Aurelio Pereida Rodarte

Title

Aurelio Pereida Rodarte

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Aurelio Pereida Rodarte was born on January 13, 1925, in México; when he was only two years old, his mother passed away; his father was often gone and remarried four other times; consequently, Aurelio grew up alone; when he was eight years old, he began working in the fields; he was never formally educated, but he later learned to read and write as an adult; for a time, he worked illegally in the United States; during the late forties, he enlisted in the bracero program, and he worked in the fields of Arizona, Arkansas, California, and Texas, picking beets, cantaloupe, cotton, dates, potatoes, tomatoes, and watermelon.

Summary of Interview: Mr. Pereida recounts the various difficulties he faced during his childhood and adolescence; he was married by the time he was seventeen years old, and he had a tumultuous relationship with his wife; after they separated, he took on full responsibility for both of his children; prior to enlisting in the bracero program during the late forties he worked illegally in Texas; he chronicles going through processing centers in Chihuahua and Sonora, México, and being transported in cargo trains used to carry coal; in addition, he also underwent medical examinations and delousing procedures; as a bracero, he worked in the fields of Arizona, Arkansas, California, and Texas, picking beets, cantaloupe, cotton, dates, potatoes, tomatoes, and watermelon; he goes on to detail the worksites, living amenities, duties, payments, deductions, provisions, daily routines, working relationships, treatment, and recreational activities; moreover, he briefly mentions an accident in which a train and bus collided and half of the people died; consequently, the company went bankrupt after having to pay the families of the deceased workers; he also describes charging 50¢ to cut hair for other braceros on Saturdays before they went into town, which did not leave much time for him to rest; after the program ended he returned to México, and he was later able to legally immigrate to the United States.

Creator

Pelayo, Monica
Pereida Rodarte, Aurelio

Date

2006-05-26

Subject

bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Aurelio Pereida Rodarte

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini DIsc

Duration

55:00

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Aurelio Pereida Rodarte
Fecha de la entrevista: 26 de mayo de 2006
Nombre del entrevistador: Mónica Pelayo

This is an interview with Aurelio Pereira Rodarte on May 26th, 2006 in San Bernardino, California. The interviewer is Monica Pelayo. This interview is part of the Bracero Oral History Project.

MP: Bueno, señor. A ver, entonces cuénteme de su juventud, de su niñez.

AP: ¿Desde mi niñez?

MP: Sí.

AP: Mire, yo me crié huérfano. Mi padre se iba a trabajar, ¿qué cuenta daría si tenía frío o tenía hambre? Mi papá fue casado cuatro veces. La primer mujer se murió de una tifos y mi mamá se casó de viuda. Entonces, cuando se casó mi mamá con mi papá, le dijo mi abuelo: “Los muchachos aquí me los deja”. Tenía dos, una hija y un hijo; y se quedaron con él. Entonces, se casó con… Nací yo y al nac… Ella murió de parto, al nacer otro niño murió. Yo no lo co… Yo no lo conocí.

MP: Entonces, ¿cuántos años tenía su mamá cuando usted se murió? Digo, ¿cuántos años tenía usted cuando su mamá se murió?

AP: Pos yo pienso que he de haber tenido algún, un añito y feria, por ahí; casi los dos años, yo pienso.

MP: Casi los dos años.

AP: Porque me acuerdo que cuando me llegaba el hambre, me iba a la ladera a las tunas y me las comía con todo y cáscara, porque no podía pelarlas, ¿qué tan chiquillo no estaría? Me las comía con todo y cáscara, nomás las tallaba bien que no tuvieran (risas) espinas. Y cuando ya tenía yo dieciséis años, me decían mis primos: “Ya cásate pa que te laven tu ropa”. Y pos, el muy tarugo se casó de diecisiete años.

MP: ¿Usted?

AP: Ey. Y, la mujer de dieciséis.

MP: A ver, espérese un segundito. Nomás deje desenchufar estos… Bueno, sígale.

AP: Y, pos me casé. Pues mire, los celos son muy malos tanto en la mujer como en el hombre. La mujer ya mero me mataba. Me tiró una puñalada aquí, mira, casi me rajó el cuero.

MP: ¿Por qué?

AP: ¡Por los celos! Y sin, sin motivo, fíjate. Y ya no, no pudimos hacer vida. Ella corrió pa con la mamá, pensó que yo la iba a golpear o que le iba a hacer algo, no.

MP: ¿Con un cuchillo? O, ¿con qué?

AP: ¡Un machete así grande! (risas)

MP: ¡Ay, güey! ¿Qué serían, unos tres, unas tres pulgadas?

AP: Los celos, celos… Sí, yo creo que sí taba el cuchillo grande.

MP: Ey.

AP: Le decíamos nosotros cuchillo bayero. Y, y ya no hicimos vida. Me dejó los niños y ella se botó con otro.

MP: ¿Cuántos años, cuántos hijos tenían ustedes?

AP: Ya teníanos dos.

MP: Dos hijos.

AP: Sí. No nos quisieron casar, fíjate, porque teníanos, no, no teníanos la edad. Y entonces mi suegro dijo: “No, pos yo no quero que estén así, voy ir con el padre, que los case por la iglesia”. Dijo: “Sí, sí los puedo casar, pero no van a hacer fiesta, porque si hay algún desmadre”, dijo, “a mí me multan”. Y nos casamos por la iglesia, pero no duró nada el matrimonio, pronto nos apartamos. Duré ocho años. Yo mis chamacos los recogí con mi papá. Le dije: “Pos, ¿qué hago con mis chamacos? Yo me quiero ir a trabajar”. Que fue el [19]47. Entonces, dijo: “Vete a trabajar, yo me encargo de ellos”. “Pero, ¿qué dirá mi madrastra?”. Ya se había casado con otra señora. Dijo: “Aquí mando yo. Vete a trabajar”. Jue cuando salimos, porque ese año quedaron las labores por el suelo, no había qué agarrar. Todos los que sembrábamos, a medias. Quedaron los ranchos solos, porque no había trabajo, no había nada.

MP: A ver, espérese un segundito. Nomás deje…

AP: Pos, tan a suene y suene eso. (risas)

MP: Ey. Ya.

AP: Ya, (risas) dice usted.

MP: ¡Sígale!

AP: ¿En qué íbanos?

MP: Estaba hablando del año 1947.

AP: ¡Ah! Ah, pos ese año quedaron las labores por el suelo. Pos ya me fui. Llegamos a allá a Weslaco, Texas. Y así pasamos el río.

MP: Ey.

AP: Y allí luego luego, pasando el río agarramos trabajo con un ranchero.

MP: Y en esa, esa vez, ¿pasó sin papeles?

AP: Sí.

MP: ¿No tenía papeles?

