María del Carmen Velázquez
Title
María del Carmen Velázquez
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: María del Carmen Velázquez was born on a small ranch in Las Jaritas, in the municipality of Lagos de Moreno, México; she has six siblings, and her parents owned livestock and worked in agriculture; her father hired a tutor for the children, which only lasted a short while; when she was sixteen years old, she married José Bartolo Velázquez, who enlisted in the bracero program.
Summary of Interview: Ms. Velázquez briefly describes her childhood and family; she recalls being young and naïve enough to believe that coming to the United States guaranteed money; when she was sixteen years old, she married José Bartolo Velázquez; shortly after their nuptials, he went to Empalme, Sonora, México, to enlist in the bracero program; while he was away, she and her ten children lived with her father; she remembers not having enough money for cloth diapers, having to tear up whatever clothes she could find, and constantly washing; what little money he did manage to send she used to buy necessities for the children; they were eventually able to save up enough money to buy a small home, which she lent to a friend while she lived with her father; it was difficult for her to care for so many children alone; she recalls going with them to visit an uncle; he told them all to go home early, because they were too unruly and too much to handle; even so, her children helped when they could; she relates one instance when her son went into the city alone to sell paletas, and he did not return until very late, which worried her greatly; much to her surprise, he came home with beans, tortillas, tomatoes, and chiles for the family to eat; she also helped support the family by ironing and washing, but because she washed by hand her fingers often bled; her husband would write letters home, and she would have her sister respond, because she did not know how to write; she concludes by stating that she and her family suffered greatly in her husband’s absence.
Summary of Interview: Ms. Velázquez briefly describes her childhood and family; she recalls being young and naïve enough to believe that coming to the United States guaranteed money; when she was sixteen years old, she married José Bartolo Velázquez; shortly after their nuptials, he went to Empalme, Sonora, México, to enlist in the bracero program; while he was away, she and her ten children lived with her father; she remembers not having enough money for cloth diapers, having to tear up whatever clothes she could find, and constantly washing; what little money he did manage to send she used to buy necessities for the children; they were eventually able to save up enough money to buy a small home, which she lent to a friend while she lived with her father; it was difficult for her to care for so many children alone; she recalls going with them to visit an uncle; he told them all to go home early, because they were too unruly and too much to handle; even so, her children helped when they could; she relates one instance when her son went into the city alone to sell paletas, and he did not return until very late, which worried her greatly; much to her surprise, he came home with beans, tortillas, tomatoes, and chiles for the family to eat; she also helped support the family by ironing and washing, but because she washed by hand her fingers often bled; her husband would write letters home, and she would have her sister respond, because she did not know how to write; she concludes by stating that she and her family suffered greatly in her husband’s absence.
Creator
Loza, Mireya
Velázquez, María del Carmen
Date
2006-05-12
Subject
Wife of a bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
María del Carmen Velázquez
creator (Spanish)
Loza, Mireya
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini disc
Duration
19:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: María del Carmen Velásquez
Fecha de la entrevista: 12 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Mireya Loza
Hoy estoy aquí con María del Carmen Velásquez. Soy Mireya Loza, es el 12 de mayo, 1900, oh, 2006, disculpe y estamos en Los Ángeles.
ML: ¿Dónde nació usted y cuándo?
MV: En Las Jaritas, Municipio de Lagos de Moreno, en un ranchito, pero es ahí de Lagos de Moreno.
ML: Y, ¿su familia nació en el mismo lugar?
MV: Sí.
ML: Y, ¿sus padres a qué se dedicaban?
MV: Pos a sembrar, a ordeñar sus vacas así, nomás así a sembrar.
ML: Y, ¿usted proviene de una familia grande o chiquita?
MV: Grande.
ML: ¿Cuántos hermanas y hermanos?
MV: De hermanos ah no, pos de hermanos, nada más tengo un hermano y somos seis mujeres. ¿Cuántos semos?
ML: Siete.
MV: Siete. Nomás yo soy la que tengo muchos hijos, diez.
ML: Y cuando usted, ¿fue a la escuela?
MV: No, ¿cuál escuela? No, allá en el rancho una vez mi papá nos llevó una maestra, pero luego ya la maestra ya después no, ya no; que no tenía tiempo de irnos a dar clases y ya. Yo nomás me enseñé a leer, pero a escribir no. Y sí conozco las letras, pero no puedo juntarlas para saber escribir.
ML: Y, ¿cuándo empezó a trabajar usted?
MV: ¿A trabajar?
ML: Sí.
MV: ¿Dónde, aquí no?
ML: No, ¿en México trabajaba aún con sus padres?
MV: Pos allí les ayudaba. Cuando él se venía de bracero aquí a buscar la vida y yo me quedaba en la casa de mi papá, para que nos dieran un traguito de leche pa todos mis hijos, nos dieran una tortilla y pos yo les ayudaba en el quehacer, ir al agua, ir a darles forraje, al ganado de mi papá.
