Francisco Casas Martínez
Title
Francisco Casas Martínez
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Francisco Casas Martínez was born April 10, 1929, on a large ranch named La Ermita de los Correas in Jerez, Zacatecas, México; he came from a family of agricultural workers and was the youngest of his six siblings; by the time he was five years old, he helped care for the animals and work the land; although he was formally educated, he never really liked school and often found himself in trouble; by his own admission, he did not learn very much; in 1948, he enlisted in the bracero program, and he worked in Arizona and California planting, watering, picking, and packing various fruits and vegetables; he and his family were ultimately able to legally immigrate to the United States.
Summary of Interview: Mr. Casas describes what it was like growing up on a ranch and how he helped with the land and the animals; he initially learned about the bracero program through people that would go to the ranches and charge roughly three hundred pesos to enlist people; in 1948, he enlisted as a bracero and went through a contracting center in Guadalajara, Jalisco, México; from there he traveled by bus to the border; he was later examined, which included getting x-rays and being deloused; as a bracero, he worked in Arizona and California planting, watering, picking, and packing various fruits and vegetables; he goes on to detail work hours, duties, living conditions, accommodations, provisions, treatment, payments, deductions, remittances, recreational activities, and working relationships; in addition, he states that he did not eat the food when it was bad, but he did manage to stop by a commissary at the worksite and buy some milk and bread to eat before work; moreover, he discusses that there were times when women worked in the fields with the men cutting lettuce and strawberries or cleaning and pruning the crops; when he was twenty-five, he married and later had five children; he explains that two of them died in México, while he was working as a bracero; after the program ended, he returned to México; he and his family were able to legally immigrate to the United States.
Summary of Interview: Mr. Casas describes what it was like growing up on a ranch and how he helped with the land and the animals; he initially learned about the bracero program through people that would go to the ranches and charge roughly three hundred pesos to enlist people; in 1948, he enlisted as a bracero and went through a contracting center in Guadalajara, Jalisco, México; from there he traveled by bus to the border; he was later examined, which included getting x-rays and being deloused; as a bracero, he worked in Arizona and California planting, watering, picking, and packing various fruits and vegetables; he goes on to detail work hours, duties, living conditions, accommodations, provisions, treatment, payments, deductions, remittances, recreational activities, and working relationships; in addition, he states that he did not eat the food when it was bad, but he did manage to stop by a commissary at the worksite and buy some milk and bread to eat before work; moreover, he discusses that there were times when women worked in the fields with the men cutting lettuce and strawberries or cleaning and pruning the crops; when he was twenty-five, he married and later had five children; he explains that two of them died in México, while he was working as a bracero; after the program ended, he returned to México; he and his family were able to legally immigrate to the United States.
Creator
Carrillo, Alma
Casas Martínez, Francisco
Date
2006-05-25
Subject
bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Francisco Casas Martínez
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
1:15:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Francisco Casas Martínez
Fecha de la entrevista: 25 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Alma Carrillo
Mi nombre es Alma Carrillo. Estoy entrevistando al señor Francisco Casas Martínez, aquí en San Bernardino, California, el 25 de mayo del año 2006. Y esta entrevista sobre el Programa Bracero, ¿verdad?
FC: Sí.
AC: Bueno. A nosotros nos gusta empezar desde el principio.
FC: Sí, pa darle buen fin.
AC: ¿Verdad? Claro que sí. Gustaría empezar usted por decirnos, ¿dónde nació?
FC: Sí, ¿por qué no?
AC: A ver, ¿dónde nació?
FC: En La Ermita de los Correas, Jerez, Zacatecas el 10 de abril de 1929.
AC: ¿Sí? Oiga, y, ¿cómo es Zacatecas? ¿Cómo es La Ermita?
FC: ¿La Ermita?
AC: Sí.
FC: No, La Ermita es un, era un rancho mucho grande, sí. Casi le digo que, que es el más grande de los alrededores ahí.
AC: ¿De veras?
FC: Sí. Sí, de veras.
AC: Pos a ver, cuénteme, ¿cómo es que el más grande? A ver, ¿comparado a qué? ¿Qué tan grande está?
FC: No, pos está grandecillo.
AC: ¿Sí?
FC: Hay mucha viviendas. Bueno, hay de mucha gente, hay poca ya, ¿verdad? Porque todas se fueron, ¿verdad? Pero hay muchas, un rancho muy grande.
AC: Sí.
FC: Muy bonito.
AC: Y, ¿usted se acuerda cuando estaba chiquito y vivía allá?
FC: ¿Cómo no?
AC: Pos, ¿de qué se acuerda? A ver.
FC: No, pos, sí que nomás me acuerdo cuando tenía yo unos seis, cinco años, que me acuerdo de ahí pa acá. Me acuerdo bien, no se me olvida.
AC: ¿Sí? ¿No se acuerda? A ver. Espéreme un segundo.
FC: Ey.
AC: A ver, perdóneme usted.
FC: No.
AC: Ahí me disculpa.
FC: No.
AC: Bueno, pero usted me estaba hablando de La Ermita, ¿verdad?
FC: Sí.
AC: Y de cuando estaba chico, se acuerda de los cinco o seis años, ¿verdad?
FC: Sí.
AC: Pos, ¿qué se acuerda entonces?
FC: Bueno, me acuerdo pos cuando salía yo al campo, pos andaba por ahí. Salía al trabajo, salía a distintos ranchos y me gustó la paseada.
AC: Pos, ¿qué hacía en el campo, oiga?
FC: Mire, pos nosotros allí sembrábanos, pura agricultura. Íbanos a la leña, íbamos hasta el cerro a ver los animales, a llevarles agua o darles de comer. Me acuerdo, sí.
AC: ¿Sí?
FC: Cuando salía, me gustaba andar, me ha gustado andar todavía, sí. Por eso cuando, cuando estoy aquí, pos extraño la tierra.
AC: Sí.
FC: Y, ya le digo, pos yo me acuerdo de muchas cosas. Total, pos y ya después empecé a entrar para acá, me vine. Pos hasta la fecha, dar mis vueltas, no cabe duda pa allá.
AC: ¿Qué tan seguido va de regreso?
FC: Bueno, voy allá y me estoy unos cuatro, cinco, seis meses, tres, dos. Aquí igualmente.
AC: Sí.
FC: Me regreso y luego me vengo. Cuando empecé a arreglar los papeles, ya entraba y salía, entro y salgo.
AC: Sí.
FC: Pero antes no, cuando no tenía papeles, que yo me vine pa acá, entonces duré aquí yo muchos años.
AC: Oh, ¿sí?
FC: De mojado, hasta que me fui a arreglar los papeles, mire, más de cuarenta años aquí.
AC: ¿De veras? Oiga, estoy medio sordita, ¿me habla más recio?
FC: Sí. ¿Por qué no?
AC: ¿De veras? A ver.
FC: No, pos después va a decir que, pos oiga, pos no estoy sorda. (risas)
AC: Oiga, pero usted me estaba diciendo que se venía primero. ¿Cómo se venía primero antes de ser bracero?
FC: De bracero nada más.
AC: ¿Usted nunca vino a Estados Unidos antes de ser bracero?
FC: No, no.
AC: Y, ¿cómo se enteró que había este programa?
FC: ¿Aquí?
AC: Sí, para traer a personas a trabajar de contratos.
FC: Porque la gente, ¿verdad? Me empezó a platicar y había personas que iba uno a otros ranchos, va allí al rancho, pa otro rancho a apuntarse uno. Pa apuntarse uno, le cobraban a uno $250 pesos, $300. Entraban buena cantidad, ¿verdad?, de gente. Entonces, otro señor encabezaba o lo que fuera, la llevaba a México y allí la autorizaban la lista. Entonces, ya venía el señor y nos decía a tal, pa tal tiempo tiene que estar, pos tal día tiene que estar en Empalme, Sonora, Mexicali, en este, en Guadalajara, en Querétaro, en San Luis Potosí, en donde, donde se abrían las contrataciones.
AC: Sí.
FC: Y allí corrían las listas y ya se venía uno para acá.
AC: Oiga, y usted, ¿dónde le tocó?
FC: ¿A mí?
AC: Sí. A ver, espéreme tantito. A ver. Oiga, pero usted me estaba diciendo que, pos usted cuando lo pusieron en la lista, ¿qué pasó después de que se puso en la lista?
FC: Pos yo vine a contratarme.
AC: ¿En dónde? ¿A dónde lo llamaron a contratarlo?
FC: ¿A contratarme la primera vez? La primera vez, deje acordarme. Se me hace que jue en, en Guadalajara.
AC: En Guadalajara.
FC: Sí, en Guadalajara, allí.
AC: Pos no tan lejos, ¿verdad?
FC: No, no está muy lejos. De onde yo vivo son como unas ocho horas.
AC: Ocho horas.
FC: En camión.
AC: Y, ¿se fue en camión?
FC: Sí.
AC: Y, ¿cómo pagó por el camión?
FC: ¿Cómo?
AC: ¿Estaban caro[s] los boletos del camión?
FC: Pos no, no recuerdo bien, pero debía costar por ahí, unos $20 ó $30 y tantos pesos.
AC: Sí. Oiga, y antes de usted irse de bracero, ¿en qué trabajaba?
FC: Nosotros sembrábanos en el rancho, sembrábanos. Sembrábanos y cuando acabábamos de sembrar, seguíamos el cultivo de las siembras. Si uno quería trabajar, pos trabajaba uno de peón o de jornalero. Que si quería. Pero no porque quería, tenía que hacerlo.
AC: Sí.
FC: Si no entonces, ¿cómo? Sí, trabajaba uno allá y así jue como la pasábamos.
AC: Oiga, y pos, ¿a qué edad empezó usted a trabajar entonces?
FC: ¿Eh?
AC: ¿A qué edad empezó usted a trabajar?
FC: No, pos yo empecé a trabajar, a ayudarles a mis padres, por ahí como de unos seis años, cinco años, de cinco para acá, en el campo.
AC: Y, ¿la escuela?
FC: Bueno, la escuela, iba yo a la escuela. Mucho tiempo me trajeron a la escuela, mucho, muchos años, pero fui un burro, (risas) no aprendí nada. Todo el día me tenía ahí la profesora, la profesora allí en la esquina. Caray, bien castigado. Pero sí me trajeron mucho a la escuela.
AC: ¿Sí?
FC: Sí, pero no aprendí mucho. Ahí más o menos, mal, mal pongo mi nombre, pero no. Pero, pos [es]toy contento, feliz, porque me ayuda la mente. Me ayuda mucho todavía la mente, a leer cualquier papel. A leer, por desengaño de él, no quiere decir alguna cosa. No me quedo en ayunas. De escribir, pos escribo mal, pero sí me entienden.
AC: Sí, claro que sí.
FC: Y así empezamos. Pero sí, me tenían bastante en la escuela.
AC: Oiga, ¿usted tuvo hermanos y hermanas?
FC: Sí.
AC: Pos, ¿cuántas tuvo, a ver?
FC: Que yo me acuerdo, todavía tengo. Todavía me quedan dos hermanas y yo y otro hermano nomás, somos cuatro.
AC: ¿No tuvo más su mamá?
FC: Sí.
AC: ¿Cuántos tuvo?
FC: Tuvo más. Pos al fin ella me platicaba, pero como uno nunca le ponía cuidado, ¿verdad? Que un hermano y que esto. Total que vivos conocí otros, otros tres vivos. Tres ya murieron. Se murió una hermana y se murieron dos hermanos. Yo fui el más chico.
AC: De siete, de que se acuerde usted.
FC: De que me acuerdo, sí. Yo fui el más chico de ellos.
AC: Y, ¿todos trabajaron con usted?
FC: Sí, todos, todos trabajamos.
AC: ¿Hasta las mujeres?
FC: Bueno, de las mujeres, sí. De las que yo me acuerdo, sí, sí trabajaban en el campo también.
AC: Y, ¿qué hacían ellas?
