Vicente Ayala Arizmendi

Title

Vicente Ayala Arizmendi

Description

Biographical Synopsis of Interviewee: Vicente Ayala was born on July 19, 1922, in Tizapotla, Morelos, México; at a young age, he began to work in his family’s fields; he had no formal education; experienced as a field laborer, he performed work for other people; he entered the bracero program in 1956, and worked in Billings, Montana and California; as a bracero, he labored at a cannery and picked corn, grapes, lemons, nuts, and pears.


Summary of Interview: Mr. Arizmendi recalls working in the fields of Tizapotla at an early age; he states that he never had the chance to attend formal schooling, and he learned to read and write as an adult; he describes joining the bracero program in 1956 after losing his crops and cattle; additionally, he details the work he did in Billings, Montana and California; he remembers working at a cannery, and picking corn, grapes, lemons, nuts, and pears; furthermore, he continues to explain why he labored as an undocumented worker after the program was terminated; he also discusses the problems he had with immigration officials in Chicago and Wisconsin; moreover, he states that, in his later years, he returned to his hometown after experiencing trouble securing work due to his age.

Creator

Domínguez, Violeta
Ayala Arizmendi, Vicente

Date

2003-09-26

Subject

Bracero

Rights

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Language

spa

title (Spanish)

Vicente Ayala Arizmendi

creator (Spanish)

Domínguez, Violeta

Rights Holder

Institute of Oral History, The University of Texas at El Paso

Online Submission

No

Original Format

Mini Disc

Duration

1:38:38

Bit Rate/Frequency

24 bit
96 k

Transcription

Nombre del entrevistado: Vicente Ayala Arizmendi
Fecha de la entrevista: 26 de septiembre de 2003
Nombre del entrevistador: Violeta Domínguez

El día de hoy es 26 de septiembre del 2003 y ésta es una entrevista con el señor Vicente Ayala Arizmendi.

VA: Ayala Arizmendi.

VD: Ayala Arizmendi. Don Vicente, déjeme empezar por preguntarle, ¿qué edad tiene usted?

VA: Soy del año [19]22. Ahorita tengo ochenta y uno cumplidos.

VD: ¿En qué fecha nació?

VA: Pos, el 19 de julio.

VD: Ah, acaba de cumplir apenas.

VA: Apenas cumplí los ochenta y uno.

VD: Y, ¿usted nació aquí en Tilzapotla?

VA: Yo nací en Buena, este, nací por aquí en el cerro, pero estoy registrado en Buena Vista, allá estoy registrado, pero me crie aquí.

VD: ¿Se crio aquí?

VA: Aquí en Tilzapotla.

VD: ¿Sus papás de dónde eran, don Vicente?

VA: Ellos eran de pa allá, también de Buena Vista. Y cuando la última Revolución, se vinieron pa acá y yo estaba chiquito y por aquí me crie, aquí en Cázares, pos fue mi tierra, nuestros papeles son de allá de pos, pero… O sea que por aquí de, aquí con eso, de aquí se manda como quien dice, la, de ahí saqué la carta para irme, ¿no?, y todo. Por eso está Buena Vista y Tilzapotla. (risas) Pero yo aquí me crie.

VD: Aquí se crio. Y, ¿sus papás a qué se dedicaban?

VA: Trabajos del campo, campesinos, sí. Mi papá siempre trabajaba para el campo.

2do: Sembrando.

VA: Sembrando y todo eso, ey.

VD: Y sembraban, ¿tenían tierras propias sus papás?

VA: Sí, tenían terrenos, sembraban con, sembrábamos con yunta y pos ésa era la vida de nosotros, trabajos campesinos.

VD: ¿Qué sembraban?

VA: Maíz, frijol, eso sembrábamos.

VD: Y, ¿sembraban para ustedes o también vendían?

VA: Pues pa la casa casi nomás, si algo nos sobraba, se vendía. Así era como vivían ellos. Y luego este, pos a trabajar también. Trabajar con otros patrones que nos daban trabajo, trabajábamos. Yo trabajé mucho ahí en las canteras esas.

2do: En Sabi.

VD: Ah, ¿sí?

VA: Todos, hasta mi hermano, todos. Ésa fue la vida de nosotros, pos trabajos campesinos. Andar trabajando para ganar, para ir, irla pasando.

VD: Y, ¿usted fue aquí a la escuela, don Vicente?

VA: No, fíjese que no. A nosotros no nos dio escuela ninguno, porque mi papá nunca se preocupó y como siempre estaba amolado, pos no, no tuve escuela. Y yo aprendí un poquito después de que me casé, aprendí algo porque me hacía falta y le hice [la] lucha y ya aprendí tantito, pero no fui a la escuela yo.

VD: ¿Cómo se enseñó?

VA: Con amigos. Vivimos, vivía en Estados Unidos y por allá vivía con amigos y allá les decía yo que me enseñaran y me enseñaron. La segunda vez que me fui, no sabía yo nada.

VD: ¿No sabía leer ni escribir?

VA: Nada, pero le dije a mi señora y a mi mamá: “Yo no voy a escribir porque no voy a andar pidiendo a otros que me hagan cartas para mandar pa acá. Si escribo, será letra mía si no, no escribo”. Pero me tocó un, un amigo que me, éramos hartos amigos, me, me enseñó y luego mandé la carta pa acá y me dio gusto. (risas) Y así empecé y empecé, total que ya después tuve una tiendita y ahí yo empecé a practicar y a practicar y así fue como jui aprendiendo algo. Y llegué a ser hasta ayudante aquí. Sí, y ya hacía yo documentos, todo, pero no tuve estudios yo.

VD: Ándele. Entonces desde chiquito, ¿desde qué edad se empezó a ir al campo a ayudarle a su papá?

VA: Uh, yo desde, pues tenía yo pocos años. Fíjese que las primeras veces que me empezó a llevar mi papá, me traía a madres. Nos enseñaba pues a trabajar.

VD: Desde chiquititos.

VA: De chiquito. Ésa fue la vida de nosotros, trabajar desde chiquitos, ey.

VD: Y entonces, me decía que además del campo, trabajó, ¿antes de irse de bracero trabajó en la cantera o después?

VA: ¿De las canteras? No, antes.

VD: Antes.

VA: Antes.

VD: ¿Como de qué edad trabajó por allá?

VA: Ahí en las canteras tenía yo como, como unos catorce, quince años cuando yo empecé a trabajar ahí en las canteras. Y ahí trabajé mucho tiempo, después la fábrica y así. Me casé y seguí trabajando, pero resulta que una vez se quemó esa fábrica que estaba allí.

VD: ¿De qué es la fábrica, don Vicente?

VA: Fábrica de yeso.

VD: Ah, de yeso.

VA: Y ahí me quemé yo.

VD: Ah, ¿sí?

VA: Yo estoy quemado de aquí pa abajo.

VD: ¿Fue un accidente que hubo ahí?

VA: Accidente, gasolina. Y estuve en el hospital cuatro meses.

VD: ¿En dónde, en qué hospital estuvo?

VA: En la Cruz Roja.

VD: ¿De dónde?, ¿de Jojutla?

VA: Cuernavaca.

VD: ¿Hasta Cuernavaca?

VA: Ya me iba a traer de aquí. Estuve allí y ya después de que me quemé, me fui al monte a sembrar por allá. Por allá estuve diez años sembrando. Y ya empezaba yo algo bien, pero resulta que cuando el dengue y todo eso del ganado, yo tenía mis animalitos, se empezaron a morir. Cae la plaga en la planta, que ya no se daba. Me vine pa acá otra vez pal lado del norte.

VD: ¿Como en qué año fue eso de los animales?

VA: ¿Mande?

VD: ¿Como en qué año sería eso de los animales?

VA: Pues no me recuerdo pero…

VD: Que se enfermó el ganado.

VA: Ya ha de tener eso como unos cuarenta años más o menos, ¿verdad?

2do: Sí, más o menos.

VA: De que empezó ese dengue. Pero cosa que se morían hartos animales de dengue. Y yo tenía poquitos animales, pero luego se empezaron a morir y me desavolunté y luego cayó la plaga en la planta, en las labores y ya no pude sembrar y me vine pa acá otra vez. Y luego llegué aquí, que me voy para Estados Unidos. Cuando jui para allá, jue el, jue el [19]56. Me tocó en Billings, Montana. Hasta allá onde colinda con el Canadá y ahí puro inglés, no, no este, entendíamos. Pero allá, cuando le digo que me tocó con ese muchacho y ahí me medio enseñó así a escribir, allá me tocó betabel.

VD: ¿Desahije?

VA: Desahije de betabel. Luego me vine y ya. Y que me voy otra vez y como a los ocho días de que llegué aquí, me jui otra vez. Entonces me tocó en California y en, me tocó en Yuba City. Y de ahí me mandaron a un lugar que se llama Uppers [Upper Lake], ahí pura pera, en la pisca de pera. Luego se cumplió el contrato y nos vinimos y que vuelve otra vez, creo que al año me fui otra vez. Entonces me tocó en Santa Clara y de ahí…

VD: ¿Es también California?

VA: Sí. De ahí nos mandaron después a San Clemente, al jitomate. Me vine y que vuelve otra vez. Entonces me tocó en, en Huron y este…

VD: ¿Dónde es Hurón?

VA: Sí, Huron está adelantito de Fresno.

VD: Ah, ahí mismo en California.

VA: Y allí se acabó al trabajo y nos mandaron a Delano a la uva, ahí. Y salí, después me volví otra vez. Entonces me tocó en San Blas, cerquita de San Clemente, me jui varias veces, nada más que… Ya últimamente me volví a ir, pero ya no me jui contratado, entonces me fui, como luego dicen, de mojado, ¿no? Y estuve allá un, un año, pero entonces me tocó en Chicago y Wisconsin, allá estuve y ya no volví, pues ya me fui yo grande y ya no me daban trabajo tan fácil también, porque allá quieren jóvenes, ¿no? Y sí conocí muchas partes allá, me jui como seis veces contratado y una vez que me jui así de mojado nomás. Pero esa vez, pues para mí no cuenta porque me jui a otro nombre, fíjese. Y tanto este, que allá estuve en Chicago como siete meses, pero ganaba yo poco. Tengo un amigo, un primo en Wisconsin y le hablé y dice: “Vente pa acá”, que voy pa allá. Ahí me daban, me pagaban $2 pesos la hora en Chicago y ya allá eran a $4.30, era mejor allá. Allá me agarraron, La Migra, pero a mí nunca me gustaba andar con mentiras. El inmigrante me agarró, me investigó, le dije todo, le dije: “Pos yo entré así, y así, y así”, le dije. “Ven, siéntate”. Y me senté. Ni me reportó, no firmé ni un papel. “A mí me gusta que me hablen con la verdad”, dice, “¿te quieres ir voluntario?”. “Como usted quieras”. “Vete voluntario”, dice, “no vas a necesitar ningún papel”. Y me dio un papel para que presentara en Chicago. Me vine y ya no volví.

VD: Y, ¿ésa fue la última vez?

VA: ¿Mande?

VD: ¿Ésa fue la última vez?

