Manuel Sandoval Espino

Title

Manuel Sandoval Espino

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Manuel Sandoval was born in Mexico City, México; he was the oldest of four brothers; at the age of ten, his father left the family; in his youth, he worked as a street vendor, a factory employee, and a mechanic; he joined the bracero program in 1943, and worked in Kansas as a railroad line worker.


Summary of Interview: Mr. Sandoval recalls growing up in Mexico City, México, and working from an early age as a street vendor, a factory employee, and a mechanic; he joined the bracero program in 1943, and worked in Kansas as a railroad line worker; he describes the hiring process in Mexico City, México, the help he received, the medical exams he endured, and the contract he signed; additionally, he discusses the long train trip to Kansas, and the feelings of uncertainty the braceros felt; he explains what daily life was like in Kansas, how the work was carried out, the housing they had, the food they ate, and the atmosphere at his work; furthermore, he relates what braceros did during weekends, what hobbies they had, and how they took trips into town; he also states that braceros experienced various acts of racism during those trips, and that they were sent back to México at the end of World War II; to conclude, he explains that he did not like the United States, why he feels the bracero played an essential role in that period of U.S. history, how the program helped him see the world differently, and why his memories of the program are pleasant.

Creator

Domínguez, Violeta
Sandoval Espino, Manuel

Date

2002-02-06

Subject

Bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

eng

title (Spanish)

Manuel Sandoval Espino

creator (Spanish)

Domínguez, Violeta

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

1:38:30

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Manuel Sandoval Espino
Fecha de la entrevista: 6 de junio de 2002
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez

El día de hoy es 6 de junio del 2002 y ésta es una entrevista con el señor Manuel Sandoval Espino, en la Ciudad de México.

VD: Señor Manuel, me puede decir de nuevo dónde nació usted.

MS: Distrito Federal.

VD: Aquí en la Ciudad de México. ¿A qué se dedicaban sus papás, señor Manuel?

MS: Mi padre era, era participante de una orquesta musical.

VD: Era músico. ¿Tocaba en...?

MS: En una orquesta dentro de los cines. Entonces los cines eran de silenciosos y en el fondo musical era de las orquestas que, él trabajaba en eso.

VD: Y su mamá se dedicaba al hogar.

MS: En la casa. Ella ya cuando se casó, se fue para la casa a vivir.

VD: ¿Dónde vivían ellos cuando se casaron?, ¿usted no se acuerda?

MS: Pues no, pues acababa yo de nacer y no me acuerdo.

VD: Pero no era el mismo lugar donde usted creció.

MS: Yo crecí en varias partes. Cambiaba de una casa a otra, así. Yo nací en, no me acuerdo en dónde. Me acuerdo, ay, por allá rumbo a Tepito, por allá por donde está la colonia esa, no me acuerdo exactamente. Posiblemente tenga yo algún dato de esos ahí entre los papeles ahí.

VD: Y, ¿se cambiaron de casa varias veces?

MS: Sí, sí, vivíamos, vivimos en las calles del Peñón, en las calles de Jesús Carranza, en las calles de Aztecas, en las calles de la Villa y la calle de, ¿cómo se llama?, no me acuerdo, Madero, en la Colonia, creo que era Madero en la Calle de Villa, la Colonia de la Villa de Guadalupe. Y este, pero ya no, no me acuerdo bien.

VD: Y en todo ese tiempo usted estuvo yendo a la escuela.

MS: Pues sí, pues de chamaco, pues iba yo, primaria, kínder, primaria.

VD: Y después, me decía que hizo el primer año de secundaria.

MS: Sí, pero eso ya fue cuando, cuando acabé la primaria. Ya vivía yo ahí, ahí en la Colonia San Rafael cuando fui a la secundaria.

VD: ¿Cuántos hermanos tuvo?

MS: Tengo.

VD: Tiene todavía.

MS: Tengo tres, dos mujeres y un hombre y creo que son dos muertos.

VD: Tres que viven ahorita.

MS: Sí.

VD: Y, ¿viven aquí en la Ciudad de México?

MS: No, viven en Estados Unidos los tres.

VD: ¿En California?

MS: Son dos mujeres y un hombre, sí. Uno por Chula Vista por donde, uno está, las dos están en Chula Vista, el otro, mi hermano, está en San Die[go], este, en Michigan.

VD: Ah, en otro estado.

MS: En otro, en Michigan.

VD: Y después de estudiar ese primer año de secundaria, ¿qué hizo usted, señor Manuel?

MS: Trabajar.

VD: ¿En qué trabajaba?

MS: Pues en lo, en lo que caía.

VD: Hizo de todo.

MS: Vendí, fui vendedor ambulante de carteras de mica para credenciales.

VD: ¿En dónde vendía?, ¿en la calle?

MS: En el Zócalo.

VD: En el Zócalo.

MS: Sí, en la calle y luego este, me entré de ayudante de abarrotero en una tienda de mi tío. Ayudarle en la tienda de comercio y abarrotes. Y de cuando me salí de ahí volví a entrar en otra tienda, por allá por San Antonio. De ahí entré a una, a una de ayudante de un señor cortador de camisas en la, en la acá, fábrica de camisas La Pantera, estaba en Uruguay.

VD: En el centro también.

MS: Sí. ¿Qué más? Pues todo eso, tengo todos esos papeles por ahí, pero ya ahorita no me acuerdo qué más. En La Pantera, qué más trabajé. No, no, ahorita no me acuerdo ya.

VD: Y en ese tiempo estaba usted, ¿vivía con sus papás?

MS: No, con mi, con mi mamá y mi abuelita y mis tíos. Porque mi padre nos dejó a los diez años. Cuando tenía yo diez años, él se fue, se vino pues a Estados Unidos a buscar fortuna, ya no lo volví a ver.

VD: Y, ¿desde entonces se fueron a vivir con su abuela?

MS: Sí.

VD: Ahí estuvieron.

2do: Buenos días.

VD: Cuando usted se fue de bracero, ¿en qué estaba trabajando antes de irse, señor?

MS: Yo era mecánico, mecánico en torneo.

VD: ¿Tenía su propio taller o trabajaba…?

MS: No, no, no, era obrero. Era obrero, no, no, era mecánico en torneo, mecánico cepillista entonces, pero ahí, de ahí subí después con en el tiempo.

VD: Entonces trabajaba en un taller grande.

MS: Sí, pues trabajé en la Vidriera México, trabajé en una fábrica de, ¿cómo se llama?, de chapas y candados. En Penjas y Varou, también hacían ahí armazones para no sé qué era, ahí trabajé de cepillista. Ahí tengo fotos de ésas.


VD: Y, ¿cómo fue que se enteró usted, señor Manuel, de que estaban contratando braceros?

MS: Un amigo, un amigo me dijo que él iba a ir a ver a un diputado. Porque era, un diputado era el que estaba este, haciendo los contratos para salir a trabajar. Y si quería yo ir con él y le digo: “Sí, vamos, cómo no”. Ya fuimos y me dijo un diputado, quién sabe cómo se llamaba y sí nos hicieron, nos dieron el pase para ir a ver a la, a la oficina de los contratos de braceros. Pero antes de entrar ahí, pos nos hicieron una, un examen, un examen general.

VD: ¿Antes de que viera al diputado, o antes de…?

MS: No, después, después.

VD: Ya, ¿el diputado le dio una carta para pasar?

MS: Sí, para presentarme en la oficina de contratos. Y ya de ahí me mandaron ahí mismo creo, nos hicieron un, una examen así como que si estábamos aptos para ir a trabajar allá y cómo estábamos de salud, revisión de nuestro cuerpo y todo eso.

VD: Y, ¿en qué lugar fue que le hicieron esa revisión que se contrató, dónde era?, ¿se acuerda?

MS: No, no me acuerdo dónde era.

VD: ¿No se acuerda si eran…? ¿No le tocó a usted en el estadio?

MS: Creo que sí. Creo que sí, porque yo me acuerdo que era una cosa algo así muy, muy grande y nos formábamos, sí. Pero creo que yo que ha de haber sido en el estadio.

VD: ¿Había mucha gente?

MS: Uh, sí, muchos. Había mucha gente.

VD: Y ahí en el estadio firmó su contrato.

MS: Sí.

VD: ¿Qué fue lo que lo animó a irse para allá, señor Manuel?

MS: Pos la necesidad, si yo era el que sostenía a mi, a mi familia, a mi madre y a mis hermanos.

VD: ¿Cómo se imaginaba que iba a ser su trabajo por allá?

MS: Yo no sabía nada de eso, yo no sabía qué clase de trabajo iba yo a hacer. Iba yo contratado por el ferrocarril, pero gracias a Dios como iba a trabajar en el ferrocarril, ya después allá ya nos pusieron a, nos bajaron, en una este, estación, no me acuerdo cómo se llama ya. Y ahí este, yo estaba, yo estaba en la, condicionaban los cuartos para los braceros, ahí nos bajamos como cuatro, como cuatro o cinco, en ese lugar para, ahí nos acoplamos a la plantilla que ya había de trabajadores. Entonces me pusieron con ese señor que me mandó una carta, yo fui ayudante de él, a arreglar la vía, poner durmientes, era mantenimiento pues, mantenimiento de…

VD: De la vía.

MS: De la vía del ferrocarril.

VD: Y cuando usted decidió irse para allá, señor Manuel, ¿cómo tomó la decisión?, ¿le consultó a su mamá?

MS: Sí. Le dije, le dije que iba, me iba de bracero para mejorar, para poder mandarles dinero. Como así fue, por Dios, lo que me pagaban, yo le mandaba el dinero a mi mamá.

VD: Y ella, ¿qué le decía? ¿Ella no quería que se fuera usted?

MS: No, sí, pues estuvo bien, porque, ¿quién las mantenía? A pesar de que vivíamos con la familia de mi abuelita, pues uno de mis tíos era el que nos sostenía también cuando faltaba algo. Mejor dicho, yo no pagaba renta, la pagaba él. Ni la renta ni la luz, yo lo único, lo ayudaba yo para la manutención de mis hermanas.

VD: ¿Usted tenía familiares que hubieran vivido antes en Estados Unidos?

MS: Pues no, no, no había, no tenía yo nada.

VD: Nadie. Y, ¿qué idea tenía de Estados Unidos antes de irse?, ¿cómo se imaginaba?

