Ceferino Palomares Mar

Title

Ceferino Palomares Mar

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Ceferino Palomares was born on December 1, 1922, in Tampico, Tamaulipas, México; his father died when he was young, and his maternal grandfather cared for the family shortly thereafter; sometime later, his mother also passed away, and the family eventually drifted apart; in 1944, he decided to enroll in the bracero program; as a bracero he worked in Illinois, Ohio, and Pennsylvania; his duties included working in the fields, in a manufacturing plant, and on the railroads.


Summary of Interview: Mr. Palomares discusses his family and childhood; he initially learned about the bracero program through an advertisement in the local newspaper; his brother, Alfonso, encouraged him to enroll in the program; in 1944, they were both hired at the contracting center in their hometown of Tampico, Tamaulipas, México; consequently, Ceferino continued to go through the center in Tampico for all of his subsequent work contracts; his first contract took him to work on the railroads in Union City, Pennsylvania; when his contract ended six months later, he returned to México; the following year, in 1945, he went to work in a steel plant in Chicago, Illinois, that manufactured military armor; while working there, he had an accident that nearly cut off his left foot; he later decided to break his contract due to the horrible working conditions, and a cousin of his found him work in a laundry mat; in 1947, he worked in the lemon fields of Ohio; after the war was over, he came into the United States illegally to live with his brother in Chicago, and he was later deported; he goes on to comment on Mexican workers who come into the United States in search of a better life and how they are often taken advantage of.

Creator

Palomares Mar, Ceferino

Date

2003-04-19

Subject

Bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Ceferino Palomares Mar

creator (Spanish)

Domínguez, Violeta

contributor (Spanish)

Cristóbal A. Borges

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

2:28:54

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Ceferino Palorames Mar
Fecha de la entrevista: 19 de abril de 2003
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez

El día de hoy es 19 de abril del año 2003 y ésta es una entrevista con el señor Ceferino Palomares en la ciudad de Austin, Texas.

VD: Don Ceferino, déjeme empezar por preguntarle de dónde es usted, ¿dónde nació?

CP: Yo nací en Tampico.

VD: En Tampico, usted es de…

CP: Soy de Tampico, Tamaulipas.

VD: ¿En qué año?

CP: Yo nací el 1ero de diciembre de 1922.

VD: De una familia de cuántos tiene, ¿cuántos eran sus hermanos, sus hermanas?

CP: Pues, déjeme hacer memoria porque pues hace muchos años. Mis hermanos más pequeños esos murieron muy chiquitos, dos.

VD: ¿Recuerda usted de qué fallecieron?

CP: No, bueno, me parece que sí recuerdo. Tenían sarampión y uno murió sí, de sarampión, ya me acordé; la niña hermana, mi hermanita chiquita. Y el otro no recuerdo definitivamente de qué murió, cuál fue la causa que murió el más pequeño.

VD: ¿Usted estaba entre los más grandes o los más chicos de sus hermanos?

CP: Entre los más mayores.

VD: Los mayores.

CP: De los que le estoy hablando son dos niños que murieron muy chiquitos, los cuatro o cinco, seis años esos dos. Y después ya de los mayores fueron los que sobrevivimos, no hubo nada, hasta hace algunos años murió uno de los mayores, mayor que yo, Ángel. Después, años después, murió otro hermano también más joven que Ángel, dos, tres años más joven, él murió. Es que son cuatro y ahora recientemente murió, el año pasado murió mi hermana la más este, mayor, la mayor de todos nosotros, también ya grande. Es la, era la mayor de nosotros, no sé realmente qué, cuántos años tenía. Me parece que ochenta y cinco años.

VD: ¿Ella vivía allá en Tamaulipas o estaba aquí?

CP: Ella también, todos vi… este, nacimos y vivimos ahí por años, hasta la juventud ya nos estuvimos en la escuela y después, o sea…

VD: Déjeme…

CP: Fuimos jóvenes, ya entramos a la juventud y ya nos, nos íbamos de vagos a jugar, a todo eso, ¿verdad? A los bolos ahí a la iglesia católica a conseguir dinero de los bolos cuan[do]… en esos de los bolos esos, les decíamos bolos nosotros. Porque eran bautizos ahí en Tampico y pedíamos bolos y nos echaban dinero. Mi hermano y yo, Virginio, mi hermana, uno de mis hermanos se me olvidó este, completamente se me olvidó, tu tío Kiki, Virginio, ése es más joven que yo unos, dos, tres años. Y está aquí él en Estados Unidos, o en Estados Unidos, en el México y Estados Unidos porque él trabaja en Brownsville y vive en Matamoros, él, mi hermano menor que yo, dos o tres años menor que yo. Y ése es el más joven de los hombres y la mayor de las mujeres es mi hermana que falleció el año pasado. Y tengo una hermana en Tampico, Adelita, tu tía. Ella viaja para acá. A veces se viene y nos visita, ella no quiere venirse pa Estados Unidos, tiene su trabajo allá. Los hijos trabajan bien. Por eso yo creo que no quiere venir para acá, pero todos somos iguales, cada quien tiene sus diferentes ideas. Yo le digo a ella: “Vente un rato para acá con nosotros a que estés y si te animas, aquí hay trabajo para ti”. “No, aquí estoy bien”, dice. No, no la culpo, porque se vive bien ahí en Tampico, sí. Yo le digo, a veces le digo: “Quisiera yo también vivir allá en, otra vez, allá con ustedes”. “Pues cuando quieras hermano”. Pero no, pos ya vengo yo, pos aquí nietos y bisnietos. Ya no puedo andar aquí y allá ya. Ya la juventud se fue. La que viaja seguido para allá para México es mi esposa.

VD: ¿Ella también es de allá, de Tamaulipas?

CP: Sí, de también es de Tampico ella y…

VD: Don Ceferino, perdón, dígame.

CP: Pues no sé en qué me, no sé en qué me quedé.

VD: Oh, perdón. Me decía de su esposa, pero antes de que pasemos a su esposa, yo le quiero preguntar, ¿a qué se dedicaban sus papás?

CP: Bueno, mi papá casi no lo conocí yo. Murió cuando tenía yo unos cinco o seis años. Era albañil, carpintero, albañil así. Pero no lo conocí muy bien yo, nomás que quedó mi madre y ella nos cuidó bastante, nos mandó a la escuela. Porque allá en aquellos tiempos mucha gente se quedó sin educación porque se le hacía muy fácil. No, aquí trabajamos y no se necesita y en verdad no se necesitaba mucha educación ahí en Tampico. En aquellos tiempos trabajaba uno, trabajaba de lo que fuera, honradamente. Pero mi madre sí nos dio para que tuviéramos un poco de educación. Estuvimos en la escuela nada más, en la academia, estuve en una academia yo también.

VD: ¿Cuál? En una academia, ¿de qué era?

CP: Pues es una academia que de, como aquí, preparatoria y era otro grado más bajo, otro.

VD: Es como secundaria, preparatoria.

CP: Secundaria, secundaria, sí. Yo estuve en secundaria y no, preparatoria no. Estuve en la secundaria nada más y en esa academia, Academia Medellín en Tampico, ahí me gradué y…

VD: Y don Ceferino, pero, ¿su mamá trabajaba después de que falleció su papá?

CP: Sí.

VD: O, ¿cómo hacía ella para ayudarse a soportar la familia?

CP: Bueno, mi abuelo, el papá de mi mamá, porque ella se casó muy joven y mi abuelo trabajaba en la Aduana ahí en Tampico. Muchos años me decía el, ¿cómo le llamaba?, resguardo marítimo en Tampico. Él fue a… no Migración, fue a… Pos sí venían muchos, llegaban muchos barcos de diferentes lugares del mundo. Eran barcos grandes de carga y al mismo tiempo de pasaje. Iban pues, estoy recordando yo. Y él trabajaba en, era pues Aduana, no era Migración, era…

VD: Fue en la Aduana, ¿verdad?, donde revisan la mercancía.

CP: La mercancía y contrabando y todas esas cosas. Andaba uniformado él con su .45 [calibre .45], siempre andaba limpiándola, su .45 grande. Y ahí trabajó mucho años hasta que se pensionó él y dejó el trabajo por la edad y se pensionó hasta que, hasta que murió. Y luego mi madre, pues ella fue la que batalló con nosotros. Trabajaba para nosotros.

VD: ¿Ella trabajaba en la Aduana también?

CP: No, no, trabajó muchos años en Sanidad por el estado. Ella no se pensionó por que ya murió, de edad murió ella también. Nos quedamos solos y luego nos, cada quien nos fuimos a… Ya murieron ellos y como toda la familia que nos veíamos y donde quiera agarra uno donde quiera. Pero sí nos vimos muy bien como hermanos, nos ayudamos, pero cada quien agarró su rumbo. Mi hermano y yo nos venimos para Estados Unidos para acá. Alfonso, mi hermano, él ya falleció. Como le dije antes, mi hermano Alfonso, mi hermano Ángel, mi hermana Guillermina recientemente hace el año pasado. Y de ahí nos agarramos camino cada quien ya. Ahorita tengo más años este, de mi edad, tengo más años aquí en Estados Unidos que en el suelo donde nací.

VD: Y déjeme preguntarle entonces, usted me dice que fue a esta academia, que es como la secundaria, ¿verdad?

CP: Más o menos sí. Todavía existe y todavía esa academia, esa Academia Medellín.

VD: Y, ¿se llama academia porque era militar o nada más así?

CP: No, nada más a que, pos no sé qué, porque le puso esa…

VD: Pero no es por la…

CP: No, no es escuela militar, no. No sé por qué se llama Academia Medellín, ahí me gradué yo, y para trabajar como secretario en el Gobierno, en el municipio, algo, pero nunca no, no trabajé nunca.

VD: ¿No le gustaba ese trabajo?

CP: No, no me gustaba realmente, sí. Me gustaba mejor irme a caminar porque nunca trabajé yo de, si me quería, la profesora nos conseguía trabajos en ciertos lugares cuando… pero yo con, ahí me imagino que los más competentes para agarrar un trabajo porque sabían su carrera y yo pues medio mediocre. Y por eso tampoco nunca me arriesgué a trabajar en algún lugar federal o el Gobierno, por eso. Yo dije, yo pensaba: “No, no la voy a hacer, y, ¿para qué?”, eso mejor.

VD: Y después de que se graduó, ¿qué fue lo que hizo, recuerda?

CP: Sí hubo unos años que andábamos no malvivientes, pero sí nos regañaba mi mamá porque llegábamos tarde a la casa, pero era parte de la juventud. No tuvimos problemas con la justicia ni nada, nada de eso. Inclusive mi hermano Alfonso, el que le digo que falleció, que estuvo aquí conmigo en Estados Unidos, ese fue también policía. No, fue detective, era agente, le llaman ahí en México, agentes. No traía su pistolota, sí traía por acá, pero andaban en traje civil, ropa civil, perdiendo los ratas, a los malvivientes y todo eso. Pos los que andaban eso asaltando gentes para vivir fácil. Hasta que él, mi hermano por eso murió porque tuvo muchos enemigos. Sí, no lo podían ver, porque era uno de los mejores agentes policíacos de ahí de Tampico y lo odiaban hasta que se salieron con la suya. Le agarró, un día estaban robando unos malvivientes una joyería, parece que esa joyería El Rubí en Tampico y él supo, porque andaba, ya traía a esos señores, él los traía, ellos ya sabían más o menos quiénes eran. Y esa vez estaban robando y fueron él y otro, pero el peleo más mal librado fue mi hermano, recibió balazos y estuvo mucho tiempo en el hospital hasta que murió de eso mismo. Ya nunca se levantó, pues. Ese trabajito le digo, yo odiaba ese trabajo, cosas, eh. Pues él, él es el que más este, anduvimos de vagos aquí y allá. Venimos para Estados Unidos juntos y bueno, regresamos. Después nos, otra vez me vine para Estados Unidos, pero eran otra clase de trabajos. El camino de fierro, que le decíamos nosotros, el traque, nos quitaban la camisa toda, toda la bola ahí y charrías el tiempo de la guerra.

VD: Déjeme entonces regresarme un poquito. Y le quiero preguntar, ¿cómo fue que usted se enteró de que estaban contratando braceros?, ¿se acuerda?