VA: Ésa fue la última vez. Y sí, pues me vine y ya después ya no me quise ir, ya porque ya me sentí yo grande. Y ya no dan trabajo tan fácil allá a un grande, ya no le dan trabajo. Pero sí, me fui varias veces. Jitomate, pisqué nuez, ejote, aquí en California, este, melón, pera y uva. Y trabajé en una cañería también, de hacer enlatados. Y sí me gustó Estados Unidos, nada más que ya estaba yo grande y ya, ¿pa qué me voy?, ¿vedá?

VD: Así que la primera vez que se fue en el [19]56, ¿fue ese año?

VA: Me jui en [19]56 por primera vez. Enseguida vine, me volví a ir otra vez.

VD: Y se fue soltero, ¿verdad?, esa primera vez.

VA: ¿Soltero? No, ya estaba yo casado.

VD: ¿En qué año se casó usted?

VA: Me casé como el... fíjese, tenía veintidós años, haga la cuenta. He de haber tenido como, yo tenía veintidós años. Ahorita voy a tener de casado como cincuenta y nueve años con mi señora.

VD: Y entonces se casó. Y cuando se casó fue que empezó a trabajar en la cantera, ¿o ya trabajaba ahí antes?

VA: Seguí trabajando ahí en la fábrica.

VD: Ahí en la cantera.

VA: Ahí me quemé ya casado. Ya después me jui pal monte a sembrar por allá.

VD: ¿Se fue allá con su familia?

VA: Sí, y este, nosotros no tuvimos hijos, nada más yo y mi señora. Y ya después de que me jui pal cerro, ahí estuve diez años. Luego me vine para acá y me jui a Estados Unidos. Después de que dejé de ir para allá, puse aquí un negocito, una tiendita. Estuve aquí en la tienda como unos, como cinco años, me parece. Luego me fui para Cuernavaca, allá en Cuernavaca puse otra, otro negocito, una semillería. Pero resulta que ahí trabaja, ahí vendí yo bien, pero un señor estaba trabajando conmigo, me fregó con un dinero que (ininteligible) fíjese, y no pagó, se largó. Tuve que pagar yo y fracasé. Y ya me puse a trabajar por ahí, me puse a vender queso y todo eso, por ahí. Entonces me arreglé un trabajito ahí en un condominio y ya de ahí me salí. Apenas ahí trabajé veintidós años.

VD: Ah, trabajó mucho tiempo ahí.

VA: Sí.

VD: Y déjeme preguntarle, don Vicente, cuando usted se fue, ¿cómo fue que se enteró de que estaban contratando braceros?

VA: Se supo donde quiera. Primero se fueron unos como en el [19]45. Y yo todavía estaba por el monte y ya después me vine y ya entonces mucha gente estaba viendo que había contrataciones y me tocó la primera vez en Chihuahua.

VD: Y, ¿dónde fue que usted se contrató cuando usted supo?

VA: En Chihuahua.

VD: ¿Se tuvo que ir hasta allá?

VA: Hasta allá me fui, Chihuahua, entramos por, por ahí por Río Vista, cerca de Laredo. Y después me contraté en Empalme, ahí me contraté como tres o cuatro veces en Empalme, también estuvo una persona en Irapuato, también. Después en Monterrey y todo eso anduve yo.

VD: Y se acuerda la primera vez que se fue, ¿qué fue lo que le animó a irse?, ¿cómo se animó a irse para allá para el norte?

VA: Me animé por la cosa de que pos estaba yo amolado y luego dicían que pos allá se ganaba un poquito más, porque el dólar valía, ¿no?, entonces valía $12.50. Y pos, por ahí sí que yo no tenía ni tierras ni nada. Entonces dije: “Pos me voy y a ver si allá pos la hago”, ¿no? Me jui y sí.

VD: Y se acuerda los que venían, los que ya habían ido antes, ¿qué contaban de cómo era Estados Unidos?, ¿qué contaban del trabajo de bracero?

VA: Pos sí, que ganaban bien y que el dinero valía más, valía $12.50 el dólar. Se gana uno , decían, se gana uno $6 dólares. Sí, pos sí era, es más dinero aquí, ¿no? Y eso, no crea, muchos nos fuimos de aquí y aquí hay muchos, nomás que ya murieron, pero nos fuimos muchos, un gentío que se juntaba en Empalme. En Chihuahua estaba así de gente, miles se iban y entonces allá me fui a contratar en Chihuahua, yo y un hermano que ya murió y otros también.

VD: ¿Se fueron de aquí de Tilza[potla], se fueron para allá?

VA: Sí.

VD: Y, ¿se acuerda cómo? ¿Tuvo que pedir dinero prestado, don Vicente, para irse para allá?

VA: Dinero prestado para…

VD: ¿Quién les prestaba el dinero?

VA: Amigos, amigos que, pos yo tenía amigos y gracias a Dios siempre tenía la facilidad de eso, porque tenía amigos que les pedí dinero y me prestaban. Iba yo y ya después ya pagaba yo y ya. Muchas veces nos iba algo mal allá que apenas sacaba uno los gastos, sí.

VD: Así que de aquí se fue usted y, ¿se acuerda qué le dijo su esposa cuando se iba para allá?

VA: No, pos sí se puso triste.

VD: ¿Usted le preguntó a ella si quería que usted se fuera, o ya nada más le avisó?

VA: Pos sí, le tuve que decir que me quería ir, pero tampoco no quería ni mi mamá.

VD: ¿Qué le decían?

VA: Mi mamá todavía vivía. Tenían miedo pues de que, como entonces se decía de la guerra, ¿no? Se oía que ahí, que iba uno, pos iba a la guerra. Pero no, no este, mi mamá lloró, pos no quería que nos juéramos pues, pero pos sí me jui.

VD: Y se fue de aquí, ¿se fue en un camión para Chihuahua la primera vez que se fue?

VA: Sí, de aquí nos fuimos en tren de México pa allá, en tren hasta Chihuahua. Esa vez taba, todo estaba más trabajoso, fíjese. De México a Chihuahua en tren, nos contratamos, tren hasta El Paso y de ahí nos fuimos en camión hasta, hasta allá en Billings, Montana. Entonces estaba La Asociación en, en este, Wyoming. De ahí nos bajaron y otra vez en el camión hasta allá. Caminamos ocho días, ocho noches y llegamos allá con los pies hinchados de ir sentados. Y esa vez yo llegué enfermo porque me dio gripa en el camino y llegando allá, frío, allá es muy frío Montana, hela mucho, me pegó un dolor acá.

VD: ¿Aquí en el pecho?

VA: Sí, aquí en el hombro.

VD: Ah, en el hombro.

VA: Y los primeros días que trabajé en el betabel al desahije. Me revolcaba yo en el field porque ¡hijo! Entonces y no le, no nos entendía el patrón, era un gringo pues.

VD: ¿No tenía un mayordomo que hablaba español?

VA: Sí, este, a los quince días jue un intérprete, nos iba a pagar. Quince días anduve así enfermo trabajando. Y que le digo al intérprete: “Oiga”, digo, “dígale al señor que yo ando malo”. Dice, dice: “¿Qué le pasa?”. Le digo: “Ando con un dolor”, le digo, “y me duele mucho”. Así me bañaba yo en agua fría, ahí pasaba un canal, ¿vedá?, en donde vivíamos. Hasta me decía mi hermano: “Si te deberías ir mejor pa México”. Pero no quise, entonces.

VD: ¿Le dijo al patrón que estaba enfermó?

VA: Y que le digo al intérprete, le dice y que le dice al patrón luego luego. No, luego que le dijo, no, que me subiera al coche y que me lleva con el doctor. Me llevó al doctor donde trabajaba yo, ¿verdad? Este, no, luego luego pos me atendió, me subió arriba a un, al segundo piso, al tercero. Me acostó en una plancha y bajó un aparato, me puso aquí una toalla, me la puso. Me morí, me dormí tan feo que ya no sentí. Cuando desperté ya estaba la bata arriba y yo bañado en sudor, empapado y ya no sentí dolor. Pero una cosa es que, rápido, primero me dio una medicina y ya me dio más bien para que ahí me siguiera yo tomando. Me fue a traer el patrón ahí a la noche, me llevó, le dije que me llevara otra vez al otro día y me volvió a llevar. Y sí, me compuse ya.

VD: Y, ¿ya pudo seguir trabajando?

VA: Seguí trabajando. Un día nada más perdí y seguí trabajando.

VD: Así que el patrón ese sí se preocupaba si sus trabajadores estaban malos, sí se preocupaba el patrón.

VA: Pos sí, me decían: “Vete pa México”, me decían ellos, “vete pa México”. Veían que me veían mal, feo ahí, pero digo: “No, yo no me voy, yo aquí me quedo. A ver qué sale pa munición de que es igual”. No, pero no, gracias a Dios sí me compuse y aguanté el contrato.

VD: Y cuando usted se contrató esa vez en Chihuahua, ¿se tardó mucho en contratar, don Vicente, en Chihuahua?

VA: No, sí estuvimos ahí como, parece que tres semanas. Era un gentío pero enorme.

VD: Y, ¿qué hacía mientras? En esas tres semanas, ¿dónde se dormía?

VA: Pues ahí rentábamos unos cuartitos de madera, así en la orilla y ahí dormíamos en cuartitos de madera y dormíamos en la tierra allí con cartones. Se sufría harto, nos daban cartones, nos cobraban a peso la noche a cada uno. Es un tierrero ahí cuando hacía aire se metía el polvo pa dentro y ahí dormíamos, ¿verdad?

VD: Y, ¿qué comía?, ¿dónde comía?

VA: Pos ahí vendían taquitos por ahí, esos que volantes. Ahí nos íbamos a comer taquitos, (risas) ¿veá?

VD: Y, ¿le alcanzó el dinero que llevaba inicialmente?

VA: Ésa, la primera vez, sí. Pero la segunda vez, entonces sí estuvo duro.

VD: ¿En Empalme?

VA: No, la tercera vez, la segunda vez estuvo fácil porque me jui a México y ahí estaba firmando las cartas y nos recibieron las cartas a todos y luego luego, rápido. “Sí se van a Empalme, al otro día tienen que estar allá”. Y luego luego nos mandaron. La tercera vez sí ya no, entonces nos juimos con un coyote que nos iba a arreglar en Gobernación. Nos dio, le dimos dinero y se peló.

VD: ¿Dónde conoció a ese coyote?

VA: Ahí en México. Y se peló y no nos arregló y que nos dicen: “Váyase a Empalme, allá”, dicen. Que arregle y que nos vamos allá y nos fregó una señora, una licenciada, nos cobró $225 dólares a cada uno, no, mexicanos, $225 pesos. Se los dimos, dice: “Para pasado mañana entran ustedes”. Y que se pelan y nos agarró como a unos trescientos y que se va.

VD: Así que primero le pagó al coyote y se fue. Y, ¿luego a la licenciada?

VA: Sí.

VD: ¿Doble pagó?

VA: Le pagamos todos, pero se llevó buena cantidad y se peló. El día que nos dijo que iba a entrar, nos fuimos a la contratación y nada. Que la vamos a ver y que ya se había ido. Entonces nos habló otro, tuvimos que pagarle. Y ahí entonces estuve yo allá mes y medio en Empalme sin dinero, ya no teníamos ni qué.

VD: Y, ¿cómo sobrevivió?

