Juan de Dios Estrada López
Title
Juan de Dios Estrada López
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Juan de Dios Estrada López was born in Rancho Rosas, Municipio de General Trías, Chihuahua, México, in 1929 [in 1993, the Mexican Congress changed the name of this Municipio to Santa Isabel]; upon his father’s passing, he began working on ranches at the age of ten; in 1954, he moved to the city of Chihuahua where he learned about the bracero program; he worked in the cotton fields of Texas and New Mexico and the beet fields of Colorado and Nebraska.
Summary of Interview: Mr. Estrada recalls a recruitment/processing center for braceros in Chihuahua, Chihuahua, México, called El Trocadero; the hiring process there was easier if your name was already on the county’s list; another center for braceros was located in Dell City, Texas; ranchers came here and hired braceros; legal and illegal workers were hired at the same time, but illegal workers received fewer wages; in their free time, the workers would go to the movies; sometimes the ranchers would give them rides on their planes for $2.00.
Summary of Interview: Mr. Estrada recalls a recruitment/processing center for braceros in Chihuahua, Chihuahua, México, called El Trocadero; the hiring process there was easier if your name was already on the county’s list; another center for braceros was located in Dell City, Texas; ranchers came here and hired braceros; legal and illegal workers were hired at the same time, but illegal workers received fewer wages; in their free time, the workers would go to the movies; sometimes the ranchers would give them rides on their planes for $2.00.
Creator
Parra-Mantilla, Myrna
de Dios Estrada López, Juan
Date
2003-03-31
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Juan de Dios Estrada López
creator (Spanish)
de Dios Estrada López, Juan
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Digital, WAV, MP3
Duration
41:50
Bit Rate/Frequency
24K
96 bit
96 bit
Transcription
Nombre del entrevistado: Juan de Dios Estrada López
Fecha de la entrevista: 31 de marzo de 2003
Nombre del entrevistador: Myrna Parra Mantilla
El día de hoy es 31 de marzo de 2003 en la ciudad de Chihuahua, Chihuahua entrevistando al señor Juan de Dios Estrada López, para el Departamento de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso, Myrna Parra Mantilla.
MP: Buenas tardes señor Estrada.
JE: Buenas tardes.
MP: Para empezar la entrevista, quisiera que me dijera, ¿dónde y cuándo nació?
JE: El 29 de diciembre, 1933, en Rancho de Rosas, Municipio de General Trías.
MP: También quisiera saber algo acerca de su niñez, sus papás, ¿a qué se dedicaba su papá, su mamá, sus hermanos?
JE: Mi mamá se dedicaba al hogar de casa, mi papá trabajaba de agricultor.
MP: ¿Cuántos hermanos tuvo?
JE: Semos ocho.
MP: Ocho nomás. Y usted, en su niñez, ¿qué hacía?, ¿fue a la escuela o se dedicó a trabajar?
JE: Fíjese que jui a la escuela nomás hasta segundo año. Cuando ya quedé huérfano, me, pos ya me metí a trabajar para jalar pa mis hermanitos chiquillos. Todos estaban chiquillos.
MP: ¿Qué edad tenía?
JE: Diez años.
MP: Y, ¿qué hacía?, ¿en qué trabajaba?
JE: Cuidando vacas. (risas)
MP: ¿Allí en el rancho?
JE: En el rancho, sí, cuidaba vacas y…
MP: Y, ¿durante cuánto tiempo estuvo cuidando vacas?
JE: Como unos dos años y ya me metí a la agricultura enseguida. Y luego después ya me vine a trabajar aquí a Chihuahua, en la obra. Aquí trabajé mucho en la obra de chavalo.
MP: ¿Qué edad tenía cuando se vino acá para Chihuahua?
JE: Cuando vine para Chihuahua tendría como unos veinticinco años.
MP: Y entonces, ahora sí, platíqueme, ¿cómo se dio cuenta del Programa Bracero?
JE: Es que llegaban a apuntar, apuntar ahí en la Presidencia apuntaban para que, se iba uno a contratar aquí a Chihuahua. Pos toda la gente iba. (risas) Pos ya cuando tenía yo veinte años ya me dejaron pasar. De menos edad no dejaban entrar a uno, porque no tenía la edad.
MP: Entonces, pero ya usted para esa edad, pues ya tenía…O sea, para ese entonces ya tenía la edad, ¿verdad?
JE: Veinte años, sí, ya cuando entré.
MP: Y dígame todo el proceso que tuvo que hacer.
JE: Cuando me contraté la primera vez yo trabajé, entré a las escardas, escardando allá. Y luego enseguida en los riegos, regar los algodones, y luego ya después a la pisca de algodón, todo eso.
MP: Pero, aquí, dice que se contrato aquí en Chihuahua, ¿verdad?
JE: En Chihuahua.
MP: En El Trocadero. Cuénteme, ¿cómo era El Trocadero?
JE: Allá en ontaba un molino de harina, era un corralón y había unas casas ahí donde tenían unas oficinas ellos allí. Donde estaba la, era la estación vieja allí donde estaba el calzas, todo eso.
MP: Y, ¿había mucha gente ahí?
JE: Sí, mucha gente de por allá, de otras partes. Estaba lleno así, todo El Trocadero. Y ahí nos manteníamos hechos bolas todos los braceros, hasta que se le llegaba su turno a uno para… Ya cuando le hablaban de su municipio, ya se presentaba uno allí; le hablaban por lista.
MP: O sea que, ¿ustedes tenían que esperar hasta que ellos habla[ran]? O sea, se pasaban por las listas de los municipios.
JE: Municipios.
MP: ¿No por la gente que llegaba y le daban un numerito?
JE: No, a cada municipio le tocaba su turno y a nosotros nos avisaba el: “Allá en tal día van a estar ahí, porque ya les van a arreglar”.
MP: ¿Cuánto tiempo tuvo que pasar usted, cuánto tiempo tuvo que esperar allí para que lo llamaran?
JE: Pos a veces duraba hasta dos meses, un mes, así.
MP: ¿Tanto?
JE: Sí, porque eran muchos municipios, cualqueria arreglar primero.
MP: Y en todo ese tiempo…Bueno, usted no tenía problemas, porque usted era de aquí, de Chihuahua, ¿verdad?
JE: Los de Chihuahua no tenían problemas.
MP: Entonces aquí, pues tenía su casa, comía y todo.
JE: Hay familiares aquí. Nos arrimábanos con familiares, porque… (risas)
MP: Y, ¿usted nunca supo de la gente esa que venía del sur?, ¿cómo le hacían? Porque pos ellos me imagino que no venían con la lista de los municipios, ¿no?, de aquí.
JE: Venía una persona de allá de su tierra, con una lista grandotas y los traía. Y a los que andaban sin, que no los tenían apuntados, allí los apuntaba él y a mí me tocó ver todas esas cosas allí.
MP: Y luego, ya cuando lo llamaron a usted, primero, ¿con quién se entrevistó, con un doctor, con agentes americanos, mexicanos o qué hizo ahí?
JE: Primero, cuando nos hablaban ahí, entrábamos por las listas mexicanas ahí. Todos pasábamos con los americanos y allí le tomaban a uno, pos lo confesaban de datos. Y luego ya de ahí, el que entraba, a muchos los devolvían, ¿verdad?, pero al que entraba lo pasaban con un doctor ahí. Lo examinaban a uno de todo, que no tuviera enfermedades.
MP: Entonces, primero pasaban con oficiales americanos.
JE: Ajá.
MP: Y, ¿ahí ustedes tenían que llevar algún papel?
JE: Sí, la cartilla.
MP: ¿Era lo único, la cartilla?
JE: Sí, pos, ¿qué mas le presentaba uno? Los papeles, pos si había entrado uno, pos les presentaba eso o una, les daban una tarjetita amarilla, que le decían la norífica [honorífica].
MP: O sea que, cuando iba por primera vez, sí tenía que mostrar la cartilla militar y ya cuando iba renovar, mostraba la mica.
JE: Sí, ya cuando entraba uno allá. Ya de aquí la presentaba uno allá.
MP: Y esas segundas veces, ¿también tenía usted que pasar con los doctores para los exámenes médicos?
JE: Cada vez que entrábanos.
MP: ¿Siempre?
JE: Casi lo examinaban a uno, aquí y allá también. En El Paso también lo pasaban por…
MP: ¿Por doctores?
JE: Por doctores.
MP: Y luego ya cuando lo examinaron, ¿ahí mismo a usted le llenaban el contrato?
JE: Cuando lo examinaban a uno, si salía bien, seguía caminando, si no le hablaban, si salía mal, le hablaban para devolverlo. Pero no, a mí nunca me tocó salir mal. Todo el tiempo estuve bien y agarraba la fila, porque era un filón que daba uno vuelta muchas, muchas oficinas. Y no, pos me tocó la suerte que trabajé muy contento, muy a gusto allá.
MP: Y luego de Chihuahua a Juárez me imagino que fue en tren.
JE: En tren.
MP: Y, ¿cómo fue el viaje? Porque me han contado de que algunos los pusieron así en trenes de carga que son completamente cerrados y entonces…
JE: Carros cerrados, sí. A mí me tocó ir en camión a veces de aquí, pero casi por lo regular en el tren, en puros carros de esos cerrados, un trenezote, echaban mucha gente en el…
MP: ¿Cuántas horas hacían de camino de aquí hasta Juárez?
