Esteban Saldaña

Title

Esteban Saldaña

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Esteban Saldaña was born on December 25, 1929, in San Luis Potosí, San Luis Potosí, México; as a child, he often helped his father work on their ranch and care for the animals; he never received any formal schooling; when he was twenty-one years old, he stopped working for his father and began the hiring process for the bracero program; he worked on and off as a bracero from 1949 to 1954.


Summary of Interview: Mr. Saldaña spent his childhood and adolescence helping his father work the land and care for the animals they owned; he married when he was only seventeen years old, and he had children shortly thereafter; when he was twenty-one years old, he stopped working for his father in order to become a bracero and make more money to support his family; he had heard of the bracero program through media and news advertisements; for this first contract, he went to Chihuahua, Chihuahua, México, which in turn took him to work in Lovington, New Mexico, for three months; he later went through contracting centers in Durango and Monterrey México to find work; from 1949 to 1952, he worked as a bracero; he recalls that their meals consisted of a sandwich and an apple each day, for which they had to pay $12.00 per week; in 1953, he worked illegally in the United States, and a year later, in 1954, he was again able to work legally as a bracero; he comments that there were no differences in salary or duties while he worked illegally; that same year, while working in Arkansas, he organized a strike for workers to get paid 10¢ more per pound of cotton that they picked.

Creator

Parra-Mantilla, Myrna
Saldaña, Esteban

Date

2003-02-14

Subject

bracero

Contributor

Cristóbal Borges

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Esteban Saldaña

creator (Spanish)

Parra-Mantilla, Myrna

contributor (Spanish)

Cristóbal A. Borges

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

1:05:00

Bit Rate/Frequency

24 k
96 bit

Transcription

Nombre del entrevistado: Esteban Saldaña
Fecha de la entrevista: 14 de febrero de 2003
Nombre de le entrevista: Myrna Parra Mantilla

El día de hoy es febrero 14 de 2003 en la ciudad de Sunland Park, Nuevo México, entrevistando al señor Esteban Saldaña, por el Departamento de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso, Myrna Parra Mantilla.

MP: Buenas tardes señor Saldaña, gracias por aceptar esta entrevista y por querer compartir con nosotros todas sus experiencias. Antes de empezar la entrevista quisiera que me platicara un poco de su familia, de sus papás, ¿a qué se dedicaban sus papás, sus hermanos? Si tuvo usted estudios, ¿a qué edad empezó a trabajar?

ES: Yo nací en San Luís Potosí, en el estado de San Luís Potosí. Mi padre era una persona que fue ranchero, tenía vacas y tenía cabras. Y ése fue uno de los motivos por cuales yo no tuve estudio, porque desde muy niño me dedicó mi padre a cuidar los animales, desde niño. Y eso fue uno de los motivos porque no tuve yo escuela, porque él no se preocupó. Y trabajé con mi padre siempre con los animales en el rancho. Y luego de allí, de ahí nos venimos a Monterrey. Vendió papá el ganado, todo vendió por la sequía que ya las, los años estaban muy malos y se vino a Monterrey y seguimos igual con los animales, porque compró vacas mi papá en Monterrey. Y seguí yo igual ayudándole con los animales, a regar unas parcelas que él tenía, hasta como de la edad de… Ahí ya tenía como unos veintiún años, cuando yo ya dejé a mi padre y me dediqué a mis hijos porque todo ese tiempo que yo trabajé con él, casi yo no recibía sueldo, nomás nos mantenía a ella y a mí, y a mis dos hijos que estaban chiquitos. Pero él, mi padre, yo no estoy en contra de mi padre, nunca voy a estarlo, pero yo no recibía sueldo que yo debía de recibir un sueldo de papá por mi familia, pero como no había quien le ayudara, mis hermanos estaban chiquillos, ya cuando crecieron entonces le dije: “No, yo ya me voy porque tengo que trabajar”. Y comencé a trabajar y ahí fue donde me comencé a venir de bracero. La primera vez que entré de bracero me contraté en Chihuahua, pasé por El Paso, Texas, y me contraté por tres meses a Lovington, Nuevo México. De ahí regresé a Monterrey nuevamente y trabajé otra vez en la construcción, en la obra, ahí trabajé, era en lo que yo trabajaba. Y en las mañanas en ratos le ayudaba a mi papá porque vivía yo en parejo de la casa de él. Y los contratos eran chicos de tres meses, porque, no sé por qué nomás los daban de noventa días. Antes de ese tiempo que fue en los contratos eran las contrataciones de la Segunda Guerra, que fue en el [19]42, cuarenta y algo, ahí sí los hacían hasta de dos años los contratos, porque no había gente para trabajar. Y esos contratos, pero yo estaba muy niño, no podía. Yo comencé como le digo, yo comencé a entrar de bracero hasta el [19]49.

MP: ¿Fue la primera vez que empezó como bracero?

ES: La primera vez que entré como bracero.

MP: ¿En qué año nació, disculpe?

ES: El 12, 25, de [19]29.

MP: Ah, okay, entonces usted trabajó, pues como quien dice fue negocio familiar, ¿no? En el rancho de su papá.

ES: Era negocio de mi papá, sí.

MP: Y luego ya de San Luís Potosí, ¿se fueron a Monterrey?

ES: A Monterrey.

MP: Y ahí fue donde se casó.

ES: No, ya venía yo casado. Yo me casé allá en San Luis. Yo me casé de diecisiete años.

MP: Muy chiquito.

ES: Muy chiquito y aquí estoy todavía con mi compañera. Cumplimos cincuenta y seis años el día 3 de noviembre, de compañeros.

MP: Qué bonito.

ES: Sí.

MP: Y entonces fue muy difícil, ¿no?, para usted porque me dice que se vino de bracero pero ya cuando usted tenía su familia.

ES: Ya.

MP: Fue muy difícil para usted dejar a su familia allá.

ES: Era muy difícil, ella hacía tortillas para vender, mientras yo le mandaba dinero. Ella fue una mujer muy luchona, muy luchista, siempre trabajaba para darles de comer a mis hijos y ayudarme, siempre. Ya cuando yo le mandaba dinero, pos ya, ya cambiaban las cosas.

MP: Ahorita retomamos otra vez ese tema porque es un tema muy interesante como la familia se quedó en México.

ES: Sí.

MP: Usted, ¿cómo se vino aquí? Porque fue una relación muy difícil.

ES: Muy difícil.

MP: Entonces para retomar un poco y seguir el proceso, cuénteme, ¿cómo se dio cuenta usted del Programa Bracero?

ES: Se oía mucho siempre cuando iba a ver contrataciones, se publicaba en las noticias. “Va a haber contrataciones en tal parte, en Chihuahua o en Durango”. O: “Van a ser las contrataciones aquí en Monterrey”. La mayor parte eran en Monterrey.

MP: ¿En Monterrey?

ES: En Monterrey, sí, la mayor parte de las contrataciones, con excepción dos veces, una de las veces fue en Durango. Me contraté en Durango sería como no, no sé en cuántas, pero la primera vez fue en Chihuahua. Que fue la primera vez que pasé yo a Lovington y después fueron en Monterrey. Y ya después entre ese tiempo, entre esos años fueron en Durango, y la dejaba yo a ella con los niños, la dejaba sin dejarle ni un centavo, nada. Y me venía yo y había veces que duraba uno hasta más de un mes para contratarse.

MP: Y, ¿qué lo motivó venirse para acá?

ES: ¿A vivir?

MP: A trabajar como bracero.

ES: Por el dinero, porque rendían más los centavos aquí, desde un principio y toda la vida ha sido eso. Y juntaba poquito dinero y pos la pasábamos mejor, pero regresaba otra vez a trabajar en la construcción.

MP: Usted cuando decidió irse de bracero, se tuvo que ir a Chihuahua.

ES: A Chihuahua.
MP: Y, ¿usted tuvo que pagar todos sus gastos?

