se fue mi suegro para Salinas, California, con aquella llevaba como media docena de muchachos, en aquellos campos allá, mire, hizo los centavos.
LM: Le fue bien.
LMC: Y compró casa y compró carro y todo.
LM: La gente se benefició de…
LMC: Se benefició.
LM: Del campo. ¿Qué hubiera pasado, si no hubiera habido ese Programa Bracero, que no hubiera venido la gente a ayudar al campo?
LMC: Pos fracasaba el valle, pos ahí, ¿quién trabajaba?, ¿quién? Ahora, por ejemplo, yo no hubiera piscado el algodón ni nada de eso, yo me iba a una fábrica, a un taller, un algo, ¿verdad?, y estos no, porque estaban impuestos a la agricultura, al campo, ¿verdad? No sabían de otra cosa. Estaban muy a gusto, muy contentos.
LM: Usted cree que, bueno, ¿en qué año se acabó la guerra?
LMC: Ahora verá, válgame Dios, se me hace que el [19]44.
LM: Y cuando se acabó el programa, ¿qué decían los rancheros, los dueños de los bancos?
LMC: No, no pues decían: “Vamos a, pues a seguir”. Entonces ya entró el pasaporte, ahí fue donde estuvo el problemita, ¿verdad?, porque ya con el pasaporte: “No pues yo me voy pa Phoenix”. Y ya, como dijo Piporro, mire, yo garre paper. (risas) Entonces ya, se iban, se van, ya no hay aquí.
LM: Y, ¿hace falta el bracero?
LMC: Cómo no, sí, sí hace falta, mucha falta.
LM: ¿Ustedes?
LMC: Bueno ahora no, no tanto, porque vamos a suponer, por ejemplo, en todos los terrenos de este señor, ya son colonias.
LM: Ha crecido la ciudad.
LMC: Ya, queda uno que otro rancherito con diez hectáreas, quince, diez, tres y ya.
LM: Quiero que me diga, ya para finalizar la entrevista, todavía vamos a platicar, ¿cuáles son sus impresiones del Programa Bracero?, ¿usted cree que fue bueno?
LMC: Fue muy bueno, porque se inició cuando se necesitaba, exactamente, todos decían lo mismo, si no fuera por esto, ¿qué hubiéramos hecho aquí?, ¿quién trabajaba las tierras?
LM: Exacto.
LMC: Bueno, por ejemplo, este rancho, ¿verdad?, oiga pues sí, éramos diez o doce, ¿quién iba a trabajar mil acres?, ¿pues cómo? No, no y pero, como le digo, llegaron a su tiempo, se la pensaron muy bien, estuvo muy bien el programa ese. A su mero tiempo, y siguió la pelota rodando, como luego dicen, hasta que ya, empezó a que: “Ay, y oiga y ya no quiero ser bracero, quiero mis papeles. Ándele, esto y el otro”. Ahí fue donde ya se fue por otro rumbo la cosa, ¿verdad? Porque como le digo: “Yo tengo un pasaporte, más bien me gusta aquí, me voy pa California, me voy para Arizona”.
LM: Exacto.
LMC: ¿Quién me va a detener?
LM: ¿Ellos no escogían a dónde quieran ir? Ellos nomás se les decían: “Vente pa acá”.
LMC: Vente pa acá, ¿de qué?, ¿con los braceros?
LM: Mm huh.
LMC: No, no escogían, pero ellos, no sí, él, el que dirigía el programa en Chihuahua les daba un pase, ¿verdad?, un distinto. Por ejemplo, el director de aquí, era camarada de mi patrón.
LM: Ah, okay.
LMC: Allá andaba entre la gente, órale, González, y González. Miraba los, según el tipo del pelado, ¿verdad?, rancherote y todo esto: “Ése es bueno”.
LM: Ese es.
LMC: Entonces ya venía: “Compadre, aquí está la lista, aquí está y la voy a meter a Río Vista, váyanse”.
LM: Y, ¿rendían más que el trabajador normal de aquí?
LMC: Sí, sí, porque el de aquí con el cuento de que por ejemplo, que al cabo si no aquí, yo allá y acá y el bracero no, pues yo no, si me corren de aquí y el otro no me quiere y, ¿qué voy a hacer y mi familia? Muchos pensaban eso.
LM: Claro.
LMC: Ahora, vamos a la diversión, como le digo, habían siete cantinas aquí, llenas el sábado en la noche. Aquí había tres luego luego en las esquinas, El Rebote cuatro, son y chance cinco, Las Piedras seis, Baby’s siete, aquí nomás.
LM: O sea que se beneficiaba el comercio.
LMC: Válgame, cómo no. Y las tienditas y entonces empezaron los, como dicen, los judíos, a venir a los ranchos: “Mira, qué bueno te queda, ándele ponlo, mire qué buena camisa, y mire qué… Y ahí andan en los ranchos vendiéndoles ropa, camisetas, camisas.
LM: ¿Fue bueno para la economía?
LMC: Muy bueno para la economía, porque había, ahora cuando vamos a suponer, el sábado en la noche los que se portaban bien: “Oiga, don Lorenzo, pues, vamos al cine, ¿nos lleva al cine?”. “Ándeles”. En la camioneta, ¿verdad?, ahí echaba doce, diez, o doce. “Vénganse, vamos al cine”.
LM: ¿Se acuerda del cine? ¿Qué tan grande estaba el cine?
LMC: No, pues todavía está, por ejemplo, El Bronco, no, ya El Bronco ya no está. No ve en caballo, una cabeza de caballo ahí era El Bronco, en Ascarate había otro, también eso mire, había cines así, porque había mucha gente.
LM: ¿Cuánto les cobraban en el cine?
LMC: No me acuerdo si $0.35, o $0.35 centavos. Pero yo tenía una comadre, un compadre que tenía un hijo que era gerente de los autocines, y tenía pase, cuando yo no: “Vámonos a la película”. “Ándele pues”.
LM: ¿A qué horas era la película?
LMC: ¿Eh?
LM: ¿A qué horas iban al cine?
LMC: Pues así, pues usted sabe, era autocine, tenía que ya estar oscurito.
LM: Claro.
LMC: Y pues hay depende de si era invierno, pues a las cinco y media, seis de la tarde, ya cuando cenaban. “Vamos, vamos.” Ahí están, nomás presentaba yo el pase y ándele.
LM: ¿Nunca habían visto cine ellos?
LMC: No. Muchos sí, muchos no. Y luego, al siguiente día: “¿No nos lleva otra vez al cine?”, o al tercer día, “pues ya la vimos, hombre”. “Pues llévenos a otro”. Nos íbamos a otro.
LM: Qué bueno.
LMC: A mí me gustaba, me convenía porque de regreso: “Vamos a llegar a echar un taquito don Lencho”. “Sí vamos”. “Y una cervecita”. “Sí”. Es más, al cabo que todavía no están en aquí” (risas) Eran, que mal habla este, bueno, llegaba yo aquí a la cantina, durante el día, en la tarde, durante la semana. Y le decía a Carlos, Carlos, Charlie, ay, no me acuerdo del nombre, el apellido, Carlos: “¿Qué pasó Charlie?”. “¿Qué pasó?”. “¿Una cervecita?”. “Órale, las que quiera mira ya estamos pagadas”.
LM: Ándele.
LMC: Sí, porque cada, póngale ahí: “¿Cuánto es?”. “Tanto”. Y él, cuando llegábamos los mayordomos: “Órale.”
LM: Les pichaban una que otra.
LMC: “Pero no”, que sí, “ya están pagadas, ayer vinieron los suyos, vinieron los de aquel”. Y luego en seguida estaba Simón y otra cantina también, donde quiera.
LM: Donde quiera se paseaban.
LMC: Sí.
LM: ¿Disfrutó usted el haber trabajado con los braceros en esa época?
LMC: Sí, trabajaba muy, por cierto que todavía me ven en los que ya… trabajaban muchos, ya no están aquí, muchos se quedaron al otro lado, ya no, ya no pueden trabajar y todavía de vez en cuando los hijos vienen y: “Oye, y ¿tu papá y todo?”. “No, pues ya está muy viejito”. “Y ya no se acá y pa allá”.
LM: Y la gente, el americano que vivía aquí, ¿cómo los trataba?
LMC: Bueno, digamos los, el que tenía interés en ellos los trataba bien.
LMC: Naturalmente el que no, pues…
LM: Sí había algunos que…
LMC: Pero si un americano o lo que fuese, pudiera… acá se me olvidó llevárselo a la secretaria.
LM: Ya vamos a acabar.
LMC: Sí, no, ella me lleva.
LM: Ah, okay.
LMC: Es que esa es la contabilidad de la iglesia y todo. Ahorita me regaña la secretaria. (risas)
LM: A ver, me decía de que…
LMC: Bueno, sí, es el que tenía interés en él, ¿verdad?, lo trataba bien.
LM: Claro.
LMC: Sí, todo. “¿Cómo está?”. “Ándele, mire cómo estoy y lo otro”. Sí señor, y a mí me querían mucho los de las tiendas porque yo se los llevaba, ¿verdad?
LM: Claro.
LMC: Ahí en Ascarate había un restaurante ahí. Y decían a media semana: “Don Lencho, llévenos al restaurante, porque tanto puro bote y puro de… “Vámonos”. “Seguro que sí, vénganse”. Y llegábamos: “Unas enchiladitas, señor”. “Sí, señor”. “Unas de este”. Me dicen: “y, ¿tú Lencho?, ¿qué?”. “Pos lo que sea”. Dice: “Una, al cabo”. “Ándele pues ahí”.
LM: ¿Qué comían ellos cuando estaban en el campo ahí?
LMC: ¿En el campo?
LM: Tenían cocinero o ellos…
LMC: Bueno, para allá voy mire, aquí este rancho, como era muy grande, tenían un comedor como, digamos de aquí a la pared. Mesas así, mire, bancas de maderas.
LM: Unos, seis metros.
LMC: Bueno, en metros son como, bueno digamos mire…
LM: ¿Cuántos pies?
LMC: Como sesenta pies.
LM: Sesenta pies.
LMC: Bueno, tenía cocineras el patrón, ándele, no había tortillas de la tienda entonces, ahí están día y noche las trabajadoras, mire, mire…
LM: Para darles de comer a los braceros.
LMC: Para darles, y en la mañana tres burritos, ahora son burritos, no son tacos, antes eran tacos, ahora son burritos, tres burritos, oiga, y les daban una bolsa.
LM: Les echaban su lonche.
LMC: Sí, sí, ándele. Uh, uh, así de almorzaban, ¿verdad? Café, atole o…
LM: ¿Les cobraban esa comida?
LMC: Sí, claro.
LM: ¿Cuánto les cobraban por la comida?
LMC: ¡Ay Dios! Pues yo creo que como $1 dólar diario. Entonces: “Hasta luego madre”. Le decían a la madre, la madre a las trabajadoras ahí, la jefa, doña Lupe Ortiz. “Ahí nos vemos, madre”. Y corriendo agarraban, corriendo, todo llevaban lo mismo todo corre, corre y corre. Agarre su bolsa porque ya está el camión del trabajo y listo afuera. “Vámonos, vámonos”.
LM: Empezaban temprano el día.
LMC: Sí, a las seis, seis y media. Es decir, a las seis y algo los levantaba uno pa a las siete estar ahí en labor, no, sí.
LM: Y, ¿hasta qué horas?
LMC: Hasta medio día. Ya se sentaban a comer, y a la una y todavía en la tarde, a las cinco, vámonos.
LM: Vámonos.
LMC: Y en tiempo de pisca, en el camión, es decir, el camión de carga, pues no camión de pasajeros, de carga del rancho, llegaba allá al comedor y subían aquellas tinones, aquellas tinacos de frijoles, de papa, de chile… Bueno, a la labor donde andaban piscando.
LM: O sea que ellos no extrañaban la comida.
LMC: No, no extrañaban. Llevaban ahí y luego el plomero, el que dirigía ahí, el que andaba cuidando que no dejaran pedazos de surco, que no hicieran cochinadas… Ya llegó el bato.
(entrevista interrumpida)
LM: Continuamos con la entrevista con el señor Lorenzo Maynes. Me decía, don Lorenzo, de que le decían que ya venía el batuque.
LMC: Llegaba el batuque, el batuque decían el señor, don Tomás, don Tomasito le decían. Pues llevaba el camión, ¿verdad?, y luego ya se subían las mujeres al camión, ¿verdad?, a servir. Les decía don Tomasito: “Pónganse pantalones”. Pos se subían al camión, ¿usted cree?, las mujeres. Bueno, y se arrimaba, ahí estaban los platos y tortillas, café, ya servido todo en la orilla de la plataforma del camión, ¿verdad? Llega uno ahí y se sentaba ahí a mi lado como podía, entonces, sí comía rápido, ¿verdad?, porque andaba por su bien, piscando para su propio bien, ¿verdad?
LM: Claro.
LMC: Entre más, más, pues era mejor. Y en tiempo de, como le decían aquí de raya, pues no, pues que al cabo qué, me están pagando, ¿verdad?, pero en la pisca no, ahí: “Ándale, pues ya me faltan tantas libras”. Libras, no kilos, libras. Y comían y comían y aventaban el plato en una tina con agua, ahí la aventaban, fíjese. Y a darle otra vez.
LM: Comían en un minuto, en un…
LMC: Sí, no pues sí, para hacer centavos. Ya: “Y que ya mero se acaba el asunto y quién falta y que ahí voy yo y que ahí que pa acá y que pa allá.” Bueno cosa curiosa, bonita y alegre. Había mucho movimiento. Y bueno, pues que ya no, no, ya no: “¿No le sobró?, madre, ¿no le sobró?”. “Sí, todavía”. “Pos deme otro, ándele”.
LM: Había, ha de haber habido algunos muy buenos pa comer.
LMC: Sí, sí había uno y otros no, otros cualquier cosita. “¿No le sobró madre?”. “Sí, ándele, aquí hay frijoles, hay papa, chile y así”. “Bueno, ándele pues madre, gracias”. Y se iban a trabajar, a piscar pues, a trabajar. Y luego, ya se venía el camión, el camionero venía y dejaba y bajaba todo y luego con mangueras ahí medio semi lavaban y todo, ¿verdad?, al cabo pues, ¿qué?, era comida nomás. Y otro día era la misma, pero en la mañana los de raya que no podían, es decir, que estaban en el campo, esos agarraban el lonche y salían corriendo y el lonche y el lonche.
LM: Don Lorenzo, a ver, ¿alguna vez usted tuvo algún problemilla con alguno que hubiera tenido que ser duro?
LMC: No, casi no. Todos, todos eran muy buenas gentes. Uno que otro lo reprendía uno poco por el, por equis, nomás que se portaba mal.