VA: Es que le voy a decir, yo sí me gustaba acomedirme, ¿no? Y luego por ahí estaba un señor que tenía un molino de masa y yo pos ya no tenía ni para comer. Y le digo: “Oiga, pásame por ahí un chambita”, digo, “pa echarme un taco”.Dice: “Ándale, a sacar nejayotes”. Cuando estaba yo mal, los sacaba yo lejos, como de aquí a la esquina. Eran este, ocho virones que andaba yo sacando por $1 peso, pero con ese peso yo me echaba un taco. (risas)

VD: ¿Sí le alcanzaba para comprar comida?

VA: Un taco nomás. Luego por ahí me fui con uno que vendía taquitos y carnitas. Y él: “Ayúdeme”, pasa por ahí. “Hola, mi paisano”. Y ya de ahí a despachar los taquitos y ya me daba un taco, dos, bien llenitos y ya me quitaba el hambre. Y luego este, en un restaurán a lavar platos. Me daba un plato de sopa y órale y ya así. Y sufrí harto, ¿vedá? Y así, dos meses sufrí harto ahí, una vez ahí en Culiacán, ahí estuve también casi dos meses.

VD: ¿En Culiacán? Y, ¿ahí qué hacía para sobrevivir?

VA: Pues este, entonces yo me llevé unos centavitos, pero se me acabaron y el coyote que nos iba a ayudar allí la lleva bien con el de Gobernación. Y este, hasta yo lo conocí, ya tenía hasta amistad conmigo. Pero se me acabó el dinero y me dijo él, porque yo le ayudé también a él, pero se me acabó rápido. “No, no te preocupes. Si se acaba, cuando te arregles yo te doy dinero pa que te vayas pa Empalme”, dice. “Ta güeno”. Se me acabó y nada de arreglarme. Y que entonces y que voy a ver al señor ese, se apellidaba Pardiña. Y que lo voy a ver, ya me conocía, seguido íbamos. Dijo: “¿Qué pasó?”. “General”, le digo “yo ya estoy sin dinero”, digo, “y no me puedo arreglar, no me puedo arreglar”. Dice: “Ahora en la semana te vas”. Éramos varios.

VD: ¿De aquí mismo de Tilza?

VA: Unos de aquí y otros de por allá de Buena Vista. Le digo, ya hasta me iban a meter al bote y sí.

VD: ¿Por qué?

VA: Pos nomás. Ya me iban a meter a la cárcel y me dice: “Pero, ¿por qué?”. Y le digo: “Pos, por nada”. “A ver, platíqueme”. Y ya le platiqué. Iba pasando por una biblioteca, por la puerta, ahí dos gendarmes, pero paso por la banqueta y me pica con la bayoneta. “Cuando vea usted gente armada”, dice, “dos pasos adelante”. “Perdone”, digo, “yo no conozco los reglamentos”, digo. “¿Tú de dónde vienes?”. Que le digo y dice: “Tú has de ser un maleante”. Y digo: “No señor, usted ni me conoce y yo ando de paseo”. No, le dije que andaba yo y dice: “Crúzale”. Y ya me llevaba a la cárcel, eran los dos, iba uno por cada lado. Y yo sin dinero y que, ya estábamos en la puerta. Estábamos por salir encuerados y sin camisa. “Pásalo pa acá”. Y dije: “Ni modo”. Y dice: “A ver, confiensa tus pecados”. “Yo no tengo nada que confesarle, señor”. “¿Cómo no?”. Le digo: “No”. “Tú has de ser un maleante”, me dice, “¿cuántos mataste?”. Le digo: “Ni uno”. Me dice: “Pues ahorita vas a confesar”. Le digo: “Ándale”, digo, “métame, pero yo nomás que yo sepa, de todos modos yo no duro aquí”, digo, “ni diez minutos, nomás”. “¿A quién conoces aquí?”, dice. Digo: “Al General Pardiñas”. Y luego que le dije eso, que corre uno pa allá. Y ya mejor me dice: “Dame $79 pesos”, dice, “y te vas”. “No le doy ni un quinto”, digo, “métame, porque no he hecho nada”, digo, “¿por qué voy a pagar?”. Me dice: “Dame $50”. Le digo: “Ni un quinto porque no traigo. Enciérrame”. Al fin bajó a $10 y digo: “Nada”. Dice: “Vete entonces”, dice, “mira, pero córrele, córrele no te vaya a ver aquél”. “¿Pero por qué he de correr?”. Me jui andando, nomás que digo yo, andando pasé la calle y no me dijo nada ya. Y luego le dije al general y dice: “No”, dice, “qué bueno que le dijiste, nomás”, dice, “él ya sabe que cuando hace una cosa así yo lo saco sin empleo”. Dice: “Cuando se te ofrezca, aquí ten mi tarjeta”. Ya me dio el teléfono. Pero no, esa semana me dijo el cuate: “Ya te puedes ir para Empalme”. Y le digo: “Y ahora, ¿cómo me voy?”. “Vete por la carretera. Tan lejos y ahí en la noche en el tren”, me dice. Yo salgo y tenía harto coraje. Y salgo y me voy a lo maya, yo y José, este, donde estábamos ahorita. Yo a él, digo, yo no lo dejo y le digo: “Vente José, ya nos vamos”. Este, y con uno de los paisanos, me prestó $125 pesos. Eso costaba el pasaje entre dos y nos vamos a lo maya. Ahí este, a ver si pasaba algún tráiler, algún que nos dé un aventón y no quiso ninguno. Ya venía el tren y agarramos el tren, llegamos allá nomás con el puro pasaje. Nos juimos allá, pero allá en el Empalme ya nos conocía un señor. Ahí había llegado varias veces y le dije, le digo, se llama José: “¿Qué pasó, Chente?”, dice, “¿ya vienes de vuelta?”. Dije: “Ya este, pero venemos sin dinero, don José”, le digo, “quiero que me deje dormir aquí”. Cobraban $1 peso. “Si me arreglo, de regreso le pago todo”. “No te preocupes Chente, ahí duerman”. Y ahí dormimos unas noches.

VD: Y, ¿cómo comían mientras, así otra vez trabajando?

VA: Pues así acomediéndome, ayudando por ahí a barrer y este, estaba ahí una señora, tenía tres hijas. Me levantaba y le ayudaba a barrer ahí el patio y le regaba yo. Y luego me daba un café la señora, tenía un guaje, usted los conoce, ¿verdad?, los guajes. Taba, pero mire, así de vaina. (risas) Y no los conocían, le digo: “Oiga, ¿a esos no los conoce?”. Y dice: “¿Qué son?”. Y le digo: “Y se comen”. “¿A poco?”. Digo: “Sí”. “Y, ¿cómo se comen?”. Le digo: “En huevo”. Dice: “A ver”, dice, “corte uno de eso”. Y corto y le pongo ahí unos tres huevos en la mesa, los quebro esto, ahí con semillas en el plato, que lo revuelvo y que le hago una torta. Y todavía me dice: “Bien, a ver, coma usted primero”. Y me echo un taco. Y empiezan a probarlo. “¡Ay mamá, sí está bien rico!”, hasta la señora le entró. Al otro día, dice: “Ándele, háganos otros”. Así me la manejé, después todos los días me daba un café con un pan y luego freía unos huevos. Decía: “Con, de esos”. (risas) Y así le digo aquí que, ¿yo sufrí?, no sufrí porque comía aunque sea poquito, pero seguía yo comiendo. Y así fue como jueron mis aventuras.

VD: Y a la hora de su contrato allá, ya que después de tanto sufrir y pasarla ahí, cuando le tocaba contratarse, don Vicente, ¿cómo era en el contrato?, ¿cómo era en la revisión del médico y la fumigada que le tocaba?

VA: Sí, pos el contrato estaba bien, que terminábamos el contrato y ahí decía todo, ¿no? Porque ya que encontraba uno un contratado, iba uno asegurado, iba uno asegurado de allá, si algo le pasaba a uno de todos modos ahí tomaban datos de todo, estatura y todo, ¿no? Iba uno bien fichado, huellas y todo. Revisaban pulmones, ojos, boca y todo, entrábamos desnudos a los exámenes. Y el contrato todo eso lo decía, parece. Pero ya iba uno asegurado, dice que uno ya se encontraba uno asegurado hasta que salía uno. Y ahí me dieron los contratos, son unas hojas así largas, pero en eso de andar pa allá y pa acá no supe ni dónde quedó el contrato.

VD: ¿Se le perdieron?

VA: Nomás la mica, andaba yo pasando por ahí con mi hermano y pos, ¿quién iba a pensar?

VD: Así que esta foto de la mica se la sacaron, ésta es la última, ah no, ésta es la primera, del [19]56.

VA: Es la primera, nada más la entrega uno, la entregaba uno cuando iba pa allá y de regreso entregaba uno el contrato, el pasaporte y le daban la mica.

VD: Y, ¿le tocó a usted ahí en Chihuahua, por donde pasó, que lo fumigaran, don José?

VA: En Chihuahua nosotros ahí pasamos por ahí por, este Río Vista. Ahí entramos allá y ya ahí ya nos fuimos hasta Wyoming, allá estaba La Asociación. Y ya allí repartían la gente y de allí nos mandaron a unos para Montana, ya ahí se quedaron muchos trabajando, unos en Colorado y otros en Billings este, este, ¿cómo se llama?, en Denver se quedaron otros. Y mí me tocó hasta allá, con otros, ¿vedá? Y ya de regreso, pos ya nos venimos derecho hasta acá.

VD: Y allá donde le tocó, en Billings, Montana, ¿dónde vivía, en una barranca?

VA: Pegado a un canal, ahí tenía una casa de madera y ahí vivíamos. El patrón ahí nos llevó, nos dio estufa y todo allí.

VD: ¿Cuántos vivían ahí en esa casita?

VA: Seis. Y aparte la otra gente, pues ya estaban otros seis. Tanto que ese patrón, a mí y a mi hermano me quiso mucho, nos quiso mucho y nos dio una carta para que si se nos ofrecía otra vez, que nomás le habláramos y él nos venía a traer a la frontera. Pero yo la perdí, me robaron la cartera.

VD: ¿Allá?

VA: No, aquí. Y me dio una carta, nos dio la carta a mí y a mi hermano pero en inglés. Y lo que es no saber, esa carta era para que ahí en el centro la presentáramos pa que nos volvieran a regresar.

VD: Y, ¿usted no sabía que para eso era?

VA: Pos no, traíamos la carta pero pos como no sabíamos inglés. Y ya que nos habían dado la mica y que vienes pa juera, entonces que le digo: “Oiga, fíjate Andy, nos dieron esta carta”. “No muchachos, pos esto es para que los regresaran pa allá otra vez”, dice. “Y, ¿ahora?”. Dice: “No, pos ya, ya van pa juera y ya, ya entregaron pasaportes y esto. ¿Por qué no les dices que querían que cruzaran otra vez pa allá?”, dice, “pero ahora”, dice, “se vuelven a venir, le hablan y sí, él mismo puede”, dice, “mandar por ustedes”. Pero ya me vine y entonces me robaron la cartera aquí en Jojutla y ahí iba la cartita adentro.

VD: ¿Le sacaron su cartera?

VA: Sí, luego. Y así y se perdió.

VD: Y, ¿allá cuánto tiempo estuvo en Billings, Montana? Allá con ese patrón, ¿cuánto tiempo estuvo?

