Froylan Huerta González
Title
Froylan Huerta González
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Froylan Huerta González was born on July 14, 1941, in Huaniqueo de Morales, Michoacán, México; he had three sisters and two brothers; his parents were campesinos, but his father also owned a bar, which proved to be the family’s main source of income; by the time he was roughly seven years old, he had learned to work the land; he was not formally educated for very long, but he did learn to read and write; during the sixties he worked illegally in the United States, but he was later able to obtain legal documentation.
Summary of Interview: Mr. Huerta briefly describes his family and what it was like growing up in a small town; he recalls that in order to get on the list of available workers in Empalme, Sonora, México, he had to pay between six and eight hundred pesos and wait one or two months to be called; while there he worked washing dishes at a restaurant in exchange for food; he explains the entire process he underwent, including medical exams; from there he was transported in a train, like an animal, to Mexicali, Baja California, México; he also describes the centers he passed through and being deloused; as a bracero, he worked in the fields of Arizona and California; he goes on to detail the various worksites, housing, amenities, living arrangements, provisions, daily routines, duties, treatment, payments, remittances, and recreational activities, including trips into town; in addition, he gives a detailed explanation of the work involved in picking onions; one of the foremen he worked with even took him to see lucha libre, and he got hooked on it; he also mentions that on payday, some of the men would spend the entire weekend dancing and drinking; they would show up hungover for work on Monday morning; after the program ended he returned to México, but soon after, he began working illegally in the United States; he later married, and his wife helped him obtain legal documentation; overall, his memories of the bracero program are positive, especially because he was able to save money.
Summary of Interview: Mr. Huerta briefly describes his family and what it was like growing up in a small town; he recalls that in order to get on the list of available workers in Empalme, Sonora, México, he had to pay between six and eight hundred pesos and wait one or two months to be called; while there he worked washing dishes at a restaurant in exchange for food; he explains the entire process he underwent, including medical exams; from there he was transported in a train, like an animal, to Mexicali, Baja California, México; he also describes the centers he passed through and being deloused; as a bracero, he worked in the fields of Arizona and California; he goes on to detail the various worksites, housing, amenities, living arrangements, provisions, daily routines, duties, treatment, payments, remittances, and recreational activities, including trips into town; in addition, he gives a detailed explanation of the work involved in picking onions; one of the foremen he worked with even took him to see lucha libre, and he got hooked on it; he also mentions that on payday, some of the men would spend the entire weekend dancing and drinking; they would show up hungover for work on Monday morning; after the program ended he returned to México, but soon after, he began working illegally in the United States; he later married, and his wife helped him obtain legal documentation; overall, his memories of the bracero program are positive, especially because he was able to save money.
Creator
Acosta, Anais
Huerta González, Froylan
Date
2006-05-26
Subject
bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Froylan Huerta González
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
40:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Froylan Huerta González
Fecha de la entrevista: 26 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Anaís Acosta
Mi nombre es Anaís Acosta, el día de hoy es mayo 26 de 2006, estamos en la ciudad de San Bernardino, California con el señor Froylan Huerta González y esta entrevista pertenece al Proyecto de Historia Oral Bracero.
AA: Buenos días señor Huerta, ¿cómo ha estado?
FH: Bien, buenos días, muy bien gracias a Dios.
AA: Qúe bueno, vamos a empezar la entrevista preguntándole, ¿dónde y cuándo nació usted?
FH: Yo nací en el 14 de julio de 1941, en Huaniqueo de Morales, Michoacán, México.
AA: ¿Huanicló?
FH: Huaniqueo.
AA: Huaniqueo, ¿cómo era Huaniqueo cuando usted nació, o sus años de infancia?
FH: Pues un pueblo chico, pos pa[ra] nosotros bien bonito, ¿verdad?, porque es pues la tierra de uno, pero pues no hay nada de, no hay nada de que vivir.
AA: Sus papás, ¿cómo se llamaron?
FH: Julio Huerta y María Paz González.
AA: Dígame a qué se dedicaban.
FH: Pos al cultivo, al campo, sembrar maíz, maicito y trigo, así cositas, garbanzo, lentejas.
AA: ¿Con eso se sostenían?
FH: Sí, mi [p]apá tenía una cantinita, una cantina y pues siempre de ahí ya salía pa, siempre sí ya sacaba pues de ahí pa comer tres veces al día, ¿verdad? Y nosotros pues desde que horas andábamos en la parcela allá, pues sembrando o escardando o segundando y todo eso. O sembrando lenteja, cortándole y cosechando. Y él se mantenía en la cantina, pues sacando pa pasar los otros, pues a vivir.
AA: ¿A qué años empezó a trabajar ahí en su parcela?
FH: Pues que yo me acuerde desde como los siete, como siete, ocho años. Yo luego yo empecé a, como mi papá es ejidatario se, un señor le, se llamaba Juan Pineda, le tenía una manda de chivas grande. Como él no tenía donde pastearlas, le habló a mi papá que si se las pasaba como rentadas. Mi papá tenía, no tenía, era ejido de él, un ejido muy grande, muchos llanos, loma como pa pastear animales. Y a mí me tocó cuidad a las chivas como por quince años me tocó andar cuidando chivas. Y, ¿cómo se llama?, y estoy criado con pura leche de chiva pues, por eso no me duele nada yo creo.
AA: Por eso está sanito, sanito, qué bueno.
FH: Porque duré como quince años, desde como de los ocho hasta cuando ya casi iba a dar el servicio del Servicio Militar deje de cuidar chivas.
AA: Digame y no iba a la escuela.
FH: Mmm-mm [negando].
AA: Puro trabajar.
FH: Fui, pero ya en las tardes cuando salimos. Era un, llegó al pueblo un estancamiento de soldados y se empezaron a interesas pues por yo creo por lastima de los, de la gen[te], yo no sé qué miraron ahí. Y uno se acomidió a, se llamaba Teodoro Fructuoso, se llamaba el, era un soldado. Pues él sí estaba ya preparado, ¿verdad? Entonces nos junto un día ahí, y dijo: ¿Por qué no van a la escuela?”. “Mmm, pues no hay tiempo, en primer lugar no hay tiempo”. “No, pero, les voy a poner un horario más o menos en la tarde, pues, que sea, que se desocupe uno de andar de, ya que allá acabado de amarrar las chivas y las vacas, todo eso”. Y pos sí, sí fui como, sería unos tres meses. Que duraron ahí, pos no duraban mucho. Los cambiaban de un pueblo a otro y pos sí, sí me enseñé a, sí me enseñé a leer y escri[bir]… No bien bien, ¿vedá? Pero sí me enseñé a… Por lo menos sí escribo, mal, pero, sí escribo. Y leer, pos también sé leer. Pero sí, el cursar un grado de escuela no, no, nunca. Por andar, pues, ocupado con todo eso de las chivas y vacas ahí del campo y todo.
AA: ¿Cómo era la vida en el Huaniqueo en aquellos tiempos? ¿Se vivía bien?
FH: Pos el que tiene el modo, sí, pero pues uno que [es]taba de amolado, no. Tiene que andar haciéndole la lucha todo el tiempo. Y pos también cuando está uno chico, pos con cualquier cosa se conforma, ¿no? No, no exige y ni se ve claramente que no pueden los papás de uno darle, pues bastante, ¿vedá? Pues uno no exige nada tampoco de: “¡Ah!, pues yo quiero esto”. Porque claramente se mira que no se, pos no se puede, no hay la facilidad de… Con lo que yo me quedé muchas ganas y miraba, pues que otros amigos, era, con una bi[cicleta], de unas ganas de una bicicleta. Y yo miraba, pues así a veces a los muchachos, muchachos más grandes que yo en su bicicleta en la calle y dándole y raitéandole y dándole pa ondequiera y yo los miraba y decía: “¿Cuándo tendré yo una bicicleta?”. Y le decía a mi papá: “Apá, cómpreme una bicicleta”. “¡Uh! Pos, ¿con qué?”. Nunca, nunca se me hizo comprar una bicicleta, ¿vedá? Y me quedé con ésas… En ese tiempo costaba como $200, $250. Pos era un dineral que, ¿dónde iba a juntar $250? Pagaban $3 o $4 pesos en el, pues cuando iba uno peón a trabajar con alguien más, pos, ¿cuándo iba a juntar? Era un dineral. No, nunca, nunca, pos no se me hizo tener esa bicicleta. Y a veces todavía me acuerdo de con, así como mi esposa le dije: “Yo, como me quedé con ganas de haber tenido una bicicleta”. Pero, pues no…
AA: Y ahora de grande, ¿no se la compró?
FH: No, ahora, pues gracias a Dios pude hasta comprarme un carrito, pero ya pasé de bicicleta a carro. (risas) Pero aquí, pero en México no. No, pos allá no, no, pos está, taba muy crítica la cosa.
AA: Dígame, ¿cuándo se entera usted del Programa Bracero?
FH: No, yo de, ¿de este de aquí? ¿De [ah]orita? ¡Oh! De cuando empezaron. No, pos ya oí hablar yo de los… Yo oía ya hablar de los, y miraba pues, que venían muchos ya que: “Ya me voy pal norte y que me voy para”. Allí en el pueblo, había un señor que juntaba, hacía como listas y juntaba y cobraban, ¿cuánto cobraban?, $600 u $800 pesos por hacer lista de juntar unos, por decir unos veinte o cuarenta, los que fueran y ese señor de allí, de ese pueblo, se los mandaba al otro que le decían el, el señor, era un padre y ese padre juntaba toda esa gente y la mandaba directamente al Empalme, porque él acá tenía sus, tenía sus contactos con…
AA: Oiga, ¿pero le cobraban por enlistarse?
FH: Sí, ¿cómo no?
AA: ¿En serio?
FH: Ocho[cientos]. Bueno depende iba, porque todavía iba, va, va subiendo.
AA: Subiendo.