LM: Pero no por…
LMC: Pero no, por el trabajo ni uno con otro. “¡Oyes no!, yo no quiero problemas aquí en el cuarto”. Porque eran muchos, ¿verdad?, se armó una trifulca de esas, ¿usted se imagina? Naturalmente que había hombres grandes, serios, que no se metían con los jóvenes.
LM: Claro.
LMC: Y los jóvenes pues, no falta de: “Y órale que tú y que acá y no que tú por qué eres”. Bueno, pero no, cosa seria no, puros disgustos y todo.
LM: Dígame, don Lorenzo, usted, ¿qué siente de escuchar el término bracero?, ¿le trae recuerdos?
LMC: Me trae recuerdos, me trae recuerdos porque pasé la época y estuve involucrado en ellos, en eso. Por eso yo con toda confianza, yo digo lo que vi, lo que hice y cómo estuvo.
LM: Así es.
LMC: Naturalmente, ¿verdad?, que en otras partes había cosas ocultas de otras partes que yo no me doy cuenta, pero yo lo que estoy diciendo eso lo pasé y se lo puede decir cualquiera.
LM: Claro. Son positivos los…
LMC: Positivos. Mire, ya le digo, había unos muy buenas gentes, muy buenos hombres y otros, pues unos con otros ahí pero a mí nunca me trataron mal. No, tampoco no me decían: “Don esto”. Y no, los señores grandes sí. “Oiga, don Lorenzo, mire que esto y que el otro”. Y los jóvenes no: “Quihubo Lencho, quihubo Fer, órale”. Y así.
LM: ¿Le gustaría a usted que volviera ese Programa de Bracero?
LMC: Sí, sí porque, más no sé en qué forma o para qué, ¿verdad?, porque ya no hay dónde se ocupe toda esa gente, todo está controlado por medio de maquinaria de más, la industria, mucha industria. Porque ellos venían a la agricultura, muchos también venían a las industrias. Por ejemplo, en los despepitadores, los que tanteaban uno que: “Oye ven”. Sabían, no sabían de agricultura pero sabían de maquinaria y de esto y de lo otro. Había muy buenos tractoristas, troqueros, como le digo, había welders, había mecánicos, todo eso, muy inteligentes.
LM: Muy bien.
LMC: Y había unos que sabían mucho, sabían hablar, sabían escribir, dibujar, todo.
LM: ¿El patrón americano extrañó después a los braceros?
LMC: Sí los extrañó, porque al nativo de aquí, al que es mayormente si ya fue veterano y todo, este sabe sus derechos y todo, ya no le podía decir nada, ¿verdad? El bracero no lo trataba mal, yo, en mi conciencia y en lo que yo vi nunca se trató mal un bracero en este rancho. En otras partes sí los echaban palabras pesaditas en inglés, ¿verdad?
LM: Y ese trabajo que ellos hacían, normalmente no lo hacían los nacidos aquí, ¿verdad?
LMC: Casi no, no, no ellos le tiraban, como le digo, a la industria, a otras partes más limpias, más… El que trabajaba en las labores aquí era porque era hijo del dueño de aquellas parcelitas y ahí le andaba y andaba. Pero ya nomás, como luego dicen, que se ponían más abusadito y todo, vámonos a trabajar a Fort Bliss, a otras partes. Yo también tuve inspiración de ir a otras partes, pero como me fue muy bien aquí, digamos, no monetariamente, pero me trataron bien, mi salud, gracias a Dios, mis hijos los eduqué lo mejor que pude, con la ayuda de mi patrón, porque él mayormente, como por ejemplo, en el verano el más grandecito me decía el patrón: “Póngalo a trabajar”.
LM: ¿Cómo se llamaba su patrón?
LMC: Rafael González.
LM: Rafael González.
LMC: “Póngalo a trabajar, ándele, pa que, pa que gane pa las novias”. Ya lo ponía yo a hacer cualquier cosilla ahí, ándale, nomás si vas a venir, el viejo, él me decía: “¿Anda trabajando Junior?”. “Sí, anda trabajando”. “Sí, que trabaje, que trabaje”.
LM: Don Lorenzo, ¿algo más que nos quiera comentar?
LMC: Bueno, depende como de qué quiera saber, de qué.
LM: Agregar, ya para finalizar la entrevista.
LMC: Pues de todo le diré yo. Como por ejemplo, el patrón fue muy astuto y muy inteligente a pesar de que no sabía expresarse bien en su inglés, pero fue director del banco de Southwest, fueron los fundadores él y un doctor Villarreal y otros etcétera, etcétera, fundaron el Southwest National Bank. Él era del Club de Leones, él era, bueno, iba yo a las bodegas de herramientas, me miraba: “¿En qué le puedo ayudar?”. “Quiero cien azadones”. “¿Cien azadones?”. “Sí”. “¿Para quién?”. Y así se iba el dependiente, se iba allá con el gerente, ¿verdad? “Quiero cobijas”.
LM: Había comercio, había todo.
LMC: “Quiero treinta, cuarenta estufas, de dos quemadorcitos así.” ¡Hijo!, “quiero colchones”. Una vez, había un hombre aquí que era don Juliano Ordaz, mire, él sabía de cuentas, él le hacía una cuenta en el aire, así de volada. Él era el tomador de tiempos, por no decir más, pero así como usted está escribiendo, él estaba así, él tomaba el tiempo, él entregaba el reporte, a veces me decía: “Oiga, Lencho, ¿dónde anda fulano?, que no lo encuentro”. “Pues ya lo cambié para allá”. “Va a salir a tales horas”. Él era muy inteligente, este hombre, don Julián.
LM: ¿Para qué les tomaban el tiempo?
LMC: Pa las horas que trabajaban, pa hacerles su cheque.
LM: Okay.
LMC: En tiempo de piscar, él tenía su tripié y estaba pesando y pagando, tenía uno que estaba pesando y él tenía en la caja el dinero aquí. Vamos a suponer: “Cincuenta libras, cincuenta libras. Toma”. Cada pesada, cada pesada.
LM: Ahí, en ese momento.
LMC: Ahí, en ese momento, nada más. Que treinta, cien, bueno, equis. Entonces iba yo al banco, le traía el dinero en cambio, ¿verdad?, feria, cambio, dimes, nickles, pennies, dólar, cincos también.
LM: Claro.
LMC: Y en la mañana le daban: “Tenga aquí van $2, $300, $500 dólares, don Julián”. Sí, señor, su caja metálica. Y en la tarde rendía cuentas él, mire, tanto así, tantas libras, mire, aquí están y tanto se pagó y tanto. Pero ve, ya ve que él todavía como se reparte, pero no robaba al rancho, robaba al trabajador, él según dicen. Y como se ve el señor, muchos señores no sabían treinta o sesenta. “Cuarenta”. Sí señor.” “Tenga.” Y aquello del cuarenta al cincuenta, ¿verdad?, él sabía al fin del día. Lo malo es que nunca lo logró él, porque el sábado y domingo se iba, se iba, se gastaba el dinero con este y pa acá y…
LM: Tomaba.
LMC: Su dicho de él era, el dinero no es Dios, pero sí hace milagros, decía el señor. El era muy, muy astuto, muy diablo este señor, don Julián.
LM: Mire.
LMC: Muy diablo, muy bueno para la cuenta, para todo. Ora para medir terrenos, porque entonces, el ranchero no podía sembrar si tenía cien acres, podía sembrar nomás setenta.
LM: ¿No lo sembraban todos?, ¿no le permitían?
LMC: No le permitían. Podía sembrar otra cosa pero no algodón, después de la guerra.
LM: ¿Por qué?
LMC: Pos había mucho, no hallaban qué hacer, había mucho, estaba abastecido todo, entonces, el Gobierno estaba ojo de chícharo que no sembraran de más. Venía un representante rancho por rancho con un medidor de lote de terrenos, ¿verdad? “Y ta bien, tiene tantos acres”. “Sí, tantos”. “Muy bien”. Entonces, don Julián, le compró el patrón un medidor también. Entonces medía los terrenos y le decía: “Señor González”, vamos a suponer, le tiene sembrado mil acres y no tiene derecho más de novecientos. Pero yo me iba a arreglo, venía el del Gobierno y por no andar caminando y todo se iba directamente con don Julián y don Julián ya les tenía todo preparado: “¿Cómo está, don Juliancito?”. “¿cuántos tiene?”. “Pues tanto”. “Ta bien”.
LM: Y asunto arreglado.
LMC: Sí, onde quiera hay cosas así.
LM: Donde quiera se tuestan habas.
LMC: Donde quiera hay.
LM: Don Lorenzo, pues quiero agradecerle estos momentos que nos ha platicado, por habernos compartido sus experiencias, su historia.
LMC: Es como le digo, yo estuve muy contento con esta gente, por cierto, me sirvió mucho a mí porque muchos me invitaban a sus pueblos natales, o nos íbamos de aquí y viera unas gentes tan finas, tan buenas allá, cuando llegábamos. Por ejemplo, un joven llegaba a su casa con su mamá, sus papás: “Mire mamá, este señor es el patrón, mi mayordomo”, le decían. Válgame Dios, frijolitos, papitas y todo y: “¿Usted es el patrón de mi hijo?”. “Sí señor”. “Válgame, me escribe y me dice que, ¿usted es don Lorenzo?”. “Sí, señora”. Bueno, pues ya estábamos ahí y la abrazaba y esto y lo otro, y luego me decían: “Vamos a pueblo”. Sí era de rancho, me decía: “Vamos al pueblo”. “Vamos”. Como en Torreón, en Gómez, en Chihuahua, en Delicias, sí, no, yo Delicias lo conocí en ese tiempo, pues usted sabe.
LM: Claro.
LMC: Hay una parte allá donde iba uno, ¿verdad?, y se, pues ahí había de todas medidas, (risas) Entonces, después iba yo, ya cuando acabó la bracereada, entonces, en las vacaciones me iba yo, ya fuera con mis amigos o con mi familia. Llegábamos a Delicias, no pues qué bárbaro, les renté yo las baras, al bareño, Jamaica.
LM: ¿Era conocido y apreciado?
LMC: En Torreón había un rancho muy grande ahí donde trabajaba el papá de un muchacho, era de un ingeniero. Entonces esa vez, se llamaba Jesús el muchacho y llegamos y el mayordomo éra don, bueno, equis… “Ay, que bueno que vino don Chuy”, “¿Qué paso don…? “Pues el motor.” Ya tenían motor ellos y noria para regar, eléctrico, un motorzón, un switch de este tamaño así, pues sí. “El motor no quiere, don Chuy”, y el muchacho, pues era inteligente, “vamos a ver, a pues es el fusible”. Mire, un fusible de este tamaño de, de esta mazorca de maíz. “Es el fusible don Chuy, don… don Tiburcio creo que se llamaba ahí fue el ingeniero y nos, tráiganos, pues iba y venía. “Mire, aquí está”. Un fusible grandote así, lo ponía y…
LM: Y ya.
LMC: Y le decía el señor: “Mucho cuidado, don Chuy, no se vaya a fumigar”. (risas) Entonces ya, le jalaba aquel y estaba: “Mire, ahí ta”. “Ándele, qué bueno”. Y el señor este tenía un puestecito ahí en la carretera, ¿no lo estoy deteniendo?
LM: No, no, no.
LMC: Tenía un puestecito ahí onde vendía cigarros y dulces cerca de la carretera como a, pues más o menos así y luego fuimos con la señora ahí una vez. Entonces le dijo: “¿Dónde está don Zacarías?”. Quién sabe cómo se llamaba. “Pues se fue a Gómez”. Estaba cerca de Gómez Palacio. “Se fue a Gómez”. “¿Sí?”. “Sí, pues fue a traer chilis verdes, y unos tomates”. Y aquel me platicaba de esas gentes aquí entre vacilón, y cuando íbamos decía: “Ora verá, vas a conocer a el que te platiqué”. “Pos de fue a Gomez y los chilis verde y los tomatis, ah qué don Chu, ándele”. Y me miraba aquél y no aguantábamos la.
LM: Qué bueno que hizo usted amistad y que disfrutó la experiencia.
LMC: Mire, y aquí cuando estaba yo joven me iba pal otro lado, había jóvenes ahí, que venían de Colegio de Salayce(??), venían de la agricultura de Juárez, preparados los jóvenes, ya no vieron, ¿verdad?, y andábamos juntos, me gustaba el modo de hablar porque aquí habla uno muy curioso, las gentes muy diferente. Entonces, me gustaba yo andar con ellos, pues como se dice, este no, cómo se dice, no digas así, no digas acá y, no digas ansina. (risas) Una vez, válgames. Estábamos ahí en la esquina echándole poco alcohol. Cuando venía el comandante y dije: “Órale, ahí viene la polecía”. “Va, que la policía no es polecía, tarugo, es policía”. “Pues eso”. (risas) Y así de, entonces con los braceros yo agarré muchas, muchas chanzas, muy a gusto porque venían unos, como le digo, muy preparados. Esos no sabían de agricultura, pero cómo me gustaba a mí del modo que eran y todo y muy preparados.
LM: Aprendía usted algo siempre.
LMC: Aprendía, sí, aprendía algo y: “Vente pa acá, mira, hasta pa acá…
LM: Muy bien.
LMC: No era muy a que acá no, no. Muy bien.
LM: Qué bueno.
LMC: Muy preparados.
LM: Don Lorenzo, pues muchas gracias.
LMC: Ándele, el gusto es mío y ya sabe, aquí estamos.
LM: Le agradecemos mucho…
LMC: Para servirle.
LM: Todos estos momentos que nos compartió.
LMC: Muy bien.
LM: Con esto vamos a dar por terminada la entrevista.
LMC: Ándele pues.
LM: ¿Sí?
LMC: Pues hasta luego, eh.
LM: Gracias.
LMC: Y como dice el americano: “Vaya con Dios”.
LM: Igualmente, gracias.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 10 de febrero de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez
LM: Buenos días don Lorenzo.
LMC: Muy buenos días.
LM: ¿Cómo está?
LMC: Muy bien, gracias a Dios.
LM: Don Lorenzo, quiero que me platique, ¿dónde y cuándo nació usted?
LMC: Yo nací en Clint, Texas, el día 10 de agosto de 1924.
LM: Diez de agosto de [19]24.
LMC: En Clint.
LM: Muy bien.
LMC: Texas.
LM: ¿Cómo se llamó su papá, don Lorenzo?
LMC: Felipe O. Maynes. Él se firmaba Felipe Ortega Maynes.
LM: Y, ¿su mamá?
LMC: Isabel Castillo.
LM: Isabel Castillo.
LMC: Ella era originaria de Lagos de Moreno, según las pláticas.
LM: ¿Cuántos años tiene usted don Lorenzo?
LMC: Tengo setenta y ocho años.
LM: ¿Setenta y ocho? Muy bien. ¿Tuvo oportunidad de ir a la escuela?
