Alberto Magallón Jiménez
Title
Alberto Magallón Jiménez
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Alberto Magallón was born on April 23, 1927, in Jalisco, México; when he was five years old, he began working by helping his father on the farm; he went to school through the third grade; sometime later, while working illegally in California, he was taken to Calexico, California, to obtain legal documentation; he continued working on and off as a bracero throughout California; as a bracero, he picked lemons, lettuce, onions, and oranges.
Summary of Interview: Mr. Magallón briefly describes his childhood growing up on a farm; he recalls having heard of positive experiences from people who had come to work in the United States; sometime later, he crossed illegally into the United States through Mexicali, Baja California, México, in order to work; while there, he and other workers were taken to Calexico, California, in order to obtain proper documentation; he remembers literally stepping across the border and back again before being taken to the processing center in El Centro, California; after his first six month contract ended, he returned to México, and he again went through the processing center in Calexico; he also describes the contracting centers he went through in Hermosillo and Empalme, Sonora, México, including the interviews, medical exams, delousing procedures, and transportation services; in addition, he also details what the living conditions were like in the camps and how he had to pay for the equipment he needed to work; furthermore, he goes on to explain the various types of work he performed and the corresponding wages he earned; he concludes by detailing what life in México was like for him after having worked as a bracero, and why he ultimately decided to live in the United States.
Summary of Interview: Mr. Magallón briefly describes his childhood growing up on a farm; he recalls having heard of positive experiences from people who had come to work in the United States; sometime later, he crossed illegally into the United States through Mexicali, Baja California, México, in order to work; while there, he and other workers were taken to Calexico, California, in order to obtain proper documentation; he remembers literally stepping across the border and back again before being taken to the processing center in El Centro, California; after his first six month contract ended, he returned to México, and he again went through the processing center in Calexico; he also describes the contracting centers he went through in Hermosillo and Empalme, Sonora, México, including the interviews, medical exams, delousing procedures, and transportation services; in addition, he also details what the living conditions were like in the camps and how he had to pay for the equipment he needed to work; furthermore, he goes on to explain the various types of work he performed and the corresponding wages he earned; he concludes by detailing what life in México was like for him after having worked as a bracero, and why he ultimately decided to live in the United States.
Creator
Acosta, Anais
Magallón Jiménez, Alberto
Date
2005-07-28
Subject
Bracero
Contributor
Cristóbal Borges
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Alberto Magallón Jiménez
creator (Spanish)
Acosta, Anais
contributor (Spanish)
Cristóbal A. Borges
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Original Format
Mini Disc
Duration
1:19:52
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Alberto Magallón Jiménez
Fecha de la entrevista: 28 de julio de 2005
Nombre del entrevistador: Anais Acosta
El día de hoy es 28 de julio del año 2005 y nos encontramos aquí en Salinas, California con el señor Alberto Magallón Jiménez.
AA: ¿Cómo ha estado, señor Alberto?
AM: Dime.
AA: ¿Cómo está?
AM: Me encuentro muy bien. Oigo, necesitas hablarme poquito claro y poquito reciecito.
AA: Claro que sí. Vamos a empezar la entrevista preguntando, ¿dónde y cuándo nació usted?
AM: Mira, yo nací en un mineral del Municipio de Ameca, Jalisco, ese mineral se llama El Magistral, Municipio de Ameca, Jalisco y nací el 23 de abril de 1927.
AA: Hábleme un poco de cómo es este lugar donde usted nació.
AM: El lugar donde yo nací era una parte de la Hacienda de la Higuera. Precisamente mis papás nacieron adentro de la Hacienda y El Magistral era un mineral que se abrió aquí, ¿verdad?, en el cerro. Le decimos el Cerro de la Tetilla.
AA: ¿Por qué le llamaba así?
AM: Por el que era una pella muy grande y tiene unos ojos de agua preciosísimos en este lugar. Y le nombramos La Tetilla que se divisa casi que desde, era de Guadalajara, más adelantito de La Venta. Ya se divisa casi el cerro de El Magistral ahí. Y, ¿te puedo hacer una poquita de historia?
AA: Sí, seguro.
AM: Mira, mi abuelito se llamaba Vicente Magallón, nació, no sé, pero él era el matancero de la Hacienda de la Higuera y mi papá pues hijo del matancero de la Hacienda de la Higuera, ¿verdad? Era un trabajador tremendo mi padre, sin saber nada de ni siquiera escribir ni leer, pero malo está que yo te lo diga, era una persona que de hacer tanta cosa, tan inteligente que era mi padre, ¿verdad? Él te hacía toditito. Al último, él te sabía hacer coyundas de cuero, sabía curtir el cuero con pelo y sin pelo, de chivo, de res, de puerco y de toditito. Te sabía hacer yugos para uncir los bueyes, te sabía hacer arados, te sabía hacer yugos, te sabía… Al último, mi padre sabía hacer ladrillos, sabía hacer adobe, sabía hacer teja, sabía hacer casas, en ese entonces, las hacía de piedra y hacía unos lienzos que puede ser que todavía permanecen esos lienzos de piedra que mi padre hacía en El Magistral y en la Hacienda de la Higuera.
AA: ¿Cómo se llamaban sus papás?
AM: Mi papá José Magallón.
AA: Y, ¿su mamá?
AM: Aurora Jiménez.
AA: ¿A qué se dedicaban?
AM: Mi papá era agricultor y mi mamá ama de casa.
AA: ¿Qué cosechaba su papá?
AM: En la Hacienda de la Higuera se cosechaba maíz, se cosechaba trigo, se cosechaba arroz, frijol, de toditito. En esa hacienda yo fui pajarero desde chiquito.
AA: ¿Qué es eso de ser pajarero?
AM: Pajarero, espantar los pájaros en los sembradíos del arroz y del trigo. Andaba yo con una bolsa de piedras y con una honda andaba yo por los… “¡Ájele!”. Gritándole a los pájaros y los corría. Me pagaba $0.05 centavos al día, tesoro mío, $0.05. Después ya, no he sido un barbero desde chico, he sido persona trabajador[a], porque dependo de personas trabajadoras, de campesinas y agricultores. Después ya me ascendieron a cuidar, cuide una manada de chivas en la hacienda por un tiempecito, ¿verdad? Y después me ascendieron a becerrero, ya ganaba veiti… Y las chivas me daban $0.10 centavos al día, desde que el sol salía hasta que el sol se metía. Y de becerrero $0.25 centavos ya me aumentaron en el día. Pero yo tenía acceso, ¿verdad?, como cuando cuidaba las chivas, en las chivas tenemos un perro, dos perros que nos ayudaban, ¿verdad? Y yo tenía mi chiva favorita ya, ¿verdad? Y no hallaba comida. “Voy a ordeñar una chiva”, dije. Y tomaba leche y de becerrero en la mañanas cuando el ordeñador ordeña, ¿verdad?, ahí también mi vaso de leche caliente ahí me lo…
AA: ¿Se la tomaba? ¿Cuántos años tenía cuando ya estaba trabajando?
AM: Empecé a trabajar como a los cinco años, mija, sí.
AA: ¿Sí iba a la escuela?
AM: Jui a la escuela cuando hubo un programa de, cuando fue presidente mi tata Cárdenas que ya vivíamos en El Magistral, entonces él dio la facilidad, ¿verdad? Y mandó una profesora precisamente, ¡Ah, qué linda mujer!, linda digo yo, ¿verdad?, de espíritu, de alma. No he conocido otra profesora, otra persona tan inteligente aquella señora, como no tengas una idea. Ella nos platicaba que ella conoció al Presidente Cárdenas, que fue a la escuela en Jiquilpan con él. Esa señora cuando llegó a este rancho de [El] Magistral, ahí no teníamos, no tenemos nada. Yo me enseñé a hacer mi nombre en el suelo con el dedo porque no teníamos papel, no teníamos lápiz, no teníamos absolutamente nada cuando...
AA: ¿Hasta qué año cursó?
AM: Ahí estaba yo muy chico, yo fui como al tercer año a lo más y en el rancho fui. Sí, sí puedo extenderme poquito pa atrás la historia.
AA: Sí, claro.
AM: Ah, mira, en ese rancho, en esa Hacienda de la Higuera, se asentaron cinco comunidades, en la Hacienda de la Higuera. Entonces en el rancho de El Magistral, entre nueve personas se fundó esa comunidad y mi padre era uno de los fundadores de ahí, de los que se rebelaron ante el hacendado para fundar la comunidad. Entonces una vez don Rodolfo, se llamaba el hacendado, mandó al jefe de la cordada al rancho a que quemaran las casas. Yo miraba que mi padre salía en las tardes con una bolsita de tortillas y su sombrerito y se iban a dormir al cerro. Decía: “Pues, ¿por qué?, y, ¿por qué?”. Y no, no nos decían. Era la cosa muy cerrada por los [que] gobernaban, después me di cuenta, ¿verdad? Porque el hacendado quería pescar aquellos nueve personas que estaban fundando la...
AA: Quería atraparlas.
AM: Quería atraparlos. Y entonces mandó al jefe de la cordada. La Hacienda de la Higuera era una hacienda donde había tres puertas, taba una hacienda cerrada, donde estaba el casco de la hacienda, para salir pa El Magistral era una puerta, para salir para Ameca era otra puerta y para salir para al lado de otra hacienda, ¿cómo se llamaba?, San Miguel, era otra. Ahí tú entrabas solamente que te identificaras, si no, no. Yo me acordaba cuando taba chico y mi papá me subía en su yegua atrás y nombre, iba amarrado en los tiempos yo con… Y entonces el hacendado mandó al jefe de la cordada porque en la hacienda allá al meterse el sol nadie tenía que andar en la calle, todos a dormir a su casa. Y antes que amaneciera, los trabajadores de la hacienda tenían que estar en la mañana, unos a cortar caña, otros al trigo, otros al arroz, otros a lazar los bueyes, otros los becerros, bueno, un trabajo tremendo. Había escuela, ¿verdad?, pero tenían los puros allegados del hacendado, ¿verdad?
AA: ¿La gente del pueblo no tenía acceso a la escuela?
AM: La gente trabajadora no. Entonces fue cuando este señor nos mandó, la cordada de la Hacienda de la Higuera a quemar el rancho. Yo con mis ojos miré que quemaron dos casas. Eran casas de zacate y quemaron la casa de Cuco Arreola, quemaron la casa de no me acuerdo cómo se llama, de José Barbosa y este… La de mi papá, la de nosotros la respetaron porque era hijo pues de mi padre, de mi abuelito, del matancero de la [hacienda] y no sé por qué, pero entonces se forma una comisión, ya era presidente el señor Lázaro Cárdenas. Se formó una comisión para ir a México. Costaba creo $14 pesos ida y vuelta desde Guadalajara a México. Y llegaron, según esto llegó la comisión a México, mi padre no le tocó ir. Fue un señor que se llamaba don Cecilio Delgadillo, Choli Sola y otra, no me acuerdo, yo creo que se llama don Salomón, se me hace. Yo estaba chiquillo, pero era muy metiche, sí. Y este, pues cuando llegaron a México, que avisaron, ¿verdad?, que iba esa comisión de El Magistral y ya, preguntaron que qué pasaba y el gran Presidente Cárdenas… (llanto) Yo lo quiero mucho, les dijo, dice: “Para esas personas, ni siquiera”, dice, “me los entretengan, páselos”. Los pasó hasta dentro y los sentó donde él estaba y le platicaron qué es lo que había pasado en la hacienda. Y entonces no dejó ir a aquellos muchachos para nuestro rancho hasta cuando los mandó con un ingeniero. “Llévame a estas personas a esa parte y repárteles parte de la tierra que a ellos les toca y no te devuelvas hasta cuando les haigas... Yo me acuerdo que a mi casa llegó una vaca parida, llegó una yegua parida, preciosa la yegua. Y luego a mi padre le dieron como cinco parcelas, una en cada potrero y se abrió en Ameca, ¿verdad? Ya venía el banco Ejidal, que cada ocho días les daban dinerito prestado para cuando fuera usted…
AA: Para sembrar sus propias parcelas.
AM: Para sembrar sus propias parcelas. Ahora, he pesando yo después una cosa, después en mi casa había maíz, frijol, muchacha como tú no tengas una idea. Lo que allí yo he notado ahora que les faltó al Gobierno de mi General Cárdenas, educar a nuestros padres y se abrieron escuelas en el rancho y no, no había escuelas. En una casa se empezó a dar a los muchachos grandes y yo iba al, y yo en el suelo hacía mi nombre y entonces este...
AA: ¿Ahí fue donde empezó, aprendió?
AM: Esta profesora, por eso quería yo, ¿no me está llevando mucho tiempo?
AA: No, no, está bien.
AM: Te estoy llevando a la historia como fue. Esa preciosísima Candelaria Zaragoza, se llamaba. Mira, ella enseñó a las personas cómo se hacía el adobe, cómo se hacía la teja, cómo nos formuló parcelitas como de a metro cada uno, nos enseñó cómo sembrar, cómo hacer todo eso. Ella enseñó, esa señora sabía toditito, enseñó a la gente cómo pegar ladrillo, adobe, teja, toditito, ella, ¿eh? Y cada mes hacía una kermés en el rancho y pasaba por las casas revisando casa por casa. La casa que estaba más bien barrida y todo, le daba un premio esa profesora.
AA: ¿Cuánta gente vivía en esa zona?
AM: Éramos, no recuerdo yo, pero sí es bastantita gente. Era bastantita gente porque fue mineral ahí, se abrió un mineral muy grande, ¿verdad? Que un señor de Nueva York, lo abrió ahí y él se fue para Casas Grandes y todo eso, era un mineral muy grande y este...
AA: ¿Cómo se entera usted de este proyecto, del Proyecto Bracero?
AM: Mija, yo por el querer cruzar, total si el güey va.
AA: No, no, en cuando era joven, ¿cómo se enteró usted de que estaban contratando?
AM: Allá en Ameca les daban la preferencia. En Ameca tenemos, hay un ingenio donde se muele la caña, ¿verdá? Ahí se crea la caña de como de cinco o seis comunidades. Por acá en Teuchitlán nace un río, ¿verdad?, que se… ¿de dónde eres tú mija?
AA: De Culiacán.
AM: ¡Oh, eres sinaloense, sí! No, allá nace un río, algunos boibortones así de agua, mira y nace el río que pasa hasta Ameca y todas las comunidades que hay por ese río, ¿verdad? Pues ahí se sembraba todo. Y por eso las haciendas se asentaron, la Hacienda de la Higuera era, corría el agua de allá para acá del cerro de Ameca, hasta la Tetilla. Y cada hacienda tenía su lugarzón grande. Yo me acuerdo que en mi rancho, ¿verdad?, cuando pasaban parvadas de vacas de un solo color, mermejas, otras de puras negras, otras de puras pintas, otra de pura y caballos y yeguas de la hacienda, pues de la Hacienda de la Higuera. Cuando yo me… Fue poquita historia, fue en el 1900, como [19]44 cuando se estaba acabando la… cuando Estados Unidos necesitaban este gente, ¿verdad? Entonces a los ingenios, a la gente sindicalizada cuando paraban de trabajar, les daban la oportunidad que vinieran de braceros a trabajar a esta parte, sí.
AA: ¿Cómo se entera usted?
