Isidro Abrego Alvarado

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Isidro Abrego Alvarado

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Nombre del entrevistado: Isidro Ábrego Alvarado
Fecha de la entrevista: 2 de junio de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez

Esta es una entrevista con el señor Isidro Ábrego Alvarado en la cuidad de Durango, Durango, el día 2 de junio de 2003 conducida por Laureano Martínez para el Proyecto Bracero del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso.

LM: Buenas tardes don Isidro.

IA: Buenas tardes.

LM: Don Isidro, me gustaría comenzar esta entrevista preguntándole, ¿dónde y cuándo nació usted?

IA: Yo nací el día 4 de abril de 1931, en un pueblito que está aquí cercas que se llama el Sauz Bendito.

LM: El Sauz Bendito, ¿municipio de dónde?

IA: Municipio de Canatlán.

LM: Canatlán, Durango, ¿verdad?

IA: Sí.

LM: ¿Cuántos años tiene?

IA: Tengo setenta y tres años.

LM: ¿Cómo se llamó su papá?

IA: Se llamaba Luis Ábrego.

LM: Y, ¿su mamá?

IA: Juana de la Cruz.

LM: ¿De dónde eran originarios ellos?

IA: Ellos eran originarios de un pueblito que se llama Miguel Allende.

LM: Miguel Allende, ¿dónde está ese pueblito?

IA: Allá está por el Municipio de Nuevo Villado.

LM: Nuevo Villado, Durango. ¿Cuántos fueron ustedes de familia?

IA: Nosotros fuimos cuatro de familia nada más.

LM: Cuatro, ¿cuántos hombres y cuántas mujeres?

IA: Tres hombres y una mujer.

LM: De esos cuatro, ¿qué lugar ocupaba usted, don Isidro?

IA: Yo era campesino allá en aquellos tiempos, era campesino. Yo sembraba maíz y frijol.

LM: Y, ¿era usted el más chico o el más grande?

IA: El más chico de la familia.

LM: Era el menor.

IA: Sí, el menor.

LM: ¿A qué se dedicaba su papá?

IA: Era también campesino él también. Sí, también era campesino.

LM: Tenían tierras propias.

IA: Sí. Bueno, era ejido.

LM: Era ejido.

IA: Es ejido todavía.

LM: ¿Qué sembraba su papá?

IA: Maíz, frijol.

LM: Su mamá, ¿se dedicaba al hogar?

IA: Sí, al hogar. Ella ahí en la casa nomás, trabajaba ahí en la casa.

LM: ¿Tenían gallinitas?

IA: Sí, pos sí, cómo no. Pos ni modo, ahí gallinitas, marranos, una vaca y mulas pa sembrar y todo eso teníamos ahí.

LM: ¿Fue usted a la escuela, don Isidro?

IA: Pues no, no terminé ni la primaria siquiera, fíjese. Porque en aquellos tiempos casi no había escuelas nada, estaba muy difícil la escuela en aquellos tiempos, fíjese. Yo recuerdo que era muy difícil, yo alguna de mis hijas por allá yo trataba de que estudiara y estudió hasta sexto año, nomás la primaria, nomás, fíjese. Pero ya con eso, en aquel tiempo la primaria era un estudio, ¡qué barbaridad!, era muy grande, muy arriba. Sí, ¿verdad?, ya ahorita ya no.

LM: ¿Era difícil terminar la primaria?

IA: Era muy difícil. Es más, yo tuve que transportarla, la trasportaba yo a ella. Tenía un carrito de caballos y la trasportaba de ahí de donde nosotros vivíamos a otro pueblito que estaba ahí, porque ahí no había nada. Y fue del modo que, que terminó la primaria.

LM: Y usted, ¿hasta qué año llegó?

IA: No, yo nomás llegué hasta segundo año, nomás.

LM: Hasta segundo.

IA: Hasta segundo año, nada más.

LM: ¿Aprendió a leer y a escribir?

IA: Sí, sí ahí aprendí a leer y a escribir. Y ahora he aprendido mucho porque me gusta mucho leer periódicos y todo eso. (risas)

LM: Qué bueno.

IA: Sí.

LM: Cuénteme, don Isidro, ¿le ayudaba usted a su papá?

IA: Sí, bastante. Sí, bastante le ayudaba, mucho le ayudaba.

LM: ¿A qué edad empezó usted a ayudarle?

IA: De la edad de los quince, dieciséis años.

LM: ¿A qué le ayudaba?

IA: Pues le ayudaba yo a trabajar, pos a trabajar ya con un tronco, trabajando, sembrando y escardando, segundando y todo eso.

LM: ¿Cómo sembraban? ¿Cómo eran los troncos?

IA: Era, podías a poner dos mulas, un arado, en aquel tiempo, una persona, voy a suponer un niño, iba con un morralito aquí sembrando atrás, zas, zas, zas, zas.

LM: Iba el arado.

IA: Él araba, iba abriendo la tierra y entonces otro, otro arado, otro tronco vamos a decir, venía atrás tapándola. Le decían la tapada y así, daba vuelta y otra vez y así, eso era la siembra. Se dio el tiempo ya que el maíz estaba grande, había que escardarlo. Ya que cuando el maíz estaba grande así, había que segundarlo.

LM: ¿Qué era la escarda?

IA: La escarda era, el arado, ¿verdá? Así y arrimarle la tierra al maíz, ¿verdad? Porque cuando se… El maíz al sembrarlo, ¿verdad?, salía así nomás, ¿verdad? Pero uno de campesino sabía a qué tiempo tenía que darle aquella escarda. Ya cuando estaba grandecito, metía el arado, juntaba la tierra y quedaba nomás el puro hoyito ahí.

LM: ¿Lo cubrían con tierra?

IA: Lo cubrían con tierra, exactamente.

LM: Y, ¿la segundada?

IA: La segundada era cuando ya el maíz ya estaba grande así. Ese era muy fácil para nosotros los campesinos porque era nomás ir por cada calle, ¿verdad? Del surco nomás y era mucho avanzar, mucho, ¿verdad? Y era muy fácil eso.

LM: ¿Cómo era la vida en aquellos años? ¿Cómo fue su infancia?

IA: Mire, ahorita yo tengo muchos hijos aquí y yo platico mucho y a ellos también les gusta mucho que platique yo con ellos. No se compara la vida ahorita con aquel tiempo, sí. ¡No, no, no! En aquel tiempo sí había mucha necesidad. Porque le voy a dicir porque, porque vivíanos todos en el rancho, no había protestas, no había manifestaciones, no había quien fuera un grupo a hablar con el gobierno, a hablar con el presidente municipal, a hablar con equis persona. No había nada de todo eso. Así es que la gente ahí vivíamos todos, ¿verdad?, con mucha necesidad. La gente no tenía con qué comprar un pantalón. Este, a los pantalones aquí les ponían, los cosía la mujer, así pa todos lados.

LM: De la rodilla.

IA: Sí, de la rodilla, sí se… De aquí de atrás.

LM: ¿Parchados?

IA: Parchados y de todo eso porque no había, muy raro. Unos zapatos, casi no había quién los trajera, puro huarache de llanta de, de llantas de esa de carro. Le ponía, unas correas de esas, había unas correas que vendían y ahí las ganchaba y a caminar, pero casi no había quién. Yo era un joven y yo fui a trabajar a La Laguna, que era onde más o menos pagaban bien y había trabajito ahí. Y ese año venía yo muy contento, yo tenía como unos diecinueve años, venía muy contento porque en esa ida que me di, compré unos zapatos. Pero aquellos zapatos, aquellos zapatos eran nada más para el sábado y el domingo.

LM: Nada más.

IA: Nada más, sí pos si se los ponía como ahorita, los acababa y, ¡pa comprar otros!, (risas) pos ese era el asunto.

LM: ¿Hasta qué edad trabajó en, dice que a La Laguna se fue de qué edad?

IA: De dieciocho años.

LM: Don Isidro, ¿cuándo se entera usted que se puede ir a trabajar a Estados Unidos como bracero?

IA: En 1953, como nosotros vivíamos de la agricultura, ¿verdad?, del campesinado, aquí en todo el estado de Durango fue un año que no llovió absolutamente nada. Aquí en Durango se abrió un centro de contratación, ¿verdad? Pero luego la gente, pos había gente aquí. Y como es un centro de contratación, usted se imagina había gente de distintas, de toda la república, voy a suponer, e hicieron muchas averías aquí, muchas averías hicieron. La gente empezó a protestar y ya no quisieron eso, entonces siguió ese año en 1953 aquí estaba el gentío así, me fui y me contraté en Chihuahua.

LM: ¿En Chihuahua?, ¿aún habiendo centro de contratación?
IA: Había centro de contratación, pero aquí vine. No, veía las cosas muy difíciles, ¿verdad? Me fui a Chihuahua, entonces en Chihuahua ahí sí, sí arreglé el primer año que fui, la primer vez que fui.

LM: Y, ¿qué les pedían para enlistarse como braceros?

IA: Mire, en esos años, tenía que sacar un número, así le daban un número, ¿verdad? Un numerito que le daban así. Entonces ahí estaban los soldados, ahí donde estaban hablando por micrófono a la gente que le tocaba y luego ya este, le hablaban a uno. Iba caminando, entonces ya, ya cuando ya me tocó, fui yo pregunté, y ya cuando me tocó, ya le pregunté ahí a un sargento que está ahí. “No”, dijo, “pa mañana, pa mañana sería tu número”. Sí, efectivamente, otro día ya me hablaron. Yo no conocía nada de Estados Unidos, ni sabía qué sería Estados Unidos, ni sabía nada. Yo iba nomás, yo iba solo, no llevaba ningún compañero de aquí como a veces, yo iba solo.

LM: Cuénteme, ¿en qué se fue de aquí a Chihuahua?

IA: Me fui en un tren carguero de, de… Yo estaba trabajando en Cevallos, Cevallos, Durango. Ahí había mucho algodón ese año.

LM: ¿Allá cerca de La Laguna?

IA: Cerca a La Laguna, ahí hay un Cevallos. Había mucho algodón y ahí me puse a trabajar. Y en aquel tiempo $15 pesos era mucho dinero, era mucho dinero. Y yo traiba $15 pesos. Bueno, pos ahí me fui, iba unos en un tren carguero ahí y luego me abrieron la puerta y íbanos cuidando la puerta que no se fuera a cerrar y ya nos fuimos a Chihuahua. En Chihuahua llegué y como no conocía nada…

LM: ¿Comentó usted con alguien de su familia que se iba a ir de bracero?

IA: Sí, sí.

LM: ¿A quién le comentó?

IA: Bueno pues entonces en ese tiempo yo estaba recién casado, éramos nada más yo y mi esposa y un hijo que ahorita que es el mayor de aquí de la familia.

LM: ¿En ese año se casó?

IA: Ese año y mi esposa se quedó aquí por la necesidad que teníamos. Ella me insistía mucho que no me juera. Pero con la necesidad que teníamos, no, a mí no me interesaba nada, teníamos un niño nomás, en ese año.

LM: Y, ¿qué se oía de los braceros? ¿Por qué se animó o qué?

IA: En 1941 fue el año que fueron los primeros braceros de aquí de, de la República Mexicana. Pero ese año recuerdo que había guerra con Estados Unidos, por allá quién sabe dónde, ¿verdad?

LM: La Segunda Guerra Mundial.

IA: Entonces muchos no querían ir, porque es que no, que no, que los llevaban a la guerra pero no era cierto.

LM: ¿Tenían miedo?

IA: Tenían miedo, sí. Y muchos no iban, no quisieron ir por eso. Pero ya después empezó ya a saberse, a saberse y empezó a ir la gente. Y los primeros braceros cuando llegábamos, pos estaban muy bien allá, pos ya cuando llegábanos, sí. Ya era otro movimiento.

LM: ¿Aquí le tocó ver algún paisano, que hubiera regresado?

IA: Yo, nomás a una persona vide, en 1941 me parece o [19]45 me parece, por ahí. Fue la primer persona, una persona que vide yo que vino de Estados Unidos con mucho dinero.

LM: ¿Venía con mucho dinero?

IA: Sí, traiba mucho dinero, porque entonces en aquel tiempo me parece que el dólar valía $4 pesos o $3 pesos, por ahí va la cosa, ¿verdad? Y entonces pues ya toda la gente al ver aquella persona, pos toda la gente se emocionó y dice: “Pos no, yo me voy de bracero”. Aunque no estaba muy fácil, ¿eh? Era un chorro de documentos que le pedían.

LM: ¿Qué le pedían?

IA: Entonces algunos requisitos no los llenaba, ¿verdad? Y ahí taba la cosa.

LM: ¿Se acuerda usted qué fue lo que le pidieron ya cuando llegó a Chihuahua?

IA: Sí, sí me acuerdo bien, cómo no. Ahí se necesitaba el acta de nacimiento, no había todavía tarjeta electoral, no había todavía. Pero el acta de nacimiento, la cartilla militar y algún recibo de ahí del rancho donde vivía, del pueblito donde vivía, eso era todo lo que le pedían.

LM: ¿Llevaba usted eso?

IA: Sí, yo todo llevaba, yo todo llevaba porque yo ya sabía lo que pedían, ¿verdad? Entonces yo ya sabía todo eso.

LM: Claro, ¿cómo era ese centro de contratación ahí en Chihuahua?

IA: Era muy bonito. Bueno, en Chihuahua ahí taba la revisión médica, la revisión de… Bueno un chorro, de examen que le hacían ahí al mexicano.

LM: Platíquenos de esos exámenes.

IA: Era muy duro, fíjese, era muy duro el examen. ¡Ande!, yo me acuerdo. Nombre, ¡qué barbaridad!

LM: ¿Cómo era?, ¿qué les decían?, ¿qué hacían o qué?

IA: Mire, luego luego llegando, luego cuando ya le daban a uno sus papeles ya onde uno ya sabía que iba a trabajar allá, unas hojas rosas que le ponían ahí, ya sabía que iba a trabajar ahí. Pero luego luego entrando, luego luego entrando, que uno iba de aquí ahí ya pa onde ellos estaban, estaban todos los médicos de todo, ahí estaban unas personas con un viaje de, con una bomba de desinfectar, todo, desde los pies hasta la cabeza.

LM: ¿Con ropa o sin ropa?

IA: Con ropa, sí.

LM: ¿Los rociaban?

IA: Los rociaban todo aquello.

LM: ¿Qué era, algún polvo?

IA: Era un polvo, como insecticida, una cosa así era.

LM: Ni les avisaban.

IA: No, no nos avisaban nada.

LM: ¿Usted sabía?

IA: Yo no sabía nada de todo eso.

LM: ¿Qué pensó?

IA: No pos yo pensé, taba todo eso, dije: “¡Ah caray! Pos y ni modo, listo y ni modo. A lo mejor estas son las reglas que tienen pa que nosotros vayamos pa allá y ni modo”.

LM: Y de ahí, ¿qué más?

IA: De ahí, hubo otras cosas que no se las puedo decir, ¿verdad? Porque, pos no se las puedo decir.

LM: ¿Son muy feas?

IA: Pos sí, fíjese que sí. Y ya al último ya cuando uno ya pasaba allá… Bueno, ahí ya cambiaba la situación porque allí en Ciudad Juárez había una parte que se llamaba el Río Vista. No, ahí ya era una cosa ya, ¡qué barbaridad!

LM: ¿Le hicieron algunos otros exámenes médicos?

IA: No, allá no, ya allá, ya pasando allá no.

LM: Allá ya no.

IA: Eso era aquí en Chihuahua nada más, allá ya de ahí ya lo ponían, ya afuera un tren o ya le ponían autobuses y ya se lo llevaban ya hasta El Paso. En El Paso estaba ahí en Ciudad Juárez, en El Paso, una parte que se llamaba Río Vista. Río Vista era un campo grande, muy grande, muy inmenso con tela de alambre, ahí estaban llegando todos los braceros. Los que iban de aquí y los que venían de allá de Estados Unidos también, ahí llegaban. Ahí les daban el pasaje hasta Chihuahua y ya de ahí de Chihuahua pues ahí cada quien, ¿verdad? Y entonces, ya ahí ya era otra cosa ya porque por ejemplo ahí ya ahí había camas, había regaderas, había comida, se la daban, todo era gratis. Ya se iba contratado el bracero, ¿verdad? Y camas y correo y bueno, había todo ahí, muy bien estaba ahí.
LM: Estaba muy bien, ¿era grande?

IA: Sí, era muy grande ahí.

LM: ¿Cuánta gente cree usted que había ahí?

IA: Pues ahí había miles sobre miles, fíjese. Voy a suponer unos diez mil personas, ahí había más o menos como unas diez mil personas. Ya a la hora de, de la noche de, había muchas barracas pero no cabía la gente ahí. Entones iba uno por su camita de esas que se doblan y la ponía por ahí donde quiera, ahí se quedaba en la noche. Entonces ahí estaban llegando todos los americanos de por allá, voy a suponer de los estados de aquellos de allá, ¿verdad? Entonces: “Pos yo quiero tantos. Yo quiero veinte. Yo quiero diez”. Y así.

LM: ¿Ahí escogían al trabajador?

IA: Y lo escogían al trabajador, ¿eh? No crea que, que nomás: “Vente”. Y no, todavía ahí iban a escoger al trabajador todavía. Le veían las manos, señor, a ver cómo las tenían, a ver si tenían callos, a ver como qué clase de manos tenía. Se las veían y se las volteaban. “Y, ¿en qué trabajabas tú allá?”.

LM: Les hacían preguntas.

IA: Sí les hacían preguntas: “¿En qué trabajabas?”. “Bueno pos yo era campesino allá, ¿verdad?”. “¿Sabes piscar algodón?”. “Pos no, no sé”. “Y, ¿a qué vas entonces?”. “Pos quiero trabajar, quiero ganar dinero”. “¿Qué allá en México no ganas?”. “Pues gano, pero gano muy poquito”. (risas)

LM: Claro.

IA: Pos sí claro, la verdad, ¿verdad? Sí y, y no pos ya de ahí era otra la situación.

LM: ¿Dónde firmó su contrato?

IA: Lo firmé ahí en Chihuahua.

LM: ¿Por cuánto tiempo le dieron el contrato?

IA: El primer año fueron dos meses, ahí en el estado de Arizona.

LM: ¿Lo mandaron a Arizona?

IA: A Arizona, ahí.

LM: ¿A qué parte de Arizona, se acuerda?

IA: Un pueblito que se llamaba Bowie, Arizona. Allí seguramente, ahí los rancheros arreglaron casitas de madera, bien arregladitas con sus camas, con sus cobijas, con su estufa, bueno todo así estaba muy bien arregladito todo ahí. Y pa que ahí mismo hacía uno su comida y ahí comíamos. Compraba uno comida y ahí mismo comía.

LM: Ahí vivían, ¿cómo le llamaban a esas casas?

IA: No pos ahí le… No tenían nombre, nomás les decían ahí campos de braceros nomás, campos de braceros nomás.

LM: ¿Qué ilusiones tenía usted cuando se fue a Estados Unidos? ¿Qué sueños?

IA: Mis sueños, yo vivía en un ranchito le acabo de decir, mis sueños. Cuando yo me fui a Estados Unidos, había una persona ahí que yo trabajaba con él. Y yo en un carrito de esos de cuatro ruedas con dos mulas, ahí trabajaba con él en un establo y cargaba el abono que estaba ahí, e iba y lo tiraba a sus labores de él. Y yo me bromeaba con él y yo le decía a él: “Yo quisiera irme a Estados Unidos nomás pa comprar un carrito”. Y yo iba en el carro cargado con abono y sentado en una tablita manejando las riendas y yo me hacía las ilusiones, yo no tenía nada. Me hacía las ilusiones: “Si este carrito fuera mío”. Me fui a Estados Unidos, cuando vine, a él mismo le compré todo eso. En un carrito ya andaba yo muy a gusto con mi carrito y trabajando y todo, haciendo adobes, acarreando piedra pa hacer otra casita más amplia ahí y todo muy bien ahí. Acarreaba agua en unos tambos y ahí la ponía, pa de ahí le daba a los caballos y de ahí agarraba también. Y sí, gracias a Dios que sí.

LM: Qué bueno.

IA: Mi esposa fue una persona muy cuidadosa y muy trabajadora. Cuando yo vine, ya había… Ya tenía una vaca, una vaca parida que compró, fíjese nomás. ¡Cambió!, cambió la situación, de allí cambió. Yo también ya después me piqué a ir a Estados Unidos, no pos ya estábamos bien. Pero como le digo, iban y venían, iban y venían, ¿verdad? Porque los contratos eran chicos, nada más que tenía uno que renovarlos, ¿verdad? Cuando había trabajo que el patrón, voy a suponer, que el patrón le decía: “¿Te quieres quedar?, tengo trabajo”. “Sí cómo no”.

LM: Las famosas extensiones de los contratos.

IA: De los contratos. “Tráeme tu contrato pa llevarlo a La Asociación para arreglártelo ahí por tanto tiempo más”. Y ahí lo arreglaban.

LM: ¿Por cuánto tiempo les daban las extensiones?

IA: Bueno, eso era según el trabajo que tuviera el americano, si tenía bastante trabajo podría ser por dos meses. Porque en ese tiempo los contratos no eran muy grandes, no eran muy grandes los contratos.

LM: ¿Eran pequeños?

IA: Eran chicos. Los primeros cuarenta y cinco días a Estados Unidos era desahijar betabel, eran cuarenta y cinco días. La mayor parte de todos los mexicanos que iban a trabajar, cuarenta y cinco. Pero de ahí, ¿verdad?, a veces el mismo patrón: “Mira, pos quiero que me ayudes aquí dos meses más, un mes más, dame tu contrato, este ya se cumplió pero dame tu contrato, yo lo llevo a La Asociación y luego te lo traigo otra vez, pero ya arreglado”. Sí, ya arreglado.

LM: Y ustedes, ¿qué decían?

IA: Sí, pues cómo no.

LM: Claro, lo que querían era trabajar.

IA: Era trabajar.

LM: Cuénteme ahí en Arizona la primera vez que fue, llegó a trabajar en el algodón, ¿verdad?

IA: En el algodón.

LM: ¿Cómo es el trabajo del algodón?

IA: Es muy duro, es muy duro porque es un costal grande, vamos a suponer como, como de dos metros el costal y lo tiene que traer uno aquí. Tiene una cosa aquí para amarrárselo uno de aquí.

LM: Se lo amarra de la cintura.

IA: De la cintura y luego aquí como que tiene una boca y luego va, zas, zas, zas, hasta que se llena. Entonces ya se llena el costal, ya lo carga y luego allá está la pesa, donde está una persona ahí: “Tanto, tanto, tanto”.