CP: Oh, sí. Pues a mi hermano es el que más, él y yo en, le digo del difunto. Cuando nos venimos para acá, primero los demás no querían. Era en los, salía en el periódico las compañías de, para trabajar en las vías ferrocarrileras para… Íbamos tirando riel nosotros con un ingeniero y todas esas cosas. Y nosotros íbamos espaiqueando [spike] estábamos jóvenes y no sé cómo aguantábamos, este, ocho horas de trabajo. Sin camisa andaba uno espaicando. Sabe lo (ininteligible), ¿verdad?

VD: Con el pico.

CP: Con el pico, con el marro.

VD: El marro.

CP: Y un compañero aquí y yo acá. Él clavaba el… y luego le dábamos los dos. Tenía que estar bien clavadito esa cosa, pero tenía fuerzas yo. Y luego el otro lado le tocaba a él, del riel. Y que se… y él y yo y él, yo, él y yo. Horas y horas trabajando hasta la hora de comer. Y mi hermano trabajó en otro, en otra clase de trabajo, pero no ahí en Pensilvania. Yo estuve en Erie, un pueblito chiquito, Erie.

VD: Erie, en Pensilvania. Y, ¿ahí fue el primer trabajo que le tocó?

CP: Ese fue el primer trabajo que me tocó, sí.

VD: A ver, entonces déjeme nomás regresarme otra vez un poquito, usted me dice que fue en el periódico como salió la noticia de que estaban contratando braceros.

CP: Ey, sí es verdad, sí.

VD: Y, ¿se acuerda qué fue lo que le animó a contratarse?, ¿cuántos años tenía usted más o menos?, ¿estaba joven?

CP: Ah, sí, unos dieciocho años tenía.

VD: Y, ¿recuerda qué fue lo que le animó a venirse para acá, bueno, pues a buscar el contrato?

CP: Bueno, mi hermano el que le digo, él se contrató primero, es mayor que yo. Y yo quería como también seguirlo porque él me animó: “Vente a ver si nos vamos juntos”. Y también me contraté, me contraté y nos, y llenaron los trenes de braceros.

VD: ¿En qué parte firmó usted su contrato, señor Ceferino?

CP: Aquí en Estados Unidos.

VD: Lo firmó. Y, ¿recuerda dónde estaba el centro de contratación donde usted fue, donde juntaban a todos los braceros?

CP: Sí, sí me acuerdo, me acuerdo muy bien. Mi memoria no, pero solamente acordándome así, ese me puedo recordar lugares. Fue en un edificio que se llama Alijadores.

VD: ¿Alijadores?

CP: Alijadores, este, gente que contrataban los barcos para ir a trabajar ahí descargar y cargar barcos. Alijadores se le llama, ¿no supo usted?

VD: No sabía, no conocía la palabra, no sabía que así les decía.

CP: Así decían ahí, ey. Y el edificio, así se llamaba el edificio, Edificio Alijadores. Gente que contrataban los extranjeros, barcos extranjeros para trabajar y ahí prestaron o rentaron una oficina grande ahí para contratar braceros. Ahí fue donde se contrató mi hermano y yo lo seguí también. Ahí me contraté en ese, en ese Edificio Alijadores. Ahí me contraté para venir para acá y es donde estuve por primera vez en Pensilvania, Union City.

VD: Oiga y, ¿había mucha gente ahí en el Edificio Alijadores?, ¿se acuerda si había muchos que querían venirse de braceros?

CP: Muchos miles nos venimos para acá porque no se, no se animaba la gente muy bien porque, pos qué hacemos a los unites [United States] y quién sabe qué más cosas y pos los primeros sí se venían. No recuerdo muy bien, pero parece que sí se fueron unos miles primero. Fue cuando mi hermano se animó y nos este, bien, nos chiflamos para venir para acá, como le digo. Y de ahí de Tampico, pues fue la primera vez que hubo contratación de braceros ahí en Tampico, en el [19]44.

VD: Ese fue el año. O sea que su hermano se fue una vez antes que usted.

CP: No.

VD: ¿En la misma?

CP: En, en el mismo año, sí, sí. Pero él estuvo en otra parte, en otro, en otro estado y yo, ahí nos llevaron muchos tiempo hasta Pensilvania. O sea es un poco, es lejos Pensilvania.

VD: Y, ¿a usted le dijeron que iba a trabajar en el tren, señor Ceferino? Porque en ese tiempo ya estaban contratando braceros para el campo y para el tren.

CP: Para, sí para…

VD: ¿Le dieron a escoger o le dijeron que se iba a ir al tren?

CP: Bueno, definitivamente no, no me acuerdo.

VD: No se acuerda si le dieron a escoger.

CP: No me acuerdo que, no nos especificaban nada, no decían: “¿Quieres ir a trabajar a Estados Unidos?”. “Sí, sí”. Y no, no se me ocurría a mí: “¿Dónde, en qué vamos a trabajar?, ¿en qué voy a trabajar?”. “Pues ya lo verás hasta llegando allá”. Y sí, pues me tocó en esa compañía al traque, que le decíamos nosotros. En ese era tiempo de la guerra. Para levantar esos rieles y para que pasaron los este, trenes de soldados y equipo de guerra para… Porque este, Estados Unidos estuvo también envuelto en esa guerra y…

VD: Y, ¿se acuerda usted qué decía la gente, señor Ceferino? Porque mire, por ejemplo a los braceros en el D.F. [Distrito Federal] a este, a unos decían que tenían miedo porque la gente decía que se los iban a llevar a la guerra. Cuando los contrataban de braceros, ¿usted se acuerda de algo parecido?

CP: No, nunca nos dijeron nada que nos iban a hacer alguna trampa para mandarnos a overseas a contratarnos para soldados, no, no decían nada. Yo creo que no, estaba prohibido eso.

VD: Y la gente, ¿no tenía miedo? Cuando usted se, contrató, ¿no tenía un poco de temor o qué pensaba de que había guerra?

CP: Definitivamente nada. No pensábamos nada por, pues estábamos en Estados Unidos y: “Vamos a trabajar”. Y: “Vamos a ver las muchachas”, y cosas así nada más que se nos ocurría de jóvenes. Y en las horas de, no, no, nunca nos dijeron nada que había, que queríamos nosotros este, ir a la guerra o algo. Pues yo creo que no, que estaba prohibido o no sé qué, pues nomás era contrato de trabajo que tenía para ayudar al país, para levantar vías para este, hacer otras cosas para bien del, bien del país. Yo me acuerdo que sí mandaban carnes y víveres y todo envuelto para los soldados en overseas, pero no, no recuerdo qué guerra fue, ¿la Primera, la Segunda Guerra Mundial?

VD: La Segunda.

CP: La Segunda Guerra Mundial, sí. Pues esa comenzó en el, parece que [19]39 ó [19]41 no recuerdo qué…

VD: [Mil novecientos] cuarenta y cinco. Sí, del [19]39 al [19]45. O sea que usted estuvo…

CP: Oh, sí, sí es cierto que cuando le pegaron a Pearl Harbor, este, en el [19]45 fue.

VD: [Mil novecientos] cuarenta y uno.

CP: Oh, [19]41 Pearl, Pearl Harbor sí, sí es cierto, es verdad. Nosotros supimos de todo eso, pero supe exactamente, yo estaba jugando billar ahí en Tampico en un salón que todavía existe ahí en Tampico, un club de jóvenes y trabajadores del estado viene[n] ahí a jugar este, billar. Ahí fui, ahí fue donde supe yo cuando este, le pegaron a Estados Unidos y dejamos nosotros de jugar y todo porque fue una noticia grande ahí en Tampico, ahí y otros hasta dejaron de jugar y todo. Y se fueron porque, no sé, la gente se incomodó por eso, no sé por qué. No entendía por qué. Pero así fue, sí es cierto, de Pearl Harbor cuando le pegaron, entonces yo tenía, no era, tenía como unos quince o dieciséis años, por ahí. Después de, después, sí, del [19]44 entonces fue cuando me contraté, me vine para acá, pero para en los cines, en cines decían que teníamos que ayudar a el país, que si queríamos.

VD: ¿Cómo?, ¿cómo tenían que ayudar al país?

CP: Sí queríamos ayudar al país con trabajo. Porque si nos preguntaba, por qué, para qué, ¿a qué íbamos a hacer?, ¿a dónde nos llevaban?, ¿para qué? Dicen: “Como trabajadores a esto, al otro”. Y las factorías, en las fábricas y camino de fierro, ahí es donde trabajé yo por primera vez. Para eso nosotros nos contrataron, nos dijo, nos dijeron ahí a nosotros cuando llegamos a ese pueblito chiqui[to], pequeñito, chiquito, Union City. Y así fue, trabajamos mucho, mucho tiempo. Levantamos mucho, mucho traque, le decía la gente. Y nos cambiaron hasta de pueblo, ahí dejamos el Union City, lo dejamos ese lugar nosotros hasta que terminamos el contrato de trabajo.

VD: ¿De cuánto era su trabajo?

CP: Era de cada seis por seis meses y otros seis meses y así. Nada más algunos que se contrataban dos o tres veces para, pos les gustaba trabajar. Mi hermano se quedó y yo, yo no fui los, en el [19]40 y… Que sí fui en el [19]44 y [19]45 y [19]47 y 1948 también, contratado ahí en Tampico también. Pero ya no era para, era para otros, otras labores, otros ya más pesados. Eran unas plantas de acero, ahí me contrataron también. Nos poníamos zapatos este, tanto así de, tan altos de madera, una madera especial porque andábamos ahí trabajando. No, todo caliente, no podíamos trabajar con zapatos regulares, esos zapatos parecíamos Frankenstein ahí no, ey. Teníamos unos, unas varas largas de acero para medir la temperatura de los hornos, unos hornos así de grandes y unos lentes especiales que nos ponían a nosotros, que traíamos. Primero nos andaban enseñando, ¿eh? No era peligro caerse porque no era muy grande el… Como quiera estaba rojo y caliente, calientísimo y medíamos la temperatura con esas varas y el hombre le decíamos qué tanta, qué tan caliente estaba y él apuntaba. También traía los zapatotes, también el hombre, porque no sabíamos mucho inglés ni nada, nomás los números cualquiera sabe, sabe los números en inglés, todo mundo.

VD: ¿En dónde era esta planta de acero?, ¿en qué lugar estaba?

CP: Ah.

VD: Del estado, si no se acuerda de la ciudad, nomás en qué estado estaba, ¿se acuerda?

CP: Ah, déjeme ver.

VD: No sé si sería por allá por el norte como por Chicago, por Illinois, porque allá había muchas plantas de…

CP: Es verdad, ya me refrescó la memoria. En Chicago fue. Sí, en Chicago y eran como unas plantas de acero para las, para los caminos de fierro para los tanques de guerra, para todas esas cosas, fundiciones grandes. Y nosotros nos encargábamos del puro acero, pero para ellos… Es así como los carros, tenía ya sus listas las, no recuerdo en español ni en inglés, los moldes, algo así. Porque iban saliendo los cañones, cosas así, equipos de guerra. Eso fue en el [19]45, ey. Y estaba, sí estaba calientísimo esa cosa ahí, pero pues como estaba uno joven, pues no, no nos importaba mucho. Pero eran, este ahí en Chicago se componen de ríos, que le llama la gente, ríos, son canales. Pasaban todos los barcos que llevaban, cargaban y descargaban a grano como maíz, trigo, cosas que necesitaba el país para la guerra, para almacenar en grandes toneles, grandes. El maíz, el frijol en cierto lugar, arroz en otro y ahí en esos grandes toneles y todo había unos como, donde vaciaban, se llenaban los barchas, los back-round, que les llaman. Barchas, esos los llenaban esas. Esos, no eran barcos, eran, ¿cómo se dice? No me acuerdo en inglés, barges, barchas, algo así. Donde cargaban dos, tres clases de grano, maíz, trigo, frijol, arroz para eso, para la guerra, pero era en esos canales. Nosotros les decíamos ríos, eran canales ahí los que estaban compuestos, Chicago ahí en el mero centro, canales. En canales, la calle Estado era, calle Van Buren y esas ahí… Me acuerdo yo muy bien que ese centro de Chicago ahí Van Buren y State Street, la calle Estado y ahí se dividía Chicago, en el mero centro. Así es que nosotros este… Pero mi hermano no trabajó, el mío no, yo me fui solo, no sabía dónde andaba mi hermano. Lo que pasó es que ahí tenía yo un primo hermano en Chicago. Yo no sabía, pero conseguí la dirección de él ahí en Chicago y ahí, ¿sabe?, le había ido bien. Primo hermano mío, Antonio Lara Palomares era primo mío, ¿tú no, nunca lo conociste?

