Antonio Góntiz Aguilar
Title
Antonio Góntiz Aguilar
Creator
Loza, Mireya
Góntiz Aguilar, Antonio
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Antonio Góntiz Aguilar
creator (Spanish)
Loza, Mireya
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
DAT recording
Duration
54:08
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Transcription
Nombre del entrevistado: Antonio Góntiz Aguilar
Fecha de la entrevista: 12 de noviembre de 2005
Nombre del entrevistador: Mireya Loza
Estamos con Antonio Góntiz Aguilar.
ML: ¿Dónde y cuándo nació usted?
AG: Nací en Morelia, Michoacán, el 19 de diciembre de 1918.
ML: Hábleme de su familia y el lugar donde nació, ¿cómo era?
AG: Bueno este, mi papá era maestro rural, y este de Morelia, estuvimos. De chico recuerdo poco de ahí, pero después como mi papá era profesor, andaba en distintas partes. Y yo me acuerdo ya de cuando íbamos al pueblito, que se llamaba Quiroga, adelantito, cuarenta y tres kilómetros de Morelia. De ahí para acá ya comencé yo, ya recuerdo de ahí para acá cosas así de la, de la vida. Mi papá en donde llegaba, este, le gustaba exponer este, alquilar donde había teatro, poner el cine, este, agarra la empresa de cine, donde quiera que va. Lo primero que hacía era ver si había teatro, si había equipo de cine y si estaba desocupado él agarraba, agarraba el cine. Este, platicando con uno, yo le decía la historia del cine hablado, porque a mí me tocó ver de los principios del cine, cuando era mudo. Cuando empezó ya el cine sonoro, era por medio de discos, tocadiscos. Eso yo lo sé porque lo viví, este, de una empresa donde llevan el equipo para el cine y un tocadiscos y le quitaba la mano y ver al productor y ahí enchufaban el tocadiscos. Ponían bocinas en la pantalla y era el modo en que estaba trabajando. Iba de acuerdo el disco con el rollo de la película, así es de que destapaban la película y estalla como si fuera al cine sonoro, como este, pero a base de discos. Duró muy poco, porque yo lo vi después ya pusieron el sonido dentro de la misma película y así fue. Cosa que yo me enorgullezco de saber, que yo lo viví, yo lo vi, allá en mi infancia, pero una cosa… Gente le platico, le gustó platicar conmigo porque dice: “Usted sabe mucho”. “Ni tan así”. Y saber este, parte de mi vida, estaba chiquillo y así fui creciendo.
ML: Y, ¿su familia era grande o chiquita?
AG: Bueno éramos, fuimos once, de los once se fueron, como dicen, se fueron quedando en el camino. Ya después quedamos tres, quedamos, poco después ya quedamos tres, después dos y ahora uno solo, ya soy el único que vive de mi familia. Mi papá quería que este, como él era maestro, tenía mucha inteligencia, luego en la escuela cursé segundo y tercero en el mismo año, por mi inteligencia, mi papá quería que yo estudiara una carrera de colegio en Morelia, el Colegio San Nicolás, nada más que luego se enfermó él después de andar en varias partes, regresamos a Morelia, pero ya a él le iba un poco mal y ya en el, como en el [19]38 murió, yo ya no pude, ya me quedé sin estudio, sin oficio, sin nada, en el [19]36 este, cursé la primaria y ya me quedé sin estudio, sin nada, comencé a trabajar donde pude. Chiquillo todavía, comencé a trabajar en un aserradero de madera, cargando tablas y todo. Me enseñé a manejar las máquinas. Y sé quebró ésa después, me quedé sin nada. Entonces ya nomás éramos mi mamá, otro más chico, el que es mayor de mi, que era también maestro, él nunca asistió en la casa, porque él todo el tiempo andaba juera. Nada más estaba mi otro hermano y yo, nomás los tres más, ahí en la casa ya nomás quedábamos. Jesús era el mayor y iba nomás de vacaciones a la casa y ya pues iba otra vez y así, nunca asistía al cine con nosotros mucho. Y como yo seguí trabajando aquí y allá donde pude y ya. Luego este, trabajé también en una, pues andaba en camioncitos de esos chiquitos de, de mudanzas, ahí acarrié todo y comencé. Y ya no, ahí anduve muy mal, digo, ahí cargábamos mezcal, arena, ahí andaba yo lleno de cal de todo, ahí en el trabajo. Y así, ahí comencé a manejar, porque podía abrir los camioncitos, me enseñé a manejar ahí con los camioncitos. Y luego trajeron adobe, y luego este, pero ya a raíz de ahí de trabajar de cargador, de ahí me vine de bracero. Y este, cuando regresé aquí, fueron, pos por menos fueron quince, quince meses. En el contrato fueron seis, porque yo me contraté por seis meses, era lo que daban. Y se dieron los seis meses y que andaban viendo quién quería renovar. Y dije: “Yo renuevo”. Yo pos no tenía ni dinero, ya se me había gastado. Quería otros seis, fue en septiembre del [19]44, dijo: “No ya no, porque la guerra ya está por acabarse, te damos tres meses”. Bueno, pues tres meses, en diciembre se cumplieron. Y ya este, pos gastábamos centavos, pos nos íbamos a, ahí en Galesburg pedimos permiso para ir a mandar un dinero a la casa y pos nos íbamos a dar la vuelta, se acababan los centavos. Y no, de ahí vimos que ya era tiempo de venirnos, que ya se estaba cumpliendo el contrato. Y llegamos cinco: “Vámonos a Chicago”. “No”. “Vámonos ahí”. “Bueno”. Agarramos mis cosas, el tren que iba a Chicago, y allá pues sí, batallamos para dar con la empacadora y luego un señor…
ML: ¿En qué empacadora trabajó usted?
AG: En la, no me recuerdo de la empacadora. Mataban reces, reces y luego las empacaban.
ML: ¿En qué año fue?
AG: En el [19]44 ya, en el [19]44, [19]45, llegamos en diciembre, en mero diciembre.
ML: Ay, qué frío.
AG: Del [19]44 ahí a Chicago.
ML: ¿Se acuerda dónde? ¿En qué parte de Chicago?
AG: No, no porque este, era un señor, no sé cómo lo conocieron, nos dio asilo en su casa, unos días y él nos llevo a trabajar a la empacadora, a empacar carnes y todo. Me acuerdo que mataban este, animales, borreguitos y esas cosas, a mí me tocaba. Pos eso sí que con así para el envase y me ponían ahí y yo le ponía el, para que estirara las patitas, así, y es todo lo que hacía. Y, pero ganábamos muy poco, un amigo del señor don José se llamaba, dice: “No quieres entrar a trabajar, porque (ininteligible) en el traque, la compañía de la Burlington”. Dice: “Vamos a ver a una compañía, necesitan gente”. También de traque, del Belt, Belt se llamaba la compañía ahí en Chicago, el Belt. Entonces iban, inmediatamente me dieron trabajo, porque necesitaban gente. Había, este, estaba cerca del aeropuerto de ahí de Chicago. Y este, había un como campamento para los trabajaradores, no había gente, nomás nosotros, llegamos nomás nosotros. Luego luego ves las camas todas vacías, ya nos acomodamos a trabajar y empezamos y trabajamos bien, bien. El primer pago, luego luego que: “Vamos a echarnos unas”. Y: “Bueno pos vamos”. Pero ya no me gustó la idea, y al día siguiente llegamos todos malos al trabajo y el mayordomo se llamaba don Tomás, me dijo: “Mira Antonio, no seas tonto, este, no tomen y guarden su dinero, el día menos andan enojados, ahí creía él que estábamos bien, arreglados pues no”, dice, “un día los agarran y sí qué van a hacer”. Bueno pues a seguir trabajando, al siguiente día de pago: “Vamos”. Dije: “Yo no voy”. “No”. “No, no voy”. Al día siguiente llegan, pues a ver. Llegó el mayordomo: “Vámonos”. “No, pos nomás yo”. Y, ¿qué pasó?”. No pos, estaba bien enfermo, ya nomás yo trabajaba. Y ahí voy, ya con eso dijo: “Mira este, tu cheque, quieres, mete el dinero al banco, aquí hay banco, mete el dinero al banco, aquí hay”. Y como decía él se los di. Comencé a juntar dinero, pos no tenía.
ML: ¿Qué hacía usted en el traque?
AG: Éramos, este, por ejemplo en diciembre, había una casa de campaña de, bandera al centro, estaba así. Arriba iba, iba el tren, iba caminando así para atrás. Y al llegar arriba los trenes, los carros los soltaban y se iba solito la bajada. Había una parte así en donde echa puros switch pa quitarle poquito la velocidad, ya adelante ya había varios donde, para ir. Desde arriba electrónicamente, le daban sus bultos, entonces nosotros pero en mero invierno, teníamos que, salíamos una… Bueno eso ya era en la noche, trabajábamos por ejemplo en el turno, salíamos creo eran las cinco o las seis, ya decían: “El que quiera trabajar medio, otro tiempo”. Le seguíamos. Y entonces trabajábamos en eso, era ya en la noche, este íbamos a barrer la nieve, los discos, para que como eran electrónicos, pa quitarles la fuerza al tren, pues para pararlo poquito. Y la nieve les estorbaba, teníamos que barrer la nieve. Traíamos una pala, la escoba, a barrer la nieve para que, para evitar que el tren se fuera a desviar, el vagón se puede descarrilar. Un rato aguantaba uno más, y había unos cuartitos, le decíamos chanti donde va el calentón. Ahí nos metíamos así, quince minutos éramos varios compañeros, salíamos y así nos turnábamos para el frío. Y así estuve, me tocó algunas veces ir a ver un descarrilamiento también. Ahí nos tocó este, ver con unas troncas, durmientes, tallas. ¿Sí sabe lo que es una talla?