VA: Allá jue un contrato de cuarenta y cinco días, pero se pasó un poquito. Nomás que como eran tres este, camiones, estaban a partir así, en una parte se acabó el trabajo. Tenía que llevar a toda la gente pa acá. Y entonces ya de todos modos nos tuvo que mandar pa acá, por eso nos dio la carta, pero no sabíamos y ya nos regresaron.

VD: Y allá donde estuvo en esa casita, ¿les tenían un cocinero o ustedes se cocinaban?

VA: Nosotros nos hacíamos.

VD: Y, ¿usted ya sabía cocinar desde antes?

VA: Sí, nosotros nos guisábamos ahí, hacíamos tortillas de harina. El patrón nos dio una tabla y un braserito de tortilla ahí. Y amasábamos la harina con este espábolos(??), ¿no? Y hacíamos el, la harina bien amasada y con un brasero. Y nos guisábamos y nos hacíamos dos, dos tacos, pero regulares. Nos íbamos a trabajar y ya en la noche eso comíamos. (risas)

VD: Y, ¿usted se enseñó a hacer tortillas allá?

VA: ¿Mande?

VD: ¿Allá se enseñó a hacer las tortillas esas?

VA: Sí, allá.

VD: O, ¿aquí ya sabía?

VA: Allá. No, aquí no, allá. Pero lo hacíamos con braserito. Y siempre, casi siempre guisaba yo, aprendí a guisar, me lavaba y todo.

VD: Y luego cuando vino para acá, ¿siguió guisando, o acá ya no?

VA: A veces, pero casi no, pos aquí ya tenía mi señora, aquí ya no. Pero no me dejaba, yo le decía: “Déjame guisar”. “No, pérate, yo lo hago”.

VD: Ah, ¿ella no lo dejaba?

VA: No, le daba pena. (risas) Pero yo allá, pos yo me lavaba mi ropa, me guisaba mi comida y sí aprende uno todo, ¿vedá?

VD: Así que se regresó, después se vino para acá. ¿Cuánto tiempo estuvo aquí cuando regresó de Billings, Montana?

VA: No, cuando me vine de allá de Billings, Montana estuve aquí ocho días.

VD: ¿Nada más?

VA: Porque luego regresé y me jui a México porque dicían que estaban firmando cartas y me jui a México. Y allá había mucha gente fíjese, digo: “Nomás la suerte, ¿no?”. Habían muchos de aquí, muchos amigos ahí y harta gente donde quiera, estaba así en [La] Ciudadela, ¿no? Y llegué yo y me dijeron los paisanos, dice: “Mira, éste sí ahí viene”, y dice, “ámonos”, dice, “no hay nada”. “¿Cómo?”. Dice: “No”. Y se jueron a un hotel todos y yo me quedé con un tío de mi cuñada. Le digo: “Amos echando”, digo, “a ver qué hay, a ver qué dicen”. Nos quedamos nomás nosotros dos. A poquito y que sale uno y: “A ver, todos los que traen cartas fórmense aquí, de a dos al fondo”, dice. Y corro yo y le digo: “Vente”. Y que nos vamos, nos tocó los primeros de la puerta. Y que salen recogiendo cartas. “¿A qué habías venido?”. Le digo: “Hace poquito que recogí”. Y que habla: “Todos los que trajeron cartas, mañana a las ocho pasan a recogerlas. Se les va a decir dónde es, cuándo tienen que estar en Empalme”. Que nos vamos ahí al hotel, ya estaban todos acostados. “Ya ven”, les digo, “se hubieran quedado”. No me querían creer. “Y, ¿a poco?”. Digo: “No”, digo, “luego luego”. “¡Caray! Y no, eso no es cierto”. “Sí”. Al día que nos vamos, todos se jueron, todos. Llegando, que empiezan a nombrarnos y daban la carta ya firmada. “Tienen que estar en el día fulano en Empalme”. Y luego nos juimos, nos pusimos otra ropita y que nos vamos.

VD: Y, ¿en qué se iba para Empalme?

VA: En camión.

VD: ¿En camión?

VA: Sí, en camión nos juimos y al otro día de que llegamos nos nombraron luego luego, ¿verdad?

VD: Así que esa vez sí le sirvió ir para allá para México, le sirvió bien.

VA: Sí. Luego entramos, entonces fue cuando me tocó en, estaba La Asociación en Yuba City y de ahí me mandaron a este, a este, a Uppers , Pereson(??) a la pera. Ahí nos tocó pera y todo el contrato fue de pera y de pera. Y luego nos mandaron otra vez a Yuba City y que nos mandan a un campo que se llama, se llamaba Miramontes, al jitomate. Y de allí nos echaron pa juera, se acabó, nos mandaron pa juera. Nos vinimos y que nos vamos otra vez.

VD: ¿Cuánto tiempo le duró ese contrato?

VA: Cuarenta y cinco días, nomás que no me acuerdo si después que me jui se pasó porque estaban chiquitos. Después parece que se jueron para el tercer contrato, parece que jue como de dos meses y medio. El contrato era de cuarenta y cinco días pero todavía había chamba y nos quedamos. Y quería saber si nos renovaba, pero ya no lo renovaron. De ahí me mandaron para Delano, ahí en Delano nos tocó la uva. Un, era un gentío el que había allí y ya de ahí se acabó la uva y ya nos mandaron pa México otra vez.

VD: Y, ¿ahí dónde vivían, en barracas?

VA: En barracas, eran barracas grandes, fila de cada dos por acá y por allá y arriba camas gemelas. Era un gentío y aparte ya de por sí, están bien chiquitos.

VD: Y, ¿todos eran braceros?

VA: Todos, y de distintos lugares, había japoneses, mexicanos.

VD: Ah, ¿sí?

VA: Sí, de donde quiera había. En Estados Unidos hay mucha gente de donde quiera, muchas razas donde quiera.

VD: Y, ¿cómo se llevaban los braceros con los de otros lados? Como, ¿usted conoció a algunos japoneses?

VA: Bien, sí, aunque sea a señas pero nos hablaban bien.

VD: Y, ¿cómo se entendían con ellos?

VA: Casi a señas, pero casi no nos juntábamos con ellos, cada quien con su palomilla, ¿no? Pero los veía nomás cerquita y: “Hola”, y nos... Pos sí, pero ganábamos bien.

VD: Y, ¿les pagaban lo mismo a ustedes que a ellos, don Vicente?

VA: Eso sí no recuerdo, no recuerdo si nos pagaban lo mismo, pero pos era por contrato, según lo que piscaba uno. Porque allí en la uva era por pailas y las cuadrillas eran de siete, cada cuadrilla. Este, llena la pala y las ponía las pailas y otra y metían otra y así, así. Yo casi trabajé por contrato, solamente una vez trabajé por horas. Pero ahí eran por cajas de jitomate, de la nuez era por saco, la cebolla también por saco, también. Nomás que digo, yo jui algo bueno para, para piscar, yo jitomate piscaba yo hasta ciento veinte, ciento veinticinco cajas, otros piscaban cuarenta, cincuenta. No y la cebolla piscaba yo cien sacos y muchos no.

VD: ¿Cien sacos al día?

VA: Sí, cien sacos en dos baldes. Y muchos sacaban cuarenta, cincuenta, sesenta y yo y otro muchacho pos ya de aquí nos aventábamos cien. Nomás se nos hinchaban las manos de la tijereada, se hinchaban las manos. Y, pero con cebolla se les quita lo hinchado.

VD: Ah, ¿sí? ¿Se ponía cebolla?

VA: Con el mismo rabo de la cebolla se da uno, se deshinchan las manos.

VD: Y, ¿a usted quién le enseñó eso?

VA: El mayordomo allá.

VD: ¿De dónde era su mayordomo?

VA: De Zacatecas.

VD: Y, ¿cómo los trataba?

VA: Bien, era buena gente. A mí me quería mucho ese señor, hasta me llevaba a su casa y me quería harto. Pero después tuve uno, cuando me tocó en la pera, ése era filipino y ése hasta me pegó, ya ve.

VD: ¿Por qué le pegó, don Vicente?

VA: Pos nomás este, es que digo yo, nunca me gustó a mí trabajar, hacerme guaje, ¿no? Y ahí era por horas y como ellos tienen un contrato y yo me les cruzaba a los demás, me regresaba con coraje a ayudar a los que se quedaron atrás. Me regresaba yo y los emparejaba y agarraba yo mi surco y me volvía yo a cruzar. Y sentí que no me apuraba, pero no sé, ellos hacían maña, me agarró mala voluntad, yo creo. Entonces ya el último día que terminamos, acabamos a buena hora, nos fuimos al campo y que loncheamos. Yo me bañé y ya, porque venían los camiones por nosotros, nos iban a mandar al jitomate. Y ya que habíamos comido, y yo estaba sentado así enfrente. “¡Hey!”. Que me ve y dice: “Barrer aquí el campo”. Eso no era obligación, había campero y yo me acomedí, digo: “Sí”. Y que voy a ver con qué, necesitaba una escoba, ¿no? Que se me queda mirando así nomás y me avienta un, me lo pega aquí así, me repega en la pared. Pero el cocinero este, tenía amistad conmigo y luego que me repegó y le dije: “¿Por qué me pegas?”, ¿no? Y me le cuadro y dije: “Si me avienta, pues me voy a defender”. Y se mete el cocinero en medio y dice: “¿Por qué le pegas?”, dice. Y nomás se quedó viéndome, no hablaba y me decía toda la raza allí: “¡Aviéntale, Chente, aviéntale!”. Y no, ya lo dejó el cocinero. Entonces en La Asociación yo le dije al representante, ahí en La Asociación, le dije: “Ya no te descuides de éste, ya no, ya no va a venir para acá”. Y ya, pues sí, porque preguntaban si no teníamos quejas.

VD: ¿Quién le preguntaba?

VA: El, ahí el representante de La Asociación. “¿No traen quejas?”, preguntó. Y le dije: “Yo sí traigo”. “¿Qué te pasó?”. Y ya le dije. “Ah, ¿sí?”, dijo. “Sí”, digo, “ya no te claves, ése ya pa acá ya no viene”. Quién sabe por qué sería.

VD: Y, ¿hablaba en español ese mayordomo filipino?

VA: Sí hablaba, era filipino, hablaba pero medio mocho, pero sí hablaba. Nos decía cuñados a todos, ¿verdad?

VD: Y, ¿con ése fue el único mayordomo que tuvo alguna dificultad?

VA: Nomás con ése. De, ya de aquí pa allá todos me querían, todos donde quiera que estuve yo, todos me querían. ¿Pa qué?, no me quejo. Solamente a ese le caí mal, pero por eso, yo creo, porque pos yo me adelantaba, si no, me regresaba a tumbar piedras más altas y me tenía mala voluntad. Pero yo no le hacía caso y llegó hasta ese grado de darme un manotazo, me lo puso aquí así bien.

VD: ¿Aquí en el pecho?

VA: Un manotazo, ¿verdad? Y así fue la cosa, pues.

VD: Y, ¿con sus compañeros cómo se llevaba, don Vicente?

VA: Bien.

VD: ¿Cómo era la vida de bracero con sus amigos?

VA: Bien, todos los que iban conmigo estábamos a gusto allá, echando relajo y platicábamos bien.

VD: ¿Qué hacían?

