Anselmo Gámez
Title
Anselmo Gámez
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Anselmo Gámez was born on April 21, 1928, in Villa Hidalgo, San Luis Potosí, México; when he was three years old, his mother died; shortly thereafter, he and his family moved in with his grandmother; although his father remarried, he continued to care for his family; in 1955, Anselmo enlisted in the bracero program; he worked primarily in California picking cantaloupe, cotton, dates, and lettuce, and he also used to water the crops; with the help of one of his employers, he was ultimately able to gain citizenship.
Summary of Interview: Mr. Gámez briefly talks about his family and childhood; initially, he learned about the bracero program through word of mouth, because people were often given the necessary credentials for the program in town; he went through contracting centers in Guadalajara, Jalisco, and Empalme, Sonora; while in Empalme, a representative from an American company was there to recruit workers; he also describes the journey from the centers to the border; as a bracero he worked primarily in California picking cantaloupe, cotton, dates, and lettuce, and he also used to water the crops; he goes on to detail the various worksites, duties, housing, amenities, treatment, provisions, and payment; in addition, he talks about one instance where he was watering the crops in over one hundred degree weather, when he stopped to get a drink of water, and he was reprimanded; consequently, he complained, and he was sent to work elsewhere; soon after, there was an incident in which he and other workers were given inedible food, and when they objected, the situation was quickly resolved; he goes on to describe how their living quarters were burglarized one day while they were eating lunch; the thief was a local teenager who was apprehended, and the workers’ belongings were soon returned; moreover, he repeatedly makes reference to the fact that he had both good and bad experiences; he was ultimately able to gain citizenship with the help of one of his employers
Summary of Interview: Mr. Gámez briefly talks about his family and childhood; initially, he learned about the bracero program through word of mouth, because people were often given the necessary credentials for the program in town; he went through contracting centers in Guadalajara, Jalisco, and Empalme, Sonora; while in Empalme, a representative from an American company was there to recruit workers; he also describes the journey from the centers to the border; as a bracero he worked primarily in California picking cantaloupe, cotton, dates, and lettuce, and he also used to water the crops; he goes on to detail the various worksites, duties, housing, amenities, treatment, provisions, and payment; in addition, he talks about one instance where he was watering the crops in over one hundred degree weather, when he stopped to get a drink of water, and he was reprimanded; consequently, he complained, and he was sent to work elsewhere; soon after, there was an incident in which he and other workers were given inedible food, and when they objected, the situation was quickly resolved; he goes on to describe how their living quarters were burglarized one day while they were eating lunch; the thief was a local teenager who was apprehended, and the workers’ belongings were soon returned; moreover, he repeatedly makes reference to the fact that he had both good and bad experiences; he was ultimately able to gain citizenship with the help of one of his employers
Creator
Murillo, Grisel
Gámez, Anselmo
Date
2006-05-20
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Anselmo Gámez
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
52:00
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Anselmo Gámez
Fecha de la entrevista: 20 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Grisel Murillo
Ésta es una entrevista con Anselmo Gámez en mayo 20, 2006, en Coachella, California. Esta entrevista es parte del Bracero Oral History Project.
GM: Bueno, para empezar me puede decir como de sus antecedentes familiares como, ¿dónde nació?, usted nació en San Luis Potosí. ¿Con quién vivía cuando estaba en México? ¿Puede hablar un poco de eso?
AG: Bueno este, yo nací en, pues en un rancho, ¿verdad? Pero el municipio era Villa Hidalgo o es Villa Hidalgo es Villa Hidalgo, San Luis Potosí. Yo viví pues, hasta la edad de ser mayor con mi papá. Este, murió mi mamá y yo quedé huérfano como de unos trece años, pero yo con él, nunca nos abandonó.
GM: Entonces, ¿solamente vivía con su papa?
AG: Ey. Y se casó él y volví todavía con él. Cuando yo ya jui adulto, me dediqué a trabajar, que jui, caí contratado al Condado de Lobos. Este, pero daban contratos de cuarenta y cinco días en algodón. Y este…
GM: Pero, hablar de nuevo de donde nació, ¿usted fue a la escuela o qué año nació usted?
AG: No, no fui a la escuela porque cuando murió mi mamá, en el rancho donde vivíamos, no había nada. Nos quedamos con mi abuelita en otro rancho. De donde yo nací, a otro rancho. Es el mismo estado pero otro municipio. Ese municipio era Villa Morelos, San Luis Potosí y no había escuela, no había escuela, entonces ya, ya no pude ir, ya no pude ir a la escuela por, muchas cosas de que estábamos solos y ésa fue la razón, entonces pos yo…
GM: ¿Usted cuándo nació?, ¿en qué año?
AG: Yo nací en 1928, yo soy de 4/21 del [19]28 [21 de abril de 1928]. Este, pos ya, yo de lo poquito que le ayudé a mi papá a trabajar y pos no llovía y para poder vivir, salir a los braceros, que caí en el Condado de Lobos.
GM: Oiga y, ¿qué edad tenía cuando oyó de eso?
AG: Yo creo tenía como unos, como unos veintiún años, por ahí.
GM: Y, ¿cómo supo de los braceros?, ¿alguien le contó?
AG: Este, en el municipio de nosotros nos daban credenciales para presentarnos a la, a la oficina de braceros, que fue este, en Guadalajara, estaba en Tlaquepaque, cuando nos contratamos. Nos cayó al Condado de Lobos. De ahí me devolvieron pa atrás, entonces pa México. Este, a los pocos días nos contratamos para acá y me tocó San Luis Rey. Ahí anduvimos y otra vez para atrás. Me volví a contratar, caí en Arizona.
GM: Pero al principio, ¿cómo se dio cuenta que existía el programa?, ¿quién le dijo?, ¿alguien le contó que existía el Programa Bracero, cómo supo de él?
AG: Bueno, es que las contrataciones de que se quitaron en Guadalajara, las mandaron a Sonora y ahí se abrió la contratación pa todo mundo. Ahí había uno, cuando lo echaran pa fuera, iba a caer otra vez a Sonora y de ese modo, nos, nos contratábamos. Entonces yo de, de que caí a Arizona, fueron cuarenta y cinco días al melón. Póngale que una semana o dos más, de dos meses, porque la compañía de todos modos nos arreglaba para levantar la fruta, ¿verdad? “Y va pa juera”. Entonces en el, en la siguiente me tocó California.
GM: Entonces primero en Arizona, ¿dijo?
AG: ¿Eh?
GM: ¿Entonces dónde fue primero, el primer lugar qué fue?
AG: El Condado de Lobos.
GM: El Condado de Lobos. Y luego, ¿fue California?
AG: Y luego de, del Condado de Lobos, me jui pa atrás y fue cuando caí a Arizona y de Arizona a California. Y ya de ahí no me salí de California, que fui nada más, en San Luis Rey, pero toda mi vida aquí. Aquí hasta que me echaron, que se acabó los braceros. Lo único que hubo aquí de malo que yo vi y que nos tocó, aquí en la [Carretera] 62 había un señor que se llamaba Pancho Espinoza, él [es]taba con La Asociación, ¿verdad? La Asociación ahí taba. Y nos poníamos a regar unos cuarenta acres. Acomodaba yo el agua pa que el agua fuera parejo. Andaba ande, ande y ande. Ya cuando el agua estaba parejita, me iba pa el campo a tomar agua, porque no nos daba agua. Entonces, me regañó.
GM: ¿Pancho era el mayordomo, el patrón?
AG: El patrón. El patrón. Dice: “¿A qué vienes aquí si tú trabajo está allá?”. “Sí”, le dije, “pero tengo sed, ni modo que me tome el agua que está, con que usted está regando”. Dijo: “Pos no, no quiero que vengas pa acá”. Le dije: “Llévame agua”. “Tampoco”. Entonces le dije: “Bueno, pos aquí está tu pala”. Y le dejé la pala ahí. ¿Cómo iba a aguantar de ser el calorón a ciento veinte?, el calor. Y me fui pa la oficina, el representante de la oficina era Porfirio Basúa y el que mandaba ahí era uno que le decían El Colorado, un americano. Y me dijo: “Señor”, dijo, “¿por qué le dejó el trabajo a don Francisco?”. Le dije: “Mire”, le dije, “él quiere, el agua estaba bien puesta, parejita, toda regándose y no me daba agua, no me llevó agua ni nada y yo tuve que ir al campo a tomar agua de la llave y me regañó, que no quería que yo fuera”. Entonces, le dije: “Si no tomo agua, no tomo nada, ahí me voy a morir ensolado. Le clavé la pala y me vine pa acá. Mándame con uno que tenga trabajo”, le dije, “yo quiero trabajar pero éste cuatro horas me da nomás. Y quiere que ande a vuelta y vuelta”. Dijo: “No puede ser eso”. “Bueno, pregúntele”. En ese rato le hablaría, no sé qué, me dijo: “Lo voy a mandar con un japonés, a ver qué”. Le dije: “Pos con quien sea”. Pero me mandó con otro gabacho que se llama Ben Aufle, a piscar algodón. “Por unos”, dijo “por unas cuatro, cinco semanas, los voy a mandar ahí”. Nosotros éramos quinienteros, mire, pa el algodón. Y lo que pasaba, sí nos traiban [traían] agua, pero al tiempo de la comida, en esos botes del café, nos llenaban con pozole o menudo, nos daban unos pedazotes de cebo así, gordo. Pero, en cuanto lo abría, pos nos ándabamos muriendo de hambre y le dijimos que nos diera el tiempo, todos los que caímos ahí. Caímos como unos treinta, ahí al campo del Ben y pidimos el tiempo pa la oficina. Entonces, le hablaron al Colorado, que era el representante de la oficina, que nosotros no queríamos trabajar y que nos íbamos a ir para allá y bueno, entonces llegó El Colorado y nos dijo: “¿Por qué querían ustedes ir a la oficina? ¿Vienen a trabajar o a qué vienen?, ¿nomás a pasearse?”. “No”. Entonces como bueno o mala suerte, dijo: “Tú ven pa acá”, era a mí. Dijo: “¿Por qué se quieren ir para atrás a la oficina?”. Le dije: “Mire, señor”, le dije, “nosotros, de recién que llegamos, éramos de, como unos quince o veinte por ahí, que éramos quinienteros y los demás, pos unos sí y otros no, pero nos gustaba ganar dinero. Pero de hambre, ¿cómo va a trabajar?”.