LM: Ahí le checaban los pesos.

IA: Sí, ahí le… Cuánto, cuánto, llevaba de cuánto… Pos la libra, las cien libras de algodón nos las pagaban a $2.05.

LM: A $2.05.

IA: ¡Uy muy barato! Sí pos aquel tiempo, como en 1953, sí.

LM: ¿A qué horas empezaban a trabajar?

IA: No, temprano, temprano. Sí, era muy temprano. Yo voy a suponer desde las siete de la mañana hasta ya la oscuridad, hasta que ya no se veía la…

LM: De sol a sol.

IA: De sol a sol.

LM: ¿Cuántos braceros trabajaban en ese campo?

IA: Trabajábanos pocos, es que era una compañía ahí que estaba aproximadamente como doscientos. Como doscientos mexicanos habíamos ahí, aproximadamente.

LM: ¿Sembraban algo más que algodón?

IA: No, yo vide puro algodón, pero sí mucho, mucho. ¡Uh qué barbaridad! No se alcanzaba a ver tanto que había. Nada más eso fue lo que alcancé a ver.

LM: ¿Eran largos los surcos?

IA: Sí, eran bastante. Porque los sacaba uno a la mitad nada más. Y ahí ponían unas banderas, unas banderas altas así arriba, banderas. Y eso quería decir que era nomás hasta ahí, sacar una parte, y luego ya empezar la otra.

LM: Y, ¿el clima cómo era ahí?

IA: Pues hacía, en ese tiempo que yo fui hacía mucho frío.

LM: Mucho frío, ya empezaba a hacer frío.

IA: Sí, pues yo, de aquí me fui en octubre, el día 9. Me acuerdo muy bien que el día 9 de octubre fue cuando, el primer día que pasé yo para allá. Chihuahua, del [19]53, día 9 de octubre y ya estaba haciendo mucho frío.

LM: ¿Cómo era el ambiente entre los mismos braceros, entre los mismos mexicanos?

IA: Pos fíjese que, no, a veces no era muy bueno, fíjese. Yo le voy a decir por esto, de que hay unas personas muy tomadoras, muy jugadoras, ¿verdad? Entonces alguno que no le conviene todo eso, pos está ahí navegando ahí sufriendo ahí todo. Sí, el relajo ahí en la noche, más los sábados y los domingos, unos salían de pleito ahí y otros no y bueno.

LM: ¿Qué hacían? Cuénteme, ¿qué hacían lo sábados y los domingos?

IA: Pues muchos tomaban, tomaban vino.

LM: ¿Ahí en las casas?

IA: Sí, no, o se iban ahí a los pueblitos que estaban cercas, ahí vendían. Vendían y se iban, allí había cantina y todo. Ahí tomaban y llegaban bien tomados y bien borrachos ahí a la casa y otro día en la mañana ya se iban. Y ahí mismo había partes que se hacía la jugada a los dados, ahí jugaban todos.

LM: Jugaban dados.

IA: Sí, jugaban dados también. Entonces pues claro, digo, algunas personas venían, cuando llegaban aquí se presentaban en quiebra. “No, pos que me fue mal”. Y por eso.

LM: A usted, ¿qué le decían? ¿Lo invitaban a tomar?

IA: Sí, me invitaban mucho, llegué al grado de que, tuve que salir de pleito con ciertas personas allá porque íbamos, nos íbanos juntos de ahí, ¿verdad? Y ya claro pues luego luego a la cantina, ¿verdad? Entonces luego luego, ¡zaz! Y yo me acuerdo que, yo iba pensando, luego luego. Pos es que a mí nunca me ha gustado tomar, nunca. Y yo odio la cruda, no. Pos los primeros días, sí por complacer y usted sabe, ¿verdad? Porque sí, pos cómo no. Pero ya después ya no, entonces algunos: “No, que tú y que pa acá y que eres esto y que eres esto otro y que pa acá y que fue y que vino”. Pos lo que me dijeran. Pero es que yo pensaba, yo mis pensamientos eran otros, mis pensamientos era, trabajar allá, mandar dinero aquí a mi esposa. Porque ella es una persona muy cuidadosa, una persona muy trabajadora. Entonces pues yo decía: “Esta es la oportunidad que tengo aquí, si no la logro va a estar otra vez más”. Hay que jalar.

LM: Y, ¿llegó a los golpes?

IA: No, no así nomás.

LM: Nomás así verbal.

IA: Pero yo soy una persona que me dicen alguna cosa y cuando la cosa es mal, que me ofenden, yo no sería capaz de ponerme por, porque no, no conduce a nada, está peor la cosa, sí yo…

LM: ¿Ni ganados son buenos?

IA: No, no pos no, claro. Entonces este, pos yo mejor dejaba pasar las cosas, me retiraba y ganaba a otros lados y ya.

LM: ¿Qué hacía usted en esos días?

IA: Pos bueno, más bien los sábados y los domingos mejor me iba yo, me separaba de ellos y como que primeros días me quisieron ellos señalar, ¿verdad? Pero ya después otros cuatro, cinco compañeros míos también que ya igual que yo, ya había más fuerza, ¿verdad? No, ya después no: “Ustedes se van para allá, nosotros ganamos pa acá, para otro lado”. A ver los aparadores, a andarnos mirando ahí todo aquello y todo eso.

LM: ¿Cómo era el pueblito?

IA: Estaba grande y estaba bonito.

LM: Le gustaba. ¿Qué es lo que le llamaba la atención del pueblo?

IA: Pos ahí el pueblito, había puro inglés, no hablaban…

LM: No hablaban español.

IA: Español no hablaban nada. Entonces nos gustaba meternos a una rolilla que estaba ahí, pero ahí no vendían nada de todo eso. Una pura rolilla que estaba ahí y tenían una pura canción mexicana nomás.

LM: ¿Cuál era, se acuerda?

IA: Sí, me acuerdo bien. No me acuerdo cómo se llama ahorita, pero me acuerdo bien, pero no me acuerdo cómo se llama. Y por eso íbamos y nos metíamos ahí, nomás por eso.

LM: ¿Qué pedían o qué?

IA: Un refresco, un refresco de coca, un refresco de sabor y todo eso era lo que tomábamos ahí, nada más eso.

LM: ¿Cómo era el trato que recibían ustedes del americano en los pueblos?

IA: Mire, yo durante… Yo fui una, dos, tres, cuatro, cinco veces fui yo a Estados Unidos contratado, en diferentes partes, ¿verdad?, en diferentes partes. Pero yo, onde yo me tocó con los patrones fueron muy buenas personas para mí. El último año que fui yo, estuve en el estado de Arkansas, hasta el matrimonio que estaba ahí con que trabajábanos me regaló una foto donde están los dos ahí. Y ya cuando ya terminamos el contrato que ya le acabamos de trabajar ahí, nos hizo como una fiestecita, ¿verdad?, ahí en su casa. Sí, ahí en su casa.

LM: Les hizo una despedida.

IA: Sí, como una despedida. Y la esposa no sabía nada de español, ni él tampoco, pero ellos hacían la lucha hablar, ¿verdad? La señora, andábamos piscando nosotros algodón y se iba junto con nosotros ahí pa platicar, yo creo ella quería aprender.

LM: Quería aprender español.

IA: Español y se iba ahí. En la noche llegábamos y estábanos cenando cuando llegaba el americano y tábamos cenando y luego: “Buenas noches”. Le decíamos nosotros. “Buenas noches”. Y él decía que: “Buenos lonches”. Y le decíamos: “No, lonches no, noches, noches”. Y luego nos hacía la lengua, que la lengua no le ayudaba, y era todo lo que sabía. Pero yo las partes que estuve ahí con los americanos no tengo nada qué decir, todos nos trataron bien.

LM: ¿Este matrimonio era un matrimonio joven?

IA: Sí, era un matrimonio joven, era un matrimonio joven.

LM: ¿Ustedes llegaron a convivir con ellos?

IA: Sí, cómo no, sí.

LM: A conocerlos bien.

IA: Sí, los conocíamos bien, nomás que pos no nos entendíamos, no nos entendíamos porque ya en aquella parte de allá que es donde está lejos, entonces pues este, pues era muy difícil que digamos, por allá algún, los que están allá para que nos interpretaran.

LM: Un intérprete o algo.

IA: Un intérprete, era muy difícil que hubiera en aquel tiempo personas que, casi no había.

LM: ¿En los pueblos los trataban bien?

IA: Sí, muy bien nos trataron. Yo no sé ahorita, parece que hay mucha discriminación ahorita. Pues ya cambió la situación, digo yo que ya cambió, pero en aquel que nosotros fuimos, no. Trabajábamos, nos pagaban, ellos mismos decían ahí: “El que quiera mandar dinero a su casa, vamos pa que lo ponga”. ¿Verdad? Ya ponía. “Yo quiero poner dinero”.

LM: ¿Le daban el dinero al patrón?

IA: No, no.

LM: ¿A quién le daban el dinero?

IA: Él nos llevaba al banco.

LM: ¿Cómo era?

IA: En aquellos tiempos, en aquellos tiempos se usaba mucho mandar cheques de banco de allá de Estados Unidos, ¿verdad? Entonces él mismo nos llevaba, comprábamos el cheque, lo llenábamos ahí mismo y luego ya pagábamos ahí y lo echa uno, se usaban mucho las cartas certificadas. Le echaba uno, certificaba la carta y venía a dar aquí.

LM: ¿Alguna vez le tocó que no llegara?

IA: No, nunca, nunca no, todo el tiempo, yo… Bueno pos no había teléfonos, en aquel tiempo, puras cartas.

LM: Puras cartas, ¿se escribían?

IA: Sí, escribían: “Ya recibí, ya, ya recibí el dinero”.

LM: ¿Qué se platicaban en esas cartas? ¿Qué le escribía usted a su señora?

IA: Pues yo, ella me escribía que cuánto tiempo iba a durar más allá. Entonces ella decía: “Pues no”. Entonces ella me decía: “Pues mira, ¿qué te parece si hay oportunidad de renovar otro contrato?”. “Pos no”, dice, “tú sabes, pero pos no”, dice, “significa que tanto tiempo que tenemos ya aquí ya”. Porque a veces me echaba hasta dos contratos pegados, podían ser tres meses y otros tres, podían ser seis meses, ¿verdad? Entonces ella como que estaba muy conforme. (risas)

LM: No estaba muy conforme, pos estaba recién casada.

IA: No, no estaba muy conforme pero luego yo le hacía ver las cosas que, pos que era del modo de estarnos viviendo un poquito mejor, ¿verdad? Pos sí, porque pos allá yo le estaba mandando dinero a ella y ella pos estaba viviendo a gusto también, nada más la ausencia, ¿verdad?, que no…

LM: ¿Tenían mayordomo ahí en los ranchos?

IA: No.

LM: ¿Algún intérprete que le haya tocado?

IA: Bueno cuando ya… Había uno que le decían el fieldman, ese andaba por todas las…Ahí, por todos los trabajos andaba él en un carrito, el fieldman. Ya sabíamos que tiempo era, si nosotros queríamos decirle algo al americano, o a la compañía o a… Entonces ya le decíamos a él: “De este modo y de este otro y queremos esto y queremos esto otro”. Entonces ya él iba y ya le decía: “Que quieren esto y queren [quieren] esto otro, de este modo y este otro”. Pero no, pos nunca tuvimos problemas nada.

LM: Nunca, muy bien. Cuénteme qué comían.

IA: Pos comíamos los mismo que aquí, nomás que allá, pues este, no sé qué pasaría en aquel tiempo, fíjese. Pues íbamos de aquí, como yo por ejemplo, iba yo del rancho y allá la mayor parte de todos los braceros que iban, mire unas cajototas grandototas así, copeteadas de puro mandado, comida de sobra. Ahí pa empezar huevo, carne, leche, mermeladas y panes y todo eso le echaba uno ahí al mandado. ¡Pero así la cajota! Mira, harina, porque nosotros mismo ahí, si éramos cuatro, nos repartíamos el trabajo ahí, uno lavaba trastes, otro amasaba la harina, otro la cocía y así cada quien se… Ahí nos repartíamos todo.

LM: ¿Cuántos se juntaban para…?

IA: Cuatro o cinco. Dos, el último año que fui yo, que estuve en el estado de Wyoming, éramos nada más yo y un primo mío. De todos los demás nosotros nos cortamos, ¿verdad? Y dijimos: “Nosotros nos cortamos, nosotros no nos vamos junto con ellos”. A trabajar también, desahijando el betabel.

LM: ¿Cómo es el desahije del betabel?

IA: ¡Ande hombre, qué barbaridad! Mire, el betabel era chiquito así, había que desahijarlo cuando estaba chiquito, más o menos a esta distancia, más o menos.

LM: Unos cuarenta centímetros.

IA: Unos azadoncitos así, mire chiquitos, de manguito chiquitos, hijole nombre, nomás viera qué duro.

LM: ¿Todo el día agachado?

IA: Todo el día, hasta que oscurecía, agachado.

LM: Igual de sol a sol.

IA: De sol a sol, de sol a sol. Porque ahí onde nosotros estábamos ahí estaba la labor cerquitas y ahí nos íbamos hasta que oscurecía.

LM: Y, ¿les dolía la cintura?

IA: Ande, qué barbaridad.

LM: ¿Cómo fueron esos primeros días?

IA: No, los primero días, ¡ande! Yo los primeros días, híjola, sí me ponía a pensar en la noche, ¡hijo de la fregada! Pero siempre yo mismo me daba valor. “No, tengo que triunfar, son los primeros días y yo tengo que triunfar y Dios nos va a ayudar. Y yo tengo que echarle ganas”. Y total, no pos los primeros días.

LM: ¿Qué se oía ahí en las noches?

IA: ¡Nombre, qué barbaridad! Unos no se podían levantar y, ¡ay carajo, qué babaridad!

LM: Se quejaban.

IA: Era duro eso fíjese, pero esa era la primer etapa. Ya después, ya pa limpiar ya con azadón de ese grande, parados. Sí, ya ese ya era otra cosa.

LM: Ya después ya estaba más…

IA: Sí, más fácil, ya.

LM: ¿Ahí tenían…? ¿Quién los cuidaba?

IA: No, uno mismo, uno mismo. Mire, yo el último año que estuvimos allá, que fue en el estado de Wyoming, andaba una cuadrilla de seis y nosotros nos separamos dos y veíamos al americano cuando llegaba en una camioneta se paraba, ¡ah caray ya viene ya! Entonces se iba por donde nosotros andábamos trabajando. Me acuerdo bien que se ponía las manos por detrás, y ahí va mirando el surco por donde íbanos nosotros trabajando y andaba la otra cuadrilla de los otros al otro lado y luego ya agarraba la… Porque nosotros hacíamos un trabajo bueno de que la yerbita había que sacarla fuerte con todo y raíz. Y aquellos como era bola, pos nomás ve por arriba, ¿verdad? Entonces este, pues ya se venía él y luego agarraba un así y iba y se los enseñaba aquellos, porque no sabía español. No que, nosotros andábamos haciendo buen trabajo ahí, que ellos nomás por arriba que todo esto.

LM: ¿Cuánta gente trabajaba ahí en el betabel?

IA: Andaba nomás una cuadrilla de seis y nosotros dos con ese americano nada más. Éramos seis y dos, ocho.

LM: ¿Él cómo se portaba?

IA: Se portaba muy bien, sí se portaba muy bien.

LM: ¿Cuánto tiempo estuvo trabajando ahí en el betabel?

IA: En el betabel, pues fueron, primeramente fueron cuarenta y cinco días. Ese era un contrato que casi pos donde quiera eso eran cuarenta y cinco días. Pero luego ya de ahí, ahí nosotros, por ejemplo, mi compañero mío que era mi primo, ese se ponía a platicar con él, pero pos no, casi no se le entendía nada. Y luego y le decía yo a él: “Oye, ¿qué pasó?”. “No”, dice, “pues una que otra palabra le entiendo”. “No”, dice, “no, oye, ¿pero qué crees? Que dice que nos va a renovar a nosotros”. “¿Cómo? No”, le dije, “es que tu inglés también no sirve”. Pues entonces aquellos otros también sabían. Uno de ellos también, no pues: “Se van a quedar cuatro personas”. Pero no sabía ni qué. Bueno, ya cuando ya se cumplió el contrato que ya todos con nuestras maletitas, ya ahí sus cajas, sus petacas, sus velices y todos ahí en unos árboles cuando allá venía allá. “Ahí viene ya”. Y llegó el field man junto con él, él sabía muy bueno, muy buen español. “¿Quihúbole, quihúbole, qué dice?”. Entonces ya me dijo: “Isidro”. “Presente”. “Urbano”. Era mi compañero Urbano. “Presente”. “Dice el americano que si se quieren quedar otro mes con él”. “Sí, cómo no nos vamos a quedar”. Pues ya estaban aquellos, y: “Ustedes aquí está julano y zutano”. Como que nos seleccionaban, oiga. Por su modo y por su trabajo. Yo me fijaba mucho en eso, su modo de respetar y todo eso, ¿verdad?, y de su trabajo también. Yo por ejemplo, yo a veces venimos: “Patrón, bueno días”. No, pos nomás me veía, no me entendía nada.

LM: No le entendía nada.

IA: No, no me entendía nada. “Buenos días, patrón”. No, nomás me veía, nomás.

LM: ¿No aprendió usted una que otra palabra por ahí?

IA: No aprendí nada, nada, fíjese. Y había mucho modo porque ahí iban unos y le daban clases, algunos.

LM: Les daban clases de inglés, ¿cómo eran esas clases?

IA: Eran, era una de estas, ¿cómo se llama, oiga? De una religión, oiga, pero no me acuerdo qué religión era. Llevaban muchas sillas.

LM: ¿Protestantes, serían?

IA: Pos no sé de qué religión eran, no me acuerdo de qué religión eran. Llevaban muchas sillitas y luego llevaban muchos cuadernos y luego ahí nos estaban explicando ahí, iban los que querían, ¿verdad?

LM: Lo básico.

IA: Sí, el que quería y ya nos preguntaban todo eso, no pos sí. Pero no, yo no aprendí nada.

LM: ¿Cuántas veces se contrató, don?

IA: Mire, el primero año fue en Arizona, el segundo año en Nuevo México, el tercer año en Colorado y el cuarto en el estado de Wyoming. Cuatro veces.

LM: ¿El segundo fue en Nuevo México?

IA: Nuevo México aquí cerquitas, ahí en Unión, Nuevo México. Ahí estaba cerquitas ahí luego luego.

LM: ¿En qué trabajó ahí?

IA: En el algodón también.

LM: ¿Era un rancho grande ahí también?

IA: No, sí era un pueblito grande, era un pueblito grande, nomás que era unas personas que tenían ahí un pedazo de algodón y nos contrataron a dos personas nada más. Éramos nada más dos personas.

LM: ¿De cuánto tiempo fue su contrato ahí?

IA: Fueron de sesenta días.

LM: Y, ¿sí era tiempo suficiente o era poco tiempo?

IA: ¿Como para qué?

LM: Para juntar dinero, para ahorrar un poco.

IA: Bueno, pos es lo que le digo, el que llevaba intenciones de ahorrar y así, pos ese sí traiba buen dinero. Pero como le digo, hay muchos que les gustaba mucho el vino, les gustaba mucho andar pa todos lados ahí. Pos ese no completaba pa nada, ¿verdad?

LM: ¿En alguna ocasión, don Isidro, le tocó estar en algún campo que fuera alguna autoridad mexicana, algún cónsul a visitarlos, a ver cómo estaban?

IA: Sí, en el estado de Colorado. Ahí fue un cónsul.

LM: Ahí fue el cónsul.

IA: El cónsul a visitarnos ahí.

LM: ¿Se acuerda cómo fue esa visita?

IA: Sí, sí me acuerdo.

LM: Platíqueme.

IA: Me acuerdo que él llegó y luego ya nos juntó a muchos ahí, en una barraca que estaba ahí y ya dijo: “Soy el Cónsul de México”. Y sacó su identificación, dijo: “He venido a saludarlos a ver cómo están y a ver si no tienen… Cuántas quejas tienen aquí. ¿Cómo los han tratado sus patrones?, ¿cómo han estado?, ¿cómo han vivido?”. “No pos hasta ahorita bien todo”. “¿Todos están bien?”. “Sí, todos están bien”. Dijo: “Y aquí también hay una cosa, aquí tengo una orden de que si algunos de los que están trabajando aquí en Estados Unidos me llega un reporte de allá de México de que no le mandan dinero a sus familias, inmediatamente va pa fuera”. Sí, así nos lo decían.

LM: ¿Así se los decían?

IA: Sí, así nos lo decían. Dice: “Todo el trabajador que está aquí trabajando que viene de México y tiene allá a su familia, tiene obligación de estarle mandando dólares a su familia”. “No, pos está bien”.

LM: Y, ¿ustedes creían eso?

IA: Sí, sí creíamos eso, es que más antes la gente era más buena que ahorita. Ahorita hay gente muy mala ya, ¡nombre!

LM: Aunque era obvio que a lo mejor los que jugaban y se emborrachaban pues no mandaban nada.

IA: Pues no mandaban nada, claro que no. Pos, ¿cómo iban a mandar? Si a veces lo jalaban todo, sí, así es.

LM: Ahí en Colorado, ¿en qué trabajó, don Isidro?

IA: Mire, ahí estaba muy bien. Nomás viera qué bonito, había mucha agricultura oiga, mucha, bonita. Ahí estuve trabajando con una compañía.

LM: ¿Cómo se llamaba la compañía?

IA: Sally Sugar.

LM: ¿De qué?, ¿a qué se dedicaban ahí?

IA: ¡Ande! Ahí mire, ahí había mucho trabajo, había pisca de pepino, había de tomate, había de cebolla, papa. Había por horas también onde iban los camiones. Todos los maizales grandototes ahí. Pero grandes los maizales que tienen allá. No, ni pa qué. Y luego los van moliendo, ¿verdad? Y luego va el camión acá donde va cayendo. Entonces todo ese, los ahí los que están pa arriba, andava uno adentro con un tubo pa que no se hiciera bola ahí nomás, paseándola así alrededor, alrededor. Y tiene ventanitas con… Había, tenían una cosa como lodo, quién sabe qué era. La ventanita allá una cucharita y luego le tapaba bien sellado, le ponía una tapadiza, pero tenía como una escalera de arriba y luego protegido también de aquí pa que no se fuera a caer, ¿verdad? Entonces ahí vas, ya hasta el último ya que ya se llenaba, entonces ya se tapaba bien, se sellaba, ya se bajaba uno. Y luego vamos con el otro, ahí había también. No, ahí había mucho trabajo y había mucho dinero también pa nosotros los mexicanos.