LMC: Sí, empecé la escuela en Clint, Texas. Entonces mi papá empezó a trabajar con un señor ranchero, después de que ya no trabajó en el ferrocarril, yo nunca me di cuenta, ¿verdad?, estaba niño. Empezó a trabajar, estuvo trabajando con un señor en la agricultura, empezamos la escuela en Clint. Entonces el patrón, o sea, el dueño del rancho, compró más labores en cerca de Caseta, o sea, entre medio de Fabens y Caseta. Entonces se lo llevó para allá, para que dirigiera el movimiento de abrir las tierras nuevas, porque eran puros bosques, eso sí me acuerdo bien, eran puros bosques y él fue a dirigir el movimiento con pura caballada, ¿verdad?, mulada que decían. Despejaron unos terrenos y empezaron a sembrar, y luego el año siguiente otro terreno y así se fueron con un terreno muy grande, un rancho muy grande también, muy poderosos esos señores, eran según esto, le decían austriacos, les dicen todavía, porque siguen los hijos. Entonces seguimos en la escuela en Fabens.
LM: En Fabens, y, ¿hasta qué año estudió usted?
LMC: Yo estudié hasta, nomás primaria.
LM: Primaria.
LMC: Sí.
LM: ¿Por qué, nada más?
LMC: Estaban los tiempos muy duros. Era mucha la familia, y mi papá solo, así que, salía yo a trabajar, ya estaba jovencito, ¿verdad? Salía a trabajar, y entonces ya cuando regresaba a la clase, de la escuela, ya mis amigos ya iban más arriba que yo, y me daba pena, me daba no sé qué, que ya no quería ir, y iba y no, y sí. Total, que hasta al fin, ya no fui.
LM: Va.
LMC: Y empecé a trabajar. Y no me gustó la agricultura, sino que en construcciones de, es decir, maquinaria pesada. Me gustó mucho a mí, y mi papá era el, como le dicen luego, el mayordomo ahí después.
LM: Claro, ¿su papá se dedicaba a qué?, ¿a la agricultura?
LMC: A la agricultura sí, es lo que digo, era agricultura después.
LM: Muy bien.
LMC: Entonces, yo cuando ya se vino corrigiendo la guerra, ¿verdad?
LM: ¿En qué año fue eso?
LMC: El [19]41, cuando atacaron los japoneses.
LM: Vamos a platicar un poquito de Clint, Texas, ¿cómo es Clint, Texas?
LMC: Es un pueblito muy pasible. No es muy grande el pueblo, no sé qué habitantes tenga. Pero tiene primaria, secundarias, por cierto…
LM: ¿Dónde está ubicado?
LMC: Aquí al lado, podemos decir sureste, como tres millas.
LM: Al sureste de aquí de San Elizario.
LMC: San Elizario, también San Elizario, que viene siendo acá donde viene aquella camioneta. No tiene pierde, llega a Clint, Texas.
LM: Oiga, y su papá, ¿dónde nació su papá?
LMC: En Canizal, o sea, pos por ahí en Villahumada, Villahumada.
LM: Y, ¿cómo fue que él se vino para acá?
LMC: Se vino a la aventura de joven. Se vino y se fue, platicaba el que a Wyoming, Colorado y que pa acá y para allá. Nos platicaba, ¿no?
LM: Ajá.
LMC: Y cuando ya estuvo un tiempecito aquí, se regresó a México, a trabajar con esos señores Maynes, y entonces ya fue cuando se casó.
LM: Entonces, ¿en qué año se vendría su papá?, ¿no se acuerda?
LMC: ¡Ay, Dios!, ora verá, se me hace a mí como el [19]19, después de la primer guerra, que no me acuerdo qué año fue, el [19]18 según dicen. Él se vino como el [19]18, 1918 y entonces ya no nunca fue para, nunca regresó a su pueblo natal. Por cierto que cuando ya él estaba sin derecho, es decir, no tenía sus papeles en regla, nomás tenía comprobantes de que había pasado para acá el 1918, [19]19 y con eso se la pasaba.
LM: Y en aquellos años, ¿les pedían documentos para pasar la frontera?
LMC: Sí, eso, para allá voy. Mire, cuando llegaba, por ejemplo, los oficiales de migración, ellos presentaban un recibo de una tienda de antes, les decían aquí las comisarías donde surtían a la gente en los ranchos. Y pues, les daban un comprobante y esos los guardaban como papeles, y cuando llegaba La Imigración: “¿Cuánto tiempo tienes aquí?”. “Oh, mire, aquí están”. “Okay, okay, está bien”. Y entonces ya cuando nacimos aquí, ya tuvo más derechos y hasta más poder, más empuje.
LM: Claro.
LMC: Y fuimos a la escuela mis hermanas, bueno, la mayor fue la que principió la escuela, y luego seguí yo, y luego la que siguió de mí. Total, fuimos todos.
LM: ¿Cuántos hermanos tuvo usted?
LMC: Hermanos…
LM: Y hermanas.
LMC: Varoncitos nomás uno, Manuel Maynes.
LM: Y, ¿hermanas?
LMC: Estuve, tuve Genoveva, María, Josefa y Felipa, cuatro hermanas.
LM: Y en ese orden, ¿usted era el más grande o el más chico?
LMC: No, María, Genoveva era la mayor, seguía María, seguía Josefa, que todavía vive.
LM: Sí.
LMC: Y entonces yo, Felipa, Manuelita que falleció muy niña y Manuel que fue el último de la familia.
LM: Y usted fue el cuarto.
LMC: Yo fui el cuarto. Por cierto que yo estaba muy joven cuando mi mamá dio a luz a Manuel, que fue el último de la familia. Y usted sabe que aquellos tiempos en los ranchos, en los barrios había una señora que les decían vulgarmente partera, ¿verdad?
LM: Ajá.
LMC: Y pues, iban para acá, iban para allá y para allá. Y según esto, creo yo, ahora que después percaté ya la situación, digo, no quedó bien mi mamá de la naciencia de mi hermano, porque de ahí para acá se enfermó y se enfermó y él quedó, niño baby. Y mis hermanas lo cuidaban para allá y pa acá.
LM: Claro.
LMC: Pero naturalmente que ellas crecieron, ¿verdad? Y querían salir a andar y a pasear y todo, y les estorbaba el niño, y se lo dejaban a la otra y ya, se caían y ya, bueno, ya que se, entonces…
LM: ¿Se acuerda usted cuál fue su primer trabajo?
LMC: La agricultura.
LM: ¿En agricultura?
LMC: Sí, en la agricultura…
LM: ¿A qué?
LMC: Con caballos, con mulas, cultivando los terrenos. Ahora le voy a decir la verdad, que a mí nunca me gustó eso que anda haciendo este hombre, ir y venir, ir y venir todo el día, no, no. Yo le decía al patrón, le dice no…
LM: ¿Usted le ayudaba a su papá?
LMC: Yo le ayudaba a mi papá.
LM: ¿Cuántos años tenía usted cuando empezó su primer trabajo?
LMC: Podemos decir, ¿verdad?, del [19]24 hasta el [19]30 y tendría como unos diez, once, doce años cuando ya le ayudaba yo a mi padre. Y luego, como le digo, iba a la escuela y luego me salía de la escuela para ayudarle a trabajar.
LM: ¿A qué horas trabajaban?
LMC: La entrada, antes nadie tenía reloj, ¿verdad?, era una cosa muy… Pero ya salió el sol, vámonos a trabajar. Y que ya no se ve, vámonos para la casa.
LM: Ajá, sol sale, sol mete.
LMC: Sí, y les pagaban $1 dólar diario, que era muy buen sueldo.
LM: Era muy buen sueldo.
LMC: Y como le dije hace rato, tenían su comisaría, ¿verdad?, llegaba ahí el trabajador, ¿verdad?, el jornalero y le decía el que dirigía ahí la comisaría, la tienda: “¿Qué quieres?”. “Pues quiero frijol, quiero papas, quiero arroz y quiero esto”. “¿Cuántos muchachos tiene?”. “Pues que tengo”. En aquel tiempo tres, cuatro, cinco. “Toma”.
LM: A ok.
LMC: Bueno, y aquello de como ahora de las golosinas que esto, no, que aquel, no, no había nada.
LM: Nada.
LMC: Nomás puro frijolito y papa. Entonces mi papá se hizo de un terrenito y en el ranchito ahí en la casa tenía sus puerquitos, sus marranitos, tenía la vaquita, tenía la gallina, tenía el conejo, total que nosotros hambre nunca la tuvimos.
LM: Exacto.
LMC: Pero otra gente sí.
LM: ¿Sí era dura la situación?
LMC: Estaba dura, muy dura, especialmente la gente que venía de allá.
LM: Eso fue en el, ¿qué año?
LMC: No, los [19]35, [193]6, [193]4, [193]3, pues en esa época en los trientas. Bueno, aquí estuvo un tiempo muy duro en los trientas, que la gente andaba pa arriba y pa abajo, que no hallaba qué comer, que no hallaba dónde trabajar, no hallaba, no hallaba qué hacer, como está pasando ahorita ya, están desocupando muchas miles de gentes.
LM: Sí señor.
LMC: Como por ejemplo, las compañías de aviación, las de este otros miles y miles, ahí tiene usted sencillamente la Walmart esa, ya va a cerrar y son con tres cuatro mil trabajadores que van a quedar sin empleo.
LM: Así es.
LMC: O más, tal vez.
LM: Platíqueme, don Lorenzo, de las épocas de la Segunda Guerra Mundial, ¿cómo era la situación cuando…?
LMC: Bueno, entonces en ese tiempo no había, carecíamos de combustible, de ropa, zapatos, azúcar, café. Entonces el Gobierno, o sea usted se aplicaba, cuánta familia tenía y le daban estampillas. Le daban una estampilla para un par de zapatos, le daban otra estampilla para su gasolina, si tenían muebles, si y tenia automóviles, entonces…
LM: ¿Eso en qué año sería, más o menos?
LMC: El [19]42.
LM: [Mil novecientos] cuarenta y dos.
LMC: Cuando la guerra, [19]42, [19]43. Entonces allá al otro lado, bueno, después de que terminé con el… El detalle es que había, necesitaba usted una estampilla para comprar el café, para el azúcar, los zapatos, la gasolina. Lo demás sí había, sí había. Entonces, empezaron a brotar gasolineras en el otro lado, y así que de aquí no había gasolina o no la podían vender, o no se la vendía.
LM: ¿En el otro lado?
LMC: En Caseta, en Praxedis, en Porfirio Parra, Caseta le dicen desde años. Allá había una gasolinerita aquí, otra allá y otra allá y, ¿verdad? Y toda la gente iba a echar gasolina allá, a poner gasolina, porque aquí naturalmente que los que vivíamos en los ranchos, ¿verdad?, el ranchero tenía ciertos modos con el Gobierno de tener bastante abastimiento para sus muebles, para sus tractores, y de ahí, ¿verdad?, de aquí, por aquí, por allá le polveaban a usted la gasolina.
LM: Y en esa época, ¿usted en qué trabajaba?
LMC: En tractor. Bueno, cuando estaba jovencito en mulas trabajando en la agricultura, en las escarbillas que le decían. Un implemento para andar tumbando la yerba con un caballito, surco por surco. Entonces, ya cuando ya crecí más, pos empezaron los tractores de gasolina y a mí me gustó la maquinaria y empecé con los tractores de día, bueno, en el invierno de noche, como se dicen luego, a barbechar, a voltear la tierra.
LM: Sí, señor.
LMC: Y en el día con las cultivadoras a cultivar, sembrar, cultivar y esto y lo otro.
LM: ¿Se acuerda cuánto le pagaban?
LMC: Ay, no me acuerdo pero yo creo que me pagaban como $1.25, porque al jornalero de así como ahora ellos $1 peso, $1 dólar, y ya uno ya ganaba $1.25, $1.50.
LM: ¿Cuándo es cuando usted se involucró en el Programa Bracero?
LMC: Esto fue el [19]40 y llegamos, ora verá. Yo me casé el [19]44, [19]45 nació mi primer hijo, por ahí del [19]45, [19]44 o [194]5, porque como le digo, no había quién trabajara los ranchos, las tierras.
LM: Ajá, sí señor.
LMC: Y empezó el programa, ¿verdad?, ahí en ese rancho.
LM: ¿Usted cómo se enteró?, ¿qué anunciaron o qué?
LMC: No, no recuerdo cómo empezó la cosa, el caso es que el patrón decía: “Agárrate el camión”, o, “agárrate el”, como le dicen aquí, “agárrate la troca y vete al Río Vista” Que era, era el centro de…
LM: Era el centro de recepción.
LMC: Sí, de recepción de los que venían de allá de Chihuahua, venían por cienes, miles, pues. Y entonces, y pues ahí llegaba uno, ¿verdad?, y se anunciaba con el director ahí. “Soy el del rancho fulano”. Sí, entonces él salía: “Los de Mister son fulanos, vénganse para acá, súbanse ahí y vámonos”.
LM: ¿Cómo se llamaba su patrón?
LMC: Aquel se llamaba Martín Letunich.
LM: Martín.
LMC: Fue mi primer patrón.
LM: Letunich.
LMC: Letunich.
LM: ¿De dónde era el?
LMC: Originario, pues de Austria.
LM: De Austria.
LMC: Y vinieron aquí algunos, mire, vinieron Letunich, Lubbich, Marasubish, Esdranubich, todos esos vinieron con la intención de posesionarse y trabajar y que lo hicieron muy bien. Ahorita están muy poderosos, bueno, sus descendientes, ¿verdad?
LM: Claro.
LMC: Están muy bien, por cierto que mi patrón, el Martín Letunich Junior, es el mayor, vive en Tornillo con un rancho. El de otro hermano vive en otro rancho y así, todos tienen su rancho y están trabajando.
LM: Y entonces a usted lo mandaban al centro de recepción.
LMC: Sí, me mandaban a levantar a los trabajadores de braceros.
LM: ¿Cuántos braceros ocupaban?
LMC: En ese rancho no muchos, se puede decir como cuarenta o cincuenta.
LM: Y, ¿qué los ponían a hacer?, ¿cuál era la actividad del rancho?
LMC: Bueno, dependía del tiempo, ¿verdad? Como por ejemplo, en el tiempo de cultivo, de la escarba que decían, a escarbar así, a tumbar la yerbita surco por surco.
LM: ¿En qué cultivo?
LMC: Algodón.
LM: En algodón.
LMC: En puro algodón. Hasta el mes de digamos de septiembre, entonces ya, aquellos, aquel grupo decía el patrón: “Tú, y tú, y tú ya no te necesito, alista tus cosas y te voy a entregar allá”. Dejaba nomás a los operadores de maquinaria, a los… Usted sabe.
LM: Sí.
