Carlos Sánchez Montoya

Title

Carlos Sánchez Montoya

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Carlos Sánchez Montoya was born on September 11, 1918, in Gómez Palacio, Durango, México; his family moved to Guadalupe Victoria, Durango, which is where he grew up; later as a teenager, his family moved to Ciudad Juárez, Chihuahua; while living in Juárez, he began working in construction; he later worked as a bracero in New Mexico and Colorado from 1945 to 1963.


Summary of Interview: Mr. Sánchez recalls his childhood and early adolescence; he began helping his father work in the fields when he was fourteen years old; a severe draught at that time caused his family to move from Guadalupe Victoria, Durango, México, to Ciudad Juárez, Chihuahua; while there, he began working in construction; he explains how he learned of the bracero program and the hiring process he went through at the contracting center in Chihuahua, Chihuahua; from there, he was taken to Rio Vista, a processing center in Socorro, Texas, where he was medically examined; he describes what the living conditions on the farms were like, the kinds of food they cooked, what their hobbies were, and what they did on weekends and during their spare time; his work duties included picking cotton and lettuce, irrigating cotton fields, and cleaning sugar beet fields in New Mexico and Colorado; he also explains the different wages he earned and how he was able to extend his contract without having to leave the country; in addition, he concludes that the bracero program is what enabled him to obtain legal residency in the United States and ultimately citizenship.

Creator

Martinez, Laureano
Sánchez Montoya, Carlos

Date

2003-02-25

Subject

Bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Carlos Sánchez Montoya

creator (Spanish)

Sánchez Montoya, Carlos

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Digital, WAV, MP3

Duration

1:21:35

Transcription

Nombre del entrevistado: Carlos Sánchez Montoya
Fecha de la entrevista: 25 de febrero de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez

Esta es una entrevista con el señor Carlos Sánchez Montoya en la ciudad de El Paso, Texas el día 25 de febrero de 2003, conduciendo la entrevista para el Proyecto Bracero del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso, Laureano Martínez.

LM: Buenos días don Carlos.

CS: Buenos días.

LM: Don Carlos, me gustaría comenzar por preguntarle, ¿dónde y cuándo nació usted?

CS: Yo nací en Gómez Palacio, Durango, el 11 de septiembre de 1918.

LM: Muy bien, en Gómez Palacio, ¿verdad?

CS: En Gómez Palacio, Durango.

LM: ¿Cómo se llamó su papá?

CS: José Sánchez.

LM: Y, ¿su mamá?

CS: Juanita Montoya.

LM: ¿A qué se dedicaban sus papás, don Carlos?

CS: Allá en la agricultura.

LM: En la agricultura, ¿sembraban?

CS: Sí, maicito y frijol.

LM: Muy bien.

CS: En Guadalupe Victoria, Durango.

LM: O sea que usted nació en Gómez Palacio.

CS: En Gómez Palacio sí, y de ahí nos trasladamos para allá en 1933, cuando la depresión que hubo aquí muy fuerte que salió mucha gente que les decíamos los repatriados, los repatriados, sí.

LM: ¿Cuántos años tenía usted cuando se fueron a Guadalupe Victoria?

CS: Tenía catorce años.

LM: Don Carlos, ¿tuvo usted oportunidad de ir a la escuela?

CS: Sí fui hasta sexto año de primaria.

LM: ¿Cuántos años tiene, don Carlos?

CS: Ahorita tengo ochenta y cuatro.

LM: Muy bien, ¿qué recuerda, don Carlos, de ese lugar donde usted nació? Platíqueme cómo es.

CS: Pues es un pueblo muy pacífico y en ese tiempo pos estaba chiquito, ¿verdad? En aquel tiempo estaba chico Gómez Palacio, Durango. Estuve mis seis años en la escuela y luego ya salí. Y empecé a trabajar con unos tíos que tenían una jardinería donde hacían este, lacitos. Y mi papá allá en Gómez [Gómez Palacio] era albañil, pero con la cuestión de todo este gentío que salió de aquí, pos ya tenía muchos años ahí en Gómez él. Ya no halló trabajo, no halló. “¡Caray! ¿Pos qué haremos, qué haremos?”. Entonces pasaron unos paisanos de él para allá para Durango también buscando la vida para allá a modo de sembrar y él encargó que si había modo de sembrar, por allá le escribiera para irse, para irnos también para allá porque allá no hallaba trabajo. Pos así fue, le escribió: “Vente, sí hay chanza de sembrar”. Entonces el [19]33 nos fuimos pa allá, 1933, sí.

LM: Le ayudaba usted a su papá.

CS: Sí y dos hermanos más, sí.

LM: ¿Cuántos fueron ustedes en total?

CS: Fuimos tres.

LM: Tres.

CS: Tres sí, tres hermanos. Yo soy el de en medio.

LM: ¿Cómo se llamaban sus hermanos?

CS: José Sánchez el mayor y el menor Antonio Sánchez.

LM: ¿Cómo era la vida en aquellos años, don Carlos?

CS: Pues este, estaba todo muy barato pero se ganaba poco, se ganaba poco, sí.

LM: Era duro económicamente.

CS: Sí era sí. Bueno, mi padre pos se pasó nueve años acá y nos mandaba los dolaritos para Gómez. De todas maneras, pos siempre aquí se ganaba poco yo creo, porque no mandaba mucho dinero, no, cuando estuvimos en Gómez, y ya para allá, pos a la siembrita de el maíz y el frijol.

LM: ¿Cuánto tiempo vivieron en Guadalupe Victoria?

CS: Como once años.

LM: Once años.

CS: Sí, el [19]45, precisamente hoy cumplimos aniversario de haber llegado ahí en Gómez Palacio, mis hermanos, mi papá, mi mamá y mi esposa.

LM: ¿Ya estaba usted casado?

CS: Y el mayor, sí ya estaba yo casado, venía el mayor.

LM: ¿A qué edad se casó usted, don?

CS: Como a los veintiséis años.

LM: Veintiséis.

CS: Sí, era un muchachito ya.

LM: Platíqueme un poquito de cuando se fueron en el [19]33, que llegaron a Guadalupe Victoria, ¿qué sembraba?

CS: Pues este, pos allá se siembra maíz y frijol ahí nomás, sí. Y estaba, fuimos a una hacienda que se llama Santa Bárbara, que era del General Joaquín Amaro. Allá fue en donde empezamos a sembrar en la Hacienda Santa Bárbara del General Joaquín Amaro.

LM: Y, ¿cómo sembraban?

CS: Este, pos era a media.

LM: A media.

CS: A media sí. La hacienda ponía todo, animales, arado, implementos, todo, semilla y todo. Y al fin de la cosecha, la mitad era para la hacienda y la mitad para nosotros, sí. Es decir, eso se llama sembrar a medias, eso fue al principio que llegamos y ya después nos hicimos de una tierrita, nomás que también de temporal. Doce hectáreas en un rancho que se llama Providencia, ahí cerca de Guadalupe Victoria. Pero, pos ya no llovió, ya no llovió al último. Fue cuando emigramos para acá y vendimos lo que había de implementos, carro, mulas, caballos y todo eso.

LM: Sembraban con mulas.

CS: Sí, con mulitas sí. Ahora ya hay tractores, ahora sí. No, entonces era con mulitas, sí.

LM: Y, ¿cómo fue que tomaron esa decisión de vender todo, su papá?

CS: Sí, porque ya había como un año, dos antes que ya levantamos poca cosecha. Levantamos poca cosecha y entonces pos ya al último nada, no dijo: “Aquí va a estar muy duro. No va a haber quién nos compre”. Teníamos tres troncos de mulas y caballo de silla y una casita también allá en Guadalupe Victoria, y no dije: “Vamos, mejor vámonos para Juárez, allá a ver”. Pues a buscar la vida como dicen, viene uno a buscar la vida, sí. Porque ya no llovió, completamente años malos.

LM: ¿Cuántos años tenía usted cuando se vinieron a Juárez?

CS: Pues, con veintiséis ya venía yo casado, sí de veintiséis.

LM: ¿A qué edad me dice que se casó?

CS: Pues a los veintiséis.

LM: ¿Cómo se llamaba su esposa?

CS: Genoveva Estrada.

LM: ¿Alguno de sus hermanos fue bracero también, don Carlos?

CS: Sí, los dos, los dos también fueron braceros, el más chico anduvo conmigo el tiempo que… El tiene como doce, trece años que anduvimos juntos aquí. Pero aquí a lo cercas, Nuevo México aquí, una vez aquí en Texas. Nomás una vez fui pa Colorado, cuarenta y cinco días y mi hermano mayor, él anduvo poco porque se casó con una tejanita y arregló, luego luego arregló la residencia el mayor.