MS: Pues no, no me imaginaba yo cómo, yo me lo imaginaba pues, como México, pues iba uno a una ciudad, otra ciudad. Pero allá, pero allá se encuentra uno ya distintas las cosas. Sí, por todos lados son distintas. Tanto, tanto gentes como, como ciudades y cosas, los comercios, muy distinto todo. Inclusive el racismo todavía existía por allá. Las peluquerías, en los restaurantes, en tiendas decían, tenían letreros ahí: “No perros”, en español y en inglés. “No perros, no negros, no mexicanos”. No, no aceptaban que entrara uno.

VD: ¿No les daban servicio?

MS: No. Había unas partes que sí, a donde íbamos nosotros a que nos dieran peluquería o a comprar algo, ropa, todo eso. Había otras partes, pero otras partes eran muy racistas. Todavía existía esa clase de tratamiento.

VD: Esa separación y discriminación. Señor Manuel, cuando usted se fue, ¿había rumores de que a los braceros se los iban a llevar al frente en la guerra?

MS: No, bueno, el que quisiera este, enrolarse al ejército ya era otra cosa distinta, que quisiera, pero yo no tenía ni edad siquiera para eso. Creo que los recibían de veinticinco años para arriba.

VD: ¿A qué edad se fue usted para allá?

MS: Me fui yo como con veintidós, veintitrés años, por ahí así. Me fui en el [19]43. Cuando se acabó la guerra, que fue en el [19]44, se bajó la chamba ahí luego luego y toda la gente decía: “The war is over, the war is over”. Ya se había acabado la guerra, nos fueron a decir que ya nos daban pase para México, para que nos regresáramos.
VD: ¿Usted recuerda ese día?, ¿hubo festejo allá?

MS: Sí, era una escandalera que traía toda la gente porque ya se había acabado la guerra. Donde quiera gritaban y ponían letreros y cada quien hacía su escándalo por a su lado.

VD: ¿Los braceros cómo se sentían?

MS: Pues muchos nos sentimos defraudados, ¿no? Porque pues íbamos a trabajar, se acaba la guerra, pues se acabó todo. Ya teníamos que regresarnos, como fue, ya nos regresamos. Nos regresaron porque nos mandaron, claro que muchos se bajaban en las estaciones y se escondían por ahí. Yo no, yo me regresé a mi casa. Hasta la frontera, en Ciudad Juárez, ahí creo en Ciudad Juárez, ahí tomamos el tren para México.

VD: Y entonces a usted cuando se fue para allá, la situación de guerra no le atemorizó.

MS: No.

VD: Ni le importó ir a un país que estaba…

MS: No, no, porque yo no, ignoraba por completo el movimiento, cómo era la vida y cómo era todo allá, yo no sabía nada, ésa fue la primera vez que fui a Estados Unidos. Así es que yo, ignoraba yo el sistema de vida, el sistema de todo.

VD: Pues sí, don Manuel. Entonces usted se contrató en el estadio y de ahí salió en tren, ¿de Buena Vista salió usted?

MS: Sí.

VD: Directo hacia la frontera. ¿Por dónde cruzó la frontera?

MS: Me parece que por Ciudad Juárez.

VD: Por Ciudad Juárez. ¿Ahí cambió de tren?

MS: Sí.

VD: Y los pasaron a otro, que lo iba a llevar, ¿en qué lugar le tocó trabajar a usted?

MS: En el estado de Kansas, pero no me acuerdo ahorita el nombre del pueblo donde estuve yo. Estuve en el estado de Kansas y era este, Eureka, en el pueblo de Eureka, Kansas.

VD: Todo el tiempo que fue su contrato estuvo en Kansas, para la compañía Santa Fe, me decía.

MS: Um-hm.

VD: ¿Como cuánto tiempo duró su viaje hasta allá, señor?

MS: Pues yo creo que ha de haber durado el viaje en sí, ha de haber durado más de una semana.

VD: Y durante ese tiempo, ¿les proporcionaban la comida?

MS: Nos daban alimento a bordo.

VD: ¿Se acuerda usted cómo era el ambiente que había entre los braceros que se iban para allá?, ¿qué se decía?, ¿qué expectativas tenían?

MS: Pues todos íbamos como yo, la mayoría iba, íbamos como yo, a ver qué era eso, cómo era la vida, cómo íbamos a trabajar. Allá nos decían que íbamos a trabajar en la vía, pero, ¿cómo era la vida, cómo era el ambiente? Y todo lo ignoraba yo. Todos lo ignorábamos.

VD: Y al llegar allá, señor Manuel, ustedes llegaron a Kansas y, ¿quiénes los recibieron?

MS: Pues el jefe, como digamos, el mayordomo de ahí de la zona, de los trabajadores, el encargado pues de todo el trabajo de ahí. Él fue y nos recibió y nos apuntó en un libro y ya él nos enseñó, él nos puso al tanto de cómo, cómo tendríamos que trabajar, a presentarnos a qué horas y en dónde. A las siete de la mañana estábamos ya listos para entrar a chambear.

VD: ¿Hablaba español el mayordomo?

MS: Ah, sí. Bueno, el mayordomo en sí, no, era un ayudante de él que ahora fue el que, el que era como jefe de ahí de la zona donde vivimos. Era un mexicano que ya tenía años ahí vivi[iendo], yo creo que ya era ya, este, ¿cómo se llama eso?

VD: Ciudadano.

MS: Ciudadano, o tendría ya tiempo ahí, no sé. Él fue el que nos explicaba todo lo que debíamos de hacer. Y le platicaba al mayordomo.

VD: ¿Cómo era el trato de este ayudante y del mayordomo hacia los braceros?

MS: Muy bueno pa nosotros, para mí fue bueno, nunca tuve yo problemas con nadie. Era una forma de tratar muy bien.

VD: Y, ¿él fue el que le dio la capacitación del trabajo que se tenía que hacer allá?

MS: Sí, explicó lo que debíamos de hacer y cómo hacerlo.

VD: Señor Manuel, ¿me puede usted describir cómo era un día de trabajo por allá?, ¿a qué horas se levantaba?

MS: Pues nos levantábamos a las seis de la mañana a desayunar.

VD: ¿En un comedor?

MS: No, ahí mismo en el cuarto. Porque la familia del hombre ese era el que nos daba el alimento, nos daba el este, le dábamos para pagar la alimentación. Nos daba de desayunar, nos íbamos con él a la, a la ésta, afuera, a la plantilla a esperar que estuviéramos todos para irnos ya. Ya nos íbamos sobre la vía, ya nos íbamos a trabajar.

VD: ¿Como cuánta gente había en su cuadrilla?

MS: Pues ahí deberíamos de haber sido unos, unos diez o doce, por ahí así. Más o menos sí eran como doce.

VD: Y entonces le tocaba mantenimiento de la vía.

MS: Limpiar los durmientes, cambiar durmientes, el terraplenco(??) este, ponerle bien, porque muchas veces las vías se ponían dobladas así, entonces había que meterles…

VD: A nivelar.

MS: Arena, arena, a nivelar.

VD: Y, ¿a qué hora tenían su descanso para comer?

MS: Como a las doce o una, más o menos era el tiempo de comida. En media hora tomar agua, tomar agua. Eso no había problema porque era un sol tremendo. Imagínese que ta uno trabajando, voy y tomo agua y me regreso y ya no había problema de, de tomar tiempo. El tiempo era nada más para comer.

VD: ¿Se llevaban ustedes su comida o se las llevaban ellos?

MS: Sí, no, nos llevábamos nosotros nuestro lonche cada uno.

VD: Que usted se preparaba.

MS: No, la señora nos lo hacía, ahí nomás nos daba una bolsita o algo.

VD: Y, ¿qué le llevaban de lonche?, ¿se acuerda?

MS: Pos, lo normal de la comida. Que huevo, o carne o frijoles y arroz, así nomás.

VD: Y continuaba entonces trabajando, ¿hasta qué hora en la tarde?

MS: Pues trabajábamos, hasta como a las tres de la tarde, por ahí así, tres, o tres y media, más o menos. Que fueran ocho horas, pues.

VD: Era una jornada de ocho horas diarias. Y terminando se iban al campo y ¿qué hacía en las tardes?

MS: Pues ahí estar platicando, jugando dominó o alguna, alguna distracción.

VD: ¿Tenía usted un radio o alguna cosa así?

MS: Teníamos radio.

VD: Y, ¿qué estaciones escuchaban?

MS: Pos las mexicanas, las de la frontera.

VD: Sí tenían estaciones en español.

MS: Sí, sí, pues para hablar inglés, si apenas hablaban algunos hasta español porque eran indígenas, o así.

VD: ¿Usted aprendió algo de inglés en esos…?

MS: Pues muy poco, muy poco porque el, el contacto era con los mismos compañeros, ese tipo de hablar inglés, este, español. El inglés lo hablaba el mayordomo con el, con el jefe de la cuadrilla y él nos las transmitía las órdenes. Sí, sí, que era muy poco el español. El español que tenía yo, mi compañero era un americano de ahí, él era el que me hablaba algo, me decía palabras en inglés, pero no, no era una cosa de aprenderlo exactamente.

VD: Algunas palabras.

MS: Sí, unas palabras nomás.

VD: Y, ¿cómo era su relación con sus otros compañeros, señor?

MS: Bien, bien, había compañerismo entre todos, porque nos poníamos a platicar y a pensar que estábamos solos, sin nadie que nos este, apoyara de nuestra situación o nuestro modo de ser y todo eso, que pues teníamos que buscar el, la forma de ser compañeros. Porque solamente había uno que era más rebeldón, ése no hacía trabajo bien, no, era flojo. Y él se peleaba con uno, lo echábamos a un lado porque no, no coincidía con nuestro, nuestros pensamientos, pues.

VD: En general con los demás, sí. Entonces, señor Manuel, me decía que sólo ese compañero era el que no.

MS: Sí, nomás era uno, uno más este, más rebeldón, pero no teníamos así pleitos de peleas o algo así, no. Nomás eran cosas de hablar de boca.

VD: Y en el trabajo, señor Manuel, ¿usted escuchaba alguna queja frecuente entre los compañeros?

MS: No, no, ni el mayordomo. El mayordomo nomás le indicaba lo que tenían que hacer e iba y se sentaba desde, a unos diez metros de distancia de uno y nomás nos estaba viendo, cualquier cosa cómo lo hacíamos, qué lo hacíamos. Ya que acababa, iba a revisar y a seguirnos adelante y así, pero no, no había muchos problemas.

