Luis Estrada
Title
Luis Estrada
Description
Luis Estrada E. was born in 1953; he was the third born of his seven siblings; the year after he was born, his father, Miguel, enlisted in the bracero program; while he was gone, the family stayed in Michoacán, México; years later, Luis married and had two children in México; he eventually immigrated to the United States with them, and he went on to have three more.
Summary of Interview: Mr. Estrada explains that the year after he was born, his father, Miguel, enlisted in the bracero program; Luis recalls his father leaving for the United States; the family went to the bus station in town that was three hours away; he would not let go of his father, which he knows made him feel bad; his father left in order to find better opportunities for his children; Miguel traveled by bus from Michoacán to Sonora, México, with his brother, where they suffered greatly to get the necessary papers to enlist; his brother regretted ever going, because they endured so much; as a bracero, Miguel picked lettuce with a short hoe, which was extremely strenuous, because he had to stay hunched over all day; Luis remembers that a family friend owned a store in town and allowed the family to get whatever they needed while his father was gone; eventually, they had difficulties, because they needed so much; even so, he was so young, that he did not really understand the severity of the situation; over time, with the money Miguel saved, the family was able to buy a butcher shop in México; when he went home, he took gifts like jackets and belts; he also took toilet paper, but no one understood how to use it until much later; Luis helped his father gather animals for the shop and learned how to run the business; he likens his father’s experiences as a bracero to those he had while working in the United States; he also offers several anecdotes about his life while working in the United States and México; Luis eventually married and had two children in México; he later immigrated to the United States with them, and he went on to have three more.
Summary of Interview: Mr. Estrada explains that the year after he was born, his father, Miguel, enlisted in the bracero program; Luis recalls his father leaving for the United States; the family went to the bus station in town that was three hours away; he would not let go of his father, which he knows made him feel bad; his father left in order to find better opportunities for his children; Miguel traveled by bus from Michoacán to Sonora, México, with his brother, where they suffered greatly to get the necessary papers to enlist; his brother regretted ever going, because they endured so much; as a bracero, Miguel picked lettuce with a short hoe, which was extremely strenuous, because he had to stay hunched over all day; Luis remembers that a family friend owned a store in town and allowed the family to get whatever they needed while his father was gone; eventually, they had difficulties, because they needed so much; even so, he was so young, that he did not really understand the severity of the situation; over time, with the money Miguel saved, the family was able to buy a butcher shop in México; when he went home, he took gifts like jackets and belts; he also took toilet paper, but no one understood how to use it until much later; Luis helped his father gather animals for the shop and learned how to run the business; he likens his father’s experiences as a bracero to those he had while working in the United States; he also offers several anecdotes about his life while working in the United States and México; Luis eventually married and had two children in México; he later immigrated to the United States with them, and he went on to have three more.
Creator
Salgado, Susana
Estrada, Luis
Subject
bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Luis Estrada
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
75 minutes
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Luis Estrada
Fecha de la entrevista: 25 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Susana Salgado
Mi nombre es Susana Salgado. Estamos en Perris, California y hoy es jueves 25 de mayo de 2006 y estoy entrevistando aquí al señor Luis Estrada y a su esposa Piedad.
SS: Bueno, y usted me está enseñando aquí una foto de su papá. A ver, nomás… ¿Qué, de qué fecha, en qué fecha tomaron esta foto? ¿Sabe? ¿Aquí dice?
2do: No sé.
SS: No sabe. No, no le hace. Hable en voz alta. No, no se preocupe que no sabe. Lo que vamos a hacer quizás es, si usted nos da permiso, es de hacer una copia de la foto, si nos da permiso y aquí lo comentamos eso.
LE: No, sí.
2do: En el [19]63.
SS: En el [19]63.
2do: Ahí dice.
SS: Entonces, un año antes de que se acabara el programa, ¿verdad? Entonces, cuénteme, ¿de qué es lo que se acuerda usted? ¿Cuáles han sido sus experiencias?
LE: Bueno, yo de lo que me acuerdo que mi papá nos decía de que, como yo estaba casi recién nacido cuando él se vino, yo tenía un año, si acaso.
SS: ¿En qué año se vino su papá?
LE: Él empezó a venir en el [19]54 porque aparentemente yo tenía un año de nacido.
SS: Oh, okay.
LE: Yo nací el [19]53 y él empezó a venir, él se vino el [19]54. Entonces, yo tenía un año, todavía me abrazaba de él cuando se iba a venir. Entonces él, pos él me platicaba a mí que llora[ba]. Pos lloró porque yo no me quería despegar de él cuando él se vino, porque aparentemente mi mamá y mis abuelos lo vinimos a acompañar, porque nosotros vivíamos en un rancho que no había camiones.
SS: ¿En Michoacán?
LE: En Michoacán. No había camiones. Entonces teníamos que ir al pueblo allá, a agarrar el camión. O sea, teníamos que caminar tres horas a pie o a caballo.
SS: ¿A qué pueblo iban?
LE: A Santa Clara del Cobre. A Santa Clara del Cobre. Entonces al agarrar él el camión pa venirse pa, para Nogal… pa Sonora. Dice que yo me abrazaba de él y yo me abrazaba de él y no lo quería dejar venirse. Entonces él, pos sentía feo.
SS: Claro.
LE: Y yo ahora sí lo entiendo porque yo también sentía feo cuando yo dejaba a mis hijos también, de que venía.
SS: Claro, claro.
LE: Entonces, él dice que él decía… que decía, él decía: “Querer a los hijos es dejarlos pa venir a buscar una oportunidad mejor. Porque quererlos no es estar ahí pegados con ellos sin mirar, buscar, buscar qué hay más, o sea qué más se puede hacer”. Y gracias a Dios, a él le fue bien. Él se vino a Estados Unidos, aprovechó el dinero del primer año que vino o del segundo o tercero, porque no puedo asegurar qué año fue el que él compró como una, como tipo carnicería de pueblo que se abre nomás los fines de semana.
SS: Y, ¿dónde compró esa carnicería?
LE: Allí mismo en mi pueblo.
SS: ¿En su pueblo? ¿Allá en Michoacán?
LE: En Michoacán. Entonces ya de allí, ya él dejó de sufrir porque ya empezó, se enseñó a matar reses, puercos, a hacer carnitas, chicharrones. Ya se la pasaba bien. Pero sufrieron tanto, que venía un hermano de él, se llamaba Luis Estrada, igual que yo. Entonces, este, cuando pa ganar la carta allá en Sonora dicen que estaba tan difícil, pero tan difícil, que un día mi tío, dice mi papá que le dijo que estaba arrepentido de haber nacido por lo feo que sufrían para agarrar la carta allí, allí en Nogales.
SS: Para venir para acá.
LE: Para venirse. Sí, porque tenían que agarrar la carta y tenían que trabajar allí pa que los patrones de la fronte[ra]… de ahí de Sonora le dieran la carta pa que los pudieran contratar. O sea, no era nomás de que te ibas a llegar y te apuntabas, y te contratabas, no. Tenías que trabajar en lo que fuera allí en Nogales era la parte [d]onde… Era el punto donde llegaba la gente a trabajar en la lechuga, en lo que hubiera.
SS: Y, ¿usted se acuerda qué hacía su papá o oyó qué hacía su papá?
LE: Bueno, él llevaba unos azadoncitos así chiquitos que tienen el palito chiquito. Parece que trabajaban en lo de la lechuga. Era cuando todavía no se usaban los de cabo grande.
SS: Los largos.
LE: Porque ya ve que pelearon mucho a causa de, de que tenían que andar agachados todo el tiempo. Pelearon mucho pa que hubiera o sea, otra forma de trabajar que no fuera doblado todo el día. Entonces, este, yo eso es de lo que me acuerdo, que decía que mi papá que, que mi tío Luis, él decía que se había arrepentido de haber nacido, de lo feo.
SS: Ha de haber sido difícil, parece.
LE: Pa agarrar la carta, para agarrar la carta dicen que era muy difícil, mucho, mucho muy difícil. Ora, en las fronteras, se junta uno con gente de toda.
SS: Claro.
LE: De toda. Muchos dicen que en México, sí, pos, [es]ta bien. Yo, yo sí quiero mucho a México, mucho, demasiado. Pero, oiga, es que es un miedo andar allá.
SS: En la frontera.
LE: En la frontera y a dondequiera ya. Ya ahorita ya está difícil dondequiera. Yo cuando, o sea, yo cuando voy a Tijuana, yo tengo miedo y aquí no, aquí no me da nada de miedo. Aquí no me da miedo porque yo me acuerdo que yo aquí siempre estaba con que me regresaba y me regresaba y me iba a regresar y nunca me regresé. Así es que tengo tres hijos nacidos aquí y dos que me traje de México chiquitos.
SS: ¿Los trajo de allá?
LE: Y yo pienso que estuvo bien porque casi con dos niños de brazos, sin dinero, sin trabajo, sin carro, sin dónde vivir y ahorita pos gracias a Dios, tenemos todo. O sea, todo.
SS: Bien, le fue bien.
LE: O sea no, no cosas de lujo, pero lo que necesita sí estamos bien, ta bien, bien. Y le digo, de mi papá, pos sí, eso a mí me gustó que dice que, que decía: “Que querer a los hijos no es estar allí con ellos y muriéndose de hambre, sino dejarlos y buscar”.
SS: Buscar oportunidades.
LE: ¿Me entiende? Saber qué. Y pos a él en el jale le fue bien. A él le fue demasiado bien porque invirtió, o sea, invirtió lo poquito que ganó aquí, lo invirtió en eso.
SS: En la carnicería.
LE: Y pos gracias a Dios, cargaba dinero, compraba, vendía ganado y de hacerlo, pos los últimos días que vivió, los vivió bien. O sea, yo pienso que bien porque tenía todo demás. Tenía caballos demás, tenía ganado demás, tenía comida demás. En la casa siempre, nunca le faltó allá maíz, frijol, carne, huevo, leche. O sea, de todo.
SS: Claro.
LE: Pero fue, que como él decía: “Trabajaba más y tomaba menos”. Entonces, él sí se emborrachaba, pero, ¿qué le diré? Como una vez al año o dos veces al año. O sea, no, no fue de las personas que siempre andaba en eso, no, o sea, casi no.
SS: Oiga y platíqueme un poquito acerca de, ¿qué se acuerda usted cuando usted estaba creciendo y su papá estaba de bracero? ¿Qué se acuerda? ¿Qué comían ustedes?
LE: ¡Oh, oh! Fíjese que es importante porque una vez me acuerdo, yo no me acuerdo mucho de haber pasado hambre, le voy a ser sincero. O sea, me acuerdo, pero, no como, no como tristeza. O sea, me acuerdo como un juego, como un juego porque no, yo no sentía feo. O sea, no, pos yo pienso que la que se preocupaba era mi mamá. Porque cuando mi papá se venía, había un señor que tenía una tienda y era compadre de mi papá. Entonces, él sí, a toda madre cuando le decía mi papá: “No, pos, ¿sabe qué compadre? Me voy a ir, pos ahí si se les hace falta algo, usted”. Y pos sí: “Sí compadre, no te preocupes. No, no te apures, aquí lo que necesiten, que vengan y la… Sí, eso sí. Pero la cosa de que ya cuando íbamos seguido, cuando iba mi mamá seguido nos mandaba ahí, pos que: “Traigan esto, traigan lo otro, traigan aquello”. Dice que un día, dice mi mamá que una vez ya le dijo el señor: “Bueno”, que le dijo, no sé si a mí, porque a mí no creo, porque no me acuerdo, pero a uno de mis hermanos que le dijo: “Oye, comen mucho”. (risas)
SS: ¡Oh! O sea, porque usted…
LE: Sí, sí, porque iba a pedir, pero no, pos no, no regalado.
SS: Claro.
LE: Pero es fiado, pero ellos necesitan el dinero.
SS: Sí, sí.
LE: Pues no, o sea, pos es… (risas)
SS: Claro.
LE: O sea, que le decía que comía mucho, ¿verdad?
SS: ¡Ay!
LE: Porque ellos pos se iban a pedir mucho. Y hay otra cosa de importante, o sea, es importante porque le digo yo, lo tomamos como un juego, porque le digo, yo no sentí pesado porque taba, pos muy chiquito yo creo, no. No le di importancia. Pero una vez, este, que no teníamos qué comer. Entonces, se acuerda, no sé si…
SS: Cuente esa historia. (risas)
LE: No sé si conoce, no sé si conoce las corundas.
SS: No, oiga, ¿qué son?
LE: Las corundas son unos tamales que se hacen. Es la masa, es como si fuera pa los tamales pero ésa se envuelve en hojas de maíz verde.
SS: Oh, okay. Pero, ¿son como tamales?
LE: Son tamales, pero ésa se envuelven en hojas de milpa, pero verde la milpa.
SS: Oh, diferente.
LE: Diferente, se la come con…
SS: ¿Cómo las nombró?
