Agustín Flores Contreras
Title
Agustín Flores Contreras
Description
Biographical Synopsis of Interviewee: Agustín Flores was born on April 1, 1940, in Poanas, Durango, México; he was the eldest of eight siblings, and as such began working in the fields at the age of seven in order to help his family; in spite of his continuing efforts to work and bring in money, his family’s financial situation continued to worsen; in a final effort to relieve his family’s economic burden, he traveled to Durango, Durango, to enroll in the bracero program in 1959; as a bracero, he worked in Texas picking oranges.
Summary of Interview: Mr. Flores relives the hunger, sadness, and desperation that indelibly marked his childhood and adolescence; some of his uncles worked as braceros, and they had warned him that he would suffer greatly if he were to join them and work in the United States; in 1959, in spite of their admonitions, he decided to enroll in the bracero program with the hopes of alleviating some of his family’s financial burdens; he describes the long waiting periods during the hiring process he went through in Durango, Durango, México; in addition, he details the medical exams at the contracting center in Monterrey, Nuevo León, and the disinfecting procedures at the reception center in Del Rio, Texas; as a bracero, he worked in Texas at an orange orchard; he goes on to explain the daily activities, work, wages, payments, contract amendments and extensions, food, housing, common problems, and what some of the braceros often did on weekends; furthermore, he comments on what his life was like after the program, and he concludes that even after a year of working as a bracero, his financial situation did not improve.
Summary of Interview: Mr. Flores relives the hunger, sadness, and desperation that indelibly marked his childhood and adolescence; some of his uncles worked as braceros, and they had warned him that he would suffer greatly if he were to join them and work in the United States; in 1959, in spite of their admonitions, he decided to enroll in the bracero program with the hopes of alleviating some of his family’s financial burdens; he describes the long waiting periods during the hiring process he went through in Durango, Durango, México; in addition, he details the medical exams at the contracting center in Monterrey, Nuevo León, and the disinfecting procedures at the reception center in Del Rio, Texas; as a bracero, he worked in Texas at an orange orchard; he goes on to explain the daily activities, work, wages, payments, contract amendments and extensions, food, housing, common problems, and what some of the braceros often did on weekends; furthermore, he comments on what his life was like after the program, and he concludes that even after a year of working as a bracero, his financial situation did not improve.
Creator
Martínez, Laureano
Flores Contreras, Agustín
Date
2003-06-02
Subject
Bracero
Rights
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Language
spa
title (Spanish)
Agustín Flores Contreras
creator (Spanish)
Martínez, Laureano
Rights Holder
Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso
Online Submission
No
Original Format
Mini Disc
Duration
1:02:37
Bit Rate/Frequency
24 bit
96 k
96 k
Transcription
Nombre del entrevistado: Agustín Flores Contreras
Fecha de la entrevista: 2 de junio de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez
Esta es una entrevista con el señor Agustín Flores Contreras, en la ciudad de Durango, Durango, el día 2 de junio de 2003. Conducida por Laureano Martínez, para el Proyecto Bracero del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso.
LM: Don Agustín, buenas tardes.
AF: Buenas tardes, señor.
LM: Primero que nada me gustaría preguntarle, ¿dónde y cuándo nació usted?
AF: Yo nací en el rancho de Orizaba, Municipio de Villa Unión Poanas, y nací el primero de abril de 1940.
LM: Primero de abril.
AF: De 1940.
LM: ¿Cuántos años tiene, me dijo?
AF: Sesenta y tres y meses.
LM: ¿Cómo se llamó su papá?
AF: José Guadalupe Flores Serrato.
LM: Y, ¿su mamá?
AF: Isabel Contreras Aguilar.
LM: ¿De dónde eran originarios ellos?
AF: De ahí mismo, Poanas.
LM: ¿Cuántos fueron ustedes de familia?
AF: Tuvimos ocho hermanos, fuimos ocho hermanos, entre hermanas y hermanos.
LM: ¿Cuántos hombres y cuántas mujeres?
AF: Son cinco mujeres. Y, no, perdón, cuatro y cuatro.
LM: Cuatro y cuatro.
AF: Cuatro y cuatro.
LM: De esos ocho, ¿qué lugar ocupa usted, don Agustín? ¿Usted era el menor?
AF: El mayor.
LM: ¿O el mayor?
AF: Sí, sí, fui el mayor.
LM: El mayor. Háblenos un poquito de ese lugar donde usted nació. ¿Cómo es Orizaba, cómo es Poana?
AF: Pos Orizaba, en aquellos tiempos era un rancho con muchas necesidades, mucho, muchas, no había trabajo, por el hecho de que había puro, pues sembraba uno de temporal por decir, no había agua, no había riego. Y fue el motivo de que, pues yo me salí de ahí para, pa buscar trabajo donde fuera, ¿verdad?, en aquellos tiempos estaban muy mal los municipios.
LM: ¿Había mucha pobreza?
AF: Muchísima pobreza, sí, máxima las familias numerosas pues, imagínese para mantener ocho o seis hijos, pues no, no, no era, no era tan fácil.
LM: Con el puro…
AF: Ya uno, por ejemplo, yo empecé a trabajar desde los siete años por decir. A mí me sacaba mi padre de la escuela para ir a ayudarle a sembrar, o inclusive me prestaba con los amigos por $1 peso, lo que fuera, para que yo les ayudara a sembrar sus tierras, ¿verdad? Y eso fue mi vida, trabajar aquí, trabajar allá, siempre desde niño, desde niño.
LM: ¿Era campesino su papá?
AF: Sí, era campesino.
LM: ¿Qué sembraban?
AF: Maíz y frijol, era lo que se sembraba, maíz y frijol. Se levantaba, pos a veces para comer, en algunos meses se acaba el maíz y el frijol. Y tenía que salir uno a otro lado a buscarle, a buscar qué comer.
LM: ¿Hasta qué año llegó usted en la escuela?
AF: Allá, pues le digo que me sacaba. Bueno, para empezar no había sexto año allá, había tercer año o cuarto año nada más, yo nomás cuarto año estudié allá. Y aquí ya, pues hice mi, terminé mi primaria y hice secundaria ya grande, ya adulto, entonces tengo ahorita nada más secundaria.
LM: Tiene hasta secundaria.
AF: Sí, secundaria. Pero eso ya lo hice aquí ya de grande.
LM: ¿Cómo fue su infancia, don Agustín?
AF: Mi infancia fue muy triste, con hambre, con hambre. Habría días que comíamos por decir un taco, por decir. Un taco, y con ese taco, pos había que ir a trabajar, porque no había más, no había más. Me acuerdo yo que cuando estaba en la escuela, mi mamá me llevaba a la hora del recreo un pan, un pan con frijoles o algo así. Y yo me acuerdo que el maestro me decía porque yo empecé muy bien, según él en la escuela, de primero y segundo año, yo estaba yo en primer lugar por decir algo. En primero y segundo, después ya, me fui para abajo, pero yo le echo eso de que, mi papá me sacaba de trabajar, digo de la escuela, para irme a trabajar y mal comido, entonces, pues me fui para abajo.
LM: Claro.
AF: Y me decía el maestro: “Oye, como qué sea posible que, si estaba bien, estaba esto pues, ahora no, y, ¿por qué?, ¿qué te pasa o qué problemas tienes?”. “No maestro pues, pues nada, pues no, ya no se me pega lo que usted me dice”. Esas cosas y así, y ya pasó el cuarto año ya, me salí de la escuela y a trabajar ahí mismo, trabajar ahí en lo que fuera, ahí en lo que fuera.
LM: Claro.
AF: De albañil, de lo que se presentara.
LM: Muy bien.
AF: Y no muy, mucho trabajo, inadecuado para mí porque yo me acuerdo, allá se acostumbra a hacer adobes, de esos grandotes. Entonces había que llevar en parihuelas el lodo para echárselo a la, pa que se formara el adobe. Y yo no podía, se me resbalaba, me ponían un lazo de aquí a aquí, para subir, para aguantar eso, y no, pues ahí anduvimos haciendo de todo. Pero con hambre, eso sí, mal comidos, es lo que fuera de trabajo pero mal comidos. Y ya, crecí me metí al servicio militar, salí y ya, pues me vine para acá a Durango a ver si me contrataban aquí, duré como, ¿pues qué le diré?, veintidós días y todos los días ahí en el Estadio Francisco Zarco.
LM: ¿Cuál sería su primer trabajo de paga, don Agustín?
AF: ¿De paga? De paga fue, ¿qué le diría?, de unos diez años, a los diez años ya me pagaban un sueldo, me pagaban $2.50 a la semana.
LM: ¿Qué hacía?
AF: O sea que había una hacienda por allá, esos sí tenían agua, sembraban chile y nos ocupaban a apartar el chile, o sea, el chile bueno a un lado y el otro para el otro lado y así, todo el día. Se iba uno temprano y se regresaba ya oscureciendo, porque estaba lejos, se iba uno caminando, de ahí estaba lejecillos, y ahí ya me pagaban $2.50 por semana.
LM: ¿Por semana?
AF: Sí, me acuerdo perfectamente bien.
LM: ¿Usted se lo daba a su mamá?
AF: Sí, sí, se lo daba a mí mamá y ella pues ya sabía si me compraba una camisita o, un pantalón o algo, pero pues yo se lo entregaba todo.
LM: Claro.
AF: Sí, y así sucedió ya y nos fuimos ahí trabajando y trabajando y, pero después, después trabajé ya grande, a los quince, dieciséis años, pues ya me pagaban como un hombre, y con un salario, era lo que…
LM: ¿Ahí mismo en la hacienda?
AF: Ahí mismo en la hacienda. Entonces ya, me metí al servicio militar, saliendo con mi cartilla y vámonos.
LM: ¿Cómo se enteró usted del programa de los braceros?, ¿cómo supo que se podía ir a trabajar a los Estados Unidos?
AF: Ah, bueno, muchos de mis tíos, algunos de mis tíos se iban cada año, los contrataban y se iban cada año, cada año y a mí, yo deseo era eso, irme también como ellos se iban, ¿verdad? Y me decían ellos: “Mira, esto es difícil, no creas porque nos vamos a ir juntos, tú y yo, nos va tocar trabajar juntos, a ti te van a contratar ahí y te van a mandar a otro lado y a mí para otro lado y, y pos tú estás muy jovencito”. Y yo no salía pues, yo, conocía el rancho, no conocía nada para acá. Entonces no, dije: “Yo de todos modos me voy”. “Pues sí me toca solo o no solo, yo me voy de todas maneras”. “Vas a sufrir mucho y esto”. Mi mamá venía aquí, hasta por mí a Durango, dijo: “Vámonos, esto está muy difícil, hombre, que esto y que, y que pos ta sufriendo mucho y este ya acabó el dinero, aquí te traigo otros centavitos para que comas ahí, pos comíamos...
LM: ¿Cuánto duraban aquí para contratarse?
AF: Pos unos duraban hasta un mes.
LM: ¿Qué gastos hacían?
AF: Pos comer.
LM: ¿Cómo era ese proceso? Platíquenos.
AF: Pues llegaba uno aquí, y toda la gente nos íbamos al Estadio Francisco Zarco, ahí es donde había micrófono ahí, ahí ya. “Mañana hay contratación, para que se vengan”, y que sabe qué. Hacíamos fila, el que le tocaba ya llegar a la fila pues ya, ese ya estuvo, y se quedaba otra fila, se quedaba otra fila para otro día, o para otra orden de contratación y ya, pero pues se quedaba uno pos otra vez a gastar en tacos, ahí lo que fuera y se quedaba uno pues donde fuera.
LM: Ah, está bien.
AF: Ah, no hay problema. Y así, y se le acababa a uno el dinero y ahí anda sufriendo, con el compañero: “Oye pues píchame un taco, píchame una gorda o lo que sea”.
LM: Claro.
AF: Y dentro lo que sea.
LM: ¿Era duro?
AF: Era durísimo, durísimo.
LM: ¿Dónde se quedaban?
AF: Pues, en lo más barato, donde comprábamos, hay mucha gente que tenían aquí familiares, pues nos íbamos varios y nos quedábamos ahí en el patio, donde fuera, para no gastar en el hotel, ni nada de eso.
LM: ¿A qué horas iban allá al estadio?
AF: No, desde muy temprano. Muy temprano hasta que, pues ya, nos decían: “Pues, ¿saben qué?, se acabó. Los que se alcanzaron ahora ya qué bueno, y hay que esperar a que nos vuelvan otra vez a dar la orden de contratar”.
LM: ¿Cuántos días duró para contratarse?
AF: Yo pienso que eso yo duré como veintidós días, para contratarme.
LM: ¿No se desesperó?
AF: Pues no, mis deseos eran muchos de irme porque yo veía las cosas muy mal, pues todos mis amigos estaban chiquillos, yo era el mayor, entonces pues eran mucho, tenacidad pues de ir. Ya le digo, mi mamá venía por mí, y yo no: “No me voy mamá, aquí yo voy a estar hasta que me contraten”. Y así, y, sí, hasta que ya nos tocó la buena y nos contratamos y nos fuimos aquí por Monterrey.
LM: ¿Lo mandaron a Monterrey?
AF: Sí de Monterrey y luego, pues todavía pasamos ahí por McAllen pues.
LM: Ajá, pero, ¿lo mandaron a un centro de contratación?
AF: Sí.
LM: ¿Cómo era?, ¿llenaban alguna lista o qué?
AF: ¿Allá o aquí?
LM: De aquí a Monterrey.
AF: No, no, nada más nos tomaban el nombre. “fulano de tal”, lo llamaban, “y te vas a…Por Monterrey pues por decir, “te vas por Monterrey”, y esto, y esto y esto, pero…
LM: ¿Qué hubo ahí en Monterrey, don Agustín?
AF: No, pues ahí nos estuvimos otro rato, otro día, dos días, pero ya íbamos con eso de que, cuando estaba ahí regresaban algunos, ya no me acuerdo el motivo por qué a algunos los regresaban de ahí, de Monterrey.
LM: ¿Les hacían algunos exámenes médicos?
AF: Sí, sí, sí, y ya cuando entramos a, ¿qué será?, pues al otro lado, no me acuerdo exactamente bien, nos fumigaron ahí a todos y esto, lo que sea. Entonces ahí, pues bueno, pues yo no sabía nada, pues esto quiere decir que ya, ya vamos ahora sí pa dentro, ¿verdad?
LM: Claro.
AF: Y, y así fue, no pues, un sufrimiento desde aquí como le digo, sufrimiento.
LM: Era muy duro.
AF: Yo me salía en las noches a llorar a los naranjales, de plano, de lo cansado, de acordarme de mi tierra, de mis hermanos, de todo eso, y no pues, yo en lugar de tener hambre de ir a cenar, yo me salía y lloraba por allá solo y con ganas de regresarme y con ganas de quedarme. Y le pensaba, no pues si sufrí tanto para venirme a trabajar acá, pues no es posible que me vaya. Y así, así, y a los…
LM: ¿Qué es lo que lo animó a usted a irse a Estados Unidos?
AF: La necesidad. La necesidad nomás. No, yo veía la casa de mi padre, pues no, mi padre fue analfabeto, él trabajó la tierra y la tierra y la tierra. No, no tenía ningún otro oficio, y luego ya, la necesidad pues no, no había, no alcanzábamos a comer, entonces eso es todo lo que a mí me animó a irme, y, y pues no, fue duro, fue duro desde el principio.
LM: ¿Dónde cruzó la frontera usted, don?
AF: Ahí en Hidalgo se llama, ¿no?, en McAllen.
LM: Ah, Hidalgo, Texas.
AF: Hidalgo, ahí pasamos.