LM: Cuénteme don Carlos, llegaron a Juárez y, ¿qué pasó?, ¿recuerda usted cuál fue su primer trabajo de paga?

CS: Sí, pos este, en la construcción, en Juárez sí.

LM: ¿Como albañil?, o ¿cómo qué hacía?
CS: Pues este, de ayudante, ayudante sí. Ganando $4 al día, era lo que valía un dólar. $4 pesos y luego subió a $5 pesos el dólar y ya nos pagaron $5 pesos y así fue subiendo, según lo que iba subiendo el dólar, iban aumentando.

LM: ¿Cuántos años trabajó en la construcción?

CS: Pues este, cuando había la chanza de la braceriada, me venía yo para acá. Entonces cuando no había chanza de venir, entonces era cuando trabajaba allá, pero nomás había chanza y me venía de bracero.

LM: Me decía usted que su papá se vino a trabajar, y les mandaba dinero.

CS: Sí, cuando estábamos en Gómez Palacio.

LM: ¿En qué año sería eso?

CS: Él se vino, se vino la primera vez el [19]20.

LM: ¿El [19]20?

CS: Sí.

LM: Y, ¿en qué trabajaba?

CS: Y volvió el [19]22 para Gómez, y luego enseguida se volvió a venir el [19]22 y duró siete años, volvió hasta el [19]29. Él trabajaba en una empacadora en Kansas City y Missouri. Sí, y volvió el [19]29, sí.

LM: Don Carlos, cuénteme volviendo a lo de los braceros, ¿cómo se enteró usted que usted podía irse a trabajar a Estados Unidos?, ¿cómo se enteró que había contrataciones?
CS: Sí, no pues ya desde allá ya sabía que, nomás que estaba entonces la guerra. Los papás no lo dejaban a uno venir: “No, no, es mentira que van a trabajar, se los llevan a la guerra”.

LM: Eso sí.

CS: Y no nos dejaban venir.

LM: Eso, ¿en qué año fue?

CS: Eso ya desde el, pos ya desde el [19]40 ya estaban viniendo los, antes del [19]40 viniendo, los braceros viniendo. Sí, pero yo vine, no vine yo de bracero todo ese tiempo. Hasta cuando ya estuvimos aquí en la frontera, empecé primero y vine como un mes de ilegal, el [19]45. Bueno de ilegal, se dice ilegal porque el pasaporte que daban antes le decían local, ahora es tarjeta láser, y entonces el localito era nomás para visitar aquí El Paso, ¿verdad? Pero no, el tiempo sí se puede pos al cabo La Inmigración no entra a los ranchos ahorita. Unos parientes me dijeron: “Nombre, no crea que nomás es para visitar el pasaporte local, es también pa trabajar, nomás que los americanos eso dicen”. No dije: “Pos dirán bien”. Sí me vine como un mes aquí mismo a Texas, a un pueblito que se llama Clint.

LM: Clint, Texas.

CS: Y yo creo que ni me lo va a creer a cómo nos pagaban la hora.

LM: A ver, ¿a cómo le pagaban?

CS: Ni me lo va a creer, pero es cierto, a $0.25 centavos la hora, diez horas, los seis días.

LM: ¡Los seis días!

CS: Sí.

LM: Y, ¿en qué trabajaba, don Carlos?

CS: Este, desahijando algodón, este…

LM: ¿Cómo es ese trabajo del desahije del algodón?

CS: La máquina lo chorrea el algodón, ¿verdad?, cuando nace chorreadito todo. Y entonces para que produzca mejor, con un azadoncito, o, azadonzote largo este, de mango grande, lo desahija uno y que caiga así uno de otro el algodón. Pero eso todavía es más fácil, lo que es más difícil en el trabajo de la agricultura es el desahije de la lechuga.

LM: El desahije de la lechuga.

CS: La lechuga también la siembran así chorreadita y entonces esa tiene que quedar nomás de a una matita así. Si quedan dos, se echan a perder porque se hacen mal obra las dos plantitas. Entonces debe de quedar una así, después de que desahija uno, le da uno otra pasada, le dicen: “Vamos a descuatar”. A quitar las que están así juntas. Porque sí se le quedan a uno aunque más quiera quedar bien, dejar una, siempre se queda una que otra. Entonces da uno otra pasada quitando las cuatitas y eso es con un azadoncito así cortito, eso lo nombro yo lo más duro, ocho horas, diez horas.

LM: Ocho horas agachado.

CS: Así empinadito, empinadito así.

LM: Y el sol.

CS: Y si no le sabe muy bien, no… “¿No sabes qué? Tú no le sabes mejor vete al camión”.

LM: Y en ese entonces, ¿había mucha gente trabajando?

CS: Sí, sí, sí entonces cuando le digo yo esa vez que vine yo el como, de mojadito, pos andábanos como veinte, veinticinco y pasaba La Inmigración por la carretera, pero no entraba, y ya cuando ya entró fue del [19]50 en adelante. Entonces sí ya entró a los ranchos.

LM: Cuénteme don Carlos, ¿vino usted esa vez de ilegal y luego se regresó?

CS: Sí.

LM: ¿Cuánto tiempo trabajó?

CS: Pos como un mes estuve allí y luego dije: “No, vale más, mejor trabajar allá si me agarra la ley después me quitan mi pasada”. Porque yo al principio que llegué le preguntaba a los trabajadores: “¿Cuánto tienes aquí en Juárez?”. “No, tengo como quince años, veinte años”. “Y, ¿sí sabes, sí tienes pasada pa allá, tienes pasaporte?”. “No, ni me llama a mí la atención”. Y a mí sí me llamaba la atención, dije: “No”.

LM: ¿Qué pensaba usted?

CS: Pos yo quiero ir yo a conocer, quiero ir a conocer allá. Entonces [me] informé, [me] informé a ver qué se necesitaba. Vine a preguntar yo a las oficinas. No, pos nomás: “Mira, tu acta de nacimiento, tu acta de matrimonio, unos retratos y una carta de donde andas trabajando, del patrón que te firme una carta que ahí estás trabajando”. Por cierto que tengo una anécdota. Fíjese, la primera vez que, que vi yo, le decíamos planchados, unos que usaban así unos sombreros así los de las patrullas y en la oficina también estaban esos planchados así, y luego cuando vine a arreglar el primer pasaporte local que fue en octubre del [19]45. Sí, del mismo año que llegué yo fui el primero que saqué el pasaporte. Tengo idea de conocer El Paso, tengo idea. “¡Voy a sacar uno!” Entonces estaba el puente de madera así al nivel del río, pos cortito, ¿verdad? De madera, y la oficina así abajo como en un hoyo, la oficina chiquita y en donde lo entrevistaban a uno para arreglar el pasaporte, era de vidrio, así como un cono de vidrio así. Entonces la gente que estaba ahí lo veía a uno que lo estaba… Y era un planchado de esos. Sí, y luego me empezó a investigar y me dice muy aprisa: “¿Cuántas vas a entrar tú a Estados Unidos?”. Así rápido, y luego le digo yo: “No, pos yo no sé inglés”. Y luego nomás se rió y luego dice: “No, si no te estoy hablando inglés”. Ya me dijo más despacio: “¿Que cuántas veces haz andado acá en Estados Unidos?”. Le digo: “No, ni una vez, por eso quiero arreglar el pasaporte, pa conocer”. “¡Oh, sí!”. Nomás se rió porque le dije yo que no sabía inglés. “No, no te estoy hablando inglés”.

LM: Don Carlos y cuando se contrató, ¿cómo fue esa situación? Platíqueme cómo.

CS: Pues teníamos que ir a Chihuahua a contratarnos allá.

LM: ¿Dónde escuchó usted que podía contratarse?

CS: Sí, no, pos en los periódicos salía, pos vamos a traer mayormente en tiempos de las piscas del algodón, que se piscaba a mano. Entonces venían miles, todos los días venían un mil de braceros, un mil sí. Había un centro de contratación aquí en donde estaba Ysleta por ahí más o menos, se llamaba Río Vista, el Río Vista, ahí lo contrataban ya venía de allá, ¿verdad?

