Rodolfo Cruz Figueroa

Title

Rodolfo Cruz Figueroa

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Rodolfo Cruz was born near Mexico City, México; he was the oldest of six siblings; at an early age, he worked in agriculture; at the age of sixteen, he moved to Miacatlán, Morelos, México; he joined the bracero program in 1946, and worked in California, Oregon, Texas, and Wyoming; there he picked apricots, broccoli, carrots, cotton, lemons, lettuce, onions, oranges, parsley, potatoes, strawberries, and tomatoes.


Summary of Interview: Mr. Cruz recalls growing up near México City, México, and working in agriculture; he remembers moving to Miacatlán, Morelos, México at the age of sixteen, and joining the Bracero Program in 1946; as a bracero, he worked in California, Oregon, Texas, and Wyoming picking apricots, broccoli, carrots, cotton, lemons, lettuce, onions, oranges, parsley, potatoes, strawberries, and tomatoes; he describes the hiring process he went through, his experiences at the contracting centers in Irapuato, Guanajuato, México, and Empalme, Sonora, México, and the medical exams he endured; additionally, he details what daily life was like for braceros, what food and housing they were given, and the treatment they got from foremen; he relates an instance when he had problems with a Mexican-American foreman, and the discrimination the man had towards Mexicans; furthermore, he explains how he saved money for the future, and why many braceros did not do the same; he discusses what he did for recreation, and how he liked traveling during weekends; moreover, he states that being a bracero was a positive experience for him, and that it helped him buy his house and the land he still works on.

Creator

Domínguez, Violeta
Cruz Figueroa, Rodolfo

Date

2002-07-25

Subject

Bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Rodolfo Cruz Figueroa

creator (Spanish)

Domínguez, Violeta

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

1:27:20

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Rodolfo Cruz Figueroa
Fecha de la entrevista: 25 de Julio de 2002
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez

El día de hoy es 25 de julio de 2002, esta es una entrevista con el señor Rodolfo Cruz Figueroa en Mazatepec, Morelos.