AP: No, allí trabajamos dos años, dos años con ese patrón. Nos pagaba a $2 dólares de sol a sol. Duramos dos años trabajando ahí con él. Después, agarramos el riego yo y un compadre…Nos pagaban a $2.50, de seis a seis. De seis de la tarde a seis de la mañana. Ya cuando nos sentimos muy cansados, que ya no podíanos trabajar por las desveladas le dijimos al patrón: “Vamos a ver nuestras gentes. Ya, ya tenemos mucho aquí, vamos a ver nosotros”. Pero pura mentira. Yo, un tío me dijo: “Se van a abrir las contrataciones, andan juntando toda la gente pa llevarla contratada a Harlingen, Texas”. Ahí concentraron a toda la gente que andaba piscando algodón. Allí nos contratamos. Fue cuando me tocó en el estado de Texas, en el estado de Arkansas.

MP: ¿Le tocó en Arkansas?

AP: En la pisca de algodón. Allí trabajamos, pos hasta que se terminó. Cuando ya se terminó, nos regresaron. Entonces taban las contrataciones en Ciudad Juárez. Pos fuimos a Ciudad Juárez, allí nos contratamos, me tocó en Lamesa, Texas, en la pisca de algodón, pagaban a $0.02 centavos la libra. (risas) Se acabó, la terminamos la pisca. Entonces: “Pos que se van a abrir las contrataciones en Chihuahua”. “Pos vamos a Chihuahua”. Y allí nos contratamos, me tocó en Pecos, Texas. Allí también pura pisca de algodón y allí sí había trabajo a morir. Los rancheros, llegaban los rancheros que tenían ranchitos chicos: “Préstame tu gente pa levantar mi algodón”. “Pos a eso vinimos, vamos a jalar”. Pos, mira, el día que ya terminamos, que ya no había nada que hacer, nos trajieron unos borregos, nos los mataron allí y comimos carne hasta que llenamos. (risas) Sí, se quedaron muy contentos los patrones, muy contentos, porque les levantamos, no les dejamos ni un gajito. Pos que…

MP: ¿El propio jefe le trajo el…?

AP: El mismo patrón, los mismos patrones, ahí se juntaron, se cooperaron en todos los rancheros se cooperaron ahí pa, pa darnos chivos. (risas)

MP: Chivo de comer.

AP: Y borregos. (risas)

MP: Qué bueno.

AP: Sí. Y viera que pos de allí: “Pos que se van a abrir en Mexicali”. “Pos vámonos a Mexicali”. Entonces allí nos contratamos. ¡Ah!, no había entrada, no había contratación. Abrieron por una hora la frontera, en esa hora se metió toda la gente que había allí en la frontera. Nomás le daban una tarjetita y súbanse a los troques, y íbanos como cigarros, mira, (risas) a la pisca de algodón; se les estaban echando a perder la cosecha.

MP: ¿En dónde?

AP: Fue aquí en Mexicali.

MP: ¡Ah!

AP: Allí el, que el valle, es el Valle Imperial. Allí uno se quedaron piscando, de este, ¿cómo se llama? Dátil, otros piscando algodón y casi la mayoría piscando algodón, porque había trabajo de todo, de todo. Y allí nos contratamos. A mí me tocó en el Valle de San Joaquín. Allí anduvimos en la pisca de melón, la pisca de sandía, la pisca de tomate, piscando papa, rebote de betabel y desahije de betabel. Se acabó el trabajo, vámonos pa, pa México. Pos: “Ora que se van a abrir en, en Hermosillo, Sonora”. “Pos, vámonos a Hermosillo, Sonora”. De allí nos vinimos directamente a… Nos trajieron en un tren carguero. (risas) Toda la gente, a unos les tocó en unos furgones que nomás los dientes se les vían. (risas) De esos donde llevan carbón.

MP: ¿Tan sucios? ¿Estaban?

AP: Sí, pero los… Fíjate, los furgones eran onde cargaban camarón, a nosotros nos tocó onde carga el camarón.

MP: Entonces, ¿no tenían en donde sentarse?

AP: Apastuda. No, hasta dispués pusieron camiones, pero ya a las últimas. Ese día entramos más de mil personas y nos trajeron en un tren carguero de allí de Empalme hasta Mexicali. Luego, allí en El Centro, allí era onde… Allí lo ponían a uno los rayos X, lo registraban de todo y vámonos.

MP: Y, ¿qué más? ¿Qué tipo de examen le hacían a ustedes?

AP: Bueno, de todo. De todos los sentidos, la vista, los manos, los… Nos hacían hacer sentadillas, que no tuviéranos hernia; nos metían así los dedos que no tuviera hernia. Y luego de pilón, nos daban una rociada de polvo (risas) pa los piojos (risas) como a los animales. Y, vámonos. Nos daban una tarjeta y vámonos, a trabajar.

MP: Y, ¿no le tocó examen así en Texas?

AP: ¿Mande?

MP: En Texas, ¿también lo examinaron así o no?

AP: Sí, allá también. Sí, pos allá era, era… A toda la gente nos examinaban, a todos. Que no nos faltara un dedo, no nos faltara una mano, porque entonces, si le, si uno se fregaba en el trabajo o se mochaba un dedo, pos eso le tienen que hacer cierta cantidad. Entonces…

MP: ¿Le daban pa atrás cierta cantidad?

AP: Sí. Por, por la vida, eran $12,000 dólares.

MP: Entonces, ¿era como una aseguranza?

AP: Como aseguranza. Le daban $12,000 si se mataba. Y cuando nos tocó en Salinas, la lechuga, yo me tocó en la compañía Gary. Esa compañía Gary tuvo un accidente, casi se llevó el tren con toda, con todo el camión de gente, se mató casi la mitad de la gente. Esa compañía vino quebrando. Después, me tocó en la compañía England. Había la compañía Arenas, todo eso la England y la, en la esa, ¿cómo te dije? La Gary, la Gary. Esa, esa jue la primera. Esa fue una corrida larga, casi todo el año. Se acabó en Salinas, vámonos al Valle Imperial. Se acabó en el Valle Imperial, vámonos a Maricopa. De Maricopa, vámonos al Águila, Arizona. Maricopa es Arizona también, ahí ta adelante de, delante de, este, ¿cómo se llama? No me acuerdo orita.

MP: ¿Phoenix?

AP: De Maricopa vamos al Águila. Del Águila, escogieron toda la gente y vámonos hasta Salinas. A los mejores piscadores nos llevaron a la lechuga. Pero primero piscamos algodón y ya acá se acabó, vámonos a la lechuga. También fue una corrida muy larga. Yo recibía menos del cheque, dije: “Bueno, pues, aquí me rebajaron de la comida”. Porque le ponían comedor, camas de tres pisos y luego nos daban... A las seis de la, a las cuatro de la mañana ya nos estaban llamando para ir a desayunar. Pos, ¿quién iba a tener hambre a esa hora? Pero a las puras doce te llegaba la comida. Yo les pedía dos blanquillos y los batía con leche o con jugo. No. Y…

MP: ¿Dos blanquillos como la parte blanca del huevo?