LE: Corundas.
SS: Corondas.
2do: Corundas.
LE: Corundas.
SS: Oh, corundas.
LE: Corundas o tamales de ceniza les decíamos porque el nixtamal lo pelan con ceniza, con ceniza de la del comal.
SS: ¡Oh!
LE: O sea, lo lavan y lo pelan con ceniza.
2do: No con cal.
LE: Pos, con, no, con ceniza.
2do: Por eso digo, con cal no.
LE: No. Tiene que ser con ceniza, entonces por eso les decían tamales de ceniza.
SS: Oh, entonces, tamales de ceniza.
LE: Entonces…
SS: O corundas.
LE: No, oh, sí, ándele. Pero las corundas es la palabra correcta.
SS: Okay.
LE: Porque las corundas, este, pues es la palabra correcta. Pero allá como pelaban el maíz, o sea, cocían el nixtamal y luego lo lavaban y lo pelaban, los tecataban con ceniza. Por eso le decían tamales de ceniza. Entonces, una vez que no teníamos qué comer, le dijo mi hermano, al mayor, se llama Miguel, como mi papá, le dijo: “Mamá”, dice, “y, ¿por qué no hacemos, por qué no haces tamales de ceniza?”. (risas) Pero pa los tamales, se necesita, se necesitaba el maíz, se necesitaban las hojas, se necesita el dinero pa ir a moler el maíz. O sea, pero como estábanos mensos, chiquillos mensos, o sea, que de, ¿por qué no hacía tamales de ceniza?
SS: Como si fuera fácil.
LE: Sí, sí, pos sí. Pos, este, nomás la ceniza era nomás pa pelar el maíz. Entonces, por eso digo, sí, pos son cosillas que yo no las tomé a mal. Ni como le estaba diciendo yo al señor, que también no tomé a mal de cuando venían, que los, como dicen que los fumigaban pos a mí no se me hace humillante porque pos esa es cosa de la vida, ¿me entiende? Porque simplemente tú traes un animal, o sea, es mala la comparación, pero no quieren que traigas nada enfermo. Por eso hay tanto chequeo de frutas en todos los caminos y todo, porque no quieren que haya contaminación. Entonces yo, a mí no se me hace tan humillante lo que les hacía. Yo no sé qué se sentirá, pero sí me acuerdo cuando echan a uno al bote bien pedote y que lo bañan con agua bien fría, se siente regacho. Entonces, este, yo pienso que más o menos ahí es donde sentían, que los desnudaran. Y luego pior, que la gente viene de los pueblos, donde es imposible que una persona ande, pos sólo que ande borracho, enseña partes que no, pero, ¿bueno y sano? ¿Quién va a sentir bien que le quiten la ropa ahí delante, aunque sea hombre? O sea no, no se puede, porque la gente viene de pueblos chicos.
SS: Claro.
LE: Que no, no se desnudan hombres con hombres, ¿me entiende?
SS: Claro.
LE: Entonces, pos sí.
SS: O sea, eso…
LE: Ellos sentían humillante, pero pensándolo bien, no es mucho, no es mucho muy humillante porque es parte de que… Pos que los Gobiernos tienen que hacer eso, ¿me entiende? Entonces dicen que los humillaban y pos… y es como todo, pero por ejemplo, traes un caballo de México, tienes que dejarlo en la, tienes que dejarlo a que haga la cuarentena, que lo chequen bien, que no venga enfermo. Pos a esas, un perrito, un cotorro, todo lo que traiga. Entonces, eso es parte. Allá en México también. Transportas fruta de un lado a otro lado, te la chequean.
SS: Claro.
LE: Que esté buena. Entonces, si traen una persona de México a trabajar aquí, entonces por supuesto que no conviene, o sea, tienen que asegurarse que no venga enferma. O sea, eso a mí no se me hace muy humillante. Y de que dormían, yo me imagino más o menos cómo dormían porque así vivíamos nosotros cuando trabajábamos en el campo también. Pero ya ellos tenían la ventaja que ellos eran, ellos eran contratados y nosotros éramos mojados pero tenían camitas así en los ranchos, era una pura galera, una galera grande. Entonces, tú ponías tu colchoncito aquí, otros al otro, así. Pero pues eso…O sea y pos sí, así vivía uno.
SS: O sea, ¿usted se imagina que así también ellos dormían?
LE: Yo también me imagino, como son los campos grandes, había galeras, había horarios de hacer de comer, había horarios de todo. Había la disciplina, quién hacía la limpieza. Yo me imagino que así vivían porque así vivía yo. Y se imagina que yo iba a vivir a gusto aquí, sabiendo que tenía mi esposa, mis hijos en la casa, la cama calientita y yo acá durmiendo en el frío. Porque había veces que a las doce del día, todavía hasta las uñas le dolían a uno del frío porque no había ni… No, pos no había calentón.
SS: Claro.
LE: No había nada. Entonces, este, se levantaba uno a las cinco de la mañana, ya tenías que tener el lonche y levantarte a agarrar las tijeras y un fríazo.
SS: Oh, ¿sí?
LE: Agarrabas las uvas y tenían hasta hielito. O sea, el trabajo del campo siempre ha sido así. Siempre ha sido así y pos desgraciadamente aquí lo que le toman a uno… o sea lo… pos tantas leyes que sacan y todo eso. Casi por lo regular, este, siempre, como dice el dicho: “Al perro más flaco se le pegan más pulgas”. Siempre con los pobres. Siempre con los pobres. O sea, siempre todos, cualquier cosa que inventen, toda tiene que ver con los pobres. Y que tienen que hablar inglés, como que si fuera tan fácil. Como que si fuera algo de decir: “No, que tienen que hablar inglés. Si quieren estar aquí, tienen que hablar inglés”, y que si esto. Pos si al último ahora, el que lo sufre es uno porque no habla inglés, ¿ellos en qué les molesta?, ¿ve?
SS: Sí, o sea, ustedes…
LE: Ora, ¿pa los trabajitos que uno hace? No. (risas)
SS: Sí, es difícil trabajar…
LE: No es muy necesario, pues, hablar inglés, ¿me entiende? Nomás que pos de ahí se agarran pues para querer fregar a uno, pero… Sí estaba feo, sí estaba feo, pero pos gracias a Dios que se animaron a venir, los que se animaron a venir. Y que también tuvieron bastante oportunidad los braceros de poder emigrar pero no quisieron porque no les interesaba, porque ya tenían su familia. Nunca pensaron que ellos podrían estar aquí y tener sus ranchitos y… Pos así como vivo yo ahorita, como ahorita, nosotros tenemos un ranchito. Hacemos jaripeos, mis hijos ya se enseñaron a andar a caballo porque pues yo como nunca estoy ellos en México aquí se enseñaron. Ya se enseñaron a educar caballos, poquito. No, no mucho, pero ya, ¿me entiende? Entonces si mi papá se hubiera quedado aquí, pos [es]tuviéramos a todo dar pero, pues no.
2do: Había de estar orgulloso, ¿no? De…
LE: Ah, porque yo…
2do: Porque a él le gustaba todo eso que a él le gustaba.
LE: Todo lo que sea carreras de caballos, todo lo que fuera jaripeos y todo eso le gustó bastante.
SS: Sí.
LE: Y desgraciadamente, fui el único que le gustó.
SS: Oh, ¿de todos?
LE: De todos.
SS: ¿Cuántos fueron ustedes?
LE: Cuatro hombres.
SS: Cuatro hombres.
LE: Y a ninguno le gustó.
SS: Y, ¿usted dónde está en el nacimiento?
LE: Oh, yo soy el tercero.
2do: El tercero.
LE: El tercero. Mi hermana la mayor, luego siguió un hombre y luego yo.
SS: Ah. Entonces una hermana.
LE: Miguel.
SS: Miguel.
LE: Luis.
SS: Luis.
LE: Jorge.
SS: Jorge, Jorge.
LE: Y luego dos hijas más chicas.
2do: Celia.
LE: Celia.
SS: Ah, entonces eran seis.
LE: No, siete.
SS: Siete.
LE: Tres mujeres.
SS: Okay.
LE: Y cuatro hombres.
2do: Era Luz, Miguel.
LE: De hombres era Miguel.
2do: Luz, Miguel, Luis, Jorge, Celia, Luisa y Jaime.
LE: Y Jaime, que era el más chico. Entonces a ninguno le gustó, a ninguno le gustó.
SS: Usted fue el único.
LE: Fui a el único que le gustó, que le gustó eso de la… Pos es que yo trabajaba con él.
2do: Jaripeaban.
LE: Es que yo trabajaba con él. Y es que antes tenía uno que traerlo el ganado a fuerzas, a caballo o a pie. No había camiones, no había caminos, no había nada. Entonces tenías que bajar los animales del cerro con, a caballo.
SS: Mucho trabajo.
LE: Trabajo.
SS: Sí.
LE: Lloviendo, con frío, con calor, como fuera, como fuera. [M]ira, esta uña está partida a la mitad. Una vez veníamos con un puerco cargado porque no quiso caminar. (risas) En un palo.
SS: ¿Usted y su papá?
LE: Pos yo era el único que le ayudaba. Fui el único que le ayudé más. Lo traíamos cargando. (risas) Íbamos pasando un puentecito de palo, pos el río pa abajo y el, y el…
2do: Ay, ya me está dando miedo.
LE: Ya. Pos es que está feo, esto está feo, ¿verdad? Era un trabajo, aparentemente no era trabajo que tienes que trabajar las ocho horas pero andar navegando con animales de tan lejos, de otros ranchos, animales bravísimos, puercos que ya no caminan porque como los tienen en tarima de madera cuando los bajas a lo frío del suelo se tullen y ya no caminan. Y ahí te los tienes que traer cargados. Entonces íbamos y se hacía, se movía el puerco. Y mi papá de una punta y yo de otra con el palo y el puerco moviéndose. Y nosotros parados en el palo.
SS: ¡Ay!
LE: Pa caer al río. Ahí nos tenían así temblando, pasamos. Y ya me venía molestando, eran como las once del día. Estaba el calor tan fuerte y sin almorzar y el puerco grite y grite. A mí me tocó el hocico. (risas)
SS: ¡Oh!
LE: Entonces, este, a mí se me hizo fácil, dije: “Le voy a agarrar el hocico pa que no, pa no grite”. Ni le agarré el hocico y él sí me agarró el dedo.
SS: ¡Ay, no!
LE: Y me sacó la uña. Así es que ya venía con la dolencia de la uña, venía con la hambre, el calor y el puerco cargado.
SS: ¡Ay, no!
LE: Una vez nos fuimos a un lugar, a un lugar que se llama Los Trojes, es un ranchito cerca de donde…
2do: De Istaro.
SS: Me dijo que ya después de que su papá…
LE: Oh sí, sí, ya, ya no venía, ya no venía.
SS: Después del programa.
LE: Pos él ya era allá, pos ya era grande, porque ya movía dinero, ¿me entiende? Muy sacrificado, pero ya movía dinero, ya traía dinero.
SS: ¿Como qué edad tenía su papá cuando estaba acá de bracero?
LE: Ah, pos a ser, ¿de cuántos años se moriría?
2do: No sé. Pero ha de haber tenido como algunos…
LE: Setenta y tres.
2do: No, mi amor, cuando vino de bracero.
LE: Cuando vino, por eso, pos es que tiene uno que sacar la cuenta.
2do: Como a los treinta y siete, ¿no?
LE: Más o menos.
2do: Ey.
LE: Más o menos tenía tres hijos. Tenía a Luz mi hermana a Miguel y a mí. Que más o menos en ese tiempo él tendría…
2do: Como unos treinta y cinco años tendría.
LE: Unos treinta y cinco años más o menos.
2do: Y pienso que es mucho.
LE: Y le digo que esa vez… (risas) O sea sufríamos bastante, era pos bastante el trabajo. Esa vez, aparentemente nos trajimos seis puercos y llegamos a la casa sin ni uno. Todos se nos quedaron tirados en el camino, ya no caminaban.
SS: ¿A poco?
LE: Y en el aguacero y el lodazal los caminos resbalosísimos y los puercos allá tullidos en el camino. Llegamos a la casa sin nada y otro día: “Levántate temprano a ir a… Nos cargábamos unos pa onde estaba el otro y luego de allí nos cargábamos otro, hasta que llegamos a allá. Una vez fuimos por uno a un rancho, se llamaba Santa Rosa. Pos lo pesamos. Me dijo mi papá: “Tú te vas al pasito en la tarde”. Él se fue temprano, lo iba a pesar y comprarlo, pues. “Te llevas la lámpara”, porque pos, ¿con qué se aluza uno?, “y tú te vas ya más tarde, al fin que ya cuando llegué, ya lo voy a tener pesado(?). Sí, ya cuando llegué ya lo tenía pesado, ahí va. Y empezó el puerco a correr. Dije: “No”, dice, “con este vamos a llegar bien rápido”. Oiga, no caminó de aquí a la luz y que se deja caer y pesadísimo.