VD: No creo.

CP: Cómo no, estabas chiquita.

VD: Sí, de seguro.

CP: Y él me ayudó para conseguir otra clase de trabajo. Quería, dije: “No, hombre ahí está muy, está muy pesado”. Pero yo no sé cómo le hice yo para quitarme de ese trabajo, él me ayudó porque sabía buen inglés el Tony Lara. No sé en qué forma me ayudó que ya dejé yo ese trabajo en el tiempo de la guerra. Y él me consiguió otro trabajo más fácil. Él estaba, él estuvo primero ahí y no sé, antes de la guerra, antes del [19]45 él se vino para Estados Unidos. Él se ma… Mucho mayor que nosotros y ahí se casó en Chicago y tuvo dos hijos, niñas. Y me consiguió trabajo ahí en una lavandería, trabajo. Trabajo nada comparado con el ese, con la fundición donde trabajaba antes. Ya descansé y todo, fue mejor para mí. En el [19]45, fue en el [19]45. Y cuando me regresé para Tampico seguían contratando braceros ahí en Tampico y entonces sí me vine a otro. Nos traían ahí en, a trabajo de agricultura, que remolacha y quién sabe qué de, el limón y frutas y vegetables. Sí, sin camisa también, así en el que… Pero eso fue en el [19]47 y en el… Yo no me acuerdo realmente en qué lugar era, fue ese, me parece que Ohio, Ohio, sí. Y eso fue en el [19]47, en el [19]48, no sé dónde trabajé en el [19]48.

VD: ¿También en el campo?, ¿en agricultura?

CP: Pues ese [19]48, caramba que no, no me acuerdo. Y nos contrataron también en Tampico.

VD: ¿Se acuerda?, déjeme, ahorita va a ver que le va a venir a la memoria. Pero déjeme preguntarle entonces, señor Ceferino, su primer contrato del tren, ¿nada más fueron los seis meses y se regresó a Tampico?

CP: Sí, ahí trabajé nada más seis meses.

VD: O sea que usted no renovó su contrato ya.

CP: No, no, no renové mi contrato. Pero en el [19]44, en [19]45 no trabajé en el camino de fierro, en traques y eso, no.

VD: En el [19]45 fue cuando estuvo en la planta de acero.

CP: Sí, en la planta de acero, pero no me acuerdo el nombre de esa planta, no me acuerdo.

VD: Y para la planta de acero también los contra[taban], ¿les daban contrato, señor Ceferino o usted se fue por su parte a Chicago?

CP: Bueno, nos contrataron para, no recuerdo para qué y ahí nada más trabajé unos, unas semanas y me pelé.

VD: Y se consiguió el trabajo en el acero ahí.

CP: Sí, me fui con otro, otro muchacho. Él me animó y no quería yo, así como quiera dejamos ese lugar, ese contrato lo dejamos y temíamos que nos fueran a agarrar La Migra. Bueno… Oh, sí recuerdo que en el [19]48 fue cuando, ese fue el último trabajo que tuve en… No sé ni cuando este, por la guerra, la guerra terminó en…

VD: En [19]45.

CP: En [19]45, ¿verdad? Como quiera, como quiera yo, no me acuerdo si nos contrataban o yo me venía para acá para Estados Unidos con alguien o algunos. No, no, mi memoria no me, no me ayuda. Mira, a mí me pescó La Migra en Chicago. En Chicago yo, me dijeron, no estaba contratado por ninguna compañía, me vine. Quiero decir, como me (ininteligible) en ese año, yo me acuerdo que me vine con mi hermano, me fui con mi hermano a ese lugar y nosotros estábamos viviendo en una casa de la familia Zúñiga. Ahí sí me acuerdo el nombre, era una pareja, un matrimonio, no tenían hijos. El hombre trabajaba como, como mayordomo, supervisor, algo así y nos contrató a los dos, a mi hermano y a mí, ya me acuerdo, me acordé. Nos estuvimos, trabajamos ese ahí, con ese hombre en esa compañía.

VD: ¿Él era el mayordomo de la planta de acero?

CP: El hombre que donde vivíamos nosotros, Joe Zúñiga, Joe Zúñiga. Y la esposa de él se llamaba Dee, doble e, Dee, Dee Zúñiga, gringa. Y él era mexicano. Y ella se llamaba yo creo que se puso como él, Zúñiga, ella. Y vivimos nosotros ahí, mi hermano y yo, Alfonso. Pero esa, esa vez andaba La Migra ahí pegando muy duro en Chicago y esa vez nos, me acuerdo que no estábamos trabajando, ya habíamos, era, parece que era sábado o domingo. Cuando la gente, se suponía que La Migra pegaba cuando estaban en sus casas o la gente ahí, ilegal. Y entonces pues que llega a ir La Migra, ahí llegó y mi hermano se escondió. No, pues me pescaron a mí primero La Migra. Que si tenía familiares o alguien aquí que vivía conmigo que no era americano o ilegal o algo así me preguntaban. Yo no, muy bien me acuerdo. Y yo les dije que no, que nomás era yo solo y mi hermano estaba oyendo, como quiera no siguieron buscando. Me llevaron, La Migra me llevó. Me llevaron y ahí en un galerón grandote, un galerón que le llamaba la gente ahí, la raza y yo, cientos de camas. Ahí dormíamos, ahí donde nos tenían a nosotros mientras nos echaba La Migra pa fuera.

VD: Y, ¿como cuánto tiempo lo tuvieron ahí, don Ceferino?

CP: Días.

VD: Días nada más.

CP: Días. Llenaron los, llenaron los trenes de puro mojado. Estaba ahí, yo no sabía que La [Migra] estaba pegando muy fuerte La Migra ahí. Pero que mi hermano hasta me vio que me llevaban esos, la gente. No, dice él, después me contaba él que: “Antes no te estornudé o alguna cosa, te hice ruido y también me pescan contigo”, ey. Él, mi hermano el que murió, Alfonso.

VD: ¿A él no lo agarraron?

CP: Él no lo agarraron porque me decían si tenía yo amigos o algún pariente aquí que… “No”, le digo, “yo solo vivo aquí”. Y el señor Zúñiga y la este, la, ellos se dejaron entrar La Migra ahí, dieron permiso que sí había que sí tenía aquí un gente ilegal trabajando. Y ellos por no meterse me parece con la ley, ellos cumplieron con su deber. Ellos dice[n]: “Pues pásenle”. Y ya me pescaron, yo ni sabía. Y mi hermano no sé, me parece que este andaba en el baño, no sé dónde andaba, pero sí fue cuando me llevaron y todo, si no, nos hubieran pescado a los dos. Pues no, pues no es… Eso de venirse como braceros no, perdón, como una aventura. De joven que estaba uno lo agarraba uno como es así, como una aventura, no se fijaba uno en, como en (ininteligible) No recuerdo cuántos años tenía yo después de cuando dejé yo de… Pero para venir para acá, es que sí que parece que no tengo memoria cómo me vine yo. Tenías tu, ¿qué edad tenías hija?

2do: Tres años.

CP: Estabas chiquita, ¿verdad?

2do: Tres años.

CP: Tres años. Tenía tres años y Pita, ¿tenía qué?

2do: Ella nació aquí.

CP: Ella nació aquí, meses, quién sabe qué día nació, ella es de Tampico. ¿Ya le dijo?

VD: No, no sabía.

CP: ¿No sabías? Ah, pues sí, ahora yo lo dije, hija.

VD: Pues ahora sé, ¿no?

CP: Si me hubiera dicho, pues hubiera echado unas mentirillas, no, pues sí, ella.

VD: Ah, no, pero, ¿por qué? Está muy bien.

CP: Ella nació aquí o algo.

VD: No, pero, ¿por qué? Donde haya nacido está muy bien. No se preocupe. Pero déjeme antes de que, porque esto es como la vez que usted se vino para acá. Déjeme preguntarle, su primer contrato del tren, señor Ceferino, ¿usted se acuerda la primera vez que llegó aquí a este país?, ¿cómo se imaginaba usted que era Estados Unidos antes de venirse?, ¿qué sabía usted?, ¿cómo se imaginaba que era?

CP: Pues yo sabía aquí por los periódicos y historia de aquí del país este, porque ahí en Tam[pico], en Tampico, pues empleados o, pues sí se hablaba algo [de] inglés ahí en Tampico porque llegaban ahí muchos barcos principalmente americanos, ¿ves? Gringos. Mi abuelo que trabajaba ahí de velador con su pistolón grande, él sabía hablar inglés, lo necesario para el trabajo. Porque (ininteligible) los que llegaban ahí, eran puros que hablaban inglés o de Alemania o de esos otros este, overseas. Llegaban también barcos de Europa, también, pero los más que llegaban ahí eran gringos, barcos de carga y petroleros. Ahí en Tampico fue muy famoso el tiempo de la, el tiempo de la, ¿cómo le llamaban? No recuerdo cómo le llamaban ese, ese dicho ahí en Tampico. Pero llegó mucho trabajo en los pozos petroleros y en refinerías ahí en Tampico y todavía existen ahí en Tampico y Ciudad Madero. Estaba muy chico ahí entonces, pero ahora este, dice mi familia que se juntó, se está juntando Tampico con Ciudad Madero. Ahí trabajó mi madre en Ciudad Madero en una, en Sanidad y ahora pues Tampico y Madero ya se están juntando, parece.

VD: Y, ¿usted sabía un poquito de inglés entonces por su abuelo o no, o sólo él sabía inglés?

CP: No, yo no sabía, ni le tomaba en cuenta yo de esas palabras de… Mi abuelo sí, pero no ese, él no nos hablaba con nosotros ahí inglés, no. No, nada más en su trabajo lo necesario porque tenía qué. Velador de la Aduana, Aduana Marítima ahí en Tampico él. Inglés era lo más necesario porque bueno, más barcos de carga, carga y descarga ahí en Tampico. Y barcos de Europa también iban ahí, pero ahí cada dos, tres semanas o cada mes llegaban los grandes barcos también de carga de Europa. Yo no sé si de Alemania, pero lugares de ahí de Europa, pero más de aquí de Estados Unidos. Y él, pues aprendió ahí nada más como oído, nada más el inglés. Él no estudió, mi abuelo no sabía ni escribir ni leer, pero nos mandó a todos a la escuela, al colegio. Peor que muchos padres ahí supe yo que no, no sabían ellos este, leer o escribir. “Ni tampoco ustedes van a saber ni escribir”, dice, oía yo algo así. Era muy feo eso y mi abuelo no, no sabía escribir ni leer ni nada. Mis tíos le leían el periódico, el diario todos los días ahí en Tampico. El Mundo, se llamaba ese periódico en Tampico, desapareció pero se hizo cargo ahí de Tampico y Ciudad Madero, El Sol de Tampico le llaman, el periódico. El periódico El Mundo desapareció. Pues nada más este, es de lo que me acuerdo yo de cuando era joven.

VD: Pero, ¿se acuerda usted qué pensaba cuando se vino para acá?, ¿cómo se imaginaba que era este país o qué se iba a encontrar?

CP: Pues de, pues por mi abuelo me contaba, me decía algo, porque platicaba yo con los encargados de barco que venían para acá. Porque le hablaban, no sabían palabras en español, no podían y nada más por puro oído, pero él, ese era su trabajo, él.

VD: Y, ¿se acuerda qué le decía su abuelo, qué le platicaba?