LMC: Y el jornalerito que, pues que, sí señor y no señor, pues no, y no lo necesitaba ya, ¿verdad? Entonces, para septiembre, a mediados de septiembre, ahí viene otra vez la gente a piscar a mano, ¿verdad?, no había maquinaria.
LM: ¿Cuál fue la razón que no había mano de obra aquí en Estados Unidos?
LMC: Porque, por la guerra, porque toda la gente, por ejemplo, yo de joven, todos los jóvenes que trabajábamos en la agricultura, pues al servicio, ¿verdad?
LM: ¿Usted fue al servicio?
LMC: Sí, pero no fui, no serví yo porque yo era agricultor. Le voy a platicar aquí el detalle.
LM: A ver, cuénteme.
LMC: Bueno, el caso es que pues, toda la juventud, ¿verdad?, todos se fueron al servicio y vieron que en otras partes había más oportunidades, ya no volvían a los ranchos, iban a Fort Bliss, iban acá y se iban allá, ¿verdad? Ya venían más despejados de la mente, más, como vulgarmente dicen, ya quemado, ¿verdad? Entonces dije yo, pues: “¿Yo para dónde voy, pues si aquí no trabajo mucho?”. Nunca me gustó a mí el, como le digo yo, la pura maquinaria.
LM: Sí señor.
LMC: Entonces no, pues ya, ¿qué fue lo que me preguntó?
LM: De si fue usted al servicio y si…
LMC: Sí, sí fui pero, entonces mire, esa vez, estábamos ya listos para salir, entonces, salió un oficial ahí con una, quién sabe como le dirán, una tabla así, quién sabe.
LM: Una lista.
LMC: Sí. “Todos los que mencione aquí, ¡fórmense!”. Uh, pues mucha gente. “Todos los que mencione aquí, háganse para allá”. José Rodríguez, Pedro, etcétera, etcétera, etcétera. Entre ellos, pues yo: “Para allá”. “¡Ay, Dios!, y, ¿por qué?”. Entonces, empecé a ver yo caras conocidas que miraba yo acá en los ranchos que conocía de que en la escuela: “Mmm, somos agricultores, ahí va la cosa”. Entonces: “Los demás”, como dicen, “a las barracas.” Entonces: “Ustedes, todos ustedes va a venir unos camiones y los van a llevar al centro de El Paso, para que se vayan para sus casas, pero van a trabajar en la agricultura”. Está bien.
LM: Y, ¿eran muchos los que se quedaban?
LMC: Uh, eran muchos. Porque pues por el Valle, póngale que en cada rancho había cuatro o cinco jovencitos, ahora desde quién sabe dónde hasta quién sabe dónde allá, pues éramos muchos, pero teníamos que cumplir con lo que, pues el trabajo de agricultura porque gente no había. Y entonces, ya empezó el programa de braceros, ¿verdad?, entonces ya uno era, como dicen en mi tierra, ya era jefi.
LM: Pues sí.
LMC: Usted…
LM: Bueno, los patrones hablaban inglés, me imagino.
LMC: Inglés y español.
LM: Y español.
LMC: Esos austriacos que le digo yo, le hablaban el inglés así así, y el español agarraban más bien el español así mire, hasta los niños mayormente palabritas obscenas. Se les pegaban muy bonito, porque se juntaban ahí con los trabajadores e iban a los cuartos y oían y eso así.
LM: Y usted qué, ¿cuál era su pensamiento?, ¿qué pensaba de que vinieran mexicanos a trabajar?
LMC: No, yo no, yo no tenía por que quejarme ni nada, ¿verdad?, porque eran compañeros y como venían muchos jóvenes, ¿verdad?, empecé a enseñarles donde viven y acá, a dar la vuelta, a pasearme pa allá y pa acá. Para esto, el fin de semana se les pagaba, ¿verdad?
LM: ¿Cómo les pagaban?, ¿con cheque o efectivo?
LMC: No, con dólar, con dinero efectivo. Sí, entonces se les pagaba y luego me decían: “Oiga, don Lorenzo mire, aquí están $10 dólares, ¿me los manda para mi casa?”. “Sí, aquí están mire, aquí está este”. Y otros no mandaban nada, se iban allá a la esquina y ándele o para el otro lado.
LM: A tomar.
LMC: Sí, pero cuando aquel hombre quería ir para el otro lado del río, o sea, al pueblo que estaba enseguida del rancho.
LM: Ya en México.
LMC: Ya en México, llegaba y decía: “Oiga, señor mayordomo, señor, quiero un permiso para ir allá”. Si no tenían permiso no se podían salir del rancho.
LM: ¿Usted era el mayordomo ahí?
LMC: ¿Mande?
LM: ¿Usted era el mayordomo?
LMC: En ese tiempo todavía no. Pero después ya cuando los braceros, ya fui mayordomo.
LM: Cuénteme, ¿qué se oía en aquellos años?, ¿nada más que tenía que ir a recogerlos?
LMC: Sí, cuando principiaba el programa, ¿verdad?, ir a recogerlos y luego ya asignarlos a sus habitaciones.
LM: ¿Les pedían a ustedes documentación para entregarles a los braceros?
LMC: Sí, claro. No, eso ya estaba arreglado de por delante, ¿verdad? Llegaba uno y se identificaba: “Yo soy fulano, vengo de parte de”… “Muy bien, fulano la gente de mister so and so”
LM: Y, ¿los escogían al azar?
LMC: Al azar, sí, tú, tú y tú. Por cierto que había favoritismo también.
LM: Ajá, a ver.
LMC: El que dirigía ahí, conocía a los rancheros y eran amigos y les buscaba trabajadores de agricultura que notaba, notaba él que fueran de agricultura. Porque entre muchos se venían muchos escribanos que pintores y etcétera, etcétera, ¿verdad?, que nunca habían, nomás venían a buscar mejor vida.
LM: Aprender, ajá.
LMC: Aprender, batallaba uno mucho con ellos. Pero nomás, muchas veces pasaban por induction que le decían, los checaban, ¿verdad?, de todo a todo.
LM: A ver, cuénteme, ¿cómo estaban esos chequeos usted que…?
LMC: Bueno pues, sin…
LM: ¿Eran con ropa?
LMC: No, sin ropa, así una…
LM: Hacían fila, o, ¿qué?
LMC: Hacían fila sí, ahí estaba el doctor, ¿verdad? Abre la boca, abre acá, y acá, y acá así.
LM: ¿Les revisaban?
LMC: Todo.
LM: Todo.
LMC: La palabra todo. “Muy bien, hazte para allá, ponte la ropa, y tú que, ¿por qué?”. “No, que pues que yo tuve un accidente y esto y aquello, ya allá”. “Bueno”. Si no era contagioso la cosa: “Ándale pues.”
LM: ¿Los médicos eran americanos?
LMC: Americanos, americanos sí. Entonces: “Pues ya estos, todos estos son para fulano de tal”. Entonces el…
LM: ¿Qué más les pedían en esos chequeos médicos? ¿Qué más?
LMC: No, bueno, cuando estaban allá dentro no me doy cuenta qué más les pedían. Yo nomás los miraba que estaban como Dios los echó al mundo, ahí en línea, en fila.
LM: Y, ¿usted qué pensaba?
LMC: ¡Caray!, están tirándose. Ya ve, como entre la, como dicen luego, la peluda, que este, unos para acá, unos para allá, mira nomás, y bueno. Entonces este señor, señor director: “pon las manos, les agarraba las manos, este es para mi compadre González o Fulano.”
LM: Y eso de las manos, ¿para qué?
LMC: A ver si eran de hombre, de trabajadores.
LM: Ah, okay.
LMC: Eh, callosas como luego dicen: “¿Tu qué hacías?”. “No, señor, pues, yo trabajaba en el centro de esto y de otro”. “Hazte para allá. Otro. ¿De dónde vienes tú?”. “Pues, ahí de Camargo de…” “Hazte pa acá”.
LM: Excluía lo mejor.
LMC: Sí, sí.
LM: Para sus amigos.
LMC: Y ya después, después de eso, había la salida para Pecos, allá pa otras partes, ¿verdad? Y allá no querían ir, ¿verdad?, porque estaba lejos de la frontera, lejos de Juárez y de, usted sabe.
LM: Sí.
LMC: De los paseos allá al otro lado. Todos esos de Pecos dicen que no querían y no querían, bueno, unos camiones que salían que dicen las semi-trailers esos, llenos para Pecos, para Midland, para Van Horn, para allá, ¿verdad?
LM: ¿Cuánta gente habría en ese centro de recepción?
LMC: No tengo una idea, oiga. Había miles de personas ahí.
LM: Miles.
LMC: No, no qué va.
LM: Y oficiales de…
LMC: Oficiales, pues también había oficinas, ¿verdad?
LM: ¿Trabajaba mucha gente?
LMC: Mucha gente, inmigración, doctores y las estenógrafas, las secretarias y les daban su comida ahí.
LM: Ahí les daban de comer.
LMC: Cocina una señora, sí, nunca tuvieron hambre.
LM: O sea que el que llegaba ahí ya no se preocupaba.
LMC: No se preocupaba por nada, y pasaba el chequeo médico y a comer y a dormir y: “Alístate que mañana viene un camión de Pecos, o se este o de otro”.
LM: ¿Tenían camas ahí?
LMC: ¡Uh, sí!, mucho todo, todo.
LM: ¿Dónde dormían ahí?
LMC: Tenían sus galeras, sus cuartos, salones donde… En Río Vista se llamaba. Por cierto que ahora, ese condado era, o no sé qué anda ahí la cosa que, que quiere agarrar el estado, algo así. Total, que era del condado y ahí…
LM: Y los trataban, ¿cómo los trataban?
LMC: Muy bien, no, por cierto, depende cómo se portaran.
LM: Claro.
LMC: Pero nunca a, ¿cómo le quiero decir?, a estrujarlos a golpes ni nada así. Pues no: “Tú no, mira te voy a, si no te portas bien te voy a entregar a Río Vista”. “No señor, sí, sí, sí”. Y entregándolo ahí por equis causa.
LM: Y ellos, ¿se portaban bien también?
LMC: Sí, muchos, muchos. Cuando entre ellos, bueno, había rencillas, había enojos, había, usted sabe.
LM: Claro.
LMC: Mayormente en fin de semana.
LM: Qué tomaban.
LMC: “Pos éste que me… por este y equis causa. Yo me le dije, yo sí le dije, bueno. Entonces eso fue allá en donde estaba yo en ese rancho del Letunich. Bueno, pues ya crecí, ya tomé posesión como mandamás, como luego dicen y luego…
LM: ¿A qué edad le dieron el cargo de mandamás ahí, de mayordomo?
LMC: ¿Qué?
LM: ¿A qué edad?, ¿cuántos años tenía?
LMC: Ah, pues fíjese que tendría, ora verá, [19]50, ora verá, ora verá, yo tenía treinta, cuarenta, no, treinta, como treinta, cuarenta, diez, al cincuenta, tenía como unos veintidós años cuando ya, ya era yo. Primero era segundo, y luego ya después se vino él, se salió el mayordomo general que le decimos, y me quedé yo. Y el [19]53, me vine de ese rancho, para entonces ya estaba yo casado, ya había nacido mi primer hijo.
LM: ¿Cómo se llama su esposa?
LMC: Se llamaba.
LM: Se llamaba.
LMC: Elvira. Elvira Calderón de Maynes. Falleció hace un año y medio ya.
LM: Y, ¿cuántos hijos tuvieron?
LMC: El que nació allá, Genoveva, ora verá, nació Luis, fue el primero que nació el [19]45, Genoveva el [19]53 y luego Lorenzo Junior el [19]60 y el [19]59. Ah, tres, tres hijos, tres.
LM: Tres, mire, qué bien.
LMC: El caso es que, cuando el que estaba ahí de mayordomo, se vino aquí a San Elizario en un rancho muy grande que era el dueño de aquí de todo.
LM: Claro.
LMC: González. Era George Kelam.
LM: George Kelam.
LMC: Era, hablaba mejor español que yo ese señor, malhablado y todo. Por cierto que de Clint, por ahí, por ahí está un camino que se llama Kelam road, porque de ahí era él. Y él me conoció desde chiquito ahí en ese rancho, y por eso él protegía a mi papá porque lo conocían en aquella época. Cuando él ya se vino aquí tomó posesión de todos estos miles de acres de este señor, ya había nacido mi hijo Lorenzo, Luis. Y un día fue, me decía: “Oye, ¿por qué no vas allá a ayudarme como segundillo, allá conmigo?”. “No pues, [que] es yo aquí estoy”. Y mi papá para entonces ya había fallecido, mi mamá, y mis hermanas se hicieron cargo de la familia, y el niño que fue el más chico, mi hermano, cuando ya me casé, mi esposa lo agarró bajo su protección. En otras palabras, él se crió con nosotros hasta que se casó. Entonces dice, ¿no?, pero dijo, mira, me puso este plan. Este niño aquí, iba a Labor, Caseta, el Billar, El Rebute, La Santifico, ¿no? “¿Por qué no te vas para allá? Hay más, hay semáforos, hay luces, hay esto y otro”. Le dije: “Tienes razón”. “Yo, mira, yo te arreglo allá en tu casa, no te va a costar nada, allá te quedas, pa allá y pa acá”. Me convenció: “Ta bien”, le dije, “nomás deja hablar con mi patrón”. Pos le dije: “Y tú, ¿por qué?”. “Por esto y el otro”, y entonces dijo: “Tienes razón”. Hablaba el español mejor que no. “Tienes razón, tienes razón”.
LM: O sea que ellos buscaban el bien de la gente.
LMC: El bien de los que se portaban bien con ellos.
LMC: “Tienes razón”, dice, “está este muchacho aquí, está bien, tienes razón, mucha suerte, Dios te lleve”. Porque eran, son muy católicos, los austriacos.
LMC: Bueno, dijo: “Dame un chance, yo busco un hombre”. “Ta bien”. Entonces mi cuñado, que después fue mi cuñado, yo lo enseñé ahí, andaba como segundo mío. Le dije: “¿Qué le parece Trinidad?”. “Yeah, muy buena idea, muy buena idea”. “¿Él sabe?”. “Sí, él sabe lo que sé yo”. “Muy bien, muy bien”. Pues se quedó en mi lugar.
LM: Mire. Qué bien.
LMC: Para entonces se casó mi cuñado, es decir, se casó con mi hermana. Y la mayor, la hermana mayor se casó con un hombre aquí, entonces unos hombres ricos, allá en Bosque Bonito, cuando abrieron tierras de agricultura en Bosque Bonito y se la llevó para allá y se fue para allá, pero ya llevaba uno o dos niños nacidos aquí.
LM: Ya cuando estaba usted como mayordomo, ¿cuántas gentes tenía a su cargo?
LMC: Allá en aquel rancho habría, bueno, es como le digo, en épocas, vamos a decir, en tiempos de escarbos habría unos cincuenta hombres.