LM: Pero platíqueme cuando se fue a Chihuahua a contratarse allá.
CS: Sí, no pos este, a navegarla allá, a navegarla porque, pos eran miles los que querían. Primero agarraba uno número y pos eran unas bolas, a veces hasta lo golpean a uno, pos tanta gente que quería agarrar pronto el número y de eso tengo yo una anécdota, fíjese. Había un vecino ahí en Gómez, aquí en Juárez, y eso que es plomero y anduvimos de braceros juntos, entonces me conocía y ya se había ido a vivir a Chihuahua. Y íbamos los tres hermanos y de pronto lo veo yo ahí en donde estaba el borlotón de que iban a empezar a dar los números y me conoce él. Se llama Fernando Ortega y habla muy aprisa, Dios le dé salud si vive, si ya se murió rápido o no. Entonces: “¡Quíhubo Carlos!, ¿qué andas haciendo?”. Le digo: “Pos vengo a la braceriada”. “Cómo hombre, ¿ya tienes el número, ya te dieron el número?”. “No, pos acabamos de llegar, mira cómo está la bola”. “Nombre, dame tus datos, yo soy el plomero de ahí del centro de la contratación y yo entro ahí y conozco a los que están ahí que están dando los números y apuntando, dame tus datos”. Le dije: “No, pero no vengo yo sólo, traigo dos hermanos”. “Que le hace, ¿en dónde están?”. “Pos aquí están mira”. Y luego mi hermano se enojó porque, sí el mayor así es medio, pos uno dice que es orgulloso así, pero no, este no, no es muy platicador. Si le saludan bien, y si no, no hace por saludar. Que aquí está también él y luego le dijo al otro: “Nombre, éste quiere saludarle a todos de mano”. Cuando vio que le saludé yo a mi amigo el plomero y luego ya les hablé: “Vengan”. Ya, pos les dimos los datos los tres y hasta otro desconocido se arrimó: “Oigan yo, yo también, yo también”. “Pos deme pues sus datos, ándele pronto, pronto porque voy a entrar allá al centro”. Y hasta el otro también, y dijo: “Ahorita vengo”. Y se metió. Sin mentirle, como menos de media hora ya estaba ahí con los boletos y la gente apretujada toda que quería sacar los boletos, le digo: “Hay veces que quiero saludarles a todos, ¿verdad?”. Y mi hermano mayor no me reprochó porque le lleva el agua al plomero. Y no, pos nos fue bien y hasta nos venimos de regreso porque todavía no empezaban a, nomás estaban repartiendo los números.

LM: Y luego después de que repartían los números, ¿qué pasaba?
CS: No, ya empezaban a llamar de cierta cantidad. “De cierta numeración a cierta, se presentaran cierto día”. Entonces ya se iba uno. Sí, y mi hermano el mayor ya se había casado con la tejanita, entonces cuando entró a contratarse en la investigación dijeron: “Tu esposa, ¿de dónde es?”. “Pues es de El Paso”. “Y, ¿qué andas haciendo aquí? Vete ándale llega, aplica allá para que te arregle tu señora, ¿qué anda haciendo de bracero?”. Entonces se tuvo que venir.

LM: Pues sí.

CS: Ya no le dieron chanza y yo no: “Tú arregla, puedes arreglar residencia”.

LM: ¿Cuántas gentes habría ahí en Chihuahua?

CS: No, sin mentirle pos miles, miles, llegaban de todos los estados a la contratación. Diez mil o sabrá Dios cuántos y según iban dando los números le iba tocando cada día a cierta numeración. Sí, pero sí era batalloso.

LM: Y luego regresó usted ahí.

CS: Sí, luego ya regresamos y cuando nos tocó la numeración, nos fuimos ya el hermano más chico, y ya él, él ya no fue porque le dijeron: “Tú mejor arregla residencia.” Y en verdad, se vino, se vino con la esposa y arregló, después le nació la primera hija.

LM: Y, ¿qué les pedían ahí para que se pudieran contratar?

CS: Pues, primeramente que tuviera uno callos en las manos. Sí, porque si las tenía lícitas como las tengo yo ahora no, no tuvo. Mayormente como cuando fui a Colorado, muchos andaban con de esos palitos de las paletas así frotándose pa que se les hicieran callos porque quería ir lejos, pa salir de aquí de cercas para por allá irse, sin este desertarse y irse para otros estados porque venía uno nomás a la agricultura.

LM: Claro, la agricultura entonces.

CS: Que los primeros dicen que sí trabajaron unos en el ferrocarril y algunos en fábricas porque pos les faltaba gente cuando la guerra, les faltaba gente. Pero no, a mí me tocó nomás en la pura agricultura.

LM: Entonces les checaban que tuvieran callos.

CS: Sí, y ya le digo andaban unos haciéndose con los palitos de las paletas los callos para que no… Pos yo tenía unos callotes pos siempre trabajé duro, sin oficio. Siempre tenía yo unos callos grandes: “No, no, sí, tú vas a Colorado”.
LM: Les hicieron algún examen médico.

CS: Ah, sí, cuando pasaba uno para acá ya a ver si no tenía almorranas.

LM: Allá en Chihuahua, ¿hubo examen?

CS: Sí, allá, allá ya le examinaban y aquí también, aquí también.

LM: ¿Cómo fue el examen de Chihuahua?

CS: No, pos este, sí lo encueraban a uno, de esa tengo otra anécdota, de este [lado] estaban las secretarias, ¿verdad?, tomando datos y todo para ya darle a uno su papel para venirse a contratar. Y uno entró encuerado ahí on taban las secretarias, en vez de ganar por donde se estaban yendo todos. Entró para allá: “¡Oye y sale!”. Sí, entró encuerado para allá en donde estaban las secretarias, sí. Y no, le tomaban a uno sus datos y ya traía uno un papel y ya pa nomás llegar aquí y pasar.

LM: Lo inyectaron, le sacaron sangre ahí en Chihuahua.

CS: Sí, no, me parece que era aquí en donde nos picaban. Aquí nos tomaban rayos X, rayos X sí, y al llegar luego los rayos X.

LM: ¿No les ponían algún desinfectante?

CS: Pues no a mí no me tocó, dicen que al principio sí. Dicen que sí les echaban un polvo, a mí no me tocó ya eso, no me tocó.

LM: De ahí de Chihuahua, se vino…

CS: Sí, nos traían en tren.

LM: ¿Cómo fue ese viaje?, ¿se acuerda?

CS: Pues en cajas de esos, de cajas de la, de los carros, no de pasajeros, no.

LM: Carguero.

CS: Carguero sí.

LM: Y, ¿estaban limpios?

CS: Pues sí, pero veníamos sentados allá en la madera ahí. Ni asientos ni nada. Sí, porque eran, era un mil diarios que pasaban mil diarios.

LM: ¿Cuántas horas hacía el tren de Chihuahua a Juárez?

CS: No, pos yo creo hacíamos como seis, siete horas. Pos venía despación, despación, sí.
LM: Y si querían ir al baño, ¿qué hacían?

CS: Pues ahí era el problema. Fíjese, pos se paraba en las estaciones grandes llegaba un rato, pero no, no traía uno servicio.

LM: ¿Comían algo?

CS: Sí, traía uno su lonche porque de ahí no, no daban nada en el camino, no daban.

LM: ¿Cuánto dinero necesitaban para poder ir a contratarse y luego irse hasta la frontera?

CS: Pues siempre, siempre se necesitaba unos centavitos, sí, porque eran gastos siempre.

LM: ¿Era fácil juntar ese dinero?

CS: No, no era muy fácil, pos se ganaba poco.

LM: Y luego, cuando llegaron a Juárez, ¿qué pasó? Cuénteme.

CS: Cuando llegamos a Juárez, tenía una media hermana aquí con familia y este, ahí en el Valle de Juárez. Que tenían un ranchito y casa y ahí llegamos con ellos un mes, un mes llegamos con ellos.

LM: O sea, ¿tardó un mes para cruzar?

CS: Sí, no, no, llegamos cuando venimos de allá de Guadalupe Victoria.

LM: No, yo digo ya cuando venían en el tren.

CS: ¡Ah no! Ya llegaba uno y otro día se pasaba, los pasaban a todos, sí. Y luego nos llevaban al centro de contratación y ahí nos daban cama y así ya comida y todo, mientras venían los rancheros por uno.

LM: ¿Dónde estaba el centro de contratación?

CS: Aquí donde estaba, aquí mismo en Texas cerquitas, aquí hay un pueblito que se llama Ysleta, por ahí en parejo de Ysleta estaba el centro de contratación grande, grande. Ahí juntaban miles de hombres y ahí estaban saliendo uno según llegaban los rancheros: “Nomás quiero cuarenta, quiero cincuenta”.

LM: ¿Es ese que me dice de Río Vista?

CS: Río Vista se llamaba el centro de contratación, Río Vista, sí.

LM: ¿Cómo era, se acuerda?