VA: Hasta otros que no nos conocían que eran de por allá de otra parte, no, pues hablaban muy bien, ¿verdad? Hubo una vez que me contraté este, le gané el nombre a otro, fíjese. Yo no iba enlistado pero pos íbamos a hacer la lucha y que nombran a un Vicente Ayala y ahí que me meto, nomás a ver si pegó, ¿no? Y que sí, me surtió. Y ya estábamos listos, pasaban otra vez lista pa darle a uno la contraseña pa que entrara uno. Cuando nombró: “Vicente Ayala”, ya nomás le dije: “Vicente Ayala”. Le aviento la carta y no se presentó, así que me la da. Me meto y ya los compañeros que iban de aquí, se jueron allá donde salía uno. Y cuando dijeron: “Mira, ya trae lonche, ya viene”, ya iba yo contrato. Nos juimos, pero iban tres hermanos de ese muchacho y eran de allá de por allá del Estado de México y que, y no me largaban. Me jui y ahí van conmigo y conmigo, pero yo no sabía. Me hacían plática y llegamos, nos instalamos allá, ya donde íbamos a trabajar. Este, a todos nos tocó melón en Huron y dice, uno de ellos dice: “Oiga”, ya que estábamos instalados, ya nos íbamos a dormir, “y usted, ¿cuál es su verdadero nombre?”. Le digo: “Vicente Ayala Arizmendi”, dije, “y, ¿por qué?”. Dice: “Venimos pensando que usted a la mejor le ganó el nombre a mi carnal”. Y: “Pos yo no sé”, le digo “a mí me nombraron, me metí”. Y dice: “No, pos sí”, dice, “él se quedó”. “Y válgame este, pos sí, yo me metí”. Dice: “¿Usted se enlistó?”. Le digo: “Sí”, le dije, “sí”. Pero no me había enlistado. Y jueron buenas gentes conmigo, buenos amigos.

VD: ¿No se enojaron?

VA: No, no, pos jue un equívoco, ¿no? Ellos eran Armendáriz yo Arizmendi, fíjese, casi coincidía. Entonces al año que volví otra vez, me dijo: “No te voy a echar de aquí”. Y todos nos contratamos y cuando regresamos de allá pa acá, ¿verdad?, cuando nombran a uno para darle la mica a uno, recojo los pasaportes y entonces nos nombran pa que uno vaya a recoger la mica. La puse ahí en la mesita con, como lleva ahí el retrato, empezaron a pasar lista. “Fulano de tal, fulano de tal”. Iban entrando, llegaba uno ahí y uno la recogía. Que me nombran y que llego y no me encontré. Y que dice: “¿Qué pasó?”. Estaba así. Y: “Pos no me encuentro”. Me dice: “Y, ¿cuál es tu nombre?”. “Vicente Ayala Arizmendi”. Y que dice: “No, es Armendáriz”, dijo. Y uno de hasta atrás dice: “Ése soy yo”. “Pos órale”, dice. Que lo veo y un hombre bien patilludo. “Ah”, dije, “éste es”. (risas) Ya entonces me esperé y ya llegó.

VD: Y, ¿sí estaba la suya después?

VA: Sí, ya salí, ya veníamos pa acá.

VD: ¿Así que esa vez conoció al que era?

VA: Yo lo conocí. No, pasaban varias cositas, eso. Pero me gustó, porque digo: “Pos sí se sufre, pero se aprende algo ahí”.

VD: Y, ¿allá qué hacía en sus ratos libres, don Vicente? En sus días de descanso, ¿qué hacía?

VA: ¿Ónde?

VD: Allá cuando estaba de bracero que tenía su día libre, ¿qué hacía?

VA: Salir, salir o lavarse la ropa, lavaba uno la ropa y este, guisarse y descansar, a veces, y a veces se salía uno a comprar lo que se iba uno a comer, un ratito al pueblo. Pasaba uno, se lavaba uno la ropa, la lavábamos y la poníamos a secar y nos guisábamos la comida pa comer y así, ¿verdad? Pero pasear, pos poco.

VD: Cuando llegaba a salir, ¿a dónde iba?

VA: Pos una vez jui a San Francisco, me invitaron unos y juimos allá a pasear. Pagábamos un coche entre todos y nos vamos. Vi muchas cosas en San Francisco, el puente ese grandote y…

VD: Y, ¿cómo le pareció?

VA: Bien bonito. Fíjese que a mí me gustó, es bonito Estados Unidos, me gustó. Nomás que pos sí cuesta mucho para irse. Pero a mí me gustó Estados Unidos, yo ya me iba a arreglar allá.

VD: ¿Cuándo se iba a arreglar?

VA: Cuando me jui de mojado, me iba a arreglar el mayordomo, me iba a arreglar los papeles, hasta me pidió el acta de nacimiento. Dice: “Mándala pedir”, dice. Su mamá era embajadora, trabajaba en la embajada y él era de Acapulco. Y me llegó el acta y resulta que como ahora llegó el acta, al otro día se mató el mayordomo ahí.

VD: ¿Qué le pasó?

VA: Pos es que ahí trabajábamos, era una caja más o menos como de aquí para allá. Ahí mire, yo le echaba carbón de piedra y la grúa de ésas que agarraban fierro, le echaba yo en la caja. Subía como, más o menos como tonelada y media de fierro y todo lo que les echaban. Sube la caja, pero todavía no llegaba el compañero, fue en la mañanita, yo estaba allá echando carbón de piedra y él se… como yo jui a subir la caja. Pero ya nos habían dicho que cuando brincara algún pedazo de fierro al, ahí a la base donde se sentaba la caja, que lo sacara uno cuando la caja iba pa arriba, pa que hiciera tierra la caja. Y brinca un pedazo de fierro y éste brinca a sacarlo y hay un corto y se viene la caja. No, se vino y que nomás cabía la caja casi, dicen. Le dejó la cara, no se conocía, hecho plastas. No, y escurrió la sangre, ahí le insertó un rin aquí, se salió al otro lado. Y ahí se mató y ya no me arreglé, ¿veá? Y ya me tocó ir al velorio y todos juimos allá, ahí conocí a su mamá, ¿verdad? Y ya no me arreglé, pero yo me quería arreglar papeles allá.

VD: Sí, así que, ¿le hubiera gustado quedarse por allá?

VA: Pos sí, cuando menos para entrar y salir, ¿no? Y ya con más facilidad, porque ya quien se arregle allá, pos trabaja y quiere venir, se viene pa acá un día y vuelve a irse pa allá y ya da trabajo, ¿vedá? Pero vivir allá, como para vivir allá pa siempre, pos no, no muy, me deseaba yo. Pos yo decía: “Es que era, tengo ya la entrada libre, ya con papeles”, ¿no? Como hacen muchos, se arreglan y salen y entran, ¿vedá? Y ya no este, me arreglé, fue la última vez que me jui.

VD: Así que con contrato se fue desde el [19]56, ¿hasta que acabó la contratación?

VA: Pos sí, hasta que se acabó.

VD: ¿Hasta el [19]64?

VA: Sí.

VD: Y de los lugares donde estuvo, estuvo en California varias veces y en Arizona, me decía.

VA: Arizona no.

VD: No, ¿en California nada más?

VA: Estuve en Billings, Montana.

VD: En Montana, sí.

VA: Este, estuve en Santa Clara, que es California allí y en Delano, estuve en San Blas, San Clemente y en Huron.

VD: Y de esos lugares, ¿dónde le gustó más su trabajo?

VA: Pos, pos todos, donde quiera que estuve me tocó casi jitomate, puras friegas duras, piscaba jitomate por caja. El melón es de lo más duro, también el melón, porque anda uno con el saco aquí atrás, echándole melones subiendo y bajando en los troques. Ahí me tocó trabajar con la cuadrilla número uno, era la mejor de todas las cuadrillas. Eran veintisiete cuadrillas y ahí seleccionan la gente. Los más, pues los más sonsitos hacen una cuadrilla y así iba por escala. Y ya la número uno era la mejor de todas, ahí me metieron a mí en la número uno. Y nos soplábamos a todos, ¿vedá? Pero el melón, aquí se, hasta se escalde(??) que sí se hincha, aquí así.

VD: ¿Aquí en la pantorrilla?

VA: Pega la caja, está el melón aquí con la bolsa.

VD: ¿La que trae cargando acá atrás?

VA: La bolsa allá atrás. Cae en el pie el melón, empieza a pegar aquí y hasta se enroja uno bien feo. Y se llena y subíamos pa arriba, el traque, el tráiler iba así, el tráiler a vuelta de rueda. Subir y bajar por ahí, así subir y bajar. Ahí me tocó trabajar ahí el melón y ahí este, fueron tres semanas. Y ya de ahí que nos mandan a este, al jitomate. De ahí del jitomate, de ahí de este, no recuerdo cuánto tiempo duré ahí, no fue mucho, pero ahí me jue algo bien porque era por cajas y pagaban a $0.12 ó $0.13 centavos la caja y yo piscaba ciento veinte, ciento veinticinco cajas, sacaba yo más o menos algo. Y otros sacaban cuarenta cajas y pos les iba más mal, pero a mí me jue bien ahí porque tienen trabajo en el jitomate.

VD: Y, ¿mandaba su dinero para acá?

VA: Sí, sí, pos lo que se juntaba, nomás dejaba yo para comer y pa acá.

VD: ¿Cómo mandaba el dinero, don Vicente?

VA: ¿Eh?

VD: ¿Cómo mandaba el dinero para acá?

VA: En cheque. Sí, allá iba uno y sacaba uno un money order y ya lo llenaba uno, ¿me entiende? Y ya le daban a uno el cheque y ya lo metía pa acá.

VD: Y con eso que usted estuvo mandando, ¿se pudo ahorrar dinero, don José, para…?

VA: Pos casi no porque no duraba yo mucho tiempo, ¿no? Y luego se iba uno endrogado, oiga, no sabía como hacerle uno para irse. Y como tardaba yo otra vez para pasar, puro gaste y gaste. A veces que casi saliendo, casi con, ¿vedá?, y... Pero sí, una vez me hice una casita aquí arriba en la esquina, me hice una casita. Y, pero luego la terminé y que voy otra vez, fui de nuevo. Entonces estuve allá este, en Empalme como dos meses, puro gaste y gaste. Y entré, pero casi nomás los gastos y sí, ¿vedá? Y este, es que la regaba uno, había mucha gente, mucha gente. Y había muchas listas y total, que una vez compré una carta para entrar.

VD: ¿Las vendían ahí? ¿En dónde fue, en Empalme?

VA: Las vendían este, allá había unos individuos de por allá de Veracruz. Yo estaba suelto sin ninguna opción. Un día pasando: “Oiga paisano”, dice, “venga acá”, dice, “vendo tres cartas”. Eran tres hermanos, eran hermanos, primos hermanos así, pero eran casi el mismo apellido. Digo: “No, no tengo nada”. “¿No tienes nada de dinero?”. Andaba yo sin nada. Digo: “Pos no puedo”. Dice: “Órale, pero son buenas, son de Gobernación”. “Y pos sí, pero no tengo dinero”, dije. Digo: “Si, si para mañana no las venden, a ver si se las compro”. Yo traía otros amigos y estábamos iguales y que tenía un hermano allá en Estados Unidos y que le hablo por teléfono, le digo: “Mándame”, digo, “$500 dólares, pero”, no, digo, “sí, $500 dólares pero rápido”. No, $40 dólares, o sea $500 pesos de estos. Y pero, como éstas, un telegrama y creo que ya estaba. Y que voy, ya estaba ahí. Y que voy y que los cambio. Y que voy, dije: “A ver si éste todavía me las vendía”. Desconfiaba, pues. Es que le mandó decir que su mamá se estaba muriendo, por eso se iban a ir. Que voy y que digo: “¿Qué?, ¿vendieron las cartas?”. Dice: “No”. Querían $150 por cada carta, que le compro las tres y le digo: “Sale, échemelas”. Me sobraron $50 pesos. Que voy pa allá donde estaban los paisanos, que le digo a dos, digo: “Órale, ten, una pa cada uno, con esto vamos a pasar”. “¡Caray!, si son de Gobernación”. Y les digo: “De Gobernación, vamos a pasar”. A los dos días pasamos, ahí voy, y así.