VD: Señor Rodolfo, déjeme empezar por el principio. Bueno, ¿qué edad tiene ahorita usted?
RC: Ochenta y dos.
VD: Ochenta y dos años. ¿Usted me decía que nació en el Estado de México?
RC: Sí.
VD: En Coaxusco.
RC: Sí.
VD: ¿Cómo vino a dar para acá para Morelos?
RC: Vine a trabajar y ya no regresé, me quedé aquí.
VD: ¿A qué edad se vino usted para acá?
RC: De dieciséis años.
VD: ¿De dieciséis años? Y mientras antes en, hasta los dieciséis, ¿allá vivió siempre en Coaxusco, en el Estado de México?
RC: Sí.
VD: ¿Qué hacía por allá?
RC: Trabajar en el campo también.
VD: ¿En el campo?
RC: Sí.
VD: ¿Sus papás tenían tierras?
RC: No, no tenían tierras, terrenos.
VD: ¿Trabajaban a medias o…
RC: Trabajaban, sí, a medias
VD: ¿A medias?
RC: Sí, ajá.
VD: Y, ¿usted cómo supo que había trabajo acá? O, ¿quién lo trajo para acá a Morelos?
RC: Una persona que me hizo saber que aquí había mucho trabajo y fue como me vine para acá, con él mismo.
VD: Ah, ¿sí?
RC: Sí.
VD: Sus papás, ¿qué le dijeron?
RC: Que no me viniera. (risas)
VD: Y, ¿aún así se vino para acá?
RC: Así me vine
VD: Y, ¿aquí llegó a trabajar a qué, al campo?, ¿en qué estaba trabajando?
RC: Al campo, en la siembra del campo.
VD: En maíz, ¿o qué sembraba?
RC: Caña, maíz, frijol, cacahuate, pepino, melón, sandía.
VD: ¡Oh!, de todo.
RC: De todo.
VD: De todo.
RC: De todo lo que se cultiva aquí en el estado, arroz.
VD: Arroz también, sí, sí.
RC: Sí, de todo lo que se cultiva aquí.
VD: Y, a los dieciséis llego aquí. O sea que se estuvo como uno o dos años cuando se enteró de que se podía ir.
RC: De que había contratación y que podía irme.
VD: Y, ¿cómo fue que se enteró estando aquí, señor Rodolfo, de que andaban contratando braceros? Eso, ¿en qué año fue perdón?
RC: El [19]46.
VD: [Mil novecientos] Cuarenta y seis. No tenía mucho, pero ya habían empezado las contrataciones.
RC: Sí, sí ya habían empezado.
VD: ¿Cómo se enteró usted?
RC: Por este, por un amigo que él, este, era integrante de un, de política. Y como la política en ese año fue, este, bueno el partido que él pertenecía perdió. Entonces al ver perdido su, ¿cómo le pudiera decir?, su candidato a la presidencia le dio esa facilidad a todos los de su partido de que el que quisiera irse a Estados Unidos, que se fuera. Entonces él me dice: “Mira Rodolfo, ¿quieres ir a Estados Unidos?”. Le digo: “Sí, sí quiero ir”. “Pues mira yo tengo una lista que estoy haciendo y nos vamos a ir para, pal sábado”. Era jueves cuando él me dijo y salimos luego el sábado.
VD: ¡Ay!, ¿tan rápido?
RC: ¡Rápido! Nos presentamos y todavía estaban las contrataciones en Cuautla, Morelos y allí fui contratado a Estados Unidos.
VD: O sea que usted se fue de aquí a Cuautla.
RC: Sí.
VD: Con un grupo de aquí mismo de…
RC: De aquí mismo de Miacatlán.
VD: Miacatlán de la zona. Y allá en Cuautla, ¿lo seleccionaron?
RC: Sí.
VD: Y de Cuautla, ¿hacia donde se fueron, señor?
RC: Nos fuimos a Guanajuato.
VD: ¿A Irapuato?
RC: Sí, a Irapuato onde, onde nos hicieron exámen médico del, de los pulmones (gallo cantando) y allí nos dijeron que todos los que habíamos pasado ya por examen, sí, por rayos X y el examen médico, que ya, y que habíamos salido perfectamente bien, que ya podíamos pasar a firmar nuestro contrato para ir a trabajar a los Estados Unidos.
VD: ¿Ahí también le hicieron análisis de sangre y todo eso? (gallo cantando)
RC: También me hicieron análisis de sangre, sí.
VD: Y, ¿no le dijeron nada por su edad, señor Rodolfo?, que estaba usted muy joven.
RC: Para nada.
VD: Ni le pidieron algún papel de aquí, o algo.
RC: No me pidieron ninguna constancia de nada. Nada más mi puro nombre, que a dónde iba yo y quiénes eran mis padres para ponerlos como tutores ¿verdad? Eso fue todo nada más.
VD: Ándele. Señor Rodolfo y cuando a usted lo invitaron a irse para allá, ¿qué lo animó a irse a Estados Unidos? (gallo cantando)
RC: Me animó a irme en la situación en que yo me encontraba que no tenía, no tenía dónde vivir. Yo alquilaba un local para poder vivir, no tenía yo nada. Ni tenía yo un medio para poder, este, comprar. Entonces me vino a la mente que yéndome para allá que se ganaba un mejor sueldo, yo podía, al regreso yo podía comprarme dónde vivir y con qué poder trabajar propiamente. Así, y así lo hice. Hasta la fecha con lo que yo me traje de los Estados Unidos (gallo cantando) hasta ahorita estoy trabajando todavía con eso.
VD: Ay, no me diga.
RC: Sí.
VD: ¿Con lo qué ahorro de allá?
RC: Con lo que ahorré allá yo compre aquí un terreno y compré un lugar dónde vivir, que fue lo primero. Y luego compré un terreno donde trabajar, (gallo cantando) donde ahorita estoy trabajando.
VD: Ándele. Mire, pues desde entonces.
RC: Entonces sigo viviendo con lo que de allá me traje.
VD: Cumplió con lo que había pensado.
RC: Sí.
VD: Y, ¿tenía usted algún amigo o algún pariente que se hubiera ido antes a Estados Unidos, señor Rodolfo?
RC: No.
VD: ¿No?
RC: No tenía yo a nadie.
VD: Y de la misma gente de por aquí, ¿había muchos que ya se habían ido o todavía no?
RC: Todavía no iban. (gallo cantando)
VD: ¿No le daba a usted un poco de temor irse para allá?
RC: No me dio nada.
VD: Sin conocer.
RC: No me dio nada de temor, mi interés era lograr lo que yo había pensado. Si yo llegaba a los Estados Unidos, no tirarme. Como sabía yo que había mucho, mucha prostitución allá, pero yo no iba por eso, yo iba por un billete, (gallo cantando) para salir adelante. Porque muchos, nuestros compañeros que fueron compañeros de trabajo que anduvieron conmigo por durante, durante más de dos años, muchos de ellos cuando nos dijeron: “Todos para México”. Una orden presidencial, no más contratos. Muchos de ellos no tenían ni para venirse, ni para venirse. Entonces algunos de ellos yo les dije: “Miren, yo les dije muchas veces que guardaran un poquito de lo que ganaban para cuando nos viniéramos”. No íbamos a ser estables en los Estados Unidos, éramos contratados y un día nuestro Gobierno nos iba a tener que regresar a México, nunca hicieron caso. Así es que lo que, el cheque que recibían, por decir el sábado, que era el día de pago, entre el sábado y domingo se acabó el cheque. Al lunes que era ya el día de trabajo luego me decían: “Mira Rodolfo, préstame $10 pesos pa los cigarros, que pal refresco”. Y yo les decía: “Bueno pues, ¿qué a ustedes no les dieron cheque el sábado?”. “No, pero nos lo gastamos”. “Bueno, pues ahora aguántense, no, no les voy a prestar nada”. Pero a veces sí les prestaba yo que los $5, que los $10 dólares. Pero de que me agarraban de buenas de que no, no les prestaba nada y andaban sufriendo. Pero nunca quisieron guardar. Entonces dos de ellos que eran del mismo estado de aquí de Morelos, que andábamos juntos este, les dije yo: “Miren, yo ya no los estimo como amigos, sino como un familiar, como familiares míos y ahora ya nos vamos a ir todos, ustedes no se queden. Yo me comprometo a darles sus alimentos en el camino (gallo cantando). El pasaje no porque ese nos lo van a dar hasta onde nos contratamos, pero los alimentos ya no nos van a dar”. Eso nos dijeron de aquí, de allá para acá y ustedes van a tener que pagar sus alimentos. Pero no quisieron venirse, se quedaron. Porque la compañía en que nosotros trabajábamos cuando el cónsul fue y nos dio esa, esa noticia. Nos dijo: “Todo aquel que quiera quedarse a trabajar en la compañía, la compañía les da trabajo. No les va a quitar el trabajo, pero van a quedar como desertores. Ya no va a tener ninguna garantía, van a tener que pagar el raite al trabajo, van a tener que pagar luz, van a tener que pagar apartamento, ya no va haber ninguna garantía. Así que el que se quiera quedar en la compañía, que se quede, pero ya no va a haber ninguna garantía”. Entonces yo no me quise quedar. Yo tenía manera ya de poderme haber venido, ¿no? Así que, ¿para qué me quedo?, mejor me voy. Lo que me, lo que ya me gané a lo mejor me lo voy a gastar en pagar todos estos gastos que voy a hacer. No, mejor me regreso y me vine. A los, como a los tres años o cuatro años de que yo ya había comprado mi lugar donde vivir y lugar donde trabajar, hubo otra oportunidad y me volví a ir otra vez. Y así jui como unas cuatro o cinco, o ocho veces, ya ni me acuerdo cuantas, pero contratado.
VD: ¿Siempre se fue contratado?
RC: Siempre fui contratado, la última vez que regresé para allá a Estados Unidos estuve en el estado de Wyoming. Allí estuve trabajando nomás cuarenta y cinco días.
VD: ¿Qué le tocó por allá?
RC: De este, cultivos de betabel.
VD: ¿Desahije le tocó?
RC: El desahije de betabel y ya me vine y ya no volví.
VD: ¿Ese fue su último contrato?
RC: Mi último contrato.
VD: Wyoming, de cuarenta y cinco días.
RC: Sí.
VD: Y, usted antes de irse, ¿cómo se imaginaba que iba a ser Estados Unidos señor Rodolfo? ¿Qué se imaginaba que se iba a encontrar por allá?
RC: Pues yo cuando, cuando yo me fui, en el camino iba yo pensando precisamente lo que me está usted preguntando. Que cómo sería allá, ¿no? Y cómo iría a hacer, iría yo a hacer para poder, este, hacerme entender porque yo no sabía inglés. Dije: “Pero bueno, ya vengo y voy para allá a ver cómo me va”. Bendito sea Dios me fue bien, este, no tuve problemas así, pero vaya que como a otros que tenían problemas pero porque se los buscaban desde luego, ¿verdad? Pero cuando yo llegué allá sí para mí fue una gran sorpresa, un país muy desarrollado, completamente desarrollado a como nosotros vivíamos aquí en nuestro país. Todo muy diferente y me venía a la mente, pues yo no me esperaba haberme encontrado con esto, no. ¡Qué pueblos tan bonitos, tan bien arreglados, todo muy cambiado!
VD: ¿Qué le llamaba más la atención de allá cuando llegó? ¿Cómo se daba usted cuenta de sí lo que… ¿Qué era lo que le llamaba la atención, pues?
RC: Pues lo que me llamaba la atención era un buen trabajo para poder ganar yo un buen sueldo. Aunque algún, en el trabajo sí tuve, tuve de todo, bueno y malo. Porque cuando yo empecé a trabajar llegué a pisca de naranja.