LM: Ah, okay. ¿En qué se fueron de ahí de Monterrey hasta McAllen?
AF: No, me parece que en tren, sí en tren, estoy seguro que en tren.
LM: ¿De pasajeros?
AF: No, no me acuerdo, la verdad. Me acuerdo que en tren pero no, no, yo no, más no, no recuerdo.
LM: ¿Cuánta gente se fue con usted?
AF: No.
LM: De sus amigos.
AF: De mis amigos, bueno, veníamos muchos del rancho, pero unos ganaban pa otro lado y otros pa otro lado y conmigo nada más le tocaron a dos, o sea estuvimos tres del mismo rancho, nomás que ellos no aguantaron y se vinieron. Y yo me quedé, yo solo me quedé porque no era posible, pos, pues le sufrimos para irnos, nos prestaban dinero, entonces, pues hay que pagar lo que me prestaron para venirme y estar aquí, lo que sí hice es, me vine a los tres meses pero con el trato de regresarme luego luego, pues era Navidad pues. Yo en Navidad me estuve, ocho días o algo así parecido, y me regresé otra vez.
LM: Cuénteme, ahí en Hidalgo, Texas, ¿a dónde lo llevaron cuando cruzó la frontera?
AF: Pues ahí fue donde nos, un campamento ahí cuando fue, ahí fue donde nos fumigaron.
LM: ¿Había algún centro de recepción?
AF: Sí.
LM: ¿De braceros?
AF: Sí, sí.
LM: ¿Cómo era ese centro?
AF: No, pos un terreno, haga de cuenta un terreno y estábamos todos amontonados, todos amontonados ahí y ya nos estaban llamando luego para, echarnos esto y ya, y ahí ya nos…
LM: ¿Había médicos ahí?
AF: No, ahí no me acuerdo que haya…
LM: Nomás.
AF: Ah, no, no, no me acuerdo de eso, o sí, sí, sí. Cuando ya nos fumigaban, y ya para pasarnos allá, nos checaban pues, nos picaban aquí, nos picaban acá para ver sí no estaba uno enfermo yo creo de algo, eso es lo que…
LM: ¿Les picaban el estómago?
AF: Ándele, eso es lo que yo recuerdo. Uh, me imagino que ha de haber sido médico, ¿verdad?
LM: Ajá.
AF: Sí, eso es lo yo recuerdo de…
LM: ¿Ahí firmó su contrato?
AF: Sí, fíjese, ahí firmamos el contrato.
LM: ¿De cuánto tiempo le dieron su contrato?
AF: De seis meses.
LM: ¿De seis meses?
AF: Sí.
LM: Y, ¿a dónde lo mandaron?
AF: Lo mandaron ahí a un ranchito cerca de, ahí por, más arribita de McAllen, que se llama creo Mission, Mission, Texas entre McAllen y, ¿qué está por ahí?, Weslaco o quién sabe qué, pues no, no, no recuerdo muy bien. Y ahí le hicimos en la naranja.
LM: En la naranja.
AF: Sí, en la naranja. Yo siempre fui chaparrito, desnutrido, ¿verdad?, pues yo no sé qué hacía, pero había que subir con los costalotes de naranja llenos, por una escalera al camión, pa vaciarlos allá. Y así pasó mucho tiempo, después a los dos, tres meses, no me acuerdo bien, los patrones compraron un camión nuevo. Entonces nos dijeron: “¿Saben qué?, se va a comprar un camión nuevo, y vamos a hacer dos equipos, yo les voy a decir quién se va a camión nuevo, y se le va a pagar un poquito más, pero ya saben que tenemos que echarle ganas, y yo voy a decirles”. Pues en esos me fui yo, ¿verdad?, me seleccionaron para eso. Posiblemente porque me vieron con ganas de trabajar y todo eso y ahí estuvimos en ese camión nuevo echándole ganas y ganas, y pues fue un sufrimiento ahí también.
LM: ¿Ya no estuvo en la pisca?
AF: Sí, sí, sí en la pisca, en la pisca pero, nos daban mejores huertas, nos daban el camión nuevo, porque según ellos son, eran los más rápidos para la pisca de naranja, y como el camión se iba a pagar, ¿verdad?, pues tenía que ganar más.
LM: Claro.
AF: Tenía que ganar más.
LM: ¿Cómo es la pisca de la naranja?
AF: Usa unas escaleras, unas escaleras, el árbol pues es chico, grande, como sea. Usa una escalera, la recarga en el árbol y se sube con su bolsa, bolsa grande, grande, ahí le dan una medida, una medida para, la que pase por ese anillo, ese no la corta. Eso es la empezar pues, al empezar la pisca, que todavía no está muy venida la fruta. Te vas así, esa persona tiene que andar escogiendo, andar escogiendo así. A veces, pos se va uno para abajo, ¿verdad?, porque pues la rama se quebró, lo que sea y vas a caer pa abajo. Y a veces era peligroso por los costales ya llenos. Que ya traía uno medio costal ahí arriba y luego se caía uno, pues sí se daba buenos trancacillos. Y ya después que maduraba ya, todo bien la naranja, pues ya así todo parejo, vámonos ya, todo como fuera, al costal ya era más. Pero nos, nos pagaban por día, no, no nos pagaban por destajo.
LM: ¿Cómo les pagaban?, ¿se acuerda cuánto?
AF: No, no me acuerdo, no me acuerdo ya bien, bien ya no, ¿para qué le voy a mentir? No me acuerdo cuánto nos pagaban pero…
LM: Y luego que piscaban eso, ¿había que llevarlo al camión?
AF: Sí, los echábamos al camión y ellos iban y lo vaciaban a la maquinaria porque apartaban allá si era la más grande o la más chica y así, y se regresaba. Ya cuando se regresaba ya teníamos otro camión lleno.
LM: Claro.
AF: Y así, exclusivamente así, así nos la llevamos.
LM: ¿A qué horas empezaron a trabajar?
AF: Pos tem[prano], como a las ocho. Como a las ocho y salimos ya tarde, ¿pos qué le diré?, pues casi era yo creo que de ocho a ocho.
LM: De ocho a ocho.
AF: Sí, porque hasta que ya no se veía es pisca uno. Y ya llegaba uno y hacer sus tortillas de harina, a hacer lo esto y lo que hacía ahí.
LM: ¿Ustedes se cocinaban?
AF: Sí, sí porque pa dar nosotros nos salíamos más caritos.
LM: Claro, ¿qué cocinaban?
AF: Pues haríamos tortillas de harina, y pues papas ahí lo que a uno se le hacía más fácil, ¿verdad? Y por eso yo, hasta mal comido estaban, había uno.
LM: No comían a veces.
AF: No, no, no comía uno bien.
LM: ¿Era muy pesado el trabajo?
AF: Era muy pesado, era muy pesado el trabajo. Sí, todo el día con el costal, ese morral es pesado, y comía uno pos lo que uno inventaba hacer ahí.
LM: Claro.
AF: ¿Verdad?
LM: ¿Cómo era ese lugar donde vivían?
AF: Era un pueblito chico, era un pueblito chico. Había únicamente una tienda, me acuerdo, una tienda donde compraba uno ahí de refresco, algo. Y ya para venirse a McAllen pos, tendría que venirse en un taxi o lo que fuera. Pero siempre comía uno ahí en la casa, por lo mismo por no gastar dinero.
LM: Claro.
AF: Porque si se va uno a un restaurant, o un, algo que lo asistan pos ahí se queda.
LM: No, ahí se acaba el dinero.
AF: Ahí se acaba el dinero, sí.
LM: ¿Cómo eran esas barracas donde dormían?
AF: Eran unas de madera. De madera así largotas, largotas, largotas y las camas de dos, o sea unos abajo y otros arriba.
LM: En literas.
AF: Sí, en literas, como literas, también de maderas. Y pues ahí es donde nos…
LM: ¿Cuánta gente metían en cada barraca?
AF: Pos yo creo que, ¿qué le diré?, pues unas doscientas yo creo.
LM: ¿Doscientos?
AF: Ey.
LM: Y, ¿cómo estaban amuebladas, don Agustín?
AF: No, no, no, eran pura madera, pura madera y una colchoneta abajo y es todo, una cobijilla y ya, eso es todo ya.
LM: ¿No tenían en dónde poner sus cosas?
AF: No, no, nada. Ahí abajo en el suelo, lo que sea. Sí, sí, no había nada de eso.
LM: ¿Cómo era el ambiente de trabajo entre los mismos mexicanos?
AF: Pues había problemas como siempre. Había unos que les gustaba tomar y los sábados pos llegaban ahí pos peleándose como gritando, lo que sea, no dejaban dormir a uno. Los que ya tenían pues experiencia, que eran gente que iba y venía cada, cada vez que querían, ¿verdad? Y uno que iba pues jovencillo la primer vez que sea, pues hasta se asustaba uno. Llegaban cuetes y hora que estoy y ya ve como gritan y pues no, pues qué iba a dormir uno. Y pues era, eso era lo que pasaba.
LM: ¿Alguna vez tuvo algún problema ahí con alguien?
AF: No, no, no, no yo, yo me retiraba de esa gente. O sea que veía los que querían pelear o los que le caía uno mal o lo que sea, o envidias podríamos decir. Porque nosotros los que nos escogieron para el camión nuevo, pues los otros como que no se quedaron, porque nos iban a pagar un poquito más. Yo no me acuerdo cuánto, ellos dijeron: “Se metieron al camión nuevo y se les va a pagar un poquito más, pero le echan ganas”, pues sí. Entonces había personas fuertes y ya hombres maduros por lo que sea, pero pues ven que no les echaban ganas, o sea se escondían detrás de los árboles y pues le hacían al cuento ahí y a esos no los escogieron, ¿verdad? Y pues había ciertas envidias ahí, con ellos, pero pues, son un por ejemplo yo fui chavo, y yo no les hacía caso, ¿verdad?
LM: Claro.
AF: Yo no les hacía caso y, pero sí había problemas, sí.
LM: ¿Tenían mayordomo ahí?
AF: Pos sí, bueno pues los mismos, los mismos oficiales choferes de los camiones eran los hermanos del dueño podemos decirlo.
LM: ¿Eran hermanos del dueño?
AF: Sí, ándele, pues ellos mismos son los choferes y al mismo tiempo los estaban…
LM: ¿Eran americanos ellos?
AF: Pos no, yo no pienso que eran, pues sí americanos, pero no blancos pues.
LM: ¿Cómo eran?
AF: ¿Cómo? Pues eran del tipo de nosotros, morenos pero sí, como que nacieron allá. Como que son padres de mexicanos o algo así.
LM: Eran, ¿eran mexicoamericanos?
AF: Ándele, así.
LM: Y, ¿cómo se portaban ellos con ustedes?
AF: Pues, yo digo que, pos que bien, ¿verdad? Nomás nos apresuraban mucho, eso sí. No, no eran así tan malos así nomás, y: “Échele, apúrele, tú anda levántate esto”. Sí lo traía uno a carrilla, pero en buenas palabras, no decían no, no tan malos pues.
LM: ¿Cuánta gente trabajaba ahí en ese campo?
AF: No, pues yo calculo que unos, ¿pues qué será?, unos trescientos, yo creo.
LM: Unos trescientos.
AF: Sí, unos trescientos.
LM: Oiga, don Agustín, y, ¿cada cuándo les pagaban?
AF: Cada ocho días.
LM: ¿Les pagaban con cheque?
AF: Con cheque.
LM: Y, ¿dónde cambiaban ese cheque?
AF: Pues ahí se los cambiaba la de la tiendita, sí cualquiera, los mismos taxistas, los sábados iban taxistas para los que quisieran ir a Reynosa, o a McAllen, y ahí mismo se los cambiaban. O sea que, donde quiera lo cambiaba uno el cheques ahí.
LM: O sea que trabajaban de qué horas, ¿de lunes a sábado?
AF: De lunes a sábado, descansaba uno el domingo.
LM: ¿Qué hacían en esos días de descanso?
AF: Pues cada quien, o sea no le digo, muchos, los viciosos pues que había en ese tiempo ahí, se iban a Reynosa por decir, se pasaban a Reynosa, se fueron a Reynosa y se estaban, se estaban, se venían desde el sábado, regresaban el domingo. Y eso te digo que a veces llegaban tomadillos sin disentimiento. Y yo cuando mucho me iba a McAllen al cine, uno que otro día me pasé a Reynosa porque ahí vivía un pariente mío cerquita de Reynosa, iba y lo visitaba y ya me regresaba.
LM: ¿Eran libres de ir y venir como querían?
AF: Sí, sí, sí, los sábados puedes irte a Reynosa, puedes salirte a donde tú quieras, y aquí tienes que trabajar el lunes, podías salirse a donde fuera, con esta mica. Con esta mica salía y entraba.
LM: ¿Esa dónde se la dieron?
AF: Ahí en Hidalgo.
LM: Y, ¿qué le dijeron? La tienes que cargar.
AF: Sí. “La tienes que cargar, esa la tienes que cargar porque si sales ya no te dejan entrar”. Y esta cosa, y esta la tiene que cargar uno siempre. Y así fue y todo esto.
LM: ¿Iban a misa?
AF: No, yo no iba. Estaba uno en McAllen acá a misa y luego estaba retirado. No, no, no se acostumbraba eso, ir a misa. No había pues ahí templos cerca, eso no había.
LM: Y, ¿en el cine, les pasaban películas en español o películas en inglés?
AF: Sí, sí, no mexicanas, sí mexicanas.
LM: Mexicanas, muy bien. ¿Mandaba dinero?
AF: Sí, sí mandaba dinero. Yo nomás me quedaba con lo que yo, sí había un problema poderme trasladar a mi tierra, o sea dejaba unos dólares ahí para…
LM: Lo indispensable.
AF: Sí lo indispensable, lo demás pues lo mandaba, lo mandaba porque yo sabía que era necesario mandar el dinero, sí, sí, sí. Estábamos pero fea la cosa.
LM: Y, ¿tenía comunicación con su familia?, ¿se comunicaban de alguna manera?
AF: Pues con carta.
LM: Con carta.
AF: Nada más con carta.
LM: ¿Qué se platicaban en esas cartas?
AF: Pos, por ejemplo yo nomás le decía: “Estoy bien”. ¿Verdad? “Y estoy a gusto y yo no me voy hasta que termine mi contrato”. Y esas cosas. Pero ya ella, de allá para acá, pos me mandaba decir: “Oye, yo supe que no te vienes porque no tienes dinero, ¿qué hago mijo, consigo aquí para mandarte, o para que te vengas? Estás sufriendo allá”. Porque mis compañeros se fueron antes que yo, y le preguntaban, ¿verdad?, que: “Oye, y Agustín, ¿por qué no se vino o qué?”. “No, pues, ¿con qué se venía si no tenía en qué venirse?”. Entonces ya eso la preocupaba y, y… Y pos me mandaba cosas tristes ahí que estoy que: “No, mamá, yo aquí guardo para la hora que yo quiera me regreso, lo que yo le mando eso es otra cosa”. Pero y así, cartas de aquí para allá, cartas de allá pero pues sí, con tipos, mi mamá nunca, fui el mayor y nunca había salido a ningún lado, pues estaba preocupada.
LM: Claro.
AF: ¿Verdad?
LM: Como cualquier madre, ¿verdad?
AF: Sí, exactamente. Y luego ya solo, ya me quedé yo solo sin ningún compañero pues del mismo rancho, ni nada. Mis tíos se fueron por otro rumbo.
LM: ¿Por qué se regresaron esos compañeros?
AF: Pues por lo mismo difícil, por lo mismo duro. Nomás que ellos, ellos no tenían pues la necesidad que yo tenía.