ML: Y, ¿cuándo se casó usted?, ¿cuántos años?
MV: Uy, pos sabe Dios. Voy a cumplir, creo ahora para octubre vamos a cumplir cincuenta años de casados, pero ya no me acuerdo.
ML: Está bien.
MV: Ya ni me acuerdo de la fecha de mis hijos.
ML: Está bien.
MV: No, no.
ML: No hay problema. Y, ¿cómo se llama su esposo?
MV: José Bartolo Velásquez. Ya ve antes el nombre que les poníanos.
ML: Sí.
MV: Ahora dice: “Ya no me digas Bartolo”.
ML: Y, ¿dónde lo conoció?
MV: Ay, lo conocí por allá en un ranchito, pero pos ya ve que uno [es]tá menso cuando está uno joven, pos en el rancho, ¿usted cree? Ni íbamos al agua y ahí él había llegado de Estados Unidos, ya ve que piensa uno que llevan las manos, las bolsas llenas de dinero y todas se vuelan cuando un muchacho de aquí de Estados Unidos de… y uno tonto, pos me casé tan chica, de dieciséis años.
ML Y, ¿él ya había venido?
MV: Oh, él ya, sí, él toda su juventud la pasaba aquí en Estados Unidos, venía contratado de bracero y se regresaba otra vez pa allá y así. Ya después que nos casamos, pos ya con tanto niño, él se venía a buscar la vida acá, se contrataban en Empalme, ey, ahí. Y yo batallando, tanto niño que ya no hallaba ni qué ponerles de pañal. ¿Ora qué?, ora aquí la gente está retecurra, pos que pañales desechables y que… Yo hasta allá rompía las camisas, sábanas, garritas, sábanas que tenía pa ponerles de pañal y a lave y lave pañales. Y no, allá está uno retepobre, pero aquí es otra la vida.
ML: Y, ¿qué es lo que pensó usted la primera vez que le dijo que se iba a venir de bracero después de casarse?
MV: Ay, pos me dio mucho pesar, ¿usted cree que no me iba a dar pesar? Porque ya me dijo: “No, pos tú te vas a ir a la casa de tus papás”. Y ahí me fui, ahí me mandaban mis centavitos para, comiendo. Y pos en veces que no encontraba trabajo, pues siempre hasta que no me mandaba… Pero pos no, la tortilla no me faltaba con mis papás, ahí comíamos.
ML: Y, ¿había mucha gente en la casa de sus papás?
MV: De mis papás, pos no, nomás.
ML: ¿Hermanos y hermanas?
MV: Pos sí, nomás mis hermanas, ey. Y yo como era la primera, pos ahí estaba con ellos.
ML: ¿Usted era la primera en casarse?
MV: Ey, sí. Pero ay no, cómo sufre uno, ay no.
ML: Y, ¿le mandaba dinero seguido su esposo?
MV: Sí, me mandaba cada vez que agarraba su cheque. Me mandaba mis centavitos, pos ya ve que…
ML: Y, ¿en qué usaba el dinero usted?
MV: El dinero pos lo usaba en comprar comida, comprarles a los niños lo que ocupaban y guardarlo. Pos ya ve en el rancho, en el rancho sí se guardan los centavitos en el pueblo no. Pos en el pueblo se acaban retemuncho. Me decía mi papá: “No te vayas al pueblo hija”. Porque tenía mi casita. “No te vayas pa allá hija, pal pueblo, pa que no gastes el dinero. Porque cuando vengan, pa cuando venga tu esposo, le tengas un cinco guardado”. Así me decía mi papá, por eso.
ML: Y, ¿qué decían sus padres cuando su esposo se iba de bracero?