VD: Sobre el lugar donde ustedes vivían, ¿había alguna queja de las casas? ¿Ustedes en qué vivían, en una barraca, o en una casa?

MS: No, no era una especie de, pues como una casa con varias piezas, varias habitaciones. Pero estaban separadas, ¿no?, como un corredor con casas así un lado, puertas. Era una especie de barraca porque pos ahí vivíamos algunos.

VD: Pero, ¿tenía habitaciones separados?

MS: Sí, sí. En, en un cuarto, por ejemplo, en un cuarto había una cama y estaba separada de ese, en ese cuarto estaba, había una, división y había otra cama por otro lado, para también fuera como doble personas en un cuarto.

VD: Por cada habitación. Y, ¿estaba cerca del campo de trabajo?

MS: Sí. Pues ahí lo teníamos como decir ahí enfrente.

VD: Y la alimentación, entonces ellos nunca les dieron comida de comedor.

MS: No.

VD: Ustedes se cocinaban.

MS: No.

VD: En esa casa había una cocina, o, ¿cómo era?

MS: No, la señora la cocinaba, ella sí.

VD: Y ustedes le pagaban a ella.

MS: Ey, le pagábamos a ella.

VD: ¿Ella les cocinaba y les llevaba la comida?

MS: Sí.

VD: Y trabajaba, ¿cuántos días a la semana, señor?

MS: Pues de lunes a sábado.

VD: ¿Los sábados también trabajaba?

MS: Um-hm

VD: Y, ¿qué hacía en su día de descanso?

MS: Pues, pues íbamos a un pueblo más cercano que está cerca, no me acuerdo cómo se llama, ahí nos íbamos a pasear un rato. Andando o, luego había un carro, un camión que nos llevara o algo así. Pero no, no había, no había distracción para uno, digamos de que el cine, o el teatro, lo que sí había era cantinas, pero yo nunca fui a cantinas, ni la, ni la mayoría de nosotros íbamos a las cantinas. Porque no teníamos este, cómo le dijera, vicio, yo no tenía vicio. Ni ninguno de nosotros tenía vicio de los que estábamos ahí. Eran más responsables que yo, uh, que carambada, yo era un, un señor era como de más, dos, más de treinta años.

VD: ¿Los otros eran más jóvenes?

MS: Como yo más o menos.

VD: Y, ¿se hizo amistad con alguno de ellos por allá, señor?

MS: Sí, con uno de ellos aquí lo hice compadre, somos compadres, porque él fue el que más hubo, hubo más amistad entre él y yo. Y ya cuando me casé, me casé y le dije que cualquiera que se casara primero sería padrino de mi hijo, yo me casé primero que él y él fue mi compadre.

VD: ¿Él era de aquí también del Distrito Federal?

MS: Él no era, sí, él vivía en el Distrito Federal, pero era, él nació creo que en Puebla. Pero él vivía y trabajaba en México, aquí en México en el Distrito Federal.

VD: Y, ¿conservó esa amistad después de…?

MS: Pues algunos años, hasta que de improviso se me desapareció y ya no lo volví a ver. Al cabo de los años, yo creo que fueron como, después de que fuimos compadres, como unos diez años ya no lo volví a ver. Y ni lo he vuelto a ver.

VD: Después ya no lo volvió a ver. ¿En algún momento tuvo contacto con otros trabajadores norteamericanos, o todos eran braceros?

MS: Ahí había dentro de mi línea, dentro de mi grupo había dos americanos, uno era con el que yo trabajaba y el otro era también, uno ya más viejillo. Pero él tenía otro muchacho que también le ayudaba, hacíamos mancuerna.

VD: Y, ¿cómo era su relación con ellos?

MS: Muy buena, muy buena. Porque inclusive iba yo a la casa de él con su esposa y él luego lo encontraba la señora partiendo leña. Le decía: “Yo, yo se la parto”. Y de ahí nos ayudábamos, bueno, nos veíamos más o menos como buenos vecinos.

VD: Entonces usted me decía que cuando iban a los pueblos en algunos lugares, había esta separación de que no dejaban entrar a los mexicanos.

MS: No, no los mismos, no en los pueblos, aquí mismo en la Eureka, ahí mismo era un pueblito, había, había ese racismo.

VD: Y, ¿alguna vez tuvo usted un incidente directo con alguien?

MS: No, no, porque yo ahí para qué me iba a meter, si está diciendo ahí el letrero que no, pa qué voy a buscarle lío, ya me informaba yo por dónde había otro, otra, por decir peluquería. Porque en las peluquerías había baños, para bañarnos ahí y había otras peluquerías que aceptaban, aceptaban a los mexicanos, al quien fuera. Tiendas de ropa, tiendas de comestibles también.

VD: Había unas en las que no había restricciones de entrada. ¿Nunca tuvo usted problemas de comunicación con el idioma cuando iba a las tiendas o esas cosas?

MS: No, no.

VD: ¿Cómo se comunicaba con la gente?

MS: Pues había, pues había bilingües, había personas bilingües que hablaban inglés y español.

VD: Y del tiempo que estuvo por allá, señor Manuel, ¿hubo algunas cosas que le parecieran como novedosas que encontró allá en Estados Unidos, de comida, de…?

MS: No, no, porque vivimos, digamos en la orilla, en la orilla de Estados Unidos, no en la orilla y por decir en el pueblo de Eureka, estaba así en una, en un ramal de, ah, como a cinco, perdón, cinco pueblos para abajo estaba una vía grande que pasaba el tren a no sé dónde, Connecticut, algo así. Y por acá en el lado del norte, había dos pueblos más para que, para llegar a la línea de otro tren grande, fíjese que era un ramal nada más el que teníamos nosotros. Así que no había mucha, mucha este, que digamos, por decir, que estuviera distinto a otros lados, no.

VD: Estaba…

MS: Era un pueblo, era un pueblo normal como cualquiera.

VD: Y, ¿sobre la guerra les llegaban noticias?

MS: Pues sí las oíamos pero, al menos a mí no me interesaban, yo luego no me pon[ía], si poníamos el radio empezaban que el noticiero de las noticias. “Cámbiale”, le decía yo. Pero me decían también: “Cámbiales”. Pues qué, qué negociamos con estar oyendo.

VD: ¿No le interesaba saber qué estaba pasando?

MS: No.

VD: Alrededor de usted, en el ambiente, ¿se notaba que el país estaba en una guerra?

MS: Pues sí se notaba porque, había gente que tenía, tenía su familia trabajando en la guerra pues, en la, habían ido de, soldados o en la marina.

VD: ¿Usted conoció alguna familia con sus hijos allá?

MS: No.

VD: Y, ¿los braceros tuvieron algún papel en la guerra, señor Manuel?

MS: Ahí sí, no sé. Ahí sí, no sé, pues no creo que haya habido, pues estábamos de braceros, no podíamos estar inmiscuyéndonos en la política con la guerra.

VD: ¿Pero usted cree que como braceros tuvieron algo que ver con la guerra, algún papel en ese…?

MS: No, para nada, no, no me acuerdo que hayan intervenido los braceros en lo de la guerra.

VD: No directamente en el campo, sino, digamos como, les digamos en la retaguardia productiva, eso.

MS: No, no, no. No había nada, por eso entonces. Que yo me acuerde, yo no, no, nunca pude, eso más bien yo creo que se había, que se oía en las cantinas, en los lugares así de, de reuniones de gentes. Y como yo no iba, no sabía yo nada.

VD: Y, ¿usted nunca escuchó?, ¿nunca le dijeron que los braceros iban como el aporte de México a la guerra, para ayudar en los campos?

MS: Pues eso sí, mexicano, bueno, usted de bracero, todos los que estaban dentro de la guerra dejaron sus lugares, entonces el bracero fue a ocupar esos lugares para ayudar a Estados Unidos o a su vida, a su modo de ser, pa que siguieran adelante. Así que sí nosotros veíamos que, que el mexicano, bueno que el bracero, éramos una parte esencial para la vida de Estados Unidos. Y no nomás nosotros ahí, sino, en todos los Estados Unidos había eso.

VD: ¿Cómo se daban cuenta ustedes de eso, señor Manuel?

MS: Pues porque toda la gente que había ido a lo de braceros dejaban su lugar aquí, allí. Muchos que trabajaban en la vía se fueron de, de soldados a la guerra, entonces, ¿el lugar quién lo iba a ocupar? Tenía que buscarse alguien.

VD: Y, ¿usted cree que el trato que recibían los braceros allá era el que merecían como tal?

MS: A lo menos yo nunca supe cómo trataban a los americanos, así que a mí no me trataban en cierta forma. Decía yo: “Hasta a lo mejor así es la vida de estos aquí”. Yo no podía decir, porque no, no sabía yo quién, cómo eran, ni cómo vivían.

VD: Y, ¿usted siente que en general recibían un trato adecuado?

MS: Pues sí, sí lo recibíamos bien, sí. Sí, porque inclusive el, el máster, o sea el superior al mayordomo, nos iba a platicar y nos decía y nos decía cosas, pero en una forma amigable, tratable, no, no había de, despotismo o racismo o algo, no.

VD: Estando por allá, ¿qué era lo que más extrañaba de México, señor?

MS: Pues todo, todo lo mexicano, principalmente la familia.

VD: ¿Qué era lo que le producía más nostalgia, estar lejos de su familia?

MS: Pues sí.

VD: ¿Extrañaba usted la comida de acá?

MS: Sí, también.

VD: ¿Cómo se acordaba de México cuando estaba por allá?

MS: Pos como era, como lo había dejado. Porque en, comparativamente no es lo mismo. No era lo que otro.

VD: ¿Qué se encontró que era diferente de aquí cuando usted estuvo allá la primera vez?, ¿qué eran las diferencias más grandes que veía?

MS: Eso, eso del racismo, principalmente, el racismo, porque pues aquí no, no creo que haya habido la forma de vida de allá, porque aquí ayudábamos a todos los que son, con lo que, con lo que sean.

VD: Y, ¿alguna vez le entró una nostalgia fuerte, como ganas de abandonar su contrato y regresar a México?

MS: No, no, al contrario. Se me venció, se nos venció el contrato porque creo que era por seis meses y lo renovamos.

VD: ¿Allá les ofrecieron renovarlo?

MS: Sí, sí, pos todavía estaba la guerra. Yo me fui alrededor de, yo creo por el mes de abril del [19]43, creo. Así que a los seis meses, como en octubre por ahí así, lo, lo renovamos, otros seis meses. Pero creo ni, ni alcanzamos a terminar el contrato porque se acabó la guerra.