AP: Todo, el blanquillo todo, nomás lo estrellaba uno y lo batía uno y ¡pum! (risas) Y ese era el almuerzo, porque no teníanos ganas de comer nada. Algunos sí almorzaban, yo no. Muchos no comían y allá onde pelaban las lechugas, ya andaban (risas) come y come lechuga. Y vieras cómo da sueño con la lechuga. (risas) ¡Uh! Ésa es buenísima y con azúcar, es mejor.

MP: ¿En serio?

AP: ¡Ey! Ésa, ésa no tienes que comprar tú medecina para dormir. Nomás come una ensalada con azúcar, de pura lechuga, te llega buen sueño.

MP: ¡Ah! Pos para la siguiente ya sé.

AP: No necesitas pastillas, no necesitas nada. (risas) Me acuerdo que íbanos en el camión sesenta trabajadores. El dormidero, (risas) pos todos comían lechuga. (risas) Y yo no comía, pero todos los que comían lechuga era un dormidero, llegábanos (risas) hasta el campo con… dormidos. “¡Ándele que ya llegamos!”. Sí, curioso, sí. No, me… le sufría uno muncho, porque pos yo duré ocho años para arriba y pa abajo y me conseguí otra novia, que fue ésa me dejó ocho, ocho de familia. La primera me dejó dos y que ya murió y luego me casé con otra.

MP: Entonces, ¿no se casó con la que tuvo ocho hijos?

AP: No, mira. La primera me dejó dos, que nos largamos por, por peleonera.

MP: Peleoneros. (risas)

AP: Y yo me quedé con los niños. Y luego la segunda, a los ocho años, me la conseguí. No quería, porque teníanos ya tres años de novios y nomás me estaba echando mentiras. Entonces un día saqué la pistola, dijo: “Ora, caminas”. Y me la llevé a fuerzas. (risas) Me la llevé a fuerzas y dije: “Ora sí ya vete”. “No”, dijo, “pos ya me fregó, ya qué”. “Pos vete pa tu casa”.

MP: Y, ¿se casó a fuerza?

AP: Sí. Y ahí va siguiéndome como el perrito. (risas) ¡Ah! No nos casamos por lo civil. Y ella ya tenía treinta años, ya taba mayor ella.

MP: Y, ¿usted?

AP: Y yo también tenía treinta y uno.

MP: Ah.

AP: Ey, yo la llevaba con un año, pos ya tren… Tenía treinta y yo tenía treinta y uno. Y nos casamos por lo civil y ya antes de, antes de morir ella, nos casamos por la iglesia. Nomás que ya hace como un año y medio que murió ella de cáncer maligno en la vesícula. Yo no sé cómo le nombrara en inglés. Esa, la vesícula lo tiene uno aquí y a mí me cruz… Aquí me operaron en Loma Linda, de la vesícula. Por aquí me daba este dolor aquí así y me cruzaba hasta acá.

MP: Hasta atrás.

AP: Pero un dolor de no, ni acostado ni sentado ni corriendo, ni nada pa… Un puro grito. Me llevaron a Loma Linda, mi hijo que tengo en Somona. Se juntó un montón de doctores, pos: “¿Qu[i]én sabe qué será?”. Llegó un viejito, de esos sería el profesor. “¿[D]ónde te duele?”. “Pos, aquí mira. Pero denme una cosa que ya no aguanto esta dolencia”. Dijo: “Es la vesícula y está a tiempo de operarse”. “Pos, rájele”, yo pensaba que me iban a rajar la panza. No, me hicieron tres, tres agujeritos aquí.

MP: ¿Y ya?

AP: Y, ya. Se acabó el dolor.

MP: ¡Oh, mire!

AP: Bendito sea Dios, ya tengo tres años que me operaron.

MP: Ah, qué bien.

AP: Sí. Porque yo me vine quedando aquí. Se acabaron las contrataciones, saqué un pasaporte local, porque yo trabajaba en Tijuana.

MP: Entonces, en el [19]64, ¿usted ya se quedó aquí pa siempre?

AP: No, verás cuando el [19]64 nos entregaron. Entonces yo quise sacar un pasaporte de, de turista porque aquí vivía una hermana. Se había casado con un ciudadano y no me lo dieron, que tenía que tener sabe cuántos miles en el banco o escrituras de terrenos. ¿Pos de dónde agarraba yo eso? Y entonces, dije: “Pos, vayan a la fregada”. Me vine a Tijuana y allí cons… Agarré trabajo con un patrón de México que hace locales pa rentárselos a los americanos. Allí está la fábrica de la Sabrita, ta la fábrica onde hacen la lija, está la fábrica onde hacen partes de televisión y radio. Y luego está la fábrica del cerillo y luego la de la media. Cinco fábricas están allí y no le dan trabajo a cualquier persona los que le dan trabajo allí. Yo no sé porque no hacen eso aquí, con pura convenencia, ¿no? Pa trabajar a la gente. Si no trae papeles, pos lo trabajan a como les da la gana, ¿no? Y mira, allí llegaban estudiantes de la capital de México y con sus papeles, luego luego: “Yo vengo de la universidad”. Órale, luego luego a trabajar. Pero mira, yo allí taba trabajando y yo trabajaba en la obra. Allí me pagaban $34 dólares por toda la semana. Entonces, cuando yo saqué ese pasaporte local, entonces nos daban hasta Los Ángeles. Ora nomás los dan hasta San Diego pero tiene que presentar cartas del patrón y todo eso. No nomás se lo van a dar nomás porque sí. Conseguí ese pasaporte, llegué a Los Ángeles a ver a mi hermana y luego de allí le hablé a un sobrino y dijo: “Véngase tío”. “Pero, ¿cómo le hago? Pos, ¿a poco me va mal?”. “No”, dice, “escóndalo y véngase a trabajar”. (risas) Y de ese modo me vine quedando. Cuando se vino La Amnistía, yo trabajaba, casi todo el tiempo trabajé en los restauranes. Unas friegas que le… en el Denny’s, en los Denny’s, es una compañía muy grande, que hasta en México hay ya una, una compañía de esas. Allí trabaja… Son las veinticuatro horas trabajan. Éranos tres turnos y yo agarraba, yo me tocaba el turno de noche. El de tres de tarde a las once de la noche, ¿sí? Salía y luego había unos muchachos que me decían: “Ándale, vamos ir al baile, sábado y domingo”. (risas) Tenía que trabajar doble turno, dieciséis horas.

MP: ¡Ay, Dios mío!

AP: ¡Nombre! Yo he trabaja[d]o, que solamente yo sé lo que, lo que he trabajado en mi vida. Pos, ¿te imaginas dieciséis horas?