MV: No, le decían: “Aquí deja a Carmela, aquí déjela aquí deja a Carmela y pos usted váyase a buscar la vida”. Le decía a mi esposo: “Usted váyase a buscar la vida y usted no se preocupe, no se preocupe, si no puede mandar pronto dinero, no mande. Ella no le falta aquí su tortilla, su lechita, sus frijoles, ella no le falta aquí nada. Usted váyase sin pendiente de ella”. Siempre mi papá nos daba, nos admitía ahí como a sus niños, ey, pos… Y tiene uno que batallar, que sufrir. Una vez un tío ya tenía yo munchos niños, no crea, sufre uno, tenía munchos niños y una vez me dijo el tío, era tío de él, dijo: “Carmela, voy a matar un puerquito para que vayan a comerse un taquito”. Pues fuimos, mataron al puerquito, pos ya después la batea, unas bateas que hay de palo con las carnitas y el hígado y patas de puerco ahí, yo con todos mis niños. Ya me dijo: “Oye, llegaron retetemprano, pos sí, ahí están las carnitas, pero de esa, de esas carnitas no pueden comer, allá están los hígados pa que coman los niños”. Le dije: “Ay no, pos casi no nos gustan”, les digo. “Ay cómo sufre uno, bendito sea Dios”, me dijo. A las cinco pasaba el camión donde nos íbamos a regresar pa atrás, pa Lagos de Moreno y entonces me dijo, ya era la una de la tarde y me dijo: “Ande, allá Carmela ya arréglense, porque ya va a pasar el camión”. Ya nos iba a regresar pa atrás temprano a nuestra casa, le digo. Uno sufre con sus hijos y pues cuando están chiquitos traviesos y todo y entonces le dije: “Ay tío, todavía no es hora”. Dijo: “No, no ahorita pone los rebozos, ahí hagan unas sombras y váyanse, váyanse ya”. Le dije: “Ay”. Dijo: “No, es que los niños son bien latosos, ya váyanse pa su casa”. “Válgame Dios de mi vida”, le dije, “yo no vuelvo a venir”. Pos qué anda uno haciendo con sus hijos que le hagan malos modos. Ahí nos fuimos a un huisache y yo con mis hijos parecía una gallina con pollos. Allí con mis niños y hasta las cinco de la tarde que pasó el camión, les digo yo: “¿Qué anda uno haciendo con niños, con familia?”. Es que uno solamente en su casa, ¿verda[d]?, ey.
ML: Y, ¿qué decían sus hijos cuando se venía su esposo de bracero?
MV: Se ponían tristes. Un niño, ah, ése, el grande, él hasta se me puso malo, ey.
ML: ¿Qué es lo que le pasó?
MV: Pos le daban, ¿saben? Nos dicen que de tristeza, sabe uno, les daban ataques, como ataques, sí. Y luego lo llevamos allá con un doctor de Aguascalientes y le dio un jarabe y con eso se le retiró. Sabe, dicen que era por tristeza, yo no sé, pero sufríamos mucho. Y un niño, el otro niño que también cuando él se venía, él [es]taba chico, él sacaba un carrito de paletas. No, sí se sufre, no crea que no se sufre. Dice: “Mamá voy a ir a vender estas paletas”. Iba a la paletería y un carrito chiquito, bien curiosito, iba él iba ahí caminando. “Ya me voy, mamá, a vender las paletas”. Y un día que no llegaba, le dije: “Ay hijo, ya llegó”. “Ya le traje una bolsa de frijoles, le traje una bolsa de tortillas, jitomate y chile. Y entonces mientras de que ahorita descanso, usted se pone a hacer el jitomate y el chile pa comerme un taco de chile”. Y entonces ya le dije: “¿Por qué no venías?”. Y dijo: “Es que me fui hasta la central”. Le dije: “Ay Dios de mi vida, ya ni me estés diciendo. Fíjate nomás, antes no te mató un carro”. Es que ahí pasan bien, munchos carros por ahí, todos los que van a la central y él con el carrito de paletas. Ay no, le dije: “Hijo, no, mejor ya no te andes yendo para allá a vender”. Pos puros sufrimientos cuando tiene uno sus niños chiquitos, pero pos, ¿qué hace uno? Ay no, no, hemos sufrido mucho pos con tanta familia. Unos querían estudiar y no podíamos darles estudio. Pos ya después que se fue él pa allá, no, allá no había trabajos y las muchachas todas que quería estudiar, pos una es maestra allá en Lagos de Moreno, pero solamente Dios sabe cómo le dimos estudio. Ay Dios de mi vida, yo lavando y planchando, ya mis manos descarapeladas, mis dedos que hasta me salían sangre. Nomás llegaba él de trabajar y yo me iba a las dos de la tarde. Llegaba hasta las nueve de la noche a mi casa. Ya con lo que me pagaban, llegaba, compraba un galoncito de leche, compraba pan, compraba una bolsita de frijol o papas para otro día hacer y ay Dios de mi vida; pero yo con mis manos que hasta que me salían sangre de mis destas. [Es]tar lave y lave y lave, pos allá no hay lavadoras. Bueno, ahora ya ha de haber, bueno sí hay, la gente que tiene dinero. Y a lave y lave yo a mano, les digo: “Allá sí la vida es triste, triste”.
ML: Y, ¿cuántos años pasó su esposo de bracero después de casarse más o menos?
MV: Uy, pues toda su vida se la pasaba para acá. Toda la vida ha estado acá y hasta quiere morirse aquí. Le digo: “¿Pa qué te quieres morir aquí, tanto te cuesta $10 dólares, $10,000 dólares?”. “No, allá me voy a morir, aquí ya no quiero irme para México, porque allá tanto que sufrí, tantos ladrones que conseguía dinero en veces a rédito y para comer y tanto que me estafaban, me robaban”.
ML: ¿Habían muchas mujeres en su pueblito, en su rancho en México?