GM: Y, ¿cómo se llamaba este lugar?
AG: “¿Por qué de hambre?”, dijo, “¿qué no les dan de comer?”. “Sí”, le dije, “pero la comida está mala”. Dijo: “Déme la comida de ahorita, ¿con qué me va a justficar?”. Les dije: “Vénganse muchachos, vamos a traer, el señor quiere la comida de ahora”. Y juimos y le dije: “Mire, ésta es la de ahora”, en una mesa grande ahí. Y destapó. “¿Está bien o está mal?”. “Oh”, dijo, “muy malo señor, muy malo. Espéreme poquito”, dijo, “usted le va a ayudar a levantar el trabajo a este señor”, dijo, “pero va a comer comida buena no echada a perder”. Yo quiero que me ayude a mí”. “Lo que usted quiera, señor”, dije, “le vamos a ayudar todos parejitos”. Pero ya jue ese americano, ¿verdad? Él compuso todo, la comida y todo diferente. Le piscábamos lo que él quería, ¿verdad? Eso fue lo único malo que vivimos, ¿verdad? Entonces, él quedó bien satisfecho cuando dijo que le ayudáramos. Es lo único que yo tengo en toda mi vida que trabajé en Estados Unidos. Porque de ahí pa delante, puro contrato y yo a gusto. Yo anduve en la lechuga, con el Caldei(??), con la Firmour(??) y compañías, de verdad. Entonces, con la Barendo(??), hasta Salinas y todo eso. Pero nos tenían campo y todo bien, campo de borde y campo de donde asistía, uno asistía, todo bien. ¿Para qué voy a contar otra cosa que no? Esto es lo único malo que yo tuve en toda mi vida alrededor, aquí.
GM: ¿En dónde fue?
AG: ¿Eh?
GM: ¿En dónde fue?
AG: Aquí en el valle.
GM: En el valle.
AG: Aquí en el valle y nos mandaban hasta Salinas también. Pero todo bien, todo bien. Entonces, esto que yo te acabo de decir, es lo único malo que, que estuvimos. De ahí pa delante, en campo de japoneses y de americanos en la palma, uno solo se asistía. Y caí con un alemán a la palma y con el Caldei(??). Muy buenos personas, que le decían El Wal, muy buenas personas, los mayordomos y todo. En el contrato ganar lo que uno podía ganar. Y aquí me quedé y aquí está mi familia.
GM: Sí, está aquí.
AG: Ese muchacho que está ahí, es hijo mío. Tenemos siete de familia, yo y mi esposa.
GM: Y, ¿ahora en qué trabaja?
AG: Él es electricista, es soldador, pero ahorita andan en construcción.
GM: Y, ¿usted?
AG: Yo ya no, ya no, ya dejé el trabajo.
GM: Qué bueno.
AG: No, ya ando en setenta y ocho años.
GM: Sí, qué bueno que ya no trabaja.
AG: Ya no.
GM: Nomás por eso quería saber a ver si sí o si no. Pero, entonces, ¿qué más?, ¿cómo qué hacía diario cuando era bracero, como de qué se acuerda? ¿Habían médicos ahí cuando usted vino a Estados Unidos como bracero? ¿Qué se acuerda de su viaje para los Estados Unidos? ¿Se acuerda de algo?
AG: No, no te entiendo cómo. Cuando llegamos, ¿qué era lo que hacíamos o cómo?
GM: Sí, como cuando en su viaje así como cómo se vinieron, ¿en tren o en carro? ¿Cómo los trataron cuando llegaron aquí? ¿Había médicos? ¿Cómo fue su viaje de México, desde Sonora aquí hasta que llegó a California como bracero?
AG: No, bueno, cuando contrataban en Empalme este, había un representante de aquí del valle, que era, la compañía del Caldei(??), era un americano allá, en Empalme. Y nos contratábamos y nos juntábamos, si por ejemplo ahora se contrataba uno, decía yo, decíamos: “Vamos a salir el viernes o tal día vamos a salir, quiero que estén todos juntos en el tren en la oficina, para que suban en el tren”. No nos daban, ellos pagaban todo. Cuando llegábamos a Mexicali, al llegar, nos daban agua, una soda, todo eso, en la oficina. Lo único que había un señor que era muy, pos duro con uno, nos regañaba, ¿verdad? Le decían El Cepillo, pero de bromas, ¿verdad?, de bromas. Nos trataban bien, ¿para qué vamos a decir? Este, los patrones. Lo único a veces uno de los de trabajadores son los que, o sea, son este, ¿cómo te quisiera decir? Son violencios, violencia con el modo del manejo de ellos, ¿verdad? Pero yo por los patrones no tengo qué quejarme. Nada más de eso que nos daba la comida mala. Y con el señor Espinoza que, salíamos mal porque no dejaba ni que nos sentáramos nada, cuando el agua va bien, ¿verdad? De Sonora aquí a Mexicali, veníamos bien, ¿verdad? Porque este, todo nos daban a unos, yo no voy a decir que a todos, ¿verdad? Yo le voy a decir de lo mío, en la, trescientos, cuatrocientos que veníamos en el tren. Quizás a algunos sí los trataban mal, pero también era que uno se portaba también mal, ¿verdad? Porque respetar el derecho ajeno, es poder vivir. Y ha sido toda mi vida, muchacha, porque mi papá nos tenía cortitos: “A trabajar y a respetar lo ajeno”. Y toda mi vida, casi en el valle de Coachella. Ya tengo como sesenta años aquí. Bueno, pues, bueno, fíjate el tiempo que hace, el [19]55 casi para acá, ponle que haya durado dos años en el Condado de Lobos de Texas y Arizona, pero más aquí.
GM: Y, ¿como cuánto tiempo fue bracero usted?
AG: Pues, desde el [19]55 hasta que se acabó.
GM: ¿Sí? Era mucho tiempo.
AG: Me echaron pa fuera y arreglar migración.
GM: Entonces cuando se acabó, ¿cómo se fue de nuevo para México o se quedó aquí en Estados Unidos?
AG: De aquí me fui pa México, ahí a Mexicali, a Mexicali. Mis patrones me dieron la carta para arreglar y le pegué hasta la ciudadanía.
GM: Oh, ¿sí? Entonces ya es ciudadano.
AG: Pero, yo te entendía poquito inglés y para todo no era tan, no tengo escuela, me, me enseñaron mis amigos, pero en dos infartos que me dio, perdí la patente. Ya no manejo. Mi esposa es la que me trae de las orejas. (risas) Bueno, es broma, ¿verdad? Es broma, pero este, ya no me las pego a mi secretaria, pos no, yo con mis hijos ya. Ahora que veníamos, no hayábamos un raite [ride], llegó de trabajar éste: “Llévame, hijo, ahí”. El ratito que tiene de chance porque ellos también tienen sus obligaciones. Tengo ocho de familia.
GM: ¿Sí? ¿Tiene ocho hijos?
AG: Ey, tengo cinco hijos y tres mujeres.
GM: Son muchos, ¿verdad?
AG: Todos trabajando, todos trabajando, no me quejo yo.
GM: Entonces cuando usted fue bracero, ¿qué hacían así como para diversión, se iba al cine o cuántas horas trabajaban? ¿Lo dejaban salir fuera?
AG: Bueno, cuando estábamos aquí, trabajábamos hasta ocho horas, a veces hasta catorce, porque yo trabajé en los empaques y nos daban buen tiempo. Hasta catorce horas, pero casi el límite eran de nueve a diez horas. No todo el tiempo, ¿verdad?, porque hay tiempos que no había qué. Se acaba el tomate, se acaba la lechuga, se acaba todo el trabajo. El invierno la lechuga, el repollo, la cebolla, en el invierno, haciendo manojitos, ¿verdad?, de cebolla, pero por horas, a veces por contrato. El límite de uno del trabajo era casi nueve horas a ocho, a veces diez, en los empaques. No todo el tiempo, ¿verdad? Porque, ¿pa qué voy a decir que todo el tiempo? En agosto nos daban cinco, seis horas limpiando los files [fields] de tronquitos de, de las plantas y todo, dejando para… en septiembre dejaban como mesa de billar para volver a sembrar. Pero bien, bien, mis patrones que tuve, nada más ese Espinoza fue el que me trató mal. Y ahí donde te digo que con el Ben pero, al llegar. No, no voy a hablar yo mal de todos, ¿para qué? No me voy a ganar nada. Ratitos malos y ratitos buenos. Como decíamos, mira, malo es que yo lo diga pero mi portamiento(??), no me gusta ofender a la gente porque, ni ser malo con mi patrón. Me tuvieron confianza y yo confianza con ellos, bendito sea Dios. Cuando yo le pedí mi carta para arreglar: “Aquí está”.
GM: Oh, le ayudaron.
AG: Ey.
GM: ¿Sí?
AG: Entonces, ¿por qué voy a hablar mal de ellos? Pero no de todos, ¿verdad? Unos sí y otros no. La razón es de, este valle es durito pa vivir por el clima, pero cuando iba bien el trabajo, no nos pushaban para nada. Un alemán que fue que en la palma, ahorita el desahije del mayul(??), a desahijar el dátil. “Bien hecho, bien pagado y no quiero violencia porque la fruta toda muy bonita”. Y por eso como te digo mira, ésa, yo no voy a hablar aunque ya se hayan muerto y no estén aquí, pero derechamente pocas personas fueron las que nos trataron mal. Yo no tengo que quejarme de Estados Unidos absolutamente, porque no me han tratado mal. Todo lo que yo he pedido, me lo han dado. Hasta la fecha, tengo una casita, aunque sea podrida, pero ahí está con mi familia, todavía. Entonces estamos con la esperanza a ver si nos dan algo de esto que nos quitaron.
GM: Sí sé que hay mucho problema con el dinero ahora, pero, ¿qué tal entonces, cómo le pagaban, le pagaban en cheque, en efectivo?
AG: En cheque, en cheque, todo en cheque.
GM: ¿Le daban recibo?
AG: Todo en cheque, todo, todo en cheque y este, nadien, aquí casi nadien pagaba al cash nada, nada, puro cheque, todos cheques. Todavía vive una de las patronas de los Kiricagua aquí, que es de los que ayudaba por la [Avenida] 62. Y los demás ya murieron, ya murieron, pero yo no voy a poner en mal a todos, como te digo, unos son de un modo, otros de otro por la razón de que, así semos todos, ¿verdad?, de los malos ratos. Pero yo tengo un orgullo de mis patrones, mayordomos, por una parte, ¿verdad?