LM: Cincuenta hombres.
LMC: En las piscas, pues más. Piscas de algodón.
LM: Y, ¿cómo se dirigían ellos con usted?
LMC: Muy bien, muy, por cierto que de muy jovencito me decían, usted sabe, allá, don Lorenzo: “Oiga, don Lorenzo pa acá, oiga así, oiga”. ¿Cómo te dice? Se pasaba una vida muy buena, muy bonita, porque para esto, era una, como le dicen, cuadra de casas para los braceros.
LM: ¿Se acuerda donde vivían ellos?
LMC: Sí, cómo no.
LM: Platíqueme, ¿cómo eran?
LMC: Tenían, cada quien tenía su cuarto, ¿verdad?, así. Ahí se juntaban los amigos, conocidos de allá. “Vente, vámonos tú y yo”. Con su estufa, sus camas y todo. En otro cuarto, otros conocidos. Naturalmente, ¿verdad?, que la juventud se iba con la juventud.
LM: Claro.
LMC: Y los señores aquellos medio, ¿quién sabe cómo?, pues allá solos, (risas) porque no les gustaba el ruido, no les gustaba la esta y el otro, ¿verdad? Y acá, estos estaban en: “Don Lorenzo, cómprenos un radio, mire, se lo pagamos”. Sí, yo tenía voz y mando con las mueblerías, ya nos conocían desde años. “Fírmeme un radio, yo se lo pago”. “Sí, cómo no”. De baterías, no había electricidad. Unas baterías que pesaban como cincuenta kilos, (risas) y cada quien tenía su radiecito, no todos, pues.
LM: ¿Ganaban igual los braceros y los de aquí?
LMC: No, aquí les pagaban más, no, aquí, bueno, casi igual, era casi igual. Pero depende del trabajo que desempeñara, ¿verdad? Porque ya un pintor, un mecánico, equis, ya ganaba más. Pero el de la agricultura, pues era su dólar, su dólar diario.
LM: A dólar diario.
LMC: Después, cuando los braceros, era $0.50 centavos la hora.
LM: Cincuenta centavos de…
LMC: Tome en cuenta eso.
LM: A ver, $0.50 centavos.
LMC: Cincuenta centavos la hora.
LM: Había oído yo que a algunos les pagaban por el peso de lo que juntaban del algodón.
LMC: Ah, pues naturalmente, no, no, yo me refiero al jornalero.
LM: Al escarda.
LMC: Sí. De siete de la mañana a cinco de la tarde, dólar la hora, $0.50 centavos la hora. Así que era un dineral al fin, al fin de semana.
LM: ¿Cuántos días trabajaban?
LMC: Seis días.
LM: Seis.
LMC: Por ejemplo, el trabajo sencillo eran seis días, lunes, martes, miércoles, jueves y viernes. Sábados medio día nomás y al pago. Y el regador que le decían, o el tractorista y todos, esos trabajaban el domingo en la noche o el lunes en la noche y descansaban un día entre semana, así se turnaban, pero pues, casi por lo regular trabajaban seis días los de la maquinaria, ¿verdad?, y los de la escarda, que decían, eran nomás hasta el sábado, medio día. “Y ya vámonos y vámonos al cheque, los centavos”.
LM: Y a tomar.
LMC: Y a tomar y a comprar mandado y a las tiendas a comprar sus… Ahí empezaban, en ese tiempo empezó el caqui, y no, pues cambió la cosa, Levi’s este, no, no, este no.
LM: Andaban bien cambiaditos.
LMC: Bien cambiaditos, es su tejanita y su relojito y no, no, no.
LM: Se veía que les iba bien.
LMC: Sí, pues les iba bien y unos me: “¿Qué pasó?”. “Pues no, pues…
LM: Tomaban mucho.
LMC: Tomaban y bueno. Y otros no, otros no. “Señor, mire, mándeme estos veinte dólares pa mi casa, mándeme estos…
LM: Y, ¿de dónde los mandaba?
LMC: ¿Qué?
LM: ¿Se acuerda, el dinero?
LMC: A no, pues si no le puedo decir, oiga, pues unos Gómez Palacio otros a…
LM: No, pero usted.
LMC: ¿Eh?, al correo.
LM: Al correo.
LMC: Salía, sacaba uno un giro.
LM: Y, ¿cuánto le cobraban?
LMC: ¡Ay, Dios!, no recuerdo cuánto cobraban por, dependía de la cantidad. Póngale que unos $0.50 centavos.
LM: Era una cosa poca, ¿verdad?
LMC: Sí era poca, sí, no, no era mucho.
LM: Y usted les regresaba los recibos.
LMC: Yo les llevaba sus recibos, mire aquí está y que vámonos. Y el giro en su carta certificada y vámonos.
LM: ¿Hizo amigos usted con los braceros?
LMC: Muchos, muchos amigos. Entonces ya cuando se… Bueno, todavía no llegamos a cuando ya empezaron a prepararse para el pasaporte.
LM: A ver, cuénteme eso.
LMC: Entonces ya, muchos se quedaron aquí y aplicaron y se vinieron ya legalmente.
LM: ¿Había oportunidad para que se vinieran a quedar aquí?
LMC: Había oportunidad, sí, al que quería, al que… Bueno, que se identificara como buen hombre y todo eso, le daban su pasaporte. Por cierto que todavía están aquí, y bueno, estaban ya muchos ya nos dejaron. Pero hay hijos de ellos, que ya nacieron aquí. Pero no están aquí, fueron pa Arizona, pa California, para así, que sí, que…
LM: Pero de aquí se fueron para todos los lados.
LMC: Y de aquí se fueron, sí, de aquí de la frontera no, pues no pa…
LM: Oiga, y de La Migración, había migración en aquel entonces.
LMC: No, que barbaridad. Ahora le voy platicar un detalle fuera de esto de bracero. Cuando no estaba el río ya en control, que se venían las aguas a todo el valle aquí, esta iglesia se la llevaba la corriente y equis. Cuando las lluvias fuertes, entonces el [19]37, [19]38, empezaron a canalizar el río, a ponerle sus bordos, sus protecciones. Yo me acuerdo que el [19]35 se vino una inundación que fuimos, corrimos a las lomas, a lo alto. Mi papá puso un carrito de mulas con cobijas, cacerolas y frijoles y papas y mi mamá y todo, y vámonos allá a las lomas. ¡Va!, nosotros encantados de la vida porque allá, pos nomás jugando, correteando. Está tan…
LM: Sí, señor.
LMC: Entonces, eso fue el [19]35, [19]36, [19]37 empezaron a canalizar a construir las defensas del río. Bajaban las aguas y se iban derecho allá para el valle de abajo, allá para McAllen, pa allá, pa…
LM: ¿Llovía mucho en aquellos años?
LMC: Sí, llovía mucho. Entonces, yo empecé a trabajar, me salí del rancho y empecé a trabajar en, ¿cómo se llama en español?, oiga, en la, no es irrigación.
LM: Es, ¿qué será?
LMC: Se dice Water Commission, Comisión Internacional, algo así…
LM: ¿De aguas y puentes?
LMC: Sí. Entonces, empecé a trabajar, a construir los, pero lo que hacíamos era, por ejemplo, como eran nuevo la corriente de agua, ¿verdad?, se iba por acá, por dentro del río, y se iba por allá y con peligro de desbordarse y se iba para allá. Entonces, muchos camiones de carga, de aquí de Socorro, de aquí, traían mucha piedra y grava de la sierra de ahí de cerca de Guadalupe. Y el trabajo de nosotros era poner un alambrado donde estaba el deslave, ponerlo derecho y ahí echaban piedra pa que siguiera derecho el agua, que no pegara a la tierra.
LM: Para hacerle cause al río.
LMC: Entonces como, pues no piensa uno, yo si me hubiera quedado ahí, quién sabe, estaba muy bueno el trabajo.
LM: ¿Cuánto le pagaban ahí?
LMC: No, ahí ya pagaban como $2.50 el día.
LM: Dos cincuenta.
LMC: Sí, no, no, pues era del Gobierno.
LM: Y como mayordomo, ¿cuánto le pagaban?
LMC: Bueno, me pagaban, ¡ay, Dios!, eran como $80, $70, $80 por, no. $125 por quincena, pagaban cada dos semanas.
LM: Ciento veinticinco por quincena, y era bastante dinero, ¿verdad?
LMC: ¡Oh, que barbaridad! Ya le compraba yo la bicicleta a mi hijo, le compré mi carro, mi este y el otro, no, no, pues claro. Y los traía muy bien, botita cowboy y esto y…
LM: Mire, qué bien.
LMC: Muy diferente a…
LM: ¿Cuántos años trabajó usted ahí como manager?
LMC: ¿Ahí?
LM: Ajá.
LMC: Hasta el [19]53, trabajé ahora verá, como del [19]44, seis, siete años. En el [19]53 me vine acá a San Elizario, con don Rafael González.
LM: Y, ¿por qué dejó de trabajar?
LMC: No dejé de trabajar, nomás me cambié. ¿No le digo que fue este mayordomo general de aquí que había estado allá?, y me dijo: “Yo te doy trabajo allá, mira este niño y pues, ¿aquí qué? Mira, allá está más, se ve más y todo”. Entonces yo fui y le avisé al patrón. “Oh, ¿por qué te vas?”. “Por esto y esto”. “Tienes la razón, tienes la razón, vete”. Bueno, me vine para acá el [19]53.
LM: Pero todavía seguía trabajando en…
LMC: Ande sí, pues vine aquí como segundo del señor ese que digo. Entonces, yo tenía… El rancho, tenía casa, tenía un que andar, tenía…
LM: ¿Usted vivía ahí en el rancho?, ¿ahí le dieron su casa?
LMC: Sí, sí, en el rancho.
LM: Y, ¿cómo era su casa?, ¿se acuerda?
LMC: Aquella de allá era regular, eran dos recamaritas, la cocina y un porche. Una salita y un porche. Y cuando vine aquí era casi igual, dos recámaras y me traje a mi papá porque allá estaba solito.
LM: ¿De qué era la cocina?, ¿se acuerda?
LMC: ¿Cómo de qué?
LM: ¿De gas o de leña?
LMC: No, de gas, ya había gas.
LM: De gas.
LMC: Ya, ahora verá. No, cuando vinimos aquí, todavía no, no tenía el rancho, donde vine no había gas. Ya cuando me cambié de Ysleta para acá pal rancho número uno que viene siendo aquí.
LM: ¿Cómo se llamaba el rancho número uno?
LMC: Aquí. Se llama Round Funds Incorporated.
LM: Y, ¿cuántos acres tenía ese rancho?
LMC: Aquí tenía más, como dos mil acres.
LM: ¿Dos mil acres?
LMC: No, no, no.
LM: ¿Cuántas gentes trabajaban ahí?
LMC: Bueno, depende la época. En tiempo de escarda tenía sus ciento, cien o más trabajadores, como cien trabajadores. En tiempo de pisca ciento cincuenta, hasta doscientos. Pero él tenía ranchos en Pecos, tenía rancho en La Esperanza, Texas, tenía rancho en Ysleta y tenía rancho aquí.
LM: ¿Cómo se llamaba su patrón?
LMC: Rafael González.
LM: ¿Cuántos años trabajó para él?
LMC: Bueno, hasta, trabajé desde el [19]53, hasta el [19]80 que falleció él.
LM: Hasta el [19]80.
LMC: Por cierto que dejé de trabajar por los hijos, como tomaron posesión, yo iba a como trabajábamos el señor grande y yo. Ya ves que venían y: “No, así no, ya vamos en más, más moderno y no”. “Pero así, fíjate, tanto año con tu”. “No, ahora yo soy el jefe”. Bueno, en ocasiones nos contrapunteábamos, hasta que dije: “Bueno pues, como que yo sé, como que yo”. Entonces…
LM: ¿Todavía vivía usted ahí en el rancho?
LMC: Sí, todavía. Entonces le platiqué yo a uno aquí, le decimos canalero, que son los que dirigen el agua de irrigación, él era jefe aquí en este trayecto, aquí en esta parte, dijo: “¿Qué estás haciendo ahí?”, dijo, “vete a trabajar conmigo, con nosotros pues”. Con el Gobierno, a con los ¿cómo se dice?, distribución de agua, o sea que, le dicen canaleros. “Tú sabes hablar, sabes escribir, tú sabes”. Cuando yo estaba aquí, y luego teníamos comunicación de radios en las camionetas, ahí estaba la torre en la oficina. Y no sé si llegaría enfrente del shopping que le dicen ellos, él tiene casa de dos pisos blanca, ahí vivía el patrón. Tenía su taller, tenía carpinteros, tenía mecánicos, tenía soldadores, tenía todo.
LM: Y de los años de los braceros, ya cuando trabajaba usted ahí, ¿ocupaban también carpinteros y todo?
LMC: De entre la misma gente, el que era carpintero se quedaba, el que era gueldeador [Welder] se quedaba, el que era mecánico, ¡uh, no!, pos se quedaba, no se iba, porque los necesitaba durante, como luego dicen, en tiempo seco y no y sí, ellos seguían trabajando y arreglando la casa a los braceros.
LM: Y, ¿en qué se divertían ellos?
LMC: Bueno, pues se iban para allá, pal otro lado y pero…
LM: ¿Cruzaban a México?
LMC: Sí, sí.
LM: O sea que cuando trabajaban aquí, de repente iban para allá y regresaban.
LMC: El fin de semana se iban para allá y llegaban el domingo en la tarde. Y otro día unos se levantaban y otros no, o iba: “Vámonos a trabajar.”
LM: ¿No había mucho problema para que cruzaran?
LMC: No, legalmente cruzaban. No, legalmente, pero tenía uno que darle su permiso, si no, no podía salir.
LM: Claro, usted les firmaba.
LMC: Sí. “Quiero un permiso”. “¿A qué va?”. “Pues voy a, usted sabe.” “Ándele, ándele”.
LM: Y sí les daba usted.
LMC: “Bueno, ándele ve”, digo, “ve a divertirte, ve”. “Sí, mire, usted sabe, ándele, sí”.
LM: Y, ¿por qué se iban allá?, ¿se sentían más a gusto allá?
LMC: No, no, pues seguido, pos mire usted, que le decía yo, este, ese cherife [Sheriff] aquí.
LM: Vamos a hacer una pausa.
(entrevista interrumpida)
LM: Continuamos con la entrevista.
LMC: Bueno, sí.
LM: Me decía, don Lorenzo ¿en qué se divertían? Que se iban y regresaban.
LMC: No, bueno, pues se iban allá a, pues al baile, acá y allá y que…
LM: Bailar y a…
LMC: Sí, sí, sí. Digo, no todos, ¿verdad? Muchos se quedaban aquí, muchos se iban a, pues así, ahí, tomaban aquí y todo pero no, no se desfaltaban como lo eran el día, el día lunes. “Présteme $5 dólares”. Pues fíjese que sabe qué, que, “pa los cigarros”. Por cierto, el patrón tenía una tienda aquí, del otro lado de este edificio, ahí sacaban ellos lo que ellos querían.