MP: Eso es demasiado.

AP: Pero, estaba joven, nuevo, yo tenía fuerza.

MP: ¿Eso era durante el tiempo de bracero?

AP: No, eso jue cuando ya taba yo con el pasaporte ese local que había saca[d]o.

MP: Y cuando era bracero, ¿tuvo que trabajar así?

AP: ¡No, no, pos también en la lechuga nos metían doce horas pa completar los pedidos.

MP: ¡Ay, Dios mío!

AP: Sí, es que hasta con los troques prendían las luces, hasta no completar el pedido de… Porque eran pedidos y tenía uno que completarlos. Cuando eran poquitos, pos salíanos temprano. Pero cuando era muncho, pos teníanos que trabajar doce horas, doce horas trabajábanos en la lechuga. En el algodón no, pos nos sacaban a gritos ya a oscuras. (risas) Desde que oscura la mañana entrábanos, hasta que se metía el sol, en la pisca de algodón.

MP: En la pisca de algodón.

AP: Allí no había, como en la mañana entraba uno tarde cuando tiene muncho rocío pos no, no lo dejan a uno piscar, porque ta mojao. Pero, nomás se secaba y hasta que oscurecía, sí. En la pisca de algodón, pos trabajaba uno más de do[ce], más de ocho horas.

MP: Entonces, ¿ustedes nunca tuvieron ocho horas fijas?

AP: No, no, no. Cuando trabajábanos por, por contrato, sí. Trabaja uno hasta… No, cuando nos pagaban por hora, sí, pero muy pocas cosas, muy pocos trabajos agarrábanos. Como el tomate, ese sí era por horas. Pero ya en la canería, esa era por cajas, que no me acuerdo a cómo nos pagaban la caja. En la papa, también no era por horas, eran cincuenta libras, según los costales que… Cos dan unos costalitos, nos lo fajábanos aquí.

MP: En la cintura.

AP: Sí. Y allí íbanos echando las papas y ya cuando tanteábanos que eran las cincuenta libras, los íbanos poniendo. Ya cuando terminábanos, contaban: “Tantas libras piscates”.

MP: Y, ¿cómo sabían cuál era de quien?

AP: No, uno las va, uno agarra… Mira, la máquina va, va sacando, la máquina la va sacando y va quedando la papa por encima y uno va así atravesado y la va uno pepenando. Cada quien lleva… Como yo puedo, llevaba de aquí a aquí y el otro de aquí a aquí así. Cada quien llevaba su cleme pa allá.

MP: Derechito.

AP: Derechito, sí.

MP: Ey.

AP: Pasaba de vuelta la máquina y vamos caminando hasta que salía uno a la orilla. Y allí era por cada, así es, es. “¿Cuántos costales piscates?”. “Pos, tantos”. Ya los anotaba.

MP: Oh, qué bien.

AP: Nos pagaban por costales. En el, en el apio, no, no en el betabel no, nos pagaban por, por tonelada.

MP: ¿Por tonelada?

AP: Sí. Yo agarraba el tractor, trillaba la hierba bien, bien; la hoja y todo y luego ya le metía los ara[d]os; aflojarlo la raíz. Porque la raíz es ansina, así de grande, la amole.

MP: ¿Es de unos dos, tres pies?

AP: Sí. Y luego con un gancho, con un machete así de largo, con un pico así, así iba uno y arriba el troque, pum, pum. Van doce de cada la[d]o y el troquero que va. Éranos cuatro de cada lado, entonces nos pagaban por toneladas, doce toneladas $24, doce y veinticuatro toneladas hacíanos al día. Y allí la, onde, de de allí viene ese azúcar, azúcar de betabel. Allí está la canería en Manteca, allí cercas de, de este…

MP: ¿Stockton?

AP: ¿Uh?

MP: ¿Stockton?

AP: Cerquitas de Stockton, ahí está la fábrica donde hacen el azúcar de betabel.

MP: Y, ¿qué hacía usted en sus tiempo de descanso? O, no, ¿no les daban tiempo?

AP: No, pos los sábados, los domingos, nomás el domingo teníanos de descanso, íbanos al cine allá a Stockton.

MP: ¡Ay!

AP: Nos llevaba el patrón.

MP: ¿El patrón los llevaba?

AP: Sí.

MP: ¿No llevaban ustedes a otras personas?

AP: No, pos, ¿pos, qu[i]én? A pie taba re lejos. El mismo mayordomo era el que nos llevaba, el mayordomo, no el patrón.

MP: El mayordomo.

AP: El mayordomo nos llevaba. “¿Quieren ir al cine?”. “Pos, órale”. Entonces andaba Jorge Negrete. Yo lo conocí bien joven.

MP: ¿Usted vio a Jorge Negrete?

AP: A Jorge Negrete lo conocí en persona en Stockton.

MP: En Stockton.

AP: Y aquí en Los Ángeles también lo conocí, aquí en Los Ángeles. Y luego andaba, este, Luis Aguilar. Y luego Toño Aguilar. Y luego, este, Pedro Infante. Pos todos los artistas, la Tongolele, qué bonito se metió bailando. (risas) Todos esos artistas los… Íbanos a, los domingos nos íbanos a divertir. Y yo hacía el pelo.

MP: ¡Oh! ¿Usted cortaba pelo?

AP: ¡Sí! Yo con esa maquinita de mano, allí cuando estábanos en Salinas, los sábados y los… Los sábados no me dejaban dormir, que todos querían el pelo para ir al cine. (risas) Ahí toy yo en friega.

MP: Y, ¿cobraba usted?

AP: ¡Claro! En el pueblo cobraban un dólar, yo cobraba $0.50 centavos. (risas) Sí.

MP: ¡Ah, qué bien!

AP: Sí. Nomás que yo aquí, había de ir a la escuela, ya obtuviera mi título. Pero como, como no sé el inglés, no lo he podido aprender.

MP: Y, ¿usted nunca fue a la escuela?

AP: Todo el tiempo en el campo. ¡No! Yo no tuve escuela. Yo sé leer poquito, pero el español, porque ese ingeniero me dijo: “Te voy a poner de mayordomo, enséñate”. Pero ya conocía yo la letra y empezaba ya a juntarla y a hacer cuentitas de sumar, de multiplicar y ahí fue donde aprendí un poquito. Pero yo no tuve escuela. En esos tiempos nuestros papases no se preocupaban por las escuelas, porque las escuelas las ponía[n] los padres católicos. Mandaban a las catequistas a los ranchos a dar escuela, pero cobraban. Y a mi papá, pues, no le alcanzaba.

MP: Pues, claro.