LM: ¿Qué más había?

IA: Pos había todo eso, había pepino, había tomate, había papas, papas unos pedazos que no los alcanzaba uno a ver ahí, oiga. Llegábamos nosotros ahí y luego ya el americano, pos tampoco no sabía nada de español tampoco, ya nos dijo que, que iba pa enseñarnos todo lo que tenía, no, tenía mucho.

LM: Un rancho grandísimo.

IA: Muy grande, muy grande y luego, y andaba allá todo aquello y luego ya, cuando ya fuimos ahí nos llevó una pala, ¿verdad?, pa que sacáramos papas, pa que nos hizo la seña y nos llevó, pa que si queríamos sacar. (risas)

LM: ¿Les daba de ahí provisión?

IA: Sí, de ahí podíamos comer nosotros, fíjese. Elotes, también había unos grandototes así y ya nos dijo, nomás que estaban un poco malos, oiga. (risas) No nos gustaron los elotes.

LM: ¿No eran como los de acá?

IA: No, no.

LM: ¿De qué elote era? De ese elote amarillo.

IA: Amarillo sí, no nos gustó el elote. No, pos el elote, los primeros días, pos sí, no sirve eso.

LM: Y, ¿ahí en qué trabajó, en todo eso?

IA: En todo eso.

LM: ¿Cómo es el trabajo del pepino?

IA: El pepino tiene uno que piscarlo y luego ahí se van pagando, le dan una… Por ejemplo, al trabajador le dan como una tarjetita. Ahí tiene todos los precios, primera, segunda, tercera y cuarta. La cuarta es el grandote ese, de ese ya no sirve para nada. Pues allá ya no sirve para nada. Allá el de preferencia, era el chiquito, así mire. Ese sí lo pagan bien, entonces íbamos piscando en unos botes pepinos. Y el pepino todo el tiempo tiene que estar la tierra húmeda. Piscando llenaba uno, llenaba, le daban muchos costalitos. Un costalito lo llenaba y luego le daban una etiqueta y la ponía uno y ya.

LM: Era pepino de ese chiquito, no del…

IA: No, no del grandote de este que hay aquí no. Era puro chiquito así, lo más grandecito es así, el ese grandote ya no lo levantaban.

LM: ¿Le gustaba a usted ese pepino?

IA: Sí me gustaba, yo usaba una navaja y luego sal y limón en una bolsita aquí. A veces ponía mi bote, lo embrocaba, lo peloneaba y ahí, (risas) fíjese.

LM: El tomate, ¿cómo es el trabajo del tomate?

IA: Bueno, el tomate, fíjese que allá el tomate tiene que piscarse verde, verde y se pisca allá en puras cajitas así chiquitas, así. Ya no me acuerdo a cómo pagaban la caja de tomate, por caja.

LM: ¿Era pesado ese trabajo?

IA: Sí, era pesado, sí. Y luego de ahí, hacía uno las pilas de cajitas y venía y ya el troque levantado.

LM: ¿Ese a cómo se las pagaban?

IA: Pos no me acuerdo a cómo. Me parece que creo que a $0.03 centavos la cajita, en aquel tiempo.

LM: ¿Todo era por caja y por cantidad?

IA: Por caja sí, por cantidad, sí. Pos el desahije de betabel era por acre también.

LM: Por acre. ¿A cómo le pagaban el acre?

IA: A $13.50, a $13.50 el acre.

LM: Y, ¿la cebolla?

IA: La cebolla también nos la pagaban por arpilla.

LM: Por arpilla.

IA: Creo que a $0.06 centavos la arpilla, pero eran arpillitas chiquitas, no eran grandes.

LM: ¿Cómo es la pisca de cebolla?

IA: Pos mire, la cebolla es igual que la papa, como tiene varas pa arriba, la papa también como tiene… está grande así. Y luego entra una máquina tumbando todo lo de arriba, nada más lo de arriba, nada más. Al rato entra otra máquina que tiene como unos picos abajo y luego tiene una bandita, entonces la bandita va subiendo las papas y luego acá están. Van todas tiradas por el surco, ¡pero mucha cantidad!

LM: Muchísima, ¿a qué hora empezaban a trabajar ahí?

IA: Pos desde la mañana, como a las ocho, hasta las seis de la tarde.

LM: De ocho a seis. ¿De qué días a que días trabajaban?

IA: Lunes, martes, miércoles, jueves y viernes y sábados hasta medio día nada más.

LM: De lunes a sábado hasta medio día. Ahí en Colorado, ¿había algún pueblo cerca?

IA: Pues la capital de Colorado, que es Denver. No, ¡está grande! Chulada.

LM: ¿Se iban a Denver?

IA: Sí, ahí íbamos a Denver.

LM: Cuénteme de esos viajes a Denver.

IA: Pos fíjese que era muy bonito ahí y pos bueno, nosotros no podíamos retirarnos mucho, había un gabachito que nos llevaba en una autobusito garrita que tenía. Nos llevaba, pero no podíanos retirarnos mucho porque decíamos nosotros que podíamos perdernos, que podíamos desbalagarnos y después no dábanos, ¿cuándo no dábanos ahí con todo? Entonces así nomás cerquitas, ahí nomás todo eso, ahí nomás cerquitas.

LM: ¿Les daba pendiente siempre, extraviarse?

IA: Sí, sí pos sí de extraviarnos y todo eso. Aunque el señor ese estaba muy pendiente. Él sabía poco español, muy poco.

LM: ¿Él trabajaba ahí en el rancho?

IA: Nos llevaba al trabajo, en el mismo autobusito nos llevaba al trabajo él, eso era todo lo que hacía ahí.

LM: ¿Cuántos se iban?

IA: En el autobusito me parece que íbamos catorce, me parece.

LM: Catorce, y, ¿de qué horas a qué horas llegaban y a qué horas regresaban?

IA: ¿A dónde?

LM: De Denver.

IA: No, pos nos íbamos desde la mañana, nos íbamos desde la mañana. Y yo recuerdo que una vez fuimos yo y otro muchacho y nos metimos a un restaurant y luego ya nos dieron ahí la carta pa… No, no pudimos, ahí le decíamos a la muchacha, a la americana, pos ella movía la cabeza y decía que no sabíamos nada. ¿Sabe qué hallamos ahí de comida en español? Chile con carne, sí estaba en español. Chile con carne, bueno, le decía yo a aquél: “Pues aunque sea esto”.

LM: Y, ¿eso pidieron?

IA: Y eso fue lo que nos llevó nada más. Y le pedíamos otras cosas, no nos entendía nada.

LM: No entendía, puros americanos. Y, ¿cómo se portaban ahí en Denver los americanos?

IA: No, bien bien.

LM: ¿Eran amables?

IA: Sí eran amables, nunca llegaron ellos, por ejemplo, nunca a alguna que, que alguna parte que fuéramos nosotros y que no, no… Llegaban y se sentaban y nosotros también nos sentábamos.

LM: Y, ¿a qué horas se regresaban?

IA: Ya en la tarde, como a las seis de la tarde.

LM: Pos todo el día.

IA: Sí, pos anda todo el día y nos andábanos ahí mirando los aparadores, comprando por ahí ropita la que nos gustaba.

LM: ¿Qué es lo que más compraban ustedes?

IA: Mire en aquel tiempo, los primeros braceros que fueron, su ilusión era una camisa beis [beige] y un pantalón beis. Un pantalón de mezclilla y una camisa de mezclilla pero tenía muchos botones blancos aquí mire. Entonces aquí, todo el que traiba esa ropa luego todos se quedaban mirándolo: “Viene de Estados Unidos”.

LM: Viene de Estados Unidos. Era una cosa muy notable, que llegaban, por ejemplo, personas de Estados Unidos, luego luego se quedaban mirando: “Viene de Estados Unidos”. Sí, no sí venía por la ropa que traiba, su ropa que traiba, su buen calzado y todo, pos claro que, claro... Le empezaban a ver de arriba abajo, ¡ah caray! “No, viene de Estados Unidos”. Y ni modo de que no.

LM: O sea se asimilaba la gente que venía de Estados Unidos con buena ropa, con buen calzado, con dinero en la bolsa.

IA: Hasta su cutis, su cara, su piel como que era otra piel, señor.

LM: Se veía natural.

IA: Sí, sí se veía otra clase de persona, ¿verdad?, su piel otra, su piel ya muy lisita y todo, no, no, ¡pos qué barbaridad!

LM: Todo mundo quería ir.

IA: Sí, pos todo mundo quería ir, todo mundo quería ir, fíjese.

LM: ¿Le tocó alguna vez ir al cine por allá?

IA: No, no me tocó ir ni una vez.

LM: ¿Iban a misa?

IA: Sí, a misa sí íbamos. Bueno yo pertenezco a la religión católica, sí iba a misa yo ahí. Nos juntábanos ahí algunas seis personas, ¿verdad? Pos no podíamos caminar nosotros porque no es como ahorita, que ahorita ya todos los mexicanos que andan allá todos tienen pa andar en todo. Allá no había nada de todo eso, de que un mexicano trajera un carro, nadien traiba nada, no, no, ¿quién iba a traer un carro? Taba muy delicado todo eso, de que traían un carro. Como ahorita que está lleno y todos vienen y no, en aquel tiempo estaba muy delicado todo eso.

LM: En esos años no era así.

IA: No, no era así. Entonces pues nosotros teníamos que pagar pa que nos llevaran a misa y cuando se acababa la misa ya nos decía: “¿Se quieren quedar? A tales horas vengo por ustedes, o, ¿se quieren ir?”. “No, pos nos vamos a quedar hasta las cinco o las cuatro de la tarde”. Sí, ahí estaba, a las cinco de la tarde, ahí estaba.
LM: ¿Les pagaban en efectivo o les pagaban con cheque?

IA: En la compañía donde yo trabajé, en la Sally Sugar, nos pagaban con cheque. En el estado de Arizona ahí piscaba algodón, ahí la pesada que llevaba en mi saco ahí estaba el que estaba ahí tenía el dinero y la pesaba y estaba pagando ahí luego luego, con efectivo luego luego.

LM: ¿Qué prefería usted el cheque o el efectivo?

IA: No, pos el cheque, porque como que se sumaba el dinero efectivo y luego más peligro pa traerlo uno en la bolsa y todo eso y el cheque no. El cheque sí, yo varias veces, nos pagaban a la quincena en la Sally Sugar. Entonces así como agarraba el cheque, dejaba para mí algún tanto y luego luego se lo mandaba…

LM: ¿Le rendía más cuando le pagaban que cuando traía el efectivo?

IA: Sí, pos claro que sí, que cuando traía ahí todos los dólares. Porque como era el primer año que iba, cada ratito los andaba contando a ver cuántos eran, (risas) cada ratito a ver cuántos eran, ¿verdad? Pos fue el primer año que fui, nunca había ido y yo veía los dólares y luego ni los conocía de cómo eran, ni nada.

LM: ¿No los conocía?

IA: Cuando yo llegué, taba duro porque tenía que andar preguntando: “¿A cómo es este, y a cómo es esto otro?”. Unos es de a peso, otros de a cinco, otros de a veinte y así.

LM: ¿Sí fue problema siempre?

IA: Sí, sí jue, sí. Porque pos casi nadie conocíamos los dólares, señor. No como ahorita ya, aquí ya está lleno de dólares también, ¡qué barbaridad!

LM: Pero en aquel entonces pues sí y luego las monedas.

IA: Las monedas.

LM: ¿Batallaban también con las monedas?

IA: También, había pocas monedas, yo vi de pocas monedas allá.

LM: ¿En aquellos años qué monedas había aquí, que trataran de comparar o algo?

IA: Pos había la moneda esa, una moneda que había de $5 pesos, una grandota que había así de $5 pesos. Los billetes de a peso unos, creo que eran color rosa de a peso, esos eran de los que había también aquí.

LM: Y allá llegaron y puros de color verde.

IA: Sí, puros verdes ahí, no, ¡qué barbaridad! Pero sí como que le daba a uno gusto cuando ya llegaba allá, sí le daba. No, en la noche: “Estoy en Estados Unidos”. Era una ilusión estar ahí. ¡Nombre qué barbaridad! No como ahorita que no, ahorita ya todo mundo está en Estados Unidos, ¿verdad? Sí, en aquel tiempo no, no, ¡qué barbaridad!

LM: ¿En Wyoming en qué trabajó, don Isidro?

IA: Ahí también, ahí trabajé también desahijando betabel.

LM: Desahijando betabel.

IA: Sí, también desahijando betabel.

LM: Ahí también le pagaban en efectivo.

IA: No, ahí nos pagaban con cheque.

LM: Le pagaban con cheque.

IA: Nos pagaban con cheques ahí.

LM: ¿A cómo le pagaban ahí el betabel?

IA: Creo nos lo pagaban a $13.50, me acuerdo muy bien. A $13.50, $13.50 por acre.

LM: ¿Cuántos acres hacían en un día?

IA: Pos podíamos hacer unos dos, tres.

LM: Hasta tres.

IA: Dependía del trabajador, ¿verdad? Si había unos muy buenos pa trabajar no cabe duda que… Como pa la pisca de algodón, también había unos que quinientas libras, fíjese. Y había otros que no.

LM: Muchísimo.

IA: Ahora el desahije de betabel, porque pa todos los trabajos se necesita un poquito de colmillo y de experiencia también, pa poder avanzar si no, no avanza.
LM: ¿Cuánto llegó usted a piscar de algodón?

IA: Trescientas cincuenta, cuatrocientas libras.

LM: Que eran bastantes.

IA: Sí, pos ya más o menos taba bien.

LM: ¿Cuál fue el trabajo que le gustó más, don Isidro?

IA: El trabajo que estuve allá, juntar papa.

LM: La papa, ¿por qué?

IA: Pues me gustó mucho porque, pos me gustó porque rendía. Yo saqué muy buen dinero ahí la papa, porque eran medios costalitos nomás. Nos pagaban a $0.06 centavos, pero había cantidad de papa, ¡nombre! Caminaba uno poquito así, y, ¡zas!, ya estaba, se los enganchaba y ahí lo ponía.

LM: ¿Está enterradita la papa?

IA: No, no, suelta ya. Es que había una máquina así y ya estaba toda suelta tirada así nomás.

LM: Y la máquina volteaba la tierra.

IA: Sí, la volteaba.

LM: Y sacaba la papa.

IA: Y sacaba la papa, pero allá como una maquinita, un engrane así con… Venía y la iba tirando por todo el surco y me gustó mucho a mí eso.

LM: Descríbame un día de trabajo normal, desde que se levantaba hasta que se acostaban en la papa.

IA: ¿Cómo, oiga?

LM: ¿Cómo empezaba el día, a qué hora se levantaba?

IA: No, no, no pos el día empezaba, por ejemplo, voy a empezar a las ocho de la mañana. Había que empezar a las ocho de la mañana y hasta las seis de la tarde.

LM: ¿A qué hora se levantaban para desayunar?

IA: No, temprano, no, no, eso era temprano fíjese. Es que ahí la gente tenía, toda la gente que estaba ahí, bracera, toda tenía que levantarse temprano. Unos echando tortillas, otros lavando trastes, otros haciendo comida, otros haciendo lonche pa llevar y todo eso, porque había que llevar lonche.

LM: ¿Desde qué horas andaban en pie?

IA: Como desde las cinco de la mañana.

LM: Todo mundo.

IA: Todo mundo ahí sí, zas, zas, zas, todos ahí. Y había unos que no, flojos ellos pero, pos ellos preferían mejor puras carnes frías y todo eso de comer, comían Bimbo y todo eso, ellos no se molestaban.

LM: Pan de caja y todo eso.

IA: Pero no trataban de andarse molestando pa hacer tortillas o todo eso. No ellos compraban.

LM: Y del baño, ¿cada cuándo se daban un baño?

IA: Pos casi todos los días.

LM: ¿Tenían regaderas?

IA: Sí, eso sí había ahí, fíjese. En la parte más, que estuviera más… Ahí estaban las regaderas, era lo principal que les ponían uno ahí, las regaderas.

LM: ¿Agua caliente?

IA: Agua caliente y fría, su estufa ahí de gas y todo eso.

LM: Las estufitas eran de gas.

IA: La papa sí, pa que hiciera la papa y las regaderas ahí. Casi eso era donde quiera.
LM: ¿Las viviendas tenían calefacción?

IA: No, no tenían. Unas sí y otras no. Unas sí y otras no.

LM: ¿Pero no eran tan frías?

IA: Pos no eran tan frías pero había partes que sí hacía mucho frío.

LM: ¿Sufrían a veces el frío?

IA: Sí, sí, había partes que sí había, que no había calefacción y hacía mucho frío.

LM: ¿Qué hacían en los lugares así muy fríos?, ¿ustedes compraban su ropa?

IA: Sí, pos la ropa, sí, pos allá hay ropa muy buena pal frío.

LM: ¿No les daba el patrón?

IA: No, ropa no nos daba nada. Bueno, voy a decir que el patrón no nos daba nada, que nos diera alguna ropa, no.

LM: Todo pagaban.

IA: Todo pagaban.

LM: Pero no les daba nada.

IA: No él no daba nada, todo pagaba. Si por ejemplo uno quería alguna cosa de que él tuviera ahí, se la vendía, no se la reglaba.

LM: ¿Como qué cosas les pudieran interesar?

IA: Bueno, yo una vez traté de comprarle una parrillita, una parrillita de… pues en aquel tiempo era de gas, yo creo, de petróleo, ya ni me acuerdo de qué era la parrillita. Pero yo la vi esa parrillita que la tenía ahí y yo pensaba que llegaba aquí y era muy buena. Y sí era muy buena la parrillita cuando yo la traje, taba así más o menos. Y me acuerdo que me la vendió, barata pero me la vendió. Sí, me acuerdo bien a cómo me la dio.

LM: ¿A cómo se la dio?

IA: Me la dio en $3 dólares.

LM: ¿Qué le dijo?

IA: No pos yo le decía que sí… Entonces la esposa de él: “Señorita, en México”. “Sí”. Y luego ya le hacía yo la seña que pa comer así. Oh, decía que estaba bueno. Y luego ya agarraba yo la esta y luego: “¿Cuánto?”. Y ya me hacía así.

LM: Así con los dedos.

IA: Que $3 dólares. (risas)

LM: Pues estaba barata, ¿no?

IA: Sí, sí estaba. Entonces yo ya cuando estaba allá como la tercer vez que fui, no había radios todavía.

LM: No había radios.

IA: No había y empezaron a salir unos radios que tenía que traer una pila así grandota así, taba muy grande la pila pa que… Ponérsela aquí y luego el cajonote así grandote así feo estaba. Entonces mi esposa de aquí: “Oyes, ¿no podrás traer un radiecito?”. “Pos sí”, dije, “pero pa ir cargando la pila está duro”. Bueno, ya estábamos viendo ella me insistía. “Bueno no”, le dije, pues a ver ahora que me vaya”. Y sí, se lo traje.

LM: Con todo y la pila.

IA: Oiga, vivíamos nosotros en el rancho, cuando yo alla llegué era una admiración ahí. “No, pos que ya llegó Isidro del norte. Que ya llegó y que fue y que vino y que trajo un radio”. “¿Pero cómo?”. “Sí, trajo un radio, [es]tán hablando en Durango y aquí se oye”, y el otro. (risas) Bueno, mire aquella casa todo el tiempo estaba lleno de gente, mirando, oyendo eso.

LM: Admirados con el radio.

IA: Con el radio, era una admiración.

LM: Y, ¿había una que otra estación?

IA: Sí, pos muy mal todo, fíjese, no crea que estaba bien. En veces las agarraba y no las agarraba y bueno, era un desastre. Pos no estaba bien pero, algunas sí las agarraba.

LM: Pero se divertían.

IA: Sí y yo me acuerdo que la casa ahí llena todo el tiempo, gente grande también.

LM: ¿En qué año fue eso?

IA: Eso fue como el año de 1954 más o menos. Sí, era el año de 1954 más o menos y toda la gente azorada ahí porque… Que todo lo que estaban hablando ahí se estaba oyendo, todo. (risas) ¡Fíjese nomás! Por eso me pongo a pensar yo ahorita de todo lo que fue mi vida y, ¡caramba!, a veces me pongo a pensar, ¡hijo de la fregada! No, pos y al mismo tiempo digo no por ya tengo muchos años, bueno a veces platico yo con mis hijos: “Está consciente papá de que… “Sí”, dije, “ya viví toda mi vida y…

LM: Ha visto muchos cambios tecnológicos.

IA: Sí, muchos cambios.

LM: Científicos.

IA: Sí, ¡no, qué barbaridad! Entonces aquí hay uno de mis hijos, el mayor dice: “Papá lo queremos muncho porque usted tiene muncha experiencia de sus años que ha vivido y usted ha sido un papá que nos puso un ejemplo muy bueno, no fumar, no tomar, las palabras ofenden pero no hieren, muchas veces lo que quiere decir”. Claro y a ustedes les gritan aquí, las palabras ofenden pero no hieren, entonces retírense, retírense y ahí paró todo.

LM: Claro, muy bien. ¿Qué fue de las cosas que más le gustaron de Estados Unidos, don Isidro?

IA: Lo que más me gustó de Estados Unidos fue que pos ni modo, fíjese, en Estados Unidos son más poderosos, en Estados Unidos, sus carreteras, bueno todo, su higiene, el higiene personal tiene mucho que ver eso también. Y bueno, todo es otra cosa lo que vamos de aquí.

LM: Veía usted un mundo muy diferente.

IA: Sí, fíjese que sí. Sí, muy diferente, otra cosa allá.

LM: Y, ¿que no le haya gustado de Estados Unidos?

IA: Bueno, mire, le voy a decir aquí sinceramente. Lo que no me gustó de todos los años que yo fui a Estados Unidos fue la revisión que nos hacían.

LM: Cuénteme de esa revisión para que la gente sepa.

IA: Pero quiere que le diga porque, nos está oyendo gente, no va a oír la gente. ¿No va oír la gente o nos está oyendo la gente?

LM: Nos va a oír.

IA: Nos va a oír, bueno mire, ahí luego luego como le acabé de decir hace rato, está luego luego ahí unas personas con una bomba, una fumigada de pies a cabeza, ¡vámonos!, ¿verdad? Pasaba uno la revisión, lo empinaban. “Ábretelo, camina pa allá y camina pa acá”. Y todo eso, empinado y luego se abría uno.

LM: Desnudo.

IA: Pa que le vieran desnudo, pa que le vieran todo.