CP: Sí, hablaba, nomás me platicaba que, nos platicaba a nosotros ahí porque, como eran esas, gringos, que le decían que… Pues cosas del trabajo, cosas de trabajo así. Pero nada más, no le preguntaba si cómo había aprendido inglés él o nada. Él nomás, nomás de oído sabía hablar inglés él porque era necesario. Pues es lo que oía nada más él ahí en su trabajo. Cuando estaban ahí cargando y descargando y todo eso, él puro hablar inglés. Tenía muy buena memoria y aprendió a hablar algo inglés, de inglés. Él no estudió nada, no sabía ni leer ni escribir. Pero quiera no nos dejó, a todos, a todos nos mandó a la escuela para que no fuéramos burros.

VD: Y señor Ceferino, ¿se acuerda usted del primer viaje en tren en el [19]44? Cuando los trajeron, pues cuando los llevaron de Tampico para Pensilvania, ¿se acuerda usted de ese viaje en tren?

CP: Sí.

VD: ¿Me puede platicar cómo fue su viaje?

CP: Bueno, pues íbamos muy alegres y otros iban cantando ahí porque ya iban para, ya íbamos para Estados Unidos. Nada de eso, la primera vez que yo comí esa tal bologna, (risas) ese señor: “Do you like bologna?”. “Sí”. (risas) Un sándwich, un sándwich de, un sándwich de bologna y no, pues no, con hambre nos la comíamos. Pero ya: “Déme una bologna y si me da $20 pesos, no me la, no me la como tampoco”, ¿verdad? ¿A ti no te gusta la bologna hija?

2do: No.

CP: Pues a mí tampoco, (risas) no.

VD: Y, ¿eso era lo que les daban de comer?

CP: Sí, no nos daban otra cosa, pero por primera vez, primera comida que nos dieron a nosotros ahí en el tren, tenían un carro cocina en medio. Era un tren donde tenía esa, el tren y carros de pasajeros nosotros y la cocina en medio. Un este, carro grande, grandísimo, ahí iban los cocineros gringos, cocinar pa nosotros, soda o cualquier cosa nos daban, pero me acuerdo esa vez que nos dieron bologna. Teníamos hambre, pues le entré, ey. Y ya después nos daban comida, otras cosas, sándwiches de jamón o gallina, cualquier cosa que ellos… Pero por primera vez nos dieron esa famosa bologna que…

VD: Y, ¿se acuerda qué decían sus otros compañeros que iban en el tren?, ¿de qué platicaba la gente cuando iban para allá?

CP: Pues nomás este, echando mentiras y cuentos y cosas ahí, pero no oía yo: “¿Cómo será allá y que cómo será esto y que cómo será el otro, Estados Unidos?”. No, no, nos hasta que no nos, hasta que llegamos a ese pueblo ahí nosotros, pero no, no platicábamos: “Cómo será allá”, o, “cómo es esto”, o, “tú sabes inglés”, o, “tú no sabes”, o algo, no, no. Nomás puras pláticas de jóvenes así nada más. Pero sí iban señores ya también de maduros, los contrataban también. Pero mayores de cincuenta años parece que no. Ya no los, no los agarraban ya porque se consideraba que ya eran ya viejos los cincuenta años para arriba. Y nosotros pues estábamos muy jóvenes, nomás eso de mi hermano y yo, nada más. Los demás hermanos míos nunca quisieron seguirnos y este, pues cuando… Cuando estuve ahí en Pensilvania no, en los sábados y domingos no trabajábamos, nomás entre semana. Nos bañábamos y salíamos. Hasta nos enseñaron primero dónde estaban los restaurantes o neverías o sodas y todo eso.

VD: ¿Quién le enseñó, señor?

CP: Pues un guía que teníamos ahí nosotros que era de ahí, mexicano. El único mexicano que había ahí, ése fue el que andaban buscando, me parece que andaban buscando alguien que hablara español y encontraron ese hombre joven. Y estaba medio loco, pero sabía ese lugar. Él de ahí había nacido ahí en Union City, ese pueblo.

VD: ¿Por qué estaba loco, señor Ceferino?

CP: No, no, estaba nomás chiflado, así le decíamos este, le decían El Loco. Ellos le pusieron luego luego, la gente le puso El Loco. Pero no, no estaba loco, estaba más loco yo, creo. (risas) Y pues nos enseñaba dónde estaban las neverías y lugares. Chiquito el pueblo, chiquito. Union City nomás los dividía ésa, nos dividía el traque nada más de este lado y del otro, así. Cuando íbamos a las… Las chamaquitas saliendo de la escuela y les supieron ahí yo creo por periódico, yo creo o algo, que había llegado una compañía de cierto lugar (ininteligible) por la guerra, así era. Que habían llegado braceros a trabajar ahí y ahí nos estacionamos nosotros en Union City, en ese lugar ahí. Y supieron, la gente supo ahí por parte, me parece que ahí se conocía todos, era una cosa, un pueblito chiquito. Entonces tenía su nevería y su escuela, sus cosas así. Y este, las muchachitas nos llevaban a correr su parque y otra y entonces nos llevaron ahí a, nos decían que si queríamos ir a jugar pelota o algo ahí en el cementerio. En el cementerio, ¿pues cómo está eso? Y sí, sí era un, era un cementerio, pero no parecía cementerio. No había cruces, no había más que lápidas muy bonitas así como… Y ahí nos sentábamos, nos sentábamos ahí con las chamaquitas de la escuela, nos sentábamos con ellas ahí a platicar nada más así a lo tonto. Nomás en inglés y en español, nomás a puro, pura diversión, pura risa. Como no nos entendíamos, nosotros no entendíamos ni tampoco ellas nos entendían a nosotros. Pero aquellos, aquellos muchachos sí entendían este, ¿cómo decían? Me acuerdo muy bien esas palabras por primera vez: “You like me?”, “you like me?”, (risas) me acuerdo yo esas palabras nada más, pero nada más. Y así se eran los tiempos, los tiempos, los días de descanso. Ya sabía dónde estábamos este, viviendo nosotros. Ahí iban las chamaquitas y que si queríamos pasear otra vez en el cementerio, ¿no? Que si no había otro parque por ahí, sí, sí había otro parque, pero pos ese lugar el cementerio no, no por primera vez. Dije: “Pos, ¿cómo está ese cementerio?”. Yo creí que yo, que iba a ver este cruces y ahí cosas como el estilo de México, ¿eh? Nada, nada, como parque nada más y no, nada más. Pero mi hermano no andaba conmigo esa vez, yo me fui solo, solo. Nos contrataron ese lugar ahí en Union City, en el traque, en el camino de fierro que le dije.

VD: Oiga señor Ceferino, me puede describir uno de sus días de trabajo. Por ejemplo, ¿a qué horas se levantaban y luego qué hacían, dónde desayunaban, hasta qué hora trabajaban?

CP: Sí, pues ahí en ese Pensilvania fue por primera vez, nos contratamos y firmamos un, firmamos un contrato ahí de trabajo por seis meses todos. No recuerdo cuántos éramos, parece que éramos como unos, no muchos, poco más de cien más o menos. Me decían lo que, primero nos dijeron lo que teníamos que hacer, que si sabíamos esto, pues no. No, pero…

VD: ¿Quién le enseñaba?, ¿un mayordomo?

CP: Sí teníamos un buen mayordomo, a Charlie, Charlie, le decíamos nosotros Charles.

VD: Y, ¿hablaba español él?

CP: No, no, no habla español, nomás ahí con señas, así que hazle así, que hazle acá y eso. Pues aprendimos muy pronto, pero era muy buen mayordomo, sí. Pues sí era bastante, pero no, no, no una palabra en español, no. Nosotros en inglés pues menos. Pero el alojamiento ahí que teníamos estaba bien, muy limpio, muy cómodo y nos, nos levantaban a cierto lugar, a ciertas horas para que nos alistáramos para el trabajo. Ir a desayunar primero y a trabajar, nos llevaban en esos, en trocas. Poco nos sabe él y luego después este, ya se, tirábamos, tirábamos mucho riel, muchos, muchos yardas o pies, como se llame. Pero en los, en los trenes, los trenes ahí teníamos que repararlos bien porque ahí pasa, tenían que pasar los trenes que cargaban cosas para la guerra y todo eso, tenían que estar bien, bien nivelados los rieles y todo eso. Porque pasaban esos trenes, nosotros veíamos cuando pasaban los trenes donde iban los soldados y pertrechos de guerra. Eso nos llena de, nosotros los hacíamos con la mano, nosotros. Nos decía el mayordomo que esos se iban, iban a pelear, iban a la guerra. Ese mayordomo gringo, grandote él, pero…

VD: ¿A qué hora terminaba su jornada?, ¿se acuerda más o menos?

CP: Sí, nosotros no nos trabajaban mucho, nada más a las horas de, las horas que tenían ellos de trabajo, ocho horas.

VD: Y, ¿qué hacían en la tarde?

CP: Sábados y domingos no.

VD: De regreso cuando terminaba su jornada, ¿se iba al comedor, les daban la comida en el comedor o ustedes se cocinaban?

CP: Ah no, nos llevaban al comedor, un comedor grande.

VD: Y, ¿cómo era la comida?

CP: Bien, [es]taba bien, sí. Muy bien que nos daban de comer, no, no nos trataron mal nunca. Que yo me acuerde me trataron mal o algo, como hablaba los periódicos antes, ahora recientes. Yo creo que en el tiempo de la guerra nos trataron muy bien a todos los braceros. No me, ahora se ha sabido que no muy bien, muy bien. Porque ahora son, está revuelto todo, contratan nada más con pocos salarios a la gente o mojados. Porque sí hay, sí, sí hay compañías o no sé en qué forma hacen para que esos tipos se ganen el dinero para contratar gente, mojados. Siempre salen en los periódicos esas cosas y los llevan escondidos, los traen escondidos para acá. Muchos, se ha sabido de muchas tragedias que ha habido ahora últimamente, vagones que los llevan ahí con vagones de, acá de este, camiones o algo así de carga, los meten a los, hasta con niños, mujeres también que han muerto. Porque nomás los dejan abandonados en lugar ahí, es ahí, es el lugar y ellos ya tienen su dinero ya cobrado. Los, no sé cómo le llaman a esas gentes que, pues, eh.

VD: Los coyotes.

CP: Coyotes. Esos tipos que no tienen entrañas, malas entrañas. Le dejan, los abandonan y ha habido muchos casos ahora hasta… A veces ha habido que encuentran los mojados a hombres, mujeres y niños también ya muertos, ya de varios días de asfixiados ahí porque, ¿cómo se salen? Y eso, ese no, está viendo muy mal todo eso últimamente. No, el tiempo de la guerra no, cuando no había, pero que nos contrataban y nos trataban muy bien, es cierto. Pero últimamente se han visto muchos casos feos y los coyotes, esos tipos no tienen, no les importa, lo único es que reciben la feria y los abandonan, cómo no, sí. Y la gente no entiende, fueran a hombres, si vienen hombres, sí, ya maduros y todo. Pero con eso de que los chiflan y todo, familias, mujeres y niños en los trenes. ¿Están seguros? Ellos no se mueren de hambre, digo. Vamos a llegar allá y los dominan y los abandonan. Nomás (ininteligible) y los abandonan. Todavía se ven casos feos. Pero no entiende la gente, no entiende, pero yo no los cumplo [culpo], quieren venir a Estados Unidos para mejorar, juntar feria, como dice la gente pero la mayor parte de los casos son puros coyotes estúpidos que no tienen piedad de nada, nomás que venga el dinero y los dejan a un arete. “Aquí es”, les dicen. “Pero, ¿dónde agarramos nosotros?”. “Pos por allá váyanse, ya los trajimos aquí. No, si quieren los regresamos”. “No”, dicen que no, claro. Están, están en Estados Unidos, pero cómo les va después. No hay dónde ir. Atraviesan desiertos en las familias, a veces atraviesan desiertos ahí sin agua, sin nada, pues. Salen en los periódicos, sale, siempre han salido. Hasta con niños se vienen caminando ahí nos, se mueren de sed, de hambre.

VD: Y cuando usted estuvo por allá, ¿a los braceros los atendían?, ¿los procuraban que no les faltara?

CP: En ese tiempo nosotros, no, no quiero este mentir. No, muy bien que nos trataron, que yo haya sabido que nos trataron mal a nosotros cuando andábamos de braceros, no, no. Ni cuando estuvimos ahí en el bote (risas) todos ahí en Chicago. Nada, nos daban de comer muy bien, hasta que cierto día, ciertos íbamos por fechas, que eran cientos de mojados.