2do: ¿A poco?
LE: Pesado. Entonces, ya me dijo: “Vamos con un señor que tiene un carrito de esos de dos ruedas”, que se tienen que jalar entre dos. Fuimos con el señor en la noche. Sí, nos lo prestó. Ahí con trabajo lo subimos al carro y ahí vamos, él por un lado y yo por el otro jalando. Pero llegamos a la subida. Caminábamos un… (risas) Caminábamos dos pasos y nos regresaba como cuatro pa atrás, bien pesadísimo.
SS: ¡Ay, híjole! (risas)
LE: Y a eso de la noche. “Ni modo, vamos por la yunta”. Por la yunta de bueyes y el carro, y el carro, el carretón de… Y ya nos fuimos, pero teníamos que llegar, o sea, no había camino derecho. Teníamos que ir a la casa. Él ya se acordaba donde se dormían los bueyes porque andaban sueltos en el pasadero. Él se acordaba donde dormían. Y por ahí cerquitas tenía él pa pegarlos y todo, pero no podíamos venirnos derechos, sino teníamos que voltear, buscar los bueyes, pegarlos, pegar la carreta y darle otra vez pa arriba y otra vez pa abajo. Ya nos tocó traernos el carro, jalando el carrito chiquito y subimos el puerco al carro grande. Ya cuando llegamos, ya era hora de matar la res, de matar los cerdos y de todo eso. Y: “Arráncate a pata a llevar el carro otra vez”, ya después de que trabajamos toda la mañana. O sea, era pesado, pesado.
SS: O sea, mucho trabajo.
LE: Pesado. Y…
2do: Pero eran los alivianados ya.
LE: ¿Eh? Sí. No, no. Ya, ya…
2do: Sí, que esos eran los alivianados ya.
LE: Sí, no, ya estábamos bien. O sea…
SS: Oiga, usted dijo que su papá estaba aquí trabajando cuando usted estaba chiquito. ¿Usted tiene memorias de que su papá iba y venía? O, ¿qué se acuerda usted de, cómo, de su papá?
LE: Porque nos llevaba cosas. Yo me acuerdo porque nos llevaba chamarras, nos llevaba cinturones.
SS: ¿De aquí? Me acuerdo de, hay unos cinturones chiquitos de bolitas de colores, los ha visto por ahí en algún lado.
SS: De bolitas. A ver, descríbalos.
LE: Son unos cinturones que tienen…
2do: Digamos como la chaquira, pero no brilla. Más o menos por ahí va.
LE: Y tiene figuritas, un águila o un nombre o United States o algo, pues así. Pero son bolitas de hartos colores. Sentía uno tan a toda madre y chamarras, pos más o menos como ahorita la que hay de los pumas de arriba. Pero así, calientitas. No, pos entonces, sí duró viniendo bastante. Sí, sí vino bastantes años porque pos nosotros ya estábamos añejillos(?) cuando él nos llevaba cosas de aquí. Me acuerdo que una vez nos llevó papel de baño. (risas) Un rollo de papel de baño.
SS: ¿De aquí?
LE: Y pues uno qué sabía del rollo de papel. Total que nosotros por ahí lo dejamos. Nosotros no usábamos esto. (risas) Entonces, por ahí se quedó el rollo de papel. Pero luego después de estar allí tirado tanto tiempo en el baño porque había, los baños eran de hoyo, un hoyo en el suelo y con tarima y…
2do: Un cajón, pues.
LE: Y un cajón, cajón con hoyos. Ese era el baño que usaba uno. Entonces, este, pos ahí se quedó el rollo de papel arrumbado, nadie le agarró importancia.
2do: Ya me voy, voy al baño. (risas)
LE: No, ya, no ya voy.
2do: Okay.
LE: Entonces, hasta después le empezamos a agarrar sabor, está a toda madre. Pos sí, pero pos se nos acabó bien pronto.
SS: Se les acabó.
LE: Sí.
2do: Cada rato iban al baño, yo creo. (risas)
LE: No, es que éramos muchos. Y le digo, sí, este, sí duró bastantes años viniendo porque yo creo que ya estábamos grandes. Porque en una vez nos llevaba chamarras, en otra nos llevaba cinturones. Me acuerdo, dos veces nos llevó cinturones. En un tiempo nos llevó de esos de colores que le digo y luego otro tiempo nos llevó, no sé si fue antes o después, nos llevó los que tenían, parecían como perlas de colores así como chapetones, unos más grandes y otros más pequeños, pero tenían los brochecitos esos que se atoran en las camisas así como de ganchitos. Tenían de esos chiquitos casi en todos los cinturones, pero tenían así de colores como… o sea, más grande, pero ya con la piedrita de colores, verde, rojas o así. Y pos, o sea, a uno se le hacían bien, pos bien bonitos a uno.
SS: Pues, sí.
LE: Que había tenido pos un cinturón.
2do: Ya, ya vámonos.
LE: Y pos eso es de lo único que más o menos, más o menos me acuerdo.
2do: No, porque pa historias, ¡uh! ¡Uh!
SS: Hay muchas historias, ¿verdad?
2do: Sí.
SS: Sí. Pero es lo lindo.
LE: Y ya le digo. Pero lo importante es que él se animó a venir y pos por eso estamos aquí. Nomás que es lo que mismo que le vuelvo a decir, ninguno de mis hermanos está aquí.
SS: ¿Usted es el único que…?
LE: Han venido, pero soy el único que me he quedado. Pero todos han venido y están ahí.
SS: Oiga y…
LE: No les gusta, no les gusta.
SS: ¿Como qué edad tenía usted cuando usted cuando su papá ya se regresó a México y ya no regresó a Estados Unidos?
LE: Vino de mojado unos días también, pero yo ya era gra[nde], ya estaba… Bueno, grande nunca he estado, ¿verdad? Ya estaba viejo. Pero ya he de haber tenido como unos catorce, quince años, más o menos. Porque yo ya sabía hacer tratadas, o sea, ya me encargaba de la siembra. Y una vez tuve necesidad de… Pos lo mandaba, ¿por qué? No sé. Y tuve necesidad de dinero, que necesitaba pa lo del trabajo de la tierra, pero pa ese tiempo ya mi apá ya tenía terreno grande y hacía siembras grandes. Entonces, este, pos vendí un becerro. (risas) Vendí un becerro y me acuerdo que cuando lo vendí, se lo vendí a un cuñado y él lo revendió y le sacó dinero. Entonces, en ese día que traían el becerro mi papá iba de aquí de Estados Unidos.
SS: Oh, ya pa regresarse.
LE: Y encontró el señor que lo traía. “¿Qué pasó?”. “No, pos me lo vendió”. Ya no yo, sino el cuñado. Y pos, sí sintió feo, porque: “No, pos que mira, que lo diste bien barato”, y que la fregada. Pero pos… O sea, pos uno, pos uno qué va a saber. Y es que en realidad yo pa las tratadas, sí, nunca fui muy bueno. Él sí era bueno. Él se enseñó, él se enseñó bastante a hacer tratada.
SS: Y, ¿usted por qué?
LE: Ya sabía.
SS: ¿Por qué vendió eso?
LE: ¿Cómo?
SS: ¿Por qué empezó?
LE: ¿A qué?
SS: A hacer tratadas.
LE: Porque necesitaba, o sea, porque él no estaba. Necesitaba dinero pa, que se necesitaba pa el corte de frijol, no me acuerdo. Pero, este, pos ya llegó él y ya él se encargó de todo. Yo nunca tuvi nada que ver ya. Luego me casé, me aparté y ya, nomás nos visitábamos, pero así que yo tuviera ya así como decir, ya vivir con ellos, ya no, ya casi no. Ya nomás los visitaba, me…
SS: Entonces la mayoría del tiempo de su niñez parece que…
LE: Me la pase casi con él.
SS: ¿Se la pasó con él?
LE: Con él o cuando él no estaba, yo me quedaba de encargado de mi casa porque mis hermanos casi todos trataron de estudiar. Entonces casi ellos fueron los que menos estuvieron en la casa. O sea, fueron los que menos saben cómo. Y desgraciadamente falleció él y mi hermano el más chico acabó con todo. Vendió todo y dejó a mi mamá sin nada. Yo me la traje pa acá un tiempo, aquí la tuve como unos tres años. Pero como soy el único que estoy aquí de mis hermanos y vent, y que: “¿Por qué no te vienes y la fregada?”. Entonces, este, él acabó con todo y a mi mamá la dejó sin nada. Entonces, luego después, aparenta… O sea, quieren aparentar que la corrieron de la casa. No creo que haya sido así por la razón de que las mamás son celosas de por sí y como mi hermano se casó, entonces por algo, por alguna cosa pequeña que hayan dicho…
SS: Claro.
LE: Alguna cosa. O sea, luego uno sabe porque ha vivido más. Ha vivido más, ha dado uno más, ¿cómo le diré? Ha sufrido uno más porque ha vivido en junta, has vivido en una recámara, has vivido en un garage aquí en Estados Unidos. Entonces, por eso uno ya se da uno más una idea, más o menos cómo pasaron las cosas.
SS: Claro.
LE: Porque es diferente. La gente que no ha venido, que no sabe como, a veces le da mucha importancia a las cosas y no, es que… Y como yo ya he vivido bastante aquí, ya más o menos me doy una idea, cómo fue como estuvo. Y mi mamá se salió y se fue a vivir a mi casa, que es la de usted, que allá la tenemos en México todavía, todavía no la hemos vendido.
SS: ¿La casa que era…?
LE: Mía.
SS: ¿De su papá y ustedes?
LE: No.
SS: O, ¿la de usted?
LE: La mía, la mía.
SS: Oh, la de usted. Okay.
LE: La mía, porque la de mi papá pos es donde vivía mi mamá, pero como se salió de allá, mis hermanos pensaron que se fuera a vivir a mi casa porque yo no estaba. O sea, yo estaba acá y estaba la casa sola. Entonces, ellos pensaron, se pusieron de acuerdo que se fuera a vivir a mi casa. Ya no con mi hermano, sino ya ella sola. Entonces, este, ya cuando una vez que fueron mis hijos de vacaciones, la encontraron sola y le dijeron que si se venía y ahí viene. Y nos la trajimos, pero ya de aquí tres años, mejoró tanto aquí ella.
SS: Ah, qué bueno.
LE: Yo pienso, o sea, no pienso, sino casi estoy seguro que rejuveneció como diez años para el tiempo que estuvo aquí.
SS: Su mamá, al venirse aquí.
LE: Taba hasta chapeada ella. Y cuando vino, venía flaquita, bien jodida. Se miraba hasta más chiquita. Y ya cuando empezaron a fregar, se la llevaron, se la llevaron. Pos ya le digo, pos lo sien[to], lo que pienso es que todo se va a poner bien feo otra vez y pos ni modo. Y ahorita no sé como estará allá, tengo como dos años que no la veo.
SS: Que no la ve.
LE: No la veo.
SS: Sí.
LE: A lo mejor en este diciembre voy a… Pero le digo, este, pos desgraciadamente a veces los hermanos no le dan la importancia o los hijos no le dan la importancia a las cosas, el valor. Como no les cuestan las cosas, se las acaban. Y pos mi mamá como nunca estuvo al pendiente de lo que hacía mi papá, ni su, nunca tomaba decisiones, entonces ya ella nomás dejó, miró que estaban acandolas cosas, las dejó acabar. Tenía más o menos ganado, tenía tierras.
SS: Su papá que empezó, ¿compró bastante?
LE: ¡Oh! Sí, sí. Compró terrenos, compró ganado y cuando él murió, tenía, tenían cosas, pos tenían la carnicería todavía que la podían haber seguido trabajando. Pos vendieron hasta los cuchillos. Todo se acabó: carretas, vendieron bueyes. Bueyes que tenían que les estaban dando dinero, cada año les daban. O sea, había un señor que tenía dos yuntas de bueyes. O sea, que son dos mancuernas pues o cuatro bueyes y le daban seis, seis amegas de maíz por cada buey a mi mamá y se lo llevaban hasta la casa. Pos hasta eso se vendió. Entonces, pos mi mamá se quedó sin nada.
SS: Sin nada. Y durante… Usted mencionó que su papá compró una carnicería. ¿La compró mientras él estaba aquí yendo y viniendo cuando estaba de bracero?
LE: En una vez, en una vez de las que fue. Estaba de venta, la pudo comprar con el dinero que llevaba de aquí y de allí se enseñó. Él se enseñó, él compraba ganado y a veces que no tenía ni que meter la mano. Lo compraba y se iba al pueblo, buscaba a alguien que se lo comprara a él y ya nomás ni los agarraba él. Él nomás decía: “Dame tanto”. Le daban su ganancia y se llevaban el ganado. A veces compraba, por decir cinco vacas.