FC: No, pos nos ayudaban a cortar pastura, como el frijol, el frijol. Esos eran los cortes de nosotros allá.
AC: ¿Tenían mucha propiedad?
FC: Pos no, no mucha, pero sí, sí siempre.
AC: Y, ¿con eso les ajustaba para vivir?
FC: Sí, mire que sí, sobraba.
AC: ¿Mande?
FC: Nos sobraba.
AC: ¿Les sobraba?
FC: Sí.
AC: ¿Qué hacían con lo que les sobraba?
FC: Pos a veces lo vendíanos y ya cuando venía la otra cosecha. Y sí nos mantuvimos muy a gusto todos, toda nuestra familia. Teníanos, mis padres, bueno, tenían animalitos, tenían vaquitas, tenían todo el tiempo queso.
AC: ¿Sí?
FC: Sí.
AC: Oh, ¿le daban leche seguido?
FC: Sí, sí.
AC: ¿Sí?
FC: Todos los días.
AC: Fíjese. (risas)
FC: Le metíamos macizo al queso.
AC: Oh. Y, ¿qué tal estaba el queso?
FC: Oh, viera qué bueno. Sí, ya le digo.
AC: Y, ¿quién le hacía el queso?
FC: Pos mi mamá, mis hermanas. Pos yo fui el más chico de ellos. Tengo dos hermanas más mayores que yo y otro hermano más mayor que yo. Yo fui el más chico, fíjese nomás. La suerte, ¿verdad?
AC: Pues sí.
FC: Por eso no crecí, me apachurraron. (risas)
AC: Sí.
FC: Sí, ya le digo.
AC: Oiga, y de sus padres, ¿cómo se acuerda? ¿Cómo era su mamá? ¿Cómo era su papá?
FC: No, ellos eran buenas gentes conmigo.
AC: ¿Mande?
FC: Ellos eran buenas gentes conmigo.
AC: Oh, ¿sí?
FC: Sí. Me trataban bien y yo también, igualmente.
AC: ¿Lo regañaban?
FC: Casi no.
AC: ¿Se portaba…?
FC: No daba motivo. Nomás sí, cuando me regañaban cuando no iba a la escuela, cuando me dejaban castigado, porque ellos no tenían la culpa. Ellos me mandaban a la escuela, ahí no iba.
AC: ¿No iba?
FC: No. A veces no entraba a las clases. Y como le digo, pos ya de grande, anduve mucho en la escuela. Pero no, la escuela no era pa mí. Otro, traiba [traía] otros ambientes, pues en mi mente. Ir al campo, andar a caballo, andar en los ranchos paseándome, cruzando. Pos era mi ambiente. Del trabajo me iba a los ranchos, salía en la tarde por aquí, a las once de la tarde. Si llevaba mi caballo, me iba pa otros ranchos y pasearme, a ver las muchachas.
AC: Muchachas, a ver, de eso no me había mencionado.
FC: Pos sí, pos, ¿a qué va uno, mija? (risas) A ver las muchachas, a las fiestas.
AC: ¿Había muchas fiestas?
FC: Sí, bastantes.
AC: Y, ¿usted iba seguido?
FC: Sí, casi diariamente, casi diariamente.
AC: ¿Sí?
FC: Sí, me di mucho vuelo, mucho gusto.
AC: Oiga, y, ¿se iba curro usted o cómo se iba?
FC: No, no me gustaba, no me gusta todo eso; no, no.
AC: No.
FC: No me gustó, no me gusta de plano. Todavía no, todavía no. Me gusta así irme, como ando. Pero sí, así andaba, ¿verdad? Pero, pos miraban la bolsa todo el tiempo.
AC: ¿Siempre?
FC: Sí, siempre, siempre. Paraba en cualquier tienda, cualquier puesto que quiera.
AC: ¿Tenía muchas novias usted?
FC: Pos no muchas, pero sí, sí. (risas) Sí encontraba. Iba a los bailes, pos no, pos no perdía tirón.
AC: ¿Mande?
FC: No perdía tirón.
AC: ¿No había de a tirón?
FC: No, no fallaba tirón.
AC: No fallaba tirón.
FC: Sí, pos en cada rancho, tenía que tener una novia o dos, pa cuando iba a los bailes, tenerla seguras, ¿no?
AC: Y, ¿no eran celosas?
FC: No, una que otra por ahí, (risas) pero no, no se daban cuenta. Pos ahí nomás me decían: “Oiga, mi hermana quiere hablar con usted”. “Dile que a la otra”. “Mi prima quiere hablar contigo”. “Dile que a la otra”. No, pos, sí era afamado, era famoso yo.
AC: ¿Famoso por qué?
FC: Porque no se me dificultaba nada.
AC: No se, ¿qué?
FC: Me dificultaba nada.
AC: ¿No se le dificultaba nada, nada?
FC: No, no se me dificultaba nada, simplemente nada.
AC: ¡Uh! ¿Ni con las mujeres? ¿No? ¿Nada?
FC: No, tampoco. No, pos ellas me sacaban a bailar a veces. Nomás me hacían así.
AC: Con el dedito. Véngase para acá.
FC: Sí, está bueno. (risas) Sí. Y la gente se enojaba conmigo.
AC: ¿Se enojaban?
FC: Sí.
AC: ¿Por qué?
FC: Pos no cargaban el santo. Y no sé, de veras, oiga. Viera que, pos a veces yo me ponía a pensar, cuando llegaba yo a mi casa, que me iba ya a dormir, me iba a pensar: “Bueno, ¿por qué esos muchachos no quieren bailar las muchachas con ellos? Si están más, nomás tienen mejor posición que yo y, ¿por qué? Andan curros, bien vestidos, todo. Tienen muchos movimientos qué moverse, mucho más que yo”.
AC: Y, ¿usted qué pensó que era?
FC: Pos no, no pensaba nada, nomás me hacía ilusiones yo, que, ¿por qué? Que, ¿por qué los hacían a ellos menos? Si ellos tenían más posiciones que yo y andaban más bien vestidos que yo. ¿Por qué?
AC: Oiga, y, ¿había mucha gente que estaba en mejor situación que usted?
FC: Sí, sí, mucha.
AC: A ver, espéreme tantito.
FC: ¡Ay! (risas) No. Estamos en confesiones. Dígales.
AC: Pues les digo, oiga. Pero, ¿cómo no dejan platicar a gusto?
FC: No, ¿verdad?
AC: Uno acá apenas se está poniendo buena la historia, oiga.
FC: Y luego, cuando está uno con la novia.
AC: Pos, oiga.
FC: No faltan los estorbos.
AC: Está en el mero momento bueno del cuento y ya.
FC: Y ahí le para uno mejor.
AC: Sí, pero mire cuánto ruido.
FC: No, digo. Y ya le digo, así, así era mi vida.
AC: Sí.
FC: Y así sigue siendo.
AC: ¿Todavía suertudo con las mujeres?
FC: ¡Nombre, no! Ya, ya hasta ahí, como, como dijo el dicho: “La cola del becerro, en vez de ir pa arriba ya voy pa abajo”. Pero tengo muchas amistades sinceramente.
AC: Qué bueno.
FC: Muchas. Bueno, me procuran, me hablan, órale. ¿Por qué no voy a contestar? ¿Verdad? Sí, justamente. Pasan por allí: “¿Qué? ¿Te echas un refresco?”. En buena amistad, es un refresco. “Sí, ¿por qué no? Dame para llevarme pa la casa”. “Órale, llévate otro”. Que Dios me ayuda. No hay que hacer mochanga de Monterrey.
AC: Tan tacaño.
FC: No. Y luego (risas) con la damas, menos. Si quieren, pos ponle que quieran conmigo. Yo las sacaba a caballo a las muchachas.
AC: ¿Usted tenía caballos?
FC: Sí, buenos.
AC: ¿Cuántos caballos tenía?
FC: Tenía dos.
AC: ¿Cómo se llamaban?
FC: ¡Uh! Fíjese nomás, uno, uno se llamaba El Minuto.
AC: ¿Por qué?
FC: Nomás.
AC: Y, ¿el otro?
FC: El otro se, (risas) el otro se llamaba El Alacrán, porque era muy farsante.
AC: Era muy farsante.
FC: Sí. (risas) Sí, las subía al caballo.
AC: Oiga…
FC: En muy buena amistad. Nunca, pues nunca tuve malacia de nada. Por eso mismo pienso que a la mejor por eso me tienen mucha confianza, los padres igual. Iba yo a la casa de ellos. “Hey, ¿qué hiciste de comer ahora? ¿Qué esto? Sírveme un plato”. Sin ninguna necesidad. Pero me gustaba.
AC: Oiga, y usted, ¿cuántos años tenía cuando decidió irse por lo del contrato de bracero?
FC: Pos ya tenía por ahí unos dieciocho, diecinueve años.
AC: Y, ¿todavía estaba soltero?
FC: Sí, todavía. Pos vida de soltero, sí.
AC: ¿Nunca se casó?
FC: Sí, pero ya, ya me casé grande. Como quien dice, ya, pos ya ve, unos se casan de unos catorce, quince años, ¿ve? Dieciocho años. Yo me casé por ahí de, cerca de unos veinticinco años.
AC: Oh, todavía estaba joven.
FC: No, todavía, todavía.
AC: Oiga, entonces usted, ¿qué se casó cuando era bracero?
FC: Cuando andaba de bracero, entonces.
AC: Y, ¿su esposa era mexicana o era americana?
FC: No, mexicana.
AC: Y, ¿de dónde era su esposa o es?
FC: De otro ranchito ahí cercas de con nosotros.
AC: ¿Cómo la conoció?
FC: Pos en los bailes, en los rodeos, los jaripeos. Allí onde nos presentábanos, sí, ya le digo.
AC: Oiga, pero me estaba diciendo usted que a los dieciocho se fue de bracero y, ¿cómo le hizo? ¿Qué le dijo la mamá? Y, ¿qué le dijeron las novias y el papá de que se fuera usted?
FC: ¿Cuál?
AC: Cuando se fue de bracero.
FC: Que me dijo, ¿quién?
AC: ¿Qué le dijo la mamá?
FC: ¿A mí?
AC: Sí o las novias o el papá.
FC: ¡No! Pos yo le dije que me iba ir de bracero, que necesitaba dinero pa irme de bracero y él aceptó y me dijo que cuánto necesitaba. “No”, le dije, “poquito, ahí unos $300 pesos, cuando mucho”. Ya me los dio y me vine. Me fui, me estuve, a lo más que lo dejaban a uno el contrato eran dieciocho meses.
AC: ¿Cuánto?
FC: Dieciocho.
AC: Dieciocho.
FC: Dieciocho. Eran contratitos de seis semanas, cuarenta y cinco días, tres meses. Nomás dieciocho meses, dieciocho meses y me echaron pa ajuera.
AC: ¿Ocho o dieciocho?
FC: Dieciocho.
AC: Dieciocho. Oh, duró mucho en el primer lugar, oiga.
FC: Sí.
AC: Y, ¿qué estaba haciendo ahí?
FC: ¿Allí? Ahí jue cuando empecé a piscar algodón.
AC: Y, ¿eso fue en dónde?
FC: En Yuma, aquí en Arizona.
AC: En Yuma. ¿Yuma está en Arizona?
FC: En un lado de Arizona.
AC: Ah, bueno.
FC: Mucha calor.
AC: Oiga, y cuando usted decidió irse de Guadalajara, porque el contrato, ahí lo llamaron, ¿verdad?
FC: Sí.
AC: ¿Qué pasó ya que llegó ahí a Guadalajara? ¿Cómo es que de Guadalajara llegó hasta Yuma? ¿Qué fue lo que pasó en ese periodo de tiempo?
FC: ¿En ese periodo de tiempo? ¿Pa irme?
AC: Sí.