LM: Y, ¿qué buscaban?

IA: Pos quién sabe, el médico, lo que buscaban según supe yo, fue que no fuera llevar alguna infección aquella persona. Como ya saben que los mexicanos somos bien carajos, dijeron, una infección que fuera infeccionar allá a medio mundo. Al último ya taba un señor americano ahí con un guante puesto y luego se lo agarraban, ¡fíjese! Eso fue lo que no me gustó.

LM: Se lo apretaban.

IA: Sí, se lo apretaban.

LM: Eso fue lo que no le gustó.

IA: Eso fue lo que no me gustó, por eso.

LM: ¿Había alguno de los compañeros que lo regresaran por esa revisión, que no pasara?

IA: Sí, sí, sí, porque aquí simplemente aquí: “Pélatela bien, carbón, pélatela bien”. Y tenía uno que pelársela y ahí se la traen pa todos lados mirándola ahí con una lamparita aluzándole pa todos lados y todo eso.

LM: Y, ¿cómo se sentía usted?

IA: No, pos muy mal, a lo menos yo en mi persona me sentía muy mal. Sí, digo: “Pos a qué voy”.

LM: Y, ¿cada vez que pasaban era lo mismo?

IA: Cada vez que pasábamos era lo mismo, era lo mismo. Y luego todavía ya cuando ya pasábamos ahí, su inyecciones pa sacarle sangre.

LM: ¿Le sacaban sangre? ¿Qué más les hacían?

IA: Nada más eso. Nada más eso.

LM: ¿Eran médicos mexicanos o americanos?

IA: De los dos, mexicanos y americanos. Y sí, pos sí digo, no cabe duda que sí aquí en México sí habíamos gente muy sucia, muy cochina pero pos ni modo, ¿verdad? Hay de toda, ¿verdad? Esa es la cosa, que hay de todo.

LM: Muy bien, así es don Isidro. Don Isidro ya para ir terminando la entrevista que está muy interesante, tiene usted una plática muy interesante, me gustaría que me platicara cuando se regresó el último año, ¿a qué se dedicó en México?

IA: Bueno, yo cuando ya regresé el último año de Estados Unidos, en Estados Unidos ya cuando llegábamos a ese campo que hay ahí en cerca del El Paso, de Ciudad Juárez. Que llegábamos ahí ya cuando veníamos de allá, ahí luego luego ya se oían los rumores de que ya no iba a haber contrataciones.

LM: ¿En qué año?

IA: El año de 1967, el que estaba ahí de intérprete hablando por las bocinas y todo ahí sabía muy buen inglés y muy buen español. Pos claro, tenía que saber un buen inglés porque era el que estaba dirigiendo ahí todo ahí. “Fulano de tal de este modo, fulano de tal este otro. Y que va llegar fulano de tal con tantos hombres de la parte fulana, el que quiere va ir y el que no, no va”. Ahí ya se oía que ya no iba a haber contrataciones. Entonces esa persona que estaba ahí, yo lo conocí cuando iba de aquí y cuando regresaba, yo lo conocí a él ahí. Y ya platicábamos ahí. “¿Qué onda?, ¿qué pasó? Pos, ¿qué hiciste?”. “Sí, pos aquí vengo otra vez”. “¿Qué pues y usted aquí todavía?”. “Sí, pos yo, ¿pa dónde?, aquí ya”. Muy mal hablado. “Y, ¿qué, cómo está tu casa?”. “Pos bien, gracias a Dios”. “Oyes, ¿sabes qué?”. “No, no sé”. “Este es el último año que va a ver braceros, que va a haber contrato”. “¿Cómo?”. “Sí, ¿te agüitas?”. “Pos sí, fíjate que sí me agüito porque pos es, ¿ya no va a haber nunca?”. “Probablemente no, ya no va a haber”. Entonces cuando él me decía eso, yo los poquitos centavitos que traiba, yo quería tener una casita bien arreglada, una casita bien arreglada. Yo quería tener otras dos vacas y ahí era todo. Eso era lo que yo pensaba, y lo logré, lo logré, ¿verdad? Cuando ya vine que le dije a mi esposa: “Mira, te mandé tanto dinero”. “No”, dice, “pos aquí tengo tanto, yo traigo tanto”. “Pero te voy a decir una cosa, ya no va a ver braceros, ya no”. “¿Cómo?”. “No, ya no. Según ahora que veníamos, ahí nos dijeron que ya era el último”. Y efectivamente, fue el último año que ya no hubo braceriada, ¿verdad? Entonces yo hice una casita, la arreglé muy bien, compramos otras dos vaquitas y sí, estábamos viviendo más o menos. Trabajaba yo, claro en la labor, ¿verdad? Trabajaba yo en la labor ahí, sembrando, cosechando maicito, frijolito, por ahí todo eso. Teníamos gallinas, teníamos cóconos, a mi señora le gustaban mucho los cóconos.

(entrevista interrumpida)

LM: Continuamos la entrevista con el señor Isidro Ábrego Alvarado, me decía que cocinaban el cócono.

IA: Sí.

LM: ¿No sabía igual?

IA: No, pos no sabía igual.

LM: ¿Qué hacen de Navidad?

IA: No, no, no ni pa qué. O sea ese ya viene, ese que traen, quién sabe de dónde vendrá. Ya viene ahí maquillado, ya viene con tantas cosas ahí que le ponen, ahí pa que dure y todo eso. Y ahí en el rancho, ¡no señor! Ahí es una carne pero especial, sabrosa, sabrosa, muy buena, así es que…

LM: ¿Cuántos hijos tuvo usted, don Isidro?, ¿cuántos tiene?

IA: ¡Ande! Bueno mire, yo me casé en 1952, me casé en el año de 1952. Fueron once.

LM: Once hijos.

IA: Cuatro hombres y cinco mujeres.

LM: ¿Cómo se llama su esposa?

IA: Aurora Soria.

LM: Muy bien, cuénteme don Isidro…

IA: Pero es que en aquel tiempo no se oía nada de planificación familiar, ni nada. Todos los matrimonios tenían los que Dios les daba.

LM: Lo que Dios les daba.

IA: No había con qué, no, que planificar, de eso no se oía nada.

LM: No se oía nada.

IA: Nada, fíjese. Entonces en aquel tiempo pues estaba duro pa mantener tanto hijo, fíjese. Era muy duro, fíjese, muy duro. No había trabajo, no había nada, cada quién vivía ahí. Pos yo ahora me pongo a pensar, pos digo, a veces con mi esposa me pongo a pensar: “Oye pos no sé cómo duramos allá tanto año”. Hasta cuando en 1970, me parece, nos venimos aquí a Durango, nos venimos con el fin de que los muchachos aprendieran alguna cosa, aprendieran algo. Ese fue el fin que nos venimos. Pero entonces no nos venimos toda la familia, se vinieron primeramente mis hijos, llegaron con una señora que es mi cuñada, pos usted sabe que a veces ya con el tiempo ya no está bien. Entonces mi esposa dijo: “No”, dijo, “¿cómo ves si me voy allá con ellos?”. “Pos sí”. Ese año fue el año que aquí hubo un problema con el gobierno que se llamaba Padis Urquídiz, del Cerro del Mercado. Que lo quisieron sacar y cerraron todas las escuelas. Entonces ya cuando ya…

LM: El Cerro del Mercado era una mina de recursos minerales.

IA: Sí, es un mineral. Cerraron la mina, cerraron todas las escuelas, bueno, fue un desastre. Entonces me acuerdo que ya el maestro mandó llamar a los padres de familia: “Señores, el año está perdido completamente. Cada quien puede hacer lo que… Entonces uno de jalado, de pobre pos y mi esposa: “¿Ahora qué vamos a hacer?”. Ya con ellos ya no, pero entonces ya los muchachos, mi hija la más… Mi hijo el mayor, bueno, ya estaba un poquito así preparadillo. La segunda que es una hija mía, pos también ya había terminado su primaria, también, que era un estudio en aquel tiempo muy arriba ya. “No”, dijo, “yo me pongo a trabajar ya”. Pues empezó a trabajar en una dulcería ahí por la de Pino Suárez. Pues ya con su preparación, ya estaba poquillo preparadilla un poquito y luego ya después dijo: “Papá, fíjese que me quieren poner en la caja”. Pero dije: “No, hazte valer por sí misma”, claro, “échale todas las ganas y pon todo lo que está de tu parte y Dios te va ayudar y tienes que salir adelante”. Y ahora se acuerda mucho: “Bien me decía usted, papá”. Bueno, pos esa era la cosa. No, ya después no, gracias a Dios.

LM: Un buen consejo.

IA: Gracias a Dios.

LM: Don Isidro, alguna de las veces que estuvo usted por allá, ¿se enfermó?

IA: No.

LM: ¿Nunca?

IA: Nunca me enfermé. No, pos es que le hacían a uno muy buena revisión de aquí, señor. Todavía al último allá en El Paso, eso era lo último. Ahí le ponían los rayos.

LM: Rayos X.

IA: Los rayos X. Sí pues eso era lo último ya. A algunos que salían mal ahí les hablaban al edificio 111, eso quería decir que, ¡vas pa fuera!, vienes pa México enfermo. Pero esa era la ventaja que tenían allá en Estados Unidos los rancheros y todo eso que, el trabajador iba bien examinado, ¡de todo!

LM: ¿Iban muy sanos?

IA: Muy sanos claro, ¿verdad? Pos cómo se iba a enfermar si iban bien sanos, sabían bien todo. Una persona que estaba enferma de alguna cosa no la dejaban que pasara. No, cómo la iban a dejar si estaba enfermo. Querían gente trabajadora que fuera a trabajar, como iba mucha gente trabajadora a trabajar allá. Entonces pues, claro que sí, pos por ahí enfermadillas de catarro y todo eso.

LM: Algo leve.

IA: Algo pasajero.

LM: De cualquier manera, tenían seguro médico.

IA: Sí, teníamos seguro médico y nos estaban quitando un fondo ahí que no sé de qué, pos ese fondo ahí se quedó.

LM: ¿Se acuerda usted de que le hayan descontado de sus sueldos?

IA: Sí, de lo que ganaba me estaban descontando, ahorita no recuerdo cuánto era, pero nos estaban descontando del sueldo que nos pagaban, ahí nos descontaban un tanto. Entonces todo ese dinero ahí se quedó, ahora se sabe que creo lo van a regresar, pero lo dudo, ¿quién sabe? Pueda ser, pueda ser.

LM: Parece ser que el Gobierno de Estados Unidos regresó el dinero.

IA: Sí, él dijo que él ya había regresado el dinero. Y aquí, pos creo se perdió, quién sabe. Que lo metieron al Banco Rural, o quién sabe qué, ¡y lo gastaron! Bueno quién sabe qué relajos.

LM: Pero eso ya fue cosa acá.

IA: Sí, acá las autoridades de aquí. Pos ahora parece que van a regresar esos fondos, quién sabe qué será, o no será, ¿quién sabe?

LM: ¿Cómo fue su vida después de haber trabajado de bracero, don Isidro?

IA: Mire, mi vida después de que ya trabajé de bracero fue como le digo, fue cuando ya nos venimos aquí a Durango. Allá en el rancho pos sí vivía la gente, pero nunca vivía igual que aquí en la ciudad. Aquí en la ciudad, ¡cuidado! Porque si trae hijos, hijas de una edad, voy a suponer de los diez, doce, catorce, quince años y si no los hace entender, aquí se pierden. Aquí en Durango se pierden, ¿verdad? Agarran más ahorita que hay tanto marihuana y hay tanta cosa ahí de quién sabe qué diablo le revuelven ahí a tanta cosa, pos ahí ta la cosa. Pero si es un padre que los sepa sobrellevar más o menos, sí, nosotros aquí ya cuando, después, cuando ya yo ya no fui de bracero, que nos venimos aquí, ¿verdad? Entonces bueno, pos ya estamos aquí. ¿Sabe qué? Anduvimos trabajando y yo me fui a trabajar de velador en una compañía, ahí duré veinte años hasta que me pensionaron. Ya me pensionaron y ya, con este changarrito tenemos más de treinta años, mi esposa aquí ha estado más de treinta años. Entonces pues ya me puse a ayudarle a mi esposa aquí.

LM: En alguna ocasión, ¿le dieron ganas de regresar a Estados Unidos?

IA: Bueno, aquí pasaban conocidos míos de los ranchos de allá que iban de mojados y me invitaban de mojado, pero yo de mojado nunca quise ir.

LM: ¿Por qué?

IA: No pues, ¿se imagina el peligro ahí por entre la sierra y todo eso? Por todo eso sin comer, en veces sin dormir y luego peligroso ahí pa que le pique una víbora, pa que los agarren por ahí, ¡no, no señor! Pero ahorita me acuerdo cuando la braceriada, como al modo de sueño. Me pongo a repasar a veces, ¡híjole, no, Chihuahua! De este modo y qué bonito era ahí, muy bonito todo, ¡hijo de la fregada!

LM: Don Isidro, ¿qué significa el término bracero para usted, la palabra bracero?

IA: Bracero es que con sus brazos del mexicano va a juntar toda la cosecha que hay en Estados Unidos, eso es bracero, por eso nos nombran bracero. Porque con los brazos que lleva el mexicano, con los brazos que tiene el mexicano va a juntar toda la cosecha o no nomás la cosecha, sino que otros trabajos va a desempeñarlos allá, por eso bracero, los brazos pa trabajar, según yo entiendo eso.

LM: ¿Cómo se siente usted de que lo identifiquen como bracero, de que lo llamen bracero?

IA: Bien, porque sí, eso para mí es una palabra que sí me agrada, bracero, porque pues sí, íbamos de braceros, ¿verdad? Ese es el asunto, que íbamos de braceros y sí me agrada la palabra de bracero.

LM: ¿Se siente usted orgulloso de haber sido bracero?

IA: Sí, fíjese que sí. Porque es como le digo, con sus brazos fue a desempeñar aquellos trabajos de allá, trabajos duros, ¿verdad? Por eso fue de bracero, con los brazos a juntar allá lo que veía trabajar allá, esa es la cosa.

LM: En términos generales, ¿sus recuerdos son positivos?

IA: Sí, positivos.

LM: ¿Siente usted que el haber sido bracero cambió su vida de alguna manera?

IA: Fíjese que sí, ni modo que no. Que sí, sí cambió, porque ya después de ya los primeros años que fui yo de bracero, cambió un poquito mi situación ya. Sí cambió ya la situación, ya estuvo mejor. Ah, no cuando estaba ahí, malterrado ahí y todo eso, pos no, no estaba bien.

LM: ¿Le trajo beneficios económicos?

IA: Sí, económicos y todo, ¡qué barbaridad!

LM: ¿Pudo educar a su familia?

IA: Exactamente, sí. Fue un beneficio todo eso y yo quisiera que hubiera más braceriada, no pa mí.

LM: ¿Le gustaría ir?

IA: No, pos yo ya, donde quiera que estuviera yo no puedo ir.

LM: ¿Le gustaría que se volviera a implementar el programa?

IA: Fíjese que sí, sí, fíjese que sí y hace mucha falta todo eso.

LM: ¿Por qué?

IA: Pos hace mucha falta porque entonces no se iría tanto mexicano a morirse ahí entre la sierra ahí con sed y otros que los americanos les tiran y los matan. Otros se van en un tráiler y se quedan encerrados, otros se van en un tren y ahí se mueren encerrados. Entonces fíjese, como le dije hace rato, eran dos veces las que iban el bracero, en septiembre y en mayo, unos venían y otros iban y ahí iba la cosa, ¿verdad? Y ahorita ya no, ya no hay, se acabó eso. Pos ahí va toda la gente, familias enteras van pa Estados Unidos. Unos alcanzan a llegar, otros no, fíjese nomás. ¡Es un desastre ahorita todo eso! Entonces como los gobiernos ahorita están que quieren arreglar eso de la migración y todo eso que… Pos eso, le digo yo que es como las carros extranjeros, regularizan una parte y al rato ya está lleno otra vez. Así también, les da una amnistía a esos al rato ya está lleno otra vez. Sí, no hay como bracero, que vaya y venga, que vaya y venga.

LM: Era muy bueno el bracero porque no se quedaba.

IA: No se quedaba, exactamente.

LM: O era muy poco el que se quedaba.

IA: Era muy poco el que se quedaba.

LM: ¿Usted nunca tuvo alguna oferta de quedarse por allá?

IA: Sí.

LM: ¿Cómo fue?

IA: Había mucho, el mismo americano: “Si quieres te arreglo tus papeles”. Pero muchos dijimos: “Bueno, y, ¿pa qué?”. Eso era lo que uno se preguntaba, ¿para qué? Si yo me voy ahorita a Estados Unidos estamos en el mes de septiembre, yo me voy ahorita en mayo y me vuelvo a regresar otra vez. No, las cosas cambiaron.
LM: ¿Creían que iba a ser…?

IA: Pa toda la vida, eso fue el bracero, se acabó.

LM: ¿Le hubiera gustado quedarse a vivir por allá?

IA: Fíjese que sí y había mucha chanza pa quedarse uno allá, el mismo patrón: “Si quieres te arreglo papeles”. “No, ¿pa qué?”. Mucha chanza había.

LM: ¿Esa fue la razón principal por la que usted no se animó, porque creía que iba a seguir?

IA: Sí, porque creía que iba a seguir, que caso traiba, no, sí.

LM: ¿Se lamentó alguna vez de no haber…?

IA: Sí, pues fíjese que sí, sí porque, pues no crea digo, no crea que, ahorita más, antes estaba bien Estados Unidos, ahorita ya no, ahorita ya no. Yo fui a Dallas en el mes de octubre, me estuve dos meses ahí y me gusta salir y ver. Pero ver las cosas detenidamente y a veces me pongo a pensar y todo eso cómo son, y eso es lo que andaba haciendo yo, viendo, caminando y mirando todo. Y una cosa que me gusta de la parte donde yo fui, porque no en todas partes de Estados Unidos, sino que una parte de Estados Unidos, en Dallas ahí están mis hijas, mis hijos.

LM: ¿Cuántos hijos tienen por allá?

IA: Uno y dos hijas. Una cosa que me gustó mucho, que los sábados salíamos, los domingos salíamos y nunca cerraban la casa con candado, ni andaban dejando esto y lo… Las camionetas ahí las estacionaban, ahí dejaban todo, no había quién agarrara nada.

LM: La seguridad de allá.

IA: Qué bonito, qué bonito eso me gustó mucho. Y yo cuando llegué: “Que ya vámonos”. “Oye, no, pero ahí está abierto”. “No papá, es eso que así se queda ahí”. “Oye la camioneta así está abierta”. “No, así se queda”. Fíjese, eso me gustó mucho de ahí, me gustó mucho. Pero cuestión de vivir y todo eso, pues a lo menos ahora que fui, hace poco que fui en octubre, veo las cosas poco mal, ya no como antes que iba yo de bracero, no.

LM: ¿Qué es lo que no le gusta ahora?

IA: Pues lo que no me gustó fue que había mucho desempleo también ahí, había muchas gentes. Yo me iba a platicar ahí con ellos ahí, muchos mexicanos había ahí. Voy a suponer, un día los conté veinte, ahí en la esquina esperando a ver si llegaban. Llegaban un día, dos y ya los llevaban ahí otra vez, y ya, fíjese. Ahí tienes que pagar renta, igual que aquí, tienes que pagar luz, tienes que pagar agua y todo eso, hay muchas personas que no completan, ¡ahí ta la cosa!, pa que vea.

LM: Son tiempos duros.

IA: Ah bueno pues sí.

LM: En todos lados.

IA: En todos lados así es.

LM: ¿Cómo fue que sus hijos se fueron a vivir allá?

IA: Mire, mi hija la primera se fue a Los Ángeles. Yo le encargaba mucho a mi hija cuando ella estaba grande, ella se fue porque allá teníamos familiares también nosotros y que: “Déjala que venga, y quién sabe qué… Y bueno, pues se fue. Ya estuvo allá y estuvo trabajando y yo hablaba con ella y yo le decía que no se juera a quedar allá. “No te vas a quedar allá, no te vas a quedar allá, vente pa acá”. “Pues aquí, no papá, qué esperanzas”. Pues se casó con uno de allá.

LM: ¿Se casó con un americano?

IA: No, con un residente.

LM: ¿Es mexicano?

IA: Sí, es mexicano, residente, tiene su papá, el papá es de Nayarit, quién sabe de dónde por ahí. Y ya entonces ella también arregló papeles también de residencia y todo eso, y compraron una casita, tienen una casita. Pero pos no, yo veo que ahí tienen que estar trabajando duramente todos los días. Chambeando duro y macizo ahí y temprano, ahí a las cinco de la mañana así, vámonos y andan ahí la sonaja ahí todo eso. Entonces vienen mis yernos así como vinieron en diciembre. Bueno, dice: “Pos ustedes, ¿cómo viven?”. “Pos, ¿cómo vivimos? Pos bien, nosotros aquí tenemos que comer, que vestir, centavitos también por ahí pa gastar”. Así es que, ¿qué? Entonces dice uno de ellos: “Fíjese que ahí están bien”. Sí son tres cosas que tienen que comer, qué vestir y si usted dice que centavitos, a veces tenemos también pa gastar así es que pos dice: “¿Usted ya fue pa allá?”. “Pues sí, ya fui y ya vide [vi] que también no está muy fácil, aunque sea Estados Unidos y que sea, lo que sea no está muy fácil”. (risas)

LM: No está nada fácil.

IA: Pos no, no está fácil. No, dice pos si ustedes ahí, no ahí estamos, estamos nosotros a gusto y ellos a gusto ahí.

LM: ¿Está contento de haberse quedado en México también?

IA: Sí, también.

LM: Don Isidro quiero darle las gracias por habernos abierto las puertas de su hogar, por haber compartido con nosotros sus experiencias y su vida.

IA: Estamos a las órdenes aquí pa cuando otra vez que quieran venir.

LM: Muchas gracias.

IA: Pos sí, ya se mejoró.

LM: Muchas gracias, a nombre del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas y en lo personal, un servidor, le agradezco mucho.

IA: Pos muchas gracias y aquí estamos a las órdenes pa cuantas veces quiera venir, al cabo ya sabe, ¿verdad?

LM: Claro que sí, con esto vamos a dar por terminada la entrevista.

IA: Bueno pues, muchas gracias y aquí estamos a las órdenes.




Fin de la entrevista






Creator

Martínez, Laureano
Abrego Alvarado, Isidro

Date

2003-06-02

Subject

Bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Isidoro Abrego Alvarado

creator (Spanish)

Martínez, Laureano

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

1:35:57

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Isidoro Ábrego Alvarado
Fecha de la entrevista: 2 de junio de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez

Esta es una entrevista con el señor Isidoro Ábrego Alvarado en la cuidad de Durango, Durango, el día 2 de junio de 2003 conducida por Laureano Martínez para el Proyecto Bracero del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso.