LM: Claro.
AF: Este, pues uno de ellos su papá era carnicero, como quiera tenía otras entradillas, el otro no tenía hermanos, no tenía papá, era na más, pues solo, por decir. Entonces fue por ese motivo, pues ya no quisieron estarle sufriendo más ahí al trabajo, y yo no, yo quise pues completar el contrato.
LM: Claro.
AF: ¿Verdad?, eso.
LM: ¿Lo cumplió?
AF: Sí, sí, sí lo cumplimos, y ya después, pues ya no.
LM: ¿Qué sueños tenía usted allá en Estados Unidos?
AF: Pues yo pienso que ni tiempo para soñar. Lo que yo sí me acuerdo es que salía a llorar muy seguido, a las huertas, pa que no me viera nadie ahí. Salía acá y, y no: “¿Me regresaré o qué onda?, o no, ¿pues cómo?, pues voy a aguantarme”. Y esto pero, sí, sí era durísimo. A lo mejor era por lo joven que estaba o no sé que…
LM: Claro, ¿qué es lo que más extrañaba?
AF: Pos mi familia, mis amigos, todos esos los, ¿vedá? Eso sí, allá pos no, pos no tenía nada, yo solo.
LM: Claro.
AF: Yo solo, como le digo, me salía cada mes a esa a visitar a mi tío, pero pos ya vine, ya me voy y listo, nomás eso.
LM: ¿Hizo algunos amigos por ahí con los compañeros?
AF: No, no. No de allá no, como le digo, yo prefería estarme lejos de ellos.
LM: Claro.
AF: ¿Por qué, por qué? Porque, sí hace uno amigos con esa gente, lo invitan uno que a Reynosa y allá a lo mejor se molestan hasta porque uno no quiere echarse la cerveza y esas cosas y sale uno de pleito. Entonces yo prefería mejor, pues yo solo. Porque sí, uno a la fuerza, pues platicábamos todos ahí pero, pero, no tuve yo problema de eso.
LM: Claro, muy bien. ¿Era fácil conseguir una extensión de contrato?
AF: No, no.
LM: ¿Alguna vez le tocó que le ofrecieran quedarse?
AF: Bueno, cuando yo me vine a los tres meses, me rogaba mucho el patrón: “No te vayas, hombre. ¿Por qué te vas si aquí hay trabajo, por qué te tienes que ir?”. No pues este, y yo, me acuerdo que hasta le dije una mentira, que le dije: “No, es que mi abuelito estaba muy enfermo y tengo que ir a verlo”. Ya no supe que decirle. “Nombre, pues ve que te digan cómo sigue”. “No”, dije, “ya me voy, que al cabo regreso”. “¿Vas a regresar de veras?”. “Sí, voy a regresar”. Y sí.
LM: ¿Estaba muy contento él con su trabajo?
AF: Sí, estaba muy contento. Y sí regresé, pero, ¿sabe por qué regresé? Me tocó la de malas, el dinero que traía, aquí me lo robaron, aquí en Durango. Me acuerdo, traía $600 pesos, $600 pesos de los que yo juntaba para venirme, $600 pesos y aquí me los robaron. Entonces ya llegué, allá al rancho, sin dinero. “Oiga mamá, me robaron allá y esto, ¿usted no tiene nada?”. “No, mijo pues lo que nos mandaron pues nos los gastamos en comer, lo gastamos en eso, pagamos drogas ahí que la tienda donde sacamos fiado, pues pagamos”, y esto así. “Uy”, dije, “¿sabe qué mamá?, tenemos que conseguir otra vez para irme, me robaron el dinero ahí en Durango”.
LM: ¿Cómo fue que se lo robaron?
AF: Fíjese, me acuerdo que fue exactamente en 5 de Febrero y Pasteur. Se acerca un amigo así joven y ya platicamos, pero se sabía que uno venía de allá, por la ropa que traía. Se sabía que uno venía desde bracero. Y estos: “Oye, y que esto y, ¿cómo está?, yo soy de Villa Unión”. Fíjese, eso fue donde me dio confianza. “Yo soy de Villa Unión, conozco a Miguel Ángel Cisneros”. Ah caón, pues este es ahí vecino pues y todo eso. Y tú: ¿Cómo te fue allá?”. “No, pues bien, bien, y pues ya vengo y unos días y ahí me voy a regresar otra vez”. “Y, ¿qué tal de chamba?”. “Pues bueno, ya está”. Ya nos fuimos caminando y me jaló para acá donde es cuartel Juárez, la Juárez por ahí, ahí se juntó con otros amigos, y luego dice el otro amigo: “Quíhubole, ¿cómo estás?, y qué este fue y que vino”, pues palero, ¿verdad?”.
LM: Ajá.
AF: “¿Qué te juego un volado de a $100 pesos?”, le dijo el que se encontró a él. “No, no traigo dinero, no, si trajera pos sí”. Luego me dice: “Pon el dinero, traigo una moneda de doble águila”. Sí, pues nos la jugamos. “No, no te la juego de a $100 te lo juego de a $500”. Y le dije yo: “No, aquí traigo $600, juégaselo de a $600”. Y se los di, se los di para que, para que se los…
LM: Para que los apostara.
AF: Para que los apostara, y a correr.
LM: ¿Se echaron a correr?
AF: Se echaron a correr. Fíjese lo que es la ignorancia, la inocencia de uno, ¿verdad? Y es que, y que fue, y eso que me dijo que era de Villa Unión y que me mencionó gente de allá, importante. Entonces pues yo, agarré una confianza tremenda con él.
LM: Y, ¿cómo sabía él que usted era?
AF: Y, ¿cómo sabía que yo era de Villa Unión?, eso fue lo que me llevó, me llevó a confiar en él.
LM: Entonces…
AF: Y con más razón, tenía que regresarme.
LM: Claro.
AF: ¿Verdad? Con más razón.
LM: Y cuando se volvió, ¿en qué año se contrató la primera vez?
AF: En el [19]59. En el [19]59, sí, ahí empecé, y, y…
LM: Y se tuvo que regresar.
AF: Sí, tuve que regresar, pues más bien por, me iba a regresar de todas maneras, porque mi casa de todos modos hacía falta.
LM: Claro.
AF: Hacía falta qué comer, hacía falta.
LM: ¿Alguno de sus hermanos también fue bracero?
AF: No, nadie.
LM: Nomás usted.
AF: Al menor no le gustó. Es lo que yo le decía así cuando me enojaba un poquillo, mi hermano el que me sigue, nunca me ayudó a trabajar. No quería traer leña, no quería, o sea, a él nunca lo rentaron por decirlo así. “Vete con fulano, te va a pagar tanto”. Nunca jamás, y era más alto que yo, más fuerte, pero siempre decía mi mamá: “¿Sabes qué?, él como que está enfermo”. “¿Por qué está enfermo?”. “Pues dice que un día que a la leña, que aullaron los coyotes”, y que quién sabe qué, y mejor se venía sin leña que ahí la dejaba tirada porque se asustaba, entonces, “debe estar enfermo”, decía.. “Ah, pues a lo mejor sí”. Y así fue, nunca me ayudó pues ahí a echarle la mano pues a mi padre. Porque mi padre no alcanzaba para nada, sí podía hacer lo que ya no alcanzaba. Él se iba a los ranchos, por ejemplo, había un ranchito que llovió de más, se puede decir, que les tocó la suerte que una nube se fue por allí y llovió y se levantó un poquito más la cosecha. Él se iba a ofrecer allá, me llevaba a mí también de grandecillo. “Pues vamos mijo, vamos a ver si nos ocupan allá a piscar el maíz o algo, a ayudarles a algo”. Pues andaba uno con uno y con otro y no: “No pues mire nomás que no levanté nada”, y ahí vamos. Y ya nos ocupaban, ellos nos daban, nos pagaban con un bulto de maíz, que con dinero no. Pues nos daba tantito frijol o nos daba tantito maíz.
LM: No había dinero.
AF: No había dinero. No había dinero, y así fue la situación.
LM: ¿Cómo era su papá de carácter?
AF: Muy bueno, un santo podría decirle. Sí, muy bueno mi padre. Y este, como le digo él no sabía leer ni escribir, puro trabajo, puro trabajo, y murió joven mi padre.
LM: ¿De qué edad murió?
AF: Cincuenta y cinco.
LM: Muy joven.
AF: Ya, ya viejito.
LM: Muy joven.
AF: Pero sí, el fue…
LM: Se acabó mucho.
AF: Se acabó, sí, se acabó mucho, trabajó muy duro y mal comido, y mal comido.
LM: Y se regresó usted. Cada vez que se regresaba, don Agustín, ¿era lo mismo?, ¿había que ir a los centros de contratación?
AF: Sí, sí, sí siempre. Cada vez que se regresaba tenía que ir a contratación, sí, cada vez.
LM: Tenía que pasar las revisiones, la fumigación.
AF: Sí, sí, sí, todo, todo. Y sí estaba enfermo alguien lo regresaban.
LM: ¿Siempre se contrató por Monterrey?
AF: Sí, sí, sí, sí.
LM: ¿Quién era el que decidía: “Ahora te vas a Monterrey, ahora te vas a…
AF: No sé, yo pienso esto, ¿no?, que los que mandaban las órdenes de pa contratar: “A mí mándame cincuenta personas”. “Uno, dos, tres, ustedes son para acá, ustedes se van para acá”. Son, me imagino que así se hacía.
LM: En su segundo contrato, ¿a dónde lo mandaron?
AF: Ahí mismo.
LM: ¿Ahí mismo se regresó ahí mismo ahí en la naranja?
AF: Sí, sí.
LM: ¿Les preguntaban a ustedes a dónde querían ir a trabajar?
AF: No.
LM: O nomás…
AF: No, no, no. “Tú te vas por ahí, tú te vas por ahí ya”.
LM: Entonces fue una suerte, ¿verdad?
AF: Sí, una suerte porque me decía mi tío: “Ojalá y me toque, no te toque el algodón cabrón, porque no, pues, va a estar difícil ahí, estás muy chavo tú y no sabes nada de eso”. Y no, pues no va, ahí me tocó.
LM: ¿Su tío ya conocía?
AF: Sí, ya conocía, él iba seguido pues. Cada año por eso iba y él me decía: “No, pues abusado con esto, y abusado con lo otro”. Pos sí, así..
LM: ¿Siempre se preparaban ustedes sus alimentos?
AF: Sí.
LM: O, ¿en alguna ocasión le tocó que tuvieran cocinero?
AF: No, no, nunca, nunca, unos se… Cuando uno quería tomarse un café, había una señora donde hacían comida pues. Ahí iba y se toma un café o un taco, traía, de vez en cuando.
LM: ¿Ahí mismo en…?
AF: Sí, ahí mismo en un pueblito, ahí mismo en el pueblito.
LM: ¿Cómo se portaba la gente en los pueblos con ustedes?
AF: Bueno, pues no había, no había manera de platicar.
LM: ¿No compraban algo?, ¿no?
AF: Pues iba a la tienda y pues un refresco y lo que sea y es todo, pero allá mejor no. No, yo nunca conocí pues a nadie, a nadie, porque no había tiempo. Se iba uno temprano, llegaba tarde, hacer de comer, a donde ya, ¿a dónde se iba uno? Tenía que descansar para otro día. Entonces ya no, ya no había manera de salir.
LM: ¿Le tocó conocer a la familia del patrón?
AF: No, nomás a ellos.
LM: Nomás a ellos.
AF: No, la familia nunca para nada. Nomás a ellos.
LM: ¿En cuánto tiempo le dieron su segundo contrato?
AF: A los tres meses. O sea, era un contrato de tres meses.
LM: Eran de tres meses.
AF: Sí.
LM: ¿En qué año fue?
AF: No, perdón, de seis meses eran, de seis meses eran lo contratos.
LM: De seis.
AF: Sí.
LM: Ese segundo, ¿en qué fue, al año?, ¿en qué época más o menos contrataban?, ¿se acuerda?
AF: En septiembre, septiembre, vaya en octubre, ya en octubre o septiembre, eran las contrataciones. Es cuando se levanta yo creo allá las cosechas de todos lados, sí en ese tiempo eran las contrataciones.
LM: ¿Alguna vez le tocó ver a La Migración por ahí, que les pidiera los documentos?
AF: No, no, nunca, no nunca. Salía acá y entrabas, nadie, nunca, no había ningún problema.
LM: ¿Había alguna gente que no fuera contratada en los ranchos?
AF: No, no, pura contratada había, que fuera contratada. Y ya muchos de ahí se iban, o sea, ya se vencía el contrato, se iban, no se regresaban a México, sino se iban pues de mojado pues.
LM: Desertaban.
AF: Sí, desertaban, se iban de ahí.
LM: ¿Cómo era eso?
AF: Pos, ya estando ahí lo que sea pos se desaparecían, y agarraban, a pa otro lado.
LM: ¿Alguna vez lo llegaron a invitar a…?
AF: No, no, no, no, nunca, nunca, nunca.
LM: Pero sí, sí notó usted que algunos se iban.
AF: Sí, unos se iban, algunos se iban para otro lado, y yo pensé: “Bueno, pues si aquí hay una seguridad porque estamos contratados, hay una seguridad como quiera, y se va uno por ahí en el camino y, ¿qué va a pasar?” No sabe uno ni que, ni que vaya a pasar. Sí, esa es la cosa, sí pasa no.
LM: Cuénteme, don Agustín, sembraban algún otro cultivo, o tenían algunas otras huertas de otra fruta ahí en el rancho.
AF: No, eran naranja, únicamente naranja.
LM: Fue únicamente naranja.
AF: Sí, naranja únicamente, pura naranja, unas ya viejas las huertas de árboles grandotes y otros, pos medianos y otros chiquititos porque ponían siempre pues.
LM: Claro.
AF: Estaban siempre.
LM: ¿Jugaban alguna cosa los fines de semana?
AF: Nada, nada, no había el tiempo para nada.
LM: ¿Lavar la ropa acaso?
AF: Lavar la ropa, ahí mismo la lavaba uno.
LM: Y, ¿cómo le hacían para su aseo personal?, ¿ustedes compraban sus cosas?
AF: Sí, sí, uno compraba su jaboncito y se bañaba, se bañaba uno, no había ni regaderas.
LM: No, ¿dónde se bañaban?
AF: Con bandejas se bañaban, con balde, a baldazos.
LM: A baldazos.
AF: Sí, no, no había regadera. Había una, un, ¿cómo se llama?, para ir al servicio, un este, eh.
LM: Unas fosas.
AF: Ey, unas fosas, si.
LM: ¿No tenían drenaje?
AF: No, no tenían nada, sí, no tenían.
LM: ¿Era poco higiénico?
AF: Sí, sí sí.
LM: Algo que recuerde usted que se hayan quejado con el patrón, o, alguna queja común entre los compañeros.
AF: Me recuerdo alguien que le pidió, o sea, ahí habían unas personas que se quedaban en el suelo, ¿verdad? Como le diría, como que llegaba más gente, si ya nosotros por ejemplo cincuenta, estaban llegando más, y ya muchos no alcanzaban cama pues por decir algo, y se quedaban muchos en el suelo. Y me acuerdo esa vez que le dijeron: “Oiga, pues otras literas, otras cama o algo lo que sea”. “No, pues deja ver mañana, pasado”. O sea, pero nunca, nunca lo hacían, nunca lo hacían. Y ya que se iba uno lo que sea, pues ya se acomodaba el otro ahí.
LM: Entonces sí había quien no alcanzaba cama o…
AF: Sí, sí, sí porque llegaban gentes pues. O sea yo me imagino esto, que al principio en septiembre por ejemplo, contratan tantas personas.