MV: Oh, sí.
ML: ¿Que tenían esposos acá en los Estados Unidos o eran braceros?
MV: Pos sí, muchas, sí, que eran braceros venían también.
ML: Y, ¿qué pasaba en el sitio cuando, pues qué pasaba en México cuando se venían todos?, ¿cambiaba la situación o qué hacían las mujeres?
MV: Ay, pos cambiaba, pero de todos modos nos poníamos tristes, porque se ponían malos los niños y es que todo lo ahí que esté su esposo con uno y no, pos siempre muy triste. Yo me sentía muy mal con mis niños solos y yo siendo hombre y mujer y decía yo: “Ahí que les pase algo a mis niños, ay no, no”, yo bien preocupada. Pos ya después él ya se estuvo allá, le dije: “Yo ya no quiero vivir aquí sola”, le dije, “ya basta con tantos sufrimientos”. Ya él buscó un trabajito allá, pero pos allá llegaban los… ya ve allá cómo hay de amigos. En vez de llegar con la lana, llegaba borracho, pues ya ve cómo es allá. Una vez llegó a las tres de la mañana. “Ándale vieja dame”, con música. Ay Dios de mi vida, le dije: “Yo, pos qué”, borrachos, con otros. Entonces le digo yo: “Ay Dios de mi vida”. “Danos de comer un chile con bistec”. Le dije: “¿Pos cuál? Si no tengo ni frijoles, menos chile con bistec”. Y ya me dijeron los músicos: “Usted no se preocupe, señora no se preocupe, nomás que ahí venía pa acá y ahí nos agarró”. “Págales a los músicos”. Le dije: “¿Con qué les voy a pagar si yo no tengo dinero?”. No, ya ve los borrachos cómo se les ocurren tantas cosas. (risas) “Entonces vamos a bailar”. Ay Dios de mi vida, pos ahí ando como una loca yo bailando con él, no, si les digo, sí. (risas) Y ya ahí no, ahí no, le dice. Pos se emborrachaba y yo pos tenía que trabajar pa…
ML: Y, ¿qué es lo que hacía su esposo cuando regresaba a México?, ¿regresaban a México a corto plazo?, ¿regresaba bastante?
MV: Pos hay veces que duraba como seis meses y otra vez se volvía a venir pa acá. Pos con eso compramos nuestra casita allá en México, porque ya ve que aquí el dinerito es el que rinde allá.
ML: ¿Pero qué es lo que hacía cuando pasaba tiempo en México su esposo?
MV: ¿Qué hacía?
ML: Sí.
MV: Pos se iba allá a trabajar con unas vaquitas que tenía y ahí mi papá le daba un pedacito de terreno para que ahí anduviera, tuviera sus vacas y todo. Pero ya después se pusieron malos unos niños y las vendimos y ya se acabaron las vaquitas.
ML: Y cuando se iba, se venía él a los Estados Unidos, ¿quién cuidaba de las vacas antes de que las vendieran?
MV: Las cuidaba un sobrino mío, pero ya después se fue acabando todo.
ML: ¿Usted platicaba con otras mujeres que tenían sus esposos en los Estados Unidos?
MV: Ay, casi no les, casi no platicábamos porque vivían retirado y luego a mi papá no le gustaba. Que ya ve los papás de antes, bien delicados: “No quiero que anden de caseras buscando y sacando argüendes, cada quien en su casa esténse cuidando a sus hijos y no quiero que anden de jacaleras. Porque así una gente jacalera, no anda más que hablando de fulanita y zutanita. Esténse en su casa cuidando sus hijos”. Él era bien estricto, no dejaba que anduviéramos en las casas. Nomás ahí en la casa.
ML: Y, ¿qué pasaba con la casa usted cuando se iba con su papá?
MV: Yo se la emprestaba a una amiga de aquí de, que viven aquí en la estación Delta. Allá estaba esa amiga y no tenían dónde vivir y se la emprestábamos pa que vivieran ahí.
ML: Y, ¿luego…?
MV: No le cobrábamos renta, nomás se la emprestábamos pa que no estuviera sola la casa.
ML: Y cuando regresaba, ¿ella se…?
MV: Pos ya después se regresó ella y ella se, se vinieron para acá y ya la casa ahí tuvo un, pos yo iba cada ocho días; cada vez que me mandaban centavitos iba. Me duraba un, duraba ahí un día o dos días para sacudirla, barrerla y me regresaba luego, porque no gastarme el dinero.
ML: Y, ¿qué es lo que su esposo le escribía o le mandaba?
MV: No, sí, me escribía, ey, me escribía.
ML: Y, ¿cómo es que usted le mandaba noticias de lo que estaba pasando en México?