JE: De aquí nos echaban como a las cinco de la tarde, seis, por ahí, y llegábanos como a las doce de la noche, una de la mañana, allá a Juárez. Y ahí lo formaban a uno hasta como a las ocho de la mañana que abrían ahí y luego ya lo pasaban a uno. Y de ahí del puente lo llevaban en camiones al Río Vista.
MP: Y allí en el Río Vista… Bueno, ¿me decía que también aquí en El Paso les hacían otro examen médico?
JE: Sí, en Río Vista.
MP: Ah, ¿no cruzando el puente?
JE: No, en El Paso no pasaba uno y allá en el Río Vista lo examinaban a uno.
MP: Y aquí en Río Vista, ¿era el proceso más o menos igual que en Chihuahua o era diferente?
JE: Era diferente.
MP: ¿Cómo?, ¿qué tan diferente era?
JE: Porque ahí era de que entraba uno lo pasaban por rayos X, lo echaban, lo polveaban a uno de polvo. (risas)
2do: Lo desinfectaban.
JE: Sí, lo pasaban por un, ¿cómo le nombran? Ahí donde le toman las fotografías. (risas) Y luego allá uno le hacía el pasaporte, otros le… Así, muchas oficinas de varias plazas ahí. Hasta que ya salía uno contratado, ahí le firmaba ahí. Ahí le quitaban esta, ahí le alzaban, cuando ya venía de allá para acá, se lo entregaban y le hablaban por su nombre.
MP: Ah, ¿sí?
JE: Sí.
MP: Y luego, mientras tanto, ¿qué documento tenían ustedes para probar de que sí…?
JE: Pasaporte. Le hacían un pasaporte a uno y el contrato que le daban a uno.
MP: Y, ¿si se les llegaba extraviar?
JE: Pos lo traían otra vez hasta Río Vista. Peligro de que lo agarrara La Migra y lo echara uno. Pero lo reportaba uno luego y lo traían y le hacían otro. Creo que tenía que cuidar uno mucho.
MP: Entonces, esta mica se quedaba allí en Río Vista.
JE: Ahí se quedaba aguardada y cuando salía uno, se la entregaban.
MP: Ah, okay. O sea, canjeaban el pasaporte ese que dice que les daban y el contrato por ésta.
JE: Sí, de ahí le hablaban a uno y ya llegaba uno y recogía, porque si la pierde, pos…
MP: Y allí en Río Vista, ¿cuánto tiempo tuvo que esperar usted para ser contratado por un ranchero?
JE: No, de ahí lo echaban a uno a otras partes, lo mandaban a otras partes, por decir, a Pecos, a Nuevo México, a Artesia, a…
MP: Pero, ya llevaba su contrato, ¿no? Ya sabía…
JE: Para contratar, ahí venían los de cada pueblo, venían a contratar gente y ahí lo contrataban a uno y ya ahí lo echaban a uno en camiones para la parte que le tocaba. Pero a veces durábanos hasta dos, tres días allí en Río Vista, porque se amontonaba mucha gente. Sí, pos trenes y trenes diarios, ¿se imagina?
MP: Y en esos días, ¿sí les daban de comer?, ¿tenían un lugar dónde dormir?
JE: Nos tenían en qué dormir, unas barracas. Me prestaban cobija. Le daban comida a uno ahí. Todo no, hasta eso sí.
MP: Y ustedes desde Chihuahua, ¿podían llevar su ropa o su cobija o algo?
JE: Sí, lo que quisiera uno, llevar su cobija, sus ropas. De todos modos le prestaban cobija a uno, cama y todo.
MP: Y luego ya cuando… Era el mayordomo, ¿no?, el que llegaba allí, el mayordomo del ranchero.
JE: Un contratista era.
MP: ¿Un contratista?
JE: Un contratista.
MP: Y, ¿cómo era? Nada más si le gustaba lo agarraba o: “Necesito veinte”, y ¡vámonos!, del montón.
JE: Llegaba y: “Necesito tantos”. Y allí se formaba uno. Ya cuando completaba, decía: “Hasta aquí nomás”. Y había para otra parte, así de otra parte.
MP: Y, ¿ustedes tenían la oportunidad de escoger? O sea, si veían al mayordomo así medio, que era medio canijo o algo, ¿qué decía? “No, mejor me espero al otro”. O, ¿se tenía que ir?
JE: No, el que venía allí nomás contrataba pa el pueblito allá donde repartían a uno, donde tenía que ver uno los patrones. Sí había unos muy mal encachados, pero no, a mí me tocó muy buena suerte. No me tocó ningún, con ninguno me pelié.
MP: Qué bueno.
JE: Yo cumplía mis contratos y ya.
MP: ¿Qué año fue cuando se fue la primera vez?
JE: El primer año jue el [19]53.
MP: Y, ¿cuál fue la ciudad donde fue o al rancho donde fue?
JE: El pueblito Dell City, Texas.
MP: Entonces, llegaban a Dell City y ahí…
JE: Y ahí lo repartían con los patrones.
MP: O sea que aquí en Dell City era como un centro de concentración.
JE: Sí, sí, así era.
MP: Ah, okay. ¿Había oficinas ahí?
JE: Había una oficina ahí para los braceros. Ahí lo entregaban los patrones y luego ya ahí lo mandaban al Río Vista a entregarlos pa echarlo pa fuera. (risas)
MP: Y aquí en Dell City, ¿ya no tenía que volver hacer otro examen médico, otro papeleo?
JE: No, ya allí con el patrón directamente a trabajar.
MP: Y, ya una vez que el patrón fue por usted y lo llevó al rancho, ¿cuál fue su primera impresión? ¿Sí era lo que usted se imaginaba o era diferente, se desilusionó?
JE: No pos, me cayó muy bien el trabajo. (risas) Me cayó bien, sí, y luego me gustó. Bueno, pos esta uno impuesto a todo, ¿verdad? Pero pos, me puso con el azadón luego luego a escardar a otro día. (risas) No, luego luego que llegamos nos llevó a la tienda a comprarnos, que compráramos comida. Sí, hasta eso.
MP: ¿Dónde era? ¿En Pecos, o dónde era?
JE: ¿Mande?
MP: ¿Dónde era el rancho?
JE: En Dell City, Texas.
MP: En Dell City. Pero, decía que…Ah, bueno, pero, fue un rancho cerca de…
JE: Sí, en un ranchito.
MP: Ah, okay. ¿Cuántos braceros había con usted?, ¿cuántos compañeros más o menos?
JE: Allí tenía… Bueno, al principio tenía como unos veinte nomás. Sería cuando llegó el algodón, sí tenía como unos cien. (risas)
MP: ¿Tantos?
JE: Sí.
MP: Entonces, me imagino que tenían barricadas grandes, ¿no?
JE: Barracas grandes, sí.
MP: Barracas, ajá. Cuénteme como era un día de trabajo ahí en el rancho, desde que empezaba, qué hora y…
JE: Eran diez horas de trabajo.
MP: ¿Diez horas? ¿Cuánto le pagaban por hora?
JE: Cincuenta y cinco centavos.
MP: ¿Era por hora?
JE: Por hora, sí.
MP: O sea que diario sacaba $5.50.
JE: Un dineral.
MP: Pos no estaba tan peor.
JE: No, estaba más o menos bien, sí.
MP: Sí, porque muchas, me han dicho que les pagaban por libra de algodón, que era $1.25, algo así.
JE: Uno cincuenta y cinco, (risas) después ya era $2.10, $2.25, así, ya ahora después en los últimos años. Pero ese año a mí tocó que así nos pagaban.
MP: O sea que, ya no se usaba el pago por libra, sino que era por hora.
JE: No, en el trabajo del algodón sí lo pagaban por libras, porque ése lo pisca uno y lo pesan.
MP: Ah okay, pero entonces, ¿usted llegó a trabajar la tierra?
JE: Yo llegué a las azadones, pero también me metieron a la pisca. Sí ya los últimos meses, lo meten a uno a piscar.
MP: Y entonces, ¿todo esto está en el contrato? ¿Le explicaron lo que, qué era lo que estaba en el contrato?
JE: Ahí en el contrato decía todo.
MP: Y, ¿sí le explicaron bien y todo eso?
JE: Sí todo, ahí tenía uno su contrato para saber a qué tenía derecho y a qué no tenía derecho.
MP: Y entonces ustedes se hacían su comida, su lonche y, ¿tenían algún intermedio?
JE: Nos tenían…
MP: De esas diez horas de trabajo, ¿sí podían tomarse una media hora?
JE: ¿A comer? No, nos dejaban comer, llevaba uno su lonche ahí, en la labor comía uno. Pero hacía uno, en la tarde que salíamos, a hacer lonche. Lo tenían bien arreglado todo, en las barracas, en las mismas barracas, en medio tenían un chorro de estufas así. La gente por un lado y por otro. Sí, bien arreglado todo.
MP: Y cuando hubo más de cien braceros o cien braceros, ¿nunca tuvieron problemas de que los braceros les agarraran la comida o su ropa o que se les perdían cosas?
JE: No, fíjese que nunca nos… Bueno, procuraba uno gente de su tierra, o sea, por decir, yo procuraba de Chihuahua. Pos porque cuando entran de otra parte es donde entran las dificultades con raza de otras partes.
MP: Y, ¿cómo sabía usted que era gente de otro lado y no de Chihuahua?
JE: No, pos luego luego conoce uno a la gente, modo de vestir y todo.
MP: ¿Vestían diferente?