AP: Mejor me ponía a cuidar chivas, (risas) borregas, caballos y burros y vacas. Y no, yo me, yo me crié huérfano. Yo, mira, yo cuando me… Cuando yo, yo empecé a trabajar a los ocho años. A los ocho años ya sembraba en medio de dos yuntas y pos, sepa cuánto le darían a mi papá por el trabajito. Ya cuando tuve diez años, yo ya trabajaba de mi cuenta y ya ganaba $0.25 centavos, de sol a sol.

MP: Veinticinco centavos en México, ¿verdad?

AP: En México. Y $0.50 centavos después, ya cuando ya tenía yo doce años, trece, catorce años, ya ganaba $0.50 centavos y luego, ya un peso. Pos, ¿qué era un peso? Allá por Texas me los ganaba en una noche, con toda la semana. Pos sí, en ese tempo estaba a $4, el [19]47, taba… El [19]47 taba a $4, a $4.50, pero no se lo pagaban a uno así. A $4 se lo pagaban a uno. Mandaba yo, a mi papá le mandaba sus centavitos cada mes y así se lo pagaban, a $4.

MP: Entonces, ¿usted siempre tenía comunicación con su papá?

AP: ¡Oh, sí! Pos, tenía que mantener mis chamacos. Le mandaba dinerito a mi papá, nomás que a veces le iban las copas. (risas)

MP: ¿A su apá?

AP: Sí. Nos peleamos una vez. “Oiga papá, ¿cuánto tiene de, me tiene de dinero?”. “No, a mí no me mandates dinero”. “¿Cómo que no? Vamos al correo a reclamar ese, ese dinero”. No, pos dijo: “Mire, Tobalito”, porque se llamaba Cristóbal mi papá. “Mire, Tobalito, aquí está onde firmó”. (risas) Allá ve. “Ah, pos yo te voy a pagar todo”. ¿Con qué me pagaba? Si estaba en la limosna. Es que le gustaba mucho la tomada, porque el vicio es malo.

MP: ¿A usted nunca le gustó?

AP: Es el que destantea. ¿Uh?

MP: Tomar. ¿A usted nunca le gustó tomar?

AP: ¡No! Yo, y el hermano nunca fuimos tomadores, porque nos fijábanos, porque mi papá se volvía muy loco con la… Una vez ya mero lo mataban, nomás que yo me, yo me metí en medio.

MP: ¿A su hermano?

AP: A mi apá, lo iban a matar.

MP: ¡Ay, Dios mío!

AP: Y yo me metí en medio y le quité el cuchillo al amigo. Ya, como llegué con una piedra y le di un garrotazo en la mano y soltó el cuchillo. Y lo iba a matar. Y era, era… Tomaba mucho mi papá, pobrecillo, Dios lo haya perdonado, pero él tomaba mucho, sí. Y por eso nos peleamos. ¿Con qué me pagaba? Si, si no tenía con qué, si el pobre se murió en la limosna. Nosotros llenos de familia. Yo y mi hermano, pos sí lo ayudábanos con poquito, yo de vez en cuanto le mandaba su feriecita. Cuando trabajaba yo aquí de bracero. Pero, pos por lástima, pues. Pos yo tenía un chorro de familia. Pero ya te digo yo, bendito sea Dios, todavía Dios me tiene aquí. Tengo orita ochenta años. Pos haz la cuenta, nací el 13 de enero de 1925.

MP: ¡Uh, sí!

AP: Cumplí ochenta años el 13 de enero.

MP: Y bien derechito. (risas)

AP: Pos, todavía.

MP: Qué bien.

AP: Pero, las muchachas todavía me devisan, pero pos, yo como que no veo, (risas) porque no tengo. (risas)

MP: Pues, (risas) a veces no se puede.

AP: ¡No! Bendito sea mi Padre Dios. Mire, sí padezco de la nariz tapada, porque trabajamos entre el agua en el apio. Allí trabajábanos…

MP: ¿En dónde agarró apio?

AP: Allí en, en Salinas.

MP: En Salinas.

AP: Allí siembran mucho apio.

MP: Entonces, ¿tiene problemas ahora con la nariz usted?

AP: ¡Uh! Ya tengo años, desde que… Es que así íbanos, engripados, por no perder de trabajar. Así íbanos con la gripa y es malo bañarse uno engripa[d]o.

MP: Y,¿no tenían doctores ahí pa con usted?

AP: No, no, pos si esto me fue resultado ahora después. Tapado de la nariz y yo le he echado la culpa de eso que trabajábanos entre el agua con… ey. Y yo siempre, ahí tengo una bola ansina, de puros botellas. Voy con el doctor, me da gotas. Y ya me llevaron al hospital, me sacaron radiografía de la cabeza, de todos rumbos. No me han dicho que es lo que tengo, si encontraron víboras o culebras, (risas) pos no, no me dicen nada.

MP: Qué raro.

AP: Yo, sabes que lo que, único que me está curando es una hierbita y ésa me la dieron... Pongo a hervir la hierbita, se llama poleo. La pongo a hervir y me echo en la noche las gotitas y luego le revuelvo un líquido que es también, que es para doce horas y mira, ya ahora sí, ya bien destapado de la nariz, bien a gusto. Y lo que traigo, también de cómo… Sabe, dicen que por las malpasadas, ese ardor aquí le nombramos nosotros agruras, que le dicen úlcera gástrica. Eso sí le he padecido mucho. Y, eso el doctor me da pastillas. Me tomo una y no me dan en todo el día. Pero, si vuelvo a comer, me da, necesito tomarme dos pastillas. Pero no, casi la mayoría del tiempo me tomo nomás una, me tomo, ey. Ese es todo mi enfermedad. Pero de lo demás, pos la nariz tapada, bendito sea Dios que con esa hierbita me ido componiendo, ya no necesito doctor, no necesito nada.

MP: Oh, qué bueno.

AP: Ey, porque… ¡nombre! Nomás taba como los niños chiquitos, nomás se oscurecía y ahí toy con la nariz tapada. (risas) Y ahora ya no. Duermo bien a gusto, siento que recordaba con la bien seca, que no alcanzaba saliva, pos con la na[riz], resollando con la pura boca. Y mira, esa hierbita me calmó eso.

MP: Ah, qué bien.

AP: Bendito sea Dios que ya duermo como un rey. (risas) Como dijo, ya nomás la costilla me hace falta.

MP: Ey.

AP: Otra costilla, sí, por un la[d]o.

MP: Bueno. Y, oiga, tengo una pregunta sobre las personas con quien usted trabajaba. ¿Eran puros braceros?

AP: ¿Braceros?

MP: Sí. Cuando usted trabajaba, ¿era siempre puro bracero?

AP: Pura raza, pura raza brava.

MP: De, ¿de usted? O, ¿de dónde?

AP: No, todos de diferentes partes. Yo, allí había, habíanos de Zacatecas, oaxaqueños, de Durango, de Chihuahua, de Guadalajara, de todas esas partes del…

MP: Y, ¿había gente indígena? ¿Había gente indígena mexicana?