ES: Desde que salí de la casa, todos mis gastos.

MP: Y ya cuando llegó a Chihuahua, ¿cómo le hizo para llegar al centro de contratación?

ES: Ahí cualquier persona que preguntaba le informaban donde estaba. Y de ahí, ahí nos quedábamos nosotros en la estación del ferrocarril o allá afuera, pos no traíamos para comer, menos para pagar un hotel.

MP: Y traían algo de pertenencias, o sea, una cobijita por aquello de…

ES: Pos nada más una cobija y una muda de ropa, era todo lo que cargábamos.

MP: Y luego ya estando ahí en Chihuahua, ¿cuál fue el proceso? Ustedes llegaban, ¿cuánto tiempo se esperaban hasta que les tocaba su turno?

ES: Sí, agarrábamos línea, y había veces que no llegábamos en todo el día y otro día agarrar la línea. No había un orden de que agarrara un número y iba a esperar el número. En la única parte en donde fue el número, ese número fue en Durango.

MP: En Durango.

ES: En Durango sí, pero había mucha, mucha, ¿cómo le dijera?, traficación, trafique con los números porque los vendían y los vendían a los mismos braceros, ahí se fregaban unos con otros.

MP: O sea que el que iba nuevo, era más difícil que le dieran la contratación.

ES: Más difícil sí, sí el que iba llegando.

MP: Y usted no tuvo que pagar algún dinero que le dieran.

ES: No, no, no, yo no tuve que pagar, agarré número. En Durango que fue en donde agarramos número, agarré mi número y lo esperé y duré como tres días.

MP: Y, ¿ahí en Chihuahua?

ES: No, ahí entramos nomás a la línea, a la brava a ver quién daba chanza.

MP: ¿Como cuántas personas más o menos usted calcula que había ahí?

ES: Qué había ahí, yo le calculo que había alrededor de unas mil quinientas personas.

MP: Bastantes.

ES: Bastantes, eran unas líneas tremendas. Y: “No se salga de la línea”. Porque perdía el lugar.

MP: Y, ¿cómo le hacían para comer?

ES: Pos pedíamos, cuando ya no traíamos dinero, pedíamos.

MP: ¿En qué año fue esto? En el [19]49 decía.

ES: El [19]49.

MP: Por parte de algún gobierno, ya sea mexicano o americano, bueno más bien mexicano porque estaban todavía de este lado. ¿No tenían algún servicio de que les dieran un panecito cuando menos?
ES: Absolutamente de nada. Ahí nada, ahí el que tenía la teta comía y el que no, ese no, (risas) ese no, sí. Y en ninguna parte hay gente tan hospitalaria como en Durango. En Durango, una gente muy, personas muy finas, en las casas había letreros: “Se solicitan dos braceros”. Las posibilidades de la familia. “Se solicitan cuatro”. Y ahí iba uno. “¿Qué hay?”. Aquí, y ahí lo trataban.

MP: O sea que en las casa particulares.

ES: Particulares.

MP: Y luego de ahí, ¿ellos les arreglaban a los papeles para venirse?

ES: No, no, nada más comida.

MP: Ah, okay.

ES: Y eso no tres comidas, no, no, nomás a medio día.

MP: Pero ya lo que cayera al estómago era bueno.

ES: No, no, pos ya, si con una comida era bastante, sí.

MP: Y luego ahí en Chihuahua, ¿usted qué papeles tuvo que presentar?

ES: Yo traía mi acta de nacimiento y una carta de policía.

MP: ¿Usted fue policía?

ES: No, no, de la policía de Monterrey.

MP: Ah, como de no antecedentes penales.
ES: Sí, exacto sí.

MP: Y luego ahí ya le recogieron toda su documentación por el lado mexicano me imagino, ¿no?

ES: Ahí me la revisaron, ya cuando uno entraba ahí mismo le recogían y ahí lo iban llamando, lo iban llamando hasta que salía. Ya salía, le daban su documentación y su contrato.

MP: Okay, ese fue el primer paso, ¿no?

ES: El primer paso.

MP: Y después de ahí qué seguía, ¿algún examen médico?

ES: De ahí nos traían para acá, ahí no había examen, no había nada, nomás le revisaban las manos a ver si eran de ranchero. A muchos los rechazaban porque tenían las manos demasiado delgaditas, es muy conocido la persona que trabaja y la que no. Y los regresaban, no, no. Y luego de ahí nos traían y cuando pasábamos de este lado, la parte más difícil es que nos encueraban de a tiro y nos fumigaban con polvo.

MP: ¿Aquí ya en El Paso?

ES: Sí, aquí en El Paso, para matar el piojo. Nos fumigaban, todo nos fumigaban.

MP: Y, ¿les hacían exámenes médicos? Les ponían vacunas

ES: Sí, sí nos ponían, no vacuna no, pero nos examinaba el doctor y ya para salir ahí estaba el polvo, una buena fumigada.

MP: Qué feo, y, ¿cómo los transportaban de Chihuahua para El Paso?

ES: En trocas y aquí también en trocas de redilas.

MP: Y, ¿eran todos los que cupieran en la troca o determinado número?

ES: No, no, los que cupieran parados, ahí, veníamos como cigarrillos.

MP: Y, ¿cuánto tiempo hacían?

ES: Pos de aquí a Lovington como unas cinco horas, más o menos.
MP: Y, ¿de Chihuahua para acá?
ES: De Chihuahua como, también como unas cuatro y media, por ahí.

MP: Y, ¿todo ese tiempo parados?

ES: Parados, parados.

MP: Y luego acá ya en el lado americano, ¿les pedieron algunos papeles?

ES: No, ya traíamos todo. Desde en el puente ya pasábamos ahí de a llegar uno en la fila. “Ahí vienen”, les decían los nacionales, “ahí vienen los nacionales”.Y cada quien hasta agarró su contrato, ahí venía todo su información.

MP: Y usted, ¿no se llegó a dar cuenta si había alguna persona, algún representante por el Gobierno Mexicano acá en El Paso?

ES: Aquí no sabíamos, no.

MP: ¿Un cónsul?

ES: No.

MP: O por ejemplo, un representante de gobierno americano.

ES: Y nunca nos dijeron nada que había cónsul. Nadie nos dijo: “Ustedes tienen derechos aquí porque van hasta allá, se les ofrece algo, hablen a tal parte, no”. ¡Nadie, nadie!, no.

MP: O sea que sus derechos, porque yo tengo entendido de que les habían dado una especie como de panfleto algo así como éste, un folletito.

ES: ¿Para los derechos?

MP: Sí, donde decía que usted tiene derecho aquí, aquí y acá.

ES: No, le mintieron el que le dijo, le mintió.

MP: No tenían nada de eso.

ES: ¡Nada!, nada de eso no, no nada ni un panfleto, ¡no nada!, absolutamente nada, y ni sabíamos nosotros que teníamos derechos. A nosotros lo que nos interesaba era trabajar.

MP: Entonces venían, pero en realidad no sabían a qué venían.

ES: No, sí sabíamos, veníamos a la pisca de algodón.

MP: ¿Desde allá les decían?

ES: Desde allá nos decían, a la pisca de algodón ya sabíamos. A los otros que los llevaban, por ejemplo a Montana, los llevaban al betabel, los llevaban a otras cosas, pero yo para allá no fui, yo como le digo nada más al algodón y al chícharo en Wisconsin.

MP: Y no fue porque no quiso o, ¿porque no se dio la oportunidad?

ES: Al betabel, para el interior no, ahí iba la compañía, si usted es la dueña de la compañía, si me tocaba a mí con usted y usted era de Washington decían, dice: “No, yo necesito cien”. Y entre ese bonche de cien me tocaba usted que era de allá, pos me tocaba para allá, al que le iba tocando.

MP: Y ustedes no tenían… Pero entonces no tenían cómo ustedes escoger.