ML: No.
AG: La madera que va en la vía, lleva una madera, aquí es madera y la vía va encima de la madera, si no, ¿no has visto las vías como están? Va la vía y hay muchos durmientes, donde asienta, donde sienta el riel. Entonces los que están podridos los sacábamos y a poner nuevos y ahí es donde este, a espaicar [spike], dábamos el clavo grande para detener la vía. Con un martillo grande, para cambiar el pedazo del mismo, unos dos tramos de vía, cambiábamos y pues todo era manual, la vía entre… Había unas que le decíamos troncas, que agarraban el riel así, parecíamos hormoguitas, le agarramos, eran muy pesadas y eso hacíamos.
ML: ¿Habían más? ¿Había otros mexicanos que trabajaban con ustedes?
AG: Eran unos, éramos cinco, pero no había más.
ML: Y, ¿en Chicago había mexicanos, una comunidad mexicana?
AG: No. Nosotros ahí, había una señora que nos hacía la comida ahí, pero era, pos sí la comida americana, pero este, pues sí, pues no mexicanos no, porque la señora pues era, era cocinera nos hacía de comer, nomás los viernes nos daban este, pescado, ése era de cajón, pero así. Estábamos nomás los cinco, se fue retirando el frío y se fue, comenzó a llegar la gente, ya fue, ya estaba lleno, ya al rato. Y luego, descargábamos unos góndolas de balaustre, es que se necesita como piedrita para la vía a descargarlos, con una maquinita así. Estaba duro, para ir descargando. Luego este, pos sí, nos ponían diferentes tabas le hacían así, y luego a veces descargar carros también, alguna cosa así. Y cuando estaba en algún trabajo así, a la hora de la comida nos metíamos en una, llevábamos lonche en un carro del tren, y ahí íbamos a comer y volvíamos bien abrigados pero, el sudor por el trabajo se nos mojaba en veces la camiseta así. Salíamos a trabajar, ay Diosito Santo, húmedo y el frío, se sufría, se sufría mucho, sí.
ML: ¿Cuánto tiempo duró usted?
AG: Cinco, ¿ahí?
ML: Sí.
AG: Ahí cinco meses.
ML: Y, ¿después de eso a dónde se fue?
AG: No, no de ahí ya nos agarraron, en, en junio estábamos. Tenía una camarita, donde quiera nos rentaban los carros en el tren y estábamos viendo, en domingo, estábamos viendo las fotos y llegaron: “Papeles, papeles”. Pues ya estaba lleno. No, pos nosotros, pos cuáles papeles. Bueno pos vámonos, a los cinco. Ya nos llevaron y pues de ahí lo llevaron a uno.
ML: Cuando trabajaba en el traque, ¿trabajaba todos los días de la semana o cuántos días?
AG: Todos los días. Descansábamos nomás el domingo, todos los días trabajábamos.
ML: Y, ¿qué hacían durante el domingo?
AG: Pues ahí nos poníamos a jugar baraja, o a jugar beis con una bola ahí nos poníamos, ahí mismo.
ML: Y, ¿no salían a otras partes de la ciudad?
AG: No, no. Este, pues cuando los días que estuve ahí antes de que, pos sí nos íbamos a bailar, algo así, por ahí donde sabíamos.
ML: ¿Tocaban música en español?
AG: Sí, sí y había de todo. Y este, pero pos no había casi. Yo ya no, no hacía por salir, porque como dijo don Tomás, dice: “Después no van a tener dinero para irse”. Cuando íbamos ahí yo no tenía ni un centavo, ve, cuando íbamos a Chicago y viene uno a su casa sin nada. Entonces este, cuando ya nos agarraron, nos llevaron a la cárcel a la California, se llamaba ahí donde fuimos, borrachito y este: “Dile que queremos ver al cónsul”. Sí fue al día siguiente el cónsul. Esposados y Diosito Santo, y ya hablamos con el cónsul. Yo le dije: “No hemos hecho ningún delito, estamos trabajando como la gente”. Dijo: “Muchachos, yo los comprendo, pero aquí las leyes son muy diferentes, ustedes andan fuera de la ley. Aunque anden trabajando, van a tener que ir. Lo único que puedo hacer por ustedes es dejarlos libres, que no estén en la cárcel, pero traigan todas sus cosas”. Yo tenía muchísima ropa. Porque allá que entraban en Hollywood nos íbamos a tomar y todo. Yo ropa nueva me compraba y todo, pero la ropa de vestir nunca la lavé, la arrumbaba. Lavaba la ropa de trabajo, la de vestir no, tenía cantidad de ropa. Y este: “Tráiganse todas sus cosas aquí”. “Sí las llevamos”. Dijo: “Si se vuelven a ir, yo ya no respondo. Que los castiguen”. “No”. Tuvimos, estábamos presentando, fuimos a la compañía, otra vez a trabajar, dijo: “No muchachos, ya no”, dice, “vienen otra vez por ustedes y no nos conviene”. Entonces nos dieron el cheque que teníamos pendiente, hicieron una, abrieron a pleito en, los trabajadores con el gobierno. Y yo ni cuenta me daba.
ML: ¿Ahí en la compañía?
AG: Sí, una, una especie de huelga según ellos, y se ganó, yo sin saber nada. Cuando fui por él, me dieron un cheque por $72 dólares, porque se había ganado, yo ni cuenta me daba, bueno pos ya ni modo. Y no, ya de ahí ya, de aquí ya vámonos, ya nos trajeron, viene uno en los carros del tren, las ventanas del, las ventanillas no, no se abrían nomás que poquito así, para evitar que se fuera uno a salir y guardias en los dos carros del tren, para irnos vigilando. Luego, llegamos aquí al, a El Paso ya, ya creo llegamos en la noche, algo así, que nos dijeron: “Mañana vienen por sus cosas”, dice, “ahorita pos ahí está, váyase a Juárez a ver qué hacen”. Yo traía muy buen dinero, como más de $1,000 dólares traía yo, de lo que junté que ya no gastaba en nada. Y venía yo muy feliz, y al día siguiente este, fuimos, venimos a El Paso pues, pos no recuerdo, era un salón grande, no recuerdo dónde era, cerca del puente, ahí nos juntamos todos y nos llamaban: “Julano de tal”. “Ya llegué”. Dice: “¿Qué dejaste pendiente? ¿Dejaste algo pendiente en la compañía, en la Burlington?”. Y digo: “Un cheque que no lo cobré”. “Ahí está tu cheque que no cobraste? $2 dólares para que comas en el camino y un boleto del tren hasta Querétaro”, que fue donde nos contrataron y ya nos fuimos. En el camino uno que le decíamos el Maro, veracruzano, tenía dos meses, dos años aquí trabajando, se hizo novia de una de la hijas de don José, él sí iba a bailar, porque baila con él. Y en el camino llevaba un velicito chiquito, con una fondo, (ininteligible) para una hermana y $25 pesos mexicanos, lloraba en el camino. Híjole por no haber guardado dinero. Y no, llegué bien a mi casa con centavos y no, fue lo más bonito porque me recibieron amigos y todos se me, que me traían bracero, todos los braceros que llegaban. Ya, después ya este, ya me dediqué a trabajar, este, ya conseguí trabajo en un, ya manejando en un taxi.
ML: ¿En dónde?
AG: En Morelia. Ya trabajé como veinte años más o menos, en el taxi y de ahí ya era don Antonio, pues según. Y no el chiste, duré como más de un año duré sin comprar ropa, llevé muchísima ropa aquí, corrí con mi mamá: “Mire, ahí está todo lo que te guardé”, le dije. Sí, y ya. Y luego este, se me atravesó una señora que ahora vive conmigo. Sí una de las veces fue de vacaciones, ella ya andaba, ella ya taba aquí, estaba muy chica también y la conocí en el taxi, ya nos hicimos dizque novios, bueno, y ya y este no, pues sí. Y después de vacaciones pues tuvo que venirse, dijo: “Te vas. Nos vamos”. Ella se vino como diciendo, (ininteligible) muy tarde ya, llegué ya en el [19]59 a Juárez, ya estuve viviendo en Juárez, volví a ser taxista en Juárez otros veinte años de taxista, ya estaba yo enfadado del taxi. No, ya después ya, nacieron mis hijos, uno de ellos fue, se fue al Army y todo. Fueron dos hombres y dos mujeres, y ya, pues que nomás la mayor, la mamá de la niña que anda conmigo, es nacida aquí. Los otros tres nacieron en Juárez, nada que ya que nos venimos se hicieron ciudadanos, y este, ya fue como en el [19]75 así, nos venimos para acá. Y este, ya, ellos este, se hicieron ciudadanos, yo pos no porque no, no supe las preguntas cuando fui a hacer la entrevista, bueno de todos modos ya me quedé. Arreglé mi pasaporte, todos ya nos quedamos aquí, y aquí estamos ahora.
ML: Tengo unas preguntas sobre el programa. ¿Se acuerda cuándo fue la primera vez que escuchó a alguien hablar sobre el programa de los braceros?
AG: Pues fue en este, como en el cuarenta y tanto así, cuando se fue de cosa muy popular allá, en México.
ML: ¿En Morelia?
AG: Sí en Morelia. Andaban, todos queríamos, o íbamos a ver porque todos queríamos este, venir de bracero. Una temporada en México en la capital, ahí había contratación y fuimos a ver si lográbamos arreglar. Y no, no fue posible, yo, pues sí llegué con un amigo. No, nos regresamos porque no pudimos este, contratarnos, porque era difícil. Y cuando por fin fue, me contraté en Morelia, fue cuando, ah, ¿sí le platiqué cómo me contraté?