JE: Y el modo de hablar y todo, los desconoce uno. Pero nosotros todo el tiempo, pos puros del pueblito, nosotros nos procurábamos unos a los otros. Desde que salía uno de aquí se hacía la bolita, pa irse juntos, pa que nos tocara juntos allá. Porque muchas veces le toca uno solo con raza desconocida y, ¡ay, caray! (risas) Sí, una vez me tocó a mí con puros de acá de Satevó. No, pos encantado, me la pasé bien.
MP: Y, ¿cómo le hacían para comunicarse con el ranchero?, ¿el ranchero sí sabía español?
JE: Pos fíjese que tenían… No, pos aquí todos hablan español. (risas) Sí hablaban espa[ñol], el patrón no hablaba, pero un yerno de él era el que hablaba, hablaba mucho español. Y allá donde estaba adentro, no, allá sí tiene uno qué, tiene que hablar inglés uno. Tiene que aprender. (risas) Bueno, el que quiere aprende y el que no, no. Pero sí se entiende uno con… Van a las tiendas y lo llevan a uno y ahí tienen las tiendas, tienen quien hable español y ahí se comunican con uno, muy suave.
MP: Y en cuanto al pago, ¿siempre le fueron puntuales para pagarle?
JE: Cada ocho días, muy puntualitos.
MP: Y, ¿ustedes sabían que les estaban descontando dinero o no se dieron cuenta?
JE: Nunca nos descontaban. Pos no se da cuenta uno, ¿verdad? Ya lo que quiere uno es firmar nomás pa que le paguen (risas) y no se fija uno.
MP: Y luego con su familia, ¿sí mantenía alguna comunicación o venía a visitarlos más o menos seguido?
JE: No, hasta que cumplía uno el contrato.
MP: ¿De cuánto tiempo fue el primer contrato?
JE: El primer contrato fue de tres meses, pero sí le daban chanza de venir a dar una vuelta. (risas)
MP: Y el dinero que usted ganaba, ¿se lo quedaba a usted o le mandaba a su familia?
JE: No, yo le mandaba, ahí le mandaba centavos a ella.
MP: Y, ¿cómo usted sabía que sí recibían todo el dinero?
JE: Porque, por carta certificada. Iba uno al correo y llenaba un papelito uno ahí y luego ya le daban a uno un taloncito. Y luego ya me mandaba decir: “Ya lo recibí”. (risas)
MP: Y, ¿a ustedes nunca le tocó algún caso de que algunos de los braceros se enfermara y que lo tuvieran que hospitalizar o algo?
JE: Pos sí. En una ocasión, ah, pos el primer año ese que estuve ahí, a un compañero le picó algún animal en un pie y traía el pie así. Y no, nos fuimos, entre todos fuimos y le dijimos al patrón que estaba muy malo aquel hombre y luego luego se vino a El Paso y lo trajo al hospital, ¡hasta El Paso lo traían! (risas) Y duró como unos ocho o diez días. Y luego ya le hablaban al patrón que fuera a recogerlo.
MP: Ah, o sea que, ¿lo dejaron ahí, solo?
JE: Lo dejaron internado. Y no, ya cuando se alivió, ya le hablaron al patrón que fuera a recoger su trabajador.
MP: Y, ¿el trabajador tuvo que pagar algo o quién pagó el hospital, la medicina?
JE: No, pos el patrón, yo creo. Porque uno tenía médico, uno. Le tenían médico para, uno no pagaba nada. Ellos pagaban yo creo todo.
MP: Cuénteme, ¿qué hacían para distraerse, para divertirse un poquito de todo ese trabajo que tenían que hacer de las diez horas diarias?
JE: ¿Allá?
MP: Sí.
JE: No, ahí no había diversión. (risas) Entre más trabajaba, uno lo que quería era ganar centavos. Entre más trabajaba, mejor. No, pos lo divertirse es nomás bajar a un pueblito chiquito que estaba ahí, a comer una paleta, una soda o algo así.
MP: ¿No iban al cine o algo?
JE: A veces sí.
MP: ¿Sí?
JE: Sí, el mismo patrón tenía cine.
MP: Ah, ¿sí? ¿Allí en el mismo rancho?
JE: Allí enseguida, enseguida del pueblito. Allí en el pueblito en la orilla, estaba cerquitas y pos, nos cobraba $0.50 centavos. (risas)
MP: Uy, ¿hasta con eso?
JE: Sí.
MP: Y, ¿qué tipo de películas pasaban?
JE: Películas mexicanas.
MP: Sí.
JE: De Cantinflas. (risas)
MP: Ah, ¿sí? O sea que sí los tenían muy en su ambiente, ¿no? O sea, para que no extrañaran tanto.
JE: Ah, sí.
MP: Y, ¿qué más extrañaba de acá? A propósito de extrañar.
JE: No, pos de perdida le carga a uno que más que todo eso, esta retirado de la familia. (risas) Y le resta uno mucho menos. No, que sí, pos al fin se asienta uno.
MP: ¿Ustedes tuvieron alguna relación con la familia del ranchero?, ¿cómo los trataban ellos?
JE: Nos trataban muy bonito las gabachas a uno ahí. Bueno, a mí, como yo me mantenía con el yerno de ellos, pa donde quiera andaba con él.
MP: ¿Por qué?, oiga.
JE: Porque hablaba español y se acoplaba muy bien con uno. Estaba chavo también. Se iba a comer con nosotros a veces. Se llamaba Carlos, Charlie. (risas)
MP: Y entonces él, como quien dice, pos los ayudaba en cualquier problema que ustedes tuvieran o algo.
JE: Sí. Lo llevaba a uno y luego: “Llévame a traer una soda”. Y lo llevaba hasta el pueblito, estaba cerquitas, en una troca, vámonos.
MP: Entonces, ¿no tuvo ninguna experiencia así mala o algo en esa primera vez ahí?
JE: No. Fíjese que entré algunas como ocho veces y ninguna me fue mal, ni tuve de malas experiencias, no. Había partes que me tocaron donde había trescientos o más gentes, unos barracones, eran muchos.
MP: Pero, yo creo hasta ya hasta se ponía de mal humor, ¿no?, con tanta gente.
JE: Pos ahí en las barracas que yo estaba, ahí onde había como trescientas o más, en las barraquitas onde tábamos nosotros cabíanos nomás veinte y todos éramos del mismo pueblito. Pos así onde estaba muncha gente, sí lo ponen a uno de nervios.
MP: Y, ¿nunca tuvieron problemas por eso?
JE: No.
MP: ¿En dónde fue eso de que había como más o menos trescientos braceros?
JE: En Pecos, Texas.
MP: ¿En Pecos? ¿En el algodón?
JE: Me acuerdo cómo se llamaba el patrón. (risas) Eloy Kilgore.
MP: ¿Era…?
JE: Americano.
MP: Y era buena gente, ¿no?, para que se acordara.
JE: Muy buena gente era el patrón ése, buena gente era.
MP: Y con él, ¿cómo se comunicaban?, ¿también en español?, ¿él sabía español o tenía un intérprete?
JE: Traía intérprete. Sí, los mayordomos eran intérpretes, eran mexicanos.
MP: ¿En dónde anduvo de bracero, en qué estado?, ¿en dónde?
JE: Estuve en Fort Lupton, Colorado, unos cuarenta y cinco días nomás.
MP: ¿Por qué tan poquito?
JE: El betabel, a los desahijes de betabel. Ahí los pagaban por acres, $14.50 el acre nos pagaban.
MP: Y, ¿en cuánto tiempo hacía un acre?
JE: Pos en un día, $14.50. (risas)
MP: O sea que ellos le pagaban…
JE: Era mucho dinero, ¿mande?
MP: ¡Sí!, le pagaban mucho más, porque acá en el algodón, eran $5.50 y acá eran $14, pos, no.
JE: Y en Nebraska también me tocó.
MP: ¿Qué anduvo haciendo en Nebraska?
JE: Desahije de betabel y…
MP: ¿También?
JE: Y limpia, de cortar hierba con la azadón.
MP: Y, ¿le pagaban igual?
JE: Igual, sí. Y en Roswell, Nuevo México me tocó puro algodón, pisca de algodón.
MP: Y, ¿qué era más difícil?, ¿qué era más trabajoso, el algodón o el betabel?
JE: El betabel es más duro. (risas) Pura cintura, muy duro el trabajo.
MP: Porque el algodón, pues es muy espinoso, ¿no?
JE: Sí, le desgasta los dedos de aquí así. Cuando mete los dedos en el capullo, que le jala uno, los huesos le delgaza. Aquí uno, se enredaba uno cinta adhesiva.
MP: ¿El patrón no les daba algo para cubrirse los dedos?
JE: No. Y estuve también en Lovington, Nuevo México, también. Ahí me tocó pura hortaliza.
MP: Y entonces, me dice que… O sea, ya se les acababa el contrato y, ¿ustedes podían tener la oportunidad de seguir trabajando con ese ranchero o a fuerzas los mandaba a otro lugar?
JE: Si había trabajo sí le daban chanza a uno dos semanas más. Venciéndose el contrato le daban dos, habiendo jale, le daban dos semanas más de trabajo. Sí, allí en ese Lovington duré yo como nueve meses, ¿verdad hija? (risas) Sin venir, me clavé a trabajar allá.
MP: O sea que, cuando regresó, ¿ya había bebé nuevo?
JE: ¿Mande?
MP: Cuando regresó, ya había bebé, ya tenían hijo nuevo.
JE: Sí. (risas)
MP: Está bien. Y cuando ustedes terminaban los contratos y se venían para acá, ¿ustedes tenían que pagar el viaje de regreso y luego de ida otra vez?