VD: ¿Le tocó en California su primer contrato?
RC: En California, me tocó en California, en un pueblo que se llama Riverside. Y ahí estuve en Riverside cerquita de Indio, este, ahí estuve nada más quince días en Riverside. Cuando fue el día de pago, que fue día de quincena, nos llamaron a todos los que habíamos llegado y que cumplimos quincena y nos dijeron como, conforme íbamos, nos iban pagando, nos iban diciendo: “Todos ustedes que ya se les pagó su quincena, regresen a su cuarto y arreglen su equipaje porque van a salir”. Cuando yo estaba tan contento allí en ese pueblo muy bonito, ¿no? Y, pero no nos dijieron a dónde íbamos a ir. Nomás: “Van a salir ya de aquí”. Y nos llevaron a un pueblo que se llama Hemet, ahí cerquita, a pisca de semilla de betabel. Después de allí nos dijo el mayordomo, dice: “Aquí van a trabajar nada más nueve días y aquí se les va a pagar a dólar la hora y van a trabajar doce horas”. Efectivamente sí nos pagaron a dólar y trabajamos doce horas, pero nada más por nueve días. Y luego me dieron, nos dieron otro cambio a un rancho que se llama Rancho Wilson a pisca de chabacano. Entonces allí en esa pisca, en ese Rancho Wilson, este, estaba yo muy contento por parte del patrón que era tan gentil. El patrón no recuerdo su nombre, pero se apellidaba Wilson. Porque ahí teníamos trabajo en el día y teníamos trabajo en la noche. Porque él, él, este, la fruta que él cosechaba, el chabacano él mismo la estaba procesando en mermeladas.
VD: Ah, ¿él tenía la planta?
RC: Sí, él tenía. Así, es que ahí tenía más de, yo creo como unas quinientas personas trabajando, de mujeres había como unas cuatrocientas más o menos, que trabajaban.
VD: Ah, ¿la mayoría eran mujeres?
RC: Mujeres, las que traba… Nosotros trabajábamos en la noche, pero hasta las once más o menos trabajábamos. Pero trabajábamos por contrato a deshuesar este, chabacano para que lo sacaran a otro día a los asoleaderos. Después, pues un día yo tuve un problema allá. Tuve un problema con el mayordomo, este, en el campo, en la pisca. Pasó esto, que se acabó el envase y pasó avisando: “Por favor no más, no pisquen más chabacano porque no tenemos envase”. Yo cogí unos, me empecé a escoger unos chabacanos de los más bonitos para comer mientras que llegaba el envase. Tonces un compañero de trabajo que estaba cerca a mí, ya era un señor de edad, no escuchó, este, la razón.
VD: La orden.
RC: Ah, la orden que dio el mayordomo y siguió piscando él. A la media hora de que él dio esa orden, regresa y lo encuentra piscando y lo maltrató muy groseramente, bastante. Que a mí me dolió, ¿no? Porque era mi paisano, ¿no?, tenía yo que respingar, ¿no? Me metí en defensa de él. ¿Por qué lo estaba maltratando así? Pero muy agresivamente, me contestó muy mal y por ese motivo yo empecé a tener, este mala, mala conducta con él porque yo, pues respondí por aquel compañero. Entonces a los pocos días volví a tener otro problema con él por una zeta en el trabajo, porque va, como son calles donde van las plantaciones de árboles y cada lado le tocan a uno cuatro árboles, le nombran zeta. Y yo llegué a una y estaba libre y la otra también libre, pero agarré la que estaba más buena, ¿verdad? No iba yo a agarrar la que estaba mala. (risas)
VD: Claro.
RC: Claro. Y ese fue otro problema que tuve con él. Porque llegó y me dijo: “¿Por qué agarraste esta zeta si no te pertenece?”. Y digo: “Claro que me pertenece porque las dos están libres y yo podía agarrar cualquiera de las dos”. “Pues no”. Ahí entramos en problema yo y él, cosa de que no llegamos a un acuerdo por eso y yo no dejé la zeta. Tonces lo que hizo este señor, ¡ah!, después de que otros compañeros oyeron que yo discutía con él, vienen conmigo pa ver qué pasaba. Entonces este, me preguntan a mí: “¿Qué cosa pasa Rodolfo?”. Digo: “Mira, aquí el mayordomo pues me está regañando, pues injustamente porque agarré esta zeta estando las dos libres yo agarré la que estaba mejor y lo que él no le convino”. Pero por la razón de que les daba facilidades a los este, a los nativos de allá.
VD: También a con, en donde usted estaba piscando, ¿también había gente de allá?
RC: Había, había gente de allá.
VD: ¿Pero eran mexicanos de origen?
RC: Mexicanos.
VD: ¿Nacidos allá?
RC: De origen mexicano.
VD: Y el mayordomo, ¿también era de origen mexicano?
RC: También era mexicano, pero él iba a favor de ellos. Entonces le dije yo, le digo: “Usted lo que pasa es que nos está usted, este, humillando a nosotros, porque venimos, no sé cómo usted lo imagine, pero aquí todos tenemos derecho, ellos también son mexicanos. Si ellos, si uno de ellos le toca esta y esta libres, cualquiera hubiera agarrado la más buena”. ¿Verdad? Por conveniencia también, ¿no? Y total que aquellos muchachos también, otros tres abogaron también, se metieron al mismo problema, entonces dijo el mayordomo que nos iba… Tonces me pide a mí el número de mi contrato, ¿no?, del trabajo y se lo doy, dice: “Pos tú estás reportado para México”. “Ta bien”, no, no me opuse, ¿no? Le digo: “Está bien, me voy para México”, ¿verdad? Entonces los otros también este, los reportó, los cuatro para México por ese motivo. Entonces en la tarde cuando fue hora de cena llega el mayordomo y llega el señor Wilson.
VD: ¿El patrón?
RC: El patrón y dice este, dice, porque hablaba perfectamente español.
VD: ¿Pero él era norteamericano?
RC: Norteamericano, pos era el, él era el patrón, ¿verdad? Pero hablaba perfectamente el idioma español y nos dice él, dice: “Miren, tú Rodolfo”, y bueno, fue nombrando. Dice: “Yo sé que todos, ustedes cuatro tuvieron problemas con el mayordomo y los reportó a México, entonces yo no quiero que ustedes se vayan a México. Yo estoy muy contento con todos ustedes y no quiero que nadie se vaya a México, quiero que sigan trabajando”. Este, tonces jue cuando yo contesté, le digo: “Mire, yo me voy a México. Yo no me quedo porque ya con esta son dos veces que yo tengo problemas con el mayordomo y para próxima vez no sé a donde vaya a llegar esto, mejor me voy a México”. Así le conteste yo al patrón. Pensé yo así, dije: “A lo mejor en otra ocasión que tengamos un problema, ya andamos al tú por tú, vamos a tener otro, otro problema y vayamos a cometer cosas mayores. Mejor me voy, mejor me voy y se evitan muchas cosas”. Dice: “Entonces te vas a México, ¿no te quedas?”. Le digo: “No me quedo”, le digo, “mire también yo le advierto que estoy muy contento con usté, usté es un buen patrón, usté nos esta dando muy buenos alimentos, no tengo nada que decir de usté. Me voy, pero con esa satisfacción que usté es un buen patrón. Entonces por lo que toca a mis compañeros de trabajo, ellos que decidan. Pero no porque yo me voy ustedes se vayan a ir”, se los anticipé. “No quiero ser yo el culpable”. Entonces ellos dijieron: “No, si te vas tú, también nosotros nos vamos”. “Bueno, es cosa de ustedes”. Y todos nos reportaron para México, bueno ya estábamos, ¿verdad? Pero el patrón dice: “Bueno pues entonces se van”. “Sí”. “Bueno, pues arreglen su equipaje porque La Asociación de un momento a otro van a venir por ustedes. No sabemos, sea al medio día o a la media noche o a las diez de la mañana, no hay hora cuando La Asociación venga por ustedes. Y así fue, [es]tuvimos dos días… ¡Ah!, y nos dijo también el patrón, dice: “Mientras estén ustedes aquí, ustedes pasen al comedor, sea en la mañana, al medio día y en la tarde, no se me queden sin comer”. Le di las gracias porque lo ameritaba y nos este, estabamos siguiendo a comer, sin…
VD: ¿Sin pagar ya?
RC: Sin pagar, porque así fue como nos dijo, sin pagar. Sí, ya vinieron por nosotros un día, cuando menos nos lo esperábamos llegaron por nosotros, llegó el autobús por nosotros, subimos y en el autobús ya venían más. Entonces yo pregunté a uno de los que venían allí: “¿Ellos por qué iban?”. Los habían cambiado, dice: “Pues nosotros nos dieron cambio que por opuestos”. Digo: “Ah, entonces creo que vamos en las mismas (risas) condiciones también nosotros que por opuestos”. Bueno, caminábamos por ahí de unas dos, tres horas rumbo a Los Ángeles y cuando pasamos por Riverside que ya habíamos estado allí, les dije a uno de los compañeros, digo: “Miren, no vamos para México, vamos pa Los Ángeles, pos esa es la 101 y esa es la que va a Los Ángeles”. “Y, ¿cómo sabes?”. “Porque ya vi cuando estuvimos aquí que la 101 va a Los Ángeles”. “Bueno, no sea que por allá nos vayan a mandar para México”. No, llegamos a una gasolinera y ahí subió un señor, ya que empezó, que cargó el autobús, que salimos de ahí de la gasolinera este señor habló y dice: “Paisanos, yo soy mexicano pero soy nacido en los Estados Unidos y yo soy el representante de la compañía de naranja”. Pero no, no recuerdo el nombre de la compañía y dice : “Ustedes no van a México nada más se les dio un cambio, ustedes van a ir a piscar naranja, nos falta poco tiempo para llegar”. Dice: “Yo como representante de La Asociación les aviso que ya nos falta poco para llegar y quiero decirles algunos, algunas este, explicaciones acerca de cómo se van a comportar ahí onde van a llegar. Vamos a ir a este, a un pueblo que se llama este Fullerton”, dice, “a pisca de naranja”. Dice: “La Asociación la van a tener en Anaheim”, dice, “para que si en un momento ustedes se encuentran enfermos, allí va a estar La Asociación ahí en Anaheim, pero van a trabajar en Fullerton”. “Ta bien”. “Pero quiero que ahí se porten bien, van a tener buenos mayordomos, van a tener buenas alimentaciones, todo bueno. Buen trabajo, yo les aseguro que ahí el que no pierda tiempo le va a salir su hora a $3 dólares, pero el que no pierda tiempo; el que pierda tiempo no le va, no va a ganar. Yo quiero que ustedes sean de los que ganan, de los que les salga la hora a $3 dólares”. Y ya, llegamos allí y en verdad lo que él nos dijo fue cierto, todos los que le echábamos ganas, nos salía más de $3 dólares la hora.