VD: Y, ¿los regresaron en un tren?

CP: Sí, nos regresaban en trenes, sí.

VD: ¿Se acuerda a qué parte?, ¿a la frontera lo llevaron?

CP: Sí, claro, a la frontera. Pero no, no me acuerdo a qué, pos fronteras, pero no ahí en Tamaulipas, no, otro lugar ahí cerca de, Sonora a…

VD: ¿Hasta allá del otro lado?

CP: Sí, hasta allá, hasta allá. Pues sí, no les importaba nomás dejarnos en México ahí y ya.

VD: Y, ¿qué? Y luego usted, ¿cómo se regresó?, ¿se regresó a Tampico después o se volvió a pasar?

CP: No, ¿últimamente? El…

VD: Cuando lo regresaron en el tren La Migra.

CP: Oh, sí, nos volvimos a venir, sí. Pero periodos nada más, semanas o meses y pero no, nunca nos agarraron los coyotes ni nada. Ni, ni los agentes de Migración, no, no nos trataban mal a nosotros, no sé por qué siempre nos tocó bastante suerte. Como ahora últimamente, le estoy hablando de…

VD: Sí, hace muchísimos años.

CP: De, no, sí. Ahora estos años, estos diez, quince años para acá están tratando muy bien a la, no, muy mal a la gente los coyotes. Esos los chiflan con tantos, con tantos cientos y miles de pesos, de dólares. “Van a estar rebién, van a estar aquí, van a comer, nomás los vamos a dejar ahí ustedes dice, ¿sí o no?”. Pues sí, no pueden, no pueden decir que no. Pero quién, a mí lo que me caía mal es que traían, esas gentes que traían niños, hombre. No sé por qué, qué pensaban. Y ni se morían de hambre y de sed ahí con familias y todavía sigue, todavía la cosa no, no entiende México y Sudamérica ahí. Porque se vienen de Sudamérica y tienen que atravesar por México, ey, sí. Pero pos no entienden, creen que es el paraíso aquí que para algunos sí, pero para otros, digo, no, pues para aquí como le digo, aquí sobre todo aquí viviendo tenemos cerca de cuarenta años aquí ya. Porque nosotros nos venimos desde, mi esposa y yo nos venimos de Chicago para acá.

VD: ¿Usted la conoció ahí en Chicago? (ruido)

CP: No, ella es de Tampico.

VD: Déjeme detenerle.

(entrevista interrumpida)

CP: Bueno, mire, aquí en la, aquí en esta casa porque anduvimos donde quiera, nos cambiamos acá de allá donde nació la hermana de ella, Conchita, Cande nació allá y otra de ellas nació, aquella muchacha, ¿sabe dónde estaba una tortillería El Barrón? Una tortillería, no, no sabe aquí, ¿verdad?

VD: No, no, de este lado no.

CP: Una tortillería Barrón, ahí estuvimos nosotros en aquella, también en aquella esquina, ahí estaba una iglesia bautista, está el, El Solar Baldío. Ahí estaba una casita, ahí nació una de mis hijas, Conchita. Y no, Carmela. No, no conoces a mis hijas, este, ¿las demás?

VD: No tengo el gusto, más que a Hortensia.

CP: En la Calle Segunda nació Carmelita. Son, son puras, puras hijas tengo yo y un montón de nietos y nietas, bisnietos.

VD: Déjeme regresarme un poquito otra vez señor Ceferino y de aquella primera vez que usted estuvo allá en Pensilvania en el tren, ¿se comunicaba usted con su familia?

CP: No, no, no nos permitían llamar por teléfono.

VD: ¿No escribía cartas?

CP: Cartas sí, pero me parece que en los seis meses que estuve por primera vez, por primera vez en el [19]44, se me hace que nada más dos cartas y ya, fue todo. Pero por medio de la prensa o algo, a decirme que nos estaban tratando bien, que estábamos trabajando bien aquí en Estados Unidos, no había problema. Así es que…

VD: Y, se acuerda usted cuando decía que en sus ratos libres paseaban por ahí por las neverías y por…

CP: Sí, ajá, porque no nos, no nos permitían entrar a bares y esas cosas.

VD: Por edad.

CP: Estaba prohibido. Primero, todo la primera vez que vine yo, esque todavía no tenía la edad para eso.

VD: Ah, estaba usted joven, sí es cierto.

CP: Ey.

VD: Pero por ser mexicano, ¿sí los dejaban entrar o estaban separados los bares de los demás?

CP: Bueno, en ese tiempo, en ese tiempo este, a nosotros nos trataban muy bien. Por primera vez, ese pueblito de Union City a los que no trataban muy bien era a la gente de color, todavía. Yo me acuerdo, sí.

VD: ¿Se acuerda qué pasó?

CP: Ahí había algo así, todavía allá había cierta discriminación en ese tiempo en [19]44, [19]45, sí.

VD: Y, ¿cómo veía usted esa discriminación?, ¿cómo se daba cuenta de que…?

CP: Bueno, a los, en los trenes donde viajábamos nosotros que éramos, nos daban de comer y todo, los que eran cocineros negros y en los este, en las estaciones de donde paraba el tren, ahí trabajaba mucho negro de este, de maintenance, barriendo y mapeando y todo eso. Pero no se veía que… Yo no, yo no veía a nada, nada de discriminación así porque tal vez yo no, no estaba ahí con ellos, no me fijaba, nomás de pasada. Y pues sí sé de, se veía en el predio que había todavía esa así, esas épocas donde había discriminación, pero nosotros no, no fuimos, no nos trataron mal.

VD: ¿A los mexicanos los dejaban entrar a todos los lugares?

CP: Sí, sí, nomás a la gente de color. Pero ahí sí así había discriminación, sí. Porque veíamos los letreros ahí, en ese año todavía: “No color people”, en algunos lugares en los que se iban, a night clubs o barras estos, ¿cómo se llaman éstas?

VD: Las cantinas.

CP: Bares, bares y eso. Había todavía esos letreros que no se admitían este, gente de color y a nosotros sí.

VD: ¿A todos los braceros los dejaban entrar?

CP: Sí.

VD: Digo, si eran mayores de edad.

CP: Sí había mayores de edad en esos tiempos pos ya, ya éramos mayores de edad, pero sí, sí se veía cierta discriminación con los negros. Y a nosotros no nos trataban mal, no, no, al contrario, en algunos lugares donde paraba la estación para ir a algún refrigerio o algo, hasta los mismos negros un… Me acuerdo que un negro me dio dos nicles, [nickle] no un daime [dime], dos dos nicles, me acuerdo muy bien, eh. Porque la, lo que íbamos aprendiendo nosotros, money, money, ¿eh? Y sí me acuerdo que ese, ese negrito nos dio dos, nos dio dos nicles.

VD: Y, ¿para qué se los dio, señor Ceferino?

CP: Pues me los dio nada más porque quiso, él quiso, él no sé por qué me los dio. Me acuerdo muy bien que me dio esos dos nicles. Los guardé yo mucho esos dos nicles, me acuerdo. Y él, él andaba barriendo ahí la estación esa porque nos, un rato con otro, nos daban como media hora. Esa vez me acuerdo yo que como media hora nos dejaron ahí, nos dijeron que en media hora. “No se vayan a perder. No vayan a ningún lugar porque se pierden y ya no van, se quedan”. Y no, pues no, nos leyeron ahí la cartilla. Y sí exactamente la media hora ahí estuvimos y ése me acuerdo que me dio dos nicles y no sé para qué. Pero: “Thank you”, le dije yo. Pero qué cosas en ese tiempo de la guerra.

VD: Y, ¿había cine por ahí, señor Ceferino, donde ustedes estaban?

CP: ¿Cines este, mexicanos?

VD: Pues cine para ir cuando ustedes descansaban.

CP: Oh, sí, sí íbamos a los cines, sí.

VD: ¿Ahí en Union City?

CP: En, sí. Pero yo nunca fui a un cine. Los demás sí iban, los más mayores iban y nosotros nos, nos juntábamos acá, entre de dieciocho, veinte, veintiún años, este, jóvenes. Y los demás, se juntaban los demás ya más grandes, treinta y tanto, cuarenta años, eso, esos iban, sí iban a los bares.

VD: Y ustedes los jóvenes no se…

CP: No le prohibían allá, nadie les prohibían. No, nosotros este, si hubiéramos ido, nos pedían identificación o algo. Como quiera no fuimos, nunca fuimos. No, pues en ese tiempo yo no, no tomábamos todavía.

VD: ¿Ustedes qué hacían, señor Ceferino, los jóvenes que se juntaban, qué hacían en sus días de descanso?

CP: Pues íbamos a la nevería, a las neverías o a ver las muchachas o ahí a pasarla un rato agradable y después a la friega de… Eso los sábados y domingos y luego los de, los de los lunes ya hasta el viernes a puro trabajo, puro trabajar y trabajar. Pero me acuerdo yo que había nomás una escuelita ahí, una escuela que había ahí de ladrillo colorado.

VD: Y, ¿a esa escuela iban las muchachas?

CP: Sí, iban las muchachas ahí y luego después de la escuela ya nosotros sabíamos este, nos juntábamos nosotros éramos este, tres o cuatro. Éramos los más jóvenes y íbamos por ahí a ver si iban las gringuitas ahí también… a vernos. Te digo, qué chistoso esa vez que fuimos al cementerio ahí no, yo creía que había, pero eso, feo como los cementerios de ahí en México. No, nada de eso. Ay caray, qué tiempos.

VD: Oiga, don Ceferino y, ¿quién le lavaba la ropa?, ¿usted se lavaba su ropa?

CP: No, nos lavaban la ropa a nosotros.

VD: Ah, ¿sí?

CP: Sí, nos lavaban la ropa, pero teníamos que marcarla una ropa porque pos cada quién le lavaba su ropa para salir a dar la vuelta y la ropa de trabajo, ahí mismo nos daban ropa de trabajo.

VD: Y, ¿esa ropa la tenía que regresar o se la quedaba usted? La que le daban del trabajo.

CP: No, la regresábamos nosotros, sí, la regresábamos. No, si hasta eso nos atendieron muy bien, no, no había problemas de ninguna naturaleza. Pero yo no sé, de veras se me hizo raro como todavía no, no la llevaban bien con la gente de color y a nosotros sí. Será porque era, éramos extranjeros, íbamos a ayudar ahí en el tiempo de la guerra, por eso yo creo que nos trataban de otra manera y porque, si no le hubieran prohibido los padres de las chamaquitas esas que no se juntaran con nosotros, ¿no? Porque y hablando de eso, una vez me acuerdo este, mi hermano, ya íbamos él y yo, nos llevaron, nos invitaron esas muchachitas a conocer los papás de ella, de ellas. Era mi prima y la otra, ¿ves? Entonces este, se hicieron amigas nosotros porque nos tratamos ahí como, hasta que nos cambiamos de ese pueblo a otro, a otro lugar, ¿ves? Y esas chamaquitas lloraron porque nos íbamos, ¿eh? Los otros muchachos también tenían sus amistades ahí, esos que nos juntábamos todos juntos. Y ya pues si y luego que quién sabe qué y ya, después nos fuimos a alistar y nos fuimos. Eran como muchas millas pa adelante porque el camino de fierro se iba y así nos iban cambiando. Pero duramos mucho tiempo ahí porque hicieron varios cruceros de vías ahí en Union City. Después nos, después nos cambiaron de ese lugar y ya, ahí este, nos divertíamos ahí bastante este, porque teníamos amistad con las chamaquitas y por eso se sentían ellas, sintieron cuando nos íbamos y ya ahí se quedó, ahí se olvidó, se olvidó todo. Fuimos a otro pueblo, pero no me acuerdo cómo se llama ese pueblo más grande, más grande. Porque iban tirando caminos de fierros que les decían los hombres ahí en México, ey.

VD: Y, ¿ya no se escribía con ellas después?

CP: No, no, nosotros nomás era de pasada, de pasadita. (risas)

VD: Bueno, don Ceferino y entonces pues me decía usted que regresó en el [19]47 a la agricultura y, ¿esa vez se fue con contrato o se vino usted solo?