FH: Subiendo, sí. Por ejemplo, cuando empezaron, cuando yo ya empecé a tener uso de razón, yo oía que se cobraron $600. Luego, ya después, porque yo me acuerdo que mi papá una vez hasta pidió $800 pesos pa mi hermano, sobre la cantinita que tenía para pagar según el, pa que lo apuntaran y lo trajeran acá pal Empalme. Pidió prestado $800 pesos a un señor que era riquillo allí en el pueblo, le pidió $800 pesos, de eso sí me acuerdo re bien. Le pidió $800 pesos sobre la cantina pa darle, pa pagarle a mi hermano pa que se viniera pa acá (risas) pal otro lado. Y pos, eso se hace, como ese padre, hacía la lista y la mandaba pa Empalme y ya la gente ya sabía a dónde iba a llegar, acá a Empalme, Sonora. Y ahí, pos ahí esperaba uno hasta que les daba la gana gritar. Así en una, era un campo grande y no, se juntaba así un gentillal, ya había apila[d]os ahí un polvadero que se hacía.
AA: Como, ¿cuántas gentes iban allí a Empalme?
FH: ¡Uh! Muchos, mucha gente. Era una bola grandísima allí. Pos si todo el día, te digo que llegaba gente de, pos de todos los estados de México llegaban, pues. Llegaban en diferentes formas. Y de, pos de dondequiera llegaba, pues gente. Y todos los días llegaba gente de todos los estados de México y pos se juntaba un hervidero de gente. Y este y así, a veces me contrataban, nos contrataban por cuarenta y cinco días y se completaba el mes y va pa afuera y…
AA: Cuénteme antes de saltarnos ese paso, cuénteme cómo era el proceso ahí en Empalme.
FH: Pos que yo me acuerde, no era… Pos taba uno ahí esperando un mes o dos meses pa que le llamaran, pues.
AA: Y, ¿qué hacían durante todo ese tiempo?
FH: Pos, allí nomás esperando, comiendo y durmiendo.
AA: Y, ¿cómo comían y dormían si…? ¿Traían dinero?
FH: Sí, sí muy poquito. A veces, los que son movidos… Nosotros, por ejemplo le digo me acomodé siempre que me tocaba la suerte que vine, como vine tres veces, como que me acomodaba ahí. Me acomodé con un señor que tenía restaurant y por la comida, por lavarle los platos, nos daban de comer. Pos ya ahí, ya con la comida era, ya estaba hecha la cosa. Ya pa dormir, toda la gente se dormía en el campo, así en, como ta muy, ta caliente, ahí a la brava entre la tierra, pues. Algunos tendrían, traían un gaval(??) y lo tendían y allí sin cobija ni nada y…
AA: Y, ¿dónde se bañaban?
FH: Pos a veces, muchos pagaba un dólar por, había unos señores que tenían casas, ¿verdad? Y tenían como su, un pedacito grande y ahí lo limpiaban o ponían… Ponían, ¿cómo se llama? Como techos de, con palmas de, como de palma, así largos o techos de lámina y ahí los enc… Algunos tenían encementa[d]o y allí a peso por noche y ahí se podía… Unos ahí pagaban. Pos los que traían bastante dinerito, ¿vedá? Pos ahí se dormían, un dólar por día, un peso por día, pos cobraba. Cobraba el señor, pos la gente, mucha gente ahí. Y a algunos hasta les daban chanza de bañarse. Y los que no, pos allá por allí a ver cómo. Pagando a veces. Si traía, pos, cobraban, no me acuerdo si cobraban un peso por bañarse o $0.50 centavos, por ahí va, pero no me acuerdo bien. Y así se la llevaba uno, pues.
AA: Y allá, ya cuando entraban, ya cuando los llamaban, ¿qué les pedían?
FH: No, primero, gritaban ahí la lista, pues ellos traían sus listas. Fulano de tal y el corredero pa adentro. Luego ya en unas galeras grandotas ahí, formaban a uno todo, lo formaban y ya luego: “Encuérense”. Le quitaban todo y había unos, serían doctores, sepa la fregada qué serían, andaban ahí que revisando y revisándole a uno todo y que si no trae almorranas y que no. Y que si estaba malo, pos no lo dejaban pasar.
AA: Y, ¿había unos que los regresaban? ¿Sí?
FH: Sí, los que salían como mal, que traían como almorranas, yo creo, imagino o alguna enfermedad. No los dejaban pasar, los echaban para atrás. Y mucha gente de esas, pos como la que conseguía el, se llamaba, que le decían uno el transporte, ¿vedá? Que pagaba, por ejemplo pagaba allá en su tierra $600 o $800 pesos y acá no lo dejaban entrar, pos ya… Ése ya se amoló, porque ya no, ¿cómo va a entrar si no lo dejan pasar? Así es que no tiene dónde, de cómo, el modo de pagar ese dinero pa atrás, pos a ver cómo lo paga, porque lo consiguió con intereses. Y el que presta dinero de intereses, no se los va a perdonar: “¡Ah! Yo te presté tanto y con tanto por ciento y eso me vas a pagar y pos a ver cómo los pagas”. Y taba, pues, duro así. Y luego, este, nos, ya que sale, según que salía uno bien y ya le daban una bolsa con un lonche de un mes, yo creo congelado. (risas) Unos sándwich con una bolsa de galletitas de esas de animalitos. No, ya salía uno bien contento con su lonche y ya los que todavía, como por ejemplo que traían, por decir unos $50 o $100 pesos, muchos se iban a allá por el… Entraba uno por aquí y ya cuando salía de que salió bien, había otra salida por otro lado y todos los que ya andaban sin dinero, se iban por aquel lado a esperar a todos los que ya salen con su lonchita, con su bolsita de lonche y a veces, pos digamos que ya, porque los que ya traen dinero, pos ya no lo ocupan el lonche. “Ahí ta”. Se los regalaban así a los que no, veían más amolados, sin comer. Mucha gente se los daba a otros, pues que todavía iban a durar…
AA: Meses.
FH: Meses, o dieses, o mes, semana, o meses ahí esperando y mucha gente los daba nomás porque, pos ya ellos… Ya el que ya taba, ya traía su, ya le habían, ya se había contratado, pos ya venía hasta, iba hasta gustoso, porque se oía: “Mañana nos vamos”.
AA: ¿Qué esperaban? ¿Qué esperaban de Estados Unidos?
FH: Pos según venir a, que según unos a trabajar y a ganar más dinero aquí.
AA: ¿Con qué ilusión venían?
FH: Pos de alivianarse uno más, más que nada, salir... Más que todo, pos uno es que miraba llegar gente. ¡Ay!, que unos con ropa nueva y unos zapatos. Y uno miraba uno a los zapatos, pantalones bien bonitos que dice: “¡Uh! ¿Cuándo me pongo yo unos de esos?”. Y unos que eran medio facetos con una tejana y con reloj. Dije: “Ira, cómo estos pues, van tan pronto y ya vienen con relojes y pantalones nuevos”.
AA: Con tantas cosas, ¿vedá?
FH: “Con joyas y, y, ¿por qué yo no puedo ir? O, ¿qué?”. Y eso era la razón de que… Porque antes, desde quince años, no nos dejaban venir, nomás, ni dieciséis. Yo decía: “¿Cuándo tendré dieciocho años pa irme, pa venir yo también como estos?”. Como veía que estos camaradas, con mi relo[j] y camisas nuevas bonitas y todo. Y no, pos era una… Pa mí era una ilusión: “Sí, ¿cuándo iré yo pa traer?”. Y yo mí, a veces los miraba, pero en las cantinas también, sacando, comprando cerveza, unos cartones de cerveza y pagando con… Pos, ya con unos…
AA: Billetotes.
FH: Billetotes. ¡Jíjole! ¿Cómo decir? (risas) Y así, pues con esas ideas se venía uno de decir: “¡Ay! Yo también quiero hacer esto como este camarada”. Y luego, ya cuando se contrataba uno, al otro día se iba… Ya otro día amanecía, ya había un tren que tenían especial pa la gente. Que otro día tempranito, a las afueras de Empalme a irse temprano pa subir el, al tren.
AA: ¿En un tren los llevaban?
FH: En un tren, hasta acá hasta Mexicali.
AA: Y, ¿cuántos los subían a ese tren?
FH: No, pos era un demonial de gente. Taba largo el, taba largo el tren. No, pos venía mucho, venían miles de…
AA: Y, ¿tenía camas el tren y todo para dormir?
FH: No, puros asientos secos y hasta sin… secos. Después no, pos, ¿cuál cojines ni que nada? No, no.
AA: Unas tablitas.
FH: Puras tablas. Si tenía de casualidad un asiento alfombradito, era suerte, pero no, puras tablas así a la brava, como… Como si fueran animales. Y este, y estaba larga la tirada. Pos el tren corre bien al pasito. Pos salíanos… No, salía en la tarde, ya me acordé. Salía en la tarde y venía a amanecer a acá a Mexicali. Toda la noche caminando y llegaba acá a las, como a las cinco o seis de la mañana.
AA: Entonces, ¿para eso era el lonchecito?
FH: Pal camino también. Sí, pos si lo quería, si lo quería guardar, lo podría guardar, era pa en la noche en el camino comer. Pero pos un día como quiera se aguanta la hambre en la noche. Mejor se lo doy a otro que anda ahí sin comer dos, tres días, se lo daba a la gente.
AA: Pues sí.
FH: Y ya, pos llegaba uno a Mexicali, ahí se bajaba, ahí lo esperaban, esperábanos los buses o ni me acuerdo si bajaba uno en la línea cerquita y ahí brin[caba]… No, se me hace que entraban por un, pasaban pa allá en autobús.
AA: Oiga, ¿qué les dejaban llevar así ropa?
FH: Pos casi nadie quería andar cargando con garras. Pos algunos con alguna mochilita o poquito, ¿no? Pos muchos…
AA: Y, ¿artículos personales llevaban? Así como rastrillos, jabones, esas cosas.
FH: Jabón.
AA: O, ¿allá se iban a comprar todo?