ML: ¿Cómo es que se contrató?
AG: Y este, nada pues la gente pues todos queríamos ir a donde había contratación. Y ahí íbamos, una vez fuimos hasta Guanajuato también.
ML: ¿Qué parte de Guanajuato, en la ciudad de Guanajuato?
AG: No, en Irapuato. Y fuimos ahí y no, no pudimos. Y este ahí en Morelia llegaron los, decíamos los contratistas, llegaron y que ahí van, ahí vienen. “Tal día van a entrevistar gente”. Sí, pues ya tenían programado todo eso, allá en la plaza de toros. Ahí vamos, se lleno la plaza, pero le entregaban un número a cada uno y ya. Yo creo todos estaban abajo de nosotros yo sé, en los números, de repente mi número y me bajé corriendo, desde abajo todos los siguieron llamando, y ya se acabó la espera, pero éramos cantidad a los que nos tocó el número. Luego ya nos dijeron: “Tiene que ir a Uruapan”. Eran como doscientos kilómetros más o menos de Morelia a Uruapan. “Bueno, sí ahí vamos”. Conseguí un dinero donde pudimos, ahí vamos. Duramos, yo llegué como el lunes, y espere y espere, no llegaban y sufriendo, ahí durmiendo en el portal ahí, una cobija y todo, como podíamos. Y no, un sábado estábamos ahí en la plaza la bola de bracero ahí, ex no, futuros braceros y llegó un camarada ahí. “Quihúboles, te compro la contraseña”. “No, no”. “Sí hombre te la doy en $300 pesos”, me dijo el camarada. En aquel tiempo era mucho dinero. “No”, le digo, “dame $500”. “No”, dice. “No, ultimadamente no vendo mi suerte. Bueno, no, al día siguiente llegaron los contratistas. Ya, pasamos bien todo el examen y nos encueraron todo.
ML: ¿Hicieron el examen ahí en México?
AG: En Uruapan, en México, en Uruapan ahí donde le digo.
ML: ¿Eran doctores americanos?
AG: Sí, todos americanos, sí les hicieron el examen de todo a todo ya.
ML: ¿Le sacaron sangre?
AG: Sí, todo, sangre y todo y este, y ya. Ya después del examen todo ya, dijeron: “Ahora se van a Querétaro, más delante de Morelia, a hacer contrato”. “Bueno”. Ya de ahí sí ya fuimos a Querétaro, de ahí a hacer el contrato, de ahí es el papeleo, todo lo hacen todo ya el día que ya bien ya pa venirnos, nos dijeron: “Mañana temprano estar ahí con sus cosas que traigan”. Ya llegamos, nos formamos. Formaron el tren, los vagones cerrados y nomás una pasadita chiquita así, pos necesitábamos y empleados aquí y allá pa que no se colara alguien sin papeles para venirse. Yo, me da risa pues que nos quitaron todo, todos llenos de polvo, híjole. Bueno mucha, dice mucha. Pos sí pos alguna enfermedad o algo, llenos de polvo y todo y ya nos veníamos. Y ya este, se llenaba el carro ese, lo cerraban con llave y así se completaba el tren. Ya cuando se completó, nos venimos y aquí ya en, ahí en Juárez, ahí nos bajaron y nos subieron a otro tren de aquí, ya americano. Y ya distinto, ya eran los asientos de madera de aquí acolchonadito, lo que es un tren. La comida cambió también ya de ahí para acá.
ML: ¿Qué le dieron de comer acá?
AG: Puros ahí de bologna y pos comida americana y que: “Ay, qué sabroso está”. Bueno y allá unos frijoles todos tiesos y bueno.
ML: ¿Le gustó a usted la comida americana?
AG: Sí, sí me gustó sí, la primera vez ya en el trabajo, que la primera vez que amaneció uno ahí le dieron jaqueis [hot cakes], ya agarré así. “Pérate así no se come”. Pues ya los conocía, híjole, pero no, ya cambió, en el camino fueron bajando gente, ya luego: “Fulano, zutano y mengano”. Ya los fueron y los bajaron. Y luego ya donde me tocó a mí ya nos bajaron, ahí trae su piquera. Porque ellos traían la gente a trabajar en el campo o en la industria donde se podía, a mí me tocó en el traque, no me tocó en el campo. Y este, ya, nos dejaron ahí y ahí fui a trabajar. De una vez, había un amigo ahí que tenía un hermano que vivía aquí en Estados Unidos y fue a visitarlo y él vivía en Ohio. Dice: “Vamos a Ohio conmigo y luego de regreso”. Ya nos fuimo, y él trabajaba en la pisca del tomate, y dice: “Vamos a trabajar al tomate, vamos”. “Sí le entramos al tomate, unas friegas que andar agachados todo el día ahí, ya te digo estaban pasando ahí y un día llegó la Migración a la casa de él. Bueno, pues porque estábamos ahí. “No”, dice, “yo me hago responsable”, dice, “él es mi hermano. Ahí llegamos los dos él y yo”, dice, “yo los llevo mañana”. Sí nos dejaron bien. Dijo: “Yo los llevo mañana y ya los tienes”. Ya nos regresaron otra vez ahí a trabajar, de ahí seguí trabajando hasta como le digo, como trabajamos y todo.
ML: ¿Su trabajo?
AG: Y heme aquí.
ML: ¿Su primer trabajo como bracero fue en el traque?
AG: En el traque, sí nada más.
ML: ¿En dónde?
AG: En Galesburg, en Illinois, ahí.
ML: Y, ¿cómo era el pueblo ahí?
AG: Pues era una pueblo chico, nosotros no vivíamos ahí, vivíamos en un campamento de la compañía que estaba como a media hora de ahí y ahí trabajábamos nosotros. Entonces cuando íbamos al pueblo, este, cuando ya que no, pedíamos un taxi y ya nos llevaba ahí a la, a Galesburg. Íbamos a la escuadra, y sí hace escuadra ahí, y ahí en la escuadra había una cantina, ahí íbamos. “Vamos a la escuadra”. Ya llegábamos ahí y este, pa no hacer mucho, este, el de la cantina ahí nos cambiaba los cheques, por consumir. “Ahora van la mías”. Ahí está mi cheque. Y pues la cosa de que, yo mandaba muy poquitos centavos a mi mamá porque… Muy poquitos centavos le mandaba, pues todos me los tomaba, como les digo.
ML: ¿Usted le escribía a su mamá?
AG: Sí.
ML: O, ¿hablaban por el teléfono?
AG: No, no, no, le escribía.
ML: ¿Recibía cartas de ella usted?
AG: Bueno, ella no sabía, era esposa de un maestro y ella no sabía escribir, ni leer. Mi hermano era el que se encargaba de, de hacer las cartas y todo.
ML: Y, ¿qué es lo que pensó su mamá cuando usted decidió irse de bracero?
AG: Tuvo miedo al principio porque: “No te vayas hijo, no te vayas, te van a mandar a la guerra”. Y mucha gente sí pensaba eso. Por eso dije: “No, no van a ir a la guerra”. Nomás que había un intérprete, ya dijo cuando estábamos contratándonos ahí, dijo: “Muchachos, ustedes no van a la guerra, van a trabajar, a sustituir a los que andan en la guerra, eso es lo que van a hacer ustedes, no van a la guerra. Claro, les advierto una cosa, en caso de que se pierda, haya una invasión”, dice, “de allá, de ahí escoge usted si se defienden o se dejan matar, es cosa de ustedes, pero ustedes no van, en último caso si llega a pasar”, dice, “aunque no lo creemos pero puede suceder, pero no van a la guerra. Solamente así”. Bueno, y sí, no, ahí estuvimos muy a gusto, muy contentos y una experiencia muy grande, en mi vida fue lo mejor.
ML: Y, ¿qué pasó el primer día que usted llegó a Illinois, se acuerda? Cuando apenitas llegó.
AG: Pues no me acuerdo de ahí, de este, nos bajaron este, pos no me acuerdo si en medio del… No, yo creo en la mera planta, ahí. Ya de ahí nos llevaron a este a, había unos carros del tren, carros acoplados con camas, así y un calentón grandote por un lado, ahí vivíamos en los carros del tren. Había uno o dos carros del tren también pero de pasajeros, acondicionado para comedor, ahí comíamos. Entonces estábamos trabajando y íbamos andando de ahí a la parte donde hay que trabajar. Caminando así, hacíamos diez, quince minutos para llegar al comedor, a la hora de la comida, y luego nos regresábamos, pero eran carros del ferrocarril donde vivíamos o viví. Y ya, afuera puras tallas de la madera esa que le digo para los rieles, pa acomodarlos así afuera alrededor así todo. Y estaba ahí los carros donde servía de dormitorio, onde dormíamos.
ML: Y, ¿qué era su rutina diaria cuando trabajaba en el traque ahí en Illinois? ¿Qué hacía? Durante la mañana, ¿a qué horas se levantaba?