CP: Yo, yo solo vine. En [19]48 sí me fui contratado, en el [19]47 no.

VD: Y, ¿pasó y estuvo trabajando en el campo?

CP: Estuve trabajando pero no, no muy adentro, no. Era, fue en, Arizona, en Arizona. Es en un pueblo por allá en Arizona, en la agricultura.

VD: Y, ¿cómo llegaba usted de Tampico a Arizona?, ¿cómo se iba para allá?

CP: Pues como todo mundo, nos íbamos este… a la, como le dice la gente a volada, nos despuntábamos, nos íbamos ahí a la frontera y cuidando que no nos agarrara La Migra. Pero antes no estaba muy vigilado, no estaba muy, muy feo. Y ahora no, ahora dicen, no, pues ha de ser ya reciente. Ya no, no sé nada, nada más por los periódicos cómo tratan a la gente cuando se pasan ahí ilegalmente.

VD: Y esa vez que se pasó, ¿estuvo varios meses en agricultura, don Ceferino?

CP: No, no, estuve como dos meses nada más. Y nos queríamos, nos íbamos a los más, íbamos ahí para adelante pero luego, pues no sé qué me pasó que quise regresar yo para México, ey. Porque a veces tiene uno unas lagunas que siempre se le atraviesan a uno ese, sentimentales o por una causa o por otra regresé. Yo no sé por qué regresé. Pero ya estando aquí otra vez, bueno, ey, sí.

VD: Y, ¿qué decía su mamá cuando se venía?, ¿qué le dijo su mamá cuando se vino la primera vez en el [19]44, señor Ceferino?

CP: No, pues que, no, pues estaba bien, nosotros este, nos dejó venir, no, no nos dijo nada. “No, no los dejo ir, allá está muy feo y los pueden hacer esto o lo otro”. No, no nos mencionaba nada mi mamá. No nos mencionaba nada, al contrario: “Pórtense bien”, y la bendición y ya. No, no, no nos evitó nunca que nos fuéramos a Estados Unidos que porque esto, por lo otro, el tiempo de la guerra. No nos, no nos decía nada. “No los vayan a agarrar para ir a la guerra”, y eso, no nos decía, no nos decía nada, nomás: “Cuídense”. Era todo, y la bendición, la bendición, que: “Pórtense bien”. Ya ve cómo son las madres, ey. Y éramos los más chicos, nosotros los más jóvenes.

VD: Y, ¿qué era lo que más echaba de menos cuando estaba por allá?

CP: No, pos claro, mi tierra, mi lugar y mi familia. Sí, sí les, se le venía a la memoria algo en los primeros años, sí. Sentía mucho que no, no nostalgia, sentía muy tristón así, ey. Porque yo andaba casi solo todo el tiempo. Mi hermano se contrataba de bracero conmigo ahí y todo, pero: “No, yo quiero ir con mi hermano porque es mi hermano y tengo”… No, separaban los… Había una lotería, así es que pues nunca, nunca nos este, nos fuimos juntos hasta que nos vimos en Chicago ahí cuando me agarró La Migra. Ahí nos vimos, entonces nosotros, porque él estaba cerca y supo que también ese primo estaba ahí en Chicago, Antonio Lara. Y fue a dar ahí y ahí nos vimos otra vez. Le digo que esa vez este, muy chistoso estuvo el asunto ahí porque me veía que ya me llevaba La Migra ahí y él por poco se echaba de cabeza también. Sí, pues, bueno, son cosas que pasan, son recuerdos que tiene uno, pero nada, nada más. Porque algunos sí se iban con nosotros. Iba de todo, cuando se contrataba la gente de bracero, iban criminales ahí también que no les importaba ahí si eran criminales o no. Iban, algunos sí se quedaban ahí en la cárcel. Mire, en el… yo en Tampico boxeaba también, era el boxing, boxeaba yo en Tampico. Y ese muchacho que mataron ahí en Chicago una vez en un evento de boxing, ése peleó conmigo. Y no me acuerdo de su nombre, pero le decíamos La Changa. Ése boxeó conmigo en Tampico, hija, ese muchacho y allá lo vimos, allá lo veía en Chicago, pero era muy peleonero. Antes de que, antes de que peleáramos ahí en el evento boxístico, este, una vez me agarré a trancazos con él, con ese muchacho, era peleonero. Y este, yo le hacía al guante y eso, hasta eso, este, fui profesional yo.

VD: ¿Antes de que se viniera la primer vez?

CP: Sí, antes sí, profesional. Es que yo también estaba muy chamaco, ése no es mayor que yo, creo. Y ese muchacho este, empatamos en esa pelea en Tampico y luego lo vi en Chicago y a ese cuate lo mataron.

VD: ¿En dónde?

CP: En Chicago.

VD: ¿Por qué lo mataron?

CP: Porque era muy peleonero, lo mataron [a] cuchilladas. Y tomaba, tomaba mucho ese muchacho y tenía un hermano también que boxeaba ahí en Tampico y lo mataron a ese pobre porque era muy peleonero. Mucha gente esos este, que porque boxean y eso, se creen… No, no para, creen que todos van a pelear nomás con la mano. No, como aquí pues este, a mí me parte la gente que van aquí a tomar alguna cosa, alguna copa o algo, unas cervezas. De diez que entren ahí a la, a esas tabernas, esas cantinas, dos o tres traen algo: pistola o cuchillo. Y ese hombre, ese muchacho, él traía un cuchillo. Pero eso no le valió pa nada, pos lo mataron, piquetes en el estómago y lo mataron. Es de Tampico, de Tampico ese muchacho. Murió por valiente. Qué barbaridad.

VD: Y con los demás braceros donde estaba usted en la barraca y esos cuartos, ¿no había peleas?

CP: No, no, no. No había porque les, nos sentenciaban a todos que no querían pleitos, no querían este, nada. Y nadie debe cargar este, navaja o algo, nadie podía, porque te encontraban con cuchillo, navaja o algo, pues quién sabe qué le hacían, no sé qué, qué le hacían. Creo que los echaban, los mandaban pa México otra vez o algo así. Pero no, no nada, nadie, no hubo bronca ni ninguno de esos, todos los años que iba y no, no había. Porque pos yo no me juntaba con malhechores, no. Estaba feo eso, pues iba de todo, venía de todo para acá, nos quedaba, venía uno que echaba mentira, yo creo que era mentira que había matado a cuatro, fíjese. Y yo creo quería atemorizar la gente a los demás allá a nosotros y tomaban esos mayores que nosotros. En ese entonces que había matado a cuatro, puras mentiras yo creo, pero como quiera sí son peleoneros, venían de todo, no les esculcaban ahí cuando había interrogación ahí o algo. Que si existía un récord criminal o alguna cosa. Yo creo que porque como yo veo, me parece que porque necesitaban la gente, era, necesitaban mucho la mano de obra y nomás ahí, así es que sí. Pues de todo, de todo venían para acá.

VD: Y, ¿le tocó a usted con gente de todos los estados, de todo el país, de todos los estados de México?

CP: Sí venían para Tampico, sí.

VD: Cuando estaba allá en Pensilvania, ¿había gente de Tampico nada más o de muchos lugares?

CP: Sí, no, de varios lugares. Venían de, como eran de contratación, era ahí en Tampico, era el cuartel general ahí de contratación de gente. Ahí venían de diferentes lugares de México, diferentes estados. Que si es que, nomás siendo mexicanos no, no les podían negar la… Pero de ahí en Tampico no, la mayor parte, se venían para acá, sí. No, ahora no, ahora van hasta la capital de México y otros estados del sur ahí a contratar gente porque saben que ahí los estados cercas ahí de la frontera ahí se pasan solos sin contratarse, sin ser, sin ser contratados, ahí están cerca y así.

VD: Oiga, señor Ceferino, cuando a usted lo contrataron, ¿le tocó también que lo fumigaran?

CP: No, nunca nos hicieron eso, nunca nos hicieron ese, no.

VD: ¿Sabía usted que a otros braceros cuando los contrataban y pasaban antes de pasar…?

CP: Sí, eso supe yo, sí. Sí, como animales los… No, ya después estuvo muy pesado, ya muy diferentes las contrataciones que hacían ya después, todo. Ya actualmente quién sabe qué les hacen. Y luego antes…

VD: ¿Entonces a usted no le tocó?

CP: No, no, a nosotros no. No se hablaban de enfermedades que venéreas o esas enfermedades que hay ahora, ¿eh? Eso es muy este, es pues, es peligroso, es peligroso. No, no, ahora creen que si va uno para allá para Estados Unidos, la gente que pasa para allá tiene que pasar por un examen médico y todo si son contratados.

VD: ¿A usted no le hicieron el examen médico?

CP: Sí, a todos. Todos nos hicieron examen médicos, el corazón a todo, sangre. Sí, porque tenía que las, el contratado tenía que este, ser saludable, bien de salud, ey.

VD: Y en su otro contrato en el [19]48, señor Ceferino, ¿también estuvo en el campo, en la agricultura?

CP: Sí.

VD: ¿Se acuerda qué le tocó cosechar?

CP: Sí, verduras y fruta. Todas esas cosas, si no tenían, era una medida ahí también así para el limón. Si no eran, si no era la medida deshechábamos ese limón. Si era muy chico o muy grande, tiene que ser una, una medida estándar. Es que pues ya casi ni le medía uno, ya sabía mucho la medida más o menos, mucha. Y lo mismo el, el sugar beat es este, una que así como jícama, así enorme, grandota, la poníamos aquí, le dábamos trancazos, caía la, caían las hojas y llenábamos, no costales, eran este…

VD: ¿Cajas?

CP: Sí, cajas, este, tambos de (ininteligible) Y el más chico ese no lo, no lo cortábamos, ahí lo echábamos ahí mismo y ya una patadita así con la, con la tierra. Había, sí sabíamos más o menos, ya con la experiencia, un poquito ya sabíamos cuál eran el betabel grande, el sugar beet.

VD: ¿Eso en qué parte fue?, ¿se acuerda, en qué estado?

CP: Ah, ¿Ohio? Ohio, Ohio.

VD: ¿En Ohio?

CP: Ohio, sí, sí, Ohio. Pero había de distintas, distintos braceros, pero que cortaban esa sugar beet y otros a la fruta. Otros a las verduras, sí, el tendedero ahí y lo mismo es que, ¿cómo se llama ese?, el pepino, ese pepino famoso. Me acuerdo yo una vez que cuando nos contrataron, nos dieron los costales, nos poníamos aquí los costales y el otro acá en la tierra para cuando íbamos este, piscando el betabel, el pepino, el… Había unos pepinotes así como calabaza y órale, el que llene más, ése se va a ganar más dinero, el que llene más este, costales. Y ahí andaba por primera vez este, llenando costales y agarraba los más grandotes, este, y llené muchos y yo dije: “Ay, ahorita le feria voy a hacer”. Pues lo que hacía uno, lo que hacía uno y yo veía que otros después, días después vi que otros este, echaban este, así regular, regular el pickle, para el pickle, los pepinos y esos eran los que valían más. Pues esos son los que enfrascan, los que comemos aquí, los que van en el, el vinagre y todo eso. Y esos grandotes pues los, como la gente para hacer ensalada y todo eso, esos son los que costaban menos. Pesaban menos, por eso nos ganábamos poco dinero, yo.

VD: Y, ¿no le habían dicho?

CP: Sí nos habían dicho pero no, yo no ponía atención. Y algunos tampoco no ponían atención. Nomás nos hablaban y nos decían en el intérprete, el intérprete decía que sabía inglés, pero no sabía mucho y nos decía a nosotros que el más chico que quién sabe qué, pero lo decía él en otra forma. Él no explicaba muy bien. Entonces ya después ya supimos. Y ya después pues ya dos costales o costal y medio, ahí me ganaba una feria. No que otras veces, la primera vez hice un montón de costales de aquí hasta allá y me gané muy poca feria. Pues eran unas calabazonas así grandes, ey, el pepino. Y luego me pasó, luego, se acabó ahí la cosecha y nos pasaron a las frutas y limones y todo eso, el limón ese famoso. Llevábamos unas escalera especiales de dos así. Porque tenía mucha espina el limón. Pero ya después ya sabíamos cómo cortarlo, todo eso, también naranja, este, grapefruit también, todo eso. Sí, pero a todos nos llevaban de ahí de Tampico hasta allá, hasta acá, de diferentes, diferentes trabajos en tiempo de la guerra.