FH: Pos ya ahí, como ahí en el Empalme, pos algunos que traían pos… Pues es que no, no se sabía cuánto iba a durar allí. Dice: “Si llevo mucho y me vengo de volada, ¿qué voy a hacer con las garras allí? Las tiro”. Como muchos no traían casi nada y duraban dos, tres meses y pos se trae dos pares de calzones, pos los lava uno y ponte otros o… Un, dos, tres pares de calcetines, pos lávalos y pónete [ponte] unos [ah]orita y otros ma[ñana]… Y lávalos en cuanto llegues a la casa. Quítatelos y lávalos y ya pa mañana tan secos, así. Las camisas o pantalones que fueran. Y por eso, pos taba, taba pues difícil. Y luego aquí en el Mexicali, pos pasaban a uno y lo metían a unas galeras ya ahí. No, pero… Bueno, ya me pasé de eso de que allá en Empalme con unas… No, en aquí, eso era acá, ya me acordé, eso era acá en Mexicali. Lo encueraban a uno otra vez y con unas bombas como de, ¿qué serían? Bombas, como unas pompas como de presión lo pusieron, andaba uno con unas pompas y un aironazo que… Lleno de, parecía panadero, un polvaderón jijo de… Pa matarle yo creo los piojos.
AA: Otra vez.
FH: Otra vez. Pa matarle los piojos o el (ininteligible) yo no sé qué. (risas) Y ahí ya que pasaba uno eso, pos ya a comer y a meterse a unas galeras, como así como con sombras de, así al aire libre y ahí sacaban otra vez a gritar: “Pa tal parte, tantos”. Por ejemplo…
AA: ¿De ahí ya las habían dado el contrato?
FH: Sí. Teníamos el contrato por cuánto venía, por cuarenta y cinco, era lo menos que daban, cuarenta y cinco días.
AA: Y, ¿ahí les decían cuánto les iban a pagar?
FH: Pos ya ni me acuerdo. No, no me acuerdo si decía, si decían o llegando allá en el… Llegando el ranchero, el que pagaba. No me acuerdo exactamente de eso. Y ya ahí firmaba uno el contrato y ya ahí se ponían en unas galeras al aire libre y ya ahí, al rato empezaban a gritar gente: “Pa tal parte ful[ano]… Pa cualquier parte que fuera, pa… “Pa Oxnard queremos tantos, pa la fresa o pa la lechuga, queremos cincuenta”. Y ya empezaban ahí: “Súbanse aquí, cincuenta en este autobús”. Y que: “Ahora queremos cien pa Salinas, súbanse en este autobús”. Y cien pa Salinas y así, así repartían la gente. De que yo me acuerdo. Y así, así la repartían. “Ora queremos cincuenta pa Bakersfield o pa equis parte”.
AA: Y, ¿usted escogía a dónde irse?
FH: Sí. Dice, ya muchos decían: “No, no vayas pa tal parte”. Por ejemplo, pa ahí mismo a [El] Centro. “Nombre, ta re caliente. No, no, espérate”. Y luego buscar, podía buscar…
AA: ¿A dónde les gustaba ir?
FH: A dónde les gustaba, sí, porque…
AA: Y, ¿a dónde les gustaba?
FH: A mí me gustaba, porque yo oía hablar, oía hablar a los demás que ya había venido antes: “No, ahí por Calipatria, en Indio, Caléxico, todo eso es un infierno. Bueno, no vayas por ahí”. Y dijo y dicían: “Mejor espérate a ver si hay como pa arriba, pa Salinas, pa Watsonville, pa Oxnard, que son ya climas más templados, más bonitos, pues”. Con una, dice: “Nombre, aquí estas áreas de aquí de, aquí de por Mexicali a [El] Centro, Caléxico, Imperial, todo eso es un infierno, ¡no!”. Y así yo me espe, nos esperábanos que uno… Dos veces que vine fue aquí para California me tocó en Castroville y Watsonville. No, pos ahí está, todo el tiempo está, ta bonito, que no está, no está caliente como en Arizona. ¡Ay! En Arizona también ta, también está caliente.
AA: Y, ¿qué tipo de trabajo hacía ahí en Watsonville?
FH: No, de ahí primero fui a Arizona y ahí duré dieciocho meses.
AA: ¿En qué parte de Arizona estaba?
FH: En un pueblito que se llama Peoria. Peoria, así es.
AA: Peoria.
FH: Peoria. Entonces…
AA: ¿Ahí?
FH: Está cerquita de Glendale y de Phoenix. Y ahí pisqué cebolla de tapeo, de esa, una cebolla grandota, de esas que hay en las marquetas que le tumban el rabo y las barbas y en esa de marqueta, esa de bonchecito, en eso duré ahí.
AA: El cebollín
FH: De ésa. Primero ahí duré, nos fuimos o sea, nos mandaron a Nuevo Méxi[co], a un pueblito que se llama Nuevo México a…
AA: Cuénteme de ahí cuando estaba en Peoria. ¿Dónde vivían?
FH: En unas barracas, que le llaman barracas. Unas como galeras grandes, pos de… tenían como, ¿cuántas tendrían de esas barracas? Había de varios tamaños. Unas tenían, por decir, veinte camas doble, abajo y arriba. Pero taban anchas, tenían varias hileras de camas, tenían… Por ejemplo, una línea aquí, otra línea aquí, otra allá y otra allá. A veces tenían como cuatro líneas de camas arriba y abajo y largas.
AA: Pos, ¿cuánta gente dormía ahí?
FH: Pos por decir, algunos cien, pero todos en su camita.
AA: ¿Les asignaban su cama cuando llegaban?
FH: Pos el que llegaba primero.
AA: La agarraba.
FH: Pos, el: “Yo quiero abajo, abajo. No pos, arriba es más lata de andarse trepando en la noche”. Y todos, pos trataban de, hasta se empujaban ahí cuando bajaba uno y: “Agarren, agarren sus camas”. Ahí va el apiladero y yo primero, porque ya unos ya sabían que arriba es más difícil de andarse subiendo pa arriba como las gallinas y abajo, pos nomás llega y se sienta y se dobla y ya. Y todos así, buscaban las de abajo para no andar en la noche después batallando, subiendo para la cama de arriba. Y yo siempre he sido también de… Pos uno va agarrando experiencia con los demás viejos que ya saben y le van abriendo los ojos: “Mira, no hagas esto, dale así. Dale pa que ahí así”. Y ya yo me ponía abusado y no, yo también me iba adelante y trataba de agarrar las de abajo también, porque no me gustaba también andar. Una vez me tocó…
AA: Subiendo.
FH: Me tocó arriba y no, no, pos era una lata de la jodida, no.
AA: Oiga y, y, ¿ahí tenían baños?
FH: Sí. Había algunos como casas grandes, hacían… Tenían, sí tenían baños así largos para… Pos como era… Haber un gentillal de por ejemplo, ciento cincuenta o doscientas gentes, pos un baño no va a alcanzar. Tenía que ser baños pa… Había baños, no baños, baños así, sino…
AA: Comunes, para toda la gente.
FH: Como una galera larga y de puras regaderas, pura regadera ahí. Órale, ahí entre la bola báñense, porque no eran baños así…
AA: Separados.
FH: Sepa[rados]… No, no.
AA: Y, ¿les daban jabón y champú?
FH: Un jabón. ¡No, ¿qué champú?! Jabón, (risas) ¿para qué quieres champú? Es el, se les va a caer el pelo con el champú. (risas) Con jabón. Pos el que quería iba a la tienda y compraba, el que no les gustaba el…
AA: El jabón.
FH: Sí, porque eran unos jaboncitos que ni espuma hacían o será por la tierra que traía uno en la maceta, ni espuma hacían. Muchos se iban a las marquetas, cuando agarraba dinerito, se iban a las tiendas a trair pasta de dientes, cepillos, jabón que les… Cada quien compra lo que le gustaba, ¿vedá? Y así.
AA: Y, ¿cómo comían? ¿Ustedes cocinaban?
FH: En galeras también, hacían…
AA: ¿Les hacían de comer a ustedes?
FH: Sí, de esas como… Por ejemplo, pos alguna cocina grande, con varias retaquilas de, de mesas. Y sí, pos sí, allá tenían especiales, el dueño el del campo, el que se llama, el jefe del campo, él ponía sus cocineros.
AA: Y, ¿qué tal la comida?
FH: De lo malo… Pos, ¿qué iban a dar bueno pa tanta gente? Y de andar haciendo todos los días pa tanta gente, ¿no? Pos le daban lo más fácil, puros pancakes en la mañana con puros huevos. Nada más una vez en la semana daban, que era como el miércoles, parece que daban un pedazo de gallina dorado. Era cuando estaba más bueno. Y el viernes daban, ¿qué daban el viernes? ¿Pesca[d]o? Parece que un pesca[d]o, parece que daban. Pero ya los demás días, pos frijoles y en la mañana, pos lo mismo, puros pancakes con blanquillos, era todo, o pan y ahí le, como adornan con Corn Flakes, también daban Corn Flakes o con leche o con pan dorado, según repetía uno varias veces. En una mañana puede pedir más. Y, ¿cómo se llama?
AA: ¿A qué horas empezaban a trabajar?
FH: ¡Uh! Pos depende. Pos si algunos tenían el campo o el trabajo lejos, a las… Sería a las tres de la mañana o depende, pues, qué tan lejos estuviera el fil [field] donde iba uno a trabajar.
AA: Ahí en Peoria, ¿qué tan lejos les quedaba?
FH: No, como a unos veinte minutos. No, a lo menos, nos levantábanos a como a las seis o por ahí más o menos, porque pos, los files de cebolla taban cerquita.
AA: Y, ¿quién los llevaba? O, ¿cómo le hacían?
FH: Los mayordomos. Traía el… La compañía de la cebolla traía sus buses y tenía sus mayordomos y se iban y nos tiraban en la tarde del trabajo, ahí soltaban la gente, ellos se iban y pa su casa y que uno llegaba allí sumido a su cama y a sentarse a escrebir [escribir], hacer cartas pa México o a veces, algunos que eran, salían a jugar. A veces que había canchas de… No canchas, sino de ésas de básquetbol.
AA: Canastas.
FH: Canastas de básquetbol. Salía uno en la tarde ahí a retos… Los que tenían ánimo, los que venían a… ¡No!, ¿qué andar jugando? Si venía uno cansado y este… Y ahí en la… Pos así después salíanos en las tardes. Luego, en las mañanas, pos a las seis nos parábamos a… Pero según se paraba uno según qué tan lejos fuera el trabajo. Porque hay unos que iban de una hora de camino o más lejos, pos tenían que madrugar. Pero si estaba por ahí cerca, pos a pararnos, uno ya le tanteaba a qué horas.