VD: ¿Eran limón y naranja?
RC: Ajá, limón y naranja. Ahí tardé cuatro meses yo, pisca de naranja. Se acabó allí la pisca y nos dijieron: “Preparen su equipaje porque van a venir por ustedes pero no sabemos la hora”. Estuvimos dos días también ahí, pero ya preparados. Un día llegan como a las once de la noche ya por ahí unos dormidos, tuvimos que pararnos porque todos salimos. Llegaron los autobuses y nos llevaron a Los Ángeles a la estación de ferrocarril. De Los Ángeles salimos rumbo a, rumbo a Oregon.
VD: ¿Se lo llevaron al norte?
RC: Sí.
VD: ¿A Washington?
RC: Sí, nos llevaron a Oregon a pisca de papa.
VD: Ah no, yo creí que lo habían llevado a la manzana por ahí arriba también hay, ¿no?
RC: Sí, sí también mucha manzana, mucha que ya oían platicar, que ya había mucha manzana.
VD: Ah, ¿le tocó entonces en Oregon en la papa?
RC: Este, ajá, en la papa. Pero fue como cosa de un mes y medio, más o menos y me volvieron a regresar, a todos nos volvieron a regresar a California. Entonces me tocó llegar a un pueblo que se llama Soledad, en Soledad ya no tuve ningún cambio y de ahí me vine a México.
VD: ¿Se quedó ahí hasta acabar su contrato?
RC: Hasta que terminé, pues no recuerdo si fueron tres o cuatro contratos que estuve.
VD: ¿Renovó ahí?
RC: Renovando ahí.
VD: Ándele.
RC: Renovando.
VD: ¿De cuanto tiempo?, ¿como de medio año cada contrato?
RC: Cada contrato de medio año, sí.
VD: Y, ¿qué hacía en Soledad?, ¿qué le tocó?
RC: En Soledad me tocó en cultivo de jitomate de, de este, zanahoria, cebolla, perejil, elote y… Me acuerdo de otro trabajo que también lo trabajamos a, este, el brócoli.
VD: Ah y, ¿usted lo conocía ese?
RC: Sí, no.
VD: ¿Allá conoció eso?
RC: Ahí lo conocí, lo conocí una vez. Ahí estuve como año y medio en esa compañía.
VD: En los todos los, sí, pos como tres contratos renovados.
RC: Sí, sí. Ahí estuve yo, de ahí regresé a México.
VD: O sea que su primer contrato estuvo bastante largo, estuvo allá como, casi como dos años seguidos, más o menos.
RC: Sí.
VD: Todo. Bueno, excepto cuando lo sacaron a Oregon, en California todo el tiempo.
RC: Sí, sí bastante. Después me vine a México, entonces cuando regresé otra vez me tocó California.
VD: ¿Regresó para acá para Miacatlán?
RC: Sí, sí cuando regresé que ya no tuve contrato allá y después se volvió a, se volvió a renovar la contratación y volví a regresar.
VD: ¿Como cuánto tiempo estuvo aquí, señor Rodolfo, aquí en México?
RC: Más o menos dos años.
VD: Dos años y a los dos años se regresó para allá.
RC: Volví a regresar, entonces me tocó estar en el Valle Imperial.
VD: También en California.
RC: California.
VD: ¿Qué le tocó ahí?
RC: Desahije de lechuga.
VD: Lechuga, sí.
RC: Y limpia de lechuga y pisca de lechuga, hasta que se terminó la lechuga yo regresé a México. Bueno, no había de haber regresado, porque yo, ya como había permanecido allí en el tiempo que había sido de trabajo, este, y como es muy duro ahí, muchos no aguantaron, la mayoría se regresó y yo me quedé ahí hasta que se terminó. Tonces yo allí ya me dieron este, la oportunidad de un contrato por dieciocho meses, pero cometí un error. Yo nunca pensé que yo iba a cometer un error y al terminar mi contrato ya me iban a dar el de dieciocho pa regresar otra vez a Salinas o a Soledad. Pero cometí un error porque me quise ir a otro lado, por medio de otro compañero que me dice: “Tú conoces muy bien el, este la, el trabajo de naranja”, dice, “vamos a la naranja, yo tengo un patrón en… No recuerdo el nombre, pero cerquita de Riverside, a pisca de naranja. Tonces yo, como me había gustado el corte, digo: “Sí, me voy contigo”. Dice: “Mira, el patrón nos va a recibir en La Asociación”. Entonces onde yo estaba en la compañía de lechuga donde yo estaba, me dijo el mayordomo, dice: “Mira, no te vayas”, dice, “no te vayas Rodolfo, te ganaste ya tu contrato por dieciocho meses, te vas a ir pa Salinas y para de aquí a un año vas a regresar de nuevo aquí. Cuando cumplas los dieciocho años, los dieciocho meses, este, te van, ya no te van a dar más contratos, te vas a regresar a México pero ya con una carta que te van a dar para que si tú quieres regresar otra vez que haiga oportunidad te vienes y te vas a la misma compañía. Pero yo cometí ese error y cuando llegué a La Asociación no me dieron cambio con el otro patrón como habíamos quedado.
VD: ¡Ah!
RC: Sino me dijeron: “Vas pa México”.
VD: Y se quedó sin su contrato de dieciocho.
RC: Me quedé sin…
VD: Y ya tampoco fue a la pisca.
RC: Ya no.
VD: Y el otro amigo sí se fue a la pisca, ¿o también se regresó?
RC: Se regresaron todos, éramos cuatro. Todos nos regresamos. Entonces yo por… No me quise venir hasta aquí, hasta Miacatlán y me quedé en Empalme, porque allí había contrataciones.
VD: ¿La segunda vez que se fue donde se contrató, allá en Empalme?
RC: Sí.
VD: Se fue hasta el norte usted solo y, ¿ahí en Empalme se contrató, o le pagó a un coyote por acá?
RC: No me pude contratar, estuve tres meses allí y no me pude contratar pero allí me quedé. Llegué, llegué en febrero, sí, y no me pude contratar. Entonces por ahí un coyote me dijo, dice: “Mira”, dice este, “por $150”, dice, “yo te, yo te arreglo y si no te arreglo, te regreso tu dinero”. “Correcto”. Se los di y me alistó, éramos quinientos y casi todos jueron pasando, todos pasaron ya nomás quedábamos como, creo diez que no habíamos podido pasar. Entonces un día se me acabó a mí el dinero, se me acabó el dinero y dije: “Bueno, pues ya no tengo dinero para sostenerme y, ¿ahora qué voy a hacer? Mejor me voy a México, me voy a Miacatlán, ya no tengo para comer”. Entonces unos amigos, en tres meses ya tenía unos amigos allí y les digo a unos amigos de Michoacán: “¿Saben qué?”, les digo, “me voy a México. Ya me voy para mi casa”. “¿Por qué te vas paisano?”. Digo: “Pos se me acabó el dinero, ya no tengo para comer ya nomás tengo para dos días”. Y me dice: “No te apures”, dice, “mira, nosotros tenemos una señora que ya la, ya la queremos como mamá. Ella nos da de comer y dice que nos va a dar de comer hasta que nos vayamos pa Estados Unidos”. Dice: “Yo tengo cuatro meses, yo tengo cinco meses”, dice, “y nos está dando de comer y te vamos a llevar a allá”. “Órale pues, vamos”. Llegué con ellos, me dio de almorzar, dice la señora: “Arrímate a almorzar mijo ándale, tú no te me quedes sin comer”. Dice: “Yo a todos los que ya no tienen dinero yo les doy de comer y cuando se van pa Estados Unidos de allá me mandan pagar”.
VD: Ah, mire.
RC: “Y con lo que me están mandando los que ya se fueron…
VD: Les da a los otros.
RC: “Les estoy dando a los que aquí se quedan, así es que no te mortifiques”. Tonces dije yo: “Ta bien mamá”. Como me dijeron ellos: “Le vas a decir mamá”. “Sí hombre. Está bien nomás este, por ora todavía le voy a pagar”. Pero era, ¿qué?, era jueves ese día. Fui y almorcé y todavía le pagué porque yo tenía otro pensamiento, dije: “No este, no quiero dejar deber el almuerzo, no, le voy a pagar”. Le pagué, le digo: “Ahora sí ya después me da la comida y ya después le puedo pagar, cuando me vaya”. Pero ya tenía pensado venirme. Esos días, el jueves llegaban carros llenos de más braceros a Empalme y se regresaban vacíos y cuando regresaban de vacíos nos traían hasta Guadalajara por $25 pesos hasta Empal[me], hasta Guada[lajara], de Empalme a…
VD: A Guadalajara.
RC: A Guadalajara. (gallo cantando) Tonces yo hablé con el señor que me había, le había yo dado los $150 pesos, le digo: “¿Sabe qué, señor Hugo? Me voy hoy en la noche, quiero que me regrese mi dinero porque me voy a regresar”. “¿Por qué te vas a ir si ya nomás me quedan”, dice.
2do: Buenas tardes.
VD: ¡Hola qué tal!, buenas tardes.
RC: Buenas tardes. (gallo cantando) “Ya nomás me quedan aquí unos poquitos”, dice, “ya van a salir ustedes”, dice, “hoy o en la semana salen”. Le digo: “Yo me voy a México”. Y me vine. Me dio el dinero y con eso me vine. Llegué a Miacatlán derrotado. (risas)
VD: ¿Después de tres meses que estuvo allá?
RC: Después de tres meses que estuve en Empalme. Tonces este en el camino venían otros de aquí; uno era de aquí de Mazatepec y otro de Coatlán del Río. Llegamos a México a las cuatro de la mañana y me dice a mí uno: “Mira Rodolfo”, dice, “vámonos de una vez a la terminal”, dice, “para que sáquemos boleto”, dice, “y nos vamos en la primera que salga para las grutas”. Le digo: “Miren, yo no me voy. Me queda un cartucho y lo voy a quemar”. “¿Cómo, cómo?”. Le digo: “Sí, me queda un cartucho y lo voy a quemar, es el último que me queda”. (risas) “¿Pues qué cosa quiere decir?”. Le digo: “Mira, me voy a Gobernación, es el último, me voy a Gobernación y si en Gobernación no me autorizan para regresarme, entonces ya me voy para Miacatlán. (gallo cantando) Pero ahorita no me voy, me voy en la tarde”. Dice: “No, pues nosotros nos vamos”. “Ándele pues, yo no me voy”. Me quedé y luego que se empezó a ver, que empiezo a agarrar camino y bueno, dejé, deposité mi equipaje allí en el, en la terminal y bueno, “allá nos vemos en Miacatlán. Yo me voy a la, a Gobernación”. “Mira, vámonos”. Digo: “No, yo ya les dije que voy a quemar el último que me queda. Si la hice, bien, y si no, ni modo”. (gallo cantando) Tenía yo mis documentos y me fui, agarré la avenida que va rumbo a [La] Ciudadela que ahí estaban las contrataciones. Y a poco que, que oigo que me hablan. Eran ellos que me iban siguiendo. Ya los esperé. Digo: “¿Al fin qué?”. “Pues que vamos a quemar el último cartucho como dices tú”. Digo: “Vaya, qué bueno”. ¡Qué sorpresa! Cuando llegué, llegamos a Gobernación estaba…
VD: Llenísimo de gente.