VD: ¿Pasó con esa carta?

VA: Con esa carta pasamos. Y me llamaba Luz Vázquez. Pero entramos y ya de allí, yo mi carta, la propia, la mía la llevaba aquí en el zapato. Uno usa sus mañas. Entré con la ajena, me nombraron y ya para entrar pa adentro a agarrar contrato, saqué mi carta y ésa presenté y la otra la metí en el zapato también, sí. (risas)

VD: ¿Así que entró con su nombre ya bien?

VA: Sí, se daba uno sus mañitas y ya entré derecho, mi nombre, ¿vedá? (risas)

VD: Y le iba a preguntar, ¿trabajaba seis días, don José, y descansaba uno nada más?

VA: El domingo sí descansábamos.

VD: Y, ¿a qué hora empezaba su día de trabajo?

VA: Pos entrábamos temprano, cuando era por contrato entrábamos temprano. A veces íbamos en el troque y con en el friazo a trabajar. Y ya en la tarde pos sí salíamos más o menos ahí como a las cuatro de la tarde. Era por contrato, si era pisca de jitomate, pos hasta que nos decía el mayordomo: “Ya es todo, vámonos”.

VD: Y, ¿qué hacía en las tardes cuando regresaba?

VA: A lavar la ropa, porque salía uno bien diasco(??). Llegando de allá del campo, lavando la ropa, la lavábamos, la tendíamos y para el otro día ponerla otra vez porque el jitomate mancha. Pa no meter la ropa más güena, lavábamos y la secábamos pa ponérnoslas otro día y así le hacíamos, ¿vedá?

VD: Y, ¿cómo se entretenían allá los braceros?

VA: En la calle, allá en el campo, platicando ahí, charlando ahí.

VD: ¿Oía usted el radio en español, había radio?

VA: ¿Mande?

VD: ¿Había radios, unos tenían radios?

VA Algunos tenían, yo nunca tuve allá. Algunos tenía, pero yo nunca me compré radio. Este, pero algunos tenían porque hasta eso, si se compraba uno un radio por ahí saliendo ya pa acá le esculcaban, cobraban por traer un radio, sí. Y por eso no, yo nunca le hice el intento de comprarlo allá. Ni ropa limpia este, no había por dónde traerlos, también mordían, ¿vedá?, ey.

VD: ¿Eso era ya de regreso?, ¿era en la Aduana de aquí?

VA: De regreso. Esculcaban a uno, hubo una vez uno que traiba un radio tocando y que se suben, va ahí la Aduana: “A ver, abran todos sus velices”. Y traiban un radio tocando, veníamos en el tren y: “¿A ver ese radio?”. “No, pues lo compré”. “Nos vas a tener que pagar tanto”. “Pero, ¿por qué?, si lo compre. No lo traigo robado”. “No, pos vas”. Y que lo agarran. “Nos vas a pagar tanto o me lo llevo”. Se lo dejaron, y dice: “No, pos ni usted ni yo”. Y que lo avienta pa abajo por la ventana ahí del tren. Pos sí, se lo iban a quitar, ¿vedá? Sí, pues mordiendo, ¿verdá? A mí nunca me quitaron nada y a veces traía así cositas de piel, yo les abría. Una vez me dice: “Es tanto”. “Pos ahí está”, era poquito. Pero nunca traje aparatos, pero unos traiban aparatos y sí les jalaban, ¿verdá? Les quitaban buena lana, yo nunca traje, nomás algunas veces ropita, nomás ahí ya pa lo necesario nomás y ya.

VD: Y a su esposa, ¿le traía algo?, ¿le traía ropa?

VA: A veces les traía de allá, pero me daba miedo porque mordían cuando traiba uno ropa nueva, ¿no?, para mujer. Sí, le sacaban a uno mordida, ¿verdá? (tos)

VD: Oiga, don Vicente y, ¿se acuerda si entre los braceros había alguna queja frecuente?

VA: No, yo no recuerdo.

VD: De la comida, por ejemplo, o de algo de trabajo.

VA: Pos donde yo estuve creo que no, porque hasta eso, ahí andaban los de salubridad vigilando, iban a ver los campos.

VD: Ah, ¿sí?

VA: Sí, pa que hubiera limpieza. Yo siento que a veces que iban los de salubridad allá a inspeccionar los baños y todos los comedores y yo nunca supe que hubiera habido alguna queja así de, de algún bracero, no. Pero sí, andaban así los de salubridad, revisaban, iban a los campos, entraban a ver los baños y iban a los comedores a ver cómo estaba, si estaba limpio o no.

VD: Y, ¿alguna vez vio usted al cónsul que los fuera a visitar, o los cónsules mexicanos?

VA: No, cuando yo estuve no.

VD: ¿No los fueron a ver, a ver si necesitaban algo?

VA: No, donde yo estuve, creo no, parece que nunca. Iban a ver los inspectores de los trabajos, eso sí. De los trabajos iban a ver el jitomate a que no echara uno manchado. Sí, una vez cayó la agua dos, tres días de llueve y llueve, caen los inspectores al otro día y que no, dice: “Ya no”. Y ya no dejaron y estaba bueno el jitomate y ya no dejaron piscar. “Mete las máquinas”. (tos) Y me mandaron a otro lado, sí. Son limpios en Estados Unidos, pero en los comedores sí iban los de salubridad. Pero que algún bracero que sepa yo que haya tenido alguna queja, yo creo que no.

VD: Y, ¿se comía bien?

VA: Sí, sí, fíjese que eso sí. Temprano, temprano sonaba la campanita, se hacía la colota. Ahí va uno con el plato, entraba uno y estaba un montón de platillos, ahí iban agarrando. Y ahí van sirviendo que frijoles, por aquí huevo, por aquí esto y nos íbamos a los comedores a comer. Ahí uno comía hasta que se llenaba, ¿veá?

VD: ¿Así le daban suficiente?

VA: Sí, a veces daban puras patas de puerco, (risas) pa toda la gente. Yo no sé cómo le hacían. Y a veces puros, puros rabos de puerco. (risas)

VD: Y, ¿no se quejaba la gente, don Vicente?

VA: Pos no. Y hasta eso, guisaban sabroso y si no, puro riñón, pa todos puro riñón. Y si no, pura sardina este, ahí pa todos, o huevo. Pero siempre le daban, lo iban revolviendo. Pero sí comíamos hasta llenarnos, pan pues.

VD: Y rabitos de puerco. (risas)

VA: Pan, ponían pan así en cada platillo. Y ya en el trabajo cuando estábamos trabajando, allá llegaba la camioneta con el lonche, una bolsita a cada uno, de lonche, cuando daban. Pero cuando uno se guisaba, uno se hacía los lonches. Yo me compraba bistec o pollo, me lo guisaba y ya echaba las tortillas y me las doblaba yo y ya vámonos, ¿verdá?

VD: Y, ¿se preparaba así su lonche?

VA: Sí, comíamos bien.

VD: Oiga, don Vicente y, ¿a usted le tocó alguna vez ir a misa allá?

VA: Sí, sí me tocó ir a misa y me tocó con un padre que era de aquí de México.

VD: ¿Así que daba la misa en español?

VA: Sí, en español, con un padre este, me tocó y a cada fin iba yo a misa. Y hasta me acordé porque platicando me dijo que de ónde era yo. Dice: “Oyes, ¿tú de dónde eres?”. “Pos yo soy de por allá del estado de Morelos, Padre”. Dice: “Ah, yo también soy de por ahí”, dice, “de México”. “Ah, ¿sí?”. Dice: “Sí”. No, después hasta me abrazaba y cantábamos allá, (risas) ey. Varias veces sí me tocó ir a misa allá, allá. Cuando estaba muy lejos no iba yo, pero si estaba cercas sí iba yo.

VD: Y, ¿alguna vez le tocó allá, que le tocara el 15 de septiembre?

VA: Sí.

VD: Y, ¿sí se hacía fiesta?

VA: Sí, también hacían desfile allá, bonito también. Cuando Zapata también, también allá hacen desfile. Me tocó en una parte que también hubo desfile allá. También hasta por allá, allá lo veneran a Zapata, allá en partes. Y el 16 de Septiembre también me tocó, también una vez, bonito también, sí.

VD: Y, ¿cómo se sentía usted cuando le tocaba la fiesta de México?

VA: Pues sí, se siente bien, pues se recuerda uno de aquí de México, ¿no? Sí, también hacen bonito también allá, ey. Y sí recuerda uno y sí se siente bonito, porque está uno lejos de la familia y de la tierra de uno. Y luego allá ve uno esas cosas, se recuerda uno y se siente bonito porque digo, no crea se, se sufre también allá la ausencia, ¿no?, de la familia. Pero sí, pero pos a mí me gustó Estados Unidos.

VD: Y, ¿qué era lo que echaba más de menos, lo que sentía que le hacía más falta estando allá?

VA: Pos la mujer. (risas)

2do: Pos sí.

VA: Pos sí, la mujer.

VD: ¿Qué sentía cuando se acordaba de su esposa por allá?

VA: Pos ganas de venirme, (risas) ¿verdá?

VD: ¿Alguna vez le pasó que tuviera ganas de desertar para regresarse?

VA: Pos no, porque ya sabía yo que llevaba yo un contrato y de todos modos se aguanta uno hasta cumplir el contrato, ¿no? Pero pos sí, está uno lejos de la familia y con gente extraña, aunque sean de aquí de México, pero gente que no son amigos de uno y no los conoce uno. Allá nomás se hace uno de amistad como de compañero de aquí, porque es uno mexicano, pero pos no es el mismo, la misma confianza, como que vaya uno con gente conocida del mismo pueblo, ¿no? Este, yo una vez estuve allá solo, con puros extraños de pues, de Oaxaca, de Zacatecas y no es la misma confianza que llevar a un compañero o dos del mismo pueblo, no es la misma confianza. Me acostaba y pos ni modo, a descansar, pero en fin. Me hablaban bien, salíamos, me decían compadre, y: “Compadre, vamos al pueblo”. “Vamos”. Íbamos aunque aquí uno se hace uno de amistad, pero nomás así por un, para mí es por un rato, mientras está uno allá, ¿no? Porque ya saliendo pa acá cada quien por su lado, ahí se acabó, ¿verdá? Pero ya llevando un compañero, dos del mismo pueblo, pos ya es diferente, tiene uno más confianza, ¿no?, hasta pa guardar sus cositas. Pero si va uno que no conoce uno, aunque le hablen bien, ni modo, si tiene usted dinero, alguna cosa, no lo puede dejar ahí porque no sabe uno las mañas de aquellos, ¿no? Entonces yo cuando dejaba los centavitos, a veces se los daba yo al mayordomo que me los guardara. Le digo: “Guárdeme estos, mayor”. Los guardaba, él me decía: “No, yo te los guardo”. Él me sacaba el money order y me lo llenaba y todo y de confianza el señor. Pero ya yendo gente del mismo pueblo, pues sí tiene uno más confianza, hasta nos prestábamos a veces. Luego a veces, quería alguno mandar dinero pa acá: “Présteme pa completar mi cheque y ya después se lo pago”. “Órale”. Nos prestábamos, ya mandaba su cheque y ya a la otra vez me prestaban a mí y así. Pero con gente que no es del pueblo de uno, no siente la misma confianza que en mi tierra.