AM: Cuando volvieron esas gentes para atrás, me empezaron a platicar. Decía un señor, fíjate que suelos duros, este fue de los duros y en Estados Unidos hasta había cemento y todo eso, pues estaba suelos duros decían. Bueno, este...
AA: ¿Querían decir que estaba pavimentado?
AM: Sí, esos eran los suelos. Y entonces se vienen los primeros sindicalizados de Ameca, oiga, de braceros. Cuando regresan, ya empezaron a platicar, ¿verdad?, cómo estaba por acá y luego se vino un día...
AA: ¿Qué decían?
AM: Pues...
AA: ¿Qué platicaban?
AM: Platicaban de que aquí la gente que vivía en este país, ¿verdad?, no tenía mucha necesidad. Pues tenía trabajo para trabajar, ¿verdad? Y el que trabajaba tenía comida y tenía todo.
AA: Se vivía a gusto.
AM: Sí.
AA: Se vivía bien.
AM: Se vivía más o menos bien. Y entonces pasó esa temporada y pasó otra y no se vino o no, se vino un amigo mío, ¿verdad?, que era un, yo soy arriero, era arriero, yo tenía mis burros, tirar la leña y traer leñita. Ya cuando fuimos de la hacienda para El Magistral, en dos días, muchacha, yo tenía tres burros. Un día me iba yo y cortaba la leña y la arreglaba en la tarde. Y otro día me venía Ameca a vender tres cargas de leña, ¿sabes a cómo nos pagaban la leña? A $0.35 centavos la cargada de leña, $1 peso plata con $0.05 centavos, me ganaba en dos días mis burritos yo. Pero ya por eso a mi padre y a mi madre ya le llevaba yo piloncillos, entonces le decíamos al piloncillo panocha, ¿verdad? Y azúcar y echábamos dos viajes por semana con mis burritos.
AA: ¿Usted le ayudaba a su papá?
AM: Sí, yo por...
AA: ¿Cuántos fueron de familia?
AM: Fui muy independiente yo de mi casa y mi papá me quería poner a trabajar, no, yo me iba pa otro lado a trabajar. Y entonces vino ese amigo mío porque un tío de él era policía en Mexicali y lo trajo para acá. Y ya se pasó él de mojado, no, no de alambre, como decimos en Mexicali. Y cuando regresó, él era compañero mío, era de la leña y me platicó: “No, oye, vámonos pa allá”, dice. Y ahí me anda y ya y me animó. Y ya a mi nombre, no me dejaban venir y...
AA: ¿Qué esperaba usted al cruzar? ¿Cómo se imaginaba Estados Unidos?
AM: Pues no, yo me imaginaba un lugar como todos, ¿ve? No me lo imaginaba. Cuando ya llegamos a Mexicali, ¿verdad?, este muchacho… Yo vine con pantalón prestado, muchacha, unos zapatos que me dieron también, una camisita, el amigo ese a mí me regaló un pantalón y me dio una camisa como de ante no pues y un pantaloncito azul, yo me acuerdo de mi pantalón. El día que pasamos, ese día vamos, él ya había trabajado en este lado y decía, temporada… Pasamos en la noche, estaba refácil ahí en Mexicali, nos cruzamos ahí una, un río de aguas negras que pasa ahí y lo cruzamos y...
AA: ¿Entonces no hubo esa vez, no se contrató usted?
AM: No, ese año no me contraté. No, fue hasta otro año ya cuando me contraté. Ese año pasamos y trabajé yo, fíjate, trabajamos. Él ya había trabajado con un filipino que se llama Lorenzo Manuel. Ese filipino me dijo: “Mira, Alberto”, dice, “yo tengo trabajo y comida y onde vivas”, dice, “pero centavos, pues no te voy a pagar. Yo si me da mi cosecha, te pago”. Yo dije: “Ah, pos, ¿qué tiene?”. Y me puse a trabajar con él, fíjate.
AA: ¿Cuántos años tenía usted?
AM: He de haber tenido yo alrededor de unos dieciséis años, por ahí. Por ahí, dieciséis, diecisiete años. Yo, pos él me daba comida y me daban, a veces me daban mis $20 pesos, $20 dólares y esos los mandaba a mis padres, hasta Ameca.
AA: ¿Cómo lo mandaba?
AM: El me los mandaba por money order, ey. Y el siguiente año, ¿verdad?, cual va siendo mi sorpresa, ese filipino se le va dando buen tomate y lechuga y se le dio bueno y cuando se termina la cosecha, todo el hombre, todo me pagó. Si tú vieras la cosa que hice yo… Salgo a Mexicali ya cuando se acabó la cosecha y pues fui al banco y que cambié el dinero, muchacha, en el cotón, que yo traía puesto en mi camisa, ahí me llevé de… Así agarré el tren y me fui. De milagro no me mataron, me robaron. Cuando yo iba allá, no, pues entonces iba, ya compré una vaca, compré dos caballos, compré otro burro y nombre y ya pa entonces ya había comprado maíz en mi tierra al tiempo. Ahí se compraba maíz al tiempo, le di frijol y todo eso.
AA: Al temporal que le llaman.
AM: Al temporal y el siguiente año ya este, nos venimos de vuelta y entonces sí, empecé yo a trabajar con un señor que se llamaba Lupe Delgado, era el mayordomo grande del señor Joe Belson.
AA: ¿Ahí ya venía usted contratado?
AM: No, ahí fue la primera vez. Trabajamos ahí como unos dos meses cuando él, dijeron: “Los fulanos, zutanos, súbanse al troque, vamos al [El] Centro”, dice. En El Centro nos dieron un papelito, ¿verdad?, en El Centro, California. Y: “Ya súbanse al troque ahorita”. Antes no nos llevó allá en troque, todos parados ahí. Llegamos a Caléxico, dice: “Miren, vamos a darles permisos para que trabajen”. “Sí, sí”. Dice: “Son contratos”, dice, “porque la gente ya allá la están contratando, entonces nomás”, dice, “nos paramos en… Paró en Caléxico, dice: “Llegan ustedes a la orilla de la línea como hacerle así y pisen afuera”, dicen, “el suelo mexicano y den la vuelta pa atrás”. Así lo hicimos. Cuando pisamos y ya nos trajo para El Centro, California. Había un señor que se llamaba Delfino, era encargado del centro donde se llevaban todos los braceros y toda la cosa, ¿verdá? No, pos ahí ya nos… Una señorita como tú, nos hicieron papeles y nos tomaron nuestros datos y nos dieron una tarjeta con nuestro retrato.
AA: Como identificación.
AM: Como identificación. Y ese era por si tú eras buen trabajador y no eras latoso, te lo renovaban. Ahí nos los dieron por seis meses, sí.
AA: ¿Era como un contrato por seis meses?
AM: Contrato por seis meses.
AA: Y, ¿a dónde se lo llevaron a trabajar?
AM: Con él, para Holtville, con el Joe Benson. Y se me terminó ese, ¿verdad?, y yo regresé pa mi tierra y volví. Cuando volví de vuelta, volví con él a trabajar.
AA: Y, ¿por dónde cruzaba?
AM: Ahí por Caléxico está muy fácil, entonces muy fácil.
AA: ¿No le tocó usted ir a algún centro de contratación en México?
AM: En seguida, en seguida ya después fue Lupe Delgado, ¿verdad?, y nos pasó por la línea, ¿verdá?, y ya cuando nos dieron los contratos. Ya después como dos, tres veces me contraté ahí en El Centro, California. Después cuando en Mexicali fue gobernador Braulio Maldonado, puso un centro de trabajo, ¿verdad? Íbamos allá pa la, no me acuerdo cómo se llama esa escuela y nos apuntábamos, ¿verdad? Y nos mandaron una vez a Hermosillo y esa vez no me tocó contratarme y me...
AA: Cuando iban a esa vez a Hermosillo, ¿qué le pedían?, ¿por qué dice que no le tocó contratarse?
AM: Porque venía gente de todo el país a contratarse ahí y no nos tocó a nosotros.
AA: ¿Cuánta gente habría ahí?
AM: Muchacha, había como unos cinco, seis, siete mil personas habíamos ahí.
AA: Y, ¿qué hacía la gente?
AM: Pues el que tenía dinerito, pues comía, el que no, pues a ver cómo comíamos.
AA: ¿Cuánto tenían que esperar?
AM: La otra vez, esa vez yo no me contraté y me vine yo de, pos de raite [ride], a como puede me vine hasta Mexicali de vuelta. Y otra vez nos mandaron para Empalme, pero entonces ya iba yo en una lista, ¿verdad?, qué nos dio el Gobierno de Baja California, ¿verdad? Y como el, como en veinte días me tocó a mí, ya me hablaron en la mañana.
AA: ¿Qué hacían durante veinte días ahí?
AM: Pues...
AA: Esperar.
AM: Esperar, mija, íbamos al mar, o andábamos ahí por las calles en Empalme. Ya cuando nos hablaron, ¿verdad? Entonces una lista y llegaron como dos buses esa vez ahí. Pero al hablarnos, ¿verdad?, nos hacían preguntas.
AA: ¿Qué tipo de preguntas les hacían?
AM: “¿Ónde nacites?, ¿en qué trabajabas?, y, ¿qué es lo que haces?”. Y todo, toda esa clase de preguntas. De ahí nos subieron a los buses y nos mandaron hasta Mexicali.
AA: Volviendo un poco a Empalme, ¿cómo eran esos centros de contratación?
AM: Los centros de contratación de Empalme, había así de gente, había un… Los Estados Unidos tenían un lugar donde mandaban, de aquí mandaban doctores, de aquí mandaban personas entrevistadoras y gentes que tomaban, tenían oficinas grandes ahí en Empalme.
AA: ¿Eran americanos todos los que les hacían los exámenes y tomaban los datos?
AM: Algunos, algunos eran mexicanos, pero casi eran pochos, muchachas, sí, muchachos, ¿vedá?, nacidos aquí que sabían inglés y español.
AA: ¿Les hacían exámenes médicos?
AM: No te imaginas que, allá ya cuando te tocaba, te daban una limpieza, pero hablando porque perdón tú, nos desvestían completamente muchacha y nos esprayaban.
AA: ¿Con qué los…?
AM: Como ahora esprayamos las matas con polvo. No sé qué nos echarían.
AA: Y, ¿para qué era eso?
AM: Pos que pa desinfectarnos.
AA: ¿A todos los metían en un...?
AM: A todos.
AA: ¿Cuarto?, o, ¿cómo le hacían?
AM: A todo el que ya contrataban lo metían para allá y ahí se...
AA: Les quitaban la ropa y los metían a un cuarto.
AM: Sí, por un cuarto. Por una puerta te metían y ya estaban los dos, tres de ellos, y ya salías y ya entraba otro y era una línea y ya nos mandaban hasta Caléxico y al...
AA: ¿En qué los mandaban, en camión?
AM: En buses.
AA: ¿Quién pagaba todo eso?
AM: ¿Mande?
AA: ¿Quién pagaba eso?
AM: Ya era por cuenta del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Y en, al pasar a Caléxico, pasamos una línea, ¿verdad?, de todos los trabajadores y al pasar así, ¿verdad?, había otro cuarto igual, otros cuartos iguales como los que teníamos allá. Ahí tenían que desinfectarnos de vuelta.
AA: ¿Otra vez?
AM: Otra vez, sí, puros...
AA: ¿Qué les hacían, lo mismo?
AM: Mira muchacha, nos quitamos toda la ropa y hablando con perdón tuyo, nos inclinaban y nos esprayaban hasta nuestras partes privadas para que si traíamos piojos, o que si traías almorranas, no pasabas.
AA: ¿Le tocó ver que alguno de sus compañeros lo regresaban?
AM: Algunos los regresaban, pero ya los regresaban ya del centro o ya después. La Asociación de rancheros tenía una parte, ¿verdad?, donde todos nos traían a La Asociación de rancheros y ahí nos hacían, nos hacían otro. Ahí sí ya en cuanto llegamos, ¿verdad?, hasta al agua, a bañarse, ey. Pero fue cuando...
AA: Para quitarse el desinfectante.
AM: Pero la misma ropa mija, no nos daban ropa. Y entonces ahí ya nos encorralaban en barracas. Y como hacía yo con mis chivas, en barracas, ¿verdad? Y ya otro día ahí ya va un ranchero con este… Necesitaba veinte, treinta, cuarenta, cincuenta y ya sacaba: “Fulano, zutano, mengano y tú te vas con fulano y tú te vas con zutano”. Y quince, veinte o treinta, o según los que tuviera, que el ranchero, ¿verdad? Ya nos mandaban con el ranchero. De ahí una vez a mí me mandaron para, a piscar naranja al condado de Orange. Estuve en Santa Ana yo, porque me mandaron a, me mandaron en buses también. Acá nos trajeron a unas barracas de donde tenían este, soldados o presos del… Entonces fue en Santa Ana donde nos mandaron. Ahí estuve como por unos, mientras se acabó la corrida de la pisca de la naranja.
AA: ¿Cuántas personas contrataron ahí?
AM: Le digo que eran bastantes, no sé yo.
AA: Y, ¿cómo vivían?, ¿todos en una barraca?
AM: En una barraca vivíamos como seis o siete personas y había ocho o diez, según la barraca estaba grande, pero eran camitas de lona donde vivíamos.
AA: Y, ¿estaban amuebladas, tenían las camitas, baños, cocina?
AM: Si querías bañarte, tenías que ir donde estaba el baño lejecitos y si querías bañarte, también los baños eran baños para todos.
AA: Comunes, de comunidad.
AM: Sí, todos en comunión, sí.
AA: Para comer, ¿cómo le hacían?
AM: Tenían borde.
AA: ¿Ustedes pagaban?
AM: Nos descontaban de lo que ganábamos. Había una compañía en Estados Unidos que se llama la England, esa compañía era la que tenía el control de darles comida a los braceros y esa nos daba una comida, poquito, poquito, un birote y frijoles y...
AA: ¿Eso era todo lo que comían?
AM: Pues un, yo creo que es de lo que les sobraba en las carnicerías, ¿verdad? Había unos, nos cocían caldos y nos daban pellejitos, carnitas, nos daban, o carne molida.
AA: Pero nada rico.
AM: No, pos pa nosotros era rico, veníamos con hambre, era rico. Y después estuve de ahí de Santa Ana me mandaron a Carpintería a piscar limón.
AA: ¿Cómo es la pisca del limón?
AM: La pisca del limón, tú tienes que traer guantes porque el limón tiene mucha espina, ¿verdá? Tienes que darle dos tijerazos, esos...
AA: ¿Ellos les daban?, ¿los patrones les daban el equipo?, ¿le daban los guantes y las tijeras?
AM: Sí, pero nos los descontaban. Tú tenías que pagarle, ahí te rebajaban por si los perdías tenías que pagarlos, ¿verdá? Al limón le das un tijerazo punta arriba y otro pegadito pa que no le tumbes el, la cabecita pa que no se friegue. Y pues estaba yo ahí cuando murió mi padre, y me regresé yo para mi tierra. Fue el [19]49 me parece. Me fui para mi tierra y en el año siguiente me volví a venir de vuelta, el [19]50.
AA: ¿Usted estaba soltero todavía?