AA: Tenía que…
FH: A qué horas que levantarse. Y llegaban los mayordomos por nosotros y nos llevaban a la cebolla. Y luego allá, pos ya a mediodía nos llevaban el lonche hasta allá al fil. Y pos puros frijoles con cebolla. Eso sí, puros frijoles con cebolla, todos los [días]. Y puro pan, porque se me hace que ni tortilla había todavía en ese tiempo.
AA: ¿No sabían hacer las tortillas?
FH: No me acuerdo si daban tortilla. No, no me acuerdo, pero pan sí, ése sí era segurito.
AA: Oiga, y, ¿cuántos días a la semana trabajaban?
FH: Hasta el sábado, hasta el sábado.
AA: Y, ¿qué hacían en su día libre?
FH: Pos, nomás el sábado en la tarde un rato, vámonos a…
AA: A tomar.
FH: A tomar o los que ya taban, ya sabían, pos nomás agarraban el cheque y desde el sábado… O muchos nomás trabajaban hasta el viernes, se bañaban y se cambiaban y buscaban un taxi y: “Lléveme pa Phoenix”. O a los pueblos onde hay mitote de baile. ¡Uh! Ahí se (risas) acababan el cheque.
AA: ¿Usted qué hacía?
FH: No, yo en ese tiempo todavía estaba soltero. Todavía no… Y yo, pos trabajaba, ¿vedá? Y hacía por más, hacía más por mandarle a mi mamá que estaba allá en… Éranos, allá estaban mi mamá y tres hermanas y mi hermano el mayor ya estaba casado. Mis dos hermanos, mis dos hermanos ya estaban ya estaban casados, nomás que allí era, era yo nomás el que quedaba. Pero ahí taban mis tres hermanas y yo les siempre trataba de mandarle lo más, más seguido que podía, ¿vedá? Pa que se alivianaran allá. Y luego, siempre yo tenía, pos acá pa comprar mi ropa y lo que miraba de otros que iban, digo: “Yo también quiero ser igual que…
AA: Oiga, y, ¿sí se compró sus camisas?
FH: Llevaba mis garras.
AA: Y, ¿su reloj?
FH: ¡Oh, sí! Unas botas y una sombrero y este… Pero muchos nomás agarraban el cheque y no los miraba hasta el lunes en la mañanita bien jodidos, todavía hasta bien crudos y sin ni un cinco, pidiendo allí: “Préstame unos $5 bolas pa algo, pa una soda o algo”. Pero sí, el fin de semana, ¡no! Eran unos liones [leones], ¡hijo de la…! Ni quién los parara. En las cantinas comprándole cerveza a las viejas y bailando, y, no... Se les diverti… (risas) Se la pachangueaban bien bien, pero había unos muy vaquetones, que de a tiro no, no hacían por mandarle, pues, a la familia, ¿veda?, allá. Ellos nomás acá trabajando y divirtiéndose y punto.
AA: Usted dice que le mandaba a su mamá, ¿cómo le mandaba el dinero?
FH: Por money order.
AA: Ah, qué bien. Y, ¿nunca tuvo ningún problema que no llegara o algo?
FH: No, todo el tiempo lo recibían, todo el tiempo. Y no, por eso no tuve yo problemas de que se perdió o no llegó. No, siempre les llegaba bien o a veces registrado, pues más seguro. Y este, pero como, pos también no pagaban mucho en ese tiempo, pagaban bien poquito y pos, ¿qué sacaba uno? Nomás la joda de toda la semana y…
AA: ¿De cuánto le llegaba el cheque más o menos?
FH: Pos a veces de… Como esa cebolla de bonchecito, no[s] la pagaban a $0.10 centavos la docena. O sea, que tenía que hacer doce manojitos pa una docena, $0.10 centavos tenía que hacer. Pa sacar, por ejemplo, $10 dólares, tenía que hacer pos arriba de cien docenas. Y a veces la cebolla, hay veces, pero, los que ya estaba abusados, acomodaban… Okay, por ejemplo, si ta el fil así, ¿vedá? Entonces le daban a uno al revés el… Tú vas de este pedazo hasta aquí, hasta aquí es tuyo porque… Y como era, taba la gente así a lo largo, de aquí a aquí agarras tú y el otro pa allá, pero igual pedazo y si le tocó malo, pos ya se jodió. Y si le toca bueno, pos va a ser…
AA: Bueno.
FH: Sí, porque la cebolla… Y no la querían, no la querían gruesa, grandota, sino pura como la punta del dedo de grueso, o casi nada de gruesa, ¿ya ve cómo las tienen en las marquetas?
AA: Sí.
FH: Pura, como la, de gruesa. Y si ta muy gruesa, no la querían, mejor la tiraban ahí, no la querían de esa gruesa, pura grande, pues, de la cabeza grande. La querían…
AA: Chiquita.
FH: Pura, casi toda pareja.
AA: Oiga, ninguna, o, ¿alguna vez tuvo alguna dificultad o alguna diferencia con algún patrón o mayordomo?
FH: No, no, era muy, eran muy buenas… Eran por ahí de Piedras Negras, se llamaba Jesús Calderón y otro que era de aquí de Arizona, se llamaba Alex, ese nos llegaba, era muy picado pa la luchas libres (risas) y por cierto, que yo ni sabía qué eran las luchas libres. Ese día empezó a ser muy camarada con nosotros, dice: “Vamos a las luchas en tal día”. “Pos, ¿qué son luchas?”. “Pos, vamos pa que veas”. Y sí, nos llevaba, pasaba por nosotros como una vez por semana y nos llevaba a varios. No, pos sí me quedé bien picado pa las luchas. Pos yo miraba que se metían unos trancazotes, pos eran puras mentiras, pero… (risas) Y: “Ahora, ¿quién va a pelear?”. “¡No! Que ora va a estar más bueno que por… Ya ve cómo son de habladores los luchadores: “Que te voy a matar y te voy a destazar”. Y puras mentiras, ni se hacen nada. Pero, uno sí, como no sabía ni, ni había mirado antes, yo sí dicía: “Híjole, a la semana que viene… Según que se sangraba. ¡Ah! ¿Cuál sangre? Puras mentiras. Y que: “Pa la semana que viene te voy a matar y vas a ver quién soy y te voy a… Y dicía: “¡No! Ora, tuvo bueno, pal otro día va a, para la semana que entra, va a estar más bueno, vamos”. No, pos apuntados para la lucha libre.
AA: Pues, qué bueno que se divertía. Oiga, señor Huerta y ya para finalizar la entrevista, dígame, ¿qué siente usted cuando le dicen bracero?
FH: Pos se oye medio, (risas) se oye medio mal, medio… Como que lo baja, se baja de…
AA: ¿Por qué?
FH: Así siento yo, ¿verdad? Lo de bracero. Como que me bajo poquito de persona, como, ¿cómo le diré? Como que soy muy bajo, como que me bajé muy abajo, como…
AA: ¿Por qué?
FH: Pos bracero se me hace como que suena muy… Como que suena como ya lo último, como, no sé, así siento yo de…
AA: Dígame, los recuerdos que tiene usted de cuando estuvo aquí como bracero, ¿son buenos o son malos?
FH: Bueno, pa mí fueron buenos, porque nunca tuve problemas con nadie ni… Bueno, también no hay que buscar, ¿verdad? Para mí todo fue, estuvo bien para mí todo lo poco que vine para acá. Y pues, claro, hay de todo, hay la que viene, viene a buscar, andar en problemas, pos tiene problemas. Pero yo nunca, ni con mayordomos, ni con camaradas, ni con nada, bendito sea Dios que todo salió, pues, taba… Me fue bien, me fue bien, ¿pa qué me iba a quejar?
AA: ¿Cómo cambió su vida el haber sido bracero?
FH: Pos cambió en el sentido de que… Pos siempre yo lo traté de mandar unos centavos pa ella, siempre mi mamá, como mi papá, ¿vedá? Tenía su cantina, pos casi de lo que yo le mandaba no, no me agarraba así de… O sea, no lo gastaban, pues, porque no necesitaban. Por eso siempre me lo iba…
AA: Guardando.
FH: Me lo iba juntando y cuando llegaba: “¡Ay! Pos tienes tanto en el banco”. “¡Ay, hijo de la!”. Se me hacía un billete. (risas) Y este, pero digo, pues gracias a Dios que mi papá tenía, tenía su negocito de la cantina y como quiera que sea ahí, mal y como quiera que sea, sacaba pa comer las tres comidas al día y a veces hasta un pedazo de carne, pues, a la semana. Por eso no, no sufrimos de co… Pos de batallar de… No, pos que no comíanos, pero sí comía uno mal, pero quiero decir, las tres veces al día, ¿vedá? A comparación de otras gentes que a veces no tienen o… Y nosotros, gracias a Dios que sí.
AA: ¿Se mejoró usted al venir como bracero?
FH: Oh, sí. Yo sí sentí que sí me, sí me… Hasta después ya, hasta me alcancé a comprar un lote con lo poquito que mi mamá me juntó y pos ya me cambió la…
AA: ¿De ahí empezó lo bueno?
FH: No, pos si ya luego ya, ya me empezó a gustar venir pa acá y a ganar los dólares, y ya me… Cuando ya se acabaron los braceros, que fue el último año el [19]64, pos ya no estaba a gusto allá en mi tierra y [19]65, pos ahí me la pasé en mi tierra, pos en Huaniqueo, pos que, ¿ahora qué hago ahí? Pos ahí trabajando, como hay temporaditas nomás que cuando se siembra lenteja, todo eso, es cuando hay poquito trabajito, pero pos es una, una pasadita que no dura. Pues, se acaba de volada. Y luego en el año, en [19]66 volví pa la capital a México no, pos allá también ta bien duro. Allá duré nomás un año y no, ni completo. Luego ya en el ses… Un [19]66 me vine pa mi tierra, pa Huaniqueo y un día fue un muchacho de aquí de mi tierra, andaba en un carro, era un carro que llevó. Él era nacido aquí, un [19]57 y dijo: “Vámonos pal otro lado”. Le dije: “¡Uh! Pos, ¿con qué?”. Si no tenía papeles. Él sí, él era de acá. Dijo: “Te doy raite y hasta Tijuana si quieres”. “Ándale pues”. Y ahí me dio raite hasta Tijuana, ahí me quedé en Tijuana. ¡Uh! En Tijuana taba durísimo. No, en ese tiempo, no, en el [19]66, no había nada de vida, pues. Y ahí como quiera que sea y me conseguí un pasaporte, me die… Lo conseguí, pos sí, una, me dieron pasaporte local y ya con ése me empecé a brincar pa acá pa San Diego, pa Los Ángeles, pa aquí a Riverside y ya empezaba a venir pa acá a trabajar sin papeles y ahí me la fui llevando. Hasta que ya conocí a mi esposa y ya nos casamos y ella me arregló los papeles y ya muy quitado de la pena. Ora ya, gracias a ella [es]toy aquí a gusto, sin problemas de nada, y ahí la llevamos.