VD: Entonces sería en el [19]45, ¿no?, que se acabó la guerra.

MS: No, en el [19]44, porque yo me acuerdo que eran en el [19]44 cuando empezaron a decir que la, la guerra terminó, en el [19]44. O tal vez esté yo equivocado un año pero no, no creo. Voy a, voy a ver en mis papeles cómo está la cosa, pero [19]45 no creo que haya sido yo, porque yo me acuerdo haber regresado en el [19]44 acá a México.

VD: Eso fue el año, porque según entiendo [19]45 fue el último año en que estuvieron trabajadores del tren allá.

MS: Pues habría, pero…

VD: Que fue cuando se acabó la guerra.

MS: Ahí no, no sé, yo supe que se había acabado, pero nos, nos regresaron porque ahora así como se fue el tren lleno, regresó lleno. De todos lo que se venían, tenían que regresarse.

VD: Y, ¿estando allá usted tenía algún temor por su familia que se había quedado aquí?

MS: No, no, porque estaba mi familia unida, todos estaban ahí, no había modo de, al menos un accidente o alguna cosa que se les hubiera pasado, pero estaban todos unidos.

VD: Y, ¿la vida por allá le gustó, señor Manuel?

MS: Ah, no mucho.

VD: ¿Por qué?

MS: Pues no es lo mismo que lo mesmo. México es muy distinto a las costumbres americanas. En primer lugar, uno va solo, ¿qué hace uno solo? No, no hay convivencia con gentes que, pues no, no, no saben el idioma, no saben nada de las costumbres de uno, ni nosotros los de ellas, así es de que era muy distinto.

VD: Y cuando usted regresó, ¿tenía ganas de volver, o usted se hubiera quedado más tiempo allá?

MS: Ya no, ya no, ya no quise yo regresar. Ya no me dieron ganas de regresar, puesto que ya estaba yo en mi casa.

VD: Ah, cuando regresó aquí a México. Pero cuando le dijeron que se iba a regresar de Estados Unidos a México, ¿no se quiso usted quedar por aquí?

MS: No, ninguno de los que fuimos, todo mundo iba a arreglar nuestras cosas de papeles y la ropa y todo y vámonos.

VD: Y, ¿cómo se sentía usted de volver?

MS: No, pues a gusto. Me sentía a gusto.

VD: A su regreso, ¿qué cosas compró por allá, señor Manuel?

MS: ¿Qué cosas, qué?

VD: ¿Usted hizo compras que se trajera de por allá?

MS: Pues sí, compré algunas cosas, algunas ropas distintas, principalmente para mi abuelita que como ya estaba grande, compré yo una especie de suéteres doble, que aquí no hay. No había yo visto un suéter doble que se podía doblar, voltear y de otro color y que le gusta mucho a ella y es muy caliente para este tiempo de frío. A mis, a mi madre también, a mis hermanos sí les traje algunas cosas, pero no me acuerdo ya qué fue, si calcetines o algo así, no me acuerdo.

VD: Regresó también por, ¿por dónde cruzó la frontera, también por…?

MS: Sí, sí igual.

VD: ¿Por El Paso?

MS: Igual, sí, El Paso a Ciudad Juárez, El Paso a Ciudad Juárez.

VD: Y de ahí el tren los dejó, ¿dónde señor?, ¿hasta acá lo trajo al Distrito Federal?

MS: Sí, bueno.

VD: Ése estaba…

MS: Bueno, de Estados Unidos a la frontera. Ahí en la frontera nos cambiamos al otro tren mexicano.

VD: Y, ¿no tuvo problema con los de la Aduana con las cosas que traía usted?

MS: No, no, para con nadie. “Son braceros, pásenle, pásenle”.

VD: Y, ¿cómo lo recibía la gente aquí, señor?

MS: No, pues preguntando cómo estaba la cosa, cómo era el trabajo, cómo era todo, igual que está haciendo usted la pregunta, igual, así más o menos preguntaban, cómo nos había ido, qué habíamos sentido por estar allá. Sí, al principio en realidad era muy distinto por el cambio de situación, ¿no? Pero ya es cosa, cosa de agarrar un ritmo.

VD: Y se acostumbró ya. ¿Le fue difícil al principio acostumbrarse, los primeros días que estuvo por allá?

MS: Pues sí, pues sí era necesario agarrar un ritmo distinto completamente.

VD: Y, ¿escribía usted a su familia?

MS: Seguro.

VD: ¿Cómo les mandaba el dinero para acá?

MS: Pues por un giro postal.

VD: ¿En el pueblo tenía que ir ahí a Eureka?

MS: Ahí estaba en Eureka, ahí estaba en, de la estación atrás estaban las oficinas del correo.

VD: Pues, señor Manuel y, ¿usted allá nunca conoció, nunca se hizo de una novia, o nunca conoció a nadie allá?

MS: No, sí conocí a muchachas y todo eso, pero pues no es lo mismo porque allá son costumbres americanas. Solamente yo con ___(?), un compañero mío tuvo suerte de enamorarse de una muchacha de ahí. Porque él, él era así, era tenorio, era un tenorio y supo ablandarle el corazón a una, pues era hija de mexicano americano. O sea hablaba español e inglés. Se enamoraron los dos, pero quién sabe cómo, que cómo hayan sido las despedidas porque cuando él ya se regresó, a no ser que haya regresado después, yo ya no lo volví a ver.

VD: Y ustedes entonces los braceros sí tenían contacto con otras muchachas de por allá.

MS: Sí, sí. Sí, yo entré a un, a un este, ¿cómo se llama?, a un equipo deportivo, donde jugaban muchachas y muchachos de béisbol. Le digo: “Pero ustedes no juegan béisbol”. “No, no se llama béisbol, se llama sóftbol”. (estornudo) Salud. “Se llama sóftbol”. Porque es una pelota más grande y pa que jueguen las muchachas y jugaban, jugábamos béisbol todos.

VD: ¿Otros braceros y muchachas de allá?

MS: Sí.

VD: ¿Cómo supo usted de ese equipo?

MS: No, pues ahí en, en el parque todo eso pues se ve, se ven las reuniones y todo. Porque ahí había un parquecito y ahí nos juntábamos varios, como jardincito, pues, íbamos a un Chapultepec chiquito.

VD: Y, ¿ellas los invitaban a participar?

MS: Ey, sí.

VD: Entonces usted no se consiguió ninguna novia por allá.

MS: No.

VD: Y, ¿alguna vez le tocó la fiesta allá del 16 de Septiembre, don Manuel?, o, ¿que le tocara estar un 16 de Septiembre a usted allá?

MS: Pues sí estuve pero no, no.

VD: ¿No se celebró nada?

MS: No, no se hizo, no se hizo nada.

VD: Y, ¿los braceros hacían algo?

MS: No, nada, nada. Yo no me acuerdo que hayan hecho algún festejo.

VD: Y por ejemplo de actividades religiosas, ¿ustedes podían, los que querían podían ir a la iglesia?

MS: Pues yo no sabía que había iglesia, nunca fui a la iglesia, quién sabe dónde estaría.

VD: No la conoció. Señor Manuel, ¿usted conocía su contrato?, ¿usted lo había leído?

MS: Pues sí lo leí para firmarlo, pero, ¿pues dónde está? Todavía no lo, no lo encuentro. Es que en los cambios que ha habido de movimiento de casas, pues esto ya no sirve, esto ya no sirve, a la basura.

VD: Se perdió.

MS: Y como luego yo hago una cosa mal, mal que es para otros. Yo digo: “Esto ya no sirve, esta toalla no sirve, váyanse a tirarla”. Vienen y luego: “¿Dónde está mi toalla? Yo la quería que pa esto y el otro”. Porque cada quien tiene sus, sus cosas, ¿no?, sus necesidades. Así me pasó a mí yo creo porque muchos papeles ya no los encontré, ni de mi escuela de cuando estaba yo en la escuela, ni, ni cuando estaba yo enfermo, o mis hermanos, así ya, todos esos papeles, ya a la basura.

VD: Pero usted sabía, por ejemplo, si tenían algún problema, ¿a quién tenían que acudir? ¿Usted nunca tuvo una dificultad allá con nadie?

MS: No, no.

VD: ¿Ni alguna vez necesitó de algún médico que tuviera?

MS: No, yo no, gracias a Dios que no, no necesité tratamiento médico, ni medicinas ni nada, no.

VD: Y a la distancia, señor Manuel, después de varios años que usted se recuerde que, pues esa experiencia, ¿qué impacto tuvo en su vida haber estado por allá en Estados Unidos?

MS: Pues fue una cosa, como digamos de novedad. Fue una novedad de mi, dentro de mi vida, un cambio, por algún tiempo de modo de vivir. Se van a romper esa hule, ese hule. Fue un cambio completamente distinto a como vivía, a como fui a vivir allá. Porque aquí vivía con mi familia y tenía yo un trato constante con mi familia y allá en cuál. Ey, ey, ey. (silbido)

VD: Y en aquel tiempo, de los meses que estuvo allá, ¿hubo algún hábito que usted cambiara de su vida?

MS: Señora, si quiere…

(entrevista interrumpida)

VD: Le preguntaba yo, señor Manuel, que si hubo en esos meses que estuvo por allá algún hábito de su vida que cambiara. Mucha gente, por ejemplo, empezó a fumar allá, o empezó a comer otras cosas que no conocía, que conoció allá.

MS: Pues de fumar, pues yo ya fumaba aquí, algo, pero fumaba, nomás fue el, fue el cambio de cigarros, la marca de cigarro, pero pues eso nada más fue lo único que cambió porque seguí fumando. No constantemente, porque me fumaba nada más, me fumaba dos, tres, cuatro cigarros al día y ya. Pero la marca de cigarros esa fue la que cambió.

VD: Y el tiempo que estuvo allá, ¿usted pudo hacer algunos ahorros, o sólo lo que mandaba?

MS: Yo, yo nomás me apartaba lo que necesitaba para vivir allá y lo demás se lo mandaba a mi mamá. Ella sabía lo que hacía, porque tres hermanos y ella, era algo.

VD: Y cuando usted regresó, ya no traía ningún ahorro.

MS: Sí, ahí traía, porque dieron una compensación, no me acuerdo si fue buena la compensación, pero no. Pero con eso ya la vine a gozar acá. Pues sí dieron una compensación por los servicios prestados. Creo que sí fue.