MV: Pos le, me hacían las cartas, ey. Una hermana me hacía las cartas, porque yo no sé escribir, nomás sé leer. Una lata, porque pos uno tiene que darles a saber todo y todo. De todos modos son los niños, todos sus sufrimientos y: “Qué más le pongo”, y: “Pos ponle esto y esto otro”, y ya. Por eso les digo, tan bonitos. Si yo siquiera supiera escribir, les digo: “Yo si estuviera escribiendo, le escribiría todos los días a mis hermanas, a mi mamá, a mis tíos, mis tías”. Pero dicen que no, que son mentiras. Dice: “Son mentiras”, dijo, “uno que sabe escribir”, me dice una tía, “yo no les escribo para nada, ora mejor puro teléfono”. “Ay”, le dije yo, “yo con ganas”.
ML: ¿A usted le gusta más escribir?
MV: Sí.
ML: ¿Que platicar en el teléfono?
MV: Ándele, sí.
ML: ¿Por qué?
MV: Pos porque escribiendo pos ahí le pongo todo y por teléfono pos si se acaba la tarjeta y luego pos en veces ni oye uno bien y luego, y así; no, en la carta yo digo pos bien a gusto.
ML: Y, ¿cada cuándo se escribían?
MV: Cada mes.
ML: ¿Cada mes?
2do: Vámonos porque…
MV: Ya nos vamos, ay ya nos vamos entonces.
ML: Gracias.
MV: Ándele pues, entonces ya nos vamos, eh.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 12 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Mireya Loza
Hoy estoy aquí con María del Carmen Velásquez. Soy Mireya Loza, es el 12 de mayo, 1900, oh, 2006, disculpe y estamos en Los Ángeles.
ML: ¿Dónde nació usted y cuándo?
MV: En Las Jaritas, Municipio de Lagos de Moreno, en un ranchito, pero es ahí de Lagos de Moreno.
ML: Y, ¿su familia nació en el mismo lugar?
MV: Sí.
ML: Y, ¿sus padres a qué se dedicaban?
MV: Pos a sembrar, a ordeñar sus vacas así, nomás así a sembrar.
ML: Y, ¿usted proviene de una familia grande o chiquita?
MV: Grande.
ML: ¿Cuántos hermanas y hermanos?
MV: De hermanos ah no, pos de hermanos, nada más tengo un hermano y somos seis mujeres. ¿Cuántos semos?
ML: Siete.
MV: Siete. Nomás yo soy la que tengo muchos hijos, diez.
ML: Y cuando usted, ¿fue a la escuela?
MV: No, ¿cuál escuela? No, allá en el rancho una vez mi papá nos llevó una maestra, pero luego ya la maestra ya después no, ya no; que no tenía tiempo de irnos a dar clases y ya. Yo nomás me enseñé a leer, pero a escribir no. Y sí conozco las letras, pero no puedo juntarlas para saber escribir.
ML: Y, ¿cuándo empezó a trabajar usted?
MV: ¿A trabajar?
ML: Sí.
MV: ¿Dónde, aquí no?
ML: No, ¿en México trabajaba aún con sus padres?
MV: Pos allí les ayudaba. Cuando él se venía de bracero aquí a buscar la vida y yo me quedaba en la casa de mi papá, para que nos dieran un traguito de leche pa todos mis hijos, nos dieran una tortilla y pos yo les ayudaba en el quehacer, ir al agua, ir a darles forraje, al ganado de mi papá.
ML: Y, ¿cuándo se casó usted?, ¿cuántos años?
MV: Uy, pos sabe Dios. Voy a cumplir, creo ahora para octubre vamos a cumplir cincuenta años de casados, pero ya no me acuerdo.
ML: Está bien.
MV: Ya ni me acuerdo de la fecha de mis hijos.
ML: Está bien.
MV: No, no.
ML: No hay problema. Y, ¿cómo se llama su esposo?
MV: José Bartolo Velásquez. Ya ve antes el nombre que les poníanos.
ML: Sí.
MV: Ahora dice: “Ya no me digas Bartolo”.
ML: Y, ¿dónde lo conoció?
MV: Ay, lo conocí por allá en un ranchito, pero pos ya ve que uno [es]tá menso cuando está uno joven, pos en el rancho, ¿usted cree? Ni íbamos al agua y ahí él había llegado de Estados Unidos, ya ve que piensa uno que llevan las manos, las bolsas llenas de dinero y todas se vuelan cuando un muchacho de aquí de Estados Unidos de… y uno tonto, pos me casé tan chica, de dieciséis años.
ML Y, ¿él ya había venido?
MV: Oh, él ya, sí, él toda su juventud la pasaba aquí en Estados Unidos, venía contratado de bracero y se regresaba otra vez pa allá y así. Ya después que nos casamos, pos ya con tanto niño, él se venía a buscar la vida acá, se contrataban en Empalme, ey, ahí. Y yo batallando, tanto niño que ya no hallaba ni qué ponerles de pañal. ¿Ora qué?, ora aquí la gente está retecurra, pos que pañales desechables y que… Yo hasta allá rompía las camisas, sábanas, garritas, sábanas que tenía pa ponerles de pañal y a lave y lave pañales. Y no, allá está uno retepobre, pero aquí es otra la vida.