GM: Y, ¿se acuerda de qué tipo de comida comía cuando era bracero, aparte de la comida que pues estaba echada a perder?
AG: Bueno, de la que nos dieron es ésa que te digo que estaba mala, pero de lo que nosotros hacíamos este, pos ya sabes que las papitas y los frijolitos pos no nos fallan. La bologna y chorizo y todo eso, la carnita de vez en cuando porque, pos está cariñosa, ¿verdad? Ésa nosotros, casi yo me la llevaba a puro campo donde nos asistíamos solos y muy poco en campo de borde. En campo de borde fue poco pero nada más en ése que nos daban la comida mala. No, no hay que dejar de exagerar las cosas cuando no son, ¿verdad? Poquito pero que sea bueno, ¿verdad? Como, como le dije al Colorado, dijo que si nosotros en México estábamos impuestos a comer pura carnita. “No, señor”, le dije, “a veces tortilla con chile”, le dije, “del molcajete”, porque en México en aquel tiempo las licuadoras era el molcajete. Entonces le dije: “No”, le dije, “pero no apestosas, ni con gusanos tampoco”. Con qué compraba (ininteligible) Pero nomás esos aquí, aquí fue en este valle.
GM: Oh, ¿sí?
AG: Ey. Y pero, como te digo, son rachitas malas y rachitas buenas.
GM: ¿Se acuerda cómo se lavaba la ropa? Así, nomás quiero saber de su día diario.
AG: Bueno, la ropa uno la lavaba, uno la lavaba. Teníamos a veces cuatro cambios, cuando nos daban bastantes horas, que llegamos a veces hasta en la noche a lavar y a hacer la cena y todo eso, a veces el patrón nos daba: “Tengan pa que no vayan ya andan cansados, nomás lleguen y báñense”. Pero ya teníamos otra, otra muda, otra ropa pa ponernos y así estábamos. Nos daban campo y todo teníamos, todo.
GM: Ah, ¿sí? ¿Como qué tenían en su barraca? ¿Cómo dormían?
AG: No, bueno, en el campo teníamos nuestras camas, nos daban camas y nos daban colchones y fundas y todo eso, pero eso uno lo lavaba porque, a veces llegaba el patrón y tenía su campero, ¿verdad?, para (ininteligible) las cosas. Y a veces uno quiere guardar limpias las cosas pa que se vea bien, ¿verdad? Porque la limpieza es muy bonita, aquí y en China y en dónde quiera. Yo de esa parte este, no, nos quejamos porque, de todos habemos, habíamos personas que andábamos en el tomate desahijando el tomate y con las manos y pantalones así, como ando yo ahorita que andaba regando. Acostarse en una funda blanca en un colchón, camita de una sola persona, ¿verdad? Ahí quedaba pintado lo verde, óyeme no.
GM: Sí.
AG: No, no. ¿Pa qué? Bueno, ésta es una broma, pero la cosa que, todo limpiecito se ve bonito. Nos guardaban confianza a veces. Y todos…
GM: ¿Tenían muebles en las barracas?
AG: Bueno este, nos daban nomás ganchos donde ganchara uno lavar y un roperito de plástico para que no entrara tierra por la, por las puertas a veces que [es]tá el aire y abre uno la puerta y se llena de tierra, ¿verdad? Pero los campos limpios y todo, nos daban, ¿verdad? Algunos claro que mal, ¿verdad? Porque uno mismo tenía la culpa. Se mete como viene y deja los zapatos con todo y el lodo y todo eso, óyeme, pos, ¿cómo pues? Es uno, es uno el culpable, pero a veces también los patrones por no decirle: “Oye, tienes que lavar o tienes que planchar”. No, no, eso es caso de las mujeres, ¿verdad?, pero aquí lo hacía uno. Como dijo uno en una broma, dijo: “¿Sabes qué?”, dijo, le hizo la carta a su señora: “perdona, ¿sabes qué, mujer, vieja? Pos aquí la hago de hombre y mujer”. Dijo: “Ay, ¿cómo va a ser posible?”. “Pos sí”. “Oye viejo, pero, ¿cómo es eso?”. “Sí”, dijo, “porque hago el trabajo tuyo, tengo que hacer de comer y tengo que lavar”. Por ahí debieras de haber empezado, ¿verdad? Así de que uno, pos uno tenía que lavar. Llegar y lavar su ropita, tenderla y todo eso. Ahí naiden se metía porque los patrones llegaban, porque hay personas que pueden agarrar una cosa que esté buena, ¿verdad? En los roperitos. Porque en una de las cosas con ese japonés, llegó uno y nos limpió el campo en un carro, llevó los radios más bonitos y la ropa más mejor y unos velices los quebró, se llevó como cerca de unos $8,000 dólares, de los que tenían ya juntitos sus centavos para irse. Pero llegamos, todo el tiempo la salida era a las doce, a comer, dijo el patrón, dijo: “¿Saben qué?”, dijo, “falta media hora pa las doce, mejor vámonos y entramos a las doce y media”, ¿verdad? La salida era a las doce. “Vamos saliendo ahora a las once y media, pa cuando vayamos para allá, se acaba la hora. Vámonos”. Cuando aquél andaba robando y se metió uno y: “¿Qué estás haciendo?”, dijo. Dijo: “Vengo a buscar gente pa llevar pa Los Ángeles, me faltan dos”, dijo. “No, pos no hay nadien”. Y le dije yo: “¿Quién es?”. Dijo: “Pos uno que quiere gente pa llevar pa Los Ángeles que dijo que le faltan dos”. “Bah”. Estábamos en el lavadero lavándonos las manos, donde lavábamos y para meternos adentro del campo a la cocina, ya no lo vi y había comprado yo unos zapatos nuevos de trabajo para llevarle a mi papá y vi la caja toda desgarrada, tiradero y por donde quiera. Ay, me salí en friega y estaba el patrón y el mayordomo, les dije: “Vengan”. “¿Qué pasó?”, dijo. “Ahorita acaban de robarnos”. Y estaba un cerco de, con la misma palapa de la palma que no se salía y estaba un surco de árboles y salieron y ahí van. No, pos ahí iba cargado con relojes y todo lo bueno.
GM: ¿Era un bracero?
AG: No, era uno de aquí, un chamaco, un chamaco como de veinte años. Le digo: “¿Qué pasó con eso?”. “No, pos es que luego pa venderlo”.
GM: Pero, ¿qué era, mexicano?
AG: Sí, era americano de aquí pero era mexicano. Este, chamacos tú sabes que les gusta andar mal. Pero, ya después ponían campero pa que cuidara. Porque, ¿con qué trabajos gana uno su, su dinero, oiga pa que llegue otra y se lo lleve? Hasta dijo el patrón, dijo: “No, esto no está bien. Qué bueno que salimos a esa hora”, dijo, “porque si salíamos a las doce nos limpia el campo y no sabemos”. Ya había robado tres campos.
GM: Oh, ¿sí?
AG: Ey. Pero le cayó tierra, mandaron a traer La Policía, con relojitos buenos, ya los traiba aquí puestos y otros en la bolsa y el dinero en la bolsa. Y todo le dijo La Policía, ahí lo encueraron y: “Reconozca todo, pero bien”, dijo, “porque, ¿saben qué? Traigo un detective y ahora que el robe aquí, entre todos lo vamos a castigar”. No, pos cada quien le abrió uno todo. Y el otro a la cárcel. Pero, tú sabes, son chamacos que no, no pueden andar sin no hacer mal. Pero nosotros, bendito sea Dios, que yo no me quejo del valle ni de Estados Unidos, nada, porque de todo hay. Como dijo mi abuela: “Como en botica, de todo poquito como en botica”. La ayuda que nos daban los patrones era tenernos todo, ¿en dónde? Si yo voy a, esta mesa está limpiecita, oye pos aquí voy a comer, tengo que lavarla, tengo que… Las estufas y todo eso, el campo bien aseadito. Nos tocaba el campo: “Tú vas a hacer el aseo”, y otro y otro. Y el que no lo hizo: “¿Qué pasó contigo?”. Entonces ya lo llevábamos al representante: “¿Sabe qué? Éste no lo quiere hacer”. Pero se ve bonito, mira, volver a lo mismo de lo que es uno y de lo que le dan a uno para poder vivir y hacer una cosa de las mejores, el aseo, el respeto al derecho ajeno, como dijo don Benito Juárez. ¿Pa qué vamos a hablar del país o del estado de nada?, ¿verdad? Ratitos, bueno, nos tratan mal, también nosotros tenemos la culpa. Pero alrededor de unos treinta, cuarenta años, ya yo creo que es tiempo bueno, ¿verdad? Ya perdí la patente y ni modo. Es la razón mira, de lo que yo te puedo informar. No, no vamos a decir de lo contrario, ¿verdad? Sí, algunos los trataban mal, ¿verdad? Pero no todos, no todos porque este, será la suerte como a veces decimos: “Vamos a jugar a la lotería”, unos lo sacamos, otro: “No, tengo mala suerte”, ¿verdad? “Pero fíjate que fulano cayó muy bien, lo trataban muy bien”. Bueno, pos es suerte, ¿verdad? A cada quien. Yo en una parte me trataron mal, pero no en todas. Este, lo que yo miraba ahorita en este tiempo de que no nos daban cuenta, yo te digo derecho que no nos daban cuenta que yo llegaba, me daban mi cheque, iba y lo firmaba a la tienda ahí y: “Déme dinero”. Pero yo no sabía cuánto me quitaban, hasta ahora que nos están diciendo esto. Nos quitaban el diez por ciento, ¿verdad? Entonces, ni modo, ¿verdad? Ahora este hombre que hizo por nosotros, en andar en, en peligro, está por estado él. Ojalá y se nos conceda, ¿verdad? Es una ayuda para nosotros, como ahorita que yo estoy viejo. Ya, ya de mi seguro es, ahorita los biles [bills] que se vienen. Y yo soy palo para todo. Mi esposa está diabética, para llevarla al doctor, para ver y pos ni modo. Ratitos de gozar y ratitos de llorar, ¿verdad? No podíamos. “¿Con quién iremos?”. Ya le habíamos dicho a éste: “Sí vamos a ir”. Se llevó la, la que nos trajo ayer, una de las muchachas, la Leticia, iba a trabajar. “Pos vete, a ver cómo nos vamos”. Y en eso llega José y ya se le recargó a la mamá, dijo: “No, no, no te me sientes, ya vamos pa allá”. Ahí está todavía sin comer.