AM: Entonces sí estaba soltero. Ya en otra contratada fue cuando, mi señora también es de mi tierra y yo la conocí desde chiquita a ella. Nos conocemos, tenemos cincuenta y cuatro años de casado con esta mujer, tengo yo y con la misma mujer, fíjate. Y entonces ya cuando me volví a contratar ahí con el mismo Benson, con Lupe Delgado, ¿verdad?, ahí fue ya cuando yo contratado metí a mi vieja de mojada de… Y ahí se concibió mi primer hijo, pero no, no nació aquí, el primero no nació [aquí]. Seis hijos míos nacieron en Mexicali, la última en la… Dos nacieron en [Colonia] Dieguinos y cuatro nacieron en Mexicali y una nació aquí en Estados Unidos ya, aquí nació en Estados Unidos.
AA: Y, ¿qué hacía en este último pueblo, también en la pisca del limón?
AM: ¿En dónde?
AA: Con Lupe Delgado.
AM: No, allí desahijamos betabel, lechuga, cebo[lla], limpiamos cebolla, todo lo que se originaba ahí, ¿verdad?
AA: ¿Cuál fue el trabajo más pesado que le tocó a usted?
AM: Bueno, yo como fui campesino, trabajador del campo, pues yo estaba joven los trabajos. Yo fui lechuguero al último por trece años, por trece años yo corté y empaqué lechuga y pero en este país todavía yo estuve también de bracero con una compañía que era, ¿cómo se llamaba? Una compañía de Brawley, me tocó tapear betabel. En la tarde nos llevaban a tapear el betabel y en la mañana a cargarlo. Todavía a mí me tocó tapear betabel en ese entonces. Y los sábados y domingos pa no estar deoquis nos mandaban a hacer cercos que para un ganado que tenían, ¿verdá?, clavan, clavan los...
AA: ¿No tenían días libres?
AM: Pues no.
AA: ¿Trabajan los siete días de la semana?
AM: Sí, sí.
AA: Y, ¿cómo les pagaban?, ¿a cuánto les pagaban?
AM: Fíjate que no me acuerdo si $0.80 centavos la hora nos pagaban, ¿verdad?
AA: ¿Cuántas horas al día trabajaban?
AM: Pos yo trabajé con un alemán, me da vergüenza decírtelo. Desde que el sol salía muchacha, era el reloj, sol saliente, cuando el sol se metía, por $1 dólar.
AA: ¿Al día?
AM: Al día. Por $1 dólar al día.
AA: ¿Qué estaba haciendo con este alemán?
AM: Ese señor estaba él en un terreno en un lado de Yuma, ¿verdad? Donde pasaba el río, él tenía un terreno muy grande y pos yo, como yo y otros dos compañeros míos, ¿verdad?, arrieros, buenos pa hacer leña y pal hacha, nos daba un gringo una pala y un hacha pa sacar árboles y ahí a trabajar.
AA: ¿Ahí estaba todo el día?
AM: Sí, todo el día. Ahí en, ¿quién tenía reloj, nadie? Cuando el sol salía, tenías que estar allá, cuando el sol se metía, tienes que irte a dormir.
AA: ¿Ahí no estaba usted contratado?
AM: No, ahí estaba yo.
AA: Ahí se había ido por su lado.
AM: Pero los contratamos, también yo trabajé de contratado con las Broadchurch(??) Ahí tenemos un mayordomo que acababa de venir del Ejército, dos eran, el señor González y el señor Machuca. Nos trataban a los braceros pior que a los soldados del Ejército, mija.
AA: ¿Qué les hacían?
AM: Mira, en la mañana tú tenías, cuando las campanas sonaban, tenías que irte a almorzar porque si no, si no estaban listo, te ibas sin almorzar. Comías tu huevito que te daban con aceite o no sé qué y llegaban y en la mañana te ponían a hacer línea, si íbamos a desahijar, te iban dando por número tu azadón. Y ya después como subía cortador de lechuga, ¿verdad?, a cada quien en la mañana les daban su cuchillo, pero si lo perdías tenías que pagarlo y en, cuando íbamos a comer, cuando llegaba el de la comida, si tú sabías, tenías que irte por en medio del surco, si el mayordomo miraba que tú pisabas arriba en medio de los dos, el mío era de lechuga y pisabas una lechuga, con eso bastaba de eso pa que te corrieran, sí, o te pegaban una regañada de poquitas.
AA: ¿A golpes?
AM: No, no golpes no, no. No, pero con palabras, te avergonzaban: “Pues que eres un animal. Que no te dijimos que te vengas por abajo del surco”. Hubo ocasiones cuando andaban cortando lechuga que, llueve poco en Valle Imperial, ¿verdad? Pero cuando llovía, o estaba muy mojado el field, decía, le decía González a Machuca, dice: “Ponlos fila india”. Fila india, mujer, cortábamos y empacábamos la lechuga y después a cargarte una caja de lechuga a sacarla a la orilla pa que los troques no se atascaran y la sacábamos a la orilla para sacar la...
AA: ¿Se la iban pasando?, ¿iban pasando la caja?
AM: No, tenías que echártela al hombro, al lomo y te ibas con la caja hasta la orilla, la que te tocara. Si te tocaba cerquitas, pues cerquitas ibas, pero cuando te tocaba a la mitad del surco, ahí vas con tu caja a sacarla hasta la orilla. Eso nos…
AA: ¿Qué otras injusticias vio usted entre los mayordomos y los braceros?
AM: Es, mira, la Broadchurch(??), ese par de mayordomos y yo creo haber sido este, Mayor del Ejército y el otro un sargento. ¿Te imaginas cómo nos trataban? Tenían un señor, otro muchacho, nacido aquí, se llamaba German, en la orilla del camino, del field. Si tú te portabas cualquier cosita mal o no le hacías caso a Machuca, porque Machuca era el segundo de González, no te regañaba, te decía: “Mira, allá en la orilla te está esperando German, ve a ver a qué te quiere”. Llegabas tú al… el German estaba en la orilla con un picá [pick-up] de, con asientitos y pos qué clase de gente hay allá. Ya cuando German completa unos cuatro o cinco, no te decía nada, nomás te agarraba el picá [pick-up] y a El Centro, llegabas a La Asociación y ya le decían a Delfino: “Te traigo cinco”. “Ah, ta bueno”, dice. Y nos cambiaban por otros nomás.
AA: ¿A usted le tocó alguna vez que lo cambiaran?
AM: Fíjate que no, no.
AA: Bueno y, ¿no los dejaban ni agarrar sus pertenecías para llevárselas?
AM: ¿Cuáles? Si tu azadón ahí tenías que dejarlo, si no, te lo cobraban.
AA: ¿No tenían ropa o cosas en su cuarto?
AM: No, no, sí, era en el field cuando andábamos trabajando, eso pasaba en el trabajo.
AA: Sí pero, tenían, se los llevaban a otros campos, ¿no?
AM: Sí, el nuevo patrón ya te llevaba...
AA: Las cosas que tenían.
AM: A agarrar tus cosas.
AA: Cuando se venían de México, ¿los dejaban llevar artículos personales?
AM: Nos dejaban llevar nuestra ropita, tu pantalón, tus zapatos, tu cachuchita o tu… O pues no, no alcanzaba pa tejana, pues, ¿cómo? Y ése lo que hacía en la Broadchurch(??), ora cuando ya cortaba lechuga yo no, pos ya éramos, la Broadchurch(??) tenía cuatro divisiones de cortadores de lechuga. En las divisiones mía, ¿verdad?, había cuatro cuadrillas y en otro otras cuatro, otras cuatro. Ésa con esas cuatro divisiones, si tú eras buena pa trabajar, te iban cambiando de… “O tú eres bueno te vas a la cuadrilla fulana”. Y si no lo hacías, la última era los desahijadores y los limpiadores porque no lo hacían cortando lechuga. Ahí yo llegué a… digo, malo está que te lo diga, estaba muy nuevo yo. Yo llegué a la primer cuadrilla en la Broadchurch(??), fue donde González me escogió para traerme pa Salinas. Allí pasaba el González en la mañana decía: “La cuadrilla fulana ayer”, dice, “hicieron tantas cajas por persona”, dice, “tienen tantos minutos de más en… Y ellos nos pagaban, ya no me acuerdo a cuánto nos pagaban la hora. No, pues nos los aumentaban en poquito ahí.
AA: ¿Por minutos?, ¿les daban minutos extras?
AM: No, no te daban dinerito extra. Y entonces yo me acuerdo que decían: “La cuadrilla número uno”. Fíjate lo que nos hacían hacer, entre tres personas, entre tres cortadores, cortábamos lo que se nombra un carro del tren, de cajas de lechuga. Un carro del tren agarraba trescientas, trescientas cuarenta, me parece, cajas. Eso es lo que hacíamos.
AA: ¿Entre tres personas?
AM: Entre tres personas.
AA: ¿En cuánto tiempo?, ¿al día?
AM: Pues hay veces que en ocho horas, a veces en nueve, a veces menos. Porque nos daban fields de lechuga buena, íbamos ahí echando limpia del field, nombre, nos mandaban, dice: “Ustedes número uno, tiene $1 peso arriba de su sueldo del día de ayer y los demás $0.75, otros $0.50, otros una peseta”. Fíjate, para hacernos trabajar.
AA: Eran como incentivos, ¿no?
AM: Ahí no eres dueña tú de tu cuchillo para cortar. Me acuerdo una vez que me tocó un cuchillo muy bueno, dije yo: “Con este yo de dos cuchilladas me, o de uno me echaba mi lechuga y me... Yo salí bueno para cortar lechuga, yo salí bueno. Poquito, porque yo no era, no fui vicioso, no fui tomador, no fui fumador, no fui nada y yo tenía fuerzas para trabajar. Esa vez me tocó un cuchillo muy bueno, digo yo: A ver si lo guardo, pa que me toque mañana. Con este trabajé reagusto este día”. Y me lo encajé en la cintura. Ándale, pos el que lo recogía dice que le dijo: “González, falta un cuchillo”. Pos nos tuvieron que bajar a toda la gente del troque para esculcarnos, pero: “No”, dije yo, “Padre Santo, me van a correr aquí”. Entonces yo sin que nadie se diera cuenta lo, me lo quité y lo aventé por debajo de… Eran los asientos de palo de los troques, ¿verda?, y lo aventé debajo de mi asiento. Y cuando bajaron toda la gente y no, pues nadie trae el cuchillo. “Súbete al troque a buscar ese cuchillo”. Se subieron al troque y ya lo hallaron, pos que nadien dijo, yo tampoco, pos yo de plano, yo tenía, dije: “Me van a correr”. Y sí me hubieran corrido.
AA: No, sí.
AM: Y entonces...
AA: ¿Alguna vez no vio usted que hubiera autoridades mexicanas que fueran a revisar cómo los estaban tratando en los campos?
AM: Venía el cónsul de México, venía el representante, pero les hacían fiestas a él, le hacían buenas comidas, lo llevaban a restaurantes y con nosotros...
AA: Nada.
AM: Nunca se paraban mujer, nunca.
AA: En realidad nunca fue entonces a revisar qué trato les daban los patrones.
AM: No fue.
AA: Y, ¿La Migra?
AM: Bueno, La Migra como éramos braceros no se paraba ahí.
AA: ¿Nunca fue?
AM: No, donde andaban los braceros no, casi no iba. Porque ella nomás llegaba y le preguntaba al mayordomo. “Puro bracero, aquí no”.
AA: Y los mayordomos, ¿no llegaron a contratar algún ilegal mientras había puros braceros?
AM: Eso ve tú a saber.
AA: ¿Nadie sabía?
AM: Sí, nadie sabíamos nada. Nadie sabíamos nada como… Ya te digo, esa vez desde ese, de allá del cuchillo y no se le caía al hombre, y: “¿Quién escondería ese cuchillo?, y, ¿quién lo escondería?”. Y todos los días nos revisaban y yo dije ese cuchillo, estaba muy bueno pa… Y no tenías tú ni siquiera el derecho de afinar tu cuchillo o tu azadón.
AA: ¿Por qué no?
AM: Había una persona, una pura afilada le daban a tu azadón y no le volvían a dar otra en días. Y una pura afilada le daban a tu cuchillo, tenías que cuidarlo. Y no le daban otra en el día, así es que querían la lechuga bien cortadita pues, bien y el cuchillo a veces sin filo, tenías que cuidarlo.
AA: Y, ¿no era peligroso que anduvieran todos con cuchillos?
AM: Pura gente trabajadora, puros campesinos, puros…
AA: ¿Cómo se llevaban entre ustedes con los compañeros?
AM: Pos al menos yo tenía dificultades a veces. Que por los surcos y por eso, pero no que peleábamos y eso no, yo no me acuerdo. Yo nunca he sido peleonero, no.
AA: ¿No le tocó ver que se pelearan?
AM: Con los cuchillos no, ni con los azadones tampoco.
AA: Y entre sus compañeros de cuarto, ¿cómo se llevaba?, ¿cómo se revisaban?
AM: No, no, ahí sí, ahí sí había… Porque había muchos que no, que no se bañaban, ¡híjole!, y era un olor tremendo a veces, ey. Y luego sin ropa para cambiarte ni nada. Yo me acuerdo que yo lavaba mis trapitos y los ponía debajo de, te daban tu camita y un colchoncito con su surrocito el colchón, ¿verdad? Y yo lo ponía debajo de mi colchón pa plancharlo cuando menos una vez por semana, pero ya lo lavaba y va.
AA: Y, ¿dónde lavaban?
AM: Onde nos bañábamos, ahí mismo. El agua corriendo y tú bañando y tu lavando tu ropa, quitándole cuando menos el sudor a la ropa.
AA: ¿Nunca se llegó a enfermar mientras estaba trabajando?
AM: He sido muy bueno y sano, pero sí, sí me llegué a enfermar así como de gripa y he tenido yo este, me hacían… Poco mal una frase, ¿cómo diría?, que yo era, muy estreñido, ¿verdá? Y sufría yo por mi estómago porque me estreñía yo de...
AA: ¿Alguna vez lo tuvieron que llevar a algún hospital o que tuviera atención médica?
AM: Al hospital no. Con el doctor, sí. Sí, sí había revisiones a veces y nos mandaban así con el doctor.
AA: ¿Quién se hacía cargo de todo eso?
AM: El patrón, el mayordomo, ya mandaban a una persona a que lo llevaran a uno al doctor.
AA: ¿Cuáles eran las quejas más comunes entre ustedes?, ¿se quejaban por el trabajo muy pesado, por la comida?
AM: Nos ponían a...
AA: Por el salario. ¿Qué les molestaba?
AM: Mira, casi casi nos hacían este, como decimos ahí en el Terre(??), eran pichicatos para todo, para la comida, para… Eso sí pa darnos trabajo, eran tremendos. Ahí tenías que trabajar como si te quedabas atrás del surco te daban un raitecito y si no lo hacías, te daban una regañada. Tienes que trabajar igual que todos, al parejito todos, mira, desahijando. Y pa carpear melón, pa la sandía, para todito tenías que… Entonces carpeábamos las matas en el Valle Imperial porque se helan, ¿verdad?, el melón y la sandía.
AA: ¿Que podían hacer si no le gustaba el trabajo?
AM: Pues te cambiaban pa otro, mija.