CS: Sí, pos era muy grande, tenía muchos, como bodegas grandes con camas y todo y comedor también. Le daban sus tres comidas mientras salía contratado.

LM: ¿Ahí hubo algún examen médico?

CS: Sí, los rayos X luego luego. Algunos salían malos y no, yo gracias a Dios.

LM: ¿De dónde eran los rayos X, de dónde los…?

CS: Pues no, no, no sé, nomás a veces creo al último nos daban, una vez salí yo poco malo. Pero ya me tocó al último, y luego dijeron: “No pos están… Mañana te volvemos a tomar”. Ya estaban mal este los rayos X, yo creo que ya estaban cansados. Me tocó al último que ya, que dijeron que estaban cansados: “No, tienes que quedarte mañana otra vez”. Pero a mí se me hace que era pa que les ayudara ahí a acomodar la gente, iban dejando a unos así, les decían algo pa que se quedaran a ayudar ahí en donde estaba uno entrando a los rayos X. Yo digo que fue por eso ya otro día me vieron. “Ya no, sí está bien”.

LM: Los médicos que había ahí, ¿eran americanos o eran mexicanos?

CS: No pos americanos. Sí, pos ya casi nomás los rayos X, y ya le daban a uno visto bueno y ya a arreglar el contrato, a firmar los contratos, sí.

LM: ¿No le sacaban sangre?

CS: Sí, sí nos sacaban sí. Y muchos muy delicados se desmayaban con… Tenían así camitas, unos muchachotes grandotes ya nomás veían que les estaban sacando sangre se desmayaban, ya tenían camitas ahí pa acostarlos y no yo gracias a Dios nunca me desmayé, ni me puse nervioso.

LM: Me decía del chequeo médico que les revisaban también que no llevaran enfermedades, infecciones…

CS: Sí, sí, pos almorranas era lo que revisaban más.

LM: O sea, ¿tenían que desnudarse?

CS: Sí, sí desnudos. Me acuerdo yo que, tengo otra anécdota, de uno yo creo que iba muy sucio y luego se agacha y le ve el gabacho: “¡Oh no, no está bien!, ¡mucho queso, mucho queso!”. (risas) Y yo creo que no, no se limpió bien. “¡No!, mucho queso vamos, no, no, está bien”.

LM: Y, ¿regresaban a algunos?

CS: Sí, pues algunos, este, que salían malos. Ah, tengo otra anécdota. Fíjese que, según platicaron ahí, de los días que estuve ahí, pos que amaneció uno muerto. Y luego se oyó la versión que era un hombre que tenía mucha familia aquí de Chihuahua y nunca había salido y luego los compañeros ahí vecinos lo animaron: “Nombre, vámonos, hombre, pos nosotros cada año vamos a la braceriada y nos va bien”. “No, pero pos yo nunca he dejado mi familia sola, hombre, no, no”. Pos de primero no, no quería venir, no quería venir y dicen que ya nomás, siempre se animó al último. Pero todo el camino muy triste, muy triste y le decían los compañeros: “Nombre, no, no te desanimes hombre, vamos, trabajamos y mandamos dinero”. Y en la noche siguió igual triste y ese fue el que se murió, fíjese.

LM: Mire.

CS: Yo creo se le cargó mucho, ¿verdad?, la ausencia. Nunca había salido y dicen que pos algo se le… Le pasó al corazón.

LM: Y qué, ¿qué habrá pasado?, ¿usted sabe si lo mandaron de regreso el cuerpo?

CS: Sí, sí yo creo sí, pos lo mandaron. Sí, porque murió antes de contratarse, así es que, sí entonces yo creo murió de tristeza.

LM: Yo creo. ¿Cuál fue su primer trabajo ya como bracero, don Carlos?

CS: Pues hace uno varias cosas, a veces regando el algodón, regando la, también la cebolla y todo el algodón y la lechuga regando.

LM: ¿Dónde trabajó primero?

CS: Primeramente aquí en Nuevo México, casi nomás trabajé en Nuevo México, sí.

LM: ¿Qué hacía?

CS: Sacando lechuga, piscando chile, cuando se piscaba a mano, pues piscando el algodón. De septiembre en adelante, son como tres meses de piscar algodón, que ahora ya son puras máquinas.

LM: ¿Cuánto le pagaban, se acuerda?

CS: Este, la pisca de algodón era de por lo que hacía uno de contrato, a $2 dólares las cien libras.

LM: Dos dólares las cien libras.

CS: Sí, pues yo al principio pos no le sabía bien, no le sabía, pero ya después sí empecé a agarrarle y piscaba mis trescientas cincuenta libras.

LM: Y, ¿cómo es ese trabajo de la pisca?, ¿cómo era?

CS: No pues era, ese puro agachado también el trabajo, puro agachado, agachado con un costal arrastrando, aquí en esto de las piernas y de aquí amarrado de la cintura. Entonces lo llenaba uno y ya lo iba a pesar allá a la báscula y luego subir escaleras a vaciarlo en unos tráilers así. Sí, taba poco durito, sí.

LM: ¿Cuántas gentes trabajaban ahí en ese rancho?

CS: No, pos había ranchos grandes que tenían hasta cien hombres aquí para Texas, Pecos. En Pecos ahí llevaban de a cienes. Sí, ranchos muy grandes de dos, tres millas cuadradas. Entonces cuando se piscaba a mano se llevaba mucha gente, pos ranchos chicos agarraban cinco, seis hombres.

LM: Y, ¿a qué horas empezaba su día, don Carlos?
CS: No, este, para la pisca de algodón era temprano, antes de salir el sol ya iba uno para al campo. Con su lonche, para no perder… Ir a las casitas a comer, llevaba su lonche.

LM: Y, ¿a qué horas comían?

CS: No, a medio día, bueno, cuando le daba a uno hambre. A veces se le pasaba por andar a llenar el costalón. “Hasta que llene el costal voy a comer yo”. A veces se le pasaba a uno la hora.

LM: Pues sí.

CS: Sí, porque era este, sí, pos se entusiasmaba uno a ganar más.

LM: Oiga, claro.

CS: Porque ahí era contrato.

LM: ¿Rendía el dinero?

CS: Sí.

LM: ¿Cuánto tiempo le dieron su contrato?

CS: Pues primero era por un año y ya después año y medio fueron los contratos. Y salía uno y tenía que ir a Chihuahua a sacar, a renovar otra vez, a contratarse otra vez. Nomás era año y medio, continuamente.

LM: Año y medio, continuamente.

CS: Año y medio.
LM: Y cuénteme don Carlos, ¿dónde vivían?

CS: Este, nos daban casa.

LM: Ellos les daban casa.

CS: En casa sí, nos daban casa.

LM: ¿Cómo eran esas casas?

CS: Entonces no pagaba uno renta, ni servicios y no pagaba uno nada, luz, agua.

LM: ¿Cómo eran esas casitas, se acuerda?

CS: Sí, pos no estaban muy bien pero sí, sí tenían los servicios, bañito y escusado y le daban camas con cobija.

LM: ¿Estaban buenas las camitas?

CS: Sí.

LM: ¿Tenían cocina ahí?

CS: Sí, compraba uno su provisión y uno hacía su comida.

LM: Ustedes se cocinaban.

CS: Sí.

LM: ¿Cuántos vivían ahí en esa casa?

CS: No, pos dependía, a veces habíamos tres, cuatro, y tenían como bodeguita, a veces había más en otro, bodeguitas que había más camas, sí.

LM: ¿Cuándo les pagaban?

CS: Pues últimamente, al principio era como a $0.80 la hora al principio, nos fue subiendo, últimamente ya se ganaba a dólar la hora.

LM: Y les pagaban, ¿el fin de semana o al mes?

CS: Sí, sí el sábado.

LM: El sábado.

CS: Sí, pagaban.

LM: ¿Les pagaban con cheque o con efectivo?

CS: No, con cheque.

LM: Y, ¿dónde cambiaban ese cheque?

CS: Pues a veces en donde compraba uno el mandado para la semana, ahí le cambiaban y a veces en los bancos, o donde había pueblitos como aquí en [Las] Cruces que estábamos cercas ahí de [Las] Cruces, en el banco cambiábamos.
LM: ¿Se acuerda cómo se llamaba el pueblito ahí donde…?

CS: Sí, pos aquí al principio estuve en Chamberino, Nuevo México.

LM: Chamberino.

CS: En Chamberino sí, después estuve en La Mesa, también Nuevo México, sí. Y al último estuve ya en Las Cruces, mi última braceriada, ese que fue el [19]60.

LM: Don Carlos, y cuando iban al pueblo, ¿a qué horas iban?