SS: Y, ¿usted andaba con él cuando él hacía esos tratos?
LE: Sí, pero nunca me enseñé porque nunca estuve de acuerdo. Porque cuando es así, casi toda la gente que hace así eso, son tranzas. No tranzas, sino que así tiene que ser. El negocio así es y yo nunca me gustó ser negociante porque nunca me gustó echar una mentira o no sé. Nunca me gustó. O sea, nunca me gustó. Me gustaba cómo lo hacía él pero como pa yo hacerlo, pos no, no, no me gustaba. Porque siempre tiene…
SS: Entonces, ¿usted lo observaba?
LE: Ya. Porque siem[pre], así tiene que ser, o sea, así es. Así es, así es. Porque una vez le preguntó un señor, porque él le vendió un toro a un amigo. Entonces, ese amigo le vendió el toro a otro. Entonces le dijo el señor: “Oye, ¿en cuánto le diste el toro a aquél?”. “No, eso no se puede decir”. Dice: “En este negocio, no se puede decir. Si te gusta en lo que te lo da, cómpratelo”, dijo. “Si no te gusta en lo que te lo da, no le compres nada. Yo no voy a decir nada”. Porque así tiene que ser, así tiene que ser. Y es una cosa de que cuando tú haces un trato y si no lo cumples, tienes que pagar por la palabra que empeñaste. Por decir, si yo digo: “Le voy a vender mi carro”, por decir, entonces, este, “Okay. Mira, te voy a dar $200 dólares y si no vengo mañana, pos es que… O sea, mañana vengo por el”. Entonces, si mañana no vienes y si vienes hasta pasado mañana, entonces ya, es probable que yo ya ni tenga el carro y ya no tienes derecho a reclamarme los $200 dólares porque ya no cumpliste la palabra a no ser que hables y me digas: “¿Sabes qué? No voy a poder ir, por favor dame, espérame”. Era lo que decía mi papá. “Cuando no vayan a poder pagar un dinero, hablen, digan, ¿sabes qué? Dame chanza, no voy a poder pagarte el dinero porque tuve un problema. ¿Me entiendes? Dame una chancita, yo te pago”. A él le pasó una vez, por eso se hizo tan famoso. Digo famoso, porque ya era gente de confianza. Una vez compró una becerra, a veces me acuerdo, se la fiaron.
SS: ¿Cuándo ya estaba…? (ruido)
LE: No.
SS: O, ¿cuándo estaba…?
LE: No, no, no, ya cuando estaba allá. Un señor riquísimo, tenía bastante ganado, yo creo ni sabía cuánto ganado tenía. El señor era muy rico, entonces él, pos, ¿qué era mi papá contra el señor ese? No era nada, porque mi papá, o sea no, ¿cuándo iba a tener el dinero que tenía el señor? Entonces le fió esa vaca. Entonces él llegó y la amarró en un, pos se dicen parcelas, pues. En un lote la amarró, pero en la noche ésta se amarró y se cayó a la barranca. Amaneció bien helada y con nada. Dijo el señor: “Amaneció bien paleta”. Bien ahorcada. Y pos: “Y, ¿ora?”. Pos que se va con el señor. “¿Sabe qué? Tuve un problema, se me mató la vaca y, ¿cómo ve? Pos déme un plazo pa pagársela porque yo se la pensaba”, porque él se la pensaba pagar ese fin de semana, que era, la iba a matar, ¿verdad? Y ya le dijo: “Pero dame un tiempo. Déme un tiempo y yo se la pago”. “¿Cuánto tiempo quiere?”. Le dijo: “Dame quince días”. Le dio los quince días, a los quince días como pudo, fue, le llevó su dinero. “Aquí está. Muchas gracias”. Le agarró tanta fe.
SS: Sí.
LE: Que ya decía: “Lo que quieras”. Ya gente que quería conseguir dinero con él: “Tráeme la firma de Miguel y te presto el dinero”. O sea, ya servía de…
SS: Sí.
LE: De… Porque, y pos, a no, a como ser ni nada, ni casi ni conocidos de él, porque había otras personas que eran las que firmaban pa que alguien… Por ejemplo, si yo quería conseguir dinero con el señor tenía que ir con la otra persona y decirle: “Oye, ¿sabes qué? ¿No me ayudas? Es que quiero”. “Okay”. O: “No, no puedo”. Entonces, ya después mi papá ya servía de eso. Que alguien que quería conseguir dinero, ya él podía firmar pa que le prestaran.
SS: Para que le prestaran.
LE: Y entonces, este, el ganado que quisiera. Había veces que le vendía hasta diez y ahí se lo estaba trayendo como podía. Y le decía: “No te apures. Tú tráeme el dinero cuando tú quieras”. Entonces por eso le digo que a nosotros nos inculcó mucho tener palabra, palabra y cumplirla, y cumplirla. Y nos enseñó que también agarras tu cheque, el dinero. Si te sobra, muy bien, pero eso de que te vayas, te lo gastes y luego quieras comer, también decía: “No, madre”. Él todo lo de la semana le decía a mi mamá: “Encarga todo lo que vayas a encargar, no quiero que en la semana vayas a estar que: «Necesito esto, necesito, necesito». Haz la lista de todo lo que vas a necesitar en la semana, pa que vayas y compres todo junto”. Porque eso de que: “Me faltaron tomates o que me faltó esto o que me faltó lo otro”, le caía gordísimo. Y a mí también así me impuso. Que compren todo lo que van a comprar en toda la semana, pa que ya no estén, pa que tú digas: “Okay. Me sobró”. Pero ya que te sobró, no que al ratito: “Dame $5 dólares, dame otros $5 dólares”. No, o sea, que das y ya. Entonces a mí sí me gustaba cómo, cómo le hacía él. Sí le hacía, o sea, eso me gustó como que…
SS: Parece que aprendió bastante de él.
LE: Sí aprendí. Aprendí y pos nos la llevamos, nos la llevamos suave, nomás que yo tomaba mucho y le caía gordísimo que yo tomara. Pero también tomando y como sea, me gustaba andar a caballo, me gustaba enlazar, me gustaba montar. Lo que no le gustaba era que toreara.
SS: ¿A usted no le gustaba torear?
LE: A mi papá no le gustaba que yo toreara.
SS: ¡Oh! A él no le gustaba.
LE: Él le gus… Que jineteara no le gustaba mucho, pero no, no estaba de a tiro en contra de que no jineteara.
SS: Y, ¿quién le enseñó a usted a hacer todo eso?
LE: La gente, los amigos.
SS: ¿Sí?
LE: Pos a trabajar, me tocó a enseñarme yo solo, porque él andaba acá.
SS: Entonces….
LE: Yo me enseñé con otras personas. Yo a ordeñar una vaca, con él no me enseñé. Yo a…
SS: ¿Quién le enseñó?
LE: A lazar, amarrar, a ensillar un caballo, yo me enseñé con más, con otras personas. Porque él se la pasaba más acá. Entonces ya cuando él llegó, entonces yo ya sabía bastantes cosas y por eso ahorita yo también de todo lo que aprendí, es lo que les digo a mis hijos: “Yo sé poquito de todo. Poquito trabajar, poquito montar, poquito torear, poquito tomar, poquito de todo. Yo sé de todo”. Y gracias a Dios, ahorita mis hijos los traigo más o menos. Ahorita mi hijo el mayor, el de veintitrés años, él ya, el caballo que tiene ahorita, ya mi hijo lo enseñó a bailar, allí entre todos lo enseñamos ya.
SS: ¡Oh, qué lindo!
LE: Y tenemos, este, tenemos otro caballo de mi hijo el más chico, tiene trece años es el, la gorda. A ése, tenía su caballo, pero no es bailador, pero de los amigos que van allí a mi casa cuando hago jaripeos le cayó bien y le dijo: “¿Sabes qué?” Me dijo: “Yo le voy a enseñar al caballo de tu hijo a bailar, pa que después se lo, pa que se divierta en los desfiles”.
SS: Claro.
LE: Y se lo llevó y ahorita ya lo tiene bailando bien suave. Entonces, este, a mí me gustó.
SS: Qué bueno.
LE: Me gustó y ahorita mis hijos trabajan. El mayor tiene veintitrés años trabaja, pone aire acondicionado y todavía no se casa y ya más o menos tiene su pedacito dónde vivir y pos nació aquí, es lo importante. Habla inglés.
SS: Claro.
LE: Y le están gustando los caballos. O sea, eso es, pues yo pienso que él lo más, porque sabe que se ha perdido bastante las tradiciones, oiga.
SS: Claro. Sí.
LE: Se han perdido tan feo las tradiciones, que yo miro la gente, la ropa, los chiquillos, como ya los hijos ya mandan a los papás. Son niños de tres años o de cuatro años. ¿Cómo me va a decir un hijo de tres años o de cuatro años? ¿Cómo me va a decir qué ropa quiere comprar? ¿Cómo me va a decir a mí cómo se quiere cortar el pelo? Si mi papá me decía: “Ve córtate el pelo”. “Okay”. Iba con el peluquero, pero que: “Déjamelo abultadito”, que, “déjame aquí”, okay. Pero llegaba con mi papá: “¿A poco ya te cortaste el pelo?”. “No, pos ya”. “Ni madre”. Me agarraba y decía: “Pélalo, pélalo bien”. Entonces ya pa otra vez que le decía yo al peluquero que…
SS: Ya sabía.
LE: Ya decía: “No, no porque tu papá te regresa”. Y así tiene que ser. O sea, así debería de ser. Pero lo malo que dicen que cambió y que ha cambiado y que…
SS: Sí.
LE: Es mentira. No ha cambiado nada, lo que pasó, que ahora ya los hijos hacen lo que al papá… Hacen lo, o sea, los papás hacemos lo que los hijos quieren.
SS: O sea, es lo que cambió.
LE: Porque, okay. Tú le dices a tu hijo: “Ponte esta camisa, ponte este pantalón”. “No me gusta”. Pero a mí tampoco me gusta la que él se pone. ¿Por qué se la va a poner?
SS: Claro.
LE: Entonces, ¿quién mandó ahí? ¿A ver? Ahí de fácil. No me gusta también la que trae él. Entonces, ¿por qué el niño de cuatro o cinco años se va a poner lo que yo, lo que él quiera, siendo que el que mando soy yo. El que la voy a comprar, soy yo, al que no le va a gustar es a mí. Entonces, este, y eso sí, eso sí ha sido, ha sido feo.
SS: Sí.
LE: Ha cambiado bastante.
SS: Disculpe señor, mientras su papá estaba aquí, ¿usted iba a la escuela allá? O, ¿qué hacía?
LE: Sí.
SS: Sí iba a la escuela.
LE: A la escuela, pero este, pos también mi abuelo era… (tos) Mi abuelo era vaquero de una hacienda porque ahí estaba gobernado, el pueblo está gobernado por los hacendados. O sea, los hacendados eran dueños del pueblo.
SS: ¿Qué pueblo era?
LE: Se llama Istaro.
SS: Istaro.
LE: Mi pueblo. Istaro, Michoacán.
SS: Istaro.
LE: Los patrones de allí se apellidaban Barrera. Se apellidan porque todavía viven los hijos. Ellos eran los que mandaban lo que es todo el pueblo. Ellos vivían, ¿verdad? Por decir, yo llego a aquí. O sea, como ellos hayan llegado de donde hayan llegado. Pos la historia, pos eso ha de ser grande, pero yo no la sé. Pero los Barreras eran los dueños de allí. Ellos eran dueños de la tierra, eran dueños de la tienda. Ellos te daban maíz pa que sembraras. Ellos te daban frijol pa que sembraras. Te daban yunta pa que sembraras. Te daban la tierra pa que sembraras pero a final de cuentas, ellos se quedaban con… Pos con todo, porque de ahí sacabas las cosas de la tienda. Entonces, este, mi papá trabajó mucho en eso antes de venirse pa acá. ¡Oh! La primera vez que se vino mi papá, se vino porque no tenía nada. Tenía una becerrita que le había regalado mi abuela, la mamá de mi mamá. Le regaló una becerrita chiquita. Yo la conocí. Se llamaba La Fortuna, pero ya la conocí ya de vaca vieja. Porque yo, en ese tiempo que se vino mi papá la primera vez, pos yo tenía un año. Entonces esa vaca yo la conocí, se llamaba La Fortuna, pero ya era vaca ya vieja, chaparrita, bien mansita pa dejarse ordeñar. Entonces esa vaca la dejó mi papá empeñada por $50 pesos. O sea, con los $50 pesos que le dieron por la vaca se vino. Gracias a Dios, alcanzó a pagar el dinero, los $50 pesos y recogió la vaca, ¿me entiende? O sea, porque pos, ¿quién te va a prestar dinero? A cuenta, ¿de qué?
SS: Sí, claro.