AA: Pero si a usted no le gustaba el trabajo que estaba haciendo, ¿tenía oportunidad de pedir un cambio con otro patrón?
AM: Pues sí, sí, pero ya el patrón a donde ibas, te daba un historial como te da el médico ahorita este, persona se trata así, habla así y...
AA: ¿Le hacían unos reportes?
AM: Sí, te daban el reporte y ya tú ibas recomendado que no eras persona...
AA: Buena para trabajar.
AM: Bueno para… Eras muy contestón o muy malcriado o muy huevón o, y...
AA: ¿Encontró algún tipo de discriminación hacia ustedes por parte de, no sé, autoridades americanas o de los mismos patrones?
AM: Discriminación muy grande no le encontré yo. Andaba un poco en lugar, yo. Era muy respetador de las personas, ¿verdad? Yo siempre, pos no humilde, ¿verdad?, pero este, yo he sido muy rebelde, pero sí, cuando me mandaba yo lo hacía. Yo fui bracero especial porque...
AA: ¿De qué se trataban esos braceros especiales?
AM: Mira, cuando tú no cumplías bien con tu contrato, con tu trabajo… ya me hicieron entrega el único que tengo, nos dieron una miquita, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, nos dieron una miquita en 1954 o [19]55. Con esa miquita sí, ya nos avisaba el patrón, ¿verdad? Y nos íbamos a presentar a San Luis Río Colorado, Sonora y ya ahí nomás salía el mayordomo, nos daba un papelito. Los presentamos en San Luis y un bus nos estaba esperando, pal pasaje, pero éramos los, nos decían barberos, no señor, no barberos.
AA: Braceros especiales.
AM: Los braceros especiales y nos traían a El centro y ahí nos hacían nuestro contrato y ya nos mandaban con nuestro patrón.
AA: ¿Cuánto duraban los contratos?
AM: Seis meses, o seis, o tres, según. El primer contrato era por tres y si eras buen trabajador te lo renovaban y si no, te entregaban y pedían otro. Llegaban nomás: “Te voy a dar cinco, Virginio, dame otros cinco, cámbiamelos”.
AA: Como si fueran…
AM: Sí, como cambiar...
AA: ¿Qué hacían cuando se acababa el contrato, se regresaban a México?
AM: Yo sí me… Si no había este, cuando se acabara el contrato o el trabajo con un patrón, el patrón te entregaba a La Asociación, ahí había otros patrones que te necesitaban y ahí te mandaban, te mandaban. Y si no había trabajo en ningún lado, entonces pos te ibas para México.
AA: ¿A usted le tocó regresarse a México?
AM: Sí.
AA: ¿Cómo fue la vida en México después de ser bracero?
AM: Bueno, ya íbamos con centavitos y ya la vida allá la vida ya era diferente, sí.
AA: ¿Qué notaba usted de diferente?, ¿se vivía mejor?
AM: Pues se vivía igual, se trabajaba igual allá.
AA: ¿En qué trabajaba?
AM: No te digo, después yo ya, íbamos a un pueblo que se llama Aquila, y allá nos rentaban una yunta de bueyes, ¿verdad?, para arar las tierras, un señor que se apellida Holguín, le pagábamos trece tolitos de maíz al año o por la temporada, por buey, ¿verdad? Y con ese arábamos. Y yo sembraba maíz y frijol y pos la mantequita de un puerquito que engordabas, ¿verdad?, le sacabas a mantequita y la guardabas.
AA: ¿De eso vivían, de eso se mantenían?
AM: De eso, sí.
AA: ¿Qué fue lo que le hizo regresar a Estados Unidos para quedarse ahora?, ¿por qué prefirió vivir en Estados Unidos?
AM: Yo preferí vivir, me vine para la Baja California, entonces ya ahí mi señora, también se vino a Nogales la familia de ella y ahí nos juntamos. Yo me quise, ella se fue conmigo, porque ya éramos novios desde mi tierra y entonces me quise que, pues me exigieron que me iba a casar y yo también dije me voy a casar. Pero como yo no tenía la cartilla de los dieciocho años, ¿verdad? Todavía no los estaba, los andaba cumpliendo yo. Era requerido que yo marchara para agarrar mi cartilla, si no, no.
AA: No se podía casar.
AM: No me podía casar. Fue cuando me metí de… Entonces ya no, hubo una temporadita que no fui bracero. Entonces brincaba yo a trabajar y me echaba La Migra pa juera y me echaba La Migra pa juera y me echaba y me echaba. Una de las ocasiones me agarré en Yuma y me vine en el tren hasta el Indio y me tuvieron en el corralón como por una semana. Me iban a mandar para Guanajuato y dije yo: “Pues, ¿qué voy a hacer allá?”. Pero entonces yo ya tenía mi vieja con el primer hijo que iba a tener, ya estaba panzoncita. Le dije a un compañero: “Le dices cuando salgas, que venga aquí a la línea, que sí es cierto que yo tengo mujer”. No estaba casado, pero yo todavía no marchaba.
AA: ¿Tenía responsabilidades?
AM: Sí. Y vino ella a la línea y le dijeron: “No” dice, “tú no eres casado, está muy joven mi señora”, dice. Y yo allá: “Le preguntamos a Alberto allá y dice que él no conoce a la… Igual me dijeron a mí, dice: “Fue una muchacha así”, dice, “pero no es tu esposa, ¿verdad?”. “Sí, señor”, le dije, “y está esperando un niño”, le digo. “Ah”, dice, “y dices tú que vives en Mexicali”. “Sí”. Yo ahí rentaba un cuartito en Mexicali, pues que me van echando allí a Mexicali porque a toda la gente la mandaban por avión hasta Guanajuato. Y dije: “¿cómo me vengo desde allá?”.
AA: Ah, qué bueno que lo dejaron ir.
AM: Pero un emigrante mexicano me dijo: “Mira muchacho, ya te hemos agarrado algunas veces”. “Pues si nomás vengo a trabajar”. “No le hace”, dice, “piérdete o no entres por un tiempo”, dice, “porque si yo, óyeme”, me miró, “y si yo te vuelvo a agarrar, yo mismo”, dice, “te mando hasta Guanajuato”. Fue cuando yo me fui para [Colonia] Dieguinos, cuando Ernesto Escandón y ya fue nació mi primer hijo en [Colonia] Dieguinos y allá nació otro de mis hijos también, Alberto, en…
AA: ¿Dónde es Dieguinos?
AM: [Colonia] Dieguinos está antes de llegar a Algodones, como unos veinticuatro kilómetros antes de llegar a Algodones, sí. Ahí también en, don Juan Rubio se llamaba el hombre, pos yo ya la labor él ahí. Yo ahí, no fui muy bueno para piscar algodón, pero fíjate, me ganaba apenas $14 pesos plata, $15 todo el día piscando algodón.
AA: ¿Todo el día?
AM: Para mi mujer y mi muchachito ya. Y me las miraba yo negras. Entonces el hombre me dio, después de dio riego, ¿verdad? No, ya trabajaba veinticuatro horas derechas, entraba en la mañana y salía hasta otro día ahí.
AA: La calidad de vida no era igual.
AM: No, cocinábamos afuera, en bote cocinaba mi señora, ¿verdad? Y teníamos un bote para hacer la… No tenía ni estufa, nada. En bote ahí poníamos leña, el hombre nos prestaba un tráiler, íbamos algunos a traer leña y en la tarde la aparta. La cortábamos y ahí teníamos leña una semana, dos. ¿Nos estamos llevando mucho tiempo?
AA: No, está bien, está bien.
AM: Allá nacieron dos de mis hijos. Ya cuando, ya después fui y yo dije: “Vámonos para Mexicali”. Fue cuando me vine pa Mexicali y estaba la bolsa de trabajo en Mexicali, ¿verdad? Y ya me apunté y como a los veinte días me mandaron pa Empalme, sí.
AA: Otra vez a contratación.
AM: Otra vez, pero pa entonces muchacha, ya tenía dos niños yo. Y mi señora que revienta, como revienta de otro, pero me vengo para los, pa acá pa Yolo(??) que me toca se me hace y más bien me caía un billetito de $20 y yo lo guardaba y yo lo guardaba. Voy saliendo con $1,000 pesos y yo pos ahora me devuelvo a mi tierra. No qué, y salí y ya entré, dice mi señora, mi suegra y unas, era una señora que trabajaban en una zapaterías, en las Guadalajaras, en Mexicali. Me aconsejaron que no iba y compré una casita en $4,000 pesos en Mexicali, plata, ¿verdad? Y no era ni, no tenía ni papel la casita, era de un hombre que era plantado, ahí me pasó los… Y me puse a, me pusieron a vender este, zapatos de hombres. Yo me iba por los callejones pa que no me mirara la gente, tenía vergüenza de venderles. Pero entonces ya tenía casita y dice mi vieja que ya truena y que no truena y ya tenía yo mi miquita especial, ¿verdad?
AA: ¿Con esa regresó?
AM: No, estaba yo esperando que me llamaran de acá de Estados Unidos, pero mientras, yo mandé hacer mil adobes y yo me puse a pegarlos y mi vieja a darme adobes y hacer el lodo, pero ya que reventaba la pobrecita, eh. Hicimos dos cuartitos más ahí, una casita. Ya teníamos casa propia, bien jodidos, pero ya con casa propia, ey. Ándale pues, que me toca contratarme de vuelta.
AA: ¿A dónde se fue esta vez?
AM: Cállate la boca, fui por un mes con el Joe Bello a la zanahoria, pero salí muy malo.
AA: ¿Por qué?, ¿muy difícil?
AM: Pos no lo había hecho yo y yo ganaba muy poquito. Fui, me fui un día que, un día que yo lo miro al hombre. Yo dije: “Aquel es el Bello”. Y yo fui y le dije: “Señor Bello, yo tengo un patrón aquí. Usted es, si usted me hace favor, déjeme ir para allá con él”, le digo. Y él me deja salir pa Mexicali a comer y: “¿Cómo se llama tu patrón?”. “Se llama Edgar Dave”, le dije. “Ta bueno muchacho”. Y me dieron el cambio. Como a la semana me dieron pa ponerle en el… el Edgar Dave. No, pos allá sí ya salía yo para Mexicali a comer y la fregada y...
AA: Bueno señor...
AM: Ya te la hice muy larga, ¿verdad?
AA: No, no, no. Sí le quiero hacer otras preguntas ya para terminar la entrevista. Quisiera que me comentara, el término bracero, ¿qué significa para usted?
AM: Brace[ro], el término bracero, yo lo entendí ahora últimamente que fue una contribución, ¿verdad?, de nuestro Gobierno al Gobierno de los Estados Unidos porque en aquel entonces aquí hubo falta de mano de obra. Todos los hombres los mandaron a la guerra, se fueron a la guerra, casi todos, ¿verdad? Entonces quedaban mujeres solas por donde quiera, ¿verdad? Y iban las mujeres con sus hijos a trabajar a veces al campo y fue cuando Estados Unidos pidió la ayuda a México, ¿verdad?, para que vinieran los braceros. Nos vinimos nosotros a levantar aquel caudal de trabajo que había en este país, ¿verdad?, y...
AA: Que nadie lo podía hacer.
AM: Y fue cuando ya hubo bastante comida, porque veníamos pura gente trabajadora, pura gente trabajadora.
AA: ¿Cómo se siente usted que lo llamen bracero?
AM: A mí no me da vergüenza. A mí me da orgullo porque fue de esa manera como yo vine a este país, y yo te hablo con toda la verdad, yo fui honesto en mi trabajo, en mi casa, con mis hijos. Aquí después ese Edgar Dave me dio las cartas para que yo arreglara migración. Después el mismo Edgar Dave, como a los dos, tres años, me dio las cartas para arreglar a mis hijos, ya tenía seis hijos yo. En Mexicali, no tuve una silla para que en las escuelas se sentaran mis hijos. Porque yo era panista y lo soy todavía. Y el PRI (Partido Revolucionario Institucional), era el señor PRI. Yo les compré sillitas a mis hijos de, y se iban con su sillita en el lomito todo el día a la escuela de Elsa Arreola, a la escuela mis hijos. Y yo miraba que mi padre bendito y aquí miraba que tirábamos tomate, lechuga y naranja. Sí, Padre Bendito, dame licencia de pasar a Estados Unidos y nomás que nos paremos en un field, en donde haya piscado, me paro con mis hijos y ahí voy a tener comida digna, pues yo ya sabía que me daban comida. Muchacha, voy pasando, tuve una suerte, hice la aplicación en Tijuana para mis hijos. Va mi mujer a la primera entrevista a Tijuana y les cayó tan bien al cónsul, mi familia, ese hombre le dijo: “Mira, para la otra vez, nomás ven con dos hijos, ya no vengas con todos”. Porque fue con toda la [familia], los niños.
AA: Con toda la familia.
AM: Sí, con todos. Pues en la otra vez que fue mi señora, al tiempecito, dos, tres meses y ya le dieron las, ya le dieron las micas. Y en ese tiempo le quitaban el pasaporte local para que este, recogerlo en el Gobierno. Dijo el cónsul: “Tenga señora pa que vaya a Caléxico a comprarles comida a sus hijos. ¿Cuándo viene su esposo?”. “No”, dijo, “si él viene cada dos, tres meses”. Yo trabajaba con al Almiral Company aquí en Salinas, en Soledad. Y este, ándale que me voy arreglando toda mi familia, toda mi familia. Nomás pasé para acá, aquí hubo asientos en las escuelas para todos mis hijos. Aquí hubo comida para mis hijos.
AA: ¿Se podría decir en general los pensamientos que usted tiene hacia el Programa Bracero han sido positivos?
AM: Bueno, para mí fue un escalón para poder entrar a este país.
AA: ¿El haber sido bracero cambió su vida de alguna manera?
AM: Mi pensamiento lo cambió.
AA: Bueno creo que con estas preguntas damos por terminada la entrevista, ¿no se si quiera agregar?
AM: Lo que quiero agregar es que sí hablé mucho, dispénsame.
AA: No, para nada, al contrario, toda la información que nos da es muy importante para nosotros.
AM: Sí hablé de más, pero yo quiero a mi patria con toda el alma. Pero quiero este país igual, porque ahorita, allá nací, nacieron mis hijos, pero éste es mi país ahorita. Yo lo defiendo, yo no digo que voy a pelear. No, lo defiendo con el respeto a sus autoridades, a su pueblo. Yo quiero este país mucho, porque aquí tengo siete hijos y los siete, muchacha, son profesionales mis hijos. Así, un bracerito, cuatro fueron a la universidad y uno, fue veintitrés años a la Fuerza Aérea. Hoy ya trabaja con el Gobierno, otro trabaja, ya está por retirarse aquí en Salinas, una es directora de escuelas en San José y se encarga de diez escuelas. Ha andado casi por todo el país y México llevando la voz de la educación. Otra es profesora aquí en Salinas.
AA: Se podría decir entonces que el Programa Bracero ayudó a...
AM: No, no, fue el, yo digo que no fue el...
AA: Lo ayudó a usted a dar ese paso para mejorar el nivel de su familia.
AM: Sí.
AM: Sí, sí, lo que estamos mirando que yo estuve, que se nos quitaba $0.10 por dólar en aquel entonces, y el Gobierno ese lo mandaba al Gobierno de nosotros y nunca nos, ni siquiera nos, hasta ahorita el Presidente Fox es el único que está este, promoviendo eso, que nos van a dar, porque tenemos alguito dinero y fue el Banco de México el que se clavó ese dinero, mija. Sí, pues era el...