ML: Y, ¿qué es lo que pensó usted la primera vez que le dijo que se iba a venir de bracero después de casarse?
MV: Ay, pos me dio mucho pesar, ¿usted cree que no me iba a dar pesar? Porque ya me dijo: “No, pos tú te vas a ir a la casa de tus papás”. Y ahí me fui, ahí me mandaban mis centavitos para, comiendo. Y pos en veces que no encontraba trabajo, pues siempre hasta que no me mandaba… Pero pos no, la tortilla no me faltaba con mis papás, ahí comíamos.
ML: Y, ¿había mucha gente en la casa de sus papás?
MV: De mis papás, pos no, nomás.
ML: ¿Hermanos y hermanas?
MV: Pos sí, nomás mis hermanas, ey. Y yo como era la primera, pos ahí estaba con ellos.
ML: ¿Usted era la primera en casarse?
MV: Ey, sí. Pero ay no, cómo sufre uno, ay no.
ML: Y, ¿le mandaba dinero seguido su esposo?
MV: Sí, me mandaba cada vez que agarraba su cheque. Me mandaba mis centavitos, pos ya ve que…
ML: Y, ¿en qué usaba el dinero usted?
MV: El dinero pos lo usaba en comprar comida, comprarles a los niños lo que ocupaban y guardarlo. Pos ya ve en el rancho, en el rancho sí se guardan los centavitos en el pueblo no. Pos en el pueblo se acaban retemuncho. Me decía mi papá: “No te vayas al pueblo hija”. Porque tenía mi casita. “No te vayas pa allá hija, pal pueblo, pa que no gastes el dinero. Porque cuando vengan, pa cuando venga tu esposo, le tengas un cinco guardado”. Así me decía mi papá, por eso.
ML: Y, ¿qué decían sus padres cuando su esposo se iba de bracero?
MV: No, le decían: “Aquí deja a Carmela, aquí déjela aquí deja a Carmela y pos usted váyase a buscar la vida”. Le decía a mi esposo: “Usted váyase a buscar la vida y usted no se preocupe, no se preocupe, si no puede mandar pronto dinero, no mande. Ella no le falta aquí su tortilla, su lechita, sus frijoles, ella no le falta aquí nada. Usted váyase sin pendiente de ella”. Siempre mi papá nos daba, nos admitía ahí como a sus niños, ey, pos… Y tiene uno que batallar, que sufrir. Una vez un tío ya tenía yo munchos niños, no crea, sufre uno, tenía munchos niños y una vez me dijo el tío, era tío de él, dijo: “Carmela, voy a matar un puerquito para que vayan a comerse un taquito”. Pues fuimos, mataron al puerquito, pos ya después la batea, unas bateas que hay de palo con las carnitas y el hígado y patas de puerco ahí, yo con todos mis niños. Ya me dijo: “Oye, llegaron retetemprano, pos sí, ahí están las carnitas, pero de esa, de esas carnitas no pueden comer, allá están los hígados pa que coman los niños”. Le dije: “Ay no, pos casi no nos gustan”, les digo. “Ay cómo sufre uno, bendito sea Dios”, me dijo. A las cinco pasaba el camión donde nos íbamos a regresar pa atrás, pa Lagos de Moreno y entonces me dijo, ya era la una de la tarde y me dijo: “Ande, allá Carmela ya arréglense, porque ya va a pasar el camión”. Ya nos iba a regresar pa atrás temprano a nuestra casa, le digo. Uno sufre con sus hijos y pues cuando están chiquitos traviesos y todo y entonces le dije: “Ay tío, todavía no es hora”. Dijo: “No, no ahorita pone los rebozos, ahí hagan unas sombras y váyanse, váyanse ya”. Le dije: “Ay”. Dijo: “No, es que los niños son bien latosos, ya váyanse pa su casa”. “Válgame Dios de mi vida”, le dije, “yo no vuelvo a venir”. Pos qué anda uno haciendo con sus hijos que le hagan malos modos. Ahí nos fuimos a un huisache y yo con mis hijos parecía una gallina con pollos. Allí con mis niños y hasta las cinco de la tarde que pasó el camión, les digo yo: “¿Qué anda uno haciendo con niños, con familia?”. Es que uno solamente en su casa, ¿verda[d]?, ey.
ML: Y, ¿qué decían sus hijos cuando se venía su esposo de bracero?
MV: Se ponían tristes. Un niño, ah, ése, el grande, él hasta se me puso malo, ey.
ML: ¿Qué es lo que le pasó?