LE: ¿Me entiendes? A cuenta de la vaca le prestaron los $50 pesos. No los paga, pierde la va[ca], becerra, era becerrita todavía. Entonces, este, pos eso también se siente difícil porque a mí me pasó una vez que me quise venir a Estados Unidos, yo tenía mi caballo bien bonito. Lo traía bien ensilladito, bien suave pero debía $300 pesos. No, $3,000 pesos y por el caballo me daban $2,000 con todo y silla. O sea, que me iba a quedar sin caballo.
SS: Sin caballo y sin nada.
LE: Y debiendo todavía y lo que hice, mejor me vine.
SS: Claro.
LE: Vendí el caballo, pero ya por gusto, ya porque nadie, pos nadie quería con él, Pero pos ya tenía dinero pa comprar otro. Y luego, ahorita aquí, o sea aquí ya… O sea, el problema, que tenías tu dinero. O sea, tenías tus caballos en México, pero tenías que trabajar aquí en Estados Unidos pa que comieran. Y aquí se puede y todo. Aquí puedes tener tus caballos, puedes traba[jar] y ganando el mínimo.
SS: Sí. O sea, es diferente, ¿verdad?
LE: Es diferente la vida. O sea, es mucha oportunidad.
SS: Bueno señor, muchísimas gracias por compartir todas sus historias conmigo. Voy a, vamos a sacarles copias a esto y nomás déjeme apago aquí.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 25 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Susana Salgado
Mi nombre es Susana Salgado. Estamos en Perris, California y hoy es jueves 25 de mayo de 2006 y estoy entrevistando aquí al señor Luis Estrada y a su esposa Piedad.
SS: Bueno, y usted me está enseñando aquí una foto de su papá. A ver, nomás… ¿Qué, de qué fecha, en qué fecha tomaron esta foto? ¿Sabe? ¿Aquí dice?
2do: No sé.
SS: No sabe. No, no le hace. Hable en voz alta. No, no se preocupe que no sabe. Lo que vamos a hacer quizás es, si usted nos da permiso, es de hacer una copia de la foto, si nos da permiso y aquí lo comentamos eso.
LE: No, sí.
2do: En el [19]63.
SS: En el [19]63.
2do: Ahí dice.
SS: Entonces, un año antes de que se acabara el programa, ¿verdad? Entonces, cuénteme, ¿de qué es lo que se acuerda usted? ¿Cuáles han sido sus experiencias?
LE: Bueno, yo de lo que me acuerdo que mi papá nos decía de que, como yo estaba casi recién nacido cuando él se vino, yo tenía un año, si acaso.
SS: ¿En qué año se vino su papá?
LE: Él empezó a venir en el [19]54 porque aparentemente yo tenía un año de nacido.
SS: Oh, okay.
LE: Yo nací el [19]53 y él empezó a venir, él se vino el [19]54. Entonces, yo tenía un año, todavía me abrazaba de él cuando se iba a venir. Entonces él, pos él me platicaba a mí que llora[ba]. Pos lloró porque yo no me quería despegar de él cuando él se vino, porque aparentemente mi mamá y mis abuelos lo vinimos a acompañar, porque nosotros vivíamos en un rancho que no había camiones.
SS: ¿En Michoacán?
LE: En Michoacán. No había camiones. Entonces teníamos que ir al pueblo allá, a agarrar el camión. O sea, teníamos que caminar tres horas a pie o a caballo.
SS: ¿A qué pueblo iban?
LE: A Santa Clara del Cobre. A Santa Clara del Cobre. Entonces al agarrar él el camión pa venirse pa, para Nogal… pa Sonora. Dice que yo me abrazaba de él y yo me abrazaba de él y no lo quería dejar venirse. Entonces él, pos sentía feo.
SS: Claro.
LE: Y yo ahora sí lo entiendo porque yo también sentía feo cuando yo dejaba a mis hijos también, de que venía.
SS: Claro, claro.
LE: Entonces, él dice que él decía… que decía, él decía: “Querer a los hijos es dejarlos pa venir a buscar una oportunidad mejor. Porque quererlos no es estar ahí pegados con ellos sin mirar, buscar, buscar qué hay más, o sea qué más se puede hacer”. Y gracias a Dios, a él le fue bien. Él se vino a Estados Unidos, aprovechó el dinero del primer año que vino o del segundo o tercero, porque no puedo asegurar qué año fue el que él compró como una, como tipo carnicería de pueblo que se abre nomás los fines de semana.
SS: Y, ¿dónde compró esa carnicería?
LE: Allí mismo en mi pueblo.
SS: ¿En su pueblo? ¿Allá en Michoacán?
LE: En Michoacán. Entonces ya de allí, ya él dejó de sufrir porque ya empezó, se enseñó a matar reses, puercos, a hacer carnitas, chicharrones. Ya se la pasaba bien. Pero sufrieron tanto, que venía un hermano de él, se llamaba Luis Estrada, igual que yo. Entonces, este, cuando pa ganar la carta allá en Sonora dicen que estaba tan difícil, pero tan difícil, que un día mi tío, dice mi papá que le dijo que estaba arrepentido de haber nacido por lo feo que sufrían para agarrar la carta allí, allí en Nogales.
SS: Para venir para acá.
LE: Para venirse. Sí, porque tenían que agarrar la carta y tenían que trabajar allí pa que los patrones de la fronte[ra]… de ahí de Sonora le dieran la carta pa que los pudieran contratar. O sea, no era nomás de que te ibas a llegar y te apuntabas, y te contratabas, no. Tenías que trabajar en lo que fuera allí en Nogales era la parte [d]onde… Era el punto donde llegaba la gente a trabajar en la lechuga, en lo que hubiera.
SS: Y, ¿usted se acuerda qué hacía su papá o oyó qué hacía su papá?
LE: Bueno, él llevaba unos azadoncitos así chiquitos que tienen el palito chiquito. Parece que trabajaban en lo de la lechuga. Era cuando todavía no se usaban los de cabo grande.
SS: Los largos.
LE: Porque ya ve que pelearon mucho a causa de, de que tenían que andar agachados todo el tiempo. Pelearon mucho pa que hubiera o sea, otra forma de trabajar que no fuera doblado todo el día. Entonces, este, yo eso es de lo que me acuerdo, que decía que mi papá que, que mi tío Luis, él decía que se había arrepentido de haber nacido, de lo feo.
SS: Ha de haber sido difícil, parece.
LE: Pa agarrar la carta, para agarrar la carta dicen que era muy difícil, mucho, mucho muy difícil. Ora, en las fronteras, se junta uno con gente de toda.
SS: Claro.
LE: De toda. Muchos dicen que en México, sí, pos, [es]ta bien. Yo, yo sí quiero mucho a México, mucho, demasiado. Pero, oiga, es que es un miedo andar allá.
SS: En la frontera.
LE: En la frontera y a dondequiera ya. Ya ahorita ya está difícil dondequiera. Yo cuando, o sea, yo cuando voy a Tijuana, yo tengo miedo y aquí no, aquí no me da nada de miedo. Aquí no me da miedo porque yo me acuerdo que yo aquí siempre estaba con que me regresaba y me regresaba y me iba a regresar y nunca me regresé. Así es que tengo tres hijos nacidos aquí y dos que me traje de México chiquitos.
SS: ¿Los trajo de allá?
LE: Y yo pienso que estuvo bien porque casi con dos niños de brazos, sin dinero, sin trabajo, sin carro, sin dónde vivir y ahorita pos gracias a Dios, tenemos todo. O sea, todo.
SS: Bien, le fue bien.
LE: O sea no, no cosas de lujo, pero lo que necesita sí estamos bien, ta bien, bien. Y le digo, de mi papá, pos sí, eso a mí me gustó que dice que, que decía: “Que querer a los hijos no es estar allí con ellos y muriéndose de hambre, sino dejarlos y buscar”.
SS: Buscar oportunidades.
LE: ¿Me entiende? Saber qué. Y pos a él en el jale le fue bien. A él le fue demasiado bien porque invirtió, o sea, invirtió lo poquito que ganó aquí, lo invirtió en eso.
SS: En la carnicería.
LE: Y pos gracias a Dios, cargaba dinero, compraba, vendía ganado y de hacerlo, pos los últimos días que vivió, los vivió bien. O sea, yo pienso que bien porque tenía todo demás. Tenía caballos demás, tenía ganado demás, tenía comida demás. En la casa siempre, nunca le faltó allá maíz, frijol, carne, huevo, leche. O sea, de todo.
SS: Claro.
LE: Pero fue, que como él decía: “Trabajaba más y tomaba menos”. Entonces, él sí se emborrachaba, pero, ¿qué le diré? Como una vez al año o dos veces al año. O sea, no, no fue de las personas que siempre andaba en eso, no, o sea, casi no.
SS: Oiga y platíqueme un poquito acerca de, ¿qué se acuerda usted cuando usted estaba creciendo y su papá estaba de bracero? ¿Qué se acuerda? ¿Qué comían ustedes?
LE: ¡Oh, oh! Fíjese que es importante porque una vez me acuerdo, yo no me acuerdo mucho de haber pasado hambre, le voy a ser sincero. O sea, me acuerdo, pero, no como, no como tristeza. O sea, me acuerdo como un juego, como un juego porque no, yo no sentía feo. O sea, no, pos yo pienso que la que se preocupaba era mi mamá. Porque cuando mi papá se venía, había un señor que tenía una tienda y era compadre de mi papá. Entonces, él sí, a toda madre cuando le decía mi papá: “No, pos, ¿sabe qué compadre? Me voy a ir, pos ahí si se les hace falta algo, usted”. Y pos sí: “Sí compadre, no te preocupes. No, no te apures, aquí lo que necesiten, que vengan y la… Sí, eso sí. Pero la cosa de que ya cuando íbamos seguido, cuando iba mi mamá seguido nos mandaba ahí, pos que: “Traigan esto, traigan lo otro, traigan aquello”. Dice que un día, dice mi mamá que una vez ya le dijo el señor: “Bueno”, que le dijo, no sé si a mí, porque a mí no creo, porque no me acuerdo, pero a uno de mis hermanos que le dijo: “Oye, comen mucho”. (risas)
SS: ¡Oh! O sea, porque usted…
LE: Sí, sí, porque iba a pedir, pero no, pos no, no regalado.
SS: Claro.
LE: Pero es fiado, pero ellos necesitan el dinero.
SS: Sí, sí.
LE: Pues no, o sea, pos es… (risas)
SS: Claro.
LE: O sea, que le decía que comía mucho, ¿verdad?
SS: ¡Ay!
LE: Porque ellos pos se iban a pedir mucho. Y hay otra cosa de importante, o sea, es importante porque le digo yo, lo tomamos como un juego, porque le digo, yo no sentí pesado porque taba, pos muy chiquito yo creo, no. No le di importancia. Pero una vez, este, que no teníamos qué comer. Entonces, se acuerda, no sé si…
SS: Cuente esa historia. (risas)
LE: No sé si conoce, no sé si conoce las corundas.
SS: No, oiga, ¿qué son?
LE: Las corundas son unos tamales que se hacen. Es la masa, es como si fuera pa los tamales pero ésa se envuelve en hojas de maíz verde.
SS: Oh, okay. Pero, ¿son como tamales?
LE: Son tamales, pero ésa se envuelven en hojas de milpa, pero verde la milpa.
SS: Oh, diferente.
LE: Diferente, se la come con…
SS: ¿Cómo las nombró?
LE: Corundas.
SS: Corondas.
2do: Corundas.
LE: Corundas.
SS: Oh, corundas.
LE: Corundas o tamales de ceniza les decíamos porque el nixtamal lo pelan con ceniza, con ceniza de la del comal.
SS: ¡Oh!
LE: O sea, lo lavan y lo pelan con ceniza.
2do: No con cal.
LE: Pos, con, no, con ceniza.
2do: Por eso digo, con cal no.
LE: No. Tiene que ser con ceniza, entonces por eso les decían tamales de ceniza.
SS: Oh, entonces, tamales de ceniza.
LE: Entonces…
SS: O corundas.
LE: No, oh, sí, ándele. Pero las corundas es la palabra correcta.
SS: Okay.
LE: Porque las corundas, este, pues es la palabra correcta. Pero allá como pelaban el maíz, o sea, cocían el nixtamal y luego lo lavaban y lo pelaban, los tecataban con ceniza. Por eso le decían tamales de ceniza. Entonces, una vez que no teníamos qué comer, le dijo mi hermano, al mayor, se llama Miguel, como mi papá, le dijo: “Mamá”, dice, “y, ¿por qué no hacemos, por qué no haces tamales de ceniza?”. (risas) Pero pa los tamales, se necesita, se necesitaba el maíz, se necesitaban las hojas, se necesita el dinero pa ir a moler el maíz. O sea, pero como estábanos mensos, chiquillos mensos, o sea, que de, ¿por qué no hacía tamales de ceniza?
SS: Como si fuera fácil.