AG: Pues durante la, no me acuerdo si a las ocho o nueve entrábamos a trabajar, no me acuerdo. Te levantaban, teníamos este, baño y todo, ya nos arreglábamos y todo, teníamos un cuarto grande, acondicionado con lavadoras, sí ahí estaban los baños. Lavadero, los baños y todo. Y ahí nos arreglamos ahí pa cuando nos íbamos a comer, ya, a almorzar en la mañana, los jaqueis y eso que nos dan en la mañana. Luego al trabajo, y luego a comer, me daban mi comida y daban pan, pues pan de caja, pues de ése. En aquel tiempo pues no lo conocíamos nosotros porque allá no hay, pos no había de ese pan. Y comíamos y ya nos íbamos, así los viernes, todos los viernes nos daban pescado, todos los viernes era pescado, sí. Entonces teníamos ganas de algo, alguna comida de nosotros mexicana, había un puente ahí cerquita ahí, y había muchos pichones, y íbamos a matar pichones pa hacer caldo. Y en la noche íbamos con el cocinero, que nos hiciera un caldo, sí nos lo cocía y él también comía caldo, caldo de pichón, los domingos. (Ininteligible) a los pichones, y este, y luego entre semana, le voy a decir, y nos íbamos a las, a las lavadoras y andaba ahí cada quien.
ML: ¿Lavaban a mano?
AG: A mano, sí, pero le digo yo lavaba nomás la ropa de trabajo, pa salir, ésa como le digo, la arrumbaba y ahí la dejaba, pero la ropa de trabajo sí la lavaba yo. Y ahí nos la pasábamos y ahí los baños todo está ahí, pero hay una parte ahí como cuarto grandote, donde había lavadoras y los baños, ey.
ML: Y, ¿qué es lo que hacía usted en su trabajo?
AG: Este, por donde lleguen carros con mucho, todo lo que se necesita para la vía. Había unas barricas de clavos, de spikes, clavos del tren y teníamos que descargarlos de las barricas. Cuando llegaban los carros a descargarlas, las descargábamos todas. Luego hay unos fierros grandes, que le digo, también para unir todo, todos esos nosotros los bajábamos, a descargar y acomodar todo en su lugar. Luego cuando había mucho trabajo nos ponían este, un montón así grande de planchuela, una planchuela, así donde va asentada la vía de fierro, donde va asentada la vía, así, donde van los clavos y todo. Entonces eso teníamos que, había de distintos números, también teníamos que retirarlos, apartarlos. Le daban un gancho a cada uno, a irlos midiendo y apartándolos en su lugar. Ya que lo tenía apartando, estaba el montón así, llegaba un tren, con una rueda grandota así con imán, llegaba. Cuando llegaba nos retirábamos para no. Y ya lo recogía el tren y un carro, pero ya numerados todos, entonces los ponían allá. Y este, pues sí, cositas, un trabajo fácil, luego el mayordomo le decía, Johnny se llamaba, y nos traía a hacer eso, a limpiar aquí y limpiar allá y todo. Y nos decía: “Hey boys, easy, easy”. “Sí, está bueno”. Era un viejito. Era lo que hacíamos ahí, luego este, los rieles del tren, había unos que están medio chuecos, este, están apilados así. Entonces teníamos que enderezarlos, había unas vías así, le pone uno aceite y las bajábamos con una tronca así, una de cada lado así, y luego la amarrábamos así y la aventábamos y estaba una como, así abajo así y uno, yo estaba así trabajando. Tenía una máquina donde le pegaba, era para enderezar los rieles, los que estaban medio chuecos, y los enderezaba y ya de ahí los apartaba. Y nosotros se los arrimábamos ahí las vías, los rieles para que los enderezara, los que ya no tenían remedio los trozaba con fuego, una antorcha lo hacía pedacitos así, los apartaba para fundirlos y eso era lo que hacíamos ahí, no, no. Ahí no nos tocó trabajar, no lo que es en la vía, eso fue allá en Chicago, ahí no. Ahí nomás a cargar y descargar cosas del tren.
ML: Y, ¿cuántos días a la semana trabajabas ahí?
AG: Toda la semana, toda la semana trabajábamos, descansábamos el domingo.
ML: Y, ¿qué hacía el domingo?
AG: Pos, cuando estábamos ahí pos había una ___(?) donde había billar y nos poníamos a jugar billar. Había una cantina también ahí y a veces pos a echarnos una cervecita, pero ya pacíficamente ya. Decíamos porque ya de ahí en más a jugar billar, echarnos cerveza o nos estábamos en el carro jugando póquer, nos gustaba mucho el póquer y ahí, así nos la pasábamos. Oír radio y todo y pues era todo lo que hacíamos en el día, no había más a donde ir.
ML: ¿Se acuerda usted cuánto le pagaban?
AG: Pues $5, $5.40 algo así la hora, eso es lo que nos pagaban, sí $5, $5 y feria la hora.
ML: ¿Hacía muy buen dinero en ese entonces?
AG: Pues no era mucho pero sí era suficiente, sacaba muy buenos chequecitos y este, nada más que los desperdiciábamos, pero sí nos iba muy bien, ahí trabajamos, aprovechamos muy bien el, el tiempo. Y sí, como le digo este, le decíamos al mayordomo: “Vamos al pueblo a poner dinero a la casa”. Pos cual casa íbamos a poner, pos sí poníamos muy poquito, lo demás pos sí se iba. Nombre, pero una experiencia en mi vida muy bonita, muy bonita porque me decía don Tomas él, decía: “Tony tú eres muy trabajador”, dice, “cuando un día te vas de repente”, dice, “comunícate conmigo y yo te arreglo el pasaporte, pa que te vengas”. Tenía una amiga ahí en Galesburg, y este, ya cuando nos venimos, tenía mi domicilio, me escribió allá a la casa de Morelia. Dice: “Ya te pescaron, vente yo voy por ti a la frontera, vente para acá”. Y estaba yo tan endiosado con todo y por todos, la gente lo recibe a uno como si fuera un Dios al bracero, así lo traían. Nombre, ahí en el barrio logré comprar un carrito viejo. No me duró mucho pero, ahí vivía una vecina y ya tenía mi carrito afuera. “Ay, es el carro del señor Góntiz”. Sí, pero pues sí me creía mucho y este, no, donde me iba a estar viniendo si allá la… Tenía unos muchachos, novias por dondequiera porque, por bracero, era muy apreciado el bracero. Y la ropa muy confundida que llevaba uno de aquí, chamarras y todo eso, casi todos íbamos ropa similar, sí, nombre, pos sí.
ML: ¿Muchos de su pueblo trabajaron en el ferrocarril también o dónde trabajaron?
AG: No, de ahí nada más él, un amigo que venía conmigo y yo. Nada más, los demás no supe pa donde se fueron, donde les tocó, ni nada. Se desaparecieron, nomás él y yo, los dos trabajábamos ahí en los camioncitos de carga, que le digo, ahí trabajábamos los dos. Y a los dos nos tocó venirnos y este nomás, de ahí para allá no, no supe yo de más braceros, amigos nomás él y yo.
ML: ¿Qué significa para usted el término bracero?
AG: Bueno el significado es el trabajo, el trabajo. Bracero es una cosa muy linda porque es parte de una parte del trabajo, parte de la vida, decimos que el bracero porque se refiere a los brazos, trabaja uno con los brazos, creo yo que eso significa bracero, trabaja uno con los brazos, creo yo que ése es el significado de la palabra. Y pues valimos, es mucho porque como le digo, de ahí depende mucho, de la palabra, de la acción y de lo que se signifique bracero.
ML: ¿Qué siente usted cuando piensa en su experiencia de bracero?
AG: Vuelvo a decirle es una experiencia muy bonita, la mayoría queríamos venir de braceros, tantito por salir de donde estábamos, por, también sobre todo el dinero, trabajar, sabíamos que íbamos a ganar muy buen dinero acá, y eso era lo que nos traía el anhelo de venir de bracero, porque de ahí significaba mucho, muchos de ahí al regresar hicieron su vida y otros no. Yo, como le digo, compré un carrito pues viejito porque de seguro tenía placas de sitio, pero cuando traté de ir al sitio donde estaba registrado ese carro, no me dejaron trabajar. “Este carro no es de aquí”. “No, sí”. Y una vez hasta fui hasta con un motociclista, dijo: “Este carro es de allá, no es de aquí. Si lo dejas aquí lo vamos a quemar, porque no es de aquí ese carro”. Ya fuimos con el jefe, dice: “Mira, propiamente”, dice, “en realidad no es el carro, no es de ahí. Hubo, cuando las llantas, no había llantas y muchos carros los paraban una temporada porque no había llantas. Entonces este señor, el que me vendió el carro, tenía un negocio cerca de ahí y él necesitaba moverse, al carro de sitio sí le daban gasolina y todo, pa que trabajara, y al particular no, y entonces, este, por amistad consiguió las placas, le dio para que él se moviera libremente. Y a mí me vendió el carro, y yo fui después que supe, que fui a reclamarle, me dijo: “Mire, mire mi amigo, yo”, dice, “comercialmente, yo le vendí un carro. Lo demás moralmente yo lo siento”, dice, “¿qué quiere que haga?”. Y así.
ML: ¿Hay otra cosa que usted quiera compartir sobre su experiencia como bracero?
AG: Pues no, este, pues no, pos lo mismo, fue una cosa muy grandiosa para mí, fue mucho muy grande para mí esa experiencia, sí fue de todos mis años, de todos los años, es la experiencia más bonita y mejor que he tenido. Que en parte no se podía aprovechar, y a lo mejor por eso también me dio chanza ya después de que como con el carrito no lo pude trabajar ahí, me metí de taxista, ahí conocí a mi mujer, nos venimos y aquí estamos, parte también de eso. Nos conocimos, nos casamos y aquí estamos. Pero gracias por ponernos a recordar. “¿Te acuerdas?”. “Sí, cómo no”. Pero yo pos sí, ya a mis años, ya tantos años, a veces digo: “Ay Diosito, tantos, de todo sufrir, gozar y todo en mi vida, pero bueno aquí estamos”.