LM: Claro.
AF: Porque está empezando la naranja, está empezando. Pasa otro mes o, mes y medio como por decir algo, y ya la naranja ya se está para piscar toda. Entonces, necesitan más gente, eso es lo que pasaba, que llegaba más gente y ya no, no había donde dormir.
LM: ¿La segunda vez fue más fácil sobrellevar las cosas?
AF: Sí, sí, ya más fácil, no, los tres meses primeros eran los difíciles.
LM: Eran los más difíciles.
AF: Sí, sí, sí, tremendísimo, eso nunca lo voy a olvidar en toda mi vida, sí, eso.
LM: Ya después, ¿alguna vez sintió ganas de regresarse?
AF: Pues lo que pasa es que, ya arreglé trabajo aquí, arreglé trabajo aquí, ya nunca me acordé de…
LM: De volver.
AF: De volver, porque pues aquí tenía un trabajito más o menos bien que…
LM: ¿Nomás esas dos veces se contrató?
AF: Nomás esas dos veces, sí.
LM: ¿Cumplió el contrato de los seis meses?
AF: Sí, sí, sí. Y después me fui a Chicago, pero ya.
LM: Ya de ilegal.
AF: Ya de ilegal.
LM: Cuénteme de ese segundo contrato, cuando terminó su contrato, ¿qué le avisaron o qué les decían antes de que se terminara?
AF: No, bueno, uno ya sabía que el contrato se iba a terminar en tal fecha. Entonces ya, ellos no decían: “Vamos a seguir con otros dos meses, tres meses”. O algo no, ya el contrato se vencía y ya se venía uno.
LM: Y los llevaban.
AF: Sí.
LM: ¿Ellos los llevaban a algún lugar?, o, ¿ustedes se venían libremente?
AF: No, libremente, ahí había taxis o lo que sea, ahí nos vemos y ya vámonos y…
LM: ¿Les pagaban gastos por eso?
AF: No, nada, nada.
LM: ¿En qué se vino usted la segunda vez?
AF: En autobús.
LM: En autobús.
AF: En autobús, entonces…
LM: ¿Qué traía de allá, don Agustín?
AF: Pues traía ropita, traía ropa, porque nunca me gustó comprar aparatos eléctricos, nunca me traje nada de eso. Ni me gustaba oír música ahí tampoco, no, yo estaba en el trabajo y pensando en mi tierra acá y todo eso, no me interesaba lo demás. Entonces, pos camisa, pantalones, es lo que me traje nomás, y poco, ¿vedá?, porque no había pesos para comprarme mucho.
LM: ¿Cómo lo recibieron en su casa?
AF: No pos bien, bien, feliz ahí todo mundo, mis amigos, mi mamá, mi papá. “Qué bueno que ya regresaste”. Y esto y ya pues de ahí me vine para acá a Durango y aquí empecé a trabajar y ya, me olvidé de volverme a contratar.
LM: ¿Alguna vez sintió ganas de volverse a regresar?
AF: No, no, no, ya no sentí ganas.
LM: ¿Alguna vez se enfermó por allá?
AF: Pues sí, de gripa, por ejemplo, así de esas que tenía que trabajar uno.
LM: Claro.
AF: Con un gripón que tenía uno.
LM: Y de todos modos.
AF: Y de todos modos había que trabajar.
LM: ¿No les daban el día?
AF: No, no nada.
LM: ¿Tenían médico ahí en el rancho?
AF: No, no había médico. Había, bueno y sí ya la cosa era grave pero por decir así que necesitara un médico, iba uno con un médico a otro pueblo, no me acuerdo qué pueblo sería, no me acuerdo. Iba uno con otro médico, y él lo checaba a uno a ver qué.
LM: ¿Les cobraban ahí?
AF: No, no nos cobraba. Era por parte de la compañía.
LM: Parte del seguro.
AF: Sí, no nos cobraban. Sólo es lo que había ahí.
LM: Descríbame, por favor, un día de trabajo desde que se levantaba hasta que se acostaba.
AF: Pues, por decir, a las cinco de la mañana ya hay que estar levantado, a las cinco de la mañana.
LM: A las cinco.
AF: Sí, para estar arreglando el lonche que se va a llevar uno, ¿vedá? Ahí desayuna uno algo, lo que uno tiene, lo que uno tiene lo que sea, desayuna uno algo, prepara el lonche que se va a llevar uno. Y luego ya, pues allá se come su lonche, lo que haya llevado, un refresco, lo que sea, ya se regresa uno, pues ya llega uno, pues ya tarde pues, por decir ya, ya oscurito ya, o el tardecito ya, hay que llegar luego luego a hacer, o sea, a comer algo uno. Y a hacer lo que se va a llevar mañana.
LM: Claro.
AF: ¿Vedá? Y ese, un día de trabajo pues normal, allá pues, podemos decir.
LM: ¿Estaban cercas las huertas o estaba todo retirado?
AF: No, había unas muy lejos.
LM: Y, ¿ellos los llevaban hasta allá?
AF: Sí, nos llevaban el camión, el mismo camión, atrás del camión. “Súbanse, los que… en este camión súbanse”. Y vamos allá, camine y camine hasta que llegamos a la huerta, si esa huerta estaba malona la terminábamos de piscar, nos trasladaban a otra y así. Solamente que esa huerta estuviera buena, pues ahí completábamos camiones y camiones, pero nos traían de un lado para otro, arriba del volteo por decirlo así.
LM: ¿En qué trabajó usted cuando se vino acá en Durango?
AF: Ah, ¿aquí a Durango? Pues aquí empecé de ayudante de albañil. De ayudante de albañil, duré como, pues siempre me ha gustado, yo no sé por qué será, pero el trabajo que yo agarre, la gente me agarra aprecio, me agarra cariño, que ya no quiere que me vaya. O sea, anduve con, con varia gente ahí, de ayudante de albañil, con el tiempo ya el mayordomo, el maestro mayor que le llaman, me decía: “Mira, tú ve a traerte el material, ve pide clavos, ve pide esto, ve pide esto, y ahí deja este muchacho que haga lo que estás haciendo”. “Okay”. Y más, más tiempo, ya me decía: “Este, ¿sabes qué?, agárrate una cucharita, ahí vele dando pa que te vayas enseñando esto y lo otro”. O sea me consentía pues.
LM: Ajá.
AF: “Y, ¿sabes qué?, pónteme y ya mejor ponte a barrer aquí donde está la mezcla tirada, y ponte a barrer ahí en la… Y luego me decía, me decía Piolín por lo chiquito. Has de cuenta: “Oye Piolín, ¿vamos a trabajar el domingo?”. “Vamos”. Me acuerdo que me daba $10 pesos, íbamos a trabajar, porque agarraba contratos aparte del trabajo que traía, agarraba los domingos. “Pues vamos a trabajar”. Tempranito nos íbamos, ya para las tres, dos, tres ya nos regresábamos, se echaba un baño uno ya con sus $10 pesos en la bolsa porque ya era otra cosa. Así, así pasó mucho tiempo. Y luego, un primo, él trabajaba en una agencia de carros, de Chrysler, él lavaba ahí los carros, los barría ahí, y me dijo: “Oye, sabes que yo, ya me voy a salir, me voy a salir de ahí, voy a agarrar otro trabajo, ¿no te quieres ir?”. “Pos sí traigo, traigo aquí trabajo para mucho tiempo y, ¿pos cómo me voy? Ahora, según me dices tú, me pagan menos que acá”. Ahí pagaban $60 pesos a la semana, acá me daban $70 más las propinas que se echaba uno los domingos y todo eso. “Oye, pos, pos está duro”, dije, “bueno, pero pues voy a ir”. Y me fui, y me fui. Eso fue en el [19]61, en el [19]61, y me metí a, pos a tener los carros limpios, era un lote, un lote de carro de venta.
LM: Claro.
AF: A tenerlos limpios, a barrer ahí todo eso y, no pos ya para medio día ya tenía yo todo barrido, todo limpio y ya, ya nomás me metía a los carros a oír radio. (risas) Entonces dije: “Bueno, pero estoy perdiendo el tiempo aquí yo pues, si ya tenían media hora, ¿qué hago aquí? Pues el sueldo es el mismo, pos se me hace que estoy perdiendo el tiempo aquí”. Así pasó, pos qué diré, tres, cuatro años, y me fui poniendo abusado yo ahí, y le dije al patrón: “Oiga, yo quiero ser vendedor de carros”. “No, no, no, ¿cómo va a ser?, sí esa ropa que traes no es para que seas vendedor, pues mira”. “No”, le dije “pues es que no, pues no tengo ropa, tengo ahí para esto”, le dije, “¿sabe por qué le digo? Allá en Villa Unión se abrió un sitio, se abrió un sitio, y yo veo que aquí hay carros que tienen más de un año que no se han vendido, yo se los puedo vender allá, pero deme chance de trabajar de vendedor”. “No, no, ándele, ve, lávame mi carro ahí en la calle, lávame mi carro allá y listo”. Y bueno, pues que, pues ni modo, tiene razón, ¿verdad?, mal vestido, mal todo eso pues no, no se veía bien. Y así pasó, y se salió ese señor, el gerente de ventas se salió y entró otro, entró otro y lo mismo le dije: “Oiga, ¿sabe qué?, yo quiero ser vendedor, ¿no me echa la mano ahí para…, pues póngame a prueba. Póngame a prueba y si le funciono bien, y si no, pues me regreso aquí”. Y habló con el mero dueño él: “Oiga, ¿sabe qué? Agustín…, esto, y esto y esto, “yo sí le veo ganas”. “Póngalo a prueba, póngalo, póngalo”. “Ta bueno”. En tres meses, les vendí, garrero que no habían vendido en todo un año, pero garrero.
LM: Mire. (risas)
AF: Me fui a Villa Unión y allá acomodé unos y aquí mismo. Ya hasta ni lo quería creer, pero garrero de verás, garreros que no podían vender ellos, porque pues ya estaban muy mal y les arreglaban esto, les arreglaban lo otro y de todos modos y, carros viejos ya. No pues le vendí, me acuerdo que ese mes, me pagaron $3000 pesos, $3000 pesos. Uh, agarré a mis hijos y mi mujer y vámonos a comprarle ropa y me compré ropa y me compré corbata y todo, no, no, no fue, y dije: “Pues sí, ya me fue bien este mes pues que me vean que ya cambié de ropa y ya cambié de esto y que me sigan acá”. Y un día ya me habló el mero, el dueño: “Ven Agustín, háblele a don Arroyo el contador, háblele también, ¿sabe qué?, siéntate aquí, siéntese usted ahí, quiero que Agustín se dedique ya a las ventas, ya ocupe otras personas a que se vaya al lote para que sea el encargado del lote, y él va a ser vendedor ya”. Viera cómo me fue bien.
LM: Muy bien, qué bueno.
AF: No, no, no, no. Por eso yo ya nunca jamás se me…
LM: Jamás volvió a pensarlo.
AF: No, no, no para nada.
LM: Ni extrañó Estados Unidos.
AF: Para nada.
LM: Ni nada.
AF: Para nada no, no, me fue mucho muy bien.
LM: Qué bueno.
AF: Mucho muy bien me fue ahí, y, y duré treinta años ahí.
LM: Treinta años en la Chrysler.
AF: Treinta años, treinta y dos más para hasta eso, treinta y dos, ahí trabajé treinta y dos años y ya se cambió de dueño, o sea un hermano poquito más grande, y el hermano que entró como que nos traicionó pues, como que ya no quería gente de muchos años. Entonces pues ya me presionó y la verdad pues mis clientes, yo tenía muchos clientes doctores, ingenieros, de todo, tenía mucha gente.
LM: Ya tenía clientela.
AF: Y fieles, eh, porque yo creo les gustaba, a mí me gusta siempre ser de esta manera, sí a un cliente le prometo esta cosa, eso tiene que ser, vendía un carro nuevo y me decía: “Oye, pues hazme favor de sacarme las placas”. “Sí, cómo no, déjeme el dinero y la tenencia de… Al siguiente día: “Ahí están sus placas”. “Ahí está su propina, ¿verdad?”. Bueno, había compañeros que se robaban el dinero de las placas, se les escondían. “Oiga, ¿y tu compañero?”, “Oiga no ha venido ahora”. Y yo no agarraba la onda, llegaban los clientes y ellos se escondían, se iban por otra puerta, y yo pienso que ese fue el motivo de que la gente quería tratar conmigo. Iba gente: “Oye, ¿no está aquí Flores?”. “No, no está ahorita de momento, ¿qué se le ofrece?”. “No, pues quiero verlo, quería ver ese carro”. “No, pues si quiere, lléveselo, yo se lo presto, yo se lo vendo”. “No, no, quiero hablar con él, dile que vine, que vino el doctor fulano, que me llame o si no que se, que vino, que se lo lleve a mi señora, este color que se lo lleve a mi señora pa que lo vea”. Ahí llegaba yo, me daban el recado e iba y se lo llevaba.
LM: Y las comisiones eran para usted.
AF: Sí, pero es cliente que yo le vendía una vez, era, no para ese día, era para muchos años, y me fue muy bien.
LM: Don Agustín, me gustaría que me comentara, ya para ir finalizando su entrevista, ¿para usted, qué significa el término bracero?
AF: ¿El término bracero?
LM: ¿Qué sentimientos le causa esa palabra?
AF: Para mí es, me causa tristeza, me causa, pues indignación, no le puedo decir eso no porque no, tristeza, este mucho muy difícil es eso, ser bracero, difícil.
LM: Fue muy difícil.
AF: Yo, yo, no creo que los que hayamos ido, se hayan sentido felices, yo pienso que todo era por necesidad. Todos estuvimos trabajando por necesidad, no porque nos gustara estar en Estados Unidos.
LM: Claro.
AF: Me imagino yo eso que es todo.
LM: ¿Se siente usted orgulloso de haber sido bracero?
AF: No, no, orgulloso no, porque, bueno, hay una cosa, no sé cómo explicarme, para mí fue un beneficio que yo necesitaba en ese tiempo. Necesitaba el trabajo donde fuera, pero así que yo diga: “Me siento orgulloso de haber venido de bracero, y quiero volverme ir a ver, no, la verdad no, la verdad no porque se sufre muchísimo. Primeramente dejar la familia, eso es lo más, lo más grave, dejar a su familia acá. Los niños que están en la escuela no los ve uno ni los sabe manejar, ¿verdad? Solos van creciendo. Y eso para mí es una cosa muy difícil, pero le vuelvo a repetir, es la necesidad que tiene uno del dinero. El dinero que se necesita para todo.
LM: Sus recuerdos de esa experiencia, ¿son positivos o negativos?
AF: ¿De haber ido de bracero?
LM: Ajá.
AF: Pues en cierto modo positivos, sí, porque sí eso yo estaba buscando, irme y lo logré, pues para mí fue, pues sí, algo que yo necesitaba y, y que bueno que lo logré, ¿verdad?, pero sí se sufre muchísimo.
LM: Se sufre muchísimo.
AF: Sí, muchísimo.
LM: El haber sido bracero, ¿cambió su vida de alguna manera, don Agustín?
AF: No, pues no. No, porque pues, de ninguna manera porque pues fui, gané un dinero, se gastó y ya a los poquitos meses ya es como si uno dijera, ya no, pues ya no hice nada con ese dinero, ¿vedá?, que hubiera dicho yo, con ese dinero hice
esto donde me estoy manteniendo un negocito, unas vacas esto no, no, no para mí los dos, tres meses ya era lo mismo como si no hubiera ido.
LM: No rendía mucho el dinero.