LM: Y, ¿eran bastantes los que hacían eso?, o, ¿era uno que otro?
LMC: No, no eran bastan… No, uno que otro. Mucho iban, se iban muy bien y mandaban su dinero, se vestían y… Sí, pero otros, como en donde quiera, como todo el tiempo. Le digo: “Y, ¿qué pasó, hombre? Ay, como anda mal, ahorita te traigo un refresco”. “No, tráigame una cerveza”. “No, no, no, puro, puro refresco”.
LM: Así es.
LMC: Y en la tarde ahora sí, había siete cantinas aquí en San Elizario.
LM: Siete, y, ¿cuántos trabajadores habría en la región?
LMC: Pues no tengo idea, oiga, porque algunos miles porque, bueno, no mucho, ¿verdad?, porque el rancho más grande era este, y luego, un hindú que estaba aquí era compadre de mi patrón, tenía también mucho terreno. También tenía muchos trabajadores, pero el más grande de todos era Lindmore, que tenía sus tres, cuatrocientos trabajadores.
LM: Y, ¿ahí qué sembraban?
LMC: Algodón. Alfalfa y algodón.
LM: ¿Toda la región esta era de algodón y alfalfa?
LMC: Sí, era. Hasta después empezaron ahí con las nogaleras y que el chile y que el esto y que el otro. Anteriormente, ¿verdad?, el trabajador, o sea le ponían su chilar, para que de ahí se surtieran. “Tú córtate tu chile, come, ándale su maíz y de esto”. Entonces, una vez viene un japonés y indució al patrón a que sembrara lechuga. Sí, no, le fue muy bien, y lechuga y lechuga y se dio muy buena lechuga. Entonces, ya empezaron con los chilares en masa, ¿verdad?, grande. No, no cualquier cosilla.
LM: Sí.
LMC: Acres y acres de chile y que todavía lo hacen, todavía. Nomás que ahora ya no se necesita tanta gente, creo que ya inventaron una máquina que pisca el chile.
LM: Mire, pues ya los…
LMC: Salió en el periódico que…
LM: Los tiempos cambian, ¿recuerda usted de haber visto algún problema entre los braceros, que se hayan peleado o…?
LMC: No, si, sí y se peleaban por equis y mangas y pa acá y que tú, y no, que yo. No, pero no, pero así nomás borracherillas, pero…
LM: Pero nada.
LMC: Siempre, de vez en cuando no quedaban ya muy amigables que digamos, de las cosas, ¿verdad? Así, pero…
LM: Pero usted imponía ahí respeto.
LMC: Sí, sí, digo: “¿Qué pues, hombre?”. Yo les decía: “Aquí en el trabajo, calmados venados y ya en las cantinas allá, pues Dios que los ayude”.
LM: Exacto.
LMC: Como le digo, ahí en la esquina está una cantina y en la contra esquina estaba otra.
LM: ¿Qué le pedía usted el patrón?, ¿qué indicaciones le daba?
LMC: ¿Cómo?, ¿para qué, oiga?
LM: Para que los controlara o que…
LMC: No, no, no, se controlaban bien, por cierto que no, no era problema ese.
LM: Pero al…
LMC: Había uno que otro, ¿verdad?, le digo: “Pórtate bien o te llevo pa Río Vista”. Y no, no quería ir a Río Vista porque iban pa juera.
LM: Pa fuera. Pero así el patrón le decían: “Quiero que me pongas tanta gente a esto”.
LMC: No, no, sí, claro. Teníamos nuestra plática, ¿verdad?, nuestra junta.
LM: ¿Cada cuándo platicaban?
LMC: Cada, pos depende en la época, depende el término de un trabajo a seguir con el otro. Vamos a suponer que el corte de la alfalfa, ¿verdad?
LM: Sí, señor.
LMC: Ya estaba, salíamos en la mañana a revisar todo. Me decían: “Mire, don Lencho, ya mero”, decía. “Mire acá”. “Sí, señor”.
LM: ¿Cuándo es cuando se corta la alfalfa?
LMC: Bueno, vamos a suponer que en mayo ya se puede cortar, a finales de mayo que ya está floreando, empezando a florear, ese es cuando, no está muy áspera, muy dura, ni muy tierna, entonces la corta.
LM: Y, ¿con qué la cortaban?
LMC: Con una maquinaria, ahora moderna, últimamente, ¿verdad?, una cuchilla, un corte como de este poste al otro. Antes con caballos, ¿verdad?, una cuchillita así, ¿verdad?, vuelta y vuelta y vuelta y vuelta.
LM: Con caballo.
LMC: Sí, con caballo.
LM: ¿Cuántas gentes trabajaban ahí, más o menos?
LMC: Oh, depende el rancho. Como en este rancho habían como cuatro maquinarias, cuatro cortadoras, como de metro y medio la hoja, la cuchilla, así nomás a vuelta y vuelta y vuelta y vuelta. Y luego, ya cuando vino la maquinaria, pues esas las dejaron ahí en las yardas como curiosidad y todo eso, en muchas casas todavía hay máquinas de esas cortadoras.
LM: Sí, mire, y, ¿qué le hacían a la alfalfa?
LMC: La dejaban, bueno, vamos a suponer que la cortara hoy, dos días iba usted y la probaba.
LM: ¿Qué le probaba?, ¿que estuviera seca?
LMC: A ver que estuviera semi seca, no muy seca porque se caía todo el fruto, todo lo bueno, semi seca. Ire, en las mañanas o en las noches: “Mire patrón, ya está buena, aliste la empacadora”. Dos empacadoras o tres, este rancho tenía hasta tres empacadoras.
LM: Y empacaban.
LMC: En la tarde, ya cuando ya calmaba el sol y todo, vámonos a darle. Jale y jale y jale hasta ya a las doce, once, doce, una de la mañana. “Ora sí, párenle”. Otro día igual y, pues se avanzaba mucho. Esas cortadoras, como le digo, tenían la cuchilla como de este poste al otro, así de que iba y venía ya, iba y venía ya, le digo, vámonos muy recio, muy rápido. Entonces ya, empezábamos a empacar, a que estuviera, saraza como le dice, pa que no soltara la hoja, la flor ni todo el fruto bueno, lo bueno. Porque si iba a empacar puros garrotes, puros palos, no, ya encontrado dice, no, no.
LM: ¿Se acuerda cuánto valía la paca?
LMC: Valía como, parece que $2 dólares. Ahora vale $5, $6 dólares la paca. Entonces, la almacenaban, tenían sus galeras, sus tejavanes grandes, este rancho tenía unos, como de aquí a la iglesia, yo creo. Y en tiempo seco que decía que no había pastura venían de las lecherías, venían de Juárez, lecherías de Juárez. “Pos tantas toneladas”. “Ándele”.
LM: O sea que de Juárez venían a comprar pastura.
LMC: A comprar pastura.
LM: Mire.
LMC: Y todavía vienen a comprar, pero en grano, en el molino, ahí está un molino que muele esto y el otro, el grano y todo y vienen unos, las lecherías Escobar y las lecherías de quien sabe quién, ellos pasan esos camiones, semi-trailers bien llenos de comida de ganado.
LM: O sea, aquí siempre ha habido comercio en…
LMC: En la lechería, siempre ha habido. Ahora aquí ya no, ¿verdad? Porque allá nadie tiene caballada, mulada, pos la guardan nomás para el caballito dominguero, para los niños para que anden en sus caballitos.
LM: Cuénteme, don Lorenzo, cuando tuvo usted oportunidad de platicar con los braceros, ¿qué le decían ellos?, ¿les gustaba aquí Estados Unidos?
LMC: Sí, sí les gustaba y muchos, muchos me decían: “Oiga, ¿cómo le haré para que me entregue, quiero irme pa Colorado?”. “¿Pa qué?”. “No, no puedo hacer eso. Pero, a ver, ¿cómo le hacemos?, ya mira”. Muchos que fueron de aquí.
LM: ¿De cuánto eran los contratos?
LMC: Vamos a suponer que en el verano eran como de tres meses. Casi tres meses por lo regular. Por ejemplo, en el invierno eran septiembre, octubre y noviembre, como tres meses también, tres meses y medio.
LM: Y ustedes los entregaban a…
LMC: Entregarlos. “Nomás déjame diez pa la maquinaria”.
LM: Y, ¿en qué iba por ellos y en qué los regresaba?
LMC: El patrón tenía unos camiones escolares especiales para los braceros.
LM: Con asientos y todo.
LMC: Uy, natural. No, no iban en racas, como dicen, luego como ganado, no, no. Tenían sus camiones. “y González.” Todos corrían porque estaba aquí cerca la…
LM: Había como mil González.
LMC: Sí. (risas) “Al camión y suban, arriba, arriba, arriba.” Muchos ya conocían, ¿verdad?
LM: ¿Traían algún permiso ellos cuando andaban trabajando?
LMC: Sí, traían su tarjeta con su retrato y el nombre del patrón.
LM: ¿Esa quién se las daba?
LMC: El Río Vista.
LM: El Río Vista.
LMC: El Gobierno, sí.
LM: Cuando recién llegando les daban eso.
LMC: Les daban sus tarjetas, su retrato y vámonos.
LM: Y lo tenían que cargar siempre.
LMC: Sí, claro.
LM: ¿Recuerda usted que haya ido La Migración al rancho a revisar?
LMC: No, muchas veces, muchas veces. “¿Tiene papeles?”. “Sí señor, mire”. “Ok, ¿tú, tienes papeles?, ¿tú tienes?”. Ahí revisaba unos diez, doce, okay, se va pa…
LM: ¿Habría algún ilegal por ahí trabajando en aquella época?
LMC: Sí había, cuando había unos hombres de confianza que los quería uno y que no habían podido arreglar por equis causa, ahí los introdujía uno y los entreveraba así. Ahí viene, vente pa acá y vente pa allá. O en el taller o algo así donde no llegara mucho La Migración.
LM: Claro, ¿ganaban igual o ganaban…?
LMC: Ganaban igual, sí, pero eran hombres de por algunas cosas, alguna causa no, no arreglaron su papel o…
LM: ¿Al patrón le preocupaba o no le…?
LMC: Sí, no, no le preocupaba, es decir, él quería que lo protegiera porque le servía.
LM: Sabía que eran buenos trabajadores.
LMC: Venían welders, como le digo, welders, carpinteros. El tenía su grupo de carpinteros.
LM: ¿Cuántos ilegales habría?
LMC: No, aquí no había muchos trabajando, no creo pero, no.
LM: Muy poquitos.
LMC: Muy poquitos, todo estaba legal.
LM: Qué bueno.
LMC: Cuando se acabó el programa, entonces sí, ¿verdá? Ahora, últimamente, que yo, antes del [19]80, todavía era mayordomo, venían de aquí cerca, puro conocido aquí luego luego, pues en Lomas Blancas, Sauzal, y todo, ya nos conocían y se quedaron.
LM: Lo que pasa es que aquí siempre se han conocido.
LMC: Todo el tiempo, ajá. Entonces, el de migración y yo, la llevábamos muy bien: “¿Qué está haciendo, Lorenzo?”. “Esperando a Pancho”. “Ok.”
LM: No había problema.
LMC: No, yo (silbando): “¿Qué pasó?, ¿por qué no venían?”. “Ahí taba La Migra”. “Ándale pues, ándale”.
LM: Pues es que necesitaba el campo, ¿veda?
LMC: Necesitaba el campo, ¿vedá? Nomás que no se salieran de su cuota, de su modo, ¿verdad?, de trabajar, ya no, eso.
LM: ¿Recuerda usted que les hayan… De los que le pagaban, les quitaban, pagaban impuestos ellos?
LMC: No, no pagaban impuestos, ellos se les pagaban…
LM: ¿No les descontaban nada?
LMC: No les descontaban, nomás la comida o préstamos, ¿verdad? “Señor, mire, tengo mi familia mala.”. “¿Cuánto quieres?” “Dame $10, $20 dólares, mañana”. Y luego, pasaban la cuenta a la tienda. “Aquí debes esto, y debes a… y $10 dólares del patrón”. “Sí, señor, ándele”.
LM: Cuando se les terminaban los contratos, ¿usted los llevaba a Río Vista?
LMC: A entregarlos, nomás, es decir, depende el tiempo, ¿verdad? Si ya no los necesitaban, vamos a suponer noviembre, que andan en la pepena que dicen. “Vamos a dejar unos veinte, o treinta nomás, cuarenta pa lo que se necesite.” Y todos los demás…
LM: ¿Había buenos trabajadores?
LMC: Muy buenos.
LM: Me imagino que el patrón les ofrecía trabajo para la próxima, temporada.
LMC: Sí, sí, sí. Y como eran conocidos ya, como quien dice, era: “Ojalá y venga, ojalá y venga este”. Como le digo, había un grupo de carpinteros que andaban arreglando los cuartos de los trabajadores, de los braceros, la ventana este y el otro. El del taller venía a arreglar las bombas de la centrífuga, las del agua, pa que no les faltara el agua. No había agua de línea como hoy, como hoy en la moderna, no. O si no, si, el rancho era chico, tenía su pompita [pump] de mano así, pero ya cuando había electricidad aquí, tenían una pompa pa todo el, toda la vecindad. Había welders, gueldeadores muy buenos, mecánicos y carpinteros y estos emplastadores, muy buenos también porque ya lo sabían.
LM: ¿Le tocó conocer algún bracero que se haya quedado a vivir aquí?
LMC: Sí, muchos, sí muchos, pero ya no están aquí como le digo, ya están más, sí, ya están en Arizona, por cierto que, un compadre mío, arregló pasaporte y se, no había arreglado, no podía, no hallaba, no hallaba ranchero, porque el ranchero lo pedía ¿verdad? Me dijo: “Compadre, pues métame ahí”. Quedó muy mal mi compadre, y hablé yo con el patrón y: “Ya, ya no necesito”. “Pero mire, esté necesita”. “Ándele pues”. Le dio su papel, luego fue y pasó y arregló el pasaporte. Trabajó unos días más, nomás aquí, y luego de repente: “Compadre, ya me voy”. “¿Pa dónde?”. “Pa Arizona”. “¿Cómo hombre?”. “Sí”. “¿Me vas a quedar mal aquí?”. “Pues dígale que ya y que usted no sabe nada”.
LM: ¿Por qué, se iban? ¿Había más trabajo allá?
LMC: Había más trabajo y pagaban más.
LM: Pagaban.
LMC: Pagan todavía más.
LM: Todavía más.
LMC: No, ya ahorita, bueno, póngale que aquí pague, $5 o $6 dólares la hora, que es el salario, allá son de $7, $8, o $10 dólares, depende pues en lo que ande.