ML: Muchas gracias.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 12 de noviembre de 2005
Nombre del entrevistador: Mireya Loza
Estamos con Antonio Góntiz Aguilar.
ML: ¿Dónde y cuándo nació usted?
AG: Nací en Morelia, Michoacán, el 19 de diciembre de 1918.
ML: Hábleme de su familia y el lugar donde nació, ¿cómo era?
AG: Bueno este, mi papá era maestro rural, y este de Morelia, estuvimos. De chico recuerdo poco de ahí, pero después como mi papá era profesor, andaba en distintas partes. Y yo me acuerdo ya de cuando íbamos al pueblito, que se llamaba Quiroga, adelantito, cuarenta y tres kilómetros de Morelia. De ahí para acá ya comencé yo, ya recuerdo de ahí para acá cosas así de la, de la vida. Mi papá en donde llegaba, este, le gustaba exponer este, alquilar donde había teatro, poner el cine, este, agarra la empresa de cine, donde quiera que va. Lo primero que hacía era ver si había teatro, si había equipo de cine y si estaba desocupado él agarraba, agarraba el cine. Este, platicando con uno, yo le decía la historia del cine hablado, porque a mí me tocó ver de los principios del cine, cuando era mudo. Cuando empezó ya el cine sonoro, era por medio de discos, tocadiscos. Eso yo lo sé porque lo viví, este, de una empresa donde llevan el equipo para el cine y un tocadiscos y le quitaba la mano y ver al productor y ahí enchufaban el tocadiscos. Ponían bocinas en la pantalla y era el modo en que estaba trabajando. Iba de acuerdo el disco con el rollo de la película, así es de que destapaban la película y estalla como si fuera al cine sonoro, como este, pero a base de discos. Duró muy poco, porque yo lo vi después ya pusieron el sonido dentro de la misma película y así fue. Cosa que yo me enorgullezco de saber, que yo lo viví, yo lo vi, allá en mi infancia, pero una cosa… Gente le platico, le gustó platicar conmigo porque dice: “Usted sabe mucho”. “Ni tan así”. Y saber este, parte de mi vida, estaba chiquillo y así fui creciendo.
ML: Y, ¿su familia era grande o chiquita?
AG: Bueno éramos, fuimos once, de los once se fueron, como dicen, se fueron quedando en el camino. Ya después quedamos tres, quedamos, poco después ya quedamos tres, después dos y ahora uno solo, ya soy el único que vive de mi familia. Mi papá quería que este, como él era maestro, tenía mucha inteligencia, luego en la escuela cursé segundo y tercero en el mismo año, por mi inteligencia, mi papá quería que yo estudiara una carrera de colegio en Morelia, el Colegio San Nicolás, nada más que luego se enfermó él después de andar en varias partes, regresamos a Morelia, pero ya a él le iba un poco mal y ya en el, como en el [19]38 murió, yo ya no pude, ya me quedé sin estudio, sin oficio, sin nada, en el [19]36 este, cursé la primaria y ya me quedé sin estudio, sin nada, comencé a trabajar donde pude. Chiquillo todavía, comencé a trabajar en un aserradero de madera, cargando tablas y todo. Me enseñé a manejar las máquinas. Y sé quebró ésa después, me quedé sin nada. Entonces ya nomás éramos mi mamá, otro más chico, el que es mayor de mi, que era también maestro, él nunca asistió en la casa, porque él todo el tiempo andaba juera. Nada más estaba mi otro hermano y yo, nomás los tres más, ahí en la casa ya nomás quedábamos. Jesús era el mayor y iba nomás de vacaciones a la casa y ya pues iba otra vez y así, nunca asistía al cine con nosotros mucho. Y como yo seguí trabajando aquí y allá donde pude y ya. Luego este, trabajé también en una, pues andaba en camioncitos de esos chiquitos de, de mudanzas, ahí acarrié todo y comencé. Y ya no, ahí anduve muy mal, digo, ahí cargábamos mezcal, arena, ahí andaba yo lleno de cal de todo, ahí en el trabajo. Y así, ahí comencé a manejar, porque podía abrir los camioncitos, me enseñé a manejar ahí con los camioncitos. Y luego trajeron adobe, y luego este, pero ya a raíz de ahí de trabajar de cargador, de ahí me vine de bracero. Y este, cuando regresé aquí, fueron, pos por menos fueron quince, quince meses. En el contrato fueron seis, porque yo me contraté por seis meses, era lo que daban. Y se dieron los seis meses y que andaban viendo quién quería renovar. Y dije: “Yo renuevo”. Yo pos no tenía ni dinero, ya se me había gastado. Quería otros seis, fue en septiembre del [19]44, dijo: “No ya no, porque la guerra ya está por acabarse, te damos tres meses”. Bueno, pues tres meses, en diciembre se cumplieron. Y ya este, pos gastábamos centavos, pos nos íbamos a, ahí en Galesburg pedimos permiso para ir a mandar un dinero a la casa y pos nos íbamos a dar la vuelta, se acababan los centavos. Y no, de ahí vimos que ya era tiempo de venirnos, que ya se estaba cumpliendo el contrato. Y llegamos cinco: “Vámonos a Chicago”. “No”. “Vámonos ahí”. “Bueno”. Agarramos mis cosas, el tren que iba a Chicago, y allá pues sí, batallamos para dar con la empacadora y luego un señor…
ML: ¿En qué empacadora trabajó usted?
AG: En la, no me recuerdo de la empacadora. Mataban reces, reces y luego las empacaban.
ML: ¿En qué año fue?
AG: En el [19]44 ya, en el [19]44, [19]45, llegamos en diciembre, en mero diciembre.
ML: Ay, qué frío.
AG: Del [19]44 ahí a Chicago.
ML: ¿Se acuerda dónde? ¿En qué parte de Chicago?
AG: No, no porque este, era un señor, no sé cómo lo conocieron, nos dio asilo en su casa, unos días y él nos llevo a trabajar a la empacadora, a empacar carnes y todo. Me acuerdo que mataban este, animales, borreguitos y esas cosas, a mí me tocaba. Pos eso sí que con así para el envase y me ponían ahí y yo le ponía el, para que estirara las patitas, así, y es todo lo que hacía. Y, pero ganábamos muy poco, un amigo del señor don José se llamaba, dice: “No quieres entrar a trabajar, porque (ininteligible) en el traque, la compañía de la Burlington”. Dice: “Vamos a ver a una compañía, necesitan gente”. También de traque, del Belt, Belt se llamaba la compañía ahí en Chicago, el Belt. Entonces iban, inmediatamente me dieron trabajo, porque necesitaban gente. Había, este, estaba cerca del aeropuerto de ahí de Chicago. Y este, había un como campamento para los trabajaradores, no había gente, nomás nosotros, llegamos nomás nosotros. Luego luego ves las camas todas vacías, ya nos acomodamos a trabajar y empezamos y trabajamos bien, bien. El primer pago, luego luego que: “Vamos a echarnos unas”. Y: “Bueno pos vamos”. Pero ya no me gustó la idea, y al día siguiente llegamos todos malos al trabajo y el mayordomo se llamaba don Tomás, me dijo: “Mira Antonio, no seas tonto, este, no tomen y guarden su dinero, el día menos andan enojados, ahí creía él que estábamos bien, arreglados pues no”, dice, “un día los agarran y sí qué van a hacer”. Bueno pues a seguir trabajando, al siguiente día de pago: “Vamos”. Dije: “Yo no voy”. “No”. “No, no voy”. Al día siguiente llegan, pues a ver. Llegó el mayordomo: “Vámonos”. “No, pos nomás yo”. Y, ¿qué pasó?”. No pos, estaba bien enfermo, ya nomás yo trabajaba. Y ahí voy, ya con eso dijo: “Mira este, tu cheque, quieres, mete el dinero al banco, aquí hay banco, mete el dinero al banco, aquí hay”. Y como decía él se los di. Comencé a juntar dinero, pos no tenía.
ML: ¿Qué hacía usted en el traque?
AG: Éramos, este, por ejemplo en diciembre, había una casa de campaña de, bandera al centro, estaba así. Arriba iba, iba el tren, iba caminando así para atrás. Y al llegar arriba los trenes, los carros los soltaban y se iba solito la bajada. Había una parte así en donde echa puros switch pa quitarle poquito la velocidad, ya adelante ya había varios donde, para ir. Desde arriba electrónicamente, le daban sus bultos, entonces nosotros pero en mero invierno, teníamos que, salíamos una… Bueno eso ya era en la noche, trabajábamos por ejemplo en el turno, salíamos creo eran las cinco o las seis, ya decían: “El que quiera trabajar medio, otro tiempo”. Le seguíamos. Y entonces trabajábamos en eso, era ya en la noche, este íbamos a barrer la nieve, los discos, para que como eran electrónicos, pa quitarles la fuerza al tren, pues para pararlo poquito. Y la nieve les estorbaba, teníamos que barrer la nieve. Traíamos una pala, la escoba, a barrer la nieve para que, para evitar que el tren se fuera a desviar, el vagón se puede descarrilar. Un rato aguantaba uno más, y había unos cuartitos, le decíamos chanti donde va el calentón. Ahí nos metíamos así, quince minutos éramos varios compañeros, salíamos y así nos turnábamos para el frío. Y así estuve, me tocó algunas veces ir a ver un descarrilamiento también. Ahí nos tocó este, ver con unas troncas, durmientes, tallas. ¿Sí sabe lo que es una talla?
ML: No.