LM: Buenas tardes don Isidoro.

IA: Buenas tardes.

LM: Don Isidoro, me gustaría comenzar esta entrevista preguntándole, ¿dónde y cuándo nació usted?

IA: Yo nací el día 4 de abril de 1931, en un pueblito que está aquí cercas que se llama el Sauz Bendito.

LM: El Sauz Bendito, ¿municipio de dónde?

IA: Municipio de Canatlán.

LM: Canatlán, Durango, ¿verdad?

IA: Sí.

LM: ¿Cuántos años tiene?

IA: Tengo setenta y tres años.

LM: ¿Cómo se llamó su papá?

IA: Se llamaba Luis Ábrego.

LM: Y, ¿su mamá?

IA: Juana de la Cruz.

LM: ¿De dónde eran originarios ellos?

IA: Ellos eran originarios de un pueblito que se llama Miguel Allende.

LM: Miguel Allende, ¿dónde está ese pueblito?

IA: Allá está por el Municipio de Nuevo Villado.

LM: Nuevo Villado, Durango. ¿Cuántos fueron ustedes de familia?

IA: Nosotros fuimos cuatro de familia nada más.

LM: Cuatro, ¿cuántos hombres y cuántas mujeres?

IA: Tres hombres y una mujer.

LM: De esos cuatro, ¿qué lugar ocupaba usted, don Isidoro?

IA: Yo era campesino allá en aquellos tiempos, era campesino. Yo sembraba maíz y frijol.

LM: Y, ¿era usted el más chico o el más grande?

IA: El más chico de la familia.

LM: Era el menor.

IA: Sí, el menor.

LM: ¿A qué se dedicaba su papá?

IA: Era también campesino él también. Sí, también era campesino.

LM: Tenían tierras propias.

IA: Sí. Bueno, era ejido.

LM: Era ejido.

IA: Es ejido todavía.

LM: ¿Qué sembraba su papá?

IA: Maíz, frijol.

LM: Su mamá, ¿se dedicaba al hogar?

IA: Sí, al hogar. Ella ahí en la casa nomás, trabajaba ahí en la casa.

LM: ¿Tenían gallinitas?

IA: Sí, pos sí, cómo no. Pos ni modo, ahí gallinitas, marranos, una vaca y mulas pa sembrar y todo eso teníamos ahí.

LM: ¿Fue usted a la escuela, don Isidoro?

IA: Pues no, no terminé ni la primaria siquiera, fíjese. Porque en aquellos tiempos casi no había escuelas nada, estaba muy difícil la escuela en aquellos tiempos, fíjese. Yo recuerdo que era muy difícil, yo alguna de mis hijas por allá yo trataba de que estudiara y estudió hasta sexto año, nomás la primaria, nomás, fíjese. Pero ya con eso, en aquel tiempo la primaria era un estudio, ¡qué barbaridad!, era muy grande, muy arriba. Sí, ¿verdad?, ya ahorita ya no.

LM: ¿Era difícil terminar la primaria?

IA: Era muy difícil. Es más, yo tuve que transportarla, la trasportaba yo a ella. Tenía un carrito de caballos y la trasportaba de ahí de donde nosotros vivíamos a otro pueblito que estaba ahí, porque ahí no había nada. Y fue del modo que, que terminó la primaria.

LM: Y usted, ¿hasta qué año llegó?

IA: No, yo nomás llegué hasta segundo año, nomás.
LM: Hasta segundo.

IA: Hasta segundo año, nada más.

LM: ¿Aprendió a leer y a escribir?

IA: Sí, sí ahí aprendí a leer y a escribir. Y ahora he aprendido mucho porque me gusta mucho leer periódicos y todo eso. (risas)

LM: Qué bueno.

IA: Sí.

LM: Cuénteme, don Isidoro, ¿le ayudaba usted a su papá?

IA: Sí, bastante. Sí, bastante le ayudaba, mucho le ayudaba.

LM: ¿A qué edad empezó usted a ayudarle?

IA: De la edad de los quince, dieciséis años.

LM: ¿A qué le ayudaba?

IA: Pues le ayudaba yo a trabajar, pos a trabajar ya con un tronco, trabajando, sembrando y escardando, segundando y todo eso.

LM: ¿Cómo sembraban? ¿Cómo eran los troncos?

IA: Era, podías a poner dos mulas, un arado, en aquel tiempo, una persona, voy a suponer un niño, iba con un morralito aquí sembrando atrás, zas, zas, zas, zas.

LM: Iba el arado.

IA: Él araba, iba abriendo la tierra y entonces otro, otro arado, otro tronco vamos a decir, venía atrás tapándola. Le decían la tapada y así, daba vuelta y otra vez y así, eso era la siembra. Se dio el tiempo ya que el maíz estaba grande, había que escardarlo. Ya que cuando el maíz estaba grande así, había que segundarlo.
LM: ¿Qué era la escarda?

IA: La escarda era, el arado, ¿verdá? Así y arrimarle la tierra al maíz, ¿verdad? Porque cuando se… El maíz al sembrarlo, ¿verdad?, salía así nomás, ¿verdad? Pero uno de campesino sabía a qué tiempo tenía que darle aquella escarda. Ya cuando estaba grandecito, metía el arado, juntaba la tierra y quedaba nomás el puro hoyito ahí.

LM: ¿Lo cubrían con tierra?

IA: Lo cubrían con tierra, exactamente.

LM: Y, ¿la segundada?
IA: La segundada era cuando ya el maíz ya estaba grande así. Ese era muy fácil para nosotros los campesinos porque era nomás ir por cada calle, ¿verdad? Del surco nomás y era mucho avanzar, mucho, ¿verdad? Y era muy fácil eso.

LM: ¿Cómo era la vida en aquellos años? ¿Cómo fue su infancia?

IA: Mire, ahorita yo tengo muchos hijos aquí y yo platico mucho y a ellos también les gusta mucho que platique yo con ellos. No se compara la vida ahorita con aquel tiempo, sí. ¡No, no, no! En aquel tiempo sí había mucha necesidad. Porque le voy a dicir porque, porque vivíanos todos en el rancho, no había protestas, no había manifestaciones, no había quien fuera un grupo a hablar con el gobierno, a hablar con el presidente municipal, a hablar con equis persona. No había nada de todo eso. Así es que la gente ahí vivíamos todos, ¿verdad?, con mucha necesidad. La gente no tenía con qué comprar un pantalón. Este, a los pantalones aquí les ponían, los cosía la mujer, así pa todos lados.

LM: De la rodilla.

IA: Sí, de la rodilla, sí se… De aquí de atrás.

LM: ¿Parchados?

IA: Parchados y de todo eso porque no había, muy raro. Unos zapatos, casi no había quién los trajera, puro huarache de llanta de, de llantas de esa de carro. Le ponía, unas correas de esas, había unas correas que vendían y ahí las ganchaba y a caminar, pero casi no había quién. Yo era un joven y yo fui a trabajar a La Laguna, que era onde más o menos pagaban bien y había trabajito ahí. Y ese año venía yo muy contento, yo tenía como unos diecinueve años, venía muy contento porque en esa ida que me di, compré unos zapatos. Pero aquellos zapatos, aquellos zapatos eran nada más para el sábado y el domingo.

LM: Nada más.

IA: Nada más, sí pos si se los ponía como ahorita, los acababa y, ¡pa comprar otros!, (risas) pos ese era el asunto.

LM: ¿Hasta qué edad trabajó en, dice que a La Laguna se fue de qué edad?
IA: De dieciocho años.

LM: Don Isidoro, ¿cuándo se entera usted que se puede ir a trabajar a Estados Unidos como bracero?

IA: En 1953, como nosotros vivíamos de la agricultura, ¿verdad?, del campesinado, aquí en todo el estado de Durango fue un año que no llovió absolutamente nada. Aquí en Durango se abrió un centro de contratación, ¿verdad? Pero luego la gente, pos había gente aquí. Y como es un centro de contratación, usted se imagina había gente de distintas, de toda la república, voy a suponer, e hicieron muchas averías aquí, muchas averías hicieron. La gente empezó a protestar y ya no quisieron eso, entonces siguió ese año en 1953 aquí estaba el gentío así, me fui y me contraté en Chihuahua.

LM: ¿En Chihuahua?, ¿aún habiendo centro de contratación?
IA: Había centro de contratación, pero aquí vine. No, veía las cosas muy difíciles, ¿verdad? Me fui a Chihuahua, entonces en Chihuahua ahí sí, sí arreglé el primer año que fui, la primer vez que fui.

LM: Y, ¿qué les pedían para enlistarse como braceros?
IA: Mire, en esos años, tenía que sacar un número, así le daban un número, ¿verdad? Un numerito que le daban así. Entonces ahí estaban los soldados, ahí donde estaban hablando por micrófono a la gente que le tocaba y luego ya este, le hablaban a uno. Iba caminando, entonces ya, ya cuando ya me tocó, fui yo pregunté, y ya cuando me tocó, ya le pregunté ahí a un sargento que está ahí. “No”, dijo, “pa mañana, pa mañana sería tu número”. Sí, efectivamente, otro día ya me hablaron. Yo no conocía nada de Estados Unidos, ni sabía qué sería Estados Unidos, ni sabía nada. Yo iba nomás, yo iba solo, no llevaba ningún compañero de aquí como a veces, yo iba solo.

LM: Cuénteme, ¿en qué se fue de aquí a Chihuahua?

IA: Me fui en un tren carguero de, de… Yo estaba trabajando en Cevallos, Cevallos, Durango. Ahí había mucho algodón ese año.

LM: ¿Allá cerca de La Laguna?

IA: Cerca a La Laguna, ahí hay un Cevallos. Había mucho algodón y ahí me puse a trabajar. Y en aquel tiempo $15 pesos era mucho dinero, era mucho dinero. Y yo traiba $15 pesos. Bueno, pos ahí me fui, iba unos en un tren carguero ahí y luego me abrieron la puerta y íbanos cuidando la puerta que no se fuera a cerrar y ya nos fuimos a Chihuahua. En Chihuahua llegué y como no conocía nada…

LM: ¿Comentó usted con alguien de su familia que se iba a ir de bracero?

IA: Sí, sí.

LM: ¿A quién le comentó?

IA: Bueno pues entonces en ese tiempo yo estaba recién casado, éramos nada más yo y mi esposa y un hijo que ahorita que es el mayor de aquí de la familia.
LM: ¿En ese año se casó?

IA: Ese año y mi esposa se quedó aquí por la necesidad que teníamos. Ella me insistía mucho que no me juera. Pero con la necesidad que teníamos, no, a mí no me interesaba nada, teníamos un niño nomás, en ese año.

LM: Y, ¿qué se oía de los braceros? ¿Por qué se animó o qué?

IA: En 1941 fue el año que fueron los primeros braceros de aquí de, de la República Mexicana. Pero ese año recuerdo que había guerra con Estados Unidos, por allá quién sabe dónde, ¿verdad?

LM: La Segunda Guerra Mundial.

IA: Entonces muchos no querían ir, porque es que no, que no, que los llevaban a la guerra pero no era cierto.

LM: ¿Tenían miedo?

IA: Tenían miedo, sí. Y muchos no iban, no quisieron ir por eso. Pero ya después empezó ya a saberse, a saberse y empezó a ir la gente. Y los primeros braceros cuando llegábamos, pos estaban muy bien allá, pos ya cuando llegábanos, sí. Ya era otro movimiento.

LM: ¿Aquí le tocó ver algún paisano, que hubiera regresado?

IA: Yo, nomás a una persona vide, en 1941 me parece o [19]45 me parece, por ahí. Fue la primer persona, una persona que vide yo que vino de Estados Unidos con mucho dinero.

LM: ¿Venía con mucho dinero?

IA: Sí, traiba mucho dinero, porque entonces en aquel tiempo me parece que el dólar valía $4 pesos o $3 pesos, por ahí va la cosa, ¿verdad? Y entonces pues ya toda la gente al ver aquella persona, pos toda la gente se emocionó y dice: “Pos no, yo me voy de bracero”. Aunque no estaba muy fácil, ¿eh? Era un chorro de documentos que le pedían.

LM: ¿Qué le pedían?

IA: Entonces algunos requisitos no los llenaba, ¿verdad? Y ahí taba la cosa.
LM: ¿Se acuerda usted qué fue lo que le pidieron ya cuando llegó a Chihuahua?
IA: Sí, sí me acuerdo bien, cómo no. Ahí se necesitaba el acta de nacimiento, no había todavía tarjeta electoral, no había todavía. Pero el acta de nacimiento, la cartilla militar y algún recibo de ahí del rancho donde vivía, del pueblito donde vivía, eso era todo lo que le pedían.

LM: ¿Llevaba usted eso?

IA: Sí, yo todo llevaba, yo todo llevaba porque yo ya sabía lo que pedían, ¿verdad? Entonces yo ya sabía todo eso.

LM: Claro, ¿cómo era ese centro de contratación ahí en Chihuahua?

IA: Era muy bonito. Bueno, en Chihuahua ahí taba la revisión médica, la revisión de… Bueno un chorro, de examen que le hacían ahí al mexicano.

LM: Platíquenos de esos exámenes.

IA: Era muy duro, fíjese, era muy duro el examen. ¡Ande!, yo me acuerdo. Nombre, ¡qué barbaridad!

LM: ¿Cómo era?, ¿qué les decían?, ¿qué hacían o qué?

IA: Mire, luego luego llegando, luego cuando ya le daban a uno sus papeles ya onde uno ya sabía que iba a trabajar allá, unas hojas rosas que le ponían ahí, ya sabía que iba a trabajar ahí. Pero luego luego entrando, luego luego entrando, que uno iba de aquí ahí ya pa onde ellos estaban, estaban todos los médicos de todo, ahí estaban unas personas con un viaje de, con una bomba de desinfectar, todo, desde los pies hasta la cabeza.

LM: ¿Con ropa o sin ropa?

IA: Con ropa, sí.

LM: ¿Los rociaban?

IA: Los rociaban todo aquello.

LM: ¿Qué era, algún polvo?

IA: Era un polvo, como insecticida, una cosa así era.

LM: Ni les avisaban.

IA: No, no nos avisaban nada.

LM: ¿Usted sabía?

IA: Yo no sabía nada de todo eso.

LM: ¿Qué pensó?
IA: No pos yo pensé, taba todo eso, dije: “¡Ah caray! Pos y ni modo, listo y ni modo. A lo mejor estas son las reglas que tienen pa que nosotros vayamos pa allá y ni modo”.

LM: Y de ahí, ¿qué más?

IA: De ahí, hubo otras cosas que no se las puedo decir, ¿verdad? Porque, pos no se las puedo decir.

LM: ¿Son muy feas?

IA: Pos sí, fíjese que sí. Y ya al último ya cuando uno ya pasaba allá… Bueno, ahí ya cambiaba la situación porque allí en Ciudad Juárez había una parte que se llamaba el Río Vista. No, ahí ya era una cosa ya, ¡qué barbaridad!

LM: ¿Le hicieron algunos otros exámenes médicos?

IA: No, allá no, ya allá, ya pasando allá no.

LM: Allá ya no.

IA: Eso era aquí en Chihuahua nada más, allá ya de ahí ya lo ponían, ya afuera un tren o ya le ponían autobuses y ya se lo llevaban ya hasta El Paso. En El Paso estaba ahí en Ciudad Juárez, en El Paso, una parte que se llamaba Río Vista. Río Vista era un campo grande, muy grande, muy inmenso con tela de alambre, ahí estaban llegando todos los braceros. Los que iban de aquí y los que venían de allá de Estados Unidos también, ahí llegaban. Ahí les daban el pasaje hasta Chihuahua y ya de ahí de Chihuahua pues ahí cada quien, ¿verdad? Y entonces, ya ahí ya era otra cosa ya porque por ejemplo ahí ya ahí había camas, había regaderas, había comida, se la daban, todo era gratis. Ya se iba contratado el bracero, ¿verdad? Y camas y correo y bueno, había todo ahí, muy bien estaba ahí.
LM: Estaba muy bien, ¿era grande?

IA: Sí, era muy grande ahí.

LM: ¿Cuánta gente cree usted que había ahí?

IA: Pues ahí había miles sobre miles, fíjese. Voy a suponer unos diez mil personas, ahí había más o menos como unas diez mil personas. Ya a la hora de, de la noche de, había muchas barracas pero no cabía la gente ahí. Entones iba uno por su camita de esas que se doblan y la ponía por ahí donde quiera, ahí se quedaba en la noche. Entonces ahí estaban llegando todos los americanos de por allá, voy a suponer de los estados de aquellos de allá, ¿verdad? Entonces: “Pos yo quiero tantos. Yo quiero veinte. Yo quiero diez”. Y así.

LM: ¿Ahí escogían al trabajador?

IA: Y lo escogían al trabajador, ¿eh? No crea que, que nomás: “Vente”. Y no, todavía ahí iban a escoger al trabajador todavía. Le veían las manos, señor, a ver cómo las tenían, a ver si tenían callos, a ver como qué clase de manos tenía. Se las veían y se las volteaban. “Y, ¿en qué trabajabas tú allá?”.

LM: Les hacían preguntas.

IA: Sí les hacían preguntas: “¿En qué trabajabas?”. “Bueno pos yo era campesino allá, ¿verdad?”. “¿Sabes piscar algodón?”. “Pos no, no sé”. “Y, ¿a qué vas entonces?”. “Pos quiero trabajar, quiero ganar dinero”. “¿Qué allá en México no ganas?”. “Pues gano, pero gano muy poquito”. (risas)

LM: Claro.

IA: Pos sí claro, la verdad, ¿verdad? Sí y, y no pos ya de ahí era otra la situación.
LM: ¿Dónde firmó su contrato?

IA: Lo firmé ahí en Chihuahua.

LM: ¿Por cuánto tiempo le dieron el contrato?

IA: El primer año fueron dos meses, ahí en el estado de Arizona.

LM: ¿Lo mandaron a Arizona?

IA: A Arizona, ahí.

LM: ¿A qué parte de Arizona, se acuerda?

IA: Un pueblito que se llamaba Bowie, Arizona. Allí seguramente, ahí los rancheros arreglaron casitas de madera, bien arregladitas con sus camas, con sus cobijas, con su estufa, bueno todo así estaba muy bien arregladito todo ahí. Y pa que ahí mismo hacía uno su comida y ahí comíamos. Compraba uno comida y ahí mismo comía.

LM: Ahí vivían, ¿cómo le llamaban a esas casas?

IA: No pos ahí le… No tenían nombre, nomás les decían ahí campos de braceros nomás, campos de braceros nomás.

LM: ¿Qué ilusiones tenía usted cuando se fue a Estados Unidos? ¿Qué sueños?
IA: Mis sueños, yo vivía en un ranchito le acabo de decir, mis sueños. Cuando yo me fui a Estados Unidos, había una persona ahí que yo trabajaba con él. Y yo en un carrito de esos de cuatro ruedas con dos mulas, ahí trabajaba con él en un establo y cargaba el abono que estaba ahí, e iba y lo tiraba a sus labores de él. Y yo me bromeaba con él y yo le decía a él: “Yo quisiera irme a Estados Unidos nomás pa comprar un carrito”. Y yo iba en el carro cargado con abono y sentado en una tablita manejando las riendas y yo me hacía las ilusiones, yo no tenía nada. Me hacía las ilusiones: “Si este carrito fuera mío”. Me fui a Estados Unidos, cuando vine, a él mismo le compré todo eso. En un carrito ya andaba yo muy a gusto con mi carrito y trabajando y todo, haciendo adobes, acarreando piedra pa hacer otra casita más amplia ahí y todo muy bien ahí. Acarreaba agua en unos tambos y ahí la ponía, pa de ahí le daba a los caballos y de ahí agarraba también. Y sí, gracias a Dios que sí.

LM: Qué bueno.

IA: Mi esposa fue una persona muy cuidadosa y muy trabajadora. Cuando yo vine, ya había… Ya tenía una vaca, una vaca parida que compró, fíjese nomás. ¡Cambió!, cambió la situación, de allí cambió. Yo también ya después me piqué a ir a Estados Unidos, no pos ya estábamos bien. Pero como le digo, iban y venían, iban y venían, ¿verdad? Porque los contratos eran chicos, nada más que tenía uno que renovarlos, ¿verdad? Cuando había trabajo que el patrón, voy a suponer, que el patrón le decía: “¿Te quieres quedar?, tengo trabajo”. “Sí cómo no”.
LM: Las famosas extensiones de los contratos.

IA: De los contratos. “Traeme tu contrato pa llevarlo a La Asociación para arreglártelo ahí por tanto tiempo más”. Y ahí lo arreglaban.

LM: ¿Por cuánto tiempo les daban las extensiones?

IA: Bueno, eso era según el trabajo que tuviera el americano, si tenía bastante trabajo podría ser por dos meses. Porque en ese tiempo los contratos no eran muy grandes, no eran muy grandes los contratos.

LM: ¿Eran pequeños?

IA: Eran chicos. Los primeros cuarenta y cinco días a Estados Unidos era desahijar betabel, eran cuarenta y cinco días. La mayor parte de todos los mexicanos que iban a trabajar, cuarenta y cinco. Pero de ahí, ¿verdad?, a veces el mismo patrón: “Mira, pos quiero que me ayudes aquí dos meses más, un mes más, dame tu contrato, este ya se cumplió pero dame tu contrato, yo lo llevo a La Asociación y luego te lo traigo otra vez, pero ya arreglado”. Sí, ya arreglado.

LM: Y ustedes, ¿qué decían?

IA: Sí, pues cómo no.

LM: Claro, lo que querían era trabajar.

IA: Era trabajar.

LM: Cuénteme ahí en Arizona la primera vez que fue, llegó a trabajar en el algodón, ¿verdad?

IA: En el algodón.

LM: ¿Cómo es el trabajo del algodón?

IA: Es muy duro, es muy duro porque es un costal grande, vamos a suponer como, como de dos metros el costal y lo tiene que traer uno aquí. Tiene una cosa aquí para amarrárselo uno de aquí.

LM: Se lo amarra de la cintura.

IA: De la cintura y luego aquí como que tiene una boca y luego va, zas, zas, zas, hasta que se llena. Entonces ya se llena el costal, ya lo carga y luego allá está la pesa, donde está una persona ahí: “Tanto, tanto, tanto”.

LM: Ahí le checaban los pesos.