JE: Cuando… No, ellos pagaban los pasajes y todo. Lo traían a uno hasta, hasta aquí lo traían. Cuando venía uno con permiso, sí tenía que pagar todo. (risas) Que pedía uno permiso para venir a dar una vuelta y…
MP: Y entonces me decía que tenía que hacer otra vez el proceso, ¿verdad? Siempre y cuando, pues, tuvieran la mica.
JE: Sí.
MP: Para usted, ¿qué diferencia? Bueno, no sé si se dio cuenta de algunos mojados que anduvieran ahí trabajando con ustedes que se hicieran pasar de braceros. ¿No hubo algún caso?
JE: Sí. Me tocó ver tres muchachos, también eran de por acá, de Carretas, por ahí. Ahí andaban revueltos entre nosotros.
MP: Y allí, ¿el ranchero no se daba cuenta?
JE: Sí.
MP: ¿Los aceptaba?
JE: Sí, los ocupaba porque él los conocía y siempre iban y trabajaban así, nomás que pos tenían que andarse escondiendo cada rato, porque, hasta eso, la patrona nomás veía La Migra por allí y agarraba el carro o la troca y corriendo les decía: “Escóndanse”. Ya los conocía.
MP: Ah, okay. Entonces, ¿La Migra sí andaba más o menos seguidón dando vueltas por ahí?
JE: Sí, andaba dando vueltas y luego agarraba todos los braceros y los formaba ahí, (risas) pa revisar los papeles.
MP: Y, si a alguien se le extraviaba, pos…
JE: Sí. Una vez un señor perdió el contrato y no, pos ya el patrón lo echó al avión y vino y lo entregó mejor.
MP: Pero el patrón, por ejemplo, no, nunca, en ese caso de que se le perdió, que el patrón le hubiera dicho: “No, pos es que es mi trabajador”, o algo, ¿no?
JE: No. No le hacían caso. (risas) La Migra decía: “No trae papeles”. Y una vez uno perdió el pasaporte y con el contrato sí le valió, sí lo dejó. (risas) Era buena gente, el de La Migra.
MP: Y, ¿qué diferencias había en cuanto al pago, al trato o al trabajo que tenía que hacer un mojado y un bracero?
JE: Pos allí a ellos les pagaban más barato (risas) y pues no, nos trataban bien. Pos allí se revolvían con nosotros, pos ahí no los trataban mal. Aquí, a decirlos, los traía allí cerquita de donde se escondieran pa que no los agarrara la…
MP: La Migra.
JE: Sí.
MP: Y para usted este programa de braceros, ¿fue buen programa, le faltó más o cual es su opinión acerca del programa de los braceros?
JE: ¿Cómo?
MP: Su opinión. ¿Qué piensa usted de la bracereada? ¿Sí fue buena?
JE: Pos nosotros, tuvo bueno, porque nos ayudábanos mucho. Ya ve que en la agricultura pos a veces le iba a uno mal y allá en los ranchos pos no hay poco trabajo. Y se iba uno y echaba la trabajada y se alivianaba mucho. Se empicaba uno andar allá. (risas) Ahí todavía mucha gente está empicada, allá se mantienen de mojada allá. Y yo fui una pura vez de mojado. (risas) No me quedaron ganas ya.
MP: ¿Por qué no?, oiga.
JE: No, me agarró La Migra. (risas)
MP: Ah, ¿sí?
JE: Me agarró La Migra y nos echó.
MP: Y, ¿no lo castigaron así que tuviera que pasar? No sé, un año sin…
JE: No, nomás nos encerraban así un día, una noche para juntar el viaje, acabalar el viaje pa echarlo.
MP: Y, ¿por qué le dio la idea de irse mejor de mojado que de bracero esa vez?
JE: Ya no había braceros cuando entré de mojado la última vez, sí, así fue. Y fíjese que me fue muy bien, el trabajo no me faltaba. Pero no, de mojado sí lo trata muy mal La Migra.
MP: Y a usted alguno de los rancheros, ¿no le dio o no le dijo que lo ayudaba para que arreglara papeles? O, ¿usted no hizo por arreglar papeles?
JE: No, yo no hice por arreglar. Al [ha]ber querido, sí, cualquier patrón, porque me llevaba bien con ellos. El primer patrón ése que le tuve, ese tenía avión y nos paseaba los domingos. (risas) Tenía una avionetita y nos paseaba a todos allí.
MP: Ah, ¿sí? A ver, cuénteme de eso de la paseada de la avioneta.
JE: Ah, los domingos se ponía ahí con la avioneta, cobraba, ¿verdad? (risas) Cobraba $2 pesos.
MP: Ah, ¿sí?
JE: Sí, nos paseaba como media hora.
MP: O sea que era árabe, ¿no? El ranchero, pos porque les cobraba.
JE: No, era americano, pero era muy centavero.
MP: Pos sí.
JE: Sí, sacaba sus centavitos.
MP: O sea que, como quien dice pos ahí todo lo dejaban a él, ¿no?
JE: No, pos muchos no se paseaban. No, a mí no me gustó, nomás una vez me subí, por que se sentía muy feo, (risas) se le suben las tripas, a uno aquí, no. Al revés lo hacía pa vacilar con uno, porque lo subía derechito y luego lo dejaba caer pa bajo.
MP: ¡Ay! Oiga, y usted, pues estuvo bastante tiempo, ¿no?, como bracero. ¿No notó alguna diferencia de en un principio o ya hasta el final, por ejemplo, de los contratos que les daban menos tiempo o que los patrones se ponían más exigentes con el tiempo?
JE: No, pos le caiba a uno el contrato grande, pos ta bueno, sí le caiba chiquito, pos, no le quedaba a uno, pero pos nomás eso le da. Fíjese, y luego tan lejos, cuarenta y cinco días y luego ir hasta allá a los estados muy lejos. Pero bueno, en esos cuarenta y cinco días sí recompensaba. Ganaba uno más que lo que ganaba aquí en tres, cuatro meses, porque pos allá está bueno el trabajo y muy tempranito lo sacan al trabajo a uno. Ya en cuanto entra está aclarando, ya lo traen a uno en friega allá. Pero no, sí, muy contento.
MP: Y, ¿usted nunca se sintió mal o algo que le dijeran que usted era bracero?
JE: No, la gente de allá lo quiere mucho a uno, allá los mexicanos de por allá. Hasta en la tarde nomás salen y ahí van a platicar con uno. Dicen que les gusta mucho como habla uno el español. (risas) Quién sabe si será cierto.
MP: Le pregunto porque mucha gente, aún ahorita, confunde mucho mojado y bracero. Ellos piensan que un bracero fue igual que mojado.
JE: No, ¿cuándo? El bracero pos andaba derecho y el otro anda chueco. No, pos es que muchos sí, cuando es mojado lo discriminan mucho, pero pos no deben, porque pos, como dijo un hermano mío: “También tenemos corazón”. Le dijo, ¿cómo qué?
MP: En cuanto a que se sentían mal o algo, durante todo ese tiempo, hubo mucho racismo en contra de los mexicanos y de los negros, ¿no? ¿Ustedes no sintieron algo así que lo rechazaban cuando iban al pueblo o que vieron algún caso ahí de discriminación contra un mexicano o un…?
JE: Pos, nosotros no les poníamos cuidado, no les poníamos atención. Uno se dedicaba a su trabajo. Nomás que no, pos no les gusta muy bien a los mexicanos de allá, porque, como los de aquí vamos a trabajar, no vamos a hacernos locos. A trabajar va uno y a trabajar. Y ellos no, a trabajar un día o dos, tres por semana y ya. Por eso no lo quieren a uno muchos de allá, porque uno sí va a trabajar.
MP: Entonces, usted piensa que aquella gente piensa que uno va allá para robarles el trabajo.
JE: Sí, va a quitarle… No, pero es que, como dijo, le dijo un muchacho ahí un día, le dijo: “No, es que lo traen a uno porque aquí no hay hombres que trabajen”, dijo, “por eso traen de allá”. No, pos sí, ellos creen que va uno a quitarles, pero no, pos por eso lo llevan a uno, porque uno sí trabaja. Uno está puesto a la hora que se les antoje, a jalar. Sí, nosotros, allí aquí onde estuvimos allí, a veces a las nueve de la noche toda[vía] andaba uno arriba del tractor. Uno, a la hora que le hablen ta puesto pal jale.
MP: Y, ¿usted nunca hizo por llevarse a su esposa o a su familia para allá, para vivir para allá? O cuando menos, no sé, que por lo menos más cerca.
JE: No, pos ya cuando había chavalos ya no. (risas) Las primeras veces pos estaba solo, todavía no me casaba, pero ya cuando nos casamos yo tenía un chorro de chilpayates. (risas) ¡Un chorro!, sí.
MP: Y usted, cuando se fue de bracero, ¿se fue solo o fue algún hermano de usted o alguien de su familia lo siguió?
JE: No, yo me fui solo. La primera vez yo me fui solo. Y no me tocó de acá de mi pueblo ni de mi rancho. Y fíjese, una casualidad que me tocó con unos muchachos que conocía mi señora. Bueno, todavía no me casaba, pero sí los…Uno de ellos era padrino de un hermano de ésta y no, muy buenos compañeros me tocaba. Hasta que cumplimos nos venimos.
MP: Ya para terminar la entrevista quisiera que me diera un, no sé, su último comentario acerca de eso de los braceros o alguna otra experiencia que haya tenido allá.