LM: ¿Todavía ocuparan gente?
LMC: No, sí. En temporadas también.
LM: Temporadas.
LMC: En temporadas. Bueno, pues pasó ahí. Cambiando de tema, pasó mi suegro, ya cuando me casé yo con su hija, y aquí trabajó un tiempo, y me dijo: “Oye, yo quisiera meterme para allá”. Porque él también de joven anduvo por allá en California, Arizona, Colorado, quién sabe dónde. “Ay suegro, pero ya con pasaporte”. Entonces yo de hombre a hombre le dije a mi patrón, le dije: “Patrón, esto y esto otro pasa”. “Ta bueno”, dijo, “nomás, ta bueno”. Pos se fue mi suegro para Salinas, California, con aquella llevaba como media docena de muchachos, en aquellos campos allá, mire, hizo los centavos.
LM: Le fue bien.
LMC: Y compró casa y compró carro y todo.
LM: La gente se benefició de…
LMC: Se benefició.
LM: Del campo. ¿Qué hubiera pasado, si no hubiera habido ese Programa Bracero, que no hubiera venido la gente a ayudar al campo?
LMC: Pos fracasaba el valle, pos ahí, ¿quién trabajaba?, ¿quién? Ahora, por ejemplo, yo no hubiera piscado el algodón ni nada de eso, yo me iba a una fábrica, a un taller, un algo, ¿verdad?, y estos no, porque estaban impuestos a la agricultura, al campo, ¿verdad? No sabían de otra cosa. Estaban muy a gusto, muy contentos.
LM: Usted cree que, bueno, ¿en qué año se acabó la guerra?
LMC: Ahora verá, válgame Dios, se me hace que el [19]44.
LM: Y cuando se acabó el programa, ¿qué decían los rancheros, los dueños de los bancos?
LMC: No, no pues decían: “Vamos a, pues a seguir”. Entonces ya entró el pasaporte, ahí fue donde estuvo el problemita, ¿verdad?, porque ya con el pasaporte: “No pues yo me voy pa Phoenix”. Y ya, como dijo Piporro, mire, yo garre paper. (risas) Entonces ya, se iban, se van, ya no hay aquí.
LM: Y, ¿hace falta el bracero?
LMC: Cómo no, sí, sí hace falta, mucha falta.
LM: ¿Ustedes?
LMC: Bueno ahora no, no tanto, porque vamos a suponer, por ejemplo, en todos los terrenos de este señor, ya son colonias.
LM: Ha crecido la ciudad.
LMC: Ya, queda uno que otro rancherito con diez hectáreas, quince, diez, tres y ya.
LM: Quiero que me diga, ya para finalizar la entrevista, todavía vamos a platicar, ¿cuáles son sus impresiones del Programa Bracero?, ¿usted cree que fue bueno?
LMC: Fue muy bueno, porque se inició cuando se necesitaba, exactamente, todos decían lo mismo, si no fuera por esto, ¿qué hubiéramos hecho aquí?, ¿quién trabajaba las tierras?
LM: Exacto.
LMC: Bueno, por ejemplo, este rancho, ¿verdad?, oiga pues sí, éramos diez o doce, ¿quién iba a trabajar mil acres?, ¿pues cómo? No, no y pero, como le digo, llegaron a su tiempo, se la pensaron muy bien, estuvo muy bien el programa ese. A su mero tiempo, y siguió la pelota rodando, como luego dicen, hasta que ya, empezó a que: “Ay, y oiga y ya no quiero ser bracero, quiero mis papeles. Ándele, esto y el otro”. Ahí fue donde ya se fue por otro rumbo la cosa, ¿verdad? Porque como le digo: “Yo tengo un pasaporte, más bien me gusta aquí, me voy pa California, me voy para Arizona”.
LM: Exacto.
LMC: ¿Quién me va a detener?
LM: ¿Ellos no escogían a dónde quieran ir? Ellos nomás se les decían: “Vente pa acá”.
LMC: Vente pa acá, ¿de qué?, ¿con los braceros?
LM: Mm huh.
LMC: No, no escogían, pero ellos, no sí, él, el que dirigía el programa en Chihuahua les daba un pase, ¿verdad?, un distinto. Por ejemplo, el director de aquí, era camarada de mi patrón.
LM: Ah, okay.
LMC: Allá andaba entre la gente, órale, González, y González. Miraba los, según el tipo del pelado, ¿verdad?, rancherote y todo esto: “Ése es bueno”.
LM: Ese es.
LMC: Entonces ya venía: “Compadre, aquí está la lista, aquí está y la voy a meter a Río Vista, váyanse”.
LM: Y, ¿rendían más que el trabajador normal de aquí?
LMC: Sí, sí, porque el de aquí con el cuento de que por ejemplo, que al cabo si no aquí, yo allá y acá y el bracero no, pues yo no, si me corren de aquí y el otro no me quiere y, ¿qué voy a hacer y mi familia? Muchos pensaban eso.
LM: Claro.
LMC: Ahora, vamos a la diversión, como le digo, habían siete cantinas aquí, llenas el sábado en la noche. Aquí había tres luego luego en las esquinas, El Rebote cuatro, son y chance cinco, Las Piedras seis, Baby’s siete, aquí nomás.
LM: O sea que se beneficiaba el comercio.
LMC: Válgame, cómo no. Y las tienditas y entonces empezaron los, como dicen, los judíos, a venir a los ranchos: “Mira, qué bueno te queda, ándele ponlo, mire qué buena camisa, y mire qué… Y ahí andan en los ranchos vendiéndoles ropa, camisetas, camisas.
LM: ¿Fue bueno para la economía?
LMC: Muy bueno para la economía, porque había, ahora cuando vamos a suponer, el sábado en la noche los que se portaban bien: “Oiga, don Lorenzo, pues, vamos al cine, ¿nos lleva al cine?”. “Ándeles”. En la camioneta, ¿verdad?, ahí echaba doce, diez, o doce. “Vénganse, vamos al cine”.
LM: ¿Se acuerda del cine? ¿Qué tan grande estaba el cine?
LMC: No, pues todavía está, por ejemplo, El Bronco, no, ya El Bronco ya no está. No ve en caballo, una cabeza de caballo ahí era El Bronco, en Ascarate había otro, también eso mire, había cines así, porque había mucha gente.
LM: ¿Cuánto les cobraban en el cine?
LMC: No me acuerdo si $0.35, o $0.35 centavos. Pero yo tenía una comadre, un compadre que tenía un hijo que era gerente de los autocines, y tenía pase, cuando yo no: “Vámonos a la película”. “Ándele pues”.
LM: ¿A qué horas era la película?
LMC: ¿Eh?
LM: ¿A qué horas iban al cine?
LMC: Pues así, pues usted sabe, era autocine, tenía que ya estar oscurito.
LM: Claro.
LMC: Y pues hay depende de si era invierno, pues a las cinco y media, seis de la tarde, ya cuando cenaban. “Vamos, vamos.” Ahí están, nomás presentaba yo el pase y ándele.
LM: ¿Nunca habían visto cine ellos?
LMC: No. Muchos sí, muchos no. Y luego, al siguiente día: “¿No nos lleva otra vez al cine?”, o al tercer día, “pues ya la vimos, hombre”. “Pues llévenos a otro”. Nos íbamos a otro.
LM: Qué bueno.
LMC: A mí me gustaba, me convenía porque de regreso: “Vamos a llegar a echar un taquito don Lencho”. “Sí vamos”. “Y una cervecita”. “Sí”. Es más, al cabo que todavía no están en aquí” (risas) Eran, que mal habla este, bueno, llegaba yo aquí a la cantina, durante el día, en la tarde, durante la semana. Y le decía a Carlos, Carlos, Charlie, ay, no me acuerdo del nombre, el apellido, Carlos: “¿Qué pasó Charlie?”. “¿Qué pasó?”. “¿Una cervecita?”. “Órale, las que quiera mira ya estamos pagadas”.
LM: Ándele.
LMC: Sí, porque cada, póngale ahí: “¿Cuánto es?”. “Tanto”. Y él, cuando llegábamos los mayordomos: “Órale.”
LM: Les pichaban una que otra.
LMC: “Pero no”, que sí, “ya están pagadas, ayer vinieron los suyos, vinieron los de aquel”. Y luego en seguida estaba Simón y otra cantina también, donde quiera.
LM: Donde quiera se paseaban.
LMC: Sí.
LM: ¿Disfrutó usted el haber trabajado con los braceros en esa época?
LMC: Sí, trabajaba muy, por cierto que todavía me ven en los que ya… trabajaban muchos, ya no están aquí, muchos se quedaron al otro lado, ya no, ya no pueden trabajar y todavía de vez en cuando los hijos vienen y: “Oye, y ¿tu papá y todo?”. “No, pues ya está muy viejito”. “Y ya no se acá y pa allá”.
LM: Y la gente, el americano que vivía aquí, ¿cómo los trataba?
LMC: Bueno, digamos los, el que tenía interés en ellos los trataba bien.
LMC: Naturalmente el que no, pues…
LM: Sí había algunos que…
LMC: Pero si un americano o lo que fuese, pudiera… acá se me olvidó llevárselo a la secretaria.
LM: Ya vamos a acabar.
LMC: Sí, no, ella me lleva.
LM: Ah, okay.
LMC: Es que esa es la contabilidad de la iglesia y todo. Ahorita me regaña la secretaria. (risas)
LM: A ver, me decía de que…
LMC: Bueno, sí, es el que tenía interés en él, ¿verdad?, lo trataba bien.
LM: Claro.
LMC: Sí, todo. “¿Cómo está?”. “Ándele, mire cómo estoy y lo otro”. Sí señor, y a mí me querían mucho los de las tiendas porque yo se los llevaba, ¿verdad?
LM: Claro.
LMC: Ahí en Ascarate había un restaurante ahí. Y decían a media semana: “Don Lencho, llévenos al restaurante, porque tanto puro bote y puro de… “Vámonos”. “Seguro que sí, vénganse”. Y llegábamos: “Unas enchiladitas, señor”. “Sí, señor”. “Unas de este”. Me dicen: “y, ¿tú Lencho?, ¿qué?”. “Pos lo que sea”. Dice: “Una, al cabo”. “Ándele pues ahí”.
LM: ¿Qué comían ellos cuando estaban en el campo ahí?
LMC: ¿En el campo?
LM: Tenían cocinero o ellos…
LMC: Bueno, para allá voy mire, aquí este rancho, como era muy grande, tenían un comedor como, digamos de aquí a la pared. Mesas así, mire, bancas de maderas.
LM: Unos, seis metros.
LMC: Bueno, en metros son como, bueno digamos mire…
LM: ¿Cuántos pies?
LMC: Como sesenta pies.
LM: Sesenta pies.
LMC: Bueno, tenía cocineras el patrón, ándele, no había tortillas de la tienda entonces, ahí están día y noche las trabajadoras, mire, mire…
LM: Para darles de comer a los braceros.
LMC: Para darles, y en la mañana tres burritos, ahora son burritos, no son tacos, antes eran tacos, ahora son burritos, tres burritos, oiga, y les daban una bolsa.
LM: Les echaban su lonche.
LMC: Sí, sí, ándele. Uh, uh, así de almorzaban, ¿verdad? Café, atole o…
LM: ¿Les cobraban esa comida?
LMC: Sí, claro.
LM: ¿Cuánto les cobraban por la comida?
LMC: ¡Ay Dios! Pues yo creo que como $1 dólar diario. Entonces: “Hasta luego madre”. Le decían a la madre, la madre a las trabajadoras ahí, la jefa, doña Lupe Ortiz. “Ahí nos vemos, madre”. Y corriendo agarraban, corriendo, todo llevaban lo mismo todo corre, corre y corre. Agarre su bolsa porque ya está el camión del trabajo y listo afuera. “Vámonos, vámonos”.
LM: Empezaban temprano el día.
LMC: Sí, a las seis, seis y media. Es decir, a las seis y algo los levantaba uno pa a las siete estar ahí en labor, no, sí.
LM: Y, ¿hasta qué horas?
LMC: Hasta medio día. Ya se sentaban a comer, y a la una y todavía en la tarde, a las cinco, vámonos.
LM: Vámonos.
LMC: Y en tiempo de pisca, en el camión, es decir, el camión de carga, pues no camión de pasajeros, de carga del rancho, llegaba allá al comedor y subían aquellas tinones, aquellas tinacos de frijoles, de papa, de chile… Bueno, a la labor donde andaban piscando.
LM: O sea que ellos no extrañaban la comida.
LMC: No, no extrañaban. Llevaban ahí y luego el plomero, el que dirigía ahí, el que andaba cuidando que no dejaran pedazos de surco, que no hicieran cochinadas… Ya llegó el bato.
(entrevista interrumpida)
LM: Continuamos con la entrevista con el señor Lorenzo Maynes. Me decía, don Lorenzo, de que le decían que ya venía el batuque.
LMC: Llegaba el batuque, el batuque decían el señor, don Tomás, don Tomasito le decían. Pues llevaba el camión, ¿verdad?, y luego ya se subían las mujeres al camión, ¿verdad?, a servir. Les decía don Tomasito: “Pónganse pantalones”. Pos se subían al camión, ¿usted cree?, las mujeres. Bueno, y se arrimaba, ahí estaban los platos y tortillas, café, ya servido todo en la orilla de la plataforma del camión, ¿verdad? Llega uno ahí y se sentaba ahí a mi lado como podía, entonces, sí comía rápido, ¿verdad?, porque andaba por su bien, piscando para su propio bien, ¿verdad?
LM: Claro.
LMC: Entre más, más, pues era mejor. Y en tiempo de, como le decían aquí de raya, pues no, pues que al cabo qué, me están pagando, ¿verdad?, pero en la pisca no, ahí: “Ándale, pues ya me faltan tantas libras”. Libras, no kilos, libras. Y comían y comían y aventaban el plato en una tina con agua, ahí la aventaban, fíjese. Y a darle otra vez.
LM: Comían en un minuto, en un…
LMC: Sí, no pues sí, para hacer centavos. Ya: “Y que ya mero se acaba el asunto y quién falta y que ahí voy yo y que ahí que pa acá y que pa allá.” Bueno cosa curiosa, bonita y alegre. Había mucho movimiento. Y bueno, pues que ya no, no, ya no: “¿No le sobró?, madre, ¿no le sobró?”. “Sí, todavía”. “Pos deme otro, ándele”.
LM: Había, ha de haber habido algunos muy buenos pa comer.
LMC: Sí, sí había uno y otros no, otros cualquier cosita. “¿No le sobró madre?”. “Sí, ándele, aquí hay frijoles, hay papa, chile y así”. “Bueno, ándele pues madre, gracias”. Y se iban a trabajar, a piscar pues, a trabajar. Y luego, ya se venía el camión, el camionero venía y dejaba y bajaba todo y luego con mangueras ahí medio semi lavaban y todo, ¿verdad?, al cabo pues, ¿qué?, era comida nomás. Y otro día era la misma, pero en la mañana los de raya que no podían, es decir, que estaban en el campo, esos agarraban el lonche y salían corriendo y el lonche y el lonche.