FC: No, pos es que mire, corrieron la lista, entonces ya entramos, teníamos la lista, ya nos presentábamos, corrieron la lista, entonces ya nos fuimos a las oficinas, ahí firmamos los contratos, ahí que: “¿Dónde nacites?”. Como usted orita aquí. “¿En dónde nacites? ¿De dónde vienes?”, esto y lo otro. “Entonces, ya de te vas a presentar a tales horas, en la parte julana”.
AC: ¿Eso fue en Guadalajara?
FC: Sí, en Guadalajara.
AC: ¿Sí?
FC: Entonces agarré el camión yo de Guadalajara, lo agarré hasta la frontera.
AC: ¿El camión?
FC: El camión.
AC: Y en la frontera, ¿qué hacía?
FC: Pos ahí estaba La Migración. Ahí entré pa adentro, entra uno pa adentro. Ahí firmé el contrato, los rancheros iban a recoger la gente.
AC: ¡Oh, fíjese! Oiga, y, ¿les hacían alguna revisión médica o algunos requisitos para poder trabajar de bracero?
FC: No.
AC: ¿Nada?
FC: Si se enfermaba lo llevaban a usted al doctor, cuando querían y cuando no, no.
AC: ¿Les daban doctores cuando querían?
FC: Lo llevaban a uno al doctor.
AC: Oh, sí. Y antes de eso, ¿cómo revisaban si uno estaba sano antes de trabajar?
FC: No, pos tienen médicos allí en la contratación.
AC: Oh, ¿sí?
FC: En los apartamentos como el de aquí, ¿verdad?
AC: Sí.
FC: Nos metían al apartamento fulano a revisión, a rayos X, al corazón. “¿De qué padeces tú?”. Todo eso.
AC: Les hacían todo, rayos X.
FC: Todo.
AC: ¿Qué más me dijo?
FC: Todo eso.
AC: Rayos X.
FC: Rayos X, medical, todo eso lo revisaban a uno bien. Lo polveaban a uno pa que no llevara piojos.
AC: ¿Polveaban?
FC: Sí.
AC: Y, ¿eso qué es?
FC: Es polvo como de avión, que le nombraban antes polvo de avión.
AC: ¿Polvo de avión? ¿Cómo es el polvo de avión?
FC: Sí. Lo polveaban a uno. Matarle si llevaba usted animales, alguna cosa, pa que se murieran.
AC: ¿Se murieran? A ver. A ver, explíqueme.
FC: Sí, pos lo fumigaban a uno.
AC: Lo fumigaban. Y, ¿eso cuándo lo hacían?
FC: Cuando uno entraba. Ya cuando uno entraba pa adentro. Ya pa salir para adentro. Que ya cuando lo recibía el patrón, es porque ya iba listo. Y ahí le decían a usted: “Vas a trabajar con fulano. Vas a trabajar en esto, en esto otro. Y, ¿qué sabes hacer? ¿Sabes manejar máquinas? ¿Sabes esto y lo otro?”.
AC: Oiga, y, ¿usted se dejó que lo fumigaran?
FC: No, si no me dejaba, sí, tenían que fumigarme.
AC: Y, ¿nadie se quejaba?
FC: Pos, ¿cómo? ¿Cómo? ¿Cómo nos quejábamos? ¿Qué ganábanos con quejarnos? A ver, dígame. Pos si uno quería entrar pa adentro, pos se quejaba usted, a la mejor.
Pero no entras, a la mejor. Pero no cuando te sabes medir, ¿verdad? Dices: “Ni modo”. Y ya lo contrataban los de ahí, de ahí nos echaban en, en camión, nos echaban en el tren, según.
AC: Y a usted, ¿dónde le tocó?
FC: No, yo viajé mucho en camión, en tren.
AC: Oiga, y eso de la polveada, como le dice, ¿se lo hacían, nada más una vez se lo hicieron?
FC: Nada más una vez.
AC: ¿Nunca más se lo volvieron a hacer?
FC: Nunca.
AC: ¿Ni siquiera cuando regresó?
FC: No, no, ya cuando lo regresan, es como aquí, ¿verdad? Es como entrar ahorita aquí, ¿verdad? Enseña usted la mica pa entrar pa adentro, ¿no? Y ya pa salir, ¿para qué la quiere?
AC: Y, ¿usted se regresó otra vez a Estados Unidos?
FC: Sí.
AC: Y, ¿no le volvieron a hacer la polveada?
FC: No, una pura vez nomás. Lo hacían una pura vez. O sea, sí pasaba uno bien.
AC: Oiga, y ya que usted estaba aquí y ya lo habían mandado a Yuma, ¿cómo eran las viviendas o donde vivían, donde comían? ¿Cómo eran?
FC: Bueno, mire, era como la de aquí o tenían apartamentos, ¿verdad? Tienen comedor, tienen comedores, tienen… les nombraban antes, como aquí, ¿verdad?, barracas. Una cama y usted conoce las camitas que (ininteligible) ¿Verdad?
AC: Las comitas, ¿de qué?
FC: Camas.
AC: Camas.
FC: Camas como más o menos esta mesa, ¿verdad? Donde quepa usted o una, dos, tres, cuatro y así.
AC: Oh, ¿camitas chiquitas?
FC: Ándele, chicas.
AC: Para una persona.
FC: Para una persona nada más, ahí en barracas.
AC: Y, ¿cuántas personas había por cuarto?
FC: No, pos fíjese, por cuarto, pos según el cuarto, según el cuarto como estuviera, ¿eh?
AC: Pero, ¿había mucho espacio para uno caminar?
FC: Sí, sí.
AC: Y, ¿todo?
FC: Había espacio. Aquí estaba esta hilera de camas, aquí estaba la otra y espacio quedaba en medio. Baños también.
AC: ¿Tenían baños?
FC: Sí, baños. Lavaderos pa lavar la ropa.
AC: Oiga, y, ¿dónde ponían la ropa? Y, ¿tenía sillones, salitas?
FC: Sí, en el baño había bancas largas, como ponía usted un clavo en una pared y colgaba su ropa, pal baño.
AC: Oh, ¿no tenían cajones?
FC: No.
AC: Clavos.
FC: Clavos, clavos.
AC: Y, ¿qué comían, oiga?
FC: No, pos muchas cosas, sopa, el arroz, fideo, carne y caldo, sí.
AC: Y, ¿usted la cocinaba? ¿Se la cocinaban? ¿Cómo era?
FC: No, tenían cocineros.
AC: ¿Sí?
FC: Tenían cocineros, tenían cocineros, cocineras.
AC: Oiga, y, ¿alguna vez le dieron comida rara?
FC: Cambiaban, nomás que sí mala.
AC: ¿Mala?
FC: Sí. A veces muy mala comida.
AC: ¿Por qué mala?
FC: ¡Ay! Mire, muy corriente, quiere decir mala, corriente. Pa los cocineros o el dueño de la cocina, ¿verdad? Y seguir ahorrando. También compraba de lo más barato, ¿vedá? Con papas, que sabrá ahí, usted sabe, pos usted en las marquetas usted escoge, ¿no?
AC: Sí.
FC: Ah, bueno. Pos, ahí hecho, hecho todo revuelto. A ellos, si usted le caiba [caía] bien al cocinero, pos estaba bien, ¿verdad? Pero si le caiba un poquito mal, este es el plato, esta era tortilla y todo esto.
AC: ¿No lo trataban bien?
FC: No.
AC: Si no, no.
FC: Usted cree que no. No.
AC: Pos qué malo, oiga.
FC: Viera que sí. (risas)
AC: Oiga, y cuando se vino, ¿no se le hacía la comida rara?
FC: Sí, cómo no.
AC: ¿Qué se le hizo raro?
FC: No, pos no, no, cambia, cambia uno mucho. Cambia uno mucho porque mire, aquí nosotros, los mexicanos, el americano, el portugués, el holandés, yo conozco mucha raza. En eso, pos conoce la bracereada, ¿verdad?
AC: Sí.
FC: Conoce usted de distinta gente.
AC: A ver, espéreme.
FC: Quién es buena, quién es mala.
AC: ¿Tienen buena y tiene mala?
FC: Sí. (risas)
AC: Bueno, pero me estaba diciendo que la comida es buena y mala o, ¿qué me estaba diciendo? A ver.
FC: Sí. Sí, pos, hay de todo. Viene siendo como aquí nosotros, el mexicano, el americano, todo eso, ¿verdad? Va a un restaurant usted, hay diferentes comidas. Va a otro usted y es diferente.
AC: Sí.
FC: Aquella persona es buena pa cocinar, aquella es mala pa cocinar. Y tenía que empacarle, ¿no? Si no, pos, ¿de dónde agarraba lo mejor? Y uno lo hacía ansina. Iba a la cocina, pero si yo veía que no me gustaba la comida, no me la comía. ¿Para qué? Si no me cae, voy a… si me duele la panza o alguna cosa.
AC: Oiga, y, ¿se quedaba sin comer?
FC: No, no. Cuando iba al trabajo, pos llegaba a una marqueta, compraba un galoncito de leche, un pan y vámonos.
AC: Oh, ¿había tiendas por ahí?
FC: ¡Sí! Tiene que haber tiendas, sí había. Había pa comprar ropa, pa todo, ahí mismo en el campo. Tienen, les nombraban comisarias, así. Y luego los ponían en un camión o troca que nos llevaban al pueblo a comprar lo que uno necesitara, ey.
AC: Oiga, y entonces, ¿usted nunca iba al pueblo?
FC: Sí, cómo no.
AC: ¿Para qué iba al pueblo?
FC: ¿Cómo para qué? Pos a pasearme, a gastar el dinero.
AC: Pos, ¿en qué se lo gastaba?
FC: ¿Cómo en qué? Mire, pos tenía que comprar ropa, camisas, camisetas, calzoncillos, toditito, tenía hasta zapatos. Pos tenía que comprar algo.
AC: Pues, lo compra…
FC: Me iba, me iba al cine.
AC: A ver, ¿qué películas? ¿Se acuerda?
FC: Sí, cómo no. A ver quién viene al cine, las muchachas. (risas)
AC: Había muchachas también ahí.
FC: Sí, pos había muchas viviendas, trabajadoras trabajando, en la calle. Sí, como, conoce usted aquí las calles, ¿verdad? Sí, no.
AC: Trabajadoras, ¿en qué trabajaban?
FC: Pos en el campo, en el fil [field]. Cortando lechuga, otras desahijando, otras cortando fresa, ansina.
AC: Y, ¿no tuvo novias ahí?
FC: Una que otra nomás. Se me hacían chocantonas, ¿ve? No me caiba a mí eso.
AC: Sí.
FC: Dije, si es de mi misma raza, entonces… “Estás fregada igual que yo, pos andas trabajando, igual que yo. Entonces, ¿por qué no quieres hablar?”. (risas) Que nada. No, pos, pos, ¿qué tiene que ser así? Me dejaban ya, pos nomás con la boca cerrada, oiga. ¿Verdad que no conviene?
AC: No.
FC: “Hola, ¿cómo estás? ¿Cómo te va?”. Pero si pasas dos burritos, uno de aquí, pos de allá pa acá, ¿no?
AC: Oiga, y, ¿a usted le cobraban la comida?
FC: Sí, a todos. Pagábanos $1.75 diario.
AC: ¿Cuánto?
FC: $1.75.
AC: ¿Sí?
FC: Diario, eso cobraban por las tres comidas.
AC: Y, ¿eso era mucho o era poquito?
FC: ¿De qué?
AC: Para pagar por las comidas, ¿era mucho o era poquito?
FC: Bueno, cuando estaba la comida más o menos, pos estaba bien. Pero a veces la regaban de a tiro. No, pos a veces se le hace a uno malo, ¿verdad? No por lo que costaba la comida, por la malpasada que se iba a dar uno trabajando, desquitándolo.
AC: Oiga, y, ¿como cuántas horas trabajaba usted?
FC: Ocho horas, es lo que podíamos trabajar.
AC: Y, ¿cuántos días a la semana?
FC: Cinco días.
AC: Cinco días.
FC: Claro que si trabajaba los sábados era tiempo y medio.
AC: Y, ¿le tocó trabajar muchos sábados?