ES: No ya. Si ya lo que queríamos era entrar, no nos poníamos los moños, ahí estuviéramos todavía. No, no había esa oportunidad de escoger no, y de alegar menos.

MP: La fumigada, ¿fue aquí en el…?

ES: Aquí de este lado.

MP: En el Santa Fe, ¿verdad?, ahí por donde esta el puente Sanat Fe.

ES: No era, ¿en dónde sería? Era por allá por…

MP: ¿En Río Vista?

ES: Como por el lado del aeropuerto, era una, que eran como bodegas grandes, unos jacalones grandes.

MP: Porque en un principio fue Fort Bliss, ahí fue por ahí la primera contratación.
ES: Pos yo creo que por ahí fue, por ahí fue, ha de haber sido.
MP: Y luego después de Fort Bliss abrieron Río Vista y entonces ahí fue el principal.

ES: Sí, a mí se me hace que fue en Fort Bliss porque era un galerón, un jacalón grande. Cuando nos llegaba a tocarnos, ahí nos quedábamos en el piso.

MP: Y le digo de Santa Fe porque tengo entendido también de que ahí llegaban y luego era como un subterráneo.

ES: No, no, no.

MP: Así de pura, pura madera también ahí los…

ES: A mí no me tocó en el subterráneo, no. Yo creo fue después, fue o antes del [19]49.

MP: Y, ¿cuánto tiempo se tuvo que esperar aquí en… Vamos a decir en Fort Bliss, para que se lo llevaran?

ES: No, durábamos ahí nada más una noche. Ahí había veces cuando llegábamos a pasar temprano pasaba, ahí mismo nos hacían todo, nos daban comida y salíamos en la tarde. Pero bueno, casi nada más una noche era la que permanecíamos ahí.

MP: Y entonces usted me dice que la primera vez fue en Lovington, ¿verdad?

ES: En Lovington.

MP: Para lo del algodón.

ES: Sí.

MP: Y luego, bueno, pero usted tenía, me dice su principal motivo era venir acá para pues tener mayor ingreso, ¿verdad? Económicamente.

ES: Sí.

MP: Pero con todo esto que pasó desde llegar a Chihuahua y que no tenía ni quien le ofreciera un taco.

ES: No, ahí no.

MP: Y luego venir acá y con las revisiones y la fumigada, ¿todavía usted seguía con la idea de venir?

ES: Sí, no, no, nunca me arrepentí. Al contrario, si volvía a contratarme, volvíamos a venir. No, no, ahí a nadie le entraba arrepentimiento, a nadie. Porque pos había veces que le iba a uno un poquito bien y a veces mal.

MP: Digo, porque ha de ser muy difícil para uno ser sometido así a revisiones tan drásticas así de…

ES: Sí.

MP: Que lo empolven a uno.

ES: No, pero nosotros estábamos dispuestos, ni que nos dara otra empolveada, aquí estamos otra vez. No, para nosotros ese no era problema, el problema era para contratarnos allá. Ese era el problema porque no traíamos dinero, no traíamos nada, y ese era el problema, no, para acá aguantábamos lo que nos hicieran.

MP: O sea que una vez que le daban ahí el contrato ya lo demás era pan comido.
ES: Ya, ya pan comido, porque ya de ahí para allá ya le comienzan a uno a dar aunque sea lonches. Pero ya, ya come, después del contrato. Le decían: “Está el contrato, mañana te presentas aquí a tales horas”. Y ya de esa hora que nos presentábamos, ya ahí corría de cuenta de ellos, de los patrones.

MP: Y ahora cuénteme acerca de sus vivencias ahí en Lovington cuando llegó, ¿fue lo que se imaginó que iba a hacer?, ¿se decepcionó un poco? El trabajo, ¿cómo era?

ES: No, no para nosotros, para mí no me decepcionaba porque yo desde niño estaba impuesto a trabajar. Y criado en el rancho yo no, yo no estaba, yo que estaba impuesto a hacer mi comida desde niño, mi lonche, y no, ahorita ya no porque ella me lo hacía. (risas) Pero, yo mi lonche todo el tiempo. Así que cuando caímos a Lovington, nos metieron a una barraca grande, a un jacalón grande, con semillas de algodón. Ese era el colchón y ahí cada quien se acostaba, le daban una cobija y nos daban, ahí era el dormitorio, tenían un jacalón grande y estaba bastante… De una orilla a otra, semillas de algodón, ahí era donde dormíamos.

MP: Y entonces, ¿en qué temporada del año le tocó más o menos?, ¿hacía mucho calor, mucho frío?

ES: Hacía todavía calor, todavía hacía calor. Pero ya después hacía frío, porque a nosotros nos tocó, cuando me contraté en Chihuahua, me contraté yo pienso, si no estoy muy equivocado, fue en agosto, a fines de agosto. Así es que nos tocó todavía el tiempo bueno, septiembre y octubre y se nos cumplió el contrato en noviembre. Pero no, en noviembre ya comenzaba a hacer frío, máximo que en esos años hacía ya en noviembre, hacía mucho frío, y nos alcanzó parte de calor y parte de frío.

MP: Y, ¿cómo soportaban eso? Bueno, me refiero a que les daban cobijas para el frío, cuando estaban así en la labor tenían sus estaciones así como que con botes de agua.
ES: Era un bote, un solo bote de agua con hielo y de ahí todos tomábamos del agua esa. Sí, y cada quien hacíamos nuestro lonche, nos daban una estufa de gas, no de gas de éste, de petróleo, para cinco, para cada cinco personas. Y ahí hacíamos nosotros nuestro lonche y echábamos nuestro lonche para el field, y ya en la tarde veníamos a hacer cena.

MP: ¿Cuántas horas trabajaban al día?

ES: Un promedio de ocho a diez horas, pero casi por lo regular eran diez horas las que trabajamos.

MP: Y el salario, ¿cómo estaba?

ES: Lo que hiciéramos, porque pagaban lo que hiciera. Pagaban por libra, yo era bien maleta para piscar.

MP: ¿Sí?

ES: Malo, era malo para piscar y no sacaba mucho. Pero sacaba de todas maneras, yo era el último que soltaba, el último que dejaba de trabajar.

MP: Es que es muy difícil, ¿no? Con el algodón, porque la plantita está muy…

ES: Está ya, ahí espinosa, y hay algodones que están, no abren bien y está así cerrado y tiene uno que sacar el capullo casi. Y hay otro que está abierto, no, ése lo va uno nomás agarrando y va piscando el algodón.

MP: Y, ¿no les daban guantes o algo para protegerse?

ES: Nada, nada. No aquí era una de padrastros aquí así, los pellejitos esos en las dos manos. Y comprábamos tape para ponernos en los dedos, sangraban, sangraban las manos.

MP: Y por ejemplo si pescaban alguna infección o algo, ¿tenían servicio médico?

ES: No, no teníamos nada, claro que si había algún… Ellos buscaban un médico y lo llevaban pero, pero no, no había, no teníamos un servicio dispuesto, disponible, no.

MP: Y el ranchero, ¿cómo era?, ¿sí era bueno con ustedes?

ES: Variaba, variaba, había rancheros muy buenos, personas muy buenas como las que se encuentra uno ordinariamente donde sea. Y había otros que no, no, no, malos de esos antimexicanos.

MP: ¿Sí?

ES: Sí, otros esos son antimexicanos no se preocupaban por echarle agua, este hielo al agua, pero este no, era caldo el que tomaba uno, bien caliente.

MP: Y los mayordomos.

ES: Pos eran igual, eran igual que el patrón, según el patrón es el mayordomo. El patrón un mula no va a poner un bueno de mayordomo.

MP: ¿No?

ES: Eso es obvio, va a poner otro igual que él si no, no lo ocupa.

MP: Así es.

ES: Sí.

MP: Y por ejemplo ahora, cuando se le acababa el contrato, ¿regresaba a México?

ES: Sí, para México regresábamos.