CS: Bueno, cuando, por ejemplo acá cuando me tocó como un mes y medio aquí para Sierra Blanca en Texas, íbamos en domingo porque estaba lejos del pueblito para ir a comprar la provisión. Estaba como a treinta millas, entonces nos llevaba el ranchero el domingo a traer la provisión, creo fue nomás mes y medio aquí en Sierra Blanca, Texas. Fue la única vez que fui yo a Texas, casi lo más fue aquí en Nuevo México y cuando fui a Colorado cuarenta y cinco días a desahijar el betabel. También ese es duro el betabel.

LM: ¿Cómo es el trabajo del betabel?

CS: Porque está la matita así delgadita, delgadita y también se va dejando así con el azadón y también cortito, cortito, y diez horas, y diez horas.

LM: Y diez horas.

CS: Diez horas diarias.

LM: Pues trabajaban, ¿a qué horas empezaba el día ahí?

CS: Pues empezándose a ver y esa vez me fue mal fíjese, ahí en Colorado. Porque yo pos este, pensaba que… Eran un, eran dos, tres hermanos rancheros que tenían un establo. Pensaba yo que nos iban a rebajar lo del mandado este individual, eran cuatro compañeros, conocidos los cuatro, y yo. Entonces yo compraba mi mandado solo y no compraba nada de ropa cada vez que íbamos a comprar provisión, aquellos sí compraban ropa, botas y cada vez que iban al mandado. Pero no nos daban nada de dinero, y ya teníamos como dos semanas trabajadas y tuvimos que pedirles que nos dieran dinero para mandar a la familia y no, pos que no sabían español, que no sabían. Y me dijeron a mí y no pos este: “Tú vives en Juárez y sabes inglés”. “No, no sé nada”. “No, no pero como puedas diles que pos necesitamos dinero, pos aquí estamos, nos lleva al mandado y nos lo pagan y todo”. Y tuve que pos hacerle al gabacho, sí les eché el inglés.

LM: Aprendió poquito.

CS: “¡Money, no!”. Pos a las señas nomás: “Money para la familia, tienen hambre allá la familia”. Pues ya nos dieron $50 dólares a cada uno. Y al último cuando cumplimos los cuarenta y cinco días nos dieron otros $50 y fue todo, nos rebajaron parejo. Yo no compré ni un pañuelo porque dije: “No, para qué compro si allá en El Paso hay mucha ropa”. Y nos rebajaron parejo entonces yo fui el que perdí.

LM: Pues sí.

CS: Yo no compré nada y me fue muy mal esa vez.

LM: Entonces, ¿cómo se portaban los patrones?

CS: No, pos bien, nomás que pos no, no, no hubo quién nos defendiera de los cónsules ni nada, ya ve los mexicanos no, nada. Yo pienso que nos robaron, porque trabajábanos diez horas y salimos nomás, bueno, pos los otros sí compraron muchas cosas, se surtían cada vez que íbamos al mandado. Compraban chamarras, compraban, y ahí entró parejo el rebaje yo fui el que perdí, yo no compré nada.

LM: Y, ¿cómo se comunicaban con los patrones?, ¿había algún intérprete?

CS: No, pos este, a las señas nos llevaban al mandado y pensaba el otro día, en las mañanas nos llevaban un galón de leche y decíamos: “Uh, qué buenos patrones mira”. No, si nos lo estaban cobrando yo creo doble, al último salió todo. La leche que nos llevaban cada mañana, creíamos que eran muy buenos que nos daban un galón de leche todas las mañanas.

LM: O sea que el patrón compraba las cosas y luego se las rebajaba.

CS: No, la leche porque tenían establo de, tenían vacas lecheras, sí. No, el mandado allá lo pagaban, pagaban ellos lo que compraba uno, ellos lo pagaban y hasta que ya les exigimos que nos dieran dinero nos dieron $50 a cada uno y al último otros $50 y ya fue todo.

LM: ¿Mandaba usted dinero para su casa?

CS: Sí, pos sí mandaba, pos nomás nos dieron los $50 y los mandé luego luego y ellos, los compañeros también, sí.

LM: ¿Cómo lo mandaban?

CS: Este, pos estábanos en un pueblito chico, no había, que no había money order ahí. Entonces no, este: “Nomás dinos cuánto vas a mandar en el sobre y nosotros aquí lo aseguramos pa que llegue a tu casa”.

LM: ¿Quién decía?, ¿el patrón?

CS: Sí, no, allí en el correo.

LM: En el correo.

CS: Y no, y sí llegó.

LM: Y, ¿hablaban español?
CS: Sí, en el correo sí. No, aquí nomás digan cuánto mandan y nosotros aquí lo sellamos para que llegue el dinero y sí, sí llegó.

LM: Don Carlos, cuénteme también, ¿qué hacían los días que descansaban?

CS: Pos lavar uno su ropita, lavar, prepararse, luego ir al mandado, estar surtido pa entre semana no perder su tiempo.

LM: ¿Los llevaban ellos al mandado?

CS: Sí, creo cuando estaba lejos sí al mandado sí, pues le batallaba uno siempre.

LM: ¿Qué pensaba usted en aquellos años de la guerra?

CS: No, pos sí, que estaba muy duro. Pos ya le digo no, no nos dejaron venir a la braceriada porque decían: “Se los llevan a la guerra, se los llevan, no es cierto que van a trabajar”.

LM: ¿Pensaba usted que a lo mejor así era?

CS: Y no nos dejaron venir y pensábanos que a lo mejor era cierto eso.

LM: Pues sí, ¿tenían alguna diversión ustedes el día que no trabajaban los braceros?

CS: Sí, pos cuando había pueblitos ahí grandes, pos ir al cine.

LM: Ir al cine, ¿le gustaba el cine?

CS: Los domingos ir al cine, daban… Era la única diversión, comprar el mandadito y luego ya mandar el chivito para la familia. Bueno, que aquí ya en donde estábamos, de [Las] Cruces para acá, pos a veces ya venía yo a mi casa, a veces venía.

LM: ¿Venía a Juárez?

CS: Sí, cada ocho días, sí.

LM: Y, ¿cómo se venía?, ¿qué día se venía?

CS: Pues pagaban este, que trabajaba uno medio día los sábados y le pagaban y había bus que corría de [Las] Cruces a aquí. Había bus que corrían sí, hasta en la tarde y no, no batallaba uno, o de ride con algunos compañeros que ya tenían su carrito lo raitiaban a uno, no batallaba uno para el transporte.

LM: Entonces entraban y salían.

CS: Sí.

LM: No había problema con…

CS: Sí, pos cuando las piscas de algodón era un gentío tremendo, sí.

LM: ¿Les dieron alguna identificación?, o, ¿qué les pedían?

CS: No, este, cuando ya se contrataba uno le daban su tarjeta con su nombre y su firma y todo. Y ese era el pasaporte para cruzar.

LM: Y, ¿la tenían que cargar esa tarjeta ahí con ustedes?

CS: Sí.
LM: Don Carlos, cuénteme en alguna ocasión vio usted alguna autoridad mexicana o que los fuera a visitar, o americana, que los fuera a visitar ahí a los campos que fuera a pedirles…

CS: Pues fíjese que no, casi nunca, nunca hubo quién fuera a ver cómo estábanos o qué ganábanos, nunca, casi nunca. Mayormente allá en Colorado, que estábamos más lejos, pues no, no hubo ni quién, porque yo pienso que sí nos robaron esa vez porque trabajábamos diez horas, diez horas diarias, pues pa ganar más.

LM: Y, ¿cuánto le pagaban ahí?

CS: Pues sí, creo salía como, creo a $0.80 la hora, a $0.80 la hora. Y luego pos siempre, pos empinado, diez horas estaba duro.

LM: Y les hacían sus cuentas el fin de semana o nomás les daban el dinero.

CS: No, pos eso cuando fuimos ahí al betabel, no, pos nomás este, nos compraban el mandado, nos pagaban el mandado y hasta que ya les pedimos dinero. Pero, no de cuenta no supimos al último ni, ni a cómo ganábanos casi la hora. No, no hubo ni quién nos interpretara y ellos nomás que no sabe, no sabe y ahí no los sacaba uno de ahí, nomás no, no sabe.

LM: ¿Qué hacían cuando se les terminaba un contrato?

CS: No, pos tenía uno… El ranchero lo entregaba.

LM: ¿Dónde lo entregaba?

CS: Lo entregaba a la oficina de donde lo habían contratado ahí a donde andaba uno y ya lo devolvían para salir a México.

LM: Lo mandaban a México.

CS: Llegaba uno aquí al centro de aquí Río Vista, llegaba uno ahí y ya en camiones ya lo sacaban a uno.