GM: Ay, pobre.
AG: Por eso te digo que por ratitos bien y ratitos mal. Ya, ya le cayó la carga a nuestros hijos, pero pos ni modo, así tiene que ser. Y no nomás yo, todo mundo. Quizás tú todavía no te cases o ya te casarías, ¿verdad?
GM: No, todavía no.
AG: ¿Todavía no?
GM: No.
AG: Ah, bueno, pos para allá vas y pos ya verás, ¿verdad? Porque no es tan bonito en un matrimonio como dejarle pasar. Yo mi compañera y ella a mí. Pero no tan cargado, como dijo, este… Como dijo uno de Mexicali, dijo: “Es bonito el encaje pero no tan ancho”. El cafecito no muy cargado, ¿verdad?
GM: Sí.
AG: Y la hace uno, la hace uno.
GM: Cuando usted era bracero, ¿usted estaba casado?
AG: Bueno, ahorita, ahorita ya vamos como unos cuarenta y cinco yo creo, cuarenta y cinco años. Porque no creas que, por una parte es bonito casarse, la obligación está dura, para ustedes de mujeres y para uno de hombre. Porque con sus hijos batallan. Ahorita tengo una nietecita que es hija de este muchacho, ah, cómo está bonita mija. Y me dice la esposa de él: “¿Qué tiene de bonita? No tiene narices mochas”. Le dije: “Las tiene como yo, nariz bola”. Son mis nietos, ¿verdad?
GM: Sí.
AG: Es la consentida de la casa ella. A la abuela le hace un tiradero de cucharas y todo.
GM: Sí. ¿Qué tal, como si su esposa estaba en México, cuando estaba aquí de bracero, entonces?
AG: No, no te oigo.
GM: ¿Su esposa estaba en México cuando usted era bracero, entonces? ¿Ya tenía hijos o no? Cuando era bracero.
AG: Oh, cuando tenía este, tenía uno, uno.
GM: Oh, ¿sí?
AG: Sí, porque mi compañera no, no quiso. No nos la llevamos bien. Y yo recogía al muchacho, a mi hijo de con mi madrastra. Ya cuando tuvo uso de razón a los ocho, como a los ocho, siete u ocho años, estuvo conmigo aquí en Mexicali. Y ya, ya ella se casó y aquí lo tengo, aquí lo tengo. Yo recogí a mi hijo, ella no quiso por ningún motivo, haiga sido lo que haiga sido, pero si me lo hice feo, me lo hice huevón, me lo hice vicioso, lo que haiga sido, yo recogí a mi hijo. Y ella su vida, ahorita tiene como cinco, seis de familia ella. Unos son maestros, otros son, este, parece que tiene dos ingenieros. Ella vive en el pueblo, en San Luis Potosí.
GM: Oh, allá.
AG: Y éste va a verla pa allá. Y pos ni modo, ahí me estuve yo buen tiempo aquí solo.
GM: ¿Fue difícil?
AG: ¿Eh?
GM: ¿No fue difícil o cómo se sintió al estar separado de su familia, entonces?
AG: Mira en, en ese tiempo cuando uno tá nuevo, no piensa las cosas, nada más: “Tú pa allá y yo pa acá”, ¿verdad? Y se pasa el tiempo, se pasa el tiempo. Aunque haya sido lo que haiga sido, bueno, no hay que hablar malas de ella, ni que hable mi hijo. Y si habla de mí mal que soy huevón o lo que sea, no le hace. Pero yo a mi hijo no lo abandoné, no lo abandoné. Le arreglé migración y aquí lo tengo. ¿Para qué voy a decir otra cosa que no va? Ahora ésta, pos ahí, nos vamos, de algo nos vamos a morir porque me dice que ya no la hace, pobrecita está mala, no creas, está mala. Ella va a comprar cosas y trae al pie de la letra o la Lety. que va la hija, trae una bolsota tan grandota así que va hasta panda. Sabe qué carajo trae ahí, va en el mostrador y la deja ahí. “¿Cuánto es señor?”. “Pues es tanto”. “Ah, okay, bueno, agarra las cosas”, y ahí la deja la bolsa. Si por $3 pesos que trae él: “Oye, mujer”. Dijo: “Ay, mi bolsa”. “Pos ándale, ve”, le dije, “mira, acá la llevo”. Ya, ya estamos mal, no creas, pero ni modo.
GM: Ah, ¿sí? Entonces, usted dijo que después de que acabó de ser bracero, dijo que se había regresado a México, ¿verdad? Que regresó a México, me estaba diciendo antes. Cuando acabó de ser bracero, cuando terminó su contrato, al último, ¿qué hizo después de que se terminó su contrato de bracero?
AG: Bueno, pues este, no te digo que arreglé migración y me vine pa acá.
GM: Ahí le ayudaron los patrones, ¿verdad?
AG: Ey.
GM: Había dicho. Okay.
AG: Me vine pa acá, otra vez a trabajar en lo mismo, en la palma. Porque yo fui palmero muchos años.
GM: Entonces, ¿siguió trabajando?
AG: No, ya no, le tuve miedo a la palma.
GM: Entonces, ¿qué hacía después?
AG: Me dediqué a, a lo mío, compramos un pedacito de terreno y hicimos una casita ahí y andamos limpiando ahí. Tengo unas palmitas plantadas. Tengo unas palmitas plantadas y este, nada más ahorita andaba regándolas. Se lo voy a dejar a mis hijos, porque yo ya no, ya no. Y le digo a éste: “Ándele le toca regar mijo”. O: “corta el agua”. Tenemos goterito y tengo como unas doscientas palmitas chiquitas, tengo diez acres en un desierto que no hay agua, no hay nada.
GM: Sí.
AG: Y ése es un orgullo de mi esposa, que me supo detener la frieguecita. Comprábamos algo cuando había barato, ¿verdad? Pero ni modo, le dije: “Mira, ése es un orgullo de, de cada uno, sabérsela llevar”. Porque hay veces que te da coraje y lo corres. Me da coraje y le pego, no, para mí no. Porque no, no va. ¿Por qué voy a ser aprovechado y pegarle a una mujer? Darle consejos o que me dé consejos es lo mejor. Porque uno de borracho mira, no, no hay que hablar de la mujer cuando no va. Porque también uno tiene la culpa. Pero yo consejos, los consejos de mi abuelita y de mi padre también, de respetar lo ajeno. Pero por eso digo, yo no me tomo a mal, no me tomo a mal porque no me ha ido mal aquí en este país.
GM: Entonces, ¿cómo diría que su experiencia como bracero fue?, ¿fue más negativa o positiva o más como en el medio?
AG: Bueno, pos positiva, ¿verdad? Porque todo caminó bien, para mi punto de vista, todo caminó bien. Eso que a veces se enchueca el camino, porque debe tener curvas, ¿no? Así el modo de vivir de uno, es culpable uno mismo, porque los problemas no se hacen, los hacemos, ¿verdad? Es la verdad. Porque este, yo trabajé, después de que me aventaron que para arreglar, trabajé en Mexicali en las obras públicas y soy ejidatario también allá. Anduvimos peleando pa las tierras en veinte hectáreas, en cincuenta y dos ejidatarios, pero el agua del Río Colorado de aquí que echan de Salinas, el Gobierno nos dio unas granjas de gallinas y estábamos trabajando bien, pero se ahogó, se ahogaron las güeras, mira, pura gallina blanca y andaban volando. Se acabó el ejido, es un, es un… indígena será, ¿verdad? Se llama El Choropo ese ejido. Nos quedamos sin nada. Tengo veinte hectáreas pero están hundidas, entre el agua. Le echo la lucha yo por todos lados, por eso es que compramos ese pedacito de mi tierra con ayuda de mis hijos, con la ayuda de mi vieja y con todo, mira, ya nos quedamos aquí. En lo bracero, todo hay malo y todo hay bueno, pero, ¿pa qué nos vamos a quejar del país?, ¿pa qué nos vamos a quejar de nosotros? Nos venimos porque quisimos, ¿verdad? Igual como ustedes de mujeres, te vas donde te ocupen y si la tratas bien ahí te quedas y si no, pues le buscas.
GM: Entonces, ¿usted cómo se siente de que gente lo llame bracero a usted? O que usted fue bracero. ¿Cómo se siente con esa palabra o que le llamen a usted bracero?
AG: Bueno, mira, como volviendo a lo mismo, yo me siento con un orgullo, por la parte de que todavía vivo en este mundo, aunque sea manqueando(??) pero aquí ando. Y fui bracero, ahora soy limosnero porque ya no puedo. Pero no me quejo, ¿verdad? Tengo, de lo que yo trabajé tengo poquito, pa mis hijos y pa mis hijas. Porque ya todo es de ellas, todo es de ellos. Como te digo, mira, anda uno manqueando(??) y todo eso pero en la bracereada, para nosotros, pos digo para mí, es una cosa efectiva y buena. No hay que cantar las cosas cuando no son. Esto que nos falta, pos volviendo a lo mismo, si nos lo dan qué bueno y si no nos lo dan pos también qué bueno ya. Ojalá y que nos ayuden, ¿verdad?
GM: Entonces, ¿usted cree que haber sido bracero cambió su vida de alguna manera? ¿Sí o no cambió la vida?
AG: Esto viene siendo como cambiando el dólar mira, si, si no te completa, vas a pedir o ahí te quedas, así es esto, ¿verdad? Estamos bailando en la cuerda floja y en una balanza. Entonces el esperar es buen vivir, porque no hay más. La esperanza muere al último, en lo bueno y en lo malo. Si no hay esperanza no hay vida, si no hay esperanza, ¿pa qué quieres violencia? ¿Verdad?, no va. Es lo que hay, ¿verdad? Entonces yo de bracero, fue una oportunidad de nosotros, de mi país que, mira, San Luis Potosí y Zacatecas eran dos estados que nos daban ayuda. Nos daban una credencial pa que presentáramos en la oficina de braceros en Empalme. “Pásele”. Es el estado más pobrecito que hay, más estéril, Zacatecas y San Luis Potosí. Está pobrecito, ¿ves? Pero de lo pobrecito le hacemos la lucha por juera, a ver qué.
GM: Entonces más que nada siente positivo el haber sido bracero.
AG: Ey, sí, es la razón, ¿verdad?