AA: Yo sé que se están tomando cartas en el asunto.
AM: El señor, el presidente del Banco de México era el señor Iglesias en ese, y yo no sé quién se quedó con el dinero.
AA: Sí es algo que todavía…
AM: No solamente yo, sino todos los braceros que estamos este, que fuimos braceros, pues. Porque yo fui bracero aquí en este país, yo creo serían ocho, nueve años iba y venía. Pero yo aquí me tocó trabajar y todavía hasta la fecha. Hasta la fecha somos trabajadores, después ya de mojado, carta verde. Yo pues bracero, carta verde y ahora sí citizenship, ¿por qué no? Todos mis hijos son ciudadanos después de todo.
AA: Qué bueno, qué bueno.
AM: Y queremos y respetamos a este país.
AA: Qué bueno que piense así. Bueno, señor Magallón, yo le agradezco todo el tiempo y muchas gracias por esta entrevista.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 28 de julio de 2005
Nombre del entrevistador: Anais Acosta
El día de hoy es 28 de julio del año 2005 y nos encontramos aquí en Salinas, California con el señor Alberto Magallón Jiménez.
AA: ¿Cómo ha estado, señor Alberto?
AM: Dime.
AA: ¿Cómo está?
AM: Me encuentro muy bien. Oigo, necesitas hablarme poquito claro y poquito reciecito.
AA: Claro que sí. Vamos a empezar la entrevista preguntando, ¿dónde y cuándo nació usted?
AM: Mira, yo nací en un mineral del Municipio de Ameca, Jalisco, ese mineral se llama El Magistral, Municipio de Ameca, Jalisco y nací el 23 de abril de 1927.
AA: Hábleme un poco de cómo es este lugar donde usted nació.
AM: El lugar donde yo nací era una parte de la Hacienda de la Higuera. Precisamente mis papás nacieron adentro de la Hacienda y El Magistral era un mineral que se abrió aquí, ¿verdad?, en el cerro. Le decimos el Cerro de la Tetilla.
AA: ¿Por qué le llamaba así?
AM: Por el que era una pella muy grande y tiene unos ojos de agua preciosísimos en este lugar. Y le nombramos La Tetilla que se divisa casi que desde, era de Guadalajara, más adelantito de La Venta. Ya se divisa casi el cerro de El Magistral ahí. Y, ¿te puedo hacer una poquita de historia?
AA: Sí, seguro.
AM: Mira, mi abuelito se llamaba Vicente Magallón, nació, no sé, pero él era el matancero de la Hacienda de la Higuera y mi papá pues hijo del matancero de la Hacienda de la Higuera, ¿verdad? Era un trabajador tremendo mi padre, sin saber nada de ni siquiera escribir ni leer, pero malo está que yo te lo diga, era una persona que de hacer tanta cosa, tan inteligente que era mi padre, ¿verdad? Él te hacía toditito. Al último, él te sabía hacer coyundas de cuero, sabía curtir el cuero con pelo y sin pelo, de chivo, de res, de puerco y de toditito. Te sabía hacer yugos para uncir los bueyes, te sabía hacer arados, te sabía hacer yugos, te sabía… Al último, mi padre sabía hacer ladrillos, sabía hacer adobe, sabía hacer teja, sabía hacer casas, en ese entonces, las hacía de piedra y hacía unos lienzos que puede ser que todavía permanecen esos lienzos de piedra que mi padre hacía en El Magistral y en la Hacienda de la Higuera.
AA: ¿Cómo se llamaban sus papás?
AM: Mi papá José Magallón.
AA: Y, ¿su mamá?
AM: Aurora Jiménez.
AA: ¿A qué se dedicaban?
AM: Mi papá era agricultor y mi mamá ama de casa.
AA: ¿Qué cosechaba su papá?
AM: En la Hacienda de la Higuera se cosechaba maíz, se cosechaba trigo, se cosechaba arroz, frijol, de toditito. En esa hacienda yo fui pajarero desde chiquito.
AA: ¿Qué es eso de ser pajarero?
AM: Pajarero, espantar los pájaros en los sembradíos del arroz y del trigo. Andaba yo con una bolsa de piedras y con una honda andaba yo por los… “¡Ájele!”. Gritándole a los pájaros y los corría. Me pagaba $0.05 centavos al día, tesoro mío, $0.05. Después ya, no he sido un barbero desde chico, he sido persona trabajador[a], porque dependo de personas trabajadoras, de campesinas y agricultores. Después ya me ascendieron a cuidar, cuide una manada de chivas en la hacienda por un tiempecito, ¿verdad? Y después me ascendieron a becerrero, ya ganaba veiti… Y las chivas me daban $0.10 centavos al día, desde que el sol salía hasta que el sol se metía. Y de becerrero $0.25 centavos ya me aumentaron en el día. Pero yo tenía acceso, ¿verdad?, como cuando cuidaba las chivas, en las chivas tenemos un perro, dos perros que nos ayudaban, ¿verdad? Y yo tenía mi chiva favorita ya, ¿verdad? Y no hallaba comida. “Voy a ordeñar una chiva”, dije. Y tomaba leche y de becerrero en la mañanas cuando el ordeñador ordeña, ¿verdad?, ahí también mi vaso de leche caliente ahí me lo…
AA: ¿Se la tomaba? ¿Cuántos años tenía cuando ya estaba trabajando?
AM: Empecé a trabajar como a los cinco años, mija, sí.
AA: ¿Sí iba a la escuela?
AM: Jui a la escuela cuando hubo un programa de, cuando fue presidente mi tata Cárdenas que ya vivíamos en El Magistral, entonces él dio la facilidad, ¿verdad? Y mandó una profesora precisamente, ¡Ah, qué linda mujer!, linda digo yo, ¿verdad?, de espíritu, de alma. No he conocido otra profesora, otra persona tan inteligente aquella señora, como no tengas una idea. Ella nos platicaba que ella conoció al Presidente Cárdenas, que fue a la escuela en Jiquilpan con él. Esa señora cuando llegó a este rancho de [El] Magistral, ahí no teníamos, no tenemos nada. Yo me enseñé a hacer mi nombre en el suelo con el dedo porque no teníamos papel, no teníamos lápiz, no teníamos absolutamente nada cuando...
AA: ¿Hasta qué año cursó?
AM: Ahí estaba yo muy chico, yo fui como al tercer año a lo más y en el rancho fui. Sí, sí puedo extenderme poquito pa atrás la historia.
AA: Sí, claro.
AM: Ah, mira, en ese rancho, en esa Hacienda de la Higuera, se asentaron cinco comunidades, en la Hacienda de la Higuera. Entonces en el rancho de El Magistral, entre nueve personas se fundó esa comunidad y mi padre era uno de los fundadores de ahí, de los que se rebelaron ante el hacendado para fundar la comunidad. Entonces una vez don Rodolfo, se llamaba el hacendado, mandó al jefe de la cordada al rancho a que quemaran las casas. Yo miraba que mi padre salía en las tardes con una bolsita de tortillas y su sombrerito y se iban a dormir al cerro. Decía: “Pues, ¿por qué?, y, ¿por qué?”. Y no, no nos decían. Era la cosa muy cerrada por los [que] gobernaban, después me di cuenta, ¿verdad? Porque el hacendado quería pescar aquellos nueve personas que estaban fundando la...
AA: Quería atraparlas.
AM: Quería atraparlos. Y entonces mandó al jefe de la cordada. La Hacienda de la Higuera era una hacienda donde había tres puertas, taba una hacienda cerrada, donde estaba el casco de la hacienda, para salir pa El Magistral era una puerta, para salir para Ameca era otra puerta y para salir para al lado de otra hacienda, ¿cómo se llamaba?, San Miguel, era otra. Ahí tú entrabas solamente que te identificaras, si no, no. Yo me acordaba cuando taba chico y mi papá me subía en su yegua atrás y nombre, iba amarrado en los tiempos yo con… Y entonces el hacendado mandó al jefe de la cordada porque en la hacienda allá al meterse el sol nadie tenía que andar en la calle, todos a dormir a su casa. Y antes que amaneciera, los trabajadores de la hacienda tenían que estar en la mañana, unos a cortar caña, otros al trigo, otros al arroz, otros a lazar los bueyes, otros los becerros, bueno, un trabajo tremendo. Había escuela, ¿verdad?, pero tenían los puros allegados del hacendado, ¿verdad?
AA: ¿La gente del pueblo no tenía acceso a la escuela?
AM: La gente trabajadora no. Entonces fue cuando este señor nos mandó, la cordada de la Hacienda de la Higuera a quemar el rancho. Yo con mis ojos miré que quemaron dos casas. Eran casas de zacate y quemaron la casa de Cuco Arreola, quemaron la casa de no me acuerdo cómo se llama, de José Barbosa y este… La de mi papá, la de nosotros la respetaron porque era hijo pues de mi padre, de mi abuelito, del matancero de la [hacienda] y no sé por qué, pero entonces se forma una comisión, ya era presidente el señor Lázaro Cárdenas. Se formó una comisión para ir a México. Costaba creo $14 pesos ida y vuelta desde Guadalajara a México. Y llegaron, según esto llegó la comisión a México, mi padre no le tocó ir. Fue un señor que se llamaba don Cecilio Delgadillo, Choli Sola y otra, no me acuerdo, yo creo que se llama don Salomón, se me hace. Yo estaba chiquillo, pero era muy metiche, sí. Y este, pues cuando llegaron a México, que avisaron, ¿verdad?, que iba esa comisión de El Magistral y ya, preguntaron que qué pasaba y el gran Presidente Cárdenas… (llanto) Yo lo quiero mucho, les dijo, dice: “Para esas personas, ni siquiera”, dice, “me los entretengan, páselos”. Los pasó hasta dentro y los sentó donde él estaba y le platicaron qué es lo que había pasado en la hacienda. Y entonces no dejó ir a aquellos muchachos para nuestro rancho hasta cuando los mandó con un ingeniero. “Llévame a estas personas a esa parte y repárteles parte de la tierra que a ellos les toca y no te devuelvas hasta cuando les haigas... Yo me acuerdo que a mi casa llegó una vaca parida, llegó una yegua parida, preciosa la yegua. Y luego a mi padre le dieron como cinco parcelas, una en cada potrero y se abrió en Ameca, ¿verdad? Ya venía el banco Ejidal, que cada ocho días les daban dinerito prestado para cuando fuera usted…
AA: Para sembrar sus propias parcelas.
AM: Para sembrar sus propias parcelas. Ahora, he pesando yo después una cosa, después en mi casa había maíz, frijol, muchacha como tú no tengas una idea. Lo que allí yo he notado ahora que les faltó al Gobierno de mi General Cárdenas, educar a nuestros padres y se abrieron escuelas en el rancho y no, no había escuelas. En una casa se empezó a dar a los muchachos grandes y yo iba al, y yo en el suelo hacía mi nombre y entonces este...
AA: ¿Ahí fue donde empezó, aprendió?
AM: Esta profesora, por eso quería yo, ¿no me está llevando mucho tiempo?
AA: No, no, está bien.
AM: Te estoy llevando a la historia como fue. Esa preciosísima Candelaria Zaragoza, se llamaba. Mira, ella enseñó a las personas cómo se hacía el adobe, cómo se hacía la teja, cómo nos formuló parcelitas como de a metro cada uno, nos enseñó cómo sembrar, cómo hacer todo eso. Ella enseñó, esa señora sabía toditito, enseñó a la gente cómo pegar ladrillo, adobe, teja, toditito, ella, ¿eh? Y cada mes hacía una kermés en el rancho y pasaba por las casas revisando casa por casa. La casa que estaba más bien barrida y todo, le daba un premio esa profesora.
AA: ¿Cuánta gente vivía en esa zona?
AM: Éramos, no recuerdo yo, pero sí es bastantita gente. Era bastantita gente porque fue mineral ahí, se abrió un mineral muy grande, ¿verdad? Que un señor de Nueva York, lo abrió ahí y él se fue para Casas Grandes y todo eso, era un mineral muy grande y este...
AA: ¿Cómo se entera usted de este proyecto, del Proyecto Bracero?
AM: Mija, yo por el querer cruzar, total si el güey va.
AA: No, no, en cuando era joven, ¿cómo se enteró usted de que estaban contratando?
AM: Allá en Ameca les daban la preferencia. En Ameca tenemos, hay un ingenio donde se muele la caña, ¿verdá? Ahí se crea la caña de como de cinco o seis comunidades. Por acá en Teuchitlán nace un río, ¿verdad?, que se… ¿de dónde eres tú mija?
AA: De Culiacán.
AM: ¡Oh, eres sinaloense, sí! No, allá nace un río, algunos boibortones así de agua, mira y nace el río que pasa hasta Ameca y todas las comunidades que hay por ese río, ¿verdad? Pues ahí se sembraba todo. Y por eso las haciendas se asentaron, la Hacienda de la Higuera era, corría el agua de allá para acá del cerro de Ameca, hasta la Tetilla. Y cada hacienda tenía su lugarzón grande. Yo me acuerdo que en mi rancho, ¿verdad?, cuando pasaban parvadas de vacas de un solo color, mermejas, otras de puras negras, otras de puras pintas, otra de pura y caballos y yeguas de la hacienda, pues de la Hacienda de la Higuera. Cuando yo me… Fue poquita historia, fue en el 1900, como [19]44 cuando se estaba acabando la… cuando Estados Unidos necesitaban este gente, ¿verdad? Entonces a los ingenios, a la gente sindicalizada cuando paraban de trabajar, les daban la oportunidad que vinieran de braceros a trabajar a esta parte, sí.
AA: ¿Cómo se entera usted?
AM: Cuando volvieron esas gentes para atrás, me empezaron a platicar. Decía un señor, fíjate que suelos duros, este fue de los duros y en Estados Unidos hasta había cemento y todo eso, pues estaba suelos duros decían. Bueno, este...
AA: ¿Querían decir que estaba pavimentado?
AM: Sí, esos eran los suelos. Y entonces se vienen los primeros sindicalizados de Ameca, oiga, de braceros. Cuando regresan, ya empezaron a platicar, ¿verdad?, cómo estaba por acá y luego se vino un día...
AA: ¿Qué decían?
AM: Pues...
AA: ¿Qué platicaban?
AM: Platicaban de que aquí la gente que vivía en este país, ¿verdad?, no tenía mucha necesidad. Pues tenía trabajo para trabajar, ¿verdad? Y el que trabajaba tenía comida y tenía todo.
AA: Se vivía a gusto.
AM: Sí.
AA: Se vivía bien.
AM: Se vivía más o menos bien. Y entonces pasó esa temporada y pasó otra y no se vino o no, se vino un amigo mío, ¿verdad?, que era un, yo soy arriero, era arriero, yo tenía mis burros, tirar la leña y traer leñita. Ya cuando fuimos de la hacienda para El Magistral, en dos días, muchacha, yo tenía tres burros. Un día me iba yo y cortaba la leña y la arreglaba en la tarde. Y otro día me venía Ameca a vender tres cargas de leña, ¿sabes a cómo nos pagaban la leña? A $0.35 centavos la cargada de leña, $1 peso plata con $0.05 centavos, me ganaba en dos días mis burritos yo. Pero ya por eso a mi padre y a mi madre ya le llevaba yo piloncillos, entonces le decíamos al piloncillo panocha, ¿verdad? Y azúcar y echábamos dos viajes por semana con mis burritos.