JE: Pos, no. Me fue muy bien todo, yo no me quejo de nada. Trabajemos, nunca me fue mal.
MP: Pues, qué bueno que sí le gustó a usted y que le fue bien.
JE: Sí, pos…
MP: Qué bueno.
JE: Con el favor de Dios, nunca me quejé de nada. Nadie me trató mal, nadie nada.
MP: No, pues eso es importante. Bueno, pues, muchísimas gracias por su tiempo y por haber aceptado la entrevista.
JE: No, pos estamos para servirle. Ojalá y le sirva.
MP: No, claro que sí.
JE: ¿Sí?
MP: Está muy interesante.
JE: Ah, qué bueno.
MP: Claro que sí, gracias.
JE: Ándele.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 31 de marzo de 2003
Nombre del entrevistador: Myrna Parra Mantilla
El día de hoy es 31 de marzo de 2003 en la ciudad de Chihuahua, Chihuahua entrevistando al señor Juan de Dios Estrada López, para el Departamento de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso, Myrna Parra Mantilla.
MP: Buenas tardes señor Estrada.
JE: Buenas tardes.
MP: Para empezar la entrevista, quisiera que me dijera, ¿dónde y cuándo nació?
JE: El 29 de diciembre, 1933, en Rancho de Rosas, Municipio de General Trías.
MP: También quisiera saber algo acerca de su niñez, sus papás, ¿a qué se dedicaba su papá, su mamá, sus hermanos?
JE: Mi mamá se dedicaba al hogar de casa, mi papá trabajaba de agricultor.
MP: ¿Cuántos hermanos tuvo?
JE: Semos ocho.
MP: Ocho nomás. Y usted, en su niñez, ¿qué hacía?, ¿fue a la escuela o se dedicó a trabajar?
JE: Fíjese que jui a la escuela nomás hasta segundo año. Cuando ya quedé huérfano, me, pos ya me metí a trabajar para jalar pa mis hermanitos chiquillos. Todos estaban chiquillos.
MP: ¿Qué edad tenía?
JE: Diez años.
MP: Y, ¿qué hacía?, ¿en qué trabajaba?
JE: Cuidando vacas. (risas)
MP: ¿Allí en el rancho?
JE: En el rancho, sí, cuidaba vacas y…
MP: Y, ¿durante cuánto tiempo estuvo cuidando vacas?
JE: Como unos dos años y ya me metí a la agricultura enseguida. Y luego después ya me vine a trabajar aquí a Chihuahua, en la obra. Aquí trabajé mucho en la obra de chavalo.
MP: ¿Qué edad tenía cuando se vino acá para Chihuahua?
JE: Cuando vine para Chihuahua tendría como unos veinticinco años.
MP: Y entonces, ahora sí, platíqueme, ¿cómo se dio cuenta del Programa Bracero?
JE: Es que llegaban a apuntar, apuntar ahí en la Presidencia apuntaban para que, se iba uno a contratar aquí a Chihuahua. Pos toda la gente iba. (risas) Pos ya cuando tenía yo veinte años ya me dejaron pasar. De menos edad no dejaban entrar a uno, porque no tenía la edad.
MP: Entonces, pero ya usted para esa edad, pues ya tenía…O sea, para ese entonces ya tenía la edad, ¿verdad?
JE: Veinte años, sí, ya cuando entré.
MP: Y dígame todo el proceso que tuvo que hacer.
JE: Cuando me contraté la primera vez yo trabajé, entré a las escardas, escardando allá. Y luego enseguida en los riegos, regar los algodones, y luego ya después a la pisca de algodón, todo eso.
MP: Pero, aquí, dice que se contrato aquí en Chihuahua, ¿verdad?
JE: En Chihuahua.
MP: En El Trocadero. Cuénteme, ¿cómo era El Trocadero?
JE: Allá en ontaba un molino de harina, era un corralón y había unas casas ahí donde tenían unas oficinas ellos allí. Donde estaba la, era la estación vieja allí donde estaba el calzas, todo eso.
MP: Y, ¿había mucha gente ahí?
JE: Sí, mucha gente de por allá, de otras partes. Estaba lleno así, todo El Trocadero. Y ahí nos manteníamos hechos bolas todos los braceros, hasta que se le llegaba su turno a uno para… Ya cuando le hablaban de su municipio, ya se presentaba uno allí; le hablaban por lista.
MP: O sea que, ¿ustedes tenían que esperar hasta que ellos habla[ran]? O sea, se pasaban por las listas de los municipios.
JE: Municipios.
MP: ¿No por la gente que llegaba y le daban un numerito?
JE: No, a cada municipio le tocaba su turno y a nosotros nos avisaba el: “Allá en tal día van a estar ahí, porque ya les van a arreglar”.
MP: ¿Cuánto tiempo tuvo que pasar usted, cuánto tiempo tuvo que esperar allí para que lo llamaran?
JE: Pos a veces duraba hasta dos meses, un mes, así.
MP: ¿Tanto?
JE: Sí, porque eran muchos municipios, cualqueria arreglar primero.
MP: Y en todo ese tiempo…Bueno, usted no tenía problemas, porque usted era de aquí, de Chihuahua, ¿verdad?
JE: Los de Chihuahua no tenían problemas.
MP: Entonces aquí, pues tenía su casa, comía y todo.
JE: Hay familiares aquí. Nos arrimábanos con familiares, porque… (risas)
MP: Y, ¿usted nunca supo de la gente esa que venía del sur?, ¿cómo le hacían? Porque pos ellos me imagino que no venían con la lista de los municipios, ¿no?, de aquí.
JE: Venía una persona de allá de su tierra, con una lista grandotas y los traía. Y a los que andaban sin, que no los tenían apuntados, allí los apuntaba él y a mí me tocó ver todas esas cosas allí.
MP: Y luego, ya cuando lo llamaron a usted, primero, ¿con quién se entrevistó, con un doctor, con agentes americanos, mexicanos o qué hizo ahí?
JE: Primero, cuando nos hablaban ahí, entrábamos por las listas mexicanas ahí. Todos pasábamos con los americanos y allí le tomaban a uno, pos lo confesaban de datos. Y luego ya de ahí, el que entraba, a muchos los devolvían, ¿verdad?, pero al que entraba lo pasaban con un doctor ahí. Lo examinaban a uno de todo, que no tuviera enfermedades.
MP: Entonces, primero pasaban con oficiales americanos.
JE: Ajá.
MP: Y, ¿ahí ustedes tenían que llevar algún papel?
JE: Sí, la cartilla.
MP: ¿Era lo único, la cartilla?
JE: Sí, pos, ¿qué mas le presentaba uno? Los papeles, pos si había entrado uno, pos les presentaba eso o una, les daban una tarjetita amarilla, que le decían la norífica [honorífica].
MP: O sea que, cuando iba por primera vez, sí tenía que mostrar la cartilla militar y ya cuando iba renovar, mostraba la mica.
JE: Sí, ya cuando entraba uno allá. Ya de aquí la presentaba uno allá.
MP: Y esas segundas veces, ¿también tenía usted que pasar con los doctores para los exámenes médicos?
JE: Cada vez que entrábanos.
MP: ¿Siempre?
JE: Casi lo examinaban a uno, aquí y allá también. En El Paso también lo pasaban por…
MP: ¿Por doctores?
JE: Por doctores.
MP: Y luego ya cuando lo examinaron, ¿ahí mismo a usted le llenaban el contrato?
JE: Cuando lo examinaban a uno, si salía bien, seguía caminando, si no le hablaban, si salía mal, le hablaban para devolverlo. Pero no, a mí nunca me tocó salir mal. Todo el tiempo estuve bien y agarraba la fila, porque era un filón que daba uno vuelta muchas, muchas oficinas. Y no, pos me tocó la suerte que trabajé muy contento, muy a gusto allá.
MP: Y luego de Chihuahua a Juárez me imagino que fue en tren.
JE: En tren.
MP: Y, ¿cómo fue el viaje? Porque me han contado de que algunos los pusieron así en trenes de carga que son completamente cerrados y entonces…
JE: Carros cerrados, sí. A mí me tocó ir en camión a veces de aquí, pero casi por lo regular en el tren, en puros carros de esos cerrados, un trenezote, echaban mucha gente en el…
MP: ¿Cuántas horas hacían de camino de aquí hasta Juárez?
JE: De aquí nos echaban como a las cinco de la tarde, seis, por ahí, y llegábanos como a las doce de la noche, una de la mañana, allá a Juárez. Y ahí lo formaban a uno hasta como a las ocho de la mañana que abrían ahí y luego ya lo pasaban a uno. Y de ahí del puente lo llevaban en camiones al Río Vista.
MP: Y allí en el Río Vista… Bueno, ¿me decía que también aquí en El Paso les hacían otro examen médico?
JE: Sí, en Río Vista.
MP: Ah, ¿no cruzando el puente?
JE: No, en El Paso no pasaba uno y allá en el Río Vista lo examinaban a uno.
MP: Y aquí en Río Vista, ¿era el proceso más o menos igual que en Chihuahua o era diferente?
JE: Era diferente.
MP: ¿Cómo?, ¿qué tan diferente era?
JE: Porque ahí era de que entraba uno lo pasaban por rayos X, lo echaban, lo polveaban a uno de polvo. (risas)
2do: Lo desinfectaban.