MV: Pos le daban, ¿saben? Nos dicen que de tristeza, sabe uno, les daban ataques, como ataques, sí. Y luego lo llevamos allá con un doctor de Aguascalientes y le dio un jarabe y con eso se le retiró. Sabe, dicen que era por tristeza, yo no sé, pero sufríamos mucho. Y un niño, el otro niño que también cuando él se venía, él [es]taba chico, él sacaba un carrito de paletas. No, sí se sufre, no crea que no se sufre. Dice: “Mamá voy a ir a vender estas paletas”. Iba a la paletería y un carrito chiquito, bien curiosito, iba él iba ahí caminando. “Ya me voy, mamá, a vender las paletas”. Y un día que no llegaba, le dije: “Ay hijo, ya llegó”. “Ya le traje una bolsa de frijoles, le traje una bolsa de tortillas, jitomate y chile. Y entonces mientras de que ahorita descanso, usted se pone a hacer el jitomate y el chile pa comerme un taco de chile”. Y entonces ya le dije: “¿Por qué no venías?”. Y dijo: “Es que me fui hasta la central”. Le dije: “Ay Dios de mi vida, ya ni me estés diciendo. Fíjate nomás, antes no te mató un carro”. Es que ahí pasan bien, munchos carros por ahí, todos los que van a la central y él con el carrito de paletas. Ay no, le dije: “Hijo, no, mejor ya no te andes yendo para allá a vender”. Pos puros sufrimientos cuando tiene uno sus niños chiquitos, pero pos, ¿qué hace uno? Ay no, no, hemos sufrido mucho pos con tanta familia. Unos querían estudiar y no podíamos darles estudio. Pos ya después que se fue él pa allá, no, allá no había trabajos y las muchachas todas que quería estudiar, pos una es maestra allá en Lagos de Moreno, pero solamente Dios sabe cómo le dimos estudio. Ay Dios de mi vida, yo lavando y planchando, ya mis manos descarapeladas, mis dedos que hasta me salían sangre. Nomás llegaba él de trabajar y yo me iba a las dos de la tarde. Llegaba hasta las nueve de la noche a mi casa. Ya con lo que me pagaban, llegaba, compraba un galoncito de leche, compraba pan, compraba una bolsita de frijol o papas para otro día hacer y ay Dios de mi vida; pero yo con mis manos que hasta que me salían sangre de mis destas. [Es]tar lave y lave y lave, pos allá no hay lavadoras. Bueno, ahora ya ha de haber, bueno sí hay, la gente que tiene dinero. Y a lave y lave yo a mano, les digo: “Allá sí la vida es triste, triste”.
ML: Y, ¿cuántos años pasó su esposo de bracero después de casarse más o menos?
MV: Uy, pues toda su vida se la pasaba para acá. Toda la vida ha estado acá y hasta quiere morirse aquí. Le digo: “¿Pa qué te quieres morir aquí, tanto te cuesta $10 dólares, $10,000 dólares?”. “No, allá me voy a morir, aquí ya no quiero irme para México, porque allá tanto que sufrí, tantos ladrones que conseguía dinero en veces a rédito y para comer y tanto que me estafaban, me robaban”.
ML: ¿Habían muchas mujeres en su pueblito, en su rancho en México?
MV: Oh, sí.
ML: ¿Que tenían esposos acá en los Estados Unidos o eran braceros?
MV: Pos sí, muchas, sí, que eran braceros venían también.
ML: Y, ¿qué pasaba en el sitio cuando, pues qué pasaba en México cuando se venían todos?, ¿cambiaba la situación o qué hacían las mujeres?
MV: Ay, pos cambiaba, pero de todos modos nos poníamos tristes, porque se ponían malos los niños y es que todo lo ahí que esté su esposo con uno y no, pos siempre muy triste. Yo me sentía muy mal con mis niños solos y yo siendo hombre y mujer y decía yo: “Ahí que les pase algo a mis niños, ay no, no”, yo bien preocupada. Pos ya después él ya se estuvo allá, le dije: “Yo ya no quiero vivir aquí sola”, le dije, “ya basta con tantos sufrimientos”. Ya él buscó un trabajito allá, pero pos allá llegaban los… ya ve allá cómo hay de amigos. En vez de llegar con la lana, llegaba borracho, pues ya ve cómo es allá. Una vez llegó a las tres de la mañana. “Ándale vieja dame”, con música. Ay Dios de mi vida, le dije: “Yo, pos qué”, borrachos, con otros. Entonces le digo yo: “Ay Dios de mi vida”. “Danos de comer un chile con bistec”. Le dije: “¿Pos cuál? Si no tengo ni frijoles, menos chile con bistec”. Y ya me dijeron los músicos: “Usted no se preocupe, señora no se preocupe, nomás que ahí venía pa acá y ahí nos agarró”. “Págales a los músicos”. Le dije: “¿Con qué les voy a pagar si yo no tengo dinero?”. No, ya ve los borrachos cómo se les ocurren tantas cosas. (risas) “Entonces vamos a bailar”. Ay Dios de mi vida, pos ahí ando como una loca yo bailando con él, no, si les digo, sí. (risas) Y ya ahí no, ahí no, le dice. Pos se emborrachaba y yo pos tenía que trabajar pa…
ML: Y, ¿qué es lo que hacía su esposo cuando regresaba a México?, ¿regresaban a México a corto plazo?, ¿regresaba bastante?