FC: Sí, muchos. Casi le voy a decir que aquí, pos casi, casi lo regular ahí en el fil, trabajaba uno. Pos, ¿qué estaba uno haciendo en el campo ahí como loco ahí solo? (risas) Dígame. Platicando con las cuatro paredes, no, mejor se iba uno. Mejor me iba a ahí yo.
AC: Oiga, y, ¿usted hizo muchos amigos ahí?
FC: ¿Dónde?
AC: Pos con los braceros.
FC: Viera que sí, oiga. Unos que me caiban y los que les caiba yo también, no crea que les caiba yo a todos muy bien. Sí, pos, ¿cómo no? Me acuerdo yo y a veces por ahí, antes, antes me encontraba por ahí en Los Ángeles uno que otro, todavía.
AC: Sí. Oiga, y, ¿le iba bien?
FC: Sí.
AC: ¿De dinero?
FC: Sí.
AC: Y, ¿qué hacía con su dinero?
FC: Lo gastaba.
AC: Y, ¿no le mandaba a su mamá?
FC: Pos cómo no.
AC: Y, ¿cuánto le mandaba, a ver?
FC: Mire, mire, mire. Lo que mandaba, lo que ganaba yo, se lo mandaba porque pos, ¿pa qué lo quería yo? Yo me quedaba en una parte. Por ejemplo, esta semana o dos semanas, se los mandaba yo a ellos, pero dejaba una. ¿Para qué lo que quería yo?
AC: Sí.
FC: No. Bueno, digo yo, porque pensaba yo, ¿verdad? Bueno, pos en mi casa, pos no falta nada, ¿verdad?, probablemente. Mejor se los mando a ellos, allá lo tengo. Si no hay, pos ellos sabrán dónde me dan. Pienso yo que ahí es donde sacaron. Ansina.
AC: Oiga, y, ¿le escribía a su mamá también?
FC: Sí. El correo era mío, el correo.
AC: ¿El correo era de usted?
FC: Sí, mandaba muchas cartas, a las muchachas, a los amigos.
AC: ¿Sí?
FC: Unas me contestaban y otros me tiraban a loco, ¿verdad? (risas) Pero ahí me la llevaba. ¿Qué tanto me ha de correr?
AC: Oh, ¿usted escribía mucho entonces?
FC: Sí, muchas amigas.
AC: Oiga, y, ¿extrañaba mucho allá a Zacatecas?
FC: Sí. Fíjese que sí. Cuando me iba mal, me acuerdo, sí. Yo nunca me he quejado de la vida, no.
AC: No. ¿Cómo lo trataban?
FC: ¿Quién?
AC: Pues los mayordomos, ¿cómo lo trataban?
FC: A veces bien y a veces mal, no todos son iguales.
AC: ¿Cuál fue la peor experiencia que tuvo?
FC: ¿La peor?
AC: Sí.
FC: Oh, una vez me enojé con uno.
AC: ¿Por qué?
FC: ¿Por qué? Porque, pos no me dejaba trabajar a gusto, en paz. Nomás me andaba molestando. Y me caiba a mí gordo. Hasta que una vez le dije: “Oye, ¿sabes qué?”, le dije, “pos dime si no te gusta mi trabajo”. “No, pos sí”. “¿Entonces? ¿Qué quieres detrás de mí?”. “No, que… “No”, le dije, “¿sabes qué?”. Entonces, ya me fui a la oficina. Y ya fui y le dije: “Pos yo no quiero trabajar ya ahí que en la compañía esa, por el mayordomo”, le dije, “dime si me puedes cambiar a otra compañía”.
AC: Y, ¿eso dónde fue?
FC: ¿Eh?
AC: ¿Eso dónde fue?
FC: Aquí en Cinco Puntas, ahí juimos.
AC: Sí. Y, ¿a dónde lo mandaron?
FC: Me mandaron a regar día y noche.
AC: Y, ¿no le gustaba eso?
FC: Sí. Pos nomás tendía el agua, traiba una pompa yo solo, todo así de agua, nomás metiendo cinco, cinco tramos y ir a dormir toda la noche.
AC: Oh, ¿sí?
FC: No alcanzaba a salir a la orilla y me levantaba temprano, a las cuatro de la mañana, ya cuando se empezaba a ver. Entonces la tenía yo sola, toda el agua por una, el pedazo que saliera. Y ya cuando llegaba el mayordomo, ya todo estaba juera. No quedaba nada.
AC: ¿Cuál fue su mejor experiencia? ¿Dónde lo trataron mejor?
FC: No, pos si nomás el mayordomillo jue el que… Pero yo donde quiera platicaba y me visitaban y me llevaban y iban conmigo y me llevaban al pueblo. “Eh, oye, ven, vámonos”. “Oye”, otros mayordomos, “oye, vamos a echarnos una”. No.
AC: ¿Una qué?
FC: Una cerveza.
AC: Oh, ¿usted tomaba?
FC: Sí, sí.
AC: Y, ¿dónde tomaba?
FC: Macizo, macizo.
AC: Oh, mucho.
FC: Um-hm.
AC: Y, ¿dónde iba usted? ¿Dónde se podía tomar?
FC: En la cantina.
AC: ¿Había muchas? ¿Sí?
FC: No, no muchas, pero pos buscaba uno su, su raza.
AC: Y, ¿dejaban entrar a las muchachonas ahí?
FC: Pos ahí hay meseras. Que yo no les hacía caso a las muchachas. Yo me sentaba en una mesa solo. Sí iban ahí conmigo, no. No las apetecía yo, (risas) no.
AC: Sí.
FC: Problemas, ¿verdad? Con la demás gente, ¿ve? Ellas tenían sus amigos y aquel ambiente. No me gustaba que me molestaran.
AC: Oiga, pero usted sí casó a los veinticinco, ¿verdad?
FC: Ey.
AC: Y, ¿su esposa lo acompañó acá o se quedó allá en Zacatecas?
FC: No, allá se quedó.
AC: ¿Por cuántos años se quedó allá?
FC: ¡Uh! Pos a veces se quedaba por año, un año. Lo más, lo menos un año, año y medio.
AC: Y, ¿qué hizo usted en ese año?
FC: ¿Eh?
AC: ¿Qué hizo usted en ese año?
FC: ¿Cómo?
AC: ¿Le escribía?
FC: Sí, pos sí y le mandaba muchos besos, muchos abrazos. (risas)
AC: Sí. Oiga, y, ¿tuvo hijos con ella?
FC: Sí.
AC: ¿Cuántos tuvo?
FC: Tengo tres. Bueno, tres vivos y dos muertos.
AC: ¿De qué murieron sus otros hijos?
FC: Pos fíjese que ni cuenta me di yo. Yo aquí estaba cuando murió uno.
AC: Y, ¿ellos dónde estaban?
FC: En México.
AC: Con la mamá.
FC: Sí, con la mamá.
AC: ¿En Zacatecas?
FC: Sí, en Zacatecas.
AC: ¿Murieron de cuántos años?
FC: No, chiquitos. Por ahí uno, el más grandecito murió por ahí, por ahí de un año, por ahí. Es que ya lo sacaron ya cuando ya, ya estaba casi muerto, a curar.
AC: Sí.
FC: Y murió luchando. El otro murió por ahí de unos quince días.
AC: Sí.
FC: Tenía días con él.
AC: Oiga, y, ¿cuándo se pudo usted traer a su esposa?
FC: Ya cuando nos vinimos ya a estacionar aquí.
AC: ¿Mande?
FC: Cuando ya nos vinimos a estacionar aquí. Yo me vine primero, aquí duré como unos cinco años.
AC: ¿Cinco?
FC: Y luego la mandé traer, ya cuando estaba yo aquí de planta, aquí bien.
AC: ¿Cuando estaba emigrado?
FC: Sí, ya.
AC: Y, ¿qué hizo después de que acabó el Programa Bracero? ¿Se quedó aquí o se regresó a México?
FC: ¿De cuando se acabó la bracereada?
AC: Sí.
FC: No, me fui para México.
AC: ¿Por cuánto tiempo estuvo allá?
FC: No, allá duré por ahí como unos tres años.
AC: ¿Tres años? Y, ¿qué hizo allá cuando estaba allá?
FC: Pos trabajando también.
AC: ¿En qué?
FC: En la agricultura.
AC: Y, ¿cómo le fue?
FC: Bien.
AC: ¿Sí?
FC: Bien. Bien, me fue bien.
AC: Y, ¿por qué se decidió a venirse para acá entonces?
FC: Pos me decidí a venirme a dar una vuelta y me vine aquí a Tijuana. Y de ahí traté, porque las entradas estaban muy difíciles. Traté de sacar un pasaporte local y lo arreglé. En unos seis meses lo arreglé y entré hasta Los Ángeles. De ahí…
AC: ¿Hasta Los Ángeles?
FC: Sí, hasta Los Ángeles, ahí me lo dieron y todavía lo tengo ahí el pasaporte. Y entré a Los Ángeles, entonces me acomodé a trabajar. Batallé, trabajaba un día, trabajaba dos días, tres. Me fui a una compañía, una fábrica y ahí duré como unos siete años. Y luego me salí de allí, entré a otra, ahí duré bastante, hasta que emigré allí.
AC: Fíjese. Y se pudo traer a la señora.
FC: Y la emigré también.
AC: Y, ¿le arregló a sus hijos?
FC: Sí.
AC: ¿Se le hizo difícil arreglarles?
FC: No.
AC: Qué bueno.
FC: Tenía dinero. Con dinero se hace todo a veces, a veces no. A veces el dinero no sirve. Porque yo le voy a decir una cosa, mire, mucha gente pos piensa y oigo que me platicaban y que esto y que fue y que vino, de dinero y: “No”, le dije, “el dinero no es toda la vida”. Y no, que sí, sí hay, pero no. Y fíjese que pos Dios me ayudó y le arreglé a mi esposa, le arreglé a mis hijos y aquí estamos.
AC: Oiga, y cuando usted andaba de bracero, ¿qué fue el trabajo más pesado que le tocó hacer?
FC: ¿A dónde? ¿Aquí?
AC: Sí, pues me dijo que usted estuvo haciendo el algodón, la naranja, el limón, la fresa, la lechuga. Picó la tierra, el espárrago, la uva y el regador, zacate. Estuvo en el higo, tomate, ejotes, elote, nuez, lechuga, coliflor.
FC: No, todavía me faltó otra cosa.
AC: Empacador.
FC: Faltó la cebolla, la cebolla.
AC: La cebolla, ¿en dónde fue la cebolla?
FC: Y papa.
AC: La cebolla y papa, y eso, ¿dónde fue?
FC: Ah, aquí mismo, ahí en, en Salinas.
AC: ¿En Salinas también? Oiga. ¿Cuál era el trabajo más difícil?
FC: No, pos, si viera, viera que está caramba. Las fresas, esa es perra, es perra pa el corte.
AC: ¿Era difícil?
FC: Nomás agachado, nomás agachado, de rodillas en la agua.
AC: ¿De rodillas en el agua?
FC: Sí.
AC: ¿La fresa?
FC: La fresa. Casi todo el tiempo está en el agua. Por ejemplo cuando llovía. Cuando regaba, pos también era duro, porque era de noche, ¿verdad? Tenía uno que entrar al agua, pero la agua estaba calientita, era de pompa, el agua. Esa con gusto se metía usted al agua, de gusto. A veces, a veces estaban las lonas que usaba uno para tapar el agua del, del canal.
AC: Sí.
FC: Y ahí más hielo, que no puedes pegarlas. Luego a veces se venía el agua en la noche, la lluvia y con tanto frío en enero, febrero.
AC: Fíjese. Oiga, y cuando escucha usted la palabra bracero, ¿qué significa para usted?