RC: Como unos sesenta mil o cincuenta mil, calculábamos, porque ya habíamos visto en Empalme cómo era cuando había sobre los cincuenta y los sesenta mil aspirantes. Digo: “Iren como está”. Llegando con los primeros, yo que pregunto: “Paisano, buenos días”. “Buenos días”. “¿Cómo está la situación?”. “Paisano”, dice, “ira como está pues, pero, ¿sabes por qué está así? Porque ayer en la tarde avisaron por medio de las bocinas que hoy a las seis de la mañana nos iban a empezar a recibir, este, documentos”. Y así fue.
VD: Y por eso estaba ahí toda la gente.
RC: Por eso estaban ahí todos. Y así fue. Luego eran las seis de la mañana y que empiezan a vocear en las bocinas: “Paisanos, vamos a empezar por, con los trabajos del día de hoy a cumplir con lo que les prometimos el día de ayer. No queremos que quede ni uno hoy. Todos los vamos a atender. Pero queremos que, que nos ayuden, que presenten ustedes su colaboración, queremos que se formen de cuatro en fondo para que rápido los puédamos atender a todos”. Y así fue. Pero qué formar, sí no nos podíamos formar y yo les digo: “Vénganse, vámonos y vámonos a ver hasta donde nos podemos meter”. Porque había como unos seis o siete que estaban recibiendo documentaciones, unos bracerones(??) así. Y ya que nos toca que, los tres juntos entregamos nuestros documentos y estaban anunciando, este: “Al final”, dice, “que se les haiga recibido a todos sus documentaciones no se me vayan”, dice, “hasta que no les demos alguna explicación”. Ahí permanecimos hasta que ya todos habíamos entregado, ya que no había nada. Nos habían hablado otra vez, este: “Paisanos, parece que hemos terminado con el trabajo del día de hoy pero si todavía hay algunos por ahí que vayan llegando, díganles que vamos a dejar aquí una ventana abierta para que pongan sus documentos adentro para que no se queden. Y ustedes que ya se les recibió, los que vivan cercas pueden irse y regresar pasado mañana. Y los que vivan muy lejos, quédense aquí en la ciudad. Pero los que vivan cerca pueden irse y regresar pasado mañana. Pasado mañana ya se les entregarán sus documentos y en su mismo documento van a llevar la fecha en que se tienen que presentar en la contratación de Empalme o en la contratación de Chihuahua o en la contratación de Monterrey. La fecha y todo, para que no se vayan a quedar”. Y yo ya les dije a mis paisanos: “Bueno, ustedes dicen si nos quedamos o… “No, vámonos. Estamos cerquita, ya nos vinimos para acá. Ya llegamos aquí antes de llegar aquí, ora hay que ponernos de acuerdo porque tenemos que irnos pasado mañana otra vez para recibir nuestros documentos”. “Los espero o nos juntamos en… Entonces la terminal del autobús que iba de aquí y daba vueltas a México se encontraba en San Antonio Abad.
VD: ¿Allá en…
RC: En México, México.
VD: En México, ¿cerca del centro?
RC: Cerca del centro. “Allá ustedes si nos juntamos allá o, ¿cómo le hacemos?”. “No, pues allá”. “El que se vaya primero allá que espere”. Allá nos juntamos los tres, les dije yo: “Si quieren que permanezcamos juntos, si no, pues cada quien que se vaya a la hora que quiera”. “No, nos juimos los tres juntos otra vez”. Empezaron a entregar los documentos y ya en los documentos vimos a donde nos tocaba. Nos tocó otra vez a Empalme a los tres. Regresamos, nos tocó llegar, teníamos que estar en Empalme, 23 de abril, nuestro contrato era en abril. Tonces llegamos, este, allá en Empalme. Cuando llegamos yo llegué al mismo lugar donde yo estaba y me dice el señor, dice: “Bueno, ¿no te habías ido para México?”. Le digo: “Ya regresé”.
VD: ¿Dónde se estaba quedando allá en Empalme, señor?
RC: Con, en casa del señor Hugo que era el que nos había dado este, al que le habíamos pagado los $150 de mordida.
VD: ¿En casa del mismo?
RC: Del mismo. Dice: “Fíjate, ¿viste? Te hubieras quedado, ya tus compañeros ya se fueron”. Dijo: “Y, ¿ahora cómo vienes?”. Le digo: “No, ahora sí vengo contento”. “¿Por qué?”. Le digo: “Porque ahora vengo enlistado de Gobernación”. “No, no”, dice, “pues ya, mira ora cambiaron el horario, ahora tienes que presentarte a las seis de la mañana. Ahora tan empezando a trabajar muy temprano, a las seis te vas”. Y sí, a las seis nos fuimos. Ahí ya cada quien llegó a su lugar, ya nos juntamos después, ya fuimos contratados otra vez y ya este, me tocó llegar a Caléxico.
VD: ¿Esa vez paso rápido? ¿Ya no tuvo que esperar mucho?
RC: Rápido, para nada, luego luego la primer lista fue la de Gobernación. Cuando eran las siete, las ocho de la mañana ya íbamos rumbo a la frontera.
VD: Entonces pasa usted por Caléxico, ¿ahí fue donde firmó su contrato?
RC: Allí lo firmé, en El Centro.
VD: ¿En El Centro?
RC: En El Centro, allí fue donde firmé el contrato. Ya allí este, me dieron este, bueno, nos daban la oportunidad a todos los que íbamos libres, daban la oportunidad de que escogiéramos patrón, pero los que iban especial, no.
VD: ¿Cuáles eran los especiales, señor Rodolfo?
RC: Los que le ponían a uno este, en el contrato, en el contrato le ponían este… Los especiales eran aquellos que iban a un lugar extremoso. Digamos, El Centro, California, ¿no? Que es muy caluroso y todo, por todo es muy duro y que se ganaba más poco. Y los que íbamos libres podíamos escoger a donde quisiéramos irnos con los patrones que quisiéramos y nos daban un día, ese día y al otro día nada más. Si no nos queríamos ir en ese día teníamos la oportunidad al otro día. Pero ya contratados y de escoger. Entonces ahí vino un señor que quería creo diez o doce hombres para pisca de naranja y me dice uno de los compañeros con quien yo iba de los tres: “Ora”, dice, “a tí te gusta mucho la naranja, pues vete a la naranja”. Le digo: “No”, le digo, “no me voy”. “¿Por qué?”. Le digo: “Porque nomás es por cuarenta y cinco días, no yo no quiero ir por cuarenta y cinco días. Después me van a mandar a México y no, qué chiste tiene. Yo voy a buscar una oportunidad con uno que me dé siquiera unos dos, tres contratos; si no, no voy a ganar ni para regresarme”. Total que ya vino otro y también no, para pisca de creo de melón y por allá por Fresno. Y no, y otro pa naranja también, no me gustó porque era nomás por cuarenta y cinco días. Como tres o cuatro personas que vinieron, y ya entonces entró otro, lo vi cuando entró y cuando empezaron a hablar allí dice: “Llegó el señor fulano de tal representante de la compañía de Santa María California para pisca de fresa, pepino”. Y, estuvieron nombrando todo. “Este señor quiere ochenta trabajadores dándoles la oportunidad del primer contrato de cuarenta y cinco días y otro más de cuarenta y cinco, después del cuarenta y cinco ya con la facilidad de darles uno por dieciocho meses”.
VD: Los más grandes, ¿verdad?
RC: Ey.
VD: Esos eran.
RC: Y ahí me fui, y dije: “Pues yo aquí me voy”. Y que me voy a este, a formar luego, ¿no? Y mis demás compañeros no quisieron. “No”, dicen, “nosotros no nos vamos con este señor”. “Bueno, yo sí me voy”. Yo sabía que yo quería un tiempo largo, ¿verdad?, no cortito. Y ya me fui con ese, con esa compa[ñía], con el representante de esa compañía y efectivamente a pisca de fresa.
VD: Es pesada la fresa, ¿no?
RC: Sí.
VD: Hay que estar agachado.
RC: Sí, todo el día anda uno de rodillas.
2do: A subir uniforme, la fresa.
RC: Y llegué allá derrotado, yo ya había sufrido mucho en Empalme y yo no llevaba, no llevaba mucho.
2do: Aquí estan los, los viejitos en las fotostáticas.
RC: Y ya entonces este—
VD: Ahorita los vemos.
2do: Sí, sí.
RC: Ya llegué allí a trabajar, estuve, estuve diez meses, creo nueve meses, no recuerdo muy bien, pura pisca de…
VD: De fresa.
RC: De fresa, pero este, me tocó un patrón muy buena gente en… No me acuerdo si fueron nueve o diez meses que estuve ahí con él. Entonces este, yo había ganado ya un buen, un buen dinero y entonces este, porque yo, el patrón me daba trabajo toda la semana, el domingo y no domingo.
VD: ¿También el domingo trabajaba?
RC: Me daba trabajo.
VD: ¿Pero sí usted quería?
RC: Si yo quería. Yo le decía que sí, hay veces que en esos nueve o diez meses que no recuerdo bien nada más tuve descanso tres días, tres días nada más en todo ese tiempo.
VD: ¡Ah! Qué barbaridad.
RC: Uno fue, el primero fue porque fue el día del trabajo y dice el patrón, dice el patrón: “Este día no vamos a trabajar, yo llevar, llevarlos a pasear”. Nos llevó a una playa, él llevó todo, bebida, comida y todo llevó. Regresamos y al otro día a trabajar. Después se organizaban en esos días una fiesta del pueblo allí en Santa María y dice el patrón: “Otro, ora dos días no trabajo, vamos a la fiesta”. Juimos a la fiesta dos días y no trabajamos, pero fueron los tres días de descanso.
VD: Oiga don Rodolfo, y esa vez que estuvo en la fiesta este, ¿conoció o pudo usted tratar a otros norteamericanos por allá?
RC: ¿En la fiesta?
VD: O eran puros, ¿o era gente de origen mexicano?
RC: No, había de todo allí, en la fiesta había de todo.
VD: Y, ¿cómo los trataron a ustedes a los braceros?
RC: Pues yo en todo lo que anduve me trataron bien; me trataron bien porque en donde yo llegaba, que me tocaba a trabajar, yo cumplía con todos los requisitos de trabajo, ¿no? Porque había veces que teníamos mal tiempo y no trabajábamos por decir dos días o tres días por el mal tiempo, pero entonces a veces llegaba el mayordomo y decía: “Vamos a ir a trabajar”. Llegaba al medio día, “vamos a ir a trabajar ora unas dos o tres horas”. Según el tiempo que nos deje trabajar. Y yo iba, nunca me perdía yo una hora de trabajo. Tonces después de esos días que fueron dos inviernos que estuvimos así, un día en la tarde que llegamos del trabajo dice el mayordomo: “Mañana todo el que oiga su nombre va a abordar otro autobús”. Bueno, y me tocó a mí ahí. Entonces este, yo noté, ¿verdad?, que nos tomaron en cuenta este, nuestra actividad en el trabajo. Como que los señores, este, la compañía reconoció pues este, los meritos que íbamos haciendo. Todos los que trabajábamos que dos horas, que tres horas, que cuatro horas porque muchos decían: “No, yo por tres horas no voy”. Y yo decía: “No, yo por tres horas o cuatro horas sí voy, porque con eso que me gane pago mis alimentos y no agarro de lo que, de lo que ya gané”. Y nos íbamos, entonces cuando, cuando tocó ese día que nos dijo el mayordomo que abordáramos otro, todo el que oyera su nombre que abordara otro autobús, nos llevaron a otro trabajo, pero en la misma compañía. Nos llevaron a trabajar a la este, ¿cómo le nombran?, este, ¡ay no me acuerdo como se nombre!