VD: Y, ¿dónde vivía cuando estaba ahí en la agricultura?

CP: Vivíamos en caserones, en este, como los soldados.

VD: Como barracas.

CP: Sí, como barracas, eso es, así. Y ahí tenían cocinero ahí ellos, nos pitaban para ir a comer, cenar después del trabajo.

VD: Y, ¿nunca le tocó un cocinero mexicano ahí en los campos?

CP: Sí, sí del mismo, de ahí de los braceros, los mismos ahí contrataban gente. Una vez este, agarré yo un trabajo de… porque en uno de los contratos cuando el ferrocarril teníamos, ¡ay!, se cayó esta cosa.

VD: No se preocupe. Listo.

CP: Hubo una lotería y saqué yo ése, porque era fácil, vivíamos en unos ferrocarriles así con camas, ahí barría yo y sacaba los papelitos y todo eso. Bien hecha que la tenía y comía mejor que los otros porque me metía ahí en la cocina yo a trabajar, a ayudar. No, puras aventuras la gente antes, de antes. Pero no, ahora, mucho relajo, ahora mucho, muy mal pagados creo, ahora. Pues sale en los periódicos, por eso sé yo que, cómo los tratan ahora y todo eso. En periódico, en TV sale todo el tiempo las cosas, pero se sabe que en algunos lugares son mal pagados por, pues es que ahora hay mucha ratería, pues los mismos contratistas ahí agarran lo mejor, lo mejor feria. No les pagan salario mínimo, principalmente a la gente que se pasa de mojado. Esos les pagan lo que quieren y familias enteras que… Pero no sé qué va a pasar con la, pues ahí toda la raza.

VD: Y usted señor Ceferino, después de que acabó ese trabajo en la agricultura, ¿se regresó a Tampico?

CP: Sí.

VD: Y ahí estuvo viviendo un tiempo antes de venirse para Estados Unidos.

CP: Sí, como no me venía, ya no nos venían, ya no nos contrataban porque se había acabado ese programa, nos veníamos solos, con amigos o con mis hermanos y… Pero le digo, los únicos que nos juntábamos los, todo el tiempo, pues ahí desde, hay de todo en esta vida, ey, tiempos buenos, tiempos malos.

VD: ¿Cuándo fue que decidió usted venirse para acá, señor Ceferino?

CP: Después de la guerra. Aquel tiempo de la guerra fue en el cuarenta y, por el [19]45, [19]44 por primera vez.

VD: ¿Cómo fue que se decidió venirse ya a vivir para acá con su familia?

CP: Oh, bueno, yo estaba en Chicago y mi, tu mamá la pedí yo y se trajo a sus, se trajo a, a la niña Hortensia, allá en Chicago.

VD: ¿Usted ya era residente cuando la pidió?

CP: No, todavía no, todavía no, todavía yo no. Porque ahí tengo a, tengo mi certificado de nacionalidad. Yo me ciudadané, me ciudadené, ¿cómo?

VD: Se hizo ciudadano.

CP: Me hice ciudadano en el… hace más de veinte años.

VD: Pero entonces todavía no era cuando se trajo a su familia.

CP: No, todavía no, todavía no.

VD: Y cuénteme, señor Ceferino, ¿cómo fue que se decidió a que se vinieran todos para acá? Bueno, todos su esposa y su hija chiquita.

CP: Bueno, ya me, a, ¿cómo estuvo? No, me hice residente yo en Chicago y luego pedí a mi esposa y a mi hija. Fue cuando me fue concedido eso. Cuando ya estuve allá, cuando ya estuvo arreglado todo, ella, mi esposa y ella, chiquita, este, llegaron allá conmigo. Hortensia y ella, chiquita y ahí mismo nació otra niña, este, enseguida de ella, Lupe, Pita. Ella nació en Chicago, pero yo estaba allá de residente, yo estaba bien ya.

VD: ¿Dónde trabajaba en ese entonces?

CP: Pues trabajé en varios, varios cosas, en camino de fierro, también otra vez, pero quitando las nieves de los juntas así que venían de otros estados ahí en Chicago. Quité la, por que en el tiempo de la guerra se… por ahí pasaban muchos soldados, trenes, ¿verdad? Para, que iban listos a pelear. Nosotros teníamos que tender la fogatas esas cosas para que los joints esos de los trenes de los este, soldados que pasaban por ahí, se juntaba cuando iban a Pensilvania, iban a otros lugares a…

(entrevista interrumpida)

VD: Me estaba diciendo de los trenes de…

CP: De los trenes. Sí, pues es que se me va la…

VD: Sí, no se preocupe, si a todos nos pasa.

CP: Y, ¿en qué iba?

VD: Me estaba contando de cuando volvió a trabajar otra vez en el tren, que ahí en Chicago tenía que quitar las nieves, ¿me decía?

CP: Ah, sí, lo de las juntas esos que estaban así por los trenes que pasaban a ciertos estados, ciertos lugares que pasaban no eran pasajeros, eran soldados, ey. Y teníamos que estar listos ahí nosotros a que, tenían que estar las bolas esas siempre con lumbre para que cuando las juntas esas de esos trenes que iban para ciertos lugares tenían que para que, desviar el tren de soldados todo eso y otros acá también. Tenían que estar dos o tres, nomás hasta aquí de nieve, todos bien abrigados. Que estuvieran encendidas las cosas esas pues de los uniones para que pasaran los ciertos, ciertos trenes de donde, de ciertos lugares con los soldados. Ahí tenían que estar en este, siempre la lumbre para que no pegara, para que no se les pegara el hielo, porque si ese les pegaba el hielo, nos leyeron ahí muy bien la cartilla, como dice mi abuelo. Que tenía que estar bien las juntas esas porque si no, si se dormía uno o caía ahí hielo, nieve, entonces el tren se iba a…

VD: A descarrilar.

CP: A descarrilar. Así es que yo fui responsable de, porque a mí me quería ahí bastante. Y pues bien desvelado, eso lo hacíamos en la noche, en la noche. Así es que fíjate, es que ahí duré unos meses trabajando, ey. [D]onde esos, onde esos trenes donde cruzaban los pasajeros a los soldados para ir a no sé dónde. Y luego este, ya me cambiaron el trabajo de día. De día en romper ahí todo pues para los pasajeros, con las (ininteligible) de, de los lugares donde iban los trenes de pasajeros, ahora sí era de pasajeros y de soldados también. A romper el hielo ahí en las, donde se bajaba el pasaje, los pasajeros, con mugrero y medio y palas, todo pa que quedara todo limpio ahí. Que no se cayera la gente, porque ahí se veía chistoso en Chicago cómo se veía, se caía la gente. Sí, sí, yo también azoté como chango ahí y se reían de mí y yo me reía de otros, sí. Y una señora gordita, patitas pa arriba, se veía muy, se ve muy chistosa. Y la gente de ahí entonces riéndose, pero yo evitaba la risa porque no, no. Pero sí cayó muy chistoso, porque se le vio todo, ey. Ahí azotaban mucho uno, ahí en Chicago a fregarse sí, nació Pita. Tú no veías la nieve hija, tú estabas chiquita, ¿verdad?, tres años, dos, tres años.

2do: Sí recuerdo un poco.

CP: Pues ahí.

VD: Y de ahí para venirse para acá a Texas, ¿cómo fue que usted llegó para acá?

CP: Ah, pues déjeme hacer memoria.

VD: ¿No le gustaba vivir en Chicago?

CP: Sí, sí me gustaba, pero después, no es que me haya aburrido, es que yo tuve un accidente ahí en Chicago feo. Varios tra[bajos], yo cambiaba de trabajos a la hora que yo quería, no me decían nada, nomás me daban las gracias y todo. Esa, esa vez este, ya trabajaba yo en los, en las bachas que le digo de maíz y frijol y todo eso en todos los canales, en los ríos. Y entonces me cambiaron, me cambiaron a los trenes a los vagones. Esos vagones tenían como palas eléctricas, ¿eh? No, ¿cómo se dice? Sí, ahí poníamos el switch y se venía la pala. La pala no era pala de esas, no, era la pala, la pala la llamábamos nosotros una cosa así de madera fuerte, con este, cadenas y les ponía el pie a uno. Se iba, íbamos a este, llenando vagones de ferrocarril, llenando vagones de grano y ahí íbamos un compañero acá y yo acá, él allá y yo acá. Tiraba primero y luego tiraba, y luego tiraba yo, nos íbamos así de carrito y caí ahí y luego subían a los toneles esos grandes el grano. Pero esa vez este, me descuidé porque estábamos, bobeamos, estábamos jóvenes. Quién sabe qué me dijo aquél y yo también y no me fijé y me agarró la cadena, la cosa esa ahí. Cuando tiraba para llenar las esas mugres hacía así la pala (ruido) y ahí se quedaba un rato. Se quedaba un rato para hacerse para atrás, pues a mí me agarró el windshis(??) el pie este, me agarró, me lo hizo, me lo trituró, ¿eh? Me lo trituró. ¡Ay! Y aquél se dio cuenta, el compañero se dio cuenta a tiempo y tiró todo ahí y llegó apenas a la… Pero ya me había agarrado a mí el primer golpe, ya me había agarrado el fierro esa cosa, la cadena esa. El mugrero ahí me trituró todo y el segundo golpe iba a ser, pues volarme todo, todo el pie, toda la pata, la pierna y llegó este amigo y a tiempo paró el switch y de ahí me llevaron a la emergencia. Vino la ambulancia, me llevó la emergencia, colgándola este pie, todo se me veía, pues yo perdí el conocimiento y este, pero aún así veía yo todo aquí, blanco el pie acá colgando, todo este pie izquierdo, ¿eh? No lo perdí porque me lo tenía muy buenos este, aseguranzas. Me llevaron a un buen doctor ahí y me juntaron toda la patita. Todo se me venía moviendo ahí, anduve meses este, con muletas y eso fue en Chicago pero no me acuerdo qué año. Ahí anduve, anduve en la calle con la patita, nada más que con todo, todo este, enyesado, con muletas, todo enyesado. Yo no sé cuántos meses estuve hasta que me quitaron la, me cortaron el este, yeso ese. Esa cosa hasta acá y me [es]tuve entrenando.

VD: Hasta arriba de la rodilla.

CP: Hasta acá la toda de, del este, cemento, esa cosa. Luego me lo cortaron con un serrucho eléctrico y: “Este, ahora te van a cortar con un serrucho”, y yo le puso serrucho así. No era así, sí era así como esos que cortan madera, pero ése es especial acá de los médicos. Muy bien que vi yo el mugrero y dije: “Me van a cortar la pata”. No, muy bien que le hacían, ¿ves? No daba vuelta la mugre esa, nomás así solo, solo se iba hasta entonces. Y luego le abrían, le abrían así a la cosa esa, estaba la pata flaca, flaca, la pata esta. Pero después me enseñé yo andar, yo mismo a hacer ejercicio. Me caminaba, caminaba hasta que, hasta que bien, ya pude caminar bien. Pero todavía no camino bien, todavía hasta la fecha, hasta la muerte.

VD: Y fue por ese accidente.

CP: Por ese accidente, sí. Tenía seguro y todo muy bien, muy buena aseguranza y…

VD: Pero eso fue cuando ya estaba su esposa aquí o, ¿todavía no?

CP: No, todavía no.

VD: Fue la primera vez que estuvo allá.