FC: Bien, bien, bien. Porque pos vino a trabajar. Está uno impuesto a trabajar. Así es. No, pensaba uno que, a eso viene uno, ya sabe a lo que viene, ¿no? Ni pa qué renegar. Todos anduvimos, pos yo por mi parte no renegaba, ¿por qué? ¿De qué? No me conviene, pos me voy pa atrás, ¿no? Pero total que me convino, aquí me estuve. Total que me convino, ¿no?
AC: Sí.
FC: Si no me convenía, pos ahí nos vemos, ¿verdad?
AC: Sí.
FC: No quiere uno que me manden, que me digan nada, pos ya me voy, ¿verdad?
AC: Sí.
FC: Pos es la, es la de ahí. (risas)
AC: Sí.
FC: Como, como la veo a usted, usted, si usted va a allí a tortear ajeno… Si al viejo o la vieja le dice alguna cosa: “Oiga, pos, ¿sabe qué? Esta tortilla está cruda, esta tortilla no está bien”. No le conviene a usted que le digan: “No, pos ahí está tu masa. Tortéala tú, ¿no?”. (risas) Ahí debe dar, ¿no? Así el mexicano.
AC: Sí, tiene razón.
FC: Ey.
AC: Bueno, muchísimas gracias.
FC: Ándale.
AC: Le agradezco mucho.
FC: No.
AC: Que nos haya compartido su historia.
FC: El agradecido soy yo. (risas)
AC: Sí, bueno. Muchas gracias.
FC: Ándele.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 25 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Alma Carrillo
Mi nombre es Alma Carrillo. Estoy entrevistando al señor Francisco Casas Martínez, aquí en San Bernardino, California, el 25 de mayo del año 2006. Y esta entrevista sobre el Programa Bracero, ¿verdad?
FC: Sí.
AC: Bueno. A nosotros nos gusta empezar desde el principio.
FC: Sí, pa darle buen fin.
AC: ¿Verdad? Claro que sí. Gustaría empezar usted por decirnos, ¿dónde nació?
FC: Sí, ¿por qué no?
AC: A ver, ¿dónde nació?
FC: En La Ermita de los Correas, Jerez, Zacatecas el 10 de abril de 1929.
AC: ¿Sí? Oiga, y, ¿cómo es Zacatecas? ¿Cómo es La Ermita?
FC: ¿La Ermita?
AC: Sí.
FC: No, La Ermita es un, era un rancho mucho grande, sí. Casi le digo que, que es el más grande de los alrededores ahí.
AC: ¿De veras?
FC: Sí. Sí, de veras.
AC: Pos a ver, cuénteme, ¿cómo es que el más grande? A ver, ¿comparado a qué? ¿Qué tan grande está?
FC: No, pos está grandecillo.
AC: ¿Sí?
FC: Hay mucha viviendas. Bueno, hay de mucha gente, hay poca ya, ¿verdad? Porque todas se fueron, ¿verdad? Pero hay muchas, un rancho muy grande.
AC: Sí.
FC: Muy bonito.
AC: Y, ¿usted se acuerda cuando estaba chiquito y vivía allá?
FC: ¿Cómo no?
AC: Pos, ¿de qué se acuerda? A ver.
FC: No, pos, sí que nomás me acuerdo cuando tenía yo unos seis, cinco años, que me acuerdo de ahí pa acá. Me acuerdo bien, no se me olvida.
AC: ¿Sí? ¿No se acuerda? A ver. Espéreme un segundo.
FC: Ey.
AC: A ver, perdóneme usted.
FC: No.
AC: Ahí me disculpa.
FC: No.
AC: Bueno, pero usted me estaba hablando de La Ermita, ¿verdad?
FC: Sí.
AC: Y de cuando estaba chico, se acuerda de los cinco o seis años, ¿verdad?
FC: Sí.
AC: Pos, ¿qué se acuerda entonces?
FC: Bueno, me acuerdo pos cuando salía yo al campo, pos andaba por ahí. Salía al trabajo, salía a distintos ranchos y me gustó la paseada.
AC: Pos, ¿qué hacía en el campo, oiga?
FC: Mire, pos nosotros allí sembrábanos, pura agricultura. Íbanos a la leña, íbamos hasta el cerro a ver los animales, a llevarles agua o darles de comer. Me acuerdo, sí.
AC: ¿Sí?
FC: Cuando salía, me gustaba andar, me ha gustado andar todavía, sí. Por eso cuando, cuando estoy aquí, pos extraño la tierra.
AC: Sí.
FC: Y, ya le digo, pos yo me acuerdo de muchas cosas. Total, pos y ya después empecé a entrar para acá, me vine. Pos hasta la fecha, dar mis vueltas, no cabe duda pa allá.
AC: ¿Qué tan seguido va de regreso?
FC: Bueno, voy allá y me estoy unos cuatro, cinco, seis meses, tres, dos. Aquí igualmente.
AC: Sí.
FC: Me regreso y luego me vengo. Cuando empecé a arreglar los papeles, ya entraba y salía, entro y salgo.
AC: Sí.
FC: Pero antes no, cuando no tenía papeles, que yo me vine pa acá, entonces duré aquí yo muchos años.
AC: Oh, ¿sí?
FC: De mojado, hasta que me fui a arreglar los papeles, mire, más de cuarenta años aquí.
AC: ¿De veras? Oiga, estoy medio sordita, ¿me habla más recio?
FC: Sí. ¿Por qué no?
AC: ¿De veras? A ver.
FC: No, pos después va a decir que, pos oiga, pos no estoy sorda. (risas)
AC: Oiga, pero usted me estaba diciendo que se venía primero. ¿Cómo se venía primero antes de ser bracero?
FC: De bracero nada más.
AC: ¿Usted nunca vino a Estados Unidos antes de ser bracero?
FC: No, no.
AC: Y, ¿cómo se enteró que había este programa?
FC: ¿Aquí?
AC: Sí, para traer a personas a trabajar de contratos.
FC: Porque la gente, ¿verdad? Me empezó a platicar y había personas que iba uno a otros ranchos, va allí al rancho, pa otro rancho a apuntarse uno. Pa apuntarse uno, le cobraban a uno $250 pesos, $300. Entraban buena cantidad, ¿verdad?, de gente. Entonces, otro señor encabezaba o lo que fuera, la llevaba a México y allí la autorizaban la lista. Entonces, ya venía el señor y nos decía a tal, pa tal tiempo tiene que estar, pos tal día tiene que estar en Empalme, Sonora, Mexicali, en este, en Guadalajara, en Querétaro, en San Luis Potosí, en donde, donde se abrían las contrataciones.
AC: Sí.
FC: Y allí corrían las listas y ya se venía uno para acá.
AC: Oiga, y usted, ¿dónde le tocó?
FC: ¿A mí?
AC: Sí. A ver, espéreme tantito. A ver. Oiga, pero usted me estaba diciendo que, pos usted cuando lo pusieron en la lista, ¿qué pasó después de que se puso en la lista?
FC: Pos yo vine a contratarme.
AC: ¿En dónde? ¿A dónde lo llamaron a contratarlo?
FC: ¿A contratarme la primera vez? La primera vez, deje acordarme. Se me hace que jue en, en Guadalajara.
AC: En Guadalajara.
FC: Sí, en Guadalajara, allí.
AC: Pos no tan lejos, ¿verdad?
FC: No, no está muy lejos. De onde yo vivo son como unas ocho horas.
AC: Ocho horas.
FC: En camión.
AC: Y, ¿se fue en camión?
FC: Sí.
AC: Y, ¿cómo pagó por el camión?
FC: ¿Cómo?
AC: ¿Estaban caro[s] los boletos del camión?
FC: Pos no, no recuerdo bien, pero debía costar por ahí, unos $20 ó $30 y tantos pesos.
AC: Sí. Oiga, y antes de usted irse de bracero, ¿en qué trabajaba?
FC: Nosotros sembrábanos en el rancho, sembrábanos. Sembrábanos y cuando acabábamos de sembrar, seguíamos el cultivo de las siembras. Si uno quería trabajar, pos trabajaba uno de peón o de jornalero. Que si quería. Pero no porque quería, tenía que hacerlo.
AC: Sí.
FC: Si no entonces, ¿cómo? Sí, trabajaba uno allá y así jue como la pasábamos.
AC: Oiga, y pos, ¿a qué edad empezó usted a trabajar entonces?
FC: ¿Eh?
AC: ¿A qué edad empezó usted a trabajar?
FC: No, pos yo empecé a trabajar, a ayudarles a mis padres, por ahí como de unos seis años, cinco años, de cinco para acá, en el campo.
AC: Y, ¿la escuela?
FC: Bueno, la escuela, iba yo a la escuela. Mucho tiempo me trajeron a la escuela, mucho, muchos años, pero fui un burro, (risas) no aprendí nada. Todo el día me tenía ahí la profesora, la profesora allí en la esquina. Caray, bien castigado. Pero sí me trajeron mucho a la escuela.
AC: ¿Sí?
FC: Sí, pero no aprendí mucho. Ahí más o menos, mal, mal pongo mi nombre, pero no. Pero, pos [es]toy contento, feliz, porque me ayuda la mente. Me ayuda mucho todavía la mente, a leer cualquier papel. A leer, por desengaño de él, no quiere decir alguna cosa. No me quedo en ayunas. De escribir, pos escribo mal, pero sí me entienden.
AC: Sí, claro que sí.
FC: Y así empezamos. Pero sí, me tenían bastante en la escuela.
AC: Oiga, ¿usted tuvo hermanos y hermanas?
FC: Sí.
AC: Pos, ¿cuántas tuvo, a ver?
FC: Que yo me acuerdo, todavía tengo. Todavía me quedan dos hermanas y yo y otro hermano nomás, somos cuatro.
AC: ¿No tuvo más su mamá?
FC: Sí.
AC: ¿Cuántos tuvo?
FC: Tuvo más. Pos al fin ella me platicaba, pero como uno nunca le ponía cuidado, ¿verdad? Que un hermano y que esto. Total que vivos conocí otros, otros tres vivos. Tres ya murieron. Se murió una hermana y se murieron dos hermanos. Yo fui el más chico.
AC: De siete, de que se acuerde usted.
FC: De que me acuerdo, sí. Yo fui el más chico de ellos.
AC: Y, ¿todos trabajaron con usted?
FC: Sí, todos, todos trabajamos.
AC: ¿Hasta las mujeres?
FC: Bueno, de las mujeres, sí. De las que yo me acuerdo, sí, sí trabajaban en el campo también.
AC: Y, ¿qué hacían ellas?
FC: No, pos nos ayudaban a cortar pastura, como el frijol, el frijol. Esos eran los cortes de nosotros allá.
AC: ¿Tenían mucha propiedad?
FC: Pos no, no mucha, pero sí, sí siempre.
AC: Y, ¿con eso les ajustaba para vivir?
FC: Sí, mire que sí, sobraba.
AC: ¿Mande?
FC: Nos sobraba.
AC: ¿Les sobraba?
FC: Sí.
AC: ¿Qué hacían con lo que les sobraba?
FC: Pos a veces lo vendíanos y ya cuando venía la otra cosecha. Y sí nos mantuvimos muy a gusto todos, toda nuestra familia. Teníanos, mis padres, bueno, tenían animalitos, tenían vaquitas, tenían todo el tiempo queso.
AC: ¿Sí?
FC: Sí.
AC: Oh, ¿le daban leche seguido?
FC: Sí, sí.
AC: ¿Sí?
FC: Todos los días.
AC: Fíjese. (risas)
FC: Le metíamos macizo al queso.
AC: Oh. Y, ¿qué tal estaba el queso?
FC: Oh, viera qué bueno. Sí, ya le digo.
AC: Y, ¿quién le hacía el queso?
FC: Pos mi mamá, mis hermanas. Pos yo fui el más chico de ellos. Tengo dos hermanas más mayores que yo y otro hermano más mayor que yo. Yo fui el más chico, fíjese nomás. La suerte, ¿verdad?
AC: Pues sí.
FC: Por eso no crecí, me apachurraron. (risas)
AC: Sí.
FC: Sí, ya le digo.