MV: Pos hay veces que duraba como seis meses y otra vez se volvía a venir pa acá. Pos con eso compramos nuestra casita allá en México, porque ya ve que aquí el dinerito es el que rinde allá.
ML: ¿Pero qué es lo que hacía cuando pasaba tiempo en México su esposo?
MV: ¿Qué hacía?
ML: Sí.
MV: Pos se iba allá a trabajar con unas vaquitas que tenía y ahí mi papá le daba un pedacito de terreno para que ahí anduviera, tuviera sus vacas y todo. Pero ya después se pusieron malos unos niños y las vendimos y ya se acabaron las vaquitas.
ML: Y cuando se iba, se venía él a los Estados Unidos, ¿quién cuidaba de las vacas antes de que las vendieran?
MV: Las cuidaba un sobrino mío, pero ya después se fue acabando todo.
ML: ¿Usted platicaba con otras mujeres que tenían sus esposos en los Estados Unidos?
MV: Ay, casi no les, casi no platicábamos porque vivían retirado y luego a mi papá no le gustaba. Que ya ve los papás de antes, bien delicados: “No quiero que anden de caseras buscando y sacando argüendes, cada quien en su casa esténse cuidando a sus hijos y no quiero que anden de jacaleras. Porque así una gente jacalera, no anda más que hablando de fulanita y zutanita. Esténse en su casa cuidando sus hijos”. Él era bien estricto, no dejaba que anduviéramos en las casas. Nomás ahí en la casa.
ML: Y, ¿qué pasaba con la casa usted cuando se iba con su papá?
MV: Yo se la emprestaba a una amiga de aquí de, que viven aquí en la estación Delta. Allá estaba esa amiga y no tenían dónde vivir y se la emprestábamos pa que vivieran ahí.
ML: Y, ¿luego…?
MV: No le cobrábamos renta, nomás se la emprestábamos pa que no estuviera sola la casa.
ML: Y cuando regresaba, ¿ella se…?
MV: Pos ya después se regresó ella y ella se, se vinieron para acá y ya la casa ahí tuvo un, pos yo iba cada ocho días; cada vez que me mandaban centavitos iba. Me duraba un, duraba ahí un día o dos días para sacudirla, barrerla y me regresaba luego, porque no gastarme el dinero.
ML: Y, ¿qué es lo que su esposo le escribía o le mandaba?
MV: No, sí, me escribía, ey, me escribía.
ML: Y, ¿cómo es que usted le mandaba noticias de lo que estaba pasando en México?
MV: Pos le, me hacían las cartas, ey. Una hermana me hacía las cartas, porque yo no sé escribir, nomás sé leer. Una lata, porque pos uno tiene que darles a saber todo y todo. De todos modos son los niños, todos sus sufrimientos y: “Qué más le pongo”, y: “Pos ponle esto y esto otro”, y ya. Por eso les digo, tan bonitos. Si yo siquiera supiera escribir, les digo: “Yo si estuviera escribiendo, le escribiría todos los días a mis hermanas, a mi mamá, a mis tíos, mis tías”. Pero dicen que no, que son mentiras. Dice: “Son mentiras”, dijo, “uno que sabe escribir”, me dice una tía, “yo no les escribo para nada, ora mejor puro teléfono”. “Ay”, le dije yo, “yo con ganas”.
ML: ¿A usted le gusta más escribir?
MV: Sí.
ML: ¿Que platicar en el teléfono?
MV: Ándele, sí.
ML: ¿Por qué?
MV: Pos porque escribiendo pos ahí le pongo todo y por teléfono pos si se acaba la tarjeta y luego pos en veces ni oye uno bien y luego, y así; no, en la carta yo digo pos bien a gusto.
ML: Y, ¿cada cuándo se escribían?
MV: Cada mes.
ML: ¿Cada mes?
2do: Vámonos porque…
MV: Ya nos vamos, ay ya nos vamos entonces.
ML: Gracias.
MV: Ándele pues, entonces ya nos vamos, eh.
Fin de la entrevista
Interviewer
Loza, Mireya
Interviewee
Velázquez, María del Carmen
Location
Los Angeles, California
File Name Identifier
Velazquez_LAS025
Citation
Loza, Mireya and Velázquez, María del Carmen, “María del Carmen Velázquez,” Bracero History Archive, accessed November 16, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/281.