GM: ¿Algo más que quisiera decir ya para terminar? Una cosa, unas últimas palabras o algo que quiera decir reflexionando sobre su experiencia de bracero.
AG: Este, mira, de lo positivo a lo negativo es una razón positiva, de que no nos quejamos por una parte del bracero porque a unos nos va bien y a otros nos va mal, ¿ves? Pero volviendo a lo mismo, para mí es una cosa como natural, ¿verdad? Que la agarramos este, cuando nosotros lo quisimos y también la dejamos, ¿verdad? Entonces, yo digo que la dejamos porque rindimos, ya no nos quisieron aquí de bracero pos va pa fuera, ni modo. A mí sí me pudo, ¿sabes por qué? Yo estaba ingrido(??) aquí con el patrón y todo tenía. Bueno, se llegó el periodo del contrato o de lo que firmaron los de nosotros allá. ¿Por qué vamos a hablar mal de ellos?, ¿verdad? Lo que vamos a hablar mal es que fuimos desperdiciados, no teníamos nada. La razón es, ésa es, ¿verdad? Para mí. Este, yo no digo mal ni bien, estoy como la balanza, ¿verdad? Pero así, así es, ¿verdad? De quedar este, bien para un lado y para el otro.
GM: Está bien. Bueno, muchas gracias. Muchas gracias por las palabras.
AG: Pos igualmente por ti, por ti.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 20 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Grisel Murillo
Ésta es una entrevista con Anselmo Gámez en mayo 20, 2006, en Coachella, California. Esta entrevista es parte del Bracero Oral History Project.
GM: Bueno, para empezar me puede decir como de sus antecedentes familiares como, ¿dónde nació?, usted nació en San Luis Potosí. ¿Con quién vivía cuando estaba en México? ¿Puede hablar un poco de eso?
AG: Bueno este, yo nací en, pues en un rancho, ¿verdad? Pero el municipio era Villa Hidalgo o es Villa Hidalgo es Villa Hidalgo, San Luis Potosí. Yo viví pues, hasta la edad de ser mayor con mi papá. Este, murió mi mamá y yo quedé huérfano como de unos trece años, pero yo con él, nunca nos abandonó.
GM: Entonces, ¿solamente vivía con su papa?
AG: Ey. Y se casó él y volví todavía con él. Cuando yo ya jui adulto, me dediqué a trabajar, que jui, caí contratado al Condado de Lobos. Este, pero daban contratos de cuarenta y cinco días en algodón. Y este…
GM: Pero, hablar de nuevo de donde nació, ¿usted fue a la escuela o qué año nació usted?
AG: No, no fui a la escuela porque cuando murió mi mamá, en el rancho donde vivíamos, no había nada. Nos quedamos con mi abuelita en otro rancho. De donde yo nací, a otro rancho. Es el mismo estado pero otro municipio. Ese municipio era Villa Morelos, San Luis Potosí y no había escuela, no había escuela, entonces ya, ya no pude ir, ya no pude ir a la escuela por, muchas cosas de que estábamos solos y ésa fue la razón, entonces pos yo…
GM: ¿Usted cuándo nació?, ¿en qué año?
AG: Yo nací en 1928, yo soy de 4/21 del [19]28 [21 de abril de 1928]. Este, pos ya, yo de lo poquito que le ayudé a mi papá a trabajar y pos no llovía y para poder vivir, salir a los braceros, que caí en el Condado de Lobos.
GM: Oiga y, ¿qué edad tenía cuando oyó de eso?
AG: Yo creo tenía como unos, como unos veintiún años, por ahí.
GM: Y, ¿cómo supo de los braceros?, ¿alguien le contó?
AG: Este, en el municipio de nosotros nos daban credenciales para presentarnos a la, a la oficina de braceros, que fue este, en Guadalajara, estaba en Tlaquepaque, cuando nos contratamos. Nos cayó al Condado de Lobos. De ahí me devolvieron pa atrás, entonces pa México. Este, a los pocos días nos contratamos para acá y me tocó San Luis Rey. Ahí anduvimos y otra vez para atrás. Me volví a contratar, caí en Arizona.
GM: Pero al principio, ¿cómo se dio cuenta que existía el programa?, ¿quién le dijo?, ¿alguien le contó que existía el Programa Bracero, cómo supo de él?
AG: Bueno, es que las contrataciones de que se quitaron en Guadalajara, las mandaron a Sonora y ahí se abrió la contratación pa todo mundo. Ahí había uno, cuando lo echaran pa fuera, iba a caer otra vez a Sonora y de ese modo, nos, nos contratábamos. Entonces yo de, de que caí a Arizona, fueron cuarenta y cinco días al melón. Póngale que una semana o dos más, de dos meses, porque la compañía de todos modos nos arreglaba para levantar la fruta, ¿verdad? “Y va pa juera”. Entonces en el, en la siguiente me tocó California.
GM: Entonces primero en Arizona, ¿dijo?
AG: ¿Eh?
GM: ¿Entonces dónde fue primero, el primer lugar qué fue?
AG: El Condado de Lobos.
GM: El Condado de Lobos. Y luego, ¿fue California?
AG: Y luego de, del Condado de Lobos, me jui pa atrás y fue cuando caí a Arizona y de Arizona a California. Y ya de ahí no me salí de California, que fui nada más, en San Luis Rey, pero toda mi vida aquí. Aquí hasta que me echaron, que se acabó los braceros. Lo único que hubo aquí de malo que yo vi y que nos tocó, aquí en la [Carretera] 62 había un señor que se llamaba Pancho Espinoza, él [es]taba con La Asociación, ¿verdad? La Asociación ahí taba. Y nos poníamos a regar unos cuarenta acres. Acomodaba yo el agua pa que el agua fuera parejo. Andaba ande, ande y ande. Ya cuando el agua estaba parejita, me iba pa el campo a tomar agua, porque no nos daba agua. Entonces, me regañó.
GM: ¿Pancho era el mayordomo, el patrón?
AG: El patrón. El patrón. Dice: “¿A qué vienes aquí si tú trabajo está allá?”. “Sí”, le dije, “pero tengo sed, ni modo que me tome el agua que está, con que usted está regando”. Dijo: “Pos no, no quiero que vengas pa acá”. Le dije: “Llévame agua”. “Tampoco”. Entonces le dije: “Bueno, pos aquí está tu pala”. Y le dejé la pala ahí. ¿Cómo iba a aguantar de ser el calorón a ciento veinte?, el calor. Y me fui pa la oficina, el representante de la oficina era Porfirio Basúa y el que mandaba ahí era uno que le decían El Colorado, un americano. Y me dijo: “Señor”, dijo, “¿por qué le dejó el trabajo a don Francisco?”. Le dije: “Mire”, le dije, “él quiere, el agua estaba bien puesta, parejita, toda regándose y no me daba agua, no me llevó agua ni nada y yo tuve que ir al campo a tomar agua de la llave y me regañó, que no quería que yo fuera”. Entonces, le dije: “Si no tomo agua, no tomo nada, ahí me voy a morir ensolado. Le clavé la pala y me vine pa acá. Mándame con uno que tenga trabajo”, le dije, “yo quiero trabajar pero éste cuatro horas me da nomás. Y quiere que ande a vuelta y vuelta”. Dijo: “No puede ser eso”. “Bueno, pregúntele”. En ese rato le hablaría, no sé qué, me dijo: “Lo voy a mandar con un japonés, a ver qué”. Le dije: “Pos con quien sea”. Pero me mandó con otro gabacho que se llama Ben Aufle, a piscar algodón. “Por unos”, dijo “por unas cuatro, cinco semanas, los voy a mandar ahí”. Nosotros éramos quinienteros, mire, pa el algodón. Y lo que pasaba, sí nos traiban [traían] agua, pero al tiempo de la comida, en esos botes del café, nos llenaban con pozole o menudo, nos daban unos pedazotes de cebo así, gordo. Pero, en cuanto lo abría, pos nos ándabamos muriendo de hambre y le dijimos que nos diera el tiempo, todos los que caímos ahí. Caímos como unos treinta, ahí al campo del Ben y pidimos el tiempo pa la oficina. Entonces, le hablaron al Colorado, que era el representante de la oficina, que nosotros no queríamos trabajar y que nos íbamos a ir para allá y bueno, entonces llegó El Colorado y nos dijo: “¿Por qué querían ustedes ir a la oficina? ¿Vienen a trabajar o a qué vienen?, ¿nomás a pasearse?”. “No”. Entonces como bueno o mala suerte, dijo: “Tú ven pa acá”, era a mí. Dijo: “¿Por qué se quieren ir para atrás a la oficina?”. Le dije: “Mire, señor”, le dije, “nosotros, de recién que llegamos, éramos de, como unos quince o veinte por ahí, que éramos quinienteros y los demás, pos unos sí y otros no, pero nos gustaba ganar dinero. Pero de hambre, ¿cómo va a trabajar?”.
GM: Y, ¿cómo se llamaba este lugar?
AG: “¿Por qué de hambre?”, dijo, “¿qué no les dan de comer?”. “Sí”, le dije, “pero la comida está mala”. Dijo: “Déme la comida de ahorita, ¿con qué me va a justficar?”. Les dije: “Vénganse muchachos, vamos a traer, el señor quiere la comida de ahora”. Y juimos y le dije: “Mire, ésta es la de ahora”, en una mesa grande ahí. Y destapó. “¿Está bien o está mal?”. “Oh”, dijo, “muy malo señor, muy malo. Espéreme poquito”, dijo, “usted le va a ayudar a levantar el trabajo a este señor”, dijo, “pero va a comer comida buena no echada a perder”. Yo quiero que me ayude a mí”. “Lo que usted quiera, señor”, dije, “le vamos a ayudar todos parejitos”. Pero ya jue ese americano, ¿verdad? Él compuso todo, la comida y todo diferente. Le piscábamos lo que él quería, ¿verdad? Eso fue lo único malo que vivimos, ¿verdad? Entonces, él quedó bien satisfecho cuando dijo que le ayudáramos. Es lo único que yo tengo en toda mi vida que trabajé en Estados Unidos. Porque de ahí pa delante, puro contrato y yo a gusto. Yo anduve en la lechuga, con el Caldei(??), con la Firmour(??) y compañías, de verdad. Entonces, con la Barendo(??), hasta Salinas y todo eso. Pero nos tenían campo y todo bien, campo de borde y campo de donde asistía, uno asistía, todo bien. ¿Para qué voy a contar otra cosa que no? Esto es lo único malo que yo tuve en toda mi vida alrededor, aquí.