CP: Sí, la primera vez sí. Supieron allá porque le escribí y todo pero me dijeron que me hubiera peleado pa que me hubieran dado mucho dinero, pero pues era muy, me dieron nomás $5,000 mugrosos dólares. Me dice: “Te hubiera dado como seventy, seventy five y cien mil, pero no peleaste nada”, pues yo no pude hacer nada. Mi primo que estaba ahí sabía buen inglés y todo, no me, no me ayudó mucho, no, ahí me desafanó, ey. Pero como quiera, así duré mucho tiempo con muletitas y después ya tiré las muletas con el tiempo y nomás con un bastón, hasta que aprendí a caminar bien bien. Pero esa vez, nomás ese accidente tuve feo yo. Por eso a mi amigo siempre lo recordaré toda la vida, apenas llegó a tiempo para apagar el switch, si no, tuviera nomás un morrito aquí. Eso pos fue en Chicago, es en, pero es para tan chistoso, yo no había visto nunca esas cosas, todos teníamos que llenar todos los vagones esos de todo lo que se pudiera en todo el día, pero nada con la mano, nada con palitas de esas, no, esas palas enormes, así grandes todo el grano de maíz, trigo y todo. Ahí andaban los toneles grandes de que iba pa la guerra todo eso.

VD: Y señor Ceferino y ya, cuando eso pasó, ¿ya estaba usted casado?

CP: Sí.

VD: ¿Sí?

CP: Sí, ya.

VD: Y usted, pero usted se casó en Tampico.

CP: Bueno, por el civil, pero yo me casé en Chicago.

(entrevista interrumpida)

VD: Listo. Me decía que se lo llevó, lo invitó a trabajar con él.

CP: Oh, a ver que me invitó a trabajar este, ¿dónde me quedé?

VD: Que lo invitó a trabajar el científico.

CP: Oh, bueno, sí. Pero luego entonces me ofrecieron más, más dinero la misma, la misma cafetería ahí en el Yester(??), pero le pagaban un poco, me pagaban más y ahí voy pa atrás y no, no molestaba a nadie ni se enojó nadie ni nada hasta la fecha, hasta que me salí del trabajo. Que ya quería volver, regresar para atrás esa vez y ahí voy. Y desde ahí de laboratorio ese del amigo que me llevó ahí todo eso y si no: “Está bien, si te ofrecen más dinero está bien, pero entonces te voy a agarrar trabajo, te voy a dar más dinero pa traerte pa atrás”. Nomás se rió, se rió él: “No”, dice, “ya ahí que quedé”, dice nada más, dice: “Quédate ahí en Yester(??)”. Y ahí me quedé.

VD: ¿Qué hacían con él, con este otro científico?

CP: Oh, el de, pues él ya traía sus cosas ahí que tenían este, conejos, ratas, todos esos animalitos para estudiarlos y hacer mugrero y medio ahí con ellos. Y luego ahí de… Otro tenía de una hora de la salida cuando había trabajo me llamó. Ahí venía y venía alguien detrás de mí, pues era él que me, que me fuera pa atrás otra vez ahí a la cocina, ahí a la universidad, ahí en Yester(??). Y ahí me quedé hasta el final, también ya no.

VD: ¿De ahí fue de donde se retiró?

CP: Sí, sí me retiré, me retiré ahí, me jubilé ahí con el que… pues ya me, después me fastidió un poco, no, no el trabajo, no. Un poquito así de envidia, ahí estaban como molestando y ya voy oye, con que ya me faltaba un año y quería cumplir veinticinco años ahí. Pero hubo algo así que me salí, una… Pues sí, ya no estaba bien ahí en el trabajo en la, en Yester(??) Center, no estaba ya bien y yo oí, vi que no. O sea vi, pero di las gracias y todo y sintieron que… porque nunca les fallé, yo ahí trabajé muy bien. Casi iba a cumplir un cuarto de siglo ahí. “No, no, [es]tá bien, cuando quieras ahí está el trabajo ahí”. “Nombre, ni pa (ininteligible)”, le dije. “Cómo crees”. Y yo ni les dije, por estos otras, no, no, nunca les quedé yo con ellos. Por eso me salí, les dije nomás así porque ya yo creo que ya le dije: “Ya estuvo”. Pero fíjate que no les este, no les dije el motivo, que me molesta esto y esto y esta persona y estas dos personas ahí ya fastidiando. Yo creo que para, por algo, envidia o no sé qué, no. Y ya me dieron las gracias y todo. “Cuando quieras aquí está el trabajo”. “No, pues ya no”, hasta la fecha me quedé allá. Pero sí, ahí trabajé muy bien yo, mucho tiempo no hubo problemas.

VD: Pues estuvo bastantes años ahí. ¿Desde cuándo fue que usted decidió que ya se iba a quedar aquí en Estados Unidos, don Ceferino?

CP: Ay, ay, espere, vamos a ver…

VD: O sea, lo que le quiero preguntar, cuando usted primero se trajo su familia, ¿usted pensaba que se iban a quedar aquí ya para siempre o usted quería regresar a México?

CP: No, no, no, no pensaba eso. No, yo regresé varias veces a México. Pues sí, mi tierra, el lugar, yo quiero este país, a mí me agrada y todo, pero yo mi país, primero México. Porque ahí mis raíces, ahí me casé, ahí crecieron mis, creció mi familia, todos mis hijos. Pero yo hablar este, o en contra de mi país, nunca. Yo cuando he ido me alegro, cuando iba yo antes ahí en Tampico. Antes iba un poquito seguido así. Pero ya tengo años que no voy, pero me veía, me sentía otro ya ahí, como si nunca hubiera estado yo aquí en Estados Unidos me sentía. Hablaba de otra forma, de otra forma y me chanteaba ahí con los mis amigos ahí ya viejos como… Y ya casi todos murieron.

VD: ¿Cómo hablaba de otra manera, señor Ceferino?

CP: Ah no, pues no, yo no hablaba mal de este país ni nada, pero sé.

VD: No, pero es que decía usted que hablaba de otra manera cuando llegaba allá a México, como si nunca hubiera estado aquí, pero, ¿cómo era eso?

CP: Oh, pues amistades que tenía cuando era joven y todo, puro hablar de deportes, hablar de esta, cuando andaba de trampa yo y cuando andábamos ahí nosotros tomándonos cervezas por ahí y todo eso. Como si estuviera, como si nunca hubiera estado yo aquí en Estados Unidos, ey. Recordaba como si… Y luego de repente pues añoraba este país también, porque he estado más de la mitad de mi vida aquí en este país, ¿eh? Mi segunda patria. No, no puedo negarla yo aquí, todas mi hijas nacieron aquí. Hortensia como si hubiera nacido aquí, aquí nació ya.

VD: Y ahora ya, pues ya hizo su vida aquí, ya tiene su casa.

CP: Ya tengo, sí. Pero mis raíces yo nunca olvido allá, nunca jamás. Y me gusta, me agrada estar allá. Estoy ahí como si nunca hubiera estado aquí en Estados Unidos, así de veras. Y luego pues ya de repente se llega la fecha que tengo que venirme y ya. Me siento triste dejar Tampico y ya llego acá y se acabó como una película, como una novela, ¿no? Pero sí, son mis dos países, a ver qué se va a hacer. Usted es radicada aquí, ¿no?

VD: No, estoy estudiando nada más.

CP: Es una estudiante. ¿Aquí en la universidad? Ora tá un poco cambiada ahí la universidad. Digo, pusieron otros estantes de sodas y otras cosas pusieron ahí, ¿eh? Nada menos hace como una o dos semanas fui, ey. Me sentí muy raro. Tenía años que no iba, que no iba ahí yo.

VD: ¿En qué año se jubiló?

CP: Uh, hace muchos años.

VD: Ya tiene tiempo.

CP: Sí, demás, quince o veinte años.

VD: Ah no, ya tiene bastante, sí.

CP: Sí, pues eso, ahí está creciendo mucho esa universidad ahí. Pues donde quiera tiene ramificaciones, donde quiera tiene lugares, ahí tá muy grande ya. Y todavía aún así la otra vez di una vuelta y nunca había visto este los buildings nuevos que están ahí.

VD: Sí, ha crecido, ha crecido. Tiene mucho…

CP: Mucho, mucho, mucho, mucho. Yo a veces me iba a pie también. En la noche yo me iba, pues ya todavía era noche como a las seis de la mañana. A veces me iba a pie porque no había tanto bandidaje, tanto mugrero y a pie. Cuando quería caminar, me servía de ejercicio y todo. O sea, yo nunca tuve problemas de nada. Ahora eso es un poco peligroso o mucho muy peligroso, ahora irse, alguien irse caminar de noche hasta allá. No, bastantes ya me iba en carro, me iba en una moto chiquita, una motocicleta que tenía chiquita. ¿Te acuerdas de la que…? O me llevaba el carro, ahí tenía un, tenía un parking pagado y todo ya. Pero pues, pues yo trabajé primero como le dije ahí en el, ahí en la Guadalupe.

VD: Pues ha trabajado en muchos lugares.

CP: Sí, yo trabajé, trabajé en muchos…

VD: En toda su vida en…

CP: Trabajé en muchos lugares, sí.

VD: En muchas experiencias que ha tenido. Y déjeme preguntarle, cuando se acuerda ahora por ejemplo de su tiempo de bracero y ahora a la distancia, ¿verdad? después de muchos años, ¿cómo se siente cuando se acuerda de esos años?

CP: Pues todo uno recuerda con alegría me acuerdo de esos tiempos y también nostalgia porque a veces me sentía yo solo aquí en este país. Pues no tenía aquí, nunca tuve amigos yo aquí. Tuve amistades y buenas amistades tuve yo aquí. Y no, la llevaban muy conmigo, no había problemas, pero sí le entra a uno una tristeza, una nostalgia. Bueno, los primeros años, los primeros principalmente de mis hijas y mi esposa, pero ya de eso casi, ya se, otra mirada porque ellas ya tienen hijos, tienen hasta nietos, tienen mis hijas. Tengo nietos, bisnietos, todo depende de, sus hijos dependen de ellas. Yo puras hijas tuve. Un hijo, el primero, pero falleció chiquito, muy chiquito. Es que se, después fue varoncito y después pura niña.

VD: Y, ¿ahora están todos aquí?

CP: No.

VD: Bueno, de este lado en Estados Unidos.

CP: Sí, este, sí. Todos están aquí ya. Todas mis hijas sí. Y tengo familia yo en Tampico, pero parte de esa familia están aquí en Estados Unidos, en Brownsville. En Houston tengo ahí, tengo sobrinos por parte de mi esposa.

VD: Y, ¿qué extraña usted de Tampico, señor Ceferino?

CP: Pues primer lugar el pueblo, sí, y mi familia.

VD: ¿La familia que todavía tiene allá?

CP: Allá todavía y tengo, tengo muchos sobrinos y casados ya, pero no los conozco ya. No sé cómo estarán allá porque yo cuando iba para allá ahí de vez en cuando no visitaba a todos mis familiares, porque algunos ya no se encuentran ahí en Tampico, por ciertos lugares para Estados Unidos o fuera de ahí de Tampico. De los familiares, de los mayores, pues los jóvenes, chicas, no me acuerdo, ya no me acuerdo de ellos, no.

VD: Pues es que además la familia se hace grande, se hace grande.

CP: Sí, grandísimas, muy grande la familia. Ya tanto tiempo que se pasó ya que ha pasado.

VD: Y unos aquí y otros allá.

CP: Sí, para conocer todos necesitaría tener unos, necesitaría siglos para conocerlos. (risas)

VD: Ay señor Ceferino, pues yo le quiero agradecer muchísimo, ya se dio cuenta de que se acuerda de muchísimas cosas.

CP: Porque, por su ayuda y gracias por ayudarme, porque…

VD: Nombre, al contrario, gracias a usted. Yo le quiero agradecer muchísimo su tiempo y sus memorias que me compartió, que además son muchas como se dio cuenta. Muchas, se acuerda muy bien de muchas cosas, con mucho detalle y ya va a ver después que se escuche usted, se va a sorprender de todas las cosas que todavía se acuerda tan bien de aquellos años.

CP: Pues en, en verdad que no me acordaba ya de cosas pasadas de hace muchos años, con su ayuda y con la niña esta, pude recordar ciertas cosas, ciertos lugares y todo ya. Definitivamente yo estaba fuera de orbita.

VD: Pues no, no se preocupe déjeme le agradezco mucho. Déjeme detener esto.




Fin de la entrevista

Interviewer

Domínguez, Violeta

Interviewee

Palomares Mar, Ceferino

Location

Austin, Texas

File Name Identifier

Palomares_Mar_AUS003

Citation

Palomares Mar, Ceferino, “Ceferino Palomares Mar,” Bracero History Archive, accessed November 25, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/90.