MP: Y cuando tenía que, bueno cuando se quería volver a regresar, era el proceso otra vez igual.

ES: Pero nos dejaban en la frontera, allá no nos dejaban donde nos levantaron, donde nos contrataron. En la primer frontera que había, ahí iba y nos dejaba.

MP: ¿El ranchero de ahí?

ES: Sí, y ahí rásquese como pueda.

MP: O sea que ahí era cuestión de ustedes.

ES: Sí.

MP: Cómo le hacían, a dónde se iban.

ES: Sí, para regresarnos.

MP: Y en esos tres meses, en los primeros tres meses que anduvo como bracero con su familia, ¿sí tenía comunicación?

ES: Sí, yo les escribía, les escribía y les mandaba dinero cuando me iba bien, y cuando me iba mal ni le escribía, ¿verdad mija? Una vez duré como dos años que no te escribía, ¡tan fregado andaba! Así, pero ella gracias a Dios y a ella, ella fue mi compañera, es todavía. Pero una persona que nunca dejó morir a mis hijos de hambre, nunca. Y ellos se acuerdan de su mamá, tienen muchos recuerdos de ella, de nosotros, de los dos. Es que nosotros hemos cultivado una unión muy fuerte entre mi familia, nosotros no hay nada que nos separe que nos… ¡Nada, nada!, por nada, por duro que sea el problema.

MP: No, pos qué bueno, es una familia muy unida.

ES: Muy unida, aquí todos los domingos parece que hay fiesta, están mis hijas porque mis hijos están fuera, pero mis hijas aquí están.

MP: Y cuando usted mandaba dinero, ¿no tenía problemas de que se le perdía o de que no llegaba completo?

ES: No, nunca tuve problemas sobre eso, siempre mandaba el dinero y siempre ella lo recibía como yo lo mandaba.

MP: Y, ¿cómo se daba usted cuenta de que lo recibía?

ES: Porque ella me contestaba, me escribía. Cuando recibía el dinero ella me contestaba: “Recibí el dinero”. Sí.

MP: Y cuando usted regresaba acá a México, y al momento de tomar la decisión de volverse a venir para acá, me imagino que cada vez era más difícil, ¿no?

ES: Híjole, pregúnteme de las cosas difíciles para regresarme otra vez, mis hijos me abrazan chiquitos, se abrazaban de mis piernas y lloraban.

MP: Y no traía fotos, o algo, un calcetín o algo que trajera con usted de ellos para recordarlos o para que se le hiciera menos pesado.
ES: Traía casi siempre los retratos de ellos, pero era muy duro despedirme, ella les decía: “Díganle a su papá que no se vaya y que no se vaya”. Y ahí iban: “No te vayas papá, no”. Y ya sacaba un peso y le daba un peso a cada uno. ¡Ay!, se iban brinque y brinque bien contentos, y se acuerdan mucho mis hijos.

MP: ¿Sí? Y usted no hizo por traérselos a todos para acá.

ES: Hasta que…

MP: Así como andaba.

ES: De ilegal no, de ilegal no. De bracero, pos no admitía tampoco. Cuando ya la última vez que entré que fue cuando estuve en Wisconsin ahí sí. Traía poquito dinero, junté poquito dinero, dije: “Ahora sí, con este dinero voy a arreglarles a mis hijos para traérmelos”. Y ya, ya no quise dejarlos solos porque ya me hice una promesa de no dejarlos solos porque de mojado ya le… De bracero mucho los dejaba, cada año, temporadas, y de mojado duré dos años sin verlos. Y ahí dije: “Ya nunca los voy a dejar a mis hijos, ya no, no, como sea, pero ya voy a estar con ellos”. Y desde entonces ya no me separé de ellos y comencé a arreglar cuando estuvimos en Wisconsin. Duramos un año para arreglar, porque tuve que pedir perdón dos veces, uno a Texas y otro a Nueva York.

MP: ¿Por qué?

ES: Porque me agarraron de mojado, me reportaron.

MP: Y esas veces fue ya cuando se había acabado el programa, ¿verdad?

ES: No, eso ya después, pero para esto en Wisconsin fue la última vez de bracero. Esa fue la última vez que entré, aparte de las otras veces que cada año me venía, ¿verdad mija? Cada año me venía de bracero, todos los años cuando menos una vez. Había veces que le daban a uno contratos tan pequeños de cuarenta días y llovía y canijo no, nos regresábamos y estaban las contrataciones y volvíamos a contratarnos, pero por otros cuarenta días. Ya era, y aún así los agarrábamos todavía.

MP: O sea que fue desmereciendo mucho, ¿no?, el programa.

ES: ¡Mucho, mucho, mucho! Sí, mucho, fue choteándose tanto que ya cuarenta días pos sí, y luego en esas partes que llueve mucho, no, no juntaba uno nada de dinero. Se pasaba dos, tres semanas sin trabajar, no hacía nada.

MP: ¿Cuánto tiempo estuvo de bracero?

ES: De bracero estuve el [19]49, el [19]49 me contraté en Chihuahua, el [19]50 me contraté en Monterrey y estuve en Lake Ville [Lake Village], Arkansas, y otra vez estuve el [19]51, estuve en, ¿cómo se llama este pueblecito de Misisipi?, Greenville, el [19]51, y el [19]52 fue cuando me contraté en Durango.

MP: O sea que del [19]49 al [19]52.

ES: Sí, al [19]52 de bracero.

MP: Y ahí el centro de reclutamiento en Monterrey, ¿cómo era? Porque, casi no he oído de Monterrey, más bien Chihuahua.

ES: No, en Monterrey ahí hubo muchas contrataciones, sí. Y estaban en el campo militar las contrataciones, ahí ponían las oficinas, sí.

MP: Entonces había más control me imagino, ¿no?

ES: Pues sí, todavía había control, pero era mucha la gente, llegaba de toda la república, ¡mucha, mucha gente!

MP: Y no tenían ahí problemas entre la gente del sur, del centro, del norte de México.

ES: ¿Entre los braceros?

MP: Sí.

ES: No, no, no, ahí no había problemas, ahí todos éranos uno solo porque todos íbamos con una misma meta, a contratarnos. Y no, no había problema nomás que ahí en Monterrey, pos ahí ya no sufríamos hambres pues yo ahí vivía. Pero los que venían de fuera sí se las veían negras.

MP: Y ya después las otras veces que usted se contrató como bracero ya traía por ejemplo algo qué comer o su pequeña alacenita o algo por aquello de que le fuera a pasar algo.

ES: Me da risa ya, porque no. Nos veníamos con la pura bendición, la bendición y el beso, eso era todo. No, ahí no había nada, nada de eso.

MP: Y cuénteme de sus otros trabajos que tuvo como bracero, ¿cómo le fue?

ES: De bracero en Lovington estuve como le digo, y la mayor parte de las veces fue en el algodón. En Wisconsin, que fue el [19]50 y… Fue en el… El [19]50 y, ¿qué fue? Que nos contrataron. No sé si fue el [19]50 o el [19]51, no, estoy mintiendo.

MP: El [19]52 fue en Misisipi, ¿no?

ES: En Misisipi, sí. Y cuando la última vez que entré de bracero fue en el [19]53, [19]54, sí. Fue, el [19]53 fue la última vez, y el [19]53 fue cuando nos renovaron el contrato en Arkansas para Wisconsin.
(entrevista interrumpida)

ES: Sí, es que vienen a dejarme un trailercito, yo aquí soy un San Martín de Porras.

MP: Qué bueno, okay.

ES: Y entonces en el [19]53 fue cuando estuve en…

MP: En Arkansas.

ES: Déjeme recordarme pronto porque, ¡ah no le mentí!, el [19]52 porque el [19]53 no me contraté. Me contraté hasta el [19]54, fue la última vez porque el [19]53 me la pasé de mojado.

MP: Se pasó de mojado.

ES: De mojado, sí.

MP: Y, ¿cuál era la diferencia entre el…

ES: ¿El mojado y el bracero?