AA: Qué bueno. Bueno, señor Huerta, pues muchas gracias por la entrevista y por habernos esperado todo este tiempo y por toda la información que nos ha dado.
FH: Pos, a ver si les sirve pa que salga, pa que salga en algo.
AA: Claro que sí. Muchas gracias. (risas)
FH: Okay.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 26 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Anaís Acosta
Mi nombre es Anaís Acosta, el día de hoy es mayo 26 de 2006, estamos en la ciudad de San Bernardino, California con el señor Froylan Huerta González y esta entrevista pertenece al Proyecto de Historia Oral Bracero.
AA: Buenos días señor Huerta, ¿cómo ha estado?
FH: Bien, buenos días, muy bien gracias a Dios.
AA: Qúe bueno, vamos a empezar la entrevista preguntándole, ¿dónde y cuándo nació usted?
FH: Yo nací en el 14 de julio de 1941, en Huaniqueo de Morales, Michoacán, México.
AA: ¿Huanicló?
FH: Huaniqueo.
AA: Huaniqueo, ¿cómo era Huaniqueo cuando usted nació, o sus años de infancia?
FH: Pues un pueblo chico, pos pa[ra] nosotros bien bonito, ¿verdad?, porque es pues la tierra de uno, pero pues no hay nada de, no hay nada de que vivir.
AA: Sus papás, ¿cómo se llamaron?
FH: Julio Huerta y María Paz González.
AA: Dígame a qué se dedicaban.
FH: Pos al cultivo, al campo, sembrar maíz, maicito y trigo, así cositas, garbanzo, lentejas.
AA: ¿Con eso se sostenían?
FH: Sí, mi [p]apá tenía una cantinita, una cantina y pues siempre de ahí ya salía pa, siempre sí ya sacaba pues de ahí pa comer tres veces al día, ¿verdad? Y nosotros pues desde que horas andábamos en la parcela allá, pues sembrando o escardando o segundando y todo eso. O sembrando lenteja, cortándole y cosechando. Y él se mantenía en la cantina, pues sacando pa pasar los otros, pues a vivir.
AA: ¿A qué años empezó a trabajar ahí en su parcela?
FH: Pues que yo me acuerde desde como los siete, como siete, ocho años. Yo luego yo empecé a, como mi papá es ejidatario se, un señor le, se llamaba Juan Pineda, le tenía una manda de chivas grande. Como él no tenía donde pastearlas, le habló a mi papá que si se las pasaba como rentadas. Mi papá tenía, no tenía, era ejido de él, un ejido muy grande, muchos llanos, loma como pa pastear animales. Y a mí me tocó cuidad a las chivas como por quince años me tocó andar cuidando chivas. Y, ¿cómo se llama?, y estoy criado con pura leche de chiva pues, por eso no me duele nada yo creo.
AA: Por eso está sanito, sanito, qué bueno.
FH: Porque duré como quince años, desde como de los ocho hasta cuando ya casi iba a dar el servicio del Servicio Militar deje de cuidar chivas.
AA: Digame y no iba a la escuela.
FH: Mmm-mm [negando].
AA: Puro trabajar.
FH: Fui, pero ya en las tardes cuando salimos. Era un, llegó al pueblo un estancamiento de soldados y se empezaron a interesas pues por yo creo por lastima de los, de la gen[te], yo no sé qué miraron ahí. Y uno se acomidió a, se llamaba Teodoro Fructuoso, se llamaba el, era un soldado. Pues él sí estaba ya preparado, ¿verdad? Entonces nos junto un día ahí, y dijo: ¿Por qué no van a la escuela?”. “Mmm, pues no hay tiempo, en primer lugar no hay tiempo”. “No, pero, les voy a poner un horario más o menos en la tarde, pues, que sea, que se desocupe uno de andar de, ya que allá acabado de amarrar las chivas y las vacas, todo eso”. Y pos sí, sí fui como, sería unos tres meses. Que duraron ahí, pos no duraban mucho. Los cambiaban de un pueblo a otro y pos sí, sí me enseñé a, sí me enseñé a leer y escri[bir]… No bien bien, ¿vedá? Pero sí me enseñé a… Por lo menos sí escribo, mal, pero, sí escribo. Y leer, pos también sé leer. Pero sí, el cursar un grado de escuela no, no, nunca. Por andar, pues, ocupado con todo eso de las chivas y vacas ahí del campo y todo.
AA: ¿Cómo era la vida en el Huaniqueo en aquellos tiempos? ¿Se vivía bien?
FH: Pos el que tiene el modo, sí, pero pues uno que [es]taba de amolado, no. Tiene que andar haciéndole la lucha todo el tiempo. Y pos también cuando está uno chico, pos con cualquier cosa se conforma, ¿no? No, no exige y ni se ve claramente que no pueden los papás de uno darle, pues bastante, ¿vedá? Pues uno no exige nada tampoco de: “¡Ah!, pues yo quiero esto”. Porque claramente se mira que no se, pos no se puede, no hay la facilidad de… Con lo que yo me quedé muchas ganas y miraba, pues que otros amigos, era, con una bi[cicleta], de unas ganas de una bicicleta. Y yo miraba, pues así a veces a los muchachos, muchachos más grandes que yo en su bicicleta en la calle y dándole y raitéandole y dándole pa ondequiera y yo los miraba y decía: “¿Cuándo tendré yo una bicicleta?”. Y le decía a mi papá: “Apá, cómpreme una bicicleta”. “¡Uh! Pos, ¿con qué?”. Nunca, nunca se me hizo comprar una bicicleta, ¿vedá? Y me quedé con ésas… En ese tiempo costaba como $200, $250. Pos era un dineral que, ¿dónde iba a juntar $250? Pagaban $3 o $4 pesos en el, pues cuando iba uno peón a trabajar con alguien más, pos, ¿cuándo iba a juntar? Era un dineral. No, nunca, nunca, pos no se me hizo tener esa bicicleta. Y a veces todavía me acuerdo de con, así como mi esposa le dije: “Yo, como me quedé con ganas de haber tenido una bicicleta”. Pero, pues no…
AA: Y ahora de grande, ¿no se la compró?
FH: No, ahora, pues gracias a Dios pude hasta comprarme un carrito, pero ya pasé de bicicleta a carro. (risas) Pero aquí, pero en México no. No, pos allá no, no, pos está, taba muy crítica la cosa.
AA: Dígame, ¿cuándo se entera usted del Programa Bracero?
FH: No, yo de, ¿de este de aquí? ¿De [ah]orita? ¡Oh! De cuando empezaron. No, pos ya oí hablar yo de los… Yo oía ya hablar de los, y miraba pues, que venían muchos ya que: “Ya me voy pal norte y que me voy para”. Allí en el pueblo, había un señor que juntaba, hacía como listas y juntaba y cobraban, ¿cuánto cobraban?, $600 u $800 pesos por hacer lista de juntar unos, por decir unos veinte o cuarenta, los que fueran y ese señor de allí, de ese pueblo, se los mandaba al otro que le decían el, el señor, era un padre y ese padre juntaba toda esa gente y la mandaba directamente al Empalme, porque él acá tenía sus, tenía sus contactos con…
AA: Oiga, ¿pero le cobraban por enlistarse?
FH: Sí, ¿cómo no?
AA: ¿En serio?
FH: Ocho[cientos]. Bueno depende iba, porque todavía iba, va, va subiendo.
AA: Subiendo.
FH: Subiendo, sí. Por ejemplo, cuando empezaron, cuando yo ya empecé a tener uso de razón, yo oía que se cobraron $600. Luego, ya después, porque yo me acuerdo que mi papá una vez hasta pidió $800 pesos pa mi hermano, sobre la cantinita que tenía para pagar según el, pa que lo apuntaran y lo trajeran acá pal Empalme. Pidió prestado $800 pesos a un señor que era riquillo allí en el pueblo, le pidió $800 pesos, de eso sí me acuerdo re bien. Le pidió $800 pesos sobre la cantina pa darle, pa pagarle a mi hermano pa que se viniera pa acá (risas) pal otro lado. Y pos, eso se hace, como ese padre, hacía la lista y la mandaba pa Empalme y ya la gente ya sabía a dónde iba a llegar, acá a Empalme, Sonora. Y ahí, pos ahí esperaba uno hasta que les daba la gana gritar. Así en una, era un campo grande y no, se juntaba así un gentillal, ya había apila[d]os ahí un polvadero que se hacía.
AA: Como, ¿cuántas gentes iban allí a Empalme?
FH: ¡Uh! Muchos, mucha gente. Era una bola grandísima allí. Pos si todo el día, te digo que llegaba gente de, pos de todos los estados de México llegaban, pues. Llegaban en diferentes formas. Y de, pos de dondequiera llegaba, pues gente. Y todos los días llegaba gente de todos los estados de México y pos se juntaba un hervidero de gente. Y este y así, a veces me contrataban, nos contrataban por cuarenta y cinco días y se completaba el mes y va pa afuera y…
AA: Cuénteme antes de saltarnos ese paso, cuénteme cómo era el proceso ahí en Empalme.
FH: Pos que yo me acuerde, no era… Pos taba uno ahí esperando un mes o dos meses pa que le llamaran, pues.
AA: Y, ¿qué hacían durante todo ese tiempo?