JE: Sí, lo pasaban por un, ¿cómo le nombran? Ahí donde le toman las fotografías. (risas) Y luego allá uno le hacía el pasaporte, otros le… Así, muchas oficinas de varias plazas ahí. Hasta que ya salía uno contratado, ahí le firmaba ahí. Ahí le quitaban esta, ahí le alzaban, cuando ya venía de allá para acá, se lo entregaban y le hablaban por su nombre.
MP: Ah, ¿sí?
JE: Sí.
MP: Y luego, mientras tanto, ¿qué documento tenían ustedes para probar de que sí…?
JE: Pasaporte. Le hacían un pasaporte a uno y el contrato que le daban a uno.
MP: Y, ¿si se les llegaba extraviar?
JE: Pos lo traían otra vez hasta Río Vista. Peligro de que lo agarrara La Migra y lo echara uno. Pero lo reportaba uno luego y lo traían y le hacían otro. Creo que tenía que cuidar uno mucho.
MP: Entonces, esta mica se quedaba allí en Río Vista.
JE: Ahí se quedaba aguardada y cuando salía uno, se la entregaban.
MP: Ah, okay. O sea, canjeaban el pasaporte ese que dice que les daban y el contrato por ésta.
JE: Sí, de ahí le hablaban a uno y ya llegaba uno y recogía, porque si la pierde, pos…
MP: Y allí en Río Vista, ¿cuánto tiempo tuvo que esperar usted para ser contratado por un ranchero?
JE: No, de ahí lo echaban a uno a otras partes, lo mandaban a otras partes, por decir, a Pecos, a Nuevo México, a Artesia, a…
MP: Pero, ya llevaba su contrato, ¿no? Ya sabía…
JE: Para contratar, ahí venían los de cada pueblo, venían a contratar gente y ahí lo contrataban a uno y ya ahí lo echaban a uno en camiones para la parte que le tocaba. Pero a veces durábanos hasta dos, tres días allí en Río Vista, porque se amontonaba mucha gente. Sí, pos trenes y trenes diarios, ¿se imagina?
MP: Y en esos días, ¿sí les daban de comer?, ¿tenían un lugar dónde dormir?
JE: Nos tenían en qué dormir, unas barracas. Me prestaban cobija. Le daban comida a uno ahí. Todo no, hasta eso sí.
MP: Y ustedes desde Chihuahua, ¿podían llevar su ropa o su cobija o algo?
JE: Sí, lo que quisiera uno, llevar su cobija, sus ropas. De todos modos le prestaban cobija a uno, cama y todo.
MP: Y luego ya cuando… Era el mayordomo, ¿no?, el que llegaba allí, el mayordomo del ranchero.
JE: Un contratista era.
MP: ¿Un contratista?
JE: Un contratista.
MP: Y, ¿cómo era? Nada más si le gustaba lo agarraba o: “Necesito veinte”, y ¡vámonos!, del montón.
JE: Llegaba y: “Necesito tantos”. Y allí se formaba uno. Ya cuando completaba, decía: “Hasta aquí nomás”. Y había para otra parte, así de otra parte.
MP: Y, ¿ustedes tenían la oportunidad de escoger? O sea, si veían al mayordomo así medio, que era medio canijo o algo, ¿qué decía? “No, mejor me espero al otro”. O, ¿se tenía que ir?
JE: No, el que venía allí nomás contrataba pa el pueblito allá donde repartían a uno, donde tenía que ver uno los patrones. Sí había unos muy mal encachados, pero no, a mí me tocó muy buena suerte. No me tocó ningún, con ninguno me pelié.
MP: Qué bueno.
JE: Yo cumplía mis contratos y ya.
MP: ¿Qué año fue cuando se fue la primera vez?
JE: El primer año jue el [19]53.
MP: Y, ¿cuál fue la ciudad donde fue o al rancho donde fue?
JE: El pueblito Dell City, Texas.
MP: Entonces, llegaban a Dell City y ahí…
JE: Y ahí lo repartían con los patrones.
MP: O sea que aquí en Dell City era como un centro de concentración.
JE: Sí, sí, así era.
MP: Ah, okay. ¿Había oficinas ahí?
JE: Había una oficina ahí para los braceros. Ahí lo entregaban los patrones y luego ya ahí lo mandaban al Río Vista a entregarlos pa echarlo pa fuera. (risas)
MP: Y aquí en Dell City, ¿ya no tenía que volver hacer otro examen médico, otro papeleo?
JE: No, ya allí con el patrón directamente a trabajar.
MP: Y, ya una vez que el patrón fue por usted y lo llevó al rancho, ¿cuál fue su primera impresión? ¿Sí era lo que usted se imaginaba o era diferente, se desilusionó?
JE: No pos, me cayó muy bien el trabajo. (risas) Me cayó bien, sí, y luego me gustó. Bueno, pos esta uno impuesto a todo, ¿verdad? Pero pos, me puso con el azadón luego luego a escardar a otro día. (risas) No, luego luego que llegamos nos llevó a la tienda a comprarnos, que compráramos comida. Sí, hasta eso.
MP: ¿Dónde era? ¿En Pecos, o dónde era?
JE: ¿Mande?
MP: ¿Dónde era el rancho?
JE: En Dell City, Texas.
MP: En Dell City. Pero, decía que…Ah, bueno, pero, fue un rancho cerca de…
JE: Sí, en un ranchito.
MP: Ah, okay. ¿Cuántos braceros había con usted?, ¿cuántos compañeros más o menos?
JE: Allí tenía… Bueno, al principio tenía como unos veinte nomás. Sería cuando llegó el algodón, sí tenía como unos cien. (risas)
MP: ¿Tantos?
JE: Sí.
MP: Entonces, me imagino que tenían barricadas grandes, ¿no?
JE: Barracas grandes, sí.
MP: Barracas, ajá. Cuénteme como era un día de trabajo ahí en el rancho, desde que empezaba, qué hora y…
JE: Eran diez horas de trabajo.
MP: ¿Diez horas? ¿Cuánto le pagaban por hora?
JE: Cincuenta y cinco centavos.
MP: ¿Era por hora?
JE: Por hora, sí.
MP: O sea que diario sacaba $5.50.
JE: Un dineral.
MP: Pos no estaba tan peor.
JE: No, estaba más o menos bien, sí.
MP: Sí, porque muchas, me han dicho que les pagaban por libra de algodón, que era $1.25, algo así.
JE: Uno cincuenta y cinco, (risas) después ya era $2.10, $2.25, así, ya ahora después en los últimos años. Pero ese año a mí tocó que así nos pagaban.
MP: O sea que, ya no se usaba el pago por libra, sino que era por hora.
JE: No, en el trabajo del algodón sí lo pagaban por libras, porque ése lo pisca uno y lo pesan.
MP: Ah okay, pero entonces, ¿usted llegó a trabajar la tierra?
JE: Yo llegué a las azadones, pero también me metieron a la pisca. Sí ya los últimos meses, lo meten a uno a piscar.
MP: Y entonces, ¿todo esto está en el contrato? ¿Le explicaron lo que, qué era lo que estaba en el contrato?
JE: Ahí en el contrato decía todo.
MP: Y, ¿sí le explicaron bien y todo eso?
JE: Sí todo, ahí tenía uno su contrato para saber a qué tenía derecho y a qué no tenía derecho.
MP: Y entonces ustedes se hacían su comida, su lonche y, ¿tenían algún intermedio?
JE: Nos tenían…
MP: De esas diez horas de trabajo, ¿sí podían tomarse una media hora?
JE: ¿A comer? No, nos dejaban comer, llevaba uno su lonche ahí, en la labor comía uno. Pero hacía uno, en la tarde que salíamos, a hacer lonche. Lo tenían bien arreglado todo, en las barracas, en las mismas barracas, en medio tenían un chorro de estufas así. La gente por un lado y por otro. Sí, bien arreglado todo.
MP: Y cuando hubo más de cien braceros o cien braceros, ¿nunca tuvieron problemas de que los braceros les agarraran la comida o su ropa o que se les perdían cosas?
JE: No, fíjese que nunca nos… Bueno, procuraba uno gente de su tierra, o sea, por decir, yo procuraba de Chihuahua. Pos porque cuando entran de otra parte es donde entran las dificultades con raza de otras partes.
MP: Y, ¿cómo sabía usted que era gente de otro lado y no de Chihuahua?
JE: No, pos luego luego conoce uno a la gente, modo de vestir y todo.
MP: ¿Vestían diferente?
JE: Y el modo de hablar y todo, los desconoce uno. Pero nosotros todo el tiempo, pos puros del pueblito, nosotros nos procurábamos unos a los otros. Desde que salía uno de aquí se hacía la bolita, pa irse juntos, pa que nos tocara juntos allá. Porque muchas veces le toca uno solo con raza desconocida y, ¡ay, caray! (risas) Sí, una vez me tocó a mí con puros de acá de Satevó. No, pos encantado, me la pasé bien.
MP: Y, ¿cómo le hacían para comunicarse con el ranchero?, ¿el ranchero sí sabía español?
JE: Pos fíjese que tenían… No, pos aquí todos hablan español. (risas) Sí hablaban espa[ñol], el patrón no hablaba, pero un yerno de él era el que hablaba, hablaba mucho español. Y allá donde estaba adentro, no, allá sí tiene uno qué, tiene que hablar inglés uno. Tiene que aprender. (risas) Bueno, el que quiere aprende y el que no, no. Pero sí se entiende uno con… Van a las tiendas y lo llevan a uno y ahí tienen las tiendas, tienen quien hable español y ahí se comunican con uno, muy suave.
MP: Y en cuanto al pago, ¿siempre le fueron puntuales para pagarle?