AP: ¡Oh, sí! De los oaxaqueños, casi los más son indígenas. Venían contratados ellos y a platique y platique, y platique, pos solamente ellos se entienden. Pero hablan bien el español. Hablan…

MP: Entonces, ¿les hablaban a ustedes en español?

AP: ¡Sí! Hablan bien el español, pero ellos en su idioma hablan, sepa lo que dirán. Güiri, güiri y a risa y risa. (risas) Yo anduve trabajando entre oaxaqueños y luego, de Irapuato, de Guanajuato; compañeros que dormíanos en el mismo cuarto.

MP: Y allá en Oaxa[ca], ¿con los oaxaqueños en dónde estaba usted cuando trabajaba con ellos?

AP: Pos cada quien teníanos una cama de dos, dos pisos, o de dos pisos o de tres pisos. Uno dormía a mero arriba y otro abajo y otro más abajo. En un cuarto habíanos tres, seis, nueve, doce, doce personas en un cuarto como este. Pero las camas así y el corredor para salir y el baño y todo.

MP: Y, ¿en qué ciudad era eso?

AP: Aquí en, ahora cuando yo estuve aquí en, en Salinas.

MP: ¿En Salinas?

AP: Sí. Allí, allí para el… En todas las partes tuvimos, teníanos comedor. Cuando tuvimos en… No, cuando estuvimos en el estado de Arkansas los patrones nos dieron una estufa para que hiciéranos nosotros la comida en unas carpas de lona, allí en un campo grande. De allí llegaban los troques a levantarnos a la pisca de algodón. Eso jue en, porque ahí es muy llovedor. Fue en el estado de Arkansas. Ahí taba cerquitas, nos íbanos a ver allí el Río Mississippi. ¡Uh! Es un río tan grande.

MP: ¿El Mississippi?

AP: ¡Uh! Grandísimo. Allí nos íbanos. Cuando llovía no piscábanos. Y hay muncho, muncho nogal y ese nogal da nueces pero duras. Necesitaba uno quebrarlas con una piedrita pa comer. (risas) Y allí viendo los barcos pasar por el Río Mississippi.

MP: El Mississippi.

AP: ¡Oh! Pero, está grandísimo. ¡Nombre! Yo creo como de aquí a las… De aquí… ¡Sí! Yo creo como de aquí al puente. Ta grande ese, ese…

MP: De, ¿de ancho?

AP: De ancho, de ancho.

MP: De ancho.

AP: Como de aquí a… Sí, como a las cinco que le nombran ahí, que es la Fullhill pa allá y la cinco. De aquí a la cinco. ¡No! Pue[de] que hasta más ancho. Y allí pasan los barcos cargueros y pasajeros. Sí, nos íbanos. Pero una semana piscábanos y otra llovía. Allí es muy llovedor en el estado de Arkansas. Lo que hay es mucho ganado ahí.

MP: Ganado. Y, ¿a usted nunca le tocó trabajar con el ganado?

AP: ¡Oh! Yo estuve trabajando en Phoenix, Arizona un tiempo de… Allí, pero, era engorda de becerros. En la mañana temprano nos levantábanos a no… El cowboy a novillar, o sea, cortarle las bolsitas. Y va a inyectar y los otros a arrimarlos. Éranos cinco trabajadores en, en cada rancho. Y ese hombre taba tan rico, ¡jijo de la! Tenía como más de mil quinientas cabezas, ey. Sí, nuestro patrón. Cuando, cuando tenía gente contratada, tenía cien trabajadores en cada rancho. Pero ya cuando no quisieron ya dar gente, con cinco trabajadores les hacía el trabajo.

MP: ¡Ay, Dios mío!

AP: Sí. Porque ya no sembró verduras. Sembraba nomás algodón, pero compró dos máquinas pa piscar el algodón. Mira, el Gobierno no se da cuenta que esas maquinarias nos han desocupado, no nomás a un trabajador, miles. Mira, simplemente yo me doy cuenta que los que recogen la basura, en antes eran dos trabajadores o tres. Ahora nomás uno, porque la máquina levanta y los echa, tú sabes. Ya nomás uno, que es el mismo, el que va manejando. Y en antes no, se ocupaban tres trabajadores pa echar la basura. Ahora, mira, yo trabajaba con un plomero que era mi cuñado, ocupaba diez personas. Ahora nomás el plomero y el ayudante, porque la máquina hace la zanja y la tierra. Entonces, ¿ya pa qué queren trabajadores? Esas máquinas están desocupando mucha gente. La pisca de algodón, ocupaban miles, no cientos, miles de trabajadores. Ahora nomás meten las máquinas, anque se deshebre el algodón, porque ese algodón que pisca la máquina, ya es de segunda, porque revienta mucho la hebra del algodón. El algodón que se pisca a mano, es de primera, pero ya no hay quién pisque algodón. Y ya ni siembran. Yo aquí, mira, aquí no, no lejos aquí, en [Rancho] Cucamonga había huertas de fruta, de naranjas, unas huertas grandes de naranja, limón, este, uva. Ya ahora ya nomás unos pedacitos de uva, ahí ya los puros troncones, ya no hay nada, puras casas y casas, y casas. Ya sabe pa qué quedrán tanta casa. ¡Ay, no!

MP: Y más.

AP: Le digo, allí donde vivo, andan haciendo un edificio de tres pisos. Yo vivo en un edificio de tres pisos. Ahí ta uno nomás como el perico, viendo pa abajo. (risas) Y así ta, allí andan haciendo otro de también de tres pisos, mira. Les digo, mira: “Jaulas pa los pericos”. (risas) ¿Cómo ves? Mire, yo no sé a donde iremos a llegar con esta carestía de rentas. Yo anduve con mi hijo trabajando unos días, bueno, nomás que haciéndole compañía pa que no le robaran las cosas ora hace poquito. Él pone antenas de esas digitales. Y llegamos a una casa, le dije: “Oiga, señora”, hablaban español ahí onde llegamos. “Oiga, señora, ¿cuánto taba rentando la casa?”. No, nueva la casa. “No”, dice, “la tamos comprando”. “¿Cómo?”. “Sí”. “¿Cuánto le costó?”. “Trescientos mil y pico”. “¡Ay, hijo de la…! ¿Tanto?”. “Sí”. Pero allí estaba el esposo y la señora y luego el hijo con su esposa y el yerno con… (risas) Tres vecinos en una sola, hechos montón ahí.

MP: Ey.