IA: Sí, ahí le… Cuánto, cuánto, llevaba de cuánto… Pos la libra, las cien libras de algodón nos las pagaban a $2.05.

LM: A $2.05.

IA: ¡Uy muy barato! Sí pos aquel tiempo, como en 1953, sí.

LM: ¿A qué horas empezaban a trabajar?

IA: No, temprano, temprano. Sí, era muy temprano. Yo voy a suponer desde las siete de la mañana hasta ya la oscuridad, hasta que ya no se veía la…

LM: De sol a sol.

IA: De sol a sol.

LM: ¿Cuántos braceros trabajaban en ese campo?

IA: Trabajábanos pocos, es que era una compañía ahí que estaba aproximadamente como doscientos. Como doscientos mexicanos habíamos ahí, aproximadamente.
LM: ¿Sembraban algo más que algodón?

IA: No, yo vide puro algodón, pero sí mucho, mucho. ¡Uh qué barbaridad! No se alcanzaba a ver tanto que había. Nada más eso fue lo que alcancé a ver.
LM: ¿Eran largos los surcos?

IA: Sí, eran bastante. Porque los sacaba uno a la mitad nada más. Y ahí ponían unas banderas, unas banderas altas así arriba, banderas. Y eso quería decir que era nomás hasta ahí, sacar una parte, y luego ya empezar la otra.

LM: Y, ¿el clima cómo era ahí?

IA: Pues hacía, en ese tiempo que yo fui hacía mucho frío.

LM: Mucho frío, ya empezaba a hacer frío.

IA: Sí, pues yo, de aquí me fui en octubre, el día 9. Me acuerdo muy bien que el día 9 de octubre fue cuando, el primer día que pasé yo para allá. Chihuahua, del [19]53, día 9 de octubre y ya estaba haciendo mucho frío.

LM: ¿Cómo era el ambiente entre los mismos braceros, entre los mismos mexicanos?
IA: Pos fíjese que, no, a veces no era muy bueno, fíjese. Yo le voy a decir por esto, de que hay unas personas muy tomadoras, muy jugadoras, ¿verdad? Entonces alguno que no le conviene todo eso, pos está ahí navegando ahí sufriendo ahí todo. Sí, el relajo ahí en la noche, más los sábados y los domingos, unos salían de pleito ahí y otros no y bueno.

LM: ¿Qué hacían? Cuénteme, ¿qué hacían lo sábados y los domingos?

IA: Pues muchos tomaban, tomaban vino.

LM: ¿Ahí en las casas?

IA: Sí, no, o se iban ahí a los pueblitos que estaban cercas, ahí vendían. Vendían y se iban, allí había cantina y todo. Ahí tomaban y llegaban bien tomados y bien borrachos ahí a la casa y otro día en la mañana ya se iban. Y ahí mismo había partes que se hacía la jugada a los dados, ahí jugaban todos.

LM: Jugaban dados.

IA: Sí, jugaban dados también. Entonces pues claro, digo, algunas personas venían, cuando llegaban aquí se presentaban en quiebra. “No, pos que me fue mal”. Y por eso.

LM: A usted, ¿qué le decían? ¿Lo invitaban a tomar?

IA: Sí, me invitaban mucho, llegué al grado de que, tuve que salir de pleito con ciertas personas allá porque íbamos, nos íbanos juntos de ahí, ¿verdad? Y ya claro pues luego luego a la cantina, ¿verdad? Entonces luego luego, ¡zaz! Y yo me acuerdo que, yo iba pensando, luego luego. Pos es que a mí nunca me ha gustado tomar, nunca. Y yo odio la cruda, no. Pos los primeros días, sí por complacer y usted sabe, ¿verdad? Porque sí, pos cómo no. Pero ya después ya no, entonces algunos: “No, que tú y que pa acá y que eres esto y que eres esto otro y que pa acá y que fue y que vino”. Pos lo que me dijeran. Pero es que yo pensaba, yo mis pensamientos eran otros, mis pensamientos era, trabajar allá, mandar dinero aquí a mi esposa. Porque ella es una persona muy cuidadosa, una persona muy trabajadora. Entonces pues yo decía: “Esta es la oportunidad que tengo aquí, si no la logro va a estar otra vez más”. Hay que jalar.

LM: Y, ¿llegó a los golpes?

IA: No, no así nomás.

LM: Nomás así verbal.

IA: Pero yo soy una persona que me dicen alguna cosa y cuando la cosa es mal, que me ofenden, yo no sería capaz de ponerme por, porque no, no conduce a nada, está peor la cosa, sí yo…

LM: ¿Ni ganados son buenos?

IA: No, no pos no, claro. Entonces este, pos yo mejor dejaba pasar las cosas, me retiraba y ganaba a otros lados y ya.

LM: ¿Qué hacía usted en esos días?

IA: Pos bueno, más bien los sábados y los domingos mejor me iba yo, me separaba de ellos y como que primeros días me quisieron ellos señalar, ¿verdad? Pero ya después otros cuatro, cinco compañeros míos también que ya igual que yo, ya había más fuerza, ¿verdad? No, ya después no: “Ustedes se van para allá, nosotros ganamos pa acá, para otro lado”. A ver los aparadores, a andarnos mirando ahí todo aquello y todo eso.

LM: ¿Cómo era el pueblito?

IA: Estaba grande y estaba bonito.

LM: Le gustaba. ¿Qué es lo que le llamaba la atención del pueblo?

IA: Pos ahí el pueblito, había puro inglés, no hablaban…

LM: No hablaban español.

IA: Español no hablaban nada. Entonces nos gustaba meternos a una rolilla que estaba ahí, pero ahí no vendían nada de todo eso. Una pura rolilla que estaba ahí y tenían una pura canción mexicana nomás.

LM: ¿Cuál era, se acuerda?

IA: Sí, me acuerdo bien. No me acuerdo cómo se llama ahorita, pero me acuerdo bien, pero no me acuerdo cómo se llama. Y por eso íbamos y nos metíamos ahí, nomás por eso.

LM: ¿Qué pedían o qué?

IA: Un refresco, un refresco de coca, un refresco de sabor y todo eso era lo que tomábamos ahí, nada más eso.

LM: ¿Cómo era el trato que recibían ustedes del americano en los pueblos?

IA: Mire, yo durante… Yo fui una, dos, tres, cuatro, cinco veces fui yo a Estados Unidos contratado, en diferentes partes, ¿verdad?, en diferentes partes. Pero yo, onde yo me tocó con los patrones fueron muy buenas personas para mí. El último año que fui yo, estuve en el estado de Arkansas, hasta el matrimonio que estaba ahí con que trabajábanos me regaló una foto donde están los dos ahí. Y ya cuando ya terminamos el contrato que ya le acabamos de trabajar ahí, nos hizo como una fiestecita, ¿verdad?, ahí en su casa. Sí, ahí en su casa.

LM: Les hizo una despedida.

IA: Sí, como una despedida. Y la esposa no sabía nada de español, ni él tampoco, pero ellos hacían la lucha hablar, ¿verdad? La señora, andábamos piscando nosotros algodón y se iba junto con nosotros ahí pa platicar, yo creo ella quería aprender.

LM: Quería aprender español.

IA: Español y se iba ahí. En la noche llegábamos y estábanos cenando cuando llegaba el americano y tábamos cenando y luego: “Buenas noches”. Le decíamos nosotros. “Buenas noches”. Y él decía que: “Buenos lonches”. Y le decíamos: “No, lonches no, noches, noches”. Y luego nos hacía la lengua, que la lengua no le ayudaba, y era todo lo que sabía. Pero yo las partes que estuve ahí con los americanos no tengo nada qué decir, todos nos trataron bien.

LM: ¿Este matrimonio era un matrimonio joven?

IA: Sí, era un matrimonio joven, era un matrimonio joven.

LM: ¿Ustedes llegaron a convivir con ellos?

IA: Sí, cómo no, sí.

LM: A conocerlos bien.

IA: Sí, los conocíamos bien, nomás que pos no nos entendíamos, no nos entendíamos porque ya en aquella parte de allá que es donde está lejos, entonces pues este, pues era muy difícil que digamos, por allá algún, los que están allá para que nos interpretaran.

LM: Un intérprete o algo.

IA: Un intérprete, era muy difícil que hubiera en aquel tiempo personas que, casi no había.

LM: ¿En los pueblos los trataban bien?

IA: Sí, muy bien nos trataron. Yo no sé ahorita, parece que hay mucha discriminación ahorita. Pues ya cambió la situación, digo yo que ya cambió, pero en aquel que nosotros fuimos, no. Trabajábamos, nos pagaban, ellos mismos decían ahí: “El que quiera mandar dinero a su casa, vamos pa que lo ponga”. ¿Verdad? Ya ponía. “Yo quiero poner dinero”.

LM: ¿Le daban el dinero al patrón?

IA: No, no.

LM: ¿A quién le daban el dinero?

IA: Él nos llevaba al banco.

LM: ¿Cómo era?

IA: En aquellos tiempos, en aquellos tiempos se usaba mucho mandar cheques de banco de allá de Estados Unidos, ¿verdad? Entonces él mismo nos llevaba, comprábamos el cheque, lo llenábamos ahí mismo y luego ya pagábamos ahí y lo echa uno, se usaban mucho las cartas certificadas. Le echaba uno, certificaba la carta y venía a dar aquí.

LM: ¿Alguna vez le tocó que no llegara?

IA: No, nunca, nunca no, todo el tiempo, yo… Bueno pos no había teléfonos, en aquel tiempo, puras cartas.

LM: Puras cartas, ¿se escribían?

IA: Sí, escribían: “Ya recibí, ya, ya recibí el dinero”.

LM: ¿Qué se platicaban en esas cartas? ¿Qué le escribía usted a su señora?

IA: Pues yo, ella me escribía que cuánto tiempo iba a durar más allá. Entonces ella decía: “Pues no”. Entonces ella me decía: “Pues mira, ¿qué te parece si hay oportunidad de renovar otro contrato?”. “Pos no”, dice, “tú sabes, pero pos no”, dice, “significa que tanto tiempo que tenemos ya aquí ya”. Porque a veces me echaba hasta dos contratos pegados, podían ser tres meses y otros tres, podían ser seis meses, ¿verdad? Entonces ella como que estaba muy conforme. (risas)

LM: No estaba muy conforme, pos estaba recién casada.

IA: No, no estaba muy conforme pero luego yo le hacía ver las cosas que, pos que era del modo de estarnos viviendo un poquito mejor, ¿verdad? Pos sí, porque pos allá yo le estaba mandando dinero a ella y ella pos estaba viviendo a gusto también, nada más la ausencia, ¿verdad?, que no…

LM: ¿Tenían mayordomo ahí en los ranchos?

IA: No.

LM: ¿Algún intérprete que le haya tocado?

IA: Bueno cuando ya… Había uno que le decían el fieldman, ese andaba por todas las…Ahí, por todos los trabajos andaba él en un carrito, el fieldman. Ya sabíamos que tiempo era, si nosotros queríamos decirle algo al americano, o a la compañía o a… Entonces ya le decíamos a él: “De este modo y de este otro y queremos esto y queremos esto otro”. Entonces ya él iba y ya le decía: “Que quieren esto y queren esto otro, de este modo y este otro”. Pero no, pos nunca tuvimos problemas nada.

LM: Nunca, muy bien. Cuénteme qué comían.

IA: Pos comíamos los mismo que aquí, nomás que allá, pues este, no sé qué pasaría en aquel tiempo, fíjese. Pues íbamos de aquí, como yo por ejemplo, iba yo del rancho y allá la mayor parte de todos los braceros que iban, mire unas cajototas grandototas así, copeteadas de puro mandado, comida de sobra. Ahí pa empezar huevo, carne, leche, mermeladas y panes y todo eso le echaba uno ahí al mandado. ¡Pero así la cajota! Mira, harina, porque nosotros mismo ahí, si éramos cuatro, nos repartíamos el trabajo ahí, uno lavaba trastes, otro amasaba la harina, otro la cocía y así cada quien se… Ahí nos repartíamos todo.

LM: ¿Cuántos se juntaban para…?

IA: Cuatro o cinco. Dos, el último año que fui yo, que estuve en el estado de Wyoming, éramos nada más yo y un primo mío. De todos los demás nosotros nos cortamos, ¿verdad? Y dijimos: “Nosotros nos cortamos, nosotros no nos vamos junto con ellos”. A trabajar también, desahijando el betabel.

LM: ¿Cómo es el desahije del betabel?

IA: ¡Ande hombre, qué barbaridad! Mire, el betabel era chiquito así, había que desahijarlo cuando estaba chiquito, más o menos a esta distancia, más o menos.
LM: Unos cuarenta centímetros.

IA: Unos azadoncitos así, mire chiquitos, de manguito chiquitos, hijole nombre, nomás viera qué duro.

LM: ¿Todo el día agachado?

IA: Todo el día, hasta que oscurecía, agachado.
LM: Igual de sol a sol.

IA: De sol a sol, de sol a sol. Porque ahí onde nosotros estábamos ahí estaba la labor cerquitas y ahí nos íbamos hasta que oscurecía.

LM: Y, ¿les dolía la cintura?

IA: Ande, qué barbaridad.

LM: ¿Cómo fueron esos primeros días?

IA: No, los primero días, ¡ande! Yo los primeros días, híjola, sí me ponía a pensar en la noche, ¡hijo de la fregada! Pero siempre yo mismo me daba valor. “No, tengo que triunfar, son los primeros días y yo tengo que triunfar y Dios nos va a ayudar. Y yo tengo que echarle ganas”. Y total, no pos los primeros días.
LM: ¿Qué se oía ahí en las noches?

IA: ¡Nombre, qué barbaridad! Unos no se podían levantar y, ¡ay carajo, qué babaridad!

LM: Se quejaban.

IA: Era duro eso fíjese, pero esa era la primer etapa. Ya después, ya pa limpiar ya con azadón de ese grande, parados. Sí, ya ese ya era otra cosa.

LM: Ya después ya estaba más…

IA: Sí, más fácil, ya.

LM: ¿Ahí tenían…? ¿Quién los cuidaba?

IA: No, uno mismo, uno mismo. Mire, yo el último año que estuvimos allá, que fue en el estado de Wyoming, andaba una cuadrilla de seis y nosotros nos separamos dos y veíamos al americano cuando llegaba en una camioneta se paraba, ¡ah caray ya viene ya! Entonces se iba por donde nosotros andábamos trabajando. Me acuerdo bien que se ponía las manos por detrás, y ahí va mirando el surco por donde íbanos nosotros trabajando y andaba la otra cuadrilla de los otros al otro lado y luego ya agarraba la… Porque nosotros hacíamos un trabajo bueno de que la yerbita había que sacarla fuerte con todo y raíz. Y aquellos como era bola, pos nomás ve por arriba, ¿verdad? Entonces este, pues ya se venía él y luego agarraba un así y iba y se los enseñaba aquellos, porque no sabía español. No que, nosotros andábamos haciendo buen trabajo ahí, que ellos nomás por arriba que todo esto.
LM: ¿Cuánta gente trabajaba ahí en el betabel?

IA: Andaba nomás una cuadrilla de seis y nosotros dos con ese americano nada más. Éramos seis y dos, ocho.

LM: ¿Él cómo se portaba?
IA: Se portaba muy bien, sí se portaba muy bien.

LM: ¿Cuánto tiempo estuvo trabajando ahí en el betabel?

IA: En el betabel, pues fueron, primeramente fueron cuarenta y cinco días. Ese era un contrato que casi pos donde quiera eso eran cuarenta y cinco días. Pero luego ya de ahí, ahí nosotros, por ejemplo, mi compañero mío que era mi primo, ese se ponía a platicar con él, pero pos no, casi no se le entendía nada. Y luego y le decía yo a él: “Oye, ¿qué pasó?”. “No”, dice, “pues una que otra palabra le entiendo”. “No”, dice, “no, oye, ¿pero qué crees? Que dice que nos va a renovar a nosotros”. “¿Cómo? No”, le dije, “es que tu inglés también no sirve”. Pues entonces aquellos otros también sabían. Uno de ellos también, no pues: “Se van a quedar cuatro personas”. Pero no sabía ni qué. Bueno, ya cuando ya se cumplió el contrato que ya todos con nuestras maletitas, ya ahí sus cajas, sus petacas, sus velices y todos ahí en unos árboles cuando allá venía allá. “Ahí viene ya”. Y llegó el field man junto con él, él sabía muy bueno, muy buen español. “¿Quihúbole, quihúbole, qué dice?”. Entonces ya me dijo: “Isidoro”. “Presente”. “Urbano”. Era mi compañero Urbano. “Presente”. “Dice el americano que si se quieren quedar otro mes con él”. “Sí, cómo no nos vamos a quedar”. Pues ya estaban aquellos, y: “Ustedes aquí está julano y zutano”. Como que nos seleccionaban, oiga. Por su modo y por su trabajo. Yo me fijaba mucho en eso, su modo de respetar y todo eso, ¿verdad?, y de su trabajo también. Yo por ejemplo, yo a veces venimos: “Patrón, bueno días”. No, pos nomás me veía, no me entendía nada.

LM: No le entendía nada.

IA: No, no me entendía nada. “Buenos días, patrón”. No, nomás me veía, nomás.
LM: ¿No aprendió usted una que otra palabra por ahí?

IA: No aprendí nada, nada, fíjese. Y había mucho modo porque ahí iban unos y le daban clases, algunos.

LM: Les daban clases de inglés, ¿cómo eran esas clases?

IA: Eran, era una de estas, ¿cómo se llama, oiga? De una religión, oiga, pero no me acuerdo qué religión era. Llevaban muchas sillas.

LM: ¿Protestantes, serían?

IA: Pos no sé de qué religión eran, no me acuerdo de qué religión eran. Llevaban muchas sillitas y luego llevaban muchos cuadernos y luego ahí nos estaban explicando ahí, iban los que querían, ¿verdad?

LM: Lo básico.

IA: Sí, el que quería y ya nos preguntaban todo eso, no pos sí. Pero no, yo no aprendí nada.

LM: ¿Cuántas veces se contrató, don?

IA: Mire, el primero año fue en Arizona, el segundo año en Nuevo México, el tercer año en Colorado y el cuarto en el estado de Wyoming. Cuatro veces.
LM: ¿El segundo fue en Nuevo México?

IA: Nuevo México aquí cerquitas, ahí en Unión, Nuevo México. Ahí estaba cerquitas ahí luego luego.

LM: ¿En qué trabajó ahí?

IA: En el algodón también.

LM: ¿Era un rancho grande ahí también?

IA: No, sí era un pueblito grande, era un pueblito grande, nomás que era unas personas que tenían ahí un pedazo de algodón y nos contrataron a dos personas nada más. Éramos nada más dos personas.

LM: ¿De cuánto tiempo fue su contrato ahí?

IA: Fueron de sesenta días.

LM: Y, ¿sí era tiempo suficiente o era poco tiempo?

IA: ¿Como para qué?

LM: Para juntar dinero, para ahorrar un poco.

IA: Bueno, pos es lo que le digo, el que llevaba intenciones de ahorrar y así, pos ese sí traiba buen dinero. Pero como le digo, hay muchos que les gustaba mucho el vino, les gustaba mucho andar pa todos lados ahí. Pos ese no completaba pa nada, ¿verdad?

LM: ¿En alguna ocasión, don Isidoro, le tocó estar en algún campo que fuera alguna autoridad mexicana, algún cónsul a visitarlos, a ver cómo estaban?
IA: Sí, en el estado de Colorado. Ahí fue un cónsul.

LM: Ahí fue el cónsul.

IA: El cónsul a visitarnos ahí.

LM: ¿Se acuerda cómo fue esa visita?

IA: Sí, sí me acuerdo.

LM: Platíqueme.

IA: Me acuerdo que él llegó y luego ya nos juntó a muchos ahí, en una barraca que estaba ahí y ya dijo: “Soy el Cónsul de México”. Y sacó su identificación, dijo: “He venido a saludarlos a ver cómo están y a ver si no tienen… Cuántas quejas tienen aquí. ¿Cómo los han tratado sus patrones?, ¿cómo han estado?, ¿cómo han vivido?”. “No pos hasta ahorita bien todo”. “¿Todos están bien?”. “Sí, todos están bien”. Dijo: “Y aquí también hay una cosa, aquí tengo una orden de que si algunos de los que están trabajando aquí en Estados Unidos me llega un reporte de allá de México de que no le mandan dinero a sus familias, inmediatamente va pa fuera”. Sí, así nos lo decían.

LM: ¿Así se los decían?

IA: Sí, así nos lo decían. Dice: “Todo el trabajador que está aquí trabajando que viene de México y tiene allá a su familia, tiene obligación de estarle mandando dólares a su familia”. “No, pos está bien”.

LM: Y, ¿ustedes creían eso?

IA: Sí, sí creíamos eso, es que más antes la gente era más buena que ahorita. Ahorita hay gente muy mala ya, ¡nombre!

LM: Aunque era obvio que a lo mejor los que jugaban y se emborrachaban pues no mandaban nada.

IA: Pues no mandaban nada, claro que no. Pos, ¿cómo iban a mandar? Si a veces lo jalaban todo, sí, así es.

LM: Ahí en Colorado, ¿en qué trabajó, don Isidoro?

IA: Mire, ahí estaba muy bien. Nomás viera qué bonito, había mucha agricultura oiga, mucha, bonita. Ahí estuve trabajando con una compañía.

LM: ¿Cómo se llamaba la compañía?

IA: Sally Sugar.

LM: ¿De qué?, ¿a qué se dedicaban ahí?

IA: ¡Ande! Ahí mire, ahí había mucho trabajo, había pisca de pepino, había de tomate, había de cebolla, papa. Había por horas también onde iban los camiones. Todos los maizales grandototes ahí. Pero grandes los maizales que tienen allá. No, ni pa qué. Y luego los van moliendo, ¿verdad? Y luego va el camión acá donde va cayendo. Entonces todo ese, los ahí los que están pa arriba, andava uno adentro con un tubo pa que no se hiciera bola ahí nomás, paseándola así alrededor, alrededor. Y tiene ventanitas con… Había, tenían una cosa como lodo, quién sabe qué era. La ventanita allá una cucharita y luego le tapaba bien sellado, le ponía una tapadiza, pero tenía como una escalera de arriba y luego protegido también de aquí pa que no se fuera a caer, ¿verdad? Entonces ahí vas, ya hasta el último ya que ya se llenaba, entonces ya se tapaba bien, se sellaba, ya se bajaba uno. Y luego vamos con el otro, ahí había también. No, ahí había mucho trabajo y había mucho dinero también pa nosotros los mexicanos.