JE: Cada ocho días, muy puntualitos.
MP: Y, ¿ustedes sabían que les estaban descontando dinero o no se dieron cuenta?
JE: Nunca nos descontaban. Pos no se da cuenta uno, ¿verdad? Ya lo que quiere uno es firmar nomás pa que le paguen (risas) y no se fija uno.
MP: Y luego con su familia, ¿sí mantenía alguna comunicación o venía a visitarlos más o menos seguido?
JE: No, hasta que cumplía uno el contrato.
MP: ¿De cuánto tiempo fue el primer contrato?
JE: El primer contrato fue de tres meses, pero sí le daban chanza de venir a dar una vuelta. (risas)
MP: Y el dinero que usted ganaba, ¿se lo quedaba a usted o le mandaba a su familia?
JE: No, yo le mandaba, ahí le mandaba centavos a ella.
MP: Y, ¿cómo usted sabía que sí recibían todo el dinero?
JE: Porque, por carta certificada. Iba uno al correo y llenaba un papelito uno ahí y luego ya le daban a uno un taloncito. Y luego ya me mandaba decir: “Ya lo recibí”. (risas)
MP: Y, ¿a ustedes nunca le tocó algún caso de que algunos de los braceros se enfermara y que lo tuvieran que hospitalizar o algo?
JE: Pos sí. En una ocasión, ah, pos el primer año ese que estuve ahí, a un compañero le picó algún animal en un pie y traía el pie así. Y no, nos fuimos, entre todos fuimos y le dijimos al patrón que estaba muy malo aquel hombre y luego luego se vino a El Paso y lo trajo al hospital, ¡hasta El Paso lo traían! (risas) Y duró como unos ocho o diez días. Y luego ya le hablaban al patrón que fuera a recogerlo.
MP: Ah, o sea que, ¿lo dejaron ahí, solo?
JE: Lo dejaron internado. Y no, ya cuando se alivió, ya le hablaron al patrón que fuera a recoger su trabajador.
MP: Y, ¿el trabajador tuvo que pagar algo o quién pagó el hospital, la medicina?
JE: No, pos el patrón, yo creo. Porque uno tenía médico, uno. Le tenían médico para, uno no pagaba nada. Ellos pagaban yo creo todo.
MP: Cuénteme, ¿qué hacían para distraerse, para divertirse un poquito de todo ese trabajo que tenían que hacer de las diez horas diarias?
JE: ¿Allá?
MP: Sí.
JE: No, ahí no había diversión. (risas) Entre más trabajaba, uno lo que quería era ganar centavos. Entre más trabajaba, mejor. No, pos lo divertirse es nomás bajar a un pueblito chiquito que estaba ahí, a comer una paleta, una soda o algo así.
MP: ¿No iban al cine o algo?
JE: A veces sí.
MP: ¿Sí?
JE: Sí, el mismo patrón tenía cine.
MP: Ah, ¿sí? ¿Allí en el mismo rancho?
JE: Allí enseguida, enseguida del pueblito. Allí en el pueblito en la orilla, estaba cerquitas y pos, nos cobraba $0.50 centavos. (risas)
MP: Uy, ¿hasta con eso?
JE: Sí.
MP: Y, ¿qué tipo de películas pasaban?
JE: Películas mexicanas.
MP: Sí.
JE: De Cantinflas. (risas)
MP: Ah, ¿sí? O sea que sí los tenían muy en su ambiente, ¿no? O sea, para que no extrañaran tanto.
JE: Ah, sí.
MP: Y, ¿qué más extrañaba de acá? A propósito de extrañar.
JE: No, pos de perdida le carga a uno que más que todo eso, esta retirado de la familia. (risas) Y le resta uno mucho menos. No, que sí, pos al fin se asienta uno.
MP: ¿Ustedes tuvieron alguna relación con la familia del ranchero?, ¿cómo los trataban ellos?
JE: Nos trataban muy bonito las gabachas a uno ahí. Bueno, a mí, como yo me mantenía con el yerno de ellos, pa donde quiera andaba con él.
MP: ¿Por qué?, oiga.
JE: Porque hablaba español y se acoplaba muy bien con uno. Estaba chavo también. Se iba a comer con nosotros a veces. Se llamaba Carlos, Charlie. (risas)
MP: Y entonces él, como quien dice, pos los ayudaba en cualquier problema que ustedes tuvieran o algo.
JE: Sí. Lo llevaba a uno y luego: “Llévame a traer una soda”. Y lo llevaba hasta el pueblito, estaba cerquitas, en una troca, vámonos.
MP: Entonces, ¿no tuvo ninguna experiencia así mala o algo en esa primera vez ahí?
JE: No. Fíjese que entré algunas como ocho veces y ninguna me fue mal, ni tuve de malas experiencias, no. Había partes que me tocaron donde había trescientos o más gentes, unos barracones, eran muchos.
MP: Pero, yo creo hasta ya hasta se ponía de mal humor, ¿no?, con tanta gente.
JE: Pos ahí en las barracas que yo estaba, ahí onde había como trescientas o más, en las barraquitas onde tábamos nosotros cabíanos nomás veinte y todos éramos del mismo pueblito. Pos así onde estaba muncha gente, sí lo ponen a uno de nervios.
MP: Y, ¿nunca tuvieron problemas por eso?
JE: No.
MP: ¿En dónde fue eso de que había como más o menos trescientos braceros?
JE: En Pecos, Texas.
MP: ¿En Pecos? ¿En el algodón?
JE: Me acuerdo cómo se llamaba el patrón. (risas) Eloy Kilgore.
MP: ¿Era…?
JE: Americano.
MP: Y era buena gente, ¿no?, para que se acordara.
JE: Muy buena gente era el patrón ése, buena gente era.
MP: Y con él, ¿cómo se comunicaban?, ¿también en español?, ¿él sabía español o tenía un intérprete?
JE: Traía intérprete. Sí, los mayordomos eran intérpretes, eran mexicanos.
MP: ¿En dónde anduvo de bracero, en qué estado?, ¿en dónde?
JE: Estuve en Fort Lupton, Colorado, unos cuarenta y cinco días nomás.
MP: ¿Por qué tan poquito?
JE: El betabel, a los desahijes de betabel. Ahí los pagaban por acres, $14.50 el acre nos pagaban.
MP: Y, ¿en cuánto tiempo hacía un acre?
JE: Pos en un día, $14.50. (risas)
MP: O sea que ellos le pagaban…
JE: Era mucho dinero, ¿mande?
MP: ¡Sí!, le pagaban mucho más, porque acá en el algodón, eran $5.50 y acá eran $14, pos, no.
JE: Y en Nebraska también me tocó.
MP: ¿Qué anduvo haciendo en Nebraska?
JE: Desahije de betabel y…
MP: ¿También?
JE: Y limpia, de cortar hierba con la azadón.
MP: Y, ¿le pagaban igual?
JE: Igual, sí. Y en Roswell, Nuevo México me tocó puro algodón, pisca de algodón.
MP: Y, ¿qué era más difícil?, ¿qué era más trabajoso, el algodón o el betabel?
JE: El betabel es más duro. (risas) Pura cintura, muy duro el trabajo.
MP: Porque el algodón, pues es muy espinoso, ¿no?
JE: Sí, le desgasta los dedos de aquí así. Cuando mete los dedos en el capullo, que le jala uno, los huesos le delgaza. Aquí uno, se enredaba uno cinta adhesiva.
MP: ¿El patrón no les daba algo para cubrirse los dedos?
JE: No. Y estuve también en Lovington, Nuevo México, también. Ahí me tocó pura hortaliza.
MP: Y entonces, me dice que… O sea, ya se les acababa el contrato y, ¿ustedes podían tener la oportunidad de seguir trabajando con ese ranchero o a fuerzas los mandaba a otro lugar?
JE: Si había trabajo sí le daban chanza a uno dos semanas más. Venciéndose el contrato le daban dos, habiendo jale, le daban dos semanas más de trabajo. Sí, allí en ese Lovington duré yo como nueve meses, ¿verdad hija? (risas) Sin venir, me clavé a trabajar allá.
MP: O sea que, cuando regresó, ¿ya había bebé nuevo?
JE: ¿Mande?
MP: Cuando regresó, ya había bebé, ya tenían hijo nuevo.
JE: Sí. (risas)
MP: Está bien. Y cuando ustedes terminaban los contratos y se venían para acá, ¿ustedes tenían que pagar el viaje de regreso y luego de ida otra vez?
JE: Cuando… No, ellos pagaban los pasajes y todo. Lo traían a uno hasta, hasta aquí lo traían. Cuando venía uno con permiso, sí tenía que pagar todo. (risas) Que pedía uno permiso para venir a dar una vuelta y…
MP: Y entonces me decía que tenía que hacer otra vez el proceso, ¿verdad? Siempre y cuando, pues, tuvieran la mica.
JE: Sí.
MP: Para usted, ¿qué diferencia? Bueno, no sé si se dio cuenta de algunos mojados que anduvieran ahí trabajando con ustedes que se hicieran pasar de braceros. ¿No hubo algún caso?
JE: Sí. Me tocó ver tres muchachos, también eran de por acá, de Carretas, por ahí. Ahí andaban revueltos entre nosotros.
MP: Y allí, ¿el ranchero no se daba cuenta?
JE: Sí.
MP: ¿Los aceptaba?
JE: Sí, los ocupaba porque él los conocía y siempre iban y trabajaban así, nomás que pos tenían que andarse escondiendo cada rato, porque, hasta eso, la patrona nomás veía La Migra por allí y agarraba el carro o la troca y corriendo les decía: “Escóndanse”. Ya los conocía.