VD: ¿Qué era, una fruta?
RC: Eh, fue este a seleccionar este, a máquinas, trabajar en máquinas a seleccionar, este, cebolla. Pero allí ya nos dieron trabajo más estricto porque era pura máquina. Este, pero nos dieron doce horas. Claro que para nosotros fue de mucha ayuda porque ahí nos pagaban a dólar y trabajábamos doce horas. Allí trabajábamos, pero era tra[bajo], aunque el trabajo era pesado, pero cada dos horas nos daban diez minutos de descanso para tomar agua o alguna necesidad porque dentro del trabajo ya no podíamos para nada retirarnos del trabajo porque como era a base de puras máquinas y las máquinas no se paraban sino que teníamos que permanecer hasta que nos daban tiempo. Entonces allí estuve, de allí fue cuando ya me vine a México. Pero yo ya había este, había hecho, yo hecho una solicitud que la compañía nos había otorgado un permiso por cuarenta días para venir a México.
VD: ¿Como de vacaciones?
RC: Sí, como de vacaciones. Entonces yo me apunté en esa lista y estábamos esperando ese permiso para venirnos a México cuando llegó el mayor… El cónsul que era el que nos iba a entregar los permisos. Llegó aquí, ya fue a fines casi de enero ya pa que saliéramos este, fue cuando nos mandaron, nos dijo, dice: “Les traigo una mala noticia”. Bueno, no pensábamos pues lo que nos iba a decir, dice: “Miren, ahorita que van a entrar al comedor nadien se salga para que, quiero platicar con todos. Luego que terminen, ahí se van a quedar”. Ahí nos quedamos este, después de que terminamos ya llego el cónsul y dice, nos saludó y: “¿Cómo los han tratado?”. Dijimos que bien. “Bueno”, dice. “Me da gusto que los han tratado bien”. Dice: “La noticia que les voy a dar es que todos aquellos que solicitaron permiso, que la compañía les iba a dar para ir a México y regresar en cuarenta y, cuarenta días, se les cancelaron porque tengo una nueva orden presidencial. No más contratos, todos para México”. Tonces cuando yo salí…
VD: ¿En que año sería eso, se acuerda, señor Rodolfo?
RC: [Mil novecientos] Cuarenta y ocho.
VD: En el [19]48, sí.
RC: Sí, [19]48. Pues hasta allí le puedo comentar.
VD: Y ese fue su último contrato, ya después este lo regresaron a México esa vez y, ¿usted ya no hizo por regresar?
RC: Volví, volví a regresar.
VD: ¿Como en qué año fue?
RC: No lo recuerdo, pero volví a regresar otra vez. Fui contratado en Chihuahua.
VD: ¿Se fue usted hasta allá con su dinero, a Chihuahua?
RC: Sí, fui contratado en Chihuahua y allí me mandaron a Texas.
VD: ¿Esa vez no pagó coyote?
RC: No.
VD: Nada más entró así.
RC: No, nunca pagué coyote, siempre me jui contratado por Gobernación. Tonces llegué allá a Texas a La Asociación de Texas y allí me tocó en un pueblo que se llama este, donde yo trabajé se llama, un pueblo que se llama Nash. Pero La Asociación la teníamos en otro pueblo, en una ciudad grande pero no me acuerdo cómo se llama la ciudad grande ahorita. Big Spring, en Big Spring teníamos La Asociación pero vivíamos en, trabajábamos en, en Nash. Estuve—
VD: ¿Qué le tocó, algodón?
RC: Puro Algodón
2do: Puro algodón, señorita.
RC: [Es]Tuve diez meses este, en pisca de algodón. Con ese patrón que estuve allí, también hablaba bien el español, bien el español y también [es]tuve escogiendo cuando llegó el patrón. Pasaron hartos hasta que llegó ese que me gustó. “Con este me voy”. Me tocó un patrón muy bueno, muy bueno y de mucho dinero, ¿sabe por qué? Porque cuando íbamos a cambiar el cheque, fuera casa de cambio o banco o en una marqueta, veían el cheque, la firma de él.
VD: ¿Se los aceptaban?
RC: “¡Este hombre mucho dinero!”. Y en verdad sí era muy rico ese, pero muy trabajador. Tenía dos ranchos de ganado, aparte sembraba, lo que sembraba allá de agricultura en algodón. Y yo le empecé a ser servicial al señor porque de los trabajadores, ninguno sabíamos manejar una camioneta, ni sabíamos manejar un tractor y él necesitaba de una persona que se hiciera cargo de una camioneta o de un tractor. Tonces este, nos puso a prueba a los tres, éramos tres.
VD: ¿Sólo tres trabajaban ahí?
RC: Tres nada más, tres nada más. “Quiero ver quién de todos puede manejar”. Pasaron los primeros dos y al último pasé yo también, pero yo ya conocía un poquito de máquinas, de tractor; no conocía yo muy bien de la camioneta, pero tractor sí. Tonces ya me tocó a mí y me dice: “A ver, préndelo”. Lo prendí. “Ponle primera”. Puse primera y caminé. “Échate”. Y ya como a diez metros me dice: “Mete la reversa”. Metí la reversa y regresé. Dice: “Pues tú te vas a quedar”, dice, “mira tú te vas a quedar para que lleves a los demás, que son tus compañeros de trabajo y los traigas en el tractor”, dice, “porque yo no tengo tiempo, yo tengo otras atenciones. Tú, tú los vas a llevar y los vas a traer. Se van a ir en la mañana y regresan a comer a la casa, comen y se vuelven a ir y en la tarde regresan”. “Ta bien”. Y el día de pago que me pregunta: “¿Cuantas horas trabajando?”. Digo: “Doce horas”. Nomás trabajábamos doce horas porque salíamos, almorzábamos, hacíamos el almuerzo para irnos y para trabajar doce horas teníamos que salir a las seis de la mañana para llegar al trabajo, ¿no? Para trabajar diez horas, doce horas y salir a las seis de la tarde. Y luego teníamos que venir a comer otra vez y, pero él nos reconocía doce horas diarias.
VD: ¿Eso les pagaba?
RC: Bien buena gente el señor, sí, íbamos a trabajar y regresábamos a comer a la casa, a hacer todavía la comida, pues como siempre
VD: ¿Ustedes se la preparaban?
RC: Sí, nosotros nos la preparábamos. Pero ya solitos íbamos y veníamos. Después un día, dice este: “Yo voy a salir a un viaje y voy a dilatar dos semanas. Voy a ir este, a Chicago”, no este, sí a Chicago, “a dejar ganado”. Tenía dos trailers y llevaba uno él y uno su hijo. Era muy trabajador este hombre, muy negociante. Y en Big Spring había un tianguis de ganado que cada ocho días iba a comprar el ganado allá. Ahí compraba un tráiler y se iba para Chicago a dejar el viaje y ya yo me quedaba en el trabajo con mis otros dos compañeros. Pues cuando yo le dije que me iba a venir, ya no me quiso dejar venir. “No”, dice, “tú no te vas para México”. Le digo: “No, mire este, tengo que irme, ya tengo diez meses aquí, tengo que irme”.
VD: ¿Por qué se quería regresar, señor Rodolfo?
RC: Yo estaba muy bien con él, ya me había dado toda la confianza de que yo llevara el trabajo, se puede decir, ¿no? Entonces este, yo me vine porque yo tenía familia aquí, tenía yo mi esposa.
VD: ¿Ya se había casado?
RC: Ya me había yo casado y le dije a él, le digo: “Mire”, como hablaba bien español, le digo, “no me puedo quedar más tiempo”.
VD: ¿Aquí estaba su esposa en Miacatlán?
RC: Sí, sí, le digo: “Mire, yo tengo familia, tengo mi mamá, parte de mi familia y tengo hijos y tengo que, no tengo, no tengo que estar muy alejado de mi familia, mejor me regreso”. Y entonces me dice él, dice: “Mira, este, vete pero regrésate pronto. Mira, y traite a tu familia, yo te ayudo para que transportes a tu familia”, dice, “porque a mí me haces mucha falta aquí”. Dice: “Aquí te voy a dar donde vivas y te voy a facilitar terreno para que hagas siembras también tú, vente para acá”. Le digo: “Pues lo voy a pensar”. Pero yo no podía por mi mamá, que ya era una señora anciana, ¿cómo me la voy a llevar? Ni tampoco ella va a querer irse conmigo. Yo le hice saber, le digo: “Mire, tengo a mi mamá que ya está muy anciana y tengo mi esposa y hijos por lo que no puedo dilatar mucho aquí, tengo que regresarme, pero si yo puedo regresarme con mi familia, yo le escribo o le mando un, o le hablo por teléfono para que usted me ayude al traslado y desde luego, ya me de, como dice que me presta una casa para vivir”. “Sí”, dice, “órale”. No, ya no volví.
VD: ¿Le dijo usted a su mamá que si se quería ir?
RC: Sí.
VD: ¿Qué le dijo ella?
RC: No quiso.
VD: Y, ¿estaba viviendo con usted aquí en Miacatlán su mamá?
RC: Sí, estaba viviendo conmigo.
VD: Y su esposa, ¿qué le decía, señor Rodolfo?
RC: Mi esposa sí estaba de acuerdo, pero por mi mamá no, y como ella también tenía sus papás ya ancianos también puso de pretexto eso. Por lo que yo no regresé con él, pero tuve buena oportunidad con ese patrón.
VD: Y, ¿ése fue el último contrato, o tuvo otro todavía después?
RC: El que le platiqué anterior, que estuve en Wyoming.
VD: ¿Ése fue el último?
RC: El último.
VD: O sea que ese vino después de Texas y, ¿como cuánto tiempo estuvo acá, se acuerda?
RC: Más o menos como tres o cuatro años.
VD: Y, ¿volvió?
RC: Volví, fue la última vez.
VD: Y, ¿qué hacía en esos años que estaba aquí, señor Rodolfo?
RC: Yo trabajaba.
VD: ¿Volvió al campo?
RC: Sí, yo trabajaba el terreno que había yo comprado.
VD: ¿En sus tierras?
RC: También por eso no podía yo irme, porque ya tenía yo mi terreno.
VD: Claro
RC: Y tenía yo mi casa donde vivir, y si al irme todo esto se va quedar en el olvido.
VD: Y cuándo se iba, ¿por qué se animaba otra vez, después de tres o cuatro años?
RC: Me iba porque, me iba porque a veces este, me había ido mal en mis siembras. Entonces iba yo para allá y buscaba la manera de poder ir para volver a juntar un dinero y volver a trabajar, sí.
VD: Y entonces esa vez, ¿qué me decía?, ¿que le tocó en Wyoming?
RC: Sí.
VD: ¿Pero qué le tocó allá?
RC: Desahije de betabel.
VD: Betabel, betabel, sí es cierto. ¿Ese fue el último contrato?
RC: El último contrato.
VD: Chiquito que tuvo de cuarenta y cinco días.
RC: Sí, cuarenta y cinco.
VD: Y, ¿cómo le fue allá con los patrones?
RC: Perfectamente bien, muy buenos patrones.