AG: La madera que va en la vía, lleva una madera, aquí es madera y la vía va encima de la madera, si no, ¿no has visto las vías como están? Va la vía y hay muchos durmientes, donde asienta, donde sienta el riel. Entonces los que están podridos los sacábamos y a poner nuevos y ahí es donde este, a espaicar [spike], dábamos el clavo grande para detener la vía. Con un martillo grande, para cambiar el pedazo del mismo, unos dos tramos de vía, cambiábamos y pues todo era manual, la vía entre… Había unas que le decíamos troncas, que agarraban el riel así, parecíamos hormoguitas, le agarramos, eran muy pesadas y eso hacíamos.
ML: ¿Habían más? ¿Había otros mexicanos que trabajaban con ustedes?
AG: Eran unos, éramos cinco, pero no había más.
ML: Y, ¿en Chicago había mexicanos, una comunidad mexicana?
AG: No. Nosotros ahí, había una señora que nos hacía la comida ahí, pero era, pos sí la comida americana, pero este, pues sí, pues no mexicanos no, porque la señora pues era, era cocinera nos hacía de comer, nomás los viernes nos daban este, pescado, ése era de cajón, pero así. Estábamos nomás los cinco, se fue retirando el frío y se fue, comenzó a llegar la gente, ya fue, ya estaba lleno, ya al rato. Y luego, descargábamos unos góndolas de balaustre, es que se necesita como piedrita para la vía a descargarlos, con una maquinita así. Estaba duro, para ir descargando. Luego este, pos sí, nos ponían diferentes tabas le hacían así, y luego a veces descargar carros también, alguna cosa así. Y cuando estaba en algún trabajo así, a la hora de la comida nos metíamos en una, llevábamos lonche en un carro del tren, y ahí íbamos a comer y volvíamos bien abrigados pero, el sudor por el trabajo se nos mojaba en veces la camiseta así. Salíamos a trabajar, ay Diosito Santo, húmedo y el frío, se sufría, se sufría mucho, sí.
ML: ¿Cuánto tiempo duró usted?
AG: Cinco, ¿ahí?
ML: Sí.
AG: Ahí cinco meses.
ML: Y, ¿después de eso a dónde se fue?
AG: No, no de ahí ya nos agarraron, en, en junio estábamos. Tenía una camarita, donde quiera nos rentaban los carros en el tren y estábamos viendo, en domingo, estábamos viendo las fotos y llegaron: “Papeles, papeles”. Pues ya estaba lleno. No, pos nosotros, pos cuáles papeles. Bueno pos vámonos, a los cinco. Ya nos llevaron y pues de ahí lo llevaron a uno.
ML: Cuando trabajaba en el traque, ¿trabajaba todos los días de la semana o cuántos días?
AG: Todos los días. Descansábamos nomás el domingo, todos los días trabajábamos.
ML: Y, ¿qué hacían durante el domingo?
AG: Pues ahí nos poníamos a jugar baraja, o a jugar beis con una bola ahí nos poníamos, ahí mismo.
ML: Y, ¿no salían a otras partes de la ciudad?
AG: No, no. Este, pues cuando los días que estuve ahí antes de que, pos sí nos íbamos a bailar, algo así, por ahí donde sabíamos.
ML: ¿Tocaban música en español?
AG: Sí, sí y había de todo. Y este, pero pos no había casi. Yo ya no, no hacía por salir, porque como dijo don Tomás, dice: “Después no van a tener dinero para irse”. Cuando íbamos ahí yo no tenía ni un centavo, ve, cuando íbamos a Chicago y viene uno a su casa sin nada. Entonces este, cuando ya nos agarraron, nos llevaron a la cárcel a la California, se llamaba ahí donde fuimos, borrachito y este: “Dile que queremos ver al cónsul”. Sí fue al día siguiente el cónsul. Esposados y Diosito Santo, y ya hablamos con el cónsul. Yo le dije: “No hemos hecho ningún delito, estamos trabajando como la gente”. Dijo: “Muchachos, yo los comprendo, pero aquí las leyes son muy diferentes, ustedes andan fuera de la ley. Aunque anden trabajando, van a tener que ir. Lo único que puedo hacer por ustedes es dejarlos libres, que no estén en la cárcel, pero traigan todas sus cosas”. Yo tenía muchísima ropa. Porque allá que entraban en Hollywood nos íbamos a tomar y todo. Yo ropa nueva me compraba y todo, pero la ropa de vestir nunca la lavé, la arrumbaba. Lavaba la ropa de trabajo, la de vestir no, tenía cantidad de ropa. Y este: “Tráiganse todas sus cosas aquí”. “Sí las llevamos”. Dijo: “Si se vuelven a ir, yo ya no respondo. Que los castiguen”. “No”. Tuvimos, estábamos presentando, fuimos a la compañía, otra vez a trabajar, dijo: “No muchachos, ya no”, dice, “vienen otra vez por ustedes y no nos conviene”. Entonces nos dieron el cheque que teníamos pendiente, hicieron una, abrieron a pleito en, los trabajadores con el gobierno. Y yo ni cuenta me daba.
ML: ¿Ahí en la compañía?
AG: Sí, una, una especie de huelga según ellos, y se ganó, yo sin saber nada. Cuando fui por él, me dieron un cheque por $72 dólares, porque se había ganado, yo ni cuenta me daba, bueno pos ya ni modo. Y no, ya de ahí ya, de aquí ya vámonos, ya nos trajeron, viene uno en los carros del tren, las ventanas del, las ventanillas no, no se abrían nomás que poquito así, para evitar que se fuera uno a salir y guardias en los dos carros del tren, para irnos vigilando. Luego, llegamos aquí al, a El Paso ya, ya creo llegamos en la noche, algo así, que nos dijeron: “Mañana vienen por sus cosas”, dice, “ahorita pos ahí está, váyase a Juárez a ver qué hacen”. Yo traía muy buen dinero, como más de $1,000 dólares traía yo, de lo que junté que ya no gastaba en nada. Y venía yo muy feliz, y al día siguiente este, fuimos, venimos a El Paso pues, pos no recuerdo, era un salón grande, no recuerdo dónde era, cerca del puente, ahí nos juntamos todos y nos llamaban: “Julano de tal”. “Ya llegué”. Dice: “¿Qué dejaste pendiente? ¿Dejaste algo pendiente en la compañía, en la Burlington?”. Y digo: “Un cheque que no lo cobré”. “Ahí está tu cheque que no cobraste? $2 dólares para que comas en el camino y un boleto del tren hasta Querétaro”, que fue donde nos contrataron y ya nos fuimos. En el camino uno que le decíamos el Maro, veracruzano, tenía dos meses, dos años aquí trabajando, se hizo novia de una de la hijas de don José, él sí iba a bailar, porque baila con él. Y en el camino llevaba un velicito chiquito, con una fondo, (ininteligible) para una hermana y $25 pesos mexicanos, lloraba en el camino. Híjole por no haber guardado dinero. Y no, llegué bien a mi casa con centavos y no, fue lo más bonito porque me recibieron amigos y todos se me, que me traían bracero, todos los braceros que llegaban. Ya, después ya este, ya me dediqué a trabajar, este, ya conseguí trabajo en un, ya manejando en un taxi.
ML: ¿En dónde?
AG: En Morelia. Ya trabajé como veinte años más o menos, en el taxi y de ahí ya era don Antonio, pues según. Y no el chiste, duré como más de un año duré sin comprar ropa, llevé muchísima ropa aquí, corrí con mi mamá: “Mire, ahí está todo lo que te guardé”, le dije. Sí, y ya. Y luego este, se me atravesó una señora que ahora vive conmigo. Sí una de las veces fue de vacaciones, ella ya andaba, ella ya taba aquí, estaba muy chica también y la conocí en el taxi, ya nos hicimos dizque novios, bueno, y ya y este no, pues sí. Y después de vacaciones pues tuvo que venirse, dijo: “Te vas. Nos vamos”. Ella se vino como diciendo, (ininteligible) muy tarde ya, llegué ya en el [19]59 a Juárez, ya estuve viviendo en Juárez, volví a ser taxista en Juárez otros veinte años de taxista, ya estaba yo enfadado del taxi. No, ya después ya, nacieron mis hijos, uno de ellos fue, se fue al Army y todo. Fueron dos hombres y dos mujeres, y ya, pues que nomás la mayor, la mamá de la niña que anda conmigo, es nacida aquí. Los otros tres nacieron en Juárez, nada que ya que nos venimos se hicieron ciudadanos, y este, ya fue como en el [19]75 así, nos venimos para acá. Y este, ya, ellos este, se hicieron ciudadanos, yo pos no porque no, no supe las preguntas cuando fui a hacer la entrevista, bueno de todos modos ya me quedé. Arreglé mi pasaporte, todos ya nos quedamos aquí, y aquí estamos ahora.
ML: Tengo unas preguntas sobre el programa. ¿Se acuerda cuándo fue la primera vez que escuchó a alguien hablar sobre el programa de los braceros?
AG: Pues fue en este, como en el cuarenta y tanto así, cuando se fue de cosa muy popular allá, en México.
ML: ¿En Morelia?
AG: Sí en Morelia. Andaban, todos queríamos, o íbamos a ver porque todos queríamos este, venir de bracero. Una temporada en México en la capital, ahí había contratación y fuimos a ver si lográbamos arreglar. Y no, no fue posible, yo, pues sí llegué con un amigo. No, nos regresamos porque no pudimos este, contratarnos, porque era difícil. Y cuando por fin fue, me contraté en Morelia, fue cuando, ah, ¿sí le platiqué cómo me contraté?
ML: ¿Cómo es que se contrató?
AG: Y este, nada pues la gente pues todos queríamos ir a donde había contratación. Y ahí íbamos, una vez fuimos hasta Guanajuato también.