LE: Sí, sí, pos sí. Pos, este, nomás la ceniza era nomás pa pelar el maíz. Entonces, por eso digo, sí, pos son cosillas que yo no las tomé a mal. Ni como le estaba diciendo yo al señor, que también no tomé a mal de cuando venían, que los, como dicen que los fumigaban pos a mí no se me hace humillante porque pos esa es cosa de la vida, ¿me entiende? Porque simplemente tú traes un animal, o sea, es mala la comparación, pero no quieren que traigas nada enfermo. Por eso hay tanto chequeo de frutas en todos los caminos y todo, porque no quieren que haya contaminación. Entonces yo, a mí no se me hace tan humillante lo que les hacía. Yo no sé qué se sentirá, pero sí me acuerdo cuando echan a uno al bote bien pedote y que lo bañan con agua bien fría, se siente regacho. Entonces, este, yo pienso que más o menos ahí es donde sentían, que los desnudaran. Y luego pior, que la gente viene de los pueblos, donde es imposible que una persona ande, pos sólo que ande borracho, enseña partes que no, pero, ¿bueno y sano? ¿Quién va a sentir bien que le quiten la ropa ahí delante, aunque sea hombre? O sea no, no se puede, porque la gente viene de pueblos chicos.
SS: Claro.
LE: Que no, no se desnudan hombres con hombres, ¿me entiende?
SS: Claro.
LE: Entonces, pos sí.
SS: O sea, eso…
LE: Ellos sentían humillante, pero pensándolo bien, no es mucho, no es mucho muy humillante porque es parte de que… Pos que los Gobiernos tienen que hacer eso, ¿me entiende? Entonces dicen que los humillaban y pos… y es como todo, pero por ejemplo, traes un caballo de México, tienes que dejarlo en la, tienes que dejarlo a que haga la cuarentena, que lo chequen bien, que no venga enfermo. Pos a esas, un perrito, un cotorro, todo lo que traiga. Entonces, eso es parte. Allá en México también. Transportas fruta de un lado a otro lado, te la chequean.
SS: Claro.
LE: Que esté buena. Entonces, si traen una persona de México a trabajar aquí, entonces por supuesto que no conviene, o sea, tienen que asegurarse que no venga enferma. O sea, eso a mí no se me hace muy humillante. Y de que dormían, yo me imagino más o menos cómo dormían porque así vivíamos nosotros cuando trabajábamos en el campo también. Pero ya ellos tenían la ventaja que ellos eran, ellos eran contratados y nosotros éramos mojados pero tenían camitas así en los ranchos, era una pura galera, una galera grande. Entonces, tú ponías tu colchoncito aquí, otros al otro, así. Pero pues eso…O sea y pos sí, así vivía uno.
SS: O sea, ¿usted se imagina que así también ellos dormían?
LE: Yo también me imagino, como son los campos grandes, había galeras, había horarios de hacer de comer, había horarios de todo. Había la disciplina, quién hacía la limpieza. Yo me imagino que así vivían porque así vivía yo. Y se imagina que yo iba a vivir a gusto aquí, sabiendo que tenía mi esposa, mis hijos en la casa, la cama calientita y yo acá durmiendo en el frío. Porque había veces que a las doce del día, todavía hasta las uñas le dolían a uno del frío porque no había ni… No, pos no había calentón.
SS: Claro.
LE: No había nada. Entonces, este, se levantaba uno a las cinco de la mañana, ya tenías que tener el lonche y levantarte a agarrar las tijeras y un fríazo.
SS: Oh, ¿sí?
LE: Agarrabas las uvas y tenían hasta hielito. O sea, el trabajo del campo siempre ha sido así. Siempre ha sido así y pos desgraciadamente aquí lo que le toman a uno… o sea lo… pos tantas leyes que sacan y todo eso. Casi por lo regular, este, siempre, como dice el dicho: “Al perro más flaco se le pegan más pulgas”. Siempre con los pobres. Siempre con los pobres. O sea, siempre todos, cualquier cosa que inventen, toda tiene que ver con los pobres. Y que tienen que hablar inglés, como que si fuera tan fácil. Como que si fuera algo de decir: “No, que tienen que hablar inglés. Si quieren estar aquí, tienen que hablar inglés”, y que si esto. Pos si al último ahora, el que lo sufre es uno porque no habla inglés, ¿ellos en qué les molesta?, ¿ve?
SS: Sí, o sea, ustedes…
LE: Ora, ¿pa los trabajitos que uno hace? No. (risas)
SS: Sí, es difícil trabajar…
LE: No es muy necesario, pues, hablar inglés, ¿me entiende? Nomás que pos de ahí se agarran pues para querer fregar a uno, pero… Sí estaba feo, sí estaba feo, pero pos gracias a Dios que se animaron a venir, los que se animaron a venir. Y que también tuvieron bastante oportunidad los braceros de poder emigrar pero no quisieron porque no les interesaba, porque ya tenían su familia. Nunca pensaron que ellos podrían estar aquí y tener sus ranchitos y… Pos así como vivo yo ahorita, como ahorita, nosotros tenemos un ranchito. Hacemos jaripeos, mis hijos ya se enseñaron a andar a caballo porque pues yo como nunca estoy ellos en México aquí se enseñaron. Ya se enseñaron a educar caballos, poquito. No, no mucho, pero ya, ¿me entiende? Entonces si mi papá se hubiera quedado aquí, pos [es]tuviéramos a todo dar pero, pues no.
2do: Había de estar orgulloso, ¿no? De…
LE: Ah, porque yo…
2do: Porque a él le gustaba todo eso que a él le gustaba.
LE: Todo lo que sea carreras de caballos, todo lo que fuera jaripeos y todo eso le gustó bastante.
SS: Sí.
LE: Y desgraciadamente, fui el único que le gustó.
SS: Oh, ¿de todos?
LE: De todos.
SS: ¿Cuántos fueron ustedes?
LE: Cuatro hombres.
SS: Cuatro hombres.
LE: Y a ninguno le gustó.
SS: Y, ¿usted dónde está en el nacimiento?
LE: Oh, yo soy el tercero.
2do: El tercero.
LE: El tercero. Mi hermana la mayor, luego siguió un hombre y luego yo.
SS: Ah. Entonces una hermana.
LE: Miguel.
SS: Miguel.
LE: Luis.
SS: Luis.
LE: Jorge.
SS: Jorge, Jorge.
LE: Y luego dos hijas más chicas.
2do: Celia.
LE: Celia.
SS: Ah, entonces eran seis.
LE: No, siete.
SS: Siete.
LE: Tres mujeres.
SS: Okay.
LE: Y cuatro hombres.
2do: Era Luz, Miguel.
LE: De hombres era Miguel.
2do: Luz, Miguel, Luis, Jorge, Celia, Luisa y Jaime.
LE: Y Jaime, que era el más chico. Entonces a ninguno le gustó, a ninguno le gustó.
SS: Usted fue el único.
LE: Fui a el único que le gustó, que le gustó eso de la… Pos es que yo trabajaba con él.
2do: Jaripeaban.
LE: Es que yo trabajaba con él. Y es que antes tenía uno que traerlo el ganado a fuerzas, a caballo o a pie. No había camiones, no había caminos, no había nada. Entonces tenías que bajar los animales del cerro con, a caballo.
SS: Mucho trabajo.
LE: Trabajo.
SS: Sí.
LE: Lloviendo, con frío, con calor, como fuera, como fuera. [M]ira, esta uña está partida a la mitad. Una vez veníamos con un puerco cargado porque no quiso caminar. (risas) En un palo.
SS: ¿Usted y su papá?
LE: Pos yo era el único que le ayudaba. Fui el único que le ayudé más. Lo traíamos cargando. (risas) Íbamos pasando un puentecito de palo, pos el río pa abajo y el, y el…
2do: Ay, ya me está dando miedo.
LE: Ya. Pos es que está feo, esto está feo, ¿verdad? Era un trabajo, aparentemente no era trabajo que tienes que trabajar las ocho horas pero andar navegando con animales de tan lejos, de otros ranchos, animales bravísimos, puercos que ya no caminan porque como los tienen en tarima de madera cuando los bajas a lo frío del suelo se tullen y ya no caminan. Y ahí te los tienes que traer cargados. Entonces íbamos y se hacía, se movía el puerco. Y mi papá de una punta y yo de otra con el palo y el puerco moviéndose. Y nosotros parados en el palo.
SS: ¡Ay!
LE: Pa caer al río. Ahí nos tenían así temblando, pasamos. Y ya me venía molestando, eran como las once del día. Estaba el calor tan fuerte y sin almorzar y el puerco grite y grite. A mí me tocó el hocico. (risas)
SS: ¡Oh!
LE: Entonces, este, a mí se me hizo fácil, dije: “Le voy a agarrar el hocico pa que no, pa no grite”. Ni le agarré el hocico y él sí me agarró el dedo.
SS: ¡Ay, no!
LE: Y me sacó la uña. Así es que ya venía con la dolencia de la uña, venía con la hambre, el calor y el puerco cargado.
SS: ¡Ay, no!
LE: Una vez nos fuimos a un lugar, a un lugar que se llama Los Trojes, es un ranchito cerca de donde…
2do: De Istaro.
SS: Me dijo que ya después de que su papá…
LE: Oh sí, sí, ya, ya no venía, ya no venía.
SS: Después del programa.
LE: Pos él ya era allá, pos ya era grande, porque ya movía dinero, ¿me entiende? Muy sacrificado, pero ya movía dinero, ya traía dinero.
SS: ¿Como qué edad tenía su papá cuando estaba acá de bracero?
LE: Ah, pos a ser, ¿de cuántos años se moriría?
2do: No sé. Pero ha de haber tenido como algunos…
LE: Setenta y tres.
2do: No, mi amor, cuando vino de bracero.
LE: Cuando vino, por eso, pos es que tiene uno que sacar la cuenta.
2do: Como a los treinta y siete, ¿no?
LE: Más o menos.
2do: Ey.
LE: Más o menos tenía tres hijos. Tenía a Luz mi hermana a Miguel y a mí. Que más o menos en ese tiempo él tendría…
2do: Como unos treinta y cinco años tendría.
LE: Unos treinta y cinco años más o menos.
2do: Y pienso que es mucho.
LE: Y le digo que esa vez… (risas) O sea sufríamos bastante, era pos bastante el trabajo. Esa vez, aparentemente nos trajimos seis puercos y llegamos a la casa sin ni uno. Todos se nos quedaron tirados en el camino, ya no caminaban.
SS: ¿A poco?
LE: Y en el aguacero y el lodazal los caminos resbalosísimos y los puercos allá tullidos en el camino. Llegamos a la casa sin nada y otro día: “Levántate temprano a ir a… Nos cargábamos unos pa onde estaba el otro y luego de allí nos cargábamos otro, hasta que llegamos a allá. Una vez fuimos por uno a un rancho, se llamaba Santa Rosa. Pos lo pesamos. Me dijo mi papá: “Tú te vas al pasito en la tarde”. Él se fue temprano, lo iba a pesar y comprarlo, pues. “Te llevas la lámpara”, porque pos, ¿con qué se aluza uno?, “y tú te vas ya más tarde, al fin que ya cuando llegué, ya lo voy a tener pesado(?). Sí, ya cuando llegué ya lo tenía pesado, ahí va. Y empezó el puerco a correr. Dije: “No”, dice, “con este vamos a llegar bien rápido”. Oiga, no caminó de aquí a la luz y que se deja caer y pesadísimo.
2do: ¿A poco?
LE: Pesado. Entonces, ya me dijo: “Vamos con un señor que tiene un carrito de esos de dos ruedas”, que se tienen que jalar entre dos. Fuimos con el señor en la noche. Sí, nos lo prestó. Ahí con trabajo lo subimos al carro y ahí vamos, él por un lado y yo por el otro jalando. Pero llegamos a la subida. Caminábamos un… (risas) Caminábamos dos pasos y nos regresaba como cuatro pa atrás, bien pesadísimo.
SS: ¡Ay, híjole! (risas)
LE: Y a eso de la noche. “Ni modo, vamos por la yunta”. Por la yunta de bueyes y el carro, y el carro, el carretón de… Y ya nos fuimos, pero teníamos que llegar, o sea, no había camino derecho. Teníamos que ir a la casa. Él ya se acordaba donde se dormían los bueyes porque andaban sueltos en el pasadero. Él se acordaba donde dormían. Y por ahí cerquitas tenía él pa pegarlos y todo, pero no podíamos venirnos derechos, sino teníamos que voltear, buscar los bueyes, pegarlos, pegar la carreta y darle otra vez pa arriba y otra vez pa abajo. Ya nos tocó traernos el carro, jalando el carrito chiquito y subimos el puerco al carro grande. Ya cuando llegamos, ya era hora de matar la res, de matar los cerdos y de todo eso. Y: “Arráncate a pata a llevar el carro otra vez”, ya después de que trabajamos toda la mañana. O sea, era pesado, pesado.