VD: ¿De la compañía se lo dieron antes de venirse?

MS: Sí.

VD: Y, ¿qué hizo con ese dinero?

MS: Pos me lo gasté aquí en México con mi familia, con mi amá, a pasear, ir a comer a algún lugar. Por ahí tengo unas fotos donde estoy con mi amá, nos fuimos a un lugar, no me acuerdo dónde. Traigo ahí hasta la cachucha con la, con la cruz de Santa Fe.

VD: De la compañía.

MS: Ey, del ferrocarril.

VD: Y, ¿le costó trabajo adaptarse a su regreso, señor Manuel, a la vida de aquí?

MS: No, no, yo no encontré ningún cambio. Bueno, el que haya yo sentido cambio, no. Yo seguí después mi, mi ritmo de vida igual como antes lo tenía.

VD: ¿A qué volvió a trabajar cuando regresó?

MS: Sí, volví a entrar a trabajar.

VD: ¿En dónde?

MS: Pues es que ya no me acuerdo exactamente, es que tantos trabajos, por ahí tengo en una, en una carpeta, tengo guardados los contratos, las éstas, contratos y las fechas de más o menos las líneas de trabajo que ahí, que tuve. Si quiere usted después se las doy.

VD: Sí, si quiere me los enseña después para ver.

2do: Y si se pasa por ahí al comedor para barrer aquí.

MS: Va a usted a darle una. Ya ve usted que no le van a hacer otra vez.

VD: Sí, ya, ya ve que ya…

MS: Ya va a empezar a tra…

(entrevista interrumpida)

VD: Me decía, señor Manuel, que no, no le costó trabajo adaptarse cuando regresó para acá.

MS: No, no, pues sí, todo igual, al contrario, con más ganas, porque ya sabía yo cómo hacer es la vida aquí, ya ahí la seguí.

VD: Y ya que estaba usted aquí, ¿llegó a extrañar la vida allá en Estados Unidos?

MS: No. Pues sí, la, digamos, la añoraba, por la cosa de trabajo, de cómo es el trabajo allá y la forma de que pagan y rinde más que aquí, pero pos no.

VD: En general no. Y después de haber sido bracero, señor Manuel, usted regresó para allá, me decía.

MS: Sí, regresé en el [19]64 me parece, por ahí así, a este, a trabajar.

VD: Me decía que se fue en el [19]64 para allá.

MS: Pues creo que sí, es en el [19]64, a este, a Delano.

VD: A trabajar en el campo.

MS: Sí, con pisca de uva.

VD: Y, ¿aunque usted nunca había hecho trabajo de campo?

MS: No.

VD: ¿Se le hizo pesado?

MS: Pos en principio sí. Pero ya agarrando uno el ritmo, ya era como una cosa más, más fácil.

VD: ¿Cómo consiguió usted ese trabajo allá?

MS: Por una, una este, ¿cómo le dijera?, pues un consejo de un vecino, que lo conocí en Tijuana, que ahí vivía mi hermano y había ido yo a verlo. Y me dijo que, que si no tenía trabajo, ¿por qué no me iba yo a buscar trabajo allá a Delano, que estaban necesitando gente para la pisca de la uva. Le digo: “Cómo no, nomás dígame dónde y cómo se llama y a dónde llego y todo eso”. Y dice: “Yo mismo los llevo”, a mi hermana y a mí. Y nos llevó. Ahí estuvimos como, estuve cerca del año porque no, fue como de digamos de marzo, de febrero, marzo a octubre o noviembre, por ahí así, no sé, la cosa de la…

VD: La temporada.

MS: La temporada.

VD: Y, ¿sólo ese tiempo estuvo por allá?

MS: Sí.

VD: ¿Después se regresó?

MS: Sí.

VD: Y, ¿no volvió a trabajar por allá?

MS: Ya no. Yo me regresé, mi hermana se quedó todavía un tiempo allá. Pero ya después se regresó también.

VD: Y, ¿nunca le dieron ganas de volver para allá?

MS: Ya no, ya no. Porque yo encontré ya unos trabajos más este, digamos más aceptable para mí, para la cuestión de dinero, ¿no? Como ya estaba yo más capacitado, no me daban ya poco dinero, sino me pagaban ya lo que me correspondía, como obrero pues calificado.

VD: O sea que el motivo principal que lo llevó a irse para allá fue el dinero.

MS: Pues sí, la miseria en que vivíamos, porque mi tío nos sostenía, ahí a mi mamá, o sea a su mamá, mi abuelita, dos, él y mi abuelita y tres hermanos que tenía, cinco. Y nosotros éramos también cinco.

VD: Uy, era muchísima gente.

MS: Para una sola persona. Pagar renta, luz, teléfono, digo, comida y lo que se ofreciera. No, tenía yo que buscar la manera de ayudarlo. Y así lo hice, por lo menos ya este, lo que yo mandaba, ayudaba más a mi madre y a mis hermanos.

VD: ¿Sí siente que haberse ido para allá fue una buena manera, en ese momento?

MS: Sí fue, fue buen, un buen modo de hacer algo.

VD: Y, ¿ahora tiene algún hijo por allá, señor Manuel?

MS: Hijos, hijo, no.

VD: Que se hayan ido, hijas.

MS: Ahí tengo a mi hija, mi otra hija con sus dos hijos, están allá, están en Chula Vista. Ya tiene más de como doce años, por allá. Luego voy así a visitarlos, estoy una temporada y me regreso.

VD: Ella se fue con toda su familia desde entonces.

MS: No, no se fue toda su familia.

VD: O, ¿allá nacieron sus hijos?

MS: Allá nació el segundo hijo y ella se quedó con él. Porque ella se fue embarazada de aquí porque mi madre, su madre, o sea mi mujer fuimos para allá y allá se agravó mi mujer. Y ya allá nos quedamos diez años, no podíamos traerla para acá.

VD: ¿En dónde, señor?

MS: En Chula Vista.

VD: O sea que usted vivió después de diez años allá.

MS: Estuve diez años con ella allá. Pero yo ya estaba jubilado aquí en México. Así es de que yo iba y cobraba mi pensión en Tijuana, me regresaba a estar ahí con mi mujer y mis hijos. Se murió mi mujer en el [19]58, ya me vine para acá. En el [19]58, tarugo, en el [19]98, (risas) si nos casamos en el [19]57.

VD: Pues habría sido un año después. Y después en el [19]98 ya se regresó usted.

MS: Ya me regresé en el [19]98. Sí, pues aquí la sepultaron y me vine para acá a sepultarla, ella no quería estar allá, quería venirse a su tierra.

VD: ¿Ella era de aquí del Distrito Federal?

MS: Guanajuato. Pero allá se quedó mi hija, porque ya tenía siete, ocho, no, nueve años más o menos allá. Y dice: “Esto ya me está sirviendo para apoyarme, quedar aquí”, dijo, “yo me quedo, para los muchachos no puedo yo cambiarlos también de escuela, porque sigan, que sigan su ritmo de estudio”.

2do: Buenas tardes.

VD: Hola, buen día.

MS: Buenas tardes.

VD: Pues ya por último, señor Manuel, a la distancia, después de varios años, los recuerdos que le quedan de aquella época, ¿cómo son en general?

MS: ¿De qué?

VD: Cuando usted estuvo de bracero por allá.

MS: Pues como una añoranza nada más, como un recuerdo, un recuerdo grato dentro de mi vida, ¿no? Porque pos un pasaje nada más de tiempo que estuve por allá.

VD: Pero sí le queda un recuerdo positivo de esos años.

MS: Ey, sí.

VD: Pues muchas gracias, señor Manuel, por su tiempo y sus recuerdo compartidos.

MS: Por mi tiempo no porque yo me canso de no hacer nada. Por eso estoy cansado, todo el tiempo estoy sentado. Es muy padre no hacer, no hacer nada.

VD: ¿Tiene mucho tiempo jubilado ya?

MS: Pues me jubilé en el [19]84 creo, [19]83, [19]84, por ahí así. Porque yo entré a trabajar en el [19]69, quince años, [19]84.

VD: Pues ya tiene bastante.

MS: Ey, en el [19]84 me jubilé y ya.

VD: Ya en un par de años irá por los veinte casi de jubilado.

MS: ¿Cómo?

VD: Que en un par de años ya va por los veinte años de jubilado.

MS: Ándale, sí, sí. Pero, ahí la llevo, cansándome o no cansándome, pero ahí la llevo. Porque eso de no hacer nada cansa.

VD: Ah, claro.

MS: Es más padre descansar después de no hacer nada.

VD: Exactamente, así sí sabe el descanso.

MS: Eso, eso no, cuando yo trabajaba de, de tornero, a ver si traigo la foto para, la foto para que la vea. Yo siempre trabajé parado y este, por eso me lastimé las rodillas, ya no puedo caminar bien. Y ahí en, ahí en donde yo estaba trabajando, estaba yo parado ahí sentado, viendo nomás así. Y el jefe pasó un día a revisar y dice este, me queda mirando y dice: “Y, ¿qué hace ahí parado?”. Y pues ahí le dije: “Nada”. “¿Cómo que no hace nada?, ¿le están pagando por no hacer nada?”. “Pues no”. Y ah, además leyó un letrero que había yo puesto ahí: “Qué padre es no hacer nada, pero es más padre descansar después de no hacer nada”. “Y luego ese letrerito ahí, ¿no le da vergüenza?”. “No, a mí no me da vergüenza, ¿por qué? Pues no estoy haciendo nada, estoy descansando de no hacer nada”. “No, pues entonces eso no está bien así en la empresa, así en la empresa, que quién sabe qué”. Le digo: “Muy bien, vamos a hacer una cosa, vamos a cambiar de chamba, usted me indica lo que yo debo de hacer en su oficina y yo le indico lo que debe usted hacer aquí parado”. “¿Cómo me va a indicar?”. “Pos sí, yo le voy a indicar a usted que debe de subir esa pieza, cómo debe de jalar la grúa, cómo montarla, cómo trabajar centrarla, cómo echarla a andar y luego echarle en el automático y usted nomás parado aquí a estarla viendo”. Dio media vuelta y se fue, (risas) pues ya volteó y vio la pieza trabajando, la máquina, no había visto él, yo creo.

VD: Que no estaba usted ahí de oquis.