LM: ¿Y ese viaje quién pagaba?

CS: No, era por ellos la salida al puente. Lo dejaban a uno en el puente y ya salía uno.
LM: ¿Era muy difícil volver a contratarse?

CS: Sí, pos otra vez la lata de ir a Chihuahua y batallar allá para, pa sacar los números, era otra vez la misma, la misma cosa sí.

LM: Y les volvían a hacer exámenes médicos y todo.

CS: Sí, otra vez las mismas cosas sí, exámenes y todo sí.

LM: ¿Cuántas veces se contrató usted, don Carlos?

CS: No, pos fueron varias, cuando eran de por un año, pos porque nomás salía y a veces, y yo procuraba más bien quedarme aquí y me quedaba hasta el último ya cuando acabé, ganaba uno poco pero yo me esperaba. Yo a veces, me volvían a contratar aquí mismo.

LM: Aquí mismo.

CS: Sí.

LM: ¿Cómo era eso?

CS: El ranchero decía: “No, pos si quieres yo te vuelvo a arreglar. ¿Te quedas?”. “Pos sí, ya seguro que sí”. Y ya lo firmaba uno por tres cuatro meses y no tenía que salir, sí.

LM: Y así, ¿cuánto tiempo fue lo que más estuvo?

CS: Pues ya al último eran, yo estuve con un ranchero ahí en La Mesa, Nuevo México como seis años seguidos.

LM: ¡Seis años!, ¿se portaban bien los patrones?

CS: Pues sí y luego este, ahí en donde estuve yo había mucho trabajo por eso no fíjese y ya no, me estuve ahí los seis años, sí. Nomás que ya al último empezó ya a batallarse, y a batallarse cuando ya entraron las máquinas de la pisca ya empezó a batallarse.

LM: ¿En qué año entraron las máquinas?

CS: Pos habrá sido, ora verá, pos yo arreglé el [19]63 la residencia, poco después ya entraron las máquinas, ya no se necesitó mucha gente, ya no.

LM: Don Carlos, ¿conoció usted alguna familia, algún patrón, a la familia del patrón?

CS: Sí, pues este, de este señor que me dio las cartas pa arreglar la residencia, conocí a la esposa y tenía dos hijos, en Berino, Nuevo México.

LM: ¿Hablaba español el señor?

CS: Sí, ese ranchero se llama Alfredo, sí hablaba igual que uno, bien el español.

LM: ¿Alfredo?

CS: Sí, él me dio las cartas para arreglar. Sí, hablaba muy bien español, muy bien.

LM: Oiga don Carlos, y para las cuestiones de su aseo personal, su rastrillo, sus jabones, todo eso, ¿ustedes los compraban o se los daban?

CS: Sí, no, uno los compraba, su provisión también la compraba para hacer su comida en la semana, sí.

LM: ¿Ahorró usted algún dinero de cuando estuvo trabajando?

CS: Pues fíjese que no, como fue tanta familia, yo creo que no, no, no pues este dinero ganado y dinero gastado.

LM: ¿Cuántos hijos tuvo usted?

CS: Pues fueron este, por todos fueron catorce.

LM: ¿Catorce?

CS: Sí, un chiquito se me murió, entonces quedan trece que viven.

LM: Entonces todo lo que ganaba…

CS: Sí, entonces todo lo que ganaba allá va pa la familia.

LM: Ajá, mire, ¿le tocó alguna ocasión estar acá en Estados Unidos para algún 16 de Septiembre, algún día festivo?

CS: Pues no, pos casi no, como siempre anduve aquí cerca de la frontera, siempre regresaba a mi casa.
LM: Y, ¿ustedes escogían el lugar a donde querían irse a trabajar o ellos los…
CS: No, a donde le tocaba a uno. El patrón nomás aquí en el centro de contratación nomás decía: “Quiero cuarenta, quiero treinta nomás”. Y ya uno iba a saber a donde iba hasta que llegaba.

LM: Claro.

CS: Bueno, cuando fuimos a Colorado, pos sí sabíamos que íbamos a Denver, Colorado, a desahijar betabel, sí.

LM: En alguna ocasión recuerda que haya habido algún problema ahí con los compañeros, ¿algún detalle?

CS: Sí, pos me acuerdo de uno que, aquí también en Nuevo México. Que un compañero le sacó la cartera… Apenas habíamos trabajado una semana y cuando [se] acordó: “¡Ah! No, pos este, no y aquél me abrazó y era conocido, me abrazó y no hallo mi cartera”. Y sí, el carajo se la había sacado. Y luego se la echó, era un escusado de hoyo y se la echó pal hoyo y le sacó el dinero y yo me acuerdo de esa cuestión.

LM: Y luego, ¿qué pasó?

CS: Sí, no, ya le andaba al amigo. Lo llevaron a la autoridad, aquí cerquitas, aquí en, sí, en Lamesa fue eso en Lamesa, sí.

LM: Y, ¿qué le hicieron?

CS: No, lo tuvieron, no me acuerdo cuántos días, pero no, siempre siguió trabajando ahí y le repuso el dinero que le había agarrado. Sí, pos eran hasta conocidos nomás, nomás de eso me acuerdo yo, oiga.

LM: ¿En alguna ocasión le quedaron a deber algo de dinero?

CS: No, fíjese que no. Con ese patrón que tuve yo ahí en Chamberino que estuvimos, sí como tres años seguidos contratados mis hermanos y yo, sí me quedó debiendo unas horas de riego. Como ocho horas y duró como un año pa pagármelas y cuando ya no le cobré entonces un día de él, de por sí. “Mira ahí te puse Carlos tus horas que te debo de riego”. Vi el libro y entonces: “Mira, sí te he pagado, ya no los tenías”. Pero duró como un año pa pagarme.

LM: Y, ¿por qué no le pagaba?

CS: Pues que no, le gustaba así, detener el dinero y ya, después le cobré como unas dos veces y no, vi que no me pagaba ya no le dije nada. “Bueno pos yo creo se las va a robar”. Y cuando no le cobré entonces me dijo: “Ahí te puse en el cheque tus horas que te debo”.

LM: Le remordió la conciencia.

CS: Yo creo les remordió: “Porque vi en el libro que ahí te debía esas horas”. “No pos gracias hombre”. Y ya, ya no le cobré. No, pos ya pagó.

LM: Oiga don Carlos y de la comida, ¿qué comían?

CS: No, pos este, teníamos estufita y cocíamos frijolitos, lentejitas y pos también carnita luego de vez en cuando, ¿verdad? Sí, porque ganaba uno poco, ganaba uno poco, pero sí, estaba barata la comida entonces.

LM: ¿Hacían tortillas?

CS: Ah sí, yo y este hermano chico, todos los días, ah tengo esa otra anécdota. Fíjese que ahora después supimos que nos comían las tortillas los tractoristas. Había como dos, tres tractoristas, pos ellos iban a comer a la casa, nosotros llevábamos lonche y luego nos dijeron: “Nombre, nosotros nos comíamos las tortillas al cabo hacen todas las noches. Los Sánchez hacen todas las noches tortillas, vamos a agarrarle una que otra”. Pos teníamos que hacer todos los días, “no hay tortillas, vamos haciendo.” Yo y el hermano hacíamos tortillas todas las noches, nos la ganaban los demás, claro.

LM: Y el domingo, iban a la iglesia.

CS: Sí, pues este, no, pos casi los demás veníamos para Juárez. Los que éramos de aquí de Juárez pos veníamos. Se quedaban los que eran de lejos por ejemplo allá de Chihuahua, pos ya no venían. No, aquí nos quedamos, pero los que vivíamos aquí en la frontera, pos sí cada ocho días venían casi los martes(??)

LM: Muy bien, don Carlos, ¿cuándo fue su último contrato?

CS: Fue el [19]60 que salí ya, ya este, me dijo mi hermano que estaba aquí: “No, ta bueno que le hagan la lucha a arreglar porque la braceriada se va a acabar”. Y luego: “No, pos sí estaba bien”. Y entonces ya apliqué yo para arreglar y el [19]60 fue la última.

LM: Y, ¿cómo fue que usted aplicó?, ¿era fácil, era difícil?, ¿alguien le dijo?

CS: Sí, no, pos este, al principio estaba fácil, antes del [19]60 estaba fácil nomás la carta de un ranchero que lo pidiera. Pero ya después cuando arreglé yo, ya se empezó a poner trabajoso.

LM: ¿Arreglaba mucha gente?

CS: Sí, sí empezó a arreglar alguna gente pero ya, la primera carta que me consiguió mi hermano era de California, de unos rancheros que tenían mucha villa y no me la quisieron la primera carta.