AC: Oiga, y de sus padres, ¿cómo se acuerda? ¿Cómo era su mamá? ¿Cómo era su papá?
FC: No, ellos eran buenas gentes conmigo.
AC: ¿Mande?
FC: Ellos eran buenas gentes conmigo.
AC: Oh, ¿sí?
FC: Sí. Me trataban bien y yo también, igualmente.
AC: ¿Lo regañaban?
FC: Casi no.
AC: ¿Se portaba…?
FC: No daba motivo. Nomás sí, cuando me regañaban cuando no iba a la escuela, cuando me dejaban castigado, porque ellos no tenían la culpa. Ellos me mandaban a la escuela, ahí no iba.
AC: ¿No iba?
FC: No. A veces no entraba a las clases. Y como le digo, pos ya de grande, anduve mucho en la escuela. Pero no, la escuela no era pa mí. Otro, traiba [traía] otros ambientes, pues en mi mente. Ir al campo, andar a caballo, andar en los ranchos paseándome, cruzando. Pos era mi ambiente. Del trabajo me iba a los ranchos, salía en la tarde por aquí, a las once de la tarde. Si llevaba mi caballo, me iba pa otros ranchos y pasearme, a ver las muchachas.
AC: Muchachas, a ver, de eso no me había mencionado.
FC: Pos sí, pos, ¿a qué va uno, mija? (risas) A ver las muchachas, a las fiestas.
AC: ¿Había muchas fiestas?
FC: Sí, bastantes.
AC: Y, ¿usted iba seguido?
FC: Sí, casi diariamente, casi diariamente.
AC: ¿Sí?
FC: Sí, me di mucho vuelo, mucho gusto.
AC: Oiga, y, ¿se iba curro usted o cómo se iba?
FC: No, no me gustaba, no me gusta todo eso; no, no.
AC: No.
FC: No me gustó, no me gusta de plano. Todavía no, todavía no. Me gusta así irme, como ando. Pero sí, así andaba, ¿verdad? Pero, pos miraban la bolsa todo el tiempo.
AC: ¿Siempre?
FC: Sí, siempre, siempre. Paraba en cualquier tienda, cualquier puesto que quiera.
AC: ¿Tenía muchas novias usted?
FC: Pos no muchas, pero sí, sí. (risas) Sí encontraba. Iba a los bailes, pos no, pos no perdía tirón.
AC: ¿Mande?
FC: No perdía tirón.
AC: ¿No había de a tirón?
FC: No, no fallaba tirón.
AC: No fallaba tirón.
FC: Sí, pos en cada rancho, tenía que tener una novia o dos, pa cuando iba a los bailes, tenerla seguras, ¿no?
AC: Y, ¿no eran celosas?
FC: No, una que otra por ahí, (risas) pero no, no se daban cuenta. Pos ahí nomás me decían: “Oiga, mi hermana quiere hablar con usted”. “Dile que a la otra”. “Mi prima quiere hablar contigo”. “Dile que a la otra”. No, pos, sí era afamado, era famoso yo.
AC: ¿Famoso por qué?
FC: Porque no se me dificultaba nada.
AC: No se, ¿qué?
FC: Me dificultaba nada.
AC: ¿No se le dificultaba nada, nada?
FC: No, no se me dificultaba nada, simplemente nada.
AC: ¡Uh! ¿Ni con las mujeres? ¿No? ¿Nada?
FC: No, tampoco. No, pos ellas me sacaban a bailar a veces. Nomás me hacían así.
AC: Con el dedito. Véngase para acá.
FC: Sí, está bueno. (risas) Sí. Y la gente se enojaba conmigo.
AC: ¿Se enojaban?
FC: Sí.
AC: ¿Por qué?
FC: Pos no cargaban el santo. Y no sé, de veras, oiga. Viera que, pos a veces yo me ponía a pensar, cuando llegaba yo a mi casa, que me iba ya a dormir, me iba a pensar: “Bueno, ¿por qué esos muchachos no quieren bailar las muchachas con ellos? Si están más, nomás tienen mejor posición que yo y, ¿por qué? Andan curros, bien vestidos, todo. Tienen muchos movimientos qué moverse, mucho más que yo”.
AC: Y, ¿usted qué pensó que era?
FC: Pos no, no pensaba nada, nomás me hacía ilusiones yo, que, ¿por qué? Que, ¿por qué los hacían a ellos menos? Si ellos tenían más posiciones que yo y andaban más bien vestidos que yo. ¿Por qué?
AC: Oiga, y, ¿había mucha gente que estaba en mejor situación que usted?
FC: Sí, sí, mucha.
AC: A ver, espéreme tantito.
FC: ¡Ay! (risas) No. Estamos en confesiones. Dígales.
AC: Pues les digo, oiga. Pero, ¿cómo no dejan platicar a gusto?
FC: No, ¿verdad?
AC: Uno acá apenas se está poniendo buena la historia, oiga.
FC: Y luego, cuando está uno con la novia.
AC: Pos, oiga.
FC: No faltan los estorbos.
AC: Está en el mero momento bueno del cuento y ya.
FC: Y ahí le para uno mejor.
AC: Sí, pero mire cuánto ruido.
FC: No, digo. Y ya le digo, así, así era mi vida.
AC: Sí.
FC: Y así sigue siendo.
AC: ¿Todavía suertudo con las mujeres?
FC: ¡Nombre, no! Ya, ya hasta ahí, como, como dijo el dicho: “La cola del becerro, en vez de ir pa arriba ya voy pa abajo”. Pero tengo muchas amistades sinceramente.
AC: Qué bueno.
FC: Muchas. Bueno, me procuran, me hablan, órale. ¿Por qué no voy a contestar? ¿Verdad? Sí, justamente. Pasan por allí: “¿Qué? ¿Te echas un refresco?”. En buena amistad, es un refresco. “Sí, ¿por qué no? Dame para llevarme pa la casa”. “Órale, llévate otro”. Que Dios me ayuda. No hay que hacer mochanga de Monterrey.
AC: Tan tacaño.
FC: No. Y luego (risas) con la damas, menos. Si quieren, pos ponle que quieran conmigo. Yo las sacaba a caballo a las muchachas.
AC: ¿Usted tenía caballos?
FC: Sí, buenos.
AC: ¿Cuántos caballos tenía?
FC: Tenía dos.
AC: ¿Cómo se llamaban?
FC: ¡Uh! Fíjese nomás, uno, uno se llamaba El Minuto.
AC: ¿Por qué?
FC: Nomás.
AC: Y, ¿el otro?
FC: El otro se, (risas) el otro se llamaba El Alacrán, porque era muy farsante.
AC: Era muy farsante.
FC: Sí. (risas) Sí, las subía al caballo.
AC: Oiga…
FC: En muy buena amistad. Nunca, pues nunca tuve malacia de nada. Por eso mismo pienso que a la mejor por eso me tienen mucha confianza, los padres igual. Iba yo a la casa de ellos. “Hey, ¿qué hiciste de comer ahora? ¿Qué esto? Sírveme un plato”. Sin ninguna necesidad. Pero me gustaba.
AC: Oiga, y usted, ¿cuántos años tenía cuando decidió irse por lo del contrato de bracero?
FC: Pos ya tenía por ahí unos dieciocho, diecinueve años.
AC: Y, ¿todavía estaba soltero?
FC: Sí, todavía. Pos vida de soltero, sí.
AC: ¿Nunca se casó?
FC: Sí, pero ya, ya me casé grande. Como quien dice, ya, pos ya ve, unos se casan de unos catorce, quince años, ¿ve? Dieciocho años. Yo me casé por ahí de, cerca de unos veinticinco años.
AC: Oh, todavía estaba joven.
FC: No, todavía, todavía.
AC: Oiga, entonces usted, ¿qué se casó cuando era bracero?
FC: Cuando andaba de bracero, entonces.
AC: Y, ¿su esposa era mexicana o era americana?
FC: No, mexicana.
AC: Y, ¿de dónde era su esposa o es?
FC: De otro ranchito ahí cercas de con nosotros.
AC: ¿Cómo la conoció?
FC: Pos en los bailes, en los rodeos, los jaripeos. Allí onde nos presentábanos, sí, ya le digo.
AC: Oiga, pero me estaba diciendo usted que a los dieciocho se fue de bracero y, ¿cómo le hizo? ¿Qué le dijo la mamá? Y, ¿qué le dijeron las novias y el papá de que se fuera usted?
FC: ¿Cuál?
AC: Cuando se fue de bracero.
FC: Que me dijo, ¿quién?
AC: ¿Qué le dijo la mamá?
FC: ¿A mí?
AC: Sí o las novias o el papá.
FC: ¡No! Pos yo le dije que me iba ir de bracero, que necesitaba dinero pa irme de bracero y él aceptó y me dijo que cuánto necesitaba. “No”, le dije, “poquito, ahí unos $300 pesos, cuando mucho”. Ya me los dio y me vine. Me fui, me estuve, a lo más que lo dejaban a uno el contrato eran dieciocho meses.
AC: ¿Cuánto?
FC: Dieciocho.
AC: Dieciocho.
FC: Dieciocho. Eran contratitos de seis semanas, cuarenta y cinco días, tres meses. Nomás dieciocho meses, dieciocho meses y me echaron pa ajuera.
AC: ¿Ocho o dieciocho?
FC: Dieciocho.
AC: Dieciocho. Oh, duró mucho en el primer lugar, oiga.
FC: Sí.
AC: Y, ¿qué estaba haciendo ahí?
FC: ¿Allí? Ahí jue cuando empecé a piscar algodón.
AC: Y, ¿eso fue en dónde?
FC: En Yuma, aquí en Arizona.
AC: En Yuma. ¿Yuma está en Arizona?
FC: En un lado de Arizona.
AC: Ah, bueno.
FC: Mucha calor.
AC: Oiga, y cuando usted decidió irse de Guadalajara, porque el contrato, ahí lo llamaron, ¿verdad?
FC: Sí.
AC: ¿Qué pasó ya que llegó ahí a Guadalajara? ¿Cómo es que de Guadalajara llegó hasta Yuma? ¿Qué fue lo que pasó en ese periodo de tiempo?
FC: ¿En ese periodo de tiempo? ¿Pa irme?
AC: Sí.
FC: No, pos es que mire, corrieron la lista, entonces ya entramos, teníamos la lista, ya nos presentábamos, corrieron la lista, entonces ya nos fuimos a las oficinas, ahí firmamos los contratos, ahí que: “¿Dónde nacites?”. Como usted orita aquí. “¿En dónde nacites? ¿De dónde vienes?”, esto y lo otro. “Entonces, ya de te vas a presentar a tales horas, en la parte julana”.
AC: ¿Eso fue en Guadalajara?
FC: Sí, en Guadalajara.
AC: ¿Sí?
FC: Entonces agarré el camión yo de Guadalajara, lo agarré hasta la frontera.
AC: ¿El camión?
FC: El camión.
AC: Y en la frontera, ¿qué hacía?
FC: Pos ahí estaba La Migración. Ahí entré pa adentro, entra uno pa adentro. Ahí firmé el contrato, los rancheros iban a recoger la gente.
AC: ¡Oh, fíjese! Oiga, y, ¿les hacían alguna revisión médica o algunos requisitos para poder trabajar de bracero?
FC: No.
AC: ¿Nada?
FC: Si se enfermaba lo llevaban a usted al doctor, cuando querían y cuando no, no.
AC: ¿Les daban doctores cuando querían?
FC: Lo llevaban a uno al doctor.
AC: Oh, sí. Y antes de eso, ¿cómo revisaban si uno estaba sano antes de trabajar?
FC: No, pos tienen médicos allí en la contratación.
AC: Oh, ¿sí?
FC: En los apartamentos como el de aquí, ¿verdad?
AC: Sí.
FC: Nos metían al apartamento fulano a revisión, a rayos X, al corazón. “¿De qué padeces tú?”. Todo eso.
AC: Les hacían todo, rayos X.
FC: Todo.
AC: ¿Qué más me dijo?
FC: Todo eso.