MS: De oquis nomás, como me vio que estaba yo ahí nomás parado cruzado de brazos, dijo: “¿Éste qué está haciendo?”. Ya después ya no, ya no, me meneaba la cabeza y ya se iba, se fue. Y vino el este, el jefe del este, del taller y dice: “¿Qué pasó?, ¿qué pasó, te echó bronca el chango ese?”. “Sí, él me dijo que quería cambiar de chamba conmigo”. (risas) “¿Cómo querías hacer eso?”. “Pues sí, me vio aquí parado, leyó el letrero, quería ya también estarse aquí parado y yo me iba a la oficina, ta loco”.

VD: Oiga y por eso no, ¿el trabajo de allá no se le hizo pesado, señor Manuel, en la vía?

MS: El mío al principio sí.

VD: De pico y pala, ¿verdad?

MS: Pico y pala sí. Y luego poner este, durmientes y poner durmientes, sobre los durmientes, las vías y clavarla y ponerles los, las placas para fijarlas y todo eso, pues era muy duro. Pero aprendí, porque eso se tiene que aprender porque la placa, las placas que poníamos pa las vías, dos debían de estar clavando, le daba uno un martillazo, luego el otro, luego el otro.

VD: Iban entre dos.

MS: Ey. Eso me enseñó el muchacho ese americano. Y sí, sí me gustó.

VD: Tenían que nivelar.

MS: Nivelar, no yo, el que nivelaba era el mayordomo porque él era el que estaba nomás echándole ojo y agarraba su aparato y veía y: “Ta bien”, o hacía la seña que un tantito pa dentro y otra vez ya. Ahí quedaba la vía al centavo.

VD: ¿Nunca le tocó ver un descarrilamiento o algo?

MS: Sí.

VD: ¿Cerca de donde usted estaba?

MS: No lo vi, pero fuimos a trabajar en un descarrilamiento. A las seis de la tarde fue el mayordomo y nos citaron a todos porque teníamos que ir a despejar la vía del tren, porque estaba muy descarrilado y estaba estorbando el paso de los trenes. Y fuimos a trabajar toda la noche, dizque, dizque, porque usted volteaba pa todos lados y veía usted bultitos tirados por donde quiera.

VD: Todos estaban dormidos.

MS: Todos dormidos. (risas) Porque se acostaban dentro del, bueno, había matorrales, ¿no?, de, ¿cómo se llama esa hierba? Ésa, una planta como muy espinosa muchos picos de espinas, ¿cómo se llama?

VD: Ésas que crecen bajitas así, ¿que es como desierto por ahí?

MS: Sí, así algo así, pero no, no es tan bajita porque luego es un rombo, son grandotas así largotas. Pero bueno, de ésas había así un montón y hierbas a un lado así se crecían, pues ahí iban y se escondían atrás, a echarse las dormitadas. Y luego el mayordomo decía: “¿Qué pasó con el personal de aquí?”. Le decía: “Yo no sé nada, señor”. Ahí andaba, iba a buscar por otro lado. “Ay, condenados”. Le decía, le decía yo a mi compañero: “Mire nomás, ahí están esa bola de flojos”. “Déjalos, déjalos, los agarran, los deportan y vas a ver cómo les va a ir”.

VD: Y, ¿nunca le pasó a ninguno que por falta de trabajo lo mandaran a…?

MS: Pues yo, yo, que yo me acuerdo no, no hubo así una, una cosa de, de que les cayeran, no. Ésa, al menos esa noche no, porque yo creo que ellos estaban en combinados entre sí, unos despertados, iban y les hablaban a los dormidos para cambiarse así dormir un rato, una hora, dos horas. Porque sí, tuvimos que levantar vías, trenes, digo, vagones con grúa, hacer señales y todo eso. Estuvo pesadito la la chamba esa, ésa fue la más pesada.

VD: Aquella vez que tuvieron que quitar.

MS: El este, el descarrilamiento y en la noche.

VD: ¿Le llevaron luces o cómo se iluminaban el trabajo?

MS: Pues sí, sí llevaban luces. Eran lámparas de este, de carburo.

VD: Y, ¿ésa fue la vez que le tocó más pesado entonces?

MS: Sí. Ésa es la única vez.

VD: ¿Nunca más los llamaron a trabajar como a extra?

MS: No, no, ésa fue la única vez. Para mí ahorita que estoy acordándome de eso, a lo mejor de ahí fue el que mi pago extra que nos dieron a la hora de la despedida, el trabajo extra que hicimos del descarrilamiento, a lo mejor.

VD: ¿Sí se lo pagaron todo completo?

MS: Yo creo.

VD: ¿Usted cree que haya sido eso?

MS: Yo creo que sí.

VD: Y, ¿a usted no le dieron una carta como de agradecimiento, señor Manuel? Yo he visto algunas que les daban como de reconocimiento, ¿no se acuerda?

MS: No me acuerdo. Yo creo que sí me han de haber dado alguna.

VD: De la compañía, de que estuvo trabajando allá.

MS: Pues yo creo que sí, pero desgraciadamente ya no hay papeles.

VD: No le quedó nada.

MS: Yo voy a buscar, a juntar todos los papeles, pero va a usted tener que ir hasta la casa. O, ¿dónde nos vamos a ver?

VD: Pues sí, allá en su casa puede ser.

MS: Ya fue usted una vez, creo.

VD: Una vez me llevó Juan Manuel, sí.

MS: ¿Tiene usted carro?

VD: Y allá nos podemos ver nuevamente. No, fíjese que no, tendría que ser en transporte público.

MS: ¿En dónde vive?

VD: Aquí muy cerquita.

MS: Oh, pues a ver si Juan la lleva.

VD: Es lo que pensé que, en, incluso porque anoche que le hablé, le pregunté y mi intención era preguntarle cuándo iba a visitarlo. Y entonces cuando él me dijera que va tal día o fin de semana, pues irme con él. Y así puede ser, así le podemos hacer, si usted encuentra papeles del tiempo que estuvo por allá.

MS: ¿Qué quiere usted? Aquí, aquí lo, aquí le apunté una, un recado a Martha, a Irma.

VD: Pues creo que en general, le agradezco de nuevo mucho, señor Manuel, no sé si haya alguna otra cosa que usted recuerde.

MS: Pues usted a ver, usted que, que lleva eso a ver qué, qué le saca, que me recuerde porque yo ya…

VD: ¿No se acuerda muy bien?

MS: Muchas cosas ya no, ya le digo, son cuarenta y cuatro años.

VD: Claro. Fíjese que a mí algo que me llama la atención y no sé, pues no, no todos tienen recuerdos claros de eso, pero pues el primer contacto que usted tuvo por allá con el país, ¿cómo fue? Que llegó, que estuvo por allá.

2do: Hola.

MS: Hola. Perdón.

VD: Ah, pues sí, le decía, ese primer contacto con el país, al cruzar la frontera y eso, ¿se acuerda de El Paso, o nada más fue muy rápido que estuvo por ahí?

MS: Estoy, estoy tratando de acordarme dónde está ahí, ése, ahí está el señor que le decía. Ah, pues sí, le decía, yo me estoy ahorita con la cosa de que estamos rememorando cosas, yo me acuerdo que hace, tendría yo nueve o diez años, sí, nueve o diez años y mi hermana tendría como cuatro o cinco que mi padre nos llevó a Laredo, Texas.

VD: ¿Ah, sí?

MS: Mi padre nos llevó a Laredo, Texas, porque del otro lado en San Antonio, estaba trabajando un tío mío, hermano de él. También era músico porque la familia de él, de mi padre, fueron músicos, estaban de este, dirigiendo una orquesta de un, en un teatro, él. Y íbamos a ir a verlo para que, a ver si nos daban, se ponía a trabajar mi padre allá con él. Y fuimos a Laredo y Laredo no, no este, no pasamos de Laredo porque no, no llevaba, no llevaba el pasaporte, no sacó pasaporte de visa.

2do: Bueno, vamos a ir a un café por acá.

MS: Este, no lo dejaron pasar porque no sacaron el pasaporte, eso dijo ya después. No sacó el pasaporte para poder pasar, entonces este, le habló a mi tío por teléfono y ahí en la oficina de Migración habló mi padre con él y quedaron en que la autorizaban. Nos autorizaron nomás a pasar al, al otro lado de la frontera de Estados Unidos, para que viniera mi tío allá.

VD: A verlos.

MS: A vernos. Y sí, ahí estaba, estuvimos en el otro lado de Laredo, no me acuerdo cómo se llama.

VD: Pues Laredo, porque del lado mexicano es Nuevo Laredo.

MS: Laredo.

VD: Y allá es Laredo.

MS: Allá es Laredo, Texas.

VD: Ándele.

MS: Entonces así allá estuvimos en Laredo, Texas porque estuvimos primero en Laredo del lado mexicano y mi tío venía de San Antonio, que está más retirado pa dentro. Entonces, ahí en Laredo, Texas estuvimos y conocí la frontera, conocimos la frontera mi hermana y yo. Pero distinto porque en la, por completo, porque tenía uno que pagar, creo que $0.25 centavos para poder pasar. Y pagamos por cada uno una peseta americana y ahí estuvimos una tarde platicando con mi tío, en este, pues ahí en Estados Unidos. Y entonces se me hizo raro, completamente raro la diferencia de Laredo, Texas a Laredo, México, porque se veía de distinta manera, ésa era, digamos ésa era, sí era una ciudad, Laredo, Texas y México era otra. No como acá que fui con, el pueblo, a un pueblo de Estados Unidos, muy, como muy abandonado, muy triste, pues, ni tan triste, eh. Pero sí había, había gente y había dentro de, ¿cómo le dijera yo? Ve cómo la mente siempre está trabajando. Estoy ahorita acordándome de cuando usted me preguntó de las muchachas de allá, cuando habíamos, hacíamos limpieza en este, en la vía, porque teníamos que limpiarla, pero de la vía de, pues de las hierbas y todo eso y papeles y todo eso. Y un día este, nomás que, con perdón de usted se lo voy a decir, encontramos este, una bajada de la vía, una bajada a un, a un como subterráneo. Y entonces este, otro muchacho y yo, él, no pues el que fue mi compadre, entramos ahí a, a ver eso. Y dije: “¿Ahora por qué, qué será esto aquí?”. Completamente un cuarto vacío y pero ahí encontramos muchos condones.

VD: Ah, sí.