SS: O sea, mucho trabajo.
LE: Pesado. Y…
2do: Pero eran los alivianados ya.
LE: ¿Eh? Sí. No, no. Ya, ya…
2do: Sí, que esos eran los alivianados ya.
LE: Sí, no, ya estábamos bien. O sea…
SS: Oiga, usted dijo que su papá estaba aquí trabajando cuando usted estaba chiquito. ¿Usted tiene memorias de que su papá iba y venía? O, ¿qué se acuerda usted de, cómo, de su papá?
LE: Porque nos llevaba cosas. Yo me acuerdo porque nos llevaba chamarras, nos llevaba cinturones.
SS: ¿De aquí? Me acuerdo de, hay unos cinturones chiquitos de bolitas de colores, los ha visto por ahí en algún lado.
SS: De bolitas. A ver, descríbalos.
LE: Son unos cinturones que tienen…
2do: Digamos como la chaquira, pero no brilla. Más o menos por ahí va.
LE: Y tiene figuritas, un águila o un nombre o United States o algo, pues así. Pero son bolitas de hartos colores. Sentía uno tan a toda madre y chamarras, pos más o menos como ahorita la que hay de los pumas de arriba. Pero así, calientitas. No, pos entonces, sí duró viniendo bastante. Sí, sí vino bastantes años porque pos nosotros ya estábamos añejillos(?) cuando él nos llevaba cosas de aquí. Me acuerdo que una vez nos llevó papel de baño. (risas) Un rollo de papel de baño.
SS: ¿De aquí?
LE: Y pues uno qué sabía del rollo de papel. Total que nosotros por ahí lo dejamos. Nosotros no usábamos esto. (risas) Entonces, por ahí se quedó el rollo de papel. Pero luego después de estar allí tirado tanto tiempo en el baño porque había, los baños eran de hoyo, un hoyo en el suelo y con tarima y…
2do: Un cajón, pues.
LE: Y un cajón, cajón con hoyos. Ese era el baño que usaba uno. Entonces, este, pos ahí se quedó el rollo de papel arrumbado, nadie le agarró importancia.
2do: Ya me voy, voy al baño. (risas)
LE: No, ya, no ya voy.
2do: Okay.
LE: Entonces, hasta después le empezamos a agarrar sabor, está a toda madre. Pos sí, pero pos se nos acabó bien pronto.
SS: Se les acabó.
LE: Sí.
2do: Cada rato iban al baño, yo creo. (risas)
LE: No, es que éramos muchos. Y le digo, sí, este, sí duró bastantes años viniendo porque yo creo que ya estábamos grandes. Porque en una vez nos llevaba chamarras, en otra nos llevaba cinturones. Me acuerdo, dos veces nos llevó cinturones. En un tiempo nos llevó de esos de colores que le digo y luego otro tiempo nos llevó, no sé si fue antes o después, nos llevó los que tenían, parecían como perlas de colores así como chapetones, unos más grandes y otros más pequeños, pero tenían los brochecitos esos que se atoran en las camisas así como de ganchitos. Tenían de esos chiquitos casi en todos los cinturones, pero tenían así de colores como… o sea, más grande, pero ya con la piedrita de colores, verde, rojas o así. Y pos, o sea, a uno se le hacían bien, pos bien bonitos a uno.
SS: Pues, sí.
LE: Que había tenido pos un cinturón.
2do: Ya, ya vámonos.
LE: Y pos eso es de lo único que más o menos, más o menos me acuerdo.
2do: No, porque pa historias, ¡uh! ¡Uh!
SS: Hay muchas historias, ¿verdad?
2do: Sí.
SS: Sí. Pero es lo lindo.
LE: Y ya le digo. Pero lo importante es que él se animó a venir y pos por eso estamos aquí. Nomás que es lo que mismo que le vuelvo a decir, ninguno de mis hermanos está aquí.
SS: ¿Usted es el único que…?
LE: Han venido, pero soy el único que me he quedado. Pero todos han venido y están ahí.
SS: Oiga y…
LE: No les gusta, no les gusta.
SS: ¿Como qué edad tenía usted cuando usted cuando su papá ya se regresó a México y ya no regresó a Estados Unidos?
LE: Vino de mojado unos días también, pero yo ya era gra[nde], ya estaba… Bueno, grande nunca he estado, ¿verdad? Ya estaba viejo. Pero ya he de haber tenido como unos catorce, quince años, más o menos. Porque yo ya sabía hacer tratadas, o sea, ya me encargaba de la siembra. Y una vez tuve necesidad de… Pos lo mandaba, ¿por qué? No sé. Y tuve necesidad de dinero, que necesitaba pa lo del trabajo de la tierra, pero pa ese tiempo ya mi apá ya tenía terreno grande y hacía siembras grandes. Entonces, este, pos vendí un becerro. (risas) Vendí un becerro y me acuerdo que cuando lo vendí, se lo vendí a un cuñado y él lo revendió y le sacó dinero. Entonces, en ese día que traían el becerro mi papá iba de aquí de Estados Unidos.
SS: Oh, ya pa regresarse.
LE: Y encontró el señor que lo traía. “¿Qué pasó?”. “No, pos me lo vendió”. Ya no yo, sino el cuñado. Y pos, sí sintió feo, porque: “No, pos que mira, que lo diste bien barato”, y que la fregada. Pero pos… O sea, pos uno, pos uno qué va a saber. Y es que en realidad yo pa las tratadas, sí, nunca fui muy bueno. Él sí era bueno. Él se enseñó, él se enseñó bastante a hacer tratada.
SS: Y, ¿usted por qué?
LE: Ya sabía.
SS: ¿Por qué vendió eso?
LE: ¿Cómo?
SS: ¿Por qué empezó?
LE: ¿A qué?
SS: A hacer tratadas.
LE: Porque necesitaba, o sea, porque él no estaba. Necesitaba dinero pa, que se necesitaba pa el corte de frijol, no me acuerdo. Pero, este, pos ya llegó él y ya él se encargó de todo. Yo nunca tuvi nada que ver ya. Luego me casé, me aparté y ya, nomás nos visitábamos, pero así que yo tuviera ya así como decir, ya vivir con ellos, ya no, ya casi no. Ya nomás los visitaba, me…
SS: Entonces la mayoría del tiempo de su niñez parece que…
LE: Me la pase casi con él.
SS: ¿Se la pasó con él?
LE: Con él o cuando él no estaba, yo me quedaba de encargado de mi casa porque mis hermanos casi todos trataron de estudiar. Entonces casi ellos fueron los que menos estuvieron en la casa. O sea, fueron los que menos saben cómo. Y desgraciadamente falleció él y mi hermano el más chico acabó con todo. Vendió todo y dejó a mi mamá sin nada. Yo me la traje pa acá un tiempo, aquí la tuve como unos tres años. Pero como soy el único que estoy aquí de mis hermanos y vent, y que: “¿Por qué no te vienes y la fregada?”. Entonces, este, él acabó con todo y a mi mamá la dejó sin nada. Entonces, luego después, aparenta… O sea, quieren aparentar que la corrieron de la casa. No creo que haya sido así por la razón de que las mamás son celosas de por sí y como mi hermano se casó, entonces por algo, por alguna cosa pequeña que hayan dicho…
SS: Claro.
LE: Alguna cosa. O sea, luego uno sabe porque ha vivido más. Ha vivido más, ha dado uno más, ¿cómo le diré? Ha sufrido uno más porque ha vivido en junta, has vivido en una recámara, has vivido en un garage aquí en Estados Unidos. Entonces, por eso uno ya se da uno más una idea, más o menos cómo pasaron las cosas.
SS: Claro.
LE: Porque es diferente. La gente que no ha venido, que no sabe como, a veces le da mucha importancia a las cosas y no, es que… Y como yo ya he vivido bastante aquí, ya más o menos me doy una idea, cómo fue como estuvo. Y mi mamá se salió y se fue a vivir a mi casa, que es la de usted, que allá la tenemos en México todavía, todavía no la hemos vendido.
SS: ¿La casa que era…?
LE: Mía.
SS: ¿De su papá y ustedes?
LE: No.
SS: O, ¿la de usted?
LE: La mía, la mía.
SS: Oh, la de usted. Okay.
LE: La mía, porque la de mi papá pos es donde vivía mi mamá, pero como se salió de allá, mis hermanos pensaron que se fuera a vivir a mi casa porque yo no estaba. O sea, yo estaba acá y estaba la casa sola. Entonces, ellos pensaron, se pusieron de acuerdo que se fuera a vivir a mi casa. Ya no con mi hermano, sino ya ella sola. Entonces, este, ya cuando una vez que fueron mis hijos de vacaciones, la encontraron sola y le dijeron que si se venía y ahí viene. Y nos la trajimos, pero ya de aquí tres años, mejoró tanto aquí ella.
SS: Ah, qué bueno.
LE: Yo pienso, o sea, no pienso, sino casi estoy seguro que rejuveneció como diez años para el tiempo que estuvo aquí.
SS: Su mamá, al venirse aquí.
LE: Taba hasta chapeada ella. Y cuando vino, venía flaquita, bien jodida. Se miraba hasta más chiquita. Y ya cuando empezaron a fregar, se la llevaron, se la llevaron. Pos ya le digo, pos lo sien[to], lo que pienso es que todo se va a poner bien feo otra vez y pos ni modo. Y ahorita no sé como estará allá, tengo como dos años que no la veo.
SS: Que no la ve.
LE: No la veo.
SS: Sí.
LE: A lo mejor en este diciembre voy a… Pero le digo, este, pos desgraciadamente a veces los hermanos no le dan la importancia o los hijos no le dan la importancia a las cosas, el valor. Como no les cuestan las cosas, se las acaban. Y pos mi mamá como nunca estuvo al pendiente de lo que hacía mi papá, ni su, nunca tomaba decisiones, entonces ya ella nomás dejó, miró que estaban acandolas cosas, las dejó acabar. Tenía más o menos ganado, tenía tierras.
SS: Su papá que empezó, ¿compró bastante?
LE: ¡Oh! Sí, sí. Compró terrenos, compró ganado y cuando él murió, tenía, tenían cosas, pos tenían la carnicería todavía que la podían haber seguido trabajando. Pos vendieron hasta los cuchillos. Todo se acabó: carretas, vendieron bueyes. Bueyes que tenían que les estaban dando dinero, cada año les daban. O sea, había un señor que tenía dos yuntas de bueyes. O sea, que son dos mancuernas pues o cuatro bueyes y le daban seis, seis amegas de maíz por cada buey a mi mamá y se lo llevaban hasta la casa. Pos hasta eso se vendió. Entonces, pos mi mamá se quedó sin nada.
SS: Sin nada. Y durante… Usted mencionó que su papá compró una carnicería. ¿La compró mientras él estaba aquí yendo y viniendo cuando estaba de bracero?
LE: En una vez, en una vez de las que fue. Estaba de venta, la pudo comprar con el dinero que llevaba de aquí y de allí se enseñó. Él se enseñó, él compraba ganado y a veces que no tenía ni que meter la mano. Lo compraba y se iba al pueblo, buscaba a alguien que se lo comprara a él y ya nomás ni los agarraba él. Él nomás decía: “Dame tanto”. Le daban su ganancia y se llevaban el ganado. A veces compraba, por decir cinco vacas.
SS: Y, ¿usted andaba con él cuando él hacía esos tratos?
LE: Sí, pero nunca me enseñé porque nunca estuve de acuerdo. Porque cuando es así, casi toda la gente que hace así eso, son tranzas. No tranzas, sino que así tiene que ser. El negocio así es y yo nunca me gustó ser negociante porque nunca me gustó echar una mentira o no sé. Nunca me gustó. O sea, nunca me gustó. Me gustaba cómo lo hacía él pero como pa yo hacerlo, pos no, no, no me gustaba. Porque siempre tiene…
SS: Entonces, ¿usted lo observaba?
LE: Ya. Porque siem[pre], así tiene que ser, o sea, así es. Así es, así es. Porque una vez le preguntó un señor, porque él le vendió un toro a un amigo. Entonces, ese amigo le vendió el toro a otro. Entonces le dijo el señor: “Oye, ¿en cuánto le diste el toro a aquél?”. “No, eso no se puede decir”. Dice: “En este negocio, no se puede decir. Si te gusta en lo que te lo da, cómpratelo”, dijo. “Si no te gusta en lo que te lo da, no le compres nada. Yo no voy a decir nada”. Porque así tiene que ser, así tiene que ser. Y es una cosa de que cuando tú haces un trato y si no lo cumples, tienes que pagar por la palabra que empeñaste. Por decir, si yo digo: “Le voy a vender mi carro”, por decir, entonces, este, “Okay. Mira, te voy a dar $200 dólares y si no vengo mañana, pos es que… O sea, mañana vengo por el”. Entonces, si mañana no vienes y si vienes hasta pasado mañana, entonces ya, es probable que yo ya ni tenga el carro y ya no tienes derecho a reclamarme los $200 dólares porque ya no cumpliste la palabra a no ser que hables y me digas: “¿Sabes qué? No voy a poder ir, por favor dame, espérame”. Era lo que decía mi papá. “Cuando no vayan a poder pagar un dinero, hablen, digan, ¿sabes qué? Dame chanza, no voy a poder pagarte el dinero porque tuve un problema. ¿Me entiendes? Dame una chancita, yo te pago”. A él le pasó una vez, por eso se hizo tan famoso. Digo famoso, porque ya era gente de confianza. Una vez compró una becerra, a veces me acuerdo, se la fiaron.