FH: Pos, allí nomás esperando, comiendo y durmiendo.
AA: Y, ¿cómo comían y dormían si…? ¿Traían dinero?
FH: Sí, sí muy poquito. A veces, los que son movidos… Nosotros, por ejemplo le digo me acomodé siempre que me tocaba la suerte que vine, como vine tres veces, como que me acomodaba ahí. Me acomodé con un señor que tenía restaurant y por la comida, por lavarle los platos, nos daban de comer. Pos ya ahí, ya con la comida era, ya estaba hecha la cosa. Ya pa dormir, toda la gente se dormía en el campo, así en, como ta muy, ta caliente, ahí a la brava entre la tierra, pues. Algunos tendrían, traían un gaval(??) y lo tendían y allí sin cobija ni nada y…
AA: Y, ¿dónde se bañaban?
FH: Pos a veces, muchos pagaba un dólar por, había unos señores que tenían casas, ¿verdad? Y tenían como su, un pedacito grande y ahí lo limpiaban o ponían… Ponían, ¿cómo se llama? Como techos de, con palmas de, como de palma, así largos o techos de lámina y ahí los enc… Algunos tenían encementa[d]o y allí a peso por noche y ahí se podía… Unos ahí pagaban. Pos los que traían bastante dinerito, ¿vedá? Pos ahí se dormían, un dólar por día, un peso por día, pos cobraba. Cobraba el señor, pos la gente, mucha gente ahí. Y a algunos hasta les daban chanza de bañarse. Y los que no, pos allá por allí a ver cómo. Pagando a veces. Si traía, pos, cobraban, no me acuerdo si cobraban un peso por bañarse o $0.50 centavos, por ahí va, pero no me acuerdo bien. Y así se la llevaba uno, pues.
AA: Y allá, ya cuando entraban, ya cuando los llamaban, ¿qué les pedían?
FH: No, primero, gritaban ahí la lista, pues ellos traían sus listas. Fulano de tal y el corredero pa adentro. Luego ya en unas galeras grandotas ahí, formaban a uno todo, lo formaban y ya luego: “Encuérense”. Le quitaban todo y había unos, serían doctores, sepa la fregada qué serían, andaban ahí que revisando y revisándole a uno todo y que si no trae almorranas y que no. Y que si estaba malo, pos no lo dejaban pasar.
AA: Y, ¿había unos que los regresaban? ¿Sí?
FH: Sí, los que salían como mal, que traían como almorranas, yo creo, imagino o alguna enfermedad. No los dejaban pasar, los echaban para atrás. Y mucha gente de esas, pos como la que conseguía el, se llamaba, que le decían uno el transporte, ¿vedá? Que pagaba, por ejemplo pagaba allá en su tierra $600 o $800 pesos y acá no lo dejaban entrar, pos ya… Ése ya se amoló, porque ya no, ¿cómo va a entrar si no lo dejan pasar? Así es que no tiene dónde, de cómo, el modo de pagar ese dinero pa atrás, pos a ver cómo lo paga, porque lo consiguió con intereses. Y el que presta dinero de intereses, no se los va a perdonar: “¡Ah! Yo te presté tanto y con tanto por ciento y eso me vas a pagar y pos a ver cómo los pagas”. Y taba, pues, duro así. Y luego, este, nos, ya que sale, según que salía uno bien y ya le daban una bolsa con un lonche de un mes, yo creo congelado. (risas) Unos sándwich con una bolsa de galletitas de esas de animalitos. No, ya salía uno bien contento con su lonche y ya los que todavía, como por ejemplo que traían, por decir unos $50 o $100 pesos, muchos se iban a allá por el… Entraba uno por aquí y ya cuando salía de que salió bien, había otra salida por otro lado y todos los que ya andaban sin dinero, se iban por aquel lado a esperar a todos los que ya salen con su lonchita, con su bolsita de lonche y a veces, pos digamos que ya, porque los que ya traen dinero, pos ya no lo ocupan el lonche. “Ahí ta”. Se los regalaban así a los que no, veían más amolados, sin comer. Mucha gente se los daba a otros, pues que todavía iban a durar…
AA: Meses.
FH: Meses, o dieses, o mes, semana, o meses ahí esperando y mucha gente los daba nomás porque, pos ya ellos… Ya el que ya taba, ya traía su, ya le habían, ya se había contratado, pos ya venía hasta, iba hasta gustoso, porque se oía: “Mañana nos vamos”.
AA: ¿Qué esperaban? ¿Qué esperaban de Estados Unidos?
FH: Pos según venir a, que según unos a trabajar y a ganar más dinero aquí.
AA: ¿Con qué ilusión venían?
FH: Pos de alivianarse uno más, más que nada, salir... Más que todo, pos uno es que miraba llegar gente. ¡Ay!, que unos con ropa nueva y unos zapatos. Y uno miraba uno a los zapatos, pantalones bien bonitos que dice: “¡Uh! ¿Cuándo me pongo yo unos de esos?”. Y unos que eran medio facetos con una tejana y con reloj. Dije: “Ira, cómo estos pues, van tan pronto y ya vienen con relojes y pantalones nuevos”.
AA: Con tantas cosas, ¿vedá?
FH: “Con joyas y, y, ¿por qué yo no puedo ir? O, ¿qué?”. Y eso era la razón de que… Porque antes, desde quince años, no nos dejaban venir, nomás, ni dieciséis. Yo decía: “¿Cuándo tendré dieciocho años pa irme, pa venir yo también como estos?”. Como veía que estos camaradas, con mi relo[j] y camisas nuevas bonitas y todo. Y no, pos era una… Pa mí era una ilusión: “Sí, ¿cuándo iré yo pa traer?”. Y yo mí, a veces los miraba, pero en las cantinas también, sacando, comprando cerveza, unos cartones de cerveza y pagando con… Pos, ya con unos…
AA: Billetotes.
FH: Billetotes. ¡Jíjole! ¿Cómo decir? (risas) Y así, pues con esas ideas se venía uno de decir: “¡Ay! Yo también quiero hacer esto como este camarada”. Y luego, ya cuando se contrataba uno, al otro día se iba… Ya otro día amanecía, ya había un tren que tenían especial pa la gente. Que otro día tempranito, a las afueras de Empalme a irse temprano pa subir el, al tren.
AA: ¿En un tren los llevaban?
FH: En un tren, hasta acá hasta Mexicali.
AA: Y, ¿cuántos los subían a ese tren?
FH: No, pos era un demonial de gente. Taba largo el, taba largo el tren. No, pos venía mucho, venían miles de…
AA: Y, ¿tenía camas el tren y todo para dormir?
FH: No, puros asientos secos y hasta sin… secos. Después no, pos, ¿cuál cojines ni que nada? No, no.
AA: Unas tablitas.
FH: Puras tablas. Si tenía de casualidad un asiento alfombradito, era suerte, pero no, puras tablas así a la brava, como… Como si fueran animales. Y este, y estaba larga la tirada. Pos el tren corre bien al pasito. Pos salíanos… No, salía en la tarde, ya me acordé. Salía en la tarde y venía a amanecer a acá a Mexicali. Toda la noche caminando y llegaba acá a las, como a las cinco o seis de la mañana.
AA: Entonces, ¿para eso era el lonchecito?
FH: Pal camino también. Sí, pos si lo quería, si lo quería guardar, lo podría guardar, era pa en la noche en el camino comer. Pero pos un día como quiera se aguanta la hambre en la noche. Mejor se lo doy a otro que anda ahí sin comer dos, tres días, se lo daba a la gente.
AA: Pues sí.
FH: Y ya, pos llegaba uno a Mexicali, ahí se bajaba, ahí lo esperaban, esperábanos los buses o ni me acuerdo si bajaba uno en la línea cerquita y ahí brin[caba]… No, se me hace que entraban por un, pasaban pa allá en autobús.
AA: Oiga, ¿qué les dejaban llevar así ropa?
FH: Pos casi nadie quería andar cargando con garras. Pos algunos con alguna mochilita o poquito, ¿no? Pos muchos…
AA: Y, ¿artículos personales llevaban? Así como rastrillos, jabones, esas cosas.
FH: Jabón.
AA: O, ¿allá se iban a comprar todo?
FH: Pos ya ahí, como ahí en el Empalme, pos algunos que traían pos… Pues es que no, no se sabía cuánto iba a durar allí. Dice: “Si llevo mucho y me vengo de volada, ¿qué voy a hacer con las garras allí? Las tiro”. Como muchos no traían casi nada y duraban dos, tres meses y pos se trae dos pares de calzones, pos los lava uno y ponte otros o… Un, dos, tres pares de calcetines, pos lávalos y pónete [ponte] unos [ah]orita y otros ma[ñana]… Y lávalos en cuanto llegues a la casa. Quítatelos y lávalos y ya pa mañana tan secos, así. Las camisas o pantalones que fueran. Y por eso, pos taba, taba pues difícil. Y luego aquí en el Mexicali, pos pasaban a uno y lo metían a unas galeras ya ahí. No, pero… Bueno, ya me pasé de eso de que allá en Empalme con unas… No, en aquí, eso era acá, ya me acordé, eso era acá en Mexicali. Lo encueraban a uno otra vez y con unas bombas como de, ¿qué serían? Bombas, como unas pompas como de presión lo pusieron, andaba uno con unas pompas y un aironazo que… Lleno de, parecía panadero, un polvaderón jijo de… Pa matarle yo creo los piojos.
AA: Otra vez.
FH: Otra vez. Pa matarle los piojos o el (ininteligible) yo no sé qué. (risas) Y ahí ya que pasaba uno eso, pos ya a comer y a meterse a unas galeras, como así como con sombras de, así al aire libre y ahí sacaban otra vez a gritar: “Pa tal parte, tantos”. Por ejemplo…
AA: ¿De ahí ya las habían dado el contrato?
FH: Sí. Teníamos el contrato por cuánto venía, por cuarenta y cinco, era lo menos que daban, cuarenta y cinco días.
AA: Y, ¿ahí les decían cuánto les iban a pagar?