MP: En cuanto al trabajo, ¿no?, o sea porque legalmente pues es obvio, ¿no?

ES: Sí.

MP: Pero en cuanto al trabajo, los beneficios, el pago que recibían.
ES: Pues fíjese que no había mucha diferiencia en el pago ni en la calidad de trabajo. Era el mismo, nada más que cuando viene uno de bracero, pos ya sabe que, pues si no trabaja le van a dar de comer, le prestan para comer, para la asistencia, equis. Y de mojado no, ahí se pasan los… Cuando no consigue, no consigue nada. Cuando nosotros, la primera vez que nos, el [19]53 que nos venimos de mojados, agarramos en, nos fuimos un día a las nueve de la noche de San Benito, a un lado de Brownsville y nos fuimos a pie, atravesamos la Hacienda esa de La Quimeña, donde hay pura vaca brava, hicimos cinco días de camino.

MP: Y deoquis, oiga entonces en todo ese tiempo la noche…

ES: Caminábamos, puro caminar. Llevábamos pan, pos casi nada más pan de ese de barra, y, ¿pos qué más llevaba? Botes eran muy pesados, puro pan, y cada quien un galón de agua.

MP: Y, ¿por qué se decidió mejor a irse de mojado y no de bracero en ese tiempo?

ES: Porque los contratos eran de cuarenta días. Ya no, no nos convenía y mejor me voy de mojado y nos venimos de mojados. Y por eso, y la última vez como le digo fue el [19]54 pues estuve en… El [19]53 fue de mojado, y el [19]54 fue el último año de bracero y renovamos el contrato de cuarenta días, nos dieron un contrato de cuarenta días y nos renovaron por cinco meses al estado de Wisconsin, al chícharo.

MP: Ah, okay.

ES: Ahí ya estuvo muy bien, porque yo en cinco meses y un trabajo nos pagaban a $1.50 la hora.

MP: Pues le fue mejor, ¿no?

ES: Sí, sí.

MP: Porque el algodón es muy mal pagado.

ES: No, y luego le pagan a uno por lo que haga, no, no, ta canijo. Muy mal pagado y yo malo para piscar, nomás que de todas maneras aún así, me costeaba mejor que en Monterrey porque acá cuando menos llevábamos el bonchecito de dinero y comprábamos ropa para mis niños para todo el año, esperando las otras contrataciones del otro año, porque a uno le gusta la mala vida y le va a gustar siempre.

MP: Y en este tiempo que anduvo acá por Estados Unidos, ¿nunca le dio por enlistarse para ir a pelear? Porque ya ve que ofrecía eso también el gobierno, ofrecía que si se iban podían arreglar la ciudadanía.

ES: No, cuando yo arreglé, cuando yo arreglé que pasé para acá, me dijeron que tenía que registrarme, y yo me registré en Chicago.

MP: Ah, okay, ¿por qué en Chicago?, ¿andaba allá?

ES: Porque allá estaba, me fui para allá. A ellos los pasé, nos dieron toda la documentación todo, pasamos y ya entregamos todo y los pasaportes nos iban a caer después y en McAllen los regresé a ellos, y yo me fui para Chicago.

MP: ¿O sea que si se…?

ES: ¿Mande?

2do: En Hidalgo.

ES: En Hidalgo, sí pos McAllen es en el condado de Hidalgo.
MP: O sea que sí se fue, o sea estuvo enlistado, ¿estuvo como que en reserva?

ES: En reserva.

MP: ¿Pero nunca se fue?

ES: Nunca me llamaron.

MP: Y entonces ya después de ahí, o sea ya no tuvo usted nada que ver con lo de los braceros.

ES: Ya no, ya, ya le puse fin a la aventura. Cuando ya arreglé, en Wisconsin fue la última vez, traía dinero, y con ése dinero lo emplié para arreglarles y yo no me quería venir para acá sin ellos. Mi meta, yo los tenía a mis hijos en mi mente, que estudiaran aquí.

MP: Y cuénteme de esa experiencia que tuvo como cocinero.

ES: Ah, como cocinero estuve como cuatro meses de cocinero. Y es que cuando nos renovaron el contrato en Arkansas, dicen estos señores que nos estaban contratando dice: “Queremos dos hombres que sepan cocer”. “Ah Chihuahua, ¿a cocer qué?, ¿pos qué iremos a cocer?”. Pues no, no, hasta que nadie le entendíamos, alguien del intérprete que llevaban ellos. “Es de cocineros, a cocer”. Dice entonces el gabacho: “A cocer frijoles”. ¡Ah!, de cocineros, pero que hablaran poquito inglés. Híjole, y dos muchachos uno de Hidalgo y uno de Zacatecas hablaban lo que yo hablo, yo creo, pero la agarraron de cocineros, pero estos cocineros, yo siempre una vez me echaron de Arkansas por huelguista.

MP: ¿Por qué?

ES: Porque andaba peleando por todos mis compañeros porque el algodón estaba muy malo, y luego: “No, pos que nos aumenten $0.10 centavos en libra”. Y ahí andábamos. “Pos mañana nadie entre a trabajar”. Y nos paramos, nadie entrábamos, y nadie entrábamos entonces: “Pues dile tú al viejo”. Ya le dije yo, y pos yo a señas y como usted quiera: “Pues que no, que queríamos que nos aumentaran $0.10 centavos en cada libra”. Dice: “No, no, no”, dice, “no les voy a aumentar nada, si quieren entrar y si no, yo los voy a echar pa afuera”. Les dije: “Pero no vayan a entrar, no, no vayan a entrar”. Y entonces yo le dije al viejo: “Pos no, que no queríamos”. Y todos se fueron yendo uno por uno y yo me quedé, dijo: “Vente, junta tu ropa, haz tu velís, porque ahorita te voy a echar en el camión”.

MP: O sea de regreso, ¿ya no lo quería ahí?

ES: No, no ya no por borlotero, y me vine.

MP: Y ese no quedaba así como que, un punto malo ahí en sus registros.

ES: Pues no, yo nunca volví a tener problemas para nada. No, no, a mí nunca me dijeron nada. Me hubieran dicho cuando arreglé, porque ahí sale hasta el día que, antes de que naciera. No, nunca me dijeron nada. Cuando obtuve mis perdones, entonces me… Todo, todo fue, muy, muy suave, arreglamos bien suave. Y no, nunca he tenido problemas, porque inclusive yo nunca he sido una persona problemática. Esa vez por pelear nuestros derechos.

MP: Claro, ¿no? Y es que sí era muy poquito.

ES: Sí.

MP: De hecho casi nadie quería trabajar en el algodón.

ES: No, no.

MP: Porque era muy pesado y muy mal pagado.

ES: Muy mal pagado.

2do: Buenas tardes.

ES: Buenas tardes, don Pedro.

2do: ¿Sí me puede…?

MP: Permítame.
(entrevista interrumpida)

MP: Okay continuando con la entrevista, nos habíamos quedado que usted organizó una huelga en Arkansas, para exigir que les aumentaran $0.10 centavos.

ES: Reclamando nuestros derechos, sí.

MP: Ajá, así es.

ES: Y me echaron, me vine.

MP: Y se vino para acá, y también estuvimos de que no, no hubo ahí un punto malo.

ES: No, no, nunca salió, nunca salió, y nunca me ha salido no, ahora ya menos.

MP: Y aparte cuando organizó la huelga ya fue su último año, ¿verdad?

ES: No, eso fue el [19]50, sí fue, no, no, no, le estoy hablando del [19]52, eso fue el [19]52.

MP: Entonces el siguiente año tomó un break.

ES: Sí, no, no me contraté, me fui de mojado.

MP: Ah, okay, y luego ya su último año fue, ¿en dónde?

ES: Fue en, estuve en Arkansas el [19]54.

MP: ¿Regresó también a Arkansas?