LM: Don Lorenzo, a ver, ¿alguna vez usted tuvo algún problemilla con alguno que hubiera tenido que ser duro?
LMC: No, casi no. Todos, todos eran muy buenas gentes. Uno que otro lo reprendía uno poco por el, por equis, nomás que se portaba mal.
LM: Pero no por…
LMC: Pero no, por el trabajo ni uno con otro. “¡Oyes no!, yo no quiero problemas aquí en el cuarto”. Porque eran muchos, ¿verdad?, se armó una trifulca de esas, ¿usted se imagina? Naturalmente que había hombres grandes, serios, que no se metían con los jóvenes.
LM: Claro.
LMC: Y los jóvenes pues, no falta de: “Y órale que tú y que acá y no que tú por qué eres”. Bueno, pero no, cosa seria no, puros disgustos y todo.
LM: Dígame, don Lorenzo, usted, ¿qué siente de escuchar el término bracero?, ¿le trae recuerdos?
LMC: Me trae recuerdos, me trae recuerdos porque pasé la época y estuve involucrado en ellos, en eso. Por eso yo con toda confianza, yo digo lo que vi, lo que hice y cómo estuvo.
LM: Así es.
LMC: Naturalmente, ¿verdad?, que en otras partes había cosas ocultas de otras partes que yo no me doy cuenta, pero yo lo que estoy diciendo eso lo pasé y se lo puede decir cualquiera.
LM: Claro. Son positivos los…
LMC: Positivos. Mire, ya le digo, había unos muy buenas gentes, muy buenos hombres y otros, pues unos con otros ahí pero a mí nunca me trataron mal. No, tampoco no me decían: “Don esto”. Y no, los señores grandes sí. “Oiga, don Lorenzo, mire que esto y que el otro”. Y los jóvenes no: “Quihubo Lencho, quihubo Fer, órale”. Y así.
LM: ¿Le gustaría a usted que volviera ese Programa de Bracero?
LMC: Sí, sí porque, más no sé en qué forma o para qué, ¿verdad?, porque ya no hay dónde se ocupe toda esa gente, todo está controlado por medio de maquinaria de más, la industria, mucha industria. Porque ellos venían a la agricultura, muchos también venían a las industrias. Por ejemplo, en los despepitadores, los que tanteaban uno que: “Oye ven”. Sabían, no sabían de agricultura pero sabían de maquinaria y de esto y de lo otro. Había muy buenos tractoristas, troqueros, como le digo, había welders, había mecánicos, todo eso, muy inteligentes.
LM: Muy bien.
LMC: Y había unos que sabían mucho, sabían hablar, sabían escribir, dibujar, todo.
LM: ¿El patrón americano extrañó después a los braceros?
LMC: Sí los extrañó, porque al nativo de aquí, al que es mayormente si ya fue veterano y todo, este sabe sus derechos y todo, ya no le podía decir nada, ¿verdad? El bracero no lo trataba mal, yo, en mi conciencia y en lo que yo vi nunca se trató mal un bracero en este rancho. En otras partes sí los echaban palabras pesaditas en inglés, ¿verdad?
LM: Y ese trabajo que ellos hacían, normalmente no lo hacían los nacidos aquí, ¿verdad?
LMC: Casi no, no, no ellos le tiraban, como le digo, a la industria, a otras partes más limpias, más… El que trabajaba en las labores aquí era porque era hijo del dueño de aquellas parcelitas y ahí le andaba y andaba. Pero ya nomás, como luego dicen, que se ponían más abusadito y todo, vámonos a trabajar a Fort Bliss, a otras partes. Yo también tuve inspiración de ir a otras partes, pero como me fue muy bien aquí, digamos, no monetariamente, pero me trataron bien, mi salud, gracias a Dios, mis hijos los eduqué lo mejor que pude, con la ayuda de mi patrón, porque él mayormente, como por ejemplo, en el verano el más grandecito me decía el patrón: “Póngalo a trabajar”.
LM: ¿Cómo se llamaba su patrón?
LMC: Rafael González.
LM: Rafael González.
LMC: “Póngalo a trabajar, ándele, pa que, pa que gane pa las novias”. Ya lo ponía yo a hacer cualquier cosilla ahí, ándale, nomás si vas a venir, el viejo, él me decía: “¿Anda trabajando Junior?”. “Sí, anda trabajando”. “Sí, que trabaje, que trabaje”.
LM: Don Lorenzo, ¿algo más que nos quiera comentar?
LMC: Bueno, depende como de qué quiera saber, de qué.
LM: Agregar, ya para finalizar la entrevista.
LMC: Pues de todo le diré yo. Como por ejemplo, el patrón fue muy astuto y muy inteligente a pesar de que no sabía expresarse bien en su inglés, pero fue director del banco de Southwest, fueron los fundadores él y un doctor Villarreal y otros etcétera, etcétera, fundaron el Southwest National Bank. Él era del Club de Leones, él era, bueno, iba yo a las bodegas de herramientas, me miraba: “¿En qué le puedo ayudar?”. “Quiero cien azadones”. “¿Cien azadones?”. “Sí”. “¿Para quién?”. Y así se iba el dependiente, se iba allá con el gerente, ¿verdad? “Quiero cobijas”.
LM: Había comercio, había todo.
LMC: “Quiero treinta, cuarenta estufas, de dos quemadorcitos así.” ¡Hijo!, “quiero colchones”. Una vez, había un hombre aquí que era don Juliano Ordaz, mire, él sabía de cuentas, él le hacía una cuenta en el aire, así de volada. Él era el tomador de tiempos, por no decir más, pero así como usted está escribiendo, él estaba así, él tomaba el tiempo, él entregaba el reporte, a veces me decía: “Oiga, Lencho, ¿dónde anda fulano?, que no lo encuentro”. “Pues ya lo cambié para allá”. “Va a salir a tales horas”. Él era muy inteligente, este hombre, don Julián.
LM: ¿Para qué les tomaban el tiempo?
LMC: Pa las horas que trabajaban, pa hacerles su cheque.
LM: Okay.
LMC: En tiempo de piscar, él tenía su tripié y estaba pesando y pagando, tenía uno que estaba pesando y él tenía en la caja el dinero aquí. Vamos a suponer: “Cincuenta libras, cincuenta libras. Toma”. Cada pesada, cada pesada.
LM: Ahí, en ese momento.
LMC: Ahí, en ese momento, nada más. Que treinta, cien, bueno, equis. Entonces iba yo al banco, le traía el dinero en cambio, ¿verdad?, feria, cambio, dimes, nickles, pennies, dólar, cincos también.
LM: Claro.
LMC: Y en la mañana le daban: “Tenga aquí van $2, $300, $500 dólares, don Julián”. Sí, señor, su caja metálica. Y en la tarde rendía cuentas él, mire, tanto así, tantas libras, mire, aquí están y tanto se pagó y tanto. Pero ve, ya ve que él todavía como se reparte, pero no robaba al rancho, robaba al trabajador, él según dicen. Y como se ve el señor, muchos señores no sabían treinta o sesenta. “Cuarenta”. Sí señor.” “Tenga.” Y aquello del cuarenta al cincuenta, ¿verdad?, él sabía al fin del día. Lo malo es que nunca lo logró él, porque el sábado y domingo se iba, se iba, se gastaba el dinero con este y pa acá y…
LM: Tomaba.
LMC: Su dicho de él era, el dinero no es Dios, pero sí hace milagros, decía el señor. El era muy, muy astuto, muy diablo este señor, don Julián.
LM: Mire.
LMC: Muy diablo, muy bueno para la cuenta, para todo. Ora para medir terrenos, porque entonces, el ranchero no podía sembrar si tenía cien acres, podía sembrar nomás setenta.
LM: ¿No lo sembraban todos?, ¿no le permitían?
LMC: No le permitían. Podía sembrar otra cosa pero no algodón, después de la guerra.
LM: ¿Por qué?
LMC: Pos había mucho, no hallaban qué hacer, había mucho, estaba abastecido todo, entonces, el Gobierno estaba ojo de chícharo que no sembraran de más. Venía un representante rancho por rancho con un medidor de lote de terrenos, ¿verdad? “Y ta bien, tiene tantos acres”. “Sí, tantos”. “Muy bien”. Entonces, don Julián, le compró el patrón un medidor también. Entonces medía los terrenos y le decía: “Señor González”, vamos a suponer, le tiene sembrado mil acres y no tiene derecho más de novecientos. Pero yo me iba a arreglo, venía el del Gobierno y por no andar caminando y todo se iba directamente con don Julián y don Julián ya les tenía todo preparado: “¿Cómo está, don Juliancito?”. “¿cuántos tiene?”. “Pues tanto”. “Ta bien”.
LM: Y asunto arreglado.
LMC: Sí, onde quiera hay cosas así.
LM: Donde quiera se tuestan habas.
LMC: Donde quiera hay.
LM: Don Lorenzo, pues quiero agradecerle estos momentos que nos ha platicado, por habernos compartido sus experiencias, su historia.
LMC: Es como le digo, yo estuve muy contento con esta gente, por cierto, me sirvió mucho a mí porque muchos me invitaban a sus pueblos natales, o nos íbamos de aquí y viera unas gentes tan finas, tan buenas allá, cuando llegábamos. Por ejemplo, un joven llegaba a su casa con su mamá, sus papás: “Mire mamá, este señor es el patrón, mi mayordomo”, le decían. Válgame Dios, frijolitos, papitas y todo y: “¿Usted es el patrón de mi hijo?”. “Sí señor”. “Válgame, me escribe y me dice que, ¿usted es don Lorenzo?”. “Sí, señora”. Bueno, pues ya estábamos ahí y la abrazaba y esto y lo otro, y luego me decían: “Vamos a pueblo”. Sí era de rancho, me decía: “Vamos al pueblo”. “Vamos”. Como en Torreón, en Gómez, en Chihuahua, en Delicias, sí, no, yo Delicias lo conocí en ese tiempo, pues usted sabe.
LM: Claro.
LMC: Hay una parte allá donde iba uno, ¿verdad?, y se, pues ahí había de todas medidas, (risas) Entonces, después iba yo, ya cuando acabó la bracereada, entonces, en las vacaciones me iba yo, ya fuera con mis amigos o con mi familia. Llegábamos a Delicias, no pues qué bárbaro, les renté yo las baras, al bareño, Jamaica.
LM: ¿Era conocido y apreciado?
LMC: En Torreón había un rancho muy grande ahí donde trabajaba el papá de un muchacho, era de un ingeniero. Entonces esa vez, se llamaba Jesús el muchacho y llegamos y el mayordomo éra don, bueno, equis… “Ay, que bueno que vino don Chuy”, “¿Qué paso don…? “Pues el motor.” Ya tenían motor ellos y noria para regar, eléctrico, un motorzón, un switch de este tamaño así, pues sí. “El motor no quiere, don Chuy”, y el muchacho, pues era inteligente, “vamos a ver, a pues es el fusible”. Mire, un fusible de este tamaño de, de esta mazorca de maíz. “Es el fusible don Chuy, don… don Tiburcio creo que se llamaba ahí fue el ingeniero y nos, tráiganos, pues iba y venía. “Mire, aquí está”. Un fusible grandote así, lo ponía y…
LM: Y ya.
LMC: Y le decía el señor: “Mucho cuidado, don Chuy, no se vaya a fumigar”. (risas) Entonces ya, le jalaba aquel y estaba: “Mire, ahí ta”. “Ándele, qué bueno”. Y el señor este tenía un puestecito ahí en la carretera, ¿no lo estoy deteniendo?
LM: No, no, no.
LMC: Tenía un puestecito ahí onde vendía cigarros y dulces cerca de la carretera como a, pues más o menos así y luego fuimos con la señora ahí una vez. Entonces le dijo: “¿Dónde está don Zacarías?”. Quién sabe cómo se llamaba. “Pues se fue a Gómez”. Estaba cerca de Gómez Palacio. “Se fue a Gómez”. “¿Sí?”. “Sí, pues fue a traer chilis verdes, y unos tomates”. Y aquel me platicaba de esas gentes aquí entre vacilón, y cuando íbamos decía: “Ora verá, vas a conocer a el que te platiqué”. “Pos de fue a Gomez y los chilis verde y los tomatis, ah qué don Chu, ándele”. Y me miraba aquél y no aguantábamos la.
LM: Qué bueno que hizo usted amistad y que disfrutó la experiencia.
LMC: Mire, y aquí cuando estaba yo joven me iba pal otro lado, había jóvenes ahí, que venían de Colegio de Salayce(??), venían de la agricultura de Juárez, preparados los jóvenes, ya no vieron, ¿verdad?, y andábamos juntos, me gustaba el modo de hablar porque aquí habla uno muy curioso, las gentes muy diferente. Entonces, me gustaba yo andar con ellos, pues como se dice, este no, cómo se dice, no digas así, no digas acá y, no digas ansina. (risas) Una vez, válgames. Estábamos ahí en la esquina echándole poco alcohol. Cuando venía el comandante y dije: “Órale, ahí viene la polecía”. “Va, que la policía no es polecía, tarugo, es policía”. “Pues eso”. (risas) Y así de, entonces con los braceros yo agarré muchas, muchas chanzas, muy a gusto porque venían unos, como le digo, muy preparados. Esos no sabían de agricultura, pero cómo me gustaba a mí del modo que eran y todo y muy preparados.
LM: Aprendía usted algo siempre.
LMC: Aprendía, sí, aprendía algo y: “Vente pa acá, mira, hasta pa acá…
LM: Muy bien.
LMC: No era muy a que acá no, no. Muy bien.
LM: Qué bueno.
LMC: Muy preparados.
LM: Don Lorenzo, pues muchas gracias.
LMC: Ándele, el gusto es mío y ya sabe, aquí estamos.
LM: Le agradecemos mucho…
LMC: Para servirle.
LM: Todos estos momentos que nos compartió.
LMC: Muy bien.
LM: Con esto vamos a dar por terminada la entrevista.
LMC: Ándele pues.
LM: ¿Sí?
LMC: Pues hasta luego, eh.
LM: Gracias.
LMC: Y como dice el americano: “Vaya con Dios”.
LM: Igualmente, gracias.
Fin de la entrevista
Interviewer
Martinez, Laureano
Interviewee
Lorenzo Maynes, Lorenzo
Location
San Elizario, Texas
File Name Identifier
Maynes_ELP032
Citation
Martinez, Laureano and Maynes, Lorenzo, “Lorenzo Maynes Castillo,” Bracero History Archive, accessed November 16, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/70.