AF: No, no rendía. No rendía, pues por la familia. Yo tenía muchos hermanos y que yo pues tenía que echarle la mano a mi padre ahí para eso, que unos zapatos, que una camisa para cada uno, lo que sea y se acabó. Se acabó y, y ya quedó la cosa igual.
LM: Don Agustín, pues quiero darle las gracias por habernos recibido.
AF: Pues ojalá y les sirva de algo.
LM: Y por haber compartido con nosotros su vida y sus experiencias. Estamos muy agradecidos, a nombre de la Universidad de Texas en El Paso y del Instituto de Historia Oral y mío en lo personal le agradezco mucho esta oportunidad que nos…
AF: Pues muchas gracias a usted que se molestó por haber venido hasta acá, ¿verdad?, pues no cuesta nada con…
LM: No, no es ninguna molestia, al contrario.
AF: Sí, ahí estamos para lo que se ofrezca.
LM: Muchas gracias, con esto vamos a dar…
AF: Ojalá y, ojalá y no sea la última vez que nos veamos.
LM: No, esperamos que no, esperamos que no, estamos a sus órdenes.
Fin de la entrevista
Fecha de la entrevista: 2 de junio de 2003
Nombre del entrevistador: Laureano Martínez
Esta es una entrevista con el señor Agustín Flores Contreras, en la ciudad de Durango, Durango, el día 2 de junio de 2003. Conducida por Laureano Martínez, para el Proyecto Bracero del Instituto de Historia Oral de la Universidad de Texas en El Paso.
LM: Don Agustín, buenas tardes.
AF: Buenas tardes, señor.
LM: Primero que nada me gustaría preguntarle, ¿dónde y cuándo nació usted?
AF: Yo nací en el rancho de Orizaba, Municipio de Villa Unión Poanas, y nací el primero de abril de 1940.
LM: Primero de abril.
AF: De 1940.
LM: ¿Cuántos años tiene, me dijo?
AF: Sesenta y tres y meses.
LM: ¿Cómo se llamó su papá?
AF: José Guadalupe Flores Serrato.
LM: Y, ¿su mamá?
AF: Isabel Contreras Aguilar.
LM: ¿De dónde eran originarios ellos?
AF: De ahí mismo, Poanas.
LM: ¿Cuántos fueron ustedes de familia?
AF: Tuvimos ocho hermanos, fuimos ocho hermanos, entre hermanas y hermanos.
LM: ¿Cuántos hombres y cuántas mujeres?
AF: Son cinco mujeres. Y, no, perdón, cuatro y cuatro.
LM: Cuatro y cuatro.
AF: Cuatro y cuatro.
LM: De esos ocho, ¿qué lugar ocupa usted, don Agustín? ¿Usted era el menor?
AF: El mayor.
LM: ¿O el mayor?
AF: Sí, sí, fui el mayor.
LM: El mayor. Háblenos un poquito de ese lugar donde usted nació. ¿Cómo es Orizaba, cómo es Poana?
AF: Pos Orizaba, en aquellos tiempos era un rancho con muchas necesidades, mucho, muchas, no había trabajo, por el hecho de que había puro, pues sembraba uno de temporal por decir, no había agua, no había riego. Y fue el motivo de que, pues yo me salí de ahí para, pa buscar trabajo donde fuera, ¿verdad?, en aquellos tiempos estaban muy mal los municipios.
LM: ¿Había mucha pobreza?
AF: Muchísima pobreza, sí, máxima las familias numerosas pues, imagínese para mantener ocho o seis hijos, pues no, no, no era, no era tan fácil.
LM: Con el puro…
AF: Ya uno, por ejemplo, yo empecé a trabajar desde los siete años por decir. A mí me sacaba mi padre de la escuela para ir a ayudarle a sembrar, o inclusive me prestaba con los amigos por $1 peso, lo que fuera, para que yo les ayudara a sembrar sus tierras, ¿verdad? Y eso fue mi vida, trabajar aquí, trabajar allá, siempre desde niño, desde niño.
LM: ¿Era campesino su papá?
AF: Sí, era campesino.
LM: ¿Qué sembraban?
AF: Maíz y frijol, era lo que se sembraba, maíz y frijol. Se levantaba, pos a veces para comer, en algunos meses se acaba el maíz y el frijol. Y tenía que salir uno a otro lado a buscarle, a buscar qué comer.
LM: ¿Hasta qué año llegó usted en la escuela?
AF: Allá, pues le digo que me sacaba. Bueno, para empezar no había sexto año allá, había tercer año o cuarto año nada más, yo nomás cuarto año estudié allá. Y aquí ya, pues hice mi, terminé mi primaria y hice secundaria ya grande, ya adulto, entonces tengo ahorita nada más secundaria.
LM: Tiene hasta secundaria.
AF: Sí, secundaria. Pero eso ya lo hice aquí ya de grande.
LM: ¿Cómo fue su infancia, don Agustín?
AF: Mi infancia fue muy triste, con hambre, con hambre. Habría días que comíamos por decir un taco, por decir. Un taco, y con ese taco, pos había que ir a trabajar, porque no había más, no había más. Me acuerdo yo que cuando estaba en la escuela, mi mamá me llevaba a la hora del recreo un pan, un pan con frijoles o algo así. Y yo me acuerdo que el maestro me decía porque yo empecé muy bien, según él en la escuela, de primero y segundo año, yo estaba yo en primer lugar por decir algo. En primero y segundo, después ya, me fui para abajo, pero yo le echo eso de que, mi papá me sacaba de trabajar, digo de la escuela, para irme a trabajar y mal comido, entonces, pues me fui para abajo.
LM: Claro.
AF: Y me decía el maestro: “Oye, como qué sea posible que, si estaba bien, estaba esto pues, ahora no, y, ¿por qué?, ¿qué te pasa o qué problemas tienes?”. “No maestro pues, pues nada, pues no, ya no se me pega lo que usted me dice”. Esas cosas y así, y ya pasó el cuarto año ya, me salí de la escuela y a trabajar ahí mismo, trabajar ahí en lo que fuera, ahí en lo que fuera.
LM: Claro.
AF: De albañil, de lo que se presentara.
LM: Muy bien.
AF: Y no muy, mucho trabajo, inadecuado para mí porque yo me acuerdo, allá se acostumbra a hacer adobes, de esos grandotes. Entonces había que llevar en parihuelas el lodo para echárselo a la, pa que se formara el adobe. Y yo no podía, se me resbalaba, me ponían un lazo de aquí a aquí, para subir, para aguantar eso, y no, pues ahí anduvimos haciendo de todo. Pero con hambre, eso sí, mal comidos, es lo que fuera de trabajo pero mal comidos. Y ya, crecí me metí al servicio militar, salí y ya, pues me vine para acá a Durango a ver si me contrataban aquí, duré como, ¿pues qué le diré?, veintidós días y todos los días ahí en el Estadio Francisco Zarco.
LM: ¿Cuál sería su primer trabajo de paga, don Agustín?
AF: ¿De paga? De paga fue, ¿qué le diría?, de unos diez años, a los diez años ya me pagaban un sueldo, me pagaban $2.50 a la semana.
LM: ¿Qué hacía?
AF: O sea que había una hacienda por allá, esos sí tenían agua, sembraban chile y nos ocupaban a apartar el chile, o sea, el chile bueno a un lado y el otro para el otro lado y así, todo el día. Se iba uno temprano y se regresaba ya oscureciendo, porque estaba lejos, se iba uno caminando, de ahí estaba lejecillos, y ahí ya me pagaban $2.50 por semana.
LM: ¿Por semana?
AF: Sí, me acuerdo perfectamente bien.
LM: ¿Usted se lo daba a su mamá?
AF: Sí, sí, se lo daba a mí mamá y ella pues ya sabía si me compraba una camisita o, un pantalón o algo, pero pues yo se lo entregaba todo.
LM: Claro.
AF: Sí, y así sucedió ya y nos fuimos ahí trabajando y trabajando y, pero después, después trabajé ya grande, a los quince, dieciséis años, pues ya me pagaban como un hombre, y con un salario, era lo que…
LM: ¿Ahí mismo en la hacienda?
AF: Ahí mismo en la hacienda. Entonces ya, me metí al servicio militar, saliendo con mi cartilla y vámonos.
LM: ¿Cómo se enteró usted del programa de los braceros?, ¿cómo supo que se podía ir a trabajar a los Estados Unidos?
AF: Ah, bueno, muchos de mis tíos, algunos de mis tíos se iban cada año, los contrataban y se iban cada año, cada año y a mí, yo deseo era eso, irme también como ellos se iban, ¿verdad? Y me decían ellos: “Mira, esto es difícil, no creas porque nos vamos a ir juntos, tú y yo, nos va tocar trabajar juntos, a ti te van a contratar ahí y te van a mandar a otro lado y a mí para otro lado y, y pos tú estás muy jovencito”. Y yo no salía pues, yo, conocía el rancho, no conocía nada para acá. Entonces no, dije: “Yo de todos modos me voy”. “Pues sí me toca solo o no solo, yo me voy de todas maneras”. “Vas a sufrir mucho y esto”. Mi mamá venía aquí, hasta por mí a Durango, dijo: “Vámonos, esto está muy difícil, hombre, que esto y que, y que pos ta sufriendo mucho y este ya acabó el dinero, aquí te traigo otros centavitos para que comas ahí, pos comíamos...
LM: ¿Cuánto duraban aquí para contratarse?
AF: Pos unos duraban hasta un mes.
LM: ¿Qué gastos hacían?
AF: Pos comer.
LM: ¿Cómo era ese proceso? Platíquenos.
AF: Pues llegaba uno aquí, y toda la gente nos íbamos al Estadio Francisco Zarco, ahí es donde había micrófono ahí, ahí ya. “Mañana hay contratación, para que se vengan”, y que sabe qué. Hacíamos fila, el que le tocaba ya llegar a la fila pues ya, ese ya estuvo, y se quedaba otra fila, se quedaba otra fila para otro día, o para otra orden de contratación y ya, pero pues se quedaba uno pos otra vez a gastar en tacos, ahí lo que fuera y se quedaba uno pues donde fuera.
LM: Ah, está bien.
AF: Ah, no hay problema. Y así, y se le acababa a uno el dinero y ahí anda sufriendo, con el compañero: “Oye pues píchame un taco, píchame una gorda o lo que sea”.
LM: Claro.
AF: Y dentro lo que sea.
LM: ¿Era duro?
AF: Era durísimo, durísimo.
LM: ¿Dónde se quedaban?
AF: Pues, en lo más barato, donde comprábamos, hay mucha gente que tenían aquí familiares, pues nos íbamos varios y nos quedábamos ahí en el patio, donde fuera, para no gastar en el hotel, ni nada de eso.
LM: ¿A qué horas iban allá al estadio?
AF: No, desde muy temprano. Muy temprano hasta que, pues ya, nos decían: “Pues, ¿saben qué?, se acabó. Los que se alcanzaron ahora ya qué bueno, y hay que esperar a que nos vuelvan otra vez a dar la orden de contratar”.
LM: ¿Cuántos días duró para contratarse?
AF: Yo pienso que eso yo duré como veintidós días, para contratarme.
LM: ¿No se desesperó?
AF: Pues no, mis deseos eran muchos de irme porque yo veía las cosas muy mal, pues todos mis amigos estaban chiquillos, yo era el mayor, entonces pues eran mucho, tenacidad pues de ir. Ya le digo, mi mamá venía por mí, y yo no: “No me voy mamá, aquí yo voy a estar hasta que me contraten”. Y así, y, sí, hasta que ya nos tocó la buena y nos contratamos y nos fuimos aquí por Monterrey.
LM: ¿Lo mandaron a Monterrey?
AF: Sí de Monterrey y luego, pues todavía pasamos ahí por McAllen pues.
LM: Ajá, pero, ¿lo mandaron a un centro de contratación?
AF: Sí.
LM: ¿Cómo era?, ¿llenaban alguna lista o qué?
AF: ¿Allá o aquí?
LM: De aquí a Monterrey.
AF: No, no, nada más nos tomaban el nombre. “fulano de tal”, lo llamaban, “y te vas a…Por Monterrey pues por decir, “te vas por Monterrey”, y esto, y esto y esto, pero…
LM: ¿Qué hubo ahí en Monterrey, don Agustín?
AF: No, pues ahí nos estuvimos otro rato, otro día, dos días, pero ya íbamos con eso de que, cuando estaba ahí regresaban algunos, ya no me acuerdo el motivo por qué a algunos los regresaban de ahí, de Monterrey.
LM: ¿Les hacían algunos exámenes médicos?
AF: Sí, sí, sí, y ya cuando entramos a, ¿qué será?, pues al otro lado, no me acuerdo exactamente bien, nos fumigaron ahí a todos y esto, lo que sea. Entonces ahí, pues bueno, pues yo no sabía nada, pues esto quiere decir que ya, ya vamos ahora sí pa dentro, ¿verdad?
LM: Claro.
AF: Y, y así fue, no pues, un sufrimiento desde aquí como le digo, sufrimiento.
LM: Era muy duro.
AF: Yo me salía en las noches a llorar a los naranjales, de plano, de lo cansado, de acordarme de mi tierra, de mis hermanos, de todo eso, y no pues, yo en lugar de tener hambre de ir a cenar, yo me salía y lloraba por allá solo y con ganas de regresarme y con ganas de quedarme. Y le pensaba, no pues si sufrí tanto para venirme a trabajar acá, pues no es posible que me vaya. Y así, así, y a los…
LM: ¿Qué es lo que lo animó a usted a irse a Estados Unidos?
AF: La necesidad. La necesidad nomás. No, yo veía la casa de mi padre, pues no, mi padre fue analfabeto, él trabajó la tierra y la tierra y la tierra. No, no tenía ningún otro oficio, y luego ya, la necesidad pues no, no había, no alcanzábamos a comer, entonces eso es todo lo que a mí me animó a irme, y, y pues no, fue duro, fue duro desde el principio.
LM: ¿Dónde cruzó la frontera usted, don?
AF: Ahí en Hidalgo se llama, ¿no?, en McAllen.
LM: Ah, Hidalgo, Texas.
AF: Hidalgo, ahí pasamos.
LM: Ah, okay. ¿En qué se fueron de ahí de Monterrey hasta McAllen?
AF: No, me parece que en tren, sí en tren, estoy seguro que en tren.
LM: ¿De pasajeros?
AF: No, no me acuerdo, la verdad. Me acuerdo que en tren pero no, no, yo no, más no, no recuerdo.
LM: ¿Cuánta gente se fue con usted?
AF: No.
LM: De sus amigos.
AF: De mis amigos, bueno, veníamos muchos del rancho, pero unos ganaban pa otro lado y otros pa otro lado y conmigo nada más le tocaron a dos, o sea estuvimos tres del mismo rancho, nomás que ellos no aguantaron y se vinieron. Y yo me quedé, yo solo me quedé porque no era posible, pos, pues le sufrimos para irnos, nos prestaban dinero, entonces, pues hay que pagar lo que me prestaron para venirme y estar aquí, lo que sí hice es, me vine a los tres meses pero con el trato de regresarme luego luego, pues era Navidad pues. Yo en Navidad me estuve, ocho días o algo así parecido, y me regresé otra vez.
LM: Cuénteme, ahí en Hidalgo, Texas, ¿a dónde lo llevaron cuando cruzó la frontera?
AF: Pues ahí fue donde nos, un campamento ahí cuando fue, ahí fue donde nos fumigaron.
LM: ¿Había algún centro de recepción?
AF: Sí.
LM: ¿De braceros?
AF: Sí, sí.