MS: Le digo: “Mira nomás. Vienen aquí a hacer sus fechorías. ¿No serán los braceros?”. “Nosotros no”, me dice, “porque los muchachos siempre estamos como juntos todos”. “Pos quién sabe quién será entonces los que vienen a hacer sus tarugadas”. Ya entonces fuimos y hablamos con el mayordomo y le dijimos: “Mire, encontramos esto, este caminito va derechito ahí a ese sótano”. “Y ese sótano, ¿de qué es?”, me dice. Le digo: “Vaya a ver”. Y va viendo, uh, lo clausuró.

VD: ¿Lo cerró?

MS: Porque era, sí, porque era este, para mí, dijo que era, era, es un este, como almacén de las cosas del ferrocarril, ahí guardaban durmientes o lo que fuera, ¿no? Pero ya lo habían agarrado de, de guarida.

VD: Como hotelillo.

MS: Como hotelillo, ey.

VD: Y, ¿estaba más o menos cerca del pueblo?

MS: Pues estaba dentro del pueblo porque la vía iba dentro del pueblo, la mitad de la vía.

VD: Lo cruzaba.

MS: La mitad, le digo, la vía atravesaba la mitad del pueblo por un lado y otro era la, era el pueblo y eso encontramos ahí. Y cosas que ya van viniendo poco a poco de acuerdo a la, a lo que estamos hablando. Y así, yo ya ni me acordaba de eso.

VD: Y el mayordomo llegó y les cerró, ahí les clausuró.

MS: Sí, lo cerró. Y bueno, lo cerró, dijo que lo iba a poner este, chapa y candado y todo, porque no tenía, le habían arrancado la, las bisagras que tenía puestas. No, ya después a los pocos días que volvimos a pasar por ahí, estaba ya cerrado, ya no, ya no estaba abierto. Porque tenía la puerta, nomás que para ponerse así encima y ya, le habían arrancado todos los tornillos, todo.

VD: Muy fácil la entrada.

MS: Sí. Sí, pero ya después ya de ahí ya estaba puerta, la puerta cerrada y con su pasador, el candado y todo. Y, ah, ya me acordé, ve está bien trabajando, ese sótano era juntitito a donde estaba una este, un cuartucho donde guardaban los estos, los, ¿cómo se llaman? Los trenecitos chiquitos que lo, que van sobre la vía, que lleva uno.

VD: ¿No le dicen push car, o cómo le dicen?

MS: Algo así.

VD: La mora, no.

MS: Sí, se, se pegan a la, al ferrocarril, o lo, o lo engancha uno al ferroca[rril], al carro del ferrocarril y lo llevan a uno. Ése estaba juntitito a una, a una de esas casetas, casetas de las guardavías, ahí había tres, tres de esos vagoncitos. Entonces esos, ese cuarto era para guardar todo lo material para la vía, durmientes y placas y tornillos y todo, se los hayan robado o los hayan sacado, quién sabe. Total que estaba vacío y enseguida estaban los, los estos carritos esos, yo ya no me acordaba de ese detalle.

VD: Ahí junto en ese mismo cuarto.

MS: Juntito, ey. Cómo trabaja la mente forzándola.

VD: Van saliendo los recuerdos, sí, claro que sí. Y así como usted, ese contraste que vio, señor Manuel, en Laredo, Nuevo Laredo y Laredo, ¿usted recuerda algo similar en Ciudad Juárez y El Paso cuando pasaron ustedes?

MS: Sí, sí, porque El Paso, Texas, es completamente distintito a Ciudad Juárez, pos sí, ahora ya no, no ha de ser así, pero en aquel entonces era un este, era un pueblo, un pueblo que, Ciudad Juárez era un pueblo y Laredo, digo este, digo, El Paso era otro. Pero sí tenía distintas cosas, no, pues en primer lugar el nombre en inglés, en inglés los nombres, las tiendas, las tiendas en inglés, store no sé qué y peluquería o barber shop, o puro inglés, a los mexicanos es muy distinto todo. Pero sí es bonito también conocer lugares que no, que no sabe uno cómo son.

VD: Hasta eso le gustó esa parte del estar allá, de haber conocido.

MS: Sí, pues ésa es una, bueno, la novedad es bonita, encontrar un lugar que no, que no sabe uno cómo es. Es como cuando va uno, por ejemplo, que vamos al, ahora aquí al ése, al juego de los este, el pueblo este donde están las resbaladillas y todo eso, ¿cómo se llama? Aquí cerca.

VD: ¿Donde están los juegos?

MS: Sí.

VD: ¿Allá al Ajusco?

MS: Sí, por ahí.

VD: Que ahora es Six Flags, ¿no?, que antes era Reino Aventura.

MS: Reino Aventura es como, haga usted de cuenta que está usted aquí y va a Reino Aventura y completamente distinto, completamente diferente. Porque pues ahí hay movimientos y gente y cosas muy raras para, para vivir con ellas, ¿no? Esos son juegos ya de, de distracción, así, así es, para mí eso es México o Estados Unidos, muy distintos. Ahora lo, lo veo cada vez que voy por ejemplo, ahí a Chula Vista, muy distinto de Tijuana allá, al otro lado. Tijuana, Coronado y Chula Vista es muy distinto, en primer lugar por los nombre en inglés.

VD: Claro.

MS: Y luego el transporte, los transportes y todo eso, el trolley, no hay trolley en Tijuana, en Tijuana no hay trolley, hay trolley de Chula Vista, de la frontera de Chula Vista, de ahí hay trolley hasta San Diego y pasa San Diego todavía el trolley y no hay en Tijuana. Entonces es una cosa novedosa el trolley, es como decir el metro, pero trolley es por arriba, usted ya lo conoce.

VD: Por arriba, sí.

MS: Luego los autobuses, muy distintos los autobuses porque, por ejemplo, para llevar a mi mujer en el camión, meten una palanca y baja, baja la, la ésta, la subida del camión baja hasta el nivel del piso, entra, entra la silla de ruedas. Vuelve a subir eso y ya quedó adentro la silla de ruedas. Y aquí no hay.

VD: No, aquí no hay manera, no.

MS: Aquí no hay, es más, a mí me ven que no puedo subir, o yo le hago la seña al chofer que, que necesito que baje eso, baja la, la plataforma esa y ya me subo. Porque luego es muy difícil subir los escalones aquí para subir y bajar esto, híjole. Es muy distinto, haga de cuenta que aquí estoy en México y allá me subo a Estados Unidos.

VD: Le ponen su plataforma. (risas) Pues sí, la vida es muy distinta y yo me supongo que desde aquellos años usted lo podía notar muy bien, aunque estuvo en un lugar pequeñito. Y ahí en Kansas tuvo usted además, bueno, decía que el ayudante del mayordomo era como mexicano pero que ya había estado allá, ¿tuvo contacto con otros mexicanos de origen, ya nacidos allá pero de origen mexicano?, que los viera en las cantinas y eso, ¿se acuerda?

MS: Pues sí, sí hubo, hubo contactos con ellos pero no, en la cantina en la donde le digo yo que íbamos a jugar sóftbol. Las muchachas estas vivían en una, en una casa con, con sus padres ahí méxico-americanos también.

VD: Y, ¿recuerda usted que en general se llevaban bien, más o menos?

MS: Sí, sí.

VD: ¿Nunca tuvo algunas diferencias con ellos?

MS: No, al contrario, siempre nos trataron muy bien y nosotros también. Y no, no había problemas de enojos, o pleitos ni nada.

VD: Y en los pueblos igual, con la demás gente entonces.

MS: Sí.

VD: Tuvieron una convivencia tranquila en general.

MS: Ey.

VD: Oiga, señor Manuel, y a usted aquí en el Estadio Nacional, o allá en la frontera, ¿no le tocó que lo fumigaran? ¿En dónde lo hacían, aquí o allá?

MS: Aquí, aquí lo, aquí lo fumigaron a uno, precisamente creo que fue ahí en el estadio, porque cuando pasábamos que te autorizaban ya el, el boleto para la salida, tenía uno que irse a formar a la, a la revisión de médica, pues ahí había una colota enorme así. Y este, pero tenía uno que bajarse hasta los pantalones, con perdón de usted, los calzones, para revisar a ver si no tenía uno enfermedades pues, de contagiosas o algo así, no sé. Y luego así ya de así nos echaban a todos un repelente o quién sabe qué cosa era.

VD: Insecticida.

MS: Insecticida.

VD: Desnudos todos ahí.

MS: Ey. Ey, así y luego lo abrían en la camisa y abajo de los brazos también, la espalda.

VD: ¿No le molestaba ese polvo?

MS: Pues no, no me molestaba, pero de todos modos se sentía uno mal que le hicieran una cosa de ésas.

VD: Claro, y sin privacidad sin respetar su…

MS: No, pues ahí formados todos.

VD: ¿Le tomó mucho tiempo entrar ahí al estadio cuando lo contrataron?

MS: Pues sí, porque había mucha gente. Y a pesar de que el, el pase del diputado fue para, precisamente, para que no estuvieras haciendo cola en el estadio para hacer la solicitud y todo eso.

VD: Y aún así.

MS: Ya con, ya con el pase, ya pasaba uno rápido y hacía el contrato. Pero de ahí tenía uno que ya ir al médico, al examen médico.

VD: Y afuera había muchísima gente, ¿verdad?

MS: Sí, había mucha gente.

VD: Vi unas fotografías.

MS: Sí, las fotografías también ahí mismo. Mucha gente iba nomás a ver. O llevaba sus familiares para que, darse cuenta yo creo, no sé, pero había mucha gente.

VD: Y vendedores afuera.

MS: Vendedores, ey. Sí, porque muchos iban hasta en la madrugada para volver a hacer la cola, fíjese que ahí se desayunaban y todo eso.

VD: Y, ¿usted tenía preferencia por irse al campo o al tren o le daba lo mismo?

MS: Bueno, no, yo este, yo le dije al, al diputado que si era para el, para el campo, no iba.

VD: ¿Por qué no quería ir al campo, señor?

MS: Por lo, por lo que me habían dicho que era una cosa muy tremenda por el calor y por el trabajo que es muy pesado. Como lo vi yo con la uva, es un trabajo pesado, pero dentro de la uva no es pesadez, no hay esa cosa de que es pesado, porque puros surcos y estar cortando las ramas de los árboles.

VD: No tiene que ir agachado como con otros.

MS: Otros, no, otras, por ejemplo, la fresa tienen que ir casi de rodillas.

VD: Entonces al campo y, ¿se acuerda quién le había contado eso?