AA: ¿Usted le ayudaba a su papá?
AM: Sí, yo por...
AA: ¿Cuántos fueron de familia?
AM: Fui muy independiente yo de mi casa y mi papá me quería poner a trabajar, no, yo me iba pa otro lado a trabajar. Y entonces vino ese amigo mío porque un tío de él era policía en Mexicali y lo trajo para acá. Y ya se pasó él de mojado, no, no de alambre, como decimos en Mexicali. Y cuando regresó, él era compañero mío, era de la leña y me platicó: “No, oye, vámonos pa allá”, dice. Y ahí me anda y ya y me animó. Y ya a mi nombre, no me dejaban venir y...
AA: ¿Qué esperaba usted al cruzar? ¿Cómo se imaginaba Estados Unidos?
AM: Pues no, yo me imaginaba un lugar como todos, ¿ve? No me lo imaginaba. Cuando ya llegamos a Mexicali, ¿verdad?, este muchacho… Yo vine con pantalón prestado, muchacha, unos zapatos que me dieron también, una camisita, el amigo ese a mí me regaló un pantalón y me dio una camisa como de ante no pues y un pantaloncito azul, yo me acuerdo de mi pantalón. El día que pasamos, ese día vamos, él ya había trabajado en este lado y decía, temporada… Pasamos en la noche, estaba refácil ahí en Mexicali, nos cruzamos ahí una, un río de aguas negras que pasa ahí y lo cruzamos y...
AA: ¿Entonces no hubo esa vez, no se contrató usted?
AM: No, ese año no me contraté. No, fue hasta otro año ya cuando me contraté. Ese año pasamos y trabajé yo, fíjate, trabajamos. Él ya había trabajado con un filipino que se llama Lorenzo Manuel. Ese filipino me dijo: “Mira, Alberto”, dice, “yo tengo trabajo y comida y onde vivas”, dice, “pero centavos, pues no te voy a pagar. Yo si me da mi cosecha, te pago”. Yo dije: “Ah, pos, ¿qué tiene?”. Y me puse a trabajar con él, fíjate.
AA: ¿Cuántos años tenía usted?
AM: He de haber tenido yo alrededor de unos dieciséis años, por ahí. Por ahí, dieciséis, diecisiete años. Yo, pos él me daba comida y me daban, a veces me daban mis $20 pesos, $20 dólares y esos los mandaba a mis padres, hasta Ameca.
AA: ¿Cómo lo mandaba?
AM: El me los mandaba por money order, ey. Y el siguiente año, ¿verdad?, cual va siendo mi sorpresa, ese filipino se le va dando buen tomate y lechuga y se le dio bueno y cuando se termina la cosecha, todo el hombre, todo me pagó. Si tú vieras la cosa que hice yo… Salgo a Mexicali ya cuando se acabó la cosecha y pues fui al banco y que cambié el dinero, muchacha, en el cotón, que yo traía puesto en mi camisa, ahí me llevé de… Así agarré el tren y me fui. De milagro no me mataron, me robaron. Cuando yo iba allá, no, pues entonces iba, ya compré una vaca, compré dos caballos, compré otro burro y nombre y ya pa entonces ya había comprado maíz en mi tierra al tiempo. Ahí se compraba maíz al tiempo, le di frijol y todo eso.
AA: Al temporal que le llaman.
AM: Al temporal y el siguiente año ya este, nos venimos de vuelta y entonces sí, empecé yo a trabajar con un señor que se llamaba Lupe Delgado, era el mayordomo grande del señor Joe Belson.
AA: ¿Ahí ya venía usted contratado?
AM: No, ahí fue la primera vez. Trabajamos ahí como unos dos meses cuando él, dijeron: “Los fulanos, zutanos, súbanse al troque, vamos al [El] Centro”, dice. En El Centro nos dieron un papelito, ¿verdad?, en El Centro, California. Y: “Ya súbanse al troque ahorita”. Antes no nos llevó allá en troque, todos parados ahí. Llegamos a Caléxico, dice: “Miren, vamos a darles permisos para que trabajen”. “Sí, sí”. Dice: “Son contratos”, dice, “porque la gente ya allá la están contratando, entonces nomás”, dice, “nos paramos en… Paró en Caléxico, dice: “Llegan ustedes a la orilla de la línea como hacerle así y pisen afuera”, dicen, “el suelo mexicano y den la vuelta pa atrás”. Así lo hicimos. Cuando pisamos y ya nos trajo para El Centro, California. Había un señor que se llamaba Delfino, era encargado del centro donde se llevaban todos los braceros y toda la cosa, ¿verdá? No, pos ahí ya nos… Una señorita como tú, nos hicieron papeles y nos tomaron nuestros datos y nos dieron una tarjeta con nuestro retrato.
AA: Como identificación.
AM: Como identificación. Y ese era por si tú eras buen trabajador y no eras latoso, te lo renovaban. Ahí nos los dieron por seis meses, sí.
AA: ¿Era como un contrato por seis meses?
AM: Contrato por seis meses.
AA: Y, ¿a dónde se lo llevaron a trabajar?
AM: Con él, para Holtville, con el Joe Benson. Y se me terminó ese, ¿verdad?, y yo regresé pa mi tierra y volví. Cuando volví de vuelta, volví con él a trabajar.
AA: Y, ¿por dónde cruzaba?
AM: Ahí por Caléxico está muy fácil, entonces muy fácil.
AA: ¿No le tocó usted ir a algún centro de contratación en México?
AM: En seguida, en seguida ya después fue Lupe Delgado, ¿verdad?, y nos pasó por la línea, ¿verdá?, y ya cuando nos dieron los contratos. Ya después como dos, tres veces me contraté ahí en El Centro, California. Después cuando en Mexicali fue gobernador Braulio Maldonado, puso un centro de trabajo, ¿verdad? Íbamos allá pa la, no me acuerdo cómo se llama esa escuela y nos apuntábamos, ¿verdad? Y nos mandaron una vez a Hermosillo y esa vez no me tocó contratarme y me...
AA: Cuando iban a esa vez a Hermosillo, ¿qué le pedían?, ¿por qué dice que no le tocó contratarse?
AM: Porque venía gente de todo el país a contratarse ahí y no nos tocó a nosotros.
AA: ¿Cuánta gente habría ahí?
AM: Muchacha, había como unos cinco, seis, siete mil personas habíamos ahí.
AA: Y, ¿qué hacía la gente?
AM: Pues el que tenía dinerito, pues comía, el que no, pues a ver cómo comíamos.
AA: ¿Cuánto tenían que esperar?
AM: La otra vez, esa vez yo no me contraté y me vine yo de, pos de raite [ride], a como puede me vine hasta Mexicali de vuelta. Y otra vez nos mandaron para Empalme, pero entonces ya iba yo en una lista, ¿verdad?, qué nos dio el Gobierno de Baja California, ¿verdad? Y como el, como en veinte días me tocó a mí, ya me hablaron en la mañana.
AA: ¿Qué hacían durante veinte días ahí?
AM: Pues...
AA: Esperar.
AM: Esperar, mija, íbamos al mar, o andábamos ahí por las calles en Empalme. Ya cuando nos hablaron, ¿verdad? Entonces una lista y llegaron como dos buses esa vez ahí. Pero al hablarnos, ¿verdad?, nos hacían preguntas.
AA: ¿Qué tipo de preguntas les hacían?
AM: “¿Ónde nacites?, ¿en qué trabajabas?, y, ¿qué es lo que haces?”. Y todo, toda esa clase de preguntas. De ahí nos subieron a los buses y nos mandaron hasta Mexicali.
AA: Volviendo un poco a Empalme, ¿cómo eran esos centros de contratación?
AM: Los centros de contratación de Empalme, había así de gente, había un… Los Estados Unidos tenían un lugar donde mandaban, de aquí mandaban doctores, de aquí mandaban personas entrevistadoras y gentes que tomaban, tenían oficinas grandes ahí en Empalme.
AA: ¿Eran americanos todos los que les hacían los exámenes y tomaban los datos?
AM: Algunos, algunos eran mexicanos, pero casi eran pochos, muchachas, sí, muchachos, ¿vedá?, nacidos aquí que sabían inglés y español.
AA: ¿Les hacían exámenes médicos?
AM: No te imaginas que, allá ya cuando te tocaba, te daban una limpieza, pero hablando porque perdón tú, nos desvestían completamente muchacha y nos esprayaban.
AA: ¿Con qué los…?
AM: Como ahora esprayamos las matas con polvo. No sé qué nos echarían.
AA: Y, ¿para qué era eso?
AM: Pos que pa desinfectarnos.
AA: ¿A todos los metían en un...?
AM: A todos.
AA: ¿Cuarto?, o, ¿cómo le hacían?
AM: A todo el que ya contrataban lo metían para allá y ahí se...
AA: Les quitaban la ropa y los metían a un cuarto.
AM: Sí, por un cuarto. Por una puerta te metían y ya estaban los dos, tres de ellos, y ya salías y ya entraba otro y era una línea y ya nos mandaban hasta Caléxico y al...
AA: ¿En qué los mandaban, en camión?
AM: En buses.
AA: ¿Quién pagaba todo eso?
AM: ¿Mande?
AA: ¿Quién pagaba eso?
AM: Ya era por cuenta del Departamento de Agricultura de Estados Unidos. Y en, al pasar a Caléxico, pasamos una línea, ¿verdad?, de todos los trabajadores y al pasar así, ¿verdad?, había otro cuarto igual, otros cuartos iguales como los que teníamos allá. Ahí tenían que desinfectarnos de vuelta.
AA: ¿Otra vez?
AM: Otra vez, sí, puros...
AA: ¿Qué les hacían, lo mismo?
AM: Mira muchacha, nos quitamos toda la ropa y hablando con perdón tuyo, nos inclinaban y nos esprayaban hasta nuestras partes privadas para que si traíamos piojos, o que si traías almorranas, no pasabas.
AA: ¿Le tocó ver que alguno de sus compañeros lo regresaban?
AM: Algunos los regresaban, pero ya los regresaban ya del centro o ya después. La Asociación de rancheros tenía una parte, ¿verdad?, donde todos nos traían a La Asociación de rancheros y ahí nos hacían, nos hacían otro. Ahí sí ya en cuanto llegamos, ¿verdad?, hasta al agua, a bañarse, ey. Pero fue cuando...
AA: Para quitarse el desinfectante.
AM: Pero la misma ropa mija, no nos daban ropa. Y entonces ahí ya nos encorralaban en barracas. Y como hacía yo con mis chivas, en barracas, ¿verdad? Y ya otro día ahí ya va un ranchero con este… Necesitaba veinte, treinta, cuarenta, cincuenta y ya sacaba: “Fulano, zutano, mengano y tú te vas con fulano y tú te vas con zutano”. Y quince, veinte o treinta, o según los que tuviera, que el ranchero, ¿verdad? Ya nos mandaban con el ranchero. De ahí una vez a mí me mandaron para, a piscar naranja al condado de Orange. Estuve en Santa Ana yo, porque me mandaron a, me mandaron en buses también. Acá nos trajeron a unas barracas de donde tenían este, soldados o presos del… Entonces fue en Santa Ana donde nos mandaron. Ahí estuve como por unos, mientras se acabó la corrida de la pisca de la naranja.
AA: ¿Cuántas personas contrataron ahí?
AM: Le digo que eran bastantes, no sé yo.
AA: Y, ¿cómo vivían?, ¿todos en una barraca?
AM: En una barraca vivíamos como seis o siete personas y había ocho o diez, según la barraca estaba grande, pero eran camitas de lona donde vivíamos.
AA: Y, ¿estaban amuebladas, tenían las camitas, baños, cocina?
AM: Si querías bañarte, tenías que ir donde estaba el baño lejecitos y si querías bañarte, también los baños eran baños para todos.
AA: Comunes, de comunidad.
AM: Sí, todos en comunión, sí.
AA: Para comer, ¿cómo le hacían?
AM: Tenían borde.
AA: ¿Ustedes pagaban?
AM: Nos descontaban de lo que ganábamos. Había una compañía en Estados Unidos que se llama la England, esa compañía era la que tenía el control de darles comida a los braceros y esa nos daba una comida, poquito, poquito, un birote y frijoles y...
AA: ¿Eso era todo lo que comían?
AM: Pues un, yo creo que es de lo que les sobraba en las carnicerías, ¿verdad? Había unos, nos cocían caldos y nos daban pellejitos, carnitas, nos daban, o carne molida.
AA: Pero nada rico.
AM: No, pos pa nosotros era rico, veníamos con hambre, era rico. Y después estuve de ahí de Santa Ana me mandaron a Carpintería a piscar limón.
AA: ¿Cómo es la pisca del limón?
AM: La pisca del limón, tú tienes que traer guantes porque el limón tiene mucha espina, ¿verdá? Tienes que darle dos tijerazos, esos...
AA: ¿Ellos les daban?, ¿los patrones les daban el equipo?, ¿le daban los guantes y las tijeras?
AM: Sí, pero nos los descontaban. Tú tenías que pagarle, ahí te rebajaban por si los perdías tenías que pagarlos, ¿verdá? Al limón le das un tijerazo punta arriba y otro pegadito pa que no le tumbes el, la cabecita pa que no se friegue. Y pues estaba yo ahí cuando murió mi padre, y me regresé yo para mi tierra. Fue el [19]49 me parece. Me fui para mi tierra y en el año siguiente me volví a venir de vuelta, el [19]50.
AA: ¿Usted estaba soltero todavía?
AM: Entonces sí estaba soltero. Ya en otra contratada fue cuando, mi señora también es de mi tierra y yo la conocí desde chiquita a ella. Nos conocemos, tenemos cincuenta y cuatro años de casado con esta mujer, tengo yo y con la misma mujer, fíjate. Y entonces ya cuando me volví a contratar ahí con el mismo Benson, con Lupe Delgado, ¿verdad?, ahí fue ya cuando yo contratado metí a mi vieja de mojada de… Y ahí se concibió mi primer hijo, pero no, no nació aquí, el primero no nació [aquí]. Seis hijos míos nacieron en Mexicali, la última en la… Dos nacieron en [Colonia] Dieguinos y cuatro nacieron en Mexicali y una nació aquí en Estados Unidos ya, aquí nació en Estados Unidos.
AA: Y, ¿qué hacía en este último pueblo, también en la pisca del limón?
AM: ¿En dónde?
AA: Con Lupe Delgado.
AM: No, allí desahijamos betabel, lechuga, cebo[lla], limpiamos cebolla, todo lo que se originaba ahí, ¿verdad?
AA: ¿Cuál fue el trabajo más pesado que le tocó a usted?
AM: Bueno, yo como fui campesino, trabajador del campo, pues yo estaba joven los trabajos. Yo fui lechuguero al último por trece años, por trece años yo corté y empaqué lechuga y pero en este país todavía yo estuve también de bracero con una compañía que era, ¿cómo se llamaba? Una compañía de Brawley, me tocó tapear betabel. En la tarde nos llevaban a tapear el betabel y en la mañana a cargarlo. Todavía a mí me tocó tapear betabel en ese entonces. Y los sábados y domingos pa no estar deoquis nos mandaban a hacer cercos que para un ganado que tenían, ¿verdá?, clavan, clavan los...