GM: ¿En dónde fue?
AG: ¿Eh?
GM: ¿En dónde fue?
AG: Aquí en el valle.
GM: En el valle.
AG: Aquí en el valle y nos mandaban hasta Salinas también. Pero todo bien, todo bien. Entonces, esto que yo te acabo de decir, es lo único malo que, que estuvimos. De ahí pa delante, en campo de japoneses y de americanos en la palma, uno solo se asistía. Y caí con un alemán a la palma y con el Caldei(??). Muy buenos personas, que le decían El Wal, muy buenas personas, los mayordomos y todo. En el contrato ganar lo que uno podía ganar. Y aquí me quedé y aquí está mi familia.
GM: Sí, está aquí.
AG: Ese muchacho que está ahí, es hijo mío. Tenemos siete de familia, yo y mi esposa.
GM: Y, ¿ahora en qué trabaja?
AG: Él es electricista, es soldador, pero ahorita andan en construcción.
GM: Y, ¿usted?
AG: Yo ya no, ya no, ya dejé el trabajo.
GM: Qué bueno.
AG: No, ya ando en setenta y ocho años.
GM: Sí, qué bueno que ya no trabaja.
AG: Ya no.
GM: Nomás por eso quería saber a ver si sí o si no. Pero, entonces, ¿qué más?, ¿cómo qué hacía diario cuando era bracero, como de qué se acuerda? ¿Habían médicos ahí cuando usted vino a Estados Unidos como bracero? ¿Qué se acuerda de su viaje para los Estados Unidos? ¿Se acuerda de algo?
AG: No, no te entiendo cómo. Cuando llegamos, ¿qué era lo que hacíamos o cómo?
GM: Sí, como cuando en su viaje así como cómo se vinieron, ¿en tren o en carro? ¿Cómo los trataron cuando llegaron aquí? ¿Había médicos? ¿Cómo fue su viaje de México, desde Sonora aquí hasta que llegó a California como bracero?
AG: No, bueno, cuando contrataban en Empalme este, había un representante de aquí del valle, que era, la compañía del Caldei(??), era un americano allá, en Empalme. Y nos contratábamos y nos juntábamos, si por ejemplo ahora se contrataba uno, decía yo, decíamos: “Vamos a salir el viernes o tal día vamos a salir, quiero que estén todos juntos en el tren en la oficina, para que suban en el tren”. No nos daban, ellos pagaban todo. Cuando llegábamos a Mexicali, al llegar, nos daban agua, una soda, todo eso, en la oficina. Lo único que había un señor que era muy, pos duro con uno, nos regañaba, ¿verdad? Le decían El Cepillo, pero de bromas, ¿verdad?, de bromas. Nos trataban bien, ¿para qué vamos a decir? Este, los patrones. Lo único a veces uno de los de trabajadores son los que, o sea, son este, ¿cómo te quisiera decir? Son violencios, violencia con el modo del manejo de ellos, ¿verdad? Pero yo por los patrones no tengo qué quejarme. Nada más de eso que nos daba la comida mala. Y con el señor Espinoza que, salíamos mal porque no dejaba ni que nos sentáramos nada, cuando el agua va bien, ¿verdad? De Sonora aquí a Mexicali, veníamos bien, ¿verdad? Porque este, todo nos daban a unos, yo no voy a decir que a todos, ¿verdad? Yo le voy a decir de lo mío, en la, trescientos, cuatrocientos que veníamos en el tren. Quizás a algunos sí los trataban mal, pero también era que uno se portaba también mal, ¿verdad? Porque respetar el derecho ajeno, es poder vivir. Y ha sido toda mi vida, muchacha, porque mi papá nos tenía cortitos: “A trabajar y a respetar lo ajeno”. Y toda mi vida, casi en el valle de Coachella. Ya tengo como sesenta años aquí. Bueno, pues, bueno, fíjate el tiempo que hace, el [19]55 casi para acá, ponle que haya durado dos años en el Condado de Lobos de Texas y Arizona, pero más aquí.
GM: Y, ¿como cuánto tiempo fue bracero usted?
AG: Pues, desde el [19]55 hasta que se acabó.
GM: ¿Sí? Era mucho tiempo.
AG: Me echaron pa fuera y arreglar migración.
GM: Entonces cuando se acabó, ¿cómo se fue de nuevo para México o se quedó aquí en Estados Unidos?
AG: De aquí me fui pa México, ahí a Mexicali, a Mexicali. Mis patrones me dieron la carta para arreglar y le pegué hasta la ciudadanía.
GM: Oh, ¿sí? Entonces ya es ciudadano.
AG: Pero, yo te entendía poquito inglés y para todo no era tan, no tengo escuela, me, me enseñaron mis amigos, pero en dos infartos que me dio, perdí la patente. Ya no manejo. Mi esposa es la que me trae de las orejas. (risas) Bueno, es broma, ¿verdad? Es broma, pero este, ya no me las pego a mi secretaria, pos no, yo con mis hijos ya. Ahora que veníamos, no hayábamos un raite [ride], llegó de trabajar éste: “Llévame, hijo, ahí”. El ratito que tiene de chance porque ellos también tienen sus obligaciones. Tengo ocho de familia.
GM: ¿Sí? ¿Tiene ocho hijos?
AG: Ey, tengo cinco hijos y tres mujeres.
GM: Son muchos, ¿verdad?
AG: Todos trabajando, todos trabajando, no me quejo yo.
GM: Entonces cuando usted fue bracero, ¿qué hacían así como para diversión, se iba al cine o cuántas horas trabajaban? ¿Lo dejaban salir fuera?
AG: Bueno, cuando estábamos aquí, trabajábamos hasta ocho horas, a veces hasta catorce, porque yo trabajé en los empaques y nos daban buen tiempo. Hasta catorce horas, pero casi el límite eran de nueve a diez horas. No todo el tiempo, ¿verdad?, porque hay tiempos que no había qué. Se acaba el tomate, se acaba la lechuga, se acaba todo el trabajo. El invierno la lechuga, el repollo, la cebolla, en el invierno, haciendo manojitos, ¿verdad?, de cebolla, pero por horas, a veces por contrato. El límite de uno del trabajo era casi nueve horas a ocho, a veces diez, en los empaques. No todo el tiempo, ¿verdad? Porque, ¿pa qué voy a decir que todo el tiempo? En agosto nos daban cinco, seis horas limpiando los files [fields] de tronquitos de, de las plantas y todo, dejando para… en septiembre dejaban como mesa de billar para volver a sembrar. Pero bien, bien, mis patrones que tuve, nada más ese Espinoza fue el que me trató mal. Y ahí donde te digo que con el Ben pero, al llegar. No, no voy a hablar yo mal de todos, ¿para qué? No me voy a ganar nada. Ratitos malos y ratitos buenos. Como decíamos, mira, malo es que yo lo diga pero mi portamiento(??), no me gusta ofender a la gente porque, ni ser malo con mi patrón. Me tuvieron confianza y yo confianza con ellos, bendito sea Dios. Cuando yo le pedí mi carta para arreglar: “Aquí está”.
GM: Oh, le ayudaron.
AG: Ey.
GM: ¿Sí?
AG: Entonces, ¿por qué voy a hablar mal de ellos? Pero no de todos, ¿verdad? Unos sí y otros no. La razón es de, este valle es durito pa vivir por el clima, pero cuando iba bien el trabajo, no nos pushaban para nada. Un alemán que fue que en la palma, ahorita el desahije del mayul(??), a desahijar el dátil. “Bien hecho, bien pagado y no quiero violencia porque la fruta toda muy bonita”. Y por eso como te digo mira, ésa, yo no voy a hablar aunque ya se hayan muerto y no estén aquí, pero derechamente pocas personas fueron las que nos trataron mal. Yo no tengo que quejarme de Estados Unidos absolutamente, porque no me han tratado mal. Todo lo que yo he pedido, me lo han dado. Hasta la fecha, tengo una casita, aunque sea podrida, pero ahí está con mi familia, todavía. Entonces estamos con la esperanza a ver si nos dan algo de esto que nos quitaron.
GM: Sí sé que hay mucho problema con el dinero ahora, pero, ¿qué tal entonces, cómo le pagaban, le pagaban en cheque, en efectivo?
AG: En cheque, en cheque, todo en cheque.
GM: ¿Le daban recibo?
AG: Todo en cheque, todo, todo en cheque y este, nadien, aquí casi nadien pagaba al cash nada, nada, puro cheque, todos cheques. Todavía vive una de las patronas de los Kiricagua aquí, que es de los que ayudaba por la [Avenida] 62. Y los demás ya murieron, ya murieron, pero yo no voy a poner en mal a todos, como te digo, unos son de un modo, otros de otro por la razón de que, así semos todos, ¿verdad?, de los malos ratos. Pero yo tengo un orgullo de mis patrones, mayordomos, por una parte, ¿verdad?
GM: Y, ¿se acuerda de qué tipo de comida comía cuando era bracero, aparte de la comida que pues estaba echada a perder?
AG: Bueno, de la que nos dieron es ésa que te digo que estaba mala, pero de lo que nosotros hacíamos este, pos ya sabes que las papitas y los frijolitos pos no nos fallan. La bologna y chorizo y todo eso, la carnita de vez en cuando porque, pos está cariñosa, ¿verdad? Ésa nosotros, casi yo me la llevaba a puro campo donde nos asistíamos solos y muy poco en campo de borde. En campo de borde fue poco pero nada más en ése que nos daban la comida mala. No, no hay que dejar de exagerar las cosas cuando no son, ¿verdad? Poquito pero que sea bueno, ¿verdad? Como, como le dije al Colorado, dijo que si nosotros en México estábamos impuestos a comer pura carnita. “No, señor”, le dije, “a veces tortilla con chile”, le dije, “del molcajete”, porque en México en aquel tiempo las licuadoras era el molcajete. Entonces le dije: “No”, le dije, “pero no apestosas, ni con gusanos tampoco”. Con qué compraba (ininteligible) Pero nomás esos aquí, aquí fue en este valle.
GM: Oh, ¿sí?
AG: Ey. Y pero, como te digo, son rachitas malas y rachitas buenas.
GM: ¿Se acuerda cómo se lavaba la ropa? Así, nomás quiero saber de su día diario.