LM: ¿Cómo era ese centro?
AF: No, pos un terreno, haga de cuenta un terreno y estábamos todos amontonados, todos amontonados ahí y ya nos estaban llamando luego para, echarnos esto y ya, y ahí ya nos…
LM: ¿Había médicos ahí?
AF: No, ahí no me acuerdo que haya…
LM: Nomás.
AF: Ah, no, no, no me acuerdo de eso, o sí, sí, sí. Cuando ya nos fumigaban, y ya para pasarnos allá, nos checaban pues, nos picaban aquí, nos picaban acá para ver sí no estaba uno enfermo yo creo de algo, eso es lo que…
LM: ¿Les picaban el estómago?
AF: Ándele, eso es lo que yo recuerdo. Uh, me imagino que ha de haber sido médico, ¿verdad?
LM: Ajá.
AF: Sí, eso es lo yo recuerdo de…
LM: ¿Ahí firmó su contrato?
AF: Sí, fíjese, ahí firmamos el contrato.
LM: ¿De cuánto tiempo le dieron su contrato?
AF: De seis meses.
LM: ¿De seis meses?
AF: Sí.
LM: Y, ¿a dónde lo mandaron?
AF: Lo mandaron ahí a un ranchito cerca de, ahí por, más arribita de McAllen, que se llama creo Mission, Mission, Texas entre McAllen y, ¿qué está por ahí?, Weslaco o quién sabe qué, pues no, no, no recuerdo muy bien. Y ahí le hicimos en la naranja.
LM: En la naranja.
AF: Sí, en la naranja. Yo siempre fui chaparrito, desnutrido, ¿verdad?, pues yo no sé qué hacía, pero había que subir con los costalotes de naranja llenos, por una escalera al camión, pa vaciarlos allá. Y así pasó mucho tiempo, después a los dos, tres meses, no me acuerdo bien, los patrones compraron un camión nuevo. Entonces nos dijeron: “¿Saben qué?, se va a comprar un camión nuevo, y vamos a hacer dos equipos, yo les voy a decir quién se va a camión nuevo, y se le va a pagar un poquito más, pero ya saben que tenemos que echarle ganas, y yo voy a decirles”. Pues en esos me fui yo, ¿verdad?, me seleccionaron para eso. Posiblemente porque me vieron con ganas de trabajar y todo eso y ahí estuvimos en ese camión nuevo echándole ganas y ganas, y pues fue un sufrimiento ahí también.
LM: ¿Ya no estuvo en la pisca?
AF: Sí, sí, sí en la pisca, en la pisca pero, nos daban mejores huertas, nos daban el camión nuevo, porque según ellos son, eran los más rápidos para la pisca de naranja, y como el camión se iba a pagar, ¿verdad?, pues tenía que ganar más.
LM: Claro.
AF: Tenía que ganar más.
LM: ¿Cómo es la pisca de la naranja?
AF: Usa unas escaleras, unas escaleras, el árbol pues es chico, grande, como sea. Usa una escalera, la recarga en el árbol y se sube con su bolsa, bolsa grande, grande, ahí le dan una medida, una medida para, la que pase por ese anillo, ese no la corta. Eso es la empezar pues, al empezar la pisca, que todavía no está muy venida la fruta. Te vas así, esa persona tiene que andar escogiendo, andar escogiendo así. A veces, pos se va uno para abajo, ¿verdad?, porque pues la rama se quebró, lo que sea y vas a caer pa abajo. Y a veces era peligroso por los costales ya llenos. Que ya traía uno medio costal ahí arriba y luego se caía uno, pues sí se daba buenos trancacillos. Y ya después que maduraba ya, todo bien la naranja, pues ya así todo parejo, vámonos ya, todo como fuera, al costal ya era más. Pero nos, nos pagaban por día, no, no nos pagaban por destajo.
LM: ¿Cómo les pagaban?, ¿se acuerda cuánto?
AF: No, no me acuerdo, no me acuerdo ya bien, bien ya no, ¿para qué le voy a mentir? No me acuerdo cuánto nos pagaban pero…
LM: Y luego que piscaban eso, ¿había que llevarlo al camión?
AF: Sí, los echábamos al camión y ellos iban y lo vaciaban a la maquinaria porque apartaban allá si era la más grande o la más chica y así, y se regresaba. Ya cuando se regresaba ya teníamos otro camión lleno.
LM: Claro.
AF: Y así, exclusivamente así, así nos la llevamos.
LM: ¿A qué horas empezaron a trabajar?
AF: Pos tem[prano], como a las ocho. Como a las ocho y salimos ya tarde, ¿pos qué le diré?, pues casi era yo creo que de ocho a ocho.
LM: De ocho a ocho.
AF: Sí, porque hasta que ya no se veía es pisca uno. Y ya llegaba uno y hacer sus tortillas de harina, a hacer lo esto y lo que hacía ahí.
LM: ¿Ustedes se cocinaban?
AF: Sí, sí porque pa dar nosotros nos salíamos más caritos.
LM: Claro, ¿qué cocinaban?
AF: Pues haríamos tortillas de harina, y pues papas ahí lo que a uno se le hacía más fácil, ¿verdad? Y por eso yo, hasta mal comido estaban, había uno.
LM: No comían a veces.
AF: No, no, no comía uno bien.
LM: ¿Era muy pesado el trabajo?
AF: Era muy pesado, era muy pesado el trabajo. Sí, todo el día con el costal, ese morral es pesado, y comía uno pos lo que uno inventaba hacer ahí.
LM: Claro.
AF: ¿Verdad?
LM: ¿Cómo era ese lugar donde vivían?
AF: Era un pueblito chico, era un pueblito chico. Había únicamente una tienda, me acuerdo, una tienda donde compraba uno ahí de refresco, algo. Y ya para venirse a McAllen pos, tendría que venirse en un taxi o lo que fuera. Pero siempre comía uno ahí en la casa, por lo mismo por no gastar dinero.
LM: Claro.
AF: Porque si se va uno a un restaurant, o un, algo que lo asistan pos ahí se queda.
LM: No, ahí se acaba el dinero.
AF: Ahí se acaba el dinero, sí.
LM: ¿Cómo eran esas barracas donde dormían?
AF: Eran unas de madera. De madera así largotas, largotas, largotas y las camas de dos, o sea unos abajo y otros arriba.
LM: En literas.
AF: Sí, en literas, como literas, también de maderas. Y pues ahí es donde nos…
LM: ¿Cuánta gente metían en cada barraca?
AF: Pos yo creo que, ¿qué le diré?, pues unas doscientas yo creo.
LM: ¿Doscientos?
AF: Ey.
LM: Y, ¿cómo estaban amuebladas, don Agustín?
AF: No, no, no, eran pura madera, pura madera y una colchoneta abajo y es todo, una cobijilla y ya, eso es todo ya.
LM: ¿No tenían en dónde poner sus cosas?
AF: No, no, nada. Ahí abajo en el suelo, lo que sea. Sí, sí, no había nada de eso.
LM: ¿Cómo era el ambiente de trabajo entre los mismos mexicanos?
AF: Pues había problemas como siempre. Había unos que les gustaba tomar y los sábados pos llegaban ahí pos peleándose como gritando, lo que sea, no dejaban dormir a uno. Los que ya tenían pues experiencia, que eran gente que iba y venía cada, cada vez que querían, ¿verdad? Y uno que iba pues jovencillo la primer vez que sea, pues hasta se asustaba uno. Llegaban cuetes y hora que estoy y ya ve como gritan y pues no, pues qué iba a dormir uno. Y pues era, eso era lo que pasaba.
LM: ¿Alguna vez tuvo algún problema ahí con alguien?
AF: No, no, no, no yo, yo me retiraba de esa gente. O sea que veía los que querían pelear o los que le caía uno mal o lo que sea, o envidias podríamos decir. Porque nosotros los que nos escogieron para el camión nuevo, pues los otros como que no se quedaron, porque nos iban a pagar un poquito más. Yo no me acuerdo cuánto, ellos dijeron: “Se metieron al camión nuevo y se les va a pagar un poquito más, pero le echan ganas”, pues sí. Entonces había personas fuertes y ya hombres maduros por lo que sea, pero pues ven que no les echaban ganas, o sea se escondían detrás de los árboles y pues le hacían al cuento ahí y a esos no los escogieron, ¿verdad? Y pues había ciertas envidias ahí, con ellos, pero pues, son un por ejemplo yo fui chavo, y yo no les hacía caso, ¿verdad?
LM: Claro.
AF: Yo no les hacía caso y, pero sí había problemas, sí.
LM: ¿Tenían mayordomo ahí?
AF: Pos sí, bueno pues los mismos, los mismos oficiales choferes de los camiones eran los hermanos del dueño podemos decirlo.
LM: ¿Eran hermanos del dueño?
AF: Sí, ándele, pues ellos mismos son los choferes y al mismo tiempo los estaban…
LM: ¿Eran americanos ellos?
AF: Pos no, yo no pienso que eran, pues sí americanos, pero no blancos pues.
LM: ¿Cómo eran?
AF: ¿Cómo? Pues eran del tipo de nosotros, morenos pero sí, como que nacieron allá. Como que son padres de mexicanos o algo así.
LM: Eran, ¿eran mexicoamericanos?
AF: Ándele, así.
LM: Y, ¿cómo se portaban ellos con ustedes?
AF: Pues, yo digo que, pos que bien, ¿verdad? Nomás nos apresuraban mucho, eso sí. No, no eran así tan malos así nomás, y: “Échele, apúrele, tú anda levántate esto”. Sí lo traía uno a carrilla, pero en buenas palabras, no decían no, no tan malos pues.
LM: ¿Cuánta gente trabajaba ahí en ese campo?
AF: No, pues yo calculo que unos, ¿pues qué será?, unos trescientos, yo creo.
LM: Unos trescientos.
AF: Sí, unos trescientos.
LM: Oiga, don Agustín, y, ¿cada cuándo les pagaban?
AF: Cada ocho días.
LM: ¿Les pagaban con cheque?
AF: Con cheque.
LM: Y, ¿dónde cambiaban ese cheque?
AF: Pues ahí se los cambiaba la de la tiendita, sí cualquiera, los mismos taxistas, los sábados iban taxistas para los que quisieran ir a Reynosa, o a McAllen, y ahí mismo se los cambiaban. O sea que, donde quiera lo cambiaba uno el cheques ahí.
LM: O sea que trabajaban de qué horas, ¿de lunes a sábado?
AF: De lunes a sábado, descansaba uno el domingo.
LM: ¿Qué hacían en esos días de descanso?
AF: Pues cada quien, o sea no le digo, muchos, los viciosos pues que había en ese tiempo ahí, se iban a Reynosa por decir, se pasaban a Reynosa, se fueron a Reynosa y se estaban, se estaban, se venían desde el sábado, regresaban el domingo. Y eso te digo que a veces llegaban tomadillos sin disentimiento. Y yo cuando mucho me iba a McAllen al cine, uno que otro día me pasé a Reynosa porque ahí vivía un pariente mío cerquita de Reynosa, iba y lo visitaba y ya me regresaba.
LM: ¿Eran libres de ir y venir como querían?
AF: Sí, sí, sí, los sábados puedes irte a Reynosa, puedes salirte a donde tú quieras, y aquí tienes que trabajar el lunes, podías salirse a donde fuera, con esta mica. Con esta mica salía y entraba.
LM: ¿Esa dónde se la dieron?
AF: Ahí en Hidalgo.
LM: Y, ¿qué le dijeron? La tienes que cargar.
AF: Sí. “La tienes que cargar, esa la tienes que cargar porque si sales ya no te dejan entrar”. Y esta cosa, y esta la tiene que cargar uno siempre. Y así fue y todo esto.
LM: ¿Iban a misa?
AF: No, yo no iba. Estaba uno en McAllen acá a misa y luego estaba retirado. No, no, no se acostumbraba eso, ir a misa. No había pues ahí templos cerca, eso no había.
LM: Y, ¿en el cine, les pasaban películas en español o películas en inglés?
AF: Sí, sí, no mexicanas, sí mexicanas.
LM: Mexicanas, muy bien. ¿Mandaba dinero?
AF: Sí, sí mandaba dinero. Yo nomás me quedaba con lo que yo, sí había un problema poderme trasladar a mi tierra, o sea dejaba unos dólares ahí para…
LM: Lo indispensable.
AF: Sí lo indispensable, lo demás pues lo mandaba, lo mandaba porque yo sabía que era necesario mandar el dinero, sí, sí, sí. Estábamos pero fea la cosa.
LM: Y, ¿tenía comunicación con su familia?, ¿se comunicaban de alguna manera?
AF: Pues con carta.
LM: Con carta.
AF: Nada más con carta.
LM: ¿Qué se platicaban en esas cartas?
AF: Pos, por ejemplo yo nomás le decía: “Estoy bien”. ¿Verdad? “Y estoy a gusto y yo no me voy hasta que termine mi contrato”. Y esas cosas. Pero ya ella, de allá para acá, pos me mandaba decir: “Oye, yo supe que no te vienes porque no tienes dinero, ¿qué hago mijo, consigo aquí para mandarte, o para que te vengas? Estás sufriendo allá”. Porque mis compañeros se fueron antes que yo, y le preguntaban, ¿verdad?, que: “Oye, y Agustín, ¿por qué no se vino o qué?”. “No, pues, ¿con qué se venía si no tenía en qué venirse?”. Entonces ya eso la preocupaba y, y… Y pos me mandaba cosas tristes ahí que estoy que: “No, mamá, yo aquí guardo para la hora que yo quiera me regreso, lo que yo le mando eso es otra cosa”. Pero y así, cartas de aquí para allá, cartas de allá pero pues sí, con tipos, mi mamá nunca, fui el mayor y nunca había salido a ningún lado, pues estaba preocupada.
LM: Claro.
AF: ¿Verdad?
LM: Como cualquier madre, ¿verdad?
AF: Sí, exactamente. Y luego ya solo, ya me quedé yo solo sin ningún compañero pues del mismo rancho, ni nada. Mis tíos se fueron por otro rumbo.
LM: ¿Por qué se regresaron esos compañeros?
AF: Pues por lo mismo difícil, por lo mismo duro. Nomás que ellos, ellos no tenían pues la necesidad que yo tenía.
LM: Claro.
AF: Este, pues uno de ellos su papá era carnicero, como quiera tenía otras entradillas, el otro no tenía hermanos, no tenía papá, era na más, pues solo, por decir. Entonces fue por ese motivo, pues ya no quisieron estarle sufriendo más ahí al trabajo, y yo no, yo quise pues completar el contrato.
LM: Claro.
AF: ¿Verdad?, eso.
LM: ¿Lo cumplió?
AF: Sí, sí, sí lo cumplimos, y ya después, pues ya no.
LM: ¿Qué sueños tenía usted allá en Estados Unidos?
AF: Pues yo pienso que ni tiempo para soñar. Lo que yo sí me acuerdo es que salía a llorar muy seguido, a las huertas, pa que no me viera nadie ahí. Salía acá y, y no: “¿Me regresaré o qué onda?, o no, ¿pues cómo?, pues voy a aguantarme”. Y esto pero, sí, sí era durísimo. A lo mejor era por lo joven que estaba o no sé que…
LM: Claro, ¿qué es lo que más extrañaba?
AF: Pos mi familia, mis amigos, todos esos los, ¿vedá? Eso sí, allá pos no, pos no tenía nada, yo solo.
LM: Claro.
AF: Yo solo, como le digo, me salía cada mes a esa a visitar a mi tío, pero pos ya vine, ya me voy y listo, nomás eso.
LM: ¿Hizo algunos amigos por ahí con los compañeros?