AA: ¿No tenían días libres?
AM: Pues no.
AA: ¿Trabajan los siete días de la semana?
AM: Sí, sí.
AA: Y, ¿cómo les pagaban?, ¿a cuánto les pagaban?
AM: Fíjate que no me acuerdo si $0.80 centavos la hora nos pagaban, ¿verdad?
AA: ¿Cuántas horas al día trabajaban?
AM: Pos yo trabajé con un alemán, me da vergüenza decírtelo. Desde que el sol salía muchacha, era el reloj, sol saliente, cuando el sol se metía, por $1 dólar.
AA: ¿Al día?
AM: Al día. Por $1 dólar al día.
AA: ¿Qué estaba haciendo con este alemán?
AM: Ese señor estaba él en un terreno en un lado de Yuma, ¿verdad? Donde pasaba el río, él tenía un terreno muy grande y pos yo, como yo y otros dos compañeros míos, ¿verdad?, arrieros, buenos pa hacer leña y pal hacha, nos daba un gringo una pala y un hacha pa sacar árboles y ahí a trabajar.
AA: ¿Ahí estaba todo el día?
AM: Sí, todo el día. Ahí en, ¿quién tenía reloj, nadie? Cuando el sol salía, tenías que estar allá, cuando el sol se metía, tienes que irte a dormir.
AA: ¿Ahí no estaba usted contratado?
AM: No, ahí estaba yo.
AA: Ahí se había ido por su lado.
AM: Pero los contratamos, también yo trabajé de contratado con las Broadchurch(??) Ahí tenemos un mayordomo que acababa de venir del Ejército, dos eran, el señor González y el señor Machuca. Nos trataban a los braceros pior que a los soldados del Ejército, mija.
AA: ¿Qué les hacían?
AM: Mira, en la mañana tú tenías, cuando las campanas sonaban, tenías que irte a almorzar porque si no, si no estaban listo, te ibas sin almorzar. Comías tu huevito que te daban con aceite o no sé qué y llegaban y en la mañana te ponían a hacer línea, si íbamos a desahijar, te iban dando por número tu azadón. Y ya después como subía cortador de lechuga, ¿verdad?, a cada quien en la mañana les daban su cuchillo, pero si lo perdías tenías que pagarlo y en, cuando íbamos a comer, cuando llegaba el de la comida, si tú sabías, tenías que irte por en medio del surco, si el mayordomo miraba que tú pisabas arriba en medio de los dos, el mío era de lechuga y pisabas una lechuga, con eso bastaba de eso pa que te corrieran, sí, o te pegaban una regañada de poquitas.
AA: ¿A golpes?
AM: No, no golpes no, no. No, pero con palabras, te avergonzaban: “Pues que eres un animal. Que no te dijimos que te vengas por abajo del surco”. Hubo ocasiones cuando andaban cortando lechuga que, llueve poco en Valle Imperial, ¿verdad? Pero cuando llovía, o estaba muy mojado el field, decía, le decía González a Machuca, dice: “Ponlos fila india”. Fila india, mujer, cortábamos y empacábamos la lechuga y después a cargarte una caja de lechuga a sacarla a la orilla pa que los troques no se atascaran y la sacábamos a la orilla para sacar la...
AA: ¿Se la iban pasando?, ¿iban pasando la caja?
AM: No, tenías que echártela al hombro, al lomo y te ibas con la caja hasta la orilla, la que te tocara. Si te tocaba cerquitas, pues cerquitas ibas, pero cuando te tocaba a la mitad del surco, ahí vas con tu caja a sacarla hasta la orilla. Eso nos…
AA: ¿Qué otras injusticias vio usted entre los mayordomos y los braceros?
AM: Es, mira, la Broadchurch(??), ese par de mayordomos y yo creo haber sido este, Mayor del Ejército y el otro un sargento. ¿Te imaginas cómo nos trataban? Tenían un señor, otro muchacho, nacido aquí, se llamaba German, en la orilla del camino, del field. Si tú te portabas cualquier cosita mal o no le hacías caso a Machuca, porque Machuca era el segundo de González, no te regañaba, te decía: “Mira, allá en la orilla te está esperando German, ve a ver a qué te quiere”. Llegabas tú al… el German estaba en la orilla con un picá [pick-up] de, con asientitos y pos qué clase de gente hay allá. Ya cuando German completa unos cuatro o cinco, no te decía nada, nomás te agarraba el picá [pick-up] y a El Centro, llegabas a La Asociación y ya le decían a Delfino: “Te traigo cinco”. “Ah, ta bueno”, dice. Y nos cambiaban por otros nomás.
AA: ¿A usted le tocó alguna vez que lo cambiaran?
AM: Fíjate que no, no.
AA: Bueno y, ¿no los dejaban ni agarrar sus pertenecías para llevárselas?
AM: ¿Cuáles? Si tu azadón ahí tenías que dejarlo, si no, te lo cobraban.
AA: ¿No tenían ropa o cosas en su cuarto?
AM: No, no, sí, era en el field cuando andábamos trabajando, eso pasaba en el trabajo.
AA: Sí pero, tenían, se los llevaban a otros campos, ¿no?
AM: Sí, el nuevo patrón ya te llevaba...
AA: Las cosas que tenían.
AM: A agarrar tus cosas.
AA: Cuando se venían de México, ¿los dejaban llevar artículos personales?
AM: Nos dejaban llevar nuestra ropita, tu pantalón, tus zapatos, tu cachuchita o tu… O pues no, no alcanzaba pa tejana, pues, ¿cómo? Y ése lo que hacía en la Broadchurch(??), ora cuando ya cortaba lechuga yo no, pos ya éramos, la Broadchurch(??) tenía cuatro divisiones de cortadores de lechuga. En las divisiones mía, ¿verdad?, había cuatro cuadrillas y en otro otras cuatro, otras cuatro. Ésa con esas cuatro divisiones, si tú eras buena pa trabajar, te iban cambiando de… “O tú eres bueno te vas a la cuadrilla fulana”. Y si no lo hacías, la última era los desahijadores y los limpiadores porque no lo hacían cortando lechuga. Ahí yo llegué a… digo, malo está que te lo diga, estaba muy nuevo yo. Yo llegué a la primer cuadrilla en la Broadchurch(??), fue donde González me escogió para traerme pa Salinas. Allí pasaba el González en la mañana decía: “La cuadrilla fulana ayer”, dice, “hicieron tantas cajas por persona”, dice, “tienen tantos minutos de más en… Y ellos nos pagaban, ya no me acuerdo a cuánto nos pagaban la hora. No, pues nos los aumentaban en poquito ahí.
AA: ¿Por minutos?, ¿les daban minutos extras?
AM: No, no te daban dinerito extra. Y entonces yo me acuerdo que decían: “La cuadrilla número uno”. Fíjate lo que nos hacían hacer, entre tres personas, entre tres cortadores, cortábamos lo que se nombra un carro del tren, de cajas de lechuga. Un carro del tren agarraba trescientas, trescientas cuarenta, me parece, cajas. Eso es lo que hacíamos.
AA: ¿Entre tres personas?
AM: Entre tres personas.
AA: ¿En cuánto tiempo?, ¿al día?
AM: Pues hay veces que en ocho horas, a veces en nueve, a veces menos. Porque nos daban fields de lechuga buena, íbamos ahí echando limpia del field, nombre, nos mandaban, dice: “Ustedes número uno, tiene $1 peso arriba de su sueldo del día de ayer y los demás $0.75, otros $0.50, otros una peseta”. Fíjate, para hacernos trabajar.
AA: Eran como incentivos, ¿no?
AM: Ahí no eres dueña tú de tu cuchillo para cortar. Me acuerdo una vez que me tocó un cuchillo muy bueno, dije yo: “Con este yo de dos cuchilladas me, o de uno me echaba mi lechuga y me... Yo salí bueno para cortar lechuga, yo salí bueno. Poquito, porque yo no era, no fui vicioso, no fui tomador, no fui fumador, no fui nada y yo tenía fuerzas para trabajar. Esa vez me tocó un cuchillo muy bueno, digo yo: A ver si lo guardo, pa que me toque mañana. Con este trabajé reagusto este día”. Y me lo encajé en la cintura. Ándale, pos el que lo recogía dice que le dijo: “González, falta un cuchillo”. Pos nos tuvieron que bajar a toda la gente del troque para esculcarnos, pero: “No”, dije yo, “Padre Santo, me van a correr aquí”. Entonces yo sin que nadie se diera cuenta lo, me lo quité y lo aventé por debajo de… Eran los asientos de palo de los troques, ¿verda?, y lo aventé debajo de mi asiento. Y cuando bajaron toda la gente y no, pues nadie trae el cuchillo. “Súbete al troque a buscar ese cuchillo”. Se subieron al troque y ya lo hallaron, pos que nadien dijo, yo tampoco, pos yo de plano, yo tenía, dije: “Me van a correr”. Y sí me hubieran corrido.
AA: No, sí.
AM: Y entonces...
AA: ¿Alguna vez no vio usted que hubiera autoridades mexicanas que fueran a revisar cómo los estaban tratando en los campos?
AM: Venía el cónsul de México, venía el representante, pero les hacían fiestas a él, le hacían buenas comidas, lo llevaban a restaurantes y con nosotros...
AA: Nada.
AM: Nunca se paraban mujer, nunca.
AA: En realidad nunca fue entonces a revisar qué trato les daban los patrones.
AM: No fue.
AA: Y, ¿La Migra?
AM: Bueno, La Migra como éramos braceros no se paraba ahí.
AA: ¿Nunca fue?
AM: No, donde andaban los braceros no, casi no iba. Porque ella nomás llegaba y le preguntaba al mayordomo. “Puro bracero, aquí no”.
AA: Y los mayordomos, ¿no llegaron a contratar algún ilegal mientras había puros braceros?
AM: Eso ve tú a saber.
AA: ¿Nadie sabía?
AM: Sí, nadie sabíamos nada. Nadie sabíamos nada como… Ya te digo, esa vez desde ese, de allá del cuchillo y no se le caía al hombre, y: “¿Quién escondería ese cuchillo?, y, ¿quién lo escondería?”. Y todos los días nos revisaban y yo dije ese cuchillo, estaba muy bueno pa… Y no tenías tú ni siquiera el derecho de afinar tu cuchillo o tu azadón.
AA: ¿Por qué no?
AM: Había una persona, una pura afilada le daban a tu azadón y no le volvían a dar otra en días. Y una pura afilada le daban a tu cuchillo, tenías que cuidarlo. Y no le daban otra en el día, así es que querían la lechuga bien cortadita pues, bien y el cuchillo a veces sin filo, tenías que cuidarlo.
AA: Y, ¿no era peligroso que anduvieran todos con cuchillos?
AM: Pura gente trabajadora, puros campesinos, puros…
AA: ¿Cómo se llevaban entre ustedes con los compañeros?
AM: Pos al menos yo tenía dificultades a veces. Que por los surcos y por eso, pero no que peleábamos y eso no, yo no me acuerdo. Yo nunca he sido peleonero, no.
AA: ¿No le tocó ver que se pelearan?
AM: Con los cuchillos no, ni con los azadones tampoco.
AA: Y entre sus compañeros de cuarto, ¿cómo se llevaba?, ¿cómo se revisaban?
AM: No, no, ahí sí, ahí sí había… Porque había muchos que no, que no se bañaban, ¡híjole!, y era un olor tremendo a veces, ey. Y luego sin ropa para cambiarte ni nada. Yo me acuerdo que yo lavaba mis trapitos y los ponía debajo de, te daban tu camita y un colchoncito con su surrocito el colchón, ¿verdad? Y yo lo ponía debajo de mi colchón pa plancharlo cuando menos una vez por semana, pero ya lo lavaba y va.
AA: Y, ¿dónde lavaban?
AM: Onde nos bañábamos, ahí mismo. El agua corriendo y tú bañando y tu lavando tu ropa, quitándole cuando menos el sudor a la ropa.
AA: ¿Nunca se llegó a enfermar mientras estaba trabajando?
AM: He sido muy bueno y sano, pero sí, sí me llegué a enfermar así como de gripa y he tenido yo este, me hacían… Poco mal una frase, ¿cómo diría?, que yo era, muy estreñido, ¿verdá? Y sufría yo por mi estómago porque me estreñía yo de...
AA: ¿Alguna vez lo tuvieron que llevar a algún hospital o que tuviera atención médica?
AM: Al hospital no. Con el doctor, sí. Sí, sí había revisiones a veces y nos mandaban así con el doctor.
AA: ¿Quién se hacía cargo de todo eso?
AM: El patrón, el mayordomo, ya mandaban a una persona a que lo llevaran a uno al doctor.
AA: ¿Cuáles eran las quejas más comunes entre ustedes?, ¿se quejaban por el trabajo muy pesado, por la comida?
AM: Nos ponían a...
AA: Por el salario. ¿Qué les molestaba?
AM: Mira, casi casi nos hacían este, como decimos ahí en el Terre(??), eran pichicatos para todo, para la comida, para… Eso sí pa darnos trabajo, eran tremendos. Ahí tenías que trabajar como si te quedabas atrás del surco te daban un raitecito y si no lo hacías, te daban una regañada. Tienes que trabajar igual que todos, al parejito todos, mira, desahijando. Y pa carpear melón, pa la sandía, para todito tenías que… Entonces carpeábamos las matas en el Valle Imperial porque se helan, ¿verdad?, el melón y la sandía.
AA: ¿Que podían hacer si no le gustaba el trabajo?
AM: Pues te cambiaban pa otro, mija.
AA: Pero si a usted no le gustaba el trabajo que estaba haciendo, ¿tenía oportunidad de pedir un cambio con otro patrón?
AM: Pues sí, sí, pero ya el patrón a donde ibas, te daba un historial como te da el médico ahorita este, persona se trata así, habla así y...
AA: ¿Le hacían unos reportes?
AM: Sí, te daban el reporte y ya tú ibas recomendado que no eras persona...
AA: Buena para trabajar.
AM: Bueno para… Eras muy contestón o muy malcriado o muy huevón o, y...
AA: ¿Encontró algún tipo de discriminación hacia ustedes por parte de, no sé, autoridades americanas o de los mismos patrones?
AM: Discriminación muy grande no le encontré yo. Andaba un poco en lugar, yo. Era muy respetador de las personas, ¿verdad? Yo siempre, pos no humilde, ¿verdad?, pero este, yo he sido muy rebelde, pero sí, cuando me mandaba yo lo hacía. Yo fui bracero especial porque...
AA: ¿De qué se trataban esos braceros especiales?
AM: Mira, cuando tú no cumplías bien con tu contrato, con tu trabajo… ya me hicieron entrega el único que tengo, nos dieron una miquita, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, nos dieron una miquita en 1954 o [19]55. Con esa miquita sí, ya nos avisaba el patrón, ¿verdad? Y nos íbamos a presentar a San Luis Río Colorado, Sonora y ya ahí nomás salía el mayordomo, nos daba un papelito. Los presentamos en San Luis y un bus nos estaba esperando, pal pasaje, pero éramos los, nos decían barberos, no señor, no barberos.