ES: Sí, me volví a contratar el siguiente año, después de mojado me regresé al… otra vez a contratar.

MP: Y en esta siguiente vez, bueno es una ciudad muy grande, ¿no?, entonces no le tocó ni con el ranchero, ¿ni nada?

ES: No, no, ya no.

MP: Y, ¿estuvo haciendo lo mismo?

ES: Algodón.

MP: Algodón.

ES: Y entonces ahí nos renovaron por cinco meses al estado de Wisconsin, y los muchachos estos que tenían la cocina, nos daban de comer lonches, un salchichón en medio de dos panes nada más, ni una mayonesita, nada. Y una manzana, eso era todo lo que nos echaban dos, cuatro panes, dos rebanadas de salchichón, eso era todo.

MP: ¿Para todo el día?

ES: Para todo el día y todos los días, por durante un mes.

MP: Y ustedes, ¿por qué no se ponían a hacer ahí su comida?

ES: Porque no nos permitían, había comedor, desde que nos contrataban decían: “Ahí va a haber, ahí hay comedor, ahí van a tener borde y ustedes van a pagar.”

MP: Ah, ¿ustedes pagaban?

ES: Sí, nosotros pagábamos, sí.

MP: ¿Cuánto pagaban?

ES: Doce dólares por semana.

MP: Era demasiado por un lonche y…

ES: Sí, demasiado y no, ya nadie comía, ya nadie, todos tiraban el lonche y un día, ¡y siempre de metiche! Estaban todos, andábamos desyerbando zanahoria y estaba un día nublado muy bonito y nos sentamos todos así y todos renegando y tiraban el lonche, sacaban la fruta o el plátano y tiraban el lonche porque ya no lo toleraban. Y nos… Entonces renegando les digo: “No batallen”, le digo, “¿para qué batallan? Batallamos porque queremos, vamos a echar estos cocineros para afuera”. Y me dijeron: “Y, ¿quién agarra la cocina?”. Le digo: “Yo la agarro, y el palillo va a hacer mi ayudante”. Otro muchacho de Monterrey: “¿La agarramos?”. “Sí, sí la agarramos”, okay. Les dije: “Bueno, pero van a, me van a hacer fuerte, yo no me voy a meter en la mañana”. Yo la llevaba muy bien con todos los mayordomos, inclusive con el mayordomo general porque un día fue, no había trabajo por dos semanas y fue un día el mayordomo general y dice: “Who speak english? Who speak english?”. Ya le digo: “I speak english, I speak english”. Yo era el 69. “Ah, what number is your number?”. “Sixty-nine”. “oh, come in”. Me llevó con un viejecito que para levantarle los discos en la cabecera y a bajarlos mientras él daba vuelta porque estaba muy viejito. “¡Ah!”, dije, “pos aquí está bien”. Y ahí entonces cuando ya no había trabajo porque nadie trabajaba, nomás los que hablaban inglés según yo, ni papa hablaba. Y luego me llevaban a limpiar las casas de ellos, yo no sé, les di lástima, no me veían muy bien y trabajé, yo trabajaba, yo trabajaba, y todos, “Sí, pos tú mismo estás trabajando”. “Sí, pero nadie habla inglés”, les digo, “nomás yo”. Y así me la pasé, con perdón suyo me arrimaron un día un, una friegota(??).

MP: ¿Por qué?

ES: Porque me llevaron a cargar pacas de alfalfa.

MP: Ay no.

ES: Pacas de alfalfa, ya ve que están pesadas porque están verdes.

MP: Sí.

ES: Y la máquina las va echando aquí en la trailita, yo tenía que correr hasta acá a poner de a cuatro, de a cuatro. De a cuatro, sin guantes, agarrar el alambre y sin guantes y sin pechera. A las doce ya traía ya, ya las manos y el…

MP O sea, y, ¿por qué no pedía usted equipo para trabajar o no les daban?

ES: No nos daba, no nos daba. De ahí a nadie, y éste gabacho según se llegaban las doce y ya comí yo mi lonche. Y entonces de ahí vio que andaba cansado y a la una regresó y otra vez, pero otra vez mis manos ya no las soportaba. Entonces ya a las dos, como a las dos de la tarde ya me valía, dejaba que se cayeran las pacas. Entonces se paró dice: “¿Andas cansado?”. Le digo: “Sí”. Entonces dijo: “Espérame aquí”. Y se fue y me trajo una hamburguesa grande y me trajo seis cervezas, dijo: “Siéntate ahí”. Y me senté, me tomé mi seis y me comí mi hamburguesa y llegó él como a la hora, con una pechera y unos guantes, y un gancho, y dice: “¿Me ayudas hasta que acabemos?”. “Sí”, le digo, “vámonos, sí”. Acabamos ya oscuro, pero yo me iba muriendo de cansado.

MP: Y, ¿por qué tanto? Era más que nada, la alfalfa porque entiendo que el algodón sí era mucho porque pos el algodón se usa pa muchas cosas, ¿no?

ES: Sí, sí, sí.

MP: Pero la alfalfa más bien, no sé, para los animales, ¿no?

ES: Era para los animales, era un ranchero, el ranchero dice: “Préstame”. “Pos no están trabajando ahorita los braceros”. Iban: “Préstame unos dos, préstame tres”. Y éste nomás fue por uno.

MP: Y, ¿por qué la urgencia de terminar todo?

ES: Porque quería trabajar, yo no sé, quería levantar la alfalfa ese día, y acabamos en la noche y ya oscuro, y fue y me dejó y ese señor fue el que me puso a mí en el, me elevó muy alto en la compañía.

MP: Ah, qué bueno.

ES: Sí.
MP: Y él, ¿por qué?

ES: Yo creo porque le aguanté al trabajo, y en la tarde que salimos dice: “Vente a cenar”. “No, no”. Andaba todo sudado, todo mugroso, no, no, y no, no quise, y salió la señora dice: “Por favor”, dice, “venga a cenar con nosotros”. Pues al fin ya fui y cené con ellos, ya fue y me dejó. Pero me iba muriendo yo de cansado, y de ahí, pero nomás ese día.

MP: Y usted ya no, porque veo que se portó bien el ranchero con usted, ¿no?

ES: Sí.

MP: Entonces usted no hizo por quedarse con él.

ES: No, no, esa no era la meta, ellos agarraban uno o dos, uno o dos días nomás para levantar lo que ellos necesitaban. Ya cuando se vino el chícharo ya no, ahí nadie, cada quien éramos puras estaciones y éramos cinco, éramos estaciones de a cinco.
MP: ¿Era fácil trabajar el chícharo?

ES: Hijo mija, no mija, no. Unas friegas, trabajábamos desde las siete de la mañana hasta las diez, once de la noche y el tasol está pesado, andaban dos allá extendiendo haciendo unas arsinas grandes, ¿sabe lo que es arsina?

MP: No, ni tasol.

ES: Montones, tasol es la cáscara toda la… ese es el tasol. Y caía una banda de acá y de allá extenderlo, extenderlo y ese es alimento para las vacas porque el estado de Wisconsin es el estado lechero de Estados Unidos. Ahí hay vacas de establos, seguidos los establos. Y tres abajo, dos alimentado la máquina y otro arrimándoles el tasol a los dos que estaban alimentando. Y una friega, no, no, y siete días, ahí no había descanso.
MP: ¿No había?