LM: ¿Dónde la llevaban esa carta?

CS: Este, tenía uno que llevarla al Consulado Americano allá en Juárez. Y no, no, no me la quisieron y tuve que ir con un ranchero, con ese señor que hablaba muy bien español, fui y se la pedí y pos de primero no, dice: “Ya arreglé a algunos y yo creo ya no tengo chanza, y luego pos ya no quiero arreglar, se me van luego luego pa California”.

LM: Se le iban a California.

CS: Le dije: “No, pero yo no me voy, yo tengo mucha familia y yo estoy acá al pendiente de mis hijos y yo si me arregla no me voy”. “No, pos no sé, pos yo te aviso, yo te escribo. Dame tu dirección de Juárez, yo te escribo si puedo aplicar, si todavía puedo arreglar uno más, yo te escribo”. Y sí, de muy buena voluntad fíjese que sí a las dos semanas me escribió: “Ven Carlos, sí puedo arreglarte, sí me dan chanza pa darte las cartas”. Y por eso arreglé.

LM: Y, ¿arregló usted y toda su familia, o nomás usted?

CS: No, nomás yo. Nomás yo primero, nomás yo. Es que el 4 de marzo del [19]63 pasé yo ya como residente.

LM: Mire, o sea que duraron tres años para resolverle, ¿cuánto duraron?

CS: No, este, duré como año y meses. Arreglé un primero de, apliqué un primero de enero del [19]60, pues siempre el [19]62 por ahí, sí. Como año y medio estuve, cuando conseguí la otra carta entonces ya me la valieron, le dieron el visto bueno. Pero arreglé yo primero sólo, y después le dije a uno de mis muchachos el que está en medio de todos, tiene seis para abajo y seis para arriba, Benjamín. Este, le dije: “Yo quiero arreglarte oyes, una mica de residencia”. Cuando estaba estudiando allá tenía diecisiete años, ah no, estoy mintiendo, los dos primeros que arreglé fue a Carlos chico y a Agustín.

LM: ¿Los más grandes?

CS: No, los más chicos.

LM: Los más chicos.

CS: Sí, bueno el de, el número quinto Carlitos, y luego Agustín es el que se le sigue, primero iba a aplicar nomás por uno y ya me dijo Agustín el segundo: “No, pos también arrégleme a mí”. “No, pero pos a lo mejor no puedo ni arreglar uno, pos yo gano poco”. “Pos no le hace, pos aplique a ver si se nos hace”. Entonces sí apliqué a los dos, y sí pues este, sí batallé poco. El cónsul cuando ya les iba a dar la pasada me dijo: “No, pos este fíjese que gana muy poco tu papá y luego él tiene sus gastos allá y luego ustedes también, entonces no, yo creo que no”. Nomás que el más grandecito Carlos chico se le ocurrió a él: “No, pero tenemos una tiendita allá en Juárez y no pagamos renta, entonces no pos este, no nos vemos muy apurados”. “Ah, entonces”, así que se quedaba pensativo, “bueno”. Era un 22 de diciembre. “Entonces firmen aquí, sí pos bueno, se vienen a ver a su papá en Navidad”.

LM: Mire.

CS: Yo no salía de allá.

LM: Oiga don Carlos y, ¿cómo fue la vida después de haber trabajado como bracero?
CS: Pues no, este, yo seguí en la misma, también en el campo.
LM: ¿Ya con sus residencias y eso?

CS: Sí, porque este pos me decían: “Pos busca otro trabajo”. Me decía mi esposa en paz descanse. “Pos sí y mientras lo hallo”. “Aprende algo, algún oficio”. “¿Y mientras lo aprendo?”. Se necesita el dinero diario, diario. Pos tengo que trabajar en lo que yo he trabajado, porque si me pongo a aprender un oficio ahorita ahí, ¿qué hacemos de dinero?

LM: Pues sí.

CS: Entonces tuve que, pos en la misma nomás de enero en adelante trabajaba en la construcción.

LM: De enero, ¿cuánto?

CS: De enero a mayo era cuando se venía el trabajo de la labor, entonces lo dejaba lo de la construcción. Pero pos siempre de brazo, puro trabajo duro, les digo yo: “No, pos yo trabajé como un burro porque no tenía oficio.”

LM: Claro.

CS: Puro, puro de brazo, puro trabajo duro.

LM: Así es, pos había que trabajar, ¿verdad?

CS: Sí, necesitaban venir los centavitos sí, porque no había lucha.

LM: ¿Cuántos años siguió trabajando en el campo?

CS: Pues ya después de arreglado trabajé de, entré el [19]63 y trabajé hasta el 20 de enero del [19]84.
LM: ¿En el campo?

CS: Sí, me retiré a los sesenta y dos, bueno, es que agarré mi pensioncita a los sesenta y dos pero seguí trabajando todavía hasta después de los ochenta y cinco años. Me retiré el 20 de enero del [19]84.

LM: Sus últimos trabajos, ¿de qué fueron?

CS: Me parece andaba en, ¡ah!, andaba piscando chile seco.

LM: Piscando chile.

CS: Sí, en octubre, enero, no, en enero.

LM: ¿En dónde?

CS: El 20 de enero del [19]84 fue mi último día que fui a piscar chile seco, chile colorado.

LM: ¿En dónde fue eso?

CS: Aquí mismo en Nuevo México. Y me decían mis muchachos ya cuando estaba yo trabajando ya agarraba mi pensioncita: “¿Para qué agarró su pensión?, ¿pa seguirse todavía fregando? Ya no vaya, ya no vaya”. Entonces me convencieron, pues dije: “Bueno, pos dirán bien, pos ya estoy agarrando mis centavitos, ¿para qué seguirme matando ya?”. Entonces seguí después de los sesenta y cinco, todavía trabajé septiembre, octubre, noviembre y diciembre y enero. Cuatro meses después de los sesenta y cinco, sí, todavía trabajé.

LM: ¿Estaba usted muy acostumbrado a trabajar?

CS: Sí, pos trabajé cincuenta años.

LM: ¿Se le hacía duro dejar de trabajar?

CS: Comencé a los catorce y luego paré a los ochenta y cuatro, cincuenta años.

LM: Mire.

CS: Pero no, este, fíjese que muchos que he conocido se han retirado. Pos yo creo mala suerte se mueren al año, a los dos años. Un señor que me raitiaba aquí a trabajar en una camioneta que tenía, duró nomás seis meses agarrando la pensioncita y se murió. Ni estaba grande el señor, por miedo, no sé qué le pasó, yo creo ya estaba enfermo. Sí, nomás seis meses duró agarrando su pensión y se murió. ¡Válgame Dios! Pos muchos que se ponen tristes y que no… Un pariente, un primo de un conocido mío que trabajábamos también juntos se pensionó, vivía allá en Juárez, y ya no le dio por… Bueno, ni siquiera salir al centro nada, nomás comiendo y durmiendo y en la televisión y todo y nomás duró un año, se puso gordo, gordo, gordo, gordo, se murió.

LM: Mire.

CS: Al año.

LM: Al año.

CS: Ya no quería ni moverse siquiera, de salir siquiera a dar la vuelta, no.

LM: ¿Hizo buenos amigos usted, don Carlos, cuando fue bracero?

CS: Sí, pos nunca tuve, bueno una vez sí tuve una diferencia pero no, no fue de mucho, de un señor de acá de Chihuahua que se acordaba mucho de los hijos. Y luego, pos ya a las tres de la mañana ponía el radio, a las tres de la mañana pa levantarnos, pos oscura la mañana, ¿verdad?, a almorzar y hacer lonche y todo. No, pos una vez sí pos a los primeros días le aguantamos, le aguantamos yo y el hermano ese chico que está en Juárez, le aguantamos pero pos no ya un día sí le dije: “Nombre pos, ¿usted nunca ha tenido radio? Pos tan largo el día, lléveselo allá en donde andamos trabajando, pos no deja dormir”. A las tres de la mañana yo creo sería, pues hasta se enojó, muy curioso.

LM: Y, ¿qué dijo?

CS: “No, pos este es que se me va el sueño, se me va el sueño”. “No, pero pos a nosotros no se nos va y no nos deja dormir”. Pos estábamos en una bodeguita, en una bodeguita ahí junto. Pos no nos dejaba dormir con el radio desde las tres de la mañana.

LM: Pues sí.

CS: Fue la única diferencia yo creo, pero no, no.

LM: Y en alguna ocasión de las que usted anduvo trabajando, ¿sintió algo de discriminación, algún detalle?

CS: No, pos hasta eso no.