LM: ¿Qué más había?

IA: Pos había todo eso, había pepino, había tomate, había papas, papas unos pedazos que no los alcanzaba uno a ver ahí, oiga. Llegábamos nosotros ahí y luego ya el americano, pos tampoco no sabía nada de español tampoco, ya nos dijo que, que iba pa enseñarnos todo lo que tenía, no, tenía mucho.

LM: Un rancho grandísimo.

IA: Muy grande, muy grande y luego, y andaba allá todo aquello y luego ya, cuando ya fuimos ahí nos llevó una pala, ¿verdad?, pa que sacáramos papas, pa que nos hizo la seña y nos llevó, pa que si queríamos sacar. (risas)

LM: ¿Les daba de ahí provisión?

IA: Sí, de ahí podíamos comer nosotros, fíjese. Elotes, también había unos grandototes así y ya nos dijo, nomás que estaban un poco malos, oiga. (risas) No nos gustaron los elotes.

LM: ¿No eran como los de acá?

IA: No, no.

LM: ¿De qué elote era? De ese elote amarillo.

IA: Amarillo sí, no nos gustó el elote. No, pos el elote, los primeros días, pos sí, no sirve eso.

LM: Y, ¿ahí en qué trabajó, en todo eso?

IA: En todo eso.

LM: ¿Cómo es el trabajo del pepino?

IA: El pepino tiene uno que piscarlo y luego ahí se van pagando, le dan una… Por ejemplo, al trabajador le dan como una tarjetita. Ahí tiene todos los precios, primera, segunda, tercera y cuarta. La cuarta es el grandote ese, de ese ya no sirve para nada. Pues allá ya no sirve para nada. Allá el de preferencia, era el chiquito, así mire. Ese sí lo pagan bien, entonces íbamos piscando en unos botes pepinos. Y el pepino todo el tiempo tiene que estar la tierra húmeda. Piscando llenaba uno, llenaba, le daban muchos costalitos. Un costalito lo llenaba y luego le daban una etiqueta y la ponía uno y ya.

LM: Era pepino de ese chiquito, no del…

IA: No, no del grandote de este que hay aquí no. Era puro chiquito así, lo más grandecito es así, el ese grandote ya no lo levantaban.

LM: ¿Le gustaba a usted ese pepino?

IA: Sí me gustaba, yo usaba una navaja y luego sal y limón en una bolsita aquí. A veces ponía mi bote, lo embrocaba, lo peloneaba y ahí, (risas) fíjese.
LM: El tomate, ¿cómo es el trabajo del tomate?

IA: Bueno, el tomate, fíjese que allá el tomate tiene que piscarse verde, verde y se pisca allá en puras cajitas así chiquitas, así. Ya no me acuerdo a cómo pagaban la caja de tomate, por caja.

LM: ¿Era pesado ese trabajo?

IA: Sí, era pesado, sí. Y luego de ahí, hacía uno las pilas de cajitas y venía y ya el troque levantado.

LM: ¿Ese a cómo se las pagaban?

IA: Pos no me acuerdo a cómo. Me parece que creo que a $0.03 centavos la cajita, en aquel tiempo.

LM: ¿Todo era por caja y por cantidad?

IA: Por caja sí, por cantidad, sí. Pos el desahije de betabel era por acre también.

LM: Por acre. ¿A cómo le pagaban el acre?

IA: A $13.50, a $13.50 el acre.

LM: Y, ¿la cebolla?

IA: La cebolla también nos la pagaban por arpilla.

LM: Por arpilla.

IA: Creo que a $0.06 centavos la arpilla, pero eran arpillitas chiquitas, no eran grandes.

LM: ¿Cómo es la pisca de cebolla?

IA: Pos mire, la cebolla es igual que la papa, como tiene varas pa arriba, la papa también como tiene… está grande así. Y luego entra una máquina tumbando todo lo de arriba, nada más lo de arriba, nada más. Al rato entra otra máquina que tiene como unos picos abajo y luego tiene una bandita, entonces la bandita va subiendo las papas y luego acá están. Van todas tiradas por el surco, ¡pero mucha cantidad!

LM: Muchísima, ¿a qué hora empezaban a trabajar ahí?

IA: Pos desde la mañana, como a las ocho, hasta las seis de la tarde.

LM: De ocho a seis. ¿De qué días a que días trabajaban?

IA: Lunes, martes, miércoles, jueves y viernes y sábados hasta medio día nada más.
LM: De lunes a sábado hasta medio día. Ahí en Colorado, ¿había algún pueblo cerca?
IA: Pues la capital de Colorado, que es Denver. No, ¡está grande! Chulada.

LM: ¿Se iban a Denver?

IA: Sí, ahí íbamos a Denver.

LM: Cuénteme de esos viajes a Denver.

IA: Pos fíjese que era muy bonito ahí y pos bueno, nosotros no podíamos retirarnos mucho, había un gabachito que nos llevaba en una autobusito garrita que tenía. Nos llevaba, pero no podíanos retirarnos mucho porque decíamos nosotros que podíamos perdernos, que podíamos desbalagarnos y después no dábanos, ¿cuándo no dábanos ahí con todo? Entonces así nomás cerquitas, ahí nomás todo eso, ahí nomás cerquitas.

LM: ¿Les daba pendiente siempre, extraviarse?

IA: Sí, sí pos sí de extraviarnos y todo eso. Aunque el señor ese estaba muy pendiente. Él sabía poco español, muy poco.

LM: ¿Él trabajaba ahí en el rancho?

IA: Nos llevaba al trabajo, en el mismo autobusito nos llevaba al trabajo él, eso era todo lo que hacía ahí.

LM: ¿Cuántos se iban?

IA: En el autobusito me parece que íbamos catorce, me parece.

LM: Catorce, y, ¿de qué horas a qué horas llegaban y a qué horas regresaban?
IA: ¿A dónde?

LM: De Denver.

IA: No, pos nos íbamos desde la mañana, nos íbamos desde la mañana. Y yo recuerdo que una vez fuimos yo y otro muchacho y nos metimos a un restaurant y luego ya nos dieron ahí la carta pa… No, no pudimos, ahí le decíamos a la muchacha, a la americana, pos ella movía la cabeza y decía que no sabíamos nada. ¿Sabe qué hallamos ahí de comida en español? Chile con carne, sí estaba en español. Chile con carne, bueno, le decía yo a aquél: “Pues aunque sea esto”.

LM: Y, ¿eso pidieron?

IA: Y eso fue lo que nos llevó nada más. Y le pedíamos otras cosas, no nos entendía nada.

LM: No entendía, puros americanos. Y, ¿cómo se portaban ahí en Denver los americanos?

IA: No, bien bien.

LM: ¿Eran amables?

IA: Sí eran amables, nunca llegaron ellos, por ejemplo, nunca a alguna que, que alguna parte que fuéramos nosotros y que no, no… Llegaban y se sentaban y nosotros también nos sentábamos.

LM: Y, ¿a qué horas se regresaban?

IA: Ya en la tarde, como a las seis de la tarde.

LM: Pos todo el día.

IA: Sí, pos anda todo el día y nos andábanos ahí mirando los aparadores, comprando por ahí ropita la que nos gustaba.

LM: ¿Qué es lo que más compraban ustedes?

IA: Mire en aquel tiempo, los primeros braceros que fueron, su ilusión era una camisa beis [beige] y un pantalón beis. Un pantalón de mezclilla y una camisa de mezclilla pero tenía muchos botones blancos aquí mire. Entonces aquí, todo el que traiba esa ropa luego todos se quedaban mirándolo: “Viene de Estados Unidos”.

LM: Viene de Estados Unidos. Era una cosa muy notable, que llegaban, por ejemplo, personas de Estados Unidos, luego luego se quedaban mirando: “Viene de Estados Unidos”. Sí, no sí venía por la ropa que traiba, su ropa que traiba, su buen calzado y todo, pos claro que, claro... Le empezaban a ver de arriba abajo, ¡ah caray! “No, viene de Estados Unidos”. Y ni modo de que no.

LM: O sea se asimilaba la gente que venía de Estados Unidos con buena ropa, con buen calzado, con dinero en la bolsa.

IA: Hasta su cutis, su cara, su piel como que era otra piel, señor.

LM: Se veía natural.

IA: Sí, sí se veía otra clase de persona, ¿verdad?, su piel otra, su piel ya muy lisita y todo, no, no, ¡pos qué barbaridad!

LM: Todo mundo quería ir.

IA: Sí, pos todo mundo quería ir, todo mundo quería ir, fíjese.

LM: ¿Le tocó alguna vez ir al cine por allá?

IA: No, no me tocó ir ni una vez.

LM: ¿Iban a misa?

IA: Sí, a misa sí íbamos. Bueno yo pertenezco a la religión católica, sí iba a misa yo ahí. Nos juntábanos ahí algunas seis personas, ¿verdad? Pos no podíamos caminar nosotros porque no es como ahorita, que ahorita ya todos los mexicanos que andan allá todos tienen pa andar en todo. Allá no había nada de todo eso, de que un mexicano trajera un carro, nadien traiba nada, no, no, ¿quién iba a traer un carro? Taba muy delicado todo eso, de que traían un carro. Como ahorita que está lleno y todos vienen y no, en aquel tiempo estaba muy delicado todo eso.

LM: En esos años no era así.

IA: No, no era así. Entonces pues nosotros teníamos que pagar pa que nos llevaran a misa y cuando se acababa la misa ya nos decía: “¿Se quieren quedar? A tales horas vengo por ustedes, o, ¿se quieren ir?”. “No, pos nos vamos a quedar hasta las cinco o las cuatro de la tarde”. Sí, ahí estaba, a las cinco de la tarde, ahí estaba.
LM: ¿Les pagaban en efectivo o les pagaban con cheque?

IA: En la compañía donde yo trabajé, en la Sally Sugar, nos pagaban con cheque. En el estado de Arizona ahí piscaba algodón, ahí la pesada que llevaba en mi saco ahí estaba el que estaba ahí tenía el dinero y la pesaba y estaba pagando ahí luego luego, con efectivo luego luego.

LM: ¿Qué prefería usted el cheque o el efectivo?

IA: No, pos el cheque, porque como que se sumaba el dinero efectivo y luego más peligro pa traerlo uno en la bolsa y todo eso y el cheque no. El cheque sí, yo varias veces, nos pagaban a la quincena en la Sally Sugar. Entonces así como agarraba el cheque, dejaba para mí algún tanto y luego luego se lo mandaba…

LM: ¿Le rendía más cuando le pagaban que cuando traía el efectivo?

IA: Sí, pos claro que sí, que cuando traía ahí todos los dólares. Porque como era el primer año que iba, cada ratito los andaba contando a ver cuántos eran, (risas) cada ratito a ver cuántos eran, ¿verdad? Pos fue el primer año que fui, nunca había ido y yo veía los dólares y luego ni los conocía de cómo eran, ni nada.

LM: ¿No los conocía?

IA: Cuando yo llegué, taba duro porque tenía que andar preguntando: “¿A cómo es este, y a cómo es esto otro?”. Unos es de a peso, otros de a cinco, otros de a veinte y así.

LM: ¿Sí fue problema siempre?

IA: Sí, sí jue, sí. Porque pos casi nadie conocíamos los dólares, señor. No como ahorita ya, aquí ya está lleno de dólares también, ¡qué barbaridad!

LM: Pero en aquel entonces pues sí y luego las monedas.

IA: Las monedas.

LM: ¿Batallaban también con las monedas?

IA: También, había pocas monedas, yo vi de pocas monedas allá.

LM: ¿En aquellos años qué monedas había aquí, que trataran de comparar o algo?
IA: Pos había la moneda esa, una moneda que había de $5 pesos, una grandota que había así de $5 pesos. Los billetes de a peso unos, creo que eran color rosa de a peso, esos eran de los que había también aquí.

LM: Y allá llegaron y puros de color verde.

IA: Sí, puros verdes ahí, no, ¡qué barbaridad! Pero sí como que le daba a uno gusto cuando ya llegaba allá, sí le daba. No, en la noche: “Estoy en Estados Unidos”. Era una ilusión estar ahí. ¡Nombre qué barbaridad! No como ahorita que no, ahorita ya todo mundo está en Estados Unidos, ¿verdad? Sí, en aquel tiempo no, no, ¡qué barbaridad!

LM: ¿En Wyoming en qué trabajó, don Isidoro?

IA: Ahí también, ahí trabajé también desahijando betabel.

LM: Desahijando betabel.

IA: Sí, también desahijando betabel.

LM: Ahí también le pagaban en efectivo.

IA: No, ahí nos pagaban con cheque.

LM: Le pagaban con cheque.

IA: Nos pagaban con cheques ahí.

LM: ¿A cómo le pagaban ahí el betabel?

IA: Creo nos lo pagaban a $13.50, me acuerdo muy bien. A $13.50, $13.50 por acre.

LM: ¿Cuántos acres hacían en un día?

IA: Pos podíamos hacer unos dos, tres.

LM: Hasta tres.

IA: Dependía del trabajador, ¿verdad? Si había unos muy buenos pa trabajar no cabe duda que… Como pa la pisca de algodón, también había unos que quinientas libras, fíjese. Y había otros que no.

LM: Muchísimo.

IA: Ahora el desahije de betabel, porque pa todos los trabajos se necesita un poquito de colmillo y de experiencia también, pa poder avanzar si no, no avanza.
LM: ¿Cuánto llegó usted a piscar de algodón?

IA: Trescientas cincuenta, cuatrocientas libras.

LM: Que eran bastantes.

IA: Sí, pos ya más o menos taba bien.

LM: ¿Cuál fue el trabajo que le gustó más, don Isidoro?

IA: El trabajo que estuve allá, juntar papa.

LM: La papa, ¿por qué?

IA: Pues me gustó mucho porque, pos me gustó porque rendía. Yo saqué muy buen dinero ahí la papa, porque eran medios costalitos nomás. Nos pagaban a $0.06 centavos, pero había cantidad de papa, ¡nombre! Caminaba uno poquito así, y, ¡zas!, ya estaba, se los enganchaba y ahí lo ponía.

LM: ¿Está enterradita la papa?

IA: No, no, suelta ya. Es que había una máquina así y ya estaba toda suelta tirada así nomás.

LM: Y la máquina volteaba la tierra.

IA: Sí, la volteaba.

LM: Y sacaba la papa.

IA: Y sacaba la papa, pero alla como una maquinita, un engrane así con… Venía y la iba tirando por todo el surco y me gustó mucho a mí eso.

LM: Descríbame un día de trabajo normal, desde que se levantaba hasta que se acostaban en la papa.

IA: ¿Cómo, oiga?

LM: ¿Cómo empezaba el día, a qué hora se levantaba?

IA: No, no, no pos el día empezaba, por ejemplo, voy a empezar a las ocho de la mañana. Había que empezar a las ocho de la mañana y hasta las seis de la tarde.
LM: ¿A qué hora se levantaban para desayunar?

IA: No, temprano, no, no, eso era temprano fíjese. Es que ahí la gente tenía, toda la gente que estaba ahí, bracera, toda tenía que levantarse temprano. Unos echando tortillas, otros lavando trastes, otros haciendo comida, otros haciendo lonche pa llevar y todo eso, porque había que llevar lonche.

LM: ¿Desde qué horas andaban en pie?

IA: Como desde las cinco de la mañana.

LM: Todo mundo.

IA: Todo mundo ahí sí, zas, zas, zas, todos ahí. Y había unos que no, flojos ellos pero, pos ellos preferían mejor puras carnes frías y todo eso de comer, comían Bimbo y todo eso, ellos no se molestaban.

LM: Pan de caja y todo eso.

IA: Pero no trataban de andarse molestando pa hacer tortillas o todo eso. No ellos compraban.

LM: Y del baño, ¿cada cuándo se daban un baño?

IA: Pos casi todos los días.

LM: ¿Tenían regaderas?

IA: Sí, eso sí había ahí, fíjese. En la parte más, que estuviera más… Ahí estaban las regaderas, era lo principal que les ponían uno ahí, las regaderas.

LM: ¿Agua caliente?

IA: Agua caliente y fría, su estufa ahí de gas y todo eso.

LM: Las estufitas eran de gas.

IA: La papa sí, pa que hiciera la papa y las regaderas ahí. Casi eso era donde quiera.
LM: ¿Las viviendas tenían calefacción?

IA: No, no tenían. Unas sí y otras no. Unas sí y otras no.

LM: ¿Pero no eran tan frías?

IA: Pos no eran tan frías pero había partes que sí hacía mucho frío.

LM: ¿Sufrían a veces el frío?

IA: Sí, sí, había partes que sí había, que no había calefacción y hacía mucho frío.
LM: ¿Qué hacían en los lugares así muy fríos?, ¿ustedes compraban su ropa?

IA: Sí, pos la ropa, sí, pos allá hay ropa muy buena pal frío.

LM: ¿No les daba el patrón?

IA: No, ropa no nos daba nada. Bueno, voy a decir que el patrón no nos daba nada, que nos diera alguna ropa, no.

LM: Todo pagaban.

IA: Todo pagaban.

LM: Pero no les daba nada.

IA: No él no daba nada, todo pagaba. Si por ejemplo uno quería alguna cosa de que él tuviera ahí, se la vendía, no se la reglaba.

LM: ¿Como qué cosas les pudieran interesar?

IA: Bueno, yo una vez traté de comprarle una parrillita, una parrillita de… pues en aquel tiempo era de gas, yo creo, de petróleo, ya ni me acuerdo de qué era la parrillita. Pero yo la vi esa parrillita que la tenía ahí y yo pensaba que llegaba aquí y era muy buena. Y sí era muy buena la parrillita cuando yo la traje, taba así más o menos. Y me acuerdo que me la vendió, barata pero me la vendió. Sí, me acuerdo bien a cómo me la dio.

LM: ¿A cómo se la dio?

IA: Me la dio en $3 dólares.

LM: ¿Qué le dijo?

IA: No pos yo le decía que sí… Entonces la esposa de él: “Señorita, en México”. “Sí”. Y luego ya le hacía yo la seña que pa comer así. Oh, decía que estaba bueno. Y luego ya agarraba yo la esta y luego: “¿Cuánto?”. Y ya me hacía así.

LM: Así con los dedos.

IA: Que $3 dólares. (risas)

LM: Pues estaba barata, ¿no?

IA: Sí, sí estaba. Entonces yo ya cuando estaba allá como la tercer vez que fui, no había radios todavía.

LM: No había radios.

IA: No había y empezaron a salir unos radios que tenía que traer una pila así grandota así, taba muy grande la pila pa que… Ponérsela aquí y luego el cajonote así grandote así feo estaba. Entonces mi esposa de aquí: “Oyes, ¿no podrás traer un radiecito?”. “Pos sí”, dije, “pero pa ir cargando la pila está duro”. Bueno, ya estábamos viendo ella me insistía. “Bueno no”, le dije, pues a ver ahora que me vaya”. Y sí, se lo traje.

LM: Con todo y la pila.

IA: Oiga, vivíamos nosotros en el rancho, cuando yo alla llegué era una admiración ahí. “No, pos que ya llegó Isidoro del norte. Que ya llegó y que fue y que vino y que trajo un radio”. “¿Pero cómo?”. “Sí, trajo un radio, [es]tán hablando en Durango y aquí se oye”, y el otro. (risas) Bueno, mire aquella casa todo el tiempo estaba lleno de gente, mirando, oyendo eso.

LM: Admirados con el radio.

IA: Con el radio, era una admiración.

LM: Y, ¿había una que otra estación?

IA: Sí, pos muy mal todo, fíjese, no crea que estaba bien. En veces las agarraba y no las agarraba y bueno, era un desastre. Pos no estaba bien pero, algunas sí las agarraba.

LM: Pero se divertían.

IA: Sí y yo me acuerdo que la casa ahí llena todo el tiempo, gente grande también.
LM: ¿En qué año fue eso?

IA: Eso fue como el año de 1954 más o menos. Sí, era el año de 1954 más o menos y toda la gente azorada ahí porque… Que todo lo que estaban hablando ahí se estaba oyendo, todo. (risas) ¡Fíjese nomás! Por eso me pongo a pensar yo ahorita de todo lo que fue mi vida y, ¡caramba!, a veces me pongo a pensar, ¡hijo de la fregada! No, pos y al mismo tiempo digo no por ya tengo muchos años, bueno a veces platico yo con mis hijos: “Está consciente papá de que… “Sí”, dije, “ya viví toda mi vida y…

LM: Ha visto muchos cambios tecnológicos.

IA: Sí, muchos cambios.

LM: Científicos.

IA: Sí, ¡no, qué barbaridad! Entonces aquí hay uno de mis hijos, el mayor dice: “Papá lo queremos muncho porque usted tiene muncha experiencia de sus años que ha vivido y usted ha sido un papá que nos puso un ejemplo muy bueno, no fumar, no tomar, las palabras ofenden pero no hieren, muchas veces lo que quiere decir”. Claro y a ustedes les gritan aquí, las palabras ofenden pero no hieren, entonces retírense, retírense y ahí paró todo.

LM: Claro, muy bien. ¿Qué fue de las cosas que más le gustaron de Estados Unidos, don Isidoro?

IA: Lo que más me gustó de Estados Unidos fue que pos ni modo, fíjese, en Estados Unidos son más poderosos, en Estados Unidos, sus carreteras, bueno todo, su higiene, el higiene personal tiene mucho que ver eso también. Y bueno, todo es otra cosa lo que vamos de aquí.

LM: Veía usted un mundo muy diferente.

IA: Sí, fíjese que sí. Sí, muy diferente, otra cosa allá.

LM: Y, ¿que no le haya gustado de Estados Unidos?

IA: Bueno, mire, le voy a decir aquí sinceramente. Lo que no me gustó de todos los años que yo fui a Estados Unidos fue la revisión que nos hacían.

LM: Cuénteme de esa revisión para que la gente sepa.

IA: Pero quiere que le diga porque, nos está oyendo gente, no va a oír la gente. ¿No va oír la gente o nos está oyendo la gente?

LM: Nos va a oír.

IA: Nos va a oír, bueno mire, ahí luego luego como le acabé de decir hace rato, está luego luego ahí unas personas con una bomba, una fumigada de pies a cabeza, ¡vámonos!, ¿verdad? Pasaba uno la revisión, lo empinaban. “Ábretelo, camina pa allá y camina pa acá”. Y todo eso, empinado y luego se abría uno.

LM: Desnudo.

IA: Pa que le vieran desnudo, pa que le vieran todo.

LM: Y, ¿qué buscaban?