VD: ¿Era un lugar grande o también era pequeñito el rancho?
RC: Pequeño, pequeño. Parece que era el pueblo, yo estaba en un rancho, pero el pueblo que se llamaba Loveis [Lovell].
VD: ¿Loveis [Lovell]? ¿Era el qué les quedaba más cerca?
RC: Muy cerquita, a donde nos llevaba a comprar este, la provisión, ey.
VD: Ese ya no se lo renovaron porque usted no quiso, o, ¿por qué ellos no quisieron?
RC: No, ya no había trabajo, por eso no nos renovaban trabajo. Fue el último, ya no volví.
VD: ¿En qué año fue eso, se acuerda, su último contrato?
RC: Pues no recuerdo muy bien, pero fue como por el [19]67 más o menos.
VD: Yo creo, a lo mejor. ¿Pero todavía fue contratado?
RC: Contratado.
VD: Bueno, a lo mejor fue entre el [19]64 y [19]65 que fueron los últimos.
RC: Por ahí, sí por ahí.
VD: Cuando se acabó la contratación.
RC: Fue la ultima vez, ya no hubo más.
VD: Yo digo que el [19]64, entonces.
RC: Porque ya no hubo, ya no hubo más y ya no volví.
VD: ¿Ya nunca le dieron ganas de irse?
RC: Sí, pero no quise irme.
VD: Sin papeles.
RC: Sin documentos no quise ir.
VD: ¿Por qué, señor Rodolfo?
RC: Pues se me hacía difícil porque yo sabía, ya me había yo dado cuenta que sin documentos navegaba uno para el trabajo, navegaba uno para sobrevivir allá porque había que pagar todo, ¿sí? Y contratados no pagábamos nada, no pagábamos apartamento, no pagábamos luz, no pagábamos nada.
VD: ¿Cómo se había dado usted cuenta de eso? ¿Había conocido a otros que estaban allá sin papeles?
RC: Sí, sí todos los que estaban sin papeles pagaban todo.
2do: Les costaba más trabajo manejar que pagar.
RC: Sí, teníamos que pagar.
VD: Ya entonces, ¿después nunca hizo por irse?
RC: Ya no.
VD: ¿Así nomás?
RC: Ya no, ya no quise regresar.
VD: Oiga, y de los lugares de donde usted estuvo, señor Rodolfo, porque usted estuvo mucho tiempo en California luego otro rato en Texas
RC: Sí, sí.
VD: Cuándo estaba este, viviendo ahí, ¿tenía oportunidad de salir a los pueblos más cercanos?
RC: Sí.
VD: ¿Cómo los trataban las personas?
RC: Bien.
VD: Y, ¿los mismos norteamericanos?
RC: Los mismos norteamericanos. Yo no puedo hablar mal, sí había mucha descriminación pero a veces teníamos más descriminación con la misma raza que con los americanos. Porque cuando estuve yo en El Centro, California una vez este fui a un bar y arriba, y tenía un anuncio arriba que decía: “Prohibido para este, para personas… No podíamos entrar cualquier persona.
VD: ¿Cómo le decían, para mexicanos o para personas de color, o cómo?
RC: Ajá, sí, así decía. Y dije yo: “Hasta me voy a desengañar, yo voy a entrar”. Me dice otro compañero: “No mira, te van a echar pa juera”. “Yo voy a entrar”. Que voy entrando, no, me fui a la barra, fui a la barra y pedí una cerveza. Me dieron mi cerveza, me la tomé, pagué y tomé más. Pero estuve tranquilo, me atendieron bien.
VD: ¿No lo sacaron?
RC: Para nada. Donde quiera que yo me presenté en bares este, americanos yo nunca fui rechazado. Cuando me fui la primera vez sí fui rechazado.
VD: ¿En donde, señor Rodolfo?
RC: En Los Ángeles.
VD: ¿En un bar?
RC: En un bar.
VD: Y, ¿tenía un letrero afuera también?
RC: No.
VD: ¿Ése no?
RC: Pero fue por la, por la edad. Me rechazaron por la edad.
VD: Estaba usted muy joven, sí.
RC: Porque luego al entrar me pidieron el pasaporte y vieron que mi edad no. Por mi edad yo no podía estar en un bar, tuve que salir. No me quisieron vender ni una Pepsi-Cola, ni Coca-Cola.
VD: ¿Lo sacaron?
RC: Sí, por menor de edad.
VD: Y, ¿en Texas?
RC: En Texas también, también nunca tuve problemas.
VD: ¿No?
RC: Que eran pocas las veces, no vaya a creer que yo era un profesionista en bebidas, no. Pero sí cada mes o cada quince días sí me gustaba ir, pero no era cosa de llegar y ahogarme, unas dos, tres y cuatro, vámonos.
VD: Y, ¿en los restaurantes o en las tiendas?
RC: Tampoco no tuve problemas. No, ya después, cuando ya anduve en Texas ya empezaba, ya empecé, desde que anduve en California ya empecé a aprender un poquito, cuando menos cómo pedir una comida, un…
VD: ¿Un poquito de inglés?
RC: Un café, sí, un poquito de inglés. Yo tuve una oportunidad cuando estuve en Soledad, pero la perdí. Tuve una oportunidad muy buena porque de parte de la compañía nos daban clase de inglés dos horas diario y estuve yendo, pero al mes dejé el inglés.
VD: ¿Ya no le gustó?
RC: Sí me gustó, se me hacía difícil porque a los dos meses ya de estar estudiando el inglés, este, cuando íbamos a entrar a las clases nos dijo la maestra, dice: “A partir de este día no más español, puro inglés. Que si ustedes necesitan de un lápiz, de un cuaderno, de saber cómo van sus estudios, tienes que decirles en inglés”. Porque ellos sabían que ya más o menos podíamos, se me fue haciendo difícil y dije: “Pos no, mejor ya no voy”. Ya no fui, ya no, y todavía me estuvieron citando, me estuvieron citando y ya no me presenté. Pero después, y hasta hoy tengo todavía un arrepentimiento muy grande.
VD: ¿De esa vez?
RC: De esa vez, de no haber seguido mi estudio. Porque al año, todos los que siguieron su curso, todos hablaban perfectamente inglés y mejoraron en la compañía. Unos ya tenían trabajo en las compañías, dentro de las compañías, ¿no? Unos seguían en choferes, otros ya ocupaban otros trabajos.
VD: ¿O de mayordomo?
RC: En la misma compañía, de mayordomos, y yo me quedé en el campo por no seguir el inglés, ora me arrepiento.
VD: Y, nada más no en muchos lugares les daban clases, eran muy poquitos.
RC: No, nada más allí.
VD: Poquitos, muy poquitos.
RC: Y, pero me quedé con todos mis, este, mis planas y dije: “Pues tengo mis planas, voy a seguir en mis planas, ya había yo avanzado algo, ¿no?, ya conocía yo este, la pronunciación, ¿no? Porque en las planas ya esta todo allí, ¿no? En las planas y pues yo lo voy a seguir aquí en México, ya estoy aquí, ya voy a seguir y traía yo todo. Pues un día seguí estudiando y otro día ya no, y así fue hasta que por fin las, la olvidé.
VD: Las dejó.
RC: Pero hubiera yo aprendido ya aquí.
VD: Y oiga, y, ¿todavía le quedan esas hojitas?
RC: Ya no.
VD: ¿Las hecho a la basura?
RC: No supe qué pasó. Pero traía todas mis planas.
2do: Pues yo no sé ni leer, yo no sé leer.
VD: Usted que no fue a la escuela, ¿allá aprendió a leer, o aquí? ¿Allá sabía leer?
RC: Tuve la oportunidad aquí antes de irme para Estados Unidos, tuve la oportunidad con un señor de ahí de Miacatlán que estaba dando clases este, nocturnas. Y un día pasaba yo por su casa, venía yo del campo de trabajar y pasando por ahí me ve ese señor que ya me conocía y me dice: “Oye Rodolfo”, dice, “hazme un favor”. Él era este, trabajaba en el Ayuntamiento pero no me acuerdo qué trabajo tenía, pero sí trabajaba en el Ayuntamiento y tenía un caballo. Dice: “Mira, este, quiero que me vayas a comprar por favor un manojo de zacate, salí muy tarde por mi trabajo y no tengo pastura para darle a mi caballo”. Este, digo: “Sí, ahorita voy”. Y fui a traer el zacate y ya regresé. Ahí dejé mis cosas que traía yo mi bule de agua, mi azadón, todo lo deje ahí y me pregunta, dice: “¿Sabes escribir y leer?”. Le digo: “No, no sé”. “Y, ¿quisieras estudiar?”. “Cómo no”. “Yo te voy a enseñar. Ve báñate y traite, cómprate un lápiz y un cuaderno y te vienes”. Y me vine y empecé a estudiar con él, me empezó a enseñar él, ya cuando me fui, si yo hubiera seguido con él, yo hubiera aprendido bastante, pero como me jui, perdí el estudio. Pero ya cuando me jui, ya empezaba yo a este a, empezaba yo este a medio, a medio conocer este, bueno, las letras ya las conocía yo todas minúsculas y mayúsculas como ya él me había enseñado. Iba yo, ya iba yo este, cuando ya empieza uno a formar palabras, ahí iba yo ya, cuando me empezó a decir: “A ver”, dice, “ya vamos a empezar ora para que tú ya sepas la pronunciación de los nombres de una cosa y otra”. Digo: “Sí”. Ya que me dice: “A ver”, dice, “que… Dice: “Ya sabes cómo suena una letra”. Digo: “Sí, sí, sí”. “Bueno, S, I, si. Ll-A, lla”. “¿Qué quiere decir?”. Le digo: “Silla”. “Ya, ya vamos”, dice, “ya vamos adelantando”. Y así ya iba yo ahí, jue cuando yo me fui.
VD: Y, ¿podía leer un poquito ya?
RC: Ya un poquito, ya un poquito.
VD: ¿Después siguió?
RC: Seguí allá un poco. Pero no muy bien, porque a veces llegaba yo muy cansado del trabajo.
VD: Claro.
RC: Y no podía yo, pero sí seguí un poco.
VD: Y cuando estudió inglés, ¿ya podía leer un poquito más o todavía no?
RC: Igual.
VD: ¿Igual?
RC: A lo mejor también por eso también se le hacía un poco más difícil.
VD: Sí, porque no sabía yo, no conocía yo pues, este, el sonido del inglés. Pero sí ya iba yo allí en el sonido del inglés, como suena por decir la A, y la I, O, la te, y la /ti/, la pe, y la pe, todo como va sonando pe y /pi/ y todo eso ya lo iba yo aprendiendo.
VD: Oiga, señor Rodolfo y este, me decía que se ca[só], ¿en qué año se casó usted?
RC: Yo me casé en el [19]53, 1953.
VD: En el [19]53 y este, después de casado cuando se iba para allá, ¿qué le decía su esposa?
RC: Que me iba yo a ir a Estados Unidos a trabajar.
VD: Pero, ¿ella estaba de acuerdo?, ¿qué le decía ella?
RC: Estaba de acuerdo, sí.
VD: ¿No se quedaba aquí muy triste?
RC: Pos sí, se quedaba, pero yo decidía irme.
VD: Y estando allá, ¿le mandaba usted el dinero?
RC: Le mandaba yo cada mes para sostenimiento de ella y de mi mamá.
VD: Y, ¿le escribía de allá?
RC: Le escribía yo.
VD: ¿Usted solito, o le ayudaban otros compañeros a hacer sus cartas?
RC: A veces cuando había quién me las hiciera, me hacían mis cartas y cuando no, yo las hacía, yo las hacía.
VD: ¿Qué era lo que más extrañaba cuando estaba por allá?
RC: Pues lo que más extrañaba yo eran los alimentos de aquí a los de allá no, porque nos, allá por en esos años allá no se conocía la tortilla. Para nada, puro pan, no había tortilla. Ahora no, ahora lo hay todo.
VD: Claro.
RC: Y que ahora quién no habla ya español.
VD: Claro.