LM: ¿Siempre lo trataron bien?

CS: Sí, nomás que sí pos ganaba uno poco, ganaba uno poco.

LM: Claro, don Carlos, ya para terminar con la entrevista me gustaría que me dijera, ¿qué significa el término bracero para usted?

CS: No pues este, pos que es trabajo pos muy duro. Una vez, ya de ahora ya arreglados llevó un papá a un chavalo de como quince, dieciséis años. Y ya cuando veníamos, y venía bien enojado, le dijo al papá: “No papá, este trabajo es pa los burros yo no vuelvo a hacer eso, este trabajo es pa los burros”. Pos está duro y luego chavalo de quince años, dieciséis, porque sí es duro el trabajo de la labor.

LM: Claro.

CS: Sí, el trabajo que hace uno empinado, y fuera la pisca de la cebolla también pues sí es puro…

LM: ¿No había americanos en el campo?, ¿que trabajaran en el campo?

CS: Pues muy raro, muy raro.

LM: O gente de color negro.

CS: Muy raro, casi lo más, pos mejor tractorista mejor, pero en el trabajo duro muy poco.

LM: ¿Puros mexicanos?

CS: Casi puro mexicano sí, sí.

LM: Muy bien, don Carlos este, ¿usted qué siente cuando alguien lo llama bracero?
CS: No, pos no, no me ofendo, no me ofendo. (risas) Pos qué.

LM: ¿Le da orgullo?
CS: Sí, sí, pos porque como es trabajo duro no, no cualquiera, no cualquiera, no. Como dice ese refrán, no sé si lo habrá oído: “A los golpes y al trabajo no todos le entran”.

LM: No cualquiera.

CS: A los pleitos no cualquiera le entra, ¿verdad? Sí, no, no.

LM: Podemos decir que sus recuerdos en general son positivos, o, ¿son negativos?
CS: No, son positivos, son positivos, yo trabajé duro pero no, no.

LM: ¿Sirvió el haber trabajado duro para ayudar a su familia?

CS: Sí, cómo no, sí. Sí sirvió y no, todos salieron trabajadores sí, todos y…

LM: ¿Estudiaron sus hijos?

CS: Pues no, no poco, tengo una profesora que ya se retiró. Tengo un dentista, ese trabaja allá en Juárez pero es residente pero, pos no, no se ha querido hacer ciudadano. Un dentista, y Juanillo trabaja en una escuela y el más chico también, este pos no ha agarrado su título pero está así de, pos yo creo ayudante de profesor. Sí, se le pasó el tiempo y no, no estudió y ahora ya se casó pos, pero sí tiene su sueldito en una escuela.

LM: ¿Le arregló a usted a todos sus hijos?

CS: Pues sí, yo arreglé primero dos. Y luego después de los chicos, siete y a la señora, en paz descanse, de un viaje me los traje. Siete hijos y a la señora, nomás que ya uno de los que había arreglado primero, me ayudaron para… Todavía no se casaba, pasé siete y a la señora ocho. Y después me quedaba el mayor, el mayor que es carpintero mueblero, ese lo arregló uno de los chicos, Juan. Juanillo se hizo ciudadano y estaban de acuerdo, lo pidió luego luego, pero, ¿cuánto cree que duraron pa hablarle? De hermano a hermano, duran doce años para hablarle.

LM: Doce años, mire.

CS: Y eso duró, luego ya le hablaron y sí arregló, arregló el hermano y la esposa y una hija.

LM: Mire, don Carlos, ¿usted es ciudadano americano?

CS: Sí, el [19]93 yo y mi señora, en paz descanse, nos hicimos ciudadanos.

LM: ¿Don Carlos, el haber sido bracero cambió su vida de alguna manera?
(entrevista interrumpida)

LM: Continuamos con la entrevista con el señor Carlos Sánchez. Don Carlos, quiero que me diga por favor si usted cree que el haber sido bracero cambió su vida de alguna manera.

CS: No pos no, no la cambió no. Yo seguí trabajando, igual como en… Sí, pos trabajo duro, trabajo duro. Y ya cuando agarré mi pensioncita pues sí todavía duré, ¿ya qué? Ya le digo después de los sesenta y cinco todavía cuatro meses trabajé. Y no, pos ya me retiré. Pero no, pues este, gracias a Dios pos ya ahora este año que viene el cuatro, 2004 cumplo los veinte años que me retiré del trabajo. Y no, pos aquí no me he puesto triste.

LM: Qué bueno, se siente usted bien.

CS: Unos dicen que no, pos que se aburren de que ya no trabajaron y que se ponen tristes y pero pos no ya, yo no me he aburrido de trabajar, no.

LM: Qué bueno.

CS: Y luego pos tengo mis papeles para el doctor, me han operado y no pago ni un centavo, me dan medicinas también y entonces digo bueno, pos, pos gracias a Dios.

LM: Qué bueno.

CS: Y mi familia tengo una hija, la profesora que está retirada, que ya le apliqué también para traerla, en este año cumple dos años que le apliqué para traerla, a ver. A ver cuánto duran para hablar, dicen que unos tres años.

LM: Tres años para hablar.

CS: Cuando es uno ya ciudadano.

LM: ¿Es la única hija que le falta de ser?

CS: Sí, es la única que está allá en Juárez, bueno el mayor también nomás viene y trabaja los… Y se va el fin de semana allá a su casa a Juárez, pero también está arreglado, sí.

LM: Mire.

CS: Y una hija, tengo una hija sordita, pos de nacimiento y el esposo también en paz descanse, ya murió. Ellos arreglaron por los hijos chiquitos, sí ya arreglaron los dos. Y este, el segundo del mayor también arregló por sus hijos que todavía se valía que, que nacidos aquí y chiquitos les arreglaran que, ahora ya no se vale, hasta que crezcan y les den las cartas, trabajen los hijos y les den las cartas, pero ellos arreglaron cuando se valía que arreglaran chiquitos por ellos. Entonces no les arreglé yo a mi sordita, arreglaron ellos por un hijo que les nació aquí.
LM: Qué bueno.

CS: Sí, pero a los demás sí los arreglé yo.

LM: Qué bueno, entonces, ¿desde qué año vive usted aquí ya en Estados Unidos?

CS: Pues ya del [19]63 me tuve que venir para acá a vivir para traerlos, como le digo, estaba allá en Juárez, bueno ahí les arreglo, y tú acá estás.

LM: Claro.

CS: No, entonces ya tuve que estarme aquí para traer a la esposa y a los hijos, ¿me entiende?

LM: ¿Ha vivido usted a gusto aquí?

CS: Pues muy pacífico, nomás que pos mucha gente no le gusta por lo triste, solo, así solo, día y noche. Sale usted ahí a la puerta y no ve nada de gente a pie, nada, y en Juárez no, en Juárez es un gentío tremendo.

LM: Claro.

CS: Entonces a muchos no les gusta vivir aquí lejos. No, yo muy a gusto.

LM: Qué bueno.

CS: Sí, ya tuve que quedarme aquí.

LM: Qué bueno, don Carlos pues quiero agradecerle mucho el que nos haya compartido sus memorias y sus experiencias.

CS: Sí, no pues usted también que tuvo la paciencia de buscarme y venir, sí.
LM: Muchas gracias por estos momentos que nos compartió.

CS: También a usted muchas gracias, muy agradecido, aquí tiene una pobre casa 3429 Yandell.

LM: Gracias, muy amable.

CS: Sí, aquí estamos a sus órdenes.

LM: Muchas gracias, ¿algo más que nos quiera decir ya para terminar?

CS: No, pos nada más agradecerle, sí. Juanillo fue el que me indució, uno de los hijos, sí que sabía que andaban haciendo esas… Yo creo ya le platicó yo creo a usted, ¿verdad?, Juan Sánchez y ya me dijo a mí: “Pos andan investigando a los braceros, ¿quiere que vengan?”. “Pos sí, seguro que sí”. Y fue de ahí en donde nació la cuestión sí, Juan Sánchez trabaja en una escuela, que de noche.

LM: Muy bien.

CS: Sí.

LM: Pues muchas gracias don Carlos, con esto vamos a dar por terminada la entrevista.

CS: Bueno, pos a usted muchas gracias, muy agradecido.





Fin de la entrevista

Interviewer

Martinez, Laureano

Interviewee

Sánchez Montoya, Carlos

Location

El Paso, Texas

File Name Identifier

Sanchez_Montoya_ELP046

Citation

Martinez, Laureano and Sánchez Montoya, Carlos, “Carlos Sánchez Montoya,” Bracero History Archive, accessed November 15, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/38.