MS: No, ya no me acuerdo de eso.

VD: Así entre los amigos se decían.

MS: Sí, entre un amigo y otro.

VD: Y entonces usted al diputado fue al que le dijo que quería ir al ferrocarril.

MS: Al ferrocarril, sí, sí, él me dio el pase pal ferrocarril, luego luego firmado.

VD: Si sólo hubiera habido contratos para el campo, ¿no se hubiera ido?

MS: No, no me hubiera ido. Y vimos al diputado en su casa, no lo vimos en su despacho ni en ningún lado, en su casa ahí. Le digo: “Oye, pero va a cobrar el dinero”. “No, no”, dice, “él ya está pagado, le está pagando la empresa todo eso”. “Ah, bueno, sí, sí va, si no paga uno nada, sí voy, pero yo no voy a este, a pagar nada porque no tengo dinero”. “No, pues yo tampoco”, me dijo el cuate ese. Ya.

VD: O sea que ustedes no le pagaron al diputado.

MS: Ya.

VD: ¿Quién le había pagado?

MS: Pues yo creo que la empresa.

VD: Para enganchar.

MS: En el, el, para enganchar, sí. Sí, yo creo que el ferrocarril a él le dio su dinero.

VD: Porque ustedes ya no le pagaron nada.

MS: Pues no.

VD: Pues sí, fíjese quién sabe quién le habrá dado a él, porque normalmente esas cosas no las hacen gratis.

MS: Ah, no. Ahí le han de haber, ha de haber estado pagado ya por la empresa ahí del ferrocarril, de Santa Fe.

VD: Y no le dieron a escoger en qué empresa ni en qué lugar, nada más le dijeron ahí va.

MS: Pues yo creo que ni el diputado sabía la, la forma de trabajo que íbamos a hacer y a dónde ni nada. Al ferrocarril, bueno, ahí está el ferrocarril y ya en el, en el dentro del, lo que uno va a formarse al salir al ferrocarril, ahí ya le dicen a uno, cuando fuimos a Buena Vista.

VD: Le dijeron para dónde le tocaba.

MS: Pues sí, pues era el único tren que estaba formado de braceros. Y él nomás presentó unos pases de para el ferrocarril y carro número tal al oficial. Porque se llevaban la cuenta de carro los que llevaban adentro, el carro número tal, ahí, ya se metían, entrábamos, creo que eran como diez o doce vagones, algo así.

VD: Llenos de braceros.

MS: Sí.

VD: Y, ¿se acuerda ahí las despedidas? ¿A usted lo acompañó su mamá o se fue usted solo para allá?

MS: Eso sí no me acuerdo.

VD: Porque hay algunas fotos como muy bonitas de ahí de la estación de las mujeres que iban a despedir a sus hijos o esposos.

MS: Pues yo no me acuerdo si fue mi mamá.

VD: Oiga y, ¿en el camino no se salía mucha gente, señor Manuel, que desertaran?

MS: Sí, pues ya fue ahí en la frontera.

VD: ¿Allá se bajaban?

MS: Pues para quedarse allá. Le decía yo al, a uno de los muchachos que se bajó, me dice: “Vente, vámonos”. “No”, le dije, “yo me voy a México”. “Vente aquí otra vez volvemos a trabajar en, a ver en qué nos hayamos”.

VD: Ah, cuando venían de regreso.

MS: De regreso.

VD: Ahí se quedaban.

MS: Sí, me dice este, le digo: “Pues baja tu mochila”. “No, que se la lleven”, me dice, “yo ya me voy, voy por mi mochila y me ven cargando y no, no, ahorita”. Se desaparecían así. No se veía ya después nada, ahí se quedaban las mochilas, quién sabe para quién serían.

VD: Para los del tren o alguno.

MS: Sí.

VD: Y se quedaba mucha gente allá para volverse a meter.

MS: Sí.

VD: Ya sin papeles.

MS: Pues sí, con, puros emigrantes, migrantes.

VD: Y a usted nunca le dio ganas de hacer eso.

MS: No, no me llamó la atención hacerlo.

VD: ¿Ni para quedarse y poderle mandar más a su mamá?

MS: No, porque pues ya no, no tenía yo este, ¿cómo se llama? La garantía de que me iban a pagar. Iba yo a hacer, como hacía ese cuate que, que iban a la, a la buena de Dios y sabrá Dios si les iba bien o no.

VD: Oiga, y cuando usted se iba como bracero, señor Manuel, ¿sentía usted la protección que le daba el Gobierno?, ¿se sentía usted más cómodo sabiendo que usted iba con un contrato?

MS: Pues yo no, no tomé en cuenta nada de eso. No tomé en cuenta nada de si, si alguien se preocupaba por mí. Como quien dice yo me aventé, yo ahí voy. Y no, no encontré yo un apoyo de gente o algo. En el tren sí, pues los mismos estos, los que atienden el, tienen dinero los que llevaban la comida y todo eso, apoyaban a uno, pero de ahí en fuera no, no me encontré ningún apoyo.

VD: ¿Ni allá los cónsules ni nadie por allá?

MS: No. Nosotros nunca supimos, bueno, al menos yo nunca supe que haya ido algún, alguna persona del Gobierno a ver, a vernos, a saludarnos o a preguntarnos algo, no, porque esas cosas se debían de haber hecho, para saber cómo nos tenían.

VD: Claro.

MS: Pero nunca fueron a hacerlo.

VD: Pero con ustedes nunca hubo nadie que quisiera poner una queja.

MS: No, no. No, porque no teníamos quejas, de qué. Nos trataron como debía de ser.

VD: Y, ¿con su salario estaba conforme?

MS: Pues sí, pues sí, yo estaba conforme porque creo que me daban, nos daban $6 dólares diarios, yo creo que estaba entonces, ¿qué?, al dos por uno. Creo que sí. ¿Se imagina?

VD: Creo que era $4, $4 y algo, $4.80, una cosa así, el dólar.

MS: O algo así, póngale, póngale a $4.80 el dólar, póngale que me hayan pagado, sí, creo que eran…

VD: Porque creo que en su tiempo eran como a $0.57 centavos la hora. O sea que iban sacando.

MS: Exactamente $0.55 centavos.

VD: Ándele.

MS: Cincuenta y cinco, por ahí así era así por la hora. Sí, es cierto. Sí, es que trabajábamos ocho horas, sí, pues eran como $4 pesos y feria diarios, $4 dólares y feria.

VD: Y ya eso en pesos era cuatro, casi cinco veces más, claro.

MS: Pues sí, porque yo ganaba entonces, cuando me fui ganaba $2 pesos diarios.

VD: No, pues allá ganaba más.

MS: Allá ganaba lo doble.

VD: Más.

MS: Más del doble, triple, más o menos.

VD: Y si no gastaba mucho allá, pues le rendía, lo podía mandar.

MS: Sí. Han de existir, en el correo han de existir las formas de pago, ¿no?

VD: ¿De aquellos años?

MS: Ey.

VD: Pues a lo mejor si el correo tiene un archivo.

MS: A lo mejor sí, porque ahí dentro de eso yo creo que investigando, yo creo que, digo, para investigar, ¿se imagina usted eso? ¿Cuánto mandaba uno? Yo no me acuerdo cuánto le mandaba a mi amá. Yo me acuerdo que sí me quedaba con algo de dinero para mis gastos, tenía yo que pagar la comida, lo que necesitara yo para pagar el baño, la peluquería.

VD: Y, ¿al baño iban una vez por semana?

MS: No, yo, yo iba dos o tres veces por semana. Sí, pues salía uno asqueroso porque con el calor que hacía, el aire y luego, fúchila, vámonos a bañar. (risas)

VD: Oiga, y ahí en el campo, en la casita donde vivían, ¿no tenían baño?

MS: No, no. Bueno, estaba, había baño de los, de los que vivían ahí, el hombre ese con su familia.

VD: Pero no lo podían usar ustedes.

MS: No, pues era nomás propio de ellos. No, nosotros teníamos que ir a la, a la peluquería, ahí en la peluquería había baños.

VD: Y en donde vivían ustedes, ¿toda la limpieza la hacían ustedes o se las iban a hacer?

MS: No, iba la señora. Bueno, procurábamos, yo al menos procuraba no, no dejar sucio mi cuarto, pero la señora iba a limpiar, lavaba la ropa de uno.

VD: ¿Ella también les lavaba y ustedes le pagaban a ella?

MS: Ey, sí.

VD: ¿Usted nunca se tuvo que lavar su ropa por allá?

MS: No, no, yo no me la lavaba.

VD: Porque muchos por allá aprendieron.

MS: Ey.

VD: A cocinar y a lavar.

MS: Sí.

VD: Fue la primera vez que lo tuvieron que hacer solos y lejos de la familia y todo eso. Pues así muchas gracias, señor Manuel, mire ya van, le han salido más y más recuerdos.

MS: ¿Verdad? Le pican, picándole a uno, (risas) salen. Hay muchas cosas que ya, es el tiempo y las cosas que van pasando lo hacen a uno que se…

VD: Claro, bueno, hay tantas cosas que ha vivido además también. Ya es mucho tiempo, muchos recuerdos acumulados, pero pues de todas formas mire, muchas gracias por los que me ha compartido ahorita.

MS: Pues sí, porque fíjese cuarenta y, fue en el [19]44, vamos a suponer, para el 2000 ya pasaron más de sesenta años.

VD: Sí, pues ya vamos para los sesenta años de ese asunto, precisamente. Precisamente más de sesenta, o sesenta, pues.

MS: Sí, muchas veces de una, de un día para otro se olvidan las cosas.

VD: Después de sesenta años, claro, sí es muchísimo tiempo, pero pues todavía se acuerda de muchos detalles de aquellos años, además. Muchos detalles que luego a uno sí se le olvida, todavía se acuerda mucho. Pues muchas gracias, señor Manuel, nuevamente.

MS: Pues a ver, a ver si completamos la cosa, voy a buscar ahora que me vaya pa la casa, voy a buscar allá fotos.

VD: Sus papeles, ándele.




Fin de la entrevista





Interviewer

Domínguez, Violeta

Interviewee

Sandoval Espino, Manuel

Location

Mexico City, México

File Name Identifier

Sandoval_Espino_MEX017

Citation

Domínguez, Violeta and Sandoval Espino, Manuel, “Manuel Sandoval Espino,” Bracero History Archive, accessed April 27, 2024, https://braceroarchive.org/es/items/show/130.