FH: Pos ya ni me acuerdo. No, no me acuerdo si decía, si decían o llegando allá en el… Llegando el ranchero, el que pagaba. No me acuerdo exactamente de eso. Y ya ahí firmaba uno el contrato y ya ahí se ponían en unas galeras al aire libre y ya ahí, al rato empezaban a gritar gente: “Pa tal parte ful[ano]… Pa cualquier parte que fuera, pa… “Pa Oxnard queremos tantos, pa la fresa o pa la lechuga, queremos cincuenta”. Y ya empezaban ahí: “Súbanse aquí, cincuenta en este autobús”. Y que: “Ahora queremos cien pa Salinas, súbanse en este autobús”. Y cien pa Salinas y así, así repartían la gente. De que yo me acuerdo. Y así, así la repartían. “Ora queremos cincuenta pa Bakersfield o pa equis parte”.
AA: Y, ¿usted escogía a dónde irse?
FH: Sí. Dice, ya muchos decían: “No, no vayas pa tal parte”. Por ejemplo, pa ahí mismo a [El] Centro. “Nombre, ta re caliente. No, no, espérate”. Y luego buscar, podía buscar…
AA: ¿A dónde les gustaba ir?
FH: A dónde les gustaba, sí, porque…
AA: Y, ¿a dónde les gustaba?
FH: A mí me gustaba, porque yo oía hablar, oía hablar a los demás que ya había venido antes: “No, ahí por Calipatria, en Indio, Caléxico, todo eso es un infierno. Bueno, no vayas por ahí”. Y dijo y dicían: “Mejor espérate a ver si hay como pa arriba, pa Salinas, pa Watsonville, pa Oxnard, que son ya climas más templados, más bonitos, pues”. Con una, dice: “Nombre, aquí estas áreas de aquí de, aquí de por Mexicali a [El] Centro, Caléxico, Imperial, todo eso es un infierno, ¡no!”. Y así yo me espe, nos esperábanos que uno… Dos veces que vine fue aquí para California me tocó en Castroville y Watsonville. No, pos ahí está, todo el tiempo está, ta bonito, que no está, no está caliente como en Arizona. ¡Ay! En Arizona también ta, también está caliente.
AA: Y, ¿qué tipo de trabajo hacía ahí en Watsonville?
FH: No, de ahí primero fui a Arizona y ahí duré dieciocho meses.
AA: ¿En qué parte de Arizona estaba?
FH: En un pueblito que se llama Peoria. Peoria, así es.
AA: Peoria.
FH: Peoria. Entonces…
AA: ¿Ahí?
FH: Está cerquita de Glendale y de Phoenix. Y ahí pisqué cebolla de tapeo, de esa, una cebolla grandota, de esas que hay en las marquetas que le tumban el rabo y las barbas y en esa de marqueta, esa de bonchecito, en eso duré ahí.
AA: El cebollín
FH: De ésa. Primero ahí duré, nos fuimos o sea, nos mandaron a Nuevo Méxi[co], a un pueblito que se llama Nuevo México a…
AA: Cuénteme de ahí cuando estaba en Peoria. ¿Dónde vivían?
FH: En unas barracas, que le llaman barracas. Unas como galeras grandes, pos de… tenían como, ¿cuántas tendrían de esas barracas? Había de varios tamaños. Unas tenían, por decir, veinte camas doble, abajo y arriba. Pero taban anchas, tenían varias hileras de camas, tenían… Por ejemplo, una línea aquí, otra línea aquí, otra allá y otra allá. A veces tenían como cuatro líneas de camas arriba y abajo y largas.
AA: Pos, ¿cuánta gente dormía ahí?
FH: Pos por decir, algunos cien, pero todos en su camita.
AA: ¿Les asignaban su cama cuando llegaban?
FH: Pos el que llegaba primero.
AA: La agarraba.
FH: Pos, el: “Yo quiero abajo, abajo. No pos, arriba es más lata de andarse trepando en la noche”. Y todos, pos trataban de, hasta se empujaban ahí cuando bajaba uno y: “Agarren, agarren sus camas”. Ahí va el apiladero y yo primero, porque ya unos ya sabían que arriba es más difícil de andarse subiendo pa arriba como las gallinas y abajo, pos nomás llega y se sienta y se dobla y ya. Y todos así, buscaban las de abajo para no andar en la noche después batallando, subiendo para la cama de arriba. Y yo siempre he sido también de… Pos uno va agarrando experiencia con los demás viejos que ya saben y le van abriendo los ojos: “Mira, no hagas esto, dale así. Dale pa que ahí así”. Y ya yo me ponía abusado y no, yo también me iba adelante y trataba de agarrar las de abajo también, porque no me gustaba también andar. Una vez me tocó…
AA: Subiendo.
FH: Me tocó arriba y no, no, pos era una lata de la jodida, no.
AA: Oiga y, y, ¿ahí tenían baños?
FH: Sí. Había algunos como casas grandes, hacían… Tenían, sí tenían baños así largos para… Pos como era… Haber un gentillal de por ejemplo, ciento cincuenta o doscientas gentes, pos un baño no va a alcanzar. Tenía que ser baños pa… Había baños, no baños, baños así, sino…
AA: Comunes, para toda la gente.
FH: Como una galera larga y de puras regaderas, pura regadera ahí. Órale, ahí entre la bola báñense, porque no eran baños así…
AA: Separados.
FH: Sepa[rados]… No, no.
AA: Y, ¿les daban jabón y champú?
FH: Un jabón. ¡No, ¿qué champú?! Jabón, (risas) ¿para qué quieres champú? Es el, se les va a caer el pelo con el champú. (risas) Con jabón. Pos el que quería iba a la tienda y compraba, el que no les gustaba el…
AA: El jabón.
FH: Sí, porque eran unos jaboncitos que ni espuma hacían o será por la tierra que traía uno en la maceta, ni espuma hacían. Muchos se iban a las marquetas, cuando agarraba dinerito, se iban a las tiendas a trair pasta de dientes, cepillos, jabón que les… Cada quien compra lo que le gustaba, ¿vedá? Y así.
AA: Y, ¿cómo comían? ¿Ustedes cocinaban?
FH: En galeras también, hacían…
AA: ¿Les hacían de comer a ustedes?
FH: Sí, de esas como… Por ejemplo, pos alguna cocina grande, con varias retaquilas de, de mesas. Y sí, pos sí, allá tenían especiales, el dueño el del campo, el que se llama, el jefe del campo, él ponía sus cocineros.
AA: Y, ¿qué tal la comida?
FH: De lo malo… Pos, ¿qué iban a dar bueno pa tanta gente? Y de andar haciendo todos los días pa tanta gente, ¿no? Pos le daban lo más fácil, puros pancakes en la mañana con puros huevos. Nada más una vez en la semana daban, que era como el miércoles, parece que daban un pedazo de gallina dorado. Era cuando estaba más bueno. Y el viernes daban, ¿qué daban el viernes? ¿Pesca[d]o? Parece que un pesca[d]o, parece que daban. Pero ya los demás días, pos frijoles y en la mañana, pos lo mismo, puros pancakes con blanquillos, era todo, o pan y ahí le, como adornan con Corn Flakes, también daban Corn Flakes o con leche o con pan dorado, según repetía uno varias veces. En una mañana puede pedir más. Y, ¿cómo se llama?
AA: ¿A qué horas empezaban a trabajar?
FH: ¡Uh! Pos depende. Pos si algunos tenían el campo o el trabajo lejos, a las… Sería a las tres de la mañana o depende, pues, qué tan lejos estuviera el fil [field] donde iba uno a trabajar.
AA: Ahí en Peoria, ¿qué tan lejos les quedaba?
FH: No, como a unos veinte minutos. No, a lo menos, nos levantábanos a como a las seis o por ahí más o menos, porque pos, los files de cebolla taban cerquita.
AA: Y, ¿quién los llevaba? O, ¿cómo le hacían?
FH: Los mayordomos. Traía el… La compañía de la cebolla traía sus buses y tenía sus mayordomos y se iban y nos tiraban en la tarde del trabajo, ahí soltaban la gente, ellos se iban y pa su casa y que uno llegaba allí sumido a su cama y a sentarse a escrebir [escribir], hacer cartas pa México o a veces, algunos que eran, salían a jugar. A veces que había canchas de… No canchas, sino de ésas de básquetbol.
AA: Canastas.
FH: Canastas de básquetbol. Salía uno en la tarde ahí a retos… Los que tenían ánimo, los que venían a… ¡No!, ¿qué andar jugando? Si venía uno cansado y este… Y ahí en la… Pos así después salíanos en las tardes. Luego, en las mañanas, pos a las seis nos parábamos a… Pero según se paraba uno según qué tan lejos fuera el trabajo. Porque hay unos que iban de una hora de camino o más lejos, pos tenían que madrugar. Pero si estaba por ahí cerca, pos a pararnos, uno ya le tanteaba a qué horas.
AA: Tenía que…
FH: A qué horas que levantarse. Y llegaban los mayordomos por nosotros y nos llevaban a la cebolla. Y luego allá, pos ya a mediodía nos llevaban el lonche hasta allá al fil. Y pos puros frijoles con cebolla. Eso sí, puros frijoles con cebolla, todos los [días]. Y puro pan, porque se me hace que ni tortilla había todavía en ese tiempo.
AA: ¿No sabían hacer las tortillas?
FH: No me acuerdo si daban tortilla. No, no me acuerdo, pero pan sí, ése sí era segurito.
AA: Oiga, y, ¿cuántos días a la semana trabajaban?
FH: Hasta el sábado, hasta el sábado.
AA: Y, ¿qué hacían en su día libre?
FH: Pos, nomás el sábado en la tarde un rato, vámonos a…
AA: A tomar.
FH: A tomar o los que ya taban, ya sabían, pos nomás agarraban el cheque y desde el sábado… O muchos nomás trabajaban hasta el viernes, se bañaban y se cambiaban y buscaban un taxi y: “Lléveme pa Phoenix”. O a los pueblos onde hay mitote de baile. ¡Uh! Ahí se (risas) acababan el cheque.
AA: ¿Usted qué hacía?