AF: No, no. No de allá no, como le digo, yo prefería estarme lejos de ellos.
LM: Claro.
AF: ¿Por qué, por qué? Porque, sí hace uno amigos con esa gente, lo invitan uno que a Reynosa y allá a lo mejor se molestan hasta porque uno no quiere echarse la cerveza y esas cosas y sale uno de pleito. Entonces yo prefería mejor, pues yo solo. Porque sí, uno a la fuerza, pues platicábamos todos ahí pero, pero, no tuve yo problema de eso.
LM: Claro, muy bien. ¿Era fácil conseguir una extensión de contrato?
AF: No, no.
LM: ¿Alguna vez le tocó que le ofrecieran quedarse?
AF: Bueno, cuando yo me vine a los tres meses, me rogaba mucho el patrón: “No te vayas, hombre. ¿Por qué te vas si aquí hay trabajo, por qué te tienes que ir?”. No pues este, y yo, me acuerdo que hasta le dije una mentira, que le dije: “No, es que mi abuelito estaba muy enfermo y tengo que ir a verlo”. Ya no supe que decirle. “Nombre, pues ve que te digan cómo sigue”. “No”, dije, “ya me voy, que al cabo regreso”. “¿Vas a regresar de veras?”. “Sí, voy a regresar”. Y sí.
LM: ¿Estaba muy contento él con su trabajo?
AF: Sí, estaba muy contento. Y sí regresé, pero, ¿sabe por qué regresé? Me tocó la de malas, el dinero que traía, aquí me lo robaron, aquí en Durango. Me acuerdo, traía $600 pesos, $600 pesos de los que yo juntaba para venirme, $600 pesos y aquí me los robaron. Entonces ya llegué, allá al rancho, sin dinero. “Oiga mamá, me robaron allá y esto, ¿usted no tiene nada?”. “No, mijo pues lo que nos mandaron pues nos los gastamos en comer, lo gastamos en eso, pagamos drogas ahí que la tienda donde sacamos fiado, pues pagamos”, y esto así. “Uy”, dije, “¿sabe qué mamá?, tenemos que conseguir otra vez para irme, me robaron el dinero ahí en Durango”.
LM: ¿Cómo fue que se lo robaron?
AF: Fíjese, me acuerdo que fue exactamente en 5 de Febrero y Pasteur. Se acerca un amigo así joven y ya platicamos, pero se sabía que uno venía de allá, por la ropa que traía. Se sabía que uno venía desde bracero. Y estos: “Oye, y que esto y, ¿cómo está?, yo soy de Villa Unión”. Fíjese, eso fue donde me dio confianza. “Yo soy de Villa Unión, conozco a Miguel Ángel Cisneros”. Ah caón, pues este es ahí vecino pues y todo eso. Y tú: ¿Cómo te fue allá?”. “No, pues bien, bien, y pues ya vengo y unos días y ahí me voy a regresar otra vez”. “Y, ¿qué tal de chamba?”. “Pues bueno, ya está”. Ya nos fuimos caminando y me jaló para acá donde es cuartel Juárez, la Juárez por ahí, ahí se juntó con otros amigos, y luego dice el otro amigo: “Quíhubole, ¿cómo estás?, y qué este fue y que vino”, pues palero, ¿verdad?”.
LM: Ajá.
AF: “¿Qué te juego un volado de a $100 pesos?”, le dijo el que se encontró a él. “No, no traigo dinero, no, si trajera pos sí”. Luego me dice: “Pon el dinero, traigo una moneda de doble águila”. Sí, pues nos la jugamos. “No, no te la juego de a $100 te lo juego de a $500”. Y le dije yo: “No, aquí traigo $600, juégaselo de a $600”. Y se los di, se los di para que, para que se los…
LM: Para que los apostara.
AF: Para que los apostara, y a correr.
LM: ¿Se echaron a correr?
AF: Se echaron a correr. Fíjese lo que es la ignorancia, la inocencia de uno, ¿verdad? Y es que, y que fue, y eso que me dijo que era de Villa Unión y que me mencionó gente de allá, importante. Entonces pues yo, agarré una confianza tremenda con él.
LM: Y, ¿cómo sabía él que usted era?
AF: Y, ¿cómo sabía que yo era de Villa Unión?, eso fue lo que me llevó, me llevó a confiar en él.
LM: Entonces…
AF: Y con más razón, tenía que regresarme.
LM: Claro.
AF: ¿Verdad? Con más razón.
LM: Y cuando se volvió, ¿en qué año se contrató la primera vez?
AF: En el [19]59. En el [19]59, sí, ahí empecé, y, y…
LM: Y se tuvo que regresar.
AF: Sí, tuve que regresar, pues más bien por, me iba a regresar de todas maneras, porque mi casa de todos modos hacía falta.
LM: Claro.
AF: Hacía falta qué comer, hacía falta.
LM: ¿Alguno de sus hermanos también fue bracero?
AF: No, nadie.
LM: Nomás usted.
AF: Al menor no le gustó. Es lo que yo le decía así cuando me enojaba un poquillo, mi hermano el que me sigue, nunca me ayudó a trabajar. No quería traer leña, no quería, o sea, a él nunca lo rentaron por decirlo así. “Vete con fulano, te va a pagar tanto”. Nunca jamás, y era más alto que yo, más fuerte, pero siempre decía mi mamá: “¿Sabes qué?, él como que está enfermo”. “¿Por qué está enfermo?”. “Pues dice que un día que a la leña, que aullaron los coyotes”, y que quién sabe qué, y mejor se venía sin leña que ahí la dejaba tirada porque se asustaba, entonces, “debe estar enfermo”, decía.. “Ah, pues a lo mejor sí”. Y así fue, nunca me ayudó pues ahí a echarle la mano pues a mi padre. Porque mi padre no alcanzaba para nada, sí podía hacer lo que ya no alcanzaba. Él se iba a los ranchos, por ejemplo, había un ranchito que llovió de más, se puede decir, que les tocó la suerte que una nube se fue por allí y llovió y se levantó un poquito más la cosecha. Él se iba a ofrecer allá, me llevaba a mí también de grandecillo. “Pues vamos mijo, vamos a ver si nos ocupan allá a piscar el maíz o algo, a ayudarles a algo”. Pues andaba uno con uno y con otro y no: “No pues mire nomás que no levanté nada”, y ahí vamos. Y ya nos ocupaban, ellos nos daban, nos pagaban con un bulto de maíz, que con dinero no. Pues nos daba tantito frijol o nos daba tantito maíz.
LM: No había dinero.
AF: No había dinero. No había dinero, y así fue la situación.
LM: ¿Cómo era su papá de carácter?
AF: Muy bueno, un santo podría decirle. Sí, muy bueno mi padre. Y este, como le digo él no sabía leer ni escribir, puro trabajo, puro trabajo, y murió joven mi padre.
LM: ¿De qué edad murió?
AF: Cincuenta y cinco.
LM: Muy joven.
AF: Ya, ya viejito.
LM: Muy joven.
AF: Pero sí, el fue…
LM: Se acabó mucho.
AF: Se acabó, sí, se acabó mucho, trabajó muy duro y mal comido, y mal comido.
LM: Y se regresó usted. Cada vez que se regresaba, don Agustín, ¿era lo mismo?, ¿había que ir a los centros de contratación?
AF: Sí, sí, sí siempre. Cada vez que se regresaba tenía que ir a contratación, sí, cada vez.
LM: Tenía que pasar las revisiones, la fumigación.
AF: Sí, sí, sí, todo, todo. Y sí estaba enfermo alguien lo regresaban.
LM: ¿Siempre se contrató por Monterrey?
AF: Sí, sí, sí, sí.
LM: ¿Quién era el que decidía: “Ahora te vas a Monterrey, ahora te vas a…
AF: No sé, yo pienso esto, ¿no?, que los que mandaban las órdenes de pa contratar: “A mí mándame cincuenta personas”. “Uno, dos, tres, ustedes son para acá, ustedes se van para acá”. Son, me imagino que así se hacía.
LM: En su segundo contrato, ¿a dónde lo mandaron?
AF: Ahí mismo.
LM: ¿Ahí mismo se regresó ahí mismo ahí en la naranja?
AF: Sí, sí.
LM: ¿Les preguntaban a ustedes a dónde querían ir a trabajar?
AF: No.
LM: O nomás…
AF: No, no, no. “Tú te vas por ahí, tú te vas por ahí ya”.
LM: Entonces fue una suerte, ¿verdad?
AF: Sí, una suerte porque me decía mi tío: “Ojalá y me toque, no te toque el algodón cabrón, porque no, pues, va a estar difícil ahí, estás muy chavo tú y no sabes nada de eso”. Y no, pues no va, ahí me tocó.
LM: ¿Su tío ya conocía?
AF: Sí, ya conocía, él iba seguido pues. Cada año por eso iba y él me decía: “No, pues abusado con esto, y abusado con lo otro”. Pos sí, así..
LM: ¿Siempre se preparaban ustedes sus alimentos?
AF: Sí.
LM: O, ¿en alguna ocasión le tocó que tuvieran cocinero?
AF: No, no, nunca, nunca, unos se… Cuando uno quería tomarse un café, había una señora donde hacían comida pues. Ahí iba y se toma un café o un taco, traía, de vez en cuando.
LM: ¿Ahí mismo en…?
AF: Sí, ahí mismo en un pueblito, ahí mismo en el pueblito.
LM: ¿Cómo se portaba la gente en los pueblos con ustedes?
AF: Bueno, pues no había, no había manera de platicar.
LM: ¿No compraban algo?, ¿no?
AF: Pues iba a la tienda y pues un refresco y lo que sea y es todo, pero allá mejor no. No, yo nunca conocí pues a nadie, a nadie, porque no había tiempo. Se iba uno temprano, llegaba tarde, hacer de comer, a donde ya, ¿a dónde se iba uno? Tenía que descansar para otro día. Entonces ya no, ya no había manera de salir.
LM: ¿Le tocó conocer a la familia del patrón?
AF: No, nomás a ellos.
LM: Nomás a ellos.
AF: No, la familia nunca para nada. Nomás a ellos.
LM: ¿En cuánto tiempo le dieron su segundo contrato?
AF: A los tres meses. O sea, era un contrato de tres meses.
LM: Eran de tres meses.
AF: Sí.
LM: ¿En qué año fue?
AF: No, perdón, de seis meses eran, de seis meses eran lo contratos.
LM: De seis.
AF: Sí.
LM: Ese segundo, ¿en qué fue, al año?, ¿en qué época más o menos contrataban?, ¿se acuerda?
AF: En septiembre, septiembre, vaya en octubre, ya en octubre o septiembre, eran las contrataciones. Es cuando se levanta yo creo allá las cosechas de todos lados, sí en ese tiempo eran las contrataciones.
LM: ¿Alguna vez le tocó ver a La Migración por ahí, que les pidiera los documentos?
AF: No, no, nunca, no nunca. Salía acá y entrabas, nadie, nunca, no había ningún problema.
LM: ¿Había alguna gente que no fuera contratada en los ranchos?
AF: No, no, pura contratada había, que fuera contratada. Y ya muchos de ahí se iban, o sea, ya se vencía el contrato, se iban, no se regresaban a México, sino se iban pues de mojado pues.
LM: Desertaban.
AF: Sí, desertaban, se iban de ahí.
LM: ¿Cómo era eso?
AF: Pos, ya estando ahí lo que sea pos se desaparecían, y agarraban, a pa otro lado.
LM: ¿Alguna vez lo llegaron a invitar a…?
AF: No, no, no, no, nunca, nunca, nunca.
LM: Pero sí, sí notó usted que algunos se iban.
AF: Sí, unos se iban, algunos se iban para otro lado, y yo pensé: “Bueno, pues si aquí hay una seguridad porque estamos contratados, hay una seguridad como quiera, y se va uno por ahí en el camino y, ¿qué va a pasar?” No sabe uno ni que, ni que vaya a pasar. Sí, esa es la cosa, sí pasa no.
LM: Cuénteme, don Agustín, sembraban algún otro cultivo, o tenían algunas otras huertas de otra fruta ahí en el rancho.
AF: No, eran naranja, únicamente naranja.
LM: Fue únicamente naranja.
AF: Sí, naranja únicamente, pura naranja, unas ya viejas las huertas de árboles grandotes y otros, pos medianos y otros chiquititos porque ponían siempre pues.
LM: Claro.
AF: Estaban siempre.
LM: ¿Jugaban alguna cosa los fines de semana?
AF: Nada, nada, no había el tiempo para nada.
LM: ¿Lavar la ropa acaso?
AF: Lavar la ropa, ahí mismo la lavaba uno.
LM: Y, ¿cómo le hacían para su aseo personal?, ¿ustedes compraban sus cosas?
AF: Sí, sí, uno compraba su jaboncito y se bañaba, se bañaba uno, no había ni regaderas.
LM: No, ¿dónde se bañaban?
AF: Con bandejas se bañaban, con balde, a baldazos.
LM: A baldazos.
AF: Sí, no, no había regadera. Había una, un, ¿cómo se llama?, para ir al servicio, un este, eh.
LM: Unas fosas.
AF: Ey, unas fosas, si.
LM: ¿No tenían drenaje?
AF: No, no tenían nada, sí, no tenían.
LM: ¿Era poco higiénico?
AF: Sí, sí sí.
LM: Algo que recuerde usted que se hayan quejado con el patrón, o, alguna queja común entre los compañeros.
AF: Me recuerdo alguien que le pidió, o sea, ahí habían unas personas que se quedaban en el suelo, ¿verdad? Como le diría, como que llegaba más gente, si ya nosotros por ejemplo cincuenta, estaban llegando más, y ya muchos no alcanzaban cama pues por decir algo, y se quedaban muchos en el suelo. Y me acuerdo esa vez que le dijeron: “Oiga, pues otras literas, otras cama o algo lo que sea”. “No, pues deja ver mañana, pasado”. O sea, pero nunca, nunca lo hacían, nunca lo hacían. Y ya que se iba uno lo que sea, pues ya se acomodaba el otro ahí.
LM: Entonces sí había quien no alcanzaba cama o…
AF: Sí, sí, sí porque llegaban gentes pues. O sea yo me imagino esto, que al principio en septiembre por ejemplo, contratan tantas personas.
LM: Claro.
AF: Porque está empezando la naranja, está empezando. Pasa otro mes o, mes y medio como por decir algo, y ya la naranja ya se está para piscar toda. Entonces, necesitan más gente, eso es lo que pasaba, que llegaba más gente y ya no, no había donde dormir.
LM: ¿La segunda vez fue más fácil sobrellevar las cosas?
AF: Sí, sí, ya más fácil, no, los tres meses primeros eran los difíciles.
LM: Eran los más difíciles.
AF: Sí, sí, sí, tremendísimo, eso nunca lo voy a olvidar en toda mi vida, sí, eso.
LM: Ya después, ¿alguna vez sintió ganas de regresarse?
AF: Pues lo que pasa es que, ya arreglé trabajo aquí, arreglé trabajo aquí, ya nunca me acordé de…
LM: De volver.
AF: De volver, porque pues aquí tenía un trabajito más o menos bien que…
LM: ¿Nomás esas dos veces se contrató?
AF: Nomás esas dos veces, sí.
LM: ¿Cumplió el contrato de los seis meses?
AF: Sí, sí, sí. Y después me fui a Chicago, pero ya.
LM: Ya de ilegal.
AF: Ya de ilegal.
LM: Cuénteme de ese segundo contrato, cuando terminó su contrato, ¿qué le avisaron o qué les decían antes de que se terminara?