AP: Pa vivir, pa, pa, pos pa poder pagar, solamente así. Y yo creía que nomás los latinos. No, fuimos a poner unas antenas a una casa de americanos. Allí estaba el papá, ahí estaba el hijo y ahí todavía el sobrino, ese con todo y familia, hechos montón también. Oiga, pero qué flojos son los americanos y miro un reguero pa acá y otro reguero pa allá, las yardas pura basura, pero, oiga, ¿por qué no se pondrán (risas) a tanto que vive aquí, no? No limpiar su casa, hombre. ¡Qué bárbaros! Yo anduve limpiando casas también. Y una vez juimos a limpiar una casa de unos americanos. ¡Huh! Nos tenía cuatro chiquillos, era un reguero de monos, pos de orilla a orilla. Y las paderes [paredes] todas rayadas, ahí andamos limpiando las paderes y los baños y todo; una cochinada, pero… Yo no sé cómo vivirá esa gente.

MP: Y usted cuando trabajaba de bracero…

AP: Sí.

MP: ¿Cómo se llama? ¿Le tocó trabajar con otra gente que no era mexicana?

AP: No, pos casi la mayoría fueron compañías, compañías lechugueras, compañías que pos eran, son compañías muy grandes. De las compañías esas ocupan, son los que ocupan la mayoría de la gente. Los rancheros, pos esos son los que siembran algodón, que siembran verdura, todo eso. Pero casi yo trabajé, como las dos temporadas que trabajé largas fue, que fue el, el [19]56 y el [19]64, eran compañías lechugueras. Esa, esas son compañías muy grandes. Eran, pos sabe cómo estará ahora, yo ya… Desde el [19]64, ¿te imaginas? Sabrá cómo está ahora. Pero sí, sí trabajé yo casi lo más en compañías. Como cuando trabajé en el Valle de San Joaquín, pos también era compañía. Nos pagaban el melón no[s] lo pagaban por toneladas, la sandía también. Nomás el tomate por, por horas, a $0.72 centavos la hora. Y luego, este…como el este, betabel, pos ese por toneladas nos pagaban, sí, ya le digo.

MP: Bueno. Y, ¿cómo se llama? Entonces y los mayordomos, ¿cómo eran? ¿Cómo los trataban?

AP: Bueno, cuando yo estuve en Salinas, me tocó un señor que se llamaba Lupe, muy buena persona. Pero yo lo barbeaba. (risas) Le gustaba la tomada y le regalaba su cervecita. No, nunca me decía nada. (risas) A los demás: “Órale, órale, muévele y ya”. A mí nunca me decía nada. Me quería mucho el señor, muy bien. Todos los mayordomos, yo les hacía la rasurita, pero que nadie se diera (risas) cuenta, (risas) pa que no me fregaran tanto. (risas)

MP: ¿Los demás?

AP: ¡Nombre! Había un mayordomo, que el día que no corría uno, no andaba a gusto. Hasta que un día se enhuelgó la gente. Fue en Valle de, en el Valle Imperial.

MP: Y, ¿qué era ese mayordomo?

AP: Sí…

MP: ¿Era americano, era…?

AP: Era mexicano.

MP: Era mexicano.

AP: Y era de esos Testigos de Jehová.

MP: Oh.

AP: Quién… Sí, sí era.

MP: Los Testigos de Jehová, ey.

AP: Sí. Es el que cuando el… Ttodo el que iba con él a orar, nunca les decía nada. Pero el que no iba, nomás andaba buscando el modo pa correrlo. Diario corría uno. Hasta que se paró la gente, todos se pararon. Éranos seis troques de gente, de a sesenta cada trabajador, cada troque. Se paró toda la gente. Llegaron los de la compañía, llegaron los rancheros y todo y: “¿Qué? ¿Qué pasa aquí? Que esto y que”. “Este mayordomo”, dice todos, “el día que no corre un trabajador, no anda a gusto”. No, pos sabe qué le dirían. Ya jamás nos volvió a decir nada, ni volvió a correr otro trabajador. Pero él siguió trabajando, pero no, ya no volvió a correr ni uno. Ya nomás dijo allí los de la compañía: “Muchachos, póngase a trabajar. Ya va a estar la cosa en paz. Vámonos”. Y de ese modo. Sí, pero sí había mayordomos duros, ni modo. Pero yo, yo sabía como manejarlos. Yo nomás los agarraba en el pueblo: “Órale”.

MP: ¿A pistear?

AP: No, pos les daba una cerveza y era más lo que les regalaba que lo que yo me tomaba. Yo no to[maba], yo no jui, yo no soy tomador.

MP: Ah, pues qué bien.

AP: Sí, yo siempre he tratado de, de vivir mi vida más o menos. Yo me crié solo. Yo me hubiera hecho rico cuando estaba trabajando en Tijuana, me hubiera hecho rico. Me decía un amigo: “Mira, tú que pasas todos los días pa San Diego, llévate una carrillera”, de ese polvo que le nombran, que dan el sobrecito a $5 dólares. No. Y luego, le platiqué al mayordomo de allí del… trabajábanos en la obra. “¡No!”, dice, “no te creas”, dice, “te van a matar el día que te quieras retirar”. (risas) Y no, le dije al amigo: “No”, le dije, “yo no llevo”. “Mira, que te vas a ganar buena feria”. “No, no le hace. Más, vale más estar más pobre que… No, yo no quiero pasar eso”. Pero, querían que les pasara una carrillera aquí en la… Pos cada rato pasábanos nomás a pasearnos. Y como los sábados, los domingos. Bueno, los domingos, porque es cuando descansa uno. Pero así es mi vida, fíjate.

MP: Bueno. Y, ¿hay otra historia que le gustaría contar?

AP: Sí.

MP: A usted, ¿hay otra historia que tiene que le gustaría que contar aquí?

AP: Pues mi historia es que yo siempre le he padecido a la vida, por mi esposa, mi familia en México. Pues, cuando tenía, no tenía papeles, pos tenía que aguantarme. Cuando estaba contratado, tenía que terminar mi contrato para poder ir a ver mi familia. Entonces…

MP: Entonces, ¿su esposa era de México?

AP: Pos ella era de México, ella estaba allá. Entonces ella también sufría porque ella era laque lidiaba, ella nunca trabajó en lo ajeno. Pero, pero, siempre taba al pie de sus criaturas. No, yo nomás le decía: “Ponga a los muchachos a estudiar y ponga esos muchachos a estudiar”. Porque mira, antes de que el muchacho le arreglara papeles a la mamá, porque él es ciudadano; se enfermó y ya no pudo venir. Pos uno necesita de todos modos el calor de la mujer. De todos modos uno solo, pos… (risas) Pos Dios impuso pa…Pos, hasta tú te haces a la idea. Dios impuso a mi mujer. Entonces, pos todo eso padece uno, ¿vedá? De, de esas necesidades de estar con alguien. Pero, tiene uno que aguantarse, porque pos, sí trabajo allá hay y el que no hace uno, como te digo. Lo que aquí gano en una, una hora, allá la gano en toda la semana. ¿Qué quero decir? Lo que aquí gana uno, sí, en un día… Por ejemplo, simplemente si yo trabajo ocho horas a $5 dólares, son $40 dólares, ¿no? Sí. $40 dólares. Allá me los gano en toda la semana y no todo, no completos, son $34. (risas) Sí.