FH: No, yo en ese tiempo todavía estaba soltero. Todavía no… Y yo, pos trabajaba, ¿vedá? Y hacía por más, hacía más por mandarle a mi mamá que estaba allá en… Éranos, allá estaban mi mamá y tres hermanas y mi hermano el mayor ya estaba casado. Mis dos hermanos, mis dos hermanos ya estaban ya estaban casados, nomás que allí era, era yo nomás el que quedaba. Pero ahí taban mis tres hermanas y yo les siempre trataba de mandarle lo más, más seguido que podía, ¿vedá? Pa que se alivianaran allá. Y luego, siempre yo tenía, pos acá pa comprar mi ropa y lo que miraba de otros que iban, digo: “Yo también quiero ser igual que…
AA: Oiga, y, ¿sí se compró sus camisas?
FH: Llevaba mis garras.
AA: Y, ¿su reloj?
FH: ¡Oh, sí! Unas botas y una sombrero y este… Pero muchos nomás agarraban el cheque y no los miraba hasta el lunes en la mañanita bien jodidos, todavía hasta bien crudos y sin ni un cinco, pidiendo allí: “Préstame unos $5 bolas pa algo, pa una soda o algo”. Pero sí, el fin de semana, ¡no! Eran unos liones [leones], ¡hijo de la…! Ni quién los parara. En las cantinas comprándole cerveza a las viejas y bailando, y, no... Se les diverti… (risas) Se la pachangueaban bien bien, pero había unos muy vaquetones, que de a tiro no, no hacían por mandarle, pues, a la familia, ¿veda?, allá. Ellos nomás acá trabajando y divirtiéndose y punto.
AA: Usted dice que le mandaba a su mamá, ¿cómo le mandaba el dinero?
FH: Por money order.
AA: Ah, qué bien. Y, ¿nunca tuvo ningún problema que no llegara o algo?
FH: No, todo el tiempo lo recibían, todo el tiempo. Y no, por eso no tuve yo problemas de que se perdió o no llegó. No, siempre les llegaba bien o a veces registrado, pues más seguro. Y este, pero como, pos también no pagaban mucho en ese tiempo, pagaban bien poquito y pos, ¿qué sacaba uno? Nomás la joda de toda la semana y…
AA: ¿De cuánto le llegaba el cheque más o menos?
FH: Pos a veces de… Como esa cebolla de bonchecito, no[s] la pagaban a $0.10 centavos la docena. O sea, que tenía que hacer doce manojitos pa una docena, $0.10 centavos tenía que hacer. Pa sacar, por ejemplo, $10 dólares, tenía que hacer pos arriba de cien docenas. Y a veces la cebolla, hay veces, pero, los que ya estaba abusados, acomodaban… Okay, por ejemplo, si ta el fil así, ¿vedá? Entonces le daban a uno al revés el… Tú vas de este pedazo hasta aquí, hasta aquí es tuyo porque… Y como era, taba la gente así a lo largo, de aquí a aquí agarras tú y el otro pa allá, pero igual pedazo y si le tocó malo, pos ya se jodió. Y si le toca bueno, pos va a ser…
AA: Bueno.
FH: Sí, porque la cebolla… Y no la querían, no la querían gruesa, grandota, sino pura como la punta del dedo de grueso, o casi nada de gruesa, ¿ya ve cómo las tienen en las marquetas?
AA: Sí.
FH: Pura, como la, de gruesa. Y si ta muy gruesa, no la querían, mejor la tiraban ahí, no la querían de esa gruesa, pura grande, pues, de la cabeza grande. La querían…
AA: Chiquita.
FH: Pura, casi toda pareja.
AA: Oiga, ninguna, o, ¿alguna vez tuvo alguna dificultad o alguna diferencia con algún patrón o mayordomo?
FH: No, no, era muy, eran muy buenas… Eran por ahí de Piedras Negras, se llamaba Jesús Calderón y otro que era de aquí de Arizona, se llamaba Alex, ese nos llegaba, era muy picado pa la luchas libres (risas) y por cierto, que yo ni sabía qué eran las luchas libres. Ese día empezó a ser muy camarada con nosotros, dice: “Vamos a las luchas en tal día”. “Pos, ¿qué son luchas?”. “Pos, vamos pa que veas”. Y sí, nos llevaba, pasaba por nosotros como una vez por semana y nos llevaba a varios. No, pos sí me quedé bien picado pa las luchas. Pos yo miraba que se metían unos trancazotes, pos eran puras mentiras, pero… (risas) Y: “Ahora, ¿quién va a pelear?”. “¡No! Que ora va a estar más bueno que por… Ya ve cómo son de habladores los luchadores: “Que te voy a matar y te voy a destazar”. Y puras mentiras, ni se hacen nada. Pero, uno sí, como no sabía ni, ni había mirado antes, yo sí dicía: “Híjole, a la semana que viene… Según que se sangraba. ¡Ah! ¿Cuál sangre? Puras mentiras. Y que: “Pa la semana que viene te voy a matar y vas a ver quién soy y te voy a… Y dicía: “¡No! Ora, tuvo bueno, pal otro día va a, para la semana que entra, va a estar más bueno, vamos”. No, pos apuntados para la lucha libre.
AA: Pues, qué bueno que se divertía. Oiga, señor Huerta y ya para finalizar la entrevista, dígame, ¿qué siente usted cuando le dicen bracero?
FH: Pos se oye medio, (risas) se oye medio mal, medio… Como que lo baja, se baja de…
AA: ¿Por qué?
FH: Así siento yo, ¿verdad? Lo de bracero. Como que me bajo poquito de persona, como, ¿cómo le diré? Como que soy muy bajo, como que me bajé muy abajo, como…
AA: ¿Por qué?
FH: Pos bracero se me hace como que suena muy… Como que suena como ya lo último, como, no sé, así siento yo de…
AA: Dígame, los recuerdos que tiene usted de cuando estuvo aquí como bracero, ¿son buenos o son malos?
FH: Bueno, pa mí fueron buenos, porque nunca tuve problemas con nadie ni… Bueno, también no hay que buscar, ¿verdad? Para mí todo fue, estuvo bien para mí todo lo poco que vine para acá. Y pues, claro, hay de todo, hay la que viene, viene a buscar, andar en problemas, pos tiene problemas. Pero yo nunca, ni con mayordomos, ni con camaradas, ni con nada, bendito sea Dios que todo salió, pues, taba… Me fue bien, me fue bien, ¿pa qué me iba a quejar?
AA: ¿Cómo cambió su vida el haber sido bracero?
FH: Pos cambió en el sentido de que… Pos siempre yo lo traté de mandar unos centavos pa ella, siempre mi mamá, como mi papá, ¿vedá? Tenía su cantina, pos casi de lo que yo le mandaba no, no me agarraba así de… O sea, no lo gastaban, pues, porque no necesitaban. Por eso siempre me lo iba…
AA: Guardando.
FH: Me lo iba juntando y cuando llegaba: “¡Ay! Pos tienes tanto en el banco”. “¡Ay, hijo de la!”. Se me hacía un billete. (risas) Y este, pero digo, pues gracias a Dios que mi papá tenía, tenía su negocito de la cantina y como quiera que sea ahí, mal y como quiera que sea, sacaba pa comer las tres comidas al día y a veces hasta un pedazo de carne, pues, a la semana. Por eso no, no sufrimos de co… Pos de batallar de… No, pos que no comíanos, pero sí comía uno mal, pero quiero decir, las tres veces al día, ¿vedá? A comparación de otras gentes que a veces no tienen o… Y nosotros, gracias a Dios que sí.
AA: ¿Se mejoró usted al venir como bracero?
FH: Oh, sí. Yo sí sentí que sí me, sí me… Hasta después ya, hasta me alcancé a comprar un lote con lo poquito que mi mamá me juntó y pos ya me cambió la…
AA: ¿De ahí empezó lo bueno?
FH: No, pos si ya luego ya, ya me empezó a gustar venir pa acá y a ganar los dólares, y ya me… Cuando ya se acabaron los braceros, que fue el último año el [19]64, pos ya no estaba a gusto allá en mi tierra y [19]65, pos ahí me la pasé en mi tierra, pos en Huaniqueo, pos que, ¿ahora qué hago ahí? Pos ahí trabajando, como hay temporaditas nomás que cuando se siembra lenteja, todo eso, es cuando hay poquito trabajito, pero pos es una, una pasadita que no dura. Pues, se acaba de volada. Y luego en el año, en [19]66 volví pa la capital a México no, pos allá también ta bien duro. Allá duré nomás un año y no, ni completo. Luego ya en el ses… Un [19]66 me vine pa mi tierra, pa Huaniqueo y un día fue un muchacho de aquí de mi tierra, andaba en un carro, era un carro que llevó. Él era nacido aquí, un [19]57 y dijo: “Vámonos pal otro lado”. Le dije: “¡Uh! Pos, ¿con qué?”. Si no tenía papeles. Él sí, él era de acá. Dijo: “Te doy raite y hasta Tijuana si quieres”. “Ándale pues”. Y ahí me dio raite hasta Tijuana, ahí me quedé en Tijuana. ¡Uh! En Tijuana taba durísimo. No, en ese tiempo, no, en el [19]66, no había nada de vida, pues. Y ahí como quiera que sea y me conseguí un pasaporte, me die… Lo conseguí, pos sí, una, me dieron pasaporte local y ya con ése me empecé a brincar pa acá pa San Diego, pa Los Ángeles, pa aquí a Riverside y ya empezaba a venir pa acá a trabajar sin papeles y ahí me la fui llevando. Hasta que ya conocí a mi esposa y ya nos casamos y ella me arregló los papeles y ya muy quitado de la pena. Ora ya, gracias a ella [es]toy aquí a gusto, sin problemas de nada, y ahí la llevamos.
AA: Qué bueno. Bueno, señor Huerta, pues muchas gracias por la entrevista y por habernos esperado todo este tiempo y por toda la información que nos ha dado.
FH: Pos, a ver si les sirve pa que salga, pa que salga en algo.
AA: Claro que sí. Muchas gracias. (risas)
FH: Okay.
Fin de la entrevista
Interviewer
Acosta, Anais
Interviewee
Huerta González, Froylan
Location
San Bernardino, CA
File Name Identifier
Huerta_Gonzalez_SANB010
Citation
Acosta, Anais and Huerta González, Froylan, “Froylan Huerta González,” Bracero History Archive, accessed November 24, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/382.