AG: Bueno, la ropa uno la lavaba, uno la lavaba. Teníamos a veces cuatro cambios, cuando nos daban bastantes horas, que llegamos a veces hasta en la noche a lavar y a hacer la cena y todo eso, a veces el patrón nos daba: “Tengan pa que no vayan ya andan cansados, nomás lleguen y báñense”. Pero ya teníamos otra, otra muda, otra ropa pa ponernos y así estábamos. Nos daban campo y todo teníamos, todo.
GM: Ah, ¿sí? ¿Como qué tenían en su barraca? ¿Cómo dormían?
AG: No, bueno, en el campo teníamos nuestras camas, nos daban camas y nos daban colchones y fundas y todo eso, pero eso uno lo lavaba porque, a veces llegaba el patrón y tenía su campero, ¿verdad?, para (ininteligible) las cosas. Y a veces uno quiere guardar limpias las cosas pa que se vea bien, ¿verdad? Porque la limpieza es muy bonita, aquí y en China y en dónde quiera. Yo de esa parte este, no, nos quejamos porque, de todos habemos, habíamos personas que andábamos en el tomate desahijando el tomate y con las manos y pantalones así, como ando yo ahorita que andaba regando. Acostarse en una funda blanca en un colchón, camita de una sola persona, ¿verdad? Ahí quedaba pintado lo verde, óyeme no.
GM: Sí.
AG: No, no. ¿Pa qué? Bueno, ésta es una broma, pero la cosa que, todo limpiecito se ve bonito. Nos guardaban confianza a veces. Y todos…
GM: ¿Tenían muebles en las barracas?
AG: Bueno este, nos daban nomás ganchos donde ganchara uno lavar y un roperito de plástico para que no entrara tierra por la, por las puertas a veces que [es]tá el aire y abre uno la puerta y se llena de tierra, ¿verdad? Pero los campos limpios y todo, nos daban, ¿verdad? Algunos claro que mal, ¿verdad? Porque uno mismo tenía la culpa. Se mete como viene y deja los zapatos con todo y el lodo y todo eso, óyeme, pos, ¿cómo pues? Es uno, es uno el culpable, pero a veces también los patrones por no decirle: “Oye, tienes que lavar o tienes que planchar”. No, no, eso es caso de las mujeres, ¿verdad?, pero aquí lo hacía uno. Como dijo uno en una broma, dijo: “¿Sabes qué?”, dijo, le hizo la carta a su señora: “perdona, ¿sabes qué, mujer, vieja? Pos aquí la hago de hombre y mujer”. Dijo: “Ay, ¿cómo va a ser posible?”. “Pos sí”. “Oye viejo, pero, ¿cómo es eso?”. “Sí”, dijo, “porque hago el trabajo tuyo, tengo que hacer de comer y tengo que lavar”. Por ahí debieras de haber empezado, ¿verdad? Así de que uno, pos uno tenía que lavar. Llegar y lavar su ropita, tenderla y todo eso. Ahí naiden se metía porque los patrones llegaban, porque hay personas que pueden agarrar una cosa que esté buena, ¿verdad? En los roperitos. Porque en una de las cosas con ese japonés, llegó uno y nos limpió el campo en un carro, llevó los radios más bonitos y la ropa más mejor y unos velices los quebró, se llevó como cerca de unos $8,000 dólares, de los que tenían ya juntitos sus centavos para irse. Pero llegamos, todo el tiempo la salida era a las doce, a comer, dijo el patrón, dijo: “¿Saben qué?”, dijo, “falta media hora pa las doce, mejor vámonos y entramos a las doce y media”, ¿verdad? La salida era a las doce. “Vamos saliendo ahora a las once y media, pa cuando vayamos para allá, se acaba la hora. Vámonos”. Cuando aquél andaba robando y se metió uno y: “¿Qué estás haciendo?”, dijo. Dijo: “Vengo a buscar gente pa llevar pa Los Ángeles, me faltan dos”, dijo. “No, pos no hay nadien”. Y le dije yo: “¿Quién es?”. Dijo: “Pos uno que quiere gente pa llevar pa Los Ángeles que dijo que le faltan dos”. “Bah”. Estábamos en el lavadero lavándonos las manos, donde lavábamos y para meternos adentro del campo a la cocina, ya no lo vi y había comprado yo unos zapatos nuevos de trabajo para llevarle a mi papá y vi la caja toda desgarrada, tiradero y por donde quiera. Ay, me salí en friega y estaba el patrón y el mayordomo, les dije: “Vengan”. “¿Qué pasó?”, dijo. “Ahorita acaban de robarnos”. Y estaba un cerco de, con la misma palapa de la palma que no se salía y estaba un surco de árboles y salieron y ahí van. No, pos ahí iba cargado con relojes y todo lo bueno.
GM: ¿Era un bracero?
AG: No, era uno de aquí, un chamaco, un chamaco como de veinte años. Le digo: “¿Qué pasó con eso?”. “No, pos es que luego pa venderlo”.
GM: Pero, ¿qué era, mexicano?
AG: Sí, era americano de aquí pero era mexicano. Este, chamacos tú sabes que les gusta andar mal. Pero, ya después ponían campero pa que cuidara. Porque, ¿con qué trabajos gana uno su, su dinero, oiga pa que llegue otra y se lo lleve? Hasta dijo el patrón, dijo: “No, esto no está bien. Qué bueno que salimos a esa hora”, dijo, “porque si salíamos a las doce nos limpia el campo y no sabemos”. Ya había robado tres campos.
GM: Oh, ¿sí?
AG: Ey. Pero le cayó tierra, mandaron a traer La Policía, con relojitos buenos, ya los traiba aquí puestos y otros en la bolsa y el dinero en la bolsa. Y todo le dijo La Policía, ahí lo encueraron y: “Reconozca todo, pero bien”, dijo, “porque, ¿saben qué? Traigo un detective y ahora que el robe aquí, entre todos lo vamos a castigar”. No, pos cada quien le abrió uno todo. Y el otro a la cárcel. Pero, tú sabes, son chamacos que no, no pueden andar sin no hacer mal. Pero nosotros, bendito sea Dios, que yo no me quejo del valle ni de Estados Unidos, nada, porque de todo hay. Como dijo mi abuela: “Como en botica, de todo poquito como en botica”. La ayuda que nos daban los patrones era tenernos todo, ¿en dónde? Si yo voy a, esta mesa está limpiecita, oye pos aquí voy a comer, tengo que lavarla, tengo que… Las estufas y todo eso, el campo bien aseadito. Nos tocaba el campo: “Tú vas a hacer el aseo”, y otro y otro. Y el que no lo hizo: “¿Qué pasó contigo?”. Entonces ya lo llevábamos al representante: “¿Sabe qué? Éste no lo quiere hacer”. Pero se ve bonito, mira, volver a lo mismo de lo que es uno y de lo que le dan a uno para poder vivir y hacer una cosa de las mejores, el aseo, el respeto al derecho ajeno, como dijo don Benito Juárez. ¿Pa qué vamos a hablar del país o del estado de nada?, ¿verdad? Ratitos, bueno, nos tratan mal, también nosotros tenemos la culpa. Pero alrededor de unos treinta, cuarenta años, ya yo creo que es tiempo bueno, ¿verdad? Ya perdí la patente y ni modo. Es la razón mira, de lo que yo te puedo informar. No, no vamos a decir de lo contrario, ¿verdad? Sí, algunos los trataban mal, ¿verdad? Pero no todos, no todos porque este, será la suerte como a veces decimos: “Vamos a jugar a la lotería”, unos lo sacamos, otro: “No, tengo mala suerte”, ¿verdad? “Pero fíjate que fulano cayó muy bien, lo trataban muy bien”. Bueno, pos es suerte, ¿verdad? A cada quien. Yo en una parte me trataron mal, pero no en todas. Este, lo que yo miraba ahorita en este tiempo de que no nos daban cuenta, yo te digo derecho que no nos daban cuenta que yo llegaba, me daban mi cheque, iba y lo firmaba a la tienda ahí y: “Déme dinero”. Pero yo no sabía cuánto me quitaban, hasta ahora que nos están diciendo esto. Nos quitaban el diez por ciento, ¿verdad? Entonces, ni modo, ¿verdad? Ahora este hombre que hizo por nosotros, en andar en, en peligro, está por estado él. Ojalá y se nos conceda, ¿verdad? Es una ayuda para nosotros, como ahorita que yo estoy viejo. Ya, ya de mi seguro es, ahorita los biles [bills] que se vienen. Y yo soy palo para todo. Mi esposa está diabética, para llevarla al doctor, para ver y pos ni modo. Ratitos de gozar y ratitos de llorar, ¿verdad? No podíamos. “¿Con quién iremos?”. Ya le habíamos dicho a éste: “Sí vamos a ir”. Se llevó la, la que nos trajo ayer, una de las muchachas, la Leticia, iba a trabajar. “Pos vete, a ver cómo nos vamos”. Y en eso llega José y ya se le recargó a la mamá, dijo: “No, no, no te me sientes, ya vamos pa allá”. Ahí está todavía sin comer.
GM: Ay, pobre.
AG: Por eso te digo que por ratitos bien y ratitos mal. Ya, ya le cayó la carga a nuestros hijos, pero pos ni modo, así tiene que ser. Y no nomás yo, todo mundo. Quizás tú todavía no te cases o ya te casarías, ¿verdad?
GM: No, todavía no.
AG: ¿Todavía no?
GM: No.
AG: Ah, bueno, pos para allá vas y pos ya verás, ¿verdad? Porque no es tan bonito en un matrimonio como dejarle pasar. Yo mi compañera y ella a mí. Pero no tan cargado, como dijo, este… Como dijo uno de Mexicali, dijo: “Es bonito el encaje pero no tan ancho”. El cafecito no muy cargado, ¿verdad?
GM: Sí.
AG: Y la hace uno, la hace uno.
GM: Cuando usted era bracero, ¿usted estaba casado?
AG: Bueno, ahorita, ahorita ya vamos como unos cuarenta y cinco yo creo, cuarenta y cinco años. Porque no creas que, por una parte es bonito casarse, la obligación está dura, para ustedes de mujeres y para uno de hombre. Porque con sus hijos batallan. Ahorita tengo una nietecita que es hija de este muchacho, ah, cómo está bonita mija. Y me dice la esposa de él: “¿Qué tiene de bonita? No tiene narices mochas”. Le dije: “Las tiene como yo, nariz bola”. Son mis nietos, ¿verdad?
GM: Sí.
AG: Es la consentida de la casa ella. A la abuela le hace un tiradero de cucharas y todo.