IA: Pos quién sabe, el médico, lo que buscaban según supe yo, fue que no fuera llevar alguna infección aquella persona. Como ya saben que los mexicanos somos bien carajos, dijeron, una infección que fuera infeccionar allá a medio mundo. Al último ya taba un señor americano ahí con un guante puesto y luego se lo agarraban, ¡fíjese! Eso fue lo que no me gustó.

LM: Se lo apretaban.

IA: Sí, se lo apretaban.

LM: Eso fue lo que no le gustó.

IA: Eso fue lo que no me gustó, por eso.

LM: ¿Había alguno de los compañeros que lo regresaran por esa revisión, que no pasara?

IA: Sí, sí, sí, porque aquí simplemente aquí: “Pélatela bien, carbón, pélatela bien”. Y tenía uno que pelársela y ahí se la traen pa todos lados mirándola ahí con una lamparita aluzándole pa todos lados y todo eso.

LM: Y, ¿cómo se sentía usted?

IA: No, pos muy mal, a lo menos yo en mi persona me sentía muy mal. Sí, digo: “Pos a qué voy”.

LM: Y, ¿cada vez que pasaban era lo mismo?

IA: Cada vez que pasábamos era lo mismo, era lo mismo. Y luego todavía ya cuando ya pasábamos ahí, su inyecciones pa sacarle sangre.

LM: ¿Le sacaban sangre? ¿Qué más les hacían?

IA: Nada más eso. Nada más eso.

LM: ¿Eran médicos mexicanos o americanos?

IA: De los dos, mexicanos y americanos. Y sí, pos sí digo, no cabe duda que sí aquí en México sí habíamos gente muy sucia, muy cochina pero pos ni modo, ¿verdad? Hay de toda, ¿verdad? Esa es la cosa, que hay de todo.

LM: Muy bien, así es don Isidoro. Don Isidoro ya para ir terminando la entrevista que está muy interesante, tiene usted una plática muy interesante, me gustaría que me platicara cuando se regresó el último año, ¿a qué se dedicó en México?

IA: Bueno, yo cuando ya regresé el último año de Estados Unidos, en Estados Unidos ya cuando llegábamos a ese campo que hay ahí en cerca del El Paso, de Ciudad Juárez. Que llegábamos ahí ya cuando veníamos de allá, ahí luego luego ya se oían los rumores de que ya no iba a haber contrataciones.

LM: ¿En qué año?

IA: El año de 1967, el que estaba ahí de intérprete hablando por las bocinas y todo ahí sabía muy buen inglés y muy buen español. Pos claro, tenía que saber un buen inglés porque era el que estaba dirigiendo ahí todo ahí. “Fulano de tal de este modo, fulano de tal este otro. Y que va llegar fulano de tal con tantos hombres de la parte fulana, el que quiere va ir y el que no, no va”. Ahí ya se oía que ya no iba a haber contrataciones. Entonces esa persona que estaba ahí, yo lo conocí cuando iba de aquí y cuando regresaba, yo lo conocí a él ahí. Y ya platicábamos ahí. “¿Qué onda?, ¿qué pasó? Pos, ¿qué hiciste?”. “Sí, pos aquí vengo otra vez”. “¿Qué pues y usted aquí todavía?”. “Sí, pos yo, ¿pa dónde?, aquí ya”. Muy mal hablado. “Y, ¿qué, cómo está tu casa?”. “Pos bien, gracias a Dios”. “Oyes, ¿sabes qué?”. “No, no sé”. “Este es el último año que va a ver braceros, que va a haber contrato”. “¿Cómo?”. “Sí, ¿te agüitas?”. “Pos sí, fíjate que sí me agüito porque pos es, ¿ya no va a haber nunca?”. “Probablemente no, ya no va a haber”. Entonces cuando él me decía eso, yo los poquitos centavitos que traiba, yo quería tener una casita bien arreglada, una casita bien arreglada. Yo quería tener otras dos vacas y ahí era todo. Eso era lo que yo pensaba, y lo logré, lo logré, ¿verdad? Cuando ya vine que le dije a mi esposa: “Mira, te mandé tanto dinero”. “No”, dice, “pos aquí tengo tanto, yo traigo tanto”. “Pero te voy a decir una cosa, ya no va a ver braceros, ya no”. “¿Cómo?”. “No, ya no. Según ahora que veníamos, ahí nos dijeron que ya era el último”. Y efectivamente, fue el último año que ya no hubo braceriada, ¿verdad? Entonces yo hice una casita, la arreglé muy bien, compramos otras dos vaquitas y sí, estábamos viviendo más o menos. Trabajaba yo, claro en la labor, ¿verdad? Trabajaba yo en la labor ahí, sembrando, cosechando maicito, frijolito, por ahí todo eso. Teníamos gallinas, teníamos cóconos, a mi señora le gustaban mucho los cóconos.

(entrevista interrumpida)

LM: Continuamos la entrevista con el señor Isidoro Ábrego Alvarado, me decía que cocinaban el cócono.

IA: Sí.

LM: ¿No sabía igual?

IA: No, pos no sabía igual.

LM: ¿Qué hacen de Navidad?

IA: No, no, no ni pa qué. O sea ese ya viene, ese que traen, quién sabe de dónde vendrá. Ya viene ahí maquillado, ya viene con tantas cosas ahí que le ponen, ahí pa que dure y todo eso. Y ahí en el rancho, ¡no señor! Ahí es una carne pero especial, sabrosa, sabrosa, muy buena, así es que…

LM: ¿Cuántos hijos tuvo usted, don Isidoro?, ¿cuántos tiene?

IA: ¡Ande! Bueno mire, yo me casé en 1952, me casé en el año de 1952. Fueron once.
LM: Once hijos.

IA: Cuatro hombres y cinco mujeres.

LM: ¿Cómo se llama su esposa?

IA: Aurora Soria.

LM: Muy bien, cuénteme don Isidoro…

IA: Pero es que en aquel tiempo no se oía nada de planificación familiar, ni nada. Todos los matrimonios tenían los que Dios les daba.

LM: Lo que Dios les daba.

IA: No había con qué, no, que planificar, de eso no se oía nada.

LM: No se oía nada.

IA: Nada, fíjese. Entonces en aquel tiempo pues estaba duro pa mantener tanto hijo, fíjese. Era muy duro, fíjese, muy duro. No había trabajo, no había nada, cada quién vivía ahí. Pos yo ahora me pongo a pensar, pos digo, a veces con mi esposa me pongo a pensar: “Oye pos no sé cómo duramos allá tanto año”. Hasta cuando en 1970, me parece, nos venimos aquí a Durango, nos venimos con el fin de que los muchachos aprendieran alguna cosa, aprendieran algo. Ese fue el fin que nos venimos. Pero entonces no nos venimos toda la familia, se vinieron primeramente mis hijos, llegaron con una señora que es mi cuñada, pos usted sabe que a veces ya con el tiempo ya no está bien. Entonces mi esposa dijo: “No”, dijo, “¿cómo ves si me voy allá con ellos?”. “Pos sí”. Ese año fue el año que aquí hubo un problema con el gobierno que se llamaba Padis Urquídiz, del Cerro del Mercado. Que lo quisieron sacar y cerraron todas las escuelas. Entonces ya cuando ya…

LM: El Cerro del Mercado era una mina de recursos minerales.

IA: Sí, es un mineral. Cerraron la mina, cerraron todas las escuelas, bueno, fue un desastre. Entonces me acuerdo que ya el maestro mandó llamar a los padres de familia: “Señores, el año está perdido completamente. Cada quien puede hacer lo que… Entonces uno de jalado, de pobre pos y mi esposa: “¿Ahora qué vamos a hacer?”. Ya con ellos ya no, pero entonces ya los muchachos, mi hija la más… Mi hijo el mayor, bueno, ya estaba un poquito así preparadillo. La segunda que es una hija mía, pos también ya había terminado su primaria, también, que era un estudio en aquel tiempo muy arriba ya. “No”, dijo, “yo me pongo a trabajar ya”. Pues empezó a trabajar en una dulcería ahí por la de Pino Suárez. Pues ya con su preparación, ya estaba poquillo preparadilla un poquito y luego ya después dijo: “Papá, fíjese que me quieren poner en la caja”. Pero dije: “No, hazte valer por sí misma”, claro, “échale todas las ganas y pon todo lo que está de tu parte y Dios te va ayudar y tienes que salir adelante”. Y ahora se acuerda mucho: “Bien me decía usted, papá”. Bueno, pos esa era la cosa. No, ya después no, gracias a Dios.

LM: Un buen consejo.

IA: Gracias a Dios.

LM: Don Isidoro, alguna de las veces que estuvo usted por allá, ¿se enfermó?

IA: No.

LM: ¿Nunca?

IA: Nunca me enfermé. No, pos es que le hacían a uno muy buena revisión de aquí, señor. Todavía al último allá en El Paso, eso era lo último. Ahí le ponían los rayos.

LM: Rayos X.

IA: Los rayos X. Sí pues eso era lo último ya. A algunos que salían mal ahí les hablaban al edificio 111, eso quería decir que, ¡vas pa fuera!, vienes pa México enfermo. Pero esa era la ventaja que tenían allá en Estados Unidos los rancheros y todo eso que, el trabajador iba bien examinado, ¡de todo!

LM: ¿Iban muy sanos?

IA: Muy sanos claro, ¿verdad? Pos cómo se iba a enfermar si iban bien sanos, sabían bien todo. Una persona que estaba enferma de alguna cosa no la dejaban que pasara. No, cómo la iban a dejar si estaba enfermo. Querían gente trabajadora que fuera a trabajar, como iba mucha gente trabajadora a trabajar allá. Entonces pues, claro que sí, pos por ahí enfermadillas de catarro y todo eso.

LM: Algo leve.

IA: Algo pasajero.

LM: De cualquier manera, tenían seguro médico.

IA: Sí, teníamos seguro médico y nos estaban quitando un fondo ahí que no sé de qué, pos ese fondo ahí se quedó.

LM: ¿Se acuerda usted de que le hayan descontado de sus sueldos?

IA: Sí, de lo que ganaba me estaban descontando, ahorita no recuerdo cuánto era, pero nos estaban descontando del sueldo que nos pagaban, ahí nos descontaban un tanto. Entonces todo ese dinero ahí se quedó, ahora se sabe que creo lo van a regresar, pero lo dudo, ¿quién sabe? Pueda ser, pueda ser.

LM: Parece ser que el Gobierno de Estados Unidos regresó el dinero.

IA: Sí, él dijo que él ya había regresado el dinero. Y aquí, pos creo se perdió, quién sabe. Que lo metieron al Banco Rural, o quién sabe qué, ¡y lo gastaron! Bueno quién sabe qué relajos.

LM: Pero eso ya fue cosa acá.

IA: Sí, acá las autoridades de aquí. Pos ahora parece que van a regresar esos fondos, quién sabe qué será, o no será, ¿quién sabe?

LM: ¿Cómo fue su vida después de haber trabajado de bracero, don Isidoro?

IA: Mire, mi vida después de que ya trabajé de bracero fue como le digo, fue cuando ya nos venimos aquí a Durango. Allá en el rancho pos sí vivía la gente, pero nunca vivía igual que aquí en la ciudad. Aquí en la ciudad, ¡cuidado! Porque si trae hijos, hijas de una edad, voy a suponer de los diez, doce, catorce, quince años y si no los hace entender, aquí se pierden. Aquí en Durango se pierden, ¿verdad? Agarran más ahorita que hay tanto marihuana y hay tanta cosa ahí de quién sabe qué diablo le revuelven ahí a tanta cosa, pos ahí ta la cosa. Pero si es un padre que los sepa sobrellevar más o menos, sí, nosotros aquí ya cuando, después, cuando ya yo ya no fui de bracero, que nos venimos aquí, ¿verdad? Entonces bueno, pos ya estamos aquí. ¿Sabe qué? Anduvimos trabajando y yo me fui a trabajar de velador en una compañía, ahí duré veinte años hasta que me pensionaron. Ya me pensionaron y ya, con este changarrito tenemos más de treinta años, mi esposa aquí ha estado más de treinta años. Entonces pues ya me puse a ayudarle a mi esposa aquí.

LM: En alguna ocasión, ¿le dieron ganas de regresar a Estados Unidos?

IA: Bueno, aquí pasaban conocidos míos de los ranchos de allá que iban de mojados y me invitaban de mojado, pero yo de mojado nunca quise ir.

LM: ¿Por qué?

IA: No pues, ¿se imagina el peligro ahí por entre la sierra y todo eso? Por todo eso sin comer, en veces sin dormir y luego peligroso ahí pa que le pique una víbora, pa que los agarren por ahí, ¡no, no señor! Pero ahorita me acuerdo cuando la braceriada, como al modo de sueño. Me pongo a repasar a veces, ¡híjole, no, Chihuahua! De este modo y qué bonito era ahí, muy bonito todo, ¡hijo de la fregada!

LM: Don Isidoro, ¿qué significa el término bracero para usted, la palabra bracero?

IA: Bracero es que con sus brazos del mexicano va a juntar toda la cosecha que hay en Estados Unidos, eso es bracero, por eso nos nombran bracero. Porque con los brazos que lleva el mexicano, con los brazos que tiene el mexicano va a juntar toda la cosecha o no nomás la cosecha, sino que otros trabajos va a desempeñarlos allá, por eso bracero, los brazos pa trabajar, según yo entiendo eso.

LM: ¿Cómo se siente usted de que lo identifiquen como bracero, de que lo llamen bracero?

IA: Bien, porque sí, eso para mí es una palabra que sí me agrada, bracero, porque pues sí, íbamos de braceros, ¿verdad? Ese es el asunto, que íbamos de braceros y sí me agrada la palabra de bracero.

LM: ¿Se siente usted orgulloso de haber sido bracero?

IA: Sí, fíjese que sí. Porque es como le digo, con sus brazos fue a desempeñar aquellos trabajos de allá, trabajos duros, ¿verdad? Por eso fue de bracero, con los brazos a juntar allá lo que veía trabajar allá, esa es la cosa.

LM: En términos generales, ¿sus recuerdos son positivos?

IA: Sí, positivos.

LM: ¿Siente usted que el haber sido bracero cambió su vida de alguna manera?
IA: Fíjese que sí, ni modo que no. Que sí, sí cambió, porque ya después de ya los primeros años que fui yo de bracero, cambió un poquito mi situación ya. Sí cambió ya la situación, ya estuvo mejor. Ah, no cuando estaba ahí, malterrado ahí y todo eso, pos no, no estaba bien.

LM: ¿Le trajo beneficios económicos?

IA: Sí, económicos y todo, ¡qué barbaridad!

LM: ¿Pudo educar a su familia?

IA: Exactamente, sí. Fue un beneficio todo eso y yo quisiera que hubiera más braceriada, no pa mí.

LM: ¿Le gustaría ir?

IA: No, pos yo ya, donde quiera que estuviera yo no puedo ir.

LM: ¿Le gustaría que se volviera a implementar el programa?

IA: Fíjese que sí, sí, fíjese que sí y hace mucha falta todo eso.

LM: ¿Por qué?

IA: Pos hace mucha falta porque entonces no se iría tanto mexicano a morirse ahí entre la sierra ahí con sed y otros que los americanos les tiran y los matan. Otros se van en un tráiler y se quedan encerrados, otros se van en un tren y ahí se mueren encerrados. Entonces fíjese, como le dije hace rato, eran dos veces las que iban el bracero, en septiembre y en mayo, unos venían y otros iban y ahí iba la cosa, ¿verdad? Y ahorita ya no, ya no hay, se acabó eso. Pos ahí va toda la gente, familias enteras van pa Estados Unidos. Unos alcanzan a llegar, otros no, fíjese nomás. ¡Es un desastre ahorita todo eso! Entonces como los gobiernos ahorita están que quieren arreglar eso de la migración y todo eso que… Pos eso, le digo yo que es como las carros extranjeros, regularizan una parte y al rato ya está lleno otra vez. Así también, les da una amnistía a esos al rato ya está lleno otra vez. Sí, no hay como bracero, que vaya y venga, que vaya y venga.

LM: Era muy bueno el bracero porque no se quedaba.

IA: No se quedaba, exactamente.

LM: O era muy poco el que se quedaba.

IA: Era muy poco el que se quedaba.

LM: ¿Usted nunca tuvo alguna oferta de quedarse por allá?

IA: Sí.

LM: ¿Cómo fue?

IA: Había mucho, el mismo americano: “Si quieres te arreglo tus papeles”. Pero muchos dijimos: “Bueno, y, ¿pa qué?”. Eso era lo que uno se preguntaba, ¿para qué? Si yo me voy ahorita a Estados Unidos estamos en el mes de septiembre, yo me voy ahorita en mayo y me vuelvo a regresar otra vez. No, las cosas cambiaron.
LM: ¿Creían que iba a ser…?

IA: Pa toda la vida, eso fue el bracero, se acabó.

LM: ¿Le hubiera gustado quedarse a vivir por allá?

IA: Fíjese que sí y había mucha chanza pa quedarse uno allá, el mismo patrón: “Si quieres te arreglo papeles”. “No, ¿pa qué?”. Mucha chanza había.

LM: ¿Esa fue la razón principal por la que usted no se animó, porque creía que iba a seguir?

IA: Sí, porque creía que iba a seguir, que caso traiba, no, sí.

LM: ¿Se lamentó alguna vez de no haber…?

IA: Sí, pues fíjese que sí, sí porque, pues no crea digo, no crea que, ahorita más, antes estaba bien Estados Unidos, ahorita ya no, ahorita ya no. Yo fui a Dallas en el mes de octubre, me estuve dos meses ahí y me gusta salir y ver. Pero ver las cosas detenidamente y a veces me pongo a pensar y todo eso cómo son, y eso es lo que andaba haciendo yo, viendo, caminando y mirando todo. Y una cosa que me gusta de la parte donde yo fui, porque no en todas partes de Estados Unidos, sino que una parte de Estados Unidos, en Dallas ahí están mis hijas, mis hijos.

LM: ¿Cuántos hijos tienen por allá?

IA: Uno y dos hijas. Una cosa que me gustó mucho, que los sábados salíamos, los domingos salíamos y nunca cerraban la casa con candado, ni andaban dejando esto y lo… Las camionetas ahí las estacionaban, ahí dejaban todo, no había quién agarrara nada.

LM: La seguridad de allá.

IA: Qué bonito, qué bonito eso me gustó mucho. Y yo cuando llegué: “Que ya vámonos”. “Oye, no, pero hay está abierto”. “No papá, es eso que así se queda ahí”. “Oye la camioneta así está abierta”. “No, así se queda”. Fíjese, eso me gustó mucho de ahí, me gustó mucho. Pero cuestión de vivir y todo eso, pues a lo menos ahora que fui, hace poco que fui en octubre, veo las cosas poco mal, ya no como antes que iba yo de bracero, no.

LM: ¿Qué es lo que no le gusta ahora?

IA: Pues lo que no me gustó fue que había mucho desempleo también ahí, había muchas gentes. Yo me iba a platicar ahí con ellos ahí, muchos mexicanos había ahí. Voy a suponer, un día los conté veinte, ahí en la esquina esperando a ver si llegaban. Llegaban un día, dos y ya los llevaban ahí otra vez, y ya, fíjese. Ahí tienes que pagar renta, igual que aquí, tienes que pagar luz, tienes que pagar agua y todo eso, hay muchas personas que no completan, ¡ahí ta la cosa!, pa que vea.
LM: Son tiempos duros.

IA: Ah bueno pues sí.

LM: En todos lados.

IA: En todos lados así es.

LM: ¿Cómo fue que sus hijos se fueron a vivir allá?

IA: Mire, mi hija la primera se fue a Los Ángeles. Yo le encargaba mucho a mi hija cuando ella estaba grande, ella se fue porque allá teníamos familiares también nosotros y que: “Déjala que venga, y quién sabe qué… Y bueno, pues se fue. Ya estuvo allá y estuvo trabajando y yo hablaba con ella y yo le decía que no se juera a quedar allá. “No te vas a quedar allá, no te vas a quedar allá, vente pa acá”. “Pues aquí, no papá, qué esperanzas”. Pues se casó con uno de allá.

LM: ¿Se casó con un americano?

IA: No, con un residente.

LM: ¿Es mexicano?

IA: Sí, es mexicano, residente, tiene su papá, el papá es de Nayarit, quién sabe de dónde por ahí. Y ya entonces ella también arregló papeles también de residencia y todo eso, y compraron una casita, tienen una casita. Pero pos no, yo veo que ahí tienen que estar trabajando duramente todos los días. Chambeando duro y macizo ahí y temprano, ahí a las cinco de la mañana así, vámonos y andan ahí la sonaja ahí todo eso. Entonces vienen mis yernos así como vinieron en diciembre. Bueno, dice: “Pos ustedes, ¿cómo viven?”. “Pos, ¿cómo vivimos? Pos bien, nosotros aquí tenemos que comer, que vestir, centavitos también por ahí pa gastar”. Así es que, ¿qué? Entonces dice uno de ellos: “Fíjese que ahí están bien”. Sí son tres cosas que tienen que comer, qué vestir y si usted dice que centavitos, a veces tenemos también pa gastar así es que pos dice: “¿Usted ya fue pa allá?”. “Pues sí, ya fui y ya vide que también no está muy fácil, aunque sea Estados Unidos y que sea, lo que sea no esta muy fácil”. (risas)

LM: No está nada fácil.

IA: Pos no, no está fácil. No, dice pos si ustedes ahí, no ahí estamos, estamos nosotros a gusto y ellos a gusto ahí.

LM: ¿Está contento de haberse quedado en México también?

IA: Sí, también.

LM: Don Isidoro quiero darle las gracias por habernos abierto las puertas de su hogar, por haber compartido con nosotros sus experiencias y su vida.

IA: Estamos a las órdenes aquí pa cuando otra vez que quieran venir.

LM: Muchas gracias.

IA: Pos sí, ya se mejoró.

LM: Muchas gracias, a nombre del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas y en lo personal, un servidor, le agradezco mucho.

IA: Pos muchas gracias y aquí estamos a las órdenes pa cuantas veces quiera venir, al cabo ya sabe, ¿verdad?

LM: Claro que sí, con esto vamos a dar por terminada la entrevista.

IA: Bueno pues, muchas gracias y aquí estamos a las órdenes.




Fin de la entrevista






Interviewer

Martínez, Laureano

Interviewee

Abrego Alvarado, Isidoro

Location

Durango, Durango, México

File Name Identifier

Abrego_Alvarado_DGO001

Citation

Martínez, Laureano and Abrego Alvarado, Isidro, “Isidro Abrego Alvarado,” Bracero History Archive, accessed November 25, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/202.