RC: Hasta el americano. Extrañaba yo mucho a mi mamá, porque ya estaba de edad y era muy este, muy, muy enferma.
VD: ¿Su papá había fallecido ya cuando usted se fue?
RC: No, vivía mi papá, pero mi papá nos abandonó.
VD: Entonces se quedó usted con su mamá nada más.
RC: Nada más yo me quedé con mi mamá y cinco hermanos.
VD: ¿Usted era de los más grandes?
RC: Yo era el mayor.
VD: Ah, pues entonces, con la responsabilidad.
RC: Yo les servía a ellos, les servía a ellos también un poquito de papá porque era el mayor.
VD: Ah mire, ¿ellos se vinieron con usted para acá?
RC: Sí se vinieron. La más chiquita que era mi hermana se quedó de seis meses cuando mi papá nos abandonó. Ya nos levantamos nosotros solitos.
VD: Ya estaba, ¿de ahí fue que se vino para acá a Morelos?
RC: Sí, me vine yo primero y después se vinieron ellos.
VD: Se trajo a sus hermanos. ¿Viven aquí todavía ellos?
RC: Sí, los que viven, porque una, bueno, dos, dos están allá por San Luis, Río Colorado.
VD: ¡Ah! ¿Se fueron al norte?
RC: Por allá viven, sí por allá viven. Pero mi hermana este, falleció, la más chica falleció. Me vive la más, las de más edad.
VD: La que le sigue.
RC: Sí.
VD: Oiga, y, ¿usted no tiene hijos por allá, señor Rodolfo?
RC: No, no.
VD: ¿De sus hijos ninguno quiso irse a Estados Unidos?
RC: Ah, de mis hijos en Estados Unidos, sí, tengo dos.
VD: Sí, ¿en dónde están?
RC: Uno ahorita esta en, en Washington está uno y otro está en Virginia.
VD: ¿Van y vienen, o están allá, ya tienen…
RC: Van y vienen. Uno tiene sus documentos, ese ya tiene documentos para ir y venir a la hora que quiera. Pero el otro no, estaba contratado.
VD: ¿Al tabaco?
RC: No, el que está en Virginia está en el tabaco y el que está en Washington está en la yarda.
VD: ¿Va a trabajar a las casas?
RC: Ajá, en las casas.
VD: Oiga, señor Rodolfo y pues ya después de varios años este, que usted estuvo por allá y como, como a la distancia, ¿cómo se siente usted de haber sido bracero? Cuando se acuerda de aquellos años, ¿cómo se siente?
RC: Pues es un recuerdo que no lo voy a olvidar, tengo mucho qué recordar de allá.
VD: ¿Le quedan recuerdos buenos en general?
RC: Buenos, buenos, sí.
VD: ¿Se siente usted bien de haber estado…
RC: Sí.
VD: ¿Nada más usted sí hizo algo con su dinero?
RC: Sí.
VD: Que muchos no.
RC: Que no lo hicieron.
VD: Regresaban sin dinero.
RC: No lo hicieron por culpa de ellos, me siento muy agradecido de haber conocido allá y de haber traído lo que a mí aquí me hacía falta.
VD: Y, ¿qué fue lo que más le gustó de Estados Unidos, de lo que usted pudo conocer?
RC: Muchas, muchas cosas.
VD: ¿Cómo qué?, ¿qué fue lo que le gustó?
RC: Me gustó mucho este, conocer lugares que yo no conocía allá, los domingos este, cuando estuve en Soledad me iba yo a San Francisco, o iba yo a Sacramento, o iba yo a un puerto que está cerquita, que se llama Santa Cruz, o iba yo a otro que se llama Monterrey, así me gustaba andar conociendo lugares.
VD: ¿Se iba con otros compañeros?
RC: A veces y a veces solo, sí. Mucho me encantaba eso, más ir a las playas, sí.
VD: Oiga y, cuando regresaba usted para acá, ¿había algo que usted extrañaba de allá de Estados Unidos?
RC: Sí, cómo no.
VD: ¿Qué extrañaba?
RC: Pues este, la manera de cómo se vive allá y cómo vivimos aquí.
VD: ¿Cómo qué, don Rodolfo?
RC: Pues allá tiene uno mejores alimentaciones, es lo que extrañaba llegando aquí.
VD: Aunque no tenía tortilla
RC: Aunque no, sí. Pues es que con el tiempo se va uno acostumbrando a la vida de allá, ¿no?, a la vida de allá.
VD: Y algo que no le gustaba de allá cuando estaba por allá, ¿qué no le gustaba algo de la manera de vivir o del trabajo que tenía?
RC: Pues a veces lo que no me gustaba de allá, era que a veces este, nos hacían trabajar este, de más, ya en la noche y que ya no se veía cuando nos tocaba piscar este, lechuga. A veces venían pedidos, les hacían pedidos a la compañía muy grandes y los andábamos acompletando por ahí a las diez de la noche. Y ya andábamos hasta piscando lechuga tierna porque ya no, no se veía, ya nomás a puro tentar y, ¡zas!, y, ¡zas!
VD: Y esa, esas, ¿esas veces los obligaban a trabajar?
RC: Sí, sí hasta con…
VD: ¿No era voluntario?
RC: No, ya era compromiso acompletar el pedido. Y era un poco pesado porque después de eso, después de las horas de trabajo teníamos que llegar todavía a hacer el alimento.
VD: ¿Se preparaban ustedes su comida?
RC: Sí.
VD: ¿Usted ya sabía cocinar?
RC: Ya.
VD: ¿Dónde aprendió, aquí, cuando estaba solito?
RC: Allá.
VD: ¿Allá aprendió?
RC: Allá aprendí. No, pos aquí no porque pos está uno en su casa, ¿no? Y lo que no hace la mamá, hace la esposa. Pero allá nos íbamos al trabajo y teníamos que hacer el almuerzo. Aprendí mucho de allá, por decir del trabajo de las mujeres, ¿no?
VD: ¿Su ropa quién se la lavaba?
RC: Yo la lavaba, yo la planchaba. Este, el día domingo me dedicaba yo a lavar, a lavar la ropa. No todos los domingos, como le digo, nada más dedicaba un domingo para eso para lavar y otro día para planchar. O planchaba yo el sábado en la noche para tener libre el domingo.
VD: ¿El sábado trabajaba todo el día?
RC: Sí.
VD: ¿Todo el día completo?
RC: A veces, a veces todo el día y a veces medio día.
VD: Medio día nada más.
RC: Medio día, sí.
VD: Oiga y, ¿qué le iba a preguntar? Algo ahorita que me estaba diciendo algo de su, de todo lo que aprendió a hacer por allá. Este, ¡ah!, pos eso que, que…
RC: Pos lo que aprendí del trabajo que la mujer hace es pues y lo pesado, ¿eh? Yo reconozco, ahora sí lo reconozco, lo pesado de la mujer pos es la lavada, la planchada.
VD: ¿Tenían lavaderos ahí?
RC: No.
VD: ¿Cómo lavaba su ropa?
RC: Lavábamos en un este, en dicen allá, en baldes.
VD: En unas…
RC: Ajá, o en tinas.
VD: En unas tinas. (risas)
RC: Y eso es lo que se me hacía pesado, no tanto hacer la comida como…
VD: La lavada.
RC: Como hacer la lavada y la planchada. (risas)
VD: Y ahí vio que no es tan fácil.
RC: No es fácil. En eso sí considero mucho a la mujer porque sí es un trabajo pesado eso de lavar y planchar. Cuando estuve una par[te], este, en California en la compañía de la fresa, ahí teníamos este, nos dieron lavadoras.
VD: Lavadoras, ¿máquinas?
RC: Máquinas.
VD: Ah, ¿sí?
RC: Sí.
VD: Y, ¿les ponían monedas?
RC: Sí.
VD: Ándele.
RC: Para lavar.
VD: No, pos así es más fácil.
RC: Pero, pero es más fácil, pero no me gustaba cómo quedaba la ropa. No me gustaba. (risas)
VD: ¿Prefería usted lavarla a mano?
RC: Sí.
VD: Y pues, oiga señor Rodolfo, pues ya este, lo último que yo le iba a preguntar de alguna manera ya me había contestado, ¿si usted después pensó en llevarse a su familia y vivir por allá?
RC: Sí lo pensé.
VD: ¿Sí le hubiera gustado que su familia viviera allá?
RC: Me hubiera seguido, sí, pero no. En primer lugar mi mamá que no, no, por la edad ya no, ya no me quiso seguir. Y al no seguirme ella, pues menos mi esposa, ¿verdad?
VD: ¿Pero la vida de allá le gustaba como para haberse quedado?
RC: Sí, bastante me gustó.
VD: ¿Sí?
RC: Y más con esos patrones.
VD: Claro.
RC: Tan buenas gentes.
VD: Sí pues sí, con buen trabajo y buen trato.
RC: Sí, cierto. Porque en verdad esos dos patrones, el que tuve en California en la fresa y el que tuve acá en Texas, muy buenos patrones. Con ganas de quedarme pa siempre con ellos. En las compañías no, porque es diferente.
VD: Solo trata con el mayordomo, ¿no? Y donde está el, donde hay mucha gente.
RC: En las compañías sí trae uno mayordomo, pero ya con patrón ya no.
VD: Oiga y los mayordomos, ¿cómo los trataban a ustedes?
RC: Pos unos bien, pa que voy a decir que todos mal, no, unos sí muy bien. Nomás uno jue el que digo que no, no nos pudimos controlar. Cuando digo que estuve en el rancho Wilson. Jue el único, y de ahí para allá todos muy buenos, muy buenos mayordomos.
VD: Y con sus compañeros, ¿cómo se llevaba, los otros braceros?
RC: Muy bien, muy bien.
VD: ¿No tuvo pleito usted con ellos?
RC: No.
VD: ¿Ni en las cantinas?
RC: No, menos en las cantinas, porque pocas veces iba yo, pocas veces.
VD: Y me dice entonces, se compró aquí un terreno que todavía tiene.
RC: Todavía.
VD: Tierras para cultivar y el terreno donde vive.
RC: Donde vivo.
VD: ¿Eso lo compró con el dinero que ahorró?
RC: Sí, lo compré con lo que traje de allá
VD: No pos sí, sí le quedó algo de satisfacciones(??)
RC: Sí como le dije anteriormente, sigo viviendo con lo que de allá me traje, todavía. Porque onde vivo, pos ya es para toda la vida, ¿no?
VD: Claro.
RC: Mi casa allí onde vivo, ¿no? El lugar donde estoy trabajando que compré, pues también. Así hago siembras, pues. Ahorita lo que más estoy cultivando en este terreno es el agave.
VD: ¿Agave?
RC: Agave, maguey.
VD: Ah, sí me decía.
RC: Esa es la plantación que tengo ahorita, es agave.
VD: ¿Maíz también tiene?
RC: También, sí.
VD: Y ese maíz es para consumo suyo, ¿o también sale para vender?
RC: Para el consumo, para el consumo nada más, sí, para el consumo.
VD: Sí, sí, sí dejo, ¿va usted a dejar usted herencia del tiempo que anduvo por allá?
RC: Sí.
VD: Oiga, señor Rodolfo pues muchísimas gracias por su tiempo que estuvo por aquí y por sus recuerdos que…
RC: Que tengo, ¿verdad?
VD: Que compartió, ¿no? Y que nos compartió que los tiene, tiene muchisísimos y qué memoria tiene, ¡eh!
RC: Sí.
VD: Muy clarita.
RC: Sí.
VD: Se recuerda usted.
RC: Pues también a ti te doy las gracias por haberme tomado en cuenta para…
VD: No, no, a usted.
RC: Para hacer este, ya te enteraste de cómo…
VD: No.
RC: De cómo vivía allá…
VD: Muchas, pero muchas gracias a usted, déjeme…
RC: De veras estoy muy agradecido.





Fin de la entrevista

Interviewer

Domínguez, Violeta

Interviewee

Cruz Figueroa, Rodolfo

Location

Mexico City, México

File Name Identifier

Cruz_Figueroa_MEX006

Citation

Domínguez, Violeta and Cruz Figueroa, Rodolfo, “Rodolfo Cruz Figueroa,” Bracero History Archive, accessed April 28, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/134.