GM: Sí. ¿Qué tal, como si su esposa estaba en México, cuando estaba aquí de bracero, entonces?
AG: No, no te oigo.
GM: ¿Su esposa estaba en México cuando usted era bracero, entonces? ¿Ya tenía hijos o no? Cuando era bracero.
AG: Oh, cuando tenía este, tenía uno, uno.
GM: Oh, ¿sí?
AG: Sí, porque mi compañera no, no quiso. No nos la llevamos bien. Y yo recogía al muchacho, a mi hijo de con mi madrastra. Ya cuando tuvo uso de razón a los ocho, como a los ocho, siete u ocho años, estuvo conmigo aquí en Mexicali. Y ya, ya ella se casó y aquí lo tengo, aquí lo tengo. Yo recogí a mi hijo, ella no quiso por ningún motivo, haiga sido lo que haiga sido, pero si me lo hice feo, me lo hice huevón, me lo hice vicioso, lo que haiga sido, yo recogí a mi hijo. Y ella su vida, ahorita tiene como cinco, seis de familia ella. Unos son maestros, otros son, este, parece que tiene dos ingenieros. Ella vive en el pueblo, en San Luis Potosí.
GM: Oh, allá.
AG: Y éste va a verla pa allá. Y pos ni modo, ahí me estuve yo buen tiempo aquí solo.
GM: ¿Fue difícil?
AG: ¿Eh?
GM: ¿No fue difícil o cómo se sintió al estar separado de su familia, entonces?
AG: Mira en, en ese tiempo cuando uno tá nuevo, no piensa las cosas, nada más: “Tú pa allá y yo pa acá”, ¿verdad? Y se pasa el tiempo, se pasa el tiempo. Aunque haya sido lo que haiga sido, bueno, no hay que hablar malas de ella, ni que hable mi hijo. Y si habla de mí mal que soy huevón o lo que sea, no le hace. Pero yo a mi hijo no lo abandoné, no lo abandoné. Le arreglé migración y aquí lo tengo. ¿Para qué voy a decir otra cosa que no va? Ahora ésta, pos ahí, nos vamos, de algo nos vamos a morir porque me dice que ya no la hace, pobrecita está mala, no creas, está mala. Ella va a comprar cosas y trae al pie de la letra o la Lety. que va la hija, trae una bolsota tan grandota así que va hasta panda. Sabe qué carajo trae ahí, va en el mostrador y la deja ahí. “¿Cuánto es señor?”. “Pues es tanto”. “Ah, okay, bueno, agarra las cosas”, y ahí la deja la bolsa. Si por $3 pesos que trae él: “Oye, mujer”. Dijo: “Ay, mi bolsa”. “Pos ándale, ve”, le dije, “mira, acá la llevo”. Ya, ya estamos mal, no creas, pero ni modo.
GM: Ah, ¿sí? Entonces, usted dijo que después de que acabó de ser bracero, dijo que se había regresado a México, ¿verdad? Que regresó a México, me estaba diciendo antes. Cuando acabó de ser bracero, cuando terminó su contrato, al último, ¿qué hizo después de que se terminó su contrato de bracero?
AG: Bueno, pues este, no te digo que arreglé migración y me vine pa acá.
GM: Ahí le ayudaron los patrones, ¿verdad?
AG: Ey.
GM: Había dicho. Okay.
AG: Me vine pa acá, otra vez a trabajar en lo mismo, en la palma. Porque yo fui palmero muchos años.
GM: Entonces, ¿siguió trabajando?
AG: No, ya no, le tuve miedo a la palma.
GM: Entonces, ¿qué hacía después?
AG: Me dediqué a, a lo mío, compramos un pedacito de terreno y hicimos una casita ahí y andamos limpiando ahí. Tengo unas palmitas plantadas. Tengo unas palmitas plantadas y este, nada más ahorita andaba regándolas. Se lo voy a dejar a mis hijos, porque yo ya no, ya no. Y le digo a éste: “Ándele le toca regar mijo”. O: “corta el agua”. Tenemos goterito y tengo como unas doscientas palmitas chiquitas, tengo diez acres en un desierto que no hay agua, no hay nada.
GM: Sí.
AG: Y ése es un orgullo de mi esposa, que me supo detener la frieguecita. Comprábamos algo cuando había barato, ¿verdad? Pero ni modo, le dije: “Mira, ése es un orgullo de, de cada uno, sabérsela llevar”. Porque hay veces que te da coraje y lo corres. Me da coraje y le pego, no, para mí no. Porque no, no va. ¿Por qué voy a ser aprovechado y pegarle a una mujer? Darle consejos o que me dé consejos es lo mejor. Porque uno de borracho mira, no, no hay que hablar de la mujer cuando no va. Porque también uno tiene la culpa. Pero yo consejos, los consejos de mi abuelita y de mi padre también, de respetar lo ajeno. Pero por eso digo, yo no me tomo a mal, no me tomo a mal porque no me ha ido mal aquí en este país.
GM: Entonces, ¿cómo diría que su experiencia como bracero fue?, ¿fue más negativa o positiva o más como en el medio?
AG: Bueno, pos positiva, ¿verdad? Porque todo caminó bien, para mi punto de vista, todo caminó bien. Eso que a veces se enchueca el camino, porque debe tener curvas, ¿no? Así el modo de vivir de uno, es culpable uno mismo, porque los problemas no se hacen, los hacemos, ¿verdad? Es la verdad. Porque este, yo trabajé, después de que me aventaron que para arreglar, trabajé en Mexicali en las obras públicas y soy ejidatario también allá. Anduvimos peleando pa las tierras en veinte hectáreas, en cincuenta y dos ejidatarios, pero el agua del Río Colorado de aquí que echan de Salinas, el Gobierno nos dio unas granjas de gallinas y estábamos trabajando bien, pero se ahogó, se ahogaron las güeras, mira, pura gallina blanca y andaban volando. Se acabó el ejido, es un, es un… indígena será, ¿verdad? Se llama El Choropo ese ejido. Nos quedamos sin nada. Tengo veinte hectáreas pero están hundidas, entre el agua. Le echo la lucha yo por todos lados, por eso es que compramos ese pedacito de mi tierra con ayuda de mis hijos, con la ayuda de mi vieja y con todo, mira, ya nos quedamos aquí. En lo bracero, todo hay malo y todo hay bueno, pero, ¿pa qué nos vamos a quejar del país?, ¿pa qué nos vamos a quejar de nosotros? Nos venimos porque quisimos, ¿verdad? Igual como ustedes de mujeres, te vas donde te ocupen y si la tratas bien ahí te quedas y si no, pues le buscas.
GM: Entonces, ¿usted cómo se siente de que gente lo llame bracero a usted? O que usted fue bracero. ¿Cómo se siente con esa palabra o que le llamen a usted bracero?
AG: Bueno, mira, como volviendo a lo mismo, yo me siento con un orgullo, por la parte de que todavía vivo en este mundo, aunque sea manqueando(??) pero aquí ando. Y fui bracero, ahora soy limosnero porque ya no puedo. Pero no me quejo, ¿verdad? Tengo, de lo que yo trabajé tengo poquito, pa mis hijos y pa mis hijas. Porque ya todo es de ellas, todo es de ellos. Como te digo, mira, anda uno manqueando(??) y todo eso pero en la bracereada, para nosotros, pos digo para mí, es una cosa efectiva y buena. No hay que cantar las cosas cuando no son. Esto que nos falta, pos volviendo a lo mismo, si nos lo dan qué bueno y si no nos lo dan pos también qué bueno ya. Ojalá y que nos ayuden, ¿verdad?
GM: Entonces, ¿usted cree que haber sido bracero cambió su vida de alguna manera? ¿Sí o no cambió la vida?
AG: Esto viene siendo como cambiando el dólar mira, si, si no te completa, vas a pedir o ahí te quedas, así es esto, ¿verdad? Estamos bailando en la cuerda floja y en una balanza. Entonces el esperar es buen vivir, porque no hay más. La esperanza muere al último, en lo bueno y en lo malo. Si no hay esperanza no hay vida, si no hay esperanza, ¿pa qué quieres violencia? ¿Verdad?, no va. Es lo que hay, ¿verdad? Entonces yo de bracero, fue una oportunidad de nosotros, de mi país que, mira, San Luis Potosí y Zacatecas eran dos estados que nos daban ayuda. Nos daban una credencial pa que presentáramos en la oficina de braceros en Empalme. “Pásele”. Es el estado más pobrecito que hay, más estéril, Zacatecas y San Luis Potosí. Está pobrecito, ¿ves? Pero de lo pobrecito le hacemos la lucha por juera, a ver qué.
GM: Entonces más que nada siente positivo el haber sido bracero.
AG: Ey, sí, es la razón, ¿verdad?
GM: ¿Algo más que quisiera decir ya para terminar? Una cosa, unas últimas palabras o algo que quiera decir reflexionando sobre su experiencia de bracero.
AG: Este, mira, de lo positivo a lo negativo es una razón positiva, de que no nos quejamos por una parte del bracero porque a unos nos va bien y a otros nos va mal, ¿ves? Pero volviendo a lo mismo, para mí es una cosa como natural, ¿verdad? Que la agarramos este, cuando nosotros lo quisimos y también la dejamos, ¿verdad? Entonces, yo digo que la dejamos porque rindimos, ya no nos quisieron aquí de bracero pos va pa fuera, ni modo. A mí sí me pudo, ¿sabes por qué? Yo estaba ingrido(??) aquí con el patrón y todo tenía. Bueno, se llegó el periodo del contrato o de lo que firmaron los de nosotros allá. ¿Por qué vamos a hablar mal de ellos?, ¿verdad? Lo que vamos a hablar mal es que fuimos desperdiciados, no teníamos nada. La razón es, ésa es, ¿verdad? Para mí. Este, yo no digo mal ni bien, estoy como la balanza, ¿verdad? Pero así, así es, ¿verdad? De quedar este, bien para un lado y para el otro.
GM: Está bien. Bueno, muchas gracias. Muchas gracias por las palabras.
AG: Pos igualmente por ti, por ti.
Fin de la entrevista
Interviewer
Murillo, Grisel
Interviewee
Gámez, Anselmo
Location
Coachella, CA
File Name Identifier
Gamez_COA022
Citation
Murillo, Grisel and Gámez, Anselmo, “Anselmo Gámez,” Bracero History Archive, accessed November 24, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/355.