ML: ¿Qué parte de Guanajuato, en la ciudad de Guanajuato?
AG: No, en Irapuato. Y fuimos ahí y no, no pudimos. Y este ahí en Morelia llegaron los, decíamos los contratistas, llegaron y que ahí van, ahí vienen. “Tal día van a entrevistar gente”. Sí, pues ya tenían programado todo eso, allá en la plaza de toros. Ahí vamos, se lleno la plaza, pero le entregaban un número a cada uno y ya. Yo creo todos estaban abajo de nosotros yo sé, en los números, de repente mi número y me bajé corriendo, desde abajo todos los siguieron llamando, y ya se acabó la espera, pero éramos cantidad a los que nos tocó el número. Luego ya nos dijeron: “Tiene que ir a Uruapan”. Eran como doscientos kilómetros más o menos de Morelia a Uruapan. “Bueno, sí ahí vamos”. Conseguí un dinero donde pudimos, ahí vamos. Duramos, yo llegué como el lunes, y espere y espere, no llegaban y sufriendo, ahí durmiendo en el portal ahí, una cobija y todo, como podíamos. Y no, un sábado estábamos ahí en la plaza la bola de bracero ahí, ex no, futuros braceros y llegó un camarada ahí. “Quihúboles, te compro la contraseña”. “No, no”. “Sí hombre te la doy en $300 pesos”, me dijo el camarada. En aquel tiempo era mucho dinero. “No”, le digo, “dame $500”. “No”, dice. “No, ultimadamente no vendo mi suerte. Bueno, no, al día siguiente llegaron los contratistas. Ya, pasamos bien todo el examen y nos encueraron todo.
ML: ¿Hicieron el examen ahí en México?
AG: En Uruapan, en México, en Uruapan ahí donde le digo.
ML: ¿Eran doctores americanos?
AG: Sí, todos americanos, sí les hicieron el examen de todo a todo ya.
ML: ¿Le sacaron sangre?
AG: Sí, todo, sangre y todo y este, y ya. Ya después del examen todo ya, dijeron: “Ahora se van a Querétaro, más delante de Morelia, a hacer contrato”. “Bueno”. Ya de ahí sí ya fuimos a Querétaro, de ahí a hacer el contrato, de ahí es el papeleo, todo lo hacen todo ya el día que ya bien ya pa venirnos, nos dijeron: “Mañana temprano estar ahí con sus cosas que traigan”. Ya llegamos, nos formamos. Formaron el tren, los vagones cerrados y nomás una pasadita chiquita así, pos necesitábamos y empleados aquí y allá pa que no se colara alguien sin papeles para venirse. Yo, me da risa pues que nos quitaron todo, todos llenos de polvo, híjole. Bueno mucha, dice mucha. Pos sí pos alguna enfermedad o algo, llenos de polvo y todo y ya nos veníamos. Y ya este, se llenaba el carro ese, lo cerraban con llave y así se completaba el tren. Ya cuando se completó, nos venimos y aquí ya en, ahí en Juárez, ahí nos bajaron y nos subieron a otro tren de aquí, ya americano. Y ya distinto, ya eran los asientos de madera de aquí acolchonadito, lo que es un tren. La comida cambió también ya de ahí para acá.
ML: ¿Qué le dieron de comer acá?
AG: Puros ahí de bologna y pos comida americana y que: “Ay, qué sabroso está”. Bueno y allá unos frijoles todos tiesos y bueno.
ML: ¿Le gustó a usted la comida americana?
AG: Sí, sí me gustó sí, la primera vez ya en el trabajo, que la primera vez que amaneció uno ahí le dieron jaqueis [hot cakes], ya agarré así. “Pérate así no se come”. Pues ya los conocía, híjole, pero no, ya cambió, en el camino fueron bajando gente, ya luego: “Fulano, zutano y mengano”. Ya los fueron y los bajaron. Y luego ya donde me tocó a mí ya nos bajaron, ahí trae su piquera. Porque ellos traían la gente a trabajar en el campo o en la industria donde se podía, a mí me tocó en el traque, no me tocó en el campo. Y este, ya, nos dejaron ahí y ahí fui a trabajar. De una vez, había un amigo ahí que tenía un hermano que vivía aquí en Estados Unidos y fue a visitarlo y él vivía en Ohio. Dice: “Vamos a Ohio conmigo y luego de regreso”. Ya nos fuimo, y él trabajaba en la pisca del tomate, y dice: “Vamos a trabajar al tomate, vamos”. “Sí le entramos al tomate, unas friegas que andar agachados todo el día ahí, ya te digo estaban pasando ahí y un día llegó la Migración a la casa de él. Bueno, pues porque estábamos ahí. “No”, dice, “yo me hago responsable”, dice, “él es mi hermano. Ahí llegamos los dos él y yo”, dice, “yo los llevo mañana”. Sí nos dejaron bien. Dijo: “Yo los llevo mañana y ya los tienes”. Ya nos regresaron otra vez ahí a trabajar, de ahí seguí trabajando hasta como le digo, como trabajamos y todo.
ML: ¿Su trabajo?
AG: Y heme aquí.
ML: ¿Su primer trabajo como bracero fue en el traque?
AG: En el traque, sí nada más.
ML: ¿En dónde?
AG: En Galesburg, en Illinois, ahí.
ML: Y, ¿cómo era el pueblo ahí?
AG: Pues era una pueblo chico, nosotros no vivíamos ahí, vivíamos en un campamento de la compañía que estaba como a media hora de ahí y ahí trabajábamos nosotros. Entonces cuando íbamos al pueblo, este, cuando ya que no, pedíamos un taxi y ya nos llevaba ahí a la, a Galesburg. Íbamos a la escuadra, y sí hace escuadra ahí, y ahí en la escuadra había una cantina, ahí íbamos. “Vamos a la escuadra”. Ya llegábamos ahí y este, pa no hacer mucho, este, el de la cantina ahí nos cambiaba los cheques, por consumir. “Ahora van la mías”. Ahí está mi cheque. Y pues la cosa de que, yo mandaba muy poquitos centavos a mi mamá porque… Muy poquitos centavos le mandaba, pues todos me los tomaba, como les digo.
ML: ¿Usted le escribía a su mamá?
AG: Sí.
ML: O, ¿hablaban por el teléfono?
AG: No, no, no, le escribía.
ML: ¿Recibía cartas de ella usted?
AG: Bueno, ella no sabía, era esposa de un maestro y ella no sabía escribir, ni leer. Mi hermano era el que se encargaba de, de hacer las cartas y todo.
ML: Y, ¿qué es lo que pensó su mamá cuando usted decidió irse de bracero?
AG: Tuvo miedo al principio porque: “No te vayas hijo, no te vayas, te van a mandar a la guerra”. Y mucha gente sí pensaba eso. Por eso dije: “No, no van a ir a la guerra”. Nomás que había un intérprete, ya dijo cuando estábamos contratándonos ahí, dijo: “Muchachos, ustedes no van a la guerra, van a trabajar, a sustituir a los que andan en la guerra, eso es lo que van a hacer ustedes, no van a la guerra. Claro, les advierto una cosa, en caso de que se pierda, haya una invasión”, dice, “de allá, de ahí escoge usted si se defienden o se dejan matar, es cosa de ustedes, pero ustedes no van, en último caso si llega a pasar”, dice, “aunque no lo creemos pero puede suceder, pero no van a la guerra. Solamente así”. Bueno, y sí, no, ahí estuvimos muy a gusto, muy contentos y una experiencia muy grande, en mi vida fue lo mejor.
ML: Y, ¿qué pasó el primer día que usted llegó a Illinois, se acuerda? Cuando apenitas llegó.
AG: Pues no me acuerdo de ahí, de este, nos bajaron este, pos no me acuerdo si en medio del… No, yo creo en la mera planta, ahí. Ya de ahí nos llevaron a este a, había unos carros del tren, carros acoplados con camas, así y un calentón grandote por un lado, ahí vivíamos en los carros del tren. Había uno o dos carros del tren también pero de pasajeros, acondicionado para comedor, ahí comíamos. Entonces estábamos trabajando y íbamos andando de ahí a la parte donde hay que trabajar. Caminando así, hacíamos diez, quince minutos para llegar al comedor, a la hora de la comida, y luego nos regresábamos, pero eran carros del ferrocarril donde vivíamos o viví. Y ya, afuera puras tallas de la madera esa que le digo para los rieles, pa acomodarlos así afuera alrededor así todo. Y estaba ahí los carros donde servía de dormitorio, onde dormíamos.
ML: Y, ¿qué era su rutina diaria cuando trabajaba en el traque ahí en Illinois? ¿Qué hacía? Durante la mañana, ¿a qué horas se levantaba?
AG: Pues durante la, no me acuerdo si a las ocho o nueve entrábamos a trabajar, no me acuerdo. Te levantaban, teníamos este, baño y todo, ya nos arreglábamos y todo, teníamos un cuarto grande, acondicionado con lavadoras, sí ahí estaban los baños. Lavadero, los baños y todo. Y ahí nos arreglamos ahí pa cuando nos íbamos a comer, ya, a almorzar en la mañana, los jaqueis y eso que nos dan en la mañana. Luego al trabajo, y luego a comer, me daban mi comida y daban pan, pues pan de caja, pues de ése. En aquel tiempo pues no lo conocíamos nosotros porque allá no hay, pos no había de ese pan. Y comíamos y ya nos íbamos, así los viernes, todos los viernes nos daban pescado, todos los viernes era pescado, sí. Entonces teníamos ganas de algo, alguna comida de nosotros mexicana, había un puente ahí cerquita ahí, y había muchos pichones, y íbamos a matar pichones pa hacer caldo. Y en la noche íbamos con el cocinero, que nos hiciera un caldo, sí nos lo cocía y él también comía caldo, caldo de pichón, los domingos. (Ininteligible) a los pichones, y este, y luego entre semana, le voy a decir, y nos íbamos a las, a las lavadoras y andaba ahí cada quien.