VD: Así que de esos amigos ya no, de los amigos que se hizo por allá, ¿no le quedó ninguno?

VA: Pos fíjese que solamente este José.

VD: Ah, pero de aquí mismo de…

VA: Pero él no estuvo conmigo allá. Estuvimos sufriendo allá en Empalme, allá tiempo y este y yo me lo llevé después, ya yo conseguí dinero, me lo llevé este, estuvimos en Culiacán. Pero de los que yo estuve allá ya murieron. Uno que era tío de aquí de Flavio ya murió, estuvo conmigo. Y otros también de por aquí, también que estuvieron ahí conmigo juntos, ya murieron todos, ya murieron. Este, y hay muchos que sí se jueron, pero no estuvimos juntos. Pero de los que yo estuve con ellos, estuvimos allá juntos, ya murieron, ¿verdá?

VD: Así que usted estuvo hasta el [19]64 por allá. ¿Cree que si hubiera habido más contrataciones hubiera seguido yendo, don Vicente?

VA: Sí, sí me hubiera yo seguido yendo. Sí, porque digo, me gustó, nomás que ya ahora digo este, ya todo que no voy, pero todavía digo: “Si estuviera más joven yo me iba”, ¿verdá?

VD: ¿Qué fue lo que más le gustó de su trabajo de bracero?

VA: Pos de lo que me gustó, que allá se gana un poquito más que aquí, eso es lo que me gustó, que allá se gana un poquito más. Y aunque no quiera uno, aquí ya no luce ya, oiga. Y allá, pues en una hora se gana lo que no se gana aquí en un día, ¿verdá? Como ahorita, están pagando allá bien la hora, dicen. Gana hasta $10 la hora, fíjese. Aquí no se lo gana uno en un día, ¿verdá? Y eso es lo que me gustaba a mí, que allá se ganaba un poquito más. Cuidándolo, sí, allá también en Estados Unidos se gasta como aquí, son dólares que se van. Pero cuidándolo, ahorrándolo, tratando de ayunar algo, de no malgastar el dinero, se junta más y aquí luce, ¿vedá? Y allá si se pone usted a gastar como a tomar, o a jugar barajas, ahí algunos que no se pueden ni venir porque no tienen pa venirse. Sí, es igual que aquí pa gastar el dinero allá, pero allá son dólares y se gastan. Pero ahorrando, tratando de limitarse, no malgastar el dinero, se juntan unos $100, $200 dólares. Pos aquí cuánto es, ya ve, ¿veá? Y eso le dicía uno, no, pos allá yo lo mandaba pa acá, ¿vedá?

VD: Así que, por ejemplo, ¿usted no iba a las cantinas por allá?

VA: No, de allá no, nunca. Güeno, una vez sí jui, me llevó un mayordomo, pero no me dijo que íbamos a eso. Él, trabajábamos allá y tenía amistad conmigo y me, un día que me di, que le digo yo, le digo: “Mayor”, digo, “quiero ir al pueblo”, digo, “a comprarme unos trapos”. Y dice: “Yo te llevo”. Jue en Sacramento, este, y sí, decía: “El domingo”, dice, “vengo por ti”, dice. Y el domingo que va por mí, vivía en Sacramento, él allá tenía su mujer. Y que: “Órale, vámonos”. Que nos vamos y yo no pensaba que tomaba, siempre lo vi en su juicio. Llegamos a una barra y: “Órale, Vicente”. Y yo luego que vi, dije: “Híjole”. Le digo: “Mire, dígame dónde está la JcPenney y voy a comprarme lo que le dije y luego paso por usted”. Y dice: “No, espérate, yo te llevo. Deme tres cervezas”. Me tomé dos y yo vi que él ya estaba picando. Digo: “Mayor”, digo, “mire, dígame dónde está la JcPenney”, digo, “voy y luego paso por usted”. “Yo te llevo”, dice, “aquí está luego atrás”. Total que ya, ya estaba picado allí. Y dice: “Bueno, mira vente”, dice, “ahí volteando a la esquina”, dice, “ahí ta”. Que voy y que compro, me compré un veliz y pantalón y camisas. Que voy pa allá y que meto el veliz allí en la troca, que le digo: “Vámonos”, le digo, “vámonos”. Ya estaba ya... Le digo: “Mire mayor”, digo, “mejor me voy”. “No, yo te voy a llevar”, dice, “yo te voy a llevar”. Dije: “No, ya usted ya está tomado”. “No, no”, dice, “no te fijes”, dice, “yo manejo mejor”. “Yo no, mejor me voy”. “Pérate, yo te llevo, te voy a llevar a, a que conozcas a mi señora”. Pero se llevó mas cervezas, que vamos con su señora y que me presenta con ella. Y que total, que la señora sale con nosotros a tomar y yo terco que ya me quería ir, terco. Me dice la señora: “Lleva”, dice, “al señor”, dice. Y ya era la noche. Y le digo: “Sabe señora de que yo”, digo, “este, no tomo”, y digo, “me quería ir porque entro temprano a trabajar”, le digo. “Lleva al señor”, dice, “luego te vienes”. Y andábamos fracasando, jalemos, íbamos a pasar un puente, de esos que se abren. Pasamos el puente y pasamos así una curva, así ya se iba a enderezar la curva. Le digo: “¡Mayor!”, y le jalo el volante, todas rechinaron las llantas. Seguido otra vez íbamos a pasar por un, una, era por una curva pa ya estaba pa bajo, otra vez le pega a un poste. “No”, yo dije, “este, nos vamos a matar”, se iba durmiendo. Ya que íbamos a llegar al campo, estaba una, allá le dicen marquetas, como de aquí, allá de aquel lado, pero de la esa marqueta al campo había una curva así y era un voladero pa bajo. Y yo dije: “No”, dije, “éste ahí va”, pensé nomás. Creo que seguro que Dios me dio el entendimiento, ¿no? Le digo: “Sabe mayor”, le digo, “yo aquí me quedo comprando leches”. Dice: “Ándale pues, aquí te espero”. Y allí estaban otros tres, también jueron a la marqueta. Se asoman y le vieron tomado, que se jala y que me deja allá. Y yo con él no me iba pa allá, dije: “Yo de aquí ya no me subo. Entro a la marqueta y me compro una leche y un pan y yo dije: “Ya voy a andar en la carretera”. Que voy andando, llegando ahí a esa curva, allí estaba voltiado boca arriba. Todos, unos quebrados de una pierna y otros de un brazo. Allí estaba ya la ambulancia y estaban allí unos de tránsito y él raspado por aquí así. Y que tenía aquí así, pero él no se dio cuenta que yo…

VD: Que ya usted se había ido.

VA: Sí, me jui. Al otro día llegó allá al campo él, el lunes. Ya cogió un curita. Dice: “¿Qué paso, Ayala? A ti no te pasó nada y, ¿por qué?”, dice. “Yo no venía con usted”. “¿Cómo?”. “Yo no”, le digo, “usted me dejó allá en la marqueta”. Dice: “No, aquellos pobres salieron reamolados”, los agarró el patrón.

VD: Ah, ¿el patrón les cubrió, les pagó?

VA: Sí, le digo: “Yo me, me bajé en la marqueta y no me esperó, se vino”. “Ah”, dice, “valió madres”. Aquellos pobres y no me tocó.

VD: Así que bien previno, bien previno usted.

VA: Sí, no, yo vi que se iba durmiendo por ahí. Y luego ahí le decía: “Sí, pa allá voladero”. Y le creí que ahí usted iba a enderezar. Y le digo: “Yo, yo aquí me bajo, voy a comprar la leche”. “Ándale pues, aquí te espero”. Se suben los otros y creyó que ahí venía yo también, ¿verdá?

VD: Y ni cuenta se dio.

VA: Sí, cuando venía pa acá, que veo ahí está boca arriba, vaya, qué tal.

VD: Se salvó.

VA: Me salvé y así empezó, ¿no?

VD: Oiga, don Vicente y entonces cuando se regresó para acá que ya se vino de su último contrato, ¿cómo se sentía cuando llegó acá con su familia?

VA: Bien.

VD: ¿Cómo lo recibieron?

VA: Bien, pos da gusto, tanto a uno como a la familia, ¿no? Bien, nomás que sí queda uno picadito porque cuando está uno allá, dan ganas de venirse y ya estando aquí, dan ganas de irse otra vez. Porque ya no se siente bien, güeno, ganar aquí poquito, ya no se siente bien. Ya como que no dan ganas de trabajar por poquito. Y ahí quieren irse pa allá otra vez, ¿vedá? Siempre allá digo, pues sí era un poquito más.

VD: Así que después de sus contratos, cuando se acabaron los contratos se vino para acá y, ¿en qué estuvo trabajando?

VA: ¿Aquí? Pos aquí ahí en esas canteras.

VD: Siguió acá en la cantera.

VA: Ahí venía yo a trabajar, ¿veá?

VD: Y, ¿en qué año fue que se regresó sin papeles para allá, don Vicente?

VA: ¿Para allá? ¿Sin papeles? Cuando me jui pa allá, que me jui así como dice, de mojado, eso jue, tiene como veintiocho años que me jui, de ahí me jui entonces a Chicago.

VD: Y, ¿cómo se pasó?

VA: Hay coyotes ahí en la frontera.

VD: ¿Usted ya los conocía, o llegó así solo?

VA: No, no los conocía. Yo me jui, llegué a Tijuana y allí en Tijuana llegué a un hotel y allí me llevó un coyote. Y él me sacó una de ésas, pero falsa, me costó $225 dólares. Me dice: “Con ésa te sirve para trabajar y pa que andes”. Y así entré y yo le dije: “Todo salió muy bien, ni me agarraron”, les dije todo eso. “Y, ¿sí la tienes?”. Digo: “No, pos la mandé pa México”. “Pa pasar otra vez”. “Y pos sí, pos uno le hace la lucha y sí se puede”. “No, pos ya sabemos”, dice, “ta bien”. No me trataron mal. “Siéntate”, y me senté. Cuando ya yo venía en avión, yo fui a pagar el pasaje. Resulta que allá en Chicago dice él que los estaba mandando pa acá, dice: “Tú te vas voluntario”, dice, “pero mira, vas a pagar. ¿Por qué no te vas aquí con estos?”, dice, “no pagas”. “Pos órale”. Y ya me vine. Llegando allí a Laredo, y que me llaman por teléfono los federales, la Federación. Y yo dije: “¿Qué cosa traen?”, dije, “a la mejor me van a meter al bote”. Que voy, no, y que llego ahí y dice: “¿Qué se le ofrece?”, dice, “fulano de tal”. Digo: “Sí, dígame”. Dice: “¿No quieres dar una barridita aquí?”, éramos dos, “una barridita aquí en el comedor”. Le digo: “Cómo no, con todo gusto”. Este, dice, ya que entramos, dice: “¿Ya almorzaron?”. Y le digo: “No jefe”, digo, “no hemos ni cenado, ni almorzado”. Ya era tarde. “Ah, pos órale”. Que abre la estufa y que saca piezas de pollo. Dice: “Ándale, coman”. Y que nos da ahí unas piezas de pan, unas rebanadas de pan cuando entramos. Y que, y luego que terminamos tenía ahí la caja de cigarros. “¿Me regala un cigarrito, jefe?”. Dice: “Ándale, ¿qué fumas?”. Digo: “Sí”, y que me lo regala. “Pa el camino”, dice, “ya váyase”. “¿No quiere que le limpie usted aquí?”. Dice: “No, no, váyase ya porque ya nos vamos”. Nomás a eso. Y dice: “No sean tontos”, dice, “vuélvase a meter ___(?) una señora aquí adentro”, dice, “y ya no los saca”, ¿vedá?