ES: No, no, y en eso pasó como un mes. Y entonces fue cuando renegaban todos bien jalados y muertos de hambre, y yo les dije: “No, aquí está mal”, les dije, “vamos a quitarlos de cocineros”. Y yo era muy famoso en la compañía. Entonces ya me dijo: “¿Pos quién va a agarrar la cocina?”. “Pos yo mero la agarro, pero ustedes, yo no voy a hablar, ustedes me van a proponer a mí”. Pos sí, en la mañana pos nadie se suba en ni una troca, y: “Pos, ¿qué pasa, y qué pasa?”, y nadie… Entonces en el campamento de los gabachos había un indio que hablaba español, pos fueron a traer el indio, el mayordomo fue y lo trajo. “¿Qué pasa con la gente?”. Ya le digo: “No, es que estos cocineros no los queremos porque no nos dan de comer bien, no estamos a gusto”. “Pos vamos a quitarlos. ¿Quién va agarrar la cocina?”. “Pos el sesenta”. Y no dice usted: “¡Todo está arreglado! ¡Todo está arreglado!”. Y me dice: “¿Tú vas a agarrar la cocina?”. Y en la tarde el mayordomo general fue por mí en el carro, dice: “Tú vas a agarrar la cocina de aquí en delante, ya hablé yo con Juan, ya habían dicho ellos que pa que lo sacáramos de la cocina quien sabe que”. Y fue y me trajo y habló con Juan, le dije: “Ya llegué me bañé”, siempre me daba un baño antes de sentarme al comedor y ya le dije: “¿Qué te dijo el viejo?”. Dice: “No pues que tú ibas a agarrar la cocina”. Le dije: “Sí, dame las llaves”. “Y no quiero ni un plato mugroso.” Y sí, a esa hora, ese día todavía les echamos el pan que estaba porque les hacían el lonche en la tarde. Y les dije: “Yo les prometo”, las promesas de los políticos. Dije: “Yo les prometo que nunca van a volver a ver el salchichón, el pan sí, una que otra vez les voy a conseguir tortillas pero hasta frías se las van a comer. Yo les voy a mejorar, el salchichón no se los voy a echar. El día que no vayan a trabajar, yo les voy a hacer comida calientita en el campo”. Porque nos daban el mismo lonche. Y sí, yo les conseguí Corn Flakes, les conseguí leche, huevos como los quisieran: tibios, guisados o crudos. Allá había, de todo había. Les conseguí postre, trabajábamos en una compañía de donde enlataban fruta, había bodegas, les conseguí todo eso a los muchachos y nunca les volví a dar el lonche en el campamento.
MP: Pues les fue muy bien y también a usted este, tuvo la iniciativa de ayudarlos, y ayudarlos bien porque muchos nomás por quedar bien con el patrón.

ES: No, no, yo el beneficio lo buscaba para ellos. Y siempre y siempre, y les dije las reglas antes de entrar yo a la cocina: “El comedor los domingos va a estar abierto hasta las ocho de la mañana y en la tarde cualquier tiempo que sea va a estar hasta las seis nada más”. Está cerrado, el que no vino se quedó sin comer. No, sí obedecían las reglas, pero yo era muy conchudo: “Ándale chore(??), préstanos la llave”. Llegaban borrachos: “Ándale presta”.

MP: ¿Usted nunca tuvo problemas con eso?

ES: ¿Con ellos?

MP: Sí, o fue con el ranchero, porque decía que llegaban borrachos.

ES: No, no, pero esto era los fines de semana.

MP: Ah, okay.

ES: Los fines de semana sí, cuando ya descansaban los fines de semana. Y no, muy bien, la llevamos muy bien, y luego dejaban… Ahí tiene que usar mucha psicología, yo no sé leer, yo no tengo educación pero tengo mis jintazos. Me dice el viejo: “El campamento está muy mugroso, ve las camas todas tiradas, papeles, un marranero adentro. Después de que salgas del comedor de dar almuerzo y recoger, ponte a barrer las barracas”. Híjola, dije: “¿Sabes qué? Tráeme dos mapeaderos, dos escobas y dos botes de mapear”. No pues me los trajo, ya les dije: “Miren aquí está el equipo”. Eran camas de esas que una camita arriba y una arriba de esas.

MP: Ajá, literas.
ES: Literas sí, uno aquí y otra arriba le dije: “Aquí está”. Todos los días porque cae un inspector de Chicago ahora, y dijo que si la próxima semana que él venga y encuentra esto nos va a correr, nos va a echar pa afuera ya dijo. Y el viejo dijo: “El inspector lo que el inspector diga”. Así es que aquí está este equipo, esto es para esta literita y en la otra barraca para la otra. Todos los días a una litera le va a tocar barrer y mapear y sus camas el que se levante, va a tender su cama. Y mapeaban, barrían y mapeaban dejaban sus camas bien limpias. El primer día le dije al viejo: “¿Qué te parece?”. Dice: “¡Qué bien! Te aventaste, sí, sí, así sigue”. No pos ellos eran los que lo hacían.

MP: Ah qué bien. Pos, ahí le fue muy bien, ¿verdad?

ES: Sí, cuando yo entregué el rancho mija, que fue mi último día dije yo: “Mañana van a salir para México, ¿okay?”. Les dije: “Este es mi último día, la última cena como con Jesús”, les dije, “aquí yo quiero entregar este rancho limpio”. “¿Qué quieres que hagamos?”. Les dije: “Vamos a desarmar la estufa, lavarla, lavar pisos, a lavar todo, me van a prestar una troca para limpiar afuera. Limpiamos, pero en un ratito todos, setenta y tres trabajaron muy bien, dos hermanos eran los que no me querían. Porque ellos querían la cocina, pero no tenían público.

MP: Y, ¿no tuvo problemas con ellos?

ES: Para nada, no para nada. Y dejamos ese rancho limpiecito bien recogido, fui y le dije al mayordomo allá: “Vamos pa que recibas el comedor limpio”. Y luego dijo: “Wow!”. Los baños limpiecitos, todo y ya salió para afuera dice: “Saldaña, es primer año que hubo gente aquí”.

MP: Ándele.

ES: “Todo esto va a ser una historia”, dice, “todo el tiempo vienen puros marranos”.

MP: Fíjese.

ES: Sí, cuando ya, pos ya nos vamos, okay y todo. Saca la cartera y me da un billete de a $100 dólares. “Toma, para que comas en el camino”.

MP: Ah qué bonito.

ES: Me regaló $100 dólares. “Cuando vengas aunque estés viejito, aquí hay trabajo para ti siempre”.

MP: Y después lo siguió contactando.

ES: No ya no, ya no, esa fue la última vez que me contraté, fue cuando arreglé ya con mis hijos y todo.

MP: Pero después por pura casualidad ya nada más.

ES: Fui a visitarlos.

MP: ¿Sí?

ES: Cuando estaba en Chicago, sí. Por cierto que me siguió un detective ese día.

MP: ¿Por qué?

ES: Porque yo traía, éramos cincuenta, en ese tiempo todavía se usaba la ropa de los pachucos de los cincuenta. Yo traía un pantalón azul marino este de diecisiete abajo, pachuco. Y traía un saco amarillo con bolsa de parche y tenía un pelote bien largo. Y ese camarada me siguió y me siguió, aquellos se vinieron. Le dije: “No, yo me voy más tarde”. Y se vinieron ellos, y yo me quedé, me vine en el camión de las nueve de la noche. Y él, cuando fui a la central de los autobuses entré al baño y entró él: “Soy un detective”. “Okay, ¿qué quieres?”. “¿De dónde eres?”. Le dije: “Yo soy de México, pero aquí vivo. Soy residente, arreglé residencia, aquí está mi pasaporte”. “¿Dónde trabajas?”. Le dije: “Aquí están unos cheques, traía tres cheques sin cambiar, estamos de compras”. “Oh”. Le dije: “¿Por qué me seguiste? Me andas siguiendo como por cuatro horas”. Dijo: “Sí”, dice, “qué bonita ropa traes”. (risas) Le dije: “Gracias”. Sí, pero una historia mija, una historia yo ya le digo, mi historia desde chiquito es una historia muy dura, mucha historia, le digo que esta maestra que le llevó mija al teipito(??) lloró, dijo: “Yo no me puedo imaginar la vida de un niño así”.

MP: Es que es muy difícil, imaginarse o sea con todo lo que se tiene ahorita, imaginar de que antes así vivía la gente y ahora es increíble también con todo lo que tenemos ahorita que también todavía siga viviendo mucha gente así.