AC: Rayos X.
FC: Rayos X, medical, todo eso lo revisaban a uno bien. Lo polveaban a uno pa que no llevara piojos.
AC: ¿Polveaban?
FC: Sí.
AC: Y, ¿eso qué es?
FC: Es polvo como de avión, que le nombraban antes polvo de avión.
AC: ¿Polvo de avión? ¿Cómo es el polvo de avión?
FC: Sí. Lo polveaban a uno. Matarle si llevaba usted animales, alguna cosa, pa que se murieran.
AC: ¿Se murieran? A ver. A ver, explíqueme.
FC: Sí, pos lo fumigaban a uno.
AC: Lo fumigaban. Y, ¿eso cuándo lo hacían?
FC: Cuando uno entraba. Ya cuando uno entraba pa adentro. Ya pa salir para adentro. Que ya cuando lo recibía el patrón, es porque ya iba listo. Y ahí le decían a usted: “Vas a trabajar con fulano. Vas a trabajar en esto, en esto otro. Y, ¿qué sabes hacer? ¿Sabes manejar máquinas? ¿Sabes esto y lo otro?”.
AC: Oiga, y, ¿usted se dejó que lo fumigaran?
FC: No, si no me dejaba, sí, tenían que fumigarme.
AC: Y, ¿nadie se quejaba?
FC: Pos, ¿cómo? ¿Cómo? ¿Cómo nos quejábamos? ¿Qué ganábanos con quejarnos? A ver, dígame. Pos si uno quería entrar pa adentro, pos se quejaba usted, a la mejor.
Pero no entras, a la mejor. Pero no cuando te sabes medir, ¿verdad? Dices: “Ni modo”. Y ya lo contrataban los de ahí, de ahí nos echaban en, en camión, nos echaban en el tren, según.
AC: Y a usted, ¿dónde le tocó?
FC: No, yo viajé mucho en camión, en tren.
AC: Oiga, y eso de la polveada, como le dice, ¿se lo hacían, nada más una vez se lo hicieron?
FC: Nada más una vez.
AC: ¿Nunca más se lo volvieron a hacer?
FC: Nunca.
AC: ¿Ni siquiera cuando regresó?
FC: No, no, ya cuando lo regresan, es como aquí, ¿verdad? Es como entrar ahorita aquí, ¿verdad? Enseña usted la mica pa entrar pa adentro, ¿no? Y ya pa salir, ¿para qué la quiere?
AC: Y, ¿usted se regresó otra vez a Estados Unidos?
FC: Sí.
AC: Y, ¿no le volvieron a hacer la polveada?
FC: No, una pura vez nomás. Lo hacían una pura vez. O sea, sí pasaba uno bien.
AC: Oiga, y ya que usted estaba aquí y ya lo habían mandado a Yuma, ¿cómo eran las viviendas o donde vivían, donde comían? ¿Cómo eran?
FC: Bueno, mire, era como la de aquí o tenían apartamentos, ¿verdad? Tienen comedor, tienen comedores, tienen… les nombraban antes, como aquí, ¿verdad?, barracas. Una cama y usted conoce las camitas que (ininteligible) ¿Verdad?
AC: Las comitas, ¿de qué?
FC: Camas.
AC: Camas.
FC: Camas como más o menos esta mesa, ¿verdad? Donde quepa usted o una, dos, tres, cuatro y así.
AC: Oh, ¿camitas chiquitas?
FC: Ándele, chicas.
AC: Para una persona.
FC: Para una persona nada más, ahí en barracas.
AC: Y, ¿cuántas personas había por cuarto?
FC: No, pos fíjese, por cuarto, pos según el cuarto, según el cuarto como estuviera, ¿eh?
AC: Pero, ¿había mucho espacio para uno caminar?
FC: Sí, sí.
AC: Y, ¿todo?
FC: Había espacio. Aquí estaba esta hilera de camas, aquí estaba la otra y espacio quedaba en medio. Baños también.
AC: ¿Tenían baños?
FC: Sí, baños. Lavaderos pa lavar la ropa.
AC: Oiga, y, ¿dónde ponían la ropa? Y, ¿tenía sillones, salitas?
FC: Sí, en el baño había bancas largas, como ponía usted un clavo en una pared y colgaba su ropa, pal baño.
AC: Oh, ¿no tenían cajones?
FC: No.
AC: Clavos.
FC: Clavos, clavos.
AC: Y, ¿qué comían, oiga?
FC: No, pos muchas cosas, sopa, el arroz, fideo, carne y caldo, sí.
AC: Y, ¿usted la cocinaba? ¿Se la cocinaban? ¿Cómo era?
FC: No, tenían cocineros.
AC: ¿Sí?
FC: Tenían cocineros, tenían cocineros, cocineras.
AC: Oiga, y, ¿alguna vez le dieron comida rara?
FC: Cambiaban, nomás que sí mala.
AC: ¿Mala?
FC: Sí. A veces muy mala comida.
AC: ¿Por qué mala?
FC: ¡Ay! Mire, muy corriente, quiere decir mala, corriente. Pa los cocineros o el dueño de la cocina, ¿verdad? Y seguir ahorrando. También compraba de lo más barato, ¿vedá? Con papas, que sabrá ahí, usted sabe, pos usted en las marquetas usted escoge, ¿no?
AC: Sí.
FC: Ah, bueno. Pos, ahí hecho, hecho todo revuelto. A ellos, si usted le caiba [caía] bien al cocinero, pos estaba bien, ¿verdad? Pero si le caiba un poquito mal, este es el plato, esta era tortilla y todo esto.
AC: ¿No lo trataban bien?
FC: No.
AC: Si no, no.
FC: Usted cree que no. No.
AC: Pos qué malo, oiga.
FC: Viera que sí. (risas)
AC: Oiga, y cuando se vino, ¿no se le hacía la comida rara?
FC: Sí, cómo no.
AC: ¿Qué se le hizo raro?
FC: No, pos no, no, cambia, cambia uno mucho. Cambia uno mucho porque mire, aquí nosotros, los mexicanos, el americano, el portugués, el holandés, yo conozco mucha raza. En eso, pos conoce la bracereada, ¿verdad?
AC: Sí.
FC: Conoce usted de distinta gente.
AC: A ver, espéreme.
FC: Quién es buena, quién es mala.
AC: ¿Tienen buena y tiene mala?
FC: Sí. (risas)
AC: Bueno, pero me estaba diciendo que la comida es buena y mala o, ¿qué me estaba diciendo? A ver.
FC: Sí. Sí, pos, hay de todo. Viene siendo como aquí nosotros, el mexicano, el americano, todo eso, ¿verdad? Va a un restaurant usted, hay diferentes comidas. Va a otro usted y es diferente.
AC: Sí.
FC: Aquella persona es buena pa cocinar, aquella es mala pa cocinar. Y tenía que empacarle, ¿no? Si no, pos, ¿de dónde agarraba lo mejor? Y uno lo hacía ansina. Iba a la cocina, pero si yo veía que no me gustaba la comida, no me la comía. ¿Para qué? Si no me cae, voy a… si me duele la panza o alguna cosa.
AC: Oiga, y, ¿se quedaba sin comer?
FC: No, no. Cuando iba al trabajo, pos llegaba a una marqueta, compraba un galoncito de leche, un pan y vámonos.
AC: Oh, ¿había tiendas por ahí?
FC: ¡Sí! Tiene que haber tiendas, sí había. Había pa comprar ropa, pa todo, ahí mismo en el campo. Tienen, les nombraban comisarias, así. Y luego los ponían en un camión o troca que nos llevaban al pueblo a comprar lo que uno necesitara, ey.
AC: Oiga, y entonces, ¿usted nunca iba al pueblo?
FC: Sí, cómo no.
AC: ¿Para qué iba al pueblo?
FC: ¿Cómo para qué? Pos a pasearme, a gastar el dinero.
AC: Pos, ¿en qué se lo gastaba?
FC: ¿Cómo en qué? Mire, pos tenía que comprar ropa, camisas, camisetas, calzoncillos, toditito, tenía hasta zapatos. Pos tenía que comprar algo.
AC: Pues, lo compra…
FC: Me iba, me iba al cine.
AC: A ver, ¿qué películas? ¿Se acuerda?
FC: Sí, cómo no. A ver quién viene al cine, las muchachas. (risas)
AC: Había muchachas también ahí.
FC: Sí, pos había muchas viviendas, trabajadoras trabajando, en la calle. Sí, como, conoce usted aquí las calles, ¿verdad? Sí, no.
AC: Trabajadoras, ¿en qué trabajaban?
FC: Pos en el campo, en el fil [field]. Cortando lechuga, otras desahijando, otras cortando fresa, ansina.
AC: Y, ¿no tuvo novias ahí?
FC: Una que otra nomás. Se me hacían chocantonas, ¿ve? No me caiba a mí eso.
AC: Sí.
FC: Dije, si es de mi misma raza, entonces… “Estás fregada igual que yo, pos andas trabajando, igual que yo. Entonces, ¿por qué no quieres hablar?”. (risas) Que nada. No, pos, pos, ¿qué tiene que ser así? Me dejaban ya, pos nomás con la boca cerrada, oiga. ¿Verdad que no conviene?
AC: No.
FC: “Hola, ¿cómo estás? ¿Cómo te va?”. Pero si pasas dos burritos, uno de aquí, pos de allá pa acá, ¿no?
AC: Oiga, y, ¿a usted le cobraban la comida?
FC: Sí, a todos. Pagábanos $1.75 diario.
AC: ¿Cuánto?
FC: $1.75.
AC: ¿Sí?
FC: Diario, eso cobraban por las tres comidas.
AC: Y, ¿eso era mucho o era poquito?
FC: ¿De qué?
AC: Para pagar por las comidas, ¿era mucho o era poquito?
FC: Bueno, cuando estaba la comida más o menos, pos estaba bien. Pero a veces la regaban de a tiro. No, pos a veces se le hace a uno malo, ¿verdad? No por lo que costaba la comida, por la malpasada que se iba a dar uno trabajando, desquitándolo.
AC: Oiga, y, ¿como cuántas horas trabajaba usted?
FC: Ocho horas, es lo que podíamos trabajar.
AC: Y, ¿cuántos días a la semana?
FC: Cinco días.
AC: Cinco días.
FC: Claro que si trabajaba los sábados era tiempo y medio.
AC: Y, ¿le tocó trabajar muchos sábados?
FC: Sí, muchos. Casi le voy a decir que aquí, pos casi, casi lo regular ahí en el fil, trabajaba uno. Pos, ¿qué estaba uno haciendo en el campo ahí como loco ahí solo? (risas) Dígame. Platicando con las cuatro paredes, no, mejor se iba uno. Mejor me iba a ahí yo.
AC: Oiga, y, ¿usted hizo muchos amigos ahí?
FC: ¿Dónde?
AC: Pos con los braceros.
FC: Viera que sí, oiga. Unos que me caiban y los que les caiba yo también, no crea que les caiba yo a todos muy bien. Sí, pos, ¿cómo no? Me acuerdo yo y a veces por ahí, antes, antes me encontraba por ahí en Los Ángeles uno que otro, todavía.
AC: Sí. Oiga, y, ¿le iba bien?
FC: Sí.
AC: ¿De dinero?
FC: Sí.
AC: Y, ¿qué hacía con su dinero?
FC: Lo gastaba.
AC: Y, ¿no le mandaba a su mamá?
FC: Pos cómo no.
AC: Y, ¿cuánto le mandaba, a ver?
FC: Mire, mire, mire. Lo que mandaba, lo que ganaba yo, se lo mandaba porque pos, ¿pa qué lo quería yo? Yo me quedaba en una parte. Por ejemplo, esta semana o dos semanas, se los mandaba yo a ellos, pero dejaba una. ¿Para qué lo que quería yo?
AC: Sí.