SS: ¿Cuándo ya estaba…? (ruido)
LE: No.
SS: O, ¿cuándo estaba…?
LE: No, no, no, ya cuando estaba allá. Un señor riquísimo, tenía bastante ganado, yo creo ni sabía cuánto ganado tenía. El señor era muy rico, entonces él, pos, ¿qué era mi papá contra el señor ese? No era nada, porque mi papá, o sea no, ¿cuándo iba a tener el dinero que tenía el señor? Entonces le fió esa vaca. Entonces él llegó y la amarró en un, pos se dicen parcelas, pues. En un lote la amarró, pero en la noche ésta se amarró y se cayó a la barranca. Amaneció bien helada y con nada. Dijo el señor: “Amaneció bien paleta”. Bien ahorcada. Y pos: “Y, ¿ora?”. Pos que se va con el señor. “¿Sabe qué? Tuve un problema, se me mató la vaca y, ¿cómo ve? Pos déme un plazo pa pagársela porque yo se la pensaba”, porque él se la pensaba pagar ese fin de semana, que era, la iba a matar, ¿verdad? Y ya le dijo: “Pero dame un tiempo. Déme un tiempo y yo se la pago”. “¿Cuánto tiempo quiere?”. Le dijo: “Dame quince días”. Le dio los quince días, a los quince días como pudo, fue, le llevó su dinero. “Aquí está. Muchas gracias”. Le agarró tanta fe.
SS: Sí.
LE: Que ya decía: “Lo que quieras”. Ya gente que quería conseguir dinero con él: “Tráeme la firma de Miguel y te presto el dinero”. O sea, ya servía de…
SS: Sí.
LE: De… Porque, y pos, a no, a como ser ni nada, ni casi ni conocidos de él, porque había otras personas que eran las que firmaban pa que alguien… Por ejemplo, si yo quería conseguir dinero con el señor tenía que ir con la otra persona y decirle: “Oye, ¿sabes qué? ¿No me ayudas? Es que quiero”. “Okay”. O: “No, no puedo”. Entonces, ya después mi papá ya servía de eso. Que alguien que quería conseguir dinero, ya él podía firmar pa que le prestaran.
SS: Para que le prestaran.
LE: Y entonces, este, el ganado que quisiera. Había veces que le vendía hasta diez y ahí se lo estaba trayendo como podía. Y le decía: “No te apures. Tú tráeme el dinero cuando tú quieras”. Entonces por eso le digo que a nosotros nos inculcó mucho tener palabra, palabra y cumplirla, y cumplirla. Y nos enseñó que también agarras tu cheque, el dinero. Si te sobra, muy bien, pero eso de que te vayas, te lo gastes y luego quieras comer, también decía: “No, madre”. Él todo lo de la semana le decía a mi mamá: “Encarga todo lo que vayas a encargar, no quiero que en la semana vayas a estar que: «Necesito esto, necesito, necesito». Haz la lista de todo lo que vas a necesitar en la semana, pa que vayas y compres todo junto”. Porque eso de que: “Me faltaron tomates o que me faltó esto o que me faltó lo otro”, le caía gordísimo. Y a mí también así me impuso. Que compren todo lo que van a comprar en toda la semana, pa que ya no estén, pa que tú digas: “Okay. Me sobró”. Pero ya que te sobró, no que al ratito: “Dame $5 dólares, dame otros $5 dólares”. No, o sea, que das y ya. Entonces a mí sí me gustaba cómo, cómo le hacía él. Sí le hacía, o sea, eso me gustó como que…
SS: Parece que aprendió bastante de él.
LE: Sí aprendí. Aprendí y pos nos la llevamos, nos la llevamos suave, nomás que yo tomaba mucho y le caía gordísimo que yo tomara. Pero también tomando y como sea, me gustaba andar a caballo, me gustaba enlazar, me gustaba montar. Lo que no le gustaba era que toreara.
SS: ¿A usted no le gustaba torear?
LE: A mi papá no le gustaba que yo toreara.
SS: ¡Oh! A él no le gustaba.
LE: Él le gus… Que jineteara no le gustaba mucho, pero no, no estaba de a tiro en contra de que no jineteara.
SS: Y, ¿quién le enseñó a usted a hacer todo eso?
LE: La gente, los amigos.
SS: ¿Sí?
LE: Pos a trabajar, me tocó a enseñarme yo solo, porque él andaba acá.
SS: Entonces….
LE: Yo me enseñé con otras personas. Yo a ordeñar una vaca, con él no me enseñé. Yo a…
SS: ¿Quién le enseñó?
LE: A lazar, amarrar, a ensillar un caballo, yo me enseñé con más, con otras personas. Porque él se la pasaba más acá. Entonces ya cuando él llegó, entonces yo ya sabía bastantes cosas y por eso ahorita yo también de todo lo que aprendí, es lo que les digo a mis hijos: “Yo sé poquito de todo. Poquito trabajar, poquito montar, poquito torear, poquito tomar, poquito de todo. Yo sé de todo”. Y gracias a Dios, ahorita mis hijos los traigo más o menos. Ahorita mi hijo el mayor, el de veintitrés años, él ya, el caballo que tiene ahorita, ya mi hijo lo enseñó a bailar, allí entre todos lo enseñamos ya.
SS: ¡Oh, qué lindo!
LE: Y tenemos, este, tenemos otro caballo de mi hijo el más chico, tiene trece años es el, la gorda. A ése, tenía su caballo, pero no es bailador, pero de los amigos que van allí a mi casa cuando hago jaripeos le cayó bien y le dijo: “¿Sabes qué?” Me dijo: “Yo le voy a enseñar al caballo de tu hijo a bailar, pa que después se lo, pa que se divierta en los desfiles”.
SS: Claro.
LE: Y se lo llevó y ahorita ya lo tiene bailando bien suave. Entonces, este, a mí me gustó.
SS: Qué bueno.
LE: Me gustó y ahorita mis hijos trabajan. El mayor tiene veintitrés años trabaja, pone aire acondicionado y todavía no se casa y ya más o menos tiene su pedacito dónde vivir y pos nació aquí, es lo importante. Habla inglés.
SS: Claro.
LE: Y le están gustando los caballos. O sea, eso es, pues yo pienso que él lo más, porque sabe que se ha perdido bastante las tradiciones, oiga.
SS: Claro. Sí.
LE: Se han perdido tan feo las tradiciones, que yo miro la gente, la ropa, los chiquillos, como ya los hijos ya mandan a los papás. Son niños de tres años o de cuatro años. ¿Cómo me va a decir un hijo de tres años o de cuatro años? ¿Cómo me va a decir qué ropa quiere comprar? ¿Cómo me va a decir a mí cómo se quiere cortar el pelo? Si mi papá me decía: “Ve córtate el pelo”. “Okay”. Iba con el peluquero, pero que: “Déjamelo abultadito”, que, “déjame aquí”, okay. Pero llegaba con mi papá: “¿A poco ya te cortaste el pelo?”. “No, pos ya”. “Ni madre”. Me agarraba y decía: “Pélalo, pélalo bien”. Entonces ya pa otra vez que le decía yo al peluquero que…
SS: Ya sabía.
LE: Ya decía: “No, no porque tu papá te regresa”. Y así tiene que ser. O sea, así debería de ser. Pero lo malo que dicen que cambió y que ha cambiado y que…
SS: Sí.
LE: Es mentira. No ha cambiado nada, lo que pasó, que ahora ya los hijos hacen lo que al papá… Hacen lo, o sea, los papás hacemos lo que los hijos quieren.
SS: O sea, es lo que cambió.
LE: Porque, okay. Tú le dices a tu hijo: “Ponte esta camisa, ponte este pantalón”. “No me gusta”. Pero a mí tampoco me gusta la que él se pone. ¿Por qué se la va a poner?
SS: Claro.
LE: Entonces, ¿quién mandó ahí? ¿A ver? Ahí de fácil. No me gusta también la que trae él. Entonces, ¿por qué el niño de cuatro o cinco años se va a poner lo que yo, lo que él quiera, siendo que el que mando soy yo. El que la voy a comprar, soy yo, al que no le va a gustar es a mí. Entonces, este, y eso sí, eso sí ha sido, ha sido feo.
SS: Sí.
LE: Ha cambiado bastante.
SS: Disculpe señor, mientras su papá estaba aquí, ¿usted iba a la escuela allá? O, ¿qué hacía?
LE: Sí.
SS: Sí iba a la escuela.
LE: A la escuela, pero este, pos también mi abuelo era… (tos) Mi abuelo era vaquero de una hacienda porque ahí estaba gobernado, el pueblo está gobernado por los hacendados. O sea, los hacendados eran dueños del pueblo.
SS: ¿Qué pueblo era?
LE: Se llama Istaro.
SS: Istaro.
LE: Mi pueblo. Istaro, Michoacán.
SS: Istaro.
LE: Los patrones de allí se apellidaban Barrera. Se apellidan porque todavía viven los hijos. Ellos eran los que mandaban lo que es todo el pueblo. Ellos vivían, ¿verdad? Por decir, yo llego a aquí. O sea, como ellos hayan llegado de donde hayan llegado. Pos la historia, pos eso ha de ser grande, pero yo no la sé. Pero los Barreras eran los dueños de allí. Ellos eran dueños de la tierra, eran dueños de la tienda. Ellos te daban maíz pa que sembraras. Ellos te daban frijol pa que sembraras. Te daban yunta pa que sembraras. Te daban la tierra pa que sembraras pero a final de cuentas, ellos se quedaban con… Pos con todo, porque de ahí sacabas las cosas de la tienda. Entonces, este, mi papá trabajó mucho en eso antes de venirse pa acá. ¡Oh! La primera vez que se vino mi papá, se vino porque no tenía nada. Tenía una becerrita que le había regalado mi abuela, la mamá de mi mamá. Le regaló una becerrita chiquita. Yo la conocí. Se llamaba La Fortuna, pero ya la conocí ya de vaca vieja. Porque yo, en ese tiempo que se vino mi papá la primera vez, pos yo tenía un año. Entonces esa vaca yo la conocí, se llamaba La Fortuna, pero ya era vaca ya vieja, chaparrita, bien mansita pa dejarse ordeñar. Entonces esa vaca la dejó mi papá empeñada por $50 pesos. O sea, con los $50 pesos que le dieron por la vaca se vino. Gracias a Dios, alcanzó a pagar el dinero, los $50 pesos y recogió la vaca, ¿me entiende? O sea, porque pos, ¿quién te va a prestar dinero? A cuenta, ¿de qué?
SS: Sí, claro.
LE: ¿Me entiendes? A cuenta de la vaca le prestaron los $50 pesos. No los paga, pierde la va[ca], becerra, era becerrita todavía. Entonces, este, pos eso también se siente difícil porque a mí me pasó una vez que me quise venir a Estados Unidos, yo tenía mi caballo bien bonito. Lo traía bien ensilladito, bien suave pero debía $300 pesos. No, $3,000 pesos y por el caballo me daban $2,000 con todo y silla. O sea, que me iba a quedar sin caballo.
SS: Sin caballo y sin nada.
LE: Y debiendo todavía y lo que hice, mejor me vine.
SS: Claro.
LE: Vendí el caballo, pero ya por gusto, ya porque nadie, pos nadie quería con él, Pero pos ya tenía dinero pa comprar otro. Y luego, ahorita aquí, o sea aquí ya… O sea, el problema, que tenías tu dinero. O sea, tenías tus caballos en México, pero tenías que trabajar aquí en Estados Unidos pa que comieran. Y aquí se puede y todo. Aquí puedes tener tus caballos, puedes traba[jar] y ganando el mínimo.
SS: Sí. O sea, es diferente, ¿verdad?
LE: Es diferente la vida. O sea, es mucha oportunidad.
SS: Bueno señor, muchísimas gracias por compartir todas sus historias conmigo. Voy a, vamos a sacarles copias a esto y nomás déjeme apago aquí.
Fin de la entrevista
Interviewer
Salgado, Susana
Interviewee
Estrada, Luis
Location
Perris, CA
File Name Identifier
Estrada_PERR011
Citation
Salgado, Susana and Estrada, Luis, “Luis Estrada,” Bracero History Archive, accessed November 24, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/405.