ES: Y desde entonces yo me eche una hablada como el indio. A mi papá yo lo quiero mucho y no estoy en contra de mi papá pero no me acuerdo que me haiga hecho cariños mi papá. “Mijo, te aventaste. Hijo, te quiero mucho”. Nunca, y yo dije: “Un día que yo me case y tenga mis hijos, yo voy a ser lo contrario con mis hijos”. Y fui lo contrario. Yo creo que esa armonía es la que está cultivada a base de eso, muy fuerte.

MP: Qué bonito.

ES: Sí.

MP: Pues muchísimas gracias señor, por el tiempo que nos da.

ES: No, mija ya sabe, cuando usted quiera, si se le ofrece más cuando usted guste. Ya le digo, voy a ser un libro y un día usted lo va a ver en el mercado: “La historia de un mojado”.

MP: En Nueva York, bueno.

ES: Donde sea,, pero el letrero ese lo dejé yo en Nueva York.

MP: Allá dejó su tinta.

ES: Allá la dejé, y fui y me conseguí trabajo en Nueva York, y me fui a un rancho de verduras, y como siempre de metiche. Llego con la señora, fue a recogerme a la oficina de los camiones y se esperó me dice: “¡Esteban!”. ¡Ah!, luego yo, y ya me llevó en el carro, ya me dijo donde estaba mi cuarto y todo. En la tarde como a las cuatro de la tarde, dejé mi mochila y bajé para abajo y estaban cargando una troca de verdura, de cajas de verdura. Estaban cuatro puertorriqueños abajo y Tony y el patrón arriba, lo tenían sude y sude y sude, ellos les aventaban unas diez cajas y descansaban. Yo dije: “Estos canijos”. Y brinco para arriba de la troca, a mi modo y órale. Pos cómo no voy a saber cuál es lechuga, cuál es repollo y cuál es zanahoria. ¡No!, y vámonos y vámonos y ya, le dije: “Quédate allá”, le dije a Tony. “Y ahí te van, ahí te van, ahí te van”. Sudé un ratito, pero les dimos carrilla. Bajamos, me pone la mano y me dice: “¿Tú eres puertorriqueño?”. “No”. Dice: “Eres mexicano, ¿verdad?”. Le digo: “Sí”. “¡Hijas!, luego luego, te voy a dar un trabajo especial a ti”. Y me metió a la bodega.

MP: Ah, ¿sí?

ES: A la bodega con semi a seleccionar, a llenar cajas, ahí lloviera o tronara trabajábamos llenos. Pero por eso muchas veces piensan, dicen: “No, no, no”. Mucha gente este, confunde dos cosas, ser barbero y ser granjeador. Y son dos cosas completamente separadas.

MP: Sí, porque el barbero nada más anda sobres pero no hace nada.

ES: Y no hace nada exactamente. Pero yo así nací, yo cuando estaba chiquito de ocho años yo le ayudaba a papá a entregar la leche en el rancho. Es, miden la leche, sabe, no sé si usted haya visto eso, o sea sale la gente con su bandeja y ahí le miden la leche, una medida o un litro. Y mi papá me mandó hacer un botecito chiquito para que yo le ayudara y yo le ayudaba a mi papá. Y en cierta parte, me dejaba porque llevábamos el nixtamal para, del maíz para moler en el molino. Y ahí dejaba el bote y me cargaba mi papá el costal, un costal de esos de manta como los que había en la azúcar, y lo llevaba yo al molino. Y les digo yo a mis hijas, platico yo con ellas, yo estaba chiquito de ocho años, andaba en nueve años. Y las hijas de don Chon eran las que descargaban, ellas ya me conocían y a mi papá. Me descargan, y me molían y me empacaban y me lo echaban, pos yo no lo podía cargar. Yo las veía, unas piernotas bien bonitas. Yo era un niño, pero el instinto, el instinto mija yo, no crea que el instinto de hombre. Yo las veía muy bonitas, unos ojotes bien grandotes, bien bonitas. Y luego de ahí me regresaba a la tienda de don Zacarías Quijano, un señor feo, que nunca se… Su rostro nunca se me olvidó, y yo de esa edad llegaba ahí y ahí esperaba yo a papá. Y le decía: “Don Zacarías, présteme la escoba”. Y le barría, era una tienda de abarrotes. Le barría todo el frente de la tienda, se lo barría y: “Présteme la regadera”. De esas regaderas de mano.

MP: Ah sí.

ES: Esas le regaba todo eso y éramos muy amigos. Y me daba un veinte, fue como en 1937 ó [19]38, $0.20 centavos era mucho dinero. A mí me daba un puño de natillas, de chiclosos, de dulces de leche. Entonces nos sentábamos, platicábamos. Nos venimos a Monterrey y se me perdió don Zacarías, nos perdimos. Pasaron como unos quince años, me lo encuentro yo a don Zacarías en San Luis. “¡Hijo!, don Zacarías”. Y lo abrazó, a los amigos se les da un abrazo bien fuerte, lo abrazó fuerte y dice: “Dispénsame”, dice, “pero no sé con quién estoy hablando”. Le dije: “Me va a identificar muy fácil. ¿Usted se acuerda de Juan Saldaña?”. “Sí”. Don Juan era mi papá. “¿Usted se acuerda de aquel chiquillo que le barría la tienda?”. “¿Tú eres Esteban?”. “Sí”. Y abrazo al viejo, dice: “Y sigues, tú eres igual”. Le digo: “¿Cómo de qué?, don Zacarías”. “De trabajador y de granjeador”. Le dije: “Yo así nací”, dije, “se me quedó eso desde niño”. Dice: “Ese niño, nunca va a sufrir cuando menos qué comer consigue”.

MP: Qué bueno.

ES: “Sí”, le dije, “yo así soy”. Y así soy hasta hoy día, hasta hoy en día todavía.

MP: No pues es muy, muy interesante su vida.

ES: Muy interesante, yo les platico a mis hijas y a mis hijos. Les platico a mis hijas lo que yo sufrí y, no, no sé. Yo a mis hijas es lo más grande, lo más grande que Dios me ha dado a mí en mi vida, he tenido muchas vacaciones, he traído dinero, pero nada me ha llenado como mis hijos.

MP: Qué bueno.

ES: Y de chiquitos siempre: “Vámonos a vacaciones”. “No, que nos queremos ir en el tren”. Ahora agarramos ese méndigo pollero de Juárez hasta México, que hace como tres días. Se suben gallinas con marranos, se subían, ahora yo creo que ya no. Y luego de allá para acá: “¿Saben qué, hijos? Ahora nos vamos a ir en el pullman, en el regiomontano. Agarramos el pullman y le dicen ahí a qué horas quiere almorzar, a qué horas quiere que le tiendan su cama, muy distinto. Pero los he llevado a muy buenos restaurantes, a muy buenos lugares, y ellos saben, ellos se acuerdan. Muy buenas vacaciones.

MP: Qué bueno, pues muchísimas gracias.

ES: Okay, mija.

MP: No, no, pues usted. Y espero que le vaya muy bien como hasta ahorita.

ES: Cuando se le ofrezca, mija. Cualquier cosa, cuente con un amigo. Aquí hasta, venga nomás a platicar un día. Venga a saludarnos y a platicar.

MP: Okay, con mucho gusto.

ES: El domingo vamos a estar aquí, vamos a hacer carnitas.

MP: Qué rico, si ando por acá, le caigo.

ES: Okay, aquí vamos a estar.

MP: Bueno, gracias.

ES: Okay mija.





Fin de la entrevista

Interviewer

Parra-Mantilla, Myrna

Interviewee

Saldaña, Esteban

Location

Sunland Park, New Mexico

File Name Identifier

Saldaña_ELP045

Citation

Parra-Mantilla, Myrna and Saldaña, Esteban, “Esteban Saldaña,” Bracero History Archive, accessed November 25, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/49.