MP: Entiendo.

AP: Esa es, esa es la idea de que los cambia uno allá y allá rinden. Yo hice mi casita, que ya ahora la vendieron los muchachos pa que se la reparta de puro trabajo de mí, porque yo no tenía ni en qué acostarme.

MP: ¿Cuándo estaba allá?

AP: Pos cuando estaba joven, que no tenía, no tenía nada. Nada. Aquí fue cuando empecé a hacer centavitos y este, compré un ranchito y como que empezó a crecer la familia, tuve que vender el rancho pa darles estudio. Ahora ellos no, mire, felices, tienen sus casitas propias. Yo no los ayudo, no me ayudan, pero tampoco los ayudo. Y quieren que me vaya pa allá que, ¿qué estoy haciendo aquí? Yo aquí estoy muy a gusto, ya me impuse. Pos como quien dice, aquí me crié. Ya ve, desde el… tenía diecinueve años, pos ya me impuse a estar aquí.

MP: Pues sí.

AP: Ahora aquí la facilidad que hay que ta la máquina ahí pa lavar la ropa. (risas) Aunque, mire, la traigo toda arrugada, porque no sé planchar. (risas) Sí, pero, bendito sea Dios, aquí tamos todavía, mire. Ya muchos dicen: “No, tú qué vas a tener ochenta años”. “Pos, hazle la cuenta”. No me la creen, (risas) pero…

MP: Se ve muy bien.

AP: Sí. Gracias a Dios, sí. Yo digo que sí, porque yo de mi sangre estoy bien sano.

MP: Pues qué bueno.

AP: De lo único que me molesta, es este ardor de aquí, de la agruras. Pero esa, esa no daña la sangre. Si yo taba de la nariz tapada, por lo mismo que trabajaba entre el agua. Porque en el apio va uno arriba de la máquina y los que van abajo cortando el apio, lo van a echando arriba de la parrilla ya cortado, ya cortado, sí. Y va por la parrilla y la parrilla lo está lavando. Va rodando el apio y lo está lavando y toda esa agua… Nos daban un pan[talón], botas de hule, pantalón de hule, camisa de hule. Pos de todos modos a la casa y todo yo aventaba la chamarra, no aguantaba el calor y la aventaba y me bañaba todito. (risas) Sí, pos el pantalón de hule, ¿te imaginas? Y trabajando, nos bañábanos en sudor, sí, sí. Por eso y por no perder de trabajar, fíjate. Porque el día que perdía uno, venía el cheque muy chiquito. Pos a $0.72 centavos. No, ya en el corte de lechuga, nos lo pagaban a $0.82, a $0.82 centavos la hora la lechuga y el be… el apio. Pero, casi la mayoría del tiempo jue casi algodón, ese es por contrato. El tomate de canería también por cajas es por contrato y pos, como el melón, pos por toneladas. La sandía, pos también por toneladas. Entonces el betabel por toneladas. Entonces, cuando había por horas, era cuando era el tomate para marqueta. Pero lo que también, trabajamos también en el, este, alcachofa.

MP: Alcachofa.

AP: Sí. Es una motita que se da así. Y ésa yo no sé como la preparan. Una viene ya…

MP: Okay. Ya, ya sé cual.

AP: Sí. (risas) Es una bellotita así.

MP: Ey. Se ve como corazoncito así de flor.

AP: Sí, que parece que va a florear, ey, es una motita, esa se llama alcachofa. Ese lo contratan en San Quintín los americanos. Allí tienen una canería, allí lo… Uno lo embotan y otro lo traen verde hasta acá. Llegan los troques allí a San Quintín y allí están las empacadoras empacando toda clase chile, allí se da todo. Y vienen a parar, esos troques vienen a parar aquí a San Diego y a Los Ángeles. Allí en el mercado ese de Los Ángeles, sabe si conozcas, ¿no?

MP: ¿Cuál?

AP: El mercadito que está allí en, en el centro de Los Ángeles, por la (ininteligible) y la…

MP: ¡Oh!

AP: Más abajito del Million dollar, onde era el Million dollar, que ya…

MP: ¡Oh, ya sé cual!

AP: Ahora ya está abandonado.

MP: En la Grant.

AP: Es una placita que está allí.

MP: Ey, sí.

AP: Allí llegan los troques que vienen desde San Quintín, México.

MP: ¡Ah!

AP: Y, ese estado lo compraba Estados Unidos. El presidente que estaba no lo quiso vender, porque se echaba la gente encima. Y, ¿sabe qué hizo?

MP: ¿Qué?

AP: Lo hizo estado libre. Allí tienen una colonia los americanos, pero son puros ricos. Tienen campo de aviación, tienen su buena colonia y ellos son los que les compran todos los productos de los rancheros que viven allí. ¿De dónde viene el tomate? De allí. ¿De dónde viene el tomate? De acá de Sinaloa. Porque aquí, en tiempo que está entrando el tomate de allá, aquí apenas lo andan plantando y todavía lo forran con un papelito. Nosotros anduvimos plantando tomate también por horas, nos pagaban por horas a $0.72 centavos la hora. Plantando el tomate y cuan… Pa que no se hele, se le tapa con un papel como plástico, pa que no se hele. Siempre que le entra el viento, siempre es bajo. Entonces cuando el tomate viene de allá, aquí no hay nada. Que aquí apenas estaba empezando la matita. Y ya cuando hay aquí, pos de todos modos, de todos modos no deja de venir de allá.

MP: De México.

AP: Lo que pasa, que allá los trabajadores les pagan una miseria.

MP: En México. Bueno…

AP: Ahora, el maíz, el maíz a veces va de aquí pa allá y puro amarillo. Cuando un año que no se levantó, ese año, el [19]47, que no se levantó, de aquí llevaban maíz amarillo, porque no había nada de cosecha en Zacatecas. Lo llevaban de aquí. ¡Nombre! Vieras a mi apá le hicieron daño las tortillas. (risas) Ese maíz taba… Sí, pos aquí lo curan pa que no se pique, porque el maíz se pica. Y no, gracias a Dios que aquí estamos todavía de todos modos.

MP: Bueno. ¡Qué bueno! Muchísimas gracias.




Fin de la entrevista

Interviewer

Pelayo, Monica

Interviewee

Pereida Rodarte, Aurelio

Location

San Bernardino, CA

File Name Identifier

Pereida_Rodarte_SANB015

Citation

Pelayo, Monica and Pereida Rodarte, Aurelio, “Aurelio Pereida Rodarte,” Bracero History Archive, accessed May 18, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/387.