AF: No, bueno, uno ya sabía que el contrato se iba a terminar en tal fecha. Entonces ya, ellos no decían: “Vamos a seguir con otros dos meses, tres meses”. O algo no, ya el contrato se vencía y ya se venía uno.
LM: Y los llevaban.
AF: Sí.
LM: ¿Ellos los llevaban a algún lugar?, o, ¿ustedes se venían libremente?
AF: No, libremente, ahí había taxis o lo que sea, ahí nos vemos y ya vámonos y…
LM: ¿Les pagaban gastos por eso?
AF: No, nada, nada.
LM: ¿En qué se vino usted la segunda vez?
AF: En autobús.
LM: En autobús.
AF: En autobús, entonces…
LM: ¿Qué traía de allá, don Agustín?
AF: Pues traía ropita, traía ropa, porque nunca me gustó comprar aparatos eléctricos, nunca me traje nada de eso. Ni me gustaba oír música ahí tampoco, no, yo estaba en el trabajo y pensando en mi tierra acá y todo eso, no me interesaba lo demás. Entonces, pos camisa, pantalones, es lo que me traje nomás, y poco, ¿vedá?, porque no había pesos para comprarme mucho.
LM: ¿Cómo lo recibieron en su casa?
AF: No pos bien, bien, feliz ahí todo mundo, mis amigos, mi mamá, mi papá. “Qué bueno que ya regresaste”. Y esto y ya pues de ahí me vine para acá a Durango y aquí empecé a trabajar y ya, me olvidé de volverme a contratar.
LM: ¿Alguna vez sintió ganas de volverse a regresar?
AF: No, no, no, ya no sentí ganas.
LM: ¿Alguna vez se enfermó por allá?
AF: Pues sí, de gripa, por ejemplo, así de esas que tenía que trabajar uno.
LM: Claro.
AF: Con un gripón que tenía uno.
LM: Y de todos modos.
AF: Y de todos modos había que trabajar.
LM: ¿No les daban el día?
AF: No, no nada.
LM: ¿Tenían médico ahí en el rancho?
AF: No, no había médico. Había, bueno y sí ya la cosa era grave pero por decir así que necesitara un médico, iba uno con un médico a otro pueblo, no me acuerdo qué pueblo sería, no me acuerdo. Iba uno con otro médico, y él lo checaba a uno a ver qué.
LM: ¿Les cobraban ahí?
AF: No, no nos cobraba. Era por parte de la compañía.
LM: Parte del seguro.
AF: Sí, no nos cobraban. Sólo es lo que había ahí.
LM: Descríbame, por favor, un día de trabajo desde que se levantaba hasta que se acostaba.
AF: Pues, por decir, a las cinco de la mañana ya hay que estar levantado, a las cinco de la mañana.
LM: A las cinco.
AF: Sí, para estar arreglando el lonche que se va a llevar uno, ¿vedá? Ahí desayuna uno algo, lo que uno tiene, lo que uno tiene lo que sea, desayuna uno algo, prepara el lonche que se va a llevar uno. Y luego ya, pues allá se come su lonche, lo que haya llevado, un refresco, lo que sea, ya se regresa uno, pues ya llega uno, pues ya tarde pues, por decir ya, ya oscurito ya, o el tardecito ya, hay que llegar luego luego a hacer, o sea, a comer algo uno. Y a hacer lo que se va a llevar mañana.
LM: Claro.
AF: ¿Vedá? Y ese, un día de trabajo pues normal, allá pues, podemos decir.
LM: ¿Estaban cercas las huertas o estaba todo retirado?
AF: No, había unas muy lejos.
LM: Y, ¿ellos los llevaban hasta allá?
AF: Sí, nos llevaban el camión, el mismo camión, atrás del camión. “Súbanse, los que… en este camión súbanse”. Y vamos allá, camine y camine hasta que llegamos a la huerta, si esa huerta estaba malona la terminábamos de piscar, nos trasladaban a otra y así. Solamente que esa huerta estuviera buena, pues ahí completábamos camiones y camiones, pero nos traían de un lado para otro, arriba del volteo por decirlo así.
LM: ¿En qué trabajó usted cuando se vino acá en Durango?
AF: Ah, ¿aquí a Durango? Pues aquí empecé de ayudante de albañil. De ayudante de albañil, duré como, pues siempre me ha gustado, yo no sé por qué será, pero el trabajo que yo agarre, la gente me agarra aprecio, me agarra cariño, que ya no quiere que me vaya. O sea, anduve con, con varia gente ahí, de ayudante de albañil, con el tiempo ya el mayordomo, el maestro mayor que le llaman, me decía: “Mira, tú ve a traerte el material, ve pide clavos, ve pide esto, ve pide esto, y ahí deja este muchacho que haga lo que estás haciendo”. “Okay”. Y más, más tiempo, ya me decía: “Este, ¿sabes qué?, agárrate una cucharita, ahí vele dando pa que te vayas enseñando esto y lo otro”. O sea me consentía pues.
LM: Ajá.
AF: “Y, ¿sabes qué?, pónteme y ya mejor ponte a barrer aquí donde está la mezcla tirada, y ponte a barrer ahí en la… Y luego me decía, me decía Piolín por lo chiquito. Has de cuenta: “Oye Piolín, ¿vamos a trabajar el domingo?”. “Vamos”. Me acuerdo que me daba $10 pesos, íbamos a trabajar, porque agarraba contratos aparte del trabajo que traía, agarraba los domingos. “Pues vamos a trabajar”. Tempranito nos íbamos, ya para las tres, dos, tres ya nos regresábamos, se echaba un baño uno ya con sus $10 pesos en la bolsa porque ya era otra cosa. Así, así pasó mucho tiempo. Y luego, un primo, él trabajaba en una agencia de carros, de Chrysler, él lavaba ahí los carros, los barría ahí, y me dijo: “Oye, sabes que yo, ya me voy a salir, me voy a salir de ahí, voy a agarrar otro trabajo, ¿no te quieres ir?”. “Pos sí traigo, traigo aquí trabajo para mucho tiempo y, ¿pos cómo me voy? Ahora, según me dices tú, me pagan menos que acá”. Ahí pagaban $60 pesos a la semana, acá me daban $70 más las propinas que se echaba uno los domingos y todo eso. “Oye, pos, pos está duro”, dije, “bueno, pero pues voy a ir”. Y me fui, y me fui. Eso fue en el [19]61, en el [19]61, y me metí a, pos a tener los carros limpios, era un lote, un lote de carro de venta.
LM: Claro.
AF: A tenerlos limpios, a barrer ahí todo eso y, no pos ya para medio día ya tenía yo todo barrido, todo limpio y ya, ya nomás me metía a los carros a oír radio. (risas) Entonces dije: “Bueno, pero estoy perdiendo el tiempo aquí yo pues, si ya tenían media hora, ¿qué hago aquí? Pues el sueldo es el mismo, pos se me hace que estoy perdiendo el tiempo aquí”. Así pasó, pos qué diré, tres, cuatro años, y me fui poniendo abusado yo ahí, y le dije al patrón: “Oiga, yo quiero ser vendedor de carros”. “No, no, no, ¿cómo va a ser?, sí esa ropa que traes no es para que seas vendedor, pues mira”. “No”, le dije “pues es que no, pues no tengo ropa, tengo ahí para esto”, le dije, “¿sabe por qué le digo? Allá en Villa Unión se abrió un sitio, se abrió un sitio, y yo veo que aquí hay carros que tienen más de un año que no se han vendido, yo se los puedo vender allá, pero deme chance de trabajar de vendedor”. “No, no, ándele, ve, lávame mi carro ahí en la calle, lávame mi carro allá y listo”. Y bueno, pues que, pues ni modo, tiene razón, ¿verdad?, mal vestido, mal todo eso pues no, no se veía bien. Y así pasó, y se salió ese señor, el gerente de ventas se salió y entró otro, entró otro y lo mismo le dije: “Oiga, ¿sabe qué?, yo quiero ser vendedor, ¿no me echa la mano ahí para…, pues póngame a prueba. Póngame a prueba y si le funciono bien, y si no, pues me regreso aquí”. Y habló con el mero dueño él: “Oiga, ¿sabe qué? Agustín…, esto, y esto y esto, “yo sí le veo ganas”. “Póngalo a prueba, póngalo, póngalo”. “Ta bueno”. En tres meses, les vendí, garrero que no habían vendido en todo un año, pero garrero.
LM: Mire. (risas)
AF: Me fui a Villa Unión y allá acomodé unos y aquí mismo. Ya hasta ni lo quería creer, pero garrero de verás, garreros que no podían vender ellos, porque pues ya estaban muy mal y les arreglaban esto, les arreglaban lo otro y de todos modos y, carros viejos ya. No pues le vendí, me acuerdo que ese mes, me pagaron $3000 pesos, $3000 pesos. Uh, agarré a mis hijos y mi mujer y vámonos a comprarle ropa y me compré ropa y me compré corbata y todo, no, no, no fue, y dije: “Pues sí, ya me fue bien este mes pues que me vean que ya cambié de ropa y ya cambié de esto y que me sigan acá”. Y un día ya me habló el mero, el dueño: “Ven Agustín, háblele a don Arroyo el contador, háblele también, ¿sabe qué?, siéntate aquí, siéntese usted ahí, quiero que Agustín se dedique ya a las ventas, ya ocupe otras personas a que se vaya al lote para que sea el encargado del lote, y él va a ser vendedor ya”. Viera cómo me fue bien.
LM: Muy bien, qué bueno.
AF: No, no, no, no. Por eso yo ya nunca jamás se me…
LM: Jamás volvió a pensarlo.
AF: No, no, no para nada.
LM: Ni extrañó Estados Unidos.
AF: Para nada.
LM: Ni nada.
AF: Para nada no, no, me fue mucho muy bien.
LM: Qué bueno.
AF: Mucho muy bien me fue ahí, y, y duré treinta años ahí.
LM: Treinta años en la Chrysler.
AF: Treinta años, treinta y dos más para hasta eso, treinta y dos, ahí trabajé treinta y dos años y ya se cambió de dueño, o sea un hermano poquito más grande, y el hermano que entró como que nos traicionó pues, como que ya no quería gente de muchos años. Entonces pues ya me presionó y la verdad pues mis clientes, yo tenía muchos clientes doctores, ingenieros, de todo, tenía mucha gente.
LM: Ya tenía clientela.
AF: Y fieles, eh, porque yo creo les gustaba, a mí me gusta siempre ser de esta manera, sí a un cliente le prometo esta cosa, eso tiene que ser, vendía un carro nuevo y me decía: “Oye, pues hazme favor de sacarme las placas”. “Sí, cómo no, déjeme el dinero y la tenencia de… Al siguiente día: “Ahí están sus placas”. “Ahí está su propina, ¿verdad?”. Bueno, había compañeros que se robaban el dinero de las placas, se les escondían. “Oiga, ¿y tu compañero?”, “Oiga no ha venido ahora”. Y yo no agarraba la onda, llegaban los clientes y ellos se escondían, se iban por otra puerta, y yo pienso que ese fue el motivo de que la gente quería tratar conmigo. Iba gente: “Oye, ¿no está aquí Flores?”. “No, no está ahorita de momento, ¿qué se le ofrece?”. “No, pues quiero verlo, quería ver ese carro”. “No, pues si quiere, lléveselo, yo se lo presto, yo se lo vendo”. “No, no, quiero hablar con él, dile que vine, que vino el doctor fulano, que me llame o si no que se, que vino, que se lo lleve a mi señora, este color que se lo lleve a mi señora pa que lo vea”. Ahí llegaba yo, me daban el recado e iba y se lo llevaba.
LM: Y las comisiones eran para usted.
AF: Sí, pero es cliente que yo le vendía una vez, era, no para ese día, era para muchos años, y me fue muy bien.
LM: Don Agustín, me gustaría que me comentara, ya para ir finalizando su entrevista, ¿para usted, qué significa el término bracero?
AF: ¿El término bracero?
LM: ¿Qué sentimientos le causa esa palabra?
AF: Para mí es, me causa tristeza, me causa, pues indignación, no le puedo decir eso no porque no, tristeza, este mucho muy difícil es eso, ser bracero, difícil.
LM: Fue muy difícil.
AF: Yo, yo, no creo que los que hayamos ido, se hayan sentido felices, yo pienso que todo era por necesidad. Todos estuvimos trabajando por necesidad, no porque nos gustara estar en Estados Unidos.
LM: Claro.
AF: Me imagino yo eso que es todo.
LM: ¿Se siente usted orgulloso de haber sido bracero?
AF: No, no, orgulloso no, porque, bueno, hay una cosa, no sé cómo explicarme, para mí fue un beneficio que yo necesitaba en ese tiempo. Necesitaba el trabajo donde fuera, pero así que yo diga: “Me siento orgulloso de haber venido de bracero, y quiero volverme ir a ver, no, la verdad no, la verdad no porque se sufre muchísimo. Primeramente dejar la familia, eso es lo más, lo más grave, dejar a su familia acá. Los niños que están en la escuela no los ve uno ni los sabe manejar, ¿verdad? Solos van creciendo. Y eso para mí es una cosa muy difícil, pero le vuelvo a repetir, es la necesidad que tiene uno del dinero. El dinero que se necesita para todo.
LM: Sus recuerdos de esa experiencia, ¿son positivos o negativos?
AF: ¿De haber ido de bracero?
LM: Ajá.
AF: Pues en cierto modo positivos, sí, porque sí eso yo estaba buscando, irme y lo logré, pues para mí fue, pues sí, algo que yo necesitaba y, y que bueno que lo logré, ¿verdad?, pero sí se sufre muchísimo.
LM: Se sufre muchísimo.
AF: Sí, muchísimo.
LM: El haber sido bracero, ¿cambió su vida de alguna manera, don Agustín?
AF: No, pues no. No, porque pues, de ninguna manera porque pues fui, gané un dinero, se gastó y ya a los poquitos meses ya es como si uno dijera, ya no, pues ya no hice nada con ese dinero, ¿vedá?, que hubiera dicho yo, con ese dinero hice
esto donde me estoy manteniendo un negocito, unas vacas esto no, no, no para mí los dos, tres meses ya era lo mismo como si no hubiera ido.
LM: No rendía mucho el dinero.
AF: No, no rendía. No rendía, pues por la familia. Yo tenía muchos hermanos y que yo pues tenía que echarle la mano a mi padre ahí para eso, que unos zapatos, que una camisa para cada uno, lo que sea y se acabó. Se acabó y, y ya quedó la cosa igual.
LM: Don Agustín, pues quiero darle las gracias por habernos recibido.
AF: Pues ojalá y les sirva de algo.
LM: Y por haber compartido con nosotros su vida y sus experiencias. Estamos muy agradecidos, a nombre de la Universidad de Texas en El Paso y del Instituto de Historia Oral y mío en lo personal le agradezco mucho esta oportunidad que nos…
AF: Pues muchas gracias a usted que se molestó por haber venido hasta acá, ¿verdad?, pues no cuesta nada con…
LM: No, no es ninguna molestia, al contrario.
AF: Sí, ahí estamos para lo que se ofrezca.
LM: Muchas gracias, con esto vamos a dar…
AF: Ojalá y, ojalá y no sea la última vez que nos veamos.
LM: No, esperamos que no, esperamos que no, estamos a sus órdenes.
Fin de la entrevista
Interviewer
Martínez, Laureano
Interviewee
Flores Contreras, Agustín
Location
Durango, Durango, México
File Name Identifier
Flores_Contreras_DGO010
Citation
Martínez, Laureano and Flores Contreras, Agustín, “Agustín Flores Contreras,” Bracero History Archive, accessed November 25, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/184.