ML: ¿Lavaban a mano?
AG: A mano, sí, pero le digo yo lavaba nomás la ropa de trabajo, pa salir, ésa como le digo, la arrumbaba y ahí la dejaba, pero la ropa de trabajo sí la lavaba yo. Y ahí nos la pasábamos y ahí los baños todo está ahí, pero hay una parte ahí como cuarto grandote, donde había lavadoras y los baños, ey.
ML: Y, ¿qué es lo que hacía usted en su trabajo?
AG: Este, por donde lleguen carros con mucho, todo lo que se necesita para la vía. Había unas barricas de clavos, de spikes, clavos del tren y teníamos que descargarlos de las barricas. Cuando llegaban los carros a descargarlas, las descargábamos todas. Luego hay unos fierros grandes, que le digo, también para unir todo, todos esos nosotros los bajábamos, a descargar y acomodar todo en su lugar. Luego cuando había mucho trabajo nos ponían este, un montón así grande de planchuela, una planchuela, así donde va asentada la vía de fierro, donde va asentada la vía, así, donde van los clavos y todo. Entonces eso teníamos que, había de distintos números, también teníamos que retirarlos, apartarlos. Le daban un gancho a cada uno, a irlos midiendo y apartándolos en su lugar. Ya que lo tenía apartando, estaba el montón así, llegaba un tren, con una rueda grandota así con imán, llegaba. Cuando llegaba nos retirábamos para no. Y ya lo recogía el tren y un carro, pero ya numerados todos, entonces los ponían allá. Y este, pues sí, cositas, un trabajo fácil, luego el mayordomo le decía, Johnny se llamaba, y nos traía a hacer eso, a limpiar aquí y limpiar allá y todo. Y nos decía: “Hey boys, easy, easy”. “Sí, está bueno”. Era un viejito. Era lo que hacíamos ahí, luego este, los rieles del tren, había unos que están medio chuecos, este, están apilados así. Entonces teníamos que enderezarlos, había unas vías así, le pone uno aceite y las bajábamos con una tronca así, una de cada lado así, y luego la amarrábamos así y la aventábamos y estaba una como, así abajo así y uno, yo estaba así trabajando. Tenía una máquina donde le pegaba, era para enderezar los rieles, los que estaban medio chuecos, y los enderezaba y ya de ahí los apartaba. Y nosotros se los arrimábamos ahí las vías, los rieles para que los enderezara, los que ya no tenían remedio los trozaba con fuego, una antorcha lo hacía pedacitos así, los apartaba para fundirlos y eso era lo que hacíamos ahí, no, no. Ahí no nos tocó trabajar, no lo que es en la vía, eso fue allá en Chicago, ahí no. Ahí nomás a cargar y descargar cosas del tren.
ML: Y, ¿cuántos días a la semana trabajabas ahí?
AG: Toda la semana, toda la semana trabajábamos, descansábamos el domingo.
ML: Y, ¿qué hacía el domingo?
AG: Pos, cuando estábamos ahí pos había una ___(?) donde había billar y nos poníamos a jugar billar. Había una cantina también ahí y a veces pos a echarnos una cervecita, pero ya pacíficamente ya. Decíamos porque ya de ahí en más a jugar billar, echarnos cerveza o nos estábamos en el carro jugando póquer, nos gustaba mucho el póquer y ahí, así nos la pasábamos. Oír radio y todo y pues era todo lo que hacíamos en el día, no había más a donde ir.
ML: ¿Se acuerda usted cuánto le pagaban?
AG: Pues $5, $5.40 algo así la hora, eso es lo que nos pagaban, sí $5, $5 y feria la hora.
ML: ¿Hacía muy buen dinero en ese entonces?
AG: Pues no era mucho pero sí era suficiente, sacaba muy buenos chequecitos y este, nada más que los desperdiciábamos, pero sí nos iba muy bien, ahí trabajamos, aprovechamos muy bien el, el tiempo. Y sí, como le digo este, le decíamos al mayordomo: “Vamos al pueblo a poner dinero a la casa”. Pos cual casa íbamos a poner, pos sí poníamos muy poquito, lo demás pos sí se iba. Nombre, pero una experiencia en mi vida muy bonita, muy bonita porque me decía don Tomas él, decía: “Tony tú eres muy trabajador”, dice, “cuando un día te vas de repente”, dice, “comunícate conmigo y yo te arreglo el pasaporte, pa que te vengas”. Tenía una amiga ahí en Galesburg, y este, ya cuando nos venimos, tenía mi domicilio, me escribió allá a la casa de Morelia. Dice: “Ya te pescaron, vente yo voy por ti a la frontera, vente para acá”. Y estaba yo tan endiosado con todo y por todos, la gente lo recibe a uno como si fuera un Dios al bracero, así lo traían. Nombre, ahí en el barrio logré comprar un carrito viejo. No me duró mucho pero, ahí vivía una vecina y ya tenía mi carrito afuera. “Ay, es el carro del señor Góntiz”. Sí, pero pues sí me creía mucho y este, no, donde me iba a estar viniendo si allá la… Tenía unos muchachos, novias por dondequiera porque, por bracero, era muy apreciado el bracero. Y la ropa muy confundida que llevaba uno de aquí, chamarras y todo eso, casi todos íbamos ropa similar, sí, nombre, pos sí.
ML: ¿Muchos de su pueblo trabajaron en el ferrocarril también o dónde trabajaron?
AG: No, de ahí nada más él, un amigo que venía conmigo y yo. Nada más, los demás no supe pa donde se fueron, donde les tocó, ni nada. Se desaparecieron, nomás él y yo, los dos trabajábamos ahí en los camioncitos de carga, que le digo, ahí trabajábamos los dos. Y a los dos nos tocó venirnos y este nomás, de ahí para allá no, no supe yo de más braceros, amigos nomás él y yo.
ML: ¿Qué significa para usted el término bracero?
AG: Bueno el significado es el trabajo, el trabajo. Bracero es una cosa muy linda porque es parte de una parte del trabajo, parte de la vida, decimos que el bracero porque se refiere a los brazos, trabaja uno con los brazos, creo yo que eso significa bracero, trabaja uno con los brazos, creo yo que ése es el significado de la palabra. Y pues valimos, es mucho porque como le digo, de ahí depende mucho, de la palabra, de la acción y de lo que se signifique bracero.
ML: ¿Qué siente usted cuando piensa en su experiencia de bracero?
AG: Vuelvo a decirle es una experiencia muy bonita, la mayoría queríamos venir de braceros, tantito por salir de donde estábamos, por, también sobre todo el dinero, trabajar, sabíamos que íbamos a ganar muy buen dinero acá, y eso era lo que nos traía el anhelo de venir de bracero, porque de ahí significaba mucho, muchos de ahí al regresar hicieron su vida y otros no. Yo, como le digo, compré un carrito pues viejito porque de seguro tenía placas de sitio, pero cuando traté de ir al sitio donde estaba registrado ese carro, no me dejaron trabajar. “Este carro no es de aquí”. “No, sí”. Y una vez hasta fui hasta con un motociclista, dijo: “Este carro es de allá, no es de aquí. Si lo dejas aquí lo vamos a quemar, porque no es de aquí ese carro”. Ya fuimos con el jefe, dice: “Mira, propiamente”, dice, “en realidad no es el carro, no es de ahí. Hubo, cuando las llantas, no había llantas y muchos carros los paraban una temporada porque no había llantas. Entonces este señor, el que me vendió el carro, tenía un negocio cerca de ahí y él necesitaba moverse, al carro de sitio sí le daban gasolina y todo, pa que trabajara, y al particular no, y entonces, este, por amistad consiguió las placas, le dio para que él se moviera libremente. Y a mí me vendió el carro, y yo fui después que supe, que fui a reclamarle, me dijo: “Mire, mire mi amigo, yo”, dice, “comercialmente, yo le vendí un carro. Lo demás moralmente yo lo siento”, dice, “¿qué quiere que haga?”. Y así.
ML: ¿Hay otra cosa que usted quiera compartir sobre su experiencia como bracero?
AG: Pues no, este, pues no, pos lo mismo, fue una cosa muy grandiosa para mí, fue mucho muy grande para mí esa experiencia, sí fue de todos mis años, de todos los años, es la experiencia más bonita y mejor que he tenido. Que en parte no se podía aprovechar, y a lo mejor por eso también me dio chanza ya después de que como con el carrito no lo pude trabajar ahí, me metí de taxista, ahí conocí a mi mujer, nos venimos y aquí estamos, parte también de eso. Nos conocimos, nos casamos y aquí estamos. Pero gracias por ponernos a recordar. “¿Te acuerdas?”. “Sí, cómo no”. Pero yo pos sí, ya a mis años, ya tantos años, a veces digo: “Ay Diosito, tantos, de todo sufrir, gozar y todo en mi vida, pero bueno aquí estamos”.
ML: Muchas gracias.
Fin de la entrevista
Interviewer
Loza, Mireya
Interviewee
Góntiz Aguilar, Antonio
Location
El Paso, Texas
File Name Identifier
Gontiz_Aguilar_NMAH001
Citation
Loza, Mireya and Góntiz Aguilar, Antonio, “Antonio Góntiz Aguilar,” Bracero History Archive, accessed November 13, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/225.