MP: Ah, okay. Entonces, ¿La Migra sí andaba más o menos seguidón dando vueltas por ahí?
JE: Sí, andaba dando vueltas y luego agarraba todos los braceros y los formaba ahí, (risas) pa revisar los papeles.
MP: Y, si a alguien se le extraviaba, pos…
JE: Sí. Una vez un señor perdió el contrato y no, pos ya el patrón lo echó al avión y vino y lo entregó mejor.
MP: Pero el patrón, por ejemplo, no, nunca, en ese caso de que se le perdió, que el patrón le hubiera dicho: “No, pos es que es mi trabajador”, o algo, ¿no?
JE: No. No le hacían caso. (risas) La Migra decía: “No trae papeles”. Y una vez uno perdió el pasaporte y con el contrato sí le valió, sí lo dejó. (risas) Era buena gente, el de La Migra.
MP: Y, ¿qué diferencias había en cuanto al pago, al trato o al trabajo que tenía que hacer un mojado y un bracero?
JE: Pos allí a ellos les pagaban más barato (risas) y pues no, nos trataban bien. Pos allí se revolvían con nosotros, pos ahí no los trataban mal. Aquí, a decirlos, los traía allí cerquita de donde se escondieran pa que no los agarrara la…
MP: La Migra.
JE: Sí.
MP: Y para usted este programa de braceros, ¿fue buen programa, le faltó más o cual es su opinión acerca del programa de los braceros?
JE: ¿Cómo?
MP: Su opinión. ¿Qué piensa usted de la bracereada? ¿Sí fue buena?
JE: Pos nosotros, tuvo bueno, porque nos ayudábanos mucho. Ya ve que en la agricultura pos a veces le iba a uno mal y allá en los ranchos pos no hay poco trabajo. Y se iba uno y echaba la trabajada y se alivianaba mucho. Se empicaba uno andar allá. (risas) Ahí todavía mucha gente está empicada, allá se mantienen de mojada allá. Y yo fui una pura vez de mojado. (risas) No me quedaron ganas ya.
MP: ¿Por qué no?, oiga.
JE: No, me agarró La Migra. (risas)
MP: Ah, ¿sí?
JE: Me agarró La Migra y nos echó.
MP: Y, ¿no lo castigaron así que tuviera que pasar? No sé, un año sin…
JE: No, nomás nos encerraban así un día, una noche para juntar el viaje, acabalar el viaje pa echarlo.
MP: Y, ¿por qué le dio la idea de irse mejor de mojado que de bracero esa vez?
JE: Ya no había braceros cuando entré de mojado la última vez, sí, así fue. Y fíjese que me fue muy bien, el trabajo no me faltaba. Pero no, de mojado sí lo trata muy mal La Migra.
MP: Y a usted alguno de los rancheros, ¿no le dio o no le dijo que lo ayudaba para que arreglara papeles? O, ¿usted no hizo por arreglar papeles?
JE: No, yo no hice por arreglar. Al [ha]ber querido, sí, cualquier patrón, porque me llevaba bien con ellos. El primer patrón ése que le tuve, ese tenía avión y nos paseaba los domingos. (risas) Tenía una avionetita y nos paseaba a todos allí.
MP: Ah, ¿sí? A ver, cuénteme de eso de la paseada de la avioneta.
JE: Ah, los domingos se ponía ahí con la avioneta, cobraba, ¿verdad? (risas) Cobraba $2 pesos.
MP: Ah, ¿sí?
JE: Sí, nos paseaba como media hora.
MP: O sea que era árabe, ¿no? El ranchero, pos porque les cobraba.
JE: No, era americano, pero era muy centavero.
MP: Pos sí.
JE: Sí, sacaba sus centavitos.
MP: O sea que, como quien dice pos ahí todo lo dejaban a él, ¿no?
JE: No, pos muchos no se paseaban. No, a mí no me gustó, nomás una vez me subí, por que se sentía muy feo, (risas) se le suben las tripas, a uno aquí, no. Al revés lo hacía pa vacilar con uno, porque lo subía derechito y luego lo dejaba caer pa bajo.
MP: ¡Ay! Oiga, y usted, pues estuvo bastante tiempo, ¿no?, como bracero. ¿No notó alguna diferencia de en un principio o ya hasta el final, por ejemplo, de los contratos que les daban menos tiempo o que los patrones se ponían más exigentes con el tiempo?
JE: No, pos le caiba a uno el contrato grande, pos ta bueno, sí le caiba chiquito, pos, no le quedaba a uno, pero pos nomás eso le da. Fíjese, y luego tan lejos, cuarenta y cinco días y luego ir hasta allá a los estados muy lejos. Pero bueno, en esos cuarenta y cinco días sí recompensaba. Ganaba uno más que lo que ganaba aquí en tres, cuatro meses, porque pos allá está bueno el trabajo y muy tempranito lo sacan al trabajo a uno. Ya en cuanto entra está aclarando, ya lo traen a uno en friega allá. Pero no, sí, muy contento.
MP: Y, ¿usted nunca se sintió mal o algo que le dijeran que usted era bracero?
JE: No, la gente de allá lo quiere mucho a uno, allá los mexicanos de por allá. Hasta en la tarde nomás salen y ahí van a platicar con uno. Dicen que les gusta mucho como habla uno el español. (risas) Quién sabe si será cierto.
MP: Le pregunto porque mucha gente, aún ahorita, confunde mucho mojado y bracero. Ellos piensan que un bracero fue igual que mojado.
JE: No, ¿cuándo? El bracero pos andaba derecho y el otro anda chueco. No, pos es que muchos sí, cuando es mojado lo discriminan mucho, pero pos no deben, porque pos, como dijo un hermano mío: “También tenemos corazón”. Le dijo, ¿cómo qué?
MP: En cuanto a que se sentían mal o algo, durante todo ese tiempo, hubo mucho racismo en contra de los mexicanos y de los negros, ¿no? ¿Ustedes no sintieron algo así que lo rechazaban cuando iban al pueblo o que vieron algún caso ahí de discriminación contra un mexicano o un…?
JE: Pos, nosotros no les poníamos cuidado, no les poníamos atención. Uno se dedicaba a su trabajo. Nomás que no, pos no les gusta muy bien a los mexicanos de allá, porque, como los de aquí vamos a trabajar, no vamos a hacernos locos. A trabajar va uno y a trabajar. Y ellos no, a trabajar un día o dos, tres por semana y ya. Por eso no lo quieren a uno muchos de allá, porque uno sí va a trabajar.
MP: Entonces, usted piensa que aquella gente piensa que uno va allá para robarles el trabajo.
JE: Sí, va a quitarle… No, pero es que, como dijo, le dijo un muchacho ahí un día, le dijo: “No, es que lo traen a uno porque aquí no hay hombres que trabajen”, dijo, “por eso traen de allá”. No, pos sí, ellos creen que va uno a quitarles, pero no, pos por eso lo llevan a uno, porque uno sí trabaja. Uno está puesto a la hora que se les antoje, a jalar. Sí, nosotros, allí aquí onde estuvimos allí, a veces a las nueve de la noche toda[vía] andaba uno arriba del tractor. Uno, a la hora que le hablen ta puesto pal jale.
MP: Y, ¿usted nunca hizo por llevarse a su esposa o a su familia para allá, para vivir para allá? O cuando menos, no sé, que por lo menos más cerca.
JE: No, pos ya cuando había chavalos ya no. (risas) Las primeras veces pos estaba solo, todavía no me casaba, pero ya cuando nos casamos yo tenía un chorro de chilpayates. (risas) ¡Un chorro!, sí.
MP: Y usted, cuando se fue de bracero, ¿se fue solo o fue algún hermano de usted o alguien de su familia lo siguió?
JE: No, yo me fui solo. La primera vez yo me fui solo. Y no me tocó de acá de mi pueblo ni de mi rancho. Y fíjese, una casualidad que me tocó con unos muchachos que conocía mi señora. Bueno, todavía no me casaba, pero sí los…Uno de ellos era padrino de un hermano de ésta y no, muy buenos compañeros me tocaba. Hasta que cumplimos nos venimos.
MP: Ya para terminar la entrevista quisiera que me diera un, no sé, su último comentario acerca de eso de los braceros o alguna otra experiencia que haya tenido allá.
JE: Pos, no. Me fue muy bien todo, yo no me quejo de nada. Trabajemos, nunca me fue mal.
MP: Pues, qué bueno que sí le gustó a usted y que le fue bien.
JE: Sí, pos…
MP: Qué bueno.
JE: Con el favor de Dios, nunca me quejé de nada. Nadie me trató mal, nadie nada.
MP: No, pues eso es importante. Bueno, pues, muchísimas gracias por su tiempo y por haber aceptado la entrevista.
JE: No, pos estamos para servirle. Ojalá y le sirva.
MP: No, claro que sí.
JE: ¿Sí?
MP: Está muy interesante.
JE: Ah, qué bueno.
MP: Claro que sí, gracias.
JE: Ándele.
Fin de la entrevista
Interviewer
Parra-Mantilla, Myrna
Interviewee
de Dios Estrada López, Juan
Location
Chihuahua, Chihuahua, México
File Name Identifier
Estrada_Lopez_CHIH009
Citation
Parra-Mantilla, Myrna and de Dios Estrada López, Juan, “Juan de Dios Estrada López,” Bracero History Archive, accessed November 26, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/20.