VD: Y, ¿se volvió a meter?

VA: No, ya no.

VD: ¿Ya no?

VA: Muchos se aplican luego luego y pa dentro. No, yo no, me vine hasta San Luis, pagado por ellos. En San Luis ya me vine pa acá.

VD: Y, ¿en qué trabajaba ahí en Chicago?

VA: En una fábrica.

VD: Y, ¿qué hacían en la fábrica?

VA: Era una fábrica como aquí la Datsun, ahí sacan todos los moldes de las bases de los motores, ahí todo y ya salen los carros armados ya para juera, para allá. Era una fábrica muy grande. Eso jue en Wisconsin. En Chicago allí era una fábrica también, ahí donde se sacan puros empaques y muchas cosas sacan ahí también.

VD: Y, ¿tenía familia allá o amigos en Chicago?

VA: Sí.

VD: Don Vicente.

VA: Sí, tenía paisanos allá. Y allí trabajé en Chicago como siete meses en una fábrica. Pero pagaban poco, $2 dólares la hora. Sacaba yo como $82 a la semana. Y no me lucía porque tenía que pagar este, donde vivía yo y luego la comida y luego los pasajes, estaba lejos. Y te digo que no me quedaba casi nada y entonces le hablé a un primo en Wisconsin y dije: “Y, ¿cuánto pagan ahí?”. “Uh, pos tanto”, dice, “vente pa acá”, y dice, “aquí”, dice, “es a $4 la hora”. Una cañería donde hacen enlatados de zanahoria y betabel. Y ahí trabajé tres semanas.

VD: ¿Qué hacía ahí?

VA: Echándole latas a la banda, ejotes de a tres en cada mano así. Y yo hacía el trabajo de dos, porque allí eran dos. Entonces me pusieron ahí que aprendiera y luego pude yo y ya que los quitan a ellos y que me dejan a mí solo. Y, pero nada más jueron tres semanas y se acabó. Y ya mataron allí a unos borregos, dieron comida y jue mi primo y juimos nosotros y le dijeron, dice: “Dile a estos paisanos que pal año se vengan, entrando mayo, agarran toda la grúa”, dice, “y hasta enero”. Y sí y ahí pagaban a $1.30, a $4.30 la hora. Y ya le digo, dice: “Este señor es muy buen trabajador, que se venga”, dice, “entrando mayo”. Pero luego este, me arregló él allá en otra fábrica y allí entregaban también $4.30 la hora allá. Y allí jue donde me agarraron.

VD: Ahí, ¿dónde dice que fue que lo agarraron?

VA: Ahí.

VD: Pero, ¿saliendo de la fábrica?

VA: Adentro.

VD: ¿Llegó ahí La Migra?

VA: Estaba trabajando, sí, nos reportaron porque un compañero que tenía yo, tomaba mucho. Y a causa de él, nos reportaron ahí, el mismo del edificio, yo creo. Entonces estaba yo trabajando y cuando me hablaron, dice: “Te hablan allí en la oficina”. Y ya estaba allá el emigrante. Y que lo saludo de la mano y dice: “¿Traes tus papeles?”. Digo: “No, no traigo papeles, jefe”. “Entonces, ¿cómo entraste aquí?”. “Mire jefe, yo le voy a decir la verdad”, le digo, “yo me vine aquí a la frontera y de allí me encontré un señor y dijo que él pasaba”, y le digo, “y él sí me pasó y me arregló una mica para que yo trabaje y pa que entrara y la compré”. “Y, ¿cuánto te costó?”, dijo. “Doscientos veinticinco”, le digo, “y así entré y usted sabe que uno le hace la lucha pues y así le hice y así entré y agarré trabajo aquí”. “Ah, güeno”, dice, “y, ¿dónde está la mica?”. Le digo: “La mandé pa allá”, digo, “porque así pa entrar otra vez”, digo, “sí se puede, usted sabe que uno le busca”. “No, sí”, dice, “está bien, siéntate”. Y luego íbamos nosotros, aquéllos no querían decir muy bien, los llevan pa dentro pa la cárcel y ahí sentados. Y ya después llaman: “¿Tienes dinerito?”. “Pos, pues no mucho”. Yo traiba como unos $700 dólares. Dice: “Mira, a nosotros nos gusta que nos hablen con la verdad”, dice, “dejas $350 dólares, te damos un permiso pa tres meses”, dice, “y a los tres meses, si quieres irte, te vas. Si no, otro permiso y no dejas tus centavos”. “Y pos sí”, digo, “aquí ya no me dan trabajo”. “No”, dice, “ya no”. “Y yo voy a batallar”. Dice: “Entonces, ¿te quieres ir de voluntario?”. “Pos como usted diga”. “Vete de voluntario”, dice. Y así me vine, ¿verdá? No tuve ningún papel.

VD: Así que don Vicente, ¿como en qué años fue que se empezó a ir más gente de aquí del pueblo a Chicago?

VA: ¿Mande?

VD: ¿Como en qué años fue que se empezó a ir más gente de aquí del pueblo para Chicago?

VA: Fue ahí como del, como el, como el [19]55, [19]56, todos se empezaron a ir. Pero antes se jueron unos como en el [19]45, que decían que los llevaban a la guerra y mucha gente lloraba. No, pero no jue cierto, jueron pocos. Y ya después ya hubo contrataciones, porque la primera vez vinieron, por aquí andaban invitando, ¿no? Y ya entonces, como en el [19]55, ya había contrataciones. Mucha gente se estaba yendo allá y yo me jui como el [19]56.

VD: Y, ¿por qué cree que se hayan ido a Chicago?

VA: ¿Mande?

VD: ¿Por qué se habrán ido a Chicago ahí?, ¿por qué se empezaron a ir más a esa ciudad?

VA: Pos eso yo no sé, porque yo cuando me jui había mucha gente de por aquí de México allí. Y hay harta de México y no nomás de aquí, de donde quiera. En Chicago hay raza de todo, todo el mundo, hay este, negros, hay polacos y hay de todas partes del mundo en Chicago. Hay mucha fábrica en Chicago y casi ni hay gente de Estados Unidos, hay mucha gente de donde quiera, japoneses y portugueses, de todo, rusos, sí. No, Chicago está atascado de raza de donde quiera.

VD: Oiga don, y entonces, don Vicente, ahora que han pasado tantos años, cuando se acuerda de sus años de braceros, ¿qué recuerdo le queda?

VA: Me dan ansias de irme otra vez. (risas) Aunque se sufre, pero pos se gana más allá, ¿verdá? Pero nomás que pues yo, ya no me dan trabajo. Y ya estoy casado, si no, me iba yo otra vez. Pero sí, digo, pos da ansia, todavía digo: “Si pudiera ir a pasear, iba yo”, ¿verdá?

VD: ¿Ha intentado ir para allá?

VA: Sí, me dan ganas. Un día jui allá a Cuernavaca al, allí hay un consulado, ahí tengo un amigo. Me llevó con la licenciada y le digo: “Oiga”, le digo, “¿yo puedo ir a Estados Unidos con ésta?”. Y que la agarró y dice: “Sí, nomás la deja usted tres días pa investigar y sí puede ir”, dice. Pero ya no le hice la lucha, pos cuesta lana también, ¿verdá?

VD: ¿Tiene familia por allá?

VA: Sí, mucha, allá tengo sobrinos, primos, hijos de ella, tiene allá siete hijos.

VD: Sobrinos directos están todos allá.

VA: Son sobrinos directos y aparte tengo más sobrinos por allá, amigos tengo en Chicago, tengo en Los Ángeles, amigos, Wisconsin, donde quiera hay este, parientes, ¿verdá?

VD: Y, ¿le hubiera gustado quedarse por allá a vivir, señor Vicente?

VA: Para vivir todo el tiempo no, nunca quise así. Yo dije: “Si me arreglo, pa tener, tener este, el paso libre, no, de trabajar aquí un tiempo y salir y regresar otra vez así, como residente nomás”. Pero a vivir allá, cree que no me dieron ganas.

VD: ¿Por qué sería?

VA: Pos, no sé, digo, no hay como su país de uno, ¿verdá? Porque algunos hasta se casan allá, a mí nunca me dio eso de, por casarme allá. Porque es diferente allá, no, no es como aquí.

VD: ¿Qué será diferente?

VA: Es que allá pos a la mujer allá este, casi la mujer manda. Y luego este, no es como aquí, allá por decir uno vive, no vive bien y se lleva a la mujer allá, se casan por el civil. Entonces la mujer le gana a uno la raya y nomás se quedan sin nada, pues. Es muy diferente. Y las mujeres allá toman con los hombres, no me gustó eso a mí, porque allá los de allá, van a las cantinas y la mujer se va pa allá con otros. “Sí, pos hazte pa allá”. Las mandan con, así, y no me gustó eso a mí. Y dije: “No, yo casarme aquí, nunca”, ¿vedá?

VD: ¿No le gustaba que fueran así las mujeres?

VA: No me gustaba ese ambiente a mí no. No hay como aquí México, aquí hay más libertad siempre y hay más respeto en un matrimonio también y allá no, digo, o sea sí es este... Me daba ansia arreglarme pa entrar y salir y sí, estar yendo y viniendo, ya sin estarse ahí, andar navegando, ¿no? Pero para quedarme allá, nunca me dio ganas de eso, de comprar casa. Muchos compran casa allá y viven allá. Y a mí eso nunca me dio ansia.

VD: ¿No le llamaba la atención?

VA: No, yo quería arreglarme pa entrar y salir, ¿verdá?

VD: Ah, que pues, señor Vicente, pues muchas gracias por sus recuerdos que me compartió.

VA: Gracias a usted.

VD: Por todas sus historias que nos compartió, yo le agradezco muchísimo.




Fin de la entrevista

Interviewer

Domínguez, Violeta

Interviewee

Ayala Arizmendi, Vicente

Location

Tizapotla, Morelos, México

File Name Identifier

Ayala_Arismendi_MOR001

Citation

Domínguez, Violeta and Ayala Arizmendi, Vicente, “Vicente Ayala Arizmendi,” Bracero History Archive, accessed April 23, 2024, https://braceroarchive.org/items/show/113.