AA: Braceros especiales.
AM: Los braceros especiales y nos traían a El centro y ahí nos hacían nuestro contrato y ya nos mandaban con nuestro patrón.
AA: ¿Cuánto duraban los contratos?
AM: Seis meses, o seis, o tres, según. El primer contrato era por tres y si eras buen trabajador te lo renovaban y si no, te entregaban y pedían otro. Llegaban nomás: “Te voy a dar cinco, Virginio, dame otros cinco, cámbiamelos”.
AA: Como si fueran…
AM: Sí, como cambiar...
AA: ¿Qué hacían cuando se acababa el contrato, se regresaban a México?
AM: Yo sí me… Si no había este, cuando se acabara el contrato o el trabajo con un patrón, el patrón te entregaba a La Asociación, ahí había otros patrones que te necesitaban y ahí te mandaban, te mandaban. Y si no había trabajo en ningún lado, entonces pos te ibas para México.
AA: ¿A usted le tocó regresarse a México?
AM: Sí.
AA: ¿Cómo fue la vida en México después de ser bracero?
AM: Bueno, ya íbamos con centavitos y ya la vida allá la vida ya era diferente, sí.
AA: ¿Qué notaba usted de diferente?, ¿se vivía mejor?
AM: Pues se vivía igual, se trabajaba igual allá.
AA: ¿En qué trabajaba?
AM: No te digo, después yo ya, íbamos a un pueblo que se llama Aquila, y allá nos rentaban una yunta de bueyes, ¿verdad?, para arar las tierras, un señor que se apellida Holguín, le pagábamos trece tolitos de maíz al año o por la temporada, por buey, ¿verdad? Y con ese arábamos. Y yo sembraba maíz y frijol y pos la mantequita de un puerquito que engordabas, ¿verdad?, le sacabas a mantequita y la guardabas.
AA: ¿De eso vivían, de eso se mantenían?
AM: De eso, sí.
AA: ¿Qué fue lo que le hizo regresar a Estados Unidos para quedarse ahora?, ¿por qué prefirió vivir en Estados Unidos?
AM: Yo preferí vivir, me vine para la Baja California, entonces ya ahí mi señora, también se vino a Nogales la familia de ella y ahí nos juntamos. Yo me quise, ella se fue conmigo, porque ya éramos novios desde mi tierra y entonces me quise que, pues me exigieron que me iba a casar y yo también dije me voy a casar. Pero como yo no tenía la cartilla de los dieciocho años, ¿verdad? Todavía no los estaba, los andaba cumpliendo yo. Era requerido que yo marchara para agarrar mi cartilla, si no, no.
AA: No se podía casar.
AM: No me podía casar. Fue cuando me metí de… Entonces ya no, hubo una temporadita que no fui bracero. Entonces brincaba yo a trabajar y me echaba La Migra pa juera y me echaba La Migra pa juera y me echaba y me echaba. Una de las ocasiones me agarré en Yuma y me vine en el tren hasta el Indio y me tuvieron en el corralón como por una semana. Me iban a mandar para Guanajuato y dije yo: “Pues, ¿qué voy a hacer allá?”. Pero entonces yo ya tenía mi vieja con el primer hijo que iba a tener, ya estaba panzoncita. Le dije a un compañero: “Le dices cuando salgas, que venga aquí a la línea, que sí es cierto que yo tengo mujer”. No estaba casado, pero yo todavía no marchaba.
AA: ¿Tenía responsabilidades?
AM: Sí. Y vino ella a la línea y le dijeron: “No” dice, “tú no eres casado, está muy joven mi señora”, dice. Y yo allá: “Le preguntamos a Alberto allá y dice que él no conoce a la… Igual me dijeron a mí, dice: “Fue una muchacha así”, dice, “pero no es tu esposa, ¿verdad?”. “Sí, señor”, le dije, “y está esperando un niño”, le digo. “Ah”, dice, “y dices tú que vives en Mexicali”. “Sí”. Yo ahí rentaba un cuartito en Mexicali, pues que me van echando allí a Mexicali porque a toda la gente la mandaban por avión hasta Guanajuato. Y dije: “¿cómo me vengo desde allá?”.
AA: Ah, qué bueno que lo dejaron ir.
AM: Pero un emigrante mexicano me dijo: “Mira muchacho, ya te hemos agarrado algunas veces”. “Pues si nomás vengo a trabajar”. “No le hace”, dice, “piérdete o no entres por un tiempo”, dice, “porque si yo, óyeme”, me miró, “y si yo te vuelvo a agarrar, yo mismo”, dice, “te mando hasta Guanajuato”. Fue cuando yo me fui para [Colonia] Dieguinos, cuando Ernesto Escandón y ya fue nació mi primer hijo en [Colonia] Dieguinos y allá nació otro de mis hijos también, Alberto, en…
AA: ¿Dónde es Dieguinos?
AM: [Colonia] Dieguinos está antes de llegar a Algodones, como unos veinticuatro kilómetros antes de llegar a Algodones, sí. Ahí también en, don Juan Rubio se llamaba el hombre, pos yo ya la labor él ahí. Yo ahí, no fui muy bueno para piscar algodón, pero fíjate, me ganaba apenas $14 pesos plata, $15 todo el día piscando algodón.
AA: ¿Todo el día?
AM: Para mi mujer y mi muchachito ya. Y me las miraba yo negras. Entonces el hombre me dio, después de dio riego, ¿verdad? No, ya trabajaba veinticuatro horas derechas, entraba en la mañana y salía hasta otro día ahí.
AA: La calidad de vida no era igual.
AM: No, cocinábamos afuera, en bote cocinaba mi señora, ¿verdad? Y teníamos un bote para hacer la… No tenía ni estufa, nada. En bote ahí poníamos leña, el hombre nos prestaba un tráiler, íbamos algunos a traer leña y en la tarde la aparta. La cortábamos y ahí teníamos leña una semana, dos. ¿Nos estamos llevando mucho tiempo?
AA: No, está bien, está bien.
AM: Allá nacieron dos de mis hijos. Ya cuando, ya después fui y yo dije: “Vámonos para Mexicali”. Fue cuando me vine pa Mexicali y estaba la bolsa de trabajo en Mexicali, ¿verdad? Y ya me apunté y como a los veinte días me mandaron pa Empalme, sí.
AA: Otra vez a contratación.
AM: Otra vez, pero pa entonces muchacha, ya tenía dos niños yo. Y mi señora que revienta, como revienta de otro, pero me vengo para los, pa acá pa Yolo(??) que me toca se me hace y más bien me caía un billetito de $20 y yo lo guardaba y yo lo guardaba. Voy saliendo con $1,000 pesos y yo pos ahora me devuelvo a mi tierra. No qué, y salí y ya entré, dice mi señora, mi suegra y unas, era una señora que trabajaban en una zapaterías, en las Guadalajaras, en Mexicali. Me aconsejaron que no iba y compré una casita en $4,000 pesos en Mexicali, plata, ¿verdad? Y no era ni, no tenía ni papel la casita, era de un hombre que era plantado, ahí me pasó los… Y me puse a, me pusieron a vender este, zapatos de hombres. Yo me iba por los callejones pa que no me mirara la gente, tenía vergüenza de venderles. Pero entonces ya tenía casita y dice mi vieja que ya truena y que no truena y ya tenía yo mi miquita especial, ¿verdad?
AA: ¿Con esa regresó?
AM: No, estaba yo esperando que me llamaran de acá de Estados Unidos, pero mientras, yo mandé hacer mil adobes y yo me puse a pegarlos y mi vieja a darme adobes y hacer el lodo, pero ya que reventaba la pobrecita, eh. Hicimos dos cuartitos más ahí, una casita. Ya teníamos casa propia, bien jodidos, pero ya con casa propia, ey. Ándale pues, que me toca contratarme de vuelta.
AA: ¿A dónde se fue esta vez?
AM: Cállate la boca, fui por un mes con el Joe Bello a la zanahoria, pero salí muy malo.
AA: ¿Por qué?, ¿muy difícil?
AM: Pos no lo había hecho yo y yo ganaba muy poquito. Fui, me fui un día que, un día que yo lo miro al hombre. Yo dije: “Aquel es el Bello”. Y yo fui y le dije: “Señor Bello, yo tengo un patrón aquí. Usted es, si usted me hace favor, déjeme ir para allá con él”, le digo. Y él me deja salir pa Mexicali a comer y: “¿Cómo se llama tu patrón?”. “Se llama Edgar Dave”, le dije. “Ta bueno muchacho”. Y me dieron el cambio. Como a la semana me dieron pa ponerle en el… el Edgar Dave. No, pos allá sí ya salía yo para Mexicali a comer y la fregada y...
AA: Bueno señor...
AM: Ya te la hice muy larga, ¿verdad?
AA: No, no, no. Sí le quiero hacer otras preguntas ya para terminar la entrevista. Quisiera que me comentara, el término bracero, ¿qué significa para usted?
AM: Brace[ro], el término bracero, yo lo entendí ahora últimamente que fue una contribución, ¿verdad?, de nuestro Gobierno al Gobierno de los Estados Unidos porque en aquel entonces aquí hubo falta de mano de obra. Todos los hombres los mandaron a la guerra, se fueron a la guerra, casi todos, ¿verdad? Entonces quedaban mujeres solas por donde quiera, ¿verdad? Y iban las mujeres con sus hijos a trabajar a veces al campo y fue cuando Estados Unidos pidió la ayuda a México, ¿verdad?, para que vinieran los braceros. Nos vinimos nosotros a levantar aquel caudal de trabajo que había en este país, ¿verdad?, y...
AA: Que nadie lo podía hacer.
AM: Y fue cuando ya hubo bastante comida, porque veníamos pura gente trabajadora, pura gente trabajadora.
AA: ¿Cómo se siente usted que lo llamen bracero?
AM: A mí no me da vergüenza. A mí me da orgullo porque fue de esa manera como yo vine a este país, y yo te hablo con toda la verdad, yo fui honesto en mi trabajo, en mi casa, con mis hijos. Aquí después ese Edgar Dave me dio las cartas para que yo arreglara migración. Después el mismo Edgar Dave, como a los dos, tres años, me dio las cartas para arreglar a mis hijos, ya tenía seis hijos yo. En Mexicali, no tuve una silla para que en las escuelas se sentaran mis hijos. Porque yo era panista y lo soy todavía. Y el PRI (Partido Revolucionario Institucional), era el señor PRI. Yo les compré sillitas a mis hijos de, y se iban con su sillita en el lomito todo el día a la escuela de Elsa Arreola, a la escuela mis hijos. Y yo miraba que mi padre bendito y aquí miraba que tirábamos tomate, lechuga y naranja. Sí, Padre Bendito, dame licencia de pasar a Estados Unidos y nomás que nos paremos en un field, en donde haya piscado, me paro con mis hijos y ahí voy a tener comida digna, pues yo ya sabía que me daban comida. Muchacha, voy pasando, tuve una suerte, hice la aplicación en Tijuana para mis hijos. Va mi mujer a la primera entrevista a Tijuana y les cayó tan bien al cónsul, mi familia, ese hombre le dijo: “Mira, para la otra vez, nomás ven con dos hijos, ya no vengas con todos”. Porque fue con toda la [familia], los niños.
AA: Con toda la familia.
AM: Sí, con todos. Pues en la otra vez que fue mi señora, al tiempecito, dos, tres meses y ya le dieron las, ya le dieron las micas. Y en ese tiempo le quitaban el pasaporte local para que este, recogerlo en el Gobierno. Dijo el cónsul: “Tenga señora pa que vaya a Caléxico a comprarles comida a sus hijos. ¿Cuándo viene su esposo?”. “No”, dijo, “si él viene cada dos, tres meses”. Yo trabajaba con al Almiral Company aquí en Salinas, en Soledad. Y este, ándale que me voy arreglando toda mi familia, toda mi familia. Nomás pasé para acá, aquí hubo asientos en las escuelas para todos mis hijos. Aquí hubo comida para mis hijos.
AA: ¿Se podría decir en general los pensamientos que usted tiene hacia el Programa Bracero han sido positivos?
AM: Bueno, para mí fue un escalón para poder entrar a este país.
AA: ¿El haber sido bracero cambió su vida de alguna manera?
AM: Mi pensamiento lo cambió.
AA: Bueno creo que con estas preguntas damos por terminada la entrevista, ¿no se si quiera agregar?
AM: Lo que quiero agregar es que sí hablé mucho, dispénsame.
AA: No, para nada, al contrario, toda la información que nos da es muy importante para nosotros.
AM: Sí hablé de más, pero yo quiero a mi patria con toda el alma. Pero quiero este país igual, porque ahorita, allá nací, nacieron mis hijos, pero éste es mi país ahorita. Yo lo defiendo, yo no digo que voy a pelear. No, lo defiendo con el respeto a sus autoridades, a su pueblo. Yo quiero este país mucho, porque aquí tengo siete hijos y los siete, muchacha, son profesionales mis hijos. Así, un bracerito, cuatro fueron a la universidad y uno, fue veintitrés años a la Fuerza Aérea. Hoy ya trabaja con el Gobierno, otro trabaja, ya está por retirarse aquí en Salinas, una es directora de escuelas en San José y se encarga de diez escuelas. Ha andado casi por todo el país y México llevando la voz de la educación. Otra es profesora aquí en Salinas.
AA: Se podría decir entonces que el Programa Bracero ayudó a...
AM: No, no, fue el, yo digo que no fue el...
AA: Lo ayudó a usted a dar ese paso para mejorar el nivel de su familia.
AM: Sí.
AM: Sí, sí, lo que estamos mirando que yo estuve, que se nos quitaba $0.10 por dólar en aquel entonces, y el Gobierno ese lo mandaba al Gobierno de nosotros y nunca nos, ni siquiera nos, hasta ahorita el Presidente Fox es el único que está este, promoviendo eso, que nos van a dar, porque tenemos alguito dinero y fue el Banco de México el que se clavó ese dinero, mija. Sí, pues era el...
AA: Yo sé que se están tomando cartas en el asunto.
AM: El señor, el presidente del Banco de México era el señor Iglesias en ese, y yo no sé quién se quedó con el dinero.
AA: Sí es algo que todavía…
AM: No solamente yo, sino todos los braceros que estamos este, que fuimos braceros, pues. Porque yo fui bracero aquí en este país, yo creo serían ocho, nueve años iba y venía. Pero yo aquí me tocó trabajar y todavía hasta la fecha. Hasta la fecha somos trabajadores, después ya de mojado, carta verde. Yo pues bracero, carta verde y ahora sí citizenship, ¿por qué no? Todos mis hijos son ciudadanos después de todo.
AA: Qué bueno, qué bueno.
AM: Y queremos y respetamos a este país.
AA: Qué bueno que piense así. Bueno, señor Magallón, yo le agradezco todo el tiempo y muchas gracias por esta entrevista.
Fin de la entrevista
Interviewer
Acosta, Anais
Interviewee
Magallón Jiménez, Alberto
Location
Salinas, California
File Name Identifier
Magallon_SALC004
Citation
Acosta, Anais and Magallón Jiménez, Alberto, “Alberto Magallón Jiménez,” Bracero History Archive, accessed November 5, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/153.