FC: No. Bueno, digo yo, porque pensaba yo, ¿verdad? Bueno, pos en mi casa, pos no falta nada, ¿verdad?, probablemente. Mejor se los mando a ellos, allá lo tengo. Si no hay, pos ellos sabrán dónde me dan. Pienso yo que ahí es donde sacaron. Ansina.
AC: Oiga, y, ¿le escribía a su mamá también?
FC: Sí. El correo era mío, el correo.
AC: ¿El correo era de usted?
FC: Sí, mandaba muchas cartas, a las muchachas, a los amigos.
AC: ¿Sí?
FC: Unas me contestaban y otros me tiraban a loco, ¿verdad? (risas) Pero ahí me la llevaba. ¿Qué tanto me ha de correr?
AC: Oh, ¿usted escribía mucho entonces?
FC: Sí, muchas amigas.
AC: Oiga, y, ¿extrañaba mucho allá a Zacatecas?
FC: Sí. Fíjese que sí. Cuando me iba mal, me acuerdo, sí. Yo nunca me he quejado de la vida, no.
AC: No. ¿Cómo lo trataban?
FC: ¿Quién?
AC: Pues los mayordomos, ¿cómo lo trataban?
FC: A veces bien y a veces mal, no todos son iguales.
AC: ¿Cuál fue la peor experiencia que tuvo?
FC: ¿La peor?
AC: Sí.
FC: Oh, una vez me enojé con uno.
AC: ¿Por qué?
FC: ¿Por qué? Porque, pos no me dejaba trabajar a gusto, en paz. Nomás me andaba molestando. Y me caiba a mí gordo. Hasta que una vez le dije: “Oye, ¿sabes qué?”, le dije, “pos dime si no te gusta mi trabajo”. “No, pos sí”. “¿Entonces? ¿Qué quieres detrás de mí?”. “No, que… “No”, le dije, “¿sabes qué?”. Entonces, ya me fui a la oficina. Y ya fui y le dije: “Pos yo no quiero trabajar ya ahí que en la compañía esa, por el mayordomo”, le dije, “dime si me puedes cambiar a otra compañía”.
AC: Y, ¿eso dónde fue?
FC: ¿Eh?
AC: ¿Eso dónde fue?
FC: Aquí en Cinco Puntas, ahí juimos.
AC: Sí. Y, ¿a dónde lo mandaron?
FC: Me mandaron a regar día y noche.
AC: Y, ¿no le gustaba eso?
FC: Sí. Pos nomás tendía el agua, traiba una pompa yo solo, todo así de agua, nomás metiendo cinco, cinco tramos y ir a dormir toda la noche.
AC: Oh, ¿sí?
FC: No alcanzaba a salir a la orilla y me levantaba temprano, a las cuatro de la mañana, ya cuando se empezaba a ver. Entonces la tenía yo sola, toda el agua por una, el pedazo que saliera. Y ya cuando llegaba el mayordomo, ya todo estaba juera. No quedaba nada.
AC: ¿Cuál fue su mejor experiencia? ¿Dónde lo trataron mejor?
FC: No, pos si nomás el mayordomillo jue el que… Pero yo donde quiera platicaba y me visitaban y me llevaban y iban conmigo y me llevaban al pueblo. “Eh, oye, ven, vámonos”. “Oye”, otros mayordomos, “oye, vamos a echarnos una”. No.
AC: ¿Una qué?
FC: Una cerveza.
AC: Oh, ¿usted tomaba?
FC: Sí, sí.
AC: Y, ¿dónde tomaba?
FC: Macizo, macizo.
AC: Oh, mucho.
FC: Um-hm.
AC: Y, ¿dónde iba usted? ¿Dónde se podía tomar?
FC: En la cantina.
AC: ¿Había muchas? ¿Sí?
FC: No, no muchas, pero pos buscaba uno su, su raza.
AC: Y, ¿dejaban entrar a las muchachonas ahí?
FC: Pos ahí hay meseras. Que yo no les hacía caso a las muchachas. Yo me sentaba en una mesa solo. Sí iban ahí conmigo, no. No las apetecía yo, (risas) no.
AC: Sí.
FC: Problemas, ¿verdad? Con la demás gente, ¿ve? Ellas tenían sus amigos y aquel ambiente. No me gustaba que me molestaran.
AC: Oiga, pero usted sí casó a los veinticinco, ¿verdad?
FC: Ey.
AC: Y, ¿su esposa lo acompañó acá o se quedó allá en Zacatecas?
FC: No, allá se quedó.
AC: ¿Por cuántos años se quedó allá?
FC: ¡Uh! Pos a veces se quedaba por año, un año. Lo más, lo menos un año, año y medio.
AC: Y, ¿qué hizo usted en ese año?
FC: ¿Eh?
AC: ¿Qué hizo usted en ese año?
FC: ¿Cómo?
AC: ¿Le escribía?
FC: Sí, pos sí y le mandaba muchos besos, muchos abrazos. (risas)
AC: Sí. Oiga, y, ¿tuvo hijos con ella?
FC: Sí.
AC: ¿Cuántos tuvo?
FC: Tengo tres. Bueno, tres vivos y dos muertos.
AC: ¿De qué murieron sus otros hijos?
FC: Pos fíjese que ni cuenta me di yo. Yo aquí estaba cuando murió uno.
AC: Y, ¿ellos dónde estaban?
FC: En México.
AC: Con la mamá.
FC: Sí, con la mamá.
AC: ¿En Zacatecas?
FC: Sí, en Zacatecas.
AC: ¿Murieron de cuántos años?
FC: No, chiquitos. Por ahí uno, el más grandecito murió por ahí, por ahí de un año, por ahí. Es que ya lo sacaron ya cuando ya, ya estaba casi muerto, a curar.
AC: Sí.
FC: Y murió luchando. El otro murió por ahí de unos quince días.
AC: Sí.
FC: Tenía días con él.
AC: Oiga, y, ¿cuándo se pudo usted traer a su esposa?
FC: Ya cuando nos vinimos ya a estacionar aquí.
AC: ¿Mande?
FC: Cuando ya nos vinimos a estacionar aquí. Yo me vine primero, aquí duré como unos cinco años.
AC: ¿Cinco?
FC: Y luego la mandé traer, ya cuando estaba yo aquí de planta, aquí bien.
AC: ¿Cuando estaba emigrado?
FC: Sí, ya.
AC: Y, ¿qué hizo después de que acabó el Programa Bracero? ¿Se quedó aquí o se regresó a México?
FC: ¿De cuando se acabó la bracereada?
AC: Sí.
FC: No, me fui para México.
AC: ¿Por cuánto tiempo estuvo allá?
FC: No, allá duré por ahí como unos tres años.
AC: ¿Tres años? Y, ¿qué hizo allá cuando estaba allá?
FC: Pos trabajando también.
AC: ¿En qué?
FC: En la agricultura.
AC: Y, ¿cómo le fue?
FC: Bien.
AC: ¿Sí?
FC: Bien. Bien, me fue bien.
AC: Y, ¿por qué se decidió a venirse para acá entonces?
FC: Pos me decidí a venirme a dar una vuelta y me vine aquí a Tijuana. Y de ahí traté, porque las entradas estaban muy difíciles. Traté de sacar un pasaporte local y lo arreglé. En unos seis meses lo arreglé y entré hasta Los Ángeles. De ahí…
AC: ¿Hasta Los Ángeles?
FC: Sí, hasta Los Ángeles, ahí me lo dieron y todavía lo tengo ahí el pasaporte. Y entré a Los Ángeles, entonces me acomodé a trabajar. Batallé, trabajaba un día, trabajaba dos días, tres. Me fui a una compañía, una fábrica y ahí duré como unos siete años. Y luego me salí de allí, entré a otra, ahí duré bastante, hasta que emigré allí.
AC: Fíjese. Y se pudo traer a la señora.
FC: Y la emigré también.
AC: Y, ¿le arregló a sus hijos?
FC: Sí.
AC: ¿Se le hizo difícil arreglarles?
FC: No.
AC: Qué bueno.
FC: Tenía dinero. Con dinero se hace todo a veces, a veces no. A veces el dinero no sirve. Porque yo le voy a decir una cosa, mire, mucha gente pos piensa y oigo que me platicaban y que esto y que fue y que vino, de dinero y: “No”, le dije, “el dinero no es toda la vida”. Y no, que sí, sí hay, pero no. Y fíjese que pos Dios me ayudó y le arreglé a mi esposa, le arreglé a mis hijos y aquí estamos.
AC: Oiga, y cuando usted andaba de bracero, ¿qué fue el trabajo más pesado que le tocó hacer?
FC: ¿A dónde? ¿Aquí?
AC: Sí, pues me dijo que usted estuvo haciendo el algodón, la naranja, el limón, la fresa, la lechuga. Picó la tierra, el espárrago, la uva y el regador, zacate. Estuvo en el higo, tomate, ejotes, elote, nuez, lechuga, coliflor.
FC: No, todavía me faltó otra cosa.
AC: Empacador.
FC: Faltó la cebolla, la cebolla.
AC: La cebolla, ¿en dónde fue la cebolla?
FC: Y papa.
AC: La cebolla y papa, y eso, ¿dónde fue?
FC: Ah, aquí mismo, ahí en, en Salinas.
AC: ¿En Salinas también? Oiga. ¿Cuál era el trabajo más difícil?
FC: No, pos, si viera, viera que está caramba. Las fresas, esa es perra, es perra pa el corte.
AC: ¿Era difícil?
FC: Nomás agachado, nomás agachado, de rodillas en la agua.
AC: ¿De rodillas en el agua?
FC: Sí.
AC: ¿La fresa?
FC: La fresa. Casi todo el tiempo está en el agua. Por ejemplo cuando llovía. Cuando regaba, pos también era duro, porque era de noche, ¿verdad? Tenía uno que entrar al agua, pero la agua estaba calientita, era de pompa, el agua. Esa con gusto se metía usted al agua, de gusto. A veces, a veces estaban las lonas que usaba uno para tapar el agua del, del canal.
AC: Sí.
FC: Y ahí más hielo, que no puedes pegarlas. Luego a veces se venía el agua en la noche, la lluvia y con tanto frío en enero, febrero.
AC: Fíjese. Oiga, y cuando escucha usted la palabra bracero, ¿qué significa para usted?
FC: Bien, bien, bien. Porque pos vino a trabajar. Está uno impuesto a trabajar. Así es. No, pensaba uno que, a eso viene uno, ya sabe a lo que viene, ¿no? Ni pa qué renegar. Todos anduvimos, pos yo por mi parte no renegaba, ¿por qué? ¿De qué? No me conviene, pos me voy pa atrás, ¿no? Pero total que me convino, aquí me estuve. Total que me convino, ¿no?
AC: Sí.
FC: Si no me convenía, pos ahí nos vemos, ¿verdad?
AC: Sí.
FC: No quiere uno que me manden, que me digan nada, pos ya me voy, ¿verdad?
AC: Sí.
FC: Pos es la, es la de ahí. (risas)
AC: Sí.
FC: Como, como la veo a usted, usted, si usted va a allí a tortear ajeno… Si al viejo o la vieja le dice alguna cosa: “Oiga, pos, ¿sabe qué? Esta tortilla está cruda, esta tortilla no está bien”. No le conviene a usted que le digan: “No, pos ahí está tu masa. Tortéala tú, ¿no?”. (risas) Ahí debe dar, ¿no? Así el mexicano.
AC: Sí, tiene razón.
FC: Ey.
AC: Bueno, muchísimas gracias.
FC: Ándale.
AC: Le agradezco mucho.
FC: No.
AC: Que nos haya compartido su historia.
FC: El agradecido soy yo. (risas)
AC: Sí, bueno. Muchas gracias.
FC: Ándele.
Fin de la entrevista
Interviewer
Carrillo, Alma
Interviewee
Casas Martínez, Francisco
Location
San Bernardino, CA
File Name Identifier
Casas_Martinez_SANB004
Citation
Carrillo, Alma and Casas Martínez, Francisco, “Francisco Casas Martínez,” Bracero History Archive, accessed November 22, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/375.